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GUIÓN RECITAL LITERARIO 2019

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1. INTRODUCCIÓN PRIMERA PARTE<br />

Monte Parnaso. Nueve musas llegan expectantes e intrigadas: Calíope<br />

porta una trompeta, Clío un libro, Erato una rosa roja, Euterpe una flauta,<br />

Polimnia un arpa, urania un globo terráqueo, Terpsícore un violín, Melpómene<br />

la máscara de la tragedia y Talía la de la comedia.<br />

MELPÓMENE (Tragedia)… ¿Pero, por Zeus y todos los dioses del<br />

Olimpo, cómo se han atrevido a sacarnos de nuestra celestial morada para<br />

traernos a este humilde escenario?<br />

TALÍA (Comedia)- (Sacando una carta del bolsillo y leyendo) Pues las<br />

señas están claras: Plaza Mayor s/n. Centro Cultural Teodoro Sánchez<br />

Punter. (Mirando alrededor) sí, es aquí.<br />

-MELPÓMENE- ¡Entonces espero que el motivo valga la pena!<br />

TALÍA-(Sigue leyendo) Los profesores y alumnos del IES Grande<br />

Covián tienen el placer de invitarlas a la celebración del décimo aniversario de<br />

su Recital Literario)<br />

-MELPÓMENE. Ya está….celebraciones, ¡siempre estamos de<br />

celebraciones!<br />

-TALÍA, (metiéndose la carta al bolsillo) Mujer, esta vez la ocasión lo merece<br />

¿no crees? Tratándose de un acto literario lo lógico es que nosotras, las musas<br />

de las artes, seamos convocadas...<br />

-MELPÓMENE, bueno…., eso sí es verdad.<br />

-CALÍOPE: (Acercándose) Además, no seáis impacientes. A mí, Calíope,<br />

como musa de la poesía épica me han encargado proclamar el lema de este año.<br />

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Coro (todas las musas corren, se acercan y rodean a Calíope): ¿Y cuál es?<br />

-CALÍOPE (desenrolla un pergamino y lee)<br />

Durante estos diez años<br />

hemos querido mostrar<br />

que el hombre de cualquier época<br />

ama y odia por igual.<br />

No importa en qué lengua,<br />

país u orientación sexual;<br />

lo importante es lo que siente<br />

y cómo lo quiere expresar.<br />

Por eso es necesario<br />

Pararnos a reflexionar<br />

Sobre el valor de las palabras<br />

En este Recital<br />

Bueno, (enrollando el pergamino) ya lo habéis oído: se trata de comprender<br />

para qué sirve la Literatura.<br />

POLIMNIA: Llevan diez años haciendo el Recital, después de tanto tiempo,<br />

digo yo, que algo se imaginarán.<br />

URANIA. ¡Pero no digáis burradas! Que me pregunten a mí, que soy la musa<br />

de la Astronomía, para qué sirve la ciencia…. lo entendería, ¡pero a la<br />

Literatura! ….a ella no hay que buscarle ninguna utilidad.<br />

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ERATO, Por supuesto que no; la literatura es expresión de sentimientos,<br />

sobre todo es pasión, amor…<br />

EUTERPE: Claro, lo dices tú, Erato, que eres la musa del amor, pero para<br />

mí es algo más, es… música, ritmo, armonía. Como dijo Shakespeare “donde<br />

mueren las palabras, nace la música” (toca la flauta)<br />

Terpsícore: (levantándose y danzando alrededor de todas con su violín) Y para<br />

mí también. Yo la relaciono con la danza, y el baile. Es como dejarse llevar por<br />

un compás interior que unas veces se traduce en palabras y otras en notas<br />

musicales.<br />

Melpómene. (Mirando frente a frente a Talía) ¿Y tú qué opinas, Talía?<br />

Talía: Pues….siendo yo la musa de la comedia, está claro. La literatura es<br />

necesaria para reír y buscar la felicidad.<br />

MELPÓMENE. ¡Protesto! Yo creo que los conflictos humanos, las<br />

aflicciones del alma, la amargura, la locura, los celos, se han transmitido siempre<br />

en la tragedia.<br />

Talía: Pero la literatura no puede reflejar todo lo negro de la vida. La literatura<br />

es libre para escoger; la vida, lamentablemente, no… ¡Yo, defiendo la comedia!<br />

CLÍO: Veo que a nadie le interesa lo que piense yo.<br />

URANIA: ni yo.<br />

POLIMNIA: Habla, Clío, que yo te escucho.<br />

CLÍO: Gracias, Polimnia. Pues yo creo que la literatura es una carrera de<br />

antorchas. En cada generación se lleva el testigo hasta donde se puede y ahí<br />

se le entrega al escritor de la etapa siguiente. Así, entre todos, contribuimos a<br />

que el hombre deje su huella en la historia.<br />

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POLIMNIA: ¡Ay qué bonitas palabras! Pero yo estoy de acuerdo con Talía.<br />

Si ayudas a alguien a reír, le estás ayudando a vivir. La comedia ilumina la<br />

sociedad. La oscuridad no puede vivir donde hay luz.<br />

ERATO: Además el amor es necesario. Es fuente de vida. Hay amores tan<br />

bellos que justifican todas las locuras que se puedan cometer.<br />

EUTERPE. Nacemos solos, vivimos solos, morimos solos. Solo mediante<br />

el amor y la imaginación podemos crear la ilusión momentánea de que no lo<br />

estamos.<br />

TERPSÍCORE. Escribir también es una manera de protestar.<br />

EUTERPE. ¡Lo tiene que ser! La Literatura no es un espejo para reflejar el<br />

mundo, sino un martillo con el que golpearlo y sacudir su conciencia.<br />

MELPÓMENE. (Algo enfadado) Bueno se acabó; no nos vamos aponer<br />

de acuerdo.<br />

URANIA: A ver, quién defienda la comedia que se ponga a este lado (se<br />

colocan Euterpe, Terpsícore, Polimnia y Talía)<br />

Clío: Y quien apueste por la tragedia a este otro lado (se colocan Calíope,<br />

Urania, Clío y Melpómene. Erato queda en medio de ambos bandos.)<br />

ERATO: …Yo tengo dudas. Creo que tiene que ser el público quien juzgue<br />

por sí mismo. Durante estos diez años de recital habrán visto desfilar<br />

personajes que aman, sufren, odian, ríen … Cada uno de ellos (señalando al<br />

público) verá la Literatura como el cauce por el que se arrastran torrentes de<br />

sentimientos diversos.<br />

TERPSÍCORE: Quizás la diferencia entre lo trágico y lo cómico no esté<br />

tan clara. Alguien dijo una vez que en la comedia los personajes encuentran la<br />

forma de sobreponerse a la tragedia.<br />

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MELPÓMENE. Está bien. Haremos una cosa. Dividiremos este recital<br />

en dos partes. En la primera, como musas que somos, invocaremos a personajes<br />

y composiciones trágicas.<br />

CORO ¡Tragedia, tragedia, tragedia!<br />

TALÍA: Y en la segunda serán la risa, la ironía y el humor los protagonistas.<br />

CORO: ¡Comedia, comedia, comedia!<br />

CALÍOPE. (Sale ocupando la parte central del escenario)<br />

URANIA: ¡Date prisa Calíope, por la derecha se acerca Hamlet!<br />

POLIMNIA... ¡Por La izquierda veo yo a Segismundo!<br />

CALÍOPE ¡Que empiece el espectáculo! …Queda inaugurado el Recital<br />

Literario.<br />

(Las musas se retiran del escenario. Sale por la derecha Hamlet. Música)<br />

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HAMLET:<br />

Ser o no ser, he aquí la cuestión. ¿Qué es más noble para el alma, sufrir los<br />

golpes y flechas de la injusta fortuna o tomar armas contra un mar de<br />

calamidades y, oponiéndose a ella, encontrar el fin? Morir..., dormir; nada más ¡Y<br />

pensar que con un sueño damos fin al pesar del corazón y a los mil<br />

naturales conflictos que constituyen la herencia de la carne! ¡Morir... dormir, tal<br />

vez soñar! ¡Sí, ahí está el obstáculo! Pues es forzoso que nos detenga el<br />

considerar qué sueños pueden sobrevivir en ese sueño de la muerte, cuando nos<br />

hayamos liberado del torbellino de la vida.<br />

(Música. Hamlet abandona lentamente la escena. Se cuza con<br />

Segismundo que se va acercando.<br />

SEGISMUNDO: ¡Ay mísero de mí! ¡Ay infeliz! ¿No fue mi gloria fingida<br />

una sombra de la vida y una llama de la muerte? ¿Lo que veo, será cierto, pues<br />

veo estando dormido y sueño estando despierto? Si el vivir solo es soñar, la<br />

experiencia nos enseña que el hombre que vive sueña lo que he, hasta por fin<br />

despertar. Sueña el rey que es rey y vive con este engaño mandando, y el<br />

aplauso que recibe solo en el viento se escribe y en cenizas se convierte.<br />

¿Quién hay que intente reinar viendo que ha de despertar en el sueño de la<br />

muerte? Sueña el rico su riqueza. Sueña el pobre que padece su miseria y su<br />

pobreza. Y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son aunque<br />

ninguno lo entienda. ¿Qué es la vida? ¿Un frenesí?; una sombra, un ficción. Y el<br />

mayor bien es pequeño, pues toda la vida es sueño y los sueños…sueños son.<br />

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2. “EL GRAN T EATRO DEL MUNDO”<br />

Calderón de la Barca<br />

A d a p t a d a p o r E . F e r r é<br />

(En la parte derecha del escenario hay un cartel con la palabra CUNA. En la<br />

izquierda, otro con la palabra SEPULTURA)<br />

AUTOR: (Representa a Dios. Entra cubierto con una capa de estrellas y<br />

porta los objetos que luego repartirá a los personajes) ¡Quiero mirarte, Mundo!<br />

Contemplar la belleza de tus flores que a las estrellas usurpan su fulgor. Esos<br />

vientos surcados por las aves. Esos mares donde nadan los peces. Esos rayos<br />

que son cólera del fuego, esos montes donde habitan los brutos.<br />

MUNDO: (Entra portando una esfera terrestre) El Mundo soy y oigo que<br />

me llamas. ¿Quién eres tú?<br />

AUTOR: El Autor; aquel que a la materia da su forma.<br />

MUNDO: ¿Qué buscas aquí?<br />

AUTOR: Que en tu gran teatro representen los hombres los papeles que les<br />

repartir´.<br />

MUNDO: Tú mandas. Sea así.<br />

AUTOR: Primero pondré luz. ¡Acudan esas dos luminarias que llamé Luna y<br />

Sol!<br />

LUNA: (Entra vestida de plata por la derecha y permanece en ese extremos<br />

del escenario) La Luna soy.<br />

SOL: (Entra vestido de oro por la izquierda y permanece en ese extremo del<br />

escenario) Soy el Sol.<br />

AUTOR: Entre la Humanidad por la puerta derecha, que es la cuna, y salga<br />

por la izquierda, que es la sepultura. Cada cual recibirá lo que le corresponda.<br />

MUNDO: ¿Qué les darás?<br />

AUTOR: Al rey, púrpura y laurel. Al soldado, armas; libros al sabio; azada al<br />

labrador; adornos a la dama.<br />

MUNDO: ¿Y al pobre?<br />

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AUTOR: A ese…nada.<br />

MUNDO: ¡Entren los personajes!<br />

REY: (Entra por la cuna y pregunta al Autor) ¿Qué papel tengo que hacer?<br />

AUTOR: El de mandar y regir. Más debes hacerlo bien. (Le entrega un<br />

cetro)<br />

LABRADOR: (Entra por la cuna con una bota de vino y pregunta al<br />

Autor) ¿No puedo yo también dirigir y gobernar?<br />

AUTOR: Tú tendrás que trabajar. (Le entrega el azadón)<br />

LABRADOR: Quisiera decir que no, pero me habré de aguantar.<br />

DAMA: (Entra por la cuna contemplándose en un espejo) A mí me has dado<br />

hermosura. ¿Cabe ventura mayor?<br />

RICO: (Entra por la cuna con una bolsa de monedas) A mí concedes riquezas<br />

y una vida placentera.<br />

POBRE: (Entra por la cuna) ¿Y no me vas a dar nada a mí?<br />

AUTOR: A ti te doy el penar, el mendigar y sufrir.<br />

POBRE: ¿No te parece cruel?<br />

AUTOR: Serás igualado al rico cuando acabes tu papel. Y estad siempre<br />

prevenidos, que yo señalo la hora del morir y del nacer.<br />

POBRE: ¿Y si alguno se equivoca y no interpreta bien?<br />

AUTOR: Sola su culpa será, pues libertad tenéis. (Sale).<br />

POBRE: ¿Sabe alguien por azar cómo se llama esta obra?<br />

CORO: “Obrar bien, que Dios es Dios.” “Obrar bien que Dios es Dios.”<br />

DAMA: Pasearé entre las flores, que mi belleza envidiarán. (Se coloca entre<br />

las flores)<br />

RICO: (Saca monedas de la bolsa) Yo contaré mi dinero, que no hay diversión<br />

mayor.<br />

LABRADOR: Yo manejaré la azada.<br />

POBRE: ¿Dónde hallar consuelo yo?<br />

CORO: ¡Recuerda que Dios es Dios! ¡Recuerda que Dios es Dios!<br />

POBRE: (Mendiga a la Dama) ¿Me querrías regalar alguna de tus sortijas?<br />

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DAMA: (Contemplándose en el espejo) En mis adornos y galas estoy ahora<br />

ocupada.<br />

POBRE: (Mendiga ahora al Rico) Una limosna, por Dios.<br />

RICO: (No le presta atención)<br />

POBRE: (Mendiga al Labrador) ¿Me darás alguna fruta?<br />

LABRADOR: Si pretendes comer algo, trabaja como hago yo. (Pretende<br />

entregarle la azada y el Pobre la rechaza)<br />

POBRE: Es que en la comedia no hago el papel de labrador. (Mendiga al<br />

Rey) ¿No podría darme algo, poderoso y gran señor?<br />

REY: (Dándole una patada) ¡Deja ya de molestarme, inoportuno bribón!<br />

MUERTE: (Entra por la sepultura) La Muerte soy y con mi presencia se da<br />

por acabada la función, que me acompañen todos los que aquí son.<br />

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3. RIMA IV . Gustavo Adolfo Bécquer<br />

No digáis que agotado su tesoro,<br />

de asuntos falta, enmudeció la lira;<br />

podrá no haber poetas; pero siempre<br />

habrá poesía.<br />

Mientras las ondas de la luz al beso<br />

palpiten encendidas;<br />

mientras el sol las desgarradas nubes<br />

de fuego y oro vista;<br />

Mientras el aire en su regazo lleve<br />

perfumes y armonías;<br />

mientras haya en el mundo primavera,<br />

¡habrá poesía!<br />

Mientras la ciencia a descubrir no alcance<br />

las fuentes de la vida,<br />

y en el mar o en el cielo haya un abismo<br />

que al cálculo resista;<br />

Mientras la humanidad, siempre avanzando<br />

no sepa a do camina;<br />

mientras haya un misterio para el hombre,<br />

¡habrá poesía!<br />

Mientras sintamos que se alegra el alma,<br />

sin que los labios rían;<br />

mientras se llore sin que el llanto acuda<br />

a nublar la pupila;<br />

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Mientras el corazón y la cabeza<br />

batallando prosigan;<br />

mientras haya esperanzas y recuerdos,<br />

¡habrá poesía!<br />

Mientras haya unos ojos que reflejen<br />

los ojos que los miran;<br />

mientras responda el labio suspirando<br />

al labio que suspira;<br />

Mientras sentirse puedan en un beso<br />

dos almas confundidas;<br />

mientras exista una mujer hermosa<br />

¡habrá poesía!<br />

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4. MACBETH W. Shakespeare A d a p t a d a p o r E . F e r r é<br />

(Música) (Entran tres brujas portando un caldero, lo sitúan en el centro de la<br />

escena y giran alrededor)<br />

Las tres brujas: ¡Revoloteemos entre la niebla y el aire oscuro! ¡Entre la niebla<br />

y el aire oscuro! ¡Entre la niebla y el aire oscuro!<br />

Bruja 1a : (Recita el conjuro, que puede leer en un pergamino) A la caldera en<br />

que hierve la sangre de una mona, echemos el veneno del taimado alacrán y el<br />

lomo de la astuta culebra, el garguero del buitre y algún vil renacuajo, un ala de<br />

murciélago y un escarabajo, los ojos del lagarto, la lengua del mastín, tres plumas<br />

de lechuza y piel de puercoespín, dos colmillos de lobo, las fauces del dragón, el<br />

polvo de una momia, la hiel del tiburón, entrañas malolientes de un macho cabrío,<br />

raíz de la cicuta recogida en una noche negra de intenso frío.<br />

Las tres Brujas: ¡A cocer, a cocer! para que nuestro filtro posea gran poder.<br />

¡A cocer, a cocer! para que nuestro filtro posea gran poder.<br />

Macbeth: (Entra con Banquo) ¿Quiénes son esa mujeres escuálidas y<br />

extrañas?<br />

Banquo: Brujas seguramente.<br />

Las tres brujas: ¡Macbeth, serás rey pero no heredarán tus hijos la corona!<br />

Banquo: Predecidme algo a mí.<br />

Las tres brujas: ¡Banquo, no serás rey pero serás padre de reyes! (Salen<br />

llevándose el caldero)<br />

Macbeth: ¿Oíste? Llegaré a ser rey y tú padre de reyes.<br />

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Banquo: No hagamos caso de vanas predicciones. ¿Puede acaso el diablo<br />

decir verdades?<br />

Macbeth: El rey Duncan llega.<br />

Macbeth y Banquo: (Hacen una reverencia al entrar Duncan escoltado por<br />

sus soldados)<br />

Duncan: Querido Macbeth, quisiera descansar pero queda muy lejos mi<br />

castillo. ¿Puedo hospedarme esta noche en tu casa?<br />

Macbeth: ¡Inestimable honor! Dejad que me adelante y anuncie a mi esposa<br />

vuestra ilustre llegada.<br />

Todos: (Salen)<br />

(Breves instantes de música)<br />

Lady Macbeth: (Entra con Macbeth) ¿Las brujas te anunciaron que ceñirás<br />

corona? Pues debes ayudar a que se cumpla tu destino. El rey esta noche ha<br />

de dormir aquí. Podríamos…<br />

Macbeth: ¿Qué propones?<br />

Lady Macbeth: Abandona tu eterna blandura; imbúyete de instinto criminal.<br />

Déjame verter maldad en tus oídos.<br />

Macbeth: Conversaremos luego. (Sale)<br />

Lady Macbeth: ¡Ven a mí, pensamiento asesino! ¡Lléname de implacable<br />

crueldad! ¡Que la noche me envuelva en humaredas del infierno!<br />

Macbeth: (Entra) Ha llegado el rey.<br />

Lady Macbeth: ¿Cuándo marchará?<br />

Macbeth: Al amanecer.<br />

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Lady Macbeth: Jamás verá el sol de la mañana. ¿Por qué palideces? ¿No<br />

pretendes alcanzar tu deseo? ¿No anhelas ser rey? Entonces... clávale este<br />

puñal. (Le entrega un puñal y Macbeth lo oculta entre sus ropas.)<br />

Lady Macbeth: Recompón tu rostro. Para engañar al mundo debes parecer una<br />

inocente flor pero actuar igual que una serpiente. Ve a obrar según lo acordado.<br />

