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ciencia<br />
SOÑAr DESPIErTO<br />
O despertar dormido Por Teo Pinzás<br />
Es harto conocido que el ser humano necesita en<br />
promedio unas 8 horas de sueño para funcionar<br />
correctamente. De cada día que vivimos, Morfeo<br />
se lleva la tercera parte, lo cual significa que, si<br />
vives 90 años, 30 te los pasaste en un sueño<br />
del cual probablemente recuerdes fragmentos<br />
insignificantes. ¿A dónde se va, entonces, todo<br />
ese tiempo de tu vida?<br />
Resulta atemorizante saber que, finalmente, uno<br />
ha gastado un tercio de su vida en vegetar con<br />
los ojos cerrados e inmerso en un mundo alterno<br />
del que sabemos y controlamos muy poco. Sin<br />
embargo, hay personas que aseguran que el<br />
sueño no tiene por qué ser un territorio vetado<br />
a la conciencia y que el ámbito onírico puede<br />
ser manejado. Estas personas se refieren, desde<br />
épocas y perspectivas disímiles, a un mismo<br />
fenómeno humano: el de los sueños lúcidos.<br />
Si el sueño —del latín somnus— es un estado de<br />
reposo generalizado del organismo, el sueño lúcido<br />
es un sueño consciente en el que el onironauta<br />
—aquel que navega sus sueños conscientemente—<br />
actúa como desea con la confianza de que todo<br />
es una ilusión. En ese sentido, el sueño lúcido es<br />
ideal para la realización de los deseos en tanto<br />
la fantasía no representa amenaza real para<br />
el sujeto soñador y sus límites son infinitos:<br />
si quieres volar, vuelas; si deseas una orgía, la<br />
tendrás; si quieres ser un perro, guaf. Ya está.<br />
22 | oveja negra<br />
En el mundo onírico uno es el pequeño dios<br />
que configura su realidad.<br />
La historia de los sueños lúcidos se remonta a<br />
viejas tradiciones místicas y contemplativas.<br />
Los primeros registros provienen de la Grecia<br />
antigua, más precisamente de Aristóteles,<br />
quien mencionó el fenómeno antes que nadie.<br />
Los monjes tibetanos y su “yoga del sueño” son<br />
otro ejemplo de que el territorio onírico no es<br />
inaccesible, sino domable. Ejercicios de meditación,<br />
de respiración y la repetición de ideas recurrentes<br />
—“dormiré y sabré que estoy soñando”, “esto es solo<br />
un sueño”, etcétera— nos permiten a la larga, tras<br />
mucha práctica, tomar conciencia de que soñamos<br />
mientras lo hacemos, aunque la mayor parte de las<br />
veces los sueños lúcidos son casuales.<br />
En occidente, el sueño lúcido ha sido tomado en<br />
serio recientemente. No fue hasta 1867 que un<br />
onironauta autodidacta, el Marqués d’Hervey de<br />
Saint-Denys, publicó un libro sobre el tema. Desde<br />
entonces, la comunidad científica mostró un<br />
severo escepticismo, pero figuras como el danés<br />
Frederikvan Eeden —quien acuñó el término—,<br />
Freud, Celia Green y posteriormente LaBerge le<br />
fueron dando asidero.<br />
Hoy en día el concepto ya es familiar a muchos<br />
alrededor del mundo entero aunque, valgan<br />
verdades, cuando dormimos la mayoría solamente<br />
ronca y babea la almohada.<br />
“Todo niño es<br />
un artista.<br />
El problema<br />
es mantenerse<br />
artista cuando<br />
se crece”.<br />
– Pablo Picasso