17.05.2013 Views

ADOLESCENCIA E INFRACCION: una aproximación a la ... - INAU

ADOLESCENCIA E INFRACCION: una aproximación a la ... - INAU

ADOLESCENCIA E INFRACCION: una aproximación a la ... - INAU

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>ADOLESCENCIA</strong> E <strong>INFRACCION</strong>: <strong>una</strong> <strong>aproximación</strong> a <strong>la</strong><br />

construcción subjetiva. Montevideo: <strong>INAU</strong>-Cenfores, 2005.<br />

Capítulo 1 a 5<br />

Lic. en Psic. Alicia Abal, Psic. Ariadna Cheroni, Mag. Sandra Leopold<br />

Prólogo<br />

_______________________________________<br />

Lic. en Psic. Mercedes Espíno<strong>la</strong><br />

"Tengo el plomo adentro", dice uno de los chiquilines escuchados en este trabajo.<br />

Algo de <strong>la</strong> polisemia de ese plomo atraviesa <strong>la</strong> investigación y se despliega.<br />

Es el plomo que hiere; es el plomo que oscurece el horizonte -futuro- y lo oculta; es el<br />

gris plomo de un presente de anonimato y arrinconamiento; es el peso plomo de<br />

instituciones que agobian y expulsan; es el plomo que tal vez se devolverá<br />

introduciendo -estal<strong>la</strong>ndo- <strong>una</strong> ba<strong>la</strong> en alguien.<br />

Quizás el p<strong>la</strong>cer del plomo que engancha y verticaliza <strong>la</strong> línea de <strong>la</strong> caña de pescar en<br />

<strong>una</strong> tarde de primavera, alternativas para buscar el pescado que alimenta desde un<br />

muelle -esquina- donde compartir y construir códigos tribales que sostienen.<br />

"Cómo se hace cargo <strong>una</strong> sociedad exitosa de sus 'fracasos' y 'fracasados'",[i] nos<br />

preguntamos junto al historiador y politólogo Álvaro Rico. "Cómo presenta sus<br />

impurezas y degeneraciones propias como algo ajeno o exterior a sí misma y<br />

amenazante. Si bien los sujetos del delito y <strong>la</strong> violencia social salen de <strong>la</strong> propia<br />

sociedad, <strong>la</strong> violencia delictiva genera <strong>una</strong> apariencia de exterioridad y de no<br />

involucramiento de <strong>la</strong> sociedad con el fenómeno criminal y sus sujetos responsables. Es<br />

posible establecer <strong>una</strong> distancia entre yo (víctima) y el otro (victimario) (...) que<br />

conlleva a marcar más exageradamente aún los campos y límites de <strong>la</strong> sociedad criminal<br />

y de <strong>la</strong> sociedad virtuosa (<strong>la</strong> honradez, el trabajo, <strong>la</strong> familia y <strong>la</strong> paz) para resaltar de qué<br />

<strong>la</strong>do estoy."<br />

Ese "de qué <strong>la</strong>do estoy" en <strong>la</strong> sociedad contiene el mismo carácter binario que se<br />

muestra en estos adolescentes: "El 'nosotros' y los 'otros' aparecería marcado por <strong>una</strong><br />

lógica de carácter binario (...)", seña<strong>la</strong>n <strong>la</strong>s autoras. Es precisamente de esa lógica de <strong>la</strong><br />

que el<strong>la</strong>s se apartan o escapan para pensar desde otro lugar <strong>la</strong>s peripecias vitales<br />

signadas por el plomo.<br />

Pero no sólo para pensar. Hay en el hecho de poner el cuerpo para el contacto y <strong>la</strong><br />

escucha <strong>una</strong> radical sintonía con <strong>la</strong> propuesta de pensar desde otras lógicas. Es gesto<br />

primordial de este trabajo lo que hace su principal riqueza. Escuchar, abriéndose a <strong>la</strong><br />

sorpresa, ofrecer pa<strong>la</strong>bra; por un <strong>la</strong>do a los gurises, a quienes se les brinda <strong>la</strong> posibilidad<br />

de hab<strong>la</strong>r y ser escuchados desde "un lugar de 'neutralidad' (prefiero el término<br />

'abstinencia') en cuanto a valoraciones morales, religiosas, sociales, así como en no<br />

conceder a priori y en virtud de prejuicios teóricos <strong>una</strong> importancia preferente a un


determinado tipo de significaciones". (Conclusiones) Por otro <strong>la</strong>do, a nosotros, lectores,<br />

a quienes se nos acerca <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra potencial de múltiples escuchas, diferentes abordajes<br />

o búsquedas de sentido (en su doble acepción de dar significado y de incluir<br />

sentimientos).<br />

"Se trata de aprender a producir un conocimiento de otra manera, desestructurando<br />

(reconstruyendo) los modelos que hemos internalizado en nuestro proceso de<br />

formación. Lo que requiere <strong>una</strong> nueva postura y <strong>una</strong> nueva actitud. Escuchar ya no es<br />

sinónimo de oír lo que yo quiero, sino de abrirme a lo novedoso y cuestionador",[ii]<br />

dice José Luis Rebel<strong>la</strong>to y continúa: "La pregunta deja de ser un ejercicio retórico y<br />

pasa a convertirse en <strong>una</strong> postura frente al mundo y a <strong>la</strong> realidad que permite avanzar en<br />

el conocimiento".<br />

Para poder abrir <strong>una</strong> pa<strong>la</strong>bra auténtica, el encuentro debe tener <strong>una</strong> lógica distinta a <strong>la</strong> de<br />

<strong>la</strong> sospecha y <strong>la</strong> desconfianza. Es esa misma lógica <strong>la</strong> que en este trabajo se propone<br />

para los dispositivos y <strong>la</strong>s prácticas. "La confianza no es <strong>una</strong> simple impostura, sino <strong>una</strong><br />

real apertura a los otros, que despierta <strong>la</strong> estima y <strong>la</strong> autoestima", seña<strong>la</strong> a continuación<br />

del párrafo anterior Rebel<strong>la</strong>to.<br />

"La desconfianza y <strong>la</strong> confianza son modalidades de re<strong>la</strong>cionamiento que tienen<br />

consecuencias sobre los sujetos y dan forma al vínculo social", seña<strong>la</strong> Laurence<br />

Cornu.[iii] "En <strong>una</strong> sociedad donde cada uno es un 'experto', se puede llegar a ser<br />

incapaz de un gesto humano no 'técnico' en presencia de un niño, de un enfermo o de un<br />

'excluido'. Debidamente registrado, más o menos colocado en alg<strong>una</strong> categoría<br />

administrativa, un ser puede pasar 'por <strong>la</strong>s manos' de un especialista social, médico o<br />

jurídico sin encontrar <strong>una</strong> pa<strong>la</strong>bra de sujeto a sujeto. La especialización termina por<br />

transformar al otro en objeto y engendra un 'tratamiento' deshumanizado."<br />

Las autoras se colocan, y colocan al lector, configurando un puente que permite el<br />

encuentro con aquellos a los que queremos acercarnos, sin intermediaciones, sin<br />

discursos que hab<strong>la</strong>n de ellos y por ellos, sino con sus propias pa<strong>la</strong>bras.<br />

"Si es <strong>una</strong> persona que me conoce y está todo bien no <strong>la</strong> voy a robar", dice uno de los<br />

muchachos después de ir y venir y tropezar sobre si es mejor no conocer, sobre si es él<br />

el que conoce "de vista" a <strong>la</strong> persona, etcétera. Pero "si <strong>una</strong> persona me conoce, no",<br />

parece estarnos diciendo "si me ve, si soy alguien para el<strong>la</strong>". Laura Verissimo, citada<br />

por <strong>la</strong>s autoras, seña<strong>la</strong> en ese mismo texto:[iv] "Es nuestra mirada <strong>la</strong> que los constituye<br />

y destituye, tal vez para siempre. Esto importa saberlo y tenerlo en cuenta a fin de<br />

producir, desde <strong>la</strong>s distintas prácticas, respuestas otras que <strong>la</strong>s tan frecuentes de <strong>la</strong><br />

descalificación, <strong>la</strong> psiquiatrización o <strong>la</strong> penalización". A eso nos convoca este trabajo,<br />

en el cual es nítida <strong>una</strong> mirada que lo/<strong>la</strong> ve. En singu<strong>la</strong>r.<br />

"La confianza es, como <strong>la</strong> desconfianza, <strong>una</strong> re<strong>la</strong>ción, y al revés del re<strong>la</strong>cionamiento<br />

que los presupone nacidos de individuos caracterizados como buenos y malos, hay que<br />

considerar que estas re<strong>la</strong>ciones son determinantes en el proceso de subjetivación, de<br />

institución y de reconocimiento del sujeto humano."[v]<br />

Si hago énfasis en estos aspectos, es porque en este momento de efervescencia en <strong>la</strong><br />

discusión de políticas públicas, en el Uruguay actual de un millón de personas pobres,<br />

es para resaltar, y pasa a ser crucial, un posicionamiento de compromiso ético como el


que acá se transparenta -poniendo el foco en uno de los sectores radicalmente excluidos<br />

de <strong>la</strong> sociedad-, que va más allá de <strong>la</strong> <strong>la</strong>bor profesional para impregnar <strong>una</strong> modalidad<br />

de compromiso ciudadano.<br />

Otro problema que nos interroga es el de <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción entre <strong>la</strong> singu<strong>la</strong>ridad y el<br />

conocimiento que a partir de el<strong>la</strong> pueda surgir. Cómo a través del estudio de <strong>una</strong><br />

situación particu<strong>la</strong>r se pueden generalizar conclusiones o hipótesis, que a su vez apunten<br />

a mostrar <strong>la</strong> diversidad, den cuenta de el<strong>la</strong>.<br />

Dicen <strong>la</strong>s autoras: "Uno de los aspectos que resultan relevantes lo constituye <strong>la</strong><br />

homogeneización que se realiza en torno de <strong>una</strong> categoría (menor infractor) que borra <strong>la</strong><br />

singu<strong>la</strong>ridad de los sujetos (...)". "Proponemos, en cambio, transitar hacia <strong>una</strong><br />

singu<strong>la</strong>rización del adolescente y de <strong>la</strong> situación de infracción (que no significa ir a <strong>una</strong><br />

individualización del problema) que permita comprender el malestar y el sentido que <strong>la</strong><br />

misma expresa, partiendo de <strong>la</strong> base de que acerca de éstos nada -o poco- sabemos."<br />

Cómo ver por medio de <strong>una</strong> historia individual <strong>una</strong> peripecia colectiva. Cómo operar en<br />

un conjunto dando lugar a <strong>la</strong> singu<strong>la</strong>ridad, en un posicionamiento diferente al del<br />

diagnóstico con su necesaria característica unificante.<br />

Las situaciones y voces que en este trabajo se presentan iluminan sobre un campo<br />

pob<strong>la</strong>do de otras situaciones y otras voces, para comprobar rasgos comunes y para dejar<br />

paso, para dar estatuto de existencia a lo singu<strong>la</strong>r.<br />

Cuánto podemos resumir con re<strong>la</strong>ción al "desfondamiento" (Lewkowicz) de <strong>la</strong>s<br />

instituciones cuando escuchamos: "Después que me echaron de <strong>la</strong> primera escue<strong>la</strong>, se<br />

me fueron <strong>la</strong>s ganas de estudiar".<br />

"Yo fui en primer año de liceo pero nunca entendí nada."<br />

"Alg<strong>una</strong>s veces precisaba hab<strong>la</strong>r con mi padre y no lo tenía, y agarraba y salía a robar."<br />

"Yo le dije al juez que me metía preso por lesiones, y me dijo que sí, porque era un acto<br />

a favor de no sé cuánto, que era el artículo no sé cuánto... y agarro y le digo y por qué<br />

no meten a los milicos presos... si los milicos te <strong>la</strong>stiman más de lo que vos <strong>la</strong>stimás, y a<br />

ésos no les hacen nada... Y ta, el juez se quedó cal<strong>la</strong>do. Me metió preso igual."<br />

"Por mí que se ahoguen, que revienten, yo no vivo pendiente del barrio."<br />

En cuanto al "re<strong>la</strong>to biográfico", que <strong>la</strong>s autoras p<strong>la</strong>ntean que fue <strong>la</strong> forma de<br />

<strong>aproximación</strong> elegida para este trabajo (Conclusiones), importa por lo que dice pero<br />

también por lo que deja abierto. Invita a preguntarnos (excedería sus objetivos) cómo<br />

<strong>la</strong>s prácticas deberían apuntar a qué se hace con esa biografía, cómo esa biografía puede<br />

ser considerada como un "dato" inamovible o cómo puede re<strong>la</strong>tarse y reformu<strong>la</strong>rse con<br />

re<strong>la</strong>ción a los contextos, en función de experiencias re<strong>la</strong>cionales que den lugar a nuevos<br />

re<strong>la</strong>tos.<br />

Qué hace cada cual con aquel plomo que lleva adentro, qué imagen de sí mismo y qué<br />

reflexión le promueve dependerá de manera fundamental de <strong>la</strong> situación en <strong>la</strong> que<br />

emerja ese re<strong>la</strong>to; no tiene <strong>una</strong> definición intrínseca sino re<strong>la</strong>cional. Distintos contextos<br />

le darán diferentes contenidos y diferentes sentidos. Dependerá de qué nuevas historias


pueda ir desarrol<strong>la</strong>ndo, de qué proyectos pueda fantasear y construir aquellos nuevos<br />

re<strong>la</strong>tos sobre el mismo pasado que puedan "moverse".<br />

Un aspecto de este trabajo que merece especial destaque es el abordaje de lo referente a<br />

<strong>la</strong>s jóvenes mujeres en infracción, y lo que ello problematiza en cuanto a <strong>la</strong> ausencia de<br />

<strong>la</strong> dimensión de género en <strong>la</strong>s teorizaciones y prácticas sobre marginalidad y exclusión.<br />

Si bien hay mucho camino transitado en torno de "<strong>la</strong>s adolescencias", a <strong>la</strong>s diferentes<br />

modalidades que el tránsito por esta etapa adquiere según el contexto sociocultural y<br />

económico, no es generalmente abordada con <strong>la</strong> variable género.<br />

"De igual manera que ya no es posible pensar en <strong>una</strong> única juventud, no debería<br />

continuar concibiéndose<strong>la</strong> como <strong>una</strong> categoría neutra o asexuada, especialmente porque<br />

esa neutralidad ha estado sistemáticamente asimi<strong>la</strong>da a lo masculino", seña<strong>la</strong> Sara<br />

Silveira.[vi] Desconocimiento, sumisión y silenciamiento sostenido en el<br />

funcionamiento social, corre<strong>la</strong>to de re<strong>la</strong>ciones de poder que subsisten relegando a <strong>una</strong><br />

existencia subalterna y minimizada -cuando no francamente molesta- los discursos de<br />

<strong>la</strong>s mujeres. Silencio que no permite conocer y habilita <strong>la</strong> comodidad de un uso sin<br />

estridencias (es más "útil" <strong>una</strong> empleada doméstica, aun <strong>una</strong> prostituta, que un<br />

<strong>la</strong>dronzuelo).<br />

Se trata de cómo, por ejemplo, el binomio rebeldía-sumisión se juega de otra manera,<br />

con otros ingredientes en varones y en mujeres. Cómo <strong>la</strong> mirada de <strong>la</strong> sociedad también<br />

se dirige de manera diferente a los mismos comportamientos, según sean realizados por<br />

varones o por mujeres.<br />

Dicen <strong>la</strong>s autoras: "El cuerpo y <strong>la</strong> sexualidad de <strong>la</strong> mujer aparecerán como el lugar<br />

privilegiado del control, <strong>la</strong> disciplina y también del abuso del poder". (Conclusiones).<br />

Desde otra disciplina, Teresa Porzecanski seña<strong>la</strong>: "(...) no puede sorprender que los<br />

controles sociales se ejerzan con especial atención respecto de <strong>la</strong> pubertad de <strong>la</strong>s niñas,<br />

<strong>la</strong> menstruación, <strong>la</strong> fertilidad y <strong>la</strong> preñez, intentándose reg<strong>la</strong>mentar esos procesos de<br />

manera que prime el 'interés social'".[vii]<br />

"Nos encontramos con un grupo humano caracterizado históricamente por su silencio,<br />

su invisibilidad y en última instancia por su ausencia", afirma Astrid Oyarzú<br />

Chicuyn.[viii]<br />

¿Será <strong>una</strong> casualidad que precisamente sean <strong>la</strong>s autoras de este libro tres mujeres<br />

quienes se abran a escuchar lo que otras jóvenes mujeres puedan decir de sí mismas?<br />

Hace pocos días, en <strong>la</strong> apertura de <strong>la</strong>s Jornadas sobre Violencia social y adolescencia, de<br />

APU, en su calidad de subsecretario actual del MSP, el doctor Miguel Fernández<br />

Galeano exponía acerca de <strong>la</strong> voluntad de cambiar los escenarios sociales y culturales<br />

para posibilitar a los adolescentes el desarrollo "no de un proyecto de vida, sino de <strong>una</strong><br />

vida con proyectos". Pienso que su expresión es <strong>una</strong> excelente síntesis de <strong>la</strong> necesidad<br />

de crear nuevos contextos de construcción de subjetividad, que universaliza sin borrar<br />

particu<strong>la</strong>ridades grupales ni singu<strong>la</strong>res.


Si como p<strong>la</strong>ntea Marcelo Viñar (a quien tanto debo en mis pasos por estas malezas y<br />

espesuras), "supongo que podemos decirle a <strong>la</strong> sociedad que el<strong>la</strong> es y será según trate a<br />

sus marginados, que no son sino figuras de nuestro comportamiento societario",[ix] el<br />

presente trabajo no es sólo un aporte sino un estímulo.<br />

Un estímulo en el desafío de cómo nos comprometemos profesionalmente, y en tanto<br />

ciudadanos, para que, en lugar del plomo monocorde o <strong>la</strong> ba<strong>la</strong>, otros colores irrumpan<br />

en combinaciones creativas que enriquezcan a los muchachos y muchachas, por tanto, a<br />

<strong>la</strong> sociedad en su conjunto, alimentándose recíprocamente en un tránsito más humano<br />

que a pesar de todo es posible.<br />

___________________<br />

Notas<br />

i. Álvaro Rico, La sociedad virtuosa y <strong>la</strong> sociedad criminal, cómo se reparten los<br />

premios y castigos sociales, ponencia en el coloquio "Políticas culturales en el fin de<br />

siglo", Ude<strong>la</strong>r, 1999.<br />

ii. José Luis Rebel<strong>la</strong>to, La encrucijada de <strong>la</strong> ética, Editorial Nordan-Comunidad del Sur,<br />

1995-2000.<br />

iii. Laurence Cornu, Transmisión y confianza, en "Memoria social, fragmentaciones y<br />

responsabilidades", Trilce, 2001.<br />

iv. Laura Verissimo, Identificaciones en <strong>la</strong> adolescencia: ser alguien... aunque sea de<br />

mentira. Jornadas violencia social y adolescencia, APU, 2005.<br />

v. Laurence Cornú, texto citado.<br />

vi. Sara Silveira, La dimensión de género y sus implicaciones en <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción entre<br />

juventud, trabajo y formación, ponencia en seminario "Mujer joven: reve<strong>la</strong>ndo lo<br />

invisible", Chile, 2000.<br />

vii. Teresa Porzecanski, El silencio, <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra y <strong>la</strong> construcción de lo femenino, en "La<br />

pa<strong>la</strong>bra entre nosotras", Ediciones de <strong>la</strong> Banda Oriental, 2003.<br />

viii. Astrid Oyarzú Chicuyn, Políticas públicas y mujer joven, entre <strong>la</strong> madre y <strong>la</strong> hija,<br />

ponencia en seminario "Mujer joven: reve<strong>la</strong>ndo lo invisible", Chile, 2000.<br />

ix. Marcelo Viñar, en Debate sobre el filme Trainspotting, 1997.<br />

Introducción<br />

_______________________________________<br />

La actualmente denominada "adolescencia infractora",[1] designada anteriormente<br />

como "delincuencia juvenil", "minoridad infractora" o "niños/niñas y adolescentes en<br />

conflicto con <strong>la</strong> ley", adquiere como "problema social" en el Uruguay, durante todo el<br />

siglo XX, importantes dimensiones.


Este "problema" forma parte, sin duda, de un conjunto de temas de actualidad. Está en<br />

los medios y también se ofrece a los discursos disciplinarios, instituciones y<br />

personalidades "debidamente autorizadas" para administrar su tratamiento. Hay mucho<br />

escrito y mucho más dicho con re<strong>la</strong>ción a esta temática. Saberes previos, muchos de<br />

ellos enriquecedores, pero portadores a su vez de <strong>una</strong> cohesión que convoca a los juicios<br />

de valor, a los posicionamientos, a <strong>la</strong> opinión obturando por momentos <strong>la</strong> emergencia de<br />

pensamiento o singu<strong>la</strong>ridad. (Lewkowicz, I., 1996) El presente trabajo se inscribe -a<br />

punto de partida de <strong>una</strong> perspectiva crítica acerca de los saberes constituidos- en <strong>la</strong><br />

búsqueda de e<strong>la</strong>boración de nuevas interrogantes acerca de los/<strong>la</strong>s adolescentes en<br />

infracción. Para el caso de los/<strong>la</strong>s adolescentes en infracción, apuntar a <strong>una</strong> modalidad<br />

de problematización diferente implicaría -desde nuestra perspectiva- <strong>una</strong> recolocación<br />

de su situación desobjetivándolos, devolviéndoles su calidad de sujetos, productores de<br />

sentido.<br />

Durante el año 2000 por medio del Programa de Estudios y Apoyo Académico del<br />

Centro de Formación y Estudios del INAME, actual <strong>INAU</strong>, realizamos un estudio de los<br />

escritos producidos en <strong>la</strong> última década -coincidente con <strong>la</strong> ratificación en nuestro país<br />

de <strong>la</strong> Convención sobre los Derechos del Niño en setiembre de 1990- en torno de <strong>la</strong><br />

denominada "minoridad infractora", "niñez y adolescencia en conflicto con <strong>la</strong> ley<br />

(penal)", "niñez/adolescencia en infracción".[2]<br />

Este trabajo nos posibilitó identificar tanto <strong>la</strong>s conceptualizaciones que<br />

significativamente se reiteran en <strong>la</strong>s distintas producciones teóricas de nuestro medio,<br />

como alg<strong>una</strong>s líneas de análisis que ameritarían su profundización. En este sentido,<br />

pudimos visualizar e<strong>la</strong>boraciones en términos conceptuales que remiten a <strong>la</strong><br />

construcción de un cierto "perfil de los menores infractores".<br />

En este estudio anterior apreciamos cómo, afianzándose en <strong>una</strong> tendencia a<br />

"patologizar" al sujeto infractor, se asocia a <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción infractora con carencias<br />

materiales o afectivas. "Marginación" y "Abandono", se presentan como <strong>la</strong>s dos líneas<br />

posibles -podríamos denominar<strong>la</strong>s sociologista y psicologista- para "leer" a los niños/as<br />

y adolescentes en situación de infracción, predominando los reduccionismos y <strong>la</strong>s<br />

formas dicotómicas en el abordaje de <strong>la</strong> temática.<br />

Desde <strong>la</strong>s construcciones vincu<strong>la</strong>das al campo psicológico <strong>la</strong>s "carencias y necesidades<br />

afectivas" son <strong>la</strong>s constantes mediante <strong>la</strong>s cuales se intenta dar <strong>una</strong> explicación causal a<br />

un fenómeno que comenzará a ser descrito por todas o alg<strong>una</strong>s de estas características:<br />

"Adolescentes problemáticos, auto y heteroagresivos, con escaso control de los<br />

impulsos, de fácil pasaje al acto, baja tolerancia a <strong>la</strong>s frustraciones, dificultad para<br />

aceptar y reconocer límites, dificultad para establecer vínculos, bajo nivel de<br />

autoestima, pensamiento concreto con escasa posibilidad de abstracción, re<strong>la</strong>ción<br />

conflictiva con <strong>la</strong>s figuras de autoridad". A esto se suman adscripciones tales como<br />

"consumidores habituales de alcohol, tabaco e inha<strong>la</strong>ntes" y "promiscuidad sexual".<br />

Las construcciones provenientes del campo social ponen énfasis básicamente en <strong>una</strong><br />

visualización del denominado "menor infractor", como producto de <strong>una</strong> casuística<br />

repetida sistemáticamente: "Pobreza, familia desintegrada, fracaso esco<strong>la</strong>r, situación de<br />

calle, influencia de pares".


Esta caracterización reiterada en <strong>la</strong>s producciones analizadas, contribuye a <strong>la</strong><br />

construcción de un estereotipo, imagen deshumanizada y estigmatizante de aquellos<br />

sujetos a los cuales se intenta describir. Se conforma así un "perfil", impregnado de<br />

postu<strong>la</strong>dos positivistas y contenidos implícitamente apriorísticos, que posee <strong>la</strong><br />

propiedad de provocar simultáneamente temor-rechazo y compasión-benevolencia.<br />

Perfil sustentado en <strong>la</strong> "carencia", en lo que al "otro" le falta, en lo que ese "otro" no es,<br />

y que conduce a un modelo tute<strong>la</strong>r de atención a <strong>la</strong> infancia y adolescencia sustentado<br />

en <strong>la</strong> "compasión-represión".<br />

En esta línea de análisis, para el profesor Luis González P<strong>la</strong>cencia,[3] el caso de los mal<br />

l<strong>la</strong>mados "menores" resultaría un ejemplo importante de lo que describe como <strong>una</strong><br />

"realidad problemática fragmentada", realidades que son construidas como objetos de<br />

estudio particu<strong>la</strong>res y que son abordadas desde <strong>una</strong> concepción analítica causal como<br />

eventos contingentes en el mundo práctico:<br />

"La influencia que <strong>la</strong> Criminología ha recibido de <strong>la</strong>s disciplinas sociales de orientación<br />

neopositiva -como <strong>la</strong> psicología conductista o <strong>la</strong> sociología de tradición positiva- ha<br />

motivado <strong>la</strong> proliferación de investigación en torno de estos menores cuyos resultados<br />

han desanimado -contrariamente a lo pretendido por los principios partidarios de esta<br />

actitud- <strong>una</strong> fenomenología del menor de conducta irregu<strong>la</strong>r intersubjetivamente<br />

constituida en los términos de lo que puede ser denominado estereotipo del menor."<br />

(González P<strong>la</strong>cencia, L., 1999)<br />

En el presente estudio apuntamos a trascender ciertos reduccionismos a los cuales<br />

finalmente quedan asociadas <strong>la</strong>s motivaciones de <strong>la</strong>s conductas de los y <strong>la</strong>s adolescentes<br />

en infracción.<br />

En lo que refiere a <strong>la</strong>s motivaciones de <strong>la</strong> conducta, González P<strong>la</strong>cencia p<strong>la</strong>ntea que<br />

para <strong>la</strong>s orientaciones neoempiristas, <strong>la</strong> conducta de los jóvenes en infracción es<br />

entendida como el resultado de ciertas causas que <strong>la</strong> provocan. En general, los factores<br />

criminógenos como causales de estas conductas son ubicados desde diversos ámbitos:<br />

perspectivas psicológicas, jurídicas, sociológicas, y en alg<strong>una</strong> medida perspectivas<br />

criminológicas, "todas el<strong>la</strong>s pretendidamente explicadas desde <strong>la</strong> óptica<br />

interdisciplinaria. Para estos enfoques, encontrar los eventos causales del problema<br />

determina <strong>la</strong> posibilidad de construcción de teorías explicativas a <strong>la</strong> manera de <strong>la</strong><br />

ciencia natural, que permitan predecir y contro<strong>la</strong>r <strong>la</strong> ocurrencia de tales conductas como<br />

elementos centrales de <strong>una</strong> pretendida política de prevención. De acuerdo con tales<br />

enfoques se ha diseminado <strong>la</strong> idea de que existe alg<strong>una</strong> especie de requisitos<br />

performadores de jóvenes problema: <strong>la</strong> condición de marginalidad, el rechazo de los<br />

valores convencionales, el uso de drogas, etcétera, que eventualmente se consideran<br />

reg<strong>la</strong>s causales de este problema". (González P<strong>la</strong>cencia, L., 1999)<br />

Asimismo, <strong>la</strong> investigación causal-explicativa parecería realizar <strong>una</strong> suerte de expulsión<br />

de <strong>la</strong> dimensión subjetiva, ocultando el discurso de los/<strong>la</strong>s adolescentes en infracción<br />

racionalizándolo y construyéndole un nuevo discurso -cientificista y oficialista- a partir<br />

del cual se sustentan <strong>la</strong>s "políticas rehabilitatorias". Como es posible observar, tales<br />

políticas se desligan en el proceso de <strong>la</strong> problemática real, separando a estos/as jóvenes<br />

y a su discurso del ámbito de discusión de su propia problemática.


Finalmente, González P<strong>la</strong>cencia alerta acerca de lo que significa validar este tipo de<br />

perspectivas al amparo del prestigio del conocimiento científico, con re<strong>la</strong>ción a <strong>la</strong>s<br />

políticas criminales y a <strong>la</strong>s políticas "correctivas" destinadas a los/<strong>la</strong>s adolescentes en<br />

infracción: "<strong>la</strong> l<strong>la</strong>mada política criminológica, como política de control social, se<br />

alimenta de los resultados de estas investigaciones motivando soluciones que no se<br />

corresponden con los fenómenos problematizados". (González P<strong>la</strong>cencia, L., 1999)<br />

A partir de lo p<strong>la</strong>nteado parecería hacerse necesaria <strong>una</strong> modalidad de problematización<br />

diferente en lo que refiere a los/<strong>la</strong>s jóvenes menores de 18 años en infracción.<br />

Partimos de <strong>una</strong> concepción de <strong>la</strong> subjetividad humana como producción sociohistórico-cultural.<br />

Esto significa considerar que el sujeto se construye en interacción con<br />

el mundo, siendo esta construcción un proceso permanente e inacabado, en el cual se<br />

producirá <strong>una</strong> manera singu<strong>la</strong>r de ser, <strong>una</strong> "subjetividad", en función de <strong>la</strong> particu<strong>la</strong>r<br />

historia identificatoria, familiar y sociocultural.<br />

Según Castoriadis, se es sujeto en tanto sujeto social y cultural, lo cual hace necesario<br />

focalizar <strong>la</strong> atención en <strong>la</strong> dimensión socio-histórico-cultural, para pensar <strong>la</strong><br />

construcción de <strong>la</strong> subjetividad.<br />

El sujeto nace en un orden societal, siendo el proceso de subjetivación <strong>una</strong> producción<br />

resultante de los modos en que hombres y mujeres organizan y construyen su existencia.<br />

Siguiendo al autor: "La institución de <strong>la</strong> sociedad es institución del hacer social y del<br />

representar/decir social". (Castoriadis, C., 1989:57) Estos modos instituidos de hacer, si<br />

bien no se agotan en lo simbólico, no pueden existir fuera de su ámbito. Las sociedades<br />

inventan sistemas simbólicos mediante los cuales atribuyen determinados significantes a<br />

unos significados que se harán valer como imposición para <strong>la</strong> sociedad o grupo<br />

considerado. Tal simbolismo socialmente constituido "determina ciertos aspectos de <strong>la</strong><br />

vida de <strong>la</strong> sociedad a <strong>la</strong> vez que está lleno de intersticios y grados de libertad".<br />

(Castoriadis, C., 1989:41) Este mundo de significaciones sociales, "magma" de<br />

significaciones imaginarias que especifica y cohesiona a <strong>una</strong> sociedad, alcanzará<br />

también a (des)legitimar a los sujetos respecto de ciertas posiciones sociales, a justificar<br />

situaciones de desigualdad social e inclusive anticipar destinos personales.<br />

Por otra parte, no todos los adolescentes, al igual que niños y niñas, se inscriben en<br />

iguales prácticas de vida cotidiana, por tanto, tampoco responden a un universo único de<br />

significaciones. Existen diferentes modos de ser adolescente, lo que depende de su<br />

inscripción de c<strong>la</strong>se, de género, de etnia, de estrategias de familiarización; de modo que<br />

los procesos de socialización y <strong>la</strong> construcción de subjetividades presentarán<br />

importantes diferencias.<br />

Parece necesario al momento de pensar <strong>la</strong>s adolescencias, referirnos de algún modo a<br />

<strong>la</strong>s infancias que <strong>la</strong>s anteceden. No necesariamente adoptando un punto de vista<br />

evolutivo sino más bien insta<strong>la</strong>ndo <strong>una</strong> historicidad que recupere el pasado desde su<br />

actualidad. Cuando se abordan temas de infancia se acepta en términos generales<br />

referirse a diversas infancias. Esta puntualización favorece <strong>la</strong> visibilidad de <strong>la</strong>s<br />

diferencias que existen dentro del universo y permite caracterizar con mayor precisión<br />

<strong>la</strong>s condiciones concretas en <strong>la</strong>s cuales <strong>la</strong> vida de los niños transcurre. Sin embargo,<br />

puede hacer perder de vista algunos aspectos constitutivos de dicha categoría y que<br />

conciernen a los individuos que pertenecen a <strong>la</strong> especie en tanto humanos. Estamos


pensando en <strong>la</strong> infancia en tanto refiere a procesos de orden biológico, de organización<br />

del psiquismo y de socialización que le son propios, a partir de los cuales el individuo<br />

deviene sujeto, se humaniza.<br />

P<strong>la</strong>ntear <strong>la</strong> cuestión en términos de "experiencia de infancia/adolescencia" puede<br />

permitir <strong>una</strong> reflexión acerca de los modos en que los sujetos han ido configurando<br />

tránsitos sociales singu<strong>la</strong>res bajo condiciones materiales y simbólicas particu<strong>la</strong>res.<br />

Temporalidades y espacialidades que abren a <strong>la</strong> comprensión de diversas formaciones<br />

subjetivas.<br />

Es también objetivo del presente estudio interrogarnos acerca del sentido que puede<br />

asumir <strong>la</strong> infracción durante <strong>la</strong> adolescencia. Todas <strong>la</strong>s situaciones que se consideran<br />

muestran que <strong>la</strong>s conductas infractoras emergen durante dicho período o bien adquieren<br />

<strong>una</strong> mayor expresión y permanencia en los casos en que preexistían. Es otro punto de<br />

interés para nuestro trabajo, indagar los sentidos de <strong>la</strong>s mismas desde los recorridos<br />

singu<strong>la</strong>res y sociales de los/<strong>la</strong>s adolescentes y de los significados que ellos/as han ido<br />

tejiendo en torno de éstos.<br />

Para iluminar estas interrogantes, nos acercamos a los y <strong>la</strong>s adolescentes para quienes<br />

los actos infraccionales a <strong>la</strong> ley penal ocupan un lugar significativo dentro de <strong>la</strong><br />

cotidianeidad. Partimos del supuesto de que para ellos y el<strong>la</strong>s, estas acciones concretas y<br />

los procedimientos por medio de los cuales eran llevadas a cabo, sumados a los vínculos<br />

que se van tejiendo cotidianamente, así como a los "tratamientos" institucionales<br />

destinados a castigar, contro<strong>la</strong>r o corregir estas conductas, contribuirían a <strong>la</strong><br />

construcción de <strong>una</strong> subjetividad de singu<strong>la</strong>res características.<br />

El particu<strong>la</strong>r encuentro de los discursos de los y <strong>la</strong>s entrevistados/as -provocados y<br />

desplegados en el dispositivo de investigación- y nuestro interés por indagar los<br />

significados que los adolescentes van expresando en el desarrollo de los mismos, es lo<br />

que vertebra el desarrollo del presente estudio.<br />

Precisiones conceptuales<br />

_______________________________________<br />

Las discusiones en el presente trabajo refieren en primer término a <strong>la</strong>s categorías<br />

infancia y adolescencia, puntualizando en su construcción social e histórica. Luego se<br />

exponen alg<strong>una</strong>s referencias acerca de <strong>la</strong> familia y <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>, así como de otros<br />

espacios de sociabilidad de los adolescentes, en tantos ámbitos de producción de <strong>la</strong>zo<br />

social y subjetividad.<br />

Se consideran los dispositivos tute<strong>la</strong>res de atención a <strong>la</strong> denominada "minoridad",<br />

atendiendo -en el marco de <strong>la</strong> intervención estatal en <strong>la</strong> "cuestión social"- <strong>la</strong>s<br />

modificaciones de sus referencias doctrinarias, fundamentalmente en lo concerniente a<br />

sus supuestos constitutivos y orientaciones centrales.<br />

La infancia y <strong>la</strong> adolescencia<br />

como construcción social e histórica<br />

Es sabido, a partir de los estudios de P. Ariés (1987), que <strong>la</strong> "infancia" en términos<br />

modernos, es resultado de un <strong>la</strong>rgo proceso sociohistórico, que va a culminar en el siglo<br />

XVIII, fuertemente vincu<strong>la</strong>do a <strong>la</strong> conformación del capitalismo como formación


socioeconómica y a <strong>la</strong> constitución de un modelo humanista de pensamiento que aporta<br />

el Renacimiento y que se desarrol<strong>la</strong>rá aún más en el marco de <strong>la</strong> Ilustración.<br />

Un nuevo tipo de organización familiar, y <strong>la</strong> institucionalización de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> como<br />

estructura educativa y como ámbito específico para <strong>la</strong> formación de <strong>la</strong> infancia, dan<br />

inicio a un <strong>la</strong>rgo y complejo proceso de consolidación y reproducción ampliada de <strong>la</strong><br />

misma.<br />

Desde el siglo XVIII el niño no será visto desde <strong>la</strong> antigua indiferencia medieval, por el<br />

contrario, se le adjudicará <strong>una</strong> novel centralidad. "Afecto obsesivo", seña<strong>la</strong> Ariés;<br />

cuidados y afectos vendrán acompañados de cierta reclusión domiciliaria, de<br />

esco<strong>la</strong>rización y de distanciamiento con el mundo adulto, cuando no de "látigo, prisión<br />

o correccionales reservados a los condenados de ínfima condición". (1987: 272-274)<br />

Se materializa así un proceso que García Méndez (1994) ha sintetizado en <strong>la</strong> expresión<br />

"de <strong>la</strong> indiferencia a <strong>la</strong> centralidad subordinada". De esta manera, niños, niñas y<br />

adolescentes resultarán figuras amadas y temidas, destinatarios de <strong>la</strong> cruzada<br />

moralizadora de maestros, clérigos y progenitores, a <strong>la</strong> vez que constructores y<br />

depositarios del porvenir de <strong>la</strong> familia, de <strong>la</strong> nación y de <strong>la</strong> raza. M. Perrot (2001: 151-<br />

152) sintetiza esta formu<strong>la</strong>ción al expresar que el hijo es "el porvenir de <strong>la</strong> familia, su<br />

misma imagen proyectada y soñada, su modo de lucha contra el tiempo y <strong>la</strong> muerte",<br />

pero además el hijo "no pertenece únicamente a los suyos; es el futuro de <strong>la</strong> nación y de<br />

<strong>la</strong> raza, productor, reproductor, ciudadano y soldado del día de mañana".<br />

Construida sobre estos supuestos <strong>la</strong> infancia parecería proyectarse sin límites al<br />

porvenir; todos los destinos resultarían posibles de ser alcanzados, constituyendo <strong>la</strong><br />

infancia <strong>una</strong> "estación inicial con futuro abierto" tal cual lo expresan, gráficamente, M.<br />

Costa y R. Gagliano (2000: 76).<br />

En cuanto a <strong>la</strong> adolescencia, consideramos pertinente retomar el p<strong>la</strong>nteo de J. P. Barrán<br />

(1998) quien propone formu<strong>la</strong>r<strong>la</strong> como un "descubrimiento de <strong>la</strong> modernidad",<br />

emergente en el contexto socio-económico-cultural en el que se desenvuelve el período<br />

de <strong>la</strong> sensibilidad "civilizada".<br />

Este descubrimiento vendrá asociado a cambios sociohistóricos y de sensibilidad social<br />

sobre los que sería necesario profundizar, pero que sintéticamente aparecerían<br />

vincu<strong>la</strong>dos al momento de ingreso al mundo <strong>la</strong>boral y a <strong>la</strong> constitución de <strong>una</strong> familia<br />

propia. Período de tránsito entre el mundo infantil y el mundo adulto, que colocaría al<br />

joven/adolescente en <strong>la</strong> condición de "no ser todavía" si se le confronta a un paradigma<br />

de adulto como alcanzado a su máximo desarrollo.<br />

Por esta condición de "no ser todavía", los jóvenes "serán consignados a <strong>la</strong> formación y<br />

al control. Ello significa <strong>una</strong> exclusión que refuerza su condición hasta tanto no<br />

adquiera <strong>la</strong>s capacidades exigidas por el mundo adulto". (Rodríguez, E.; Dabezies, B.,<br />

1990)<br />

Para <strong>la</strong> investigadora mexicana Rossana Reguillo (2000) <strong>la</strong> adolescencia como categoría<br />

social se constituye mediante estructuras de actividad específicas que <strong>la</strong> sociedad ofrece<br />

a los jóvenes con el propósito de lograr su integración; construcción sociocultural que<br />

corresponde a <strong>la</strong> modernidad.


Las condiciones históricas que rodearon el surgimiento de <strong>la</strong> adolescencia se han visto<br />

modificadas, operándose transformaciones económicas, sociales y culturales de singu<strong>la</strong>r<br />

relevancia en <strong>la</strong> segunda mitad del siglo XX, particu<strong>la</strong>rmente a fines de éste. Resultan<br />

significativos el debilitamiento de los mecanismos tradicionales de integración social -<strong>la</strong><br />

escue<strong>la</strong> y el trabajo- así como <strong>la</strong>s transformaciones culturales, circunstancias que<br />

afectan <strong>la</strong>s posibilidades de imbricación del individuo al tejido social, particu<strong>la</strong>rmente<br />

<strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones intergeneracionales consideradas tradicionalmente como canales<br />

privilegiados de <strong>la</strong> trasmisión cultural.<br />

Entre estas transformaciones resulta relevante ubicar <strong>la</strong> presencia de los medios de<br />

comunicación que desde <strong>la</strong> cotidianidad se han transformado, como p<strong>la</strong>ntea Reguillo<br />

(2000:78) "...en actores decisivos para <strong>la</strong> configuración de modelos sociales que<br />

rivalizan con <strong>la</strong>s instancias y los discursos socializadores 'tradicionales' (<strong>la</strong> escue<strong>la</strong>, <strong>la</strong><br />

familia, <strong>la</strong> parroquia, el libro de texto, entre otros)".<br />

En cualquier caso, <strong>la</strong> adolescencia puede concebirse como un momento de <strong>la</strong> vida que<br />

se diferencia en virtud de ciertas estructuras de actividad específicas que <strong>la</strong> sociedad<br />

"ofrece" a los ya no niños con el propósito de lograr su integración a nuevos espacios<br />

sociales y preparar su ingreso a lo que culturalmente se define como "vida adulta". La<br />

adolescencia sitúa al sujeto frente a nuevas posibilidades y exigencias sociales. De este<br />

modo se da continuidad al proceso de socialización comenzado tempranamente por<br />

parte de <strong>la</strong> familia y <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>, por medio de <strong>la</strong> incorporación de nuevas "agencias" a<br />

dicho proceso.<br />

Este "segundo tiempo" del proceso socializador se insta<strong>la</strong> en un momento particu<strong>la</strong>r de<br />

<strong>la</strong> vida del sujeto en el cual <strong>la</strong> maduración biológica lo habilita al ejercicio de <strong>la</strong><br />

sexualidad y le posibilita <strong>la</strong> procreación. Dicha maduración coloca al adolescente ante el<br />

"imperativo" de tramitar psíquicamente <strong>la</strong>s transformaciones necesarias para acoger los<br />

nuevos requerimientos pulsionales. En otros términos, el adolescente debe procesar <strong>una</strong><br />

transformación en <strong>la</strong> estructura de <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones que se establecen entre los sexos y <strong>la</strong>s<br />

generaciones. Las sociedades se han dado diversos modos de propiciar este<br />

procesamiento, desde los ritos de pasaje hasta lo que E. Erikson ha concebido como<br />

moratoria psicosocial.<br />

Existe en <strong>la</strong> actualidad un acuerdo bastante extendido acerca de considerar <strong>la</strong><br />

adolescencia como <strong>una</strong> construcción sociocultural que trasciende el fundamento<br />

biológico puberal, el cual sin embargo resulta ser uno de sus aspectos constitutivos. Las<br />

determinaciones socioculturales diferirán según <strong>la</strong>s sociedades y <strong>la</strong>s épocas<br />

"imponiendo cada <strong>una</strong> de el<strong>la</strong>s a su modo un orden y un sentido a lo que parece<br />

transitorio, y hasta desordenado y caótico". (Levi; Schmitt, 1996:8)<br />

Es interesante considerar el carácter liminal y "escurridizo" de <strong>la</strong> adolescencia, que<br />

situada entre los márgenes móviles de <strong>la</strong> dependencia infantil y <strong>la</strong> autonomía del adulto,<br />

no logra alcanzar <strong>una</strong> definición c<strong>la</strong>ra y estable. En ello reside para Levi y Schmitt[4]<br />

(1996) <strong>la</strong> carga de significaciones simbólicas de contenido a menudo opuesto que <strong>la</strong><br />

misma entraña, tanto como <strong>la</strong> atención ambigua, <strong>una</strong>s veces cargadas de esperanza otras<br />

de sospecha, que <strong>la</strong>s sociedades le dispensan. Para estos autores <strong>la</strong> liminalidad<br />

conjugada con <strong>la</strong> brevedad mayor o menor de su travesía es lo que caracteriza a <strong>la</strong>


adolescencia y configura <strong>la</strong> base sobre <strong>la</strong> que serán construidas <strong>la</strong>s miradas y actitudes<br />

de "los otros", y <strong>la</strong> mirada que los adolescentes producen acerca de sí mismos.<br />

A partir del enfoque teórico los autores citados p<strong>la</strong>ntean <strong>una</strong> reflexión metodológica a<br />

fin de revisar <strong>la</strong> validez de mantener <strong>la</strong>s interrogantes clásicas de <strong>la</strong> historia social<br />

acerca de <strong>la</strong> diferenciación de los grupos o <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses en <strong>la</strong>s sociedades; por ejemplo, <strong>la</strong><br />

interrogación en términos de "c<strong>la</strong>ses de edad". El enfoque que postu<strong>la</strong>n se orienta a <strong>la</strong><br />

adopción de modelos conceptuales en los que se cruzan determinantes biológicos de<br />

edad o sexo y construcciones simbólicas que los hacen socialmente eficaces e<br />

históricamente significativos, construcciones que no son ajenas a <strong>la</strong>s diferenciaciones<br />

sociales y a <strong>la</strong>s desigualdades que ejercen todo su peso. Se trata de complejizar los<br />

modelos interpretativos a <strong>la</strong> vez que interrogarse sobre "<strong>la</strong> ambigüedad de <strong>la</strong>s<br />

segmentaciones sociales, de <strong>la</strong>s solidaridades y de los conflictos, o bien sobre <strong>la</strong> eficacia<br />

de <strong>la</strong>s representaciones simbólicas". (Levi; Schmitt, 1996:10)<br />

Margulis (1996) entiende por "ser joven" al "hecho generacional", circunstancia cultural<br />

que emana de "ser socializados con códigos diferentes, de incorporar nuevos modos de<br />

percibir y apreciar, de ser competente en nuevos hábitos y destrezas, elementos que<br />

distancian a los recién llegados al mundo de <strong>la</strong>s generaciones más antiguas".<br />

Intervendrían en el hecho de ser joven variados elementos: edad, c<strong>la</strong>se, género, roles,<br />

memoria incorporada, siendo los jóvenes quienes desde el presente construyen su<br />

cultura y organizan su tiempo, su mundo, sus valores, expresando <strong>la</strong> variedad cultural y<br />

orientando <strong>una</strong> nueva identidad.<br />

A <strong>la</strong> vez los/<strong>la</strong>s jóvenes se presentan al mundo adulto con un doble sentido, por un <strong>la</strong>do<br />

el de admiración por todo lo que representa <strong>la</strong> "juventud" como valor social y por otro,<br />

el de amenaza, que implica <strong>la</strong> estigmatización y asociación del joven con <strong>la</strong> droga, el<br />

alcoholismo, <strong>la</strong> falta de responsabilidad por sus actos y <strong>la</strong> delincuencia. Tomando en<br />

consideración <strong>la</strong>s e<strong>la</strong>boraciones del doctor Mario de Pena, quien advierte tanto sobre <strong>la</strong><br />

"peligrosa tendencia a <strong>la</strong> homogenización" como a identificar al adolescente con hechos<br />

negativos: delincuencia, prostitución, drogadicción, promiscuidad sexual, etcétera (De<br />

Pena, 1996), podemos hab<strong>la</strong>r de <strong>una</strong> "construcción de <strong>la</strong> adolescencia como problema".<br />

Resulta fundamental para este estudio considerar <strong>la</strong> variable género como categoría de<br />

análisis. Al decir de <strong>la</strong> psicóloga Alejandra López "mucho se ha escrito sobre <strong>la</strong>s<br />

transformaciones subjetivas/identitarias y sociales que suponen el período de pasaje de<br />

<strong>la</strong> niñez a <strong>la</strong> adultez. Pasaje de <strong>la</strong> dependencia infantil a <strong>la</strong> independencia adulta. Sin<br />

embargo, es necesario afinar nuestro análisis cuando de estas categorías hab<strong>la</strong>mos. ¿De<br />

qué hab<strong>la</strong>mos cuando decimos dependencia y autonomía? ¿Es vivida de igual manera <strong>la</strong><br />

adquisición de mayores grados de autonomía por parte de mujeres y varones? Analizar<br />

cómo se entrecruzan <strong>la</strong>s variables de género, c<strong>la</strong>se social y momento vital son<br />

indispensables para <strong>una</strong> mejor comprensión de este proceso". (López, 1997)<br />

Refiriéndose específicamente a <strong>la</strong> niñez <strong>la</strong> psicoanalista argentina Ana María Fernández<br />

realiza un p<strong>la</strong>nteo, el cual desde nuestra perspectiva corresponde también a <strong>la</strong><br />

adolescencia: "el universo semántico y social de <strong>la</strong> niñez omite <strong>la</strong>s particu<strong>la</strong>ridades de <strong>la</strong><br />

niña, en tanto suele tomar como modelo al niño (...) cuando en rigor tanto los procesos<br />

de socialización, <strong>la</strong> construcción de sus subjetividades, como muchas de sus prácticas<br />

presentan importantes diferencias. Diferencias de todo tipo que quedan invisibilizadas


en <strong>la</strong> noción de niñez (junto a c<strong>la</strong>se y género, étnicas, geopolíticas, culturales, etc.)".<br />

(Fernández, 1997)<br />

En <strong>la</strong>s diferentes sociedades y culturas se establecen re<strong>la</strong>ciones sociales diferenciales<br />

entre hombres y mujeres. El concepto de género refiere al "conjunto de atributos<br />

simbólicos, sociales, económicos, jurídicos, políticos y culturales asignados a <strong>la</strong>s<br />

personas de acuerdo a su sexo". (López, 1997) La utilización de esta variable como<br />

categoría analítica permite pensar <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones entre mujeres y hombres de forma<br />

asimétrica, lo cual se visualiza en los diferentes contextos y momentos históricos.<br />

De acuerdo con J. Scott (1999) vemos cómo <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones de género implican <strong>una</strong><br />

conexión integral entre dos proposiciones, siendo un elemento constitutivo de <strong>la</strong>s<br />

re<strong>la</strong>ciones sociales basadas en <strong>la</strong>s diferencias que distinguen a los sexos, así como <strong>una</strong><br />

forma primaria de re<strong>la</strong>ciones significantes de poder. Scott seña<strong>la</strong> como elementos<br />

principales que lo componen a los mitos y símbolos culturales, los marcos normativos<br />

que interpretan el significado de estos símbolos, <strong>la</strong>s instituciones (re<strong>la</strong>ciones de<br />

parentesco, educación, política y mercado <strong>la</strong>boral) y <strong>la</strong> identidad subjetiva.<br />

Tanto <strong>la</strong> terminología empleada para designar a los/<strong>la</strong>s jóvenes en infracción, como <strong>la</strong>s<br />

e<strong>la</strong>boraciones teórico-metodológicas referidas a <strong>la</strong> temática, parecen obviar <strong>la</strong><br />

perspectiva de género. De esta manera, <strong>la</strong> "infracción", propiamente dicha, aparecerá<br />

básicamente asociada al orden de lo masculino, construyéndose <strong>una</strong> imagen de<br />

"infractor" asociada al varón.<br />

Las interrogantes del presente trabajo se desarrol<strong>la</strong>n en función del diferencial<br />

varón/mujer. Esto conduce a preguntarnos acerca de <strong>la</strong>s formas diferenciadas de operar<br />

de los mecanismos de control institucional con re<strong>la</strong>ción a varones y mujeres.<br />

En este sentido observamos que <strong>la</strong>s temáticas vincu<strong>la</strong>das a "maternidad adolescente" y<br />

"sexualidad" ocupan un lugar fundamental en el control social de <strong>la</strong>s jóvenes mujeres de<br />

<strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses popu<strong>la</strong>res, particu<strong>la</strong>rmente de <strong>la</strong>s adolescentes en infracción. Desde ese lugar<br />

se implementa gran parte de <strong>la</strong>s denominadas políticas públicas dirigidas a estas<br />

mujeres.<br />

Una recorrida por <strong>la</strong>s guías de recursos y servicios[5] e<strong>la</strong>boradas en nuestro país entre<br />

los años 1999 y 2000 puede resultar ilustrativa en este aspecto.<br />

Las guías mantienen su vigencia hasta <strong>la</strong> fecha y son ofrecidas como un insumo básico<br />

en lo que refiere a proporcionar información relevante "acerca de los Servicios<br />

existentes para <strong>la</strong> juventud y niñez".[6] Su estudio permite visualizar que los "recursos"<br />

específicamente destinados a adolescentes mujeres en "situación de riesgo social" se<br />

concentran en capítulos específicos sobre "Sexualidad" y "Embarazo adolescente". El<br />

<strong>INAU</strong> (ex INAME) ha editado especialmente <strong>una</strong> Guía sobre embarazo adolescente, <strong>la</strong><br />

cual brinda información "sobre los servicios públicos y privados que atiende a jóvenes<br />

en esta situación en Montevideo",[7] y que los servicios que abordan temáticas<br />

vincu<strong>la</strong>das a "sexualidad" están en su mayoría exclusivamente destinados a mujeres.<br />

Lo antes p<strong>la</strong>nteado lleva a interrogarnos acerca de <strong>la</strong>s cuestiones de "época", invisibles<br />

precisamente por estar inmersos en el<strong>la</strong>, que se ponen en juego en esta "preocupación"<br />

que determina que muchos de los servicios destinados a <strong>la</strong>s adolescentes de los sectores


popu<strong>la</strong>res apunten a <strong>la</strong> "prevención del embarazo adolescente" y a <strong>la</strong> "sexualidad" y<br />

cómo operan específicamente los mecanismos mencionados con referencia a <strong>la</strong>s jóvenes<br />

mujeres en infracción.<br />

Queda <strong>la</strong> interrogante acerca de cuánto de <strong>la</strong>s preocupaciones por el incremento de <strong>la</strong><br />

"maternidad adolescente" en <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses popu<strong>la</strong>res se encuentra vincu<strong>la</strong>do a <strong>la</strong><br />

preocupación por el aumento de nacimientos en estas c<strong>la</strong>ses, unido al constante<br />

descenso de los nacimientos de niños de c<strong>la</strong>se media y no al real ejercicio de los<br />

derechos sexuales y reproductivos de hombres y mujeres.<br />

Precisiones conceptuales<br />

_______________________________________<br />

Espacios de socialización y producción de subjetividad<br />

La centralidad moderna de <strong>la</strong> infancia viene acompañada de un nuevo tipo de<br />

organización familiar -<strong>la</strong> familia se reorganiza precisamente en torno del niño- y <strong>la</strong><br />

institucionalización de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> como estructura educativa y como ámbito específico<br />

para <strong>la</strong> formación de <strong>la</strong> misma.<br />

Desde el siglo XIX, <strong>la</strong> familia tiende a absorber -en parte por razones políticas, seña<strong>la</strong><br />

M. Perrot (2001)- todas <strong>la</strong>s funciones, incluida <strong>la</strong> sexualidad y a definir <strong>la</strong>s reg<strong>la</strong>s y <strong>la</strong>s<br />

normas. Su fuerza radica precisamente en <strong>la</strong>s funciones que desempeña; en <strong>la</strong> práctica<br />

asegura el funcionamiento económico y <strong>la</strong> trasmisión de los patrimonios, a <strong>la</strong> vez que<br />

constituye <strong>la</strong> "célu<strong>la</strong> de <strong>la</strong> reproducción", en tanto proporciona los hijos a los que<br />

dispensa <strong>una</strong> primera socialización. Además actúa como "garante de <strong>la</strong> raza", ve<strong>la</strong>ndo<br />

por su pureza y su salud y como "crisol de <strong>la</strong> conciencia nacional", al trasmitir los<br />

valores simbólicos y <strong>la</strong> memoria fundamental. La familia resulta así creadora de <strong>la</strong><br />

ciudadanía y de <strong>la</strong> civilidad.<br />

La "familia como es debido", concluye M. Perrot, es el fundamento del Estado,<br />

observándose <strong>una</strong> continuidad entre el amor de <strong>la</strong> familia y de <strong>la</strong> patria -cuyas<br />

maternidades se confunden- y el sentimiento de <strong>la</strong> humanidad (2001:109).<br />

Donzelot (1979) seña<strong>la</strong> que el nacimiento de <strong>la</strong> "familia moderna", centrada sobre <strong>la</strong><br />

primacía de lo educativo, no obedecerá a <strong>la</strong> lenta propagación de un mismo modelo<br />

familiar a través de todas <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses sociales, sino que encontraremos por lo menos "dos<br />

series bien distintas de promoción de esta necesidad educativa". Si bien en <strong>una</strong> y otra<br />

serie, <strong>la</strong> familia se centrar&a el exterior con <strong>una</strong> fuerza renovada capaz de ejercer<br />

controles y patronazgos diversos; (...) <strong>la</strong> familia popu<strong>la</strong>r se forja a partir de <strong>la</strong><br />

proyección de cada uno de sus miembros sobre los demás en <strong>una</strong> re<strong>la</strong>ción circu<strong>la</strong>r de<br />

vigi<strong>la</strong>ncia frente a <strong>la</strong>s tentaciones del exterior: el bar, <strong>la</strong> calle". (Donzelot, 1979: 78)<br />

Ais<strong>la</strong>da, perdiendo coextensibilidad social, <strong>la</strong> "familia popu<strong>la</strong>r" quedará expuesta a ser<br />

vigi<strong>la</strong>da en sus desvíos. Allí donde <strong>la</strong>s situaciones de pobreza se acompañen de <strong>una</strong><br />

supuesta "inmoralidad" se permitirá "el establecimiento de un proceso de tute<strong>la</strong>rización<br />

que armonice los objetivos sanitarios y educativos con los métodos de vigi<strong>la</strong>ncia<br />

económico y moral". La familia verá reducida su autonomía convirtiéndose en ámbito<br />

de intervención directa, <strong>una</strong> "tierra de misión", seña<strong>la</strong> Donzelot, (1979: 90).


