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13.1. Introducción:<br />

Un paciente politraumatizado es aquel<br />

que presenta dos o más lesiones<br />

traumáticas graves, periféricas o<br />

viscerales, que repercuten<br />

negativamente sobre una o varias de<br />

sus funciones, amenazando su<br />

supervivencia.<br />

Suele tratarse de un individuo joven<br />

previamente sano de cualquier edad,<br />

aunque más frecuentemente joven, que<br />

sufre una agresión traumática externa,<br />

habitualmente de alta energía. Esta<br />

puede provocar una serie de lesiones<br />

de localización diversa, tanto viscerales<br />

(intracraneales, torácicas o<br />

abdominales) como esqueléticas<br />

(raquis, pelvis, miembros superiores o<br />

inferiores), que lo convierten en un<br />

paciente extremadamente frágil, con<br />

alto riesgo de complicaciones y con<br />

peligro de perder la vida.<br />

13.2. Mortalidad y complicaciones:<br />

La mortalidad de estos pacientes se<br />

distribuye en el tiempo de la siguiente<br />

manera: el 50 % fallece en la primera<br />

media hora a consecuencia de lesiones<br />

<strong>org</strong>ánicas incompatibles con la vida; el<br />

30 % muere en las primeras cuatro<br />

horas, principalmente por la pérdida<br />

masiva de sangre y/o complicaciones<br />

respiratorias; el 20 % restante fallece<br />

días o semanas después del<br />

traumatismo a consecuencia de fracaso<br />

multi<strong>org</strong>ánico, condicionado<br />

principalmente por complicaciones<br />

inflamatorias e infecciosas. En la Tabla<br />

13.I, se resumen las principales<br />

complicaciones que pueden derivarse<br />

de las lesiones ortopédicas.<br />

CAPITULO 13. EL POLITRAUMATIZADO<br />

293<br />

Tabla 13.I. Principales complicaciones<br />

derivadas de las lesiones ortopédicas.<br />

• Generales:<br />

Shock (hipovolemico, neurógeno,<br />

séptico).<br />

Hipotermia.<br />

Síndrome de respuesta inflamatoria<br />

sistémica.<br />

Fracaso multi<strong>org</strong>ánico.<br />

Coagulopatía aguda.<br />

• Locales:<br />

Trombosis venosa profunda.<br />

Tromboembolismo pulmonar.<br />

Síndrome de embolia grasa.<br />

Síndrome de distrés respiratorio<br />

agudo.<br />

Síndrome compartimental.<br />

• Infecciosas:<br />

- Locales:<br />

Neumonía.<br />

Herida traumática.<br />

Herida quirúrgica.<br />

Abscesos.<br />

- Generales:<br />

Sepsis.<br />

• Ortopédicas:<br />

Alteraciones neurovasculares.<br />

Consolidación en mala posición.<br />

Ausencia de consolidación.<br />

Alteraciones fisarias.<br />

Necrosis avascular.<br />

Rigidez articular.<br />

Artrosis postraumática.<br />

Osificación heterotópica.<br />

13.3. Identificación de las lesiones:<br />

La identificación de las lesiones es<br />

importante para diferenciar al paciente<br />

politraumatizado fisiológicamente<br />

inestable del paciente traumático<br />

estable con una lesión menor o que


afecta a un solo sistema. Pueden<br />

utilizarse puntuaciones de la gravedad<br />

de las heridas para facilitar la selección<br />

de los pacientes, evaluar los resultados<br />

y comparar distintos sistemas de<br />

asistencia. Los sistemas de puntuación<br />

se basan en parámetros anatómicos<br />

y/o fisiológicos. En este contexto, se<br />

han desarrollado multitud de<br />

puntuaciones diferentes para intentar<br />

estudiar las complejidades y<br />

variabilidades de las lesiones sufridas<br />

por los pacientes politraumatizados.<br />

Entre los más utilizados se encuentran<br />

la “Revised Trauma Store (RTS)” y la<br />

“Escala del coma de Glasgow (GCS)”<br />

para la evaluación inicial del paciente<br />

traumático (Tablas 13.II y 13.III). Estos<br />

sistemas, que determinan el grado de<br />

lesión y el deterioro fisiológico<br />

resultante, se emplean en los sistemas<br />

de traumatología <strong>org</strong>anizados para la<br />

selección de los pacientes para ser<br />

trasladados a centros de asistencia<br />

traumatológica global. Los datos<br />

existentes sugieren que si la<br />

puntuación GCS es inferior a 13 ó la<br />

RTS es inferior a 11, los pacientes<br />

deben ser trasladados a centros de<br />

asistencia integral.<br />

Tabla 13.II. Sistema de puntuación<br />

“Revised Trauma Store (RTS)”.<br />

294<br />

Tabla 13.III. Escala del Coma de Glasgow.<br />

La asistencia inmediata de los<br />

pacientes politraumatizados<br />

inestables debe desglosarse en 4<br />

fases, que constituyen un esquema<br />

general de tratamiento<br />

traumatológico. La fase de<br />

asistencia inicial es la fase de<br />

examen principal, en la que s<br />

identifican y se tratan las heridas<br />

con inmediato peligro para la vida.<br />

La fase de reanimación, que incluye<br />

la colocación de diversas vías y<br />

tubos para la vigilancia y la<br />

reanimación, se inicia de manera<br />

simultánea. La tercera fase incluye<br />

el examen secundario o la historia<br />

clínica y exploración física del<br />

paciente, que se utilizan para<br />

identificar cualquier otra herida que<br />

haya sufrido el paciente como<br />

resultado del accidente y que no<br />

ponga en peligro la vida. La fase<br />

final es la de asistencia definitiva y<br />

consiste en la intervención<br />

quirúrgica o la vigilancia crónica.<br />

La principal prioridad del<br />

tratamiento de un paciente<br />

politraumatizado es el<br />

establecimiento de una vía<br />

respiratoria permeable, seguida de<br />

la ventilación y la circulación. Se<br />

realizan<br />

radiografías estándares del


tórax, la pelvis y la columna cervical<br />

de perfil en una fase precoz de la<br />

asistencia.<br />

El médico debe determinar el grado<br />

de función neurológica del paciente<br />

del paciente, seguido de una<br />

exploración física de todo el cuerpo<br />

del paciente para detectar todas las<br />

áreas de posible lesión. La<br />

reanimación con líquidos se orienta<br />

con las constantes vitales del<br />

paciente y con las estimaciones de<br />

la pérdida de líquidos. Debe<br />

realizarse una exploración rectal y<br />

una vaginal; se coloca una sonda<br />

de Foley tras evaluar la posibilidad<br />

de lesión uretral. El lavado<br />

abdominal o la <strong>tomo</strong>grafía axial<br />

computarizada (TAC) abdominal se<br />

emplean para detectar posibles<br />

lesiones intraabdominales. La TAC<br />

craneal está indicada en los<br />

pacientes con signos de lesión<br />

craneal, facial o de la columna<br />

cervical. Sin embargo, se pesar de<br />

que se sigan los 4 pasos sucesivos<br />

en la asistencia de los<br />

politraumatizados, la incidencia de<br />

lesiones que pasan inadvertidas se<br />

aproxima al 10 % en los pacientes<br />

con traumatismos cerrados. Así, en<br />

los pacientes que no pueden<br />

colaborar o no pueden responder<br />

debido a traumatismos craneales,<br />

intoxicación alcohólica o intubación,<br />

son más probables las lesiones no<br />

diagnosticadas, entre las que se<br />

encuentran por encima de todas,<br />

las musculoesqueléticas. Entre<br />

éstas las más frecuentes son las<br />

fracturas vertebrales y de los pies y<br />

las lesiones del carpo. La falta de<br />

diagnóstico de lesiones de la<br />

columna cervical puede conducir a<br />

un déficit neurológico. Por ello, se<br />

recomienda un examen o un<br />

seguimiento sistemático mediante<br />

evaluación hospitalaria para reducir<br />

el riesgo de que pasen inadvertidas<br />

lesiones en los pacientes<br />

politraumatizados. Este examen de<br />

seguimiento musculoesquelético,<br />

debe realizarse a poder ser con el<br />

paciente con capacidad de<br />

respuesta y colaboración, que<br />

295<br />

pueda indicar al médico las áreas<br />

de dolor o de sensibilidad a la<br />

palpación.<br />

13.4. Tratamiento general de las<br />

lesiones:<br />

13.4.1. Traumatismos craneales:<br />

La forma clásica de abordar el<br />

tratamiento del paciente<br />

politraumatizado con un<br />

traumatismo craneal importante ha<br />

sido la estabilización con un<br />

tratamiento de líquidos adecuado y<br />

la realización de una TAC precoz<br />

para definir la importancia de la<br />

lesión. El tratamiento de diseña<br />

para reducir la hipertensión cerebral<br />

e incluye la hiperventilación,<br />

manteniendola entre 32 y 35<br />

mmHg, la elevación de la cabeza y<br />

la diuresis osmótica. Esta última,<br />

utilizando manitol o urea, continúa<br />

siendo útil para tratar a los<br />

pacientes con edema cerebral<br />

agudo.<br />

Por lo que respecta al tratamiento<br />

de las lesiones esqueléticas en<br />

estos pacientes, fundamentalmente<br />

las fracturas de los huesos largos,<br />

aún no se ha establecido una<br />

norma estándar respecto al<br />

momento en que debe realizarse.<br />

Sin embargo, cuando se retrasa la<br />

estabilización quirúrgica de las<br />

fracturas femorales, la incidencia de<br />

complicaciones pulmonares<br />

(síndrome de distrés respiratorio<br />

agudo, tromboembolismo pulmonar,<br />

síndrome de embolia grasa y<br />

neumonía) aumenta de manera<br />

significativa, aunque estos datos<br />

han de tomarse con extrema<br />

cautela antes de ser taxativo.<br />

13.4.2. Traumatismos torácicos:<br />

En un paciente politraumatizado<br />

con lesiones torácicas, una<br />

preocupación importante es la<br />

probable lesión pulmonar causante<br />

de hipoxia. Tanto la contusión<br />

pulmonar como el hemotórax, la<br />

laceración pulmonar y el<br />

neumotórax pueden causar una<br />

hipoxia significativa. Generalmente


estos problemas pueden tratarse<br />

con maniobras aplicadas a las vías<br />

respiratorias, como la intubación, la<br />

ventilación mecánica o el empleo<br />

de un tubo de toracostomía. En<br />

cuanto al tratamiento de las<br />

fracturas de los huesos largos en<br />

estos pacientes con problemas<br />

pulmonares, tampoco hay un<br />

consenso en cuanto a si es mejor<br />

operarlos precozmente o después<br />

de estabilizarlos adecuadamente.<br />

Sin embargo, la reducción abierta y<br />

la fijación interna de estas fracturas<br />

pueden mejorar el estado pulmonar<br />

y debe facilitar la asistencia de<br />

enfermería.<br />

Continúa existiendo una<br />

controversia respecto a la mejor<br />

forma de evaluar a un paciente en<br />

que se sospecha una lesión de la<br />

aorta torácica. Varios estudios han<br />

confirmado que la aortografía es el<br />

patrón de referencia con el que<br />

deben compararse las demás<br />

modalidades diagnósticas (como la<br />

TAC dinámica). Un paciente con un<br />

mediastino ensanchado debe ser<br />

evaluado antes de la reparación de<br />

fracturas de huesos largos, para<br />

descartar la presencia de una lesión<br />

aórtica grave.<br />

El tratamiento de ventilación de los<br />

pacientes con heridas críticas en la<br />

unidad de cuidados intensivos<br />

incluye sofisticaciones técnicas<br />

como el apoyo de presión y la<br />

hipercapnia permisiva. Estas<br />

modificaciones reducen el uso de<br />

energía por parte del paciente y<br />

disminuyen el potencial de<br />

barotrauma.<br />

13.4.3. Traumatismos<br />

abdominales:<br />

La evaluación de los pacientes<br />

politraumatizados con lesiones<br />

agudas incluye el lavado peritoneal<br />

en los enfermos inestables en los<br />

que se sospecha la presencia de<br />

lesiones intraabdominales; sin<br />

embargo, en los pacientes<br />

razonablemente estables con una<br />

sospecha de lesión abdominal se<br />

opta con mayor frecuencia por un<br />

296<br />

examen mediante la TAC. El<br />

empleo de la TAC ha reducido el<br />

número de pacientes en los que es<br />

necesaria una laparotomía urgente<br />

a causa de un lavado positivo. En la<br />

actualidad se identifican numerosos<br />

pacientes en los que la TAC revela<br />

la presencia de lesiones hepáticas y<br />

esplénicas pero que se mantienen<br />

estables. La única lesión que la<br />

TAC no parece detectar son las<br />

perforaciones pequeñas del tubo<br />

digestivo. Es imprescindible pues<br />

una observación estrecha y la<br />

realización de exploraciones<br />

seriadas cuando no se utiliza el<br />

lavado peritoneal diagnóstico y la<br />

TAC constituye el método de<br />

evaluación principal del abdomen.<br />

El empleo de la ecografía como<br />

instrumento de detección<br />

sistemática está ganado mayor<br />

aceptación. La ecografía abdominal<br />

puede ralizarla con un alto grado de<br />

exactitud el equipo quirúrgico del<br />

departamento de urgencias. Esta<br />

exploración no requiere el traslado<br />

del paciente en estado crítico a<br />

otras áreas del hospital, y puede<br />

repetirse con facilidad para el<br />

seguimiento posterior.<br />

13.4.4. Traumatismos de la<br />

columna vertebral.<br />

De manera sistemática deben<br />

realizarse radiografías de la<br />

columna cervical a todo paciente<br />

politraumatizado. Las<br />

consecuencias de la falta de<br />

detección de una fractura de la<br />

columna cervical justifica<br />

plenamente estas radiografías, a<br />

pesar de la muy baja incidencia de<br />

resultados positivos verdaderos.<br />

Las fracturas de la columna<br />

dorsolumbar se asocian a un déficit<br />

neurológico en, aproximadamente<br />

el 45 % de los pacientes. Dadas las<br />

consecuencias de la falta de<br />

detección de una fractura de la<br />

columna dorsal o lumbar,<br />

actualmente se recomienda<br />

también la obtención de<br />

radiografías de control en los<br />

pacientes traumáticos que han


sufrido heridas contusas en<br />

múltiples sistemas, una caida desde<br />

una altura igual o superior a unos 3<br />

m, una expulsión de un vehículo a<br />

motor o una motocicleta, una<br />

puntuación de la escala de Glasgow<br />

< 8, un déficit neurológico o un<br />

dolor o sensibilidad a la palpación<br />

en la espalda durante la exploración<br />

clínica.<br />

En cuanto al tratamiento, la<br />

recomendación actual consiste en<br />

administrar metilprednisolona por<br />

vía intravenosa a todos los<br />

pacientes con lesiones agudas de<br />

la médula espinal. La dosis<br />

recomendada es de 30 mg/Kg de<br />

peso corporal a lo largo de 15<br />

minutos, seguido de una perfusión<br />

de 5,4 mg/Kg/h durante 23 h. Con<br />

este tratamiento, se ha constatado<br />

una mejoría significativa en<br />

aquellos pacientes con lesiones<br />

medulares incompletas a los que se<br />

suministró metilprednisolona. No<br />

obstante, dicho tratamiento, para<br />

que sea eficaz, debe suministrarse<br />

antes de las 8 h de la lesión.<br />

13.4.5. Traumatismos de la pelvis<br />

y extremidades inferiores<br />

Se ha observado una reducción de<br />

la tasa de mortalidad cuando las<br />

fracturas graves de pelvis y de<br />

huesos largos se estabilizan<br />

precozmente (en el plazo de 48 h)<br />

en la asistencia del paciente<br />

politraumatizado. Sin embargo, se<br />

ha suscitado cierta controversia en<br />

cuanto al tratamiento de las<br />

fracturas de las diáfisis de los<br />

huesos largos, especialmente fémur<br />

y tibia. En este sentido, mientras<br />

que hay autores que recomiendan<br />

los clavos endomedulares sin fresar<br />

porque así se evita la diseminación<br />

de partículas embólicas, hay otros<br />

que no encuentran diferencias al<br />

emplear los clavos con fresado.<br />

Estudios prospectivos de<br />

investigación y clínicos,<br />

seguramente nos aportarán más<br />

datos al respecto. Quizás, el<br />

empleo de clavos sin fresar<br />

requieren un tiempo operatorio<br />

297<br />

inferior y comportan una menor<br />

pérdida hemática, aunque también<br />

se asocian a una tasa más elevada<br />

de complicaciones técnicas,<br />

incluyendo los retardos de la unión<br />

ósea.<br />

13.5. Fisiopatología del<br />

politraumatismo.<br />

El grado de respuesta a la lesión<br />

está relacionado con la gravedad<br />

de ésta y el número de sistemas<br />

afectados. Las lesiones mecánicas<br />

o térmicas graves dan lugar a<br />

enormes aumentos de las<br />

necesidades caloricas (de hasta un<br />

150% del valor normal en los<br />

pacientes con quemaduras graves).<br />

El aporte de una nutrición suficiente<br />

para hacer frente a estas<br />

necesidades ha constituido un<br />

importante avance en el campo de<br />

la asistencia de los pacientes<br />

traumáticos. De igual modo, las<br />

heridas graves causantes de un<br />

daño místico y shock estimulan de<br />

manera intensa la respuesta de<br />

estrés y alteran el equilibrio<br />

endocrino del paciente. Se produce<br />

un aumento de la secreción de las<br />

hormonas relacionadas con la<br />

movilización de las grasas y la<br />

glucosa. La secreción de insulina<br />

parece elevarse durante la<br />

respuesta al estrés<br />

Se utiliza la denominación genérica<br />

de citocinas para hacer referencia a<br />

las proteínas que actúan como<br />

mediadores de la función celular<br />

mediante su fijación a receptores<br />

específicos de la superficie ulular.<br />

Este término se emplea para<br />

sustituir a los de linfocitos y<br />

monocinas. Se han observado<br />

concentraciones significativas de<br />

estas sustancias asociadas a las<br />

lesiones de tejidos blandos y el<br />

hematoma de fractura que<br />

acompaña a las fracturas<br />

importantes. La circulación<br />

sistémica de las citocinas a partir<br />

del lugar de la lesión de tejidos<br />

blandos es un campo de interés en<br />

el estudio de la inflamación<br />

sistémica y la supresión inmunitaria


ocasional observada en los<br />

pacientes con politraumatismos.<br />

El fracaso muti<strong>org</strong>ánico se<br />

produce en dos momentos<br />

diferentes tras las lesiones iniciales.<br />

La forma de presentación temprana<br />

se produce sin sepsis y se cree que<br />

se debe a la respuesta inflamatoria<br />

postraumática inicial. La forma de<br />

presentación tardía del fracaso<br />

multisistemico se asocia a la sepsis<br />

y se considera relacionado con una<br />

infección o sepsis incontrolada.<br />

Además de la sepsis, las<br />

intervenciones quirúrgicas<br />

realizadas en el período<br />

postraumático pueden amentar el<br />

elevado grado de inflamación<br />

existente y causar un fracaso<br />

multi<strong>org</strong>ánico.<br />

El concepto de que las<br />

intervenciones quirúrgicas<br />

practicadas tras la reanimación<br />

inicial pueden actuar como un<br />

“segundo golpe” en el paciente<br />

politraumatizado tiene importancia<br />

para los especialistas en cirugía<br />

ortopédica y traumatología, pues un<br />

tercio de los casos en los que se<br />

practicó la cirugía de forma<br />

secundaria (no precozmente),<br />

precedieron a un deterioro de la<br />

función <strong>org</strong>ánica. Los marcadores<br />

de la inflamación, como la proteína<br />

C reactiva, la tasa de neutrófilos y<br />

el recuento plaquetar, pueden<br />

proporcionar un medio de evaluar el<br />

grado de inflamación del paciente.<br />

En el futuro, es posible, que puedan<br />

utilizarse diferentes medidas de la<br />

inflamación para facilitar la<br />

predicción de los pacientes con un<br />

riesgo de presentar un fracaso<br />

multi<strong>org</strong>ánico y, en consecuencia,<br />

determinar el momento más<br />

apropiado para la fijación de las<br />

fracturas en los pacientes con<br />

traumatismos graves.<br />

13.6. Profilaxis de las<br />

complicaciones.<br />

La asistencia inmediata de los<br />

pacientes politraumatizados consiste<br />

en determinar qué lesiones existen y<br />

repararlas en el orden correcto de<br />

298<br />

importancia y en los momentos<br />

oportunos. La asistencia posterior<br />

comporta una vigilancia del paciente y<br />

una prevención de las complicaciones.<br />

Los tratamientos pofilácticos indicados<br />

en la asistencia de los pacientes con<br />

lesiones agudas incluyen los siguiente:<br />

• Determinación de las necesidades<br />

nutricionales.<br />

• Prevención de la hemorragia de<br />

estrés, la trombosis venosa y las<br />

úlceras por decúbito, y<br />

• Evaluación de la cobertura<br />

antibiótica.<br />

La nutrición precoz es un elemento<br />

crucial en la asistencia de los pacientes<br />

politraumatizados. La recomendación<br />

actual consiste en proporcionar una<br />

nutrición enteral temprana a los<br />

pacientes con un tubo digestivo<br />

funcional. En este sentido, varias<br />

pautas nutricionales han resultado muy<br />

útiles al aumentar el número de<br />

calorías aportadas a los pacientes con<br />

traumatismos agudos y reducir las<br />

complicaciones asociadas a la<br />

inmunosupresión que puede producirse<br />

con la nutrición parenteral o la ausencia<br />

absoluta de nutrición. Los objetivos son<br />

el apoyo ante el hipermetabolismo<br />

inicial asociado a la lesión y la<br />

prevención de la desnutrición proteicocalórica<br />

que se produce en uno o dos<br />

días tras el traumatismo.<br />

Los pacientes con lesiones<br />

traumáticas graves presentan una<br />

respuesta de estrés que incluye la<br />

liberación de hormonas que estimulan<br />

la producción de ácido gástrico. La<br />

introducción de agentes que reducen la<br />

secreción áida ha permitido disminuir el<br />

número de pacientes que necesitan un<br />

tratamiento de las hemorragias de<br />

estrés. La prevención de éstas con el<br />

empleo de un bloqueo histamínico o<br />

una protección de barrera mucosa es<br />

necesaria en cualquier paciente con<br />

lesiones traumáticas importantes y lo<br />

es especialmente en los pacientes que<br />

no deben tomar alimento alguno por vía<br />

enteral.<br />

La trombosis venosa profunda y la<br />

embolia pulmonar son motivos de


preocupación importantes en los<br />

pacientes con traumatismos múltiples.<br />

En este sentido, es necesaria alguna<br />

forma de profilaxis o tratamiento. La<br />

mejor opción continúa siendo la<br />

anticoagulación completa; sin embargo,<br />

es frecuente que la misma no esté<br />

indicada debido a los múltiples lugares<br />

de lesión y a la posibilidad de<br />

hemorragia, especialmente en el<br />

sistema nervioso central. Por icho<br />

motivo, las formas apropiadas de<br />

profilaxis, que dependen de los tipos de<br />

lesión, deben incluir una o varias de<br />

las siguientes opciones:<br />

1) movimiento pasivo de las<br />

extremidades inferiores;<br />

2) dispositivos de compresión<br />

segmentaria de las extremidades;<br />

3) antagonistas de la vitamina K<br />

(wafarina, cumadina); 4) dosis bajas o<br />

minidosis de heparina;<br />

5) deambulación precoz;<br />

6) colocación de un filtro de vena cava,<br />

aunque este punto es motivo de<br />

debate.<br />

La aparición de úlceras por decúbito<br />

añade con frecuencia un coste<br />

adicional a los costes propios del<br />

traumatismo. En consecuencia, las<br />

intervenciones para reducir su<br />

incidencia, son cruciales. En los<br />

pacientes politraumatizados,<br />

especialmente aquéllos con dificultades<br />

de movimiento secundarias a la<br />

parálisis o a las intervenciones<br />

prolongadas, la atención se centra en<br />

la prevención de una presión<br />

prolongada en las áreas de declive. Las<br />

medidas preventivas incluyen la<br />

obtención de la cama apropiada, retirar<br />

al paciente de las tablas de columna<br />

rígidas lo antes posible, y movilizarlo<br />

tan pronto como sea posible.<br />

Lamentablemente, la prevención de las<br />

úlceras de decúbito constituye con<br />

frecuencia una cuestión poco prioritaria<br />

en los pacientes traumáticos o en<br />

estado crítico, y es frecuente que estas<br />

medidas sólo empiecen después de<br />

que se observe el problema.<br />

299<br />

La última pauta profiláctica importante<br />

en una fase inicial de la asistencia del<br />

paciente es la elección de los<br />

antibióticos.<br />

En este contexto, la mayor parte de los<br />

estudios indican que para los<br />

traumatismos cerrados en muchos<br />

sistemas diferentes del <strong>org</strong>anismo, la<br />

profilaxis rente a los micro<strong>org</strong>anismos<br />

de la superficie requieren tan sólo una<br />

cefalosporina de primera generación,<br />

mientras que en los traumatismos<br />

abiertos, la cobertura de los<br />

micro<strong>org</strong>anismos gramnegativos y<br />

anaerobios puede ser orientada por el<br />

tipo de herida de que se trate y por la<br />

situación del paciente cuando se<br />

produjo la lesión.<br />

13.7. Evolución de los pacientes<br />

politraumatizados.<br />

Las mejoras que se han producido en<br />

los cuidados de los pacientes con<br />

estado crítico, han reducido la<br />

mortalidad asociada al fracaso<br />

multi<strong>org</strong>ánico del 90 % al 50 % Los<br />

pacientes que sobreviven a un fracaso<br />

multisistémico suelen presentar una<br />

función pulmonar, hepática y renal<br />

normal en el seguimiento realizado a<br />

largo plazo. De igual importancia es el<br />

hecho de que muchos de estos<br />

pacientes con lesiones graves vuelvan<br />

a trabajar en el plazo de un año tras<br />

haber sufrido el traumatismo. El<br />

pronóstico en la reanudación de un<br />

estilo de vida es difícil de predecir y<br />

puede estar relacionado en igual<br />

medida con factores sociales que con<br />

los tipos de lesión sufrida.<br />

La morbilidad relativa de las diferentes<br />

fracturas de la extremidad inferior<br />

parece depender del tiempo. En las<br />

horas siguientes a la lesión, las<br />

fracturas de los huesos largos deben<br />

estabilizarse para prevenir las<br />

complicaciones pulmonares. Aunque<br />

las fracturas graves del tobillo y el pie<br />

no planteen un riesgo para la<br />

supervivencia en las fases iniciales de<br />

un traumatismo, está claramente


documentada la discapacidad tardía<br />

por fracturas de calcáneo y otros<br />

huesos del pie. Con frecuencia, estas<br />

lesiones pasan a ser factores<br />

determinantes importantes del deterioro<br />

del estilo de vida después de que las<br />

demás fracturas múltiples hayan<br />

curado. Otro tanto ocurre con los<br />

huesos de la muñeca y mano.<br />

300


CAPITULO 14. AFECCIONES ORTOPEDICAS DE LA EXTREMIDAD<br />

SUPERIOR<br />

14.1. HOMBRO<br />

14.1.1. Periartritis escapulohumeral<br />

14.1.1.1. Introducción:<br />

Con el nombre de periartritis<br />

escapulohumeral, capsulitis adhesiva u<br />

hombro congelado, se define un<br />

síndrome que incluye un grupo de<br />

entidades causadas por diversos<br />

procesos y que cursan con dolor y<br />

restricción del movimiento articular del<br />

hombro, como consecuencia de la<br />

retracción y fibrosis de las partes<br />

blandas periarticulares,<br />

fundamentalmente la cápsula<br />

glenohumeral (Figura 14.1).<br />

Figura 14.1. Esquema de la periartritis<br />

escápulo humeral, donde se observa la<br />

retracción y fibrosis<br />

de la cápsula<br />

glenohumeral.<br />

La capsulitis adhesiva primaria afecta<br />

al<br />

2-3 % de la población general, con<br />

una<br />

mayor incidencia en mujeres que<br />

en<br />

hombres y con una edad de<br />

301<br />

presentación entre los 40 y 50 años de<br />

edad. Un 15 % de los pacientes<br />

desarrollan este síndrome de forma<br />

bilateral.<br />

14.1.1.2. Etiología:<br />

La periartritis escapulohumeral puede<br />

ser primaria (cuando se desconoce la<br />

causa), o bien secundaria, término<br />

genérico que sirve para designar todas<br />

aquellas otras causas que cursan con<br />

una disminución de la movilidad del<br />

hombro, tanto pasiva como activa<br />

(Tabla 14.I). Las estructuras afectadas<br />

en este proceso son las partes blandas<br />

que rodean a esta articulación y, cuyo<br />

resultado final es, el bloqueo mecanico<br />

de la misma. Esta contractura<br />

ocasionada por los tejidos blandos<br />

puede<br />

acompañarse de otros procesos<br />

patológicos, tales como la rotura del<br />

manguito de los rotadores o la artrosis.<br />

En esta última,<br />

la incongruencia<br />

articular<br />

puede agravar la limitación<br />

articular preexistente.<br />

Tabla 14.I. Enfermedades<br />

y procesos<br />

patológicos asociados a la periartritis<br />

escapulohumeral.<br />

• Diabetes mellitus<br />

• Disfunción tiroidea<br />

• Traumatismos<br />

• Artritis reumatoide<br />

• Cáncer de pulmón<br />

• Tuberculosis pulmonar<br />

• Enfermedad pulmonar crónica<br />

• Infarto de miocardio<br />

• Accidentes vasculares cerebrales<br />

• Esclerodermia<br />

• Postmastectomía<br />

• Hernia discal cervical.


14.1.1.3. Diagnóstico:<br />

La historia natural y el curso clínico de<br />

la capsulitis adhesiva pasa por tres<br />

fases<br />

evolutivas: 1) Fase aguda ó<br />

álgida, en la que el dolor y la rigidez<br />

progresivas son las principales<br />

características; 2) Fase adhesiva, en<br />

que la rigidez es más evidente y<br />

severa pero con una<br />

cierta<br />

disminución del dolor, y 3) Fase de<br />

recuperación,<br />

que se caracteriza por el<br />

gradual<br />

y espontáneo aumento de la<br />

movilidad articular, aunque<br />

la completa<br />

recuperación es muy<br />

poco frecuente, si<br />

no va acompañada de una intensa<br />

recuperación funcional.<br />

Estadío álgido (entre 3 y 8 meses):<br />

• Dolor con el movimiento<br />

• Dificultad generalizada al<br />

•<br />

movimiento articular del hombro<br />

Contractura muscular<br />

• Aumento del dolor, por<br />

la noche y<br />

en reposo.<br />

Estadío adhesivo:<br />

• Menos dolor<br />

• Aumento de la rigidez y restricción<br />

del movimiento articular<br />

• Disminución del dolor por la noche<br />

y en reposo<br />

• Molestias a los movimientos<br />

extremos de movimiento<br />

Estadío de recuperación:<br />

• Disminución del dolor<br />

• Aumento progresivo del movimiento<br />

articular<br />

• Recuperación espontánea pero<br />

frecuentemente incompleta<br />

Si bien esta patología se la considera<br />

benigna, muchos de estos pacientes<br />

quedan con severas limitaciones<br />

funcionales del hombro que impiden y<br />

alteran una vida sociolaboral normal.<br />

Clínicamente, los síntomas del<br />

hombro congelado son, sobre todo,<br />

dolor e impotencia funcional progresiva<br />

de su movimiento. El dolor suele ser<br />

generalizado, aún cuando siempre se<br />

encuentra un punto doloroso en el<br />

302<br />

espacio subacromial. En cuanto a la<br />

limitación funcional, que llega a ser<br />

invalidante al no poder efectuar las<br />

tareas habituales cotidianas (peinarse,<br />

comer, vestirse, etc), es característico<br />

comprobar que existe un verdadero<br />

tope a cualquiera de los movimientos<br />

del hombro, de ahí los numerosos<br />

sinónimos de una misma afección.<br />

Por lo que respecta al estudio<br />

radiográfico, que siempre debe<br />

efectuarse, permite descartar cualquier<br />

patología ósea o, por el contrario,<br />

diagnosticar la verdadera causa de la<br />

misma, ya sea una artrosis<br />

glenohumeral o acromioclavicular, una<br />

tendinitis calcárea del supraespinoso<br />

y/o la presencia de un osteofito<br />

subacromial que roza el manguito<br />

rotador. Otros estudios por la imagen<br />

incluyen la TAC, la gammagrafía<br />

ósea<br />

y/o la RMN. Quizás de todas ellas, la<br />

RMN sea la que tenga una mayor<br />

utilidad diagnóstica, por cuanto permite<br />

descartar lesiones de las partes<br />

blandas, como es una lesión del<br />

manguito de los rotadores y/o del<br />

labrum glenoideo, aunque de por sí<br />

puede ser diagnóstica cuando se<br />

efectúa<br />

con contraste, pues puede<br />

observarse un espacio articular<br />

glenohumeral muy reducido en<br />

comparación con la del lado sano<br />

(Figura 14.2).<br />

Figura 14.2. Resonancia magnética<br />

nuclear (RMN) del hombro. Con esta<br />

técnica radiográfica es posible detectar<br />

lesiones tendinomusculares del manguito<br />

rotador así como observar el espacio<br />

articular glenohumeral que, en la periartritis<br />

escapulohumeral, suele estar muy<br />

reducido. A) Imagen real. B) Esquema en el<br />

que se han dibujado las zonas óseas y<br />

partes blandas más representativas<br />

observadas en la RMN.


14.1.1.4. Tratamiento:<br />

El tratamiento de la periartritis<br />

escapulohumeral puede consumir<br />

mucho tiempo y, en ocasiones, ser<br />

frustrante. El principal objetivo del<br />

mismo es el de suprimir el dolor y<br />

restablecer el movimiento del hombro.<br />

En este sentido multitud de terapias se<br />

han efectuado, desde la prescripción<br />

de AINES, analgésicos e infiltraciones.<br />

Sin embargo, la pieza angular del<br />

tratamiento se basa en la fisioterapia.<br />

Al respecto, los movimientos de<br />

estiramiento pasivo y persistentes, son<br />

fundamentales para lograr que el<br />

hombro recupere paulatinamente el<br />

movimiento perdido. Por regla general,<br />

un mínimo de tres meses son<br />

necesarios para que ello ocurra,<br />

aunque<br />

tal como hemos comentado, no<br />

siempre se consigue (Figura 14.3).<br />

En el caso de que con el tratamiento<br />

conservador no se recuperara un<br />

mínimo pero útil arco de movimiento,<br />

está justificado otro tipo de tratamiento,<br />

como es la artrolisis de la articulación<br />

glenohumeral, ya sea por manipulación<br />

ó por artroscopia. Sea como fuere el<br />

tipo de artrolisis, ésta deberá ir<br />

acompañada de un tratamiento<br />

rehabilitador intensivo.<br />

Figura 14.3. Ejercicios de rehabilitación del<br />

hombro para la periartritis<br />

escapulohumeral.<br />

14.1.2. Ruptura de<br />

del bíceps.<br />

303<br />

la porción larga<br />

14.1.2.1. Introducción:<br />

La porción tendinosa proximal del<br />

bíceps tiene dos porciones: una larga,<br />

que se inserta en el reborde superior<br />

de la cavidad glenoidea de la escápula,<br />

y la otra, corta, que se inserta en la<br />

apófisis coronoides<br />

(Figura 14.4). La<br />

lesión casi siempre afecta a su porción<br />

larga.<br />

Figura<br />

14.4. Anatomía de la porción<br />

tendinosa<br />

proximal del bíceps braquial.<br />

14.1.2.2.<br />

Etiología:<br />

Las rupturas de la porción larga del<br />

bíceps ocurren generalmente en<br />

personas, fundamentalmente varones,<br />

entre los 40 y 60 años de edad. Eso es<br />

así, por cuanto existe una<br />

degeneración crónica preexistente<br />

del<br />

tendón. En raras ocasiones, los<br />

traumatismos agudos son la causa de<br />

tal lesión.<br />

14.1.2.3. Diagnóstico:<br />

Junto con el dolor crónico del hombro,<br />

que suele localizarse en la cara<br />

anterior, que es donde se sitúa la<br />

corredera bicipital y que es allí donde<br />

se produce la rotura, el paciente<br />

presenta un dolor brusco al realizar un<br />

pequeño esfuerzo. Debido a que el<br />

dolor puede desaparecer al cabo de<br />

unos minutos, el paciente no suele<br />

acudir al médico inmediatamente. Sin<br />

embargo, horas<br />

más tardes, se instaura


una equímosis generalizada en la cara<br />

anterior del brazo y, lo que es más<br />

importante, nota la presencia de una<br />

tumoración en forma de bola, en la<br />

parte distal del brazo (Figura 14.5).<br />

Figura 14.5. Ruptura de la porción larga<br />

del bíceps. Obsérvese la migración distal<br />

del vientre<br />

muscular del bíceps junto con la<br />

aparición<br />

de una equímosis generalizada<br />

en<br />

la cara anterior del brazo.<br />

Dicha tumoración, que no es más que<br />

el vientre muscular del bíceps<br />

desplazado caudalmente y que se<br />

acentúa cuando el paciente efectúa<br />

una flexión del codo con el brazo en<br />

abducción, se la conoce como signo de<br />

“Popeye”, al recordar el famoso<br />

personaje de los dibujos animados<br />

(Figura 14.6).<br />

Figura 6. Imagen clínica que ofrece el<br />

brazo con una ruptura de la porción larga<br />

del tendón del bíceps. Obsérvese que<br />

mientras la flexión del codo derecho sano<br />

(A) el vientre muscular adquiere una<br />

configuración fisiológica normal , cuando<br />

existe una ruptura de dicho tendón, el<br />

vientre muscular se desplaza en sentido<br />

distal, formando una tumoración redonda<br />

(en bola), conformando<br />

el llamado signo de<br />

“Popeye”.<br />

304<br />

En definitiva se pierde el contorno<br />

normal de la parte anterior del bíceps y<br />

que se observa mucho mejor con el<br />

test de Ludington, el cual consiste en<br />

solicitar al paciente que coloque sus<br />

manos en la parte posterior de la<br />

cabeza y solicitandole que contraiga<br />

ambos biceps. Por comparación, puede<br />

observarse perfectamente la retracción<br />

distal de la masa muscular de dicho<br />

músculo<br />

(Figura 14.7).<br />

Figura 14.7: Test de Ludington (ver texto)<br />

Si bien el diagnóstico clínico suele ser<br />

muy evidente, en algunos casos,<br />

especialmente aquellas personas<br />

obesas donde el desplazamiento distal<br />

del vientre muscular del bíceps es poco<br />

apreciable, es correcto solicitar una<br />

RMN, en la que se puede observar la<br />

ausencia del tendón de la porción larga<br />

del bíceps en su corredera bicipital<br />

(Figura 14.8).<br />

Figura 14.8. Imagen de RMN en un caso<br />

de ruptura de la porción larga del tendón<br />

del bíceps. Obsérvese la ausencia del<br />

mismo dentro de su corredera bicipital<br />

(flecha roja).


14.1.2.4. Tratamiento:<br />

En general, el tratamiento de las<br />

rupturas de la porción larga del bíceps<br />

es conservador. El objetivo prioritario<br />

inicial es reducir la inflamación y evitar<br />

la pérdida de movilidad del hombro.<br />

Ello se consigue mediante la<br />

administración de AINES, crioterapia<br />

en la zona de la rotura y rehabilitación<br />

asistida del hombro.<br />

Algunos autores recomiendan el<br />

tratamiento quirurgico en sujetos<br />

jóvenes<br />

que requieran efectuar<br />

movimientos<br />

activos de supinación,<br />

como<br />

es el caso de los carpinteros,<br />

mecánicos,<br />

etc. Incluso, la cirugía<br />

puede<br />

estar indicada cuando el<br />

paciente<br />

no esté de acuerdo con la<br />

asimetría<br />

estética. Sea como fuere, la<br />

cirugía<br />

es conveniente realizarla antes<br />

de las 3 semanas de la lesión, por<br />

cuanto aún no se han producido<br />

cambios cicatriciales y degenerativos<br />

del músculo que harían imposible<br />

su<br />

recolocación<br />

fisiológica. En cuanto a la<br />

técnica<br />

quirúrgica, los mejores<br />

resultados<br />

se obtienen con la tenodesis<br />

del<br />

tendón roto a la corredera bicipital.<br />

Mediante una pequeña incisión en el<br />

surco deltopectoral, se localiza la<br />

corredera bicipital así como el tendón,<br />

el cual suele estar algo retraido<br />

distalmente. Sin embargo su<br />

localización no suele ofrecer ningún<br />

problema y su reposición en su lugar,<br />

tampoco. Por lo que respecta a su<br />

fijación al hueso, ésta puede efectuarse<br />

mediante<br />

una grapa metálica o , mejor,<br />

mediante<br />

la creación de un orificio en<br />

forma de herradura en la porción más<br />

proximal de la corredera. Si se utiliza<br />

este último procedimiento, se<br />

confecciona en el borde proximal del<br />

tendón roto, un pequeño<br />

engrosamiento mediante el<br />

enrollamiento del mismo, con el fin de<br />

que una vez<br />

colocado en la parte<br />

305<br />

circular del ojal óseo, no pueda<br />

escaparse del mismo al no poder<br />

salirse de la parte más estrecha de la<br />

herradura ósea (Figura 14.9).<br />

Figura 14.9. Tenodesis de la porción larga<br />

del tendón del bíceps a la corredera<br />

bibipital. A) Confección de un ojal óseo en<br />

forma e herradura. B) Enrrollamiento sobre<br />

sí mismo de la porción proximal del tendón<br />

y colocación del mismo dentro del ojal.<br />

14.1.3. Tendinitis calcárea del<br />

hombro<br />

14.1.3.1. Introducción:<br />

La tendinitis calcárea del hombro<br />

sucede cuando existe un depósito de<br />

sales cálcicas en el interior dn los<br />

tendones que forman el manguito de<br />

los rotadores, fundamentalmente el<br />

supraespinoso (Figura 14.10). Este<br />

proceso<br />

afecta especialmente a<br />

varones<br />

y aparece generalmente a<br />

partir<br />

de los 40 años. La etiología es<br />

multifactorial,<br />

si bien se inicia con la


inflamación crónica debida al roce<br />

continuado de los tendones dentro del<br />

espacio subacromial.<br />

Figura 14.10. Tendinitis calcificante del<br />

hombro. En la imagen puede observarse<br />

que el depósito calcáreo se localiza<br />

en el<br />

tendón<br />

del supraespinoso.<br />

14.1.3.2. Etiología:<br />

Existe dos tipos de tendinitis<br />

calcificante del hombro: 1)<br />

degenerativa y 2) reactiva. Mientras<br />

que la primera la causa fundamental es<br />

consecuencia del desgaste y<br />

envejecimiento del tendón, que<br />

favorece la rotura crónica del mismo, la<br />

segunda es secundaria a una<br />

inflamación aguda y no a una<br />

degeneración. Esta inflamación pasa<br />

por tres estadíos: a) precalcificante, en<br />

el que existen cambios circulatorios intratendinosos<br />

que favorecen el<br />

depósito de los cristales de calcio; b)<br />

calcificante, en el que existen ya los<br />

depósito de calcio<br />

dentro de la misma<br />

substancia tendinosa y c)<br />

postcalcificante,<br />

en el que el tendón<br />

reabsorbe<br />

tales depósitos<br />

remodelándose<br />

de nuevo al estadío<br />

fisiológico original.<br />

306<br />

14.1.3.3.<br />

Diagnóstico:<br />

Mientras no existan aún los depósitos<br />

cálcicos<br />

dentro del tendón, el paciente<br />

suele presentar moderado dolor con<br />

mínima incapacidad funcional. Sin<br />

embargo, cuando se forman<br />

ya dentro<br />

de la sustancia tendinosa los cristales<br />

de calcio, el dolor suele ser agudo con<br />

gran impotencia funcional y que no<br />

calma con el reposo. En estas<br />

condiciones, no es raro que el paciente<br />

acuda al servicio de urgencias a altas<br />

horas de la madrugada después de<br />

haber tomado ya diversos analgésicos<br />

y AINES sin notar alivio alguno. La<br />

exploración revela un dolor puntual<br />

muy vivo situado en el espacio<br />

subacromial, especialmente en su zona<br />

anterior. No existen otras alteraciones,<br />

a excepción que el mismo dolor<br />

provoca una impotencia funcional del<br />

hombro.<br />

Junto con la clínica, que es bastante<br />

característica por su presentación<br />

aguda, el estudio radiográfico muestra<br />

la presencia de estos depósitos<br />

calcáreos situados cerca de la región<br />

de la inserción del supraespinoso, aún<br />

cuando pueden estar situados en los<br />

otros tendones que forman el manguito<br />

rotador<br />

(Figura 14.11).<br />

Figura 14.11. Tendinitis calcárea del<br />

supraespinoso.


Otras exploraciones por la imagen no<br />

suelen aportar datos adicionales, aún<br />

cuando la RMN permite objetivar si<br />

existe una lesión asociada responsable<br />

de la aparición de estos depósitos de<br />

calcio (Figura 14.12).<br />

Figura 14.12. RMN de una tendinitis<br />

calcárea<br />

del supraespinoso (flecha roja).<br />

14.1.3.4. Tratamiento:<br />

El objetivo primario del tratamiento de<br />

la tendinitis calcárea del<br />

hombro en su<br />

fase aguda es calmar el dolor. Tal<br />

como hemos comentado, este dolor<br />

suele ser reacio a los tratamientos<br />

estándar de analgésicos y AINES, por<br />

lo que se recomienda en fase aguda su<br />

“lavado” (Figura 14.13). Este lavado<br />

consiste en la inserción de dos agujas<br />

de grueso calibre dentro de la zo na de<br />

calcificación.<br />

Mientras que por una de<br />

estas agujas se inyecta suero salino<br />

con el fin de reblandecer el material<br />

cálcico, por la otra se recoge el material<br />

aspirado que suele ser de consistencia<br />

pastosa<br />

(como la pasta de dientes).<br />

Como más material cálcico se aspire,<br />

más se aliviará el dolor. Una vez<br />

realizado el lavado,<br />

se infiltra la cavidad<br />

residual mediante cortisona (Trigón<br />

Dep ot ®), la cual irá desinflamando la<br />

zona, evitando con ello el depósito<br />

de<br />

nuevos cristales de calcio.<br />

307<br />

Figura 14.13. Lavado de la cavidad donde<br />

existen depósitos de calcio. Mientras que<br />

por una aguja se inyecta suero fisiológico<br />

para<br />

reblandecer y trocear el depósito<br />

calcáreo, por la otra se recoge<br />

el material<br />

aspirado, el cual suele tener una<br />

consistencia pastosa.<br />

Una vez conseguido superar el periodo<br />

álgido del proceso, se iniciarán los<br />

ejercicios de recuperación para evitar la<br />

aparición de un hombro congelado o<br />

periartritis escápulohumeral. Si a pesar<br />

de este tratamiento no se consiguiese<br />

un alivio de los síntomas, está<br />

justificado vaciar el material cálcico<br />

mediante cirugía o, mejor, por<br />

artroscopia (Figura 14.14).<br />

Figura 14.14. Artroscopia del hombro para<br />

la remoción de los depósitos calcáreos del<br />

tendón del supraespinoso. A) Esquema. B)<br />

imagen itraoperatoria, donde se observan<br />

perfectamente los cristales de calcio de<br />

color blanquecino.<br />

14.1.4. Síndrome subacromial<br />

14.1.4.1. Introducción:<br />

Denominamos “Síndrome Subacromial”<br />

a la compresión de las estructuras<br />

existentes en el espacio entre el


acromion y la cabeza humeral durante<br />

la elevación del brazo (Figura 14. 15).<br />

Figura 14.15. Esquema que ilustra la<br />

compresión de las estructuras existentes<br />

en<br />

el espacio subacromial cuando el brazo<br />

se eleva por encima del ángulo recto.<br />

14.1.4.2.<br />

Etiología:<br />

La patología subacromial puede<br />

aparecer por:<br />

• Morfología anormal del acromion.<br />

• Sobrecarga primaria del tendón.<br />

• Inestabilidad glenohumeral.<br />

• Disfunción escapular.<br />

• Tendinitis<br />

calcárea.<br />

• Degeneración tendinosa primaria.<br />

Como vemos, son varios los factores<br />

que influyen en el desarrollo de un<br />

síndrome subacromial, pudiendo ser<br />

solamente uno el responsable,<br />

aunque<br />

casi siempre es el resultado de más de<br />

uno. Sin embargo, el problema principal<br />

suele ser el roce continuado de las<br />

estructuras tendinosas subacromiales.<br />

En consecuencia, la tendinitis,<br />

fundamentalmente la del<br />

supraespinoso, resulta ser un problema<br />

secundario.<br />

Este roce continuado del<br />

manguito, es el resultado<br />

de la<br />

disminución del espacio por el cual<br />

discurre.<br />

14.1.4.3. Diagnóstico:<br />

El principal síntoma del síndrome<br />

subacromial es el dolor. Este suele ser<br />

contínuo, de moderada intensidad, pero<br />

que se acentúa cuando el paciente<br />

eleva el brazo por encima de los 90º. Si<br />

bien esta sintomatología puede ser<br />

parecida a la que se presenta en<br />

pacientes con otro tipo de patologías<br />

del hombro, vale la pena realizar<br />

alguna maniobra con el fin de<br />

308<br />

reproducir el dolor por irritación<br />

mecánica del manguito de los<br />

rotadores por debajo del arco acromial.<br />

Una de ellas consiste en solicitar al<br />

paciente que coloque la mano del<br />

hombro patológico sobre su otro<br />

hombro, estando el brazo en flexión de<br />

90º. En esta posición se solicita al<br />

paciente que flexione aún más el<br />

hombro al mismo tiempo que el<br />

examinador ejerce una presión contra<br />

resistencia hacia abajo a nivel del codo.<br />

En<br />

el caso de existir una compresión<br />

de las estructuras subacromiales, el<br />

paciente referirá un intenso dolor.<br />

Una exploración útil a efectuar es la<br />

infiltración de anestesia local en el<br />

espacio subacromial, comprobándose<br />

si<br />

el dolor desaparece al efectuar<br />

la<br />

maniobra de roce. Esto nos puede dar<br />

una idea si la clínica álgida es debida<br />

exclusivamente a la compresión<br />

subacromial o por otra causa, al<br />

mismo tiempo que permite predecir el<br />

resultado de la descompresión<br />

quirúrgica subacromial, en el caso de<br />

que ésta sea necesaria.<br />

En cuanto<br />

a las pruebas<br />

complementarias, es necesario<br />

contar<br />

con un estudio radiográfico completo,<br />

contando con proyecciones<br />

anteroposterior, axial y perfil escapular,<br />

denominada esta última de “outlet”.<br />

Esta última es la que nos va a servir<br />

para visualizar la morfología del<br />

acromion así como el arco<br />

acromiocoracoideo (Figura 14.16).<br />

En este sentido, el 70 % de las lesiones<br />

del supraespinoso tienen<br />

lugar<br />

en<br />

hombros que presentan un acromion<br />

de tipo III, puesto que dejan menos<br />

espacio al manguito de rotadores y, en<br />

consecuencia, con una mayor facilidad<br />

para el roce crónico.<br />

Figura 14.16. Tipos de acromion. Tipo I o<br />

plano; Tipo II o curvo y Tipo III ó ganchudo.


Entre las otras exploraciones por la<br />

imagen, tenemos la ecografía,<br />

la TAC y<br />

la RMN. Entre ellas, la RMN es la más<br />

fiable, por cuanto nos aportará mejores<br />

datos en cuanto a la patología<br />

tendinosa se refiere (Figura 14.7).<br />

Figura 14.17. Esquema (A) e imagen por<br />

RMN (B) del hombro, donde puede<br />

observarse la distribución, amplitud y<br />

posibles lesiones del manguito rotador<br />

dentro del espacio subacromial,<br />

especialmente la del tendón del<br />

supraespinoso.<br />

14.1.4.4. Tratamiento:<br />

Inicialmente, será conservador,<br />

buscando mejorar el dolor y la<br />

limitación funcional. Así, la<br />

administración de AINES, crioterapia<br />

local y la rehabilitación específica son<br />

los tres pilares básicos en los que<br />

deberá<br />

basarse la terapia.<br />

Junto con<br />

estas recomendaciones,<br />

las<br />

infiltraciones con corticoides pueden<br />

se r útiles al inicio de los síntomas y<br />

siempre y cuando el dolor no lo<br />

pudieramos controlar con la<br />

medicación. Solo cuando fracasa dicho<br />

tratamiento, no inferior a los 3-6 meses,<br />

hay que considerar la descompresión<br />

quirúrgica del acromion, operación<br />

llamada “Acromioplastia”. Esta puede<br />

realizarse<br />

a cielo abierto o, mejor, por<br />

artroscopia,<br />

pues con<br />

ella se disminuye<br />

la morbilidad. El procedimiento<br />

terapéutico a seguir es la sección del<br />

ligamento acromiocaracoideo y la<br />

descompresión ósea de la superficie<br />

lateral e inferior del acromion<br />

(Figura 14.18).<br />

309<br />

Figura 14.18. Tratamiento quirúrgico del<br />

síndrome subacromial por vía artroscópica.<br />

Sección del ligamento acromiocoracoideo<br />

(línea punto roja), resección de la parte<br />

lateral (línea puntos negra) y anterior (línea<br />

puntos verde)<br />

del acromion.<br />

Tanto si se utiliza una u otra técnica, la<br />

acromioplastia debe ir seguida de un<br />

recuperación precoz e insistente,<br />

siempre y cuando no exista una rotura<br />

del manguito rotador.<br />

14.1.5. Lesion del manguito de los<br />

rotadores<br />

14.1.5.1. Introducción:<br />

La rotura del manguito de los rotadores<br />

puede afectar a cualquiera de los<br />

tendones que forman el mismo, aunque<br />

el que siempre se ve afectado es el<br />

supraespinoso. El manguito de los<br />

rotadores está formado por cuatro<br />

tendones: 1) supraespinoso; 2)<br />

infraespinoso; 3) subescapular y 4)<br />

redondo menor (Figura 14.19).<br />

Figura 14.19. Anatomía de lo s tendones que forman el manguito de los rotadores.


14.1.5.2. Etiología:<br />

Si bien en el 95 % de las lesiones del<br />

manguito rotador son de orígen<br />

degenerativo por el fenómeno del roce<br />

subacromial en la zona avascular<br />

crítica del supraespinoso (Figura<br />

14.20), en un 5 % de los casos se<br />

producen por traumatismos únicos<br />

(raro) o repetitivos (frecuente) como<br />

consecuencia de actividades deportivas<br />

y/o laborales. Existen otras dos causas<br />

etiológicas de producción de la lesión y<br />

que en conjunto no superan el 5 % de<br />

los casos; la primera corresponde a la<br />

inestabilidad glenohumeral<br />

multidireccional adquirida por<br />

ensanchamiento del espacio rotador,<br />

mientras que la segunda se manifiesta<br />

como consecuencia de una luxación<br />

glenohumeral, la cual ha producido la<br />

rotura simultánea del manguito.<br />

Figura 14.20. Rotura del manguito rotador.<br />

En la imagen puede observarse la rotura<br />

parcial del tendón del subescapular y<br />

completa del supraespinoso.<br />

14.1.5.3. Tipos de roturas:<br />

• Roturas pequeñas < 1cm, afectan<br />

al supraespinoso.<br />

• Roturas medianas de 1 a 3 cm,<br />

afectan al supraespinoso.<br />

• Roturas grandes de 3 a 5 cm,<br />

afectan al supraespinoso e<br />

•<br />

infraespinoso.<br />

Roturas masivas > 5 cm, afectan al<br />

supraespinoso,<br />

subescapular.<br />

infraespinoso y<br />

14.1.5.4. Diagnóstico:<br />

El dolor y la impotencia funcional, son<br />

los dos síntomas que siempre<br />

acompañan en la rotura del manguito<br />

de los rotadores. Si la misma es de<br />

orígen traumático, el cuadro se instaura<br />

de forma aguda, mientras que si la<br />

310<br />

etiología es mecánica por roce<br />

repetitivo, la sintomatología se instaura<br />

progresivamente. El síntoma más<br />

alarmante, aparte del dolor, es la<br />

pérdida progresiva del movimiento del<br />

hombro, haciendose incapacitante para<br />

realizar las tareas cotidianas.<br />

Normalmente, existe un arco doloroso<br />

de movimiento entre los 60 y 120º de<br />

flexión y/o abducción.<br />

Después del<br />

dolor<br />

aparece atrofia muscular, pérdida<br />

de fuerza a la elevación y rotación<br />

externa del<br />

brazo, con aparición de<br />

crujidos.<br />

El estudio radiográfico<br />

permite en<br />

muchas ocasiones sospechar la<br />

presencia de una rotura del manguito<br />

por el ascenso proximal que sufre la<br />

cabeza del húmero, aunque cuando<br />

ocurre quiere decir que la rotura es<br />

total (Figura 14.21).<br />

Figura 14.21. Migración proximal de la<br />

cabeza del húmero en casos avanzados de<br />

lesión del manguito de los rotadores. En la<br />

imagen de la izquierda se observa un<br />

normal<br />

espacio subacromial, mientras que<br />

en la imagen de la derecha<br />

se observa una<br />

disminución muy importante del mismo.<br />

Sin embargo, en aquellos casos<br />

incipientes, se hace imprescindible<br />

contar con una RMN, la cual nos<br />

determinará exactamente el alcance de<br />

la lesión (Figura 14.22).<br />

Figura 14.22. Diagnóstico por RMN de una<br />

rotura<br />

completa del manguito de los<br />

rotadores. A) RMN. B) esquema de la<br />

lesión. Obsérvese aquí, que puede<br />

apreciarse también la migración proximal<br />

de la cabeza del húmero.


