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13.1. Introducción:<br />
Un paciente politraumatizado es aquel<br />
que presenta dos o más lesiones<br />
traumáticas graves, periféricas o<br />
viscerales, que repercuten<br />
negativamente sobre una o varias de<br />
sus funciones, amenazando su<br />
supervivencia.<br />
Suele tratarse de un individuo joven<br />
previamente sano de cualquier edad,<br />
aunque más frecuentemente joven, que<br />
sufre una agresión traumática externa,<br />
habitualmente de alta energía. Esta<br />
puede provocar una serie de lesiones<br />
de localización diversa, tanto viscerales<br />
(intracraneales, torácicas o<br />
abdominales) como esqueléticas<br />
(raquis, pelvis, miembros superiores o<br />
inferiores), que lo convierten en un<br />
paciente extremadamente frágil, con<br />
alto riesgo de complicaciones y con<br />
peligro de perder la vida.<br />
13.2. Mortalidad y complicaciones:<br />
La mortalidad de estos pacientes se<br />
distribuye en el tiempo de la siguiente<br />
manera: el 50 % fallece en la primera<br />
media hora a consecuencia de lesiones<br />
<strong>org</strong>ánicas incompatibles con la vida; el<br />
30 % muere en las primeras cuatro<br />
horas, principalmente por la pérdida<br />
masiva de sangre y/o complicaciones<br />
respiratorias; el 20 % restante fallece<br />
días o semanas después del<br />
traumatismo a consecuencia de fracaso<br />
multi<strong>org</strong>ánico, condicionado<br />
principalmente por complicaciones<br />
inflamatorias e infecciosas. En la Tabla<br />
13.I, se resumen las principales<br />
complicaciones que pueden derivarse<br />
de las lesiones ortopédicas.<br />
CAPITULO 13. EL POLITRAUMATIZADO<br />
293<br />
Tabla 13.I. Principales complicaciones<br />
derivadas de las lesiones ortopédicas.<br />
• Generales:<br />
Shock (hipovolemico, neurógeno,<br />
séptico).<br />
Hipotermia.<br />
Síndrome de respuesta inflamatoria<br />
sistémica.<br />
Fracaso multi<strong>org</strong>ánico.<br />
Coagulopatía aguda.<br />
• Locales:<br />
Trombosis venosa profunda.<br />
Tromboembolismo pulmonar.<br />
Síndrome de embolia grasa.<br />
Síndrome de distrés respiratorio<br />
agudo.<br />
Síndrome compartimental.<br />
• Infecciosas:<br />
- Locales:<br />
Neumonía.<br />
Herida traumática.<br />
Herida quirúrgica.<br />
Abscesos.<br />
- Generales:<br />
Sepsis.<br />
• Ortopédicas:<br />
Alteraciones neurovasculares.<br />
Consolidación en mala posición.<br />
Ausencia de consolidación.<br />
Alteraciones fisarias.<br />
Necrosis avascular.<br />
Rigidez articular.<br />
Artrosis postraumática.<br />
Osificación heterotópica.<br />
13.3. Identificación de las lesiones:<br />
La identificación de las lesiones es<br />
importante para diferenciar al paciente<br />
politraumatizado fisiológicamente<br />
inestable del paciente traumático<br />
estable con una lesión menor o que
afecta a un solo sistema. Pueden<br />
utilizarse puntuaciones de la gravedad<br />
de las heridas para facilitar la selección<br />
de los pacientes, evaluar los resultados<br />
y comparar distintos sistemas de<br />
asistencia. Los sistemas de puntuación<br />
se basan en parámetros anatómicos<br />
y/o fisiológicos. En este contexto, se<br />
han desarrollado multitud de<br />
puntuaciones diferentes para intentar<br />
estudiar las complejidades y<br />
variabilidades de las lesiones sufridas<br />
por los pacientes politraumatizados.<br />
Entre los más utilizados se encuentran<br />
la “Revised Trauma Store (RTS)” y la<br />
“Escala del coma de Glasgow (GCS)”<br />
para la evaluación inicial del paciente<br />
traumático (Tablas 13.II y 13.III). Estos<br />
sistemas, que determinan el grado de<br />
lesión y el deterioro fisiológico<br />
resultante, se emplean en los sistemas<br />
de traumatología <strong>org</strong>anizados para la<br />
selección de los pacientes para ser<br />
trasladados a centros de asistencia<br />
traumatológica global. Los datos<br />
existentes sugieren que si la<br />
puntuación GCS es inferior a 13 ó la<br />
RTS es inferior a 11, los pacientes<br />
deben ser trasladados a centros de<br />
asistencia integral.<br />
Tabla 13.II. Sistema de puntuación<br />
“Revised Trauma Store (RTS)”.<br />
294<br />
Tabla 13.III. Escala del Coma de Glasgow.<br />
La asistencia inmediata de los<br />
pacientes politraumatizados<br />
inestables debe desglosarse en 4<br />
fases, que constituyen un esquema<br />
general de tratamiento<br />
traumatológico. La fase de<br />
asistencia inicial es la fase de<br />
examen principal, en la que s<br />
identifican y se tratan las heridas<br />
con inmediato peligro para la vida.<br />
La fase de reanimación, que incluye<br />
la colocación de diversas vías y<br />
tubos para la vigilancia y la<br />
reanimación, se inicia de manera<br />
simultánea. La tercera fase incluye<br />
el examen secundario o la historia<br />
clínica y exploración física del<br />
paciente, que se utilizan para<br />
identificar cualquier otra herida que<br />
haya sufrido el paciente como<br />
resultado del accidente y que no<br />
ponga en peligro la vida. La fase<br />
final es la de asistencia definitiva y<br />
consiste en la intervención<br />
quirúrgica o la vigilancia crónica.<br />
La principal prioridad del<br />
tratamiento de un paciente<br />
politraumatizado es el<br />
establecimiento de una vía<br />
respiratoria permeable, seguida de<br />
la ventilación y la circulación. Se<br />
realizan<br />
radiografías estándares del
tórax, la pelvis y la columna cervical<br />
de perfil en una fase precoz de la<br />
asistencia.<br />
El médico debe determinar el grado<br />
de función neurológica del paciente<br />
del paciente, seguido de una<br />
exploración física de todo el cuerpo<br />
del paciente para detectar todas las<br />
áreas de posible lesión. La<br />
reanimación con líquidos se orienta<br />
con las constantes vitales del<br />
paciente y con las estimaciones de<br />
la pérdida de líquidos. Debe<br />
realizarse una exploración rectal y<br />
una vaginal; se coloca una sonda<br />
de Foley tras evaluar la posibilidad<br />
de lesión uretral. El lavado<br />
abdominal o la <strong>tomo</strong>grafía axial<br />
computarizada (TAC) abdominal se<br />
emplean para detectar posibles<br />
lesiones intraabdominales. La TAC<br />
craneal está indicada en los<br />
pacientes con signos de lesión<br />
craneal, facial o de la columna<br />
cervical. Sin embargo, se pesar de<br />
que se sigan los 4 pasos sucesivos<br />
en la asistencia de los<br />
politraumatizados, la incidencia de<br />
lesiones que pasan inadvertidas se<br />
aproxima al 10 % en los pacientes<br />
con traumatismos cerrados. Así, en<br />
los pacientes que no pueden<br />
colaborar o no pueden responder<br />
debido a traumatismos craneales,<br />
intoxicación alcohólica o intubación,<br />
son más probables las lesiones no<br />
diagnosticadas, entre las que se<br />
encuentran por encima de todas,<br />
las musculoesqueléticas. Entre<br />
éstas las más frecuentes son las<br />
fracturas vertebrales y de los pies y<br />
las lesiones del carpo. La falta de<br />
diagnóstico de lesiones de la<br />
columna cervical puede conducir a<br />
un déficit neurológico. Por ello, se<br />
recomienda un examen o un<br />
seguimiento sistemático mediante<br />
evaluación hospitalaria para reducir<br />
el riesgo de que pasen inadvertidas<br />
lesiones en los pacientes<br />
politraumatizados. Este examen de<br />
seguimiento musculoesquelético,<br />
debe realizarse a poder ser con el<br />
paciente con capacidad de<br />
respuesta y colaboración, que<br />
295<br />
pueda indicar al médico las áreas<br />
de dolor o de sensibilidad a la<br />
palpación.<br />
13.4. Tratamiento general de las<br />
lesiones:<br />
13.4.1. Traumatismos craneales:<br />
La forma clásica de abordar el<br />
tratamiento del paciente<br />
politraumatizado con un<br />
traumatismo craneal importante ha<br />
sido la estabilización con un<br />
tratamiento de líquidos adecuado y<br />
la realización de una TAC precoz<br />
para definir la importancia de la<br />
lesión. El tratamiento de diseña<br />
para reducir la hipertensión cerebral<br />
e incluye la hiperventilación,<br />
manteniendola entre 32 y 35<br />
mmHg, la elevación de la cabeza y<br />
la diuresis osmótica. Esta última,<br />
utilizando manitol o urea, continúa<br />
siendo útil para tratar a los<br />
pacientes con edema cerebral<br />
agudo.<br />
Por lo que respecta al tratamiento<br />
de las lesiones esqueléticas en<br />
estos pacientes, fundamentalmente<br />
las fracturas de los huesos largos,<br />
aún no se ha establecido una<br />
norma estándar respecto al<br />
momento en que debe realizarse.<br />
Sin embargo, cuando se retrasa la<br />
estabilización quirúrgica de las<br />
fracturas femorales, la incidencia de<br />
complicaciones pulmonares<br />
(síndrome de distrés respiratorio<br />
agudo, tromboembolismo pulmonar,<br />
síndrome de embolia grasa y<br />
neumonía) aumenta de manera<br />
significativa, aunque estos datos<br />
han de tomarse con extrema<br />
cautela antes de ser taxativo.<br />
13.4.2. Traumatismos torácicos:<br />
En un paciente politraumatizado<br />
con lesiones torácicas, una<br />
preocupación importante es la<br />
probable lesión pulmonar causante<br />
de hipoxia. Tanto la contusión<br />
pulmonar como el hemotórax, la<br />
laceración pulmonar y el<br />
neumotórax pueden causar una<br />
hipoxia significativa. Generalmente
estos problemas pueden tratarse<br />
con maniobras aplicadas a las vías<br />
respiratorias, como la intubación, la<br />
ventilación mecánica o el empleo<br />
de un tubo de toracostomía. En<br />
cuanto al tratamiento de las<br />
fracturas de los huesos largos en<br />
estos pacientes con problemas<br />
pulmonares, tampoco hay un<br />
consenso en cuanto a si es mejor<br />
operarlos precozmente o después<br />
de estabilizarlos adecuadamente.<br />
Sin embargo, la reducción abierta y<br />
la fijación interna de estas fracturas<br />
pueden mejorar el estado pulmonar<br />
y debe facilitar la asistencia de<br />
enfermería.<br />
Continúa existiendo una<br />
controversia respecto a la mejor<br />
forma de evaluar a un paciente en<br />
que se sospecha una lesión de la<br />
aorta torácica. Varios estudios han<br />
confirmado que la aortografía es el<br />
patrón de referencia con el que<br />
deben compararse las demás<br />
modalidades diagnósticas (como la<br />
TAC dinámica). Un paciente con un<br />
mediastino ensanchado debe ser<br />
evaluado antes de la reparación de<br />
fracturas de huesos largos, para<br />
descartar la presencia de una lesión<br />
aórtica grave.<br />
El tratamiento de ventilación de los<br />
pacientes con heridas críticas en la<br />
unidad de cuidados intensivos<br />
incluye sofisticaciones técnicas<br />
como el apoyo de presión y la<br />
hipercapnia permisiva. Estas<br />
modificaciones reducen el uso de<br />
energía por parte del paciente y<br />
disminuyen el potencial de<br />
barotrauma.<br />
13.4.3. Traumatismos<br />
abdominales:<br />
La evaluación de los pacientes<br />
politraumatizados con lesiones<br />
agudas incluye el lavado peritoneal<br />
en los enfermos inestables en los<br />
que se sospecha la presencia de<br />
lesiones intraabdominales; sin<br />
embargo, en los pacientes<br />
razonablemente estables con una<br />
sospecha de lesión abdominal se<br />
opta con mayor frecuencia por un<br />
296<br />
examen mediante la TAC. El<br />
empleo de la TAC ha reducido el<br />
número de pacientes en los que es<br />
necesaria una laparotomía urgente<br />
a causa de un lavado positivo. En la<br />
actualidad se identifican numerosos<br />
pacientes en los que la TAC revela<br />
la presencia de lesiones hepáticas y<br />
esplénicas pero que se mantienen<br />
estables. La única lesión que la<br />
TAC no parece detectar son las<br />
perforaciones pequeñas del tubo<br />
digestivo. Es imprescindible pues<br />
una observación estrecha y la<br />
realización de exploraciones<br />
seriadas cuando no se utiliza el<br />
lavado peritoneal diagnóstico y la<br />
TAC constituye el método de<br />
evaluación principal del abdomen.<br />
El empleo de la ecografía como<br />
instrumento de detección<br />
sistemática está ganado mayor<br />
aceptación. La ecografía abdominal<br />
puede ralizarla con un alto grado de<br />
exactitud el equipo quirúrgico del<br />
departamento de urgencias. Esta<br />
exploración no requiere el traslado<br />
del paciente en estado crítico a<br />
otras áreas del hospital, y puede<br />
repetirse con facilidad para el<br />
seguimiento posterior.<br />
13.4.4. Traumatismos de la<br />
columna vertebral.<br />
De manera sistemática deben<br />
realizarse radiografías de la<br />
columna cervical a todo paciente<br />
politraumatizado. Las<br />
consecuencias de la falta de<br />
detección de una fractura de la<br />
columna cervical justifica<br />
plenamente estas radiografías, a<br />
pesar de la muy baja incidencia de<br />
resultados positivos verdaderos.<br />
Las fracturas de la columna<br />
dorsolumbar se asocian a un déficit<br />
neurológico en, aproximadamente<br />
el 45 % de los pacientes. Dadas las<br />
consecuencias de la falta de<br />
detección de una fractura de la<br />
columna dorsal o lumbar,<br />
actualmente se recomienda<br />
también la obtención de<br />
radiografías de control en los<br />
pacientes traumáticos que han
sufrido heridas contusas en<br />
múltiples sistemas, una caida desde<br />
una altura igual o superior a unos 3<br />
m, una expulsión de un vehículo a<br />
motor o una motocicleta, una<br />
puntuación de la escala de Glasgow<br />
< 8, un déficit neurológico o un<br />
dolor o sensibilidad a la palpación<br />
en la espalda durante la exploración<br />
clínica.<br />
En cuanto al tratamiento, la<br />
recomendación actual consiste en<br />
administrar metilprednisolona por<br />
vía intravenosa a todos los<br />
pacientes con lesiones agudas de<br />
la médula espinal. La dosis<br />
recomendada es de 30 mg/Kg de<br />
peso corporal a lo largo de 15<br />
minutos, seguido de una perfusión<br />
de 5,4 mg/Kg/h durante 23 h. Con<br />
este tratamiento, se ha constatado<br />
una mejoría significativa en<br />
aquellos pacientes con lesiones<br />
medulares incompletas a los que se<br />
suministró metilprednisolona. No<br />
obstante, dicho tratamiento, para<br />
que sea eficaz, debe suministrarse<br />
antes de las 8 h de la lesión.<br />
13.4.5. Traumatismos de la pelvis<br />
y extremidades inferiores<br />
Se ha observado una reducción de<br />
la tasa de mortalidad cuando las<br />
fracturas graves de pelvis y de<br />
huesos largos se estabilizan<br />
precozmente (en el plazo de 48 h)<br />
en la asistencia del paciente<br />
politraumatizado. Sin embargo, se<br />
ha suscitado cierta controversia en<br />
cuanto al tratamiento de las<br />
fracturas de las diáfisis de los<br />
huesos largos, especialmente fémur<br />
y tibia. En este sentido, mientras<br />
que hay autores que recomiendan<br />
los clavos endomedulares sin fresar<br />
porque así se evita la diseminación<br />
de partículas embólicas, hay otros<br />
que no encuentran diferencias al<br />
emplear los clavos con fresado.<br />
Estudios prospectivos de<br />
investigación y clínicos,<br />
seguramente nos aportarán más<br />
datos al respecto. Quizás, el<br />
empleo de clavos sin fresar<br />
requieren un tiempo operatorio<br />
297<br />
inferior y comportan una menor<br />
pérdida hemática, aunque también<br />
se asocian a una tasa más elevada<br />
de complicaciones técnicas,<br />
incluyendo los retardos de la unión<br />
ósea.<br />
13.5. Fisiopatología del<br />
politraumatismo.<br />
El grado de respuesta a la lesión<br />
está relacionado con la gravedad<br />
de ésta y el número de sistemas<br />
afectados. Las lesiones mecánicas<br />
o térmicas graves dan lugar a<br />
enormes aumentos de las<br />
necesidades caloricas (de hasta un<br />
150% del valor normal en los<br />
pacientes con quemaduras graves).<br />
El aporte de una nutrición suficiente<br />
para hacer frente a estas<br />
necesidades ha constituido un<br />
importante avance en el campo de<br />
la asistencia de los pacientes<br />
traumáticos. De igual modo, las<br />
heridas graves causantes de un<br />
daño místico y shock estimulan de<br />
manera intensa la respuesta de<br />
estrés y alteran el equilibrio<br />
endocrino del paciente. Se produce<br />
un aumento de la secreción de las<br />
hormonas relacionadas con la<br />
movilización de las grasas y la<br />
glucosa. La secreción de insulina<br />
parece elevarse durante la<br />
respuesta al estrés<br />
Se utiliza la denominación genérica<br />
de citocinas para hacer referencia a<br />
las proteínas que actúan como<br />
mediadores de la función celular<br />
mediante su fijación a receptores<br />
específicos de la superficie ulular.<br />
Este término se emplea para<br />
sustituir a los de linfocitos y<br />
monocinas. Se han observado<br />
concentraciones significativas de<br />
estas sustancias asociadas a las<br />
lesiones de tejidos blandos y el<br />
hematoma de fractura que<br />
acompaña a las fracturas<br />
importantes. La circulación<br />
sistémica de las citocinas a partir<br />
del lugar de la lesión de tejidos<br />
blandos es un campo de interés en<br />
el estudio de la inflamación<br />
sistémica y la supresión inmunitaria
ocasional observada en los<br />
pacientes con politraumatismos.<br />
El fracaso muti<strong>org</strong>ánico se<br />
produce en dos momentos<br />
diferentes tras las lesiones iniciales.<br />
La forma de presentación temprana<br />
se produce sin sepsis y se cree que<br />
se debe a la respuesta inflamatoria<br />
postraumática inicial. La forma de<br />
presentación tardía del fracaso<br />
multisistemico se asocia a la sepsis<br />
y se considera relacionado con una<br />
infección o sepsis incontrolada.<br />
Además de la sepsis, las<br />
intervenciones quirúrgicas<br />
realizadas en el período<br />
postraumático pueden amentar el<br />
elevado grado de inflamación<br />
existente y causar un fracaso<br />
multi<strong>org</strong>ánico.<br />
El concepto de que las<br />
intervenciones quirúrgicas<br />
practicadas tras la reanimación<br />
inicial pueden actuar como un<br />
“segundo golpe” en el paciente<br />
politraumatizado tiene importancia<br />
para los especialistas en cirugía<br />
ortopédica y traumatología, pues un<br />
tercio de los casos en los que se<br />
practicó la cirugía de forma<br />
secundaria (no precozmente),<br />
precedieron a un deterioro de la<br />
función <strong>org</strong>ánica. Los marcadores<br />
de la inflamación, como la proteína<br />
C reactiva, la tasa de neutrófilos y<br />
el recuento plaquetar, pueden<br />
proporcionar un medio de evaluar el<br />
grado de inflamación del paciente.<br />
En el futuro, es posible, que puedan<br />
utilizarse diferentes medidas de la<br />
inflamación para facilitar la<br />
predicción de los pacientes con un<br />
riesgo de presentar un fracaso<br />
multi<strong>org</strong>ánico y, en consecuencia,<br />
determinar el momento más<br />
apropiado para la fijación de las<br />
fracturas en los pacientes con<br />
traumatismos graves.<br />
13.6. Profilaxis de las<br />
complicaciones.<br />
La asistencia inmediata de los<br />
pacientes politraumatizados consiste<br />
en determinar qué lesiones existen y<br />
repararlas en el orden correcto de<br />
298<br />
importancia y en los momentos<br />
oportunos. La asistencia posterior<br />
comporta una vigilancia del paciente y<br />
una prevención de las complicaciones.<br />
Los tratamientos pofilácticos indicados<br />
en la asistencia de los pacientes con<br />
lesiones agudas incluyen los siguiente:<br />
• Determinación de las necesidades<br />
nutricionales.<br />
• Prevención de la hemorragia de<br />
estrés, la trombosis venosa y las<br />
úlceras por decúbito, y<br />
• Evaluación de la cobertura<br />
antibiótica.<br />
La nutrición precoz es un elemento<br />
crucial en la asistencia de los pacientes<br />
politraumatizados. La recomendación<br />
actual consiste en proporcionar una<br />
nutrición enteral temprana a los<br />
pacientes con un tubo digestivo<br />
funcional. En este sentido, varias<br />
pautas nutricionales han resultado muy<br />
útiles al aumentar el número de<br />
calorías aportadas a los pacientes con<br />
traumatismos agudos y reducir las<br />
complicaciones asociadas a la<br />
inmunosupresión que puede producirse<br />
con la nutrición parenteral o la ausencia<br />
absoluta de nutrición. Los objetivos son<br />
el apoyo ante el hipermetabolismo<br />
inicial asociado a la lesión y la<br />
prevención de la desnutrición proteicocalórica<br />
que se produce en uno o dos<br />
días tras el traumatismo.<br />
Los pacientes con lesiones<br />
traumáticas graves presentan una<br />
respuesta de estrés que incluye la<br />
liberación de hormonas que estimulan<br />
la producción de ácido gástrico. La<br />
introducción de agentes que reducen la<br />
secreción áida ha permitido disminuir el<br />
número de pacientes que necesitan un<br />
tratamiento de las hemorragias de<br />
estrés. La prevención de éstas con el<br />
empleo de un bloqueo histamínico o<br />
una protección de barrera mucosa es<br />
necesaria en cualquier paciente con<br />
lesiones traumáticas importantes y lo<br />
es especialmente en los pacientes que<br />
no deben tomar alimento alguno por vía<br />
enteral.<br />
La trombosis venosa profunda y la<br />
embolia pulmonar son motivos de
preocupación importantes en los<br />
pacientes con traumatismos múltiples.<br />
En este sentido, es necesaria alguna<br />
forma de profilaxis o tratamiento. La<br />
mejor opción continúa siendo la<br />
anticoagulación completa; sin embargo,<br />
es frecuente que la misma no esté<br />
indicada debido a los múltiples lugares<br />
de lesión y a la posibilidad de<br />
hemorragia, especialmente en el<br />
sistema nervioso central. Por icho<br />
motivo, las formas apropiadas de<br />
profilaxis, que dependen de los tipos de<br />
lesión, deben incluir una o varias de<br />
las siguientes opciones:<br />
1) movimiento pasivo de las<br />
extremidades inferiores;<br />
2) dispositivos de compresión<br />
segmentaria de las extremidades;<br />
3) antagonistas de la vitamina K<br />
(wafarina, cumadina); 4) dosis bajas o<br />
minidosis de heparina;<br />
5) deambulación precoz;<br />
6) colocación de un filtro de vena cava,<br />
aunque este punto es motivo de<br />
debate.<br />
La aparición de úlceras por decúbito<br />
añade con frecuencia un coste<br />
adicional a los costes propios del<br />
traumatismo. En consecuencia, las<br />
intervenciones para reducir su<br />
incidencia, son cruciales. En los<br />
pacientes politraumatizados,<br />
especialmente aquéllos con dificultades<br />
de movimiento secundarias a la<br />
parálisis o a las intervenciones<br />
prolongadas, la atención se centra en<br />
la prevención de una presión<br />
prolongada en las áreas de declive. Las<br />
medidas preventivas incluyen la<br />
obtención de la cama apropiada, retirar<br />
al paciente de las tablas de columna<br />
rígidas lo antes posible, y movilizarlo<br />
tan pronto como sea posible.<br />
Lamentablemente, la prevención de las<br />
úlceras de decúbito constituye con<br />
frecuencia una cuestión poco prioritaria<br />
en los pacientes traumáticos o en<br />
estado crítico, y es frecuente que estas<br />
medidas sólo empiecen después de<br />
que se observe el problema.<br />
299<br />
La última pauta profiláctica importante<br />
en una fase inicial de la asistencia del<br />
paciente es la elección de los<br />
antibióticos.<br />
En este contexto, la mayor parte de los<br />
estudios indican que para los<br />
traumatismos cerrados en muchos<br />
sistemas diferentes del <strong>org</strong>anismo, la<br />
profilaxis rente a los micro<strong>org</strong>anismos<br />
de la superficie requieren tan sólo una<br />
cefalosporina de primera generación,<br />
mientras que en los traumatismos<br />
abiertos, la cobertura de los<br />
micro<strong>org</strong>anismos gramnegativos y<br />
anaerobios puede ser orientada por el<br />
tipo de herida de que se trate y por la<br />
situación del paciente cuando se<br />
produjo la lesión.<br />
13.7. Evolución de los pacientes<br />
politraumatizados.<br />
Las mejoras que se han producido en<br />
los cuidados de los pacientes con<br />
estado crítico, han reducido la<br />
mortalidad asociada al fracaso<br />
multi<strong>org</strong>ánico del 90 % al 50 % Los<br />
pacientes que sobreviven a un fracaso<br />
multisistémico suelen presentar una<br />
función pulmonar, hepática y renal<br />
normal en el seguimiento realizado a<br />
largo plazo. De igual importancia es el<br />
hecho de que muchos de estos<br />
pacientes con lesiones graves vuelvan<br />
a trabajar en el plazo de un año tras<br />
haber sufrido el traumatismo. El<br />
pronóstico en la reanudación de un<br />
estilo de vida es difícil de predecir y<br />
puede estar relacionado en igual<br />
medida con factores sociales que con<br />
los tipos de lesión sufrida.<br />
La morbilidad relativa de las diferentes<br />
fracturas de la extremidad inferior<br />
parece depender del tiempo. En las<br />
horas siguientes a la lesión, las<br />
fracturas de los huesos largos deben<br />
estabilizarse para prevenir las<br />
complicaciones pulmonares. Aunque<br />
las fracturas graves del tobillo y el pie<br />
no planteen un riesgo para la<br />
supervivencia en las fases iniciales de<br />
un traumatismo, está claramente
documentada la discapacidad tardía<br />
por fracturas de calcáneo y otros<br />
huesos del pie. Con frecuencia, estas<br />
lesiones pasan a ser factores<br />
determinantes importantes del deterioro<br />
del estilo de vida después de que las<br />
demás fracturas múltiples hayan<br />
curado. Otro tanto ocurre con los<br />
huesos de la muñeca y mano.<br />
300
CAPITULO 14. AFECCIONES ORTOPEDICAS DE LA EXTREMIDAD<br />
SUPERIOR<br />
14.1. HOMBRO<br />
14.1.1. Periartritis escapulohumeral<br />
14.1.1.1. Introducción:<br />
Con el nombre de periartritis<br />
escapulohumeral, capsulitis adhesiva u<br />
hombro congelado, se define un<br />
síndrome que incluye un grupo de<br />
entidades causadas por diversos<br />
procesos y que cursan con dolor y<br />
restricción del movimiento articular del<br />
hombro, como consecuencia de la<br />
retracción y fibrosis de las partes<br />
blandas periarticulares,<br />
fundamentalmente la cápsula<br />
glenohumeral (Figura 14.1).<br />
Figura 14.1. Esquema de la periartritis<br />
escápulo humeral, donde se observa la<br />
retracción y fibrosis<br />
de la cápsula<br />
glenohumeral.<br />
La capsulitis adhesiva primaria afecta<br />
al<br />
2-3 % de la población general, con<br />
una<br />
mayor incidencia en mujeres que<br />
en<br />
hombres y con una edad de<br />
301<br />
presentación entre los 40 y 50 años de<br />
edad. Un 15 % de los pacientes<br />
desarrollan este síndrome de forma<br />
bilateral.<br />
14.1.1.2. Etiología:<br />
La periartritis escapulohumeral puede<br />
ser primaria (cuando se desconoce la<br />
causa), o bien secundaria, término<br />
genérico que sirve para designar todas<br />
aquellas otras causas que cursan con<br />
una disminución de la movilidad del<br />
hombro, tanto pasiva como activa<br />
(Tabla 14.I). Las estructuras afectadas<br />
en este proceso son las partes blandas<br />
que rodean a esta articulación y, cuyo<br />
resultado final es, el bloqueo mecanico<br />
de la misma. Esta contractura<br />
ocasionada por los tejidos blandos<br />
puede<br />
acompañarse de otros procesos<br />
patológicos, tales como la rotura del<br />
manguito de los rotadores o la artrosis.<br />
En esta última,<br />
la incongruencia<br />
articular<br />
puede agravar la limitación<br />
articular preexistente.<br />
Tabla 14.I. Enfermedades<br />
y procesos<br />
patológicos asociados a la periartritis<br />
escapulohumeral.<br />
• Diabetes mellitus<br />
• Disfunción tiroidea<br />
• Traumatismos<br />
• Artritis reumatoide<br />
• Cáncer de pulmón<br />
• Tuberculosis pulmonar<br />
• Enfermedad pulmonar crónica<br />
• Infarto de miocardio<br />
• Accidentes vasculares cerebrales<br />
• Esclerodermia<br />
• Postmastectomía<br />
• Hernia discal cervical.
14.1.1.3. Diagnóstico:<br />
La historia natural y el curso clínico de<br />
la capsulitis adhesiva pasa por tres<br />
fases<br />
evolutivas: 1) Fase aguda ó<br />
álgida, en la que el dolor y la rigidez<br />
progresivas son las principales<br />
características; 2) Fase adhesiva, en<br />
que la rigidez es más evidente y<br />
severa pero con una<br />
cierta<br />
disminución del dolor, y 3) Fase de<br />
recuperación,<br />
que se caracteriza por el<br />
gradual<br />
y espontáneo aumento de la<br />
movilidad articular, aunque<br />
la completa<br />
recuperación es muy<br />
poco frecuente, si<br />
no va acompañada de una intensa<br />
recuperación funcional.<br />
Estadío álgido (entre 3 y 8 meses):<br />
• Dolor con el movimiento<br />
• Dificultad generalizada al<br />
•<br />
movimiento articular del hombro<br />
Contractura muscular<br />
• Aumento del dolor, por<br />
la noche y<br />
en reposo.<br />
Estadío adhesivo:<br />
• Menos dolor<br />
• Aumento de la rigidez y restricción<br />
del movimiento articular<br />
• Disminución del dolor por la noche<br />
y en reposo<br />
• Molestias a los movimientos<br />
extremos de movimiento<br />
Estadío de recuperación:<br />
• Disminución del dolor<br />
• Aumento progresivo del movimiento<br />
articular<br />
• Recuperación espontánea pero<br />
frecuentemente incompleta<br />
Si bien esta patología se la considera<br />
benigna, muchos de estos pacientes<br />
quedan con severas limitaciones<br />
funcionales del hombro que impiden y<br />
alteran una vida sociolaboral normal.<br />
Clínicamente, los síntomas del<br />
hombro congelado son, sobre todo,<br />
dolor e impotencia funcional progresiva<br />
de su movimiento. El dolor suele ser<br />
generalizado, aún cuando siempre se<br />
encuentra un punto doloroso en el<br />
302<br />
espacio subacromial. En cuanto a la<br />
limitación funcional, que llega a ser<br />
invalidante al no poder efectuar las<br />
tareas habituales cotidianas (peinarse,<br />
comer, vestirse, etc), es característico<br />
comprobar que existe un verdadero<br />
tope a cualquiera de los movimientos<br />
del hombro, de ahí los numerosos<br />
sinónimos de una misma afección.<br />
Por lo que respecta al estudio<br />
radiográfico, que siempre debe<br />
efectuarse, permite descartar cualquier<br />
patología ósea o, por el contrario,<br />
diagnosticar la verdadera causa de la<br />
misma, ya sea una artrosis<br />
glenohumeral o acromioclavicular, una<br />
tendinitis calcárea del supraespinoso<br />
y/o la presencia de un osteofito<br />
subacromial que roza el manguito<br />
rotador. Otros estudios por la imagen<br />
incluyen la TAC, la gammagrafía<br />
ósea<br />
y/o la RMN. Quizás de todas ellas, la<br />
RMN sea la que tenga una mayor<br />
utilidad diagnóstica, por cuanto permite<br />
descartar lesiones de las partes<br />
blandas, como es una lesión del<br />
manguito de los rotadores y/o del<br />
labrum glenoideo, aunque de por sí<br />
puede ser diagnóstica cuando se<br />
efectúa<br />
con contraste, pues puede<br />
observarse un espacio articular<br />
glenohumeral muy reducido en<br />
comparación con la del lado sano<br />
(Figura 14.2).<br />
Figura 14.2. Resonancia magnética<br />
nuclear (RMN) del hombro. Con esta<br />
técnica radiográfica es posible detectar<br />
lesiones tendinomusculares del manguito<br />
rotador así como observar el espacio<br />
articular glenohumeral que, en la periartritis<br />
escapulohumeral, suele estar muy<br />
reducido. A) Imagen real. B) Esquema en el<br />
que se han dibujado las zonas óseas y<br />
partes blandas más representativas<br />
observadas en la RMN.
14.1.1.4. Tratamiento:<br />
El tratamiento de la periartritis<br />
escapulohumeral puede consumir<br />
mucho tiempo y, en ocasiones, ser<br />
frustrante. El principal objetivo del<br />
mismo es el de suprimir el dolor y<br />
restablecer el movimiento del hombro.<br />
En este sentido multitud de terapias se<br />
han efectuado, desde la prescripción<br />
de AINES, analgésicos e infiltraciones.<br />
Sin embargo, la pieza angular del<br />
tratamiento se basa en la fisioterapia.<br />
Al respecto, los movimientos de<br />
estiramiento pasivo y persistentes, son<br />
fundamentales para lograr que el<br />
hombro recupere paulatinamente el<br />
movimiento perdido. Por regla general,<br />
un mínimo de tres meses son<br />
necesarios para que ello ocurra,<br />
aunque<br />
tal como hemos comentado, no<br />
siempre se consigue (Figura 14.3).<br />
En el caso de que con el tratamiento<br />
conservador no se recuperara un<br />
mínimo pero útil arco de movimiento,<br />
está justificado otro tipo de tratamiento,<br />
como es la artrolisis de la articulación<br />
glenohumeral, ya sea por manipulación<br />
ó por artroscopia. Sea como fuere el<br />
tipo de artrolisis, ésta deberá ir<br />
acompañada de un tratamiento<br />
rehabilitador intensivo.<br />
Figura 14.3. Ejercicios de rehabilitación del<br />
hombro para la periartritis<br />
escapulohumeral.<br />
14.1.2. Ruptura de<br />
del bíceps.<br />
303<br />
la porción larga<br />
14.1.2.1. Introducción:<br />
La porción tendinosa proximal del<br />
bíceps tiene dos porciones: una larga,<br />
que se inserta en el reborde superior<br />
de la cavidad glenoidea de la escápula,<br />
y la otra, corta, que se inserta en la<br />
apófisis coronoides<br />
(Figura 14.4). La<br />
lesión casi siempre afecta a su porción<br />
larga.<br />
Figura<br />
14.4. Anatomía de la porción<br />
tendinosa<br />
proximal del bíceps braquial.<br />
14.1.2.2.<br />
Etiología:<br />
Las rupturas de la porción larga del<br />
bíceps ocurren generalmente en<br />
personas, fundamentalmente varones,<br />
entre los 40 y 60 años de edad. Eso es<br />
así, por cuanto existe una<br />
degeneración crónica preexistente<br />
del<br />
tendón. En raras ocasiones, los<br />
traumatismos agudos son la causa de<br />
tal lesión.<br />
14.1.2.3. Diagnóstico:<br />
Junto con el dolor crónico del hombro,<br />
que suele localizarse en la cara<br />
anterior, que es donde se sitúa la<br />
corredera bicipital y que es allí donde<br />
se produce la rotura, el paciente<br />
presenta un dolor brusco al realizar un<br />
pequeño esfuerzo. Debido a que el<br />
dolor puede desaparecer al cabo de<br />
unos minutos, el paciente no suele<br />
acudir al médico inmediatamente. Sin<br />
embargo, horas<br />
más tardes, se instaura
una equímosis generalizada en la cara<br />
anterior del brazo y, lo que es más<br />
importante, nota la presencia de una<br />
tumoración en forma de bola, en la<br />
parte distal del brazo (Figura 14.5).<br />
Figura 14.5. Ruptura de la porción larga<br />
del bíceps. Obsérvese la migración distal<br />
del vientre<br />
muscular del bíceps junto con la<br />
aparición<br />
de una equímosis generalizada<br />
en<br />
la cara anterior del brazo.<br />
Dicha tumoración, que no es más que<br />
el vientre muscular del bíceps<br />
desplazado caudalmente y que se<br />
acentúa cuando el paciente efectúa<br />
una flexión del codo con el brazo en<br />
abducción, se la conoce como signo de<br />
“Popeye”, al recordar el famoso<br />
personaje de los dibujos animados<br />
(Figura 14.6).<br />
Figura 6. Imagen clínica que ofrece el<br />
brazo con una ruptura de la porción larga<br />
del tendón del bíceps. Obsérvese que<br />
mientras la flexión del codo derecho sano<br />
(A) el vientre muscular adquiere una<br />
configuración fisiológica normal , cuando<br />
existe una ruptura de dicho tendón, el<br />
vientre muscular se desplaza en sentido<br />
distal, formando una tumoración redonda<br />
(en bola), conformando<br />
el llamado signo de<br />
“Popeye”.<br />
304<br />
En definitiva se pierde el contorno<br />
normal de la parte anterior del bíceps y<br />
que se observa mucho mejor con el<br />
test de Ludington, el cual consiste en<br />
solicitar al paciente que coloque sus<br />
manos en la parte posterior de la<br />
cabeza y solicitandole que contraiga<br />
ambos biceps. Por comparación, puede<br />
observarse perfectamente la retracción<br />
distal de la masa muscular de dicho<br />
músculo<br />
(Figura 14.7).<br />
Figura 14.7: Test de Ludington (ver texto)<br />
Si bien el diagnóstico clínico suele ser<br />
muy evidente, en algunos casos,<br />
especialmente aquellas personas<br />
obesas donde el desplazamiento distal<br />
del vientre muscular del bíceps es poco<br />
apreciable, es correcto solicitar una<br />
RMN, en la que se puede observar la<br />
ausencia del tendón de la porción larga<br />
del bíceps en su corredera bicipital<br />
(Figura 14.8).<br />
Figura 14.8. Imagen de RMN en un caso<br />
de ruptura de la porción larga del tendón<br />
del bíceps. Obsérvese la ausencia del<br />
mismo dentro de su corredera bicipital<br />
(flecha roja).
14.1.2.4. Tratamiento:<br />
En general, el tratamiento de las<br />
rupturas de la porción larga del bíceps<br />
es conservador. El objetivo prioritario<br />
inicial es reducir la inflamación y evitar<br />
la pérdida de movilidad del hombro.<br />
Ello se consigue mediante la<br />
administración de AINES, crioterapia<br />
en la zona de la rotura y rehabilitación<br />
asistida del hombro.<br />
Algunos autores recomiendan el<br />
tratamiento quirurgico en sujetos<br />
jóvenes<br />
que requieran efectuar<br />
movimientos<br />
activos de supinación,<br />
como<br />
es el caso de los carpinteros,<br />
mecánicos,<br />
etc. Incluso, la cirugía<br />
puede<br />
estar indicada cuando el<br />
paciente<br />
no esté de acuerdo con la<br />
asimetría<br />
estética. Sea como fuere, la<br />
cirugía<br />
es conveniente realizarla antes<br />
de las 3 semanas de la lesión, por<br />
cuanto aún no se han producido<br />
cambios cicatriciales y degenerativos<br />
del músculo que harían imposible<br />
su<br />
recolocación<br />
fisiológica. En cuanto a la<br />
técnica<br />
quirúrgica, los mejores<br />
resultados<br />
se obtienen con la tenodesis<br />
del<br />
tendón roto a la corredera bicipital.<br />
Mediante una pequeña incisión en el<br />
surco deltopectoral, se localiza la<br />
corredera bicipital así como el tendón,<br />
el cual suele estar algo retraido<br />
distalmente. Sin embargo su<br />
localización no suele ofrecer ningún<br />
problema y su reposición en su lugar,<br />
tampoco. Por lo que respecta a su<br />
fijación al hueso, ésta puede efectuarse<br />
mediante<br />
una grapa metálica o , mejor,<br />
mediante<br />
la creación de un orificio en<br />
forma de herradura en la porción más<br />
proximal de la corredera. Si se utiliza<br />
este último procedimiento, se<br />
confecciona en el borde proximal del<br />
tendón roto, un pequeño<br />
engrosamiento mediante el<br />
enrollamiento del mismo, con el fin de<br />
que una vez<br />
colocado en la parte<br />
305<br />
circular del ojal óseo, no pueda<br />
escaparse del mismo al no poder<br />
salirse de la parte más estrecha de la<br />
herradura ósea (Figura 14.9).<br />
Figura 14.9. Tenodesis de la porción larga<br />
del tendón del bíceps a la corredera<br />
bibipital. A) Confección de un ojal óseo en<br />
forma e herradura. B) Enrrollamiento sobre<br />
sí mismo de la porción proximal del tendón<br />
y colocación del mismo dentro del ojal.<br />
14.1.3. Tendinitis calcárea del<br />
hombro<br />
14.1.3.1. Introducción:<br />
La tendinitis calcárea del hombro<br />
sucede cuando existe un depósito de<br />
sales cálcicas en el interior dn los<br />
tendones que forman el manguito de<br />
los rotadores, fundamentalmente el<br />
supraespinoso (Figura 14.10). Este<br />
proceso<br />
afecta especialmente a<br />
varones<br />
y aparece generalmente a<br />
partir<br />
de los 40 años. La etiología es<br />
multifactorial,<br />
si bien se inicia con la
inflamación crónica debida al roce<br />
continuado de los tendones dentro del<br />
espacio subacromial.<br />
Figura 14.10. Tendinitis calcificante del<br />
hombro. En la imagen puede observarse<br />
que el depósito calcáreo se localiza<br />
en el<br />
tendón<br />
del supraespinoso.<br />
14.1.3.2. Etiología:<br />
Existe dos tipos de tendinitis<br />
calcificante del hombro: 1)<br />
degenerativa y 2) reactiva. Mientras<br />
que la primera la causa fundamental es<br />
consecuencia del desgaste y<br />
envejecimiento del tendón, que<br />
favorece la rotura crónica del mismo, la<br />
segunda es secundaria a una<br />
inflamación aguda y no a una<br />
degeneración. Esta inflamación pasa<br />
por tres estadíos: a) precalcificante, en<br />
el que existen cambios circulatorios intratendinosos<br />
que favorecen el<br />
depósito de los cristales de calcio; b)<br />
calcificante, en el que existen ya los<br />
depósito de calcio<br />
dentro de la misma<br />
substancia tendinosa y c)<br />
postcalcificante,<br />
en el que el tendón<br />
reabsorbe<br />
tales depósitos<br />
remodelándose<br />
de nuevo al estadío<br />
fisiológico original.<br />
306<br />
14.1.3.3.<br />
Diagnóstico:<br />
Mientras no existan aún los depósitos<br />
cálcicos<br />
dentro del tendón, el paciente<br />
suele presentar moderado dolor con<br />
mínima incapacidad funcional. Sin<br />
embargo, cuando se forman<br />
ya dentro<br />
de la sustancia tendinosa los cristales<br />
de calcio, el dolor suele ser agudo con<br />
gran impotencia funcional y que no<br />
calma con el reposo. En estas<br />
condiciones, no es raro que el paciente<br />
acuda al servicio de urgencias a altas<br />
horas de la madrugada después de<br />
haber tomado ya diversos analgésicos<br />
y AINES sin notar alivio alguno. La<br />
exploración revela un dolor puntual<br />
muy vivo situado en el espacio<br />
subacromial, especialmente en su zona<br />
anterior. No existen otras alteraciones,<br />
a excepción que el mismo dolor<br />
provoca una impotencia funcional del<br />
hombro.<br />
Junto con la clínica, que es bastante<br />
característica por su presentación<br />
aguda, el estudio radiográfico muestra<br />
la presencia de estos depósitos<br />
calcáreos situados cerca de la región<br />
de la inserción del supraespinoso, aún<br />
cuando pueden estar situados en los<br />
otros tendones que forman el manguito<br />
rotador<br />
(Figura 14.11).<br />
Figura 14.11. Tendinitis calcárea del<br />
supraespinoso.
Otras exploraciones por la imagen no<br />
suelen aportar datos adicionales, aún<br />
cuando la RMN permite objetivar si<br />
existe una lesión asociada responsable<br />
de la aparición de estos depósitos de<br />
calcio (Figura 14.12).<br />
Figura 14.12. RMN de una tendinitis<br />
calcárea<br />
del supraespinoso (flecha roja).<br />
14.1.3.4. Tratamiento:<br />
El objetivo primario del tratamiento de<br />
la tendinitis calcárea del<br />
hombro en su<br />
fase aguda es calmar el dolor. Tal<br />
como hemos comentado, este dolor<br />
suele ser reacio a los tratamientos<br />
estándar de analgésicos y AINES, por<br />
lo que se recomienda en fase aguda su<br />
“lavado” (Figura 14.13). Este lavado<br />
consiste en la inserción de dos agujas<br />
de grueso calibre dentro de la zo na de<br />
calcificación.<br />
Mientras que por una de<br />
estas agujas se inyecta suero salino<br />
con el fin de reblandecer el material<br />
cálcico, por la otra se recoge el material<br />
aspirado que suele ser de consistencia<br />
pastosa<br />
(como la pasta de dientes).<br />
Como más material cálcico se aspire,<br />
más se aliviará el dolor. Una vez<br />
realizado el lavado,<br />
se infiltra la cavidad<br />
residual mediante cortisona (Trigón<br />
Dep ot ®), la cual irá desinflamando la<br />
zona, evitando con ello el depósito<br />
de<br />
nuevos cristales de calcio.<br />
307<br />
Figura 14.13. Lavado de la cavidad donde<br />
existen depósitos de calcio. Mientras que<br />
por una aguja se inyecta suero fisiológico<br />
para<br />
reblandecer y trocear el depósito<br />
calcáreo, por la otra se recoge<br />
el material<br />
aspirado, el cual suele tener una<br />
consistencia pastosa.<br />
Una vez conseguido superar el periodo<br />
álgido del proceso, se iniciarán los<br />
ejercicios de recuperación para evitar la<br />
aparición de un hombro congelado o<br />
periartritis escápulohumeral. Si a pesar<br />
de este tratamiento no se consiguiese<br />
un alivio de los síntomas, está<br />
justificado vaciar el material cálcico<br />
mediante cirugía o, mejor, por<br />
artroscopia (Figura 14.14).<br />
Figura 14.14. Artroscopia del hombro para<br />
la remoción de los depósitos calcáreos del<br />
tendón del supraespinoso. A) Esquema. B)<br />
imagen itraoperatoria, donde se observan<br />
perfectamente los cristales de calcio de<br />
color blanquecino.<br />
14.1.4. Síndrome subacromial<br />
14.1.4.1. Introducción:<br />
Denominamos “Síndrome Subacromial”<br />
a la compresión de las estructuras<br />
existentes en el espacio entre el
acromion y la cabeza humeral durante<br />
la elevación del brazo (Figura 14. 15).<br />
Figura 14.15. Esquema que ilustra la<br />
compresión de las estructuras existentes<br />
en<br />
el espacio subacromial cuando el brazo<br />
se eleva por encima del ángulo recto.<br />
14.1.4.2.<br />
Etiología:<br />
La patología subacromial puede<br />
aparecer por:<br />
• Morfología anormal del acromion.<br />
• Sobrecarga primaria del tendón.<br />
• Inestabilidad glenohumeral.<br />
• Disfunción escapular.<br />
• Tendinitis<br />
calcárea.<br />
• Degeneración tendinosa primaria.<br />
Como vemos, son varios los factores<br />
que influyen en el desarrollo de un<br />
síndrome subacromial, pudiendo ser<br />
solamente uno el responsable,<br />
aunque<br />
casi siempre es el resultado de más de<br />
uno. Sin embargo, el problema principal<br />
suele ser el roce continuado de las<br />
estructuras tendinosas subacromiales.<br />
En consecuencia, la tendinitis,<br />
fundamentalmente la del<br />
supraespinoso, resulta ser un problema<br />
secundario.<br />
Este roce continuado del<br />
manguito, es el resultado<br />
de la<br />
disminución del espacio por el cual<br />
discurre.<br />
14.1.4.3. Diagnóstico:<br />
El principal síntoma del síndrome<br />
subacromial es el dolor. Este suele ser<br />
contínuo, de moderada intensidad, pero<br />
que se acentúa cuando el paciente<br />
eleva el brazo por encima de los 90º. Si<br />
bien esta sintomatología puede ser<br />
parecida a la que se presenta en<br />
pacientes con otro tipo de patologías<br />
del hombro, vale la pena realizar<br />
alguna maniobra con el fin de<br />
308<br />
reproducir el dolor por irritación<br />
mecánica del manguito de los<br />
rotadores por debajo del arco acromial.<br />
Una de ellas consiste en solicitar al<br />
paciente que coloque la mano del<br />
hombro patológico sobre su otro<br />
hombro, estando el brazo en flexión de<br />
90º. En esta posición se solicita al<br />
paciente que flexione aún más el<br />
hombro al mismo tiempo que el<br />
examinador ejerce una presión contra<br />
resistencia hacia abajo a nivel del codo.<br />
En<br />
el caso de existir una compresión<br />
de las estructuras subacromiales, el<br />
paciente referirá un intenso dolor.<br />
Una exploración útil a efectuar es la<br />
infiltración de anestesia local en el<br />
espacio subacromial, comprobándose<br />
si<br />
el dolor desaparece al efectuar<br />
la<br />
maniobra de roce. Esto nos puede dar<br />
una idea si la clínica álgida es debida<br />
exclusivamente a la compresión<br />
subacromial o por otra causa, al<br />
mismo tiempo que permite predecir el<br />
resultado de la descompresión<br />
quirúrgica subacromial, en el caso de<br />
que ésta sea necesaria.<br />
En cuanto<br />
a las pruebas<br />
complementarias, es necesario<br />
contar<br />
con un estudio radiográfico completo,<br />
contando con proyecciones<br />
anteroposterior, axial y perfil escapular,<br />
denominada esta última de “outlet”.<br />
Esta última es la que nos va a servir<br />
para visualizar la morfología del<br />
acromion así como el arco<br />
acromiocoracoideo (Figura 14.16).<br />
En este sentido, el 70 % de las lesiones<br />
del supraespinoso tienen<br />
lugar<br />
en<br />
hombros que presentan un acromion<br />
de tipo III, puesto que dejan menos<br />
espacio al manguito de rotadores y, en<br />
consecuencia, con una mayor facilidad<br />
para el roce crónico.<br />
Figura 14.16. Tipos de acromion. Tipo I o<br />
plano; Tipo II o curvo y Tipo III ó ganchudo.
Entre las otras exploraciones por la<br />
imagen, tenemos la ecografía,<br />
la TAC y<br />
la RMN. Entre ellas, la RMN es la más<br />
fiable, por cuanto nos aportará mejores<br />
datos en cuanto a la patología<br />
tendinosa se refiere (Figura 14.7).<br />
Figura 14.17. Esquema (A) e imagen por<br />
RMN (B) del hombro, donde puede<br />
observarse la distribución, amplitud y<br />
posibles lesiones del manguito rotador<br />
dentro del espacio subacromial,<br />
especialmente la del tendón del<br />
supraespinoso.<br />
14.1.4.4. Tratamiento:<br />
Inicialmente, será conservador,<br />
buscando mejorar el dolor y la<br />
limitación funcional. Así, la<br />
administración de AINES, crioterapia<br />
local y la rehabilitación específica son<br />
los tres pilares básicos en los que<br />
deberá<br />
basarse la terapia.<br />
Junto con<br />
estas recomendaciones,<br />
las<br />
infiltraciones con corticoides pueden<br />
se r útiles al inicio de los síntomas y<br />
siempre y cuando el dolor no lo<br />
pudieramos controlar con la<br />
medicación. Solo cuando fracasa dicho<br />
tratamiento, no inferior a los 3-6 meses,<br />
hay que considerar la descompresión<br />
quirúrgica del acromion, operación<br />
llamada “Acromioplastia”. Esta puede<br />
realizarse<br />
a cielo abierto o, mejor, por<br />
artroscopia,<br />
pues con<br />
ella se disminuye<br />
la morbilidad. El procedimiento<br />
terapéutico a seguir es la sección del<br />
ligamento acromiocaracoideo y la<br />
descompresión ósea de la superficie<br />
lateral e inferior del acromion<br />
(Figura 14.18).<br />
309<br />
Figura 14.18. Tratamiento quirúrgico del<br />
síndrome subacromial por vía artroscópica.<br />
Sección del ligamento acromiocoracoideo<br />
(línea punto roja), resección de la parte<br />
lateral (línea puntos negra) y anterior (línea<br />
puntos verde)<br />
del acromion.<br />
Tanto si se utiliza una u otra técnica, la<br />
acromioplastia debe ir seguida de un<br />
recuperación precoz e insistente,<br />
siempre y cuando no exista una rotura<br />
del manguito rotador.<br />
14.1.5. Lesion del manguito de los<br />
rotadores<br />
14.1.5.1. Introducción:<br />
La rotura del manguito de los rotadores<br />
puede afectar a cualquiera de los<br />
tendones que forman el mismo, aunque<br />
el que siempre se ve afectado es el<br />
supraespinoso. El manguito de los<br />
rotadores está formado por cuatro<br />
tendones: 1) supraespinoso; 2)<br />
infraespinoso; 3) subescapular y 4)<br />
redondo menor (Figura 14.19).<br />
Figura 14.19. Anatomía de lo s tendones que forman el manguito de los rotadores.
14.1.5.2. Etiología:<br />
Si bien en el 95 % de las lesiones del<br />
manguito rotador son de orígen<br />
degenerativo por el fenómeno del roce<br />
subacromial en la zona avascular<br />
crítica del supraespinoso (Figura<br />
14.20), en un 5 % de los casos se<br />
producen por traumatismos únicos<br />
(raro) o repetitivos (frecuente) como<br />
consecuencia de actividades deportivas<br />
y/o laborales. Existen otras dos causas<br />
etiológicas de producción de la lesión y<br />
que en conjunto no superan el 5 % de<br />
los casos; la primera corresponde a la<br />
inestabilidad glenohumeral<br />
multidireccional adquirida por<br />
ensanchamiento del espacio rotador,<br />
mientras que la segunda se manifiesta<br />
como consecuencia de una luxación<br />
glenohumeral, la cual ha producido la<br />
rotura simultánea del manguito.<br />
Figura 14.20. Rotura del manguito rotador.<br />
En la imagen puede observarse la rotura<br />
parcial del tendón del subescapular y<br />
completa del supraespinoso.<br />
14.1.5.3. Tipos de roturas:<br />
• Roturas pequeñas < 1cm, afectan<br />
al supraespinoso.<br />
• Roturas medianas de 1 a 3 cm,<br />
afectan al supraespinoso.<br />
• Roturas grandes de 3 a 5 cm,<br />
afectan al supraespinoso e<br />
•<br />
infraespinoso.<br />
Roturas masivas > 5 cm, afectan al<br />
supraespinoso,<br />
subescapular.<br />
infraespinoso y<br />
14.1.5.4. Diagnóstico:<br />
El dolor y la impotencia funcional, son<br />
los dos síntomas que siempre<br />
acompañan en la rotura del manguito<br />
de los rotadores. Si la misma es de<br />
orígen traumático, el cuadro se instaura<br />
de forma aguda, mientras que si la<br />
310<br />
etiología es mecánica por roce<br />
repetitivo, la sintomatología se instaura<br />
progresivamente. El síntoma más<br />
alarmante, aparte del dolor, es la<br />
pérdida progresiva del movimiento del<br />
hombro, haciendose incapacitante para<br />
realizar las tareas cotidianas.<br />
Normalmente, existe un arco doloroso<br />
de movimiento entre los 60 y 120º de<br />
flexión y/o abducción.<br />
Después del<br />
dolor<br />
aparece atrofia muscular, pérdida<br />
de fuerza a la elevación y rotación<br />
externa del<br />
brazo, con aparición de<br />
crujidos.<br />
El estudio radiográfico<br />
permite en<br />
muchas ocasiones sospechar la<br />
presencia de una rotura del manguito<br />
por el ascenso proximal que sufre la<br />
cabeza del húmero, aunque cuando<br />
ocurre quiere decir que la rotura es<br />
total (Figura 14.21).<br />
Figura 14.21. Migración proximal de la<br />
cabeza del húmero en casos avanzados de<br />
lesión del manguito de los rotadores. En la<br />
imagen de la izquierda se observa un<br />
normal<br />
espacio subacromial, mientras que<br />
en la imagen de la derecha<br />
se observa una<br />
disminución muy importante del mismo.<br />
Sin embargo, en aquellos casos<br />
incipientes, se hace imprescindible<br />
contar con una RMN, la cual nos<br />
determinará exactamente el alcance de<br />
la lesión (Figura 14.22).<br />
Figura 14.22. Diagnóstico por RMN de una<br />
rotura<br />
completa del manguito de los<br />
rotadores. A) RMN. B) esquema de la<br />
lesión. Obsérvese aquí, que puede<br />
apreciarse también la migración proximal<br />
de la cabeza del húmero.
14.1.5.5.<br />
Tratamiento:<br />
Al igual que en el síndrome<br />
subacromial, el tratamiento de las<br />
roturas del manguito de los rotadores<br />
puede ser conservador ó quirúrgico.<br />
Independientemente del tipo de<br />
lesión, parcial o total, es aconsejable<br />
iniciar el tratamiento mediante medidas<br />
conservadoras y que básicamente<br />
consisten en reposo local,<br />
termoterapia, cuidados físicos y<br />
medicación, así como una terapia<br />
fisioterápica<br />
dirigida a completar el arco<br />
de movimiento y conseguir un<br />
fortalecimiento<br />
muscular periescapular.<br />
Este<br />
tipo de tratamiento debe dar<br />
resultado a los tres meses de iniciado<br />
el mismo. En el resto de los pacientes,<br />
donde fracasa este tipo de tratamiento,<br />
debe tenerse en cuenta la opción del<br />
tratamiento quirúrgico. En este sentido,<br />
éste comprende el desbridamiento<br />
aislado de la lesión, reparación de la<br />
misma y descompresión subacromial<br />
(Figura 14.23). La reparación del<br />
manguito de los rotadores, al igual que<br />
en el síndrome subacromial puede<br />
realizarse a cielo abierto o por<br />
artroscopia. Tanto si se utiliza uno u<br />
otro método, la reinserción del<br />
manguito suele conseguirse mediante<br />
anclajes metálicos (arpones,<br />
minitornillos, etc) a los que se les<br />
incorpora las suturas.<br />
Figura 14.23. Reinserción del manguito<br />
rotador. A) vista frontal. B) vista lateral.<br />
En aquellos casos en los que exista<br />
además una inestabilidad<br />
glenohumeral, deberá tratarse la<br />
misma.<br />
Tras la intervención, existe otra fase de<br />
tratamiento, que en la actualidad se<br />
311<br />
considera igual de importante que el<br />
mismo acto quirúrgico. Es la<br />
rehabilitación, que debería ser<br />
personalizada en función de la lesión<br />
reparada. En este sentido, la<br />
recuperación y mantenimiento del arco<br />
de movimiento pasivo es prioritario al<br />
inicio de la fisioterapia. A partir de las<br />
6-8<br />
semanas, se pueden iniciar<br />
ejercicios de trabajo muscular<br />
basados<br />
específicamente en la diferenciación de<br />
ejercicios para los diversos grupos<br />
musculares y en la tonificación de las<br />
masas musculares.<br />
Tanto en la información preoperatoria<br />
como en el postoperatoria, todos los<br />
pacientes con rotura del manguito de<br />
los rotadores han de saber que es un<br />
proceso largo, pudiendo incluso llegar a<br />
los 12 meses.<br />
14.1.6. Síndrome del desfiladero<br />
torácico<br />
14.1.6.1. Introducción:<br />
El síndrome del desfiladero<br />
torácico<br />
(SDT) está constituido por un complejo<br />
de signos y síntomas causados por la<br />
compresión de las estructuras<br />
vasculonerviosas que discurren por la<br />
región cervicotorácica (Figura 14.24).<br />
La frecuencia con la que se presenta el<br />
SDT es aproximadamente del 0.3 al<br />
0.7 % de la población general,<br />
afectando a personas entre 25 y 40<br />
años, siendo la proporción mujerhombre<br />
de 4 a 1.<br />
Figura 14.24. Elementos que discurren por<br />
la región<br />
denominada “Desfiladero<br />
Torácico”<br />
(zona triangular de puntos).
14.1.6.2. Etiología:<br />
Las causas que pueden producir un<br />
SDT se dividen en dos grupos: óseas y<br />
de partes blandas (Tabla I). El grupo<br />
correspondiente a las causas óseas y<br />
que comprenden el 30 % de todos los<br />
casos de SDT, incluyen la<br />
megaapófisis transversa de C7, la<br />
costilla cervical, las anomalías de la<br />
primera costilla y los callos óseos<br />
exuberantes tras fracturas de clavícula<br />
y/o de la primera costilla. En este<br />
sentido, la frecuencia con la que<br />
observa una costilla cervical en<br />
pacientes con un SDT es del 5 al 9 %<br />
de los casos<br />
(Figura 14.25).<br />
Figura 14.25. Esquema de una costilla<br />
cervical.<br />
El grupo correspondiente a las causas<br />
de compresión producidas<br />
por las<br />
partes<br />
blandas, se incluyen las bandas<br />
fibrosas congénitas, los ligamentos<br />
hipertróficos y/o los cambios<br />
congénitos o adquiridos<br />
de los<br />
músculos escalenos,<br />
siendo estos<br />
últimos las estructuras más importantes<br />
que pueden causar sintomatología<br />
después de un traumatismo y/o por<br />
factores mecánicos. Estos factores<br />
crean inflamación, cicatrización,<br />
espasmo, contractura y cambios<br />
estructurales de las fibras musculares,<br />
que hacen aumentar el volumen del<br />
músculo y, en consecuencia,<br />
favoreciendo la compresión de las<br />
estructuras<br />
neurovasculares que<br />
discurren a su alrededor (Figura 14.26).<br />
312<br />
F igura 14.26. Formación cicatricial a nivel<br />
de los músculos escalenos.<br />
14.1.6.3.<br />
Clasificación:<br />
Existen dos tipos básicos de SST y<br />
cuatro subtipos. Los dos tipos básicos<br />
son el vascular y el neurogénico. El<br />
vascular está subdividido en dos<br />
subtipos, el “arterial” y el “venoso”,<br />
mientras que el neurogénico puede ser<br />
“verdadero”<br />
o “discutido”.<br />
Mientras que tres de los cuatro<br />
subtipos (arterial, venoso y<br />
neurogénico) son facilmente<br />
diagnosticables mediante la<br />
exploración física y por estudios<br />
radiográficos convencionales, el<br />
subtipo neurogénico “discutido” es muy<br />
difícil diagnosticarlo y, en<br />
consecuencia, más dificultoso tratarlo.<br />
Sin embargo, es el que se da con<br />
mucha más frecuencia, estimándose en<br />
un<br />
97 % de los casos. Los demás<br />
subtipos, son bastante<br />
más<br />
infrecuentes. 14.1.6.4. Diagnóstico:<br />
El SDT es uno de los temas más<br />
controvertidos<br />
que existen en medicina,<br />
pues no existe una prueba concreta de<br />
dia gnóstico que permita asegurar con<br />
toda certeza tal patología, amén de que<br />
según el especialista que trate al<br />
paciente (cirujano ortopédico, vascular<br />
o neurólogo) tiende a definir dicho<br />
síndrome acorde a la especialidad que<br />
abarca, obviando en muchas ocasiones<br />
otras causas ajenas a su campo de<br />
acción. Es por ello, que el SDT pase<br />
muchas veces desapercibido y/o que<br />
por el contrario, sea muchas veces<br />
sobrevalorado y, en consecuencia,<br />
tratado desmesuradamente.
La queja más frecuente que presentan<br />
estos pacientes es el dolor crónico,<br />
evolutivo,<br />
y que afecta<br />
fundamentalmente la región<br />
del<br />
hombro, cuello y espalda, junto con<br />
parestesias de la extremidad superior.<br />
Como quiera que en el 97 % de los<br />
casos de SDT no existe una causa<br />
evidente que sugiera el diagnóstico, es<br />
preciso contar con una serie de<br />
maniobras que provoquen la<br />
compresión de las estructuras<br />
vasculonerviosas y, en consecuencia,<br />
reproduzcan la sintomatología. Las<br />
más utilizadas son:<br />
• Test de Adson:<br />
También conocido como test del<br />
músculo escaleno. Con el brazo<br />
pegado al cuerpo, el paciente<br />
hiperextiende<br />
el cuello, gira su cara<br />
hacia<br />
el lado afecto e inspira<br />
profundamente (Figura 14.27). En este<br />
momento<br />
el médico palpa el pulso<br />
radial y si éste está ausente y/o<br />
disminuido, se considera que el test es<br />
positivo.<br />
Figura 14.27: Test de Adson.<br />
• Maniobra de Halstead:<br />
También conocida como test<br />
costoclavicular. Esta maniobra se<br />
efectúa deprimiendo el hombro del<br />
paciente hacia atrás y hacia abajo. Con<br />
ello se pretende acercar la clavícula<br />
313<br />
hacia la primera costilla y, en<br />
consecuencia, cerrar el desfiladero<br />
torácico (Figura 14.28). La disminución<br />
y/o desaparición del pulso radial se<br />
considera que el test es positivo.<br />
Figura 14.28: Maniobra de Halstead o test<br />
costoclavicular.<br />
• Test de Roos:<br />
El paciente coloca sus brazos en<br />
abducción de 90º y en rotación externa.<br />
En esta posición se pide al paciente<br />
que abra y cierre los dedos de las<br />
manos durante unos tres minutos<br />
(Figura 14.29).<br />
La reproducción de la<br />
sintomatología junto con una gran<br />
fatigabilidad después de este periodo<br />
de tiempo se considera que el test es<br />
positivo.<br />
Figura 14.29: Test de Roos.
• Maniobra de hiperabducción de<br />
Wright:<br />
Con el paciente<br />
sentado o de pie, se<br />
rota externamente<br />
el brazo y se abduce<br />
a 180º. Es aconsejable que<br />
el<br />
codo no esté del todo extendido para<br />
no traccionar el nervio cubital y<br />
confundir la sintomatología que se<br />
reproduce con esta maniobra. En esta<br />
posición el paciente realiza una<br />
inspiración profunda (Figura<br />
14.30). La reproducción<br />
de la<br />
sintomatología junto con la disminución<br />
o ausencia del pulso radial se<br />
considera positiva. La duración de este<br />
test no debe superar los dos minutos.<br />
Figura 14.30: Maniobra de hiperabducción<br />
de Wright.<br />
• Test de rotación y flexión lateral<br />
cervical:<br />
Este test valora la posible subluxación<br />
de la primera costilla, causante de la<br />
limitación en rotación y en flexión<br />
lateral de la columna cervical. El inicio<br />
d e este test empieza<br />
con el cuello del<br />
paciente<br />
en posición neutra. A<br />
continuación se gira el cuello hacia el<br />
lado contrario de la zona sintomática<br />
simultaneandolo con una flexión<br />
forzada del mismo,<br />
de tal forma que los<br />
ojos<br />
se dirijan hacia el torax (Figura<br />
14.31). El test se considera positivo<br />
cuando existe una limitación a la flexión<br />
314<br />
lateral en comparación con la del lado<br />
sano.<br />
Figura 14.31: Test de<br />
lateral cervical.<br />
rotación y flexión<br />
Ha de señalarse que, cualquiera de<br />
los tests enumerados pueden ser<br />
positivos en personas sanas, por lo que<br />
se ha de ser muy cauteloso a la hora<br />
de diagnosticar un SDT. Estudios al<br />
respecto han mostrado que el 57 % de<br />
la población<br />
general presenta uno de<br />
los<br />
tests positivos. No obstante, un 17<br />
% de los pacientes correctamente<br />
diagnosticados<br />
de un SDT, presentan<br />
un<br />
mínimo de dos tests positivos.<br />
En cuanto a los estudios por la<br />
imagen,<br />
la práctica de una radiología<br />
convencional<br />
de tórax y de columna<br />
cervical<br />
ha de formar parte de todo<br />
estudio para el diagnóstico<br />
de un SDT.<br />
La valoración vascular<br />
por métodos<br />
invasivos solo está indicado cuando<br />
la<br />
exploración física evidencie un SDT por<br />
compresión vascular. En este sentido,<br />
la arteriografía constituye la prueba de<br />
oro en los raros casos de SDT por<br />
dichos motivos. Sin embargo,<br />
el estudio<br />
vascular<br />
mediante técnicas no<br />
invasivas<br />
ha de de ser el primer<br />
método de valoración. Al respecto, el<br />
Doppler puede perfectamente<br />
evidenciar<br />
zonas de estenosis,<br />
trombosis<br />
o alteraciones del flujo, tanto<br />
en el sistema arterial<br />
como el venoso.<br />
Especial atención merecen<br />
estos
casos, por cuanto en la mitad de los<br />
pacientes se evidencian anomalías<br />
óseas, no todas ellas visibles en<br />
radiografías simples. Por ello, se<br />
recomienda la práctica de una TAC en<br />
todos los pacientes con SDT vascular.<br />
El estudio con RMN no ha aportado,<br />
hasta el momento, una superior<br />
información a otras técnicas<br />
diagnósticas por la imagen.<br />
Por último, y a pesar de que la<br />
mayoría de pacientes con SDT es de<br />
tipo neurogénico discutido y que los<br />
estudios electromiográficos son casi<br />
siempre normales, es aconsejable la<br />
práctica<br />
de los mismos como prueba de<br />
protocolo de valoración.<br />
Muchos de<br />
estos pacientes suelen estar inmersos<br />
en problemas medico legales tras<br />
accidentes<br />
de tráfico (latigazo cervical)<br />
y cuya objetivización de la<br />
sintomatología<br />
que presentan es de<br />
muy difícil valoración.<br />
14.1.6.5. Tratamiento:<br />
Inicialmente, el SDT ha de<br />
conservadoramente,<br />
ser tratado<br />
incluyendo<br />
diversas modalidades de ejercicios<br />
físicos y medicamentos. La cirugía se<br />
reserva para aquellos casos en los que<br />
todos los tratamiento conservadores<br />
empleados han fracasado y que el<br />
dolor crónico interfiera con la vida del<br />
paciente.<br />
Por lo que hace referencia al<br />
tratamiento<br />
quirúrgico, dos son los<br />
procedimientos empleados para tratar<br />
el SDT: la resección de la primera<br />
costilla<br />
y la sección del músculo<br />
escaleno a nivel cervical, (Figura<br />
14.32). Sin embargo, el tratamiento<br />
quirúrgico va cambiando<br />
continuamente en función del mejor<br />
conocimiento de la etiopatogenia de la<br />
enfermedad. Finalmente, existen casos<br />
de SDT que se acompañan de una<br />
hiperactividad<br />
simpática, en cuyo caso<br />
está aconsejada la simpatectomía<br />
torácica proximal, simultaneamente a<br />
las operaciones descritas.<br />
315<br />
Figura 14.32. Resección quirúrgica de la<br />
costilla<br />
cervical.<br />
14.2. CODO<br />
14.2.1. Epicondilitis<br />
14.2.1.1. Introducción:<br />
Con el nombre de epincondilitis o codo<br />
de<br />
tenista, se conoce un cuadro<br />
patológico<br />
que cursa con dolor en la<br />
cara<br />
lateral del codo (Figura 14.33).<br />
Figura 14.33. Localización del dolor en la<br />
epicondilitis.<br />
14.2.1.2. Etiología:<br />
La causa fundamental se desconoce,<br />
aunque se ha postulado que la<br />
degeneración tendinosa a nivel<br />
epicondíleo del segundo radial, sería el<br />
factor desencadenante.<br />
14.2.1.3. Diagnostico:<br />
En la epicondilitis, existe un dolor<br />
selectivo a la palpación sobre el<br />
epicóndilo, más concretamente a un<br />
centímetro distal al mismo, y que se<br />
exacerba al extender los dedos contra<br />
resistencia (Figura 14.34). El paciente<br />
se queja de que no puede sostener un<br />
peso<br />
en su mano con el codo extendido<br />
y/o que ha de estirar el mismo cuando<br />
está flexionado durante un cierto<br />
tiempo. No se evidencian otras<br />
alteraciones<br />
y el estudio radiográfico es<br />
siempre normal.
Figura 14.34. Sintomatología de la<br />
epicondilitis. A) dolor selectivo sobre el<br />
epicóndilo. B) dolor al extender los dedos<br />
contra resistencia.<br />
14.2.1.4. Tratamiento:<br />
El cuadro es autolimitado en el tiempo,<br />
aunque puede recidivar. Con el fin de<br />
solucionar<br />
el problema álgido, existen<br />
diversas modalidades terapéuticas,<br />
desde la aplicación de crioterapia sobre<br />
el epicóndilo, la toma de AINES, las<br />
infiltraciones con corticoides y la<br />
cirugía. En general, se inicia el<br />
tratamiento con medidas<br />
conservadoras, como es la aplicación<br />
de unas sesiones de electroterapia<br />
(onda corta, ultrasonidos, etc) sobre el<br />
epicóndilo y la toma de AINES. Si con<br />
esta medida persiste el dolor, se<br />
procede a practicar una infiltración con<br />
cortisona tipo Depot, la cual puede<br />
repetirse tres veces en el curso<br />
de un<br />
año. Finalmente, si todas estas<br />
medidas fracasan y el paciente se<br />
siente invalidado para su trabajo<br />
habitual, se procede a la desinserción<br />
quirúrgica del segundo radial<br />
(Figura 14.35).<br />
Figura 14.35. Tratamiento quirúgico de la<br />
epicondilitis.<br />
14.2.2. Epitrocleitis<br />
316<br />
14.2.2.1. Introducción:<br />
Con el nombre de epitrocleitis o codo<br />
de golfista, se conoce un cuadro<br />
patológico que cursa con dolor en la<br />
cara medial del codo (Figura 14.36).<br />
Figura 14.36. Localización del dolor en la<br />
epitrocelitis.<br />
14.2.2.2. Etiología:<br />
La causa fundamental es el excesivo<br />
esfuerzo deportivo que se somete a los<br />
músculos flexores de la muñeca y<br />
dedos<br />
en su inserción epitrolear,<br />
aunque su asiento predominante es el<br />
pronador redondo.<br />
14.2.2.3. Diagnostico:<br />
Menos frecuente que la epicondilitis, la<br />
epitrocleitis se caracteriza por un dolor<br />
selectivo localizado encima de la<br />
misma, que se agrava con la flexiónpronación<br />
resistida de la muñeca.<br />
Tampoco<br />
existen alteraciones de otros<br />
tipo y la radiología también es normal.<br />
14.2.2.4. Tratamiento:<br />
Se sigue el mismo tratamiento que en<br />
la epicondilitis.<br />
14.2.3. Bursitis olecraneana<br />
14.2.3.1.<br />
Introducción:<br />
Se<br />
trata de la inflamación de la bolsa<br />
serosa que se encuentra entre la piel y<br />
el oléranon (Figura 14.37).
Figura 14.37. Situación anatómica de la<br />
bolsa serosa del olécranon.<br />
14.2.3.2. Etiología:<br />
En la mayoría de los casos la etiología<br />
es<br />
la irritación mecánica repetida sobre<br />
la punta del codo, aunque en ocasiones<br />
puede tener un orígen infeccioso o<br />
inflamatorio (gota, pseudogota,<br />
artritis<br />
reumatoide, etc.).<br />
14.2.3.3. Diagnóstico:<br />
Por regla general, el paciente consulta<br />
por la aparición de un bulto de tamaño<br />
variable sobre el olecranon, el cual es<br />
de consistencia blanda, adherido a<br />
planos profundos y superficiales y que<br />
no suele doler espontáneamente, a<br />
excepción de las de orígen séptico,<br />
donde además, existen todos los<br />
signos típicos inflamatorios y, en<br />
muchas ocasiones, con afectación del<br />
estado general en forma de fiebre y<br />
escalofríos (Figura 14.38).<br />
Figura 14.38. Bursitis olecraneana. A) de<br />
orígen mecánico. B) séptica.<br />
El estudio radiográfico es negativo,<br />
salvo en algunos casos en los que se<br />
puede apreciar una pequeña exostosis<br />
del olécranon.<br />
317<br />
14.2.3.4. Tratamiento:<br />
La bursitis infecciosa, requiere de un<br />
tratamiento<br />
antibiótico, acorde al<br />
agente<br />
infeccioso obtenido por punción,<br />
junto con la inmovilización<br />
de la<br />
articulación con una férula de yeso. Si<br />
con estas medidas no se solucionara el<br />
caso, se requiere el drenaje quirúrgico<br />
de la bursa.<br />
Las bursisits de orígen mecánico<br />
suelen tratarse con la aspiración<br />
del<br />
líquido<br />
seroso y la instilación de<br />
cortisona para acelerar su resolución.<br />
Sin embargo, en caso de que fuera<br />
voluminoso y/o provocara molestias de<br />
tipo local, puede recurrirse a la exéresis<br />
quirúrgica de la bursa (Figura 14.39).<br />
Figura 14.39. Tratamiento de la bursitis<br />
olecraneana de orígen mecánico.<br />
A) aspiración. B) exéresis.<br />
14.3. MUÑECA<br />
14.3.1. Gangliones<br />
14.3. 1.1. Introducción:<br />
Los<br />
gangliones son los tumores<br />
benignos más frecuentes de la mano.<br />
Se trata de formaciones quísticas de<br />
líquido sinovial que pueden provenir<br />
tanto de las articulaciones<br />
radiocarpianas o de las interfalángicas<br />
distales<br />
(quiste mucoide),<br />
como de las<br />
vainas<br />
tendinosas (quiste de vaina<br />
flexora). Su localización preferente es<br />
en<br />
el dorso de la muñeca,<br />
especialmente a nivel del espacio<br />
escafosemilunar, seguido del localizado<br />
en la zona palmar, a nivel del espacio<br />
radioescafoideo (Figura 14.40).
Figura 14.40. Localización de los<br />
gangliones en el dorso y palma de la<br />
muñeca y de los dedos.<br />
14.3.1.2. Etiología:<br />
Al<br />
parecer<br />
se trataría de una<br />
degeneración mucoide<br />
capsuloligamentosa con la consiguiente<br />
extravasación del líquido sinovial fuera<br />
del espacio articular. En los gangliones<br />
o quistes de las vainas flexoras, la<br />
rotura crónica de las mismas,<br />
provocaría la herniación del líquido<br />
sinovial fuera de su espacio.<br />
14.3.1.3. Diagnostico:<br />
El primer síntoma por el cual consulta<br />
el paciente es la aparición de una<br />
tumoración. Esta es blanda y<br />
depresible, adherida a planos<br />
profundos pero no a los superficiales.<br />
La localización específica en los<br />
espacios escafosemilunar dorsal y/o<br />
radioescafoideo palmar, completan la<br />
impresión diagnóstica (Figura<br />
14.41).<br />
Figura 14.41. Imagen clínica de los<br />
gangliones<br />
de muñeca. A) dorsal. B)<br />
palmar.<br />
318<br />
A nivel de los dedos, dichos quistes se<br />
hacen más evidentes por cuanto la piel<br />
que<br />
los rodea es muy ténue<br />
(Figura<br />
14.42).<br />
Figura 14.42. Quiste mucoide.<br />
A) esquema. B) imagen clínica.<br />
14.3.1.4. Tratamiento:<br />
Para solucionar definitivamente el<br />
problema, es preciso practicar la<br />
exéresis quirúrgica del ganglión así<br />
como su base de implantación, pues de<br />
no hacerlo así, la recidiva es la regla.<br />
La aspiración del contenido quístico<br />
puede aliviar las molestias pero no la<br />
causa.<br />
14.3.2. Síndrome de intersección<br />
14.3.2.1. Introducción:<br />
Se trata de una tenosinovitis localizada<br />
en el sitio donde se entrecruzan los<br />
tendones del primer<br />
y segundo radial<br />
con los del abductor largo y extensor<br />
corto del pulgar (Figura 14.43).<br />
Figura 14.43. Zona de tenosinovitis en el<br />
síndrome de intersección.
14.3.2.2. Etiología:<br />
Frecuente en deportistas que requieren<br />
una actividad repetitiva de la muñeca y<br />
con presión continuada del pulgar<br />
(motociclismo). Sin embargo, también<br />
es común observarlo en personas<br />
administrativas que teclean y o aprietan<br />
el ratón del PC durante muchas horas.<br />
14.3.2.3. Diagnóstico:<br />
Se trata de una patología específica<br />
que se caracteriza por dolor localizado,<br />
inflamación y crepitación del antebrazo distal,<br />
a 4-8 cm proximales al tubérculo<br />
de Lister (Figura 14.44). Dicha área<br />
corresponde al sitio donde se<br />
entrecruzan los tendones antes citados.<br />
La crepitación que es otro de los<br />
síntomas acompañantes suele ser<br />
audible, aunque lo normal<br />
es que se<br />
identifique éste por palpación sobre la<br />
zona con los movimientos de<br />
abducción y extensión del pulgar.<br />
Figura 14.44. Area de dolor y crepitación<br />
en el síndrome de intersección.<br />
Los estudios radiográficos son<br />
normales así como la TAC y la RMN, si<br />
bien en esta última, a veces se<br />
aprecian pequeñas colecciones de<br />
líquido<br />
en el interior de las vainas de<br />
los tendones afectos.<br />
El diagnóstico diferencial deberá<br />
realizarse con la tenosinovitis de<br />
DeQuervain, aunque en ésta, el dolor y<br />
la crepitación se sitúan<br />
específicamente sobre la estiloides<br />
radial.<br />
14.3.2.4. Tratamiento:<br />
Es fundamentalmente conservador,<br />
mediante la inmovilización y<br />
administración de un AINE. Si con<br />
dichas medidas no se solucionara el<br />
problema, puede recurrirse a la<br />
infiltración con corticoides en el<br />
319<br />
punto de entrecruzamiento tendinoso y<br />
que siempre corresponde al punto de<br />
máximo dolor. Finalmente, la liberación<br />
quirúrgica de las fascia antebraquial y<br />
de la sinovial de los tendones puede<br />
estar indicada en los casos crónicos o<br />
en aquellos otros en los que ninguna<br />
medida conservadora<br />
haya sido eficaz<br />
(Figura<br />
14.45).<br />
Figura 14.45. Tratamiento quirúrgico del<br />
síndrome de intersección. Después de<br />
proceder a la aponeurotomía del<br />
compartimiento dorsal del antebrazo, se<br />
escinde<br />
longitudinalmente la sinovial de los<br />
tendones inflamados. 14.3.3. Tendinitis de DeQuervain<br />
14.3.3.1. Introducción:<br />
La tendinitis de DeQuervain es la<br />
inflamación de los tendones que<br />
discurren en el primer compartimento<br />
del retináculo extensor de la muñeca,<br />
es decir, el abductor largo y extensor<br />
corto del pulgar (Figura 14.46).<br />
Figura 14.46. Tenosinovitis de<br />
DeQuervain, la cual afecta la tenosinovial<br />
de los<br />
tendones del abductor largo (ALP) y<br />
extensor<br />
corto del pulgar (ECP).
14.3.3.2. Etiología:<br />
La tenosinovitis de DeQuervain se<br />
presenta con una frecuencia de 8 a 10<br />
veces mayor en mujeres que en<br />
hombres. La causa más común de la<br />
enfermedad es una inflamación crónica<br />
debida a un uso excesivo<br />
relacionado<br />
con la actividad laboral y/o deportiva,<br />
aunque<br />
en ocasiones<br />
puede<br />
desarrollarse después<br />
de una<br />
contusión directa sobre la estiloides<br />
radial.<br />
14.3.3.3. Diagnóstico:<br />
El dolor es el síntoma predominante y<br />
puede ser de comienzo agudo o<br />
gradual. Se localiza puntualmente<br />
sobre la estiloides del radio, aunque a<br />
menudo se irra dia h acia el lado<br />
radial<br />
del<br />
antebrazo y hacia el dorso de la<br />
articulación metacarpofalángica<br />
del<br />
pulgar.<br />
E n ocasiones se palpa una<br />
pequeña formación quística así como<br />
una crepitación<br />
encima mismo de la<br />
estiloides.<br />
Sin embargo, para valorar<br />
con relativa fiabilidad<br />
la presencia de<br />
una tendinitis de DeQuervain es<br />
realizar la maniobra de Finkelnstein<br />
(Figura 14.47). En ella, al realizar<br />
pasivamente la desviación cubital de la<br />
muñeca junto con la adducción forzada<br />
del pulgar hacia la palma, se despierta<br />
un dolor puntual sobre la estiloides<br />
radial. Sin embargo,<br />
esta maniobra<br />
puede<br />
resultar también positiva en la<br />
artrosis trapeciometacarpiana<br />
y en la<br />
compresión sensitiva del nervio radial.<br />
Figura 14.47. Maniobra de Finkelnstein.<br />
La exploración radiográfica, que<br />
siempre deberá realizarse, permite<br />
320<br />
descartar otras causas de dolor en la<br />
región radial de la muñeca.<br />
14.3.3.4. Tratamiento:<br />
Cuando la tenosinovitis de DeQuervain<br />
es diagnosticada en sus estadíos<br />
iniciales, la inmovilización del pulgar<br />
con una espica de yeso tipo<br />
escafoides, junto con la administración<br />
de AINES,<br />
suele ser suficiente para<br />
mejorar<br />
la sintomatología. Sin<br />
embargo, si al reemprender las<br />
actividades laborales y/o deportivas se<br />
reprodujera el dolor, se aconseja la<br />
infiltración con corticoides del primer<br />
compartimiento. Con esta medida casi<br />
siempre suele ser definitiva, aunque en<br />
ocasiones se requiere más de una<br />
infiltración. En el caso de que recidivara<br />
el dolor, se aconseja la liberación<br />
quirúrgica del primer compartimiento.<br />
Bajo anestesia troncular y mediante<br />
isquemia<br />
del miembro, se practica una<br />
pequeña<br />
incisión transversal sobre la<br />
estiloides radial, abriéndose<br />
a<br />
continuación el retináculo extensor a<br />
nivel del compartimiento del abductor<br />
largo y extensor corto del pulgar<br />
(Figura 14.48).<br />
Figura 14.48. Tratamiento quirúrgico de la<br />
tenosinovitis de DeQuervain.<br />
Es necesario siempre comprobar que<br />
no exista un compartimiento<br />
independiente para el extensor corto<br />
del pulgar ya que de no liberarlo, el<br />
dolor continuaría.
14.4. MANO<br />
14.4.1. Enfermedad de Dupuytren<br />
14.4.4.1. Introducción:<br />
Se<br />
trata de una afección de la fascia<br />
palmar<br />
de la mano en la que se<br />
produce una retracción<br />
y fibrosis de la<br />
misma.<br />
Aunque puede afectar<br />
cualquier dedo, lo habitual<br />
es que se<br />
localice<br />
a nivel del 4º y 5º dedos<br />
(Figura 14.49).<br />
Figura<br />
14.49. Enfermedad de Dupuytren<br />
que afecta al dedo meñique. Obsérvese el<br />
cordón fribroso longitudinal que abarca la<br />
palma de la mano y toda la superficie<br />
palmar de la falange proximal.<br />
14.4.4.2. Etiología:<br />
Es desconocida. Sin embargo es<br />
común en personas de ascendencia<br />
europea septentrional, pero muy raro<br />
en otras razas. En consecuencia,<br />
parece existir un trastorno genético,<br />
afectando a más de un gen, además de<br />
influir factores ambientales. A nivel<br />
histológico, se observan agregados de<br />
fibroblastos contráctiles en el seno de<br />
la fascia palmar y digital.<br />
A pesar de que se desconoce con<br />
exactitud<br />
su etiología, la enfermedad<br />
de Dupuytren suele asociarse a otras<br />
patologías, entre las que destacan<br />
la<br />
diabetes<br />
mellitus, trastornos<br />
convulsivos (seguramente<br />
por la toma<br />
de barbitúricos) y el alcoholismo<br />
crónico.<br />
14.4.4.3. Diagnóstico:<br />
Suele darse en personas de edad<br />
media, siendo su frecuencia mayor en<br />
varones que en mujeres. El estadio<br />
más precoz de la enfermedad<br />
es el<br />
engrosamiento<br />
y la aparición de<br />
pequeños<br />
nódulos subcutáneos<br />
321<br />
situados en el pliegue distal palmar.<br />
Posteriormente y a medida que avanza<br />
la enfermedad, se produce una<br />
retracción cada vez más importante de<br />
la fascia, formando verdaderos<br />
cordones<br />
fibrosos, los cuales van<br />
arrastrando<br />
el dedo o dedos afectos<br />
hacia<br />
la flexión. A pesar de que la<br />
enfermedad<br />
no es dolorosa, cursa con<br />
dificultad<br />
en realizar ciertos<br />
movimientos<br />
y, lo que es más<br />
importante para el paciente,<br />
el tope que<br />
ofrece la postura de los dedos<br />
flexionados para las actividades<br />
rutinarias diarias (lavarse la cara, coger<br />
objetos, colocarse la mano en el<br />
pantalón, etc).<br />
14.4.4.4. Tratamiento:<br />
Depende<br />
de la severidad y estadío de<br />
la enfermedad. Así, en los estadíos<br />
iniciales donde solamente<br />
existe un<br />
pequeño engrosamiento y retracción<br />
pero sin contractura en flexión de las<br />
articulaciones metacarpofalángicas y/o<br />
interfalángicas proximales, no se<br />
requiere de ningún tipo de tratamiento.<br />
Sin embargo, cuando aparecen<br />
cordones pretendinosos que retraen<br />
significativamente el dedo, es decir,<br />
con actitud de flexión de las<br />
articulaciones citadas, la fascietomía<br />
palmar constituye el tratamiento de<br />
elección y más, si se quieren evitar<br />
contracturas articulares secundarias<br />
(Figura<br />
14.50).<br />
Figura 14.50. Fasciectomía palmar.<br />
A) Incisión en zig-zag. B) Exposición de los<br />
cordones fibrosos. C) Exéresis. D)<br />
resultado<br />
final a los 2 meses.
Sin embargo, la exéresis de la fascia<br />
palmar no evita la posibilidad de<br />
recidiva. En caso de que así fuere, se<br />
recomienda realizar una<br />
dermofasciectomía y colocar en el<br />
defecto un injerto libre de piel. Al<br />
parecer, este procedimiento evita la<br />
recidiva (Figura 14.51).<br />
Figura 14.51. Dermofasciectomía en un<br />
caso de recidiva de enfermedad de<br />
Dupuytren. La cicatriz y el cordón fibroso se<br />
resecan en bloque y se sustituye por un<br />
injerto libre de piel. Esta medida, evita la<br />
retracción de la piel así como la recidiva de<br />
la enfermedad.<br />
14.4.2. Dedo en gatillo<br />
14.4.2.1. Introducción:<br />
También llamado dedo en resorte, esta<br />
patología consiste en una estenosis de<br />
las vainas tendinosas con el<br />
consiguiente engrosamiento de los<br />
tendones flexores por roce crónico,<br />
fundamentalmente<br />
el superficial. Ello<br />
hace<br />
que exista una dificultad en el<br />
deslizamiento<br />
(Figura 14.52).<br />
de los mismos<br />
Figura<br />
14.52. Esquema que ilustra el dedo<br />
en gatillo.<br />
322<br />
14.4.2.2. Etiología:<br />
Se<br />
desconoce, aunque en pacientes<br />
diabéticos y/o con artritis reumatoide,<br />
es mucho más frecuente que en la<br />
población general. Puede afectar a<br />
cualquier dedo, si bien su máxima<br />
incidencia es a nivel del pulgar.<br />
Asimismo pueden afectarse varios<br />
dedos a la vez.<br />
14.4.2.3. Diagnóstico:<br />
El signo principal de esta afección es el<br />
chasquido o resorte que produce el<br />
dedo en el movimiento de<br />
flexoextensión. El paciente relata que<br />
después de flexionar el dedo, no puede<br />
extenderlo activamente y cuando<br />
intenta hacerlo pasivamente se<br />
produce un ruido característico de<br />
resalte que recuerda<br />
el gatillo de una<br />
pistola,<br />
de ahí su nombre. La<br />
exploración física revela un dolor<br />
selectivo en el pliegue palmar distal,<br />
lugar donde se produce el<br />
engrosamiento del tendón y donde se<br />
localiza la polea A1. Casi siempre se<br />
palpa<br />
dicho engrosamiento como si de<br />
un nódulo se tratara. Cuando<br />
se solicita<br />
al<br />
paciente que flexione su dedo,<br />
percibimos como este nódulo se<br />
desplaza proximalmente (Figura 14.53).<br />
Figura 14.53. Localización y palpación del<br />
engrosamiento tendinoso, el cual se<br />
localiza proximalmente a la polea A1<br />
cuando el paciente flexiona su dedo.<br />
Asimismo, es frecuente palpar un<br />
engrosamiento y sensación de frote con los<br />
movimientos pasivos de flexoxtensión en el<br />
mismo sitio y que corresponde a la zona de<br />
conflicto. El estudio radiográfico es<br />
anodino y no se precisa realizar otros<br />
estudios por la imagen por cuanto el<br />
diagnóstico clínico no ofrece dudas.
14.4.2.4. Tratamiento:<br />
Si bien esta afección puede resolverse<br />
espontáneamente,<br />
lo normal es que<br />
precise de algún tipo de tratamiento. En<br />
general, la infiltración con cortisona<br />
dentro de la vaina sinovial, suele dar<br />
muy buenos resultados, aún cuando<br />
hay un número no despreciable de<br />
casos q ue recidivan. Si ello fuera así, lo<br />
mejor<br />
es proceder a la sección<br />
longitudinal de la vaina tendinosa a<br />
nivel del engrosamiento del tendón y<br />
que corresponde al lugar donde se<br />
localiza la polea A1 (Figura 14.54).<br />
Figura 14.54. Tratamiento quirúrgico del<br />
dedo en gatillo.<br />
323
CAPITULO 15. AFECCIONES ORTOPEDICAS<br />
DE LA EXTREMIDAD<br />
INFERIOR.<br />
15.1. CADERA<br />
15.1.1. Trocanteritis<br />
15.1.1.1. Introducción:<br />
La trocanteritis o inflamación de la<br />
bursa situada entre el trocánter mayor y<br />
la fascia lata (cintilla iliotibial), justo por<br />
encima de la inserción del glúteo<br />
mayor, constituye una patología muy<br />
habitual a nivel de la cadera. Suele<br />
afectar a individuos entre los 30 a 60<br />
años de edad, con un predominio por el<br />
sexo femenino (Figura 15.1).<br />
Figura 15.1. Anatomía de la bursa<br />
trocantéra.<br />
15.1.1.2. Etiología:<br />
Si bien la aparición de esta entidad<br />
puede ser de orígen traumático, lo<br />
habitual es que se desconozca la<br />
verdadera causa. En general se la<br />
asocia con un sobreesfuerzo o una<br />
posición forzada y duradera de la<br />
cadera en una postura determinada<br />
(viaje en coche, carrera, etc).<br />
324<br />
15.1.1.3. Diagnóstico:<br />
El paciente acude a la consulta<br />
por<br />
dolor más o menos crónico en la cara<br />
lateral de la cadera que, a menudo, se<br />
irradia externamente hacia la rodilla<br />
(Figura 15.2).<br />
Figura 15.2. Localización e irradiación del<br />
dolor en la trocanteritis.<br />
Dicho dolor se exacerba al levantarse<br />
d e la cama o de la silla después de<br />
estar un período prolongado<br />
en esta<br />
posición y, asimismo,<br />
a ciertos<br />
movimientos de la cadera,<br />
particularmente la rotación externa y<br />
abducción. Es característico observar<br />
que el dolor impide reclinarse en la<br />
cama sobre el lado enfermo por la<br />
presión directa sobre el tocánter.<br />
Con el fin de descartar otras<br />
patologías asociadas, existen unos
criterios clínicos con los que poder<br />
afirmar la presencia de la bursitis<br />
trocantérea. Estos criterios son:<br />
• Dolor en la cara lateral<br />
de la<br />
cadera.<br />
• Dolor localizado a la presión sobre<br />
el trocánter mayor.<br />
• Dolor a los movimientos máximos<br />
de rotación, abducción ó adducción,<br />
especialmente al test de Patrick-<br />
Fabere (flexión, abducción, rotación<br />
externa,<br />
extensión).<br />
• Dolor a la abducción forzada.<br />
• Seudorradiculopatía (dolor irradiado<br />
a la cara lateral del muslo).<br />
El diagnóstico<br />
de trocanteritis requiere<br />
la presencia<br />
de los dos primeros<br />
síntomas<br />
y uno de los otros tres.<br />
En cuanto al estudio por la imagen, no<br />
suele<br />
observarse nada anormal,<br />
aunque<br />
en ocasiones se objetivan<br />
calcificaciones<br />
peritrocantéreas a nivel<br />
de la bursa. Otros estudios por la<br />
imagen como la RMN y/o la<br />
gammagrafía<br />
ósea, pueden<br />
ser útiles a<br />
la hora de efectuar<br />
el diagnóstico<br />
diferencial y/o en caso de requerirse<br />
cirugía, pues permiten diferenciar la<br />
trocanteritis de otras causas (artrosis<br />
de cadera, necrosis idiopática de la<br />
cabeza femoral, etc). Así, es frecuente<br />
observar en la RMN la presencia de<br />
líquido en la bursa troantérea, mientras<br />
que en la gammagrafia ósea suele<br />
apreciarse un aumento de captación en<br />
la región del trocánter mayor.<br />
15.1.1.4.<br />
Tratamiento<br />
El<br />
tratamiento inicial de la trocanteritis<br />
es<br />
conservador, mediante medidas de<br />
tipo<br />
local como la electroterapia, ondas<br />
de choque y/o infiltraciones. En este<br />
último aspecto, hay que tener en<br />
cuenta que, en esta patología, las<br />
infiltraciones no suelen ser tan<br />
efectivas como las practicadas a nivel<br />
de la extremidad superior. La<br />
explicación de tal hecho debemos<br />
hallarla en que la patología en cuestión<br />
está localizada en extremidades<br />
de<br />
carga,<br />
como es el caso de la cadera y,<br />
325<br />
en consecuencia, sujetas a mayores<br />
solicitaciones mecánicas que las<br />
localizadas en la extremidad superior<br />
( Figura 15.3).<br />
Figura 15.3. Infiltración de la bursa<br />
trocantérea.<br />
En aquellos casos en los que el<br />
tratamiento conservador no sea<br />
efectivo, está justificada la cirugía.<br />
Dentro de las diversas técnicas<br />
empleadas, la bursectomía (exéresis<br />
de la bursa) junto con las perforaciones<br />
y alisado de la superficie rugosa del<br />
trocánter mayor, constituye<br />
la<br />
operación de elección (Figura 15.4).<br />
Figura 15.4. Cirugía de la trocanteritis.<br />
A) Inicisión de piel. B) Incisión sobre el<br />
tendón del glúteo mayor para la exposición<br />
del tocánter mayor. C) Extirpación de la<br />
b ursa trocantérea. D) Perforaciones sobre<br />
el trocánter y alisado del mismo con una<br />
lima. E) Sutura tendinosa del glúteo mayor<br />
y de las fascia lata.<br />
Sin embargo, hay un porcentaje no<br />
despreciable de fracasos con esta<br />
técnica, situación que debe conocer el<br />
paciente antes de proceder al<br />
tratamiento quirúrgico.
15.1.2. Cadera en resorte<br />
15.1.2.1. Introducción:<br />
Se denomina cadera en resorte a una<br />
entidad causada por un roce anómalo<br />
de la cintilla iliotibial (causa externa) y/o<br />
del tendón del psoas (causa interna).<br />
15.1.2.2. Diagnóstico y tratamiento<br />
del resalte del tendón del psoas:<br />
La cadera en resalte debida al tendón<br />
del psoas es muy difícil de diagnosticar<br />
de otras causas de orígen articular. Ello<br />
es así debido a que las molestias que<br />
tal patología produce son comunes a<br />
otros procesos intraarticulares. Sin<br />
embargo, la frecuencia con la que se<br />
da de manera asintomática puede<br />
afectar<br />
al 5-10 % de población general.<br />
El mecanismo patológico por el cual<br />
se<br />
produce el resalte ocurre cuando el<br />
tendón<br />
del psoas se subluxa en sentido<br />
lateromedial<br />
como consecuencia del<br />
movimiento<br />
de la cadera que, desde<br />
una<br />
posición de flexión-abducción-<br />
rotación<br />
externa pasa a una posición<br />
de extensión-adducción-rotación<br />
interna (Figura 15.5).<br />
Figura 15.5. Esquema que ilustra el<br />
mecanismo de resalte del tendón del<br />
psoas. Mientras que con la cadera en<br />
flexión (A), el tendón se sitúa lateralmente<br />
con<br />
respecto al centro de la cabeza<br />
femoral, con la cadera en extensión (B), el<br />
tendón<br />
se coloca medialmente a la misma.<br />
De manera característica, el paciente<br />
percibe una sensación de resalte en la<br />
cara anterior de su cadera, incluso es<br />
audible. Dicho resalte puede percibirse<br />
con<br />
la deambulación normal o<br />
mediante<br />
la maniobra patomecánica<br />
antes comentada, es decir,<br />
desde una<br />
posición de flexión-abducción-rotación<br />
externa de la cadera se pasa a la<br />
posición de extensión-adducciónrotación<br />
interna.<br />
326<br />
En cuanto los estudios por la imagen,<br />
la radiología y la RMN son totalmente<br />
anodinas, aunque en esta última<br />
pueden existir signos indirectos de<br />
inflamación del tendón del psoas. Uno<br />
de los estudios que parecen tener un<br />
valor diagnostico es la bursografia del<br />
tendón del psoas. Mediante<br />
introducción de contraste en la bursa<br />
que recubre el tendón, se realizan dos<br />
proyecciones radiográficas, una con la<br />
cadera en flexión y la otra en extensión.<br />
La diferente posición del tendón,<br />
confirma el diagnostico de cadera en<br />
resalte<br />
debida al tendón del psoas<br />
(Figura 15.6).<br />
Figura 15.6. Bursografía del tendón del<br />
psoas. La silueta del tendón con la cadera<br />
en flexión (A) se localiza lateralmente<br />
con<br />
respecto al centro de la cabeza femoral,<br />
mientras<br />
que con la cadera en extensión<br />
(B) dicha silueta se localiza medialmente.<br />
Recientemente, esta anomalía puede<br />
objetivarse mediante ecografía. Ello<br />
permite ser menos agresivo en la<br />
exploración.<br />
Con respecto al tratamiento, como<br />
siempre, el diagnostico preciso de la<br />
afección es de capital importancia de<br />
ca ra a enfocar el mismo. Sin embargo,<br />
és<br />
te debe ir encaminado, como todas<br />
las tendinitis, a minimizar los esfuerzos<br />
que provocan el dolor y resalte.<br />
En este<br />
sentido, los ejercicios de estiramiento y<br />
flexibilidad del psoas pueden ser muy<br />
efectivos para disminuir la tensión del<br />
mismo. En aquellos casos de dolor<br />
contínuo, son efectivas las infiltraciones<br />
de corticoides en los tejidos<br />
peritendinosos, pero cuando toda esta<br />
batería de tratamientos fracasa, puede
estar aconsejado el tratamiento<br />
quirúrgico. Este consiste en la<br />
tenotomía parcial o total del tendón del<br />
psoas, el cual puede abordarse por<br />
varias vías (Figura 15.7).<br />
Figura 15.17. Vías de abordaje para la<br />
tenotomía del tendón del psoas. A) anterior.<br />
B) ilioinguinal. C) iliofe moral modificada. D)<br />
medial.<br />
Sin embargo, en la actualidad, dicha<br />
tenotomía puede realizarse por vía<br />
endoscópica, favoreciendo con ello la<br />
recuperación postoperatoria (Figura<br />
15.8).<br />
Figura 15.8. Tenotomía endoscópica del<br />
tendón del psoas. A) artroscopio colocado<br />
directamente por encima del trocánter<br />
menor, en la bursa del tendón del iliopsoas<br />
(IP), e identificando sus fibras. B) mediante<br />
bisturí eléctrico se procede a la sección del<br />
tendón, comprobando que se ha dividido en<br />
dos partes (*).<br />
15.1.2.3. Diagnóstico y tratamiento<br />
del<br />
resalte de la cintilla iliotibial:<br />
327<br />
El<br />
resalte de la cintilla iliotibial o coxa<br />
saltans, es mucho más evidente que la<br />
provocada por el tendón del psoas,<br />
pudiendo ser un hallazgo casual sin<br />
que exista un elemento predisponerte<br />
o<br />
precipitante de tal fenómeno. Si bien se<br />
han descrito casos en los que un<br />
traumatismo fue la causa, lo habitual es<br />
que se produzca como consecuencia<br />
de irritaciones crónicas por el ejercicio<br />
y/o el deporte, especialmente en los<br />
corredores. También ha sido descrito<br />
por acciones iatrogenicas, tras cirugías<br />
sobre el trocánter mayor o por utilizar<br />
una bandeleta de la cintilla iliotibial en<br />
las reconstrucciones de partes blandas<br />
de la rodilla. Sea como fuere, el<br />
mecanismo patogénico del síndrome<br />
iliotibial es el roce contínuo de la cintilla<br />
sobre el trocánter<br />
mayor (Figura 15.9).<br />
Figura 15.9. Mecanismo patogénico del<br />
resalte de la cintilla iliotibial.<br />
En cuanto al diagnóstico, aparte de la<br />
sensación de resalte que relata el<br />
paciente<br />
en la cara lateral de su<br />
cadera,<br />
dicha afección suele detectarse<br />
al<br />
realizar el movimiento de<br />
flexoextensión pasivo de la<br />
cadera.<br />
Este<br />
resalte puede bloquearse<br />
aplicando presión sobre<br />
el trocánter<br />
mayor, impidiendo el desplazamiento<br />
de la cintilla. Una maniobra que puede<br />
ayudar en el diagnostico, es la descrita<br />
por Ober. Con el paciente en decúbito<br />
lateral sobre la cadera sana, el<br />
examinador flexiona la rodilla a 90º y la<br />
deja deslizar hacia abajo, con lo que se
provoca una tensión exagerada sobre<br />
la cintilla iliotibial (Figura 15.10).<br />
Figura 15.10. Maniobra de Ober para<br />
poner de<br />
manifiesto el resalte de la cintilla<br />
iliotibial<br />
sobre el trocánter mayor.<br />
El diagnóstico por la imagen, ya sea<br />
mediante radiología simple o RMN<br />
suele ser negativo, aún cuando esta<br />
última puede revelar signos de<br />
inflamación de la bursa trocantérea.<br />
Por lo que hace referencia al<br />
tratamiento, en el momento en que se<br />
ha diagnosticado la afección, se<br />
instruye al paciente a evitar aquellos<br />
gestos que provoquen el resalte de la<br />
cintilla iliotibial. Asimismo, se inician<br />
ejercicios de estiramiento de dicha<br />
estructura con el fin de flexibilizarla y<br />
evitar así, su tensión excesiva.<br />
En<br />
ocasiones es necesario infiltrar la bursa<br />
trocantérea para minimizar el dolor<br />
provocado por estos ejercicios. Sólo en<br />
aquellos casos que después de un<br />
periodo no inferior a 9 meses,<br />
persistieran con sus síntomas, está<br />
justificado el tratamiento quirúrgico. A<br />
pesar de que los resultados no siempre<br />
son satisfactorios, existe un consenso<br />
generalizado que la intervención debe<br />
ir encaminada a relajar la cintilla<br />
iliotibial. Dentro de las numerosas<br />
técnicas<br />
con las que se cuenta, la<br />
zetaplastia<br />
o el alargamiento de la<br />
cintilla, son las más frecuentemente<br />
utilizadas (Figura 15.11).<br />
328<br />
Figura 15.11. Tratamiento quirúrgico del<br />
resalte de cadera por la cintilla iliotibial.<br />
A) zetaplastia. B) alargamiento.<br />
15.1.3. Osteitis del pubis<br />
15.1.3.1. Introducción:<br />
La osteitis del pubis es una afección<br />
inflamatoria, de orígen<br />
no infeccioso,<br />
que afecta a la sínfisis del pubis y que<br />
cursa fundamentalmente con dolor. No<br />
obstante, la etiología puede ser<br />
múltiple.<br />
15.1.3.2. Clasificación:<br />
Existen cuatro tipos diferentes de<br />
osteítis del pubis:<br />
1. Asociada a procedimientos<br />
urológicos, ginecológicos y/o<br />
durante el parto.<br />
2. Asociada a una infección local o<br />
a distancia.<br />
3. Relacionada con los ejercicios<br />
físicos (deportes).<br />
4. Relacionada con procesos<br />
degenerativos o<br />
reumatológicos.<br />
15.1.3.3. Etiología:<br />
La patogénesis de esta afección es<br />
desconocida.<br />
Sin embargo, en los<br />
deportistas se cree que se debe a un<br />
disbalance muscular (lo más probable),<br />
inestabilidad pélvica, ó por<br />
microlesiones repetitivas del hueso y<br />
de la articulación (Figura 15.12).<br />
En este sentido, los músculos<br />
abdominales y adductores presentan<br />
un punto común de inserción sobre la
sínfisis del pubis, pero que actúan<br />
antagónicamente uno con respecto al<br />
otro. Estas fuerzas antagonicas son<br />
más ostensibles en deportes como el<br />
fútbol, en el que se producen<br />
movimientos verticales de la sínfisis,<br />
provocando una irritación contínua a<br />
dicho<br />
nivel.<br />
Figura 15.12. Mecanismo de la osteitis<br />
púbica en el deportista. Los músculos<br />
implicados en su patogénesis son el recto<br />
del abdomen y los adductores.<br />
15.1.3.4. Diagnóstico:<br />
El dolor localizado en el área de la<br />
sínfisis púbica es el signo más<br />
representativo. Si bien puede<br />
instaurarse de forma aguda, lo habitual<br />
es que sea insidioso, de largo tiempo<br />
de duración y que aparece<br />
fundamentalmente después de la<br />
práctica deportiva, en concreto el<br />
fútbol. Existe un test de provocación del<br />
dolor, consistente en una maniobra de<br />
compresión lateral pélvica. En ella, el<br />
paciente se coloca en decúbito lateral<br />
mientras el examinador comprime en<br />
sentido<br />
vertical la pelvis (Figura 15.13).<br />
Con el fin de aumentar la presión<br />
a<br />
nivel de la sínfisis, se solicita al<br />
paciente<br />
que realice una maniobra de<br />
Valsalva para aumentar así<br />
la presión<br />
abdominal.<br />
329<br />
Figura 15.13. Maniobra de compresión<br />
lateral pélvica.<br />
En cuanto a los estudios por la<br />
imagen, estos suelen ser negativos en<br />
los inicios de los síntomas. Sin<br />
embargo, al cabo de unas 3 semanas<br />
de su aparición, pueden objetivarse<br />
algunos signos orientativos, como son<br />
la irregularidad de la sínfisis, esclerosis<br />
yuxtaarticular, desflecamiento de los<br />
bordes,<br />
etc (Figura 15.14). Junto con<br />
estos signos radiográficos directos,<br />
pueden observarse otros indirectos<br />
como pueden<br />
ser pequeñas avulsiones<br />
del tubérculo de los<br />
adductores y/o<br />
lesiones por estrés en la articulación<br />
sacroilíaca.<br />
Otra proyección radiográfica útil en el<br />
esclarecimiento de esta entidad, es la<br />
anteroposterior de pelvis en apoyo<br />
monopodal. Con ella se comprueba a<br />
nivel de la sínfisis<br />
del pubis, si existe o<br />
no, un desplazamiento<br />
anormal de una<br />
hemipelvis con respecto a la otra<br />
Otras<br />
exploraciones complementarias de<br />
gran valor son la gammagrafía ósea<br />
(GGO) y la TAC. Con la GGO,
podemos comprobar la captación del<br />
radioisótopo en la región objeto de<br />
estudio, lo que indicaría la presencia de<br />
cambios inflamatorios, mientras que<br />
con<br />
la TAC, descartamos patologías<br />
asociadas como fracturas por estrés de<br />
las<br />
ramas pélvicas, procesos<br />
infecciosos, etc. En este aspecto, es<br />
siempre conveniente practicar de forma<br />
rutinaria una analítica completa con<br />
VSG,<br />
pues puede orientarnos de la<br />
presencia de una infección,<br />
aún cuando<br />
en caso de duda es preferible practicar<br />
una punción diagnóstica.<br />
Figura 15.14. Signos radiográficos de la<br />
osteítis del pubis. Junto con el<br />
desflecamiento e irregularidad de la sínfisis,<br />
puede observarse una esclerosis de las<br />
ramas pélvicas yuxtaarticulares.<br />
15.1.3.4. Tratamiento:<br />
El tratamiento de la osteítis del pubis<br />
de orígen mecánico incluye toda una<br />
serie de medidas conservadoras como<br />
son la aplicación de electroterapia,<br />
ejercicios de estiramiento pasivo,<br />
prescripción de AINES e infiltraciones<br />
con cortisona. La efectividad de cada<br />
uno de estos tratamientos aún no ha<br />
sido v alidado científicamente,<br />
aunque<br />
el<br />
consenso generalizado es el de<br />
actuar de forma no traumática. El<br />
reposo temporal de las actividades<br />
deportivas y la utilización de zapatos<br />
con<br />
cámara de aire que amortiguan<br />
los<br />
esfuerzos<br />
de compresión en la sínfisis<br />
púbica, son otras de las<br />
modalidades<br />
terapéuticas a realizar. Sin embargo, si<br />
después de un periodo no inferior a los<br />
330<br />
9 meses, el paciente continúa con<br />
molestias, está indicado el tratamiento<br />
quirúrgico. Al respecto, existen varias<br />
técnicas a realizar, desde la resección<br />
trapezoidal de la sínfisis a la artrodesis<br />
de la misma (Figura 15.15).<br />
Figura 15.15. Tratamiento quirúrgico de la<br />
osteítis del pubis. A) resección trapezoidal<br />
de<br />
la sínfisis. B) artrodesis.<br />
15.2. RODILLA<br />
15.2.1. Quiste poplíteo de Baker<br />
15.2.1.1.Introducción:<br />
La aparición de un quiste sinovial en la<br />
parte posterior de la rodilla, en el<br />
denominado hueco polpíteo, da lugar a<br />
lo que se conoce como quiste de Baker<br />
(Figura 15.16).<br />
Figura 15.16. Quiste de Baker.<br />
15.2.1.2. Etiología:<br />
Aunque una gran mayoría de quistes<br />
de Baker se diagnostican de manera<br />
fortuita tras la realización de una RMN<br />
de la rodilla, efectuada por otros<br />
motivos (ej.: rotura de menisco), es<br />
frecuente observarlo en pacientes con<br />
artrosis, artritis reumatoide y/o gota, es<br />
decir, con una enfermedad articular<br />
preexistente.
15.2.1.3. Diagnóstico:<br />
El paciente suele consultar por una<br />
molestia vaga a nivel del hueco<br />
poplíteo, ya sea espontáneamente o<br />
después de realizar un esfuerzo físico<br />
(correr, excursión, etc). Asimismo, la<br />
aparición de una tumoración<br />
acompañante, es lo que hace que se<br />
acuda al médico. Dicha tumoración,<br />
suele situarse en la<br />
cara interna del<br />
hueso poplíteo, de consistencia blanda,<br />
no adherente a los planos superficiales<br />
pero sí a los profundos y que<br />
habitualmente no es dolorosa a la<br />
presión. Sin embargo, en ocasiones<br />
puede producirse su ruptura<br />
espontánea, vaciando su contenido<br />
( líquido sinovial) hacia las partes<br />
distales, simulando el dolor que<br />
produce<br />
una tromboflebitis<br />
(Figura 15.17).<br />
Figura 15.17. Localización habitual del<br />
quiste de Baker (A), el cual puede<br />
romperse espontáneamente y vaciar su<br />
contenido hacia las partes distales de la<br />
pierna, simulando con su dolor un cuadro<br />
clínico compatible con tromboflebitis (B).<br />
Si bien la localización y características<br />
de la tumoración, son suficientes<br />
criterios para llegar al diagnóstico de<br />
quiste de Baker, es preciso completar<br />
el estudio mediante radiografías de la<br />
rodilla con el fin de descartar patología<br />
asociada (artrosis, artritis,<br />
osteocondritis disecante, etc), Sin<br />
embargo, otros estudios por la imagen,<br />
como son la ecografía y/o la RMN, sí<br />
van a permitir su confirmación<br />
diagnóstica (Figura 15.18).<br />
Figura 15.18. RMN de un quiste poplíteo.<br />
331<br />
15.2.1.4. Tratamiento:<br />
En general y más cuando son<br />
pequeños,<br />
los quistes de Baker no<br />
requieren de ningún tratamiento.<br />
La<br />
mayoría de las veces constituyen<br />
un<br />
hallazgo casual por parte del paciente,<br />
el cual consulta más por la tumoración<br />
que por las molestias que le ocasiona.<br />
En el momento en que conoce su<br />
carácter benigno, deja de preocuparle.<br />
Sin embargo, en ocasiones el quiste es<br />
muy voluminoso y provoca sensación<br />
de cansancio e incluso de hormigueos<br />
en<br />
la parte distal de la pierna, como<br />
consecuencia de la compresión que<br />
ejerce sobre las ramas del nervio<br />
ciático poplíteo. En estos casos es<br />
aconsejable su exéresis quirúrgica<br />
(Figura<br />
15.19).<br />
Figura 15.19. Exéresis de un quiste de<br />
Baker.<br />
A tener en cuenta<br />
que debe de<br />
realizarse<br />
una buena sutura capsular a<br />
nivel de la brecha por la que se ha formado<br />
el quiste, ya que de lo contrario puede<br />
recidivar.
