Baje el libro en formato digital - Bibliografía de Antonio Sordetti

Agradecimientos
Atoda la familia y a todos los queridos amigos a
quienes les regalamos los libros, gracias por leerlos,
pero también nos gustaría saber su opinión en nuestra página de
internet. Es importante que sepan que lleva muchísimo esfuerzo
escribir y luego diagramar todo para presentar un libro, así como
lo hacemos Mónica y yo. Por supuesto que todo se realiza con
mucho amor y desinterés.
Son doce obras y unas quinientas novelas, estamos orgullosos
de nuestro trabajo.
A mi sobrino y socio Carlos, siempre le estaré agradecido por
sus opiniones exactas para conmigo.
A mi gran amiga Mónica, por su constante esfuerzo, el cariño y
la dedicación para que los libros sean siempre brillantes, por sus
dibujos en las tapas y su destacado comentario. ¡Gracias Mónica!
A Josefina, mi esposa que me alienta cada día más.
A mi hijo Carlos, muy capaz.

A Viviana, una mujer muy inteligente. Es mi nuera.
A Pablito y a Juan, a ellos también les gusta escribir.
A mi sobrina Mónica, quien hace que mi página en internet se
luzca.
A Rocío, sos muy inteligente, seguí estudiando.
A Marcelo, es como de la familia, está siempre a nuesto lado.
A Luisito, un querido señor y amigo, (sí, Luisito, ¡soy el mejor!)
A Marito, es derecho, cariñoso, es mucho más que amigo.
A Liliana Calvaroso, gran amiga nuestra.
A Angélica y Mabel, de Mar del Plata, amigas de siempre.
A Paula, Pablo y Anouk, buenos amigos y excelentes músicos.
“Los quiero." ¡Gracias!
Antonio.
Nota: nosotros no lucramos con los libros, los obsequiamos a
la gente que nos aprecia mucho y se los agradecemos de esta
manera.

Pensamientos
En principio quiero darle las gracias a Dios por permitirme
hacer esto que me gusta, que es la literatura y por estar
acompañado en la realización de todas mis obras por Mónica,
que es voluntariosa, capaz, buena consejera, gran amiga. Estudia
lo que escribo, si hay algo que no le parece bien me lo indica.
Siempre está buscando algo nuevo para cada obra y conoce muy
bien como se maneja el diseño.
Yo pongo el alma en cada libro que escribo, me encanta lo que
hago y mucho más porque todo se realiza sin ningún tipo de
interés y es una satisfacción regalarlos a quienes más queremos.
Esto que comenzó hace muchos años, que lo comenté en otros
libros... el encuentro en un café en plaza Flores con mi sobrino
Carlos y que fue él, quien me impulsó a todo esto.
Hoy podemos decir con orgullo y alegría que hemos participado
en importantes eventos, nos hemos conectado con escritores de
otros países, con la princesa Máxima de Holanda, con la Nasa, en
fin... es para estar orgullosos.

Siempre voy a recodar a mi gran maestro, no de literatura sino
en todo, se llamó Juan Sordetti, fue humilde, sencillo, cariñoso.
Contaba con una familia numerosa, nos educó y nos condujo
hacia un buen camino a seguir a todos. ¡Gracias Papá!
Y así... paso a paso, uno fue aprendiendo cada día más, tomando
lo mejor y apartando lo malo.
A mi me gustó escribir, leí libros de varios escritores y rescaté
a uno de ellos, al maestro Ernesto Sábato quién expresó que
"un escritor no es aquel hombre que tiene facilidad para escribir
sobre cualquier tema, sino el que escribe una y otra vez sobre las
mismas cosas que lo obsesionan". " El tema no se debe elegir,
hay que dejar que el tema lo elija a uno. No se debe escribir si esa
obsesión no acosa, persigue y presiona, desde las más misteriosas
regiones del ser".
Me encantó esas palabras del maestro Sábato y creo con
todo respeto que se es mi rumbo, por ese motivo la nombro a
Mónica siempre, porque me apoya en todo, trabaja codo a codo,
se encariña con mis escritos y busca un condimento más para
que cada obra tenga más brillo y para que "a vos", cuando te
obsequiamos el libro, luego de leerlo, puedas tener un motivo

para dejar una frase en la página de internet.
Monumento al Gral. San Martín 1910

"La sinceridad"
Por eso vuelvo a hablar de vos Mónica, porque en
cada reunión noto un mayor interés en mis obras,
el amor que ponés en cada libro para que guste más y
más a quienes los regalamos, siempre estás pensando
en un nuevo condimento, investigando, estudiando y
colaborando conmigo, preguntando si estoy de acuerdo,
buscando el "sí", cuando sabés bien que está perfecto. Esa
sencillez y humildad tuya te destacan, me gusta mucho
trabajar con vos, todo se razona y siempre se llega a un
gran entendimiento, por esto "el café se saborea mejor".
Tu mirada sobre el escrito, mi mano apoyada sobre mi frente,
no oímos nada, ni el murmullo de las personas que tenemos
alrededor nuestro, ni observamos el ir y venir de nadie. Te sentás
y comenzás a trabajar...
Luego me informás sobre las noticias sobre mi página de internet
(si las hay) y de vuelta a corregir o retocar alguna idea o algún
dibujo y pasan las horas. Te miro y noto el cariño con que leés

cada novela y volvés a releerla. Yo escucho.... una corrección en
un párrafo y siempre preguntando para que quede mejor ya sea
en una oración para que quede más agradable al leerlo, en fin...
Es importante todo esto, tus dibujos, la organización del libro, la
ubicación de una foto, todo... Sos una gran amiga, colaboradora
y excelente diseñadora.
"Sólo deseo que Dios nos permita continuar en este
camino por siempre..."
Estación Constitución 1910
Antonio

Consejos de una mamá
con su hija celíaca
Ella tiene apenas trece añitos, su nombre es Rocío.
Es dulce y muy simpática. Siempre lleva en su
tierna carita una gran sonrisa. Su vida transcurre como la
de cualquier jovencita. Está estudiando en primer año de la
escuela secundaria. Se rodea de amistades que la aprecian
mucho y la miman demasiado, ella supo ganárselos con sus
actitudes y cariño.
Su papá y su mamá también la aman mucho, aunque a veces
no sé si se da cuenta de la dimensión que conlleva esto, quizás
en un futuro comprenda o simplemente leyendo estas líneas...
Todo empezó cuando ella tenía tan solo ocho añitos...
Comenzó a tener calambres en sus piernitas y manitos. Desde
ese momento, la lucha fue mucha y larga. Pensamos que esto
era algo pasajero pero nos equivocamos, cada vez progresaba
más hasta que la internaron. Le hicieron estudios, pues sólo
decían que su calcio había disminuído más de lo normal y de

allí sus calambres.
Salimos de la clínica. Luego de pasar días de angustia
y dolor, sin saber su diagnóstico real. No conformes con
esto, la llevamos al Hospital Garrahan. Allí nos atendieron
excelentemente bien. Le hicieron también toda clase de
estudios, inclusive una biopsia del intestino delgado y
descubrieron que era celíaca.
A partír de ahí cambió nuestras vidas y nos hizo reflexionar
que importante era y es la salud de nuestra hija.
La enfermedad celíaca es la intolerancia al glúten, no
pudiendo consumir harina de trigo, de avena, cebada y
centeno ni sus derivados, ya que esto daña al intestino no
pudiendo retener ciertos minerales, entre ellos el calcio y es
esencial para tener dientes y huesos sanos.
La doctora Vaiani, ¡excelente profesional!, es la
endocrinóloga de Rocío le dió una dieta estricta sacándo
todos los derivados mencionados anteriormente, repuntando
de a poco la salud de nuestra hija.
Su mamá, simplemente quiere brindar un consejo para

los papás o familiares de cualquier persona que sufra de
calambrres, dolores intestinales o abdominales o si el niño o
niña no crece bajo los parámetros normales. No se alarmen
consulten a sus médicos gastroenterólogos o endocrinólogos,
sólo con un par des estudios se puede saber si la persona es
celíaca o no. Actualmente esta enfermedad, para algunos
médicos no es considerada como tal, ya que se modifica con
una dieta natural y sumamente sana, evitando graves secuelas
posteriores en el intestino. Conecténse con Acela que es una
entidad gratuita que brinda atención en este tipo de casos.
Hoy y... ¡gracias a Dios!, Rocío vive una vida plena,
continúa la lucha pero su gran fortaleza me enseñó a mí, su
mamá a tomar las cosas de otra manera, con optimismo y
esperanza.
¡Sólo es un consejo de una mamá, para ayudar
a quien lo necesite!
Mónica Ledesma

"Julián, el viajero"
Excelente viajero y gran persona, tenía cuarenta años,
estaba casado con Anabella de treinta y ocho años.
Ella era maestra, con tres hijos, Sol de catorce años, Iris de doce
y Jacinto de diez.
Trabajaba para una gran empresa de ropa de damas, iba de
provincia en provincia. Su recorrido le llevaba un tiempo de uno
a dos meses, iba con su auto cargado con prendas y catálogos.
Lluvia, calor o frío daba lo mismo, él debía partir, la empresa
por supuesto se hacía cargo de su estadía en los hoteles y de sus
comidas, luego cuando regresaba les presentaba a sus jefes los
comprobantes de gastos de sus viajes. Era muy correcto, muy
buen vendedor y muy querido por la gente del interior, daba su
palabra y la mercadería que le compraban llegaba intacta.
Siempre se comunicaba con su familia por teléfono, su esposa lo
adoraba y sus hijos muchas veces lloraban porque lo extrañaban,
mamá y Lili, la mucama, una chica de veinte años, trataban de
calmarlos, principalmente a Sol, claro, se criaban sin el padre. Él

también sufría porque llegaba a su casa y a los pocos días debía
partir pero... ése era su trabajo. Había dos personas más destinadas
a viajar para los países limítrofes, ninguno alcanzaba a vender ni
la mitad de lo que él vendía. Siempre de cada provincia traía
un regalito para mamá, para los chicos y para Lili. Un día llamó
y avisó que llegaría entre las veintitrés y las veinticuatro horas,
todos estaban sentados en la sala apagaron las luces y alrededor
de la hora indicada arribó. Guardó el coche, entró en silencio,
encendió las luces y... cinco personas se abalanzaron sobre él, lo
abrazaron, gritaban de alegría y hasta alguna lagrimita cayó por
ahí. Una niña estaba sobre una de sus rodillas, el niño sobre la
otra y la última colgada de su cuello, en fin todo era muy lindo...
Lili enseguida preparó un café y una torta que había hecho,
luego empezó él a repartir los regalitos y después se fueron a la
cama, ya era más de media noche.
Anabella y él se quedaron conversando hasta casi las dos de la
mañaña, él le comentó que pensaba renunciar. Ella ni habló se
quedó mirándolo...
-Estoy cansado, no veo a mis hijos en un mes o más tiempo...

-Pensalo bien Julián, sabés como te queremos, por qué primero
no se lo planteás a los directores a ver qué dicen y luego tomás
una decisión...
-Hoy es domingo, el miércoles ya salgo para el sur, treinta días
o más, con lluvias, frío...
-Te entiendo Julián...
El domingo se fueron los cinco en el auto a pasear y a almorzar
a un restaurante. A los chicos se les notaba la felicidad en sus
rostros, cantaban junto a Lili y él también.
Llegó el lunes se presentó en su empresa no pronunció ni una
palabra, volvió con cientos de pedidos, los directores no cabían
de alegría, pero uno lo notó muy serio o triste, cuando se fue y lo
comentó con los otros. Éstos se quedaron sorprendidos, llegó el
miércoles como siempre hubo abrazos, llantos...
-Cuidate...
Sol pronto cumpliría quince años, papá pensaba hacerle una
gran fiesta ya que lo había hablado con su mamá...
Antes de llegar al sur comenzó a llover y faltaba muy poco,
finalmente se largó una tormenta impresionante. Llegó el primer

cliente, eran las diecinueve horas...
-Hola Julián...
-Hola Pedro.
-Esperá traigo un carrito, cargamos las muestras y las tapamos
con una lona, vos guardá el auto enfrente, no vas a ningún hotel,
cenás y te quedás a pasar la noche con nosotros, tenemos una
habitación libre...
-No Pedro...
-Sí Julián, vamos a hacer las notas, a las veinte cierro. Cenamos,
tomamos café y en la habitación hay televisión, estarás como en
tu casa.
Pedro tenía una linda familia, su esposa y sus dos hijas, Luz de
veintiún años, hermosa y Carmen de dieciocho años muy bonita
también.
A las veintidós treinta fueron a sus habitaciones. Julián se
recostó vestido y se puso a mirar la tele, se quedó dormido, estaba
muy cansado, de repente sintió (en su sueño) que lo abrazaban
y lo besaban. Era Luz que había entrado en la habitación, sin
levantar la voz murmuró...

-¿Qué hacés Luz?
-Lo que ves y sentís -le respondió.
-Andate Luz, andá a dormir...
-Sí, pero con vos...
-Luz... por favor te lo pido, te vas o me voy yo ahora. Mañana
se lo explicás a tu papá.
Luz lo miró con "rabia" y se fue, la tormenta cesó.
Julián le explicó a Pedro que estaba cansado de viajar y que si
no había un arreglo con la empresa renunciaría y vendría otra
persona.
-Te vamos a extrañar Julián, sos una gran persona...
-Yo también voy a extrañar pero... ¡no puedo más!
Siguió su camino y se lo fue contando a todos, regresó a su casa.
Era un domingo a la mañana. El lunes habló con los directores
y les entregó su renuncia.
Les explicó a éstos que hacía veinte años que viajaba...
-Mis hijos están creciendo sin mi presencia, mi esposa

también sufre pero en silencio y yo estoy cansado... Ustedes me
comprenderán señores, buscaré otra empresa como vendedor
pero solo en la capital.
Ese día había traído casi el doble de las ventas.
Le extendió la mano a un director como lo haría con los demás
para retirarse... Pero éste prosiguió...
-Julián tomá asiento en el directorio y esperanos.
Los tres conversaron y a la media hora, entraron.
-Julián, vos no te vas, vamos a tomar tres personas más, desde
hoy tendrás aquí tu oficina. Sos jefe, y como tal los vas a preparar,
llamarás a todos los clientes, les explicarás lo que sea necesario,
revisarás los pedidos, ésta es tu casa...
Julián no sabía que decir.
-Ahora andá a tu casa, comentalo a tu familia, no vuelvas hasta
el jueves. ¡Ah! Luz cumple quince años... ¿verdad?
-Sí señor, el sábado.
-¿Estamos invitados?
-Sí por supuesto, con sus esposas. ¡Gracias, señores... muchas

gracias!
Rápidamente fue a su casa... ¡Y para qué contarlo!
Llegó el sábado, fue una fiesta hermosa. Anabella y Julián le
regalaron un reloj de oro a su hija Luz y sus hermanos un collar
precioso. Arribaron los tres directores con sus respectivas esposas,
cuando vieron a Luz una de ellas le murmuró...
-¡Qué linda sos! y le acercó un sobre...
-Tomá Luz, comprate lo que quieras.
Pues había mucho dinero.
Julián comenzó una nueva vida y con mucho éxito.
"¡Qué importante es ser correcto y responsable!"
"-¡Gracias papi...!"
"¡Te queremos... Luz...!"

No estamos solos...
Así le hablaba la hermosa Abril a su esposo Jorge, los
dos de veinticuatro años de edad. A los tres años de
casados, ambos estudiaban arquitectura, les faltaba un año
para recibirse, trabajaban en distintas empresas constructoras,
vivían en una casita en Merlo, la compañía de ellos era un
perro "Fortuna", ése era su nombre. Llegaban alrededor de
las veinte horas, ella preparaba la cena que siempre la dejaba
media hecha el día anterior. Sus conversaciones eran sobre
el trabajo, la obra de teatro tal o cual, había temas que por
momentos eran aburridos. La "tele" la miraban poco y nada,
llegaban muy cansados, hasta los sábados trabajaban, los
domingos se veían con sus familias y varias veces almorzaban
juntos, otras iban al cine, luego a alguna confitería y por
último a casa, generalmente estaban solos.
En ocasiones adelantaban algún boceto de una obra,
llevaban a su sobrinito a la plaza, y seguían estudiando hasta
que un día se recibieron. Lo festejaron junto a un grupo de

amigos y familiares, ellos continuaban trabajando hasta poner
un estudio propio, y no pasó mucho tiempo en lograrlo. Pronto
tendrían muchísimo trabajo, una mañana Abril le pidió a su
esposo que fuera solo al estudio...
fue.
-Me quiero quedar en casa.
-Está bien Abril, nos vemos al mediodía, se besaron y se
A las doce treinta horas, volvió Jorge.
-¡Hola Abril!
-¡Hola Jorge! (ella sonriendo). ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás
tan contenta? Ella lo miró, lo abrazó y le dijo...
-"No estamos solos..."
Jorge en un principio no entendió, ella seguía sonriendo,
cuando el comprendió, pegó un grito y la levantó en brazos,
lloró de alegría, quería avisarle a todos...
-Esperá, esperá..., si es varón...
-¿Y si es nena?
-Es igual.