14.1.5.5.<br />

Tratamiento:<br />

Al igual que en el síndrome<br />

subacromial, el tratamiento de las<br />

roturas del manguito de los rotadores<br />

puede ser conservador ó quirúrgico.<br />

Independientemente del tipo de<br />

lesión, parcial o total, es aconsejable<br />

iniciar el tratamiento mediante medidas<br />

conservadoras y que básicamente<br />

consisten en reposo local,<br />

termoterapia, cuidados físicos y<br />

medicación, así como una terapia<br />

fisioterápica<br />

dirigida a completar el arco<br />

de movimiento y conseguir un<br />

fortalecimiento<br />

muscular periescapular.<br />

Este<br />

tipo de tratamiento debe dar<br />

resultado a los tres meses de iniciado<br />

el mismo. En el resto de los pacientes,<br />

donde fracasa este tipo de tratamiento,<br />

debe tenerse en cuenta la opción del<br />

tratamiento quirúrgico. En este sentido,<br />

éste comprende el desbridamiento<br />

aislado de la lesión, reparación de la<br />

misma y descompresión subacromial<br />

(Figura 14.23). La reparación del<br />

manguito de los rotadores, al igual que<br />

en el síndrome subacromial puede<br />

realizarse a cielo abierto o por<br />

artroscopia. Tanto si se utiliza uno u<br />

otro método, la reinserción del<br />

manguito suele conseguirse mediante<br />

anclajes metálicos (arpones,<br />

minitornillos, etc) a los que se les<br />

incorpora las suturas.<br />

Figura 14.23. Reinserción del manguito<br />

rotador. A) vista frontal. B) vista lateral.<br />

En aquellos casos en los que exista<br />

además una inestabilidad<br />

glenohumeral, deberá tratarse la<br />

misma.<br />

Tras la intervención, existe otra fase de<br />

tratamiento, que en la actualidad se<br />

311<br />

considera igual de importante que el<br />

mismo acto quirúrgico. Es la<br />

rehabilitación, que debería ser<br />

personalizada en función de la lesión<br />

reparada. En este sentido, la<br />

recuperación y mantenimiento del arco<br />

de movimiento pasivo es prioritario al<br />

inicio de la fisioterapia. A partir de las<br />

6-8<br />

semanas, se pueden iniciar<br />

ejercicios de trabajo muscular<br />

basados<br />

específicamente en la diferenciación de<br />

ejercicios para los diversos grupos<br />

musculares y en la tonificación de las<br />

masas musculares.<br />

Tanto en la información preoperatoria<br />

como en el postoperatoria, todos los<br />

pacientes con rotura del manguito de<br />

los rotadores han de saber que es un<br />

proceso largo, pudiendo incluso llegar a<br />

los 12 meses.<br />

14.1.6. Síndrome del desfiladero<br />

torácico<br />

14.1.6.1. Introducción:<br />

El síndrome del desfiladero<br />

torácico<br />

(SDT) está constituido por un complejo<br />

de signos y síntomas causados por la<br />

compresión de las estructuras<br />

vasculonerviosas que discurren por la<br />

región cervicotorácica (Figura 14.24).<br />

La frecuencia con la que se presenta el<br />

SDT es aproximadamente del 0.3 al<br />

0.7 % de la población general,<br />

afectando a personas entre 25 y 40<br />

años, siendo la proporción mujerhombre<br />

de 4 a 1.<br />

Figura 14.24. Elementos que discurren por<br />

la región<br />

denominada “Desfiladero<br />

Torácico”<br />

(zona triangular de puntos).


14.1.6.2. Etiología:<br />

Las causas que pueden producir un<br />

SDT se dividen en dos grupos: óseas y<br />

de partes blandas (Tabla I). El grupo<br />

correspondiente a las causas óseas y<br />

que comprenden el 30 % de todos los<br />

casos de SDT, incluyen la<br />

megaapófisis transversa de C7, la<br />

costilla cervical, las anomalías de la<br />

primera costilla y los callos óseos<br />

exuberantes tras fracturas de clavícula<br />

y/o de la primera costilla. En este<br />

sentido, la frecuencia con la que<br />

observa una costilla cervical en<br />

pacientes con un SDT es del 5 al 9 %<br />

de los casos<br />

(Figura 14.25).<br />

Figura 14.25. Esquema de una costilla<br />

cervical.<br />

El grupo correspondiente a las causas<br />

de compresión producidas<br />

por las<br />

partes<br />

blandas, se incluyen las bandas<br />

fibrosas congénitas, los ligamentos<br />

hipertróficos y/o los cambios<br />

congénitos o adquiridos<br />

de los<br />

músculos escalenos,<br />

siendo estos<br />

últimos las estructuras más importantes<br />

que pueden causar sintomatología<br />

después de un traumatismo y/o por<br />

factores mecánicos. Estos factores<br />

crean inflamación, cicatrización,<br />

espasmo, contractura y cambios<br />

estructurales de las fibras musculares,<br />

que hacen aumentar el volumen del<br />

músculo y, en consecuencia,<br />

favoreciendo la compresión de las<br />

estructuras<br />

neurovasculares que<br />

discurren a su alrededor (Figura 14.26).<br />

312<br />

F igura 14.26. Formación cicatricial a nivel<br />

de los músculos escalenos.<br />

14.1.6.3.<br />

Clasificación:<br />

Existen dos tipos básicos de SST y<br />

cuatro subtipos. Los dos tipos básicos<br />

son el vascular y el neurogénico. El<br />

vascular está subdividido en dos<br />

subtipos, el “arterial” y el “venoso”,<br />

mientras que el neurogénico puede ser<br />

“verdadero”<br />

o “discutido”.<br />

Mientras que tres de los cuatro<br />

subtipos (arterial, venoso y<br />

neurogénico) son facilmente<br />

diagnosticables mediante la<br />

exploración física y por estudios<br />

radiográficos convencionales, el<br />

subtipo neurogénico “discutido” es muy<br />

difícil diagnosticarlo y, en<br />

consecuencia, más dificultoso tratarlo.<br />

Sin embargo, es el que se da con<br />

mucha más frecuencia, estimándose en<br />

un<br />

97 % de los casos. Los demás<br />

subtipos, son bastante<br />

más<br />

infrecuentes. 14.1.6.4. Diagnóstico:<br />

El SDT es uno de los temas más<br />

controvertidos<br />

que existen en medicina,<br />

pues no existe una prueba concreta de<br />

dia gnóstico que permita asegurar con<br />

toda certeza tal patología, amén de que<br />

según el especialista que trate al<br />

paciente (cirujano ortopédico, vascular<br />

o neurólogo) tiende a definir dicho<br />

síndrome acorde a la especialidad que<br />

abarca, obviando en muchas ocasiones<br />

otras causas ajenas a su campo de<br />

acción. Es por ello, que el SDT pase<br />

muchas veces desapercibido y/o que<br />

por el contrario, sea muchas veces<br />

sobrevalorado y, en consecuencia,<br />

tratado desmesuradamente.


La queja más frecuente que presentan<br />

estos pacientes es el dolor crónico,<br />

evolutivo,<br />

y que afecta<br />

fundamentalmente la región<br />

del<br />

hombro, cuello y espalda, junto con<br />

parestesias de la extremidad superior.<br />

Como quiera que en el 97 % de los<br />

casos de SDT no existe una causa<br />

evidente que sugiera el diagnóstico, es<br />

preciso contar con una serie de<br />

maniobras que provoquen la<br />

compresión de las estructuras<br />

vasculonerviosas y, en consecuencia,<br />

reproduzcan la sintomatología. Las<br />

más utilizadas son:<br />

• Test de Adson:<br />

También conocido como test del<br />

músculo escaleno. Con el brazo<br />

pegado al cuerpo, el paciente<br />

hiperextiende<br />

el cuello, gira su cara<br />

hacia<br />

el lado afecto e inspira<br />

profundamente (Figura 14.27). En este<br />

momento<br />

el médico palpa el pulso<br />

radial y si éste está ausente y/o<br />

disminuido, se considera que el test es<br />

positivo.<br />

Figura 14.27: Test de Adson.<br />

• Maniobra de Halstead:<br />

También conocida como test<br />

costoclavicular. Esta maniobra se<br />

efectúa deprimiendo el hombro del<br />

paciente hacia atrás y hacia abajo. Con<br />

ello se pretende acercar la clavícula<br />

313<br />

hacia la primera costilla y, en<br />

consecuencia, cerrar el desfiladero<br />

torácico (Figura 14.28). La disminución<br />

y/o desaparición del pulso radial se<br />

considera que el test es positivo.<br />

Figura 14.28: Maniobra de Halstead o test<br />

costoclavicular.<br />

• Test de Roos:<br />

El paciente coloca sus brazos en<br />

abducción de 90º y en rotación externa.<br />

En esta posición se pide al paciente<br />

que abra y cierre los dedos de las<br />

manos durante unos tres minutos<br />

(Figura 14.29).<br />

La reproducción de la<br />

sintomatología junto con una gran<br />

fatigabilidad después de este periodo<br />

de tiempo se considera que el test es<br />

positivo.<br />

Figura 14.29: Test de Roos.


• Maniobra de hiperabducción de<br />

Wright:<br />

Con el paciente<br />

sentado o de pie, se<br />

rota externamente<br />

el brazo y se abduce<br />

a 180º. Es aconsejable que<br />

el<br />

codo no esté del todo extendido para<br />

no traccionar el nervio cubital y<br />

confundir la sintomatología que se<br />

reproduce con esta maniobra. En esta<br />

posición el paciente realiza una<br />

inspiración profunda (Figura<br />

14.30). La reproducción<br />

de la<br />

sintomatología junto con la disminución<br />

o ausencia del pulso radial se<br />

considera positiva. La duración de este<br />

test no debe superar los dos minutos.<br />

Figura 14.30: Maniobra de hiperabducción<br />

de Wright.<br />

• Test de rotación y flexión lateral<br />

cervical:<br />

Este test valora la posible subluxación<br />

de la primera costilla, causante de la<br />

limitación en rotación y en flexión<br />

lateral de la columna cervical. El inicio<br />

d e este test empieza<br />

con el cuello del<br />

paciente<br />

en posición neutra. A<br />

continuación se gira el cuello hacia el<br />

lado contrario de la zona sintomática<br />

simultaneandolo con una flexión<br />

forzada del mismo,<br />

de tal forma que los<br />

ojos<br />

se dirijan hacia el torax (Figura<br />

14.31). El test se considera positivo<br />

cuando existe una limitación a la flexión<br />

314<br />

lateral en comparación con la del lado<br />

sano.<br />

Figura 14.31: Test de<br />

lateral cervical.<br />

rotación y flexión<br />

Ha de señalarse que, cualquiera de<br />

los tests enumerados pueden ser<br />

positivos en personas sanas, por lo que<br />

se ha de ser muy cauteloso a la hora<br />

de diagnosticar un SDT. Estudios al<br />

respecto han mostrado que el 57 % de<br />

la población<br />

general presenta uno de<br />

los<br />

tests positivos. No obstante, un 17<br />

% de los pacientes correctamente<br />

diagnosticados<br />

de un SDT, presentan<br />

un<br />

mínimo de dos tests positivos.<br />

En cuanto a los estudios por la<br />

imagen,<br />

la práctica de una radiología<br />

convencional<br />

de tórax y de columna<br />

cervical<br />

ha de formar parte de todo<br />

estudio para el diagnóstico<br />

de un SDT.<br />

La valoración vascular<br />

por métodos<br />

invasivos solo está indicado cuando<br />

la<br />

exploración física evidencie un SDT por<br />

compresión vascular. En este sentido,<br />

la arteriografía constituye la prueba de<br />

oro en los raros casos de SDT por<br />

dichos motivos. Sin embargo,<br />

el estudio<br />

vascular<br />

mediante técnicas no<br />

invasivas<br />

ha de de ser el primer<br />

método de valoración. Al respecto, el<br />

Doppler puede perfectamente<br />

evidenciar<br />

zonas de estenosis,<br />

trombosis<br />

o alteraciones del flujo, tanto<br />

en el sistema arterial<br />

como el venoso.<br />

Especial atención merecen<br />

estos


casos, por cuanto en la mitad de los<br />

pacientes se evidencian anomalías<br />

óseas, no todas ellas visibles en<br />

radiografías simples. Por ello, se<br />

recomienda la práctica de una TAC en<br />

todos los pacientes con SDT vascular.<br />

El estudio con RMN no ha aportado,<br />

hasta el momento, una superior<br />

información a otras técnicas<br />

diagnósticas por la imagen.<br />

Por último, y a pesar de que la<br />

mayoría de pacientes con SDT es de<br />

tipo neurogénico discutido y que los<br />

estudios electromiográficos son casi<br />

siempre normales, es aconsejable la<br />

práctica<br />

de los mismos como prueba de<br />

protocolo de valoración.<br />

Muchos de<br />

estos pacientes suelen estar inmersos<br />

en problemas medico legales tras<br />

accidentes<br />

de tráfico (latigazo cervical)<br />

y cuya objetivización de la<br />

sintomatología<br />

que presentan es de<br />

muy difícil valoración.<br />

14.1.6.5. Tratamiento:<br />

Inicialmente, el SDT ha de<br />

conservadoramente,<br />

ser tratado<br />

incluyendo<br />

diversas modalidades de ejercicios<br />

físicos y medicamentos. La cirugía se<br />

reserva para aquellos casos en los que<br />

todos los tratamiento conservadores<br />

empleados han fracasado y que el<br />

dolor crónico interfiera con la vida del<br />

paciente.<br />

Por lo que hace referencia al<br />

tratamiento<br />

quirúrgico, dos son los<br />

procedimientos empleados para tratar<br />

el SDT: la resección de la primera<br />

costilla<br />

y la sección del músculo<br />

escaleno a nivel cervical, (Figura<br />

14.32). Sin embargo, el tratamiento<br />

quirúrgico va cambiando<br />

continuamente en función del mejor<br />

conocimiento de la etiopatogenia de la<br />

enfermedad. Finalmente, existen casos<br />

de SDT que se acompañan de una<br />

hiperactividad<br />

simpática, en cuyo caso<br />

está aconsejada la simpatectomía<br />

torácica proximal, simultaneamente a<br />

las operaciones descritas.<br />

315<br />

Figura 14.32. Resección quirúrgica de la<br />

costilla<br />

cervical.<br />

14.2. CODO<br />

14.2.1. Epicondilitis<br />

14.2.1.1. Introducción:<br />

Con el nombre de epincondilitis o codo<br />

de<br />

tenista, se conoce un cuadro<br />

patológico<br />

que cursa con dolor en la<br />

cara<br />

lateral del codo (Figura 14.33).<br />

Figura 14.33. Localización del dolor en la<br />

epicondilitis.<br />

14.2.1.2. Etiología:<br />

La causa fundamental se desconoce,<br />

aunque se ha postulado que la<br />

degeneración tendinosa a nivel<br />

epicondíleo del segundo radial, sería el<br />

factor desencadenante.<br />

14.2.1.3. Diagnostico:<br />

En la epicondilitis, existe un dolor<br />

selectivo a la palpación sobre el<br />

epicóndilo, más concretamente a un<br />

centímetro distal al mismo, y que se<br />

exacerba al extender los dedos contra<br />

resistencia (Figura 14.34). El paciente<br />

se queja de que no puede sostener un<br />

peso<br />

en su mano con el codo extendido<br />

y/o que ha de estirar el mismo cuando<br />

está flexionado durante un cierto<br />

tiempo. No se evidencian otras<br />

alteraciones<br />

y el estudio radiográfico es<br />

siempre normal.


Figura 14.34. Sintomatología de la<br />

epicondilitis. A) dolor selectivo sobre el<br />

epicóndilo. B) dolor al extender los dedos<br />

contra resistencia.<br />

14.2.1.4. Tratamiento:<br />

El cuadro es autolimitado en el tiempo,<br />

aunque puede recidivar. Con el fin de<br />

solucionar<br />

el problema álgido, existen<br />

diversas modalidades terapéuticas,<br />

desde la aplicación de crioterapia sobre<br />

el epicóndilo, la toma de AINES, las<br />

infiltraciones con corticoides y la<br />

cirugía. En general, se inicia el<br />

tratamiento con medidas<br />

conservadoras, como es la aplicación<br />

de unas sesiones de electroterapia<br />

(onda corta, ultrasonidos, etc) sobre el<br />

epicóndilo y la toma de AINES. Si con<br />

esta medida persiste el dolor, se<br />

procede a practicar una infiltración con<br />

cortisona tipo Depot, la cual puede<br />

repetirse tres veces en el curso<br />

de un<br />

año. Finalmente, si todas estas<br />

medidas fracasan y el paciente se<br />

siente invalidado para su trabajo<br />

habitual, se procede a la desinserción<br />

quirúrgica del segundo radial<br />

(Figura 14.35).<br />

Figura 14.35. Tratamiento quirúgico de la<br />

epicondilitis.<br />

14.2.2. Epitrocleitis<br />

316<br />

14.2.2.1. Introducción:<br />

Con el nombre de epitrocleitis o codo<br />

de golfista, se conoce un cuadro<br />

patológico que cursa con dolor en la<br />

cara medial del codo (Figura 14.36).<br />

Figura 14.36. Localización del dolor en la<br />

epitrocelitis.<br />

14.2.2.2. Etiología:<br />

La causa fundamental es el excesivo<br />

esfuerzo deportivo que se somete a los<br />

músculos flexores de la muñeca y<br />

dedos<br />

en su inserción epitrolear,<br />

aunque su asiento predominante es el<br />

pronador redondo.<br />

14.2.2.3. Diagnostico:<br />

Menos frecuente que la epicondilitis, la<br />

epitrocleitis se caracteriza por un dolor<br />

selectivo localizado encima de la<br />

misma, que se agrava con la flexiónpronación<br />

resistida de la muñeca.<br />

Tampoco<br />

existen alteraciones de otros<br />

tipo y la radiología también es normal.<br />

14.2.2.4. Tratamiento:<br />

Se sigue el mismo tratamiento que en<br />

la epicondilitis.<br />

14.2.3. Bursitis olecraneana<br />

14.2.3.1.<br />

Introducción:<br />

Se<br />

trata de la inflamación de la bolsa<br />

serosa que se encuentra entre la piel y<br />

el oléranon (Figura 14.37).


Figura 14.37. Situación anatómica de la<br />

bolsa serosa del olécranon.<br />

14.2.3.2. Etiología:<br />

En la mayoría de los casos la etiología<br />

es<br />

la irritación mecánica repetida sobre<br />

la punta del codo, aunque en ocasiones<br />

puede tener un orígen infeccioso o<br />

inflamatorio (gota, pseudogota,<br />

artritis<br />

reumatoide, etc.).<br />

14.2.3.3. Diagnóstico:<br />

Por regla general, el paciente consulta<br />

por la aparición de un bulto de tamaño<br />

variable sobre el olecranon, el cual es<br />

de consistencia blanda, adherido a<br />

planos profundos y superficiales y que<br />

no suele doler espontáneamente, a<br />

excepción de las de orígen séptico,<br />

donde además, existen todos los<br />

signos típicos inflamatorios y, en<br />

muchas ocasiones, con afectación del<br />

estado general en forma de fiebre y<br />

escalofríos (Figura 14.38).<br />

Figura 14.38. Bursitis olecraneana. A) de<br />

orígen mecánico. B) séptica.<br />

El estudio radiográfico es negativo,<br />

salvo en algunos casos en los que se<br />

puede apreciar una pequeña exostosis<br />

del olécranon.<br />

317<br />

14.2.3.4. Tratamiento:<br />

La bursitis infecciosa, requiere de un<br />

tratamiento<br />

antibiótico, acorde al<br />

agente<br />

infeccioso obtenido por punción,<br />

junto con la inmovilización<br />

de la<br />

articulación con una férula de yeso. Si<br />

con estas medidas no se solucionara el<br />

caso, se requiere el drenaje quirúrgico<br />

de la bursa.<br />

Las bursisits de orígen mecánico<br />

suelen tratarse con la aspiración<br />

del<br />

líquido<br />

seroso y la instilación de<br />

cortisona para acelerar su resolución.<br />

Sin embargo, en caso de que fuera<br />

voluminoso y/o provocara molestias de<br />

tipo local, puede recurrirse a la exéresis<br />

quirúrgica de la bursa (Figura 14.39).<br />

Figura 14.39. Tratamiento de la bursitis<br />

olecraneana de orígen mecánico.<br />

A) aspiración. B) exéresis.<br />

14.3. MUÑECA<br />

14.3.1. Gangliones<br />

14.3. 1.1. Introducción:<br />

Los<br />

gangliones son los tumores<br />

benignos más frecuentes de la mano.<br />

Se trata de formaciones quísticas de<br />

líquido sinovial que pueden provenir<br />

tanto de las articulaciones<br />

radiocarpianas o de las interfalángicas<br />

distales<br />

(quiste mucoide),<br />

como de las<br />

vainas<br />

tendinosas (quiste de vaina<br />

flexora). Su localización preferente es<br />

en<br />

el dorso de la muñeca,<br />

especialmente a nivel del espacio<br />

escafosemilunar, seguido del localizado<br />

en la zona palmar, a nivel del espacio<br />

radioescafoideo (Figura 14.40).


Figura 14.40. Localización de los<br />

gangliones en el dorso y palma de la<br />

muñeca y de los dedos.<br />

14.3.1.2. Etiología:<br />

Al<br />

parecer<br />

se trataría de una<br />

degeneración mucoide<br />

capsuloligamentosa con la consiguiente<br />

extravasación del líquido sinovial fuera<br />

del espacio articular. En los gangliones<br />

o quistes de las vainas flexoras, la<br />

rotura crónica de las mismas,<br />

provocaría la herniación del líquido<br />

sinovial fuera de su espacio.<br />

14.3.1.3. Diagnostico:<br />

El primer síntoma por el cual consulta<br />

el paciente es la aparición de una<br />

tumoración. Esta es blanda y<br />

depresible, adherida a planos<br />

profundos pero no a los superficiales.<br />

La localización específica en los<br />

espacios escafosemilunar dorsal y/o<br />

radioescafoideo palmar, completan la<br />

impresión diagnóstica (Figura<br />

14.41).<br />

Figura 14.41. Imagen clínica de los<br />

gangliones<br />

de muñeca. A) dorsal. B)<br />

palmar.<br />

318<br />

A nivel de los dedos, dichos quistes se<br />

hacen más evidentes por cuanto la piel<br />

que<br />

los rodea es muy ténue<br />

(Figura<br />

14.42).<br />

Figura 14.42. Quiste mucoide.<br />

A) esquema. B) imagen clínica.<br />

14.3.1.4. Tratamiento:<br />

Para solucionar definitivamente el<br />

problema, es preciso practicar la<br />

exéresis quirúrgica del ganglión así<br />

como su base de implantación, pues de<br />

no hacerlo así, la recidiva es la regla.<br />

La aspiración del contenido quístico<br />

puede aliviar las molestias pero no la<br />

causa.<br />

14.3.2. Síndrome de intersección<br />

14.3.2.1. Introducción:<br />

Se trata de una tenosinovitis localizada<br />

en el sitio donde se entrecruzan los<br />

tendones del primer<br />

y segundo radial<br />

con los del abductor largo y extensor<br />

corto del pulgar (Figura 14.43).<br />

Figura 14.43. Zona de tenosinovitis en el<br />

síndrome de intersección.


14.3.2.2. Etiología:<br />

Frecuente en deportistas que requieren<br />

una actividad repetitiva de la muñeca y<br />

con presión continuada del pulgar<br />

(motociclismo). Sin embargo, también<br />

es común observarlo en personas<br />

administrativas que teclean y o aprietan<br />

el ratón del PC durante muchas horas.<br />

14.3.2.3. Diagnóstico:<br />

Se trata de una patología específica<br />

que se caracteriza por dolor localizado,<br />

inflamación y crepitación del antebrazo distal,<br />

a 4-8 cm proximales al tubérculo<br />

de Lister (Figura 14.44). Dicha área<br />

corresponde al sitio donde se<br />

entrecruzan los tendones antes citados.<br />

La crepitación que es otro de los<br />

síntomas acompañantes suele ser<br />

audible, aunque lo normal<br />

es que se<br />

identifique éste por palpación sobre la<br />

zona con los movimientos de<br />

abducción y extensión del pulgar.<br />

Figura 14.44. Area de dolor y crepitación<br />

en el síndrome de intersección.<br />

Los estudios radiográficos son<br />

normales así como la TAC y la RMN, si<br />

bien en esta última, a veces se<br />

aprecian pequeñas colecciones de<br />

líquido<br />

en el interior de las vainas de<br />

los tendones afectos.<br />

El diagnóstico diferencial deberá<br />

realizarse con la tenosinovitis de<br />

DeQuervain, aunque en ésta, el dolor y<br />

la crepitación se sitúan<br />

específicamente sobre la estiloides<br />

radial.<br />

14.3.2.4. Tratamiento:<br />

Es fundamentalmente conservador,<br />

mediante la inmovilización y<br />

administración de un AINE. Si con<br />

dichas medidas no se solucionara el<br />

problema, puede recurrirse a la<br />

infiltración con corticoides en el<br />

319<br />

punto de entrecruzamiento tendinoso y<br />

que siempre corresponde al punto de<br />

máximo dolor. Finalmente, la liberación<br />

quirúrgica de las fascia antebraquial y<br />

de la sinovial de los tendones puede<br />

estar indicada en los casos crónicos o<br />

en aquellos otros en los que ninguna<br />

medida conservadora<br />

haya sido eficaz<br />

(Figura<br />

14.45).<br />

Figura 14.45. Tratamiento quirúrgico del<br />

síndrome de intersección. Después de<br />

proceder a la aponeurotomía del<br />

compartimiento dorsal del antebrazo, se<br />

escinde<br />

longitudinalmente la sinovial de los<br />

tendones inflamados. 14.3.3. Tendinitis de DeQuervain<br />

14.3.3.1. Introducción:<br />

La tendinitis de DeQuervain es la<br />

inflamación de los tendones que<br />

discurren en el primer compartimento<br />

del retináculo extensor de la muñeca,<br />

es decir, el abductor largo y extensor<br />

corto del pulgar (Figura 14.46).<br />

Figura 14.46. Tenosinovitis de<br />

DeQuervain, la cual afecta la tenosinovial<br />

de los<br />

tendones del abductor largo (ALP) y<br />

extensor<br />

corto del pulgar (ECP).


14.3.3.2. Etiología:<br />

La tenosinovitis de DeQuervain se<br />

presenta con una frecuencia de 8 a 10<br />

veces mayor en mujeres que en<br />

hombres. La causa más común de la<br />

enfermedad es una inflamación crónica<br />

debida a un uso excesivo<br />

relacionado<br />

con la actividad laboral y/o deportiva,<br />

aunque<br />

en ocasiones<br />

puede<br />

desarrollarse después<br />

de una<br />

contusión directa sobre la estiloides<br />

radial.<br />

14.3.3.3. Diagnóstico:<br />

El dolor es el síntoma predominante y<br />

puede ser de comienzo agudo o<br />

gradual. Se localiza puntualmente<br />

sobre la estiloides del radio, aunque a<br />

menudo se irra dia h acia el lado<br />

radial<br />

del<br />

antebrazo y hacia el dorso de la<br />

articulación metacarpofalángica<br />

del<br />

pulgar.<br />

E n ocasiones se palpa una<br />

pequeña formación quística así como<br />

una crepitación<br />

encima mismo de la<br />

estiloides.<br />

Sin embargo, para valorar<br />

con relativa fiabilidad<br />

la presencia de<br />

una tendinitis de DeQuervain es<br />

realizar la maniobra de Finkelnstein<br />

(Figura 14.47). En ella, al realizar<br />

pasivamente la desviación cubital de la<br />

muñeca junto con la adducción forzada<br />

del pulgar hacia la palma, se despierta<br />

un dolor puntual sobre la estiloides<br />

radial. Sin embargo,<br />

esta maniobra<br />

puede<br />

resultar también positiva en la<br />

artrosis trapeciometacarpiana<br />

y en la<br />

compresión sensitiva del nervio radial.<br />

Figura 14.47. Maniobra de Finkelnstein.<br />

La exploración radiográfica, que<br />

siempre deberá realizarse, permite<br />

320<br />

descartar otras causas de dolor en la<br />

región radial de la muñeca.<br />

14.3.3.4. Tratamiento:<br />

Cuando la tenosinovitis de DeQuervain<br />

es diagnosticada en sus estadíos<br />

iniciales, la inmovilización del pulgar<br />

con una espica de yeso tipo<br />

escafoides, junto con la administración<br />

de AINES,<br />

suele ser suficiente para<br />

mejorar<br />

la sintomatología. Sin<br />

embargo, si al reemprender las<br />

actividades laborales y/o deportivas se<br />

reprodujera el dolor, se aconseja la<br />

infiltración con corticoides del primer<br />

compartimiento. Con esta medida casi<br />

siempre suele ser definitiva, aunque en<br />

ocasiones se requiere más de una<br />

infiltración. En el caso de que recidivara<br />

el dolor, se aconseja la liberación<br />

quirúrgica del primer compartimiento.<br />

Bajo anestesia troncular y mediante<br />

isquemia<br />

del miembro, se practica una<br />

pequeña<br />

incisión transversal sobre la<br />

estiloides radial, abriéndose<br />

a<br />

continuación el retináculo extensor a<br />

nivel del compartimiento del abductor<br />

largo y extensor corto del pulgar<br />

(Figura 14.48).<br />

Figura 14.48. Tratamiento quirúrgico de la<br />

tenosinovitis de DeQuervain.<br />

Es necesario siempre comprobar que<br />

no exista un compartimiento<br />

independiente para el extensor corto<br />

del pulgar ya que de no liberarlo, el<br />

dolor continuaría.


14.4. MANO<br />

14.4.1. Enfermedad de Dupuytren<br />

14.4.4.1. Introducción:<br />

Se<br />

trata de una afección de la fascia<br />

palmar<br />

de la mano en la que se<br />

produce una retracción<br />

y fibrosis de la<br />

misma.<br />

Aunque puede afectar<br />

cualquier dedo, lo habitual<br />

es que se<br />

localice<br />

a nivel del 4º y 5º dedos<br />

(Figura 14.49).<br />

Figura<br />

14.49. Enfermedad de Dupuytren<br />

que afecta al dedo meñique. Obsérvese el<br />

cordón fribroso longitudinal que abarca la<br />

palma de la mano y toda la superficie<br />

palmar de la falange proximal.<br />

14.4.4.2. Etiología:<br />

Es desconocida. Sin embargo es<br />

común en personas de ascendencia<br />

europea septentrional, pero muy raro<br />

en otras razas. En consecuencia,<br />

parece existir un trastorno genético,<br />

afectando a más de un gen, además de<br />

influir factores ambientales. A nivel<br />

histológico, se observan agregados de<br />

fibroblastos contráctiles en el seno de<br />

la fascia palmar y digital.<br />

A pesar de que se desconoce con<br />

exactitud<br />

su etiología, la enfermedad<br />

de Dupuytren suele asociarse a otras<br />

patologías, entre las que destacan<br />

la<br />

diabetes<br />

mellitus, trastornos<br />

convulsivos (seguramente<br />

por la toma<br />

de barbitúricos) y el alcoholismo<br />

crónico.<br />

14.4.4.3. Diagnóstico:<br />

Suele darse en personas de edad<br />

media, siendo su frecuencia mayor en<br />

varones que en mujeres. El estadio<br />

más precoz de la enfermedad<br />

es el<br />

engrosamiento<br />

y la aparición de<br />

pequeños<br />

nódulos subcutáneos<br />

321<br />

situados en el pliegue distal palmar.<br />

Posteriormente y a medida que avanza<br />

la enfermedad, se produce una<br />

retracción cada vez más importante de<br />

la fascia, formando verdaderos<br />

cordones<br />

fibrosos, los cuales van<br />

arrastrando<br />

el dedo o dedos afectos<br />

hacia<br />

la flexión. A pesar de que la<br />

enfermedad<br />

no es dolorosa, cursa con<br />

dificultad<br />

en realizar ciertos<br />

movimientos<br />

y, lo que es más<br />

importante para el paciente,<br />

el tope que<br />

ofrece la postura de los dedos<br />

flexionados para las actividades<br />

rutinarias diarias (lavarse la cara, coger<br />

objetos, colocarse la mano en el<br />

pantalón, etc).<br />

14.4.4.4. Tratamiento:<br />

Depende<br />

de la severidad y estadío de<br />

la enfermedad. Así, en los estadíos<br />

iniciales donde solamente<br />

existe un<br />

pequeño engrosamiento y retracción<br />

pero sin contractura en flexión de las<br />

articulaciones metacarpofalángicas y/o<br />

interfalángicas proximales, no se<br />

requiere de ningún tipo de tratamiento.<br />

Sin embargo, cuando aparecen<br />

cordones pretendinosos que retraen<br />

significativamente el dedo, es decir,<br />

con actitud de flexión de las<br />

articulaciones citadas, la fascietomía<br />

palmar constituye el tratamiento de<br />

elección y más, si se quieren evitar<br />

contracturas articulares secundarias<br />

(Figura<br />

14.50).<br />

Figura 14.50. Fasciectomía palmar.<br />

A) Incisión en zig-zag. B) Exposición de los<br />

cordones fibrosos. C) Exéresis. D)<br />

resultado<br />

final a los 2 meses.


Sin embargo, la exéresis de la fascia<br />

palmar no evita la posibilidad de<br />

recidiva. En caso de que así fuere, se<br />

recomienda realizar una<br />

dermofasciectomía y colocar en el<br />

defecto un injerto libre de piel. Al<br />

parecer, este procedimiento evita la<br />

recidiva (Figura 14.51).<br />

Figura 14.51. Dermofasciectomía en un<br />

caso de recidiva de enfermedad de<br />

Dupuytren. La cicatriz y el cordón fibroso se<br />

resecan en bloque y se sustituye por un<br />

injerto libre de piel. Esta medida, evita la<br />

retracción de la piel así como la recidiva de<br />

la enfermedad.<br />

14.4.2. Dedo en gatillo<br />

14.4.2.1. Introducción:<br />

También llamado dedo en resorte, esta<br />

patología consiste en una estenosis de<br />

las vainas tendinosas con el<br />

consiguiente engrosamiento de los<br />

tendones flexores por roce crónico,<br />

fundamentalmente<br />

el superficial. Ello<br />

hace<br />

que exista una dificultad en el<br />

deslizamiento<br />

(Figura 14.52).<br />

de los mismos<br />

Figura<br />

14.52. Esquema que ilustra el dedo<br />

en gatillo.<br />

322<br />

14.4.2.2. Etiología:<br />

Se<br />

desconoce, aunque en pacientes<br />

diabéticos y/o con artritis reumatoide,<br />

es mucho más frecuente que en la<br />

población general. Puede afectar a<br />

cualquier dedo, si bien su máxima<br />

incidencia es a nivel del pulgar.<br />

Asimismo pueden afectarse varios<br />

dedos a la vez.<br />

14.4.2.3. Diagnóstico:<br />

El signo principal de esta afección es el<br />

chasquido o resorte que produce el<br />

dedo en el movimiento de<br />

flexoextensión. El paciente relata que<br />

después de flexionar el dedo, no puede<br />

extenderlo activamente y cuando<br />

intenta hacerlo pasivamente se<br />

produce un ruido característico de<br />

resalte que recuerda<br />

el gatillo de una<br />

pistola,<br />

de ahí su nombre. La<br />

exploración física revela un dolor<br />

selectivo en el pliegue palmar distal,<br />

lugar donde se produce el<br />

engrosamiento del tendón y donde se<br />

localiza la polea A1. Casi siempre se<br />

palpa<br />

dicho engrosamiento como si de<br />

un nódulo se tratara. Cuando<br />

se solicita<br />

al<br />

paciente que flexione su dedo,<br />

percibimos como este nódulo se<br />

desplaza proximalmente (Figura 14.53).<br />

Figura 14.53. Localización y palpación del<br />

engrosamiento tendinoso, el cual se<br />

localiza proximalmente a la polea A1<br />

cuando el paciente flexiona su dedo.<br />

Asimismo, es frecuente palpar un<br />

engrosamiento y sensación de frote con los<br />

movimientos pasivos de flexoxtensión en el<br />

mismo sitio y que corresponde a la zona de<br />

conflicto. El estudio radiográfico es<br />

anodino y no se precisa realizar otros<br />

estudios por la imagen por cuanto el<br />

diagnóstico clínico no ofrece dudas.


14.4.2.4. Tratamiento:<br />

Si bien esta afección puede resolverse<br />

espontáneamente,<br />

lo normal es que<br />

precise de algún tipo de tratamiento. En<br />

general, la infiltración con cortisona<br />

dentro de la vaina sinovial, suele dar<br />

muy buenos resultados, aún cuando<br />

hay un número no despreciable de<br />

casos q ue recidivan. Si ello fuera así, lo<br />

mejor<br />

es proceder a la sección<br />

longitudinal de la vaina tendinosa a<br />

nivel del engrosamiento del tendón y<br />

que corresponde al lugar donde se<br />

localiza la polea A1 (Figura 14.54).<br />

Figura 14.54. Tratamiento quirúrgico del<br />

dedo en gatillo.<br />

323


CAPITULO 15. AFECCIONES ORTOPEDICAS<br />

DE LA EXTREMIDAD<br />

INFERIOR.<br />

15.1. CADERA<br />

15.1.1. Trocanteritis<br />

15.1.1.1. Introducción:<br />

La trocanteritis o inflamación de la<br />

bursa situada entre el trocánter mayor y<br />

la fascia lata (cintilla iliotibial), justo por<br />

encima de la inserción del glúteo<br />

mayor, constituye una patología muy<br />

habitual a nivel de la cadera. Suele<br />

afectar a individuos entre los 30 a 60<br />

años de edad, con un predominio por el<br />

sexo femenino (Figura 15.1).<br />

Figura 15.1. Anatomía de la bursa<br />

trocantéra.<br />

15.1.1.2. Etiología:<br />

Si bien la aparición de esta entidad<br />

puede ser de orígen traumático, lo<br />

habitual es que se desconozca la<br />

verdadera causa. En general se la<br />

asocia con un sobreesfuerzo o una<br />

posición forzada y duradera de la<br />

cadera en una postura determinada<br />

(viaje en coche, carrera, etc).<br />

324<br />

15.1.1.3. Diagnóstico:<br />

El paciente acude a la consulta<br />

por<br />

dolor más o menos crónico en la cara<br />

lateral de la cadera que, a menudo, se<br />

irradia externamente hacia la rodilla<br />

(Figura 15.2).<br />

Figura 15.2. Localización e irradiación del<br />

dolor en la trocanteritis.<br />

Dicho dolor se exacerba al levantarse<br />

d e la cama o de la silla después de<br />

estar un período prolongado<br />

en esta<br />

posición y, asimismo,<br />

a ciertos<br />

movimientos de la cadera,<br />

particularmente la rotación externa y<br />

abducción. Es característico observar<br />

que el dolor impide reclinarse en la<br />

cama sobre el lado enfermo por la<br />

presión directa sobre el tocánter.<br />

Con el fin de descartar otras<br />

patologías asociadas, existen unos


criterios clínicos con los que poder<br />

afirmar la presencia de la bursitis<br />

trocantérea. Estos criterios son:<br />

• Dolor en la cara lateral<br />

de la<br />

cadera.<br />

• Dolor localizado a la presión sobre<br />

el trocánter mayor.<br />

• Dolor a los movimientos máximos<br />

de rotación, abducción ó adducción,<br />

especialmente al test de Patrick-<br />

Fabere (flexión, abducción, rotación<br />

externa,<br />

extensión).<br />

• Dolor a la abducción forzada.<br />

• Seudorradiculopatía (dolor irradiado<br />

a la cara lateral del muslo).<br />

El diagnóstico<br />

de trocanteritis requiere<br />

la presencia<br />

de los dos primeros<br />

síntomas<br />

y uno de los otros tres.<br />

En cuanto al estudio por la imagen, no<br />

suele<br />

observarse nada anormal,<br />

aunque<br />

en ocasiones se objetivan<br />

calcificaciones<br />

peritrocantéreas a nivel<br />

de la bursa. Otros estudios por la<br />

imagen como la RMN y/o la<br />

gammagrafía<br />

ósea, pueden<br />

ser útiles a<br />

la hora de efectuar<br />

el diagnóstico<br />

diferencial y/o en caso de requerirse<br />

cirugía, pues permiten diferenciar la<br />

trocanteritis de otras causas (artrosis<br />

de cadera, necrosis idiopática de la<br />

cabeza femoral, etc). Así, es frecuente<br />

observar en la RMN la presencia de<br />

líquido en la bursa troantérea, mientras<br />

que en la gammagrafia ósea suele<br />

apreciarse un aumento de captación en<br />

la región del trocánter mayor.<br />

15.1.1.4.<br />

Tratamiento<br />

El<br />

tratamiento inicial de la trocanteritis<br />

es<br />

conservador, mediante medidas de<br />

tipo<br />

local como la electroterapia, ondas<br />

de choque y/o infiltraciones. En este<br />

último aspecto, hay que tener en<br />

cuenta que, en esta patología, las<br />

infiltraciones no suelen ser tan<br />

efectivas como las practicadas a nivel<br />

de la extremidad superior. La<br />

explicación de tal hecho debemos<br />

hallarla en que la patología en cuestión<br />

está localizada en extremidades<br />

de<br />

carga,<br />

como es el caso de la cadera y,<br />

325<br />

en consecuencia, sujetas a mayores<br />

solicitaciones mecánicas que las<br />

localizadas en la extremidad superior<br />

( Figura 15.3).<br />

Figura 15.3. Infiltración de la bursa<br />

trocantérea.<br />

En aquellos casos en los que el<br />

tratamiento conservador no sea<br />

efectivo, está justificada la cirugía.<br />

Dentro de las diversas técnicas<br />

empleadas, la bursectomía (exéresis<br />

de la bursa) junto con las perforaciones<br />

y alisado de la superficie rugosa del<br />

trocánter mayor, constituye<br />

la<br />

operación de elección (Figura 15.4).<br />

Figura 15.4. Cirugía de la trocanteritis.<br />

A) Inicisión de piel. B) Incisión sobre el<br />

tendón del glúteo mayor para la exposición<br />

del tocánter mayor. C) Extirpación de la<br />

b ursa trocantérea. D) Perforaciones sobre<br />

el trocánter y alisado del mismo con una<br />

lima. E) Sutura tendinosa del glúteo mayor<br />

y de las fascia lata.<br />

Sin embargo, hay un porcentaje no<br />

despreciable de fracasos con esta<br />

técnica, situación que debe conocer el<br />

paciente antes de proceder al<br />

tratamiento quirúrgico.


15.1.2. Cadera en resorte<br />

15.1.2.1. Introducción:<br />

Se denomina cadera en resorte a una<br />

entidad causada por un roce anómalo<br />

de la cintilla iliotibial (causa externa) y/o<br />

del tendón del psoas (causa interna).<br />

15.1.2.2. Diagnóstico y tratamiento<br />

del resalte del tendón del psoas:<br />

La cadera en resalte debida al tendón<br />

del psoas es muy difícil de diagnosticar<br />

de otras causas de orígen articular. Ello<br />

es así debido a que las molestias que<br />

tal patología produce son comunes a<br />

otros procesos intraarticulares. Sin<br />

embargo, la frecuencia con la que se<br />

da de manera asintomática puede<br />

afectar<br />

al 5-10 % de población general.<br />

El mecanismo patológico por el cual<br />

se<br />

produce el resalte ocurre cuando el<br />

tendón<br />

del psoas se subluxa en sentido<br />

lateromedial<br />

como consecuencia del<br />

movimiento<br />

de la cadera que, desde<br />

una<br />

posición de flexión-abducción-<br />

rotación<br />

externa pasa a una posición<br />

de extensión-adducción-rotación<br />

interna (Figura 15.5).<br />

Figura 15.5. Esquema que ilustra el<br />

mecanismo de resalte del tendón del<br />

psoas. Mientras que con la cadera en<br />

flexión (A), el tendón se sitúa lateralmente<br />

con<br />

respecto al centro de la cabeza<br />

femoral, con la cadera en extensión (B), el<br />

tendón<br />

se coloca medialmente a la misma.<br />

De manera característica, el paciente<br />

percibe una sensación de resalte en la<br />

cara anterior de su cadera, incluso es<br />

audible. Dicho resalte puede percibirse<br />

con<br />

la deambulación normal o<br />

mediante<br />

la maniobra patomecánica<br />

antes comentada, es decir,<br />

desde una<br />

posición de flexión-abducción-rotación<br />

externa de la cadera se pasa a la<br />

posición de extensión-adducciónrotación<br />

interna.<br />

326<br />

En cuanto los estudios por la imagen,<br />

la radiología y la RMN son totalmente<br />

anodinas, aunque en esta última<br />

pueden existir signos indirectos de<br />

inflamación del tendón del psoas. Uno<br />

de los estudios que parecen tener un<br />

valor diagnostico es la bursografia del<br />

tendón del psoas. Mediante<br />

introducción de contraste en la bursa<br />

que recubre el tendón, se realizan dos<br />

proyecciones radiográficas, una con la<br />

cadera en flexión y la otra en extensión.<br />

La diferente posición del tendón,<br />

confirma el diagnostico de cadera en<br />

resalte<br />

debida al tendón del psoas<br />

(Figura 15.6).<br />

Figura 15.6. Bursografía del tendón del<br />

psoas. La silueta del tendón con la cadera<br />

en flexión (A) se localiza lateralmente<br />

con<br />

respecto al centro de la cabeza femoral,<br />

mientras<br />

que con la cadera en extensión<br />

(B) dicha silueta se localiza medialmente.<br />

Recientemente, esta anomalía puede<br />

objetivarse mediante ecografía. Ello<br />

permite ser menos agresivo en la<br />

exploración.<br />

Con respecto al tratamiento, como<br />

siempre, el diagnostico preciso de la<br />

afección es de capital importancia de<br />

ca ra a enfocar el mismo. Sin embargo,<br />

és<br />

te debe ir encaminado, como todas<br />

las tendinitis, a minimizar los esfuerzos<br />

que provocan el dolor y resalte.<br />

En este<br />

sentido, los ejercicios de estiramiento y<br />

flexibilidad del psoas pueden ser muy<br />

efectivos para disminuir la tensión del<br />

mismo. En aquellos casos de dolor<br />

contínuo, son efectivas las infiltraciones<br />

de corticoides en los tejidos<br />

peritendinosos, pero cuando toda esta<br />

batería de tratamientos fracasa, puede


estar aconsejado el tratamiento<br />

quirúrgico. Este consiste en la<br />

tenotomía parcial o total del tendón del<br />

psoas, el cual puede abordarse por<br />

varias vías (Figura 15.7).<br />

Figura 15.17. Vías de abordaje para la<br />

tenotomía del tendón del psoas. A) anterior.<br />

B) ilioinguinal. C) iliofe moral modificada. D)<br />

medial.<br />

Sin embargo, en la actualidad, dicha<br />

tenotomía puede realizarse por vía<br />

endoscópica, favoreciendo con ello la<br />

recuperación postoperatoria (Figura<br />

15.8).<br />

Figura 15.8. Tenotomía endoscópica del<br />

tendón del psoas. A) artroscopio colocado<br />

directamente por encima del trocánter<br />

menor, en la bursa del tendón del iliopsoas<br />

(IP), e identificando sus fibras. B) mediante<br />

bisturí eléctrico se procede a la sección del<br />

tendón, comprobando que se ha dividido en<br />

dos partes (*).<br />

15.1.2.3. Diagnóstico y tratamiento<br />

del<br />

resalte de la cintilla iliotibial:<br />

327<br />

El<br />

resalte de la cintilla iliotibial o coxa<br />

saltans, es mucho más evidente que la<br />

provocada por el tendón del psoas,<br />

pudiendo ser un hallazgo casual sin<br />

que exista un elemento predisponerte<br />

o<br />

precipitante de tal fenómeno. Si bien se<br />

han descrito casos en los que un<br />

traumatismo fue la causa, lo habitual es<br />

que se produzca como consecuencia<br />

de irritaciones crónicas por el ejercicio<br />

y/o el deporte, especialmente en los<br />

corredores. También ha sido descrito<br />

por acciones iatrogenicas, tras cirugías<br />

sobre el trocánter mayor o por utilizar<br />

una bandeleta de la cintilla iliotibial en<br />

las reconstrucciones de partes blandas<br />

de la rodilla. Sea como fuere, el<br />

mecanismo patogénico del síndrome<br />

iliotibial es el roce contínuo de la cintilla<br />

sobre el trocánter<br />

mayor (Figura 15.9).<br />

Figura 15.9. Mecanismo patogénico del<br />

resalte de la cintilla iliotibial.<br />

En cuanto al diagnóstico, aparte de la<br />

sensación de resalte que relata el<br />

paciente<br />

en la cara lateral de su<br />

cadera,<br />

dicha afección suele detectarse<br />

al<br />

realizar el movimiento de<br />

flexoextensión pasivo de la<br />

cadera.<br />

Este<br />

resalte puede bloquearse<br />

aplicando presión sobre<br />

el trocánter<br />

mayor, impidiendo el desplazamiento<br />

de la cintilla. Una maniobra que puede<br />

ayudar en el diagnostico, es la descrita<br />

por Ober. Con el paciente en decúbito<br />

lateral sobre la cadera sana, el<br />

examinador flexiona la rodilla a 90º y la<br />

deja deslizar hacia abajo, con lo que se


provoca una tensión exagerada sobre<br />

la cintilla iliotibial (Figura 15.10).<br />

Figura 15.10. Maniobra de Ober para<br />

poner de<br />

manifiesto el resalte de la cintilla<br />

iliotibial<br />

sobre el trocánter mayor.<br />

El diagnóstico por la imagen, ya sea<br />

mediante radiología simple o RMN<br />

suele ser negativo, aún cuando esta<br />

última puede revelar signos de<br />

inflamación de la bursa trocantérea.<br />

Por lo que hace referencia al<br />

tratamiento, en el momento en que se<br />

ha diagnosticado la afección, se<br />

instruye al paciente a evitar aquellos<br />

gestos que provoquen el resalte de la<br />

cintilla iliotibial. Asimismo, se inician<br />

ejercicios de estiramiento de dicha<br />

estructura con el fin de flexibilizarla y<br />

evitar así, su tensión excesiva.<br />

En<br />

ocasiones es necesario infiltrar la bursa<br />

trocantérea para minimizar el dolor<br />

provocado por estos ejercicios. Sólo en<br />

aquellos casos que después de un<br />

periodo no inferior a 9 meses,<br />

persistieran con sus síntomas, está<br />

justificado el tratamiento quirúrgico. A<br />

pesar de que los resultados no siempre<br />

son satisfactorios, existe un consenso<br />

generalizado que la intervención debe<br />

ir encaminada a relajar la cintilla<br />

iliotibial. Dentro de las numerosas<br />

técnicas<br />

con las que se cuenta, la<br />

zetaplastia<br />

o el alargamiento de la<br />

cintilla, son las más frecuentemente<br />

utilizadas (Figura 15.11).<br />

328<br />

Figura 15.11. Tratamiento quirúrgico del<br />

resalte de cadera por la cintilla iliotibial.<br />

A) zetaplastia. B) alargamiento.<br />

15.1.3. Osteitis del pubis<br />

15.1.3.1. Introducción:<br />

La osteitis del pubis es una afección<br />

inflamatoria, de orígen<br />

no infeccioso,<br />

que afecta a la sínfisis del pubis y que<br />

cursa fundamentalmente con dolor. No<br />

obstante, la etiología puede ser<br />

múltiple.<br />

15.1.3.2. Clasificación:<br />

Existen cuatro tipos diferentes de<br />

osteítis del pubis:<br />

1. Asociada a procedimientos<br />

urológicos, ginecológicos y/o<br />

durante el parto.<br />

2. Asociada a una infección local o<br />

a distancia.<br />

3. Relacionada con los ejercicios<br />

físicos (deportes).<br />

4. Relacionada con procesos<br />

degenerativos o<br />

reumatológicos.<br />

15.1.3.3. Etiología:<br />

La patogénesis de esta afección es<br />

desconocida.<br />

Sin embargo, en los<br />

deportistas se cree que se debe a un<br />

disbalance muscular (lo más probable),<br />

inestabilidad pélvica, ó por<br />

microlesiones repetitivas del hueso y<br />

de la articulación (Figura 15.12).<br />

En este sentido, los músculos<br />

abdominales y adductores presentan<br />

un punto común de inserción sobre la


sínfisis del pubis, pero que actúan<br />

antagónicamente uno con respecto al<br />

otro. Estas fuerzas antagonicas son<br />

más ostensibles en deportes como el<br />

fútbol, en el que se producen<br />

movimientos verticales de la sínfisis,<br />

provocando una irritación contínua a<br />

dicho<br />

nivel.<br />

Figura 15.12. Mecanismo de la osteitis<br />

púbica en el deportista. Los músculos<br />

implicados en su patogénesis son el recto<br />

del abdomen y los adductores.<br />

15.1.3.4. Diagnóstico:<br />

El dolor localizado en el área de la<br />

sínfisis púbica es el signo más<br />

representativo. Si bien puede<br />

instaurarse de forma aguda, lo habitual<br />

es que sea insidioso, de largo tiempo<br />

de duración y que aparece<br />

fundamentalmente después de la<br />

práctica deportiva, en concreto el<br />

fútbol. Existe un test de provocación del<br />

dolor, consistente en una maniobra de<br />

compresión lateral pélvica. En ella, el<br />

paciente se coloca en decúbito lateral<br />

mientras el examinador comprime en<br />

sentido<br />

vertical la pelvis (Figura 15.13).<br />

Con el fin de aumentar la presión<br />

a<br />

nivel de la sínfisis, se solicita al<br />

paciente<br />

que realice una maniobra de<br />

Valsalva para aumentar así<br />

la presión<br />

abdominal.<br />

329<br />

Figura 15.13. Maniobra de compresión<br />

lateral pélvica.<br />

En cuanto a los estudios por la<br />

imagen, estos suelen ser negativos en<br />

los inicios de los síntomas. Sin<br />

embargo, al cabo de unas 3 semanas<br />

de su aparición, pueden objetivarse<br />

algunos signos orientativos, como son<br />

la irregularidad de la sínfisis, esclerosis<br />

yuxtaarticular, desflecamiento de los<br />

bordes,<br />

etc (Figura 15.14). Junto con<br />

estos signos radiográficos directos,<br />

pueden observarse otros indirectos<br />

como pueden<br />

ser pequeñas avulsiones<br />

del tubérculo de los<br />

adductores y/o<br />

lesiones por estrés en la articulación<br />

sacroilíaca.<br />

Otra proyección radiográfica útil en el<br />

esclarecimiento de esta entidad, es la<br />

anteroposterior de pelvis en apoyo<br />

monopodal. Con ella se comprueba a<br />

nivel de la sínfisis<br />

del pubis, si existe o<br />

no, un desplazamiento<br />

anormal de una<br />

hemipelvis con respecto a la otra<br />

Otras<br />

exploraciones complementarias de<br />

gran valor son la gammagrafía ósea<br />

(GGO) y la TAC. Con la GGO,


podemos comprobar la captación del<br />

radioisótopo en la región objeto de<br />

estudio, lo que indicaría la presencia de<br />

cambios inflamatorios, mientras que<br />

con<br />

la TAC, descartamos patologías<br />

asociadas como fracturas por estrés de<br />

las<br />

ramas pélvicas, procesos<br />

infecciosos, etc. En este aspecto, es<br />

siempre conveniente practicar de forma<br />

rutinaria una analítica completa con<br />

VSG,<br />

pues puede orientarnos de la<br />

presencia de una infección,<br />

aún cuando<br />

en caso de duda es preferible practicar<br />

una punción diagnóstica.<br />

Figura 15.14. Signos radiográficos de la<br />

osteítis del pubis. Junto con el<br />

desflecamiento e irregularidad de la sínfisis,<br />

puede observarse una esclerosis de las<br />

ramas pélvicas yuxtaarticulares.<br />

15.1.3.4. Tratamiento:<br />

El tratamiento de la osteítis del pubis<br />

de orígen mecánico incluye toda una<br />

serie de medidas conservadoras como<br />

son la aplicación de electroterapia,<br />

ejercicios de estiramiento pasivo,<br />

prescripción de AINES e infiltraciones<br />

con cortisona. La efectividad de cada<br />

uno de estos tratamientos aún no ha<br />

sido v alidado científicamente,<br />

aunque<br />

el<br />

consenso generalizado es el de<br />

actuar de forma no traumática. El<br />

reposo temporal de las actividades<br />

deportivas y la utilización de zapatos<br />

con<br />

cámara de aire que amortiguan<br />

los<br />

esfuerzos<br />

de compresión en la sínfisis<br />

púbica, son otras de las<br />

modalidades<br />

terapéuticas a realizar. Sin embargo, si<br />

después de un periodo no inferior a los<br />

330<br />

9 meses, el paciente continúa con<br />

molestias, está indicado el tratamiento<br />

quirúrgico. Al respecto, existen varias<br />

técnicas a realizar, desde la resección<br />

trapezoidal de la sínfisis a la artrodesis<br />

de la misma (Figura 15.15).<br />

Figura 15.15. Tratamiento quirúrgico de la<br />

osteítis del pubis. A) resección trapezoidal<br />

de<br />

la sínfisis. B) artrodesis.<br />

15.2. RODILLA<br />

15.2.1. Quiste poplíteo de Baker<br />

15.2.1.1.Introducción:<br />

La aparición de un quiste sinovial en la<br />

parte posterior de la rodilla, en el<br />

denominado hueco polpíteo, da lugar a<br />

lo que se conoce como quiste de Baker<br />

(Figura 15.16).<br />

Figura 15.16. Quiste de Baker.<br />

15.2.1.2. Etiología:<br />

Aunque una gran mayoría de quistes<br />

de Baker se diagnostican de manera<br />

fortuita tras la realización de una RMN<br />

de la rodilla, efectuada por otros<br />

motivos (ej.: rotura de menisco), es<br />

frecuente observarlo en pacientes con<br />

artrosis, artritis reumatoide y/o gota, es<br />

decir, con una enfermedad articular<br />

preexistente.