Macbeth: (Saliendo) Tierra, amortigua mis pasos. Que ninguno sospeche<br />

dónde voy.<br />

Lady Macbeth: (Pendiente de cualquier ruido) Justo ahora... estará... ¿Oigo<br />

chillar? Quizás ha sido un búho. (Breves instantes de música sórdida)<br />

Macbeth: (Entra nervioso)<br />

Lady Macbeth: ¿Lo hiciste ya?<br />

Macbeth: Sí, más oí una voz que repetía: '¡Macbeth, ya nunca dormirás!'.<br />

Lady Macbeth: Era el silbo del viento. Pero... mira tus manos. Están rojas de<br />

sangre. Lávalas.<br />

Macbeth: El agua de mil ríos no las limpiaría.<br />

Banquo: (Entra muy agitado) ¡Traición, traición!<br />

Macbeth: ¿Qué ocurre?<br />

Banquo: ¡El rey Duncan ha sido asesinado!<br />

Lady Macbeth: ¿Aquí… en nuestra casa? ¿Quién pudo ser?<br />

Banquo: Alguien sobornó a sus guardianes. Junto a ellos había un puñal. (A<br />

Macbeth) Ahora serás rey, como auguraron las mujeres fatídicas.<br />

Macbeth: Seré rey, pero nadie heredará mi corona.<br />

Todos: (Salen)<br />

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(Breves instantes de música)<br />

Sicario 1º: (Entra con Sicario 2º) Ignoro la razón por la cual quiso Macbeth<br />

que matásemos a Banquo y a su hijo.<br />

Sicario 2º: Del encargo cumplimos la mitad. El muchacho logró escapar con<br />

vida.<br />

Sicario 1º: ¿Crees que nos pagará lo acordado?<br />

Sicario 2º: Tiene fama de sanguinario y cruel. (Sale con Sicario 1º)<br />

Macbeth: (Entra con lady Macbeth) Sentía el corazón comido de escorpiones<br />

y volví a consultar con esas magas.<br />

Lady Macbeth: ¿Qué dijeron?<br />

Macbeth: Que no existe nacido de mujer que consiga matarme y que seré rey<br />

mientras no trepe el bosque hasta el castillo.<br />

Lady Macbeth: Entonces…no corre tu corona peligro. ¿Cómo puede trepar el<br />

bosque hasta aquí? (Sale con Macbeth)<br />

Médico: (Entra con la sirvienta) ¿Dices que se levanta por las noches y camina<br />

dormida?<br />

Sirvienta: Frota y frota sus manos como si las lavara mientras va repitiendo:<br />

'¿Nunca se borrará esta maldita mancha? ¡Fuera, indeleble sangre! ¡Quién iba a<br />

imaginar que aún tuviese tanta el viejo Duncan!'.<br />

Médico: Los sonámbulos confiesan muchas veces lo que su lengua se obstina<br />

en callar.<br />

Sirvienta: No quisiera llevar yo dentro del corazón tan dolorosa carga.<br />

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Médico: Las conciencias infectas confían sus secretos a las mudas almohadas.<br />

Lady Macbeth precisa más de un sacerdote que un médico. Por precaución,<br />

oculta los objetos que pudieran dañarla. (Sale con la sirvienta)<br />

(Breves instantes de música)<br />

Macbeth: (Entra con el mensajero) ¿Traes noticias de la guerra? Nada hay que<br />

temer mientras no trepe el bosque hasta el castillo.<br />

Mensajero: Pero... el caso es... que trepa.<br />

Macbeth: ¿Qué dices, insensato? ¿Algún bosque se puede mover?<br />

Mensajero: Cada soldado ha cortado una rama y la lleva delante. Así, según<br />

avanzan todos, da la impresión de que el bosque se dirige hacia aquí.<br />

Macbeth: No te inquietes. Ningún hombre nacido de mujer me podría matar.<br />

Malcolm: (Entra espada en mano) Hijo de Banquo soy y… Macbeth, no<br />

contaste conmigo! No nací de mujer. Me arrancaron del vientre de mi madre<br />

moribunda. ¡Salgamos fuera a medir nuestras fuerzas!<br />

Macbeth: (Para sí) ¡Allá voy! No puedo consentir que me crean cobarde).<br />

(Sale con Malcolm)<br />

Mensajero: (Prestando atención a los sonidos exteriores) Mirad con qué furor<br />

se baten. Macbeth: (Entra herido) ¡Ay de mí! ¡Muerto soy! ¡Malcolm me venció!<br />

Mensajero: ¿Macbeth ha muerto? ¡Cuánto se equivocó al creer en esas viejas<br />

brujas! ¡Y vosotros, si no queréis igual terminar, de la magia no os habéis de fiar!<br />

(Música y telón)<br />

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5. ESTOY HARTA de The VicVlogs<br />

MANOS de ZPU<br />

ESTOY HARTA.<br />

Puedo decir que no soy de los que se quejan,<br />

que prefiero ganarme el cambio y cada poco cuenta,<br />

y es por eso que el quejarme hoy tanto me cuesta<br />

pero no hay más que pueda hacer, siento impotencia.<br />

Estoy harta<br />

Harta de políticos corruptos y de bancos,<br />

de ladrones de traje, corbata y guante blanco,<br />

de recortes, de rescates y de embargos.<br />

Harta de avergonzarme de ser español y de España,<br />

de dictaduras teñidas de democracia<br />

rojas antes, luego azules y a saber mañana<br />

pero hay cosas que detesto y que no cambian.<br />

Que un concejal de festejos cobre más que un maestro,<br />

que nuestro sueldo mínimo no llegue a 900 euros<br />

y el de un diputado no baje de 3500.<br />

Estoy harta de pagarles viajes, chóferes, cenas<br />

en restaurantes de gran lujo y tú mientras<br />

sudando sangre, trabajando, pasando penas<br />

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para poder llenar así otra vez la nevera.<br />

Harta de coronas, de príncipes ladrones y princesas,<br />

de reyes que acaparan maldades inconfesas:<br />

su majestad: ¿símbolo de unidad y de permanencia?<br />

Más bien símbolo de malestar y decadencia.<br />

Me da rabia,<br />

Que se mueva la gente por otras cosas<br />

por el Madrid, por el Barça, por la Eurocopa<br />

por enseñar que buenos somos a toda Europa<br />

con el fútbol nos engañan y nos ciegan con la roja.<br />

Muy harta de escuchar que mil jóvenes se marchan<br />

cada día a Reino unido, Noruega o Alemania<br />

que hoy en día tres carreras ya no bastan<br />

que hoy en día se premia la ignorancia.<br />

Cansado de Paquirrines, Julianes y Pantojas<br />

empachado de tragar tanta salsa rosa<br />

yonkis, chorizos, idiotas<br />

de repente son ahora gente famosa.<br />

No lo entiendo,<br />

Que cada día pretendan que me crea el cuento,<br />

que la "fiesta" de los toros es algo bueno,<br />

Página18


que matar por hobby en la plaza es algo nuestro,<br />

no es mío, eso seguro y es triste que sea vuestro.<br />

Harta de escudos, de porras de cargas,<br />

de piedras y de los que las lanzan,<br />

de que los puños ganen siempre a las palabras<br />

y de que al final nadie gane nada.<br />

Estoy harta.<br />

Puedo decirlo más alto pero no más claro,<br />

del hambre, desahucios, de robos, del paro<br />

de que me obliguen cada día a aguantar tanto.<br />

y hoy ya no puedo más, hoy ya no aguanto.<br />

Qué más da lo que diga, no cambiará nada<br />

me acusarán de vivir en un cuento de hadas<br />

no pido riqueza, ni halagos, ni otras bobadas,<br />

sólo lo que es mío y ellos me arrebatan.<br />

Estoy harta<br />

Página19


MANOS<br />

Probablemente<br />

Quisimos jugar a las dobles parejas.<br />

Nos encontramos enfrente un trío.<br />

Quisimos jugar al trío.<br />

Nos encontramos enfrente una escalera<br />

que subía al As y bajaba al cuarto nivel<br />

del infierno de Dante.<br />

Dos opciones y media baraja nos servían<br />

para llevarnos el bote.<br />

No se completa.<br />

No te completo.<br />

No me completas.<br />

Íbamos subiendo en cada calle,<br />

pegando de cara,<br />

protegiendo proyectos<br />

que eran realidades.<br />

Probablemente.<br />

Reina y Rey de corazones.<br />

En nuestra mano.<br />

Era nuestro. Estaba hecho.<br />

Pero no es cómo se empieza,<br />

es cómo se acaba<br />

y en arrancar éramos expertos,<br />

en mantenernos fríos y constantes, a lo más aprendices,<br />

y en cerrar… en cerrar novatos. Primerizos del river.<br />

Que tú y yo teníamos el propio,<br />

Página20


el personal,<br />

pero no cayó el que nos faltaba y se hizo el silencio.<br />

Un corazón.<br />

La vida nos fue pagando cada apuesta,<br />

y con la preciosa idea de lo que pudimos ser,<br />

de acariciar la cúspide,<br />

de llevarnos la mano,<br />

echamos el resto al centro de la mesa.<br />

Todo.<br />

All. In.<br />

Y el destino hizo lo que mejor sabe hacer. Leernos.<br />

Nos miramos con cara de enfado y una media sonrisa<br />

como se miran los que lo intentaron a muerte,<br />

los que anduvieron cerca,<br />

los que juegan un farol perfecto que,<br />

probablemente,<br />

mereció regocijarse con los veinte segundos<br />

más deliciosos que se pueden saborear<br />

en la partida:<br />

los que se tarda en recoger un montón de fichas<br />

y apilarlas en torres que construirían un castillo.<br />

La vida nos mostró unos seises que nos dejaron tiesos,<br />

porque,<br />

al final,<br />

casi todas las manos<br />

se ganan<br />

con una<br />

Pareja.<br />

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6. “LA CASA DE BERNARDA ALBA ”<br />

fragmento<br />

F. García Lorca<br />

(Entran Amelia y Martirio.)<br />

Amelia: ¿Has tomado la medicina?<br />

Martirio: ¡Para lo que me va a servir!<br />

Amelia: Pero la has tomado.<br />

Martirio: Yo hago las cosas sin fe, pero como un reloj.<br />

Amelia: Desde que vino el médico nuevo estás más animada.<br />

Martirio: Yo me siento lo mismo.<br />

Amelia: ¿Te fijaste? Adelaida no estuvo en el duelo.<br />

Martirio: Ya lo sabía. Su novio no la deja salir ni al tranco de la calle. Antes era<br />

alegre; ahora ni polvos echa en la cara.<br />

Amelia: Ya no sabe una si es mejor tener novio o no.<br />

Martirio: Es lo mismo.<br />

Amelia: De todo tiene la culpa esta crítica que no nos deja vivir. Adelaida habrá́<br />

pasado mal rato.<br />

Martirio: Le tienen miedo a nuestra madre. Es la única que conoce la historia de<br />

su padre y el origen de sus tierras.<br />

Martirio: Es preferible no ver a un hombre nunca. Desde niña les tuve miedo,<br />

miedo de crecer por temor de encontrarme de pronto abrazada por ellos. Dios<br />

me ha hecho débil y fea y los ha apartado definitivamente de mí.<br />

Amelia: ¡Eso no digas! Enrique Humanas estuvo detrás de ti y le gustabas.<br />

Martirio: ¡Invenciones de la gente! Fue todo cosa de lenguas. Luego se casó́<br />

con otra que tenía más que yo.<br />

Amelia: ¡Y fea como un demonio!<br />

Martirio: ¡Qué les importa a ellos la fealdad! A ellos les importa la tierra, las<br />

yuntas y una perra sumisa que les dé de comer.<br />

Página22


(Entra Magdalena.)<br />

Magdalena: ¿Qué hacéis?<br />

Martirio: Aquí́.<br />

Amelia: ¿Y tú́?<br />

Magdalena: Vengo de correr las cámaras. Por andar un poco. De ver los<br />

cuadros que bordaba la abuela cuando éramos niñas. Aquella era una época<br />

más alegre. Una boda duraba diez días y no se usaban las malas lenguas, pero<br />

hoy nos pudrimos por el qué dirán.<br />

Martirio: ¡Sabe Dios lo que entonces pasaría!<br />

Amelia: (A Magdalena.) Llevas desabrochados los cordones de un zapato.<br />

Magdalena: ¡Qué más da!<br />

Amelia: ¡Te los vas a pisar y te vas a caer!<br />

Magdalena: ¡Una menos!<br />

Martirio: ¿Y Adela?<br />

Magdalena: ¡Ah! Se ha puesto el traje verde que se hizo para estrenar el día de<br />

su cumpleaños, se ha ido al corral y ha comenzado a voces: "¡Gallinas, gallinas,<br />

miradme!" ¡Me he tenido que reír!<br />

Amelia: ¡Si la hubiera visto madre!<br />

Magdalena: ¡Pobrecilla! Es la más joven de nosotras y tiene ilusión. ¡Daría algo<br />

por verla feliz! (Pausa. Angustias cruza la escena con unas toallas en la mano.)<br />

Angustias: ¿Qué hora es?<br />

Magdalena: Ya deben ser las doce.<br />

Angustias: ¿Tanto?<br />

Amelia: ¡Estarán al caer!<br />

(Sale Angustias.)<br />

Magdalena: (Con intención.) ¿Sabéis ya la cosa...? (Señalando a Angustias.)<br />

Amelia: No.<br />

Magdalena: ¡Vamos!<br />

Martirio: ¡No sé a qué cosa te refieres...!<br />

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Magdalena: Mejor que yo lo sabéis las dos. Siempre cabeza con cabeza como<br />

dos ovejitas, pero sin desahogaros con nadie. ¡Lo de Pepe el Romano!<br />

Martirio: ¡Ah!<br />

Magdalena: (Remedándola.) ¡Ah! Ya se comenta por el pueblo. Pepe el<br />

Romano viene a casarse con Angustias.<br />

Martirio: ¡Yo me alegro! Es buen hombre.<br />

Amelia: Yo también. Angustias tiene buenas condiciones.<br />

Magdalena: Ninguna de las dos os alegráis.<br />

Martirio: ¡Magdalena! ¡Mujer!<br />

Magdalena: Si viniera por el tipo de Angustias, por Angustias como mujer, yo<br />

me alegraría, pero viene por el dinero. Aunque Angustias es nuestra hermana<br />

aquí́ estamos en familia y reconocemos que está vieja, enfermiza, y que siempre<br />

ha sido la que ha tenido menos méritos de todas nosotras, porque si con veinte<br />

años parecía un palo vestido, ¡qué será́ ahora que tiene cuarenta!<br />

Martirio: No hables así́. La suerte viene a quien menos la aguarda.<br />

Amelia: ¡Después de todo dice la verdad! Angustias tiene el dinero de su<br />

padre, es la única rica de la casa y por eso ahora, que nuestro padre ha muerto y<br />

ya se harán particiones, vienen por ella.<br />

Magdalena: Pepe el Romano tiene veinticinco años y es el mejor tipo de todos<br />

estos contornos. Lo natural seria que te pretendiera a ti, Amelia, o a nuestra<br />

Adela, que tiene veinte años, pero no que venga a buscar lo más oscuro de esta<br />

casa, a una mujer que, como su padre habla con la nariz.<br />

Martirio: ¡Puede que a él le guste!<br />

Magdalena: ¡Nunca he podido resistir tu hipocresía!<br />

Martirio: ¡Dios nos valga! (Entra Adela.)<br />

Magdalena: ¿Te han visto ya las gallinas?<br />

Adela: ¿Y qué querías que hiciera?<br />

Amelia: ¡Si te ve nuestra madre te arrastra del pelo!<br />

Adela: Tenía mucha ilusión con el vestido. Pensaba ponérmelo el día que vamos<br />

a comer sandias a la noria. No hubiera habido otro igual.<br />

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Martirio: ¡Es un vestido precioso!<br />

Adela: Y me está muy bien. Es lo que mejor ha cortado Magdalena.<br />

Martirio: Lo que puedes hacer es teñirlo de negro.<br />

Magdalena: Lo mejor que puedes hacer es regalárselo a Angustias para la<br />

boda con Pepe el Romano.<br />

Adela: (Con emoción contenida.) ¡Pero Pepe el Romano...!<br />

Amelia: ¿No lo has oído decir?<br />

Adela: No.<br />

Magdalena: ¡Pues ya lo sabes!<br />

Adela: ¡Pero si no puede ser!<br />

Magdalena: ¡El dinero lo puede todo! (Pausa)<br />

Martirio: ¿Qué piensas, Adela?<br />

Adela: Pienso que este luto me ha cogido en la peor época de mi vida para<br />

pasarlo. Magdalena: Ya te acostumbraras.<br />

Adela: (Rompiendo a llorar con ira) ¡No, no me acostumbraré! Yo no quiero<br />

estar encerrada. No quiero que se me pongan las carnes como a vosotras. ¡No<br />

quiero perder mi blancura en estas habitaciones! ¡Mañana me pondré́ mi vestido<br />

verde y me echaré a pasear por la calle! ¡Yo quiero salir!<br />

(Entra la Criada.)<br />

Criada: Pepe el Romano viene por lo alto de la calle. (Amelia, Martirio y<br />

Magdalena corren presurosas.)<br />

Magdalena: ¡Vamos a verlo!<br />

(Salen rápidas.)<br />

Criada: (A Adela.) ¿Tú no vas?<br />

Adela: No me importa.<br />

Criada: Como dará́ la vuelta a la esquina, desde la ventana de tu cuarto se verá́<br />

mejor. (Sale la Criada.)<br />

(Adela queda en escena dudando. Después de un instante se va también<br />

rápida hacia su habitación. Sale Bernarda.)<br />

Bernarda: ¡Malditas particiones!<br />

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La Poncio: ¡Cuánto dinero le queda a Angustias!<br />

Bernarda: Sí.<br />

La Poncio: Y a las otras, bastante menos.<br />

Bernarda: Ya me lo has dicho tres veces y no te he querido replicar. Bastante<br />

menos, mucho menos. No me lo recuerdes más.<br />

(Sale Angustias muy compuesta de cara.)<br />

Bernarda: ¡Angustias!<br />

Angustias: Madre.<br />

Bernarda: ¿Pero has tenido valor de echarte polvos en la cara? ¿Has tenido<br />

valor de lavarte la cara el día de la misa de tu padre?<br />

Angustias: No era mi padre. El mío murió́ hace tiempo. ¿Es que ya no lo<br />

recuerda usted?<br />

Bernarda: ¡Más debes a este hombre, padre de tus hermanas, que al tuyo!<br />

Gracias a este hombre tienes colmada tu fortuna.<br />

Angustias: ¡Eso lo teníamos que ver!<br />

Bernarda: ¡Aunque fuera por decencia! ¡Por respeto!<br />

Angustias: Madre, déjeme usted salir.<br />

Bernarda: ¿Salir? Después que te hayas quitado esos polvos de la cara.<br />

¡Suavona! ¡Yeyo! ¡Espejo de tus tías! (Le quita violentamente con su pañuelo<br />

los polvos) ¡Ahora vete!<br />

La Poncia: ¡Bernarda, no seas tan inquisitiva!<br />

Bernarda: Aunque mi madre esté loca yo estoy con mis cinco sentidos y sé<br />

perfectamente lo que hago.<br />

(Entran todas.)<br />

Magdalena: ¿Qué pasa?<br />

Bernarda: No pasa nada.<br />

Magdalena: (A Angustias.) Si es que discutís por las particiones, tú, que eres<br />

la más rica, te puedes quedar con todo.<br />

Angustias: ¡Guárdate la lengua en la madriguera!<br />

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Bernarda: (Golpeando con el bastón en el suelo.) ¡No os hagáis ilusiones de<br />

que vais a poder conmigo! ¡Hasta que salga de esta casa con los pies adelante<br />

mandaré en lo mío y en lo vuestro!<br />

(Se oyen unas voces y entra en escena Marina Josefa, la madre de Bernarda,<br />

viejísima, ataviada con flores en la cabeza y en el pecho.)<br />

María Josefa: Bernarda, ¿dónde está́ mi mantilla? Nada de lo que tengo quiero<br />

que sea para vosotras, ni mis anillos, ni mi traje negro de moaré́, porque ninguna<br />

de vosotras se va a casar. ¡Ninguna! ¡Bernarda, dame mi gargantilla de perlas!<br />

