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El color del cristal. Dermatofibroma «aneurismático

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<strong>Dermatofibroma</strong><br />

<strong>«aneurismático</strong>»<br />

[Réplica]<br />

Luis Requena<br />

Servicio de Dermatología, Fundación Jiménez<br />

Díaz, Madrid (España)<br />

Recientemente he leído en Actas Dermosifiliográficas<br />

el artículo de Álvarez Fernández y cols.<br />

titulado «Histiocitoma fibroso aneurismático (angiomatoide)»<br />

1 . De acuerdo con el Diccionario de la Lengua<br />

de la Real Academia Española, aneurisma significa<br />

«dilatación anormal de un sector <strong>del</strong> sistema vascular».<br />

En todos los casos de esta variante de dermatofibroma<br />

descritos en la literatura hasta la fecha 1-10 ,<br />

los autores reconocen que las áreas denominadas<br />

«aneurismáticas» no corresponden a auténticos<br />

aneurismas, ya que no son estructuras vasculares<br />

dilatadas, sino que simplemente consisten en una<br />

abundante extravasación de hematíes entre las células<br />

<strong>del</strong> dermatofibroma, circunstancia, por otra parte,<br />

relativamente frecuente en muchas de las variantes<br />

histopatológicas de dermatofibroma descritas<br />

hasta el momento actual y que son ya más de 40.<br />

Entonces, ¿por qué perpetuar este término incorrecto<br />

en vez de denominar sencillamente a estas lesiones<br />

dermatofibromas hemorrágicos o, si se prefiere,<br />

dermatofibromas hemosideróticos cuando la lesión<br />

se extirpa en un estadio más avanzado de evolución<br />

y la sangre extravasada se ha transformado<br />

ya en hemosiderina? Las lesiones similares de partes<br />

blandas denominadas quistes primarios aneurismáticos<br />

de partes blandas 11 y las lesiones<br />

óseas denominadas quistes óseos aneurismáticos<br />

12 constituyen muestras adicionales de este mismo<br />

error. Tampoco parece un argumento válido en<br />

defensa <strong>del</strong> calificativo aneurismático para estos dermatofibromas<br />

