E - Plan Nacional de Lectura - Educ.ar
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Recién a las tres y media, cuando Herminio Silva consiguió<br />
que los dirigentes <strong>de</strong> los dos clubes, los entrenadores y las fuerzas<br />
vivas <strong>de</strong>l pueblo abandon<strong>ar</strong>an la cancha, Constante Gauna<br />
se acercó a acomod<strong>ar</strong> la pelota. Era flaco, musculoso y tenía las<br />
cejas tan pobladas que p<strong>ar</strong>ecían cort<strong>ar</strong>le la c<strong>ar</strong>a en dos. Había<br />
tirado ese penal tantas veces –contó <strong>de</strong>spués– que volvería a<br />
pate<strong>ar</strong>lo a cada instante <strong>de</strong> su vida, dormido o <strong>de</strong>spierto.<br />
A las cuatro menos cu<strong>ar</strong>to, Herminio Silva se puso a medio<br />
camino entre el <strong>ar</strong>co y la pelota, se llevó el silbato a la boca y sopló<br />
con todas sus fuerzas. Estaba tan nervioso y el sol le había machacado<br />
tanto sobre la nuca, que cuando la pelota salió hacia el <strong>ar</strong>co, el<br />
referí sintió que los ojos se le reviraban y cayó <strong>de</strong> espaldas echando<br />
espuma por la boca. Díaz dio un paso al frente y se tiró a su <strong>de</strong>recha.<br />
La pelota salió dando vueltas hacia el medio <strong>de</strong>l <strong>ar</strong>co y Constante<br />
Gauna adivinó enseguida que las piernas <strong>de</strong>l Gato Díaz lleg<strong>ar</strong>ían<br />
justo p<strong>ar</strong>a <strong>de</strong>svi<strong>ar</strong>la hacia un costado. El Gato pensó en el baile<br />
<strong>de</strong> la noche, en la gloria t<strong>ar</strong>día y en que alguien corriera a tir<strong>ar</strong> la<br />
pelota al córner porque había quedado picando en el área.<br />
El petiso Mirabelli llegó primero que nadie y la sacó afuera,<br />
contra el alambrado, pero el árbitro Herminio Silva no podía verlo<br />
porque estaba en el suelo, revolcándose con su epilepsia. Cuando<br />
todo Estrella Pol<strong>ar</strong> se tiró sobre el Gato Díaz, el juez <strong>de</strong> línea corrió<br />
hacia Herminio Silva con la ban<strong>de</strong>ra p<strong>ar</strong>ada y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el p<strong>ar</strong>edón<br />
don<strong>de</strong> estábamos sentados oímos que gritaba “¡no vale, no vale!”.<br />
La noticia corrió <strong>de</strong> boca en boca, jubilosa. La atajada <strong>de</strong>l<br />
Gato y el <strong>de</strong>smayo <strong>de</strong>l árbitro. Entnces en la ruta todos abrieron<br />
botellas <strong>de</strong> vino y empez<strong>ar</strong>on a festej<strong>ar</strong>, aunque el “no vale” lleg<strong>ar</strong>a<br />
balbuceado por los mensajeros como una mueca atónita.<br />
Hasta que Herminio Silva no se puso <strong>de</strong> pie, <strong>de</strong>sencajado<br />
por el ataque, no hubo respuesta <strong>de</strong>finitiva. Lo primero que preguntó<br />
fue “qué pasó” y cuando se lo cont<strong>ar</strong>on sacudió la cabeza<br />
y dijo que había que pate<strong>ar</strong> <strong>de</strong> nuevo porque él no había estado<br />
allí y el reglamento <strong>de</strong>cía que el p<strong>ar</strong>tido no pue<strong>de</strong> jug<strong>ar</strong>se con<br />
un árbitro <strong>de</strong>smayado. Entonces el Gato Díaz ap<strong>ar</strong>tó a los que<br />
querían peg<strong>ar</strong>le al ven<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> rifas <strong>de</strong> Deportivo Belgrano y