Bernarda: (A la Criada.) ¿Por qué́ la habéis dejado entrar?<br />

Criada: (Temblando.) ¡Se me escapó!<br />

María Josefa: Me escapé porque me quiero casar, porque quiero casarme con<br />

un varón hermoso de la orilla del mar, ya que aquí́ los hombres huyen de las<br />

mujeres.<br />

Bernarda: ¡Calle usted, madre!<br />

María Josefa: No, no callo. No quiero ver a estas mujeres solteras, rabiando<br />

por la boda, haciéndose polvo el corazón, y yo me quiero ir a mi pueblo.<br />

¡Bernarda, yo quiero un varón para casarme y tener alegría!<br />

Bernarda: ¡Encerradla!<br />

María Josefa: ¡Déjame salir, Bernarda! (La Criada coge a María Josefa.)<br />

Bernarda: ¡Ayudadla vosotras!<br />

(Todas arrastran a la vieja.)<br />

María Josefa: ¡Quiero irme de aquí́! ¡Bernarda! ¡A casarme a la orilla del mar, a<br />

la orilla del mar!<br />

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7. “LOS NADIES” de Eduardo Galeano<br />

Sueñan las pulgas con comprarse un perro<br />

y sueñan los nadie con salir de pobres,<br />

que algún mágico día<br />

llueva de pronto la buena suerte,<br />

que llueva a cántaros la buena suerte;<br />

pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy,<br />

ni mañana, ni nunca,<br />

ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,<br />

por mucho que los nadies la llamen<br />

y aunque les pique la mano izquierda,<br />

o se levanten con el pie derecho,<br />

o empiecen el año cambiando de escoba.<br />

Los nadies: los hijos de nadie,<br />

los dueños de nada.<br />

Los nadies: los ningunos, los ninguneados,<br />

corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos,<br />

rejodidos:<br />

Que no son, aunque sean.<br />

Que no hablan idiomas, sino dialectos.<br />

Que no profesan religiones,<br />

sino supersticiones.<br />

Que no hacen arte, sino artesanía.<br />

Que no practican cultura, sino folklore.<br />

Que no son seres humanos,<br />

sino recursos humanos.<br />

Que no tienen cara, sino brazos.<br />

Que no tienen nombre, sino número.<br />

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Que no figuran en la historia universal,<br />

sino en la crónica roja de la prensa local.<br />

Los nadies,<br />

que cuestan menos<br />

que la bala que los mata.<br />

Página29


8. LOS AMANTES DE TERUEL ” J . E<br />

H a r t z e n b u s c h<br />

A d a p t a d a p o r E . F e r r é<br />

(Salón en casa de Isabel Segura)<br />

Margarita: Debes ocuparle de tu aspecto. Hoy llega Rodrigo para que os<br />

desposéis.<br />

Isabel: Esa noticia me causa dolor.<br />

Margarita: Es rico, es galán. ¿A otro mejor podría aspirar una muchacha?<br />

Isabel: Cuánto me contraría acatar la orden de mi padre.<br />

Margarita: Así nos casan a todas. Yo también hube de ceder al mandato del<br />

mío.<br />

Isabel: ¡Ay adorado Diego! ¡Cómo me duele renunciar a ti!<br />

Margarita: Olvida el amor.<br />

Isabel: Aún podría regresar a tiempo. Hasta las seis no vence el plazo que se le<br />

concedió.<br />

Margarita: ¿Y si hubiese muerto o se halla prisionero?<br />

Isabel: Me dolería más que me hubiera olvidado y amase a otra mujer. Margarita:<br />

Si yo encontrase el medio de ablandar a tu padre...<br />

Isabel: Por Dios, ¡inténtalo! (Sale)<br />

Rodrigo: (Entra) Vengo a ver a la novia.<br />

Margarita: La pobre hija mía no se encuentra bien.<br />

Rodrigo: ¿Será ese el motivo del desdén que muestra hacia mí o existe otra<br />

causa?<br />

Margarita: Os hablaré con la mayor franqueza. Mi esposo os ofreció la mano de<br />

Isabel, sin embargo sabéis que ama a Diego.<br />

Rodrigo: Pero hace seis años que partió en busca de fortuna y aún no ha<br />

regresado.<br />

Margarita: Hasta las seis no expira el plazo. Todavía cabe una esperanza.<br />

Rodrigo: ¡Jamás renunciaré al amor de Isabel! Aunque Diego regrese, lo<br />

disuadiré de su pretensión haciéndole probar el filo de mi espada. Margarita: ¿Y<br />

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si al pie del altar mi hija os dice 'no'? Sería para vos un desaire. Rodrigo: ¿Por<br />

qué intentáis evitar que me case con ella? Margarita: Anhelo su felicidad.<br />

Rodrigo: ¿Como la vuestra os preocupó en otro tiempo? Sé que pisoteasteis la<br />

fidelidad debida a vuestro esposo. Margarita: ¿Qué pretendéis decir? Rodrigo:<br />

Dejémonos ya de disimulos. Poseo estas cartas que os delatan. (Muestra las<br />

cartas) Margarita: ¡Virgen santísima! Rodrigo: ¿Las reconocéis? Iban dirigidas a<br />

cierto caballero por cuyo amor os hicisteis adúltera. Margarita: ¡Dádmelas!<br />

¡Destruidlas! Rodrigo: Lo haré cuando vuestra hija se case conmigo. Hasta<br />

entonces... las guardo. (Sale con las cartas) Margarita: ¿No es cruel una madre<br />

que cuida su buen nombre a costa de la felicidad de su hija? (Sale)<br />

Zulima: (Entra) Por fin llegué a casa de Isabel y, vestida de paje, la astucia me<br />

hará conseguir lo que intento. Le haré creer que Diego murió en tierras lejanas<br />

entregado al amor de otra mujer. Vengaré así el desprecio con que él me trató<br />

negándose a amarme. Isabel: (Entra) ¿Preguntabais por mí?<br />

Zulima: Traigo noticias de Diego Marsilla.<br />

Isabel: ¡Qué oigo! ¿Llegó ya?<br />

Zulima: Temo que sea inútil vuestra espera.<br />

Isabel: ¿Qué sucedió? ¡Hablad! ¡Me come la impaciencia! Zulima: Se enamoró<br />

de una bella sultana que tenía marido... y él lo hizo matar.<br />

Isabel: ¿Amó a otra mujer y está muerto?<br />

Zulima: Prueba traigo que cuanto digo es verdad. (Le entrega un anillo)<br />

Isabel: ¡Su anillo! ¡Ay Dios! (Cae desmayada)<br />

Zulima: (Saliendo) ¡Ya cumplí mi venganza!<br />

Margarita: (Entra) ¿Por qué gritaste, hija? ¡Cielos! (intenta reanimarla)<br />

¡Despierta, Isabel! ¡Despierta!<br />

Isabel: (Mientras vuelve en sí) Diego ha muerto... me ha sido infiel... amó a una<br />

sultana...<br />

Margarita: ¿Quién te lo dijo?<br />

Isabel: El paje que me entregó su anillo. (Muestra el anillo) Margarita: Tal vez<br />

no sea cierto. Hay gentes malintencionadas. Isabel: ¡Es enorme mi desilusión!<br />

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Margarita: Consuélate y entrega tu mano a Rodrigo.<br />

Isabel: ¡Mil veces no! Margarita: ¿Y si yo te lo ruego?<br />

Isabel: Prometiste librarme de ese matrimonio infeliz. Margarita: ¡Ay si te<br />

contara!<br />

Isabel: ¿Qué sucede? ¿A qué obedece tu temblor?<br />

Margarita: La ignominia llama a mi puerta.<br />

Isabel: ¿Puedo saber por qué?<br />

Margarita: Rodrigo posee unas cartas que delatan mi adulterio Serán mi<br />

perdición y el deshonor abrumará a tu padre.<br />

Isabel: En tal caso... con Rodrigo me desposaré. (Sale con Margarita)<br />

(Instantes de música)<br />

Isabel: (Vestida de novia, entra con Margarita)<br />

Margarita: Casi son las seis. Vayamos a la iglesia donde aguarda Rodrigo.<br />

Isabel: ¡Ay! Cuando den las seis habrá expirado el plazo. Margarita: ¿Confías<br />

todavía que pueda volver? Isabel: El corazón que ama se resiste a aceptar<br />

verdad tan dolorosa. (Sale con Margarita)<br />

Martín: (Entra) ¡Quién hubiese podido imaginar que Isabel renunciaría al amor<br />

de Diego! ¿Dónde estás, hijo amado, sostén de mi vejez? ¿Qué te impidió<br />

regresar en el plazo fijado? Mensajero: (Entra) ¡Corred a la iglesia y evitad la<br />

boda! ¡Diego ha regresado y van a dar las seis! Martín: ¿Es cierta tanta dicha?<br />

¡Vuelo hacia allí! (Sale con el Mensajero)<br />

Diego: (Entra) ¡Isabel, amor mío! ¡Ya llegué!! Pero... ¿nadie responde?<br />

Sirviente: (Entra) Diego Marsilla, llegas tarde. Ya sonaron las seis y se han<br />

casado. (Sale)<br />

Diego: ¿Es posible? ¡Sin Isabel no quiero vivir! (Cae muerto)<br />

Margarita: (Entra con Isabel) ¡Qué aciago presiento este día! (Repara en<br />

Diego) ¿Quién es este que yace aquí? (Mirándolo de cerca) ¡Jesús! ¡Diego<br />

Marsilla!<br />

Isabel: ¡No puede ser! ¿Por qué llegaste tarde? ¿Por qué? ¿Por qué?<br />

Margarita: Hija, sosiégate. Me asusta tu mirada.<br />

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Isabel: (Se tumba junto a Diego) Diego, moriré junto a ti. Te amé siempre.<br />

Margarita: ¡Ay desdichados amantes! (Mientras los contempla abatida, cae<br />

lentamente el telón)<br />

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9. LA RUEDA DE LA PAZ Juan Rejano<br />

A la rueda<br />

del pipirigallo.<br />

Niños de la tierra,<br />

unid vuestras manos.<br />

A la ruda rueda<br />

del ajonjolí.<br />

Unid vuestras manos<br />

para no morir.<br />

A la rueda rueda<br />

del miramelindo.<br />

Si la querra viene<br />

morirán los niños.<br />

A la rueda rueda<br />

que no rueda más.<br />

Paz para los niños.<br />

Paz.<br />

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10. ODA A LA TRISTEZA Pablo Neruda<br />

TRISTEZA, escarabajo<br />

de siete patas rotas,<br />

huevo de telaraña,<br />

rata descalabrada,<br />

esqueleto de perra:<br />

Aquí no entras.<br />

No pasas.<br />

Ándate.<br />

Vuelve<br />

al Sur con tu paraguas,<br />

vuelve<br />

al Norte con tus dientes de culebra.<br />

Aquí vive un poeta.<br />

La tristeza no puede<br />

entrar por estas puertas.<br />

Por las ventanas<br />

entra el aire del mundo,<br />

las rojas rosas nuevas,<br />

las banderas bordadas<br />

del pueblo y sus victorias.<br />

No puedes.<br />

Aquí no entras.<br />

Sacude<br />

tus alas de murciélago,<br />

yo pisaré las plumas<br />

que caen de tu manto,<br />

yo barreré los trozos<br />

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de tu cadáver hacia<br />

las cuatro puntas del viento,<br />

yo te torceré el cuello,<br />

te coseré los ojos,<br />

cortaré tu mortaja<br />

y enterraré tus huesos roedores<br />

bajo la primavera de un manzano.<br />

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11. AUNQUE ES DE NOCHE Juan de la Cruz<br />

Qué bien sé yo la fuente que mana y corre<br />

Aunque es de noche<br />

Aquella eterna fuente está escondida<br />

Qué bien sé yo donde tiene su guarida<br />

Aunque es de noche<br />

En esta noche oscura de esta vida<br />

Qué bien sé yo por fe la fuente fría<br />

Aunque es de noche<br />

Aunque es de noche<br />

Aunque es de noche<br />

Su origen no lo sé, pues no lo tiene<br />

Mas sé que todo origen de ella viene<br />

Aunque es de noche<br />

Sé que no puede haber cosa tan bella<br />

Y que cielos y tierra beben de ella<br />

Aunque es de noche<br />

Aunque es de noche<br />

Aunque es de noche<br />

Bien sé que suelo en ella no se halla<br />

Y que ninguno puede vadearla<br />

Aunque es de noche<br />

Su claridad nunca es oscurecida<br />

Y toda luz de ella es venida<br />

Aunque es de noche<br />

Y son tan caudalosas sus corrientes<br />

Que cielos, infiernos y la gente riegan<br />

Aunque es de noche<br />

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Aunque es de noche<br />

Aunque es de noche<br />

Aunque es de noche<br />

La corriente que nace de esta fuente<br />

Bien sé que es tan capaz y omnipotente<br />

Porque es de noche<br />

La corriente que de estas dos procede<br />

Sé que ninguna de ellas le precede<br />

Aunque es de noche<br />

Aquí se están llamando a las criaturas<br />

Y de esta agua se hartan, aunque a oscuras<br />

Aunque es de noche<br />

En esta viva fuente de deseo<br />

En este pan de vida, yo la veo<br />

Aunque es de noche<br />

En esta eterna fuente está escondida<br />

En este vivo pan por darme vida<br />

Aunque es de noche<br />

Aunque es de noche<br />

Aunque es de noche<br />

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12. LA VENGANZA DE DON MENDO<br />

Muñoz Seca<br />

En escena el conde, Magdalena y Doña Ramírez.<br />

NUÑO.- Ahora que estamos solos, oídme atentas. Necesito que hablemos<br />

un instante de algo para los dos muy importante.<br />

(Magdalena toma asiento y el Conde la imita, diciéndole sin reproche).<br />

Me sentaré, puesto que tú te sientas.<br />

MAGDALENA Dime, padre y señor.<br />

NUÑO Digo, hija mía, y al decirlo Dios sabe que lo siento, que he<br />

concertado al fin tu casamiento, cosa que no es ninguna tontería.<br />

(MAGDALENA se estremece, casi pierde el sentido). ¿Te inmutas?<br />

MAGDALENA (Reponiéndose y procurando sonreír). ¡No, por Dios!<br />

NUÑO (Trágicamente escamado). Pues pareciome.<br />

MAGDALENA No extrañes que el rubor mi rostro queme; de improviso<br />

cogiome la noticia feliz… e impresioneme.<br />

NUÑO Has cumplido, si yo mal no recuerdo, veinte abriles.<br />

MAGDALENA Exacto.<br />

NUÑO Modestia aparte, sabes latín, un poco de cocina, e igual puedes dorar<br />

una lubina que discutir de ciencias y aun de arte. Tu dote es colosal, cual mi<br />

fortuna...<br />

MAGDALENA (Atajándole nerviosamente). ¿Y con quién mi boda, padre,<br />

has concertado?<br />

NUÑO Con un caballero gentil y educado que es Duque y Privado del Rey<br />

mi señor.<br />

MAGDALENA ¿El Duque de Toro?…<br />

NUÑO. Lo has adivinado, El Duque de Toro, don Pero Collado, que ha<br />

querido hacernos con su amor, honor.<br />

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MAGDALENA ¿Y te habló don Pero?…<br />

NUÑO Y don Pero hablome y afable y rendido tu mano pidiome, y yo que<br />

era suya al fin contestele (Levantándose). Conque, Magdalena, tu suerte está<br />

echada, mi palabra dada y mi honor en ella; serás muy en breve Duquesa y<br />

Privada; no puedes quejarte de tu buena estrella.<br />

MAGDALENA Gracias, padre, gracias.<br />

NUÑO. Noto tu alegría.<br />

MAGDALENA Haré lo que ordenas.<br />

NUÑO De tu amor lo espero.<br />

MAGDALENA Puesto que lo quieres, seré de don Pero.<br />

NUÑO Serás de don Pero. (La besa). Adiós, hija mía. (Se va por la puerta<br />

de la derecha).<br />

MAGDALENA (Aterrada, dejándose caer sin fuerzas en una silla, digo sin<br />

fuerzas, porque si se deja caer con fuerza puede hacerse daño). ¡Ya escuchaste<br />

lo que dijo!…<br />

RAMÍREZ Claro está que lo escuché, y solo a fuerza de fuerzas me he<br />

podido contener, que tal temblor dio a mi cuerpo, tal hormiguillo a mis pies, que<br />

no sé cómo don Nuño no lo advirtió, no lo sé. ¡Casarte tú con el Duque siendo<br />

amante del Marqués!… ¡Ser esposa de don Pero la que de don Mendo es!… ¡Si<br />

el Marqués lo sabe!…<br />

MAGDALENA ¡Calla!<br />

RAMÍREZ ¡Si el Duque se entera!…<br />

MAGDALENA (Nerviosa, cargada). ¡Eh! ¡Basta ya, doña Ramírez! ¿No<br />

ves que sufro? ¡Rediez!<br />

RAMÍREZ Muda seré si lo ordenas. Si lo mandas, callaré; pero ante Dios<br />

solo puedes casarte con el Marqués, porque al Marqués entregaste tu<br />

voluntad y tu fe; porque te pasas las noches en tierno idilio con él; porque esa<br />

escala maldita le arrojaste una vez solo por darle una mano y él se ha tomado<br />

los pies.<br />

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MAGDALENA ¡Pero si ya no le amo, si ya no tengo en él fe, si es de mi<br />

padre enemigo! ¡Si no sé por qué le amé!<br />

RAMÍREZ Él te idolatra.<br />

MAGDALENA ¿Qué importa? ¿Qué puedo esperar de él, si carece de<br />

fortuna y no es amigo del Rey? No, doña Ramírez, nunca: no me conviene el<br />

Marqués. Quiero triunfar en la corte, quiero brillar, quiero ser algo que mucho<br />

ambiciono. ¡Quiero serlo y lo seré!<br />

RAMÍREZ Pero, ¿y don Mendo, señora?<br />

MAGDALENA Yo sabré librarme de él. (suena una música).<br />

RAMÍREZ ¡Dios mío! ¡Esa música!…<br />

MAGDALENA ¡El Marqués! Arroja presto la escala. Déjame a solas con<br />

él. (Se sienta pensativa.<br />

DOÑA RAMÍREZ abre una de las puertas del foro, se asoma a la terraza<br />

y arroja una escala). Quisiera amarle y no puedo. Fue mi amor una mentira,<br />

porque no es amor, es miedo lo que don Mendo me inspira.<br />

RAMÍREZ (Haciendo mutis por la galería de la izquierda).Pues lo mandan, es<br />

razón que sea muda, ciega y sorda, pero me da el corazón que aquí se va a armar<br />

la gorda. (Vase. Por la puerta del foro que deja abierta DOÑA RAMÍREZ,<br />

entra en escena DON MENDO, apuesto caballero como de treinta años,<br />

bien vestido y mejor armado).<br />

MAGDALENA (Yendo hacia él y cayendo en sus brazos). ¡Don Mendo!<br />

MENDO (Declamando tristemente). ¡Magdalena!<br />

Hoy no vengo a tu lado<br />

cual otras noches, loco, apasionado…<br />

porque hoy traigo una pena<br />

que mi pecho destroza, Magdalena.<br />

MAGDALENA ¿Tú triste? ¿Tú apenado? ¿Tú sufriendo? ¿Pero qué<br />

estoy oyendo? Relátame tus cuitas, ¡oh, don Mendo!<br />

MENDO Huir debo, Magdalena<br />

pues en una noche aciaga<br />

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jugando a las siete y media<br />

he perdido hasta la daga<br />

MAGDALENA (Ocultando su alegría). ¿Qué me dices?… ¿Vas a huir?<br />

MENDO Voy a huir, pero contigo.<br />

MAGDALENA ¿Perdiste el juicio?<br />

MENDO No tal. Resuelto está, vive Dios.<br />

Y si te parece mal<br />

aquí mesmo, este puñal,<br />

nos dará muerte a los dos.<br />

Primero lo hundiré en ti,<br />

y te daré muerte, si,<br />

'Lo juro por Belcebú!<br />

Y luego tú misma, tú<br />

hundes el acero en mí<br />

MAGDALENA Es que tú puedes pagar con algo que yo te preste y luego<br />

para medrar puedes partir con la hueste<br />

MENDO Porque... ¿cómo a pagar voy?<br />

MAGDALENA ¿Cómo? (Se dirige a un mueble y saca un estuche de<br />

orfebrería) Si ya tuya soy y lo mío tuyo es... (Le da el estuche) Este collar que<br />

te doy has de aceptarlo, Marqués.<br />

MENDO ¡Dios santo! ...<br />

MENDO ¿Qué ocurre?<br />

RAMÍREZ (A Magdalena) ¡Salva tu honor! Un rufián o un caballero<br />

a vuestro fiel escudero ha puesto en fuga.<br />

MAGDALENA ¡Qué horror!<br />

RAMÍREZ ¡Y diciendo no sé qué por la escala está subiendo!<br />

MAGDALENA ¡Tú tienes mi honor, don Mendo!<br />

MENDO ¿Quién se acerca inoportuno?<br />

PERO ¡Uno!<br />

MENDO ¿Sabe qué suerte le cabe?<br />

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PERO ¡Que sabe! (Saca la espada)<br />

