10.03.2013 Views

Esto no es Hansel y Gretel

Esto no es Hansel y Gretel

Esto no es Hansel y Gretel

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>Esto</strong> <strong>no</strong> <strong>es</strong> <strong>Hansel</strong> y <strong>Gretel</strong><br />

de Marta Querol ©<br />

Primera carta<br />

No sé quién er<strong>es</strong>, pero <strong>es</strong>pero que si encuentras <strong>es</strong>ta carta, <strong>no</strong>s ayud<strong>es</strong>. Mi padre <strong>es</strong> leñador<br />

y vivimos junto a un bosque muy grande. También tengo un herma<strong>no</strong>, más pequeño que yo,<br />

Hänsel. Bue<strong>no</strong>, y hay una mujer que debería ser mi madre, pero <strong>no</strong> lo <strong>es</strong>. Por cierto, yo me<br />

llamo <strong>Gretel</strong>. Las cosas <strong>es</strong>tán muy mal en casa. Bue<strong>no</strong>, y en todas part<strong>es</strong>, por lo que dicen.<br />

Nosotros hace días que <strong>no</strong> tenemos casi nada para comer. A mi padre lo veo preocupado;<br />

dice que <strong>no</strong> gana ni para el pan de cada día. A<strong>no</strong>che <strong>no</strong> se podía dormir (¿por el calor? ¿O te<br />

diste cuenta de que tu padre <strong>no</strong> podía dormir?). Es que la cabaña <strong>es</strong> pequeña y se oye todo.<br />

Le decía a mi madrastra que <strong>no</strong> sabía que iba a ser de <strong>no</strong>sotros, que <strong>no</strong> quedaba nada para<br />

dar<strong>no</strong>s de comer.<br />

Ella le cont<strong>es</strong>tó que lo mejor era llevar<strong>no</strong>s al bosque, encender un fuego, dar<strong>no</strong>s un<br />

pedacito de pan y luego dejar<strong>no</strong>s allí solos mientras ellos se van al trabajo. Así seguro que<br />

<strong>no</strong>s perderíamos, y se librarían de <strong>no</strong>sotros.<br />

Mi padre <strong>es</strong> bue<strong>no</strong>, y <strong>es</strong>o le pareció horrible. Él <strong>no</strong> <strong>no</strong>s quiere dejar allí, porque sabe<br />

que se <strong>no</strong>s comerían las fieras. Pero ahora manda <strong>es</strong>a bruja. Le ha dicho que tiene que<br />

hacerlo, o <strong>no</strong>s moriremos de hambre los cuatro. Le insistió mucho. Incluso le dijo que fuera<br />

aserrando las tablas para los ataúd<strong>es</strong>. Tengo miedo. Mi padre, al final, ha accedido por ella.<br />

Mi herma<strong>no</strong> también <strong>es</strong>tá muy asustado, porque lo ha <strong>es</strong>cuchado todo, igual que yo.<br />

Me ha dicho que <strong>no</strong> <strong>es</strong>té triste, que él me sacará de <strong>es</strong>ta. Es muy listo. Cuando por fin se han<br />

dormido, ha salido al patio por la puerta trasera, y aprovechando que el brillo de la luna<br />

iluminaba u<strong>no</strong>s guijarros blancos que <strong>es</strong>taban en el suelo, ha recogido un montón hasta<br />

llenarse los bolsillos.<br />

Dice que <strong>no</strong> <strong>no</strong>s abandonarán, que <strong>es</strong>té tranquila, que el encontrará el cami<strong>no</strong> de<br />

vuelta. Yo he preferido <strong>es</strong>cribirlo en <strong>es</strong>ta carta y meterla en un frasco de compota, por si<br />

alguien la encuentra (la carta). Nos buscarás, ¿verdad? <strong>Gretel</strong>.<br />

Segunda carta


2<br />

<strong>Esto</strong> <strong>no</strong> <strong>es</strong> <strong>Hansel</strong> y <strong>Gretel</strong><br />