Es así que <strong>la</strong> familia junto con <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> se convierten en los espacios educativos por<br />

excelencia, retirando a su vez al niño de <strong>la</strong> sociedad de los adultos. Para el niño de <strong>la</strong><br />

familia burguesa -continúa Donzelot- "el desarrollo de su cuerpo y de su espíritu serán<br />

estimu<strong>la</strong>dos poniendo a su disposición todos los aportes de <strong>la</strong> psico-pedagogía y<br />

contro<strong>la</strong>dos por <strong>una</strong> discreta vigi<strong>la</strong>ncia". (1979:94 ) Por el contrario, en el caso del niño<br />

proveniente de "familias popu<strong>la</strong>res", lo problemático será el exceso de libertad, el<br />

abandono a <strong>la</strong> calle y "<strong>la</strong>s técnicas empleadas consisten en limitar esta libertad, en hacer<br />

retroceder al niño hacia los espacios de mayor vigi<strong>la</strong>ncia", vale decir, <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> y <strong>la</strong><br />

vivienda familiar.<br />

En <strong>la</strong> época moderna y en <strong>la</strong>s sociedades industriales, <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> se convierte en <strong>una</strong><br />

instancia relevante del proceso de socialización, cuya función fundamental es en primer<br />

término preparar para el mundo del trabajo y <strong>la</strong> vida pública. Su carácter obligatorio<br />

hace que el impacto alcance amplios sectores sociales.<br />

La especie humana se caracteriza por estar socialmente configurada y por su capacidad<br />

de producir mecanismos y sistemas imprescindibles para <strong>la</strong> supervivencia de los grupos<br />

y de <strong>la</strong> especie. Tales logros, históricamente constituidos, son trasmitidos a <strong>la</strong>s nuevas<br />

generaciones de modo que <strong>la</strong>s conquistas sociales perviven en el<strong>la</strong>s. A este proceso de<br />

adquisición, de socialización, suele denominárselo en sentido genérico proceso de<br />

educación.<br />

En tanto garante de <strong>la</strong> supervivencia de <strong>la</strong> sociedad <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> comparte su carácter<br />

conservador de <strong>la</strong> reproducción social y cultural con otras instancias que producen un<br />

influjo directo en los sujetos como <strong>la</strong> familia, los medios de comunicación y<br />

agrupamientos sociales con fines diversos. Sin embargo, se asume que <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> tiene<br />

un papel relevante en este proceso y constituye <strong>una</strong> institución especializada en el<br />

ejercicio de dicha función, alcanzando <strong>una</strong> cobertura casi universal durante un tiempo<br />

prolongado de <strong>la</strong> vida de <strong>la</strong>s personas. (Althusser, L, 1984)<br />

Este proceso de inculcar conocimientos, representaciones, disposiciones y modos de<br />

conductas, no tiene un carácter lineal ni mecánico. Las tendencias a reproducir <strong>la</strong>s<br />

re<strong>la</strong>ciones, instituciones, valores, ideas y comportamientos, de forma de preservar y<br />

reproducir ciertas re<strong>la</strong>ciones de dominación, chocan con los movimientos que pujan por<br />

modificarlos cuando éstos se convierten en desfavorables para algunos de los grupos<br />

que conforman el entramado social.<br />

La vida en el au<strong>la</strong>, como dentro de cualquier grupo o institución, se comprende como un<br />

campo de interacciones donde se intercambian de manera más o menos explícita ideas,<br />

intereses y valores diferentes y aun antagónicos. Como lo expresa Fernández<br />

Enguita:[8] "La escue<strong>la</strong> es un escenario permanente de conflictos (...) Lo que tiene lugar<br />

en el au<strong>la</strong> es el resultado de un proceso de negociación informal que se sitúa en algún<br />

lugar intermedio entre lo que el profesor/a o <strong>la</strong> institución esco<strong>la</strong>r quieren que los<br />

alumnos/as hagan y lo que éstos están dispuestos a hacer".<br />

La escue<strong>la</strong> y el proceso de socialización que el<strong>la</strong> impone, se encuentran atravesados por<br />

contradicciones y conflictos. Para S. Bowles y H. Gintis[9] <strong>la</strong> contradicción central de<br />

los sistemas educativos derivan de su localización en <strong>la</strong> totalidad social. Por un <strong>la</strong>do,<br />

por formar parte de <strong>la</strong> esfera del Estado, está sujeto al principio de los derechos<br />

otorgados a <strong>la</strong> persona. Por otro, desempeña un papel central en <strong>la</strong> reproducción política


del sistema de producción capitalista, legitimado en los términos de los derechos<br />

otorgados a <strong>la</strong> propiedad.<br />

En el terreno teórico se expresa <strong>una</strong> contradicción entre <strong>una</strong> sociedad que requiere para<br />

su funcionamiento político y social <strong>la</strong> participación activa y responsable de los<br />

ciudadanos considerados iguales por el Derecho, y al mismo tiempo induce en <strong>la</strong> esfera<br />

económica a <strong>la</strong> sumisión y aceptación de grandes diferencias. Esto tiene su expresión en<br />

el carácter dual de <strong>la</strong> educación, <strong>la</strong> que por un <strong>la</strong>do promueve <strong>la</strong> igualdad, <strong>la</strong><br />

democracia, <strong>la</strong> racionalidad y los derechos inalienables, a <strong>la</strong> vez que legitima <strong>la</strong><br />

desigualdad, el autoritarismo, el prejuicio y <strong>la</strong> sumisión mediante el funcionamiento<br />

cotidiano. (Bowles y Gintis, ob. cit.)<br />

El propio proceso de socialización se ocupa de hacer aceptable <strong>la</strong> contradicción entre <strong>la</strong><br />

dimensión discursiva y <strong>la</strong> real, cuando bajo <strong>la</strong> ideología de <strong>la</strong> igualdad de oportunidades<br />

que ofrece <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> para todos desarrol<strong>la</strong> un proceso de selección, de c<strong>la</strong>sificación, de<br />

ubicación diferenciada para el mundo del trabajo y de <strong>la</strong> participación social. (Gil Vil<strong>la</strong>,<br />

1994) Se impone para ello <strong>una</strong> doble creencia. Por un <strong>la</strong>do, <strong>la</strong> igualdad de<br />

oportunidades se ofrece como un punto cero que coloca a los sujetos en iguales<br />

condiciones, desconociéndose los condicionamientos previos o reconociéndoselos<br />

parcialmente. Por otro, lo que pase luego de esa igua<strong>la</strong>ción quedará colocado en<br />

términos de responsabilidad individual y/o familiar.<br />

De esta manera <strong>la</strong> pretendida función compensatoria respecto de <strong>la</strong>s diferencias sociales<br />

de origen, no va mucho más allá de <strong>una</strong> dec<strong>la</strong>ración de principios, pues <strong>la</strong> orientación<br />

homogenizadora de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> confirma <strong>la</strong>s diferencias sociales de origen y <strong>la</strong>s legitima<br />

al transformar<strong>la</strong>s en diferencias de carácter individual. De este modo se opera un<br />

corrimiento desde <strong>la</strong> dimensión política a <strong>la</strong> privada, produciéndose <strong>una</strong> transferencia de<br />

responsabilidad desde el Estado/escue<strong>la</strong> a <strong>la</strong> esfera individual.<br />

Generalmente se hace referencia al fracaso esco<strong>la</strong>r en función de <strong>la</strong> posibilidad del niño<br />

de responder al sistema de enseñanza, nominándolo como desertor o rezagado cuando<br />

no lo consigue. Esta operación que omite echar luz sobre <strong>la</strong> responsabilidad que le cabe<br />

a <strong>la</strong> institución en este proceso, produce efectos estructurantes en <strong>la</strong> subjetividad del<br />

niño.<br />

Para muchos de los adolescentes entrevistados, junto con <strong>la</strong> familia y <strong>la</strong> escue<strong>la</strong><br />

-comprendidas como espacios de socialización y producción de subjetividad- <strong>la</strong> calle,<br />

con sus particu<strong>la</strong>res balizamientos, constituye un espacio necesario para el encuentro<br />

con el otro y para el despliegue y búsqueda de <strong>la</strong> singu<strong>la</strong>ridad. Espacio que configura lo<br />

que Marc Augé conceptualizará como "lugar antropológico" en tanto sirve como<br />

soporte físico, territorial, a <strong>la</strong> trasmisión y producción de significaciones.<br />

El encuentro con el otro en <strong>la</strong> calle, el barrio, <strong>la</strong> esquina, convoca a interrogarnos acerca<br />

del papel que juegan ciertas configuraciones re<strong>la</strong>cionales como los grupos de pares o<br />

"los compañeros" en tanto espacios de socialización -no instituidos- en los que también<br />

-en algunos casos- se producen y reproducen creencias, normas y valores que presentan<br />

cierta especificidad y constituyen aspectos c<strong>la</strong>ve en <strong>la</strong> construcción de <strong>la</strong> subjetividad.<br />

La subjetividad así producida ¿tendrá asiento en un cuerpo colectivo más que en uno<br />

individual?


Al respecto seña<strong>la</strong> F. Guattari que es preciso considerar "antes que <strong>una</strong> homogeneidad<br />

universalizante y reduccionista de <strong>la</strong> subjetividad, <strong>una</strong> heterogénesis de <strong>la</strong> misma", y<br />

agrega: "de esta manera, en ciertos contextos sociales y semiológicos <strong>la</strong> subjetividad se<br />

individua; <strong>una</strong> persona tenida por responsable por sí misma se posiciona en el seno de<br />

<strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones de alteridad regida por usos familiares, costumbres locales, leyes<br />

jurídicas... En otras condiciones, <strong>la</strong> subjetividad se hace colectiva, lo que no significa<br />

que el<strong>la</strong> se vuelva, a pesar de eso, exclusivamente social. Efectivamente, el término<br />

'colectivo' debe ser entendido aquí en el sentido de <strong>la</strong> multiplicidad, desarrollándose más<br />

allá del individuo, del <strong>la</strong>do del socius, como también más acá de <strong>la</strong> persona, del <strong>la</strong>do de<br />

<strong>la</strong>s intensidades pre-verbales, dando más relevancia a <strong>una</strong> lógica de <strong>la</strong>s afectaciones, que<br />

a <strong>una</strong> lógica de conjuntos bien circunscritos". (Citado por Fernández, A. M., 1999<br />

b:271)<br />

Duschatsky y Corea (2002) proponen considerar estos espacios como "nuevos<br />

territorios" donde los jóvenes encuentran lugares simbólicos de pertenencia, crean<br />

valores y <strong>la</strong>zo social. Postu<strong>la</strong>n <strong>la</strong> idea de <strong>una</strong> subjetividad situacional que se forja en<br />

estos espacios, por fuera de los dispositivos institucionales modernos. La autoridad que<br />

opera en los mismos, según <strong>la</strong>s autoras, se sustenta más que en <strong>una</strong> lógica paterno-filial,<br />

en formas situacionales de ejercicio de <strong>la</strong> autoridad. Autoridad que no es heredada ni<br />

investida desde <strong>una</strong> ley, ni aprendida en <strong>la</strong> socialización institucional, sino que se<br />

configura en vínculos de fraternidad. No se trataría de <strong>la</strong> ausencia de referencia a <strong>una</strong><br />

ley, sino de que el adolescente queda referido sobre todo a <strong>una</strong> ley que opera en <strong>la</strong><br />

situación y con re<strong>la</strong>ción al grupo de pertenencia.<br />

Precisiones conceptuales<br />

_______________________________________<br />

Lic. en Psic. Alicia Abal, Psic. Ariadna Cheroni, Magister Sandra Leopold<br />

"Cuestión social" e intervención estatal<br />

La construcción de los dispositivos públicos de atención a <strong>la</strong> infancia se inscribe y<br />

desarrol<strong>la</strong> en el marco de <strong>la</strong>s transformaciones que el Estado experimenta a partir de<br />

fines del siglo XIX. Es en el escenario del orden monopolista -donde se produce <strong>la</strong><br />

consolidación política del movimiento obrero, a <strong>la</strong> vez que se observan <strong>la</strong>s necesidades<br />

de legitimación política del Estado burgués- que se configura por parte de éste <strong>una</strong><br />

intervención continua, sistemática y estratégica sobre <strong>la</strong>s secue<strong>la</strong>s de <strong>la</strong> "cuestión<br />

social".<br />

La intervención estatal sobre <strong>la</strong>s refracciones de <strong>la</strong> "cuestión social" implicó de hecho el<br />

redimensionamiento del Estado, complejizándose su estructura y su accionar. Las<br />

secue<strong>la</strong>s de <strong>la</strong> "cuestión social" pasaron a ser consideradas como campos y áreas que<br />

ameritaban <strong>la</strong> intervención de <strong>la</strong> instancia política, mostrada en gran medida como<br />

expresión y manifestación de lo colectivo.<br />

Resulta indiscutible que esta modalidad de intervención, y <strong>la</strong>s representaciones en<br />

cuestión, lesiona <strong>la</strong> programática liberal que acompañó el desarrollo del capitalismo en<br />

su fase competitiva. J. P. Netto (1997) recuerda que <strong>la</strong> propia consideración de los<br />

derechos sociales -último es<strong>la</strong>bón en <strong>la</strong> secuencia de construcción de <strong>la</strong> ciudadanía de


Marshall (1967)- erosiona en sus fundamentos el ethos individualista, componente<br />

imposible de disociar del liberalismo económico y político.<br />

Pero el mismo autor advierte de equívocos y seña<strong>la</strong> que en <strong>la</strong> modalidad de intervención<br />

del Estado frente a <strong>la</strong> "cuestión social" en <strong>la</strong> fase monopolista, simultáneamente se<br />

"corta y recupera el ideario liberal"; se "corta interviniendo a través de políticas<br />

sociales" y se "recupera debitando <strong>la</strong> continuidad de sus secue<strong>la</strong>s a los individuos por<br />

el<strong>la</strong>s afectados". (1997:36)<br />

La incorporación del "carácter público" de <strong>la</strong> "cuestión social" se ve acompañada de un<br />

énfasis en <strong>la</strong> supuesta "apariencia privada" de sus manifestaciones individuales. Se<br />

produce así, <strong>una</strong> suerte de "individualización" que transfigura los problemas sociales en<br />

problemas personales (privados). En definitiva, al individuo se le imputa <strong>la</strong><br />

responsabilidad de su destino social: su particu<strong>la</strong>r configuración individual pautará su<br />

destino personal. En este escenario el sujeto es responsable de sus éxitos, pero<br />

fundamentalmente lo es de sus fracasos.<br />

La posibilidad del éxito, a partir de <strong>la</strong> afirmación de <strong>la</strong> igualdad de derechos, ya era<br />

discurso en los debates que A. P<strong>la</strong>tt recoge con re<strong>la</strong>ción al Movimiento de los<br />

Reformadores. Recordemos <strong>la</strong> expresión de C. Randall, enunciada en el Congreso<br />

Internacional de Prisiones, de 1878: "el niño de más humilde origen puede llegar al<br />

puesto más elevado". El mismo P<strong>la</strong>tt (1982:93) seña<strong>la</strong> que en <strong>la</strong>s conferencias<br />

nacionales, en los informes anuales de correccionales y folletos en general "solían<br />

incluirse cortos bosquejos literarios y anécdotas re<strong>la</strong>tivos a niños que habían salido de<br />

un reformatorio o un orfanato para tener grandes triunfos financieros y sociales".<br />

El supuesto implícito en estas reflexiones es que los sujetos -iguales en sus derechos-<br />

sólo han de diferenciarse en su trayecto social en virtud de sus capacidades o del<br />

ejercicio de <strong>la</strong> voluntad. He aquí <strong>la</strong> causa del éxito o del fracaso personal y social<br />

resultante.<br />

J. P. Barrán -en sus estudios acerca de nuestro particu<strong>la</strong>r proceso de modernización<br />

capitalista- seña<strong>la</strong> que tanto con re<strong>la</strong>ción al consumo de alcohol como a otros<br />

comportamientos "insanos", catalogados como "vicios", el poder médico, entre otros,<br />

los colocó en el p<strong>la</strong>no de <strong>la</strong>s responsabilidades personales. La noción de<br />

"comportamiento personal" inapropiado para el mantenimiento de <strong>la</strong> salud, seña<strong>la</strong><br />

(1995,T3: 191-193), "es en realidad <strong>la</strong> culpa moderna, por ello su seña<strong>la</strong>miento es<br />

históricamente c<strong>la</strong>ve".<br />

Así como el vicio moral del alcoholismo responde a debilidades personales del sujeto,<br />

<strong>la</strong> situación de pobreza o miseria será resultante de <strong>la</strong> "holgazanería" o "haraganería" de<br />

quienes se encuentran en tal situación. Donzelot (1991) subraya que así,<br />

"implícitamente se condena <strong>la</strong> miseria". Luego, esta suerte de "fracaso" que constituye<br />

<strong>la</strong> pobreza resultará comprendida desde los dispositivos públicos en términos de<br />

responsabilidad individual.<br />

De acuerdo con esto <strong>la</strong>s desigualdades sociales existentes se asientan en el "mérito" o<br />

"demérito" de cada sujeto, pero este supuesto se ha visto jaqueado, históricamente, por<br />

<strong>una</strong> tensión no resuelta desde <strong>la</strong> perspectiva liberal: <strong>la</strong> no concordancia entre el<br />

reconocimiento normativo y discursivo de <strong>la</strong> igualdad de derechos entre los sujetos, y


<strong>la</strong>s desigualdades resultantes del orden económico. A pesar de ello, <strong>la</strong>s líneas<br />

argumentales supuestas parecerían predominar en el imaginario social.<br />

V. de Pau<strong>la</strong> Faleiros (2000:47) en <strong>una</strong> simi<strong>la</strong>r línea de análisis afirma que <strong>la</strong>s políticas<br />

sociales son presentadas en función de ciertas categorías de pob<strong>la</strong>ción discriminadas<br />

-entre otros criterios- en virtud de parámetros de normalidad/anormalidad. Así, <strong>la</strong><br />

pob<strong>la</strong>ción beneficiaria ha de resultar dividida y fragmentada, a <strong>la</strong> que vez que etiquetada<br />

y consecuentemente contro<strong>la</strong>da.<br />

Esta "ideología de <strong>la</strong> normalidad" -según V. de P. Faleiros- parte de considerar "que el<br />

individuo puede trabajar para acceder normalmente, con el sa<strong>la</strong>rio obtenido, a satisfacer<br />

sus necesidades de subsistencia y <strong>la</strong>s de su familia. El trabajo es el criterio de vida<br />

normal para vivir bien. Los que no consiguen con el sa<strong>la</strong>rio que ganan, alcanzar esa vida<br />

normal serán censurados socialmente por <strong>la</strong>s propias políticas sociales que atribuyen al<br />

individuo su fracaso. Es lo que se l<strong>la</strong>ma culpabilización de <strong>la</strong>s víctimas, 'victim<br />

b<strong>la</strong>ming'". (2000; 47)<br />

En el estudio que J. Donzelot (1991) realiza acerca de <strong>la</strong> génesis y <strong>la</strong>s transformaciones<br />

parale<strong>la</strong>s de <strong>la</strong> prisión y del manicomio, observa con atención cómo, ante <strong>la</strong> caída del<br />

Antiguo Régimen, <strong>la</strong> reforma de los manicomios, de <strong>la</strong>s prisiones y de <strong>la</strong>s casas de<br />

caridad pueden en cierta forma comprenderse como <strong>la</strong> "aplicación de <strong>una</strong> voluntad<br />

sistemática de apuesta al trabajo de todos los internados". Sobre el trabajo, agrega<br />

Donzelot, recaerá <strong>una</strong> valorización positiva, en tanto parecería poseer <strong>la</strong> virtud de<br />

"suprimir <strong>la</strong> miseria", "restituir su razón a los insensatos" y "su moralidad a los<br />

criminales".<br />

El trabajo se constituirá así en <strong>la</strong> forma privilegiada del tratamiento; en <strong>la</strong> acción de<br />

trabajar recae el sentido de <strong>la</strong> "utilidad" del hombre con re<strong>la</strong>ción a <strong>la</strong> sociedad. Quienes<br />

opten por <strong>la</strong> "inutilidad" no sólo serán objeto de censura, sino que además conformarán<br />

el b<strong>la</strong>nco de <strong>la</strong>s prácticas disciplinadoras y correctivas.<br />

Los trabajos reservados -así como <strong>la</strong>s preparaciones previas para éstos- a <strong>la</strong> infancia y<br />

adolescencia insertos en los dispositivos públicos de atención, han sido, históricamente,<br />

explicitados. A. Portilllo (1989) al identificar los aspectos que vertebran <strong>la</strong> propuesta<br />

pública de atención a <strong>la</strong> infancia a partir de 1934, ubica a <strong>la</strong> formación como uno de<br />

ellos; <strong>la</strong> estrategia de formación aparece sustentada en tres pi<strong>la</strong>res básicos: educación<br />

formal, educación física y educación para el trabajo.<br />

Para <strong>la</strong> infancia y adolescencia "amparada" institucionalmente le será reservada <strong>la</strong><br />

formación técnico-industrial. Desde 1879 funcionaba en nuestro país <strong>la</strong> Escue<strong>la</strong> de<br />

Artes y Oficios para <strong>la</strong> colocación de aquellos niños y adolescentes que se<br />

transformaban en "vagos en el más completo abandono, entretenidos en juegos<br />

perniciosos con molestia de los transeúntes". (Barrán, 1994; T1:104) Esta Escue<strong>la</strong> de<br />

Artes y Oficios se irá convirtiendo en <strong>una</strong> verdadera "cárcel para niños y adolescentes",<br />

regida por <strong>una</strong> "dura disciplina militar". (Barrán; Caetano; Porzecanski , 1998, T2:187)<br />

Según un estudio realizado por R. Faraone (1970) el Censo pob<strong>la</strong>cional realizado en<br />

1908 evidencia que esa Escue<strong>la</strong> contaba con 200 alumnos, uniformados y ubicados en<br />

ca<strong>la</strong>bozos. En 1915, <strong>la</strong> Escue<strong>la</strong> de Artes y Oficios, destinada a adolescentes "vagos" o<br />

"entretenidos en juegos perniciosos" se transformará en <strong>la</strong> Escue<strong>la</strong> Industrial. Resulta


significativa esta vincu<strong>la</strong>ción fundacional entre un ámbito esencialmente correctivo y<br />

los dispositivos institucionales de formación técnica en nuestro país.<br />

Este aspecto ha sido ampliamente analizado por A. P<strong>la</strong>tt (1982) con re<strong>la</strong>ción a <strong>la</strong>s<br />

propuestas del Movimiento de los Reformadores, de notoria incidencia en <strong>la</strong>s políticas<br />

públicas de atención a <strong>la</strong> infancia en el Uruguay y en el resto del continente. Tal cual lo<br />

ha recogido A. P<strong>la</strong>tt de los Anales del segundo Congreso Internacional de Prisiones, en<br />

1878, "<strong>la</strong> educación en <strong>la</strong>s instituciones especiales para niños debía corresponder a <strong>la</strong>s<br />

condiciones en que vive <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se obrera".<br />

Seña<strong>la</strong> P<strong>la</strong>tt: “muchos penólogos sostenían que los niños delincuentes debían ser<br />

preparados sólo para tareas bajas”. Resultan ilustrativas -¿y actuales?- <strong>la</strong>s orientaciones<br />

enunciadas en dicho Congreso por el penólogo educador A. Mc Donald acerca de los<br />

"niños del tugurio": "Lo que necesitan es que se les imbuyan hábitos de decencia,<br />

limpieza, decoro, los rudimentos de <strong>la</strong> civilización y <strong>la</strong> vida doméstica; su instrucción<br />

no debe ser demasiado abstracta, ni técnica en el sentido de prepararlos para exámenes<br />

por oposición, empleos de oficina ni universitarios, sino más bien para el taller, <strong>la</strong><br />

fábrica, <strong>la</strong>s artesanías y el hogar". (1982:92-93)<br />

Si bien estas orientaciones convivían y debatían con quienes sostenían "que el niño de<br />

más humilde origen puede llegar al puesto más elevado", aquellos niños y adolescentes<br />

-y los actuales en cuestión- resultan ubicados, casi podría decirse que "naturalmente", en<br />

el lugar de los "aprendices".<br />

En suma, "oficios" y "<strong>la</strong>bores" -con el particu<strong>la</strong>r sello de c<strong>la</strong>se y de género que este<br />

último traduce- coronan <strong>la</strong> propuesta educativa para <strong>la</strong> "infancia pobre", junto con <strong>la</strong><br />

"reforma moral". Parecería pretender transitar hacia <strong>la</strong> construcción de <strong>una</strong> fuerza de<br />

trabajo "disciplinada, correcta y decente"; el p<strong>la</strong>n de los reformatorios sintetiza A. P<strong>la</strong>tt,<br />

se orienta a <strong>la</strong> "enseñanza de destrezas de c<strong>la</strong>se baja y valores de c<strong>la</strong>se media". (1982:<br />

78)<br />

La ideología de <strong>la</strong> "normalidad" asentada en el trabajo desarrol<strong>la</strong> al unísono <strong>una</strong> fuerte<br />

condena moral y política al ocio y a todos aquellos comportamientos "inapropiados" que<br />

conspiren contra <strong>la</strong> normal acción de trabajar; al respecto, el alcoholismo se constituye<br />

en un b<strong>la</strong>nco destacado de <strong>la</strong>s prácticas disciplinadoras y correctivas.<br />

A. Corbin ubica en el siglo XIX el nacimiento del alcoholismo y con éste <strong>la</strong> figura del<br />

bebedor solitario. Esta nueva "ca<strong>la</strong>midad", <strong>la</strong> del alcoholismo, provoca <strong>la</strong><br />

"desorganización de <strong>la</strong> familia, contraviene el imperativo del ahorro, favorece <strong>la</strong><br />

despob<strong>la</strong>ción, acelera <strong>la</strong> degeneración de <strong>la</strong> familia, contraviene el imperativo del<br />

ahorro, favorece <strong>la</strong> despob<strong>la</strong>ción, acelera <strong>la</strong> degeneración de <strong>la</strong> raza, atiza <strong>la</strong> discordia<br />

social y atenta <strong>la</strong> grandeza de <strong>la</strong> patria". Para triunfar sobre esta "nueva ca<strong>la</strong>midad",<br />

vincu<strong>la</strong>da con <strong>la</strong> "inmoralidad obrera", médicos e integrantes de los sectores dominantes<br />

de <strong>la</strong> sociedad, coincidirán en que lo más conveniente es "empezar por moralizar al<br />

proletariado". (2001:545)<br />

En nuestro país, en <strong>la</strong> campaña antialcohólica de inicios del siglo XX, confluirán<br />

médicos, maestros y patrones, culpabilizando a los sectores popu<strong>la</strong>res por este "vicio"<br />

que tantos efectos negativos genera sobre <strong>la</strong> productividad de <strong>la</strong>s fábricas, ante el<br />

ausentismo reiterado y los accidentes de trabajo que se suceden. Pero también<br />

socialistas, anarquistas y sindicalistas se sumarán a esta verdadera cruzada contra el


alcohol, al que catalogarán de principal obstáculo a <strong>la</strong> organización obrera y a <strong>la</strong><br />

revolución social, pues al igual que <strong>la</strong> religión confunde <strong>la</strong>s conciencias y entorpece el<br />

desarrollo de <strong>la</strong> lucha de c<strong>la</strong>ses. (Barrán, 1995, T3: 248-249)<br />

Alcoholismo y vagancia parecerían confundirse, así como ocio e insubordinación y<br />

alcoholismo e inmoralidad. También <strong>la</strong> construcción histórica y social va a vincu<strong>la</strong>r el<br />

ocio con el crimen. La "indigencia", dirá Donzelot (1991) se torna "ilegalidad".<br />

Las pa<strong>la</strong>bras se confunden, se funden. Horacio de Marsilio (1969) en su estudio acerca<br />

del lenguaje de los uruguayos analiza los significados de algunos términos insta<strong>la</strong>dos en<br />

el lunfardo a fines del siglo XIX. En ese período, seña<strong>la</strong> Marsilio, A. Dellepiane define<br />

al lunfardo como el lenguaje del delito. La expresión "atorrante", de uso actual, significa<br />

"vago, ocioso, lo mismo que reo".<br />

La etimología de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra atorrante es sumamente curiosa. Se vincu<strong>la</strong> a <strong>la</strong>s primeras<br />

obras de saneamiento del siglo XIX, realizada con caños importados de Francia en los<br />

cuales parecía leerse <strong>la</strong> inscripción "A. Torrat" o, en otra versión, estos caños se<br />

insta<strong>la</strong>ban en un predio propiedad de "Torrent". Los vagos, ociosos, desocupados, eran<br />

los que "dormían en los caños de Torrent" o "en los caños A. Torrat". Luego, alg<strong>una</strong> de<br />

estas expresiones se deslizaría hasta <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra "atorrante". (Marsilio, 1969)<br />

En 1882 se sanciona en nuestro país <strong>la</strong> Ley Nº 1582, en <strong>la</strong> cual se identifica <strong>la</strong> figura del<br />

"vago adulto"; así, puede leerse en el Art. 2: "Serán dec<strong>la</strong>rados vagos los que no poseen<br />

bienes o rentas y siendo aptos para el trabajo no ejercen habitualmente profesión, arte u<br />

oficio". Esta misma ley, en su Art. 14 abarca a los "menores de edad, encauzados por<br />

vagos o dec<strong>la</strong>rados tales por juez competente", quienes en primera instancia serán<br />

entregados a sus padres y en caso de reincidencia "se destinarán al Taller de Artes y<br />

Oficios". Con anterioridad a esta legis<strong>la</strong>ción, el reg<strong>la</strong>mento de Policía de 1827<br />

establecía <strong>la</strong> aprehensión de "vagos y malentretenidos" y los destinaba al servicio de <strong>la</strong>s<br />

armas por seis años; quienes "resultaran inútiles hasta para eso", se destinarían a<br />

trabajos públicos durante cuatro meses.<br />

Ofelia Grezzi, en Prólogo al texto de M. Pavarini (1995), no ha tenido reparos en<br />

seña<strong>la</strong>r que "vagos y malentretenidos" constituyeron "<strong>la</strong> preocupación de todos los<br />

gobiernos antes de entrar en <strong>la</strong> ciencia penal como paradigma de <strong>la</strong> peligrosidad sin<br />

delito".<br />

En el tránsito hacia <strong>la</strong> "modernización" del Uruguay, Barrán advierte acerca de <strong>la</strong><br />

"sagaz" asociación que J. P. Vare<strong>la</strong> realiza entre el niño, "un bárbaro etáreo", y el<br />

gaucho, "un bárbaro cultural". En 1865, Vare<strong>la</strong> escribe en <strong>la</strong> Revista Literaria, que el<br />

gaucho -en 1877 agregará el niño- vivía en "<strong>la</strong> libertad salvaje (…) <strong>la</strong> libertad que no<br />

refrena ni <strong>la</strong>s ma<strong>la</strong>s costumbres ni los vicios y que hace que el hombre se aproxime más<br />

y más hacia <strong>la</strong> esfera del animal". El mal del gaucho -y del niño sin escue<strong>la</strong>, añadirá<br />

luego- resulta de su "horror al trabajo", actividad que "ennoblece <strong>la</strong> criatura y fortifica<br />

en el hombre <strong>la</strong>s sanas ideas". "La ociosidad" en <strong>la</strong> que "los gauchos pasan su vida (…)<br />

es fuente de todos los vicios y de todos los males". De aquí resulta el "atraso"<br />

económico del país, sus guerras civiles endémicas, pues "políticamente considerados,<br />

los gauchos son elementos disolventes". Sólo <strong>la</strong> educación "haría del gaucho -y del<br />

niño-, de esos elementos ociosos y levantiscos bárbaros, ciudadanos trabajadores y<br />

pacíficos: civilizados". (Barrán, 1994, T1:21)


Así como el sujeto ocioso del siglo XIX, el "vago", constituiría el b<strong>la</strong>nco de <strong>la</strong>s acciones<br />

civilizatorias, en tanto sujeto "desajustado" al modelo socioeconómico emergente, así<br />

también el Estado benefactor reconocerá en el varón adulto desocupado el sujeto<br />

"vergonzante" de <strong>la</strong>s políticas asistenciales. (Grassi; Hintze; Neufeld; 1994:16-17)<br />

La situación "vergonzante" se concibe en tanto <strong>la</strong> "desocupación" parecería devenir de<br />

desajustes de índole personal, de donde <strong>la</strong> opción del sujeto por <strong>la</strong> ociosidad prevalece<br />

por encima de <strong>la</strong> opción <strong>la</strong>boral. De alg<strong>una</strong> forma, este sujeto "vergonzante" de <strong>la</strong>s<br />

políticas asistenciales -en oposición a los "legítimos" (madres solteras, discapacitados,<br />

ancianos, niños, etc.)- parecería resultar heredero de <strong>la</strong> antiquísima figura del "vago", tal<br />

como lo definía <strong>la</strong> Ley de 1882.<br />

Precisiones conceptuales<br />

_______________________________________<br />

Los dispositivos tute<strong>la</strong>res de atención a <strong>la</strong> "minoridad"<br />

En <strong>la</strong> doctrina uruguaya de los últimos años han sido estudiadas extensamente <strong>la</strong>s<br />

circunstancias históricas en que se gesta el Código del Niño.<br />

Tal como lo recoge Carlos Uriarte (1999), "el Uruguay de <strong>la</strong> década del 30, en los<br />

ámbitos de cultura dominante resolvió darse <strong>una</strong> organización 'civilizada'. Bajo el<br />

imperio del saber médico, con <strong>la</strong>s coordenadas ideológicas del positivismo etiológico<br />

como discurso dominante, y con <strong>una</strong> cierta cultura racista de <strong>la</strong> niñez, se sancionó el<br />

Código del Niño. Familia, salud y escue<strong>la</strong> serán <strong>la</strong>s bases de disciplina social que él<br />

consagra".<br />

En su formu<strong>la</strong>ción, el Código del Niño es el documento emblemático de lo que<br />

actualmente conocemos por Doctrina de <strong>la</strong> Situación Irregu<strong>la</strong>r, eje que vertebra el<br />

sistema de protección-control, instaurado en América Latina en <strong>la</strong> década del 30, que<br />

alude a "<strong>la</strong> creación de un marco jurídico que legitime <strong>una</strong> intervención estatal<br />

discrecional sobre esa suerte de producto residual de <strong>la</strong> categoría infancia, constituida<br />

por el mundo de los 'menores'. La indistinción entre abandonados y delincuentes es <strong>la</strong><br />

piedra angu<strong>la</strong>r de este magma jurídico". (García Méndez, 1994)<br />

La Doctrina de <strong>la</strong> Situación Irregu<strong>la</strong>r estará entonces destinada a "atender" a los "otros<br />

niños", los "menores", y a <strong>la</strong>s "otras familias", aquel<strong>la</strong>s que quedarán pautadas como<br />

"descuidando" sus funciones tute<strong>la</strong>res. Si bien pensamos que no nos compete aquí hacer<br />

<strong>una</strong> descripción detal<strong>la</strong>da de <strong>la</strong> Doctrina de <strong>la</strong> Situación Irregu<strong>la</strong>r y del Código del Niño<br />

de 1934; consideramos importante subrayar que los destinatarios de esta Doctrina no<br />

son todos los niños y niñas, y que tampoco <strong>la</strong>s leyes sustentadas por esta Doctrina se<br />

preocupan por todos los derechos de <strong>la</strong> niñez, pero sí por <strong>la</strong> protección y <strong>la</strong> vigi<strong>la</strong>ncia.<br />

Es esta Doctrina que mide a los niños y sus familias con parámetros de desviación e<br />

irregu<strong>la</strong>ridad, siendo <strong>la</strong> figura de <strong>la</strong> exclusión por excelencia. Es <strong>la</strong> Doctrina que habilita<br />

a hab<strong>la</strong>r de reinserción, reeducación, rehabilitación, al sostenerse en <strong>una</strong> visión<br />

unificadora de <strong>la</strong> sociedad.


Situación irregu<strong>la</strong>r tan vaga, tan ambigua, que habilita a <strong>una</strong> intervención casi ilimitada<br />

sobre aquellos que no se integran a <strong>la</strong> sociedad consensual, pero fundamentalmente<br />

sobre los "carenciados", siendo en resumidas cuentas, <strong>la</strong> doctrina de <strong>la</strong> carencia. Se<br />

gesta así <strong>la</strong> "niñez en situación irregu<strong>la</strong>r", el denominado "menor", abandonado o<br />

infractor; construcción social de <strong>la</strong> minoridad infractora y abandonada, que genera <strong>una</strong><br />

versión estereotipada y descalificada de algunos niños, niñas y adolescentes.<br />

Donzelot (1979) al hacer referencia al proceso francés de construcción de <strong>la</strong> categoría<br />

de "niños inadaptados" -que bien podemos vincu<strong>la</strong>r con <strong>la</strong> categoría "menor"- seña<strong>la</strong><br />

que en dicho desarrollo se despliega en los aparatos de tute<strong>la</strong> "un método de análisis"<br />

que permite "codificar, refundir en un mismo molde, <strong>la</strong>s categorías que dependían bien<br />

de lo judicial (niños delincuentes), bien de lo asistencial (infancia desgraciada y<br />

abandonada)". (Donzelot, 1979: 147-148)<br />

Se construye así <strong>una</strong> cierta circu<strong>la</strong>ridad explicativa entre el abandono y <strong>la</strong> infracción, de<br />

donde resulta que "el abandono es factor del delito, y el delito a su vez, es un momento<br />

del abandono", (Uriarte, C., 1999) consagrándose <strong>la</strong> indistinción entre un estado y el<br />

otro. La Exposición de Motivos del Código del Niño lo expresa c<strong>la</strong>ramente: "El delito<br />

cometido por un niño, o por un adolescente es muy a menudo un episodio, un simple<br />

accidente de su vida de libertad, de vagancia o de abandono…"<br />

La categorización del abandono, esa norma "transida de moral (o moralina) de suyo<br />

indefinible", dirá Uriarte, selecciona para su consagración normativa determinadas<br />

situaciones asociadas a cuadros de pobreza: vagancia, mendicidad, etcétera. De esta<br />

manera, <strong>la</strong> vincu<strong>la</strong>ción entre pobreza y peligrosidad parece cobrar vida propia; <strong>la</strong><br />

pobreza resulta criminalizada y el abandono es "construido punitivamente". (Erosa, H.,<br />

2000)<br />

Si el abandono supone <strong>la</strong> posibilidad -previsible- de <strong>la</strong> infracción, en tanto pobreza,<br />

riesgo social y peligrosidad se vincu<strong>la</strong>n, <strong>una</strong> vez que se ingresa a los dispositivos<br />

públicos de atención, o sea <strong>una</strong> vez que el sujeto se inscribe en <strong>la</strong> categoría "menor<br />

abandonado-delincuente", ¿el pronóstico no está ya formu<strong>la</strong>do?; ¿no hay entonces <strong>una</strong><br />

"estación terminal" previamente definida?; ¿no resulta esta, paradojalmente opuesta a <strong>la</strong><br />

"estación" -abierta y sin límites- que se concibe para <strong>la</strong> infancia?; ¿no hay ya un destino<br />

para su vida adulta diseñado desde los ámbitos públicos de atención a <strong>la</strong> infancia? y<br />

finalmente ¿no reside aquí el mayor signo del fracaso de los dispositivos tute<strong>la</strong>res de <strong>la</strong><br />

infancia que han promulgado históricamente el amparo y <strong>la</strong> protección, y han concluido,<br />

criminalizando los trayectos sociales de sus beneficiarios?<br />

Costa y Gagliano (2000) en su mirada histórica a <strong>la</strong> infancia desde <strong>la</strong>s políticas públicas<br />

argentinas han seña<strong>la</strong>do <strong>la</strong> paradoja que <strong>la</strong> construcción de <strong>la</strong> minoridad conlleva con<br />

re<strong>la</strong>ción a <strong>la</strong> infancia "normalizada"; así, "el pasaje al ámbito de <strong>la</strong> minoridad implica el<br />

habitar y recorrer un único lugar, inicial y terminal. El lugar del niño es por oposición,<br />

<strong>una</strong> estación inicial con futuro abierto (…) el fracaso de <strong>la</strong>s instituciones de <strong>la</strong><br />

minoridad transitó por corredores y pasadizos que condujeron a formas juveniles y<br />

adultas de ais<strong>la</strong>miento, violencia, adicción, delincuencia: cárceles y psiquiátricos<br />

resultaron ser estaciones terminales de un viaje que se inició tempranamente en <strong>la</strong><br />

distinción binaria de <strong>la</strong> niñez".


La Doctrina de <strong>la</strong> Protección Integral de <strong>la</strong> Infancia, recogida básicamente por <strong>la</strong><br />

Convención Internacional sobre los Derechos del Niño,[10] constituye un salto<br />

paradigmático, en <strong>la</strong> medida en que deja de <strong>la</strong>do el binomio abandono/infracción como<br />

concepto indiscriminado, produciendo un viraje en <strong>la</strong> visualización de <strong>la</strong> infancia.<br />

En esencia, <strong>la</strong> Convención sobre los Derechos del Niño, permite cuestionar el<br />

paradigma tute<strong>la</strong>r (paternalista) y defensista (vincu<strong>la</strong>do a <strong>la</strong> defensa social),<br />

confrontándolo al paradigma del niño sujeto de derechos.<br />

Como p<strong>la</strong>ntea Emilio García Méndez (1994), <strong>la</strong> Doctrina de <strong>la</strong> Protección Integral,<br />

recoge cambios de <strong>la</strong> sensibilidad social, resultando también motor de transformaciones<br />

de <strong>una</strong> concepción de "minoridad como objeto de <strong>la</strong> compasión-represión de los adultos,<br />

a <strong>la</strong> infancia - adolescencia como sujeto pleno de derechos".<br />

Pasar de <strong>una</strong> doctrina a otra implicará, como lo sostiene el pedagogo brasileño Antonio<br />

Carlos Gomes da Costa, salir de <strong>una</strong> concepción de niño como objeto de necesidades de<br />

los adultos, para concebir a ese mismo niño como un detentor de derechos exigibles con<br />

base en <strong>la</strong> ley. Esta doctrina visualiza además a los niños como personas en peculiar<br />

condición de desarrollo, siendo los derechos humanos fundamentales aplicables a ellos<br />

según esta condición particu<strong>la</strong>r. El niño significa un valor para <strong>la</strong> sociedad, valor<br />

intrínseco como persona humana y valor proyectivo en <strong>la</strong> medida en que cada niño, niña<br />

o adolescente es portador de futuro.<br />

Si bien <strong>la</strong> Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, significa un<br />

importante cambio no sólo por razones estrictamente jurídicas, sino porque determina<br />

<strong>una</strong> percepción nueva de <strong>la</strong> condición de <strong>la</strong> infancia, hoy en día nos encontramos en <strong>una</strong><br />

situación que tiene cierto carácter paradojal. Tal como lo p<strong>la</strong>ntea <strong>la</strong> antropóloga Susana<br />

Iglesias, en <strong>una</strong> época donde "<strong>la</strong> pérdida del sentido de lo colectivo es un rasgo axial de<br />

esta sociedad, en <strong>una</strong> suerte de espejo negativo, <strong>la</strong> reivindicación de los derechos<br />

humanos nunca fue manejada en <strong>la</strong> cotidianeidad como ahora".<br />

Uruguay asiste a <strong>una</strong> notoria vulneración de los derechos de <strong>la</strong> infancia y <strong>la</strong><br />

adolescencia, como resultado de los niveles de pobreza que presenta el país y que<br />

específicamente alcanzan <strong>una</strong> mayor expresión en los grupos mencionados. En abril de<br />

2004, UNICEF presentó el Observatorio de los derechos de <strong>la</strong> infancia y adolescencia<br />

en el Uruguay, con el objetivo de monitorear el cumplimiento de los derechos<br />

consagrados en <strong>la</strong> Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. Allí se<br />

muestra un 46 por ciento de niños menores de 6 años por debajo de <strong>la</strong> línea de pobreza.<br />

En <strong>la</strong> franja de 13 a 17 años, <strong>la</strong> pobreza alcanza al 34, 6 por ciento.<br />

Respecto de los/<strong>la</strong>s adolescentes de 13 a 17 años se seña<strong>la</strong> que junto con los niños ha<br />

sido uno de los grupos más afectados por <strong>la</strong> pobreza. Se identifica que uno de cada seis<br />

adolescentes se encuentra fuera del sistema educativo, siete de cada diez adolescentes<br />

que trabajan no asisten a ningún centro educativo y un significativo número de<br />

adolescentes no estudia, no trabaja y no busca trabajo.<br />

El Observatorio expresa <strong>la</strong> escasa "visibilidad" de los problemas de salud de los<br />

adolescentes, <strong>la</strong> estigmatización de éstos en materia delictiva y <strong>la</strong> ausencia de espacios<br />

de participación propios, así como su no consideración a <strong>la</strong> hora de tomar decisiones<br />

que los afectan.


No podemos dejar de mencionar que este proceso de estudio se realizó previo a <strong>la</strong><br />

sanción del Código de <strong>la</strong> Niñez y Adolescencia (Ley 17823 del 7 de setiembre de 2004),<br />

que introduce un nuevo marco normativo, así como prácticas institucionales y<br />

profesionales que demandarán abrir específicas indagaciones en torno de esta temática.<br />

Marco conceptual metodológico de <strong>la</strong> investigación*<br />

_______________________________________<br />

Lic. en Psic. Alicia Abal, Psic. Ariadna Cheroni, Magister Sandra Leopold<br />

El objetivo general de esta investigación es <strong>la</strong> descripción comprensiva de <strong>la</strong>s creencias,<br />

percepciones, emociones, sentimientos, re<strong>la</strong>ciones familiares, sociales y culturales,<br />

constitutivas de <strong>la</strong>s trayectorias vitales de los adolescentes sancionados en forma<br />

reiterada por el Sistema Penal Juvenil, y que integran <strong>una</strong> parte esencial de su<br />

subjetividad.<br />

El punto de partida del proyecto se encuadra en el paradigma accionalista, centrado en<br />

<strong>la</strong> singu<strong>la</strong>ridad del sujeto, que nos permite abordar los motivos que orientan sus<br />

elecciones y sus acciones y describir <strong>una</strong> visión del acontecer de <strong>la</strong> vida de estos<br />

jóvenes.<br />

La investigación no estuvo dirigida por hipótesis fijadas a priori que debieran ser<br />

comprobadas sino que se orientó por <strong>la</strong> búsqueda de comprensión, entendimiento y<br />

exposición de <strong>una</strong> realidad desde <strong>la</strong> voz de los actores, no atendida suficientemente en<br />

estudios preliminares realizados en nuestro medio. Por ello, se optó por un abordaje<br />

cualitativo que permite acceder al mundo de vida de los sujetos e intentar comprender<br />

<strong>la</strong>s motivaciones y creencias personales subsumidas en sus configuraciones.<br />

Como seña<strong>la</strong>ran Taylor y Bodgan,[11] en este tipo de investigación lo que interesa es<br />

comprender el comportamiento humano desde el marco de referencia de quien actúa,<br />

asumiendo, mediante un proceso de empatía, <strong>una</strong> perspectiva desde el punto de vista de<br />

los sujetos. Es necesario comprender el encadenamiento de contingencias que afectan<br />

los tránsitos vitales y <strong>la</strong> serie de acciones que se realizan en los procesos de<br />

construcción de identidad, así como profundizar en <strong>la</strong>s definiciones de <strong>la</strong> situación<br />

desde <strong>la</strong> voz de los actores; es decir desde su percepción e interpretación de <strong>la</strong> realidad y<br />

<strong>la</strong> forma en que ésta se re<strong>la</strong>ciona con su accionar.<br />

A partir de modalidades provistas, en parte, por el método etnográfico es posible<br />

abordar <strong>la</strong>s realidades vivenciales de adolescentes, para quienes <strong>la</strong> infracción adquiere<br />

<strong>una</strong> presencia central en su cotidianidad, que nos permita ahondar en el conocimiento de<br />

sus realidades, reg<strong>la</strong>s, normas, códigos, modos de vida de este conjunto de jóvenes.<br />

Con esa finalidad <strong>la</strong> investigación fue concebida desde <strong>una</strong> serie de conjeturas<br />

re<strong>la</strong>tivamente p<strong>la</strong>usibles por el conocimiento de <strong>la</strong> temática que poseían <strong>la</strong>s<br />

investigadoras a cargo del proyecto; esto permitió definir <strong>una</strong> serie de tópicos que se<br />

abordarían desde un diseño de investigación flexible que permitiera incorporar los<br />

emergentes que en el transcurso de <strong>la</strong> investigación surgieran.