MENDO ¿Y qué le impulsó a subir?<br />

PERO ¡Reñir!<br />

MENDO ¿Dijo reñir o morir?<br />

PERO Reñir y matar si cabe que entró por ese arquitrabe uno que sabe reñir.<br />

MENDO Morirás, ¡rayos y truenos!<br />

PERO Menos.<br />

MENDO Que mi espada vidas roba.<br />

PERO Coba.<br />

MENDO ¿Eres juglar o escudero?<br />

PERO ¡Caballero!<br />

MENDO Entonces con más esmero.<br />

PERO Pues vamos presto a reñir, que no os tenga que decir menos coba,<br />

caballero.<br />

MENDO Decid cuál es vuestro nombre.<br />

PERO ¿Mi nombre queréis? ¡Pardiez! Pues... un hombre.<br />

MENDO ¿Sólo un hombre?<br />

PERO Uno que vale por diez<br />

MENDO ¡Vive el cielo!... ¡Venga el duelo!...<br />

PERO ¡Vive Dios!... ¡Aunque sean dos!...<br />

MENDO Habéis de medir el suelo.<br />

PERO Habéis de medirlo vos.<br />

MENDO ¡Por mi dama! ¡Vive el cielo!...<br />

PERO ¡Por mi dama! ¡Vive Dios!... (Cruzan las espadas y se acometen<br />

fieramente. Dentro gritan pidiendo socorro Magdalena y Doña Ramírez)<br />

NUÑO (Entrando en escena con la espada desnuda) ¡Silencio! ¡Atrás<br />

todo el mundo! Que sólo a mí toca defender mi honor. ¡Explicad por qué estáis<br />

en mi castillo!... ¿Quién sois? ¿A qué venís?<br />

PERO (Desembozándose y avanzando un paso altaneramente) Es muy<br />

sencillo.<br />

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TODOS El de Toro.<br />

NUÑO ¡Gran Dios!<br />

MAGDALENA (A Doña Ramírez) ¡El Duque era!<br />

NUÑO ¡El de Toro en mi casa de tan rara manera!... violando mi castillo, mi<br />

honor y mi bandera.<br />

PERO Tu honor, nunca, don Nuño, porque tu honor es mío, y por serlo, don<br />

Nuño, vine a tu señorío, para ver a su dueña y dueña mía. Y cuando ya a llamar<br />

me disponía vi una escala de cuerda que pendía... Subí y entré y en esta<br />

estancia había un hombre, y cuando yo con él reñía, llegasteis... y eso es todo.<br />

NUÑO (A don Mendo) ¡Hablad! (Don Mendo ni le mira) ¿Calla?...<br />

(Terriblemente) ¡¡Magdalena!! ¡Esa escala en una almena!...<br />

MAGDALENA ¡Padre!... ¿Qué piensas de mí?<br />

NUÑO ¿Eres inocente?<br />

MAGDALENA (Con la máxima energía) ¡¡Sí!!<br />

NUÑO (Muy enérgico) ¡A ver, pronto! ¿Quién la escala a este embozado<br />

arrojó? ¿Y a qué subisteis?<br />

MENDO Señor...<br />

NUÑO No acabo de imaginar. ¿Fue el amor?<br />

MENDO No fue el amor.<br />

NUÑO Entonces...<br />

MENDO Subí a robar. (Asombro en todos)<br />

NUÑO ¡Miserable!... ¡Presto, a él!...<br />

MENDO ¡Quietos!... Infeliz de aquel que intentar, ¡ay, Dios!, llegar a don<br />

Mendo Salazar y Bernáldez de Montiel (Se desemboza)<br />

NUÑO ¿Ladrón vos, don Mendo? ¿Vos? Un Marqués cual vos, ¡qué<br />

afrenta! ¿Cuándo vióse acción tan doble?<br />

MENDO Nunca ha de faltar un noble que robe más de la cuenta.<br />

NUÑO ¿Pero vos?...<br />

MAGDALENA (Recogiendo del suelo el estuche que tiró Don Mendo)<br />

Mirad... hay aquí un estuche.<br />

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NUÑO El de tu collar.<br />

MAGDALENA ¡SÍ!<br />

PERO ¿Eh?<br />

MENDO Como tan poco valía no lo quise para mí.<br />

NUÑO ¿Pero y el collar?<br />

MENDO (Enseñándolo) ¡Aquí! Tomadlo, y perdón, señora, si os lo quise<br />

arrebatar (Le da el collar)<br />

MAGDALENA (A Pero) ¿Estáis convencido ahora de que vino aquí a<br />

robar?<br />

PERO Convencido y dolorido de haber dudado de vos, y os pido en nombre<br />

de Dios para mi crimen olvido. Pronto mi esposa os haré como ya está<br />

concertado. ¿Me perdonáis?<br />

MAGDALENA ¡Perdonado!<br />

MENDO (¡Santo cielo! ¿Qué escuché?<br />

Ella su esposa, ¡Su esposa!...<br />

Si tal es verdad, estimo<br />

que salvándola hice el primo<br />

de una manera espantosa).<br />

PERO (Rendidamente a MAGDALENA) ¡Prenda adorada!<br />

MAGDALENA (Ídem) ¡Don Pero!...¡Don Pero mío!<br />

MENDO (Sujeto ya fuertemente por Lorenzana, Aldana y Oliva)<br />

¡Venganza, cielos, venganza! (Mirando al cielo)<br />

Juro, y al jurar te ofrendo,<br />

que los siglos en su atruendo<br />

habrán de mí una enseñanza<br />

pues dejará perduranza<br />

la venganza de don Mendo<br />

(Cae desmayada Magdalena. Inician el mutis los que conducen a Don Mendo,<br />

y cae el telón).<br />

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13. INTRODUCCIÓN SEGUNDA PARTE.<br />

(Cuando termina el último texto de la primera parte y, mientras se van los<br />

actores, sale Dionisio con sus sombreros)<br />

DIONISIO: Con el disgusto que llevo... ¿No podríamos ver algo más<br />

divertido? Anda... y ahora estos... ¿quiénes son? Qué raro vienen vestidos.<br />

Haré mutis por el foro<br />

TEXTO DE DON MENDO<br />

Al irse los actores, sale Dionisio y corriendo don Mendo de nuevo<br />

Un hombre con tres sombreros de copa aguarda de pie con cara de tristeza.<br />

Mientras, sale una figura corriendo y se oye una voz<br />

FUERA: ¡Don Mendo! ¡Don Mendo! ¿Pero dónde va este hombre? ¡Don<br />

Mendo, no huyas!<br />

MENDO: Que no huya, dice. Allí me voy a quedar para que esa panda vea<br />

cómo me clavo el puñal. Si, Vamos. (Engolando la voz) Ved cómo muere un león<br />

cansado de hacer el oso. ¡Puff! Mucha risa, mucha risa pero... ¡Menudo dramón!<br />

Vamos, hombre! Si al final no queda en pie ni el apuntador. (Dándose cuenta<br />

de que hay alguien) Oh! y usted, ¿también huye?<br />

DIONISIO: Si, un poco... (dándole la mano en señal de saludo) Dionisio, me<br />

he escapado con los tres sombreros de copa...<br />

MENDO: Encantado. Yo, Don Mendo... de La venganza de mí mismo.<br />

¿También a usted le esperaba la defunción inmisericorde?<br />

DIONISIO: Noo, ¡qué va! A mí al final de mi obra me aguardaba una vida<br />

confortable, apacible, acomodada...<br />

MENDO: ¡Vaya! ¿Y no le gustaba tanta tranquilidad?<br />

DIONISIO: No ¡Menudo cansancio burgués! Yo quería a Paula, Yo quería<br />

aventuras, bailes, locura...<br />

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MENDO: Ya veo, pues parece que nos hemos equivocado de estantería. Es<br />

lo que tiene la literatura, que nos enfrenta a tantos sentimientos y<br />

contradicciones que al final nos da hasta por pensar...<br />

DIONISIO: Por pensar, por sufrir, por mirar a nuestros fantasmas: el amor,<br />

los celos, el destino, el odio, la guerra... la muerte<br />

(Se enciende un foco al otro lado y se ve sentado a un escritor, detrás de él,<br />

de pie, la muerte)<br />

Felipe<br />

DIÁLOGO DEL POETA Y LA MUERTE de León<br />

POETA: ¡Oh, Muerte! Ya sé que estás ahí. Ten un poquito de paciencia<br />

MUERTE: Son las tres. ¿Nos iremos cuando se vayan las estrellas, cuando<br />

canten los gallos, cuando la luz primera grite con su clarín sobre la sierra, cuando<br />

abra el sol una rendija cárdena entre el cielo y la tierra?<br />

POETA: Ni cuando tú lo digas, ni cuando yo lo quiera.<br />

He venido a escribir mi testamento. Cuando escriba la última blasfemia se<br />

me caerá la pluma, se romperá el tintero sin que nadie lo mueva, se verterá la tinta<br />

y, sin que tú la empujes, se abrirá de par en par la puerta. Entonces, nos iremos.<br />

Mientras...cuelga tu guadaña con mi bastón en el perchero del pasillo y<br />

siéntate... ¡Siéntate...y espera!<br />

(Se apaga ese foco y se ilumina a Mendo y Dionisio)<br />

MENDO: Pues eso, a esperar. La literatura nos sirve para amenizar la espera,<br />

cualquier espera.<br />

DIONISIO: ¿Aunque nos espere la silla del dentista?<br />

MENDO: Si<br />

DIONISIO: ¿Un examen de física o un avión con retraso?<br />

MENDO: Por supuesto<br />

DINIOSIO: ¿Aunque lo que nos aguarde sea el peor de los aburrimientos?<br />

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MENDO: Sobre todo si es eso. Los poetas, las grandes escritoras, nos<br />

enseñan a disfrutar, a amar la vida, nos regalan aventura, fiestas, locura... nos<br />

animan a aprovechar el momento.<br />

DIONISIO: ¡Carpe diem!, que decían los antiguos<br />

MENDO: ¡Y menudos diem! Ni se imagina usted lo que podemos carper si<br />

escuchamos bien. Un buen texto de humor nos hace disfrutar, reírnos... pero no<br />

se deje usted engañar que tras la comedia puede esconderse algo más...<br />

DIONISIO: Tiene usted razón. Lo cierto es que el humor sirve para<br />

enfrentarse al mundo, y, a través de él podemos criticar y denunciar lo peor del<br />

ser humano...<br />

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14. HISTORIA DE AMOR JUNTO A UNA<br />

MACETA José Luis García<br />

(Un jardín, con arbustos y macetas con flores. En un extremo, un edificio con<br />

un balcón).<br />

(Julieta asoma en el balcón. Busca a alguien en el jardín).<br />

JULIETA.- Romeo, Romeo. -¿Dónde estás?, que no te veo.<br />

ROMEO.- (Que se incorpora junto a una maceta con flores).<br />

-¡Aquí, Julieta!, junto a esta maceta.<br />

JULIETA.- -¡Oh, mi amor!<br />

ROMEO.- Tú eres mi flor.<br />

(Coge una flor de la maceta, con la intención de arrancarla, pero tira de ella, más<br />

no puede sacarla del tiesto; tira de ella, hasta que finalmente cae Romeo al<br />

suelo, cuan largo es. Inmediatamente se levanta de un salto casi atlético).<br />

Estoy bien, amor mío. (Cae de nuevo al suelo).<br />

JULIETA.- -¿Romeo?… No dice ni pío. (El padre de Julieta aparece en el<br />

balcón, junto a su hija; viene del interior del edificio).<br />

PADRE.- -¿Con quién hablas, hija?<br />

JULIETA.- Hablo contigo, padre.<br />

PADRE.- No trates de liarme. -¿No estará por aquí ese Romeo?<br />

JULIETA.- -¿Romeo?, no creo; no lo veo.<br />

PADRE.- Ya sabes que te he prohibido que te veas con ese sinvergí¼enza,<br />

hijo del odiado Montesco.<br />

JULIETA.- -¿Y por qué odiamos a los Montesco?<br />

PADRE.- Ni remota idea, hija. Mi padre ya los odiaba, igual que mi abuelo.<br />

JULIETA.- Eso no tiene sentido.<br />

PADRE.- Nada tiene sentido en esta vida. Yo lo único que quiero es que mis<br />

nietos odien a los Montesco. (Sale el Padre).<br />

JULIETA.- (Después de comprobar que su padre se ha alejado).<br />

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Romeo, -¿dónde estás?, que no te veo.<br />

ROMEO.- Aquí, Julieta, aplastado junto a la maceta.<br />

(Se incorpora).<br />

JULIETA.- -¿Qué podemos hacer?, ya has oído a mi padre.<br />

ROMEO.- No desesperemos. Cuando los enamorados tienen problemas, el<br />

destino acude en su ayuda.<br />

JULIETA.- -¿Y esa tontería?<br />

ROMEO.- La leí en un libro de teatro. Al fin y al cabo, la vida es un teatro<br />

inmenso.<br />

CONDE PARIS.- (En off). -¿Dónde estás Julieta?<br />

JULIETA.- Escóndete, Romeo; es el Conde Paris. Le diré que mi padre no<br />

me deja enamorarme de él.<br />

ROMEO.- Ese Conde Paris es un cursi.<br />

JULIETA.- Y también el hijo bastardo del rey. -¡Escóndete! (Romeo se<br />

oculta). (Entra el Conde Paris).<br />

CONDE.- -¿Cuándo te casarás conmigo, Julieta?<br />

JULIETA.- Sabes que no puedo. Mi padre no te ve con buenos ojos.<br />

CONDE.- -¿Cómo va a hacerlo, si es tuerto? (Aparece el Padre en el balcón,<br />

tiene una maceta en sus manos).<br />

PADRE.- Sinvergí¼enza, Montesco.<br />

JULIETA.- No padre, no es…<br />

PADRE.- Calla, no lo defiendas.<br />

(Arroja la maceta por el balcón y ésta da en plena cabeza al Conde, que cae al<br />

suelo, no sabemos si desmayado o muerto).<br />

JULIETA.- Era el Conde Paris.<br />

PADRE.- -¿Qué quieres decir con “era”?<br />

JULIETA.- Le has dado con la maceta en todo el colodrillo.<br />

PADRE.- Maldición de faisán. Ese Conde era el hijo bastardo del Rey. Iré a<br />

la cárcel. (Romeo se levanta del suelo).<br />

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ROMEO.- Yo puedo llevármelo, señor. Y dejarlo tirado junto a una taberna.<br />

Pensarán que ha sido una pelea entre borrachos.<br />

PADRE.- -¡El Montesco!<br />

JULIETA.- (Que trata de disimular). -¿De dónde sales, Romeo?<br />

ROMEO.- (Sin enterarse). De donde siempre, Julieta, de al lado de la<br />

maceta.<br />

PADRE.- -¿Qué haces aquí, Montesco?<br />

ROMEO.- Amo a Julieta.<br />

JULIETA.- Yo nada sabía.<br />

ROMEO.- -¿No serás sorda como mi tía? Mil veces te lo digo cada día.<br />

PADRE.- Jamás daré mi consentimiento.<br />

ROMEO.- Puedo llevarme el Conde y librarle a usted de la cárcel.<br />

PADRE.- Hazlo.<br />

ROMEO.- Sólo si acepta nuestro matrimonio.<br />

PADRE.- No pienso casarme contigo. Además, tengo mujer.<br />

ROMEO.- No quiero casarme con usted, sino con su hija. Si acepta, me<br />

llevaré al Conde.<br />

PADRE.- Eres un listillo.<br />

ROMEO.- Liarle a usted es sencillo.<br />

PADRE.- -¿Eh?<br />

JULIETA.- Papá, Romeo puede llevarse al Conde y librarte de la cárcel.<br />

PADRE.- Tendrías que casarte con él.<br />

JULIETA.- Puedo hacer ese sacrificio por ti, padre.<br />

PADRE.- Dime Montesco, -¿tu padre te permitirá casarte con una Capuleto?<br />

ROMEO.- Mi padre no protestará, mientras tenga vino para brindar.<br />

PADRE.- De acuerdo. Llévate al Conde a la taberna. Y que no falte el vino.<br />

ROMEO.- Sus deseos son órdenes para mí.<br />

PADRE.- Comienza a gustarme este muchacho. (Sale el Padre).<br />

JULIETA.- Romeo, mi padre tiene razón, eres un listillo.<br />

ROMEO.- Y te amo como un chiquillo.<br />

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JULIETA.- -¿Y cuándo nos casaremos?<br />