Parecía un chico, saltaba, no podía más. Llamó a su mejor
amigo, Raúl. Éste de imnedito tomó su auto y le ordenó a su
esposa Estela...
-Vamos a lo de Jorge, llevá el almuerzo y comemos juntos.
-¿Qué pasa Raúl?
-Abril va a ser mamá...
En el camino compraron un ramo de flores, estaban todos
muy alegres, llegaron. Hubo muchos abrazos, se sentaron
mientras almorzaban, Jorge ya planeaba...
-Será arquitecto..., será abogado, será...
-Por favor Jorge esperá...
Raúl y Yamila sonreían.
Jorge y Abril triunfaban como arquitectos y a la hora de la
cena hablaban de su futuro hijo en camino, pero al pasar el
tiempo, Abril fue a su médico y éste le explicó y le dió otra
gran noticia...
-No es uno, son dos.
-¿Qué...?

Ella muy contenta, volvió al estudio y rápidamente le contó
todo a su esposo... Éste la abrazó. La secretaria Lilian, sonreía.
A la noche, cuando iban a cenar Abril puso dos platos más...
-¿Por qué? -preguntó su marido... ¿Tenemos invitados?
-Sí Jorge.
-¿Quiénes son?
Ella nuevamente le comunicó... -Voy a tener mellizos.
Jorge saltó otra vez, no sabía qué hacer.
-Llamá a tu mamá, llamá a la mía y yo hablo por el celular
con Raúl, mientras la abrazaba y la besaba.
-Voy a llamar a una mucama para que te ayude y se quede
a vivir aquí, y así fue.
Raúl le mandó una chica conocida. Andrea de veinte años,
estudiaba en la facultad de noche. Finalmente, el día cinco de
enero, noche de Reyes llegaron... Aldeana y Agustín. No se
cómo describir la alegría de Jorge. A los ocho días lo festejó
con una gran fiesta en su casa, vinieron todos los familiares,
su amigo Raúl y su esposa Estela, colegas de ellos con sus

esposas.
Contrató para este gran evento, a dos mozos para atender a
todos, había un clima de mucha emoción y alegría... hasta que
sonó el timbre de la calle, Andrea fue a ver quién era y recibió
un regalo para el señor Jorge, ella se lo entregó.
Todos estaban expectantes para ver lo que era...
Se trataba de una caja de bombones, con una gran tarjeta en
la que se leía...
"Te quiero Jorge..."
"No estamos solos..." Abril

" El que recibe la bofetada"
Se trata de una familia que se podría decir numerosa.
Papá Ariel era comerciante, mamá Julia era profesora
de música, tenían cuatro hijos. Lucas de veinte años, Brenda
de dieciocho, Rodo de diecisiete y Rocío de quince. Todos
estudiaban.
Amira, era la mucama de veinte años.
Lucas daba clases de inglés particular y ganaba unos pesos,
pero de igul manera a ninguno le faltaba nada. Pues sí, había
discusiones entre hermanos, pero sin llegar a la pelea. Rodo
era el "punto" de la familia...
-Rodo, atendé el teléfono. Rodo, mañana sábado hay que
cortar el césped del jardín. Rodo, sacás un rato al perro. Rodo,
hay que ir al banco a pagar los impuestos...
-¡Pero papá!, vamos a almorzar...
-Primero vas al banco y cuando volvés almorzás.
Nunca nadie sacó la cara por él, pero sí esta vez, Brenda

habló...
-¿Papá por qué siempre para todo lo mandás a Rodo? Ahora
no le permitiste almorzar y lo mandaste al banco, es el que
tiene notas muy altas, es el mejor alumno que cualquiera de
nosotros, nunca contesta ya que es muy educado. ¿Por qué,
papá?
El padre la miró y calló, al instante comenzó a llover muy
fuerte y diez minutos después, luego de estar una hora en el
banco llegó Rodo, totalmente mojado. De inmediato, Brenda
y Amira lo ayudaron a cambiarse, le calentaron la comida y
se quedaron a su lado.
Al rato, se retiraron los demás incluyendo su mamá. Su
hermana lo acariciaba y Amira también. Rodo no aguantó más
y se largó a llorar, las dos lo abrazaron. Él en voz baja... les
pidió... -No digan nada por favor, la semana que viene cumplo
dieciocho años, voy a entrar en la facultad de abogacía, ya se
lo comenté a un compañero, éste se los comunicó a sus padres
todo lo que me sucede. Son Mario y su hermana Linda de
dieciocho también. Me iré a vivir con ellos, mediodía trabajaré
en las oficinas del padre para cubrir todos mis gastos...

Brenda le pidió que no se fuera, pero Amira se abrazó a él y
llorando le imploró...
-No te vayas Rodo, no te vayas...
-Pero... ¿por qué?
-Por que estoy enamorada de vos... Brenda la miró.
-¡Amira!
-Sí Brenda, como aquí soy la mucama no quería hablar...
-¿Qué tiene que ver eso? Y la abrazó.
Rodo miraba, no sabía que acotar.
-Amira, yo quiero ser abogado, vos tenés veinte años, yo
dieciocho, te voy a llamar un día por teléfono y nos veremos
en un café y charlaremos tranquilos... ¿Te parece bien?
Amira lo observó y respondió... -De acuerdo.
-La única que va a saber dónde vivo es Brenda y nadie más.
Amira lo abrazó y lo besó, él hizo lo mismo y Brenda abrazó
a los dos. Terminó de almorzar, tomó un café y se decidió..
-Adelantaré un poco de trabajo, voy a cortar el césped del
jardín.

-¿Te ayudo? -le replicó Brenda.
-Yo voy a ordenar la cocina, la semana entrante renuncio y
vuelvo con mis padres, voy a sufrir sin ver a Rodo.
-No te vayas Amira, le pidió Brenda.
-¡Por favor! Quedate Amira.
-Yo te voy a llamar, no abandones a Brenda.
-Está bien, me quedo solo para complacerlos.
-Termino con el césped y vamos a la casa de mi compañero,
Brenda, así lo conocés.
A Amira se le ocurrió una idea brillante... -Voy a hacer
un bizcochuelo así lo llevan y convidan a todos menos a la
hermana de dieciocho años...
-Amira... ¡Por favor!
Brenda la abrazó y sonrió. Él concluyó el trabajo y se fueron.
Volvieron para cenar.
En la mesa, el padre le advirtió... -Rodo no olvides de cortar
el césped.
-Ya ésta cortado.

-¡Qué bien! Entonces cambiá el agua a la pileta de natación...
y la semana que viene subís y limpiás los dos tanques de agua.
-No se si voy a tener tiempo...
-¿Qué decís?
-Lo que oíste papá.
-¡A mí no me contestes!
-No te contesto, es que tengo que hacer unos trámites, es una
sorpresa, ya se van a enterar.
Cenaron y cada uno se fue a su cuarto, Rodo se quedó con
Brenda y Amira tomando un café.
-El lunes es mi cumpleaños, almuerzo con ustedes y a la
hora de la cena bajo con mi bolso y me voy.
Brenda lo abrazó. -¡Te voy a extrañar hermanito!
-¡Yo también...! -admitió Amira. Y se pusieron a llorar.
-Bueno, está bien, está bien... es que no aguanto más.
-Tenés razón.
Llegó el lunes finalmente, almorzaban y nadie recordó

su cumpleaños, salvo Amira y Brenda que le regalaron un
hermoso reloj.
-¡Felicidades Rodo! -acotó mientras le daba el regalo.
Pues alguien preguntó... -¿Qué pasa?
Amira largo... -Rodo cumple dieciocho años...
-¡Ah! se le escapó a Lucas, es cierto agregó Rocío y se
levantaron a saludarlo.
El padre sentado le deseó... -¡Felicidades!
Rodo no contestó. Llegó la noche y a la hora de cenar se iban
sentando a la mesa y el padre preguntó...
-¿Novedades?
Su esposa respondió... -Ninguna...
Bajando las escaleras, se escuchó una voz...
-Sí, una... hoy cumplí dieciocho años. Papá, mamá y algunos
de mis hermanos se olvidaron de eso... Rodo, también
integraba esta familia... Solo se acordaban con... "Rodo, andá
al mercado; Rodo, sacá el perro; Rodo, tenés que ir al banco;
Rodo, cortá el césped; Rodo, atendé el teléfono..." ¿Alguna vez

alguno de ustedes me preguntó Rodo, estás bien? ¿Necesitás
algo? ¿Jugamos al ajedrez? ¿Vamos a jugar al fútbol? Solo
Brenda, mi querida hermana, los demás nada...
Todos bajaron la cabeza.
-Ni mi papá, ni mi mamá se acordaron que hoy cumplía
dieciocho años. Pero Amira y Brenda ¡sí!
Dirijiéndose al padre le replicó y vos preguntáste... ¿hay
novedades?
-Sí, contesté... hoy me voy de ésta casa...
"Fue una explosión."
-¿Dónde vas? -preguntó su mamá, y luego su papá.
-Me voy a algún lugar dónde encuentre cariño, dónde
encuentre paz (mientras Amira y Brenda lo abrazaban
llorando), dónde exista un lugar en el cual no sea...
"El que recibe las bofetadas."

"Siempre pienso en vos"
Te conocí... No importa la fecha, no importa cuándo.
Lo que se es que al verte me enamoré y cada día que
pasaba te sentía más cerca mío. Esa sonrisa suave, tu forma
de hablar tan dulce, te noté cariñosa, sincera. Comenzamos a
vernos, un café, una charla. Cuando nos despedíamos al subir
a mi auto, yo te veía sentada a mi lado, pero ¡no! Estaba solo.
Llegaba a mi departamento y mi impresión era que estábamos
juntos, pero ¡no! Estaba solo.
En las paredes, en el espejo, en mi sillón, en mi oficina,
te veía ahí, pero ¡no! Estaba solo. Y al tomar otro café me
dijiste...
-Soy casada...
¿Qué sentí en ese instante? No se o no lo puedo explicar
pero me pareció que todo se me venía encima, de igual forma
te seguí y te sigo queriendo, pero claro ya había una barrera
de por medio.

El cantar de los pájaros no me atraían como antes, el sol sigue
brillando, la luna con su brillos se refleja sobre el balcón.
La sonrisa de los niños, son gritos mientras juegan, no veo
nada, no escucho nada, todo cambió en mí.
Cuando llego, al abrir la puerta te veo parada al lado de mi
escritorio, esperándome...
Me siento y trabajo en mi oficina, ya por obligación...
Pero ¡no! No hay nadie y otra vez me siento solo...
Pienso por qué no te conocí antes... Esa sonrisa, esa dulzura,
tu forma de ser, todo, todo hubiese sido para mí...
No sé cuales son tus pensamientos, pero de igual manera
te voy a seguir queriendo siempre como el primer día o más,
porque cuando es sincero no se puede borrar, y como si fuera
"un mandato interior esperaré... esperaré..."

Almacén de Manuel
Ésta es la historia del "gallegüito" Manuel (dicho con
cariño), contada por mi abuela. Vivía con su familia
en un pueblo de España. Su papá, don José tenía almacén y
trabajaban muy bien, acompañado por su esposa Cecilia y sus
tres hijos Manuel, Fabio y Corina de veintidós, veinte y dieciocho
años.
Eran muy queridos por la gente, porque admiraban a los hijos
que a parte de estudiar estaban al lado de sus padres.
Manuel estaba de novio con Mariela, una hermosa rubia de
veintitrés años, ella era maestra.
Un día Manuel le confió a su papá...
-Si usted está de acuerdo me voy a Argentina y pondré un
almacén. Me cuentan mis amigos que hay muy pocos y están
lejos uno del otro...
Don José se quedó mudo, luego reaccionó y acotó...
-Lo converso con tu madre.

Así lo hizo, Cecilia lloró mucho.
-Tú decides y se marchó a su pieza. Don José quedó apoyado en
su mostrador. Entró una clienta...
-Buen día don José.
-Buen día...
-¿En qué piensa?
-Perdón Ana, perdón...
Así de desorientado estuvo varios días mientras pensaba... es
un hijo de oro, lo voy a extrañar muchísimo, pero...
Finalmente lo dejó irse y lo aceptó. Se abrazaron y sí lloraron
juntos, con sus hermanos también. Le habló a su novia Mariela,
ella se justificó.
-Yo estoy trabajando en la escuela no puedo dejar a los niños,
marchate tú, si es de tu agrado. Luego veremos.
-Yo te quiero Mariela.
-Yo también... pero tengo mi familia y los niños, debo pensarlo.
Nos hablamos y veremos...
Manuel quedó mal, pero era razonable lo que pensaba Mariela.

Al poco tiempo Manuel se marchó a Buenos Aires. Se instaló
como pudo, se reunió con unos amigos y entre charla y charla
encontraron un local en una esquina cerca de la Plaza Flores,
y salieron como garantes del mismo. A Manuel le gustó y
comenzó a pintar el frente de su futuro almacén. Instalaría una
gran marquesina con la leyenda "Almacén de Manuel" y con las
luces que se prenderían ni bien bajara el sol y se destacara ese
gran cartel. Sus amigos trajeron un carpintero, éste le hizo el
mostrador, las estanterías. Manuel le pagó solo la mitad de su
trabajo y le pidió si podría esperar un poco para pagar el resto
ya que debía cargar el negocio con mercadería para comenzar
a trabajar y facturar... Éste le respondió que sí, entonces pensó
... manos a la obra. Manuel, era muy entendido y un domingo
a las ocho de la mañana ya con la persiana del negocio arriba,
comenzó a desfilar gente.
Ni Manuel, ni sus amigos que lo ayudaron tanto lo podían creer.
Manuel no cerraba ni los sábados ni los domingos, solo paraba
trees horas para comero algo y descansar.
Tenía "dos amigos de oro", Julio y Matías, de su mismo pueblo
que habían venido hacía ya cinco años; eran casados y los dos

trabajaban en su tiempo libre ya que lo ayudaban. También lo
hacían sus esposas, lo querían mucho a Manuel. Ya había pasado
nueve meses y una tarde sonó el timbre en la casa de Manuel
que quedaba detrás del negocio, éste se encontraba descansando,
abrió la puerta y... Observó un bolso en el umbral, miró hacia
un lado y hacia el otro pero no halló a nadie y detrás de un gran
árbol estaba Mariela. Manuel corrió a abrazarla, lloraron de
la emoción. Entraron y a los diez minutos Manuel llamó a sus
amigos que llegaron junto a sus esposas. Manuel aclaró...
-Disculpen debo abrir el local.
Sus amigos lo acompañaron, y las señoras se quedaron
preparando la cena.
Apenas abrió la persiana, ya habían diez personas esperando.
Manuel era muy simpático y buen mozo... A todos los chicos
les daba una galletita o un caramelo. Conocía bien el oficio. Era
impresionante la cantidad de clientes que llegó más tarde. Él y
Mariela no daban abasto para atender y contrataron a una chica
para que les ayudara. Incorporaron en corto tiempo las libretas a
pagar por mes, no se podía de otra manera pero todos eran muy
cumplidores.