15.2.1.3. Diagnóstico:<br />

El paciente suele consultar por una<br />

molestia vaga a nivel del hueco<br />

poplíteo, ya sea espontáneamente o<br />

después de realizar un esfuerzo físico<br />

(correr, excursión, etc). Asimismo, la<br />

aparición de una tumoración<br />

acompañante, es lo que hace que se<br />

acuda al médico. Dicha tumoración,<br />

suele situarse en la<br />

cara interna del<br />

hueso poplíteo, de consistencia blanda,<br />

no adherente a los planos superficiales<br />

pero sí a los profundos y que<br />

habitualmente no es dolorosa a la<br />

presión. Sin embargo, en ocasiones<br />

puede producirse su ruptura<br />

espontánea, vaciando su contenido<br />

( líquido sinovial) hacia las partes<br />

distales, simulando el dolor que<br />

produce<br />

una tromboflebitis<br />

(Figura 15.17).<br />

Figura 15.17. Localización habitual del<br />

quiste de Baker (A), el cual puede<br />

romperse espontáneamente y vaciar su<br />

contenido hacia las partes distales de la<br />

pierna, simulando con su dolor un cuadro<br />

clínico compatible con tromboflebitis (B).<br />

Si bien la localización y características<br />

de la tumoración, son suficientes<br />

criterios para llegar al diagnóstico de<br />

quiste de Baker, es preciso completar<br />

el estudio mediante radiografías de la<br />

rodilla con el fin de descartar patología<br />

asociada (artrosis, artritis,<br />

osteocondritis disecante, etc), Sin<br />

embargo, otros estudios por la imagen,<br />

como son la ecografía y/o la RMN, sí<br />

van a permitir su confirmación<br />

diagnóstica (Figura 15.18).<br />

Figura 15.18. RMN de un quiste poplíteo.<br />

331<br />

15.2.1.4. Tratamiento:<br />

En general y más cuando son<br />

pequeños,<br />

los quistes de Baker no<br />

requieren de ningún tratamiento.<br />

La<br />

mayoría de las veces constituyen<br />

un<br />

hallazgo casual por parte del paciente,<br />

el cual consulta más por la tumoración<br />

que por las molestias que le ocasiona.<br />

En el momento en que conoce su<br />

carácter benigno, deja de preocuparle.<br />

Sin embargo, en ocasiones el quiste es<br />

muy voluminoso y provoca sensación<br />

de cansancio e incluso de hormigueos<br />

en<br />

la parte distal de la pierna, como<br />

consecuencia de la compresión que<br />

ejerce sobre las ramas del nervio<br />

ciático poplíteo. En estos casos es<br />

aconsejable su exéresis quirúrgica<br />

(Figura<br />

15.19).<br />

Figura 15.19. Exéresis de un quiste de<br />

Baker.<br />

A tener en cuenta<br />

que debe de<br />

realizarse<br />

una buena sutura capsular a<br />

nivel de la brecha por la que se ha formado<br />

el quiste, ya que de lo contrario puede<br />

recidivar.


15.2.2. Tendinitis rotuliana<br />

15.2.2.1. Introducción:<br />

La tendinitis rotuliana, también llamada<br />

“rodilla del saltador”, constituye la<br />

causa más frecuente de dolor en la<br />

cara anterior de la rodilla. Se trata de<br />

una degeneración tendinosa en la zona<br />

de inserción del tendón rotuliano en su<br />

unión a la patela (Figura 15.20).<br />

Figura 15.20. Tendinitis rotuliana. La<br />

degeneración parcial de la inserción del<br />

tendón rotuliano a la patela<br />

causa su<br />

inflamación crónica.<br />

15.2.2.2. Etiología:<br />

La causa de le tendinitis rotuliana suele<br />

ser un traumatismo repetitivo crónico<br />

que tensa de manera anormal la<br />

inserción patelar del tendón. Deportes<br />

como<br />

la carrera o el salto de longitud,<br />

favorecen la aparición de esta<br />

patología, aunque en ocasiones suele<br />

no existir un antecedente traumático<br />

claro.<br />

15.2.2.3. Diagnóstico:<br />

El dolor localizado en la cara anterior<br />

de la rodilla después de una actividad<br />

física, suele ser el síntoma principal. A<br />

la exploración física, existe un dolor<br />

selectivo en el polo inferior de la rótula,<br />

justo en la unión tendinoósea. Por lo<br />

demás, no existe derrame ni<br />

inestabilidad ligamentosa y, el estudio<br />

332<br />

radiográfico estándar, no revela<br />

ninguna otra anomalía. Otros estudios<br />

por la imagen, como la RMN, pueden<br />

poner de manifiesto la inflamación<br />

(Figura 15.21).<br />

Figura 15.21. RMN de la rodilla en la que<br />

se observa un aumento de la señal en la<br />

zona de inserción del tendón rotuliano<br />

(flecha), compatible con tenidinits.<br />

15.2.2.4. Tratamiento:<br />

El primer objetivo del<br />

tratamiento<br />

es<br />

dejar<br />

descansar el tedón<br />

mediante el<br />

reposo, la modificación de la actividad,<br />

el entrenamiento progresivo. Sin<br />

embargo, en caso de persistir<br />

la<br />

sintomatología están indicadas<br />

las<br />

infiltraciones locales con corticoides.<br />

15.2.3. Bursitis rotuliana<br />

15.2.3.1. Introducción:<br />

La bursitis rotuliana es la inflamación<br />

de la bolsa serosa situada por delante<br />

de la rótula (Figura 15.22).<br />

Figura 15.22. Situación anatómica de la<br />

bolsa serosa prerotuliana.


15.2.3.2. Etiología:<br />

La bursitis rotuliana, casi siempre suele<br />

ser secundaria a un traumatismo, ya<br />

sea éste agudo o como consecuencia<br />

de roces repetidos. En ocasiones, el<br />

orígen es bacteriano, generalmente por<br />

una infección de vecindad<br />

(erosión,<br />

herida, quemadura, etc) (Figura<br />

15.23).<br />

Figura 15.23. Etiología de la bursitis<br />

rotuliana. A) traumática. B) bacteriana.<br />

15.2.3.3. Diagnóstico:<br />

En las bursitis de orígen traumático, la<br />

tumoración, más que el dolor, es el<br />

signo más característico. Esta, de<br />

tamaño variable, es blanda y<br />

depresible, estando situada<br />

inmediatamente por debajo de la piel<br />

que cubre la parte anterior de la rótula,<br />

deformando la morfología de la rodilla.<br />

El estudio radiográfico es normal, no<br />

siendo necesarias otras exploraciones por cuanto el diagnóstico clínico no<br />

ofrece dudas. En los casos en los que<br />

la bursitis es de orígen bacteriano,<br />

junto con la tumoración, se presentan<br />

los otros signos de infección, es decir,<br />

dolor, inflamación y aumento de la<br />

temperatura local. Asimismo, no es raro<br />

observar signos generales de infección,<br />

como fiebre y escalofríos.<br />

15.2.3.4. Tratamiento:<br />

En las bursitis de orígen traumático,<br />

la<br />

aplicación<br />

de frío local y la<br />

administración<br />

de AINES, suele ser<br />

suficiente<br />

para hacer desaparecer el<br />

líquido<br />

existente dentro de la bolsa<br />

serosa.<br />

Sin embargo, ello puede tardar<br />

varias<br />

semanas, con lo que la bolsa<br />

serosa<br />

tiende a hipertrofiarse, en cuyo<br />

caso, siempre existe un engrosamiento<br />

en la cara anterior de la rodilla que<br />

puede ser molesto por el roce que ello<br />

333<br />

provoca al arrodillarnos. En estos<br />

casos se aconseja su extirpación<br />

quirúrgica.<br />

Diferente tratamiento tienen<br />

las<br />

bursitis<br />

de orígen séptico, es decir,<br />

cuando<br />

el contenido de la bursa es pus.<br />

En estos casos se aconseja la punción<br />

evacuadota, la inmovilización de la<br />

extremidad con una férula posterior de<br />

yeso y la administración de antibióticos,<br />

acorde al estudio del gram y cultivo del<br />

líquido aspirado. En los casos en los<br />

que se ha demorado la evacuación del<br />

pus, éste puede estar tabicado y, en<br />

consecuencia, poco probable de ser<br />

aspirado del todo<br />

con aguja. Por ello,<br />

es recomendable el drenaje quirúrgico<br />

del material purulento. Posteriormente,<br />

y una vez curada la infección, se<br />

procederá a la exeresis quirúrgica<br />

de la<br />

bursa.<br />

15.2.4. Síndrome de la cintilla<br />

iliotibial a nivel distal<br />

15.2.4.1. Introduccoión:<br />

Al igual como ocurría con la cadera en<br />

resorte, la cintilla iliotibial a nivel distal<br />

puede hacer resalte y rozar<br />

continuadamente a nivel del cóndilo<br />

femoral externo (Figura 15.24).<br />

Figura 15.24. Anatomía de la cintilla<br />

iliotibial y el deslizamiento que realiza<br />

durante el movimiento de flexoextensión de<br />

la rodil la.<br />

15.2.4.2. Etiología:<br />

En general, no se trata de un proceso<br />

ocasionado por un traumatismo único,<br />

sino que es el resultado de un roce<br />

crónico de la cintilla, la cual provoca la<br />

inflamación de la bursa situada entre la


misma y el cóndilo femoral externo.<br />

Actividades deportivas como el<br />

ciclismo, los corredores<br />

de fondo y<br />

todos<br />

aquellos que requieran de una<br />

flexoextensión de la rodilla<br />

continuada,<br />

pueden presentar dicho síndrome<br />

(Figura 15.25).<br />

Figura 15.25. Localización de la bursa<br />

inflamada en el síndrome de la cintilla<br />

iliotibial.<br />

15.2.4.3. Diagnóstico:<br />

El dolor es el principal signo de la<br />

afección. Suele<br />

localizarse en la cara<br />

lateral<br />

de la rodilla, encima mismo del<br />

cóndilo femoral externo, y se irradia<br />

tanto<br />

en sentido proximal<br />

como distal<br />

(Figura 15.26).<br />

Figura 15.26. Distribución del dolor en el<br />

paciente<br />

con un síndrome de la cintilla<br />

iliotibial.<br />

334<br />

15.2.4.4. Tratamiento:<br />

Es básicamente conservador, con<br />

medidas locales como electroterapia y<br />

administración de AINES. En<br />

ocasiones, se hace necesaria la<br />

infiltración con corticoides en la bursa<br />

inflamada.<br />

15.2.5. Síndrome de Pellegrini-Stieda<br />

15.2.5.1. Introducción:<br />

Se trata de una calcificación del<br />

ligamento lateral interno de la rodilla.<br />

15.2.5.2.<br />

Etiología:<br />

Casi siempre existe un traumatismo y/o<br />

un esguince del ligamento lateral<br />

interno previos. A veces, la<br />

sintomatología no aparece tras muchos<br />

años de poducirse el accidente.<br />

15.2.5.3. Diagnostico:<br />

Se trata de un paciente adulto que<br />

consulta por dolor en la cara interna de<br />

la rodilla pero con un punto exquisito<br />

álgido situado en la inserción condílea<br />

del ligamento lateral interno. La<br />

movilidad no está afectada, ni existen<br />

signos de derrame articular ni de<br />

inestabilidad. El antecedente<br />

traumático, incluso años antes,<br />

permiten sospechar la patología a la<br />

que nos estamos refiriendo.<br />

El estudio radiográfico es<br />

característico, fundamentalmente en la<br />

proyección anteroposterior, pues se<br />

observa<br />

una imagen calcificante en el<br />

sitio de inserción del ligamento<br />

colateral<br />

interno (Figura 15.27).<br />

Figura 15.27. Enfermedad de Pellegrini-<br />

Stieda. Obsérvese la imagen calcificante,<br />

dependiente del ligamento colateral interno,<br />

en su inserción al cóndilo interno.


15.2.5.4. Tratamiento:<br />

En general, el proceso inflamatorio<br />

desencadenante no tiene relación con<br />

los esfuerzos sino más bien con los<br />

cambios barométricos. Es por ello que<br />

el dolor no suele durar demasiado<br />

tiempo, aunque cuando aparece es de<br />

intensidad moderada que dificulta la<br />

vida diaria. En estos casos, la<br />

aplicación de crioterapia<br />

y la<br />

administración de AINES por espacio<br />

de 7-10 días, es suficiente para aliviar<br />

la la sintomatología. En caso de no ser<br />

así, cabe la posibilidad de practicar una<br />

infiltración con corticoides en el sitio de<br />

inserción del ligamento.<br />

15.3. TOBILLO<br />

15.3.1. Fascitis plantar<br />

15.3.1.1. Introducción:<br />

La fascitis plantar, que se le asocia<br />

a<br />

menudo con e l espolón<br />

de calcáneo,<br />

representa<br />

la causa más frecuente del<br />

dolor de talón ó talalgia (Figura 15.28).<br />

Figura 15.28. Localización<br />

del dolor en la<br />

fascitis plantar (flecha).<br />

15.3.1.2. Etiología:<br />

La fascitis plantar suele<br />

desencadenarse por<br />

microtraumatismos repetidos, como es<br />

el de haber caminado durante mucho<br />

tiempo ó después de una excursión al<br />

pisar por un terreno desigual. Sin<br />

embargo, en ocasiones no existe un<br />

antecedente claro, aunque puede<br />

observarse<br />

algún factor de riesgo como<br />

puede<br />

ser la presencia de un pie cavo<br />

o plano, o un cambio de calzado, etc.<br />

335<br />

15.3.1.3. Diagnóstico:<br />

El dolor es el signo característico, el<br />

cual se localiza típicamente en la<br />

inserción de la fascia con el calcáneo a<br />

nivel de la parte interna del talón. En<br />

cuanto a los estudios por la imagen, la<br />

radiología<br />

del talón<br />

no<br />

revela ninguna anomalía, aun<br />

cuando<br />

en el 50 % de los casos suele<br />

objetivarse,<br />

en la proyección de perfil,<br />

un<br />

espolón del calcáneo (Figura 15.29).<br />

Figura 15.29. Imagen radiográfica de un<br />

espolón de calcáneo.<br />

Sin embargo, la presencia de un<br />

espolón de calcáneo en personas<br />

asintomáticos es muy frecuente. Otra<br />

exploración a tener en cuenta<br />

es la<br />

RMN, pues en ausencia de un espolón,<br />

permite confirmar el diagnóstico de<br />

fascitis<br />

(Figura 15.30).<br />

Figura 15.30 Imagen por RMN de una<br />

fascitis plantar.<br />

15.3.1.4. Tratamiento:<br />

Como quiera que el dolor es producido<br />

por un factor irritativo crónico, el<br />

principal objetivo del tratamiento es<br />

evitar una presión


excesiva a dicho nivel. Así, la<br />

colocación de taloneras de descarga y<br />

utilizar un calzado suave y cómodo es<br />

primordial. Para vencer los signos<br />

inflamatorios locales, es útil la<br />

aplicación de electroterapia (onda corta<br />

y ultrasonidos) y AINES, tanto por vía<br />

tópica como sistémica. Si con dichas<br />

medidas no se consiguiera solucionar<br />

el problema, se recomienda la<br />

infiltración local con cortisona. En<br />

contados casos la patología persiste y<br />

si ello fuera así, está justificada la<br />

intervención quirúrgica, la cual,<br />

consiste en la desinserción de la fascia<br />

plantar y la exéresis del espolón<br />

calcáneo ( si lo hubiera) (Figura 15.31).<br />

Figura 15.31. Tratamiento quirúrgico de la<br />

fascitis plantar. En el recuadro de la<br />

izquierda se esquematiza la desinserción<br />

de la fascia en su unión al calcáneo. En el<br />

caso de existir un espolón del mismo, está<br />

justificada su exéresis.<br />

15.3.2.<br />

Enfermeda d de<br />

Haglund<br />

15.3.2.1. Introducción:<br />

La<br />

enfermedad de Haglund<br />

consiste en<br />

una<br />

prominencia ósea situada en la<br />

parte<br />

superior y posterior del calcáneo<br />

que<br />

causa un roce crónico con el<br />

tendón de Aquiles y, en consecuencia,<br />

la aparición de dolor en la parte<br />

posterior del talón (Figura 15.32).<br />

336<br />

Figura 15.32. Esquema que muestra la<br />

prominencia ósea del calcáneo, causante<br />

del roce crónico con el tendón de Aquiles.<br />

15.3.2.2. Etiología:<br />

El contorno del<br />

calcáneo no es siempre<br />

el mismo en la población general. Ello<br />

hace que, aquellas personas con la<br />

parte posterior del hueso prominente,<br />

puedan presentar un roce excesivo y<br />

continuado con el zapato, dando lugar<br />

a la aparición de una<br />

callosidad en el<br />

sitio de inserción del tendón. La<br />

cronicidad de<br />

este roce puede, además, inflamar la<br />

bolsa serosa que se encuentra entre el<br />

tendón y la piel, provocando aún más<br />

dolor (Figura 15.33).<br />

Figura 15.33. Patogénesis de la<br />

enfermedad de Haglund.


15. 3.2.3. Diagnóstico:<br />

La sintomatología y la clínica no ofrece<br />

dudas, al observarse y palparse una<br />

prominencia ósea en la parte posterior<br />

del calcáneo, que es dolorosa al tacto.<br />

En los casos de larga evolución, puede<br />

verse una hiperqueratosis a dicho nivel<br />

(callosidad) e inflamación local, que<br />

hace aumentar más la deformidad<br />

existente (Figura 15.34).<br />

Figura 15.34. Aspecto clínico que ofrece la<br />

enfermedad de Haglund. Obsérvese<br />

el<br />

aumento del diámetro de la parte posterior<br />

del talón, con signos evidentes de<br />

inflamación e hiperqueratosis localizadas.<br />

El exámen radiográficio suele ser<br />

concluyente pues se observa la<br />

prominencia ósea antes comentada<br />

(Figura 15.35).<br />

Figura 15.35. Aspecto radiográfico que<br />

ofrece la enfermedad de Haglund.<br />

15.3.2.4. Tratamiento:<br />

Inicialmente debe procurarse que el<br />

zapato no roce excesivamente la parte<br />

posterior del talón. Asimismo, se<br />

337<br />

aplicarán medidas locales como<br />

crioterapia<br />

y electroterapia con el fin de<br />

desinflamar la bursa calcánea. En<br />

aquellos casos en los que estas<br />

medidas fracasen, está justificado la<br />

resección quirúrgica de la prominencia<br />

ósea del calcáneo (Figura 15.36).<br />

Figura 15.36. Resección quirúrgica de<br />

la prominencia ósea del calcáneo.<br />

15.3.3. Tendinitis del Aquiles<br />

15.3.3.1. Introducción:<br />

El tendón de Aquiles consiste en una<br />

estructura<br />

fibrosa que conecta los<br />

músculos de la pantorilla (gastrocnemio<br />

y sóleo) con el talón (Figura 15.37).<br />

Cuando dichos músculos se contraen,<br />

tiran de su tendón conjunto (Aquiles) y<br />

con ello, elevan el talón. La inflamación<br />

crónica de tendón conlleva a su<br />

degeneración y fibrilación<br />

del mismo.<br />

Figura 15.37. Anatomía del tendón de<br />

Aquiles. Como se observa, éste está<br />

formado por la unión de las inserciones<br />

distales de los músculos gastrocnemio y<br />

sóleo.<br />

15.3.3.2. Etiología:<br />

Si bien puede aparecer la tendinitis<br />

después de un esfuerzo agudo, lo<br />

común es que aparezca como


consecuencia de un traumatismo<br />

repetitivo crónico (marcha atlética,<br />

carrera, etc). En algunos casos, la<br />

causa puede ser metabólica, como<br />

consecuencia de depósitos de cristales<br />

de ácido úrico.<br />

15.3.3.3. Diagnóstico:<br />

El exámen clínico cuidadoso permite<br />

certificar<br />

el diagnóstico. En este<br />

contexto, el dolor localizado<br />

y la<br />

tumefacción, tanto visible como<br />

palpable, se locali zan en el mismo<br />

tendón. Esto es importante, por cuanto<br />

otro cuadro patológico del talón como<br />

es la bursitis del calcáneo puede dar<br />

lugar a una sintomatología muy similar,<br />

aunque en esta última, el dolor se<br />

localiza en la zona más alta de la<br />

tuberosidad del calcáneo<br />

(Figura<br />

15.38).<br />

Figura 15.38. Diagnóstico diferencial de la<br />

tendinitis del Aquiles. Mientras que el dolor<br />

y la tumefacción se localizan en la misma<br />

sustancia tendinosa, en la bursitis<br />

calcánea, el dolor y la inflamación<br />

se<br />

localizan en la cara posterior del talón.<br />

La exploración radiográfica, suele ser<br />

anodina, aunque es preciso practicarla<br />

para descartar otras causas, como es<br />

la enfermedad de Haglund.<br />

338<br />

En cuanto a otras exploraciones por la<br />

imagen, la RMN puede ser de gran<br />

ayuda, pues en caso de duda, permite<br />

objetivar el engrosamiento del tendón<br />

y/o la presencia de microroturas del<br />

mismo (Figura 15.39).<br />

Figura<br />

15.39. RMN de una tendinitis del<br />

tendón de Aquiles. Obsérvese la diferencia<br />

de<br />

señal entre el tendón<br />

sano (línea azul) y<br />

el<br />

tendón patológico (línea roja).<br />

15.3.3.4.<br />

Tratamiento:<br />

En<br />

las fases agudas del padecimiento,<br />

se<br />

han de administrar AINES y se debe<br />

aplicar crioterapia en la zona inflamada.<br />

Las infiltraciones con corticoides están<br />

contraindicadas pues podrían debilitar<br />

aún más el tendón y favorecer su<br />

ruptura. Asimismo, se evitará en lo<br />

posible sobrecargar la extremidad<br />

afecta, con reposo relativo. Un artilugio<br />

que puede favorecer la curación del<br />

proceso es el colocar una pequeña alza<br />

de 1 cm en el talón, pues con ello se<br />

relaja el mismo evitando su tracción<br />

excesiva.<br />

Si con dichos tratamientos no se<br />

solucionara el problema, está indicada<br />

la cirugía. En este sentido, se<br />

procederá a la sección y resección del<br />

paratendón patológico así como<br />

aquellas<br />

zonas tendinosas<br />

degeneradas. Finalmente se practica<br />

una serie de incisiones longitudinales<br />

sobre el tendón (peinaje) con la<br />

finalidad de estimular su reparación<br />

(Figura 15.40)


Figura 15.40. Cirugía de la tendinitis del<br />

Aquiles. Después de proceder a la<br />

resección del paratendón y de las zonas<br />

patológicas<br />

del tendón, se procede a su<br />

peinaje.<br />

15.3.4.<br />

Disfunción del tendón del<br />

tibial posterior<br />

15.2.4.1. Introducción:<br />

Debido a la utilización constante del<br />

pie, es frecuente la presentación de<br />

procesos tendiníticos<br />

a dicho nivel,<br />

siendo el tibial posterior<br />

a su paso por<br />

el estrecho túnel osteofibroso<br />

retromaleolar tibial, el más<br />

comúnmente afectado (Figura 15.43).<br />

Figura 15.43. Esquema de la inflamación<br />

del tendón tibial posterior.<br />

15.2.4.2. Etiología:<br />

La disfunción del tibial posterior puede<br />

aparecer durante el curso de la artritis<br />

reumatoide, en atletas, como lesión de<br />

sobrecarga, en la mujer menopausica y<br />

obesa, como fenómeno degenerativo o<br />

tener un orígen traumático (sección<br />

directa del tendón a nivel perimaleolar).<br />

339<br />

En el caso de producirse la ruptura<br />

total, ya sea de orígen degenerativo y/o<br />

traumático, se desarrolla un pie planovalgo.<br />

La deformidad suele ser<br />

unilateral o, en todo caso, aparece una<br />

clara asimetría:<br />

el pie afecto puede<br />

llegar a una deformidad muy exagerada<br />

con una gran prominencia del arco<br />

interno y una pronación de todo el pie.<br />

15.2.4.3. Diagnóstico:<br />

En el caso de inflamación y<br />

degeneración del tendón, sin rotura, el<br />

dolor y la inflamación localizada en la<br />

zona retromaleolar del lado medial del<br />

tobillo, son los signos más<br />

característicos. En cambio, en los<br />

casos donde ya existe la ruptura del<br />

tendón, se produce un pie plano, con<br />

valgo del retropié, abducción del<br />

mediopie y pronación del antepié<br />

(Figura 15.44).<br />

Figura 15.44. Aspecto clínico de un pie con<br />

ruptura crónica del tibial posterior.<br />

Obsérvese<br />

el valgo del talón, aplanamiento<br />

del arco interno del p ie y la inflamación<br />

localizada<br />

por detrás del maleolo<br />

tibial.<br />

En este último aspecto, la pronación<br />

del pie origina que, al inspeccionar al<br />

paciente, mirándolo desde el<br />

talón,<br />

podamos<br />

ver más dedos en el pie<br />

afecto que en el contralateral<br />

(signo de<br />

los dedos de más). Asimismo, el pie se<br />

hace tremendamente doloroso y<br />

destaca la dificultad para conseguir una<br />

buena fase de despegue en la marcha<br />

y la carrera). Funcionalmente hay una<br />

imposibilidad de inversión del talón al<br />

colocarse el paciente de puntillas y una<br />

pérdida de<br />

la capacidad de supinar el


pie. El diagnóstico muchas veces es<br />

intraoperatorio, aún cuando<br />

puede<br />

apreciarse mediante la RMN. En ella,<br />

podremos observar la presencia de<br />

líquido en el interior de la vaina del<br />

tibial posterior así como la existencia o<br />

no de una rotura del mismo, ya sea de<br />

espesor parcial o total (Figura 15.45).<br />

Figura 15.45. Corte coronal por RMN de<br />

una tendinitis del tibial posterior.<br />

A) la<br />

flecha blanca indica el<br />

aumento de grosor<br />

del tendón del tibial posterior,<br />

mientras que<br />

las flechas blancas delimitan el área de<br />

inflamación de las partes blandas<br />

adyacentes a la piel. B) RMN coronal de un<br />

tobillo normal para que pueda compararse<br />

con el patológico. (1) Tibial posterior. (2)<br />

Flexor comun de los dedos. (3) Flexor largo<br />

del dedo gordo. (4) Peroneo corto. (5)<br />

Peroneo largo. (6) Tibial anterior. (7)<br />

Extensor del dedo gordo. (8) Extensor<br />

común de los dedos. (9) Peroneo accesor io<br />

(no<br />

presente en todas las personas).<br />

15.2.4.4. Tratamiento:<br />

En las fases iniciales, el reposo<br />

deportivo<br />

o laboral así como la<br />

administración de AINES<br />

y aplicación<br />

de crioterapia en la zona inflamada,<br />

son las terapias a realizar. En aquellos<br />

casos en los que persistiera la clínica<br />

puede ser aconsejable la apertura de la<br />

vaina sinovial del tendón. Sin embargo,<br />

en el caso de que exista una rotura,<br />

debe realizarse la sutura del mismo o,<br />

en el caso de que ello no fuera posible,<br />

la transferencia tendinosa,<br />

generalmente proveniente del flexor<br />

común de los dedos (Figura 15.46).<br />

340<br />

Figura 15.46. Transferencia tendinosa del<br />

flexor común de los dedos al escafoides. A)<br />

sección del flexor común de los dedos. B)<br />

Creación de un túnel del escafoides con<br />

una broca. C) pasado del tendón desde la<br />

zona plantar a la zona dorsal del<br />

escafoides. D) Sutura del tendón sobre sí<br />

mismo.<br />

Finalmente, en aquellos casos en los<br />

que se ha producido un pie plano-valgo<br />

secundario,<br />

deberá considerarse la<br />

opción de una triple<br />

artrodesis<br />

(Figura 15.47).<br />

Figura 15.47. Técnica quirúrgica de la triple<br />

artrodesis. En ella se fusionan las<br />

articulaciones subastragalina, la<br />

astrágaloescafoidea y la calcáneocuboidea.<br />

Después de denudar<br />

las superficies<br />

cartilaginosas<br />

de las articulaciones citadas,<br />

se fijan con tornillos o con agujas de<br />

Kirschner.


15.4. PIE<br />

15.4.1. Escafoides accesorio<br />

15.4.1.1. Introducción:<br />

El escafoides tarsiano presenta<br />

frecuentemente una alteración<br />

morfológica consistente en una<br />

osificación accesoria en su polo medial,<br />

que condiciona una serie de síntomas y<br />

signos de incidencia variable y de<br />

diversa intensidad (Figura 15.48).<br />

Figura 15.48. Esquema del escafoides<br />

accesorio.<br />

15.4.1.2. Etiología:<br />

Falta de fusión del centro secundario<br />

de osificación del escafoides tarsiano.<br />

En consecuencia, persiste como hueso<br />

independiente aproximadamente en el<br />

5-10 % de la población normal.<br />

15.4.1.3. Diagnóstico:<br />

Existe<br />

una prominencia dolorosa en el<br />

borde interno del pie con inflamación ó<br />

bursitis acompañante, en la inserción<br />

del tibial posterior en el escafoides<br />

tarsiano. Sin embargo, la incidencia de<br />

los síntomas es relativamente baja en<br />

relación con esta prevalencia. En<br />

ocasiones, sobre todo en los pacientes<br />

más jóvenes, el motivo de la consulta<br />

es la aparición de pies planos valgos,<br />

con dolor localizado en la zona medial<br />

del pie, y la incapacidad de utilizar un<br />

calzado convencional.<br />

Desde el punto de vista radiográfico,<br />

se puede distinguir perfectamente el<br />

escafoides accesorio, separado del<br />

resto del hueso, en la parte más interna<br />

del mismo (Figura 15.49).<br />

341<br />

Figura<br />

15.49. Proyección anteroposterior<br />

del pie donde se observa el escafoides<br />

accesorio (cabeza de flecha).<br />

15.4.1.4. Tratamiento:<br />

Inicialmente, sobre todo en pacientes<br />

jóvenes,<br />

debe<br />

considerarse el<br />

tratamiento conservador, colocando en<br />

el<br />

zapa to soportes para el arco<br />

longitudinal o plantillas adecuadas. Si<br />

los síntomas persisten, hay indicación<br />

de tratamiento quirúrgico, consistente<br />

en<br />

la exéresis de la prominencia ósea y<br />

eventualmente restablecer<br />

la inserción<br />

del tibial posterior (Figura 15.50).<br />

Figura 15.50. Tratamiento quirúrgico del<br />

escafoides accesorio.


15.4.2. Neuroma de Morton<br />

15.4.2.1. Introducción:<br />

El neuroma interdigital de los dedos del<br />

pie, también conocido como “Neuroma<br />

de Morton”, es una entidad que se<br />

caracteriza por la inflamación (neuritis)<br />

de un nervio interdigital del pie,<br />

generalmente entre los metatarsianos<br />

tercero o cuarto (Figura 15.51).<br />

Figura 15.51. Esquema de un neuroma de<br />

Morton. Si bien puede localizarse en<br />

cualquier espacio interdigital, generalmente<br />

afecta al tercero, es decir, entre el tercer y<br />

cuarto metatarsianos.<br />

15.4.2.2. Etiología:<br />

Si bien la causa exacta es<br />

desconocida, el mecanismo mecánico<br />

de compresión por microtraumatismos<br />

repetidos, es la más frecuente.<br />

Predomina algo más en mujeres que<br />

en hombres, lo cual se ha atribuido al<br />

uso de tacón alto y zapatos estrechos,<br />

que facilitarían la compresión<br />

intermetatarsiana del nervio.<br />

15.4.2.3. Diagnóstico:<br />

Si bien el curso de esta entidad suele<br />

ser paulatino, en la mayoría de<br />

o casiones el dolor aparece de forma<br />

aguda, situado en la planta del<br />

antepie,<br />

a veces de características de calambre<br />

eléctrico. El dolor obliga a detenerse,<br />

sentarse,<br />

sacarse el calzado y tener<br />

342<br />

que efectuar un pequeño masaje en la<br />

zona álgida para que ésta ceda. La<br />

exploración física revela un punto<br />

selectivo de dolor a la<br />

presión entre las cabezas<br />

metatarsianas junto con un área de<br />

hipoestesia interdigital, dependiendo de<br />

la localización del neuroma<br />

(Figura 15.52).<br />

Figura<br />

15.52. Area de hipoestesia digital<br />

en un neuroma de Morton<br />

situado en el<br />

tercer espacio intermetatarsiano.<br />

Como estudios complementarios, la<br />

radiología suele ser anodina, pero es<br />

importante efectuarla para descartar<br />

patología asociada. En cambio, con la<br />

RMN, el diagnóstico suele ser<br />

concluyente pues se objetica<br />

con toda<br />

exactitud<br />

y localización del neuroma<br />

(Figura<br />

15.53).<br />

Figura 15.53. Imagen de un neuroma de<br />

Morton mediante RMN<br />

(flechas).<br />

15.4.2.4. Tratamiento:<br />

Como todo proceso inflamatorio, están<br />

indicados los AINES, aunque el cuadro<br />

clínico suele recidivar al dejar el<br />

tratamiento.<br />

Como terapias alternativas, se<br />

aconseja la utilización de una ortesis de


descarga para amortiguar la pisada, y<br />

las infiltraciones con cortisona. Estas<br />

últimas, practicadas en la zona<br />

intermetatarsiana afecta, suelen ser<br />

muy eficaces. Sin embargo, no deben<br />

realizarse más de tres en un periodo de<br />

1 año. Si después de estos métodos de<br />

tratamiento persistiera el cuadro álgido,<br />

está justificada la resección quirúrgica<br />

del neuroma, ya sea por vía dorsal o<br />

plantar (Figura 15.54).<br />

Figura 15.54. Técnica quirúrgica<br />

de la<br />

resección quirúrgica del neuroma de<br />

Morton por vía dorsal. A la derecha se<br />

observa la pieza quirúrgica correspondiente<br />

al neuroma (flechas) y cuyo orígen se<br />

puede ver claramente que procede del<br />

nervio interdigital (cabezas de flecha).<br />

15.4.3. Hallux valgus<br />

15.4.3.1. Introducción:<br />

También<br />

llamado “Juanete”, es la<br />

desviación lateral del primer dedo del<br />

pie que se acompaña de una<br />

prominencia medial de la cabeza del<br />

primer metatarsiano. En definitiva<br />

consiste en un trastorno de alineación<br />

del primer radio del pie, que condiciona<br />

una desviación del mismo en los tres<br />

planos del espacio y que, a su vez,<br />

altera<br />

su función estática y dinámica<br />

(Figura 15.55).<br />

Figura<br />

15.55. Esquema del Hallux Valgus.<br />

343<br />

15.4.3.2. Etiología:<br />

Las causas que pueden producir o<br />

desencadenar esta deformidad son<br />

múltiples y variadas, aunque las tres<br />

más importantes son:<br />

• Predisposición genética.<br />

• Enfermedades reumáticas.<br />

• Calzado inadecuado (tacón alto y<br />

estrecho en la punta).<br />

15.4.3.3. Patogenia:<br />

Una vez iniciada la desviación del<br />

dedo gordo, el músculo adductor -<br />

situado en la concavidad-, se retrae,<br />

desplazando lateralmente la base de la<br />

falange proximal sobre la cabeza<br />

metatarsiana, empujándolo en sentido<br />

medial (varo o adducción). Al mismo<br />

tiempo, la cápsula y el ligamento<br />

medial atenúan su acción, mientras que<br />

los ligamentos colaterales se retraen.<br />

La cabeza del<br />

primer metatarsiano<br />

desplazado<br />

medialmente, pierde su<br />

relación normal con los<br />

sesamoideos.<br />

El resultado final es una deformidad de<br />

la primer articulación<br />

metatarsofalángica con una<br />

prominencia medial de la cabeza<br />

metatarsiana, subluxación lateral de la<br />

falange, pronación del primer dedo y<br />

aumento del ángulo entre el primer y<br />

segundo metatarsianos. Se pierde la<br />

capacidad de carga del primer<br />

metatarsiano, la cual es transferida al<br />

resto de los metatarsianos, provocando<br />

sobrecarga y metatarsalgia.<br />

15.4.3.4. Diagnóstico:<br />

Por inspección se observa<br />

perfectamente<br />

la deformidad<br />

(Figura 15.56). Como síntomas<br />

acompañantes,<br />

el paciente refiere<br />

dificultad e imposibilidad<br />

de calzar<br />

zapatos normales, dolor a nivel del<br />

juanete e incluso la aparición de una<br />

bursitis a dicho nivel, hecho<br />

sumamente doloroso.<br />

La pérdida del soporte normal del<br />

primer metatarsiano provoca<br />

sobrecarga de los otros, con aparición<br />

de duricias a nivel de las cabezas del<br />

2º y 3º metatarsianos.


Figura 15.56. Imagen clínica de los pies de<br />

un paciente con Hallux Valgus bilateral.<br />

El estudio radiográfico permite valorar<br />

el grado de desviación de la falange<br />

proximal con respecto al metatarsiano,<br />

la forma de la cabeza – redondeada o<br />

aplanada -, la fórmula metatarsal así<br />

como el ángulo intermetatarsiano,<br />

fundamental cuando debe tratarse<br />

quirúrgicamente (Figura 15.57).<br />

Figura 15.57. Radiología del Hallux Valgus.<br />

344<br />

15.4.3.5. Tratamiento:<br />

La mayoría de los adolescentes con<br />

deformidad en hallux valgus no<br />

requieren un tratamiento quirúrgico,<br />

debiendo por el contrario adoptar<br />

medidas conservadoras que tiendan a<br />

evitar la progresión de la deformidad,<br />

tales como soportes para el arco en<br />

pies planos, calzado de horma ancha,<br />

colocación de un espaciador de silicona<br />

entre el primer y segundo dedos, etc.<br />

(Figura 15.58).<br />

Figura 15.58. Espaciador de silicona para<br />

el tratamiento de los Hallux valgus flexibles.<br />

Sin embargo, cuando la deformidad ya<br />

está establecida y provoca dolor, son<br />

varias las técnicas quirúrgicas para<br />

solucionar el problema. Sin embargo,<br />

todas ellas pretenden<br />

fundamentalmente<br />

corregir el varismo<br />

del primer metatarsiano,<br />

respetando la<br />

integridad articular, recentrando los<br />

sesamoideos y recuperando el<br />

equilibrio muscular alterado, por la<br />

insuficiencia del primer radio que estas<br />

deformidades conllevan. En definitiva,<br />

deben lograr un efecto valguizante y<br />

estabilizador. Dentro de ellas se<br />

encuentra la denominada osteotomía<br />

diafisaria de ensamblaje, denominada<br />

en “scarf”, la cual consiste en una larga<br />

osteotomía horizontal que divide en dos<br />

el metatarsiano, ofreciendo varias<br />

posibilidades de desplazamiento del<br />

fragmento distal o cefálico. Asimismo,<br />

esta osteotomía permite una síntesis


muy sólida, la cual suele efectuarse<br />

con tornillos de pequeños fragmentos a<br />

nivel de metatarsiano y con una grapa<br />

de memoria a nivel de la falange<br />

proximal (Figura 15.59).<br />

Figura 15.59. Corrección quirúrgica del<br />

Hallux valgus mediante la ostetomía<br />

metatarsiana en scarf.<br />

El exámen radiográfico posterior,<br />

permite comprobar la corrección de la<br />

deformidad (Figura 15.60).<br />

Figura 15.60. Resultado radiográfico de la<br />

corrección quirúrgica del Hallux valgus. A)<br />

imagen preoperatoria. B) imagen<br />

postoperatoria.<br />

El otro método quirúrgico para el<br />

Hallux valgus es la osteotomía de<br />

Chevron, la cual consiste en una<br />

osteotomía valguizante del primer<br />

metatarsiano, ya sea a nivel del cuello<br />

o<br />

de su diáfisis. En definitiva, consiste<br />

en la reducción del varismo del primer<br />

metatarsiano y corrección del eje<br />

mecánico. Esta técnica está indicada<br />

principalmente en pacientes jóvenes<br />

345<br />

con<br />

buena calidad ósea y con ángulos<br />

metatarsofalángicos de hasta 30º e<br />

intermetatarsianos<br />

(Figura 15.61).<br />

de hasta 15º<br />

Figura 15.61. Osteotomía de Chevron. A) a<br />

nivel del cuello. B) a nivel diafisario.<br />

15.4.4. Hallux rigidus<br />

15.4.4.1.<br />

Introducción:<br />

Es una entidad caracterizada por<br />

presentar un dolor permanente en la<br />

articulación metatarsofalángica del<br />

primer dedo, que aumenta con el apoyo<br />

y la marcha, y se le asocia<br />

habitualmente una disminución de la<br />

moviliodad articular (Figura 15.62).<br />

Figura 15.62. Esquema del Hallux rígidus.<br />

Obsérvese la reacción osteofitaria de la<br />

articulación metatarsofalángica así como la<br />

disminución<br />

del espacio articular.


15.4.4.2. Etiología:<br />

La causa del Hallux rígidus suele ser<br />

traumática o postartrítica, aunque hay<br />

casos cuya etiología no está bien<br />

definida. Lo que sí es evidente es que<br />

el aumento anómalo de carga en la<br />

cabeza metatarsiana es la causa<br />

fundamental en el desarrollo de esta<br />

patología.<br />

15.4.4.3. Diagnóstico.<br />

Es raro que aparezca en pacientes<br />

jóvenes, siendo más normal en varones<br />

entre 40 y 60 años. Su síntoma<br />

principal es el dolor y la disminución y/o<br />

rigidez del movimiento articular de la<br />

primera articulación<br />

metatarsofalángica,<br />

sensación de crujidos.<br />

así como la<br />

La existencia de un bulto en la región<br />

dorsal es un signo relativamente<br />

frecuente, sobre todo en casos muy<br />

evolucionados. Sin embargo, es el<br />

estudio radiográfico quien nos<br />

confirmará el diagnóstico. En él<br />

podremos observar todos los signos<br />

típicos<br />

de la artrosis, es decir,<br />

disminución del espacio articular,<br />

esclerosis<br />

subcondral, presencia de<br />

osteofitos y quistes subcondrales<br />

(Figura 15.63).<br />

Figura 15.63. Exámen radiográfico del<br />

Hallux rigidus. A) proyección<br />

anteroposterior. B) proyección perfil.<br />

15.4.4.4. Tratamiento:<br />

Existen dos procedimientos quirúrgicos<br />

para tratar el hallux rigidus: 1) la<br />

artrodesis metatarsofalángica y 2) la<br />

osteotomía de Valenti.<br />

La artrodesis de la articulación<br />

metatarsofalángica produce muy<br />

346<br />

buenos resultados, aunque se pierde la<br />

capacidad de movimiento de la misma,<br />

lo cual puede ser un inconveniente en<br />

el momento del despegue del pie<br />

durante la marcha.<br />

La técnica de Valentí consiste en una<br />

osteotomía de la cabeza metatarsiana<br />

y de la base de la falange proximal,<br />

ambas oblicuas, que confluyen en una<br />

bisagra inferior, respetando el apoyo de<br />

los sesamoideos (Figura 15.64).<br />

Figura 15.64. Osteotomía de Valentí para<br />

el tratamiento del hallux rigidus. La zona<br />

cuadriculada es la zona de resección ósea.<br />

Esta técnica está indicada en casos<br />

avanzados donde existe prácticamente<br />

una anquilosis de esta articulación. En<br />

cualquier caso, es imprescindible iniciar<br />

una carga precoz con el objetivo de<br />

lograr la máxima movilidad de la<br />

articulación metatarsofalángica.<br />

Finalmente, debemos citar como<br />

tratamiento quirúrgico, la artroplastia de<br />

implante. Si bien es un método lógico<br />

de tratamiento, los resultados<br />

obtenidos<br />

a largo plazo son<br />

insatisfactorios.<br />

15.4.5. Metatarsalgias<br />

15.4.5.1.<br />

Introducción:<br />

Con<br />

este nombre se denomina aquella<br />

patología del pie que se refleja con<br />

dolor intermitente o constante en la<br />

parte plantar del pie antes del pliegue<br />

de los dedos. Es una problemática muy<br />

frecuente que va asociada a<br />

numerosas patologías del pie bien sean<br />

congénitas o adquiridas.<br />

También es motivo de metatarsalgias<br />

los pies que presentan hallux valgus<br />

(juanete) ya que al tener un primer<br />

metatarsiano corto, la impulsión recae<br />

preferentemente sobre los<br />

metatarsianos 2º, 3º y 4º. Toda<br />

anomalía en el repropie como: pies


cavos, valgos y/o planos, comportan en<br />

sí un deficiente despegue del pié del<br />

suelo durante la marcha con la<br />

consiguiente<br />

metatarsalgias.<br />

aparición de<br />

15.4.5.2. Etiología:<br />

Su aparición es más frecuente en las<br />

mujeres y ello es debido al uso de<br />

calzados inadecuados (calzados con<br />

talones altos y punteras estrechas) de<br />

forma continuada y al mayor deterioro<br />

de los mismos por los embarazos,<br />

menopausia etc. El hundimiento de los<br />

metatarsianos centrales o la anomalía<br />

anatómica en la longitud de los<br />

mismos, puede producir sobrecargas<br />

puntuales que pueden acabar con el<br />

desarrollo de una metatarsalgia. En<br />

estos casos, el dolor<br />

se manifiesta con<br />

mayor intensidad en el momento de<br />

impulsión del paso, que es cuando el<br />

antepié efectúa su mayor contribución<br />

durante la marcha, carrera o el salto.<br />

También es motivo de metatarsalgias,<br />

los pies que presentan Hallux valgus,<br />

ya que al tener un primer metatarsiano<br />

corto, la impulsión recae<br />

preferentemente sobre los<br />

metatarsianos 2º, 3º y 4º. Finalmente,<br />

las enfermedades reumáticas como es<br />

la artritis reumatoide, producen muy a<br />

menudo una metatarsalgia por<br />

destrucción articular de las<br />

articulaciones metatarsofalángicas.<br />

15.4.5.3. Diagnóstico:<br />

Inicialmente se aprecia una callosidad<br />

localizada en una o varias de las<br />

cabezas metatarsales. Con motivo de<br />

la presión que dichas cabezas efectúan<br />

sobre el suelo, la irrigación de esta<br />

zona de piel se ve comprometida y<br />

dicha isquemia provoca la muerte<br />

celular con la aparición<br />

de las células<br />

muertas (callosidades), así podemos<br />

entender que las callosidades son<br />

infartos dérmicos por isquemia<br />

compresiva (Figura 15.65).<br />

347<br />

Figura 15.65. Hiperqueratosis plantar<br />

situada por debajo de las cabezas de los<br />

metatarsianos en una paciente afecta de<br />

artritis reumatoide.<br />

En muchas ocasiones, cuando la<br />

metatarsalgia es de los radios<br />

centrales, suele coexistir con el dedo<br />

en supraductus (montado) o infraductus<br />

(por debajo) del metatarsiano afecto<br />

(Figura 15.66).<br />

Figura 15.66. Segundo dedo supraductus,<br />

como consecuencia de la deformidad del<br />

Hallux Valgus.<br />

15.4.5.4. Tratamiento:<br />

El tratamiento quirúrgico está indicado<br />

cuando<br />

los tratamientos conservadores<br />

(ortesis, calzados ortopédicos, etc) han<br />

fracasado y cuando el grado de<br />

malestar e invalidez así lo justifiquen.<br />

En este sentido, la cirugía tiene como<br />

objetivo, aligerar la presión que el<br />

metatarsiano ejercita sobre el suelo.<br />

Para ello, el método más utilizado es la<br />

osteotmía de Weil (Figura 15.67).


Figura 15.67. Osteotomía de Weil de las cabezas<br />

de<br />

los metatarsianos.<br />

15.4.6. Deformidades de los dedos<br />

del pie<br />

15.4.6.1. Introducción:<br />

La afección dolorosa de las<br />

articulaciones de los dedos del pie se<br />

debe a una compresión local de las<br />

mismas. La acción permanente de<br />

dicha compresión producirá una<br />

secuencia clínica de inflamación,<br />

deformidad, callosidad, higroma e<br />

incluso bursitis subcutánea. Las<br />

articulaciones afectas evolucionarán<br />

hacia la subluxación o luxación<br />

completa, originando deformidades<br />

diversas que, genéricamente se<br />

agrupan bajo el nombre de dedos en<br />

martillo o en garra.<br />

Se denomina dedo en martillo la<br />

deformidad en flexión de la articulación<br />

interfalángica proximal e hiperextensión<br />

de la interfalángica distal, mientras que<br />

el dedo en garra consiste en<br />

deformidad simultánea en flexión de<br />

ambas articulaciones interfalángicas<br />

(Figura 15.68).<br />

Figura 15.68. Deformidad de los dedos.<br />

348<br />

15.4.6.2. Etiología:<br />

La aparición aislada de dedos en<br />

garra en el antepié suele ir asociada<br />

con la existencia de un pie cavo ó<br />

cavovaro en el retropie. Asimismo, la<br />

utilización de zapatos inadecuados, es<br />

otro de los factores desencadenantes<br />

de esta deformidad.


Por lo que respecta a la etiología de los<br />

dedos<br />

en martillo puede ser múltiple y<br />

variada,<br />

pudiendo ser las causas de<br />

diverso orígen, entre las que destacan:<br />

• Trastosnos biomecánicos.<br />

• Neurológico.<br />

• Congénito.<br />

• Postraumático.<br />

• Yatrogénico.<br />

• Idiopático.<br />

15.4.6.3.<br />

Diagnóstico:<br />

No suele plantear ningún problema<br />

pues la deformidad en cada caso es<br />

característica. El paciente señala la<br />

deformidad y la mayoría de las veces<br />

se queja de dolor en la cabeza del<br />

metatarsiano correspondiente, signo de<br />

una metatarsalgia por luxación de la<br />

articulación metatarsofalángica que<br />

obliga al dedo a trabajar en malas<br />

condiciones<br />

mecánicas. Existe una<br />

callosidad o hiperqueratosis con<br />

higroma en las zonas de máximo roce<br />

con el zapato. En el dedo en martillo<br />

aparecerá sobre la prominencia<br />

que<br />

forma<br />

la articulación interfalángica<br />

proximal. Con frecuencia el callo se<br />

recalienta,<br />

dando orígen a bursitis,<br />

fistulización y osteoartritis muy<br />

dolorosas, que pueden ser<br />

especialmente graves en pacientes<br />

afectos<br />

de arteriopatías o diabetes. Sin<br />

embargo, lo habitual es que dichas<br />

deformidades se presenten en el<br />

contexto de otras deformidades a nivel<br />

del pie, especialmente en el Hallux<br />

valgus evolucionado.<br />

15.4.6.4. Tratamiento:<br />

Dependiendo<br />

de si la deformidad es<br />

flexible<br />

o rígida, el tratamiento a seguir<br />

var ía. En las deformidades flexibles, la<br />

utilización de un calzado con la horma<br />

ancha<br />

y la aplicación de una ortesis<br />

correctora/separadora<br />

en los dedos<br />

afectos,<br />

puede ser suficiente para<br />

evitar y controlar la deformidad<br />

(Figura<br />

15.69).<br />

349<br />

Figura 15.69. Ortesis correctora para los<br />

dedos en garra y/o en martillo flexibles.<br />

Si con dichas ortesis no fuera<br />

suficiente, puede corregirse la<br />

deformidad mediante la técnica de<br />

Girdlestone, consistente en la<br />

transferencia del tendón del flexor largo<br />

a la parte media y dorsal de la falange<br />

proximal (Figura 15.70).<br />

Figura 15.70. Operación de Girdlestone<br />

(ver texto). A) Anatomía normal. B)<br />

Sección del flexor largo del dedo (FLD) y<br />

confección de dos bandeletas. C)<br />

Transposición de las bandeletas, una a<br />

cada lado, al extensor largo del dedo<br />

(ELD).


Este procedimiento puede utilizarse en<br />

los dedos en garra en fase flexible, sin<br />

contractura de la articulación<br />

metatarsofalángica, así como en la<br />

deformidad en martillo. En cambio, en<br />

las deformidades rígidas, el<br />

tratamiento corrector quirúrgico puede<br />

agruparse en dos grupos: 1) la<br />

artrodesis de la articulación<br />

interfalángica proximal y, 2) la<br />

artroplastia de resección de la cabeza<br />

de la falange proximal. Ambas técnicas<br />

dan muy buenos resultados<br />

(Figura 15.71).<br />

Figura 15.71. Tratamiento quirúrgico del<br />

dedo en martillo.<br />

15.4.7. Quinto dedo en varo<br />

15.4.7.1. Introducción:<br />

Deformidad simétrica al Hallux valgus<br />

pero que afecta al quinto dedo. Se<br />

caracteriza por la existencia de: a)<br />

valgo del quinto metatarsiano; b)<br />

desviación hacia dentro del deo<br />

pequeño o quintus varus; c) exóstossi<br />

capitometatarsiana o “juanete de<br />

sastre”, y d) rotación más o menos<br />

marcada del dedo (Figura<br />

15.72).<br />

350<br />

Figura 15.72. Características del quinto<br />

dedo varo.<br />

15.4.7.2.<br />

Etiología:<br />

Dos<br />

son las causas del quinto dedo<br />

varo. La de etiología congénita, por<br />

retracción del tendón extensor y de<br />

causa mecánica, en relación con un<br />

síndrome de insuficiencia del primer<br />

radio, con sobrecarga de los<br />

metatarsianos centrales.<br />

15.4.7.3. Diagnóstico:<br />

La desviación en valgo del quinto<br />

metatarsiano,<br />

formando un ángulo de<br />

10 a 20º con el cuarto, define<br />

clínicamente la deformidad.<br />

Progresivamente se instaura un varo<br />

del dedo. En las formas congénitas,<br />

generalmente bilaterales, destaca más<br />

la desviación del dedo que la del<br />

metatarsiano; en ocasiones puede<br />

luxarse completamente y situarse por<br />

debajo del cuarto dedo, o infraductus, o<br />

por encima, supraductus, que es la<br />

más frecuente.<br />

A causa de la posición del quinto dedo<br />

aparecen callosidades dorsales sobre<br />

la cabeza del quinto metatarsiano y, en<br />

su caso, sobre la primera falange, por<br />

la acción continuada del roce del<br />

zapato. El estudio radiográfico confirma<br />

lo visto clínicamente.