ROMEO.- Mañana mismo, antes que tu padre cambie de opinión. Adiós<br />

Julieta, me llevo al Conde antes de que despierte.<br />

JULIETA.- -¿No está muerto?<br />

ROMEO.- Sólo inconsciente. El Conde es un cabezón. Por eso insisto en<br />

que nos casemos mañana, antes que tu padre descubra que en lugar de muerto,<br />

el Conde ha quedado descompuesto.<br />

JULIETA.- Eso haremos, Romeo.<br />

ROMEO.- Adiós Julieta. (Romeo arrastra al Conde). No será cadáver,<br />

pero pesa como un muerto. (Sale con el Conde a rastras).<br />

JULIETA.- Ay, Romeo; te quiero, aun cuando no te veo. (Entra en la casa).<br />

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15. PIC-NIC de Fernando ArrabaL<br />

Campo de batalla. Zapo saca lana de una cesta y se pone a tejer. Suena el<br />

teléfono que tiene al lado<br />

ZAPO: Diga…diga. A sus órdenes, mi capitán. En efecto, soy el centinela de<br />

la cota 47. Por cierto, ¿cuándo empiezo a tirar las bombas? ¿Las tiro hacia<br />

adelante o hacia atrás? No se ponga usted así, no lo digo para molestar... es que<br />

aquí me aburro...<br />

Entran los padres de Zapo, trayendo una cesta de merienda<br />

SR: TEPÁN: Hijo, levántate y besa a tu madre. Y ahora, bésame a mí.<br />

ZAPO: Pero, papá, mamá... ¿Cómo os habéis atrevido a venir hasta aquí con lo<br />

peligroso que es?<br />

SR. TEPAN: ¿A mí me vas a dar lecciones de guerras y peligros? Con la<br />

cantidad de veces que me he bajado del tranvía en marcha<br />

SRA TEPÁN: Hemos pensado que te aburrirías. Tanta guerra tiene que<br />

aburrir.<br />

ZAPO: Eso depende<br />

SR TEPÁN: Bien sé yo lo que pasa en las guerras, al principio gusta, por<br />

eso de la novedad, los caballos, los tanques... Pero luego<br />

SRA TEPÁN: Yo siempre he sido muy aficionada a las batallas, de pequeña<br />

siempre decía que sería coronel de artillería<br />

SR TEPÁN: tu madre siempre tan original...<br />

ZAPO: Bueno, bueno, pero os tenéis que marchar. Está prohibido venir a la<br />

guerra si no se es soldado<br />

SR. TEPÁN: A mí me importa un pito. No venimos a hacer la guerra, solo<br />

queremos pasar un día de campo contigo<br />

SRA TEPÁN: Precisamente he preparado tortilla de patata y bocadillos de<br />

jamón...<br />

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ZAPO: Bueno, como queráis, pero si viene el capitán., yo diré que no sabía<br />

nada, que le molesta que haya visitas en la guerra. Siempre repite: "En la<br />

guerra, disciplina y bombas, pero nada de visitas"<br />

SR TEPÁN: No te preocupes, si viene, ya le diré yo un par de cositas a ese<br />

capitán.<br />

SRA TEPÁN: Comeremos aquí mismo, pero sin fusil. Es de mala educación<br />

sentarse a la mesa con fusil. ¿Te has lavado las manos, hijo?<br />

ZAPO: Si, mamá<br />

SR TEPÁN: ¿Y has matado muchos?<br />

ZAPO: ¿Cuándo?<br />

SR TEPÁN: Pues estos días<br />

ZAPO: ¿Dónde?<br />

SR TEPÁN: Pues en esto de la guerra<br />

ZAPO: No sé... es que disparo sin mirar. De todas formas disparo muy poco, y<br />

cada vez que lo hago, rezo un padrenuestro por si he matado a alguien<br />

SR TEPÁN: tienes que tener más valor, como tu padre<br />

SRA TEPÁN: Voy a poner un disco (entra Zepo y se queda quieto viendo<br />

la escena)<br />

SR TEPÁN : ¿Qué ocurre?<br />

ZAPO: ¡Manos arriba!<br />

SR TEPÁN: Hijo, ¡átale!<br />

ZAPO: Sr prisionero, haga el favor de poner las manos juntas, que le voy a<br />

atar<br />

ZEPO: Pero... no me haga mucho daño<br />

ZAPO: No<br />

ZEPO: ¡Ay, que daño me hace...<br />

SR ZEPÁN: ¡Qué burro que eres, hijo! No maltrates al prisionero<br />

SRA TEPÁN: ¿Eso es lo que yo te he enseñado? ¿Cuántas veces te he<br />

repetido que hay que ser bueno con todo el mundo?<br />

ZAPO: No lo he hecho con mala intención....Y así, ¿le hace daño?<br />

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ZEPO: No, así no.<br />

SRA TEPÁN: Diga usted la verdad, con toda confianza. Si le molesta,<br />

díganoslo<br />

SR TEPÁN: Hijo, ahora átale los pies<br />

ZEPO: ¿también los pies?<br />

SR TEPÁN: hombre, es lo que dicen las ordenanzas, ¿no las ha leído usted?<br />

ZEPO: Bueno, pero no me hagan daño como la otra vez<br />

ZAPO: Y ahora, ¿qué hacemos con el prisionero?<br />

SRA TEPÁN: Lo podemos invitar a comer. ¿Quiere usted...?<br />

ZEPO: No sé...<br />

SR TEPÁN: Diga que sí. Hemos traído tortilla de patatas<br />

ZEPO: Si es así, bueno<br />

SR TEPÁN: ¿Qué? ¿Y ha matado usted mucho?<br />

ZEPO: ¿Cuándo?<br />

SR TEPÁN: Pues estos días<br />

ZEPO: ¿Dónde?<br />

SR TEPÁN: Pues en esto de la guerra<br />

ZEPO: No sé... es que disparo sin mirar. De todas formas disparo muy poco, y<br />

cada vez que lo hago, rezo un avemaría por si he matado a alguien<br />

SRA TEPÁN: ¿Un avemaría? Yo pensaba que era un padrenuestro<br />

ZEPO: Yo siempre rezo un avemaría, es más corto ( Se oye ruido de aviones)<br />

ZAPO: Aviones. Seguramente van a bombardearnos<br />

Zapo y Zepo se esconde, el Sr Tepán abre un paraguas. Tras un rato<br />

saca el brazo y comprueba que ya no cae nada<br />

SR TEPÁN: Puedes cerrar el paraguas (entran tres camilleros)<br />

PRIMER CAMILLERO: ¿Hay muertos?<br />

ZAPO: No, aquí no<br />

SEGUNDO CAMILLERO: ¿Está seguro? ¿Han mirado bien?<br />

ZEPO: Ya le decimos que no<br />

TERCER CAMILLERO: ¿Ni siquiera un herido?<br />

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ZAPO Y ZEPO: Que no<br />

PRIMER CAMILLERO: ¡Pues estamos apañados! Ande, mire por todas<br />

partes a ver si encuentra un fiambre...<br />

SEGUNDO CAMILLERO: No insistas. Ya te han dicho que no hay<br />

TERCER CAMILLERO: Pues vaya jugada. Si seguimos así, nos va a<br />

caer una bronca...<br />

SR. ZEPÁN: Ayudemos a estos señores. Mirad por debajo de los sacos a<br />

ver si encontramos algo<br />

ZAPO: Papá... que no hay ningún muerto...<br />

SR. ZEPÁN: Pero mira que eres vago hijo, tú con tal de no ayudar...<br />

SEGUNDO CAMILLERO: No se ponga usted así con el chico,<br />

hombre. Ya veremos si hay más suerte en la próxima trinchera y allí se han muerto<br />

todos.<br />

SRA TEPÁN: ¡Uy! No sabe cómo me gustaría eso.<br />

SR TEPÁN: ¿Pero no podemos ayudar a estos señores? ¿Es que ninguno<br />

de vosotros está ni siquiera herido?<br />

SRA. TEPÁN: Bueno, yo esta mañana me he cortado el dedo pelando<br />

cebollas. ¿Qué les parece?<br />

SR TEPÁN: ¡Perfecto! ¡Llévensela!<br />

PRIMER CAMILLERO: No. Las señoras no cuentan...<br />

TODOS: ¡Pues vaya!<br />

TERCER CAMILLARO: Pero prométannos que si encuentran algún<br />

muerto, nos lo guardarán...<br />

SEGUNDO CAMILLERO: De todas formas, muchas gracias.<br />

Se van los camilleros<br />

SRA. TEPÁN: Esto es lo bueno que tienen los domingos, que te<br />

encuentras con gente simpatiquísima.<br />

SR. TEPÁN: (Dirigiéndose a Zepo) Y lo suyo ¿es de nacimiento o se hizo<br />

enemigo más tarde?<br />

ZEPO: No sé de estas cosas. Yo tengo muy poca cultura<br />

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SR. TEPÁN: Entonces... ¿cómo vino a parar a la guerra?<br />

ZEPO: Yo estaba un día en mi casa arreglando una bici cuando vino un señor<br />

y me dijo: "¿Es usted Zepo? Pues me han dicho que tienes que ir a la guerra" Y<br />

yo pregunté que a qué guerra y él me dijo "Qué bruto que eres, ¿es que no lees<br />

los periódicos?"<br />

ZAPO: Igualito, igualito, me pasó a mí.<br />

SRA ZEPÁN: Pero tú estabas arreglando un patinete<br />

ZEPO: Y le dije que tenía una novia...<br />

ZAPO: Igualito, igualito que yo<br />

ZEPO: Y bajó mi padre y les dijo que yo no podía ir a la guerra<br />

ZAPO: Lo mismo dijo mi padre<br />

ZEPO: Y desde entonces... solo en esta trinchera. Y, yo no había hecho nada,<br />

no me había metido con nadie. Para distraerme, hago flores de trapo<br />

SRA TEPÁN: ¿Y qué hace usted con las flores?<br />

ZEPO: Antes se las mandaba a mi novia, pero se hartó de tanta flor y ahora<br />

lanzo una al aire por cada compañero que muere. Así sé que por muchas que<br />

haga, nunca daré abasto.<br />

SR TEPÁN: Pues si usted se aburre tanto en su trinchera y mi hijo también,<br />

solo se me ocurre una cosa que podemos hacer: Parar la guerra<br />

ZAPO: Muy buen idea, papá. Y si los generales y capitanes se aburren, les<br />

daremos libros para que se entretengan<br />

SRA. TEPÁN: ¡Ay qué idea tan buena! ¡Cómo se nota que eres<br />

universitario! ¿Qué os parece si para celebrarlo ponemos un disco?<br />

(Suena la música que rápidamente se ve interrumpida por una ráfaga de<br />

ametralladora. Mueren todos y entran los camilleros)<br />

(Conforme se van los actores, entran de nuevo Dionisio y Mendo)<br />

MENDO: Realmente a veces tenemos que recurrir a la risa para no echarnos<br />

a llorar<br />

DIONISIO: Una gran verdad, pero no nos quedemos tristes. Sigamos<br />

disfrutando ¿No tiene usted por ahí algo que...?<br />

Página57


MENDO: ¡Pero cómo no va a haber más! La literatura es inagotable, y mire<br />

que yo entiendo de esto, que tuve que hacerme juglar para salvar el pellejo.<br />

Disfrute, disfrute con lo que nos traen estos actores<br />

(Mientras se van de escena, entran los siguientes alumnos)<br />

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16. CARTA A MARY Alonso de Santos<br />

Carta de amor a Mary (la guerra. Un soldado avanza arrastrándose hasta llegar<br />

a un refugio en una trinchera, donde dormita en un camastro otro soldado. Es<br />

noche cerrada y se ven, a lo lejos, resplandores de explosiones de bombas.<br />

Durante toda la escena se escucha ruido de guerra. Los dos soldados son<br />

americanos del norte "made in usa", y se llaman Mac Key junior y Joe Smith,<br />

lógicamente.)<br />

Mac.- (entra fatigado.) "hello", Joe.<br />

JOE. - (medio incorporándose.) "How do you do, Mac?" ¿Cómo ha ido esa<br />

guardia? MAC.- ¡Fatal, Joe! Han caído Sandy, Bob y el cabo Johnson. Y<br />

hace un frío ahí fuera…. (se sopla sus manos heladas.) ¿Por qué no harán las<br />

guerras en verano?<br />

JOE.- (le da una manta.) Toma, tápate.<br />

MAC-¿No tendrás un chicle, "please"?<br />

JOE.- Se me han acabado. Toma, te daré medio del mío. (se saca el chicle de<br />

la boca y le da medio.)<br />

MAC.- (mascando.) No sabe a nada.<br />

JOE.- Está muy usado. Me lo pasó ayer el cabo Johnson.<br />

MAC.- (se lo saca de la boca y lo mira filosófico.) Lo que es la vida, Joe. Ayer<br />

masticaba este chicle el cabo Johnson, y hoy está muerto y lo masticamos<br />

nosotros. Johnson era un buen muchacho, aunque fuera de Minnessota. "You<br />

know", le llevaré este chicle a su vieja con sus cosas. Fue lo último que masticó.<br />

JOE.- Son cosas de la guerra, Mac. Qué le vamos a hacer. "Come on" Mac,<br />

descansa un rato. Tienes mala cara.<br />

MAC.- Estoy muy desmoralizado, Joe. Sandy, Bob y el cabo Johnson se<br />

me han muerto encima. JOE.- Ya me lo has dicho, Mac. ¿Dijeron algo?<br />

MAC.- ¿Quién?<br />

JOE.- Ellos, que si dijeron algo antes de...<br />

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MAC.- Tacos. Sandy dijo primero algo de su madre, y luego ya tacos. Los<br />

otros tacos directamente. Sandy algo de su madre... y tacos...<br />

JOE.- Mac, repites las cosas, "you know". Repites siempre muchas veces las<br />

cosas. Y eso no es bueno. (se tumba en su camastro)<br />

MAC.- ¿Tú no echas de menos a tu madre?<br />

JOE.- Sí, mucho. Sobre todo por las mañanas.<br />

MAC.- ¿Y a tu novia? JOE.- También mucho. Sobre todo por las noches.<br />

MAC.- (a gritos, un poco ya fuera de sí.) ¡Se lo voy a decir a mi capitán! ¡Que<br />

me traiga a Mary, mi dulce Mary, mi querida Mary! ¡Sueño con ella a todas<br />

horas! ¡La quiero, la necesito...! (descubre algo de pronto.) Oye Mac, debajo de<br />

ti hay sangre..., un charquito. MAC.- (mirando) Pues sí, es verdad. No me había<br />

fijado. ¿De quién es?<br />

JOE.- No lo sé, Mac. Antes no estaba ahí. Antes de que tú vinieras, quiero<br />

decir. (se acerca a él.)<br />

MAC.- Pues hay mucha. (SE MIRA.) Parece que baja por aquí, por la<br />

pierna. JOE.- ¡Dios mío, Mac! ¡Estás herido!<br />

MAC.- (quitándose la ropa y mirando.) No noto nada...<br />

JOE.- ¡Aquí! ¡Tienes un agujero en este lado! ¡Y otro más abajo! ¡Mac! ¡En el<br />

estómago tienes otro boquete grandísimo! ¡"Oh, my God", Mac! ¡Qué te ha<br />

pasado!<br />

MAC.- (se agarra el estómago y cae de rodillas, gravísimo de pronto al ver sus<br />

heridas.) ¡Voy a morir, Joe! ¡Estas heridas son malas, "you know"! ¡Lo noto por<br />

dentro! ¡Estas cosas se saben! (TOSE.)<br />

JOE.- ¡Voy a llamar a los sanitarios!, ¿ok?<br />

MAC.- ¡No! ¡Espera!, ¿ok? ¡Antes quiero darte una carta para Mary! ¡Mi<br />

última carta, "you know"! ¡Luego ya no podré! .Fucking letter…está llena de<br />

sangre, no se entiende nada…te dicto:<br />

JOE.- "Ok, Mac" (coge papel y bolígrafo.) Lo que tú digas. (Joe escribe<br />

entre lágrimas las entrecortadas palabras de su agonizante compañero, mientras<br />

Página60


suena una música patriótica yanqui que da una nota de color a la patética<br />

escena.)<br />

MAC.- "My dear Mary", dos puntos. Espero que al recibo de la presente te<br />

encuentres bien. Yo, lo normal en caso de guerra, muriéndome. Quiero que<br />

sepas que te he amado siempre, "baby", diga lo que diga tu madre. Dile a mi<br />

madre que no le escribo porque, aunque la quiero, no sé qué decirle. Si me dan<br />

una medalla por morirme, haces una copia para ti y a ella le das el original. Al fin<br />

y al cabo es mi madre. Da recuerdos a tus padres, a tus hermanos, a tus tíos y<br />

demás familia. ¡Qué duro es morir lejos de ti, Mary y de la dulce patria! Se<br />

despide de ti para siempre con un beso, este tu novio que lo fue, Mac Key<br />

Junior.<br />

JOE.- (repite mientras copia.) "...que lo fue, Mac Key Junior". ¿Algo más,<br />

Mac?<br />

MAC.- Postdata: "Mary, siempre has creído que era tartamudo, y no es<br />

verdad. Sólo tartamudeaba contigo, del amor que me entraba cuando me<br />

mirabas. Con los demás hablo normal. Pregúntaselo a cualquiera. Otro beso<br />

póstumo. I love you".<br />

JOE.- Está todo, Mac. ¿Quieres algo más?<br />

MAC.- No. Ahora sólo quiero decir unos cuantos tacos antes de...shit,<br />

fucking you, fuck!..., fucking war<br />

JOE.- (zarandeándole en sus brazos.) ¡Mac! ¡La dirección, Mac! ¡Que no me<br />

has dado las señas donde tengo que mandarla...! ¡Mac...! ¡Mac...! (El ruido de<br />

las bombas ahoga las últimas palabras de Joe Smith, con el cadáver en sus<br />

brazos de su amigo y compañero de armas, Mac Key junior.) Oscuro<br />

Página61


17. EN LA FUENTE DEL ROSEL Lírica popular<br />

Dentro en el vergel<br />

moriré;<br />

dentro en el rosal<br />

matarme han.<br />

Yo me iba, mi madre,<br />

las rosas coger;<br />

hallé mis amores<br />

dentro en el vergel.<br />

Dentro en el rosal<br />

matarme han.<br />

Entra mayo y sale abril:<br />

¡tan garridico le vi venir!<br />

Entra mayo con sus flores,<br />

sale abril con sus amores,<br />

y los dulces amadores<br />

comiencen a bien servir<br />

Al alba venid, buen amigo,<br />

al alba venid.<br />

Amigo el que yo más quería,<br />

venid al alba del día.<br />

Amigo el que yo más amaba,<br />

venid a la luz del alba.<br />

Venid a la luz del alba,<br />

non traigáis compañía.<br />

Venid a la luz del alba,<br />

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no traigáis gran compaña.<br />