En síntesis, <strong>la</strong> opción por <strong>una</strong> <strong>aproximación</strong> metodológica cualitativa se justifica en el<br />

interés de describir y comprender los recorridos de vida más que explicar <strong>la</strong>s conductas<br />

pasadas o actuales de estos adolescentes.<br />

Universo y muestra<br />

El universo concierne a adolescentes internados en los centros del Instituto Técnico de<br />

Rehabilitación Juvenil (INTERJ) del <strong>INAU</strong>, así como a adolescentes con medidas<br />

alternativas a <strong>la</strong> privación de libertad.<br />

En esta investigación se optó por <strong>la</strong> realización de un muestreo cualitativo donde los<br />

criterios son los de relevancia y no de circunstancia estructural. El propósito de este tipo<br />

de muestreo consiste en atender los emergentes desde <strong>una</strong> nueva mirada y no <strong>la</strong><br />

verificación de hechos; su validez se afianza en criterios sustantivos que refieren al<br />

universo, no en criterios formales -en términos de probabilidad estadística- cuya validez<br />

sólo puede alcanzarse por medio de muestras aleatorias.<br />

En el proceso de toma de decisiones de muestreo se resolvió, en primer lugar, asignar<br />

un parámetro de homogeneidad, y en ese sentido se tomó del universo aquellos<br />

adolescentes que contaran con un mínimo de tres infracciones para el enfoque analítico<br />

comparativo.<br />

Luego se acordaron criterios de heterogeneidad, tales como incluir a adolescentes de<br />

diferentes edades, género y tener en cuenta <strong>la</strong> variedad del universo en cuanto a <strong>la</strong><br />

demarcación de adolescentes en condiciones de privación de libertad y con medidas<br />

alternativas a <strong>la</strong> privación de libertad. Ambos criterios, de acuerdo a <strong>la</strong>s conjeturas<br />

preliminares, posibilitan <strong>la</strong> captación de <strong>la</strong> diversidad en trayectorias de vida más allá de<br />

algunos determinantes básicos.<br />

El muestreo final de veintiún adolescentes quedó configurado de <strong>la</strong> siguiente forma:<br />

a) siete adolescentes varones en privación de libertad internados en La Casona e<br />

Ituzaingó, del grupo de edad mayor de 15 y menores de 18 años; b) cuatro adolescentes<br />

mujeres internadas en el Centro de Ingreso de Adolescentes Femeninas (CIAF), con<br />

edades entre 12 a 18 años; c) tres adolescentes varones del hogar Cimarrones; d) tres<br />

adolescentes menores de 15 años de Desafío; e) cuatro adolescentes varones y mujeres<br />

en medidas alternativas a <strong>la</strong> privación de libertad, gestionadas por <strong>la</strong>s ONG: Vida y<br />

Educación y Defensa del Niño Internacional.<br />

Técnicas<br />

Con el objetivo de adoptar <strong>una</strong> perspectiva diacrónica que posibilite analizar momentossituaciones<br />

estructurantes en <strong>la</strong> configuración subjetiva de <strong>la</strong>s identidades adolescentes a<br />

partir de sus condiciones materiales de existencia, que permita un acceso directo a <strong>la</strong>s<br />

re<strong>la</strong>ciones sociales en <strong>la</strong>s que estuvieron implicados, se ha optado por <strong>la</strong><br />

implementación de <strong>la</strong> técnica de re<strong>la</strong>to biográfico por medio de <strong>la</strong> realización de <strong>una</strong><br />

serie de entrevistas en profundidad efectuadas a cada uno de los involucrados en <strong>la</strong><br />

muestra.


A partir de <strong>la</strong>s conjeturas iniciales y p<strong>la</strong>usibles se realizó <strong>una</strong> suerte de guión de<br />

entrevista con tópicos tentativos a considerar y reformu<strong>la</strong>r desde los emergentes; en<br />

cada uno de los casos se realizaron por lo menos dos entrevistas individuales con<br />

preguntas disparadoras que permitían a los adolescentes entrevistados expresarse directa<br />

y espontáneamente sobre, básicamente, <strong>la</strong>s experiencias y percepciones que fueron<br />

marcando <strong>la</strong> biografía de cada uno.<br />

La situación interactiva durante <strong>la</strong>s entrevistas, de carácter no intrusivo, estimuló y<br />

acompañó empáticamente el discurso de cada adolescente según un guión flexible y<br />

adaptable a su re<strong>la</strong>to. En el inicio con los temas emergentes de <strong>la</strong>s primeras entrevistas,<br />

se retomaron en <strong>la</strong>s siguientes algunos componentes que permitieran profundizar en los<br />

temas, fuerte o débilmente tratados en anteriores reuniones.<br />

(*) La autoría de este ítem corresponde a Inés Iens.<br />

Capítulo I<br />

AUSENCIA Y PRESENCIAS: LÍNEAS DE REFLEXIÓN E INTERROGANTES<br />

Nada novedosa resulta <strong>la</strong> comprobación de que los agrupamientos familiares de los<br />

adolescentes entrevistados están notoriamente distantes de <strong>la</strong> familia nuclear, con sus<br />

parámetros modelísticos parsonianos, históricamente dominantes en nuestras políticas<br />

públicas de atención a <strong>la</strong> infancia. Así, se entremezc<strong>la</strong>n ausencias y presencias (padres,<br />

madres, hermanos, primos, sobrinos, tíos, abuelos, cuñados), que arrojan fórmu<strong>la</strong>s de<br />

convivencias diversas, no siempre perdurables en el tiempo y -a pesar de <strong>la</strong>s semejanzas<br />

que se puedan establecer- para nada reductibles a <strong>la</strong> formu<strong>la</strong>ción de familia extensa.<br />

Se visualizan alteraciones en el ejercicio de ciertos roles (autoridad, provisión, etc.), así<br />

como discontinuidades intergeneracionales. Estos aspectos abren <strong>la</strong> interrogante acerca<br />

de <strong>la</strong>s implicancias de estos fenómenos en <strong>la</strong> conformación de <strong>la</strong> matriz subjetiva de<br />

cada individuo, en tanto esta función, en el marco de <strong>la</strong> sociedad capitalista, ha sido<br />

adjudicada a <strong>la</strong> familia.<br />

Los padres se observan mayoritariamente ausentes, ya sea porque se ignora su identidad<br />

o porque se han interrumpido, desde hace años, los nexos re<strong>la</strong>cionales, o estos no han<br />

sido continuos. En un solo re<strong>la</strong>to <strong>la</strong> ausencia paterna responde a <strong>una</strong> muerte trágica:<br />

(R): "Mi padre biológico no sé quién es."<br />

(V): "No me acuerdo mucho porque no me gusta... que no conozco a mi viejo... Que no<br />

conozco a mi padre, mi padre me dejó tirado a los cinco meses... tengo a mi padrastro...<br />

Sé que era de esos botones ...que era botón... era militar, de particu<strong>la</strong>r andaba él... tengo<br />

<strong>la</strong>s medal<strong>la</strong>s y eso en casa, hay de todo de él, no quiero nada... tengo todo... Nunca lo vi,<br />

no lo conozco... lo conozco por <strong>una</strong> fotito que tengo ahí, después no lo conozco... no sé<br />

si está muerto, si está vivo, yo qué sé... no sé... no sé... no sé ..."<br />

(A): "A mi padre lo conocí cundo vino para acá y ta,, ahí lo conocí (…) Ahí lo conocí,<br />

no sé dónde está ahora. Ni idea donde vive."


(I): "Mi padre hace como cinco años que no lo veo, viví con él de chico, pero ta. Ahora<br />

ya está, porque es así. No lo veo como de los 13, algo así. 18, ahora tengo 18. Lo dejé<br />

de ver por él y por mí, pero ta, ta. (…) Con mi padre no me llevo ni… yo no quiero<br />

saber nada con mi padre (…) Ya fue. …Tampoco me interesa, no me interesa nada."<br />

(M): "Mis padres hace tiempo que se separaron, y a mi padre no lo vi más desde que soy<br />

chico, (…) si mi padre se murió, no me importa.."<br />

(P): "Mi padre, Luis Alberto, se fue cuando yo tenía 7 años. Se fue pa Argentina con<br />

otra mujer. Dejó a mi madre, que quedó so<strong>la</strong> con nosotros que éramos 6 .(…) Ni idea.<br />

Era policía, me parece. Era botón (risas). Un padre policía y un hijo <strong>la</strong>drón. Si se<br />

enteran me van a gastar a cada rato. Se fue para Buenos Aires, para <strong>la</strong> capital de<br />

Argentina. Cuando estuve en el hospital vino, y ya había venido un par de veces. Venía<br />

y se iba, venía y se iba. Hab<strong>la</strong>mos cuando vino, y le dije: 'te acordás de tu hijo, cuando<br />

se está muriendo en un hospital y antes no'. 'Ah, por lo menos vine'. Le dije: 'me estás<br />

echando en cara que viniste'. Dice: 'no, cómo te voy a echar en cara', y ahí se fue.<br />

Después vino al otro día y me dejó más tranquilo. Me quería poner un abogado, a ver si<br />

podía salir. No pude salir, así que se fue pa Argentina, de nuevo, solo. Me quería llevar<br />

pa Argentina y todo, pero no, qué voy a ir, si tengo a mi madre. No dejaría a mi madre.<br />

Me dolería. Si el<strong>la</strong> me crió 17 años, no <strong>la</strong> voy a dejar porque viene este a llevarme pa<br />

Argentina. Nooo. Si él nunca se preocupó por mí. Lo veía <strong>una</strong> vez por año, como quien<br />

dice."<br />

(C): (Su padre vivió en Argentina) "Uh, bastante. Mi padre iba y venía cuando yo era<br />

chico. Se iba, se quedaba bastante, como un año o menos, y en menos de un año volvía<br />

y después se iba de nuevo. (Vivió con su padre) De bebé, pero no mucho (…) mi padre<br />

venía de Argentina, venía por unos días o unos meses y nunca estaba."<br />

(M): "Mis padres hace tiempo que se separaron, y a mi padre no lo vi más desde que soy<br />

chico."<br />

(W): "Ah!, si... a mi papá lo mataron cuando yo tenía cuatro años. Lo mató <strong>una</strong> mujer y<br />

el hijo, porque tenían problemas con el hermano de mi papá, y él salió a defenderlo. Le<br />

dieron 7 puña<strong>la</strong>das, 3 en <strong>la</strong> espalda y 4 en el corazón. Fue muy duro criarme sin mi<br />

papá."<br />

En caso de ser <strong>una</strong> figura presente, <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción padre-hijo se enmarca con algún nivel de<br />

"dificultad" vincu<strong>la</strong>r, ya sea porque el padre parecería resultar distante por "arisco",<br />

"cerrado" y "duro" o porque no ejerce cuidados, no cumple con <strong>la</strong> provisión esperable,<br />

no se "acuerda", no acompaña durante <strong>la</strong>s internaciones o simplemente observarse -en<br />

cierta medida- inaprensible:<br />

(J): "Con mi padre no (me llevo) mucho (…) Es como muy cerrado, se cierra mucho<br />

(…) Hasta el año pasado no me hab<strong>la</strong>ba porque, porque no me quería ver porque estaba<br />

preso y eso, viste (…) Después que me fui egresado me l<strong>la</strong>maba y todo, tomábamos<br />

mate juntos. Después pasó un mes y ya se puso arisco otra vez. Ta, yo qué sé, con mi<br />

viejo está todo bien también digo, me quiere mucho y ta, no quiere que robe más ni que<br />

me drogue ni nada pero ya como que con mi viejo es distinto porque mi viejo tiene <strong>una</strong><br />

manera de ser, es duro y yo qué sé cuándo se quema así, está mal así, hace <strong>la</strong> de él, no<br />

es como mi vieja que lo demuestra, mi viejo no lo demuestra, parece más fuerte."


(O): "Mi padre vive a <strong>una</strong> cuadra y tiene todo... Vive a <strong>una</strong> cuadra y trabaja en <strong>la</strong><br />

Palmolive... tiene todo... jabón... champú... pasta de diente... cepillo... porque en el<br />

trabajo ahí cada día le dan <strong>una</strong> caja así con todo... Y tiene abundantes cajas de esas... y<br />

no es capaz de llevarle <strong>una</strong>... a mi madre o a mi hermano... no es capaz de llevarle un<br />

cepillo, <strong>una</strong> pasta de dientes... Imaginate vive a <strong>una</strong> cuadra y no se acuerda de mi<br />

hermano… No, no es capaz de venir a verme… Pero padre mío no es... para mí él me<br />

hizo... padre mío no es... porque él sabe que yo no lo quiero..."<br />

(B): "Mi padre como que es alcohólico así, digo, cualquier trabajo que agarre se gastaba<br />

<strong>la</strong> p<strong>la</strong>ta, tá y llevaba a veces a casa poco y no daba."<br />

(L): "Mi viejo... estaba re- quemado... mi viejo cuando estuve preso yo, fue <strong>una</strong> vez so<strong>la</strong><br />

a verme, no más (…) "Mi padre... yo qué sé... ta todo bien, yo qué sé... Mi padre<br />

<strong>la</strong>bura... <strong>la</strong>bura en un quiosco... Si... mi madre trabaja en <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>... es limpiadora…<br />

No, él trabajó, era militar... se jubiló... (…) si, me hab<strong>la</strong>, le hablo, como todo... yo qué<br />

sé..."<br />

(I): "Nunca me vio (en <strong>la</strong>s internaciones) pero sabía y ta, no me fue a ver y ta."<br />

En un par de re<strong>la</strong>tos, <strong>la</strong> figura paterna se visualiza omnipresente y admirada -en<br />

términos de asemejar<strong>la</strong> a grandes personalidades o ubicar<strong>la</strong> por encima de Dios- ,<br />

aunque esta presentación tampoco parecería resolver <strong>la</strong>s líneas de dificultad<br />

anteriormente seña<strong>la</strong>das:<br />

(Z):"Pa… yo qué sé mi padre. Lo veo serio pero ta… siempre luchando, siempre<br />

<strong>la</strong>burando. Y ta ahí, porque ta, siempre fue serio. Y ta ahí… yo lo admiro, lo admiro a<br />

mi viejo porque ta, yo no me llevo mucho con él, porque somos dos caracteres así, muy<br />

fuertes (…) Mi viejo siempre me habló, siempre me aconsejó para el bien (…) Un<br />

orgullo, para él es un orgullo, para mí también. El va a todos <strong>la</strong>dos entrevistas en Canal<br />

12, en el 5, en señal 1. (…) Una vuelta le regalé un coso con el signo de Leo y siempre<br />

lo jodo a él: Hitler era de Leo, Fidel Castro es de Leo, todos los revolucionarios…<br />

grandes personalidades."<br />

(F): "Ayer tenía <strong>la</strong> visita de mi padre y tenía que ir a ensayar al teatro: 'si no voy al<br />

teatro les fallo a mis compañeras' le dije a mi padre y me dijo: 'andá tranqui<strong>la</strong> que te<br />

espero igual dos o tres horas'. Siempre fue eso de que mi padre me dio todo y no lo<br />

valoré, <strong>la</strong> otra vez que estuve acá me regaló unos walkman, unos Aiwa, que salían $800<br />

y yo los vendí acá a $50. Mi padre me quería matar. Ayer me dijo: 'Recién hoy los<br />

terminé de pagar'. Ahora acá tenemos un equipo, mi padre nos regaló un par<strong>la</strong>nt."<br />

"(…) En <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> privada eran repocos, todos gente con p<strong>la</strong>ta, mi viejo se rompía el<br />

culo para mandarnos a esa escue<strong>la</strong>. El colegio quedaba lejos y además para mi padre era<br />

un terrible gasto que hacía para mandarnos".<br />

"Me llevaron a <strong>la</strong> seccional y mi padre me fue a buscar y preguntaron por mi madre, y<br />

me acuerdo que mi padre se enojó y dijo: 'No, el único que tiene <strong>la</strong> tenencia de el<strong>la</strong> soy<br />

yo, por más que el<strong>la</strong> tenga el apellido de <strong>la</strong> madre, el que tiene derecho a sacar<strong>la</strong> de acá<br />

soy yo. Por más que sea mi hija me hubiera gustado que el susto fuera más grande -dice<br />

mi padre- para que no lo volviera a hacer'.


Por mi padre yo mato. Si lo tocan a mi padre o a alguno de mis hermanos".<br />

"Yo a mi padre siempre le fallé, yo. Entré tres veces y mi padre no falló, le fallé yo. Mi<br />

viejo como que se cansó, cuando yo le dije que me quería entregar, le volvió <strong>la</strong><br />

esperanza en mí. (...) y bueno, digo, fue más que nada que me entregué para no volver a<br />

fal<strong>la</strong>rle a mi padre, haber hab<strong>la</strong>do con él de que me tenía que cuidar, digo, me decidí y<br />

un día también cuando fui a verlo un domingo y me dijo: '¿Me vas a fal<strong>la</strong>r?' y le digo<br />

'No' y después de eso lo hab<strong>la</strong>mos, me entregué en Diagnóstico y me trajeron para acá<br />

(…) y no volverle a fal<strong>la</strong>r a mi padre. Eso era lo más importante. No volverle a fal<strong>la</strong>r a<br />

mi padre. (...) Me gustaría que en sí con mi padre, digo, bueno, yo llego a mi casa y voy<br />

a hacer el cambio, intentar hacer el cambio, digo, que no sé si me va a resultar, no va ser<br />

de un día para otro, pero lo voy a intentar (…) Y digo c<strong>la</strong>ro voy a intentar cambiar, así<br />

hacia mi padre, tratar porque yo veo que mi padre es un tipo que en verdad me va a<br />

apoyar y me va a apoyar mientras viva, y por más que yo esté <strong>una</strong>, o dos o tres veces<br />

acá dentro, que no creo que esté, pero bueno, sé que él va estar siempre a mi <strong>la</strong>do, va a<br />

ser mi padre..."<br />

"Siempre hay que creer en alguien, yo pienso, y creo más en mi padre que en Dios."<br />

El padrastro constituye en algunos casos -en adolescentes varones- <strong>una</strong> figura<br />

comparativamente mejor valorada que <strong>la</strong> del padre, en tanto se le reconocen "mejores<br />

sentimientos", "da todo", aconseja, desde el consumo, el "no hagas esto" y concurre a<br />

<strong>la</strong>s visitas cuando el adolescente está internado:<br />

(A): "Mi padrastro tiene mejores sentimientos, porque si (…) Cuando yo estaba<br />

internado en el Ituzaingó justo él viajó para acá. El vino de allá de <strong>la</strong> Argentina. Tuvo<br />

<strong>una</strong> visita especial de <strong>la</strong> mañana a <strong>la</strong> noche."<br />

(O): (Padrastro) "Bien... es terrible persona… Nada... va al mercado... y todo... es<br />

terrible persona... a él lo quiero como si fuera mi padre... porque a mi padre lo tiro pa<br />

fuera... prefiero tener a él que a mi padre... a él que a mi padre.."<br />

(V): "…Mi padrastro me da todo, soy como al hijo, me compra más cosas a mí que a<br />

mis hermanos."<br />

(C): (Con el padrastro) "Vivo desde los diez meses, creo. Desde chiquito bien... bien.<br />

Ahora más me llevo porque soy más grande (…) Bueno mi padrastro se drogaba, no<br />

mucho, no siempre, tenía p<strong>la</strong>ta y se drogaba y <strong>una</strong> vez me mostró ¿viste? Un papel<br />

b<strong>la</strong>nco que tenía cocaína y me dijo que yo no haga esto, que esto es <strong>la</strong> peor mugre que<br />

hay. Me habló y todo y yo nunca toqué. (…) Ahora, mi padrastro es celoso, pero tenía<br />

celos de mi padre, ¿viste? Entonces yo agarré y cuando mi padrastro estaba enojado por<br />

algo, me quedaba más tiempo en mi casa y todo eso, porque él estaba celoso de mi<br />

padre, para no darle más celos. No, yo veía... Entonces, ta,, el otro se sentía celoso y mi<br />

padre venía de Argentina, venía por unos días o unos meses y nunca estaba... Yo estaba<br />

con mi padrastro y siempre estuve con mi padrastro, que aparte, ¿viste?, ahora es mi<br />

padrastro el que me viene a ver acá.."<br />

A su vez, <strong>una</strong> adolescente denuncia <strong>una</strong> situación de abuso y maltrato vincu<strong>la</strong>da a su<br />

padrastro:


(G): "Porque mi padrastro se abusaba de nosotras y ta, y yo por no matarlo me fui 'e mi<br />

casa. Se hacía el vivo conmigo y con mis dos hermanas. Pero se llega hacer el vivo<br />

ahora y sabés lo qué, lo paso para el otro <strong>la</strong>do del muro. De chica no podía hacer nada.<br />

Ahora ya soy bastante grande (baja <strong>la</strong> voz) para que me venga a tocar. Además que me<br />

pegaba... se abusaba de nosotras. El cuando se iba mi madre (baja <strong>la</strong> voz) nos tocaba<br />

(silencio) (…) nos pegaba mi padrastro."<br />

La figura materna se observa colocada en el lugar del sacrificio, del consejo, del<br />

acompañamiento sistemático, tal cual lo reve<strong>la</strong>n los siguientes re<strong>la</strong>tos.<br />

(J): "Bien de bien, me llevo rebien con mi madre (…) Le ponía p<strong>la</strong>ta en <strong>la</strong> cartera a mi<br />

madre. Mi madre no sabía no. Se dio cuenta <strong>una</strong> vuelta porque le puse como 4.000<br />

pesos, y se dio cuenta y ta, ahí me l<strong>la</strong>mó y estuvimos hab<strong>la</strong>ndo. Me decía que estaba<br />

quemando todo, que me quede quieto, que iba a terminar mal (…) Además mi madre no<br />

nos quiere dejar solos ni nada.. Tiene que ir al hospital para hacerse ver los pulmones y<br />

no va (…) No quiere ir porque sabe que <strong>la</strong> van a dejar internada, para no dejar solo a mi<br />

sobrino chico y eso (…) Estuve tres meses en el hospital, y mi madre los tres meses ahí<br />

conmigo (…) me dice 'ya vamos a salir ade<strong>la</strong>nte', me dice 'algún día vamos a salir<br />

ade<strong>la</strong>nte'."<br />

(I): "Mi madre me hab<strong>la</strong>ba, como toda madre, que pum, que pam, que <strong>la</strong> edad, que me<br />

portara bien , que estudiara, que <strong>la</strong>bure, yo qué sé.."<br />

(A): "¿Mi madre? Y bien, me viene a ver, está todo bien (…) Mi madre me quería hacer<br />

estudiar."<br />

(O): "Mi madre... sólo mamá te viene a ver... Viene sólo el<strong>la</strong>..."<br />

(L): "Mi madre siempre iba, nunca... nunca... todas <strong>la</strong>s visitas iba... (…) Con <strong>la</strong> que me<br />

llevo mejor, con <strong>la</strong> que tengo más trato es con mi vieja... (…) pegado a mi madre...<br />

(siempre fue así) ... Sí... (...) porque yo si tengo algún problema, voy y le cuento a mi<br />

vieja... (a tu padre) ...No, nunca le hab<strong>la</strong>ba... lo hab<strong>la</strong>ba con mi madre... (idea por qué<br />

pasaba eso) ...Noo.."<br />

(H): "Me llevo muy bien, es mi madre y es mi amiga, como es mayor conversamos y me<br />

aconseja."<br />

(V): "Porque antes yo si tenía un problema o algo... o tenía un lío o algo que tenía o algo<br />

que me habían hecho yo lo guardaba pa mí, no lo decía ... y por eso, y como lo guardaba<br />

fumaba porro todo así para ... pa mí ... para que nadie se quemara <strong>la</strong> cabeza ni nada por<br />

mí y ta,, pero después empecé ... y lo tuve que empezar a decir... mi vieja empezó 'por<br />

que te guardás <strong>la</strong>s cosas si <strong>la</strong> podés contar a nosotros que esto y lo otro' ... y ta le<br />

empecé a contar <strong>la</strong>s cosas, todo lo que me pasaba y ta y empecé a dejar el porro, porque<br />

yo fumaba pa eso, dejé empezar ... dejé de tomar, tomar no tomaba mucho pero dejé de<br />

tomar... dejé <strong>la</strong> joda, lo único que fumo es un cigarro."<br />

(W): "Con mi mamá me llevo bien, nada más que <strong>la</strong> hago rezongar de vez en cuando,<br />

pero son cosas que pasan.... El<strong>la</strong> ahora está trabajando, y siempre que cobra, compra


todo para <strong>la</strong> casa, para mis hermanas, para mi hijo y para a e hizo el papel de madre y de<br />

padre."<br />

La constatación expresada, en este último re<strong>la</strong>to, de que <strong>la</strong> madre ejerció <strong>una</strong> suerte de<br />

doble papel, en tanto hizo de "madre y padre" parecería constituir <strong>una</strong> referencia<br />

modelística. Continúa esta última adolescente, que a su vez es madre:<br />

(W): "Un niño para ser feliz, lo primero de todo es el amor de <strong>la</strong> madre. El tiene todo mi<br />

amor y tiene el amor de <strong>la</strong> abue<strong>la</strong>. No tiene el amor del padre pero pienso yo, quizás que<br />

lo pueda cubrir, o cuando él sea grande, cuando me pida para conocer al padre, no se lo<br />

voy a negar, o sea, lo voy a hacer, porque los varoncitos necesitan al padre. Pero<br />

mientras tanto, que él sea chico y no entienda, él va a estar conmigo. Después es<br />

decisión de él. Tampoco lo voy a obligar a no verlo. Si él decide que lo quiere conocer,<br />

perfecto, lo va a conocer. Por ahora no, porque es un niño y no entiende, pero más<br />

ade<strong>la</strong>nte cuando empiece a entender <strong>la</strong>s cosas, si quiere lo va a conocer."<br />

Cuando <strong>la</strong> figura materna no se corresponde con <strong>la</strong> madre biológica, quien se<br />

identifique en el cumplimiento de <strong>la</strong> función parecería reunir los atributos indicados. Al<br />

respecto, seña<strong>la</strong> un adolescente:<br />

(R): "Mi abue<strong>la</strong> viene a ser todo, me crió como quien dice.(…) Mi abue<strong>la</strong> se moría,<br />

sabía mi abue<strong>la</strong> (de los robos) y me decía 'no lo haga', esto, aquello.."<br />

Se reconoce <strong>la</strong> maternidad a partir de <strong>la</strong> crianza, aunque esta formu<strong>la</strong>ción no parecería<br />

obviar <strong>la</strong> ausencia de los progenitores biológicos; expresa <strong>una</strong> adolescente:<br />

(T): "Sí, vive al <strong>la</strong>do. No tengo mucho trato. Es mi madre porque es mi madre, porque<br />

mi abue<strong>la</strong> me dijo que era mi madre, pero, para mí, mi madre siempre fue mi abue<strong>la</strong>.<br />

El<strong>la</strong> me crió. Gracias a el<strong>la</strong> pude estudiar y eso. Fui a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>.<br />

Con mi abue<strong>la</strong> aprendí a ser humilde. A valorar <strong>la</strong>s cosas que tenía. Lo poco que tengo<br />

lo aprendí a valorar con mi abue<strong>la</strong>.<br />

Sí, pero era distinto porque yo iba a <strong>la</strong> esquina y todo el mundo me hab<strong>la</strong>ba de <strong>la</strong> madre<br />

y del padre, y yo con mi abue<strong>la</strong>."<br />

Podemos observar, en términos generales, que <strong>la</strong> figura paterna tanto se enmarca en <strong>la</strong><br />

ausencia -que el re<strong>la</strong>to de los adolescentes caracteriza como <strong>una</strong> actitud de descuido:<br />

"nunca se preocupó por mí"-, como configura <strong>una</strong> presencia "problemática", en tanto se<br />

presenta "arisco", "cerrado", "duro", no ejerce cuidados, no cumple con <strong>la</strong> provisión<br />

esperable, no acompaña durante <strong>la</strong>s internaciones. Son, precisamente <strong>la</strong> actitud de<br />

consejo, de provisión y de acompañamiento, <strong>la</strong>s actitudes valoradas por los adolescentes<br />

varones con re<strong>la</strong>ción a sus padrastros.<br />

¿Qué líneas de reflexión podemos desplegar ante <strong>la</strong> ausencia o <strong>la</strong> presencia<br />

"problemática" de <strong>la</strong> figura paterna? ¿Recordar <strong>la</strong>s implicancias del padre en <strong>la</strong><br />

representación de <strong>la</strong> ley y en <strong>la</strong> trasmisión de los discursos sociales legitimados?<br />

Duschatzky y Corea (2002) no dudan en seña<strong>la</strong>r que asistimos a <strong>la</strong> composición de<br />

configuraciones familiares no respetuosas de <strong>la</strong> lógica de <strong>la</strong> autoridad simbólica


tradicional, que desarrol<strong>la</strong>n <strong>una</strong> lógica de ruptura con el modelo paterno-filial. Las<br />

re<strong>la</strong>ciones familiares se ven "vaciadas" de <strong>una</strong> "referencia anc<strong>la</strong>da en jerarquías<br />

simbólicas". Las autoras ubican <strong>la</strong>s alteraciones sufridas por dicho modelo en un<br />

contexto de "pérdida de <strong>la</strong> condición sa<strong>la</strong>rial, incertidumbre respecto del futuro,<br />

flexibilidad <strong>la</strong>boral, dilución del trabajo como pi<strong>la</strong>r de estructuración social, pérdida de<br />

<strong>la</strong>s protecciones sociales, borramiento de <strong>la</strong>s fronteras generacionales, pasaje del saber a<br />

<strong>la</strong> información con sus efectos concomitantes en <strong>la</strong> devaluación de <strong>la</strong> experiencia y <strong>la</strong><br />

trasmisión intergeneracional". (2002; 70-71)<br />

A su vez, <strong>la</strong> forma de presentación de <strong>la</strong> figura materna parecería responder -¿podría<br />

decirse fuera de tiempo?- al modelo diseñado desde <strong>la</strong> estrategia de familiarización de<br />

los sectores popu<strong>la</strong>res, formu<strong>la</strong>do por <strong>la</strong>s antiguas propuestas de bienestar. Dicha<br />

estrategia se apoyó, de manera importante, en <strong>la</strong> mujer, a quien se le asignaron virtudes<br />

y responsabilidades. Puede leerse en <strong>la</strong> Exposición de Motivos del Código del Niño de<br />

1934: "hogar bien constituido es aquel donde <strong>la</strong> energía del hombre se suaviza y<br />

encauza por el corazón de <strong>la</strong> mujer". En virtud de estereotipos de género, <strong>la</strong> sensibilidad<br />

y <strong>la</strong> dulzura recaerán sobre <strong>la</strong> figura femenina. Se pueden ubicar <strong>la</strong>s referencias a los<br />

apoyos sistemáticos ilustradas en <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de (O) o en <strong>la</strong> breve afirmación de (J) o<br />

de (E):<br />

(O): (¿Cuando necesitás algo a quién acudís?) "A mi madre... (¿en qué?) ...En darme <strong>la</strong><br />

libertad… ir al juzgado... (¿cuando estás fuera de acá?) Mi madre..."<br />

(J): "Mi madre no nos quiere dejar solos, ni nada.."<br />

(E): "Una madre es todo. Está en <strong>la</strong>s buenas y en <strong>la</strong>s ma<strong>la</strong>s."<br />

Esta suerte de "incondicionalidad" -"está en <strong>la</strong>s buenas y en <strong>la</strong>s ma<strong>la</strong>s"- se presenta<br />

como <strong>una</strong> característica sustantiva del "ser madre". La madre resulta <strong>una</strong> figura que<br />

debe ser "respetada" y protegida de golpes e insultos, aun a "palo y tiro". Además <strong>la</strong><br />

madre no se "re<strong>la</strong>ja", como se seña<strong>la</strong> finalmente en los siguientes re<strong>la</strong>tos:<br />

(H): "Estoy encerrada desde el sábado por culpa de <strong>una</strong> guacha, que ya me tenía<br />

podrida... y me insultó a mi madre. Si me hubiera insultado a mí todavía, pero me<br />

insultó a mi madre y yo le pegué y se pasa llorando, se puso a llorar. Y después cuando<br />

escuché eso lo de mi madre no aguanté más. Ta, pará, todavía que tenés que estar<br />

encerrada, tenés que aguantar cosas de <strong>una</strong> pendeja de mierda."<br />

(L): "Para algunos que... porque yo conozco unos pibes que le han levantado <strong>la</strong> mano a<br />

<strong>la</strong> madre y ta lo cagamo a palos... Una vez un pibe le levantó <strong>la</strong> mano a <strong>la</strong> madre y<br />

bueno, fuimo hasta ahí y ta lo agarramo a palo... después le dimo unos tiro ahí porque<br />

eso no se hace... yo qué sé... eso no se hace... porque eso es no quererse ni él mismo y<br />

pegarle a <strong>la</strong> madre no, no da... no da, yo qué sé, para mí está mal... es <strong>una</strong> falta de<br />

respeto... (...) <strong>una</strong> madre yo qué sé... con todo el sacrificio que te da todo de chico y pa<br />

que vos salgas esto o lo otro... ir a babosear a <strong>la</strong> madre no... no va... medio sarpadito...<br />

nunca más le levantó <strong>la</strong> mano a <strong>la</strong> madre... El guacho ese... cuando iba <strong>la</strong> madre a<br />

buscarlo <strong>la</strong> re<strong>la</strong>jaba a <strong>la</strong> madre y pa mí que era pa hacerse ver pa hacerse el hombre o<br />

algo así, yo qué sé. A mí me iba a buscar mi madre iba... precisaba algún mandado o<br />

algo... iba yo... más bien.."


(W): "Me peleaba con mi mamá, discutía y no <strong>la</strong> podía re<strong>la</strong>jar porque era mi madre."<br />

La no correspondencia de <strong>la</strong> madre "real" con el estereotipo dominante, en términos de<br />

cuidados, de amor, de incondicionalidad, alimenta severos discursos sobre <strong>la</strong> figura<br />

materna. En este sentido (G) -quien afirma a su vez que a <strong>la</strong> madre se le quiere "porque<br />

es <strong>la</strong> madre"- se refiere tanto a <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción con su madre, como a <strong>la</strong> de ésta con su<br />

respectiva progenitora, en términos severamente sancionatorios:<br />

(G): "¿Si mi abue<strong>la</strong> vive? Sí, por desgracia (se ríe) Porque no <strong>la</strong> quiero. Porque jodió a<br />

mi madre de chica. Que el<strong>la</strong> en vez de criar a sus hijos, le dejaba los hijos a mi madre y<br />

<strong>la</strong> hacía trabajar a los 5 años, le hacía aprontar <strong>la</strong> leche pa' los gurises, cosa que el<strong>la</strong> no<br />

sabía y el<strong>la</strong> se iba para el cine, le dejaba a todos los gurises chicos, bueno más chicos<br />

que el<strong>la</strong>, eran bebitos y eso, y <strong>la</strong> trataba mal y no <strong>la</strong> mandaba a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> ni nada y ta, <strong>la</strong><br />

trató mal de chica y entonces... No, el<strong>la</strong> <strong>la</strong> quiere, <strong>la</strong> quiere porque es <strong>la</strong> madre, pero yo<br />

no <strong>la</strong> quiero y nunca <strong>la</strong> voy a aceptar. Como con todos los nietos, tiene tantos nietos que<br />

no sabe... pero yo soy <strong>la</strong> primer nieta, no, mi hermana es <strong>la</strong> primer nieta, nosotro somos<br />

los primeros, los hijos de mi madre."<br />

"El, cuando se iba mi madre (baja <strong>la</strong> voz) nos tocaba (silencio)... Sí, por eso yo no <strong>la</strong><br />

quiero a mi madre (rápido). No sirve para nada tampoco mi madre... Yo <strong>la</strong> quiero, pero,<br />

a <strong>la</strong> vez siento odio, porque el<strong>la</strong> perdonó al macho, prefirió <strong>una</strong> pija antes que <strong>la</strong>s hijas."<br />

"Mi madre sí, me rezongaba, me pegaba así nomás (…) Sí, el<strong>la</strong> sabe, pero el<strong>la</strong> no nos<br />

quería pegar, nos pegaba mi padrastro. (Si <strong>la</strong> madre <strong>la</strong> defendía) No, a veces, pero muy<br />

pocas veces. No, a mi madre <strong>una</strong> vez le quiso pegar y nosotras nos metimos (…) Acá<br />

hay <strong>una</strong> gurisa que le pegó al hijo, que estuvo en el CTI el gurisito de 1 año y medio, le<br />

tengo un asco a <strong>la</strong> guacha (...), el<strong>la</strong> dice que fue maltratada de chica y no sé qué y yo le<br />

digo 'yo también fui maltratada de chica y bueno yo a mi hijo no le voy a hacer lo<br />

mismo', más vale. No tiene cabeza."<br />

También (F) ubica <strong>una</strong> re<strong>la</strong>ción en <strong>la</strong> que el<strong>la</strong> tendría "muchas cosas para echarle en<br />

cara" a su madre y en donde <strong>la</strong> confianza en su novio prima sobre su madre:<br />

(F): "Yo me acuerdo en sí <strong>la</strong>s peleas que hubo el día que mis padres se separaron.<br />

Incluso fue por culpa mía, como quien dice, digo, no porque… qué pasa, mi madre... mi<br />

padre salía a trabajar, salió un día antes del trabajo y nosotras no estábamos. Mi madre<br />

ya frecuentaba a J., el marido de el<strong>la</strong>. Yo veía, mi padre dice: ¿de dónde vienen? 'De un<br />

cumpleaños' le dijo mi madre. Y yo dije 'mentira, venimos de <strong>la</strong> casa de J.' y ahí fue<br />

toda <strong>la</strong> discusión, todos los problemas y por mi parte cuando chica, mi madre como que<br />

me lo recalcó. Digo, después de más grande, como que a mí ya no me tocaba eso. Y a<br />

mi madre en sí, yo voy y le pido p<strong>la</strong>ta y si tiene me <strong>la</strong> da. Digo, mi trato con mi madre<br />

es bárbaro, digo, porque nunca convivimos juntas. Digo, si yo conviviera junta con mi<br />

madre, pasado un tiempo como que tampoco me llevaría bien con el<strong>la</strong> porque yo tendría<br />

muchas cosas para echarle en cara y entonces pienso que no nos llevaríamos bien<br />

tampoco. Yo a mi madre le empecé a decir mamá después de los 12 años, cuando<br />

empecé a salir a <strong>la</strong> calle. Siempre era R., siempre era R. <strong>la</strong> mina. Además me cuenta<br />

todo porque afuera andaban hab<strong>la</strong>ndo que me cagó (el novio), no sé qué y viene y me<br />

cuenta. Le contaron a mi madre y mi madre le dijo: 'Qué ¿vos no tenés mujer?', agarró<br />

él y le dijo: 'De qué me estás hab<strong>la</strong>ndo vos loca' y ta, ahí se arreg<strong>la</strong>ron <strong>la</strong>s cosas, pero<br />

digo, yo le tengo confianza a él."


La no actuación de <strong>la</strong> madre en correspondencia con el estereotipo dominante, también<br />

puede explicarse desde <strong>la</strong> actuación del hijo -"ya <strong>la</strong> tengo cansada"- tal como lo expresa<br />

(M):<br />

(M): "Mi madre nunca me viene a visitar, ya <strong>la</strong> tengo cansada Hace tres meses que estoy<br />

acá todavía no vino."<br />

Pero el lugar previsto para <strong>la</strong> mujer madre no se colocará únicamente en el p<strong>la</strong>no de los<br />

afectos, <strong>la</strong> dulzura y el acompañamiento. Tal cual lo ha observado agudamente Donzelot<br />

(1979: 41-42), <strong>la</strong> mujer -"reina del hogar" <strong>la</strong> define nuestro Código del Niño de 1934- es<br />

colocada en <strong>una</strong> "posición de vigi<strong>la</strong>ncia constante del hombre (…) prácticamente se<br />

saca a <strong>la</strong> mujer del convento para que saque al hombre del bar" y lo impulse al trabajo<br />

cotidiano, a <strong>la</strong> vez que contro<strong>la</strong> <strong>la</strong> libre circu<strong>la</strong>ción pública de los niños.<br />

Así <strong>la</strong>s madres -"como toda madre" dice (I)- parecerían encarnar el discurso del trabajo<br />

y del estudio, <strong>una</strong> suerte de portavoces de lo socialmente "correcto", y de <strong>la</strong>s vías<br />

tradicionales del ascenso social.<br />

Madre y esposa resultarán miradas con sospecha cuando el hombre prefiera el bar a su<br />

casa o los niños opten por <strong>la</strong> circu<strong>la</strong>ción callejera y <strong>la</strong> infracción. Luego, <strong>la</strong> rotu<strong>la</strong>ción<br />

de madre abandónica, se deslizará en los dispositivos públicos de asistencia:<br />

(E): "Discutía porque mi madre no quería que salga a robar y yo salía a robar. Me<br />

peleaba y me iba de mi casa 5, 6 días. Después hab<strong>la</strong>ba con mi madre y me arreg<strong>la</strong>ba 'e<br />

vuelta. Yo le decía 'mama, estuve mal, pin, pum, pam'."<br />

(A): "¿Mi madre? Y bien. El<strong>la</strong> al principio venía a <strong>la</strong>s visitas y después, en alg<strong>una</strong> visita<br />

me iba diciendo a ver cuándo me iba a hacer tiempo para explicarle lo que había pasado,<br />

porqué llegué acá. Algo le conté. Pero me viene a ver, está todo bien. Si se hubiese<br />

enojado conmigo o algo. De otra manera. No sé. Me dijo que esto era <strong>una</strong> forma de<br />

escarmiento o algo así, y por otro <strong>la</strong>do no le gustaba. A nadie le gusta estar acá, estar en<br />

esta situación (…) Mi madre me quería hacer estudiar, por eso me había anotado en <strong>la</strong><br />

UTU. Quizás hubiera terminado <strong>la</strong> UTU."<br />

(L): "Iba pa <strong>la</strong>s maquinitas, me iba pa el Paso Molino, me iba pa todos <strong>la</strong>dos, tenía<br />

boletera y lo menos hacía era ir a <strong>la</strong>.UTU... mi madre se enteró también... discutí con mi<br />

vieja... me fui de casa... me fui para <strong>la</strong> casa de un compañero... ya no iba a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> y<br />

después de <strong>una</strong> semana sin ir a casa fui pa casa...Me iba a robar y hacía p<strong>la</strong>ta y me<br />

drogaba y me compraba esto... mi madre re-mal, yo ni cuenta me daba... no pensaba en<br />

nadie... porque <strong>la</strong> verdad no pensaba... pensaba en mí no más... (...) No escuchaba a mi<br />

madre."<br />

(W): "A veces me acuesto a dormir un rato antes de venir para acá y el<strong>la</strong> me está<br />

levantando: '¡Dale Persi, dale Persi!... Mira que si vas encerrada, yo no te voy a ir a<br />

ver"…'Ta mama, no me jodas, no me jodas, ya tan temprano', le digo, pero ta, me exige<br />

mucho para que yo venga y me apoya muchisimo."<br />

(C): "Pero mi mamá al principio estaba mal porque yo estaba acá encerrado. Venía a<br />

verme y se ponía mal y yo me quedaba mal. Yo... mirá mi mamá hay pi<strong>la</strong> de veces que


me decía que por estar con él con aquel que qué sé yo. Yo le decía que no, ellos no<br />

tienen <strong>la</strong> culpa, tengo yo <strong>la</strong> culpa por estar con ellos, si el<strong>la</strong> dice eso. No entiendo por<br />

qué dice que ellos tienen <strong>la</strong> culpa, 'Ah porque vos andás con ellos…', después empecé a<br />

estudiar en CECAP, me había enterado del curso ese, le dije a mi madre y fui. Sí, sólo<br />

esos seis meses no, porque cuando salí afuera, salí de acá y ya estaba yendo, de acá me<br />

llevaban porque mi madre me anotó de nuevo… No, mi mamá sí, yo iba a <strong>la</strong> Iglesia con<br />

el<strong>la</strong>, pero no... No sé. No me acuerdo y no entiendo nada de eso. Mi madre me llevaba y<br />

yo iba. Había cosas que yo no creía y pasaban ahí.(...), después salía, porque mi madre<br />

me deja salir de noche, no todas <strong>la</strong>s madrugadas, pero salir de noche me dejaba a eso de<br />

<strong>la</strong>s 12, y me juntaba de nuevo con mis amigos y asi. (...) y ellos iban al baile, al Inter, y<br />

mi madre no me quería dejar ir, ¿viste? Por <strong>la</strong>s dudas que me agarren en <strong>la</strong> calle los<br />

milicos de nuevo, entonces me tenía todo el tiempo al <strong>la</strong>do de el<strong>la</strong>. Y ellos habían ido al<br />

baile y mi compañero se encontró en el baile con el<strong>la</strong> y le dio el número de teléfono de<br />

<strong>la</strong> casa de él. Y sabés que yo voy de noche de visita, así por <strong>la</strong> casa de él, yo ese día iba<br />

a ir al baile era un sábado o un viernes, le pedí a mi madre y me dejó."<br />

(D): "Y, estaba un poco enojada y triste (<strong>la</strong> madre) Mi mamá me dijo por qué lo hacía,<br />

así, me preguntaba. Yo le decía que quería tener p<strong>la</strong>ta, así, para mí, para ir a los bailes y<br />

eso. Me decía que eso estaba mal (<strong>la</strong> madre), así, porque podía terminar muerto, y esas<br />

cosas."<br />

Este rol previsto para <strong>la</strong> mujer madre que supone amor incondicional, acompañamiento<br />

y cuidado sistemático, así como vigi<strong>la</strong>ncia y orientación hacia lo socialmente correcto,<br />

conlleva <strong>la</strong> potestad de <strong>la</strong> cachetada, del grito o del piñazo. Esta potestad parecería ser<br />

inherente a <strong>la</strong> mujer madre; inclusos otras figuras femeninas, presentes en el proceso de<br />

crianza no <strong>la</strong> poseen en virtud de "no ser mi madre", tal como lo expresa (P), y concluye<br />

"mi madre tiene derecho a pegarme, si quiere".<br />

(W): "A mi mamá le afectaba mucho, lo que yo hacía. En el momento no se enteraba,<br />

pero después, había que escucharle los gritos. Ahora a mí ya no me grita, porque de<br />

última, si me grita ahora, no me callo <strong>la</strong> boca. No le levanto <strong>la</strong> mano porque es mi<br />

madre, y gracias a el<strong>la</strong>, hoy por hoy yo estoy viva, pero no dejo que me grite tampoco.<br />

Porque si yo a el<strong>la</strong> no le grito, no me gusta que me grite. No me gusta prácticamente<br />

que nadie me grite, entonces no dejo que el<strong>la</strong> me grite tampoco. Ahora si el<strong>la</strong> me grita:<br />

Bueno, bueno, no me grités que yo no te estoy gritando. Entonces, ahí como que se<br />

tranquiliza un poco. Muchas veces lo he hecho de bronca, porque me peleaba con mi<br />

mamá, discutía y no <strong>la</strong> podía re<strong>la</strong>jar porque era mi madre, entonces salía y lo hacía."<br />

(O): (Dice mamá) "Nada... que estuve mal lo que hice... A veces ta... me dice... Que<br />

estuve mal... me lo dice así... fuerte así... me grita a veces... (antes de robar) No porque<br />

yo no pasaba en mi casa o si no me picaba... Me iba por ahí.."<br />

(A): "Como es, que si le falto el respeto o algo, mi madre me baja los humos en seguida<br />

(se ríe) Primero nos hab<strong>la</strong> pero después se cansa, llega un momento que se cansa (se<br />

ríe)."<br />

(L): (Cachetadas madre) "Sí cuando ¡pa! cuando empecé a robar y todo ta viniendo<br />

ataques de presión así... ahora que estoy acá está más tranqui<strong>la</strong> y a parte que ya hablé<br />

con el<strong>la</strong> que me voy a poner a <strong>la</strong>burar y todo... que no voy a robar más... ya lo había<br />

conversado con el<strong>la</strong>... a parte que <strong>la</strong> que siempre estuvo es mi madre y mi hermano....


pi<strong>la</strong> de veces me he sentido mal y... que estaba bajoneado y que discutía con mi vieja y<br />

ta salía y me fumaba un porro y como que me olvidaba así... ta, me quedaba<br />

enganchado en otra cosa y me iba a caminar por ahí despejando <strong>la</strong> cabeza... vos te sentís<br />

mal y... te olvidás yo qué sé... te olvidás de que discutís con tu madre o cuando le faltás<br />

el respeto, que estuviste mal y no sabés como ir a disculparte así... y ta ahí... hasta ahora<br />

así de golpe me ha dado <strong>una</strong> cachetada ta de última bueno, es mi madre...y ta me<br />

quedaba en <strong>la</strong> esquina fumando porro, no iba nada a <strong>la</strong> UTU. Alg<strong>una</strong>s veces ahí en al<br />

barrio me escapaba de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> y andaba ahí en el barrio... a veces me agarraba mi<br />

madre ahí, me agarró a cachetadas... (cachetadas a menudo) ¿Eh?.. .yo qué sé..."<br />

(cachetazos madre) "Mi madre era... (y tu padre)... Mi padre también alg<strong>una</strong>s veces me<br />

pegaba... alg<strong>una</strong>s veces me pegaba con un cinto y dolía... cuando se enojaba y mi madre<br />

no podía más."<br />

(P): "Mi madre me cagaba a piñazos cuando llegaba, porque le avisaban que yo del<br />

recreo, me había ido. Y <strong>una</strong> paliza segura tenía siempre. Me importaba a <strong>la</strong> hora de ir a<br />

casa, pero antes ni me acordaba de <strong>la</strong> paliza en todo el día. Cuando llegaba <strong>la</strong> nochecita,<br />

ay! apróntense huesos para sufrir que voy pa allá. (…) Mi tía no me pegaba, qué me iba<br />

a pegar. No puede. Es mi tía, no es mi madre. Me re<strong>la</strong>jaba, sí."<br />

"Sí. Siempre me viene a ver. Puedo hab<strong>la</strong>r con el<strong>la</strong>. Ahora ya no se enoja. Qué se va a<br />

enojar. Como dice el<strong>la</strong>: 'ahora ya estás acá, qué voy a hacer' 'no pude contigo cuando<br />

eras chico'. Porque mi madre tiene derecho a pegarme , si quiere."<br />

Las únicas referencias a <strong>la</strong> figura de <strong>la</strong> madrastra provienen del re<strong>la</strong>to de dos<br />

adolescentes mujeres y denotan importantes niveles de conflictividad que aparecen<br />

vincu<strong>la</strong>dos a carencias en el cuidado básico, así como al castigo físico y a <strong>la</strong> generación<br />

de sanciones en <strong>la</strong> órbita pública:<br />

(F): "Lo que quiero ahora en sí es <strong>una</strong> vida en familia, porque más que nada me fui de<br />

mi casa por problemas con mi madrastra, tengo madrastra, y bueno más que nada los<br />

problemas con mi madrastra fueron los que me llevaron a todo eso ¿no?... La que a mí<br />

me levantaba <strong>la</strong> mano era mi madrastra. Yo ya no soy <strong>la</strong> misma nenita que va y le<br />

pega... no nos llevamos bien, porque más <strong>la</strong> bronca que le tengo en sí es porque mis 15<br />

años me los hizo pasar adentro de <strong>la</strong> Comisaría. Me hizo <strong>una</strong> denuncia por amenaza y<br />

l<strong>la</strong>maron a los botones, yo me presenté pensando que era ¿viste?, presentarme firmar e<br />

irme, pero, no, me hicieron pasar todo el día de mi cumpleaños y hasta el otro a <strong>la</strong>s 9 de<br />

<strong>la</strong> mañana en Comisaría de Menores, entonces <strong>la</strong> bronca, el fastidio que le tenía en ese<br />

momento."<br />

(G): "…Antes estaba todo mal. Porque no nos daba de comer y nos trataba mal. Cuando<br />

llegaba mi padre nosotras le decíamos que teníamos hambre y el<strong>la</strong> decía: 'Que yo les di<br />

de comer'.<br />

En correspondencia con algunos componentes del estereotipo materno dominante,<br />

parecerían resultar colocadas alg<strong>una</strong>s novias -quizá aventurando un futuro de esposas y<br />

madres-; aquel<strong>la</strong>s que al decir de (J) no "se portaron re mal", los acompañan durante <strong>la</strong>s<br />

internaciones y los convocan a no robar, no drogarse y no fumar:<br />

(J): "Siempre que yo estaba en <strong>la</strong> Colonia iba a verme todos los días, todos los días no,<br />

sábado y domingo. Siempre estaba ahí el<strong>la</strong>. (…) el<strong>la</strong> me decía que si yo seguía robando,


que iba a terminar mal, que piense en mi madre y eso, y que piense en el<strong>la</strong>, que el<strong>la</strong> me<br />

quería y todo. Y ta, siempre <strong>la</strong> l<strong>la</strong>mo y se pone a llorar (…) Mi novia bien, ahora debe<br />

estar allá tomando mate con mi madre. En <strong>la</strong> semana hab<strong>la</strong>mos por teléfono, l<strong>la</strong>mo de<br />

mañana pa <strong>la</strong> casa de mi hermana y ya está ahí."<br />

(A): "No me dice nada. No quiere que me mande ning<strong>una</strong>. No quiere que fume ni que<br />

me drogue."<br />

(O): "...Siempre hab<strong>la</strong> con mi madre de mí (qué dice) No sé... mi madre no me cuenta...<br />

o hay cosas que me cuenta y hay cosas que no... (imaginás) ...Me imagino que ta... que<br />

me quiere y cuando salga... salir conmigo... (quisieras hiciera E) Que haga de comer...<br />

yo le compro todas <strong>la</strong>s cosas... los muebles... todas <strong>la</strong>s cosas... acá a mí me dan <strong>una</strong>s<br />

chapas y palo y eso y sabés como me hago un rancho."<br />

(L): "Me guardé un porro, si me lo ve mi mujer me lo saca y me lo tira * y me lo saca,<br />

ya tiene como 20 años mi mujer... me lo saca y me lo tira... no le gusta tampoco que me<br />

drogue y que fume porro así..."<br />

(S): (Razones del alejamiento) "...Cosas, yo qué sé... que no robes más porque no sé<br />

cuanto ... que no andes con éste, que no andes con aquel ... y yo no voy a dejar a mis<br />

amigos por <strong>una</strong> mujer... a mis hijos si los tengo que dejar... si tengo que dejar amigos<br />

por mis hijos sí pero por <strong>una</strong> mujer no... aparte yo ando con mis amigos hago todo lo<br />

que quiera pero nunca le faltó nada…"<br />

El siguiente re<strong>la</strong>to parecería enunciar <strong>una</strong> cierta continuidad -¿afectiva?- de madre y<br />

novia que se verbaliza y se marca en el cuerpo:<br />

(O): (Tatuajes) "Mamá y (O).. Acá adentro me lo hice.. .me encanuté tinta china ...<br />

Porque <strong>la</strong> quiero... porque en ese tiempo no tenía... a <strong>la</strong> E... si no ponía E y (O)."<br />