Mi herma<strong>no</strong> tenía razón. A las primeras luc<strong>es</strong> del día, ant<strong>es</strong> aún de que saliera el sol, nu<strong>es</strong>tra<br />

madrastra <strong>no</strong>s d<strong>es</strong>pertó de malos modos, diciendo que había que ir al bosque por leña. Nos<br />

dio un pedacito de pan, y <strong>no</strong>s dijo que podíamos comér<strong>no</strong>slo a partir de mediodía. Lo tuve<br />

que guardar yo bajo mi delantal, junto al tarro en que metí mi carta, porque Hänsel llevaba<br />

los bolsillos lle<strong>no</strong>s de piedras. Caminamos hasta el bosque. A cada ratito de andar, mi<br />

herma<strong>no</strong> se detenía para volverse a mirar hacia la casa. Mi padre le reñía por que se quedaba<br />

rezagado. “¡Atención y piernas vivas!”, le decía.<br />

Cómo <strong>Hansel</strong> <strong>es</strong> muy listo, (¿ya lo había dicho?), se inventó que miraba un gatito<br />

blanco, que d<strong>es</strong>de el tejado le decía adiós, pero en realidad <strong>no</strong> miraba el gato, si<strong>no</strong> que iba<br />

echando blancas piedrecitas a lo largo del cami<strong>no</strong>. Nu<strong>es</strong>tra madrastra le reprendió, y yo<br />

aproveché para dejar el tarro con mi primera carta en el cami<strong>no</strong>.<br />

Cuando <strong>es</strong>tuvimos en medio del bosque, mi padre <strong>no</strong>s mandó a por leña. “Para hacer<br />

fuego y que <strong>no</strong> tuviéramos frío”, dijo. Preparamos una gran hoguera, y cuando ya ardió con<br />

llama viva, nu<strong>es</strong>tra madrastra <strong>no</strong>s mandó a d<strong>es</strong>cansar junto al fuego “porque se iban a cortar<br />

leña”. ¡Con toda la que habíamos cortado <strong>no</strong>sotros! Dijo que cuándo terminaran, volverían a<br />

por <strong>no</strong>sotros. Nos sentamos junto al fuego, y al mediodía, cada u<strong>no</strong> <strong>no</strong>s comimos nu<strong>es</strong>tro<br />

pedacito de pan. Aún <strong>es</strong>tábamos tranquilos, porque oíamos claramente el ruido de los<br />

hachazos, y <strong>es</strong>o era que padre <strong>es</strong>taba cerca. Pero lo que creímos que eran hachazos, era en<br />

realidad una rama que habían atado a un árbol seco, y que el viento hacía chocar contra el<br />

tronco. Al cabo de mucho rato de <strong>es</strong>tar allí sentados, <strong>no</strong>s quedamos dormidos. Cuando<br />

d<strong>es</strong>pertamos ya era <strong>no</strong>che cerrada. Me eché a llorar. No sabía cómo saldríamos del bosque.<br />

Pero Hänsel me consoló, y me aseguró que cuando brillara la luna, encontraríamos el<br />

cami<strong>no</strong>.<br />

Cuando la luna <strong>es</strong>tuvo alta en el cielo, me agarró de la ma<strong>no</strong>, y gracias a las<br />

piedrecitas que relucían como la plata, fuimos siguiendo la ruta. Tardamos un montón.<br />

Tuvimos que andar toda la <strong>no</strong>che, y llegamos a casa al amanecer. De cami<strong>no</strong>, recogí mi tarro,<br />

ya que al fin <strong>no</strong> <strong>no</strong>s íbamos a perder.<br />

Cuando llamamos a la puerta, nu<strong>es</strong>tra madrastra encima <strong>no</strong>s regañó, como si <strong>no</strong>s<br />

hubiéramos quedado allí porque sí. Padre se alegró. Yo creo que le remordía la conciencia<br />

por haber<strong>no</strong>s abandonado. Él <strong>no</strong> <strong>es</strong> malo, ¿sab<strong>es</strong>? No puede serlo. Ahora todo <strong>es</strong>tá mejor,<br />

pero seguimos con miedo. Por <strong>es</strong>o <strong>es</strong>cribo.<br />

Tercera carta


3<br />

<strong>Esto</strong> <strong>no</strong> <strong>es</strong> <strong>Hansel</strong> y <strong>Gretel</strong><br />