Pasó un año tan solo y Manuel Y Mariela se casaron. Los
padrinos fueron los dos matrimonios amigos. Lo querían tanto a
Manuel y a su esposa que les insistieron que fueran una semana
a cualquier parte para descansar y ellos atenderían el negocio.
Así lo hicieron y a su regreso ni se imaginaban el recibimiento
de todos sus clientes...
Sin embargo, ¡los tiempos cambian! Nadie pensó en que
pronto todo iba a modificarse pero para mal... Pasaron dos años y
comenzaron a abrir lo que hoy en día se llaman "supermercados".
Sus dueños eran empresarios de mucho dinero, en sus negocios
tenían toda clase de mercadería incluso importadas y de
todos los rubros. La gente empezaba a comprar en los nuevos
supermercados, tomaban el carrito para cargarlo con varios
productos que les duraba aproximadamente entre quince días y
un mes. Luego pasaba por la caja y si lo deseaba le llevaban el
pedido hasta su casa. Ante esta comodidad, el "super" recibía un
montón de pedidos que más tarde entregaría a sus clientes. Cada
día que pasaba tenía más adeptos. Esto fue la ruina de Manuel y
tuvo que cerrar el local. Mariela estaba por tener familia.
Manuel extendió los brazos sobre el mostrador como

abrazándolo y lloró sin consuelo. Mariela lo acariciaba.
Sus amigos con sus esposas lo miraban y se acoplaron a su
llanto.
Finalmente nació Joaquín, a pesar del ruego de sus amigos
de que no se fueran Manuel y Mariela prepararon las valijas y
volvieron a su pueblo. Fueron muy bien recibidos por su gente,
sus padres y los hermanos, al igual que los de Mariela lloraron
pero de alegría...
Manuel y Mariela se encerraron en su cuarto,
Manuel sacó de una valija la foto del frente de su
negocio...
Y la abrazó a Mariela... y miraban el "Almacén
de Manuel"

Oro y plata
Pensaba que sería una familia hermosa... ¿Quién? Mamá
Lilian de veintidós años, era maestra, al casarse con
Lucio de la misma edad, éste era empresario. Al año nació Sol,
una rubia preciosa. A los dos años llegaron Luna y Germán,
mellizos pero... la felicidad completa duró poco. Al cabo de
un año, Lucio le comunicó a Lilian que se había enamorado
de una de sus secretarias, se llamaba Linda, de dieciocho años
y los abandonaba.
Lilian sufrió muchísimo, sola enfrentó todo.
Aparte de trabajar en la escuela, tomó alumnos particulares,
contrató una mucama para que atendiera a los niños. Se
preparó bien y a los dos años, la nombraron vicedirectora.
Sus hijos crecían muy bien, cuidados por Nilda, la mucama.
En pocos años, el cabello de mamá Lilian se puso blanco de
tanto sufrimiento, pero era muy bella mujer, que lo lucía muy
bien. Pasaban así los años, Sol ya tenía dieciocho, seguía la
profesión de su mamá y entró como secretaria en una empresa

con un horario flexible que le permitía estudiar y se recibió.
Poco después ya ejercía como maestra mientras su madre fue
nombrada directora.
Sol era muy estudiosa y a los dos años era secretaria, sin
embargo siguió estudiando y al año ya era vicedirectora.
Sus hermanos también se habían recibido y todos tenían sus
ocupaciones, así que a pesar de la ausencia del padre la familia
marchaba bien. Pasaron un par de años más y Lilian decidió
jubilarse, esta decisión se la comunicó a las autoridades
principales de la escuela. Éstos la aceptaron y a su vez le
dieron una gran sorpresa pero le pidieron silencio...
Llegó el día que Lilian se retiraba, la escuela estaba repleta
de gente... Los dos turnos le regalaron una medalla, varios
ramos de flores, un reloj de oro, más regalitos de los alumnos,
fotos, canciones... Ella sintió una gran emoción, hubo muchas
lágrimas, abrazos ya que todos la querían muchísimo. En
el acto hablaron tres maestras, la vice y Lilian, uno de los
preceptores pidió que subiera al escenario a su hija Sol, en
medio de fuertes aplausos y ante el asombro de ella, subió
besó a todos los que estaban ahí y unos minutos después tomó

la palabra el preceptor, resaltando la labor de su mamá Lilian,
destacó su gran capacidad, lo bien que estaba la escuela...
¡Cómo la querían todos! (Aquí fue interrumpido por un
gran aplauso), luego prosiguió nombrando su enorme lucha
para llevar adelante su familia y como premio a todo esto
aparte de la medalla de oro y las flores que le obsequiaron
sus compañeras que halagaban su delicadeza... (se oían
más aplausos) le pidió que nombrara a la directora que la
reemplazaría y le entregó un papel en sus manos (todos ya
sabían de quién se trataba). Lilian tomó el papel y dijo...
-A la persona que voy a nombrar le ruego que siga mi
camino, con modestia, con respeto, con compañerismo,
escuchando a todos, con humildad y que se entregue de lleno
a la escuela...
Todos estaban expectantes, tanto los alumnos como los
padres.
-Bueno queridos alumnos, mamás y papás... Su nombre es
Sol de Lorenzo...
La hija se quedó muda, entonces Lilian la abrazó y en

medio de los aplausos y gritos acotó...
-Sí hija sos vos.
Ésta comenzó a llorar, no lo podía creer, subieron los
hermanos, fue una emoción muy grande. Más luego hubo
un lunch del que participaron todos incluyendo alumnos y
padres. En medio del festejo Sol juró seguir los pasos de su
mamá.
Esa cabellera rubia... "todo oro" y esa cabellera
blanca, "todo plata", se confundieron en un fuerte
abrazo.

Una ventana a la calle
Me llamo Javier, tengo veinticinco años, soy
arquitecto. Recién comienzo a trabajar en una
empresa muy importante. Tengo dos hermanos, Julio de
veintitrés años y Malena de veinte. Los dos estudian. Mi papá
se llama Saúl y es el gerente de un gran establecimiento,
mi mamá es Carmen, ella es maestra pero no ejerce. Ni mis
hermanos ni yo nunca trabajamos. Mi padre nos "banca todo".
Me desperté hoy muy temprano, no son las seis de la
mañana todavía, abrí la ventana pero quiero ver y saber como
se mueve todo. Ví a dos canillitas (pibes diarieros) corriendo
con los diarios debajo de sus brazos para entregarlos a los
clientes.
Enfrente de mi casa hay una guardería, nunca observé eso.
Las mamás muy jóvenes con sus bebés en sus brazos los
dejan y salen corriendo para tomar el colectivo para ir a la
oficina, a la fábrica o al taller o dónde sea. Otras llegan en
autos de lujo, bajan dejan al niño o a la niña y vuelan... Al

ato pasa un vendedor ambulante tocando puerta por puerta.
Pasa una camioneta con parlantes y se escucha "compro
muebles, cocinas, ropa, etc..." Ya son más de las siete y pasan
las mamás o las mucamas con los chicos de la mano con sus
guardapolvos blancos para ir a la escuela. Los obreros van con
sus bolsos colgado del hombro. Puedo ver hasta la esquina.
Don Manuel que levanta la persiana de su negocio esperando
a los clientes. Se oye también el ruido de los automóviles,
las camionetas, unos corren a tomar el subte, otros el tren
y así se mueve el mundo. Lluvia, viento, frío o calor. A la
noche vuelven a retirar los niños de la gurdería, y regresan a
sus casas, preparan la cena, atienden al bebé, al esposo que
también vuelve cansado. Otras, se sientan con sus hijos y los
ayudan en sus tareas.
Los canillitas tal vez, deberían ir a la escuela. El vendedor
ambulante que no pudo vender nada desilusionado con lluvia,
frío, viento o calor... Pero así se mueve el mundo... Son las
ocho y treinta mi "vieja" que me llama para tomar el desayuno
con mis hermanos y mi papá que ya hace una hora y media que
está trabajando. Hoy observé detenidamente todo, no conocía

mucho de esto... Nunca trabajamos, nunca aportamos nada...
-Ya voy vieja, ya voy...
-"Qué puedo decir..., así en silencio, te quiero
viejo, te quiero vieja..." "¡Gracias!"
Zoológico de Buenos Aires 1910

Los anillos
Y... fue así como Patricia y Hernán se conocieron al
terminar la secundaria, y prometieron verse, habían
intercambiado los números de teléfonos...
-Llamame...
Y diez días después Patricia lo llamó. Atenedió la mucama
Julia. Hernán era de familia muy adinerada. Sus padres tenían
estancias en Santa Fe y Entre Ríos, él era muy modesto. Patricia
en cambio, era de familia más bien pobre. Su papá Diego era
mecánico de autos, vivía de un sueldo y algunas propinas.
Silvina, su esposa, era ama de casa. Tenía dos hermanos, Lito de
diecisiete años y Mabel de quince, todos estudiaban. Vivían en un
departamento chico alquilado.
Patricia no conocía nada de la vida de Hernán, ni él de
ella. Cuando lo llamó, él la invitó a tomar un café y le pidió
la dirección para ir a buscarla, ella no quiso y le preguntó en
dónde se encontrarían. Él la citó en una confitería muy lujosa, la
deslumbró. Patricia no estaba acostumbrada a esos lujos. Mientras

saboreaban un rico postre, él le confesó que estaba enamorada de
ella. Era muy bonita y haciéndose la interesante le aseguró que
lo iba a pensar y luego le contestaría (pero también le gustaba).
-Ayer cumplí dieciocho años, voy a ingresar en la facultad.
Quiero ser ingeniero agrónomo, no vine para perder el tiempo.
Necesito que me respondas en dos días nada más o por sí o por
no y si no te gusto también quiero saberlo.
-Hernán, soy de familia muy pobre, ví tu auto cuando
estacionaste enfrente de la confitería, vestís muy bien. Me doy
cuenta que sos de una familia económicamente pudiente, es decir
rica.
Hernán se mantuvo en silencio hasta que ...
-Patricia yo quiero casarme con vos, no me interesa si tenés
o no dinero . ¿Comprendés? Pensalo bien, te doy sólo dos días.
Ella se quedó.
-Deseo conocer a tu familia y vos a la mía, pero es que ...
-No me importa Patricia, yo te quiero a vos.
Y partieron, ella no quería que la llevara.

Cuando llegó a su casa, le contó todo lo ocurrido a sus padres.
El papá le advirtió.
-Mañana cumplís dieciocho años, ya sos responsable, vos
decidís.
Mientras tanto en la otra familia, la mamá de Hernán le
aconsejaba.
-No interesa hijo que sean pobres, como ella te contó. ¿A vos
te gusta? Adelante...
Hernán entonces abrazó a su mamá.
-Vas a ver qué linda es ...
A los dos días Patricia lo llamó, era un sábado.
-Nos vemos en la misma confitería a las diecisiete.
-De acuerdo -aseguró él-.
Se encontraron y ella corrió a abrazarlo.
-Sí Hernán.
Tomaron café y comieron un postre diferente.
Ya comenzaban ambos la facultad. Ella pensaba en ser

psiquiatra. Ya tenían veintidós años, también se conocían ambas
familias. Una noche a las veintiuna horas, Hernán fue para la casa
de ella, tocó el timbre y salió la mamá.
-Hola Hernán pasá, Patricia no llegó pero ya estará por venir.
Hernán saludó a todos y les pidió que no le avisaran que él
estaba allí, llevó un postre para festejar... Mostró los anillos...
-Le voy a pedir que se case conmigo.
La madre se emocionó y lo abrazó.
-¿Tomamos un café Hernán?
-Sí, señora Silvina.
Eran ya las veintiuna treinta, veintidós, veintidós treinta, todos
aguardaban.
-Perdonen, me voy -acotó Hernán. Mañana será otro día.
-Te acompañamos Hernán.
Cuando los padres abrieron la puerta de la calle, Patricia
bajaba de un auto abrazada con un joven. Hérnan la vió y vino a
su encuentro. Éste la aparto a un lado y enojado pronunció...
-Aquí se terminó todo.

-¡Hernán por favor! Mientras él subía a su auto y se retiraba a
toda velocidad. El otro joven también se marchó en su automóvil
y se fue, pronunciando una palabra desagradable hacia ella.
Cuando entró en su casa, el padre furioso le dijo que no tenía
vergüenza.
-Escuché lo que te gritó ese señor, no pretendimos criar una
hija así de esta manera. En cuanto te recibas buscaremos un lugar
dónde ubicarte y cuando tengas una entrada de dinero, tomarás
otro camino. Mañana mismo yo voy a pedir perdón a la familia
de Hernán.
Ella sin embargo lo llamó varias veces, pero la mucama no la
quería comunicar con él. Lo fue a buscar a la salida de la facultad
y cuando él salía con unos compañeros se adelantó se puso frente
a él...
-Por favor Hernán...
Él la miró y le murmuró a sus amigos... -Sigamos...
Pasaron tres años, él se recibió y hoy está de novio con una
compañera, que también se graduó llamada Ana, de familia
humilde pero que lo quiere de verdad... Patricia se recibió. El

padre cumplió con su palabra y ahora ella vive sola, cuentan que
no tiene amigas y la acompaña una gran tristeza.
"No es culpa de nadie... ¡Solamente es tuya
Patricia!"
La Boca 1910

"Cuando sea grande..."
Danilo era un chico de diez años, estaba en sexto grado,
y a pesar de su corta edad, le gustaba mucho una
compañerita de su grado de nombre Claribel que se sentaba
del lado derecho de su banco. Era una rubia de cabello lacio,
muy simpática e inteligente. En los recreos le decía lo mismo
o le escribía papelitos... "cuando sea grande voy a ser doctor
y me voy a casar con vos". Ésta sonreía, y en realidad vivía la
edad que tenía ya que era lo correcto.
En las vacaciones le pedía de verla, iba a su casa o ella venía
a la de él, así se conocieron los padres. Hasta una vez, fueron
las dos familias juntas a Mar del Plata.
Claribel era de una familia pudiente, tenía una hermana
melliza, Zulma, un hermano mayor, llamado Diego y su papá
y su mamá que eran abogados. Danilo tenía una hermana de
catorce años, Anita, su papá era maestro y mamá era ama
de casa. Papá daba clases particulares porque el sueldo no
alcanzaba.

Fueron creciendo en la secundaria. Se separaron, cada
uno tomó un camino distinto pero igual se seguían viendo.
Frecuentaban el mismo club, iban juntos al cine. Más tarde
a los diecisiete, dieciocho años esta relación fue más seria.
Danilo ingresaba a la facultad al igual que Claribel pero con
rumbos distintos... Él le pidió a los padres de ella de visitarla
en calidad de novio, éstos aceptaron porque sabían bien de
quién se trataba, él iba a la casa de ella a cenar, salían, iban a
tomar un café, a bailar... Realmente era algo serio y formal,
se notaba que se querían de verdad... Pero algo ensombrecía
esta relación..
Claribel tenía pileta en su casa y muchas veces con el
permiso de sus padres lo invitaba a nadar, y compartía con
elllos su hermana Zulma, una morocha preciosa que no fue
modelo porque sus padres no lo permitieron.
Cuando Danilo la vió por primera vez en bikini, se quedó
deslumbrado mirándola. Claribel lo observó pero era muy
cuidadosa y no hizo comentario alguno, pero esto ocurrió
varias veces y a decir verdad jamás dió motivo alguno para una
discusión con su novia, él la quería mucho pero... no pasaba

lo mismo de parte de Zulma que lo comenzó a buscar y se
quería aprovechar de la situación sin respetar a su hermana
en absoluto. Ésta ya se había dado cuenta pero quería evitar
algún enfrentamiento... Pensaba en papá, mamá y Diego y ver
hasta dónde llegaba tal situación; sabía bien lo que hacía.
Una tarde Danilo fue a ver a su novia y ésta no estaba. Le
abrió la puerta la mucama.
-¡Hola Andrea!
-¡Hola Danilo! ¿Qué tal señora, señor?
-Sentate Claribel está por llegar...
-Vení a tomar un café conmigo al jardín -le acotó Zulma.
-No me quedo...
-¿No querés estar conmigo?
-¿Qué te pasa Zulma? ¿Vas a alegar que te gusto? ¿Qué te
pasa? Por favor, ¡estás loca!
-Sí por vos...
-¡Zulma! -gritó la madre. Respetá a tu hermana.
-Me voy señora, me voy... vuelvo cuando esté Claribel...

-Vos no te vas... -prosiguió el padre. ¿Qué intentás hacer
Zulma?
-Nada simplemente es que me gusta y yo le gusto.
-Me siento incómodo señor, déjeme ir... Y se marchó.
En la casa temblaban las paredes, la mucama cerró todas las
puertas aunque todo fue en vano...
Cuando llegó Claribel, se enteró de todo, tuvo una pelea
muy fuerte con su hermana, a lo que ésta respondió...
-Si Danilo no se casa conmigo, no llegará a ser doctor porque
antes... ¡lo mato! y lo desplegó adelante de todos.
La miró a su hermana y se fue, Claribel se sentó y se puso
a llorar. Sus padres trataban de calmarla, sin darle demasiada
importancia a las palabras de Zulma, pero... Ella era muy
celosa y mala a la vez pero dijo "no llegará a ser doctor..."
Había pasado ya un año, ellos estaban próximo a casarse y
decidieron de común acuerdo con los padres y para que Zulma
no se enterara ir a la Plata para celebrar la boda. Cuanto menos
ruido mejor, partieron un lunes. Danilo la esperó en su casa
y en su auto fueron junto a sus padres, se casaron y de ahí

mismo se marcharon a un hotel y más tarde partieron hacia
Uruguay por una semana. Llegó la noche, ya Claribel había
llamado a sus padres... Zulma preguntó por ella y pensaba...
¿Qué raro son las veintidós y no está en casa? Se acostaron y
a la mañana siguiente cuando tomaba el desayuno le preguntó
a la mucama... -¿Vos sabés algo de Claribel?
-¿Yo? ¿Qué tengo que saber?
Cuando se acercó el padre a la mesa y se sentó...
-Papá, ¿qué pasa con mi hermana?
-Me llamó al celular avisándome que se queda unos días en
la casa de una amiga.
-¿Qué amiga?
-No me la nombró... ¿y hay que darte tantas explicaciones?
Zulma se calló pero su cabeza no dejaba de pensar...
A los diez días volvieron, cuando llegaron la madre corrió a
abrazarlos... lo mismo ocurrió con su padre y Andrea.
Zulma los miró... -¿Se casaron?
-Sí hermana, nos casamos y nos queremos mucho los dos...