el hecho de que los aneurismas disecantes<br />

de aorta no muestren un revestimiento endotelial,<br />

ya que la colección hemática se sitúa fuera<br />

de la capa endotelial, pero en el espesor de la<br />

pared vascular dilatada, entre la adventicia y la capa<br />

elástica de la aorta. En estos casos, sin existir revestimiento<br />

endotelial, la colección hemática está <strong>del</strong>imitada<br />

por componentes de una pared vascular dilatada<br />

y, por tanto, su denominación como aneurisma<br />

es absolutamente correcta. Este no es el caso <strong>del</strong><br />

dermatofibroma aneurismático, ya que la lesión<br />

en cuestión consiste simplemente en un dermatofibroma<br />

con abundantes hematíes extravasados entre<br />

las células <strong>del</strong> dermatofibroma y sin estructura de<br />

pared vascular alguna que <strong>del</strong>imite esta hemorragia.<br />

En dermatopatología existen ya numerosos nombres<br />

describiendo entidades que, estando ampliamente<br />

aceptados y siendo profusamente utilizados,<br />

resultan <strong>del</strong> todo incorrectos a la hora de describir<br />

las características histopatológicas de la lesión. Pero<br />

lo más paradójico es que para denominar estas lesiones<br />

se han propuesto otros términos mucho más<br />

correctos y adecuados que por motivos desconocidos<br />

no tienen éxito. Buenos ejemplos de esta eventualidad<br />

los constituyen denominaciones tales como<br />

las de melanoma benigno juvenil (para el nevo<br />

de Spitz), acrospiroma (para el hidroadenoma apocrino)<br />

y siringoma condroide (para el tumor mixto<br />

cutáneo). Afortunadamente algunas de estas denominaciones<br />

inapropiadas como sucede en el caso<br />

<strong>del</strong> melanoma benigno juvenil para el nevo de<br />

Spitz han ido cayendo en desuso con el paso de los<br />

años y actualmente el término nevo de Spitz es la<br />

denominación más ampliamente utilizada y existe<br />

el acuerdo prácticamente unánime de que es la más<br />

adecuada para nombrar esta variante de nevo melanocítico.<br />

Por tanto, el argumento de «acuñado por el<br />

uso» no debería utilizarse para defender términos<br />

incorrectos, ya que no reporta ningún beneficio y<br />

simplemente favorece el inmovilismo, dificultando<br />

que la terminología médica sea más lógica y correcta.<br />

Existen casos como sucede con los términos de acrospiroma<br />

y siringoma condroide que por motivos<br />

desconocidos están firmemente arraigados y los libros<br />

de texto en sus sucesivas ediciones, así como<br />

los artículos en revistas de nuestra especialidad, continúan<br />

manteniendo estas denominaciones ilógicas<br />

e incorrectas, con el agravante de que se han propuesto<br />

otras mucho más acordes con la naturale-<br />

Panace@ Vol. 2, N o . 4. Junio, 2001 27


za y características histopatológicas de las lesiones.<br />

Este es el caso también <strong>del</strong> dermatofibroma aneurismático.<br />

No es que yo sea partidario de aumentar<br />

aún más la terminología dermatológica y dermatopatológica,<br />

ya que nuestra especialidad es ya una<br />

de las más ricas y difíciles en este sentido, y frecuentemente<br />

nuestros colegas de otras especialidades protestan<br />

por lo que ellos denominan algo despectivamente<br />

nuestra «jerga dermatológica» cuando tratan de<br />

entender nuestros informes o artículos científicos.<br />

Pero en mi opinión nada bueno se consigue perpetuando<br />

nombres como el de dermatofibroma aneurismático<br />

cuando está claro que esta denominación<br />

es inadecuada e incorrecta para describir el mecanismo<br />

de producción y las características histopatológicas<br />

de la lesión. Además, ¿cuál es el problema<br />

para denominar a estas lesiones como dermatofibromas<br />

hemorrágicos, denominación a mi juicio mucho<br />

más sencilla y correcta? Tampoco el calificativo<br />

«angiomatoide», que algunos autores añaden como<br />

subtítulo o calificativo adicional a la hora de describir<br />

dermatofibromas hemorrágicos, resulta adecuado,<br />

ya que «angiomatoide» significa parecido a angioma,<br />

es decir, con un abundante componente vascular,<br />