Hemos pasado una época tranquila. Ya ni me acordaba de mi tarro. Pero el hambre ha<br />

vuelto, y la historia se repite. He oído a mi madrastra, mientras <strong>es</strong>taba en la cama, que le<br />

decía a padre que sólo quedaba media hogaza de pan, y sanseacabó. Otra vez la solución <strong>es</strong><br />

d<strong>es</strong>hacerse de <strong>no</strong>sotros. Nos van a llevar al bosque, pero ahora más adentro, para que <strong>no</strong><br />

podamos encontrar el cami<strong>no</strong>.<br />

Padre se ha opu<strong>es</strong>to al principio, pero ella ni le ha <strong>es</strong>cuchado. Nunca lo hace. Yo<br />

sabía que terminaría por ceder a lo que ella quería. Ya lo hizo una vez, y ahora era más difícil<br />

negarse. <strong>Hansel</strong> quería salir a por piedrecitas, cómo cuando la primera carta, pero <strong>no</strong>s han<br />

cerrado la puerta de atrás. Estamos perdidos, aunque mi herma<strong>no</strong> diga que Dios <strong>no</strong>s<br />

ayudará. Si encuentras el tarro con las cartas, avisa a alguien para que <strong>no</strong>s busque. Tengo<br />

mucho miedo. <strong>Gretel</strong><br />

………..<br />

Ese día <strong>no</strong>s d<strong>es</strong>pertó tempra<strong>no</strong>, <strong>no</strong>s dio un pedacito de pan, más pequeño aún que la vez<br />

anterior. Cami<strong>no</strong> del bosque, Hänsel iba d<strong>es</strong>migando el pan en el bolsillo y, deteniéndose de<br />

trecho en trecho, dejaba caer pedacitos en el suelo. Padre, nervioso, le empujaba para que<br />

siguiera. Debía tener prisa. Mi herma<strong>no</strong> volvió a sus excusas. Ahora en lugar de un gato era<br />

una paloma. Pero sólo servían para irritar a nu<strong>es</strong>tra madrastra.<br />

Sembró de migas todo el cami<strong>no</strong>, y yo dejé <strong>es</strong>te tarro, el mismo que ya dejara, y que<br />

ahora encontraron usted<strong>es</strong>.<br />

La madrastra <strong>no</strong>s condujo aún más adentro del bosque, a un lugar en el que nunca<br />

habíamos <strong>es</strong>tado. Se repitió el ritual, igual que la vez anterior. La hoguera, la si<strong>es</strong>ta y su viaje a<br />

Nunca Jamás para coger leña y d<strong>es</strong>aparecer.<br />

Casi <strong>no</strong> comimos. Hänsel había <strong>es</strong>parcido su pan por el cami<strong>no</strong> y tuvimos que partir<br />

el poco que yo tenía. D<strong>es</strong>pertamos de la si<strong>es</strong>ta al a<strong>no</strong>checer. Hänsel <strong>es</strong>taba convencido de<br />

que volveríamos a encontrar el cami<strong>no</strong> gracias a las miguitas de pan. Pero <strong>no</strong> encontramos ni<br />

una sola. Se las habían comido los pájaros de aquel horrible bosque. Aun así, intentamos<br />

encontrar el cami<strong>no</strong>, pero fue imposible.<br />

D<strong>es</strong>pués de un día y medio dando vueltas sin rumbo, y muertos de hambre como<br />

<strong>es</strong>tábamos —hágase cuenta de que sólo habíamos comido u<strong>no</strong>s pocos frutos silv<strong>es</strong>tr<strong>es</strong><br />

recogidos del suelo y mi trozo de pan—, <strong>no</strong>s echamos a d<strong>es</strong>cansar al pie de un árbol y <strong>no</strong>s<br />

quedamos dormidos de puro agotamiento.


4<br />

<strong>Esto</strong> <strong>no</strong> <strong>es</strong> <strong>Hansel</strong> y <strong>Gretel</strong><br />

A la mañana siguiente reanudamos la marcha, pero cada vez <strong>no</strong>s adentrábamos más<br />

en el bosque. Ya ni hablábamos para conservar el poco aliento que <strong>no</strong>s quedaba. Tampoco<br />

<strong>no</strong>s mirábamos, porque en los ojos del otro veíamos el miedo a la muerte cercana.<br />

Fue, creo, hacia mediodía que vimos un hermoso pajarillo, blanco como la nieve,<br />

posado en la rama de un árbol; y cantaba tan dulcemente, que <strong>no</strong>s detuvimos a <strong>es</strong>cucharlo.<br />

¿Qué más <strong>no</strong>s daba ya, si <strong>no</strong> íbamos a ninguna parte? Cuando hubo terminado, abrió sus alas<br />

y emprendió el vuelo. Parecía una señal, tan blanco, tan bello… lo seguimos. Así llegamos<br />

hasta el lugar en que me han encontrado. Aquí, ant<strong>es</strong> había una casa.<br />