De ser necesario -si se "arma lío", si alguien "se mete"- estas novias resultan defendidas<br />

-igual que <strong>la</strong>s madres- a tiros y puña<strong>la</strong>das.<br />

(O): "Me siento bien pero si se arma lío tengo que <strong>la</strong>stimar a uno... porque si alguien se<br />

mete con mi novia ya... eso ya es lío... puede ser que lo agarre a tiros... puede ser que le<br />

dé <strong>una</strong> puña<strong>la</strong>da..."<br />

Alg<strong>una</strong>s de <strong>la</strong>s adolescentes entrevistadas, colocadas en lugar de "novias", parecerían<br />

querer acompañar <strong>la</strong> antigua figura de "reinas del hogar" que ya hemos mencionado. Al<br />

respecto, el re<strong>la</strong>to de (G) es sumamente gráfico:<br />

(G): "Esperando que se caliente el agua, me pongo a limpiar el cuarto, después espero<br />

que él se levante y si no yo lo l<strong>la</strong>mo para tomar unos mates. Después sigo limpiando, si<br />

él sigue durmiendo, limpio el patio, <strong>la</strong> cocina, el baño y el living y después sí lo l<strong>la</strong>mo<br />

para tomar mate. Después limpio, <strong>la</strong>vo y después me quedo todo el día ahí en mi casa,<br />

ta, mirando <strong>la</strong>s comedias o... así <strong>la</strong>vando, o si no salgo a pasear, pero muy pocas veces.<br />

Si salgo, salgo con él. A <strong>la</strong> p<strong>la</strong>za, a tomar un he<strong>la</strong>do. Me encanta ... ama de casa. Todo,<br />

<strong>la</strong>var, cocinar. Pero él también hace, porque yo a veces me caliento y (se ríe) me ayuda,<br />

sí, porque tengo <strong>una</strong> moquette en casa y cuesta barrer, como no tengo aspiradora cuesta<br />

barrer.(…) Es lindo, es lindo vivir tranqui<strong>la</strong>. Tener tu casa (…) A mí me gustaría tener


un hijo y eso… pasa que <strong>la</strong> droga. Porque él había veces que se drogaba mucho. Como<br />

se empezó a drogar de chiquito. A él no le gusta eso de que me drogue. Eso no le gusta.<br />

Sí, él quiere y yo quiero también. Todo el mundo dice que soy muy joven. Pero si yo<br />

quiero nadie me lo va a privar. Mientras que lo pueda criar."<br />

Estas novias -futuras madres y esposas- se observan distanciadas de otras mujeres que<br />

en <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de (I), se conciben "para <strong>la</strong> joda". La referencia a <strong>la</strong>s "mujeres de <strong>la</strong><br />

calle" -¿en contraposición a <strong>la</strong>s "mujeres del hogar"?- parecería teñida de moralidad<br />

conservadora aunque no esconde cierta ambigüedad, producto quizás de esa<br />

identificación con "<strong>la</strong> joda", cuyos contenidos y significados no se alcanzan a precisar<br />

c<strong>la</strong>ramente, pero se insinúan en c<strong>la</strong>roscuros.<br />

(I): "Es <strong>una</strong> mujer de <strong>la</strong> calle ¿entendés? Trabaja en <strong>la</strong> calle. Yo pienso que está bien.<br />

Yo qué sé, depende, pero ta, con <strong>la</strong> edad que el<strong>la</strong> tiene puede trabajar lo más bien. Pero<br />

bueno, viste como es. Cada uno con su cabeza. Yo no voy a decir nada, es <strong>la</strong> vida de<br />

el<strong>la</strong>. Pero tener <strong>una</strong> novia así, nada que ver. Para <strong>la</strong> joda si, pero tampoco andar con el<strong>la</strong><br />

todo el día, ni ahí. ¿Entendés?"<br />

La referencia a <strong>la</strong> hija mujer que hace (L), ubica a esta última -al igual que a <strong>la</strong>s madres<br />

y <strong>la</strong>s novias- en el reino del hogar:<br />

(L): (Pensaste en un varón o nena) "... un varón porque es distinto no te tenés que<br />

preocupar tanto, le das <strong>una</strong> pelota y que vaya a jugar al fútbol, <strong>una</strong> nena es distinto (por<br />

qué) porque es distinto... que <strong>la</strong> cuide <strong>la</strong> madre.(Pensaron nombres) si es varón Johnatan<br />

Nicolás...(quién lo eligió) yo... (conocés a alguien con ese nombre) es el nombre de mis<br />

sobrinos... (si es nena) lo que le gusta a Romina... el<strong>la</strong> prefiere <strong>una</strong> nena... (motivos)<br />

para estar con el<strong>la</strong>..."<br />

En algunos re<strong>la</strong>tos <strong>la</strong> presencia del "abandono", expresado en términos de "dar a criar",<br />

de desligamiento, obligan a interrogarnos acerca de <strong>la</strong> posibilidad de recorrer caminos<br />

de análisis novedosos o trazar líneas que amplíen <strong>la</strong>s formu<strong>la</strong>ciones ya existentes<br />

respecto de esta cuestión:<br />

(R): "Desde que nací no viví con mi madre, después mi madre biológica me dio a <strong>la</strong><br />

hermana de el<strong>la</strong>. El<strong>la</strong> falleció, me quedé con el esposo de el<strong>la</strong>. (…) Después me fui con<br />

mi abue<strong>la</strong> que es <strong>la</strong> madre de él. (…), (crianza por parte de <strong>la</strong> tía, ¿por qué?) No sé. Me<br />

lo han preguntado tantas veces, el asistente, el psicólogo, pero no sé, <strong>la</strong> verdad es que no<br />

sé (…) Nunca pregunto, para que no me contesten no."<br />

(S): "Cuando ellos me dieron yo tenía un año y los conozco de fotos no más... mi madre<br />

si... mi madre verdadera <strong>la</strong> he visto si pero... cuando me dejó yo tenía seis meses... y<br />

cuando apareció... no quería nada... y mi padre vive en Rocha... mi padre verdadero...<br />

tampoco me doy con él... me gustaría conocer a mi hermana que vive acá y eso... para<br />

yo qué sé, para hab<strong>la</strong>r por teléfono o algo ... y ta <strong>la</strong> familia que yo tengo es <strong>la</strong> que está<br />

en mi casa, mi abue<strong>la</strong>, mi tío, mi hermano adoptivo, mi hijo... eso es lo que yo tengo...<br />

(viste a tu madre) Si, varias veces... (pasó) Nada, no quiero saber nada con el<strong>la</strong> ... es<br />

como <strong>una</strong> persona cualquiera... podrás decir no que es tu madre... no, pa mí no es nada...<br />

(mi madre* mi nieta es mi madre*) no mi madre es mi abue<strong>la</strong>... tampoco le tengo<br />

nada... <strong>una</strong> persona cualquiera... no le tengo rencor a nada... es como si yo qué sé ... ta<br />

me críe con mi abue<strong>la</strong>, mi abue<strong>la</strong> es mi madre y ta y no conozco otra cosa... si me


vienen y me dicen es tu madre, lo tomo como si fuera yo qué sé, capaz que si me lo<br />

hubiesen dicho ahora o recién me hubiese enterado ta,, pero como siempre supe... y con<br />

... con lo que tenía en casa me conformaba... con <strong>la</strong> familia que tenía estaba todo bien*<br />

...y ta a mi padre lo veo casi siempre... Lo veo así cuando pasa y ¡fuera perro! no lo<br />

saludo... él varias veces me quiso hab<strong>la</strong>r así pero ta… no me gusta... (sentimiento)<br />

Ninguno... yo qué sé, algo debe haber pero ta ... no le hablo... si voy a hab<strong>la</strong>r de rencor,<br />

le tengo más rencor a mi padre que a mi madre... porque mi padre siempre vivió en<br />

Rocha, sabiendo que mi padre nunca me fue a ver ni nada... ni nunca me vino a ver<br />

cuando estuve preso ni nada... y es hombre... y si nunca fue a verme es porque ta... mi<br />

madre ta mi madre es cualquiera..."<br />

¿QUIÉN PROTEGE A QUIÉN? ¿QUIÉN PROVEE A QUIÉN? PROVISIONES<br />

Y PROTECCIONES ALTERADAS EN LOS VÍNCULOS FAMILIARES<br />

A los seña<strong>la</strong>mientos realizados acerca de <strong>la</strong> figura materna y paterna pueden<br />

incorporarse alg<strong>una</strong>s reflexiones resultantes de <strong>la</strong> constatación de ciertas alteraciones en<br />

<strong>la</strong>s funciones de provisión y protección de los adultos respecto de los niños, niñas y<br />

adolescentes.<br />

(I) oficia <strong>una</strong> suerte de cuidados básicos con su hermano menor, aun con <strong>la</strong> presencia de<br />

su madre, a <strong>la</strong> vez que se siente "responsable" por <strong>la</strong> protección de ambos:<br />

(I): "Lo llevo a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> todos los días… lo levanto de <strong>la</strong> cama a mi hermano, le hago<br />

el desayuno y todo. A esa hora está mi vieja, está, …pero ta, yo estoy ahí… Al<br />

mediodía lo voy a buscar, hago <strong>la</strong> comida… a <strong>la</strong>s doce menos cuarto, menos veinte lo<br />

voy a buscar , y ta… aparte ahora he cambiado abundante…no por el miedo sino porque<br />

si yo llego a perder, mi vieja queda so<strong>la</strong> con mi hermano."<br />

Otro adolescente re<strong>la</strong>ta no sólo <strong>la</strong> provisión material a su hermano menor sino también<br />

<strong>la</strong> preocupación por <strong>la</strong> orientación "correcta" de su hermano.<br />

(O): "Ta yo qué se, al que me gusta darle <strong>la</strong>s cosas es a mi hermano, al de 15, porque<br />

como él ve todas <strong>la</strong>s necesidades que pasa mi familia, digo... no quiero que llegue, que<br />

haga lo mismo que hago yo (…) Si, siempre hablo con mi madre. C<strong>la</strong>ro, porque yo qué<br />

sé, yo soy el hijo así pero soy el hijo que siempre <strong>la</strong> ayudó en casa y cualquier cosa que<br />

precisara estaba ahí era yo y nos llevamos Si, siempre hablo, siempre hablo pero mi<br />

hermano no me hace caso de <strong>la</strong>s cosas así que yo le digo.<br />

No, en el momento si, así cambia pero después ya al otro día ya se olvidó. Y mi<br />

hermano, yo qué sé, como yo te digo es muy niño, es un chiquilín chico así, tiene 15<br />

años pero parece menos, le contesta a mi madre y no le ayuda ni nada... y los amigos<br />

que tiene son todos chicos o son igual que él (…) Por cualquier cosa así, por cualquier<br />

boludez que él no le haga caso a mi madre o algo yo siempre lo rezongo así, le pego o<br />

algo, entonces él se pone.. .así."<br />

En esta misma línea, <strong>una</strong> adolescente rescata <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción con su hermana mayor,<br />

viéndose "como si fuera <strong>la</strong> hija":<br />

(W): "A lo mejor es porque mi hermana supo hab<strong>la</strong>r conmigo, y supo enfrentar <strong>la</strong>s cosas<br />

como si realmente, aparte de yo ser <strong>la</strong> hermana, como si fuera <strong>la</strong> hija.. Me ha hab<strong>la</strong>do


cosas que mi mamá no sabe, porque mi mamá no sabe hab<strong>la</strong>r. Mi mamá es <strong>una</strong> persona<br />

que te sabe decir <strong>la</strong>s cosas gritando o discutiendo, y eso no es <strong>una</strong> buena re<strong>la</strong>ción para<br />

<strong>una</strong> joven que recién está desarrol<strong>la</strong>ndo su mente, que está confundida. Y mi hermana<br />

sin embargo, lo supo hacer y me supo sacar ade<strong>la</strong>nte. Me supo dar ánimo para que yo<br />

siga ade<strong>la</strong>nte y para estudiar y para que todos los meses me saque <strong>la</strong>s materias bien, y<br />

pueda tener <strong>una</strong> carrera hoy o mañana. Lástima que, como ya te dije, yo no <strong>la</strong> supe<br />

aprovechar."<br />

El reconocimiento, presente en este último re<strong>la</strong>to, de que "mi hermana supo hab<strong>la</strong>r<br />

conmigo" y "me supo sacar ade<strong>la</strong>nte" se aproxima al re<strong>la</strong>to de otro adolescente que<br />

identifica a sus hermanos como <strong>la</strong>s figuras que lo orientan.<br />

(J): "Cada vez que me voy a mandar <strong>una</strong> cagada o algo me acuerdo de <strong>la</strong>s cosas que<br />

hablo con mis hermanos cuando salgo de licencia y me quedo quieto."<br />

Varios adolescentes colocan en los "usos del botín" -junto con otras utilidades- <strong>la</strong><br />

resolución de aspectos básicos de <strong>la</strong> manutención familiar.<br />

(I): "A mi vieja <strong>una</strong> vez le quise dar p<strong>la</strong>ta y me dijo que no… Yo le decía 'tomá mamá' y<br />

me decía 'no, no'. Y ta, viste, iba los martes, así con mi hermano a <strong>la</strong> feria y traíamos<br />

verdura abundante y todo."<br />

(J): "Le ponía p<strong>la</strong>ta en <strong>la</strong> cartera a mi madre. Mi madre no sabía no. Se dio cuenta <strong>una</strong><br />

vuelta porque le puse como 4.000 pesos en <strong>la</strong> cartera, y se dio cuenta…"<br />

(C): "A mi madre no le daba porque el<strong>la</strong> no estaba enterada. La primera vez y todo<br />

hab<strong>la</strong>ron y el<strong>la</strong> me preguntó si yo andaba en esas cosas y yo le dije que no. Y ahora salí,<br />

no quería darle p<strong>la</strong>ta a mi madre ¿viste?, por <strong>la</strong>s dudas que se vaya a poner mal o algo.<br />

Y ta y agarré y tenía p<strong>la</strong>ta y <strong>la</strong> tiré adentro de mi casa, <strong>la</strong> tiré debajo de mi cama y mi<br />

madre me preguntó si era mía y yo le dije que no, tiré 300 pesos. Y preguntó a mi<br />

padrastro y todo, después creo que le preguntó a mi abue<strong>la</strong> y a mi tío y ellos dijeron que<br />

no y mi madre no sabía de dónde salió <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ta... Se <strong>la</strong> tuvo que quedar."<br />

(P): "No trabajaba en ese tiempo mi madre. Íbamos para ayudar<strong>la</strong>, no nos mandaba.<br />

Cuando empecé a robar, a los 10 años, dejé de pedir. Le daba p<strong>la</strong>ta a mi madre. En mi<br />

casa había comida."<br />

Esta alteración en <strong>la</strong>s funciones de provisión y protección que se expresa en esta suerte<br />

de ejercicio de roles adultos por parte de los adolescentes -precisamente en aquel<strong>la</strong>s<br />

cuestiones que viabilizan a <strong>la</strong> familia en términos de unidad económica y afectiva-<br />

alimenta <strong>la</strong> hipótesis de <strong>la</strong> inexistencia de <strong>la</strong> moratoria adolescente conceptualizada<br />

desde parámetros modernos.<br />

Costa y Gagliano (2000) no muestran reparos en afirmar que "<strong>la</strong> adolescencia como rito<br />

de pasaje de niño a adulto sólo existe en el mundo de <strong>la</strong> niñez/adolescencia<br />

normalizada. Sólo por inercia semántica <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra adolescencia es empleada en el<br />

campo de <strong>la</strong> minoridad. No es que no haya adolescentes menores; lo inexistente es <strong>la</strong><br />

adolescencia como <strong>una</strong> etapa evolutiva de moratoria social para explorar al mundo de<br />

los adultos al que se va a ingresar."


Tanto <strong>la</strong>s ausencias y <strong>la</strong>s particu<strong>la</strong>res presencias, así como <strong>la</strong>s alteraciones en el<br />

ejercicio de ciertos roles, hab<strong>la</strong>rían de <strong>la</strong>s transformaciones de <strong>la</strong> familia -tal cual diría<br />

Donzelot- en tanto "mecanismo". Por tanto, <strong>la</strong>s transformaciones afectarían <strong>la</strong>s formas<br />

de ser padre o madre, por consiguiente de ser niño o adolescente.<br />

Corea y Duschatzky (2002) a partir de <strong>la</strong>s e<strong>la</strong>boraciones mencionadas, identifican como<br />

<strong>una</strong> de <strong>la</strong>s condiciones de <strong>la</strong> desubjetivación en el entorno familiar a <strong>la</strong> visible<br />

indiferenciación de los lugares tradicionales de padre, madre e hijo, con <strong>la</strong> consecuente<br />

disolución de <strong>la</strong>s posiciones de protección y autoridad de los padres hacia los hijos. Lo<br />

que <strong>la</strong>s autoras perciben son modos desubjetivantes de habitar los vínculos familiares,<br />

"o lo que es lo mismo, un no poder hacer casi nada con <strong>la</strong> situación". Así, "padre, madre<br />

e hijo ya no se perfi<strong>la</strong>n como significantes de <strong>una</strong> re<strong>la</strong>ción intergeneracional basada en<br />

el principio de autoridad, sino que parece tratarse de lugares simbólicos destituidos.<br />

Trabajos compartidos en condiciones de alta precariedad, chicos que protegen a <strong>la</strong>s<br />

madres, figuras masculinas borrosas o en descomposición, actos ilegales legalizados por<br />

sus progenitores en <strong>la</strong> urgencia por sobrevivir, caída de <strong>la</strong> frontera entre lo permitido y<br />

lo prohibido. Chicos expuestos o puestos como escudos en disputas de pareja, chicos<br />

ocupando el lugar de proveedores".<br />

Aun así, <strong>la</strong> afirmación de Corea y Duschatzky de que <strong>la</strong> caída de un patrón referencial<br />

en <strong>la</strong> estructuración familiar nos invita a pensar que <strong>la</strong> familia es hoy un significante<br />

vacío, es decir un lugar sin referencia estable de significación, resulta <strong>una</strong> afirmación<br />

controversial. En el re<strong>la</strong>to de los adolescentes, <strong>la</strong> familia está presente. Ante lo que no se<br />

está es ante su invisibilidad. Aun alejada del modelo hegemónico, rota o disgregada, <strong>la</strong><br />

familia resulta invocada y anhe<strong>la</strong>da en los re<strong>la</strong>tos. ¿Deseo de "tener <strong>una</strong> familia" y<br />

"probar <strong>la</strong> vida en familia"?; ¿dolor por <strong>la</strong> familia que no fue y quizás ya no pueda ser?;<br />

¿l<strong>la</strong>mado a figuras inexistentes?; ¿qué significados expresa el anhelo de regreso a "<strong>la</strong><br />

casa en Navidad" para estar con <strong>la</strong> familia?<br />

(V): (Gustado que fueran <strong>la</strong>s cosas) "Yo qué sé, no puedo decir nada porque yo no sé,<br />

era <strong>la</strong> vida de mi vieja y él, yo qué sé ... (gustado a ti) Estar con mi viejo y mi madre y<br />

mi abuelo ... pero ta."<br />

(F): "Porque todo chiquilín quiere tener a los padres juntos. Lo que quiero ahora en sí es<br />

<strong>una</strong> vida en familia, Y bueno, eso es lo que pienso, primero tratar de llevarme bien con<br />

mi familia, inclusive con mi madrastra, que no nos llevamos bien… no probé en sí lo<br />

que es <strong>la</strong> vida en familia."<br />

(E): "Yo quiero que se junten. Quiero ser <strong>una</strong> familia de vuelta y quiero salir de acá para<br />

salir ade<strong>la</strong>nte. Voy a estar con mi familia y voy a estar con mi familia que es lo que más<br />

quiero y tá. Porque sí, porque quiero que esté mi familia toda junta, Nada, ser alguien en<br />

<strong>la</strong> vida, tener <strong>una</strong> familia. Sí, es lo que más quiero que estén juntos. Yo quiero estar con<br />

mi familia ... quiero estar con mi familia y mi novio. Quiero estar con mi madre, que es<br />

lo que más quiero... quiero estar con mi familia y mi novio. Y pienso en fugarme y que<br />

me voy de acá. En salir, en estar con mi familia. (…) Ahora quiero salir ade<strong>la</strong>nte, para<br />

ser alguien en <strong>la</strong> vida y estar con mi familia y poder formar <strong>una</strong> familia."<br />

(A): "Ojalá pueda ir a <strong>la</strong> casa en Navidad. El otro que no va a estar es un tío. No lo van<br />

a tener para <strong>la</strong>s fiestas. El martes fue el cumpleaños de mi abue<strong>la</strong> y de noche justo lo


agarraron,, estaba robando en <strong>una</strong> galería o algo así. Mi madre son doce hermanos, seis<br />

mujeres y seis hombres… Pobre mi abue<strong>la</strong>..."<br />

(B): (Salir en <strong>la</strong>s Fiestas) "Si, para estar con mi familia, porque el año pasado yo ya<br />

estuve acá, cuando estuve a Fin de Año en el Puertas y tá no me gustó para nada estar<br />

adentro, porque no podés estar con tu familia, porque tá dicen que <strong>la</strong>s Fiestas es un día<br />

común y corriente pero no es así, porque yo qué sé... yo l<strong>la</strong>maba a mi casa o a <strong>la</strong> casa de<br />

mi abue<strong>la</strong> y estaban todos acostados ya a <strong>la</strong>s 8, todos llorando, todos mal y tá yo qué sé,<br />

no es fácil, siempre toda <strong>la</strong> familia, es grande <strong>la</strong> familia, y tá toda <strong>la</strong> familia siempre<br />

pasamos juntos y tá pasó lo que pasó y yo qué sé…"<br />

En el caso de un adolescente, cuya historia parecería pautarse por el "abandono" y <strong>la</strong><br />

inexistencia de <strong>la</strong>zos familiares biológicos, <strong>la</strong> referencia a <strong>la</strong> "herencia", resulta<br />

paradójica:<br />

(R): "Me gustaría vivir bien... Estar echado pa atrás. La verdad que no se de qué viviría,<br />

pero <strong>una</strong> herencia (se ríe) No, me parece que no, es un sueño."<br />

En definitiva, si <strong>la</strong> familia no está, su ausencia parecería paliarse mediante <strong>la</strong> fórmu<strong>la</strong> de<br />

un sueño anhe<strong>la</strong>do que además viene a resolver el mejor futuro imaginado.<br />

Capítulo II<br />

Historias mínimas<br />

_______________________________________<br />

"AQUEL PAÍS DE LAS MARAVILLAS"<br />

La infancia, lejos de parecer "aquel país de <strong>la</strong>s maravil<strong>la</strong>s", constituye un universo<br />

heterogéneo, marcado por diferencias económicas, sociales y culturales. La desigualdad<br />

social en aumento en el país, se ha territorializado de modo tal que en Montevideo,<br />

siguiendo su división administrativa, existen zonas en <strong>la</strong>s cuales más del 70 por ciento<br />

de los niños/as viven en situación de pobreza y otras, cuya cifra no supera el 4 por<br />

ciento.<br />

Los adolescentes entrevistados en este estudio provienen en su totalidad de sectores<br />

popu<strong>la</strong>res, en su mayoría atravesados por situaciones de pobreza que asumen distintos<br />

grados de severidad. Casi todos ellos re<strong>la</strong>tan haberse iniciado tempranamente, durante <strong>la</strong><br />

infancia o <strong>la</strong> adolescencia, en experiencias <strong>la</strong>borales de diversa índole, necesarias para<br />

<strong>la</strong> supervivencia personal y familiar:


(B): "...Yo, tratar de ayudar en casa desde chico, desde que empecé a trabajar... (...)<br />

desde los diez años o antes (...) trabajé en el reparto de verduras, haciendo bizcochos, en<br />

un almacén, en construcción..."<br />

(T): "No me acuerdo bien cuantos meses trabajé, pero tenía 13 años. Y a los 12<br />

trabajaba en <strong>la</strong> feria. Y a los 14 de limpiadora.."<br />

Entre ellos no falta quien se incorpora al trabajo familiar, convirtiéndose en aprendiz del<br />

oficio que practican abuelo y padre, heredando un saber familiar que lo ubica de esta<br />

manera en el devenir generacional.<br />

(N): " Si... siempre trabajé con mi padre... de jardinero trabajaba con mi padre... toda <strong>la</strong><br />

vida iba con mi padre a ayudarlo... (gustaba) si y me sigue gustando... mi abuelo viene a<br />

ser más bien el capataz... viene a ser el dueño de los jardines... él pasa a cobrar, le paga<br />

a mi padre y mi padre me paga a mí..."<br />

Habitualmente sucede que los adolescentes, varones y mujeres, trabajen con sus madres<br />

co<strong>la</strong>borando en lo que sea para aportar al ingreso familiar:<br />

(G): "Todo hacía. Yo cuando fui con mi madre así, cuando estaba con mi madre iba a <strong>la</strong><br />

quinta a ayudar<strong>la</strong>. Cortábamos uva y si no, cuando no había uva limpiábamos <strong>la</strong> quinta,<br />

limpiábamos toda <strong>la</strong> quinta, los manzanos."<br />

Con frecuencia se accede al trabajo mediante <strong>una</strong> re<strong>la</strong>ción cercana. Amigos o parientes<br />

ofrecen el empleo o facilitan el contacto para acceder a él. En todas estas circunstancias<br />

el empleo asume características de informalidad:<br />

(R): "Trabajé ahí con mi tío, en <strong>la</strong> leña. Pesábamos, agarrábamos, cargábamos <strong>la</strong><br />

camioneta, íbamos a repartir... no siempre. No me gustaba para nada. Me arruinaba<br />

todas <strong>la</strong>s manos (se ríe mientras se mira <strong>la</strong>s manos)."<br />

(S): "Así... trabajar con <strong>la</strong>s flores... en los viveros... llegué a tener un vivero con otro<br />

compañero... que mi compañero lo tiene todavía... y cuando yo era chico así...<br />

compañero... ya es un hombre grande.. casado y todo... yo era chico y él hacía p<strong>la</strong>ntas<br />

pa vender ¿viste?... poquitas así pa vender... aparte del trabajo que él tenía y me pagaba<br />

por... por llenarle bolsitas de tierra,, yo tenía seis años, siete años... y el loco un día me<br />

invitó así a trabajar... y bueno empecé a trabajar... me empezó a enseñar... me enseñó<br />

cosas de flores hasta los trece ahí... desde chiquito... después me fugaba de los hogares y<br />

me iba pa ahí y trabajaba... así..."<br />

(H): "Ah fue por <strong>la</strong> señora de mi padre. El<strong>la</strong> tuvo que dejar y me presentó a mí para que<br />

trabajara y me aceptaron (...) en <strong>una</strong> casa, cuidando unos nenes. Eran cuatro nenes de 2<br />

años, de cuatro... de cinco y de seis. Yo trabajaba ¿cómo se dice? con cama."<br />

A <strong>la</strong> hora de manifestar preferencias en cuanto al empleo, es frecuente que <strong>la</strong> elección<br />

quede reducida a <strong>la</strong> experiencia de trabajo conocida. Perciben que no existe otra<br />

actividad que les pueda interesar o gustar:<br />

(J): "Conocí a un amigo ahí y el pibe ese conocía a un hombre que tenía un coso de<br />

leña, viste, que llevaba leña para otros <strong>la</strong>dos y había que cargar camiones. Me contó un


día así y me enganché y fui. Estuve yendo abundante tiempo, estuve yendo. Después el<br />

pibe se mudó y todo y no fui más, como no conocía a nadie, no conocía ni al dueño de<br />

ahí. Me llevaba él no más. (otro trabajo) No. No sé en qué me gustaría trabajar, en algún<br />

coso, yo qué sé, carga y descarga, después no creo que me guste otra cosa."<br />

Alguno de estos re<strong>la</strong>tos recuerdan <strong>la</strong> figura del aprendiz. Philippe Ariès ubica el<br />

aprendizaje como el modo que asume <strong>la</strong> educación desde mediados de <strong>la</strong> Edad Media<br />

hasta el siglo XVIII, con anterioridad a <strong>la</strong> insta<strong>la</strong>ción y extensión de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> como<br />

institución específicamente dedicada a tal función. Esta práctica, incompatible con el<br />

sistema de c<strong>la</strong>ses según edades, implicaba <strong>la</strong> colocación del niño en casa de otras<br />

personas y <strong>la</strong> convivencia en medio de los adultos, quienes le enseñaban lo socialmente<br />

considerado necesario. La trasmisión de valores y conocimientos se realizaba en el<br />

marco de <strong>la</strong> vida en común, mediada por <strong>la</strong> participación en el trabajo y en los espacios<br />

en que transcurría <strong>la</strong> vida cotidiana.<br />

La participación en el trabajo familiar o simi<strong>la</strong>r, tal cual <strong>la</strong> vemos ilustrada en los<br />

re<strong>la</strong>tos, configura <strong>una</strong> instancia de aprendizaje. Para los adolescentes que dejaron <strong>la</strong><br />

escue<strong>la</strong> tempranamente, el trabajo compartido pasa a ocupar un lugar central como<br />

espacio de socialización en el sentido mencionado. Allí se produce <strong>la</strong> trasmisión de<br />

conocimientos y valores, en particu<strong>la</strong>r de aquellos que el adulto referente estima<br />

necesarios, pero sobre todo se contribuye a <strong>la</strong> subsistencia familiar. Sin desconocer <strong>la</strong><br />

instrumentalidad que dichos aprendizajes tienen, en estas circunstancias el niño<br />

quedaría fuera de los espacios educativos y sociales que habilitarían <strong>la</strong> apropiación de<br />

contenidos culturales de diverso valor social. Como p<strong>la</strong>ntea Tenti Fanfani (1994)<br />

respecto de <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses más desposeídas, el recurso de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>, esto es, de <strong>la</strong> pedagogía<br />

racional y explícita, constituye el único camino para apropiarse de los bienes culturales.<br />

Esto no supone creer que existe un proceso lineal de apropiación e igua<strong>la</strong>ción por parte<br />

de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>. Como seña<strong>la</strong> Bourdieu (en T. Fanfani,1994:271), <strong>la</strong> estructura del capital<br />

cultural global, es decir su composición en términos de capital heredado y aprendido,<br />

define modos particu<strong>la</strong>res de re<strong>la</strong>ción con <strong>la</strong> cultura y también los beneficios y<br />

convertibilidad económica de ese capital global aplicado a mercados específicos. En <strong>la</strong><br />

medida en que <strong>la</strong>s adquisiciones producidas "en familia" condicionan y orientan <strong>la</strong>s<br />

experiencias esco<strong>la</strong>res posteriores, un sistema esco<strong>la</strong>r que aspire a ser democrático,<br />

afirma el autor, debe ampliar el dominio de lo que puede ser adquirido racional y<br />

técnicamente mediante un aprendizaje metódico "a expensas de lo que está<br />

irreductiblemente abandonado a los avatares de los talentos individuales, es decir, en<br />

verdad, a <strong>la</strong> lógica de los privilegios sociales".<br />

Los re<strong>la</strong>tos recogidos permiten visualizar que luego de producirse el alejamiento<br />

temprano del ámbito esco<strong>la</strong>r, los adolescentes difícilmente retoman los estudios. Entre<br />

<strong>la</strong>s múltiples variables que los conducen al alejamiento, consideramos relevantes el tipo<br />

de exigencias que p<strong>la</strong>ntea <strong>la</strong> organización esco<strong>la</strong>r.[12] Las disposiciones, que con<br />

carácter universal <strong>la</strong> misma impone como condición para acceder a el<strong>la</strong>, no van<br />

acompañadas de <strong>la</strong> universalización de los medios para su apropiación. Para algunos,<br />

esto conduce con frecuencia al abandono esco<strong>la</strong>r. Las razones que generalmente se<br />

atribuyen a dicho alejamiento -y que los propios adolescentes asumen- suelen estar<br />

vincu<strong>la</strong>das a carencias personales o referirse a <strong>la</strong> naturaleza vagamente definida de los<br />

mismos adolescentes (salir "torcido", ser vago, no querer, aburrirse, no encontrarle<br />

sentido). De esta manera <strong>la</strong>s circunstancias y <strong>la</strong>s aptitudes con re<strong>la</strong>ción a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>/liceo


dejan de parecer imputables a <strong>la</strong>s particu<strong>la</strong>ridades de <strong>una</strong> historia colectiva e individual<br />

marcada por re<strong>la</strong>ciones de dominación. (P. Bourdieu, 1999) Así lo sugieren los<br />

siguientes re<strong>la</strong>tos:<br />

(T): "Iba a empezar <strong>la</strong> UTU, pero tenía que ser mayor de 15 años para hacer cocina,<br />

tenía que hacer el Ciclo Básico, para hacer lo que me gustaba.. Eran tres años, y<br />

entonces no quise, y ahora que tengo 15 años, estoy embarazada y no voy a estudiar."<br />

(H): "...No me acuerdo. Es como todo, porque mirá que todos mis hermanos repitieron<br />

1º, mi padre también, como 7 veces. Casi todos mis familiares siempre en 1º repetían.<br />

No sé por qué, todos mis hermanos también."<br />

Cuando <strong>la</strong> entrada al mundo <strong>la</strong>boral se produce tempranamente, se limitan <strong>la</strong>s<br />

posibilidades de acceso a buena parte de los bienes culturales, lo cual contribuye a<br />

perpetuar condiciones sociales sumamente precarias:<br />

(V): "Yo... yo fui siempre trabajador, trabajé siempre desde los 9... desde los 8 años en<br />

<strong>la</strong> feria... con mi madre.. y después mi madre consiguió el trabajo ese en SECOM y ta...<br />

después empecé a hacer changas y eso, me l<strong>la</strong>man pa hacer trabajos... siempre me gustó<br />

trabajar a mí... pero no hay trabajo ahora... quiero trabajar ahora, hacer un trabajo bien y<br />

no hay trabajo..."<br />

(T): "No sé si lo extrañé (perder el trabajo) porque cobraba poquísimo, cobraba 1000<br />

pesos, no cobraba nada. Me iba a <strong>la</strong>s 8 de <strong>la</strong> mañana y volvía como a <strong>la</strong>s 4 de <strong>la</strong> tarde a<br />

mi casa. Trabajaba bastante... También trabajé de niñera porque me pagaban 6000 pesos<br />

por semana y como <strong>una</strong> semana no me pagó y otra y otra, porque era <strong>una</strong> gurisa,<br />

entonces dejé por eso."<br />

La incorporación temprana al mercado <strong>la</strong>boral, que para muchos de ellos resulta un<br />

imperativo, no significa que el adolescente devenga adulto. Estos niños, niñas y<br />

adolescentes nos fuerzan a reconocer que no es posible pensar a todos los adolescentes<br />

en virtud de <strong>la</strong>s condiciones que envuelven so<strong>la</strong>mente a parte de ellos, no hay en esto<br />

universalidad. Que muchos no se beneficien del ap<strong>la</strong>zamiento que supone <strong>la</strong> moratoria<br />

psicosocial (en los términos en que E. Erikson <strong>la</strong> enunciara) no los excluye del universo<br />

adolescente y menos los convierte linealmente en adultos. Antes bien, es preciso<br />

reconocer otros aspectos sociales y culturales que en nuestra sociedad dan cuenta de los<br />

particu<strong>la</strong>res modos de ser adolescente (M. Margulis, 1996); por tanto de <strong>la</strong>s diversas<br />

construcciones subjetivas que podemos encontrar.<br />

Con frecuencia el adolescente ingresa al mercado <strong>la</strong>boral en función de <strong>la</strong>s necesidades<br />

económicas, personales y familiares. El rol de proveedor es asumido en un momento de<br />

<strong>la</strong> vida en el cual se encuentra transitando procesos de transformación psíquica y social,<br />

sin haber alcanzado aún <strong>la</strong> autonomía necesaria en ambos sentidos. En estas<br />

circunstancias a <strong>la</strong>s exigencias que se le p<strong>la</strong>ntean desde <strong>la</strong> realidad social y <strong>la</strong>boral se<br />

agregan <strong>la</strong>s que corresponden al propio proceso de transformación psíquica:<br />

(I): "En <strong>la</strong> tienda trabajé como dos años. Eran bien de bien conmigo, y aparte que era<br />

simpático con <strong>la</strong> gente y todo. Y tá, después no fui más... Ya estaba, se ve que no quería<br />

trabajar más. No necesitaba el trabajo, estaba mi vieja, mi abue<strong>la</strong> y mis hermanos."


(H): "La señora estaba dos horas con los nenes porque trabajaba y yo estaba con los<br />

nenes todo el día y hacía <strong>la</strong>s cosas de <strong>la</strong> casa... Eran muchas cosas, pero me<br />

acostumbré... Porque extrañaba a mi madre, pero como ellos vivían a dos cuadras de mi<br />

casa, yo siempre”<br />

EL DESENCANTO ESCOLAR<br />

Generalmente se hace referencia al fracaso esco<strong>la</strong>r en función de <strong>la</strong> posibilidad del niño<br />

de responder al sistema de enseñanza, nominándolo como desertor o rezagado cuando<br />

no lo consigue. Esta operación, que omite echar luz sobre <strong>la</strong> responsabilidad que le cabe<br />

a <strong>la</strong> propia organización en este proceso, tiene consecuencias en <strong>la</strong> construcción de <strong>la</strong><br />

subjetividad del niño. El fracaso, que en su expresión más radical lo destituye del lugar<br />

social de esco<strong>la</strong>r, es asumido por el niño como propio y vincu<strong>la</strong>do a sus características<br />

personales, a su naturaleza y a sus dificultades, convirtiéndolo en único responsable del<br />

mismo:<br />

(I): "No, no terminé <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>. Y no, tenía problemas para hab<strong>la</strong>r. Ahora no tengo<br />

problemas para hab<strong>la</strong>r, hablo bastante bien. Viste el pa<strong>la</strong>dar de abajo, el frenillo, lo tenía<br />

corto, me iban a operar y todo, pero tá, con el tiempo ahí... y ahora hablo hasta por los<br />

codos."<br />

(R): "Fui al 16, al 16 viejo que estaba en Agraciada... Hice hasta segundo. Repetía y ta.<br />

Me aburría. Me empiezo a aburrir y ta. No sé, si te ponés <strong>la</strong>s pi<strong>la</strong>s es fácil, pero yo no."<br />

En ocasiones este "niño problema" se explica a partir de <strong>la</strong> trasmisión hereditaria,<br />

pasando así a <strong>la</strong> "familia problema":<br />

(H): "... No me acuerdo. Es como todo, porque mirá que todos mis hermanos repitieron<br />

1º, mi padre también, como 7 veces. Casi todos mis familiares siempre en 1º repetían.<br />

No sé por qué, todos mis hermanos también."<br />

Nuestra cultura identifica al niño con <strong>la</strong> figura del esco<strong>la</strong>r, de modo que el valor social y<br />

personal del mismo queda fuertemente asociado a su desempeño en el ámbito de <strong>la</strong><br />

escue<strong>la</strong>. La salida de <strong>la</strong> misma significada en virtud de falencias personales promueve <strong>la</strong><br />

experiencia de <strong>una</strong> "existencia negativizada". La expresión empleada frecuentemente<br />

por los adolescentes para dar cuenta de este proceso de construcción de <strong>una</strong> identidad<br />

negativa es <strong>la</strong> de haber "salido torcido":<br />

(L): "Yo iba derechito y después me desvié, me desvié... estaba estudiando y todo, ta y<br />

después no quería estudiar, empecé a fumar porro, no quería nada, empecé a robar... los<br />

hermanos míos no, nunca estuvieron presos ninguno... el único que salió torcido fui<br />

yo..."<br />

(D): "Y sí, a mis hermanos los educaron bien, el único que salí torcido fui yo. Porque<br />

me juntaba con... gente así y eso, que se drogaba y eso."<br />

Las disposiciones corporales y psíquicas exigidas institucionalmente para <strong>la</strong> tarea<br />

esco<strong>la</strong>r y tomadas por universales, virtualmente existentes en todos los niños, niñas y


adolescentes con independencia de su condición social, cultural, de género, etcétera, no<br />

constituyen un capital igualitariamente distribuido. Podríamos pensar que en virtud de<br />

<strong>la</strong> distancia existente entre lo exigido institucionalmente y los recursos con que se<br />

cuenta en un determinado momento, se produce en el niño/adolescente <strong>una</strong> tensión que<br />

inhibe el deseo y el ejercicio de <strong>la</strong>s funciones que intervienen en el aprendizaje. A<br />

menudo es el comportamiento el que da visibilidad a su malestar subjetivo:<br />

(J): "...De aplicación estaba bien, pero de conducta estaba mal, mal, mal. Era muy<br />

revoltoso y eso. Estaba todo el mundo muy tranquilo y yo me ponía a joder. Y repetí un<br />

año solo, repetí quinto por <strong>la</strong> conducta. Fue <strong>la</strong> única maestra que no me aguantó."<br />

(M): "Sólo fui a jardinera y a primero, pero <strong>la</strong>s maestras no me querían porque armaba<br />

re<strong>la</strong>jo en <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses y le pegaba a todos los chiquilines. Me fui de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> porque me<br />

aburría.."<br />

Llegada <strong>la</strong> adolescencia el desacople con <strong>la</strong> propuesta institucional es atribuida por parte<br />

de los adolescentes a trastornos en el comportamiento propio y en particu<strong>la</strong>r al consumo<br />

de drogas. Nos preguntamos si de esta manera no asumen como suya <strong>una</strong> explicación<br />

socialmente extendida en <strong>la</strong> cual uno de los efectos del mal-estar, se torna en su causa<br />

explicativa.<br />

(L): "Terminé 6º y todo... yo fui al liceo, a <strong>la</strong> UTU, fui dos veces y no fui más... ya ni<br />

iba, fui dos veces, tres veces habré ido después no fui más... me iba por ahí... me llevaba<br />

unos porros..."<br />

(F): "En el liceo me rateaba, me iba para <strong>la</strong> Expo del Prado cuando estaba, digo, cuando<br />

no me iba para <strong>la</strong> Expo me iba por ahí a tomar un vinito y a fumar un porro y cosas así<br />

que fue, digo, cosas que me fueron llevando a cambiar <strong>la</strong> cabeza."<br />

Es posible considerar que cuando <strong>la</strong> interacción en el ámbito esco<strong>la</strong>r no conduce a un<br />

intercambio y negociación explícitos y prima <strong>una</strong> imposición uni<strong>la</strong>teral por parte del<br />

maestro/profesor (de determinados contenidos y modos de trabajo) se configuren<br />

procesos de resistencia que asumen expresiones diversas y obstruyen los procesos de<br />

aprendizaje buscados, provocando con frecuencia efectos contrarios a los expresamente<br />

pretendidos.<br />

(C): "Era muy ma<strong>la</strong> <strong>la</strong> maestra esa, era muy ma<strong>la</strong> y ta, como era asquerosa y todo, los<br />

gurises no <strong>la</strong> bancaban, agarraban hojas se <strong>la</strong>s metían en <strong>la</strong> boca, <strong>la</strong>s salivaban y si<br />

estaba escribiendo en el pizarrón se los tiraban..."<br />

(V): "En el liceo... ponele... con el profesor yo... me mandaba a estudiar <strong>una</strong> cosa y al<br />

otro día me preguntaba otra... me quemaba el profesor y me iba del liceo... me iba y me<br />

suspendía como cinco días... hasta que ta... fui hablé con el profesor y le dije ' cuando<br />

me vaya a preguntar algo digamé... o estudio esto o en el au<strong>la</strong>, incluso que éstos sean<br />

ignorados o directamente rechazados. Tal puede ser el caso, para este autor, de algunos<br />

comportamientos observados en <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> y que constituyen modos de resistencia de<br />

alumnos provenientes de los sectores sociales subalternos, que de esta forma crean o<br />

recrean sus propias "estructuras culturales que utilizan para defenderse de <strong>la</strong>s<br />

imposiciones de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>".


(E): "Me iba bien, me iba bien. Alg<strong>una</strong>s veces con mi hermano armábamos re<strong>la</strong>jo. Con<br />

el más chico, con el de 19. El estaba en 6º y yo estaba en 3º. Nada, armábamos re<strong>la</strong>jo,<br />

nos peleábamos con todos, con <strong>la</strong> maestra también, le armábamos re<strong>la</strong>jo a <strong>la</strong> maestra por<br />

culpa mía..."<br />

Cabe preguntarse acerca de <strong>la</strong> posibilidad de identificar cuáles serían los mensajes que<br />

resultan ignorados o rechazados. Podemos pensar que <strong>la</strong>s informaciones o los temas que<br />

se incluyen en el ámbito esco<strong>la</strong>r están poco re<strong>la</strong>cionadas con el área de intereses de los<br />

niños, o que se administran de forma tal que no logran despertar <strong>la</strong> motivación de los<br />

mismos. Sin embargo, deberíamos considerar <strong>la</strong> posibilidad de que sean los sentidos<br />

que se vehiculizan por medio de los contenidos que resultan impugnados. Para<br />

Duschatzky (1999), quien se apoya en el concepto de "violencia simbólica" de<br />

Bourdieu, lo que estaría en juego y lo que probablemente perdure como aprendizaje<br />

esco<strong>la</strong>r es <strong>la</strong> idea de jerarquía cultural, <strong>la</strong> cual reproduce de manera transformada <strong>la</strong><br />

jerarquía del mundo social. Desde esta perspectiva, <strong>la</strong>s dimensiones del aprendizaje que<br />

resultan conflictivas para los adolescentes se vincu<strong>la</strong>n al reconocimiento de un punto de<br />

vista como el mejor y a <strong>la</strong> aceptación de <strong>la</strong> afirmación de que el criterio de autoridad<br />

radica en <strong>la</strong> institución oficial.<br />

(V): "En el liceo... ponele... con el profesor yo... me mandaba a estudiar <strong>una</strong> cosa y al<br />

otro día me preguntaba otra... me quemaba con el profesor y me iba del liceo... me iba y<br />

me suspendía como cinco días... hasta que tá.. fui hable con el profesor... (fui) hasta<br />

segundo, <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> no repetí ningún año y hasta segundo hice... repetí primero, pasé<br />

primero... repetí segundo y repetí segundo porque me echaron... porque me pelié con el<br />

profesor de geografía..."<br />

(J): "Las maestras de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> eran... eran fatales <strong>la</strong>s maestras de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>. Eran<br />

todas... eran ariscas. Se ponían duras, se ponían.... después empecé a hacer un curso de<br />

carpintería ahí en División Educación. Me terminaron echando ahí. Había tenido<br />

problemas con el profesor y eso ahí, le tiré con <strong>una</strong> maceta y eso, y ta, me echaron."<br />

Los testimonios recogidos dan cuenta de este desencuentro entre el niño/adolescente y<br />

el mundo esco<strong>la</strong>r. La mayoría de ellos expresa que el tránsito por <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> y el liceo<br />

conlleva <strong>una</strong> experiencia poco interesante que propicia el alejamiento de <strong>la</strong> institución.<br />

Resultan preocupantes <strong>la</strong>s cifras:[13] el 25 por ciento de los niños que se inscriben en el<br />

primer año esco<strong>la</strong>r no llegan a sexto año. Para el caso de los adolescentes de nuestro<br />

estudio, el porcentaje asciende a algo menos del 50 por ciento.<br />

(S): "No... no me gustaba... iba como <strong>una</strong> vez cada tanto... a los 12 años dejé <strong>la</strong><br />

escue<strong>la</strong>... a los 12 o a los 11 no me acuerdo... dejé en sexto año... hice el primer mes y<br />

ta... después empecé a salir para todos <strong>la</strong>dos... no iba nada..."<br />

(O): "Iba a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> de ahí... municipal... era medio ahí... no me gustaba mucho... no<br />

iba mucho... no me gustaba ir a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>... me iba por ahí... después cuando llegaba <strong>la</strong><br />

hora de irme iba pa mi casa -tiqui tiqui- mi madre se pensaba que yo iba a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>..."<br />

El tras<strong>la</strong>do al medio esco<strong>la</strong>r de actividades y formas de re<strong>la</strong>cionarse propias de su grupo<br />

de edad en otro contexto, expresaría <strong>la</strong> imposibilidad de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> de movilizar en el<br />

niño el deseo de aprender lo que allí se enseña y -en parte- <strong>la</strong> dificultad de éste para<br />

responder a <strong>la</strong>s exigencias esco<strong>la</strong>res y participar de nuevas formas de re<strong>la</strong>cionamiento y


actividades de carácter académico. Los niños no lograrían establecer un compromiso a<br />

<strong>la</strong> vez p<strong>la</strong>centero y satisfactorio con <strong>la</strong> propuesta esco<strong>la</strong>r.<br />

(L): "... (Me gustaba) poco... no estudiaba mucho... (me gustaba) ir a joder... estar con<br />

mis compañeros ahí... porque iba a joder... era mi agite... seguro, andaba todo el<br />

tiempo... porque no me gustaba ir a estudiar... estaba todo el día jugando ahí... alg<strong>una</strong>s<br />

veces me pusieron en penitencia..."<br />

(E): "Cuando le tajeamos <strong>la</strong> cartera a <strong>la</strong> maestra. En el recreo, se fue al recreo dejó <strong>la</strong><br />

cartera ahí y mi hermano <strong>la</strong> tajeó toda con <strong>una</strong> navaja y le sacó p<strong>la</strong>ta, cualquier re<strong>la</strong>jo<br />

fue ese día. Sí, c<strong>la</strong>ro, un chiquilín ahí bucheó, alcagüeteó. Al otro día lo cagó a palos le<br />

metió <strong>la</strong> cabeza en el water."<br />

Con frecuencia <strong>la</strong> organización esco<strong>la</strong>r responde frente al niño que "resiste" convertirse<br />

en alumno, al estilo decimonónico. En efecto, algunos de los re<strong>la</strong>tos muestran el empleo<br />

de castigos físicos (los que fueran explícitamente prohibidos en 1848) tanto como <strong>la</strong><br />

aplicación de medidas sancionatorias semejantes a <strong>la</strong>s consignadas en el reg<strong>la</strong>mento<br />

provisorio de <strong>la</strong> enseñanza primaria, e<strong>la</strong>borado por el Instituto de Instrucción Pública en<br />

aquel año. Así disponía, en <strong>la</strong> sección dedicada a penas y castigos, respecto del uso de<br />

<strong>la</strong>s mismas: "1ª Repetición de tareas esco<strong>la</strong>res. 2ª Aumento de éstas. 3ª Detención en <strong>la</strong><br />

escue<strong>la</strong> después de concluidas <strong>la</strong>s horas de estudio. 4ª Estar de pie durante <strong>la</strong>s horas de<br />

c<strong>la</strong>se o parte de el<strong>la</strong>s. 5ª. Intimaciones en privado o públicamente de expulsión del<br />

establecimiento. 6ª. Expulsión del mismo, hecho en público o en privado". (Barrán;<br />

1994, T1: 229)<br />

(C): "Fue hasta 5º. Me fui, ¿viste?... no quería ir más... me trataban mal <strong>la</strong>s maestras y<br />

todo. Sí le dije a mi mamá y todo ¿viste?, fue un día que me había pegado y todo <strong>la</strong><br />

maestra... no me pegó, me cinchó de <strong>la</strong> oreja y me cortó toda esta parte de <strong>la</strong> oreja..."<br />

La expulsión de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> es <strong>una</strong> experiencia frecuente en <strong>la</strong> historia esco<strong>la</strong>r de estos<br />

adolescentes. Podría pensarse que esta decisión institucional equivale en muchos casos,<br />

a <strong>una</strong> sentencia que coloca a los niños/adolescentes al borde de convertirse en<br />

integrantes de <strong>la</strong> "infancia pública".<br />

(L): "Yo qué sé... bien, porque si me portaba mal me suspendían... me pasaban<br />

suspendiendo en <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>... me peleaba con los gurises en el patio y <strong>una</strong> vez me<br />

echaron... me llevaron para otra escue<strong>la</strong>, para <strong>una</strong> que queda ahí en <strong>la</strong> curva de<br />

Tavarez... fue en cuarto..."<br />

(P): "Fui a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> hasta tercer año, cuando era chico y dejé <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> por <strong>una</strong><br />

aventura, porque tábamo por terminar tercer año y tábamo en el recreo, se rompió un<br />

vidrio y me echaron <strong>la</strong> culpa a mí. Yo no había sido. Me suspendieron de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> y<br />

me mandaron a otra. De esa otra escue<strong>la</strong> no me adapté, me mandaron a otra, de <strong>la</strong> otra<br />

tampoco me adapté y terminé ahí (...) Después que me echaron de <strong>la</strong> primera escue<strong>la</strong>, se<br />

me fueron <strong>la</strong>s ganas de estudiar."<br />

Existe acuerdo entre diversas posiciones teóricas en considerar que los procesos de<br />

socialización que tienen lugar en <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> no se corresponden únicamente con <strong>la</strong><br />

trasmisión de contenidos y los intercambios de ideas que conforman el currículo. Tales<br />

procesos transcurren mediante re<strong>la</strong>ciones sociales materiales que se establecen en <strong>la</strong>


vida esco<strong>la</strong>r, organizando <strong>la</strong> experiencia cotidiana por medio de <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones de los<br />

alumnos con los maestros/profesores, entre ellos, con el método de aprendizaje, los<br />

contenidos y materiales esco<strong>la</strong>res y consigo mismos. Fernández Enguita (en Gimeno<br />

Sacristán y Pérez Gómez; 1998:22) expresa esta concepción: "La escue<strong>la</strong> es un<br />

entramado de re<strong>la</strong>ciones sociales materiales que organizan <strong>la</strong> experiencia cotidiana y<br />

personal del alumno con <strong>la</strong> misma fuerza o más que <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones de producción<br />

puedan organizar <strong>la</strong>s del obrero en el taller o <strong>la</strong>s del pequeño productor en el mercado.<br />

¿Por qué entonces, continuar mirando el espacio esco<strong>la</strong>r como si en él no hubiera otra<br />

cosa en lo que fijarse que <strong>la</strong>s ideas que se trasmiten?"<br />

De manera significativa el aprendizaje de <strong>la</strong>s estrategias, mecanismos, normas y valores<br />

de interacción social que se requieren para transitar con cierto éxito <strong>la</strong> vida esco<strong>la</strong>r, va<br />

configurando pau<strong>la</strong>tinamente un sistema de representaciones y pautas de conducta cuya<br />

utilidad y valor transcienden el marco esco<strong>la</strong>r, tanto más cuanto mayor sea <strong>la</strong> semejanza<br />

entre <strong>la</strong> vida social dentro y fuera del au<strong>la</strong>.<br />

Ninguno de los adolescentes que entrevistamos logró terminar el ciclo de enseñanza<br />

obligatorio y casi <strong>la</strong> mitad de ellos ni siquiera culminó <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> primaria. Estudios<br />

recientes informan que Uruguay presenta <strong>la</strong>s cifras más altas de deserción esco<strong>la</strong>r de <strong>la</strong><br />

región si se le compara con Argentina y Chile: en Argentina el 41,6 por ciento de los<br />

jóvenes de 18 años pertenecientes a los sectores de más bajos ingresos han abandonado<br />

los estudios, en Chile el 48,9 por ciento, en Uruguay el 75,5 por ciento. De los menores<br />

de 15 años, han abandonado en Argentina el 21,5 por ciento, 18,3 por ciento en Chile y<br />

43,9 por ciento en Uruguay.[14]<br />

Desde el punto de vista subjetivo el fracaso esco<strong>la</strong>r aleja al niño/adolescente del lugar<br />

socialmente asignado de esco<strong>la</strong>r/liceal, alentando el surgimiento de sentimientos de<br />

vergüenza y culpa.<br />

(O): "William está en <strong>la</strong> misma c<strong>la</strong>se que yo... antes se bur<strong>la</strong>ba mío... porque él estaba<br />

en <strong>una</strong> c<strong>la</strong>se más grande que yo... yo estaba en tercero y él estaba en cuarto... ah! Vos<br />

estás en tercero y yo estoy en cuarto (me decía)..."<br />

(N): "Mi hermano va a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>... ta en tercero con 9 años... está bien... yo con 9 años<br />

estaba en primero... me sentía mal... no quería ir porque siempre estaba en <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> y<br />

pasaban los demás y yo siempre estaba en <strong>la</strong> misma c<strong>la</strong>se... era muy peleador en <strong>la</strong><br />

escue<strong>la</strong> y eso...(me peleaba) por cualquier cosa... los colores o algo... me decía ¡ah!<br />

porque vos te quedás en primero y yo pasé pa segundo y... no me gustaba..."<br />

La percepción y el sentimiento de sí vincu<strong>la</strong>dos a <strong>la</strong> idea de carencia <strong>la</strong> expresan con<br />

c<strong>la</strong>ridad los siguientes re<strong>la</strong>tos:<br />

(B): "Yo fui en primer año de liceo pero nunca entendí nada, el primer mes así 5 y<br />

después 2, 3, 2, 3, todos los meses así y como desde el primer día nunca entendí nada,<br />

después seguía dando y yo siempre me quedé atrás y fui a coso de inglés pa cuando iba<br />

a dar los exámenes y ta no lo quise dar porque igual fui a profesora particu<strong>la</strong>r y tampoco<br />

entendía nada y quedó como que nunca me gustó, digo me gustaría saberlo porque está<br />

bueno saber otro idioma pero... y segundo empecé, dos años fui a segundo y a mitad de<br />

año dejé."