15.4.7.4. Tratamiento:<br />

En edades tempranas se intentará el<br />

tratamiento conservador, excepto si<br />

existe luxación metatarsofalángica. Así,<br />

la aplicación de un vendaje corrector<br />

elástico adhesivo de forma permanente<br />

durante 2-3 meses puede ser suficiente<br />

para que no recidive la deformidad.<br />

En aquellos pacientes en los que el<br />

tratamiento conservador fracasa, está<br />

justificada la cirugía. Dentro de las<br />

técnicas correctoras se encuentran las<br />

de de Butler o la de Lelievre. Quizás la<br />

primera sea la más utilizada. Esta<br />

consiste en practicar dos incisiones en<br />

“V”, una dorsal y otra plantar, y realizar<br />

un retensado de la piel para corregir la<br />

deformidad. Está indicada en<br />

deformidades corregibles pasivamente.<br />

Sin embargo, cuando la deformidad<br />

está estructurada, se recomienda<br />

actuar sobre las partes óseas, siendo la<br />

técnica de Ruiz-Mora (exéresis de la<br />

falange proximal) la más recomendada.<br />

15.4.8. Sesamoiditis<br />

15.4.8.1. Introducción:<br />

Debajo de la cabeza del primer<br />

metatarsiano, se sitúan dos huesos<br />

denominados sesamoideos, donde van<br />

a insertarse el flexor largo y el adductor<br />

del dedo gordo, responsables de la<br />

estabilización de dichos huesos. Estos,<br />

presentan dos porciones, una<br />

intracapsular, sinovial, y otra<br />

extracapsular, no sinovial, pero en<br />

contacto directo con la planta del pie.<br />

La función de los sesamoideos es el de<br />

amortiguar las cargas de compresión<br />

durante la marcha y la carrera, siendo<br />

un elemento muy importante en la<br />

propulsión. Se comprende pues, que<br />

todo aquello que altere la dinámica de<br />

estos huesos, produzca, no solo<br />

sintomatología dolorosa, sino también<br />

problemas en la deambulación.<br />

15.4.8.2. Etiología:<br />

En general, la aparición de una<br />

inflamación<br />

de los sesamoideos se<br />

debe<br />

a una excesiva presión sobre los<br />

mismos a nivel de la superficie plantar<br />

de la primera articulación<br />

metatarsofalángica (Figura 15.73).<br />

351<br />

Entre los factores favorecedores de la<br />

sesamoiditis, se encuentran todas<br />

aquellas actividades que comportan<br />

una excesiva presión<br />

sobre la planta<br />

del pie, tales como corredores,<br />

saltadores, etc. En definitiva, se trata<br />

de una patología que acontece por un<br />

traumatismo repetitivo, aún cuando se<br />

ha observado en pies con deformidad<br />

en cavo con un primer radio rígido.<br />

Figura 15.73. Esquema que muestra la<br />

localización<br />

del dolor en la inflamación de<br />

los huesos sesamoideos del<br />

dedo gordo.<br />

15.4.8.3. Diagnóstico:<br />

El paciente con sesamoiditis puede<br />

presentar dos tipos de dolor:<br />

intermitente, con sensación de que<br />

lleva una piedrecita por debajo del<br />

dedo gordo, o severo, especialmente<br />

en la deambulación y que desaparece<br />

en reposo. El dolor puede estar<br />

localizado en uno o ambos<br />

sesamoideos, aunque el paciente<br />

puede referir un área más extensa de<br />

dolor. Como estudios complementarios,<br />

la radiología suele mostrar un<br />

desflecamiento del sesamoideo<br />

correspondiente (Figura 15.74).<br />

Figura 15.74. Aspecto radiográfico de una<br />

sesamoiditis del lado externo.


En caso de dudas, la gammagrafía<br />

ósea puede confirmar el diagnóstico al<br />

captar localmente el radiofármaco en la<br />

región plantar de la articulación<br />

metatarsofalángica (Figura 15.75).<br />

Figura 15.75. Gammagrafía ósea de una<br />

paciente, corredora profesional, donde se<br />

observa un aumento de captación del<br />

radiofármaco<br />

a nivel de los sesamoideos.<br />

15.4.8.4. Tratamiento:<br />

En principio, el tratamiento inicial de la<br />

sesamoiditis es conservador, mediante<br />

medidas<br />

generales como es el reposo,<br />

medicación con AINES e infiltraciones<br />

con corticoides. La utilización de un<br />

amortiguador de silicona en el antepié<br />

puede favorecer la desaparición de los<br />

síntomas. Sin embargo, en el caso de<br />

que con el tratamiento no se resolviera<br />

el problema, puede estar indicada la<br />

cirugía, mediante la extirpación del o<br />

ambos sesamoideos, aunque este<br />

proceder, en un 50 % de los casos, no<br />

resuelve el problema.<br />

15.4.9.<br />

Uña incarnata<br />

15.4.9.1. Introducción:<br />

En la uña incarnata se produce el<br />

crecimiento anormal de la uña del<br />

primer dedo dentro del reborde lateral<br />

del<br />

mismo (Figura 15.75).<br />

Figura 15.75. Esquema de un pie con uña<br />

incarnata del primer dedo.<br />

352<br />

15.4.9.2. Etiología:<br />

El crecimiento de la uña del primer<br />

dedo puede conduci a una penetración<br />

de una espícula ungueal en los tejidos<br />

blandos situados bajpo el pliegue<br />

cutáneo lateral, apareciendo un cuadro<br />

inflmatorio sobre el que, debido a la<br />

acumulación<br />

de suciedad en un<br />

espacio tan estrecho, asienta<br />

con<br />

facilidad,<br />

de forma secundaria, una<br />

infección local (Figura 15.76).<br />

Figura 15.76. Patogenia de la uña<br />

incarnata. Obsérvese en el dibujo de la<br />

izquierda como el reborde ungueal se va<br />

introduciendo en las partes blandas,<br />

produciendo una hipertrofia epidérmica<br />

sobre la misma. Como consecuencia de la<br />

irritación contínua de la uña sobre las<br />

partes blandas es común que se instaure<br />

una infección secundaria sobreañadida, tal<br />

como se muestra en la imágen de la<br />

derecha.<br />

15.4.9.3. Diagnóstico:<br />

La penetración de una espícula del<br />

reborde üngueal en los tejidos blandos<br />

situados bajo el pliegue cutáneo lateral,<br />

conduce a la aparición de un cuadro<br />

inflamatorio sobre el que, y de forma<br />

secundaria, aparece una infección<br />

local. El paciente se queja de dolor<br />

sobre el dedo gordo y que le impide un<br />

calzado normal. La exploración revela<br />

los signos típicos de inflamación, es<br />

decir, dolor, enrojecimiento e<br />

inflamación en el reborde lateral de las<br />

partes blandas de la falange distal del<br />

dedo<br />

gordo (Figura 15.77).


Figura 15.77. Aspecto clínico de la uña<br />

incarnata. 15.4.9.3. Tratamiento:<br />

En los casos en los que todavía no hay<br />

infección pero sí signos inflamatorios,<br />

se aconseja colocar una pequeña<br />

porción de algodón bajo el reborde de<br />

la uña con el fin de que la misma no<br />

penetre en el interior de las partes<br />

blandas, pero si existen signos<br />

evidentes de infección, en primer lugar<br />

se darán antibióticos apropiados así<br />

como el lavado de la zona con un<br />

antiséptico. Una vez enfriada la<br />

infección se recomienda el tratamiento<br />

quirúrgico. Este consiste en la<br />

extirpación longitudinal de la porción de<br />

353<br />

la uña adyacente al pliegue infectado,<br />

tomando un 25 % de la anchura de la<br />

misma e incluyendo la matriz ungueal<br />

en la base. Igualmente<br />

se reseca la<br />

parte lateral de la piel, adyacente<br />

a la<br />

porción de la uña resecada. Finalizada<br />

la intervención, se coloca un pequeño<br />

vendaje compresivo sobre el dedo. No<br />

es necesario colocar ningún tipo<br />

de<br />

sutura;<br />

la misma compresión del<br />

vendaje acerca los bordes<br />

de la herida,<br />

quedando perfectamente coaptada<br />

(Figura 15.78).<br />

Figura 15.78. Tratamiento quirúrgico de la<br />

uña<br />

incarnata. El área sobredibujada en el<br />

dedo, señala la zona de la una y su matriz<br />

a resecar.


CAPITULO 16. AFECCIONES ORTOPEDICAS DE LA COLUMNA<br />

VERTEBRAL<br />

16.1. Introducción:<br />

Las afecciones de la columna<br />

vertebral,<br />

fundamentalmente la lumbar,<br />

da n lugar a una sintomatología que se<br />

la ha venido en llamar “lumbalagia” con<br />

o sin<br />

dolor radicular<br />

asociado (ciática).<br />

En este aspecto, la lumbalgia es la<br />

causa más frecuente de consulta por<br />

afectación musculoesquelética y la<br />

segunda causa de consulta ambulatoria<br />

tras el resfriado común. Asimismo,<br />

constituye<br />

la tercera causa de<br />

incapacidad<br />

en trabajadores jóvenes,<br />

tras las afecciones reumáticas<br />

y<br />

cardiovasculares.<br />

El origen del cuadro es, con mucha<br />

frecuencia,<br />

una alteración<br />

en el<br />

segmento móvil vertebral,<br />

especialmente en el disco, pero existen<br />

causas raquídeas o extraraquídeas<br />

menos frecuentes. En el primer caso se<br />

trata de procesos habitualmente<br />

localizados en L4-L5-S1, de duración<br />

limitada y sólo el 8-10 % de ellos<br />

supera los 6 meses, pero este grupo<br />

supone el 80 % del gasto total en<br />

tratamiento y compensaciones<br />

salariales.<br />

Además<br />

del dolor<br />

discogénico,<br />

especialmente en<br />

pacientes de edades avanzadas, se<br />

observa con cierta frecuencia un<br />

cuadro doloroso relacionado con la<br />

estrechez adquirida del canal<br />

raquídeos (estenosis del canal<br />

medular), de origen degenerativo. La<br />

inestabilidad del segmento móvil es<br />

mencionada en ocasiones como factor<br />

etiológico, siendo la manifestación<br />

mejor verificada la presencia de una<br />

espondilolistesis.<br />

No es el propósito de este libro dar a<br />

conocer todas las patologías<br />

susceptibles de producir dolor raquídeo<br />

pues escapa por completo de la<br />

finalidad por el que fue concebido. Sin<br />

embargo, es preciso tener unos ciertos<br />

pero fundamentales conocimientos<br />

sobre las patologías más comunes,<br />

entre las que se encuentran la hernia<br />

354<br />

discal, la espondilolisis/espondilolistesis<br />

y la estenosis del canal medular.<br />

16.2. Hernia discal<br />

16.2.1. Introducción:<br />

Sin lugar a dudas, la hernia discal<br />

constituye la patología nerviosa<br />

compresiva del nervio ciático que con<br />

más frecuencia se observa en la<br />

consulta del especialista en cirugía<br />

ortopédica.<br />

En efecto, el nervio ciático se forma a<br />

partir de las raices nerviosas L4, L5 y<br />

sacras (S1, S2, y S3) y, dependiendo<br />

del<br />

nivel de la compresión, tendremos<br />

una u otra sintomatología, que es<br />

preciso conocer para localizar la<br />

misma.<br />

En general, las hernias discales más<br />

frecuentes son las que afectan a las<br />

raices<br />

L5 y S1 (90 % de los casos),<br />

mientras<br />

que el resto afectan a la<br />

raiz L4.<br />

16.2.2. Etiología y clasificación:<br />

Existen numerosas clasificaciones del<br />

síndrome lumbociatico, pero<br />

basándonos en la etiología y desde un<br />

punto de vista operacional resulta<br />

práctico clasificarlas<br />

como:<br />

1. Lumbociática Raquídea o Proximal.<br />

2. Lumbociática Pelviana (por<br />

irritación sacroilíaca).<br />

3. Lumbociática troncular.<br />

4. Lumboiática<br />

funcional.<br />

Psicosomática o<br />

Dentro de la lumbociatica raquídea, la<br />

causa más frecuente son las hernias<br />

del núcleo pulposo (Figura 16.1),<br />

aunque<br />

otras etiologías (menos<br />

frecuentes) también es preciso<br />

conocerlas en el diagnóstico<br />

diferencial. Así tenemos la estenosis<br />

raquídea, los tumores vertebrales<br />

(benignos y malignos) los tumores<br />

metastásicos, las espondilodiscitis y<br />

diversas enfermedades<br />

reumáticas


como las espondiloartritis anquilosante<br />

o enfermedad de Bechterew.<br />

Figura 16.1. Esquema que muestra la<br />

herniación del núcleo pulposo en el interior<br />

del canal medular, produciendo la<br />

comprsión de la raiz nerviosa<br />

correspondiente.<br />

16.2.3. Diagnóstico:<br />

El diagnóstico de la hernia lumbar se<br />

realiza contando con tres<br />

exploraciones: la clínica, el estudio por<br />

la imagen (radiología, TAC y RMN) y el<br />

exámen neurofisiológico mediante la<br />

electromiografía. Sin embargo, en la<br />

mayoría de los casos suele llegarse al<br />

diagnóstico, única y exclusivamente<br />

con la clínica, motivo por el cual es<br />

preciso conocer, no sólo los síntomas,<br />

sino los signos acompañantes así<br />

como las maniobras a realizar para<br />

detectarla correctamente.<br />

En la hernia lumbar, el dolor lumbar<br />

es la forma habitual de comienzo,<br />

pudiendose o no acompañarse<br />

inmediatamente o a la vez de dolor<br />

ciático, el cual alcanza los dermatomas<br />

respectivos según la raíz comprimida.<br />

Así, en los casos de compresión de la<br />

raiz L3 y L4 el dolor<br />

e irradia por la<br />

región antero interna del muslo y cara<br />

interna de la pierna, mientras que si se<br />

afectan las raices L4 o L5, el dolor se<br />

irradia por la cara posterior del muslo,<br />

postero-externa de la pierna, dorso del<br />

pié y a veces alcanza hasta el primer<br />

dedo. Cuando la compresión se<br />

localiza en las raices L5 o S1, el dolor<br />

se irradia por la cara posterior del<br />

muslo, región postero externa de la<br />

pierna, borde externo del pie pudiendo<br />

alcanzar<br />

hasta el dedo pequeño del pie<br />

(Figura 16.2).<br />

355<br />

Figura 16. 2. Irradiación del dolor según la<br />

localización de la compresión nerviosa.<br />

El dolor<br />

radicular tiene como<br />

características la presencia de<br />

parestesias (sensación de hormigueo),<br />

disestesias (sensación de frío o calor) o<br />

dolor<br />

urente (quemante).<br />

Siguiendo con la exploración<br />

neurológica, deberá examinarse<br />

también el grado de afectación de los<br />

grupos musculares dependientes de las<br />

raices nerviosas a examinar,<br />

fundamentalmente la L4, L5 y S1. Así,<br />

cuando está afectada la raiz L4, existe<br />

una debilidad de los extensores de la<br />

rodilla; si es la raiz L5 la comprimida se<br />

objetiva una debilidad de los<br />

extensores del tobillo y del extensor<br />

propio del dedo gordo, mientras que si<br />

es la raiz S1 la afectada, se observa<br />

una debilidad de los múscuos flexores,<br />

tanto del tobillo como de los dedos.<br />

En cuanto a la exploración de los<br />

reflejos, la ausencia del reflejo<br />

rotuliano, indica la afectación de la raiz<br />

L4, mientras que la asencia<br />

del reflejo<br />

aquíleo<br />

indica la afectación de la raiz<br />

S1. Cuando la hernia afecta a la raiz<br />

L5, no existe alteración de los reflejos,<br />

ni rotuliano ni aquíleo.<br />

Como maniobras externas que<br />

ayudan en el diagnóstico de hernia<br />

discal, tenemos las siguientes:


• Signo de Lasegue positivo: dolor al<br />

elongar el nervio ciático mediante la<br />

elevación de la pierna con la rodilla<br />

en extensión (Figura 16.3).<br />

Figura 16.3. Signo de Lasegue. La<br />

elevación de la pierna con la rodilla en<br />

extensión, reproduce el dolor radicular.<br />

• Signo de Gowers: aumento del<br />

dolor ciático con la dorsiflexión del<br />

tobillo (Figura 16.4).<br />

Figura 16.4. Signo de Gowers. Con la<br />

pierna elevada, estando la rodilla en<br />

extensión, al realizar una dorsiflexión del<br />

tobillo se reproduce el dolor ciático.<br />

• Signo de O’Connell: dolor en el<br />

nervio crural femoral al producir<br />

hiperextensión de la cadera, y<br />

• Signo de Spurling: dolor a la<br />

percusión paravertebral.<br />

Aparte de los síntomas anteriores, se<br />

pueden producir signos de irritación<br />

ciática que se traducen indirectamente<br />

en dolor ciático al realizar determinadas<br />

maniobras:<br />

• Maniobra de Valsalva: dolor<br />

radicular al aumentar de la presión<br />

del líquido cefaloraquídeo al<br />

contraer la musculatura abdominal.<br />

356<br />

• Signos de déficit neurológico<br />

radicular, que pueden ser motores<br />

(paresias), sensitivos (hipoalgesia)<br />

p disminución y/o ausencia de los<br />

reflejos rotuliano o aquíleos.<br />

Por lo que hace referencia al estudio<br />

radiográfico, siempre deben realizarse<br />

dos proyecciones (anteroposterior y<br />

latral) de la columna lumbosacra, con<br />

el fin de detectar otros procesos que<br />

podrían dar lugar a una clínica<br />

radicular, como es una<br />

espóndilolistesis lítica o ístmica o<br />

tumores u otras patologías que son<br />

visibles en las radiografías.<br />

Sin embargo, con el estudio<br />

radiográfico no es posible ver las partes<br />

blandas y, por ello, ha de recurrirse a<br />

otras exploraciones por la imagen,<br />

entre las que destacan la TAC y la<br />

RMN.<br />

En general, la TAC se reserva como<br />

un examen posterior a la Resonancia<br />

Magnética cuando se quiere visualizar<br />

mejor el detalle óseo de la columna o<br />

cuando por factores económicos no es<br />

posible realizar la RMN.<br />

En cuanto a la RMN, constituye el<br />

examen de elección en la patología de<br />

columna, dado que no irradia y permite<br />

visualizar los trastornos de los tejidos<br />

blandos, discos, médula espinal,<br />

raíces, los distintos tipos de hernias y<br />

también nos da información sobre las<br />

estructuras óseas, ligamentos,<br />

músculos etc<br />

Figura 16.5. Imagen y representación<br />

esquemática de una hernia lumbar entre L5<br />

y S1, vista por RMN.


Se solicita RMN por imágenes con<br />

contraste<br />

endovenoso (Gadolíneo<br />

DTPA)<br />

en caso de cirugías previas o<br />

Hernias<br />

Discales Recidivadas.<br />

Por<br />

último, el estudio electromiográfico,<br />

tiene<br />

utilidad cuando la clínica no es<br />

clara para determinar el nivel radicular<br />

y la magnitud del compromiso radicular,<br />

especialmente cuando ya se ha<br />

producido para poder compararlo con<br />

los estudios sucesivos o para<br />

diferenciar un compromiso radicular de<br />

una afección troncular. También es de<br />

utilidad en los casos gananciales o de<br />

simulación, ya que este examen es<br />

objetivo y cuando no hay lesión<br />

radicular o troncular este será negativo.<br />

16.2.4.Tratamiento:<br />

Inicialmente, este patología debe<br />

tratarse sintomáticamente dado que en<br />

la mayoría de los casos se producirá<br />

una regresión en un período variable<br />

de tiempo. En general, el tratamiento<br />

consiste en reposo, según la intensidad<br />

de los síntomas,<br />

por unos pocos días<br />

en<br />

cama, AINES, relajantes musculares<br />

y<br />

fisioterapia.<br />

Una<br />

vez que se tenga un diagnóstico<br />

etiológico como una hernia discal,<br />

espondilolistésis y/o una estenosis<br />

raquídea, se tratará en forma más<br />

específica. Así, en la hernia discal, el<br />

tratamiento inicial es conservador en la<br />

mayoría de los casos, salvo si existe<br />

compromiso neurológico severo,<br />

síndrome de la cauda equina o fallo del<br />

tratamiento médico, en un plazo no<br />

inferior a las 3-6 semanas. También,<br />

pueden utilizarse las infiltraciones<br />

epidurales o peridurales con corticoides<br />

(Figura 16.6).<br />

El tratamiento fisioterápico<br />

especializado es específico y distinto<br />

para cada diagnóstico. Por ejemplo,<br />

para una espondilolistesis lítica o<br />

ístmica o una hernia discal extruida,<br />

la<br />

fisioterapia puede proporcionar un<br />

alivio sintomático. Asimismo, también<br />

debe realizarse<br />

un<br />

reacondicionamiento<br />

físico general.<br />

357<br />

Figura<br />

16.6. Infiltración epidural<br />

con corticoides para el tratamiento de la<br />

hernia<br />

discal.<br />

En cuanto a la cirugía.ésta se<br />

reservará cuando el tratamiento<br />

conservador ha fracasado y/o cuando<br />

existan signos deficitarios, ya sean<br />

motores o sensitivos. Entre las<br />

opciones quirúrgicas, las principales<br />

son:<br />

1. Discectomía. Quitar el disco<br />

herniado para aliviar la presión sobre la<br />

raíz<br />

nerviosa. Esta puede realizarse por<br />

cirugía abierta o por microcirugía<br />

(Figura 16.7).<br />

Figura 16.7. Discetomía. Mediante una<br />

pinza especialtrae la hernia así como todo<br />

el material discal.<br />

2. Laminectomía. Consiste en quitar<br />

la lámina vertebral, es decir, el "tejado"<br />

del canal vertebral al nivel en el que<br />

existe la compresión. Sin embargo,<br />

esta<br />

intervención, si se realiza de forma


aislada, no tiene ningún sentido, ya que<br />

al no realizarse la exéresis del material<br />

discal extruido, persiste la compresión.<br />

3. Fusión vertebral. Fijar (artrodesar)<br />

la vértebra de encima y la de abajo con<br />

un injerto óseo. Se hace cuando existe<br />

mucha inestabilidad de la columna en<br />

el segmento afectado (Figura 16.8).<br />

Figura 16.8. Artrodesis vertebral después<br />

de haber resecado el disco<br />

intervertebral.<br />

Esta intervención se realiza<br />

cuando existe<br />

una inestabilidad asociada.<br />

16<br />

.3.<br />

Espondilolisis/ listesis<br />

16.3.1. Espondilolisis:<br />

16.3.1.1. Introducción:<br />

La espondilolisis se define como una<br />

pérdida de continuidad del arco<br />

posterior de una vértebra, con mayor<br />

frecuencia a nivel del istmo, en una<br />

zona situada entre la apófisis articular<br />

358<br />

superior y la apófisis<br />

articular inferior<br />

denominada<br />

(Figura 16.9).<br />

“pars interarticularis”.<br />

Figura 16.9. Esquema de la zona<br />

patológica observada en la espondilolisis,<br />

zona que se sitúa en la denominada “pars<br />

interarticularis”, es decir, entre la apófisis<br />

articular superior y la apófisis articular<br />

inferior.<br />

16. 3.1.2. Etiología:<br />

Considerada<br />

en otro tiempo como<br />

defecto<br />

congénito, se sabe hoy en día<br />

que la espondilolisis se desarrolla en la<br />

vida postnatal, comprobándose que su<br />

frecuencia<br />

aumenta con la edad. Dado<br />

que la región lumbar inferior está<br />

sometida a una gran tensión<br />

en la<br />

posición de bipedestación, es muy<br />

posible<br />

que la espondilolisis,<br />

represente<br />

una fractura por estrés a<br />

causa<br />

de los esfuerzos repetidos o bien<br />

por una fractura ordinaria producida por<br />

un solo traumatismo.<br />

En este aspecto,<br />

la lesión pasaría por<br />

dos estadios<br />

evolutivos de formación: el estadio I o<br />

de prefractura y el estadio II de<br />

fractura. Sin embargo, su verdadera<br />

naturaleza permanece aún poco clara.<br />

Aproximadamente el 85 % de estos<br />

defectos se sitúan en L5 y en el 15 %<br />

restante, la mayor parte ocurren en L4.<br />

16.3.1.3. Diagnóstico:<br />

La prevalencia de defectos en la “pars<br />

interarticularis” se sitúa entre el 4-6%<br />

de la población general y mientras no<br />

se produzca un desplazamiento<br />

importante, suele ser asintomática. Sin<br />

embargo, después de una caída ó<br />

incluso después<br />

de un esfuerzo


epetitivo crónico, el paciente suele<br />

quejarse de lumbalgia crónica. La<br />

exploración clínica puede mostrar una<br />

pérdida<br />

de la lordosis lumbar, puntos<br />

dolorosos paravertebrales<br />

y rigidez<br />

segmentaria. Asimismo, suele existir<br />

una rigidez de los isquiotibiales,<br />

perfectamente<br />

objetivable cuando se<br />

solicita<br />

al paciente que extienda las<br />

piernas,<br />

estando en decúbito supino.<br />

En los sujetos sanos,<br />

el arco de<br />

extensión de la pierna suele llegar<br />

hasta los 90º, mientras que en las<br />

personas<br />

con espondilolisis, el arco de<br />

movimiento se ve reducido<br />

considerablemente. Sin embargo, el diagnóstico definitivo<br />

se realiza mediante el estudio<br />

radiográfico<br />

de la columna. En este<br />

sentido,<br />

aparte de las proyecciones<br />

anteroposterior<br />

y perfil habituales, es<br />

preciso contar con proyecciones<br />

oblicuas, pues es la única forma de<br />

objetivar<br />

el defecto de la “pars<br />

interarticularis”<br />

(Figura 16.10).<br />

Figura<br />

16.10. Proyección oblicua en la que<br />

se observa<br />

la imagen de “perrito”, formada<br />

por las siluetas de los pedículos,<br />

láminas y<br />

articulaciones interapofisarias.<br />

En ellas, observaremos una imagen en<br />

forma de “perrito”, la cual está formada<br />

por las siluetas de los pedículos, las<br />

láminas y las articulaciones<br />

interapofisarias, y que en la<br />

espondilolisis se observa la<br />

“decapitación del cuello del perrito”, tal<br />

como puede verse en la figura 16.10.<br />

En caso de duda, puede recurrirse al<br />

estudio con TAC, donde es más visible<br />

dicho defecto (Figura 16.11).<br />

359<br />

Figura<br />

16.11. Estudio radiográfico<br />

mediante<br />

proyecciones oblicuas (A, B) y<br />

con TAC (C, D) de una<br />

espondilolisis,<br />

donde puede observarse perfectamente el<br />

defecto en la “pars interarticularis”.<br />

16.3. 1.4. Tratamiento:<br />

Por lo general no se requiere ningún<br />

tipo de<br />

tratamiento, aunque en caso de<br />

ser sintomático,<br />

es preferible iniciar un<br />

programa<br />

de ejercicios de<br />

recuperación, encaminados a reforzar<br />

la musculatura paravertebral y<br />

abdominal. En<br />

las fases agudas<br />

dolorosas,<br />

aparte de la administración<br />

de AINES, es prudente colocar una<br />

ortesis lumbar para inmovilizar el<br />

segmento vertebral afecto. Sólo en<br />

aquellos casos en que las medidas<br />

conservadoras fracasen, está<br />

aconsejada la cirugía, intentando<br />

fusionar el defecto del arco neural, es<br />

decir la “pars interarticularis” ó,<br />

artrodesar la vértebra que presenta el<br />

defecto con la inmediatamente inferior.<br />

16.3.2. Espondilolistesis<br />

16.3.2.1. Introducción:<br />

El deslizamiento hacia delante del<br />

cuerpo vertebral en relación con el<br />

segmento vertebral situado<br />

inmediatamente por debajo, recibe el<br />

nombre de espondilolistesis (Figura<br />

16.12). El deslizamiento puede ser sólo<br />

del cuerpo o de toda la vértebra. En el<br />

primer caso, para que se produzca<br />

solamente el deslizamiento del cuerpo<br />

vertebral, debe<br />

existir una lisis previa a


nivel de la “pars interarticularis”, es<br />

decir, una espondilolisis, mientras que<br />

en el segundo caso, es decir, para que<br />

se produzca el deslizamiento de toda la<br />

vértebra, es necesario que existan<br />

alteraciones de su arco posterior.<br />

Dichas alteraciones suelen localizarse<br />

habitualmente a nivel de la primera<br />

vértebra sacra ó en las apófisis<br />

articulares de la quinta lumbar, las<br />

cuales presentan anomalías<br />

morfológicas que permiten el<br />

deslizamiento<br />

anterior de la vértebra.<br />

Figura 16.12. Esquema de una<br />

espondilolistesis de la cuarta vértebra<br />

lumbar<br />

16.3.2.2. Etiología:<br />

La causa más común de<br />

espondilolistesis, se origina en el<br />

defecto bilateral de la “pars<br />

interarticularis”, aunque también puede<br />

producirse por una lesión discal<br />

degenerativa, por un defecto congénito,<br />

por un traumatismo o por un proceso<br />

patológico. Así pues, y dependiendo de<br />

la causa que produce el deslizamiento<br />

vertebral, la espondilolistesis puede<br />

clasificarse en:<br />

• Tipo I ó Displásica:<br />

Malformación congénita del<br />

promontorio sacro o del arco posterior<br />

de L5 que permite el deslizamiento<br />

anterior. Son las más frcuentes en los<br />

niños y adolescentes. Predominan en<br />

el sexo femenino y pueden producir<br />

360<br />

compresión radicular cuando el<br />

deslizamiento sobrepasa el 25 %.<br />

• Tipo II ó Istmica:<br />

La alteración se produce a nivel de la<br />

“pars interarticularis”. Se observa una<br />

zona radiolúcida que va desde una<br />

pequeña línea hasta un gran espacio<br />

no osificado, aunque también existen<br />

espondilolistesis en que hay una<br />

elongación del<br />

istmo sin lisis ni otra<br />

alteración de tipo displásico. Este tipo<br />

de espondilolistesis es el más común<br />

entre los 5 y 50 años. Los esquimales<br />

presentan una frecuencia del 50 % y,<br />

en los gimnastas, llega hasta al 20-25<br />

%.<br />

• Tipo III ó degenerativa:<br />

Existe una remodelación de la apófisis<br />

articular inferior que se inflexiona y<br />

permite el deslizamiento. Naturalmente,<br />

este tipo de espondilolistesis se ve en<br />

adultos, habitualmente por encima de<br />

los 50 años, y se debe<br />

fundamentalmente a fenómenos<br />

degenerativos artríticos y/o artrósicos,<br />

de larga evolución y creando una<br />

inestabilidad articular. Es más<br />

frecuente en mujeres y se observa<br />

preferentemente a nivel de L4-L5 y<br />

mucho menos en L5-S1.<br />

• Tipo IV ó traumática:<br />

Se produce una fractura de otra zona<br />

del arco posterior pero sin afectar<br />

al<br />

istmo. Generalmente es debida a<br />

traumatismos de alta energía, afectndo<br />

principalmente el arco neural de L4-L5,<br />

observándose más frecuentemente en<br />

adultos jóvenes (accidentes deportivos<br />

y/o laborales).<br />

• Tipo IV ó patológica:<br />

Exi ste un debilitamiento patológico del<br />

arco<br />

posterior debido a una osteopatía<br />

localizada o generalizada (Enfermedad<br />

de Paget, metástasis óseas, etc).<br />

16.3.2.3. Diagnóstico:<br />

Todas las situaciones son posibles:<br />

lumbalgias, hallazgo casual,<br />

exploración de una escoliosis, etc.<br />

Cuando es sintomática y el<br />

padecimiento es de larga evolución,<br />

suele existir un acortamiento de los<br />

músculos<br />

isquiotibiales<br />

mucho más<br />

acusado que en<br />

la espondilolisis<br />

simpl e . Asimismo,<br />

existe una pérdida


de la lordosis lumbar por espasmo<br />

muscular segmentario. En ocasiones, y<br />

coincidiendo con un deslizamiento<br />

importante de la vértebra, existe<br />

compromiso radicular por la protrusión<br />

secundaria del disco intervertebral. En<br />

estas circunstancias, pueden<br />

objetivarse déficits sensitivos y/o<br />

motores dependientes de la raiz<br />

afectada (Figura 16.13).<br />

Figura 16.13. Compresión de la raiz<br />

nerviosa<br />

correspondiente al segmento L4-<br />

L5.<br />

Sin embargo y al igual que la<br />

espondilolisis,<br />

el diagnóstico<br />

definitivo<br />

se realiza por medio de un buen<br />

estudio radiográfico. Generalmente, es<br />

la proyección de perfil la que nos va a<br />

permitir valorar el grado de<br />

desplazamiento (Figura 16.14).<br />

Figura 16.14. Imagen radiográfica de una<br />

espondilolistesis L5-S1.<br />

En este aspecto, es útil seguir la<br />

clasificación de Meyerding, la cual<br />

distingue 4 estadíos según el<br />

desplazamiento vertebral (Figura<br />

16.15):<br />

361<br />

• Estadío I: si el desplazamiento es<br />

inferior al 25 %<br />

• Estadío II: si el desplazamiento está<br />

entre el 26 y el 50 %.<br />

• Estadío III: si el dfesplazamiento se<br />

halla entre el 51 y el<br />

75 %.<br />

• Estadío IV: si el desplazamiento es<br />

superior al 75 %.<br />

Figura 16.15. Clasificación de Meyerding<br />

de las espondilolistesis.<br />

Cuando el desplazamiento sobrepasa<br />

completamente la vértebra inferior se<br />

llama ptosis vertebral.<br />

En cuanto a la proyección<br />

anteroposterior, y más concretamente<br />

en la espondilolistesis de L5 sobre el<br />

sacro, se observa frecuentemente una<br />

imagen de copa de champagne o de<br />

“Gorro de Napoleón” (Figura 16.16).<br />

Figura<br />

16.16. Imagen radiográfica<br />

anteroposterior<br />

de una espondilolistesis L5-<br />

S1, donde se observa una imagen en copa<br />

de champagne<br />

o “Gorro de Napoleón).<br />

16. 3.2.4. Tratamiento:<br />

Es importante conocer que no existe un<br />

paralelismo<br />

entre los signos clínicos y


el grado o el estadío de<br />

desplazamiento.<br />

En este sentido, hay<br />

desplazamiento en estadíos III y IV<br />

totalmente<br />

asintomáticas.<br />

Por regla<br />

general, debe iniciarse<br />

siempre<br />

un tratamiento conservador<br />

mediante reposo, medicación<br />

analgésica-antiinflamatoria,<br />

rehabilitación y, en ocasiones, la<br />

colocación<br />

de un corsé ortopédico<br />

durante periodos cortos de tiempo,<br />

especialmente en las fases agudas de<br />

dolor.<br />

Solo<br />

cuando estemos delante de un<br />

cuadro<br />

sintomático persistente o un<br />

deslizamiento<br />

que progresa, está<br />

indicada<br />

la cirugía. Esta consiste en<br />

una artrodesis vertebral instrumentada<br />

(Figura<br />

16.17). Si bien puede intentarse<br />

una reducción previa del<br />

desplazamiento<br />

vertebral, ésta suele<br />

ser muy<br />

difícil y arriesgada.<br />

Figura 16.17. Artrodesis vertebral. A)<br />

esquema de la posición del instrumental. B)<br />

Imagen radiográfica de perfil,<br />

postoperatoria.<br />

16.4. Estenosis del canal medular<br />

Figura 16.20. Dos causas de estenosis del canal<br />

vertebral.<br />

362<br />

16.4.1. Introducción:<br />

La estenosis del canal medular<br />

describe una condición en la que el<br />

contenido del mismo (médula y raices<br />

nerviosas) se ve comprimido<br />

(Figura 16.18).<br />

Figura 16.19. Esquema de la estenosis del<br />

canal medular. A) visión de perfil. B) corte<br />

transversal.<br />

Obsérvese que el canal<br />

raquídeo<br />

es demasiado estrecho para dar<br />

cabida a sus elementos<br />

(médula y raices)<br />

y,<br />

en consecuencia,<br />

provocando su<br />

compresión (Figura 2).<br />

16.4.2. Etiología:<br />

La compresión de los elementos<br />

intraraquídeos, sea la médula o las<br />

raices nerviosas, puede ser debida a<br />

múltiples causas. Entre ellas<br />

destacan las estenosis congénitas y las<br />

secundarias a diversos<br />

procesos como<br />

puede<br />

ser una<br />

hernia discal, tumores,<br />

inestabilidades vertebrales, osteofitos,<br />

lesiones inflamatorias, etc.<br />

(Figura<br />

16.20).<br />

medular. A) hernia discal. B) inestabilidad


16.4.3. Diagnóstico:<br />

El paciente, generalmente varón por<br />

encima de los 40 años de edad,<br />

consulta por dificultad a la marcha,<br />

debilidad, pesadez y parestesias en las<br />

extremidades inferiores.<br />

La sintomatología recuerda a la de la<br />

claudicación intermitente vascular, es<br />

decir, el paciente ha de pararse al cabo<br />

de un cierto tiempo porque le duelen<br />

las pantorrillas. Otra manera de<br />

presentarse la estenosis del canal<br />

medular es de una ciática atípica, que<br />

afecta a una pierna y que empeora con<br />

el esfuerzo.<br />

La exploración física suele revelar<br />

alteraciones neurológicas en forma de<br />

paresias de los grupos musculares<br />

distales y alteraciones de la<br />

sensibilidad.<br />

En cuanto al estudio radiográfico, éste<br />

suele mostrar<br />

signos degenerativos a<br />

varios<br />

niveles, aunque sin ninguna<br />

característica especial.<br />

Por ello, es<br />

preciso contar con otros estudios por la<br />

imagen, entre las cuales se encuentra<br />

la RMN con contraste (Figura 16.21).<br />

Figura 16.21. Resonancia magnética<br />

nuclear con contraste, donde se observa la<br />

estenosis del canal medular a nivel del<br />

espacio L4-L5.<br />

Si bien con la clínica y la RMN se<br />

establece un diagnóstico preciso de<br />

estenosis del canal medular, es útil<br />

practicar un electromiograma para<br />

confirmar el nivel y grado de<br />

compresión<br />

radicular, pues la<br />

sintomatología neurógena suele ser<br />

bastante atípica, a diferencia de lo que<br />

ocurre<br />

con<br />

la hernia discal<br />

(Figura<br />

16.22).<br />

363<br />

Figura 16.22. Electromiograma de<br />

extremidades inferiores.<br />

16.4.4. Tratamiento:<br />

Difícilmente el tratamiento conservador<br />

tiene éxito en la estenosis del canal<br />

medular. Periodos de reposo junto con<br />

la colocación de un corsé ortopédico,<br />

son algunas opciones que pueden<br />

aplicarse a estos pacientes. En<br />

ocasiones, las infiltraciones epidurales<br />

con corticoides suelen ofrecer periodos<br />

más o menos largos de alivio, aunque a<br />

la larga, no se obtiene ningún beneficio.<br />

aquellos casos en los que no se<br />

consiga una mejoría sustancial de la<br />

sintomatología, especialmente la<br />

neurógena, es preciso recurrir a la<br />

cirugía. Esta incluye la descompresión<br />

del segmento vertebral estenosado y la<br />

estabilización del mismo mediante una<br />

artrodesis (Figura 16.23).<br />

Figura 16.23. Tratamiento de la estenosis<br />

del canal medular. A) Laminectomía de la<br />

región vertebral estenosada. B) Artrodesis<br />

instrumentada.


CAPITULO 17. DESVIACIONES DE LA COLUMNA VERTEBRAL<br />

La columna vertebral es un sofisticado<br />

sistema musculoesquelético cuyo<br />

refinado equilibrio puede alterarse por<br />

múltiples causas, especialmente<br />

durante el período de crecimiento,<br />

dando lugar a deformidades de<br />

consecuencias clínicas de pronóstico<br />

variado, que llegan a ser, en ocasiones,<br />

muy graves. Estas desviaciones<br />

pueden aparecer en el plano frontal,<br />

cuya deformidad más representativa es<br />

la escoliosis, o en el plano sagital, entre<br />

las que destaca por encima de todas la<br />

cifosis. Sea como fuera, es<br />

fundamental su diagnóstico precoz<br />

para prevenir los efectos de una<br />

biomecánica alterada sobre las<br />

deformables estructuras raquídeas,<br />

sobre todo en el periodo de<br />

crecimiento.<br />

17.1. Escoliosis:<br />

17.1.1. Introducción:<br />

El término amplio de escoliosis hace<br />

referencia a una desviación lateral de<br />

la columna vertebral en el plano frontal,<br />

que se acompaña de totación y<br />

gibosidad. Esta definición permite<br />

distinguir la verdadera escoliosis de la<br />

denominada “actitud escoliótica”, en la<br />

que hay una ausencia de gibosidad y<br />

rotación vertebral (Figura 17.1). Esta<br />

actitud escoliótica corresponde, en la<br />

mayoría de los casos, a una dismetría<br />

de extremidades inferiores y<br />

desaparece en decúbito.<br />

Figura 17.1. Distinción entre escoliosis<br />

estructurada y actitud escoliótica.<br />

364<br />

17.1.2. Etiología:<br />

Según la causa de producción, las<br />

escoliosis se clasifican en:<br />

1. Idiopáticas: corresponden al 75 %<br />

de los casos. Uno de cada cuatro<br />

casos existe un antecedente<br />

familiar. Es preciso examinar a<br />

todos los hijos, fundamentalmente a<br />

las niñas, así como a los padres.<br />

2. Congénitas: 10 % de los casos. Son<br />

siempre secundarias a una<br />

malformación de la columna<br />

vertebral presente en el nacimiento<br />

(Figura 17.2).<br />

Figura 17.2. Anomalías vertebrales que<br />

causan escoliosis.<br />

3. Paralíticas:<br />

- Poliomielitis.<br />

- Parálisis cerebral infantil.<br />

- Espina bífida.<br />

- Artrogriposis.<br />

4. Otras causas: enfermedades<br />

neurológicas (Charcot-Marie-Tooth,<br />

Neurofibromatosis, etc),<br />

enfermedad cromosomica<br />

(síndrome de Down), enfermedades<br />

del tejido conjuntivo (Ehlers-Danlos,<br />

Prader-Willi, etc) y procesos<br />

toracogénicos como consecuencia<br />

de intervenciones sobre el tórax.<br />

17.1.3. Clasificación:<br />

La escoliosis puede clasificarse de<br />

acuerdo a diferentes parámetros, como


son la edad, la topografía y el tipo de<br />

curva<br />

observada.<br />

1. Según la edad:<br />

• Infantil: aparece antes de los 3 años<br />

de edad. Acostumbran<br />

a ser muy<br />

graves, ya que al final del<br />

crecimiento pueden alcanzar una<br />

angulación superior a los 100º.<br />

• Juvenil: aparece después de los 3<br />

años. Esta puede subdividirse en:<br />

- Juvenil I: entre los 3 y 7 años de<br />

edad.<br />

- Juvenil II: entre los 7 y 11 años de<br />

edad.<br />

- Juvenil III: entre los 11 años y la<br />

primera regla.<br />

• Adolescente: después de la primera<br />

regla y hacia al final de la pubertad,<br />

antes de la maduración ósea<br />

completa.<br />

2. Topografía (Figura 17.3):<br />

• Cervicales: el vértice se localiza<br />

entre C1 y C6. En este tipo de<br />

escoliosis, hay que buscar siempre<br />

la posible<br />

existencia de una<br />

malformación a nivel de la charnela<br />

occipitovertebral.<br />

• Cervicodorsales:<br />

el vértice se<br />

localiza entre C7 y D1. En estos<br />

casos existe una desviación<br />

de la<br />

cabeza con grave perjuicio estético.<br />

• Torácicas: el vértice se sitúa entre<br />

D2 y D12. En estos casos, existe un<br />

gran riesgo de problemas<br />

•<br />

respiratorios.<br />

Toracolumbares: el vértice está<br />

entre D12 y L1. Son evolutivas.<br />

• Lumbares: el vértice se localiza<br />

entre L1 y L4. Son graves y existe<br />

un riesgo evidente de dolor en la<br />

edad adulta.<br />

Figura 17.3. Tipos de escoliosis.<br />

366<br />

3. Tipos de curvas: puede haber una o<br />

dos curvas mayores (Figura 17.4).<br />

• Una sola: 70 %.<br />

• Dos curvas: 30 %.<br />

• Curva dorsal: 25 %.<br />

• Curva dorsolumbar:<br />

19 %.<br />

• Curva cervicodorsal: 1 %.<br />

Figura 17.4. Tipos de curvas escolióticas.<br />

Es preciso diferenciar las curvas<br />

simples de las curvas que se<br />

acompañan de curvas compensadoras,<br />

es decir, menos estructuradas y más<br />

reductibles, y las curvas combinadas.<br />

En este aspecto cabe recordar<br />

que:<br />

• Curva estructurada:<br />

se considera<br />

que una curva<br />

está estructurada<br />

cuando se ha completado la<br />

opsificación de las vértebras<br />

acuñadas y se fijan las<br />

deformidades<br />

ligamentosas.<br />

discales y<br />

• Curva primaria: es aquella que tiene<br />

una deformidad mayor y está más<br />

estructurada. En definitiva, es la<br />

que inicia la escoliosis.<br />

• Curvas compensadoras: son las<br />

curvas secundarias que aparecen<br />

para restablecer el equilibrio del<br />

tronco. No tienen evolución propia y<br />

se corrigen al rectificar las curvas<br />

primarias.<br />

17.1.4. Diagnóstico:<br />

En la anamnesis, casi nunca existe el<br />

síntoma dolor. El motivo de consulta<br />

más habitual es la deformidad del tórax<br />

y la asimetría del talle. A veces hay<br />

historia familiar de escoliosis, en que<br />

existe antecedente de madre,<br />

hermanas, tías o abuelas con


escoliosis. No está comprobado que<br />

esta afección sea hereditaria, pero sí<br />

existe un fuerte componente familiar.<br />

El exámen físico debe realizarse con<br />

el paciente desnudo, con el objeto que<br />

la observación sea completa, así como<br />

con<br />

el paciente de pie, sentado y<br />

acostado.<br />

Con el paciente de pie, deberán<br />

observarse los siguientes signos:<br />

• Se observa la horizontalidad<br />

de<br />

los ojos y el pabellón de las<br />

orejas.<br />

• Altura de los hombros: en la<br />

escoliosis, habitualmente se<br />

•<br />

observa un hombro más bajo,<br />

pero en forma aislada este signo<br />

no es sinónimo de escoliosis<br />

(Figura 17.5).<br />

Escápulas colocadas a diferente<br />

altura, con especial énfasis en<br />

espinas y ángulo inferior de ellas<br />

(Figura 17.5).<br />

• Triángulo<br />

del talle: está formado<br />

por el perfil del tronco, el perfil de<br />

la región glútea y la extremidad<br />

superior. Cuando hay escoliosis<br />

éste es asimétrico y traduce el<br />

desplazamiento lateral del tronco<br />

a nivel lumbar (Figura 17.5).<br />

• Altura de las crestas ilíacas: se<br />

examina poniendo ambas manos<br />

sobre ellas, la diferencia de altura<br />

traduce una dismetría en las<br />

extremidades inferiores real o<br />

aparente (Figura 17.5).<br />

Figura 17.5. Exámen clínico de la<br />

columna escoliótica.<br />

367<br />

• Examen de la columna misma: se<br />

hace con el paciente de pie,<br />

inclinado hacia adelante, con lo<br />

que puede observarse la<br />

prominencia de las apófisis<br />

espinosas, las cuales se hacen<br />

más evidentes y se puede<br />

objetivar con más exactitud si la<br />

columna está recta o curvada<br />

(Figura 17.6).<br />

Figura 17.6. Comprobación de la<br />

existencia<br />

de gibosidad en la escoliosis<br />

(ver texto).<br />

Si se encuentra la columna curvada,<br />

se sienta al paciente al borde de la<br />

camilla y se examina nuevamente la<br />

columna para eliminar el factor<br />

longitud de las extremidades en la<br />

producción de la desviación de<br />

columna.<br />

Con el tronco inclinado hacia<br />

adelante, se puede observar también<br />

m ucho mejor la asimetría del tronco,<br />

que se traduce en giba costal, la que<br />

se mide en centímetros. En la<br />

escoliosis idiopática<br />

lo usual es la<br />

giba costal derecha.<br />

• Descompensación del tronco: es<br />

la desviación lateral del tronco,<br />

quedando éste fuera de la línea<br />

media y por lo tanto fuera de la<br />

línea inter-glútea. Esto se<br />

comprueba tirando una línea a<br />

plomo desde C7. Se observa que<br />

la cuerda pasa lateral a la línea<br />

inter-glútea (Figura 17.7).


Figura 17.7. Comprobación de la<br />

existencia de desequilibrio en una<br />

deformidad escoliótica por medio de la<br />

plomada.<br />

Asimismo, no solo es importante<br />

explorar<br />

al paciente de frente, sino<br />

también de perfil, pues podrá<br />

comprobarse<br />

si existe otra deformidad<br />

como una cifosis, o unalordosis.<br />

En<br />

este<br />

sentido, para saber si existe un<br />

aumento de estas dos deformidades,<br />

puede utilizarse la llamada regla de los<br />

“30 mm”. En condiciones normales,<br />

cuando el paciente se apoya en la<br />

pared, ésta es tangencial a nivel<br />

de D8<br />

y S2, pues se alinean en la misma<br />

vertical.<br />

Las distancias de los espacios<br />

libres entre C7 y la pared y L4 y la<br />

pared, son sensiblemente iguales y del<br />

orden de 30 mm, es decir, entre ambas<br />

suman 60 mm, pero si superan los<br />

100mm, se considera patológico<br />

(Figura 17.8).<br />

Figura 17.8. La regla de los “30 mm” (ver<br />

texto).<br />

368<br />

Finalmente hay que realizar el estudio<br />

del crecimiento y preveer el periodo de<br />

pubertad. Para realizar el estudio del<br />

crecimiento hay que medir la talla, tanto<br />

en bipedestación como en sedestación,<br />

con el fin de hacer un pronóstico de la<br />

talla definitiva para saber lo que resta<br />

de crecimiento. Por lo que hace<br />

referencia a la talla en sedestación, la<br />

pubertad en el niño se inicia a partir de<br />

los 78 cm de talla en sedestación. El<br />

pico de la pubertad se caracteriza<br />

en el<br />

tronco por un incremento de<br />

14 cm de<br />

la talla; los primeros 8 cm se alcanzan<br />

rápidamente en el espacio de 15<br />

meses, mientras que los últimos se<br />

consiguen en 36 meses. En la niña, la<br />

pubertad se inicia con una talla en<br />

sedestación alrededor de 75cm. Al<br />

tronco le corresponde aumentar 13 cm;<br />

los primeros 7 son decisivos y se<br />

obtienen en 18 meses, mientras que<br />

los últimos se alcanzan lentamente en<br />

unos 3 años. Los primeros centímetros<br />

son decisivos para valorar la evolución<br />

de una escoliosis. Toda escoliosis que<br />

se agrava durante los primeros 8 cm y<br />

que avanza más de 1º por mes o 2º por<br />

cm de talla en sedestación, es una<br />

escoliosis de mal pronostico.<br />

Para preveer el periodo de pubertad,<br />

hay que tebner en cuenta que el inicio<br />

de la misma está marcado por<br />

el<br />

cambio<br />

en la velocidad de crecimiento,<br />

que pasa de 0.5 a 1 cm por mes y por<br />

la aparición de los caracteres sexuales<br />

secundarios. Asimismo, la pubertad<br />

aparece a la edad ósea de 11 años en<br />

la niña y de 13 años en el niño. El inicio<br />

de la pubertad está marcado por la<br />

aparición del primer sesamoideo del<br />

pulgar.<br />

En las niñas no hay que confiar el<br />

inicio de la pubertad con la fecha de la<br />

primera regla, ya que ésta aparece en<br />

la fase descendente<br />

del pico de la<br />

pubertad,<br />

y después de su aparición,<br />

queda todavía alrededor de 6 cm de<br />

crecimiento.<br />

En general, a medida que se afirman<br />

los caracteres sexuales secundarios, la<br />

capacidad<br />

de crecimiento disminuye.<br />

El examen radiológico es<br />

fundamental.<br />

Basándose en él, se


puede<br />

confirmar el diagnóstico clínico y<br />

averiguar<br />

qué tipo de escoliosis es, ya<br />

sea desde el punto de vista etiológico<br />

como<br />

la gravedad y tipo de curvas ó la<br />

ubicación<br />

anatómica y la flexibilidad de<br />

la curva, entre otros. Para ello, es<br />

imprescindible<br />

contar con dos<br />

proyecciones,<br />

la anteroposterior y la<br />

lateral.<br />

Estas deben realizarse de pie y<br />

sin calzado, comprendiendo la columna<br />

desde C3 a sacro. Asimismo, son<br />

muy<br />

útiles las proyecciones<br />

anteroposteriores<br />

en Inclinación lateral<br />

derecha e izquierda, pues nos darán<br />

información sobre la flexibilidad de las<br />

curvas.<br />

Los estudios radiográficos permiten:<br />

• Establecer patrón de curva.<br />

• Medir las curvas en grados por<br />

el<br />

método de Cobb.<br />

• Evaluar la flexibilidad de curva<br />

medido en porcentaje.<br />

• Evaluar rotación de los cuerpos<br />

vertebrales.<br />

• Conocer la maduración ósea a<br />

través del Signo de Risser.<br />

- Medición de la angulación (ángulo<br />

de Cobb):<br />

Trazando una línea que siga el borde<br />

superior de la vértebra superior que<br />

está más inclinada sobre la horizontal,<br />

y otra línea recta que siga el borde<br />

inferior de la vértebra límite<br />

inferior.<br />

Sobre<br />

estas líneas se trazan sendas<br />

perpendiculares para obtener<br />

el ángulo<br />

(Figura 17.9).<br />

Figura 17.9. Angulo de Cobb (ver texto).<br />

369<br />

- Evaluación de la flexibilidad de la<br />

columna:<br />

Antes de proceder al tratamiento, es<br />

necesario realizar un estudio<br />

radiográfico con proyecciones<br />

anteroposterior, en posición neutra,<br />

inclinado hacia la derecha y hacia la<br />

izquierda,<br />

respectivamente, con el fin<br />

de determinar la rigidez o la flexibilidad<br />

de las curvas. En la figura , la curva<br />

dorsal es la mayor, mientras que la<br />

lumbar, corresponde a una curva<br />

compensatoria (Figura 17.10).<br />

Figura 17.10. Determinación radiográfica<br />

de la rigidez de las curvas.<br />

- Evaluación de la rotación vertebral:<br />

La<br />

rotación vertebral puede medirse a<br />

través del desplazamiento<br />

que sufren<br />

los pedículos vertebrales con respecto<br />

a la línea media. Según el<br />

desplazamiento de los mismos, existen<br />

cuatro grados de rotación<br />

(Figura 17.11).<br />

Figura 17.11. Determinación radiográfica<br />

del grado de rotación.<br />

- Signo<br />

de Risser:<br />

Este signo de maduración ósea<br />

llamado<br />

de Risser consiste en la<br />

osificación de la apófisis<br />

de la cresta<br />

ilíaca, que se inicia de adelante hacia<br />

atrás, es decir, de espina ilíaca<br />

anterosuperior<br />

posterosuperior.<br />

a la espina ilíaca<br />

Se divide la apófisis de cresta ilíaca en<br />

cuatro cuartos y se habla de Risser 1 si


la osificación de la apófisis es del<br />

cuarto anterior, Risser 2 si es del<br />

segundo cuarto, Risser 3 si es del<br />

tercer cuarto, Risser 4 si es del cuarto<br />

posterior, Risser 5 la fusión de la<br />

apófisis con el ala ilíaca y Risser cero<br />

cuando no haya ningún signo de<br />

osificación de la apófisis de la cresta<br />

ilíaca (Figura 17.12).<br />

Figura 17.12. Test de Risser (ver texto).<br />

Aparte de las mediciones<br />

mencionadas,deberan buscarse las<br />

posibles malformaciones de la charnela<br />

occipitovertebral, una espindilolistesis,<br />

así como la presencia de una cifosis o<br />

lordosis<br />

asociada.<br />

17.1.5.Tratamiento:<br />

Hay<br />

que tratar toda escoliosis que<br />

presenta<br />

muestra de evolutividad,<br />

cualquiera que sea su angulación.<br />

Dependiendo de la etiología y del<br />

grado de angulación de la escoliosis, el<br />

tratamiento a seguir es como sigue:<br />

• Escoliosis de 0º a 20º: tratamiento<br />

expectante. Sin embargo, una curva<br />

que pasa, por ejemplo, de 8º a 15º<br />

en 6 meses, requerirá un<br />

•<br />

tratamiento ortopédico.<br />

Escoliois de 20º a 50º: se colocará<br />

un corsé ortopédico (Figura<br />

17.13).La elección del corsé<br />

dependerá de la tipografía de la<br />

curva. Así por ejemplo, para una<br />

escoliosis lumbar, se prescribirá un<br />

corsé corto; para una dorsal un<br />

corsé de apoyo mentoniano y, si laq<br />

deformidad es muy rígida o<br />

evolutiva, los vendajes enyesados<br />

son muy necesarios para conseguir<br />

que el corsé sea más eficaz o para<br />

370<br />

frenar su grave evolución. Es<br />

importante conocer que un<br />

tratamiento ortopédico iniciado con<br />

una angulación<br />

de 25º, dejará una<br />

angulación, en el mejor de los<br />

casos, también de 25º.<br />

Figura 17.13. Corsé ortopédico de Boston<br />

para<br />

la corrección de la escoliosis<br />

evolutiva<br />

(previene el aumento de la<br />

deformidad).<br />

• Escoliosis superior a los 50º:<br />

Cirugía (artrodesis). Sin embargo,<br />

hay dos situaciones límite:<br />

a) una escoliosis combinada de<br />

60º, no justifica un tratamiento<br />

quirúrgico, ya que obligaría a<br />

una artrodesis muy extensa.<br />

b) Por el contrario, una curva de<br />

45º dorsal que progresa en un<br />

niño inmaduro, puede juestificar<br />

una intervención quirúrgica<br />

precoz.<br />

En la indicación quirúrgica, no solo<br />

interviene la angulación sino también la<br />

importancia de la gibosidad (grave si<br />

sobrepasa 20 mm en dorsal, 15 mm en<br />

dorsolumbar y 10 mm en lumbar), la<br />

topografía de la curva y el grado<br />

del<br />

crecimiento restante.<br />

La elección de la<br />

fecha de la<br />

intervención<br />

es más importante que la<br />

intervención en sí misma. En general<br />

se propone una artrodesis raquídea<br />

después de la pubertad (Figura 17.14).<br />

Después del tratamiento quirúrgico es


necesario mantener un corsé hasta el<br />

final del crecimiento.<br />

Figura 17.14. Artrodesis vertebral para la<br />

corrección de una escoliosis dorsolumbar.<br />

17.2.<br />

Cifosis<br />

17.2.1. Introducción:<br />

La cifosis es por definición una<br />

desviación postural de la columna en el<br />

plano sagital fuera de sus límites<br />

normales. Generalmente, se considera<br />

que la cifosis normal se sitúa entre 20º<br />

y 40º , por el método de Cobb<br />

(Figura 17.15).<br />

Figura<br />

17.15. Niño con aumento de la<br />

angulación<br />

cifótica norma.<br />

371<br />

17. 2.2. Etiología:<br />

El tipo más común de cifosis es la<br />

cifosis<br />

postural. No<br />

es una condición<br />

directamente<br />

patológica pero que se<br />

está volviendo<br />

demasiado común. Los<br />

niños<br />

adoptan extrañas actitudes<br />

sentados<br />

y erectos que agravan su<br />

cifosis<br />

postural, especialmente durante<br />

su<br />

crecimiento. La cifosis postural es<br />

especialmente<br />

común en las chicas<br />

adolescentes.<br />

El desarrollo de los<br />

senos<br />

hace a veces que las chicas<br />

sean<br />

extremadamente tímidas,<br />

pudiendo<br />

adoptar un caminar cabizbajo<br />

para esconder los incipientes<br />

pechos,<br />

en particular si la chica es alta para su<br />

edad. Si se dtecta a tiempo este tipo<br />

de cifosis, se puede corregir<br />

generalmente con ejercicios posturales.<br />

En algunos casos, un corsé ortopédico<br />

puede solucionar el problema.<br />

Sin embargo, la causa más<br />

problemática de cifosis es la<br />

enfermedad de Scheuermann, la cual<br />

se caracteriza por una larga cifosis<br />

arqueada y fija que se desarrolla<br />

durante la adolescencia. Se debe a una<br />

deformidad cuneiforme de<br />

generalmente tres a cinco vértebras<br />

con alteraciones radiológicas<br />

específicas. Se trata de un cifosis que<br />

incluye al menos tres vértebras<br />

adyacentes, cada una con un<br />

acuñamiento de 5º o más grados.<br />

Existen dos tipos principales de cifosis<br />

de Scheuermann: la forma torácica,<br />

hereditaria, progresiva e indolora y el<br />

tipo dorsolumbar, generalmente<br />

dolorosa.<br />

17.2.3. Diagnóstico:<br />

Clínicamente, la enfermedad<br />

dorsolumbar de Scheuermann se<br />

acompaña de un período de dolor<br />

moderadamente intenso con la<br />

actividad. La cifosis dorsolumbar se<br />

produce más frecuentemente en chicos<br />

que en chicas (2/1), y se observa<br />

especialmente entre los 13 y los 17<br />

años, siendo más agresiva durante la<br />

aceleración del crecimiento<br />

(Figura 17.16).