Estaba hecha de pan y cubierta de bizcocho, y las ventanas eran de puro azúcar. Sí,<br />

<strong>no</strong> l<strong>es</strong> miento. Era un sueño, con el hambre que habíamos pasado.<br />

<strong>Hansel</strong> se emocionó, y se lanzó a comer, empezando por un pedacito del tejado; yo,<br />

probé los cristal<strong>es</strong> de la ventana. Eran de azúcar, y me supieron a gloria.<br />

Pero enseguida <strong>es</strong>cuchamos una voz suave que procedía del interior: «¿Será acaso la<br />

ratita la que roe mi casita?» Medio idos cómo <strong>es</strong>tábamos, sólo se <strong>no</strong>s ocurrió decir: «Es el<br />

viento, <strong>es</strong> el viento que sopla violento», en lugar de salir corriendo. Seguimos comiendo,<br />

ávidos. Devorábamos a dos carrillos cuando la puerta se abrió bruscamente, y salió una<br />

mujer viejísima, que se apoyaba en una muleta. Lo recuerdo cómo si fuera hoy. Nos<br />

asustamos hasta el punto de atragantar<strong>no</strong>s y soltar lo que teníamos en las ma<strong>no</strong>s; pero<br />

aquella vieja <strong>no</strong>s invitó a entrar, hospitalaria.<br />

Nos cogió de la ma<strong>no</strong>, y <strong>no</strong>s sentó a la m<strong>es</strong>a, donde había servida una apetitosa<br />

comida: leche con bollos azucarados, manzanas y nuec<strong>es</strong>. ¡Imagín<strong>es</strong>e, con el hambre que<br />

habíamos pasado! D<strong>es</strong>pués <strong>no</strong>s llevó a dos camitas con ropas blancas, y <strong>no</strong>s acostamos en<br />

ellas. Estábamos convencidos de que habíamos llegado al cielo. El pájaro blanco, la señal…<br />

La vieja parecía ser muy buena y amable, pero, pronto d<strong>es</strong>cubrimos que en realidad,<br />

era una bruja que acechaba a los niños para cazarlos, y había construido la casita de pan con<br />

el único objeto de atraerlos. Cuando u<strong>no</strong> caía en su poder, lo mataba, lo guisaba y se lo<br />

comía.<br />

Tenía los ojos rojizos y era muy corta de vista; pero, en cambio, su olfato era muy<br />

fi<strong>no</strong>, como el de los animal<strong>es</strong>, por lo que d<strong>es</strong>de muy lejos sintió nu<strong>es</strong>tra pr<strong>es</strong>encia y <strong>no</strong>s<br />

preparó aquella trampa. Nos acostamos confiados.<br />

A la mañana siguiente, muy tempra<strong>no</strong>, y mientras aún dormíamos, agarró a Hänsel<br />

con su ma<strong>no</strong> seca, lo llevó a un pequeño <strong>es</strong>tablo y lo encerró detrás de una reja.<br />

Entonc<strong>es</strong> vi<strong>no</strong> a d<strong>es</strong>pertarme a mí, gritando y sacudiéndome con brusquedad.


5<br />

<strong>Esto</strong> <strong>no</strong> <strong>es</strong> <strong>Hansel</strong> y <strong>Gretel</strong><br />

Quería que fuera a por agua y guisara para mi herma<strong>no</strong>. Tenía que engordarlo para…<br />

comérselo. Todavía me <strong>es</strong>tremezco al recordarlo.<br />

Lloré amargamente, pero en va<strong>no</strong>. Tuve que cumplir los mandatos de la bruja.<br />

Mientras a mi herma<strong>no</strong> le servía comidas exquisitas, yo <strong>no</strong> recibía más que cáscaras de<br />

cangrejo.<br />

Todas las mañanas bajaba la vieja al <strong>es</strong>tablo y decía:<br />

—Hänsel, saca el dedo, que quiero saber si <strong>es</strong>tás gordo.<br />

Pero Hänsel, que <strong>no</strong> sé si ya se lo he dicho pero era muy listo, en vez del dedo,<br />

sacaba un hu<strong>es</strong>ecito, y la vieja, que apenas se veía, pensaba que era realmente su dedo. Claro<br />

que se extrañaba de que siguiera igual de flaco, pero la trampa coló. Cuando, al cabo de<br />