Zulma se fue a los dormitorios de arriba, bajó y en la mitad
de la escalera le replicó... -Danilo, esto es lo que prometí y le
disparó dos tiros... Que por suerte uno pegó en la pared y otro
apenas rozó la pierna de él cayendo al piso.
El padre corrió y le quitó el revolver y la llevó a su habitación.
Luego decidió encerrarla en un convento de dónde no
podría salir tan fácilmente. Cada tanto la visitaba su madre y
así pasaron tres años. Claribel y Danilo ya doctor, tienen una
hijita rubiecita de dos añitos, preciosa, llamada Celeste.
Claribel se recibió de contadora, tiene una oficina y le va
muy bien en su trabajo, piensan comprarse una casa...
"Lo principal es que consiguieron la tranquilidad
que merecen, unida a la felicidad..."

"Sí, somos hermanos,
pero..."
Robert de veintiocho años, estaba casado con Virginia
de veintiséis años. Era el director de una importante
empresa. Tenían un hijo de tan solo dos añitos, Silvio.
Éste tenía una hermana, Marilyn de veinticinco años que
estaba de novia con un excelente joven, de nombre José
Luis, muy bien empleado, de padres magníficos, Ignacio era
comerciante y María, ama de casa. Conformaban una linda
familia, pero entre Robert y su hermana había una cierta
distancia, no le hablaba ni la saludaba, Marilyn sufría mucho
por esto al igual que sus padres.
Cuando se recibió se acercó con su novio en la facultad para
abrazarlo y él cuando la vió venir se puso de espaldas. Ella
volvió con José Luis abrazados y llorando mientras pasaban
por el salón de actos... Varios compañeros se dieron cuenta
de esto y se arrimaron hacia él para recriminarlo por su mala
actitud para con su hermana y por lo cual él se puso furioso...

-Por qué no se meten en sus cosas, nadie les pidió que me
aconsejen...
-Estás equivocado -le planteó Lucas... Algún día vas a
golpear la puerta de la casa de tu hermana, necesitando algo...
y encontrarás respuestas... Robert lo miró aún más enojado,
Virginia, su novia le aclaró... -A la noche hablamos, ahora
perdoname, tengo que volver a la oficina.
Sus padres lo observaron pero sin decir absolutamente
nada. De chico siempre fue así, odiaba a su hermana, nunca
ella le dió motivos para nada. Ellos a la hora de la cena le
pedían encarecidamente que hablara con su hermana, éste se
rehusaba a hacerlo se levantaba y se encerraba en su pieza.
Por más que buscaron formas de que se encontraran, en
cumpleaños, reuniones con sus compañeros de la esceuela,
no había caso de parte de éste. Y se apartaba cada vez más
de ella. En cambio, Marilyn le resultaba fácil conquistar a
sus amigos, era dulce, sencilla, siempre estaba sonriendo. En
la oficina dónde trabajaba, la adoraban, en solo tres años dió
un salto muy grande, de empleada a jefa a encargada de la
editorial. La invitaban a todos los cumpleaños, inclusive al de

uno de los hijos de un compañero y... Ahí estaba ella con su
regalito y una sonrisa.
Mientras tanto, Virginia tenía pendiente una conversación
de la facultad con su novio. Y una noche sin que estuviera
presente Marilyn pero sí sus padres le reprochó todo ya que
no aceptaba su comportamiento con su hermana a quien
consideraba una excelente persona y muy buena hermana.
Robert la escuchó, se levantó y se fue dejándola sola con
sus padres. Éstos no sabían qué decirle a Virginia, ella
educadamente, se levantó, les dió un beso y se marchó. Ya de
casados tuvo muchas desilusiones con él, no solo por lo de
Marilyn, sino por otros motivos. Tenía un carácter fuerte pero
también bastante raro...
Finalmente se casó Marilyn, él no concurrió al casamiento,
Virginia sí y acompañada por su hijo. La abrazó a Marilyn y
le manifestó... -Sos muy buena, vas a ser muy feliz. Las dos
lagrimearon. El novio, ahora su esposo, era un joven que la
adoraba a ella. Sus padres le regalaron un departamento de
dos ambientes, allí nació César que completó la felicidad que
ya tenían. Pasó un año y una noche de lluvia torrencial, eran

las veintiuna horas, sonó el timbre en la casa de Marilyn...
-¿No es raro José Luis?
-Yo contestó...
Cuando escuchó la voz, la miró a su esposa.
-¿Qué pasa?
-Es tu hermano con su hijo.
-¿Mi hermano...? Hacelo pasar, por favor.
Subió entonces, ni pronunció nada, se sentó en un sillón y
se puso a llorar.
-Perdoname hermana, perdoname, no tuve coraje para ir a
lo de los viejos... Virginia me abandonó y se fue.
-Si podés contar y decinos qué ocurrió.
-Siempre la traté mal, no puedo con mi carácter.
-¿A dónde se fue?
-No lo sé, preparó su valija y se fue.
Marilyn fue a su dormitorio, tomó su celular y la llamó.
Quedaron en verse al otro día cuando Marillyn salía para

almorzar. Se econtraron y se dieron un fraternal abrazo.
Virginia lloró mucho, cuando se calmó, almorzaron y le contó
que él era inaguantable... -¡Sé lo que sufriste Marilyn! Y ella
la abrazó nuevamente.
-Lo voy a retener unos días en mi casa, si me promete ser un
verdadero esposo y compañero, te llamo y decidí que querés
hacer con él.
-Caso contrario te aviso y le pediré que me deje el niño y
que se vaya. Gracias Marilyn sos siempre la misma.
Pasaron tres días y en la cena Robert le pidió a Marilyn...
-¿Te puedo pedir un favor? A parte de que me perdones por
lo que te hice sufrir...
-¿Qué es? -preguntó Marilyn...
-Llamá a Virginia, decile que vuelva que voy a cambiar, ¡lo
juro!
Virginia regresó y fueron a su casa. Robert era otra persona,
visitaba seguido a su hermana. La pregunta era por qué fue
así con su hermana, acaso necesitaba una lección cómo la de
que le dió Virginia. Quizás fue orgullo, celos, realmente vivía

equivocado...
Una noche estaban cenando en la casa de los padres, todos.
Virginia, Robert, su hijito, Marilyn, José Luis, su hijo César.
Robert en un momento, se levantó y dijo...
Perdoname Virginia, perdoname Marilyn la
verdad es que "somos hermanos..." ¡pero ahora
sí! ¡Lo reconozco necesitaba una lección...!
Puerto Madero 1910

"¡Un día va salir en los
diarios!"
César era el segundo de los hijos de una familia que
estaba compuesta por papá Federico, médico, mamá
Luciana, Raúl de veinticuatro años y ya prácticamente abogado,
Fito de veintitrés años estudiante de ingeniería en agronomía,
Silvina de veintiún años, estudiante de arquitectura, y Sol de
veinte años que seguía abogacía...
César tenía muy mal carácter, no aguantaba nada ni a
nadie, era rebelde. En la facultad, se peleaban a golpes de
puños a cada momento con sus compañeros si le decían algo
que le molestaba. Como estudiante, en cambio era excelente,
distinguido; sólo que sus actitudes eran raras. Con sus
veintidós años se destacaba en su estudio, pensaba ser profesor
de ingeniería electrónica, los que lo conocían apostaban a que
llegaría a lo que éste deseaba.
Papá cuando hablaba con sus amigos en el café o en el
club, se llenaba la boca diciendo... -Tengo cinco hijos, yo

se que queda muy mal que hable de uno solo, pero es que
mi hijo César, también dicho por sus profesores, se destaca
enormemente del grupo. Uno de ellos me dió su opinión
sobr él... -Doctor, yo pienso que cuando César se reciba y
comience a trabajar en lo que quiere va a figurar entre los
mejores y creo que ésto lo van a publicar hasta en los diarios,
ya que tiene una capacidad extraordinaria, retiene todo con
una facilidad increíble.
Cuando papá lo contaba en la casa, los hermanos se reían
y se burlaban... -¡Sí, va a figurar en los diarios! Pero porque
le dieron una tremenda paliza o porque él lastimó a alguno y
está detenido.
-Por qué piensan así, ustedes que son los hermanos, muchos
de sus amigos confían en él y los profesores lo destacan. Yo
creo que nuestro deber es apoyarlo, sin celos, porque no debe
existir celos entre hermanos, sintiéndonos orgullosos de él...
Todos callaron... Pasó muy poco tiempo y César se recibió
de ingeniero en electrónica. No le permitió al padre que lo
festejaran. Él se reunió con sus tres amigos más íntimos en un
café y otras tres chicas también recién recibidas.

Una de ellas se llamaba Betiana, entre ellos se contaban
muchas cosas, se gustaban, ¡pero ese carácter que tenía...!
Salían y discutían mucho, hasta que un día, sin pensarlo
César cambió y las cosas empezaron a funcionar mejor. Los
dos salían a repartir sus curriculums juntos para encontrar
trabajo. Un día los llamaron a cada uno por teléfono de una
importante empresa de España, para que se presentaran en
las oficinas aquí en capital y fueron, no les tomaron ningún
exámen. Los atendieron de primera, convidándolos con
masas, café... Una señorita, que luego se enteraron que era
gerenta en Buenos Aires, les habló de un contrato por un año,
con opción a otro...
Se miraron, le pidieron salir una hora...
-Lo conversamos a solas y volvemos.
-Me parece correcto, -contestó la chica. Se saludaron
amablemente y entraron a tomar un café, en lugar cercano.
Hablaron sobre lo bueno de este trabajo y sus
inconvenientes...
-¿Aceptamos César?

A lo que él respondió... formulando otra pregunta... -¿Nos
vamos casados Betiana?
Ella estaba bebiendo el café y se le zafó el jarrito de la
mano.
-¿César hablás en serio?
-Por supuesto.
Se levantó lo abrazó y lloraba de alegría.
Regresaron y aceptaron el mismo.
-Bien, entonces viajan dentro de quince días.
-Sí, -aclaró ella-... Somos novios pero primero nos vamos
a casar, nos decidimos hace una hora, nos vamos casados...
-¿Se van a casar?
-Sí señorita...
-Esperen un momento por favor... Rocío entró a la gerencia
y le contó todo al señor director, éste vino a saludarlos y a
felicitarlos.
Rocío preparó todo y firmaron los contratos.
-Tomen otro café que yo ya vuelvo... -dijo el director...

Y mientras saboreaban el café, vino el director...
-Esto es para usted señorita Betiana.
-Señor... Le entregó una cajita.
-Pero...
-Acéptelo, por favor y les deseo muchas felicidades.
Rocío ya estaba enterada de esto y sonreía. Betiana abrió la
caja y era un hermoso reloj.
-Pero señor...
El doctor la abrazó, le dió un beso, saludó a César...
-¡Qué sean muy felices!
Betiana abrazó a Rocío y le preguntó...
-¿Por qué?
-No sé, el director es así.
Y sin perder tiempo, se casaron. Hubo una modesta reunión
en la casa de ella, que era lujosa y que estaba ubicada en
Belgrano. Viajaron y comenzaron a trabajar.
Al mes, César recibe del directorio una felicitación por

escrito. A los seis meses, dos revistas hablaban de ellos y al
año uno de los diarios más importantes de España, publica su
foto con su nombre que decía... "Es un honor tener en nuestro
país una figura brillante como es el ingeniero electrónico,
César Parisi."
En Argentina se armó un revuelo en la familia, entre sus
amigos, todos estaban con una felicidad enorme ante lo
sucedido.
Una noche en la cena, papá miraba a sus hijos sin pronunciar
palabra. Saltó Raúl que estaba con su novia, cenando con
ellos... -Tenías razón papá, tenías razón...
Al rato llamó Betiana a las dos familias comunicándoles...
-No estamos más solos, llegó Emanuel ¡es hermoso!
Estamos contentos y somos muy felices.
Se quedaron más de dos años, cuando anunciaron su
regreso, las familias trataron por todos los medios que se
quedaran, igualmente ya estaba todo decidido. Betiana no solo
tenía a Emanuel sino que ya habían encargado una hermanita
y querían que naciera en Argentina. Por otra parte habían

ahorrado bastante dinero. Allá les hicieron la despedida que
nunca olvidarían, fue una gran cena en la cual hubo muchas
fotos, regalos, flores, aplausos también hubo lágrimas por
parte de Betiana. Sus compañeros y el director le regalaron
una cadena y una medalla de oro en la que se leía "Recuerdo
de tus compañeros, una gran ingeniera."
Aquí la fiesta duró dos días, con sus familias, amigos y la
gente conocida.
Se lo ganaron César y Betiana.
En la cena los hermanos le explicaron a César...
-Papá siempre repetía "su nombre va a salir en
los diarios..."
Te buscamos en las noticias policiales, menos
mal que "en esto nos defraudaste hermano..."

"Pobre y honesta"
Lucila era una hermosa chica de veinte años, se había
casado con Hernán de veitidós años. Éste estudiaba
para ingeniero agrónomo, ella seguía abogacía. Al año nació
Daniel a los dos nació Olga. No tenía quién la ayudara con los
niños y abandonó el estudio. Él se recibió, la suerte lo ayudó
y se incorporó en una gran empresa, habían pasado ya tres
años más y llegó Sol. Lucila no podía más con los quehaceres
de la casa, el jardín, cocinar, planchar.
Él ganaba muy bien pero no quería tomar una chica para
ayudar en la casa, quería que lo hiciera todo ella.
Pasaron dos años más y la empresa crecía y tomaron dos
empleadas más, Carmen de dieciocho años y Raquel de veinte
años. El gerente lo llamó y le indicó...
-Hernán..., Carmen va a ser tu secretaria, trabajará en tu
oficina, de vos depende el puesto de ella.
Aparentemente ella era eficiente, su novio Julio todos los
días a las veinte horas la esperaba en la esquina.

La pobre Lucila, seguía luchando con toda la famillia pero
siempre a la noche cuando él llegaba tenía una sonrisa, los
chicos estaban siempre impecables, preparaba una rica cena,
era cariñosa, tenía un amor de madre y esposa.
Pasaron los días y Hernán no venía a cenar, eran las
veintitrés, veiticuatro y recién llegaba.
-Tengo mucho trabajo, -replicaba.
Lucila empezó a sospechar, hasta que un día llamó a su
amiga Cecilia que tenía auto y le pidió que la llevara hasta la
empresa y lo vió a Hernán que salía abrazado con Carmen.
Luego regresaron a su casa y Lucila lloraba. Su amiga se
quedó con ella. A eso de las veintitrés apareció él.
-Hola Cecilia, ¡qué gusto verte!
-Yo no opino lo mismo, mi amiga es una hermosa mujer,
con tres hijos divinos y vos saliendo con una empleada... no
me parece correcto.
Hernán se puso pálido.
-Yo me llevo a Lucila y a los tres niños.

Hernán quería hablar y ella no lo dejaba.
-Más vale que no digas nada, te conviene. Lucila prepará
tus cosas y la de los niños... ¡Y nos vamos ya!
Así lo hicieron, Hernán se sentó y miraba como toda la
familia lo abandonaba. Cecilia tenía una casa muy grande,
vivía con los padres. Le brindó a su amiga una habitación,
tenían una mucama. Alba le buscó trabajo en un restaurnte
que los dueños eran unos amigos de los padres, la tomaron
como camarera, tenía un buen sueldo y excelentes propinas.
Así pudo criar a sus hijosy darles una parte a los padres de
Cecilia a pesar que éstos no querían aceptar.
Iba pasando el tiempo, los chicos ya estaban grandecitos.
Cecilia se casó con Aldo, el dueño de tres nogocios de
cosméticos pero se quedó a viviendo con los padres.
En la empresa de Hernán, al enterarse de su comportamiento
lo despidieron y más tarde a Carmen, no se supo más nada de
ellos.
Una noche cuando cerraba el restaurante, Lucila, como
siempre limpiaba su sector y al correr una silla encontró

una valija, la abrió y estaba repleta de dólares, la cerró y de
inmediato se la llevó al dueño. Don Sebastián que la apreciaba
mucho, la abrió...
-Lucila, ¡está llena de dólares!
Era la una de la mañana.
-Gracias Lucila, mañana veremos que hacemos con esto.
Ella, como de costumbre se fue a su casa, al otro día volvió
a su trabajo eran las catorce horas. Don Sebastián, la llamó.
-Aquí hay un señor que te quiere hablar...
-¿A mí?
-Sí Lucila, es el dueño de la valija que encontraste.
El señor la miró y le dijo...
-Gracias señora, don Sebastián me informó que tiene tres
hijos, tome esto es para ellos. Acercándole un sobre abultado
con muchos dólares.
-No señor, no lo voy a aceptar, yo trabajo y don Sebastián
me paga un sueldo (mientras éste escuchaba) y recibo propinas
y mi deber es ser honrada.