Figura 17.16. Enfermedad de<br />

Scheuermann. Aspecto clínico y<br />

radiográfico.<br />

Puesto que se da tan a menudo en<br />

atletas jóvenes, se sospecha una lesión<br />

por stress localizado en las placas<br />

vertebrales<br />

de crecimiento.<br />

17.2.4.<br />

Tratamiento:<br />

En<br />

la mayoría de los casos la<br />

enfermedad temprana de<br />

Scheuermann puede tratarse con un<br />

corsé correctivo. Los pacientes que<br />

tienen cifosis pueden tener también<br />

escoliosis asociada. Por lo tanto es<br />

necesario obtener radiografías en<br />

posición erecta anteroposteriores y<br />

laterales.<br />

Otro tipo de cifosis corresponde a la<br />

variedad congénita, lacual es<br />

secundaria a un defecto de<br />

segmentación (barra congénita o<br />

vértebras<br />

en bloque) y rara vez provoca<br />

ningún déficit neurológico. Aunque se<br />

puede<br />

observar el deterioro funcional<br />

en el nacimiento o al principio de la<br />

infancia, se produce con mayor<br />

frecuencia en el momento de mayor<br />

crecimiento<br />

en la adolescencia. Este<br />

tipo de cifosis requieren<br />

por lo general<br />

tratamiento quiríurgico antes de que se<br />

desarrolle una deformidad significativa.<br />

En los niños con déficit neurológico<br />

secundario a una cifosis congénita o<br />

secundaria y una deformidad fija, la<br />

descompresión del canal espinal es<br />

esencial.<br />

372


CAPITULO 18. TRANSTORNOS DE LONGITUD<br />

Y/O ALINEACION DE LAS<br />

EXTREMIDADES<br />

INFERIORES.<br />

18.1. Introducción:<br />

Las alteraciones en la longitud,<br />

estática y marcha durante la infancia y<br />

adolescencia constituyen una causa<br />

muy<br />

frecuente de consulta, no tanto por<br />

las alteraciones funcionales o<br />

dolorosas que refieren los jóvenes<br />

pacientes, sino muchas veces por la<br />

preocupación de los padres y<br />

familiares, que reciben diversas<br />

informaciones no siempre correctas y,<br />

en ocasiones, confusas, que llevan a<br />

consultar al especialista. Por ello, es<br />

fundamental conocer el proceso<br />

fisiológico de crecimiento de las<br />

extremidades inferiores, las variaciones<br />

de este crecimiento normal, su curso<br />

evolutivo<br />

hacia la resolución<br />

espontánea con el crecimiento, y las<br />

posibilidades y necesidades reales de<br />

tratamiento.<br />

18.2. Dismetría de las extremidades<br />

inferiores<br />

18.2.1. Introducción:<br />

La discrepancia de longitud de las<br />

piernas es una alteración bastante<br />

frecuente en nuestro medio y<br />

constituye<br />

un problema, no solo<br />

desde<br />

el punto de vista estético,<br />

sino<br />

funcional. Como es bien<br />

sabido, el ser humano no es<br />

simétrico,<br />

es decir, la mitad de un<br />

lado no es exactamente igual a la<br />

mitad<br />

contralateral, y esto<br />

se pone<br />

de manifiesto en la longitud<br />

de las<br />

piernas. En general, puede tolerarse<br />

diferencias de hasta 1,5 cm sin<br />

producir ninguna alteración,<br />

mientras que discrepancias<br />

mayores pueden producir un<br />

aumento del gasto energético<br />

debido a que la pierna más corta<br />

tiene que elevar más la pelvis durante<br />

la marcha, así como provocar a la<br />

larga, una escoliosis compensadora<br />

y<br />

dolor<br />

de espalda.<br />

373<br />

18.2.2. Etiología:<br />

La desigualdad en la longitud de las<br />

piernas puede ser de causa<br />

desconocida (idiopática) o secundaria a<br />

traumatismos e infecciones que<br />

lesionan el cartílago de crecimiento o<br />

fisis, parálisis asimétrica (poliomielitis,<br />

parálisis cerebral,<br />

etc), tumores y todas<br />

aquellas patologías que afecten el<br />

crecimiento del hueso (Tabla 18.I).<br />

Tabla 18.I. Causas<br />

de dismetría de las<br />

extremidades<br />

inferiores.<br />

1.<br />

Congenita.<br />

2. Infecciosa.<br />

3. Postraumatica.<br />

4. Neoplasica.<br />

5. Irradiación.<br />

6. Displasia esquelética.<br />

7. Miscelanea.<br />

18.2.3. Diagnóstico:<br />

Por todo lo visto hasta ahora, es muy<br />

importante la evaluación de las piernas<br />

del niño, primero de forma dinámica, es<br />

decir,<br />

durante la marcha, y luego de<br />

forma estática. Hemos de apreciar si<br />

existe equilibrio de la pelvis o si existe<br />

un imbalance (pelvis hacia un lado),<br />

veremos<br />

si las rodillas se flexionan de<br />

igual<br />

manera (la pierna larga tiene una<br />

mayor<br />

flexión de rodilla) y la presencia<br />

o no de cojera. Posteriormente<br />

se<br />

realiza la medición “real” de las piernas<br />

por medio de una cinta métrica que,<br />

colocada desde la espina ilíaca<br />

anterosuperior, desciende hasta el<br />

maleolo tibial. Igualmente realizaremos<br />

la medición “aparente” de las piernas,<br />

desde el ombligo hasta los maleolos<br />

tibiales. La diferencia entre ambas<br />

mediciones estriba que, mientras la<br />

“real” mide exactamente la longitud de<br />

la pierna, la “aparente” indica si existe<br />

una contractura articular, ya sea a nivel


de la cadera o de la rodilla. Así, en un<br />

paciente con una contractura en<br />

adducción<br />

de la cadera, presenta una<br />

dismetría de la medición<br />

“aparente”,<br />

pero puede tener una misma medición<br />

“real” de ambas piernas (Figura 18.1).<br />

Figura 18.1. Medición de la longitud de las<br />

piernas. A) real. B) aparente.<br />

Después de realizar la exploración<br />

física, se finaliza con el estudio<br />

radiográfico. Al respecto, se deben<br />

practicar radiografías telemétricas de<br />

ambas extremidades inferiores para<br />

medir<br />

con exactitud la longitud<br />

individual de cada hueso (fémur y tibia)<br />

así como trazar los ejes anatómicos y<br />

mecánicos de ambas extremidades con<br />

el fin de objetivar alguna causa ósea o<br />

articular de dicha dismetría (Figura<br />

18.2).<br />

Figura 18.2. Medición de los ejes<br />

anatómicos y mecánicos de las<br />

extremidades inferiores. 375<br />

18.2.4. Tratamiento:<br />

El tratamiento de la desigualdad de<br />

longitud de los miembros inferiores ha<br />

de adaptarse al cuadro específico y a<br />

las necesidades individuales de cada<br />

paciente. Los planes de tratamiento<br />

solo pueden formularse tras una<br />

cuidadosa valoración, la cual consta de<br />

un estudio de las edades cronológica y<br />

esquelética del paciente (edad ósea), la<br />

discrepancia de longitud actual y la<br />

discrepancia de longitud posible en el<br />

momento en que el niño alcance la<br />

madurez esquelética, la causa del<br />

trastorno, el estado funcional de las<br />

articulaciones, los antecedentes<br />

sociales y psicológicos del niño y su<br />

familia. Sin embargo, se considera que<br />

las dismetrías que no sobrepasen los 2<br />

cm no deben tratarse.<br />

Para los demás casos y según el<br />

orígen que ha causado la dismetría,<br />

existen cuatro tipos de tratamiento para<br />

igualar la longitud de los miembros:<br />

1. Zapatos con alzas o prótesis de<br />

conversión.<br />

2. Epifisiodesis (fusión del cartílago de<br />

crecimiento) a la edad adecuada,<br />

de la pierna no afectada, para que<br />

la afectada alcance la misma<br />

longitud (Figura 18.3).<br />

Figura 18.3. Epifisiodesis femoral distal de<br />

la rodilla izquierda mediante grapas, en un<br />

chico de 12 años que cuando tenía 12 años<br />

sufrió un accidente con el resultado de una<br />

pierna más corta que la otra.


3. Acortamiento de la pierna de mayor<br />

longitud<br />

(en pacientes con edades<br />

excesivas para la epifisiodesis).<br />

4.<br />

Alargamiento de la pierna de menor<br />

longitud (Figura 18.4).<br />

Figura 18.4. Transporte óseo para<br />

solucionar una pérdida ósea tibial de 6 cm,<br />

en un muchacho de 16 años que sufrió un<br />

accidente de tráfico con la pérdida ósea<br />

comentada. A) en el momento del<br />

accidente. B) estabilización de la fractura<br />

con clavo endomedular, manteniendo la<br />

longitud de la pierna. C) osteotomía tibial<br />

proximal y transporte ósea en sentido<br />

distal. D) resultado final.<br />

Los objetivos del tratamiento<br />

consisten en equilibrar la columna y la<br />

pelvis, igualar la longitud de las piernas<br />

y corregir el eje mecánico de carga, de<br />

manera que se permita el crecimiento<br />

armónico e integrar al niño a sus<br />

actividades de forma precoz e<br />

impidiendo de esta manera posibles<br />

repercusiones desde el punto de vista<br />

psicológico.<br />

18. 3. Alteraciones de torsión:<br />

18.3.1. Torsión femoral:<br />

18.3.1.1 Introducción:<br />

La torsión femoral (hacia atrás ó<br />

retroversión; hacia delante o<br />

anteversión) se refiere al ángulo que se<br />

forma<br />

entre el cuello del fémur<br />

376<br />

con el eje bicondíleo femoral,<br />

constituyendo una alteración en el eje<br />

rotacional del fémur (Figura 18.5).<br />

Figura<br />

18.5. Torsión femoral.<br />

Dicha alteración puede ser fisiológica o<br />

patológica, dependiendo del grado de<br />

torsión que alcanza en la edad adulta.<br />

Se observa desde que comienza la<br />

marcha y puede estar exacerbada por<br />

otras alteraciones como la torsión tibial<br />

interna o un metatarsus adductus.<br />

18.3.1.2. Diagnóstico:<br />

Cuando el niño nace, el ángulo de<br />

torsión se encuentra alrededor de los<br />

40º de anteversión (hacia delante) y va<br />

disminuyendo<br />

paulatinamente hasta<br />

alcanzar<br />

en el adulto un valor de 15 a<br />

20º, también de anteversión.<br />

Sin<br />

embargo, es frecuente observar que no<br />

en todos los niños se va a producir este<br />

cambio fisiológico. Cuando ello ocurre,<br />

se observa que el niño, al andar, gira<br />

sus pies hacia adentro, motivo por el<br />

cual los padres consultan al especialita.<br />

Otro de los motivos de consulta, aparte<br />

del comentado, es una cierta torpeza al<br />

caminar y la tendencia a caer con gran<br />

facilidad.<br />

La exploración de estos niños,<br />

pone<br />

de<br />

relieve que cuando permanece de<br />

pie,<br />

las rodillas y los pies apuntan hacia<br />

adentro<br />

(Figura 18.6).


Figura 18.6. Anteversión femoral<br />

exagerada. Obsérvese que las rótulas<br />

miran hacia adentro cuando el niño<br />

permanece erguido.<br />

No obstante, esta rotación puede ser<br />

debida también, a una rotación interna<br />

exagerada de la tibia y/o a la presencia<br />

de un antepie adductus. Por dicho<br />

motivo, es preciso valorar ciertos<br />

parámetros, entre los que destacan<br />

(Figura 18.7):<br />

1) La observación de la progresión del<br />

pie durante la marcha.<br />

2) Valorar la movilidad rotacional de<br />

las caderas. dicha rotación femoral<br />

interna exagerada se valora mejor<br />

con el niño en decúbito prono, con<br />

las caderas en extensión y las<br />

rodillas en flexión de 90º. En esta<br />

posición,<br />

se gira la pierna hacia<br />

fuera para medir la rotación femoral<br />

interna, y hacia adentro para medir<br />

la rotación femoral externa. Cuando<br />

la rotación femoral interna supera la<br />

externa, se dice que el paciente<br />

presenta una anteversión<br />

exagerada, mientras que si ocurre<br />

al revés, se dice que el paciente<br />

presenta<br />

una retroversión.<br />

3) Medición del ángulo pierna-pie con<br />

el fin de comprobar si existe una<br />

rotación tibial interna asociada, y<br />

377<br />

4) Valoración de la presencia de un<br />

antepié adductus.<br />

Figura 18.7. Medida clínica de la rotación<br />

femoral para valorar el grado de torsión<br />

femoral.<br />

Mucho menos frecuente es la torsión<br />

femoral interna o retroversión. En<br />

general<br />

no suelen tener ningún<br />

problema, aún cuando se la ha<br />

asociado a la artrosis de cadera como<br />

causa etiológica, hacho no comprobado<br />

estadísticamente.<br />

Clínicamente, los<br />

picantes con retroversión<br />

presentan el<br />

contrario que los visto en la<br />

anteversión, es decir, marcha en<br />

rotación externa y movilidad de la<br />

cadera en rotación externa más<br />

aumentada que la interna.<br />

18.3.1.3. Tratamiento:<br />

En general no se requiere tratamiento,<br />

pues la deformidad se corrige<br />

espontáneamente durante el<br />

crecimiento. Sin embargo, es necesario<br />

controlar periódicamente al niño para<br />

comprobar su corrección<br />

espontánea.<br />

Lo importante es explicar a los padres<br />

que esta alteración se corrige<br />

espontáneamente y que hay que insistir<br />

en algunos aspectos, entre los que<br />

cabe destacar: 1) cambio de posición al<br />

sentarse y dormir; 2) ejercicios<br />

constantes (bicicleta, patines, marchas,


etc), y 3) constancia en vigilar a su hijo<br />

de que camine con los pies hacia<br />

afuera.<br />

Por lo que respecta al primer punto,<br />

es decir, evitar que el niño se siente o<br />

duerma en una postura determinada,<br />

es<br />

muy importante impedir que el niño<br />

se siente en la postura<br />

denominada de<br />

“sastre<br />

invertida”, pues con ella se<br />

favorece la torsión<br />

interna de los<br />

fémures así como la rotación externa<br />

de las tibias (Figura 18.8).<br />

Figura 18.8. Posición de sastre (A) y de<br />

sastre invertida (B). Es esta última posición<br />

la que debe evitarse pues favorece la<br />

tosión interna sobre los fémures y la torsión<br />

externa sobre las tibias.<br />

En casos excepcionales, puede estar<br />

justificada la cirugía y se espera a que<br />

el niño alcance la madurez esquelética,<br />

en caso de que aún persista alteración<br />

funcional de la marcha.<br />

18.3.2. Torsión tibial:<br />

18.3.2.1. Introducción:<br />

La torsión tibial (desviación de la tibia<br />

hacia fuera de la línea media o hacia<br />

adentro), depende de la edad del niño y<br />

es variable de una persona a otra. Sin<br />

embargo, la causa más frecuente de<br />

que los niños entre 1 y 3 años tienden<br />

a caminar con los pies hacia adentro es<br />

la torsión tibial interna. En general<br />

suele ser bilatral, aunque si es<br />

unilateral suele ser más acusada. La<br />

causa de esta anomalía es el moldeado<br />

intrauterino que sufren las<br />

extremidades<br />

inferiores (Figura 18. 9).<br />

Figura 18.9. Torsión tibial interna.<br />

378<br />

18.3.2.2. Diagnóstico:<br />

La torsión tibial interna se expresa por<br />

una cifra negativa, mientras que la<br />

torsión tibial externa se expresa por<br />

una cifra positiva. Al respecto, al nacer,<br />

la torsión tibial interna es de unos -40º<br />

y su resolución espontánea ocurre a la<br />

edad de 8 años, alcanzando en el<br />

adulto una cifra de + 15º.<br />

En los lactantes, la torsión tibial<br />

interna anormal suele acompañar al<br />

genu varo, pues como deformidad<br />

aislada es muy poco común. La torsión<br />

tibial interna demasiado intensa puede<br />

surgir por combinación con una<br />

anteversión femoral. Por lo general, los<br />

padres llevan al niño al especialista<br />

entre los 6 y 12 meses de edad y<br />

refieren que el niño mete los pies hacia<br />

adentro. En ocasiones no se detecta el<br />

cuadro antes de que empiece a<br />

caminar.<br />

Cuando<br />

se examina al pequeño, se<br />

aprecia<br />

que cuando camina, los pies<br />

están desviados hacia la línea media,<br />

mientras que las rótulas miran al frente.<br />

Asimismo,<br />

cuando el niño está sentado<br />

con las piernas colgando en<br />

el borde<br />

de la mesa, se observa<br />

que los pies<br />

apuntan hacia adentro,<br />

mientras que<br />

las rótulas apuntan directamente hacia<br />

delante, indicando<br />

que los fémures<br />

están en posición neutral y,<br />

por tanto,<br />

que la rotación no es<br />

debida a una<br />

anteversión femoral exagerada.


Es de suma importancia conocer si los<br />

hermanos mayores presentan también<br />

una torsión tibial interna, porque la<br />

subdivisión<br />

en formas hereditarias<br />

adquiere importancia práctica<br />

en el<br />

pronóstico y tratamiento. Si las tibias<br />

y/o hermanos mayores tienen<br />

alineación normal, es muy probable de<br />

que se corrija este defecto entre los 7 y<br />

9 años de edad de forma espontánea,<br />

mientras que si se advierte que la<br />

torsión<br />

tibial interna es anormal y<br />

persistente entre los miembros<br />

de la<br />

familia,<br />

el pronóstico de<br />

corrección<br />

espontánea es reservado,<br />

y habrá que<br />

considerar<br />

medidas terapéuticas<br />

intensivas.<br />

Cuando la tibia está desviada hacia<br />

afuera se habla de torsión tibial externa<br />

y generalmente es adquirida por<br />

efecto<br />

de posición intrauterina<br />

o<br />

compensatoria de una anteversión<br />

femoral exagerada. En estos<br />

casos, el<br />

niño gira el pie hacia afuera durante la<br />

marcha.<br />

A diferencia de la torsión tibial interna,<br />

la externa no se corrige<br />

espontánamente y, por Consiguiente,<br />

se<br />

recomienda la implementación<br />

temprana de ejercicios<br />

de manipulación<br />

y estiramiento, junto<br />

con el uso de<br />

férulas correctoras. La corrección<br />

quirúrgica está indicada cuando<br />

el niño<br />

tiene entre 10 y 12 años de edad.<br />

18.3.2.3. Tratamiento:<br />

El tratamiento varía desde la<br />

implementación de<br />

ejercicios de<br />

manipulación y estiramiento,<br />

los cuales<br />

se<br />

deben realizar en sesiones de 20 a<br />

30 veces cada vez que se cambia el<br />

pañal del niño, hasta el uso de<br />

aparatos correctores, como son las<br />

férulas de Dennis Brown<br />

(Figura 18.10).<br />

379<br />

Figura 15.10. Férulas de Dennis Brown<br />

para el tratamiento de la torsión tibial<br />

interna.<br />

Si después de los 8 años persiste la<br />

torsión tibial interna anormal y existe<br />

una incapacidad funcional para la<br />

marcha normal, está indicada la<br />

corrección quirúrgica.<br />

18.4. Alteraciones angulares<br />

18. 4.1. Genu valgo<br />

18.4.1.1. Introducción:<br />

El genu valgo o rodillas en “X”, es un<br />

proceso fisiológico en todos los niños a<br />

partir de los 2 años hasta los 7 años.<br />

Suele ser progresivo, es decir, aumenta<br />

hasta llegar a un punto de equlibrio y,<br />

posteriormente comienza a<br />

desaparecer (Figura 18.11).<br />

Figura 18.11. Genu valgo.


18.4.1.2. Etiología:<br />

La causa más frecuente de genu valgo<br />

en los niños es, con mucho, la<br />

hipermovilidad de la rodilla que es, a su<br />

vez, simplemente otra manifestación de<br />

la laxitud articular generalizada. Así<br />

pues, el genu valgo, al igual que los<br />

pies<br />

planos flexibles, es por la misma<br />

razón<br />

mucho más frecuente en los<br />

niños<br />

jóvenes que en los adolescentes<br />

y suele afectar más a las niñas.<br />

18.4.1.3. Diagnóstico:<br />

Puesto que la deformidad en valgo es<br />

consecuencia de la laxitud de los<br />

ligamentos colaterales de la rodilla, se<br />

detecta con facilidad cuando el niño<br />

permanece de pie. Según la severidad<br />

del valgo, se presentan más o menos<br />

dificultades al andar, pues al rozar<br />

las<br />

rodillas por sus caras internas, el niño<br />

debe oscilar una pierna alrededor de la<br />

otra, por lo que se cansa más<br />

rápidamente. Asimismo,<br />

los pies<br />

siempre se desvían en su parte interna<br />

(pronación). En ocasiones y cuando el<br />

valgo es severo, es frecuente observar<br />

una tendencia de la rótula a subluxarse<br />

hacia el lado externo. Como hay<br />

molestias al caminas, los niños<br />

acostumbran a ser sedentarios, lo que<br />

permite que sean obsesos, y esto<br />

constituye un mayor estímulo para la<br />

deformidad, lo que se entra en un<br />

círculo vicioso.<br />

Según el grado de genu valgo, las<br />

rodillas se clasifican en tres tipos:<br />

1. Leve: cuando la distancia<br />

intermaleolar no supera los 6-8<br />

cm.<br />

2. Moderado: cuando la distancia<br />

intermaleolar se sitúa entre los<br />

8 y 10 cm.<br />

3. Grave: cuando la distancia<br />

intermaleolar es mayor a 10 cm.<br />

380<br />

18.4.1.4.Tratamiento:<br />

Si el niño tiene entre 2 y 6 años y<br />

presenta un genu valgo leve, se<br />

tranquiliza a los padres, señalándoles<br />

que en el 95 % de los casos se corrige<br />

espontáneamente, por lo que no<br />

necesitan ningún tipo de tratamiento.<br />

En los casos de genu valgo moderado<br />

y persistente, es aconsejable usar<br />

calzado ortopédico, aunque esta<br />

medida es de dudosa eficacia. Lo que<br />

sí es aconsejable es evitar aquellas<br />

posturas que favorezcan tal trastorno,<br />

como<br />

por ejemplo el sentarse en<br />

posición de “sastre invertida” o en<br />

posición de “televisión”, debido a que<br />

se estiran los ligamentos colaterales<br />

internos.<br />

En los casos de genu valgo severo y<br />

especialmente<br />

en pacientes obesos, se<br />

recomienda utilizar una ortesis para<br />

uso diurno, de manera que evita la<br />

inestabilidad<br />

de los ligamentos de la<br />

rodilla.<br />

Estas ortesis se usan durante 1<br />

o 2 años. Sin embargo, los<br />

inconvenientes son obvios, pues<br />

producen problemas psicológicos, no<br />

siempre fáciles de superar. Es por ello,<br />

que la tendencia actual en el<br />

tratamiento de estos pacientes con<br />

genu<br />

valgo severo sea<br />

la epifisiodesis<br />

del lado interno<br />

de la rodilla, ya sea<br />

solamente a nivel tibial o a nivel<br />

femoral, o de ambas a la vez. Si el<br />

paciente ya ha alcanzado la madurez<br />

esquelética, se recomiendan<br />

osteotomías de sustracción interna<br />

(femoral y/o tibial) para lograr la<br />

corrección necesaria.<br />

18.4.2. Genu varo<br />

18.4.2.1. Introducción:<br />

El genu varo (piernas arquadas), es<br />

una altración en el eje axial que<br />

presentan todos los niños durante su<br />

desarrollo, debido a la posición que<br />

presenta el niño a nivel uterino<br />

(Figura<br />

18.12).


Figura<br />

18.12. Genu varo.<br />

Al momento del nacimiento, el niño<br />

presenta<br />

un ángulo entre el fémur y la<br />

tibia de aproximadamente de 30º y, con<br />

el crecimiento, este ángulo va<br />

disminuyendo hasta alcanzar los 0º,<br />

valor que se llega a la edad de 2 años<br />

de vida. Posteriormente, este ángulo se<br />

negativiza progresivamente, dando<br />

como<br />

manifestación clínica el genu<br />

valgo hasta los 7 años, para después<br />

normalizarse hasta los valores del<br />

adulto, es decir, 5º en el hombre y 10º<br />

en la mujer (Figura 18.13).<br />

Figura 18.13. Variaciones de los ángulos<br />

varo-valgo, desde el nacimiento hasta la<br />

fase adulta.<br />

18.4.2.2. Etiología:<br />

Además del referido genu varo<br />

fisiológico, hay que revisar alguno de<br />

los procesos que causan más<br />

frecuentemente esta deformidad, como<br />

son la enfermedad de Blount y el<br />

raquitismo; otros procesos, como<br />

diversas displasias esqueléticas<br />

(acondroplasia) pueden ser también<br />

381<br />

causa de genu varo, si bien la<br />

deformidad angular apreciada en las<br />

rodillas será parte, en muchos casos,<br />

de un trastorno generalizado. Las<br />

secundarias a sepsis o traumatismos<br />

tendrán características propias, con<br />

aparición de puentes óseos misarios,<br />

deformidad progresiva, unilateral y<br />

acompañada de acortamiento.<br />

18.5.2.3. Diagnóstico:<br />

En general, son los padres que<br />

consultan al especialista porque<br />

su hijo<br />

tiene las piernas arqueadas. Si se<br />

sospecha que la magnitud de la<br />

alteración escapa de los parámetros<br />

fisiológicos esperados por la edad del<br />

niño, es necesario realizar una<br />

radiografía de los miembros<br />

inferiores<br />

para determinar cuál es el valor de la<br />

relación del núcleo de crecimiento de la<br />

tibia con respecto al resto de la misma.<br />

Si este valor es de 11º o menos, se<br />

habla de un valor fisiológico, mientras<br />

que si supera dicho valor ó si existen<br />

alteraciones de crecimiento de la tibia,<br />

estaríamos en presencia de una<br />

entidad patológica que recibe en<br />

nombre de enfermedad de Blount.<br />

Dicha enfermedad, cuya causa es<br />

desconocida, consiste en la incurvación<br />

patológica en varo del segmento<br />

proximal de la tibia (Figura 18.14).<br />

Figura 25.14. Deformidad de la rodilla en la<br />

enfermedad de Blount.<br />

Se distinguen dos formas: infantil y del<br />

adolescente.<br />

La primera suele aparecer<br />

en<br />

los 3 primeros años de la vida, está<br />

asociada<br />

frecuentemente a un


sobrepeso y es algo más frecuente en<br />

la raza negra. La segunda, no se<br />

diagnostica antes de los 9 años de<br />

edad, y consiste en un adelgazamiento<br />

de la fisis medial tibial proximal, como<br />

consecuencia de una epifisiodesis<br />

espontánea de la misma, que conduce<br />

a una deformidad progresiva con<br />

acortamiento secundario.<br />

18.4.2.3. Tratamiento:<br />

Si no existe un proceso patológico<br />

subyacente, el genu varo fisiológico no<br />

precisa más tratamiento que la<br />

observación durante los años que dure<br />

el crecimiento, con el fin de comprobar<br />

que se está corrigiendo la alineación. Si<br />

el genu varo se acompaña de torsión<br />

tibial interna importante, se puede<br />

incorporar al calzado ortopédico<br />

382<br />

corrector unos twister elásticos. La<br />

resolución desde el punto de vista<br />

quirúrgico está reservada para aquellos<br />

casos graves o que causen problemas<br />

estéticos y funcionales en los niños<br />

mayores y adolescentes.<br />

El genu varo tiende a desaparecer<br />

alrededor de los 2 años. Sin embargo,<br />

en ocasiones persiste por más tiempo.<br />

Recordemos que no todos los niños se<br />

desarrollan<br />

de igual forma, algunos<br />

tardan más en hablar<br />

ó en caminar y<br />

todo<br />

ello entra dentro de parámetros<br />

normales.<br />

Si el genu varo es producido por la<br />

enfermedad de Blount, se requiere la<br />

osteotomía tibial para su corrección<br />

(Figura<br />

18.15).<br />

Figura 18.15. Corrección quirúrgica de la enfermedad<br />

de Blount. A) imagenes preoperatorio. B)<br />

imágenes postoperatorias.<br />

18.4.3. Genu recurvatum<br />

18.4.3.1. Introducción:<br />

.El genu recurvatum es una deformidad<br />

de la rodilla caracterizada por una<br />

extensión excesiva de la pierna sobre<br />

el muslo, que forma en conjunto un<br />

ángulo abierto hacia adelante, en<br />

posición de pie, o en el curso de la<br />

extensión forzada (Figura 25.16).<br />

Figura 18.16. Genu recurvatum.


18.4.3.2. Etiología:<br />

El genu recurvatum constituye una<br />

entidad muy poco frecuente. La<br />

mayoría de los<br />

casos son secundarios<br />

a traumatismos a nivel de la parte<br />

anterior de la fisis proximal de la tibia o<br />

como consecuencia de una<br />

enfermedad de Osgood-Shlatter. En el<br />

caso de que no se encuentre ninguna<br />

alteración responsable de la<br />

deformidad, es muy posible que forme<br />

parte<br />

de un proceso de hiperlaxitud<br />

generalizada, como puede ser la<br />

enfermedad de Enhlers-Danlos.<br />

18.4.3.3. Diagnóstico:<br />

En<br />

adolescentes hiperlaxos,<br />

especialmente en las mujeres, es<br />

común observar un grado variable de<br />

genu recurvatum. Esto se debe a un<br />

crecimiento más lento de la porción<br />

anterior de la fisis proximal del la tibia,<br />

que suele ser secundario a que a esta<br />

edad, las chicas suelen llevar tacones<br />

altos. También es frecuente en<br />

bailarinas de ballet, donde es casi<br />

universal, caminar de puntillas. En los<br />

demás casos, hay que averiguar la<br />

causa. Así, si el genu recurvatum es<br />

debido a un desequilibrio muscular,<br />

como en la parálisis creberal o en la<br />

poliomielitis, dicha deformidad puede<br />

manifestarse gradualmente durante un<br />

periodo de tiempo. El estudio<br />

radiográfico es característico, pues se<br />

observa la angulación hacia delante<br />

que forma el fémur con la tibia<br />

(Figura 18.17).<br />

Figura 18.17. Imágenes radiográficas de<br />

una deformidad en genu recurvatum de la<br />

rodilla izquierda. A) anteroposterior de<br />

ambas rodillas. B) lateral<br />

de la rodilla<br />

izquierda.<br />

384<br />

18.4.3.4. Tratamiento:<br />

En general, los casos leves de genu<br />

recurvatum no requieren de tratamiento<br />

alguno. Sin embargo, en aquellos<br />

casos es que es muy acusado e<br />

imposibilite<br />

una marcha normal, está<br />

aconsejada la osteotomía<br />

proximal<br />

tibial de apertura, con el fin de alinear<br />

correctmente la extremidad<br />

(Figura 18.18).<br />

Figura 18.18. Corrección quirúrgica con el<br />

fijador externo de Ilizaron del genu<br />

recurvatum observado en la figura 25.17.<br />

Obsérvese la línea de osteotmía en la<br />

metáfisis proximal de la tibia así como la<br />

apertura anterior para conseguir la<br />

alineación correcta de la extremidad.<br />

A) proyección anteroposterior. B)<br />

proyección lateral.


CAPITULO19. ENFERMEDADES<br />

METABOLICAS OSEAS<br />

Las enfermedades metabólicas óseas<br />

se deben a un fallo de alguno de los<br />

procesos normales de formación ósea,<br />

mineralización y remodelado. Pueden<br />

clasificarse de manera general en<br />

trastornos<br />

osteopénicos, como la<br />

osteoporosis, la osteomalacia y el<br />

hiperparatiroidismo, y transtornos<br />

osteoescleróticos,<br />

como la enfermedad<br />

de Paget.<br />

19.1. Metabolismo óseo.<br />

Fisiopatología:<br />

19.1.1. Introducción:<br />

El mantenimiento de un gradiente<br />

estable de calcio entre el espacio<br />

extracelular e intracelular, es esencial<br />

para la vida, pues su concentración en<br />

la sangre, constituye el más importante<br />

regulador de los potenciales de<br />

membrana celulares, de la coagulación<br />

sanguínea y de las funciones muscular<br />

y cardiovascular. Asimismo, el calcio<br />

actúa de mensajero<br />

en la mayoría de<br />

las<br />

señales de transducción de las<br />

células del cuerpo.<br />

Del calcio total del cuerpo, un 99 %<br />

está retenido en el esqueleto, dejando<br />

un 1 % para circular en el líquido<br />

extracelular. Aproximadamente la mitad<br />

de él se encuentra en las proteinas<br />

plasmáticas (fundamentalmente la<br />

albúmina), una pequeña porción se<br />

asocia con los fosfatos o citratos y<br />

alrededor del 45 % restante se<br />

encuentra en forma de calcio ionico. La<br />

concentración de éste, se mantiene<br />

entre unos márgenes muy limitados y<br />

es a través del tejido óseo, que se<br />

consigue este equilibrio.A nivel<br />

macroscópico, la regulación del calcio<br />

es mantenida por tres sistemas<br />

<strong>org</strong>ánicos: el intestino, el esqueleto y<br />

los riñones (Figura 19.1).<br />

Figura 19.1. Homeostasis del calcio.<br />

385<br />

Todo el calcio que entra en el<br />

<strong>org</strong>anismo<br />

proviene de la dieta. La<br />

absorción<br />

del calcio varía según los<br />

requerimientos, aunque suele ser<br />

aproximadamente el 20 % del ingerido;<br />

el r esto se excreta por las heces.<br />

En el<br />

intestino, el calcio es transportado<br />

activamente a nivel del duodeno por<br />

medio de una proteina ligada al calcio.<br />

En el yeyuno, existe una difusión<br />

pasiva del mismo. Bajo condiciones<br />

normales, la excreción urinaria del<br />

calcio regula el aumento de calcio<br />

absorbido.<br />

19.1.2. Función endocrina:<br />

La regulación de la homeostasis del<br />

calcio está constantemente<br />

controlada<br />

y regulada por el sistema endocrino:<br />

hormona<br />

paratiroidea (PTH) – vitamina<br />

D – calcitonina. Estas tres hormonas<br />

calciotrópicas,<br />

en conjunto con otros<br />

factores paracrinos, no sólo modulan la<br />

concentración de calcio sérico en el<br />

líquido<br />

extracelular, sino que controlan<br />

la fluctuación del calcio<br />

del exterior al<br />

interior de la célula.


• Vitamina D:<br />

La vitamina D es una hormona<br />

esteroide liposoluble que puede<br />

modular la homeostasis del calcio<br />

directamente o a través de sus efectos<br />

sobre la diferenciación y desarrollo de<br />

los distintos sistemas celulares<br />

calcioreguladores. Su función primaria<br />

es aumentar la absorción de calcio y<br />

fósforo en el interior del intestino<br />

delgado y aumentar la resorción de<br />

fósforo<br />

y calcio del hueso. La luz<br />

ultravioleta del sol<br />

actuando sobre la<br />

piel, transforma el 7-dihidrocolesterol<br />

en vitamina D3 (colecalciferol).<br />

Figura 19.2. Diagrama que muestra las<br />

vías metabólicas de la vitamina D.<br />

386<br />

La vitamina D3 es hidroxilada en el<br />

hígado, transformándose en 25dihidroxi-vitamina<br />

D3. Tanto la vitamina<br />

D3 (colecalciferol) como la 25hidroxivitamina<br />

D3, son precursores<br />

inactivos de vitaminas y, el nivel sérico<br />

de esta última es el mejor indicador de<br />

los depósitos de vitamina D3. En<br />

presencia de hormona paratiroidea<br />

(PTH), hipocalcemia o hipofosfatemia,<br />

una enzima en las mitocondrias de los<br />

túbulos proximales del riñón hidroxila la<br />

25-hidroxivitamina D3, transformándose<br />

en el metabolito activo de la hormona<br />

1,25-dihidroxivitamina D3 (1,25 (OH)2<br />

vitamina D3) (Figura 19.2).<br />

Una hora de luz directa del sol sobre el<br />

rostro de un individuo de raza blanca<br />

produce el requerimiento diario de 400<br />

UI de vitamina D. Los sujetos de piel<br />

oscura requieren más luz de sol<br />

directa.<br />

• Hormona paratiroidea (PTH):<br />

Junto con la vitamina D, forman el<br />

mayor regulador metabólico de la<br />

homeostasis del calcio y del fósforo<br />

extracelular del cuerpo. Los tres<br />

principales focos de actuación de la<br />

PTH son el hueso, los riñones y el<br />

intestino.<br />

La PTH es secretada por las células<br />

de las glándulas paratiroideas y sus<br />

funciones son: 1) estimular la liberación<br />

de proteasas neutras que degradan la<br />

superficie osteoide del hueso, iniciando<br />

el ciclo de remodelación ósea;<br />

2) estimular la liberación de factores<br />

hoy desconocidos a partir de los<br />

osteoblastos que también estimulan a<br />

los osteoclastos para la resorción de<br />

hueso; y 3) estimular a los osteoblastos<br />

a sintetizar osteoide y formar hueso.<br />

A nivel de los osteocitos se asumen<br />

que existen receptores de la PTH, ya<br />

que cuando ésta estimula a los<br />

osteocitos, se produce una movilización<br />

inmediata y masiva de calcio. La<br />

síntesis y liberación de PTH depende<br />

de la concentración de calcio ionizado<br />

extracelular (Figura 19.3).


Figura 19.3. Acción de la hormona<br />

paratiroidea (PTH) al disminuir<br />

los niveles<br />

séricos de calcio.<br />

• Calcitonina:<br />

La calcitonina es una importante<br />

hormona reguladora de la homeostasis<br />

del calcio y que no está directamente<br />

regulada por las funciones de la<br />

vitamina D ni por la PTH. La calcitonina<br />

se produce y secreta a través de las<br />

células C (células parafoliculares) de la<br />

glándula tiroidea. Sin embargo,<br />

pequeñas concentraciones de<br />

calcitonina se han observado en el<br />

timo, en la pituitaria, en el tracto<br />

gastrointestinal, higado y líquido<br />

cefalorraquídeo.<br />

El efecto más importante de la<br />

calcitonina tiene lugar a nivel de los<br />

huesos, riñones y tracto<br />

gastrointestinal. En el hueso, su<br />

principal acción es la de inhibir la<br />

resorción producida por los<br />

osteoclastos, causando un descenso<br />

en la reabsorción tubular del calcio y<br />

fósforo. En el tracto gastrointestinal,<br />

dosis farmacológicas de esta hormona<br />

aumentan la secreción de sodio,<br />

potasio, cloro y agua, mientras que<br />

disminuye la secreción de ácido.<br />

19.2. Osteoporosis<br />

19.2.1. Introducción:<br />

La osteoporosis es un trastorno<br />

generalizado óseo que se caracteriza<br />

por<br />

una alteración de la resistencia<br />

ósea<br />

que predispone a una persona a<br />

un mayor riesgo de fracturas.<br />

La resistencia<br />

ósea viene determinada<br />

por<br />

la cantidad de masa ósea<br />

(densidad) y la calidad<br />

ósea, siendo<br />

387<br />

esta última el resultado de varios<br />

parámetros, entre los que destacan por<br />

encima de todos, la macro y<br />

microarquitectura trabecular. La<br />

introducción de la calidad ósea en la<br />

definición de la osteoporosis, viene<br />

dada porque existe un 20 % de los<br />

casos de osteoporosis, cuya densidad<br />

mineral ósea es normal.<br />

19.2.2. Etiología:<br />

Para facilitar la descripción y el<br />

conocimiento de la enfermedad, la<br />

osteoporosis se ha clasificado en dos<br />

tipos. El tipo I, denominado<br />

osteoporosis postmenopausica, se<br />

produce, la mayor parte de las veces,<br />

en<br />

las mujeres, fundamentalmente en<br />

los 15 a 20 años siguientes a la<br />

menopausia, mientras que la de Tipo II,<br />

denominada osteoporosis senil, se<br />

produce en los hombres y las mujeres<br />

de más de 70 años de edad, con una<br />

proporción de mujeres/hombres de 2/1.<br />

Afecta por igual al hueso cortical y<br />

trabecular. Así pues, en la osteoporosis<br />

tipo I desempeña un papel principal<br />

el<br />

déficit de estrógenos, mientras que<br />

en<br />

la osteoporosis tipo II, las causas más<br />

importantes son el envejecimiento y el<br />

déficit de<br />

calcio a largo plazo.<br />

19.2.3. Diagnóstico:<br />

19.2.3.1. Manifestaciones clínicas:<br />

En general, la osteoporosis es una<br />

enfermedad silente y progresiva hasta<br />

que se produce su peor complicación,<br />

que es la fractura (Figura 4).<br />

Figura 19.4. Localizaciones típicas de las<br />

fracturas osteoporóticas. A) cuello de<br />

fémur. B) vértebra. C) muñeca (fractura de<br />

Colles).<br />

En este sentido, sabemos que las<br />

manifestaciones óseas que la


caracterizan, pueden no evidenciarse<br />

con un nivel de confianza del 95 %, en<br />

más de 2 años, debido a que los<br />

cambios metabólicos que el hueso<br />

experimenta son muy lentos.<br />

A veces, la osteoporosis es<br />

identificada como consecuencia de una<br />

fractura por compresión en los cuerpos<br />

vertebrales, especialmente en la zona<br />

dorsolumbar, y que es objetivada en<br />

una<br />

radiografía de tórax de perfil<br />

realizada por otro motivo.<br />

Por ello, se<br />

hace<br />

imprescindible identificar aquellos<br />

pacientes que desarrollarán la<br />

enfermedad, pues solo así podremos<br />

evitar,<br />

con un tratamiento adecuado,<br />

la<br />

aparición de fracturas. Sin embargo,<br />

¿Cómo identificar a estos pacientes ?.<br />

Pues bien, ante cualquier consulta,<br />

fundamentalmente mujer, se ha de<br />

realizar una anamnesis minuciosa<br />

haciendo especial hincapié en los<br />

llamados factores de riesgo,<br />

especialmente los modificables por la<br />

intervención terapéutica (Tabla<br />

19.I).<br />

Tabla 19.I. Factores de riesgo de<br />

osteoporosis.<br />

Factores No Modificables<br />

Constitucionales:<br />

• Edad avanzada (mayor de 70-80<br />

años). *<br />

• Raza blanca, piel clara.<br />

• Sexo femenino.<br />

**<br />

• Indice de masa corporal bajo. *<br />

• Antecedentes familiares de fractura<br />

por osteoporosis. **<br />

Endocrinos:<br />

• Hipoestrogenismo (menarquia<br />

•<br />

tardía, menopausia precoz). **<br />

Hipogonadismo masculino. **<br />

• Hipertiroidismo. **<br />

• Diabetes mellitas. **<br />

Enfermedades crónicas:<br />

• Insuficiencia cardíaca.<br />

• Insuficiencia renal crónica.<br />

• Enfermdades<br />

(anemia perniciosa)<br />

hematológicas<br />

388<br />

• Conectivopatías (Marfan,<br />

osteogénesis<br />

homocistinuria).<br />

imperfecta,<br />

• Artritis reumatoide. **<br />

Factores modificables<br />

Nutricionales:<br />

• Dieta pobre en clcio<br />

mg/día).<br />

(


orina se realizan de manera habitual<br />

con el fin de esclarecer una posible<br />

causa<br />

del trastorno. Así, un<br />

hemograma completo y un análisis<br />

estándar de los parámetros<br />

bioquímicos séricos son útiles para<br />

detectar la presencia de trastornos<br />

hematológicos, desequilibrios<br />

minerales o electrolíticos y<br />

enfermedades sistémicas subyacentes<br />

no identificadas. La función renal puede<br />

evaluarse con la determinación de la<br />

urea en sangre y la concentración<br />

sérica de creatinina, mientras que la<br />

función hepática se valora mediante las<br />

enzimas hepáticas (fosfatasas alcalinas<br />

y la gammaglutamil transpeptidasa). En<br />

el hombre, la determinación de la<br />

testosterona sérica<br />

forma parte del<br />

estudio diagnóstico habitual. Para<br />

completar el perfil bioquímico, se<br />

realiza un proteinograma electroforético<br />

del suero para descartar la presencia<br />

de mieloma múltiple.<br />

La orina de 24 horas se utiliza para<br />

valorar la resorción ósea. Así, un<br />

aumento en la excreción urinaria de<br />

hidroxiprolina constituye un indicador<br />

sensible de la renovación ósea<br />

existente. Además, la excreción de<br />

calcio y de fosfato, continúan siendo<br />

métodos importantes para determinar<br />

la pérdida que se produce en los<br />

pacientes. En este aspecto, si la<br />

excreción de calcio es baja, puede<br />

haber una ingestión de calcio<br />

insuficiente, una absorción de calcio<br />

defectuosa o un déficit de vitamina D,<br />

mientras que una excreción de fósforo<br />

elevada, indica los efectos de una<br />

actividad aumentada de la PTH en el<br />

riñón.<br />

Por último, la determinación de los<br />

llamados “marcadores de la actividad<br />

ósea”, tanto en sangre como en orina,<br />

nos van a permitir sospechar que<br />

estamos ante la<br />

presencia de la osteoporosis o, al<br />

menos, monitorizar el tratamiento de la<br />

misma al aplicarle una terapeutica<br />

determinada. Dentro de los marcadores<br />

de la actividad ósea, tenemos los de<br />

389<br />

formación como son la osteocalcina y<br />

fosfatasa alcalina específica del hueso,<br />

mientras que los de reabsorción, están<br />

la ya comentada hidroxiprolina urinaria,<br />

junto con el colágeno reticular tipo I N<br />

telopéptido (NTX) y el colágeno<br />

reticular tipo I C telopéptido (CTX),<br />

entre otos.<br />

19.2.3.3. Estudio por la imagen:<br />

Para el estudio de la osteoporosis se<br />

realizan dos formas de valoración<br />

radiológica: las radiografías y la<br />

densitometría ósea.<br />

Por lo que respecta a las radiografías,<br />

dado que los cuerpos vertebrales son<br />

la parte del esqueleto de mayor riesgo,<br />

el estudio diagnóstico de los pacientes<br />

en que se sospeche la presencia de<br />

una osteoporosis, deberá incluir<br />

radiografías anteroposteriores y de<br />

perfil de la columna dorsal y lumbar. La<br />

documentación de las posibles<br />

fracturas vertebrales al inicio del<br />

tratamiento establece un método de<br />

evaluación del resultado clínico de<br />

cualquier protocolo de tratamiento<br />

aplicado. En este sentido, resulta útil el<br />

método semicuantitativo de Genant<br />

para la determinación de la incidencia y<br />

prevalencia de fracturas vertebrales<br />

osteoporóticas. Según éste, se<br />

identifica visualmente las vértebras (de<br />

D4 a L4), puntuando las deformidades<br />

de la siguiente manera (Figura 19):<br />

• Grado 0: normal.<br />

• Grado 1: deformidad leve. Una<br />

reducción de la altura anterior,<br />

media o posterior, del cuerpo<br />

vertebral, de aproximadamente un<br />

20% a un 25% y/o una reducción<br />

del área de un 10% a un 20%.<br />

• Grado 2: deformidad moderada.<br />

Una reducción de cualquier altura<br />

del cuerpo vertebral del 25% al 40%<br />

y una reducción del área del 20% al<br />

40%.<br />

• Grado 3: deformidad severa. Una<br />

reducción del 40% en cualquier<br />

altura y área del cuerpo vertebral.


Figura 19.5. Método semicuantitativo<br />

de Genant.<br />

Y por lo que hace referencia a la<br />

densitometría ósea, quizás constituye,<br />

hoy por hoy, el mejor método<br />

diagnóstico de la osteoporosis,<br />

fundamentalmente mediante la<br />

densitometría radiológica de doble<br />

energía (DEXA). La densitometría<br />

emite una décima parte de la dosis<br />

recibida por el paciente en la<br />

radiografía de la columna convencional<br />

y tiene una precisión de cerca del 1 %<br />

(Figura 19.6). Por ello, se la ha<br />

considerado como el patrón oro para el<br />

diagnóstico<br />

de la osteoporosis y la<br />

predicción del riesgo de fracturas. En<br />

general, las zonas a determinar la<br />

densidad<br />

mineral ósea (DMO) son la<br />

columna vertebral y la cadera,<br />

lugares<br />

frecuentes de producción de fracturas<br />

osteoporóticas.<br />

Figura<br />

19.6. Densitómetro óseo.<br />

390<br />

Los resultados de la prueba<br />

generalmente se informan como<br />

"puntuación T" y "puntuación Z". '<br />

• La puntuación T compara<br />

la<br />

densidad ósea del paciente con una<br />

persona de 30 años.<br />

• La puntuación Z compara la<br />

densidad ósea del paciente con<br />

otras personas de la misma edad,<br />

género y raza.<br />

En cualquier puntuación, un número<br />

negativo significa que se tienen huesos<br />

más delgados que los estándares.<br />

Cuanto<br />

más negativo es el número,<br />

más delgados son los huesos.<br />

Una<br />

puntuación T entra dentro del rango<br />

normal siempre y cuando sea un<br />

número positivo o al menos no menor<br />

de -1,0. (por ejemplo, -0,5 entra dentro<br />

del rango normal, aunque esté cerca<br />

del límite). Por lo que respecta a la<br />

Osteoporosis, la OMS propuso definirla<br />

según los valores de DMO,<br />

estableciendo que un paciente padecía<br />

la enfermedad cuando presentaba un<br />

valor de DMO en índice T, en columna<br />

lumbar o cuello femoral, inferior a – 2,5<br />

dsviaciones<br />

estándar<br />

del valor medio<br />

de<br />

un adulto joven, aunque se ha<br />

comprobado<br />

que un número importante<br />

de<br />

pacientes con fracturas típicamente<br />

osteoporóticas<br />

tienen valores de DMO<br />

normales<br />

e incluso superiores a


aquéllos establecidos por la OMS como<br />

osteoporosis. Sin embargo y hasta que<br />

no exista aún un consenso plenamente<br />

establecido, la Organización Mundial<br />

de la Salud (OMS), publicó en 1994, un<br />

informe en el que se rcomendaba el<br />

uso de la siguiente clasificación de la<br />

población<br />

en cuatro catgorías,<br />

mediante los resultados de la<br />

puntuación T:<br />

• Normal: cuando la puntuación T<br />

sea superior a – 1 DE.<br />

• Osteopenia: puntuación T entre – 1<br />

DE y – 2,5 DE.<br />

• Osteoporosis: puntuación T igual o<br />

inferior a – 2,5 DE.<br />

• Osteoporosis establecida<br />

(severa): puntuación T igual o<br />

inferior a – 2,5 DE más<br />

presencia de fractura.<br />

Estos criterios diagnósticos han sido<br />

diseñados para la población de raza<br />

blanca postmenopáusica. Sin embargo,<br />

no existen por el momento<br />

suficientes<br />

datos<br />

para aplicar, sin reservas, los<br />

mismos criterios diagnósticos<br />

de la<br />

OMS en la población femenina<br />

premenopáusica y en hombres, aunque<br />

se aconseja que se utilice también la<br />

puntuación T, tomando en el caso de<br />

los hombres el valor de pico de masa<br />

ósea de la población masculina.<br />

19.2.3.4. Biopsia ósea:<br />

Una exploración de extraordinaria<br />

utilidad en el estudio diagnóstico de<br />

determinadas enfermedades<br />

metabólicas óseas es la biopsia ósea<br />

de la cresta ilíaca. Con ella se permite<br />

establecer un diagnóstico en un<br />

paciente<br />

en<br />

el que se sospeche<br />

osteomalacia o enfermedad maligna<br />

oculta, patologías que en algunos<br />

casos<br />

pueden confundirse con la<br />

osteoporosis.<br />

Sin embargo, no debe<br />

realizarse<br />

como prueba rutinaria para el<br />

diagnóstico<br />

de la misma.<br />

391<br />

19. 2.4. Tratamiento:<br />

Los dos pilares del tratamiento de la<br />

osteoporosis<br />

son la actuación sobre los<br />

factores de riesgo modificables,<br />

considerando la<br />

caída el factor<br />

desencadenante para la producción de<br />

la fractura, y las medidas<br />

farmacológicas. El tratamiento<br />

farmacológico debe ser continuado,<br />

dado que se trata<br />

de una enfermedad<br />

crónica. Sin embargo, no existen<br />

estudios<br />

publicados por encima de los<br />

10 años,<br />

por lo que en casos más<br />

prolongados será el criterio del médico<br />

el<br />

que guiará la pauta terapéutica.<br />

Dentro de la manera de actuación<br />

sobre los factores de riesgo, hay que<br />

reseñar<br />

la importancia de conseguir<br />

unos aportes adecuados de calcio y<br />

vitamina D, fomentar el ejercicio físico,<br />

evitar el alcohol y el tabaco, tomar<br />

medidas de<br />

prevención para las caídas<br />

y controlar la utilización de<br />

medicamentos que causen osteopenia.<br />

Por lo que respecta al tratamiento<br />

farmacológico en sí, contamos<br />

con<br />

diferentes medicamentos:<br />

1) calcio y<br />

vitamina D. 2) tratamiento hormonal<br />

sustitutorio. 3) calcitonina.<br />

4)<br />

bifosfonatos. 5) SERM<br />

(moduladores<br />

selectivos de los rceptores<br />

estrogénicos) y 6) Parathormona.<br />

Aunque<br />

hoy por hoy no existen<br />

protocolos<br />

de tratamiento ampliamente<br />

acep tados que pueda demostrarse que<br />

aumenten<br />

de manera segura la masa<br />

ósea hasta valores normales, los<br />

bifosfonatos constituyen los fármacos<br />

de elección. Los bifosfonatos son<br />

fármacos antirresortivos que inhiben la<br />

actividad osteoclástica. En la actualidad<br />

existen en el mercado el etidronato, el<br />

alendronato y el risedronato. De estos,<br />

los dos últimos han demostrado una<br />

eficacia antifractura tanto a nivel<br />

vertebral como no vertebral.<br />

Recientemente se ha introducido la<br />

presentación de estos fármacos en una<br />

administración única semanal que<br />

parece no alterar los resultados hasta<br />

ahora obtenidos con la medicación<br />

diaria.


