Descarga Torbellino de Sombras
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10<br />
V<br />
VIRGEN INCA<br />
Cuando oí hablar <strong>de</strong> ti, pensé en una vieja gruñona y fea, más se<br />
transformó mi mente cuando te vi.<br />
Escucha, sin pensar mal <strong>de</strong> lo que voy a <strong>de</strong>cir: Hace nueve siglos, sí,<br />
poco más o menos, los dos vimos el sol <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la tierra Inca. Tu eras virgen<br />
en el templo; yo, guerrero.<br />
Difícil me era verte; pero siempre lo conseguía, cuando el Sol, con<br />
sus primeros rayos rasgaba las tinieblas y que tú, con las otras vírgenes<br />
que cuidaban el fuego sagrado, elevabas tu voz a nuestro Dios. Y <strong>de</strong> ese<br />
coro sólo tu voz escuché, tanto al <strong>de</strong>spertar el día, como en los cantos<br />
sagrados al morir la tar<strong>de</strong>.<br />
Te vi paseando tu porte grácil y esbelto, cuidado para los dioses. Te<br />
vi a diario sin que tú me vieras, y te amé sin que lo sospecharas.<br />
Sentí celos <strong>de</strong> nuestro Dios a quien no podía quitar una <strong>de</strong> sus más<br />
bellas amantes. Y, no pudiendo resignarme a mi soledad, <strong>de</strong>cidí que<br />
esperarte en la muerte era menos sufrir, que vivir sin fe ni <strong>de</strong>stino.<br />
Por eso, un día, en la batalla fiera caí con el pecho sangrando. Fue<br />
<strong>de</strong> esa mi <strong>de</strong>rrota, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> nació mi gloria, pues a partir <strong>de</strong> entonces, viví<br />
cada minuto cerca <strong>de</strong> ti.<br />
Así fue como recibí la gran sorpresa, en la que aún estoy. Te<br />
acompañaba en tus cantos y en tus éxtasis, y cada vez que te elevabas, no<br />
ibas al Sol como yo en un principio esperaba y en vida suponía, sino que<br />
ibas a mí.<br />
Nunca comprendiste ese profundo sentimiento que tú, los<br />
sacerdotes y las otras vírgenes, creyeron siempre <strong>de</strong>dicado al Sol. No lo<br />
comprendiste, sólo sabías que en el éxtasis gozabas, porque abandonabas<br />
la humana miseria, para ir los dos, tú y yo a don<strong>de</strong> está la vida y la verdad.