15.2.2. Tendinitis rotuliana<br />
15.2.2.1. Introducción:<br />
La tendinitis rotuliana, también llamada<br />
“rodilla del saltador”, constituye la<br />
causa más frecuente de dolor en la<br />
cara anterior de la rodilla. Se trata de<br />
una degeneración tendinosa en la zona<br />
de inserción del tendón rotuliano en su<br />
unión a la patela (Figura 15.20).<br />
Figura 15.20. Tendinitis rotuliana. La<br />
degeneración parcial de la inserción del<br />
tendón rotuliano a la patela<br />
causa su<br />
inflamación crónica.<br />
15.2.2.2. Etiología:<br />
La causa de le tendinitis rotuliana suele<br />
ser un traumatismo repetitivo crónico<br />
que tensa de manera anormal la<br />
inserción patelar del tendón. Deportes<br />
como<br />
la carrera o el salto de longitud,<br />
favorecen la aparición de esta<br />
patología, aunque en ocasiones suele<br />
no existir un antecedente traumático<br />
claro.<br />
15.2.2.3. Diagnóstico:<br />
El dolor localizado en la cara anterior<br />
de la rodilla después de una actividad<br />
física, suele ser el síntoma principal. A<br />
la exploración física, existe un dolor<br />
selectivo en el polo inferior de la rótula,<br />
justo en la unión tendinoósea. Por lo<br />
demás, no existe derrame ni<br />
inestabilidad ligamentosa y, el estudio<br />
332<br />
radiográfico estándar, no revela<br />
ninguna otra anomalía. Otros estudios<br />
por la imagen, como la RMN, pueden<br />
poner de manifiesto la inflamación<br />
(Figura 15.21).<br />
Figura 15.21. RMN de la rodilla en la que<br />
se observa un aumento de la señal en la<br />
zona de inserción del tendón rotuliano<br />
(flecha), compatible con tenidinits.<br />
15.2.2.4. Tratamiento:<br />
El primer objetivo del<br />
tratamiento<br />
es<br />
dejar<br />
descansar el tedón<br />
mediante el<br />
reposo, la modificación de la actividad,<br />
el entrenamiento progresivo. Sin<br />
embargo, en caso de persistir<br />
la<br />
sintomatología están indicadas<br />
las<br />
infiltraciones locales con corticoides.<br />
15.2.3. Bursitis rotuliana<br />
15.2.3.1. Introducción:<br />
La bursitis rotuliana es la inflamación<br />
de la bolsa serosa situada por delante<br />
de la rótula (Figura 15.22).<br />
Figura 15.22. Situación anatómica de la<br />
bolsa serosa prerotuliana.
15.2.3.2. Etiología:<br />
La bursitis rotuliana, casi siempre suele<br />
ser secundaria a un traumatismo, ya<br />
sea éste agudo o como consecuencia<br />
de roces repetidos. En ocasiones, el<br />
orígen es bacteriano, generalmente por<br />
una infección de vecindad<br />
(erosión,<br />
herida, quemadura, etc) (Figura<br />
15.23).<br />
Figura 15.23. Etiología de la bursitis<br />
rotuliana. A) traumática. B) bacteriana.<br />
15.2.3.3. Diagnóstico:<br />
En las bursitis de orígen traumático, la<br />
tumoración, más que el dolor, es el<br />
signo más característico. Esta, de<br />
tamaño variable, es blanda y<br />
depresible, estando situada<br />
inmediatamente por debajo de la piel<br />
que cubre la parte anterior de la rótula,<br />
deformando la morfología de la rodilla.<br />
El estudio radiográfico es normal, no<br />
siendo necesarias otras exploraciones por cuanto el diagnóstico clínico no<br />
ofrece dudas. En los casos en los que<br />
la bursitis es de orígen bacteriano,<br />
junto con la tumoración, se presentan<br />
los otros signos de infección, es decir,<br />
dolor, inflamación y aumento de la<br />
temperatura local. Asimismo, no es raro<br />
observar signos generales de infección,<br />
como fiebre y escalofríos.<br />
15.2.3.4. Tratamiento:<br />
En las bursitis de orígen traumático,<br />
la<br />
aplicación<br />
de frío local y la<br />
administración<br />
de AINES, suele ser<br />
suficiente<br />
para hacer desaparecer el<br />
líquido<br />
existente dentro de la bolsa<br />
serosa.<br />
Sin embargo, ello puede tardar<br />
varias<br />
semanas, con lo que la bolsa<br />
serosa<br />
tiende a hipertrofiarse, en cuyo<br />
caso, siempre existe un engrosamiento<br />
en la cara anterior de la rodilla que<br />
puede ser molesto por el roce que ello<br />
333<br />
provoca al arrodillarnos. En estos<br />
casos se aconseja su extirpación<br />
quirúrgica.<br />
Diferente tratamiento tienen<br />
las<br />
bursitis<br />
de orígen séptico, es decir,<br />
cuando<br />
el contenido de la bursa es pus.<br />
En estos casos se aconseja la punción<br />
evacuadota, la inmovilización de la<br />
extremidad con una férula posterior de<br />
yeso y la administración de antibióticos,<br />
acorde al estudio del gram y cultivo del<br />
líquido aspirado. En los casos en los<br />
que se ha demorado la evacuación del<br />
pus, éste puede estar tabicado y, en<br />
consecuencia, poco probable de ser<br />
aspirado del todo<br />
con aguja. Por ello,<br />
es recomendable el drenaje quirúrgico<br />
del material purulento. Posteriormente,<br />
y una vez curada la infección, se<br />
procederá a la exeresis quirúrgica<br />
de la<br />
bursa.<br />
15.2.4. Síndrome de la cintilla<br />
iliotibial a nivel distal<br />
15.2.4.1. Introduccoión:<br />
Al igual como ocurría con la cadera en<br />
resorte, la cintilla iliotibial a nivel distal<br />
puede hacer resalte y rozar<br />
continuadamente a nivel del cóndilo<br />
femoral externo (Figura 15.24).<br />
Figura 15.24. Anatomía de la cintilla<br />
iliotibial y el deslizamiento que realiza<br />
durante el movimiento de flexoextensión de<br />
la rodil la.<br />
15.2.4.2. Etiología:<br />
En general, no se trata de un proceso<br />
ocasionado por un traumatismo único,<br />
sino que es el resultado de un roce<br />
crónico de la cintilla, la cual provoca la<br />
inflamación de la bursa situada entre la
misma y el cóndilo femoral externo.<br />
Actividades deportivas como el<br />
ciclismo, los corredores<br />
de fondo y<br />
todos<br />
aquellos que requieran de una<br />
flexoextensión de la rodilla<br />
continuada,<br />
pueden presentar dicho síndrome<br />
(Figura 15.25).<br />
Figura 15.25. Localización de la bursa<br />
inflamada en el síndrome de la cintilla<br />
iliotibial.<br />
15.2.4.3. Diagnóstico:<br />
El dolor es el principal signo de la<br />
afección. Suele<br />
localizarse en la cara<br />
lateral<br />
de la rodilla, encima mismo del<br />
cóndilo femoral externo, y se irradia<br />
tanto<br />
en sentido proximal<br />
como distal<br />
(Figura 15.26).<br />
Figura 15.26. Distribución del dolor en el<br />
paciente<br />
con un síndrome de la cintilla<br />
iliotibial.<br />
334<br />
15.2.4.4. Tratamiento:<br />
Es básicamente conservador, con<br />
medidas locales como electroterapia y<br />
administración de AINES. En<br />
ocasiones, se hace necesaria la<br />
infiltración con corticoides en la bursa<br />
inflamada.<br />
15.2.5. Síndrome de Pellegrini-Stieda<br />
15.2.5.1. Introducción:<br />
Se trata de una calcificación del<br />
ligamento lateral interno de la rodilla.<br />
15.2.5.2.<br />
Etiología:<br />
Casi siempre existe un traumatismo y/o<br />
un esguince del ligamento lateral<br />
interno previos. A veces, la<br />
sintomatología no aparece tras muchos<br />
años de poducirse el accidente.<br />
15.2.5.3. Diagnostico:<br />
Se trata de un paciente adulto que<br />
consulta por dolor en la cara interna de<br />
la rodilla pero con un punto exquisito<br />
álgido situado en la inserción condílea<br />
del ligamento lateral interno. La<br />
movilidad no está afectada, ni existen<br />
signos de derrame articular ni de<br />
inestabilidad. El antecedente<br />
traumático, incluso años antes,<br />
permiten sospechar la patología a la<br />
que nos estamos refiriendo.<br />
El estudio radiográfico es<br />
característico, fundamentalmente en la<br />
proyección anteroposterior, pues se<br />
observa<br />
una imagen calcificante en el<br />
sitio de inserción del ligamento<br />
colateral<br />
interno (Figura 15.27).<br />
Figura 15.27. Enfermedad de Pellegrini-<br />
Stieda. Obsérvese la imagen calcificante,<br />
dependiente del ligamento colateral interno,<br />
en su inserción al cóndilo interno.
15.2.5.4. Tratamiento:<br />
En general, el proceso inflamatorio<br />
desencadenante no tiene relación con<br />
los esfuerzos sino más bien con los<br />
cambios barométricos. Es por ello que<br />
el dolor no suele durar demasiado<br />
tiempo, aunque cuando aparece es de<br />
intensidad moderada que dificulta la<br />
vida diaria. En estos casos, la<br />
aplicación de crioterapia<br />
y la<br />
administración de AINES por espacio<br />
de 7-10 días, es suficiente para aliviar<br />
la la sintomatología. En caso de no ser<br />
así, cabe la posibilidad de practicar una<br />
infiltración con corticoides en el sitio de<br />
inserción del ligamento.<br />
15.3. TOBILLO<br />
15.3.1. Fascitis plantar<br />
15.3.1.1. Introducción:<br />
La fascitis plantar, que se le asocia<br />
a<br />
menudo con e l espolón<br />
de calcáneo,<br />
representa<br />
la causa más frecuente del<br />
dolor de talón ó talalgia (Figura 15.28).<br />
Figura 15.28. Localización<br />
del dolor en la<br />
fascitis plantar (flecha).<br />
15.3.1.2. Etiología:<br />
La fascitis plantar suele<br />
desencadenarse por<br />
microtraumatismos repetidos, como es<br />
el de haber caminado durante mucho<br />
tiempo ó después de una excursión al<br />
pisar por un terreno desigual. Sin<br />
embargo, en ocasiones no existe un<br />
antecedente claro, aunque puede<br />
observarse<br />
algún factor de riesgo como<br />
puede<br />
ser la presencia de un pie cavo<br />
o plano, o un cambio de calzado, etc.<br />
335<br />
15.3.1.3. Diagnóstico:<br />
El dolor es el signo característico, el<br />
cual se localiza típicamente en la<br />
inserción de la fascia con el calcáneo a<br />
nivel de la parte interna del talón. En<br />
cuanto a los estudios por la imagen, la<br />
radiología<br />
del talón<br />
no<br />
revela ninguna anomalía, aun<br />
cuando<br />
en el 50 % de los casos suele<br />
objetivarse,<br />
en la proyección de perfil,<br />
un<br />
espolón del calcáneo (Figura 15.29).<br />
Figura 15.29. Imagen radiográfica de un<br />
espolón de calcáneo.<br />
Sin embargo, la presencia de un<br />
espolón de calcáneo en personas<br />
asintomáticos es muy frecuente. Otra<br />
exploración a tener en cuenta<br />
es la<br />
RMN, pues en ausencia de un espolón,<br />
permite confirmar el diagnóstico de<br />
fascitis<br />
(Figura 15.30).<br />
Figura 15.30 Imagen por RMN de una<br />
fascitis plantar.<br />
15.3.1.4. Tratamiento:<br />
Como quiera que el dolor es producido<br />
por un factor irritativo crónico, el<br />
principal objetivo del tratamiento es<br />
evitar una presión
excesiva a dicho nivel. Así, la<br />
colocación de taloneras de descarga y<br />
utilizar un calzado suave y cómodo es<br />
primordial. Para vencer los signos<br />
inflamatorios locales, es útil la<br />
aplicación de electroterapia (onda corta<br />
y ultrasonidos) y AINES, tanto por vía<br />
tópica como sistémica. Si con dichas<br />
medidas no se consiguiera solucionar<br />
el problema, se recomienda la<br />
infiltración local con cortisona. En<br />
contados casos la patología persiste y<br />
si ello fuera así, está justificada la<br />
intervención quirúrgica, la cual,<br />
consiste en la desinserción de la fascia<br />
plantar y la exéresis del espolón<br />
calcáneo ( si lo hubiera) (Figura 15.31).<br />
Figura 15.31. Tratamiento quirúrgico de la<br />
fascitis plantar. En el recuadro de la<br />
izquierda se esquematiza la desinserción<br />
de la fascia en su unión al calcáneo. En el<br />
caso de existir un espolón del mismo, está<br />
justificada su exéresis.<br />
15.3.2.<br />
Enfermeda d de<br />
Haglund<br />
15.3.2.1. Introducción:<br />
La<br />
enfermedad de Haglund<br />
consiste en<br />
una<br />
prominencia ósea situada en la<br />
parte<br />
superior y posterior del calcáneo<br />
que<br />
causa un roce crónico con el<br />
tendón de Aquiles y, en consecuencia,<br />
la aparición de dolor en la parte<br />
posterior del talón (Figura 15.32).<br />
336<br />
Figura 15.32. Esquema que muestra la<br />
prominencia ósea del calcáneo, causante<br />
del roce crónico con el tendón de Aquiles.<br />
15.3.2.2. Etiología:<br />
El contorno del<br />
calcáneo no es siempre<br />
el mismo en la población general. Ello<br />
hace que, aquellas personas con la<br />
parte posterior del hueso prominente,<br />
puedan presentar un roce excesivo y<br />
continuado con el zapato, dando lugar<br />
a la aparición de una<br />
callosidad en el<br />
sitio de inserción del tendón. La<br />
cronicidad de<br />
este roce puede, además, inflamar la<br />
bolsa serosa que se encuentra entre el<br />
tendón y la piel, provocando aún más<br />
dolor (Figura 15.33).<br />
Figura 15.33. Patogénesis de la<br />
enfermedad de Haglund.
15. 3.2.3. Diagnóstico:<br />
La sintomatología y la clínica no ofrece<br />
dudas, al observarse y palparse una<br />
prominencia ósea en la parte posterior<br />
del calcáneo, que es dolorosa al tacto.<br />
En los casos de larga evolución, puede<br />
verse una hiperqueratosis a dicho nivel<br />
(callosidad) e inflamación local, que<br />
hace aumentar más la deformidad<br />
existente (Figura 15.34).<br />
Figura 15.34. Aspecto clínico que ofrece la<br />
enfermedad de Haglund. Obsérvese<br />
el<br />
aumento del diámetro de la parte posterior<br />
del talón, con signos evidentes de<br />
inflamación e hiperqueratosis localizadas.<br />
El exámen radiográficio suele ser<br />
concluyente pues se observa la<br />
prominencia ósea antes comentada<br />
(Figura 15.35).<br />
Figura 15.35. Aspecto radiográfico que<br />
ofrece la enfermedad de Haglund.<br />
15.3.2.4. Tratamiento:<br />
Inicialmente debe procurarse que el<br />
zapato no roce excesivamente la parte<br />
posterior del talón. Asimismo, se<br />
337<br />
aplicarán medidas locales como<br />
crioterapia<br />
y electroterapia con el fin de<br />
desinflamar la bursa calcánea. En<br />
aquellos casos en los que estas<br />
medidas fracasen, está justificado la<br />
resección quirúrgica de la prominencia<br />
ósea del calcáneo (Figura 15.36).<br />
Figura 15.36. Resección quirúrgica de<br />
la prominencia ósea del calcáneo.<br />
15.3.3. Tendinitis del Aquiles<br />
15.3.3.1. Introducción:<br />
El tendón de Aquiles consiste en una<br />
estructura<br />
fibrosa que conecta los<br />
músculos de la pantorilla (gastrocnemio<br />
y sóleo) con el talón (Figura 15.37).<br />
Cuando dichos músculos se contraen,<br />
tiran de su tendón conjunto (Aquiles) y<br />
con ello, elevan el talón. La inflamación<br />
crónica de tendón conlleva a su<br />
degeneración y fibrilación<br />
del mismo.<br />
Figura 15.37. Anatomía del tendón de<br />
Aquiles. Como se observa, éste está<br />
formado por la unión de las inserciones<br />
distales de los músculos gastrocnemio y<br />
sóleo.<br />
15.3.3.2. Etiología:<br />
Si bien puede aparecer la tendinitis<br />
después de un esfuerzo agudo, lo<br />
común es que aparezca como
consecuencia de un traumatismo<br />
repetitivo crónico (marcha atlética,<br />
carrera, etc). En algunos casos, la<br />
causa puede ser metabólica, como<br />
consecuencia de depósitos de cristales<br />
de ácido úrico.<br />
15.3.3.3. Diagnóstico:<br />
El exámen clínico cuidadoso permite<br />
certificar<br />
el diagnóstico. En este<br />
contexto, el dolor localizado<br />
y la<br />
tumefacción, tanto visible como<br />
palpable, se locali zan en el mismo<br />
tendón. Esto es importante, por cuanto<br />
otro cuadro patológico del talón como<br />
es la bursitis del calcáneo puede dar<br />
lugar a una sintomatología muy similar,<br />
aunque en esta última, el dolor se<br />
localiza en la zona más alta de la<br />
tuberosidad del calcáneo<br />
(Figura<br />
15.38).<br />
Figura 15.38. Diagnóstico diferencial de la<br />
tendinitis del Aquiles. Mientras que el dolor<br />
y la tumefacción se localizan en la misma<br />
sustancia tendinosa, en la bursitis<br />
calcánea, el dolor y la inflamación<br />
se<br />
localizan en la cara posterior del talón.<br />
La exploración radiográfica, suele ser<br />
anodina, aunque es preciso practicarla<br />
para descartar otras causas, como es<br />
la enfermedad de Haglund.<br />
338<br />
En cuanto a otras exploraciones por la<br />
imagen, la RMN puede ser de gran<br />
ayuda, pues en caso de duda, permite<br />
objetivar el engrosamiento del tendón<br />
y/o la presencia de microroturas del<br />
mismo (Figura 15.39).<br />
Figura<br />
15.39. RMN de una tendinitis del<br />
tendón de Aquiles. Obsérvese la diferencia<br />
de<br />
señal entre el tendón<br />
sano (línea azul) y<br />
el<br />
tendón patológico (línea roja).<br />
15.3.3.4.<br />
Tratamiento:<br />
En<br />
las fases agudas del padecimiento,<br />
se<br />
han de administrar AINES y se debe<br />
aplicar crioterapia en la zona inflamada.<br />
Las infiltraciones con corticoides están<br />
contraindicadas pues podrían debilitar<br />
aún más el tendón y favorecer su<br />
ruptura. Asimismo, se evitará en lo<br />
posible sobrecargar la extremidad<br />
afecta, con reposo relativo. Un artilugio<br />
que puede favorecer la curación del<br />
proceso es el colocar una pequeña alza<br />
de 1 cm en el talón, pues con ello se<br />
relaja el mismo evitando su tracción<br />
excesiva.<br />
Si con dichos tratamientos no se<br />
solucionara el problema, está indicada<br />
la cirugía. En este sentido, se<br />
procederá a la sección y resección del<br />
paratendón patológico así como<br />
aquellas<br />
zonas tendinosas<br />
degeneradas. Finalmente se practica<br />
una serie de incisiones longitudinales<br />
sobre el tendón (peinaje) con la<br />
finalidad de estimular su reparación<br />
(Figura 15.40)
Figura 15.40. Cirugía de la tendinitis del<br />
Aquiles. Después de proceder a la<br />
resección del paratendón y de las zonas<br />
patológicas<br />
del tendón, se procede a su<br />
peinaje.<br />
15.3.4.<br />
Disfunción del tendón del<br />
tibial posterior<br />
15.2.4.1. Introducción:<br />
Debido a la utilización constante del<br />
pie, es frecuente la presentación de<br />
procesos tendiníticos<br />
a dicho nivel,<br />
siendo el tibial posterior<br />
a su paso por<br />
el estrecho túnel osteofibroso<br />
retromaleolar tibial, el más<br />
comúnmente afectado (Figura 15.43).<br />
Figura 15.43. Esquema de la inflamación<br />
del tendón tibial posterior.<br />
15.2.4.2. Etiología:<br />
La disfunción del tibial posterior puede<br />
aparecer durante el curso de la artritis<br />
reumatoide, en atletas, como lesión de<br />
sobrecarga, en la mujer menopausica y<br />
obesa, como fenómeno degenerativo o<br />
tener un orígen traumático (sección<br />
directa del tendón a nivel perimaleolar).<br />
339<br />
En el caso de producirse la ruptura<br />
total, ya sea de orígen degenerativo y/o<br />
traumático, se desarrolla un pie planovalgo.<br />
La deformidad suele ser<br />
unilateral o, en todo caso, aparece una<br />
clara asimetría:<br />
el pie afecto puede<br />
llegar a una deformidad muy exagerada<br />
con una gran prominencia del arco<br />
interno y una pronación de todo el pie.<br />
15.2.4.3. Diagnóstico:<br />
En el caso de inflamación y<br />
degeneración del tendón, sin rotura, el<br />
dolor y la inflamación localizada en la<br />
zona retromaleolar del lado medial del<br />
tobillo, son los signos más<br />
característicos. En cambio, en los<br />
casos donde ya existe la ruptura del<br />
tendón, se produce un pie plano, con<br />
valgo del retropié, abducción del<br />
mediopie y pronación del antepié<br />
(Figura 15.44).<br />
Figura 15.44. Aspecto clínico de un pie con<br />
ruptura crónica del tibial posterior.<br />
Obsérvese<br />
el valgo del talón, aplanamiento<br />
del arco interno del p ie y la inflamación<br />
localizada<br />
por detrás del maleolo<br />
tibial.<br />
En este último aspecto, la pronación<br />
del pie origina que, al inspeccionar al<br />
paciente, mirándolo desde el<br />
talón,<br />
podamos<br />
ver más dedos en el pie<br />
afecto que en el contralateral<br />
(signo de<br />
los dedos de más). Asimismo, el pie se<br />
hace tremendamente doloroso y<br />
destaca la dificultad para conseguir una<br />
buena fase de despegue en la marcha<br />
y la carrera). Funcionalmente hay una<br />
imposibilidad de inversión del talón al<br />
colocarse el paciente de puntillas y una<br />
pérdida de<br />
la capacidad de supinar el
pie. El diagnóstico muchas veces es<br />
intraoperatorio, aún cuando<br />
puede<br />
apreciarse mediante la RMN. En ella,<br />
podremos observar la presencia de<br />
líquido en el interior de la vaina del<br />
tibial posterior así como la existencia o<br />
no de una rotura del mismo, ya sea de<br />
espesor parcial o total (Figura 15.45).<br />
Figura 15.45. Corte coronal por RMN de<br />
una tendinitis del tibial posterior.<br />
A) la<br />
flecha blanca indica el<br />
aumento de grosor<br />
del tendón del tibial posterior,<br />
mientras que<br />
las flechas blancas delimitan el área de<br />
inflamación de las partes blandas<br />
adyacentes a la piel. B) RMN coronal de un<br />
tobillo normal para que pueda compararse<br />
con el patológico. (1) Tibial posterior. (2)<br />
Flexor comun de los dedos. (3) Flexor largo<br />
del dedo gordo. (4) Peroneo corto. (5)<br />
Peroneo largo. (6) Tibial anterior. (7)<br />
Extensor del dedo gordo. (8) Extensor<br />
común de los dedos. (9) Peroneo accesor io<br />
(no<br />
presente en todas las personas).<br />
15.2.4.4. Tratamiento:<br />
En las fases iniciales, el reposo<br />
deportivo<br />
o laboral así como la<br />
administración de AINES<br />
y aplicación<br />
de crioterapia en la zona inflamada,<br />
son las terapias a realizar. En aquellos<br />
casos en los que persistiera la clínica<br />
puede ser aconsejable la apertura de la<br />
vaina sinovial del tendón. Sin embargo,<br />
en el caso de que exista una rotura,<br />
debe realizarse la sutura del mismo o,<br />
en el caso de que ello no fuera posible,<br />
la transferencia tendinosa,<br />
generalmente proveniente del flexor<br />
común de los dedos (Figura 15.46).<br />
340<br />
Figura 15.46. Transferencia tendinosa del<br />
flexor común de los dedos al escafoides. A)<br />
sección del flexor común de los dedos. B)<br />
Creación de un túnel del escafoides con<br />
una broca. C) pasado del tendón desde la<br />
zona plantar a la zona dorsal del<br />
escafoides. D) Sutura del tendón sobre sí<br />
mismo.<br />
Finalmente, en aquellos casos en los<br />
que se ha producido un pie plano-valgo<br />
secundario,<br />
deberá considerarse la<br />
opción de una triple<br />
artrodesis<br />
(Figura 15.47).<br />
Figura 15.47. Técnica quirúrgica de la triple<br />
artrodesis. En ella se fusionan las<br />
articulaciones subastragalina, la<br />
astrágaloescafoidea y la calcáneocuboidea.<br />
Después de denudar<br />
las superficies<br />
cartilaginosas<br />
de las articulaciones citadas,<br />
se fijan con tornillos o con agujas de<br />
Kirschner.
15.4. PIE<br />
15.4.1. Escafoides accesorio<br />
15.4.1.1. Introducción:<br />
El escafoides tarsiano presenta<br />
frecuentemente una alteración<br />
morfológica consistente en una<br />
osificación accesoria en su polo medial,<br />
que condiciona una serie de síntomas y<br />
signos de incidencia variable y de<br />
diversa intensidad (Figura 15.48).<br />
Figura 15.48. Esquema del escafoides<br />
accesorio.<br />
15.4.1.2. Etiología:<br />
Falta de fusión del centro secundario<br />
de osificación del escafoides tarsiano.<br />
En consecuencia, persiste como hueso<br />
independiente aproximadamente en el<br />
5-10 % de la población normal.<br />
15.4.1.3. Diagnóstico:<br />
Existe<br />
una prominencia dolorosa en el<br />
borde interno del pie con inflamación ó<br />
bursitis acompañante, en la inserción<br />
del tibial posterior en el escafoides<br />
tarsiano. Sin embargo, la incidencia de<br />
los síntomas es relativamente baja en<br />
relación con esta prevalencia. En<br />
ocasiones, sobre todo en los pacientes<br />
más jóvenes, el motivo de la consulta<br />
es la aparición de pies planos valgos,<br />
con dolor localizado en la zona medial<br />
del pie, y la incapacidad de utilizar un<br />
calzado convencional.<br />
Desde el punto de vista radiográfico,<br />
se puede distinguir perfectamente el<br />
escafoides accesorio, separado del<br />
resto del hueso, en la parte más interna<br />
del mismo (Figura 15.49).<br />
341<br />
Figura<br />
15.49. Proyección anteroposterior<br />
del pie donde se observa el escafoides<br />
accesorio (cabeza de flecha).<br />
15.4.1.4. Tratamiento:<br />
Inicialmente, sobre todo en pacientes<br />
jóvenes,<br />
debe<br />
considerarse el<br />
tratamiento conservador, colocando en<br />
el<br />
zapa to soportes para el arco<br />
longitudinal o plantillas adecuadas. Si<br />
los síntomas persisten, hay indicación<br />
de tratamiento quirúrgico, consistente<br />
en<br />
la exéresis de la prominencia ósea y<br />
eventualmente restablecer<br />
la inserción<br />
del tibial posterior (Figura 15.50).<br />
Figura 15.50. Tratamiento quirúrgico del<br />
escafoides accesorio.
15.4.2. Neuroma de Morton<br />
15.4.2.1. Introducción:<br />
El neuroma interdigital de los dedos del<br />
pie, también conocido como “Neuroma<br />
de Morton”, es una entidad que se<br />
caracteriza por la inflamación (neuritis)<br />
de un nervio interdigital del pie,<br />
generalmente entre los metatarsianos<br />
tercero o cuarto (Figura 15.51).<br />
Figura 15.51. Esquema de un neuroma de<br />
Morton. Si bien puede localizarse en<br />
cualquier espacio interdigital, generalmente<br />
afecta al tercero, es decir, entre el tercer y<br />
cuarto metatarsianos.<br />
15.4.2.2. Etiología:<br />
Si bien la causa exacta es<br />
desconocida, el mecanismo mecánico<br />
de compresión por microtraumatismos<br />
repetidos, es la más frecuente.<br />
Predomina algo más en mujeres que<br />
en hombres, lo cual se ha atribuido al<br />
uso de tacón alto y zapatos estrechos,<br />
que facilitarían la compresión<br />
intermetatarsiana del nervio.<br />
15.4.2.3. Diagnóstico:<br />
Si bien el curso de esta entidad suele<br />
ser paulatino, en la mayoría de<br />
o casiones el dolor aparece de forma<br />
aguda, situado en la planta del<br />
antepie,<br />
a veces de características de calambre<br />
eléctrico. El dolor obliga a detenerse,<br />
sentarse,<br />
sacarse el calzado y tener<br />
342<br />
que efectuar un pequeño masaje en la<br />
zona álgida para que ésta ceda. La<br />
exploración física revela un punto<br />
selectivo de dolor a la<br />
presión entre las cabezas<br />
metatarsianas junto con un área de<br />
hipoestesia interdigital, dependiendo de<br />
la localización del neuroma<br />
(Figura 15.52).<br />
Figura<br />
15.52. Area de hipoestesia digital<br />
en un neuroma de Morton<br />
situado en el<br />
tercer espacio intermetatarsiano.<br />
Como estudios complementarios, la<br />
radiología suele ser anodina, pero es<br />
importante efectuarla para descartar<br />
patología asociada. En cambio, con la<br />
RMN, el diagnóstico suele ser<br />
concluyente pues se objetica<br />
con toda<br />
exactitud<br />
y localización del neuroma<br />
(Figura<br />
15.53).<br />
Figura 15.53. Imagen de un neuroma de<br />
Morton mediante RMN<br />
(flechas).<br />
15.4.2.4. Tratamiento:<br />
Como todo proceso inflamatorio, están<br />
indicados los AINES, aunque el cuadro<br />
clínico suele recidivar al dejar el<br />
tratamiento.<br />
Como terapias alternativas, se<br />
aconseja la utilización de una ortesis de
descarga para amortiguar la pisada, y<br />
las infiltraciones con cortisona. Estas<br />
últimas, practicadas en la zona<br />
intermetatarsiana afecta, suelen ser<br />
muy eficaces. Sin embargo, no deben<br />
realizarse más de tres en un periodo de<br />
1 año. Si después de estos métodos de<br />
tratamiento persistiera el cuadro álgido,<br />
está justificada la resección quirúrgica<br />
del neuroma, ya sea por vía dorsal o<br />
plantar (Figura 15.54).<br />
Figura 15.54. Técnica quirúrgica<br />
de la<br />
resección quirúrgica del neuroma de<br />
Morton por vía dorsal. A la derecha se<br />
observa la pieza quirúrgica correspondiente<br />
al neuroma (flechas) y cuyo orígen se<br />
puede ver claramente que procede del<br />
nervio interdigital (cabezas de flecha).<br />
15.4.3. Hallux valgus<br />
15.4.3.1. Introducción:<br />
También<br />
llamado “Juanete”, es la<br />
desviación lateral del primer dedo del<br />
pie que se acompaña de una<br />
prominencia medial de la cabeza del<br />
primer metatarsiano. En definitiva<br />
consiste en un trastorno de alineación<br />
del primer radio del pie, que condiciona<br />
una desviación del mismo en los tres<br />
planos del espacio y que, a su vez,<br />
altera<br />
su función estática y dinámica<br />
(Figura 15.55).<br />
Figura<br />
15.55. Esquema del Hallux Valgus.<br />
343<br />
15.4.3.2. Etiología:<br />
Las causas que pueden producir o<br />
desencadenar esta deformidad son<br />
múltiples y variadas, aunque las tres<br />
más importantes son:<br />
• Predisposición genética.<br />
• Enfermedades reumáticas.<br />
• Calzado inadecuado (tacón alto y<br />
estrecho en la punta).<br />
15.4.3.3. Patogenia:<br />
Una vez iniciada la desviación del<br />
dedo gordo, el músculo adductor -<br />
situado en la concavidad-, se retrae,<br />
desplazando lateralmente la base de la<br />
falange proximal sobre la cabeza<br />
metatarsiana, empujándolo en sentido<br />
medial (varo o adducción). Al mismo<br />
tiempo, la cápsula y el ligamento<br />
medial atenúan su acción, mientras que<br />
los ligamentos colaterales se retraen.<br />
La cabeza del<br />
primer metatarsiano<br />
desplazado<br />
medialmente, pierde su<br />
relación normal con los<br />
sesamoideos.<br />
El resultado final es una deformidad de<br />
la primer articulación<br />
metatarsofalángica con una<br />
prominencia medial de la cabeza<br />
metatarsiana, subluxación lateral de la<br />
falange, pronación del primer dedo y<br />
aumento del ángulo entre el primer y<br />
segundo metatarsianos. Se pierde la<br />
capacidad de carga del primer<br />
metatarsiano, la cual es transferida al<br />
resto de los metatarsianos, provocando<br />
sobrecarga y metatarsalgia.<br />
15.4.3.4. Diagnóstico:<br />
Por inspección se observa<br />
perfectamente<br />
la deformidad<br />
(Figura 15.56). Como síntomas<br />
acompañantes,<br />
el paciente refiere<br />
dificultad e imposibilidad<br />
de calzar<br />
zapatos normales, dolor a nivel del<br />
juanete e incluso la aparición de una<br />
bursitis a dicho nivel, hecho<br />
sumamente doloroso.<br />
La pérdida del soporte normal del<br />
primer metatarsiano provoca<br />
sobrecarga de los otros, con aparición<br />
de duricias a nivel de las cabezas del<br />
2º y 3º metatarsianos.
Figura 15.56. Imagen clínica de los pies de<br />
un paciente con Hallux Valgus bilateral.<br />
El estudio radiográfico permite valorar<br />
el grado de desviación de la falange<br />
proximal con respecto al metatarsiano,<br />
la forma de la cabeza – redondeada o<br />
aplanada -, la fórmula metatarsal así<br />
como el ángulo intermetatarsiano,<br />
fundamental cuando debe tratarse<br />
quirúrgicamente (Figura 15.57).<br />
Figura 15.57. Radiología del Hallux Valgus.<br />
344<br />
15.4.3.5. Tratamiento:<br />
La mayoría de los adolescentes con<br />
deformidad en hallux valgus no<br />
requieren un tratamiento quirúrgico,<br />
debiendo por el contrario adoptar<br />
medidas conservadoras que tiendan a<br />
evitar la progresión de la deformidad,<br />
tales como soportes para el arco en<br />
pies planos, calzado de horma ancha,<br />
colocación de un espaciador de silicona<br />
entre el primer y segundo dedos, etc.<br />
(Figura 15.58).<br />
Figura 15.58. Espaciador de silicona para<br />
el tratamiento de los Hallux valgus flexibles.<br />
Sin embargo, cuando la deformidad ya<br />
está establecida y provoca dolor, son<br />
varias las técnicas quirúrgicas para<br />
solucionar el problema. Sin embargo,<br />
todas ellas pretenden<br />
fundamentalmente<br />
corregir el varismo<br />
del primer metatarsiano,<br />
respetando la<br />
integridad articular, recentrando los<br />
sesamoideos y recuperando el<br />
equilibrio muscular alterado, por la<br />
insuficiencia del primer radio que estas<br />
deformidades conllevan. En definitiva,<br />
deben lograr un efecto valguizante y<br />
estabilizador. Dentro de ellas se<br />
encuentra la denominada osteotomía<br />
diafisaria de ensamblaje, denominada<br />
en “scarf”, la cual consiste en una larga<br />
osteotomía horizontal que divide en dos<br />
el metatarsiano, ofreciendo varias<br />
posibilidades de desplazamiento del<br />
fragmento distal o cefálico. Asimismo,<br />
esta osteotomía permite una síntesis
muy sólida, la cual suele efectuarse<br />
con tornillos de pequeños fragmentos a<br />
nivel de metatarsiano y con una grapa<br />
de memoria a nivel de la falange<br />
proximal (Figura 15.59).<br />
Figura 15.59. Corrección quirúrgica del<br />
Hallux valgus mediante la ostetomía<br />
metatarsiana en scarf.<br />
El exámen radiográfico posterior,<br />
permite comprobar la corrección de la<br />
deformidad (Figura 15.60).<br />
Figura 15.60. Resultado radiográfico de la<br />
corrección quirúrgica del Hallux valgus. A)<br />
imagen preoperatoria. B) imagen<br />
postoperatoria.<br />
El otro método quirúrgico para el<br />
Hallux valgus es la osteotomía de<br />
Chevron, la cual consiste en una<br />
osteotomía valguizante del primer<br />
metatarsiano, ya sea a nivel del cuello<br />
o<br />
de su diáfisis. En definitiva, consiste<br />
en la reducción del varismo del primer<br />
metatarsiano y corrección del eje<br />
mecánico. Esta técnica está indicada<br />
principalmente en pacientes jóvenes<br />
345<br />
con<br />
buena calidad ósea y con ángulos<br />
metatarsofalángicos de hasta 30º e<br />
intermetatarsianos<br />
(Figura 15.61).<br />
de hasta 15º<br />
Figura 15.61. Osteotomía de Chevron. A) a<br />
nivel del cuello. B) a nivel diafisario.<br />
15.4.4. Hallux rigidus<br />
15.4.4.1.<br />
Introducción:<br />
Es una entidad caracterizada por<br />
presentar un dolor permanente en la<br />
articulación metatarsofalángica del<br />
primer dedo, que aumenta con el apoyo<br />
y la marcha, y se le asocia<br />
habitualmente una disminución de la<br />
moviliodad articular (Figura 15.62).<br />
Figura 15.62. Esquema del Hallux rígidus.<br />
Obsérvese la reacción osteofitaria de la<br />
articulación metatarsofalángica así como la<br />
disminución<br />
del espacio articular.
15.4.4.2. Etiología:<br />
La causa del Hallux rígidus suele ser<br />
traumática o postartrítica, aunque hay<br />
casos cuya etiología no está bien<br />
definida. Lo que sí es evidente es que<br />
el aumento anómalo de carga en la<br />
cabeza metatarsiana es la causa<br />
fundamental en el desarrollo de esta<br />
patología.<br />
15.4.4.3. Diagnóstico.<br />
Es raro que aparezca en pacientes<br />
jóvenes, siendo más normal en varones<br />
entre 40 y 60 años. Su síntoma<br />
principal es el dolor y la disminución y/o<br />
rigidez del movimiento articular de la<br />
primera articulación<br />
metatarsofalángica,<br />
sensación de crujidos.<br />
así como la<br />
La existencia de un bulto en la región<br />
dorsal es un signo relativamente<br />
frecuente, sobre todo en casos muy<br />
evolucionados. Sin embargo, es el<br />
estudio radiográfico quien nos<br />
confirmará el diagnóstico. En él<br />
podremos observar todos los signos<br />
típicos<br />
de la artrosis, es decir,<br />
disminución del espacio articular,<br />
esclerosis<br />
subcondral, presencia de<br />
osteofitos y quistes subcondrales<br />
(Figura 15.63).<br />
Figura 15.63. Exámen radiográfico del<br />
Hallux rigidus. A) proyección<br />
anteroposterior. B) proyección perfil.<br />
15.4.4.4. Tratamiento:<br />
Existen dos procedimientos quirúrgicos<br />
para tratar el hallux rigidus: 1) la<br />
artrodesis metatarsofalángica y 2) la<br />
osteotomía de Valenti.<br />
La artrodesis de la articulación<br />
metatarsofalángica produce muy<br />
346<br />
buenos resultados, aunque se pierde la<br />
capacidad de movimiento de la misma,<br />
lo cual puede ser un inconveniente en<br />
el momento del despegue del pie<br />
durante la marcha.<br />
La técnica de Valentí consiste en una<br />
osteotomía de la cabeza metatarsiana<br />
y de la base de la falange proximal,<br />
ambas oblicuas, que confluyen en una<br />
bisagra inferior, respetando el apoyo de<br />
los sesamoideos (Figura 15.64).<br />
Figura 15.64. Osteotomía de Valentí para<br />
el tratamiento del hallux rigidus. La zona<br />
cuadriculada es la zona de resección ósea.<br />
Esta técnica está indicada en casos<br />
avanzados donde existe prácticamente<br />
una anquilosis de esta articulación. En<br />
cualquier caso, es imprescindible iniciar<br />
una carga precoz con el objetivo de<br />
lograr la máxima movilidad de la<br />
articulación metatarsofalángica.<br />
Finalmente, debemos citar como<br />
tratamiento quirúrgico, la artroplastia de<br />
implante. Si bien es un método lógico<br />
de tratamiento, los resultados<br />
obtenidos<br />
a largo plazo son<br />
insatisfactorios.<br />
15.4.5. Metatarsalgias<br />
15.4.5.1.<br />
Introducción:<br />
Con<br />
este nombre se denomina aquella<br />
patología del pie que se refleja con<br />
dolor intermitente o constante en la<br />
parte plantar del pie antes del pliegue<br />
de los dedos. Es una problemática muy<br />
frecuente que va asociada a<br />
numerosas patologías del pie bien sean<br />
congénitas o adquiridas.<br />
También es motivo de metatarsalgias<br />
los pies que presentan hallux valgus<br />
(juanete) ya que al tener un primer<br />
metatarsiano corto, la impulsión recae<br />
preferentemente sobre los<br />
metatarsianos 2º, 3º y 4º. Toda<br />
anomalía en el repropie como: pies
cavos, valgos y/o planos, comportan en<br />
sí un deficiente despegue del pié del<br />
suelo durante la marcha con la<br />
consiguiente<br />
metatarsalgias.<br />
aparición de<br />
15.4.5.2. Etiología:<br />
Su aparición es más frecuente en las<br />
mujeres y ello es debido al uso de<br />
calzados inadecuados (calzados con<br />
talones altos y punteras estrechas) de<br />
forma continuada y al mayor deterioro<br />
de los mismos por los embarazos,<br />
menopausia etc. El hundimiento de los<br />
metatarsianos centrales o la anomalía<br />
anatómica en la longitud de los<br />
mismos, puede producir sobrecargas<br />
puntuales que pueden acabar con el<br />
desarrollo de una metatarsalgia. En<br />
estos casos, el dolor<br />
se manifiesta con<br />
mayor intensidad en el momento de<br />
impulsión del paso, que es cuando el<br />
antepié efectúa su mayor contribución<br />
durante la marcha, carrera o el salto.<br />
También es motivo de metatarsalgias,<br />
los pies que presentan Hallux valgus,<br />
ya que al tener un primer metatarsiano<br />
corto, la impulsión recae<br />
preferentemente sobre los<br />
metatarsianos 2º, 3º y 4º. Finalmente,<br />
las enfermedades reumáticas como es<br />
la artritis reumatoide, producen muy a<br />
menudo una metatarsalgia por<br />
destrucción articular de las<br />
articulaciones metatarsofalángicas.<br />
15.4.5.3. Diagnóstico:<br />
Inicialmente se aprecia una callosidad<br />
localizada en una o varias de las<br />
cabezas metatarsales. Con motivo de<br />
la presión que dichas cabezas efectúan<br />
sobre el suelo, la irrigación de esta<br />
zona de piel se ve comprometida y<br />
dicha isquemia provoca la muerte<br />
celular con la aparición<br />
de las células<br />
muertas (callosidades), así podemos<br />
entender que las callosidades son<br />
infartos dérmicos por isquemia<br />
compresiva (Figura 15.65).<br />
347<br />
Figura 15.65. Hiperqueratosis plantar<br />
situada por debajo de las cabezas de los<br />
metatarsianos en una paciente afecta de<br />
artritis reumatoide.<br />
En muchas ocasiones, cuando la<br />
metatarsalgia es de los radios<br />
centrales, suele coexistir con el dedo<br />
en supraductus (montado) o infraductus<br />
(por debajo) del metatarsiano afecto<br />
(Figura 15.66).<br />
Figura 15.66. Segundo dedo supraductus,<br />
como consecuencia de la deformidad del<br />
Hallux Valgus.<br />
15.4.5.4. Tratamiento:<br />
El tratamiento quirúrgico está indicado<br />
cuando<br />
los tratamientos conservadores<br />
(ortesis, calzados ortopédicos, etc) han<br />
fracasado y cuando el grado de<br />
malestar e invalidez así lo justifiquen.<br />
En este sentido, la cirugía tiene como<br />
objetivo, aligerar la presión que el<br />
metatarsiano ejercita sobre el suelo.<br />
Para ello, el método más utilizado es la<br />
osteotmía de Weil (Figura 15.67).
Figura 15.67. Osteotomía de Weil de las cabezas<br />
de<br />
los metatarsianos.<br />
15.4.6. Deformidades de los dedos<br />
del pie<br />
15.4.6.1. Introducción:<br />
La afección dolorosa de las<br />
articulaciones de los dedos del pie se<br />
debe a una compresión local de las<br />
mismas. La acción permanente de<br />
dicha compresión producirá una<br />
secuencia clínica de inflamación,<br />
deformidad, callosidad, higroma e<br />
incluso bursitis subcutánea. Las<br />
articulaciones afectas evolucionarán<br />
hacia la subluxación o luxación<br />
completa, originando deformidades<br />
diversas que, genéricamente se<br />
agrupan bajo el nombre de dedos en<br />
martillo o en garra.<br />
Se denomina dedo en martillo la<br />
deformidad en flexión de la articulación<br />
interfalángica proximal e hiperextensión<br />
de la interfalángica distal, mientras que<br />
el dedo en garra consiste en<br />
deformidad simultánea en flexión de<br />
ambas articulaciones interfalángicas<br />
(Figura 15.68).<br />
Figura 15.68. Deformidad de los dedos.<br />
348<br />
15.4.6.2. Etiología:<br />
La aparición aislada de dedos en<br />
garra en el antepié suele ir asociada<br />
con la existencia de un pie cavo ó<br />
cavovaro en el retropie. Asimismo, la<br />
utilización de zapatos inadecuados, es<br />
otro de los factores desencadenantes<br />
de esta deformidad.
Por lo que respecta a la etiología de los<br />
dedos<br />
en martillo puede ser múltiple y<br />
variada,<br />
pudiendo ser las causas de<br />
diverso orígen, entre las que destacan:<br />
• Trastosnos biomecánicos.<br />
• Neurológico.<br />
• Congénito.<br />
• Postraumático.<br />
• Yatrogénico.<br />
• Idiopático.<br />
15.4.6.3.<br />
Diagnóstico:<br />
No suele plantear ningún problema<br />
pues la deformidad en cada caso es<br />
característica. El paciente señala la<br />
deformidad y la mayoría de las veces<br />
se queja de dolor en la cabeza del<br />
metatarsiano correspondiente, signo de<br />
una metatarsalgia por luxación de la<br />
articulación metatarsofalángica que<br />
obliga al dedo a trabajar en malas<br />
condiciones<br />
mecánicas. Existe una<br />
callosidad o hiperqueratosis con<br />
higroma en las zonas de máximo roce<br />
con el zapato. En el dedo en martillo<br />
aparecerá sobre la prominencia<br />
que<br />
forma<br />
la articulación interfalángica<br />
proximal. Con frecuencia el callo se<br />
recalienta,<br />
dando orígen a bursitis,<br />
fistulización y osteoartritis muy<br />
dolorosas, que pueden ser<br />
especialmente graves en pacientes<br />
afectos<br />
de arteriopatías o diabetes. Sin<br />
embargo, lo habitual es que dichas<br />
deformidades se presenten en el<br />
contexto de otras deformidades a nivel<br />
del pie, especialmente en el Hallux<br />
valgus evolucionado.<br />
15.4.6.4. Tratamiento:<br />
Dependiendo<br />
de si la deformidad es<br />
flexible<br />
o rígida, el tratamiento a seguir<br />
var ía. En las deformidades flexibles, la<br />
utilización de un calzado con la horma<br />
ancha<br />
y la aplicación de una ortesis<br />
correctora/separadora<br />
en los dedos<br />
afectos,<br />
puede ser suficiente para<br />
evitar y controlar la deformidad<br />
(Figura<br />
15.69).<br />
349<br />
Figura 15.69. Ortesis correctora para los<br />
dedos en garra y/o en martillo flexibles.<br />
Si con dichas ortesis no fuera<br />
suficiente, puede corregirse la<br />
deformidad mediante la técnica de<br />
Girdlestone, consistente en la<br />
transferencia del tendón del flexor largo<br />
a la parte media y dorsal de la falange<br />
proximal (Figura 15.70).<br />
Figura 15.70. Operación de Girdlestone<br />
(ver texto). A) Anatomía normal. B)<br />
Sección del flexor largo del dedo (FLD) y<br />
confección de dos bandeletas. C)<br />
Transposición de las bandeletas, una a<br />
cada lado, al extensor largo del dedo<br />
(ELD).
Este procedimiento puede utilizarse en<br />
los dedos en garra en fase flexible, sin<br />
contractura de la articulación<br />
metatarsofalángica, así como en la<br />
deformidad en martillo. En cambio, en<br />
las deformidades rígidas, el<br />
tratamiento corrector quirúrgico puede<br />
agruparse en dos grupos: 1) la<br />
artrodesis de la articulación<br />
interfalángica proximal y, 2) la<br />
artroplastia de resección de la cabeza<br />
de la falange proximal. Ambas técnicas<br />
dan muy buenos resultados<br />
(Figura 15.71).<br />
Figura 15.71. Tratamiento quirúrgico del<br />
dedo en martillo.<br />
15.4.7. Quinto dedo en varo<br />
15.4.7.1. Introducción:<br />
Deformidad simétrica al Hallux valgus<br />
pero que afecta al quinto dedo. Se<br />
caracteriza por la existencia de: a)<br />
valgo del quinto metatarsiano; b)<br />
desviación hacia dentro del deo<br />
pequeño o quintus varus; c) exóstossi<br />
capitometatarsiana o “juanete de<br />
sastre”, y d) rotación más o menos<br />
marcada del dedo (Figura<br />
15.72).<br />
350<br />
Figura 15.72. Características del quinto<br />
dedo varo.<br />
15.4.7.2.<br />
Etiología:<br />
Dos<br />
son las causas del quinto dedo<br />
varo. La de etiología congénita, por<br />
retracción del tendón extensor y de<br />
causa mecánica, en relación con un<br />
síndrome de insuficiencia del primer<br />
radio, con sobrecarga de los<br />
metatarsianos centrales.<br />
15.4.7.3. Diagnóstico:<br />
La desviación en valgo del quinto<br />
metatarsiano,<br />
formando un ángulo de<br />
10 a 20º con el cuarto, define<br />
clínicamente la deformidad.<br />
Progresivamente se instaura un varo<br />
del dedo. En las formas congénitas,<br />
generalmente bilaterales, destaca más<br />
la desviación del dedo que la del<br />
metatarsiano; en ocasiones puede<br />
luxarse completamente y situarse por<br />
debajo del cuarto dedo, o infraductus, o<br />
por encima, supraductus, que es la<br />
más frecuente.<br />
A causa de la posición del quinto dedo<br />
aparecen callosidades dorsales sobre<br />
la cabeza del quinto metatarsiano y, en<br />
su caso, sobre la primera falange, por<br />
la acción continuada del roce del<br />
zapato. El estudio radiográfico confirma<br />
lo visto clínicamente.
15.4.7.4. Tratamiento:<br />
En edades tempranas se intentará el<br />
tratamiento conservador, excepto si<br />
existe luxación metatarsofalángica. Así,<br />
la aplicación de un vendaje corrector<br />
elástico adhesivo de forma permanente<br />
durante 2-3 meses puede ser suficiente<br />
para que no recidive la deformidad.<br />
En aquellos pacientes en los que el<br />
tratamiento conservador fracasa, está<br />
justificada la cirugía. Dentro de las<br />
técnicas correctoras se encuentran las<br />
de de Butler o la de Lelievre. Quizás la<br />
primera sea la más utilizada. Esta<br />
consiste en practicar dos incisiones en<br />
“V”, una dorsal y otra plantar, y realizar<br />
un retensado de la piel para corregir la<br />
deformidad. Está indicada en<br />
deformidades corregibles pasivamente.<br />
Sin embargo, cuando la deformidad<br />
está estructurada, se recomienda<br />
actuar sobre las partes óseas, siendo la<br />
técnica de Ruiz-Mora (exéresis de la<br />
falange proximal) la más recomendada.<br />
15.4.8. Sesamoiditis<br />
15.4.8.1. Introducción:<br />
Debajo de la cabeza del primer<br />
metatarsiano, se sitúan dos huesos<br />
denominados sesamoideos, donde van<br />
a insertarse el flexor largo y el adductor<br />
del dedo gordo, responsables de la<br />
estabilización de dichos huesos. Estos,<br />
presentan dos porciones, una<br />
intracapsular, sinovial, y otra<br />
extracapsular, no sinovial, pero en<br />
contacto directo con la planta del pie.<br />
La función de los sesamoideos es el de<br />
amortiguar las cargas de compresión<br />
durante la marcha y la carrera, siendo<br />
un elemento muy importante en la<br />
propulsión. Se comprende pues, que<br />
todo aquello que altere la dinámica de<br />
estos huesos, produzca, no solo<br />
sintomatología dolorosa, sino también<br />
problemas en la deambulación.<br />
15.4.8.2. Etiología:<br />
En general, la aparición de una<br />
inflamación<br />
de los sesamoideos se<br />
debe<br />
a una excesiva presión sobre los<br />
mismos a nivel de la superficie plantar<br />
de la primera articulación<br />
metatarsofalángica (Figura 15.73).<br />
351<br />
Entre los factores favorecedores de la<br />
sesamoiditis, se encuentran todas<br />
aquellas actividades que comportan<br />
una excesiva presión<br />
sobre la planta<br />
del pie, tales como corredores,<br />
saltadores, etc. En definitiva, se trata<br />
de una patología que acontece por un<br />
traumatismo repetitivo, aún cuando se<br />
ha observado en pies con deformidad<br />
en cavo con un primer radio rígido.<br />
Figura 15.73. Esquema que muestra la<br />
localización<br />
del dolor en la inflamación de<br />
los huesos sesamoideos del<br />
dedo gordo.<br />
15.4.8.3. Diagnóstico:<br />
El paciente con sesamoiditis puede<br />
presentar dos tipos de dolor:<br />
intermitente, con sensación de que<br />
lleva una piedrecita por debajo del<br />
dedo gordo, o severo, especialmente<br />
en la deambulación y que desaparece<br />
en reposo. El dolor puede estar<br />
localizado en uno o ambos<br />
sesamoideos, aunque el paciente<br />
puede referir un área más extensa de<br />
dolor. Como estudios complementarios,<br />
la radiología suele mostrar un<br />
desflecamiento del sesamoideo<br />
correspondiente (Figura 15.74).<br />
Figura 15.74. Aspecto radiográfico de una<br />
sesamoiditis del lado externo.
En caso de dudas, la gammagrafía<br />
ósea puede confirmar el diagnóstico al<br />
captar localmente el radiofármaco en la<br />
región plantar de la articulación<br />
metatarsofalángica (Figura 15.75).<br />
Figura 15.75. Gammagrafía ósea de una<br />
paciente, corredora profesional, donde se<br />
observa un aumento de captación del<br />
radiofármaco<br />
a nivel de los sesamoideos.<br />
15.4.8.4. Tratamiento:<br />
En principio, el tratamiento inicial de la<br />
sesamoiditis es conservador, mediante<br />
medidas<br />
generales como es el reposo,<br />
medicación con AINES e infiltraciones<br />
con corticoides. La utilización de un<br />
amortiguador de silicona en el antepié<br />
puede favorecer la desaparición de los<br />
síntomas. Sin embargo, en el caso de<br />
que con el tratamiento no se resolviera<br />
el problema, puede estar indicada la<br />
cirugía, mediante la extirpación del o<br />
ambos sesamoideos, aunque este<br />
proceder, en un 50 % de los casos, no<br />
resuelve el problema.<br />
15.4.9.<br />
Uña incarnata<br />
15.4.9.1. Introducción:<br />
En la uña incarnata se produce el<br />
crecimiento anormal de la uña del<br />
primer dedo dentro del reborde lateral<br />
del<br />
mismo (Figura 15.75).<br />
Figura 15.75. Esquema de un pie con uña<br />
incarnata del primer dedo.<br />
352<br />
15.4.9.2. Etiología:<br />
El crecimiento de la uña del primer<br />
dedo puede conduci a una penetración<br />
de una espícula ungueal en los tejidos<br />
blandos situados bajpo el pliegue<br />
cutáneo lateral, apareciendo un cuadro<br />
inflmatorio sobre el que, debido a la<br />
acumulación<br />
de suciedad en un<br />
espacio tan estrecho, asienta<br />
con<br />
facilidad,<br />
de forma secundaria, una<br />
infección local (Figura 15.76).<br />
Figura 15.76. Patogenia de la uña<br />
incarnata. Obsérvese en el dibujo de la<br />
izquierda como el reborde ungueal se va<br />
introduciendo en las partes blandas,<br />
produciendo una hipertrofia epidérmica<br />
sobre la misma. Como consecuencia de la<br />
irritación contínua de la uña sobre las<br />
partes blandas es común que se instaure<br />
una infección secundaria sobreañadida, tal<br />
como se muestra en la imágen de la<br />
derecha.<br />
15.4.9.3. Diagnóstico:<br />
La penetración de una espícula del<br />
reborde üngueal en los tejidos blandos<br />
situados bajo el pliegue cutáneo lateral,<br />
conduce a la aparición de un cuadro<br />
inflamatorio sobre el que, y de forma<br />
secundaria, aparece una infección<br />
local. El paciente se queja de dolor<br />
sobre el dedo gordo y que le impide un<br />
calzado normal. La exploración revela<br />
los signos típicos de inflamación, es<br />
decir, dolor, enrojecimiento e<br />
inflamación en el reborde lateral de las<br />
partes blandas de la falange distal del<br />
dedo<br />
gordo (Figura 15.77).
Figura 15.77. Aspecto clínico de la uña<br />
incarnata. 15.4.9.3. Tratamiento:<br />
En los casos en los que todavía no hay<br />
infección pero sí signos inflamatorios,<br />
se aconseja colocar una pequeña<br />
porción de algodón bajo el reborde de<br />
la uña con el fin de que la misma no<br />
penetre en el interior de las partes<br />
blandas, pero si existen signos<br />
evidentes de infección, en primer lugar<br />
se darán antibióticos apropiados así<br />
como el lavado de la zona con un<br />
antiséptico. Una vez enfriada la<br />
infección se recomienda el tratamiento<br />
quirúrgico. Este consiste en la<br />
extirpación longitudinal de la porción de<br />
353<br />
la uña adyacente al pliegue infectado,<br />
tomando un 25 % de la anchura de la<br />
misma e incluyendo la matriz ungueal<br />
en la base. Igualmente<br />
se reseca la<br />
parte lateral de la piel, adyacente<br />
a la<br />
porción de la uña resecada. Finalizada<br />
la intervención, se coloca un pequeño<br />
vendaje compresivo sobre el dedo. No<br />
es necesario colocar ningún tipo<br />
de<br />
sutura;<br />
la misma compresión del<br />
vendaje acerca los bordes<br />
de la herida,<br />
quedando perfectamente coaptada<br />
(Figura 15.78).<br />
Figura 15.78. Tratamiento quirúrgico de la<br />
uña<br />
incarnata. El área sobredibujada en el<br />
dedo, señala la zona de la una y su matriz<br />
a resecar.
CAPITULO 16. AFECCIONES ORTOPEDICAS DE LA COLUMNA<br />
VERTEBRAL<br />
16.1. Introducción:<br />
Las afecciones de la columna<br />
vertebral,<br />
fundamentalmente la lumbar,<br />
da n lugar a una sintomatología que se<br />
la ha venido en llamar “lumbalagia” con<br />
o sin<br />
dolor radicular<br />
asociado (ciática).<br />
En este aspecto, la lumbalgia es la<br />
causa más frecuente de consulta por<br />
afectación musculoesquelética y la<br />
segunda causa de consulta ambulatoria<br />
tras el resfriado común. Asimismo,<br />
constituye<br />
la tercera causa de<br />
incapacidad<br />
en trabajadores jóvenes,<br />
tras las afecciones reumáticas<br />
y<br />
cardiovasculares.<br />
El origen del cuadro es, con mucha<br />
frecuencia,<br />
una alteración<br />
en el<br />
segmento móvil vertebral,<br />
especialmente en el disco, pero existen<br />
causas raquídeas o extraraquídeas<br />
menos frecuentes. En el primer caso se<br />
trata de procesos habitualmente<br />
localizados en L4-L5-S1, de duración<br />
limitada y sólo el 8-10 % de ellos<br />
supera los 6 meses, pero este grupo<br />
supone el 80 % del gasto total en<br />
tratamiento y compensaciones<br />
salariales.<br />
Además<br />
del dolor<br />
discogénico,<br />
especialmente en<br />
pacientes de edades avanzadas, se<br />
observa con cierta frecuencia un<br />
cuadro doloroso relacionado con la<br />
estrechez adquirida del canal<br />
raquídeos (estenosis del canal<br />
medular), de origen degenerativo. La<br />
inestabilidad del segmento móvil es<br />
mencionada en ocasiones como factor<br />
etiológico, siendo la manifestación<br />
mejor verificada la presencia de una<br />
espondilolistesis.<br />
No es el propósito de este libro dar a<br />
conocer todas las patologías<br />
susceptibles de producir dolor raquídeo<br />
pues escapa por completo de la<br />
finalidad por el que fue concebido. Sin<br />
embargo, es preciso tener unos ciertos<br />
pero fundamentales conocimientos<br />
sobre las patologías más comunes,<br />
entre las que se encuentran la hernia<br />
354<br />
discal, la espondilolisis/espondilolistesis<br />
y la estenosis del canal medular.<br />
16.2. Hernia discal<br />
16.2.1. Introducción:<br />
Sin lugar a dudas, la hernia discal<br />
constituye la patología nerviosa<br />
compresiva del nervio ciático que con<br />
más frecuencia se observa en la<br />
consulta del especialista en cirugía<br />
ortopédica.<br />
En efecto, el nervio ciático se forma a<br />
partir de las raices nerviosas L4, L5 y<br />
sacras (S1, S2, y S3) y, dependiendo<br />
del<br />
nivel de la compresión, tendremos<br />
una u otra sintomatología, que es<br />
preciso conocer para localizar la<br />
misma.<br />
En general, las hernias discales más<br />
frecuentes son las que afectan a las<br />
raices<br />
L5 y S1 (90 % de los casos),<br />
mientras<br />
que el resto afectan a la<br />
raiz L4.<br />
16.2.2. Etiología y clasificación:<br />
Existen numerosas clasificaciones del<br />
síndrome lumbociatico, pero<br />
basándonos en la etiología y desde un<br />
punto de vista operacional resulta<br />
práctico clasificarlas<br />
como:<br />
1. Lumbociática Raquídea o Proximal.<br />
2. Lumbociática Pelviana (por<br />
irritación sacroilíaca).<br />
3. Lumbociática troncular.<br />
4. Lumboiática<br />
funcional.<br />
Psicosomática o<br />
Dentro de la lumbociatica raquídea, la<br />
causa más frecuente son las hernias<br />
del núcleo pulposo (Figura 16.1),<br />
aunque<br />
otras etiologías (menos<br />
frecuentes) también es preciso<br />
conocerlas en el diagnóstico<br />
diferencial. Así tenemos la estenosis<br />
raquídea, los tumores vertebrales<br />
(benignos y malignos) los tumores<br />
metastásicos, las espondilodiscitis y<br />
diversas enfermedades<br />
reumáticas
como las espondiloartritis anquilosante<br />
o enfermedad de Bechterew.<br />
Figura 16.1. Esquema que muestra la<br />
herniación del núcleo pulposo en el interior<br />
del canal medular, produciendo la<br />
comprsión de la raiz nerviosa<br />
correspondiente.<br />
16.2.3. Diagnóstico:<br />
El diagnóstico de la hernia lumbar se<br />
realiza contando con tres<br />
exploraciones: la clínica, el estudio por<br />
la imagen (radiología, TAC y RMN) y el<br />
exámen neurofisiológico mediante la<br />
electromiografía. Sin embargo, en la<br />
mayoría de los casos suele llegarse al<br />
diagnóstico, única y exclusivamente<br />
con la clínica, motivo por el cual es<br />
preciso conocer, no sólo los síntomas,<br />
sino los signos acompañantes así<br />
como las maniobras a realizar para<br />
detectarla correctamente.<br />
En la hernia lumbar, el dolor lumbar<br />
es la forma habitual de comienzo,<br />
pudiendose o no acompañarse<br />
inmediatamente o a la vez de dolor<br />
ciático, el cual alcanza los dermatomas<br />
respectivos según la raíz comprimida.<br />
Así, en los casos de compresión de la<br />
raiz L3 y L4 el dolor<br />
e irradia por la<br />
región antero interna del muslo y cara<br />
interna de la pierna, mientras que si se<br />
afectan las raices L4 o L5, el dolor se<br />
irradia por la cara posterior del muslo,<br />
postero-externa de la pierna, dorso del<br />
pié y a veces alcanza hasta el primer<br />
dedo. Cuando la compresión se<br />
localiza en las raices L5 o S1, el dolor<br />
se irradia por la cara posterior del<br />
muslo, región postero externa de la<br />
pierna, borde externo del pie pudiendo<br />
alcanzar<br />
hasta el dedo pequeño del pie<br />
(Figura 16.2).<br />
355<br />
Figura 16. 2. Irradiación del dolor según la<br />
localización de la compresión nerviosa.<br />
El dolor<br />
radicular tiene como<br />
características la presencia de<br />
parestesias (sensación de hormigueo),<br />
disestesias (sensación de frío o calor) o<br />
dolor<br />
urente (quemante).<br />
Siguiendo con la exploración<br />
neurológica, deberá examinarse<br />
también el grado de afectación de los<br />
grupos musculares dependientes de las<br />
raices nerviosas a examinar,<br />
fundamentalmente la L4, L5 y S1. Así,<br />
cuando está afectada la raiz L4, existe<br />
una debilidad de los extensores de la<br />
rodilla; si es la raiz L5 la comprimida se<br />
objetiva una debilidad de los<br />
extensores del tobillo y del extensor<br />
propio del dedo gordo, mientras que si<br />
es la raiz S1 la afectada, se observa<br />
una debilidad de los múscuos flexores,<br />
tanto del tobillo como de los dedos.<br />
En cuanto a la exploración de los<br />
reflejos, la ausencia del reflejo<br />
rotuliano, indica la afectación de la raiz<br />
L4, mientras que la asencia<br />
del reflejo<br />
aquíleo<br />
indica la afectación de la raiz<br />
S1. Cuando la hernia afecta a la raiz<br />
L5, no existe alteración de los reflejos,<br />
ni rotuliano ni aquíleo.<br />
Como maniobras externas que<br />
ayudan en el diagnóstico de hernia<br />
discal, tenemos las siguientes:
• Signo de Lasegue positivo: dolor al<br />
elongar el nervio ciático mediante la<br />
elevación de la pierna con la rodilla<br />
en extensión (Figura 16.3).<br />
Figura 16.3. Signo de Lasegue. La<br />
elevación de la pierna con la rodilla en<br />
extensión, reproduce el dolor radicular.<br />
• Signo de Gowers: aumento del<br />
dolor ciático con la dorsiflexión del<br />
tobillo (Figura 16.4).<br />
Figura 16.4. Signo de Gowers. Con la<br />
pierna elevada, estando la rodilla en<br />
extensión, al realizar una dorsiflexión del<br />
tobillo se reproduce el dolor ciático.<br />
• Signo de O’Connell: dolor en el<br />
nervio crural femoral al producir<br />
hiperextensión de la cadera, y<br />
• Signo de Spurling: dolor a la<br />
percusión paravertebral.<br />
Aparte de los síntomas anteriores, se<br />
pueden producir signos de irritación<br />
ciática que se traducen indirectamente<br />
en dolor ciático al realizar determinadas<br />
maniobras:<br />
• Maniobra de Valsalva: dolor<br />
radicular al aumentar de la presión<br />
del líquido cefaloraquídeo al<br />
contraer la musculatura abdominal.<br />
356<br />
• Signos de déficit neurológico<br />
radicular, que pueden ser motores<br />
(paresias), sensitivos (hipoalgesia)<br />
p disminución y/o ausencia de los<br />
reflejos rotuliano o aquíleos.<br />
Por lo que hace referencia al estudio<br />
radiográfico, siempre deben realizarse<br />
dos proyecciones (anteroposterior y<br />
latral) de la columna lumbosacra, con<br />
el fin de detectar otros procesos que<br />
podrían dar lugar a una clínica<br />
radicular, como es una<br />
espóndilolistesis lítica o ístmica o<br />
tumores u otras patologías que son<br />
visibles en las radiografías.<br />
Sin embargo, con el estudio<br />
radiográfico no es posible ver las partes<br />
blandas y, por ello, ha de recurrirse a<br />
otras exploraciones por la imagen,<br />
entre las que destacan la TAC y la<br />
RMN.<br />
En general, la TAC se reserva como<br />
un examen posterior a la Resonancia<br />
Magnética cuando se quiere visualizar<br />
mejor el detalle óseo de la columna o<br />
cuando por factores económicos no es<br />
posible realizar la RMN.<br />
En cuanto a la RMN, constituye el<br />
examen de elección en la patología de<br />
columna, dado que no irradia y permite<br />
visualizar los trastornos de los tejidos<br />
blandos, discos, médula espinal,<br />
raíces, los distintos tipos de hernias y<br />
también nos da información sobre las<br />
estructuras óseas, ligamentos,<br />
músculos etc<br />
Figura 16.5. Imagen y representación<br />
esquemática de una hernia lumbar entre L5<br />
y S1, vista por RMN.
Se solicita RMN por imágenes con<br />
contraste<br />
endovenoso (Gadolíneo<br />
DTPA)<br />
en caso de cirugías previas o<br />
Hernias<br />
Discales Recidivadas.<br />
Por<br />
último, el estudio electromiográfico,<br />
tiene<br />
utilidad cuando la clínica no es<br />
clara para determinar el nivel radicular<br />
y la magnitud del compromiso radicular,<br />
especialmente cuando ya se ha<br />
producido para poder compararlo con<br />
los estudios sucesivos o para<br />
diferenciar un compromiso radicular de<br />
una afección troncular. También es de<br />
utilidad en los casos gananciales o de<br />
simulación, ya que este examen es<br />
objetivo y cuando no hay lesión<br />
radicular o troncular este será negativo.<br />
16.2.4.Tratamiento:<br />
Inicialmente, este patología debe<br />
tratarse sintomáticamente dado que en<br />
la mayoría de los casos se producirá<br />
una regresión en un período variable<br />
de tiempo. En general, el tratamiento<br />
consiste en reposo, según la intensidad<br />
de los síntomas,<br />
por unos pocos días<br />
en<br />
cama, AINES, relajantes musculares<br />
y<br />
fisioterapia.<br />
Una<br />
vez que se tenga un diagnóstico<br />
etiológico como una hernia discal,<br />
espondilolistésis y/o una estenosis<br />
raquídea, se tratará en forma más<br />
específica. Así, en la hernia discal, el<br />
tratamiento inicial es conservador en la<br />
mayoría de los casos, salvo si existe<br />
compromiso neurológico severo,<br />
síndrome de la cauda equina o fallo del<br />
tratamiento médico, en un plazo no<br />
inferior a las 3-6 semanas. También,<br />
pueden utilizarse las infiltraciones<br />
epidurales o peridurales con corticoides<br />
(Figura 16.6).<br />
El tratamiento fisioterápico<br />
especializado es específico y distinto<br />
para cada diagnóstico. Por ejemplo,<br />
para una espondilolistesis lítica o<br />
ístmica o una hernia discal extruida,<br />
la<br />
fisioterapia puede proporcionar un<br />
alivio sintomático. Asimismo, también<br />
debe realizarse<br />
un<br />
reacondicionamiento<br />
físico general.<br />
357<br />
Figura<br />
16.6. Infiltración epidural<br />
con corticoides para el tratamiento de la<br />
hernia<br />
discal.<br />
En cuanto a la cirugía.ésta se<br />
reservará cuando el tratamiento<br />
conservador ha fracasado y/o cuando<br />
existan signos deficitarios, ya sean<br />
motores o sensitivos. Entre las<br />
opciones quirúrgicas, las principales<br />
son:<br />
1. Discectomía. Quitar el disco<br />
herniado para aliviar la presión sobre la<br />
raíz<br />
nerviosa. Esta puede realizarse por<br />
cirugía abierta o por microcirugía<br />
(Figura 16.7).<br />
Figura 16.7. Discetomía. Mediante una<br />
pinza especialtrae la hernia así como todo<br />
el material discal.<br />
2. Laminectomía. Consiste en quitar<br />
la lámina vertebral, es decir, el "tejado"<br />
del canal vertebral al nivel en el que<br />
existe la compresión. Sin embargo,<br />
esta<br />
intervención, si se realiza de forma
aislada, no tiene ningún sentido, ya que<br />
al no realizarse la exéresis del material<br />
discal extruido, persiste la compresión.<br />
3. Fusión vertebral. Fijar (artrodesar)<br />
la vértebra de encima y la de abajo con<br />
un injerto óseo. Se hace cuando existe<br />
mucha inestabilidad de la columna en<br />
el segmento afectado (Figura 16.8).<br />
Figura 16.8. Artrodesis vertebral después<br />
de haber resecado el disco<br />
intervertebral.<br />
Esta intervención se realiza<br />
cuando existe<br />
una inestabilidad asociada.<br />
16<br />
.3.<br />
Espondilolisis/ listesis<br />
16.3.1. Espondilolisis:<br />
16.3.1.1. Introducción:<br />
La espondilolisis se define como una<br />
pérdida de continuidad del arco<br />
posterior de una vértebra, con mayor<br />
frecuencia a nivel del istmo, en una<br />
zona situada entre la apófisis articular<br />
358<br />
superior y la apófisis<br />
articular inferior<br />
denominada<br />
(Figura 16.9).<br />
“pars interarticularis”.<br />
Figura 16.9. Esquema de la zona<br />
patológica observada en la espondilolisis,<br />
zona que se sitúa en la denominada “pars<br />
interarticularis”, es decir, entre la apófisis<br />
articular superior y la apófisis articular<br />
inferior.<br />
16. 3.1.2. Etiología:<br />
Considerada<br />
en otro tiempo como<br />
defecto<br />
congénito, se sabe hoy en día<br />
que la espondilolisis se desarrolla en la<br />
vida postnatal, comprobándose que su<br />
frecuencia<br />
aumenta con la edad. Dado<br />
que la región lumbar inferior está<br />
sometida a una gran tensión<br />
en la<br />
posición de bipedestación, es muy<br />
posible<br />
que la espondilolisis,<br />
represente<br />
una fractura por estrés a<br />
causa<br />
de los esfuerzos repetidos o bien<br />
por una fractura ordinaria producida por<br />
un solo traumatismo.<br />
En este aspecto,<br />
la lesión pasaría por<br />
dos estadios<br />
evolutivos de formación: el estadio I o<br />
de prefractura y el estadio II de<br />
fractura. Sin embargo, su verdadera<br />
naturaleza permanece aún poco clara.<br />
Aproximadamente el 85 % de estos<br />
defectos se sitúan en L5 y en el 15 %<br />
restante, la mayor parte ocurren en L4.<br />
16.3.1.3. Diagnóstico:<br />
La prevalencia de defectos en la “pars<br />
interarticularis” se sitúa entre el 4-6%<br />
de la población general y mientras no<br />
se produzca un desplazamiento<br />
importante, suele ser asintomática. Sin<br />
embargo, después de una caída ó<br />
incluso después<br />
de un esfuerzo
epetitivo crónico, el paciente suele<br />
quejarse de lumbalgia crónica. La<br />
exploración clínica puede mostrar una<br />
pérdida<br />
de la lordosis lumbar, puntos<br />
dolorosos paravertebrales<br />
y rigidez<br />
segmentaria. Asimismo, suele existir<br />
una rigidez de los isquiotibiales,<br />
perfectamente<br />
objetivable cuando se<br />
solicita<br />
al paciente que extienda las<br />
piernas,<br />
estando en decúbito supino.<br />
En los sujetos sanos,<br />
el arco de<br />
extensión de la pierna suele llegar<br />
hasta los 90º, mientras que en las<br />
personas<br />
con espondilolisis, el arco de<br />
movimiento se ve reducido<br />
considerablemente. Sin embargo, el diagnóstico definitivo<br />
se realiza mediante el estudio<br />
radiográfico<br />
de la columna. En este<br />
sentido,<br />
aparte de las proyecciones<br />
anteroposterior<br />
y perfil habituales, es<br />
preciso contar con proyecciones<br />
oblicuas, pues es la única forma de<br />
objetivar<br />
el defecto de la “pars<br />
interarticularis”<br />
(Figura 16.10).<br />
Figura<br />
16.10. Proyección oblicua en la que<br />
se observa<br />
la imagen de “perrito”, formada<br />
por las siluetas de los pedículos,<br />
láminas y<br />
articulaciones interapofisarias.<br />
En ellas, observaremos una imagen en<br />
forma de “perrito”, la cual está formada<br />
por las siluetas de los pedículos, las<br />
láminas y las articulaciones<br />
interapofisarias, y que en la<br />
espondilolisis se observa la<br />
“decapitación del cuello del perrito”, tal<br />
como puede verse en la figura 16.10.<br />
En caso de duda, puede recurrirse al<br />
estudio con TAC, donde es más visible<br />
dicho defecto (Figura 16.11).<br />
359<br />
Figura<br />
16.11. Estudio radiográfico<br />
mediante<br />
proyecciones oblicuas (A, B) y<br />
con TAC (C, D) de una<br />
espondilolisis,<br />
donde puede observarse perfectamente el<br />
defecto en la “pars interarticularis”.<br />
16.3. 1.4. Tratamiento:<br />
Por lo general no se requiere ningún<br />
tipo de<br />
tratamiento, aunque en caso de<br />
ser sintomático,<br />
es preferible iniciar un<br />
programa<br />
de ejercicios de<br />
recuperación, encaminados a reforzar<br />
la musculatura paravertebral y<br />
abdominal. En<br />
las fases agudas<br />
dolorosas,<br />
aparte de la administración<br />
de AINES, es prudente colocar una<br />
ortesis lumbar para inmovilizar el<br />
segmento vertebral afecto. Sólo en<br />
aquellos casos en que las medidas<br />
conservadoras fracasen, está<br />
aconsejada la cirugía, intentando<br />
fusionar el defecto del arco neural, es<br />
decir la “pars interarticularis” ó,<br />
artrodesar la vértebra que presenta el<br />
defecto con la inmediatamente inferior.<br />
16.3.2. Espondilolistesis<br />
16.3.2.1. Introducción:<br />
El deslizamiento hacia delante del<br />
cuerpo vertebral en relación con el<br />
segmento vertebral situado<br />
inmediatamente por debajo, recibe el<br />
nombre de espondilolistesis (Figura<br />
16.12). El deslizamiento puede ser sólo<br />
del cuerpo o de toda la vértebra. En el<br />
primer caso, para que se produzca<br />
solamente el deslizamiento del cuerpo<br />
vertebral, debe<br />
existir una lisis previa a
nivel de la “pars interarticularis”, es<br />
decir, una espondilolisis, mientras que<br />
en el segundo caso, es decir, para que<br />
se produzca el deslizamiento de toda la<br />
vértebra, es necesario que existan<br />
alteraciones de su arco posterior.<br />
Dichas alteraciones suelen localizarse<br />
habitualmente a nivel de la primera<br />
vértebra sacra ó en las apófisis<br />
articulares de la quinta lumbar, las<br />
cuales presentan anomalías<br />
morfológicas que permiten el<br />
deslizamiento<br />
anterior de la vértebra.<br />
Figura 16.12. Esquema de una<br />
espondilolistesis de la cuarta vértebra<br />
lumbar<br />
16.3.2.2. Etiología:<br />
La causa más común de<br />
espondilolistesis, se origina en el<br />
defecto bilateral de la “pars<br />
interarticularis”, aunque también puede<br />
producirse por una lesión discal<br />
degenerativa, por un defecto congénito,<br />
por un traumatismo o por un proceso<br />
patológico. Así pues, y dependiendo de<br />
la causa que produce el deslizamiento<br />
vertebral, la espondilolistesis puede<br />
clasificarse en:<br />
• Tipo I ó Displásica:<br />
Malformación congénita del<br />
promontorio sacro o del arco posterior<br />
de L5 que permite el deslizamiento<br />
anterior. Son las más frcuentes en los<br />
niños y adolescentes. Predominan en<br />
el sexo femenino y pueden producir<br />
360<br />
compresión radicular cuando el<br />
deslizamiento sobrepasa el 25 %.<br />
• Tipo II ó Istmica:<br />
La alteración se produce a nivel de la<br />
“pars interarticularis”. Se observa una<br />
zona radiolúcida que va desde una<br />
pequeña línea hasta un gran espacio<br />
no osificado, aunque también existen<br />
espondilolistesis en que hay una<br />
elongación del<br />
istmo sin lisis ni otra<br />
alteración de tipo displásico. Este tipo<br />
de espondilolistesis es el más común<br />
entre los 5 y 50 años. Los esquimales<br />
presentan una frecuencia del 50 % y,<br />
en los gimnastas, llega hasta al 20-25<br />
%.<br />
• Tipo III ó degenerativa:<br />
Existe una remodelación de la apófisis<br />
articular inferior que se inflexiona y<br />
permite el deslizamiento. Naturalmente,<br />
este tipo de espondilolistesis se ve en<br />
adultos, habitualmente por encima de<br />
los 50 años, y se debe<br />
fundamentalmente a fenómenos<br />
degenerativos artríticos y/o artrósicos,<br />
de larga evolución y creando una<br />
inestabilidad articular. Es más<br />
frecuente en mujeres y se observa<br />
preferentemente a nivel de L4-L5 y<br />
mucho menos en L5-S1.<br />
• Tipo IV ó traumática:<br />
Se produce una fractura de otra zona<br />
del arco posterior pero sin afectar<br />
al<br />
istmo. Generalmente es debida a<br />
traumatismos de alta energía, afectndo<br />
principalmente el arco neural de L4-L5,<br />
observándose más frecuentemente en<br />
adultos jóvenes (accidentes deportivos<br />
y/o laborales).<br />
• Tipo IV ó patológica:<br />
Exi ste un debilitamiento patológico del<br />
arco<br />
posterior debido a una osteopatía<br />
localizada o generalizada (Enfermedad<br />
de Paget, metástasis óseas, etc).<br />
16.3.2.3. Diagnóstico:<br />
Todas las situaciones son posibles:<br />
lumbalgias, hallazgo casual,<br />
exploración de una escoliosis, etc.<br />
Cuando es sintomática y el<br />
padecimiento es de larga evolución,<br />
suele existir un acortamiento de los<br />
músculos<br />
isquiotibiales<br />
mucho más<br />
acusado que en<br />
la espondilolisis<br />
simpl e . Asimismo,<br />
existe una pérdida
de la lordosis lumbar por espasmo<br />
muscular segmentario. En ocasiones, y<br />
coincidiendo con un deslizamiento<br />
importante de la vértebra, existe<br />
compromiso radicular por la protrusión<br />
secundaria del disco intervertebral. En<br />
estas circunstancias, pueden<br />
objetivarse déficits sensitivos y/o<br />
motores dependientes de la raiz<br />
afectada (Figura 16.13).<br />
Figura 16.13. Compresión de la raiz<br />
nerviosa<br />
correspondiente al segmento L4-<br />
L5.<br />
Sin embargo y al igual que la<br />
espondilolisis,<br />
el diagnóstico<br />
definitivo<br />
se realiza por medio de un buen<br />
estudio radiográfico. Generalmente, es<br />
la proyección de perfil la que nos va a<br />
permitir valorar el grado de<br />
desplazamiento (Figura 16.14).<br />
Figura 16.14. Imagen radiográfica de una<br />
espondilolistesis L5-S1.<br />
En este aspecto, es útil seguir la<br />
clasificación de Meyerding, la cual<br />
distingue 4 estadíos según el<br />
desplazamiento vertebral (Figura<br />
16.15):<br />
361<br />
• Estadío I: si el desplazamiento es<br />
inferior al 25 %<br />
• Estadío II: si el desplazamiento está<br />
entre el 26 y el 50 %.<br />
• Estadío III: si el dfesplazamiento se<br />
halla entre el 51 y el<br />
75 %.<br />
• Estadío IV: si el desplazamiento es<br />
superior al 75 %.<br />
Figura 16.15. Clasificación de Meyerding<br />
de las espondilolistesis.<br />
Cuando el desplazamiento sobrepasa<br />
completamente la vértebra inferior se<br />
llama ptosis vertebral.<br />
En cuanto a la proyección<br />
anteroposterior, y más concretamente<br />
en la espondilolistesis de L5 sobre el<br />
sacro, se observa frecuentemente una<br />
imagen de copa de champagne o de<br />
“Gorro de Napoleón” (Figura 16.16).<br />
Figura<br />
16.16. Imagen radiográfica<br />
anteroposterior<br />
de una espondilolistesis L5-<br />
S1, donde se observa una imagen en copa<br />
de champagne<br />
o “Gorro de Napoleón).<br />
16. 3.2.4. Tratamiento:<br />
Es importante conocer que no existe un<br />
paralelismo<br />
entre los signos clínicos y
el grado o el estadío de<br />
desplazamiento.<br />
En este sentido, hay<br />
desplazamiento en estadíos III y IV<br />
totalmente<br />
asintomáticas.<br />
Por regla<br />
general, debe iniciarse<br />
siempre<br />
un tratamiento conservador<br />
mediante reposo, medicación<br />
analgésica-antiinflamatoria,<br />
rehabilitación y, en ocasiones, la<br />
colocación<br />
de un corsé ortopédico<br />
durante periodos cortos de tiempo,<br />
especialmente en las fases agudas de<br />
dolor.<br />
Solo<br />
cuando estemos delante de un<br />
cuadro<br />
sintomático persistente o un<br />
deslizamiento<br />
que progresa, está<br />
indicada<br />
la cirugía. Esta consiste en<br />
una artrodesis vertebral instrumentada<br />
(Figura<br />
16.17). Si bien puede intentarse<br />
una reducción previa del<br />
desplazamiento<br />
vertebral, ésta suele<br />
ser muy<br />
difícil y arriesgada.<br />
Figura 16.17. Artrodesis vertebral. A)<br />
esquema de la posición del instrumental. B)<br />
Imagen radiográfica de perfil,<br />
postoperatoria.<br />
16.4. Estenosis del canal medular<br />
Figura 16.20. Dos causas de estenosis del canal<br />
vertebral.<br />
362<br />
16.4.1. Introducción:<br />
La estenosis del canal medular<br />
describe una condición en la que el<br />
contenido del mismo (médula y raices<br />
nerviosas) se ve comprimido<br />
(Figura 16.18).<br />
Figura 16.19. Esquema de la estenosis del<br />
canal medular. A) visión de perfil. B) corte<br />
transversal.<br />
Obsérvese que el canal<br />
raquídeo<br />
es demasiado estrecho para dar<br />
cabida a sus elementos<br />
(médula y raices)<br />
y,<br />
en consecuencia,<br />
provocando su<br />
compresión (Figura 2).<br />
16.4.2. Etiología:<br />
La compresión de los elementos<br />
intraraquídeos, sea la médula o las<br />
raices nerviosas, puede ser debida a<br />
múltiples causas. Entre ellas<br />
destacan las estenosis congénitas y las<br />
secundarias a diversos<br />
procesos como<br />
puede<br />
ser una<br />
hernia discal, tumores,<br />
inestabilidades vertebrales, osteofitos,<br />
lesiones inflamatorias, etc.<br />
(Figura<br />
16.20).<br />
medular. A) hernia discal. B) inestabilidad
16.4.3. Diagnóstico:<br />
El paciente, generalmente varón por<br />
encima de los 40 años de edad,<br />
consulta por dificultad a la marcha,<br />
debilidad, pesadez y parestesias en las<br />
extremidades inferiores.<br />
La sintomatología recuerda a la de la<br />
claudicación intermitente vascular, es<br />
decir, el paciente ha de pararse al cabo<br />
de un cierto tiempo porque le duelen<br />
las pantorrillas. Otra manera de<br />
presentarse la estenosis del canal<br />
medular es de una ciática atípica, que<br />
afecta a una pierna y que empeora con<br />
el esfuerzo.<br />
La exploración física suele revelar<br />
alteraciones neurológicas en forma de<br />
paresias de los grupos musculares<br />
distales y alteraciones de la<br />
sensibilidad.<br />
En cuanto al estudio radiográfico, éste<br />
suele mostrar<br />
signos degenerativos a<br />
varios<br />
niveles, aunque sin ninguna<br />
característica especial.<br />
Por ello, es<br />
preciso contar con otros estudios por la<br />
imagen, entre las cuales se encuentra<br />
la RMN con contraste (Figura 16.21).<br />
Figura 16.21. Resonancia magnética<br />
nuclear con contraste, donde se observa la<br />
estenosis del canal medular a nivel del<br />
espacio L4-L5.<br />
Si bien con la clínica y la RMN se<br />
establece un diagnóstico preciso de<br />
estenosis del canal medular, es útil<br />
practicar un electromiograma para<br />
confirmar el nivel y grado de<br />
compresión<br />
radicular, pues la<br />
sintomatología neurógena suele ser<br />
bastante atípica, a diferencia de lo que<br />
ocurre<br />
con<br />
la hernia discal<br />
(Figura<br />
16.22).<br />
363<br />
Figura 16.22. Electromiograma de<br />
extremidades inferiores.<br />
16.4.4. Tratamiento:<br />
Difícilmente el tratamiento conservador<br />
tiene éxito en la estenosis del canal<br />
medular. Periodos de reposo junto con<br />
la colocación de un corsé ortopédico,<br />
son algunas opciones que pueden<br />
aplicarse a estos pacientes. En<br />
ocasiones, las infiltraciones epidurales<br />
con corticoides suelen ofrecer periodos<br />
más o menos largos de alivio, aunque a<br />
la larga, no se obtiene ningún beneficio.<br />
aquellos casos en los que no se<br />
consiga una mejoría sustancial de la<br />
sintomatología, especialmente la<br />
neurógena, es preciso recurrir a la<br />
cirugía. Esta incluye la descompresión<br />
del segmento vertebral estenosado y la<br />
estabilización del mismo mediante una<br />
artrodesis (Figura 16.23).<br />
Figura 16.23. Tratamiento de la estenosis<br />
del canal medular. A) Laminectomía de la<br />
región vertebral estenosada. B) Artrodesis<br />
instrumentada.
CAPITULO 17. DESVIACIONES DE LA COLUMNA VERTEBRAL<br />
La columna vertebral es un sofisticado<br />
sistema musculoesquelético cuyo<br />
refinado equilibrio puede alterarse por<br />
múltiples causas, especialmente<br />
durante el período de crecimiento,<br />
dando lugar a deformidades de<br />
consecuencias clínicas de pronóstico<br />
variado, que llegan a ser, en ocasiones,<br />
muy graves. Estas desviaciones<br />
pueden aparecer en el plano frontal,<br />
cuya deformidad más representativa es<br />
la escoliosis, o en el plano sagital, entre<br />
las que destaca por encima de todas la<br />
cifosis. Sea como fuera, es<br />
fundamental su diagnóstico precoz<br />
para prevenir los efectos de una<br />
biomecánica alterada sobre las<br />
deformables estructuras raquídeas,<br />
sobre todo en el periodo de<br />
crecimiento.<br />
17.1. Escoliosis:<br />
17.1.1. Introducción:<br />
El término amplio de escoliosis hace<br />
referencia a una desviación lateral de<br />
la columna vertebral en el plano frontal,<br />
que se acompaña de totación y<br />
gibosidad. Esta definición permite<br />
distinguir la verdadera escoliosis de la<br />
denominada “actitud escoliótica”, en la<br />
que hay una ausencia de gibosidad y<br />
rotación vertebral (Figura 17.1). Esta<br />
actitud escoliótica corresponde, en la<br />
mayoría de los casos, a una dismetría<br />
de extremidades inferiores y<br />
desaparece en decúbito.<br />
Figura 17.1. Distinción entre escoliosis<br />
estructurada y actitud escoliótica.<br />
364<br />
17.1.2. Etiología:<br />
Según la causa de producción, las<br />
escoliosis se clasifican en:<br />
1. Idiopáticas: corresponden al 75 %<br />
de los casos. Uno de cada cuatro<br />
casos existe un antecedente<br />
familiar. Es preciso examinar a<br />
todos los hijos, fundamentalmente a<br />
las niñas, así como a los padres.<br />
2. Congénitas: 10 % de los casos. Son<br />
siempre secundarias a una<br />
malformación de la columna<br />
vertebral presente en el nacimiento<br />
(Figura 17.2).<br />
Figura 17.2. Anomalías vertebrales que<br />
causan escoliosis.<br />
3. Paralíticas:<br />
- Poliomielitis.<br />
- Parálisis cerebral infantil.<br />
- Espina bífida.<br />
- Artrogriposis.<br />
4. Otras causas: enfermedades<br />
neurológicas (Charcot-Marie-Tooth,<br />
Neurofibromatosis, etc),<br />
enfermedad cromosomica<br />
(síndrome de Down), enfermedades<br />
del tejido conjuntivo (Ehlers-Danlos,<br />
Prader-Willi, etc) y procesos<br />
toracogénicos como consecuencia<br />
de intervenciones sobre el tórax.<br />
17.1.3. Clasificación:<br />
La escoliosis puede clasificarse de<br />
acuerdo a diferentes parámetros, como
son la edad, la topografía y el tipo de<br />
curva<br />
observada.<br />
1. Según la edad:<br />
• Infantil: aparece antes de los 3 años<br />
de edad. Acostumbran<br />
a ser muy<br />
graves, ya que al final del<br />
crecimiento pueden alcanzar una<br />
angulación superior a los 100º.<br />
• Juvenil: aparece después de los 3<br />
años. Esta puede subdividirse en:<br />
- Juvenil I: entre los 3 y 7 años de<br />
edad.<br />
- Juvenil II: entre los 7 y 11 años de<br />
edad.<br />
- Juvenil III: entre los 11 años y la<br />
primera regla.<br />
• Adolescente: después de la primera<br />
regla y hacia al final de la pubertad,<br />
antes de la maduración ósea<br />
completa.<br />
2. Topografía (Figura 17.3):<br />
• Cervicales: el vértice se localiza<br />
entre C1 y C6. En este tipo de<br />
escoliosis, hay que buscar siempre<br />
la posible<br />
existencia de una<br />
malformación a nivel de la charnela<br />
occipitovertebral.<br />
• Cervicodorsales:<br />
el vértice se<br />
localiza entre C7 y D1. En estos<br />
casos existe una desviación<br />
de la<br />
cabeza con grave perjuicio estético.<br />
• Torácicas: el vértice se sitúa entre<br />
D2 y D12. En estos casos, existe un<br />
gran riesgo de problemas<br />
•<br />
respiratorios.<br />
Toracolumbares: el vértice está<br />
entre D12 y L1. Son evolutivas.<br />
• Lumbares: el vértice se localiza<br />
entre L1 y L4. Son graves y existe<br />
un riesgo evidente de dolor en la<br />
edad adulta.<br />
Figura 17.3. Tipos de escoliosis.<br />
366<br />
3. Tipos de curvas: puede haber una o<br />
dos curvas mayores (Figura 17.4).<br />
• Una sola: 70 %.<br />
• Dos curvas: 30 %.<br />
• Curva dorsal: 25 %.<br />
• Curva dorsolumbar:<br />
19 %.<br />
• Curva cervicodorsal: 1 %.<br />
Figura 17.4. Tipos de curvas escolióticas.<br />
Es preciso diferenciar las curvas<br />
simples de las curvas que se<br />
acompañan de curvas compensadoras,<br />
es decir, menos estructuradas y más<br />
reductibles, y las curvas combinadas.<br />
En este aspecto cabe recordar<br />
que:<br />
• Curva estructurada:<br />
se considera<br />
que una curva<br />
está estructurada<br />
cuando se ha completado la<br />
opsificación de las vértebras<br />
acuñadas y se fijan las<br />
deformidades<br />
ligamentosas.<br />
discales y<br />
• Curva primaria: es aquella que tiene<br />
una deformidad mayor y está más<br />
estructurada. En definitiva, es la<br />
que inicia la escoliosis.<br />
• Curvas compensadoras: son las<br />
curvas secundarias que aparecen<br />
para restablecer el equilibrio del<br />
tronco. No tienen evolución propia y<br />
se corrigen al rectificar las curvas<br />
primarias.<br />
17.1.4. Diagnóstico:<br />
En la anamnesis, casi nunca existe el<br />
síntoma dolor. El motivo de consulta<br />
más habitual es la deformidad del tórax<br />
y la asimetría del talle. A veces hay<br />
historia familiar de escoliosis, en que<br />
existe antecedente de madre,<br />
hermanas, tías o abuelas con
escoliosis. No está comprobado que<br />
esta afección sea hereditaria, pero sí<br />
existe un fuerte componente familiar.<br />
El exámen físico debe realizarse con<br />
el paciente desnudo, con el objeto que<br />
la observación sea completa, así como<br />
con<br />
el paciente de pie, sentado y<br />
acostado.<br />
Con el paciente de pie, deberán<br />
observarse los siguientes signos:<br />
• Se observa la horizontalidad<br />
de<br />
los ojos y el pabellón de las<br />
orejas.<br />
• Altura de los hombros: en la<br />
escoliosis, habitualmente se<br />
•<br />
observa un hombro más bajo,<br />
pero en forma aislada este signo<br />
no es sinónimo de escoliosis<br />
(Figura 17.5).<br />
Escápulas colocadas a diferente<br />
altura, con especial énfasis en<br />
espinas y ángulo inferior de ellas<br />
(Figura 17.5).<br />
• Triángulo<br />
del talle: está formado<br />
por el perfil del tronco, el perfil de<br />
la región glútea y la extremidad<br />
superior. Cuando hay escoliosis<br />
éste es asimétrico y traduce el<br />
desplazamiento lateral del tronco<br />
a nivel lumbar (Figura 17.5).<br />
• Altura de las crestas ilíacas: se<br />
examina poniendo ambas manos<br />
sobre ellas, la diferencia de altura<br />
traduce una dismetría en las<br />
extremidades inferiores real o<br />
aparente (Figura 17.5).<br />
Figura 17.5. Exámen clínico de la<br />
columna escoliótica.<br />
367<br />
• Examen de la columna misma: se<br />
hace con el paciente de pie,<br />
inclinado hacia adelante, con lo<br />
que puede observarse la<br />
prominencia de las apófisis<br />
espinosas, las cuales se hacen<br />
más evidentes y se puede<br />
objetivar con más exactitud si la<br />
columna está recta o curvada<br />
(Figura 17.6).<br />
Figura 17.6. Comprobación de la<br />
existencia<br />
de gibosidad en la escoliosis<br />
(ver texto).<br />
Si se encuentra la columna curvada,<br />
se sienta al paciente al borde de la<br />
camilla y se examina nuevamente la<br />
columna para eliminar el factor<br />
longitud de las extremidades en la<br />
producción de la desviación de<br />
columna.<br />
Con el tronco inclinado hacia<br />
adelante, se puede observar también<br />
m ucho mejor la asimetría del tronco,<br />
que se traduce en giba costal, la que<br />
se mide en centímetros. En la<br />
escoliosis idiopática<br />
lo usual es la<br />
giba costal derecha.<br />
• Descompensación del tronco: es<br />
la desviación lateral del tronco,<br />
quedando éste fuera de la línea<br />
media y por lo tanto fuera de la<br />
línea inter-glútea. Esto se<br />
comprueba tirando una línea a<br />
plomo desde C7. Se observa que<br />
la cuerda pasa lateral a la línea<br />
inter-glútea (Figura 17.7).
Figura 17.7. Comprobación de la<br />
existencia de desequilibrio en una<br />
deformidad escoliótica por medio de la<br />
plomada.<br />
Asimismo, no solo es importante<br />
explorar<br />
al paciente de frente, sino<br />
también de perfil, pues podrá<br />
comprobarse<br />
si existe otra deformidad<br />
como una cifosis, o unalordosis.<br />
En<br />
este<br />
sentido, para saber si existe un<br />
aumento de estas dos deformidades,<br />
puede utilizarse la llamada regla de los<br />
“30 mm”. En condiciones normales,<br />
cuando el paciente se apoya en la<br />
pared, ésta es tangencial a nivel<br />
de D8<br />
y S2, pues se alinean en la misma<br />
vertical.<br />
Las distancias de los espacios<br />
libres entre C7 y la pared y L4 y la<br />
pared, son sensiblemente iguales y del<br />
orden de 30 mm, es decir, entre ambas<br />
suman 60 mm, pero si superan los<br />
100mm, se considera patológico<br />
(Figura 17.8).<br />
Figura 17.8. La regla de los “30 mm” (ver<br />
texto).<br />
368<br />
Finalmente hay que realizar el estudio<br />
del crecimiento y preveer el periodo de<br />
pubertad. Para realizar el estudio del<br />
crecimiento hay que medir la talla, tanto<br />
en bipedestación como en sedestación,<br />
con el fin de hacer un pronóstico de la<br />
talla definitiva para saber lo que resta<br />
de crecimiento. Por lo que hace<br />
referencia a la talla en sedestación, la<br />
pubertad en el niño se inicia a partir de<br />
los 78 cm de talla en sedestación. El<br />
pico de la pubertad se caracteriza<br />
en el<br />
tronco por un incremento de<br />
14 cm de<br />
la talla; los primeros 8 cm se alcanzan<br />
rápidamente en el espacio de 15<br />
meses, mientras que los últimos se<br />
consiguen en 36 meses. En la niña, la<br />
pubertad se inicia con una talla en<br />
sedestación alrededor de 75cm. Al<br />
tronco le corresponde aumentar 13 cm;<br />
los primeros 7 son decisivos y se<br />
obtienen en 18 meses, mientras que<br />
los últimos se alcanzan lentamente en<br />
unos 3 años. Los primeros centímetros<br />
son decisivos para valorar la evolución<br />
de una escoliosis. Toda escoliosis que<br />
se agrava durante los primeros 8 cm y<br />
que avanza más de 1º por mes o 2º por<br />
cm de talla en sedestación, es una<br />
escoliosis de mal pronostico.<br />
Para preveer el periodo de pubertad,<br />
hay que tebner en cuenta que el inicio<br />
de la misma está marcado por<br />
el<br />
cambio<br />
en la velocidad de crecimiento,<br />
que pasa de 0.5 a 1 cm por mes y por<br />
la aparición de los caracteres sexuales<br />
secundarios. Asimismo, la pubertad<br />
aparece a la edad ósea de 11 años en<br />
la niña y de 13 años en el niño. El inicio<br />
de la pubertad está marcado por la<br />
aparición del primer sesamoideo del<br />
pulgar.<br />
En las niñas no hay que confiar el<br />
inicio de la pubertad con la fecha de la<br />
primera regla, ya que ésta aparece en<br />
la fase descendente<br />
del pico de la<br />
pubertad,<br />
y después de su aparición,<br />
queda todavía alrededor de 6 cm de<br />
crecimiento.<br />
En general, a medida que se afirman<br />
los caracteres sexuales secundarios, la<br />
capacidad<br />
de crecimiento disminuye.<br />
El examen radiológico es<br />
fundamental.<br />
Basándose en él, se
puede<br />
confirmar el diagnóstico clínico y<br />
averiguar<br />
qué tipo de escoliosis es, ya<br />
sea desde el punto de vista etiológico<br />
como<br />
la gravedad y tipo de curvas ó la<br />
ubicación<br />
anatómica y la flexibilidad de<br />
la curva, entre otros. Para ello, es<br />
imprescindible<br />
contar con dos<br />
proyecciones,<br />
la anteroposterior y la<br />
lateral.<br />
Estas deben realizarse de pie y<br />
sin calzado, comprendiendo la columna<br />
desde C3 a sacro. Asimismo, son<br />
muy<br />
útiles las proyecciones<br />
anteroposteriores<br />
en Inclinación lateral<br />
derecha e izquierda, pues nos darán<br />
información sobre la flexibilidad de las<br />
curvas.<br />
Los estudios radiográficos permiten:<br />
• Establecer patrón de curva.<br />
• Medir las curvas en grados por<br />
el<br />
método de Cobb.<br />
• Evaluar la flexibilidad de curva<br />
medido en porcentaje.<br />
• Evaluar rotación de los cuerpos<br />
vertebrales.<br />
• Conocer la maduración ósea a<br />
través del Signo de Risser.<br />
- Medición de la angulación (ángulo<br />
de Cobb):<br />
Trazando una línea que siga el borde<br />
superior de la vértebra superior que<br />
está más inclinada sobre la horizontal,<br />
y otra línea recta que siga el borde<br />
inferior de la vértebra límite<br />
inferior.<br />
Sobre<br />
estas líneas se trazan sendas<br />
perpendiculares para obtener<br />
el ángulo<br />
(Figura 17.9).<br />
Figura 17.9. Angulo de Cobb (ver texto).<br />
369<br />
- Evaluación de la flexibilidad de la<br />
columna:<br />
Antes de proceder al tratamiento, es<br />
necesario realizar un estudio<br />
radiográfico con proyecciones<br />
anteroposterior, en posición neutra,<br />
inclinado hacia la derecha y hacia la<br />
izquierda,<br />
respectivamente, con el fin<br />
de determinar la rigidez o la flexibilidad<br />
de las curvas. En la figura , la curva<br />
dorsal es la mayor, mientras que la<br />
lumbar, corresponde a una curva<br />
compensatoria (Figura 17.10).<br />
Figura 17.10. Determinación radiográfica<br />
de la rigidez de las curvas.<br />
- Evaluación de la rotación vertebral:<br />
La<br />
rotación vertebral puede medirse a<br />
través del desplazamiento<br />
que sufren<br />
los pedículos vertebrales con respecto<br />
a la línea media. Según el<br />
desplazamiento de los mismos, existen<br />
cuatro grados de rotación<br />
(Figura 17.11).<br />
Figura 17.11. Determinación radiográfica<br />
del grado de rotación.<br />
- Signo<br />
de Risser:<br />
Este signo de maduración ósea<br />
llamado<br />
de Risser consiste en la<br />
osificación de la apófisis<br />
de la cresta<br />
ilíaca, que se inicia de adelante hacia<br />
atrás, es decir, de espina ilíaca<br />
anterosuperior<br />
posterosuperior.<br />
a la espina ilíaca<br />
Se divide la apófisis de cresta ilíaca en<br />
cuatro cuartos y se habla de Risser 1 si
la osificación de la apófisis es del<br />
cuarto anterior, Risser 2 si es del<br />
segundo cuarto, Risser 3 si es del<br />
tercer cuarto, Risser 4 si es del cuarto<br />
posterior, Risser 5 la fusión de la<br />
apófisis con el ala ilíaca y Risser cero<br />
cuando no haya ningún signo de<br />
osificación de la apófisis de la cresta<br />
ilíaca (Figura 17.12).<br />
Figura 17.12. Test de Risser (ver texto).<br />
Aparte de las mediciones<br />
mencionadas,deberan buscarse las<br />
posibles malformaciones de la charnela<br />
occipitovertebral, una espindilolistesis,<br />
así como la presencia de una cifosis o<br />
lordosis<br />
asociada.<br />
17.1.5.Tratamiento:<br />
Hay<br />
que tratar toda escoliosis que<br />
presenta<br />
muestra de evolutividad,<br />
cualquiera que sea su angulación.<br />
Dependiendo de la etiología y del<br />
grado de angulación de la escoliosis, el<br />
tratamiento a seguir es como sigue:<br />
• Escoliosis de 0º a 20º: tratamiento<br />
expectante. Sin embargo, una curva<br />
que pasa, por ejemplo, de 8º a 15º<br />
en 6 meses, requerirá un<br />
•<br />
tratamiento ortopédico.<br />
Escoliois de 20º a 50º: se colocará<br />
un corsé ortopédico (Figura<br />
17.13).La elección del corsé<br />
dependerá de la tipografía de la<br />
curva. Así por ejemplo, para una<br />
escoliosis lumbar, se prescribirá un<br />
corsé corto; para una dorsal un<br />
corsé de apoyo mentoniano y, si laq<br />
deformidad es muy rígida o<br />
evolutiva, los vendajes enyesados<br />
son muy necesarios para conseguir<br />
que el corsé sea más eficaz o para<br />
370<br />
frenar su grave evolución. Es<br />
importante conocer que un<br />
tratamiento ortopédico iniciado con<br />
una angulación<br />
de 25º, dejará una<br />
angulación, en el mejor de los<br />
casos, también de 25º.<br />
Figura 17.13. Corsé ortopédico de Boston<br />
para<br />
la corrección de la escoliosis<br />
evolutiva<br />
(previene el aumento de la<br />
deformidad).<br />
• Escoliosis superior a los 50º:<br />
Cirugía (artrodesis). Sin embargo,<br />
hay dos situaciones límite:<br />
a) una escoliosis combinada de<br />
60º, no justifica un tratamiento<br />
quirúrgico, ya que obligaría a<br />
una artrodesis muy extensa.<br />
b) Por el contrario, una curva de<br />
45º dorsal que progresa en un<br />
niño inmaduro, puede juestificar<br />
una intervención quirúrgica<br />
precoz.<br />
En la indicación quirúrgica, no solo<br />
interviene la angulación sino también la<br />
importancia de la gibosidad (grave si<br />
sobrepasa 20 mm en dorsal, 15 mm en<br />
dorsolumbar y 10 mm en lumbar), la<br />
topografía de la curva y el grado<br />
del<br />
crecimiento restante.<br />
La elección de la<br />
fecha de la<br />
intervención<br />
es más importante que la<br />
intervención en sí misma. En general<br />
se propone una artrodesis raquídea<br />
después de la pubertad (Figura 17.14).<br />
Después del tratamiento quirúrgico es
necesario mantener un corsé hasta el<br />
final del crecimiento.<br />
Figura 17.14. Artrodesis vertebral para la<br />
corrección de una escoliosis dorsolumbar.<br />
17.2.<br />
Cifosis<br />
17.2.1. Introducción:<br />
La cifosis es por definición una<br />
desviación postural de la columna en el<br />
plano sagital fuera de sus límites<br />
normales. Generalmente, se considera<br />
que la cifosis normal se sitúa entre 20º<br />
y 40º , por el método de Cobb<br />
(Figura 17.15).<br />
Figura<br />
17.15. Niño con aumento de la<br />
angulación<br />
cifótica norma.<br />
371<br />
17. 2.2. Etiología:<br />
El tipo más común de cifosis es la<br />
cifosis<br />
postural. No<br />
es una condición<br />
directamente<br />
patológica pero que se<br />
está volviendo<br />
demasiado común. Los<br />
niños<br />
adoptan extrañas actitudes<br />
sentados<br />
y erectos que agravan su<br />
cifosis<br />
postural, especialmente durante<br />
su<br />
crecimiento. La cifosis postural es<br />
especialmente<br />
común en las chicas<br />
adolescentes.<br />
El desarrollo de los<br />
senos<br />
hace a veces que las chicas<br />
sean<br />
extremadamente tímidas,<br />
pudiendo<br />
adoptar un caminar cabizbajo<br />
para esconder los incipientes<br />
pechos,<br />
en particular si la chica es alta para su<br />
edad. Si se dtecta a tiempo este tipo<br />
de cifosis, se puede corregir<br />
generalmente con ejercicios posturales.<br />
En algunos casos, un corsé ortopédico<br />
puede solucionar el problema.<br />
Sin embargo, la causa más<br />
problemática de cifosis es la<br />
enfermedad de Scheuermann, la cual<br />
se caracteriza por una larga cifosis<br />
arqueada y fija que se desarrolla<br />
durante la adolescencia. Se debe a una<br />
deformidad cuneiforme de<br />
generalmente tres a cinco vértebras<br />
con alteraciones radiológicas<br />
específicas. Se trata de un cifosis que<br />
incluye al menos tres vértebras<br />
adyacentes, cada una con un<br />
acuñamiento de 5º o más grados.<br />
Existen dos tipos principales de cifosis<br />
de Scheuermann: la forma torácica,<br />
hereditaria, progresiva e indolora y el<br />
tipo dorsolumbar, generalmente<br />
dolorosa.<br />
17.2.3. Diagnóstico:<br />
Clínicamente, la enfermedad<br />
dorsolumbar de Scheuermann se<br />
acompaña de un período de dolor<br />
moderadamente intenso con la<br />
actividad. La cifosis dorsolumbar se<br />
produce más frecuentemente en chicos<br />
que en chicas (2/1), y se observa<br />
especialmente entre los 13 y los 17<br />
años, siendo más agresiva durante la<br />
aceleración del crecimiento<br />
(Figura 17.16).