(D): "Terminé <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> y así, el año que pasó así, fui al liceo, y creo que fui cuatro<br />

meses no má, y no fui más, porque no me acordaba mucho de <strong>la</strong>s cosas que me decían,<br />

que tenía que hacer. El liceo no me gustaba mucho, <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> me gustaba... No me<br />

acordaba bien así de <strong>la</strong>s cosas. Tenía así poca memoria y no me acordaba bien de <strong>la</strong>s<br />

cosas que había hecho y eso."<br />

Una minoría de los adolescentes entrevistados recuerda <strong>la</strong> etapa esco<strong>la</strong>r de manera<br />

satisfactoria, aunque esto no signifique que culminaran el ciclo primario y menos aún<br />

continuaran estudios secundarios. Los aspectos del tránsito esco<strong>la</strong>r que se asocian a<br />

experiencias de tono gratificante son <strong>la</strong> culminación del ciclo sin mayores dificultades<br />

(repeticiones) y el recuerdo de <strong>la</strong> figura de <strong>la</strong> maestra.<br />

(R): "En <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> no repetí ningún año. No tengo muchos recuerdos de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>.<br />

Todo bien, recuerdos malos así, no tengo. No tengo recuerdos malos."<br />

(J): "A <strong>la</strong> del Maciel, a <strong>la</strong> que estaba allá en <strong>la</strong> Ciudad Vieja. Ahí en Maciel y Buenos<br />

Aires. Todo el tiempo ahí, y después fui a un jardincito que está en Treinta y Tres y<br />

Misiones. Me acuerdo de <strong>la</strong> maestra y todo, era buenísima."<br />

Si bien no es posible abarcar los distintos aspectos que conforman lo que podríamos<br />

denominar <strong>la</strong> ecuación personal del niño/adolescente con re<strong>la</strong>ción a <strong>la</strong> actividad esco<strong>la</strong>r,<br />

en <strong>la</strong> cual se conjugan factores de índole social, familiar e individual, lo cierto es que el<br />

deseo de aprender/ estudiar parece estar, muchas veces, ausente. La debilidad del<br />

"enganche" con lo educativo, algunos de los adolescentes <strong>la</strong> refieren a <strong>la</strong> falta de ganas<br />

y atribuyen esta escasa disposición al estar para <strong>la</strong> "joda":<br />

(Z): "Hice liceo. Hice tres años ahí en el Cerro, en el 50. Y repetí tres años. No, no tenía<br />

ganas. Estaba para <strong>la</strong> joda. No, no hacía nada."<br />

(L): "...Porque está de menos estudiar, yo qué sé... a mí no me gusta... ya estudié... pa<br />

que más..."<br />

Llegada <strong>la</strong> adolescencia el deseo de trabajar parece desp<strong>la</strong>zar al de estudiar, para el cual<br />

no se encuentran "motivos". Haberse iniciado en <strong>la</strong> experiencia <strong>la</strong>boral y no encontrarle<br />

sentido al aprender "<strong>la</strong>s cosas de antes" surgen como argumentos explicativos. El<br />

trabajo sería <strong>la</strong> vía que se visualiza para acceder a "tener lo mío".<br />

(B): "Y el primer año tá porque empecé a trabajar, el segundo porque ta porque no me<br />

gustaba como que no le encontraba motivos, pa! Pa qué estoy haciendo esto si no me<br />

sirve de nada, estoy perdiendo momentos de estar trabajando en cualquier cosa viniendo<br />

acá a estudiar, porque no entiendo pa qué quieren enseñar historia, geografía, yo qué sé,<br />

<strong>la</strong>s cosas de antes..."<br />

Algunos testimonios muestran cómo <strong>la</strong> pérdida de sentido del estudio se va gestando<br />

pau<strong>la</strong>tinamente. Llegado un punto los adolescentes parecen concluir que con eso, no<br />

pueden. El sostén que <strong>la</strong> institución socioeducativa que los atiende les brinda para que<br />

mantengan <strong>la</strong> inserción esco<strong>la</strong>r parecería débil, y durar en muchos de los casos lo que<br />

dura <strong>la</strong> misma intervención.


(B): "A mí como que ya el estudio digo... yo, estando acá, mientras que pueda voy a<br />

hacer, voy a estudiar pero me gustaría más trabajar en algo, me gustaría ahora en este<br />

momento trabajar de cualquier cosa, me gustaría de mozo o panadero."<br />

(P): "Después estuve haciendo escue<strong>la</strong> nocturna, a los 14 o 15 años. Me decidí a<br />

estudiar pero no pude tampoco, porque fui casi un año completo y cuando tuve que dar<br />

<strong>la</strong> prueba falté."<br />

La experiencia esco<strong>la</strong>r por <strong>la</strong> que frecuentemente transitan algunos niños lejos de<br />

propiciar el desarrollo de los recursos cognitivos y afectivos necesarios para integrarse<br />

socialmente y alcanzar mayores niveles de autonomía, produce vivencias de disp<strong>la</strong>cer<br />

que empujan al niño a des-investir el espacio esco<strong>la</strong>r. En este proceso el niño parece<br />

quedar solo frente a <strong>la</strong> situación, quizás a <strong>la</strong> espera de <strong>una</strong> respuesta adulta que lo<br />

sostenga.<br />

(N): "... En esa escue<strong>la</strong> estábamos ahí con <strong>la</strong> maestra... taban más arriba tuyo así..."<br />

(P): "Y hoy en día. ¿geografía, historia, música, cuentos o neve<strong>la</strong>s? que me atraiga no<br />

hay nada. Nada. No sé. Después que me echaron de <strong>la</strong> primera escue<strong>la</strong> se me fueron <strong>la</strong>s<br />

ganas de estudiar. A veces me quedaba sentado, a veces no. No prestaba atención. Me<br />

iba al recreo. Agarraba mi mochi<strong>la</strong> y me iba. Mi madre me cagaba a piñazos cuando<br />

llegaba, porque le avisaban que yo del recreo me había ido."<br />

Siguiendo el desarrollo de <strong>la</strong>s teorías reproductivistas, resulta de interés vincu<strong>la</strong>r el<br />

fracaso esco<strong>la</strong>r con los mecanismos de selección del sistema esco<strong>la</strong>r. Baudelot y<br />

Establet (en Gil Vil<strong>la</strong>; 1994) postu<strong>la</strong>n <strong>la</strong> existencia de redes de esco<strong>la</strong>rización<br />

diferenciadas que constituirían los marcos para el desarrollo de prácticas esco<strong>la</strong>res<br />

específicas. Con re<strong>la</strong>ción a lo que venimos considerando, resulta interesante el p<strong>la</strong>nteo<br />

acerca del rol que juega <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> primaria en el proceso de distribución material de los<br />

individuos en <strong>la</strong> estructura social y en <strong>la</strong> impregnación de <strong>la</strong> ideología dominante. Para<br />

estos autores el aprendizaje de <strong>la</strong> escritura y de <strong>la</strong> lectura crea entre los niños diferencias<br />

que marcan el futuro trayecto académico. En tanto estas diferencias están fuertemente<br />

ligadas al origen social, <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> interviene activamente en <strong>la</strong> transformación de tales<br />

diferencias en divisiones de c<strong>la</strong>ses. Su contribución a <strong>la</strong> producción de <strong>la</strong> desigualdad<br />

social radicaría, fundamentalmente, en que el énfasis puesto en <strong>la</strong> posesión de un<br />

"discurso pulido" como soporte material del aprendizaje de <strong>la</strong> lectura, al momento de <strong>la</strong><br />

alfabetización, coloca en desventaja a los alumnos no familiarizados con éste en su<br />

propio contexto social.<br />

Las entrevistas mantenidas dan cuenta de <strong>la</strong> correspondencia existente entre <strong>la</strong> temprana<br />

deserción esco<strong>la</strong>r y el pobre manejo de <strong>la</strong> lecto-escritura por parte de los adolescentes.<br />

Aquellos que expresan un lenguaje más escaso en contenido y organización, son<br />

quienes han salido tempranamente del espacio esco<strong>la</strong>r y no han desarrol<strong>la</strong>do plenamente<br />

<strong>la</strong>s competencias para <strong>la</strong> lectura y escritura.<br />

(N): "Fui a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>... después fui a <strong>una</strong> escue<strong>la</strong> especial de esas... <strong>una</strong> escue<strong>la</strong> con<br />

problemas así... <strong>una</strong> escue<strong>la</strong>... yo iba a <strong>una</strong> escue<strong>la</strong> común así y después me mandaron a<br />

<strong>una</strong> escue<strong>la</strong> pa... trasados... así ... no me sale el nombre... con problemas... ¿cómo se<br />

l<strong>la</strong>ma <strong>la</strong> otra escue<strong>la</strong>?... <strong>una</strong> escue<strong>la</strong> común y después me mandaron a <strong>una</strong> escue<strong>la</strong>... con<br />

problemas especial...esa... (cuando)... no me acuerdo..."


(O): "No... no sé leer... (hice) hasta tercero y acá me pusieron en primero y el viernes<br />

pasado di <strong>la</strong> prueba pa segundo... pasé."<br />

La escasez de vocablos disponibles lleva, por ejemplo, al uso abusivo del término<br />

"coso" para designar aquello para lo cual no se posee pa<strong>la</strong>bra.<br />

(E): "Hice seis meses de peluquería. Ahí en el Borro. Con <strong>una</strong> mujer que tenía coso, y<br />

enseñaba peluquería..."<br />

(J): "Conocí a un amigo ahí y el pibe ese conocía a un hombre que tenía un coso de<br />

leña, viste... No. No sé en qué me gustaría de analizar <strong>la</strong>s posibilidades de los sujetos de<br />

construir <strong>una</strong> perspectiva del mundo en el cual están insertos, constituyendo un fuerte<br />

condicionamiento para <strong>la</strong> construcción de <strong>la</strong> identidad en el seno de <strong>la</strong> cultura. Las<br />

competencias lingüísticas disminuidas marcarán <strong>la</strong> capacidad de simbolizar, memorizar,<br />

imaginar, y los medios con los cuales el sujeto puede negociar, a lo <strong>la</strong>rgo de <strong>la</strong> vida, su<br />

pertenencia social y su devenir singu<strong>la</strong>r en mejores condiciones. En otras pa<strong>la</strong>bras, el<br />

lenguaje del que se dispone, cuando está tan empobrecido, constituye un límite al<br />

pensamiento. (Ulriksen, 1998)<br />

Se considera que junto a <strong>la</strong>s disposiciones para el aprendizaje de <strong>la</strong> lecto-escritura <strong>la</strong><br />

escue<strong>la</strong> demanda al alumno el desarrollo de cierta disposición o actitudes. Coinciden<br />

corrientes reproductivistas marxistas con posturas funcionalistas como <strong>la</strong>s de Parsons en<br />

reconocer que <strong>la</strong> acción esco<strong>la</strong>r centra su atención, en buena medida, en el desarrollo de<br />

aquel<strong>la</strong>s habilidades y actitudes que constituyen los requisitos esenciales para el futuro<br />

desenvolvimiento social. Aquí se ubicarían los aspectos conductuales y actitudinales,<br />

tales como los modos de dirigirse al maestro/ profesor y <strong>la</strong> obediencia, el mantenerse<br />

sentado de <strong>una</strong> forma y durante determinado tiempo, entre otros.<br />

Si nos detenemos en el testimonio que sigue, podríamos inferir que para (O) los adultos<br />

(aquí representados por <strong>la</strong> entrevistadora) constituyen figuras (de poder) frente a <strong>la</strong>s<br />

cuales él queda colocado en posición de objeto, despojado del control sobre su pa<strong>la</strong>bra y<br />

su deseo:<br />

(O): "No puedo hab<strong>la</strong>r más ¿no? (...) no tengo más ganas de hab<strong>la</strong>r."<br />

Resulta interesante recoger <strong>la</strong> perspectiva de Bourdieu (1999) cuando afirma que<br />

mediante estos procesos el orden social se inscribe en los cuerpos por medio de <strong>una</strong><br />

confrontación permanente del sujeto con el entorno, en <strong>la</strong> cual <strong>la</strong>s transacciones<br />

afectivas juegan un papel destacado. Este aspecto vincu<strong>la</strong>r siempre en juego, más aun<br />

cuando de niños, niñas y adolescentes se trata, interroga al adulto acerca de sus límites<br />

respecto del joven, allí donde el reconocimiento del otro como sujeto queda<br />

cuestionado.<br />

Si tomamos los desarrollos de Bowles y Gintis en cuanto a <strong>la</strong> existencia de <strong>una</strong><br />

correspondencia estructural entre el sistema educativo y el económico, centrada en <strong>la</strong>s<br />

re<strong>la</strong>ciones sociales y <strong>la</strong>s de producción, podemos vincu<strong>la</strong>r los niveles educativos que<br />

alcanzan estos adolescentes con <strong>la</strong>s posibilidades de su acceso al mercado <strong>la</strong>boral.<br />

Según esta perspectiva, en el nivel educativo más bajo de <strong>la</strong> enseñanza obligatoria se<br />

socializa para los puestos de trabajo subordinados, por lo tanto hay un énfasis en <strong>la</strong>


sumisión, contrariamente a <strong>la</strong> iniciativa que se propicia en los niveles superiores que<br />

apuntan a formar para ocupar puestos de mando.<br />

Esto se complementa con el concepto de redes de esco<strong>la</strong>rización, "primaria profesional"<br />

y "secundaria superior", propuestas por Baudelot y Establet y que mencionáramos más<br />

arriba. La primera culmina antes, tiene menos prestigio social, conduce a un sector<br />

secundario del mercado de empleo y es utilizado fundamentalmente por los sectores<br />

popu<strong>la</strong>res. La otra cubriría todos los niveles de enseñanza y posee un carácter elitista<br />

(en Gil Vil<strong>la</strong>, 1994).<br />

Bourdieu seña<strong>la</strong> que el sistema de enseñanza reproduce bajo <strong>una</strong> forma transformada <strong>la</strong>s<br />

jerarquías del mundo social, con segmentaciones por "niveles" que corresponderían a<br />

los diferentes estratos sociales como también <strong>la</strong>s divisiones en especialidades y<br />

disciplinas que reflejan <strong>la</strong> división social que opone <strong>la</strong> teoría y <strong>la</strong> práctica, <strong>la</strong> concepción<br />

a <strong>la</strong> ejecución (1998).<br />

Cabe interrogarse acerca del lugar socialmente asignado a quienes pierden los anc<strong>la</strong>jes<br />

sociales tempranamente. Podemos inferir que gran parte de los jóvenes que se<br />

encuentran en dicha situación, no tendrá acceso siquiera a los puestos de trabajo más<br />

subordinados, convirtiéndose en sujetos prescindibles en términos del mercado <strong>la</strong>boral.<br />

Siguiendo a Castel (Castel, R, Haroche, C; 2003) nos preguntamos si no estamos ante lo<br />

que el autor denomina <strong>una</strong> bifurcación del individuo moderno. Se trataría, desde su<br />

perspectiva, de un nuevo perfil de individuo vincu<strong>la</strong>do a <strong>la</strong> degradación de <strong>la</strong> propiedad<br />

social. Propiedad que había logrado ampliar, hasta el último tercio del siglo pasado, el<br />

zócalo que soportaba al individuo más allá de su posibilidad de acceso a <strong>la</strong> propiedad<br />

privada. Esta figura, a <strong>la</strong> que Castel denomina individuo por carencia, constituye <strong>una</strong><br />

forma de individualidad negativa que se construye por desligamiento para <strong>la</strong> cual <strong>la</strong>s<br />

posibilidades de desarrol<strong>la</strong>r estrategias personales, de disponer de márgenes de acción<br />

por sí misma y para sí misma, queda puesta en cuestión. Se produce de este modo <strong>la</strong><br />

pérdida de <strong>la</strong> "propiedad de sí" y con el<strong>la</strong> <strong>la</strong> consistencia como individuo.<br />

Aun estando fuera del sistema educativo, <strong>la</strong> proyección imaginaria que muchos<br />

expresan en cuanto al lugar social futuro refiere al desempeño de oficios:<br />

(L): "...Carpintería... entré a estudiar carpintería... (antes de dejar)."<br />

(V): "Si... voy a ir a <strong>la</strong> UTU... a <strong>la</strong> del marítimo... soldadura naval..."<br />

Nuevamente surge <strong>una</strong> profunda brecha entre <strong>la</strong>s expectativas del adolescente y <strong>la</strong>s<br />

posibilidades de acceder a ciertas posiciones profesionales y sociales. Brecha que en<br />

muchas ocasiones es perpetuada institucionalmente debido a <strong>la</strong> ausencia de<br />

intervenciones que efectivamente disputen un lugar a <strong>la</strong>s determinaciones sociales<br />

iniciales, contribuyendo de ese modo a fijar al adolescente a un futuro anunciado. La<br />

proyección que en términos de capacitación <strong>la</strong>boral realizan quienes no han terminado<br />

<strong>la</strong> escue<strong>la</strong>, se orienta hacia <strong>la</strong> realización de cursos que en términos generales no les<br />

aportan mayores recursos para el ingreso al mercado <strong>la</strong>boral. Menos para acceder a<br />

bienes culturales que favorezcan otro lugar social.


Uno de los efectos más negativos de <strong>la</strong>s intervenciones institucionales en el sentido de<br />

realizar <strong>una</strong> oferta de capacitación que lejos de contribuir a posicionar a los<br />

adolescentes en el mercado <strong>la</strong>boral con un mayor poder de negociación, parece<br />

"entretenerlos" con contenidos que al decir de Violeta Núñez: "se puede sospechar, sólo<br />

sirven para sostener y justificar el mantenimiento de los marcos institucionales en los<br />

que se gestionan" (2004:118). Preocupa en este sentido por ejemplo, <strong>la</strong> oferta<br />

generalizada que se hace de los cursos-taller de peluquería.<br />

(G): "Sí, voy a seguir estudiando, no en liceo o UTU porque no me gusta, pero voy a<br />

hacer un curso de peluquería."<br />

(C): "... Y después no empecé a ir más (a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>) y después empecé a estudiar en<br />

CECAP, me había enterado del curso ese (sanitaria), le dije a mi madre y fui. De un<br />

año, ya debe haber terminado el curso, te anotás en CECAP... (hice) sólo esos seis<br />

meses no... Acá estoy haciendo peluquería, allá había peluquería pero no recibían<br />

varones."<br />

(E): "Hice seis meses de peluquería. Ahí en el Borro. Con <strong>una</strong> mujer que tenía coso, y<br />

enseñaba peluquería. Afuera me iban a dar el diploma. A los 11 meses te dan el<br />

diploma... y dejé todo por <strong>la</strong> joda..."<br />

En cambio <strong>la</strong> continuidad de los estudios en el nivel secundario o <strong>la</strong> misma expectativa<br />

de realizarlos, parece colocar a los adolescentes en condiciones de acceder a programas<br />

de capacitación para trabajos de mayor calificación. Dos de los adolescentes en dicha<br />

situación se encuentran realizando <strong>una</strong> capacitación <strong>la</strong>boral (que se inicia a partir del<br />

ingreso a <strong>la</strong> institución) que supone mayor calificación que los casos anteriores:<br />

(Z): "Hice liceo... (ahora) Estoy estudiando, Oficial, ahí, del gas, gasista. Es un curso. Sí<br />

me gusta, está bueno. Vengo todos los días."<br />

(A): "Mi madre me quería hacer estudiar, por eso me había anotado en <strong>la</strong> UTU. Quizás<br />

hubiera terminado <strong>la</strong> UTU. El curso de mozo bien, ahora está un poco más movido. En<br />

el curso está meta hab<strong>la</strong>r el profesor. Es ahí, cerca de Canal 5... Primero tengo que<br />

terminar el curso. Después creo que hay pasantías pagas y todo."<br />

Duschatzky y Corea (2002) afirman que para atender los problemas centrales de <strong>la</strong><br />

educación deben analizarse <strong>la</strong>s modificaciones que se han producido en el dispositivo<br />

esco<strong>la</strong>r y los efectos que <strong>la</strong>s mismas han operado en <strong>la</strong> construcción de los sujetos. Las<br />

autoras vincu<strong>la</strong>n esta problemática a <strong>la</strong>s emergentes situaciones de pobreza que surgen<br />

del nuevo orden mundial. El énfasis es colocado en los efectos que tiene para el sujeto o<br />

el grupo <strong>la</strong> pérdida de <strong>la</strong> confianza en <strong>la</strong> posibilidad de alcanzar nuevas posiciones<br />

sociales. En tales condiciones el sujeto pierde <strong>la</strong> cualidad de ser en potencia, de<br />

desarrol<strong>la</strong>r múltiples (aunque siempre limitadas) posibilidades y se vuelve un ser<br />

determinado. En pa<strong>la</strong>bras de <strong>la</strong>s autoras: "Un ser de nuda vida es un ser al que se le han<br />

consumido sus potencias, sus posibilidades. Nuda vida es un ser absolutamente<br />

determinado." (2002: 19)<br />

Cuando el sujeto queda privado de realizarse en <strong>la</strong>s múltiples inscripciones posibles:<br />

hombre /mujer, trabajador/alumno, padre/madre, hijo/hija, se aproxima a <strong>la</strong> nuda vida,<br />

un modo de vida casi vegetativa, <strong>una</strong> vida sin contenido. La previsibilidad del destino


personal parece pautar <strong>la</strong> idea que algunos de los adolescentes se hacen acerca del<br />

futuro.<br />

(L): "...Si no me consiguen (trabajo) que se metan el trabajo en el... voy a salir a robar y<br />

que me metan en cana... tá... me quema <strong>la</strong> cabeza... están para ayudarte y no hacen<br />

nada... uno quiere hacer <strong>la</strong>s cosas bien y..."<br />

(S): "...Y después no sé... cuando salga a <strong>la</strong> calle no sé... se va a ver en <strong>la</strong> calle... no sé<br />

yo... y por ahora no tengo nada... un trabajo así... así que no creo que me va a quedar<br />

otra... voy a tratar de conseguir... y si no ahí, volveremos a <strong>la</strong> misma... no hay otra..."<br />

En este contexto y desde <strong>la</strong> perspectiva teórica que <strong>la</strong>s autoras desarrol<strong>la</strong>n, <strong>la</strong> narrativa<br />

esco<strong>la</strong>r ha perdido eficacia simbólica. Esto significa que su discurso no cuenta con <strong>la</strong><br />

potencia que hasta hace no mucho tiempo, le permitía convocar a los sujetos en torno de<br />

ciertas ideas, normas y valores, cuya incorporación producía efectos en <strong>la</strong>s prácticas<br />

sociales dentro y fuera del au<strong>la</strong>. Sería entonces su capacidad de interpe<strong>la</strong>r a los sujetos y<br />

construirlos <strong>la</strong> que se encuentra afectada. Si bien esta afirmación en términos absolutos<br />

puede ser discutible, parece ser pertinente considerar<strong>la</strong> para comprender <strong>la</strong> experiencia<br />

esco<strong>la</strong>r de algunos niños, niñas y adolescentes:<br />

(G): "Iba a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>. Hasta cuarto. No me gustaba. Iba a robarle <strong>la</strong> merienda a los<br />

gurises, a pegarle, a fugarme (ríe)... Nada. No me gustaba estudiar, no me gustaba hacer<br />

nada. Y a <strong>la</strong>s maestras llegaba un momento que no me bancaban más. Les hacía <strong>la</strong> vida<br />

imposible. Les robaba <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ta a <strong>la</strong>s maestras (se ríe)."<br />

(L): "...Porque está de menos estudiar, yo qué sé... a mí no me gusta... ya estudié... pa<br />

que más (servir) después me puede servir si, pero no me gusta... ahora me tengo que<br />

poner a <strong>la</strong>burar... porque si sigo robando algún día voy a caer... si no quiero robar<br />

más..."<br />

Muchos de los re<strong>la</strong>tos recogidos sugieren que este desacople del niño/adolescente con <strong>la</strong><br />

escue<strong>la</strong>/liceo se vincu<strong>la</strong> también a <strong>la</strong> inexistencia o precariedad de <strong>la</strong>s condiciones<br />

necesarias para que lo educativo tenga lugar. La insuficiente satisfacción de necesidades<br />

y <strong>la</strong> falta de cuidados básicos remite a <strong>una</strong> vulneración de derechos humanos<br />

fundamentales que hacen límite a <strong>la</strong> posibilidad de realización de lo educativo.<br />

(O): (¿Estudiar?) (no) "Si tengo <strong>una</strong> casa si... si no no...¿pa qué voy a estudiar? que si<br />

tuviera <strong>una</strong> casa ta... estudio pa conseguirme un trabajo... pero si no tengo para qué voy<br />

a estudiar (...) A mí lo único que me parece importante es <strong>la</strong> casa... me parece no... es<br />

importante... porque ta porque no quiero robar más... y yo sé que si no tengo <strong>la</strong> casa voy<br />

a seguir robando... hasta tener..."<br />

Resulta significativo que so<strong>la</strong>mente seis de los adolescentes entrevistados hayan tenido<br />

acceso a <strong>la</strong> enseñanza media, cinco de los cuales no alcanzaron a terminar segundo año<br />

mientras <strong>una</strong> de <strong>la</strong>s jóvenes sí lo hizo. Ninguno de los adolescentes entrevistados<br />

completó el ciclo de enseñanza obligatorio.<br />

La expectativa acerca del estudio en tanto herramienta para acceder a mejores<br />

posibilidades <strong>la</strong>borales y sociales <strong>la</strong> manifiestan dos de los adolescentes que cursaron<br />

algunos años del nivel secundario. Sin embargo, sus expresiones más que dar cuenta de


<strong>la</strong>s "inversiones" actuales en el trabajo esco<strong>la</strong>r, recogen <strong>una</strong> representación cultural<br />

acerca del valor atribuido a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> y al estudio en el imaginario social.<br />

(V): "Si voy a hacer en el... en el 54 nocturno... tengo ganas sí, si no hago algo no soy<br />

nadie en <strong>la</strong> vida... c<strong>la</strong>ro, si no tenés estudios y eso no te toman en ningún <strong>la</strong>do... estudio<br />

y ya está, si no cuesta nada estudiar... estudio y después jodo, de noche jodo... no, de día<br />

jodo y de noche estudio porque ahora tengo que ir al nocturno..."<br />

(B): "Porque ta a eso nunca le encontré motivo (estudiar), lo que quería hacer si era un<br />

par de años más de liceo, digo como que a lo primero como que no me enganchó así, no<br />

me servía de nada pero ta como yo el otro día pensaba, yo qué sé, hacer algo para<br />

agarrar mejor un trabajo bien así, ya tenía el curso de gastronomía y tenía hasta segundo<br />

de liceo y quería hacer, terminar segundo y hacer hasta tercero este año."<br />

El primer testimonio expresa con c<strong>la</strong>ridad <strong>la</strong> identidad que establece el adolescente entre<br />

el valor social y el personal con re<strong>la</strong>ción al tránsito esco<strong>la</strong>r. La percepción<br />

indiferenciada de ambos, <strong>la</strong> superposición de <strong>la</strong>s dignidades académicas y <strong>la</strong>s humanas,<br />

el ser alguien en <strong>la</strong> vida, resultan de <strong>la</strong>s operaciones de enc<strong>la</strong>samiento que el sistema de<br />

enseñanza realiza, estableciendo "...<strong>una</strong>s jerarquías que no son vividas como puramente<br />

técnicas, luego parciales y uni<strong>la</strong>terales, sino como <strong>una</strong>s jerarquías totales, fundadas<br />

naturalmente..." (Bourdieu, 1998:395)<br />

Pensamos que el proceso de des-esco<strong>la</strong>rización es destituyente de un tipo de<br />

subjetividad (<strong>la</strong> del niño/alumno o adolescente/estudiante) en tanto se desmante<strong>la</strong>n <strong>la</strong>s<br />

identificaciones del niño con sus pares, sus docentes y el proceso de enseñanzaaprendizaje,<br />

propiciando <strong>la</strong> experiencia de vivir <strong>una</strong> "existencia negativizada". Diez de<br />

los adolescentes entrevistados (corresponde al casi 50 por ciento de <strong>la</strong> muestra) no<br />

culminaron <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> primaria:<br />

(O): "No iba a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>... (alg<strong>una</strong> vez) ... sí ... hasta segundo... hasta tercero... después<br />

no fui más... no me acuerdo... nueve años tenía estaba en tercero... nada... ningún<br />

recuerdo..."<br />

(M): "Estoy haciendo <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> acá. Casi nunca fui a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> porque estaba siempre<br />

en <strong>la</strong> calle. Fui cuando era chico. Tenía como siete años. En <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> nunca tuve<br />

amigos. Le robaba a <strong>la</strong> maestra, <strong>la</strong> maestra no me quería. No jugaba a nada.."<br />

El no acceso a <strong>la</strong> lecto-escritura constituiría <strong>una</strong> expresión radical de invalidación social<br />

vincu<strong>la</strong>da a dicha existencia negativizada.<br />

(G): "No, me pasaban igual, me pasaban porque no me bancaban. Si no sabía nada.<br />

Cuando entre acá no sabía nada. No sé leer mucho. Sé leer, pero no tanto. Y acá estoy<br />

haciendo <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>, para terminar así si quiero trabajar o algo, sin <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> no puedo<br />

hacer nada... Porque ahora sí me gusta estudiar, antes no me gustaba."<br />

En el caso de estos adolescentes -que han salido del sistema esco<strong>la</strong>r antes de completar<br />

el ciclo obligatorio- el proceso de socialización se ha continuado mediante <strong>la</strong><br />

intervención de otras instancias del Estado. Se podría decir que han dejado de ser<br />

alumnos para pasar a ser menores. Desde esa condición, algunos retoman el aprendizaje<br />

esco<strong>la</strong>r o inician <strong>la</strong> capacitación <strong>la</strong>boral en programas especiales.


Capítulo III<br />

De esquinas y bandas, avatares de <strong>la</strong> construcción identitaria<br />

_______________________________________<br />

El antropólogo argentino Ariel Gravano (1991:82) ha estudiado el fenómeno del barrio<br />

distinguiendo c<strong>la</strong>ramente dos dimensiones. El barrio como referencia espacial y el<br />

barrio como valor: "El barrio como espacio está subordinado al barrio como tiempoethos,<br />

con capacidad para construir ideológicamente <strong>una</strong> identidad".<br />

Gravano recoge en su perspectiva <strong>la</strong> posición de Martín Barbero (Gravano, 1995), quien<br />

proveniente del ámbito de <strong>la</strong> comunicación, ha reivindicado el sentido simbólico<br />

profundo de lo barrial y postu<strong>la</strong>do el barrio como ámbito específico de un tipo de<br />

socialidad. Para Barbero <strong>la</strong> mayoría de los estudios referidos a <strong>la</strong> vida en el barrio lo<br />

reducen a un espacio de reproducción de lo familiar y lo doméstico, negándose a ver el<br />

barrio como espacio de reconocimiento y construcción de identidades sociales.<br />

Negación que el autor vincu<strong>la</strong> a <strong>la</strong> separación que socialmente se realiza entre trabajo y<br />

vida y en <strong>la</strong> que se opera <strong>una</strong> desvalorización de esta última.<br />

La importancia radica para Barbero en que el barrio "...se constituye así en un mediador<br />

fundamental entre el universo de <strong>la</strong> casa y el mundo público de <strong>la</strong> ciudad,<br />

proporcionando alg<strong>una</strong>s referencias básicas para <strong>la</strong> construcción de un 'nosotros', de <strong>una</strong><br />

socialidad más ancha que <strong>la</strong> familiar y más densa y estable que <strong>la</strong> impuesta por <strong>la</strong><br />

sociedad." (Gravano, 1995: 271)<br />

Augé (1994) propone que <strong>la</strong> organización del espacio y <strong>la</strong> constitución de lugares son<br />

<strong>una</strong> de <strong>la</strong>s prácticas sociales colectivas e individuales que emprenden los grupos<br />

sociales. Las colectividades tienen <strong>la</strong> necesidad de pensar <strong>la</strong> identidad y <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción, para<br />

ello de simbolizar los componentes de <strong>la</strong> identidad compartida por todo el grupo, del<br />

grupo respecto de otro, o del grupo o individuo en su singu<strong>la</strong>ridad. El tratamiento del<br />

espacio es un medio para esto y en esa medida constituye un referente identitario.<br />

Respecto del hecho de reconocerse como perteneciente u originario de un lugar, dice<br />

Augé (1994:51) refiriéndose a <strong>la</strong> frecuente alusión al espacio en el discurso de los<br />

habitantes: "Que los términos de este discurso sean voluntariamente espaciales no<br />

podría sorprender, a partir del momento en que el dispositivo espacial es a <strong>la</strong> vez lo que<br />

expresa <strong>la</strong> identidad del grupo (los orígenes del grupo son a menudo diversos, pero es <strong>la</strong><br />

identidad del lugar <strong>la</strong> que lo funda, lo reúne y lo une) y es lo que el grupo debe defender<br />

contra <strong>la</strong>s amenazas externas e internas para que el lenguaje de <strong>la</strong> identidad conserve su<br />

sentido".<br />

Podemos considerar que <strong>la</strong> vida en el espacio común del barrio, hace de él un "lugar<br />

antropológico", esto es, <strong>una</strong> construcción concreta y simbólica que sin dar cuenta de <strong>la</strong><br />

complejidad de <strong>la</strong> vida social, se constituye en principio de sentido para quienes lo


habitan. Haber nacido en el barrio o ser un pob<strong>la</strong>dor reciente es un aspecto que marca<br />

diferencialmente <strong>la</strong> pertenencia al lugar y <strong>la</strong> significación que el mismo asume para<br />

cada uno.<br />

Con re<strong>la</strong>ción al barrio en el cual han nacido y donde ha transcurrido <strong>la</strong> infancia, los<br />

adolescentes suelen expresar fuertes sentimientos de pertenencia. Los significados que<br />

surgen para dar cuenta del <strong>la</strong>zo que los vincu<strong>la</strong> al barrio son recurrentes en algunos<br />

aspectos. El barrio aparece como el lugar que es de uno y a su vez como el lugar al cual<br />

uno pertenece, donde todos se conocen:<br />

(L): "Cambiado salís (del encierro)... yo qué sé... más tranquilo... porque te sentís medio<br />

raro... estar un tiempo afuera así... en tu barrio... ves todo... yo qué sé... ves todo medio<br />

raro... todo cambiado... cambiado... Sí... entrás ahí... Y ta... vos estás ahí y sos el mismo,<br />

pero ta... te sentís medio raro... te acostumbrás enseguida... a parte yo qué sé... estás en<br />

tu barrio (...) Y sí... no importa que... pero ta ... el barrio... si es donde vivís... el barrio<br />

no es de ellos..."<br />

(H): "Ahora vivo en Palermo, porque sabés que nos mudamos hace poco ( y... dos<br />

meses), pero antes vivía en <strong>la</strong> Aduana, en <strong>la</strong> calle R. Mi barrio es <strong>la</strong> Aduana, porque<br />

nací allí y en ese apartamento vivimos todos. Vivió mi abuelo hasta que se murió. Yo<br />

tengo mis amigos en <strong>la</strong> Aduana. Pero mi barrio de ahora está cerca. Yo seguía<br />

visitando."<br />

(R): "Yo vivo en <strong>una</strong>s vivienda donde todo el mundo sabe lo que hace todo el mundo.<br />

Vamos, vamos pa´l cante, venimos, todos saben."<br />

Para estos adolescentes <strong>la</strong> permanencia en el barrio y el hecho de que el mismo<br />

albergara sus experiencias de infancia, constituye un motivo central que los vincu<strong>la</strong><br />

fuertemente a éste:<br />

(D): "Me gusta (el barrio) porque hace 16 años que vivo ahí y conozco a <strong>la</strong> mayoría de<br />

<strong>la</strong> gente. Es bien (<strong>la</strong> gente), alg<strong>una</strong> gente, porque hay algunos que trabajan y eso y otros<br />

que no, y roban, así."<br />

(V): "Yo ando por todos <strong>la</strong>dos... soy como <strong>la</strong> mugre, me conocen en todos <strong>la</strong>dos... en<br />

todos los <strong>la</strong>dos que voy me conocen... (lugar te gusta más)... Por el barrio... (tiene de<br />

bueno)... De bueno nada pero ya te acostumbrás ahí desde chico y te gusta más el barrio<br />

que estar yo qué sé en otro <strong>la</strong>do así..."<br />

Con frecuencia <strong>la</strong>s familias, más específicamente <strong>la</strong>s madres, deciden mudarse con <strong>la</strong><br />

intención de favorecer un corte con <strong>la</strong>s "ma<strong>la</strong>s juntas" o con <strong>la</strong>s detenciones recurrentes.<br />

Cuando esto se produce, los adolescentes vuelven al barrio casi invariablemente:<br />

(O): "Antes vivía en La Teja yo... viste que hay dos edificios... yo vivía ahí en el<br />

último... después nos mudamos pa acá (cuándo) ... Cuando yo salí, cuando me dieron <strong>la</strong><br />

libertad asistida que tenía que venir acá... y mi madre se mudó pa <strong>la</strong> Teja ta... y después<br />

nos vinimos pal barrio de nuevo... Porque sí... porque yo me lo pasaba viniendo pa mi<br />

barrio... vinimos de nuevo pa acá y ta..."


La familiaridad que se experimenta en el barrio donde se conoce a todos y <strong>la</strong><br />

pertenencia a un grupo al cual el adolescente se siente identificado, dan cuenta del<br />

vínculo que establecen con el lugar.<br />

(J): "Vivía en Cerrito y Pérez Castel<strong>la</strong>no. Vivía ahí, ahora me fui para Colón. Hace<br />

como tres o cuatro años, no sé muy bien. En Lecocq y Edison. Nos fuimos para ahí<br />

porque en <strong>la</strong> Aduana, yo estaba en <strong>la</strong> Aduana y estaba preso, pasaba en <strong>la</strong> Comisaría. Mi<br />

madre estaba juntando p<strong>la</strong>ta y un día pidió un préstamo ahí en <strong>la</strong> oficina y se lo dieron y<br />

nos fuimos para Colón. Yo no me quería ir....(de <strong>la</strong> Aduana) Se extraña sí, ahora ya<br />

mucho no me tocó viste, pero a lo primero así, me iba todos los días para <strong>la</strong> Aduana. Me<br />

escapaba de mi madre viste, mi madre no quería que me vaya pero me iba igual. Me iba<br />

todos los días, todos los días. Viví siempre ahí, me crié de chiquito ahí, conozco a<br />

todos."<br />

En ocasiones compartir <strong>la</strong> práctica del robo con los compañeros, los del barrio,<br />

configura un aspecto de identificación y pertenencia. Práctica que como seña<strong>la</strong>ra antes<br />

(D), contribuye a delimitar un nosotros dentro del barrio, diferenciando de forma binaria<br />

a los pob<strong>la</strong>dores, los que trabajan y los que roban:<br />

(B): "Y ahí más o menos también, nos mudamos. Sí, en Las Torres (vivía antes). Tá ahí,<br />

yo qué sé, cuando estaba afuera todo el mundo era, era así compañero, amigo, eran<br />

todos... salían a robar y tá después cuando vine para acá (Berro) mi madre se mudó para<br />

allá (Delta del Tigre) porque tá no quería que me junte con <strong>la</strong> misma gente (se mudaron)<br />

para el Delta del Tigre, tá me mudé para allá pero igual después que salí era más lo que<br />

vivía en Las Torres (barrio de origen) de lo que vivía allá, porque yo qué sé, no me daba<br />

con nadie allá en el barrio, en el nuevo."<br />

El apego que los adolescentes suelen desarrol<strong>la</strong>r por el barrio de origen queda de<br />

manifiesto también cuando por diversas razones deben mudarse. Respecto del nuevo<br />

barrio y en comparación con el anterior, no se experimenta "nada".<br />

(R): "Yo era de Suárez hasta el tiempo, yo me críe acá de chiquito (Suárez), hice <strong>la</strong><br />

escue<strong>la</strong> acá y a lo último ya me estaba yendo. Esperé terminar <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> para irme. Me<br />

mudé para lo de mi abue<strong>la</strong> en <strong>la</strong> Teja, en el barrio Cadorna. No sé, no le siento nada así.<br />

No me gusta como barrio, no me gusta, es aburrido."<br />

Otros adolescentes manifiestan <strong>una</strong> experiencia diferente con re<strong>la</strong>ción al barrio. En<br />

general, son quienes han transitado por diversos lugares antes de asentarse en el barrio<br />

actual y no expresan hacia el lugar <strong>una</strong> ligadura afectiva significativa:<br />

(T): "Yo soy del Centro, vivía en el Cerro, pero ahora vivo en Uruguay, en Uruguay y<br />

Andes, por ahí. En el Cerro viví unos cuatro años, antes vivía en Paso Carrasco."<br />

Por su parte (Z) que llega al barrio luego de vivir en Argentina, identifica diversos tipos<br />

de pob<strong>la</strong>dores. Los que tienen antecedentes delictivos, los que "tienen <strong>la</strong> mente así",<br />

gente "luchadora", gente "que <strong>la</strong>bura". Consciente del estigma que pesa sobre el barrio<br />

en el cual vive, (Z), "a veces", siente que no es para ese lugar. Sentimiento de ser<br />

distinto con el cual de algún modo buscaría preservarse de los efectos descalificantes<br />

del estigma:


(Z): "Lo que pasa ahí en el barrio, hay mucha gente que tiene antecedentes, gente que<br />

estuvo presa en <strong>la</strong> Argentina, en Devoto, por homicidio. Hay otros que están por copar<br />

fincas con rehenes Ahí es bravo sabés, porque también siempre hay alguno así pa...' no,<br />

que voy a luchar por estos si no hacen nada' Así, siempre hay alguno que tienen <strong>la</strong><br />

mente así (hace un gesto con el índice y el pulgar acercándolos), que no salieron de ahí.<br />

Mi viejo trajo a los inspectores de tránsito a estos de <strong>la</strong> Intendencia que andan en moto,<br />

capaz que los conocés, por el tráfico. ¿Sabés a cuánto pasaban? A 150 km por hora. Es<br />

<strong>una</strong> calle de 3 metros...C<strong>la</strong>ro, a mi padre lo respetaban, pero no era para ese barrio, yo a<br />

veces me siento que no soy para ese barrio... Si vas por ahí y decís 'soy del Cerro' ya te<br />

miran como... o del Casabó. Y es feo. Porque piensan que todo es el tipaje ahí, pero hay<br />

gente luchadora ahí, gente que <strong>la</strong>bura. Se drogará pero ta, <strong>la</strong>bura, mantiene a su<br />

familia..."<br />

Una de <strong>la</strong>s adolescentes entrevistadas caracteriza al barrio, al igual que (Z), como<br />

"bravo". Frente a esto parecería que (T) desarrol<strong>la</strong> conductas y creencias que <strong>la</strong> ayudan<br />

a convivir en este entorno. El acostumbramiento que disminuye <strong>la</strong> sensibilidad, así<br />

como <strong>una</strong> cierta forma de ais<strong>la</strong>miento dada por el no conocer a nadie, emergen como<br />

modos adaptativos frente a <strong>una</strong> convivencia difícil. Del mismo modo <strong>una</strong> suerte de<br />

re<strong>la</strong>tivización de los problemas que allí existen, haciéndolos extensivos a "todo barrio",<br />

contribuye a <strong>la</strong> aceptación de <strong>la</strong> situación, no sin cierto monto de resignación.<br />

(T): "Sí, aunque es bravo. Es bravo en todo sentido. Para mí, me acostumbré, pero si le<br />

nombrás a <strong>una</strong> persona ese barrio, como que es bravo, por <strong>la</strong>s peleas y <strong>la</strong> droga... No, no<br />

me da miedo. Aunque no conozco a nadie, no me da miedo. Pero han pasado cosas,<br />

digo, más allá de los Cante, y eso, pero no entre vecinos, sino que han atacado otro<br />

barrio. Aunque así mismo han tenido problemas. Cante con Cante, pero en ese barrio,<br />

no. Y después como en todo barrio, hay droga, ma<strong>la</strong>ndros, todo eso."<br />

Hay que seña<strong>la</strong>r también que no siempre existe <strong>la</strong> experiencia de pertenecer/tener un<br />

lugar, <strong>una</strong> comunidad, un barrio. En el caso de <strong>una</strong> de <strong>la</strong>s adolescentes, <strong>la</strong> fragilidad de<br />

los vínculos con <strong>la</strong>s figuras parentales parece ser <strong>la</strong> antesa<strong>la</strong> de <strong>la</strong> salida a <strong>la</strong> calle, no al<br />

barrio. El vagabundeo al que <strong>la</strong> adolescente alude nos recuerda el fenómeno de <strong>la</strong><br />

errancia adolescente. (G) que ha andado por todos <strong>la</strong>dos, no parece haber tenido <strong>la</strong><br />

experiencia del arraigo, esto es, <strong>una</strong> cierta estabilidad en el vínculo con <strong>la</strong>s personas y<br />

<strong>la</strong>s cosas:<br />

(G): "Yo me crié en todos <strong>la</strong>dos. Me crié... primero estaba en <strong>la</strong> casa de mi padre,<br />

después me fui para <strong>la</strong> casa de mi madre. Y después todo así. Y a los 11 años me fui pa<br />

´<strong>la</strong> calle... En <strong>la</strong> vía. ¿Viste <strong>la</strong>s cajas de he<strong>la</strong>dera? Me metía ahí y me acostaba ahí. Yo y<br />

<strong>una</strong> amiga mía que vivíamos en <strong>la</strong> calle. Vagaba. Me conocen todos en P, soy igual que<br />

<strong>la</strong> mugre. Andaba por todos <strong>la</strong>dos."<br />

Retomando <strong>la</strong> perspectiva de Augé (1994), el barrio posee <strong>una</strong> cualidad geométrica. En<br />

él los habitantes trazan ejes o caminos que llevan de un lugar a otro marcando<br />

itinerarios. También trazan intersecciones, centros y lugares donde se encuentran y<br />

reúnen. Estos elementos van configurando un balizado que organiza el territorio barrial<br />

vivido. A ellos se volverá <strong>una</strong> y otra vez a través del recuerdo.<br />

(L): "Alg<strong>una</strong>s veces ahí en el barrio me escapaba de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> y andaba ahí en el<br />

barrio... a veces me agarraba mi madre ahí, me agarró a cachetadas..."


(O): "No robaba... no me faltaba nada... tenía perro (ríe)... jugaba en <strong>la</strong> cancha y todo...<br />

con barro... jugábamos con barro yo y mi hermano... viste en <strong>la</strong> cancha municipal<br />

¿conocés?... viste que está el club... ahí en esa cancha... atrás del arco vivíamos<br />

nosotros... de acá ves como para allá abajo..."<br />

El lugar puede reunir a varias generaciones, facilitando de este modo <strong>la</strong> trasmisión<br />

cultural intergeneracional. También oficiar de resguardo frente a los operativos<br />

policiales:<br />

(V): "...Si, los gurises chif<strong>la</strong>ron a los... al patrullero y nosotros corrimos, para que no<br />

nos pararan y eso, para que no nos llevaran nos metimos pal club (¿funcionó?) Si ¡qué<br />

saben que somos del club! (¿club social?) Una cantina, <strong>una</strong> cantina y tiene maquinitas,<br />

ping pong, pool, <strong>una</strong> cantina bien... es inmensa <strong>la</strong> cantina... se llena de gente, de<br />

mayores y todo... Si... por cualquier cosa... por, <strong>la</strong> verdad no estaba haciendo nada...<br />

estaba sentado en <strong>una</strong> esquina tomando un vino, jodiendo así... y me llevaban... y estaba<br />

a media cuadra de casa... no me dejaron ni ir a buscar <strong>la</strong> cédu<strong>la</strong> a casa a ver si yo no<br />

tenía <strong>la</strong> cédu<strong>la</strong>... (en) Belvedere... (¿eso pasa en el barrio?) C<strong>la</strong>ro, en el barrio... si<br />

pasamos por ahí y cuando vemos los patrulleros o algo nos tenemos que salir de <strong>la</strong><br />

esquina porque ... tenemos que ir p´al club y después ir de vuelta pa <strong>la</strong> esquina porque<br />

nos llevan ... <strong>la</strong> 19 es terrible, no sé <strong>la</strong>s demás seccionale,s no sé porque nunca caí con<br />

<strong>la</strong>s demás seccionales, pero <strong>la</strong> 19 ... yo qué sé, te ven y ..."<br />

En tanto lugar de uno, los adolescentes que roban no lo hacen en el barrio. El no robar<br />

en el propio barrio formaría parte de <strong>la</strong>s reg<strong>la</strong>s que regu<strong>la</strong>n <strong>la</strong> conducta del robo:<br />

(O): "Porque no... no rastrillo en el barrio... porque <strong>la</strong>s personas... los rastrillos no<br />

caminan... Yo no robaba en el barrio... me iba por ahí... me caminaría todo Montevideo<br />

pero que no robaba en el barrio no robaba... Porque no... no rastrillo en el barrio...<br />

porque <strong>la</strong>s personas... los rastrillos no caminan... Yo no robaba en el barrio... me iba por<br />

ahí... me caminaría todo Montevideo pero que no robaba en el barrio no robaba... los<br />

que rastril<strong>la</strong>n... caen al barrio y... queman todo... lo echamo del barrio... primero les<br />

hab<strong>la</strong>mos pero si no entienden (risas) te va a tener que ir a <strong>la</strong>s ma<strong>la</strong>s porque... Que si no<br />

te vas te agarramo a tiros... y ahí no aparece más... si te agarramo a tiro no vas a volver a<br />

que te agarremo a tiros de nuevo (risas)."<br />

MÁS QUE UN CRUCE DE CAMINOS<br />

El testimonio de (V) recientemente citado, pone de manifiesto <strong>la</strong> existencia de un<br />

espacio particu<strong>la</strong>r dentro del barrio. La esquina emerge como el lugar antropológico por<br />

excelencia. Cruce de caminos, espacio de encuentro y reunión, es reconocido como el<br />

más significativo por parte de muchos de los adolescentes entrevistados. En <strong>la</strong> esquina<br />

se conversa, se comparte mate, música, cerveza, vino, cigarro y porro.<br />

(O): (esquina-encuentros) "En San Martín...Viste que vos seguís San Martín y hay <strong>una</strong>s<br />

viviendas grandes así... en <strong>la</strong> esquina (cómo lo pasan ahí) ... Bien... nos paramo en <strong>la</strong><br />

esquina y ta... no buscamos lío... (policía)... No porque ta... lo que pasa que si te ven<br />

fumando un porro no te van a decir nada... por un porro qué te van a decir (risas)... es...<br />

cómo es esto... esto cómo es... que te dicen cuando vos estás fumando un porro... estás


consumiendo... eso... estás consumiendo... no te dicen nada... ta y ahí después nos<br />

íbamos pa <strong>la</strong> cancha... jugaba el cuadro de nosotros del barrio... jugaba contra otro<br />

cuadro... nos íbamos pa <strong>la</strong> cancha y mirábamos los partidos todo... fumando porro... re<br />

loco a veces me enganchaba yo a jugar al fútbol... re loco le daba patadas a todo el<br />

mundo... me reía de <strong>la</strong> gente... Me río de todo..."<br />

Un uso no "oficial" del espacio y el tiempo (Bajtín; 1990) parece caracterizar el modo<br />

de habitar <strong>la</strong> esquina. Durante <strong>la</strong>rgas horas "gurises" y "grandes" se juntan para estar,<br />

para conversar. Los intercambios que realizan mientras se van "quedando", propician<br />

modos de organizar el tiempo e imaginar lo que se va a hacer mañana. Como si desde <strong>la</strong><br />

esquina del hoy, y en un marco grupal, pudiera irse tramando algo de <strong>la</strong> continuidad<br />

existencial de cada uno.<br />

(V): (Vida en el barrio) "Jugar al fútbol, joder ahí en <strong>la</strong> esquina, quedarse de tarde<br />

jodiendo ... (¿esquina?) C<strong>la</strong>ro, allá en el barrio ... <strong>la</strong> esquina es ... están todas <strong>la</strong>s casas y<br />

nosotros nos sentamos en <strong>la</strong> esquina ... Todos los gurises, los grandes y todo ...<br />

(grandes) De 20 en ade<strong>la</strong>nte ... (sólo varones) No, hay botijas también ... (conversan)<br />

Pavadas, pavadas, hab<strong>la</strong>n pavadas, yo que sé... qué van a hacer mañana, que van a joder,<br />

o qué están diciendo o se ponen a joder así de mano, yo qué sé, hacen cualquiera... (se<br />

toma algo) ... Mate, toman todos mate ... cuando hay p<strong>la</strong>ta compran alg<strong>una</strong> cerveza para<br />

tomar y eso ... pero si no tomo mate ... tomamos mate todo el día ... (todos los días)... Si,<br />

en <strong>la</strong> Cantina también que queda a media cuadra vamos a jugar a <strong>la</strong>s maquinitas y todo<br />

eso ... (tiempo al día)... Desde <strong>la</strong>s doce de <strong>la</strong> noche en ade<strong>la</strong>nte ... hasta <strong>la</strong>s cinco de <strong>la</strong><br />

mañana ahí, nos quedamo ahí ... (¿de día?) Ah! de día duermo..."<br />

La esquina se presenta vincu<strong>la</strong>da a diversas situaciones y significados. En general,<br />

asume importancia cuando en el inicio de <strong>la</strong> adolescencia <strong>la</strong> búsqueda de mayor<br />

autonomía incita a buscar espacios fuera del ámbito familiar.<br />

(C): "(...) Yo me iba para afuera, hacía calor y me iba con mi amigo por ahí. A veces me<br />

vienen a buscar por mi casa y a veces yo voy a buscarlos, a veces están parados en <strong>la</strong><br />

esquina. Ahí conversamos, sentados. Tomamos <strong>una</strong> coca o algo, si tenemos p<strong>la</strong>ta o algo.<br />

Fumando siempre... Si, dejar me deja, pero como casi nunca estaba en mi casa, a veces<br />

nomás. Porque no me quedaba mucho adentro, me quedaba un rato, cuando estaba<br />

cansado o estaba aburrido. Si no pasaba todo el día en <strong>la</strong> calle, iba a mi casa pero, estaba<br />

más tiempo en <strong>la</strong> esquina o algo. Bueno, en tiempo de calor estaba afuera, desde <strong>la</strong> tarde<br />

a <strong>la</strong> nochecita y a <strong>la</strong> nochecita iba a bañarme y eso."<br />

En el<strong>la</strong> se establecen nuevas re<strong>la</strong>ciones y se conocen diversas prácticas. Parece devenir<br />

lugar de socialización para <strong>una</strong> cantidad importante de jóvenes. Este lugar que para<br />

algunos adolescentes constituye un complemento de otros en cuanto a su función<br />

socializadora, para los aquí entrevistados parecería asumir, en muchos de los casos, un<br />

carácter supletorio.<br />

(R): "Me levantaba y me iba a <strong>la</strong> esquina. Y ahí nada,, nos poníamos a conversar, yo<br />

qué sé, descansábamos. Y de tantas cosas. Después nos enganchábamos a robar. Andaba<br />

todo el mundo para eso, enfrente está el cante. Todo tiene re<strong>la</strong>ción. Todo el mundo<br />

andaba con p<strong>la</strong>ta y todo, como quien dice yo era el único gil (se ríe)."