No quiero ser monja, no,<br />

que niña namoradica só.<br />

Dejadme con mi placer,<br />

con mi placer y alegría,<br />

dejadme con mi porfía,<br />

que niña malpenadica só.<br />

En la fuente del rosel<br />

lavan la niña y el doncel.<br />

En la fuente de agua clara<br />

con sus manos lavan la cara,<br />

él a ella y ella a él,<br />

lavan la niña y el doncel.<br />

En la fuente del rosel<br />

lavan la niña y el doncel.<br />

Tres moricas m’ enamoran<br />

en Jaén,<br />

Axa y Fátima y Marién.<br />

Díxeles: «¿quién sois, señoras,<br />

de mi vida robadoras?<br />

- Cristianas que’ éramos moras<br />

de Jaén,<br />

Axa y Fátima y Marién.»<br />

Con su grande hermosura,<br />

criança, seso y cordura,<br />

cautivaron mi ventura<br />

y mi bien.<br />

Página63


Axa y Fátima y Marién.<br />

Tres moricas muy loçanas<br />

de muy lindo continente,<br />

van por agua a la fuente<br />

mas lindas que toledanas,<br />

y en sus hablas cortesanas<br />

parecien.<br />

Axa y Fátima y Marién.<br />

Dixeles: «dezid señoras,<br />

por merçed sepa sus nombres,<br />

pues sois dinas a los ombres<br />

de dalles penas penosas.»<br />

Con respuestas muy graçiosas<br />

me dizien:<br />

«Axa y Fátima y Marién.»<br />

Yo vos juro all alcoran,<br />

en quien señoras creeis,<br />

que la una y todas tres<br />

maveis puesto en grande afan,<br />

do mis ojos penaran,<br />

pues tal veran<br />

Axa y Fátima y Marién.<br />

- Cavallero bien rrepuna<br />

vuestra condiçion y fama,<br />

mas quien tres amigas ama,<br />

no es amado de ninguna,<br />

una a uno, uy, uno a una<br />

se quieren bien.<br />

Axa y Fátima y Marién.<br />

Tres morillas m’ enamoran<br />

Página64


en Jaén<br />

Axa y Fátima y Marién.<br />

Tres morillas tan garridas<br />

yvan a coger olivas<br />

y hallávanlas cogidas<br />

en Jaén<br />

Axa y Fátima y Marién.<br />

Y hallávanlas cogidas<br />

y tornavan desmaidas<br />

y las colores perdidas<br />

en Jaén<br />

Axa y Fátima y Marién.<br />

Tres moricas tan loçanas<br />

yvan a coger mançanas<br />

a Jaén<br />

Axa y Fátima y Marién.<br />

Levanta, amigo que duermes en las mañanas frías:<br />

todas las aves del mundo de amor decían.<br />

Alegre yo voy.<br />

Levanta, amigo que duermes en las fías mañanas:<br />

todas las aves del mundo de amor nos cantaban.<br />

Alegre yo voy.<br />

Todas las aves del mundo de amor decían,<br />

de mi amor y del tuyo platicarían.<br />

Alegre yo voy.<br />

Todas las aves del mundo de amor cantaban,<br />

de mi amor y del tuyo así platicaban.<br />

Alegre yo voy.<br />

De mi amor y del tuyo platicarían,<br />

Página65


tú les quitaste las ramas donde se tenían.<br />

Alegre yo voy.<br />

De mi amor y del tuyo platicaban,<br />

tú les quitaste las ramas donde se posaban.<br />

Alegre yo voy.<br />

Tú les quitaste las ramas donde se tenían,<br />

y les secaste las fuentes en que bebían.<br />

Alegre yo voy<br />

Enviárame mi madre,<br />

por el agua a la fuente fría:<br />

vengo del amor herida.<br />

Fui por el agua a tal sazón<br />

que corrió mi triste hado<br />

traigo el cántaro quebrado<br />

y partido el corazón:<br />

de dolor y gran pasión<br />

vengo despavorida<br />

y vengo del amor herida.<br />

Dejo el cántaro quebrado,<br />

vengo sin agua corrida:<br />

mi libertad es perdida<br />

y el corazón cautivado.<br />

¡Ay, qué caro me ha costado<br />

del agua de la fuente fría<br />

pues que de amores vengo herida!<br />

-Ay flores, ay flores del verde pino,<br />

¿si sabéis nuevas de mi amigo?<br />

Página66


Ay Dios, ¿y do es él?<br />

Ay flores, ay flores del verde ramo,<br />

¿si sabéis nuevas de mi amado?<br />

Ay Dios, ¿y do es él?<br />

¿Si sabéis nuevas de mi amigo,<br />

que no cumplió con lo prometido?<br />

Ay Dios, ¿y do es él?<br />

¿Si sabéis nuevas de mi amado<br />

que no cumplió con lo que había jurado?<br />

Ay Dios, ¿y do es él?<br />

-Vos preguntáis por el vuestro amigo,<br />

y yo os digo que es sano y vivo.<br />

Ay Dios, ¿y do es él?<br />

Vos preguntáis por el vuestro amado,<br />

y yo os digo que es vivo y sano.<br />

Ay Dios, ¿y do es él?<br />

Y yo os digo que es sano y vivo,<br />

y cumplirá plazo prometido.<br />

Ay Dios, ¿y do es él?<br />

Y yo os digo que es vivo y sano<br />

y lo tendréis no pasado el plazo.<br />

Ay Dios, ¿y do es él?<br />

Ya cantan los gallos,<br />

Amor mío, y vete,<br />

Cata que amanece.<br />

Vete, alma mía,<br />

Página67


Más tarde no esperes,<br />

No descubra el día<br />

Los nuestros placeres.<br />

Cata que los gallos,<br />

Según me parece,<br />

Página68


18. LA CABEZA DEL DRAGÓN Valle-<br />

Inclán<br />

Adaptada por E . Ferré<br />

(Un jardín. Los tres Príncipes juegan a la pelota)<br />

El príncipe Ajonjolí. ¿Habéis notado, hermanos, cómo esta pelota bota y<br />

rebota? Cuando la envío a una parte, se tuerce a la contraria.<br />

Príncipe Pompón. ¡Parece haberse vuelto loca!<br />

Príncipe Verdemar. ¡Sería preciso que esa bola llena de aire fuese capaz de<br />

tener juicio!<br />

Príncipe Pompón. ¿Por qué lo dudas? ¿Porque está llena de aire?<br />

El príncipe Ajonjolí. ¿No vemos al Primer Ministro del Rey nuestro padre?<br />

¡Unos dicen que tiene la cabeza llena de humo! ¡Otros, que de aire! ¡Y otros,<br />

QUE VACÍA! (se ríen todos)<br />

Príncipe Ajonjolí: Esta pelota parece llevar dentro un demonio travieso.<br />

(La pelota cae entre bastidores) ¡Vaya! ¿Dónde ha ido a parar?<br />

Príncipe Pompón: Entró por la ventana de aquel torreón. Pero nadie puede<br />

entrar en él porque está cerrado con llave<br />

Príncipe Ajonjolí: ¿Quién tendrá la llave?<br />

Príncipe Verdemar: La reina la lleva colgada a la cintura.<br />

Príncipe Ajonjolí: (Prestando atención) ¿No oís cantar?<br />

Príncipe Pompón: Es el duende del bosque. Lo atrapó el jardinero y se lo<br />

entregó al rey.<br />

Príncipe Verdemar: ¿Será en verdad un duende?<br />

Príncipe Ajonjolí: De duende tiene toda la apariencia.<br />

Duende: (Sin dejarse ver) ¡Dame libertad, paloma real! ¡Palomita que vuelas tan<br />

alto, sin miedo del gavilán!<br />

¡Príncipe Pompón, dame la libertad y estaré a tus órdenes!<br />

Príncipe Pompón: Échanos la pelota y te abriré.<br />

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Duende: (Sin dejarse ver) ¿Lo juras?<br />

Príncipe Pompón: Tienes mi palabra.<br />

Duende: ¡Ahí va la pelota!<br />

Príncipe Pompón: (Recupera la pelota, que lanzan de entre bastidores) ¡Gracias<br />

mil! (Continúa jugando)<br />

Duende: (Sin dejarse ver) ¿No cumples tu palabra? ¡Ábreme!<br />

Príncipe Pompón: ¡Ja jajá! (Continúa jugando y la pelota vuelve a caer entre<br />

bastidores)<br />

Príncipe Verdemar: ¡Qué torpe eres! Ha ido a parar nuevamente al torreón.<br />

Los tres Príncipes: ¡¡¡Duende, devuélvenos la pelota!!!<br />

Duende: (Sin dejarse ver) Antes habéis de abrirme. No confío en vuestra<br />

palabra.<br />

Los tres Príncipes: ¡¡¡No tenemos la llave!!!<br />

Príncipe Verdemar. Duende, dame la pelota, y cumpliré como hombre de bien,<br />

como caballero y como Príncipe.<br />

Duende: No tienes la llave del torreón, Príncipe Verdemar.<br />

Príncipe Verdemar. Mis hermanos y yo derribaremos la puerta.<br />

Duende: ¿Con qué?<br />

Príncipe Verdemar. Con los hombros.<br />

Duende: (Sin dejarse ver) Ahí llega la reina. Róbale la llave. La lleva en la<br />

faltriquera.<br />

Reina: (Entra)<br />

Príncipe Verdemar: Madre, dentro de este oído se me metió una abeja.<br />

Reina: (Mira dentro del oído del Príncipe Verdemar. Él mientras tanto se<br />

apodera de la llave. La Reina sale después)<br />

Príncipe Verdemar: Liberaré al duende. (Sale y regresa con el Duende)<br />

Duende: Príncipe gentil, siempre que lo precises estaré a tu lado. (Sale)<br />

Rey: (Entra) Hijos, vengo a repartiros unos dones. Para ti, Pompón, será mi<br />

caballo. Para ti, Ajonjolí, mi manto de armiño. (Se lo da) Y para Verdemar será<br />

mi espada. (Se la da)<br />

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Príncipe Pompón:.(aparte) Tú no tienes derecho a ningún regalo del Rey.<br />

Cuando sepa que has dado libertad al duende te degollará con esa misma<br />

espada<br />

Príncipe Pompón: arruga la frente y mira en torno con mirada torva. EL<br />

PRÍNCIPE AJONJOLÍ hace lo mismo. Se van.<br />

Reina: (Entra gritando) ¡Me han robado la llave y han liberado al duende que<br />

destroza las rosas del jardín!<br />

Rey: ¡Vamos a perseguirlo! (Sale con la Reina)<br />

Príncipe Verdemar queda solo y suspira contemplando el azul.<br />

Príncipe Verdemar: Mis hermanos me delatarán y mi padre se comerá mi corazón<br />

crudo y sin sal. Debí haber dejado que se llevasen la espada. Tendré que huir<br />

de este palacio donde he nacido. Sólo siento no poder besar las manos de mi<br />

madre y decirle adiós…<br />

(Música y foco se oscurece y vuelve un nuevo escenario)<br />

(Una venta. A una mesa están sentados el Bufón y el Príncipe Verdemar. Les<br />

sirve el Ventero)<br />

Ventero: ¿Qué deseáis?<br />

Bufón: ¡Comer y beber!<br />

Ventero: Supongo que traerás llena la bolsa. ¿No sirves tú a la hija del rey<br />

Micomicón?<br />

Bufón: ¡Pobre Infantina! Un dragón ruge frente a los muros de nuestra ciudad,<br />

pidiendo se la entreguen para devorarla.<br />

Príncipe Verdemar: ¿Ninguno la defiende?<br />

Bufón: Ese dragón es invencible. Varios caballeros fueron a combatirlo y<br />

ninguno consiguió regresar. Solamente se le podrá vencer con una espada de<br />

diamante.<br />

Príncipe Verdemar: ¿Cómo lograré ver a la Infantina?<br />

Bufón: Ponte mi ropa y creerá que eres su bufón. (Le entrega su capa y sale)<br />

Príncipe Verdemar: (Cubierto con la capa del Bufón llama) ¡Duende, ayúdame<br />

a triunfar!<br />

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Duende: (Entra) Vencerás al dragón con esta espada de diamante. (Le<br />

entrega la espada y sale)<br />

Príncipe Verdemar: (Al oír que llega gente, se oculta tras un matorral)<br />

Maestro de ceremonias, Duquesa e Infantina: (Entran)<br />

Infantina: Dejadme aquí. ¡No puedo más!<br />

Maestro de ceremonias: Señora Infantina, no está lejos el lugar donde el<br />

dragón devora a las princesas.<br />

Duquesa: ¿No dará lo mismo entregarla al dragón aquí que allá? ¡Adiós, niña<br />

adorada! (Sale con el Maestro de ceremonias)<br />

Infantina: ¡Adiós, adiós! (Llora) Decidle al Rey mi padre que muero contenta<br />

porque salvo a su reino.<br />

Príncipe Verdemar: (Abandona su escondite) Señora Infantina, permitid que<br />

recoja vuestras lágrimas. (Acerca una copa a su rostro)<br />

Infantina: ¿Para qué las quieres, desdichado bufón?<br />

Príncipe Verdemar: Para bebérmelas mañana.<br />

Infantina: Mañana habré muerto en las fauces del Dragón.<br />

Príncipe Verdemar: ¡Lograré que no ocurra! Princesa de mis sueños, soy un<br />

enamorado de tu hermosura, y vengo de lejanas tierras para vencer al Dragón.<br />

Infantina: El Dragón es invencible, noble caballero.<br />

Príncipe Verdemar: Si fuese como dices, yo daría la vida en tu defensa.<br />

Rey Micomicón: (Entra) ¡Por fin te encuentro!<br />

Infantina: Padre, ¿qué haces aquí?<br />

Rey Micomicón: Me quedaré contigo y huiremos a una tierra feliz.<br />

Príncipe Verdemar: (Al quitarse la capa aparece vestido de príncipe) Infantina,<br />

yo venceré al dragón.<br />

Infantina: Oigo sus rugidos. ¡Debes huir!<br />

Príncipe Verdemar: (Desenvaina la espada) ¡El Dragón! Lo venceré con la<br />

espada de diamantes.<br />

EL príncipe Verdemar pelea con el dragón. La boca del monstruo descubre<br />

siete hileras de dientes. Hay un momento en que el paladín siente desmayar su<br />

Página72


ío. Pero le anima el sentimiento divino del amor, y levantado a dos manos la<br />

espada, que parece un rayo de sol, da muerte al DRAGÓN.<br />

Infantina: ¿Quién sois, que poseéis la espada de diamante?<br />

Príncipe Verdemar: El Príncipe Verdemar.<br />

Infantina: ¡Oh! ¡Qué gallardo!<br />

Rey Micomicón: Como has salvado a la Infantina heredarás mi trono.<br />

Infantina: Vuestra es mi vida, valeroso guerrero. Llevadme a la Corte de mi<br />

padre y mi reino será vuestro.<br />

Príncipe Verdemar y la Infantina: (Salen tomados de la mano y felices)<br />

Rey Micomicón: (Sale tras ellos)<br />

Página73


19. MONÓLOGO DE UNA MUJER<br />

MODERNA (texto colaborativo)<br />

Son las 6.00 a.m.<br />

El despertador no para de sonar y no tengo fuerzas ni para tirarlo contra la<br />

pared. Estoy acabada. Quiero quedarme en casa, cocinando, escuchando<br />

música, cantando, etc. Todo, menos salir de casa, meterme en el coche y tener<br />

que poner el cerebro a funcionar.<br />

Me gustaría saber quién fue la bruja imbécil, la matriz de las feministas, que tuvo<br />

la grandiosa idea de reivindicar los derechos de la mujer, y por qué hizo eso con<br />

nosotras, que nacimos después de ella.<br />

Estaba todo tan bien en el tiempo de nuestras abuelas: ellas se pasaban todo el<br />

día bordando, intercambiando recetas con sus amigas, decorando la casa,<br />

podando árboles, plantando flores, recogiendo legumbres de las huertas y<br />

educando a sus hijos. La vida era un gran curso de artesanos, medicina<br />

alternativa y cocina.<br />

Y después se puso mejor, llegó el teléfono, las telenovelas, la píldora, la tarjeta<br />

de crédito ¡¡¡cuántas horas de paz!!!<br />

Hasta que vino una descerebrada, a la que por lo visto no le gustaba el corpiño,<br />

ni dedicarse al hogar. Vino a contaminar a otras tontas que se pensaban<br />

rebeldes, inconsecuentes, con ideas raras sobre ‘vamos a conquistar nuestro<br />

espacio’. ¿Qué espacio ni qué diablos? <br />

¡¡¡Si ya teníamos la casa entera!!! Todo el barrio era nuestro, el mundo a<br />

nuestros pies!!!<br />

Teníamos el dominio completo sobre los hombres; ellos dependían de nosotras<br />

para comer, vestirse…Y ahora… ¿dónde están?<br />

Acabamos muertas al final de cada día,<br />

¿Nuestro espacio?<br />

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Ahora ellos están confundidos, no saben qué papel desempeñan en la<br />

sociedad, huyen de nosotras, les damos miedo, tanta independencia acabo por<br />

hacerlos huir.<br />

Ese tonto feminismo acabó llenándonos de deberes. Y lo peor de todo, acabó<br />

lanzándonos dentro del calabozo de la soledad crónica aguda!!!<br />

¿Por qué, díganme por qué, LIBERACIÓN FEMENINA????…<br />

Si la mujer sólo necesitaba ser frágil y dejarse tratar como a una reina, y le dio<br />

por competir con los machos…<br />

Miren el tamaño del bíceps de ellos. Estaba muy claro, cada quien en su sitio<br />

desde Adán y Eva….liberación femenina…esto no iba a terminar bien!!!<br />

¡No aguanto más!<br />

ser obligada al ritual diario de intentar estar flaca como una escoba, pero con<br />

curvas suficientes, para lo cual tendría que matarme en el gimnasio, además de<br />

morir de hambre, ponerme hidratantes, antiarrugas, tomar agua a todas horas, y<br />

demás armas para no caer vencida por la vejez, maquillarme impecablemente cada<br />

mañana desde la frente al escote, tener el pelo impecable y no atrasarme con las<br />

mechas, que las canas son peor que la lepra; elegir bien la ropa, los zapatos y los<br />

accesorios, no sea que no esté presentable para esa reunión de trabajo,<br />

instalarme todo el día frente al ordenador trabajando como una esclava<br />

(moderna, claro está), con un teléfono en el oído y resolviendo problemas uno<br />

detrás de otro, que además ni son mis problemas!!!<br />

Todo para salir con los ojos rojos (por el monitor, claro, porque para llorar de<br />

amor no hay tiempo).<br />

Y mira que teníamos todo resuelto!!!<br />

Estamos pagando el precio por estar siempre en forma, sin estrías, depiladas,<br />

sonrientes, perfumadas, uñas perfectas, sin hablar del currículum impecable,<br />

lleno de diplomas, doctorados y especialidades.<br />

Nos volvimos ‘súper mujeres’, pero ellos se quedan con los puestos de jefes y<br />

nos dan órdenes!!!<br />

¡¡¡BASTA!!!<br />

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Si nosotras ya sabíamos que teníamos un cerebro y que lo podíamos usar.<br />

¿¿Para quééééé había que demostrárselo a ellossssssss??<br />

Ay, Dios mío, son las 6:30 AM y tengo que levantarme<br />

No, mis queridas colegas, inteligentes, realizadas, liberadas…!<br />

Estoy hablando muy seriamente…<br />

RENUNCIO A MI PUESTO DE MUJER MODERNA.<br />

¿Alguien más se suma?<br />

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20. EDIFICIO OKUPADO de Alonso de Santos<br />