Figura 17.16. Enfermedad de<br />
Scheuermann. Aspecto clínico y<br />
radiográfico.<br />
Puesto que se da tan a menudo en<br />
atletas jóvenes, se sospecha una lesión<br />
por stress localizado en las placas<br />
vertebrales<br />
de crecimiento.<br />
17.2.4.<br />
Tratamiento:<br />
En<br />
la mayoría de los casos la<br />
enfermedad temprana de<br />
Scheuermann puede tratarse con un<br />
corsé correctivo. Los pacientes que<br />
tienen cifosis pueden tener también<br />
escoliosis asociada. Por lo tanto es<br />
necesario obtener radiografías en<br />
posición erecta anteroposteriores y<br />
laterales.<br />
Otro tipo de cifosis corresponde a la<br />
variedad congénita, lacual es<br />
secundaria a un defecto de<br />
segmentación (barra congénita o<br />
vértebras<br />
en bloque) y rara vez provoca<br />
ningún déficit neurológico. Aunque se<br />
puede<br />
observar el deterioro funcional<br />
en el nacimiento o al principio de la<br />
infancia, se produce con mayor<br />
frecuencia en el momento de mayor<br />
crecimiento<br />
en la adolescencia. Este<br />
tipo de cifosis requieren<br />
por lo general<br />
tratamiento quiríurgico antes de que se<br />
desarrolle una deformidad significativa.<br />
En los niños con déficit neurológico<br />
secundario a una cifosis congénita o<br />
secundaria y una deformidad fija, la<br />
descompresión del canal espinal es<br />
esencial.<br />
372
CAPITULO 18. TRANSTORNOS DE LONGITUD<br />
Y/O ALINEACION DE LAS<br />
EXTREMIDADES<br />
INFERIORES.<br />
18.1. Introducción:<br />
Las alteraciones en la longitud,<br />
estática y marcha durante la infancia y<br />
adolescencia constituyen una causa<br />
muy<br />
frecuente de consulta, no tanto por<br />
las alteraciones funcionales o<br />
dolorosas que refieren los jóvenes<br />
pacientes, sino muchas veces por la<br />
preocupación de los padres y<br />
familiares, que reciben diversas<br />
informaciones no siempre correctas y,<br />
en ocasiones, confusas, que llevan a<br />
consultar al especialista. Por ello, es<br />
fundamental conocer el proceso<br />
fisiológico de crecimiento de las<br />
extremidades inferiores, las variaciones<br />
de este crecimiento normal, su curso<br />
evolutivo<br />
hacia la resolución<br />
espontánea con el crecimiento, y las<br />
posibilidades y necesidades reales de<br />
tratamiento.<br />
18.2. Dismetría de las extremidades<br />
inferiores<br />
18.2.1. Introducción:<br />
La discrepancia de longitud de las<br />
piernas es una alteración bastante<br />
frecuente en nuestro medio y<br />
constituye<br />
un problema, no solo<br />
desde<br />
el punto de vista estético,<br />
sino<br />
funcional. Como es bien<br />
sabido, el ser humano no es<br />
simétrico,<br />
es decir, la mitad de un<br />
lado no es exactamente igual a la<br />
mitad<br />
contralateral, y esto<br />
se pone<br />
de manifiesto en la longitud<br />
de las<br />
piernas. En general, puede tolerarse<br />
diferencias de hasta 1,5 cm sin<br />
producir ninguna alteración,<br />
mientras que discrepancias<br />
mayores pueden producir un<br />
aumento del gasto energético<br />
debido a que la pierna más corta<br />
tiene que elevar más la pelvis durante<br />
la marcha, así como provocar a la<br />
larga, una escoliosis compensadora<br />
y<br />
dolor<br />
de espalda.<br />
373<br />
18.2.2. Etiología:<br />
La desigualdad en la longitud de las<br />
piernas puede ser de causa<br />
desconocida (idiopática) o secundaria a<br />
traumatismos e infecciones que<br />
lesionan el cartílago de crecimiento o<br />
fisis, parálisis asimétrica (poliomielitis,<br />
parálisis cerebral,<br />
etc), tumores y todas<br />
aquellas patologías que afecten el<br />
crecimiento del hueso (Tabla 18.I).<br />
Tabla 18.I. Causas<br />
de dismetría de las<br />
extremidades<br />
inferiores.<br />
1.<br />
Congenita.<br />
2. Infecciosa.<br />
3. Postraumatica.<br />
4. Neoplasica.<br />
5. Irradiación.<br />
6. Displasia esquelética.<br />
7. Miscelanea.<br />
18.2.3. Diagnóstico:<br />
Por todo lo visto hasta ahora, es muy<br />
importante la evaluación de las piernas<br />
del niño, primero de forma dinámica, es<br />
decir,<br />
durante la marcha, y luego de<br />
forma estática. Hemos de apreciar si<br />
existe equilibrio de la pelvis o si existe<br />
un imbalance (pelvis hacia un lado),<br />
veremos<br />
si las rodillas se flexionan de<br />
igual<br />
manera (la pierna larga tiene una<br />
mayor<br />
flexión de rodilla) y la presencia<br />
o no de cojera. Posteriormente<br />
se<br />
realiza la medición “real” de las piernas<br />
por medio de una cinta métrica que,<br />
colocada desde la espina ilíaca<br />
anterosuperior, desciende hasta el<br />
maleolo tibial. Igualmente realizaremos<br />
la medición “aparente” de las piernas,<br />
desde el ombligo hasta los maleolos<br />
tibiales. La diferencia entre ambas<br />
mediciones estriba que, mientras la<br />
“real” mide exactamente la longitud de<br />
la pierna, la “aparente” indica si existe<br />
una contractura articular, ya sea a nivel
de la cadera o de la rodilla. Así, en un<br />
paciente con una contractura en<br />
adducción<br />
de la cadera, presenta una<br />
dismetría de la medición<br />
“aparente”,<br />
pero puede tener una misma medición<br />
“real” de ambas piernas (Figura 18.1).<br />
Figura 18.1. Medición de la longitud de las<br />
piernas. A) real. B) aparente.<br />
Después de realizar la exploración<br />
física, se finaliza con el estudio<br />
radiográfico. Al respecto, se deben<br />
practicar radiografías telemétricas de<br />
ambas extremidades inferiores para<br />
medir<br />
con exactitud la longitud<br />
individual de cada hueso (fémur y tibia)<br />
así como trazar los ejes anatómicos y<br />
mecánicos de ambas extremidades con<br />
el fin de objetivar alguna causa ósea o<br />
articular de dicha dismetría (Figura<br />
18.2).<br />
Figura 18.2. Medición de los ejes<br />
anatómicos y mecánicos de las<br />
extremidades inferiores. 375<br />
18.2.4. Tratamiento:<br />
El tratamiento de la desigualdad de<br />
longitud de los miembros inferiores ha<br />
de adaptarse al cuadro específico y a<br />
las necesidades individuales de cada<br />
paciente. Los planes de tratamiento<br />
solo pueden formularse tras una<br />
cuidadosa valoración, la cual consta de<br />
un estudio de las edades cronológica y<br />
esquelética del paciente (edad ósea), la<br />
discrepancia de longitud actual y la<br />
discrepancia de longitud posible en el<br />
momento en que el niño alcance la<br />
madurez esquelética, la causa del<br />
trastorno, el estado funcional de las<br />
articulaciones, los antecedentes<br />
sociales y psicológicos del niño y su<br />
familia. Sin embargo, se considera que<br />
las dismetrías que no sobrepasen los 2<br />
cm no deben tratarse.<br />
Para los demás casos y según el<br />
orígen que ha causado la dismetría,<br />
existen cuatro tipos de tratamiento para<br />
igualar la longitud de los miembros:<br />
1. Zapatos con alzas o prótesis de<br />
conversión.<br />
2. Epifisiodesis (fusión del cartílago de<br />
crecimiento) a la edad adecuada,<br />
de la pierna no afectada, para que<br />
la afectada alcance la misma<br />
longitud (Figura 18.3).<br />
Figura 18.3. Epifisiodesis femoral distal de<br />
la rodilla izquierda mediante grapas, en un<br />
chico de 12 años que cuando tenía 12 años<br />
sufrió un accidente con el resultado de una<br />
pierna más corta que la otra.
3. Acortamiento de la pierna de mayor<br />
longitud<br />
(en pacientes con edades<br />
excesivas para la epifisiodesis).<br />
4.<br />
Alargamiento de la pierna de menor<br />
longitud (Figura 18.4).<br />
Figura 18.4. Transporte óseo para<br />
solucionar una pérdida ósea tibial de 6 cm,<br />
en un muchacho de 16 años que sufrió un<br />
accidente de tráfico con la pérdida ósea<br />
comentada. A) en el momento del<br />
accidente. B) estabilización de la fractura<br />
con clavo endomedular, manteniendo la<br />
longitud de la pierna. C) osteotomía tibial<br />
proximal y transporte ósea en sentido<br />
distal. D) resultado final.<br />
Los objetivos del tratamiento<br />
consisten en equilibrar la columna y la<br />
pelvis, igualar la longitud de las piernas<br />
y corregir el eje mecánico de carga, de<br />
manera que se permita el crecimiento<br />
armónico e integrar al niño a sus<br />
actividades de forma precoz e<br />
impidiendo de esta manera posibles<br />
repercusiones desde el punto de vista<br />
psicológico.<br />
18. 3. Alteraciones de torsión:<br />
18.3.1. Torsión femoral:<br />
18.3.1.1 Introducción:<br />
La torsión femoral (hacia atrás ó<br />
retroversión; hacia delante o<br />
anteversión) se refiere al ángulo que se<br />
forma<br />
entre el cuello del fémur<br />
376<br />
con el eje bicondíleo femoral,<br />
constituyendo una alteración en el eje<br />
rotacional del fémur (Figura 18.5).<br />
Figura<br />
18.5. Torsión femoral.<br />
Dicha alteración puede ser fisiológica o<br />
patológica, dependiendo del grado de<br />
torsión que alcanza en la edad adulta.<br />
Se observa desde que comienza la<br />
marcha y puede estar exacerbada por<br />
otras alteraciones como la torsión tibial<br />
interna o un metatarsus adductus.<br />
18.3.1.2. Diagnóstico:<br />
Cuando el niño nace, el ángulo de<br />
torsión se encuentra alrededor de los<br />
40º de anteversión (hacia delante) y va<br />
disminuyendo<br />
paulatinamente hasta<br />
alcanzar<br />
en el adulto un valor de 15 a<br />
20º, también de anteversión.<br />
Sin<br />
embargo, es frecuente observar que no<br />
en todos los niños se va a producir este<br />
cambio fisiológico. Cuando ello ocurre,<br />
se observa que el niño, al andar, gira<br />
sus pies hacia adentro, motivo por el<br />
cual los padres consultan al especialita.<br />
Otro de los motivos de consulta, aparte<br />
del comentado, es una cierta torpeza al<br />
caminar y la tendencia a caer con gran<br />
facilidad.<br />
La exploración de estos niños,<br />
pone<br />
de<br />
relieve que cuando permanece de<br />
pie,<br />
las rodillas y los pies apuntan hacia<br />
adentro<br />
(Figura 18.6).
Figura 18.6. Anteversión femoral<br />
exagerada. Obsérvese que las rótulas<br />
miran hacia adentro cuando el niño<br />
permanece erguido.<br />
No obstante, esta rotación puede ser<br />
debida también, a una rotación interna<br />
exagerada de la tibia y/o a la presencia<br />
de un antepie adductus. Por dicho<br />
motivo, es preciso valorar ciertos<br />
parámetros, entre los que destacan<br />
(Figura 18.7):<br />
1) La observación de la progresión del<br />
pie durante la marcha.<br />
2) Valorar la movilidad rotacional de<br />
las caderas. dicha rotación femoral<br />
interna exagerada se valora mejor<br />
con el niño en decúbito prono, con<br />
las caderas en extensión y las<br />
rodillas en flexión de 90º. En esta<br />
posición,<br />
se gira la pierna hacia<br />
fuera para medir la rotación femoral<br />
interna, y hacia adentro para medir<br />
la rotación femoral externa. Cuando<br />
la rotación femoral interna supera la<br />
externa, se dice que el paciente<br />
presenta una anteversión<br />
exagerada, mientras que si ocurre<br />
al revés, se dice que el paciente<br />
presenta<br />
una retroversión.<br />
3) Medición del ángulo pierna-pie con<br />
el fin de comprobar si existe una<br />
rotación tibial interna asociada, y<br />
377<br />
4) Valoración de la presencia de un<br />
antepié adductus.<br />
Figura 18.7. Medida clínica de la rotación<br />
femoral para valorar el grado de torsión<br />
femoral.<br />
Mucho menos frecuente es la torsión<br />
femoral interna o retroversión. En<br />
general<br />
no suelen tener ningún<br />
problema, aún cuando se la ha<br />
asociado a la artrosis de cadera como<br />
causa etiológica, hacho no comprobado<br />
estadísticamente.<br />
Clínicamente, los<br />
picantes con retroversión<br />
presentan el<br />
contrario que los visto en la<br />
anteversión, es decir, marcha en<br />
rotación externa y movilidad de la<br />
cadera en rotación externa más<br />
aumentada que la interna.<br />
18.3.1.3. Tratamiento:<br />
En general no se requiere tratamiento,<br />
pues la deformidad se corrige<br />
espontáneamente durante el<br />
crecimiento. Sin embargo, es necesario<br />
controlar periódicamente al niño para<br />
comprobar su corrección<br />
espontánea.<br />
Lo importante es explicar a los padres<br />
que esta alteración se corrige<br />
espontáneamente y que hay que insistir<br />
en algunos aspectos, entre los que<br />
cabe destacar: 1) cambio de posición al<br />
sentarse y dormir; 2) ejercicios<br />
constantes (bicicleta, patines, marchas,
etc), y 3) constancia en vigilar a su hijo<br />
de que camine con los pies hacia<br />
afuera.<br />
Por lo que respecta al primer punto,<br />
es decir, evitar que el niño se siente o<br />
duerma en una postura determinada,<br />
es<br />
muy importante impedir que el niño<br />
se siente en la postura<br />
denominada de<br />
“sastre<br />
invertida”, pues con ella se<br />
favorece la torsión<br />
interna de los<br />
fémures así como la rotación externa<br />
de las tibias (Figura 18.8).<br />
Figura 18.8. Posición de sastre (A) y de<br />
sastre invertida (B). Es esta última posición<br />
la que debe evitarse pues favorece la<br />
tosión interna sobre los fémures y la torsión<br />
externa sobre las tibias.<br />
En casos excepcionales, puede estar<br />
justificada la cirugía y se espera a que<br />
el niño alcance la madurez esquelética,<br />
en caso de que aún persista alteración<br />
funcional de la marcha.<br />
18.3.2. Torsión tibial:<br />
18.3.2.1. Introducción:<br />
La torsión tibial (desviación de la tibia<br />
hacia fuera de la línea media o hacia<br />
adentro), depende de la edad del niño y<br />
es variable de una persona a otra. Sin<br />
embargo, la causa más frecuente de<br />
que los niños entre 1 y 3 años tienden<br />
a caminar con los pies hacia adentro es<br />
la torsión tibial interna. En general<br />
suele ser bilatral, aunque si es<br />
unilateral suele ser más acusada. La<br />
causa de esta anomalía es el moldeado<br />
intrauterino que sufren las<br />
extremidades<br />
inferiores (Figura 18. 9).<br />
Figura 18.9. Torsión tibial interna.<br />
378<br />
18.3.2.2. Diagnóstico:<br />
La torsión tibial interna se expresa por<br />
una cifra negativa, mientras que la<br />
torsión tibial externa se expresa por<br />
una cifra positiva. Al respecto, al nacer,<br />
la torsión tibial interna es de unos -40º<br />
y su resolución espontánea ocurre a la<br />
edad de 8 años, alcanzando en el<br />
adulto una cifra de + 15º.<br />
En los lactantes, la torsión tibial<br />
interna anormal suele acompañar al<br />
genu varo, pues como deformidad<br />
aislada es muy poco común. La torsión<br />
tibial interna demasiado intensa puede<br />
surgir por combinación con una<br />
anteversión femoral. Por lo general, los<br />
padres llevan al niño al especialista<br />
entre los 6 y 12 meses de edad y<br />
refieren que el niño mete los pies hacia<br />
adentro. En ocasiones no se detecta el<br />
cuadro antes de que empiece a<br />
caminar.<br />
Cuando<br />
se examina al pequeño, se<br />
aprecia<br />
que cuando camina, los pies<br />
están desviados hacia la línea media,<br />
mientras que las rótulas miran al frente.<br />
Asimismo,<br />
cuando el niño está sentado<br />
con las piernas colgando en<br />
el borde<br />
de la mesa, se observa<br />
que los pies<br />
apuntan hacia adentro,<br />
mientras que<br />
las rótulas apuntan directamente hacia<br />
delante, indicando<br />
que los fémures<br />
están en posición neutral y,<br />
por tanto,<br />
que la rotación no es<br />
debida a una<br />
anteversión femoral exagerada.
Es de suma importancia conocer si los<br />
hermanos mayores presentan también<br />
una torsión tibial interna, porque la<br />
subdivisión<br />
en formas hereditarias<br />
adquiere importancia práctica<br />
en el<br />
pronóstico y tratamiento. Si las tibias<br />
y/o hermanos mayores tienen<br />
alineación normal, es muy probable de<br />
que se corrija este defecto entre los 7 y<br />
9 años de edad de forma espontánea,<br />
mientras que si se advierte que la<br />
torsión<br />
tibial interna es anormal y<br />
persistente entre los miembros<br />
de la<br />
familia,<br />
el pronóstico de<br />
corrección<br />
espontánea es reservado,<br />
y habrá que<br />
considerar<br />
medidas terapéuticas<br />
intensivas.<br />
Cuando la tibia está desviada hacia<br />
afuera se habla de torsión tibial externa<br />
y generalmente es adquirida por<br />
efecto<br />
de posición intrauterina<br />
o<br />
compensatoria de una anteversión<br />
femoral exagerada. En estos<br />
casos, el<br />
niño gira el pie hacia afuera durante la<br />
marcha.<br />
A diferencia de la torsión tibial interna,<br />
la externa no se corrige<br />
espontánamente y, por Consiguiente,<br />
se<br />
recomienda la implementación<br />
temprana de ejercicios<br />
de manipulación<br />
y estiramiento, junto<br />
con el uso de<br />
férulas correctoras. La corrección<br />
quirúrgica está indicada cuando<br />
el niño<br />
tiene entre 10 y 12 años de edad.<br />
18.3.2.3. Tratamiento:<br />
El tratamiento varía desde la<br />
implementación de<br />
ejercicios de<br />
manipulación y estiramiento,<br />
los cuales<br />
se<br />
deben realizar en sesiones de 20 a<br />
30 veces cada vez que se cambia el<br />
pañal del niño, hasta el uso de<br />
aparatos correctores, como son las<br />
férulas de Dennis Brown<br />
(Figura 18.10).<br />
379<br />
Figura 15.10. Férulas de Dennis Brown<br />
para el tratamiento de la torsión tibial<br />
interna.<br />
Si después de los 8 años persiste la<br />
torsión tibial interna anormal y existe<br />
una incapacidad funcional para la<br />
marcha normal, está indicada la<br />
corrección quirúrgica.<br />
18.4. Alteraciones angulares<br />
18. 4.1. Genu valgo<br />
18.4.1.1. Introducción:<br />
El genu valgo o rodillas en “X”, es un<br />
proceso fisiológico en todos los niños a<br />
partir de los 2 años hasta los 7 años.<br />
Suele ser progresivo, es decir, aumenta<br />
hasta llegar a un punto de equlibrio y,<br />
posteriormente comienza a<br />
desaparecer (Figura 18.11).<br />
Figura 18.11. Genu valgo.
18.4.1.2. Etiología:<br />
La causa más frecuente de genu valgo<br />
en los niños es, con mucho, la<br />
hipermovilidad de la rodilla que es, a su<br />
vez, simplemente otra manifestación de<br />
la laxitud articular generalizada. Así<br />
pues, el genu valgo, al igual que los<br />
pies<br />
planos flexibles, es por la misma<br />
razón<br />
mucho más frecuente en los<br />
niños<br />
jóvenes que en los adolescentes<br />
y suele afectar más a las niñas.<br />
18.4.1.3. Diagnóstico:<br />
Puesto que la deformidad en valgo es<br />
consecuencia de la laxitud de los<br />
ligamentos colaterales de la rodilla, se<br />
detecta con facilidad cuando el niño<br />
permanece de pie. Según la severidad<br />
del valgo, se presentan más o menos<br />
dificultades al andar, pues al rozar<br />
las<br />
rodillas por sus caras internas, el niño<br />
debe oscilar una pierna alrededor de la<br />
otra, por lo que se cansa más<br />
rápidamente. Asimismo,<br />
los pies<br />
siempre se desvían en su parte interna<br />
(pronación). En ocasiones y cuando el<br />
valgo es severo, es frecuente observar<br />
una tendencia de la rótula a subluxarse<br />
hacia el lado externo. Como hay<br />
molestias al caminas, los niños<br />
acostumbran a ser sedentarios, lo que<br />
permite que sean obsesos, y esto<br />
constituye un mayor estímulo para la<br />
deformidad, lo que se entra en un<br />
círculo vicioso.<br />
Según el grado de genu valgo, las<br />
rodillas se clasifican en tres tipos:<br />
1. Leve: cuando la distancia<br />
intermaleolar no supera los 6-8<br />
cm.<br />
2. Moderado: cuando la distancia<br />
intermaleolar se sitúa entre los<br />
8 y 10 cm.<br />
3. Grave: cuando la distancia<br />
intermaleolar es mayor a 10 cm.<br />
380<br />
18.4.1.4.Tratamiento:<br />
Si el niño tiene entre 2 y 6 años y<br />
presenta un genu valgo leve, se<br />
tranquiliza a los padres, señalándoles<br />
que en el 95 % de los casos se corrige<br />
espontáneamente, por lo que no<br />
necesitan ningún tipo de tratamiento.<br />
En los casos de genu valgo moderado<br />
y persistente, es aconsejable usar<br />
calzado ortopédico, aunque esta<br />
medida es de dudosa eficacia. Lo que<br />
sí es aconsejable es evitar aquellas<br />
posturas que favorezcan tal trastorno,<br />
como<br />
por ejemplo el sentarse en<br />
posición de “sastre invertida” o en<br />
posición de “televisión”, debido a que<br />
se estiran los ligamentos colaterales<br />
internos.<br />
En los casos de genu valgo severo y<br />
especialmente<br />
en pacientes obesos, se<br />
recomienda utilizar una ortesis para<br />
uso diurno, de manera que evita la<br />
inestabilidad<br />
de los ligamentos de la<br />
rodilla.<br />
Estas ortesis se usan durante 1<br />
o 2 años. Sin embargo, los<br />
inconvenientes son obvios, pues<br />
producen problemas psicológicos, no<br />
siempre fáciles de superar. Es por ello,<br />
que la tendencia actual en el<br />
tratamiento de estos pacientes con<br />
genu<br />
valgo severo sea<br />
la epifisiodesis<br />
del lado interno<br />
de la rodilla, ya sea<br />
solamente a nivel tibial o a nivel<br />
femoral, o de ambas a la vez. Si el<br />
paciente ya ha alcanzado la madurez<br />
esquelética, se recomiendan<br />
osteotomías de sustracción interna<br />
(femoral y/o tibial) para lograr la<br />
corrección necesaria.<br />
18.4.2. Genu varo<br />
18.4.2.1. Introducción:<br />
El genu varo (piernas arquadas), es<br />
una altración en el eje axial que<br />
presentan todos los niños durante su<br />
desarrollo, debido a la posición que<br />
presenta el niño a nivel uterino<br />
(Figura<br />
18.12).
Figura<br />
18.12. Genu varo.<br />
Al momento del nacimiento, el niño<br />
presenta<br />
un ángulo entre el fémur y la<br />
tibia de aproximadamente de 30º y, con<br />
el crecimiento, este ángulo va<br />
disminuyendo hasta alcanzar los 0º,<br />
valor que se llega a la edad de 2 años<br />
de vida. Posteriormente, este ángulo se<br />
negativiza progresivamente, dando<br />
como<br />
manifestación clínica el genu<br />
valgo hasta los 7 años, para después<br />
normalizarse hasta los valores del<br />
adulto, es decir, 5º en el hombre y 10º<br />
en la mujer (Figura 18.13).<br />
Figura 18.13. Variaciones de los ángulos<br />
varo-valgo, desde el nacimiento hasta la<br />
fase adulta.<br />
18.4.2.2. Etiología:<br />
Además del referido genu varo<br />
fisiológico, hay que revisar alguno de<br />
los procesos que causan más<br />
frecuentemente esta deformidad, como<br />
son la enfermedad de Blount y el<br />
raquitismo; otros procesos, como<br />
diversas displasias esqueléticas<br />
(acondroplasia) pueden ser también<br />
381<br />
causa de genu varo, si bien la<br />
deformidad angular apreciada en las<br />
rodillas será parte, en muchos casos,<br />
de un trastorno generalizado. Las<br />
secundarias a sepsis o traumatismos<br />
tendrán características propias, con<br />
aparición de puentes óseos misarios,<br />
deformidad progresiva, unilateral y<br />
acompañada de acortamiento.<br />
18.5.2.3. Diagnóstico:<br />
En general, son los padres que<br />
consultan al especialista porque<br />
su hijo<br />
tiene las piernas arqueadas. Si se<br />
sospecha que la magnitud de la<br />
alteración escapa de los parámetros<br />
fisiológicos esperados por la edad del<br />
niño, es necesario realizar una<br />
radiografía de los miembros<br />
inferiores<br />
para determinar cuál es el valor de la<br />
relación del núcleo de crecimiento de la<br />
tibia con respecto al resto de la misma.<br />
Si este valor es de 11º o menos, se<br />
habla de un valor fisiológico, mientras<br />
que si supera dicho valor ó si existen<br />
alteraciones de crecimiento de la tibia,<br />
estaríamos en presencia de una<br />
entidad patológica que recibe en<br />
nombre de enfermedad de Blount.<br />
Dicha enfermedad, cuya causa es<br />
desconocida, consiste en la incurvación<br />
patológica en varo del segmento<br />
proximal de la tibia (Figura 18.14).<br />
Figura 25.14. Deformidad de la rodilla en la<br />
enfermedad de Blount.<br />
Se distinguen dos formas: infantil y del<br />
adolescente.<br />
La primera suele aparecer<br />
en<br />
los 3 primeros años de la vida, está<br />
asociada<br />
frecuentemente a un
sobrepeso y es algo más frecuente en<br />
la raza negra. La segunda, no se<br />
diagnostica antes de los 9 años de<br />
edad, y consiste en un adelgazamiento<br />
de la fisis medial tibial proximal, como<br />
consecuencia de una epifisiodesis<br />
espontánea de la misma, que conduce<br />
a una deformidad progresiva con<br />
acortamiento secundario.<br />
18.4.2.3. Tratamiento:<br />
Si no existe un proceso patológico<br />
subyacente, el genu varo fisiológico no<br />
precisa más tratamiento que la<br />
observación durante los años que dure<br />
el crecimiento, con el fin de comprobar<br />
que se está corrigiendo la alineación. Si<br />
el genu varo se acompaña de torsión<br />
tibial interna importante, se puede<br />
incorporar al calzado ortopédico<br />
382<br />
corrector unos twister elásticos. La<br />
resolución desde el punto de vista<br />
quirúrgico está reservada para aquellos<br />
casos graves o que causen problemas<br />
estéticos y funcionales en los niños<br />
mayores y adolescentes.<br />
El genu varo tiende a desaparecer<br />
alrededor de los 2 años. Sin embargo,<br />
en ocasiones persiste por más tiempo.<br />
Recordemos que no todos los niños se<br />
desarrollan<br />
de igual forma, algunos<br />
tardan más en hablar<br />
ó en caminar y<br />
todo<br />
ello entra dentro de parámetros<br />
normales.<br />
Si el genu varo es producido por la<br />
enfermedad de Blount, se requiere la<br />
osteotomía tibial para su corrección<br />
(Figura<br />
18.15).<br />
Figura 18.15. Corrección quirúrgica de la enfermedad<br />
de Blount. A) imagenes preoperatorio. B)<br />
imágenes postoperatorias.<br />
18.4.3. Genu recurvatum<br />
18.4.3.1. Introducción:<br />
.El genu recurvatum es una deformidad<br />
de la rodilla caracterizada por una<br />
extensión excesiva de la pierna sobre<br />
el muslo, que forma en conjunto un<br />
ángulo abierto hacia adelante, en<br />
posición de pie, o en el curso de la<br />
extensión forzada (Figura 25.16).<br />
Figura 18.16. Genu recurvatum.
18.4.3.2. Etiología:<br />
El genu recurvatum constituye una<br />
entidad muy poco frecuente. La<br />
mayoría de los<br />
casos son secundarios<br />
a traumatismos a nivel de la parte<br />
anterior de la fisis proximal de la tibia o<br />
como consecuencia de una<br />
enfermedad de Osgood-Shlatter. En el<br />
caso de que no se encuentre ninguna<br />
alteración responsable de la<br />
deformidad, es muy posible que forme<br />
parte<br />
de un proceso de hiperlaxitud<br />
generalizada, como puede ser la<br />
enfermedad de Enhlers-Danlos.<br />
18.4.3.3. Diagnóstico:<br />
En<br />
adolescentes hiperlaxos,<br />
especialmente en las mujeres, es<br />
común observar un grado variable de<br />
genu recurvatum. Esto se debe a un<br />
crecimiento más lento de la porción<br />
anterior de la fisis proximal del la tibia,<br />
que suele ser secundario a que a esta<br />
edad, las chicas suelen llevar tacones<br />
altos. También es frecuente en<br />
bailarinas de ballet, donde es casi<br />
universal, caminar de puntillas. En los<br />
demás casos, hay que averiguar la<br />
causa. Así, si el genu recurvatum es<br />
debido a un desequilibrio muscular,<br />
como en la parálisis creberal o en la<br />
poliomielitis, dicha deformidad puede<br />
manifestarse gradualmente durante un<br />
periodo de tiempo. El estudio<br />
radiográfico es característico, pues se<br />
observa la angulación hacia delante<br />
que forma el fémur con la tibia<br />
(Figura 18.17).<br />
Figura 18.17. Imágenes radiográficas de<br />
una deformidad en genu recurvatum de la<br />
rodilla izquierda. A) anteroposterior de<br />
ambas rodillas. B) lateral<br />
de la rodilla<br />
izquierda.<br />
384<br />
18.4.3.4. Tratamiento:<br />
En general, los casos leves de genu<br />
recurvatum no requieren de tratamiento<br />
alguno. Sin embargo, en aquellos<br />
casos es que es muy acusado e<br />
imposibilite<br />
una marcha normal, está<br />
aconsejada la osteotomía<br />
proximal<br />
tibial de apertura, con el fin de alinear<br />
correctmente la extremidad<br />
(Figura 18.18).<br />
Figura 18.18. Corrección quirúrgica con el<br />
fijador externo de Ilizaron del genu<br />
recurvatum observado en la figura 25.17.<br />
Obsérvese la línea de osteotmía en la<br />
metáfisis proximal de la tibia así como la<br />
apertura anterior para conseguir la<br />
alineación correcta de la extremidad.<br />
A) proyección anteroposterior. B)<br />
proyección lateral.
CAPITULO19. ENFERMEDADES<br />
METABOLICAS OSEAS<br />
Las enfermedades metabólicas óseas<br />
se deben a un fallo de alguno de los<br />
procesos normales de formación ósea,<br />
mineralización y remodelado. Pueden<br />
clasificarse de manera general en<br />
trastornos<br />
osteopénicos, como la<br />
osteoporosis, la osteomalacia y el<br />
hiperparatiroidismo, y transtornos<br />
osteoescleróticos,<br />
como la enfermedad<br />
de Paget.<br />
19.1. Metabolismo óseo.<br />
Fisiopatología:<br />
19.1.1. Introducción:<br />
El mantenimiento de un gradiente<br />
estable de calcio entre el espacio<br />
extracelular e intracelular, es esencial<br />
para la vida, pues su concentración en<br />
la sangre, constituye el más importante<br />
regulador de los potenciales de<br />
membrana celulares, de la coagulación<br />
sanguínea y de las funciones muscular<br />
y cardiovascular. Asimismo, el calcio<br />
actúa de mensajero<br />
en la mayoría de<br />
las<br />
señales de transducción de las<br />
células del cuerpo.<br />
Del calcio total del cuerpo, un 99 %<br />
está retenido en el esqueleto, dejando<br />
un 1 % para circular en el líquido<br />
extracelular. Aproximadamente la mitad<br />
de él se encuentra en las proteinas<br />
plasmáticas (fundamentalmente la<br />
albúmina), una pequeña porción se<br />
asocia con los fosfatos o citratos y<br />
alrededor del 45 % restante se<br />
encuentra en forma de calcio ionico. La<br />
concentración de éste, se mantiene<br />
entre unos márgenes muy limitados y<br />
es a través del tejido óseo, que se<br />
consigue este equilibrio.A nivel<br />
macroscópico, la regulación del calcio<br />
es mantenida por tres sistemas<br />
<strong>org</strong>ánicos: el intestino, el esqueleto y<br />
los riñones (Figura 19.1).<br />
Figura 19.1. Homeostasis del calcio.<br />
385<br />
Todo el calcio que entra en el<br />
<strong>org</strong>anismo<br />
proviene de la dieta. La<br />
absorción<br />
del calcio varía según los<br />
requerimientos, aunque suele ser<br />
aproximadamente el 20 % del ingerido;<br />
el r esto se excreta por las heces.<br />
En el<br />
intestino, el calcio es transportado<br />
activamente a nivel del duodeno por<br />
medio de una proteina ligada al calcio.<br />
En el yeyuno, existe una difusión<br />
pasiva del mismo. Bajo condiciones<br />
normales, la excreción urinaria del<br />
calcio regula el aumento de calcio<br />
absorbido.<br />
19.1.2. Función endocrina:<br />
La regulación de la homeostasis del<br />
calcio está constantemente<br />
controlada<br />
y regulada por el sistema endocrino:<br />
hormona<br />
paratiroidea (PTH) – vitamina<br />
D – calcitonina. Estas tres hormonas<br />
calciotrópicas,<br />
en conjunto con otros<br />
factores paracrinos, no sólo modulan la<br />
concentración de calcio sérico en el<br />
líquido<br />
extracelular, sino que controlan<br />
la fluctuación del calcio<br />
del exterior al<br />
interior de la célula.
• Vitamina D:<br />
La vitamina D es una hormona<br />
esteroide liposoluble que puede<br />
modular la homeostasis del calcio<br />
directamente o a través de sus efectos<br />
sobre la diferenciación y desarrollo de<br />
los distintos sistemas celulares<br />
calcioreguladores. Su función primaria<br />
es aumentar la absorción de calcio y<br />
fósforo en el interior del intestino<br />
delgado y aumentar la resorción de<br />
fósforo<br />
y calcio del hueso. La luz<br />
ultravioleta del sol<br />
actuando sobre la<br />
piel, transforma el 7-dihidrocolesterol<br />
en vitamina D3 (colecalciferol).<br />
Figura 19.2. Diagrama que muestra las<br />
vías metabólicas de la vitamina D.<br />
386<br />
La vitamina D3 es hidroxilada en el<br />
hígado, transformándose en 25dihidroxi-vitamina<br />
D3. Tanto la vitamina<br />
D3 (colecalciferol) como la 25hidroxivitamina<br />
D3, son precursores<br />
inactivos de vitaminas y, el nivel sérico<br />
de esta última es el mejor indicador de<br />
los depósitos de vitamina D3. En<br />
presencia de hormona paratiroidea<br />
(PTH), hipocalcemia o hipofosfatemia,<br />
una enzima en las mitocondrias de los<br />
túbulos proximales del riñón hidroxila la<br />
25-hidroxivitamina D3, transformándose<br />
en el metabolito activo de la hormona<br />
1,25-dihidroxivitamina D3 (1,25 (OH)2<br />
vitamina D3) (Figura 19.2).<br />
Una hora de luz directa del sol sobre el<br />
rostro de un individuo de raza blanca<br />
produce el requerimiento diario de 400<br />
UI de vitamina D. Los sujetos de piel<br />
oscura requieren más luz de sol<br />
directa.<br />
• Hormona paratiroidea (PTH):<br />
Junto con la vitamina D, forman el<br />
mayor regulador metabólico de la<br />
homeostasis del calcio y del fósforo<br />
extracelular del cuerpo. Los tres<br />
principales focos de actuación de la<br />
PTH son el hueso, los riñones y el<br />
intestino.<br />
La PTH es secretada por las células<br />
de las glándulas paratiroideas y sus<br />
funciones son: 1) estimular la liberación<br />
de proteasas neutras que degradan la<br />
superficie osteoide del hueso, iniciando<br />
el ciclo de remodelación ósea;<br />
2) estimular la liberación de factores<br />
hoy desconocidos a partir de los<br />
osteoblastos que también estimulan a<br />
los osteoclastos para la resorción de<br />
hueso; y 3) estimular a los osteoblastos<br />
a sintetizar osteoide y formar hueso.<br />
A nivel de los osteocitos se asumen<br />
que existen receptores de la PTH, ya<br />
que cuando ésta estimula a los<br />
osteocitos, se produce una movilización<br />
inmediata y masiva de calcio. La<br />
síntesis y liberación de PTH depende<br />
de la concentración de calcio ionizado<br />
extracelular (Figura 19.3).
Figura 19.3. Acción de la hormona<br />
paratiroidea (PTH) al disminuir<br />
los niveles<br />
séricos de calcio.<br />
• Calcitonina:<br />
La calcitonina es una importante<br />
hormona reguladora de la homeostasis<br />
del calcio y que no está directamente<br />
regulada por las funciones de la<br />
vitamina D ni por la PTH. La calcitonina<br />
se produce y secreta a través de las<br />
células C (células parafoliculares) de la<br />
glándula tiroidea. Sin embargo,<br />
pequeñas concentraciones de<br />
calcitonina se han observado en el<br />
timo, en la pituitaria, en el tracto<br />
gastrointestinal, higado y líquido<br />
cefalorraquídeo.<br />
El efecto más importante de la<br />
calcitonina tiene lugar a nivel de los<br />
huesos, riñones y tracto<br />
gastrointestinal. En el hueso, su<br />
principal acción es la de inhibir la<br />
resorción producida por los<br />
osteoclastos, causando un descenso<br />
en la reabsorción tubular del calcio y<br />
fósforo. En el tracto gastrointestinal,<br />
dosis farmacológicas de esta hormona<br />
aumentan la secreción de sodio,<br />
potasio, cloro y agua, mientras que<br />
disminuye la secreción de ácido.<br />
19.2. Osteoporosis<br />
19.2.1. Introducción:<br />
La osteoporosis es un trastorno<br />
generalizado óseo que se caracteriza<br />
por<br />
una alteración de la resistencia<br />
ósea<br />
que predispone a una persona a<br />
un mayor riesgo de fracturas.<br />
La resistencia<br />
ósea viene determinada<br />
por<br />
la cantidad de masa ósea<br />
(densidad) y la calidad<br />
ósea, siendo<br />
387<br />
esta última el resultado de varios<br />
parámetros, entre los que destacan por<br />
encima de todos, la macro y<br />
microarquitectura trabecular. La<br />
introducción de la calidad ósea en la<br />
definición de la osteoporosis, viene<br />
dada porque existe un 20 % de los<br />
casos de osteoporosis, cuya densidad<br />
mineral ósea es normal.<br />
19.2.2. Etiología:<br />
Para facilitar la descripción y el<br />
conocimiento de la enfermedad, la<br />
osteoporosis se ha clasificado en dos<br />
tipos. El tipo I, denominado<br />
osteoporosis postmenopausica, se<br />
produce, la mayor parte de las veces,<br />
en<br />
las mujeres, fundamentalmente en<br />
los 15 a 20 años siguientes a la<br />
menopausia, mientras que la de Tipo II,<br />
denominada osteoporosis senil, se<br />
produce en los hombres y las mujeres<br />
de más de 70 años de edad, con una<br />
proporción de mujeres/hombres de 2/1.<br />
Afecta por igual al hueso cortical y<br />
trabecular. Así pues, en la osteoporosis<br />
tipo I desempeña un papel principal<br />
el<br />
déficit de estrógenos, mientras que<br />
en<br />
la osteoporosis tipo II, las causas más<br />
importantes son el envejecimiento y el<br />
déficit de<br />
calcio a largo plazo.<br />
19.2.3. Diagnóstico:<br />
19.2.3.1. Manifestaciones clínicas:<br />
En general, la osteoporosis es una<br />
enfermedad silente y progresiva hasta<br />
que se produce su peor complicación,<br />
que es la fractura (Figura 4).<br />
Figura 19.4. Localizaciones típicas de las<br />
fracturas osteoporóticas. A) cuello de<br />
fémur. B) vértebra. C) muñeca (fractura de<br />
Colles).<br />
En este sentido, sabemos que las<br />
manifestaciones óseas que la
caracterizan, pueden no evidenciarse<br />
con un nivel de confianza del 95 %, en<br />
más de 2 años, debido a que los<br />
cambios metabólicos que el hueso<br />
experimenta son muy lentos.<br />
A veces, la osteoporosis es<br />
identificada como consecuencia de una<br />
fractura por compresión en los cuerpos<br />
vertebrales, especialmente en la zona<br />
dorsolumbar, y que es objetivada en<br />
una<br />
radiografía de tórax de perfil<br />
realizada por otro motivo.<br />
Por ello, se<br />
hace<br />
imprescindible identificar aquellos<br />
pacientes que desarrollarán la<br />
enfermedad, pues solo así podremos<br />
evitar,<br />
con un tratamiento adecuado,<br />
la<br />
aparición de fracturas. Sin embargo,<br />
¿Cómo identificar a estos pacientes ?.<br />
Pues bien, ante cualquier consulta,<br />
fundamentalmente mujer, se ha de<br />
realizar una anamnesis minuciosa<br />
haciendo especial hincapié en los<br />
llamados factores de riesgo,<br />
especialmente los modificables por la<br />
intervención terapéutica (Tabla<br />
19.I).<br />
Tabla 19.I. Factores de riesgo de<br />
osteoporosis.<br />
Factores No Modificables<br />
Constitucionales:<br />
• Edad avanzada (mayor de 70-80<br />
años). *<br />
• Raza blanca, piel clara.<br />
• Sexo femenino.<br />
**<br />
• Indice de masa corporal bajo. *<br />
• Antecedentes familiares de fractura<br />
por osteoporosis. **<br />
Endocrinos:<br />
• Hipoestrogenismo (menarquia<br />
•<br />
tardía, menopausia precoz). **<br />
Hipogonadismo masculino. **<br />
• Hipertiroidismo. **<br />
• Diabetes mellitas. **<br />
Enfermedades crónicas:<br />
• Insuficiencia cardíaca.<br />
• Insuficiencia renal crónica.<br />
• Enfermdades<br />
(anemia perniciosa)<br />
hematológicas<br />
388<br />
• Conectivopatías (Marfan,<br />
osteogénesis<br />
homocistinuria).<br />
imperfecta,<br />
• Artritis reumatoide. **<br />
Factores modificables<br />
Nutricionales:<br />
• Dieta pobre en clcio<br />
mg/día).<br />
(
orina se realizan de manera habitual<br />
con el fin de esclarecer una posible<br />
causa<br />
del trastorno. Así, un<br />
hemograma completo y un análisis<br />
estándar de los parámetros<br />
bioquímicos séricos son útiles para<br />
detectar la presencia de trastornos<br />
hematológicos, desequilibrios<br />
minerales o electrolíticos y<br />
enfermedades sistémicas subyacentes<br />
no identificadas. La función renal puede<br />
evaluarse con la determinación de la<br />
urea en sangre y la concentración<br />
sérica de creatinina, mientras que la<br />
función hepática se valora mediante las<br />
enzimas hepáticas (fosfatasas alcalinas<br />
y la gammaglutamil transpeptidasa). En<br />
el hombre, la determinación de la<br />
testosterona sérica<br />
forma parte del<br />
estudio diagnóstico habitual. Para<br />
completar el perfil bioquímico, se<br />
realiza un proteinograma electroforético<br />
del suero para descartar la presencia<br />
de mieloma múltiple.<br />
La orina de 24 horas se utiliza para<br />
valorar la resorción ósea. Así, un<br />
aumento en la excreción urinaria de<br />
hidroxiprolina constituye un indicador<br />
sensible de la renovación ósea<br />
existente. Además, la excreción de<br />
calcio y de fosfato, continúan siendo<br />
métodos importantes para determinar<br />
la pérdida que se produce en los<br />
pacientes. En este aspecto, si la<br />
excreción de calcio es baja, puede<br />
haber una ingestión de calcio<br />
insuficiente, una absorción de calcio<br />
defectuosa o un déficit de vitamina D,<br />
mientras que una excreción de fósforo<br />
elevada, indica los efectos de una<br />
actividad aumentada de la PTH en el<br />
riñón.<br />
Por último, la determinación de los<br />
llamados “marcadores de la actividad<br />
ósea”, tanto en sangre como en orina,<br />
nos van a permitir sospechar que<br />
estamos ante la<br />
presencia de la osteoporosis o, al<br />
menos, monitorizar el tratamiento de la<br />
misma al aplicarle una terapeutica<br />
determinada. Dentro de los marcadores<br />
de la actividad ósea, tenemos los de<br />
389<br />
formación como son la osteocalcina y<br />
fosfatasa alcalina específica del hueso,<br />
mientras que los de reabsorción, están<br />
la ya comentada hidroxiprolina urinaria,<br />
junto con el colágeno reticular tipo I N<br />
telopéptido (NTX) y el colágeno<br />
reticular tipo I C telopéptido (CTX),<br />
entre otos.<br />
19.2.3.3. Estudio por la imagen:<br />
Para el estudio de la osteoporosis se<br />
realizan dos formas de valoración<br />
radiológica: las radiografías y la<br />
densitometría ósea.<br />
Por lo que respecta a las radiografías,<br />
dado que los cuerpos vertebrales son<br />
la parte del esqueleto de mayor riesgo,<br />
el estudio diagnóstico de los pacientes<br />
en que se sospeche la presencia de<br />
una osteoporosis, deberá incluir<br />
radiografías anteroposteriores y de<br />
perfil de la columna dorsal y lumbar. La<br />
documentación de las posibles<br />
fracturas vertebrales al inicio del<br />
tratamiento establece un método de<br />
evaluación del resultado clínico de<br />
cualquier protocolo de tratamiento<br />
aplicado. En este sentido, resulta útil el<br />
método semicuantitativo de Genant<br />
para la determinación de la incidencia y<br />
prevalencia de fracturas vertebrales<br />
osteoporóticas. Según éste, se<br />
identifica visualmente las vértebras (de<br />
D4 a L4), puntuando las deformidades<br />
de la siguiente manera (Figura 19):<br />
• Grado 0: normal.<br />
• Grado 1: deformidad leve. Una<br />
reducción de la altura anterior,<br />
media o posterior, del cuerpo<br />
vertebral, de aproximadamente un<br />
20% a un 25% y/o una reducción<br />
del área de un 10% a un 20%.<br />
• Grado 2: deformidad moderada.<br />
Una reducción de cualquier altura<br />
del cuerpo vertebral del 25% al 40%<br />
y una reducción del área del 20% al<br />
40%.<br />
• Grado 3: deformidad severa. Una<br />
reducción del 40% en cualquier<br />
altura y área del cuerpo vertebral.
Figura 19.5. Método semicuantitativo<br />
de Genant.<br />
Y por lo que hace referencia a la<br />
densitometría ósea, quizás constituye,<br />
hoy por hoy, el mejor método<br />
diagnóstico de la osteoporosis,<br />
fundamentalmente mediante la<br />
densitometría radiológica de doble<br />
energía (DEXA). La densitometría<br />
emite una décima parte de la dosis<br />
recibida por el paciente en la<br />
radiografía de la columna convencional<br />
y tiene una precisión de cerca del 1 %<br />
(Figura 19.6). Por ello, se la ha<br />
considerado como el patrón oro para el<br />
diagnóstico<br />
de la osteoporosis y la<br />
predicción del riesgo de fracturas. En<br />
general, las zonas a determinar la<br />
densidad<br />
mineral ósea (DMO) son la<br />
columna vertebral y la cadera,<br />
lugares<br />
frecuentes de producción de fracturas<br />
osteoporóticas.<br />
Figura<br />
19.6. Densitómetro óseo.<br />
390<br />
Los resultados de la prueba<br />
generalmente se informan como<br />
"puntuación T" y "puntuación Z". '<br />
• La puntuación T compara<br />
la<br />
densidad ósea del paciente con una<br />
persona de 30 años.<br />
• La puntuación Z compara la<br />
densidad ósea del paciente con<br />
otras personas de la misma edad,<br />
género y raza.<br />
En cualquier puntuación, un número<br />
negativo significa que se tienen huesos<br />
más delgados que los estándares.<br />
Cuanto<br />
más negativo es el número,<br />
más delgados son los huesos.<br />
Una<br />
puntuación T entra dentro del rango<br />
normal siempre y cuando sea un<br />
número positivo o al menos no menor<br />
de -1,0. (por ejemplo, -0,5 entra dentro<br />
del rango normal, aunque esté cerca<br />
del límite). Por lo que respecta a la<br />
Osteoporosis, la OMS propuso definirla<br />
según los valores de DMO,<br />
estableciendo que un paciente padecía<br />
la enfermedad cuando presentaba un<br />
valor de DMO en índice T, en columna<br />
lumbar o cuello femoral, inferior a – 2,5<br />
dsviaciones<br />
estándar<br />
del valor medio<br />
de<br />
un adulto joven, aunque se ha<br />
comprobado<br />
que un número importante<br />
de<br />
pacientes con fracturas típicamente<br />
osteoporóticas<br />
tienen valores de DMO<br />
normales<br />
e incluso superiores a
aquéllos establecidos por la OMS como<br />
osteoporosis. Sin embargo y hasta que<br />
no exista aún un consenso plenamente<br />
establecido, la Organización Mundial<br />
de la Salud (OMS), publicó en 1994, un<br />
informe en el que se rcomendaba el<br />
uso de la siguiente clasificación de la<br />
población<br />
en cuatro catgorías,<br />
mediante los resultados de la<br />
puntuación T:<br />
• Normal: cuando la puntuación T<br />
sea superior a – 1 DE.<br />
• Osteopenia: puntuación T entre – 1<br />
DE y – 2,5 DE.<br />
• Osteoporosis: puntuación T igual o<br />
inferior a – 2,5 DE.<br />
• Osteoporosis establecida<br />
(severa): puntuación T igual o<br />
inferior a – 2,5 DE más<br />
presencia de fractura.<br />
Estos criterios diagnósticos han sido<br />
diseñados para la población de raza<br />
blanca postmenopáusica. Sin embargo,<br />
no existen por el momento<br />
suficientes<br />
datos<br />
para aplicar, sin reservas, los<br />
mismos criterios diagnósticos<br />
de la<br />
OMS en la población femenina<br />
premenopáusica y en hombres, aunque<br />
se aconseja que se utilice también la<br />
puntuación T, tomando en el caso de<br />
los hombres el valor de pico de masa<br />
ósea de la población masculina.<br />
19.2.3.4. Biopsia ósea:<br />
Una exploración de extraordinaria<br />
utilidad en el estudio diagnóstico de<br />
determinadas enfermedades<br />
metabólicas óseas es la biopsia ósea<br />
de la cresta ilíaca. Con ella se permite<br />
establecer un diagnóstico en un<br />
paciente<br />
en<br />
el que se sospeche<br />
osteomalacia o enfermedad maligna<br />
oculta, patologías que en algunos<br />
casos<br />
pueden confundirse con la<br />
osteoporosis.<br />
Sin embargo, no debe<br />
realizarse<br />
como prueba rutinaria para el<br />
diagnóstico<br />
de la misma.<br />
391<br />
19. 2.4. Tratamiento:<br />
Los dos pilares del tratamiento de la<br />
osteoporosis<br />
son la actuación sobre los<br />
factores de riesgo modificables,<br />
considerando la<br />
caída el factor<br />
desencadenante para la producción de<br />
la fractura, y las medidas<br />
farmacológicas. El tratamiento<br />
farmacológico debe ser continuado,<br />
dado que se trata<br />
de una enfermedad<br />
crónica. Sin embargo, no existen<br />
estudios<br />
publicados por encima de los<br />
10 años,<br />
por lo que en casos más<br />
prolongados será el criterio del médico<br />
el<br />
que guiará la pauta terapéutica.<br />
Dentro de la manera de actuación<br />
sobre los factores de riesgo, hay que<br />
reseñar<br />
la importancia de conseguir<br />
unos aportes adecuados de calcio y<br />
vitamina D, fomentar el ejercicio físico,<br />
evitar el alcohol y el tabaco, tomar<br />
medidas de<br />
prevención para las caídas<br />
y controlar la utilización de<br />
medicamentos que causen osteopenia.<br />
Por lo que respecta al tratamiento<br />
farmacológico en sí, contamos<br />
con<br />
diferentes medicamentos:<br />
1) calcio y<br />
vitamina D. 2) tratamiento hormonal<br />
sustitutorio. 3) calcitonina.<br />
4)<br />
bifosfonatos. 5) SERM<br />
(moduladores<br />
selectivos de los rceptores<br />
estrogénicos) y 6) Parathormona.<br />
Aunque<br />
hoy por hoy no existen<br />
protocolos<br />
de tratamiento ampliamente<br />
acep tados que pueda demostrarse que<br />
aumenten<br />
de manera segura la masa<br />
ósea hasta valores normales, los<br />
bifosfonatos constituyen los fármacos<br />
de elección. Los bifosfonatos son<br />
fármacos antirresortivos que inhiben la<br />
actividad osteoclástica. En la actualidad<br />
existen en el mercado el etidronato, el<br />
alendronato y el risedronato. De estos,<br />
los dos últimos han demostrado una<br />
eficacia antifractura tanto a nivel<br />
vertebral como no vertebral.<br />
Recientemente se ha introducido la<br />
presentación de estos fármacos en una<br />
administración única semanal que<br />
parece no alterar los resultados hasta<br />
ahora obtenidos con la medicación<br />
diaria.
Junto<br />
con los bifosfonatos, los<br />
suplementos de calcio y vitamina D,<br />
podemos considerarlos como la base<br />
del tratamiento de la osteoporosis y se<br />
pauta en combinación con cualquiera<br />
de los otros fármacos. Por este motivo,<br />
todos los pacientes tratados por<br />
osteoporosis deben tomar de 1 a 1,5 g<br />
de calcio elemental al día, así como de<br />
400 a 800 unidades de vitamina D.<br />
19.3. Osteomlacia<br />
19.3.1. Introducción:<br />
Trastorno metabólico en el que se<br />
produce una mineralización insuficiente<br />
del tejido osteoide recién formado.<br />
19.3.2. Etiología:<br />
La osteomalacia puede<br />
deberse a<br />
múltiples causas, como son el déficit de<br />
vitamina D (lo más habitual), una<br />
resistencia a la vitamina D, una<br />
malabsorción<br />
intestinal, trastornos<br />
renales adquiridos o hereditarios<br />
y/o a<br />
una intoxicación por metales pesados<br />
como el aluminio o el hierro, entre<br />
otros.<br />
La forma infantil de osteomalacia<br />
se denomina raquitismo. Sin embargo,<br />
el raquitismo infantil, que en la mayor<br />
parte de los casos se debe a un déficit<br />
de vitamina D en la alimentación, ha<br />
pasado<br />
a ser un trastorno infrecuente<br />
gracias<br />
a la amplia utilización de<br />
suplementos de vitamina D en los<br />
productos<br />
lácteos.<br />
En general, la osteomalacia es más<br />
frecuente en los pacientes ancianos,<br />
debido probablemente a que la<br />
malabsorción leve de los individuos de<br />
edad avanzada les predispone a la<br />
enfermedad ósea.<br />
También se ha<br />
demostrado<br />
que el amplio uso de<br />
fármacos anticonvulsionantes<br />
como la<br />
fenitoína causa osteomalacia.<br />
19.3.3. Diagnóstico:<br />
El diagnóstico clínico de osteomlacia es<br />
bastante difícil, ya que los pacientes<br />
presentan manifestaciones<br />
inespecíficas como debilidad muscular<br />
o dolores difusos y los signos<br />
radiográficos a menudo remedan los de<br />
otros trastornos como la osteoporosis.<br />
Sin embargo, la presencia de las<br />
392<br />
llamadas seudofracturas o líneas de<br />
Looser, constituye un buen indicador<br />
de que existe un cierto grado de<br />
osteomalacia (Figura 19.7).<br />
Figura 19.7. Líneas de Looser en un<br />
paciente<br />
con osteomlacia. A) en la rama<br />
pélvica iliopubiana (flecha). B) en la cortical<br />
interna del cuello femoral<br />
(flecha).<br />
Las líneas de Looser son zonas<br />
radiotransparentes<br />
del hueso que se<br />
deben<br />
a múltiples microfracturas de<br />
estrés que cicatrizan<br />
mediante la<br />
formación de hueso osteomalácico, que<br />
no se mineraliza.<br />
Aunque distintas formas de<br />
osteomalacia presentan diferencias<br />
bioquímicas, generalmente la elevación<br />
de la fosfatasa alcalina, el calcio bajo<br />
o<br />
el fósforo in<strong>org</strong>ánico bajo puede<br />
alertar<br />
al médico al respecto. Las<br />
determinaciones de metabolitos de la<br />
vitamina<br />
D en el suero son<br />
útiles para<br />
aclarar la anomalía.<br />
En algunos casos, ante la ausencia de<br />
signos radiográficos claros y<br />
determinaciones bioquímicas no<br />
concluyentes, es necesario practicar<br />
una biopsia ósea. El indicador<br />
específico de la osteomalacia es un<br />
aumento de la anchura<br />
y extensión del<br />
tejido osteoide, determinados mediante<br />
el marcado de tetraciclinas.<br />
En este<br />
sentido, en el hueso con mineralización<br />
normal, el marcado de tetraciclina<br />
muestra una captación discreta de<br />
tetraciclinas tan sólo en los periodos en<br />
los que se produce un depósito<br />
mineral; en cambio, en el hueso<br />
osteomalácico, la lentitud de la<br />
mineralización hace que estos<br />
marcados<br />
no aparezcan separados en<br />
el tiempo, dando lugar a un aspecto<br />
emborronado (Figura 19.<br />
8).
Figura 19.8. Biopsia ósea de cresta ilíaca<br />
en un paciente al que se le administró<br />
tetraciclinas<br />
para observar el ritmo de<br />
mineralización<br />
ósea. En la imagen se<br />
observan<br />
los frentes de osteoide<br />
mineralizado<br />
(color amarillo) con respecto a<br />
los que no lo están (color oscuro).<br />
19. 3.4.Tratamiento:<br />
Va a depender de la etiología<br />
específica<br />
de la enfermedad. Sin<br />
embargo, a todos los pacientes se les<br />
debe administrar de 1 a 1,5 g de calcio<br />
elemental al día junto con 50.000 U de<br />
vitamina D3, de 3 a 5 veces por<br />
semana.<br />
19.4. Osteodistrofia renal<br />
19.4.1. Introducción:<br />
La<br />
osteodistrofia<br />
renal es una<br />
complicación común en la insuficiencia<br />
renal crónica (IRC) y es una de las<br />
causas<br />
más frecuentes de<br />
osteomalacia. La enfermedad<br />
glomerular crónica lleva a la IRC, con<br />
hiperuremia y acidosis. En este<br />
contexto, los cambios metabólicos<br />
resultantes,<br />
producen a menudo<br />
profundos<br />
efectos esqueléticos, entre<br />
los que se encuentran el raquitismo u<br />
ostemalacia,<br />
osteítis fibrosa,<br />
osteoporosis,<br />
osteoesclerosis y<br />
calcificación<br />
metastásica.<br />
19. 4.2. Etiología:<br />
El mecanismo<br />
de los cambios óseos en<br />
la osteodistrofia<br />
renal es complejo. Las<br />
alteraciones<br />
principales son la<br />
retención<br />
de fosfatos secundaria a la<br />
uremia<br />
y la síntesis renal insuficiente<br />
de 1,25(OH)2 vitamina D. Estas dos<br />
alteraciones<br />
causan hipocalcemia que<br />
conduce<br />
a un hiperparatirodismo<br />
393<br />
secundario,<br />
con cambios óseos de<br />
osteítis<br />
fibrosa (Figura 19.9). En<br />
algunos<br />
casos de hiperparatirodismo<br />
secundario<br />
se excede la solubilidad del<br />
calcio<br />
y fósforo séricos, pudiendo<br />
ocurrir<br />
calcificación ectópica en las<br />
conjuntivas,<br />
vasos sanguíneos, tejidos<br />
periarticulares<br />
y piel.<br />
Figura 19.9. Mecanismo de los cambios<br />
óseos en la osteodistrofia renal.<br />
Hace unos años se identificó una<br />
forma renal de osteodistrofia que se<br />
caracteriza por osteomalacia pura. Al<br />
respecto, la causa más comúnmente aceptada es el aluminio que se<br />
encuentra en las preparaciones<br />
quelantes de fosfato que se prescriben<br />
en el tratamiento de la hiperfofatemia<br />
en la insuficiencia renal. El mecanismo<br />
por el cual el depósito de<br />
aluminio<br />
causa osteomalacia no está claro, pero<br />
la evidencia sugiere que el aluminio<br />
inhibe la mineralización por inhibición<br />
del depósito de calcio o por la toxicidad<br />
de la función mitocondrial<br />
de los<br />
osteoblastos.<br />
19.4.3. Diagnóstico:<br />
Las<br />
manifestaciones esqueléticas de la<br />
osteodistrofia renal son similares a las<br />
de otras formas de<br />
raquitismo/osteomalacia. La mayoría<br />
de pacientes tienen dolor óseo intenso<br />
e hiperestesia y pueden tener fracturas<br />
patológicas. Los hallazgos<br />
radiográficos de la osteodistrofia renal<br />
reflejan<br />
los cambios clínicos y<br />
bioquímicos que<br />
se observan y que<br />
varían ampliamente, mostrando la<br />
mayoría de pacientes un patrón mixto
de enfermedad. Así, la osteoesclerosis<br />
se puede encontrar en el 20 % de los<br />
casos, pudiendose localizar<br />
excéntricamente en los huesos largos<br />
como bandas densas y lúcidas en la<br />
columna.<br />
Los hallazgos<br />
de laboratorio incluyen<br />
niveles de urea y creatinina elevados,<br />
calcio sérico normal o bajo, y fósforo<br />
sérico habitualmente por encima de lo<br />
normal. Los niveles de fosfatasa<br />
alcalina y parathormona están casi<br />
invariablemente<br />
elevados.<br />
Aunque<br />
el diagnóstico de la<br />
osteodistrofia<br />
renal generalmente es<br />
obvio, se utiliza la biopsia de hueso<br />
marcado con tetraciclina para una<br />
mejor<br />
valoración de los componentes<br />
individuales<br />
de esta enfermedad. Esta<br />
prueba<br />
es necesaria efectuarla con el<br />
fin de guiar el tratamiento de los<br />
componentes variables, es decir,<br />
osteomalacia, hiperparatiroidismo y<br />
depósito de aluminio.<br />
19. 4.4.Tratamiento:<br />
El tratamiento médico de la<br />
ostedistrofia renal incluye:<br />
• Ajustar los niveles de<br />
calcio y<br />
fósforo sérico a lo normal.<br />
• Suprimir<br />
secundario.<br />
el hiperparatioiismo<br />
• Prevenir los depósitos<br />
extraesqueléticos de calcio y<br />
fósforo mediante la normalización<br />
del nivel calcio/fósforo.<br />
• Quelar el aluminio del hueso en<br />
pacientes con osteomalacia.<br />
En cambio, el tratamiento de la<br />
enfermedad renal incluye la diálisis y/o<br />
el trasplante renal. Las medidas<br />
adicionales incluyen la administración<br />
de carbonato<br />
de calcio para disminuir la<br />
hiperfosfatemia, la administración de<br />
1,25(OH)2 vitamina D pa ra aumentar la<br />
absorción de calcio y disminuir la<br />
secreción de PTH, y paratiroidectomía<br />
para controlar el hiperparatiroidismo<br />
autónoma ocasional.<br />
19.5. Hiperparatiroidismo primario<br />
394<br />
19.5.1. Introducción:<br />
El hiperparatiroidismo primario es un<br />
transtorno generalizado del calcio,<br />
fósforo y del metabolismo óseo<br />
provocado por una secreción<br />
aumentada de PTH. Dicha elevación<br />
suele provocar hipercalcemia e<br />
hiperfosforemia.<br />
La incidencia de hiperparatirodismo<br />
primario se estima en 100 casos por<br />
100.000 habitantes, siendo la<br />
proporción hombre/mujer de 1:2. Por lo<br />
que respecta a la edad, a pesar de que<br />
puede ocurrir en cualquier momento de<br />
la vida, es más frecuente observarla<br />
entre<br />
la quinta y sexta décadas, siendo<br />
excepcional en el niño.<br />
19.5.2. Etiología:<br />
El<br />
hiperparatiroidismo primario puede<br />
ser debido a un adenoma simple de las<br />
paratiroides (60-88 %), a la existencia<br />
de varios adenomas (5 – 26 %), a una<br />
hiperplasia generalizada de las 4<br />
glándulas (6 – 17 %) ó más<br />
excepcionalmente<br />
a un carcinoma de<br />
paratiroides<br />
(0,2 – 1 %).<br />
En casi todos los casos, el<br />
hiperparatiroidismo<br />
primario es<br />
esporádico,<br />
existiendo un alto índice de<br />
antecedentes<br />
familiares. En los casos<br />
de<br />
hiperplasia generalizada estos<br />
antecedentes<br />
son más frecuentes.<br />
19.5.3. Diagnóstico:<br />
Las nuevas técnicas de determinación<br />
de la PTH por radioinmunoanálisis<br />
(RIA), han permitido un diagnóstico<br />
más correcto y precoz de la<br />
enfermedad. Sin embargo, quedará en<br />
manos del médico, iniciar el estudio<br />
frente a una hipercalcemia o frente a<br />
signos sugestivos de esta enfermedad<br />
para poder llegar<br />
al diagnóstico.<br />
La sintomatología presentada<br />
por los<br />
pacientes con hiperparatirodismo primario es amplia y variada, afectando<br />
a multitud de sistemas y órganos. De<br />
ahí la gran importancia<br />
de su<br />
sospech<br />
a .
Si bien en el hiperparatiroidismo<br />
primario<br />
existe una regla memotécnica<br />
que nos dice que : “dolor óseo, cálculos<br />
renales,<br />
dolor abdominal y problemas<br />
psíquicos”<br />
es igual a<br />
hiperparatiroidismo primario, no cabe<br />
duda que esto hoy en día no es así,<br />
puesto<br />
que los síntomas mas<br />
frecuentes<br />
en el momento del<br />
diagnóstico<br />
suelen ser muy<br />
inespecíficos,<br />
pues incluyen fatiga,<br />
debilidad,<br />
depresión, polidipsia,<br />
nicturia,<br />
artralgias y estreñimiento.<br />
Estos<br />
síntomas pueden referirse<br />
también<br />
en relación a otras patologías,<br />
por lo que el diagnóstico precoz será<br />
difícil en base a las manifestaciones<br />
clínicas iniciales.<br />
En cuanto al estudio radiográfico, éste<br />
tiene un limitado valor en el<br />
diagnóstico, especialmente<br />
en las fases<br />
iniciales de la enfermedad. Dentro de<br />
los hallazgos observados, puede<br />
encontrarse<br />
una rarefacción<br />
generalizada<br />
de todos los huesos y<br />
lesiones<br />
osteolíticas diseminadas en<br />
múltiples<br />
huesos, aunque la alteración<br />
más precoz se manifiesta en la<br />
resorción de la lámina dura de los<br />
alveolos<br />
dentarios y del hueso cortical<br />
de las falanges, especialmente<br />
en la<br />
cara radial de la falange media (Figura<br />
19.10).<br />
Figura 19.10. Resorción ósea en la cara<br />
radial de la falange media del dedo medio,<br />
en un caso de hiperparatiroidismo primario<br />
de larga evolución. Obsérvese la<br />
irregularidad de la cortical radial en<br />
comparación con la cubital.<br />
Por lo que respecta a los datos de<br />
laboratorio, la hipercalcemia es la<br />
manifestación más frecuente del<br />
hiperparatiroidismo primario. Junto con<br />
la hipercalcemia se encuentra también<br />
395<br />
un aumento del calcio urinario. El<br />
fósforo sérico está disminuido, mientras<br />
que el urinario está elevado (excepto<br />
en el hiperparatiroidismo secundario en<br />
el que lo contrario es cierto). Asimismo,<br />
la fosfatasa alcalina sérica suele estar<br />
también elevada.<br />
Sin embargo, de todas las pruebas<br />
empleadas para el diagnóstico del<br />
hiperparatiroidismo primario, la que<br />
tiene mayor valor actualmente es la<br />
determinación de la PTH. Esto es<br />
posible desde principios de la década<br />
de 1960, aunque la falta de<br />
especificidad en los resultados<br />
constituye un importante problema de<br />
interpretación. Ello era debido a los<br />
múltiples metabolitos de la PTH<br />
circulante, a las bajas concentraciones<br />
de PTH en suero y a los frecuentes<br />
cambios fisiológicos y patológicos que<br />
se producen en la secreción y<br />
eliminación de PTH. Sin embargo, la<br />
reciente introducción de técnicas de<br />
RIA con el método<br />
del doble<br />
anticuerpo, han proporcionado una<br />
mayor sensibilidad y especificidad en<br />
los resultados de las distintas<br />
fracciones de PTH.<br />
19.5.4. Tratamiento:<br />
Los estudios rutinarios<br />
realizados en<br />
la población general y a familiares de<br />
pacientes con hiperparatiroidismo<br />
primario,<br />
han puesto de manifiesto la<br />
existencia de un buen<br />
número de<br />
pacientes con hipercalcemia. A pesar<br />
de que hace unos años se llegó a<br />
recomendar la indicación quirúrgica de<br />
todos ellos, se ha observado que esta<br />
actitud es de dudoso beneficio, pues<br />
parece ser que sólo un pequeño<br />
porcentaje<br />
debe ser intervenido a los10<br />
años de seguimiento. Inicialmente la<br />
conducta debe ser expectante,<br />
estableciendo un minucioso estudio<br />
para confirmar el diagnóstico y conocer<br />
las posibles manifestaciones. Si existe<br />
nefrolitiasis o nefrocalcinosis, signos de<br />
osteítis fibrosa quística o alteraciones<br />
gastrointestinales graves, es<br />
recomendable el tratamiento quirúrgico.<br />
En este aspecto, muchos autores son<br />
partidarios de la paratiroidectomía en<br />
todos los pacientes con
hiperpratiroidismo primario sintomático,<br />
constituyendo hoy en día la única<br />
terapia curativa. No obstante, su<br />
morbilidad y la falta de resultados<br />
satisfactorios<br />
en algunos casos, obligan<br />
a individualizar el<br />
tratamiento frente a<br />
este diagnóstico. Los resultados<br />
quirúrgicos suelen ser más<br />
satisfactorios en casos de adenoma<br />
único que en casos de hiperplasia<br />
glandular múltiple.<br />
19.6. Enfermedad de Paget (Osteitis<br />
deformante)<br />
19.6.1. Introducción:<br />
La enfermedad de Paget del hueso es<br />
la segunda enfermedad metabólica<br />
ósea más frecuente, después de la<br />
osteoporosis. Se caracteriza por una<br />
excesiva<br />
resorción ósea por los<br />
osteoclastos,<br />
seguida de una<br />
sustitución de la médula por un tejido<br />
vascular conectivo fibroso. Asimismo,<br />
el hueso reabsorbido es sustituido por<br />
hueso trabecular dispuesto de una<br />
manera des<strong>org</strong>anizada y que no sigue<br />
el patrón normal de láminas<br />
concéntricas, sino que lo hace en forma<br />
e “mosaico” (Figura 19.11). La<br />
prevalencia puede ser hasta un 4 % de<br />
los individuos de raza blanca de más<br />
de 55 años.<br />
Figura 19.11. Disposición ósea trabecular<br />
en “mosaico”, propia de la enfermedad de<br />
Paget.<br />
19.6.2. Etiología:<br />
Hasta el momento actual se desconoce<br />
la causa exacta por la que se produce<br />
la enfermedad. Los estudios realizados<br />
no han logrado detectar una<br />
predisposición genética ni una<br />
asociación a un antígeno HLA en la<br />
396<br />
enfermedad de Paget. Sin embargo, en<br />
1974, se propuso una etiología vírica,<br />
cuando se observaron cuerpos de<br />
inclusión similares a virus en los<br />
osteoclastos del hueso afectado.<br />
Desde entonces, los investigadores se<br />
han centrado en la posibilidad de un<br />
virus lento como agente causal.<br />
19.6.3. Diagnóstico:<br />
La enfermedad de Paget se descubre<br />
a menudo de manera accidental en<br />
exploraciones radiográficas, ya que<br />
la<br />
exp eriencia clínica ha demostrado que<br />
la mayor parte de los pacientes<br />
que<br />
presentan este trastorno están<br />
asintomáticos. Sin embargo, los<br />
pacientes que llegan a presentar<br />
síntomas describen un dolor óseo y<br />
articular, y en una fase más avanzada<br />
de la enfermedad, pueden presentar<br />
deformidades, algunas<br />
de ellas muy<br />
características y que<br />
por sí mismas<br />
confirman el diagnóstico. Entre ellas, la<br />
más representativa es la denominada<br />
deformidad “en sable” a nivel de la<br />
pierna (Figura 19.12).<br />
Figura 19.12. Deformidad “en sable” de la<br />
tibia en un paciente<br />
con enfermedad de<br />
Paget. A) esquema. B) aspecto clínico.<br />
Si bien la enfermedad de Paget suele<br />
afectar a un solo hueso (enfermedad<br />
monostótica) no es infrecuente<br />
que lo<br />
haga en varios huesos (enfermedad<br />
poliostótica), siendo la pelvis, tibias,<br />
cráneo y vértebras, los huesos más<br />
frecuentemente involucrados.<br />
En cuanto al estudio radiográfico, las<br />
imágenes observadas suelen ser<br />
bastante características. En ellas se<br />
objetiva un patrón mixto de resorción y<br />
formación ósea, que lleva a la<br />
re<strong>org</strong>anización de las grandes placas
de hueso laminar en pequeñas áreas<br />
de segmentos de hueso<br />
des<strong>org</strong>anizado, es decir, existe una<br />
desestructuración de las trabéculas<br />
óseas, con insuflación del hueso pero<br />
sin afectación cortical (Figura 19.13).<br />
Figura 19.13. Aspecto radiográfico de la<br />
enfermedad de Paget. A) Hemipelvis izada.<br />
B) tibia izquierda. C) vértebra lumbar. D)<br />
cráneo.<br />
Con el fin de determinar si existe o no<br />
una afectación sistémica de la<br />
enfermedad, es decir, en su forma<br />
poliostótica, es conveniente<br />
realizar<br />
una gammagrafía ósea con tecnecio<br />
99m,<br />
con el fin de detectar focos no<br />
localizados<br />
en la radiología<br />
convencional<br />
(Figura 19.14).<br />
Figura 19.14. Gammagrafía ósea. A) esquema del esqueleto con las zonas<br />
de<br />
localización frecuente de la enfermedad.<br />
B) imagen gammagráfica de los focos<br />
activos óseos pagéticos.<br />
397<br />
Bioquímicamente,<br />
la elevada<br />
renovación<br />
ósea de la enfermedad de<br />
Paget<br />
da lugar a un aumento inmediato<br />
de la excreción de productos de<br />
degradación del colágeno tipo I. El<br />
estado<br />
osteoblastico compensatorio se<br />
caracteriza<br />
por un aumento de la<br />
actividad de fosfatasa,<br />
por lo que se<br />
han utilizado dos marcadores: la<br />
fosfatasa alcalina sérica y de<br />
hidroxiprolina en orina, para efectuar el<br />
seguimiento del curso de la<br />
enfermedad<br />
tratamiento.<br />
y su respuesta al<br />
19.6.4. Complicaciones:<br />
Muchos<br />
pacientes<br />
que sufren<br />
enfermedad de Paget en la proximidad<br />
de articulaciones, presentan una<br />
artropatía degenerativa,<br />
la cual puede<br />
requerir una artroplastia de sustitución<br />
de la cadera o la rodilla.<br />
La forma poliostótica afecta de forma<br />
característica a la pelvis y la columna<br />
vertebral, siendo esta última mal<br />
tolerada, pues se asocia<br />
frecuentemente a una estenosis del<br />
canal medular. Sin embargo, la más<br />
grave complicación de la enfermedad<br />
es la degeneración sarcomatosa de las<br />
lesiones óseas, la cual se presenta<br />
entre el 0,9 y el 6 % de los casos. Esta<br />
suele manifestarse por dolor continuo<br />
junto con la aparición de una masa<br />
palpable en las localizaciones<br />
superficiales. En estos casos, se hace<br />
imprescindible la biopsia ósea para<br />
confirmar el diagnóstico de<br />
malignización. 19. 6.5. Tratamiento:<br />
La mayor parte de los pacientes con<br />
enfermedad de Paget no requieren un<br />
tratamiento farmacológico. A menos<br />
que exista dolor o anomalías<br />
importantes de productos de<br />
degradación del colágeno en orina o de<br />
la fosfatasa alcalina sérica, puede<br />
realizarse un seguimiento de los<br />
pacientes sin utilizar medicación. En los<br />
pacientes en los que sí presentan un<br />
aumento del dolor y unos índices<br />
bioquímicos de la renovación ósea<br />
mal<br />
controlados,<br />
pueden utilizarse tres
clases de fármacos: AINES, calcitonina<br />
y bifofonatos.<br />
Para el control de los síntomas leves<br />
debido a la enfermedad, se ha<br />
demostrado la utilidad<br />
clínica de la<br />
indometacina y otros AINES<br />
relacionados, mientras que la<br />
calcitonina se utiliza en los casos en los<br />
que se requiere<br />
disminuir<br />
drásticamente las alteraciones<br />
bioquímicas secundarias al aumento de<br />
la renovación<br />
ósea (fosfatasas<br />
alcalinas básicamente). Sin embargo,<br />
un 60 % de los pacientes desarrollan<br />
anticuerpos contra ella y, en<br />
consecuencia,<br />
se pierde eficacia al<br />
cabo del tiempo. Es por ello que, en<br />
la<br />
acualidad,<br />
se prefiere tratar a estos<br />
pac ientes con bifosfonatos. Al respecto,<br />
el alendronato oral es muy eficaz,<br />
pues<br />
no inhibe la mineralización del hueso.<br />
398
CAPITULO 20. TRANSTORNOS DEL<br />
TEJIDO CONJUNTIVO<br />
20.1. Introducción:<br />
La hipermovilidad articular es una<br />
característica común de los trastornos<br />
del tejido conjuntivo, entre los cuales<br />
destacan por su frecuencia e<br />
importancia:<br />
• Síndrome de Marfan.<br />
• Síndrome de Ehlers-Danlos.<br />
• Osteogenesis imperfecta.<br />
• Algunas condrodisplasias.<br />
• Homocistinuria.<br />
Esta hipermobilidad articular<br />
viene<br />
como consecuencia de la laxitud<br />
ligamentosa como resultado del fallo<br />
mecánico de sus componentes<br />
estructurales,<br />
colágeno.<br />
particularmente el<br />
Todos estos transtornos se<br />
diagnostican utilizando los criterios de<br />
Carter-Wilkinson, de los que se<br />
necesitan por lo menos 3 de ellos<br />
(Figura 20.1):<br />
1. Posición pasiva del pulgar hasta<br />
contactar con la cara volar del<br />
antebrazo.<br />
2. Hiperextensión pasiva de los dedos<br />
hasta quedar<br />
paralelos con la cara<br />
dorsal del antebrazo.<br />
3. Hiperextensión del codo por encima<br />
de los 10º.<br />
4. Hiperextensión de las rodillas por<br />
encima de los 10º.<br />
5. Flexión completa del tronco con las<br />
rodillas en extensión y con las<br />
palmas de las manos contactando<br />
con el suelo.<br />
399<br />
Figura 20.1. Criterios de Carter-Wilkinson<br />
(1964) de hipermobilidad articular para<br />
encuadrar la enfermedad estudiada como<br />
un transtorno del tejido conjuntivo.<br />
20.2. Síndrome de Marfan<br />
20.2.1. Introducción:<br />
El síndrome de Marfan fue descrito por<br />
primera vez en el año 1896 por el<br />
pediatra francés Antoine Marfan. En la<br />
actualidad se describe como un<br />
trastorno hereditario del tejido<br />
conjuntivo, que se transmite de forma<br />
autosómica dominante y a menudo se<br />
manifiesta como una mutación<br />
espontánea.<br />
20.2.2. Bases genéticas:<br />
El síndrome de Marfan se hereda con<br />
un patrón autosómico dominante, en el<br />
sentido de que los descendientes de<br />
individuos<br />
afectados<br />
presentan el 50 %<br />
de<br />
probabilidades de sufrir la<br />
enfermedad. Tiene una<br />
penetrancia del<br />
100 %, a pesar de presentarse con una<br />
expresión variable, incluso dentro de<br />
una misma familia de portadores. Es<br />
por ello que no es posible predecir la<br />
severidad de la afectación en la<br />
descendencia.
El origen de la enfermedad resulta ser<br />
la mutación de una glicoproteina de la<br />
matriz<br />
extracelular, la fibrilina. Esta<br />
proteina<br />
es un componente esencial de<br />
las<br />
microfibrillas, donde la podemos<br />
encontrar<br />
asociada a otras moléculas<br />
peptídicas<br />
como la elastina.<br />
20.2.3. Etiología y patogénesis:<br />
Como ya se ha comentado, el trastorno<br />
fundamental se encuentra a nivel del<br />
tejido conjuntivo; los componentes<br />
principales del mismo son el colágeno,<br />
la elastina y las microfibrillas. Estas<br />
últimas están formadas<br />
mayoritariamente por fibrilina, una<br />
glicoproteina codificada por el gen<br />
FBN1, en el cromosoma 15.<br />
Alteraciones de este gen implican la<br />
formación de una proteina mutante que<br />
se interelaciona con la proteina normal,<br />
dando como resultado un<br />
funcionamiento anómalo de esta última.<br />
Todo esto nos altera la <strong>org</strong>anización de<br />
la microfibrilla que, en su entorno,<br />
altera el tejido conjuntivo,<br />
induciendo la<br />
aparición<br />
de algunas de las<br />
manifestaciones<br />
clínicas.<br />
20.2.4. Diagnóstico:<br />
El diagnóstico del síndrome de Marfan<br />
es fundamentalmente clínico a pesar<br />
de que existen métodos de diagnóstico<br />
genético.<br />
La clínica puede diferenciarse en<br />
criterios mayores y menores,<br />
definiendo como criterios mayores<br />
aquellos que comportan un diagnóstico<br />
altamente específico y que son<br />
relativamente infrecuentes en la<br />
población general.<br />
La historia genética familiar sólo<br />
contiene criterios mayores, y son los<br />
siguientes:<br />
• Tener un<br />
padre, hijo o hermano que<br />
presente los criterios diagnósticos,<br />
independientemente de la<br />
presencia de una mutación en el<br />
gen FBN1, conocido causante del<br />
síndrome de Marfan.<br />
• Presencia del halotipo próximo a<br />
FBN1, heredado por descendencia<br />
conocida por estar asociada al<br />
400<br />
síndrome de Marfan en aquella<br />
familia.<br />
1. Alteraciones del sistema<br />
esquelético:<br />
• Criterios mayores:<br />
- Deformidad de la columna<br />
vertebral:<br />
a) Escoliosis (30 – 70 % de los casos)<br />
(Figura 19.2).<br />
b) Lordosis torácica o cifosis torácica<br />
leve.<br />
Figura 20.2. Escoliosis secundaria a<br />
síndrome de Marfan.<br />
- Deformidad anterior del torax:<br />
a) Pectus excavatum (depresión<br />
torácica)<br />
b) Pectus carinatum (protrusión<br />
torácica)<br />
c) Asimetría.<br />
- Protrusión acetabular.<br />
• Criterios menores:<br />
- Paladar alto y estrecho, y<br />
superposición de los dientes.<br />
- Laxitud articular:<br />
a) Pie plano.<br />
b) Genu recurvatum.<br />
c) Luxación recidivante de rótula.<br />
d) Subluxaciones perilunares del<br />
carpo.
e) Signo de Steingerg: el pulgar<br />
sobresale del borde cubital con el<br />
puño cerrado (Figura 20.3).<br />
Figura 20.3. Signo de Steinberg. El pulgar<br />
sobresale más allá del borde cubital de la<br />
mano.<br />
• Otras manifestaciones:<br />
- Talla alta, particularmente en<br />
comparación con el resto de los<br />
miembros de la familia (familiares<br />
de primer orden no afectados).<br />
- Aracnodactilia: dedos y manos<br />
largas, con aspecto de araña<br />
(Figura 20.4).<br />
Figura 20.4. Aracnodactilia. Asimismo<br />
puede observarse el llamado signo de la<br />
muñeca, donde puede abarcarse todo el<br />
perímetro de la misma con la otra mano,<br />
hecho que en condiciones normales no<br />
puede realizarse.<br />
401<br />
2. Alteraciones oculares:<br />
• Criterios mayores:<br />
- Ectopia o subluxación del cristalino<br />
(Figura 19.5).<br />
Figura 20.5. Subluxación del cristalino.<br />
• Criterios menores:<br />
- Córnea plana<br />
- Elongación anteroposterior del<br />
-<br />
globo ocular, responsable directo<br />
de la miopia y del desprendimiento<br />
de retina.<br />
Hipoplasia del iris.<br />
3. Alteraciones<br />
cardiovascular:<br />
del sistema<br />
•<br />
Criterios mayores:<br />
- Dilatación de la aorta ascendente.<br />
- Disección aórtica.<br />
- Regurgitación aórtica.<br />
• Criterios menores:<br />
- Regurgitación mitral a causa de un<br />
prolapso de la mitral.<br />
- Calcificación<br />
válvula mitral.<br />
y prolapso de la<br />
- Aneurisma de la aorta<br />
-<br />
abdominotorácica.<br />
Dilatación de la arteria pulmonar.<br />
• Otras manifestaciones:<br />
-<br />
Arritmias.<br />
- Endocarditis.<br />
4. Alteraciones a nivel pulmonar:<br />
• Pneumotórax.<br />
• Bullas apicales (ambos son<br />
considerados criterios menores).<br />
5. Alteraciones a nivel del sistema<br />
dérmico y tegumentario:<br />
• Estrías distendidas (no debidas al<br />
embarazo o al adelgazamiento).<br />
• Hernia inguinal.
• Otras hernias (umbilical,<br />
diafragmática, recurrente, etc).<br />
6. Alteraciones del SNC:<br />
• Criterios mayores:<br />
- Ectasia dural (meningocele<br />
lumbosacro, dilatación de la<br />
cisterna).<br />
• Otras manifestaciones:<br />
- Dificultades en el eprendizaje<br />
(discrepancia en la expresión<br />
verbal).<br />
- Hiperactividad con o sin<br />
desordenes por falta de atención.<br />
Requerimientos para el diagnóstico<br />
clínico del síndrome de Marfan:<br />
• Si la historia familiar no es del todo<br />
clara se necesitan como mínimo<br />
tener dos criterios mayores en dos<br />
órganos o sistemas diferentes y la<br />
afectación de un tercero.<br />
• Si la mutación que causa el<br />
síndrome es conocida se necesita<br />
un criterio mayor en un órgano o<br />
sistema y la afectación de otro.<br />
Hay que tener en cuenta que se trata<br />
de un síndrome que presenta<br />
pleiotropía, es decir, que a pesar de<br />
tener la misma mutación genética<br />
familiar, los diferentes miembros de<br />
una familia afectada pueden presentar<br />
una clínica diferente.<br />
En la práctica, el diagnóstico requiere<br />
contar con:<br />
1. Un ecocardiograma practicado por<br />
un especialista familiarizado con el<br />
síndrome de Marfan.<br />
2. Un estudio del fondo de ojo.<br />
3. Revisión del sistema esquelético.<br />
4. Asesoramiento por parte de un<br />
genetista. En este sentido, entre un<br />
65 y 75 % de las mutaciones en<br />
este síndrome son heredados del<br />
padre o de la madre. En este tipo<br />
de mutación, en la que adquiere<br />
relevancia el consejo genético, hay<br />
que informar a estas familias de<br />
que la mutación se presentará en<br />
todas las generaciones con un 100<br />
% de penetración y es por esto que<br />
se hace necesario un diagnóstico<br />
precoz. El diagnóstico prenatal no<br />
confiere demasiadas ventajas, ya<br />
402<br />
que los padres saben que su hijo<br />
sufrirá una enfermedad que<br />
reducirá, no significativamente,<br />
su<br />
calidad de vida. Debido a ello, es<br />
conveniente determinar la<br />
presencia de esta afectación<br />
genética. El resto de las mutaciones<br />
se manifiestan de forma esporadica<br />
y, en muchas familias se ha<br />
observado una relación directa<br />
entre la edad paterna elevada y el<br />
síndrome. Ello sugiere que las<br />
mutaciones espontáneas se<br />
producen en las células germinales<br />
y por esto es conveniente informar<br />
a las parejas de edad avanzada<br />
que presentan una mayor<br />
incidencia a tener un hijo que sufra<br />
este síndrome.<br />
20.2.5. Tratamiento:<br />
El cuidado del paciente con síndrome<br />
de Marfan requiere un método<br />
multidisciplinario, en el que debe<br />
intervenir el oftalmólogo, el cardiólogo,<br />
el ortopeda, el genetista, el ginecólogo,<br />
el obstetra y el endocrinologo. Sin<br />
embargo, el programa de tratamiento<br />
debe ser dirigido por un médico<br />
generalista, como un internista, un<br />
pediatra<br />
o un médico de familia. Es<br />
esencial mantener una evaluación<br />
periodica durante toda la vida.<br />
El tratamiento ortopédico del<br />
síndrome<br />
de Marfan implica la<br />
corrección operatoria de las<br />
deformidades esqueléticas asociadas,<br />
cuando existen y cuando empiezan a<br />
interferir la función del niño.<br />
Quizá la deformidad esquelética que<br />
es más preucupante es la escoliosis,<br />
que si excede de los 40 o 50º, es<br />
candidata a la fusión quirúrgica con<br />
instrumentación interna.<br />
20.3. Síndrome de Ehlers-Danlos<br />
20.3.1. Introducción:<br />
El síndrome de Ehlers-Danlos<br />
constituye un grupo heterogeneo de<br />
trastornos hereditarios del tejido<br />
conjuntivo<br />
caracterizado por una<br />
hipermovilidad articular, extensibilidad<br />
cutánea y fragilidad de los tejidos.
20.3.2. Etiología:<br />
El síndrome de Ehlers-Danlos<br />
comprende<br />
al menos 11 entidades<br />
clínicas distintas.<br />
Los patrones<br />
de herencia pueden ser<br />
autosómico dominante,<br />
autosómico<br />
recesivo<br />
y ligado al cromosoma X. Así<br />
tenemos:<br />
• Tipo I: autosómica dominante.<br />
Forma clásica aguda y grave.<br />
• Tipo II: autosómica dominante.<br />
Forma<br />
clásica leve.<br />
• Tipo III: autosómica dominante.<br />
Forma benigna de<br />
hipermovilidad<br />
articular sin deformaciones<br />
•<br />
esqueléticas. Puede asociarse una<br />
insuficiencia de la válvula<br />
mitral.<br />
Tipo<br />
IV: autosómica o recesiva.<br />
Tipo arterial equimótica. Síndrome<br />
grave que amenaza la vida, con<br />
predilección<br />
por la rotura<br />
espontánea<br />
de los grandes vasos<br />
y/o el<br />
inestino.<br />
• Tipo V: Ligada al cromosoma X.<br />
Tiene<br />
las mismas características<br />
que las el tipo I. Puede haber<br />
regurgitación<br />
mitral aguda.<br />
• Tipo<br />
VI: autosómica recesiva.<br />
Forma<br />
oculoscoliótica.<br />
20.3.3. Diagnóstico<br />
• Piel:<br />
La hiperextensibilidad<br />
cutánea<br />
caracteriza<br />
a todos los tipos de Ehlers-<br />
Danlos, a excepción del tipo vascular o<br />
Tipo IV, el cual presenta una evidente<br />
transparencia<br />
de la piel que hace<br />
visible el<br />
sistema venoso subyacente.<br />
Cuando<br />
la piel se somete a una tirantez<br />
exagerada, mantiene su elasticidad<br />
normal cuando<br />
se deja de estirar. Este<br />
signo es muy evidente en la piel del<br />
cuello, codos y rodillas (Figura<br />
20.6).<br />
403<br />
Figura 20.6. Hiperextensibilidad cutánea<br />
en el síndrome de Ehler-Danlos.<br />
• Fragilidad cutánea:<br />
La facilidad con la que se dislacera la<br />
piel a un minimo traumatismo es<br />
particularmente común en los Tipos I y<br />
II, y especialmente en áreas<br />
prominentes óseas como los codos, las<br />
rodilas, antepies, cara anterior de las<br />
piernas, etc., provocando múltiples<br />
áreas de equímosis espontáneas<br />
(Figura 20.7).<br />
Figura 20.7. Equímosis espontánea a nivel<br />
del codo de un paciente con síndrome de<br />
Ehlers-Danlos.<br />
• Pseudotumores moluscoides:<br />
Estas tumoraciones son de tipo fibroso,<br />
del tamaño de 2-3 cm, y que se<br />
desarrollan sobre los puntos de presión<br />
del cuerpo como los codos y rodillas.
• Nodulaciones:<br />
Aproximadamente un tercio de los<br />
pacientes afectos presentan unos<br />
pequeños nódulos subcutáneos, que<br />
consisten en conglomerados de tejido<br />
fibroso y tejido graso calcificado que se<br />
encuentran inmediatamente por encima<br />
de<br />
áreas óseas, como por ejemplo, la<br />
cara anterior de las piernas.<br />
• Papulas piezogénicas:<br />
• Varices.<br />
• Problemas articulares:<br />
- Hipermobilidad articular<br />
(Figura 20.8).<br />
Figura<br />
20.8. Hipermovilidad articular a nivel<br />
de la<br />
base del pulgar.<br />
-<br />
-<br />
•<br />
•<br />
-<br />
Luxaciones y subluxaciones, debido<br />
a la gran inestabilidad que<br />
presentan. Así, es común observar<br />
subluxaciones de rótula y/o<br />
inestabilidad<br />
hombro<br />
multidireccional del<br />
Dolor crónico articular o referido a<br />
las piernas. Constituye un<br />
síntoma<br />
muy común y la radiología siempre<br />
es normal. El dolor articular<br />
constituye un verdadero problema<br />
pues se mantiene en el tiempo y<br />
aumenta a medida que va<br />
progresando la inestabilidad.<br />
Asimismo es refractario a los<br />
analgésicos habituales y al<br />
tratamiento fisioterapico.<br />
Prolapso de la válvula mitral: se<br />
afecta frecuentemente y debe ser<br />
diagnosticada por medio del ECG,<br />
TAC o RMN.<br />
Otras manifestciones:<br />
Ruptura arterial, uterina y/o<br />
intestinal debido a la fragilidad de<br />
404<br />
los tejidos. Asimismo y por el<br />
mismo motivo, la aparición de<br />
hernias inguinales y/o umbilicales<br />
son frecuentes.<br />
- Escoliosis: suele estar presente en<br />
el nacimiento y desarrollarse en<br />
edades más tardías.<br />
- Divertículos inestinales.<br />
- Afectación de las encías.<br />
20. 3.4. Tratamiento:<br />
Depende<br />
de los síntomas que se<br />
presenten,<br />
aunque siempre han de<br />
ten erse en cuenta todas las medidas<br />
para<br />
evitar los traumatismos. En este<br />
aspecto, deben evitarse los deportes<br />
de contacto y/o actividades que<br />
sometan las articulaciones a<br />
sobreesfuerzos.<br />
En las articulaciones<br />
inestables,<br />
debe procederse a su<br />
control con ortesis y, en cuanto<br />
a la<br />
cirugía, los intentos de estabilizar<br />
quirúrgicamente las articulaciones<br />
suelen fallar debido a las<br />
ano rmalidades del colágeno que<br />
presenta el paciente. Es preferible la<br />
artrodesis<br />
que la artroplastia, aunque<br />
deberá individualizarse cada caso y<br />
dependerá también del tipo de<br />
anomalía que presente. Las heridas<br />
quirúrgicas tienden a la dehiscencia.<br />
Por ello, debe procederse con mucho<br />
cuid ado<br />
mismas.<br />
al cierre cutáneo de las<br />
El síndrome Ehlers-Danlos Tipo IV es<br />
extraordinariamente infrecuente y<br />
unico, ya que la laxitud articular es<br />
mínima, excepto<br />
en las pequeñas<br />
articulaciones<br />
de las manos y pies. La<br />
piel es fina y transparente<br />
pero<br />
hiperelástica. El patrón venoso<br />
subcutáneo del tronco, abdomen y<br />
extremidades es muy visible. También<br />
es frecuente que estos pacientes<br />
presenten numerosas erosiones<br />
y<br />
escoriaciones por traumatismos<br />
mínimos (roces). Otra característica de<br />
este tipo es su alta incidencia a<br />
presentar rupturas espontáneas de las<br />
arterias, colon y útero.<br />
Ortopedicamente, estos individuos<br />
pueden<br />
tener pies zambos, luxación de<br />
cad eras, contracturas tendinosas,<br />
particularmente a nivel del Aquiles y de<br />
los extensores del pie.
20.3.5. Pronostico:<br />
El pronóstico del síndrome de Ehlers-<br />
Danlos depende del tipo específico de<br />
que se trate. Sin embargo, las<br />
expectativas de vida en el tipo vascular<br />
(Tipo IV) es corta, debido<br />
fundamentalmente a la ruptura de<br />
vasos<br />
y órganos.<br />
20.4.<br />
Osteogénesis imperfecta.<br />
20.4.1.<br />
Introducción:<br />
La Osteogénesis Imperfecta (OI) es un<br />
grupo de trastornos hereditarios del<br />
colágeno tipo I que dan lugar a una<br />
fragilidad ósea. La expresión clínica de<br />
OI lleva a las fracturas<br />
intrauterinas y la<br />
muerte perinatal.<br />
20.4.2. Epidemiología:<br />
La OI es una enfermedad muy poco<br />
frecuente. Su incidencia<br />
se estima<br />
entre 1:10.000 y 1:15.000. Esta<br />
estimación es un límite inferior ya que<br />
las formas livianas de la enfermedad<br />
frecuentemente no se diagnostican. La<br />
OI ocurre en todas las razas y es<br />
independiente de género. Solamente<br />
un 0.008% de la población mundial<br />
está afectada por la OI. Esto significa<br />
que en la actualidad hay unos 0.5<br />
millones de personas con OI en el<br />
mundo. En España podría haber un<br />
mínimo de 2700 afectados por alguno<br />
de los tipos de OI.<br />
20.4.3. Etiología<br />
La OI presenta herencia genética<br />
dominante, lo que quiere decir que<br />
cuando uno de los padres tiene OI,<br />
cada hijo recién nacido tiene un 50 %<br />
de probabilidades de estar afectado<br />
igualmente. En muchos casos la OI no<br />
es heredada, sino que es ocasionada<br />
por una mutación. En este caso<br />
ninguno de los padres presenta<br />
ninguna señal de OI. La mutación es<br />
nuevamente de herencia dominante.<br />
Un punto especialmente complicado<br />
es la posibilidad de mosaicismo de la<br />
línea germinal (es decir, la existencia<br />
de poblaciones celulares normales y<br />
405<br />
mutantes<br />
en un mismo individuo), un<br />
papel causal en la OI de familias en<br />
que<br />
los padres fenotípicamente<br />
normales tiene uno o varios niños<br />
afectados por la OI. Debido a toda esta<br />
complejidad, se recomienda que se<br />
busque consejo genético personal.<br />
En la mayoría de los casos, la OI es<br />
ocasionada por un fallo en uno de los<br />
dos genes que codifican el colágeno I,<br />
es decir, COL1A1 en el cromosoma 17<br />
ó COL1A2 en el cromosoma 7. El<br />
defecto influye en la producción de<br />
colágeno.<br />
En la OI tipo I se produce<br />
demasiado<br />
poco<br />
colágeno, pero de calidad normal.<br />
En los otros tipos el colágeno es de<br />
mala calidad estructural, mientras que<br />
la cantidad puede estar también<br />
reducida.<br />
20.4.4. Diagnóstico:<br />
El diagnóstico suele basarse en la<br />
exploración clínica, la rapidez de<br />
crecimiento, la frecuencia de las<br />
fracturas y el aspecto radiográfico del<br />
hueso. Sin embargo, el diagnóstico<br />
definitivo se confirma mediante un<br />
ensayo de colágeno utilizando cultivos<br />
de fibroblastos procedentes de una<br />
biopsia cutánea.<br />
Las características clínicas incluyen<br />
fragilidad osea con diversas fracturas.<br />
Sin embargo, dicha fragilidad difiere<br />
ampliamente de una persona a otra,<br />
por tanto el número de fracturas puede<br />
variar desde unas pocas hasta más de<br />
cien a lo largo de una vida. No<br />
obstante, la OI afecta a todo el tejido<br />
conjuntivo, no solamente al hueso.<br />
Aparte de las fracturas, la OI presenta<br />
una<br />
serie de síntomas, tales como:<br />
• Curvatura de brazos, piernas o<br />
columna (escoliosis o cifosis),<br />
• Deformidades del<br />
cráneo,<br />
• Cara con forma triangular,<br />
• Estatura pequeña,<br />
• Gran laxitud de las articulaciones,<br />
• Luxaciones,<br />
• Magulladuras fáciles (hematomas),<br />
•<br />
Escleróticas azules (Figura 20.9).
Figura 20.9. Escleróticas azules de una<br />
paciente con OI.<br />
• Pérdida de la audición,<br />
• Dientes anormales (dentinogénesis<br />
imperfecta),<br />
• Insuficiencias de las válvulas del<br />
corazón,<br />
• Impresión basilar,<br />
• Cansancio<br />
extremo,<br />
• Sudoración excesiva,<br />
• La OI puede producir incapacidad<br />
física, requiriendo el uso de muletas<br />
o una silla de ruedas.<br />
Hay que tener en cuenta que una<br />
persona afectada no siempre presenta<br />
todos los síntomas y signos<br />
enumerados. De hecho, hay casos que<br />
están ligeramente afectados y apenas<br />
muestran ninguno de los síntomas<br />
anteriores. En cuanto al estudio<br />
radiográfico, los hallazgos que se<br />
presentan varían según la edad del<br />
paciente. Sin embargo, las<br />
características principales de la OI<br />
son:<br />
• Fracturas: únicas ó múltiples y en<br />
diversos grados de consolidación.<br />
Afectan fundamentalmente a los<br />
huesos largos, aunque también se<br />
incluyen el cráneo y las costillas. En<br />
ocasiones pueden observarse<br />
fracturas incompletas en las zonas<br />
metafisarias, lo que puede<br />
confundirse con las lesiones<br />
observadas en los niños sometidos<br />
a maltratamiento (Figura 20.10).<br />
406<br />
Figura 20.10. Osteogénesis imperfecta.<br />
Obsérvese el acentuado adelgazamiento<br />
de la cortical de la tibia, su incurvación y la<br />
presencia de una fractura en fase de<br />
consolidación.<br />
•<br />
Vértebras acuñadas como<br />
consecuencia de fracturas por<br />
compresión, especialmente visibles<br />
en el adulto.<br />
• Huesos wormianos, definidos como<br />
“huesos que presentan un diámetro<br />
de 4 a 6 mm y que se disponen en<br />
el cráneo con una tendencia a<br />
formar una imagen en mosaico. Si<br />
bien los huesos wormianos son<br />
sugestivos de OI, no son hallazgos<br />
patognomónicos (Figura 20.11).<br />
Figura 20.11. Huesos wormianos.<br />
•<br />
•<br />
Protrusión acetabular.<br />
Osteopenia marcada. En este<br />
sentido, la práctica de una<br />
densitometría ósea ofrece la<br />
posibilidad de detectar la<br />
enfermedad en aquellos casos en<br />
los que la radiografía es poco<br />
demostrativa.
20.4.5. Clasificación:<br />
En 1979 Sillence propuso una<br />
clasificación de e la OI en 4 tipos,<br />
basándose en aspectos clínicos. Con<br />
algunas alteraciones menores esta<br />
clasificación se usa todavía. Aunque es<br />
muy útil en general, no siempre es<br />
posible determinar el tipo de OI en<br />
cada individuo.<br />
• Tipo IA<br />
– Tipo más frecuente.<br />
– Huesos frágiles.<br />
– La fragilidad es muy variable .<br />
– Escleroticas azules.<br />
_ Son raras las fracturas de nacimiento;<br />
a menudo aparecen después del primer<br />
año de vida.<br />
– Pérdida de audición en<br />
aproximadamente el 50% de los<br />
pacientes, normalmente después de la<br />
pubertad.<br />
– Normalmente, estatura por debajo de<br />
la media.<br />
– Normalmente, deformidades<br />
moderadas.<br />
– "Huesos Wormianos" al nacer<br />
(cráneo en mosaico en radiografías).<br />
– A menudo, laxitud de articulaciones.<br />
• Tipo IB<br />
Lo mismo que el Tipo IA, pero con<br />
problemas<br />
dentales<br />
(Dentinogénesis Imperfecta)<br />
• Tipo II. También llamado forma letal<br />
de O.I.<br />
– A menudo nacen muertos, o mueren<br />
poco después de nacer.<br />
– Muchas fracturas. Al nacer, o incluso<br />
antes de nacer.<br />
– Cráneo casi sin osificar: cráneo<br />
blando.<br />
– Deformidades de las piernas, brazos<br />
y costillas.<br />
– Herencia: ver capítulo aparte.<br />
• Tipo III<br />
– Fragilidad severa de todo el<br />
esqueleto.<br />
– Retraso severo del crecimiento.<br />
– Deformidades de brazos, piernas y<br />
columna vertebral.<br />
– A menudo una cabeza relativamente<br />
grande, con una forma muy<br />
de audición.<br />
407<br />
característica (triangular con frente<br />
ancha y barbilla fina).<br />
– Escleras (“lo blanco de los ojos”)<br />
azules, que posteriormente se vuelven<br />
blancas.<br />
– A veces, pérdida<br />
– A veces, problemas dentales<br />
(Dentinogénesis Imperfecta).<br />
– A menudo conlleva<br />
discapacidad física.<br />
• Tipo IVA<br />
– Muy variable en severidad.<br />
– Fragilidad entre media y severa.<br />
– Deformidades entre moderadas y<br />
severas.<br />
– Retraso del crecimiento entre<br />
moderado y serio.<br />
– Escleróticas blancas, o azules al<br />
principio, volviéndose blancas<br />
posteriormente.<br />
– A veces, pérdida de audición.<br />
– Herencia: ver capítulo aparte.<br />
• Tipo IVB Igual que tipo IVA, pero<br />
con problemas dentales<br />
(Dentinogénesis Imperfecta).<br />
Se ha establecido que en los tipos I el<br />
defecto es debido a una producción<br />
pobre de colágeno normal, que a veces<br />
lleva a una densidad mineral ósea<br />
(BMD en terminología médica) baja;<br />
mientras que en los otros tipos se<br />
produce colágeno que es incorrecto en<br />
su estructura (a veces también en<br />
menor cantidad), resultando un hueso<br />
de menor calidad, normalmente<br />
también<br />
con BMD baja. Hasta ahora no<br />
se ha encontrado una correspondencia<br />
clara entre los tipos clínicos, definidos<br />
más arriba, y los defectos genéticos<br />
que causan la O.I. Por otra parte, no<br />
hay<br />
que<br />
sobre-estimar la importancia<br />
del tipo al que se pertenezca. En la<br />
vida diaria es mucho más importante<br />
cuánto de severa es la afectación, que<br />
el tipo en sí.<br />
Hace tiempo se clasificaba la OI como<br />
“congénita” o “tardía”, según se<br />
manifestase antes o después de nacer.<br />
Estos términos son hoy en día<br />
obsoletos, aunque es verdad que en<br />
ciertas displasias, la<br />
forma de<br />
presentación puede ser desde el primer
día del nacimiento ó al cabo de unos<br />
años.<br />
20.4.6. Tratamiento:<br />
No cabe esperar que las causas de la<br />
O I puedan ser eliminadas en un futuro<br />
próximo. Por lo tanto la OI<br />
no tiene<br />
cura,<br />
de momento. No obstante,<br />
un<br />
adecuado tratamiento puede aliviar<br />
los<br />
síntomas.<br />
Los tratamientos apuntan a reducir el<br />
impacto de las consecuencias y a la<br />
prevención de las complicaciones.<br />
Frecuentemente se requiere un plan de<br />
tratamiento integral, que puede<br />
comprender: tratamiento ortopédico de<br />
fracturas, mejora de la audición,<br />
intervención dental, fisioterapia,<br />
asistencia psicológica, consejo<br />
genético, pruebas de ADN, asistencia<br />
social, ergoterapia con prescripción de<br />
muletas, sillas de ruedas u otro tipo de<br />
equipamie nto, y a veces también consulta dietética.<br />
Hay que prestar atención a la<br />
prevención de la osteoporosis, ya que<br />
la gente con OI es más vulnerable a<br />
ella que el resto de la gente.<br />
Recientemente, varios tipos de<br />
bisfosfonatos se han venido utilizando<br />
para tratar de aumentar la masa de<br />
hueso, con resultados aparentemente<br />
buenos, pero todavía es demasiado<br />
pronto para sacar conclusiones<br />
definitivas. 20.4.7. Pronóstico:<br />
A causa de la variabilidad individual de<br />
la OI, es imposible<br />
hacer afirmaciones<br />
generales sobre las perspectivas de<br />
una persona afectada. Se recomienda<br />
que busque consejo personal. En<br />
muchos casos la fragilidad disminuye<br />
después de la pubertad por razones<br />
todavía desconocidas.<br />
20.5. Homocistinuria<br />
20.5.1. Introducción:<br />
La homocistinuria es una alteración<br />
congénita en la que se afecta el<br />
metabolismo aminoácido por<br />
insuficiencia de una enzima hepática, la<br />
408<br />
cistationina sistetasa, la cual actúa en<br />
el paso del aminoacido esencial<br />
metionina a cisteina,<br />
en el que la<br />
vitamina<br />
B6 actúa, además, como<br />
catalizador.<br />
La homocistina y la metionina se<br />
acumulan en el suero y líquido<br />
cefalorraquideo, con un consiguiente<br />
aumento en la eliminación urinaria. Los<br />
pacientes afectos de homocistinuria no<br />
se encuentra cistionina en el encéfalo,<br />
que es normalmente el aminoácido<br />
libre que se halla en mayor proporción.<br />
20.5.2. Bases genéticas:<br />
Autosómica recesiva, con una<br />
recurrencia<br />
embarazo.<br />
del 25 % con cada<br />
20.5.3.<br />
Diagnóstico:<br />
Las manifestaciones clínicas de la<br />
homocistinuria son muy similares a las<br />
de la enfermedad de Marfan, con<br />
análogas alteraciones en el crecimiento<br />
y desarrollo y manifestaciones en el<br />
sistema nervioso (retraso mental en un<br />
60 % de los casos), aparato<br />
cardiovascular y en el esqueleto. De<br />
aquí su interés desde el punto de vista<br />
osteoarticular.<br />
Los<br />
afectados ofrecen un aspecto<br />
normal<br />
al nacimiento y hasta en los<br />
primeros<br />
meses de la vida; las primeras<br />
manifestaciones<br />
son un retraso en la<br />
aparición<br />
de la marcha, la cual se hace<br />
insegura<br />
por la acentuada laxitud<br />
articular y genu valgo. A medida que<br />
van<br />
pasando los años, destaca la<br />
desproporcionada longitud de las<br />
extremidades gráciles y poco<br />
musculadas, con el aspecto<br />
dolicoestomatomegálico o<br />
aracnodactílico del Marfan. Aparecen<br />
igualmente escoliosis, deformaciones<br />
torácicas como “pectum excavatum o<br />
carino”, codo en cúbito valgo y los pies<br />
planovalgos o cavos.<br />
Es el genu valgo y el pie evertido a la<br />
marcha los rasgos más característicos<br />
y más acusados de laxitud articular,<br />
pues<br />
las manos pueden presentar<br />
por<br />
el contrario una movilidad restringida, lo<br />
que puede servir para hacer el<br />
diagnostico diferencial clínico con la<br />
enfermedad de Marfan.
Por otro lado, la facies es bastante<br />
característica, inexpresiva y<br />
demacrada,<br />
con rosetas malares,<br />
prognatismo<br />
mandibular y mal oclusión<br />
dentaria.<br />
Es frecuente la miopía por<br />
luxación<br />
del cristalino; en algún caso se<br />
complica,<br />
además, con cataratas o<br />
glaucoma<br />
congénito.<br />
Todos los aspectos presentan un<br />
cierto<br />
grado de oligofrenia, que ya en<br />
las primeras edades se exagera con la<br />
alteración disartrica<br />
del lenguaje y el<br />
retraso en el aprendizaje de la marcha,<br />
dificultad<br />
además debida muchas<br />
veces<br />
a un estado de espasticidad, a<br />
esta edad, de las extremidades<br />
interiores.<br />
En algún caso hay accesos<br />
epilepticos<br />
con un EEG típico.<br />
Para el diagnóstico de la<br />
homocistinuria se valoran las cifras<br />
metionina<br />
sérica. Cifras por encima de<br />
los 2mg/dl son patognomonicos de la<br />
enfermedad, mientras que valores<br />
entre 1 y 2 mg/dl pueden indicar<br />
también una enfermedad hepática u<br />
otros defectos del metabolismo de la<br />
metionina. Otra determinación a<br />
efectuar son los valores de homocistina<br />
en la orina. Sin embargo, la presencia<br />
de la misma no permite distinguir una<br />
homocistinuria de una cistinuria, para lo<br />
que se requiere una diferenciación<br />
electroforética.<br />
20.5.4. Tratamiento:<br />
El tratamiento medicamentoso puede<br />
tener una intención etiopatogénica; en<br />
este<br />
sentido, pueden actuar las dietas<br />
alimenticias con restricción de aquellos<br />
que tienen metionina, la administración<br />
de vitamina B6 y de ácido fólico, ya que<br />
este último estimula el paso de la<br />
homocistina a metionina.<br />
409<br />
20.5.5. Pronóstico:<br />
El riesgo vital de los afectos de<br />
homocistinuria están en la frecuencia<br />
con que presentan trombosis<br />
venosas y<br />
arteriales,<br />
con cuadros de hemiplejía,<br />
embolia pulmonar, trombosis<br />
mesentéricas e infarto miocárdico, etc,<br />
en edades juveniles. La aparición de la<br />
trombosis puede estar desencadenada<br />
por una intervención quirúrgica; de aquí<br />
el particular riesgo quirúrgico de los<br />
afectos de homocistinuria.<br />
Esta<br />
predisposición trombótica está en<br />
relación en relación, al parecer, con<br />
una anormal adhesividad plaquetaria<br />
junto a una alteración en la capa<br />
elástica de la pared vascular.