En ocasiones <strong>la</strong> iniciación en <strong>la</strong> práctica del robo forma parte de <strong>la</strong> salida, durante <strong>la</strong><br />

adolescencia, al espacio social más amplio. El re<strong>la</strong>to de (R) deja entrever <strong>la</strong> presencia de<br />

adultos vincu<strong>la</strong>da a esta iniciación. "Engancharse" en el robo permite al adolescente no<br />

sentirse "el único gil". Compartir <strong>una</strong> práctica, habilitaría <strong>la</strong> pertenencia a <strong>una</strong><br />

comunidad que le es próxima:<br />

(R): "Te pinta un arma, ahí en <strong>la</strong> esquina... La tenía c<strong>la</strong>ro pero ta, los mismos de <strong>la</strong><br />

esquina habían estado en <strong>la</strong> Tab<strong>la</strong>da... Si no salía a robar me quedaba ahí, en casa,<br />

abajo, en <strong>la</strong> esquina... (<strong>la</strong> primera infracción). C<strong>la</strong>ro que me acuerdo. Iba acompañado<br />

así con otro. El otro hace el robo y yo lo acompaño. Rapiñamos un ómnibus. Subimos,<br />

le pedimos p<strong>la</strong>ta,, a los pasajeros no, al guarda, y nos bajamos. Era un compañero, un<br />

compañero de <strong>la</strong> esquina."<br />

El comienzo del consumo de alcohol y otras drogas parece re<strong>la</strong>cionarse en muchos de<br />

los casos con el sentirse incluido en un grupo, el cual comprende con frecuencia a otros<br />

más grandes. En un sentido, se re<strong>la</strong>cionaría tanto como el robo, con <strong>la</strong> necesidad de<br />

pertenencia e inclusión en un "nosotros" dador de identidad.<br />

(R): "No porque veía que todos los guachos grandes tomaban merca y tá, me dieron<br />

para probar y probé y me gustó y ahí me empecé a drogar. Gente del barrio era, yo tenía<br />

9 años y ellos tendrían como 13,, 14 años."<br />

(M): "Paran en <strong>una</strong> esquina, cerca de mi casa, y tienen, así, <strong>la</strong> misma edad que yo, o un<br />

poco más chicos... Sí, tomaba un poco de cerveza, pero casi todas <strong>la</strong>s noches tomaba<br />

vino, así tomábamos vino entre todos, así, cuando teníamos p<strong>la</strong>ta, comprábamos vino<br />

entre todos, así. A veces comprábamos 10 o 15 litros de vino, cuando teníamos p<strong>la</strong>ta<br />

todos, y tomábamos cortado con Sprite o Coca. Y cuando no teníamos, no<br />

comprábamo."<br />

(E): "Yo no iba, yo escuchaba <strong>la</strong>s canciones porque lo hacían ahí, en <strong>la</strong> esquina, salen y<br />

sacan los par<strong>la</strong>ntes a <strong>la</strong> calle y sacan todo eso y lo hacen ahí en <strong>la</strong> esquina. Nos<br />

reunimos ahí a joder y eso, nos vamos pa´l baile. Y tá, y <strong>la</strong>s cosas que rapiñaba, iba a<br />

robar, andábamos con fierro, en <strong>la</strong> esquina tomando merca."<br />

Para <strong>una</strong> de <strong>la</strong>s adolescentes entrevistadas participar de los diversos consumos que<br />

circu<strong>la</strong>n en <strong>la</strong> esquina no constituiría <strong>una</strong> condición de pertenencia al grupo. Sin<br />

embargo, su testimonio permite imaginar que algunos adolescentes frente a <strong>una</strong><br />

invitación que seguramente se reitera, no pueden no aceptar. Cuando no se ha alcanzado<br />

un grado suficiente de autonomía psíquica (Fernández, 1993) es posible que <strong>una</strong><br />

invitación signifique para el sujeto un "sentirse obligado", frente a lo cual, más que<br />

arriesgar un no que pudiera significar el riesgo de salirse del grupo, se tiende a consentir<br />

para no quedar (¿otra vez?) fuera.<br />

(T): "Pero a veces te decían que estar sentada en <strong>la</strong> esquina estaba mal porque se<br />

drogaban y eso, pero ¿por qué?, si yo no tengo ningún vicio. No estoy arrepentida de<br />

estar sentada en <strong>la</strong> esquina. A muchas cosas les dije que no. Vos te agarrás un vicio si<br />

vos querés, nadie te obliga a nada. Te invitan, y si decís que no, no te obligan, no te<br />

ponen un fierro en <strong>la</strong> cabeza y te dicen 'fumá', mentira, si no, yo cuántos vicios tenía que<br />

tener."


Por otro <strong>la</strong>do, integrar el grupo de <strong>la</strong> esquina conlleva un significado negativo. Los del<br />

"grupo de <strong>la</strong> esquina" son los que se diferencian de quienes estudian y o trabajan y<br />

también de quienes forman parte del grupo de <strong>la</strong> iglesia. Esta categorización<br />

socialmente construida es asumida individualmente por algunos adolescentes, pasando a<br />

formar parte de sus esquemas de ver y pensar el mundo social y su propia posición<br />

dentro del mismo. (Bourdieu, 1999)<br />

(D): (Amigos) "No, hay más grandes y mas chicos. Paran en <strong>la</strong> esquina, cerca de mi<br />

casa, y tienen, así, <strong>la</strong> misma edad que yo, o un poco más chicos... Eran bien (el grupo de<br />

<strong>la</strong> iglesia), así, algunos estudian o trabajan y otros estudian y trabajan, no tenían nada<br />

que ver con los del grupo de <strong>la</strong> esquina,"<br />

El re<strong>la</strong>to pone de manifiesto que <strong>la</strong> grupalidad socialmente legitimada es aquel<strong>la</strong> que se<br />

configura en los espacios instituidos del estudio y del trabajo (en ocasiones de <strong>la</strong><br />

iglesia). Sucede entonces que <strong>la</strong>s formas de sociabilidad que se generan por fuera de los<br />

mismos resultan ser "sospechosas". Una conducta viciosa, delictiva, socialmente<br />

disruptiva, suele ser el potencial peligro que desde el imaginario social se le asigna a<br />

estos grupos "no oficiales".<br />

(T): "No son todos iguales, hay algunos que se sientan en <strong>la</strong> esquina a hab<strong>la</strong>r, como los<br />

gurises, pero... <strong>la</strong> gente siempre ve lo malo... Si, a veces también los juzgan (los jóvenes<br />

a los viejos). Pero ellos tienen que pensar que nosotros somos jóvenes, que ellos ya<br />

vivieron <strong>la</strong> vida, y nos tienen que enseñar, no nos tienen que dar por <strong>la</strong> cabeza. Si yo<br />

tuviera 80 años y veo un grupo en <strong>la</strong> esquina haciendo re<strong>la</strong>jo, voy y le hablo, y le<br />

explico cómo es. Esa es mi manera de pensar. Dicen que si van los putean y eso, pero<br />

mentira, siempre están los que hacen re<strong>la</strong>jo pero siempre hay alguno que te escucha. Yo<br />

pienso así."<br />

De este imaginario participan también los adolescentes que ocupan <strong>la</strong> esquina,<br />

interiorizando <strong>una</strong> categorización que opone <strong>la</strong> casa a <strong>la</strong> esquina como lugares de orden<br />

y vicio respectivamente. Uno de ellos muestra con c<strong>la</strong>ridad cómo ha incorporado y<br />

reproduce este modo de organizar lo permitido y lo prohibido, en un intento por regu<strong>la</strong>r<br />

su modo de conducirse socialmente:<br />

(O): (En <strong>la</strong> casa) "Bien... todo bien... nos íbamo... todo teníamos... los que se drogaban<br />

no, fuera de <strong>la</strong> casa... dentro de <strong>la</strong> casa no... no se drogan... Porque es así... si se van a<br />

drogar váyanse para <strong>la</strong> esquina... adentro de <strong>la</strong> casa de nosotros no se van a drogar... (en<br />

casa de quien) Yo y mi cuñado... si <strong>la</strong> casa <strong>la</strong> compramos nosotros... mandábamos<br />

nosotros... querés fumar porro andá pa <strong>la</strong> esquina... querés tomar merca andá pa <strong>la</strong><br />

esquina... nosotros donde nos emparrillábamo era en otra casa... en <strong>la</strong> casa de <strong>una</strong> amiga<br />

que estaba en el COMCAR... el marido estaba en el COMCAR... ahí nos drogábamos...<br />

(emparril<strong>la</strong>s)... Que te emparril<strong>la</strong>s... que comés todo... chupás todo... tomás merca... te<br />

emparrillás."<br />

Es necesario seña<strong>la</strong>r que el espacio de <strong>la</strong> esquina no es igualmente habitado por mujeres<br />

y varones. La esquina es un lugar para los hombres:<br />

(T): "La única mujer que iba era yo. Más allá de eso, todos me respetan porque nunca<br />

tuve problemas con nadie, aunque era <strong>la</strong> única gurisa..."


La esquina es "esencialmente" masculina. Como ilustrara Barrán en su Historia de <strong>la</strong><br />

sensibilidad en el Uruguay, el lugar socialmente reservado para <strong>la</strong> mujer en los<br />

comienzos del Uruguay moderno -aun en nuestros días-, es el de "hija, esposa y madre".<br />

(1994, T. 2: 165) Su lugar "natural" era su casa y en virtud de su condición de c<strong>la</strong>se le<br />

correspondía <strong>la</strong> realización de <strong>la</strong>s tareas domésticas o bien su dirección. A riesgo de<br />

provocar el desorden, liberales y católicos de <strong>la</strong> época coincidían en que <strong>la</strong> mujer en el<br />

hogar procuraba orden, moral y prosperidad a <strong>la</strong> familia y <strong>la</strong> sociedad, y que "andando<br />

se distrae o se fastidia". ("El Mensajero del Pueblo", citado por Barrán, 1994: 167) De<br />

esta manera lo expresaba "El Amigo del Obrero" (citado por Barrán, 1994: 168)<br />

dirigiéndose al sector trabajador: "no corresponde a tu esposa el sostener el hogar.<br />

Debes tener orgullo en que tu esposa sea <strong>una</strong> mujer de su hogar y no callejera [...] que<br />

no tenga necesidad en <strong>una</strong> fábrica".<br />

Una de <strong>la</strong>s adolescentes testimonia de manera elocuente <strong>la</strong> forma que asume <strong>la</strong><br />

presencia de <strong>la</strong> adolescente mujer en <strong>la</strong> esquina. A decir verdad, <strong>la</strong> misma puede ocupar<br />

este lugar al precio de renegar, justamente, su ser mujer. Convertida en niña o hermana,<br />

por <strong>la</strong> renegación de su condición sexual, el grupo logra incorporar <strong>la</strong> mujer pero no<br />

acoger lo femenino. La ilusoria anu<strong>la</strong>ción de <strong>la</strong>s diferencias de sexo parece estar al<br />

servicio de <strong>la</strong> integración grupal. De modo que (T) puede tener un lugar en el grupo sin<br />

por eso transformarse en "cualquiera" (término que engloba entre sus significados el de<br />

<strong>la</strong> mujer que no es "de su casa", aludiendo a <strong>la</strong> "de <strong>la</strong> calle"), y los demás integrantes<br />

varones no experimentarían el temor de perder el dominio de un espacio que histórica y<br />

"legítimamente" les pertenece:<br />

(T): "No, al contrario, porque se ponían re locos y yo les seguía <strong>la</strong> joda. Me querían más<br />

como <strong>una</strong> hermana que como <strong>una</strong> novia. Ellos nunca me vieron como a <strong>una</strong> mujer sino<br />

como a <strong>una</strong> niña. Entonces nunca me sentí diferente sino igual que ellos, nada más que<br />

no hacía lo que hacían ellos. Tampoco nunca me juzgaron sino que al contrario, me <strong>la</strong><br />

daban para ade<strong>la</strong>nte. No me decían fumá, sino al contrario."<br />

Si a su vez reparamos en lo que seña<strong>la</strong> (F) en cuanto a <strong>la</strong> existencia de reg<strong>la</strong>s propias de<br />

<strong>la</strong> calle, que como tal responderían a <strong>una</strong> perspectiva "masculina", ¿qué otra posibilidad<br />

queda a <strong>la</strong> adolescente mujer que se mueve en este espacio que no sea asumir <strong>una</strong><br />

"actitud masculina"?<br />

(F): "Te tenés que hacer respetar tanto acá adentro como afuera, si no te agarran de<br />

pinta. (...) Yo nunca fui pera de nadie. Yo cuando fui so<strong>la</strong>, <strong>una</strong> mujer so<strong>la</strong> con <strong>una</strong><br />

automática a encarar a todos ellos por mi padre, habrán dicho: 'mirá esta gurisa'. Te<br />

respetan y caminás tranqui<strong>la</strong>. (...) Haya reg<strong>la</strong>s para respetar en tu casa, reg<strong>la</strong>s para<br />

respetar en <strong>la</strong> calle."<br />

Entendemos que <strong>la</strong> condición adolescente, más allá de <strong>la</strong>s diferenciaciones que<br />

corresponde realizar dentro del universo de los adolescentes, conlleva como necesidad<br />

vital <strong>la</strong> salida del ámbito familiar de origen. En este sentido, el espacio de <strong>la</strong> esquina<br />

constituye, como lo p<strong>la</strong>nteara Barbero y ya lo consignáramos, un mediador entre el<br />

universo familiar y el mundo público de <strong>la</strong> ciudad:<br />

(S): "Leer acá adentro (internado), cuando estás trancado... en <strong>la</strong> calle no agarro un<br />

cuaderno ni por orden del juez... muy difícil pa agarrar un cuaderno en <strong>la</strong> calle, tengo<br />

que estar aburrido... ta, a veces sí, si te pinta vas agarrás alg<strong>una</strong> cosa... en <strong>la</strong> calle


componía canciones con un compañero que tocaba <strong>la</strong> guitarra... <strong>una</strong> vez estábamos<br />

cantando así en <strong>una</strong>... había un... cómo es que se l<strong>la</strong>ma... un tab<strong>la</strong>do así y ta, lo l<strong>la</strong>maron<br />

a mi compañero (...) y <strong>la</strong>s letras que habíamos hecho eran cualquiera, terminamos preso<br />

ese día."<br />

También pensamos que el "uso" de <strong>la</strong> esquina como espacio mediador, que posibilita al<br />

adolescente ir resignificando su cuerpo, <strong>la</strong> vivencia de sí, del otro y los vínculos, no es<br />

lo que necesariamente siempre sucede. Ruben Efron (2003) caracteriza <strong>la</strong> subjetividad<br />

de <strong>la</strong> esquina como <strong>una</strong> subjetividad de geografía recortada, <strong>una</strong> subjetividad amputada.<br />

En estos casos <strong>la</strong> esquina más que <strong>una</strong> p<strong>la</strong>taforma que habilita un ir y venir organizador<br />

y simbolizante, se convierte en espacio de permanencia. En su forma extrema, cuando<br />

se asemeja al territorio "concentracionario" del que nos hab<strong>la</strong>ra Giorgio Agamben<br />

(2002), sumerge al individuo en <strong>una</strong> vida sin contenido. La "nuda vida", expresión que<br />

incorpora el autor, representa así <strong>la</strong> subjetividad aniqui<strong>la</strong>da, <strong>la</strong> pura vida biológica,<br />

desnuda.<br />

En estos casos, quizás haya que considerar que es <strong>la</strong> ausencia de otras posibilidades<br />

institucionales, sociales y culturales, <strong>la</strong> que empuja a los adolescentes a encontrar en <strong>la</strong><br />

esquina, de modo casi excluyente, su punto de referencia. Recordamos <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de<br />

Doltó cuando seña<strong>la</strong> que los adolescentes en nuestra sociedad occidental han quedado<br />

solos en este tiempo de mutación: "Reducidos a sí mismos, los jóvenes de hoy no son<br />

conducidos juntos y solidariamente de <strong>una</strong> oril<strong>la</strong> a <strong>la</strong> otra; y se ven obligados a<br />

conseguir este derecho de paso por sí mismos. Esto exige de su parte <strong>una</strong> conducta de<br />

riesgo". (1990:17) Que este pasaje de <strong>una</strong> oril<strong>la</strong> a <strong>la</strong> otra valga <strong>la</strong> pena, sigue siendo<br />

también y todavía, responsabilidad del mundo adulto.<br />

Capítulo IV<br />

Individualización y previsibilidad en el tránsito social del sujeto<br />

_______________________________________<br />

LA PREVALENCIA DE LA DECISIÓN Y RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL<br />

EN EL DEVENIR DEL TRAYECTO SOCIAL DEL SUJETO: LAS<br />

"SOLEDADES" DE LA EXISTENCIA SOCIAL<br />

Dispuesta <strong>la</strong> intervención pública sobre <strong>la</strong>s secue<strong>la</strong>s de <strong>la</strong> "cuestión social", a partir de<br />

<strong>la</strong>s transformaciones que el Estado experimenta desde fines del siglo XIX,<br />

identificamos el proceso de "individualización" que acompasa dicha intervención,<br />

transfigurando los problemas sociales en problemas personales (privados). Así, <strong>la</strong><br />

incorporación del "carácter público" de <strong>la</strong> "cuestión social" se ve acompañada de un<br />

énfasis en <strong>la</strong> supuesta "apariencia privada" de sus manifestaciones individuales. De esta<br />

manera resulta potenciada <strong>una</strong> línea de análisis y de intervención desde los dispositivos<br />

públicos -para nada privativa de <strong>la</strong> específica atención a <strong>la</strong> infancia y <strong>la</strong> adolescencia-<br />

fuertemente asentada en <strong>la</strong> noción de "comportamiento personal". Dicha noción concibe<br />

a <strong>la</strong> actuación individual del sujeto -esto es, su "mérito" o "demérito"- como único<br />

responsable del devenir de su trayecto social.<br />

Las reflexiones de algunos de los adolescentes entrevistados parecerían corresponderse<br />

linealmente con este proceso de individualización operado desde los dispositivos<br />

públicos de atención. Nos dice un adolescente:


(J): "Yo le hice un mal a <strong>la</strong> vida, no sé. Si yo no hubiera seguido por el camino torcido,<br />

si hubiera seguido por el derecho no estaría acá, pienso yo que no estaría acá. Si seguís<br />

el derecho te va a ir bien, se seguís el torcido te va ir mal. Estaría trabajando o<br />

estudiando, estaría en mi casa durmiendo tranquilo. Y ta,, con voluntad.. Y sí, si uno se<br />

propone hacer <strong>la</strong>s cosas bien <strong>la</strong> hace bien."<br />

En este re<strong>la</strong>to <strong>la</strong>s opciones correctas e incorrectas -"el camino derecho" y "el camino<br />

torcido"- el bien y el mal, aparecen con distinción. El trabajo y el estudio pautan el<br />

primero y parecerían traer consigo <strong>la</strong> posibilidad de estar en casa "durmiendo<br />

tranquilo". El estar "acá" (en el internado) es consecuencia de transitar el camino<br />

torcido, vincu<strong>la</strong>do a <strong>la</strong> infracción. Por donde se desarrolle el tránsito parecería depender<br />

exclusivamente de <strong>una</strong> decisión personal, y de <strong>la</strong> buena o ma<strong>la</strong> voluntad. En definitiva,<br />

este adolescente coloca sobre él mismo, exclusivamente, <strong>la</strong> responsabilidad de su<br />

situación problemática, que parecería además verse reducida al marco de <strong>la</strong> infracción y<br />

a sus consecuencias penales.<br />

La referencia a cierta acción de maldad por él ejecutada lo ubica en concordancia con <strong>la</strong><br />

"ideología de <strong>la</strong> normalidad" que así como discrimina <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción en términos de<br />

normales/anormales, también c<strong>la</strong>sifica binariamente a los sujetos en buenos y malos,<br />

haraganes y voluntariosos, útiles e inútiles, pobres ficticios y pobres verdaderos,<br />

etcétera.<br />

También en este sentido se ubica el re<strong>la</strong>to de otros dos adolescentes, ambos autos<br />

representados en <strong>la</strong> figura del "torcido", en c<strong>la</strong>ra oposición a los otros, los "derechos":<br />

(L): "Yo iba derechito y después me, me desvié... Estaba estudiando y todo, ta y<br />

después no quería estudiar, empecé a fumar porro, no quería nada, empecé a robar... Los<br />

hermanos míos no, nunca estuvieron presos ninguno... el único que salió torcido fui<br />

yo..."<br />

(D): "Y sí, a mis hermanos los educaron bien, el único que salí torcido fui yo. Porque<br />

me juntaba con… gente así, que robaba y eso, que se drogaba y eso..."<br />

Sólo <strong>una</strong> toma de decisión personal coloca al sujeto de cara a su destino social. "Uno<br />

hace lo que quiere" -afirma un adolescente (I)- "vos sos vos y hacés lo que quieras,<br />

¿entendés?" Así <strong>la</strong> decisión acerca del robo se recorta en el sujeto, en su voluntad, sin<br />

incorporación de otras consideraciones.<br />

(I): "Si vos querés lo decidís vos, me parece ¿no?"<br />

(R): "Nadie te arrastra. Nadie te arrastra. Vos lo hacés si vos querés. Nadie te pone un<br />

arma en <strong>la</strong> cabeza."<br />

(P): "Cuando tenés 17 o 18 años, vas si querés y robás. Y si no querés no vas."<br />

(L): "Más bien... yo fui a robar porque yo quería..."


También en <strong>la</strong> voluntad del sujeto se coloca <strong>la</strong> posibilidad de abandonar el camino<br />

"torcido". Interrogado acerca de <strong>la</strong> posibilidad de otro tránsito vital, un adolescente<br />

seña<strong>la</strong>:<br />

(P): "Es difícil pero no imposible. El hecho es proponérselo, nomás, digo yo."<br />

En esta misma línea argumental <strong>una</strong> adolescente expone en su re<strong>la</strong>to un desarrollo<br />

sumamente iluminador:<br />

(W): "Simplemente recapacité. En algún momento tenía que cambiar, y ese era el<br />

momento. Porque si hubiese sentado cabeza, estaría 'allá' y no 'acá', donde estoy ahora.<br />

Tiré todo a <strong>la</strong> basura. Desprecié el esfuerzo, el estudio, todo... Pero nadie es perfecto,<br />

todos cometemos errores. Lo bueno es que tenemos <strong>la</strong> oportunidad de cambiar."<br />

"Yo sé que es difícil cambiar, pero <strong>la</strong> voluntad es todo, podés cambiar pero tenés que<br />

querer cambiar. La decisión siempre está en uno. Yo lo voy a lograr... Que tengan<br />

muchas fuerzas y que piensen en <strong>la</strong> persona que más quieran y que traten de salir<br />

ade<strong>la</strong>nte, y que traten de superar sus vidas buscando <strong>una</strong> situación mejor. Sacar todo lo<br />

malo que tengan dentro de su corazón y poner so<strong>la</strong>mente alegría, y fuerza y voluntad<br />

para salir ade<strong>la</strong>nte. Cada vida se <strong>la</strong> manda uno. El destino lo marca uno. Y a veces se te<br />

presenta <strong>una</strong> oportunidad, y no <strong>la</strong> aprovechás, y cada día se te hunde más. Yo ahora<br />

pienso que ya no me interesa robar, que quiero hacer mi vida tranqui<strong>la</strong> y apartarme de<br />

cosas así. Yo me lo propongo y yo lo logro. Una persona si se empeña en <strong>una</strong> cosa lo<br />

logra, y más si tiene esfuerzo y motivos para lograrlo."<br />

Si <strong>la</strong> posible comprensión del conflicto penal y del lugar social del sujeto,<br />

exclusivamente considera <strong>la</strong> variable personal, esto es, que los trayectos son<br />

individuales, con <strong>una</strong> c<strong>la</strong>ra actuación funcional a <strong>la</strong> lógica de "individualización" de los<br />

problemas sociales que hemos seña<strong>la</strong>do -tal como expresa el re<strong>la</strong>to anterior de (W):<br />

"Cada vida se <strong>la</strong> manda uno. El destino lo marca uno"-¿cómo no concluir luego que <strong>la</strong><br />

derrota social y penal es consecuencia de "fal<strong>la</strong>s" o "desajustes" personales?<br />

"Yo le hice un mal a <strong>la</strong> vida" comienza diciendo el re<strong>la</strong>to de un adolescente (J), y en<br />

cierta medida esta expresión delimita los alcances del análisis de su situación vital.<br />

También otra adolescente (E) cuando afirma -haciendo referencia a su situación de<br />

privación de libertad-: "Porque todo es por mi culpa", refleja con brevedad y<br />

contundencia esta línea analítica.<br />

Por otra parte, aun cuando se logre visualizar que alg<strong>una</strong>s necesidades o problemas<br />

trascienden <strong>la</strong> esfera personal y familiar e incluyen a otros, el accionar individual<br />

constituye <strong>la</strong> variable explicatoria de los logros puntuales, e igualmente concluye, a<br />

pesar de los mismos, en <strong>la</strong> derrota personal y social. El re<strong>la</strong>to de un adolescente (Z),<br />

referente a su padre y a su entorno barrial, resulta paradigmático.<br />

La figura de su padre "encadenado" y en <strong>la</strong> "tele" ante <strong>la</strong> reiteración de los accidentes de<br />

tránsito en el barrio y <strong>la</strong> posterior obtención de los "lomos de burro" constituye <strong>una</strong><br />

imagen sumamente sugerente. La limpieza de <strong>la</strong>s cañadas o <strong>la</strong> realización de <strong>la</strong>s calles<br />

se presentan como resultado del accionar de "un luchador para el barrio", conocido por<br />

"todo el mundo", entrevistado en "Canal 12, en el 5, en señal 1", y el interlocutor del ex


vicepresidente de <strong>la</strong> República, <strong>una</strong> vez que el mismo visita el barrio. "Hierro estuvo<br />

con mi padre ahí", afirma (Z). Los otros habitantes del barrio son presentados en el<br />

discurso de este adolescente como beneficiarios pasivos de los logros obtenidos por <strong>la</strong><br />

lucha solitaria y descol<strong>la</strong>nte de su padre, a <strong>la</strong> vez que seña<strong>la</strong> <strong>una</strong> cierta incapacidad de<br />

conservar <strong>la</strong>s mejoras alcanzadas. La "salida" del barrio del "luchador" parecería volver<br />

atrás el proceso iniciado. Expresa (Z):<br />

(Z): "Para mí el barrio cambió desde que mi padre se fue de ahí. Se fue mi viejo, tiran<br />

basura, cualquiera (…) Ahora que se fue ta,, siguen tirando mugre."<br />

Las conclusiones se deslizan fácilmente en el discurso de (Z), y apuntan al descrédito de<br />

los otros -visiblemente determinados- y de <strong>la</strong>s acciones por los otros, sellándose en<br />

cierta medida, <strong>la</strong> imposibilidad de <strong>la</strong> transformación social por vías colectivas:<br />

(Z): "Que voy a luchar por estos si no hacen nada… así siempre hay alguno que tiene <strong>la</strong><br />

mente así (hace un gesto con el dedo índice y el pulgar acercándolo) que no salieron de<br />

ahí (…) Por eso <strong>la</strong> mentalidad de <strong>la</strong> gente así, no <strong>la</strong> cambiás más. Por más que se<br />

mueran y nazcan de nuevo, les gusta vivir así. Por mí que se ahoguen, que revienten., yo<br />

no vivo pendiente del barrio."<br />

En ese cuadro conclusivo puede comprenderse que el padre de este adolescente resulte<br />

reforzado en un tránsito personal que explícitamente excluye a los otros. Concluye:<br />

(Z): "Ahora no, ahora ya está. Hace <strong>la</strong> de él y no se preocupa."<br />

Los otros no parecerían ser sinónimo de iguales. (Z) reflexiona y expresa que su padre,<br />

al igual que él, "no era para ese barrio, yo a veces me siento que no soy para ese barrio".<br />

¿Reflexiones enmarcadas en los trayectos socioeconómicos de sectores importantes de<br />

trabajadores -en los que podría ubicarse <strong>la</strong> familia de este adolescente- que resultan,<br />

entre otros factores, como consecuencia de profundas alteraciones de sus posiciones en<br />

el proceso de producción, reubicados geográficamente en <strong>la</strong> ciudad en lugares en los<br />

que no se "sienten" pertenecientes? ¿Reflexiones que responden a <strong>la</strong>s transformaciones<br />

en <strong>la</strong>s identidades de c<strong>la</strong>se?<br />

Podemos observar además en algún re<strong>la</strong>to que <strong>la</strong> inclusión de los otros, si bien parecería<br />

en primera instancia diseñar un tránsito no forzosamente individual, o que por lo pronto<br />

involucra a otros en el trayecto de cada sujeto, en tanto aquellos suponen <strong>la</strong> conducción<br />

a "<strong>la</strong> ruina" e incluso el abandono posterior, <strong>la</strong> opción personal concluye fortalecida. Al<br />

respecto, expresan algunos re<strong>la</strong>tos:<br />

(J): "No ando mucho así no, no. Ta todo bien, me hablo con todo el mundo, pero ando<br />

solo. Me van a buscar a mi casa los gurises y los echo a todos. Para salir, para joder…<br />

porque me costó darme cuenta que los que te llevan a <strong>la</strong> ruina eran ellos (…) Y hago <strong>la</strong><br />

mía, ta todo bien con todo pero hago <strong>la</strong> mía."<br />

(Z): "Ando solo, mejor andar solo que mal acompañado."


(A): "Los otros lo dejaron tirado." (acerca de su primo y sus compañeros <strong>una</strong> vez que lo<br />

hieren en <strong>una</strong> rapiña).<br />

Individualizados los tránsitos y los destinos de los sujetos, tanto desde los dispositivos<br />

públicos asistenciales como desde los re<strong>la</strong>tos puestos en consideración, <strong>la</strong> soledad del<br />

sujeto parecería corporizarse e impregnar cotidianidades y proyecciones. Se "vive" solo,<br />

se "anda" solo, se "jode" solo, se "aprende" solo a robar y solo también el sujeto "se da<br />

cuenta" de lo que entienda necesario comprender. Finalmente, <strong>la</strong> prisión también supone<br />

soledad. Expresan algunos adolescentes:<br />

(J): "Estoy lleno de amigos, pero no me doy mucho con nadie (…) Hay algunos que lo<br />

hacen porque los otros lo hacen (robar), pero yo no. Yo encaré solo."<br />

(I): "A robar se aprende. Yo aprendí, yo qué sé, solo."<br />

(M): "Siempre robé solo, no me gustaba ir con nadie, ¿para qué?"<br />

(Z): "Vivo solo. Bien. Bien, tranquilo (…) ¿Con quién vivir? A mí me gusta solo. Me<br />

siento bien. Yo me llevo así bien con todo el mundo, no tengo problemas con nadie, no,<br />

pero me gusta vivir así. Yo no le rompo los huevos a nadie (…) No salgo con nadie,<br />

ando solo (…) Yo lo charlé ahí (acerca de <strong>la</strong>s infracciones) pero como que me di cuenta<br />

solo."<br />

(A): "A veces nos ponemos a bai<strong>la</strong>r con mi hermano, solos, así a joder, o solo, a joder."<br />

(P): "Me lo enseñó mi tía que falleció, que era como <strong>una</strong> madre pa mí. Me enseñó: 'vos<br />

si vas a hacer algo hacelo solo, porque después caen y te dan el palo'. Me quedó esa, no<br />

sé porqué me quedó… Tenía razón, igual que cuando me decía: 'robá solo', tenía razón.<br />

Mi tía me decía: 'vos cuando vayas a hacer algo, no le digas a nadie, así después cuando<br />

pase, nadie puede decir: fu<strong>la</strong>no de tal lo iba a hacer'. Después, en cambio, si no<br />

encuentran nada, es caso cerrado (…) Cuando estás preso, estás solo. No hay nadie."<br />

(T): "Y <strong>la</strong> mayoría de <strong>la</strong>s cosas <strong>la</strong>s aprendí so<strong>la</strong>. Más bien escuchaba, lo que me decían,<br />

lo que me hab<strong>la</strong>ban, y después lo pensaba. Pensaba si estaba bien o si estaba mal. Pero<br />

más allá de lo que me decían, más bien aprendí so<strong>la</strong>. Escuchaba a los mayores que yo<br />

porque ya habían vivido <strong>la</strong> vida. Las escuchaba porque no me quedaba otra."<br />

Algunos re<strong>la</strong>tos expresan que al "otro" no se le pide nada, tampoco se le entera de<br />

"cosas" personales, y ningún otro parecería ofrecer confianza:<br />

(B): "Con mis propias cosas como que lo quiero arreg<strong>la</strong>r todo yo, todo yo, nunca le pido<br />

a nadie, yo qué sé, me da como <strong>una</strong>.. .me cuesta pedir ayuda, que me digan así que<br />

tendría que hacer, <strong>una</strong> opinión, nunca, en casa también, nunca digo nada, eso es lo que<br />

tengo yo que todo, yo qué sé, que todo yo, todo yo, no me gusta andar diciéndole nada a<br />

nadie que se enteren de mis cosas, siempre todos me vieron contento y todo, nunca me<br />

vieron triste así.."<br />

(M): "No me fío de nadie, no creo en nadie, no tengo a nadie."


La soledad parecería reafirmarse ante <strong>la</strong> imposibilidad del conocimiento del otro -<br />

verbalizada por un adolescente (I): "a <strong>una</strong> persona nunca <strong>la</strong> terminás de conocer<br />

tampoco"- y <strong>la</strong> distinción entre amigos y compañeros presente en más de un re<strong>la</strong>to:<br />

(I): "Tengo compañeros, amigos no. Porque amigos son pocos, amigos si perdés, si<br />

precisás algo está todo bien, si son amigos están ahí siempre. Y compañeros son los que<br />

andás, no tenés tanta confianza. O tenés confianza en ellos, pero ¿entendés? Si pasa<br />

algo, no te dan <strong>una</strong> mano, no son amigos. Amigos no tengo. Yo soy mi amigo, y<br />

alg<strong>una</strong>s veces no soy mi amigo tampoco. No, casi nunca, siempre soy amigo mío pero<br />

ta."<br />

(R): "¿Amigos? No, compañeros. Amigos no hay, compañeros hay, conocidos también<br />

hay. Amigos es <strong>una</strong> pa<strong>la</strong>bra, no sé, amistad es <strong>una</strong> pa<strong>la</strong>bra, es <strong>una</strong> pa<strong>la</strong>bra más fuerte<br />

que compañeros. Compañeros los que ando casi siempre y conocidos, bueno, tantos. No<br />

tengo amigos. En <strong>la</strong>s situaciones te llegás a dar cuenta si <strong>una</strong> persona es realmente, es<br />

un amigo. Tengo compañeros con los que me llevo bien de bien. Nunca me propuse<br />

tampoco tener amigos."<br />

(P): "Conocidos, sí, abundante, pero amigos, ninguno."<br />

(M): "Acá no tengo amigos. Mis amigos son mis hermanos pero no los veo… tengo<br />

compañeros pero no amigos, porque los amigos son otra cosa. En los amigos se puede<br />

confiar, y yo acá no confío en nadie."<br />

"No me gusta jugar con gente extraña, y acá son extraños. Entran y salen, pero son<br />

extraños, acá si pueden te joden, acá no hay amigos."<br />

(G): "Amigas no, compañeras tengo. Amiga tengo <strong>una</strong> so<strong>la</strong>. A <strong>una</strong> amiga le contás todo,<br />

hacés muchas cosas con el<strong>la</strong>... junto con el<strong>la</strong>. Pero a <strong>una</strong> compañera, <strong>una</strong> compañera que<br />

vas a los bailes, a joder. C<strong>la</strong>ro, no. Y acá adentro tengo compañeras, no tengo amigas.<br />

Por qué no, yo qué sé (se ríe). A el<strong>la</strong>s no <strong>la</strong>s 'juno bien <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ncha', <strong>la</strong>s conozco de acá<br />

dentro pero afuera no sé como son. Y no sé,ute;n apoyando en todo, los compañeros yo<br />

qué sé, están ahí, te saludan, que pum que pam, que están ahí cuando tenés p<strong>la</strong>ta, están<br />

pero cuando vos los precisás ellos no responden así, no están, tengo más compañeros<br />

que amigos."<br />

Los amigos parecerían ser de rara existencia e incluso en algún caso ni siquiera se ha<br />

pensado contar con ellos; son definidos por "estar ahí siempre", resultan ser en los que<br />

se puede "confiar", "les contás todo", y están "apoyando en todo". Por el contrario, los<br />

compañeros y los conocidos, adquieren mayor presencia desde los re<strong>la</strong>tos; ellos son con<br />

los que se "anda", te "saludan", a <strong>la</strong> vez que están "cuando tenés p<strong>la</strong>ta", no se les tiene<br />

confianza y cuando se los precisa "no responden, no están", "no te dan <strong>una</strong> mano".<br />

Algunos de estos adolescentes se observan solos de otros confiables y solos también de<br />

esos otros, compañeros y conocidos, en quienes ni siquiera se confía, pero cuya<br />

ausencia parecería "vaciar" los escenarios barriales cotidianos.<br />

(R): "Vacío, todo vacío, vacío. Casi nadie vi. Están todos presos, todos presos." (Acerca<br />

de su barrio <strong>una</strong> vez que sale de licencia).


(B): "Si, había muchos chiquilines que estaban robando allá, y ahora digo cuando salí<br />

estaban todos encerrados. Si, de ahí de pocas cuadras de mi casa, de ahí de <strong>la</strong> vuelta,<br />

siempre parábamos a tomar, a salir a bai<strong>la</strong>r, siempre había gente caminando por ahí, en<br />

el parque, ahora no hay ni un alma.<br />

No, ya no hay ni gente así, porque antes había gente que no robaba que estaba tomando<br />

vino y todo en <strong>la</strong> esquina pero ahora ni eso."<br />

Atrapado en soledad también se proyecta el futuro. Consultados acerca de con quien<br />

desearían vivir, varios adolescentes reafirman <strong>la</strong> opción de soledad:<br />

(I): "Me gustaría vivir solo."<br />

(O): "...Solo... pa tener mis cosas..."<br />

(V): "Tener <strong>una</strong> casa para mí solo."<br />

(S): "Y ahora me voy a encarar con los barcos esos... que eso me gusta también ... que<br />

es el mar... y <strong>la</strong> pesca... <strong>la</strong> caza y <strong>la</strong> pesca... no te molesta nadie y andás solo por ahí...<br />

nadie te está diciendo nada... o estás en un campo o estás en el mar... nadie te molesta ...<br />

no hay milicos no hay nada... no hay un vecino que te esté jodiendo... me gusta vivir<br />

solo".<br />

"...Nunca me voy a casar... no me gusta casarme ...tenés que estar pendiente de a dónde<br />

vas a salir, tenés que decir... no me gusta ... me gusta <strong>la</strong>s cosas so<strong>la</strong>... por eso me gusta<br />

estar lejos... a veces me gusta estar así lejos...".<br />

Colocado un adolescente ante <strong>la</strong> interrogante sobre futuros hijos, sus expresiones<br />

resultan categóricas:<br />

(Z): "Uno solo se <strong>la</strong> rebusca (…) porque ya teniendo <strong>una</strong> boca para mantener tenés que<br />

estar pendiente."<br />

Concluye otra adolescente:<br />

(G): "Desde chica siempre ando so<strong>la</strong>. Me crié so<strong>la</strong> y siempre voy a andar so<strong>la</strong> (...) Pero<br />

estoy acostumbrada." (A andar so<strong>la</strong>).<br />

"No hay nada", afirma un adolescente (I); <strong>la</strong> imagen del sujeto solo, puesto en <strong>una</strong><br />

soledad que parecería envolver lenta y tristemente <strong>la</strong> existencia toda, se resume en sus<br />

pa<strong>la</strong>bras:<br />

(I): "Ahora me voy solo. Más bien, tranquilo. Me voy a comprar un vinito ahora para <strong>la</strong><br />

comida, ahora, para casa. Cocina mi vieja, más bien. Un vinito para <strong>la</strong> noche y ya me<br />

quedo en casa, está frío, no hay nada, me quedo en casa (…) Me engancho con <strong>una</strong>s<br />

cosas ahí, unos juegos de mi hermano que enchufo en <strong>la</strong> televisión. Tiene carreras y<br />

todo. Aparte agarrás el aparato y tiemb<strong>la</strong> todo, como si manejaras, está full. Y si, ¿está<br />

lloviendo? Si, me quedo en casa, tranquilo."


Mientras tanto, otros adolescentes extreman en sus pa<strong>la</strong>bras <strong>la</strong> posibilidad de ausencia<br />

de los otros:<br />

(Z): "Me gustaría poder irme donde no me conozca nadie."<br />

(B): "Mandarme a mudar por ahí es lo que siempre quise. Siempre quise eso, irme a otro<br />

país."<br />

LA CONSTRUCCIÓN DE LOS TRÁNSITOS SOCIALES PRESTABLECIDOS<br />

PARA EL UNIVERSO DE LOS "MENORES": LA "DERROTA" ANUNCIADA<br />

Además del proceso de "individualización" que acompasa <strong>la</strong> intervención pública sobre<br />

<strong>la</strong>s secue<strong>la</strong>s de <strong>la</strong> "cuestión social" y que parecería corporizarse en el re<strong>la</strong>to de algunos<br />

de los adolescentes, deseamos destacar, específicamente, uno de los impactos que <strong>la</strong><br />

construcción de <strong>la</strong> "minoridad" supone para el accionar de los dispositivos públicos de<br />

atención. A partir de <strong>la</strong> escisión del universo de <strong>la</strong> infancia y en virtud de <strong>la</strong> histórica y<br />

estratégica unión del abandono y <strong>la</strong> infracción, visualizamos -desde <strong>la</strong> política de<br />

atención-<strong>la</strong> construcción de corredores preestablecidos para el tránsito de los "menores".<br />

Retomamos al respecto <strong>la</strong>s e<strong>la</strong>boraciones de Costa y Gagliano que en oposición a <strong>la</strong><br />

estación abierta y sin límites de <strong>la</strong> infancia colocan -en cárceles y psiquiátricos- <strong>la</strong><br />

estación terminal de <strong>la</strong> minoridad.<br />

Desde el re<strong>la</strong>to de los adolescentes, <strong>la</strong> experiencia de <strong>la</strong> infracción concluye -en un<br />

tiempo más "<strong>la</strong>rgo" o más "corto"- en <strong>la</strong> derrota.<br />

(R): "Sabés más o menos que vas a perder alg<strong>una</strong> vez. Te empiezan a buscar, te andan<br />

buscando y alg<strong>una</strong> vez te agarran. Largo o corto pero te agarran."<br />

(I): "Podés tener liga un par de años, pero robando, robando, al final un día te agarran<br />

(…) Iba bien, iba bien hasta que pasó esto (<strong>la</strong> útima detención) si no, no sé, capaz que<br />

seguía hasta los 18 y perdía a partir de los 18."<br />

(0): "Sí… algún día vas a caer... C<strong>la</strong>ro... zafarás cinco veces... a <strong>la</strong> seis fuiste."<br />

(P): "Yo robaba, y uno sabe que robando, tarde o temprano va a perder (…)"<br />

(B): "No es fácil, no es fácil, no porque digo yo qué sé... es fácil salir y ta y robás, pero<br />

como que siempre en <strong>una</strong> vas a caer igual, podés robar diez veces y no perder ning<strong>una</strong><br />

vez pero va a llegar un día que perdés igual."<br />

"Mucho dulce pica los dientes", sentencia un adolescente (I) haciendo referencia al<br />

hecho de que <strong>una</strong> vez que se comienza a robar ya no parece ser posible detenerse<br />

-"después te gusta"- aun sabiendo previamente <strong>la</strong> consecuencia resultante. Agrega otro<br />

adolescente:<br />

(P): "Me había acostumbrado, ya era parte de mi vida. La vida no es fácil. Cuando salís<br />

a robar de chico, después te gusta <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ta dulce, y después sacarse <strong>la</strong> costumbre cuesta."


El horizonte de <strong>la</strong> privación de libertad constituye el futuro previsible. Nos aporta un<br />

adolescente:<br />

(R): "La tenía c<strong>la</strong>ra pero ta, los mismos de <strong>la</strong> esquina habían estado en Tab<strong>la</strong>da. Yo<br />

nunca había estado pero sabía."<br />

Luego, tal como se expresa en otro re<strong>la</strong>to:<br />

(P): "Si te gusta lo dulce, aguantá lo sa<strong>la</strong>do."<br />

Lo "sa<strong>la</strong>do" constituye el futuro pronosticado; al respecto, <strong>la</strong>s siguientes expresiones<br />

parecerían querer desterrar sus manifestaciones más evidentes: <strong>la</strong> cárcel y <strong>la</strong> muerte.<br />

(I): "Yo no quiero estar toda mi vida encerrado."<br />

(J): "No quiero saber nada con el COMCAR..."<br />

(C): "No tener un final feo, no terminar así, con un tiro en <strong>la</strong> cabeza, aparecerle a mi<br />

madre en un cajón (…) no quiero que me peguen un tiro y quedarme muerto o que no<br />

pueda caminar."<br />

Pero junto con ese proceso de individualización y de delimitación del trayecto social del<br />

sujeto al que hemos hecho referencia, hay otro aspecto a destacar que se vincu<strong>la</strong> con<br />

este desarrollo argumental: <strong>la</strong> categorización de infracción o abandono se transforma y<br />

opera como construcción de <strong>una</strong> impronta personal, "en algo que pertenece al ser del<br />

sujeto", escribe Uriarte (1999). Continúa Uriarte: "toda <strong>la</strong> matizada riqueza de su<br />

personalidad, sus potencialidades, su cultura de vida, <strong>la</strong> imagen de sí mismo, su<br />

autovaloración o su desvalorización, su ser y su querer ser, sus estilos de vincu<strong>la</strong>ción, se<br />

contaminan y se uniformizan bajo <strong>la</strong> calificación de infractor o abandonado".<br />

Se trata de <strong>la</strong> construcción de un "abandonado" y de un "infractor". Captado así el sujeto<br />

por el dispositivo público de atención, parecería ser que sólo puede pensarse y pensar su<br />

trayecto desde <strong>la</strong> estigmatización de <strong>la</strong> que es objeto. El estereotipo "se vuelve él",<br />

expresa Uriarte, y así el sujeto resulta prisionero del trayecto prestablecido.<br />

En este sentido, un adolescente (I) entiende que ahora ya no es un "delincuente", "pero<br />

antes si". Otro adolescente trae en su re<strong>la</strong>to <strong>la</strong> estigmatización de <strong>la</strong> que es objeto en el<br />

barrio. Interrogado acerca de cómo creía él que lo veía <strong>la</strong> gente del barrio, parecería<br />

identificarse con lo que <strong>la</strong> mirada de sus vecinos, a <strong>la</strong> salida de <strong>una</strong> internación, le<br />

estaría expresando:<br />

(J): "Ahí en el barrio te miran raro .Ya se ponían a chusmear: 'mirá, mirá, ya salió' (…)<br />

Yo qué sé, era tremendo ma<strong>la</strong>ndra, no sé."<br />

Otros adolescentes se refieren a un trato, que no detal<strong>la</strong>n, pero que los reconoce<br />

"<strong>la</strong>drones":<br />

(O): "Allá en... cómo es... en <strong>la</strong> Argentina tengo tres tías... <strong>una</strong> tiene <strong>una</strong> pollería, otra<br />

un supermercado y un... cómo es... un puesto de verduras... yo me iba ir pa <strong>la</strong> Argentina<br />

pero después dije ¡no!... porque me tratan como <strong>la</strong>drón y me tengo que venir..."