El señor la volvió a mirar, lo miró a don Sebastián y
pronunció... -Te felicito, cuidala mucho, yo tengo negocios
de ropa, le voy a hacer llegar algo para usted y sus niños.
Yo soy cliente de aquí, hace más de diez años... Quiero que
siempre me atienda usted.
Le dió un beso y se retiró, don Sebastián se lo comento
a Cecilia y a su familia. Le gustó mucho la gran actitud de
Lucila.
Bien, Lucila, bien...
¡Pobre y honesta!
Teatro Colón 1910

"Jamás tendrás un centavo"
Es una linda historia de Lilian, una hermosa joven
de veintidós años. Maestra jardinera y profesora de
inglés. Era simpática, elegante, ganaba bien, dictaba clase
particulares. Vivía sola, sus padres estaban radicados en
España y a ella la crío una tía que vivía a seis cuadras de
su casa. Pero Lilian un día decidió venir a vivir a Argentina
y recibirse para ejercer aquí. Era muy estudiosa, no quería
ponerse de novia con nadie.
Su tía Manuela la adoraba, ella era muy rica y todos los
meses le mandaba un giro. Lilian siempre se lo agradecía, y
le contaba que con lo que ganaba le alcanzaba y le sobraba.
Sin embargo, su tía era muy generosa y lo hacía por el cariño
que le tenía a su sobrina. Muchos pueden pensar al leer esto,
que en muy poco tiempo Lilian tendría una fortuna, pero ¡no
es así!
Lilian quería tanto a los niños que todos los meses donaba
a las escuelitas de algún pueblito, a las casas que les daban de

comer, les compraba ropa, zapatillas, jugüetes, en fin "tenía
un corazón de oro".
Cuando no trabajaba recorría los negocios para comprar por
lógica, buscaba precios. Era tan respetuosa, que nunca a nadie
confesó que era para hacer donaciones. No buscaba ventajas
de ningún tipo, se sentía muy feliz con lo que hacía. Los
sábados y los domingos frecuentaba el club dónde practicaba
deporte y supo hacer muchas amigas. Sabía hacerse querer. A
alguna de ellas le daba clases de inglés y no les cobraba, ni
aceptaba que le pagaran lo que consumía. Lo hacía porque era
muy buena y lo sentía así. Le llovían cartas de agradecimiento
de todas partes, ella sonreía. Vestía bien pero de manera
muy sencilla, no amaba los lujos. Era tan bonita que todo le
quedaba bien.
Una tarde en un café les informó a un grupo de amigas, todas
de muy buena posición económica que quería ser madrina de
algún niño o niña de una escuelita rural.
-Los ví por la televisión, me dió tristeza, caminan kilómetros
con lluvia, con frío, con poca ropa para llegar a estudiar en su
escuela... Quieren estudiar y siempre solicitan ayuda, lo voy

a lograr...
Y saltó una de ellas, Luciana, quien tenía mucho dinero
reprochándole... -pero Lilian así "jamás tendrás un centavo"...
Las otras callaron.
-Puede ser, pero con lo que me envía mi tía de España, con
los dos puestos que tengo me sobra, ¿por qué no puedo ayudar
a quién lo necesita? Tal vez, vos tengas razón pero, voy a
tener mucho cariño de ellos y mucho amor... y eso para mí
vale más que todo el dinero del mundo... Luciana.
-Mirá justamente esta carta que recién leo me informa que
me acaban de nombrar madrina de uno de los lugares que
ayudo, esto es muy importante para mí.
Pasó un tiempo, Lilian tenía veintitrés años y lo festejaba
en el club dónde concurría, con una gran fiesta, por supuesto
todos los socios estaban invitados. Era un sábado a la noche,
hubo cena, baile, regalos, etc. Lilian y sus amigas se divertían
mucho...
Ignacio, era médico de veintiséis año, hijo de un estanciero
muy rico, la sacó a bailar a Lilian...

-Siempre te veo aquí, sos muy seria. ¿Tenés novio?
-No, ni pienso por ahora.
Ignacio no hizo ningún comentario ni que era médico, ni
que su padres tenían estancias, solamente disfrutaron del
baile, se sentaron a beber algo.
-¿Cómo te llamás?
-Lilian... ¿y vos?
-Ignacio.
A ella le impresionó muy bien pero quería mantener la
distancia, en cambio él, se enamoró de ella. Ya eran las cuatro
de la mañana, terminó la fiesta, vinieron sus amigas...
-¿Vamos Lilian?
-¡Sí vamos!
-Las llevo yo, -dijo Ignacio-.
-No, -respondió Rocío- tengo mi auto, gracias igual.
Se saludaron... -Esperá Lilian, ¿cuándo puedo verte?
-Yo trabajo mucho, no tengo tiempo, vengo al club los

sábados y los domingos.
-¿Te puedo ver el sábado?
-Sí, yo vengo a las ocho de la mañana, hago un poco de
ejercicio...
-A las siete te estaré esperando. Ella sonrió...
-Hasta el sábado.
Cuando iban en el auto, Belén le afirmó...
-Lilian, ese muchacho se enamoró de vos...
-No, estás equivocada.
-No creo... (aunque Lilian sabía que tenía razón su amiga).
Llegaron y se despidieron.
-Hasta el sábado... -se despidió Lilian.
Y sus amigas todas en coro respondieron... -que duermas
bien Lilian. Ella miró y sonrió pícaramente.
Lilian continuaba en sus cosas y fue madrina de una niña de
nueve años que iba a una escuela de Santa Cruz. Viajó hasta
allí, les llevó golosinas a todos. Las maestras la recibieron

cariñosamente, le sirvieron té y ella se sentía muy feliz.
Sacaron fotos y Lilian salió con su ahijada en la misma.
Antes de marcharse dejó un sobre con dinero sobre el
escritorio de la directora. -Es para los chicos, señora...
Regresó de su viaje. Se reunió con sus amigas en el club
y les contó lo emocionada que estaba con su ahijada, con la
escuelita, que todos la recibieron muy bien y que ella estaba
más que contenta.
Apareció entonces Ignacio, sus amigas la saludaron y se
fueron.
-¡Hola Lilian!
-¡Hola Ignacio!
-Estuve pensando bastante y decidí que quiero casarme con
vos...
-Pero Ignacio, todavía ni nos conocemos lo suficiente.
Él sacó su credencial de médico y se la mostró.
-Éste soy yo.
-¿Sos médico?

-Sí Lilian pero no te lo quería contar todavía. Mi padre se
llama Augusto y mi madre Carol, tengo una hermana menor
que yo, de veintidós años que se llama Yesica, y mi hermano
Humberto de veinte años. Vivimos en Belgrano.
-Si me aceptás, te llevo a mi casa y te voy a presentar a toda
mi familia, si querés vos podés hacer lo mismo y presentarme
tu familia.
-Mi familia vive en España, yo vivo sola, soy maestra
jardinera y profesora de inglés, por eso te expliqué que trabajo
mucho y no tenía tiempo...
-Lilian, espero tu respuesta.
-Está bien, nos veremos aquí los sábados y los domingos,
espero que nos entendamos, no quiero ir tan rápido. ¿Estás de
acuerdo?
-Sí Lilian, estoy muy contento, te voy a hacer muy feliz...
Ya lo verás.
Lilian luego de este encuentro, llamó a su tía y a sus padres
y les contó todo lo ocurrido. Todos la felicitaron.
-Esperen recién comienzo...

La tía que la adoraba, le aclaró que todo iría muy bien.
-Y cuando te cases, ahí estaremos. Si tu madre o sea mi
hermana me lo permite quiero ser tu madrina. Te voy a regalar
el departamento, el vestido de novia y todos los muebles...
-Pero tía...
-Te quiero Lilian, te quiero y colgó...
Lilian lloró emocionada.
El noviazgo marchaba muy bien. Ignacio era muy correcto,
le presentó a su familia como había dicho y les agradó mucho
a todos.Yesica se hizo gran amiga ya que Lilian era muy dulce.
Pasaron dos años y decidieron casarse, y ella declaró...
-A mí no me interesa ni el dinero, ni los lujos, quiero una
fiesta muy sencilla y deseo tener una invitada especial.
-¿Quién es?
-Yo soy la madrina de una niña de una escuelita de Santa
Cruz, la voy a mandar a buscar y se quedaría con mis tíos y
mis padres unos días en el hotel y luego la llevarían de vuelta
a su escuela.

-De acuerdo, -replicó Ignacio.
-Yo le voy a comprar ropa y zapatos, ella será feliz estando
con nosotros.
Llegó el día, la fiesta fue en la casa de los padres de Ignacio,
la tía de Lilian cumplía con todo lo que prometió. El señor
Augusto la llamó para darle algo.
-Lilian éste es nuestro regalo, es una estancia que está a tu
nombre en Entre Ríos.
-Gracias don Augusto, no voy a aceptar el regalo. Yo soy
muy modesta y quiero seguir así, no lo tome a mal...
-Como quieras hija, pero tu tía te regaló el departamento,
los muebles por lo menos aceptá un auto.
-Tampoco debería pero está bien acepto... y lo abrazó.
Cuando finalizó la fiesta y los novios se retiraban, en el
camino hacia el departamento Ignacio le confesó.
-Lilian te voy a dar una sorpresa...
-Sí, ¿cuál?
-Yo te anuncié que el lunes viajábamos a Uruguay.

-Si me lo comentaste, bueno te mentí piadosamente porque
saqué pasajes para tus padres y tus tíos y nos vamos con ellos
diez días a España.
Lilian se tiró hacia él abrazándolo, que Ignacio casi pierde
el control del volante de su auto.
¡Ah! me olvidé de contarles, en medio de la
fiesta, una de las amigas le recordó a Luciana...
¿Te acordás cuando le mencionaste a Lilian...?
"Nunca tendrás un centavo."

"¡Julito ve!"
Zacarías es un excelente muchacho criado en el campo,
es estudioso de veintiún años. Hijo de don Anastacio
y doña Celia, con una hermana de dieciocho años también
estudiante, llamada Malena.
Era tan querido por los dueños de las dos estancias que cuidaba
y administraba su papá, que un día le plantearon a éste...
-Anastacio, ¿por qué n mandás a tu hijo diez días con nosotros
a la capital, así cambia un poco de ambiente? Es un chico muy
bueno y lo queremos mucho. Mis hijos Luisito y Belén lo adoran
(éstos tenían dieciocho y dieciséis años respectivamente).
-Está bien patrón, yo se lo diré pero mire que no tiene ropa tan
buena como para estar entre ustedes...
-No te preocupes, yo me voy a encargar de comprarle todo, se
va a sentir muy bien.
Y al mes, Anastacio llamó al señor Flores.
-Patrón, ¿cuándo quiere que vaya mi hijo?

-¡Ya!
Y a los pocos días Zacarías viajaba para la capital. Cuando
llegó lo recibieron con el cariño acostumbrado por ellos. Él, los
primeros días se sentía avergonzado porque lo atendían todos con
mucho amor. Luego se soltó, era muy respetuoso y hablaba bien,
su padre le había dado unos pesos y una tarde les pidió permiso
para dar un paseo.
-Mirá... -dijo Zulema, la esposa de Flores, te podés perder, la
capital es muy grande si no conocés.
-Belén...
-Sí mamá...
-Acompañalo, vayan a tomar un café...
-Con gusto, mamá.
Salieron entonces. ¡Qué linda pareja hacían!
Belén le pidió tomarlo del brazo.
A lo que a él respondió... -Encantado.
Ella lo llevó a una confitería que conocía, antes de llegar se
cruzó con ellos una compañera suya, llamada Linda.

-¡Hola! ¿Es tu novio?
-No, solo un buen amigo.
-¿Cómo te llamás? Mientras le daba un beso y lo tomaba de la
mano.
-Zacarías.
-¿Qué gusto conocerte?
A Belén, esto la puso mal, como si le hubieran entrado unos
celos repentinos...
-Disculpá Linda, nos vamos.
Ésta se quedó mirándolos y no le soltaba las manos...
Siguieron caminando y entraron a tomar un café en otro lado,
a él le encantó el lugar, era muy lujoso, había muchas mesas,
parejas, chicas solas y no estaba acostumbrado a ver esto. Mientras
conversaban, él no le quitaba la vista de encima, entonces Belén
le preguntó... -Me mirás mucho.
-Sí, porque me gustás.
-Zacarías, yo sólo tengo dieciséis años, debo estudiar y no
puedo pensar en otra cosa. Quiero ingresar en la facultad para

seguir abogacía, ¿y vos?
-Yo voy a ser ingeniero agrónomo, me falta poco.
-Belén, te voy a extrañar.
-Yo también.
-Cuando me reciba voy a volver y voy a hablar con tus padres,
si me esperás...
-Sí, te voy a esperar.
-Sólo dos años, yo ya tendré hecho primer año de la facultad...
Se abrazaron.
-No sé si seré del agrado de tus padres, somos de familia
humilde...
-Papá te adora.
-Bueno llegó mi último día aquí, -acotó Zacarías, mientras
almorzaban.
A Belén se le cayó un cubierto de la mano, su papá la observaba.
Arribó el lunes y comenzó a despedirse...
Luisito lo invitó nuevamente...

-Volvé Zaca, volvé... Mientras se abrazaban.
Cuando le tocó despedirse de Belén, ésta no pudo contenerse y
se largó a llorar. El hermano se dió cuenta que pasaba algo más y
los padres también... Se besaron.
-Vamos hijo, ya está el auto en marcha.
-Sí señor, vamos. Mientras viajaban hacia la estación...
-Gracias señor por todo, -replicó Zacarías.
-¿De qué hijo? Contame, ¿te enamoraste de Belén?
Zaca lo miró tímidamente
-Sin vergüenza, vamos...
-Sí señor...
-¿Y ella?
-También.
-¿Y por qué no hablaron?
-Porque yo le prometí que volvería dentro de dos años, cuando
sea ingeniero agrónomo y hablaría con ustedes, para pedir su
mano.

-¿Dos años? Ya tenés mi aprobación...
-Gracias señor... Dígaselo a Belén.
-¿Que se lo diga? La semana que viene nos vamos todos al
campo por quince días, ahí estarán otra vez juntos...
-Gracias señor. Mientras llegaban...
-Tomá para vos.
-¿Qué es señor?
-Unos pesitos.
-No señor, se lo ruego, no muchas gracias.
Finalmente llegaron y se saludaron amablemente.
Cuando éste regresó a su casa le comunicó a su familia...
-La semana que viene nos vamos quince días al campo, ¿están
de acuerdo?
Belén se le colgó del cuello.
-Ya lo sé hija, es un gran muchacho.
Pasaron ya dos años y Zacarías fue a buscar a Belén, junto con
sus padres y su hermana y llevaba su diploma bajo el brazo.

Antes de llegar, compraron una torta y masas, Zacarías les
llevó un ramo de flores para Belén y otro para su mamá.
Festejaron el anuncio del casamiento de Zaca y Belén, luego
fueron a un hotel dónde pasaron unos días la familia de él.
Belén ya tenía dieciocho años, estaba en primer año de la
facultad. A los veinte años se casó pero siguió estudiando, su papá
le puso un estudio a Zacarías, quién trabajaba en su profesión.
Al año, nació Julito, ¡un bebé precioso! Cuando tenía cinco
años fueron al campo a pasar un tiempo con los padres de él.
Una tarde fueron invitados a un club que había en el pueblo,
hubo guitarreada, baile, empanadas, de todo en honor a ellos.
Ya volvían todos en el auto, que era bastante grande y cómodo,
cuando todo era plena felicidad... De repente, se cruza una pareja
en moto que iba a mucha velocidad, chocaron con su auto, justo
con la puerta del lado que estaba Belén con su hijito en sus brazos,
y la criaturita recibió el impacto en su cabecita.
Éste fue un momento sumamente dramático, el médico que
atendió al niño les mencionó que había perdido la vista... Todos
se quedaron sin palabras...