21.1. Introducción:<br />
Como su origen griego indica, la<br />
palabra dis-plasia significa un defecto<br />
en la formación y, por tanto, prejuzga el<br />
que debe tratarse de un grupo<br />
nosográfico que afecta a un<br />
determinado grupo de enfermedades<br />
que se presentan durante el desarrollo<br />
o crecimiento del cuerpo humano.<br />
Sin embargo, otros dos conceptos,<br />
similares en algunos aspectos, como<br />
son distrofia y disóstosis, contribuyen a<br />
complicar la clasificación de este grupo<br />
de enfermedades. Creemos, por tanto,<br />
que es importante antes de iniciar el<br />
estudio de este tema, precisar el exacto<br />
contenido de cada uno de estos tres<br />
vocablos.<br />
Por displasia hay que entender<br />
una<br />
afectación en el desarrollo del<br />
esqueleto, por alteración intrínseca en<br />
la formación y modelado del hueso, por<br />
lo que todos los huesos del esqueleto<br />
resultarán afectos, si bien con distinta<br />
intensidad. Son de origen genético y la<br />
causa del trastorno íntimo óseo es, al<br />
parecer, enzimática. Localizadas en el<br />
hueso en desarrollo están inferidas por<br />
los factores de amplificación<br />
y<br />
polaridad<br />
a que haremos mención más<br />
adelante.<br />
Por osteodistrofia hay que entender<br />
un grupo de afecciones que llevan a la<br />
deformidad de los huesos en el curso<br />
del desarrollo y modelación esquelética<br />
por una perturbación nutritiva,<br />
fundamentalmente extrínseca al hueso<br />
(alteraciones<br />
metabólicas, hormonales,<br />
vitamínicas, etc). La afectación en los<br />
diversos huesos es irregular, pues<br />
depende del estado de crecimiento en<br />
que se encuentren. No está sujeta<br />
a los<br />
factores<br />
de polaridad y amplificación<br />
como en las displasias.<br />
Las disostosis son, más bien,<br />
malformaciones esqueléticas<br />
regionales más o menos localizadas,<br />
como consecuencia de alteraciones<br />
hereditarias en la morfogénesis de los<br />
distintos<br />
patrones mesenquimatosos o<br />
CAPITULO 21. DISPLASIAS<br />
OSEAS<br />
410<br />
ectodérmicos.<br />
Es habitualmente<br />
unilateral<br />
o periférica en su distribución.<br />
Indudablemente<br />
todos estos grupos<br />
están<br />
ligados entre sí por el hecho de<br />
su condición posiblemente genotípica,<br />
siendo<br />
la alteración o mutación génica<br />
el “ primum movens” de todo el proceso,<br />
bien<br />
sea por una alteración en la<br />
formación<br />
o “troquelado” de una<br />
proteina<br />
estructural, por el transtorno<br />
metabólico<br />
que origina una alteración<br />
enzimática<br />
o simplemente, por la<br />
alteración<br />
hereditaria de la<br />
morfogénesis<br />
embriológica.<br />
21. 2. Clasificación de las displasias<br />
óseas:<br />
1.2.1. Historia:<br />
2<br />
Uno de los primeros interesados en<br />
este tema fue Sir Thomas Fairbank y<br />
sentó las bases de esta tarea en su<br />
Atlas of General Affections of the<br />
Skeleton. Después de él continuaron la<br />
tarea, con contribuciones<br />
fundamentales, otros investigadores,<br />
como Lamy y Maroteaux en Francia,<br />
Wiedemann y Spranger en Alemania y<br />
McKusick en Estados Unidos.<br />
La fundación The March of Dimes en<br />
Estados Unidos auspició una serie de<br />
reuniones para tratar el tema de<br />
defectos congénitos, y preparó el<br />
terreno para que se elaborara una<br />
clasificación y así terminara la<br />
confusión que existía en el tema de las<br />
displasias hereditarias de hueso.<br />
La European Society of Paediatric<br />
Radiologists pudo formular una<br />
Nomenclatura Internacional de<br />
Transtornos Constitucionales de<br />
Huesos y que en la Tabla I, se presenta<br />
una versión actualizada de ella.<br />
Como podemos ver, en lugar de<br />
“enanismo” se utilizó el término de<br />
displasia y se usa cuando son<br />
generalizados los cambios que en el<br />
esqueleto impone el desarrollo; se<br />
utiliza el término disostosis cuando los<br />
cambios afectan un solo hueso o a un
segmento del esqueleto. La<br />
malformación denota una anormalidad<br />
primaria del desarrollo, en tanto que<br />
deformidad indica un cambio en la<br />
estructura de un hueso que era normal.<br />
Sin embargo y a pesar de ser todas<br />
ellas unas clasificaciones excelentes,<br />
son extraordinariamente difíciles de<br />
memorizar y poco didacticas para<br />
aquellos profesionales que por su<br />
formación y/o especialidad tengan la<br />
ocasión de diagnosticar y/o tratar<br />
alguno de estos transtornos genéticos.<br />
Sin embargo, en 1964, Rubin agrupó<br />
las displasias óseas con arreglo a la<br />
distribución anatómica de los cambios<br />
óseos, en su texto Dynamic<br />
Classification<br />
of Bone Dysplasias. Esta<br />
clasificación, a pesar de las muchas<br />
objeciones teóricas que se le han<br />
formulado, permite explicar la<br />
“patogenia” de las displasias y la<br />
topografía de las mismas, siendo al<br />
mismo tiempo la base de una<br />
clasificación dinámica que, si es<br />
discutible desde el punto de vista<br />
conceptual, permite una exposición<br />
ordenada y sistemática de la mayor<br />
parte<br />
de las displasias óseas.<br />
Asimismo, presenta características<br />
nemotécnicas que la conceden<br />
manifiesta utilidad para la práctica<br />
clínica (Figura 21.1).<br />
Figura 21.1.. Correlación ana<strong>tomo</strong>histológica<br />
según Rubin, para explicar la<br />
etiología de las displasias óseas.<br />
411<br />
El genetista, el bioquímico, el<br />
enzimólogo, el patólogo, podrán, con<br />
toda justicia, poner objeciones muy<br />
justificadas a la clasificación de Rubin,<br />
pero el cirujano ortopédico hallará en<br />
ella una válida ayuda para la<br />
comprensión y clasificación de un<br />
grupo de enfermedades tan polimorfas<br />
como<br />
las displasias óseas.<br />
21.2.2. Clasificación de Rubin de las<br />
displasias<br />
óseas:<br />
Este autor americano, comienza su<br />
estudio reconsiderando la terminología<br />
de los procesos de<br />
remodelamiento<br />
óseo que llevan el hueso desde su<br />
esquema embrionario hasta la forma<br />
adulta, deteniéndose con especial<br />
detalle en la fase de máximo<br />
crecimiento del mismo que está<br />
representado,<br />
por la presencia y la<br />
función, del cartílago de crecimiento<br />
(Figura 21.2.). Así, para la epífisis,<br />
aunque el crecimiento del núcleo<br />
epifisario es evidentemente excéntrico<br />
y teóricamente simétrico, acaba, al final<br />
del esbozo epifisario, por representar<br />
una hemiesfera, por la que la función<br />
de remodelado a nivel epifisario está<br />
representada por la Hemiesferización.<br />
El cartílago de crecimiento o fisis,<br />
cumple la misión fundamental del<br />
crecimiento en longitud y además de la<br />
anchura de la propia placa epifisaria del<br />
hueso. Su función preponderante será,<br />
por tanto, el Crecimiento.<br />
A nivel de la metáfisis, el remodelado<br />
óseo tiene que cumplir,<br />
fundamentalmente, con la misión de<br />
adaptar el diámetro y anchura notables<br />
de la parte proximal de la metáfisis,<br />
yuxtafisaria,<br />
a la anchura más reducida<br />
de la parte distal yuxtadiafisaria. Se<br />
trata de “adelgazar” la metáfisis, y su<br />
forma anatómica recuerda a la de una<br />
pirámide invertida o un embudo<br />
(funnel), y la “funnelización” es el papel<br />
preponderante del remodelado óseo de<br />
la metáfisis. Palabra de difícil<br />
traducción en castellano, debemos<br />
traducirla por embudización, término<br />
poco afortunado, pero que refleja<br />
exactamente el concepto que el autor<br />
ha querido darle, mejor que el más
genérico de “constricción” con que<br />
clásicamente se le designa.<br />
Por último, la parte diafisaria del<br />
esbozo óseo está sometida a un<br />
proceso de remodelado entre las dos<br />
capas membranosas del endostio y del<br />
periostio, que tienden, por un lado, a<br />
aumentar la cavidad medular, y por otro<br />
a engrosar la cortical por la acción<br />
sinérgica y contraria de los<br />
osteoclastos y los osteoblastos, por lo<br />
que la diáfisis tiene tendencia a<br />
parecerse a un tubo, y la palabra<br />
cilindrización define exactamente el<br />
resultado del remodelado óseo a este<br />
nivel.<br />
Queda, pues, el remodelado óseo del<br />
primitivo esbozo óseo, localizado<br />
topograficamente como sigue:<br />
HEMIESFERIZACION ...... Epífisis<br />
CRECIMIENTO……........... Fisis<br />
EMBUDIZACION............... Metáfisis<br />
CILINDRIZACION .............. Diáfisis<br />
Funciones todas ellas que van a<br />
concluir con el tiempo en el esbozo de<br />
un hueso definitivo y correctamente<br />
formado. El esquema de la figura 21.2,<br />
aclara mejor los conceptos expuestos.<br />
Figura 21.2. Correlación<br />
ana<strong>tomo</strong>fisiológica según Rubin de la<br />
etiopatogenia de las displasias óseas.<br />
412<br />
De acuerdo con las ideas expuestas,<br />
un poco esquemáticamente, Rubin<br />
admite que los diversos tipos de<br />
displasias que más tarde veremos en<br />
su clasificación (Tabla I), son<br />
producidas por la alteración del<br />
modelado de una determinada zona de<br />
crecimiento del hueso, epífisis, fisis,<br />
metáfisis ó diáfisis, pero teniendo en<br />
cuenta que el transtorno es la<br />
expresión de un factor actuando sobre<br />
un órgano en crecimiento, que no crece<br />
todo por igual, que no crece tampoco<br />
uniformemente a lo largo del desarrollo y<br />
que existen huesos en las<br />
extremidades cuyo índice de<br />
crecimiento es superior de otros.<br />
Tabla<br />
21.I.<br />
Clasificación de las<br />
displasias óseas según Rubin.<br />
I. Displasias Epifisarias:<br />
A) Hipoplasias epifisarias:<br />
1) Deficiencia del cartílago<br />
articular: displasia<br />
espondiloepifisaria congénita y<br />
tardía.<br />
2) Deficiencia de osificación del<br />
centro epifisario: displasia<br />
epifisaria múltiple congénita y<br />
tardía.<br />
B) Hiperplasia epifisaria:<br />
1) Exceso de cartílago articular:<br />
displasia<br />
hemimélica.<br />
epifisaria<br />
II. Displasias de la fisis:<br />
A) Hipoplasia fisarias:<br />
1) Deficiencia del cartílago<br />
proliferativo: acondroplasia<br />
congénita y tardía.<br />
2) Deficiencia del cartílago<br />
hipertrófico: disostosis<br />
metafisaria congénita y tardía.<br />
B) Hiperplasias fisarias:<br />
1) Exceso de cartílago<br />
proliferativo:<br />
hipercondroplasia.<br />
2) Exceso de cartílago<br />
hipertrófico: encondromatosis.<br />
II I. Displasias metafisarias:<br />
A)<br />
Hipoplasia metafisarias:<br />
1) Deficiencia para la formación<br />
de esponjosa primaria:
hipofosfatasia<br />
tardía.<br />
congénita y<br />
2) Deficiencia para<br />
la absorción<br />
de la esponjosa primaria:<br />
osteopetrosis<br />
tardía.<br />
congénita y<br />
3) Deficiencia para la absorción<br />
de la esponjosa secundaria:<br />
displasia craneometafisaria<br />
congénita y tardía.<br />
B) Hiperplasias metafisarias:<br />
1) Esponjosa excesiva: exóstosis<br />
múltiples.<br />
IV. Displasias d iafisarias:<br />
A) Hipoplasias diafisarias:<br />
1) Deficiencia en la formación de<br />
hueso perioóstico:<br />
osteogénesis imperfecta<br />
congénita y tardía.<br />
2) Deficiencia en la formación de<br />
hueso endostico: osteoporosis<br />
idiopática congénita y tardía.<br />
C) Hiperplasias diafisarias:<br />
1) Formación<br />
excesiva de<br />
periostio: displasia diafisaria<br />
progresiva.<br />
2) Formación excesiva de<br />
endostio: hiperfosfatemia.<br />
Para comprender<br />
pues, el<br />
determinismo pa<strong>tomo</strong>rfológico de las<br />
diversas displasias hay que tener en<br />
cuenta tres factores<br />
fundamentales:1) Amplificación, 2)<br />
Polaridad, 3) Tiempo.<br />
El primer concepto, amplificación,<br />
explica el aparentemente paradójico<br />
hecho de que un transtorno general,<br />
como el genético, que está en la base<br />
de la mayor parte de las displasias,<br />
resulte más evidentemente en áreas,<br />
zonas o huesos determinados. Esto se<br />
justifica por el hecho de que el hueso<br />
que crece en mayor proporción debe<br />
mostrar los cambios más acentuados,<br />
ya que en él se “amplifica” o magnifica<br />
el mismo defecto hasta un grado más<br />
acentuado. Este es un hecho<br />
clínicamente comprobado en la<br />
acondroplasia, donde son los huesos<br />
largos proximales (húmeros,<br />
fémures)<br />
los más afectados por los transtornos.<br />
El concepto de polaridad se deduce<br />
del hecho de que en todo hueso largo<br />
413<br />
las dos epífisis no crecen en la misma<br />
proporción a lo largo del desarrollo<br />
esquelético. Hay siempre que tener<br />
presente la idea de la “epífisis fértil”, es<br />
decir, aquella a la que corresponde el<br />
mayor porcentaje del crecimiento<br />
longitudinal del hueso.<br />
Por último, tanto la polaridad como la<br />
amplificación, necesitan del tiempo<br />
para manifestarse. Cuando más<br />
precozmente actúe el transtorno<br />
genético o, dicho en otras palabras,<br />
cuando más profunda sea su<br />
penetración, en cuya base está el<br />
transtorno enzimático o metabólico,<br />
tanto más “florido” será el cuadro<br />
clínico de la displasia. De ello se<br />
deduce que en todas las displasias<br />
habrá una variedad “congénita” y otra<br />
“tarda”, en la nomenclatura de Rubin,<br />
aunque como ya hemos explicado y<br />
sabemos, todas ellas tienen una base<br />
congénita y genotípica en su etiología.<br />
El fenotipo que resulte de la acción del<br />
gen será siempre el resultado<br />
exponencial del tiempo transcurrido<br />
durante su acción.<br />
21.2.3. Consideraciones generales<br />
en el diagnóstico de las displasias<br />
óseas:<br />
• Anamnesis<br />
y exploración física:<br />
El cuadro más común en las displasias<br />
óseas y en las osteopatías endocrinas<br />
y metabólicas es la talla pequeña<br />
(proporcionada o desproporcionada),<br />
las deformidades del cráneo o huesos<br />
planos o largos, el dolor y las fracturas.<br />
- El individuo puede tener talla corta<br />
(proporcionada o<br />
desproporcionada), o en ocasiones<br />
ser muy alto. Por esta razón, el<br />
primer paso es mediar la talla del<br />
niño en la bipedestación y en la<br />
posición sedente, y compararla con<br />
las cifras normales establecidas. En<br />
segundo lugar, el médico detecta<br />
cualquier desproporción entre la<br />
longitud del tronco y la de los<br />
miembros inferiores. El plano<br />
divisorio entre los segmentos<br />
superior e inferior es la porción<br />
superior de la sínfisis del pubis. En<br />
circunstancias normales, la
distancia que media entre los dos<br />
brazos en extensión es casi igual a<br />
la estatura del paciente.<br />
- Las deformidades incluyen<br />
anormalidades de la cara o los<br />
oidos, deformación de la cabeza<br />
como dolicocefalia o cráneo<br />
protuberante; agrandamiento de las<br />
epífisis; deformidades angulares de<br />
los miembros como genu varo,<br />
valgo o recurvatum, dismetría de<br />
extremidades<br />
inferiores;<br />
anormalidades de manos y pies,<br />
polidactilia,<br />
dedos, etc.<br />
contractura de los<br />
- El dolor por lo común no es un<br />
signo de displasia, pero en<br />
-<br />
osteopatías metabólicas como el<br />
raquitismo puede haber<br />
dolor óseo<br />
profundo. Puede tener suficiente<br />
intensidad para que el niño se<br />
despierte por la noche y necesite<br />
analgésicos.<br />
Las fracturas pueden ser el primer<br />
signo de osteoporosis<br />
ósea u otra<br />
displasia esquelética (osteogenesis<br />
imperfecta, etc).<br />
- Otras observaciones a valorar en la<br />
inspección, son los ojos en busca<br />
de calcificaciones de la córnea, el<br />
color de la esclerótica y si hay<br />
opacidades corneales. Asimismo,<br />
hay que revisar los dientes en<br />
busca de anormalidades.<br />
• Exploración radiográfica:<br />
E l estudio radiográfico en las displasias<br />
óseas debe consistir en ocho<br />
proyecciones:<br />
1. Anteroposterior del cráneo.<br />
2. Lateral del cráneo.<br />
3. Perfil de toda la columna.<br />
4. Anteroposterior de tórax (debe<br />
incluir los hombros y las clavículas)<br />
5. Anteroposterior de la pelvis (debe<br />
incluir ambas caderas y la sínfisis<br />
del pubis).<br />
6. Anteroposterior de una rodilla.<br />
7. Anteroposterior de un antebrazo<br />
que incluya codo y muñeca.<br />
8. Anteroposterior de una mano (de<br />
preferencia la izquierda).<br />
414<br />
En entidades específicas están<br />
indicados otros estudios radiográficos<br />
como la gammagrafía ósea con Tc, la<br />
TAC y/o RMN.<br />
• Estudios bioquímicos:<br />
Los estudios del plasma deben incluir<br />
la medición del<br />
valor de calcio, fosfato<br />
in<strong>org</strong>ánico<br />
y fosfatasa alcalina y a<br />
veces magnesio y otros metales<br />
como<br />
el<br />
plomo.<br />
Los estudios en orina son de enorme<br />
importancia<br />
y hay que incluirlos en la<br />
investigación diagnóstica en caso de<br />
osteopatías. En la orina habrá que<br />
medir las tasas de excreción de calcio,<br />
creatinina e hidroxiprolina.<br />
• Biopsia de hueso:<br />
Reservada en aquellos casos en los<br />
que<br />
la clínica junto con los estudios<br />
radiográficos y bioquímicos no lleguen<br />
a un diagnóstico<br />
cierto. En general, la<br />
biopsia se realiza a nivel de la cresta<br />
ilíaca, aunque puede practicarse en<br />
otras localizaciones, según los cambios<br />
patológicos advertidos en la<br />
radiografía.<br />
21.2.4. Displasias epifisarias<br />
21.2.4.1. Hipoplasias epifisarias<br />
21.2.4.1.1.<br />
Displasia<br />
espondiloepifisaria<br />
Todos los trastornos incluidos en este<br />
grupo se deben a un defecto en<br />
el gen<br />
del colágeno tipo II.<br />
Según<br />
la herencia se distinguen dos<br />
tipos:<br />
a) Congénita (1-2/millón):<br />
autosómica<br />
dominante (muchas son<br />
esporádicas).<br />
b) Tardía (3-4/millón): recesiva ligado<br />
al sexo.<br />
Por lo que hace referencia al<br />
diagnóstico, la edad de presentación es<br />
a los 3-4 años para la congénita con<br />
una misma proporción hombre/mujer, y<br />
a los 5-10 años para la tardía,<br />
afectándose sólo los hombres.<br />
Puesto que la displasia de tipo<br />
congénito es la más frecuente es a la<br />
que nos referiremos al hablar de su<br />
clínica. En este trastorno existe un
enanismo que se manifiesta después<br />
del primer o segundo año de vida, con<br />
extremidades largas en comparación<br />
con el tronco. La parte media de la cara<br />
es<br />
aplanada y el tórax tiene forma de<br />
barril. Las manos y los pies suelen ser<br />
normales, pero puede observarse un<br />
pie equinovaro. Generalmente hay un<br />
aumento de la lordosis lumbar, ya sea<br />
primaria o debido a contracturas de<br />
flexión de la cadera.<br />
En cuanto a los signos radiográficos,<br />
los ileones son cuadrados y las epífisis<br />
presentan un retardo de la osificación y<br />
están fragmentados. En la cadera, ello<br />
puede confundirse con una enfermedad<br />
de<br />
Perthes bilateral, pero el carácter<br />
sincrónico de las alteraciones, así<br />
como la presencia del<br />
alteraciones en<br />
otras<br />
epífisis, deben ser una clave para<br />
el diagnóstico (Figura 21.3).<br />
Figura 21.3. Irregularidad de las epífisis<br />
femorales y tibiales en la displasia<br />
espondiloepifisaria.<br />
Puede haber también coxa vara. Las<br />
metáfisis de los huesos largos pueden<br />
presentar una irregularidad leve. Los<br />
cuerpos<br />
vertebrales son inicialmente<br />
415<br />
biconvexos, pero se aplanan<br />
progresivamente con la edad, y las<br />
placas terminales pasan a ser<br />
irregulares (Figura 21.4).<br />
Figura 21.4. Aplanamiento de los cuerpos<br />
verterales<br />
(platispondilia) en la displasia<br />
espondiloepifisaria.<br />
La odontoides puede ser hioplásica o<br />
inexistente,<br />
lo cual provoca una<br />
inestabilidad<br />
que puede causar un<br />
compromiso neurológico, incluso en el<br />
niño pequeño (Figura 21.5).<br />
Figura 21.5. Hipoplasia de la odontoides<br />
en un niño con una displasia<br />
espondiloepifisaria, lo cual provoca<br />
una<br />
luxación atlantoaxoidea con compresión<br />
medular.
Los problemas ortopédicos derivan<br />
fundamentlmente<br />
de los procesos<br />
artrósicos<br />
a nivel de caderas y rodillas,<br />
los cuales pueden tratarse mediante<br />
artroplastias, aun cuando la practica de<br />
osteotomías,<br />
tanto a nivel del fémur<br />
para el tratamiento de la coxa vara,<br />
como en las rodillas para corregir las<br />
alteraciones<br />
angulares, pueden retrasar<br />
la aparición de los citados fenómenos<br />
degenerativos. Sin embargo, el<br />
problema más grave es la inestabilidad<br />
atlantoaxoidea, la cual, en presencia<br />
de<br />
signos neurológicos, deberá tratarse<br />
con artrodesis atlantooccipital.<br />
21.2.4.1.2. Displasia epifisaria<br />
múltiple<br />
Esta displasia ósea relativamente<br />
frecuente (10-15 casos/millón), puede<br />
ser congénita o tardía, siendo la<br />
herencia autonómica dominante (en<br />
algunos casos puede ser autosómico<br />
recesivo). La proporción<br />
entre hombre/mujer es la misma.<br />
La edad en la cual se efectúa el<br />
diagnóstico suele detectarse entre los 5<br />
y 10 años de edad.<br />
El defecto básico es la perturbación<br />
del desarrollo de los centros de<br />
osificación epifisarios. La osificación<br />
endocondral está des<strong>org</strong>anizada y las<br />
células de cartílago epifisario son<br />
irregulares. En cambio el cartílago<br />
articular es normal, aunque<br />
puede<br />
mostrar deformidades en forma<br />
secundaria y en una etapa ulterior de la<br />
vida, ya que los pacientes no tienen el<br />
apoyo óseo necesario. El número de<br />
epífisis afectadas varía, y entre los<br />
sitios más comunes están la cabeza del<br />
fémur y el húmero.<br />
La talla de los pacientes se sitúa en el<br />
límite inferior de la normalidad, con<br />
acortamiento de extremidades variable<br />
pero con tronco de tamaño normal<br />
(Figura 21.6).<br />
Figura 21.6. Displasia epifisaria múltiple.<br />
416<br />
Afecta la mayor parte de las veces a<br />
las caderas y rodillas. El dolor articular,<br />
la rigidez y el genu valgo pueden ser<br />
las manifestaciones iniciales, puesto<br />
que se va instaurando una artrosis<br />
secundaria por la irregularidad de las<br />
epífisis. Los pacientes pueden ser<br />
diagnosticados inicialmente de<br />
enfermedad de Perthes. Ello debe<br />
motiva r un estudio óseo co mpleto. Al<br />
respecto, radiográficamente<br />
se<br />
observan alteraciones epifisarias<br />
bilaterales, principalmente en caderas,<br />
rodilla s y tobillos (Figura 21. 7).<br />
Figura 21.7. Alteración de las epífisis de<br />
las rodillas en un niño con displasia<br />
epifisaria múltiple.
Asimismo, se objetiva una aparición varón, con una proporción<br />
tardía de los<br />
centros de osificación hombre/mujer de 3:1.<br />
epifisario,<br />
con epífisis irregulares y La patogenia es similar a la exóstosis<br />
aplanadas.<br />
En la mitad de los casos se osteocartilaginosa,<br />
es decir, masa<br />
advierte<br />
oblicuidad mediolateral de la pediculada<br />
con un capuchón gelatinoso<br />
porción distal de la tibia, con cambios o una superficie articular un poco<br />
secundarios<br />
adaptativos del astrágalo. irregular y agrandada.<br />
La imagen<br />
En el tratamiento es importante evitar histológica de la lesión es identica a la<br />
el exceso de peso corporal. Un error del osteocondroma.<br />
frecuente es calificar el cuadro como La afección, de manera característica,<br />
enfermedad de Perthes y tratar<br />
es unilateral, y afecta a un miembro<br />
innecesariamente<br />
las caderas con inferior, fundamentalmente a nivel de<br />
diversas ortesis inmovilizadoras o de tobillo y la rodilla.<br />
recentraje, pues no hay dato de que los Tal como se ha comentado,<br />
suele<br />
dispositivos en cuestión modifiquen el manifestarse a partir de los 2 años de<br />
curso de la enfermedad. El movimiento edad.<br />
Generalmente el niño consulta<br />
pasivo continuo de las articulaciones por una deformidad y limitación del<br />
mayores y en particular la cadera y movimiento<br />
de la articulación afecta<br />
rodillas, es útil a veces en la (generalmente<br />
el tarso y la rodilla), con<br />
remodelación. La osteotomía pélvica<br />
dolor<br />
más o menos variable.<br />
puede<br />
estar indicada si la En las radiorafías, se observan zonas<br />
incongruencia articular<br />
y el dolor y la de radioopacidad irregulares y<br />
incapacidad<br />
son intensos. La artrosis multicéntricas<br />
junto a la epífisis o los<br />
degenerativa se trata de manera huesos<br />
tarsianos afectados. En la<br />
sintomática y más tarde por artroplastia adolescencia<br />
y en la edad adulta, la<br />
total.<br />
lesión<br />
se observa como una masa<br />
La dismetría de extremidades hay que irregular<br />
similar a una exóstosis. Sin<br />
vigilarla<br />
estrechamente, practicándose embargo, a diferencia de ésta, la masa<br />
epifisiodesis del miembro contralateral sobresale desde la epífisis y no de la<br />
largo, en el nivel y edad apropiados<br />
para igualar la longitud de ambas<br />
metáfisis<br />
o la diáfisis (Figura 21.8).<br />
extremidades. La osteotomía en<br />
angulación puede convenir para<br />
corregir la coxa<br />
vara y el genu varo o<br />
valgo.<br />
21. 2.4.2. Hiperplasias epifisarias.<br />
21. 2.4.2.1. Displasia epifisaria<br />
hemimélica<br />
Conocida también como enfermedad<br />
de Trevor, Tarsomegalia ó Aclasia<br />
epifisaria, es un trastorno óseo que<br />
tiene un carácter hereditario no<br />
demostrado. Su frecuencia es<br />
desconocida, aunque es muy<br />
infrecuente. Al respecto y hasta el año<br />
1994,<br />
solo se habían publicado 110<br />
casos.<br />
La edad de presentación de la<br />
sintomatología es entre los 2 y 14 años,<br />
aunque se han comunicado casos en el<br />
recién nacido y en la edad adulta, y en<br />
cuanto al sexo, es más<br />
común en el<br />
417<br />
Figura<br />
21.8. Displasia epifisaria<br />
hemimélica<br />
con afectación de la rodilla.<br />
Obsérvese<br />
la presencia de una masa<br />
irregular<br />
en la zona epifisaria distal del<br />
fémur.<br />
Es útil practicar TAC y RMN para<br />
delimitar<br />
perfectamente la lesión.
En cuanto al tratamiento, la exéresis<br />
de la lesión es recomendable cuando<br />
interfiere<br />
en el movimiento articular o<br />
produce deformidad<br />
grave. Sin<br />
embargo, la recidiva es común ya que<br />
el plano de la exéresis no está<br />
perfectamente<br />
definido.<br />
Asimismo<br />
hay que vigilar si se<br />
desarrolla<br />
una dismetría de<br />
extremidades<br />
inferiores y practicar una<br />
epifisiodesis<br />
cuando el niño tiene la<br />
edad<br />
esquelética apropiada para<br />
igualar<br />
los miembros inferiores.<br />
21. 2.5. Displasias fisarias<br />
21.2.5.1. Hipoplasias fisarias<br />
21. 2.5.1.1. Acondroplasia<br />
Sin lugar a dudas, la acondroplasia es<br />
la más recuente de las displasias<br />
óseas.<br />
Se transmite de forma<br />
autonómica<br />
dominante, aunque dos<br />
terceras partes de los casos aparecen<br />
por nuevas mutaciones;<br />
la edad<br />
avanzada<br />
de los progenitores<br />
constituye un factor de riesgo.<br />
Se estima que la frecuencia de este<br />
trastornos es de 0.5 – 1.5/10.000, con<br />
una proporción hombre/mujer 1/1.<br />
Los pacientes pueden ser<br />
identificados<br />
al nacer, debido a las<br />
características clínicas que presenta.<br />
Así, se observa un abombamiento<br />
frontal, hipoplasia de la parte media de<br />
la cara y el gran acortamiento de las<br />
extremidades,<br />
fundamentalmente de<br />
las porciones proximales del húmero y<br />
del fémur. Todo ello hace que se<br />
aprecie un enanismo muy evidente, a<br />
expensas de los miembros inferiores<br />
(Figura<br />
21.9).<br />
Figura 21.9. Morfotipo de una paciente con<br />
acondroplasia. 418<br />
Aparte de las cracterísticas<br />
mencionadas, existe un aplnamiento<br />
del tórax, en ocasiones excavado. En la<br />
columna es cracterístic la hiperlordosis<br />
lumbar con un cierto componente de<br />
cifosis dorsolumbar.<br />
A nivel de la rodillas<br />
es frcuent la<br />
deformidd en varo y, en los codos,<br />
suele existir una contractura en flexión.<br />
Con respecto a las manos, éstas<br />
suelen ser cortas y anchas. El dedo<br />
medio es más corto que en la mano<br />
normal, porque los demás dedos tiene<br />
igual longitud (mano en “estrella de<br />
mar”). Los dedos medio y anular están<br />
separados y forman un espacio V al<br />
cual se le denomina “mano en tridente”<br />
(Figura 21.10).<br />
Figura 21.10. Mano en tridente en un<br />
paci ente con acondroplasia.<br />
Las personas<br />
afectadas por lo común<br />
gozan de buena salud y tienen<br />
una<br />
longevidad<br />
casi normal. Su inteligencia,<br />
además, es completamente normal.<br />
Los signos más característicos son:<br />
- Cráneo: acortamiento<br />
-<br />
extraordinario de la base. Agujero<br />
esfenoidal pequeño.<br />
Raquis: la hiperlordosis es muy<br />
común. La columna acondroplasica<br />
se caracteriza por la disminución<br />
progresiva de las distancias<br />
interpediculares desde la primera<br />
vértebra<br />
lumbar hasta la quinta<br />
(debido a la sinostosis temprana<br />
entre el cuerpo vertebral y su arco)<br />
(Figura 21.11).
Figura 21.11. Columna<br />
acondroplásica.<br />
Obsérvese la disminución<br />
progresiva,<br />
desde proximal a distal, de las distancias<br />
interpediculares.<br />
- Tórax y pelvis: disminución del<br />
diámetro anteroposterior a causa de<br />
las costillas cortas. Las alas del<br />
ilíaco muestran una configuración<br />
cuadrada, siendo su altura menor<br />
de lo normal. Techo del acetábulo<br />
ancho y plano. En la lactancia y<br />
niñez hay una forma “de pico” en el<br />
borde superior del cartílago<br />
-<br />
triradiado, el cual desaparece en la<br />
adolescencia.<br />
Extremidades: mayor afectación de<br />
los segmentos proximales (húmero<br />
y fémur) que los distales. Asimismo,<br />
las metáfisis<br />
están anchas, y el<br />
cuello del fémur corto. Las fisis<br />
muestran una muesca<br />
central o<br />
sumen forma en U (se advierte<br />
mejor en la rodilla) (Figura 21.12).<br />
Figura 21.12. Pelvis del acondroplasico.<br />
Obsérvese la forma cuadrada que adopan<br />
los huesos ilíacos así como el<br />
aplanamiento del techo de las cavidades<br />
cotioideas.<br />
419<br />
En cuanto al tratamiento, hay que tener<br />
presenta que la persona<br />
acondroplasica puede tener<br />
complicaciones neurológicas por el<br />
pequeño diámetro del conducto<br />
raquídeo y las múltiples roturas de los<br />
discos intervertebrales.<br />
No existe un tratamiento especifico de<br />
la enfermedad. La corrección de la<br />
deformidad de la tibia y el fémur en<br />
varo puede mejorar la imagen general,<br />
la marcha y la biomecánica de<br />
miembros inferiores. El alargamiento de<br />
los miembros para aumentar la talla y<br />
la longitud de los miembros superiores<br />
se practica cuando existe una gran<br />
incapacidad funcional por la pequeñez<br />
de las extremidades, o cuando hay<br />
notable deformidad<br />
de un miembro<br />
asimétricamente<br />
corto.<br />
21.2.5.1.2. Disostosis metafisaria<br />
Esta<br />
displasia, también denominada<br />
condrodisplasia metafisaria, se<br />
caracteriza<br />
por una deformidad<br />
metafisaria y una irregularidad<br />
adyacente a la fisis, con una afectación<br />
escasa<br />
o nula de las epífisis.<br />
Se han diferenciado varios tipos<br />
clínicos<br />
y señalado un número cada<br />
vez mayor de variedades. Excede de<br />
los límites de este apartado hacer una<br />
descripción detallada<br />
de estos<br />
transtornos, pero presentaremos<br />
solamente<br />
conocidos.<br />
los síndromes más<br />
- Tipo Jansen: es un trastorno<br />
autonómico dominante al que<br />
recientemente se ha relacionado<br />
con una mutación del receptor de la<br />
hormona<br />
paratifoidea. Se produce<br />
un acortamiento grave de las<br />
extremidades al nacer, con<br />
abombamiento frontal y<br />
micrognatia. Al crecer, aparece un<br />
arqueamiento de las diáfisis, como<br />
resultado del alargamiento de las<br />
metáfisis anormales. Se producen<br />
contracturas de flexión en las<br />
-<br />
articulaciones importantes.<br />
Tipo Schmid: es el tipo más común<br />
y el menos intenso. A veces se le<br />
confunde con la acondroplasia.<br />
Suele diagnosticarse entre los 3 y 5
años de edad, pues los pacientes<br />
presentan una estatura<br />
moderdamente corta, del tipo de<br />
extremidades (Figura 21. 13).<br />
también cortas<br />
Figura 21.13. Morfotipo de un niño con<br />
disostosis metafisaria tipo Schmid.<br />
Es un trastorno autonómico dominante<br />
con una mutación en el gen del<br />
colágeno tipo X. Los pacientes pueden<br />
presentar un genu varo, un aumento de<br />
la lordosis lumbar y una marcha en<br />
Trendelemburg. La fisis es ancha en<br />
comparación con los otros tipos, y las<br />
metáfisis están exacavadas y<br />
ensanchadas (Figura 21.14).<br />
Figura 21.14. Aspecto de las rodillas en<br />
disostosis metafisaria tipo Schmid.<br />
Obsérvese el aspecto de “copa”, semejante<br />
a los observado en el rquitismo.<br />
420<br />
En cuanto al tratamiento, lo único que<br />
se le puede ofrecer, si las<br />
deformidades de la cadera y rodilla son<br />
graves, es la osteotomía femoral<br />
proximal para el tratamiento de la coxa<br />
vara o la osteotomía tibial para el genu<br />
varo.<br />
- Tipo McKusick<br />
(hipoplasia de<br />
cartílago y pelo): generalmente se<br />
diagnostica también a la edad<br />
de 2<br />
o 3 años. Fue descrita por primera<br />
vez en la población Amish y es de<br />
transmisión autonómica recesiva.<br />
Un enanismo progresivo da lugar a<br />
una talla notablemente baja en la<br />
edad adulta. Los dedos de las<br />
manos son anchos. El pelo es fino,<br />
escaso, corto y quebradizo.<br />
También hay afección de cejas y<br />
pestañas. Un dato también<br />
frecuente del trastorno es la laxitud<br />
articular excesiva, aunque a nivel<br />
de los codos suele haber una<br />
limitación de la extensión. Las<br />
alteraciones radiográficas son<br />
semejantes a las observadas en el<br />
tipo Schmid.<br />
21.2.5.2. Hiperplasias fisarias<br />
21.2.5.2.1. Encondromatosis múltiple<br />
Denominada también enfermedad de<br />
Ollier, constituye un trastorno<br />
infrecuente que se caracteriza por la<br />
aparición de masas de cartílago<br />
intraóseas asimétricas. El proceso no<br />
se detecta al nacer, pero se presenta<br />
en los primeros años de la vida,<br />
planteando el problema de la<br />
discrepncia en la longitud de los<br />
miembros y de la deformidad de los<br />
mismos. La deformiddes angulares y el<br />
acortamiento rlativo de los miembros<br />
afectados pueden desarrollarse como<br />
resultado de un cese desigual o<br />
prematuro del crecimiento de la fisis.<br />
Una rara complicación en la vida adulta<br />
es la dgeneración maligna del<br />
encondroma a condrosarcoma.<br />
La asociación de una encondromatois<br />
múltiple con una angiomatosis de la<br />
mano, constituye el síndrome de<br />
Maffucci, en el cual se observa una
hipeplasia angiomatosa de las partes<br />
blandas con presencia de flebolitos.<br />
Como en esencia se trata de un<br />
condroma de asiento metafisario o<br />
yuxtadiafisario, el aspecto radiografico<br />
que ofrece es el de una imagen<br />
radiotraslúcida, con un aspecto<br />
pseudoquístico de trabéculas paralelas,<br />
en<br />
una posición excéntrica y hasta<br />
subcortical.<br />
En su asiento típico en las<br />
manos o en los pies, los encondromas<br />
asientas en la proximidad de la única<br />
fisis de los huesos tubulares<br />
correspondientes (metacarpianos,<br />
metatarsianos, falanges); cuando<br />
alcanzan su mayor tamaño llegan a<br />
insuflar por entero el hueso, al que<br />
deforman y acorta. El carácter<br />
asimétrico de esta displasia se<br />
confirma también en estas<br />
localizaciones distales, pues con<br />
frecuencia, una mano puede estar<br />
afecta en múltiples huesos, mientras la<br />
otra ser completamente normal<br />
(Figura 21.15).<br />
Figura 21.15. Encondromatosis múltiple.<br />
Obsérvese que mientras una mano está<br />
poliafectada por los encondromas, la otra<br />
está indemne.<br />
21.2.6. Displasias metafisarias<br />
21.2.6.1. Hipoplasias metafisarias<br />
21.2.6.1.1. Osteopetrosis<br />
También llamada Enfermedad de<br />
Albers-Schönberg o enfermedad de los<br />
huesos marmóreos, puede presentar<br />
dos tipos de herencia, la congénita,<br />
en<br />
421<br />
cuyo caso es autonómica recesiva,<br />
o<br />
tardía, que es autonómica dominante<br />
El trastorno en la forma congénita<br />
es<br />
excepcional,<br />
mientras que la tardía es<br />
más común.<br />
En la forma congénita, el diagnóstico<br />
se hace evidente en los primeros<br />
meses de la vida y suele ser mortal a<br />
corto plazo, mientras que la tardía<br />
puede pasar asintomática. En cuanto al<br />
sexo, existe una igual proporción<br />
hombre/mujer.<br />
Las cracterísticas clínicas de la<br />
osteopetrosis<br />
siguientes:<br />
congénita son las<br />
- Disfunción de la médula óseo y<br />
pancitopenia por la obliteración de<br />
la cavidad medular.<br />
- Aparición espontánea de<br />
equímosis, hemorragia anormal,<br />
-<br />
anemia progresiva.<br />
Hepatoesplenomegalia<br />
compensatoria.<br />
- Parálisis de los pares craneales II,<br />
III o VIII por hipertrofia ósea.<br />
- Fracturas patológicas.<br />
- Osteomielitis del maxilar inferior.<br />
- El paciente suele morir en el primer<br />
decenio de la vida por alguna<br />
infección y/o hemorragia.<br />
Las características clínicas de la<br />
osteopetrosis tardía son:<br />
- Edad de comienzo variable.<br />
- A menudo es asintomático toda la<br />
vida, detectandose en forma<br />
accidental cuando se hacen<br />
radiografías por otra causa.<br />
- En ocasiones, fractura<br />
patológica<br />
de algún hueso afectado.<br />
- Parálisis facial en raras ocasiones.<br />
En cuanto al patrón radiográfico, existe<br />
una radiopacidad aumentada de los<br />
huesos, especialmente las zonas<br />
diafisarias,<br />
donde resulta muy difícil<br />
apreciar<br />
la separación entre cortical y<br />
medular.<br />
La arquitectura normal está<br />
obliterada<br />
de forma que no hay<br />
diferencia<br />
entre el hueso cortical y el<br />
esponjoso<br />
(Figura 21.16).
Figura 21.16. Imagen radiográfica de los<br />
huesos en un niño afecto de osteopetrosis.<br />
Obsérvese<br />
el crácter marmóreo de los<br />
mismos con la obliteración total de las<br />
cavidades medulares.<br />
Aparte de las características<br />
comentadas, exiten otras que definen<br />
dicho trastornos. Así podemos<br />
encontrar:<br />
- Cráneo: esclerosis de la base y a<br />
nivel de las órbitas (en máscara de<br />
carnaval) (Figura 21.17).<br />
422<br />
Figura 21.17. Osteopetrosis del cráneo.<br />
Obsérvese la imagen que ofrecen las<br />
órbitas, semejando a una máscara de<br />
carnaval.<br />
- Raquis: imagen de la vértebras en<br />
“sandwich” o “jersey de rugby”<br />
(Figura 21.18).<br />
Figura 21.18. Aspecto de la columna<br />
vertebral en la osteopetrosis.
- Tórax y pelvis: imagen “de hueso<br />
dentro de hueso “.<br />
- Ensanchamiento terminal de las<br />
metáfisis (porción<br />
distal del fémur).<br />
En cuanto al tratamiento, en la forma<br />
maligna, mortal de osteopetrosis, el<br />
tratamiento se orienta a controlar la<br />
anemia. El único método eficaz sería el<br />
transplante de médula ósea.<br />
Las parálisis de pares craneales son<br />
tratadas por el neurocirujano al eliminar<br />
el hueso que comprime el nervio en su<br />
agujero de salida.<br />
Las fracturas se tratan por las<br />
técnicas habituales, y hay que recordar<br />
que es difícil perforar el hueso duro y<br />
ello causa problemas en la fijación<br />
interna. La consolidación de las<br />
fracturas suele ser lenta. La<br />
osteomielitis que por lo común<br />
abarca<br />
el maxilar puede requerir de oxígeno<br />
además de la incisión y drenaje<br />
quirúrgicos.<br />
21.2.6.2. Hiperplasias metafisarias<br />
21.2.6.2.1. Exostosis cartilaginosas<br />
múltiples<br />
También llamada aclasia diafisaria,<br />
discondroplasia deformante progresiva,<br />
ó exostosis multiple hereditaria,<br />
es una<br />
de las displasias más<br />
frecuentes<br />
observadas por los especialistas en<br />
cirugía ortopédica. Generalmente se<br />
trasmite de forma autonómica<br />
dominante, aunque el trastorno es<br />
genéticamente heterogeneo,<br />
observandose anomalías en distintos<br />
individuos en los cromosomas 8, 11 y<br />
19, a las que se designa con las siglas<br />
EXT1, EXT2 y EXT3. Ello puede<br />
explicar parte de la heterogeneidad<br />
fenotípica existente.<br />
Su frecuencia se considera que es de 9<br />
casos por millón. Es raramente<br />
evidente antes de los dos años. En<br />
cuanto al sexo, existe una mayor<br />
incidencia en varones que en mujeres<br />
en una proporción de 7/3.<br />
La manifestación característica de<br />
esta anomalía relativamente frecuente<br />
y deformante, consiste en el desarrollo<br />
gradual de múltiples excrecencias de<br />
423<br />
hueso y cartílago (exóstosis<br />
osteocartilaginosa) que surgen en la<br />
región metafisaria de los huesos largos,<br />
que es anormalmente ancha. El defecto<br />
subyacente es la carencia de actividad<br />
osteoclástica normal (aclasia) en el<br />
proceso de remodelado de la metáfisis<br />
durante el crecimiento longitudinal.<br />
Los problemas que derivan de la<br />
presencia de las exóstosis pueden<br />
dividirse en 4 categorías: (1)<br />
prominencias locales y síntomas de<br />
roce, (2) crecimiento asimétrico de<br />
dos segmentos óseos, tales como en<br />
antebrazo y la pierna, (3) dismetría de<br />
extremidades, y (4) degeneración<br />
tardía hacia un condrosarcoma.<br />
A pesar de ser una displasia<br />
congénita y hereditaria, la exóstosis<br />
múltiple no suele diagnosticarse hasta<br />
la segunda o tercera infancia, cuando<br />
las exóstosis han alcanzado un cierto<br />
tamaño que les hace destacar como<br />
una prominencia en el perfil del<br />
miembro en la proximidad de una<br />
articulación. En general, parecen<br />
aumentar su tamaño durante toda la<br />
época de crecimiento activo del<br />
esqueleto, aunque en la adolescencia<br />
el crecimiento de la tumoración se hace<br />
más lento y en la edad adulta parece<br />
estacionado.<br />
Por su localización y aparición, las<br />
tumoraciones tienden a ser simétricas,<br />
asentando con preferencia en la<br />
vecindad de las metáfisis vecinas a las<br />
rodillas, tobillos, hombros y muñecas;<br />
pueden también encontrarse en la<br />
palpación cuidadosa en las escapulas y<br />
costillas, y como hallazgo radiográfico<br />
en el ilíaco y en las vértebras.<br />
La presencia de exóstosis pueden<br />
originar complicaciones secundarias,<br />
como la disminución en longitud del<br />
hueso correspondiente y, en conjunto,<br />
cierto grado de enanismo del esqueleto<br />
en<br />
las formas muy<br />
diseminadas.<br />
En el antebrazo, el acortamiento<br />
relativo<br />
del cúbito con respecto al radio<br />
le impide articularse con el carpo,<br />
haciendolo<br />
tan sólo con la carilla<br />
articular<br />
del radio orientada<br />
oblicuamente<br />
en dirección cubital,<br />
desviando<br />
la mano en “bayoneta”<br />
(mano<br />
zamba cubital o deformidad de
Madelung)<br />
junto a una subluxación de<br />
la cabeza del radio en la articulación<br />
radiocubital<br />
proximal.<br />
La degeneración osteosarcomatosa<br />
se presenta en una proporción del 5 al<br />
11 % de los casos, por lo que todo<br />
aumento de tamaño en una formación<br />
exostósica<br />
de un adulto afecto de<br />
enfermedad exostosante debe ser<br />
sospechosa de malignización<br />
sarcomatosa.<br />
Las compresiones de troncos<br />
nerviosos<br />
en la vecindad de la<br />
exóstosis se presenta en el 1 % de los<br />
casos. Asimismo, pueden darse<br />
compresiones<br />
vasculares a nivel de la<br />
axila o del hueso popliteo, por<br />
exóstosis de vecindad.<br />
La radiología, viene determinada por<br />
la imagen producida por el crecimiento<br />
óseo exofítico, localizado en la<br />
metáfisis de los huesos largos, junto a<br />
un aumento del diámetro metafisario<br />
(Figura 21.19).<br />
Figura 21.19. Paciente con exostosis<br />
múltiples.<br />
En los huesos largos, las metáfisis<br />
donde asientan las exóstosis aparecen<br />
ensanch adas a nivel de su base.<br />
Con<br />
el crecimiento ulterior del hueso largo,<br />
la base de implantación de la exóstosis<br />
se va alejando del nivel metafisario,<br />
para quedar incorporado en un asiento<br />
ya diafisario.<br />
Es de interés, desde el punto de vista<br />
diagnóstico radiográfico, recordar que<br />
una exóstosis vista de frente ofrece una<br />
imagen quística similar a la de un<br />
encondroma, por lo que para evitar<br />
esta confusión se debe recurrir a<br />
distintas incidencias radiográficas.<br />
21.2.7.1. Hioplasias diafisarias<br />
424<br />
El tratamiento quirúrgico está indicado<br />
solamente en aquellas exóstosis que<br />
producen síntomas, que originan<br />
deformidades o que se agrandan<br />
rápidamente, e implica la excisión de la<br />
exóstosis junto con la de su cubierta<br />
perióstica y la de su caperuza<br />
cartilaginosa.<br />
21.2.7. Displasias diafisarias<br />
21.2.7.1.1. Osteogénesis imperfecta<br />
Esta displasia está explicada en el<br />
capítulo dedicado a los trasntornos del<br />
tejido conjuntivo.<br />
21.2.7.2. Hiperplasias diafisarias<br />
21.2.7.2.1. Displasia diafisaria<br />
múltiple<br />
También se la conoce con el nombre<br />
de enfermedad de Camurati –<br />
Engelmann, es un trastorno cuya<br />
hrencia es autosomica dominante, con<br />
una incidencia de menos de 1 caso por<br />
millón.<br />
El diagnóstico suele ralizarse entre el<br />
primer y segundo año de vida, y<br />
predomina más en mujeres.<br />
Las características de esta displasia<br />
son:<br />
- Niños con morfología alta y delgada<br />
y con poca masa muscular.<br />
- Dolor en las extremidades.<br />
- Debilidad muscular: retraso en la<br />
fecha en el inicio de la marcha,<br />
incapacidad de correr y fatiga fácil.<br />
- Marcha de pato.<br />
- En ocasiones<br />
hiperlordosis lumbar.<br />
- Otros datos: retraso de la pubertad,<br />
piel dura y seca, caries dental y<br />
proptosis ocular.<br />
Como<br />
datos bioquímicos, suele existir<br />
un aumento de los niveles de fosfatasa<br />
alcalina en sangre y de excreción de<br />
hidroxiprolina por orina y, a veces, hay<br />
hipercalcemia, hiperfosfatemia y un<br />
balance positivo de calcio.<br />
En cuanto a los estudios<br />
radiográficos, el signo más cracterístico<br />
es<br />
que en las extremidades, los huesos<br />
largos (fémur y tibia) presentan una
expansion fusiforme simétrica de las<br />
diáfisis, con una marcada delimitación<br />
con<br />
las metáffisis y epífisis que se<br />
encuentran indemnes (Figura 21.20).<br />
Figura 21.20. Displasia de Camurati-<br />
Engelman (ver texto).<br />
Sin embargo, los metacarpianos de las<br />
manos y los metatarsianos de los pies<br />
no están afectos.<br />
Por lo que hace referencia al<br />
tratamiento, éste es puramente<br />
sintomático.<br />
21.2.8. Otros transtornos genéticos<br />
relacionados con las displasias<br />
óseas<br />
21.2.8.1. Neurobifromatosis<br />
La neurofibromatosis, descrita por<br />
primera vez por Von Recklinghausen,<br />
es un transtorno de los tejidos<br />
neuroectodérmico y mesodermico y de<br />
los tejidos de sostén del sistema<br />
nervioso. Es una enfermedad<br />
multisistémica congénita y en<br />
ocasiones familiar y posee un carácter<br />
progresivo cuando afecta a los<br />
sistemas nervioso central y<br />
musculoesquelético. La herencia es<br />
autosomica dominante.<br />
La neurofibromatosis constituye el<br />
mayor defecto genético simple en el ser<br />
humano, ocurriendo bajo dos fromas:<br />
NF-1, con una incidencia de 1 por<br />
3.500 nacimientos vivos, y el NF-2, con<br />
una incidencia de 1 por 50.000<br />
nacimientos vivos. El gen NF-1 se<br />
localiza en el cromosoma 17 y el NF-2<br />
en el cromosoma 22. Ambos genes<br />
tienen un efecto supresor tumoral.<br />
425<br />
El diagnóstico de la neurofibromatosis<br />
en un niño requiere un elevado índice<br />
de sospecha, aunque existen unos<br />
criterios diagnósticos. Para la NF-1<br />
son:<br />
1) seis o más machas de café con<br />
leche de más de 5 mm de diámetro<br />
en personas prepuberales. (> 15<br />
mm en personas pospuberales).<br />
Figura 21.21. Manchas de café con leche<br />
en un paciente afecto de neurofibromatosis.<br />
2 ) Dos o más neurofibromas de<br />
cualquier tipo o un neurofibroma<br />
plexiforme.<br />
3) Pecas en las regiones axilar o<br />
inguinal.<br />
4) Glioma óptico.<br />
5) Dos o más nodulos de Lisch<br />
(hamartomas de iris).<br />
6) Una lesión ósea característica tal<br />
como la displasia esfenoidal, la<br />
incurvación anterolateral de la tibia,<br />
la deformidad de la columna<br />
vertebral de segmento corto y<br />
angulación muy marcada y el<br />
adelgazamiento cortical de un<br />
hueso largo sin pseudartrosis.<br />
7) Un pariente de primer grado (padre,<br />
hermana o descendiente) con una<br />
neurofibromatosis identificada con<br />
los criterios anteriores.<br />
Con la presencia de dos o más criterios<br />
se establece el diagnóstico de NF-1.<br />
Los criterios diagnósticos<br />
en la NF-2,<br />
vienen definidos por la presencia de:<br />
1) Masas nerviosas bilaterales<br />
observables mediante estudio<br />
radiográfico (TAC o RMN).<br />
2) Presencia de 8 masas nerviosas,<br />
unilaterales o en cualquier
localización, o de dos masas de las<br />
siguientes: neurofibroma,<br />
meningioma, glioma, schwanoma, u<br />
opacidad lenticular subcapsular<br />
juvenil.<br />
Con la presencia de uno de estos<br />
criterios se establece el diagnostico de<br />
NF-2.<br />
Con el tiempo, todas las<br />
manifestaciones de la<br />
neurofibromatosis<br />
aumentan en<br />
número,<br />
tamaño y gravedad.<br />
Las manifestaciones<br />
musculoesqueléticas más frecuentes<br />
son la deformidad de la columna<br />
vertebral, la dismetría de las<br />
extremidades inferiores, la<br />
pseudartrosis de la tibia y problemas<br />
tales como fracturas patológicas y<br />
hemihipertrofia del pie, cara y mano. A<br />
estas manifestaciones se asocian<br />
alteraciones neurológicas, visuales y<br />
auditivas. Asimismo<br />
es común observar<br />
precocidad sexual, problemas de<br />
aprendizaje, retraso en el desarrollo<br />
sexual, hipertensión maligna<br />
secundaria a una lesión difusa de la<br />
arteria renal y el retraso mental, no es<br />
estadísticamente significativo. El<br />
retraso en el desarrollo del habla y en<br />
el desarrollo motor que se observa<br />
frecuentemente en estos pacientes<br />
podría ser el reflejo de una afectación<br />
del sistema nervioso central.<br />
La malignización puede ocurrir en el<br />
5-15 % de los individuos afectados. Los<br />
neurofibromas en la adolescencia y en<br />
el adulto pueden degenerar hacia el<br />
neurofibrosarcoma. Un aumento rápido<br />
de los neurofibromas requieren una<br />
biopsia para descartar dicha<br />
eventualidad.<br />
En cuanto a los estudios por la imagen,<br />
la RMN ha demostrado tener una alta<br />
sensivilidad en la detección de lesiones<br />
intracraneales y en la diferenciación de<br />
las formas NF-1 y NF-2. Dichos estudio<br />
es fubdamental antes de realizar<br />
cualquier intervención quirúrgica con el<br />
fin de detectar neurofibromas<br />
intramedualres, ectasias durales y<br />
meningoceles.<br />
Y por lo que se refiere al tratamiento,<br />
el 40 % de los pacientes con<br />
426<br />
neurofibromatosis presentan graves<br />
problemas ortopédicos, entre los que<br />
destacan las deformidades raquídeas y<br />
la pseudartrosis de tibia.<br />
21.2.8.2. Mucopolisacaridosis<br />
Constituyen el mayor grupo de<br />
enfermedades causadas por depósito<br />
lisosómico. Los lisosomas se encargan<br />
de la degradación intracelular de<br />
compuestos micromoleculares en<br />
unidades más pequeñas. Los defectos<br />
en<br />
la actividad de cualquiera de las<br />
enzimas lisosómicas bloqueará el<br />
proceso de catabolia, con acumulación<br />
intracelular de los compuestos<br />
semidegradados.<br />
Las mucopolisacáridosis se<br />
subclaifican con arreglo al tipo de<br />
sustancia<br />
acumulada.<br />
La diferenciación entre los tipos de<br />
mucopolisacaridosis no es posible por<br />
los hallazgos radiográficos solos. El<br />
diagnóstico se hace por la valoración<br />
minuciosa<br />
de los signos clínicos y<br />
radiográficos,<br />
datos de estudios<br />
genéticos, hallazgos de laboratorio, e<br />
identificación de la deficiencia de la<br />
enzima<br />
exacta por estudios en orina y<br />
cultivos de fibroblastos cutáneos.<br />
Existen 6 tipos de mucopolisacaridosis:<br />
• Síndrome de Hurler.<br />
• Síndrome de Hunter<br />
• Síndrome de San Filippo.<br />
• Síndrome de Morquio.<br />
• Síndrome de Scheie<br />
• Síndrome de Marotaux-Lamy.<br />
Los mucoplisacaridos que se<br />
acumulan en cantidades anormales<br />
y<br />
son<br />
excretados por la orina son sulfatos<br />
de heparano, dermatano<br />
y queratano.<br />
El tipo clínico de las<br />
mucopolisacaridosis se diagnostica por<br />
el análisis bioquímico de la orina. Entre<br />
los medios diagnósticos recientes y<br />
más precisos están los estudios<br />
metabólicos de fibroblastos de piel<br />
cultivados e identificación del defecto<br />
enzimático específico. Gran parte de<br />
los mucopolisacáridos intervienen en el<br />
crecimiento y desarrollo del esqueleto.<br />
Es por esta razón que en las<br />
mucopolisacaridosis<br />
existan multitud de<br />
deformidades<br />
óseas.
CAPITULO 22. NECROSIS OSEAS AVASCULARES<br />
22.1. Introducción:<br />
Russell en 1794 describió esta<br />
patología como aquella enfermedad de<br />
los<br />
huesos llamada osteonecrosis,<br />
relacionándola<br />
directamente con los<br />
secuestros óseos de la osteomielitis.<br />
Phemister en 1930 y 1934 publica<br />
dos trabajos sobre necrosis ósea con<br />
estudios bacteriológicos negativos y<br />
acuña el término de necrosis aséptica.<br />
Observó posteriormente que además<br />
de aséptica era también avascular por<br />
lo que actualmente se utilizan los<br />
términos de necrosis isquémica,<br />
necrosis avascular o infarto óseo.<br />
22.2. Clasificación:<br />
Por convención se utiliza el término<br />
de necrosis avascular para las zonas<br />
epifisarias o subarticulares y el término<br />
infarto óseo para las zonas metafisarias<br />
o diafisarias.<br />
El término de osteocondrosis se<br />
utiliza para describir un grupo de<br />
trastornos óseos que tienen en común<br />
las siguientes características:<br />
• Predilección<br />
por el esqueleto<br />
inmaduro<br />
• Afectación de epífisis y apófisis<br />
• Aspecto radiológico de<br />
fragmentación, colapso, esclerosis<br />
y posteriormente reosificación con<br />
restitución del contorno óseo.<br />
Si bien por su aspecto radiológico se<br />
interpretó inicialmente que se trataba<br />
de procesos de osteonecrosis, se ha<br />
comprobado que algunos de estos<br />
trastornos cursan sin fenómenos<br />
isquémicos.<br />
Finalmente, reservamos el término<br />
de osteocondritis disecante al proceso<br />
por el cual un segmento de cartílago y<br />
hueso subcondral se separa de la<br />
superficie articular, bien sea como<br />
resultado de un traumatismo o por<br />
insuficiencia<br />
vascular.<br />
427<br />
22.3. Etiología:<br />
En la mayoría de las necrosis<br />
avasculares no se sabe aún el factor<br />
causal, por lo que se las denomina<br />
id iopáticas, mientras que hay otro<br />
grupo que sí se sabe la causa por lo<br />
que se denominan secundarias. Dentro<br />
de este grupo se encuentran:<br />
• Enfermedad<br />
de Caisson<br />
(barotraumáticas): se debe a la<br />
brusca descompresión atmosférica<br />
a la que están sometidos los<br />
trabajadores en campanas de aire<br />
comprimido cuando son devueltos<br />
rápidamente al aire libre. La<br />
liberación de burbujas de gas,<br />
fundamentalmente de nitrógeno,<br />
hace que actúen como émbolos<br />
de<br />
aire susceptibles de<br />
obstruir<br />
pequeños vasos, provocando<br />
así la<br />
isquemia de los territorios<br />
correspondientes.<br />
• Postraumáticas. Están causadas<br />
por lesiones de los vasos que<br />
disponen de una vascularización<br />
terminal. Las localizaciones mas<br />
frecuentes son la cabeza del fémur,<br />
el cuerpo del astrágalo, la cabeza<br />
humeral y el polo proximal del<br />
escafoides carpiano, entre otras.<br />
• Cortisónica: casi siempre son<br />
iatrogénicas. La utilización<br />
indiscriminada de estos fármacos, a<br />
altas dosis y tiempos prolongados,<br />
dan lugar a ON.<br />
• Drepanocitosis: también<br />
denominada anemia de células<br />
falciformes, es la enfermedad<br />
sanguínea hereditaria<br />
más<br />
frecuente; consiste en un<br />
intercambio de aminoácidos que<br />
desestabiliza la hemoglobina y el<br />
glóbulo rojo, haciendo su estructura<br />
inflexible al paso por los vasos<br />
sanguíneos. Como consecuencia<br />
de ello, los glóbulos rojos deformes<br />
y alterados (en forma de hoz), son<br />
susceptibles de aglutinarse,<br />
formando émbolos y, en
consecuencia, taponando los vasos<br />
arteriales. Las ON que se observan<br />
en la drepanocitosis son sobre todo<br />
epifisarias.<br />
• Enfermedad de Gaucher: es una<br />
enfermedad hereditaria, autosómica<br />
recesiva del metabolismo de los<br />
esfingolípidos que se caracteriza<br />
clínicamente por<br />
hepatoesplenomegalia, anemia,<br />
trombocitopenia y lesiones óseas<br />
como consecuencia<br />
de los<br />
microembolos grasos que se<br />
producen dentro de los vasos<br />
•<br />
arteriales. Aparece sobre todo en la<br />
cabeza femoral y en la metáfisis<br />
distal del fémur.<br />
Lupus eritmatosos sistémico: en<br />
este caso, la ON es probablemente<br />
cortisónica, aunque se han descrito<br />
casos que no habían recibido dicha<br />
terapia. Seguramente aquí, la<br />
•<br />
vasculitis lúpica pueda ser el factor<br />
causal.<br />
Postirradiación.<br />
22.4. Fases del proceso necrótico.<br />
Tanto<br />
si se trata de una localización u<br />
otra, las necrosis avasculares pasan<br />
por una serie de estadíos o fases:<br />
Fase I: muerte celular e inicio de la<br />
respuesta del huésped. Entre 2 y 5 días<br />
la autolisis celular puede identificarse<br />
histológicamente.<br />
Fase II: hiperemia. Los detritus<br />
celulares provocan la aparición de un<br />
proceso inflamatorio alrededor<br />
de la<br />
zona isquémica de muerte celular.<br />
Fase III: aparición de la interfase<br />
reactiva. Producida por el continuo<br />
proceso de reparación y remodelación<br />
en toda la interfase entre la zona<br />
necrótica y la zona reactiva.<br />
Fase IV: Colapso articular. La<br />
arquitectura ósea de la zona necrótica<br />
se debilita progresivamente y la carga<br />
de peso provoca progresivas<br />
428<br />
microfracturas del hueso trabecular<br />
esponjoso. La fragmentación del hueso<br />
subcondral lleva a la aparición de una<br />
línea lucente subcondral típica en<br />
forma de semiluna. Posteriormente<br />
aparecerá el aplanamiento de la<br />
superficie articular.<br />
22.5. Diagnostico:<br />
En los primeros estadíos de la<br />
enfermedad, la sintomatología es<br />
muda. Es cuando se produce el<br />
proceso<br />
hiperémico y, en<br />
consecuencia, la inflamación, cuando el<br />
principal síntoma, el dolor, aparece en<br />
escena.<br />
Según la localización<br />
de la<br />
necrosis, el paciente presentará<br />
molestias articulares de la región<br />
afecta. Dicho dolor suele ser contínuo y<br />
constante y no guarda relación con la<br />
actividad. Junto con el dolor, se<br />
instaura una impotencia funcional<br />
progresiva que imposibilita la función<br />
de la extremidad en cuestión. Por lo<br />
que hace referencia a los exámenes<br />
complementarios, las determinaciones<br />
sanguíneas y bioquímicas no revelan<br />
ninguna anomalía, y por lo que<br />
respecta al estudio por la imagen,<br />
existen varias técnicas con las que<br />
poder confirmar el diagnóstico, entre<br />
las que destacan:<br />
• Rayos X<br />
• Tomografía<br />
(TAC).<br />
axial computerizada<br />
• Resonancia<br />
(RMN).<br />
magnéticca nuclear<br />
• Gammagrafía ósea (GGO).<br />
La utilización de uno u otro método de<br />
estudio por la imágen, serán discutidos<br />
a medida que vayamos expliocando las<br />
diferentes necrosis avasculares.<br />
Por último, hemos de mencionar la<br />
biopsia y la valoración funcional del<br />
hueso. Este último procedimiento tiene<br />
por finalidad medir la presión dentro del<br />
hueso. Sin embargo, estos ambos<br />
exámenes, practicamente no se<br />
utilizan.
22.6. Osteonecrosis avasculares de<br />
la extremidad inferior<br />
22.6.1. Necrosis avascular de la<br />
cabeza femoral en el adulto.<br />
22.6.1.1. Introducción:<br />
La necrosis avascular idiopática de la<br />
cabeza femoral aparece habitualmente<br />
entre los 45-65 años, y predomina más<br />
en los hombres, en una proporción 4/1.<br />
Casi siempre es unilateral, pero hay<br />
casos en que se afecta bilateralmente.<br />
22.6.1.2.<br />
Etiología:<br />
Tal como se ha comentado al principio<br />
de este capítulo, la verdadera<br />
etiología<br />
de las necrosis óseas, se desconoce.<br />
Sin embargo, en la cadera, existen<br />
varias<br />
causas que sí son las<br />
res ponsables de la misma, aún cuando<br />
su mecanismo es especulativo. Así por<br />
ejemplo,<br />
la causa más habitual de la<br />
necrosis idiopática de la cabeza<br />
femoral<br />
es la fractura en dicha región,<br />
la cual interrumpe la irrigación<br />
de la<br />
misma, abocando a su necrosis. Sin<br />
embargo, dejando aparte esta etiología,<br />
los pacientes que han tomado<br />
corticoides<br />
durante largos periodos de<br />
tiempo, también presentan una<br />
frecuencia superior a la población<br />
general.<br />
22.6.1.3. Diagnóstico:<br />
El principal síntoma es el dolor, el cual<br />
se percibe a nivel de la ingle. Suele<br />
irradiarse a cara anterior del muslo y<br />
rodilla, y en ocasiones hacia el<br />
trocánter mayor. A la exploración se<br />
evidencia una disminución global de los<br />
movimientos,<br />
especialmente las<br />
rotaciones y la flexión.<br />
Suele haber<br />
cojera y marcha en Trendelemburg por<br />
insuficiencia del glúteo medio.<br />
Sin embargo, esta sintomatología es<br />
muy inespecífica, ya que puede darse<br />
también en otros procesos patológicos<br />
de la cadera como son la artrosis, la<br />
osteoporosis transitoria de cadera, etc.,<br />
por lo que es imprescindible contar con<br />
métodos diagnósticos complementarios<br />
que nos ayuden a dilucidar el<br />
problema. Entre ellos cabe destacar la<br />
radiología estándar,<br />
la cual nos<br />
429<br />
determinará<br />
si existe un área de<br />
esclerosis<br />
subcondral con la presencia<br />
de fractura y/o colapso, etc. Sin<br />
embargo, en las primeras fases de la<br />
enfermedad, la radiografía es anodina,<br />
motivo por el cual debemos de contar<br />
con otras exploraciones, entre las que<br />
d estacan por encima de todas la RMN<br />
y la gammagrafía ósea.<br />
22.6.1.4. Clasificación:<br />
Existen diversas clasificaciones que<br />
intentan cuantificar la extensión y<br />
volumen<br />
de necrosis ósea de la cabeza<br />
del fémur. En la actualidad,<br />
quizás la<br />
clasificación de Ficat y con una<br />
modificación del sistema de<br />
clasficación de Shimuzu, basado en la<br />
RMN, sea la más adecuada<br />
(Tabla 22.I).<br />
Tabla 22.I: Clasificación de Ficat para las<br />
necrosis avasculares de la cabeza femoral.<br />
• Estadío 0: no dolor, radiología<br />
normal pero con RMN y/o TAC<br />
anormales.<br />
• Estadío I: dolor, radiología normal,<br />
RMN y/o TAC anormales.<br />
• Estadío IIa: dolor, quistes y<br />
•<br />
esclerosis visibles en la radiología<br />
simple, RMN y/o TAC anormales<br />
pero sin presencia de fractura<br />
subcondral.<br />
Estadío IIb: idem que el estadío IIa<br />
pero con la presencia de fractura<br />
subcondral sin colapso de la<br />
cabeza femoral.<br />
• Estadío III: dolor, colapso de la<br />
cabeza femoral, visible tanto en la<br />
radiografía como en la RMN y/o<br />
TAC.<br />
• Estadío IV: dolor<br />
y presencia de<br />
artrosis, visible en la radiografía,<br />
RMN 7Yo TAC.<br />
Así, en la clasificación de Ficat, las<br />
caderas en estadío II, se dividien en los<br />
estadíos IIA y IIB. El estadío IIA se<br />
caracteriza por una esclerosis cefálica,<br />
mientras que el estadío IIB está<br />
definido por la presencia del signo de la<br />
“media luna” sin hundimiento de la<br />
cabeza del fémur. En el estadío III<br />
existe un colapso de la superficie
articular de la cabeza femoral con la<br />
presencia de una fractura subcondral.<br />
Finalmente,<br />
en el estadío IV, se<br />
observan<br />
(Figura 11.1).<br />
signos artrósicos<br />
Figura 22.1. Clasificación de Ficat de las<br />
necrosis avasculares de la cabeza femoral<br />
(ver texto). A) Grado I. B) Grado IIa.<br />
C) Grado IIb. D) Grado IV.<br />
En cuanto a la clasificación por RMN<br />
de Shimuzu, y tomando en una<br />
secuencia coronal de la cadera la<br />
extensión de la lesión cefálica, las<br />
necrosis se dividen en tres grados. En<br />
el grado A, la afectación es menor de<br />
un cuarto de la cabeza femoral. En el<br />
grado B,<br />
la necrosis es superior a un<br />
cuarto y menos de la mitad de la<br />
cabeza del fémur, y en el grado C, el<br />
área lesional supera la mitad de la<br />
cabeza<br />
del fémur (Figura<br />
11.2).<br />
Figura 11.2. Necrosis de la cabeza femoral<br />
grado II de Shimuzu (ver texto). A)<br />
imagen en T1. B) imágen en T2.<br />
Otra exploración útil, aunque<br />
inespecífica en el diagnóstico de la<br />
430<br />
necrosis avascular de la cabeza<br />
femoral, es la gammagrafía ósea,<br />
especialmente en los estadíos iniciales<br />
donde existe una hiperemia y proceso<br />
inflamatorio reparador. En estos casos,<br />
se observa un aumento de captación<br />
por el radioisótopo, que revela un<br />
aumento del intercambio óseo<br />
(Figura 11.3).<br />
Figura 22.3. Gammagrafía ósea de la<br />
pelvis, en un paciente con necrosis<br />
avascular de la cabeza femoral de la<br />
cadera derecha. Obsérvese el aumento<br />
intenso de captación del radioisótopo, lo<br />
que traduce un aumento de la actividad<br />
osteogénica local.<br />
22.6.1.5. Tratamiento:<br />
El objetivo fundamental del<br />
tratamiento de esta enfermedad es<br />
conservar la cabeza del fémur y evitar<br />
la artroplastia total de cadera (ATC).<br />
Para ello diferentes métodos se han<br />
empleado, siendo la descompresión<br />
ósea la más utilizada. Al respecto, y así<br />
lo confirman los estudios<br />
clínicos, esta<br />
técnica<br />
estaría indicada en los estadíos<br />
I y IIa de Ficat, es decir, antes<br />
de que<br />
aparezca<br />
el signo de la “media luna”.<br />
La descompresión de la cabeza<br />
femoral consiste en practicar una serie<br />
de perforaciones óseas, desde la cara<br />
lateral del fémur proximal hasta la zona<br />
necrótica de lacabeza, ó bien, una sola<br />
perforación mediante una broca, lo<br />
suficientemente grande para que pueda<br />
ir alojado en su interior un injerto<br />
erstructurado de hueso que llegue<br />
hasta el hueso subcondral de la cabeza<br />
femoral. El injerto utilizado acostumbra<br />
a ser una porción de la diáfisis del<br />
peroné (Figura 11.4). El uso de<br />
aloinjerto de peroné vascularizado o sin<br />
vascularizar, parece ser que no
comporta una mejora de los resultados<br />
clínicos. Últimamente y en un intento<br />
de favorecer la osteogénesis reparado,<br />
se ha utilizado junto con el injerto óseo,<br />
proteína morfogénica ósea humana.<br />
Sin embargo, aún es pronto para sacar<br />
conclusiones con respecto a su<br />
eficacia.<br />
Figura 22.4. Descompresión<br />
central de la<br />
cabeza femoral. A) mediante perforaciones<br />
múltiples, desde la cara lateral del fémur<br />
hasta la zona osteonecrótica de la cabeza<br />
femoral. B) Relleno de un canal único con<br />
injerto de peroné vascularizado.<br />
En el caso de que con este<br />
procedimiento no se cure el proceso ó<br />
que el mismo esté en fases avanzadas<br />
de la enfermedad (Figura 11.5), el<br />
único tratamiento posible es la<br />
artroplastia total de cadera.<br />
Figura<br />
22.5. Pieza quirúrgica de una<br />
cabeza de fémur con necrosis<br />
avascular.<br />
Obsérvese la fragmentación de parte del<br />
casquete femoral con un área triangular de<br />
tejido necrótico subcondral.<br />
22.6.2. Enfermedad de Perthes<br />
(necrosis avascular de la cabeza<br />
femoral en la edad infantil).<br />
22.6.2.1. Introducción:<br />
431<br />
Es una necrosis avascular de la cabeza<br />
femoral durante la edad infantil, de<br />
grado variable, que se sigue de un<br />
proceso regenerativo, y que puede o<br />
no, acabar en una deformidad<br />
irreversible (coxa plana). La primera<br />
descripción de este proceso se debe a<br />
Waldeström (1909), quien la relacionó<br />
con la tuberculosis (TBC). Sin<br />
embargo, Arthur Legg (EEUU), Jaques<br />
Calvé (Francia) y Ge<strong>org</strong> Perthes<br />
(Alemania), en 1910, la describieron<br />
como una enfermedad no infecciosa,<br />
distinta de la TBC, autolimitada y que<br />
puede producir secuelas. Debido a la<br />
similar descripción sobre la misma<br />
patología, esta entidad se la conoce<br />
como "enfermedad de Legg-Calvé-<br />
Perthes" ó simplemente, enfermedad<br />
de Perthes.<br />
22.6.2.2. Epidemiología:<br />
La edad de presentación se sitúa<br />
entre los 2 y 10 años, con una<br />
incidencia mayor entre los 4-8 años. Es<br />
más frecuente en niños que en niñas<br />
(4/1), afecta en el 85-90 % de los casos<br />
a una sola cadera y casi es exclusiva<br />
de la raza blanca. La frecuencia global<br />
de<br />
presentación es de cinco niños por<br />
cada 100000 menores de 15 años.<br />
22.6.2.3.<br />
Etiología:<br />
Se desconoce la causa exacta por la<br />
que se produce la necrosis del núcleo<br />
cefálicod de la cabeza femoral. Sin<br />
embargo, se apuntan varias teorías:<br />
1. Traumática: microtraumatismos de<br />
repetición provocarían lesiones<br />
vasculares (parte anterior de<br />
epífisis y reborde cotiloideo). Hay<br />
un traumatismo único e intenso que<br />
provocaría una sinovitis en el 30 al<br />
50% de los niños con enfermedad<br />
de Perthes. La cabeza femoral de<br />
los niños sería más suceptible a los<br />
traumatismos que la de las niñas.
2. Infecciosa : provocaría una sinovitis<br />
por mecanismo directo que<br />
originaría una isquemia<br />
por<br />
aumento de la presión<br />
intracapsular.<br />
3. Inflamatoria o de embolización: una<br />
sinovitis provocaría un aumento de<br />
la presión intracapsular<br />
que<br />
comprimiría los vasos retinaculares.<br />
4. Bioquímico: en la actualidad se ha<br />
se ha descrito un defecto en la<br />
coagulación (trombofilia) que se<br />
encuentra en el 75% de<br />
losenfermos de Perthes, aunque<br />
está por dilucidar si es la verdadera<br />
causa de la necrosis o no.<br />
22.6.2.4. Estadíos de la enfermedad.<br />
El proceso de isquemia y posterior<br />
regeneración se ha dividido en varias<br />
etapas. La identificación de en qué fase<br />
se encuentra el proceso tiene una<br />
importancia terapéutica y pronóstica<br />
importante.<br />
a) Fase inicial.<br />
Se produce la interrupción del<br />
aporte vascular y la necrosis ósea.<br />
Radiológicamente podemos encontrar<br />
un núcleo epifisario más pequeño y<br />
más denso. En aproximadamente un<br />
tercio de los casos encontraremos una<br />
fractura<br />
subcondral (Figura<br />
22.6).<br />
Figura 22.6. Esclerosis del núcleo<br />
epifisario junto con la aparición de la línea<br />
radiolucente<br />
de fractura subcondral por<br />
colapso<br />
óseo.<br />
432<br />
b) Fase de fragmentación.<br />
Radiológicamente aparecen lucencias y<br />
zonas de esclerosis en el núcleo<br />
epifisario. Se inicia un proceso de<br />
reabsorción del hueso necrótico<br />
(Figura 22.7).<br />
Figura 22.7. Obsérvese la esclerosis del<br />
hueso necrótico de la epífisis proximal del<br />
fémur y la aparición de zonas lucentes a su<br />
alrededor.<br />
c) Fase de reosificación.<br />
Aparición de hueso subcondral en la<br />
cabeza femoral con regeneración<br />
progresiva de la epífisis (Figura 22.8).<br />
Figura 22.8. Obsérvese la aparición<br />
progresiva de hueso "nuevo" ocupando<br />
toda la epífisis de la cabeza femoral.<br />
d) Fase final o de curación.<br />
Sustitución completa del hueso<br />
necrótico por hueso de nueva<br />
formación. Como el hueso neoformado<br />
tiene una consistencia más débil puede<br />
remodelarse progresivamente<br />
siguiendo el molde acetabular, de
modo que la morfología de la<br />
cabeza femoral no será definitiva hasta<br />
el final de la maduración ósea<br />
(Figura 22.9).<br />
Figura 22.9. Regeneración completa de la<br />
cabeza femoral adoptando una morfología<br />
no completamente esférica.<br />
No sólo es importante la morfología de<br />
la cabeza femoral sino también la<br />
congruencia con el acetábulo al final<br />
del proceso de remodelación. Cuanto<br />
más joven es el niño en el momento de<br />
la enfermedad, más tiempo tiene hasta<br />
el final de crecimiento para remodelar<br />
tanto la cabeza como el acetábulo,<br />
teniendo en cuenta que éste último<br />
deja de tener poder de remodelación<br />
hacia los 8 años.<br />
22.6.2.5. Clasificación:<br />
Varios autores han intentado<br />
establecer<br />
clasificaciones radiológicas<br />
de la enfermedad con el objetivo de<br />
establecer<br />
un pronóstico.<br />
Entre ellos destaca el trabajo de<br />
Catterall (1971) que divide la afectación<br />
epifisaria en el momento de máxima<br />
reabsorción ósea en cuatro grados<br />
(Figura 22.10):<br />
Figura 22.10. Clasificación de Catterall.<br />
433<br />
A unque durante muchos años, esta<br />
clasificación ha sido el punto de<br />
referencia en la enfermedad de<br />
Perthes, se ha demostrado<br />
inconsistente al existir una gran<br />
variabilidad interobservador. Sin<br />
embargo, Catterall añadió además el<br />
concepto de signos radiológicos de mal<br />
pronóstico, que hoy día todavía tienen<br />
vigencia y son:
• Signo de Gage: radiolucencia<br />
lateral en epífisis y metáfisis.<br />
• Calcificación lateral de la epífisis:<br />
indica una osificación precoz de la<br />
cabeza deformada.<br />
• Lesiones metafisarias: indican que<br />
hay alteración del crecimiento fisario.<br />
• Subluxación lateral: indica que se<br />
está formando una coxa magna que el<br />
cótilo no va a poder cubrir<br />
adecuadamente. Probablemente es el<br />
signo de más valor pronóstico.<br />
• Platillo de crecimiento horizontal:<br />
indica deformidad de la cabeza<br />
femoral.<br />
Herring (1992) estableció una<br />
clasificación basada en los cambios<br />
radiográficos del segmento lateral<br />
de la<br />
cabeza<br />
femoral en fase de<br />
fragmentación. Estableció tres grupos<br />
según la altura de dicho segmento,<br />
encontrando una correlación clara con<br />
el pronóstico de<br />
la enfermedad. Hoy<br />
día es la clasificación más utilizada<br />
(Figura 22.11).<br />
Figura<br />
22.11. Clasificación del pilar lateral<br />
de Herring.<br />
• Grupo A: cambio de densidad sin<br />
pérdida de altura. Buen pronóstico.<br />
• Grupo B: pérdida de altura < 50<br />
%. (segmento central puede estar más<br />
hundido).<br />
• Grupo C: colapso > 50 %. Mal<br />
pronóstico.<br />
Una<br />
vez el niño a llegado a la<br />
maduración<br />
ósea, la cadera no variará<br />
434<br />
en<br />
forma porque ha finalizado la fase<br />
de remodelación. La morfología de la<br />
cadera en ese momento determinará la<br />
probabilidad<br />
de desarrollar artrosis de<br />
cadera<br />
en la vida adulta. En este<br />
sentid o,<br />
existen varios métodos con los<br />
que predecir<br />
si estas caderas van o no<br />
a sufrir cambios artrósicos. Así, Moose<br />
(1980) estableció el pronóstico según la<br />
form a de la cabeza en relación a<br />
círculos concéntricos.<br />
• Buen o:<br />
desviación
De dicho estudio, clasificó las caderas<br />
en tres tipos de conguencia:<br />
• Congruencia esférica: grados I y II<br />
de deformidad. No desarrollarán<br />
artrosis.<br />
• Congruencia no esférica: grados III<br />
y IV de deformidad. Desarrollarán<br />
artrosis de forma tardía en la edad<br />
adulta.<br />
• Incongruencia no esférica: grado V<br />
de deformidad. Desarrollarán<br />
artrosis de forma precoz<br />
en la edad<br />
adulta.<br />
22.6.2.6. Diagnostico:<br />
Generalmente, el niño se queja de<br />
dolor en la cadera, el cual se intensifica<br />
cuando realiza alguna actividad física.<br />
Es posible también que<br />
el dolor se<br />
presente en las áreas del muslo o de la<br />
rodilla, aunque desaparece con el<br />
reposo. En la mayoría de los casos, se<br />
presenta cojera.<br />
Por lo demás, los síntomas de esta<br />
afección son bastante inespecíficos,<br />
por lo que es necesario recurrir al<br />
estudio por la imágen para certificar el<br />
diagnóstico. En este sentido, además<br />
del exámen físico, los procedimientos<br />
para el diagnóstico de la enfermedad<br />
de Perthes, deben incluir radiografías<br />
anteroposterior de pelvis y axial de<br />
ambas caderas.<br />
En cuanto a la gammagrafía ósea,<br />
puede ser de gran utilidad en aquellos<br />
casos en los que exista una dificultad<br />
diagnóstica, con la ventaja de permitir<br />
observar la presencia de la necrosis de<br />
la epífisis, varias semanas antes de<br />
que aparezcan los signos radiológicos,<br />
e igualmente revela precozmente la<br />
fase de remodelación de la<br />
enfermedad.<br />
Y por lo que hace referencia a la<br />
RMN, suministra datos muy precisos de<br />
la extensión del daño epifisario, su<br />
extrusión y morfología. Si se realiza en<br />
forma precoz, se puede observar el<br />
deterioro antes de que esté presente<br />
en el estudio radiográfico, al igual que<br />
la fase de reparación se visualiza a una<br />
etapa más temprana. La desventaja<br />
de<br />
este método es su coste económico en<br />
los paises subdesarrollados y que para<br />
435<br />
su aplicación, se requiere de la<br />
sedación o anestesia del paciente. Sin<br />
embargo, debemos hacer constar que,<br />
en caso de sospecha de enfermedad<br />
de Perthes, el primer estudio a realizar<br />
es la radiología simple, anteroposterior<br />
de pelvis, incluida la técnica de<br />
Launstein (anteroposterior con el<br />
paciente en posición de rana). Sin<br />
embargo, en el curso de la<br />
enfermedad, si su evolución es tórpida<br />
o se desea conocer el inicio de la<br />
revascularización,<br />
son útiles la RMN y<br />
la GGO (Figura 22.13).<br />
Figura 22.13. Imágen por RMN de un niño<br />
con enfermedad de Perhes de la cadera<br />
izquierda.<br />
22.6.2.7. Tratamiento:<br />
Desde su descripción en 1910,<br />
existen una serie de controversias<br />
sobre los resultados de los diversos<br />
tratamientos de la enfermedad de<br />
Perthes, las cuales persisten hasta el<br />
presente. Sin embargo, el objetivo<br />
fundamental del<br />
tratamiento es<br />
preservar<br />
la forma redondeada de la<br />
cabeza femoral y evitar que se deforme<br />
durante el transcurso de la<br />
enfermedad. Para ello es fundamental<br />
la contención de la epífisis femoral<br />
dentro del acetáblo. Tiene como<br />
finalidad evitar presiones deformantes<br />
sobre la epífisis femoral en la fase de<br />
reparación o de plasticidad biológica y,<br />
en consecuencia, prevenir<br />
la aparición<br />
de una artrosis con su indeseable<br />
cortejo clínico.<br />
Las opciones de tratamiento dependen<br />
del dolor y la rigidez de la cadera y de<br />
los cambios que muestran las<br />
radiografías a través del tiempo, así<br />
como también de la porción de la<br />
cabeza femoral que se ha colapsado.
Generalmente, el primer paso del<br />
tratamiento consiste en recuperar el<br />
movimiento de la cadera y eliminar el<br />
dolor provocado por la tensión<br />
muscular alrededor de ella y la<br />
inflamación dentro de la articulación.<br />
Los dos factores más importantes<br />
para determinar el resultado son la<br />
edad del niño y el grado de afectación<br />
de la cabeza femoral.<br />
Como pautas de tratamiento tenemos<br />
que:<br />
• Inicio enfermedad: hasta 5 años de<br />
edad:<br />
En este grupo de edad se recomienda<br />
el tratamiento sintomático y el control<br />
evolutivo. La colocación de ortesis de<br />
descarga no sirve para nada. En<br />
general, estos niños presentan un gran<br />
poder de remodelación tanto de la<br />
cabeza femoral como del<br />
cótilo, por lo<br />
que el resultado final suele tener un<br />
buen pronóstico.<br />
• Inicio enfermedad: entre 6 y 8 años<br />
de edad:<br />
Estos niños presentan un moderado<br />
poder de remodelamiento, por lo que<br />
es fundamental mantener la cadera<br />
contenida. Si el exámen radiográfico<br />
muestra una buena contención, se<br />
sigue la misma pauta que el grupo<br />
anterior, mientras que si la cadera no<br />
está contenida es preciso efectuar una<br />
osteotomía femoral de varización y<br />
rotación interna, posición que logra una<br />
congruencia adecuada entre la cabeza<br />
femoral y el acetábulo (Figura 22.14).<br />
Figura 22.14. Osteotomía femoral<br />
varizante y de rotación interna para<br />
conseguir una contención adecuada de la<br />
cabeza femoral con respecto al cótilo.<br />
436<br />
• Inicio enfermedad: por encima de<br />
8<br />
años.<br />
Estos pacientes presentan<br />
un escaso<br />
poder de remodelación y, en<br />
consecuencia, con grandes<br />
probabilidades de evolucionar hacia<br />
una<br />
coxa magna. Por tanto, estas<br />
caderas son de mal pronóstico. En<br />
estos casos el tratamiento de elección<br />
es aumentar la cobertura del cótilo<br />
mediante una osteotmía acetabular<br />
(osteotomía de Chiari) (Figura 22.15).<br />
Figura 22.14. Cadera afecta de Perthes en<br />
un niño de 10 años en la que se ha<br />
practicado una osteotomía acetabular para<br />
aumentar la cobertura de la cabeza<br />
femoral.<br />
22.6.3. Enfermedad de Osgood-<br />
Schlater.<br />
22.6.3.1. Introducción:<br />
La enfermedad de Osgood-Schlatter es<br />
la osteocondrosis del tubérculo anterior<br />
de la tibia y es una de las causas más<br />
comunes de dolor en la rodilla de los<br />
niños y adultos jóvenes. Ocurre en su<br />
mayoría en niños que están teniendo<br />
una fase de crecimiento acelerado<br />
durante<br />
sus años<br />
pre-adolescentes o<br />
durante<br />
la adolescencia. Una o ambas<br />
rodillas pueden verse afectadas.<br />
22.6.3.2. Etiología:<br />
Se cree que la enfermedad de Osgood-<br />
Schlatter es causada por la tracción<br />
exagerada<br />
del cuádriceps. Este<br />
músculo con su tendón, al conectarse<br />
vía rótula con el tendón rotuliano,<br />
ejerce sobre este último una tracción<br />
repetitiva en su inserción en la<br />
tuberosidad tibial, la cual no es capaz<br />
de soportar las tensiones contínuas<br />
normales,<br />
por lo que inicia un proceso<br />
de inflamación.
22.6.3.3. Diagnóstico:<br />
La enfermedad de Osgood-Schlatter,<br />
causa inflamación, dolor y sensibilidad<br />
al tacto justo debajo<br />
de la rodilla, más<br />
concretamente sobre la inserción del<br />
tendón rotuliano en la tuberosidad tibial<br />
(Figura 22.16).<br />
Figura 22.16. Localización específica del<br />
dolor a la presión en la enfermedad de<br />
Osgood-Schlatter. Obsérvese que el punto<br />
de presión se localiza sobre el tubérculo<br />
tibial.<br />
Este problema se hace más notorio<br />
durante actividades que requieren<br />
correr, saltar o subir y bajar escaleras.<br />
La enfermedad de Osgood-Schlatter<br />
usualmente desaparece con el tiempo.<br />
Cuando el niño deja de crecer, el dolor<br />
y la inflamación suelen desaparecer,<br />
pues los tendones de la rótula se hacen<br />
mucho más fuertes, al mismo tiempo<br />
que finaliza el proceso de osificación<br />
definitiva del cartílago proximal de la<br />
tibia, zona habitualmente débil a las<br />
tracciones. En contadas ocasiones, la<br />
enfermedad de Osgood-Schlatter<br />
persiste más allá de la etapa del<br />
crecimiento, cronificandose. En estos<br />
casos es posible observar por<br />
inspección un engrosamiento del<br />
tubérculo tibial (Figura 22.17).<br />
437<br />
Figura 22.17. Enfermedad de Osgood-<br />
Schlatter evolucionada. Obsérvese la<br />
pseudotumoración xistente en el tubérculo<br />
tibial.<br />
En cuanto<br />
al diagnóstico por la<br />
imagen,<br />
es necesario practicar<br />
radiografías de la rodilla, donde<br />
observaremos un signo característico<br />
que consiste en la fragmentación y/o<br />
elevación de la parte anterior de la<br />
epífisis proximal de la tibia en su zona<br />
tuberositaria (Figura 22.18).<br />
Figura 22.18. Enfermedad de Osgood-<br />
Schlatter. Obsérvese la fragmentación del<br />
núcleo<br />
de osificación epifisario anterior de<br />
la tibia y que corresponde a la futura<br />
tuberosidad tibial del adulto.<br />
22.6.3.4. Tratamiento:<br />
En la mayoría de las personas, la<br />
enfermedad de Osgood-Schlatter<br />
desaparece por si sola con un poco de<br />
descanso y tiempo. Sin embargo,<br />
en el<br />
periodo álgido, es conveniente<br />
aplicar<br />
crioterapia en el punto de máximo dolor<br />
así como la toma de AINES. Se puede
tomar varias semanas o meses para<br />
que el dolor desaparezca por completo,<br />
pudiendo entonces regresar lentamente<br />
a su nivel de actividad previa. En<br />
ocasiones, se hace necesaria la<br />
inmovilización enyesada de la rodilla<br />
durante 2 semanas para vencer la<br />
inflamación aguda.<br />
22.6.4. Osteocondritis disecante de<br />
la rodilla.<br />
22.6.4.1. Introducción:<br />
Llamamos osteocondritis disecante<br />
al proceso por el cual un segmento de<br />
cartílago y hueso subcondral se separa<br />
de la superficie articular. Puede<br />
encontrarse en cualquier articulación<br />
pero es más frecuente en la rodilla.<br />
22.6.4.2. Etiología:<br />
Entre los factores que se han citado<br />
como rsponsables de la ostocondritis<br />
se encuentran los infartos óseos por<br />
embolias y alteraciones del proceso de<br />
osificación, con o sin relación con<br />
endocrinopatías, otras enfermedades<br />
sistémicas o traumatismos.<br />
Constituye la causa más frecuente<br />
de cuerpos sueltos en la rodilla de la<br />
persona joven. El fragmento puede<br />
permanecer en el cráter y producir<br />
poca clínica, o bien desprenderse y<br />
provocar dolor o bloqueos articulares.<br />
La mayoría de los pacientes con<br />
osteocondritis disecante tienen entre 10<br />
y 20 años, siendo los más afectados<br />
los adolescentes que realizan<br />
actividades deportivas.<br />
22.6.4.3. Diagnóstico.<br />
La radiología convencional suele ser<br />
suficiente para visualizar un defecto en<br />
la superficie articular (Figura 22.19).<br />
438<br />
Figura 22. 19. Osteocondritis disecante del<br />
cóndilo femoral interno.<br />
El cóndilo femoral del niño pequeño<br />
normalmente presenta irregularidades<br />
epifisarias que evolucionan hacia una<br />
superficie ósea epifisaria lisa en la<br />
adolescencia. No debemos confundir<br />
estas irregularidades con trastornos de<br />
necrosis ósea.<br />
La resonancia, no obstante, nos<br />
será de utilidad para el diagnóstico<br />
precoz de lesiones no visibles en la<br />
radiografía simple, nos dará<br />
información del grado de inestabilidad<br />
del fragmento y de la presencia de<br />
cuerpos libres intraarticulares.<br />
La presencia en T2 de hiperseñal<br />
alrededor de un fragmento no<br />
desprendido nos indica que el líquido<br />
articular rodea el fragmento y es un<br />
signo de inestabilidad (Figura 22.20).<br />
Figura 22.20. Imagen por RMN de una<br />
osteocondritis disecante en la zona de<br />
carga de cóndilo femoral interno.
22.6.4.4. Tratamiento.<br />
En paciente con fisis abiertas:<br />
descarga,<br />
inmovilización y control<br />
sintomático.<br />
La lesión osteocondrítica<br />
en<br />
el niño pequeño cura sola,<br />
especialmente aquélla situada en la<br />
parte<br />
posterior.<br />
En pacientes con fisis cerradas:<br />
tratamiento como en el adulto. En<br />
general, si el fragmento está sujeto "in<br />
situ" y los síntomas son menores, se<br />
debe mantener un tratamiento<br />
conservador y controles radiológicos<br />
evolutivos.<br />
Si el fragmento se encuentra<br />
desprendido puede realizarse:<br />
Extracción artroscópica.<br />
Extracción a cielo abierto.<br />
Reubicación y fijación con<br />
<br />
implantes metálicos o con material<br />
reabsorvible.<br />
Aloinjertos osteocondrales.<br />
22.6.5. Enfermedad de Sever.<br />
22.6.4.1. Introducción:<br />
La enfermedad de Sever, es una<br />
osteocondrosis localizada en la apófisis<br />
posterior del calcáneo.<br />
22.6.5.2. Etiología:<br />
La edad típica de presentación es entre<br />
los 7 y 10 años de edad. La poófisis<br />
calcánea se osifica desde varios<br />
centros de osificación que aparecen<br />
entre los 4 y lo 7 años en las niñas y<br />
entre los 7 y 10 años en los niños.<br />
Estos centos se fusionan al cuerpo del<br />
astrágalo a los 12-15 años, momento<br />
en que la apófisis adquiere la misma<br />
densidad que el resto del hueso.<br />
22.6.5.3. Diagnóstico:<br />
El diagnóstico de la enfermedad de<br />
Sever se establece cuando un niño que<br />
ha participado en una actividad atlética<br />
siente dolor a lo largo de los bordes del<br />
talón.<br />
A veces,<br />
el talón está<br />
ligeramente hinchado<br />
y levemente<br />
caliente al tacto. Las radiografías no<br />
son útiles para el diagnóstico, ya que<br />
no<br />
pueden detectar la lesión<br />
del<br />
cartílago,<br />
excepto para excluir una<br />
fractura<br />
ósea como causa del dolor<br />
(Figura<br />
22.21).<br />
439<br />
Figura 22.21. Enfermedad de Sever<br />
bilateral. Obsérvese el aumento de la<br />
densidad radiográfica en ambas apófisis<br />
calcáneas así como la fragmentadión de<br />
las mismas.<br />
22.6.5.4. Tratamiento:<br />
Para evitar una tracción excesiva del<br />
tendón de Aquíles sobre la apófisis<br />
calcánea en crecimiento, es<br />
recomendable colocar una talonera que<br />
eleve 1-1,5 cm el talón. Sin embargo, si<br />
los síntomas son intensos, es<br />
aconsejable colocar una botina de yeso<br />
unas cuatro semanas. De todas<br />
maneras, hay que informar a la familia<br />
que dicha enfermedad es autolimitada<br />
en el tiempo, pues al final del<br />
crecimiento, es decir, cuando la<br />
apófisis se fusiona con el resto del<br />
calcáneo, desparecen los síntomas sin<br />
repercusión clínica ni radiográfica.<br />
22.6.6. Enfermedad de Freiberg.<br />
22.6.6.1. Introducción:<br />
Se denomina también lesión de<br />
Freiberg o Köhler II. Consiste en la<br />
necrosis avascular localizada en la<br />
cabeza del segundo metatarsiano del<br />
pie, en ocasiones las del tercero y<br />
cuarto y, excepcionalmente en la del<br />
primero.<br />
22.6.6.2. Etiología:<br />
Es más frecuente en el sexo femenino<br />
que en el masculino, en una proporción<br />
de 5/1, y la edad típica de presentación<br />
está entre los 12 y 15 años. Un caso de<br />
cada diez es bilateral. Entre las causas<br />
favorecedoras de la enfermedad de<br />
Freiberg se encuentran los<br />
traumatismos de repetición,<br />
e specialmente en aquellos niños con<br />
insuficiencia<br />
en la longitud del primer<br />
metatarsiano,<br />
y la insuficiencia vascular
en la cabeza del segundo<br />
metatarsiano.<br />
22.6.6.3. Diagnóstico:<br />
Las manifestaciones clínicas se dan<br />
especialmente en la edad adulta. Así<br />
es frecuente que el pasciente presente<br />
dolor bajo la cabeza del metatarsiano<br />
afecto así como una cierta limitación<br />
del movimiento de la articulación<br />
metatarsofalángica en comparación<br />
con las demás. En fases más tardías<br />
puede objetivarse, además, una<br />
tumefacción dolorosa a la presión en la<br />
articulación.<br />
Sin embargo, el<br />
diagnóstico definitivo nos lo da el<br />
exámen radiográfico. En él<br />
observaremos el aplanamiento de la<br />
cabeza del metarsiano con esclerosis e<br />
irregularidad del núcleo de osificación<br />
epifisario (Figura 22.22).<br />
Figura<br />
22.22. Imágen radiográfica de la<br />
enfermedad<br />
de Freiberg de la cabeza del<br />
segundo<br />
metatarsiano.<br />
No obstante, en ocasiones y cuando<br />
la enfermedad está en los estadíos<br />
iniciales,<br />
la radiología puede ser<br />
anodina,<br />
por lo que en caso de duda es<br />
conveniente<br />
practicar una gammagrafía<br />
ósea,<br />
en la que observaremos un<br />
aumento<br />
en la captación del<br />
radioisótopo.<br />
22. 6.6.4. Tratamiento:<br />
El objetivo del tratamiento es el de<br />
evitar<br />
la deformación estructural<br />
permanente<br />
de la cabeza metatarsiana<br />
afecta<br />
y preservarla. Antes de que se<br />
produzca el colapso de la cabeza, la<br />
440<br />
utilización<br />
de plantillas ortopédicas de<br />
descarga, pueden ser suficientes para<br />
que la enfermedad no progrese. Sin<br />
embargo, en los casos en los que se<br />
observe ya una zona necrótica, la<br />
osteotomía del cuello metatarsiano<br />
junto con la rotación de la cabeza para<br />
eliminar la carga de la zona necrótica,<br />
presenta aceptables resultados.<br />
22.6.7.<br />
Enfermedad de Köhler.<br />
22.6.7.1. Introducción:<br />
Denominada también Köhler I, se trata<br />
de la ON idiopática del escafoides<br />
tarsiano.<br />
Actualmente se considera que<br />
es una necrosis avascular que ocurre<br />
en escafoides constitucionalmente<br />
vulnerables.<br />
22. 6.7.2. Etiología:<br />
Resulta<br />
más frecuente en varones (5:1)<br />
y la<br />
edad típica de presentación se<br />
sitúa<br />
entre los 3 y 7 años. Es unilateral<br />
en el 80 % de los casos. La naturaleza<br />
reversible<br />
y autolimitada del proceso ha<br />
llevado<br />
a la especulación de que esta<br />
enfermedad<br />
sea en realidad una<br />
secuencia<br />
alterada de la osificación del<br />
tarso.<br />
Al igual que otras ON, las factores<br />
causales<br />
suelen ser los<br />
microtraumatismo<br />
repetidos, que<br />
causan<br />
oclusión vasculare, y el retraso<br />
en la osificación normal del escafoides<br />
que<br />
lo hace susceptible a los<br />
microtraumatismos.<br />
22.6.7.3. Diagnóstico:<br />
El dolor en el arco interno del pie,<br />
especialmente localizado en el<br />
escafoides, puede sugerir una ON de<br />
dicho hueso en los niños. Sin embargo,<br />
el estudio radiográfico nos orientará<br />
sobre el mismo. El estudio radiológico<br />
muestra un hueso escafoides<br />
escleroso, fragmentado y aplanado en<br />
el sentido antero posterior (Figura<br />
22.23). La imagen es suficientemente<br />
sugestiva y no precisa de estudios por<br />
RMN. A tener en cuenta que hay que<br />
solicitar proyecciones anteroposterior y<br />
perfil de ambos pies (comparativas)<br />
con el fin de distinguir estos cambios.
Figura 22.23. Enfermedad de Kohler.<br />
A) proyección anteroposterior de ambos<br />
pies, donde se observan las diferencias<br />
existentes en ambos escafoides tarsianos.<br />
Así, mientras que el del pie izquierdo ofrece<br />
un aspecto normal, el derecho está<br />
completamente aplanado y con una<br />
esclerosis importante. B) proyección de<br />
perfil del pie derecho de la figura A.<br />
22.6.7.4. Tratamiento:<br />
El tratamiento de esta ON debe ser<br />
individualizado y está en función de la<br />
gravedad de los síntomas. Así, si las<br />
molestias<br />
son intensas y obligan a una<br />
cojera antiálgica, se colocará<br />
una botina de yeso durante 5-6<br />
semanas, mientras que si la<br />
sintomatología es leve y/o moderada se<br />
coloca rá un a plantilla de descarga del<br />
arco longitudinal interno<br />
del pie. Hay<br />
que<br />
hacer mención que la enfermedad<br />
de Köhler es autolimitada<br />
en el tiempo,<br />
con una duración máxima de promedio<br />
entre un año y medio y dos años. En<br />
este sentido, en ningún caso se ha<br />
podido objetivar cambios degeneratios<br />
en las articulaciones adyacentes al<br />
escafoides.<br />
22.7. Osteonecrosis avasculares de<br />
la extremidad superior<br />
22.7.1.<br />
Necrosis avascular de la<br />
cabeza humeral.<br />
22.7.1.1. Introducción:<br />
Al<br />
igual que en la necrosis avascular de<br />
la cabeza femoral, las dos causas<br />
etiológicas<br />
más importantes que<br />
favorcen<br />
su parición, son los<br />
traumatismos<br />
(fracturas) y la toma de<br />
cortioides.<br />
441<br />
22.7.1.2. Diagnóstico:<br />
En ocasiones de no existir un<br />
antecedente traumático<br />
previo, el<br />
diagnóstico se realiza casualmente al<br />
comprobar<br />
radiográficamente la<br />
existencia<br />
de cambios óseos<br />
caracte<br />
rísticos de la enfermedad en el<br />
curso<br />
de una exploración por otra<br />
causa (Figura 22.24).<br />
Sin embargo, es<br />
habitual que el paciente presente<br />
molestias<br />
en la articulación<br />
glenohumeral<br />
con un componente más<br />
o menos severo de impotencia<br />
funcional.<br />
Figura 22.24. Necrosis avascular de la<br />
cabeza humeral.<br />
22.7.1.3. Tratamiento:<br />
No difiere del empleado en la necrosis<br />
avascular<br />
de l cabeza femoral, aunque<br />
aquí, no se utilizan los injertos óseos a<br />
nivel de la necrosis una vez curetada la<br />
zona necrótica. Así, en los estadíos<br />
iniciales y cuando el dolor es muy<br />
acusado, están justificadas las<br />
perforciones múltiples con una<br />
pequeña broca, con el fin de<br />
descomprimir la zona esclerosada de la<br />
cabeza femoral y favorecer la<br />
revascularización del área necrótica.<br />
Sin embargo, cuando existe olapso<br />
óseo, el mejor procedimiento es la<br />
artroplastia<br />
total del hombro.
22.7.2. Enfermedad de Panner:<br />
22.7.2.1.Introducción:<br />
La enfermedad de Panner es la<br />
ostocondrosis que afecta al capitellum<br />
humeri del codo.<br />
22.7.2.2. Etiología:<br />
En el 90 % de los casos,la enfermedad<br />
de Panner afecta a varones menores<br />
de 10 años y suelen ser unilaterales.<br />
Son más frecuentes en chicos porque<br />
en ellos los núcleos secundarios de<br />
crecimiento aparecen y maduran más<br />
tarde. También porque presentan una<br />
mayor suscptibilidad a los<br />
traumatismos y a las sobrecargas de<br />
las actividades infantiles.<br />
Aunque los trastornos de la osificación<br />
endocondral suelen asociarse<br />
a<br />
discrasias sanguíenas, anomalías<br />
endocrinas y factores genéticos, la<br />
mayoría de los autores creen que lo<br />
fundamental para que se produzca la<br />
enfermedad de Panner son las fuerzas<br />
compresivas<br />
valguizantes exageradas<br />
en la articulación entre el radio y el<br />
capitellum<br />
humeri, durante un periodo<br />
en el que el codo es muy vulnerable.<br />
En este sentido, los microtraumatismos<br />
de repetición pueden afectar la<br />
viabilidad<br />
celular de los cartílagos de<br />
crcimiento epifisario, debido a que<br />
varias arterias atraviesan una matriz<br />
cartilaginosa flexible.<br />
22. 7.2.3. Diagnóstico:<br />
La mayoría de los pacientes con<br />
enfermedad<br />
de Panner presentan una<br />
historia<br />
de varias semanas de dolor y<br />
rigidez<br />
de codo. Suele afectarse el<br />
brazo<br />
dominante, y normalmente hay<br />
antecedentes<br />
de traumatismo<br />
moderado o sobrecarga en el codo.<br />
Los<br />
síntomas a menudo empeoran con la<br />
actividad y mejoran con el reposo.<br />
La exploración física suele poner de<br />
manifiesto<br />
la existencia de dolor en la<br />
cara<br />
externa de codo, sobre todo a<br />
nivel<br />
del capitellum. A veces puede<br />
haber<br />
signos de derrame.<br />
442<br />
Es común observar una pérdida de<br />
movilidad,<br />
especialmente la extensión.<br />
También<br />
puede producirse crepitación<br />
en la zona articular externa durantelos<br />
movimientos<br />
de pronacióny supinación.<br />
En el estudio radiográfico, que<br />
siempre<br />
deberá realizarse en ambos<br />
codos,<br />
suele existir pequeñas fisuras,<br />
disminución del tamaño y/o<br />
fragmentación de todo el capitellum.<br />
Asimismo puede<br />
existir una hipertrofia<br />
de la cabeza del radio. Lo que es<br />
característico observar es una<br />
radiotransparencia<br />
subcondral y una<br />
osificación<br />
irregular del capitellum con<br />
res pecto al del lado sano<br />
(Figura<br />
22.25).<br />
Figura<br />
22.25. Imágen radiográfica de la<br />
enfermedad<br />
de Panner. Obsérvese la<br />
radiotransparencia<br />
capitellum.<br />
subcondral del<br />
Sin embargo, la sensibilidad y<br />
especificidad<br />
de la RMN le confieren<br />
gran<br />
utilidad para el diagnóstico. En<br />
este<br />
sentido, la disminución de la señal<br />
en las imágenes potenciadas en T1 y<br />
aumentando la señal en las<br />
potenciadas en T2, son muy sugestivas<br />
de la osteocondrosis del capitellum<br />
(Figura 22.26).
Figura<br />
22.26. Imágen coronal de RMN<br />
potenciada<br />
en T1 de un niño con<br />
enfermedad<br />
de Panner. Son evidentes el<br />
edema<br />
y la disminución de la señal<br />
subcondral<br />
del capitellum humeri.<br />
22. 6.2.4.Tratamiento:<br />
Lo fundamental del tratamiento de la<br />
enfermedad<br />
de Panner es aliviar los<br />
síntomas<br />
dolorosos. Para ello hay que<br />
disminuir<br />
las actividades físicas del<br />
codo,<br />
en particular aquellas que<br />
sobrecargan<br />
la articulación del codo.<br />
De esta forma, el dolor se suele aliviar,<br />
y el codo puede recuperar<br />
gradualmente su movilidad y función<br />
normales.<br />
Lo habitual es que una<br />
inmovilización<br />
de 3-4 semanas,<br />
asociada<br />
a la toma de AINES, alivie los<br />
síntomas.<br />
Aunque la clínica puede<br />
durar<br />
algunos meses, el pronóstico a<br />
largo<br />
plazo suele ser bueno.<br />
22. 7.3. Enfermedad de Kienböck.<br />
22. 7.3.1. Introducción:<br />
Aunque<br />
esta patología ya fue descrita<br />
en 1843, por Peste, fue Kienböck el<br />
primero<br />
que describió la necrosis<br />
avascular<br />
del semilunar, explicando su<br />
sintomatolo gía y relacionandola con los<br />
cambios morfológicos del semilunar<br />
debido<br />
a sus alteraciones vasculares.<br />
22. 7.3.2. Etiología:<br />
Se han propuesto numerosas las<br />
teorías<br />
sobre el origen de la<br />
enfermedad.<br />
Parece probado que la<br />
des estructuración y necrosis del hueso<br />
443<br />
se debe al deterioro de<br />
la perfusión<br />
sanguínea. Sin embargo, la causa<br />
concreta de la misma se desconoce.<br />
Existen, no obstante, una serie de<br />
factores de riesgo o predisponentes<br />
que influyen de manera notable en el<br />
desencadenamiento del proceso. Así,<br />
no se descarta que los traumatismos<br />
repetidos, un traumatismo agudo o una<br />
fracturano reconocida sea la causa<br />
inicial del deterioro vascular del<br />
semilunar.<br />
Como factor predisponente también se<br />
ha considerado que la propia<br />
disposición vascular del semilunar<br />
puede jugar un papel importante. El<br />
patrón arterial del semilunar no es<br />
uniforme, pero parece demostrado que<br />
las arteriolas del plano subcondral<br />
proximal son escasas y de carácter<br />
terminal, locali zándose en esta zona<br />
el<br />
inicio del proceso.<br />
Sin embargo, este<br />
hecho no explica<br />
convincentemente<br />
que el deterioro se extienda<br />
posteriormente a todo el hueso.<br />
El factor mecánico con sobrecarga del<br />
semilunar como desencadenante de la<br />
alteración vascular sigue siendo una<br />
hipótesis avalada por la evidencia<br />
estadística de una mayor incidencia de<br />
Kienböck en los casos de<br />
minusvariante cubital. Este tipo de<br />
varianza se asocia con una modalidad<br />
morfológica triangular del semilunar,<br />
ofreciendo<br />
esta disposición una menor<br />
superficie de contacto articular con el<br />
radio, sujeta a una mayor carga.<br />
22.7.3.3. Diagnóstico:<br />
El paciente tipo es un varón joven<br />
(entre 20-40 años) que refiere dolor en<br />
la zona central del carpo sin<br />
antecedentes traumáticos relevantes.<br />
Progresivamente el dolor va<br />
aumentando, pudiendo aparecer<br />
episodios de tumefacción<br />
de la<br />
muñeca, con disminución progresiva de<br />
la fuerza y de la movilidad.<br />
Sin<br />
embargo, el diagnóstico definitivo,<br />
requiere siempre un estudio<br />
radiográfico, siendo una enfermedad de<br />
fácil diagnóstico en casos avanzados<br />
(Figura 22.27).