(P): "Porque siempre me echaban en cara: 'sos terrible <strong>la</strong>drón, y no se cuanto (…) el<br />

único malo era yo, que robaba, pero ta, era así."<br />

¿Qué habrá percibido un adolescente (M) en <strong>la</strong> mirada de (A) que parecía adjudicarle<br />

valor y reconocimiento?:<br />

(M): "La única que me importaba era (A) porque era divina y me miraba bien. Bien,<br />

como si le importara."<br />

Se es delincuente o se es ma<strong>la</strong>ndra, o se es <strong>la</strong>drón -"el único malo"- y estas expresiones<br />

parecerían contener en forma absoluta y totalizante, al ser del sujeto.<br />

Al hacer referencia a <strong>la</strong> individualización de los problemas sociales, subrayábamos <strong>la</strong><br />

noción de comportamiento personal, en el entendido de que el sujeto se observa<br />

responsable exclusivo por el "desvío" de su trayecto social, a <strong>la</strong> vez que se impone el<br />

rescate de <strong>la</strong> voluntad y del "empeño" personal para <strong>la</strong> corrección del mismo.<br />

Nos interrogamos ahora, al momento de concluir estas líneas analíticas acerca de <strong>la</strong><br />

individualización de los problemas sociales y <strong>la</strong> previsibilidad en el tránsito social del<br />

sujeto, ¿qué otras valoraciones recogemos del re<strong>la</strong>to de los adolescentes, con re<strong>la</strong>ción a<br />

<strong>la</strong>s posibilidades de incidencia del propio sujeto para que el tránsito social sea otro o<br />

proceder a "enderezar" el supuesto tránsito "torcido"? ¿En qué lugar los re<strong>la</strong>tos de los<br />

adolescentes colocan <strong>la</strong> acción de los hombres respecto de <strong>la</strong>s posibilidades de<br />

transformaciones sociales en sentido amplio y en el particu<strong>la</strong>r trayecto de su existencia?<br />

Nos dice un adolescente acerca de su familia aportando <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de su madre:<br />

(J): "Somos mucho si. Pero ahora somos pocos porque casi todos hicieron un poco de<br />

p<strong>la</strong>ta y eso y ta, se olvidaron de mi madre y eso. Los que no quieren ayudar<strong>la</strong> hicieron<br />

p<strong>la</strong>ta y eso y... mi madre no les dice nada, mi madre siempre me dice a mi 'vos no digas<br />

nada, déjalos, yo no les hecho nada en cara, vos te tenés que olvidar de eso', me dice 'y<br />

seguir ade<strong>la</strong>nte, ya vamos a salir ade<strong>la</strong>nte', me dice 'algún día vamos a salir ade<strong>la</strong>nte'."<br />

¿Acaso no denotan aceptación al orden establecido <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras que este adolescente<br />

trae de su madre, cuando <strong>la</strong> misma, haciendo referencia a su situación socioeconómica,<br />

expresa "ya vamos a salir ade<strong>la</strong>nte… algún día vamos a salir ade<strong>la</strong>nte"? ¿No parecería<br />

ser que se aguarda cierta evolución natural de <strong>la</strong> sociedad, y del trayecto social de los<br />

sujetos, en <strong>la</strong> que "algún día", sin consideración de <strong>la</strong> acción de los mismos, se<br />

produciría <strong>una</strong> mejora en <strong>la</strong>s condiciones de vida, se "saldría ade<strong>la</strong>nte", tal como<br />

expresa <strong>la</strong> madre de (J)?<br />

En otro re<strong>la</strong>to, <strong>la</strong> toma de decisiones -y con el<strong>la</strong> <strong>la</strong> posibilidad de existencia de futuro<br />

que parecería albergar <strong>una</strong> existencia diferente a <strong>la</strong> actual- se coloca a distancia del<br />

sujeto concreto. Nos dice <strong>una</strong> adolescente, a partir de comentar los sucesos mundiales<br />

de guerra:<br />

(T): "Te da temor que esas mismas cosas pasen acá, si no saben qué van a hacer con el<br />

mundo no podés esperar ningún futuro. No sé, siempre es difícil pensar en el futuro, a<br />

veces capaz te gustaría pensar que es posible…"


¿O acaso el azar, esa suerte de artilugio mágico, resolvería lo que <strong>la</strong>s acciones de los<br />

hombres no parecerían poder transformar? Nos dice un adolescente:<br />

(Z): "Me gustaría vivir cómodo. Me gustaría sacar el 5 de oro. Nunca juego… La p<strong>la</strong>ta<br />

no hace <strong>la</strong> felicidad no, pero…O el juego de <strong>la</strong> cédu<strong>la</strong>… 100.000 dó<strong>la</strong>res al precio que<br />

está el dó<strong>la</strong>r."<br />

El azar parecería poder resolver el "estar echado pa atrás", como expresa otro<br />

adolescente (R), <strong>una</strong> especie de toque de "suerte" que puede conducir al sujeto al mejor<br />

futuro imaginado, a <strong>la</strong> vez que constituirse en <strong>una</strong> especie de predicción positiva o<br />

negativa en <strong>la</strong>s situaciones vincu<strong>la</strong>das a <strong>la</strong> infracción. En este sentido, se ubican los<br />

siguientes re<strong>la</strong>tos:<br />

(Z): "Salimos, salimos enfrente de <strong>la</strong> Comisaría. Eso sí que es ma<strong>la</strong> suerte… Para mí<br />

que es suerte, porque si vas con ese pensamiento que perdés, ya… Ese día no<br />

andábamos con el pensamiento positivo porque ya nos había agarrado un coracero ahí<br />

en el barrio…"<br />

(I): "Y cuando no es contigo, no es contigo. A mí no me gusta un día pa salir y no salgo.<br />

Porque no yo qué sé. Se te pasó por <strong>la</strong> cabeza, tranquilo, hoy no muchacho, tranquilo,<br />

tranquilo."<br />

(C) :"(...) Y me quedo, porque alg<strong>una</strong>s veces no tenía ganas de ir a robar o me sentía<br />

mal o viste que yo te dije cuándo te levantás y decís: 'hoy no es mi día'. Presentís algo..<br />

.el botija ponele que va a robar y cae preso o que le den un tiro, lo <strong>la</strong>stiman algo... me<br />

pasó <strong>una</strong>s cuantas veces. Miles de veces me levanté contento y he hecho p<strong>la</strong>ta, hay<br />

veces que no, que presentís que algo feo va a pasar. Pasaba eso y mis compañeros caían<br />

en cana."<br />

(B): "Si, fue ma<strong>la</strong> suerte, <strong>la</strong>s dos veces que caí fue... primero caí con un mayor pero no<br />

habíamos salido a robar ni nada, fue en <strong>la</strong>s Fiestas en <strong>la</strong>s mismas Fiestas así, el 24<br />

fuimos a un baile a <strong>la</strong> casa de mi novia allá que quedaba re lejos y después no había<br />

ómnibus y tá queda re lejos de mi casa y el chiquilín dice 'mirá ahí vienen dos<br />

chiquilines, vamos a sacarle <strong>la</strong> bicicleta' y ya era tarde y estábamos ahí, nos llevamos <strong>la</strong><br />

bicicleta ahí y después resulta que lo conocían al mayor de no sé dónde y el mayor<br />

mandó los milicos para casa y tá me llevaron."<br />

¿O acaso <strong>la</strong>s creencias religiosas podrían constituirse en vías de "salida" a <strong>la</strong>s<br />

situaciones de vida presentes? Expresa <strong>una</strong> adolescente:<br />

(G): "En Dios sí creo. Le pido que me dé salud, que ayude a mi compañero, que me den<br />

<strong>una</strong> salida (se ríe, silencio) Sí, antes creía (macumba), pero ahora no, ahora yo creo en<br />

Dios y le pido por mi compañero."<br />

Mágicamente -presentidos pero inevitables- parecerían devenir también muertes y<br />

accidentes:<br />

(J): (Acerca de sus sobrinos muertos) "Los dos murieron de <strong>la</strong> misma forma. Y eran los<br />

dos igualitos, así, se acostaban a dormir y no se despertaban más. Uno tenía un año y


medio y el otro dos años. El que tenía un año y medio falleció el año pasado cuando yo<br />

entré al Puertas. Cuando yo entré al Puertas. Dicen que le dijeron <strong>la</strong> muerte b<strong>la</strong>nca. Los<br />

dos eran chiquititos y yo le decía a mi madre, viste, porque el que falleció primero se<br />

l<strong>la</strong>maba Matías, y el que falleció ahora el año pasado se l<strong>la</strong>maba Federico, y eran los<br />

dos igualitos. Nosotros mirábamos <strong>la</strong>s fotos y eso y eran igualitos. Yo le decía a mi<br />

madre 'mamá, sabés, lo que espero que no le pase nada'. Como que ya venía sintiendo<br />

que le iba a pasar algo, y caí preso yo y cuando salí, me dice mi madre… ta. (…)"<br />

"Me agarró un ómnibus ahí en <strong>la</strong> Aduana. Iba peleando con mi hermana. Ibamos<br />

peleando ahí 'ojalá te atropelle un ómnibus'. Llegamos a <strong>la</strong> esquina y me atropelló un<br />

ómnibus. Tuve un Dios aparte. En el hospital decían que si me hubiera agarrado mejor<br />

el ómnibus me mataba. Dicen que no me mató por poquito, mi madre me contaba (…)<br />

Mi hermana quedó media traumada, después se le pasó. Estuvo en manos de psicólogo<br />

y todo, después se le pasó, ahora tiene hijos y todo."<br />

En definitiva, ¿no podríamos estar reconociendo en estos re<strong>la</strong>tos, <strong>la</strong> noción del<br />

"consentimiento con lo dado" que Marcuse identifica en términos de conservadurismo<br />

del orden establecido, resultado de "<strong>la</strong> consideración de lo social como ecualizado a <strong>la</strong><br />

naturaleza"? (Marcuse, H. 1998)<br />

Esta "naturalización" de <strong>la</strong> sociedad[15] se conforma a partir del desarrollo de <strong>una</strong><br />

reflexión sobre <strong>la</strong> sociedad, supuestamente "científica" en virtud de su referencia directa<br />

con el modelo de <strong>la</strong>s ciencias de <strong>la</strong> naturaleza. Las pa<strong>la</strong>bras de Marcuse sintetizan estos<br />

trazos conceptuales centrales del positivismo: "Todos los conceptos científicos debían<br />

ser subordinados a los hechos. Los primeros debían simplemente manifestar <strong>la</strong> conexión<br />

real entre los últimos. Los hechos y sus conexiones representaban un orden inexorable<br />

que comprendía los fenómenos sociales y naturales. Las leyes [reve<strong>la</strong>das por este estilo<br />

de pensar] eran positivas también en el sentido de afirmar el orden establecido como<br />

base para <strong>la</strong> negación de <strong>la</strong> necesidad de construcción de un nuevo orden". (1998:313)<br />

La posibilidad de transformación en <strong>la</strong>s situaciones vitales presentes se visualiza, desde<br />

el re<strong>la</strong>to de los adolescentes, a partir de <strong>la</strong> evolución natural de <strong>la</strong> sociedad -"en <strong>la</strong> que<br />

un día se saldría ade<strong>la</strong>nte"- en c<strong>la</strong>ra concordancia con <strong>la</strong>s construcciones positivistas<br />

que exponíamos sintéticamente. El azar y <strong>la</strong>s creencias religiosas son los otros<br />

mecanismos que podrían operar transformaciones y ambos también "operan" con<br />

ajenidad a <strong>la</strong> razón y a <strong>la</strong> acción de los hombres. Recordemos el seña<strong>la</strong>miento que el<br />

mismo Marcuse -en su controversia con el positivismo- realizara acerca de cómo el<br />

"asentimiento al principio de <strong>la</strong>s leyes invariables en <strong>la</strong> sociedad prepararía a los<br />

hombres para <strong>la</strong> disciplina y <strong>la</strong> obediencia al orden existente y promovería su<br />

resignación de<strong>la</strong>nte de el<strong>la</strong>". (1998:311)<br />

En definitiva, fue Durkheim quien logró explicitar el lugar previsto para el sujeto en lo<br />

que respecta a <strong>la</strong>s transformaciones sociales <strong>una</strong> vez que los "fenómenos físicos y<br />

sociales" son comprendidos como "hechos como los otros, sometidos a leyes que <strong>la</strong><br />

voluntad humana no puede interrumpir según su arbitrio". De esta manera concluye<br />

Durkheim, "<strong>la</strong>s revoluciones, en el sentido propio del término, son cosas tan imposibles<br />

como los mi<strong>la</strong>gros". (citado en Netto, J. P, 1997: 53)


Capítulo V<br />

Los unos y los otros<br />

_______________________________________<br />

LA <strong>ADOLESCENCIA</strong> MINORIZADA<br />

La salida temprana del sistema educativo y el ingreso a instituciones públicas de<br />

atención a <strong>la</strong> infancia "infractora", es <strong>una</strong> experiencia común a los adolescentes con<br />

quienes hemos tomado contacto. Al momento de iniciarse el proceso judicial actual, el<br />

que da lugar a <strong>la</strong> intervención institucional que opera cuando realizamos <strong>la</strong>s entrevistas,<br />

los adolescentes no estaban insertos en el sistema educativo. Con re<strong>la</strong>ción a lo <strong>la</strong>boral,<br />

uno de ellos realizaba trabajos con el padre y otro en carácter de asa<strong>la</strong>riado. Este nos<br />

parece un aspecto relevante a considerar por cuanto <strong>la</strong> ausencia de inscripciones y<br />

pertenencias sociales debilitan al sujeto en cuanto a sus posibilidades de articu<strong>la</strong>ción<br />

social, creándose <strong>la</strong>s condiciones que favorecen, en opinión de Zaffaroni, <strong>la</strong> asunción<br />

por parte del adolescente del rol / estereotipo infractor: "El estereotipo se nutre con los<br />

caracteres generales de los sectores mayoritariamente más desposeídos, pero <strong>la</strong><br />

selección es, en principio, más o menos arbitraria, aunque se prepara tempranamente en<br />

<strong>la</strong> vida del sujeto y los más sensibles a los requerimientos de rol formu<strong>la</strong>dos por <strong>la</strong>s<br />

agencias de los sistemas penales son los más inmaduros, en el sentido de <strong>una</strong> menor<br />

independencia del sujeto en cuanto a su adecuada distinción respecto de los objetos<br />

externos; <strong>la</strong> mayor sensibilidad a los requerimientos de rol está en re<strong>la</strong>ción directa con<br />

<strong>la</strong> posibilidad de invasión que el sujeto ofrezca... Si éste no puede distinguir muy<br />

nítidamente los límites de su mundo exterior, será rápidamente invadido". (Zaffaroni,<br />

1989: 137)<br />

Para Mara Costa y Rafael Gagliano (2000) <strong>la</strong> intervención tute<strong>la</strong>r que realiza el Estado<br />

produce sobre los niños, niñas y adolescentes ciertos efectos que denominan de<br />

minorización. Desde esta perspectiva tales actuaciones operan más allá del término de <strong>la</strong><br />

intervención institucional, dejando marcas estructurantes de <strong>la</strong> subjetividad y<br />

propiciando que el sujeto que <strong>la</strong>s ha transitado vuelva a el<strong>la</strong>s:<br />

(L): "…Porque yo qué sé... ta, desde que salí así... tuve tranquilo dos meses y después<br />

empecé de vuelta y el encierro peor... porque yo qué sé... te obligan a más, salís y ya<br />

sabés cómo es estar encerrado... y no salís y salís tranquilo, mentira... salís y ya sabés<br />

más o menos cómo es estar encerrado y bueno salís y mandándote cada macana que...<br />

no te sirve de nada... yo qué sé, los jueces pensarán que te sirve estar preso así... tenés<br />

problemas y... te cortás todo..."<br />

(S): "...14 tenía... si, tuve... <strong>la</strong> vez que estuve más, dos meses... dos meses... 14, cuando<br />

recién cumplí los 14... sí, los 14 o los 13, no me acuerdo... y después tá, empecé a caer


para acá, Montevideo... caía yo qué sé, <strong>una</strong> vez cada seis meses, <strong>una</strong> vez cada nueve<br />

meses, porque me agarraban por fugas así... siempre... yo caídas así entradas así por<br />

hurto, por rapiña tengo muy pocas, tengo muchas entradas por fuga... me agarraban<br />

fugado... pero me fugaba, me iba a <strong>la</strong> mierda pa allá... estaba un par de meses, cuando<br />

venía me agarraban, me traían me volvía a ir y me agarraban a los par de meses, me<br />

traían de vuelta, me iba, estaba un lote de meses acá..."<br />

Este retorno está asimismo condicionado por el modo en que opera el sistema de control<br />

frente al cual estos adolescentes presentan <strong>una</strong> particu<strong>la</strong>r vulnerabilidad. Ser "portador<br />

de cara" y estar en <strong>la</strong> esquina, suelen ser motivos para el arresto:<br />

(V): "Yo qué sé... capaz que porque... como tuvimos siempre lío y íbamos siempre a <strong>la</strong><br />

19... como nos vieron <strong>la</strong> cara y... pero para mí está mal... por cualquier cosa... por, <strong>la</strong><br />

verdad no estaba haciendo nada... estaba sentado en <strong>la</strong> esquina tomando un vino,<br />

jodiendo así... y me llevaban... y estaba a media cuadra de casa... no me dejaron ni ir a<br />

buscar <strong>la</strong> cédu<strong>la</strong> a casa a ver si yo tenía <strong>la</strong> cédu<strong>la</strong>..."<br />

Ser "conocido" por parte del aparato policial, vuelve a los adolescentes sospechosos:<br />

(L): "...Cuando salí de ahí en <strong>la</strong> esquina misma me pararon, un auto ahí... porque había<br />

dos botones que me conocían... me dijeron qué estaba haciendo y le dije -vengo a firmar<br />

-, ' porque vos estás fugado'..."<br />

Algunos re<strong>la</strong>tos sugieren que entre el adolescente y <strong>la</strong> fuerza policial se insta<strong>la</strong> <strong>una</strong><br />

lógica de persecución, <strong>una</strong> especie de "caza" del adolescente que ha pasado por<br />

situaciones de detención:<br />

(L): "..Se ve que se enteraron que yo cumplí <strong>la</strong> mayoría y... me fueron a buscar a casa pa<br />

engarronarme algo... si me fueron a buscar <strong>la</strong> otra vez a casa, así algo me querían<br />

meter.. siempre pasa... porque yo qué sé, vos ta hiciste mucho daño de menor y después<br />

yo qué sé te querés poner a <strong>la</strong>burar y no te dejan tranquilo igual... te buscan <strong>la</strong> mínima,<br />

yo qué sé, alg<strong>una</strong> pa meterte..."<br />

Los adolescentes que han ingresado al sistema de control transitan por diversas<br />

instituciones que intervendrán ocupándose del "cuerpo y el alma", marcándolos<br />

fuertemente:<br />

(N): "Si … fumo de mañana después de <strong>la</strong> leche... fumo al mediodía después de <strong>la</strong><br />

comida... fumo a <strong>la</strong>s tres de <strong>la</strong> tarde... fumo a <strong>la</strong>s cinco y media... y a los ocho... el<br />

horario que hay... y a <strong>la</strong>s once... y después a <strong>la</strong>s doce... los días que hay hasta <strong>la</strong>s doce...<br />

cuando estoy afuera si tengo <strong>una</strong> caja de cigarros yo fumo cuando quiero... compro <strong>una</strong><br />

caja de mañana y me dura toda <strong>la</strong> noche..."<br />

Si bien se comprende <strong>la</strong> intención institucional en términos de contro<strong>la</strong>r el consumo de<br />

tabaco (limitando por un <strong>la</strong>do el uso y por otro <strong>la</strong>s transacciones a <strong>la</strong>s que éste podría<br />

dar lugar), el re<strong>la</strong>to constituye un ejemplo del modo en que suele reg<strong>la</strong>mentarse <strong>la</strong> vida<br />

cotidiana y homogenizarse <strong>la</strong> atención de los adolescentes. Las consecuencias de estas<br />

prácticas operan en el sentido de borrar al sujeto, privándolo del ejercicio responsable<br />

del cuidado de sí, de <strong>la</strong> regu<strong>la</strong>ción de sus recursos y en última instancia del logro<br />

progresivo de su autonomía.


El cumplimiento de los objetivos institucionales manifiestos, de naturaleza educativa,<br />

no parece estar asegurado con estas intervenciones. Violeta Núñez (2004) seña<strong>la</strong> que es<br />

preciso establecer con c<strong>la</strong>ridad <strong>la</strong> especificidad del quehacer educativo para no<br />

confundir el acatamiento de <strong>la</strong>s normas con <strong>la</strong> conformidad de avenirse al trabajo<br />

educativo. Para que el mismo sea posible, dice <strong>la</strong> autora, es necesario obtener un cierto<br />

consentimiento del <strong>la</strong>do del sujeto (de <strong>la</strong> educación). Dicho consentimiento es el que<br />

permitirá al adolescente articu<strong>la</strong>rse con <strong>la</strong> norma, en tanto <strong>la</strong> misma se encuentre<br />

referida a marcos de actividad de interés y se vuelve, por esa razón, habilitadora de<br />

posibilidades de despliegue para él o el<strong>la</strong>. Los testimonios que siguen dejan ver lo que<br />

sucede cuando lo que prima es el control y el disciplinamiento:<br />

(W): "Si, porque <strong>una</strong> persona que va encerrada, sale y lo vuelve a hacer peor, porque<br />

está tan dolida, tan dolida, que lo vuelve a hacer peor. Por eso yo pienso que es feo estar<br />

encerrada, capaz que yo no sería así, capaz que saldría a <strong>la</strong> calle y lo volvería a hacer.<br />

Tal vez por rencor. Por rencor que hubiese tenido, o... algo peor. Ya no sería <strong>una</strong><br />

persona que hace <strong>una</strong> rapiña a otra persona sino que de rencor, le haría cosas peores,<br />

con mucha más rabia y con mente mucho más fría."<br />

(P): "No te ayuda para nada. Estás solo. Cuando estás preso, estás solo. No hay nadie."<br />

En ocasiones el pasaje por <strong>la</strong> internación opera como "escarmiento" que anticipa lo que<br />

podría significar "seguir en <strong>la</strong> misma". El COMCAR en el horizonte futuro parece ser<br />

para algunos bastante disuasivo:<br />

(P): "No sirve para nada. Es peor. Algunos salen con ganas de seguir en <strong>la</strong> misma. Yo<br />

con ganas de estar mejor. Porque no me gusta estar acá. Y si acá es tan feo, se podrá<br />

imaginar lo que será el COMCAR. No quiero pasar por esto otra vez, no por algo peor.<br />

Acá es <strong>una</strong> colonia para menores, allá son como dos mil reclusos. Está superpob<strong>la</strong>do.."<br />

(D) parece dar con alg<strong>una</strong> de <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ves que estarían en juego, con cierto grado de<br />

generalidad, tras <strong>la</strong> infracción: <strong>la</strong> dificultad para "colgarse" con "esas cosas" que para<br />

otros constituyen posibilidades de anc<strong>la</strong>je social. Se trataría por parte del adolescente de<br />

recuperar un cierto "querer", ubicando en el mundo social algo que para él "valga <strong>la</strong><br />

pena". En otras pa<strong>la</strong>bras, se trata de propiciar <strong>una</strong> inversión libidinal en el juego social<br />

que haga que el adolescente se interese y preocupe por algo de lo que acontece y<br />

transcurre en su entorno social. (Bourdieu, 1999) Esto constituye <strong>una</strong> condición de<br />

posibilidad para que el sujeto establezca un vínculo de confianza con lo social y acepte<br />

avenirse a <strong>la</strong> norma en tanto <strong>la</strong> misma adquiere nuevo sentido:<br />

(D): "Bien. Me siento bien. Todos tranquilos son. Y a veces cuando salen y siguen<br />

robando, así, no sirve para nada (el encierro), pero otras veces, salen y quieren trabajar,<br />

o jugar al fútbol y esas cosas, así..."<br />

Es posible también que <strong>la</strong> institución pase a formar parte de <strong>la</strong> cotidianidad,<br />

preanunciando quizás un futuro retorno. Así le sucede a (W):<br />

(W): "Sí, me gusta. Estoy cómoda aquí."


La frontera dentro/fuera parece desdibujarse en ocasiones. La institución pasa a formar<br />

parte de lo familiar y casi se vuelve natural estar en el<strong>la</strong>:<br />

(H): "Yo es mi primera vez y yo no he tenido problemas con nadie, pero yo, ya sé más o<br />

menos cómo es por mis hermanos, mis familiares y todo... Cuando cumplí 15 años<br />

estuvo a full, porque fuimos mi familia a Berro, que mi primo está ahí encerrado y<br />

pasamos ahí todo el día en el P. (Hogar de Berro). Y mi madre y mi tía llevaron tortas y<br />

comimos con los compañeros de mi primo y también estaban los funcionarios. Hasta<br />

baile hicimos ahí."<br />

A veces los adolescentes transitan dentro de <strong>la</strong> institución por <strong>la</strong> experiencia de <strong>la</strong><br />

pa<strong>la</strong>bra. Pa<strong>la</strong>bra que proviene del otro y hace posible <strong>la</strong> creación de un tejido vincu<strong>la</strong>r<br />

que da lugar a que <strong>la</strong> solidaridad y el afecto circulen. Algo de <strong>la</strong> subjetividad es acogido<br />

por parte del adulto por medio de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra, quien a su vez, como representante de <strong>la</strong><br />

ley, puede habilitar para los sujetos nuevas posiciones:<br />

(C): "Hicieron reconocimiento, después me llevaron para el Puertas a mí y a mi<br />

hermano y después a mí me trajeron para acá, derecho, y yo me fui acostumbrando<br />

porque no pasás tan mal acá. Acá te tratan bien, los funcionarios te hab<strong>la</strong>n y hacemos<br />

<strong>la</strong>s cosas entre todos... somos compañeros. A mí me quieren todos acá... Pero mi mamá<br />

al principio estaba mal porque yo estaba acá encerrado. Venía a verme y se ponía mal y<br />

yo me quedaba mal."<br />

La intervención institucional también puede constituir para los adolescentes <strong>la</strong> manera<br />

de "achicar" y conservar <strong>la</strong> vida. Para <strong>una</strong> de el<strong>la</strong>s, <strong>la</strong> detención parecería constituir un<br />

freno en momentos en los cuales el sentido de realidad, necesario para <strong>la</strong><br />

autoconservación, parece no operar desde sí misma. Una demanda de cuidado dirigida<br />

al otro parece emerger de su testimonio:<br />

(F): "No, hubiera sido lo mismo. Si no me hubieran agarrado los botones... Tal vez<br />

hubiera achicado un poco, por el tema de cómo andan en <strong>la</strong> calle ellos ¿no? Andan<br />

demasiado, son <strong>una</strong> cantidad, pero hubiese seguido en <strong>la</strong> misma y tal vez hubiese<br />

terminado peor. Sí, porque ya me metía hasta en casa de botones a robar, <strong>una</strong> vuelta<br />

incluso me sacaron a tiros, hubiera terminado con un tiro en <strong>una</strong> pata o capaz que hasta<br />

muerta. Andá a saber."<br />

En ocasiones el retorno se asocia a <strong>la</strong> esperanza de madurar y madurar se entiende como<br />

salir trabajando o estudiando. Ello aparece asociado a "otro tipo de vida", ligada al<br />

trabajo o al estudio. ¿Se trata sobre todo de <strong>la</strong> reproducción por parte del adolescente de<br />

un discurso institucional normalizador que le es ajeno o de un enunciado propio que<br />

demanda a <strong>la</strong> institución <strong>la</strong> habilitación de otro lugar social para él? Si este fuera el<br />

caso, como muchas veces parece, <strong>la</strong> pregunta que surge es acerca de <strong>la</strong> presencia<br />

institucional "en lo que sigue" a <strong>la</strong> detención, cuestión que remite directamente a <strong>la</strong><br />

dimensión ética de <strong>la</strong> intervención institucional:<br />

(F): "Y ahora ta, me entregué yo, con mi cabeza, digo, como ya quien dice madurar y<br />

hacer otro tipo de vida. A ver si salgo trabajando, salgo estudiando. Yo siempre fui de <strong>la</strong><br />

idea que lo mejor es ser independiente, y bueno, quiero conseguir un trabajo."


El disciplinamiento del cuerpo muy frecuentemente adopta en <strong>la</strong>s instituciones de<br />

control <strong>una</strong> forma poco "civilizada". En muchos de los casos el castigo del cuerpo por<br />

parte del aparato policial, forma parte del trato que reciben los jóvenes. Esta vieja<br />

práctica de <strong>la</strong> cultura "bárbara", observada y criticada ya en 1831 por Dámaso Antonio<br />

Larrañaga, integra <strong>la</strong> experiencia de muchos de los adolescentes que ingresan al<br />

sistema:<br />

(O): (Policía) "A veces mal... ¡mal!... siempre mal... mal... te pegan y todo... en el<br />

juzgado bien... acá está todo bien... me llevo bien con todos... haciendo lo posible por<br />

salir..."<br />

(N): "Para que no me peguen como me pegaron <strong>la</strong> otra vez... y no quería que me<br />

pegaran como me pegaron <strong>la</strong> otra vuelta... y ahora que era verdad me iban a pegar más."<br />

Desde <strong>la</strong> percepción de los adolescentes <strong>la</strong> acción policial estaría fuera del control<br />

judicial:<br />

(L): "Porque yo qué sé... fui marcado y todo pa´l juzgado en <strong>la</strong>s costil<strong>la</strong> y todo, yo le<br />

mostré a mi madre... cuando ahí en Diagnóstico le mostré, mi madre hizo <strong>la</strong> denuncia<br />

ahí en juzgado..."<br />

(Z): "¿La primera vez? ¿La primera vez? Pa... <strong>una</strong> vuelta, me agarraron pi<strong>la</strong> de veces,<br />

me tiraron con un revólver y todo. No pueden tirar pero... Sí, nunca me alcanzaron así."<br />

Como lo señaláramos, ser re-conocido por <strong>la</strong> Policía parece habilitar <strong>una</strong> conducta<br />

represiva impune, aunque en ocasiones lo mismo sucede en <strong>la</strong> primera instancia. El<br />

reconocimiento dispararía <strong>la</strong> figura del "menor" frente a <strong>la</strong> cual el castigo físico se<br />

realiza casi automáticamente:<br />

(M): "Los milicos te tratan bien cuando no te conocen, y a mí ya me conocen<br />

demasiado."<br />

(D): "No, cuando caí <strong>la</strong> primera vez sí me pegaron..."<br />

A <strong>la</strong> adolescencia minorizada se <strong>la</strong> vincu<strong>la</strong> con <strong>la</strong> figura del "ma<strong>la</strong>ndra" frente a <strong>la</strong> cual<br />

el abuso de poder parece quedar habilitado. Para <strong>una</strong> de <strong>la</strong>s adolescentes el embarazo<br />

operó como factor de protección frente al castigo:<br />

(T): "Sí muy bien. Mas allá de <strong>la</strong>s cosas que vi, creo que me trataron bien porque estaba<br />

embarazada. Porque yo miraba <strong>la</strong>s cosas que sucedían ade<strong>la</strong>nte mío y no puede ser. Me<br />

trataron bien en el sentido que me hab<strong>la</strong>ron bien, porque después, me tenían con<br />

esposas, y yo no le encontraba sentido a que me tuvieran esposada, si yo no me iba a<br />

escapar, nunca me iba a escapar de <strong>una</strong> comisaría. Me trataron bien porque estaba<br />

embarazada, porque si no te tratan como a <strong>una</strong> gran ma<strong>la</strong>ndra..."<br />

Ser "chico" podría ser otro de los frenos al maltrato policial:<br />

(P): "Bien. De chico bien. Hasta ahora nunca me han pegado en <strong>una</strong> comisaría. Una vez<br />

so<strong>la</strong> me pegaron <strong>una</strong> piña en el pecho. Tenía 15 años. Fue un botón. ¿Tas de vivo vos?<br />

Y me pegó un piñazo en el pecho. De chico zafé. Como cinco veces."


Uno de los testimonios nos aproxima a los debates del siglo XVIII acerca de <strong>la</strong> utilidad<br />

del castigo físico y sus efectos en el endurecimiento de los ánimos. J. P. Barrán recoge<br />

afirmaciones realizadas en 1794 por un moralista anónimo en el marco de <strong>la</strong>s críticas a<br />

<strong>la</strong> violencia estatal practicada por los "reformadores": "No es <strong>la</strong> crueldad de <strong>la</strong>s penas el<br />

mayor freno para contener los delitos, antes se ha visto más de <strong>una</strong> vez que los grandes<br />

tormentos, endurecidos los ánimos de los hombres, han perdido <strong>la</strong> virtud del<br />

escarmiento, y los ha hecho más atrevidos. El Montesquieu testifica esta verdad con<br />

ejemp<strong>la</strong>res de diversas Capitales de Asia y Europa [...] No se hal<strong>la</strong> en <strong>la</strong> crueldad de los<br />

castigos el vínculo de <strong>la</strong> obediencia y del buen orden que se desea establecer en <strong>una</strong><br />

República". (1994, T1:225)<br />

(V): ".. .Y nos agarró <strong>la</strong> seccional 19... perdimos, en <strong>la</strong> seccional 19... y de ahí nos<br />

tuvieron como cinco horas, nos mataron a piñazos... no sé ni por qué, vale más hab<strong>la</strong>r...<br />

ta hacen más rebelde <strong>la</strong> verdad porque te pegan y..."<br />

El trato que se les dispensa contribuye a cristalizar el estereotipo al que hacíamos<br />

mención, cristalizando modos de ser y re<strong>la</strong>cionarse. Algunos de los adolescentes<br />

parecen colocarse y afirmarse en <strong>la</strong> posición de delincuente o bandido que se les asigna:<br />

(Z): "Mal, como a todo delincuente." (Cómo los trataron en y cuatro botones y para<br />

nosotros sería un botón y 4 bandidos. Pero no los puedo ni ver en el sentido de que soy<br />

menor y sé que me he mandado mis cagadas, pero ellos en su momento me han dado<br />

palos, porque me han pegado, digo, me han insultado."<br />

(P):"Cuando estaba fugado, anduviera bien o anduviera mal, si me agarraban los<br />

botones iba a venir p'acá. Así que decidí seguir. Taba fugado y me agarraban por<br />

cualquier cosa, por ir caminando con mi novia de <strong>la</strong> mano. Me pedían documentos y no<br />

tenía y 'mirá, este está fugado de <strong>la</strong> Berro, vamos p'allá'. Por nada, y ya me metían un<br />

par de rapiñas en <strong>la</strong> vuelta como hacen los botones siempre."<br />

Este endurecimiento de los ánimos que se puede observar en muchos adolescentes se<br />

pondrá en juego también cuando se re<strong>la</strong>cionan con sus pares:<br />

(L): "Para algunos que... porque yo conozco unos pibes que le han levantado <strong>la</strong> mano a<br />

<strong>la</strong> madre y ta lo cagamo a palos... Una vez un pibe le levantó <strong>la</strong> mano a <strong>la</strong> madre y<br />

bueno, fuimo hasta ahí y ta lo agarramo a palo... después le dimo unos tiro ahí porque<br />

eso no se hace... yo qué sé... eso no se hace... porque eso es no quererse ni él mismo y<br />

pegarle a <strong>la</strong> madre no, no da... no da, yo qué sé, para mí está mal... es <strong>una</strong> falta de<br />

respeto... (...) <strong>una</strong> madre yo qué sé... con todo el sacrificio que te da todo de chico y pa<br />

que vos salgas esto o lo otro... y... ir a babosear a <strong>la</strong> madre no... no va... medio<br />

zarpadito... nunca más le levantó <strong>la</strong> mano a <strong>la</strong> madre..."<br />

(G): "...me di vuelta y le pegué, me pegó y le pegué y desde ese día me hice respetar,<br />

nadie más se hace el vivo conmigo, el que se acerque lo bajo. Y sí, igual que en <strong>la</strong><br />

cárcel. Porque hab<strong>la</strong>ndo se entiende, pero <strong>la</strong>s gurisas estas de acá, ¿sabés lo qué? Las de<br />

antes, <strong>la</strong>s de ahora no, <strong>la</strong>s de ahora son más tranqui<strong>la</strong>s. Igual que esta <strong>la</strong> X, le tengo un<br />

asco."


El cuerpo a cuerpo del adolescente con el adulto, en el cual el adulto inicia e incita a <strong>la</strong><br />

conducta violenta expresada en el avasal<strong>la</strong>miento del otro, insta<strong>la</strong> en <strong>la</strong> escena <strong>una</strong><br />

lógica mortífera que se expresa como "yo o vos". Así lo vemos expresado en los re<strong>la</strong>tos:<br />

(P): "Mas bien, yo pasé muchas cosas, feas, ma<strong>la</strong>s, horribles, como estar acá adentro, en<br />

<strong>la</strong> comisaría, en el juzgado, en pi<strong>la</strong> de lugares. Que me tirotearan. (si volvieras a<br />

encontrar al policía que te disparó) Si corre yo lo corro, pero vaya a saber si me lo voy a<br />

cruzar de nuevo. Ojalá que no.... por el bien de él y por el bien mío."<br />

(L): (En La Tab<strong>la</strong>da) "Hacía <strong>una</strong> cagada, iban, entraban dos o tres y te mataban a palos,<br />

ta y después bueno, todo arreg<strong>la</strong>do, porque con mis compañeros ahí nos defendemos<br />

entre nosotros, nosotros y bueno, estamos contra los l<strong>la</strong>veros, nos defendíamos entre<br />

nosotros, los l<strong>la</strong>veros aparte y nosotros, nosotros... porque yo qué sé... en vez de venir y<br />

hab<strong>la</strong>rte, no..."<br />

(G): "...Pero me trajeron para acá porque le pegué a <strong>la</strong> milica y estaba fugada. A <strong>la</strong><br />

milica le destrocé <strong>la</strong> cara... pobrecita. La tendría que haber matado."<br />

Sin mayor posibilidad de problematización por parte del adolescente, el predominio de<br />

esta lógica parece luego insta<strong>la</strong>rse y dar lugar a <strong>la</strong> "defensa propia" casi como un acto de<br />

justicia:<br />

(W): "…Tengo <strong>una</strong> amiga que <strong>la</strong> trataron de vio<strong>la</strong>r y <strong>la</strong> persona que <strong>la</strong> trató de vio<strong>la</strong>r <strong>la</strong><br />

amenazó con un arma que tenía en <strong>la</strong> cintura, y mi amiga le sacó el arma de <strong>la</strong> cintura y<br />

<strong>la</strong> engatilló y le pegó un tiro a <strong>la</strong> persona, pero simplemente se defendió porque esa<br />

persona <strong>la</strong> quiso vio<strong>la</strong>r, y el juez <strong>la</strong> mandó a <strong>la</strong> cárcel, y eso es muy injusto."<br />

El re<strong>la</strong>to de (S) permite, además de visualizar <strong>la</strong> percepción del adolescente respecto de<br />

<strong>la</strong> violencia legitimada por el Estado, interpretar su vivencia con re<strong>la</strong>ción a <strong>la</strong> ausencia<br />

de <strong>una</strong> instancia que regule los excesos. Cabe preguntarse si desde aquí el adolescente<br />

se sentirá a su vez autorizado en sus propios desbordes:<br />

(S): "En todos <strong>la</strong>dos... en cada departamento que me agarraron me pegaron... ta,, pero<br />

qué vas a hacer si no podés hacer nada (...) yo <strong>una</strong> vez le dije a un juez algo que me<br />

metía preso por lesiones (...) y me dijo que sí, porque era un acto a favor no sé cuánto,<br />

que era el artículo no sé cuánto... si ta ,¿ y por eso me van a meter preso? 'y sí, te tengo<br />

que meter' y agarro y le digo, y por qué no meten a los milicos presos que andan con<br />

palo en <strong>la</strong> calle pegándole a todo el mundo... a esos no les hacen nada y ta,, y se quedó<br />

cal<strong>la</strong>do, me metió preso igual... si los milicos te <strong>la</strong>stiman más de lo que vos <strong>la</strong>stimás..."<br />

Sandor Ferenczi (1933)[16] propone el concepto de identificación con el agresor para <strong>la</strong><br />

comprensión de este fenómeno. Para el autor, dicho proceso identificatorio se produce<br />

en el marco de <strong>una</strong> re<strong>la</strong>ción radicalmente asimétrica entre dos sujetos, uno de los cuales<br />

dispone de un poder del cual el otro carece y en virtud del mismo se establece <strong>una</strong><br />

re<strong>la</strong>ción particu<strong>la</strong>r. A partir del análisis de <strong>la</strong>s actitudes de sumisión y/o desafío que<br />

provocan estos vínculos, así como de <strong>la</strong> reacción que presenta el sujeto colocado en tal<br />

situación de debilidad, el autor afirma que más que <strong>una</strong> defensa se produce <strong>una</strong><br />

identificación con el agresor amenazante. Como si de esta manera el adolescente fuera<br />

convocado por el adulto a colocarse en esta posición, desde <strong>la</strong> cual luego<br />

-probablemente- se re<strong>la</strong>cionará con otros.


Los otros en/de <strong>la</strong> institución, por medio del manejo de situaciones frecuentes en <strong>la</strong> vida<br />

del internado, imponen al adolescente atributos que contradicen <strong>la</strong> imagen que de sí ha<br />

ido construyendo en sus marcos de socialización, favoreciendo procesos de dessubjetivación<br />

con intervenciones que constituyen ataques a <strong>la</strong> identidad del joven. De<br />

este modo, más que contribuir a <strong>la</strong> construcción de <strong>una</strong> identidad en movimiento,<br />

inacabada y abierta, se promueve <strong>una</strong> categorización del adolescente, <strong>la</strong> cristalización<br />

de un tipo de formación identitaria específica y estigmatizante:<br />

(N): "Me gusta <strong>la</strong> cocina a mí... ahora porque no me dejan ir más a <strong>la</strong> cocina... siempre<br />

fui a <strong>la</strong> cocina... porque <strong>la</strong> otra vuelta se quisieron fugar dos... nos dijeron que era <strong>una</strong><br />

traición lo que le hicimos y eso... y ta y se cortaron <strong>la</strong> vida que nos dieron... salíamos al<br />

patio y todo... (traición)... yo qué sé... <strong>la</strong> vida que nos estaban dando... nos taban dando<br />

en un hogar con medidas..."<br />

A modo de ejemplo, <strong>la</strong> significación que se otorga al intento de fuga es <strong>la</strong> de traición al<br />

adulto que está a cargo de <strong>la</strong> atención del grupo. Esta acción institucional inviste al<br />

adolescente de un atributo que lo descalifica nuevamente, ahora como traidor.<br />

Atribución que contradice y desconoce los modos de re<strong>la</strong>ción que en general los<br />

adolescentes mantienen con pares y adultos en sus ámbitos comunitarios, en los cuales<br />

<strong>la</strong> lealtad surge como un valor reconocido y preservado:<br />

(L): "Si... nos llevamos bien... yo qué sé... ta,, nos ayudamos, tenemos cigarros, lo<br />

fumamos todos... tenemos yerba... tomamos todos... si no tenés un pantalón pa salir de<br />

licencia... tomá a ver que te falta..."<br />

Otro aspecto a considerar en el modo de operar institucional es el desconocimiento del<br />

adolescente en tanto sujeto que ha adquirido <strong>una</strong> cierta autonomía o que intenta<br />

conseguir<strong>la</strong>, diferenciándose del modo infantil de vincu<strong>la</strong>rse con los adultos. Resistirse<br />

a <strong>la</strong> imposición del adulto resulta para el joven <strong>una</strong> cuestión vital que expresa <strong>la</strong><br />

necesidad de afirmar su propia subjetividad. Cabe preguntarse si el gesto que tiende a <strong>la</strong><br />

emancipación es vivido para el caso de <strong>una</strong> parte de los adolescentes como un desafío<br />

intolerable, mientras que para otro sector se connota positivamente en tanto señal de<br />

autonomía:<br />

(I): "¿Qué cosas me ponen mal? Que me griten, que me griten o que me manden.<br />

Cuando estaba acá no (Hogar X del ex Iname), cuando estaba allá sí (Hogar R del ex<br />

Iname). Te gritaban por cualquier cosa... Si me mandan bien, todo bien 'dale vo, agarrá<br />

eso , no, agarralo vos', de frente... Ahora voy a empezar el curso por lo de mozo. Más<br />

bien. Yo iba ahí, pero no fui más porque me quemé, porque ta, porque es obligatorio y<br />

ta, y no. Que era obligatorio y ta, no voy nada."<br />

Para Duschatzky y Corea (2002: 83) alg<strong>una</strong>s de <strong>la</strong>s representaciones que actualmente se<br />

expresan con re<strong>la</strong>ción a los niños, niñas y adolescentes pobres, traduce <strong>una</strong> "lógica<br />

'etnocéntrica-miserabilista' que, en pa<strong>la</strong>bras de Grignon y Passeron, es aquel<strong>la</strong> que<br />

describe al sujeto subalterno en términos de inferioridad respecto de <strong>una</strong> cultura<br />

legitimada". Los atributos negativos con que se los inviste no sólo son de índole cultural<br />

sino que conllevan <strong>una</strong> impugnación moral que se expresa en términos de ausencia de<br />

valores, desconociendo cómo los mismos operan en <strong>la</strong> cotidianidad de los contextos<br />

propios:


(L): "C<strong>la</strong>ro... seguro, cuando el otro está pe<strong>la</strong>do y ta con terrible hambre 'tomá comete<br />

<strong>una</strong> mi<strong>la</strong>nesa´ entre nosotros así, ahora yo te digo cuando estábamos parando en <strong>la</strong><br />

Aduana y todo... siempre íbamos tres o cuatro ahí y nos sentábamos a comer...<br />

tomábamos <strong>una</strong> coca (...) Seguro, un trato de <strong>la</strong>drón... porque no existe, tampoco que<br />

vos salís a robar con uno y te llevás diez palos, te guardás cinco palos y presentás<br />

cinco... no existe eso... si hacés eso está todo mal... porque eso es... sos tremendo<br />

cagador... los cagás... son compañeros... salen a robar juntos... a arriesgar los dos a caer<br />

presos..."<br />

Finalmente queremos seña<strong>la</strong>r otro aspecto de <strong>la</strong>s prácticas institucionales que con<br />

frecuencia "minoriza" a los adolescentes. La construcción de categorías pob<strong>la</strong>cionales a<br />

<strong>la</strong>s que comúnmente l<strong>la</strong>mamos "perfil pob<strong>la</strong>cional" suele constituir un mecanismo que<br />

tiende a reproducir <strong>la</strong>s situaciones y los problemas que se pretenden resolver.<br />

Violeta Núñez (2003) afirma que desde fines del siglo XX asistimos a <strong>la</strong> expansión de<br />

procesos de minorización a esca<strong>la</strong> p<strong>la</strong>netaria, aunque con impactos diferenciales según<br />

<strong>la</strong> localización geográfica y económica de <strong>la</strong>s personas. En su perspectiva, <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ve de<br />

estas operaciones de minorización es <strong>la</strong> de predeterminar sectores sociales a los cuales<br />

se atribuyen características específicas y a los que se les asigna un destino social,<br />

cultural y económico prefijado. A esto se vincu<strong>la</strong>rían para <strong>la</strong> autora <strong>la</strong>s ideas de perfil<br />

pob<strong>la</strong>cional y prevención.<br />

Para Donzelot (1979) <strong>la</strong> prevención se vincu<strong>la</strong> con <strong>la</strong> modernización del trabajo social<br />

que a partir de finales del siglo XlX pone <strong>una</strong> mayor atención sobre los problemas de <strong>la</strong><br />

infancia, formu<strong>la</strong> críticas a <strong>la</strong>s antiguas formas represivas y de caridad, y promueve un<br />

interés educativo "sin límites" valiéndose de técnicas eficaces. Pero consigna también<br />

que por medio de <strong>la</strong> misma ha sido posible trazar círculos que encierran diversos modos<br />

de "inadaptación", dando lugar a intervenciones en <strong>la</strong> vida de <strong>la</strong>s personas ahí donde se<br />

considera que su salud ("bio-psico-social") o su vida está en peligro.<br />

Núñez (2003) propone analizar <strong>la</strong> serie de operaciones que se pone en marcha cuando se<br />

ape<strong>la</strong> a <strong>la</strong> idea de prevención. Entre el<strong>la</strong>s queremos subrayar <strong>la</strong> búsqueda de <strong>una</strong><br />

causalidad contra <strong>la</strong> cual luchar y que asume <strong>la</strong> cualidad de causa única, conduciendo a<br />

<strong>una</strong> simplificación de <strong>la</strong> realidad social y sosteniendo un principio ilusorio de eficacia<br />

de <strong>la</strong>s intervenciones. Desde esta perspectiva, prevenir es vigi<strong>la</strong>r desde un lugar social<br />

que permita anticipar <strong>la</strong> emergencia de acontecimientos no deseados -conductas<br />

desviadas, actos delictivos, consumo de sustancias, etcétera- en pob<strong>la</strong>ciones<br />

estadísticamente definidas como portadoras de esos riesgos.<br />

Esta línea de intervención opera estableciendo categorías diferenciales de individuos<br />

que constituirán los perfiles pob<strong>la</strong>cionales. La noción de perfil conlleva para cada uno<br />

de los sujetos que el mismo recubre, <strong>una</strong> imputación implícita acerca de su<br />

comportamiento futuro. Se presupone un pasaje al acto y de esta manera se justifica <strong>la</strong><br />

intervención preventiva sobre <strong>la</strong> persona. Una vez configurado el perfil corresponde su<br />

gestión, es decir, decidir sobre <strong>la</strong> distribución y circu<strong>la</strong>ción en circuitos especiales,<br />

recorridos sociales definidos para los perfiles pob<strong>la</strong>cionales previamente establecidos y<br />

en consecuencia <strong>una</strong> homogenización de su tratamiento.


Esta previsibilidad y fijeza del futuro <strong>la</strong> encontramos en los adolescentes inscrita<br />

subjetivamente y expresada en <strong>la</strong> manera de percibir y moverse cotidianamente:<br />

(G): "Si, voy a seguir estudiando, no en liceo o <strong>la</strong> UTU porque no me gusta, pero voy a<br />

hacer un curso de peluquería... me gusta hacer peinados y eso. Y acá, en Montevideo,<br />

me van a anotar acá adentro."<br />

Al momento de realizar <strong>la</strong> entrevista (G) se encuentra en <strong>una</strong> institución en <strong>la</strong> cual se<br />

desarrol<strong>la</strong> diariamente un taller de peluquería. No nos parece casual <strong>la</strong> presencia que<br />

adquiere el tema. Vemos en ello un ejemplo de <strong>la</strong> homogenización de <strong>la</strong> oferta<br />

educativa que se brinda a los adolescentes y del descuido, a <strong>la</strong> hora de pensar <strong>la</strong><br />

capacitación <strong>la</strong>boral, del valor social de <strong>la</strong>s herramientas que se les proponen para el<br />

acceso al mercado <strong>la</strong>boral:<br />

(R): "...Y después no empecé a ir más (a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>) y después empecé a estudiar en<br />

CECAP, me había enterado del curso ese (sanitaria), le dije a mi madre y fui. De un<br />

año, ya debe haber terminado el curso, te anotás en CECAP... (hice) sólo esos seis<br />

meses... Acá estoy haciendo peluquería, allá había peluquería pero no recibían varones."<br />

(E): "Hice seis meses de peluquería. Ahí en el Borro. Con <strong>una</strong> mujer que tenía coso, y<br />

enseñaba peluquería. Afuera me iban a dar el diploma. A los 11 meses te dan el<br />

diploma... y dejé todo por <strong>la</strong> joda..."<br />

La noción de perfil lleva implícita <strong>la</strong> idea de carencia. Se trata de sujetos que tienen en<br />

menos o no tienen, unos atributos que se estiman esperables en función de <strong>una</strong> cierta<br />

concepción de <strong>la</strong> infancia y <strong>la</strong> adolescencia. No poco contribuye el saber disciplinario a<br />

esta tarea. Ricardo Baquero (2003) p<strong>la</strong>ntea <strong>la</strong> preocupación acerca del uso que se hace<br />

de ciertas concepciones y prácticas psicológicas en educación, y de <strong>la</strong>s consecuencias<br />

que <strong>la</strong>s mismas tienen en <strong>la</strong> toma de decisiones educativas. Particu<strong>la</strong>rmente se refiere al<br />

uso de <strong>la</strong>s categorizaciones utilizadas para definir <strong>la</strong>s posibilidades de los sujetos de ser<br />

educados, entendiéndose por posibilidad <strong>la</strong> capacidad de ser educados. Esta concepción,<br />

seña<strong>la</strong> el autor, requiere ser revisada por el grado de parálisis y desconfianza que genera<br />

en <strong>la</strong>s posibilidades de diseñar propuestas educativas dignas y por <strong>la</strong> contribución que <strong>la</strong><br />

misma realiza a <strong>la</strong> sobredeterminación cultural del destino social y económico de los<br />

sujetos.<br />

Baquero (2003:30) consigna que existe un conjunto de discursos y prácticas<br />

psicopedagógicas que entienden esta "educabilidad" en términos de <strong>la</strong>s capacidades que<br />

portan los sujetos, constituyendo lo que él denomina "fa<strong>la</strong>cia de abstracción de <strong>la</strong><br />

situación". No es que se ignore <strong>la</strong> situación familiar y social del niño, niña/adolescente<br />

bajo sospecha, lo que se abstrae son <strong>la</strong>s particu<strong>la</strong>ridades de <strong>la</strong> situación educativa en <strong>la</strong><br />

cual <strong>la</strong> institución, el equipo y el profesional están implicados.<br />

Es necesario poner bajo sospecha, dice el autor, no ya <strong>la</strong>s capacidades del niño, niña o<br />

adolescente, sino <strong>la</strong> de aquel<strong>la</strong>s herramientas que se están empleando para comprender y<br />

actuar profesionalmente. Introducir <strong>la</strong> reflexividad en <strong>la</strong> práctica profesional, tal como<br />

sugiere Guber (1991), reconocer el lugar social, cultural y teórico desde el cual se opera,<br />

<strong>la</strong>s determinaciones que ello conlleva y también <strong>la</strong>s posibilidades; supone dejar en<br />

suspenso <strong>la</strong>s propias categorizaciones y abocarse a dialogar con otras perspectivas.