Junto<br />

con los bifosfonatos, los<br />

suplementos de calcio y vitamina D,<br />

podemos considerarlos como la base<br />

del tratamiento de la osteoporosis y se<br />

pauta en combinación con cualquiera<br />

de los otros fármacos. Por este motivo,<br />

todos los pacientes tratados por<br />

osteoporosis deben tomar de 1 a 1,5 g<br />

de calcio elemental al día, así como de<br />

400 a 800 unidades de vitamina D.<br />

19.3. Osteomlacia<br />

19.3.1. Introducción:<br />

Trastorno metabólico en el que se<br />

produce una mineralización insuficiente<br />

del tejido osteoide recién formado.<br />

19.3.2. Etiología:<br />

La osteomalacia puede<br />

deberse a<br />

múltiples causas, como son el déficit de<br />

vitamina D (lo más habitual), una<br />

resistencia a la vitamina D, una<br />

malabsorción<br />

intestinal, trastornos<br />

renales adquiridos o hereditarios<br />

y/o a<br />

una intoxicación por metales pesados<br />

como el aluminio o el hierro, entre<br />

otros.<br />

La forma infantil de osteomalacia<br />

se denomina raquitismo. Sin embargo,<br />

el raquitismo infantil, que en la mayor<br />

parte de los casos se debe a un déficit<br />

de vitamina D en la alimentación, ha<br />

pasado<br />

a ser un trastorno infrecuente<br />

gracias<br />

a la amplia utilización de<br />

suplementos de vitamina D en los<br />

productos<br />

lácteos.<br />

En general, la osteomalacia es más<br />

frecuente en los pacientes ancianos,<br />

debido probablemente a que la<br />

malabsorción leve de los individuos de<br />

edad avanzada les predispone a la<br />

enfermedad ósea.<br />

También se ha<br />

demostrado<br />

que el amplio uso de<br />

fármacos anticonvulsionantes<br />

como la<br />

fenitoína causa osteomalacia.<br />

19.3.3. Diagnóstico:<br />

El diagnóstico clínico de osteomlacia es<br />

bastante difícil, ya que los pacientes<br />

presentan manifestaciones<br />

inespecíficas como debilidad muscular<br />

o dolores difusos y los signos<br />

radiográficos a menudo remedan los de<br />

otros trastornos como la osteoporosis.<br />

Sin embargo, la presencia de las<br />

392<br />

llamadas seudofracturas o líneas de<br />

Looser, constituye un buen indicador<br />

de que existe un cierto grado de<br />

osteomalacia (Figura 19.7).<br />

Figura 19.7. Líneas de Looser en un<br />

paciente<br />

con osteomlacia. A) en la rama<br />

pélvica iliopubiana (flecha). B) en la cortical<br />

interna del cuello femoral<br />

(flecha).<br />

Las líneas de Looser son zonas<br />

radiotransparentes<br />

del hueso que se<br />

deben<br />

a múltiples microfracturas de<br />

estrés que cicatrizan<br />

mediante la<br />

formación de hueso osteomalácico, que<br />

no se mineraliza.<br />

Aunque distintas formas de<br />

osteomalacia presentan diferencias<br />

bioquímicas, generalmente la elevación<br />

de la fosfatasa alcalina, el calcio bajo<br />

o<br />

el fósforo in<strong>org</strong>ánico bajo puede<br />

alertar<br />

al médico al respecto. Las<br />

determinaciones de metabolitos de la<br />

vitamina<br />

D en el suero son<br />

útiles para<br />

aclarar la anomalía.<br />

En algunos casos, ante la ausencia de<br />

signos radiográficos claros y<br />

determinaciones bioquímicas no<br />

concluyentes, es necesario practicar<br />

una biopsia ósea. El indicador<br />

específico de la osteomalacia es un<br />

aumento de la anchura<br />

y extensión del<br />

tejido osteoide, determinados mediante<br />

el marcado de tetraciclinas.<br />

En este<br />

sentido, en el hueso con mineralización<br />

normal, el marcado de tetraciclina<br />

muestra una captación discreta de<br />

tetraciclinas tan sólo en los periodos en<br />

los que se produce un depósito<br />

mineral; en cambio, en el hueso<br />

osteomalácico, la lentitud de la<br />

mineralización hace que estos<br />

marcados<br />

no aparezcan separados en<br />

el tiempo, dando lugar a un aspecto<br />

emborronado (Figura 19.<br />

8).


Figura 19.8. Biopsia ósea de cresta ilíaca<br />

en un paciente al que se le administró<br />

tetraciclinas<br />

para observar el ritmo de<br />

mineralización<br />

ósea. En la imagen se<br />

observan<br />

los frentes de osteoide<br />

mineralizado<br />

(color amarillo) con respecto a<br />

los que no lo están (color oscuro).<br />

19. 3.4.Tratamiento:<br />

Va a depender de la etiología<br />

específica<br />

de la enfermedad. Sin<br />

embargo, a todos los pacientes se les<br />

debe administrar de 1 a 1,5 g de calcio<br />

elemental al día junto con 50.000 U de<br />

vitamina D3, de 3 a 5 veces por<br />

semana.<br />

19.4. Osteodistrofia renal<br />

19.4.1. Introducción:<br />

La<br />

osteodistrofia<br />

renal es una<br />

complicación común en la insuficiencia<br />

renal crónica (IRC) y es una de las<br />

causas<br />

más frecuentes de<br />

osteomalacia. La enfermedad<br />

glomerular crónica lleva a la IRC, con<br />

hiperuremia y acidosis. En este<br />

contexto, los cambios metabólicos<br />

resultantes,<br />

producen a menudo<br />

profundos<br />

efectos esqueléticos, entre<br />

los que se encuentran el raquitismo u<br />

ostemalacia,<br />

osteítis fibrosa,<br />

osteoporosis,<br />

osteoesclerosis y<br />

calcificación<br />

metastásica.<br />

19. 4.2. Etiología:<br />

El mecanismo<br />

de los cambios óseos en<br />

la osteodistrofia<br />

renal es complejo. Las<br />

alteraciones<br />

principales son la<br />

retención<br />

de fosfatos secundaria a la<br />

uremia<br />

y la síntesis renal insuficiente<br />

de 1,25(OH)2 vitamina D. Estas dos<br />

alteraciones<br />

causan hipocalcemia que<br />

conduce<br />

a un hiperparatirodismo<br />

393<br />

secundario,<br />

con cambios óseos de<br />

osteítis<br />

fibrosa (Figura 19.9). En<br />

algunos<br />

casos de hiperparatirodismo<br />

secundario<br />

se excede la solubilidad del<br />

calcio<br />

y fósforo séricos, pudiendo<br />

ocurrir<br />

calcificación ectópica en las<br />

conjuntivas,<br />

vasos sanguíneos, tejidos<br />

periarticulares<br />

y piel.<br />

Figura 19.9. Mecanismo de los cambios<br />

óseos en la osteodistrofia renal.<br />

Hace unos años se identificó una<br />

forma renal de osteodistrofia que se<br />

caracteriza por osteomalacia pura. Al<br />

respecto, la causa más comúnmente aceptada es el aluminio que se<br />

encuentra en las preparaciones<br />

quelantes de fosfato que se prescriben<br />

en el tratamiento de la hiperfofatemia<br />

en la insuficiencia renal. El mecanismo<br />

por el cual el depósito de<br />

aluminio<br />

causa osteomalacia no está claro, pero<br />

la evidencia sugiere que el aluminio<br />

inhibe la mineralización por inhibición<br />

del depósito de calcio o por la toxicidad<br />

de la función mitocondrial<br />

de los<br />

osteoblastos.<br />

19.4.3. Diagnóstico:<br />

Las<br />

manifestaciones esqueléticas de la<br />

osteodistrofia renal son similares a las<br />

de otras formas de<br />

raquitismo/osteomalacia. La mayoría<br />

de pacientes tienen dolor óseo intenso<br />

e hiperestesia y pueden tener fracturas<br />

patológicas. Los hallazgos<br />

radiográficos de la osteodistrofia renal<br />

reflejan<br />

los cambios clínicos y<br />

bioquímicos que<br />

se observan y que<br />

varían ampliamente, mostrando la<br />

mayoría de pacientes un patrón mixto


de enfermedad. Así, la osteoesclerosis<br />

se puede encontrar en el 20 % de los<br />

casos, pudiendose localizar<br />

excéntricamente en los huesos largos<br />

como bandas densas y lúcidas en la<br />

columna.<br />

Los hallazgos<br />

de laboratorio incluyen<br />

niveles de urea y creatinina elevados,<br />

calcio sérico normal o bajo, y fósforo<br />

sérico habitualmente por encima de lo<br />

normal. Los niveles de fosfatasa<br />

alcalina y parathormona están casi<br />

invariablemente<br />

elevados.<br />

Aunque<br />

el diagnóstico de la<br />

osteodistrofia<br />

renal generalmente es<br />

obvio, se utiliza la biopsia de hueso<br />

marcado con tetraciclina para una<br />

mejor<br />

valoración de los componentes<br />

individuales<br />

de esta enfermedad. Esta<br />

prueba<br />

es necesaria efectuarla con el<br />

fin de guiar el tratamiento de los<br />

componentes variables, es decir,<br />

osteomalacia, hiperparatiroidismo y<br />

depósito de aluminio.<br />

19. 4.4.Tratamiento:<br />

El tratamiento médico de la<br />

ostedistrofia renal incluye:<br />

• Ajustar los niveles de<br />

calcio y<br />

fósforo sérico a lo normal.<br />

• Suprimir<br />

secundario.<br />

el hiperparatioiismo<br />

• Prevenir los depósitos<br />

extraesqueléticos de calcio y<br />

fósforo mediante la normalización<br />

del nivel calcio/fósforo.<br />

• Quelar el aluminio del hueso en<br />

pacientes con osteomalacia.<br />

En cambio, el tratamiento de la<br />

enfermedad renal incluye la diálisis y/o<br />

el trasplante renal. Las medidas<br />

adicionales incluyen la administración<br />

de carbonato<br />

de calcio para disminuir la<br />

hiperfosfatemia, la administración de<br />

1,25(OH)2 vitamina D pa ra aumentar la<br />

absorción de calcio y disminuir la<br />

secreción de PTH, y paratiroidectomía<br />

para controlar el hiperparatiroidismo<br />

autónoma ocasional.<br />

19.5. Hiperparatiroidismo primario<br />

394<br />

19.5.1. Introducción:<br />

El hiperparatiroidismo primario es un<br />

transtorno generalizado del calcio,<br />

fósforo y del metabolismo óseo<br />

provocado por una secreción<br />

aumentada de PTH. Dicha elevación<br />

suele provocar hipercalcemia e<br />

hiperfosforemia.<br />

La incidencia de hiperparatirodismo<br />

primario se estima en 100 casos por<br />

100.000 habitantes, siendo la<br />

proporción hombre/mujer de 1:2. Por lo<br />

que respecta a la edad, a pesar de que<br />

puede ocurrir en cualquier momento de<br />

la vida, es más frecuente observarla<br />

entre<br />

la quinta y sexta décadas, siendo<br />

excepcional en el niño.<br />

19.5.2. Etiología:<br />

El<br />

hiperparatiroidismo primario puede<br />

ser debido a un adenoma simple de las<br />

paratiroides (60-88 %), a la existencia<br />

de varios adenomas (5 – 26 %), a una<br />

hiperplasia generalizada de las 4<br />

glándulas (6 – 17 %) ó más<br />

excepcionalmente<br />

a un carcinoma de<br />

paratiroides<br />

(0,2 – 1 %).<br />

En casi todos los casos, el<br />

hiperparatiroidismo<br />

primario es<br />

esporádico,<br />

existiendo un alto índice de<br />

antecedentes<br />

familiares. En los casos<br />

de<br />

hiperplasia generalizada estos<br />

antecedentes<br />

son más frecuentes.<br />

19.5.3. Diagnóstico:<br />

Las nuevas técnicas de determinación<br />

de la PTH por radioinmunoanálisis<br />

(RIA), han permitido un diagnóstico<br />

más correcto y precoz de la<br />

enfermedad. Sin embargo, quedará en<br />

manos del médico, iniciar el estudio<br />

frente a una hipercalcemia o frente a<br />

signos sugestivos de esta enfermedad<br />

para poder llegar<br />

al diagnóstico.<br />

La sintomatología presentada<br />

por los<br />

pacientes con hiperparatirodismo primario es amplia y variada, afectando<br />

a multitud de sistemas y órganos. De<br />

ahí la gran importancia<br />

de su<br />

sospech<br />

a .


Si bien en el hiperparatiroidismo<br />

primario<br />

existe una regla memotécnica<br />

que nos dice que : “dolor óseo, cálculos<br />

renales,<br />

dolor abdominal y problemas<br />

psíquicos”<br />

es igual a<br />

hiperparatiroidismo primario, no cabe<br />

duda que esto hoy en día no es así,<br />

puesto<br />

que los síntomas mas<br />

frecuentes<br />

en el momento del<br />

diagnóstico<br />

suelen ser muy<br />

inespecíficos,<br />

pues incluyen fatiga,<br />

debilidad,<br />

depresión, polidipsia,<br />

nicturia,<br />

artralgias y estreñimiento.<br />

Estos<br />

síntomas pueden referirse<br />

también<br />

en relación a otras patologías,<br />

por lo que el diagnóstico precoz será<br />

difícil en base a las manifestaciones<br />

clínicas iniciales.<br />

En cuanto al estudio radiográfico, éste<br />

tiene un limitado valor en el<br />

diagnóstico, especialmente<br />

en las fases<br />

iniciales de la enfermedad. Dentro de<br />

los hallazgos observados, puede<br />

encontrarse<br />

una rarefacción<br />

generalizada<br />

de todos los huesos y<br />

lesiones<br />

osteolíticas diseminadas en<br />

múltiples<br />

huesos, aunque la alteración<br />

más precoz se manifiesta en la<br />

resorción de la lámina dura de los<br />

alveolos<br />

dentarios y del hueso cortical<br />

de las falanges, especialmente<br />

en la<br />

cara radial de la falange media (Figura<br />

19.10).<br />

Figura 19.10. Resorción ósea en la cara<br />

radial de la falange media del dedo medio,<br />

en un caso de hiperparatiroidismo primario<br />

de larga evolución. Obsérvese la<br />

irregularidad de la cortical radial en<br />

comparación con la cubital.<br />

Por lo que respecta a los datos de<br />

laboratorio, la hipercalcemia es la<br />

manifestación más frecuente del<br />

hiperparatiroidismo primario. Junto con<br />

la hipercalcemia se encuentra también<br />

395<br />

un aumento del calcio urinario. El<br />

fósforo sérico está disminuido, mientras<br />

que el urinario está elevado (excepto<br />

en el hiperparatiroidismo secundario en<br />

el que lo contrario es cierto). Asimismo,<br />

la fosfatasa alcalina sérica suele estar<br />

también elevada.<br />

Sin embargo, de todas las pruebas<br />

empleadas para el diagnóstico del<br />

hiperparatiroidismo primario, la que<br />

tiene mayor valor actualmente es la<br />

determinación de la PTH. Esto es<br />

posible desde principios de la década<br />

de 1960, aunque la falta de<br />

especificidad en los resultados<br />

constituye un importante problema de<br />

interpretación. Ello era debido a los<br />

múltiples metabolitos de la PTH<br />

circulante, a las bajas concentraciones<br />

de PTH en suero y a los frecuentes<br />

cambios fisiológicos y patológicos que<br />

se producen en la secreción y<br />

eliminación de PTH. Sin embargo, la<br />

reciente introducción de técnicas de<br />

RIA con el método<br />

del doble<br />

anticuerpo, han proporcionado una<br />

mayor sensibilidad y especificidad en<br />

los resultados de las distintas<br />

fracciones de PTH.<br />

19.5.4. Tratamiento:<br />

Los estudios rutinarios<br />

realizados en<br />

la población general y a familiares de<br />

pacientes con hiperparatiroidismo<br />

primario,<br />

han puesto de manifiesto la<br />

existencia de un buen<br />

número de<br />

pacientes con hipercalcemia. A pesar<br />

de que hace unos años se llegó a<br />

recomendar la indicación quirúrgica de<br />

todos ellos, se ha observado que esta<br />

actitud es de dudoso beneficio, pues<br />

parece ser que sólo un pequeño<br />

porcentaje<br />

debe ser intervenido a los10<br />

años de seguimiento. Inicialmente la<br />

conducta debe ser expectante,<br />

estableciendo un minucioso estudio<br />

para confirmar el diagnóstico y conocer<br />

las posibles manifestaciones. Si existe<br />

nefrolitiasis o nefrocalcinosis, signos de<br />

osteítis fibrosa quística o alteraciones<br />

gastrointestinales graves, es<br />

recomendable el tratamiento quirúrgico.<br />

En este aspecto, muchos autores son<br />

partidarios de la paratiroidectomía en<br />

todos los pacientes con


hiperpratiroidismo primario sintomático,<br />

constituyendo hoy en día la única<br />

terapia curativa. No obstante, su<br />

morbilidad y la falta de resultados<br />

satisfactorios<br />

en algunos casos, obligan<br />

a individualizar el<br />

tratamiento frente a<br />

este diagnóstico. Los resultados<br />

quirúrgicos suelen ser más<br />

satisfactorios en casos de adenoma<br />

único que en casos de hiperplasia<br />

glandular múltiple.<br />

19.6. Enfermedad de Paget (Osteitis<br />

deformante)<br />

19.6.1. Introducción:<br />

La enfermedad de Paget del hueso es<br />

la segunda enfermedad metabólica<br />

ósea más frecuente, después de la<br />

osteoporosis. Se caracteriza por una<br />

excesiva<br />

resorción ósea por los<br />

osteoclastos,<br />

seguida de una<br />

sustitución de la médula por un tejido<br />

vascular conectivo fibroso. Asimismo,<br />

el hueso reabsorbido es sustituido por<br />

hueso trabecular dispuesto de una<br />

manera des<strong>org</strong>anizada y que no sigue<br />

el patrón normal de láminas<br />

concéntricas, sino que lo hace en forma<br />

e “mosaico” (Figura 19.11). La<br />

prevalencia puede ser hasta un 4 % de<br />

los individuos de raza blanca de más<br />

de 55 años.<br />

Figura 19.11. Disposición ósea trabecular<br />

en “mosaico”, propia de la enfermedad de<br />

Paget.<br />

19.6.2. Etiología:<br />

Hasta el momento actual se desconoce<br />

la causa exacta por la que se produce<br />

la enfermedad. Los estudios realizados<br />

no han logrado detectar una<br />

predisposición genética ni una<br />

asociación a un antígeno HLA en la<br />

396<br />

enfermedad de Paget. Sin embargo, en<br />

1974, se propuso una etiología vírica,<br />

cuando se observaron cuerpos de<br />

inclusión similares a virus en los<br />

osteoclastos del hueso afectado.<br />

Desde entonces, los investigadores se<br />

han centrado en la posibilidad de un<br />

virus lento como agente causal.<br />

19.6.3. Diagnóstico:<br />

La enfermedad de Paget se descubre<br />

a menudo de manera accidental en<br />

exploraciones radiográficas, ya que<br />

la<br />

exp eriencia clínica ha demostrado que<br />

la mayor parte de los pacientes<br />

que<br />

presentan este trastorno están<br />

asintomáticos. Sin embargo, los<br />

pacientes que llegan a presentar<br />

síntomas describen un dolor óseo y<br />

articular, y en una fase más avanzada<br />

de la enfermedad, pueden presentar<br />

deformidades, algunas<br />

de ellas muy<br />

características y que<br />

por sí mismas<br />

confirman el diagnóstico. Entre ellas, la<br />

más representativa es la denominada<br />

deformidad “en sable” a nivel de la<br />

pierna (Figura 19.12).<br />

Figura 19.12. Deformidad “en sable” de la<br />

tibia en un paciente<br />

con enfermedad de<br />

Paget. A) esquema. B) aspecto clínico.<br />

Si bien la enfermedad de Paget suele<br />

afectar a un solo hueso (enfermedad<br />

monostótica) no es infrecuente<br />

que lo<br />

haga en varios huesos (enfermedad<br />

poliostótica), siendo la pelvis, tibias,<br />

cráneo y vértebras, los huesos más<br />

frecuentemente involucrados.<br />

En cuanto al estudio radiográfico, las<br />

imágenes observadas suelen ser<br />

bastante características. En ellas se<br />

objetiva un patrón mixto de resorción y<br />

formación ósea, que lleva a la<br />

re<strong>org</strong>anización de las grandes placas


de hueso laminar en pequeñas áreas<br />

de segmentos de hueso<br />

des<strong>org</strong>anizado, es decir, existe una<br />

desestructuración de las trabéculas<br />

óseas, con insuflación del hueso pero<br />

sin afectación cortical (Figura 19.13).<br />

Figura 19.13. Aspecto radiográfico de la<br />

enfermedad de Paget. A) Hemipelvis izada.<br />

B) tibia izquierda. C) vértebra lumbar. D)<br />

cráneo.<br />

Con el fin de determinar si existe o no<br />

una afectación sistémica de la<br />

enfermedad, es decir, en su forma<br />

poliostótica, es conveniente<br />

realizar<br />

una gammagrafía ósea con tecnecio<br />

99m,<br />

con el fin de detectar focos no<br />

localizados<br />

en la radiología<br />

convencional<br />

(Figura 19.14).<br />

Figura 19.14. Gammagrafía ósea. A) esquema del esqueleto con las zonas<br />

de<br />

localización frecuente de la enfermedad.<br />

B) imagen gammagráfica de los focos<br />

activos óseos pagéticos.<br />

397<br />

Bioquímicamente,<br />

la elevada<br />

renovación<br />

ósea de la enfermedad de<br />

Paget<br />

da lugar a un aumento inmediato<br />

de la excreción de productos de<br />

degradación del colágeno tipo I. El<br />

estado<br />

osteoblastico compensatorio se<br />

caracteriza<br />

por un aumento de la<br />

actividad de fosfatasa,<br />

por lo que se<br />

han utilizado dos marcadores: la<br />

fosfatasa alcalina sérica y de<br />

hidroxiprolina en orina, para efectuar el<br />

seguimiento del curso de la<br />

enfermedad<br />

tratamiento.<br />

y su respuesta al<br />

19.6.4. Complicaciones:<br />

Muchos<br />

pacientes<br />

que sufren<br />

enfermedad de Paget en la proximidad<br />

de articulaciones, presentan una<br />

artropatía degenerativa,<br />

la cual puede<br />

requerir una artroplastia de sustitución<br />

de la cadera o la rodilla.<br />

La forma poliostótica afecta de forma<br />

característica a la pelvis y la columna<br />

vertebral, siendo esta última mal<br />

tolerada, pues se asocia<br />

frecuentemente a una estenosis del<br />

canal medular. Sin embargo, la más<br />

grave complicación de la enfermedad<br />

es la degeneración sarcomatosa de las<br />

lesiones óseas, la cual se presenta<br />

entre el 0,9 y el 6 % de los casos. Esta<br />

suele manifestarse por dolor continuo<br />

junto con la aparición de una masa<br />

palpable en las localizaciones<br />

superficiales. En estos casos, se hace<br />

imprescindible la biopsia ósea para<br />

confirmar el diagnóstico de<br />

malignización. 19. 6.5. Tratamiento:<br />

La mayor parte de los pacientes con<br />

enfermedad de Paget no requieren un<br />

tratamiento farmacológico. A menos<br />

que exista dolor o anomalías<br />

importantes de productos de<br />

degradación del colágeno en orina o de<br />

la fosfatasa alcalina sérica, puede<br />

realizarse un seguimiento de los<br />

pacientes sin utilizar medicación. En los<br />

pacientes en los que sí presentan un<br />

aumento del dolor y unos índices<br />

bioquímicos de la renovación ósea<br />

mal<br />

controlados,<br />

pueden utilizarse tres


clases de fármacos: AINES, calcitonina<br />

y bifofonatos.<br />

Para el control de los síntomas leves<br />

debido a la enfermedad, se ha<br />

demostrado la utilidad<br />

clínica de la<br />

indometacina y otros AINES<br />

relacionados, mientras que la<br />

calcitonina se utiliza en los casos en los<br />

que se requiere<br />

disminuir<br />

drásticamente las alteraciones<br />

bioquímicas secundarias al aumento de<br />

la renovación<br />

ósea (fosfatasas<br />

alcalinas básicamente). Sin embargo,<br />

un 60 % de los pacientes desarrollan<br />

anticuerpos contra ella y, en<br />

consecuencia,<br />

se pierde eficacia al<br />

cabo del tiempo. Es por ello que, en<br />

la<br />

acualidad,<br />

se prefiere tratar a estos<br />

pac ientes con bifosfonatos. Al respecto,<br />

el alendronato oral es muy eficaz,<br />

pues<br />

no inhibe la mineralización del hueso.<br />

398


CAPITULO 20. TRANSTORNOS DEL<br />

TEJIDO CONJUNTIVO<br />

20.1. Introducción:<br />

La hipermovilidad articular es una<br />

característica común de los trastornos<br />

del tejido conjuntivo, entre los cuales<br />

destacan por su frecuencia e<br />

importancia:<br />

• Síndrome de Marfan.<br />

• Síndrome de Ehlers-Danlos.<br />

• Osteogenesis imperfecta.<br />

• Algunas condrodisplasias.<br />

• Homocistinuria.<br />

Esta hipermobilidad articular<br />

viene<br />

como consecuencia de la laxitud<br />

ligamentosa como resultado del fallo<br />

mecánico de sus componentes<br />

estructurales,<br />

colágeno.<br />

particularmente el<br />

Todos estos transtornos se<br />

diagnostican utilizando los criterios de<br />

Carter-Wilkinson, de los que se<br />

necesitan por lo menos 3 de ellos<br />

(Figura 20.1):<br />

1. Posición pasiva del pulgar hasta<br />

contactar con la cara volar del<br />

antebrazo.<br />

2. Hiperextensión pasiva de los dedos<br />

hasta quedar<br />

paralelos con la cara<br />

dorsal del antebrazo.<br />

3. Hiperextensión del codo por encima<br />

de los 10º.<br />

4. Hiperextensión de las rodillas por<br />

encima de los 10º.<br />

5. Flexión completa del tronco con las<br />

rodillas en extensión y con las<br />

palmas de las manos contactando<br />

con el suelo.<br />

399<br />

Figura 20.1. Criterios de Carter-Wilkinson<br />

(1964) de hipermobilidad articular para<br />

encuadrar la enfermedad estudiada como<br />

un transtorno del tejido conjuntivo.<br />

20.2. Síndrome de Marfan<br />

20.2.1. Introducción:<br />

El síndrome de Marfan fue descrito por<br />

primera vez en el año 1896 por el<br />

pediatra francés Antoine Marfan. En la<br />

actualidad se describe como un<br />

trastorno hereditario del tejido<br />

conjuntivo, que se transmite de forma<br />

autosómica dominante y a menudo se<br />

manifiesta como una mutación<br />

espontánea.<br />

20.2.2. Bases genéticas:<br />

El síndrome de Marfan se hereda con<br />

un patrón autosómico dominante, en el<br />

sentido de que los descendientes de<br />

individuos<br />

afectados<br />

presentan el 50 %<br />

de<br />

probabilidades de sufrir la<br />

enfermedad. Tiene una<br />

penetrancia del<br />

100 %, a pesar de presentarse con una<br />

expresión variable, incluso dentro de<br />

una misma familia de portadores. Es<br />

por ello que no es posible predecir la<br />

severidad de la afectación en la<br />

descendencia.


El origen de la enfermedad resulta ser<br />

la mutación de una glicoproteina de la<br />

matriz<br />

extracelular, la fibrilina. Esta<br />

proteina<br />

es un componente esencial de<br />

las<br />

microfibrillas, donde la podemos<br />

encontrar<br />

asociada a otras moléculas<br />

peptídicas<br />

como la elastina.<br />

20.2.3. Etiología y patogénesis:<br />

Como ya se ha comentado, el trastorno<br />

fundamental se encuentra a nivel del<br />

tejido conjuntivo; los componentes<br />

principales del mismo son el colágeno,<br />

la elastina y las microfibrillas. Estas<br />

últimas están formadas<br />

mayoritariamente por fibrilina, una<br />

glicoproteina codificada por el gen<br />

FBN1, en el cromosoma 15.<br />

Alteraciones de este gen implican la<br />

formación de una proteina mutante que<br />

se interelaciona con la proteina normal,<br />

dando como resultado un<br />

funcionamiento anómalo de esta última.<br />

Todo esto nos altera la <strong>org</strong>anización de<br />

la microfibrilla que, en su entorno,<br />

altera el tejido conjuntivo,<br />

induciendo la<br />

aparición<br />

de algunas de las<br />

manifestaciones<br />

clínicas.<br />

20.2.4. Diagnóstico:<br />

El diagnóstico del síndrome de Marfan<br />

es fundamentalmente clínico a pesar<br />

de que existen métodos de diagnóstico<br />

genético.<br />

La clínica puede diferenciarse en<br />

criterios mayores y menores,<br />

definiendo como criterios mayores<br />

aquellos que comportan un diagnóstico<br />

altamente específico y que son<br />

relativamente infrecuentes en la<br />

población general.<br />

La historia genética familiar sólo<br />

contiene criterios mayores, y son los<br />

siguientes:<br />

• Tener un<br />

padre, hijo o hermano que<br />

presente los criterios diagnósticos,<br />

independientemente de la<br />

presencia de una mutación en el<br />

gen FBN1, conocido causante del<br />

síndrome de Marfan.<br />

• Presencia del halotipo próximo a<br />

FBN1, heredado por descendencia<br />

conocida por estar asociada al<br />

400<br />

síndrome de Marfan en aquella<br />

familia.<br />

1. Alteraciones del sistema<br />

esquelético:<br />

• Criterios mayores:<br />

- Deformidad de la columna<br />

vertebral:<br />

a) Escoliosis (30 – 70 % de los casos)<br />

(Figura 19.2).<br />

b) Lordosis torácica o cifosis torácica<br />

leve.<br />

Figura 20.2. Escoliosis secundaria a<br />

síndrome de Marfan.<br />

- Deformidad anterior del torax:<br />

a) Pectus excavatum (depresión<br />

torácica)<br />

b) Pectus carinatum (protrusión<br />

torácica)<br />

c) Asimetría.<br />

- Protrusión acetabular.<br />

• Criterios menores:<br />

- Paladar alto y estrecho, y<br />

superposición de los dientes.<br />

- Laxitud articular:<br />

a) Pie plano.<br />

b) Genu recurvatum.<br />

c) Luxación recidivante de rótula.<br />

d) Subluxaciones perilunares del<br />

carpo.


e) Signo de Steingerg: el pulgar<br />

sobresale del borde cubital con el<br />

puño cerrado (Figura 20.3).<br />

Figura 20.3. Signo de Steinberg. El pulgar<br />

sobresale más allá del borde cubital de la<br />

mano.<br />

• Otras manifestaciones:<br />

- Talla alta, particularmente en<br />

comparación con el resto de los<br />

miembros de la familia (familiares<br />

de primer orden no afectados).<br />

- Aracnodactilia: dedos y manos<br />

largas, con aspecto de araña<br />

(Figura 20.4).<br />

Figura 20.4. Aracnodactilia. Asimismo<br />

puede observarse el llamado signo de la<br />

muñeca, donde puede abarcarse todo el<br />

perímetro de la misma con la otra mano,<br />

hecho que en condiciones normales no<br />

puede realizarse.<br />

401<br />

2. Alteraciones oculares:<br />

• Criterios mayores:<br />

- Ectopia o subluxación del cristalino<br />

(Figura 19.5).<br />

Figura 20.5. Subluxación del cristalino.<br />

• Criterios menores:<br />

- Córnea plana<br />

- Elongación anteroposterior del<br />

-<br />

globo ocular, responsable directo<br />

de la miopia y del desprendimiento<br />

de retina.<br />

Hipoplasia del iris.<br />

3. Alteraciones<br />

cardiovascular:<br />

del sistema<br />

•<br />

Criterios mayores:<br />

- Dilatación de la aorta ascendente.<br />

- Disección aórtica.<br />

- Regurgitación aórtica.<br />

• Criterios menores:<br />

- Regurgitación mitral a causa de un<br />

prolapso de la mitral.<br />

- Calcificación<br />

válvula mitral.<br />

y prolapso de la<br />

- Aneurisma de la aorta<br />

-<br />

abdominotorácica.<br />

Dilatación de la arteria pulmonar.<br />

• Otras manifestaciones:<br />

-<br />

Arritmias.<br />

- Endocarditis.<br />

4. Alteraciones a nivel pulmonar:<br />

• Pneumotórax.<br />

• Bullas apicales (ambos son<br />

considerados criterios menores).<br />

5. Alteraciones a nivel del sistema<br />

dérmico y tegumentario:<br />

• Estrías distendidas (no debidas al<br />

embarazo o al adelgazamiento).<br />

• Hernia inguinal.


• Otras hernias (umbilical,<br />

diafragmática, recurrente, etc).<br />

6. Alteraciones del SNC:<br />

• Criterios mayores:<br />

- Ectasia dural (meningocele<br />

lumbosacro, dilatación de la<br />

cisterna).<br />

• Otras manifestaciones:<br />

- Dificultades en el eprendizaje<br />

(discrepancia en la expresión<br />

verbal).<br />

- Hiperactividad con o sin<br />

desordenes por falta de atención.<br />

Requerimientos para el diagnóstico<br />

clínico del síndrome de Marfan:<br />

• Si la historia familiar no es del todo<br />

clara se necesitan como mínimo<br />

tener dos criterios mayores en dos<br />

órganos o sistemas diferentes y la<br />

afectación de un tercero.<br />

• Si la mutación que causa el<br />

síndrome es conocida se necesita<br />

un criterio mayor en un órgano o<br />

sistema y la afectación de otro.<br />

Hay que tener en cuenta que se trata<br />

de un síndrome que presenta<br />

pleiotropía, es decir, que a pesar de<br />

tener la misma mutación genética<br />

familiar, los diferentes miembros de<br />

una familia afectada pueden presentar<br />

una clínica diferente.<br />

En la práctica, el diagnóstico requiere<br />

contar con:<br />

1. Un ecocardiograma practicado por<br />

un especialista familiarizado con el<br />

síndrome de Marfan.<br />

2. Un estudio del fondo de ojo.<br />

3. Revisión del sistema esquelético.<br />

4. Asesoramiento por parte de un<br />

genetista. En este sentido, entre un<br />

65 y 75 % de las mutaciones en<br />

este síndrome son heredados del<br />

padre o de la madre. En este tipo<br />

de mutación, en la que adquiere<br />

relevancia el consejo genético, hay<br />

que informar a estas familias de<br />

que la mutación se presentará en<br />

todas las generaciones con un 100<br />

% de penetración y es por esto que<br />

se hace necesario un diagnóstico<br />

precoz. El diagnóstico prenatal no<br />

confiere demasiadas ventajas, ya<br />

402<br />

que los padres saben que su hijo<br />

sufrirá una enfermedad que<br />

reducirá, no significativamente,<br />

su<br />

calidad de vida. Debido a ello, es<br />

conveniente determinar la<br />

presencia de esta afectación<br />

genética. El resto de las mutaciones<br />

se manifiestan de forma esporadica<br />

y, en muchas familias se ha<br />

observado una relación directa<br />

entre la edad paterna elevada y el<br />

síndrome. Ello sugiere que las<br />

mutaciones espontáneas se<br />

producen en las células germinales<br />

y por esto es conveniente informar<br />

a las parejas de edad avanzada<br />

que presentan una mayor<br />

incidencia a tener un hijo que sufra<br />

este síndrome.<br />

20.2.5. Tratamiento:<br />

El cuidado del paciente con síndrome<br />

de Marfan requiere un método<br />

multidisciplinario, en el que debe<br />

intervenir el oftalmólogo, el cardiólogo,<br />

el ortopeda, el genetista, el ginecólogo,<br />

el obstetra y el endocrinologo. Sin<br />

embargo, el programa de tratamiento<br />

debe ser dirigido por un médico<br />

generalista, como un internista, un<br />

pediatra<br />

o un médico de familia. Es<br />

esencial mantener una evaluación<br />

periodica durante toda la vida.<br />

El tratamiento ortopédico del<br />

síndrome<br />

de Marfan implica la<br />

corrección operatoria de las<br />

deformidades esqueléticas asociadas,<br />

cuando existen y cuando empiezan a<br />

interferir la función del niño.<br />

Quizá la deformidad esquelética que<br />

es más preucupante es la escoliosis,<br />

que si excede de los 40 o 50º, es<br />

candidata a la fusión quirúrgica con<br />

instrumentación interna.<br />

20.3. Síndrome de Ehlers-Danlos<br />

20.3.1. Introducción:<br />

El síndrome de Ehlers-Danlos<br />

constituye un grupo heterogeneo de<br />

trastornos hereditarios del tejido<br />

conjuntivo<br />

caracterizado por una<br />

hipermovilidad articular, extensibilidad<br />

cutánea y fragilidad de los tejidos.


20.3.2. Etiología:<br />

El síndrome de Ehlers-Danlos<br />

comprende<br />

al menos 11 entidades<br />

clínicas distintas.<br />

Los patrones<br />

de herencia pueden ser<br />

autosómico dominante,<br />

autosómico<br />

recesivo<br />

y ligado al cromosoma X. Así<br />

tenemos:<br />

• Tipo I: autosómica dominante.<br />

Forma clásica aguda y grave.<br />

• Tipo II: autosómica dominante.<br />

Forma<br />

clásica leve.<br />

• Tipo III: autosómica dominante.<br />

Forma benigna de<br />

hipermovilidad<br />

articular sin deformaciones<br />

•<br />

esqueléticas. Puede asociarse una<br />

insuficiencia de la válvula<br />

mitral.<br />

Tipo<br />

IV: autosómica o recesiva.<br />

Tipo arterial equimótica. Síndrome<br />

grave que amenaza la vida, con<br />

predilección<br />

por la rotura<br />

espontánea<br />

de los grandes vasos<br />

y/o el<br />

inestino.<br />

• Tipo V: Ligada al cromosoma X.<br />

Tiene<br />

las mismas características<br />

que las el tipo I. Puede haber<br />

regurgitación<br />

mitral aguda.<br />

• Tipo<br />

VI: autosómica recesiva.<br />

Forma<br />

oculoscoliótica.<br />

20.3.3. Diagnóstico<br />

• Piel:<br />

La hiperextensibilidad<br />

cutánea<br />

caracteriza<br />

a todos los tipos de Ehlers-<br />

Danlos, a excepción del tipo vascular o<br />

Tipo IV, el cual presenta una evidente<br />

transparencia<br />

de la piel que hace<br />

visible el<br />

sistema venoso subyacente.<br />

Cuando<br />

la piel se somete a una tirantez<br />

exagerada, mantiene su elasticidad<br />

normal cuando<br />

se deja de estirar. Este<br />

signo es muy evidente en la piel del<br />

cuello, codos y rodillas (Figura<br />

20.6).<br />

403<br />

Figura 20.6. Hiperextensibilidad cutánea<br />

en el síndrome de Ehler-Danlos.<br />

• Fragilidad cutánea:<br />

La facilidad con la que se dislacera la<br />

piel a un minimo traumatismo es<br />

particularmente común en los Tipos I y<br />

II, y especialmente en áreas<br />

prominentes óseas como los codos, las<br />

rodilas, antepies, cara anterior de las<br />

piernas, etc., provocando múltiples<br />

áreas de equímosis espontáneas<br />

(Figura 20.7).<br />

Figura 20.7. Equímosis espontánea a nivel<br />

del codo de un paciente con síndrome de<br />

Ehlers-Danlos.<br />

• Pseudotumores moluscoides:<br />

Estas tumoraciones son de tipo fibroso,<br />

del tamaño de 2-3 cm, y que se<br />

desarrollan sobre los puntos de presión<br />

del cuerpo como los codos y rodillas.


• Nodulaciones:<br />

Aproximadamente un tercio de los<br />

pacientes afectos presentan unos<br />

pequeños nódulos subcutáneos, que<br />

consisten en conglomerados de tejido<br />

fibroso y tejido graso calcificado que se<br />

encuentran inmediatamente por encima<br />

de<br />

áreas óseas, como por ejemplo, la<br />

cara anterior de las piernas.<br />

• Papulas piezogénicas:<br />

• Varices.<br />

• Problemas articulares:<br />

- Hipermobilidad articular<br />

(Figura 20.8).<br />

Figura<br />

20.8. Hipermovilidad articular a nivel<br />

de la<br />

base del pulgar.<br />

-<br />

-<br />

•<br />

•<br />

-<br />

Luxaciones y subluxaciones, debido<br />

a la gran inestabilidad que<br />

presentan. Así, es común observar<br />

subluxaciones de rótula y/o<br />

inestabilidad<br />

hombro<br />

multidireccional del<br />

Dolor crónico articular o referido a<br />

las piernas. Constituye un<br />

síntoma<br />

muy común y la radiología siempre<br />

es normal. El dolor articular<br />

constituye un verdadero problema<br />

pues se mantiene en el tiempo y<br />

aumenta a medida que va<br />

progresando la inestabilidad.<br />

Asimismo es refractario a los<br />

analgésicos habituales y al<br />

tratamiento fisioterapico.<br />

Prolapso de la válvula mitral: se<br />

afecta frecuentemente y debe ser<br />

diagnosticada por medio del ECG,<br />

TAC o RMN.<br />

Otras manifestciones:<br />

Ruptura arterial, uterina y/o<br />

intestinal debido a la fragilidad de<br />

404<br />

los tejidos. Asimismo y por el<br />

mismo motivo, la aparición de<br />

hernias inguinales y/o umbilicales<br />

son frecuentes.<br />

- Escoliosis: suele estar presente en<br />

el nacimiento y desarrollarse en<br />

edades más tardías.<br />

- Divertículos inestinales.<br />

- Afectación de las encías.<br />

20. 3.4. Tratamiento:<br />

Depende<br />

de los síntomas que se<br />

presenten,<br />

aunque siempre han de<br />

ten erse en cuenta todas las medidas<br />

para<br />

evitar los traumatismos. En este<br />

aspecto, deben evitarse los deportes<br />

de contacto y/o actividades que<br />

sometan las articulaciones a<br />

sobreesfuerzos.<br />

En las articulaciones<br />

inestables,<br />

debe procederse a su<br />

control con ortesis y, en cuanto<br />

a la<br />

cirugía, los intentos de estabilizar<br />

quirúrgicamente las articulaciones<br />

suelen fallar debido a las<br />

ano rmalidades del colágeno que<br />

presenta el paciente. Es preferible la<br />

artrodesis<br />

que la artroplastia, aunque<br />

deberá individualizarse cada caso y<br />

dependerá también del tipo de<br />

anomalía que presente. Las heridas<br />

quirúrgicas tienden a la dehiscencia.<br />

Por ello, debe procederse con mucho<br />

cuid ado<br />

mismas.<br />

al cierre cutáneo de las<br />

El síndrome Ehlers-Danlos Tipo IV es<br />

extraordinariamente infrecuente y<br />

unico, ya que la laxitud articular es<br />

mínima, excepto<br />

en las pequeñas<br />

articulaciones<br />

de las manos y pies. La<br />

piel es fina y transparente<br />

pero<br />

hiperelástica. El patrón venoso<br />

subcutáneo del tronco, abdomen y<br />

extremidades es muy visible. También<br />

es frecuente que estos pacientes<br />

presenten numerosas erosiones<br />

y<br />

escoriaciones por traumatismos<br />

mínimos (roces). Otra característica de<br />

este tipo es su alta incidencia a<br />

presentar rupturas espontáneas de las<br />

arterias, colon y útero.<br />

Ortopedicamente, estos individuos<br />

pueden<br />

tener pies zambos, luxación de<br />

cad eras, contracturas tendinosas,<br />

particularmente a nivel del Aquiles y de<br />

los extensores del pie.


20.3.5. Pronostico:<br />

El pronóstico del síndrome de Ehlers-<br />

Danlos depende del tipo específico de<br />

que se trate. Sin embargo, las<br />

expectativas de vida en el tipo vascular<br />

(Tipo IV) es corta, debido<br />

fundamentalmente a la ruptura de<br />

vasos<br />

y órganos.<br />

20.4.<br />

Osteogénesis imperfecta.<br />

20.4.1.<br />

Introducción:<br />

La Osteogénesis Imperfecta (OI) es un<br />

grupo de trastornos hereditarios del<br />

colágeno tipo I que dan lugar a una<br />

fragilidad ósea. La expresión clínica de<br />

OI lleva a las fracturas<br />

intrauterinas y la<br />

muerte perinatal.<br />

20.4.2. Epidemiología:<br />

La OI es una enfermedad muy poco<br />

frecuente. Su incidencia<br />

se estima<br />

entre 1:10.000 y 1:15.000. Esta<br />

estimación es un límite inferior ya que<br />

las formas livianas de la enfermedad<br />

frecuentemente no se diagnostican. La<br />

OI ocurre en todas las razas y es<br />

independiente de género. Solamente<br />

un 0.008% de la población mundial<br />

está afectada por la OI. Esto significa<br />

que en la actualidad hay unos 0.5<br />

millones de personas con OI en el<br />

mundo. En España podría haber un<br />

mínimo de 2700 afectados por alguno<br />

de los tipos de OI.<br />

20.4.3. Etiología<br />

La OI presenta herencia genética<br />

dominante, lo que quiere decir que<br />

cuando uno de los padres tiene OI,<br />

cada hijo recién nacido tiene un 50 %<br />

de probabilidades de estar afectado<br />

igualmente. En muchos casos la OI no<br />

es heredada, sino que es ocasionada<br />

por una mutación. En este caso<br />

ninguno de los padres presenta<br />

ninguna señal de OI. La mutación es<br />

nuevamente de herencia dominante.<br />

Un punto especialmente complicado<br />

es la posibilidad de mosaicismo de la<br />

línea germinal (es decir, la existencia<br />

de poblaciones celulares normales y<br />

405<br />

mutantes<br />

en un mismo individuo), un<br />

papel causal en la OI de familias en<br />

que<br />

los padres fenotípicamente<br />

normales tiene uno o varios niños<br />

afectados por la OI. Debido a toda esta<br />

complejidad, se recomienda que se<br />

busque consejo genético personal.<br />

En la mayoría de los casos, la OI es<br />

ocasionada por un fallo en uno de los<br />

dos genes que codifican el colágeno I,<br />

es decir, COL1A1 en el cromosoma 17<br />

ó COL1A2 en el cromosoma 7. El<br />

defecto influye en la producción de<br />

colágeno.<br />

En la OI tipo I se produce<br />

demasiado<br />

poco<br />

colágeno, pero de calidad normal.<br />

En los otros tipos el colágeno es de<br />

mala calidad estructural, mientras que<br />

la cantidad puede estar también<br />

reducida.<br />

20.4.4. Diagnóstico:<br />

El diagnóstico suele basarse en la<br />

exploración clínica, la rapidez de<br />

crecimiento, la frecuencia de las<br />

fracturas y el aspecto radiográfico del<br />

hueso. Sin embargo, el diagnóstico<br />

definitivo se confirma mediante un<br />

ensayo de colágeno utilizando cultivos<br />

de fibroblastos procedentes de una<br />

biopsia cutánea.<br />

Las características clínicas incluyen<br />

fragilidad osea con diversas fracturas.<br />

Sin embargo, dicha fragilidad difiere<br />

ampliamente de una persona a otra,<br />

por tanto el número de fracturas puede<br />

variar desde unas pocas hasta más de<br />

cien a lo largo de una vida. No<br />

obstante, la OI afecta a todo el tejido<br />

conjuntivo, no solamente al hueso.<br />

Aparte de las fracturas, la OI presenta<br />

una<br />

serie de síntomas, tales como:<br />

• Curvatura de brazos, piernas o<br />

columna (escoliosis o cifosis),<br />

• Deformidades del<br />

cráneo,<br />

• Cara con forma triangular,<br />

• Estatura pequeña,<br />

• Gran laxitud de las articulaciones,<br />

• Luxaciones,<br />

• Magulladuras fáciles (hematomas),<br />

•<br />

Escleróticas azules (Figura 20.9).


Figura 20.9. Escleróticas azules de una<br />

paciente con OI.<br />

• Pérdida de la audición,<br />

• Dientes anormales (dentinogénesis<br />

imperfecta),<br />

• Insuficiencias de las válvulas del<br />

corazón,<br />

• Impresión basilar,<br />

• Cansancio<br />

extremo,<br />

• Sudoración excesiva,<br />

• La OI puede producir incapacidad<br />

física, requiriendo el uso de muletas<br />

o una silla de ruedas.<br />

Hay que tener en cuenta que una<br />

persona afectada no siempre presenta<br />

todos los síntomas y signos<br />

enumerados. De hecho, hay casos que<br />

están ligeramente afectados y apenas<br />

muestran ninguno de los síntomas<br />

anteriores. En cuanto al estudio<br />

radiográfico, los hallazgos que se<br />

presentan varían según la edad del<br />

paciente. Sin embargo, las<br />

características principales de la OI<br />

son:<br />

• Fracturas: únicas ó múltiples y en<br />

diversos grados de consolidación.<br />

Afectan fundamentalmente a los<br />

huesos largos, aunque también se<br />

incluyen el cráneo y las costillas. En<br />

ocasiones pueden observarse<br />

fracturas incompletas en las zonas<br />

metafisarias, lo que puede<br />

confundirse con las lesiones<br />

observadas en los niños sometidos<br />

a maltratamiento (Figura 20.10).<br />

406<br />

Figura 20.10. Osteogénesis imperfecta.<br />

Obsérvese el acentuado adelgazamiento<br />

de la cortical de la tibia, su incurvación y la<br />

presencia de una fractura en fase de<br />

consolidación.<br />

•<br />

Vértebras acuñadas como<br />

consecuencia de fracturas por<br />

compresión, especialmente visibles<br />

en el adulto.<br />

• Huesos wormianos, definidos como<br />

“huesos que presentan un diámetro<br />

de 4 a 6 mm y que se disponen en<br />

el cráneo con una tendencia a<br />

formar una imagen en mosaico. Si<br />

bien los huesos wormianos son<br />

sugestivos de OI, no son hallazgos<br />

patognomónicos (Figura 20.11).<br />

Figura 20.11. Huesos wormianos.<br />

•<br />

•<br />

Protrusión acetabular.<br />

Osteopenia marcada. En este<br />

sentido, la práctica de una<br />

densitometría ósea ofrece la<br />

posibilidad de detectar la<br />

enfermedad en aquellos casos en<br />

los que la radiografía es poco<br />

demostrativa.


20.4.5. Clasificación:<br />

En 1979 Sillence propuso una<br />

clasificación de e la OI en 4 tipos,<br />

basándose en aspectos clínicos. Con<br />

algunas alteraciones menores esta<br />

clasificación se usa todavía. Aunque es<br />

muy útil en general, no siempre es<br />

posible determinar el tipo de OI en<br />

cada individuo.<br />

• Tipo IA<br />

– Tipo más frecuente.<br />

– Huesos frágiles.<br />

– La fragilidad es muy variable .<br />

– Escleroticas azules.<br />

_ Son raras las fracturas de nacimiento;<br />

a menudo aparecen después del primer<br />

año de vida.<br />

– Pérdida de audición en<br />

aproximadamente el 50% de los<br />

pacientes, normalmente después de la<br />

pubertad.<br />

– Normalmente, estatura por debajo de<br />

la media.<br />

– Normalmente, deformidades<br />

moderadas.<br />

– "Huesos Wormianos" al nacer<br />

(cráneo en mosaico en radiografías).<br />

– A menudo, laxitud de articulaciones.<br />

• Tipo IB<br />

Lo mismo que el Tipo IA, pero con<br />

problemas<br />

dentales<br />

(Dentinogénesis Imperfecta)<br />

• Tipo II. También llamado forma letal<br />

de O.I.<br />

– A menudo nacen muertos, o mueren<br />

poco después de nacer.<br />

– Muchas fracturas. Al nacer, o incluso<br />

antes de nacer.<br />

– Cráneo casi sin osificar: cráneo<br />

blando.<br />

– Deformidades de las piernas, brazos<br />

y costillas.<br />

– Herencia: ver capítulo aparte.<br />

• Tipo III<br />

– Fragilidad severa de todo el<br />

esqueleto.<br />

– Retraso severo del crecimiento.<br />

– Deformidades de brazos, piernas y<br />

columna vertebral.<br />

– A menudo una cabeza relativamente<br />

grande, con una forma muy<br />

de audición.<br />

407<br />

característica (triangular con frente<br />

ancha y barbilla fina).<br />

– Escleras (“lo blanco de los ojos”)<br />

azules, que posteriormente se vuelven<br />

blancas.<br />

– A veces, pérdida<br />

– A veces, problemas dentales<br />

(Dentinogénesis Imperfecta).<br />

– A menudo conlleva<br />

discapacidad física.<br />

• Tipo IVA<br />

– Muy variable en severidad.<br />

– Fragilidad entre media y severa.<br />

– Deformidades entre moderadas y<br />

severas.<br />

– Retraso del crecimiento entre<br />

moderado y serio.<br />

– Escleróticas blancas, o azules al<br />

principio, volviéndose blancas<br />

posteriormente.<br />

– A veces, pérdida de audición.<br />

– Herencia: ver capítulo aparte.<br />

• Tipo IVB Igual que tipo IVA, pero<br />

con problemas dentales<br />

(Dentinogénesis Imperfecta).<br />

Se ha establecido que en los tipos I el<br />

defecto es debido a una producción<br />

pobre de colágeno normal, que a veces<br />

lleva a una densidad mineral ósea<br />

(BMD en terminología médica) baja;<br />

mientras que en los otros tipos se<br />

produce colágeno que es incorrecto en<br />

su estructura (a veces también en<br />

menor cantidad), resultando un hueso<br />

de menor calidad, normalmente<br />

también<br />

con BMD baja. Hasta ahora no<br />

se ha encontrado una correspondencia<br />

clara entre los tipos clínicos, definidos<br />

más arriba, y los defectos genéticos<br />

que causan la O.I. Por otra parte, no<br />

hay<br />

que<br />

sobre-estimar la importancia<br />

del tipo al que se pertenezca. En la<br />

vida diaria es mucho más importante<br />

cuánto de severa es la afectación, que<br />

el tipo en sí.<br />

Hace tiempo se clasificaba la OI como<br />

“congénita” o “tardía”, según se<br />

manifestase antes o después de nacer.<br />

Estos términos son hoy en día<br />

obsoletos, aunque es verdad que en<br />

ciertas displasias, la<br />

forma de<br />

presentación puede ser desde el primer


día del nacimiento ó al cabo de unos<br />

años.<br />

20.4.6. Tratamiento:<br />

No cabe esperar que las causas de la<br />

O I puedan ser eliminadas en un futuro<br />

próximo. Por lo tanto la OI<br />

no tiene<br />

cura,<br />

de momento. No obstante,<br />

un<br />

adecuado tratamiento puede aliviar<br />

los<br />

síntomas.<br />

Los tratamientos apuntan a reducir el<br />

impacto de las consecuencias y a la<br />

prevención de las complicaciones.<br />

Frecuentemente se requiere un plan de<br />

tratamiento integral, que puede<br />

comprender: tratamiento ortopédico de<br />

fracturas, mejora de la audición,<br />

intervención dental, fisioterapia,<br />

asistencia psicológica, consejo<br />

genético, pruebas de ADN, asistencia<br />

social, ergoterapia con prescripción de<br />

muletas, sillas de ruedas u otro tipo de<br />

equipamie nto, y a veces también consulta dietética.<br />

Hay que prestar atención a la<br />

prevención de la osteoporosis, ya que<br />

la gente con OI es más vulnerable a<br />

ella que el resto de la gente.<br />

Recientemente, varios tipos de<br />

bisfosfonatos se han venido utilizando<br />

para tratar de aumentar la masa de<br />

hueso, con resultados aparentemente<br />

buenos, pero todavía es demasiado<br />

pronto para sacar conclusiones<br />

definitivas. 20.4.7. Pronóstico:<br />

A causa de la variabilidad individual de<br />

la OI, es imposible<br />

hacer afirmaciones<br />

generales sobre las perspectivas de<br />

una persona afectada. Se recomienda<br />

que busque consejo personal. En<br />

muchos casos la fragilidad disminuye<br />

después de la pubertad por razones<br />

todavía desconocidas.<br />

20.5. Homocistinuria<br />

20.5.1. Introducción:<br />

La homocistinuria es una alteración<br />

congénita en la que se afecta el<br />

metabolismo aminoácido por<br />

insuficiencia de una enzima hepática, la<br />

408<br />

cistationina sistetasa, la cual actúa en<br />

el paso del aminoacido esencial<br />

metionina a cisteina,<br />

en el que la<br />

vitamina<br />

B6 actúa, además, como<br />

catalizador.<br />

La homocistina y la metionina se<br />

acumulan en el suero y líquido<br />

cefalorraquideo, con un consiguiente<br />

aumento en la eliminación urinaria. Los<br />

pacientes afectos de homocistinuria no<br />

se encuentra cistionina en el encéfalo,<br />

que es normalmente el aminoácido<br />

libre que se halla en mayor proporción.<br />

20.5.2. Bases genéticas:<br />

Autosómica recesiva, con una<br />

recurrencia<br />

embarazo.<br />

del 25 % con cada<br />

20.5.3.<br />

Diagnóstico:<br />

Las manifestaciones clínicas de la<br />

homocistinuria son muy similares a las<br />

de la enfermedad de Marfan, con<br />

análogas alteraciones en el crecimiento<br />

y desarrollo y manifestaciones en el<br />

sistema nervioso (retraso mental en un<br />

60 % de los casos), aparato<br />

cardiovascular y en el esqueleto. De<br />

aquí su interés desde el punto de vista<br />

osteoarticular.<br />

Los<br />

afectados ofrecen un aspecto<br />

normal<br />

al nacimiento y hasta en los<br />

primeros<br />

meses de la vida; las primeras<br />

manifestaciones<br />

son un retraso en la<br />

aparición<br />

de la marcha, la cual se hace<br />

insegura<br />

por la acentuada laxitud<br />

articular y genu valgo. A medida que<br />

van<br />

pasando los años, destaca la<br />

desproporcionada longitud de las<br />

extremidades gráciles y poco<br />

musculadas, con el aspecto<br />

dolicoestomatomegálico o<br />

aracnodactílico del Marfan. Aparecen<br />

igualmente escoliosis, deformaciones<br />

torácicas como “pectum excavatum o<br />

carino”, codo en cúbito valgo y los pies<br />

planovalgos o cavos.<br />

Es el genu valgo y el pie evertido a la<br />

marcha los rasgos más característicos<br />

y más acusados de laxitud articular,<br />

pues<br />

las manos pueden presentar<br />

por<br />

el contrario una movilidad restringida, lo<br />

que puede servir para hacer el<br />

diagnostico diferencial clínico con la<br />

enfermedad de Marfan.