No se dieron por vencidos, actuaron rápidamente y viajaron a
la capital. Flores, recorrió con el niño y sus padres los mejores
médicos, todos estaban con una profunda tristeza por lo ocurrido.
Un domingo a la tarde estaban sentados en el jardín, en la casa
de Flores tomando un café, papá, mamá, Luisito, Belén y Zacarías
con su niño... Cuando se escuchó...
-Papi, papi, mirá ese pajarito qué lindo es...
-¿Dónde hijito, dónde?
-Ahí, en esa rama, es amarillo...
Y en verdad, estaba el pajarito volando de rama en rama.
Zaca se levantó, todos lo abrazaron y lloraban de
alegría.
Mientras Zacarías con su hijito en brazos salió
corriendo y gritando...
-"¡Julito ve, Julito ve!"

"Mabel, Mabel..."
Tres hermanos, José de veintiún años, Tito de veinte
y Mabel de dieciocho. Su papá era Lucio y su mamá
Soledad. Era una familia de muchísimo dinero, pero Lucio
siempre les repetía que nunca lo divulgaran. No faltaba nada en
esa casa. Raquel, la mucama, nunca tuvo problemas para cocinar,
contaba con dos enormes heladeras repletas de alimentos y tres
alacenas que apenas entraba algo. Era todo muy fácil, los hijos
estudiaban, papá era dueño de dos poderosas empresas, todo
funcionaba más que bien.
Mabel, cursaba primer año en la facultad de ciencias económicas,
no era bonita, por el contrario. Vestía de forma sencilla, no se
sabía arreglar o no quería, casi siempre estaba mal peinada, ¡eso
sí!, era delicada para hablar, parecía estar triste...
De igual manera salió con un chico unos meses y la abandonó,
no soportó que sus compañeros lo "cargaran". Ella, frecuentaba
el club, tenía un par de amigas pero salían muy poco.
Su hermano mayor estaba de novio con una compañera de su

mismo año en la facultad, era preciosa, ésta acostumbraba a ir a
la casa de él. Su físico y su rostro, eran espléndidos en cuanto a
belleza, este motivo la ponía muy mal a Mabel, que a cada rato
se miraba al espejo.
Los padres, la comprendían y le daban todos los gustos para
poder ver feliz a su hija. Pero... un día alguien de cuarto año de la
misma facultad, se entera de la fortuna de sus padres y le comenta
a un compañero y amigo de éste...
-Yo la voy a enamorar, le voy a sacar todo lo que más pueda
principalmente mucho dinero, y luego la dejo.
-No lo hagas, Julio, yo no la conozco pero da la impresión de
ser una chica buena.
-Yo no te pedí un consejo, fue un comentario nada más.
-Está bien, está bien...
Julio, sabía todo, su nombre, su dirección y demás datos.
Una tarde, la esperó en la puerta, cuando salían.
-Mabel...
Ella lo miró... -No te conozco...

-Pero yo a vos ¡sí! Se habla muy bien de vos en la facultad,
dicen que sos muy capaz.
-Como cualquiera... -respondió ella.
-Si me permitís quiero invitarte a tomar un café.
-Lo siento, hoy no puedo.
-¿Mañana?
-Lo hablamos, adiós.
Al otro día, Julio insistió sin lograr ningún resultado. Siguió
insistiendo hasta que ella aceptó. Después de varios encuentros,
él le confiesa que estaba enamorado de ella. Y le creyó.
Sus padres se pusieron contentos, la veían cambiada, le daban
todos los gustos, pero el hermano mayor, tenía ciertas dudas, no
quería entorpecer todo, prefirió asegurarse.
Dos meses después, Mabel lo invitó a tomar un café.
-Perdoná, no tengo dinero.
-Yo pago.
-Aparte estamos en casa con un problema muy serio, mi padre
tiene que levantar una hipoteca sino perdemos la casa. (Éstos

pagaban un alquiler).
-¿Y es mucho?
-Cuarenta mil pesos, mi padre intentó suicidarse debido a esta
situación límite.
Ella lo escuchaba y lo acariciaba. Cuando llegó a su casa se lo
transmitió a su papá.
-Hija, es mucho dinero. Mientras José escuchaba.
-¿Para cuándo?
-Ya... -acotó ella.
-Veré qué puedo hacer, pero sin firmar nada, ¿quisiera saber
cuándo y cómo lo podrá devolver? Ya que en realidad no lo
conocemos.
-Pero papi, él me quiere y se quiere casar pronto conmigo. José
continuaba escuchanto todo atentamente.
A la semana, su padre le pidió que pasara a buscar el dinero.
-Lo queremos conocer.
A los tres días... -Papá, tiene vergüenza. Me pidió que se lo
lleve yo.

Lucio para su adentros... no me gusta esta situación.
-Está bien hija, está bien, mañana te los daré.
-Gracias papá. Y se los llevó.
Cuando regresó, le aclaró a su padre que Julio le devolvería el
dinero (era todo mentira).
Pasaron dos meses...
-Mabel, por un tiempo no te puedo venir a ver.
-¿Por qué?
-Tengo un gran problema.
-¿Qué pasa?
-Tengo que pagarle a un amigo cinco mil pesos que me prestó
hace más de un año. Y a la salida de la facultad voy a ir todos los
días incluído sábados y domingos a trabajar en su casa, realizando
trabajos de carpintería, para pagar parte de la deuda. (Continuban
sus mentiras).
-Pero a la salida sólo es ir a tomar un café y conversar diez
minutos nada más...
-Lo siento Mabel, me tengo que ir volando.

-Esperá...
-Yo tengo algo en el banco, pasado mañana te los traigo.
-No Mabel, gracias.
-Sí, te los traigo.
Y así Mabel, le compró un reloj muy caro, le obsequió dos
trajes, zapatos, camisas, también pagaba las salidas, le compraba
los libros para "la facu", todas las semanas le daba dinero.
Pasó un año, Julio se recibió, y Mabel no lo vió nunca más. El
apellido que le dió, la dirección de su casa era todo falso, pasó un
largo tiempo y nunca se supo nada de él, ella volvió a deprimirse,
lloraba mucho...
Trataron de consolarla, pero no hubo caso. Una tarde salió a
caminar cerca de un río, no dudó y se tiró. Por allí pasaba un
muchacho de dieciocho años llamado Raúl, la observó y se lanzó
al agua a rescatarla, luchó con ella, ya que quería suicidarse pero
él la salvó. Tomaron un taxi y la llevó a su casa, su familia estaba
desesperada... ¡no era para menos.!Al verla no sabían cómo
agradecerle a Raúl.
-Por favor señor, otro tal vez hubiera hecho lo mismo por mí.

-¿Dónde vivís?
El padre y José lo llevaron de vuelta a su casa en auto, antes de
bajar el papá firmó un cheque y le agradeció.
-Gracias hijo, esto es para vos.
-No me ofenda señor, guárdelo.
Al bajar José lo abrazó.
-Vení a visitarnos cuando quieras.
-Eso sí, lo haré
-Te felicito que linda casa tenés.
-Gracias.
José, con todo lo que había ocurrido buscó entre cielo y tierra a
Julio y lo encontró, hoy este está en la cárcel por unos años.
Mabel para aumentar su autoestima se decidió a hacerse la
cirugía en su cara, ahora está muy linda, se arregla bien.
Ahora sí, a buscar novio pero alguien que te quiera
de verdad... "Querida Mabel".

"Sí, soy la mamá de ustedes...
pero..."
José Luis era un joven de treinta y seis años, casado con
Letizia de treinta y dos años, con dos hijas mellizas,
Edith y Gina, eran muy bonitas.
Él era contador general de una importantísima empresa
extranjera y ganaba fortuna. Ésta empresa tenía treinta
sucursales en todo el mundo. Ella era profesora de cocina,
pero no ejercía a pedido de él. Vivían en San Isidro, tenían
dos autos y dos mucamas.
Las niñas estudiaban y todos frecuentaban el mismo club, de
gran categoría. Él era una persona muy queridda y respetada,
ella era una mujer fina y simpática. Las dos hijas eran el calco
de la madre, (quién iba a pensar...)
Los domingos almorzaban en casa de los padres de él o de
ella, que estaban en muy buena posición.
Se llevaban todos tan bien, que jamás discutían por algo.

Las mucamas eran como del la familia, Emilia tenía
veintitrés años y Delia veintiuno, compartían todo...
Un día José Luis llegó a su casa, su recibimiento era siempre
igual había besos, abrazos...
Luego de cenar, llegó el café, todos se ubicaban alrededor
de una mesa en el jardín.
Cuando de repente José Luis, largo sin duda alguna...
-Letizia, quiero el divorcio.
A ella se le borró su sonrisa habitual, se le volcó el café,
las hijas se miraban asombradas. Emilia y Delia huyeron a la
cocina.
Cuando se recuperó la esposa habló... -Me porté mal,
no cumplí como esposa, como madre, como ama de casa.
Decímelo quiero saber. (En un tono de desesperación).
-¡No! Por el contrario, lo que pasa es que me enamoré de
una chica muy joven y la voy a traer a vivir aquí, pedime lo
que quieras, te voy a comprar un departamento lujoso, llevate
el auto y todo el dinero que quieras, hasta inclusive llevate
una mucama, yo me voy a hacer cargo de todo.

Letizia estaba por romper a llorar pero se contuvo.
-No quiero absolutamente nada, quedate con todo. Eso sí,
quiero saber qué opinan mis hijas...
Las mellizas bajaron la vista y se pusieron al lado del padre
y su madre las miró y les replicó... -No esperaba esto.
Eran las veintiuna treinta horas, se levantó, fue a su cuarto
y preparó sus valijas. Las mucamas la abrazaron y lloraban,
llamó a un taxi y se marchó a la casa de sus padres.
Cuando llegó, ellos no lo podían creer...
-Ésta es tu casa hija. Su madre mientras la consolaba le
aclaró... -Volverás a ser feliz, te merecés todo.
La chica que él llevó a su casa era la secretaria del gerente
general. Cuando él se iba de viaje a distintos países, ésta
señorita, llamada Yesica, ni hablaba con sus hijas, y a las dos
mucamas les gritaba para todo continuamente.
Él le compró un auto, un piso para los padres de ella, tenía
una cuenta en el banco, tarjetas de crédito, era una "reina".
Letizia jamás actuó de esa manera, sin embargo, él lo quiso
así...

Habían pasado más de seis meses, las chicas ni siquiera
iban a ver a su mamá, ni la llamaban, mamá no existía.
Mientras tanto ella había empezado a trabajar en un lujoso
hotel como cocinera, para tener ingresos y no depender de
sus padres siempre. Ya se iba acostumbrando a su nueva vida,
pero sufría mucho por sus hijas. La que las visitaban eran las
dos mucamas que la adoraban y le contaban todo.
Pasó un año y volvió el gerente general, tuvo un gran
recibimiento. Para todo esto, Yesica le iba sacando a José
Luis lo que más podía. En el transcurso de los días, no faltó
"alguien" que al gran jefe lo pusiera al día con los cuentos.
Y los llamó a los dos, sin consultarles nada les pidió...
-Señor José Luis y señorita Yesica, firmen aquí sus renuncias
por favor.
-¡Están despedidos! Hoy es su último día aquí.
-Pero señor... -imploró José Luis...
-No quiero escuchar, se retiran por favor.
Reunió a todo el personal...
-Señoras y señores, el contador general y mi secretaria

han presentado sus renuncias. Ocuparán esos cargos el señor
Romero y la señorita Sofía.
Los aplaudieron, y se escuchaba un murmullo general. A
todo esto el gerente general, no les extendió ningún certificado
de trabajo, ni éstos se animaron a pedirlo.
Cuando llegaron a la casa se lo contaron a las chicas.
-¿Qué pensás hacer papá?
-No sé, primero despedir a las dos mucamas, luego vender
el auto y más tarde esta casa y Yesica saltó...
-¿Qué pensás meterme en un departamentito para que limpie,
cocine, que te atienda a vos y a tus hijas? Estás equivocado
querido, te estoy dando lo mejor de mi juventud. ¡O buscás
algo en dónde podamos vivir bien o me voy!
-Pero Yesica...
-No te quiero escuchar. Y se fue a su cuarto.
Las chicas no hablaron, a su papá no lo tomaban en ningún
lado, no podía dejar referencias tampoco. Hizo todo lo que
había anticipado y Yesica se fue. Ya vivían en un departamento

de tres ambientes alquilado, las chicas no podian estudiar.
Ellas charlaban entre sí, y no le dijeron nada a su padre y un
domingo a la tarde fueron a ver a su mamá.
La madre estaba leyendo en el jardín.
-Señora...
-Sí Rosa, la buscan.
-¿A mí?
-Sí, señora, están en la sala.
Cuando las vió, las dos se echaron encima de ella.
-¡Perdonanos mamá!
Se sentaron, tomaron un té, le contaron todo y que su papá
estaba sin trabajo, deshecho y cuando lo viera que no lo
conocería.
-¿Qué quieren hijas?
-Por favor, volvé, sos nuesta mamá.
-Ustedes saben que mamá sufrió mucho pero mucho, que
trabaja en un hotel como cocinera casi doce horas diarias, su

papá me echó.
-Yo no me fui porque quise, si ustedes quieren venir a vivir
aquí van a ser muy bien recibidas por los abuelos que las
adoran, "sí yo soy la mamá de ustedes... pero" el día que me
echó yo pregunté... -"quiero saber que dicen mis hijas..." Y
ustedes abrazaron a su papá, ahí tuve la respuesta.
-Hoy vuelvo a ofrecerles que aquí tienen un hogar, lleno de
cariño, como ven, aquí ni en otro lado habrá ningún hombre
más en mi vida, ustedes volverán a decidir...
Al tiempo se supo que José Luis, se juntó con otra mujer.
Y las mellizas volvieron con su mamá...

"Cielo, mi Cielo..."
Esteban estaba casado con Adriana. Era un matrimonio
joven con una hija de diecinueve años, llamada
Betiana. Ella cursaba sus estudios en la facultad de ciencias
económicas.
Su padre era dueño de un gran negocio de ropa de hombre,
mamá era mestra jardinera. Todo marchaba bien.
Betiana estaba de novia con un excelente muchacho, dueño
de un bar y de una familia bien. Él pensaba casarse cuando
ella cumpliera los veinte años y éste seguiría estudiando hasta
recibirse, su papá le regalaría un departamento, auto ya tenía.
Betiana era muy querida en la familia de Julián, él era un
caballero en su comportamiento.
Pasó un tiempo y su papá Esteban comenzó a cambiar. Al
principio se notaba en sus actitudes raro. Hablaba poco y nada.
Cenaba sin levantar su cabeza del plato, nadie sabía el motivo,
ni siquiera sus dos mejores amigos, a quienes Adriana, su esposa
había consultado. Ésta pensó en otra mujer en el medio, pero no.

Esteban había comenzado a jugar en el casino, y todo lo que al
principio era un simple juego se transformó en desgracia.
En su trabajo, despidió a uno de sus tres vendedores, solo
quedaban dos y Magdalena, la cajera. Luego se quedó con un
vendedor, ya no cumplía con los compromisos y los proveedores
empezaron a cerrarle los caminos y el banco también.
En el juego, trataba de recuperar lo perdido y más apostaba y
más perdía...
Una noche volvió a su casa, muy mal, su esposa trató de calmarlo
y éste la golpeó fuerte. Su hija intervino y logró apaciguarlo.
Betiana se lo contó a su novio y éste se quedó muy sorprendido,
y le recomendó... -Tené cuidado no vaya a ser que un día les
pegue a las dos...
A la semana, otra vez Esteban volvió a lo mismo, pero esta vez
la hija se tiró encima de su padre para frenarlo y él la empujó
muy fuerte y ella pegó su cabeza contra un mueble. Al ver esta
situación, Esteban se marchó de inmediato.
Su mamá y Lili, la mucama, levantaron a Betiana que estaba
muy dolorida. Lo llamaron a Julián y en su auto la llevaron a su

médico. Con tanta mala suerte, Betiana perdió su vista.
Julián, sin pensar un segundo, voló al negocio de Esteban.
Entró y delante de todos lo tomó a golpes por lo que le había
hecho a su hija. Un rato antes, de lo ocurrido fue a denunciarlo
a la comisaría y Esteban fue detenido más tarde. Intervino el
abogado de la familia y él de Julián, Esteban se quedó por un
tiempo largo en la cárcel.
Julián se ocupó por el momento del negocio, lo mandaba a
Roque ya que era el único vendedor que había quedado en la
empresa para realizar las compras, para pagar las cuentas y
todos los días le llevaba lo recaudado a Adriana. Roque era muy
honesto y capaz y estaba autorizado para todo, por la confianza
que les brindaba.
Betiana estaba más repuesta, pero aún no podía ver, a los tres
meses Julián se casó con ella. Le puso una chica para que estuviera
al cuidado de Betiana y fueron a vivir al departamento que les
regaló su padre. La chica, se llamaba Corina de veinticuatro años,
hacía de todo y Julián le pagaba muy bien.
Una vez, cuando Julián volvía a su casa, luego de trabajar tanto

en su bar como en el negocio de Esteban, encontró a Betiana y a
Corina tomando café y comiendo unas masitas... Se sonrió y les
preguntó... -¿Qué festejan?
Betiana habló, -¿Se lo contamos?
-Sí señora.
-Julián, ¡vas a ser papá!
Julián loco de alegría, levantó en brazos a Betiana y la besaba.
-Corina, llamá a mi mamá, a Adriana, a mis amigos, que
vengan todos a cenar, ¡estoy feliz!
Finalmente llegó el gran día, nació Cielo.
El doctor hizo pasar a la habitación a Julián, dónde estaba
Betiana, al ratito trajeron a Cielo. Su llanto fue tan fuerte y la
emoción tan grande que Betiana gritó... -¡Los veo Julián, los veo!
-¡Qué hermosa es Cielo, mi Cielo...!
Todos estaban muy emocionados, hubo abrazos, besos, hasta
del doctor que era amigo de la familia.
Cuando ya estaban más tranquilos, Julián hizo una gran fiesta,
vinieron muchos invitados, hubo mucha alegría.