(Dos punkis, "la rizos" y “Pili”, ponen chapas metálicas en unos cintos mientras le<br />

dan a una litrona en un edificio okupado. Una colchoneta en el suelo y algunas<br />

cajas de madera y cartón a su alrededor, dan la impresión de que llevan allí<br />

algunos días. Hay una pancarta en la que se lee: "cultura alternativa". Llega otra<br />

joven vestida de punki, juanita, y se acerca a ellas.)<br />

JUANITA.- Hola. ¿Qué pasa? ¿No habéis ido a la manifestación?<br />

LA RIZOS.- Nos hemos tenido que quedar de guardia por si venían los<br />

maderos a echarnos. ¿Qué tal ha estado?<br />

JUANITA.- No, si yo tampoco he ido. Me dolía una muela. He ido a la<br />

farmacia. (Pausa. Juanita merodea alrededor de las otras.)<br />

LA RIZOS.- Pues fíjate, nosotros aquí de guardia por si venía la bofia...<br />

(SIGUEN DISTRAÍDAS CON SUS CINTOS.)<br />

JUANITA.- ¿Y si vienen qué hacemos?<br />

PILI.- Resistir y llamarles de todo. Luego ya, si la cosa se pone mal, salir por<br />

piernas.<br />

LA RIZOS.- Casas en ruinas hay dabuten. Yo he estado ya por lo menos en<br />

siete este mes.<br />

JUANITA.- Oye, tía, pues precisamente quería yo hablar contigo si no te<br />

importa. Es que como te ha tocado antes la papeleta de Ángel, el que vino<br />

conmigo..., quería yo saber, vamos, más que nada por saberlo, si no te importaría<br />

cambiármela por el Rubio, que me ha tocado a mí...<br />

LA RIZOS.- Oye, tía, me tocó en el sorteo ese, ¿no?, pues ya está.<br />

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JUANITA.- Ya, pero es que a mí el Rubio no me gusta nada. A mí el que me<br />

gusta es Ángel, por si quieres saberlo.<br />

LA RIZOS.- ¿Y a mí qué me importa el que te gusta o que te deja de gustar?<br />

Tú te quedas con el que te toca, y no andes enredando con los tíos, que eso no<br />

es legal.<br />

PILI.- Si no te gusta, te aguantas. ¡No te digo lo que hay!<br />

JUANITA.- (desolada.) ¿Y cuándo se cambia?<br />

LA RIZOS.- Mientras estemos en esta casa, nunca.<br />

PILI.- Si vienen a echarnos... y okupamos otra, otro sorteo.<br />

JUANITA.- Es que yo te lo decía porque como vinimos juntos Ángel y yo...<br />

. LA RIZOS.- Eso da igual, si vinisteis juntos o si vinisteis separados.<br />

JUANITA.- Ya, pero es que... verás, no sé cómo decírtelo. A mí Ángel,<br />

además de ser el que más me gusta es que es... mi marido.<br />

PILI.- ¿El marido de quién?<br />

JUANITA.- Mío. Que estamos casados. Nos vinimos aquí de okupas<br />

porque nos echaron del piso por no pagar la hipoteca, pero yo no sabía que le<br />

iba a tener que sortear.<br />

PILI.- ¡Ah!, pues te aguantas. No haber venido. No te jode la pringada esta<br />

con la que me salta ahora. ¡Casados! ¿Y tenéis papeles y todo?<br />

JUANITA.- Claro. ¿No te he dicho que es mi marido? Yo trabajaba en una<br />

oficina. Y él en una fábrica. Pero nos quedamos los dos en el paro.<br />

PILI.- ¿Nos vas a contar ahora tu vida, guapa? Para eso me compro una<br />

televisión, como mi madre, que le encantan las horteradas. Si quieres te la<br />

presento y se la cuentas a ella. Pero a mí no me des la vara.<br />

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JUANITA.- Yo lo decía para que os pusierais en mi situación. Todos<br />

podemos necesitar un favor.<br />

LA RIZOS.- Para una vez que he pillado bien, casado o soltero, me da igual.<br />

Está "okupao", como el edificio, a ver si te enteras. Así que ya te puedes ir<br />

haciendo a la idea. PILI.- Tú te quedas con el Rubio, que para eso te ha<br />

tocado.<br />

JUANITA.- Le faltan tres dientes de delante. Y le he preguntado que<br />

cuando se duchó la última vez, y me ha dicho que aquí no hay agua corriente, y<br />

que no iba a ducharse con agua mineral... PILI.- ¿Y eso qué tiene que ver, tía?<br />

LA RIZOS.- Tu no mires, ni huelas...<br />

JUANITA.- Es que no puedo aguantar que tú estés con Ángel, te lo juro.<br />

(LLORANDO.)<br />

PILI.- Anda ahora ésta, con la que salta. ¡Tía, que no te enteras, los tíos son de<br />

la que le toca! A lo mejor me toca a mí la próxima vez.<br />

LA RIZOS.- ¿No me he aguantado yo cuando me ha tocado el Gordo o el<br />

Manteca? Si vas a salir con mío, tuyo, o rollos de esos malos, a mí ni me hables.<br />

LA RIZOS.- Nosotras sólo nos enrollamos con gente legal, no con gente<br />

mierda como mis padres. “¡Mi marido, mi marido...!” Será gilipollas... (Se alejan<br />

“la rizos” y “Pili” criticando a la nueva, juanita, por antigua e integrada) Juanita.-<br />

(llorando, sola.) ¡Que venga pronto la policía…por favor….!pero, además, de la<br />

fría.<br />

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21. EL JUEZ DE LOS DIVORCIOS Miguel de<br />

Cervantes<br />

Adaptada por E. Ferré<br />

(Silla y mesa para el juez) Juez: (Entra y se sienta frente a la mesa atestada de<br />

papeles, los cuales revisa) (Al cabo de unos instantes entran Mariana y el<br />

vejete)<br />

Mariana: (Observando al juez y hablando fuerte) Ahí veo al juez de los<br />

divorcios. Espero que esta vez consiga quedar libre de mis duras cadenas.<br />

Vejete: Por amor de Dios, Habla quedo, Mariana. Mira que tienes atronada a<br />

toda la vecindad con tus gritos.<br />

(Mariana y el vejete se aproximan a la mesa del juez)<br />

Juez: ¿Qué pendencia traéis, buena gente?<br />

Mariana: Señor, ¡divorcio, divorcio, y más divorcio, y otras mil veces divorcio!<br />

Necesito que su excelencia me divorcie de este viejo que veis aquí.<br />

Juez: ¿Hay razones para ello?<br />

Mariana: Ya no puedo sufrir tantas impertinencias. ¿No ve cómo me tiene?<br />

Cuando entré en su poder la cara me brillaba lo mismo que un espejo y ahora la<br />

tengo mustia. (Señalándose el rostro) Vuesa merced, señor juez, me descase, si<br />

no quiere que me ahorque;<br />

Juez: Bajad la voz y secaos las lágrimas, que se os hará justicia.<br />

Mariana: Permítame que llore, señor juez, pues llorando descanso. ¿Por qué el<br />

matrimonio dura toda la vida? Mejor sería poderlo deshacer cada tres años<br />

como si fuese un contrato de alquiler.<br />

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Juez: ¿Me podéis explicar de modo más concreto las causas que os inducen a<br />

pedir el divorcio?<br />

Mariana: El invierno de mi marido y la primavera de mi edad; Haberme de<br />

levantar todas las noches a ponerle más alto el almohadón, a darle sus jarabes y<br />

aguantar el olor nauseabundo que sale de su boca.<br />

Escribano: Tendrá una muela podrida.<br />

Vejete: Eso es imposible, señor juez, que en la boca no tengo ni una muela.<br />

Véalo, véalo. (Abre mucho la boca y muestra al juez que no tiene muelas)<br />

Mariana: ¿No hay una ley que dice que el mal olor de boca es causa de divorcio?<br />

Pues me acojo a ella.<br />

Vejete: ¡Qué mal conoce nadie a esta mujer! Empujones me da hacia la<br />

sepultura. Soy yo quien muere en su poder.<br />

Juez: ¿Al casarse con ella estaba fuerte y sano?<br />

Vejete: Sanísimo, señor.<br />

Juez: No encuentro razón para el divorcio. Y, pues comiste los buenos tiempos,<br />

gustad de los malos; que no está obligado ningún marido a no envejecer.<br />

Vejete: ¿Me va a dejar en manos del verdugo? Encierre a esta fiera en algún<br />

monasterio.<br />

Mariana: Que te encierren a ti, pues ya no tienes ojos con que ver ni oídos con<br />

que oír ni pies con los que andar. Yo tengo mis sentidos bien cabales.<br />

Juez: No repliquéis.<br />

Escribano: Libre es la mujer. Y prudente el marido; pero no puede más.<br />

Juez: No encuentro causa para el divorcio.<br />

Página81


(Se sientan refunfuñando) (Entran un soldado y su mujer y se dirigen al juez)<br />

Esposa del soldado: Señor juez, ¿podría descasarme de este leño?<br />

Juez: Hable más comedidamente. No insulte a su marido.<br />

Esposa del soldado: No tiene más arranque que un madero. Si él fuera<br />

hombre, no querría yo descasarme.<br />

Juez: ¿No se casó con él sabiendo cómo era?<br />

Esposa del soldado: Creí que era un hombre corriente y aun moliente, pero a<br />

los pocos días comprobé que era sólo un leño. ¿Me creerá si digo que no mueve<br />

una mano para traer a casa qué comer? La mañana la pasa en sentarse en la<br />

plaza a murmurar. La tarde, en la casa de juego.<br />

Procurador Tranquila, señora, sin insultos a vuestro marido; que el señor juez de<br />

los divorcios, que está delante, mirará rectamente por vuestra justicia.<br />

Juez: (Al marido) ¿No dice nada en su favor?<br />

Soldado: Diré que esta mujer me mortifica. Así pues, terminemos el pleito.<br />

Juez: (Señalando las sillas) Siéntense ahí.<br />

Escribano Sosiéguense; que vienen nuevos demandantes.<br />

(El soldado y la mujer se sientan) (Entran el cirujano y su mujer)<br />

Cirujano: Vengo a pedir el divorcio por cuatro buenas causas.<br />

Juez: Resoluto venís; decid las cuatro causas.<br />

Cirujano: La primera porque no puedo soportar a mi mujer. La segunda por lo<br />

que ella ya sabe. La tercera por algo que me callo. Y la cuarta porque me llevan<br />

los demonios cada vez que la veo.<br />

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Esposa del cirujano: Señor juez, vuela merced me oiga, Si mi marido esgrime<br />

cuatro causas, yo tengo cuatrocientas. Primera: en cuanto que lo veo pienso que<br />

está delante el mismo Lucifer. Segunda: me casé engañada. Tercera: es tan<br />

celoso que hasta maldice al sol cuando me toca. Cuarta… Juez: ¡Alto, señora!<br />

Que si piensa decir las cuatrocientas estaremos aquí una semana.<br />

Esposa del cirujano: ¿Nos va a descasar? ¿Qué más pruebas quiere, sino que<br />

yo no quiero morir con él, ni ella gusta de vivir conmigo?<br />

Juez: (Señalando las sillas) Si eso bastase para descasarse los casados,<br />

infinitos sacudirían de sus hombros el yugo del matrimonio. Aguarden allá un<br />

poco.<br />

(El cirujano y su esposa se sientan junto a los demás) (Entra Ganapán y habla<br />

con el juez)<br />

Ganapán: Un ganapán soy, aficionado al vino. Y el caso es que, en medio de<br />

una borrachera, prometí a una mujer de vida errada que la iba a desposar y le<br />

puse un puesto de verduras. Pero es reñidora; que no viene ninguno a comprar<br />

una col con el que no riña y le dé con un peso en la cabeza.<br />

Cirujano: (Aproximándose a la mesa del juez) Este hombre le dice la verdad.<br />

Conozco a su mujer y es casi tan mala como la mía propia.<br />

Juez: Mirad, señores, aunque algunos de los que aquí estáis habéis dado<br />

algunas causas que son causa de divorcio, Pero, ¿qué es esto? ¿Música y<br />

guitarras en mi audiencia? ¡Novedad grande es ésta!<br />

Mensajero: (Entra) Señor juez, traigo un recado.<br />

Juez: ¿De parte de quién es?<br />

Mensajero: De aquellos que vinieron a pedir el divorcio y usted se lo negó y<br />

logró apaciguarlos.<br />

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Juez: ¿Y qué quieren de mí?<br />

Mensajero: Agradecérselo por medio de una fiesta.<br />

Juez: De buena gana iré. (Hablando a los que aguardan) Y a usías les diré que<br />

lo mediten, pues más vale un arreglo medianillo que el divorcio mejor.<br />

(Todos salen mientras suena una música festiva)<br />

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22. EPITAFIO Jorge Díaz<br />

Se insinúa la balaustrada de un puente. Dos hombres están en el puente<br />

mirándose de reojo.<br />

UNO: Buenas tardes.<br />

EL OTRO: Buenas.<br />

UNO: Perdone, y no lo tome a mal, pero querría saber si piensa quedarse<br />

mucho rato aquí en el puente.<br />

EL OTRO: No, unos minutos. Tal vez ni siquiera eso.<br />

UNO: AH, entonces voy a esperar.<br />

EL OTRO: ¿Esperar qué?<br />

UNO: Que usted se marche.<br />

EL OTRO: ¿Para qué?<br />

UNO: para hacer lo que tengo que hacer.<br />

EL OTRO: (Molesto) Esas cosas no se hacen en la calle. Vaya a un bar.<br />

UNO: No es lo que usted piensa. En un bar me daría pudor.<br />

EL OTRO: (Inquieto) ¿No será usted un exhibicionista?<br />

UNO: No, por Dios, si lo que tengo que hacer es una bobada sin importancia.<br />

EL OTRO: ¿Qué es lo que va a hacer?<br />

UNO: Matarme.<br />

EL OTRO: ¡Es increíble!<br />

UNO: No intente disuadirme. Será inútil.<br />

EL OTRO: Pierda cuidado. El caso es que yo vine aquí por el mismo motivo.<br />

UNO: (Asombrado) ¿Va a suicidarse?<br />

EL OTRO: Si la suerte me acompaña.<br />

UNO: ¿Qué sistema eligió usted?<br />

EL OTRO: Bueno, está claro, ¿no? Ahogarme en el río.<br />

UNO: Lo suponía, pero me refiero al problema fundamental: hundirse. Ha de<br />

saber usted que soy un suicida reincidente.<br />

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EL OTRO: Ya pensé en eso. No crea que soy un suicida irresponsable, de<br />

esos que se tiran por una ventana y caen sobre una viejecita. ¿Ve mis zapatos?...<br />

Tienen las suelas de plomo. Pero hay algo más. Toque aquí. (Señala su cuello)<br />

¡Nota una rigidez?<br />

UNO: ¿Artrosis cervical?<br />

EL OTRO: No, una cadena de hierro que me da vueltas al cuello.<br />

UNO: Todo eso le habrá costado un ojo de la cara.<br />

EL OTRO: Bueno, yo he ahorrado toda mi vida para poder ir a mi propio<br />

entierro con la cabeza muy alta.<br />

UNO: Yo busqué una solución más económica: llevo los bolsillos llenos de<br />

piedras.<br />

(Un silencio dubitativo entre los dos)<br />

UNO: Bueno, pues cuando usted quiera.<br />

EL OTRO: ¡No faltaba más! ¡Usted primero! Si quiere que le ayude en algo.<br />

UNO: ¿Ayudarme?<br />

EL OTRO: Empujándolo, por ejemplo.<br />

UNO: Gracias, muy amable. Pero usted llegó antes. Siempre he sido muy<br />

respetuoso con el orden de llegada y usted me dio la vez.<br />

EL OTRO: No faltaba más. Un caballero es un caballero hasta el final de su<br />

vida. ¡Usted primero y no se hable más del asunto! ¿Puedo satisfacerle su último<br />

deseo?<br />

UNO: Ya puestos, mi último deseo sería un cigarrillo rubio con filtro.<br />

EL OTRO: Solo tengo negro y sin boquilla.<br />

UNO: No gracias, jamás me fumaría un cigarrillo sin filtro. Arruina los<br />

pulmones. Quiero morir de una forma natural y ecológica.<br />

EL OTRO: Me parece muy bien. (Silencio) Bueno, se nos ha hecho tarde.<br />

UNO: ¿Tarde para qué?<br />

EL OTRO: Pues para tirarnos de una vez del puente.<br />

UNO: ¿Acaso tiene usted alguna cosa que hacer después de suicidarse?<br />

Tanta prisa es lo que provoca el infarto.<br />

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EL OTRO: No, pero tampoco es plan andar toda la tarde con los zapatos de<br />

plomo. Me aprietan y me pesan. Me suicidaría solo por librarme de ellos.<br />

UNO: ¿Ha pensado en su epitafio?<br />

EL OTRO: A mí no se me da muy bien la literatura sepulcral.<br />

UNO: Para mí he pensado el siguiente: “Perdone que no me levante a<br />

saludarle”<br />

EL OTRO: Muy apropiado.<br />

UNO: Le propongo una cosa: vamos a tomarnos unas copas y elegimos su<br />

epitafio. No se va a tirar al río sin dejar resuelto ese detalle.<br />

EL OTRO: No es mala idea.<br />

UNO: Conozco un chiringuito al otro lado del río donde preparan un pulpo a<br />

la gallega que está para morirse.<br />

EL OTRO: Estupendo. Lo ahogaremos con un vinito de Ribeiro.<br />

UNO: Y, de paso, inventaremos un epitafio digno de usted.<br />

EL OTRO: Gracias, es usted muy amable. Creo que me voy a quitar los<br />

zapatos: pesan como el demonio. No le importará que vaya descalzo, ¿verdad?<br />

UNO: Por mí, como si quiere ir desnudo.<br />

(El OTRO se quita los zapatos)<br />

EL OTRO: (Suspirando) ¡AY, qué alivio! Me estaban matando.<br />

(Salen charlando. Oscuro)<br />

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23. CYRANO DE BERGERAC Edmond<br />

Rostand<br />

VALVERT. (Se dirige hacia Cyrano, que le observa, y se planta ante él<br />

con pedantería.) Vos tenéis... tenéis... una nariz... ¡una nariz muy grande!<br />