y la abundancia de capilares y vénulas es una<br />

de las características histopatológicas más constantes<br />

y distintivas de todas las variantes histopatológicas<br />

<strong>del</strong> dermatofibroma. En este sentido todos<br />

los dermatofibromas serían, pues, angiomatoides.<br />

Otro punto que me gustaría comentar es que Álvarez<br />

Fernández y cols. 1 parecen considerar también<br />

como un dermatofibroma aneurismático la lesión que<br />

nosotros describimos como «dermatofibroma hemosiderótico<br />

multinodular» 13 , ya que incluyen nuestro trabajo<br />

en su revisión bibliográfica. De entrada puedo<br />

asegurar que el término <strong>«aneurismático</strong>» no aparece<br />

en la descripción de nuestro caso y la lesión en todo<br />

momento es descrita como dermatofibroma hemosiderótico.<br />

Pero además lo más llamativo y peculiar de<br />

nuestro caso no consistía en el abundante depósito de<br />

hemosiderina dentro de la lesión, circunstancia relativamente<br />

frecuente en el dermatofibroma, sino que lo<br />

que le confería un carácter distintivo era su naturaleza<br />

multinodular, hallazgo que hasta donde nosotros conocemos<br />

no ha sido descrito en otras lesiones de dermato-<br />

fibroma. Una cosa son los dermatofibromas múltiples<br />

agrupados, entidad bien conocida y descrita en la literatura,<br />

y otra distinta es el dermatofibroma multinodular:<br />

múltiples nódulos de dermatofibroma visibles como<br />

nódulos independientes desde el punto de vista histopatológico<br />

y que constituyen una única lesión desde el<br />

punto de vista clínico. Por ello, además de incorrecto<br />

resulta inadecuado incluir nuestro dermatofibroma hemosiderótico<br />

multinodular entre los dermatofibromas<br />

aneurismáticos.<br />

Bibliografía<br />

1. Álvarez Fernández JG, Pérez Campos A, Romero Maté<br />

A, Gómez de la Fuente E, Rodríguez Peralto JL, Iglesias<br />

Díez L. Histiocitoma fibroso aneurismático (angiomatoide).<br />

Actas Dermosifiliogr 1999; 90: 128-31.<br />

2. Santa Cruz DJ, Kyriakos M. Aneurysmal («angiomatoid»)<br />

fibrous histiocytoma of the skin. Cancer 1981; 47: 2053-61.<br />

3. Sood U, Mehregan AH. Aneurysmal («angiomatoid»)<br />

fibrous histiocytoma. J Cutan Pathol 1985; 12: 157-62.<br />

4. Guirao AL, Conde JM, Fernández Valencia R. Histiocitoma<br />

fibroso aneurismático («angiomatoide»). Patología<br />

1985; 18: 524.<br />

5. Kim CJ, Cho JH, Chi JG. Aneurysmal («angiomatoid»)<br />

fibrous histiocytoma in a child. J Korean Med Sci 1989;<br />

4: 159-62.<br />

6. Cerio R, McGibbon D, Wilson Jones E. Angiomatoid fibrous<br />

histiocytoma [resumen]. J Cutan Pathol 1989; 16: 298.<br />

7. Tressera F, Tarroch X, Domingo A, Forcada P, González<br />

Pont G, Salas A. Histiocitoma fibroso aneurismático («angiomatoide»).<br />

Patología 1993; 26: 147-50.<br />

8. Yang P, Hirose T, Hasegawa T, Seki K, Hizawa K.<br />

Aneurysmal fibrous histiocytoma of the skin. A<br />

histological, immunohistochemical and ultrastructural<br />

study. Am J Dermatopathol 1995; 17: 179-84.<br />

9. Calonje E, Fletcher CDM. Aneurysmal benign fibrous<br />

histiocytoma: clinicopathological analysis of 40 cases of<br />

a tumour frequently misdiagnosed as a vascular neoplasm.<br />

Histopathology 1995; 26: 323-31.<br />

10. Zelger BW, Zelger BG, Steiner H, Öfner D. Aneurysmal<br />

and hemangiopericitoma-like fibrous histiocytoma. J Clin<br />

Pathol 1996; 49: 313-8.<br />

11. Rodríguez Peralto JL, López Barea F, Sánchez Herrera<br />

S, Atienza M. Primary aneurysmal cyst of soft tissue.<br />

Am J Surg Pathol 1994; 18: 632-6.<br />

12. Dabska M, Buzacrewski J. Aneurysmal bone cyst. Pathology,<br />

clinical course and radiologic appearances. Cancer<br />

1969; 23: 371-89.<br />

13. Requena L, Aguilar A, López-Redondo MJ, Schoendorff<br />

C, Sánchez Yus E. Multinodular hemosiderotic<br />

dermatofibroma. Dermatologica 1990; 181: 320-3.<br />

Panace@ Vol. 2, N o . 4. Junio, 2001 28


[Contrarréplica]<br />

José G. Álvarez Fernández 1 y<br />

José L. Rodríguez Peralto 2<br />

1 Servicio de Dermatología y 2 Servicio de<br />

Anatomía Patológica, Hospital Universitario<br />

Doce de Octubre, Madrid (España)<br />

Ante todo nos gustaría agradecer al doctor Requena<br />

