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lejanía de Dios del devenir histórico de la raza humana. Lo cierto es que en Dios<br />
encontramos la respuesta a la angustia humana que ha venido como resultado del<br />
pecado. El creador ha provisto riquezas inescrutables que provean al hombre caído el<br />
remedio para su mal y el camino para una vida abundante, es decir, una vida realizada.<br />
Es obvio que la carta a los Efesios está dirigida a la Iglesia de Cristo, solo en este<br />
contexto podemos entender el mensaje de Pablo. La iglesia de Cristo está compuesta<br />
por todos aquellos hombres y mujeres que han dado la espalda a su vida de pecado y<br />
han acudido a Dios buscando su gracia y perdón. Solo los redimidos por la sangre<br />
derramada de Jesús forman parte de la Iglesia de Cristo, nadie más. De manera que<br />
todos estos hombres y mujeres que han sido limpiados y perdonados por la sangre de<br />
Jesús han sido bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en<br />
Cristo. En la introducción decíamos que la pobreza espiritual del hombre es la causa<br />
principal de todas las desgracias que vive el género humano actualmente: la crisis<br />
mundial, el hambre en los países africanos, las guerras entre naciones, los virus<br />
mortales, la crisis en las familias, la perversión sexual, la pérdida de valores, el interés<br />
individual por encima del general, el narcotráfico, y muchos males mas; pero la pobreza<br />
espiritual encuentra respuesta positiva en las bendiciones espirituales que proceden de<br />
Dios Padre y de Jesucristo. Las riquezas materiales no son malas en sí mismas. Job fue<br />
un hombre piadoso y justo en medio de una vida llena de grandes comodidades.<br />
Abraham y otros patriarcas también poseyeron grandes riquezas materiales y fueron<br />
hombres rectos, justos y piadosos. Pero definitivamente la Biblia insiste en que las<br />
mejores bendiciones para el hombre son las que se relacionan con lo espiritual. (Salmo<br />
37:16; 73:25; Proverbios 3:13-14; 8:11, 17-19; 17:1; 19:1, 22; 28:6; Isaías 30:15;<br />
Hebreos 11:9,10). Las riquezas materiales no siempre significan bendición, pues<br />
muchas veces enceguecen los corazones de los hombres quienes depositan su confianza,<br />
no en Dios, sino en la seguridad que puede dar una cuenta bancaria con grandes cifras<br />
económicas. La Biblia abunda en ejemplos de cómo las riquezas sirven de tropiezo para<br />
que el hombre lleve una vida justa, piadosa y agradable ante su creador. (Sal. 46:9-7;<br />
He. 11:26; Pr. 23:5; Ec. 4:8; Ec. 5:13-14; Mt. 13:22; Lc. 8:14; 1 Ti. 6:17; Stg. 5:2; 1<br />
Rey. 3:11,13; Sal. 52:7; Sal. 62:10; Pr. 30:8;). Pablo tiene gran claridad sobre cuáles son<br />
las bendiciones que Dios ha preparado de antemano para la Iglesia. No hay bendiciones<br />
más sublimes y necesarias para el mal humano que las que descienden de los lugares<br />
celestiales. Lo celestial es relacionado con lo alto, lo noble, lo bueno, lo que solo<br />
procede de Dios. Dios es la fuente de las más preciadas bendiciones espirituales que<br />
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