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Cuentan Jaiver y Ginner que los viajes iniciales<br />

casi siempre son los más suaves, pues además<br />

de llevar algunas sustancias necesarias para el<br />

funcionamiento de las máquinas, sólo movilizan<br />

cajuelas vacías.<br />

Al llegar a su destino es donde comienza el<br />

verdadero trabajo pesado. Desde allí deben<br />

regresar a su punto de origen, movilizando los<br />

núcleos de roca que durante la noche fueron<br />

extraídos de la profundidad de la tierra.<br />

El primer secreto para que el recorrido no<br />

resulte tortuoso radica en saber ubicar los cofres<br />

dentro de la maleta: si se dejan las superficies<br />

corrugadas sobre la cara que toca la espalda, la<br />

fricción, por razones obvias, cobrará sus efectos.<br />

De ahí en adelante el desafío está en mantener<br />

el equilibrio y caminar a buen ritmo, sin exceder<br />

la velocidad permitida, sobre todo cuando los<br />

caminos son afectados por la lluvia y la tierra se<br />

convierte en una pista de lodo.<br />

Cada viaje exige concentración, que algunos de<br />

los bolivarianos encuentran en el silencio, y que<br />

otros consiguen acompañados de la que en la<br />

inmensidad de la montaña se ha hecho su mejor<br />

amiga: la radio.<br />

Además de los elementos de protección<br />

personal, lazos, maletines y radios, casi todos los<br />

bolivarianos cuentan con otro elemento muy afín<br />

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a su tarea: listones de madera que les sirven de<br />

soporte y bastón en el camino.<br />

A ciencia cierta, ninguno de ellos sabe cuántos<br />

viajes tendrá que hacer durante el día, pero<br />

están preparados para soportar lo necesario,<br />

sin exceder los 25 kilos que, por ley, están<br />

autorizados a cargar.<br />

El mediodía marca el fin de la primera parte de la<br />

jornada y el momento del descanso que vuelven<br />

a compartir. Una pausa para tomar el almuerzo,<br />

guarecerse de la lluvia y el frío, conversar o<br />

echar ‘caspa’, como ellos dicen, o sencillamente<br />

recostarse y permitir que la espalda se relaje.<br />

A eso de la 1:00 de la tarde, la labor se retoma.<br />

Entre ellos no hay un líder que coordine los<br />

desplazamientos: prima el compañerismo y<br />

el trabajo en equipo, pues, como afirma Jaiver<br />

Millán, cada quien es consciente de su trabajo.<br />

De esa manera se logran equilibrar las cargas.<br />

Hacia las 3:30 de la tarde todos están de regreso,<br />

sin importar si de por medio hay una hora o<br />

hasta hora y media de camino. Lo siguiente es<br />

vaciar sus maletas, organizarlas y colgarlas en su<br />

sitio de reposo, reemplazar las prendas húmedas<br />

por ropa seca y abrigada para emprender, con la<br />

caída del sol, el regreso a casa, donde deberán<br />

asumir su responsabilidad como padres y<br />

esposos, antes de que el sol vuelva a brillar y<br />

retornen al campo, a su abnegada labor.

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