Figura 22.27. Enfermedad de Kienböck<br />
avanzada. Obsérvese la fragmentación y el<br />
colapso que sufre el semilunar.<br />
En este contexto, la clasificación de<br />
Litchmann permite estadiar la<br />
enfermedad (Figura 22.28).<br />
Figura 22.28. Clasificación de Litchmann<br />
de las necrosis avasculares del semilunar.<br />
No obstante, en la fase inicial, antes de<br />
que se produzca el deterioro y la<br />
desestructuración ósea, las<br />
radiografías simples son normales,<br />
siendo la RNM la que posibilita la<br />
realización del diagnóstico de<br />
Kienböck. La utilización de esta última<br />
prueba ha propiciado una nueva<br />
clasificación de esta enfermedad<br />
(Tabla 22.II).<br />
444<br />
Tabla 22.II. Clasification de las necrosis del<br />
semilunar, teneindo en cuenta la radiologia<br />
y la RMN.<br />
• Estadio I. Sin cambios<br />
radiográficos. Posibilidad<br />
diagnóstica sólo con RNM.<br />
• Estadio II. Aumento de la<br />
densidad trabecular.<br />
• Estadio IIIA. Colapso y fracturas<br />
del semilunar. Ascenso del<br />
hueso grande.<br />
• Estadio IIIB. Basculación en<br />
flexión del escafoides.<br />
Desviación cubital del<br />
ganchoso.<br />
• Estadio IV. Fragmentación y<br />
artrosis perilunar.<br />
Si se realiza la RMN utilizando un<br />
medio de contraste paramagnético<br />
intravenoso (gadolinio), se puede<br />
comprobar la perfusión residual del<br />
semilunar: presencia de perfusión en<br />
los estadios I y II, inconstante en IIIA y<br />
ausencia de perfusión en estadios IIIB<br />
y IV (Figura 22.29).<br />
Figura 22.29. Necrosis del semilunar en<br />
una imágen por RMN.<br />
Así pues y como resumen, para<br />
diagnosticar una enfermedad de<br />
Kienböck el paso inicial es el estudio<br />
radiográfico simple y, ante la ausencia<br />
de alteraciones radiográficas en<br />
situación de sintomatología<br />
sospechosa, la RNM estará indicada
como único procedimiento para el<br />
diagnóstico en la fase inicial. En los<br />
casos en los que el estudio radiográfico<br />
simple detecte un estadio II o IIIA, la<br />
RNM con gadolinio puede indicar el<br />
grado de perfusión ósea, ayudando en<br />
la elección del tratamiento, siendo<br />
también de gran utilidad la TAC. En<br />
estadios más avanzados, ni la RNM ni<br />
el TAC aportan ningún elemento<br />
decisivo para orientar el tratamiento.<br />
22.7.3.4. Tratamiento:<br />
En la fase inicial (estadio I) con<br />
posibilidad de remisión y curación. La<br />
inmovilización prolongada de al menos<br />
12 semanas puede hacer remitir el<br />
proceso y por tanto en esta fase, el<br />
tratamiento conservador está justificado<br />
como primera opción.<br />
En casos de deterioro de la morfología<br />
ósea con evidencias de perfusión<br />
residual (estadio II y IIIA) se han<br />
planteado técnicas que combinan la<br />
restauración<br />
morfológica del semilunar<br />
con el aporte de vascularización. En<br />
este sentido se han utilizado diferentes<br />
técnicas de revascularización:<br />
implantado el pisiforme con un pedículo<br />
vascular en el interior del semilunar,<br />
previo fresado de una cavidad (técnica<br />
de Beck); utilizando un injerto<br />
corticoesponjoso de radio con pedículo<br />
muscular del pronador cuadrado<br />
(técnica de Braun), y rellenando el<br />
semilunar con esponjosa autóloga,<br />
realizando el aporte vascular<br />
introduciendo un pedículo<br />
arteriovenoso en el semilunar de la 2ª o<br />
3ª arteria intermetacarpiana dorsal<br />
(técnica de Hori).<br />
También se han utilizado técnicas de<br />
revascularización indirecta por vía<br />
refleja, basadas en la teoría de que<br />
cualquier intervención ósea en las<br />
proximidades del semilunar provoca<br />
una hiperemia reactiva en la muñeca<br />
que mejoraría la perfusión del<br />
semilunar. En este contexto<br />
encontramos la técnica de Illarramendi<br />
que consiste en realizar una fractura<br />
incompleta en las extremidades<br />
distales del radio y del cúbito.<br />
Cuando los estadios II y IIIA coexisten<br />
con incongruencias de longitud entre<br />
445<br />
cúbito y radio existe unanimidad en<br />
preferir técnicas correctoras del<br />
nivel<br />
para equilibrar las fuerzas que actúan<br />
sobre el carpo. Lo más frecuente es<br />
encontrar una minusvariante del cúbito,<br />
y en estos casos<br />
el acortamiento del<br />
radio,<br />
es generalmente la técnica de<br />
elección ya que evita la necesidad<br />
de<br />
utilizar un injerto óseo, siendo la<br />
consolidación más rápida<br />
(Figura 22.30).<br />
Figura 22.30. Enfermedad de Kienböck<br />
tratada quirúrgicamente mediante<br />
acortamiento del radio. A) imágen inicial. B)<br />
postosteotomía. C) resultado a loas 12<br />
meses. Obsérvese la remodelación que ha<br />
expirementado el semilunar con respecto a<br />
la imágen inicial.<br />
Por el contrario, el alargamiento del<br />
cúbito es una técnica de<br />
descompresión menos utilizada debido<br />
a la necesidad de usar injerto óseo,<br />
presentar una mayor incidencia de<br />
retrasos de consolidación y<br />
pseudoartrosis y ser necesaria la<br />
retirada de la placa, debido a su<br />
posición subcutánea.<br />
En estadios avanzados con necrosis<br />
definitiva del semilunar asociada o no a<br />
colapso del carpo no se plantea la<br />
recuperación de la vitalidad del hueso,<br />
sino la de evitar el colapso de las<br />
columnas central y radial del carpo, o<br />
corregirlo si ya se ha producido.<br />
Cuando el semilunar se desestructura,
se produce una migración proximal del<br />
hueso grande, acortándose la columna<br />
central. La columna radial es obligada a<br />
acortarse mediante la basculación en<br />
flexión del escafoides, desplazándose<br />
asimismo el ganchoso a cubital.<br />
Para evitar el colapso de la columna<br />
central se han diseñado numerosas<br />
técnicas que fusionan el grande a los<br />
huesos vecinos. Ejemplos son la<br />
artrodesis grande-ganchoso (técnica<br />
que no evita el colapso de la columna<br />
radial) o la fusión en bloque de todo el<br />
carpo salvo la articulación distal del<br />
escafoides. Estas técnicas se<br />
consideran hoy en día de escasa<br />
utilidad dado que con la primera no se<br />
evita el colapso de la columna radial y<br />
la segunda resulta muy compleja de<br />
realización, de numerosas<br />
complicaciones y muy limitante de la<br />
movilidad de la muñeca.<br />
Actualmente la técnica que se está<br />
utilizando es la fusión triescafoidea<br />
(escafoides-trapecio-trapezoide). Los<br />
objetivos de esta artrodesis son el de<br />
reducir la presión sobre el semilunar<br />
trasladándola a la columna radial, y el<br />
de corregir la posición de los huesos.<br />
La unión ligamentosa potente que<br />
existe entre el hueso grande,<br />
escafoides y trapecio, estabiliza la<br />
columna central sin que sea necesario<br />
incluir el grande en la artrodesis. Con<br />
esta<br />
técnica no se considera necesaria<br />
ni aconsejable extirpar el semilunar.<br />
Como otras ventajas mencionar su<br />
realización sencilla y el grado de<br />
movilidad de muñeca que se conserva,<br />
citando entre sus desventajas la cifra<br />
de complicaciones relativamente<br />
importante<br />
que se producen, siendo la<br />
pseudoartrosis la más frecuente.<br />
La fusión triescafoidea se puede<br />
considerar la técnica de elección por<br />
tanto, en los casos avanzados de<br />
colapso del carpo, planteándose este<br />
procedimiento incluso en los casos IIIA<br />
de 0 variante. En los casos terminales<br />
de colapso y grave artrosis carporadial,<br />
hay que plantear soluciones paliativas<br />
como pueden ser la carpectomía<br />
proximal o las artrodesis múltiples o<br />
totales.<br />
22.7.4. Enfermedad de Preisser.<br />
446<br />
22.7.4.1. Definición:<br />
La necrosis avascular idiopática del<br />
escafoides carpiano constituye la<br />
enfermedad<br />
de Preisser (Figura 22.31).<br />
Figura 22.31. Enfermedad de Preisser.<br />
A) imagen radiográfica. B) imagen por<br />
RMN.<br />
22.7.4.2. Etiología:<br />
Al igual que en toda necrosis avascular,<br />
a excepción de las fracturas<br />
del<br />
escafoides que se asocian con necrosis<br />
avasculares, fundamentalmente de su<br />
polo<br />
proximal, en los demás casos la<br />
causa es desconocida, si bien se la ha<br />
asociado a diferentes enfermedades<br />
reumáticas con o sin la toma de<br />
corticoides.<br />
22.7.4.3. Diagnóstico:<br />
La sintomatología suele ser anodina,<br />
pues ocasiona molestias generalizadas<br />
de la muñeca, con dolor ocasional al<br />
apoyar la eminencia tenar. Es el<br />
estudio radiográfico el que nos pondrá<br />
en alerta sobre la patología en cuestión<br />
(Figura 22.32).<br />
Figura 22.32. Paciente de 25 años con<br />
enfermedad de Preiser. A) al inicio de los<br />
síntomas. B) a los 5 meses. Obsérvese la<br />
esclerosis del polo proximal y la presencia<br />
de un quiste óseo en la mitad del<br />
escafoides.<br />
Sin embargo, en las primeras fases de<br />
la enfermedad, la radiología es
anodina,<br />
por lo que deberá solicitarse<br />
una RMN, la cual nos pondrá de<br />
ma nifiesto la necrosis ósea<br />
(Figura<br />
22.33).<br />
Figura<br />
22.33. Enfermedad de Preiser. A)<br />
imagen<br />
radiográfica, donde no puede<br />
observarse<br />
el alcance real de la necrosis.<br />
B) el<br />
mismo caso visto en la RMN, donde<br />
se observa el cambio de señal del<br />
escafoides, sugestivo de necrosis.<br />
22. 7.4.4. Tratamiento:<br />
Debido<br />
a que existen relativamente<br />
pocos casos publicados,<br />
no puede<br />
extraerse una conclusión con crespecto<br />
al tratamiento. No obstante, se<br />
recomienda que en los primeros<br />
estadíos,<br />
es decir, en los casos en los<br />
que aún no existe colapso, se<br />
recomienda<br />
la inmovilización enyesada<br />
durante<br />
6 semanas, con el fin de dar<br />
tiempo al escafoides a<br />
revascularizarse. En cambio, cuando el<br />
escafoides<br />
está totalmente necrosado,<br />
las técnicas quirúrgicas son múltiples y<br />
variadas,<br />
desde el aporte de un injerto<br />
vascularizado,<br />
pasando por la<br />
carpectomía<br />
proximal (resección de la<br />
primera fila del carpo), la exéresis del<br />
escafoides y la artrodesis<br />
mediocarpiana,<br />
y la artrodesis total de<br />
muñeca.<br />
La elección de uno u otro<br />
método<br />
está en función de las<br />
condiciones<br />
del carpo y de la<br />
experiencia de cda cirujano en<br />
particular. Sin embargo, cuando el<br />
escafoides<br />
está colapsado y con<br />
fargmentación del mismo, los dos<br />
métodos<br />
más comúnmente utilizados<br />
son la carpectomía proximal y/o la<br />
extirpación<br />
del escafoides junto con la<br />
artrodesis<br />
mediocarpiana.<br />
22.7.5. Enfermedad de Dieterich<br />
447<br />
22. 7.5.1. Introducción:<br />
La necrosis avascular de la cabeza de<br />
los metacarpianos constituye la<br />
enfermedad<br />
de Dieterich.<br />
22. 7.5.2. Etiología:<br />
La verdadera causa de la necrosis es<br />
desconocida.<br />
Sin embargo, la arteria<br />
que irriga la cabeza de los<br />
metacarpianos está ausente<br />
en un 35<br />
% de los casos, dejando su irrigación a<br />
expensas de una red arterial<br />
pericapsular. Este patrón es mucho<br />
más frecuente (60 %) en el dedo<br />
medio.<br />
22.7.5.3. Diagnóstico:<br />
El primer signo es el dolor. Más<br />
adelante, a medida que va progresando<br />
la necrosis, se instaura una<br />
disminución del movimiento articular<br />
metcarpofalángico. No obstante, el<br />
estudio radiográfico permite, en los<br />
casos avanzados, confirmar el<br />
diagnóstico (Figura 22.34).<br />
Figura 22.34. Enfermedad de Dieterich,<br />
afectando la cabeza del tercer<br />
metacarpiano. Observese la presencia de<br />
la fractura subcondral junto con el colapso<br />
de la cabeza.<br />
En los casos en las que la radiología<br />
es anodina, pero existe una clínica<br />
local sugestiva, es prudente efectuar un<br />
estudio por RMN, donde se observa la<br />
imagen típica de necrosis, tantas veces<br />
observada en las otras localizaciones<br />
ya comentadas en este capítulo.<br />
22.7.5.4. Tratamiento:<br />
Va a depender de la fase en que se<br />
encuentre<br />
la morfología de la cabeza<br />
metacarpiana.<br />
En este sentido, en los
casos en los que aún no se ha perido la<br />
esfericidad y no exista colapso de la<br />
cabeza,<br />
puede inmovilizarse la<br />
articulación con una férula durante 6<br />
semanas, en posición funcional,<br />
con el<br />
fin de que el hueso tnga capacidad<br />
para remodelarse tras la<br />
revascularización.<br />
Si ello no es así, es<br />
decir, que existe o se produce<br />
un<br />
colapso de la cabeza, el mejor<br />
procedimiento es la artrioplastia total<br />
metcarpofalángica.<br />
448
CAPITULO 23. ARTROPATIAS DEGENERATIVAS<br />
E INFLAMATORIAS<br />
23.1. Artrosis<br />
23.1.1. Introducción:<br />
La artrosis se define como una<br />
patología articular degenerativa<br />
resultado de trastornos mecánicos y<br />
biológicos, que desestabilizan el normal<br />
intercambio entre la degradación y<br />
síntesis de las células cartilaginosas,<br />
de la matriz extracelular y del hueso<br />
subcondral, comportando todo ello la<br />
pérdida progresiva del cartílago<br />
articular (Figura 23.1).<br />
Figura 23.1. Artrosis de cadera. En el<br />
recuadro puede observarse la erosión y el<br />
desgaste del cartílago articular de la<br />
cabeza femoral.<br />
23.1.2. Etiología:<br />
Aunque se desconoce la verdadera<br />
causa de la producción de la<br />
449<br />
enfermedad, existen ciertos factores,<br />
denominados<br />
de riesgo, que<br />
predisponen a padecerla. Entre ellos se<br />
encuentran la edad, el sexo, herencia,<br />
obesidad, laxitud articular, alteraciones<br />
metabólicas<br />
y hormonales, anomalías<br />
congénitas,<br />
actividad física y laboral, deformidades<br />
articulares, etc.<br />
En cuanto a la edad, la artrosis es<br />
infrecuente en los adultos menores de<br />
40 años, pero representa la<br />
enfermedad crónica más frecuente en<br />
fases posteriores de la vida, de manera<br />
que la padece más del 80 % de las<br />
personas de 75 o más años. Sin<br />
embargo, no han sido definidos<br />
claramente los mecanismos de la<br />
asociación de artrosis con la edad,<br />
aunque se han obtenido datos en otros<br />
tejidos que indican que con el<br />
envejecimiento se puede producir una<br />
disminución de las respuestas celulares<br />
frente a los factores de crecimiento.<br />
Por lo que respecta al sexo, las<br />
mujeres muestran una incidencia<br />
aproximadamente doble de artrosis en<br />
comparación con los hombres. El<br />
patrón de afectación articular también<br />
es diferente según el sexo, de forma<br />
que<br />
las mujeres presentan un número<br />
mayor de articulaciones afectadas y<br />
muestran más a menudo<br />
sintomatología de rigidez matutina,<br />
tumefacción articular y dolor nocturno.<br />
Al parecer, el déficit de hormonas<br />
femeninas tendría mucho<br />
que ver la<br />
aparición de artrosis, pues se ha<br />
demostrado la presencia<br />
de receptores<br />
estrogénicos funcionales<br />
en el cartílago<br />
articular del adulto,<br />
lo que sugiere un<br />
mecanismo de regulación<br />
hormonal en<br />
los condrocitos.<br />
La artrosis también parece presentar<br />
un componente genético.<br />
En este<br />
aspecto, existe una concordancia<br />
significativamente elevada de<br />
artrosis
en todas las áreas articulares de los<br />
gemelos monocigóticos,<br />
en<br />
comparación<br />
con los gemelos<br />
dicigóticos. Sin embargo,<br />
aún no se<br />
han identificado los genes implicados.<br />
Otro factor determinante en la<br />
aparición de artrosis es la obesidad,<br />
especialmente a nivel de la rodilla y, en<br />
menor medida, de la cadera. El<br />
aumento en la fuerza ejercida sobre las<br />
articulaciones<br />
que soportan peso,<br />
explica probablemente este riesgo,<br />
aunque los factores metabólicos<br />
también<br />
pueden desempeñar algún<br />
papel.<br />
L a actividad física intensa también es<br />
un importante factor de riesgo<br />
para la<br />
artrosis de rodilla, sobre todo en las<br />
personas obesas y de edad avanzada.<br />
Sin<br />
embargo, las actividades<br />
físicas de<br />
grado moderado no parecen<br />
incrementar este riesgo y, de hecho,<br />
pueden ejercer un efecto bastante<br />
beneficioso.<br />
23.1.3. Clasificación:<br />
Existen diversas clasificaciones de la<br />
artrosis. Sin embargo, la más utilizada<br />
es la clasificación etiológica. Según la<br />
Asociación Americana de<br />
Reumatología, la artrosis se clasifica<br />
en:<br />
• Artrosis primaria o idiopática:<br />
presenta unas características bien<br />
definidas, sin ninguna enfermedad<br />
subyacente atribuible y, afecta<br />
sobre todo, a unas localizaciones<br />
concretas. Suelen tener un<br />
componente familiar. Así, entre las<br />
localizaciones más comunes de<br />
este tipo de artrosis, se encuentra<br />
la localizada en las manos,<br />
fundamentalmente en las<br />
articulaciones interfalángicas<br />
distales y proximales, la<br />
trapeciometcarpiana del pulgar y,<br />
con menos frecuencia, la de cadera<br />
y rodilla en mujeres obesas (Figura<br />
23.2). Sin embargo, es posible que<br />
algunas de las entidades que<br />
actualmente son consideradas<br />
como idiopáticas, al estudiar su<br />
patogenia se decanten como<br />
secundarias.<br />
450<br />
Figura 23.2. Artrosis primarias. A) de las<br />
interfalángicas distales de la mano. B) de la<br />
articulación trapeciometacarpiana del<br />
pulgar.<br />
• Artrosis secundaria: cuando<br />
presentan un factor etiológico<br />
identificable. Así por ejemplo, son<br />
artrosis secundarias las derivadas<br />
de enfermedades metabólicas<br />
(hemocromatosis, esfingolipidosis<br />
familiar, etc), las enfermedades<br />
endocrinas (acromegalia,<br />
hiperparatirodismo), artropatías<br />
microcristalinas (gota, pseudogota),<br />
enfermedades óseas (Paget,<br />
osteonecrosis, displasias),<br />
enfermedades neuropáticas<br />
(artropatía de Charcot),<br />
traumatismos articulares,<br />
meniscopatías, hiperlaxitud<br />
articular, ostecondrosis, condrolisis<br />
y/o sobreuso articular (actividades<br />
deportivas y laborales).<br />
23.1.4. Diagnóstico:<br />
Los principales síntomas de la artrosis<br />
son el dolor y la rigidez articular.<br />
Característicamente, el dolor artrósico<br />
se desencadena con el movimiento y<br />
me jora con el reposo (dolor mecánico),<br />
aunque no siempre es así.<br />
El inicio<br />
suele<br />
ser insidioso y habitualmente, la<br />
progresión<br />
es lenta. En las etapas<br />
iniciales de la enfermedad,<br />
suele ser de<br />
intensidad leve o mederado, mientras<br />
que en los estadios más avanzados<br />
puede<br />
desencadenarse con el más<br />
mínimo<br />
movimiento. Junto con el dolor,<br />
aparece<br />
la rigidez. Esta debuta<br />
generalmente<br />
a primera hora de la<br />
mañana,<br />
aunque dura pocos minutos, y<br />
siempre<br />
es menor de media hora, lo<br />
que ayuda a distinguirla de otras
artropatías. La presencia de rigidez<br />
post inactividad (no es<br />
lo mismo que<br />
matinal) suele ser<br />
muy intensa.<br />
Finalmente, cuando la enfermedad ha<br />
progresado de forma<br />
inexorable, suelen<br />
aparecer derrames articulares,<br />
especialmente a nivel<br />
de la rodilla.<br />
Por lo que respecta<br />
a las pruebas de<br />
laboratorio, no existen<br />
exámenes de<br />
sangre<br />
o de orina de valor clínico o de<br />
diagnóstico en la artrosis, aunque<br />
puede servir para descartar otras<br />
artropatías.<br />
En cuanto al estudio por la imagen,La<br />
radiología simple es el patrón que<br />
determina la presencia o ausencia de<br />
artrosis, aunque en las primeras fases<br />
será normalmente negativa y, además,<br />
suele haber una discordancia entre la<br />
clínica y la radiología. En estos casos,<br />
quizás la gammagrafía ósea con Tc<br />
proceso<br />
en fases<br />
99<br />
pueda identificar las zonas de<br />
hiperpresión condral al observarse un<br />
aumento de captación del radioisótopo<br />
en las<br />
zonas<br />
interesadas en el<br />
degnerativo. Sin embargo,<br />
avanzadas, el exámen radiográfico es<br />
característico (Figura 23.3), tanto para<br />
las articulaciones sinoviales como a<br />
nivel de la columna vertebral<br />
(Tablas 23.I y 23.II).<br />
Figura 23.3. Características radiográficas<br />
típicas de las articulaciones sinoviales (A)<br />
y de la columna vertebral (B).<br />
451<br />
Tabla 23.I. Signos radiográficos<br />
característicos de las articulaciones<br />
sinoviales periféricas.<br />
1. Formación de osteofitos.<br />
2. Disminución del espacio<br />
articular.<br />
3. Esclerosis del hueso<br />
subcondral.<br />
4. Formación de quistes óseos.<br />
5. Edema de partes blandas.<br />
Tabla 23.II. Signos radiográficos<br />
característicos de la columna vertebral.<br />
1. Osteofitos anteriores y laterales.<br />
2. Disminución del espacio<br />
intervertebral.<br />
3. Cambios en las articulaciones<br />
facetarias.<br />
4. Subluxación vertebral<br />
(espondilolistesis degenerativa).<br />
5. Calcificaciones ligamentosas.<br />
En cuanto a otros estudios<br />
radiográficos, la TAC puede servir de<br />
ayuda en algunas localizaciones en<br />
que<br />
la radiología es poco definida,<br />
como por ejemplo las articulaciones<br />
interapofisarias<br />
(Figura<br />
23.4).<br />
vertebrales<br />
Figura 23.4. Artrosis de las articulaciones<br />
interapofisarias a nivel del segmento L4-L5,<br />
observables mediante la TAC. En la<br />
imagen de la izquierda puede apreciarse<br />
una hipertrofia de las facetas articulares<br />
(cabeza de flecha blanca) con esclerosis<br />
subcondral (flecha negra), mientras que en<br />
la imagen de la derecha se hace evidente<br />
la presencia de quistes subcondrales<br />
(flecha blanca) así como la compresión de<br />
la raiz nerviosa izquierda (cabeza de flecha<br />
vacía) como consecuencia de la hipertrofia<br />
facetaria.
23.1.5. Tratamiento:<br />
El objetivo del tratamiento es mejorar<br />
la movilidad de las articulaciones<br />
enfermas y disminuir el dolor de la<br />
mismas. Para ello, de disponen de<br />
varias alternativas terapeuticas, que<br />
incluye medidas farmacológicas y no<br />
farmacológicas, así como la cirugía. Sin<br />
embargo, el tratamiento de la artrosis<br />
es multidisciplinario, y que los que<br />
deberían liderar el tratamiento en la<br />
atención primaria es el médico de<br />
familia, y en la atención especializada<br />
el reumatólogo. Solo en los periodos<br />
muy avanzados de la enfermedad, es<br />
decir, con grave deterioro articular, con<br />
intenso dolor y limitación funcional,<br />
especialmente en caderas y rodillas, es<br />
cuando el papel del cirujano ortopédico<br />
adquiere toda su relevancia.<br />
El tratamiento no farmacológico<br />
incluye:<br />
• Educación: Es muy importante que<br />
el paciente con artrosis, conozca de<br />
manera comprensible la patología<br />
que presenta, los problemas que<br />
conllevan así como su evolución.<br />
Asimismo, de como consumir los<br />
analgésicos (para evitar efectos<br />
adversos), de lo importante que es<br />
la fisioterapia, de reducir el peso,<br />
etc.<br />
• Apoyo social: Esto le corresponde a<br />
las entidades que prestan servicios<br />
de salud. A veces el paciente se va<br />
a sentir muy aliviado cuando el<br />
personal sanitario se interesa por el<br />
paciente mediante una llamada<br />
telefónica, o una visita<br />
domiciliaria.<br />
Resulta menos costoso una<br />
llamada telefónica, que un<br />
desplazamiento al hospital.<br />
• Terapia física: La práctica de<br />
ejercicio es muy importante en el<br />
alivio del dolor y de la incapacidad<br />
funcional. En este sentido, se<br />
deben emplear ejercicios aeróbicos<br />
(natación, marcha) y ejercicios<br />
específicos relacionados con la<br />
articulación afecta por la artrosis.<br />
452<br />
• Disminución del peso corporal:<br />
Como es obvio, todas aquellas<br />
articulaciones de carga (caderas,<br />
rodillas, tobillos) se verán aliviadas<br />
cuanto menos peso soporten. En<br />
consecuencia, la minimización de<br />
dicho problema<br />
mediante una dieta<br />
equilibrada es de suma importancia.<br />
El tratamiento farmarcológico<br />
comprende:<br />
El principal medicamento a tener en<br />
cuenta es el paracetamol o<br />
acetaminofén, que debe ser el<br />
primer analgésico en utilizarse, ya<br />
que presenta poquísimas<br />
reacciones secundarias.<br />
Antiinflamatorios no esteroideos<br />
(AINES), se utilizan cuando el<br />
paracetamol es insuficiente<br />
para el<br />
alivio de los síntomas.<br />
Se usan también los inhibidores de<br />
la COX-2 (rofecoxib y celecoxib)<br />
que son antinflamatorios que no<br />
lesionan la mucosa gástrica y por<br />
consiguiente la formación de<br />
úlceras. Si se usa<br />
piroxicam o<br />
indometacina, obligatoriamente<br />
debe asociarse al uso de un<br />
protector de mucosa gástrica:<br />
omeprazol, pantaprozol,etc.<br />
Acido hialurónico: se trata de un<br />
polisacárido de elevado peso<br />
molecular. Se encuentra<br />
fundamentalmente en el líquido<br />
sinovial, humor acuoso, piel y<br />
cartílago. Se administra de forma<br />
intraarticular, en ciclos de 3 a 5<br />
inyecciones. El beneficio obtenido<br />
oscila entre 6 y 8 meses. Los<br />
estudios clínicos le ot<strong>org</strong>an una<br />
eficacia superior al placebo y similar<br />
a los esteroides intraarticulares,<br />
aunque por sus características y a<br />
diferencia de estos, su acción es<br />
lenta y prolongada.<br />
El sulfato de glucosamina,<br />
componente del cartílago y en<br />
concreto de los<br />
glucosaminoglicanos, ha<br />
demostrado su capacidad para
proteger el anabolismo del<br />
cartílago, aumentando la síntesis de<br />
proteoglicanos y colágeno tipo II.<br />
Por ello, se le utiliza como<br />
condroprotector. En estudios<br />
clínicos, se ha demostrado una<br />
capacidad para aliviar los síntomas<br />
de la artrosis similar al ibuprofeno,<br />
aunque de forma más lenta y<br />
progresiva.<br />
Condroitin sulfato: igual que el<br />
sulfato de glucosamina, el<br />
condroitin sulfato ha demostrado “in<br />
vitro”<br />
tener capacidad para<br />
aumentar la síntesis de<br />
proteoglicanos y colágeno tipo II,<br />
por cuanto el anabolismo se refiere.<br />
En el apartado clínico, ha<br />
demostrado una mayor efectividad<br />
que el placebo y una acción similar<br />
para el alivio de los síntomas que el<br />
diclofenaco. Estudios en rodilla y<br />
manos le confieren propiedades<br />
como fármaco modificador de la<br />
estructura.<br />
Infiltraciones con corticoides: los<br />
esteroides intraarticulares han<br />
mostrado su efectividad frente a<br />
placebo. Clásicamente, se les<br />
ot<strong>org</strong>aba benef icios a corto plazo<br />
y<br />
se había postulado un posible<br />
efecto deletéreo sobre el cartílago.<br />
Sin embargo, estudios recientes<br />
han demostrado su eficacia a largo<br />
plazo sin efectos nocivos sobre la<br />
estructura del cartílago articular. En<br />
este sentido, la terapia intraarticular<br />
con corticoides, está especialmente<br />
indicada en las fases inflamatorias<br />
del proceso, especialmente<br />
cuando<br />
ésta se a compaña de derrame<br />
articular.<br />
<br />
Analgésicos tópicos: son poco<br />
efectivos, pero en algunos<br />
pacientes con problemas digestivos<br />
importantesdan resultado, quizás<br />
resulten el único tratamiento ya que<br />
prácticamente no presentan<br />
efectos<br />
secundarios perjudiciales. La<br />
capsaicina es uno de ellos.<br />
453<br />
Tratamiento quirúrgico:<br />
Las indicaciones de la cirugía<br />
de la<br />
artrosis<br />
depende del estadío en que se<br />
encuentre la articulación patológica, de<br />
las alteraciones anatómicas, de la<br />
incapacidad que produzca al paciente y<br />
del efecto que haya obtenido con los<br />
tratamientos previos.<br />
En la actualidad, las técnicas<br />
quirúrgicas más habituales son<br />
aquellas que sustituyen todos los<br />
componentes articulares afectos por el<br />
proceso degenerativo, es decir, las<br />
llamadas genéricamente “Prótesis<br />
totales”. Las articulaciones más<br />
beneficiadas por esta técnica<br />
son las<br />
de cadera y rodilla, aún cuando ya<br />
hace unos cuantos años, se ha<br />
extendido su indicación para las<br />
artrosis de tobillo, hombro, codo,<br />
muñeca y dedos de la mano<br />
(Figura 23.5).<br />
Figura 23.5. Prótesis articulares. A) de<br />
cadera. B) de rodilla. C) de tobillo. D) de<br />
hombro. E) de codo. F) de la articulación<br />
trapeciometacarpiana.<br />
Otras técnicas como la artrodesis, se<br />
reservan para los procesos<br />
degenerativos que afectan al raquis, si<br />
bien hay que ser muy precisos en sus<br />
indicaciones para obtener resultados<br />
clínicos aceptables.<br />
23.2. Artritis reumatoide<br />
23.2.1. Introducción:<br />
La artritis reumatoide (AR) es una<br />
enfermedad inflamatoria crónica que se<br />
caracteriza por una sinovitis
poliarticular y simétrica, con tendencia<br />
a la destrucción<br />
articular y que<br />
ocasiona diferentes grados<br />
de<br />
alteración de la capacidad funciona<br />
(Figura 23.6). Pueden existir también<br />
manifestaciones<br />
extraarticulares.<br />
Figura 23.6. Evolución de la AR en una<br />
articulación sinovial. A) articulación<br />
normal. B) estadíos evolutivos. Obsérvese<br />
que en primer lugar se afecta la snovial,<br />
para posteriormente invadir el cartílago<br />
articular, destruyéndolo en su totalidad en<br />
su fase final.<br />
23.2.2. Incidencia:<br />
Afecta al 0,5-1 % de la población<br />
general en todo el mundo y las mujeres<br />
muestran una incidencia casi tres<br />
veces mayor que la de los hombres. Su<br />
prevalencia aumenta con la edad.<br />
23.2.2. Etiología y patogénesis:<br />
La AR implica una sinovitis de origen<br />
inmunológico automantenida, en cuyo<br />
mecanismo intervienen la inmunidad<br />
humoral y celular. Varios tipos de<br />
antígenos<br />
leucocitarios humanos (HLA)<br />
se han relacionado con la aparición<br />
de<br />
la enfermedad; el más prevalente es el<br />
tipo HLA-DR4, si bien no se conoce el<br />
desencadenante exacto de este<br />
proceso. No obstante, se ha propuesto<br />
que el factor etiológico de la iniciación<br />
de este complejo proceso es un<br />
antígeno ambiental, posiblemente de<br />
origen infeccioso y favorecido por una<br />
predisposición genética. En este<br />
sentido, se ha establecido claramente<br />
esta relación en dos artropatías<br />
inflamatorias, la enfermedad de Lyme y<br />
la artritis reactiva, y se ha sugerido su<br />
intervención como agente causal en<br />
otras varias enfermedades<br />
inmunológicas o autoinmunes, como la<br />
sarcoidosis, la psoriasis y la arteritis de<br />
células gigantes. Algunos estudios<br />
recientes en el<br />
ser humano sugieren<br />
454<br />
que los retrovirus o el virus de Epstein-<br />
Barr pueden ser los desencadenantes<br />
más probables de la AR, aunque todo<br />
ello está aún por dilucidar. Sea como<br />
fuere, la secuencia posterior de los<br />
acontecimientos que conducen a la<br />
aparición de la sinovitis reumatoide es<br />
aceptada de manera universal. El<br />
resumen de esta secuencia de eventos<br />
es la siguiente (Figura 7): la aparición<br />
del<br />
antígeno ambiental causal por parte<br />
de una célula de presentación<br />
de<br />
antígenos (APC), inicia la cascada<br />
fisiopatológica de producción de<br />
citocinas, de anticuerpos por parte de<br />
las células T, fundamentalmente las del<br />
fenotipo CD4, y proliferación de células<br />
B. Las citocinas producidas por las<br />
células T ejercen sus efectos<br />
catabólicos sobre la matriz<br />
cartilaginosa y son responsables de la<br />
activación de las células B y su<br />
diferenciación para dar lugar a células<br />
plasmáticas productoras de<br />
anticuerpos, que se encargan<br />
entonces<br />
de producir inmunoglobulinas IgG e<br />
IgM. Por otra parte, la angiogénesis<br />
sinovial, que es esencial para la<br />
proliferación sinovial y desarrollo del<br />
pannus reumatoide característico, se<br />
produce en respuesta a las citocinas<br />
como la IL-1 y el TNF-α. Asimismo, las<br />
células de tipo fibroblástico del pannus<br />
y la membrana sinovial producen, entre<br />
otros productos, colagenasa y<br />
estromolisina,<br />
dando lugar a la<br />
degradación<br />
de la matriz cartilaginosa y<br />
la erosión del hueso. Los anticuerpos<br />
para el colágeno tipo II y otros tipos<br />
menores de colágeno presentes en el<br />
cartílago articular pueden<br />
dar lugar a<br />
complejos inmunitarios que forman<br />
depósitos en el cartílago o son<br />
liberados al líquido sinovial, con lo que<br />
aumenta en mayor medida el proceso<br />
inflamatorio. Esta alteración de la<br />
reactividad inmunitaria o respuesta de<br />
anticuerpos parece desempeñar un<br />
papel importante en la progresión de la<br />
AR, pero no en la iniciación de la<br />
enfermedad. Los neutrófilos que son<br />
atraídos al líquido sinovial son<br />
activados por la fagocitosis de restos<br />
celulares y complejos<br />
inmunes, con lo<br />
que se produce una mayor liberación
de colagenasa y estromolisina,<br />
prostaglandinas y producción de<br />
especies moleculares de superóxido,<br />
que perpetúan y activan continuamente<br />
el proceso inflamatorio. A pesar de la<br />
presencia de múltiples factores que<br />
tienden a inhibir estos procesos<br />
catabólicos, habitualmente se produce<br />
una lesión articular irreversible debido a<br />
que las actividades anabólicas son<br />
superadas ampliamente por los<br />
procesos inflamatorios que se han<br />
indicado antes.<br />
Figura 23.7. Principales células y<br />
productos celulares involucrados en el<br />
proceso inflamatorio de mediación<br />
inmunitaria de la AR. APC: célula de<br />
presentación de antígenos; Ag: antígeno;<br />
MHC: complejo de histocompatibilidad<br />
mayor; TCR: receptor de células T; TNF- α:<br />
factor de necrosis tumoral α; IL-1:<br />
interleucina 1; TGB-β: factor de crecimiento<br />
transformador β; IFN-γ: interferón γ; INF- β:<br />
factor<br />
de necrosis tumoral ; β NOS: óxido<br />
nítrico sintasa<br />
inducible; PMN: células<br />
polimorfonucleares.<br />
23.2.3. Diagnóstico:<br />
No existe ninguna prueba<br />
patognomónica que permita un<br />
diagnóstico de certeza de la AR. El<br />
diagnóstico se basa en la presencia de<br />
un cuadro clínico característico<br />
(poliartritis<br />
crónica de distribución<br />
simétrica<br />
con afectación prácticamente<br />
constante<br />
de pequeñas articulaciones<br />
de manos), en combinación con datos<br />
de laboratorio (en especial, el factor<br />
reumatoide<br />
en el suero) y radiológicos<br />
(erosiones<br />
articulares). Sin embargo, el<br />
diagnóstico<br />
de la AR puede ser difícil a<br />
causa<br />
de que puede comenzar<br />
gradualmente<br />
y por síntomas muy<br />
sutiles.<br />
Asimismo, los análisis de<br />
455<br />
sangre y las radiografías pueden ser<br />
normales al inicio del proceso.<br />
Dentro de este apartado hay que<br />
diferenciar las manifestaciones<br />
articulares propiamente dichas de las<br />
extraarticulares.<br />
• Manifestaciones articulares:<br />
El proceso inflamatorio suele afectar a<br />
varias articulaciones (poliarticular), pero<br />
a veces permanece semanas o<br />
meses en una sola articulación. Es<br />
habitualmente simétrica, siendo las<br />
articulaciones más a menudo<br />
involucradas las metacarpofalángicas<br />
(MCFs) e interfalángicas proximales<br />
(IFPs), las muñecas, las rodillas, los<br />
tobillos y las metatarsofalángicas. El<br />
raquis cervical también participa a<br />
menudo de la enfermedad, si bien el<br />
resto de la columna y las sacroilíacas<br />
están intactas, salvo raras<br />
excepciones. Las artritis son crónicas,<br />
destructivas, anquilosantes y<br />
deformantes. La inflamación sinovial o<br />
sinovitis se manifiesta por rigidez<br />
dolorosa articular matinal, como una<br />
sensación de “entumecimiento”, que<br />
aparece en el momento de despertarse<br />
o después de un reposo prolongado.<br />
Constituye un síntoma de gran valor<br />
para el diagnostico puesto que está<br />
presente en la gran mayoría de los<br />
pacientes, si bien debe tener más de<br />
15 minutos de duración. Sus signos<br />
son limitación de la movilidad articular<br />
que desencadena dolor cuando se<br />
intenta forzar el movimiento, dolor a la<br />
presión sobre la articulación y, si ésta<br />
es superficial,<br />
hinchazón y aumento del<br />
calor local, en general sin rubor. En la<br />
hinchazón concurren una hipertrofia<br />
sinovial y un derrame articular que no<br />
es fácilmente perceptible más que en la<br />
rodilla. Tal como se ha comentado, la<br />
hinchazón es un signo muy importante<br />
entre los criterios de la ARA<br />
(Asociación Americana de<br />
Reumatología), aunque es difícil de<br />
afirmar cuándo es mínimo, sobre todo<br />
en las IFPs y en los tobillos. Al lado de<br />
esta forma de comienzo, que constituye<br />
la “forma típica” y que se presenta en el<br />
60 % de los casos, existen otras entre<br />
las cuales las más frecuentes son:
1) Forma de comienzo por artralgias<br />
persistentes de larga duración. 2)<br />
Forma de comienzo por síntomas<br />
generales, presentes por varios meses.<br />
3) Comienzo por rigidez matinal como<br />
único síntoma presente, pero también<br />
de larga evolución. 4) Comienzo<br />
por<br />
compromiso de tejidos blandos. 5)<br />
Poliartritis aguda. 6) Episodios de<br />
reumatismo palindrómico en forma<br />
episódica (dos o tres) y luego aparece<br />
la artritis típica.<br />
A nivel de la extremidad superior,<br />
fundamentalmente la mano, la<br />
enfermedad suele comenzar como una<br />
oligoartritis distal que afecta a<br />
muñecas, articulaciones MCFs, sobre<br />
todo la 2ª ó 3ª, y las IFPs (Figura 23.8).<br />
Figura 23.8. Tumefacción fusiforme de las<br />
articulaciones digitales en el curso inicial de<br />
una mano con AR. Como signo indicativo<br />
de inflamación, los pliegues articulares<br />
dorsales de las IFPs, tienden a ser más<br />
tenues y más anchos que los observaos en<br />
una mano normal.<br />
Los signos inflamatorios siguen un<br />
ritmo nictameral clásico y con carácter<br />
habitualmente simétrico. Al inicio del<br />
proceso, la exploración clínica no nos<br />
ofrece muchos datos salvo la<br />
tumefacción articular, especialmente en<br />
dedos, que adoptan un aspecto<br />
fusiforme evocador. En algunos casos,<br />
puede observarse de manera precoz o<br />
incluso inaugural, una tenosinovitis de<br />
extensores y/o de flexores (Figura 9).<br />
En esta fase inicial de la enfermedad,<br />
456<br />
existe una escasísima repercusión<br />
general con determinaciones analíticas<br />
y estudios radiográficos casi normales,<br />
salvo un discreto aumento de la<br />
velocidad de sedimentación globular.<br />
Figura<br />
23.9. Tenosinovitis de extensores<br />
en una<br />
muñeca con AR.<br />
Una<br />
vez pasada esta primera fase,<br />
denominada<br />
aguda o inflamatoria, le<br />
sigue<br />
una segunda fase, subaguda ó<br />
proliferativa, en la que se va<br />
destruyendo<br />
progresivamente las<br />
articulaciones por invasión de la<br />
hipertrofia sinovial o pannus. Esta<br />
hipertrofia es perfectamente objetivable<br />
por inspección, especialmente en las<br />
articulaciones periféricas como son,<br />
aparte de las manos, las rodillas,<br />
tobillos y pies. Finalmente y como<br />
consecuencia de la inestabilidad que se<br />
instaura en las articulaciones, se<br />
produce el colapso<br />
de las mismas con<br />
la aparición de deformidades<br />
originadas por contracturas musculares<br />
antiálgicas prolongadas y por la<br />
desviación<br />
articulares.<br />
de los ejes mecánicos<br />
• Manifestaciones Extraarticulares:<br />
Las manifestaciones extraarticulares<br />
de la AR son frecuentes, algunas de las<br />
cuales permiten confirmar el<br />
diagnóstico; mencionaremos las más<br />
habituales:<br />
- Compromiso muscular. Es<br />
frecuente observar la debilidad y
atrofia muscular, principalmente a<br />
nivel de los interóseos dorsales de<br />
la mano y del cuádriceps, las cuales<br />
se instauran de forma rápida en el<br />
transcurso de las primeras<br />
-<br />
semanas. La fatiga se manifiesta<br />
por una sensación de cansancio<br />
que aparece al despertarse y va<br />
incrementándose en el transcurso<br />
del día, especialmente por la tarde.<br />
Nódulos subcutáneos. Los nódulos<br />
reumatoideos aparecen en los sitios<br />
de presión, regiones olecraneanas,<br />
aquílea y occipucio; son de tamaño<br />
variable,<br />
firmes, no dolorosos y no<br />
se adhieren a la piel; su incidencia<br />
varía entre el 20 y el 35 % de los<br />
casos. Su estructura histopatológica<br />
permite confirmar el diagnóstico<br />
(Figura 10).<br />
- Anemia. Es uno de los datos más<br />
frecuentes; generalmente es de tipo<br />
normocítico normocrómico, pero en<br />
algunos casos puede ser de tipo<br />
hipocrómica.<br />
- Alteraciones cardiovasculares. La<br />
AR puede producir lesiones en<br />
diferentes sitios y componentes<br />
de<br />
este aparato: pericarditis,<br />
miocarditis, endocarditis,<br />
enfermedad coronaria, fibrosis<br />
miocárdica, enfermedad valvular y<br />
vasculitis.<br />
- Aparato respiratorio. Las<br />
complicaciones más frecuentes<br />
producidas por la AR son: fibrosis<br />
intersticial, derrame pleural, artritis<br />
cricoaritenoidea, nódulos<br />
parenquimatosos<br />
pulmonar.<br />
y arteritis<br />
- Compromiso neurológico. La lesión<br />
más frecuente es el síndrome del<br />
túnel carpiano. Desde el punto de<br />
vista psiquiátrico encontramos con<br />
mucha frecuencia ansiedad y<br />
-<br />
depresión.<br />
Piel y anejos. En los periodos<br />
avanzados de la enfermedad, la piel<br />
de los pacientes se torna atrófica,<br />
lisa y brillante, lo cual favorece la<br />
aparición de úlceras, sobre todo en<br />
las piernas. Es relativamente<br />
frecuente el eritema palmar.<br />
457<br />
- Compromiso ocular. La AR puede<br />
afectar las diferentes capas<br />
del<br />
globo ocular; las lesiones más<br />
frecuentes son escleritis,<br />
epiescleritis, queratitis, uveitis,<br />
úlcera de córnea y glaucoma.<br />
- Síndrome de SJögren. Constituye<br />
una de las complicaciones más<br />
frecuentes de la AR; su frecuencia<br />
varía según los diferentes autores<br />
entre el 10 y el 80 %.<br />
Figura 23.10. Nódulos subcutános. A) a<br />
nivel del codo. B) a nivel de la mano.<br />
En cuanto a los estudios por la imagen,<br />
La radiología convencional continúa<br />
siendo un método de diagnóstico útil,<br />
muchas veces irremplazable, en la<br />
evaluación de pacientes con AR. Los<br />
estudios son sencillos, no invasivos y<br />
de costo relativamente bajo. Lo que se<br />
observa en las radiografías son los<br />
cambios resultantes del proceso<br />
inflamatorio crónico que se presentan<br />
en las articulaciones.<br />
En este contexto,<br />
las radiografías que resultan más útiles<br />
en el diagnóstico de la AR son las de<br />
las manos y muñecas y, en algunos<br />
casos, las de los pies. Los hallazgos<br />
observados son múltiples y variados,<br />
desde un ligero aumento de las partes<br />
blandas periarticulares hasta graves<br />
destrucciones óseas (Tabla 23.III).
Tabla 23.III. Signos radiográficos más<br />
frecuentes en la AR.<br />
• Aumento de volumen de las partes<br />
blandas periarticulares.<br />
• Osteoporosis yuxtaarticular.<br />
• Disminución del espacio articular.<br />
• Periostitis.<br />
• Erosiones articulares.<br />
• Destrucción articular.<br />
• Subluxaciones, luxaciones,<br />
alteraciones en el alineamiento.<br />
• Anquilosis (fibrosa, ósea).<br />
• Masas de partes blandas (quiste<br />
poplíteo, nódulos subcutáneos).<br />
• Factor reumatoide (FR).<br />
Figura 23.11. Imagen radiográfica de una<br />
mano con AR de largo tiempo de evolución.<br />
Obsérvese que existe una osteoporosis<br />
difusa de<br />
todos los huesos de la mano,<br />
junto<br />
con una anquilosis ósea del carpo así<br />
como una osteolisis prácticamente<br />
completa de la cabeza del cúbito.<br />
Datos de Laboratorio.<br />
Ya se ha indicado que el diagnóstico<br />
de la AR es ante todo clínico y aunque<br />
los exámenes de laboratorio son de<br />
gran ayuda, no contamos con una<br />
prueba específica y definitiva que nos<br />
confirme en el 100 % de los casos, el<br />
diagnóstico. No obstante, hay algunos<br />
458<br />
datos que sugieren que estamos ante<br />
la presencia de una AR.<br />
• Hematología:<br />
Los hallazgos mas notorios son:<br />
anemia de tipo inflamatoria,<br />
leucocitosis y trombocitosis en las<br />
fases agudas de la enfermedad y VSG<br />
aumentada.<br />
El FR es un anticuerpo dirigido contra<br />
la fracción Fc de las Inmunoglobulinas<br />
G (IgG) sobre los que viene a fijarse el<br />
complemento. De hecho, cualquiera<br />
que sea su tipo de inmunoglobulina<br />
(IgM, IgG, IgA o IgE), todos los FR<br />
poseen una actividad antiglobulínica<br />
dirigida contra las IgG. En la práctica<br />
sólo se determina la IgM. Con las<br />
técnicas actuales el valor de referencia<br />
que se considera positivo, es mayor de<br />
300 Ul/ml, y se debe tener en cuenta<br />
que su especificidad no es muy alta y<br />
su comportamiento muy variable. Así,<br />
al inicio de la enfermedad, el FR puede<br />
ser negativo, incluso durante los dos<br />
primeros años de su evolución. Sin<br />
embargo, en la enfermedad ya<br />
establecida su positividad es del 75 al<br />
85 % (AR seropositiva), es decir,<br />
siempre va a existir un grupo de<br />
pacientes que cursan sin FR (AR<br />
seronegativa). Una vez se encuentra el<br />
FR, no es necesario repetirlo, ya que el<br />
título no se correlaciona con la<br />
actividad de la enfermedad.<br />
• Anticuerpos antinucleares (AN):<br />
Los AN pueden encontrarse positivos<br />
en la AR. No obstante, las cifras son<br />
muy variables y oscilan entre un 15 a<br />
un 70 % de los casos. El patrón que se<br />
observa con más frecuencia es el<br />
moteado grueso que es inespecífico. Si<br />
se encuentran otros patrones, debe<br />
investigarse la posibilidad de lupus<br />
eritematoso<br />
sistémico.<br />
• Líquido sinovial (LS):<br />
El LS es de tipo inflamatorio<br />
con un<br />
gran<br />
incremento de leucocitos y de<br />
polimorfonucleares (PMN), aumento de<br />
proteínas, coágulo de mucina pobre,<br />
disminución de la viscosidad y<br />
presencia de ragocitos y de “cuerpos<br />
de arroz”. Debe<br />
destacarse el interés<br />
del estudio del complemento en el<br />
líquido sinovial y sobre todo de la<br />
relación complemento
sinovial/complemento<br />
sérico, el cual se metatarsofalángicas no exista<br />
una<br />
encuentra muy disminuida en el curso perfecta simetría.<br />
de<br />
la AR.<br />
5. Nódulos subcutáneos<br />
situados sobre<br />
prominencias óseas ó en superficies<br />
23.2.4. Criterios diagnósticos:<br />
extensoras.<br />
El diagnóstico de la AR es 6. Factor reumatoide positivo en el<br />
esencialmente clínico, razón por la cual suero.<br />
se deben realizar un interrogatorio y un 7. Cambios radiológicos característicos<br />
examen clínico óptimos. Entre los en muñeca o manos, que deben incluir<br />
métodos semiológicos, contamos las erosiones.<br />
fundamentalmente con la inspección y<br />
la palpación. El<br />
médico que atiende al Para diagnosticar<br />
una AR, se requiere<br />
paciente con una probable AR, debe la presencia de cuatro de los siete<br />
realizar estos dos métodos de examen criterios mencionados;<br />
los cuatro<br />
con el máximo cuidado y además debe primeros deben estar presentes por lo<br />
tener experiencia, sobre todo para la menos durante 6 semanas. Estos<br />
palpación de las diferentes estructuras criterios no deben ser tomados siempre<br />
articulares. En este sentido “ningún en forma absoluta y estricta; su mayor<br />
artilugio puede reemplazar los dedos utilidad se refiere a los estudios<br />
del examinador”. Para el diagnóstico y epidemiológicos más que al diagnóstico<br />
clasificación de la AR, la Asociación mismo. Finalmente, no se debe olvidar<br />
Americana de Reumatología, postuló que cada articulación expresa su lesión<br />
en 1956, una serie de criterios que en forma diferente,<br />
razón por la cual el<br />
fueron revisados en 1987 por un comité médico debe conocer a fondo la<br />
internacional de expertos (Tabla anatomía, la fisiología y la semiología<br />
23.IV). Dichos criterios continúan aún articulares.<br />
siendo válidos para establecer el Sin embargo, estos criterios pueden<br />
diagnóstico de la AR, aunque en los presentarse también en otro tipo de<br />
estadíos iniciales de la enfermedad, enfermedades reumáticas, por lo que<br />
esta clasificación no es apropiada.<br />
es preciso realizar un buen diagnóstico<br />
diferencial. Entre estas enfermedades<br />
Tabla 23.IV. Criterios diagnósticos de la que pueden manifestarse por una<br />
Asociación Americana de Reumatología<br />
(ARA), revisados en 1987.<br />
poliartritis, existen unas cuantas que es<br />
necesario descartar antes de aceptar el<br />
1. Rigidez matutina en/o alrededor de<br />
diagnóstico de AR (Tabla 23.V)<br />
las articulaciones, como mínimo de una<br />
hora de duración.<br />
2.<br />
Artritis de tres o más articulaciones,<br />
Tabla 23.V. Lista de enfermedades a<br />
excluir en el diagnóstico de AR.<br />
asociada a hinchazón de partes • Lupus eritematoso sistémico.<br />
blandas<br />
y/o derrame articular.<br />
Las • Osteoartropatía hipertrofiante neúmica.<br />
catorce posibles áreas<br />
articulares de • Periarteritis nodosa.<br />
afectación son: MCFs, IFPs, muñecas, • Atrofias nerviosas.<br />
codos, rodillas, tobillos y • Polimiositis.<br />
metatarsofalángicas.<br />
• Alcaptonuria.<br />
3. Artritis en las articulaciones de las • Esclerodermia.<br />
manos. Al menos una de las<br />
articulaciones de la muñeca, MCFs o<br />
IFPs, debe presentar hinchazón y/o<br />
derrame articular.<br />
4.<br />
Artritis simétrica<br />
con afectación<br />
simultánea<br />
de las mismas áreas<br />
articulares<br />
a<br />
ambos<br />
lados del cuerpo. Sin embargo<br />
se<br />
acepta que en las MCFs, IFPs o<br />
•<br />
•<br />
•<br />
•<br />
•<br />
•<br />
•<br />
•<br />
•<br />
•<br />
Mieloma.<br />
Fiebre reumática.<br />
Eritema nodoso.<br />
Gota.<br />
Leucemias y Linfomas.<br />
Atritis infecciosa aguda.<br />
Espondilitis anquilosante.<br />
Artritis tuberculosa.<br />
Reumatismo<br />
psoriásico.<br />
Síndrome de Reiter.<br />
459
• Artritis en las enteropatías.<br />
• Síndrome hombro – mano.<br />
23.2.5. Tratamiento:<br />
La AR como enfermedad sistémica,<br />
afecta al paciente en su aspecto<br />
biológico, psicológico y social, razón<br />
por la cual el tratamiento debe ser<br />
“integral” con el fin de ofrecerle una<br />
mejor calidad de vida (Tabla 23.VI).<br />
Tabla 23.VI. Objetivos del tratamiento de<br />
la AR.<br />
• Control de la inflamación.<br />
• Control del dolor.<br />
• Conservación de la función.<br />
• Prevención de las secuelas.<br />
• Corrección de las deformidades cuando<br />
ya se han presentado.<br />
En este sentido, el 80 % de los<br />
pacientes que llevan más de 12 años<br />
con la enfermedad, presentan algún<br />
tipo de incapacidad, mientras que el 16<br />
% están totalmente incapacitados. Por<br />
otra parte, las expectativas de vida de<br />
estos pacientes es corta, con una<br />
media de 7 años para los hombres y de<br />
3 años para las mujeres, cifras<br />
comparables con la mortalidad<br />
encontrada en el linfoma de<br />
Hodgkin, la diabetes o en los<br />
hemipléjicos cerebrales. La razón de<br />
este pobre pronóstico se explica<br />
fundamentalmente<br />
por la afectación<br />
extraarticular de la enfermedad, las<br />
infecciones intercurrentes y las<br />
frecuentes complicaciones derivadas<br />
del tratamiento con AINES. En<br />
general,<br />
la AR requiere tratamiento de<br />
por vida que incluye diversos<br />
medicamentos, fisioterapia, y<br />
posiblemente cirugía orientada a aliviar<br />
los signos y síntomas de la<br />
enfermedad. De todos ellos, el<br />
tratamiento farmacológico constituye el<br />
eje del programa básico, el cual debe<br />
instaurarse lo más rápidamente posible<br />
para evitar y/o minimizar el desarrollo<br />
de daño articular irreversible. En este<br />
sentido, es preciso recordar que existe<br />
un breve periodo de tiempo<br />
entre el<br />
inicio<br />
de la sinovitis y lesión<br />
osteoarticular.<br />
Al respecto y a nivel de<br />
460<br />
la mano, se ha observado<br />
que en el 70<br />
% de los pacientes, se presentan<br />
signos radiográficos de erosiones<br />
articulares durante los dos primeros<br />
años de la enfermedad.<br />
• Tratamiento médico:<br />
Hasta hace unos 20 años, el<br />
tratamiento de la AR se ha basado en<br />
un modelo “piramidal”, que consistía en<br />
la utilización inicial de antiinflamatorios<br />
no esteroideos (AINEs), el empleo<br />
juicioso de corticoides y, tras un año de<br />
observación de la evolución de la<br />
enfermedad, la inclusión de un fármaco<br />
inductor de remisión o modificador de<br />
la evolución de la enfermedad<br />
(FARAL), que se mantenía en espera<br />
de su eficacia o reacción adversa para<br />
cambiarlo por otro. Esta actitud se ha<br />
modificado en los últimos años ante la<br />
evidencia de que la AR no es una<br />
enfermedad benigna y de que las<br />
lesiones radiológicas se pueden<br />
observar en los dos primeros años de<br />
evolución. De ahí, que el empleo de un<br />
FARAL que, teóricamente modifica la<br />
evolución de la enfermedad, se realice<br />
de forma más temprana y que<br />
se<br />
propugnen terapias combinadas más<br />
agresivas que permitan llegar a una<br />
remisión de la enfermedad más<br />
rápidamente. No es el propósito de<br />
este libro el realizar unas pautas<br />
terapéuticas concretas para el paciente<br />
con AR, pues creemos que compite<br />
exclusivamente al Reumatólogo. No<br />
obstante, creemos oportuno citar<br />
aquellos fármacos más utilizados en el<br />
tratamiento de la AR. Así tenemos:<br />
• Antiinflamatorios<br />
(AINES).<br />
no esteroideos<br />
• Corticosteroides<br />
sistémicos<br />
•<br />
(generalmente, a dosis inferiores a<br />
10 mg de prednisona/día)<br />
o locales<br />
(articulares).<br />
Analgésicos, antideprsivos.<br />
• Modificadores de la enfermedad<br />
(FARAL): disminuyen la actividad<br />
antiinflmatoia y la progresión del<br />
daño articular. La estrategia<br />
terapeutica actual incluye la<br />
introducción precoz de estos<br />
fármacos a todo paciente<br />
diagnosticado de AR.
• Antimaláricos (cloroquina,<br />
hidroxicloroquina).<br />
• Leflunomida.<br />
• Otros: ciclosporiona, penicilamina,<br />
minociclina.<br />
• Terapias biológicas.<br />
• Sales de oro.<br />
• Metotrexato.<br />
• Sulfasalazina.<br />
Asimismo, y dado que hipotéticamente<br />
todos los pacientes con AR desarrollan<br />
en menor o mayor grado una<br />
osteoporosis, es importante aportar<br />
calcio en la dieta (1200-1500 mg/d) y<br />
vitamina D (400 UI/d). Por otra parte,<br />
aquellos pacientes cuyo tratamiento ha<br />
sido y será en el fututo a base de<br />
corticoides, deberán monotorizarse con<br />
densitometrías anuales con el fin de<br />
establecer si existe o no una<br />
osteoporosis secundaria, en cuyo caso<br />
está justificado su tratamiento con<br />
drogas antirresortivas como los<br />
bifosfonatos y la calcitonina.<br />
• Tratamiento quirúrgico:<br />
Una sinovitis persistente puede llegar<br />
a producir una pérdida irreversible del<br />
cartílago articular, deformidades<br />
articulares y roturas tendinosas que<br />
provocan limitaciones funcionales<br />
importantes, así como dolor que no<br />
siempre se controla con medicaciones<br />
analgésicas. Ante estas situaciones<br />
debemos plantear un posible<br />
tratamiento quirúrgico, bien mediante<br />
una sinovectomía en las fases iniciales<br />
de la enfermedad, liberación de<br />
compresiones neurológicas, cirugía<br />
correctora de deformidades y/o<br />
sustituciones protésicas. Si bien la<br />
cirugía en la AR es un proceso electivo<br />
que podemos planear generalmente<br />
con tiempo, hay situaciones en las que<br />
debe realizarse con prontitud, pues de<br />
lo contrario se pueden producir<br />
situaciones irreversibles de muy difícil<br />
solución. Entre estas cirugías, cabe<br />
destacar, por ejemplo, la estabilización<br />
de una luxación atlo-axoidea con<br />
sintomatología neurológica secundaria<br />
y/o la sinovectomía dorsal de la<br />
muñeca antes de que se produzcan<br />
461<br />
roturas tendinosas. Sea como fuere,<br />
este tipo de cirugía requiere un equipo<br />
médico quirúrgico bien entrenado, y<br />
para ello, es importante conocer la<br />
institución, la experiencia de los<br />
cirujanos, la evaluación pre y<br />
postoperatoria del paciente y la<br />
rehabilitación, aspecto éste a tener muy<br />
en cuenta, no solo en las persones que<br />
requieran cirugía, sino en todos los<br />
demás pacientes con AR, pues se<br />
considera uno de los pilares esenciales<br />
del tratamiento para restaurar y<br />
optimizar la función de las<br />
articulaciones afectas por el proceso<br />
patológico.<br />
Al igual que en la artrosis, cuando el<br />
paciente llega<br />
a la fase estructural del<br />
proceso,<br />
es decir, con deformidades<br />
articulares fijas de orígen óseo, las<br />
pocas alternativas quirúrgicas son de<br />
tipo reconstructivo, mediante el empleo<br />
de prótesis articulares totales. En este<br />
aspecto,<br />
mientras<br />
las indicaciones son<br />
restringidas para el hombro, codo y<br />
muñeca, en las de la cadera y rodilla se<br />
benefician ampliamente de esta opción.<br />
23.3. Artropatías Neuropáticas<br />
(Articulación de Charcot)<br />
23.3.1. Introducción:<br />
Descritas por Charcot en 1868, se<br />
definen como artropatías degenerativas<br />
de evolución crónica y progresiva que<br />
afecta a las articulaciones periféricas y<br />
a la columna y que surgen como<br />
consecuencia de una inervación<br />
sensitiva anómala de la articulación.<br />
23.3.2. Etiología y etiopatogenia:<br />
La pérdida de las aferencias sensitivas,<br />
como ocurre en la lepra, tabes,<br />
siringomielia<br />
y diabetes, especialmente<br />
las<br />
dolorosas y propioceptivas, es la<br />
condición indispensable para que se<br />
produzca la artropatía neuropática,<br />
pero se desconoce cuál es el<br />
mecanismo real de su aparición, en la<br />
que los micro y macrotraumatismos<br />
repetidos juegan un papel fundamental.<br />
Sin embargo, se cree que la patogenia<br />
de la enfermedad sería la siguiente: la<br />
falta de sensibilidad (analgesia),<br />
permite una movilidad excesiva de la
articulación sin la aparición de los<br />
reflejos musculares antagónicos de<br />
estos movimientos. Estos movimientos<br />
anómalos producen un derrame<br />
articular, no aferentizado por el<br />
enfermo, que dilata la cápsula y<br />
distorsiona las inserciones<br />
ligamentosas, originando una laxitud<br />
articular por falta de inmovilización del<br />
miembro, al pasar el cuadro inadvertido<br />
por el paciente. Esta laxitud articular<br />
favorece la aparición de fracturas<br />
intraarticulares con alteración en las<br />
superficies deslizantes y un aumento<br />
de la incongruencia articular. En estas<br />
fases hay una respuesta histológica<br />
similar a la de la artrosis: fisurización<br />
cartilaginosa, ulceración del mismo,<br />
proliferación<br />
osteofítica y esclerosis<br />
subcondral, que se combina con la<br />
presencia de fracturas articulares<br />
reiteradas. La imagen<br />
ana<strong>tomo</strong>patológica es una exageración<br />
de la de la artrosis, tanto en las<br />
respuestas titulares y en la velocidad<br />
de su aparición. Asimismo, hay una<br />
hipertrofia sinovial con aumento de las<br />
vellosidades y formación de<br />
abundantes cuerpos libres articulares<br />
por<br />
desprendimiento<br />
de fragmentos<br />
cartilaginosos durante los traumatismos<br />
y movimientos anómalos<br />
de la<br />
articulación. Al final, queda una<br />
articulación bailante, por distensión<br />
cápsuloligamentosa,<br />
destrucción de las<br />
superficies articulares<br />
y sinovitis<br />
hipertrófica asociada. Sin embargo y a<br />
diferencia de las artrosis, nunca hay<br />
anquilosis espontáneas.<br />
23.3.3. Diagnóstico:<br />
Es más frecuente su aparición en el<br />
varón adulto, aunque varía según la<br />
etiología, con un máximo de incidencia<br />
entre los 40 y 60 años de edad. Las<br />
articulaciones más afectadas son la<br />
rodilla, el tobillo y pie, la columna, y la<br />
cadera. Si la causa es la siringomielia,<br />
el hombro es la articulación más<br />
frecuentemente lesionada, donde suele<br />
ser unilateral, mientras que en las otras<br />
formas, casi la mitad de los casos<br />
muestran alteraciones bilaterales y<br />
simétricas. Una tercera parte de los<br />
pacientes no tienen dolor y en el resto<br />
462<br />
éste es moderado, desproporcionado<br />
con las lesiones existentes. Se inicia<br />
fundamentalmente o como una lesión<br />
monoarticular de una gran articulación,<br />
o por alteración de varias pequeñas<br />
articulaciones vecinas, como son las<br />
del tarso.<br />
Las fracturas espontáneas, los<br />
derrames articulares marcados por la<br />
alteración del perfil articular y la<br />
inestabilidad, suelen llevar al<br />
diagnóstico del cuadro, que cursa<br />
habitualmente por derrames sinoviales<br />
muy abundantes, desencadenados por<br />
nuevos traumatismos banales. Estas<br />
fases de derrame van siendo menos<br />
importantes a medida que avanza la<br />
destrucción articular. En las<br />
artropatías neuropáticas por causa de<br />
la diabetes, es frecuente la aparición de<br />
una infección sobreañadida.<br />
En cuanto al estudio radiográfico, éste<br />
suele ser normal en las fases muy<br />
iniciales de la enfermedad. Sin<br />
embargo, a los pocos días y semanas<br />
después del comienzo, se hace<br />
evidente la lisis ósea, la cual puede<br />
llevar a la desaparición de los extremos<br />
óseos (Figura 23.12).<br />
Figura 23.12. Artropatía neuropática del<br />
codo por siringomielia. A) proyección<br />
anteroposterior. B) proyección de perfil.<br />
En cambio, en la rodilla y columna, la<br />
atrofia ósea se asocia a una esclerosis<br />
y ostefitosis exageradas. Debido a<br />
estas diferencias de presentación, las<br />
artropatías neuropáticas suelen<br />
clasificarse en atróficas e hipertróficas,<br />
dependiendo del patrón que adopten y<br />
que, en muchos casos, es
característico del tipo de enfermedad<br />
que causa la artropatía (Figura 23.13).<br />
Figura 23.13. Artropatía diabética<br />
neuropática del pie. A) proyección<br />
anteroposterior. B) proyección oblicua.<br />
Asimismo y por lo que hace referencia<br />
a la clínica, las manifestaciones que se<br />
presentan suelen variar también con<br />
respecto a la etiología<br />
desencadenante. Así tenemos que:<br />
23.3.3.1. Artropatía tabética:<br />
Es la más frecuente de todas. Aparece<br />
aproximadamente<br />
en el 10 % de<br />
los<br />
enfermos y se localiza preferentemente<br />
en los miembros inferiores,<br />
especialmente<br />
(Figura 23.14).<br />
en la rodilla<br />
Figura 23.14. Artropatía tabética<br />
bilateral<br />
de rodillas.<br />
Cuando se afecta la columna, se<br />
producen modificaciones groseras de<br />
los perfiles vertebrales con<br />
desplazamientos de los mismos y<br />
esclerosis acentuadas.<br />
Con frecuencia, la artropatía precede<br />
al resto de la clínica tabética. Su<br />
característica fundamental es que son<br />
463<br />
prácticamente indoloras con grandes<br />
destrucciones articulares.<br />
23.3.3.2.<br />
Artropatía siringomielica:<br />
Menos frecuente que la anterior, suele<br />
iniciarse tardíamente en el curso de la<br />
enfermedad, de forma unilateral, y<br />
localizarse fundamentalmente en el<br />
miembro superior, a nivel del hombro,<br />
donde la forma atrófica desemboca en<br />
una luxación<br />
permanente. A diferencia<br />
de las demás artropatías neuropáticas,<br />
la siringomielica se asocia con periodos<br />
álgidos en las fases agudas<br />
(Figura 23.15).<br />
Figura 23.15. Artropatía siringomielica del<br />
hombro.<br />
23.3.3.3. Artropatía diabética:<br />
Afecta aproximadamente al 1 % de los<br />
diabéticos al cabo de un largo tiempo<br />
de evolución. La edad media de<br />
aparición es a los 60 años, y se localiza<br />
preferentemente a nivel del pie, donde<br />
puede asociarse a trastornos<br />
isquémicos e infecciosos, siendo<br />
ambos procesos muy frecuentes en<br />
este tipo de pacientes. Suele cursar por<br />
brotes y, en las fases agudas, se<br />
acompañan de manifestaciones<br />
inflamatorias importantes. Las úlceras<br />
plantares<br />
son también frecuentes. La<br />
imagen<br />
radiográfica es la de un a<br />
osteolisis asociada a intentos de<br />
reconstrucción ósea y a la presencia<br />
frecuente de fracturas espontáneas<br />
(Figura 13). Las formas muy<br />
evolucionadas<br />
dan imágenes muy<br />
abigarradas. Las rodillas y demás<br />
articulaciones se afectan en menor<br />
grado y son menos recuentes.
• Otras artropatías neuropáticas:<br />
- Lepra<br />
- Analgesia congénita<br />
- Aeropatía úlcero-mutilante familiar o<br />
enfermedad de Thevenard.<br />
23.3.4. Tratamiento:<br />
El mejor tratamiento de la artropatía<br />
neuropática es la profilaxis de la<br />
enfermedad de base: diabetes y lúes<br />
como causas más frecuentes. Sin<br />
embargo, cuando aparece la artropatía,<br />
hay que enseñar al paciente a proteger<br />
su articulación, e indicar, en las formas<br />
muy inestables, la utilización de tutores<br />
y férulas externas para evitar la<br />
sobrecarga.<br />
La cirugía suele tener<br />
resultados<br />
mediocres y deben aconsejarse en las<br />
lesiones muy avanzadas de los<br />
miembros inferiores y la columna.<br />
La intervención de elección es la<br />
artrodesis, aún cuando exige mucho<br />
tiempo para conseguir la consolidación,<br />
precisando además, de una fijación<br />
adicional muy rígida. Sin embargo, en<br />
la actualidad y siempre que la<br />
enfermedad esté estabilizada, tanto<br />
para la cadera como para la rodilla, es<br />
preferible realizar una artroplastia total,<br />
En ocasiones, cuando se le asocia<br />
una infección ósea, frecuente en las<br />
articulaciones distales de los dedos del<br />
pie, hay que proceder a la amputación.<br />
23.4. Artropatía hemofílica<br />
23.4.1. Introducción:<br />
Los pacientes con déficit del factor VIII<br />
(hemofilia clásica o A) o del factor IX<br />
(hemofilia B ó enfermedad de<br />
Christmas) pueden desarrollar un<br />
sangrado articular<br />
durante el curso de<br />
su enfermedad. Cuando este sangrado<br />
se repite en el tiempo da lugar a una<br />
artropatía secundaria, conocida como<br />
hemofílica.<br />
23.4.2. Incidencia y tipos:<br />
La hemofilia es una enfermedad<br />
hereditaria recesiva ligada al sexo. La<br />
deficiencia de factor VIII (hemofilia A)<br />
aparece en el 85 % de los pacientes, y<br />
tiene una incidencia de 1 por cada<br />
5.000 niños nacidos vivos. En cambio,<br />
464<br />
la deficiencia de factor IX (hemofilia B)<br />
representa el 15 % restante, con una<br />
incidencia de 1 por cada 30.000 niños<br />
nacidos vivos. La hemofilia puede<br />
aparecer en cualquier grupo etnico o<br />
racial. El 25 % de los nuevos casos de<br />
hemofilia<br />
A ocurren sin antecedentes<br />
familiares, por lo que se cree que los<br />
casos esporádicos se deben a<br />
mutaciones genéticas.<br />
23.4.3. Fisiopatología:<br />
Lo más típico de la hemofilia es la<br />
hemorragia intraarticular. La<br />
hemartrosis suele<br />
comenzar en la<br />
primera<br />
infancia, poco tiempo después<br />
de que los pacientes empiecen a<br />
caminar. Una sola hemartrosis puede<br />
dar lugar a una sinovitis leve, que<br />
puede predisponer a la articulación<br />
diana a más hemartrosis. Entonces<br />
comnzará un ciclo de sinovitis crónica,<br />
artritis inflamatoria y artropatía patía<br />
progresiva (Figura 16).<br />
Figura 23.16. Esquema<br />
del ciclo que inicia<br />
la hemartrosis, hasta llegar a la sinovitis<br />
crónica y a la artropatía progresiva.<br />
23.4.4. Clasificación:<br />
Los dos sistemas de clasificación<br />
radiográfica de la artropatía hemofílica<br />
que<br />
se utilizan habitualmente son los<br />
de Petterson y Arnold-Hilgartner<br />
modificada. Esta última clasificación es<br />
fácil<br />
de recordar y está estructurada<br />
para<br />
la toma de decisiones<br />
quirúrgicas.<br />
Cada grado representa una alteración<br />
patológica significativa, que influye en<br />
el pronóstico y en las diferentes<br />
opciones terapéuticas (Tabla 23 VII.<br />
Figura 23.17).
Figura 23.17. Clasificación radiográfica de la artropatía<br />
hemofílica según Arnold- Hilgartner<br />
modificada (ver texto). A) Grado I. B) Grado II. C) Grado<br />
III. D) Grado IV.<br />
23.4.5. Diagnóstico:<br />
Las hemorragias aparecen<br />
tanto en la<br />
hemofilia<br />
tipo A como la B, y desde el<br />
punto de vista clínico, tienen un<br />
comportamiento similar, caracterizado<br />
por:<br />
• Hemorragias copiosas internas o<br />
externas a nivel de las mucosas,<br />
dando con frecuencia epistaxis y<br />
hemorragias bucales y, con menor<br />
cuantía, hematemesis.<br />
• Hemorragias músculoesqueléticas,<br />
especialmente articulares. Tanto en<br />
la hemofilia A como en la B, se<br />
diferencian tres grados de gravedad<br />
en función del déficit de factor: a)<br />
Severas, en las que el grado de<br />
actividad del factor deficitario es<br />
inferior al 1 %. B) Moderadas, en<br />
465<br />
las que el grado de actividad de sus<br />
factores se sitúa entre el 1 y el 5 %. C)<br />
leves, cuando la actividad supera al<br />
5 %.<br />
Con excepciones, hay una buena<br />
correlación entre las manifestaciones<br />
clínicas, la intensidad y la frecuencia de<br />
las hemorragias y el nivel de los<br />
factores VIII y IX. Así, los casos graves,<br />
presentan hemartrosis con frecuencia,<br />
sin un antecedente traumático claro,<br />
mientras que en las formas leves, la<br />
hemorragia aparece después de un<br />
traumatismo manifiesto. Un 10 %<br />
aproximadamente de los hemofílicos<br />
tipo A, presenta anticuerpos circulantes<br />
contra el factor VIII, cuya presencia<br />
dificulta el tratamiento<br />
médicoquirúrgico, al inhibir el factor
transfundido. En la formas B aparecen<br />
también, pero en menor intensidad.<br />
En cuanto a las manifestaciones<br />
musculoesqueléticas, sin duda, son los<br />
derrames hemáticos articulares<br />
(hemartrosis) y las hemorragias<br />
musculares, las más frecuentes.<br />
Por lo que hace referencia a las<br />
hemartrosis, éstas aparecen en el 80 %<br />
de los hemofílicos, y la mayoría de las<br />
veces no es el síntoma inicial. Son muy<br />
frecuentes en los casos graves, en los<br />
cuales llegan a presentarse hasta 30<br />
episodios de hemartrosis en un año.<br />
Suelen iniciarse precozmente, al inicio<br />
de la marcha, y alcanzan su máxima<br />
incidencia entre los 4 años y la<br />
adolescencia, disminuyendo<br />
claramente después de los 20 años de<br />
edad. Hay un factor individual<br />
determinante de la expresión variable<br />
de la hemofilia en enfermos con la<br />
misma tasa de factor VIII o IX.<br />
Las articulaciones más afectadas son:<br />
rodilla (50 – 70 %), codo (20 – 50 %) y<br />
tobillo (15 – 50 %). La cadera y hombro<br />
presentan hemartrosis con mucha<br />
menos frecuencia, siendo excepcional<br />
en las pequeñas articulaciones.<br />
La clínica de la hemartrosis es<br />
evidente, pues produce una distención<br />
capsular apreciable, que desencadena<br />
intenso dolor junto con contractura<br />
refleja debido al espasmo muscular<br />
secundario. A la larga, esta contractura<br />
se hace fija, manteniendo las<br />
articulaciones en semiflexión. En las<br />
fases tardías, son frecuentes las<br />
malposiciones articulares persistentes,<br />
producidas porla fibrosis articular y las<br />
alteraciones de los ejes de los<br />
miembros, secundarias a las<br />
contracturas musculares reflejas. A la<br />
larga, se instaura una artropatía<br />
crónica,<br />
como consecuencia de los<br />
repetidos episodios de hemartrosis.<br />
La<br />
frecuencia y el número de<br />
articulaciones alteradas están en<br />
función de la intensidad de la hemofilia,<br />
de forma que en la totalidad de los<br />
casos graves con menos del factor VIII<br />
ó IX circulante, hay una o varias<br />
articulaciones lesionadas de forma<br />
irreversible después de los 15 años.<br />
466<br />
Desde el punto de vista clínico se han<br />
realizado diferentes clasificaciones<br />
funcionales de la articulaciones<br />
afectadas. No es el propósito de este<br />
libro imponer ninguna, pues cada<br />
hospital seguramente posee un<br />
protocolo específico. Sin embargo,<br />
apuntamos la clasificación de DePalma<br />
en 1967, la cual distingue cuatro<br />
estadíos (Tabla 23.VIII):<br />
Tabla 23.VIII. Clasificación clínica de la<br />
artropatía hemofílica (DePalma, 1967).<br />
1. Articulación normal sin alteraciones<br />
funcionales.<br />
2. Hay una disminución de la<br />
movilidad, pero sin pérdida de la<br />
función.<br />
3. Hay una pérdida mayor de la<br />
movilidad y de la función articular.<br />
Las contracturas en flexión y las<br />
desviaciones axiales de los<br />
4.<br />
miembros son frecuentes.<br />
Puede haber una pérdida completa<br />
de la movilidad. Las alteraciones<br />
posicionales se acompañan de una<br />
artrosis muy avanzada o de una<br />
anquilosis ósea articular.<br />
23.4.6. Tratamiento:<br />
La clave para que la prevención de la<br />
artropatía hemofílica tenga éxito es<br />
tratar las hemartrosis iniciales antes de<br />
que se produzca la sinovitis crónica y<br />
las erosiones de las superficies<br />
articulares. En este sentido, debe<br />
diferenciarse el tratamiento propio de la<br />
hemofilia y el específico de la artropatía<br />
hemofílica.<br />
• Tratamiento general de la hemofilia:<br />
La terapia de sustitución ideal sería el<br />
proveer a estos pacientes de un nivel<br />
útil de los factores deficitarios a lo largo<br />
de la vida. Como eso aún no es<br />
posible, se administran los factores VIII<br />
o<br />
IX durante las fases de hemorragia<br />
aguda, cirugía y extracciones<br />
odontológicas, con el fin de mantener<br />
un nivel de coagulabilidad aceptable<br />
hasta que la lesión vascular se ha<br />
curado.<br />
El factor VIII se puede administrar<br />
como crioprecipitado obtenido en los
ancos de sangre a partir de plasma<br />
fresco, o bien como concentrado<br />
farmacológico liofilizado, mientras que<br />
para la hemofilia B se emplean los<br />
concentrados del complejo<br />
protrombínico, que junto con el factor<br />
IX, lleva los demás factores de la<br />
vitamina K dependientes: protrombina,<br />
factores VII, IX y X:<br />
Todos estos pacientes deben ser<br />
tratados de forma que los periodos<br />
frecuentes a una hemorragia, sean lo<br />
más corto posibles, con el fin de poder<br />
incorporarse lprecozmente a su vida<br />
normal.<br />
Como el cuadro se inicia en niños,<br />
hay que mantener su escolaridad y<br />
permitirles desarrolar la máxima<br />
actividad física posible, compatible con<br />
la ausencia de hemorragias. La<br />
rehabilitación continuada es un factor<br />
fundamental para luchar contra las<br />
atrofias musculares que se instauran<br />
forma rápidamente en estos enfermos,<br />
especialmente<br />
a nivel de la rodilla.<br />
• Tratamiento específico de la<br />
artropatía hemofílica:<br />
Las hemartrosis de las articulaciones<br />
todavía<br />
no dañadas deben tratarse<br />
agresivamente mediante artrocentesis,<br />
sustitución del factor deficitario de<br />
forma regular, fisioterapia y<br />
seguimiento clínico de las sinovitis<br />
leves. La inmovilización con férula de la<br />
articulación afecta durante algunos días<br />
ayuda a reducir el riesgo de sangrado<br />
recidivante y a facilitar la resolución de<br />
la sinovitis. Es importante realizar<br />
exploraciones periódicas hasta que la<br />
articulación vuelva a recuperar su<br />
467<br />
movilidad completa y no exista ni<br />
derrame<br />
ni hipertrofia sinovial.<br />
La indicación para una artrocentesis<br />
en articulaciones con artropatía<br />
moderada<br />
o intensa (grados III y IV)<br />
dependerá<br />
del dolor y de la afectación<br />
funcional, ya que<br />
entonces puede ser<br />
ya demasiado tarde para prevenir la<br />
destrucción de las superficies<br />
articulares. En algunos pacientes con<br />
hemartrosis tempranas, las inyecciones<br />
intraarticulares con corticoides, junto<br />
con la inmovilización enyesada durante<br />
2 semanas, pueden ser eficaces. Sin<br />
rembargo, hhay que utilizar la terapia<br />
sustituttiva del factor deficitario hasta<br />
que las hemartrosis se resuelvan<br />
completamente.<br />
En cuanto al papel de la cirugía, suele<br />
reservarse para aquellos pacientes en<br />
que el proceso es crónico, es decir, con<br />
recidivas repetidas de hemartrosis y<br />
antes de que se produzca la<br />
destrucción articular irreversible. En<br />
estos casos, es prudente efectuar una<br />
sinovectomía, la cual puede realizarse<br />
a cielo abierto, por artroscopia o<br />
químicamente por medio de isótopos<br />
radioactivos. Sin embargo, sea cual<br />
fuere el procedimiento a efectuar, es<br />
preciso conocer que, si bien la<br />
sinovectomía es muy eficaz en reducir<br />
la frecuencia del sangrado articular, no<br />
es posible mejorar la degeneración<br />
articular existente, de forma que el<br />
dolor artrósico persistirá, o incluso<br />
empeorará con las nuevas hemartrosis<br />
recidivantes.<br />
El resumen de lo comentado en este<br />
apartado de tratamiento, puede<br />
observarse<br />
en la figura 23.18.
Figura 23.18. Tratamiento de las hemartros is agudas. FAH: factor antihemofílico.<br />
IA: intraarticular. * = puede realizarse una segunda sinovectomía radiactiva.<br />
Finalmente, las articulaciones que<br />
están gravemente dañadas y que no<br />
permiten una deambulación correcta<br />
por el dolor que producen, serán<br />
candidatas a técnicas reconstructivas,<br />
468<br />
como las artroplastias totales,<br />
fundamentalmente en cadera y rodilla,<br />
aunque hay que tener presente que<br />
conllevan frecuentes y graves<br />
complicaciones.
CAPITULO 24. INFECCIONES<br />
OSEAS Y ARTICULARES.<br />
INFECCIONES<br />
DE LA MANO<br />
24.1. Introducción:<br />
Las infecciones piógenas y no<br />
piógenas de los huesos (osteomielitis)<br />
y articulaciones (artritis séptica),<br />
continúan representando una serie<br />
amenaza, tanto para la viabilidad de la<br />
extremidad afecta como para la vida<br />
del paciente.<br />
A pesar de los recientes avances que<br />
se han producido en el diagnóstico, el<br />
desarrollo de nuevos antibióticos y el<br />
perfeccionamiento de las técnicas<br />
quirúrgicas, el tratamiento de las<br />
infeccions en ortopedia y traumatología<br />
continúa siendo un problema clínico de<br />
muy difícil solución, pues como es bien<br />
conocido, aunque se introduzcan<br />
nuevos fármacos antimiocrobianos, los<br />
micro<strong>org</strong>anismos<br />
desarrollan<br />
resistencias frente a los antibióticos<br />
relacionados.<br />
Al mismo tiempo, las restricciones<br />
hospitalarias respecto al uso de los<br />
antibióticos han complicado la<br />
selección de los medicamentos y han<br />
hecho que la consulta a especialistas<br />
en enfermedades infecciosas sea<br />
imprescindible en muchos casos. Por<br />
todo ello, se hace necesario un alto<br />
grado de sospecha clínica, una<br />
intervención precoz y un tratamiento<br />
agresivo, ya que las bacterias y otros<br />
micro<strong>org</strong>anismos, están pasando a ser<br />
menos sensibles al tratamiento médico.<br />
24.2. Osteomielitis piógenas:<br />
24.2.1. Introducción:<br />
Se define como osteomielitis la<br />
infección del hueso. Las raices de la<br />
palabra osteomielitis provienen de<br />
osteon (hueso) y myelo<br />
(médula) que,<br />
combinadas con el sufijo itis<br />
(inflamación), definen el proceso clínico<br />
por el cual el hueso es infectado por<br />
micro<strong>org</strong>anismos.<br />
469<br />
La osteomielitis de los huesos largos<br />
incluye infecciones que difieren una de<br />
otra con respecto a la duración,<br />
etiología, patogénesis, extensión sobre<br />
el hueso y tipo de paciente, el cual<br />
puede ser un neonato, un niño y/o un<br />
adulto, con o sin enfermedades<br />
preexistentes.<br />
24.2.2. Clasificación:<br />
Si bien se han desarrollado múltiples<br />
sistemas de clasificación de las<br />
osteomielitis, las tres más comúnmente<br />
aceptadas hacen referencia a: 1)<br />
tiempo de evolución; 2) vía de<br />
propagación y 3) partes anatómicas del<br />
hueso afectadas, lo que Cierney<br />
denomina “estadíos anatómicos de la<br />
infección”.<br />
Con respecto al tiempo de evolución,<br />
cuando los signos y síntomas clínicos<br />
aparecen durante los 10 primeros días<br />
tras el cuadro inicial, se considera que<br />
la infección es aguda, mientras que las<br />
infecciones que sobrepasan este<br />
periodo se consideran crónicas. En<br />
estas últimas, la progresión puede<br />
tener lugar a lo largo de meses o años.<br />
Por lo que hace referencia a la vía de<br />
propagación, las osteomielitis se<br />
clasifican en: 1) hematógenas, cuando<br />
se origina de una bacteriemia;<br />
2) Contiguas, a consecuencia de una<br />
infección local próxima al hueso; 3)<br />
asociada a una insuficiencia vascular, y<br />
4) causada directamente por el<br />
micro<strong>org</strong>anismo, a través de heridas<br />
penetrantes y/o derivada de una<br />
cirugía.<br />
Por último, el sistema de clasificación<br />
de acuerdo a la zona anatómica del<br />
hueso afectada, incluye cuatro estadios<br />
de afectación ósea: 1) Estadio I, o<br />
medular, donde la infección está<br />
confinada en la cavidad medular ósea.<br />
Las osteomielitis hematógenas y las
infecciones secundarias a la<br />
introducción de clavos endomedulares<br />
son ejemplos de este estadio; 2)<br />
Estadio II, o superficial, donde la<br />
infección afecta solamente a la cortical<br />
ósea y que generalmente se origina a<br />
partir de una inoculación directa o por<br />
un foco contiguo de infección;<br />
3) Estadio III, o localizada, en el cual la<br />
osteomielitis afecta tanto la cortical<br />
como la medular ósea, aunque el<br />
hueso permanece estable debido a que<br />
el proceso infeccioso no ha invadido la<br />
totalidad del diámetro del hueso y, 4)<br />
Estadio IV, o difusa, donde la infección<br />
afecta la totalidad del hueso, con<br />
pérdida de estabilidad, tal como ocurre<br />
en las pseudartrosis sépticas.<br />
Asimismo<br />
y con dicho sistema de<br />
estadiaje, un paciente con osteomielitis<br />
se clasifica además en tipo A, B o C,<br />
dependiendo de si presenta o no un<br />
compromiso local o sistémico asociado<br />
(Tabla 24.I). En este contexto, un<br />
paciente del tipo A, no presenta ningún<br />
factor local y/o sistémico agravante; el<br />
tipo B, tanto puede presentar factores<br />
de tipo local (Bl), sistémico (Bs) o<br />
ambos (Bls), mientras que un paciente<br />
de tipo C, es aquél en el que está tan<br />
afectado por factores locales y<br />
sistémicos, que el tratamiento<br />
necesario para erradicar su infección<br />
conlleva un inaceptable riesgobeneficio.<br />
Tabla 24.I. Sistema de clasificación de las<br />
osteomielitis de acuerdo a la zona<br />
anatómica ósea afectada y al tipo de<br />
paciente que la padece.<br />
470<br />
24.2.3. Etiología:<br />
La etiología de la osteomielitis es<br />
diferente si el paciente es un niño o un<br />
adulto. Así, en el niño, la gran mayoría<br />
de los casos es hematógena, mientras<br />
que en el adulto, generalmente es<br />
debida a traumatimos, principalmente<br />
fracturas abiertas y/o lesiones gravesde<br />
los tejidos blandos, cuadros de<br />
insuficiencia vascular, diabetes y/o<br />
infecciones de heridas quirúrgicas. Sin<br />
embargo, cuando la osteomielitis en el<br />
adulto tiene un orígen hematógeno, la<br />
causa suele ser característicamente la<br />
drogradicción por vía intravenosa.<br />
En cuanto al micro<strong>org</strong>anismo<br />
implicado, también difiere en cuanto a<br />
la edad de presentación. Así, en los<br />
neonatos, los tres agentes patógenos<br />
más frecuentemente hallados en los<br />
hemocultivos y/o en los cultivos de<br />
hueso son el Staphylococcus aureus, el<br />
Streptococcus agalactiae y la<br />
Escherichia coli, mientras que en los<br />
niños de más de un año, el<br />
Staphylococcus aureus, el<br />
Streptococcus pyogenes y el<br />
Haemophilus influenzae, son los<br />
micro<strong>org</strong>anismos más habitules.<br />
En los adultos, el Staphylococcus<br />
aureus es el <strong>org</strong>anismo más<br />
comúnmente aislado, siendo<br />
responsable al menos del 90 % de los<br />
casos de osteomielitis hematógena<br />
aguda. No obstante, en muchas<br />
ocasiones se aislan numerosos<br />
micro<strong>org</strong>anismos, especialmente<br />
cuando la osteomielitis es secundaria a<br />
traumatismos abiertos. Es en estos<br />
casos en los que, a los agentes<br />
patógenos ya citados, se le asocian<br />
bacilos gram negativos y <strong>org</strong>anismos<br />
anaerobicos.<br />
24.2.4. Patogénesis:<br />
El hueso normal es altamente<br />
resistente a la infección, la cual<br />
solamente ocurre cuando existe un<br />
foco bacteriano importante,<br />
un<br />
traumatismo grave o la presencia de<br />
cuerpos extraños. Esta es una<br />
enfermedad, en la que el mecanismo
aislado más importante en su<br />
patogénesis, es la capacidad de las<br />
bacterias para adherirse al hueso; esta<br />
característica patogénica lleva a que la<br />
osteomielitis sea una infección difícil de<br />
curar.<br />
El desarrollo rápido y precoz de la<br />
osteomielitis hematógena no tratada se<br />
caracteriza por la presencia de un foco,<br />
inicialmente pequeño, de inflamación<br />
bacteriana con hiperemia y edema en<br />
el hueso trabecular y en la médula de<br />
la región metafisaria de un hueso largo.<br />
A diferencia de los tejidos blandos,<br />
capaces de extenderse para adaptarse<br />
a la tumefacción, el hueso presenta un<br />
espacio cerrado y rígido y, por tanto, el<br />
edema precoz propio del proceso<br />
inflamatorio, produce un brusco<br />
descenso de la presión intraósea que<br />
explica el síntoma dolor grave y<br />
constante. Al formarse pus, aumenta<br />
todavía más la presión local, con el<br />
consiguiente compromiso de la<br />
circulación confinada a esta zona,<br />
lo<br />
cual, a su vez, conduce a la trombosis<br />
vascular y, en consecuencia, al<br />
desarrollo de una necrosis del hueso.<br />
El área resultante de necrosis, que<br />
puede variar en extensión desde una<br />
pequeña espícula hasta la totalidad de<br />
la diáfisis, acaba separándose, o queda<br />
secuestrada del hueso vivo formado, es<br />
decir, queda aislado un fragmento de<br />
hueso muerto infectado, el cual se le ha<br />
venido en llamar “secuestro”. Alrededor<br />
del mismo y grácias a la neoformación<br />
ósea producida a partir de la capa<br />
profunda del periostio, se produce un<br />
tubo óseo envolvente llamado<br />
“involucrum”, que mantiene la<br />
continuidad del hueso afectado,<br />
aunque hayan muerto y hayan<br />
471<br />
resultado secuestrados grandes<br />
segmentos de la diáfisis (Figura 24.1).<br />
Figura 24.1. Imagen radiográfica de una<br />
osteomielitis hematógena aguda,<br />
secundaria a una fractura abierta de la<br />
diáfisis femoral. (1) secuestro. (2)<br />
involucrum.<br />
Sin embargo, y en los niños, erl<br />
cartílago de crecimiento o fisis, suele<br />
actuar de barrera contra la propagación<br />
directa de la infección, aunque si<br />
resulta dañada en el proceso, en fecha<br />
posterior se observará un grave<br />
trastorno<br />
del crecimiento (Figura 24. 2).<br />
Asimismo, la infección<br />
no controlada<br />
puede producir focos metastáticos de<br />
infección en otros huesos y, lo que es<br />
peor, en otros órganos, particularmente<br />
en los pulmones y en el cerebro.<br />
Además, existe la posibilidad de que,<br />
aunque el paciente sobreviva a la<br />
septicemia, la lesión ósea local, a<br />
menos que sea adecuadamente<br />
tratada, se hace gradualmente crónica<br />
y de muy difícil solución, sino<br />
imposible.
Figura 24.2. Vías de difusión de una osteomielitis<br />
hematógena, no tratada, en el extremo<br />
proximal de la tibia. A) (1) inicialmente, la infección<br />
se extiende en tres direcciones, como viene<br />
representado por las flechas; (2) edema periostico;<br />
(3) edema de los tejidos blandos. B) (1) l<br />
foco original ha aumentado de tamaño; (2) puede existir un exudado inflamatorio en la<br />
articulación de la rodilla, pero no una extensión<br />
directa de la infección; (3) absceso<br />
subperióstico; (4) celulitis de los tejidos blandos suprayacentes. C) (1) la zona de ostomielitis se<br />
ha extendido; (2) el periostio se ha elevado desde el hueso subyacente en una gran zona; (3) la<br />
infección ha atravesado el periostio para producir (4) un absceso ern el tejido blando; (5) el<br />
absceso<br />
ha renado en la superficie cutánea a través de una fístula; (6) la zona de necrosis<br />
ósea<br />
que posteriormente será secuestrada; (7) difusión contínua de la infección en la cavidad<br />
medular.<br />
24.2.5. Diagnóstico:<br />
24.2.5.1. Osteomielitis hematógena<br />
aguda<br />
• En el niño<br />
La osteomielitis hematógena se poduce<br />
con más frecuencia en los niños que en<br />
los adultos, debido a la anatomía<br />
vascular de los huesos en crecimiento,<br />
a la bacteriemia más frecuente y a los<br />
traumatismos repetidos que se<br />
producen en la población pediátrica.<br />
Así, la osteomielitis secundaria a una<br />
bacteremia,<br />
generalmente ocurre en<br />
niños entre 3 y 15 años de edad, pero<br />
se puede observar también en<br />
neonatos. En los niños, la infección se<br />
localiza en un foco único, generalmente<br />
en la metáfisis de los huesos largos y<br />
especialmente en la proximal de la tibia<br />
y la distal del fémur, aunque también se<br />
observa<br />
con cierta frecuencia en el<br />
húmero, peroné, radio y cúbito. La<br />
472<br />
afección de la columna vertebral suele<br />
limitarse al disco intervertebral<br />
/espondilodiscitis), tal como veremos<br />
más adelante.<br />
Clínicamente, la osteomielitis<br />
hematógena en niños se caracteriza<br />
por<br />
la aparición repentina de dolor de<br />
intensidad<br />
progresiva y fiebre. El<br />
paciente presenta letargia,<br />
deshidratación e irritación. En una<br />
etapa temprana de la infección, la<br />
ausencia<br />
de signos locales de<br />
inflamación puede ser desorientadora;<br />
el único signo visible puede ser una<br />
cojera o una limitación en el uso de la<br />
extremidad afectada. Una exploración<br />
minuciosa revela que las articulaciones<br />
adyacentes se encuentran flexionadas<br />
y los músculos de la región se<br />
encuentran contracturados. Si se<br />
explora con suavidad, puede<br />
demostrarse que la movilidad pasiva de<br />
las articulaciones es posible, signo<br />
importante para establecer una
diferencia entre osteomielitis y artritis<br />
séptica, aunque en los recién nacidos y<br />
lactantes, debido a lo delgado de la<br />
cortical ósea y la comunicación<br />
existente con la cápsula articular a<br />
través de los vasos transepifisiarios, la<br />
infección puede progresar rápidamente<br />
hacia la cavidad articular, provocando<br />
una artritis séptica asocida (Figura<br />
24.3).<br />
Figura 24.3. Osteomielitis hematógena<br />
aguda de la metáfisis de un hueso largo<br />
que se ha propagado hacia la cavidad<br />
articular adyacente, infectándola.<br />
En cuanto a las exploraciones por la<br />
imagen, el diagnóstico de la<br />
osteomielitis requiere el uso de<br />
diferentes métodos. El primero de ellos<br />
es la radiología convencional. Sin<br />
embargo, debe haber una pérdida de<br />
más del 5 0%<br />
del mineral óseo para que<br />
los estudios radiográficos sean<br />
positivos. En este sentido, se requiere<br />
una evolución de diez días a tres<br />
semanas para que sean observables<br />
los cambios óseos, los cuales van<br />
desde una rarefacción metafisaria<br />
irregular a una neoformación ósea<br />
subperiostica (Figura 24.4).<br />
Si la infección prosigue sin tratamiento,<br />
la metáfisis del hueso afectado<br />
adquiere un aspecto “apolillado” y, en<br />
algunos casos, pueden apreciarse los<br />
secuestros óseos antes comentados.<br />
En este contexto, de las diferentes<br />
anormalidades radiológicas de la<br />
osteomielitis, como destrucción ósea,<br />
inflamación de los tejidos blandos o<br />
reacción perióstica, el secuestro es el<br />
473<br />
único hallazgo radiográfico que indica<br />
que la infección es activa.<br />
Figura 24.4. Oteomielitis del olécranon.<br />
(A) imágen a las 24 horas de iniciados los<br />
síntomas, donde no se observa ningún<br />
cambio radiográfico. B) a las 3 semanas,<br />
donde puede apreciarse ya una imágen en<br />
sacabocados<br />
que se ha producido en la<br />
punta del olécranon (flecha).<br />
Otro de los estudios por<br />
la imágen que<br />
se emplea para el diagnóstico de<br />
osteomielitis, lo constitye la<br />
gammagrafía ósea con difosfonatos de<br />
99m<br />
Tc. A pesar de su positividad en el<br />
95 % de los casos en las primeras 24<br />
horas, presenta el inconveniente de su<br />
inespecificidad, ya que este marcador<br />
se acumula en cualquier área en la que<br />
el tejido óseo bien vascularizado está<br />
en actividad (Figura 24.5).<br />
Figura 24.5. Imagenes gammagraficas de<br />
una ostomielitis del calcáneo. Obsérvese el<br />
intenso acúmulo del radiofármaco en el<br />
área del caláneo.<br />
La gammagrafía con leucocitos o<br />
inmunoglobulinas marcadas con 67 Ga<br />
o 111 In, menos sensible pero más<br />
específica, puede utilizarse para
confirmar que la hipercaptación de<br />
difosfonatos de 99m Tc es debida a<br />
infección.<br />
En cuanto a los estudios con la TAC<br />
y/o RMN, pueden además revelar la<br />
presencia de edema de tejidos blandos<br />
o de destrucción medular del hueso,<br />
así como cualquier reacción perióstica,<br />
antes de que los estudios radiográficos<br />
sean evidentes. Asimismo, los<br />
abscesos de tejidos blandos pueden<br />
ser detectados con facilidad mediante<br />
la TAC, aunque se ha descrito que la<br />
RMN es más sensible para identificar<br />
estas lesiones. Por último, también la<br />
ecografía puede emplearse para<br />
valorar la participación de las partes<br />
blandas en el proceso.<br />
Por lo que se refiere a los datos de<br />
laboratorio, existen varios parámetros<br />
que son útiles para complementar el<br />
diagnóstico y especiamnte en el<br />
seguimiento del tratamiento de la<br />
ostemielitis hematógena aguda. Así, el<br />
recuento leucocitario se encuentra casi<br />
siempre elevado, con aumento de la<br />
velocidad se sedimentación globular<br />
(VSG) en la mayor parte de los<br />
pacientes. Sin embargo, dicho aumento<br />
suele tardar entre 3 a 5 días hasta<br />
alcanzar su valor máximo. Asimismo, la<br />
determinación de la proteína C reactiva<br />
(PCR), parece ser un mejor medio de<br />
efectuar el seguimiento del curso de la<br />
infección. En este aspecto, las<br />
concentraciones de PCR, que<br />
generalmente están elevadas en el<br />
momento del ingreso, alcanzan su<br />
máximo valor al segundo día, y<br />
disminuyen rápidamente con el<br />
tratamiento adecuado, volviendo a<br />
unos valores normales en el plazo de<br />
una semana.<br />
Sea como fuera, en todos los casos<br />
en los que se sospeche la presencia de<br />
una osteomielitis hematógena aguda,<br />
deberán realizarse hemocultivos (en un<br />
50 % de los casos son positivos) y una<br />
punción ósea para aspirar el material<br />
purulento, aunque ésta debe<br />
demorarse si se sospecha un proceso<br />
maligno. El estudio histopatológico del<br />
hueso, con tinciones especiales,<br />
permite establecer el diagnóstico de<br />
osteomielitis, por lo que la toma de<br />
474<br />
muestras de hueso obtenidas mediante<br />
la técnica de biopsia a cielo abierto o<br />
mediante el procedimiento de biopsia<br />
por punción, generalmente proporciona<br />
información indispensable para el<br />
diagnóstico.<br />
• En el adulto<br />
La osteomielitis hematógena aguda<br />
en el adulto es extraordinariamente<br />
infrecuente, aunque puede darse el<br />
caso de usuarios de drogas<br />
intravenosas o pacientes con catéteres<br />
intravenosos a permanencia<br />
(Figura 24.6).<br />
Figura 24.6. Osteomielitis del cúbito en un<br />
paciente adicto a la heroína.Obsérvese la<br />
gran reacción perióstica existente así como<br />
la presencia de imágenes en sacabocados<br />
en sus corticales.<br />
Sin embargo, casi siempre, la<br />
osteomielitis del adulto es<br />
consecuencia de la inoculación directa<br />
por<br />
heridas penetrantes y/o cirugía, a<br />
una infección local próxima al hueso o<br />
asociada a una insuficiencia vascular.<br />
- Osteomielitis por inoculación<br />
directa por heridas penetrantes<br />
y/o cirugía:<br />
Este tipo de osteomielitis, se asocia<br />
casi siempre con fracturas expuestas o<br />
secundariamente a cirugía realizada<br />
para reconstruir el hueso. En este<br />
sentido, la infección ósea<br />
postoperatoria, es una de las
complicaciones más graves de la<br />
cirugía ortopédica, debido a la gran<br />
morbilidad y pérdida funcional de la<br />
extremidad infectada; no obstante, este<br />
tipo de infecciones no se acompaña de<br />
una mortalidad elevada. La pérdida de<br />
funcionalidad de una de las<br />
extremidades y la necesidad de utilizar<br />
muletas o bastones, con frecuencia<br />
impiden al paciente a volver a su<br />
ocupación previa.<br />
Aunque los nuevos procedimientos<br />
reconstructivos pueden restablecer la<br />
función de la extremidad lesionada,<br />
éstos están contraindicados en<br />
presencia de infección, al menos<br />
incialmente. De esta manera, prevenir<br />
las infecciones esqueléticas<br />
postoperatorias y erradicarlas de<br />
manera precoz cuando aparecen,<br />
deben ser los objetivos fundamentales<br />
de los cirujanos ortopedistas.<br />
- Osteomielitis secundaria a una<br />
infección local próxima al hueso.<br />
Es poco frecuente, aunque hay casos<br />
que constituyen la única vía de entrada<br />
de la infección. Así por ejemplo, la<br />
osteomielitis del sacro puede<br />
observarse en pacientes con úlceras de<br />
decúbito profundas. Asimismo, los<br />
individuos sometidos a cirugía cardiaca<br />
pueden presentar como<br />
complicación<br />
postoperatoria,<br />
una osteomielitis del<br />
esternón, la cual generalmente<br />
es<br />
ocasionada por Staphylococcus<br />
coagulasa negativo.<br />
- Osteomielitis asociada a una<br />
insuficiencia vascular:<br />
Otro tipo de osteomielitis es la<br />
derivada en pacientes con insuficiencia<br />
vascular arterial o en pacientes<br />
diabéticos de larga evolución con<br />
neuropatía periférica. La mayoría de<br />
estos casos, la infección se presenta<br />
exclusivamente a nivel de las<br />
extremidades inferiores. En este<br />
sentido, la osteomielitis complica<br />
aproximadamente una tercera parte de<br />
los individuos con pie diabético a partir<br />
de úlceras cutáneas infectadas; las<br />
infecciones de tejidos blandos pueden<br />
475<br />
diseminarse hasta involucrar el<br />
periostio y la cortical del hueso; esta<br />
infección inicial es llamada osteítis; sólo<br />
cuando la lesión alcanza la cavidad<br />
medular del hueso debe ser llamada<br />
osteomielitis (Figura 24.7).<br />
Figura 24.7. Osteomielitis del primer<br />
metatarsiano complicada con una artritis<br />
séptica del hallux en un pie de un paciente<br />
diabético.<br />
Sea como fuera, el tipo de osteomielitis<br />
del adulto, a excepción de la<br />
hematógna aguda que suele cursar con<br />
los mismos signos y síntomas que en el<br />
niño, el diagnóstico suele demorarse<br />
varias semanas por lo inconistente de<br />
la sintomatología, si bien aquí es<br />
frecuente observar la formación de<br />
fístulas que drenan abundante material<br />
purulento, haciendo obvio el<br />
diagnóstico. También en el adulto, los<br />
estudios radiográficos son<br />
completamente normales en los<br />
primeros estadíos de la enfermedad, o<br />
sólo muestran la presencia de fracturas<br />
o evidencias de la intervención<br />
quirúrgica realizada. La reacción<br />
perióstica, fácilmente visible en las<br />
osteomilitis del niño, usualmente no es<br />
tan prominente debido a que no existe<br />
tanta actividad perióstica como en los<br />
niños. Los cambios radiográficos se<br />
observan de manera más temprana en<br />
huesos pequeños y en pacientes más<br />
jóvenes. Las infecciones de huesos de<br />
mayor densidad, como fémur, sacro y<br />
vértebras lumbares, pueden no ser
visibles por varias semanas e incluso<br />
meses. Es por ello, que en estos casos,<br />
es aconsejable la práctica de una<br />
gammagrafía ósea, pues permiten<br />
complementar<br />
el diagnóstico clínico y<br />
radiográfico inicial.<br />
Asimismo, el estudio hematológico<br />
con el recuento leucocitario, la<br />
determinación de la VSG y PCR,<br />
ayudan a completar el estudio.<br />
Por último, y si además existe una<br />
fístula por la que drena material<br />
purulento, la toma de una muestra para<br />
Gram y cultivo, resulta imprescindible.<br />
Sin embargo, puede existir una<br />
dificultad para la toma de una muestra<br />
adecuada de hueso para el estudio<br />
microbiológico. Con frecuencia los<br />
resultados obtenidos solo muestran el<br />
desarrollo de flora de piel, sin que las<br />
bacterias aisladas sean realmente los<br />
agentes etiológicos de la infección<br />
ósea. La evidencia de infección<br />
mediante el cultivo de muestras<br />
tomadas con escobillón de material de<br />
fístulas o úlceras proporcionan poca<br />
información, a menos<br />
que se obtenga<br />
un<br />
cultivo puro de un micro<strong>org</strong>anismo<br />
único, especialmente si<br />
se trata del<br />
aislamiento del Staphylococcus aureus.<br />
Para acercar el aislamiento obtenido a<br />
la etiología verdadera de la<br />
osteomielitis, deben tomarse muestras<br />
por separado de tejido profundo del<br />
hueso, músculo y aponeurosis. En los<br />
casos de osteomielitis adquirida por<br />
extensión de un proceso infeccioso<br />
contiguo, en los que el hemocultivo<br />
generalmente es negativo y la toma de<br />
cultivos de manera directa con un<br />
escobillón suele dar resultados<br />
confusos, la toma de la muestra ósea<br />
para estudio se debe obtener por<br />
biopsia a cielo abierto.<br />
24.2.5.2. Osteomielitis crónica<br />
El tratamiento inadecuado en la fase<br />
aguda de la osteomielitis hematógena<br />
aguda, hace posible que el proceso<br />
patológico local persista y que se haga<br />
crónico ó que permanezca<br />
relativamente inactivo durante un<br />
tiempo, para reactivarse o recrudecerse<br />
en fecha posterior. Tanto la forma<br />
crónica persistente de osteomielitis<br />
476<br />
como la recurrente, son bastante<br />
difíciles de erradicar.<br />
El contínuo prevalecer de la<br />
osteomielitis hematógena crónica<br />
testifica el frecuente fracaso en el<br />
diagnósico<br />
de la osteomielitis aguda<br />
durante los primeros días de su<br />
aparición así como un inadecuado<br />
tratamiento antibacteriano y el fracaso<br />
de la intervención quirúrgica cuando<br />
está indicada en la fase aguda. La<br />
lesión ana<strong>tomo</strong>patológica más<br />
significativa y que al mismo tiempo<br />
impide su resolución espontánea,<br />
consiste en la presencia de hueso<br />
muerto infectado. A diferencia de lo que<br />
sucede con un segmento de hueso<br />
muerto pero estéril, que es<br />
gradualmente revascularizado,<br />
reabsorbido y reemplazado por hiueso<br />
vivo, el hueso muerto infectado siempre<br />
se separa o se queda secuestrado del<br />
hueso vivo restante, convirtindose por<br />
tanto, en un secuestro (Figura 24.8).<br />
Figura 24.8. Secuestro óseo en la diáfisis<br />
distal de una tibia de un paciente que sufrió<br />
una fractura abierta. A) imagen general de<br />
toda la tibia. B) imagen centrada en el<br />
tercio distal de la misma, donde puede<br />
perfectamente observarse la presencia de<br />
un secuestro óseo (fragmento de hueso<br />
delimitado por flechas).<br />
En el secuestro, las bacterias son<br />
capaces de sobrevivir y continuar<br />
multiplicándose en el interior de los<br />
diminutos canales de Havers, hecho<br />
que impide la revascularización del<br />
mismo y, por tanto, impidiendo la<br />
acción de los fármacos antibacterianos
circundantes. Además, en ausencia de<br />
revascularización, el proceso vivo de<br />
resorción osteoclástica del hueso<br />
muerto no puede alcanzar el secuestro.<br />
Como consecuencia de ello, el<br />
secuestro actúa como un abrigo para<br />
las bacterias y constituye un foco de<br />
infección persistente o recurrente. De<br />
este modo, no puede erradicarse la<br />
infección de forma permanente hasta<br />
que se hayan eliminado todos los<br />
secuestros, o bien mediante el proceso<br />
natural de expulsión espontánea a<br />
través de una abertura en el involucrum<br />
y, por tanto, a través de un tracto<br />
fistuloso hasta el exterior, o mediante la<br />
exéresis quirúrgica. Una zona de<br />
infección permanente en el interior del<br />
hueso trabecular puede quedar<br />
eventualmente encapsulada y<br />
separada del hueso circundante por el<br />
tejido fibroso, formando un absceso<br />
crónico, denominado absceso de<br />
Brodie.<br />
24.2.6. Tratamiento:<br />
• Osteomielitis hematógena aguda<br />
del niño<br />
La osteomielitis hematógena aguda<br />
representa una infección<br />
extremadamente seria que exige un<br />
tratamiento urgente y vigoroso. Tan<br />
pronto como se sospeche el<br />
diagnóstico clínico sobre la base de los<br />
síntomas y signos antes mencionados,<br />
el niño debe ser ingresado en el<br />
hospital para la aplicación de un<br />
tratamiento intensivo. En este sentido,<br />
el plan general de tratamiento más<br />
efectivo es el siguiente:<br />
- Reposo en cama y administración<br />
de analgésicos.<br />
- Medidas generales que incluyen la<br />
administración de líquidos<br />
intravenosos y cuando sea<br />
necesario, la transfusión de sangre.<br />
- Reposo local de la extremidad<br />
afecta, con una férula de “quita y<br />
pon” o con tracción, para reducir el<br />
dolor, retrasar la propagación de la<br />
infección y prevenir la contractura<br />
de los tejidos bandos.<br />
477<br />
- Adiministración inmediata del<br />
antibiotico más adecuado.<br />
- Descompresión quirúrgica de la<br />
infección si en el plazo de 24-48<br />
horas de iniciado el tratamiento<br />
antibiótico no hay respuesta<br />
favorable.<br />
De todas las medidas enumeradas<br />
para combatir la osteomielitis<br />
hematógena aguda, la más importante<br />
es la administración de antibióticos y<br />
por espacio de cuando menos cuatro<br />
semanas, pues es la única manera de<br />
disminuir significativamente la<br />
posibilidad de evolución a una infección<br />
crónica. La vía de administración inicial<br />
de los antibióticos debe ser<br />
intravenosa; una vez controlado el<br />
cuadro agudo se puede cambiar por la<br />
vía oral. Con respecto a los agentes<br />
antimicrobianos, para ser efectivos en<br />
el tratamiento de la osteomielitis,<br />
requieren tener la capacidad de<br />
penetrar en el hueso a concentraciones<br />
suficientes para inhibir el desarrollo de<br />
las bacterias patógenas. En este<br />
sentido, se sabe que la concentración<br />
de los antibióticos, con excepción de<br />
las fluoroquinolonas, a nivel de la<br />
cortical del hueso<br />
suele ser del 5% en<br />
relación<br />
a la concentración plasmática.<br />
Pues bien, para que los antibióticos<br />
sean<br />
bactericidas a nivel del tejido<br />
óseo, se requiere<br />
que las<br />
concentraciones séricas de los mismos<br />
sean muy altas y que se mantengan<br />
por períodos prolongados de tiempo o,<br />
al menos, hasta que se normalicen los<br />
parámetros bioquímicos inflamatorios<br />
(VSG, PCR) y que la clínica así lo<br />
indique.<br />
Dado que el gérmen más<br />
frecuentemente responsable de la<br />
infección es el S. aureus, la<br />
antibioticoterapia suele comenzarse de<br />
forma empírica con una penicilina<br />
antiestafilocócica resistente a la<br />
penicilasa, como es la oxacilina,<br />
cloxacilina o dicloxacilina, aunque<br />
también puede iniciarse con una<br />
cefalosporina de primera generación,<br />
como es la cefazolina. Sin embargo,<br />
hay que tener en cuenta que un 20 %<br />
de las cepas de S. aureus son<br />
resistentes a la penicilina, en cuyo caso
el antibiótico de elección es la<br />
vancomicina. Si la tinción Gram u otros<br />
datos hacen sospechar la participación<br />
de H. influenzae se exige el empleo de<br />
una cefalosporina de tercera<br />
478<br />
generación, y si es la P. aeruginosa, el<br />
empleo de un lactámico activo frente a<br />
esta especie o fluoroquinolonas<br />
(Figura 24.9).<br />
Figura 24.9. Tratamiento antibiótico empleado<br />
en las osteomileitis hematógenas agudas del<br />
niño.<br />
- Osteomielitis postfractura, sin o<br />
con material de osteosíntesis.<br />
Obtener la consolidación de una<br />
fractura infectada pero sin ningún tipo<br />
de material de osteosíntesis puede<br />
parecer difícil, pero muchas fracturas<br />
consolidan sin más operaciones una<br />
vez resuelta la infección, aunque en<br />
ocasiones ello resulta<br />
extraordinariamente difícil y a expensas<br />
de múltiples intervenciones. En general<br />
se requiere:<br />
1) extirpación del hueso muerto o<br />
desvitalizado.<br />
2) extirpación del tejido de granulación<br />
infectado.<br />
3) obliteración del espacio muerto y<br />
4) lograr la consolidación ósea.<br />
Al respecto, existen diversas técnicas<br />
quirúrgicas con las que solucionar<br />
dicho problema. Históricamente, se<br />
utilizaba para ello el relleno de la<br />
cavidad con injertos de esponjosa<br />
tomadas de cresta ilíaca y esperar que<br />
encima de ellos se produjera un tejido<br />
de granulación con el que aplicar un<br />
injerto libre de piel (técnica de la<br />
Papineau). Dicha técnica está<br />
especialmnte indicada en la lesiones<br />
metafisarias, pues en otras<br />
localizaciones los resultados no son tan<br />
buenos. Otra técnica alternativa era<br />
aplicar un injerto corticoesponjoso en la<br />
zona del defecto pero por una vía sana,<br />
con el que se minimizaba la recidiva<br />
de la infección y, en consecuencia, se<br />
evitaba que se lisara el injerto. No<br />
obtante, en uno u otro caso, la<br />
inmovilización se llevaba a cabo<br />
mediante vendaje enyesado, con lo que<br />
no se lograba una adecuada<br />
estabilización del foco de fractura y,<br />
además, no permitía una observación<br />
directa de las heridas. Sin embargo, en<br />
la actualidad y gracias a la<br />
introducción reciente de dispositivos<br />
como la fijación externa, se han<br />
resuelto casi del todo los problemas<br />
observados con los otros métodos. Al<br />
respecto, la técnica con el fijador<br />
externo de Ilizarov, ha permitido que<br />
grandes segmentos de hueso puedan<br />
ser extirpados, mientras que la<br />
estabilidad del hueso es mantenida con<br />
el dispositivo comentado. Mediante<br />
esta técnica, la porción proximal del<br />
hueso puede crecer y suplantar el<br />
segmento de hueso extirpado<br />
debido a<br />
infección (ver figura 4.59. capítulo 4).