Por otro lado, la facies es bastante<br />

característica, inexpresiva y<br />

demacrada,<br />

con rosetas malares,<br />

prognatismo<br />

mandibular y mal oclusión<br />

dentaria.<br />

Es frecuente la miopía por<br />

luxación<br />

del cristalino; en algún caso se<br />

complica,<br />

además, con cataratas o<br />

glaucoma<br />

congénito.<br />

Todos los aspectos presentan un<br />

cierto<br />

grado de oligofrenia, que ya en<br />

las primeras edades se exagera con la<br />

alteración disartrica<br />

del lenguaje y el<br />

retraso en el aprendizaje de la marcha,<br />

dificultad<br />

además debida muchas<br />

veces<br />

a un estado de espasticidad, a<br />

esta edad, de las extremidades<br />

interiores.<br />

En algún caso hay accesos<br />

epilepticos<br />

con un EEG típico.<br />

Para el diagnóstico de la<br />

homocistinuria se valoran las cifras<br />

metionina<br />

sérica. Cifras por encima de<br />

los 2mg/dl son patognomonicos de la<br />

enfermedad, mientras que valores<br />

entre 1 y 2 mg/dl pueden indicar<br />

también una enfermedad hepática u<br />

otros defectos del metabolismo de la<br />

metionina. Otra determinación a<br />

efectuar son los valores de homocistina<br />

en la orina. Sin embargo, la presencia<br />

de la misma no permite distinguir una<br />

homocistinuria de una cistinuria, para lo<br />

que se requiere una diferenciación<br />

electroforética.<br />

20.5.4. Tratamiento:<br />

El tratamiento medicamentoso puede<br />

tener una intención etiopatogénica; en<br />

este<br />

sentido, pueden actuar las dietas<br />

alimenticias con restricción de aquellos<br />

que tienen metionina, la administración<br />

de vitamina B6 y de ácido fólico, ya que<br />

este último estimula el paso de la<br />

homocistina a metionina.<br />

409<br />

20.5.5. Pronóstico:<br />

El riesgo vital de los afectos de<br />

homocistinuria están en la frecuencia<br />

con que presentan trombosis<br />

venosas y<br />

arteriales,<br />

con cuadros de hemiplejía,<br />

embolia pulmonar, trombosis<br />

mesentéricas e infarto miocárdico, etc,<br />

en edades juveniles. La aparición de la<br />

trombosis puede estar desencadenada<br />

por una intervención quirúrgica; de aquí<br />

el particular riesgo quirúrgico de los<br />

afectos de homocistinuria.<br />

Esta<br />

predisposición trombótica está en<br />

relación en relación, al parecer, con<br />

una anormal adhesividad plaquetaria<br />

junto a una alteración en la capa<br />

elástica de la pared vascular.


21.1. Introducción:<br />

Como su origen griego indica, la<br />

palabra dis-plasia significa un defecto<br />

en la formación y, por tanto, prejuzga el<br />

que debe tratarse de un grupo<br />

nosográfico que afecta a un<br />

determinado grupo de enfermedades<br />

que se presentan durante el desarrollo<br />

o crecimiento del cuerpo humano.<br />

Sin embargo, otros dos conceptos,<br />

similares en algunos aspectos, como<br />

son distrofia y disóstosis, contribuyen a<br />

complicar la clasificación de este grupo<br />

de enfermedades. Creemos, por tanto,<br />

que es importante antes de iniciar el<br />

estudio de este tema, precisar el exacto<br />

contenido de cada uno de estos tres<br />

vocablos.<br />

Por displasia hay que entender<br />

una<br />

afectación en el desarrollo del<br />

esqueleto, por alteración intrínseca en<br />

la formación y modelado del hueso, por<br />

lo que todos los huesos del esqueleto<br />

resultarán afectos, si bien con distinta<br />

intensidad. Son de origen genético y la<br />

causa del trastorno íntimo óseo es, al<br />

parecer, enzimática. Localizadas en el<br />

hueso en desarrollo están inferidas por<br />

los factores de amplificación<br />

y<br />

polaridad<br />

a que haremos mención más<br />

adelante.<br />

Por osteodistrofia hay que entender<br />

un grupo de afecciones que llevan a la<br />

deformidad de los huesos en el curso<br />

del desarrollo y modelación esquelética<br />

por una perturbación nutritiva,<br />

fundamentalmente extrínseca al hueso<br />

(alteraciones<br />

metabólicas, hormonales,<br />

vitamínicas, etc). La afectación en los<br />

diversos huesos es irregular, pues<br />

depende del estado de crecimiento en<br />

que se encuentren. No está sujeta<br />

a los<br />

factores<br />

de polaridad y amplificación<br />

como en las displasias.<br />

Las disostosis son, más bien,<br />

malformaciones esqueléticas<br />

regionales más o menos localizadas,<br />

como consecuencia de alteraciones<br />

hereditarias en la morfogénesis de los<br />

distintos<br />

patrones mesenquimatosos o<br />

CAPITULO 21. DISPLASIAS<br />

OSEAS<br />

410<br />

ectodérmicos.<br />

Es habitualmente<br />

unilateral<br />

o periférica en su distribución.<br />

Indudablemente<br />

todos estos grupos<br />

están<br />

ligados entre sí por el hecho de<br />

su condición posiblemente genotípica,<br />

siendo<br />

la alteración o mutación génica<br />

el “ primum movens” de todo el proceso,<br />

bien<br />

sea por una alteración en la<br />

formación<br />

o “troquelado” de una<br />

proteina<br />

estructural, por el transtorno<br />

metabólico<br />

que origina una alteración<br />

enzimática<br />

o simplemente, por la<br />

alteración<br />

hereditaria de la<br />

morfogénesis<br />

embriológica.<br />

21. 2. Clasificación de las displasias<br />

óseas:<br />

1.2.1. Historia:<br />

2<br />

Uno de los primeros interesados en<br />

este tema fue Sir Thomas Fairbank y<br />

sentó las bases de esta tarea en su<br />

Atlas of General Affections of the<br />

Skeleton. Después de él continuaron la<br />

tarea, con contribuciones<br />

fundamentales, otros investigadores,<br />

como Lamy y Maroteaux en Francia,<br />

Wiedemann y Spranger en Alemania y<br />

McKusick en Estados Unidos.<br />

La fundación The March of Dimes en<br />

Estados Unidos auspició una serie de<br />

reuniones para tratar el tema de<br />

defectos congénitos, y preparó el<br />

terreno para que se elaborara una<br />

clasificación y así terminara la<br />

confusión que existía en el tema de las<br />

displasias hereditarias de hueso.<br />

La European Society of Paediatric<br />

Radiologists pudo formular una<br />

Nomenclatura Internacional de<br />

Transtornos Constitucionales de<br />

Huesos y que en la Tabla I, se presenta<br />

una versión actualizada de ella.<br />

Como podemos ver, en lugar de<br />

“enanismo” se utilizó el término de<br />

displasia y se usa cuando son<br />

generalizados los cambios que en el<br />

esqueleto impone el desarrollo; se<br />

utiliza el término disostosis cuando los<br />

cambios afectan un solo hueso o a un


segmento del esqueleto. La<br />

malformación denota una anormalidad<br />

primaria del desarrollo, en tanto que<br />

deformidad indica un cambio en la<br />

estructura de un hueso que era normal.<br />

Sin embargo y a pesar de ser todas<br />

ellas unas clasificaciones excelentes,<br />

son extraordinariamente difíciles de<br />

memorizar y poco didacticas para<br />

aquellos profesionales que por su<br />

formación y/o especialidad tengan la<br />

ocasión de diagnosticar y/o tratar<br />

alguno de estos transtornos genéticos.<br />

Sin embargo, en 1964, Rubin agrupó<br />

las displasias óseas con arreglo a la<br />

distribución anatómica de los cambios<br />

óseos, en su texto Dynamic<br />

Classification<br />

of Bone Dysplasias. Esta<br />

clasificación, a pesar de las muchas<br />

objeciones teóricas que se le han<br />

formulado, permite explicar la<br />

“patogenia” de las displasias y la<br />

topografía de las mismas, siendo al<br />

mismo tiempo la base de una<br />

clasificación dinámica que, si es<br />

discutible desde el punto de vista<br />

conceptual, permite una exposición<br />

ordenada y sistemática de la mayor<br />

parte<br />

de las displasias óseas.<br />

Asimismo, presenta características<br />

nemotécnicas que la conceden<br />

manifiesta utilidad para la práctica<br />

clínica (Figura 21.1).<br />

Figura 21.1.. Correlación ana<strong>tomo</strong>histológica<br />

según Rubin, para explicar la<br />

etiología de las displasias óseas.<br />

411<br />

El genetista, el bioquímico, el<br />

enzimólogo, el patólogo, podrán, con<br />

toda justicia, poner objeciones muy<br />

justificadas a la clasificación de Rubin,<br />

pero el cirujano ortopédico hallará en<br />

ella una válida ayuda para la<br />

comprensión y clasificación de un<br />

grupo de enfermedades tan polimorfas<br />

como<br />

las displasias óseas.<br />

21.2.2. Clasificación de Rubin de las<br />

displasias<br />

óseas:<br />

Este autor americano, comienza su<br />

estudio reconsiderando la terminología<br />

de los procesos de<br />

remodelamiento<br />

óseo que llevan el hueso desde su<br />

esquema embrionario hasta la forma<br />

adulta, deteniéndose con especial<br />

detalle en la fase de máximo<br />

crecimiento del mismo que está<br />

representado,<br />

por la presencia y la<br />

función, del cartílago de crecimiento<br />

(Figura 21.2.). Así, para la epífisis,<br />

aunque el crecimiento del núcleo<br />

epifisario es evidentemente excéntrico<br />

y teóricamente simétrico, acaba, al final<br />

del esbozo epifisario, por representar<br />

una hemiesfera, por la que la función<br />

de remodelado a nivel epifisario está<br />

representada por la Hemiesferización.<br />

El cartílago de crecimiento o fisis,<br />

cumple la misión fundamental del<br />

crecimiento en longitud y además de la<br />

anchura de la propia placa epifisaria del<br />

hueso. Su función preponderante será,<br />

por tanto, el Crecimiento.<br />

A nivel de la metáfisis, el remodelado<br />

óseo tiene que cumplir,<br />

fundamentalmente, con la misión de<br />

adaptar el diámetro y anchura notables<br />

de la parte proximal de la metáfisis,<br />

yuxtafisaria,<br />

a la anchura más reducida<br />

de la parte distal yuxtadiafisaria. Se<br />

trata de “adelgazar” la metáfisis, y su<br />

forma anatómica recuerda a la de una<br />

pirámide invertida o un embudo<br />

(funnel), y la “funnelización” es el papel<br />

preponderante del remodelado óseo de<br />

la metáfisis. Palabra de difícil<br />

traducción en castellano, debemos<br />

traducirla por embudización, término<br />

poco afortunado, pero que refleja<br />

exactamente el concepto que el autor<br />

ha querido darle, mejor que el más


genérico de “constricción” con que<br />

clásicamente se le designa.<br />

Por último, la parte diafisaria del<br />

esbozo óseo está sometida a un<br />

proceso de remodelado entre las dos<br />

capas membranosas del endostio y del<br />

periostio, que tienden, por un lado, a<br />

aumentar la cavidad medular, y por otro<br />

a engrosar la cortical por la acción<br />

sinérgica y contraria de los<br />

osteoclastos y los osteoblastos, por lo<br />

que la diáfisis tiene tendencia a<br />

parecerse a un tubo, y la palabra<br />

cilindrización define exactamente el<br />

resultado del remodelado óseo a este<br />

nivel.<br />

Queda, pues, el remodelado óseo del<br />

primitivo esbozo óseo, localizado<br />

topograficamente como sigue:<br />

HEMIESFERIZACION ...... Epífisis<br />

CRECIMIENTO……........... Fisis<br />

EMBUDIZACION............... Metáfisis<br />

CILINDRIZACION .............. Diáfisis<br />

Funciones todas ellas que van a<br />

concluir con el tiempo en el esbozo de<br />

un hueso definitivo y correctamente<br />

formado. El esquema de la figura 21.2,<br />

aclara mejor los conceptos expuestos.<br />

Figura 21.2. Correlación<br />

ana<strong>tomo</strong>fisiológica según Rubin de la<br />

etiopatogenia de las displasias óseas.<br />

412<br />

De acuerdo con las ideas expuestas,<br />

un poco esquemáticamente, Rubin<br />

admite que los diversos tipos de<br />

displasias que más tarde veremos en<br />

su clasificación (Tabla I), son<br />

producidas por la alteración del<br />

modelado de una determinada zona de<br />

crecimiento del hueso, epífisis, fisis,<br />

metáfisis ó diáfisis, pero teniendo en<br />

cuenta que el transtorno es la<br />

expresión de un factor actuando sobre<br />

un órgano en crecimiento, que no crece<br />

todo por igual, que no crece tampoco<br />

uniformemente a lo largo del desarrollo y<br />

que existen huesos en las<br />

extremidades cuyo índice de<br />

crecimiento es superior de otros.<br />

Tabla<br />

21.I.<br />

Clasificación de las<br />

displasias óseas según Rubin.<br />

I. Displasias Epifisarias:<br />

A) Hipoplasias epifisarias:<br />

1) Deficiencia del cartílago<br />

articular: displasia<br />

espondiloepifisaria congénita y<br />

tardía.<br />

2) Deficiencia de osificación del<br />

centro epifisario: displasia<br />

epifisaria múltiple congénita y<br />

tardía.<br />

B) Hiperplasia epifisaria:<br />

1) Exceso de cartílago articular:<br />

displasia<br />

hemimélica.<br />

epifisaria<br />

II. Displasias de la fisis:<br />

A) Hipoplasia fisarias:<br />

1) Deficiencia del cartílago<br />

proliferativo: acondroplasia<br />

congénita y tardía.<br />

2) Deficiencia del cartílago<br />

hipertrófico: disostosis<br />

metafisaria congénita y tardía.<br />

B) Hiperplasias fisarias:<br />

1) Exceso de cartílago<br />

proliferativo:<br />

hipercondroplasia.<br />

2) Exceso de cartílago<br />

hipertrófico: encondromatosis.<br />

II I. Displasias metafisarias:<br />

A)<br />

Hipoplasia metafisarias:<br />

1) Deficiencia para la formación<br />

de esponjosa primaria:


hipofosfatasia<br />

tardía.<br />

congénita y<br />

2) Deficiencia para<br />

la absorción<br />

de la esponjosa primaria:<br />

osteopetrosis<br />

tardía.<br />

congénita y<br />

3) Deficiencia para la absorción<br />

de la esponjosa secundaria:<br />

displasia craneometafisaria<br />

congénita y tardía.<br />

B) Hiperplasias metafisarias:<br />

1) Esponjosa excesiva: exóstosis<br />

múltiples.<br />

IV. Displasias d iafisarias:<br />

A) Hipoplasias diafisarias:<br />

1) Deficiencia en la formación de<br />

hueso perioóstico:<br />

osteogénesis imperfecta<br />

congénita y tardía.<br />

2) Deficiencia en la formación de<br />

hueso endostico: osteoporosis<br />

idiopática congénita y tardía.<br />

C) Hiperplasias diafisarias:<br />

1) Formación<br />

excesiva de<br />

periostio: displasia diafisaria<br />

progresiva.<br />

2) Formación excesiva de<br />

endostio: hiperfosfatemia.<br />

Para comprender<br />

pues, el<br />

determinismo pa<strong>tomo</strong>rfológico de las<br />

diversas displasias hay que tener en<br />

cuenta tres factores<br />

fundamentales:1) Amplificación, 2)<br />

Polaridad, 3) Tiempo.<br />

El primer concepto, amplificación,<br />

explica el aparentemente paradójico<br />

hecho de que un transtorno general,<br />

como el genético, que está en la base<br />

de la mayor parte de las displasias,<br />

resulte más evidentemente en áreas,<br />

zonas o huesos determinados. Esto se<br />

justifica por el hecho de que el hueso<br />

que crece en mayor proporción debe<br />

mostrar los cambios más acentuados,<br />

ya que en él se “amplifica” o magnifica<br />

el mismo defecto hasta un grado más<br />

acentuado. Este es un hecho<br />

clínicamente comprobado en la<br />

acondroplasia, donde son los huesos<br />

largos proximales (húmeros,<br />

fémures)<br />

los más afectados por los transtornos.<br />

El concepto de polaridad se deduce<br />

del hecho de que en todo hueso largo<br />

413<br />

las dos epífisis no crecen en la misma<br />

proporción a lo largo del desarrollo<br />

esquelético. Hay siempre que tener<br />

presente la idea de la “epífisis fértil”, es<br />

decir, aquella a la que corresponde el<br />

mayor porcentaje del crecimiento<br />

longitudinal del hueso.<br />

Por último, tanto la polaridad como la<br />

amplificación, necesitan del tiempo<br />

para manifestarse. Cuando más<br />

precozmente actúe el transtorno<br />

genético o, dicho en otras palabras,<br />

cuando más profunda sea su<br />

penetración, en cuya base está el<br />

transtorno enzimático o metabólico,<br />

tanto más “florido” será el cuadro<br />

clínico de la displasia. De ello se<br />

deduce que en todas las displasias<br />

habrá una variedad “congénita” y otra<br />

“tarda”, en la nomenclatura de Rubin,<br />

aunque como ya hemos explicado y<br />

sabemos, todas ellas tienen una base<br />

congénita y genotípica en su etiología.<br />

El fenotipo que resulte de la acción del<br />

gen será siempre el resultado<br />

exponencial del tiempo transcurrido<br />

durante su acción.<br />

21.2.3. Consideraciones generales<br />

en el diagnóstico de las displasias<br />

óseas:<br />

• Anamnesis<br />

y exploración física:<br />

El cuadro más común en las displasias<br />

óseas y en las osteopatías endocrinas<br />

y metabólicas es la talla pequeña<br />

(proporcionada o desproporcionada),<br />

las deformidades del cráneo o huesos<br />

planos o largos, el dolor y las fracturas.<br />

- El individuo puede tener talla corta<br />

(proporcionada o<br />

desproporcionada), o en ocasiones<br />

ser muy alto. Por esta razón, el<br />

primer paso es mediar la talla del<br />

niño en la bipedestación y en la<br />

posición sedente, y compararla con<br />

las cifras normales establecidas. En<br />

segundo lugar, el médico detecta<br />

cualquier desproporción entre la<br />

longitud del tronco y la de los<br />

miembros inferiores. El plano<br />

divisorio entre los segmentos<br />

superior e inferior es la porción<br />

superior de la sínfisis del pubis. En<br />

circunstancias normales, la


distancia que media entre los dos<br />

brazos en extensión es casi igual a<br />

la estatura del paciente.<br />

- Las deformidades incluyen<br />

anormalidades de la cara o los<br />

oidos, deformación de la cabeza<br />

como dolicocefalia o cráneo<br />

protuberante; agrandamiento de las<br />

epífisis; deformidades angulares de<br />

los miembros como genu varo,<br />

valgo o recurvatum, dismetría de<br />

extremidades<br />

inferiores;<br />

anormalidades de manos y pies,<br />

polidactilia,<br />

dedos, etc.<br />

contractura de los<br />

- El dolor por lo común no es un<br />

signo de displasia, pero en<br />

-<br />

osteopatías metabólicas como el<br />

raquitismo puede haber<br />

dolor óseo<br />

profundo. Puede tener suficiente<br />

intensidad para que el niño se<br />

despierte por la noche y necesite<br />

analgésicos.<br />

Las fracturas pueden ser el primer<br />

signo de osteoporosis<br />

ósea u otra<br />

displasia esquelética (osteogenesis<br />

imperfecta, etc).<br />

- Otras observaciones a valorar en la<br />

inspección, son los ojos en busca<br />

de calcificaciones de la córnea, el<br />

color de la esclerótica y si hay<br />

opacidades corneales. Asimismo,<br />

hay que revisar los dientes en<br />

busca de anormalidades.<br />

• Exploración radiográfica:<br />

E l estudio radiográfico en las displasias<br />

óseas debe consistir en ocho<br />

proyecciones:<br />

1. Anteroposterior del cráneo.<br />

2. Lateral del cráneo.<br />

3. Perfil de toda la columna.<br />

4. Anteroposterior de tórax (debe<br />

incluir los hombros y las clavículas)<br />

5. Anteroposterior de la pelvis (debe<br />

incluir ambas caderas y la sínfisis<br />

del pubis).<br />

6. Anteroposterior de una rodilla.<br />

7. Anteroposterior de un antebrazo<br />

que incluya codo y muñeca.<br />

8. Anteroposterior de una mano (de<br />

preferencia la izquierda).<br />

414<br />

En entidades específicas están<br />

indicados otros estudios radiográficos<br />

como la gammagrafía ósea con Tc, la<br />

TAC y/o RMN.<br />

• Estudios bioquímicos:<br />

Los estudios del plasma deben incluir<br />

la medición del<br />

valor de calcio, fosfato<br />

in<strong>org</strong>ánico<br />

y fosfatasa alcalina y a<br />

veces magnesio y otros metales<br />

como<br />

el<br />

plomo.<br />

Los estudios en orina son de enorme<br />

importancia<br />

y hay que incluirlos en la<br />

investigación diagnóstica en caso de<br />

osteopatías. En la orina habrá que<br />

medir las tasas de excreción de calcio,<br />

creatinina e hidroxiprolina.<br />

• Biopsia de hueso:<br />

Reservada en aquellos casos en los<br />

que<br />

la clínica junto con los estudios<br />

radiográficos y bioquímicos no lleguen<br />

a un diagnóstico<br />

cierto. En general, la<br />

biopsia se realiza a nivel de la cresta<br />

ilíaca, aunque puede practicarse en<br />

otras localizaciones, según los cambios<br />

patológicos advertidos en la<br />

radiografía.<br />

21.2.4. Displasias epifisarias<br />

21.2.4.1. Hipoplasias epifisarias<br />

21.2.4.1.1.<br />

Displasia<br />

espondiloepifisaria<br />

Todos los trastornos incluidos en este<br />

grupo se deben a un defecto en<br />

el gen<br />

del colágeno tipo II.<br />

Según<br />

la herencia se distinguen dos<br />

tipos:<br />

a) Congénita (1-2/millón):<br />

autosómica<br />

dominante (muchas son<br />

esporádicas).<br />

b) Tardía (3-4/millón): recesiva ligado<br />

al sexo.<br />

Por lo que hace referencia al<br />

diagnóstico, la edad de presentación es<br />

a los 3-4 años para la congénita con<br />

una misma proporción hombre/mujer, y<br />

a los 5-10 años para la tardía,<br />

afectándose sólo los hombres.<br />

Puesto que la displasia de tipo<br />

congénito es la más frecuente es a la<br />

que nos referiremos al hablar de su<br />

clínica. En este trastorno existe un


enanismo que se manifiesta después<br />

del primer o segundo año de vida, con<br />

extremidades largas en comparación<br />

con el tronco. La parte media de la cara<br />

es<br />

aplanada y el tórax tiene forma de<br />

barril. Las manos y los pies suelen ser<br />

normales, pero puede observarse un<br />

pie equinovaro. Generalmente hay un<br />

aumento de la lordosis lumbar, ya sea<br />

primaria o debido a contracturas de<br />

flexión de la cadera.<br />

En cuanto a los signos radiográficos,<br />

los ileones son cuadrados y las epífisis<br />

presentan un retardo de la osificación y<br />

están fragmentados. En la cadera, ello<br />

puede confundirse con una enfermedad<br />

de<br />

Perthes bilateral, pero el carácter<br />

sincrónico de las alteraciones, así<br />

como la presencia del<br />

alteraciones en<br />

otras<br />

epífisis, deben ser una clave para<br />

el diagnóstico (Figura 21.3).<br />

Figura 21.3. Irregularidad de las epífisis<br />

femorales y tibiales en la displasia<br />

espondiloepifisaria.<br />

Puede haber también coxa vara. Las<br />

metáfisis de los huesos largos pueden<br />

presentar una irregularidad leve. Los<br />

cuerpos<br />

vertebrales son inicialmente<br />

415<br />

biconvexos, pero se aplanan<br />

progresivamente con la edad, y las<br />

placas terminales pasan a ser<br />

irregulares (Figura 21.4).<br />

Figura 21.4. Aplanamiento de los cuerpos<br />

verterales<br />

(platispondilia) en la displasia<br />

espondiloepifisaria.<br />

La odontoides puede ser hioplásica o<br />

inexistente,<br />

lo cual provoca una<br />

inestabilidad<br />

que puede causar un<br />

compromiso neurológico, incluso en el<br />

niño pequeño (Figura 21.5).<br />

Figura 21.5. Hipoplasia de la odontoides<br />

en un niño con una displasia<br />

espondiloepifisaria, lo cual provoca<br />

una<br />

luxación atlantoaxoidea con compresión<br />

medular.


Los problemas ortopédicos derivan<br />

fundamentlmente<br />

de los procesos<br />

artrósicos<br />

a nivel de caderas y rodillas,<br />

los cuales pueden tratarse mediante<br />

artroplastias, aun cuando la practica de<br />

osteotomías,<br />

tanto a nivel del fémur<br />

para el tratamiento de la coxa vara,<br />

como en las rodillas para corregir las<br />

alteraciones<br />

angulares, pueden retrasar<br />

la aparición de los citados fenómenos<br />

degenerativos. Sin embargo, el<br />

problema más grave es la inestabilidad<br />

atlantoaxoidea, la cual, en presencia<br />

de<br />

signos neurológicos, deberá tratarse<br />

con artrodesis atlantooccipital.<br />

21.2.4.1.2. Displasia epifisaria<br />

múltiple<br />

Esta displasia ósea relativamente<br />

frecuente (10-15 casos/millón), puede<br />

ser congénita o tardía, siendo la<br />

herencia autonómica dominante (en<br />

algunos casos puede ser autosómico<br />

recesivo). La proporción<br />

entre hombre/mujer es la misma.<br />

La edad en la cual se efectúa el<br />

diagnóstico suele detectarse entre los 5<br />

y 10 años de edad.<br />

El defecto básico es la perturbación<br />

del desarrollo de los centros de<br />

osificación epifisarios. La osificación<br />

endocondral está des<strong>org</strong>anizada y las<br />

células de cartílago epifisario son<br />

irregulares. En cambio el cartílago<br />

articular es normal, aunque<br />

puede<br />

mostrar deformidades en forma<br />

secundaria y en una etapa ulterior de la<br />

vida, ya que los pacientes no tienen el<br />

apoyo óseo necesario. El número de<br />

epífisis afectadas varía, y entre los<br />

sitios más comunes están la cabeza del<br />

fémur y el húmero.<br />

La talla de los pacientes se sitúa en el<br />

límite inferior de la normalidad, con<br />

acortamiento de extremidades variable<br />

pero con tronco de tamaño normal<br />

(Figura 21.6).<br />

Figura 21.6. Displasia epifisaria múltiple.<br />

416<br />

Afecta la mayor parte de las veces a<br />

las caderas y rodillas. El dolor articular,<br />

la rigidez y el genu valgo pueden ser<br />

las manifestaciones iniciales, puesto<br />

que se va instaurando una artrosis<br />

secundaria por la irregularidad de las<br />

epífisis. Los pacientes pueden ser<br />

diagnosticados inicialmente de<br />

enfermedad de Perthes. Ello debe<br />

motiva r un estudio óseo co mpleto. Al<br />

respecto, radiográficamente<br />

se<br />

observan alteraciones epifisarias<br />

bilaterales, principalmente en caderas,<br />

rodilla s y tobillos (Figura 21. 7).<br />

Figura 21.7. Alteración de las epífisis de<br />

las rodillas en un niño con displasia<br />

epifisaria múltiple.


Asimismo, se objetiva una aparición varón, con una proporción<br />

tardía de los<br />

centros de osificación hombre/mujer de 3:1.<br />

epifisario,<br />

con epífisis irregulares y La patogenia es similar a la exóstosis<br />

aplanadas.<br />

En la mitad de los casos se osteocartilaginosa,<br />

es decir, masa<br />

advierte<br />

oblicuidad mediolateral de la pediculada<br />

con un capuchón gelatinoso<br />

porción distal de la tibia, con cambios o una superficie articular un poco<br />

secundarios<br />

adaptativos del astrágalo. irregular y agrandada.<br />

La imagen<br />

En el tratamiento es importante evitar histológica de la lesión es identica a la<br />

el exceso de peso corporal. Un error del osteocondroma.<br />

frecuente es calificar el cuadro como La afección, de manera característica,<br />

enfermedad de Perthes y tratar<br />

es unilateral, y afecta a un miembro<br />

innecesariamente<br />

las caderas con inferior, fundamentalmente a nivel de<br />

diversas ortesis inmovilizadoras o de tobillo y la rodilla.<br />

recentraje, pues no hay dato de que los Tal como se ha comentado,<br />

suele<br />

dispositivos en cuestión modifiquen el manifestarse a partir de los 2 años de<br />

curso de la enfermedad. El movimiento edad.<br />

Generalmente el niño consulta<br />

pasivo continuo de las articulaciones por una deformidad y limitación del<br />

mayores y en particular la cadera y movimiento<br />

de la articulación afecta<br />

rodillas, es útil a veces en la (generalmente<br />

el tarso y la rodilla), con<br />

remodelación. La osteotomía pélvica<br />

dolor<br />

más o menos variable.<br />

puede<br />

estar indicada si la En las radiorafías, se observan zonas<br />

incongruencia articular<br />

y el dolor y la de radioopacidad irregulares y<br />

incapacidad<br />

son intensos. La artrosis multicéntricas<br />

junto a la epífisis o los<br />

degenerativa se trata de manera huesos<br />

tarsianos afectados. En la<br />

sintomática y más tarde por artroplastia adolescencia<br />

y en la edad adulta, la<br />

total.<br />

lesión<br />

se observa como una masa<br />

La dismetría de extremidades hay que irregular<br />

similar a una exóstosis. Sin<br />

vigilarla<br />

estrechamente, practicándose embargo, a diferencia de ésta, la masa<br />

epifisiodesis del miembro contralateral sobresale desde la epífisis y no de la<br />

largo, en el nivel y edad apropiados<br />

para igualar la longitud de ambas<br />

metáfisis<br />

o la diáfisis (Figura 21.8).<br />

extremidades. La osteotomía en<br />

angulación puede convenir para<br />

corregir la coxa<br />

vara y el genu varo o<br />

valgo.<br />

21. 2.4.2. Hiperplasias epifisarias.<br />

21. 2.4.2.1. Displasia epifisaria<br />

hemimélica<br />

Conocida también como enfermedad<br />

de Trevor, Tarsomegalia ó Aclasia<br />

epifisaria, es un trastorno óseo que<br />

tiene un carácter hereditario no<br />

demostrado. Su frecuencia es<br />

desconocida, aunque es muy<br />

infrecuente. Al respecto y hasta el año<br />

1994,<br />

solo se habían publicado 110<br />

casos.<br />

La edad de presentación de la<br />

sintomatología es entre los 2 y 14 años,<br />

aunque se han comunicado casos en el<br />

recién nacido y en la edad adulta, y en<br />

cuanto al sexo, es más<br />

común en el<br />

417<br />

Figura<br />

21.8. Displasia epifisaria<br />

hemimélica<br />

con afectación de la rodilla.<br />

Obsérvese<br />

la presencia de una masa<br />

irregular<br />

en la zona epifisaria distal del<br />

fémur.<br />

Es útil practicar TAC y RMN para<br />

delimitar<br />

perfectamente la lesión.


En cuanto al tratamiento, la exéresis<br />

de la lesión es recomendable cuando<br />

interfiere<br />

en el movimiento articular o<br />

produce deformidad<br />

grave. Sin<br />

embargo, la recidiva es común ya que<br />

el plano de la exéresis no está<br />

perfectamente<br />

definido.<br />

Asimismo<br />

hay que vigilar si se<br />

desarrolla<br />

una dismetría de<br />

extremidades<br />

inferiores y practicar una<br />

epifisiodesis<br />

cuando el niño tiene la<br />

edad<br />

esquelética apropiada para<br />

igualar<br />

los miembros inferiores.<br />

21. 2.5. Displasias fisarias<br />

21.2.5.1. Hipoplasias fisarias<br />

21. 2.5.1.1. Acondroplasia<br />

Sin lugar a dudas, la acondroplasia es<br />

la más recuente de las displasias<br />

óseas.<br />

Se transmite de forma<br />

autonómica<br />

dominante, aunque dos<br />

terceras partes de los casos aparecen<br />

por nuevas mutaciones;<br />

la edad<br />

avanzada<br />

de los progenitores<br />

constituye un factor de riesgo.<br />

Se estima que la frecuencia de este<br />

trastornos es de 0.5 – 1.5/10.000, con<br />

una proporción hombre/mujer 1/1.<br />

Los pacientes pueden ser<br />

identificados<br />

al nacer, debido a las<br />

características clínicas que presenta.<br />

Así, se observa un abombamiento<br />

frontal, hipoplasia de la parte media de<br />

la cara y el gran acortamiento de las<br />

extremidades,<br />

fundamentalmente de<br />

las porciones proximales del húmero y<br />

del fémur. Todo ello hace que se<br />

aprecie un enanismo muy evidente, a<br />

expensas de los miembros inferiores<br />

(Figura<br />

21.9).<br />

Figura 21.9. Morfotipo de una paciente con<br />

acondroplasia. 418<br />

Aparte de las cracterísticas<br />

mencionadas, existe un aplnamiento<br />

del tórax, en ocasiones excavado. En la<br />

columna es cracterístic la hiperlordosis<br />

lumbar con un cierto componente de<br />

cifosis dorsolumbar.<br />

A nivel de la rodillas<br />

es frcuent la<br />

deformidd en varo y, en los codos,<br />

suele existir una contractura en flexión.<br />

Con respecto a las manos, éstas<br />

suelen ser cortas y anchas. El dedo<br />

medio es más corto que en la mano<br />

normal, porque los demás dedos tiene<br />

igual longitud (mano en “estrella de<br />

mar”). Los dedos medio y anular están<br />

separados y forman un espacio V al<br />

cual se le denomina “mano en tridente”<br />

(Figura 21.10).<br />

Figura 21.10. Mano en tridente en un<br />

paci ente con acondroplasia.<br />

Las personas<br />

afectadas por lo común<br />

gozan de buena salud y tienen<br />

una<br />

longevidad<br />

casi normal. Su inteligencia,<br />

además, es completamente normal.<br />

Los signos más característicos son:<br />

- Cráneo: acortamiento<br />

-<br />

extraordinario de la base. Agujero<br />

esfenoidal pequeño.<br />

Raquis: la hiperlordosis es muy<br />

común. La columna acondroplasica<br />

se caracteriza por la disminución<br />

progresiva de las distancias<br />

interpediculares desde la primera<br />

vértebra<br />

lumbar hasta la quinta<br />

(debido a la sinostosis temprana<br />

entre el cuerpo vertebral y su arco)<br />

(Figura 21.11).


Figura 21.11. Columna<br />

acondroplásica.<br />

Obsérvese la disminución<br />

progresiva,<br />

desde proximal a distal, de las distancias<br />

interpediculares.<br />

- Tórax y pelvis: disminución del<br />

diámetro anteroposterior a causa de<br />

las costillas cortas. Las alas del<br />

ilíaco muestran una configuración<br />

cuadrada, siendo su altura menor<br />

de lo normal. Techo del acetábulo<br />

ancho y plano. En la lactancia y<br />

niñez hay una forma “de pico” en el<br />

borde superior del cartílago<br />

-<br />

triradiado, el cual desaparece en la<br />

adolescencia.<br />

Extremidades: mayor afectación de<br />

los segmentos proximales (húmero<br />

y fémur) que los distales. Asimismo,<br />

las metáfisis<br />

están anchas, y el<br />

cuello del fémur corto. Las fisis<br />

muestran una muesca<br />

central o<br />

sumen forma en U (se advierte<br />

mejor en la rodilla) (Figura 21.12).<br />

Figura 21.12. Pelvis del acondroplasico.<br />

Obsérvese la forma cuadrada que adopan<br />

los huesos ilíacos así como el<br />

aplanamiento del techo de las cavidades<br />

cotioideas.<br />

419<br />

En cuanto al tratamiento, hay que tener<br />

presenta que la persona<br />

acondroplasica puede tener<br />

complicaciones neurológicas por el<br />

pequeño diámetro del conducto<br />

raquídeo y las múltiples roturas de los<br />

discos intervertebrales.<br />

No existe un tratamiento especifico de<br />

la enfermedad. La corrección de la<br />

deformidad de la tibia y el fémur en<br />

varo puede mejorar la imagen general,<br />

la marcha y la biomecánica de<br />

miembros inferiores. El alargamiento de<br />

los miembros para aumentar la talla y<br />

la longitud de los miembros superiores<br />

se practica cuando existe una gran<br />

incapacidad funcional por la pequeñez<br />

de las extremidades, o cuando hay<br />

notable deformidad<br />

de un miembro<br />

asimétricamente<br />

corto.<br />

21.2.5.1.2. Disostosis metafisaria<br />

Esta<br />

displasia, también denominada<br />

condrodisplasia metafisaria, se<br />

caracteriza<br />

por una deformidad<br />

metafisaria y una irregularidad<br />

adyacente a la fisis, con una afectación<br />

escasa<br />

o nula de las epífisis.<br />

Se han diferenciado varios tipos<br />

clínicos<br />

y señalado un número cada<br />

vez mayor de variedades. Excede de<br />

los límites de este apartado hacer una<br />

descripción detallada<br />

de estos<br />

transtornos, pero presentaremos<br />

solamente<br />

conocidos.<br />

los síndromes más<br />

- Tipo Jansen: es un trastorno<br />

autonómico dominante al que<br />

recientemente se ha relacionado<br />

con una mutación del receptor de la<br />

hormona<br />

paratifoidea. Se produce<br />

un acortamiento grave de las<br />

extremidades al nacer, con<br />

abombamiento frontal y<br />

micrognatia. Al crecer, aparece un<br />

arqueamiento de las diáfisis, como<br />

resultado del alargamiento de las<br />

metáfisis anormales. Se producen<br />

contracturas de flexión en las<br />

-<br />

articulaciones importantes.<br />

Tipo Schmid: es el tipo más común<br />

y el menos intenso. A veces se le<br />

confunde con la acondroplasia.<br />

Suele diagnosticarse entre los 3 y 5


años de edad, pues los pacientes<br />

presentan una estatura<br />

moderdamente corta, del tipo de<br />

extremidades (Figura 21. 13).<br />

también cortas<br />

Figura 21.13. Morfotipo de un niño con<br />

disostosis metafisaria tipo Schmid.<br />

Es un trastorno autonómico dominante<br />

con una mutación en el gen del<br />

colágeno tipo X. Los pacientes pueden<br />

presentar un genu varo, un aumento de<br />

la lordosis lumbar y una marcha en<br />

Trendelemburg. La fisis es ancha en<br />

comparación con los otros tipos, y las<br />

metáfisis están exacavadas y<br />

ensanchadas (Figura 21.14).<br />

Figura 21.14. Aspecto de las rodillas en<br />

disostosis metafisaria tipo Schmid.<br />

Obsérvese el aspecto de “copa”, semejante<br />

a los observado en el rquitismo.<br />

420<br />

En cuanto al tratamiento, lo único que<br />

se le puede ofrecer, si las<br />

deformidades de la cadera y rodilla son<br />

graves, es la osteotomía femoral<br />

proximal para el tratamiento de la coxa<br />

vara o la osteotomía tibial para el genu<br />

varo.<br />

- Tipo McKusick<br />

(hipoplasia de<br />

cartílago y pelo): generalmente se<br />

diagnostica también a la edad<br />

de 2<br />

o 3 años. Fue descrita por primera<br />

vez en la población Amish y es de<br />

transmisión autonómica recesiva.<br />

Un enanismo progresivo da lugar a<br />

una talla notablemente baja en la<br />

edad adulta. Los dedos de las<br />

manos son anchos. El pelo es fino,<br />

escaso, corto y quebradizo.<br />

También hay afección de cejas y<br />

pestañas. Un dato también<br />

frecuente del trastorno es la laxitud<br />

articular excesiva, aunque a nivel<br />

de los codos suele haber una<br />

limitación de la extensión. Las<br />

alteraciones radiográficas son<br />

semejantes a las observadas en el<br />

tipo Schmid.<br />

21.2.5.2. Hiperplasias fisarias<br />

21.2.5.2.1. Encondromatosis múltiple<br />

Denominada también enfermedad de<br />

Ollier, constituye un trastorno<br />

infrecuente que se caracteriza por la<br />

aparición de masas de cartílago<br />

intraóseas asimétricas. El proceso no<br />

se detecta al nacer, pero se presenta<br />

en los primeros años de la vida,<br />

planteando el problema de la<br />

discrepncia en la longitud de los<br />

miembros y de la deformidad de los<br />

mismos. La deformiddes angulares y el<br />

acortamiento rlativo de los miembros<br />

afectados pueden desarrollarse como<br />

resultado de un cese desigual o<br />

prematuro del crecimiento de la fisis.<br />

Una rara complicación en la vida adulta<br />

es la dgeneración maligna del<br />

encondroma a condrosarcoma.<br />

La asociación de una encondromatois<br />

múltiple con una angiomatosis de la<br />

mano, constituye el síndrome de<br />

Maffucci, en el cual se observa una


hipeplasia angiomatosa de las partes<br />

blandas con presencia de flebolitos.<br />

Como en esencia se trata de un<br />

condroma de asiento metafisario o<br />

yuxtadiafisario, el aspecto radiografico<br />

que ofrece es el de una imagen<br />

radiotraslúcida, con un aspecto<br />

pseudoquístico de trabéculas paralelas,<br />

en<br />

una posición excéntrica y hasta<br />

subcortical.<br />

En su asiento típico en las<br />

manos o en los pies, los encondromas<br />

asientas en la proximidad de la única<br />

fisis de los huesos tubulares<br />

correspondientes (metacarpianos,<br />

metatarsianos, falanges); cuando<br />

alcanzan su mayor tamaño llegan a<br />

insuflar por entero el hueso, al que<br />

deforman y acorta. El carácter<br />

asimétrico de esta displasia se<br />

confirma también en estas<br />

localizaciones distales, pues con<br />

frecuencia, una mano puede estar<br />

afecta en múltiples huesos, mientras la<br />

otra ser completamente normal<br />

(Figura 21.15).<br />

Figura 21.15. Encondromatosis múltiple.<br />

Obsérvese que mientras una mano está<br />

poliafectada por los encondromas, la otra<br />

está indemne.<br />

21.2.6. Displasias metafisarias<br />

21.2.6.1. Hipoplasias metafisarias<br />

21.2.6.1.1. Osteopetrosis<br />

También llamada Enfermedad de<br />

Albers-Schönberg o enfermedad de los<br />

huesos marmóreos, puede presentar<br />

dos tipos de herencia, la congénita,<br />

en<br />

421<br />

cuyo caso es autonómica recesiva,<br />

o<br />

tardía, que es autonómica dominante<br />

El trastorno en la forma congénita<br />

es<br />

excepcional,<br />

mientras que la tardía es<br />

más común.<br />

En la forma congénita, el diagnóstico<br />

se hace evidente en los primeros<br />

meses de la vida y suele ser mortal a<br />

corto plazo, mientras que la tardía<br />

puede pasar asintomática. En cuanto al<br />

sexo, existe una igual proporción<br />

hombre/mujer.<br />

Las cracterísticas clínicas de la<br />

osteopetrosis<br />

siguientes:<br />

congénita son las<br />

- Disfunción de la médula óseo y<br />

pancitopenia por la obliteración de<br />

la cavidad medular.<br />

- Aparición espontánea de<br />

equímosis, hemorragia anormal,<br />

-<br />

anemia progresiva.<br />

Hepatoesplenomegalia<br />

compensatoria.<br />

- Parálisis de los pares craneales II,<br />

III o VIII por hipertrofia ósea.<br />

- Fracturas patológicas.<br />

- Osteomielitis del maxilar inferior.<br />

- El paciente suele morir en el primer<br />

decenio de la vida por alguna<br />

infección y/o hemorragia.<br />

Las características clínicas de la<br />

osteopetrosis tardía son:<br />

- Edad de comienzo variable.<br />

- A menudo es asintomático toda la<br />

vida, detectandose en forma<br />

accidental cuando se hacen<br />

radiografías por otra causa.<br />

- En ocasiones, fractura<br />

patológica<br />

de algún hueso afectado.<br />

- Parálisis facial en raras ocasiones.<br />

En cuanto al patrón radiográfico, existe<br />

una radiopacidad aumentada de los<br />

huesos, especialmente las zonas<br />

diafisarias,<br />

donde resulta muy difícil<br />

apreciar<br />

la separación entre cortical y<br />

medular.<br />

La arquitectura normal está<br />

obliterada<br />

de forma que no hay<br />

diferencia<br />

entre el hueso cortical y el<br />

esponjoso<br />

(Figura 21.16).


Figura 21.16. Imagen radiográfica de los<br />

huesos en un niño afecto de osteopetrosis.<br />

Obsérvese<br />

el crácter marmóreo de los<br />

mismos con la obliteración total de las<br />

cavidades medulares.<br />

Aparte de las características<br />

comentadas, exiten otras que definen<br />

dicho trastornos. Así podemos<br />

encontrar:<br />

- Cráneo: esclerosis de la base y a<br />

nivel de las órbitas (en máscara de<br />

carnaval) (Figura 21.17).<br />

422<br />

Figura 21.17. Osteopetrosis del cráneo.<br />

Obsérvese la imagen que ofrecen las<br />

órbitas, semejando a una máscara de<br />

carnaval.<br />

- Raquis: imagen de la vértebras en<br />

“sandwich” o “jersey de rugby”<br />

(Figura 21.18).<br />

Figura 21.18. Aspecto de la columna<br />

vertebral en la osteopetrosis.


- Tórax y pelvis: imagen “de hueso<br />

dentro de hueso “.<br />

- Ensanchamiento terminal de las<br />

metáfisis (porción<br />

distal del fémur).<br />

En cuanto al tratamiento, en la forma<br />

maligna, mortal de osteopetrosis, el<br />

tratamiento se orienta a controlar la<br />

anemia. El único método eficaz sería el<br />

transplante de médula ósea.<br />

Las parálisis de pares craneales son<br />

tratadas por el neurocirujano al eliminar<br />

el hueso que comprime el nervio en su<br />

agujero de salida.<br />

Las fracturas se tratan por las<br />

técnicas habituales, y hay que recordar<br />

que es difícil perforar el hueso duro y<br />

ello causa problemas en la fijación<br />

interna. La consolidación de las<br />

fracturas suele ser lenta. La<br />

osteomielitis que por lo común<br />

abarca<br />

el maxilar puede requerir de oxígeno<br />

además de la incisión y drenaje<br />

quirúrgicos.<br />

21.2.6.2. Hiperplasias metafisarias<br />

21.2.6.2.1. Exostosis cartilaginosas<br />

múltiples<br />

También llamada aclasia diafisaria,<br />

discondroplasia deformante progresiva,<br />

ó exostosis multiple hereditaria,<br />

es una<br />

de las displasias más<br />

frecuentes<br />

observadas por los especialistas en<br />

cirugía ortopédica. Generalmente se<br />

trasmite de forma autonómica<br />

dominante, aunque el trastorno es<br />

genéticamente heterogeneo,<br />

observandose anomalías en distintos<br />

individuos en los cromosomas 8, 11 y<br />

19, a las que se designa con las siglas<br />

EXT1, EXT2 y EXT3. Ello puede<br />

explicar parte de la heterogeneidad<br />

fenotípica existente.<br />

Su frecuencia se considera que es de 9<br />

casos por millón. Es raramente<br />

evidente antes de los dos años. En<br />

cuanto al sexo, existe una mayor<br />

incidencia en varones que en mujeres<br />

en una proporción de 7/3.<br />

La manifestación característica de<br />

esta anomalía relativamente frecuente<br />

y deformante, consiste en el desarrollo<br />

gradual de múltiples excrecencias de<br />

423<br />

hueso y cartílago (exóstosis<br />

osteocartilaginosa) que surgen en la<br />

región metafisaria de los huesos largos,<br />

que es anormalmente ancha. El defecto<br />

subyacente es la carencia de actividad<br />

osteoclástica normal (aclasia) en el<br />

proceso de remodelado de la metáfisis<br />

durante el crecimiento longitudinal.<br />

Los problemas que derivan de la<br />

presencia de las exóstosis pueden<br />

dividirse en 4 categorías: (1)<br />

prominencias locales y síntomas de<br />

roce, (2) crecimiento asimétrico de<br />

dos segmentos óseos, tales como en<br />

antebrazo y la pierna, (3) dismetría de<br />

extremidades, y (4) degeneración<br />

tardía hacia un condrosarcoma.<br />

A pesar de ser una displasia<br />

congénita y hereditaria, la exóstosis<br />

múltiple no suele diagnosticarse hasta<br />

la segunda o tercera infancia, cuando<br />

las exóstosis han alcanzado un cierto<br />

tamaño que les hace destacar como<br />

una prominencia en el perfil del<br />

miembro en la proximidad de una<br />

articulación. En general, parecen<br />

aumentar su tamaño durante toda la<br />

época de crecimiento activo del<br />

esqueleto, aunque en la adolescencia<br />

el crecimiento de la tumoración se hace<br />

más lento y en la edad adulta parece<br />

estacionado.<br />

Por su localización y aparición, las<br />

tumoraciones tienden a ser simétricas,<br />

asentando con preferencia en la<br />

vecindad de las metáfisis vecinas a las<br />

rodillas, tobillos, hombros y muñecas;<br />

pueden también encontrarse en la<br />

palpación cuidadosa en las escapulas y<br />

costillas, y como hallazgo radiográfico<br />

en el ilíaco y en las vértebras.<br />

La presencia de exóstosis pueden<br />

originar complicaciones secundarias,<br />

como la disminución en longitud del<br />

hueso correspondiente y, en conjunto,<br />

cierto grado de enanismo del esqueleto<br />

en<br />

las formas muy<br />

diseminadas.<br />

En el antebrazo, el acortamiento<br />

relativo<br />

del cúbito con respecto al radio<br />

le impide articularse con el carpo,<br />

haciendolo<br />

tan sólo con la carilla<br />

articular<br />

del radio orientada<br />

oblicuamente<br />

en dirección cubital,<br />

desviando<br />

la mano en “bayoneta”<br />

(mano<br />

zamba cubital o deformidad de


Madelung)<br />

junto a una subluxación de<br />

la cabeza del radio en la articulación<br />

radiocubital<br />

proximal.<br />

La degeneración osteosarcomatosa<br />

se presenta en una proporción del 5 al<br />

11 % de los casos, por lo que todo<br />

aumento de tamaño en una formación<br />

exostósica<br />

de un adulto afecto de<br />

enfermedad exostosante debe ser<br />

sospechosa de malignización<br />

sarcomatosa.<br />

Las compresiones de troncos<br />

nerviosos<br />

en la vecindad de la<br />

exóstosis se presenta en el 1 % de los<br />

casos. Asimismo, pueden darse<br />

compresiones<br />

vasculares a nivel de la<br />

axila o del hueso popliteo, por<br />

exóstosis de vecindad.<br />

La radiología, viene determinada por<br />

la imagen producida por el crecimiento<br />

óseo exofítico, localizado en la<br />

metáfisis de los huesos largos, junto a<br />

un aumento del diámetro metafisario<br />

(Figura 21.19).<br />

Figura 21.19. Paciente con exostosis<br />

múltiples.<br />

En los huesos largos, las metáfisis<br />

donde asientan las exóstosis aparecen<br />

ensanch adas a nivel de su base.<br />

Con<br />

el crecimiento ulterior del hueso largo,<br />

la base de implantación de la exóstosis<br />

se va alejando del nivel metafisario,<br />

para quedar incorporado en un asiento<br />

ya diafisario.<br />

Es de interés, desde el punto de vista<br />

diagnóstico radiográfico, recordar que<br />

una exóstosis vista de frente ofrece una<br />

imagen quística similar a la de un<br />

encondroma, por lo que para evitar<br />

esta confusión se debe recurrir a<br />

distintas incidencias radiográficas.<br />

21.2.7.1. Hioplasias diafisarias<br />

424<br />

El tratamiento quirúrgico está indicado<br />

solamente en aquellas exóstosis que<br />

producen síntomas, que originan<br />

deformidades o que se agrandan<br />

rápidamente, e implica la excisión de la<br />

exóstosis junto con la de su cubierta<br />

perióstica y la de su caperuza<br />

cartilaginosa.<br />

21.2.7. Displasias diafisarias<br />

21.2.7.1.1. Osteogénesis imperfecta<br />

Esta displasia está explicada en el<br />

capítulo dedicado a los trasntornos del<br />

tejido conjuntivo.<br />

21.2.7.2. Hiperplasias diafisarias<br />

21.2.7.2.1. Displasia diafisaria<br />

múltiple<br />

También se la conoce con el nombre<br />

de enfermedad de Camurati –<br />

Engelmann, es un trastorno cuya<br />

hrencia es autosomica dominante, con<br />

una incidencia de menos de 1 caso por<br />

millón.<br />

El diagnóstico suele ralizarse entre el<br />

primer y segundo año de vida, y<br />

predomina más en mujeres.<br />

Las características de esta displasia<br />

son:<br />

- Niños con morfología alta y delgada<br />

y con poca masa muscular.<br />

- Dolor en las extremidades.<br />

- Debilidad muscular: retraso en la<br />

fecha en el inicio de la marcha,<br />

incapacidad de correr y fatiga fácil.<br />

- Marcha de pato.<br />

- En ocasiones<br />

hiperlordosis lumbar.<br />

- Otros datos: retraso de la pubertad,<br />

piel dura y seca, caries dental y<br />

proptosis ocular.<br />

Como<br />

datos bioquímicos, suele existir<br />

un aumento de los niveles de fosfatasa<br />

alcalina en sangre y de excreción de<br />

hidroxiprolina por orina y, a veces, hay<br />

hipercalcemia, hiperfosfatemia y un<br />

balance positivo de calcio.<br />

En cuanto a los estudios<br />

radiográficos, el signo más cracterístico<br />

es<br />

que en las extremidades, los huesos<br />

largos (fémur y tibia) presentan una


expansion fusiforme simétrica de las<br />

diáfisis, con una marcada delimitación<br />

con<br />

las metáffisis y epífisis que se<br />

encuentran indemnes (Figura 21.20).<br />

Figura 21.20. Displasia de Camurati-<br />

Engelman (ver texto).<br />

Sin embargo, los metacarpianos de las<br />

manos y los metatarsianos de los pies<br />

no están afectos.<br />

Por lo que hace referencia al<br />

tratamiento, éste es puramente<br />

sintomático.<br />

21.2.8. Otros transtornos genéticos<br />

relacionados con las displasias<br />

óseas<br />

21.2.8.1. Neurobifromatosis<br />

La neurofibromatosis, descrita por<br />

primera vez por Von Recklinghausen,<br />

es un transtorno de los tejidos<br />

neuroectodérmico y mesodermico y de<br />

los tejidos de sostén del sistema<br />

nervioso. Es una enfermedad<br />

multisistémica congénita y en<br />

ocasiones familiar y posee un carácter<br />

progresivo cuando afecta a los<br />

sistemas nervioso central y<br />

musculoesquelético. La herencia es<br />

autosomica dominante.<br />

La neurofibromatosis constituye el<br />

mayor defecto genético simple en el ser<br />

humano, ocurriendo bajo dos fromas:<br />

NF-1, con una incidencia de 1 por<br />

3.500 nacimientos vivos, y el NF-2, con<br />

una incidencia de 1 por 50.000<br />

nacimientos vivos. El gen NF-1 se<br />

localiza en el cromosoma 17 y el NF-2<br />

en el cromosoma 22. Ambos genes<br />

tienen un efecto supresor tumoral.<br />

425<br />

El diagnóstico de la neurofibromatosis<br />

en un niño requiere un elevado índice<br />

de sospecha, aunque existen unos<br />

criterios diagnósticos. Para la NF-1<br />

son:<br />

1) seis o más machas de café con<br />

leche de más de 5 mm de diámetro<br />

en personas prepuberales. (> 15<br />

mm en personas pospuberales).<br />

Figura 21.21. Manchas de café con leche<br />

en un paciente afecto de neurofibromatosis.<br />

2 ) Dos o más neurofibromas de<br />

cualquier tipo o un neurofibroma<br />

plexiforme.<br />

3) Pecas en las regiones axilar o<br />

inguinal.<br />

4) Glioma óptico.<br />

5) Dos o más nodulos de Lisch<br />

(hamartomas de iris).<br />

6) Una lesión ósea característica tal<br />

como la displasia esfenoidal, la<br />

incurvación anterolateral de la tibia,<br />

la deformidad de la columna<br />

vertebral de segmento corto y<br />

angulación muy marcada y el<br />

adelgazamiento cortical de un<br />

hueso largo sin pseudartrosis.<br />

7) Un pariente de primer grado (padre,<br />

hermana o descendiente) con una<br />

neurofibromatosis identificada con<br />

los criterios anteriores.<br />

Con la presencia de dos o más criterios<br />

se establece el diagnóstico de NF-1.<br />

Los criterios diagnósticos<br />

en la NF-2,<br />

vienen definidos por la presencia de:<br />

1) Masas nerviosas bilaterales<br />

observables mediante estudio<br />

radiográfico (TAC o RMN).<br />

2) Presencia de 8 masas nerviosas,<br />

unilaterales o en cualquier


localización, o de dos masas de las<br />

siguientes: neurofibroma,<br />

meningioma, glioma, schwanoma, u<br />

opacidad lenticular subcapsular<br />

juvenil.<br />

Con la presencia de uno de estos<br />

criterios se establece el diagnostico de<br />

NF-2.<br />

Con el tiempo, todas las<br />

manifestaciones de la<br />

neurofibromatosis<br />

aumentan en<br />

número,<br />

tamaño y gravedad.<br />

Las manifestaciones<br />

musculoesqueléticas más frecuentes<br />

son la deformidad de la columna<br />

vertebral, la dismetría de las<br />

extremidades inferiores, la<br />

pseudartrosis de la tibia y problemas<br />

tales como fracturas patológicas y<br />

hemihipertrofia del pie, cara y mano. A<br />

estas manifestaciones se asocian<br />

alteraciones neurológicas, visuales y<br />

auditivas. Asimismo<br />

es común observar<br />

precocidad sexual, problemas de<br />

aprendizaje, retraso en el desarrollo<br />

sexual, hipertensión maligna<br />

secundaria a una lesión difusa de la<br />

arteria renal y el retraso mental, no es<br />

estadísticamente significativo. El<br />

retraso en el desarrollo del habla y en<br />

el desarrollo motor que se observa<br />

frecuentemente en estos pacientes<br />

podría ser el reflejo de una afectación<br />

del sistema nervioso central.<br />

La malignización puede ocurrir en el<br />

5-15 % de los individuos afectados. Los<br />

neurofibromas en la adolescencia y en<br />

el adulto pueden degenerar hacia el<br />

neurofibrosarcoma. Un aumento rápido<br />

de los neurofibromas requieren una<br />

biopsia para descartar dicha<br />

eventualidad.<br />

En cuanto a los estudios por la imagen,<br />

la RMN ha demostrado tener una alta<br />

sensivilidad en la detección de lesiones<br />

intracraneales y en la diferenciación de<br />

las formas NF-1 y NF-2. Dichos estudio<br />

es fubdamental antes de realizar<br />

cualquier intervención quirúrgica con el<br />

fin de detectar neurofibromas<br />

intramedualres, ectasias durales y<br />

meningoceles.<br />

Y por lo que se refiere al tratamiento,<br />

el 40 % de los pacientes con<br />

426<br />

neurofibromatosis presentan graves<br />

problemas ortopédicos, entre los que<br />

destacan las deformidades raquídeas y<br />

la pseudartrosis de tibia.<br />

21.2.8.2. Mucopolisacaridosis<br />

Constituyen el mayor grupo de<br />

enfermedades causadas por depósito<br />

lisosómico. Los lisosomas se encargan<br />

de la degradación intracelular de<br />

compuestos micromoleculares en<br />

unidades más pequeñas. Los defectos<br />

en<br />

la actividad de cualquiera de las<br />

enzimas lisosómicas bloqueará el<br />

proceso de catabolia, con acumulación<br />

intracelular de los compuestos<br />

semidegradados.<br />

Las mucopolisacáridosis se<br />

subclaifican con arreglo al tipo de<br />

sustancia<br />

acumulada.<br />

La diferenciación entre los tipos de<br />

mucopolisacaridosis no es posible por<br />

los hallazgos radiográficos solos. El<br />

diagnóstico se hace por la valoración<br />

minuciosa<br />

de los signos clínicos y<br />

radiográficos,<br />

datos de estudios<br />

genéticos, hallazgos de laboratorio, e<br />

identificación de la deficiencia de la<br />

enzima<br />

exacta por estudios en orina y<br />

cultivos de fibroblastos cutáneos.<br />

Existen 6 tipos de mucopolisacaridosis:<br />

• Síndrome de Hurler.<br />

• Síndrome de Hunter<br />

• Síndrome de San Filippo.<br />

• Síndrome de Morquio.<br />

• Síndrome de Scheie<br />

• Síndrome de Marotaux-Lamy.<br />

Los mucoplisacaridos que se<br />

acumulan en cantidades anormales<br />

y<br />

son<br />

excretados por la orina son sulfatos<br />

de heparano, dermatano<br />

y queratano.<br />

El tipo clínico de las<br />

mucopolisacaridosis se diagnostica por<br />

el análisis bioquímico de la orina. Entre<br />

los medios diagnósticos recientes y<br />

más precisos están los estudios<br />

metabólicos de fibroblastos de piel<br />

cultivados e identificación del defecto<br />

enzimático específico. Gran parte de<br />

los mucopolisacáridos intervienen en el<br />

crecimiento y desarrollo del esqueleto.<br />

Es por esta razón que en las<br />

mucopolisacaridosis<br />

existan multitud de<br />

deformidades<br />

óseas.


