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Mayo 2012 - Oveja Negra

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ciencia<br />

SOÑAr DESPIErTO<br />

O despertar dormido Por Teo Pinzás<br />

Es harto conocido que el ser humano necesita en<br />

promedio unas 8 horas de sueño para funcionar<br />

correctamente. De cada día que vivimos, Morfeo<br />

se lleva la tercera parte, lo cual significa que, si<br />

vives 90 años, 30 te los pasaste en un sueño<br />

del cual probablemente recuerdes fragmentos<br />

insignificantes. ¿A dónde se va, entonces, todo<br />

ese tiempo de tu vida?<br />

Resulta atemorizante saber que, finalmente, uno<br />

ha gastado un tercio de su vida en vegetar con<br />

los ojos cerrados e inmerso en un mundo alterno<br />

del que sabemos y controlamos muy poco. Sin<br />

embargo, hay personas que aseguran que el<br />

sueño no tiene por qué ser un territorio vetado<br />

a la conciencia y que el ámbito onírico puede<br />

ser manejado. Estas personas se refieren, desde<br />

épocas y perspectivas disímiles, a un mismo<br />

fenómeno humano: el de los sueños lúcidos.<br />

Si el sueño —del latín somnus— es un estado de<br />

reposo generalizado del organismo, el sueño lúcido<br />

es un sueño consciente en el que el onironauta<br />

—aquel que navega sus sueños conscientemente—<br />

actúa como desea con la confianza de que todo<br />

es una ilusión. En ese sentido, el sueño lúcido es<br />

ideal para la realización de los deseos en tanto<br />

la fantasía no representa amenaza real para<br />

el sujeto soñador y sus límites son infinitos:<br />

si quieres volar, vuelas; si deseas una orgía, la<br />

tendrás; si quieres ser un perro, guaf. Ya está.<br />

22 | oveja negra<br />

En el mundo onírico uno es el pequeño dios<br />

que configura su realidad.<br />

La historia de los sueños lúcidos se remonta a<br />

viejas tradiciones místicas y contemplativas.<br />

Los primeros registros provienen de la Grecia<br />

antigua, más precisamente de Aristóteles,<br />

quien mencionó el fenómeno antes que nadie.<br />

Los monjes tibetanos y su “yoga del sueño” son<br />

otro ejemplo de que el territorio onírico no es<br />

inaccesible, sino domable. Ejercicios de meditación,<br />

de respiración y la repetición de ideas recurrentes<br />

—“dormiré y sabré que estoy soñando”, “esto es solo<br />

un sueño”, etcétera— nos permiten a la larga, tras<br />

mucha práctica, tomar conciencia de que soñamos<br />

mientras lo hacemos, aunque la mayor parte de las<br />

veces los sueños lúcidos son casuales.<br />

En occidente, el sueño lúcido ha sido tomado en<br />

serio recientemente. No fue hasta 1867 que un<br />

onironauta autodidacta, el Marqués d’Hervey de<br />

Saint-Denys, publicó un libro sobre el tema. Desde<br />

entonces, la comunidad científica mostró un<br />

severo escepticismo, pero figuras como el danés<br />

Frederikvan Eeden —quien acuñó el término—,<br />

Freud, Celia Green y posteriormente LaBerge le<br />

fueron dando asidero.<br />

Hoy en día el concepto ya es familiar a muchos<br />

alrededor del mundo entero aunque, valgan<br />

verdades, cuando dormimos la mayoría solamente<br />

ronca y babea la almohada.<br />

“Todo niño es<br />

un artista.<br />

El problema<br />

es mantenerse<br />

artista cuando<br />

se crece”.<br />

– Pablo Picasso

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