En los casos de osteomielitis<br />
secundaria al empleo de material de<br />
osteosíntesis (placas, clavos<br />
endomedulares, etc) se requiere<br />
establecer procedimientos para<br />
estabilizar el hueso afectado. Así por<br />
ejemplo, si la curación del proceso<br />
infeccioso es retardada por la<br />
presencia del material de fijación<br />
interna, es necesario retirarlo y aplicar<br />
una fijación externa, tal como hacíamos<br />
en el supuesto anterior.<br />
Cuando la infección se encuentra<br />
alrededor de una prótesis articular, es<br />
necesario, además de la remoción de<br />
la misma, la exéresis de todo el<br />
material extraño (cemento) así como<br />
desbridamiento del hueso y tejidos<br />
blandos y el uso de cuando menos<br />
cuatro semanas de tratamiento<br />
antimicrobiano por vía parenteral, antes<br />
de reintentar un nuevo reimplante.<br />
- Osteomielitis secundaria a una<br />
insuficiencia vascular:<br />
En la osteomielitis secundaria a<br />
insuficiencia vascular en pacientes con<br />
diabetes mellitas, el tratamiento<br />
dependerá de la perfusión tisular a<br />
nivel del tejido afectado y la extensión<br />
de la infección. Una cirugía para<br />
mejorar la circulación se puede intentar<br />
antes de decidirse la amputación. El<br />
desbridamiento y el uso de antibióticos<br />
de cuatro a seis semanas, puede<br />
beneficiar a los pacientes que aún<br />
mantienen una adecuada oxigenación<br />
de sus tejidos; en los casos en que<br />
ésta es insuficiente, la extensión de la<br />
infección es amplia y que además no<br />
se tiene una adecuada identificación<br />
del agente etiológico, las infecciones<br />
generalmente no suelen controlarse y<br />
tiene que realizarse la amputación de la<br />
extremidad afectada.<br />
Sea cual fuere el tipo de osteomielitis,<br />
de acuerdo a la etiología de la infección<br />
ósea, será la selección del tratamiento<br />
antimicrobiano. En los casos de<br />
osteomielitis por S. aureus sensible a<br />
penicilina puede utilizarse penicilina<br />
sódica 4 millones cada 4 horas,<br />
teniendo como tratamiento alternativo<br />
clindamicina 600 mg cada 6 horas o<br />
479<br />
alguna cefalosporina de primera<br />
generación, como cefazolina 2 g cada 6<br />
horas. En osteomielitis por S. aureus<br />
resistente a penicilina se utiliza una<br />
penicilina resistente a penicilinasas<br />
como dicloxacilina o nafcilina 2 g cada<br />
6 horas; tratamientos alternos son:<br />
clindamicina o cefazolina a las dosis<br />
indicadas anteriormente. En los casos<br />
de infección por S. aureus meticilina<br />
resistente o por Staphylococcus<br />
coagulasa negativa el tratamiento debe<br />
ser con vancomicina 1 g cada 12 horas;<br />
se puede utilizar como tratamiento<br />
alterno teicoplanina 400 mg cada 12<br />
horas.<br />
En las infecciones por<br />
enterobacterias el tratamiento de<br />
elección es con quinolonas, como<br />
ciprofloxacina 750 mg cada 12 horas u<br />
ofloxacina 400 mg cada 12 horas por<br />
vía oral; un tratamiento alternativo es el<br />
uso de cefalosporinas de tercera<br />
generación, como cefodizima o<br />
ceftriaxona 2 g cada 24 horas.<br />
Infecciones por anaerobios pueden<br />
tratarse con clindamicina 600 mg cada<br />
6 horas o con amoxacilina más ácido<br />
clavulánico 2 g cada 8 horas. En la<br />
infección por Pseudomonas aeruginosa<br />
se debe utilizar ceftazidima 2 g cada 8<br />
horas en combinación con un<br />
aminoglucósido cuando menos durante<br />
las dos primeras semanas de<br />
tratamiento, o bien imipenem 500 mg<br />
cada 6 horas Staphylococcus<br />
coagulasa negativa, en alguna ocasión<br />
considerado como contaminante de<br />
muestras para cultivo obtenidas de<br />
hueso, actualmente es reconocido<br />
como un patógeno agresivo que<br />
requiere un tratamiento antimicrobiano<br />
enérgico con vancomicina intravenosa.<br />
Más de 70% de Staphylococcus<br />
coagulasa negativa aislados de<br />
infecciones intrahospitalarias son<br />
resistentes a la meticilina.<br />
Enterococcus fecalis es otra bacteria<br />
Gram positiva, que en los últimos años<br />
ha tomado importancia en la etiología<br />
de las infecciones nosocomiales; una<br />
de las características principales de<br />
esta bacteria es la alta frecuencia de<br />
cepas multirresistentes. Vancomicina o<br />
teicoplanina son la alternativa
terapéutica, tanto para estafilococos<br />
como para enterococos<br />
multirresistentes,<br />
aunque la rifampicina<br />
puede actuar sinérgicamente<br />
para<br />
incrementar la actividad contra<br />
estafilococos. Desafortunadamente, la<br />
vancomicina no penetra<br />
adecuadamente a hueso y es ototóxica<br />
a dosis altas; con frecuencia el<br />
tratamiento tiene que ser suspendido<br />
antes de completar seis semanas.<br />
Actualmente se encuentran en<br />
evaluación nuevos agentes<br />
antimicrobianos potentes, como<br />
teicoplanina y daptomicina,<br />
potencialmente útiles para el<br />
tratamiento de infecciones ocasionadas<br />
por bacterias Gram positivas.<br />
• Osteomielitis crónica:<br />
En la osteomielitis crónica el<br />
tratamiento quirúrgico es indispensable<br />
para poder retirar todo el tejido óseo<br />
desvitalizado y necrótico. Asimismo y<br />
de manera complementaria, es<br />
conveniente que participen<br />
especialistas en terapia física para la<br />
rehabilitación de las limitaciones<br />
funcionales del paciente.<br />
En todos los tipos de osteomielitis, por<br />
lo prolongado del tratamiento, puede<br />
intentarse el tratamiento domiciliario del<br />
paciente, para lo cual se requiere de la<br />
participación de los familiares del<br />
paciente o bien de personal<br />
paramédico para atención a domicilio<br />
del enfermo, los que deben estar<br />
capacitados para realizar las<br />
curaciones requeridas y el manejo<br />
adecuado de catéteres intravenosos<br />
para la administración de antibióticos.<br />
24.2.7. Formas especiales de<br />
infección ósea<br />
24.2.7.1. Espondilodiscitis:<br />
Existen varios factores que han<br />
contribuido al incremento en la<br />
incidencia de infecciones de la columna<br />
vertebral, como son el aumento en la<br />
esperanza de vida de la población<br />
adulta, una mayor incidencia de<br />
enfermedades médicas que presentan<br />
estos pacientes, un aumento en la<br />
frecuencia de la cirugía y la<br />
480<br />
instrumentación sobre la columna, y<br />
una mayor facilidad para el diagnóstico<br />
precoz de espondilodiscitis.<br />
La espondilodiscitis, es una infección<br />
rara en niños menores de 10 años,<br />
aunque cuando se presenta es de muy<br />
difícil diagnóstico; hay un incremento<br />
en su frecuencia entre las edades de<br />
10 a 19 años, siendo el pico más alto<br />
de presentación en individuos mayores<br />
de 50 años de edad. En adultos, la<br />
columna vertebral es la principal<br />
localización de la osteomielitis<br />
hematógena. El incremento en el uso<br />
de drogas intravenosas, ha contribuido<br />
al aumento de casos de infecciones<br />
vertebrales observado en los últimos<br />
años.<br />
La incidencia en cuanto al sexo, se<br />
decanta a favor de los hombres en una<br />
proporción con las mujres de 2/1, con<br />
excepción de los individuos usuarios de<br />
drogas intravenosas, en los cuales la<br />
relación hombre mujer se incrementa<br />
hasta en un 6/1.<br />
Por lo que hace referencia a la<br />
etiología, aunque en un 10 - 20% de los<br />
pacientes informan un traumatismo<br />
reciente, la asociación causal entre<br />
trauma de columna y espondilodiscitis<br />
no ha sido corroborada. La única<br />
enfermedad que se ha relacionado<br />
significativamente con esta patología<br />
es la diabetes mellitus, la cual se<br />
encuentra presente en cerca del 20%<br />
de los pacientes con este tipo de<br />
infección. Entre otros factores<br />
predisponentes de espondilodiscitis,<br />
cabe destacar el rico aporte sanguíneo<br />
de las vértebras, una médula ósea con<br />
gran actividad celular y la falta de una<br />
epífisis de crecimiento verdadera. Los<br />
orígenes de la infección vertebral<br />
suelen ser infecciones de tejidos<br />
blandos, infecciones de las vías<br />
respiratorias, infecciones<br />
odontogénicas, manipulación quirúrgica<br />
de la columna o de discos vertebrales y<br />
la endocarditis infecciosa.<br />
Aproximdamente, la mitad de los<br />
caqsos de espindilodiscitis se observan<br />
en la columna lumbar, aunque los<br />
déficits neurológicos causados por la<br />
infección piógena son más frecuentes
en los casos de afectación de la<br />
columna cervical.<br />
El paciente consciente y colaborador<br />
señala gneralmentee la presencia de<br />
dolor en la espalda. En algunos<br />
pacientes, este dolor suele<br />
acompañarse de fiebre, escalofríos,<br />
sudoración u otros síntomas generales.<br />
La presencia de estos síntomas y la<br />
naturaleza progresiva del dolor, que<br />
normalmente no se alivia con el reposo,<br />
son datos útiles para distinguir la<br />
infección raquídea de una distensión o<br />
esguince lumbar agudo. Las<br />
alteraciones radiculares sólo se<br />
observan en una minoría de pacientes,<br />
aunque pueden observarse cuadros<br />
aislados de afectación de alguna de las<br />
raices nerviosas, especialmente en las<br />
infecciones que afectan a los niveles<br />
cervical y torácico. Los déficits<br />
neurológicos se asocian con la<br />
presencia de un abseceso epidural<br />
concomitante, a edad avanzada y<br />
situación de inmunosupresión.<br />
El análisis sexológico de los pacientes<br />
que presentan un cuadro agudo y<br />
progresivo<br />
de lumbalgia puede ser útil<br />
para diferenciar la espondilodiscitis<br />
piógena del dolor mecánico asociado a<br />
una sobrecarga lumbar. La<br />
identificación del patógeno infectante<br />
mediante hemocultivo es posible en el<br />
contexto de una bacteriemia<br />
significativa, aunque esta prueba no es<br />
habitualmente un método de gran<br />
sensibilidad para el diagnóstico de<br />
es pondilodiscitis. De la misma manera,<br />
la elevación en el recuento leucocitario<br />
presenta una sensibilidad diagnóstica<br />
escasa, y se ha observado que<br />
aparece elevado en menos de la mitad<br />
de los pacientes. Por el contrario, la<br />
elevación de la VSG y PCR, se pueden<br />
identificar en, aproximadamente, el 90<br />
% de los casos.<br />
En cuanto al estudio radiográfico, el<br />
diagnóstico de espondilodiscitis es<br />
particularmente difícil, pues los<br />
cambios producidos por la infección<br />
suelen aparecer tardíamente<br />
(Figura 24.10).<br />
481<br />
Figura 24.10. Espondilodisdcitis L3-L4 wn<br />
un niño de tres años. Obsérvese la<br />
disminución del espacio discal patológico.<br />
A) proyección anteroposterior.<br />
B) proyección lateral.<br />
El primer signo objetivable,<br />
especialmente en los niños, suele ser<br />
una disminución del espacio<br />
intervertebral, signo inequívoco de<br />
patología discal propiamente dicha.<br />
Si la infección no es diagnosticada en<br />
fase precoz y, por tanto, sin tratamiento<br />
antibiótico alguno, rápidamente<br />
progresa hacia las vértebras<br />
adyacentes, provocando la aparición se<br />
signos destructivos en los platillos<br />
vertebrales (Figura 24.11).<br />
Figura 24.11. Espondilodiscitis L4-L5 en un<br />
niño der 19 meses, cuatro semanas de<br />
iniciados los síntomas. Obsérvese<br />
la destrucción que se inicia en los platillos<br />
vertebrales adyacentes al disco infectado.<br />
A) proyección anteroposterior.<br />
B) proyección lateral.
Así pues, las alteraciones observadas<br />
inicialmente en las radiografías de la<br />
columna son el colapso del espacio<br />
discal y el aspecto moteado de la cara<br />
intervertebral, lo que a menudo se<br />
detecta en las caras intervertebrales<br />
craneal y caudal a un disco<br />
intervertebral concreto. Esta<br />
característica radiológica es útil para<br />
diferenciar las infecciones raquídeas de<br />
los tumores malignos, especialmente<br />
en los adultos, pues en éstos últimos<br />
están limitados al cuerpo vertebral y no<br />
“atraviesan” el disco intervertebral. En<br />
fases más avanzadas del proceso<br />
patológico, las radiografías pueden<br />
mostrar destrucción completa del disco<br />
intervertebral junto con el colapso de la<br />
parte anterior del cuerpo vertebral, lo<br />
que determina una cifosis progresiva.<br />
La RMN es la técnica de imágen más<br />
importante para el diagnóstico, pues en<br />
ella pueden observarse signos de<br />
inflamación y edema en la médula ósea<br />
del cuerpo vertebral, así como la<br />
desestructuración completra del<br />
contenido discal (Figura 24.12).<br />
Figura 24.12. Osteomielitis vertebral<br />
asociada a una discitis entre L2 y L3.<br />
Observese la desaparición del disco<br />
intervertebral, así como el gran edema de<br />
los cuerpos vertebrales citados. En la<br />
artrosis, a pesar de que pueda observarse<br />
una disminución del espacio discal, nunca<br />
llega al extremo de desaparecer.<br />
482<br />
Las técnicas de medicina nuclear<br />
también pueden ser útiles para el<br />
diagnóstico de espondilodiscitis en los<br />
pacientes en los que no es posible<br />
efectuar la RMN, sobre todo en<br />
aquellos casos que presentan<br />
implantes metálicos o claustrofobia.<br />
Estas técnicas son las gammagrafías<br />
en tres fases con tecnecio y galio, que<br />
se pueden combinar para incrementar<br />
la sensibilidad y la especificidad.<br />
Cualquiera de estos isótopos puede<br />
indicar la presencia de una infección<br />
anterior a la aparición de las<br />
alteraciones radiográficas<br />
(Figura 24.13).<br />
Figura 24.13. Imágen radiográfica de una<br />
osteomielitis vertebral del cuerpo vertebral<br />
L4, donde se observa un aumento<br />
localizado del radiotrazador.<br />
No obstante, para verificar el<br />
diagnóstico, deberá procederse a la<br />
punción biopsia y al cultivo del material<br />
aspirado, aún cuando puede resultar<br />
negativo, motivo por el cual deberá<br />
pensarse en otros diagnósticos como<br />
las metástasis óseas, tumores<br />
primitivos óseos e incluso, antiguas<br />
fracturas vertebrales.<br />
Por lo que hace referencia al<br />
tratamiento,<br />
en circunstancias óptimas<br />
debe<br />
efectuarse mediante métodos
médicos. Este enfoque es el que se<br />
adopta habitualmente en niños y<br />
pacientes<br />
jóvenes con una función<br />
inmunitaria adecauada en los que se<br />
ha<br />
establecido un diagnóstico<br />
microbiológico definitivo del patógeno<br />
causante mediante la realización de<br />
una punción-biopsia de la zona<br />
patológica. Es neceario tener presente<br />
de no iniciar el tratamiento antibiótico<br />
hasta que no se realice la biopsia,<br />
debido a que en caso contrario<br />
disminuye la posibilidad de identificar el<br />
micro<strong>org</strong>anismo causante. Tras la<br />
realización de la biopsia, el paciente<br />
recibe habitualmente tratamiento con<br />
un ciclo de antibióticos por vía<br />
intravenosa de seis semanas de<br />
duración, en relación con el perfil de<br />
sensibilidad del micro<strong>org</strong>anismo<br />
aislado. En la mayor parte de los<br />
pacientes también es necesaria la<br />
aplicación de una ortesis rígida o de un<br />
halo-chaleco para la inmovilización y el<br />
alivio del dolor. Con el fin de seguir la<br />
evolución de la infección, se debe<br />
efectuar el seguimiento clínico de la<br />
misma junto con la realización de<br />
pruebas serológicas seriadas (VSG,<br />
PCR). Al final del ciclo de seis semanas<br />
de antibioticoterapia, también se debe<br />
efectuar un estudio mediante RMN,<br />
aunque las alteraciones detectadas con<br />
esta técnica aparecen tardíamente en<br />
la evolución de la infección.<br />
Existen varias circunstancias que<br />
pueden obligar al tratamiento quirúrgico<br />
mediante desbridamiento y<br />
estabilización. En las personas por lo<br />
demás sanas y en las que la<br />
exploración neurológica es normal, está<br />
indicada la cirugía tras el fracaso del<br />
ciclo inicial de seis semanas de<br />
antibioticoterapia por vía parenteral. El<br />
colapso progresivo del cuerpo vertebral<br />
y la aparición de una deformidad<br />
sintomática también pueden aconsejar<br />
el tratamiento quirúrgico a pesar del<br />
buen resultado aparente del<br />
tratamiento antibiótico. Por otra parte,<br />
la aparición de<br />
alteraciones<br />
neurológicas, especialmente cuando se<br />
asocian a un absceso epidural,<br />
representa una indicación de<br />
tratamiento quirúrgico urgente. Los<br />
483<br />
pacientes de edad avanzada,<br />
especialmente los que muestran<br />
alteraciones del sistema inmunitario y<br />
otras enfermedades concomitantes,<br />
tienen más posibilidades de requerir<br />
intervención quirúrgica.<br />
Los objetivos del tratamiento<br />
quirúrgico adecuasdo son la<br />
identificación del patógeno subyacente,<br />
la descompresión de los elementos<br />
neurales, el drenaje de cualquier<br />
proceso epidural, el desbridamiento del<br />
hueso necrótico y del tejido infectado, y<br />
la estabilización de los segmentos<br />
vertebrales<br />
relacionados con el proceso<br />
infeccioso.<br />
24.3.<br />
Osteomielitis No piógena:<br />
24.3.1. Tuberculosis<br />
La espondilodiscitis tuberculosa es la<br />
forma más frecuente de tuberculosis<br />
ósea, sin embargo puede estar<br />
afectado cualquier hueso o articulación;<br />
la<br />
cadera, rodilla y los tendones de la<br />
manos son los sitios extravertebrales<br />
más comúnmente afectados por<br />
Mycobacterium tuberculosis. En la<br />
enfermedad extravertebral, el cuadro<br />
clínico común es similar al de una<br />
enfermedad articular degenerativa. En<br />
cambio, en la espondilodiscitis<br />
tuberculosa, la clínica se caracteriza<br />
por una evolución insidiosa, por lo que<br />
cuando se diagnostica, las lesiones<br />
óseas se encuentran en una fase<br />
avanzada, en la que suele observarse<br />
mayor esclerosis de las vértebras que<br />
en los casos de espondilodiscitis<br />
piógena. Es común que exista cifosis,<br />
formación de gibas, calcificaciones,<br />
colapso de las vértebras y abscesos<br />
del psoas o paravertebrales. No<br />
obstante, la apariencia de las lesiones<br />
vertebrales en la radiografía de<br />
columna puede ser indistinguible de<br />
una infección piógena. Los segmentos<br />
de la columna vertebral que se<br />
encuentran con mayor frecuencia<br />
afectados son los torácicos inferiores o<br />
toracolumbares.<br />
La mayoría de pacientes no<br />
presentan infección pulmonar<br />
concomitante. En los casos de<br />
espondilitis tuberculosa, alguna
manifestación neurológica a nivel de<br />
las extremidades se presenta entre el<br />
14% hasta el 27% de los pacientes,<br />
pudiendo manifestarse en forma de<br />
paresias<br />
y/o hasta parálisis; el tipo y<br />
localización del defecto neurológico<br />
dependerá del sitio y extensión de la<br />
afección de la columna. La<br />
inestabilidad de la columna, un<br />
absceso epidural o la formación de un<br />
granuloma pueden ocasionar<br />
paraplejía. Otras causas de déficits<br />
neurológicos están relacionadas a un<br />
daño directo de la médula espinal, a<br />
una aracnoiditis local o a trombosis de<br />
la arteria espinal.<br />
La progresión de las<br />
manifestaciones neurológicas suele ser<br />
más lenta que en los casos de<br />
infección piógena.<br />
En los pacientes con tuberculosis<br />
ósea los estudios radiográficos no son<br />
diagnósticos; en ellos se observa una<br />
amplia gama de alteraciones, desde<br />
edema de tejidos blandos hasta<br />
destrucción del hueso; si hay<br />
destrucción ósea, el área radiolúcida<br />
está rodeada de hueso esclerótico y<br />
hay formación de hueso nuevo<br />
subperióstico. En estos pacientes la<br />
prueba cutánea del PPD (derivado<br />
proteico purificado de la tuberculina)<br />
generalmente tiene el resultado de una<br />
induración superior a 10 mm de<br />
diámetro. La velocidad de<br />
sedimentación globular habitualmente<br />
es normal. El diagnóstico definitivo se<br />
logra mediante la toma de tejido óseo,<br />
ya sea por biopsia a cielo abierto o por<br />
biopsia por punción, para estudio<br />
microbiológico<br />
e histopatológico. Una<br />
tinción<br />
de Ziehl-Nielsen positiva para<br />
bacilos ácido-alcohol resistentes<br />
(BAAR)<br />
puede ser diagnóstica, así<br />
como los hallazgos histopatológicos<br />
de<br />
granulomas con necrosis caseosa y<br />
células gigantes de Langerhans; no<br />
obstante, el diagnóstico final se logra<br />
con el aislamiento de Mycobacterium<br />
tuberculosis.<br />
El tratamiento actual de la tuberculosis<br />
ósea implica el uso de tres agentes<br />
antituberculosos durante los dos<br />
primeros meses del tratamiento, para<br />
posteriormente suspender uno y<br />
continuar con los otros dos hasta<br />
484<br />
completar un esquema mínimo de<br />
nueve meses. Los antituberculosos<br />
más utilizados son: isoniacida 300 mg<br />
al día, rifampicina 600 mg al día y<br />
pirazinamida a 25 mg/kg de peso al<br />
día. La pirazinamida es el agente<br />
antituberculoso que se administra sólo<br />
por dos meses mientras que isoniacida<br />
y rifampicina son los antimicrobianos<br />
que<br />
se administran durante todo el<br />
tratamiento. En aquellos<br />
pacientes en<br />
que se sospecha infección por<br />
Mycobacterium tuberculosis resistente<br />
a dos o más agentes antituberculosos,<br />
el inicio del tratamiento debe ser con<br />
cuatro antimicrobianos. El cuarto<br />
medicamento a utilizarse sería el<br />
etambutol.<br />
Dentro del tratamiento de la<br />
espondilodiscitis<br />
tuberculosa se ha<br />
considerado<br />
el uso rutinario de la fusión<br />
quirúrgica de la columna, aunque esta<br />
conducta continúa siendo controvertida,<br />
pues algunos autores recomiendan un<br />
tratamiento conservador sin la<br />
realización de intervenciones<br />
quirúrgicas de ninguna clase.<br />
Posiblemente el criterio quirúrgico más<br />
utilizado en la actualidad consiste en la<br />
descompresión de la médula espinal<br />
con fijación quirúrgica de la columna,<br />
cirugía que está indicada en los<br />
siguientes<br />
casos: 1) no se observa<br />
mejoría del cuadro clínico después de<br />
cuatro a seis semanas de tratamiento<br />
con<br />
un esquema<br />
triple de fármacos<br />
antituberculosos, 2) al ingreso existe<br />
afectación neurológica importante y<br />
3) deterioro progresivo de las funciones<br />
neurológicas, a pesar del tratamiento<br />
antimicrobiano instituido.<br />
24.3.2. Brucelosis<br />
Existen<br />
tres formas de brucelosis, la<br />
aguda, la crónica y la localizada. La<br />
forma localizada es en la que se<br />
afectan huesos y articulaciones. En<br />
cerca del 20% de los casos de<br />
brucelosis ósea, se encuentra<br />
involucrada la columna vertebral. En la<br />
brucelosis, una disminución del espacio<br />
del disco vertebral se presenta de<br />
manera más precoz que en la<br />
tuberculosis, así como cambios<br />
osteoescleróticos y proliferativos más
marcados y con la formación de<br />
osteofitos. Otros huesos afec tados son<br />
la rodilla y la cadera.<br />
La brucelosis ósea tiene una<br />
evolución insidiosa, presentando el<br />
paciente una sintomatología muy<br />
inespecífica, con dolor a nivel de la<br />
espalda o en las grandes<br />
articulaciones. En la mayoría de los<br />
pacientes no hay fiebre. Por todo ello,<br />
el diagnóstico es difícil, ya que en las<br />
formas crónicas y localizadas de la<br />
brucelosis no es posible aislar la<br />
Brucella del hemocultivo o del<br />
mielocultivo; para tener una<br />
recuperación microbiológica del agente<br />
causal, es necesario la realización de<br />
biopsia para cultivo del tejido obtenido<br />
directamente de la lesión ósea. El<br />
diagnóstico generalmente se realiza de<br />
man era indirecta con el hallazgo de<br />
reacciones<br />
serológicas positivas para<br />
Brucella a títulos elevados. El<br />
tratamiento<br />
de la brucelosis ósea<br />
requiere de un tratamiento que se<br />
administrará por un periodo<br />
prolongado; se han informado buenos<br />
resultados con esquemas de tres<br />
meses de duración. El tratamiento de<br />
elección de la brucelosis, sugerido por<br />
la Organización Mundial de la Salud es<br />
doxiciclina 100 mg VO dos veces al día<br />
más rifampicina 900 mg al día, ambos<br />
por<br />
8 a 12 semanas.<br />
24.3.3. Actinomicosis<br />
El Actinomyces es una bacteria<br />
anaerobia. La mayoría de pacientes<br />
con actinomicosis ósea tienen<br />
una<br />
localización<br />
cervicofacial, con<br />
afectación frecuente<br />
de la mandíbula<br />
después de una extracción dental; en la<br />
radiografía se suele observar una<br />
lesión mixta con datos de osteolisis y<br />
esclerosis. El 5 % de los casos de<br />
actinomicosis con afectación ósea lo<br />
hacen a nivel de la columna vertebral;<br />
en estos pacientes, con gran frecuencia<br />
se forman abscesos paravertebrales o<br />
subcutáneos<br />
con fístulas de drenaje.<br />
Algunos<br />
pacientes también pueden<br />
presentar lesión a nivel de las costillas.<br />
El diagnóstico se establece al encontrar<br />
las<br />
formaciones descritas como granos<br />
de<br />
azufre en el estudio microscópico de<br />
485<br />
la secreción de las fístulas presentes,<br />
además de bacilos Gram positivos en<br />
la tinción del frotis y en el cultivo. El<br />
tratamiento antimicrobiano, en casos<br />
de<br />
actinomicosis vertebral, requiere<br />
esquemas hasta de seis meses de<br />
duración. El antibiótico de elección<br />
continúa siendo la penicilina sódica. El<br />
desbridmiento quirúrgico puede ser de<br />
gran utilidad.<br />
24.3.4. Infecciones por hongos<br />
Son raras las infecciones micóticas que<br />
afectan al hueso; de ellas las que se<br />
observan con mayor frecuencia son:<br />
blastomicosis ocasionada por<br />
Blastomyces dermatitidis, criptococosis<br />
cuyo<br />
agente etiológico es Criptococcus<br />
neoformans, coccidioidomicosis<br />
producida por Coccidioides immitis y<br />
esporotricosis ocasionada por<br />
Sporotrhix schenckii.<br />
La blastomicosis se produce por la<br />
inhalación de esporas del suelo y<br />
existen lesiones óseas sólo en la<br />
enfermedad diseminada, a menudo en<br />
conjunto con úlceras cutáneas y<br />
trayectos fistulosos subcutáneos. Las<br />
localizaciones más frecuentes son los<br />
huesos largos tubulares (en especial la<br />
tibia) y las costillas. Cuando está<br />
infectada la columna vertebral son<br />
comunes las lesiones óseas<br />
multicéntricas. Por lo común están<br />
afectadas las metáfisis o epífisis y<br />
regiones<br />
subarticulares. En cerca de la<br />
mitad de los pacientes suele<br />
identificarse<br />
antecedentes de síntomas<br />
respiratorios recientes. De manera<br />
inicial aparecen úlceras cutáneas con<br />
formación posterior de trayectos<br />
fistulosos<br />
supurativos<br />
en relación a la<br />
afección del hueso. En infecciones de<br />
columna suelen verse lesionados<br />
varios cuerpos vertebrales junto con<br />
sus costillas adyacentes, característica<br />
diferencial importante. En huesos<br />
largos se observa erosión circunscrita<br />
en forma de plato en el hueso cortical.<br />
El diagnóstico diferencial incluye:<br />
neoplasias, sarcoidosis, otras<br />
infecciones micóticas, gota y artritis<br />
reumatoide.<br />
El estudio histopatológico con<br />
tinciones especiales muestra las
levaduras en el tejido; no obstante, es<br />
necesario el cultivo para el diagnóstico<br />
definitivo. El mejor tratamiento es la<br />
anfotericina B.<br />
24.3.5. Esporotricosis:<br />
La enfermedad ósea y articular<br />
generalmente es el resultado de la<br />
diseminación hematógena de la forma<br />
generalizada, aunque puede ocurrir<br />
extensión directa de una lesión local o<br />
diseminación por vía linfática. Los<br />
pacientes con lesiones destructivas<br />
tienden a referir síntomas de larga<br />
evolución. En todos los casos de artritis<br />
mono o poliarticular crónica, debe<br />
incluirse a la artritis esporotricósica<br />
dentro del diagnóstico diferencial. Los<br />
datos radiográficos son inespecíficos<br />
por lo que el diagnóstico depende del<br />
cultivo del material de hueso o de<br />
líquido sinovial. El tratamiento de<br />
elección consiste en debridar y<br />
administrar anfotericina B. El<br />
tratamiento con yoduro de potasio no<br />
es suficiente en este tipo de<br />
esporotricosis.<br />
24.3.6. Criptococosis:<br />
La criptococosis es rara, salvo en<br />
individuos con enfermedades<br />
debilitantes o inmunosupresoras. El<br />
paciente con frecuencia acude por un<br />
síndrome febril de origen desconocido<br />
o por alteración de las funciones del<br />
sistema nervioso central. En la<br />
criptococosis las lesiones de hueso son<br />
raras, las cuales suelen resultar de una<br />
extensión directa de la infección<br />
primaria; por esta razón, el cráneo es el<br />
sitio afectado con mayor frecuencia,<br />
secundario a meningitis criptococósica.<br />
Otras lesiones óseas por lo general son<br />
múltiples, ocasionadas por una<br />
diseminación hematógena. Puede<br />
haber dolor óseo. Los hallazgos<br />
radiográficos característicos consisten<br />
en lesiones radiolúcidas sin formación<br />
de hueso nuevo subperióstico. Se<br />
puede aislar el agente etiológico de<br />
muestras clínicas de tejidos<br />
observados con tinción de PAS y<br />
cultivados en medio de Sabouraud. El<br />
tratamiento consiste en la utilización de<br />
anfotericina B; de manera reciente se<br />
486<br />
ha<br />
demostrado la utilidad del<br />
fluconazol.<br />
En los casos de afección ósea con<br />
frecuencia<br />
quirúrgica.<br />
se requiere debridación<br />
24.3.7. Coccidioidomicosis:<br />
La infección primaria por Coccidioides<br />
immitis puede acompañarse<br />
de artritis,<br />
con manifestaciones de dolor tanto a la<br />
palpación como espontáneo en la<br />
articulación afectada y aumento de<br />
volumen de la misma. Este es un<br />
cuadro transitorio, como la mayoría de<br />
las manifestaciones de la infección<br />
primaria. Algunos pacientes no se<br />
recuperan<br />
de la infección primaria y los<br />
síntomas óseos y articulares pueden<br />
ser las manifestaciones iniciales de una<br />
enfermedad<br />
crónica. Los signos<br />
clínicos son dolor, aumento de volumen<br />
y abscesos. La coccidioidomicosis<br />
diseminada en ocasiones infecta<br />
articulaciones o la columna vertebral.<br />
Con mayor frecuencia ataca a las<br />
articulaciones mayores, como cadera,<br />
rodilla y hombro. La infección afecta la<br />
metáfisis de los huesos largos<br />
tubulares y prominencias óseas.<br />
Cuando están infectados los cuerpos<br />
vertebrales, no hay afectación del disco<br />
vertebral. Las lesiones suelen ser<br />
radiolúcidas y bien delimitadas, sin<br />
esclerosis ni secuestros. El diagnóstico<br />
depende de identificar las esférulas de<br />
Coccidioides immitis en el estudio<br />
histopatológico del material de biopsia<br />
o de aislar al hongo mediante cultivo. El<br />
tratamiento consiste en la<br />
administración de anfotericina B.<br />
24.4. Pronóstico y complicaciones:<br />
En los casos de osteomielitis aguda de<br />
origen hematógeno, el pronóstico para<br />
una curación completa es excelente,<br />
pues la tasa de curación se sitúa entre<br />
el 90 a un 95% de los casos. Las<br />
complicaciones en este tipo de<br />
osteomielitis, tanto en niños como en<br />
adultos, son poco frecuentes; éstas<br />
incluyen bacteremia y artritis séptica.<br />
También se pueden observar<br />
reacciones adversas a los antibióticos<br />
utilizados e infecciones asociadas a los<br />
catéteres intravenosos. Las principales
complicaciones de la osteomielitis<br />
aguda es la evolución<br />
a la cronicidad<br />
de la infección<br />
o bien la falta de unión<br />
de la fractura que condicionó el<br />
proceso infeccioso. Más del 60% de los<br />
pacientes con osteomielitis<br />
secundaria<br />
a un foco infeccioso contiguo curan<br />
después de completar<br />
un esquema<br />
adecuado de tratamiento. La secuela<br />
más frecuente en estos pacientes es la<br />
recurrencia de la infección.<br />
En el caso de la osteomielitis crónica<br />
la complicación más común que se<br />
observa es la extensión de la infección,<br />
principalmente hacia los tejidos blandos<br />
circundantes. Con frecuencia se<br />
observa la presencia de una fístula<br />
cutánea, con el drenaje intermitente<br />
pero constante de material necrótico o<br />
purulento. En los casos de pacientes<br />
con enfermedades debilitantes de<br />
fondo, como diabetes mellitus, la<br />
infección de los tejidos blandos se<br />
puede extender y producirse<br />
infecciones extensas que ponen en<br />
peligro la vida del paciente. Sobre todo<br />
en niños, pueden ocurrir<br />
complicaciones devastadoras, como<br />
fracturas patológicas, daño a los<br />
centros de crecimiento epifisiario,<br />
anormalidades en el crecimiento del<br />
hueso afectado o de la articulación<br />
adjunta. Otra secuela frecuente de la<br />
osteomielitis crónica, es la afección<br />
sobre la función de la extremidad o<br />
articulación afectada, quedando con<br />
frecuencia deformidad y limitación. Las<br />
anormalidades funcionales pueden<br />
llevar a limitaciones físicas tan<br />
importantes que imposibiliten el trabajo<br />
productivo del individuo afectado. El<br />
carcinoma de células escamosas en<br />
pacientes<br />
con osteomielitis<br />
crónica es<br />
raro, pero ocurre con una frecuencia<br />
suficiente como para tener que ser<br />
considerada<br />
esta posibilidad.<br />
El<br />
desarrollo de amiloidosis ha sido<br />
informado en pacientes con<br />
osteomielitis crónica.<br />
En los pacientes con prótesis la<br />
complicación más importante es la<br />
necesidad de retirar la misma y por lo<br />
tanto el fracaso del tratamiento por el<br />
cual se indicó la prótesis articular u<br />
ósea. En muchos pacientes, la<br />
487<br />
infección<br />
de la prótesis por si misma,<br />
lleva a la disfunción del<br />
artefacto<br />
protésico y así al fracaso del<br />
procedimiento ortopédico<br />
realizado.<br />
Entre 5 y el 10% de los pacientes<br />
afectados<br />
por una osteomielitis<br />
vertebral<br />
se han observado secuelas<br />
neurológicas permanentes. En este<br />
aspecto, de la formación y extensión de<br />
un absceso en el espacio epidural<br />
generalmente resulta una paraplejía; en<br />
estos casos el diagnóstico<br />
habitualmente<br />
se realizó de manera<br />
tardía. En algunos pacientes se ha<br />
identificado<br />
paresia o dolor neuronal de<br />
una<br />
sola extremidad. La formación de<br />
abscesos epidurales o paravertebral y<br />
la presencia de alteraciones<br />
neurológicas permanentes es<br />
significativamente más frecuente en<br />
individuos diabéticos, mientras que<br />
entre los usuarios de drogas<br />
intravenosas el desarrollo de secuelas<br />
neurológicas<br />
es un evento raro. La<br />
formación de grandes abscesos<br />
subcutáneos o intramusculares<br />
ha sido<br />
observada entre<br />
pacientes con<br />
trastornos sensoriales previos, así<br />
como en pacientes con lesión de<br />
médula espinal.<br />
24.5. Artritis séptica<br />
24.5.1. Introducción:<br />
artritis bacteriana es la principal<br />
causa de infección articular. La mayoría<br />
de episodios son el resultado de una<br />
diseminación hematógena. La<br />
membrana sinovial es la estructura<br />
articular que inicialmente suele<br />
afectarse, debido a que tiene una gran<br />
irrigación sanguínea y porque carece<br />
de alguna estructura que funcione<br />
como barrera limitante basal; ambas<br />
condiciones favorecen el ingreso de<br />
micro<strong>org</strong>anismos patógenos. Una vez<br />
dentro de la articulación, los<br />
micro<strong>org</strong>anismos tienen diversos<br />
efectos. De acuerdo a la etiología hay<br />
diferencias en las manifestaciones<br />
clínicas y en las opciones terapéuticas.<br />
Rodilla, cadera y articulaciones<br />
glenohumerales son los sitios que con<br />
mayor frecuencia se infectan, aunque<br />
cualquier articulación<br />
puede afectarse.
Un diagnóstico y tratamiento<br />
tempranos usualmente llevan a la<br />
resolución del proceso infeccioso. Sin<br />
embargo, un retraso en la identificación<br />
de la infección o un tratamiento<br />
inadecuado lleva a una infección<br />
crónica que puede persistir por años,<br />
con pérdida de la estructura normal de<br />
la articulación y repercusión importante<br />
en la función. Esta infección es<br />
particularmente devastadora en niños,<br />
aunque en ellos, debido al estado<br />
dinámico de crecimiento del sistema<br />
esquelético, las complicaciones y<br />
secuelas de la artritis séptica pueden<br />
no ser aparentes por meses e incluso<br />
años después del insulto inicial.<br />
24.5.2. Etiología:<br />
Debido a que la mayoría de casos de<br />
artritis séptica se adquieren a través de<br />
la vía hematógena, los agentes<br />
bacterianos causales están<br />
directamente relacionados con los<br />
micro<strong>org</strong>anismos que con mayor<br />
frecuencia causan bacteremia, de<br />
acuerdo al grupo de edad o bien, a la<br />
presencia de factores de riesgo<br />
específicos. La etiología de la artritis<br />
séptica es un reflejo de la interacción<br />
de diferentes factores, como son el<br />
estado inmunológico del paciente, la<br />
relación existente entre el huesped y su<br />
flora indígena, la existencia de<br />
diferentes riesgos biopsicosociales y la<br />
presencia de enfermedades de fondo.<br />
El Staphylococcus aureus es el agente<br />
etiológico más común en todas las<br />
edades; se considera que es debido a<br />
que esta bacteria es la colonizadora<br />
predominante de los epitelios y porque<br />
produce una mayor cantidad de<br />
substancias extracelulares (exotoxinas)<br />
que otras bacterias. Las exotoxinas de<br />
S. aureus le facilitan penetrar al<br />
torrente circulatorio, resistir la<br />
fagocitosis, disminuir las acciones de la<br />
inmunidad humoral del hospedero,<br />
penetrar al espacio articular y unirse a<br />
los receptores de sialoproteínas<br />
localizados en la membrana sinovial.<br />
En niños la etiología de la artritis<br />
bacteriana se identifica<br />
hasta en el 75%<br />
488<br />
de los casos. En los menores de dos<br />
años de edad, se ha reconocido que<br />
Haemophilus influenzae tipo b es uno<br />
de los micro<strong>org</strong>anismos más<br />
importantes; no obstante, a partir de la<br />
introducción de la vacuna contra esta<br />
bacteria<br />
se espera que disminuya la<br />
incidencia de infecciones por la misma.<br />
Los bacilos Gram negativos,<br />
entre ellos<br />
las enterobacterias<br />
y Pseudomonas<br />
aeruginosa ocasionan entre 10% y 15%<br />
de los casos de artritis bacteriana y<br />
esta frecuencia se mantiene constante<br />
en las diferentes etapas de la vida.<br />
Durante muchos años Neisseria<br />
gonorrhoeae fue el agente causal más<br />
común de infecciones articulares en<br />
individuos con vida sexual activa; en<br />
los últimos años se ha presentado una<br />
reducción en la incidencia general de<br />
gonorrea, por lo que la afección<br />
articular secundaria<br />
a esta enfermedad<br />
también ha disminuido. La proporción<br />
de casos de artritis séptica debidos a<br />
Streptococcus sp es similar en los<br />
diferentes grupos etarios, aunque las<br />
especies de estreptococos suelen<br />
variar; en neonatos y lactantes<br />
predominan<br />
las infecciones por<br />
Streptococcus agalactie,<br />
en<br />
preescolares y escolares Streptococcus<br />
pyogenes y Streptococcus pneumoniae<br />
son más comunes; en adultos además<br />
de las infecciones por neumococo y<br />
Streptococcus pyogenes ocurren<br />
infecciones por Enterococcus. La<br />
artritis hematógena por anaerobios es<br />
una entidad rara, aunque cada vez se<br />
identifica un número mayor de casos<br />
de artritis infecciosa ocasionada por<br />
anaerobios en relación a implantes de<br />
prótesis articulares; en estos casos<br />
predominan las bacterias Gram<br />
negativas, como es Bacteroides fragilis.<br />
Los pacientes que desarrollan una<br />
infección articular por anaerobios<br />
suelen<br />
cursar con una enfermedad<br />
crónica o debilitante de fondo y tener<br />
como enfermedad<br />
desencadenante de<br />
la afección articular una infección<br />
gastrointestinal. Otra bacteria que en<br />
raras ocasiones ocasiona artritis<br />
séptica es Salmonella sp.
24.5.3. Patogénesis:<br />
Las articulaciones tienen algunas<br />
características que facilitan el<br />
desarrollo de infecciones, entre ellas<br />
las más importantes son: 1) el rico<br />
aporte sanguíneo de la membrana<br />
sinovial y 2) la presencia de receptores<br />
de membrana para estructuras<br />
bacterianas. Estos factores permiten<br />
que traumatismos articulares, incluso<br />
insignificantes, sean el punto de origen<br />
de infecciones intraarticulares. En niños<br />
menores de 18 meses existe<br />
comunicación entre el aporte<br />
sanguíneo arterial de la metáfisis y el<br />
de la epífisis, mediante vasos<br />
transepifisiarios; canales venosos<br />
perforan la placa de crecimiento<br />
cartilaginosa, por lo que no existe una<br />
barrera anatómica que limite la<br />
extensión de una infección de la<br />
metáfisis hacia la epífisis. El resultado<br />
de esta comunicación es que la<br />
extensión de la infección a la epífisis<br />
puede llevar con facilidad a la afección<br />
secundaria de la articulación adjunta.<br />
Tanto en niños como en adultos, los<br />
capilares articulares disminuyen la<br />
función de la membrana basal, por lo<br />
que diversas bacterias, como S.<br />
aureus, pueden tener acceso al<br />
espacio articular pasando a través de<br />
las paredes de estos capilares. Los<br />
micro<strong>org</strong>anismos que llegan a la<br />
articulación encuentran un ambiente<br />
rico en nutrientes; esto permite una<br />
replicación bacteriana<br />
en el espacio<br />
articular, la que ocasiona un estímulo<br />
para el desarrollo de una respuesta<br />
inflamatoria por parte del hospedero.<br />
Esta respuesta consiste en un flujo<br />
rápido de leucocitos polimorfonucleares<br />
(PMN) hacia el sitio de infección y la<br />
secreción de enzimas líticas en el<br />
mismo. La respuesta inflamatoria lleva<br />
a un incremento en la concentración de<br />
proteínas del líquido sinovial, con una<br />
disminución concomitante del pH y de<br />
la concentración de glucosa en éste;<br />
los cambios descritos condicionan la<br />
formación de un líquido sinovial<br />
espeso, con concentración alta de PMN<br />
y depósito de fibrina en el espacio<br />
articular. Las<br />
enzimas proteolíticas que<br />
se producen en estos casos, ocasionan<br />
489<br />
lesión de la colágena del cartílago<br />
articular, condición que está en relación<br />
estrecha con la lesión articular. Estos<br />
cambios, de no ser revertidos de<br />
manera rápida, mediante la<br />
instauración de un tratamiento<br />
antimicrobiano adecuado, ocasionan<br />
efectos irreversibles en la anatomía de<br />
la articulación con destrucción del<br />
cartílago articular y desarrollo de<br />
anquílosis. Un retardo en el inicio del<br />
tratamiento o bien, la infección por<br />
cepas bacterianas particularmente<br />
virulentas, pueden en un tiempo tan<br />
corto como uno a dos días, ocasionar<br />
el daño articular irreversible descrito. El<br />
depósito de fibrina en el espacio<br />
articular reduce la efectividad<br />
terapéutica de los antibióticos,<br />
estableciéndose de esta manera, la<br />
posibilidad del desarrollo de<br />
osteomielitis a partir de la infección<br />
articular.<br />
Entre las enfermedades que se<br />
relacionan con el desarrollo de artritis<br />
bacteriana están la diabetes mellitus,<br />
neoplasias malignas y artritis<br />
reumatoide. Existe un grupo especial<br />
de pacientes con artritis reumatoide,<br />
aquellos que además cursan con<br />
disminución en los niveles de las<br />
proteínas del complemento; estos<br />
pacientes tienen mayor predisposición<br />
a las infecciones, entre ellas la artritis<br />
séptica. Los pacientes con infección<br />
articular con frecuencia presentan<br />
previamente una infección en otra parte<br />
del cuerpo. Muchos pacientes están<br />
tomando esteroides o medicación<br />
inmunosupresora. Los pacientes con<br />
enfermedad articular degenerativa,<br />
tendinitis o bursitis, que suelen recibir<br />
esteroides por inyección intraarticular,<br />
presentan<br />
una incidencia mayor de<br />
infecciones articulares.<br />
En niños, los<br />
traumatismos de tejidos blandos se han<br />
implicado como factor de riesgo para el<br />
desarrollo de artritis infecciosa. Los<br />
niños lactantes<br />
con osteomielitis se<br />
pueden<br />
complicar con la extensión de<br />
la infección hacia el espacio articular;<br />
generalmente se ven afectadas<br />
las<br />
articulaciones en las que la metáfisis se<br />
encuentra<br />
dentro del revestimiento
sinovial como cadera, hombro, tobillo y<br />
articulación radiohumeral.<br />
24.5.4. Diagnóstico:<br />
Con anterioridad se pensaba que la<br />
artritis séptica era una enfermedad de<br />
niños; actualmente, aunque los casos<br />
pediátricos son más frecuentes, este<br />
tipo de infección no es exclusiva de<br />
individuos en este grupo de edad. Las<br />
manifestaciones clínicas en niños<br />
dependen de la edad. En neonatos o<br />
lactantes menores,<br />
una pseudoparálisis<br />
puede ser la única manifestación. Los<br />
lactantes con afección de la articulación<br />
de cadera con frecuencia adquieren<br />
una posición «de rana», con abducción<br />
y rotación externa de la extremidad<br />
afectada. En menores de un año, la<br />
enfermedad suele ser monoarticular y<br />
afecta articulaciones grandes,<br />
principalmente cadera, hombro o<br />
rodilla; los datos clínicos comprenden<br />
inflamación, dolor y eritema de la<br />
articulación, con limitación en la<br />
movilización de la extremidad afectada.<br />
Los niños mayores de un año<br />
habitualmente se presentan con fiebre<br />
y datos clásicos de inflamación<br />
articular. Un adulto previamente sano<br />
puede iniciar con fiebre, escalofríos y<br />
dolor en una o más articulaciones; las<br />
manifestaciones clásicas de calor,<br />
hiperemia, inflamación y dolor<br />
frecuentemente son encontradas a<br />
nivel de la articulación afectada. Desde<br />
el punto de vista clínico, un caso no<br />
complicado, en un paciente<br />
previamente sano, no ofrece dificultad<br />
diagnóstica. Las infecciones del<br />
hombro o de la cadera son de difícil<br />
diagnóstico, debido a que la gran<br />
cantidad de músculo que recubre estas<br />
articulaciones impide la observación de<br />
los datos clínicos de artritis.<br />
Se debe realizar una historia clínica<br />
cuidadosa, buscando el antecedente de<br />
infección primaria a nivel de piel, oído,<br />
aparato respiratorio o genitourinario<br />
que haya sido el punto de origen de la<br />
infección articular.<br />
También se debe<br />
buscar de manera dirigida si existe el<br />
antecedente de un traumatismo previo<br />
en<br />
la articulación afectada. Los adultos<br />
con<br />
mayor riesgo para desarrollar una<br />
490<br />
artritis infecciosa son aquellos<br />
con<br />
infecciones distantes a nivel de tubo<br />
digestivo o de vías urinarias, edad<br />
avanzada, padecimientos<br />
crónicos,<br />
artritis reumatoide y pacientes en<br />
tratamiento con esteroides, citotóxicos<br />
o radiación. En la exploración física se<br />
encuentra dolor a nivel de un hueso o<br />
una articulación y disminución de la<br />
movilidad, activa o pasiva, de la<br />
extremidad. En niños, el diagnóstico<br />
diferencial deber hacerse con fiebre<br />
reumática y con artritis reumatoide<br />
juvenil. Los hallazgos de una velocidad<br />
de sedimentación globular aumentada<br />
además de leucocitosis en la biometría<br />
hemática, pueden ayudar al<br />
diagnóstico.<br />
Independientemente de las<br />
manifestaciones<br />
clínicas que el<br />
paciente puede presentar, o bien la<br />
agudeza clínica, sobre todo en los<br />
casos de niños, cuya sintomatología<br />
puede ser confusa, el primer<br />
procedimiento diagnóstico que se debe<br />
realizar es la punción articular para la<br />
obtención de líquido sinovial, en el cual<br />
se debe realizar citoquímico, tinción de<br />
Gram y cultivo. El criterio más<br />
importante para establecer el<br />
diagnóstico<br />
de artritis séptica es el<br />
aislamiento del agente causal.<br />
Normalmente el líquido sinovial es<br />
claro, transparente, pero en los casos<br />
de infección articular se observa turbio,<br />
con una gran cantidad de leucocitos<br />
(más de 10 000/mm<br />
botellas de hemocultivo.<br />
ente etiológico,<br />
emocultivos,<br />
a de Neisseria<br />
onorrhoeae.<br />
3 ), con predominio<br />
de más de 70% de PMN; la<br />
concentración de proteínas se<br />
encuentra elevada y existe disminución<br />
de los niveles de glucosa. La tinción de<br />
Gram identifica un agente etiológico<br />
presuntivo hasta en 50% de los casos.<br />
El cultivo es positivo entre 50% y 70%<br />
de los casos; este porcentaje puede<br />
incrementarse si el líquido sinovial se<br />
inocula en<br />
Para identificar el ag<br />
también deben realizarse h<br />
los cuales son positivos en cerca de<br />
40% de los casos en niños. Si existe la<br />
posibilidad de artritis gonocóccica,<br />
debe realizarse cultivo de cérvix y<br />
uretra en búsqued<br />
g
Varias enfermedades reumáticas<br />
pueden confundirse con una artritis<br />
séptica, por lo que deben llevarse a<br />
cabo todos los estudios de laboratorio<br />
que descartan estas condiciones. En<br />
general, la gran cantidad de PMN en el<br />
líquido sinovial, orienta hacia una<br />
etiología infecciosa de la artritis; no<br />
obstante, algunas entidades, como la<br />
gota o la pseudogota, también cursan<br />
con una elevación importante de los<br />
leucocitos; para establecer una<br />
diferencia en estos casos, se emplea la<br />
microscopía polarizada con búsqueda<br />
de los cristales de las artritis gotosas.<br />
En aquellos casos de afección de<br />
articulaciones accesibles a la<br />
exploración física, los estudios<br />
radiográficos agregan poca información<br />
al diagnóstico de artritis séptica. En<br />
niños con infección de la articulación de<br />
cadera, las radiografías son<br />
de gran<br />
valor<br />
diagnóstico. En este aspecto,el<br />
signo radiológico más temprano<br />
de<br />
artritis infecciosa es la inflamación de la<br />
cápsula articular, con desplazamiento<br />
de las líneas de grasa (Figura 24.14).<br />
Figura 24.14. Artritis séptica de la cadera<br />
derecha en el niño. Obsérvese el aumento<br />
de la distancia entre el núcleo cefalico de la<br />
cabeza femoral y la línea de la imágen en<br />
lágr ima del acetábulo (línea negra)<br />
en<br />
comparación con el lado sano ( línea<br />
blanca). Ello traduce la distensión capsular<br />
por el material purulento intracapsular.<br />
Aunque los cambios radiológicos<br />
suelen ser tardíos, la gammagrafía<br />
con<br />
Tc-99 ó galio-67 pueden mostrar<br />
cambios sugestivos de la infección<br />
en<br />
etapas iniciales de la enfermedad.<br />
491<br />
24.5.5. Tratamiento:<br />
La principal medida terapéutica en la<br />
artritis séptica es la administración<br />
de<br />
antibióticos. El punto crítico del<br />
tratamiento antimicrobiano es alcanzar<br />
una concentración adecuada del<br />
antibiótico empleado a nivel<br />
del espacio<br />
articular y del líquido sinovial. Los<br />
antibióticos atraviesan fácilmente la<br />
membrana sinovial, tanto en<br />
condiciones normales<br />
como en<br />
procesos inflamatorios. La<br />
administración<br />
parenteral de los<br />
antibióticos es una vía adecuada para<br />
alcanzar el objetivo anteriormente<br />
planteado; por esta vía se logra una<br />
penetración excelente de los<br />
antibióticos al espacio articular. No<br />
existe indicación para la administración<br />
intraarticular<br />
de los agentes<br />
antiinfecciosos. El esquema de<br />
antibióticos<br />
que se debe utilizar de<br />
manera inicial, estará orientado a cubrir<br />
las posibilidades etiológicas más<br />
comunes,<br />
de acuerdo a la edad del<br />
paciente, el resultado de la tinción de<br />
Gram y la existencia de enfermedades<br />
de fondo en el individuo infectado. Una<br />
vez que se cuente con el aislamiento<br />
microbiológico el tratamiento<br />
establecido<br />
debe ser reevaluado.<br />
En neonatos, se obtiene una<br />
adecuada cobertura antimicrobiana con<br />
la combinación de dicloxacilina más un<br />
aminoglucósido. En niños entre dos<br />
meses y diez años de edad, en quienes<br />
los agentes etiológicos más frecuentes<br />
de la infección articular son S. aureus y<br />
Haemophilus influenzae tipo b, la<br />
combinación de una cefalosporina de<br />
tercera generación más una penicilina<br />
penicilinasa resistente, como<br />
dicloxacilina, puede lograr una<br />
cobertura adecuada,<br />
sobre todo en<br />
aquellos<br />
casos de infecciones de<br />
origen hematógeno.<br />
En niños mayores de diez años, S.<br />
aureus es el agente etiológico más<br />
frecuente, por lo que el tratamiento<br />
empírico inicial siempre debe ser con<br />
una penicilina penicilinasa resistente.<br />
En las infecciones por<br />
Neisseria
gonorrhoeae, el tratamiento será a<br />
base de penicilina sódica cristalina;<br />
estas infecciones ocurren en individuos<br />
con vida sexual activa.<br />
Todos los tratamientos deben<br />
administrase de manera inicial por vía<br />
intravenosa; de acuerdo a la evolución<br />
observada en los pacientes, se podrá<br />
evaluar el cambio a la vía oral si<br />
después de cuando menos una<br />
semana de tratamiento intravenoso el<br />
paciente ha tenido una buena<br />
respuesta. La colocación de un catéter<br />
intravenoso permanente para continuar<br />
el tratamiento intravenoso en el<br />
domicilio del paciente, es otra opción<br />
para<br />
finalizar el esquema de<br />
tratamiento establecido. La duración<br />
del tratamiento continúa siendo<br />
empírica; un curso de cuatro semanas<br />
se considera como norma útil, aunque<br />
arbitraria; en todo caso se ha<br />
considerado que la duración del<br />
tratamiento dependerá del<br />
micro<strong>org</strong>anismo aislado. Una infección<br />
ocasionada por S. aureus o por bacilos<br />
Gram negativos debe ser tratada por<br />
un mínimo de cuatro semanas,<br />
mientras que infecciones ocasionadas<br />
por H. influenzae tipo b o por Neisseria<br />
gonorrhoeae sólo requerirán de dos<br />
semanas de tratamiento.<br />
El drenaje quirúrgico sobre todo se<br />
emplea en las infecciones de hombro o<br />
de cadera en la infancia, en que el<br />
mejor resultado terapéutico se obtiene<br />
mediante una incisión quirúrgica con<br />
descompresión de la articulación para<br />
conservar el aporte sanguíneo de la<br />
epífisis del fémur. En estos casos el<br />
drenaje articular, mediante cirugía<br />
abierta, es particularmente importante<br />
debido<br />
al incremento de la presión<br />
intraarticular que ocurre, condición<br />
que<br />
compromete la circulación de la<br />
articulación, lo que puede resultar en<br />
una necrosis avascular de la cabeza<br />
del fémur y en la destrucción del<br />
espacio articular. Otra indicación para<br />
procedimientos quirúrgicos, es la<br />
realización de una punción articular,<br />
para la obtención de líquido sinovial, el<br />
cual es un procedimiento de suma<br />
importancia para establecer el<br />
492<br />
diagnóstico de artritis de origen<br />
infeccioso.<br />
Una vez establecido el tratamiento,<br />
es de esperar que en la primera<br />
semana se obtenga el control de la<br />
infección, tanto de las manifestaciones<br />
sistémicas como de las locales. El<br />
resultado del tratamiento se puede<br />
evaluar con la respuesta clínica y con<br />
el estudio periódico del líquido sinovial,<br />
en el cual se espera encontrar una<br />
disminución progresiva<br />
del número de<br />
leucocitos<br />
PMN así como la<br />
negativización en la tinción<br />
del Gram<br />
como de los cultivos. Varios puntos<br />
deben revisarse si la evolución<br />
clínica o<br />
de<br />
laboratorio no es satisfactoria; entre<br />
ellos están: la precisión del diagnóstico,<br />
la cobertura antimicrobiana, la<br />
sensibilidad<br />
de las bacterias, dosis e<br />
intervalo<br />
de los agentes antiinfecciosos<br />
utilizados,<br />
presencia de tejido necrótico<br />
o desvitalizado, existencia de cuerpos<br />
extraños o la necesidad de drenaje<br />
quirúrgico.<br />
24. 5.6. Pronóstico:<br />
El pronóstico de la artritis séptica en<br />
pacientes tratados adecuadamente<br />
es<br />
excelente, habiendo una recuperación<br />
total<br />
de la función y sin quedar<br />
secuelas<br />
en la articulación afectada.<br />
Sin embargo, una duración prolongada<br />
de las manifestaciones clínicas antes<br />
del inicio del tratamiento específico y<br />
los casos que ocurren en niños<br />
menores<br />
de un año, son los dos<br />
factores<br />
más importantes que predicen<br />
un resultado adverso de la infección<br />
articular.<br />
Cuanto más tiempo pase<br />
entre el inicio del cuadro clínico y el<br />
establecimiento de las medidas<br />
terapéuticas y una edad menor en los<br />
individuos afectados, mayor será el<br />
número de procedimiento debe<br />
realizarse cuando menos pasados 12<br />
meses<br />
del proceso infeccioso y después<br />
de<br />
certifcar<br />
clínica, radiológica,<br />
gammagráfica y serológicamente<br />
(VSG, PCR), que no existe ya<br />
infección.
24.5.7. Formas especiales de artritis<br />
sépticas:<br />
24.5.7.1. Artritis tuberculosa:<br />
Los bacilos tuberculosos pueden<br />
infectar una articulación sinovial<br />
mediante difusión hematógena a partir<br />
de una lesión tuberculosa distal. Sin<br />
embargo, la artritis tuberculosa se<br />
produce con mayor<br />
frecuencia por la<br />
propagación<br />
directa de la infección<br />
hasta la articulación<br />
a partir de una<br />
zona de osteomielitis tuberculosa<br />
localizada en la epífisis; aunque la<br />
lesión<br />
epifisaria<br />
subyacente puede ser<br />
demasiado pequeña para que sea<br />
posible detectarla radiográficamente,<br />
por lo general se observa en la<br />
operación. Las localizaciones<br />
más<br />
frecuente de este tipo de artritis son la<br />
cadera<br />
y rodilla. Al igual que sucede<br />
con la tuberculosis en otros tejidos, el<br />
cominzo casi siempre tiene lugar en la<br />
infancia.<br />
Por<br />
lo que hace lugar a la patogenia,<br />
la membrana sinovial responde a la<br />
infección<br />
tuberculosa mediante una<br />
hipertrofia<br />
vellosa y un derrame, con la<br />
coniguiente<br />
distensión de la cápsula<br />
articular. En la superficie sinovial<br />
inflamada<br />
puedfen observarse<br />
pequeños tubérculos gris´ceos.<br />
Posteriormente, el tejido de granulación<br />
serpentea a través de las superficies<br />
rticulares en forma de “pannus<br />
tuberculoso” que priva al cartílago de<br />
su nutrición a partir del líquido sinovial,<br />
produciendo con ello una necrosis<br />
cartilaginosa. Además, el tejido de<br />
granulación erosiona el hueso<br />
subcondral produciendo una zona local<br />
de osteomielitis con el posterior<br />
colapso del hueso. También produce<br />
una perforación por debajo del cartílago<br />
articular, haciendo que éste quede<br />
secuestrado. La combinación de<br />
necrois y de destrucción del hueso<br />
subyacente conduce a irreparables<br />
lesiones articulares.<br />
El paciente que padece una artritis<br />
tuberculosa, por lo general un niño y/o<br />
adolescente, se presenta con una<br />
articulación crónicamente irritable;<br />
493<br />
cuando la articulación afectada se<br />
encuentra en la extremidad<br />
inferior,<br />
existe una evident cojera. La VSG está<br />
elevada y la prueba de la tuberculina es<br />
positiva. En los primeros estadios, el<br />
exámen<br />
radiográfico revela una<br />
osteoporosis regional y un aumento en<br />
el volumen<br />
de los tejidos blandos. En<br />
las últimas fases de la enfermedad,<br />
las<br />
lesiones osteolíticas en las epífisis se<br />
hacen<br />
evidentes y aparece una<br />
disminución<br />
progresiva del espacio<br />
articular,<br />
lo que indica la destrucción<br />
del cartílago (Tabla 24.II).<br />
Tabla 24.II. Clasifcación radiográficas de<br />
las artritis tuberculosas.<br />
El diagnóstico clínico es de sospecha,<br />
ues<br />
muchas son los procesos que<br />
pueden cursar con este cuadro, aún<br />
cuando la destrucción<br />
articular es<br />
sugerente de infección. Sin embargo, el<br />
diagnostico definitivo debe confirmarse<br />
mediante la biopia sinovial y/o del<br />
estudio del líquido sinovial.<br />
En cuanto al trtamiento, la asistencia<br />
a un paciente con artritis tuberculosa,<br />
supone el tratamiento de la tuberculosis<br />
generalizada así como el tratamiento<br />
de la lesión aricular en sí. Así pues,<br />
debe instaurarse el tratamiento genetral<br />
con fármacos antituberculosos y, en<br />
cuanto a la articulación afecta,<br />
todo<br />
depnderá<br />
de su localización, aunque es<br />
evidente que, al tratars de una<br />
infección, las<br />
artroplastias sustitutivas<br />
(prótesis) están contraindicadas en las<br />
fases iniciales y sólo después de un<br />
periodo prolongado de tiempo, con<br />
clínica, bioquímica y gammagrafía ósea<br />
sin evidencia de enfermedad<br />
tuberculosa, pude estar justificada la<br />
prótesis. Sin embargo, cuando al<br />
principio existen ya esiones<br />
osteocartilaginosas irreparables, es<br />
aonsejable la fusión quirúrgica de la<br />
articulación<br />
(artrodesis), no sólo para
mitigar el dolor de la articulación<br />
artrítica, sino también para<br />
proporcionar la permanente curación<br />
de la infección tuberculosa.<br />
24.5.7.2. Artritis gonocócica:<br />
En la artritis gonocócica se observan<br />
dos formas clínicas. La primera de ellas<br />
es una afección monoarticular, que<br />
cursa con bacteremia asintomática, sin<br />
fiebre ni escalofríos y son raras las<br />
manifestaciones cutáneas como las<br />
pápulas eritematosas rodeadas de una<br />
lesión hemorrágica. En estos casos por<br />
lo común se aisla N. gonorrhoeae del<br />
líquido sinovial.<br />
La segunda forma clínica corresponde<br />
a pacientes con un curso séptico, es<br />
común el antecedente de fiebre y<br />
suelen presentarse con lesiones<br />
cutáneas y afección poliarticular.<br />
Aunque los hemocultivos y cultivos de<br />
las lesiones cutáneas generalmente<br />
son positivos, el líquido sinovial suele<br />
ser estéril. La artritis gonocócica se<br />
presenta con mayor frecuencia en<br />
mujeres. El diagnóstico diferencial debe<br />
realizarse con el síndrome de Reiter;<br />
en este último existe afección<br />
poliarticular, conjuntivitis y uretritis.<br />
Si no se establece ningún tratamiento,<br />
los síntomas constitucionales y la<br />
dermatitis normalmente desaparcen,<br />
pero la afección articular progresa<br />
hacia una artritis purulenta mono o<br />
poliarticular. En un 30-40 % de los<br />
casos no se aprecia este patrón<br />
bifásico, y el paciente se presenta<br />
directamente en la fase de artritis<br />
séptica.<br />
24. 6. Infecciones de<br />
la mano<br />
24.6.1. Introducción:<br />
Los tejidos blandos de la mano resultan<br />
frecuentemente infectados por<br />
bacterias piógenas debido a la elevada<br />
incidencia de pequeñas heridas en la<br />
mano, tales como laceraciones y<br />
heridas punzantes. Estas infecciones,<br />
no solo son corrientes, sino tambien<br />
potencialmente<br />
peligrosas, ya que<br />
pueden<br />
extenderse hasta los huesos,<br />
articulaciones<br />
y vainas tendinosas.<br />
494<br />
Las formas clínicas comprenden procesos de localización<br />
superficial,<br />
como la paroniquia, el panadizo y los<br />
abscesos superficiales, o procesos de<br />
localización profunda como las<br />
tenosinovitis de los flexores y la<br />
infección de los espacios profundos de<br />
la mano (compartimento tenar y<br />
espacio palmar medio).<br />
26.4.2. Paroniquia:<br />
Es la infección más frecuente de la<br />
mano, y afecta a los tejidos blandos<br />
periungueales, pudiendo extenderse<br />
bajo la uña. La observación de<br />
tumefacción, enrojecimiento, y dolor<br />
intenso en la base y el borde de la uña,<br />
con o sin presencia de pus, hacen fácil<br />
su diagnóstico (Figura 24.15).<br />
Figura 24.15. Aspecto clínico<br />
de una<br />
paroniquia.<br />
Si no hay colección purulenta, la<br />
administración de antibióticos orales,<br />
que cubran el s. aureus, y los baños<br />
antisépticos, pueden resolver el<br />
problema. En caso contrario, será<br />
preciso drenar el foco mediante la<br />
elevación del eponiquio.<br />
26.4.3. Panadizo:<br />
En el panadizo se afecta el pulpejo del<br />
dedo,<br />
existiendo con frecuencia el<br />
antecedente de una pequeña erosión<br />
o<br />
herida local que inocula el gérmen<br />
en<br />
un espacio muy vascularizado<br />
e<br />
inervado, lo que explica el dolor intenso<br />
que<br />
provoca. El absceso central se<br />
contiene<br />
a presión por los tabiques<br />
fibrosos<br />
que, desde el periostio a la
piel, confieren firmeza a esta<br />
importante estructura táctil<br />
(Figura 24.16).<br />
Figura 24.16. Panadizo.<br />
El tratamiento debe ser agresivo,<br />
mediante el drenaje quirúrgico y la<br />
administración de antibióticos. Una<br />
incisión lateral en el punto de dolor<br />
máximo<br />
para evacuar el material<br />
purulento y un drenaje adecuado<br />
durante 24-48 horas, facilita el cierre<br />
secundario espontaneo de la herida<br />
sin complicaciones.<br />
26.4.4. Infecciones superficiales:<br />
Generalmente suelen ser<br />
subepidérmicas, aunque pueden cursar<br />
con una aparatosa inflamación<br />
(Figura<br />
24.17).<br />
Figura 24.17. Infección subepidérmica de<br />
la cara cubital de la muñeca.<br />
495<br />
El tratamiento consiste en realizar un<br />
pequeño corte en la epidermis par<br />
drenar la colección de pus, y la<br />
administración oral de antibióticos.<br />
26.4.5. Tenosinovitis aguda de los<br />
flexores:<br />
Se inicia habitualmente<br />
por una herida<br />
incisa<br />
o punzante, pero a veces es<br />
consecuencia de una infección<br />
hematógena. La vaina tendinosa del<br />
primer dedo se continúa con la bolsa<br />
sinovial radial de la palma que<br />
envuelve el flexor largo del pulgar, y la<br />
del quinto se prolonga hasta la palma,<br />
donde<br />
aloja los flexores profundos y<br />
superficiales (Figura<br />
24.18).<br />
Figura 24.18. Localización y disposición de<br />
las vainas sinoviales de los tendones<br />
flexores de la mano.<br />
Las vainas de los dedos 2º al 4º,<br />
ocupan la cara volar, desde el pliegue<br />
palmar<br />
medio hasta casi la<br />
interfalángica distal. Se explica<br />
así, la<br />
diseminación extensa y la tendencia<br />
necrosante,<br />
dada la inextensibilidad<br />
de<br />
los compartimientos. Por ello, el<br />
diagnóstico precoz seguido de un<br />
tratamiento oportuno y activo, son de<br />
excepcional importancia.<br />
El signo más importante para su<br />
reconocimiento<br />
es el dolor intenso a lo
largo de la vaina al intentar la extensión<br />
pasiva del dedo. Asimismo se observa<br />
una contractura en flexión del mismo y<br />
un engrosamiento difuso de toda la<br />
cara palmar del dedo afectado.<br />
En casos incipientes, el tratamiento<br />
consiste en la inmovilización con férula,<br />
la elevación del miembro, y la<br />
administración de antibióticos<br />
sistémicos. En ausencia de respuesta<br />
en las primeras 24 horas o en fases<br />
más avanzadas, se debe proceder al<br />
drenaje mediante una incisión en zigzag<br />
en la cara palmar del dedo,<br />
apertura limitada en el centro de la<br />
vaina e introducción de un fino catéter<br />
dentro de la misma para proceder a<br />
una<br />
irrigación-aspiración durante 48-72<br />
horas.<br />
496<br />
26.4. 6. Infecciones profundas:<br />
En cuanto a los epacios profundos, los<br />
más importantes son el compartimento<br />
tener y el espacio palmar medio.<br />
La clínica es muy similar a la anterior,<br />
aunque<br />
en este caso, la tumefacción se<br />
localiza<br />
en la eminencia tenar y en la<br />
palma<br />
de la mano.<br />
El tratamiento<br />
consiste en el drenaje<br />
de la colección purulenta seguida de la<br />
colocación<br />
de un drenaje para evitar la<br />
recidiva.<br />
Asimismo, se prescribirán<br />
antibióticos por vía sistémica de<br />
acuerdo<br />
al gram y cultivo del material<br />
drenado.
25. 1.Tumores Oseos<br />
CAPITULO 25. TUMORES<br />
OSEOS, LESIONES<br />
PSEUDOTUMORALES, TUMORES<br />
DE PARTES BLANDAS y<br />
METASTASIS<br />
OSEAS.<br />
25. 1.1. introducción:<br />
Los tumores óseos constituyen un<br />
capítulo<br />
pequeño entre las otras<br />
grandes familias tumorales que<br />
comprometen<br />
otros sistemas <strong>org</strong>ánicos<br />
(mama,<br />
pulmón, próstata, estómago,<br />
inte<br />
stino, etc).<br />
Sin embargo, la<br />
malignidad que adoptan, sobre<br />
todo los<br />
sarcomas óseos, es de tal magnitud<br />
que todos los conocimientos dirigidos a<br />
conocer el problema, justifica y obliga a<br />
todo médico, sea o no especialista en<br />
cirugía ortopédica, a poseer un<br />
conocimiento básico del problema.<br />
Teniendo en cuenta su origen, los<br />
tumores óseos se distinguen en<br />
primarios y secundarios o metastáticos.<br />
Mientras los primeros proceden de los<br />
propios tejidos y células existentes en<br />
los huesos y nacen y se desarrollan en<br />
ellos, los metastáticos aparecen como<br />
consecuencia de la llegada a ellos por<br />
vía sanguínea de células provenientes<br />
de tumores situados en otros órganos.<br />
Asimismo, los tumores primarios<br />
pueden ser benignos o malignos, pero<br />
los metastáticos (salvo muy raras<br />
excepciones) son siempre malignos.<br />
En cuanto a la etiopatogenia de los<br />
tumores óseos, continúa<br />
siendo<br />
bastante desconocida, si bien algunos<br />
sugieren bases genéticas, otros de<br />
etiología<br />
vírica y, en ciertos casos,<br />
como<br />
consecuencia a la exposición de<br />
las radiaciones.<br />
25.1.2. Clasificación de los tumores<br />
óseos primarios:<br />
Tal como se ha comentado, los<br />
tumores óseos primarios se clasifican<br />
según el tejido del que proceden, aún<br />
cuando se ha considerado un grupo<br />
aparte, denominado “lesiones<br />
pseudotumorales” que, sin ser<br />
verdaderas formas tumorales, se<br />
comportan clínicamente de manera<br />
muy similar a los tumores<br />
primarios<br />
497<br />
benignos y, cuyo tratamiento, también<br />
es muy<br />
parecido.<br />
De forma sintetizada, la clasificación<br />
de los tumores óseos puede<br />
observarse<br />
en las Tablas 25.I y 25.II.<br />
Tab la 25.I. Clasificación de los tumores<br />
óseos. Tabla 25.II. Clasificación de las lesiones<br />
pseudotumorales.<br />
25.1.3. Determinación del estadío<br />
tumoral:<br />
A partir de 1980, se dio un paso<br />
importante en el estudio de los tumores<br />
óseos en referencia a la determinación<br />
del estadio tumoral, pues con la misma<br />
se logró un mejor conocimiento<br />
del<br />
pronóstico y del manejo<br />
terapéutico de<br />
estas<br />
lesiones.<br />
Existen dos sistemas<br />
de estadiaje<br />
para los sarcomas óseos:<br />
el sistema<br />
del American Joint Comité on Cancer<br />
(AJCC) y el sistema<br />
de la<br />
Musculoskeletal<br />
Tumor<br />
Society (MSTS)<br />
(Tablas 25. III y 25.IV).<br />
El sistema de la AJCC utiliza las<br />
mismas variables que el sistema MSTS<br />
para los tumores malignos,<br />
pero los<br />
pondera de manera diferente. El<br />
sistema MSTS establece también<br />
estadios para los<br />
tumores óseos<br />
benignos.
Así, los tumores óseos benignos se<br />
clasifican en los estadios<br />
1, 2 y 3. El<br />
sistema intenta integrar las<br />
características<br />
clínicas, histológicas y<br />
de imagen para ordenar<br />
los tumores<br />
por estadios crecientes de agresividad.<br />
Generalmente puede establecerse un<br />
diagnóstico diferencial basado en las<br />
radiografías simples y la edad del<br />
paciente. Las lesiones de aspecto<br />
benigno que son asintomáticas,<br />
estadio I, se denominan latentes y en<br />
estos casos puede optarse por la<br />
observación.<br />
Como ejemplos cabe citar<br />
el fibroma no osificante, el encondroma<br />
y algunos quistes óseos unicamerales.<br />
Las lesiones benignas activas o<br />
agresivas, que corresponden a los<br />
estadios 2 y 3, requieren a menudo un<br />
estudio de imagen con TAC o RMN<br />
para obtener datos adicionales<br />
que<br />
pueden<br />
ser útiles para descartar una<br />
enfermedad maligna y para facilitar la<br />
planificación preoperatoria. Así por<br />
ejemplo, un tumor de células gigantes<br />
que haya erosionado por completo la<br />
cortical, puede tener una masa<br />
extraósea grande que se detectará<br />
perfectamente con la RMN.<br />
Los tumores óseos malignos se<br />
dividen en tumores de bajo grado<br />
(estadio<br />
I) y de alto grado (estadio II),<br />
en función de criterios histológicos. Se<br />
clasifican<br />
también en tumores<br />
intracompartimentles (A) y<br />
extracompartimentales (B) en función<br />
de su extensión anatómica local. Por<br />
último,<br />
los pacientes que se encuentran<br />
en el estadio III son los que presentan<br />
una enfermedad metastásica. La<br />
finalidad<br />
de la clasificación en estadios<br />
es proporcionar un pronóstico y orientar<br />
el tratamiento. Generalmente se utiliza<br />
quimioterapia en los tumores de grado<br />
histológico alto correspondientes a<br />
osteosarcomas, histicocitomas<br />
fibrosos<br />
malignos<br />
del hueso o sarcomas de<br />
Ewing, pero no para las lesiones de<br />
bajo grado ni para los condrosarcomas<br />
de cualquier grado. La extensión<br />
anatómica ayuda a planificar la<br />
resección y la reconstrucción<br />
que se<br />
debe<br />
practicar.<br />
El sistema MSTS no es aplicable al<br />
sarcoma<br />
de Ewing, que tiene su propia<br />
498<br />
relación de variables pronósticas,<br />
entre<br />
las que se encuentran la localización<br />
en extremidades por oposición a la<br />
central,<br />
el volumen tumoral, la<br />
respuesta<br />
a la quimioterapia y la<br />
presencia<br />
o ausencia de metástasis.<br />
Tab la 25.III. Estadios de los sarcomas<br />
óseos según la AJCC.<br />
Tabla<br />
25. IV. Estadíos<br />
de los sarcomas<br />
óseos según la MSTS.<br />
25.1.4. Diagnóstico:<br />
La valoración inicial de un paciente en<br />
el que se sospecha una lesión tumoral<br />
ósea y/o de partes blandas no difiere<br />
de la de cualquier otro paciente, puesto<br />
que se basa en una historia clínica<br />
completa y una exploración física<br />
exhaustiva. Los exámenes posteriores<br />
radiográficos, gammagráficos y<br />
bioquímicos, entre otros, no tienen<br />
generalmente otro valor que confirmar<br />
la sospecha clínica iniciada por la<br />
anamnesis y el examen físico, además<br />
de agregar algunos datos<br />
complementarios.<br />
Entre los parámetros clínicos más<br />
relevantes se encuentran:<br />
• Edad:<br />
Siendo valiosa la información recibida<br />
del paciente en cuanto al dolor,<br />
aumento de volumen, tiempo de<br />
evolución, existencia de uno o más<br />
signos<br />
inflamatorios, localización y<br />
tamaño del tumor, hay un antecedente
que presenta un valor superior a los<br />
demás, en los referente a circunscribir<br />
una posibilidad diagnóstica y éste es la<br />
edad.<br />
En primer lugar, hay que dejar<br />
establecido que, por lo menos el 80 %<br />
de los tumores óseos primitivos, son<br />
diagnosticados<br />
antes de los 30 años. Si<br />
este<br />
estudio lo proyectamos sólo a los<br />
tumores óseos benignos, la tendencia<br />
señalada es aún mayor. Es muy<br />
probable que esta incidencia sea<br />
todavía más alta,<br />
si consideramos que<br />
muchos<br />
de aquellos tumores<br />
diagnosticados después de los 30<br />
años, tuvieron su origen<br />
antes de esa<br />
edad, habiendo pasado inadvertidos,<br />
considerando su lento crecimiento y su<br />
escasa sintomatología.<br />
En los tumores óseos<br />
malignos la<br />
tendencia es similar. Existe, sin<br />
embargo, una discreta tendencia a<br />
aumentar la frecuencia a partir de la 5ª<br />
y 6ª décadas de la vida debido a que<br />
hay dos familias de tumores malignos,<br />
el<br />
condrosarcoma y el mieloma, que<br />
muestran una tendencia muy evidente<br />
a aparecer en décadas posteriores.<br />
Solamente con fines didacticos,<br />
debemos decir que, junto a los<br />
mielomas, también las metástasis<br />
exhiben una fuerte tendencia a<br />
aparecer pasados los 50 años de edad;<br />
en la práctica clínica no aparecen antes<br />
de los 35 a 40 años, exceptuando los<br />
raros casos de las metástasis<br />
del<br />
neuroblastoma.<br />
Considerando este aspecto<br />
de la<br />
biología de los tumores óseos,<br />
podemos enunciar una “ley de oro” al<br />
respecto: “La existencia de una lesión<br />
ósea de aspecto tumoral en un enfermo<br />
de menos de 30 años de edad, obliga<br />
al clínico a pensar<br />
en la existencia de<br />
un<br />
tumor primitivo”.<br />
La correcta lógica<br />
clínica casi obliga a descartar<br />
el<br />
diagnóstico de mieloma ó de una<br />
metástasis; por el contrario, si la lesión<br />
ósea en estudio se presenta en un<br />
paciente de más de 50 años, esa<br />
misma correcta lógica clínica obliga a<br />
pensar en una metástasis o en un<br />
mieloma, y no en un tumor óseo<br />
primitivo.<br />
499<br />
Pero la conducta por la edad de los<br />
tumores y lesiones pseudotumorales<br />
de<br />
los<br />
huesos es todavía más importante<br />
de considerar, pues si examinamos<br />
cada familia tumoral o pseudotumoral<br />
en forma independiente, veremos que<br />
cada una de ellas, en forma muy<br />
“obediente”, aparecen en determinadas<br />
décadas, y sólo en escasas ocasiones,<br />
aparecen fuera de sus límites por edad.<br />
Esta reconocida “obediencia” suele<br />
aparecer entre límites de edades que<br />
son muy propios para cada familia<br />
tumoral, constituyendo un elemento de<br />
extraordinario valor en el proceso<br />
de<br />
diagnóstico. En este aspecto,<br />
mencionaremos tres ejemplos: el 90 %<br />
de los sarcomas de Ewing aparece<br />
entre los 8 y 18 años de edad. Así,<br />
frente a una lesión con los caracteres<br />
clínicos<br />
y radiológicos propios del<br />
sarcoma de Ewing, pero que aparece<br />
fuera de los límites de edad propios de<br />
este tumor, la buena lógica clínica<br />
aconseja pensar en otros tipos<br />
tumorales, somo son las metástasis de<br />
un neuroblastoma (frecuentes antes de<br />
los 5 años) o en un sarcoma de células<br />
reticulares, frecuentes después de los<br />
20 a 25 años. La misma actitud<br />
diagnóstica debe adoptarse en el caso<br />
del osteosarcoma: en un 85 % de los<br />
casos aparece entre los 15 y 25 años,<br />
o del tumor de células gigantes,<br />
prácticamente no diagnosticado antes<br />
de los 10 años; muy raro antes de los<br />
20 o después de los 35 años. La misma<br />
propiedad la tienen casi todas las<br />
lesiones pseudotumorales del<br />
esqueleto.<br />
Así, el 80<br />
% de las<br />
histiocitosis<br />
X son diagnosticadas antes<br />
de los 30 años de edad y el 60 % lo<br />
son antes de los 10 años.<br />
• Sintomatología:<br />
Son tres los signos y síntomas que<br />
acompañan al tumor óseo y que<br />
constituyen la principal causa de la<br />
consulta:<br />
1. Dolor<br />
2. Aumento de volumen.<br />
3. Impotencia funcional.
Todos ellos son absolutamente<br />
inespecíficos, y bien pueden<br />
corresponder a muchas otras lesiones<br />
óseas o articulares que también se<br />
manifiestan por dolor, aumento de<br />
volumen o impotencia funcional. Esto<br />
obliga<br />
a ser muy cauteloso en su<br />
interpretación y, junto con considerar<br />
varias posibilidades diagnósticas, el<br />
clínico debe contemplar como posible<br />
también la existencia de un tumor óseo.<br />
1. Dolor:<br />
Los distintos caracteres con los cuales<br />
puede presentarse el dolor, extensión,<br />
duración, intensidad, tienen un valor<br />
muy relativo como para deducir de él la<br />
naturaleza de la lesión que lo provoca.<br />
En general el dolor está referido al sitio<br />
de la lesión tumoral; en las<br />
localizaciones vecinas a una<br />
articulación, el dolor se localiza en la<br />
misma articulación y ello es propio de<br />
tumores epifisarios (tumor de células<br />
gigantes, por ejemplo) o yuxtaarticulares,<br />
metafisarios, como ocurre<br />
en el sarcoma osteogénico parostal.<br />
Localizaciones en la columna vertebral<br />
(mieloma,<br />
metástasis, hemangiomas),<br />
generan dolor vertebral con muy<br />
frecuentes irradiaciones neurológicas.<br />
Son propios de tumores benignos<br />
(osteocondromas, condromas) , los<br />
dolores<br />
discretos, persistentes,<br />
tolerables y que no alteran la capacidad<br />
funcional; por el contrario,<br />
dolores<br />
intensos, rápidamente progresivos,<br />
invalidantes y sin relación con la<br />
actividad, son propios de un tumor<br />
agresivo (tumor de células<br />
gigantes) o<br />
francamente maligno (osteosarcoma,<br />
sarcoma de Ewing).<br />
Cuando los síntomas y signos,<br />
especialmente el dolor, se intensifican<br />
brusca<br />
y violentamente, hay que<br />
sospechar que el tumor es<br />
agresivo o<br />
es maligno, que ha destruido la cortical<br />
del hueso y compromete el periostio,<br />
que ha habido una hemorragia<br />
intratumoral y/o ha sufrido un<br />
traumatismo.<br />
El hecho clínico, así manifestado es,<br />
en principio, de mal pronóstico.<br />
500<br />
2. Aumento de volumen<br />
Este aspecto de la sintomatología,<br />
caracteriza en forma muy evidente el<br />
tipo biológico de la lesión.<br />
Tumores benignos (osteocondromas,<br />
encondromas), evolucionan sin dolor y<br />
con crecimiento muy lento durante<br />
años enteros. Ello explica que pasen<br />
inadvertidos o no haya, para el<br />
enfermo, motivo de inquietud<br />
que lo<br />
haga<br />
consultar. No ocurre los mismo<br />
con tumores de rápido crecimiento.<br />
En<br />
ello hay que sospechar una lesión<br />
agresiva (no necesariamente maligna<br />
como es el caso del tumor de células<br />
gigantes) o de un sarcoma: sarcoma<br />
osteogénico, sarcoma de Ewing, etc,<br />
que evolucionan rápidamente en<br />
cuanto a dolor y crecimiento.<br />
3.<br />
Incapacidad<br />
funcional<br />
Junto con el dolor y el aumento<br />
de<br />
volumen, existe una incapacidad física<br />
en forma de claudicación y limitación<br />
funcional más o menos severa de<br />
acuerdo al tipo de tumor en cuestión.<br />
Asimismo, es frecuente encontrar<br />
signos inflamatorios peritumorales que<br />
hacen aumentar más la incapacidad<br />
funcional.<br />
• Exploraciones complementarias:<br />
a) Radiología:<br />
Las radiografías simples suelen ser<br />
suficientes para realizar un diagnóstico<br />
diferencial de las lesiones óseas y para<br />
establecer una orientación inicial<br />
respecto a si la lesión es benigna o<br />
maligna. Las radiografías de las<br />
lesiones de los tejidos blandos pueden<br />
mostrar la posible existencia de<br />
calcificaciones y de erosiones del<br />
hueso, aunque son infrecuentes. Sea<br />
como fuere, la radiología adquiere su<br />
máximo<br />
valor cuando cumple<br />
con dos<br />
objetivos:<br />
1. Objetivo descriptivo:<br />
Al radiólogo le corresponde hacer una<br />
correcta descripción de la lesión ósea,<br />
que debe ser objetiva y completa y que<br />
cumple, esencialmente, los siguientes<br />
datos semiológicos:
• Hueso comprometido:<br />
Pareciera ser que fuese una<br />
información obvia; sin embargo, no<br />
siempre es así. No es infrecuente que<br />
el clínico, después de haber realizado<br />
el estudio que le compete, pueda no<br />
estar seguro que la lesión sea<br />
propiamente del hueso. Un aumento<br />
del volumen fijo a los planos profundos,<br />
aun de consistencia aumentada, puede<br />
legítimamente hacer pensar que se<br />
trata de una lesión propia del hueso. El<br />
examen radiográfico indica que ello no<br />
es así y que la lesión es de partes<br />
blandas. La miositis osificante, el<br />
condroma o condrosarcoma de partes<br />
blandas son buenos ejemplos de ello.<br />
Por el contrario, en lesiones que<br />
sugieren una lesión de partes blandas,<br />
el examen<br />
radiográfico las identifica<br />
como<br />
propias del hueso, hecho no<br />
sospechado por el clínico.<br />
• Región del hueso afectado:<br />
Corresponde a una información de<br />
fundamental importancia. Así,<br />
es<br />
posible<br />
reconocer, para cada grupo<br />
tumoral o pseudotumoral,<br />
una<br />
acentuada predilección a aparecer<br />
siempre en un determinado sitio que le<br />
es propio a esa familia tumoral. Esta<br />
“obediencia” topográfica se cumple sin<br />
excepción, en la mayoría de los casos.<br />
Este hecho es tan específico que<br />
marca, junto con la edad, los dos<br />
antecedentes más importantes y de<br />
mayor seguridad en el planteamiento<br />
diagnóstico de una lesión ósea en<br />
estudio. Así, según la zona topográfica<br />
de asiento del tumor, podemos tener:<br />
- Lesiones óseas de localización<br />
epifisaria:<br />
a) Tumor de células gigantes.<br />
b) Condroblastoma<br />
epifisario.<br />
- Lesiones óseas de localización<br />
metafisaria:<br />
a) Osteosarcoma<br />
b) Osteocondroma.<br />
c) Condroma.<br />
d) Fibroma condromixoide.<br />
e) Quiste óseo simple.<br />
f) Quiste óseo aneurismático.<br />
g) Defecto fibroso metafisario.<br />
501<br />
- Lesiones óseas de localización<br />
diafiso-metafisarias:<br />
a) Sarcoma de Ewing.<br />
b) Linfoma primitivo de hueso.<br />
c) Fibrosarcoma.<br />
d) Histiocitoma fibroso<br />
maligno.<br />
e) Sarcoma<br />
yuxtacortical.<br />
osteogenico<br />
- Lesiones<br />
diafisaria:<br />
óseas de localización<br />
a) Metástasis.<br />
b) Mieloma.<br />
• Situación de la lesión dentro del<br />
hueso:<br />
También se constituye en un dato<br />
semiológico importante. Así, podemos<br />
encontrarnos con las siguientes<br />
situaciones:<br />
- Central: metástasis, mieloma,<br />
condroma, condroblastoma<br />
epifisario.<br />
- Excéntrica: tumor de células<br />
gigantes, defecto fibroso<br />
metafisario, fibromas.<br />
- Cortical: osteoma osteoide.<br />
- Supracortical: osteocondroma,<br />
sarcoma osteogénico parostal o<br />
yuxtacortical<br />
• Tamaño de la lesión:<br />
Es un dato importante para considerar<br />
la magnitud de la posible exéresis de la<br />
lesión. En caso de los sarcomas óseos<br />
permite inferir con bastante acierto una<br />
relación entre tamaño y posibilidad<br />
cierta de la existencia de metástasis.<br />
La experiencia ha demostrado que<br />
sarcomas (osteosarcoma, por ejemplo)<br />
de más de 3 a 4 cm. de diámetro,<br />
necesariamente se encuentran<br />
complicados de una diseminación<br />
metastásica.<br />
• Carácter (osteolítico, osteoblastico<br />
o mixto):<br />
Al respecto, deben precisarse ciertos<br />
hechos. No corresponden a conceptos<br />
sinónimos los términos de “osteolítico”<br />
u “osteoblástico” utilizados por el<br />
radiólogo o el patólogo.<br />
El radiólogo usa el término<br />
“osteolítico” para señalar un segmento<br />
óseo que muestra ausencia de tejido
calcificado u osificado, y que se<br />
identifica como un defecto en el tejido<br />
que conforma el hueso, mientras que el<br />
patólogo, señala<br />
la existencia o no de<br />
tejido óseo en cualquier fase de su<br />
evolución osteoblástica, esté ella en<br />
etapa de calcificación u osificación o no<br />
haya llegado todavía a ella. Así por<br />
ejemplo, en una lesión que<br />
radiograficamente es señalada como<br />
osteolítica por el radiólogo, el patólogo<br />
encuentra un activo proceso<br />
osteoblástico en etapa aún no<br />
calcificada (osteoide) y así en su<br />
informe<br />
la identifica como una lesión<br />
osteolítica.<br />
• Límites:<br />
Constituye<br />
un dato semiológico del más<br />
alto<br />
valor. Es propio de una lesión<br />
benigna, el que el límite que separa<br />
la<br />
lesión ósea del tejido<br />
que lo circunda<br />
sea neto, preciso, que permita delimitar<br />
claramente donde termina lo patológico<br />
y donde empieza lo normal. Más<br />
relevante es aún este<br />
signo, cuando la<br />
lesión está circunscrita por un margen<br />
osteoesclerótico, en que la delimitación<br />
es aún mucho más precisa.<br />
La indefinición del límite entre ambas<br />
áreas se interpreta como que la lesión<br />
es<br />
infiltrante y, en general, es propia de<br />
una patología maligna. Sin<br />
embargo,<br />
hay que señalar que ni uno ni otro de<br />
ambos signos tienen un valor absoluto.<br />
Hay lesiones biologicamente benignas,<br />
que son infiltrantes (tumor de células<br />
gigantes, por ejemplo) y al revés, otras,<br />
bien delimitadas,<br />
son malignas.<br />
Algunos sarcomas osteogénicos,<br />
fibrosarcomas o condrosarcomas, son<br />
buenos ejemplos de lo comentado.<br />
• Aspecto de la cortical:<br />
La cortical puede estar intacta,<br />
adelgazada o destruida. En este<br />
contexto, es muy importante comprobar<br />
si ésta está adelgazada. Ello significa<br />
que se está desarrollando un proceso<br />
biológicamente activo. En general, se<br />
trata de una actividad<br />
tumoral<br />
(fibromas, condromas) poco agresiva.<br />
Sin embargo, si la cortical está rota,<br />
hay que distinguir si el proceso se debe<br />
a una acción osteolítica propia de la<br />
502<br />
lesión (tumor de células gigantes,<br />
sarcomas, etc.) o bien es el resultado<br />
de<br />
una fractura por disminución de la<br />
resistencia ósea (encondroma<br />
de la<br />
falange). Con frecuencia se encuentra<br />
que el hueso toma un aspecto como<br />
“insuflado” como consecuencia de la<br />
acción osteolítica subcortical, que es<br />
compensada progresivamente por una<br />
acción osteoblástica perióstica. Tal es<br />
el caso de los condromas, fibromas y<br />
quistes óseos.<br />
• Reacción perióstica:<br />
Puede presentarse bajo diferentes<br />
formas radiográficas:<br />
- Espículas finas de hueso<br />
debidamente calcificado:<br />
signo del<br />
cepillo. Si llega a comprometer todo<br />
el perímetro del hueso, da la<br />
imagen en “sol radiante” y es muy<br />
propio del osteosarcoma.<br />
- Delgadas láminas calcificadas<br />
paralelas a la superficie perióstica<br />
en la zona tumoral. Es el signo de<br />
las “capas de cebolla” y es muy<br />
propia del sarcoma de Ewing o del<br />
histicitoma fibroso maligno.<br />
- Signo o triángulo de Codman: se<br />
observa en los límites extremos del<br />
tumor y corresponde al<br />
levantamiento del periostio,<br />
por el<br />
tumor subyacente; calcifica y<br />
muestra una típica imagen<br />
triangular sobre la superficie ósea a<br />
nivel de los límites extremos del<br />
tumor. Es muy propio del<br />
osteosarcoma.<br />
Hay que destacar que ninguno de los<br />
signos descritos tienen un valor<br />
patognomónico; no corresponden sino<br />
que al estímulo del periostio provocado<br />
por un agente biológicamente muy<br />
activo. También se observan en las<br />
osteomielitis. Pero de todos modos,<br />
constituyen signos inquietantes.<br />
• Compromiso de partes blandas:<br />
Significa la ruptura de la cortical y la<br />
progresión e infiltración de la masa<br />
tumoral fuera<br />
del hueso. Corresponde a<br />
un signo de muy mal pronóstico, pues<br />
revela una lesión agresiva,
generalmente maligna, y sobre todo<br />
manifiesta que hay ya masa tumoral<br />
infiltrando partes blandas, limitando o<br />
impidiendo la posibilidad de<br />
resecciones<br />
óseas con conservación<br />
del miembro.<br />
La existencia de calcificaciones en<br />
medio de este tejido peritumoral revela<br />
que el proceso es osteoblástico o<br />
condroblástico, propio del sarcoma<br />
respectivo.<br />
• Contenido:<br />
Puede ocurrir que dentro de la lesión<br />
haya tejidos que radiologicamente<br />
presentan<br />
diferentes aspectos:<br />
- Vacío de contenido de partes<br />
-<br />
blandas (quiste óseo simple).<br />
Contenido de tejidos blandos (tumor<br />
de células<br />
gigantes).<br />
- Corpúsculo o masa de tejidos<br />
parcialmente calcificadas<br />
(condromas,<br />
epifisario).<br />
condroblastoma<br />
- Fino trabeculado calcificado, que le<br />
dan a la imagen un aspecto que los<br />
radiólogos describen como en<br />
“pompas de jabón” o en “panal de<br />
abejas”. Es propio de los quistes<br />
óseos simples o aneurismáticos,<br />
defecto fibroso metafisario, etc.<br />
b) Gammagrafía ósea:<br />
Con la adquisición de radiofármacos<br />
captados por el tejido óseo, se crea<br />
una nueva capacidad diagnóstica de<br />
valor extraordinario. Después de una<br />
amplia búsqueda, se llega actualmente<br />
al uso de Tecnecio<br />
99m-metileno<br />
difosfato. Así, con una notoria afinidad<br />
por el tejido óseo, dicho isótopo marca<br />
con un exceso de captación todos<br />
aquellos procesos biológicamente<br />
activos en los que existe una adecuada<br />
vascularización. Cualquiera que sea el<br />
proceso óseo en que haya<br />
hiperactividad biológica, sea ella<br />
normal o patológica con<br />
hipervascularización,<br />
será marcado<br />
como positivo por el radiofármaco.<br />
Puntos de crecimiento metafisarios en<br />
niños y adolescentes, focos de fractura,<br />
osteomielitis y tumores benignos, entre<br />
503<br />
otros, son buenos ejemplos para<br />
ilustrar este hecho.<br />
Concretamente, en el estudio de los<br />
tumores óseos, tiene importancia en la<br />
investigación, dos hechos:<br />
1) Detectar focos esqueléticos o<br />
viscerales (pulmonares)<br />
biológicamente hiperactivos.<br />
2) Como su capacidad<br />
de detección<br />
es muy fina e inquisitiva, logra<br />
revelar focos hiperactivos<br />
más<br />
pequeños que los que la radiografía<br />
es capaz de detectar.<br />
La información positiva de otros focos<br />
esqueléticos o pulmonares radioactivos<br />
es inespecífica, pero si se la relaciona<br />
con el cuadro clínico en estudio, la<br />
sugerencia que se trate de la existencia<br />
de<br />
metástasis o de mieloma es muy<br />
fuerte. En tumores de partes<br />
blandas,<br />
la gammagrafía ofrece una gran<br />
utilidad, pues casi todos ellos, sean<br />
benignos o malignos, son intensos<br />
captadores.<br />
c) Tomografía axial computerizada<br />
(TAC):<br />
Proporciona una completa<br />
información<br />
sobre la extensión intraósea y<br />
extraósea de la lesión. Dentro del<br />
hueso, el tumor tiene una imagen<br />
densa por reemplazo de la médula<br />
ósea. Asimismo, informa sobre la<br />
mineralización, el enriquecimiento del<br />
contraste que indica el grado de<br />
vascularización, así como la existencia<br />
de niveles líquidos, como suele ocurrir<br />
en quistes óseos aneurismáticos o<br />
tumores muy vascularizados.<br />
d) Resonancia Magnética<br />
Nuclear<br />
(RMN):<br />
La RMN es de inestimable utilidad<br />
para la obtención de otras claves<br />
diagnósticas adicionales y para<br />
determinar la extensión anatómica del<br />
trastorno. Al solicitar una RMN por una<br />
sospecha de lesión ósea agresiva o<br />
maligna, es importante obtener<br />
imágenes óseas completas, ya que se<br />
sabe que pasan desapercibidas<br />
metástasis<br />
con el osteosarcoma y con
el sarcoma de Ewing. Asimismo, la<br />
RMN con contraste de gadolinio,<br />
resulta muy útil para delimitar la<br />
extensión tumoral intraarticular y<br />
periarticular, y también para diferenciar<br />
el edema de la infiltración tumoral<br />
alrededor de un sarcoma de partes<br />
blandas. Las imágenes de RMN con<br />
gadolinio obtenidas antes y después de<br />
la quimioterapia permiten también<br />
predecir la respuesta histológica a la<br />
quimioterapia. Esta información puede<br />
ser utilizada por el oncólogo médico<br />
para modificar la pauta de medicación<br />
quimioterápica utilizada. Asimismo,<br />
el<br />
conocimiento<br />
preoperatorio de la<br />
respuesta a la quimioterapia puede ser<br />
útil al cirujano para la planificación de la<br />
intervención.<br />
Si la respuesta aparente<br />
es mala, puede ser preciso<br />
ampliar los<br />
márgenes de resección. Si un tumor<br />
está al límite de la extirpabilidad y la<br />
respuesta es mala, puede optarse por<br />
la amputación en vez de la salvación<br />
de la extremidad.<br />
La RMN de las partes blandas debe<br />
realizarse antes de la biopsia o la<br />
extirpación en todas las masas<br />
subcutáneas pequeñas, con objeto de<br />
que<br />
pueda extirparse<br />
la totalidad del<br />
lecho tumoral si se comprueba que la<br />
lesión<br />
es un sarcoma subcutáneo. Si<br />
ello no es posible, debido a la<br />
localización, deben realizarse estudios<br />
de imagen y una biopsia antes de la<br />
extirpación. La RMN determina con<br />
exactitud la extensión anatómica y<br />
puede ser útil para diferenciar algunos<br />
tumores vasculares y lipomatosos<br />
benignos de los malignos.<br />
e) Arteriografía:<br />
Ha fallado la esperanza inicial de que<br />
podría reconocer con alta seguridad<br />
lesiones malignas y benignas. Sin<br />
embargo, la arteriografía puede ser útil<br />
para<br />
determinar el compromiso<br />
de<br />
vasos mayores por el crecimiento<br />
del<br />
tumor en partes blandas, sobre todo si<br />
hay proyectos de cirugía ortopédica o<br />
conservadora de la extremidad.<br />
504<br />
f) Estudios hematológicos y<br />
bioquímicos:<br />
Generalmente, las pruebas analíticas<br />
son inespecíficas y tienen un valor<br />
limitado en el diagnóstico de la mayor<br />
parte de los tumores. Sin embargo,<br />
algunas pruebas<br />
pueden ser útiles para<br />
diferenciar<br />
los tumores óseos de los<br />
procesos pseudotumorales<br />
del hueso.<br />
Por ejemplo, el recuento hemático<br />
completo y la velocidad de<br />
sedimentación globular (VSG) son<br />
datos valiosos para diferenciar los<br />
tumores de los procesos infecciosos.<br />
También son muy útiles las<br />
determinaciones bioquímicas en suero,<br />
sobre todo de los niveles de calcio,<br />
fósforo, fosfatasa alcalina, fosfatasa<br />
ácida y lactato deshidrogenasa. La<br />
hipercalcemia y las alteraciones en los<br />
niveles de la fosfatasa alcalina y ácida<br />
se pueden observar en los procesos<br />
metastáticos óseos y también en las<br />
enfermedades metabólicas del hueso.<br />
Algunos marcadores tumorales<br />
específicos como el antígeno prostático<br />
específico<br />
y la inmunoelectroforesis<br />
sérica pueden ser útiles para el<br />
diagnóstico del cáncer prostático<br />
metastático y del mieloma múltiple,<br />
respectivamente. Estos y otros<br />
marcadores facilitan la evaluación de la<br />
posible recidiva de la enfermedad y de<br />
la respuesta al tratamiento.<br />
g) Biopsia (Estudio<br />
Ana<strong>tomo</strong>patológico):<br />
Aunque la biopsia es técnicamente<br />
un<br />
procedimiento menor, pueden aparecer<br />
consecuencias graves si se realiza de<br />
manera<br />
incorrecta.<br />
A diferencia de los<br />
carcinomas, los sarcomas muestran<br />
una gran capacidad de implantación<br />
en los tejidos blandos.<br />
La biopsia puede practicarse<br />
por<br />
distintas técnicas:<br />
• Por punción con aguja fina.<br />
• Por punción con trocar.<br />
• Incisional.
Dentro de estas técnicas, la que se<br />
utiliza<br />
con más frecuencia es la biopsia<br />
por punción. Es un procedimiento<br />
de<br />
diagnóstico<br />
que tiene especial<br />
indicación en lesiones localizadas<br />
en<br />
sitios de difícil acceso quirúrgico.<br />
Asimismo, adquiere todo su valor en<br />
lesiones vertebrales, de pelvis y sacro.<br />
Los extremos proximales del húmero y<br />
fémur caen dentro de sus indicaciones<br />
más empleadas. Por otro lado, también<br />
se obtienen buenos resultados en<br />
tumores extensos, de fácil acceso, de<br />
consistencia homogénea,<br />
como focos<br />
metastáticos<br />
o mielomatosos, en los<br />
cuales la biopsia incisional<br />
puede<br />
representar problemas de cicatrización<br />
o impedimento para la realización de<br />
procedimientos radioterapéuticos<br />
ulteriores.<br />
Como resumen del proceso<br />
diagnóstico, que empezó con el clínico<br />
en su primer contacto con el paciente,<br />
siguió con el radiológico y terminó con<br />
el estudio ana<strong>tomo</strong>patológico, podemos<br />
realizar un diagnóstico con un<br />
razonable índice de seguridad, tal<br />
como se observa en la Figura 25.1.<br />
Figura 25.1. Esquema del proceso<br />
diagnóstico de los tumores óseos. El<br />
esquema señala las tres etapas o fases por<br />
las cuales pasa el procedimiento de<br />
diagnóstico de los tumores óseos. Primera<br />
etapa clínica: deja establecida la sospecha<br />
de una lesión ósea. Segunda etapa<br />
radiológica: confirma la existencia de una<br />
lesión esquelética y señala sus caracteres.<br />
Sugiere su naturaleza biológica. Tercera<br />
etapa ana<strong>tomo</strong>patológica: identifica la<br />
lesión, sus caracteres biológicos y<br />
determina su identidad. Es por este hecho<br />
que recaiga sobre el patólogo la máxima<br />
responsabilidad en el proceso de<br />
diagnóstico.<br />
505<br />
25.1. 5. Tratamiento:<br />
Ya en posesión de un diagnóstico<br />
seguro, al clínico, la última acción como<br />
médico, es adecuar a su enfermo al<br />
tratamiento correcto.<br />
En el momento actual, posee once<br />
procedimientos para el tratamiento de<br />
los tumores óseos:<br />
1) Biopsia y control.<br />
2) Curetaje seguido o no de relleno<br />
con injerto óseo.<br />
3) Extirpación del tumor.<br />
4) Resección simple.<br />
5) Resección total del segmento<br />
comprometido (epifesectomía o<br />
diafisectomía).<br />
6) Amputación o desarticulación.<br />
7) Radiación ionizante.<br />
8) Quimioterapia.<br />
9)<br />
Radioterapia.<br />
10) Neurocirugía.<br />
11) Cirugía<br />
paliativa.<br />
25.1.5.1. Factores determinantes en<br />
la elección del procedimiento<br />
terapeutico:<br />
No siempre resulta fácil para el<br />
médico tratante determinar la<br />
modalidad terapeutica, si consideramos<br />
la enorme cantidad<br />
de factores que<br />
deben<br />
tomarse en cuenta y que<br />
influyen en su determinación:<br />
h) Naturaleza del tumor.<br />
i) Extensión.<br />
j) Compromiso de partes blandas.<br />
k) Tamaño.<br />
l) Localización.<br />
m) Riesgo quirúrgico.<br />
n) Expectativas de vida.<br />
o) Estado general.<br />
p) Edad.<br />
q) Disposición del paciente o sus<br />
familiares para aceptar terapeuticas<br />
agresivas o mutilantes.<br />
r) Situación económica.<br />
s) Perspectivas laborales.<br />
Estas son sólo algunas de las<br />
consideraciones que el médico deberá,<br />
obligadamente, tomar en cuenta antes<br />
de decidirse por un tratamiento<br />
determinado.
25.1.5.2. Indicaciones generales en<br />
el tratamiento de los tumores óseos:<br />
1) Sólo biopsia y control:<br />
Corresponde a una situación<br />
excepcional, reservada para lesiones<br />
pequeñas y probablemente benignas,<br />
como por ejemplo, pequeños<br />
osteomas, fibromas que generalmente<br />
son erradicados junto con el material<br />
destinado a la biopsia. Pudiera ocurrir<br />
que el mismo procedimiento tuviera<br />
que seguirse obligatoriamente en<br />
grandes tumores, cuya extirpación sea<br />
imposible por su localización o por su<br />
gran tamaño, que los hace<br />
inextirpables.<br />
2) Curetaje:<br />
Tumores benignos, pequeños, que no<br />
han destruido la estructura<br />
arquitectónica ni mecánica del hueso,<br />
como por ejemplo, condromas,<br />
fibromas,<br />
fibroma condromixoide<br />
ó<br />
pequeños tumores de células<br />
gigantes<br />
intraóseos.<br />
3) Extirpación del tumor:<br />
Tumores exóstósicos<br />
(osteocondromas), bien delimitados. En<br />
este sentido, basta con la sección a<br />
nivel del pedículo o base de inserción<br />
que lo une al cuerpo del hueso.<br />
4) Resección simple:<br />
Se elimina el foco tumoral con un<br />
amplio márgen de tejido óseo sano,<br />
como<br />
por ejemplo, el osteoma<br />
osteoide.<br />
5) Resección total del segmento<br />
comprometido (Cirugía de salvación<br />
de extremidades):<br />
Corresponde a la extirpación amplia de<br />
todo el segmento óseo que contiene el<br />
tumor y la sustitución con autoinjerto,<br />
con injerto óseo de banco o con<br />
prótesis. Las indicaciones son las<br />
siguientes:<br />
a) Tumores<br />
óseos benignos, de gran<br />
magnitud, con amplia destrucción<br />
del hueso, con cortical intacta y<br />
sin compromiso<br />
de partes<br />
blandas, como por ejemplo el<br />
506<br />
b)<br />
tumor de células gigantes, los<br />
condroblastomas epifisarios, y los<br />
condromas diafisarios.<br />
Sarcomas de baja malignidad,<br />
intraóseos, con cortical<br />
intacta,<br />
muy bien delimitados, sin<br />
compromiso de partes blandas,<br />
como por ejemplo el<br />
condroblastoma epifisario central,<br />
algunas formas de fibrosarcomas<br />
de baja malignidad, los<br />
osteosarcomas yuxtacorticales y<br />
el adamantinoma de los huesos<br />
largos.<br />
Debe considerarse que los casos de<br />
sarcomas que reúnan estas<br />
condiciones y que garanticen el éxito<br />
de<br />
este tipo de intervenciones, son muy<br />
raros, por lo que las indicaciones<br />
son<br />
excepcionales; por lo tanto las<br />
expectativas de éxito deben ser<br />
formuladas con extrema cautela y<br />
prudencia.<br />
6) Amputación o desarticulación:<br />
Corresponde, sin lugar a dudas, al<br />
procedimiento más dramático a que<br />
puede recurrir el médico. Sus<br />
indicaciones son:<br />
a) Sarcomas óseos de las<br />
extremidades, localizados desde el<br />
tercio medio del húmero o fémur<br />
hacia distal.<br />
b) Como indicación relativa están<br />
aquellos sarcomas<br />
óseos de las<br />
extremidades, considerados como<br />
fuera de todo control, muy<br />
dolorosos, ulcerados, infectados,<br />
necróticos, hemorrágicos o<br />
recidivados. La indicación se<br />
mantiene, aún en enfermos con<br />
metástasis diseminadas y tiene el<br />
carácter de una amputación o<br />
desarticulación<br />
quirúrgico”.<br />
de “aseo<br />
Sus contraindicaciones son:<br />
a) Enfermos terminales por caquexia<br />
avanzada.<br />
c) Sarcomas de los huesos que se<br />
localicen en el muñón del hombro<br />
(escápula y tercio proximal del
húmero) o en la cadera (hueso<br />
ilíaco y tercio proximal del fémur).<br />
Por amplia que sea la exéresis, la<br />
recidiva local es la regla. Las partes<br />
blandas peritumorales, por lo<br />
general, extensamente<br />
comprometidas, no logran ser<br />
extirpadas en su totalidad y suelen<br />
quedar incluidas en los tejidos que<br />
forman el muñón de la<br />
desarticulación; de aquí que, en<br />
casos como éstos, la recidiva deba<br />
ser considerada casi como<br />
inevitable<br />
7) Radiaciones ionizantes:<br />
En forma de radioterapia, cobaltoterpia,<br />
etc., el tratamiento de los sarcomas<br />
óseos con radiaciones tienen un<br />
objetivo muy claro: inhibir o disminuir la<br />
velocidad del crecimiento del tumor,<br />
sea provocando una fibrosis intersticial<br />
y peritumoral, disminuyendo el caudal<br />
de su irrigación, bloqueando los<br />
procesos carioquinéticos de las células<br />
tumorales, etc., pero ninguna de estas<br />
acciones serán capaces de esterilizar<br />
el tejido neoplásico, al extremo de<br />
hacer desaparecer el tumor del hueso<br />
comprometido. Se consigue<br />
frenar su<br />
crecimiento, a veces disminuye su<br />
tamaño, el dolor puede llegar a<br />
desaparecer, pero el sarcoma persiste;<br />
su crecimiento volverá a reanudarse y<br />
su capacidad de generar nuevas<br />
metástasis se mantiene.<br />
Sus indicaciones son:<br />
• Sarcomas inextirpables<br />
quirúrgicamente (pelvis, columna,<br />
extremo proximal del húmero o<br />
fémur, escápula, esternón, etc.).<br />
• Sus contraindicaciones son:<br />
• Enfermos terminales por caquexia<br />
avanzada.<br />
• Sarcomas ulcerados, infectados o<br />
sangrantes.<br />
Debe advertirse que hay dos<br />
sarcomas óseos en los cuales las<br />
radiaciones tienen un efecto<br />
probablemente útil: son el sarcoma de<br />
Ewing y el linfoma primitivo del hueso.<br />
8)<br />
Quimioterapia:<br />
507<br />
Desde su introducción en los años<br />
setenta del siglo pasado, la<br />
quimioterapia ha tenido una notable<br />
influencia en los principales sarcomas<br />
de hueso y de tejidos blandos de la<br />
infancia, osteosarcoma, el sarcoma de<br />
Ewing y el rabdomiosarcoma. Los<br />
objetivos de la quimioterapia son:<br />
• Impedir o inhibir el asentamiento o<br />
crecimiento de las micrometástasis,<br />
que en los sarcomas óseos se<br />
instalan en forma muy precoz en el<br />
parénquima<br />
pulmonar.<br />
• Mantener detenida la evolución de<br />
las macrometástasis, es decir,<br />
aquéllas ya detectadas en la<br />
radiografía, en la gammagrafía<br />
o en<br />
la TAC.<br />
La<br />
quimioterapia actual, cualquiera que<br />
sea la droga usada o el programa<br />
que<br />
se emplee, no tiene acción terapéutica<br />
sobre la macrometástasis ni sobre la<br />
masa tumoral en sí misma, en cuanto a<br />
esterilizar el tejido neoplásico. Como en<br />
la radioterapia,<br />
puede esperarse que la<br />
lesión<br />
detenga su crecimiento, deje de<br />
progresar y, quizá, dentro de ciertos<br />
límites reduzca su tamaño y sea<br />
envuelto por una cápsula fibrosa<br />
limitante. Sin embargo, el tejido<br />
tumoral<br />
seguirá persistiendo y reanudará su<br />
crecimiento, tan pronto la quimioterapia<br />
sea discontinuada o suspendida.<br />
Las drogas en uso pueden clasificarse<br />
en cuatro grupos diferentes:<br />
1. Agentes alquilantes:<br />
a) Mostaza nitrogenada.<br />
b) Thiotepa.<br />
c) Ciclofosfamida<br />
d) Clorambucil.<br />
2. Antimetabolitos:<br />
a) Ametopterina.<br />
b) 6-Marcaptopurina.<br />
c) 5-Fluoracilo.<br />
3. Antibióticos:<br />
a) Actinomicina D.<br />
b) Bleomicina.<br />
c) Adriamicina.<br />
4. Miscelanea:<br />
a) Triazenos.<br />
b) Vincristina.
c) Vinblastina.<br />
d) Nitroso ureas.<br />
e) Complejo del platino (Cis-platino).<br />
9) Hormonoterpia:<br />
Tiene indicaciones muy precisas y<br />
limitadas casi exclusivamente al<br />
tratamiento de lesiones metastásicas<br />
de cánceres hormonodependientes, es<br />
decir, de próstata y de mama. Su<br />
objetivo es exclusivamente paliativo del<br />
dolor, y en este terreno su empleo es<br />
útil.<br />
10) Procedimientos neuroquirúrgicos:<br />
Las indicaciones son aún más<br />
restringidas y van dirigidas<br />
exclusivamente al tratamiento del dolor<br />
intolerable. Las cordotomías medulares<br />
y lobotomía están entre estos métodos<br />
y su uso es limitadísimo.<br />
11) Tratamientos quirúrgicos paliativos:<br />
En determinados casos, el enfermo,<br />
sus familiares y el propio médico<br />
tratante, se encuentran ante<br />
situaciones que, por su gravedad,<br />
pueden resultar intolerables. El cirujano<br />
ortopédico puede ayudar a solucionar<br />
en parte el problema, con<br />
procedimientos como:<br />
• Enclavado endomedular de una<br />
fractura diafisaria (fémur, por<br />
ejemplo), por metástasis o<br />
mielomas.<br />
• Artroplastia de cadera en una<br />
fractura de cuello de fémur por una<br />
metástasis o un mieloma.<br />
• Amputación o desarticulación.<br />
25.2.<br />
Tumores óseos benignos:<br />
25.2.1.<br />
Formadores<br />
de tejido óseo.<br />
25.2.1.1.Osteoma<br />
25.2.1.1.1. Introducción:<br />
Lesión benigna que consiste en tejido<br />
óseo maduro bien diferenciado, con<br />
una estructura laminar y con un<br />
crecimiento muy lento.<br />
508<br />
25.2.1.1.2. Clasificación:<br />
1. Convencional: afecta a huesos de<br />
osificación membranosa o directa,<br />
preferentemente a nivel del cráneo<br />
(frontal y senos etmoidales),<br />
soliendo ser detectados por<br />
estomatologos y<br />
otorrinolaringólogos.<br />
2. Parostal: cuando su orígen están en<br />
el periostio y/o en su vecindad.<br />
3. Medulares: también llamados<br />
enóstosis o “islas óseas”, suelen<br />
oscilar de tamaño entre 0,5 a 2 cm.<br />
Son lesiones habitualmente<br />
hamartomatosas, aunque algunas<br />
pueden crecer lentamente y, en<br />
estos casos, hay que excluir un<br />
osteoblastoma o una metástasis<br />
osteobástica.<br />
25.2.1.1.3. Diagnóstico:<br />
Pueden aparecer<br />
a cualquier edad,<br />
aunque es frecuente observarlos entre<br />
la segunda y cuarta décadas de la vida.<br />
Suelen ser asintomáticos,<br />
aunque en<br />
algunos casos de localización<br />
superficial, puede provocar cierto grado<br />
de tumefacción.<br />
En cuanto a la localización, mientras<br />
que el convencional<br />
afecta<br />
fundamentalmente los huesos del<br />
cráneo, el parostal suele ubicarse en<br />
los huesos<br />
largos como el fémur,<br />
húmero<br />
y/o clavícula, siendo más<br />
frecuentes en los varones.<br />
Por último,<br />
el medular se observa en la tibia y en el<br />
fémur, predominando en las mujeres.<br />
En el llamado síndrome de Gardner,<br />
de transmisión autosómica dominante,<br />
se asocian múltiples pólipos en colon y<br />
con tumores de tejidos blandos.<br />
En cuanto a la radiología, la imagen<br />
que ofrecen los osteomas es la de una<br />
lesión radioopaca, densa, bien<br />
delimitada, de bordes lobulados y<br />
habitualmente de menos de 2 cm de<br />
diámetro (Figura 25.2).<br />
Los parostales pueden ser mayores y<br />
más alargados. Ocasionalmente,<br />
pueden confundirse con un osteoma<br />
osteoide muy esclerótico u<br />
osteoblastoma,<br />
aunque el estudio por<br />
TAC<br />
permite diferenciarlos.