cuatro semanas, vio que Hänsel continuaba sin engordar, perdió la paciencia y <strong>no</strong> quiso<br />

aguardar más tiempo. Decidió comérselo gordo o flaco.<br />

Fui a por agua, con las lágrimas rodando por mis mejillas. «¡Dios mío, ayúda<strong>no</strong>s!”,<br />

rogaba. Casi prefería que <strong>no</strong>s hubi<strong>es</strong>en devorado las fieras del bosque; así habríamos muerto<br />

juntos. Yo era una niña muy romántica, entonc<strong>es</strong>.<br />

A la vieja bruja <strong>no</strong> le ablandaron mis llantos.<br />

Por la madrugada, tuve que salir a llenar de agua el caldero y encender fuego. Quería<br />

cocer pan, para acompañar, supongo, y había encendido el gigant<strong>es</strong>co hor<strong>no</strong>. Salían grand<strong>es</strong><br />

llamas.<br />

“Entra a ver si <strong>es</strong>tá bastante caliente para meter el pan”, me ordenó. Le vi relamerse<br />

de gusto mientras me lo decía. Estaba claro, que si mi herma<strong>no</strong> era el primer plato, yo iba ser<br />

el segundo. Pensé rápido. Me hice la tonta, cómo si <strong>no</strong> supiera como entrar, y ella se brindó<br />

a enseñármelo.<br />

Metió la cabeza en el hor<strong>no</strong>, y la empujé con todas mis fuerzas. Cayó en el interior y,<br />

cerrando la puerta de hierro, corrí el cerrojo. Le aseguro que todavía puedo oír sus gritos por<br />

las <strong>no</strong>ch<strong>es</strong>. Eché a correr, para dejar de oírla y sacar a <strong>Hansel</strong> del <strong>es</strong>tablo donde <strong>es</strong>taba<br />

encerrado. “¡Estamos salvados!”, gritaba el pobre sin parar, “¡ya <strong>es</strong>tá muerta la bruja!”.<br />

Nu<strong>es</strong>tra alegría era inmensa, pero entonc<strong>es</strong> caí en la cuenta. Seguíamos perdidos. Nadie <strong>no</strong>s<br />

había encontrado. Y quedaba poca comida. Con la bruja muerta, la casa de bizcocho y<br />

chocolate se convirtió en un amasijo de ruinas inmundas, <strong>es</strong>tás que usted ve ahora, sin nada<br />

en ella para comer. Encontramos <strong>es</strong>tas cajas. Están llenas de perlas y piedras preciosas. De<br />

poco <strong>no</strong>s sirvieron. No se podían comer.


6<br />

<strong>Esto</strong> <strong>no</strong> <strong>es</strong> <strong>Hansel</strong> y <strong>Gretel</strong><br />

El hor<strong>no</strong> había enmudecido. Nos miramos, y yo le hice un g<strong>es</strong>to a mi herma<strong>no</strong>,<br />

señalando la portezuela que lo cerraba. Le juro que él <strong>no</strong> quería, pero era la única solución en<br />

<strong>es</strong>e momento.<br />

Mi herma<strong>no</strong> nunca lo superó. Se dedicó a vagar por el bosque, buscando un cami<strong>no</strong><br />

a casa, pero siempre terminaba aquí. Aprendimos a cazar, y gracias a <strong>es</strong>o sobrevivimos. Pero<br />

él… bue<strong>no</strong>, siguiendo a un pato, enajenado como <strong>es</strong>taba, se empeñó en que podría cruzar el<br />

río subido en él. Le intenté disuadir, pero fue inútil, y en un mal paso, el pato se <strong>es</strong>cabulló y<br />

el cayó,… abriéndose la cabeza.<br />

¿Y dice que fue mi padre el que mandó a buscar<strong>no</strong>s tras morir aquella horrible mujer<br />

que se decía nu<strong>es</strong>tra madrastra? Pu<strong>es</strong> dígale que <strong>no</strong> quiero verle nunca más. Era malo ¿se lo<br />

había dicho ya? Y d<strong>es</strong>pués de… ¿cuánto tiempo ha dicho?<br />

Todo <strong>es</strong>to <strong>es</strong> mío ahora, el oro, las perlas... Me lo he ganado.<br />

A mi pobre herma<strong>no</strong>… <strong>no</strong> lo busque. Es duro sobrevivir en el bosque.<br />

¿Me dará mi tarro de recuerdo?

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!