En una de las mesas, estaba sentada Betiana y en sus brazos la
hermosa Cielo, a su lado la acompañaban su madre y la de Julián.
Increíblemente, llegó la paz a ese hogar tan
merecido y la responsable de todo esta armonía fue...
"¡Cielo, mi Cielo...!"

" Ya es tarde Marina, muy
tarde..."
Leonardo, un joven de veinticinco años de edad, era
contador de una gran empresa, se había casado a
los veinte años con Marina, ésta tenía diecinueve años y había
abandonado los estudios. Vivían muy cómodos en una casa en
Pilar, tenían tres hijos Yamil de cinco años, Marisol de cuatro y
Leo de tres años.
Nancy era una linda rubia de veintiún años, era la mucama
que la habían tomado para trabajar, a los dos días de casados.
Ella prácticamente había criado a los tres niños, aparte de los
quehaceres de la casa.
Leonardo la apreciaba mucho, ella era muy cariñosa con los
chicos y éste se daba cuenta. Cuando salían en el auto la llevaban
a todos lados incluyendo a las confiterías... Si los visitaban sus
compañeros de la empresa con sus familias, almorzaban juntos y
éstos tambíén los querían mucho. Nancy se esmeraba por atender
a todos, ellos quedaban admirados, ella era así de simple.

Marina, en cambio, no le daba importancia a lo que Nancy
hacía, pero ella adoraba a los chicos, los tenía bien arreglados, la
casa brillaba, todo gracias a ésta.
La empresa mandó a Leonardo a la provinvia de San Juan a
inaugurar una sucursal, ya que era el hombre de confianza de la
misma. Diarios y revistas publicaron su foto divulgando este gran
evento. Su esposa orgullosa lo mostraba a sus amigas, en una
fiesta hecha en honor a Leonardo, invitó a gente importante, a la
prensa, todo resultó maravilloso.
Leonardo emprendía su regreso, saludó a todo el personal de la
nueva sucursal, al nuevo gerente, subió a su auto y estaba bastante
ansioso por llegar y ver a los suyos, aumentando la velocidad.
Vió el camino libre y aceleró más, la fatalidad quiso que se
cruce otro auto que también venía a gran velocidad y chocaron,
su auto dió varias vueltas.
La gente del lugar, que vieron lo ocurrido corrieron a sacarlo
del auto y lo llevaron al hospital más cercano. Tenía varias heridas
cortantes, ninguna demasiado grave pero había llegado a perder
la vista, no se sabía si a causa de los golpes del impacto o del

temor a perder su vida en cuestión de segundos.
Su hermana Carmen, casada con tres hijos, al enterarse del
accidente de su hermano, fue a verlo con su esposo de inmediato.
Cuando estuvo un poco más recuperado, lo llevó a su casa.
Su esposa no estaba, los niños estaban con Nancy. Ésta
enseguida llamó a su médico, lo atendió y quedó unos cuantos
días en reposo.
Nancy lloraba desesperadamente, ni Carmen podía consolarla.
Leonardo ni bien llegó, llamó a su mujer. Nancy le dijo que
había salido, pero su hermana le comunicó que estaba en el club,
ésta fue a buscarla y la trajo. Cuando lo vió preguntó...
-¿Qué pasó?
-No veo Marina, estoy ciego.
El médico venía a verlo todos los días, Marina no faltó ni un
día a su empleo. Nancy, lo atendía con un gran cariño inigualable.
-Nancy, voy a salir con mis hijos, después que me retire, cuando
despierte mi esposo le lees esta carta, no la leas antes...
-Está bien, señora.

Era un domingo, alrededor de las catorce horas. Pero Nancy
sospechó algo y se preguntaba por qué le había dejado una carta al
señor, se fue con los niños y llevaban bolsos pesados, le intrigaba
bastante y decidió leer la misma.
-¡No lo puedo creer! ¡Qué horror!
A la hora Leonardo despertó y llamó a su esposa... - Marina,
Marina...
Nancy se acercó.
-Permiso, señor...
-¿Dónde está mi señora? (Cómo se lo digo pensaba ella...)
-Salió con los niños.
-¿Dejó dicho a dónde iban?
-No señor.
-Me quiero levantar Nancy.
-Deme dos minutos y estoy con usted, señor.
Nancy corrió y llamó a su hermana por teléfoono, ella vino
enseguida.
-¿Qué pasa Nancy?

-Lea esto señora.
-Se fue. ¡Está totalmente loca! Dejar a su esposo, en estas
condiciones.
-Yo lo voy a cuidar, quédese tranquila, pero leale la carta usted,
yo la verdad que no puedo.
Carmen se acercó.
-¡Hola Leonardo!
-¡Hola hermana!
-Tengo que decirte algo muy importante.
-Hablá, dale.
-Tu esposa, se fue.
-Sí me lo dijo Nancy que salió con los chicos.
-¡No! Leonardo, se fue, te abandonó. Le entregó una carta a
Nancy, y ésta no se animó a leértela. Y comienza... No aguanto
más, me voy con mis hijos, esto no es para mí, no vengas a
buscarme a mi trabajo porque ayer renuncié...
-Carmen, ¿estás segura?
-Sí Leonardo, sí.

-Nancy te va a cuidar, me lo prometió y estamos nosotros
también, ella está loca. Leonardo, algún día volverá, estoy segura.
Pasaron algunos meses, Nancy cumplió con su palabra, lo
transladaba dónde él quería, lo cuidaba muy bien, lo acompañaba
escuchando radio junto a él, para que no se sintiera mal e
incómodo, ni la televisión miraba.
Su hermana, lo llevó a su médico y un día Leonardo pudo
volver a ver.
Cuando Nancy se enteró de este milagro, corrió a abrazarlo y
besarlo.
-Perdone señor, me alegra tanto.
-Al contrario Nancy, me gustó mucho, ¡gracias!
Día a día mejoraba Leonardo, regresando de nuevo a su trabajo,
dónde todos lo recibieron más que contentos y con aplausos.
Al tiempo, le planteó a Nancy... -¿Te querés casar conmigo? En
poco tiempo me divorcio ya definitivamente.
-Sí señor.
-Y se terminó el "señor".

-Sí Leonardo, yo siempre te amé en silencio pero debía
respetar...
Se casaron y llegó Sebastián, fruto del amor que se tenían.
Carmen estaba muy contenta ya que Nancy era una gran chica.
Una tarde pasaron por una confitería a tomar un té, con su hijo
que ya estaba grandecito, se sentaron y detrás de ellos sintieron
una risa muy suave... Leonardo miró a Nancy...
-Es Yamil. Se dió vuelta y la llamó ¡Yamil!
La chica que estaba con unas amigas, lo vió.
-¡Papá! Ella saltó y se tiró en sus brazos, tenía catorce años.
-¡Nancy! Ésta la abrazó.
-Mi nena querida...
-¿Me puedo quedar aquí?
-Sí hija, sí. ¿Estudiás?
-Sí. Y también trabajo en casa de familia. Vivimos en una pieza,
estamos muy mal, papá. Mamá se equivocó, y ahora pagamos
todos ese gran error.

Nancy lo observó fijo, como diciendo hacé algo por los niños.
-Yamil, no digas nada, mañana a las quince horas, ¿podés venir
a mi oficina?
-Sí papá.
-Tomá, guardá este papel, ahí tenés el teléfono y mi dirección.
Esto es para viajar.
-Es mucho papi.
-Mozo, no le cobre a las chicas, pago yo.
Nancy lo acariciaba.
-¿Papá te casaste con Nancy?
-Sí Yamil. Y lo abrazó.
Leonardo de común acuerdo con Nancy, puso un abogado y le
sacó a Marina sus tres hijos, sin lástima alguna.
Un domingo apacible, a la tarde los cuatro chicos jugaban en
el jardín. Nancy, preparaba unos mates. Eran muy felices... Sonó
el timbre.
-Yo voy Nancy... Leonardo abrió la puerta. ¡Qué sorpresa!
Era su ex, mal vestida, con sus zapatillas rotas, el cabello

desprolijo tirado sobre su cara. Le imploraba para volver. Al verla
a Nancy imaginó que estaban juntos. Leonardo puso un brazo en
la puerta para que no entrara a la casa...
"Ya es tarde Marina..."
"Muy tarde..."
Y sin piedad, cerró la puerta.

" Te detuviste a pensar... por
un instante..."
Esto era lo que pensaba Raquel, mirando uno a uno
a sus hermanos, Pedro, Lucio y Román, junto a sus
esposas reunidos en la casa paterna. Cuando discutían y se
peleaban entre ellos por unos anillos, reloj, cadenas, algún que
otro brillante. Luego continuaron con los insultos por el dinero
en el banco, por aquel departamento de la calle Yerbal o el de la
calle Malvinas...
"¡Qué asco!" Ella se aferraba a su hija Linda de quince años,
había rechazado todo a pesar de que su marido Ricardo era un
empleado, pero eran felices, se decía para sus adentros.
Mi hermano Pedro, es doctor, Lucio arquitecto, y Román
profesor de historia. A pesar que tienen estudio, que cada uno
tiene su casa, su auto, su familia. Trabajan en sus profesiones...
Todo se lo diste vos papá, todo... Soy la mayor, ví el enorme
sacrificio que hacías para darnos un estudio, una comodidad
económica en la familia.

Yo soy maestra y nunca ejercí porque Ricardo quiso que me
dedicara a mi hija, soy feliz.
Cuantas cosas te prohibiste vos y mamá, querido inmigrante...
Recuerdo siempre como nos contabas. Cuando venías de tu
tierra natal, con un pantalón desteñido, una camisa, alpargatas
y una gorra. Dormías en la bodega, y que me contabas cómo te
impresionaba cuando se movía el barco en los días de tormenta,
creían que todos caerían al agua. Llegaste sin conocer a nadie,
luchaste para poder estudiar y trabajar para mantenerme, aquí en
esta linda Argentina. Tu esfuerzo por hacerte de amigos, conocer
gente, relacionarte, querer ser "alguien". Crecer y crecer para
formar una familia. Cuánto tiempo habrás estado sin comer o sin
poder fumar un pucho.
También me acuerdo de la alegría inmensa tuya sentado al lado
de mamá, todos nosotros alrededor de la mesa, comiendo, riendo
y los chicos tirándose migas de pan.
-¡Él empezó primero...! ¡No fue Raquel! ¡Qué lindo todo!
¡Ah!, cuando nos dabas dinero a todos nosotros de chicos y
decías... -No quiero que nunca le pidan nada a nadie, para eso

estamos mamá y papá.
Los domingos íbamos al cine, luego a comer la pizza.
-Me gusta ese monito, yo quiero ese balero, yo esa pelota.
Y vos comprabas y te sonreías. Pero eran tan fuertes los
recuerdos, tan fuertes que Raquel comenzó a llorar, Linda se
asustó mucho.
-¡Mamá! ¿Mami qué te pasa?
Al oir esto, los hermanos sintieron la pena de Raquel.
-¿Qué te sucede?
-Es que me da vergüenza ver a mis hermanos, nuestra sangre
cómo se pelean por todo. Yo soy muchísimo más pobre que
ustedes y no quiero nada, absolutamente nada. Soy muy feliz con
lo que tengo.
Una de las cuñadas, la señora de Román, se paró y admitió...
-Tiene razón Raquel, recapacité y me da mucha angustia todo
esto... y se marchó.
Ellos se quedaron callados. Raquel retomó sus fuerzas e
insistió... -Nadie se acuerda de la lucha de papá, de lo que habrá

tenido que sufrir para sacar esta familia adelante. Todo lo que
nos brindó, los que nos enseñó. A querernos, a respetarnos y
respetar a los demás. Todo lo que hoy somos, vos Pedro, doctor.
Vos Lucio, arquitecto. Vos Román, profesor y yo maestra. ¡Linda
escuela le van a dar a sus hijos...! (mientras su hija temblaba).
-Antes de irme con ella, quiero hacerlos recapacitar... "Papá ha
hecho tantas cosas buenas para todos y ustedes no pueden hacer
una por él."
-¿Cuál? -preguntó Román-.
-Comportarse cómo verdaderos hermanos y no se peleen como
si fueran extraños o enemigos...
-"Ninguno de ustedes se detuvo a pensar... por un
instante nada más..."
Los tres hermanos bajaron la vista y sin plantear
nada se miraron entre sí...

"Mi amigo, el doctor..."
Fabián y Emanuel, dos chicos vecinos de la misma
cuadra, vivían en el barrio de San Telmo. La diferencia
que había, que Emanuel era de familia adinerada. Contaban
con su vivienda propia muy grande. Eran cinco de familia.
Papá Gastón se dedicaba al comercio, su mamá, Anouk,
profesora de música, Débora de catorce años, Lidia de doce,
y Emanuel de diez años.
Por el otro lado, estaban Papá Adolfo, empleado. Mamá
Lía, ama de casa, Perla con quince años y Fabián con diez.
Vivían en cambio en una casita muy chica y alquilada.
Unos vestían como podían, otros como querían.
Los dos amigos frecuentaban la misma escuela, eran muy
amigos, estudiaban juntos, jugaban. A la hora de la merienda
cada uno estaba en su casa.
Fabián tomaba y comía lo que se podía. Muchas veces,
mamá dejaba de comer algo para dárselo a sus hijos.
En vez a Emanuel, lo atendía la mucama.

Llegaron a séptimo grado, y la amistad continuaba. Fabián
fue abanderado, siendo uno de los más aplaudidos por sus
compañeros, no tanto por Emanuel, quizás eran celos.
Empezaron la secundaria y como su hermana ya había
terminado y no podía seguir la facultad, se empleó. Ayudaba
en la casa ya que papá ganaba muy poquito y no llegaba a
pagar el alquiler, más todos los gastos de la casa.
Con la ayuda de su hermana, Fabián continuó la secundaria
y la casualidad, otra vez estuvieron juntos con su amigo. Al
poco tiempo Emanuel y su familia se mudaron a Olivos, en un
caserón, pero continuaba en la misma escuela.
Cuando estaban en cuarto año, un día Fabián se cruzó
enfrente a tomar un café y conoció a una chica muy bonita,
rubia de ojos claros, llamada Stella Maris. Ésta iba a la misma
escuela pero en segundo año. En la confitería, conversaron
bastante, quedaron en verse. Y así comenzaron saliendo
y se pusieron de novios. Ella era de familia humilde, sus
padres eran muy trabajadores y tenía dos hermanos mayores.
Anabella y Héctor, los dos estudiaban. Fabián le aclaró y fue
muy sincero con Stella Maris.

-Mirá, soy de familia pobre, cuándo termine la secundaria
abandono el estudio, mi viejo no me puede ayudar, mi
hermana también abandonó. Ella tuvo que empezar a trabajar
para pagar hoy mis estudios, yo pienso que tendré que hacer
lo mismo.
La novia lo escuchó solamente.
Fabián terminó la secundaria, con las mejores notas,
recibiendo una medalla de oro. En su fiesta todos estaban
muy emocionados hasta lagrimearon. Los padres de Emanuel
lo abrazaron.
-Te felicito hijo, sos una gran persona y más.
-Gracias señor.
En ningún momento se arrimó Emanuel para felicitarlo
o emitir alguna palabra. Ya finalizaba la fiesta, cuando se
estaban retirando, se acercó el rector y le aconsejó... -Fabián
seguí estudiando, la sociedad necesita personas como vos y lo
abrazó muy cálidamente.
La gente conocida que estaba a su alrededor, aplaudía
emocionada, lagrimeando y hasta pudieron sacar varias fotos

las cuales quedarían impresas el recuerdo y la emoción de
este importante momento en la vida de Fabián.
La novia lo besó y lo abrazó. Ésta le propuso... -Vení hoy a
la tarde a mi casa, papá te quiere hablar.
Fabián fue a la casa de su novia, le llevó unas flores a la
mamá de ella. Este gesto tan elegante fue muy bien visto en
la familia, él era todo un caballero.
-Hijo, estás de novio con mi niña. Ella te quiere, sos muy
inteligente. Mientras tanto el resto de la familia escuchaba y
observaba la escena.
-Creo que está demás preguntarte, pero ¿vos querés a mi
hija?
-Por supuesto, señor.
-Hasta aquí te ayudó tu hermana (que estaba sentada a su
lado).
-Sí señor.
-No quiero que te ofendas pero quiero ayudarte y quiero
que sigas estudiando.