Figura 25.2. Osteoma craneal. Obsérvese<br />
la imagen esclerótica, bien delimitada,<br />
adyacente a la confluencia del frontal con<br />
los parietales.<br />
25.2.1.1.4. Anatomía Patológica:<br />
• Macroscópica:<br />
Formaciones densas y compactas, de<br />
consistencia ebúrnea y de superficie<br />
lisa y lobulada, adyacentes a la cortical.<br />
• Microscópica:<br />
Se observan trabéculas de hueso<br />
maduro lamelar parecido al cortical. No<br />
están recubiertos de tejido cartilaginoso<br />
(característico de los osteocondromas<br />
o de algunos sarcomas parostales).<br />
25.2.1.1.5. Tratamiento:<br />
Sólo en pacientes con clínica o por<br />
razones<br />
estéticas existe indicación<br />
quirúrgica.<br />
Los osteomas parostales de<br />
los huesos largos suelen ser resecados<br />
con la cortical subyacente<br />
porque<br />
clínicamente es imposible diferenciarlos<br />
del sarcoma parostal.<br />
25. 2.1.2. Osteoma Osteoide<br />
25. 2.1.2. 1. Introducción:<br />
Se trata de una lesión benigna<br />
osteoblástica,<br />
caracterizada por su<br />
pequeño tamaño (normalmente menos<br />
de 1 cm), claramente delimitada<br />
llamada “nidus”, y rodeada de una zona<br />
reactiva ósea.<br />
25.2.1.2.2. Epidemiología:<br />
Predomina en varones en una<br />
proporción<br />
de 2/1, y la mitad de los<br />
casos se dan en la segunda década de<br />
la vida.<br />
En cuanto a la localización, el fémur y<br />
la tibia son los más frecuentes. En<br />
fémur suelen localizarse en el cuello y<br />
trocánter. También suelen observarse<br />
en<br />
los huesos de las manos y pies,<br />
509<br />
muñeca (escafoides) y en el raquis (en<br />
el arco posterior vertebral).<br />
25.2.1.2.3. Diagnóstico:<br />
Existe dolor progresivo que no cede<br />
con el reposo<br />
y es más intenso por la<br />
noche. Clásicamente de dice que este<br />
dolor se alivia con los salicilatos. El<br />
dolor puede ser previo a la evidencia<br />
radiológica. También hay tumefacción,<br />
atrofia muscular y dolor a la palpación.<br />
Si el osteoma osteoide es itraarticular,<br />
puede haber una sinovitis inflamatoria.<br />
Cuando se localiza en el raquis, puede<br />
haber escoliosis y tortícolis.<br />
En cuanto a la radiología, se observa<br />
una cavidad lítica de menos de 1 cm,<br />
rodeada de una reacción esclerótica,<br />
aunque ésta puede faltar en los<br />
intramedulares (Figura 25.2).<br />
Figura 25.2. Osteoma osteoide localizado<br />
en la metáfisis distal del fémur (flechas).<br />
En ocasiones, la esclerosis puede<br />
ocultar el nidus, por lo que, en caso de<br />
duda, es aconsejable practicar una<br />
TAC, donde se aprecia perfectamente<br />
la lesión (Figura 25.3).<br />
Figura 25.3. TAC de un osteom osteoide<br />
localizado<br />
vertebrales.<br />
en uno de los pedículos
En algunos casos, la gammagrafía<br />
ósea con Tc99 puede ser de gran<br />
ayuda, especialmente cuando la<br />
localización es raquídea, pues se<br />
objetiva un acúmulo patológico del<br />
trazador en zona del tumor (25.4).<br />
Figura 25.4. Gammagrafía de un paciente<br />
con un osteoma osteoide a nivel de la<br />
diáfisis de la tibia izquierda. Obsérvese el<br />
aumento del trazador a dicho nivel.<br />
25.2.1.2.4. Anatomía Patológica:<br />
• Macroscópica:<br />
El nidus suele ser menor de 1 cm y es<br />
de aspecto hiperémico. El interior es<br />
blanco ó grisáceo.<br />
• Microscópica:<br />
Existe tejido muy celular<br />
hipervascularizado con osteoide y<br />
hueso inmaduro, rodeado de hueso<br />
reactivo.<br />
25.2.1.2.5. Tratamiento:<br />
Si bien se han publicado algunos casos<br />
de resolución espontánea, el<br />
tratamiento<br />
de elección consiste en la<br />
resección quirúrgica en bloque y amplia<br />
de la lesión. A veces hay que asociar<br />
una fijación interna profiláctica por<br />
riesgo de fractura, como por ejemplo en<br />
las localizaciones de la diáfisis o cuello<br />
femorales.<br />
510<br />
Recientemente se han descrito<br />
técnicas radiológicas para el<br />
tratamiento del osteoma osteoide que<br />
pueden reducir la morbilidad de la<br />
intervención quirúrgica. En este<br />
sentido, la necrosis térmica con un<br />
electrodo de radiofrecuencia<br />
introducido en la lesión bajo guía con<br />
TAC, permite obtener una tasa elevada<br />
de buenos resultados.<br />
25.2.1.3. Osteoblastoma<br />
25.2.1.3.1. Introducción:<br />
Se trata de una lesión benigna o<br />
localmente agresiva que presenta una<br />
estructura histológica similar a la del<br />
osteoma osteoide, pero se caracteriza<br />
por su mayor tamaño y por la ausencia<br />
de hueso reactivo alrededor de la<br />
lesión.<br />
25.2.1.3.2. Epidemiología:<br />
Predomina en el sexo masculino en<br />
una proporción de 2/1 y es menos<br />
frecuente<br />
que el osteoma osteoide.<br />
Suele aparecer en la tercera década<br />
de<br />
la vida. La localización es variada,<br />
aunque un tercio de los casos suele<br />
observarse a nivel raquídeo (pedículos<br />
vertebrales), otro tercio en los huesos<br />
largos (diáfisis) y un 10 % en los<br />
huesos de las manos y pies.<br />
25.2.1.3.3. Diagnóstico:<br />
La clínica suele ser muy similar a la<br />
presentada en los osteomas osteoides<br />
y, en cuanto a la radiología, se<br />
observan lesiones osteolíticas bien<br />
diferenciadas y algunas veces puede<br />
observarse destrucción cortical,<br />
especialmente en los más agresivos,<br />
junto con dilatación ósea asociada.<br />
También pueden calcificarse y, si<br />
afectan al raquis, pueden producir<br />
escoliosis (Figura 25.3).<br />
25.2.1.3.4. Anatomía Patológica:<br />
Tanto el aspecto macroscópico como el<br />
microscópico, es muy similar al<br />
observado en el osteoma osteoide, si<br />
bien suele apreciarse más osteoide y,<br />
excepcionalmente con presencia de<br />
mitosis, causando confusión con el<br />
osteosarcoma.
Figura 25.3. Osteoblastoma localizado en<br />
la metáfisis proximal de la tibia de un niño<br />
de 11 años. Obsérvese un área de<br />
radiolucencia con halo esclerótico<br />
perilesional, el cual recuerda a un osteoma<br />
osteoide, pero de mayor tamaño.<br />
25.2.1.3.5. Tratamiento:<br />
Debido a su impredictible<br />
comportamiento, se recomienda una<br />
resección en bloque<br />
con reconstrucción<br />
si es necesario. En lesiones diafisarias,<br />
se suele necesitar injertos intercalares<br />
y, en el raquis, puede precisarse la<br />
artrodesis con o sin instrumentación<br />
asociada. Cuando los márgenes<br />
conseguidos son amplios, el pronóstico<br />
es bueno, aunque son lesiones que<br />
deben considerarse potencialmente<br />
malignas con una recurrencia<br />
de un<br />
15<br />
% de los casos. Asimismo, pueden<br />
malignizarse e incluso metastatizar.<br />
25.2.2.<br />
Formadores de tejido<br />
cartilaginoso.<br />
Los tumores cartilaginosos benignos<br />
tienen su origen en restos del cartílago<br />
de la fisis y son las neoplasias que<br />
afectan con más frecuencia al hueso,<br />
aunque las incidencias exactas de<br />
algunos de los tumores no están claras<br />
ya que no se manifiestan clínicamente.<br />
Dado que algunos de los tumores<br />
tienen un potencial de malignización,<br />
una importante dificultad en su<br />
511<br />
tratamiento es la identificación de la<br />
transformación sarcomatosa.<br />
En<br />
general,<br />
las lesiones cartilaginosas<br />
benignas son inactivas en los adultos.<br />
25.2.2.1. Encondroma<br />
25.2.2.1.1. Introducción:<br />
Lesión intraósea benigna formada por<br />
cartílago bien diferenciado.<br />
25.2.2.1.2. Epidemiología:<br />
Bastante frecuente, solamente<br />
superado por el defecto fibroso cortical<br />
y la exóstosis. Se trata, habitualmente,<br />
de una lesión solitaria aunque puede<br />
afectar a algunos o a muchos huesos,<br />
en cuyo caso hablamos de<br />
encondromatosis. Los encondromas<br />
múltiples pueden hallarse en el<br />
contexto de enfermedades como la de<br />
Ollier o el síndrome de Mafucci.<br />
En cuanto a la localización, en 2/3 de<br />
los casos se ubican en los huesos<br />
tubulares de las manos (sobre todo en<br />
las falanges proximales) y con mucha<br />
menor frecuencia en los de los pies. El<br />
resto se distribuyen por los huesos<br />
largos de las extremidades,<br />
especialmente húmero y fémur, y por<br />
último en el tronco.<br />
25.2.2.1.3. Diagnóstico:<br />
En general son asintomáticos, por su<br />
lento crecimiento y su avascularidad.<br />
En los huesos de la mano puede<br />
causar dolor por la expansión de la fina<br />
cortical e incluso puede ocasionar<br />
fracturas patológicas. En el resto de las<br />
localizaciones no dan síntomas y la<br />
aparición de dolor nos debe hacer<br />
sospechar malignidad.<br />
Con respecto a la radiología, la<br />
imagen que ofrecen es la de una lesión<br />
osteolítica,<br />
a veces de forma<br />
policíclica<br />
y rodeada por una fina<br />
capa de<br />
esclerosis perilesional (Figura 25.4). Es<br />
de tamaño pequeño o moderado: una<br />
gran tumoración, o no es un<br />
encondroma o se ha malignizado. En<br />
huesos pequeños como los de la mano,<br />
puede causar expansión cortical,<br />
favoreciendo la aparición de fracturas<br />
patológicas tras un mínimo<br />
traumatismo. Como todos los tumores
de estirpe cartilaginosa, puede mostrar<br />
calcificaciones intralesionales en<br />
distintos patrones.<br />
Figura 25.4. Encondroma en la unión<br />
diafisomtafisaria del fémur distal. A)<br />
proyección anteroposterior. B) proyección<br />
lateral.<br />
25.2.2.1.4. Anatomía Patológica:<br />
• Macroscópica:<br />
Es muy característica y consiste en la<br />
presencia de lóbulos de distinto tamaño<br />
con aspecto de cartílago hialino.<br />
• Microscópica:<br />
Existe cartílago maduro bien<br />
diferenciado. Sin embargo, la<br />
diferenciación entre encondroma y<br />
condrosarcoma grado I es una frontera<br />
a veces muy sutil.<br />
25.2.2.1.5. Tratamiento:<br />
Las lesiones situadas en las manos<br />
que permanecen asintomáticas pueden<br />
dejarse<br />
sin tratar. Caso contrario, el<br />
curetaje más el relleno con injerto óseo<br />
esponjoso,<br />
recomendado.<br />
es el tratamiento<br />
Las lesiones asintomáticas<br />
localizadas en los huesos largos de las<br />
extremidades, tampoco requieren<br />
tratamiento, pero sí una actitud<br />
vigilante ante la aparición de dolor, que<br />
debe hacernos sopechar malignización.<br />
En las lesiones sintomáticas, el<br />
curetaje agresivo (complementando<br />
con agentes de acción local sobre las<br />
paredes con fenol) y el análisis<br />
histológico minucioso del material<br />
obtenido, es mandatorio.<br />
Las localizaciones en el tronco deben<br />
hacernos pensar siempre que estamos<br />
en presencia de un condrosarcoma.<br />
512<br />
25.2.2.2. Osteocondroma y<br />
enfermedad exostoante<br />
25.2.2.2.1. Introducción:<br />
Se trata de una tumoración benigna<br />
caracterizada<br />
por una masa ósea en<br />
continuidad con el hueso<br />
sano y<br />
cubierta por un capuchón de tejido<br />
cartilaginoso más o menos grueso.<br />
La forma poliostótica o enfermedad<br />
exostosante, provoca más<br />
sintomatología porque además de las<br />
tumoraciones correspondientes,<br />
motiva<br />
deformidades óseas.<br />
Se trata de un trastorno hereditario<br />
autosómico dominante transmitido por<br />
ambos padres.<br />
25.2.2.2.2. Epidemiología:<br />
Es el tumor óseo benigno más<br />
frecuente, representando el 40 % de<br />
los mismos<br />
y el 20 % de todos los<br />
tumores<br />
óseos primitivos. La relación<br />
por sexos muestra un discreto<br />
predominio<br />
masculino en una<br />
proporción 1,5/1. El 70 % de los<br />
casos<br />
se<br />
manifiesta antes de los 20-25 años.<br />
El 80 % de los osteocondromas<br />
se<br />
presentan en las metáfisis de las<br />
rodillas y el resto en húmero, escápula,<br />
pelvis y costillas.<br />
25.2.2.2.3. Diagnóstico:<br />
Una gran mayoría<br />
de casos pasa<br />
inadvertida<br />
y se diagnostica<br />
accidentalmente con motivo<br />
de otra<br />
exploración. Cuando se manifiesta,<br />
porque ya son de un volumen<br />
considerable, suelen<br />
deformar el<br />
miembro y pueden producir limitaciones<br />
de la movilidad articular. En otras<br />
ocasiones dan síntomas dolorosos por<br />
compresión de los pedículos<br />
neurovasculares de lo miembros que<br />
llevan, incluso a la aparición de<br />
aneurismas arteriales. El salto de un<br />
tendón o una aponeurosis sobre la<br />
exostosis produce chasquidos y signos<br />
de resalte. Por último, la irritación de la<br />
bolsa serosa que cubre el extremo libre<br />
de la exostosis puede inflmarse, dando<br />
lugar a los síntomas propios de una<br />
bursitis.<br />
En cuanto a la radiología, la exostosis<br />
aparece como una excrecencia ósea
pediculada (base estrecha) o sesil<br />
(base ancha) con clara continuidad<br />
entre la metáfisis y la tumoración<br />
(Figura<br />
25.5).<br />
Figura 25.5 Imagen radiográfica de un<br />
osteocondroma de la escápula. Obsérvese<br />
la ancha implantación del tumor a la<br />
escápula.<br />
25.2.2.2.4. Anatomía patológica:<br />
* Macroscópica: tumoración<br />
sobresaliente a partir de la superficie<br />
cortical externa de un hueso normal.<br />
Su<br />
metáfisis se continúa con el tejido<br />
esponjoso del hueso huésped. Suele<br />
tener forma de aleta, aplanado de lado<br />
a lado e inclinado hacia la diáfisis,<br />
alejándose del centro epifisario que lo<br />
originó. Durante su crecimiento, a<br />
menudo su casquete cartilaginoso<br />
se<br />
extiende cubriendo al bode epifisario<br />
del pedículo, hallazgo que debe<br />
tenerse en cuenta si se contempla la<br />
extirpación quirúrgica, ya que en un<br />
cierto porcentaje de casos recidivan,<br />
quizá porque no se eliminó del todo el<br />
cartílago germinal.<br />
* Microscópica: cuando se hacen cortes<br />
histológicos se ve que la estructura<br />
consiste en hueso cortical y esponjoso<br />
normal, cubierto<br />
por una placa de<br />
crecimiento<br />
y una línea epifisaria<br />
simulada. Puede juzgarse si la lesión<br />
está en progresión o detenida, por el<br />
grado de actividad presente en la<br />
región.<br />
25.2.2.2.5. Tratamiento:<br />
La resección quirúrgica solo está<br />
indicada en los casos que comprimen<br />
estructuras vecinas o por problema<br />
estético.<br />
513<br />
En general, estas tumoraciones<br />
terminan su crecimiento<br />
cuando acaba<br />
la maduración<br />
esquelética. La<br />
enfermedad exostosante presenta un<br />
riesgo de malignización elevada, por lo<br />
que debe ser advertido al paciente de<br />
que ha de seguir controles sucesivos<br />
y/o consultar ante la aparición de<br />
sintomatología dolorosa o crecimiento<br />
en la edad adulta.<br />
25.2.2.3. Condroblastoma<br />
25.2.2.3.1. Introducción:<br />
Tumor benigno, poco frecuente,<br />
compuesto por células semejantes a<br />
los condroblastos, con áreas de<br />
calcificación de localización típicamente<br />
epifisaria, por lo que puede afectar a la<br />
articulación adyacente.<br />
25.2.2.3.2. Epidemiología:<br />
Representa el 1 % de todos los<br />
tumores benignos óseos primitivos. La<br />
inmensa<br />
mayoría de los casos se<br />
manifiesta entre los 5 y 25 años de<br />
edad. Es más frecuente en el varón en<br />
una proporción de 2/1.<br />
25.2.2.3.3. Diagnóstico:<br />
Tumor de asiento epifisario, muestra su<br />
predilección por la epífisis femoral<br />
proximal, humeral proximal, femoral<br />
distal, tibia proximal, astrágalo y pelvis.<br />
Cuando aparece a partir de los 14 años<br />
de edad, muestra una tendencia a<br />
cruzar<br />
la fisis e invadir la metáfisis.<br />
Se manifiesta clínicamente<br />
por dolor e<br />
impotencia funcional relativa, que está<br />
en relación con el derrame articular<br />
condicionado por la vecindad de la<br />
lesión tumoral, derrame que es más<br />
recuente en la rodilla.<br />
El estudio radiográfico, muestra una<br />
lesión osteolítica redondeada,<br />
epifisaria, de localización central.<br />
Tiende a crecer hacia la metáfisis y, en<br />
ocasiones, invade la articulación. Los<br />
límites tumorales son netos y con<br />
frecuencia están rodeados de un fino<br />
borde escleroso. Hay una calcificación<br />
inratumoral finamente granulada<br />
(Figura 25.6).
Figura 25.6. Imagen radiográfica<br />
de un<br />
condroblastoma<br />
situado en la región<br />
epifisometafisaria de la tibia proximal.<br />
25.2.2.3.4. Tratamiento:<br />
Estas lesiones se tratan<br />
quirúrgicamente, con legrado y relleno<br />
de injertos óseos esponjosos. Algunos<br />
autores defienden el uso de fenol como<br />
tratamiento adicional: Sin embargo,<br />
dada la poximidad de estas lesiones a<br />
la placa de crecimiento y a la superficie<br />
articular, este proucto se debe utilizar<br />
con prudencia.<br />
25.2.3. Tumor de células gigantes<br />
25.2.3.1. Introducción:<br />
La inclusión de este tumor entre los<br />
benignos es arbitraria, ya que aunque<br />
su capacidad de metastatizar es nula al<br />
principio, su comportamiento agresivo<br />
local, las recidivas y eventuales<br />
metástasis,<br />
lo convierten<br />
frecuentemente en una lesión<br />
maligna.<br />
La OMS define esta lesión como un<br />
tumor agresivo caracterizado por un<br />
tejido muy vascularizado, constituido<br />
por células ovoides o fusifomes y por la<br />
presencia de numerosas células<br />
gigantes de tipo osteoclástico.<br />
25.2.3.2. Epidemiología:<br />
El tumor de células gigantes<br />
representa el 4 – 8% de todos los<br />
tumores y el 15 % de los óseos<br />
benignos primitivos. Presenta una<br />
incidencia predominante en individuos<br />
jóvenes adultos entre la tercera y<br />
514<br />
cuarta décadas de la vida, con<br />
localización en las epífisis,<br />
especialmente<br />
del área de la rodilla en<br />
el 5 % de los casos. La distribución<br />
por<br />
sexos es similar, siendo algo más<br />
frecuente en la mujer por debajo de los<br />
20 años.<br />
25.2.3.3. Diagnóstico:<br />
La sintomatología es el dolor y el<br />
aumento local del volumen. Su<br />
vecindad articular determina que se<br />
produzcan con frecuencia, derrames y<br />
limitaciones dolorosas de la movilidad.<br />
La imagen radiográfica es típica,<br />
apareciendo como una cavidad<br />
osteolítica uniforme excéntrica que<br />
crece hasta erosionar el hueso<br />
subcondral y la cortical<br />
epifisometafisaria que termina por<br />
romper, invadiendo las partes blandas.<br />
En algunas ocasiones<br />
insufla las<br />
corticales. Los límites son difuminados<br />
y sin esclerosis reaccional. No hay<br />
respuesta perióstica ni trabeculación en<br />
el interior del tumor (Figura 25.7).<br />
Figura 25.7 Imagen radiográfica de un<br />
tumor de células gigantes. A) cuello fémur.<br />
B) cóndilo femoral.<br />
En este tipo de tumores, la biopsia es<br />
fundamental para distinguirlos de otros<br />
procesos.<br />
25.2.3.4. Tratamiento:<br />
Consiste en el curetaje y el relleno con<br />
injertos óseos esponjosos. La tasa de<br />
recidivas a esta terapéutica es muy<br />
elevada, por lo que es aconsejable la<br />
resección amplia como si se tratara de<br />
un tumor maligno, para así evitar una<br />
malignización.
25.2.4. Tumores vasculares.<br />
25.2.4.1. Hemangioma:<br />
25.2.4.1.1. Introducción<br />
Es una lesión benigna compuesta de<br />
vasos neoformados, típicamente visto<br />
en pacientes asintomáticos, y que<br />
suele ser un hallazgo casual. Hay<br />
autores que lo consideran más como<br />
hamartoma que como una verdadera<br />
neoplasia ya que se comporta como<br />
una malformación vascular a pesar de<br />
su origen neoplásico.<br />
21.2.4.1.2. Epidemiología:<br />
Los hemangiomas del esqueleto son<br />
poco frecuentes, pues suponen el 2 %<br />
d e las lesiones benignas del hueso y el<br />
0,8 % de todas las lesiones del<br />
esqueleto. Se dan preferentemente en<br />
el sexo femenino en una proporción de<br />
2/1.<br />
Su incidencia aumenta con la<br />
edad, aunque resulta muy difícil<br />
predecir la misma, ya que permanecen<br />
asintomáticos.<br />
Se localizan preferentemente en el<br />
cuerpo de las vértebras, principalmente<br />
en las torácicas (28 % de todos los<br />
hemagiomas intraesqueléticos) y en el<br />
cráneo (frontal y parietal). Es menos<br />
frecuente en los huesos de los<br />
miembros. Estos tumores pueden<br />
ubicarse en la superficie del periostio,<br />
dentro de la corteza, o dentro del canal<br />
medular.<br />
25.2.4.1.3. Diagnóstico:<br />
En general, suelen ser asintomáticos,<br />
aún cuando a veces se inician con<br />
molestias vagas e imprecisas. En los<br />
pacientes sintomáticos por encima de<br />
40 años, puede presentarse como<br />
consecuencia de pequeñas fracturas<br />
vertebrales o en forma de signos<br />
mielopáticos como consecuencia de su<br />
expansión hacia el canal medular<br />
La radiología suele ser característica.<br />
Así,<br />
en los huesos largos o tubulares<br />
cortos se caracteriza por<br />
estriaciones<br />
burdas o por áreas líticas multifocales.<br />
La cortical está frecuentemente<br />
insuflada<br />
y adelgazada, pero no rota.<br />
Los<br />
hemangiomas periósticos y<br />
corticales<br />
se dan frecuentemente en la<br />
515<br />
parte anterior de la diáfisis tibial. Estas<br />
lesiones se presentan como erosiones<br />
corticales líticas, ocasionalmente<br />
acompañadas de reacción perióstica<br />
(Figura 25.8).<br />
Figura 25.8. Hemgioma de la diáfisis<br />
humeral.<br />
En el cuerpo vertebral, se presenta<br />
como estriaciones verticales o focos<br />
líticos multilobulados que, clásicamente<br />
se denominan como "estriación en<br />
rejas de cárcel o en "tela de pana" o<br />
"en panal de abeja" respectivamente<br />
(Figura 25.9).<br />
Figura 25.9. Hemangioma vertebral.<br />
En la calota se presenta como una<br />
lesión lítica que muestra una aspecto<br />
en "panal o rosetón de catedral",<br />
consistente en una zona redondeada<br />
con contornos bien de finidos y<br />
trabéculas<br />
óseas que forman un
etículo denso que irradia del centro a<br />
la periferia.<br />
25.2.4.1.4. Anatomía patológica:<br />
* Macroscópica:<br />
El hemangioma es de color rojo vivo o<br />
rojo azulado y su aspecto es blando y<br />
sanguinolento.<br />
* Microscópica:<br />
El examen del hemangioma muestra<br />
canales formados por endotelio y<br />
membrana basal, similar a la de los<br />
capilares normales. Los capilares<br />
pueden estar más o menos dilatados,<br />
pudiendo llegar a formar racimos<br />
cavernosos, o espacios laberínticos<br />
comunicados entre sí y separados por<br />
tabiques colágenos. Las luces<br />
vasculares por lo general están llenas<br />
de sangre. Las células endoteliales<br />
son pequeñas, delgadas y uniformes.<br />
En otros caso las células pueden tener<br />
formas redondeadas semejantes al del<br />
hemangioendotelioma.<br />
25.2.4.1.5. Tratamiento:<br />
El tratamiento es la observación, y la<br />
radioterapia en los casos de dolor<br />
persistente.<br />
En<br />
algunos<br />
casos, se indica la<br />
embolización vascular, en unos casos<br />
como una medida definitiva de<br />
tratamiento y en otros como una forma<br />
de reducir la pérdida de sangre durante<br />
la cirugía. La resección anterior y fusión<br />
son reservadas para casos de intenso<br />
dolor o aplastamientos patológicos y/o<br />
compresión nerviosa.<br />
25.2.5. Otros tumores<br />
25.2.5.1. Cordoma.<br />
516<br />
25.2.5.1.1. Introducción:<br />
El cordoma es un tumor infrecuente<br />
que se origina a partir de restos de la<br />
notocorda.<br />
25.2.5.1.2. Epidemiología:<br />
Se observa con mayor frecuencia en<br />
adultos de edad avanzada. El sacro es<br />
la localización más frecuente de la<br />
enfermedad seguido de la columna<br />
cervical y de la región esfenooccipital;<br />
no obstante, el tumor puede aparecer<br />
en cualquier punto<br />
de la línea media<br />
sobre el eje neural.<br />
25.2.5.1.3. Diagnóstico:<br />
Cuando<br />
la localización es el sacro, los<br />
pacientes sufren de estreñimiento,<br />
seguido de dificultades para sentarse.<br />
Mucho más adelante en la evolución de<br />
la enfermedad, los pacientes pierden el<br />
control intestinal y vesical. Por<br />
desgracia, el diagnóstico<br />
se realiza casi<br />
siempre con retraso.<br />
Las radiografías lumbosacras<br />
son<br />
difíciles de interpretar debido a que el<br />
gas intestinal oscurece los detalles<br />
óseos, aunque cuando son<br />
voluminosos son fácilmente<br />
apr eciables. En la radiografía lateral se<br />
pueden observar unas grandes<br />
zonas<br />
de densidad de los tejidos blandos<br />
(Figura<br />
25.10).<br />
Figura 25.10. Aspecto radiográfico de un cordo ma sacro. A) proyección<br />
anteroposterior.<br />
B) proyección<br />
lateral.
En la TAC se observa destrucción<br />
ósea con una masa con atenuación<br />
baja en tejidos blandos que a menudo<br />
desplaza el recto en sentido anterior.<br />
La masa es uniformemente<br />
hiperintensa en las secuencias RMN<br />
ponderadas en T2, con una intensidad<br />
que se aproxima a la señal de líquido.<br />
El estudio de la biopsia por punción,<br />
pone<br />
de manifiesto la presencia de<br />
unas células características de este<br />
tumor,<br />
cuales son las células fisalíferas<br />
multivacuoladas que aparecen sobre<br />
una matriz mixoide azulada.<br />
25.2.5.1.4. Anatomía patológica:<br />
* Macroscópica: el cordoma suele estar<br />
constituido por masas lobulares<br />
divididas por septos<br />
fibrosos, presenta<br />
un<br />
color grisáceo, es blando, irregular<br />
con aspecto traslúcido, gelatinoso y<br />
mucoide. Su aspecto recuerda al de<br />
algunos consrosarcomas. Se pueden<br />
observar áreas hemorrágicas, quísticas<br />
y necróticas. En su presentación<br />
sacrococcígea son masas mayores que<br />
las que se observan a nivel de la base<br />
del cráneo y se expanden hacia los<br />
agujeros sacros y posteriormente hacia<br />
la musculatura glútea.<br />
:* Microscópica: muy variables en su<br />
presentación, dependiendo del grado<br />
de diferenciación de las células de<br />
orígen notocordal. La estructura<br />
histológica<br />
es lobular con septos<br />
fibrovasculares de separación.<br />
En<br />
algunos campos se presentan como<br />
tumores muy celulares de céluklas<br />
pequeñas y redondeadas, sin vacuolas<br />
en el citoplasma; en otras áreas, más<br />
diferenciadas, podemos observar<br />
células con citoplasmas ocupados<br />
por<br />
grandes vacuolas (que se tiñen a la<br />
mucina), con núcleos bien centrales.<br />
Estas células se les llama células<br />
“fisalíforas” (del griego “fisaein”: inflar) y<br />
son las células características de este<br />
tumor. Se hallan contenidas en áreas<br />
mucinosas en frupos de forma esférica<br />
con capas celulares concéntriocas<br />
o<br />
bien,<br />
en forma de cordones celulares<br />
inmersos<br />
en mucina. Los citoplasmas<br />
se<br />
tiñen con eosina y se anas<strong>tomo</strong>san<br />
en<br />
ocasiones, formando sincitios.<br />
517<br />
25.2.5.1.5. Tratamiento:<br />
Es eminentemente<br />
quirúrgico. Sin<br />
embargo,<br />
a pesar de la obtención de<br />
márgenes amplios tanto macro como<br />
microscópicamente, es frecuente la<br />
recidiva local. Tras la resección o la<br />
repetición<br />
de la resección de los<br />
tumores recurrentes, se administra a<br />
menudo radioterapia. Es importante el<br />
seguimiento postoperatorio para<br />
detectar la recidiva local y, con menor<br />
frecuencia, la aparición de metástasis<br />
pulmonares o, más<br />
raramente,<br />
hepáticas.<br />
El cordoma es característicamente un<br />
tumor de bajo grado y las metástasis<br />
aparecen tras una larga evolución o<br />
tras recidivas locales múltiples.<br />
25.2.5.2.<br />
Adamantinoma:<br />
25.2.5.2.1. Introducción:<br />
Tumor raro de<br />
origen desconocido,<br />
aunque recientes avances en la<br />
microscopía y la inmunohistoquímica<br />
hacen pensar que es de origen<br />
epitelial.<br />
25.2.5.2.2. Epidemiología:<br />
El adamantinoma es el tumor óseo<br />
primitivo más raro después de los<br />
neurógenos, y los lipógenos.<br />
La diáfisis tibial está implicada en el<br />
90% de los casos. El tumor,<br />
ocasionalmente, se puede<br />
ver en<br />
antebrazo,<br />
húmero, manos, o pies.<br />
Ocurre principalmente en los varones<br />
entre 20 - 50 años de edad (más<br />
común después de la madurez del<br />
esqueleto), siendo raro antes de los 10<br />
años.<br />
25.2.5.2.3. Diagnóstico:<br />
En unos casos se presenta como una<br />
masa firme, de crecimiento lento que<br />
produce mínima discapacidad. En otras<br />
ocasiones se presenta con dolor,<br />
hinchazón<br />
o fractura patológica.<br />
En dos tercios de los casos refieren<br />
una historia de traumatismo previo.<br />
Radiológicamente, se suele observar<br />
como una osteolisis central o<br />
excéntrica en la zona diafisaria de<br />
los<br />
huesos<br />
largos. Los bordes son nítidos y<br />
pueden<br />
estar rodeados de una
osteosclerosis. En otras ocasiones los<br />
bordes<br />
son más borrosos. Esta<br />
osteolisis puede tener<br />
aspecto<br />
trabeculado, separadas por áreas de<br />
hueso escleroso, ocasionalmente con<br />
apariencia de pompas de jabón,<br />
debido<br />
a la presencia de múltiples nudos<br />
tumorales y de áreas de destrucción<br />
cortical de forma dentada. Las lesiones<br />
en su mayor parte son mayores de 5<br />
cm. y todo el hueso puede es afectado<br />
de lesiones satélites (Figura 25.11).<br />
Figura 25.11. Adamantinoma de tibia.<br />
En fases avanzadas se pueden ver<br />
lesiones más esclerosas y con aspecto<br />
en vidrio esmerilado que puede llegar a<br />
confundirse con la displasia fibrosa. En<br />
algunas ocasiones la neoplasia puede<br />
extenderse a los tejidos blandos e<br />
invadir el peroné. La reacción perióstica<br />
es escasa y de gran cronicidad.<br />
518<br />
25.2.5.2.4. Anatomía patológica:<br />
* Macroscópica: Tumor blanquecino,<br />
compacto con una vaga estructura<br />
nodular,<br />
de consistencia firme y escaso<br />
sangrado.<br />
Generalmente está<br />
contenida por la cortical y el periostio,<br />
pero en algunos casos puede invadir<br />
partes blandas. En ocasiones puede<br />
presentar áreas quísticas así como<br />
hemorrágicas.<br />
* Microscópica: Puede ser de<br />
naturaleza mixta, mesenquimatoso y<br />
epitelial, presentando un patrón bifásico<br />
de células epiteliales glandulares que<br />
se rodean por células fibrosas<br />
fusiformes. La naturaleza celular se<br />
determina por la microscopia<br />
electrónica así como con la<br />
inmunohistoquímica tisular.<br />
El aspecto histológico es variable de un<br />
caso a otro así como en el interior del<br />
mismo tumor.<br />
1. Aspecto basaloide: semejante al<br />
carcinoma<br />
basocelular y al<br />
ameloblastoma.<br />
2. Aspecto de células fusiformes, que<br />
recuerdan al fibrosarcoma<br />
3.Aspecto<br />
tubular, semejante al<br />
adenocarcinoma<br />
o al<br />
hemangioendotelioma.<br />
4. Aspecto escamoso en el que se ven<br />
células escamosas que forman perlas<br />
córneas.<br />
25.2.5.2.5. Tratamiento:<br />
Estos tumores son de crecimiento lento<br />
y tienen un potencial limitado para<br />
repetición local o metástasis.<br />
La resección marginal da una tasa de<br />
recidivas en un 32% de los casos,<br />
mientras que la resección en bloque,<br />
no suele haber<br />
recidivas. No obstante,<br />
y concretamente en la tibia, se debe<br />
reconstruir la misma con auto u<br />
homoinjertos libres o vascularizados.<br />
La amputación está reservada en caso<br />
de que haya gran invasión de las<br />
partes<br />
blandas, compromiso cutáneo o<br />
recidivas. Asimismo, deberá realizarse<br />
una<br />
extirpación ganglionar y de las<br />
metástasis pulmonares en caso de que<br />
existan.
25.3. Tumores óseos malignos<br />
25.3.1. Formadores de tejido óseo:<br />
25.3.1.1. Osteosarcoma:<br />
25.3.1.1.1. Introducción:<br />
Tumor maligno caracterizado por la<br />
formación directa de hueso o tejido<br />
osteoide por las células tumorales.<br />
La palabra osteosarcoma es sinónimo<br />
de la expresión “sarcoma osteogénico”,<br />
que sigue siendo usado en la literatura<br />
por algunos patólogos e incluso por<br />
centros de gran prestigio. Preferimos<br />
el<br />
término<br />
osteoarcoma siguiendo la<br />
terminología internacional propuesta<br />
por la OMS y también porque<br />
“sarcomas osteogénicos” serían<br />
casi<br />
todos los tumores óseos malignos que<br />
presentan áreas más o menos<br />
extensas de osificación en su interior.<br />
Conviene distinguir una serie de<br />
variantes de osteosarcomas (OS) ya<br />
que presentan un comportamiento<br />
clínicamente muy distinto:<br />
• OS convencional: es la forma más<br />
común, de presentación<br />
•<br />
metafisaria, medular, que invade e<br />
infiltra la cortical pasando a los<br />
tejidos blandos.<br />
OS Parostal o Yuxtacortical: se<br />
caracteriza por originarse en la<br />
superficie ósea, por fuera de la<br />
cortical en que se implanta.<br />
Se trata<br />
de un tumor bien diferenciado y, por<br />
tanto, de buen pronóstico respecto<br />
al OS convencional.<br />
Otras variantes a considerar, son los<br />
OS como malignización de lesiones<br />
preexistentes, especialmente por<br />
degeneración de la enfermedad de<br />
Paget y los<br />
OS radioinducidos sobre<br />
lesiones<br />
previamente benignas que<br />
fueron tratadas mediante radioterapia.<br />
25.3.1.1.2. Epidemiología:<br />
La incidencia de OS convencional se<br />
halla sobre los 2-3 nuevos casos por<br />
año y millón de habitantes. Respecto a<br />
los otros tumores óseos malignos,<br />
ocupa el primer lugar de incidencia,<br />
519<br />
tras<br />
el mieloma, siendo dos veces más<br />
frecuente que el condrosarcoma<br />
y 3<br />
veces más que el sarcoma de Ewing.<br />
Representa, aproximadamente, el<br />
0,2 % del global de los registros de<br />
cáncer.<br />
La edad de presentación, muestra un<br />
claro pico en la segunda década de la<br />
vida, con casos en la primera y tercera<br />
décadas. Por encima de estas edades,<br />
cabe considerar la malignización de un<br />
proceso previo y, en edades<br />
avanzadas, que se trate de la<br />
malignización de un hueso patético. El<br />
sexo masculino predomina sobre el<br />
femenino en una proporción de 2/1.<br />
En cuanto a la localización, afecta a<br />
las metáfisis, fundamentalmente cerca<br />
de la rodilla (48 % de los casos), en<br />
tanto que en la extremidad superior<br />
afecta<br />
a la metáfisis proximal del<br />
húmero en un 15 % de los casos.<br />
Por lo que hace referencia al OS<br />
parostal, está cuantificado en una<br />
incidencia del 3 % de los OS, siendo su<br />
edad preferida sobre la tercera década<br />
de la vida.<br />
25.3.1.1.3. Diagnóstico:<br />
El primer y fundamental síntoma de<br />
los OS es el dolor. Primero ocasional,<br />
sordo,<br />
hasta convertirse en permanente<br />
precisando<br />
analgésicos. La aparición<br />
del tumor tras el intervalo de dolor más<br />
o menos largo en la rodilla de un<br />
paciente joven-adolescente,<br />
especialmente en la metáfisis distal del<br />
fémur, debe alarmar al clínico, sobre<br />
todo si tras la aparición de<br />
la<br />
tumoración, el dolor mengua.<br />
En cuanto a los estudios por la<br />
imagen,<br />
la clásica radiología del OS<br />
consiste<br />
en una zona medular<br />
metafisaria que combina zonas<br />
radiolúcidas con otras radiodensas<br />
(osteolisis<br />
con osteoblastia) y que<br />
puede<br />
romper la cortical con las<br />
conocidas<br />
imágenes subperiósticas “en<br />
peine”<br />
o en “fuego de hierbas”,<br />
presentando<br />
un despegamiento<br />
perióstico,<br />
llamado “triángulo de<br />
Coman”, en los polos<br />
de dicho<br />
despegamiento (Figura 25.12).
Figura 25.12. Imagen radiográfica,<br />
anteroposterior y lateral, de un<br />
osteosarcoma en la diáfisis de la tibia,<br />
donde<br />
se observa el triángulo de Codman<br />
(flechas grandes) y la imagen en “fuego de<br />
hierbas” (entre las cabea
está constituido por células formadoras<br />
de hueso relativamente maduras y<br />
también porque con harta frecuencia el<br />
material<br />
de biopsia enviado, puede no<br />
consistir en tejido tumoral<br />
sino en<br />
reacción ósea a su alrededor.<br />
En general y dado de que existen<br />
diversas variaciones del cuadro celular,<br />
los OS suelen clasificarse en cinco<br />
clases citológicas<br />
25.3.1.1.5. Tratamiento:<br />
Tal<br />
como ocurre en el sarcoma de<br />
Ewing, el tratamiento quimioterápico<br />
ha<br />
cambiado radicalmente el pronóstico y<br />
el tipo de cirugía.<br />
La resección en bloque de la<br />
tumoración con los tejidos de las partes<br />
blandas afectas y la reconstrucción con<br />
las modernas técnicas de artroplastias<br />
a medida y homoinjertos<br />
criopreservados de cadáver, han<br />
permitido una alta tasa de salvamento<br />
de extremidades evitando la clásica<br />
amputación.<br />
El esquema del tratamiento empleado<br />
en nuestro medio consiste en:<br />
• Quimioterapia preoperatorio (9<br />
semanas).<br />
• Cirugía de salvamento versus<br />
amputación.<br />
• Poliquimioterapia postoperatoria<br />
guiada según respuesta a la<br />
quimioterapia en la pieza quirúrgica.<br />
Si la quimioterapia preoperatoria no<br />
reduce o frena el crecimiento del tumor,<br />
debe<br />
adelantarse el tratamiento<br />
quirúrgico. La supervivencia actual con<br />
este protocolo se sitúa en el 62 % de<br />
los<br />
casos a los 5 años.<br />
25.3.2. Formadores de tejido<br />
cartilaginoso<br />
25.3.2.1. Condrosarcoma<br />
25.3.2.1.1. Introducción:<br />
Tumor maligno caracterizado por la<br />
formación de cartílago por las células<br />
tumorales, pero no por la formación<br />
de<br />
hueso.<br />
El condrosarcoma (CS) convencional<br />
al que nos referimos en este capítulo,<br />
puede<br />
presentarse en dos formas:<br />
1) central y 2) periférico, según se<br />
521<br />
origine<br />
en el propio hueso o en un<br />
osteocondroma<br />
previo.<br />
25. 3.2.1.2. Epidemiología:<br />
Su incidencia entre los tumores óseos<br />
ma lignos le sitúa en tercer lugar tras el<br />
mieloma<br />
y el osteorcoma, y representa<br />
el 20 % aproximado de los casos.<br />
La edad está muy repartida, siendo su<br />
máxima frecuencia entre los 30 y los 70<br />
años, con una media sobre los 45<br />
años. Predomina el sexo masculino<br />
sobre<br />
el femenino, en una proporción<br />
de 1,5/1.<br />
La localización predominante es en la<br />
pelvis y en los extremos de<br />
los huesos<br />
largos,<br />
fundamentalmente en el fémur<br />
proximal, siguiéndole en orden de<br />
frecuencia por el húmero, la escápula,<br />
la tibia y los huesos del tronco.<br />
El condrosarcoma puede aparecer<br />
como una lesión primaria o bien como<br />
un tumor secundario sobre una lesión<br />
tumoral benigna preexistente como un<br />
osteocondroma, un encondroma ó un<br />
tejido que ha sufrido previamente<br />
irradiación.<br />
En este aspecto, la<br />
enfermedad exostosante<br />
múltiple,<br />
presenta un riesgo de hasta el 10 % de<br />
condrosarcoma en edades medias o<br />
avanzadas. En cambio, la incidencia de<br />
condrosarcoma central en<br />
encondromatosis parece ser mayor,<br />
siendo excepcional la malignización de<br />
un encondroma previamente<br />
documentado.<br />
Además de las lesiones primarias y<br />
secundarias, existen distintas formas<br />
de condrosarcoma según su grado<br />
histológico, su subtipo histológico<br />
(convencional, mesenquimal, de<br />
células claras, desdiferenciado), su<br />
grado tumoral y su localización<br />
(intraóseo<br />
o yuxtacortical).<br />
25.3.2.1.3. Diagnóstico:<br />
La clínica no difiere de los demás<br />
tumores óseos, es decir, la aparición de<br />
dolor localizado, sordo y que no calma<br />
con los analgésico habituales, asociado<br />
a una limitación funcional más o menos<br />
importante de cuardo a la extensión del<br />
tumor. En cuanto a la radiología, el CS<br />
central<br />
o intraóseo<br />
presenta un aspecto<br />
de lesión expansiva<br />
con
adelgazamiento de la cortical que está<br />
preservada aunque muy debilitada. En<br />
el interior se observan las típicas<br />
calcificaciones (Figura 25.14).<br />
Figura 25.14. Condrosarcoma localizado<br />
en la epífisis proximal del húmero. A)<br />
imagen radiográfica, donde pueden<br />
observarse áreas de aspecto cartilaginoso<br />
(flechas blancas) y otras osteolíticas (flecha<br />
negra) . B) pieza anatómica.<br />
El grado histológico permite realizar<br />
un pronóstico. Así, los grados<br />
I y II<br />
presentan<br />
crecimiento lento y no<br />
metastatizan, aunque en caso de<br />
recidiva múltiple, el grado II se<br />
convierte en agresivo y puede<br />
diseminarse. El grado III da metástasis<br />
pulmonares.<br />
El CS periférico presenta un<br />
crecimiento lento y una tendencia<br />
mucho<br />
menor a las metástasis, con un<br />
mal pronóstico, a pesar de<br />
la<br />
quimioterapia activa y de la resección<br />
quirúrgica.<br />
25.3.2.1.4. Anatomía patológica:<br />
* Microscópica:<br />
el condrosarcoma suele<br />
ser un tumor grande. En este sentido,<br />
toda<br />
masa mayor de 3 cm de diámetro<br />
es sospechosa. La destrucción y<br />
perforación<br />
del hueso prueban su<br />
malignidad.<br />
El condrosarcoma, consiste<br />
en una masa lobulada de color blanco<br />
o azulado, brillante y de oderada<br />
firmeza. Aunque maligna,<br />
suele estar<br />
muy bien delimitada por una cápsula de<br />
tejido normal comprimido o por una<br />
lámina de hueso subperióstico. Esta<br />
disposición lobular por lo común es<br />
notable y tiende a haber discromía por<br />
degeneración<br />
y hemorragias antiguas.<br />
Hay<br />
dos rasgos de utilidad: las áreas<br />
comunes de alteración mixomatosa y a<br />
522<br />
veces una masa viscosa en<br />
la porción<br />
central<br />
del tumor. El segundo rasgo es<br />
la calcificación, pues es habitual<br />
que se<br />
manifiesten unas áreas irregulares de<br />
color blanco tiza, nunca muy grandes.<br />
25.3.2.1.5. Tratamiento:<br />
Consiste en la resección quirúrgica con<br />
márgenes amplios, aunque éstos<br />
pueden ser algo más económicos que<br />
en el osteosarcoma. En los CS de<br />
grado III, está indicada la<br />
quimioterapia.<br />
Los importantes avances que se han<br />
realizado en los aspectos patogénicos<br />
básicos y que pueden ser relevantes<br />
para<br />
el tratamiento de los pacientes<br />
con condrosarcoma, son los<br />
inhibidores<br />
de las metaloproteinasas y os efectos<br />
de las fluoroquinolonas que detienen el<br />
crecimiento de la matriz condral del<br />
tumor.<br />
25.3.3. Tumores de la médula ósea<br />
25.3.3.1. Sarcoma de Ewing<br />
25.3.3.1.1. Introducción:<br />
Tumor óseo maligno compuesto de<br />
células redondas pequeñas, sin límites<br />
citoplasmáticos claros ni nucleolos<br />
prominentes. En ocasiones, las células<br />
tienen características de tipo<br />
neuroepitelial.<br />
25.3.3.1.2. Epidemiología:<br />
Relativamente frecuente, pues sigue en<br />
incidencia al mieloma, el osteosarcoma<br />
y el condrosarcoma.<br />
La edad típica de presentación es de<br />
los 5-10 años hasta los 25-30 años,<br />
con su pico de incidencia más alto en la<br />
segunda década de la vida, aunque en<br />
la actualidad parece aumentar su<br />
frecuencia en edades más avanzadas.<br />
Tiene<br />
una<br />
predominancia por el sexo<br />
masculino. Fémur, tibia y húmero son<br />
las localizaciones más frecuentes en<br />
huesos largos y suele situarse en la<br />
región de la diáfisis. En el tronco existe<br />
una elevada incidencia en la pelvis,<br />
seguida de la escápula, vértebras y<br />
costillas.<br />
Estos tumores son<br />
extraordinariamente<br />
agresivos<br />
localmente<br />
y tienen una elevada
tendencia a la producción de<br />
metástasis,<br />
la mayor parte de las veces<br />
en los pulmones.<br />
25.3.3.1.3. Patogenia:<br />
El tumor de Ewing como los tumores<br />
neuroectodérmicos primitivos tienen en<br />
común una traslocación cromosómica<br />
clásica entre el cromosoma 11 y el<br />
cromosoma 22t, con la producción de<br />
una proteina quimérica que parece<br />
actuar como activador transcripcional.<br />
Estas traslocaciones se encuentran en<br />
un 95 % de los<br />
casos.<br />
25.3.3.1.4. Diagnóstico:<br />
El dolor es el síntoma inicial,<br />
precisando casi siempre de<br />
analgésicos. Cuando la tumoración<br />
pasa la barrera de la cortical se<br />
produce una rápida masa de partes<br />
blandas que, en las extremidades,<br />
provoca un aumento del perímetro, en<br />
tanto que en los huesos planos como la<br />
pelvis, ocasiona una tumoración<br />
palpable endopélvica y glútea.<br />
Bajo el punto de vista clínico, el<br />
sarcoma de Ewing debe distinguirse de<br />
la osteomielitis, el granuloma eosinófilo,<br />
el osteosarcoma, las metástasis del<br />
neuroblastoma y algún hemangioma.<br />
Sin embargo, la biopsia suele aclarar<br />
perfectamente el diagnóstico.<br />
Por lo que respecta a la radiología, el<br />
sarcoma de Ewing es muy infiltrativo,<br />
motivo por el cual la imagen<br />
radiográfica presenta un aspecto<br />
moteado-permeativo que sustituye la<br />
cortical y la medular del hueso afecto<br />
con signos más omenos claros de<br />
despegamiento<br />
perióstico,<br />
formandouna imagen que se le ha<br />
venido<br />
en llamar en “capas de cebolla”<br />
(Figura<br />
25.15).<br />
25. 3.3.1.5. Pronóstico:<br />
La evolución del sarcoma de Ewing<br />
acostumbra<br />
a ser muy rápida.<br />
Frecuentemente<br />
debuta con afectación<br />
poliostótica<br />
por diseminación medular.<br />
Las metástasis pulmonares son la<br />
causa principal de fallecimiento<br />
de los<br />
pacientes.<br />
Se trata de una enfermedad<br />
que podemos considerar sistémica o<br />
523<br />
potencialmente<br />
primer momento.<br />
sistémica desde el<br />
Figura 25.15. Sarcoma<br />
de Ewing femoral.<br />
(a) imagen radiográfica. (b) imagen por<br />
RMN.<br />
25.3.3.1.6. Anatomía patológica:<br />
* Microscópica:<br />
el tumor de Ewing es<br />
una masa celular blanda y pultácea de<br />
color<br />
pálido. Su color blanco aparece<br />
moteado<br />
por áreas de degeneración<br />
grises<br />
con placas amarillas o pardo<br />
verdoso.<br />
Aunque no son usuales los<br />
focos hemorrágicos, en las áreas<br />
de<br />
degeneración puede haber bastante<br />
hemosiderina como para conferirle un<br />
color rojo oscuro o pardo.<br />
25.3.3.1.7. Tratamiento:<br />
Si en algún tumor es imperativo el<br />
tratamiento combinado de<br />
quimioterapia, radioterapia y cirugía,<br />
éste es el sarcoma de Ewing.<br />
La poliquimioterapia<br />
ha representado<br />
un gran avance, especialmente por la<br />
coordinación de estudios<br />
internacionales, permitiendo un cambio<br />
espectacular en el pronóstico de vida<br />
de estos pacientes, que en la época de<br />
tratamiento exclusivamente<br />
radioterápico rozaba una mortalidad del<br />
90 % a los 5 años.<br />
La<br />
radioterapia ha conseguido<br />
históricamente<br />
un alto control local de<br />
la<br />
enfermedad, pero sin evitar la
diseminación. Por el contrario, las<br />
complicaciones en forma de graves<br />
dismetrías (per esterilización de las fisis<br />
en pacientes muy jóvenes) y las<br />
fracturas patológicas por radionecrosis,<br />
han obligado a tratar incluso con<br />
amputación las secuelas ortopédicas.<br />
El tratamiento quirúrgico con la<br />
quimioterapia y la radioterapia, ha<br />
cambiado el porvenir local de las<br />
lesiones por sarcoma de Ewing. En<br />
general, se utilizan las mismas técnicas<br />
que las utilizadas en el osteosarcoma<br />
pero con las modificaciones propias de<br />
la edad de estos pacientes.<br />
25.3.3.2. Mieloma múltiple<br />
25.3.3.2.1. Introducción:<br />
El mieloma múltiple o mieloma plasm<br />
ocítico es una neoplasia multicéntrica y<br />
difusa que se origina en el tejido<br />
hematopoyético<br />
de la médula ósea en<br />
las personas mayores, generalmente<br />
de más de 40 años de edad. En<br />
algunas ocasiones puede permanecer<br />
localizado durante muchos años como<br />
un plasmocitoma solitario, pero aún<br />
entonces suele convertirse en<br />
multicéntrico.<br />
Esta neoplasia<br />
ofrece un interés<br />
particular por cuanto recientes estudios<br />
electroforéticos<br />
de las alteraciones<br />
concomitantes<br />
en las fracciones<br />
específicas<br />
de las proteínas séricas<br />
sugieren<br />
que la alteración neoplásica<br />
inicial puede empezar<br />
en una sola<br />
célu la en vez de hacerlo en un grupo<br />
de<br />
células.<br />
25.3.3.2.2. Epidemiología:<br />
El mieloma múltiple es la neoplasia<br />
más frecuente de las neoplasias<br />
primarias malignas del hueso. Como<br />
sea que en las personas mayores la<br />
médula ósea (roja) predomina de un<br />
modo particular en la columna<br />
vertebral, en la<br />
pelvis y en el cráneo,<br />
éstos son los lugares más<br />
frecuentemente afectados, pero son<br />
numerosos los huesos que pueden ser<br />
cribados por lesiones rápidamente<br />
destructivas y dolorosas. La rápida<br />
destrucción del hueso y la escasa<br />
524<br />
neoformación ósea, explica la elevada<br />
frecuencia de fracturas patológicas.<br />
25.3.3.2.3. Diagnóstico:<br />
Es muy variable, desde un dolor difuso<br />
e inespecífico a nivel del caquis, hasta<br />
la presencia de una fractura patológica,<br />
generalmente a nivel de la columna<br />
vertebral.<br />
El diagnóstico de mieloma múltiple<br />
está basado en la tríada clásica:<br />
1) presencia de una gammapatía<br />
monoclonal (componente M) en el<br />
suero, en la orina o en ambos; 2) una<br />
tasa superior al 10 % de células<br />
plasmáticas en el aspirado de la<br />
médula ósea y 3) lesiones líticas óseas.<br />
Estos hallazgos no deben estar<br />
relacionados con la presencia de un<br />
carcinoma metastático, linfoma,<br />
enfermedades del tejido conjuntivo o<br />
infecciones crónicas.<br />
En cuanto a la radiología, como<br />
sucede con muchas lesiones óseas,<br />
sólo se describe un cuadro común,<br />
pero las variaciones abundan. En<br />
primer lugar, se afectan los huesos<br />
planos que contienen elementos<br />
hematopoyéticos. El proceso destruye<br />
la médula y el aspecto radiográfico<br />
depende del grado de compromiso<br />
local de ésta y de la extensión de la<br />
enfermedad. Sin embargo,<br />
clásicamente aparecen múltiples áreas<br />
de destrucción ósea, con zonas muy<br />
bien delimitadas de densidad<br />
intermedia en el cráneo, vértebras,<br />
pelvis y cintura escapular<br />
(Figura 25.16). Esto se asocia a<br />
menudo con disminución generalizada<br />
de la densidad ósea (osteopenia). Tal<br />
vez no haya esclerosis concomitante. A<br />
veces encima de la lesión, la cortical es<br />
muy fina y se insufla, pero cuando se<br />
destruye por completo aparece una<br />
tumoración blanda junto con las<br />
lesiones óseas. En la columna vertebral<br />
se colapsan los cuerpos vertebrales.<br />
En raros casos el compromiso de la<br />
cortical suscita considerable<br />
neoformación ósea. Estos focos<br />
destructivos son manifestaciones de la<br />
proliferación local de células<br />
neoplásicas dentro de los tejidos<br />
medulares. En ocasiones puede haber
una sola lesión osteolítica,<br />
constituyendo el denominado “mieloma<br />
solitario”.<br />
Figura 25.16. Imágenes radiográficas del<br />
mieloma múltiple. A) cráneo. B) pelvis.<br />
C) columna vertebral.<br />
25.3.3.2.4. Anatomía patológica:<br />
* Macroscópica: el mieloma<br />
plasmocítico es de ordinario gris rojizo,<br />
a menudo con aspecto y consistencia<br />
de flan de frambuesa. Esta masa<br />
blanda y gelatinosa mana del área<br />
medular al abrir el hueso enfermo. Con<br />
frecuencia el tumor aparece rodeado<br />
por una fina capa de hueso cortical que<br />
puede exhibir infracciones múltiples.<br />
Cuando el tumor perfora el hueso y<br />
forma un bulto de tejido blando, se<br />
rodea a menudo de una cápsula de<br />
tejido conectivo fibroso ó músculo<br />
comprimido.<br />
* Microscópica: como regla el<br />
diagnóstico histológico de mieloma<br />
plasmocítico es fácil. Casi siempre las<br />
células tumorales se parecen lo<br />
bastante a los plasmocitos como para<br />
disipar toda duda. Sólo en raras<br />
ocasiones la similitud es tan grande<br />
que podría pensarse que la lesión<br />
constituye una reacción inflamatoria<br />
crónica y no una neoplasia.<br />
25.3.3.2.4. Tratamiento:<br />
No todos los pacientes de mieloma<br />
múltiple deben ser tratados. A la hora<br />
525<br />
de iniciar el tratamiento deben<br />
valorarse todos los síntomas clínicos y<br />
los datos de laboratorio; son<br />
indicaciones de inicio de tratamiento el<br />
incremento del componente M en<br />
sangre y orina, el desarrollo de anemia,<br />
la hipercalcemia o la existencia de<br />
insuficiencia renal y la aparición de<br />
lesiones óseas líticas o plasmocitomas<br />
extramedulares. Si existen dudas<br />
respecto de iniciar o no el tratamiento,<br />
es mejor reevaluar al paciente tras un<br />
periodo de 2 o 3 meses y empezarlo en<br />
función del nuevo examen.<br />
Si el paciente tiene una edad inferior a<br />
65 años, debe considerarse la<br />
posibilidad del transplante antólogo de<br />
progenitores hematopoyéticos dentro<br />
de la estrategia terapéutica a seguir.<br />
Los precursores hematopoyéticos<br />
deben de recogerse antes de que el<br />
paciente se exponga a agentes<br />
alquilantes. Sin embargo, muchos<br />
grupos prefieren poliquimioterapia tipo<br />
VAD (vincristina, adriamicina y dosis<br />
altas de dexametasona) como<br />
tratamiento inicial puesto que estos<br />
agentes no lesionan los progenitores<br />
hematopoyéticos. Los pacientes con<br />
edad superior a 65 años, pueden<br />
tratarse con el esquema melfalánprednisona<br />
o la combinación de otros<br />
agentes quimioterápicos.<br />
La radioterapia paliativa debe limitarse<br />
a pacientes con dolor incapacitante<br />
debido a un proceso local bien definido<br />
y que no han respondido a la<br />
quimioterapia. La combinación de<br />
quimioterapia con analgésicos<br />
apropiados, generalmente es suficiente<br />
para controlar el dolor; este esquema<br />
terapéutico es preferido en la mayor<br />
parte de los casos a la radiación local<br />
debido a que el dolor, suele aparecer<br />
después en otro sitio diferente y la<br />
radioterapia local no beneficia al<br />
paciente con enfermedad diseminada.<br />
Además, los efectos mielosupresores<br />
de la quimioterapia y radioterapia son<br />
acumulativos. Si es posible, la<br />
quimioterapia debe iniciarse al menos<br />
tres semanas después de haber<br />
terminado la radioterapia.
25.4. Sarcomas de partes blandas.<br />
25.4.1. Introducción:<br />
Los sarcomas de partes blandas<br />
constituyen un grupo heterogéneo de<br />
neoplasias malignas con una gran<br />
variedad de localizaciones anatómicas<br />
y grandes diferencias histogenéticas.<br />
También en la definición de estos<br />
tumores existen diferencias notables<br />
según los diferentes autores y<br />
escuelas. Especialmente importante es<br />
la consideración de si están incluidos o<br />
no en los tumores que afectan al tejido<br />
conjuntivo de las vísceras.<br />
La definición clásica considera que<br />
son sarcomas de partes blandas todas<br />
aquellas neoplasias malignas que<br />
afectan al tejido extraesquelético no<br />
epitelial, excluyendo el sistema<br />
reticuloendoltelial, la glía y el tejido de<br />
sostén de los diferentes órganos y<br />
vísceras.<br />
Las definiciones actuales incluyen el<br />
concepto de que se trata de un grupo<br />
de neoplasias malignas localizadas en<br />
el tejido conjuntivo en cualquier parte<br />
del <strong>org</strong>anismo, diferentes del hueso y<br />
cartílago.<br />
25.4.2. Epidemiología:<br />
La incidencia de los sarcomas de<br />
partes blandas es el doble a la de los<br />
sarcomas óseos. Así, si la frecuencia<br />
de sarcomas óseos en el sexo<br />
masculino es aproximadamente de 1<br />
caso por 100.000 habitantes/año, la de<br />
sarcoma de partes blandas es de 2,5<br />
para el hombre y de 1,7 casos en la<br />
mujer.<br />
La incidencia global de sarcomas de<br />
partes blandas respecto al volumen de<br />
cáncer en todo el <strong>org</strong>anismo es del 0,7<br />
%. Las cifras varían considerablemente<br />
según la edad, destacando que por<br />
debajo de los 15 años, los sarcomas de<br />
partes blandas constituyen el 6,5 % del<br />
global de las patologías neoplásicas.<br />
En cuanto a su localización, el sitio<br />
más recuente es en la extremidad<br />
inferior (40 %), seguido del tronco con<br />
el 30 % de los casos y la extremidad<br />
superior, cabeza y cuello, en el 15 %<br />
restante.<br />
526<br />
25.4.3. Clasificación:<br />
Las clasificaciones actuales se basan<br />
principalmente en la línea de<br />
diferenciación del tumor, es decir, en el<br />
tipo de tejido que produce el tumor más<br />
que el tipo de tejido del que deriva.<br />
Cada categoría histológica se divide en<br />
un grupo benigno y otro maligno,<br />
aunque esta subdivisión no implica que<br />
los tumores malignos (sarcomas)<br />
deriven de los benignos. De hecho, la<br />
transformación maligna de un tumor<br />
benigno de partes blandas es<br />
extraordinariamente rara, a excepción<br />
del neurofibroma en pacientes con<br />
neurofibromatosis o tumor maligno del<br />
nervio periférico.<br />
En general, los sarcomas de partes<br />
blandas, pueden clasificarse de la<br />
siguiente manera:<br />
• Tumores de tejido fibroso:<br />
• Intermedios: Fibromatosis (tumor<br />
desmoide).<br />
• Malignos: Fibrosarcoma.<br />
• Tumores Fibrohistiocíticos:<br />
- Intermedios:<br />
a) Dermatofibrosarcoma protuberans.<br />
b) Fibroxantoma atípico.<br />
c) Histiocitoma fibroso angiomatoide.<br />
- Malignos: Histiocitoma Fibroso<br />
Maligno.<br />
• Tumores de tejido adiposo:<br />
Liposarcoma.<br />
• Tumores de músculo liso:<br />
• Intermedios: Leiomatosis<br />
intravascular.<br />
• Malignos: Leiomiosarcoma.<br />
• Tumores de los vasos sanguíneos:<br />
• Intermedios:<br />
a) Hemangioendolteiloma<br />
epitelioide.<br />
b) Hemangiopericitoma.<br />
• Malignos:<br />
a) Angiosarcoma.<br />
b) Sarcoma de Kaposi.<br />
• Tumores neurales:<br />
• Malignos:<br />
a) Schwanoma maligno.<br />
b) Sarcoma de células claras.<br />
c) Neuroepiteiloma periférico.<br />
• Miscelánea:<br />
a) Sarcoma sinovial.<br />
b) Sarcoma epitelioide.<br />
c) Sarcoma alveolar.
De todos ellos, los más frecuentes en<br />
los adultos son el Histiocitoma fibroso<br />
maligno y el Liposarcoma; juntos<br />
representan el 35-45 % de todos los<br />
sarcomas. El rabdomiosarcoma,<br />
neuroblastoma y sarcoma de<br />
Ewing/neuroepitelioma periférico<br />
extraesquelético, son los sarcomas<br />
más habituales en la infancia.<br />
25.4.4. Histiocitoma fibroso maligno<br />
25.4.4.1. Introducción:<br />
Es un tumor maligno que se origina de<br />
los histiocitos o de fibroblastos<br />
facultatitvos. Es un tumor relativamente<br />
raro de hueso y su diagnóstico ha ido<br />
reemplazando el de fibrosarcoma en<br />
muchos casos.<br />
25.4.4.2. Epidemiología:<br />
Representa entre el 1 y el 2 % de los<br />
tumores óseos malignos. No hay<br />
diferencias en cuanto a la afectación<br />
por sexos y se da en todas las edades<br />
a partir de los 10 años, siendo más<br />
frecuente en adultos alrededor de los<br />
50 años de edad. Aparece<br />
preferentemente en la región<br />
metafisaria de los huesos largos como<br />
el fémur, la tibia y/o el húmero.<br />
También afectan a la pelvis con cierta<br />
frecuencia, siendo el raquis una<br />
localización excepcional.<br />
25.4.4.3. Diagnóstico:<br />
No hay diferencias con los síntomas de<br />
aparición de otros tumores óseos<br />
malignos: el dolor y la tumefacción son<br />
los signos iniciales más frecuentes. A<br />
veces se desarrollan sobre hueso<br />
pgetico o con otras afecciones.<br />
En cuanto a la radiología, suele<br />
observarse una lesión radiolucente de<br />
bordes mal definidos, localizada en la<br />
región metafisaria, que destruye la<br />
cortical e invade los tejidos blandos<br />
formando una masa. No suele haber<br />
reacción perióstica. La gammarafía<br />
ósea y la RMN son útiles en el<br />
527<br />
diagnóstico y en el estudio del tumor<br />
(Figura 25.17).<br />
Figura 25.17. Fibriohistocitoma maligno.<br />
Obsérvese la masa de bordes bien<br />
definidos, localizados en la parte posterior<br />
del muslo, en íntimo contacto con la diáfisi<br />
femoral.<br />
El diagnóstico diferencial incluye los<br />
mismos tumores que el del<br />
fibrosarcoma.<br />
El estudio ana<strong>tomo</strong>patológico de la<br />
biopsia, muestra la presencia de<br />
células gigantes anaplásicas con un<br />
estroma fibroso. Las células<br />
mononucleares son habitualmente<br />
fibroblastos y muestran una disposición<br />
en “rueda de carro”. Hay abundantes<br />
mitosis, pleomorfismo y actividad<br />
fagocítica. El tumor es bastante<br />
vascular. La diferencia principal con el<br />
fibrosarcoma radica en la presencia de<br />
células gigantes atípicas.<br />
25.4.4.4. Tratamiento:<br />
Las lesiones de bajo grado son<br />
adecuadamente tratadas con resección<br />
de márgenes amplios, mientras que las<br />
de alto grado exigen márgenes<br />
radicales o la amputación, habiéndose<br />
demostrado la efectividad de la<br />
quimioterapia sistémica pre y<br />
postoperatoria para este tipo de<br />
tumores. La radioterapia está indicada<br />
en casos de tumor residual tras la<br />
cirugía.<br />
Cuando la cirugía se complementa<br />
con la quimioterapia, la supervivencia<br />
puede llegar hasta el 60 % de los casos<br />
a los 5 años. Las metástasis<br />
pulmonares oscilan n torno al 30 .
25.4.5. Liposarcoma<br />
25.4.5.1. Introducción:<br />
Es un sarcoma de partes blandas,<br />
cuyas células se diferencian en<br />
adipoblastos o adipocitos.<br />
25.2.5.2. Epidemiología:<br />
Se le considera el sarcoma de partes<br />
blandas más frecuente en el adulto.<br />
Tiene una predilección por el sexo<br />
masculino en localizaciones periféricas,<br />
a diferencia de las localizaciones<br />
retroperitoneales en que predomina en<br />
el sexo femenino.<br />
En cuanto a la edad, es excepcional<br />
durante la infancia y muy raro antes de<br />
los 20 años de edad. Es típica su<br />
presentación en adultos en edades<br />
avanzadas con una máxima incidencia<br />
entre los 50-60 años de edad.<br />
Por lo que respecta a su localización,<br />
se encuentran en los tejidos blandos<br />
profundos, sean tejido muscular o<br />
fibroadiposo. El lugar más frecuente de<br />
presentación es el muslo,<br />
particularmente en el cuádriceps y en la<br />
región poplítea.<br />
25.2.5.3. Diagnóstico:<br />
Consiste en una masa o tumoración<br />
profunda que no se convierte en<br />
aparente hasta alcanzar un tamaño<br />
considerable. El inicio de la<br />
sintomatología es difícil de valorar<br />
debido a que su crecimiento es muy<br />
lento. La masa tumoral puede ser<br />
dolorosa por compresión de troncos<br />
nerviosos o causar un edema de la<br />
extremidad por compresión venosa. El<br />
liposarcoma retroperitoneal no causa<br />
síntomas hasta que alcanza gran<br />
tamaño, momento en el cual se puede<br />
manifestar como la presencia de<br />
hidronefrosis, oclusión intestinal, hernia<br />
inguinal, etc.<br />
La imagen radiográfica de los<br />
liposarcomas es similar a la del<br />
músculo normal. Sin embargo, en<br />
ocasiones se presenta como una masa<br />
con áreas radiopacas y radiolucentes<br />
asociadas. La angiografía tiene aquí su<br />
utilidad, al observarse una amplia<br />
vascularización y captación del<br />
contraste por la numerosa red de vasos<br />
528<br />
neoformados dentro del tumor. Sin<br />
embargo, la RMN suele ser definitiva<br />
(Figura 25.18).<br />
Figura 25.18. RMN de un liposarcoma. La<br />
imágen con contraste permite observar en<br />
este corte sagital en T1, una masa muy<br />
homogénea localizada en la cara posterior<br />
del muslo.<br />
25.2.5.4. Tratamiento:<br />
El tratamiento de elección para los<br />
liposarcomas de bajo grado es la<br />
cirugía de márgenes amplios, dado que<br />
la cirugía marginal va seguida de<br />
recidivas locales en un alto porcentaje<br />
de casos. En el caso de liposarcomas<br />
de alto grado, es preferible la cirugía<br />
radical. La radioterapia también es<br />
efectiva, particularmente en el<br />
liposarcoma mixoide, como tratamiento<br />
adyuvante a la cirugía.<br />
Los liposarcomas pélvicos<br />
retroperitoneales son de muy difícil<br />
abordaje quirúrgico por su localización.<br />
Por ello, cuando se realiza una cirugía<br />
marginal, es necesario asociar<br />
radioterapia postoperatoria.<br />
25.5. Lesiones pseudotumorales.<br />
25.5.1. Introducción:<br />
Se trata de lesiones benignas de<br />
carácter hiperplásico o hamartomatoso,<br />
no propiamente neoplásico. En el caso
de la hiperplasia, una excesiva<br />
proliferación o una degeneración<br />
enlentecida de células normales, con<br />
una estructura y función normal, da<br />
lugar a un acúmulo cuyo crecimiento<br />
cesa con el estímulo causante; en el<br />
caso de los hamartomas, el crecimiento<br />
se origina en células embrionarias<br />
excluidas de la maduración normal que<br />
dan lugar a una formación de<br />
crecimiento autónomo que,<br />
generalmente, se agota en la edad<br />
adulta.<br />
Las lesiones pseudotumorales más<br />
frecuentes de los huesos son:<br />
• Quiste óseo solitario, esencial o<br />
unicameral.<br />
• Quiste óseo aneurismático.<br />
• Quiste óseo yuxtaarticular (ganglión<br />
intraóseo).<br />
• Defecto fibroso cortical y fibroma no<br />
osificante.<br />
• Displasia fibrosa.<br />
• Granuloma eosinófilo.<br />
Otras formas mucho menos frecuentes<br />
de lesiones pseudotumorales son la<br />
miositis osificante, el tumor pardo del<br />
hiperparatiroidismo o el quiste<br />
epidermoide intraóseo.<br />
21.5.2. Quiste Oseo Esencial<br />
25.5.2.1. Introducción:<br />
Se trata de una cavidad<br />
unicompartimental llena de fluido claro<br />
o hemático, delimitada por una<br />
membrana de espesor variable que<br />
consiste en tejido vascular con<br />
presencia de osteoclastos, células<br />
gigantes y áreas de hemorragia<br />
reciente o antigua o cristales de<br />
colesterol.<br />
25.5.2.2. Epidemiología:<br />
En el 90 % de los casos, la edad de<br />
presentación es en las dos primeras<br />
décadas de la vida, con una proporción<br />
hombre/mujer de 2/1. La localización<br />
más frecuente es la metáfisis proximal<br />
del húmero, siguiéndole la metáfisis<br />
distal del húmero y la proximal del<br />
fémur.<br />
529<br />
25.5.2.3. Diagnóstico:<br />
En general, los quistes óseos<br />
esenciales son asintomáticos,<br />
descubriéndose casualmente tras<br />
exploraciones radiográficas por otras<br />
causas, aunque la primera<br />
manifestación puede ser la fractura<br />
patológica tras un traumatismo mínimo.<br />
El aspecto radiográfico del quiste es<br />
de una lesión lítica, de localización<br />
metafisaria generalmente central, que<br />
se expande hasta la cortical, la cual<br />
aparece más fina e incluso insuflada<br />
pero nunca totalmente interrumpida<br />
(Figura 25.19). Aunque sus contornos<br />
son bien definidos, no existe un márgen<br />
escleroso perilesional. Hay ausencia de<br />
reacción perióstica, excepto en caso de<br />
fractura.<br />
Figura 25.19. Imagen radiográfica de un<br />
quiste oseo esencial de la metáfisis distal<br />
de la tibia. A) proyección anteroposterior.<br />
B) proyección lateral.<br />
25.5.2.4. Anatomía Patológica:<br />
• Macroscópica: cavidad ósea llena<br />
de líquido seroso o serohemático,<br />
rodeada por un periostio intacto y<br />
tapizada por una membrana<br />
conectiva de espesor variable.<br />
• Microscópica: pared compuesta por<br />
periostio y trabéculas inmaduras,<br />
con una membrana intraquística de<br />
tejido conjuntivo muy vascular, con<br />
presencia de osteoclastos y células<br />
gigantes junto con hueso inmaduro.<br />
25.5.2.5. Tratamiento:<br />
Las instilaciones de metilpredisolona<br />
son el tratamiento de elección.<br />
Mediante la punción del quiste con dos
agujas de biopsia, se extrae por una de<br />
ellas el fluido con suero fisiológico,<br />
mientras que con la otra se inyecta<br />
metilprednisolona en la misma cantidad<br />
que ha sido extraida. Este<br />
procedimiento puede repetirse en<br />
intervalos de 2 meses si no se<br />
observara la resolución del quiste.<br />
Con el tratamiento propuesto, en un<br />
90 % de los casos la cirugía no es<br />
necesaria. Los primeros signos de<br />
maduración suelen aparecer a partir de<br />
los 6 meses. Aún sin tratamiento, el<br />
quiste óseo esencial tiende a madurar<br />
durante la edad adulta.<br />
25.5.3. Quiste Oseo Aneurismático<br />
25.5.3.1. Introducción:<br />
Lesión osteolítica expansiva<br />
consistente en espacios llenos de<br />
sangre de tamaño variable separados<br />
por septos de tejido conectivo que<br />
contienen trabéculas o tejido osteoide y<br />
osteoclastos.<br />
25.5.3.2. Epidemiología:<br />
Se da predominantemente en mujeres<br />
y, en la mayoría de los casos aparece<br />
en las dos primeras décadas de la vida.<br />
En cuanto a la localización, el quiste<br />
óseo aneurismático es poco específico,<br />
aunque tiene una predilección por los<br />
huesos largos de las extremidades<br />
inferiores.<br />
25.5.3.3. Diagnóstico:<br />
En general, el diagnóstico es accidental<br />
en el curso de un estudio radiográfico<br />
efectuado por otra causa. En este<br />
sentido, la imagen que muestra es de<br />
una lesión osteolítica, insuflativa,<br />
localizada en metáfisis o diáfisis, con<br />
bordes bien definidos, frecuente<br />
existencia de septos en su interior y<br />
con progresiva erosión de las<br />
corticales, las cuales en fases<br />
avanzadas puede romperse<br />
(Figura 25.20). En ocasiones, puede<br />
aparecer un triángulo de Codman.<br />
Según su localización, se dividen en<br />
subperiósticos (frecuente) y centrales.<br />
La arteriografía puede ser de utilidad<br />
para el diagóstico.<br />
530<br />
Figura 25.20. Quiste óseo aneurismático<br />
de localización isquiática.<br />
25.5.3.4. Anatomía Patológica:<br />
• Macrocópica: se aprcianm<br />
cavidades multiloculares de<br />
contenido hemático separadas por<br />
septos fibrosos de grosor variable.<br />
• Microscópica: es bastante<br />
inespecífica. Por la existencia de<br />
septos fibrosos, osteoclastos y<br />
hemorragia, puede ser fácilmente<br />
confundido con un quiste óseo<br />
simple.<br />
25.5.3.5.Tratamiento:<br />
La excisión extraperióstica y curetaje,<br />
están indicadas con o sin uso de<br />
injertos o de algún agente local como el<br />
fenol o el cemento. En algunas<br />
ocasiones, la cirugía puede entrañar<br />
alto riesgo de sangrado, especialmente<br />
en las localizaciones raquídea. Otra<br />
acción terapéutica es la embolización<br />
selectiva, que en muchas ocasiones<br />
evita la cirugía al inducir la osificación<br />
del quiste. También actúa así la<br />
radioterapia, aunque su uso se reserva<br />
para los fracasos con otros métodos.<br />
El quiste óseo aneurismático no es un<br />
proceso neoplásico y, en<br />
consecuencia, cura en la práctica<br />
totalidad de casos, incluso con cirugías<br />
incompletas si se asocian a otros<br />
tratamientos.<br />
25.5.4. Quiste Oseo Yuxtaarticular<br />
(ganglión intraóseo)<br />
25.5.4.1. Introducción:<br />
Lesión benigna quística y a menudo<br />
multiloculada de tejido fibroso con
cambios mucoides, situada en el hueso<br />
subcondral adyacente a una<br />
articulación.<br />
25.5.4.2. Epidemiología:<br />
La incidencia de este quiste es difícil de<br />
conocer por su carácter asintomatico.<br />
En cuanto a la edad, es una lesión<br />
propia de los adultos, con una<br />
predilección por el sexo masculino. La<br />
localización más frecuente es en los<br />
maleolos tibiales.<br />
25.5.4.3. Diagnóstico:<br />
Esta lesión es característicamente<br />
asintomática, aunque eventualmente<br />
puede provocar dolor. En cuanto a la<br />
radiología, se presenta como una<br />
lesión osteolítica oval y bien definida de<br />
localización epifisaria excéntrica y<br />
generalmente rodeada de una fina<br />
capa esclerótica. La cortical adyacente<br />
está erosionada y en ocasiones<br />
abombada (Figura 25.21).<br />
Figura 25.21. Ganglión intraóseo en el<br />
maleolo tibial.<br />
Por lo que respecta al diagnóstico<br />
diferencial, debe distinguirse de<br />
lesiones tumorales y pseudotumorales<br />
que pueden presentar la misma<br />
localización como el quiste óseo<br />
aneurismático, condroma y,<br />
especialmente, el condroblastoma, los<br />
cuales suelen mostrar una erosión o<br />
expansión de la cortical con o sin<br />
calcificaciones en su interior.<br />
25.5.4.4. Anatomía Patológica:<br />
• Macroscópica: idéntica a los<br />
gangliones intraóseos. Son<br />
531<br />
cavidades que contienen un fluido<br />
transparente y viscoso.<br />
• Microscópica: cavidad tapizada de<br />
una membrana de tejido conectivo<br />
formado por fibras colágenas y<br />
fibroblastos.<br />
25.5.4.5. Tratamiento:<br />
En lesiones sintomáticas, el curetaje<br />
con aporte de injertos óseos, si el<br />
tamaño de la lesión lo exige, es el<br />
tratamiento recomendado.<br />
25.5.5. Defecto Fibroso Cortical<br />
(Fibroma no-osificante)<br />
25.5.5.1. Introducción:<br />
Lesión no neoplásica bien definida,<br />
caracterizada por la presencia de tejido<br />
fibroso, dispuesto en remolinos con un<br />
patrón estoriforme, que contiene un<br />
número variable de células gigantes<br />
multinucleadas, pigmentos de<br />
hemosiderina e histiocitos cargados de<br />
lípidos.<br />
25.5.5.2. Epidemiología:<br />
Lesión muy frecuente, pues<br />
probablemente la presentan el 20-30 %<br />
de los niños entre los 4 y 9 años de<br />
edad. Es muy raro observarlo después<br />
de los 20 años. La incidencia en cuanto<br />
al sexo, es ligeramente más recuente<br />
en varones que en mujeres, en una<br />
proporción de 1.5/1. Al parecer, existe<br />
una significativa herencia familiar.<br />
En cuanto a la localización, la más<br />
frecuente es la metáfisis distal del<br />
fémur, en su cara medial o posterior.<br />
En general, presenta predilección por<br />
los huesos largos de las extremidades<br />
inferiores.<br />
25.5.5.3. Diagnóstico:<br />
La mayor parte de los casos son<br />
asintomáticos, aunque pueden producir<br />
dolor si el tamaño es considerable.<br />
La radiología es muy característica,<br />
pues se trata de lesiones radiolucentes,<br />
localizadas excéntricamente en la<br />
metáfisis de los huesos largos<br />
(Figura 25.22).
Figura 25.22. Defecto Fibroso cortical de<br />
la metáfisis distal de la tibia.<br />
Sin embargo, con el crecimiento, la<br />
lesión va sufriendo un desplazamiento<br />
hacia la diáfisis. Su diámetro mayor<br />
siempre se orienta en el sentido del<br />
crecimiento del hueso, mostrando unos<br />
márgenes esclerosos y una forma<br />
policíclica.<br />
25.5.5.4. Anatomía Patológica:<br />
• Macroscópica: tejido compacto de<br />
consistencia elástica de color<br />
amarillento o pardo.<br />
• Microscópica: es independiente del<br />
tamaño. Existen bandas de tejido<br />
histofibroblástico distribuidas<br />
siguiendo un patrón estoriforme con<br />
presencia de células gigantes<br />
multinucleadas y característica<br />
presencia de gránulos de<br />
pigmentos de hemosiderina.<br />
25.5.5.5. Tratamiento:<br />
Los casos asintomáticos, no precisan<br />
tratamiento. En los raros casos que<br />
producen dolor o causen riesgo de<br />
fractura, el curetaje más aporte de<br />
injerto óseo es el tratamiento más<br />
adecuado.<br />
25.5.6. Displasia Fibrosa<br />
532<br />
25.5.6.1. Introducción:<br />
Es un proceso benigno de naturaleza<br />
probablemente malformativa,<br />
caracterizado por la presencia de tejido<br />
fibroso conectivo con una disposición<br />
arremolinada característica y en el que<br />
se encuentran trabéculas de hueso<br />
inmaduro, no laminar. Se define como<br />
una formación intraósea, monostótica o<br />
poliostótica de tejido osteofibroso. En<br />
ocasiones se asocia con máculas<br />
cutáneas, pubertad precoz y desarrollo<br />
óseo precoz, dando lugar al<br />
denominado síndrome de Albrigth.<br />
25.5.6.2. Epidemiología:<br />
Es una lesión frecuente, predominando<br />
las formas monostóticas sobre las<br />
poliostóticas. En cuanto al sexo, es<br />
más frecuente en las mujeres.<br />
El síndrome de Albrigth constituye una<br />
entidad infrecuente, pues representa<br />
menos del 5 % de los casos.<br />
En cuanto a la localización, en las<br />
formas monostóticas se suelen<br />
presentar a nivel de los huesos<br />
maxilares, fémur proximal, tibia,<br />
húmero, costillas, radio e ilíaco,<br />
mientras que en las formas<br />
poliostóticas, se diferencian dos<br />
grupos: a) las oligostóticas, con<br />
afectación de algunos huesos (p.ej.,<br />
fémur, ilion, algunas costillas y<br />
mandíbula; b) las monomélicas o<br />
hemisómicas, afectando una de las<br />
extremidades inferiores y la hemiplevis<br />
homolateral. En otros casos se afecta<br />
la extremidad superior o un<br />
hemicuerpo, incluyendo cráneo, pelvis<br />
y costillas; y c) las generalizadas, con<br />
aparición en extremidades inferiores,<br />
pelvis, escápula, esqueleto del tronco y<br />
cráneo.<br />
25.5.6. 3. Diagnóstico:<br />
Los primeros síntomas se suelen<br />
manifestar entre los 5 y los 15-20 años.<br />
Cuanto más extensa es la enfermedad,<br />
antes se manifiesta la sintomatología.
En las formas monostóticas, las<br />
lesiones pueden ser asintomáticas<br />
hasta un descubrimiento casual en la<br />
edad adulta, o puede aparecer dolor<br />
provocado por microfracturas o<br />
fracturas patológicas y que sobre todo<br />
aparecen en las extremidades<br />
inferiores. Asimismo, existe<br />
tumefacción localizada, especialmente<br />
en las localizaciones de huesos<br />
superficiales (costillas, maxilares, ala<br />
ilíaca, tibia).<br />
En las formas poliostóticas, la<br />
sintomatología es más temprana y más<br />
aparente, estando la severidad de los<br />
síntomas en proporción directa con la<br />
extensión de las lesiones esqueléticas.<br />
Los síntomas y signos clínicos más<br />
frecuentes son: expansión ósea<br />
(tumefacción metafisodiafisaria), dolor<br />
(tipo medio y discontínuo causado por<br />
microfracturas y fracturas patológicas<br />
en la mayoría de casos), deformidad<br />
(sobre todo en extremidades inferiores,<br />
causadas por la expansión,<br />
acortamiento y por fracturas<br />
patológicas), pigmentación cutánea<br />
(producida por acúmulos de melanina<br />
sin relación a las lesiones<br />
esqueléticas), rápido crecimiento y<br />
maduración esquelética, y pubertad<br />
precoz (ocurre casi exclusivamente en<br />
el sexo femenino).<br />
Respecto a los parámetros analíticos,<br />
cabe destacar un incremento de<br />
fosfatasas alcalinas, que es más<br />
precoz en las formas poliostóticas.<br />
Su presentación radiológica depende<br />
de dos condiciones:<br />
1. El tipo de tejido displásdico: cuando<br />
se trata de tejido fibroso<br />
únicamente, se presenta como<br />
osteolisis y radiotransparencia. Esta<br />
última puede presentarse como<br />
imágenes en “vidrio esmerilado”<br />
cuando en su interior existen<br />
cavidades quísticas intralesionales<br />
que contienen múltiples áreas<br />
microscópicas de formación de<br />
hueso (Figura 25.23).<br />
533<br />
Figura 25.23. Displasia fibrosa en la<br />
diáfisis del húmero.<br />
2. La afectación cortical:<br />
presentándose adelgazada en las<br />
formas erosivas, insuflada en las<br />
formas esponjosas, y engrosada<br />
por aposición perióstica en las<br />
formas expansivas.<br />
25.5.6.4. Anatomía Patológica:<br />
• Macroscópica:<br />
Se presenta como un tejido granular<br />
formado por trabéculas óseas finas y<br />
en diferentes estadíos evolutivos, poco<br />
vascularizado excepto en huesos<br />
esponjosos (cráneo, pelvis, costillas),<br />
observándose cavidades quísticas con<br />
contenido líquido serohemático y,<br />
ocasionalmente, islotes cartilaginosos.<br />
• Microscópica:<br />
Se objetiva un tejido histiofibroblástico<br />
con algunas trabéculas óseas<br />
desprovistas de osteoblastos. Los<br />
histiofibroblastos son células<br />
numerosas e insufladas, sin mitosis,<br />
rodeadas de una fina red colágena que,<br />
en ocasiones, adquieren un patrón<br />
“estoriforme”. Se pueden observar
células gigantes multinucleadas,<br />
particularmente alrededor de áreas<br />
hipervascularizadas o hemorrágicas.<br />
En zonas desprovistas de trabéculas<br />
óseas, pueden aparecer con un<br />
aspecto similar al fibroma. Las<br />
trabéculas son delgadas, formando<br />
estructuras como “letras chinas” y<br />
nunca presentan osteoblastos<br />
periféricos ni una estructura lamelar<br />
definida; ocasionalmente, las<br />
formaciones óseas son redondas y<br />
pequeñas, sobre todo en los huesos<br />
craneofaciales. Los vasos son escasos<br />
y estrechos.<br />
Durante la edad adulta se producen<br />
cambios histológicos del tipo de:<br />
disminución celular en el tejido fibroso,<br />
el estroma colágeno se densifica o<br />
presenta diferenciación mixoide o<br />
aparecen células con cristales de<br />
colesterina.<br />
25.5.6.5. Tratamiento:<br />
El tratamiento es exclusivamente<br />
quirúrgico. La radioterapia está<br />
contraindicada por el aumento del<br />
riesgo de malignización. La indicación<br />
de cirugía depende de tres factores:<br />
1. La clínica: el dolor o la fractura<br />
patológica.<br />
2. Edad: en adultos los resultados son<br />
mucho mejores, mientras que en<br />
los niños, tiene una alta<br />
probabilidad de recidiva. En<br />
adolescentes, puede existir un 50 %<br />
de recidiva.<br />
3. La extensión de la displasia.<br />
La cirugía habitual suele ser el<br />
curetaje con aporte de injerto óseo,<br />
aunque en niños es preferible una<br />
simple corrección de las deformidades<br />
óseas mediante osteotomías<br />
correctoras con osteosíntesis estable, a<br />
excepción de la afectación de las<br />
costillas en que es mejor proceder a la<br />
resección ósea.<br />
En cuanto al pronóstico, la progresión<br />
de la displasia en la pubertad es<br />
impredecible. Sin embargo, suele ser<br />
excelente en lesiones circunscritas,<br />
excepto por el riesgo de degeneración<br />
sarcomatosa, la cual se puede producir<br />
en menos del 1 % de los casos, tanto<br />
534<br />
en formas monostóticas como<br />
poliostóticas.<br />
25.5.7. Granuloma Eosinófilo (GO)<br />
25.5.7.1. Introducción:<br />
Se trata de una rara entidad que se<br />
encuentra dentro del grupo de las<br />
Histiocitosis X, siendo definida como<br />
una reticuloendoteliosis de aspecto<br />
granulomatoso de etiología<br />
desconocida.<br />
Las Histiocitosis X, causa diferentes<br />
síndromes con variaciones y formas<br />
intermedias. Los más clásicos de estos<br />
síndromes son:<br />
• El granuloma eosinófilo.<br />
• La enfermedad de Hand-Schuller-<br />
Christian<br />
• La enfermedad de Letterer-Siwe.<br />
25.5.7.2. Epidemiología:<br />
Es una entidad infrecuente con una<br />
predilección clara por el sexo<br />
masculino con respecto al femenino en<br />
una proporción de 2/1. La edad de<br />
presentación está siempre por debajo<br />
de los 20 años de edad, con un pico<br />
máximo de frecuencia entre los 5 y los<br />
10 años. La enfermedad de Hand-<br />
Schuller-Christian ocurre entre los 3 y 5<br />
años de edad, raramente después de<br />
los 15 años, mientras que la<br />
enfermedad de Letterer-Siwe se<br />
observa habitualmente antes de los 3<br />
años de vida.<br />
En cuanto a la localización, el GO<br />
muestra una predilección por los<br />
huesos cortos y planos del esqueleto<br />
axial, en este orden: huesos del cráneo<br />
(frontal y parietal), costillas, pelvis,<br />
huesos maxilares (mandíbula),<br />
columna vertebral (cuerpo vertebral),<br />
clavícula y escápula. Con menor<br />
frecuencia lo podemos observar en<br />
huesos largos (siempre de localización<br />
diafisaria o metafisodiafisaria), como en<br />
la mitad proximal del fémur, el húmero<br />
y la tibia. La localización en los huesos<br />
de la mano o el pie es excepcional.<br />
La enfermedad de Hand-Schuller-<br />
Christian afecta principalmente al<br />
cráneo, fémur, pelvis, mandíbula,<br />
vértebras, costillas y húmero. Otros
órganos afectados por esta<br />
enfermedad son: la piel, la mucosa oral<br />
y genital, los pulmones (localización<br />
bilateral y difusa), los ganglios linfáticos<br />
(con afectación cutánea asociada), el<br />
hígado, el bazo, los riñones y el<br />
encéfalo. En cuanto a la enfermedad<br />
de Letterer-Siwe, se presenta de forma<br />
difusa o generalizada por el sistema<br />
reticuloendotelial, afectando ganglios<br />
linfáticos, bazo, pulmones, hígado,<br />
timo, piel, mucosas y médula ósea.<br />
25.5.7.3. Diagnóstico:<br />
El GO se manifiesta con dolor y<br />
tumefacción, la cual puede ser<br />
considerable en huesos superficiales,<br />
siendo rara la fractura patológica. En su<br />
localización vertebral, puede causar<br />
dolor irradiado y, excepcionalmente,<br />
signos de compresión medular. En<br />
ocasiones, podemos encontrar una<br />
VSG elevada y eosinofilia.<br />
La enfermedad de Hand-Schuller-<br />
Christian se manifiesta con los mismos<br />
síntomas, dependiendo de su<br />
localización, pero la sintomatología<br />
tiende a ser más lentamente<br />
progresiva. En localizaciones<br />
mandibulares y en mucosa oral,<br />
pueden cursar con úlceras en las<br />
encías, piorrea, hemorragias<br />
periodontales e incluso pérdidas de<br />
piezas dentarias. Las localizaciones<br />
pulmonares son poco sintomáticas de<br />
entrada, aunque se pueden presentar<br />
en forma de fiebre y astenia (sugestiva<br />
de tuberculosis); en estadios más<br />
severos y avanzados, puede<br />
observarse enfisema, neumotórax<br />
espontáneo, insuficiencia respiratoria y<br />
cardiaca crónica. Las localizaciones<br />
craneoencefálicas suelen cursar con<br />
exoftalmos, polidipsia-poliuria (diabetes<br />
insípida), hipogonadismo y retardo<br />
mental. En la piel, las erupciones y<br />
eczema seborreico son frecuentes.<br />
También se presenta<br />
hepatoesplenomegalia y afectación de<br />
los ganglios linfáticos (adenopatías que<br />
predominan en las zonas de afectación<br />
cutánea, mucosa u ósea).<br />
La enfermedad de Letterer-Siwe se<br />
manifiesta con síntomas del tipo de<br />
fiebre, adenopatías,<br />
535<br />
hepatoesplenomegalia, erupciones<br />
papulares, eczema seborreico,<br />
manifestaciones úlceronecróticas en<br />
las vías respiratorias altas, otitis,<br />
infecciones recurrentes, diátesis<br />
hemorrágica por plaquetopenia y<br />
anemia hipocroma. Realmente, las<br />
manifestaciones esqueléticas no<br />
ocurren o son de importancia<br />
secundaria dado su rápido y fatal curso<br />
evolutivo.<br />
En cuanto al estudio radiográfico, en<br />
el GO se observan imágenes<br />
osteolíticas que destruyen las<br />
trabéculas óseas y erosionan la cortical<br />
(Figura 25.24).<br />
Figura 25.24. Granuloma eosinófilo<br />
localizado a nivel del cráneo, en el occipital.<br />
En las diáfisis la osteolisis puede ser<br />
central afectando a las dos corticales o<br />
excéntrica, afectando a una cortical.<br />
Las áreas osteolíticas son<br />
homogéneas, redondeadas y, en<br />
ocasiones, policíclicas, bien definidas y<br />
rodeadas de hueso reactivo esclerótico<br />
en las formas menos activas y más<br />
recientes; en las formas más activas y<br />
rápidamente evolutivas se puede<br />
presentar como lesiones osteolíticas<br />
múltiples y confluentes sin halo de<br />
esclerosis. Existen formas agresivas<br />
con importante destrucción ósea y<br />
cortical e impresión radiológica de<br />
malignidad. Pueden presentarse con<br />
reacciones periósticas osteogénicas en<br />
forma de “capas de cebolla”<br />
(particularmente en la clavícula). En la<br />
localización vertebral en adolescentes y<br />
niños, la imagen clásica es la de<br />
“vértebra plana” en la que el cuerpo
vertebral queda reducido a una lámina<br />
ósea por colapso acompañada de<br />
osteolisis que se extiende al pedículo o<br />
a los arcos vertebrales, mientras que<br />
en los adultos, se presenta como áreas<br />
osteolíticas centrales y redondas en el<br />
cuerpo vertebral que en ocasiones no<br />
determinan colapso.<br />
En la enfermedad de Hand-Schuller-<br />
Christian, dada la progresión crónica de<br />
estas lesiones, se observa un halo<br />
esclerótico en torno a las áreas<br />
osteolíticas. En el cráneo, se objetivan<br />
extensas imágenes osteolíticas<br />
confluentes y policíclicas. En la<br />
mandíbula la afectación es tal que se<br />
produce erosión alveolar e incluso<br />
pérdida de piezas dentarias. En la<br />
radiología de tórax, se puede observar<br />
una opacidad reticular bilateral que<br />
evoluciona hacia campos pulmonares<br />
poliquísticos y marcada fibrosis<br />
intersticial bilateral.<br />
En la enfermedad de Letterer-Siwe, la<br />
evolución es tan rápida que lo máximo<br />
que se llega a observar, en contadas<br />
ocasiones, es una osteopenia<br />
generalizada o pequeñas áreas de<br />
osteolisis diseminadas en cráneo,<br />
pelvis y fémures.<br />
Radiográficamente hablando, el<br />
granuloma eosinófilo puede<br />
confundirse con el sarcoma de Ewing o<br />
el neuroblastoma metastásico (por su<br />
localización en huesos del esqueleto<br />
axial y diáfisis) y con la osteomielitis<br />
(principalmente en localizaciones<br />
diafisarias y clavícula).<br />
25.5.7.4. Anatomía Patológica:<br />
• Macroscópica:<br />
Areas blandas, en ocasiones<br />
semilíquidas, de color pardo amarillento<br />
con áreas hemorrágicas y de necrosis<br />
colicuativa. En la forma crónica o en<br />
GO de larga evolución, se puede<br />
observar una consistencia más firme y<br />
el predominio del color amarillo por su<br />
abundante contenido fibrosos y graso.<br />
• Microscópica:<br />
Se observan abundantes histiocitos<br />
(células de Langerhans), rodeados por<br />
un infiltrado de granulocitos eosinófilos,<br />
acompañados de neutrófilos y linfocitos<br />
(la estructura recuerda la de un<br />
536<br />
granuloma inflamatorio). El estroma<br />
está formado por reticulina que rodea<br />
los acúmulos celulares. También nos<br />
encontramos con células gigantes<br />
multinucleadas, con citoplasma con<br />
acúmulos grasos o gránulos de<br />
hemosiderina. Las células gigantes<br />
multinucleadas se observan en GO de<br />
larga evolución o en las formas<br />
crónicas junto con una disminución en<br />
el número de eosinófilos y aumento<br />
gradual de fibrosis.<br />
25.5.7.5. Tratamiento:<br />
El granuloma eosinófilo tiene tendencia<br />
a la maduración de tipo cicatricial o<br />
incluso, en algunos casos de afectación<br />
vertebral con “vértebra plana”, a la<br />
restitución “ad integrum”. Sin embargo,<br />
en aquellos casos que ello no sea así,<br />
el tratamiento de elección se basa en la<br />
inyección intralesional de corticoides de<br />
absorción lenta (normalmente de 1 a 3<br />
inyecciones de 50-150 mg de<br />
metilprednisolona, separadas por un<br />
periodo de 6-12 meses). Otras<br />
modalidades de tratamiento pueden<br />
ser: biopsia, curetaje simple, curetaje<br />
más injerto óseo, radioterapia y<br />
quimioterapia. En algunos casos, se ha<br />
realizado laminectomía descompresiva<br />
por problemas neurológicos asociados<br />
a la presentación vertebral, aunque<br />
normalmente estos casos se tratan<br />
mediante inmovilización con corsé junto<br />
con quimioterapia y/o radioterapia.<br />
En la forma crónica diseminada, el<br />
tratamiento se basa en la<br />
administración de corticoides. La<br />
radioterapia está contraindicada en las<br />
lesiones pulmonares, puesto que<br />
favorece la fibrosis. En cuanto a las<br />
raras formas agudas y difusas, el<br />
tratamiento consiste en la<br />
administración de corticosteroides,<br />
quimioterápicos, antibióticos y<br />
transfusiones.<br />
Por lo que hace referencia al<br />
pronóstico, en el GO es siempre<br />
excelente, incluso en las formas<br />
múltiples. Las recidivas postquirúrgicas<br />
son raras. Sin embargo, en la<br />
enfermedad de Hand-Schuller-<br />
Christian, el pronóstico depende de la<br />
localización y la extensión de las
lesiones. El peor de los casos es aquél<br />
que se presenta asociado a una<br />
diabetes insípida y fibrosis pulmonar,<br />
aunque las lesiones esqueléticas<br />
pueden desaparecer con radioterapia<br />
selectiva. En la enfermedad de<br />
Letterer-Siwe, el pronóstico es fatal en<br />
pocos meses hasta 1-2 años. Los<br />
signos de pronóstico desfavorable son:<br />
edad menor de tres años,<br />
esplenomegalia, diátesis hemorrágica,<br />
leucopenia, afectación de múltiples<br />
huesos. Si los pacientes sobreviven<br />
más de tres años al inicio de los<br />
síntomas, el pronóstico se torna más<br />
favorable.<br />
25. 6. Metástasis óseas<br />
25.6.1. Introducción:<br />
El cáncer óseo metastático es la<br />
diseminación al esqueleto de un tumor<br />
primario ubicado en otro órgano. El<br />
esqueleto, conjuntamente con el<br />
hígado y el pulmón, es una de las<br />
localizaciones habituales de la<br />
diseminación metastásica.<br />
Las lesiones esqueléticas<br />
metastásicas son de observación<br />
mucho más frecuente que los tumores<br />
óseos primarios y, en muchos casos,<br />
suponen la primera manifestación de la<br />
enfermedad maligna al ser aún<br />
desconocida, por su latencia o estado<br />
subclínico, la neoplasia primitiva.<br />
La incidencia de mestástasis óseas en<br />
la neoplasias malignas es difícilde<br />
precisar, oscilando entre un 30-70%.<br />
Ello se debe probablemente a la<br />
variabilidad en las técnicas elegidas<br />
para detectar lugares de afectación<br />
ósea metastásica. Aunque los<br />
sarcomas pueden diseminarse a los<br />
huesos, la mayor parte de las<br />
metástasis óseas son de origen<br />
carcinomatoso.<br />
25.6.2. Patogenia de las metástasis<br />
óseas:<br />
El desarrollo de metástasis óseas<br />
requiere de dos estadíos<br />
fundamentales:<br />
1. Invasión del sistema sanguíneo o<br />
linfático por la neoplasia primitiva,<br />
cutos émbolos cancerosos deberán<br />
537<br />
alcanzar el sistema circulatorio de<br />
la médula hematopoyética. La lenta<br />
circulación de la sangre en el hueso<br />
y el hecho de que las sinusoides<br />
medulares poseen una pared<br />
discontínua, favorece la detención y<br />
el acceso de las células tumorales<br />
desde la corriente sanguínea al<br />
tejido intersticial medular.<br />
2. Viabilidad de las células<br />
neoplásicas en la médula ósea, que<br />
al multiplicarse y desarrollarse irán<br />
invadiendo los espacios medulares<br />
y posteriormente las trabéculas<br />
óseas. La extensión directa al<br />
cartílago o al periostio es<br />
infrecuente.<br />
25.6.3. Vías de diseminación:<br />
En su diseminación, las neoplasias<br />
utilizan dos vías fundamentales de<br />
extensión hacia los huesos: la vía<br />
linfática y la vía sanguínea, siendo esta<br />
última la más importante<br />
(Figura 25.25).<br />
Figura 25.25. Vías de diseminación<br />
metastásica de las neoplasias al hueso.<br />
• Diseminación linfática:<br />
Los carcinomas son los que muestran<br />
una mayor tendencia a seguir este<br />
camino de extensión. El papel que<br />
desempeña el sistema linfático en las<br />
metástasis óseas es poco importante,<br />
ya que aparentemente no hay<br />
conductos linfáticos en la médula ósea.<br />
Sin embargo, las células neoplásicas<br />
que siguen esta vía de diseminación<br />
pueden alcanzar posteriormente el<br />
sistema sanguíneo mediante el<br />
confluente linfovenoso.
• Diseminación hematógena:<br />
Es la vías más importante de<br />
diseminación de las neoplasias hacia el<br />
esqueleto. La invasión directa arterial<br />
es muy infrecuente, siendo el sistema<br />
venoso la principal ruta de<br />
propagación. La vía sanguínea puede<br />
ser alcanzada directamente, tal es el<br />
caso de los sarcomas, o indirectamente<br />
a través del sistema linfático y el<br />
confluente linfovenoso, como sucede<br />
por lo general en los carcinomas. Una<br />
vez que las células tumorales se hallen<br />
en el torrente venoso, se depositarán<br />
en el primer lecho capilar que atraviese<br />
la sangre, hepático o pulmonar; desde<br />
este último alcanzan la circulación<br />
sistémica y, por tanto, al esqueleto. Sin<br />
embargo, en ocasiones se presentan<br />
focos metastásicos óseos en ausencia<br />
de afección visceral. En este sentido,<br />
es importante el papel que desempeña<br />
el plexo venoso paravertebral de<br />
Batson. Constituido por una red de<br />
venas carentes de válvulas, situadas<br />
alrededor de las vértebras y del canal<br />
espinal, mantiene extensas<br />
comunicaciones con las venas del<br />
canal espinal y con las del sistema<br />
cava, porta, acygos y pulmonar. El pool<br />
resultante representa un gran<br />
reservorio vascular donde la corriente<br />
es muy lenta y la dirección del flujo<br />
sanguíneo variable, influenciándose por<br />
cambios de presión en alguno de estos<br />
vasos (como sucede al toser o<br />
defecar). Debido a estas extensas<br />
comunicaciones del plexo de Bastón y<br />
a la variabilidad en la dirección del flujo<br />
sanguíneo, las neoplasias originadas<br />
en diferentes sitios, como órganos<br />
pélvicos y mama, al diseminarse<br />
pueden asentar en cualquier zona a lo<br />
largo del curso de los vasos, incluso el<br />
esqueleto, aún en ausencia de afección<br />
hepática o pulmonar.<br />
Neoplasias malignas localizadas en<br />
órganos o tejidos adyacentes al hueso,<br />
pueden alcanzarlo por extensión<br />
directa local. Esta forma de invasión<br />
ósea no constituye una vía metastásica<br />
y, por tanto, no nos concierne en este<br />
capítulo.<br />
538<br />
25.6.4. Osteofilia de las neoplasias:<br />
Aunque cualquier neoplasia puede<br />
diseminarse a los huesos, la mayor<br />
parte de las metástasis óseas son de<br />
origen carcinomatoso.<br />
Las neoplasias que muestran más<br />
osteofilia en orden de frecuencia son:<br />
próstata, mama, riñón, pulmón y<br />
tiroides. En la práctica clínica, debido a<br />
la diferente incidencia de los distintos<br />
tipos de neoplasias primarias, se<br />
observarn por orden de frecuencia<br />
metástasis óseas de carcinoma de<br />
mama, próstata, pulmón, riñón y tubo<br />
digestivo, suponiendo los cuatro<br />
primeros más del 75 % de las<br />
metástasis esqueléticas en adultos. El<br />
carcinoma de próstata es responsable<br />
del 60 % de las metástasis<br />
esqueléticas en el varón y el de mama<br />
del 70 % en la mujer.<br />
En los niños, las causas más<br />
frecuentes de metástasis óseas son el<br />
neuroblastoma, el sarcoma de Ewing,<br />
el osteosarcoma y las neoplasias de<br />
tejidos blandos.<br />
25.6.5. Localización de las<br />
metástasis óseas:<br />
Los focos metastáticos pueden<br />
localizarse en cualquier parte del<br />
esquelto. Sin embargo, hay huesos en<br />
los que asientan con mayor frecuencia:<br />
• Columna vertebral (lumbar, dorsal).<br />
• Costillas.<br />
• Pelvis.<br />
• Esternón.<br />
• Cráneo.<br />
• Extremo proximal del húmero y<br />
fémur.<br />
La región mayormente afectada es la<br />
columna vertebral, en especial la<br />
lumbar y dorsal, pudiendo estar<br />
lesionadas una o varias vértebras. Las<br />
lesiones metastásicas son más<br />
frecuentes en los cuerpos vertebrales<br />
que en los elementos del arco<br />
posterior, aunque la destrucción es<br />
más común en las metástasis que en el<br />
mieloma.<br />
Las costillas, los huesos de la pelvis,<br />
el esternón, el cráneo y los extremos
proximales del húmero y fémur, son<br />
otras localizaciones comunes de<br />
asentamiento metastático, mientras<br />
que la escápula, la clavícula y los<br />
huesos maxilares son lugares poco<br />
habituales.<br />
La afección de los huesos de la mano<br />
o del pie es excepcional (0,1-0,3 % de<br />
todos los casos) y, cuando se presenta,<br />
por lo general lo hace en el contexto de<br />
una diseminación generalizada. Las<br />
neoplasia que con más frecuencia<br />
produce acrometástasis es el<br />
carcinoma pulmonar. Las falanges<br />
terminales en la mano y el calcáneo en<br />
el pie son los lugares comúnmente<br />
afectados.<br />
En circunstancias inusuales las<br />
metástasis desarrollan en<br />
localizaciones óseas que están<br />
previamente alteradas por<br />
enfermedades (osteomielitis,<br />
enfermedad de Pager) o por<br />
manipulaciones quirúrgicas (implantes<br />
metálicos).<br />
Cambios en el flujo sanguíneo local o<br />
en la resistencia del tejido de invasión<br />
neoplásica podrían favorecer el<br />
desarrollo tumoral.<br />
25.6.6. Manifestaciones clínicas:<br />
El síntoma clínico más importante es el<br />
dolor, que suele ser tenaz y de ritmo<br />
inflamatorio, impidiendo el descanso<br />
nocturno. Puede ser consecuencia del<br />
crecimiento y la expansión del foco<br />
metastático intraóseo, de fracturas<br />
patológicas o de la compresión de<br />
estructuras neurológicas adyacentes.<br />
En estos últimos casos, se tratará<br />
sobre todo de dolores radiculares, uni o<br />
bilaterales, por compresión de raices<br />
nerviosas. En relación con la intensidad<br />
del dolor y con el grado de destrucción<br />
ósea, es frecuente encontrar<br />
impotencia funcional.<br />
Las lesiones metastásicas en columna<br />
vertebral pueden provocar afección<br />
neurológica por compresión medular.<br />
Las fracturas patológicas pueden<br />
producirse como consecuencia de<br />
focos metastáticos osteolíticos en<br />
vértebras o huesos largos. En la<br />
columna vertebral, esta complicación<br />
es bien conocida, produciéndose con<br />
539<br />
frecuencia el colapso del cuerpo<br />
vertebral en que asienta la metástasis.<br />
Las fracturas patológicas que<br />
acompañan a metástasis en los huesos<br />
tubulares, son más frecuentes en el<br />
extremo proximal del fémur, aunque<br />
otras porciones de éste o de otros<br />
huesos pueden también afectarse.<br />
Cuando se ha destruido más del 50 %<br />
de la superficie cortical, existe el riesgo<br />
de fractura, estando en estos casos<br />
indicada la fijación interna profiláctica<br />
(Figura 25.26).<br />
El crecimiento de las metástasis<br />
puede desbordar el hueso invadiendo<br />
las partes blandas adyacentes. En esos<br />
casos, si la lesión metastásica asienta<br />
en huesos superficiales como costillas,<br />
clavícula o esternón, es posible que se<br />
produzca deformidad tumoral palpable.<br />
Figura 25.26. Metástasis óseas<br />
secundarias a un carcinoma de mama, que<br />
han provocado una fractura patológica de<br />
la diáfisis femoral.<br />
En los casos raros en que tienen lugar<br />
acrometástasis se produce tumefacción<br />
e incluso eritema de la lesión. Si la<br />
metástasis es articular aparecen signos<br />
flogóticos secundarios a la sinovitis<br />
carcinomatosa.<br />
Junto a las manifestaciones clínicas<br />
producidas por las metástasis óseas,<br />
podrán existir síntomas sistémicos
como anorexia, astenia y pérdida de<br />
peso, así como síntomas y signos<br />
clínicos relacionados con el crecimiento<br />
local de la neoplasia primitiva y con la<br />
existencia de otros posibles focos<br />
metastáticos extraóseos. Sin embargo,<br />
es posible que la primera y única<br />
manifestación de la enfermedad<br />
maligna sea la lesión ósea metastásica<br />
al ser el tumor primario clínicamente<br />
latente.<br />
25.6.7. Manifestaciones biológicas:<br />
La hipercalcemia es una conocida<br />
manifestación de las neoplasias. La<br />
causa más frecuente de la misma<br />
suelen ser las metástasis óseas<br />
osteolíticas generalizadas. Sin<br />
embargo, puede tener lugar en<br />
ausencia de afección metastásica en el<br />
esqueleto, constituyendo en estos<br />
casos un síndrome paraneoplásico.<br />
En ciertas neoplasias que provocan<br />
metástasis óseas escleróticas<br />
(especialmente de próstata), es posible<br />
también detectar hipercalcemia. La<br />
frecuencia oscila entre un 5-13 %,<br />
dependiendo de la fórmula utilizada<br />
para determinar la concentración de<br />
calcio corregido.<br />
El aumento de fosfatasas alcalinas en<br />
suero refleja la magnitud de la actividad<br />
osteobástica en ausencia de afectación<br />
hepática. En individuos con lesiones<br />
puramente osteolíticas, esta elevación<br />
aparece solamente después de<br />
afección ósea extensa con fracturas<br />
patológicas.<br />
La osteocalcina, al igual que las<br />
fosfatasas alcalinas, es un marcador<br />
que traduce la actividad osteoblástica;<br />
al no verse influida por la existencia de<br />
alteraciones hepáticas, está provista de<br />
mayor especificidad. Sin embargo,<br />
parece ser que la repercusión de las<br />
metástasis óseas sobre los valores<br />
séricos de osteocalcina es muy escasa,<br />
siendo por tanto, su sensibilidad muy<br />
inferior a la de las fosfatasas alcalinas.<br />
Asimismo, la elevación en los niveles<br />
de hidroxiprolina en orina traduce el<br />
grado de resorción ósea.<br />
Algunos pacientes con metástasis<br />
óseas osteoblásticas de orígen<br />
prostático presentan datos de<br />
540<br />
laboratorio de osteomalacia que se<br />
confirman por his<strong>tomo</strong>rfometría. Estos<br />
datos incluyen hipofosfatemia,<br />
hiperfosfaturia, normo o hipocalcemia,<br />
aumento de fosfatasas alcalinas y<br />
descenso en los niveles de 1,25<br />
hidroxivitamina D3, siendo normales los<br />
niveles de 25-hidroxivitamina D3 y de<br />
parathormona.<br />
Ciertas neoplasias se acompañan de<br />
un incremento en los niveles séricos de<br />
determinadas sustancias que actúan<br />
como marcadores biológicos tumorales:<br />
fosfatasa ácida en el carcinoma<br />
prostático, alfa-fetoproteina en el<br />
hepatocarcinoma. Antígeno<br />
carcinoembrionario (CEA) en<br />
carcinomas colorectales y<br />
pancreáticos.<br />
25.6.8. Diagnóstico por la imagen:<br />
• Radiología convencional:<br />
Existe un periodo de tiempo en que las<br />
alteraciones óseas metastásicas son<br />
radiológicamente latentes. Hay que tner<br />
en cuenta que puede haber una<br />
variación de hasta un 30 % de pérdida<br />
o ganancia ósea sin que ello se<br />
traduzca en la imagen radiográfica. Se<br />
rata pues de una exploración necesaria<br />
pero insensible en las fases precoces<br />
de la lesión, por lo que es imposible<br />
descartar la presencia de metástasis<br />
aunque el examen radiográfico de<br />
resultado negativo.<br />
Los tipos de alteración ósea en la<br />
radiografía podrá ser lítico,<br />
condensante o mixto.<br />
Las lesiones osteoblásticas se<br />
presentan inicialmente como área de<br />
mayor densidad, donde la estructura<br />
trabecular ha desaparecido o es<br />
borrosa. A medida que se desarrollan,<br />
aparecen zonas moteadas irregulares,<br />
donde las áreas de esclerosis se<br />
interponen entre áreas de aspecto<br />
normal. En ocasiones se presentan<br />
como amplias zonas difusas de<br />
aumento de radiodensidad. Las<br />
metástasis osteoblásticas son típicas<br />
del carcinoma de próstata, y de forma<br />
menos constante se observan en el<br />
carcinoma bronquial, carcinoma de
nasofaringe, mama, vejiga, estómago y<br />
páncreas (Figura 25.27).<br />
Figura 25.27. Metástasis de tipo<br />
osteoblastico en columna, secundarias a un<br />
carcinoma de próstata.<br />
El aspecto de las lesiones osteolíticas<br />
puede ser bien definido (destrucción<br />
ósea geográfica) o pobremente<br />
delimitado (patrón moteado de<br />
destrucción ósea). Generalmente se<br />
inician a partir de un foco metastático<br />
situado en el hueso esponjoso, pero<br />
con el tiempo progresa hacia la<br />
periferia destruyendo la cortical y<br />
provocando en muchas ocasiones<br />
fracturas patológicas o aplastamientos<br />
vertebrales. En muy raras ocasiones<br />
originan masas en partes blandas. Este<br />
tipo de metástasis generalmente se<br />
deben a carcinomas de tiroides, riñón y<br />
tracto intestinal, observándose también<br />
en el carcinoma de mama, pulmón,<br />
melanoma, hepatocarcinoma y en<br />
ciertos tumores malignos de cabeza y<br />
cuello.<br />
La lesiones mixtas osteolíticasosteoblásticas<br />
generalmente ocurren<br />
en el carcinoma de pulmón, cérvix<br />
uterino y en algunos carcinomas del<br />
tracto gastrointestinal.<br />
En las metástasis óseas es<br />
infrecuente la reacción perióstica, a<br />
diferencia de la extensa periostitis que<br />
acompaña a los tumores malignos<br />
primarios del esqueleto. En raras<br />
ocasiones se ha observado una<br />
importante reacción perióstica en<br />
“estallido” en lesiones metastásicas<br />
originadas por carcinoma de próstata,<br />
541<br />
retinoblastoma, neuroblastoma y<br />
carcinomas gastrointestinales.<br />
Generalmente, las lesiones<br />
metastásicas en el esqueleto son<br />
múltiples, aunque es posible encontrar<br />
lesiones solitarias, especialmente en<br />
pacientes con carcinoma de rincón o<br />
tiroides. En ocasiones, por radiología<br />
se detecta una única lesión<br />
metastásica, pero la gammagrafía ósea<br />
efectuada en este momento pone en<br />
evidencia la existencia delusiones<br />
mútiples.<br />
• Gammagrafía ósea:<br />
Es una técnica muy sensible y precoz<br />
en el diagnóstico de la existencia y<br />
extensión de metástasis óseas,<br />
utilizando como marcador derivados<br />
fosforados del tecnecio. Además de<br />
poder demostrar la existencia de<br />
metástasis antes que la exploración<br />
radioráfica, facilita una información más<br />
certera del número, la distribución y el<br />
tamaño de las mismas. En raras<br />
ocasiones las metástasis se presentan<br />
como “imágenes frías” en casos de<br />
destrucción ósea muy acusada y<br />
ausencia de perfusdión anguínea a ese<br />
nivel, o dan lugar a un aumento difuso<br />
de acumulación del radioisótopo en<br />
todo el esqueleto axial, un fenómeno<br />
observable en casos de carcinoma de<br />
próstata; en este último caso la<br />
gammagrafia puede interpretarse<br />
erróneamente como normal, a no ser<br />
que la menor actividad en la fijación<br />
renal y en el esqueleto apendicular<br />
alerten al clínico (Figura 25.28).<br />
Figura 25.28. GGO de un paciente con<br />
carcinoma de próstata. Obsérvese el<br />
acúmulo del trazado en costillas, húmero<br />
derecho, pelvis, esternón y columna.