CYRANO. (Gravemente.) ¡Mucho!<br />

VALVERT. (Riendo.) ¡Ja,Ja!<br />

CYRANO. (Imperturbable.) ¿Eso es todo?<br />

VALVERT. Yo...<br />

CYRANO. Sois poco inteligente, jovenzuelo… Pueden decirse muchas<br />

más cosas sobre mi nariz variando el tono. Por ejemplo… (Señalando a las<br />

damas) agresivo:<br />

DAMA 1. «Si tuviese una nariz semejante, caballero, me la cortaría al<br />

momento.»<br />

CYRANO. Amigable:<br />

DAMA 2. « ¿Cómo bebéis; metiendo la nariz en la taza o con la ayuda de<br />

un embudo?»<br />

CYRANO. Descriptivo:<br />

DAMA 1. « ¡Es una roca... un pico... un cabo...! ¿Qué digo un cabo?... ¡es<br />

toda una península!»<br />

CYRANO. Curioso:<br />

DAMA 2. « ¿De qué os sirve esa nariz?, ¿de escritorio o guardáis en ella las<br />

tijeras?»<br />

CYRANO: Estético:<br />

DAMA 1. «No conozco quirófano, por grande que este sea, donde pueda<br />

operarse nariz tan fiera.»<br />

CYRANO. Extrañado:<br />

DAMA 2. «Cuando fumáis y el humo del tabaco sale por esa chimenea...<br />

¿no gritan los vecinos; ¡fuego!, ¡fuego!?».<br />

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CYRANO. Prevenido:<br />

DAMA 1. «Tened mucho cuidado, porque ese peso os hará dar de narices<br />

contra el suelo.»<br />

CYRANO. Cuidadoso:<br />

DAMA 2. «Para hacerle una funda que la libre del sol, preciso la carpa de<br />

un circo, ¡y no es farol!»<br />

CYRANO. Pensativo:<br />

DAMA 1. «Una duda no deja de darme la matraca: ¿pensará su nariz lo<br />

mismo que una vaca»<br />

CYRANO. Galante:<br />

DAMA 2. « ¿Qué hay, amigo? Ese garfio... ¿está de moda? Debe ser muy<br />

cómodo para colgar el sombrero.»<br />

CYRANO. Presuntuoso:<br />

DAMA 1. « ¡Qué envidia tan atroz le tiene el elefante! Su nariz es mayor,<br />

pero más elegante.»<br />

CYRANO. Avaricioso:<br />

DAMA 2. «Si los mocos tuviesen el valor del dinero, entre los millonarios él<br />

sería el primero»<br />

CYRANO. Didáctico:<br />

DAMA 1. « ¿Del clima, qué fenómeno provoca si estornuda? La tormenta<br />

tropical, sin duda.»<br />

CYRANO. Previsor:<br />

DAMA 2. «No bastará ataúd el día en que muera, sino egipcia pirámide o<br />

ella quedará fuera.»<br />

CYRANO. Sencillo:<br />

DAMA 1. « ¿Cuándo se puede visitar ese monumento?»<br />

CYRANO. Campestre:<br />

DAMA 2. ¿Qué es eso una nariz?... ¿Cree usted que soy tan tonta?... ¡Es<br />

un nabo gigante o un melón pequeño!»<br />

CYRANO. Militar:<br />

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DAMA 1. «Apuntad con ese cañón a la caballería.»<br />

CYRANO. Práctico:<br />

DAMA 2. «Si os admitiesen en la lotería, sería el premio gordo».<br />

CYRANO: Todo esto, poco más, es lo que hubierais dicho si tuvieseis<br />

algo de ingenio o algunas letras. Pero de aquel no tenéis ni un átomo y de<br />

letras únicamente las cinco que forman la palabra «necio».<br />

(VALVERT, ofendido, desenfunda la espada)<br />

CYRANO. ¡Siento en mi espada un hormigueo!<br />

VALVERT. (En guardia) Si lo queréis, ¡sea!<br />

CYRANO. Voy a daros una estocada sorprendente.<br />

VALVERT. (Con desprecio. Le tira el guante) ¡Poeta!...<br />

CYRANO. (Recogiendo el guante) Decís bien... ¡poeta!... y tan grande<br />

que, mientras combatimos, improvisaré en vuestro honor una balada.<br />

VALVERT. ¿Una balada?<br />

CYRANO. ¿Acaso no sabéis en qué consiste? (Recitando como si se<br />

tratase de una lección.) La balada se compone de tres coplas de ocho<br />

versos...<br />

VALVERT. (Burlándose.) ¡No sabía!...<br />

CYRANO. Compondré una mientras me bato, y tened por seguro que en<br />

el último verso os hiero.<br />

VALVERT. ¡No podréis!<br />

CYRANO. ¿No?... (Declamando.) «Balada del duelo que, en el teatro,<br />

sostuvo, con un importuno, el señor de Bergerac.»<br />

VALVERT. ¿Podéis decirme que es eso?<br />

CYRANO. ¡El título!<br />

(Comienza el duelo. Mientras baten sus espadas, Cyrano recita sus versos)<br />

CYRANO. Tiro con gracia el sombrero<br />

y, lentamente, abandonada<br />

dejo la capa que me cubre<br />

para después sacar la espada.<br />

Página90


¡Mejor os fuera ser neutral!<br />

¿Por dónde os trincharé mejor?<br />

¿Tiro al flanco, bajo la manga,<br />

o al laureado corazón?<br />

Mi punta es un insecto alado;<br />

a vuestro vientre va derecha.<br />

Y al finalizar… os hiero.<br />

¡Pronto, una rima! ¡Se hace tarde!<br />

¿Me dais el consonante?<br />

¡Cobarde!<br />

Ahora paro esa estocada<br />

con la que ibais a alcanzarme.<br />

Abro la línea. La he cerrado,<br />

Y al finalizar… os hiero.<br />

Ahora estoy lanzado a fondo.<br />

Finto... ¡Una... dos... tres...!<br />

(Cyrano tira la espada de VALVERT que queda con miedo.)<br />

¡Y al finalizar… os hiero!<br />

(Cyrano le choca con la nariz)<br />

Página91


24. CYRANO DE BERGERAC Edmond<br />

Rostand.<br />

CRISTIÁN. — ¡Ayudadme!<br />

CYRANO. — ¡De ninguna manera!<br />

CRISTIÁN. — Moriré si no consigo recuperar sus favores al momento.<br />

CYRANO. — ¿Y qué puedo hacer yo? ¿Queréis que en un momento os lo<br />

enseñe?<br />

CRISTIÁN. — (Cogiéndole por el brazo.) ¡Mira allá!<br />

(La ventana del balcón se ha iluminado.)<br />

CYRANO. — (Con emoción.) ¡Su ventana!<br />

CRISTIÁN. — (Gritando.) ¡Me moriré!<br />

CYRANO. — ¡Baja la voz!<br />

CRISTIÁN. — (Más bajo.) ¡Voy a morir!<br />

CYRANO. — La noche es muy oscura.<br />

CRISTIÁN. — ¿Y…?<br />

CYRANO. — Podemos arreglarlo. No lo mereces, pero… ¡Ponte ahí,<br />

miserable! ¡Ahí, delante del balcón! Yo me pondré debajo y te iré diciendo lo<br />

que tienes que hacer.<br />

CRISTIÁN. — Pero…<br />

CYRANO. — ¡Cállate!<br />

LOS PAJES. — (Reapareciendo por el fondo, a Cyrano.) ¡Eh!<br />

CYRANO. — ¡Chiss! (Les hace señas para que hablen más bajo.)<br />

PRIMER PAJE. — (A media voz.) Venimos de dar la serenata a<br />

Montfleury.<br />

CYRANO. — (En voz baja y deprisa.) ¡Id a esconderos cada uno en una<br />

esquina de la calle! Si algún paseante se acerca por aquí, tocad algo.<br />

SEGUNDO PAJE. — Y ¿qué queréis que toquemos, señor?<br />

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CYRANO. — Si es una mujer, algo alegre; si es un hombre, triste. (Los<br />

pajes desaparecen, uno por cada esquina de la calle.) ¡Llámala!<br />

CRISTIÁN. — ¡Roxana!<br />

CYRANO. — (Recogiendo algunas piedrecillas que arroja a las ventanas.)<br />

¡Espera! ¡Con estas piedrecillas!…<br />

ROXANA. — (Entreabriendo la ventana.) ¿Quién me llama?<br />

CRISTIÁN. — ¡Yo!<br />

ROXANA. — ¿Quién es «yo»?<br />

CRISTIÁN. — Cristián.<br />

ROXANA. — (Con desdén.) ¡Ah!… ¿sois vos?<br />

CRISTIÁN. — Quisiera hablaros.<br />

CYRANO. — (Debajo del balcón, a Cristián.) ¡Bien, bien! ¡Casi en voz<br />

baja!<br />

ROXANA. — ¡No! Habláis demasiado mal. ¡Idos!<br />

CRISTIÁN. — ¡Por favor, señora!<br />

ROXANA. — ¡No! ¡No me amáis!<br />

CRISTIÁN. — (Al que Cyrano va dictando las palabras.) ¡Santo cielo!…<br />

¡Acusarme de no amarla, cuando más la amo!<br />

ROXANA. — (Que iba a cerrar su ventana, deteniéndose.) ¡Vaya! ¡Esto<br />

está mejor!<br />

CRISTIÁN. —El amor crece mecido… por mi alma… inquieta, a la que<br />

este… cruel diosecillo, ha tomado… por cuna.<br />

ROXANA. — (Avanzando en el balcón.) Esto está mejor. ¿Y por qué, si<br />

es cruel, fuisteis tan tonto que no ahogasteis ese amor en la cuna?<br />

CRISTIÁN. — ¡Lo intenté… pero todo fue en vano…! Ese recién nacido…<br />

señora, es un pequeño… Hércules…<br />

ROXANA. — ¡Ya está mejor! ¡Ah! …Pero ¿por qué habláis de una forma<br />

tan poco segura? ¿Acaso vuestra imaginación sufre de gota?<br />

CYRANO. — (Empujando a Cristián bajo el balcón y colocándose en su<br />

sitio.) ¡Chiss, cállate!<br />

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ROXANA. — Esta noche vuestras palabras tiemblan… ¿por qué?<br />

CYRANO. — (Hablando a media voz, como Cristián.) Es… que como está<br />

muy oscuro, buscan a tientas en la sombra vuestro oído.<br />

ROXANA. — Las mías no tienen semejante dificultad.<br />

CYRANO. — ¿Lo encuentran en seguida?… ¡Oh, claro! Porque es mi<br />

corazón el que las recibe, y mi corazón es muy grande en tanto que vuestro<br />

oído es pequeño.<br />

ROXANA. — (Con un movimiento.) ¡Ahora mismo bajo!<br />

CYRANO. — (Vivamente.) ¡No!<br />

ROXANA. — (Señalándole el banco situado bajo el balcón.) ¡Subíos a<br />

ese banco, deprisa!<br />

CYRANO. — (Retrocediendo con espanto en la oscuridad.) ¡No!<br />

ROXANA. — ¿Por qué no?<br />

CYRANO. — (Más emocionado cada vez.) Dejad que aproveche… esta<br />

ocasión que se presenta para hablar dulcemente sin vernos.<br />

ROXANA. — ¿Sin vernos?<br />

CYRANO. — Sí, es delicioso. Apenas si adivino vuestro rostro…Pero<br />

esta noche… ¡esta noche me parece que será la primera en que voy a<br />

hablaros!<br />

ROXANA. — ¡Es verdad que tenéis otra voz!<br />

CYRANO. — (Acercándose con fiebre.) Sí. Es otra porque, envuelto en<br />

la noche que me protege, me atrevo al fin a ser yo mismo… me atrevo… (Se<br />

detiene perdido.)¡No sé… todo esto… perdonad mi emoción…<br />

ROXANA. — Nunca me habíais hablado así.<br />

CYRANO. — ¡Ah! ¡Si lejos de los arcos y las flechas, huyésemos hacia<br />

cosas más verdaderas!… ¡Si en lugar de beber el agua sucia, gota a gota en<br />

un pequeño dedal de oro, intentamos ver cómo el alma se alimenta bebiendo<br />

en las puras lentes del amor!…<br />

ROXANA. — Pero… ¿y el ingenio?<br />

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CYRANO. — Sirvió para reteneros a mi lado. … Dejemos que el cielo, con<br />

la mirada de sus astros, nos despoje de todo lo artificial. ¡Temo que la<br />

sinceridad de los sentimientos desaparezca entre tanta palabra exquisita,<br />

que el alma no se pierda en pasatiempos ridículos!<br />

ROXANA. — Pero… ¿y el ingenio?<br />

CYRANO. — Tratándose de amor, lo detesto. Cuando se ama, es un<br />

crimen prolongar ese juego.<br />

ROXANA. —Si ese momento hubiese llegado para nosotros dos ¿qué me<br />

diríais?<br />

CYRANO. — Todas, todas aquellas palabras que se me ocurran, os las<br />

ofreceré sin ponerlas ni aderezarlas en un ramillete: os amo; me ahogo,<br />

enloquezco, no puedo más, es demasiado… ¡Tu nombre es para mi corazón<br />

como un cascabel…! y como siempre ante ti estoy temblando, el cascabel se<br />

agita y tu nombre suena. ¡Tanto te he amado…<br />

ROXANA. — (Con voz trémula.) Sí, ¡esto es amor!<br />

CYRANO. — Decís bien. Este sentimiento, terrible y celoso que me<br />

invade, es verdadero amor… Tiene todo el furor triste del amor y sin embargo,<br />

no es egoísta. ¡Ah! por tu felicidad yo daría la mía, aunque tú nunca llegaras a<br />

enterarte de nada. En verdad, esta noche es demasiado bella, demasiado<br />

dulce… Yo os digo todo esto y vos… ¡vos me escucháis! ¡Es demasiado!<br />

Ahora sólo me resta morir.<br />

Roxana.- ¡Tiemblo, lloro, te amo, y soy tuya!… ¡Tú me has enloquecido, me<br />

has embriagado!…<br />

CYRANO. — Entonces… ¡que venga la muerte! Esta borrachera… ¡yo he<br />

sido quien ha sabido provocar esta embriaguez! Ya no pido más que una<br />

cosa…<br />

CRISTIÁN. — (De bajo del balcón.) ¡Un beso!<br />

ROXANA. — (Echándose hacia atrás.) ¿Qué? ¿Qué… qué habéis<br />

pedido?<br />

CYRANO. — Yo… yo… (A Cristián.) ¡Vas demasiado aprisa!<br />

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CYRANO. — (A Roxana.) Comprendo que fui demasiado audaz.<br />

ROXANA (Un poco decepcionada.) ¿O sea que ya no lo queréis?<br />

CYRANO. — Sí… Lo quiero… ¡sin quererlo! Si vuestro pudor se<br />

conturba, no recordéis más ese beso.<br />

CRISTIÁN. — (A Cyrano, tirándole de la capa.) ¿Por qué?<br />

CYRANO. — ¡Cállate Cristián!<br />

ROXANA. — (Inclinándose hacia adelante.) ¿Qué decíais en voz baja?<br />

CYRANO. — Me reñía a mí mismo por haber ido demasiado lejos y me<br />

decía: « ¡Cállate, Cristián!»<br />

CRISTIÁN. — ¡Consígueme ese beso!<br />

CYRANO. — ¡No!<br />

CRISTIÁN. — ¡Más pronto o más tarde…!<br />

CYRANO. — Tienes razón. Al fin, llegará ese momento de embriaguez en<br />

el que vuestras bocas se lanzarán la una contra la otra<br />

ROXANA. — (Adelantándose en el balcón.) ¿Sois vos? Me hablabais<br />

de… de… un…<br />

CYRANO. — ¡De un beso! La palabra es dulce y no veo por qué vuestro<br />

labio no se atreve… ¡Si decirla quema, qué no será vivirla! No os asustéis.<br />

Hace un momento, habéis abandonado el juego y pasado, sin lágrimas, de la<br />

sonrisa al suspiro, del suspiro a las lágrimas. Deslizaos de igual manera un<br />

poco más: ¡de las lágrimas al beso no hay más que un estremecimiento!<br />

ROXANA. — ¡Callaos! ¡Subid a recoger esta flor sin igual!<br />

CYRANO. — (Empujando a Cristián hacia el balcón.) ¡Sube!<br />

ROXANA. — ¡Ese gusto del corazón!…<br />

CYRANO. — ¡Sube!<br />

ROXANA. — ¡Ese zumbido de abeja!…<br />

CYRANO. — ¡Sube!<br />

CRISTIÁN. — (Dudando.) Es que… ¡me parece que esto está mal!<br />

ROXANA. — ¡Este instante infinito!…<br />

CYRANO. — (Empujándole.) ¡Sube ya, animal!<br />

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CRISTIÁN. — ¡Roxana! (Lo abraza y se inclina sobre sus labios.)<br />

CYRANO. — ¡Ay!… ¡Qué punzada en el corazón! Sí, siento que mi<br />

corazón recibe algo, porque en esos labios a los que Roxana se entrega, está<br />

besando las palabras que yo he dicho hace un instante.<br />

Página97


25. FINAL<br />

(Salen las musas de una en una. Imagen del principio. Vuelta al Parnaso)<br />

ERATO. ¡Amar!<br />

CLÍO: ¡Protestar!<br />

EUTERPE. ¡Cantar!<br />

PERPSÍCORE. ¡Bailar!<br />

URANIA. ¡Odiar!<br />

CALÍOPE: ¡Inmortalizar!<br />

POLIMNIA: ¡Soñar!<br />

TALÍA: ¡Reír!<br />

MELPÓMENE. ¡Llorar!<br />

ERATO: Muere lentamente quien se transforma en esclavo de los hábitos.<br />

CLÍO. Quien no arriesga<br />

EUTERPE. Quien evita una pasión<br />

PERPSÍCORE. Quien abandona antes de empezar<br />

URANIA. Quien se queja de su mala suerte.<br />

CALÍOPE. Quien no viaja, ni lee<br />

POLIMNIA. Quien no sueña, ni persigue sus sueños.<br />

TALÍA. Quien no confía, quien no lo intenta.<br />

MELPÓMENE. Quien no ama.<br />

CORO. ¡Mientras dure la vida, sigamos con el cuento!<br />

Página98


Índice<br />

1. INTRODUCCIÓN PRIMERA PARTE .............................................................................................................................0<br />

2. “EL GRAN TEATRO DEL MUNDO” Calderón de la Barca Adaptada por E. Ferré ......7<br />

3. RIMA IV. Gustavo Adolfo Bécquer .................................................................................................................................................. 10<br />

4. MACBETH W. Shakespeare Adaptada por E. Ferré ........................................................................................................ 12<br />

5. ESTOY HARTA de The VicVlogs MANOS de ZPU ........................................................................................ 17<br />

6. “LA CASA DE BERNARDA ALBA” fragmento F. García Lorca ............................................................. 22<br />

7. “LOS NADIES” de Eduardo Galeano ....................................................................................................................................... 28<br />

8. LOS AMANTES DE TERUEL”J. E Hartzenbusch Adaptada por E. Ferré ......................... 30<br />

9. LA RUEDA DE LA PAZ Juan Rejano ............................................................................................................................ 34<br />

10. ODA A LA TRISTEZA Pablo Neruda......................................................................................................................... 35<br />

11. AUNQUE ES DE NOCHE Juan de la Cruz ............................................................................................... 37<br />

12. LA VENGANZA DE DON MENDO Muñoz Seca ........................................................................................ 39<br />

13. INTRODUCCIÓN SEGUNDA PARTE. ............................................................................................................. 46<br />

14. HISTORIA DE AMOR JUNTO A UNA MACETA José Luis García ............................................... 49<br />

15. PIC-NIC de Fernando ArrabaL ................................................................................................................................................... 53<br />

16. CARTA A MARY Alonso de Santos .................................................................................................................................. 59<br />

17. EN LA FUENTE DEL ROSEL Lírica popular ......................................................................................................... 62<br />

18. LA CABEZA DEL DRAGÓN Valle-Inclán Adaptada por E. Ferré ........................... 69<br />

19. MONÓLOGO DE UNA MUJER MODERNA (texto colaborativo) ........................................................ 74<br />

20. EDIFICIO OKUPADO de Alonso de Santos ............................................................................................................. 77<br />

21. EL JUEZ DE LOS DIVORCIOS Miguel de Cervantes Adaptada por E. Ferré.......................... 80<br />

22. EPITAFIO Jorge Díaz.................................................................................................................................................................. 85<br />

23. CYRANO DE BERGERAC Edmond Rostand ................................................................................................ 88<br />

24. CYRANO DE BERGERAC Edmond Rostand. .............................................................................................. 92<br />

25. FINAL ...................................................................................................................................................................................................... 98<br />

Página99

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