Su hermana saltó de alegría de su silla y abrazó al padre
de Stella Maris. Todos sonrieron. Fabián miró a su novia...
-¿Fuiste vos la de la idea? Se abrazaron fuertemente. Su padre
volvió a hablar.
-Fabián... ¿qué te gustaría ser?
-Contador señor.
-Y lo serás. Vas a dirigir mi pequeña empresa, te lo prometo.
Pasaron tres años, Fabián progresaba cada vez más, tanto
en su relación como en la facultad hasta recibirse.
Para tal motivo, organizaron una hermosa fiesta con muchos
amigos de la familia de ella, hubieron muchos regalos. Él era
muy querido y en medio del brindis Fabián quería anunciar
algo a los padres de ella...
-Por favor escuchen... Stella Maris y yo hemos decido y de
común acuerdo que queremos casarnos.
Fue todo un gran alboroto y gran alegría. Ella también se
recibió y se casaron. El padre de Stella Maris les regaló un
departamento chico, pero lindo. Fabián, por su parte ya era el
contador de la empresa.

Una tarde en la calle, cuando salía de trabajar se lo cruzó
a Emanuel.
-¡Hola Fabián! No te había reconocido con tanta elegancia,
no hubiera pensado verte con traje, con corbata y zapatos.
(En sus palabras se podía percibir los celos que le provocaba
esto). Emanuel siguió...
-No sé si sabés que soy un gran médico y... ¿Qué es de tu
vida? Perdoname, me imagino que sos un empleadito... ¿no?
Fabián con su cara de seguís siendo el mismo de éstos
últimos años... ni respondió.
-Tomá te dejo mi tarjeta personal, atiendo en tres
consultorios. Cuando tengas ganas de tomar un café, llamame,
yo te invito, se dió media vuelva y se marchó.
Mientras caminaba, Fabián pensaba... ¡qué distinto eras
a los diez años! Llegó a su casa y se lo contó a su esposa, la
que le aconsejó... -Ni pienses en él, Fabián. A él, sin duda no
lo quiere nadie.
Ella con toda la seguridad que tienen las mujeres, estaba
en lo cierto.

Pero todo esto no terminó acá, otro día Emanuel la encontró
a Stella Maris y comenzó a acosarla. Ella lo enfrentó.
-Te conozco muy bien, no me molestes más o de lo contrario
te voy a denunciar.
-¿Vos sabés quién soy yo?
-No me interesa, te denuncio igual. Ya lo verás. Ni quiso
contárselo a su marido para no amargarlo más.
Stella Maris caminando una vez por Florida, tenía que
realizar unos trámites, nuevamente tuvo que escuchar los
insultos de Emanuel, pues éste la reconoció y la persiguió.
Diciéndole que su esposo era un pobre tipo, que lo dejara y se
quedara con él que era rico, y que la haría felíz.
Ella trataba de no oír, él quería interrumpir sus pasos. Justo
en pleno centro, llega a su encuentro y la ve a su hija su papá
qué intuía la situación.
-¿Qué te pasa hija?
-Este hombre me tiene cansada y me persigue con sus
insolencias. Su padre lo increpó, Emanuel le pegó y lo tiró y
quiso huir.

Dos policías que recorrían las calles del microcentro,
llegaron a ver todo y lo detuvieron de inmediato, por lesiones
e insultos.
Un canillita, que tenía su puesto ahí en el lugar salió de
testigo.
Al cabo de un tiempo, Stella Maris le manifestó a su
esposo... -Tengo ganas de ir a ese café frente a la facultad,
¿vamos Fabián? Te quiero confesar algo muy importante.
-¿Qué pasa, mi amor?
-¡Se agrandó la familia!
¡Qué felicidad tenían ambos...!
-Te parece si los reunimos a todos en un almuerzo y les
contamos la nueva noticia.
-Dale...
Por otra parte, transcurría entre las sombras la
vida de... "Mi amigo el doctor..."

"¡Qué gesto de hijos!"
Marcelo era dueño de una gran fábrica de tejidos y
sabía administrarla muy bien. Tal es así que ésta
crecía al punto que cuando comenzó, trabajaban en ella un total
de diez personas hace quince años atrás. Hoy tiene doscientos
empleados y obreros, con tres sucursales.
Su esposa María Luisa, era maestra pero había renunciado para
ayudarlo. Formaron una familia. Tuvieron tres hijos. Julián de
treinta años, casado con Adelaida, ella era escribana y él contador.
Emilio de veintisiete años, licenciado. Casado con Tina, profesora
de piano y Noemí de veintiséis años, profesora de historia. Casada
con Ramón, empleado. Éstos eran los más humildes, en el sentido
económico como ingresos, vivienda, etc. Los tres hermanos
tenían dos hijos cada uno.
Casi todos los domingos, almorzaban en la casa de papá y
mamá, que estaba en Olivos y era muy grande. Julián y Emilio
contaban con auto, igual que sus esposas. Su hermana Noemí no
poseía vehículo... Los dos hermanos tenían un piso cada uno en

Palermo.
Noemí, vivía en San Telmo en un departamento de dos
ambientes, alquilado. Su padre le quería comprar uno más grande
pero ella no lo aceptaba, no por orgullo solo no quería tener
problemas con sus dos hermanos. Ella era felíz con lo poco que
tenía...
Cuando se reunían para almorzar, sus hermanos llevaban
de todo. Ella se prohibía de muchas cosas que quería y que
necesitaba. Pero jamás se quedó atrás siempre salió adelante.
Las cuñadas siempre hacían diferencia con ésta, sus padres lo
notaban y esto nos les caía en gracia.
Tina a pesar de ser de familia de dinero, la quería a Noemí.
Muchas veces la llamaba por teléfono para conversar con ella.
Un domingo radiante de sol, reunidos en familia mientras
tomaban café después del almuerzo, Marcelo comentó...
-Me siento un poco cansado, el trabajo en la fábrica es mucho
con sus tres sucursales, yo solo llevo la administración de todo y
me ayuda con esto un poco Julián, el contador de la familia. Me
levanto a las seis de la mañana y no paro hasta las veintitrés, que

es la hora en la que me voy a descansar.
Noemí y Tina lo escuchaban, los otros estaban en sus cosas, se
divertían y se reían, ni atendieron al relato de su padre.
Luego, todos fueron con los chicos al jardín, mientras tanto
Nora, la mucama acomodaba las cosas. Noemí conversaba con su
esposo sobre lo que habían escuchado. Se acercó Tina...
-Ví cómo prestabas atención a tu papá.
-Por supuesto, estoy pensando al respecto.
-Contá conmigo, yo lo quiero mucho a Marcelo y lo voy a
ayudar.
-Tina, lo primero que voy a hacer es hablar con mis hermanos,
papá nos dió todo y nunca nos pidió nada.
-Te ofrezco mi casa.
-No gracias, los voy a citar en un café y ahí charlaremos.
-Si me permitís, yo te quiero acompañar y te voy a apoyar en
todo.
-¡Sí! Vení y gracias.
Arregló con sus hermanos y se encontró con ellos y sus señoras.

Noemí quiso saber si habían escuchado a su padre cuando en
el último almuerzo había hecho un planteo sobre la fábrica y sus
sucursales.
Julián se adelantó... -Yo no oí nada.
Su esposa tampoco oyó nada.
-Yo menos... -pronunció Emilio-.
-Yo sí., -aclaró Tina-. ¡Por eso etamos aquí! Escuchen a su
hermana lo que tiene para decirles.
Noemí les transmitió el comentario de su papá y les pidió a éstos
su colaboración, para que Marcelo fuera medio día solamente a la
fábrica, para que pudiera disfrutar con su señora y sus amigos y
poder descansar de la rutina que lo tenía a mal traer.
-Yo no entiendo de números pero voy a colaborar igual.
Julián saltó... -Noemí, vos sabés que yo dirijo tres empresas
poderosas y gano mucho dinero.
-Yo también... -aclaró Emilio-.
Noemí, siempre dispuesta a arreglar todo... -Yo gano poco,
mi esposo no gana mucho, pero voy a reducir unas horas en mi

trabajo para ayudar a papá. Iré a abrir la fábrica a las siete y me
pondré a disposición del contador para lo que pueda hacer.
Tina la apoyó en su decisión...
-Yo estaré todos los días a tu lado.
La esposa de Julián, Adelaida, como si nada.
Julián le recomendó a Noemí... -No renuncies a horas de tu
trabajo ganás muy poco, tu esposo también y tenés dos hijos.
Dejanos pensar unos días y con Emilio lo vamos a solucionar.
A la semana, la esposa de Emilio la llamó.
-Noemí, el domingo le damos la sorpresa a Marcelo, ya está
todo arreglado...
otro.
Llegó el gran día, Tina preparó un exquisito postre, Noemí
-¿Qué vamos a festejar? -preguntó Marcelo.
-Algo..., -acotó Tina.
-¡Ah! ¿Voy a ser abuelo otra vez?
-¡No! -contestaron las dos-.

Cuando Nora cortó la torta y los cafés ya estaban servidos, Tina
se puso de pie y pronunció... -¡Felicidades para los dos nuevos
miembros de la empresa!
Marcelo medio confundido la observó...
-¡Tina! ¿Quiénes son?
Julián y Emilio se levantaron de sus asientos. Tina prosiguió
con la explicación...
-Queremos que descanse un poco, ¿no le gusta jugar al golf?,
disfrutar con sus amigos. Ahora sus hijos y yo vamos a ir a la
fábrica de siete de la mañana hasta la una de la tarde. Usted
entrará a las catorce horas.
-Pero si yo puedo continuar cómo hasta ahora. ¿Quién fue la
persona que ideó esto?
Tina respondió de inmediato...
-Noemí, ella fue. Y ésta la abrazó.
-Marcelo los abrazó a todos en señal de agradecimiento por el
gesto para con él.
-¿Qué voy a hacer todas las mañanas?

Adelaida que hasta el momento no objetó nada le sugirió...
-Salga, pasee, lea, escriba, tome sol con María Luisa, mire la
tele... Marcelo simplemente sonrió.
A los quince días comenzaroon los dos hermanos juntos a
trabajar en lo se su papá, la fábrica cada vez marchaba mejor.
Un día luego de seis meses, los hermanos se reunieron con sus
esposas. A Emilio se le ocurrió... -Tenemos que premiar a Noemí
por esta brillante idea, papá está cambiado y más descansado,
¿qué opinás Julián? No se si vos y Adelaida estarán de acuerdo
pero nosotros le queremos comprar un departamento de tres
ambientes. Ellos son cuatro personas que viven en uno muy chico
y alquilado.
No pasó un segundo que Julián aprobó la decisión y Adelaida
también. Se pusieron en marcha y a los ocho días la llamaron y la
citaron con su esposo a dos cuadras dónde le habían comprado el
departamento, se encontraron a tomar un cafecito.
-¿Qué ocurrió? -preguntó Noemí muy intrigada.
-Nada... -le respondió Adelaida.
-Queríamos, simplemente juntarnos con ustedes a tomar algo...

-comentó Emilio. Luego de conversar un rato y reír mucho.
Adelaida propuso... -A dos cuadras vive una amiga... ¿vamos a
visitarla?
Noemí saltó... - Nosotros nos vamos, vayan ustedes.
-No, vos tenés que venir, es solamente una breve visita.
Llegaron, Adelaida abrió la puerta de la calle...
-¿Cómo... vos tenés las llaves?
-Claro, si es mi amiga... -respondió Adelaida.
Subieron al segundo piso, Noemí tocó el timbre... -¿Qué raro
no hay nadie?
Adelaida abrió.
-Pero, si está desocupado Adelaida...
-Tomá Noemí las llaves, esto es un regalo que les hacemos los
cuatro por tu gesto para con tu papá y tu brillante y generosa idea
de ayudarlo y preocuparte por él.
-Pero...
-No digas nada... -acotó Tina-. Aceptalo.
Noemí comenzó a llorar de alegría y todos la abrazaron.

-No merezco esto.
-Te lo ganaste hermana... Eso sí, cuando se muden nos invitás
a todos a almorzar, -anticipó Emilio.
-Yo traigo... yo también... Mientras salían abrazados, Noemí le
recomendó a Julián...
-Cerrá la puerta con llave.
"Bien hermanos, todo estamos agradecidos por
papá..."

"Esa señora..."
Pocas líneas... Han pasado años, cuánta lucha, cuánto
esfuerzo, cuántas alegrías... Desde muy jovencita
merecía un mejor pasar pero no había recursos suficientes y
se conformaba con poco o muy poco. Uno luchaba de lunes a
sábado hasta muy tarde para poder darle algo más pero... de
igual forma se era feliz. No podía tener tele, no tenía tantas
cosas, pero repito había felicidad. ¡Ah! Eso sí, que al hijo no
le faltara nada.
Una tarde tomando un té en la cocina dijo... -"Quiero que
estudie y que se reciba en la mejor escuela, que practique
deporte en el mejor club..."
Aparte del empleo uno buscaba otro trabajo, una entrada
más para ir mejorando un poco.
Así su hijo terminó la primaria, luego la secundaria y más
tarde la facultad.
Se iban cumpliendo sus sueños. Nunca faltó un festejo
de cumpleaños. En las vacaciones no había grandes paseos

pero sí un lugar dónde los tres tomaran aire y sol... A ella le
encantaba el mar, que las olas golpearan su cuerpo y sentir
el ruido de ellas... Volver a la tarde, luego tamar un té en
cualquier lado, ¡con qué poco se conformaba...!
Han pasado años, quiero que sepa que todos los
que la rodean la quieren...
"¡Gracias por ser como sos y todo lo que nos
diste...!

Reflexiones
Si me querés escuchar, es por tu bien... No fumes, no
tomes alcohol, practica algún deporte, el que más te
guste me lo vas a agradecer...
Tratá siempre en lo posible, de tener un amigo pero de
verdad, sincero en las buenas y en las malas...
Sé humilde, tengas el título que tengas, seas lo que
seas, y si está a tu alcance, tender una mano a quien lo
necesita, hacelo por favor.
Tu papá puede ser tu mejor amigo... ¿por qué no?,
intentalo. El mío fue mi mejor amigo. Yo te lo digo...
Acordate siempre de éstas palabras... "lo que nuncas
vas a recuperar es el tiempo."

Lo pensaste... ¿Alguna vez? Cuántas noches sentada
al lado de tu cuna, o en sus brazos acunándote, y
tal vez llorando por algún malestar tuyo, sin dormir. Siempre
dando todo el amor y ternura, criándote bien, educándote
siempre a tu lado, apoyándote en todo hasta verte recibido y
más...
Por eso y por tantas cosas...
Corré cuando te necesita, ¡cuidala es mamá...!
Recordalo siempre...
20 de Julio
"Día del Amigo"

Sabés lo que es mamá? Madre, abuela, todo el amor.
Queréla, respetala.
Todos ocupamos un lugar en la familia, papá, mamá,
los hijos, pero todos somos una familia.
Cuidemos a mamá y ¡nunca la dejemos sola!
Qué importa que lo repita, estudiá, practicá deporte,
no fumes ni tomes alcohol, muchas veces vas a
decir... ¡Gracias Antonio! Es por tu bien...
Alguien dijo: "El hombre se rompe pero no se dobla"
Qué lindo era escuchar a papá dándonos consejos
en práctica sino...
sanos mientras almorzábamos pero debías ponerlos

Es simplemente una opinión... Algunas veces tenés
que decir que no a tus hijos, porque cuando ellos
sean grandes y no cuenten con los recursos que vos tenés y no
puedan darles esos gustos van a sufrir mucho...
Sí ya sé, me encanta que digas soy un profesional...
Yo soy una de las personas que luchan para que
todos estudien, lo digo permanentemente. Yo no pude llegar,
pero me preparé de igual forma. Escuché mucho a los que
saben. Leí, leí mucho y adquirí cierta experiencia, esto me da
derecho a aconsejar.
Qué alegría, me decís que te casás, que sos una
profesional y él un empleado de una institución,
¿qué tiene que ver eso? Lo querés, te quiere, van a ser felices
igual o más...