Los falsos negativos ocurren en<br />
casos de tumores que proucen escasa<br />
o nula respuesta osteoblástica, como<br />
carcinomas de tiroides bien<br />
diferenciados o metástasis osteolíticas<br />
de crecimiento muy rápido.<br />
• Tomografía axial computerizada<br />
(TAC):<br />
Esta técnica puede ser utilizada para<br />
establecer la naturaleza de una lesión<br />
ósea en casos de gammagrafía positiva<br />
y falta de datos decisivos en la<br />
radiología convencional. La TAC<br />
representa, además, un excelente<br />
medio de definición de extensión de la<br />
lesión metastásica, que es un<br />
importante factor en el esqueleto axial<br />
donde el riesgo de compresión medular<br />
puede dictaminar el inicio inmediato de<br />
radioterpia.<br />
• Resonancia magnética nuclar<br />
(RMN):<br />
Dicha técnica posee ventajas sobre la<br />
TAC en la evaluación de pacientes con<br />
metástasis óseas ya que su capacidad<br />
para delimitar la extensión del tumor n<br />
la médula y en tejidos bandos es aún<br />
mayor. La TAC, sin embargo, es de<br />
mayor utilidad para mostrar la<br />
presencia de depósitos calcificados y<br />
las fracturas patológicas.<br />
• Biopsia ósea:<br />
La realización de biopsia ósea., se<br />
llevará a cabo con dos finalidades:<br />
1) confirmar la naturaleza metastásica<br />
de una lesión en aquellos casos que<br />
plateen dudas diagnósticas y la lesión<br />
sea fácilmente accesible, y 2) poder<br />
determinar la estirpe celular para<br />
orientar así el origen de la neoplasia<br />
primitiva cuando ésta sea desconocida.<br />
La mayor parte de las veces el estudio<br />
anatompatológico de la metástasis,<br />
orienta hacia la neoplasia primaria<br />
desde un punto de vista histológico,<br />
pero en ocasiones muestra<br />
características que sugieren o<br />
descubren su origen, como sucede en<br />
el carcinoma de tiroides y riñón y a<br />
veces en el hepatocarcinoma.<br />
La biopsia ósea puede realizarse por<br />
simple punción o a cielo abierto.<br />
542<br />
Dependiendo de la situación y del<br />
tamaño del lesión, de los riesgos o<br />
complicaciones y de la experiencia del<br />
médico, se llevará a cabo de una u ora<br />
forma.<br />
25.6.9. Tratamiento:<br />
El tratamiento del paciente neoplásico<br />
con metástasis esqueléticas es<br />
fundamentalmente paliativo; la finalidad<br />
del mismo es aliviar los síntomas<br />
específicos sin perseguir una intención<br />
curativa del proceso base. De los<br />
diferentes tipos de modalidades<br />
terapéuticas paliativas podemos<br />
separar dos grupos bien diferentes. Por<br />
una parte están los tratamientos<br />
espcíficos o antineoplásicos, en los que<br />
cabe utilizar la radioterapia, la cirugía,<br />
la quimioterapia y la hormonoterapia.<br />
Por otro lado, nos encontramos con los<br />
tratamientos paliativos inespecíficos,<br />
que incluyen, entre otros, los<br />
analgésicos.<br />
• Tratamientos específicos:<br />
• Radioterapia:<br />
Su efecto más beneficioso es la<br />
paliación del dolor, que se consigue sin<br />
complicaciones en un 70-100 % de los<br />
casos. La mejoría se presenta hacia la<br />
segunda semana de iniciarse el<br />
tratamiento, prolongándose en casi<br />
todos los casos de 1 a 3 meses. Se ha<br />
comprobado que la irradiación<br />
hemicorporal con dosis únicas de 5-8<br />
Gy es tan eficaz como los tratamientos<br />
multifraccionados.<br />
La radioterapia puede ser útil también<br />
ante problemas mecánicos<br />
ocasionados por el crecimiento de las<br />
metástasis, como puede ser la<br />
compresión medular y la prevención del<br />
hundimiento vertebral; en el primer<br />
caso se aplicará tras laminectomía.<br />
Cuando las metástasis asientan en<br />
huesos tubulares, la radioterapia puede<br />
estar también indicada para prevenir<br />
fracturas patológicas o, en caso de<br />
fracturas ya establecidas, utilizarse<br />
precediendo a la intervención<br />
quirúrgica.<br />
La irradiación de metástasis únicas<br />
procendentes de tumores extirpables y
muy radiosensibles, como es el caso<br />
del seminoma o el neuroblastoma,<br />
puede conseguir la curación.<br />
• Quimioterapia:<br />
Se eligirá según el tipo histológico del<br />
tumor primitivo. Cuando éste no se<br />
identifica, la mayor parte de las veces<br />
se trata de adenocarcinomas<br />
indiferenciados, de mal pronóstico, en<br />
los que regimenes terapéuticos<br />
incluyen 5-fluorouracilo, mitomicina C o<br />
nitrosureas , sólo producen respuesta<br />
en aproximadamente un 12 % de los<br />
casos, con un promedio de duración de<br />
unos tres meses y medio.<br />
• Hormonoterapia:<br />
Ciertos tumores malignos están<br />
influidos en su crecimiento y desarrollo,<br />
por el estado hormonal del huésped, de<br />
forma que la presencia activa de<br />
determinadas hormonas en el tejido<br />
tumoral favorece o dificulta la<br />
generación de células neoplásicas. La<br />
hormonoterapia en el tratamiento de las<br />
neoplasias malignas tiene como<br />
objetivo variar el clima tumoral que<br />
favorece el crecimiento del tumor para<br />
producir, al menos, una respuesta<br />
transitoria. En este sentido, las<br />
metástasis óseas de carcinomas de<br />
mama y próstata y de ciertos tipos de<br />
carcinoma de tiroides, pueden<br />
presentar una respuesta favorable a la<br />
hormonoterapia.<br />
• Cirugía:<br />
Se utiliza con finalidad profiláctica<br />
cuando existe riesgo de fractura y<br />
también como tratamiento de fracturas<br />
ya establecidas; en estos casos debe<br />
intentarse siempre, excepto en<br />
pacientes preterminales, ya que con<br />
ella se consigue reducir el dolor y a la<br />
vez mejorar la capacidad funcional.<br />
La cirugía resulta imprescindible<br />
cuando existe compresión medular.<br />
Tales casos requieren laminectomía<br />
urgente, pudiéndose instaurar<br />
posteriormente radioterapia. La cirugía<br />
curativa podrá llevarse a cabo en<br />
algunos casos de metástasis solitarias<br />
de tumor primitivo extirpable y<br />
radiosensible.<br />
543<br />
• Tratamientos inespecíficos:<br />
• Analgésicos:<br />
El tratamiento farmacológico del dolor<br />
suele ser necesario en asociación con<br />
otras modalidades terapéuticas. El uso<br />
de analgésicos ha de ser progresivo en<br />
la escala farmacológica. Habitualmente<br />
se comienza con antiinflamatorios no<br />
esteroideos (AINES) combinados con<br />
analgésicos no narcóticos tipo<br />
paracetamol. Si se precisa de un<br />
tratamiento más intenso se recurrirá a<br />
los narcóticos menores o, si es<br />
necesario, a los mórficos.<br />
• Calcitonina:<br />
Es una delas principales hormonas<br />
reguladoras del metabolismo cálcico y<br />
un potente inhibidor de la resorción<br />
osteoclástica. Diersos estudios han<br />
mostrado la eficacia de la calcitonina<br />
en el manejo terapéutico de la<br />
hipercalcemia maligna, así como su<br />
efecto analgésico en pacientes con<br />
dolor asociado a metástasis óseas.<br />
• Difosfonatos<br />
De los muchos compuestos que<br />
pertenecen a la famita de los<br />
bifosfonatos, el clodronato ha<br />
demostrado su eficacia en el<br />
tratamiento de la osteolisis y la<br />
hipercalcemia asociadas a metástasis<br />
óseas. Recientemente se ha<br />
comunicado una mayor eficacia cuando<br />
se utiliza el pamidronato, tanto en su<br />
capacidad de reducir el dolor como en<br />
retardar la progresión de la destrucción<br />
ósea metastásica.
26.1. Afecciones de la extremidad<br />
inferior.<br />
26.1.1. Cadera:<br />
La articulación de la cadera es asiento<br />
frecuente de patologías complejas y<br />
funcionalmente graves, condicionadas<br />
por sus características biomecánicas y<br />
su especial desarrollo y<br />
vascularización. Así, en los primeros<br />
años de vida, estas peculiaridades son<br />
más aún específicas y dan lugar a<br />
afecciones congénitas, paralíticas y del<br />
desarrollo, mientras que desde los 4<br />
años de vida hasta la adolescencia, la<br />
sinovitis transitoria, la enfermedad de<br />
Perthes y la epifisiolisis proximal del<br />
fémur, constituyen las afecciones<br />
específicas más importantes de la<br />
cadera, las dos últimas por su potencial<br />
gravedad a medio y largo plazo, y la<br />
primera por su frecuencia.<br />
26.1.1.1. Displasia de la cadera en<br />
desarrollo (Luxación congénita de<br />
cadera).<br />
26.1.1.1.1. Introducción:<br />
El término de displasia del desarrollo<br />
de la cadera ha sustituido al clásico de<br />
luxación congénita de cadera,<br />
entendiéndose como tal al<br />
desplazamiento intracapsular de la<br />
cabeza femoral desde su normal<br />
desarrollo en el acetábulo, que puede<br />
evolucionar a una interrupción en el<br />
desarrollo normal de la articulación,<br />
previo o inmediatamente después del<br />
nacimiento.<br />
Sin embargo, esta patología puede<br />
presentarse con distintos grado de<br />
afección, desde la pérdida completa de<br />
contacto entre ambos componentes<br />
articulares (epífisis femoral y cótilo),<br />
que constituyen la verdadera luxación,<br />
hasta estadíos de inestabilidad de<br />
cadera (luxable) o el contacto parcial<br />
de los componenetes articulares<br />
CAPITULO 26. ORTOPEDIA INFANTIL<br />
544<br />
(subluxación). Por todo ello, se va<br />
utilizando cada vez más el término de<br />
“Displasia de la cadera en desarrollo”<br />
en vez de luxación congénita de<br />
cadera.<br />
26.1.1.1.2.Epidemiología:<br />
Las referencias clásicas establecen<br />
una incidencia de Displasia de la<br />
cadera en desarrollo de 1 por mil a 2<br />
por mil nacidos vivos, pero estudios<br />
posteriores, en los que engloban<br />
subluxaciones, inestabilidades y<br />
luxaciones, han incrementado<br />
notablemente el porcentaje de<br />
afectación que llega a referirse en<br />
oscilaciones entre el 4 y el 20 %. Esta<br />
afección es más frecuente en el sexo<br />
femenino (proporción 4/1), y en el 20 %<br />
de los casos es bilateral. En los casos<br />
unilaterales se afecta con mayor<br />
frecuencia (67 % de los casos), la<br />
cadera izquierda.<br />
26.1.1.1.3.Etiología:<br />
Diversos cuadros de desequilibrio<br />
muscular o hiperlaxtitud franca<br />
(Artrogriposis, síndrome de Down en el<br />
nacimiento, mielomieningocele,<br />
parálisis espástica, etc.), ocasionan<br />
luxaciones de la cadera con<br />
características diferentes a las del<br />
cuadro clínico típico. En este sentido, si<br />
nos centramos única y exclusivamente<br />
en este tipo de luxaciones, podemos<br />
observar que existen dos tipos de<br />
factores patogénicos significativos en<br />
su génesis: intrínsecos y extrínsecos, y<br />
que a manera de resumen, los más<br />
importantes son:<br />
• Antecedentes familiares.<br />
• Nacimiento por cesárea.<br />
• Oligohidramnios.<br />
• Hipertensión materan.<br />
• Primípara más parto gemelar.<br />
• Sobrepeso al nacer.<br />
• Pie talo.
• Tortícolis congénita.<br />
• Trastorno postural.<br />
• Sexo femenino.<br />
• Presentación de nlgas.<br />
26.1.1.1.4. Diagnóstico:<br />
Como es obvio, las manifestaciones<br />
clínicas de esta afección varían con el<br />
desarrollo cronológico de las<br />
deformidades descritas y, en<br />
consecuencia, difieren<br />
considerablemente en el recién nacido,<br />
el lactante, y el niño que ya camina. Es<br />
especialmente importante conocer la<br />
expresión clinica de esta patología en<br />
el recién nacido, ya que ello permite un<br />
diagnóstico y tratamiento precoces, que<br />
normalicen la situación y aborten desde<br />
su principio la secuencia de<br />
alteraciones secundarias que<br />
acabamos de describir.<br />
• Recien nacido:<br />
La exploración de la estabilidad de la<br />
cadera es parte de la exploración<br />
rutinaria realizada en las primeras 72<br />
horas de vida a todo recién nacido en<br />
la mayor parte de los paises. Es<br />
aconsejable que esta exploración se<br />
repita a las 6 semanas, y de nuevo<br />
entre los 6 y 10 meses de vida,<br />
especialmente si se trata de niños con<br />
los factores de riesgo antes<br />
comentados.<br />
Las dos maniobras exploratorias<br />
fundamentales, la de Ortolani y la de<br />
Barlow, pretenden comprobar la<br />
“luxabilidad” y la “reductibilidad” de la<br />
cadera.<br />
• Maniobra de Ortolani:<br />
Colocando el pulgar del médico en la<br />
cara interna del muslo del recien nacido<br />
y los dedos índice y medio en su cara<br />
lateral, se realiza una abducción<br />
progresiva, acompañada de presión<br />
anterior sobre la zona del trocánter<br />
mayor con la cadera y rodilla a 90º de<br />
flexión. La introducción de la cabeza en<br />
el acetábulo se percibe como un<br />
545<br />
chasquido al saltar la cabeza sobre el<br />
reborde acetabular posterior<br />
(Figura 26.1).<br />
Figura 26.1. Maniobra de Ortolani (ver<br />
texto).<br />
• Maniobra de Barlow:<br />
Llevando tanto la cadera como la rodilla<br />
a 90º de flexión y con la cadera en<br />
adducción, se presiona con el dedo<br />
pulgar en la ingle sobre la extremidad<br />
proximal del fémur, tratando de<br />
desplazarla en sentido posterior, hasta<br />
percibir un resalte o chasquido que<br />
coincide con la luxación de la cabeza<br />
(Figura 26.2).<br />
Figura 26.2. Maniobra de Barlow (ver<br />
texto).
Asimismo, la presencia de una<br />
limitación de la abducción de la cadera<br />
puede ser tan indicativa como las<br />
pruebas descritas (Figura 26.3).<br />
Figura 26.3. Limitación de la abducción.<br />
Sin embargo, aunque estas<br />
maniobras exploratorias son muy<br />
orientativas, requieren para ser fiables<br />
un cierto grado de experiencia, ya que<br />
hay un notable grado de variabilidad<br />
inter e intraobservador. En caso de<br />
duda, hay que tomar en consideración<br />
los siguientes pasos:<br />
1. Volver a citar al niño.<br />
2. Volver a explorarlo.<br />
3. Tomar el tiempo necesario para<br />
hacerlo.<br />
4. No olvidarse de explorar la cadera<br />
contralateral, y<br />
5. Practicar una ecografía.<br />
En este último apartado, la ecografía<br />
resulta ser muy importante en el<br />
diagnostico de la luxación congénita,<br />
pues aparte de su carácter no invasivo,<br />
su reducido coste y la ausencia de<br />
irradiación, permite la posibilidad de<br />
estudiar la cadera de forma tanto<br />
estática como dinámica. En algunos<br />
paises europeos, la ecografía se<br />
considera obligatoria en todos los<br />
recien nacidos, mientras que en otros<br />
se reserva a aquellos casos que<br />
presentan determinados factores de<br />
riesgo. Por ecografía es posible<br />
confirmar el diagnóstico, valorar la<br />
profundidad y orientación acetabular, y<br />
546<br />
determinar la estabilidad y calidad de la<br />
reducción obtenida.<br />
• Lactante:<br />
La presencia de alteraciones<br />
secundarias se traduce en un cuadro<br />
clínico más definido. Así, el movimiento<br />
de abducción se encuentra más<br />
limitado. Asimismo, se hace evidente el<br />
acortamiento aparente del muslo por el<br />
ascenso de la cabeza luxada, lo que se<br />
conoce con el nombre de signo de<br />
Galeazzi (Figura 26.4).<br />
Figura 24.4. Signo de Galeazzi (ver texto).<br />
Dado que todas estas manifestaciones<br />
clínicas se basan en comparaciones<br />
con la extremidad inferior contralateral,<br />
son de escaso valor en los casos de<br />
afectación bilateral. En estos casos<br />
puede ser de ayuda la palpación del<br />
trocánter mayor y su relación con la<br />
línea que une la espina ilíaca<br />
anterosuperior con la tuberosidad<br />
isquiatica (línea de Nelaton): en<br />
condiciones normales el trocánter<br />
mayor es inferior o tangente a dicha<br />
linea. Asimismo, en pacientes<br />
normales, la línea que une el trocánter<br />
mayor con la espina iliaca<br />
anterosuperior pasa por el ombligo,<br />
mientras que se sitúa por debajo del<br />
mismo por el ascenso de la cabeza y el<br />
trocánter cuando la cadera está luxada.<br />
En cuanto al estudio radiográfico, no<br />
aconsejable su practica rutinaria en el<br />
recien nacido por la falta de núcleo de<br />
osificación cefálico, se hace necesaria<br />
en el lactante. Sin embargo, es preciso<br />
que la radiorafía se realice con la pelvis<br />
adecuadamente estabilizada y las<br />
caderas en abducción-adducción<br />
neutra y discreta flexión (30º). De esta<br />
manera, es posible obtener una
proyección perfectamente centrada al<br />
observarse los orificios obturadores y la<br />
morfología de ambos ilíacos,<br />
completamente iguales.<br />
Para valorar la posición de la cabeza<br />
femoral, la mayor parte de los signos<br />
radiográficos descritos toman como<br />
referencia la línea que une ambos<br />
cartílagos fisarios triradiados (línea de<br />
Hilgenreiner), la vertical tangente al<br />
reborde acetabular superolateral (línea<br />
de Perkins) y la línea cérvico-obturatriz<br />
ó línea de Shenton (Figura 26.5).<br />
Figura 26.5. Líneas de referencia de la<br />
pelvis en la valoración de la luxación<br />
congénita de cadera. En la imagen se ha<br />
dibujado una cadera normal (derecha) y<br />
una cadera patológica (izquierda), para<br />
observar las iferencias (ver texto). s: línea<br />
de Shenton. n: núcleo epifisario. α: ángulo<br />
acetabular.<br />
Estas líneas permiten apreciar<br />
diferencias de posición entre la cadera<br />
patológica y la normal. El ángulo o<br />
índice acetabular, formado entre las<br />
líneas que, desde el reborde acetabular<br />
inferomedial, se dirigen una<br />
horizontlamente y la otra hacia el<br />
reborde acetabular superolatral, no<br />
debe ser mayor de 25º. En ocasiones<br />
se emplea la proyección de Von Rosen,<br />
con las caderas en máxima rotación<br />
interna y en abducción de 45º; en ella<br />
se aprecia un ascnso del eje diafisario<br />
femoral del lado afectado con respecto<br />
al opuesto.<br />
• Niño que deambula:<br />
Con el inicio de la deambulación, el<br />
acortamiento aparente de la extremidad<br />
inferior, la contractura en flexión y<br />
547<br />
aproximación de la cadera, la rotación<br />
externa del miembro y la insuficiencia<br />
del aparato abductor, se traducen en<br />
un cuadro en que destaca la marcha de<br />
Trendelmburg o de pato, es decir, al<br />
caminar, el paciente desvía el tronco<br />
hacia el lado de la luxación por la<br />
insuficiencia de los gúteos en mantener<br />
la pelvis horizontal.<br />
26.1.1.1.5. Tratamiento:<br />
El tratamiento de la displasia del<br />
desarrollo de la cadera varía según la<br />
edad del niño. En general, éste tiene<br />
que ser más agresivo a medida que<br />
aumenta la edad de los pacientes y por<br />
ello existe más riesgo de<br />
complicaciones con el paso del tiempo.<br />
Esto obliga, obviamente, a realizar el<br />
diagnóstico lo antes posible.<br />
• Tratamiento antes de los 6 meses<br />
de edad:<br />
El tratamiento en esta edad consiste en<br />
reducir la cadera y mantener la<br />
reducción mediante un vendaje, ortesis<br />
o arnés, que debe reunir dos<br />
condiciones fundamentales:<br />
1) mantener la cadera en flexión (100º)<br />
y abducción moderadas (45º), y<br />
2) proporcionar una contención elástica<br />
no rígida.<br />
El dispositivo utilizado puede ser<br />
desde un par de simples pañales hasta<br />
aparatos, más o menos complejos,<br />
como el arnés de Pavlik (Figura 26.6).<br />
Figura 68.6. Arnésde Pavlik para el<br />
tratamiento de la displasia del desarrollo de<br />
la cadera.<br />
Hay ocasiones, especialmente si el<br />
tratamiento se intaura cuando el
paciente tiene más de 2 ó 3 meses,<br />
que la abducción se bloquea a los 30º,<br />
poniendo en peligro la suavidad de la<br />
manipulación. En estos casos, puede<br />
ser necesario el empleo de una<br />
tracción cutánea durante 2-3 semanas<br />
para vencer la retracción capsular y la<br />
de los músculos adductores. Incluso<br />
puede ser necesaria la tenotonía de<br />
estos ultimos para conseguir una<br />
reducción sin manipulación forzadas y<br />
poder colocar el dispositivo elegido<br />
para manetener la reducción.<br />
Habitualmente el arnés se mantiene<br />
por espacio de 6 semanas con<br />
controles periodicos. Su paulatina<br />
supresión comienza cuando<br />
exploraciones repetidas confirman la<br />
estabilidad de la ariculación. Sin<br />
embargo, el tiempo de inmovilización<br />
será tanto más prolongado cuanto más<br />
tarde se instaure el tratamiento.<br />
• Tratamiento entre los 6 meses y 2<br />
años de edad:<br />
En esta fase, las alteraciones<br />
secundarias están ya establecidas, con<br />
lo que la reducción cerrada es<br />
prácticamente imposible y, en cualquier<br />
caso, más arriesgada si previamente<br />
no se vence la resistencia ejercida por<br />
dichas alteraciones secundarias.<br />
En pimer lugar, se coloca una tracción<br />
cutánea mantenida durante 2-3<br />
semanas y, seguidamente se realiza<br />
una tenotomía de adductores con el fin<br />
de descender la cabeza, apoximándola<br />
al acetábulo. En estas condiciones<br />
puede intentarse la reducción por<br />
manipulación con maniobras similares<br />
a las de Ortolani y Barlow combinadas<br />
y con la suavidad de rigor. Mediante<br />
ecografía se comprueba el grado de<br />
reducción obtenido y/o identificar las<br />
probables causas de irreductibilidad.<br />
Si se consigue la reducción, es<br />
conveniente la inmovilización enyesada<br />
en la posición antes comentada<br />
durante 3 meses, realizando a las 6<br />
semanas un cambio de yeso para<br />
comprobar la reducción obtenida.<br />
En los casos en los que no es posible<br />
la reducción completa, especialmnte si<br />
se detectan obstáculos por la ecografía<br />
o si la cabeza es inestable en la<br />
548<br />
posición habitual, es necesario recurrir<br />
a la cirugía, eliminando todos los<br />
impedimentos presentes (limbo<br />
invertido, pulvinar hipertrófico,<br />
ligamento transverso ensanchado, etc.)<br />
y/o practicar una capsulorrafia que<br />
reduzca el grado de inestabilidad.<br />
Después de la intervención se aplica un<br />
yeso de morfología y duración similares<br />
a lo anteriormente comentado.<br />
• Tratamiento a partir de los 2 años:<br />
La actuación sobre las partes blndas en<br />
este grupo de edad es similar a la<br />
descrita en la etapa anterior, aunque<br />
lógicamente la gravedad de las<br />
alteraciones secundarias es mayor y la<br />
probabilidad de obtener un resultado<br />
óptimo se reduce proporcionalmente al<br />
tiempo que haya transcurrido sin<br />
instaurarse ningún tratamiento.<br />
Además, en estos pacientes, se<br />
observan alteraciones óseas más<br />
significativas. Este es el motivo por el<br />
que, con frecuencia, es necesario<br />
realizar, además, una osteotomía<br />
proximal desrotatoria y varizante, con el<br />
fin de corregir la persistencia de la<br />
anteveresión y el valgo (Figura 26.7).<br />
Figura 26.7. Osteotomia desrotatoria y<br />
varizante femoral en un niño de 6 años con<br />
luxación congénita de cadera.<br />
En ocasiones, es necesario aumentar<br />
la capacidad de contención del cótilo<br />
mediante una osteotomía peviana<br />
Salter (Figura 26.8).
Figura 26.8. Osteotomía pelviana de<br />
Salter.<br />
Sin embargo, tanto las osteotomías<br />
femorales como las pelvianas, deben<br />
considerarse en presencia de una<br />
reducción concéntica completa, buena<br />
amplitud de movilidad articular,<br />
esfericidad aceptable de la epífisis<br />
cefálica, y sufiente capacidad plástica<br />
de remodelación. En este sentido,<br />
dicha remodelación desaparce a partir<br />
de los 4 años, motivo por el cual las<br />
osteotomías pelvianas, si bien tienen<br />
un efecto compensador, no tienen el<br />
potencial de remodelamiento<br />
necesario. Por esta razón, si el<br />
diagnóstico de la luxación se realiza a<br />
partir de esta edad, el tratamiento<br />
recomendado es la osteomía pelviana<br />
con el fin de acomodar al máximo la<br />
cabeza femoral en el acetábulo y, así,<br />
evitar en lo posible la aparición de<br />
cambios degenerativos en fases<br />
tempranas de la vida.<br />
26.1.1.2. Epifisiolisis de la cabeza<br />
femoral<br />
26.1.1.2.1. Introducción:<br />
Dicha afección consiste en el<br />
deslizamiento de la cabeza femoral<br />
sobre el cuello del fémur, de tal forma<br />
que la cabeza es mantenida en su<br />
posición por el cótilo, mientras que el<br />
resto del fémur asciende y rota, tanto<br />
por acciones musculares como por la<br />
carga (Figura 28.9).<br />
549<br />
Figura 26.9. Epiisiolisis de la cabeza<br />
femoral.<br />
Debido a su carácter progresivo,<br />
resulta imprescindible realizar un<br />
diagnóstico precoz si no se quieren<br />
tener secuelas irreversibles en forma<br />
de artrosis.<br />
26.1.1.2.2. Epidemiología:<br />
La incidencia de la epifisiolisis femoral<br />
proximal varía entre 1 y 3 casos por<br />
100.000, siendo la causa más<br />
frecuente de dolor e impotencia<br />
funcional de cadera en la adolescencia.<br />
Es tres veces más frecuente en el sexo<br />
masculino que en el femenino, en el<br />
que la edad media de presentación se<br />
sitúa entre los 11 – 13 años. Es más<br />
frecuente en la cadera izquierda y, en<br />
el 25 % de los casos es bilateral.<br />
26.1.1.2.3. Etiología:<br />
Aparentemente existen varios factores<br />
implicados en la etiopatogenia de esta<br />
afección, siendo los más aceptados los<br />
de origen endocrino, los mecánicos y la<br />
inflamación o sinovitis acompañante.<br />
Por lo que hace referencia a los<br />
factores endocrinos, determinadas<br />
pruebas clínicas (como la mayor<br />
frecuencia en obsesos y con retraso de<br />
la maduración sexual), sugieren la<br />
participación de dichos factores, si bien<br />
es poco frecuente y no significativa la<br />
alteración de niveles hormonales<br />
alterados. Sin embargo, distintos<br />
cuadros endocrinos bien definidos<br />
(hipotiroidismo, hipogonadismo e<br />
hipopituitarismo) se acompañan de<br />
epifisiolosis femoral proximal con cierta<br />
frecuencia. Desde el punto de vista<br />
experimental, se ha podido demostrar
cómo los estrógenos aumentan la<br />
resistencia de la fisis y la hormona del<br />
crecimiento la disminuye.<br />
Por lo que respecta a los factores<br />
mecánicos, se ha comprobado que las<br />
fuerzas ejercidas durante la actividad<br />
normal de pacientes obesos e<br />
inmaduros, son suficientes para hacer<br />
fallar la unión epifisometafisaria.<br />
Asimismo, la disminución del ángulo de<br />
anteversión femoral en estos pacientes,<br />
apuntan a favor de una cierta influencia<br />
mecánica en la génesis de este cuadro.<br />
Por último, todos los estudios macro y<br />
microscópicos coinciden en señalar la<br />
constante presencia de una intensa<br />
inflamación sinovial con derrame<br />
articular, aunque ello muy bien pudiera<br />
ser la consecuencia del deslizamiento<br />
epifisario y no la causa. Sin embargo,<br />
estudios recientes han comprobado<br />
una notable elevación de<br />
inmunoglobulina y factor C3 del<br />
complemento en determinados<br />
pacientes. Estos hallazgos sugieren<br />
una etiopatogenia inflamatoria<br />
sistémica en el seno de la cual la<br />
epifisiolisis proximal femoral sería una<br />
manifestación local.<br />
Sea como fuere, el resumen de lo<br />
comentado en este apartado sería que<br />
la epifisiolisis proximal de la cabeza<br />
femoral es una enfermedad o variante<br />
de la normalidad, que afecta a la<br />
resistencia mecánica del cartílago<br />
fisario de algunos niños, debilitándolos<br />
frente a la acción de la gravedad, la<br />
carga y la actividad muscular.<br />
26.1.1.2.4. Diagnóstico:<br />
Dependiendo del tiempo de evolución<br />
la epifisiolisis de la cabeza femoral<br />
puede clasificarse en: aguda (15 %),<br />
crónica (50 %) y aguda sobre crónica<br />
(35 %). En cualquier caso, la mayor<br />
parte de los pacientes terminan<br />
evoluionando a un grado leve de<br />
desplazamiento con moderada<br />
deformidad de la cabeza femoral.<br />
Clínicamente, el cuadro se manifiesta<br />
con dolor más o menos severo en la<br />
región inguinal, con irradiación hacia la<br />
cara anterior del muslo. Sin embargo,<br />
un 15 % de los casos aparecen de<br />
forma aguda, un 50 % de forma<br />
550<br />
crónica, y un 35 % de forma aguda<br />
sobre crónica. Junto con el dolor se<br />
instaura una limitación funcional de la<br />
cadera, especialmente a la rotación<br />
interna. Es característico que existe<br />
también una limitaciónde la flexión,<br />
aunque ésta desaparece cuando se<br />
realiza con la misma en rotación<br />
externa. Existe además cojera,<br />
acompañada en ocasiones de<br />
Trendelemburg.<br />
Desde el punto de vista radiográfico,<br />
es necesario practicar dos<br />
proyecciones, una anteroposterior de<br />
pelvis y otra axial de ambas caderas,<br />
pues como se ha comentado antes, en<br />
el 25 % de los casos la afectación es<br />
bilateral. En los casos muy iniciales, es<br />
muy difícil realizar el diagnóstico,<br />
aunque puede observarse la presencia<br />
de osteoporosis metafisaria y<br />
ensanchamiento e irregularidad de la<br />
fisis. No obstante, cuando se ha<br />
iniciado el deslizamiento, una línea<br />
recta trazada siguiendo el borde<br />
superior del cuello femoral en la<br />
proyección anteroposterior, corta o no<br />
llega a rozar un segmento cefálico de<br />
menor tamaño que en el lado sano.<br />
Dicha línea se la llama de Klein<br />
(Figura 26.10).<br />
A<br />
B<br />
Figura 26.10. Línea de Klein. A) esquema.<br />
B) Aspecto radiográfico. Obsérvese que la<br />
línea de Klein no atraviesa la cabeza<br />
femoral izquierda, mientras que sí lo hace<br />
sobre la derecha (normal).
En la proyección axial, se objetiva<br />
perfectamente el deslizamiento, el cual<br />
puede valorarse en cuatro estadios<br />
(Figura 26.11).<br />
Figura 26.11. Estadíos de la epifisiliisis de l<br />
cabeza femoral, según el grado de<br />
deslizamiento.<br />
- Estadío I. no hay desplazamiento,<br />
aunque puede existir un aumento<br />
del diámetro de la fisis así como un<br />
aspecto moteado de la metáfisis<br />
con respecto al lado sano.<br />
- Estadío II: desplazamiento de la<br />
cabeza femoral con respecto al<br />
cuello femoral, inferior a 1/3 de su<br />
superficie normal de contacto.<br />
- Estadío III: desplazamiento igual o<br />
superior a 1/3 del diámetro de la<br />
fisis.<br />
- Estadío IV: desplazamiento muy<br />
importante y con frecuencia de<br />
manera brusca.<br />
26.1.1.2.5. Tratamiento:<br />
Dado que la precaria irrigación<br />
sanguínea de la cabeza femoral ya ha<br />
sido amenazada por el deslizamiento a<br />
través del cartílago de crecimiento,<br />
deberá evitarse una manipulación<br />
forzada.<br />
El objetivo del tratamiento en las<br />
primeras fases consiste en prevenir un<br />
551<br />
ulterior deslizamiento y esto se<br />
consoigue mediante la fusión de la fisis<br />
(Epifisiodesis). Sin embargo, el<br />
ratamiento plantea tres riesgos: 1)<br />
rigidez. 2) necrosis epifisaria y 3) coxitis<br />
laminar.<br />
Las indicaciones del tratamiento están<br />
en función del desplazamiento<br />
observado. Así:<br />
- En las eipfisiolisis de Tipo I y II, se<br />
realiza una fijación sencilla de la fisis<br />
por medio de un tornillo (Figura<br />
28.12).<br />
Figura 26.12. Epifisiodesis de ambas<br />
caderas en un niño de 12 años afecto de<br />
epifisiolisis bilateral de la cabeza femoral.<br />
- En las epifisiolisis de Tipo III, al ser ya<br />
un deslizamiento muy importante, la<br />
fusión es muy difícil, por lo que se<br />
recomienda la osteotomía<br />
subtrocantérea para recolocar la<br />
cabeza femoral en una situación más<br />
fisiológica que eviten las fuerzas de<br />
cizallamiento que pudieran producirse.<br />
- En las epifisilolisis agudas, está<br />
indicada la reducción manual suave<br />
bajo control con escopia y proceder a la<br />
epifisiodesis.<br />
26.1.1.3. Sinovitis transitoria de<br />
cadera<br />
26.1.1.3.1. Definición:<br />
Es un proceso de comienzo agudo y<br />
habitualmente unilateral, caracterizado<br />
desde el punto de vista clínico, por<br />
dolor, claudicación y limitación de la<br />
movilidad, que evoluciona<br />
espontáneamente a la resolución<br />
gradual, y en cuya génesis se le
atribuye una causa inflamatoria<br />
articular de causa desconocida.<br />
26.1.1.3.2. Etiología:<br />
Aunque puede presentarse desde la<br />
infancia hasta la adolescencia, la<br />
mayor parte de los casos aparecen en<br />
torno a los 6 años (3 – 8 años),<br />
representando en esta edad la causa<br />
más frecuente de dolor coxofemoral.<br />
Entre el 17 y 30 % de los casos,<br />
existe un antecedente traumático<br />
previo, mientras que el resto, las<br />
infecciones orofaríngeas son los<br />
antecedentes más habituales antes de<br />
presentar el cuadro doloroso.<br />
26.1.1.3.3. Diagnóstico:<br />
El diagnóstico se establece por<br />
exclusión, una vez descartadas,<br />
mediante una anamnesis, exploración y<br />
métodos complementarios, otras<br />
afecciones de mayor gravedad, entre<br />
las que destaca por encima de todas la<br />
artritis séptica.<br />
Habitualmente los pacientes refieren<br />
un dolor de comienzo agudo en la<br />
región inguinal o en la parte anterior del<br />
muslo. El dolor puede ser persistente, o<br />
aparecer sólo al caminar o al correr. A<br />
la claudicación se añade una<br />
contractura en flexión y rotación<br />
externa, con limitación de la rotación<br />
interna y la abducción.<br />
Exceptuando una moderada<br />
leucocitosis con aumento de la VSG,<br />
las pruebas de laboratorio son<br />
anodinas. En cuanto al estudio por la<br />
imagen, en la radiografía<br />
anteroposterior de cadera, puede ser<br />
objetivable, en comparación con la del<br />
lado sano, un aumento de las partes<br />
blandas, especialmente el<br />
ensanchamiento del contorno capsular,<br />
si bien dicho signo es de escasa<br />
fiabilidad. Otra exploración a tener en<br />
cuenta es la ecografía,<br />
fundamentalmente para detectar<br />
presencia de líquido, en cuyo caso y<br />
siempre que la clínica sugiriese una<br />
artritis séptica, sería motivo para<br />
practicar una artrocentesis diagnóstica<br />
(Figura 26.12).<br />
552<br />
Figura 26.12. Estudio ecográfico de la<br />
cadera. A) normal. B) con sinovitis.<br />
Obsérvese la distensión de la cápsula<br />
articular con respecto a la de la cadera<br />
contralateral . (A) labrum acetabular. (H)<br />
cabeza femoral. (P) fisis. (N) cuello femoral.<br />
(C) cápsula articular.<br />
26.1.1.3.4. Tratamiento:<br />
Al ser un cuadro autolimitado, el<br />
tratamiento de esta afección requiere<br />
un cierto reposo y la administración de<br />
AINE. En tres o cuatro días suele haber<br />
la regresión espontánea de la<br />
sintomatología con la vuelta a las<br />
actividades normales. Solo en aquellos<br />
casos en los que existiera una<br />
contractura en flexión, está justificado<br />
colocar una tracción cutánea por<br />
espacio de unos días, con el fin de<br />
vencer el espasmo muscular existente.<br />
26.1.2. Rodilla:<br />
26.1.2.1. Luxación congénita de<br />
rodilla<br />
Esta anomalía congénita infrecuente es<br />
a menudo una manifestación de la<br />
artrogriposis y consiste en una luxación<br />
anterior de la articulación de la rodilla.<br />
La rodilla luxada, hiperextendida y en<br />
abducción, requiere con frecuencia una<br />
reducción y elongación operatoria de<br />
las partes blandas periarticulares<br />
(cápsula y músculos). Con mayor<br />
frecuencia, en ciertos lactantes puede<br />
observarse una hiperextensión<br />
congénita de la rodilla (genu<br />
recurvatum) sin luxación; esta anomalía<br />
que es menos grave suele ser<br />
susceptible de métodos trapéuticos no<br />
operatorios que llevan consigo la
colocación de una serie de yesos con<br />
correcciones progresivas de la<br />
deformidad.<br />
26.1.2.2. Luxación congénita de la<br />
rótula.<br />
Tal como se comentó en el capítulo de<br />
los traumaismos de la extremidad<br />
inferior, muchos auores creen que la<br />
luxación aguda de la rótula es de causa<br />
congénita. Sin embargo, no siempre es<br />
así. En la luxación congénita, suele<br />
observarse una hipoplasia, tanto de la<br />
rótula como del cóndilo femoral<br />
externo, motivo por el cual la luxación<br />
es siempre lateral.<br />
El tratramiento de este trastorno es la<br />
reconstrucción prcoz sobre el tejido<br />
bando que afecta al mecanismo del<br />
cuádriceps.<br />
26.1.2.3. Menisco lateral discoideo.<br />
Esta es una nomalía aislada en la que<br />
el menisco externo, más grueso que lo<br />
normal, tiene una forma discoide y<br />
carece de adecuada adherencia en su<br />
parte posterior. A medida que se<br />
extiend la rodilla del niño, el grueso<br />
menisco es impulsado bruscmente<br />
hacia delante y el cóndilo femoral<br />
monta sobre él, empujandolo<br />
bruscamente hacia atrás, lo cual<br />
explica el brusco chaquido que se<br />
produce durante el movimiento de la<br />
rodilla. El menisco discoide suele<br />
producir dolor en los pimeros años de<br />
la vida y, en muchos casos, debe<br />
procederse a su exéresis.<br />
26.1.3. Pie<br />
26.1.3.1. Pie zambo congénito<br />
26.1.3.1.1. Introducción:<br />
El pie zambo o talipes equinovaro, es la<br />
anomalía congénita más importate del<br />
pie. El término pie zambo es una<br />
denominación genérica para cualquier<br />
clase de pie deformado, aunque el uso<br />
ha hecho que se denomine<br />
553<br />
específicamnte asñi la asociación del<br />
pie equino, varo y supinazo<br />
(Figura 26.13).<br />
Figura 26.13. Pie zambo.<br />
Esta asociación de deformidades suele<br />
observarse como consecuencia de<br />
algunas patologías generalizadas de<br />
orígen neuromuscular (espina bífida,<br />
parálisis espásticas y flácidas,<br />
artrogriposis) u óseas (enanismo<br />
diastrófico, síndrome de Larsen).<br />
26.1.3.1.2. Etiología:<br />
El pie zambo congénito se encuentra<br />
en 1 a 3 de cada 100 nacidos vivos,<br />
con predominio por el sexo masculino<br />
(2,5/1) y moderado a favor del lado<br />
derecho, con frecuente carácter<br />
bilateral (50 %). Existe una indudable<br />
predisposición familiar. En este sentido,<br />
la afectación de alguno de los padres y<br />
de un hijo multiplica por cinco esta<br />
última cifra.<br />
En cuanto a las causas, éstas pueden<br />
ser extrínsecas o intrínsecas. Entre las<br />
primeras destacan la compresión o<br />
modelado mecánico intrauterino en<br />
caso de oligohidramnios, mioma, etc.,<br />
mientras que entre las segundas están<br />
las alteraciones de los huesos y<br />
articulaciones (subluxación medial del<br />
escafoides) y los factores neurógenos y<br />
miógenos, aunque aún hoy en día<br />
constituye un enigma sin resolver. Sin<br />
embargo, se sabe que existe la<br />
deformidad en las primeras fases del<br />
desarrollo embrionario en las que el pie<br />
empieza a formarse por primera vez.
Los músculos de la cara posterior y<br />
medial de la pierna, son excisavamente<br />
cortos y además las cápsulas fibrosas<br />
de las articulaciones deformadas son<br />
gruesas y están contraidas sobre el<br />
lado cóncavo de la deformidad.<br />
Estas contracturas del tejido blando<br />
resisten progresivamente a la<br />
contracción a medida que trasncurren<br />
las semanas y dan origen a<br />
modificaciones secundarias no sólo de<br />
la forma de los huesos con crecimiento<br />
activo, sino tambien de las<br />
articulaciones afectadas. La<br />
apreciación de esta observación<br />
debería servir para recalcar la<br />
tremenda importancia de un<br />
tratamiento muy precoz.<br />
26.1.3.1.3. Diagnóstico<br />
Mientras que el pie zambo típico de<br />
moderada gravedad resulta fácil de<br />
diagnostiar, el pie zambo leve debe<br />
distinguirse del proceso denominado<br />
“equinovarus posicional”, debido<br />
simplemente a la posición inrauterina y<br />
que puede, por tanto, ser colocado<br />
fácilmente en su posición normal. El pie<br />
zambo grave debe diferenciarse de un<br />
tipo menos corriente, pero más<br />
molesto, de deformidad en quinovaro<br />
asociada con espina bífida y/o<br />
artrogriposis.<br />
Sea como fuere, existen unos criterios<br />
fundamntales para el diagnóstico de pie<br />
zambo, y que son (Figura 26.14):<br />
• atrofia muscular importante<br />
• equino pronunciado, que<br />
enmascara la tuberosidad posterior<br />
del calcáneo bajo un pliegue dorsal<br />
cutáneo-adiposo.<br />
• Ausencia de espacio palpable entre<br />
el tubérculo escafoideon y el<br />
maleolo tibial.<br />
• Intensa convexidad del borde<br />
externo del pie y supinación.<br />
• Imposibilidad de obtener una<br />
modificación de las deformidades<br />
mediante manipulación firme.<br />
554<br />
Figura 26.14. Imagen clínica de un niño<br />
con pie zambo bilateral.<br />
Por lo que respecta al exámen<br />
radiográfico, éste debe incluir una<br />
proyección lateral, en el que se observa<br />
un ángulo tibiocalcáneo mayor de 125º<br />
(equino) y un índice talocalcáneo<br />
inferior a 35º, y una proyección<br />
dorsoplantar en la que puede<br />
objetivarse un ángulo<br />
astrágalocalcaneo 35º.<br />
26.1.3.1.4. Tratamiento:<br />
El tratamiento debe iniciarse ya desde<br />
el nacimiento, mediante la corrección<br />
pasiva suave de las deformidades,<br />
procediendo primero por la adducción<br />
del antepie, pasando por el tobillo varo<br />
y, finalmente, por el equino<br />
(Figura 26.15).<br />
Figura 26.15. Manipulación del pie zambo<br />
para su corrección. A) corrección de la<br />
adducción del antepie. B) reducción del<br />
desplazamiento astrágalo-escafoideo.<br />
C) Desrotación del bloque calcáneo-pedio.<br />
D) Manipulación del varo del talón.<br />
E) Manipulación del equino.
Esta manipulación debe ir seguida de<br />
inmovilización con vendajes elásticos,<br />
que deben ser renovados a menudo a<br />
medida que se van corrigiendo las<br />
deformidades (Figura 26.16). En el<br />
caso de que con dichos vendajes no se<br />
corrigiera, es preferible utilizar la<br />
inmovilización enyesada.<br />
Figura 26.16. Vendaje elástico después de<br />
proceder a las manipulaciones.<br />
Si con dicho tratamiento no se corrige,<br />
debe recurrirse a la cirugía. Esta debe<br />
ser secuencial y detenerse cuando se<br />
haya obtenido la corrección. No<br />
obstante, aquí también es preciso<br />
inmovilizar el pie con vendajes<br />
escayolados durante 3 semanas.<br />
Cuando las alteraciones óseas<br />
secundarias (habitualmente a partir de<br />
los 5 años), impiden la corrección<br />
después de haber realizado las<br />
lbraciones descritas, es necesario<br />
actuar sonbre aquéllas mediante la<br />
resección-artrodesis del borde externo,<br />
osteotomía del calcáneo o, una vez<br />
próxima la madurez ósea, por triple<br />
artrodesis.<br />
26.1.3.2. Pie cavo<br />
26.1.3.2.1. Introducción:<br />
El pie cavo uede definirse como un pie<br />
cuyo arco longitudinal está más<br />
elevado de los noraly no se aplana con<br />
la carga (Figura 26.17). Es por tanto,<br />
una deformidad rígida, al contrario de lo<br />
que veíamos en el pie plano, en el que<br />
en un gran número de casos se trataba<br />
de una deformidad flexible.<br />
Figura 26.17. Pie cavo.<br />
555<br />
26.1.3.2.2. Etiología:<br />
Las causas que provocan la aparición<br />
de un pie cavo son muy variadas,<br />
pudiéndose clasificar en tres grandes<br />
grupos:<br />
1. Causas neuromusculares:<br />
• Miopatías (distrofia mucular<br />
progresiva).<br />
• Afectación neurológica periférica<br />
(Charcot-Marie- Tooth).<br />
• Afectación neurológica del asta<br />
anterior medular (Poliomielitis).<br />
• Afctación neurológica central y de<br />
las vías largas medulares (parálisis<br />
cerebral, ataxia de Friedric, etc.)<br />
2. Causas congénitas:<br />
• Pies cavos idiomáticos.<br />
• Secuelas del pie equinovaro<br />
congenito.<br />
• Artogriposis congénita.<br />
3. Causas traumáticas:<br />
• Secuelas de un síndrome<br />
compartimental.<br />
• Consolidación en mala posición de<br />
fracturas del pie.<br />
De todas ellas la más importante es la<br />
de tipo neurológico. El mecanismo por<br />
el que se poduce la deformidad en<br />
estos casos, consiste en un<br />
desequilibrio muscular: predominio del
peroneo lateral largo, que cruza la<br />
planta y tensa el arco desde su<br />
reflexión cuboidea hasta la base del<br />
primer metatarsiano; debilidad de los<br />
intrínsecos, que produce<br />
hiperextensión en las articulaciones<br />
metatarsofalángicas y en consecuencia<br />
depresión de las cabezas de los<br />
metatarsianos, y predominio de los<br />
flexores largos sobre el tríceps.<br />
Desde el punto de vista biomecánico,<br />
la zona de carga en el pie cavo rcae a<br />
nivel de las cabezas de los<br />
metatarsianos y en la tuberosidad<br />
mayor del calcáneo. El eje de la<br />
articulación subastragalina se hace<br />
más vertical, lo que provoca una<br />
disminución del movimiento de<br />
inversión-evrsión del pi durante la<br />
marcha, con rigidez variable de las<br />
articulaciones subastragalina y<br />
meditarsiana. A mnudo, debido a la<br />
deformidad en garra de los dedos, por<br />
hiperextensión de las articulaciones<br />
mtatarsofalángicas y flexión de las<br />
interfalángicas, no articipan en la fas de<br />
impulso del ie durante la marcha. La<br />
debilidad muscular en el pie cavo es<br />
variable, dependiendo de la etiología<br />
de la deformidad. Asimismo, la<br />
aponeurosis plantar, que funciona<br />
normalmente como un mecanismo de<br />
polea que eleva el arco longitudinal,<br />
flexiona los metatarsianos y variza el<br />
calcáneo.<br />
26.1.3.2.3. Diagnóstico:<br />
La anamnesis y la exploración deben<br />
tener dos objetivos principales:<br />
detección de alguna de las afecciones<br />
neurológicas antes descritas como<br />
causas de la deformidad y la<br />
identificación del asiento de la misma.<br />
Ello comporta, enre otras cosas, el<br />
estudio radiográfico de la columna<br />
vertebral y una exploración neurológica<br />
exhaustiva.<br />
Por inspección, podremos observar<br />
que la flexión del primero y del segundo<br />
es más acentuada que la del resto de<br />
los metatarsianos, lo que produce un<br />
efecto “trípode” por el que, en el apoyo,<br />
el borde externo del antepié debe<br />
descender hasta nivlarse con el interno,<br />
556<br />
lo que lleva al talón a una posición en<br />
varo (Figura 27.18).<br />
Figura 26.18. Pie cavo. Obsérvese la posición<br />
en varo que adopta el talón.<br />
Unos de los aspectos más importantes<br />
del pie cavo es valorar su flexibilidad,<br />
es decir, la reductibilidad del antepié y<br />
retropié. Para ello, se realiza la prueba<br />
de Cleman: apoyando el talón y el<br />
borde externo del pie sobre un bloque<br />
de madera de unos 3 cm de altura y<br />
permitiendo la caída del borde medial<br />
del mismo, puede observarse si<br />
desaparece automáticamente el varo<br />
(retropié flexible) o si se mantiene<br />
(retropié rígido). Además conviene<br />
comprobar la intensidad y flexibilidad<br />
de los dedos en garra, habitualmente<br />
presentes, y la existencia de<br />
callosidades dolorosas en zonas de<br />
hiperpresión.<br />
26.1.3.2.4. Tratamiento:<br />
El tratamiento conservador no tiene<br />
ningún efecto sobre esta defdormidad,<br />
aunque el empleo de plantillas<br />
ortopédicas junto con un calzado<br />
especial, pueden aliviar los puntos de<br />
sobrecarga.<br />
En un buen número de casos, la<br />
progresión de la deformidad o el dolor y<br />
las dificultades para calzarse, fuerzan<br />
al paciente a aceptar la corrección<br />
quirúrgica. Esta consiste en la<br />
osteotomía cuneiforme de base dorsal<br />
del primer y segundo metatarsiano para<br />
disminuir la flexión. Asimismo, la<br />
presencia de rigidez en la porción<br />
posterior del tarso, obliga también a<br />
una osteotomía de cuña en el calcáneo<br />
o a una triple artrodesis.
Unicamente en los casos de pie cavo<br />
flexible, están indicados los trasplantes<br />
tendinosos, como es la intervención de<br />
Jones consistente en trasplantar el<br />
extensor largo del pimer dedo al cuello<br />
metatarsiano del mismo. Esta<br />
operación está especialmente indicada<br />
en los pies cavos de etiología<br />
neuromuscular.<br />
26.1.3.3. Metatarsus primus varus.<br />
26.1.3.3.1. Introducción:<br />
La deformidad en varo o por adducción<br />
del primero en relación con los cuatro<br />
restantes metatarsianos, se designa<br />
con el nombre de metatarsus primus<br />
varus.<br />
26.1.3.3.2. Diagnóstico:<br />
El diagnóstico no suele ofrecer dudas,<br />
puesto que se observa perfectamente<br />
como el reborde interno del antepé se<br />
incurva hacia adentro y existe un<br />
amplio espacio entre los dedos primero<br />
y segundo (Figura 26.19).<br />
Figura 26.19. Metatarsus primus varus del<br />
pie derecho.<br />
26.1.3.3.3. Tratamiento:<br />
Si se trata precozmente mediante la<br />
aplicación de una serie de yesos<br />
correctores, la deformidad es<br />
fácilmente superada. Por desgracia,<br />
esta deformidad relativament leve, con<br />
frecuencia no se advierte durante<br />
muchos años y la presión de los<br />
zapatos impulsa graduamente en<br />
sentido lateral, el dedo gordo del pie,<br />
produciendo con ello la deformidad<br />
secundaria del hallux valgus del<br />
adolescente. Si se presenta durante la<br />
adolescencia, la deformidad suele ser<br />
557<br />
progresiva y puesto que su pronóstico<br />
es malo, la deformidad debe ser<br />
corregida mediante quirúrgico que<br />
implique no solo a los tejidos blandos<br />
situados alrededor de la articulación<br />
metatarsofalángica, sino también con<br />
una osteotomía correctora de la base<br />
del primer metatarsiano, que está<br />
medialmente desviado.<br />
26.1.3.4. Metatarsus varus<br />
26.1.3.4.1. Introducción:<br />
Esta deformidad, también denominado<br />
metatarsus adductus, consiste en la<br />
desviación en varo de los cinco<br />
metatarsianos en relación con el resto<br />
del pie (Figura 26.20).<br />
Figura 26.20. Metatarsus varus.<br />
26.1.3.4.2. Etiología:<br />
Esta deformidad es muy corriente, pues<br />
su incidencia es de dos por cada mil<br />
nacidos vivos, siendo con frecuencia<br />
bilateral; ocasionalmente se presenta<br />
en el pie opuesto del niño con pie<br />
zambo unilateral, motivo por el cual la<br />
etiología se cree que debe ser la<br />
misma, aunque desconocida, de esta<br />
última deformidad.<br />
26.1.3.4.3. Diagnostico:<br />
Por inspección, todo el antepié, no sólo<br />
está en adducción, sinó también<br />
supinazo, y suele existir una atrofia de<br />
la torsión tibial interna. El aspecto<br />
normal del talón y del tobillo, permiten<br />
distinguir fácilmente este proceso del<br />
pie zambo congénito<br />
26.1.3.4.4. Tratamiento<br />
En muchos niños, la deformidad del<br />
antepié es leve y flexible a la vez, caso
en que el pronóstico es bueno, siendo<br />
sólo necesario un estiramiento simple y<br />
evitar que el niño duerma cara abajo<br />
con los pies desviados hcia adentro.<br />
Cuando la deformidad es más acusada<br />
y más rígida o resistente, el pronóstico<br />
no es tan bueno y, el tratamiento, debe<br />
iniciarse en las primeras semanas de la<br />
vida. Ello supone la cuidadosa<br />
aplicación de una serie de yesos<br />
correctres con os que se mantiene el<br />
talón en posición neutra y se modela el<br />
antepié en abducción y pronación. Los<br />
yesos se cambian cada dos semanas y<br />
el tratamiento dura de 6 a 12 semanas,<br />
depndiendo de la resistencia que<br />
ofrecen a la corrección. Posteriormente<br />
es prudente colocar una ortesis<br />
correctora (botas de Denis Browne) por<br />
las noches y durante unos meses, no<br />
sólo para mantener la corrección, sinó<br />
también para superar la torsión tibial<br />
interna asociada. Durante el año<br />
siguiente, unas botas con la puntera<br />
desviada hacia fuera, ayudan a<br />
mntener la corrección durante el día.<br />
Si la deformidad es observada a partir<br />
de los 4 años de edad, puede ser<br />
necesario efectuar una ostotomía en la<br />
base de cada metatarsiao para<br />
conseguir un pie normal.<br />
26.1.3.5. Pie plano<br />
26.1.3.5.1. Introducción<br />
Se denomina pie plano al pie que se<br />
desvía de su configuración anatómica<br />
normal por lo que hace referencia al<br />
arco longitudinal interno del pie, en el<br />
sentido de su disminución y/o<br />
desaparición del mismo (Figura 26.21).<br />
Figura 26.21. Pie plano.<br />
558<br />
26.1.3.5.2. Etiología:<br />
El pie plano es muy frecuente en la<br />
infancia. Cabe recordar que la<br />
configuración normal del arco<br />
longitudinal del pie no se adquiere, en<br />
el niño, hasta la edad de 5-6 años. Por<br />
este motivo y por otros como es la<br />
laxitud ligamentosa y la exuberancia de<br />
las partes blandas (almohadillas<br />
grasas) de la planta del pie, es<br />
frecuente un aspecto de pie lano en<br />
niños pequeños. Estos pies flexibles en<br />
el niño han de distinguirs de los pies<br />
planos patológicos (rígidos), debidos a<br />
anomalías como el astrágalo vertical<br />
congénito, la coalición tarsal, etc.,<br />
donde el tratamiento es eminentemte<br />
quirúrgico.<br />
De forma practica, existen dos tipos<br />
de pies planos:<br />
4. Congénito:<br />
• Flexible, asintomático (la mayoría<br />
de las consultas).<br />
• Flexible o semiflexible, sintomático.<br />
• Coalición tarsiana: pie plano<br />
peroneo-espástico del adolescnte.<br />
• Asociado a un escafoides<br />
accesorio.<br />
• Astrágalo vertica.<br />
• Hipercorrección quirúgica del pie<br />
equinovaro de la infancia.<br />
• Saciado a displasias o trastonos del<br />
tjido cojuntivo (Marfan, Ehlers-<br />
Danlos, Down, et.).<br />
5. Adquirido:<br />
• Por disfunción del tendón del tibial<br />
posterior.<br />
• Artrósico.<br />
• Artrítico (artritis rumatide).<br />
• Traumático: secundario a fracturas<br />
del calcáneo, astrágalo, escafoides,<br />
etc, o a secciones tendinosas del<br />
tibial posterior.<br />
• Neuropático.<br />
• Secundario a enfermedad<br />
nuromuscular (parálisis cerebrl,<br />
polio, etc.).<br />
26.1.3.5.3. Diagnóstico:<br />
La exploración en el niño se inicia por<br />
la inspección de los pies en<br />
bipedestación, tanto por delante como
por detrás y de perfil.Visto por delante,<br />
se aprecia una pronación del ie en<br />
relación con la pierna, motivo por el<br />
cual se les denomina también pies<br />
pronados. La parte medial del pie<br />
provoca una prominencia más acusada<br />
de lo normal, es decir, tiende a<br />
hundirse. Visto por detrás, se puede<br />
aprciar la alneación del talón con<br />
respecto a la pierna. En este sentido,<br />
recordar que en situación normal, el pie<br />
se desvía hacia fuera unos 5º (valgo<br />
fisiológico del calcáneo), mientras que<br />
en el pie plano, este valgo aumenta<br />
significativamente. Por útimo, y visto de<br />
perfil, se puede apreciar un<br />
aplanamiento del arco interno del pie<br />
(Figura 26.22).<br />
Figura 26.22. Aspectos clínicos del pie<br />
plano en el niño. A) vista de perfil. B) vista<br />
posterior. Obsérvese el valgo del talón.<br />
En cuanto al diagnóstico por la<br />
imagen, las radiografías de los ies en<br />
proyecciones anteroposterior y perfil en<br />
carga, permiten observar la existencia<br />
de anomalías esqueléticas<br />
responsables de la aparición del pie<br />
plano (talo vertical, sinostosis tarsianas,<br />
etc). Sin embargo, para determinar el<br />
grado de pie plano, es útil el<br />
podoscopio, el cual permite graduar y<br />
determinar el aplanamiento del pie. En<br />
este sentido, resulta útil la imagen que<br />
ofrece la plata de pie con el podocopio,<br />
donde es clásico dividir la hueslla lantar<br />
en cuatro estadíos, dependiendo del<br />
aplanamiento del arco inerno del pie<br />
(Figura 26.23).<br />
559<br />
Figura 26.23. Tipos de pie plano según su<br />
huella plantar.<br />
26.1.3.5.4. Tratamiento:<br />
El tratamiento del ie plano dependerá<br />
de la causa etiológica del mismo.Así,<br />
en el pie plano flexible asintomático del<br />
niño o del adulto – el más frecuente –<br />
no exste, desde el unto de vista<br />
científico, ninguna indicación de<br />
tratamiento, es decir, la utilización de<br />
plantillas ortopédicas es innecesaria.<br />
Más clara es la indicación de tratar con<br />
plantillas los pies planos flexibles<br />
sintomáticos – dolor en el pie o ierna,<br />
desgaste anormal de la suela de los<br />
zapatos o evidencia de enfermedad<br />
neuromuscular. Las plantillas deben<br />
confeccionrse a medida por el técnico<br />
ortopédico sobre un molde de yeso<br />
tomado sobre el pie en descarga. Sin<br />
embargo, hay que hacer constar que la<br />
utilización de plantillas no modifica la<br />
deformidad. En el aduto, las plantillas<br />
ortopédicas también están indicadas<br />
como tratamiento del pie plano flexible<br />
sintomático.<br />
Las indicaciones de trtamiento<br />
quirúrgico del pie plano flexible<br />
idiomático son escasas, a excepcion de<br />
aquellos casos de pies planos muy<br />
acusados y dolorosos con formación de<br />
callosidades en el borde interno del pie<br />
o por una marcha anomal.<br />
La cirugía del plano flexible en el niño<br />
mayor o adolescente, incluyen el<br />
alargamiento del tendón de Aquiles, la<br />
osteotomía del calcáneo con<br />
desplazamiento medial del fragmento<br />
distal y/o el alargamiento de la<br />
columna externa del pie (artrodesis de<br />
la articulación calcaneocuboidea con
interposición de un injerto óseo)<br />
asociada a la estabilización de la<br />
columna medial (artrodesis entre la<br />
base del primer metatarsiano y la<br />
primera cuña (Figura 26.24).<br />
Figura 26.24. Alargamiento de la columna<br />
externa en el pie plano flexible doloroso.<br />
El pie plano secundario a un astrágalo<br />
vertical congénito, requiere tratamiento<br />
quirúrgico hacia los seis meses de<br />
edad. La técnica quirúrgica coniste en<br />
reducir la uxación del escafoides sobre<br />
el astrágalo, alargando los tendones<br />
retraidos (extensores, perineos y<br />
aquíleo), devolviendo a su lugar las<br />
relaciones entre el astrágalo, el<br />
calcáneo y l escafoides.<br />
El pie plan peroneo-espástico – or<br />
sinostosis tarsiana – y que es<br />
diagnosticado habitualmente en la<br />
adolescencia, requiere a menudo de la<br />
escisión quirúrgica de l sinostosis y, en<br />
algunos casos, de una triple artrodesis.<br />
26.1.3.6. Quintus supraductus.<br />
26.1.3.6.1. Introducción:<br />
El acabalgmiento congénito del dedo<br />
pequeño, consituye la deformidad<br />
denominada quintus supraductus<br />
(Figura 26.25).<br />
Figura 26.25. Quintus supraductus.<br />
560<br />
26.1.3.6.2. Etiología:<br />
Esta deformidad se produce por la<br />
subluxación dorsal de la articulación<br />
metatarsofalángica, la cual va asociada<br />
un acortmiento del tendón extensor y<br />
un estiamiento de la piel suprayacente.<br />
26.1.3.6.3. Diagnóstico:<br />
Desde el nacimiento ya es posibl<br />
detectar la deformidad. En principio es<br />
corregible pasivamente pero a los<br />
pocos meses, si no establece un<br />
tratamiento precoz, suele ser fija.<br />
26.1.3.6.4. Tratamiento:<br />
Tan pronto se detecte la deformidad,<br />
deberá coregirse mediante el<br />
estiramiento pasivo del dedo y<br />
colocarlo paralelo al cuarto. En esta<br />
posición puede emplearse un vendje<br />
imbricado para mantener la corrección<br />
conseguida. En aquellos casos en los<br />
que no se pudiera corregir, la<br />
deformidad no suele plantear niungún<br />
problema, excepto el estético. Sin<br />
embargo, en algunos casos, la<br />
superposición del dedo puede generar<br />
roces con el zapato y puede requerir su<br />
corrección quirúrgica. Una plastia de la<br />
piel en Z, junto con la tenotomía del<br />
tendón extensor y capsulotomía dorsal,<br />
suele ser suficiente.<br />
26.2. Afecciones de la extremidad<br />
superio:<br />
26.2.1. Cintura escapular<br />
26.2.1.1. Deformidad de Sprengel<br />
26.2.1.1.1. Introducción:<br />
Dicha deformidad consiste en la<br />
elevación congénita de la escápula.<br />
26.2.1.1.2. Etiología:<br />
Es más frecuente en el sexo femenino<br />
y suele ser unilateral, con predominio<br />
del lado izquierdo. Su orígen se<br />
interpreta como una falta de descenso<br />
de la escápula a su posición definitiva<br />
durante el periodo embrionario, es<br />
decir, entre las 9 y 12 semanas. Casi<br />
siempre, la escápula afectada es<br />
hipoplásica.
Asimismo, la detención del desarrollo<br />
escapular va asociada, a veces, con<br />
anomalias de la columna verteral<br />
cervical, existiendo casi siempre una<br />
conexión ligamentosa (ligamento<br />
homovertebral) entre el reborte interno<br />
de la escápula y las apófisis espinosas<br />
cervicales inferiores. Más adelante,<br />
este ligamento puede osificarse,<br />
constituyendo el denominado hueso<br />
homovertebral.<br />
26.2.1.1.3. Diagnóstico:<br />
El diagnóstico suel ser evidente,<br />
observándose la escpula por encima de<br />
su posición normal, encontrándose a<br />
nivel de la segunda séptima apófisis<br />
espinosas cervicales, con mayor<br />
ascenso de su ángulo supero-interno y<br />
medialización y caudalización de la<br />
cavidad glnoidea y una disminución de<br />
su diámetro longitudinal (Figura<br />
26.26).<br />
Figura 26.26. Imagen clínica de un niño<br />
con una elevación congénita de la escápula<br />
izquierda.<br />
El 70 % de los pacientes presentan<br />
malformaciones vertebrales asociadas,<br />
localizadas en la columna cervical y<br />
dorsal alta. Un 50 % de los casos, se<br />
les asocia malformaciones costles a<br />
modo de sinostosis o aplasias, llegando<br />
a presentar defectos de la pared<br />
torácica. Puede ir asociada también a<br />
escoliosis.<br />
Según la elevación de la escápula,<br />
pueden diferenciase cuatro grados:<br />
561<br />
• Grado I: ascenso hasta 2 cm<br />
• Grado II: ascenso hasta 4 cm.<br />
• Grado III: ascenso hasta 6 cm.<br />
• Grado IV: ascenso de más de 6<br />
cm.<br />
En cuanto al diagnóstico por la imagen<br />
la radiología simple muestra<br />
perfectmnte la elevación de la escápula<br />
cn respecto a la conralateral<br />
(Figura 26.27).<br />
Figura 26.27. Radiología en la enfermedad<br />
de Sprenger. Obsérvese la elevación de la<br />
escápula derecha con respecto la<br />
izquierda.<br />
26.2.1.1.4. Tratamiento<br />
El tratamiento es quirúrgico, aunque se<br />
limita únicamente a mejorar el aspecto<br />
estético del niño, pues la función<br />
raramente se mejora.<br />
Existen dos procedimientos para<br />
solucionar el problema:<br />
- Desinserción vertebral del rapecio,<br />
elevador de la escápula y<br />
romboides, que se descienden a las<br />
apófisis espinosas dorsales,<br />
fijándose en este lugar, y<br />
- Osteotomía escapular longitudinal y<br />
paralela a su borde interno, con<br />
descenso de la escápula y<br />
resección del ángulo supero-interno<br />
de la misma.<br />
26.2.2. Codo y antebrazo<br />
26.2.2.1. Luxación congénita de la<br />
cabeza radial<br />
26.2.2.1.1. Introducción:<br />
Esta rara anomalía congénita no suele<br />
detectarse precozmente debido a su<br />
escasa incapacidad funcional y<br />
relativamente pequeña deformidad. En<br />
general, la cabeza radial se luxa<br />
lateramente y, como resultado de ello,<br />
el radio crece excesivamente.
26.2.2.1.2. Diagnóstico:<br />
El proceso puede observarse por<br />
primera vez tras una lesión sufrida<br />
durante la infancia, aunque puede<br />
diferenciase radiográficamente de la<br />
luxación traumática con facilidad al<br />
comprobarse un hipercrecimiento en<br />
longitud del radio así como por los<br />
cambios secundarios de remodelación<br />
que sufre su cabeza (Figura 26.28).<br />
Figura 26.28. Luxación congénita de la<br />
cabeza radial en un muchacho de 12 años.<br />
26.2.2.1.3. Tratamiento:<br />
Los procedimientos rconstructivos<br />
quirúrgicos están reservados en<br />
aquellos casos de grave incapacidad<br />
funcional, si bien se han reportado<br />
casos intervenidos durante los primeros<br />
años de la infancia, con buenos<br />
resultados.<br />
26.2.2.2. Sinostosis radiocubital<br />
26.2.2.2.1. Introducción:<br />
La continuidad ósea congénita<br />
(sinostosis) entre el radio y el cúbito en<br />
la articulación radiocubital proximal, es<br />
una anomalía poco frecuente, y a<br />
menudo bilateral.<br />
La incidencia es similar en varones y<br />
mujeres. Se distinguen tres tipos de<br />
sinostosis. En el Tipo 1, la cabeza del<br />
radio falta por completo y las parts<br />
proximales del radio y cúbito están<br />
completamnte unidas. En el Tipo 2, la<br />
cabeza del radio está malformada y a<br />
menudo luxada en sentido posterior,<br />
562<br />
estando la parte proximal del radio<br />
unida al cúbito. En el Tipo 3, el radio y<br />
cúbito están unidos firmmente entre sí<br />
por un greueso ligamento interóseo sin<br />
que exista entre ellos una verdadera<br />
sinostosis ósea. Asimismo, la cabeza<br />
del radio está malformada y<br />
desplazada en sentido posterior.<br />
26.2.2.2.2. Diagnóstico<br />
A la exploración clínica, el antebrazo<br />
queda rígidamente fijo, por lo general<br />
en pronación ligera, pero puesto que el<br />
niño afectado compensa<br />
inconscientemente la falta de<br />
supinación con movimientos del<br />
hombro (adducción y rotación externa),<br />
la anomalía se detecta raramente<br />
durante los pimeros años de vida pues<br />
cursa sin dolor. Sin embargo, el<br />
diagnóstico definitivo se confirma<br />
mediante el exámen radiográfico<br />
(Figura 26.29).<br />
Figura 26.29. Imagen radiográfica de la<br />
sinostosis radiocubital congénita.<br />
26.2.2.2.3. Tratamiento:<br />
El tratamiento es eminentemente<br />
quirúrgico, aunque sólo deberá<br />
reservarse en aquellos casos en los<br />
que exista una gran incapacidad<br />
funcional que altere la actividad del<br />
nño, tanto en el presente como en el<br />
futuro.
26.2.3. Mano<br />
26.2.3.1. Sindactilia<br />
26.2.3.1.1. Introducción:<br />
El palmeado de los dedos en grado<br />
diverso, es quizás la más frecuente<br />
anomalía congénita de la mano<br />
(Figura 26.30).<br />
Figura 26.30. Sindactilia.<br />
26.2.3.1.2. Diagnóstico:<br />
Aparte del defecto estético que<br />
produce, la sindactilia provoca un<br />
déficit en la abducción de los dedos,<br />
que seá más o menos impotante según<br />
su extensión.<br />
26.2.3.1.3.Tratamiento:<br />
Cuando dos dedos adyacntes, por lo<br />
demás nomales, están unidos en su<br />
porción proximal o en todo su trayecto<br />
por una membrana cutánea, cabe<br />
esperar un aspecto y función<br />
satisfactorios mediante una operación<br />
recontructora. Aunque el palmeado<br />
incompleto puede ser corrgido durante<br />
el primer año de vida, la edad óptima<br />
para la reconstrucción es a los 4 años.<br />
26.2.3.2. Camptodactilia:<br />
26.2.3.2.1. Introducción:<br />
Es la deformidad congénita en flexión<br />
de la articulación IFP de un dedo en el<br />
plano anteroposterior (Figura 26.31).<br />
563<br />
Figura 26.31. camptodactilia del dedo<br />
meñique.<br />
26.2.3.2.2. Etiología:<br />
El mas afectado es el V dedo y suele<br />
aparecer en niños y mujeres jóvenes.<br />
En muchas ocasiones no presenta<br />
significado funcional. Se cree que se<br />
debe a anomalías en la inserción distal<br />
de la musculatura intrínseca de los<br />
dedos, aunque pueden verse<br />
implicadas todas las estructuras del<br />
dedo. Las alteraciones esqueléticas<br />
serian secundarias a trastornos de la<br />
movilidad.<br />
26.2.3.2.3. Diagnóstico:<br />
La deformidad puede ser estática o<br />
progresiva.<br />
26.2.3.2.4. Tratamiento:<br />
En las primeras se pueden emplear<br />
férulas dinámicas hasta alcanzar la<br />
completa extensión de la articulación<br />
IFP, si bien el índice de recurrencias al<br />
retirarla es elevado. Cuando es<br />
rápidamente progresiva se indica<br />
tratamiento quirúrgico, mediante zplastias<br />
en piel, liberación del<br />
retinaculum cutis y de las bandas<br />
laterales, así como liberación y<br />
reinserción de los músculos<br />
lumbricales. Las deformidades oseas<br />
no suelen precisar tratamiento.<br />
26.3. Afecciones de la columna<br />
vertebral.<br />
26.3.1. Tortícolis muscular congénita<br />
26.3.1.1. Introducción:<br />
La tortícolis muscular congénita es<br />
aquella deformidad del cuello,<br />
relativamente frecuente, que se<br />
presenta en el recién nacido o que se
manifiesta durante los dos primeros<br />
meses de vida y que se asocia a un<br />
acortamiento del músculo<br />
esternocleidomastoideo (Figura 26.32).<br />
Figura 26.32. Posición que adopta la<br />
cabeza y cuello en la tortícolis muscular<br />
congénita.<br />
26.3.1.2. Etiologia:<br />
Existen diferentes teorías para explicar<br />
la causa de la tortícolis muscular<br />
congénita. La primera de ellas<br />
relaciona la deformidad con la posición<br />
intrauterina de la cabeza, lo que<br />
provocaría una contractura, una fibrosis<br />
y un acortamiento del músculo<br />
esternocleidomastoideo (Figura 26.33).<br />
La fibrosis y el acortamiento del<br />
músculo podrían deberse también a<br />
una alteración vascular intrauterina del<br />
propio músulo.<br />
Finalmente, la causa podría ser un<br />
traumatismo obstétrico que provocaría<br />
un sangrado, un hematoma y una<br />
cicatrización dentro del músculo.<br />
Figura 26.33. Etiología probable de la<br />
tortícolis muscular congénita. A partir del<br />
tercer mes, el feto suele poscionarse tal<br />
como se ve la imagen, con la cabeza<br />
564<br />
encajada en la pelvis pero con el cuello<br />
ladeado hacia un lado.<br />
26.3.1.3. Diagnóstico:<br />
En todos los casos, la fibrosis y el<br />
acortamiento del músculo provocan<br />
que el cuello se incline hacia el lado<br />
lesionado y la cabeza gira en sentido<br />
contrario. Habitualmente aparece un<br />
pequeño bultito en el interior del<br />
músculo que es palpable y en<br />
ocasiones visible. Este bultito, en forma<br />
de oliva, se aprecia mejor a las pocas<br />
semanas de vida y desaparece hacia<br />
los 3 meses.<br />
En el 75% de los casos, la inclinación<br />
de la cabeza es hacia la derecha<br />
mientras que la barbilla señala hacia la<br />
izquierda. A menudo el niño presenta<br />
una asimetría facial con un discreto<br />
aplanamiento del lado afecto, que en<br />
algunos casos puede persistir a pesar<br />
de la corrección de la tortícolis.<br />
Asimismo, se aprecia un aplanamiento<br />
de la mandíbula, una elevación del<br />
pabellón auricular y el ojo más pequeño<br />
y elevado en el lado afecto en<br />
comparación con el sano, aunque en<br />
este, en ocasiones puede observarse<br />
un ligero aplanamiento de la frente de<br />
este lado así como la rotación de la<br />
mandíbula (Figura 26.34).<br />
Figura 26.34. Aspectos clínicos más<br />
relevantes de la tortícolis muscular<br />
congénita.<br />
Cuando un niño presenta una<br />
deformidad del cuello conviene que sea<br />
explorado por su médico. Habrá que<br />
comprobar si se trata de una<br />
deformidad que, a pesar de su<br />
severidad, puede corregirse de forma<br />
pasiva y corresponde, por lo tanto, a<br />
una verdadera tortícolis muscular
congénita, o por el contrario, forma<br />
parte de otro tipo de patologías, entre<br />
las que se encuentran las luxaciones<br />
rotatorias atlantoaxoideas, con<br />
hemivértebras o con alteraciones<br />
neurológicas. En los casos dudosos<br />
tendrán que solicitarse exploraciones<br />
complementarias, en especial<br />
radiografías, ecografías o una<br />
resonancia magnética.<br />
El 20% de los niños con tortícolis<br />
muscular congénita presentan de forma<br />
asociada algún grado de luxación<br />
congénita de cadera. Por eso es muy<br />
importante realizar una exploración<br />
minuciosa de la cadera, incluyendo una<br />
ecografía a las 6 semanas.<br />
26.3.1.4.Tratamiento:<br />
El tratamiento inicial consiste en la<br />
realización de manipulaciones y<br />
ejercicios de estiramiento. Éstos deben<br />
hacerse con suavidad, con el niño<br />
relajado y un mínimo de 4 veces al día,<br />
repitiendo unas 20 veces cada uno de<br />
los ejercicios.<br />
Es preferible realizar los ejercicios<br />
entre dos personas, una que haga los<br />
movimientos de la cabeza mientras que<br />
el otro estabiliza los hombros con las<br />
dos manos.<br />
Cuando el niño tiene una tortícolis<br />
derecha, es decir, el cuello se inclina a<br />
la derecha y la barbilla señala a la<br />
izquierda, los ejercicios consistirán en<br />
llevar la oreja izquierda hacia el hombro<br />
izquierdo y después la barbilla hacia el<br />
hombro derecho. Cuando el niño tiene<br />
una tortícolis izquierda, es decir, el<br />
cuello se inclina a la izquierda y la<br />
barbilla señala a la derecha, los<br />
ejercicios consistirán en llevar la oreja<br />
derecha hacia el hombro derecho y<br />
después la barbilla hacia el hombro<br />
izquierdo. El médico o el fisioterapeuta<br />
tendrán que enseñar los ejercicios y<br />
controlar periódicamente su eficacia. Si<br />
la evolución es satisfactoria, a los<br />
pocos meses la corrección será<br />
completa.<br />
565<br />
Cuando la deformidad se descubre en<br />
el recién nacido o durante los primeros<br />
meses de vida y el tratamiento<br />
mediante manipulación y ejercicios de<br />
estiramiento se inicia inmediatamente,<br />
la evolución suele ser muy buena. En el<br />
90% de estos pacientes se consigue la<br />
corrección completa sin deformidades<br />
residuales.<br />
Los niños que hacia el año de edad no<br />
han respondido de forma adecuada al<br />
tratamiento o han sido diagnosticados<br />
con retraso, pueden necesitar un<br />
tratamiento quirúrgico, que consiste en<br />
un alargamiento del músculo<br />
esternocleidomastoideo (Figura 26.35).<br />
Figura 26.35. Tratamiento quirúrgico de la<br />
tortícolis congénita. A) aspecto inicial. B)<br />
zeta plastia. C) alargamiento del<br />
esternocleidomastoideo.<br />
26.3.2.Síndrome de Klippel-Feil<br />
26.3.2.1. Introducción:<br />
Este síndrome, denominado también<br />
sinostosis de la columna cervical,<br />
consiste en la ausencia de<br />
segmentación vertebral en la coluna<br />
cervical da orígen a una fusión<br />
congénita (sinostosis) entre un número<br />
variable de vértebras cervicales.<br />
26.3.2.2. Diagnóstico:<br />
Clínicamente, el cuello del paciente no<br />
es excesivamente corto, sino también<br />
relativamente rígido, y la línea del<br />
cabello posterior es baja y transversal.
La cabeza suele estar recta, pero en<br />
ocasiones está inclinada hacia un lado,<br />
pareciendose a una torticolis muscular,<br />
proceso del que debe diferenciarse<br />
(Figura 26.36).<br />
Figura 26.36. Síndrome de Klippel-Feil.<br />
Obsérvese la fusión vertebral entre el atlas<br />
y el axis.<br />
El síndrome de Klippel-Feil puede<br />
asociarse con otras malformaciones<br />
congénitas, como la deformidad de<br />
Sprengel, escoliosis, enfermedad<br />
cardíaca congénita, anomalías<br />
urogenitales y nerviosas y alteraciones<br />
en la conducción del órgano del oído.<br />
26.3.2.3.Tratamiento:<br />
Solo debe actuarse en aquellos casos<br />
en los que exista inestabilidad<br />
segmentaria manifiesta, procediendose<br />
a la fusión vertebral, habitualmente por<br />
vía anterior.<br />
26.4. Trastornos y lesiones<br />
neuromusculares:<br />
26.4.1. Introducción:<br />
Es muy amplia la variedad de procesos<br />
clínicos y lesiones del sistema nervioso<br />
que se manifiestan<br />
en trastornos de la forma de la forma y<br />
función del sistema<br />
musculoesquelético. En consecuencia,<br />
se considerarán en este libro algunas<br />
de las patologías más habituales y más<br />
significativas.<br />
A pesar de la complejidad del cerebro,<br />
de la médula espinal y de los nervios<br />
566<br />
periféricos del ser humano, las<br />
manifestaciones clínicas de los<br />
trastornos y lesiones neurológicas son<br />
tales que su diagnóstico es un ejemplo<br />
de un trabajo minucioso, propio de un<br />
investigador. Sin embargo, los datos<br />
obtenidos de la historia clínica junto<br />
con los hallazgos clínicos, radiográficos<br />
y de laboratorio, permiten en la mayoría<br />
de los ocasiones efectuar un<br />
diagnóstico de certeza.<br />
Con el fin de apreciar el significado de<br />
las manifestaciones clínicas de los<br />
trastornos y lesiones neurológicos, se<br />
deben tener en cuenta varios factores<br />
patológicos, anatómicos y fisiológicos<br />
que se encuentran debajo de estas<br />
manifestaciones.<br />
26.4.2. Factores a tener en cuenta en<br />
el diagnóstico de los trastornos y<br />
lesiones neurológicos:<br />
• Factores patológicos:<br />
El tejido nervioso sólo puede resultar<br />
afectado por cuatro tipos de procesos y<br />
lesiones patológicas y, por tanto,<br />
cualquier síntoma o signo neurológico<br />
es manifestación de alguna o más de<br />
estas cuatro modalidades de alteración<br />
funcional:<br />
a) destrucción de las células nerviosas<br />
con pérdida permanente de su función,<br />
como ocurre en la destrucción de las<br />
células motoras (células del asta<br />
anterior) en la poliomielitis.<br />
b) trastornos transitorios de las células<br />
nerviosas con pérdida temporal de su<br />
función, como es el caso de la<br />
contusión cerebral y/o medular en el<br />
transcurso de una lesión aguda.<br />
c) acción ilimitada (por lo general,<br />
hiperacción) de mecanismos intactos<br />
del sistema nervioso que han sido<br />
“liberados” del control inhibitorio normal<br />
que ejercen los centros superiores. Un<br />
ejemplo de este fenómeno es la<br />
espasticidad que se desarrolla tras una<br />
lesión de la cortical motora cerebral.<br />
d) fenómenos de irritación producidos<br />
por una lesión que estimula las células<br />
nerviosas y las conduce a una excesiva<br />
actividad. Ejemplo de ello es el<br />
excesivo dolor que puede seguir a una
lesión nerviosa periférica (causalgia) y<br />
también la epilepsia.<br />
• Factores anatómicos y fisiológicos:<br />
La iniciación y control de la actividad<br />
muscular voluntaria es mejor<br />
considerarla en relación con los<br />
diferentes, aunque interrelacionados,<br />
sistemas de las neuronas del sistema<br />
nervioso central: 1) neuronas motoras<br />
superiores y 2) cerebelo. Sin embargo,<br />
la contracción de cualquier músculo es<br />
estimulada por los impulsos<br />
transmitidos a través del sistema<br />
nervioso periférico (neuronas<br />
motoras inferiores).<br />
- Neuronas motoras superiores:<br />
Las porciones suprasegmentarias del<br />
sistema motor voluntario (neuronas<br />
motoras superiores) incluyen:<br />
a) Sistema piramidal:<br />
La corteza cerebral y los tractos<br />
corticoespinales o piramidales,<br />
llamados así porque pasan a través de<br />
las “pirámides” de la medula, son<br />
principalmente excitatorios y están<br />
destinados a la iniciación de patrones<br />
de movimiento en una determinada<br />
parte del cuerpo, más que a la<br />
contracción de músculos individuales.<br />
Puesto que la mayor parte de los<br />
tractos piramidales se entrecruzan con<br />
los del lado opuesto, el control cortical<br />
de los movimientos de los miembros es<br />
en gran parte contralateral.<br />
b) Sistema extrapiramidal:<br />
Las células de la corteza motora<br />
cerebral, cuyos axones pasan a través<br />
de los ganglios basales del tallo<br />
cerebral hasta los tractos<br />
reticuloespinal y vestibuloespinal<br />
(haces extrapiramidales), son<br />
principalmente inhibitorios y están<br />
destinados al control del tono muscular<br />
más que al control de los movimientos<br />
voluntarios. Este sistema permite, por<br />
ejemplo, la inhibición o relajación de los<br />
músculos del lado opuesto durante el<br />
movimiento de un miembro.<br />
- Cerebelo:<br />
El cerebelo, que recibe impulsos<br />
aferentes tanto de las vías<br />
propioceptivas como vestibulares y<br />
567<br />
envía impulsos eferentes tanto a la<br />
corteza cerebral como a la médula<br />
espinal, está implicado en la<br />
coordinación de la actividad muscular y<br />
en la regulación de la postura durante<br />
la ejecución de los movimientos<br />
voluntarios. Puesto que las vías<br />
cerebelosas no cruzan al lado opuesto,<br />
el control de los movimientos de los<br />
miembros por parte del cerebelo es<br />
ipsilateral.<br />
- Neuronas motoras inferiores:<br />
Las células motoras de la médula<br />
espinal (células del asta anterior),<br />
proyectan al músculo sus axones a<br />
través de las raices espinales<br />
anteriores y mixtas, así como de los<br />
nervios de la periferia de la unión<br />
mioneural. Este sistema de neuronas<br />
motoras inferiores es la vía común final<br />
de todos los impulsos que llegan a la<br />
célula del asta anterior y que proceden<br />
de los centros superiores, y a lo largo<br />
del mismo pasan los impulsos que<br />
producen la contracción muscular.<br />
Estos conocimientos acerca de la<br />
normalidad funcional de los principales<br />
sistemas de las neuronas del sistema<br />
nervioso central y periférico, ayudan a<br />
comprender las manifestaciones<br />
clínicas de las lesiones neurológicas.<br />
Así tenemos que:<br />
• En las lesiones de la neurona<br />
motora superior, se afectan tanto al<br />
sistema piramidal como el<br />
extrapiramidal. Si es el sistema<br />
piramidal el lesionado, las<br />
manifestaciones clínicas más<br />
importantes son: paresia de los<br />
movimientos voluntarios, aumento<br />
del tono muscular,<br />
contracturasmusculares, pérdida de<br />
los reflejos cutáneos abdominales y<br />
reflejo cutáneo plantar de tipo<br />
extnsor (signo de Babinski),<br />
mientras que si es el sistema<br />
extrapiramidal el afectado, las<br />
manifestaciones clínicas son:<br />
aumento del tono muscular,<br />
contracturas musculares,<br />
movimientos involuntarios y rigidez.<br />
• En las lesiones cerebelosas, existe<br />
una pérdida de la coordinación de
la acción muscular, una alteración<br />
del sentido del equilibrio, una<br />
disminución del tono muscular,<br />
habla lenta y nistagmus.<br />
• En las lesiones medulares, a<br />
menudo se produce un déficit motor<br />
superior combinado con uno<br />
inferior, puesto que la lesión de las<br />
neuronas motoras superiores, a un<br />
determinado nivel de la médula,<br />
puede afectar también a las<br />
neuronas motoras inferiores de las<br />
raices nerviosas inferiores que<br />
surgen a un nivel superior. Al<br />
desarrollarse una lesión de forma<br />
súbita, tal como una hemorragia de<br />
la médula espinal, se produce un<br />
estado transitorio de “choque<br />
espinal” en el que los músculos<br />
inervados muestran una parálisis<br />
flácida. Sin embargo, este estado<br />
de flacidez, es sustituido a las<br />
pocas semanas por un estado de<br />
espasticidad de los músculos<br />
paralizados, puesto que los reflejos<br />
medulares se producen en<br />
ausencia de los impulsos<br />
inhibidores normales que proceden<br />
de los centros superiores. La<br />
parálisis puede afectar a los dos<br />
miembros inferiores (paraplejía,<br />
diplejía) o a los cuatro miembros<br />
(cuadriplejía, tetraplejía).<br />
• En las lesiones de le neurona<br />
motora inferior, las manifestaciones<br />
clínicas más habituales suelen ser:<br />
una parálisis flácida, ausencia de<br />
tono muscular, atrofia progresiva<br />
del músculo, contractura muscular y<br />
pérdida sensorial.<br />
26.4.3. Parálisis cerebral:<br />
26.4.3.1. Introducción:<br />
La parálisis cerebral es una<br />
encefalopatía no progresiva con<br />
diversos niveles de gravedad y<br />
patrones de afectación. Los pacientes<br />
se clasifican en función del número de<br />
extremidades afectadas, generalmente<br />
una hemiplejía o tetrapejía, y el tipo de<br />
anomalía del tono muscular, que<br />
generalmente es una espasticidad. La<br />
568<br />
parálisis cerebral causa deficiencias del<br />
sistema músculoesquelético<br />
consistentes en problemas del control<br />
muscular, la fuerza y tono muscular, el<br />
equilibrio y la coordinación.<br />
26.4.3. Incidencia y etiología:<br />
La parálisis cerebral es relativamente<br />
frecuente en todo el mundo. Se ha<br />
calculado que anualmente de cada<br />
100.000 niños, 6 nacen este proceso.<br />
Si bien existen muchas causas que<br />
producen una parálisis cerebral, las<br />
más frecuentes son:<br />
• defecto congénito del cerebro.<br />
• Anoxia cerebral en el periodo<br />
neonatal.<br />
• Lesiones obstétricas cerebrales.<br />
• Eritroblastosis.<br />
• Infecciones cerebrales (encefalitis)<br />
al inicio de la vida postnatal.<br />
26.4.4. Patogenia:<br />
En la parálisis cerebral, la lesión<br />
cerebral subyacente, aunque es<br />
irreparable, no es progresiva. La<br />
pérdida de la función en un sistema<br />
neuronal del cerebro da origen a la<br />
liberación de su control, normal sobre<br />
los sistemas interdependientes que, a<br />
su vez, tienden a actuar en exceso; ello<br />
constituye un ejemplo del mencionado<br />
“fenómeno de liberación”.<br />
Las manifestaciones de lesión<br />
cerebral en el niño afectado vienen<br />
determinadas por la extensión de la<br />
lesión y por la forma que presentan<br />
cerebro, corteza motora cerebral,<br />
ganglios basales o cerebelo afectados.<br />
Los tres tipos principales de parálisis<br />
cerebral que comprenden el 90 % de la<br />
totalidad de los casos son:<br />
• Tipo espástico (65 %).<br />
• Tipo atetoide (20 %).<br />
• Tipo atáxico (5 %).<br />
Los otros tres tipos, de temblor,<br />
rigidez y atonía, son raros pues<br />
constituyen el 10 % restante.<br />
26.4.5. Diagnóstico:<br />
Los diferentes tipos de parálisis<br />
cerebral, son clínicamente evidentes<br />
durante los primeros meses del<br />
desarrollo postnatal debido a que el
“fenómeno de liberación”, antes<br />
mencionado, tiende a aparecer<br />
lentamente durante un periodo de<br />
varios meses; además, durante este<br />
tiempo, existe una actividad cerebral<br />
relativamente escasa, incluso en el<br />
cerebro normal. Sin embargo, puede<br />
sospecharse parálisis cerebral, cuando<br />
el niño no consigue metas adecuadas<br />
de desarrollo motor a su debida edad<br />
(de ordinario un niño normal se da la<br />
vuelta a los 5 meses, se sienta a los 7,<br />
consigue tenerse en pie a los 14 y<br />
camina sin ayuda a los 15).<br />
Además del retraso en el desarrollo<br />
motor, muchos niños con parálisis<br />
cerebral presentan cierto grado de<br />
retraso en el desarrollo mental. En este<br />
sentido, un 40 % de los casos presenta<br />
un serio retraso mental por lo que se<br />
les considera ineducables, mientras<br />
que otro 40 % presenta un retraso<br />
menor y el 20 % restante presenta un<br />
desarrollo medio o superior.<br />
26.4.6. Tratamiento:<br />
El tratamiento de este tipo de pacientes<br />
debe ser multidisciplinar, aunque<br />
deberían ser controlados<br />
periódicamente por un cirujano<br />
ortopédico.<br />
En general, hasta los 3 ó 4 años de<br />
edad, el tratamiento se fundamenta en<br />
la fisioterapia y el empleo de yesos u<br />
ortesis para prevenir o corregir<br />
suavemente las deformidades. A partir<br />
del cuarto año y hasta los 8-10 años<br />
deben llevarse a cabo las correcciones<br />
quirúrgicas. En este aspecto, los<br />
principios que rigen estas<br />
intervenciones, son las siguientes:<br />
• deben realizarse después de<br />
exploraciones repetidas.<br />
• Todas las correcciones deben<br />
efectuarse en el mismo acto<br />
quirúrgico, por razones funcionales,<br />
psicológicas y económicas.<br />
• Deben plantearse objetivos<br />
funcionales definidos y ser<br />
explicados a los padres y<br />
fisioterapeutas.<br />
• Es preciso aceptar que la cirugía en<br />
la parálisis espástica es menos<br />
previsible que en la parálisis flácida,<br />
y que los pacientes tardan tanto<br />
569<br />
más tiempo en recuperar sus<br />
patrones de motilidad y niveles<br />
funcionales cuanto más prolongada<br />
sea la inmovilización.<br />
26.4.4. Mielomeningocele<br />
(mielodisplasia, espina bífida,<br />
defectos del tubo neural):<br />
26.4.4.1. Introducción:<br />
El mielomeningocele es un defecto de<br />
cierre del tubo neural y sus envolturas,<br />
que se traducen en la formación de un<br />
saco localizado a nivel toracolumbar,<br />
en el cual elementos neurales<br />
herniados sobresalen en la superficie<br />
dorsal del tronco a través de un defecto<br />
en los arcos posteriores. En el interior<br />
del saco se encuentran la médula<br />
espinal abierta y una acumulación de<br />
líquido cefalorraquídeo. Inicialmente<br />
está cubierto por una fina capa de<br />
meninge y epidermis, que rápidamente<br />
se ulcera y contamina, originando<br />
complicaciones sépticas y aumentando<br />
el déficit neurológico, ya de por sí<br />
grave.<br />
26.4.4.2. Incidencia y etiología:<br />
La incidencia del mielomeningocele<br />
varían en función del área geográfica<br />
considerada, aunque puede<br />
considerarse de 4 casos por 1000<br />
nacidos vivos, cifra muy simular a la de<br />
la luxación congénita de cadera.<br />
Para explicar la aparición de la<br />
deformidad se han propuesto varias<br />
teorías, desde la ingesta insuficiente de<br />
ácido fólico por parte de la madre,<br />
hasta la exposición a teartógenos en<br />
las primeras 8 semanas de vida feta,<br />
causas hereditarias, genéticas, etc.<br />
Sea como fuere, el mielomeningocele<br />
es la forma más fruente de<br />
malformación congénita raquídea,<br />
aunque otras variantes pueden<br />
aparecer, como son la raquisquisis<br />
(defecto de cierre en el que la médula<br />
queda expuesta sin saco protector), el<br />
meningocele (saco relleno de líquido<br />
cefalorraquídeo en el que no se<br />
encuentran elementos neurales) y el<br />
lipomeningocele (meningocele con un<br />
lipoma en su interior).
26.4.4.3. Diagnóstico:<br />
En la actualidad, es posible llegar al<br />
diagnóstico prenatal en el 80-90 % de<br />
los casos, si se detectan niveles<br />
elevados de α-fetoproteína por<br />
amiocentesis y se visualiza el defecto<br />
por ecografía.<br />
El diagnóstico clínico es obvio en la<br />
primera exploración neonatal, al<br />
apreciar una tumoración de localización<br />
y características como las previamente<br />
mencionadas (Figura 26.37).<br />
Figura 26.37. Aspecto clínico de un recién<br />
nacido portador de un mielomeningocele.<br />
A) visión posterior. B) visión lateral.<br />
La determinación del nivel de la lesión<br />
es fundamental para establecer el<br />
pronóstico funcional y esbozar un<br />
programa terapeutico. Habitualmente<br />
ello no es posible antes del tercer año<br />
de la vida. Sin embargo, el estudio por<br />
RMN puede indicarnos ya el nivel<br />
exacto de la lesión (Figura 26.38).<br />
Figura 26.38. Mielomeningocele visto<br />
mediante RMN.<br />
570<br />
Se define el nivel funcional como<br />
aquel en el que se encuentra una raiz<br />
que pueda efectuar una contracción<br />
muscular capaz, por lo menos, de<br />
vencer la acción de la gravedad. En<br />
este sentido, de cara al pronóstico, es<br />
importante conocer que la presencia de<br />
una contracción cuadricipital suficiente<br />
par estabilizar la rodilla en extensión,<br />
es crucial para permitir la<br />
deambulación, y que en un paciente<br />
ambulatorio las caderas constituyen el<br />
factor más importante.<br />
26.4.4.4. Tratamiento:<br />
Durante el primer año de la vida, el<br />
tratamiento es fundamentalmente<br />
neuroquirúrgico y de desarrollo. En<br />
este contexto, la fisioterapia evalúa e<br />
interviene en el retardo del desarrollo y<br />
prepara al niño para una posición<br />
erecta después del primer año de edad.<br />
Los pies zambos y otras deformidades<br />
congénitas de los pies suelen<br />
corregirse entre los 12 y los 18 meses<br />
de edad. Aunque la mayor parte de los<br />
niños obtienen un resultado aceptable<br />
con este tratamiento quirúrgico de los<br />
pies, los porcentajes más elevados de<br />
resultados inaceptables son los que se<br />
producen en pacientes con una<br />
afectación motora lumbar alta y/o<br />
torácica.<br />
El objetivo en la corrección de<br />
cualquier deformidad del pie es<br />
conseguir que éste sea flexible y se le<br />
puedan aplicar dispositivos<br />
ortopédicos. El objetivo de la<br />
bipedestación y/o la capacidad de<br />
deambulación se intenta conseguir<br />
entre los 15 y 19 meses de edad,<br />
según el nivel motor y la afectación del<br />
sistema nerviosos central existente, es<br />
decir, los problemas para el equilibrio<br />
en sedestación o bipedestación<br />
independiente. Puede producirse un<br />
deterioro progresivo de la función como<br />
resultado de una pérdida motora,<br />
contracturas o una escabiosis<br />
progresiva, causadas por una fijación<br />
de la médula espinal, y ello no debe<br />
aceptarse como la historia natural de la<br />
espina bífida.<br />
Las deformidades adquiridas durante<br />
la infancia consisten en subluxaciones
y luxaciones de la cadera y<br />
contracturas en cadera, rodilla, o pie y<br />
tobillo. El tratamiento de la cadera debe<br />
centrarse en el movimiento y la<br />
simetría, con un menor énfasis en la<br />
reducción de la subluxación o luxación.<br />
Se exceptúan de esta regla los<br />
pacientes con una buena capacidad de<br />
deambulación, que viven en la<br />
comunidad y tienen un alto grado<br />
funcional, con lesiones motoras a nivel<br />
sacro o de L4-L5, luxaciones<br />
unilaterales o asimetrías graves en la<br />
amplitud del movimiento o de la<br />
marcha, en los que puede ser<br />
necesario un equilibrado muscular o el<br />
empleo de osteotomías.<br />
La capacidad ambulatoria está<br />
correlacionada fundamentalmente con<br />
el nivel motor y el equilibrio en<br />
sedestación. Cabe predecir que podrán<br />
caminar en la adolescencia y la edad<br />
adulta los niños que presentan una<br />
afectación motora de nivel lumbar bajo<br />
o sacro y un equilibrio de sedestación<br />
normal. En los niños con capacidad de<br />
caminar, una liberación quirúrgica<br />
posterior con capsulotomía u<br />
osteotomía femoral supracondílea<br />
ocasional para las contracturas de<br />
flexión de la rodilla permitirá mejorar la<br />
marcha. La recidiva de las contracturas<br />
de flexión de la rodilla es muy frecuente<br />
en los niños con lesiones a nivel<br />
torácico, sin capacidad ambulatoria<br />
independiente. Hasta un 15 % de los<br />
niños con mielomeningocele presentan<br />
antecedentes de sensibilidad o alergia<br />
al látex, con el posible riesgo de<br />
anafilaxis y muerte. Estos niños deben<br />
mantenerse en un entorno sin látex, en<br />
especial durante la asistencia médica y<br />
en cualquier intervención quirúrgica.<br />
26.4.5. Enfermedad de Charcot-<br />
Marie-Tooth:<br />
26.4.5.1. Intoducción:<br />
La enfermedad de Charcot-Marie-Tooth<br />
es una familia heterogénea de<br />
trastornos a los que actualmente se<br />
denomina neuropatías hereditarias<br />
motoras y sensitivas, tipos I-VII. La<br />
neuropatía hereditaria motora y<br />
sensitiva de tipo I es la neuropatía<br />
571<br />
periférica más común, caracterizada<br />
por una debilidad de las extremidades<br />
distales asociada a una reducción de la<br />
sensibilidad y un retardo de la<br />
conducción nerviosa causado por la<br />
desmielinización.<br />
26.4.5.2. Etiología:<br />
El tipo más frecuente es la enfermedad<br />
de Charcot-Marie-Tooth IA (neuropatía<br />
hereditaria motora y sensitiva tipo IA),<br />
que se debe a una pérdida de la vaina<br />
de mielina en los nervios periféricos,<br />
con retraso de la conducción nerviosa,<br />
definida mediante estudios<br />
electrmiográficos. Este tipo, es causado<br />
por la duplicación completa del gen de<br />
la proteína de mielina periférica que se<br />
encuentra en el cromosoma 17. Este<br />
trastorno autonómico dominante puede<br />
diagnosticarse en la actualidad con<br />
facilidad mediante pruebas de ADN en<br />
sangre, y los pacientes pueden evitar<br />
las molestias que implican los estudios<br />
de conducción nerviosa si se sospecha<br />
un tipo IA.<br />
26.4.5.3. Diagnóstico:<br />
El problema clínico principal de estos<br />
pacientes es una debilidad y<br />
deformidad progresiva de los pies. Ello<br />
suele manifestarse entre los 10 y los 14<br />
años de edad. Los dedos en garra<br />
progresivos y las deformidades en<br />
cavovaro se producen como resultado<br />
de la debilidad del tibial anterior y los<br />
perineos, y la contractura u debilidad<br />
de la musculatura plantar intrínseca<br />
(Figura 26.39).<br />
Figura 26.39. Pie cavo varo en un paciente<br />
afecto de enfermedad de Charcot-Marie-<br />
Tooth.
También se produce una afectación de<br />
la mano en la edad adulta, debido<br />
fundamentalmente a la musculatura<br />
intrínseca de la mano, con la aparición<br />
de una deformidad menor intrínseca<br />
(Figura 26.40).<br />
Figura 26.40. Parálisis cubital bilateral en<br />
la enfermedad de Charcot-Marie-Tooth.<br />
26.4.5.4. Tratamiento:<br />
En general, se realizan transferencias<br />
tendinosas cuando el pie es flexible<br />
pero empieza a adoptar una postura de<br />
cavovaro. La combinación más<br />
frecuente es la transferencia de Jones<br />
(extensor largo del dedo gordo al cuello<br />
del primer metatarsiano), liberación<br />
plantar y transferencia del tibial<br />
posterior a la parte media del dorso del<br />
pie. El alargamiento del tendón de<br />
Aquiles debe evitarse cuando el<br />
“equino” aparente se debe a una<br />
deformidad en cavo y no a una<br />
deformidad de la parte posterior del pie.<br />
La artrodesis triple también debe<br />
evitarse, si es posible, ya que los<br />
resultados a largo plazo han sido<br />
malos. Sin embargo, puede estar<br />
indicada una osteotomía del primer<br />
metatarsiano y el calcáneo como apoyo<br />
de las intervenciones sobre tejidos<br />
blandos si la deformidad encavo ha<br />
llegado a ser relativamente rígida.<br />
26.4.6. Poliomielitis<br />
26.4.6.1. Introducción:<br />
La poliomielitis, infección viral que<br />
afecta a las células motoras de la<br />
médula espinal y capaz de producir una<br />
parálisis permanente, representa en la<br />
actualidad una enfermedad casi del<br />
572<br />
todo superable, como consecuencia de<br />
haberse desarrollado en estos últimos<br />
años una vacuna efectiva. Sin<br />
embargo, es posible que transcurran<br />
muchos años antes de que sea<br />
totalmente controlada esta enfermedad,<br />
en particular en los paises del mundo<br />
que están en vias de desarrollo. Por<br />
esta razón, la poliomielitis todavía<br />
merece ser considerada en un libro de<br />
texto dedicado al estudio del sistema<br />
músculoesquelético.<br />
26.4.6.2. Etiología:<br />
El virus de la poliomielitis, del que<br />
existen 3 tipos, es miembro del grupo<br />
de los enterovirus. Penetra en el<br />
<strong>org</strong>anismo de forma característica a<br />
través del tubo digestivo, desde donde<br />
se extiende a través del torrente<br />
circulatorio hasta su objetivo, las<br />
células del asta anterior de la médula<br />
espinal y del tallo cerebral. Se presenta<br />
generalmente en forma de epidemias,<br />
en particular al final del verano,<br />
pudiéndose presentar también<br />
esporádicamente.<br />
26.4.6.3. Diagnóstico:<br />
La poliomielitis puede ser “abortiva” sin<br />
originar síntomas, “no paralítica” con<br />
síntomas generales o “paralítica” con<br />
síntomas generales y parálisis.<br />
Después de un periodo de incubación<br />
de 2 semanas, el virus ataca las células<br />
del asta anterior y puede llegar a<br />
destruirlas, produciendo con ello un tipo<br />
de parálisis permanente de la neurona<br />
motora inferior que afecta a las fibras<br />
musculares inervadas por éstas. En<br />
este capítulo, sólo haremos referencia<br />
a la poliomielitis paralítica.<br />
Durante la fase prodrómica, que dura<br />
dos días, el paciente experimenta<br />
síntomas generales inespecíficos<br />
comunes a muchas infecciones virales,<br />
es decir, cefalea, malestar y mialgias.<br />
Durante la fase aguda de la<br />
poliomielitis aguda paralítica, el<br />
paciente desarrolla fiebre, cefalea<br />
intensa, rigidez de nuca (indicio de<br />
irritación meníngea), espasmo doloroso<br />
e hipersensibilidad de los músculos<br />
afectados. En este momento, el líiquido<br />
cefalorraquídeo contiene grandes
cantidades de linfocitos. Durante la<br />
fase aguda, que dura<br />
aproximadamente dos meses, se<br />
desarrolla una parálisis flácida en los<br />
músculos inervados por las células del<br />
asta anterior y que están dañadas. La<br />
extensión de la parálisis varía desde la<br />
debilidad de un músculo o grupo de<br />
músculos, a la parálisis completa de la<br />
totalidad de los músculos de los cuatro<br />
miembros y el tronco; si el tallo cerebral<br />
resulta también dañado, los músculos<br />
de la respiración se paralizan, siendo<br />
necesaria la respiración artificial para<br />
conservar la vida.<br />
La fase de recuperación, que dura<br />
hasta dos años, es el periodo en el que<br />
se produce la gradual recuperación de<br />
cualquier parálisis transitoria,<br />
produciéndose en los primeros 6<br />
meses. Aproximadamente una tercera<br />
parte de los pacientes consiguen su<br />
completa recuperación durante esta<br />
fase.<br />
La fase de parálisis residual persiste<br />
durante el resto de la vida, no siendo<br />
de esperar una mayor recuperación. La<br />
causa de las deformidades que se<br />
observan, resultan del desequilibrio<br />
muscular, la contractura muscular, la<br />
atrofia muscular y, durante la infancia,<br />
el retraso del crecimiento longitudinal<br />
óseo del miembro afectado. Entre las<br />
deformidades postpoliomielíticas,<br />
destacan la cifosis dorsal, subluxación<br />
paralítica de la cadera, deformidad en<br />
valgo de la rodilla, deformidad en varo<br />
y/o equjno del pie, etc.<br />
26.4.6.4. Tratamiento:<br />
Durante la fase aguda, el paciente<br />
debe guardar cama y es tratado<br />
sintomáticamente. Para prevenir las<br />
contracturas de los miembros<br />
afectados se emplean férulas de quita y<br />
pon y una vez que el espasmo<br />
muscular ha remitido, se someten las<br />
articulaciones del miembro paralizado a<br />
un suave movimiento que llegue al<br />
máximo, durante varios minutos cada<br />
día.<br />
El tratamiento durante la fase de<br />
recuperación o convalecencia, incluye<br />
ejercicios activos para fortalecer los<br />
músculos que están en fase de<br />
573<br />
recuperación y la aplicación de<br />
abrazaderas adecuadas para<br />
estabilizar os miembros débiles,<br />
prevenir las contracturas y mejorar la<br />
función.<br />
El tratamiento de los pacientes con<br />
parálisis residual se selecciona de<br />
acuerdo con los 6 principios de<br />
tratamiento ortopédico de los trastornos<br />
y lesiones neurológicos:<br />
a. Prevención de la deformidad<br />
musculoesquelética.<br />
b. Corrección de la deformidad<br />
musculoesquelética existente.<br />
c. Mejoramiento del equilibrio<br />
muscular.<br />
d. Mejormiento de las funciones.<br />
e. Mejoramiento del aspecto.<br />
f. Rehabilitación.<br />
El tratamiento operatorio se difiere<br />
hasta que ya no exista otra esperanza<br />
de recuperación muscular. Las<br />
operaciones quirúrgicas más eficaces<br />
para los pacientes con parálisis flácida<br />
debida a poliomielitis en fase residual<br />
incluyen:<br />
- Elongación tendinosa.<br />
- Transfrencia tendinosa.<br />
- Tenodesis.<br />
- Osteotomía junto a la articulación.<br />
- Artrodesis, y<br />
- Igualación de la longitud de las<br />
piernas.<br />
En algunos pacientes, la parálisis<br />
residual del miembro inferior es tan<br />
extensa que se requiere la aplicación<br />
de abrazaderas permanentes para<br />
proporcionarle estabilidad para que<br />
pueda mantenerse en posición erecta y<br />
caminar. En otros que presentan una<br />
evidente atrofia del miembro inferior,<br />
puede mejorarse de forma efectiva el<br />
aspecto de los mimemos mediante la<br />
aplicación de una prótesis estética en<br />
el segmento atrofiado del miembro.<br />
Los pacientes con parálisis residual<br />
extensa, en particular cuando ésta<br />
afecta a los dos miembros superiores<br />
requieren una rehabilitación.
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