el extraordinario interés demostrado al leer<br />

minuciosamente el artículo publicado por nuestro<br />

grupo 1 . Según el diccionario de términos médicos<br />

de Ruiz Torres, aneurisma se define como «bolsa<br />

formada por dilatación o rotura de las paredes de<br />

una arteria o vena llena de sangre circulante». En<br />

ningún caso se colige de esta definición que la sangre<br />

extravasada tenga que estar <strong>del</strong>imitada por endotelio<br />

o incluida en el espesor de una pared vascular<br />

entre adventicia y capa elástica como sugiere<br />

el doctor Requena. Los quistes aneurismáticos<br />

de hueso y los escasos descritos por nuestro grupo<br />

en partes blandas son formaciones saculares o<br />

«quísticas» sin revestimiento endotelial ocupadas<br />

por abundante material hemático no coagulado 2 .<br />

Estas estructuras «quísticas» se forman como resultado<br />

de procesos reparativos secundarios a un<br />

traumatismo imperceptible que causa anormalidades<br />

vasculares, resultando en un ensanchamiento<br />

rápido vascular, rotura y salida de sangre libre y<br />

fluida, que ocupa el tejido conjuntivo adyacente. <strong>El</strong><br />

mesénquima prolifera de forma importante en respuesta<br />

a la alteración vascular. Con el tiempo la<br />

lesión se estabiliza y los fibroblastos y elementos<br />

óseos, si los hubiere, maduran, constituyendo estas<br />

estructuras saculares, «quísticas» o aneurismáticas.<br />

Que las lesiones aneurismáticas son fruto<br />

<strong>del</strong> daño vascular previo lo confirma el hecho<br />

de que son muchas las hemorragias o hematomas<br />

de hueso o partes blandas tras traumatismos o fracturas<br />

y raros o excepcionales los quistes aneurismáticos<br />

de hueso, piel o partes blandas.<br />

Centrándonos en los dermatofibromas es cierto,<br />

como refiere el doctor Requena, que estos tumores<br />

presentan frecuentemente hemorragias o depósitos<br />

de hemosiderina; sin embargo, es raro encontrar<br />

estructuras quísticas saculares o aneurismáticas<br />

que ocupen masivamente la lesión o que incluso hagan<br />

difícil el diagnóstico <strong>del</strong> dermatofibroma de base.<br />

<strong>El</strong> problema principal, como en tantas ocasiones<br />

de la dermatología o dermatopatología, estriba en<br />

el hecho de que con el afán de realizar diagnósticos<br />

brillantes se incluyen bajo el término de dermatofibroma<br />

aneurismático dermatofibromas convencionales<br />

con más o menos material hemático o hemosiderina<br />

extravasada, pero sin hechos aneurismáticos<br />

verdaderos. Por ello nosotros creemos que debe ser<br />

estricto el diagnóstico de esta variedad de dermatofibroma,<br />

que conviene conocer para no confundirla<br />

clínicamente con lesiones vasculares o incluso melanocíticas<br />

e histológicamente con hemangiomas.<br />

En cuanto al término angiomatoide, indica simplemente<br />

que son lesiones que se parecen a<br />

angiomas, de ahí el sufijo «oide», y nunca que sean<br />

verdaderos angiomas o proliferaciones vasculares;<br />

por tanto, el término angiomatoide podría, en sentido<br />

lato, considerarse correcto.<br />

En suma, consideramos que el término dermatofibroma<br />

aneurismático es adecuado para describir<br />

estas lesiones, pero que se debe ser estricto en<br />

su diagnóstico. Además creemos que términos nuevos<br />

que se tratan de consolidar como «hemorrágico»<br />

o «hemosiderótico» deberían ser eliminados<br />

por su imprecisión y porque la hemorragia y la<br />

hemosiderina son uno más de los componentes<br />

habituales <strong>del</strong> dermatofibroma.<br />

Bibliografía<br />

1. Álvarez Fernández JG, Pérez Campos A, Romero Maté<br />

A, Gómez de la Fuente L, Rodríguez Peralto JL, Iglesias<br />

Díez L. Histiocitoma fibroso aneurismático (angiomatoide).<br />

Actas Dermosifiliogr 1999; 90: 128-31.<br />

2. Rodríguez Peralto JL, López Brea F, Sánchez Herrera S,<br />

Atienza M. Primary aneurysmal cyst of the soft tissue.<br />

Am J Surg Pathol 1994; 18: 632-6.<br />

[Reproducido con autorización de Actas Dermosifiliográficas 2000; 91: 112-114]<br />

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