Diálogo que permitiría desnaturalizar al otro, al propio dispositivo (su mirada y sus<br />

estrategias) y con ello el sentido de <strong>la</strong> práctica profesional.<br />

EL DESTINO ANTICIPADO<br />

Desde el Psicoanálisis es sabido que <strong>la</strong>s prohibiciones estructurantes, aquel<strong>la</strong>s que<br />

prescriben un desligamiento para habilitar el establecimiento de nuevos <strong>la</strong>zos, se<br />

integran inicialmente en los primeros vínculos. Obligan a renunciamientos pulsionales<br />

que devienen potencialidad para <strong>la</strong> convivencia con otros y <strong>la</strong> pertenencia a <strong>una</strong> cultura.<br />

Tenemos entonces frustración y habilitación de <strong>la</strong> subjetividad, reconocimiento de <strong>la</strong><br />

singu<strong>la</strong>ridad y pertenencia a <strong>la</strong> cultura.<br />

Otras instituciones creadas socialmente relevan a <strong>la</strong> familia y continúan este trabajo de<br />

humanización de <strong>la</strong>s pulsiones que <strong>la</strong> cultura opera sobre el sujeto para posibilitar <strong>la</strong><br />

subjetivación, a <strong>la</strong> vez que <strong>la</strong> creación de <strong>la</strong>zo social. Límite y <strong>la</strong>zo. Esta producción<br />

requiere como condición que <strong>la</strong>s instituciones ofrezcan al sujeto algo a cambio del<br />

renunciamiento que imponen. Nos aproximamos al concepto de sublimación tal como lo<br />

concibe Castoriadis (2003:240), en tanto aquel "proceso a través del cual <strong>la</strong> psique es<br />

forzada a reemp<strong>la</strong>zar sus 'objetos privados o propios', de carga libidinal (comprendida<br />

su propia 'imagen') por objetos que son y valen en y por su institución social, y<br />

convertirlos en 'causas','medios' o 'soportes' de p<strong>la</strong>cer por sí mismo".<br />

De acuerdo con esto, <strong>la</strong> satisfacción pulsional debería poder transitar por nuevas vías y<br />

acceder a nuevas realizaciones de deseo, único modo que <strong>la</strong> institución tiene para<br />

regu<strong>la</strong>r los modos de satisfacción sin generar a su vez un exceso de malestar y el<br />

rechazo de <strong>la</strong> ley que representa. Nos parece esc<strong>la</strong>recedor introducir el aporte de Silvia<br />

Bleichmar acerca de lo que denomina el "malestar sobrante" parafraseando a Marcuse<br />

en lo que definiera como "represión sobrante". Para <strong>la</strong> psicoanalista argentina, lo que<br />

lleva a cada hombre a soportar <strong>la</strong> prima de malestar que cada época impone, es <strong>la</strong><br />

esperanza futura de remediar los males presentes. Ilusión de <strong>una</strong> vida plena cuyo<br />

horizonte movible permite justificar el recorrido y creer que el mismo vale <strong>la</strong> pena. Y es<br />

<strong>la</strong> profunda mutación histórica sufrida en los últimos años, afirma, <strong>la</strong> que deja a cada<br />

sujeto despojado de un proyecto trascendente que le posibilite de alg<strong>una</strong> manera<br />

vislumbrar modos de disminuir el malestar imperante.<br />

En <strong>la</strong> línea de pensamiento que venimos desarrol<strong>la</strong>ndo, podemos concebir el acto<br />

infraccionario como expresión de ese exceso de malestar o malestar sobrante que los<br />

adolescentes sufren y que <strong>la</strong> institución tiene que acoger. Cabe interrogarse entonces<br />

acerca de <strong>la</strong>s prácticas institucionales en cuanto a su capacidad para mitigar este plus de<br />

sufrimiento o bien de incrementarlo.<br />

Corresponde considerar <strong>la</strong> presencia de <strong>una</strong> acumu<strong>la</strong>ción de situaciones traumáticas que<br />

va signando fuertemente <strong>la</strong> construcción subjetiva Podemos mencionar re<strong>la</strong>tos que dan<br />

cuenta de re<strong>la</strong>ciones pautadas por <strong>la</strong> violencia y que han formado parte de <strong>la</strong>s<br />

experiencias cotidianas de niños, niñas y adolescentes:<br />

(O): (Separación-recuerdos) "Sí... mi madre lo agarró a tiros... Mi madre antes era<br />

milica... tenía un 38 debajo de... cómo es... del mueble... mi padre agarró, <strong>la</strong> engañó con<br />

otra... y se enteró y quería llevarme a mí y a mi hermano y mi madre lo agarró a tiros...


no le pegó ninguno... y tiraba p<strong>la</strong>, p<strong>la</strong>... no le pegaba... mi padre saltaba p´acá y pa´yá, p<br />

´acá y pa´yá... después él fue, le hizo <strong>una</strong> denuncia... mi madre cayó presa y ta y al día<br />

<strong>la</strong> agarraron porque era botona y... ta tenía los papeles del fierro y todo le dieron un<br />

papelcito y todavía lo tiene todavía... con lo que iba a buscar el fierro lo iba a buscar de<br />

nuevo... (años tenías) 5 años... si no menos... si hace 8 años que se separó mi madre...<br />

tengo 14..., 4 años..."<br />

Es importante interrogarnos acerca de <strong>la</strong> posición en <strong>la</strong> cual frecuentemente el adulto<br />

significativo coloca al adolescente. Queremos l<strong>la</strong>mar <strong>la</strong> atención en torno del<br />

borramiento de <strong>la</strong>s diferencias entre generaciones que con frecuencia se observa por<br />

parte de los adultos referentes del adolescente, propiciando con ello <strong>la</strong> confusión y el<br />

trasvasamiento de funciones:<br />

(V): "Problemas... muchos problemas... problema uno tras otro... tenía problemas con <strong>la</strong><br />

loca del fondo esa mi tía, que siempre hace lío... que tiene... tenemos... tiene <strong>una</strong><br />

denuncia hecha... y yo tengo <strong>una</strong> denuncia por el<strong>la</strong> también... que <strong>una</strong> vez se quiso<br />

meter pa adentro de casa pa pelear con mi vieja y no <strong>la</strong> dejé... porque mi vieja no puede<br />

tener lío... y le pegué un piñazo en <strong>la</strong> boca y me mandó a los botones de <strong>la</strong> 19... y<br />

todavía se conoce a los botones... no podés... si tenés un lío con el<strong>la</strong> no podemos ir a <strong>la</strong><br />

19 a hacer <strong>la</strong> denuncia porque nos hunde a nosotros... tenemos que ir siempre al juzgado<br />

o algo de eso a hacer <strong>la</strong> denuncia porque... no podemos... por esos líos..."<br />

Un modo de borramiento lo constituye <strong>la</strong> exposición del niño, niña/adolescente a<br />

escenas de violencia entre adultos. La diferencia de lenguajes existentes entre el niño y<br />

el adulto a <strong>la</strong> que alude Sandor Ferenczi (1933)[17] lleva a interrogarnos acerca de <strong>la</strong>s<br />

inscripciones que se producen en tales marcos intersubjetivos. Dichas inscripciones que<br />

incluyen al niño y a "sus" otros bajo modos de re<strong>la</strong>ción específicos, operarán a futuro:<br />

(S): "Porque he estado en casas así... he estado obligado así en casas que tengo que<br />

estar, que les pegaban a <strong>la</strong>s mujeres... cuando era chico así que... que me iba a <strong>la</strong> casa de<br />

un vecino así, que era amigo mío de chico, y <strong>la</strong> madre le pegaba al padre, el padre le<br />

pegaba a <strong>la</strong> madre y todo ... (te pasaba a vos) Y quedás mal porque yo qué sé... no me<br />

gusta, yo qué sé... aparte he visto cosas ta,... esas mujeres que le pegan y vuelven, bueno<br />

ta, que se jodan ... pero a <strong>la</strong>s que le pegan porque ta,, no hicieron nada..."<br />

El testimonio de uno de los adolescentes ilustra con elocuencia <strong>la</strong> vivencia de intrusión<br />

que experimentaba durante los al<strong>la</strong>namientos a su casa y <strong>la</strong> imposibilidad de "entender"<br />

lo que en esas circunstancias veía:<br />

(C): "Si, desde chiquito. Yo era chiquito y mi tío era menor y ya andaba robando y<br />

pasaban en <strong>la</strong> tele y <strong>la</strong> policía lo andaba buscando siempre. Hacían 'al<strong>la</strong>naciones' en <strong>la</strong><br />

casa de mi abue<strong>la</strong>, a cualquier hora. Venían y pateaban <strong>la</strong> puerta de noche y se metían<br />

para adentro, en mi casa era más, en mi casa se metían todos los días. Se metía uno y<br />

re<strong>la</strong>jaba a mi madre y todo y mi padrastro, viste, tuvo lío con <strong>la</strong> policía, les quería pegar<br />

y todo... De chiquito no entendía nada, entendía, sabía lo que eran los milicos pero,<br />

estabas durmiendo y ahí pasaba todo, no entendía nada."<br />

Este no entender aquello que sucede, parecería vincu<strong>la</strong>rse con <strong>una</strong> ausencia de pa<strong>la</strong>bras<br />

que lo ubique en <strong>una</strong> trama de significados y otorgue sentido a <strong>la</strong>s experiencias. Así lo<br />

expresa otro de los adolescentes:


(Z): (¿Nunca recibiste un ba<strong>la</strong>zo?) "Si, de un hermano, fue accidental... estaba ahí<br />

boludeando y se le escapó el tiro... Estuve grave ahí, me operaron y todo. Si, tengo el<br />

plomo adentro. No me sacaron <strong>la</strong> ba<strong>la</strong>. Nunca hab<strong>la</strong>mos de lo que pasó. Si, porque<br />

pensé que me iba a morir... Primero estaba viviendo ahí con mi padre que estaba sin<br />

<strong>la</strong>buro. (¿Todos en Casabó?) Si, hasta que falleció mi madre, ahí (¿estaba enferma?) Sí,<br />

de los nervios, mi hermano muerto. Tengo un hermano que es fallecido. En el 99... lo<br />

mataron. (tenía) 18... Un loco ahí de Santa Catalina...<br />

DEL PROBLEMA SOCIAL A LA VULNERABILIDAD EN SINGULAR<br />

Desde <strong>la</strong> perspectiva que sustenta este estudio resulta ineludible reconocer <strong>la</strong> diversidad<br />

de dimensiones -política, económica, social, cultural - que es necesario considerar para<br />

aproximarnos a <strong>la</strong> comprensión de los "adolescentes en situación de infracción".<br />

Pero a <strong>la</strong> hora de considerar el tema en su dimensión singu<strong>la</strong>r, resulta forzoso pensar los<br />

particu<strong>la</strong>res modos que asume <strong>la</strong> vulnerabilidad para cada uno de los adolescentes. En<br />

otras pa<strong>la</strong>bras, se trata de reconocer tras los actos infraccionarios, haces de<br />

significaciones que les otorgan sentido. El pasaje del problema de <strong>la</strong> infracción juvenil<br />

como síntoma social al "nombre propio" que <strong>la</strong> vulnerabilización asume para cada<br />

quien, nos parece que contribuye a <strong>la</strong> comprensión del problema y sobre todo a definir<br />

el curso de <strong>la</strong>s acciones a seguir.<br />

Acordamos con el p<strong>la</strong>nteo de García Canclini en cuanto a que "existe el riesgo de<br />

derivar mecánicamente de los dispositivos selectivos y segregantes del reordenamiento<br />

neoliberal <strong>la</strong> condición excluida de sectores muy diversos: sin vivienda, desempleados,<br />

desp<strong>la</strong>zados, migrantes, indígenas, e incluir en esta categoría tan heterogénea también a<br />

los jóvenes. Una vez más es necesario reconocer el papel activo de los sujetos, lo cual<br />

no implica atribuirles culpa o disminuir el impacto de los mecanismos macrosociales.<br />

Es cuestión de diferenciar procesos de exclusión y trayectorias elegidas o viables para<br />

distintos sectores. Se ha reconocido que, entre megaestructuras o megatendencias<br />

sociales e individuos, juegan decisivas formas organizacionales intermedias. Para los<br />

jóvenes, son particu<strong>la</strong>rmente significativas <strong>la</strong>s condiciones familiares, o su carencia, en<br />

<strong>la</strong> integración / desintegración, <strong>la</strong> fragilidad de los <strong>la</strong>zos sociales y <strong>la</strong> posibilidad de<br />

superar<strong>la</strong>". (2004: 170)<br />

Para que <strong>la</strong>s instituciones propicien un corte respecto de <strong>la</strong>s situaciones que en su<br />

repetición conducen al adolescente a quedar fijado en el lugar socialmente asignado -el<br />

de infractor-, o en otras pa<strong>la</strong>bras, para disputar a <strong>la</strong>s determinaciones sociales un espacio<br />

que opere como antidestino, parece necesario revisar los modos institucionales de<br />

intervención.<br />

Uno de los aspectos que resulta relevante lo constituye <strong>la</strong> homogenización que se realiza<br />

en torno de <strong>una</strong> categoría que borra <strong>la</strong> singu<strong>la</strong>ridad de los sujetos, para el caso que nos<br />

ocupa, <strong>la</strong> categoría de "adolescentes infractores", "adolescentes en conflicto con <strong>la</strong> ley


penal" o "niños y adolescentes en infracción". Particu<strong>la</strong>rmente es el sujeto gramatical de<br />

<strong>la</strong> formu<strong>la</strong>ción lo que nos interesa problematizar. Sujeto plural que se conforma por <strong>la</strong><br />

selección de un atributo único -el acto infractor- con el cual se construye <strong>la</strong> categoría,<br />

haciendo abstracción de todas <strong>la</strong>s otras cualidades que presentan los sujetos, lo mismo<br />

que de sus contextos de vida.<br />

Dicha categoría que reifica al adolescente, constituye <strong>una</strong> formu<strong>la</strong>ción que supone a los<br />

adolescentes homogéneos, intercambiables. Remite a lo que p<strong>la</strong>nteáramos en cuanto a <strong>la</strong><br />

construcción de categorías pob<strong>la</strong>cionales y <strong>la</strong> transformación en perfiles pob<strong>la</strong>cionales<br />

para su mejor gestión, esto es, para su distribución en circuitos sociales e institucionales<br />

específicos. (Núñez, 2003)<br />

Si consideramos el modelo tradicional de diagnóstico que se realiza desde <strong>la</strong> institución<br />

estatal -aunque no sólo- y tal como se expresa en un trabajo citado en este mismo<br />

informe, parecería existir un saber previo, supuestamente localizado en <strong>la</strong>s disciplinas<br />

y/o en los profesionales, que se pretende explicativo del comportamiento infraccionario<br />

de los adolescentes.<br />

Proponemos en cambio transitar hacia <strong>una</strong> singu<strong>la</strong>rización del adolescente y de <strong>la</strong><br />

situación de infracción (que no significa ir a <strong>una</strong> individualización del problema) que<br />

permita comprender el malestar y el sentido que <strong>la</strong> misma expresa, partiendo de <strong>la</strong><br />

premisa que acerca de éstos, nada -o poco- sabemos.<br />

Este trabajo nos ha permitido constatar <strong>la</strong> existencia de múltiples sentidos que se anudan<br />

en el acto infraccionario. Dicen dos de <strong>la</strong>s adolescentes entrevistadas:<br />

(W): "Muchas veces lo he hecho porque necesitaba p<strong>la</strong>ta y muchas veces lo he hecho de<br />

bronca, porque me peleaba con mi mamá, discutía y no <strong>la</strong> podía re<strong>la</strong>jar porque era mi<br />

madre, entonces salía y lo hacía."<br />

(E): "Y cuando se separaron (los padres) empecé a robar todos los días, todos los días<br />

robaba. Alg<strong>una</strong>s veces precisaba hab<strong>la</strong>r con mi padre y no lo tenía, agarraba y salía a<br />

robar."<br />

El testimonio de (S)[18] ilustra bien lo que venimos sosteniendo:<br />

(S): "No... no me gustaba (<strong>la</strong> escue<strong>la</strong>) ... iba como <strong>una</strong> vez cada tanto... a los 12 años<br />

dejé <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>... a los 12 o a los 11 no me acuerdo... dejé en sexto año... hice el primer<br />

mes y ta... después empecé a salir para todos <strong>la</strong>dos... no iba nada... Porque si... porque...<br />

primero que nada empezaron a faltar <strong>la</strong>s cosas en mi casa y ya no me gustaba... y me <strong>la</strong><br />

tenía que bancar... nunca faltó <strong>la</strong> comida en mi casa pero ta, faltaban cosas que yo iba a<br />

<strong>la</strong> casa de mi hermano y <strong>la</strong>s veía y no estaban en mi casa..."<br />

Este adolescente se presenta ante el otro desde <strong>una</strong> posición de deprivación[19] que es<br />

reconocida por él hacia los 12 años, momento de <strong>la</strong> pubertad. Esta posición de<br />

deprivación <strong>la</strong> significa como "empezaron a faltar cosas" y esto, para este adolescente,<br />

está en <strong>la</strong> base de su salida a <strong>la</strong> calle y de los robos que ha venido realizando. Es posible<br />

que en ese momento vital -pubertad / adolescencia- resignificara otras cuestiones de su<br />

historia que (S) coloca en <strong>la</strong> serie tener-no tener:


(S): "No es mi familia... mi familia verda... biológica no... me criaron... cuando tenía<br />

seis meses me dejaron ahí y me criaron... me crió mi abue<strong>la</strong>... yo le digo abue<strong>la</strong> pero no<br />

es mi abue<strong>la</strong>... ta es como mi madre pa mí... y esa es mi familia... mi familia verdadera<br />

<strong>la</strong> verdad que no sé... está acá en Montevideo pero no sé bien a dónde... y ta <strong>la</strong> familia<br />

que yo tengo es <strong>la</strong> que está en mi casa, mi abue<strong>la</strong>, mi tío, mi hermano adoptivo, mi<br />

hijo... eso es lo que yo tengo... y estoy haciendo <strong>la</strong>s cosas bien ahora por el gurí, si no...<br />

no hago nada... no por el gurí so<strong>la</strong>mente... por dos... si fuera uno... son dos y ta... estoy<br />

encarando por ellos..."<br />

El robo en (S) aparece como <strong>una</strong> respuesta frente a este reconocimiento, respuesta que<br />

además de proveerle objetos, le da un nombre, el de rapiñero, el que entra "de frente".<br />

Nombre que lo individualiza con re<strong>la</strong>ción a los otros, los que "andan para <strong>la</strong> bobada":<br />

(S): "...Allá para ellos yo soy... allá en R nadie anda yo qué sé... nadie agarra un<br />

revólver y sale a robar... nadie agarra a un loco y le saca <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ta... nadie nada... roban<br />

porque de gusto así... entran cuando no hay nadie en <strong>la</strong>s casas... yo no... yo les entro de<br />

frente... y si tengo que patear <strong>la</strong> puerta se <strong>la</strong>s pateo... allá no... allá andan gileando... no,<br />

no... tienen miedo... allá son muy pocos los que andan... creo que somos dos no más...<br />

los otros andan para <strong>la</strong>s bobadas, para <strong>la</strong>s estupideces..."<br />

La visibilidad social de este adolescente aparece para él mismo asociada al robo. El<br />

robo puede entenderse desde esta perspectiva como <strong>una</strong> respuesta frente a <strong>la</strong> falta de<br />

lugar con re<strong>la</strong>ción al otro. De esta manera es posible para el adolescente no ser<br />

"cualquiera":<br />

(S): "Que me dejó mi vieja para ir a un baile y no me fue a buscar... apareció cuando yo<br />

tenía como seis años por ahí... apareció cuando yo era más grande... Porque mi abue<strong>la</strong><br />

cuidaba niños... entonces ta,, fue hasta ahí y se ve que le dijeron que cuidaba niños y<br />

ta,... no apareció más... y mi abue<strong>la</strong> se hace cargo de cualquiera... cualquiera... vos le<br />

dejás un niño y ta, y si no lo vas a buscar más te dice que se lo queda... y lo cría... así<br />

ahora le llegó un niño y ya se lo cría... y eso que ya tiene su edad, le encantan los<br />

gurises chicos... Con mi abue<strong>la</strong> no tengo mucho... No era muy pegado yo con mi<br />

abue<strong>la</strong>..."<br />

En esta serie del tener-no tener hay también que ubicar a los hijos que (S) decide<br />

engendrar. Hijos que le permiten ser padre y a los cuales el adolescente intenta dar<br />

-aunque no tenga- para que a ellos "no les falte nada":<br />

(S): "No, yo tuve porque quise... Porque si, estaba re quemado... en casa tenía<br />

problemas y quería tener lo mío... más allá de <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ta, quería tener mis cosas... y ta, y<br />

que mejor que eso... yo sé que no les falta nada, ni les va a faltar nunca... primero quería<br />

<strong>una</strong> nena, después quería el varón... pero me salió al revés... y ahora no quiero tener<br />

nunca más... ya tengo... ya tengo un varón y <strong>una</strong> nena... otra c<strong>la</strong>se no hay... si no tendría,<br />

si fueran diez c<strong>la</strong>ses tengo <strong>la</strong>s diez c<strong>la</strong>ses..."<br />

El robo también otorga pertenencia. Ubica sus primeras experiencias en el marco de un<br />

grupo de jóvenes y adultos de su barrio. La confianza que <strong>la</strong> mirada del grupo deposita<br />

en él constituye el acto que inaugura <strong>una</strong> pertenencia que propicia aprendizajes más allá<br />

de lo estrictamente delictivo y que exige someterse a reg<strong>la</strong>s que protegen del afuera y<br />

regu<strong>la</strong>n <strong>la</strong> convivencia grupal:


(S): "...Como yo tenía en mi barrio mucha gente que andaba pa <strong>la</strong> grande así pa cosas<br />

grandes y me tenían confianza porque yo cuando era chico iba y mangueaba cosas con<br />

ellos y esos gurises... y siempre me tuvieron confianza... como yo era chiquito así,<br />

cuando robaban me llevaban... venían los milicos en <strong>la</strong> esquina y yo les avisaba: vienen<br />

los milicos y ta, siempre me tuvieron... y ta después a los 12 o 13 años ta... empecé a<br />

salir con todos... Me enseñaron muchas cosas... a manejar <strong>una</strong> computadora... como me<br />

enseñaron cosas que... todo lo que me enseñaron alg<strong>una</strong>s me sirven otras no... Hay<br />

cosas que yo <strong>la</strong>s hice pa mal pero me pueden servir pa... <strong>la</strong>s puedo utilizar pa hacer<br />

bien... manejar <strong>una</strong> computadora <strong>la</strong> puedo usar pa hacer cosas ma<strong>la</strong>s como... Cosas<br />

ma<strong>la</strong>s... podes hacer yo qué sé... cualquier cosa yo qué sé en vez de hacer <strong>una</strong> cédu<strong>la</strong><br />

hacés... un poema yo que sé cualquier cosa... a usar máquinas que no me acuerdo el<br />

nombre tampoco... a estudiar en <strong>la</strong> computadora así de mi primo..."<br />

El encierro en <strong>la</strong> institución procuraría en ciertos momentos a (S) <strong>una</strong> especie de<br />

envoltura. ¿Será éste -el límite que supone <strong>la</strong> puerta cerrada que lo separa (del resto) y a<br />

<strong>la</strong> vez lo junta (lo singu<strong>la</strong>riza)- un modo por el cual (S) puede registrar <strong>una</strong> cierta marca<br />

simbolizante que le procura un sentimiento de realidad, de ser "uno mismo"? Dice:<br />

(S): "...Hay veces que me he podido ir y hay veces que no... estás atrás de <strong>la</strong> puerta y no<br />

te vas y no te vas... so<strong>la</strong>mente atrás de <strong>una</strong> puerta... y eso era lo que me gustaba...<br />

cuando estás en cana estar atrás de <strong>una</strong> puerta, esto no sé, acá ni idea, andás pa todos<br />

<strong>la</strong>dos... y no me he ido... es raro es."<br />

Un cierto pedido de cuidado de sí que el adolescente no logra realizar por sí mismo<br />

parece estar en juego en torno del encierro:<br />

(S): "..Cuando andás robando ya es peor que estar acá trancado... porque ta, porque vos<br />

salís a robar y es más peligroso que estar adentro de <strong>una</strong> puerta... adentro de <strong>una</strong> puerta<br />

estás seguro..."<br />

Este "adentro" que (S) encuentra en <strong>la</strong> celda/pieza (así como otras veces en el afuera de<br />

<strong>la</strong> calle) y que asocia al sentimiento de estar "seguro", aparece vincu<strong>la</strong>do al deseo de<br />

estar con otro que en estas circunstancias se vuelve compañía / compañero, distinto del<br />

otro extraño e intrusivo:<br />

(S): "Acá lo que más me gusta es <strong>la</strong> noche... adentro de <strong>una</strong> pieza, escuchando un poco<br />

de folclore tomando mate... yo me hago trancar <strong>la</strong> pieza ... Porque me gusta estar así en<br />

convivencia, me acostumbré a estar en convivencia ... a estar dos o tres juntos en <strong>una</strong><br />

pieza así, no que se vaya y se te meta uno, ya si se mete otro ya lo saco... y acá todos los<br />

gurises (me quieren) ..."<br />

Desde <strong>la</strong> perspectiva que venimos desarrol<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong> infracción puede pensarse como <strong>una</strong><br />

respuesta al otro social y por lo tanto, demanda ser acogida y recodificada, lo cual<br />

supondría explorar junto al adolescente los significados que al acto infraccionario<br />

asume, engarzado en <strong>una</strong> serie[20] que compromete a quienes han sido sus otros<br />

(familia, escue<strong>la</strong>, institución, referentes, etcétera).<br />

Los testimonios recogidos dejan ver que <strong>la</strong> intervención institucional no constituye<br />

necesariamente <strong>una</strong> forma de acogida del sujeto y de <strong>la</strong>s respuestas que éste ha ido


construyendo, muchas veces sin saberlo, con re<strong>la</strong>ción a los otros. Acerca de estas<br />

respuestas, o lo que es lo mismo, acerca de <strong>la</strong> dimensión subjetiva de <strong>la</strong> infracción, nada<br />

sabe a priori quien recibe al adolescente.<br />

(I): "Me dijo 'qué cara buena tiene usted', me dice <strong>la</strong> jueza. Yo dije 'si usted no me<br />

conoce' (se ríe). No, no le dije eso (se ríe). Y si, algunos de piensan que <strong>la</strong> tiene toda<br />

c<strong>la</strong>ra y no es así. Porque se piensan que son educadores, y algunos pueden ser<br />

educadores, pero <strong>la</strong> mayoría no son educadores (...) A mí me parece que un educador,<br />

no sé, me parece que primero, qué sé yo, tiene que ver, conocer <strong>la</strong> gente primero, que no<br />

sea falluto, ¿entendés?, cosas así."<br />

Para algunos adolescentes, aun cuando reconocen como positivo el trabajo que realizan<br />

educadores y Fui un tiempo y después ta,, me aburría ir. Me embarul<strong>la</strong>ba mucho <strong>la</strong><br />

cabeza, me hab<strong>la</strong>ba y hab<strong>la</strong>ba tanto que no me dejaba respirar. Un psicólogo o algo así,<br />

pero me embarulló, me embarulló tanto, y yo no metía <strong>una</strong>, era como <strong>una</strong> hora..."<br />

Cuando <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra no es monopolizada ("me hab<strong>la</strong>ba y hab<strong>la</strong>ba tanto") y comienza a<br />

circu<strong>la</strong>r entre adultos y adolescentes, el encuentro con el otro se vuelve posible:<br />

(E): "Nosotras tenemos acá Grupo de Pa<strong>la</strong>bra, y hab<strong>la</strong>mo', son dos psicólogas que<br />

vienen y hab<strong>la</strong>mos. Vienen todas <strong>la</strong>s gurisas del otro módulo y hab<strong>la</strong>mos y nos<br />

reunimos. Está buena. Hab<strong>la</strong>mos de todo. De lo que te pasa acá."<br />

El conjunto de los re<strong>la</strong>tos deja <strong>la</strong> impresión, en términos generales, que hab<strong>la</strong>r con el<br />

adulto, sea cual sea <strong>la</strong> función que el mismo desempeñe, está asociado al control que se<br />

ejerce sobre el adolescente y a <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones de poder que atraviesan el dispositivo<br />

institucional:<br />

(P): "Son funcionarios, son 'l<strong>la</strong>veros'. No son como es usted, así. Yo con usted hablo<br />

abiertamente, con ellos no, ¿qué voy a hab<strong>la</strong>r? Si les decís <strong>una</strong> cosa, ellos te dicen que<br />

sí, que está todo bien y después <strong>la</strong> terminan contando. Se <strong>la</strong> cuentan a otro, a otro. Y<br />

tarde o temprano llega a oídos de <strong>la</strong> Directora, y ahí <strong>la</strong> Directora, sabe lo que yo estoy<br />

pensando, lo que hablo, todo. Ya me miran mal. Pienso yo, no sé."<br />

Hab<strong>la</strong>r es, junto al "hacer conducta", lo que hay que hacer para conseguir un "buen<br />

informe" y salir. "Hacer conducta" es con frecuencia lo que se demanda al adolescente<br />

desde <strong>la</strong>s instituciones. Este imperativo, según lo entendemos a partir de los<br />

testimonios, da lugar a <strong>una</strong> práctica de duro disciplinamiento. Constituye uno de los<br />

modos por el cual <strong>la</strong> educación puede deslizarse hacia prácticas que buscan <strong>la</strong><br />

adaptación comportamental del niño, niña o adolescente, emitiendo juicios de orden<br />

moral que establecen rígidas y arbitrarias fronteras entre el bien y el mal. Creemos que<br />

cuando <strong>la</strong> intervención no da lugar a otro compromiso por parte del adolescente, <strong>la</strong><br />

alternativa se juega entre el sometimiento y <strong>la</strong> rebelión. Así, queda abonado el suelo<br />

para <strong>la</strong> aparición de <strong>la</strong> violencia institucional y violencia del sujeto.<br />

(O): "Hablé con el juzgado y dijo que tenía que hacer conducta y estar acá tres meses...<br />

y después si... hacía <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> y conducta un mes... tengo <strong>una</strong> audiencia... Hacer<br />

conducta, portarme bien... portarme bien... ir a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>..."


(L): "...Hasta que el juez decida que estás bien para salir. El juez te <strong>la</strong> da (<strong>la</strong> licencia)<br />

porque si tenés buena conducta y... le tenés que contestar bien y hacer un buen informe<br />

(...) porque tiene que ver el informe tuyo... los psicólogos y... si estás bien... si seguís...<br />

y uno ve (...) porque si recién llegás, al mes no te van a dar licencia, después de los tres<br />

meses, cuatro meses... el juez ta (...) yo qué sé, si me pregunta de mi familia y eso le<br />

digo ¿no? más bien, yo qué sé, yo le digo, los que te preguntan más son los psicólogos,<br />

te preguntan cómo estás, y eso... Y eso sí que aburre... Porque te hacen muchas<br />

preguntas y de última tenés que hab<strong>la</strong>r y encarás."<br />

LOS NOMBRES DE LA VULNERABILIDAD:<br />

DE ADOLESCENTES A LADRONES, "MALANDRAS"<br />

Y DELINCUENTES<br />

Eric Hobsbawm en su trabajo Bandidos (2001) analiza a través de <strong>la</strong> historia, <strong>la</strong>s<br />

condiciones en <strong>la</strong>s cuales surge el "bandolerismo" y quiénes, entre los hombres, se<br />

vuelven bandidos. Si bien se refiere al bandidaje rural y no a su "equivalente urbano",<br />

coloca algunos aspectos que interesa incorporar a este análisis.<br />

Para el autor, el significado histórico del bandolerismo en <strong>la</strong>s sociedades con división de<br />

c<strong>la</strong>ses radica en el desafío al orden económico, social y político, enfrentando a los que<br />

tienen o reivindican el poder, <strong>la</strong> ley o el control de los recursos. El "bandolerismo<br />

social" constituye para Hobsbawm un aspecto de dicho desafío. Si bien el historiador<br />

concibe el bandidismo como <strong>una</strong> realidad social del pasado y seña<strong>la</strong> que no es su<br />

propósito <strong>la</strong> búsqueda de vestigios de este fenómeno en <strong>la</strong> gran ciudad de nuestro<br />

tiempo, se interroga acerca de <strong>la</strong>s condiciones actuales en tanto propiciadoras del<br />

surgimiento de alg<strong>una</strong>s manifestaciones del mismo.<br />

Es en el marco de <strong>la</strong> historia del poder político, siempre dispuesto a ejercer <strong>la</strong> coacción<br />

física sobre <strong>la</strong>s personas, cuya expresión máxima <strong>la</strong> constituye el poder de los imperios<br />

y los Estados, que se ubica este estudio histórico del bandolerismo, en particu<strong>la</strong>r del<br />

bandolerismo social.<br />

Hosbawm caracteriza al bandido social: "Para un bandolero social es impensable robar a<br />

sus iguales en su propio territorio y posiblemente no lo haría tampoco en cualquier otro<br />

lugar. Los que sí lo hacen carecen de <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción especial que convierte al bandolerismo<br />

en 'social'. C<strong>la</strong>ro está que en <strong>la</strong> práctica todas estas distinciones son menos sencil<strong>la</strong>s que<br />

en <strong>la</strong> teoría. Un hombre puede ser a <strong>la</strong> vez un bandido social en sus montañas nativas y<br />

un simple <strong>la</strong>drón en el l<strong>la</strong>no" y agrega: "La esencia del mito del bandido es <strong>la</strong><br />

redistribución social y <strong>la</strong> justicia para los pobres". (2001:33)<br />

El bandido se distingue además por negarse a asumir un papel social manso y pasivo,<br />

haciéndose respetar, y "cuando se enfrentan con algún acto de injusticia o de<br />

persecución no c<strong>la</strong>udica dócilmente ante <strong>la</strong> fuerza o <strong>la</strong> superioridad social sino que<br />

eligen el camino de <strong>la</strong> resistencia y de <strong>la</strong> proscripción". (Hosbawm, 2001:51) No lejos<br />

de esta descripción ubicaríamos en nuestra cultura <strong>la</strong> figura del matrero.[21]


El autor se interroga respecto del sector social del cual emerge el bandido y afirma que<br />

si bien en <strong>la</strong> sociedad rural su aparición se asocia a <strong>la</strong> insuficiencia de oferta de trabajo,<br />

es necesario considerar otros aspectos. Entre ellos <strong>la</strong> posibilidad de actuar al margen de<br />

<strong>la</strong> ley, siendo los jóvenes que están entre <strong>la</strong> pubertad y <strong>la</strong> edad del matrimonio, muchos<br />

de ellos adolescentes, los más proclives: "antes que el peso de <strong>la</strong>s responsabilidades<br />

familiares haya empezado a doblegar <strong>la</strong>s espaldas de los hombres". (Hosbawm,<br />

2001:49) Agrega a <strong>la</strong> ausencia de responsabilidad <strong>la</strong> aspiración de independencia de <strong>la</strong><br />

juventud y <strong>la</strong> rebeldía potencial de <strong>la</strong> misma. La falta de integración y carecer de "un<br />

puesto fijo en <strong>la</strong> sociedad" es consignada como otra condicionante significativa.<br />

En este trabajo se recoge <strong>la</strong> expresión "bandido", que <strong>una</strong> de <strong>la</strong>s adolescentes trae<br />

explicando el significado de los cinco puntos dibujados en su hombro:<br />

(H): "...Tengo cinco puntos en el hombro. Que para ellos sería un bandido y cuatro<br />

botones y para nosotros sería un botón y cuatro bandidos."<br />

Visualizamos en los testimonios algunos elementos que recuerdan <strong>la</strong> caracterización que<br />

el historiador hace del bandido. El reconocimiento de <strong>la</strong>s diferencias de c<strong>la</strong>se, el respeto<br />

por el igual - el pobre, el del barrio, el trabajador- y el hecho de robarle al que tiene, al<br />

"concheto", al rico:<br />

(O): (A quién robar) "Porque les voy a robar a los que tienen p<strong>la</strong>ta les robo... no a los<br />

pobres... al almacén del barrio y eso no... robo a los supermercado, a <strong>la</strong>s tiendita, a <strong>la</strong><br />

panadería... (razones)... Porque si vos vas y... ellos tienen p<strong>la</strong>ta y nosotros no... a <strong>la</strong>s<br />

tiendita le vas a pedir un par de championes y ropa y no te dan... a <strong>la</strong> panadería les pedís<br />

algo pa comer y a veces cuando... al supermercado le pedís algo y (risas) te van a dar<br />

si... salí al vuelo te dicen..."<br />

(S): "No, <strong>la</strong> gente que... si <strong>la</strong>bura en <strong>la</strong> construcción o yo qué sé... <strong>la</strong> gente que <strong>la</strong>bura,<br />

que <strong>la</strong> ves <strong>la</strong>burar es porque no le sobra <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ta, pero esa gente que <strong>la</strong> ves todo el día en<br />

un auto y que está todo el día de camisita y corbata... un abogado que está todo el día<br />

con <strong>una</strong> <strong>la</strong>picera en <strong>la</strong> mano sabés cómo le doy... no sé, <strong>una</strong> cosa así... Y hay gente que<br />

le sobra <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ta si ...Que tiene siempre <strong>una</strong> <strong>la</strong>picera en <strong>la</strong> mano ... yo por mí mirá, te<br />

digo <strong>la</strong> verdad... un obrero, un obrero puede agarrar máximo cuanto... 20 palos capaz<br />

que agarra cada un mes ... yo lo veo con los 20 palos así y no tengo pa comer, no se los<br />

saco... por más que lo vea con 100 mil pesos así, no se los saco porque se rompió el<br />

lomo todos los días pa ganarlo... los otros están todo el día con <strong>la</strong> <strong>la</strong>picera. oficinita... a<br />

los porteños esos que vienen acá, que vienen en <strong>la</strong> temporada que traen toda <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ta,<br />

están todos los días con <strong>la</strong>s * en el casino... a esos sí los dejo sin nada... y ta yo como he<br />

robado he <strong>la</strong>burado también así que... sé lo que es <strong>la</strong>burar... y no he <strong>la</strong>burado así<br />

haciendo un chuco no, he <strong>la</strong>burado en serio... así hasta cansarte, cansarte 11 horas por<br />

día, 12 horas por día ... no <strong>una</strong> hora, abundante ... entonces sé que si un obrero se gana<br />

<strong>la</strong> p<strong>la</strong>ta sé que se <strong>la</strong> ganó <strong>la</strong>burando ..."<br />

La pertenencia de c<strong>la</strong>se y <strong>la</strong> identificación con quien está en <strong>la</strong> "misma que yo", <strong>la</strong><br />

ilustran algunos de los testimonios. Lógica de <strong>la</strong>s afectaciones de <strong>la</strong>s que nos hab<strong>la</strong>ra<br />

más arriba Felix Guattari:<br />

(S): "...Si es gente pobre si es <strong>una</strong> gente ponele... si yo voy, y tengo que ir al frente de tu<br />

casa y vos tenés <strong>una</strong> oveja so<strong>la</strong> y sos pobre no te <strong>la</strong> voy a robar... a ese que tiene


abundante si... Porque si yo robo es porque no tengo pa comer ... o porque no tengo un<br />

colchón que me gusta pa dormir ... o porque no tengo <strong>una</strong> tele a color, tengo <strong>una</strong> tele<br />

b<strong>la</strong>nco y negro... entonces yo quiero <strong>una</strong> color ... y bueno, <strong>la</strong> gente pobre sabe ... si tiene<br />

esa oveja es pa comer ... o si tiene <strong>una</strong> vaca es para sacarle <strong>la</strong> leche y darle de comer a<br />

los hijos... es en <strong>la</strong> misma que yo... lo único que en vez de robar ... igual si tienen que<br />

estar todo el día con <strong>una</strong> azada están..."<br />

(V): (¿A quién robar?) "Al que anda mejor vestido, al pobre no le voy a robar ...(¿Por<br />

qué?) Ah ... le voy a robar a un pobre ... yo soy pobre y le voy a robar a un pobre... eso<br />

es ser dañino ... como le voy a robar a alguien que no tienen nada ... andá a robarle a los<br />

ricos... me dan pa robar al presidente y lo robo ... no, pero ya fue ... C<strong>la</strong>ro, al que anda<br />

bien ... al que tiene p<strong>la</strong>ta, si bueno a vos sí ... te hacés el lindo, te hacés el rico porque<br />

tenés p<strong>la</strong>ta, a vos sí ... al pobre dejálo pasar si el pobre no tiene nada ... pobres somos<br />

todos, c<strong>la</strong>ro..."<br />

El reconocimiento de <strong>la</strong> desigualdad social y <strong>la</strong> vivencia de injusticia por parte de los<br />

adolescentes, forma parte de los argumentos que dan razón al acto infraccionario:<br />

(A): "No sé. Antes yo hay veces que quería ser igual que algunos que andaban bien<br />

vestidos, qué sé yo... capaz que me quería parecer a algún compañero mío que andaba<br />

bien vestido."<br />

(O): "Porque mi madre no tiene p<strong>la</strong>ta ni nada... vive en un rancho... y el<strong>la</strong>s viven en...<br />

<strong>una</strong> casa ... vos entrás a <strong>la</strong> casa y tiene así y esto así y tiene todo copas todo... todo<br />

copas... tiene un mueble que tiene todo copas así... acá tiene champan todo... <strong>una</strong> tele<br />

grandota así tiene... tiene <strong>una</strong> escalera pa arriba... tiene <strong>una</strong> ventana que el perro se <strong>la</strong><br />

pasa rompiendo todos los días... compra vidrios todos los días viste... esas puertas<br />

corredizas... bueno esas... tienen de todo... ni se tocó, le prendieron fuego <strong>una</strong> camioneta<br />

y ni se tocó... se compró otra... Porque ta... porque mi madre no tiene ningún<br />

supermercado ni nada... mi tía tiene todo... no le falta nada... y espero que acá me den<br />

eso... ojalá... así vivo contento y no robo más... no estoy más acá (contento sin robar)<br />

C<strong>la</strong>ro... vivo triste porque paso cayendo (Y si no cayeras) ¡Viviría contento! (Aunque<br />

robaras) Si robo ta... a veces robás... a veces no me banco... no me banco... no tengo<br />

p<strong>la</strong>ta y quiero robar... pa tener p<strong>la</strong>ta..."<br />

Para muchos de los adolescentes entrevistados, uno de los signos que resulta<br />

privilegiado para reconocer <strong>la</strong> diferencia y desigualdad social es <strong>la</strong> vestimenta. El modo<br />

de vestir da lugar a operaciones de c<strong>la</strong>sificación social y cultural que distinguen<br />

"p<strong>la</strong>nchas" de "conchetos". Puede estar asociado con <strong>una</strong> forma de caminar y <strong>una</strong><br />

mirada que en ocasiones se reve<strong>la</strong> para el adolescente como expresión de desprecio<br />

hacia él. Frente a esta situación se experimentan sentimientos de rabia:<br />

(V): (¿A quién robar?) "Al que anda mejor vestido, al pobre no le voy a robar.(¿Por<br />

qué?). Ah ... le voy a robar a un pobre ... yo soy pobre y le voy a robar a un pobre ... eso<br />

es ser dañino ... como le voy a robar a alguien que no tienen nada ... andá a robarle a los<br />

ricos (…) si lo veo bien vestido no siento nada,... que se vista como quiera si cada uno<br />

tiene sus gustos de vestirse ... yo sí quiero vestirme bien, me visto bien y si quiero<br />

vestirme mal me visto mal ... pero lo que pasa, que te quema <strong>la</strong> cabeza que pase uno con<br />

<strong>la</strong> novia ahí y se haga el lindo, que tenga p<strong>la</strong>ta y que se haga el lindo y te mire de arriba<br />

abajo, eso te da cosa ... te quema <strong>la</strong> cabeza ... si somos todos iguales, porque vos tengas


más y yo tenga menos me vas a mirar de arriba abaj (te molesta) C<strong>la</strong>ro ... eso le molesta<br />

a todos, pa mí le molesta a todos ... si yo ando mal vestido o ando bien vestido a mí no<br />

me gusta que me miren de arriba abajo, como yo no miro a nadie de arriba abajo ... vos<br />

andá por tu <strong>la</strong>do y yo ando por mi <strong>la</strong>do ... pero esos que pasan así y se te hacen los<br />

lindos con <strong>la</strong> novia, que salen de <strong>la</strong>s casas, tremendas casas y salen con <strong>la</strong> novia y te<br />

miran así y te quedan mirando de arriba abajo, y ellos van bien vestidos... sabés lo que<br />

te queman <strong>la</strong> cabeza (qué pensás) Qué cosas pensamos ... robarlos, matarlos, hecerle de<br />

todo un poco... hasta quedarme con <strong>la</strong> novia de ... quedarme con <strong>la</strong> novia de uno ...<br />

c<strong>la</strong>ro, porque son giles, porque salen con <strong>la</strong> novia y te miran de arriba abajo y <strong>la</strong>s novias<br />

te cargan y se queman ... porque es verdad viste ... como dicen estos, <strong>la</strong>s conchetas<br />

estas, <strong>la</strong>s que andan con p<strong>la</strong>ta que todo esto, prefieren más a uno de estos así que andan<br />

para <strong>la</strong> joda que uno de estos conchetos ... como esta de acá ... eso siempre así porque<br />

<strong>una</strong> rica va a elegir siempre a un pobre porque no le gusta <strong>la</strong> joda, allá en el barrio es<br />

así... eligen uno así que ande bien vestido o más o menos antes que a un rico, <strong>la</strong>s que<br />

tienen p<strong>la</strong>ta ... y <strong>la</strong>s que son pobres quieren a un loco que tenga p<strong>la</strong>ta, c<strong>la</strong>ro ..."<br />

Para pasar inadvertida, para no ser descubierta cuando se sale a ganar, <strong>una</strong> de <strong>la</strong>s<br />

adolescentes busca borrar los signos de "p<strong>la</strong>ncha" y asumir los de "concheta". Esta<br />

metamorfosis que crea <strong>la</strong> ilusión de ser "uno de ellos" tendría -en principio- un sentido<br />

instrumental:<br />

(G): "Hay algunos conchetos que no son conchetos, son ma<strong>la</strong>ndros que se visten de<br />

conchetos para ir de mecha en shoppings y eso. Yo me vestía de concheta para andar de<br />

mecha en los shoppings. Eh, ropa fifí (se ríe), ropa delicadita, así, no sé cómo te puedo<br />

decir, pantalones ajustados, buen peinado, bien pintadita, con zapatitos, caminando bien<br />

delicada, qué asco (se ríe). C<strong>la</strong>ro, para ganarlo, porque si entrás con terrible p<strong>la</strong>ncha,<br />

mal vestida, dicen 'Esta mina viene a robar', se dan cuenta al toque sí, sí y <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ncha y<br />

<strong>la</strong> cara."<br />

Sin embargo cabe interrogarse acerca del deseo de ser como el otro, el/<strong>la</strong> "concheto/a".<br />

Deseo que en algunos casos se reconoce expresamente como motivación para el robo y<br />

que en otros, podríamos pensar, aparece como puesto en escena y ve<strong>la</strong>do tras <strong>una</strong> razón<br />

instrumental, se es "concheto" por un rato y para no caer:<br />

(A): "No sé. Antes y hay veces que quería ser igual que algunos que andaban bien<br />

vestidos, qué sé yo."<br />

Retomando el p<strong>la</strong>nteo de Hosbawm con re<strong>la</strong>ción al aspecto social del robo, vemos<br />

necesario ubicar <strong>una</strong> cierta distancia entre el discurso que construyen algunos de los<br />

adolescentes respecto de los robos que realizan y lo que luego resulta ser <strong>la</strong> práctica<br />

misma del robo.<br />

Es posible identificar <strong>una</strong> dimensión discursiva que recoge ciertos aspectos que<br />

podríamos l<strong>la</strong>mar "ideales". Se dice que se roba a quien posee más, haciendo uso de un<br />

argumento que ofrece cierta legitimación desde <strong>una</strong> perspectiva de justicia social. Sin<br />

embargo, a <strong>la</strong> hora de realizar el acto del robo, tal como lo expresa (I), es preciso<br />

reconocer que "hay de todo en <strong>la</strong> calle":<br />

(I): "Ahora cambió abundante de lo que era hace un tiempo. C<strong>la</strong>ro, ahora cambió<br />

abundante. Cambió, yo qué sé, en todo. Antes podías caminar, ahora andan los fisuretas


ahí. Son los que, antes, hace un par de años nadie robaba en el barrio, ahora no respetan<br />

nada, le roban a cualquiera...Que pasás caminando, estás bien empilchado y yo qué sé,<br />

te roba.. C<strong>la</strong>ro, tenés buenas pilchas, tenés, y bueno, te vienen a sacar. Porque de última<br />

te están robando ellos. De última te quieren robar, que no roben en el barrio, ¿entendés?<br />

Hay de todo en <strong>la</strong> calle."<br />

Resulta interesante seña<strong>la</strong>r que algunos de los adolescentes ubican -no sin cierta<br />

nostalgia- un tiempo pasado -¿<strong>una</strong> época de oro?- en el cual <strong>la</strong>s "reg<strong>la</strong>s" se respetaban y<br />

<strong>la</strong>s cosas parecían ir mejor. Lo diferencian del presente en el cual, desde sus<br />

perspectivas, <strong>la</strong> droga y el fácil acceso a <strong>la</strong>s armas explican el "desorden":<br />

(I): "...Hay de todo en <strong>la</strong> calle. Porque a veces tomás unos gramos y quedás fisurado, y<br />

quieren más, quieren más y salen así..."<br />

(Z): "¿Yo? ¿Qué habría que hacer? (con los adolescentes infractores) Yo qué sé, porque<br />

si roban o yo qué sé, o matan, yo qué sé, lo hacen ahí. Hay que estar ahí, porque son<br />

otras épocas, porque antes, ta, no robaban los menores, robaban los grandes, pero ahora<br />

como está todo ahí con <strong>la</strong> manija. Yo qué sé, porque ta, ellos son grandes, pero un<br />

menor no l<strong>la</strong>ma ahí, l<strong>la</strong>man los grandes. Sí, c<strong>la</strong>ro, es como dice mi viejo 'eran otros<br />

tiempos', había <strong>la</strong>buro, no existía <strong>la</strong> droga, no había armas así, en mano de menores.<br />

Porque ahora vos vas y es increíble, pasan con <strong>una</strong> recortada por <strong>la</strong> calle caminando,<br />

cualquier cosa."<br />

Varios de los testimonios permiten entrever tras <strong>la</strong>s infracciones, <strong>una</strong> racionalidad de<br />

carácter fundamentalmente instrumental:<br />

(I): "No vas a ir a <strong>una</strong> casa de chapa, al <strong>la</strong>do tenés terrible casa. No vas a robar esa que<br />

está más fácil para robar<strong>la</strong>. La otra está complicada pero capaz que te podés levantar<br />

con algo ¿entendés?"<br />

(S): "...yo hablo a veces acá con gurises que caen por agarrar y matar a <strong>una</strong> vieja y no le<br />

sacaron <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ta ... van roban no saben si hay p<strong>la</strong>ta... es como parar a <strong>una</strong> persona en <strong>la</strong><br />

calle y hacerle <strong>una</strong> rapiña... <strong>una</strong> rapiña <strong>la</strong> hacés adentro de <strong>una</strong> casa que sabés que hay<br />

p<strong>la</strong>ta ... no le voy a ir a robar a cualquiera... no voy a entrar adentro de un almacén que<br />

no sé si tienen p<strong>la</strong>ta... capaz que me pegan un tiro (y) <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ta... te ponés a discutir con<br />

un guarango de éstos que cayó por matar a <strong>una</strong> vieja y no le sacó ni un peso... ya ahí me<br />

quema... que caigan por <strong>una</strong> estupidez... (cuál estupidez) matar<strong>la</strong> primero que nada y<br />

que no le sacaron ni un peso... <strong>la</strong> primera estupidez ya es cuando vas y no sabés si tiene<br />

p<strong>la</strong>ta porque no <strong>la</strong> conocés ... eso ya es <strong>una</strong> bobada... yo no <strong>la</strong> robaría, yo a <strong>una</strong> persona<br />

<strong>la</strong> <strong>la</strong>stimo si sé que me va a <strong>la</strong>stimar a mí... si <strong>una</strong> persona me va a <strong>la</strong>stimar ... o me<br />

<strong>la</strong>stima el<strong>la</strong> primero o yo <strong>la</strong> <strong>la</strong>stimo ... pero <strong>la</strong>stimar porque se me dé <strong>la</strong> gana no..."<br />

(W): "Acá también estoy por rapiña con lesiones. Yo le saqué <strong>la</strong> cartera a <strong>una</strong> señora y<br />

como no me <strong>la</strong> quería dar, le empecé a pegar... Me compraba ropa, cosas para mí...<br />

Generalmente tiene que ser <strong>una</strong> mujer, por sacarle <strong>la</strong> cartera. Y no cualquier mujer. Te<br />

fijás en <strong>la</strong> ropa, en el tipo de cartera. Si está gordita, seguro que tiene p<strong>la</strong>ta (risas). Me<br />

fijo que está bien vestida, que no sea <strong>una</strong> vieja pobre (risas). También es importante<br />

fijarse en <strong>la</strong> forma que agarra <strong>la</strong> cartera. Hay alg<strong>una</strong>s que <strong>la</strong> tienen apretada contra el<br />

pecho, entonces es difícil sacárse<strong>la</strong>s. Otras <strong>la</strong> llevan colgando, pero puede ser que<br />

tengan poco (risas)..."


Quién será objeto del robo termina decidiéndose en virtud de <strong>la</strong> "rentabilidad" y<br />

también de <strong>la</strong>s circunstancias:<br />

(G): "Joder, ir a los bailes. Algunos les gusta robar. A algunos porque les gusta... a otros<br />

porque necesitan pa´ comer y a otros porque necesitan para <strong>la</strong> droga y no se aguantan pa<br />

´ conseguir p<strong>la</strong>ta. Meten un caño o le dan a un viejo pa´drogarse."<br />

Acerca de esta distancia entre lo que se dice que se hace o se debe hacer y lo que en<br />

realidad se hace, se eludiría pensar. Cuando algún elemento de <strong>la</strong> realidad evidencia esta<br />

contradicción, el adolescente frecuentemente rehúsa pensar como forma de evitar,<br />

creemos, <strong>la</strong>s consecuencias que tendría dicha confrontación:<br />

(F): "Que te digo, yo a veces pienso, yo no nací para esto porque, a veces veo a alg<strong>una</strong><br />

viejita en <strong>la</strong> calle y si lo pienso dos veces, no le robo, porque si lo pienso..., no, tengo<br />

que ir directamente con mente fría y bueno, vamos a ganar y ganar."<br />

(W):"Yo <strong>la</strong>s veces que lo he hecho, yo tengo <strong>la</strong> mente fría, porque necesito p<strong>la</strong>ta, no<br />

pienso si me van a agarrar o no me van a agarrar, si sufre <strong>la</strong> persona a <strong>la</strong> que le voy a<br />

robar o no sufre, si va a sufrir mi familia después o no, no. No pienso en nada,<br />

simplemente lo hago y ya está.."<br />

Los re<strong>la</strong>tos por los cuales los adolescentes intentan dar cuenta de los motivos que los<br />

llevan al robo y a <strong>la</strong> elección de <strong>la</strong> víctima sugieren dos cuestiones que queremos<br />

mencionar. Una refiere a <strong>la</strong> operación de c<strong>la</strong>sificación social y cultural que subyace a<br />

los argumentos dados por algunos de ellos y que orientan su accionar. Operación que<br />

reconoce <strong>la</strong> existencia de dos lugares sociales posibles y que como p<strong>la</strong>nteara Bourdieu<br />

(1999), parece reproducir un modo incorporado de ver y comprender el universo social<br />

en el cual se vive.<br />

Dicho universo estaría habitado por "p<strong>la</strong>nchas" y "conchetos". Las señas del "p<strong>la</strong>ncha"<br />

están configuradas por <strong>una</strong> cierta forma de vestirse, un cierto modo de conducirse<br />

socialmente que comprende lo gestual, <strong>una</strong> propensión al consumo de sustancias<br />

-alcohol y drogas- y también, como dice (G), por <strong>la</strong> cara. Ser "concheto" está asociado a<br />

"tener p<strong>la</strong>ta", "hacerse el lindo", mirar de "arriba abajo", ir "bien vestido".<br />

Cuando los adolescentes significan los lugares de esta manera, se ubican a sí mismos en<br />

<strong>la</strong> posición de "p<strong>la</strong>ncha". El "concheto" es el otro, a quien en ocasión de salir a ganar<br />

conviene parecerse para no caer y también quien posee <strong>una</strong> serie de atributos que se<br />

desea para uno mismo.<br />

Las descripciones y significaciones recogidas acerca de ser "p<strong>la</strong>ncha", parecen ubicar en<br />

esta figura al sujeto joven, pobre y peligroso. Las mismas estarían dando cuenta con<br />

elocuencia de <strong>una</strong> de <strong>la</strong>s construcciones sociales estigmatizantes que operan con más<br />

fuerza sobre un sector de los adolescentes uruguayos, produciendo efectos sobre el<br />

presente y el futuro social y singu<strong>la</strong>r de cada uno de ellos y también sobre <strong>la</strong><br />

conformación actual y futura de <strong>la</strong> sociedad en <strong>la</strong> que vivimos.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!