CAPITULO 22. NECROSIS OSEAS AVASCULARES<br />

22.1. Introducción:<br />

Russell en 1794 describió esta<br />

patología como aquella enfermedad de<br />

los<br />

huesos llamada osteonecrosis,<br />

relacionándola<br />

directamente con los<br />

secuestros óseos de la osteomielitis.<br />

Phemister en 1930 y 1934 publica<br />

dos trabajos sobre necrosis ósea con<br />

estudios bacteriológicos negativos y<br />

acuña el término de necrosis aséptica.<br />

Observó posteriormente que además<br />

de aséptica era también avascular por<br />

lo que actualmente se utilizan los<br />

términos de necrosis isquémica,<br />

necrosis avascular o infarto óseo.<br />

22.2. Clasificación:<br />

Por convención se utiliza el término<br />

de necrosis avascular para las zonas<br />

epifisarias o subarticulares y el término<br />

infarto óseo para las zonas metafisarias<br />

o diafisarias.<br />

El término de osteocondrosis se<br />

utiliza para describir un grupo de<br />

trastornos óseos que tienen en común<br />

las siguientes características:<br />

• Predilección<br />

por el esqueleto<br />

inmaduro<br />

• Afectación de epífisis y apófisis<br />

• Aspecto radiológico de<br />

fragmentación, colapso, esclerosis<br />

y posteriormente reosificación con<br />

restitución del contorno óseo.<br />

Si bien por su aspecto radiológico se<br />

interpretó inicialmente que se trataba<br />

de procesos de osteonecrosis, se ha<br />

comprobado que algunos de estos<br />

trastornos cursan sin fenómenos<br />

isquémicos.<br />

Finalmente, reservamos el término<br />

de osteocondritis disecante al proceso<br />

por el cual un segmento de cartílago y<br />

hueso subcondral se separa de la<br />

superficie articular, bien sea como<br />

resultado de un traumatismo o por<br />

insuficiencia<br />

vascular.<br />

427<br />

22.3. Etiología:<br />

En la mayoría de las necrosis<br />

avasculares no se sabe aún el factor<br />

causal, por lo que se las denomina<br />

id iopáticas, mientras que hay otro<br />

grupo que sí se sabe la causa por lo<br />

que se denominan secundarias. Dentro<br />

de este grupo se encuentran:<br />

• Enfermedad<br />

de Caisson<br />

(barotraumáticas): se debe a la<br />

brusca descompresión atmosférica<br />

a la que están sometidos los<br />

trabajadores en campanas de aire<br />

comprimido cuando son devueltos<br />

rápidamente al aire libre. La<br />

liberación de burbujas de gas,<br />

fundamentalmente de nitrógeno,<br />

hace que actúen como émbolos<br />

de<br />

aire susceptibles de<br />

obstruir<br />

pequeños vasos, provocando<br />

así la<br />

isquemia de los territorios<br />

correspondientes.<br />

• Postraumáticas. Están causadas<br />

por lesiones de los vasos que<br />

disponen de una vascularización<br />

terminal. Las localizaciones mas<br />

frecuentes son la cabeza del fémur,<br />

el cuerpo del astrágalo, la cabeza<br />

humeral y el polo proximal del<br />

escafoides carpiano, entre otras.<br />

• Cortisónica: casi siempre son<br />

iatrogénicas. La utilización<br />

indiscriminada de estos fármacos, a<br />

altas dosis y tiempos prolongados,<br />

dan lugar a ON.<br />

• Drepanocitosis: también<br />

denominada anemia de células<br />

falciformes, es la enfermedad<br />

sanguínea hereditaria<br />

más<br />

frecuente; consiste en un<br />

intercambio de aminoácidos que<br />

desestabiliza la hemoglobina y el<br />

glóbulo rojo, haciendo su estructura<br />

inflexible al paso por los vasos<br />

sanguíneos. Como consecuencia<br />

de ello, los glóbulos rojos deformes<br />

y alterados (en forma de hoz), son<br />

susceptibles de aglutinarse,<br />

formando émbolos y, en


consecuencia, taponando los vasos<br />

arteriales. Las ON que se observan<br />

en la drepanocitosis son sobre todo<br />

epifisarias.<br />

• Enfermedad de Gaucher: es una<br />

enfermedad hereditaria, autosómica<br />

recesiva del metabolismo de los<br />

esfingolípidos que se caracteriza<br />

clínicamente por<br />

hepatoesplenomegalia, anemia,<br />

trombocitopenia y lesiones óseas<br />

como consecuencia<br />

de los<br />

microembolos grasos que se<br />

producen dentro de los vasos<br />

•<br />

arteriales. Aparece sobre todo en la<br />

cabeza femoral y en la metáfisis<br />

distal del fémur.<br />

Lupus eritmatosos sistémico: en<br />

este caso, la ON es probablemente<br />

cortisónica, aunque se han descrito<br />

casos que no habían recibido dicha<br />

terapia. Seguramente aquí, la<br />

•<br />

vasculitis lúpica pueda ser el factor<br />

causal.<br />

Postirradiación.<br />

22.4. Fases del proceso necrótico.<br />

Tanto<br />

si se trata de una localización u<br />

otra, las necrosis avasculares pasan<br />

por una serie de estadíos o fases:<br />

Fase I: muerte celular e inicio de la<br />

respuesta del huésped. Entre 2 y 5 días<br />

la autolisis celular puede identificarse<br />

histológicamente.<br />

Fase II: hiperemia. Los detritus<br />

celulares provocan la aparición de un<br />

proceso inflamatorio alrededor<br />

de la<br />

zona isquémica de muerte celular.<br />

Fase III: aparición de la interfase<br />

reactiva. Producida por el continuo<br />

proceso de reparación y remodelación<br />

en toda la interfase entre la zona<br />

necrótica y la zona reactiva.<br />

Fase IV: Colapso articular. La<br />

arquitectura ósea de la zona necrótica<br />

se debilita progresivamente y la carga<br />

de peso provoca progresivas<br />

428<br />

microfracturas del hueso trabecular<br />

esponjoso. La fragmentación del hueso<br />

subcondral lleva a la aparición de una<br />

línea lucente subcondral típica en<br />

forma de semiluna. Posteriormente<br />

aparecerá el aplanamiento de la<br />

superficie articular.<br />

22.5. Diagnostico:<br />

En los primeros estadíos de la<br />

enfermedad, la sintomatología es<br />

muda. Es cuando se produce el<br />

proceso<br />

hiperémico y, en<br />

consecuencia, la inflamación, cuando el<br />

principal síntoma, el dolor, aparece en<br />

escena.<br />

Según la localización<br />

de la<br />

necrosis, el paciente presentará<br />

molestias articulares de la región<br />

afecta. Dicho dolor suele ser contínuo y<br />

constante y no guarda relación con la<br />

actividad. Junto con el dolor, se<br />

instaura una impotencia funcional<br />

progresiva que imposibilita la función<br />

de la extremidad en cuestión. Por lo<br />

que hace referencia a los exámenes<br />

complementarios, las determinaciones<br />

sanguíneas y bioquímicas no revelan<br />

ninguna anomalía, y por lo que<br />

respecta al estudio por la imagen,<br />

existen varias técnicas con las que<br />

poder confirmar el diagnóstico, entre<br />

las que destacan:<br />

• Rayos X<br />

• Tomografía<br />

(TAC).<br />

axial computerizada<br />

• Resonancia<br />

(RMN).<br />

magnéticca nuclear<br />

• Gammagrafía ósea (GGO).<br />

La utilización de uno u otro método de<br />

estudio por la imágen, serán discutidos<br />

a medida que vayamos expliocando las<br />

diferentes necrosis avasculares.<br />

Por último, hemos de mencionar la<br />

biopsia y la valoración funcional del<br />

hueso. Este último procedimiento tiene<br />

por finalidad medir la presión dentro del<br />

hueso. Sin embargo, estos ambos<br />

exámenes, practicamente no se<br />

utilizan.


22.6. Osteonecrosis avasculares de<br />

la extremidad inferior<br />

22.6.1. Necrosis avascular de la<br />

cabeza femoral en el adulto.<br />

22.6.1.1. Introducción:<br />

La necrosis avascular idiopática de la<br />

cabeza femoral aparece habitualmente<br />

entre los 45-65 años, y predomina más<br />

en los hombres, en una proporción 4/1.<br />

Casi siempre es unilateral, pero hay<br />

casos en que se afecta bilateralmente.<br />

22.6.1.2.<br />

Etiología:<br />

Tal como se ha comentado al principio<br />

de este capítulo, la verdadera<br />

etiología<br />

de las necrosis óseas, se desconoce.<br />

Sin embargo, en la cadera, existen<br />

varias<br />

causas que sí son las<br />

res ponsables de la misma, aún cuando<br />

su mecanismo es especulativo. Así por<br />

ejemplo,<br />

la causa más habitual de la<br />

necrosis idiopática de la cabeza<br />

femoral<br />

es la fractura en dicha región,<br />

la cual interrumpe la irrigación<br />

de la<br />

misma, abocando a su necrosis. Sin<br />

embargo, dejando aparte esta etiología,<br />

los pacientes que han tomado<br />

corticoides<br />

durante largos periodos de<br />

tiempo, también presentan una<br />

frecuencia superior a la población<br />

general.<br />

22.6.1.3. Diagnóstico:<br />

El principal síntoma es el dolor, el cual<br />

se percibe a nivel de la ingle. Suele<br />

irradiarse a cara anterior del muslo y<br />

rodilla, y en ocasiones hacia el<br />

trocánter mayor. A la exploración se<br />

evidencia una disminución global de los<br />

movimientos,<br />

especialmente las<br />

rotaciones y la flexión.<br />

Suele haber<br />

cojera y marcha en Trendelemburg por<br />

insuficiencia del glúteo medio.<br />

Sin embargo, esta sintomatología es<br />

muy inespecífica, ya que puede darse<br />

también en otros procesos patológicos<br />

de la cadera como son la artrosis, la<br />

osteoporosis transitoria de cadera, etc.,<br />

por lo que es imprescindible contar con<br />

métodos diagnósticos complementarios<br />

que nos ayuden a dilucidar el<br />

problema. Entre ellos cabe destacar la<br />

radiología estándar,<br />

la cual nos<br />

429<br />

determinará<br />

si existe un área de<br />

esclerosis<br />

subcondral con la presencia<br />

de fractura y/o colapso, etc. Sin<br />

embargo, en las primeras fases de la<br />

enfermedad, la radiografía es anodina,<br />

motivo por el cual debemos de contar<br />

con otras exploraciones, entre las que<br />

d estacan por encima de todas la RMN<br />

y la gammagrafía ósea.<br />

22.6.1.4. Clasificación:<br />

Existen diversas clasificaciones que<br />

intentan cuantificar la extensión y<br />

volumen<br />

de necrosis ósea de la cabeza<br />

del fémur. En la actualidad,<br />

quizás la<br />

clasificación de Ficat y con una<br />

modificación del sistema de<br />

clasficación de Shimuzu, basado en la<br />

RMN, sea la más adecuada<br />

(Tabla 22.I).<br />

Tabla 22.I: Clasificación de Ficat para las<br />

necrosis avasculares de la cabeza femoral.<br />

• Estadío 0: no dolor, radiología<br />

normal pero con RMN y/o TAC<br />

anormales.<br />

• Estadío I: dolor, radiología normal,<br />

RMN y/o TAC anormales.<br />

• Estadío IIa: dolor, quistes y<br />

•<br />

esclerosis visibles en la radiología<br />

simple, RMN y/o TAC anormales<br />

pero sin presencia de fractura<br />

subcondral.<br />

Estadío IIb: idem que el estadío IIa<br />

pero con la presencia de fractura<br />

subcondral sin colapso de la<br />

cabeza femoral.<br />

• Estadío III: dolor, colapso de la<br />

cabeza femoral, visible tanto en la<br />

radiografía como en la RMN y/o<br />

TAC.<br />

• Estadío IV: dolor<br />

y presencia de<br />

artrosis, visible en la radiografía,<br />

RMN 7Yo TAC.<br />

Así, en la clasificación de Ficat, las<br />

caderas en estadío II, se dividien en los<br />

estadíos IIA y IIB. El estadío IIA se<br />

caracteriza por una esclerosis cefálica,<br />

mientras que el estadío IIB está<br />

definido por la presencia del signo de la<br />

“media luna” sin hundimiento de la<br />

cabeza del fémur. En el estadío III<br />

existe un colapso de la superficie


articular de la cabeza femoral con la<br />

presencia de una fractura subcondral.<br />

Finalmente,<br />

en el estadío IV, se<br />

observan<br />

(Figura 11.1).<br />

signos artrósicos<br />

Figura 22.1. Clasificación de Ficat de las<br />

necrosis avasculares de la cabeza femoral<br />

(ver texto). A) Grado I. B) Grado IIa.<br />

C) Grado IIb. D) Grado IV.<br />

En cuanto a la clasificación por RMN<br />

de Shimuzu, y tomando en una<br />

secuencia coronal de la cadera la<br />

extensión de la lesión cefálica, las<br />

necrosis se dividen en tres grados. En<br />

el grado A, la afectación es menor de<br />

un cuarto de la cabeza femoral. En el<br />

grado B,<br />

la necrosis es superior a un<br />

cuarto y menos de la mitad de la<br />

cabeza del fémur, y en el grado C, el<br />

área lesional supera la mitad de la<br />

cabeza<br />

del fémur (Figura<br />

11.2).<br />

Figura 11.2. Necrosis de la cabeza femoral<br />

grado II de Shimuzu (ver texto). A)<br />

imagen en T1. B) imágen en T2.<br />

Otra exploración útil, aunque<br />

inespecífica en el diagnóstico de la<br />

430<br />

necrosis avascular de la cabeza<br />

femoral, es la gammagrafía ósea,<br />

especialmente en los estadíos iniciales<br />

donde existe una hiperemia y proceso<br />

inflamatorio reparador. En estos casos,<br />

se observa un aumento de captación<br />

por el radioisótopo, que revela un<br />

aumento del intercambio óseo<br />

(Figura 11.3).<br />

Figura 22.3. Gammagrafía ósea de la<br />

pelvis, en un paciente con necrosis<br />

avascular de la cabeza femoral de la<br />

cadera derecha. Obsérvese el aumento<br />

intenso de captación del radioisótopo, lo<br />

que traduce un aumento de la actividad<br />

osteogénica local.<br />

22.6.1.5. Tratamiento:<br />

El objetivo fundamental del<br />

tratamiento de esta enfermedad es<br />

conservar la cabeza del fémur y evitar<br />

la artroplastia total de cadera (ATC).<br />

Para ello diferentes métodos se han<br />

empleado, siendo la descompresión<br />

ósea la más utilizada. Al respecto, y así<br />

lo confirman los estudios<br />

clínicos, esta<br />

técnica<br />

estaría indicada en los estadíos<br />

I y IIa de Ficat, es decir, antes<br />

de que<br />

aparezca<br />

el signo de la “media luna”.<br />

La descompresión de la cabeza<br />

femoral consiste en practicar una serie<br />

de perforaciones óseas, desde la cara<br />

lateral del fémur proximal hasta la zona<br />

necrótica de lacabeza, ó bien, una sola<br />

perforación mediante una broca, lo<br />

suficientemente grande para que pueda<br />

ir alojado en su interior un injerto<br />

erstructurado de hueso que llegue<br />

hasta el hueso subcondral de la cabeza<br />

femoral. El injerto utilizado acostumbra<br />

a ser una porción de la diáfisis del<br />

peroné (Figura 11.4). El uso de<br />

aloinjerto de peroné vascularizado o sin<br />

vascularizar, parece ser que no


comporta una mejora de los resultados<br />

clínicos. Últimamente y en un intento<br />

de favorecer la osteogénesis reparado,<br />

se ha utilizado junto con el injerto óseo,<br />

proteína morfogénica ósea humana.<br />

Sin embargo, aún es pronto para sacar<br />

conclusiones con respecto a su<br />

eficacia.<br />

Figura 22.4. Descompresión<br />

central de la<br />

cabeza femoral. A) mediante perforaciones<br />

múltiples, desde la cara lateral del fémur<br />

hasta la zona osteonecrótica de la cabeza<br />

femoral. B) Relleno de un canal único con<br />

injerto de peroné vascularizado.<br />

En el caso de que con este<br />

procedimiento no se cure el proceso ó<br />

que el mismo esté en fases avanzadas<br />

de la enfermedad (Figura 11.5), el<br />

único tratamiento posible es la<br />

artroplastia total de cadera.<br />

Figura<br />

22.5. Pieza quirúrgica de una<br />

cabeza de fémur con necrosis<br />

avascular.<br />

Obsérvese la fragmentación de parte del<br />

casquete femoral con un área triangular de<br />

tejido necrótico subcondral.<br />

22.6.2. Enfermedad de Perthes<br />

(necrosis avascular de la cabeza<br />

femoral en la edad infantil).<br />

22.6.2.1. Introducción:<br />

431<br />

Es una necrosis avascular de la cabeza<br />

femoral durante la edad infantil, de<br />

grado variable, que se sigue de un<br />

proceso regenerativo, y que puede o<br />

no, acabar en una deformidad<br />

irreversible (coxa plana). La primera<br />

descripción de este proceso se debe a<br />

Waldeström (1909), quien la relacionó<br />

con la tuberculosis (TBC). Sin<br />

embargo, Arthur Legg (EEUU), Jaques<br />

Calvé (Francia) y Ge<strong>org</strong> Perthes<br />

(Alemania), en 1910, la describieron<br />

como una enfermedad no infecciosa,<br />

distinta de la TBC, autolimitada y que<br />

puede producir secuelas. Debido a la<br />

similar descripción sobre la misma<br />

patología, esta entidad se la conoce<br />

como "enfermedad de Legg-Calvé-<br />

Perthes" ó simplemente, enfermedad<br />

de Perthes.<br />

22.6.2.2. Epidemiología:<br />

La edad de presentación se sitúa<br />

entre los 2 y 10 años, con una<br />

incidencia mayor entre los 4-8 años. Es<br />

más frecuente en niños que en niñas<br />

(4/1), afecta en el 85-90 % de los casos<br />

a una sola cadera y casi es exclusiva<br />

de la raza blanca. La frecuencia global<br />

de<br />

presentación es de cinco niños por<br />

cada 100000 menores de 15 años.<br />

22.6.2.3.<br />

Etiología:<br />

Se desconoce la causa exacta por la<br />

que se produce la necrosis del núcleo<br />

cefálicod de la cabeza femoral. Sin<br />

embargo, se apuntan varias teorías:<br />

1. Traumática: microtraumatismos de<br />

repetición provocarían lesiones<br />

vasculares (parte anterior de<br />

epífisis y reborde cotiloideo). Hay<br />

un traumatismo único e intenso que<br />

provocaría una sinovitis en el 30 al<br />

50% de los niños con enfermedad<br />

de Perthes. La cabeza femoral de<br />

los niños sería más suceptible a los<br />

traumatismos que la de las niñas.


2. Infecciosa : provocaría una sinovitis<br />

por mecanismo directo que<br />

originaría una isquemia<br />

por<br />

aumento de la presión<br />

intracapsular.<br />

3. Inflamatoria o de embolización: una<br />

sinovitis provocaría un aumento de<br />

la presión intracapsular<br />

que<br />

comprimiría los vasos retinaculares.<br />

4. Bioquímico: en la actualidad se ha<br />

se ha descrito un defecto en la<br />

coagulación (trombofilia) que se<br />

encuentra en el 75% de<br />

losenfermos de Perthes, aunque<br />

está por dilucidar si es la verdadera<br />

causa de la necrosis o no.<br />

22.6.2.4. Estadíos de la enfermedad.<br />

El proceso de isquemia y posterior<br />

regeneración se ha dividido en varias<br />

etapas. La identificación de en qué fase<br />

se encuentra el proceso tiene una<br />

importancia terapéutica y pronóstica<br />

importante.<br />

a) Fase inicial.<br />

Se produce la interrupción del<br />

aporte vascular y la necrosis ósea.<br />

Radiológicamente podemos encontrar<br />

un núcleo epifisario más pequeño y<br />

más denso. En aproximadamente un<br />

tercio de los casos encontraremos una<br />

fractura<br />

subcondral (Figura<br />

22.6).<br />

Figura 22.6. Esclerosis del núcleo<br />

epifisario junto con la aparición de la línea<br />

radiolucente<br />

de fractura subcondral por<br />

colapso<br />

óseo.<br />

432<br />

b) Fase de fragmentación.<br />

Radiológicamente aparecen lucencias y<br />

zonas de esclerosis en el núcleo<br />

epifisario. Se inicia un proceso de<br />

reabsorción del hueso necrótico<br />

(Figura 22.7).<br />

Figura 22.7. Obsérvese la esclerosis del<br />

hueso necrótico de la epífisis proximal del<br />

fémur y la aparición de zonas lucentes a su<br />

alrededor.<br />

c) Fase de reosificación.<br />

Aparición de hueso subcondral en la<br />

cabeza femoral con regeneración<br />

progresiva de la epífisis (Figura 22.8).<br />

Figura 22.8. Obsérvese la aparición<br />

progresiva de hueso "nuevo" ocupando<br />

toda la epífisis de la cabeza femoral.<br />

d) Fase final o de curación.<br />

Sustitución completa del hueso<br />

necrótico por hueso de nueva<br />

formación. Como el hueso neoformado<br />

tiene una consistencia más débil puede<br />

remodelarse progresivamente<br />

siguiendo el molde acetabular, de


modo que la morfología de la<br />

cabeza femoral no será definitiva hasta<br />

el final de la maduración ósea<br />

(Figura 22.9).<br />

Figura 22.9. Regeneración completa de la<br />

cabeza femoral adoptando una morfología<br />

no completamente esférica.<br />

No sólo es importante la morfología de<br />

la cabeza femoral sino también la<br />

congruencia con el acetábulo al final<br />

del proceso de remodelación. Cuanto<br />

más joven es el niño en el momento de<br />

la enfermedad, más tiempo tiene hasta<br />

el final de crecimiento para remodelar<br />

tanto la cabeza como el acetábulo,<br />

teniendo en cuenta que éste último<br />

deja de tener poder de remodelación<br />

hacia los 8 años.<br />

22.6.2.5. Clasificación:<br />

Varios autores han intentado<br />

establecer<br />

clasificaciones radiológicas<br />

de la enfermedad con el objetivo de<br />

establecer<br />

un pronóstico.<br />

Entre ellos destaca el trabajo de<br />

Catterall (1971) que divide la afectación<br />

epifisaria en el momento de máxima<br />

reabsorción ósea en cuatro grados<br />

(Figura 22.10):<br />

Figura 22.10. Clasificación de Catterall.<br />

433<br />

A unque durante muchos años, esta<br />

clasificación ha sido el punto de<br />

referencia en la enfermedad de<br />

Perthes, se ha demostrado<br />

inconsistente al existir una gran<br />

variabilidad interobservador. Sin<br />

embargo, Catterall añadió además el<br />

concepto de signos radiológicos de mal<br />

pronóstico, que hoy día todavía tienen<br />

vigencia y son:


• Signo de Gage: radiolucencia<br />

lateral en epífisis y metáfisis.<br />

• Calcificación lateral de la epífisis:<br />

indica una osificación precoz de la<br />

cabeza deformada.<br />

• Lesiones metafisarias: indican que<br />

hay alteración del crecimiento fisario.<br />

• Subluxación lateral: indica que se<br />

está formando una coxa magna que el<br />

cótilo no va a poder cubrir<br />

adecuadamente. Probablemente es el<br />

signo de más valor pronóstico.<br />

• Platillo de crecimiento horizontal:<br />

indica deformidad de la cabeza<br />

femoral.<br />

Herring (1992) estableció una<br />

clasificación basada en los cambios<br />

radiográficos del segmento lateral<br />

de la<br />

cabeza<br />

femoral en fase de<br />

fragmentación. Estableció tres grupos<br />

según la altura de dicho segmento,<br />

encontrando una correlación clara con<br />

el pronóstico de<br />

la enfermedad. Hoy<br />

día es la clasificación más utilizada<br />

(Figura 22.11).<br />

Figura<br />

22.11. Clasificación del pilar lateral<br />

de Herring.<br />

• Grupo A: cambio de densidad sin<br />

pérdida de altura. Buen pronóstico.<br />

• Grupo B: pérdida de altura < 50<br />

%. (segmento central puede estar más<br />

hundido).<br />

• Grupo C: colapso > 50 %. Mal<br />

pronóstico.<br />

Una<br />

vez el niño a llegado a la<br />

maduración<br />

ósea, la cadera no variará<br />

434<br />

en<br />

forma porque ha finalizado la fase<br />

de remodelación. La morfología de la<br />

cadera en ese momento determinará la<br />

probabilidad<br />

de desarrollar artrosis de<br />

cadera<br />

en la vida adulta. En este<br />

sentid o,<br />

existen varios métodos con los<br />

que predecir<br />

si estas caderas van o no<br />

a sufrir cambios artrósicos. Así, Moose<br />

(1980) estableció el pronóstico según la<br />

form a de la cabeza en relación a<br />

círculos concéntricos.<br />

• Buen o:<br />

desviación


De dicho estudio, clasificó las caderas<br />

en tres tipos de conguencia:<br />

• Congruencia esférica: grados I y II<br />

de deformidad. No desarrollarán<br />

artrosis.<br />

• Congruencia no esférica: grados III<br />

y IV de deformidad. Desarrollarán<br />

artrosis de forma tardía en la edad<br />

adulta.<br />

• Incongruencia no esférica: grado V<br />

de deformidad. Desarrollarán<br />

artrosis de forma precoz<br />

en la edad<br />

adulta.<br />

22.6.2.6. Diagnostico:<br />

Generalmente, el niño se queja de<br />

dolor en la cadera, el cual se intensifica<br />

cuando realiza alguna actividad física.<br />

Es posible también que<br />

el dolor se<br />

presente en las áreas del muslo o de la<br />

rodilla, aunque desaparece con el<br />

reposo. En la mayoría de los casos, se<br />

presenta cojera.<br />

Por lo demás, los síntomas de esta<br />

afección son bastante inespecíficos,<br />

por lo que es necesario recurrir al<br />

estudio por la imágen para certificar el<br />

diagnóstico. En este sentido, además<br />

del exámen físico, los procedimientos<br />

para el diagnóstico de la enfermedad<br />

de Perthes, deben incluir radiografías<br />

anteroposterior de pelvis y axial de<br />

ambas caderas.<br />

En cuanto a la gammagrafía ósea,<br />

puede ser de gran utilidad en aquellos<br />

casos en los que exista una dificultad<br />

diagnóstica, con la ventaja de permitir<br />

observar la presencia de la necrosis de<br />

la epífisis, varias semanas antes de<br />

que aparezcan los signos radiológicos,<br />

e igualmente revela precozmente la<br />

fase de remodelación de la<br />

enfermedad.<br />

Y por lo que hace referencia a la<br />

RMN, suministra datos muy precisos de<br />

la extensión del daño epifisario, su<br />

extrusión y morfología. Si se realiza en<br />

forma precoz, se puede observar el<br />

deterioro antes de que esté presente<br />

en el estudio radiográfico, al igual que<br />

la fase de reparación se visualiza a una<br />

etapa más temprana. La desventaja<br />

de<br />

este método es su coste económico en<br />

los paises subdesarrollados y que para<br />

435<br />

su aplicación, se requiere de la<br />

sedación o anestesia del paciente. Sin<br />

embargo, debemos hacer constar que,<br />

en caso de sospecha de enfermedad<br />

de Perthes, el primer estudio a realizar<br />

es la radiología simple, anteroposterior<br />

de pelvis, incluida la técnica de<br />

Launstein (anteroposterior con el<br />

paciente en posición de rana). Sin<br />

embargo, en el curso de la<br />

enfermedad, si su evolución es tórpida<br />

o se desea conocer el inicio de la<br />

revascularización,<br />

son útiles la RMN y<br />

la GGO (Figura 22.13).<br />

Figura 22.13. Imágen por RMN de un niño<br />

con enfermedad de Perhes de la cadera<br />

izquierda.<br />

22.6.2.7. Tratamiento:<br />

Desde su descripción en 1910,<br />

existen una serie de controversias<br />

sobre los resultados de los diversos<br />

tratamientos de la enfermedad de<br />

Perthes, las cuales persisten hasta el<br />

presente. Sin embargo, el objetivo<br />

fundamental del<br />

tratamiento es<br />

preservar<br />

la forma redondeada de la<br />

cabeza femoral y evitar que se deforme<br />

durante el transcurso de la<br />

enfermedad. Para ello es fundamental<br />

la contención de la epífisis femoral<br />

dentro del acetáblo. Tiene como<br />

finalidad evitar presiones deformantes<br />

sobre la epífisis femoral en la fase de<br />

reparación o de plasticidad biológica y,<br />

en consecuencia, prevenir<br />

la aparición<br />

de una artrosis con su indeseable<br />

cortejo clínico.<br />

Las opciones de tratamiento dependen<br />

del dolor y la rigidez de la cadera y de<br />

los cambios que muestran las<br />

radiografías a través del tiempo, así<br />

como también de la porción de la<br />

cabeza femoral que se ha colapsado.


Generalmente, el primer paso del<br />

tratamiento consiste en recuperar el<br />

movimiento de la cadera y eliminar el<br />

dolor provocado por la tensión<br />

muscular alrededor de ella y la<br />

inflamación dentro de la articulación.<br />

Los dos factores más importantes<br />

para determinar el resultado son la<br />

edad del niño y el grado de afectación<br />

de la cabeza femoral.<br />

Como pautas de tratamiento tenemos<br />

que:<br />

• Inicio enfermedad: hasta 5 años de<br />

edad:<br />

En este grupo de edad se recomienda<br />

el tratamiento sintomático y el control<br />

evolutivo. La colocación de ortesis de<br />

descarga no sirve para nada. En<br />

general, estos niños presentan un gran<br />

poder de remodelación tanto de la<br />

cabeza femoral como del<br />

cótilo, por lo<br />

que el resultado final suele tener un<br />

buen pronóstico.<br />

• Inicio enfermedad: entre 6 y 8 años<br />

de edad:<br />

Estos niños presentan un moderado<br />

poder de remodelamiento, por lo que<br />

es fundamental mantener la cadera<br />

contenida. Si el exámen radiográfico<br />

muestra una buena contención, se<br />

sigue la misma pauta que el grupo<br />

anterior, mientras que si la cadera no<br />

está contenida es preciso efectuar una<br />

osteotomía femoral de varización y<br />

rotación interna, posición que logra una<br />

congruencia adecuada entre la cabeza<br />

femoral y el acetábulo (Figura 22.14).<br />

Figura 22.14. Osteotomía femoral<br />

varizante y de rotación interna para<br />

conseguir una contención adecuada de la<br />

cabeza femoral con respecto al cótilo.<br />

436<br />

• Inicio enfermedad: por encima de<br />

8<br />

años.<br />

Estos pacientes presentan<br />

un escaso<br />

poder de remodelación y, en<br />

consecuencia, con grandes<br />

probabilidades de evolucionar hacia<br />

una<br />

coxa magna. Por tanto, estas<br />

caderas son de mal pronóstico. En<br />

estos casos el tratamiento de elección<br />

es aumentar la cobertura del cótilo<br />

mediante una osteotmía acetabular<br />

(osteotomía de Chiari) (Figura 22.15).<br />

Figura 22.14. Cadera afecta de Perthes en<br />

un niño de 10 años en la que se ha<br />

practicado una osteotomía acetabular para<br />

aumentar la cobertura de la cabeza<br />

femoral.<br />

22.6.3. Enfermedad de Osgood-<br />

Schlater.<br />

22.6.3.1. Introducción:<br />

La enfermedad de Osgood-Schlatter es<br />

la osteocondrosis del tubérculo anterior<br />

de la tibia y es una de las causas más<br />

comunes de dolor en la rodilla de los<br />

niños y adultos jóvenes. Ocurre en su<br />

mayoría en niños que están teniendo<br />

una fase de crecimiento acelerado<br />

durante<br />

sus años<br />

pre-adolescentes o<br />

durante<br />

la adolescencia. Una o ambas<br />

rodillas pueden verse afectadas.<br />

22.6.3.2. Etiología:<br />

Se cree que la enfermedad de Osgood-<br />

Schlatter es causada por la tracción<br />

exagerada<br />

del cuádriceps. Este<br />

músculo con su tendón, al conectarse<br />

vía rótula con el tendón rotuliano,<br />

ejerce sobre este último una tracción<br />

repetitiva en su inserción en la<br />

tuberosidad tibial, la cual no es capaz<br />

de soportar las tensiones contínuas<br />

normales,<br />

por lo que inicia un proceso<br />

de inflamación.


22.6.3.3. Diagnóstico:<br />

La enfermedad de Osgood-Schlatter,<br />

causa inflamación, dolor y sensibilidad<br />

al tacto justo debajo<br />

de la rodilla, más<br />

concretamente sobre la inserción del<br />

tendón rotuliano en la tuberosidad tibial<br />

(Figura 22.16).<br />

Figura 22.16. Localización específica del<br />

dolor a la presión en la enfermedad de<br />

Osgood-Schlatter. Obsérvese que el punto<br />

de presión se localiza sobre el tubérculo<br />

tibial.<br />

Este problema se hace más notorio<br />

durante actividades que requieren<br />

correr, saltar o subir y bajar escaleras.<br />

La enfermedad de Osgood-Schlatter<br />

usualmente desaparece con el tiempo.<br />

Cuando el niño deja de crecer, el dolor<br />

y la inflamación suelen desaparecer,<br />

pues los tendones de la rótula se hacen<br />

mucho más fuertes, al mismo tiempo<br />

que finaliza el proceso de osificación<br />

definitiva del cartílago proximal de la<br />

tibia, zona habitualmente débil a las<br />

tracciones. En contadas ocasiones, la<br />

enfermedad de Osgood-Schlatter<br />

persiste más allá de la etapa del<br />

crecimiento, cronificandose. En estos<br />

casos es posible observar por<br />

inspección un engrosamiento del<br />

tubérculo tibial (Figura 22.17).<br />

437<br />

Figura 22.17. Enfermedad de Osgood-<br />

Schlatter evolucionada. Obsérvese la<br />

pseudotumoración xistente en el tubérculo<br />

tibial.<br />

En cuanto<br />

al diagnóstico por la<br />

imagen,<br />

es necesario practicar<br />

radiografías de la rodilla, donde<br />

observaremos un signo característico<br />

que consiste en la fragmentación y/o<br />

elevación de la parte anterior de la<br />

epífisis proximal de la tibia en su zona<br />

tuberositaria (Figura 22.18).<br />

Figura 22.18. Enfermedad de Osgood-<br />

Schlatter. Obsérvese la fragmentación del<br />

núcleo<br />

de osificación epifisario anterior de<br />

la tibia y que corresponde a la futura<br />

tuberosidad tibial del adulto.<br />

22.6.3.4. Tratamiento:<br />

En la mayoría de las personas, la<br />

enfermedad de Osgood-Schlatter<br />

desaparece por si sola con un poco de<br />

descanso y tiempo. Sin embargo,<br />

en el<br />

periodo álgido, es conveniente<br />

aplicar<br />

crioterapia en el punto de máximo dolor<br />

así como la toma de AINES. Se puede


tomar varias semanas o meses para<br />

que el dolor desaparezca por completo,<br />

pudiendo entonces regresar lentamente<br />

a su nivel de actividad previa. En<br />

ocasiones, se hace necesaria la<br />

inmovilización enyesada de la rodilla<br />

durante 2 semanas para vencer la<br />

inflamación aguda.<br />

22.6.4. Osteocondritis disecante de<br />

la rodilla.<br />

22.6.4.1. Introducción:<br />

Llamamos osteocondritis disecante<br />

al proceso por el cual un segmento de<br />

cartílago y hueso subcondral se separa<br />

de la superficie articular. Puede<br />

encontrarse en cualquier articulación<br />

pero es más frecuente en la rodilla.<br />

22.6.4.2. Etiología:<br />

Entre los factores que se han citado<br />

como rsponsables de la ostocondritis<br />

se encuentran los infartos óseos por<br />

embolias y alteraciones del proceso de<br />

osificación, con o sin relación con<br />

endocrinopatías, otras enfermedades<br />

sistémicas o traumatismos.<br />

Constituye la causa más frecuente<br />

de cuerpos sueltos en la rodilla de la<br />

persona joven. El fragmento puede<br />

permanecer en el cráter y producir<br />

poca clínica, o bien desprenderse y<br />

provocar dolor o bloqueos articulares.<br />

La mayoría de los pacientes con<br />

osteocondritis disecante tienen entre 10<br />

y 20 años, siendo los más afectados<br />

los adolescentes que realizan<br />

actividades deportivas.<br />

22.6.4.3. Diagnóstico.<br />

La radiología convencional suele ser<br />

suficiente para visualizar un defecto en<br />

la superficie articular (Figura 22.19).<br />

438<br />

Figura 22. 19. Osteocondritis disecante del<br />

cóndilo femoral interno.<br />

El cóndilo femoral del niño pequeño<br />

normalmente presenta irregularidades<br />

epifisarias que evolucionan hacia una<br />

superficie ósea epifisaria lisa en la<br />

adolescencia. No debemos confundir<br />

estas irregularidades con trastornos de<br />

necrosis ósea.<br />

La resonancia, no obstante, nos<br />

será de utilidad para el diagnóstico<br />

precoz de lesiones no visibles en la<br />

radiografía simple, nos dará<br />

información del grado de inestabilidad<br />

del fragmento y de la presencia de<br />

cuerpos libres intraarticulares.<br />

La presencia en T2 de hiperseñal<br />

alrededor de un fragmento no<br />

desprendido nos indica que el líquido<br />

articular rodea el fragmento y es un<br />

signo de inestabilidad (Figura 22.20).<br />

Figura 22.20. Imagen por RMN de una<br />

osteocondritis disecante en la zona de<br />

carga de cóndilo femoral interno.


22.6.4.4. Tratamiento.<br />

En paciente con fisis abiertas:<br />

descarga,<br />

inmovilización y control<br />

sintomático.<br />

La lesión osteocondrítica<br />

en<br />

el niño pequeño cura sola,<br />

especialmente aquélla situada en la<br />

parte<br />

posterior.<br />

En pacientes con fisis cerradas:<br />

tratamiento como en el adulto. En<br />

general, si el fragmento está sujeto "in<br />

situ" y los síntomas son menores, se<br />

debe mantener un tratamiento<br />

conservador y controles radiológicos<br />

evolutivos.<br />

Si el fragmento se encuentra<br />

desprendido puede realizarse:<br />

Extracción artroscópica.<br />

Extracción a cielo abierto.<br />

Reubicación y fijación con<br />

<br />

implantes metálicos o con material<br />

reabsorvible.<br />

Aloinjertos osteocondrales.<br />

22.6.5. Enfermedad de Sever.<br />

22.6.4.1. Introducción:<br />

La enfermedad de Sever, es una<br />

osteocondrosis localizada en la apófisis<br />

posterior del calcáneo.<br />

22.6.5.2. Etiología:<br />

La edad típica de presentación es entre<br />

los 7 y 10 años de edad. La poófisis<br />

calcánea se osifica desde varios<br />

centros de osificación que aparecen<br />

entre los 4 y lo 7 años en las niñas y<br />

entre los 7 y 10 años en los niños.<br />

Estos centos se fusionan al cuerpo del<br />

astrágalo a los 12-15 años, momento<br />

en que la apófisis adquiere la misma<br />

densidad que el resto del hueso.<br />

22.6.5.3. Diagnóstico:<br />

El diagnóstico de la enfermedad de<br />

Sever se establece cuando un niño que<br />

ha participado en una actividad atlética<br />

siente dolor a lo largo de los bordes del<br />

talón.<br />

A veces,<br />

el talón está<br />

ligeramente hinchado<br />

y levemente<br />

caliente al tacto. Las radiografías no<br />

son útiles para el diagnóstico, ya que<br />

no<br />

pueden detectar la lesión<br />

del<br />

cartílago,<br />

excepto para excluir una<br />

fractura<br />

ósea como causa del dolor<br />

(Figura<br />

22.21).<br />

439<br />

Figura 22.21. Enfermedad de Sever<br />

bilateral. Obsérvese el aumento de la<br />

densidad radiográfica en ambas apófisis<br />

calcáneas así como la fragmentadión de<br />

las mismas.<br />

22.6.5.4. Tratamiento:<br />

Para evitar una tracción excesiva del<br />

tendón de Aquíles sobre la apófisis<br />

calcánea en crecimiento, es<br />

recomendable colocar una talonera que<br />

eleve 1-1,5 cm el talón. Sin embargo, si<br />

los síntomas son intensos, es<br />

aconsejable colocar una botina de yeso<br />

unas cuatro semanas. De todas<br />

maneras, hay que informar a la familia<br />

que dicha enfermedad es autolimitada<br />

en el tiempo, pues al final del<br />

crecimiento, es decir, cuando la<br />

apófisis se fusiona con el resto del<br />

calcáneo, desparecen los síntomas sin<br />

repercusión clínica ni radiográfica.<br />

22.6.6. Enfermedad de Freiberg.<br />

22.6.6.1. Introducción:<br />

Se denomina también lesión de<br />

Freiberg o Köhler II. Consiste en la<br />

necrosis avascular localizada en la<br />

cabeza del segundo metatarsiano del<br />

pie, en ocasiones las del tercero y<br />

cuarto y, excepcionalmente en la del<br />

primero.<br />

22.6.6.2. Etiología:<br />

Es más frecuente en el sexo femenino<br />

que en el masculino, en una proporción<br />

de 5/1, y la edad típica de presentación<br />

está entre los 12 y 15 años. Un caso de<br />

cada diez es bilateral. Entre las causas<br />

favorecedoras de la enfermedad de<br />

Freiberg se encuentran los<br />

traumatismos de repetición,<br />

e specialmente en aquellos niños con<br />

insuficiencia<br />

en la longitud del primer<br />

metatarsiano,<br />

y la insuficiencia vascular


en la cabeza del segundo<br />

metatarsiano.<br />

22.6.6.3. Diagnóstico:<br />

Las manifestaciones clínicas se dan<br />

especialmente en la edad adulta. Así<br />

es frecuente que el pasciente presente<br />

dolor bajo la cabeza del metatarsiano<br />

afecto así como una cierta limitación<br />

del movimiento de la articulación<br />

metatarsofalángica en comparación<br />

con las demás. En fases más tardías<br />

puede objetivarse, además, una<br />

tumefacción dolorosa a la presión en la<br />

articulación.<br />

Sin embargo, el<br />

diagnóstico definitivo nos lo da el<br />

exámen radiográfico. En él<br />

observaremos el aplanamiento de la<br />

cabeza del metarsiano con esclerosis e<br />

irregularidad del núcleo de osificación<br />

epifisario (Figura 22.22).<br />

Figura<br />

22.22. Imágen radiográfica de la<br />

enfermedad<br />

de Freiberg de la cabeza del<br />

segundo<br />

metatarsiano.<br />

No obstante, en ocasiones y cuando<br />

la enfermedad está en los estadíos<br />

iniciales,<br />

la radiología puede ser<br />

anodina,<br />

por lo que en caso de duda es<br />

conveniente<br />

practicar una gammagrafía<br />

ósea,<br />

en la que observaremos un<br />

aumento<br />

en la captación del<br />

radioisótopo.<br />

22. 6.6.4. Tratamiento:<br />

El objetivo del tratamiento es el de<br />

evitar<br />

la deformación estructural<br />

permanente<br />

de la cabeza metatarsiana<br />

afecta<br />

y preservarla. Antes de que se<br />

produzca el colapso de la cabeza, la<br />

440<br />

utilización<br />

de plantillas ortopédicas de<br />

descarga, pueden ser suficientes para<br />

que la enfermedad no progrese. Sin<br />

embargo, en los casos en los que se<br />

observe ya una zona necrótica, la<br />

osteotomía del cuello metatarsiano<br />

junto con la rotación de la cabeza para<br />

eliminar la carga de la zona necrótica,<br />

presenta aceptables resultados.<br />

22.6.7.<br />

Enfermedad de Köhler.<br />

22.6.7.1. Introducción:<br />

Denominada también Köhler I, se trata<br />

de la ON idiopática del escafoides<br />

tarsiano.<br />

Actualmente se considera que<br />

es una necrosis avascular que ocurre<br />

en escafoides constitucionalmente<br />

vulnerables.<br />

22. 6.7.2. Etiología:<br />

Resulta<br />

más frecuente en varones (5:1)<br />

y la<br />

edad típica de presentación se<br />

sitúa<br />

entre los 3 y 7 años. Es unilateral<br />

en el 80 % de los casos. La naturaleza<br />

reversible<br />

y autolimitada del proceso ha<br />

llevado<br />

a la especulación de que esta<br />

enfermedad<br />

sea en realidad una<br />

secuencia<br />

alterada de la osificación del<br />

tarso.<br />

Al igual que otras ON, las factores<br />

causales<br />

suelen ser los<br />

microtraumatismo<br />

repetidos, que<br />

causan<br />

oclusión vasculare, y el retraso<br />

en la osificación normal del escafoides<br />

que<br />

lo hace susceptible a los<br />

microtraumatismos.<br />

22.6.7.3. Diagnóstico:<br />

El dolor en el arco interno del pie,<br />

especialmente localizado en el<br />

escafoides, puede sugerir una ON de<br />

dicho hueso en los niños. Sin embargo,<br />

el estudio radiográfico nos orientará<br />

sobre el mismo. El estudio radiológico<br />

muestra un hueso escafoides<br />

escleroso, fragmentado y aplanado en<br />

el sentido antero posterior (Figura<br />

22.23). La imagen es suficientemente<br />

sugestiva y no precisa de estudios por<br />

RMN. A tener en cuenta que hay que<br />

solicitar proyecciones anteroposterior y<br />

perfil de ambos pies (comparativas)<br />

con el fin de distinguir estos cambios.


Figura 22.23. Enfermedad de Kohler.<br />

A) proyección anteroposterior de ambos<br />

pies, donde se observan las diferencias<br />

existentes en ambos escafoides tarsianos.<br />

Así, mientras que el del pie izquierdo ofrece<br />

un aspecto normal, el derecho está<br />

completamente aplanado y con una<br />

esclerosis importante. B) proyección de<br />

perfil del pie derecho de la figura A.<br />

22.6.7.4. Tratamiento:<br />

El tratamiento de esta ON debe ser<br />

individualizado y está en función de la<br />

gravedad de los síntomas. Así, si las<br />

molestias<br />

son intensas y obligan a una<br />

cojera antiálgica, se colocará<br />

una botina de yeso durante 5-6<br />

semanas, mientras que si la<br />

sintomatología es leve y/o moderada se<br />

coloca rá un a plantilla de descarga del<br />

arco longitudinal interno<br />

del pie. Hay<br />

que<br />

hacer mención que la enfermedad<br />

de Köhler es autolimitada<br />

en el tiempo,<br />

con una duración máxima de promedio<br />

entre un año y medio y dos años. En<br />

este sentido, en ningún caso se ha<br />

podido objetivar cambios degeneratios<br />

en las articulaciones adyacentes al<br />

escafoides.<br />

22.7. Osteonecrosis avasculares de<br />

la extremidad superior<br />

22.7.1.<br />

Necrosis avascular de la<br />

cabeza humeral.<br />

22.7.1.1. Introducción:<br />

Al<br />

igual que en la necrosis avascular de<br />

la cabeza femoral, las dos causas<br />

etiológicas<br />

más importantes que<br />

favorcen<br />

su parición, son los<br />

traumatismos<br />

(fracturas) y la toma de<br />

cortioides.<br />

441<br />

22.7.1.2. Diagnóstico:<br />

En ocasiones de no existir un<br />

antecedente traumático<br />

previo, el<br />

diagnóstico se realiza casualmente al<br />

comprobar<br />

radiográficamente la<br />

existencia<br />

de cambios óseos<br />

caracte<br />

rísticos de la enfermedad en el<br />

curso<br />

de una exploración por otra<br />

causa (Figura 22.24).<br />

Sin embargo, es<br />

habitual que el paciente presente<br />

molestias<br />

en la articulación<br />

glenohumeral<br />

con un componente más<br />

o menos severo de impotencia<br />

funcional.<br />

Figura 22.24. Necrosis avascular de la<br />

cabeza humeral.<br />

22.7.1.3. Tratamiento:<br />

No difiere del empleado en la necrosis<br />

avascular<br />

de l cabeza femoral, aunque<br />

aquí, no se utilizan los injertos óseos a<br />

nivel de la necrosis una vez curetada la<br />

zona necrótica. Así, en los estadíos<br />

iniciales y cuando el dolor es muy<br />

acusado, están justificadas las<br />

perforciones múltiples con una<br />

pequeña broca, con el fin de<br />

descomprimir la zona esclerosada de la<br />

cabeza femoral y favorecer la<br />

revascularización del área necrótica.<br />

Sin embargo, cuando existe olapso<br />

óseo, el mejor procedimiento es la<br />

artroplastia<br />

total del hombro.


22.7.2. Enfermedad de Panner:<br />

22.7.2.1.Introducción:<br />

La enfermedad de Panner es la<br />

ostocondrosis que afecta al capitellum<br />

humeri del codo.<br />

22.7.2.2. Etiología:<br />

En el 90 % de los casos,la enfermedad<br />

de Panner afecta a varones menores<br />

de 10 años y suelen ser unilaterales.<br />

Son más frecuentes en chicos porque<br />

en ellos los núcleos secundarios de<br />

crecimiento aparecen y maduran más<br />

tarde. También porque presentan una<br />

mayor suscptibilidad a los<br />

traumatismos y a las sobrecargas de<br />

las actividades infantiles.<br />

Aunque los trastornos de la osificación<br />

endocondral suelen asociarse<br />

a<br />

discrasias sanguíenas, anomalías<br />

endocrinas y factores genéticos, la<br />

mayoría de los autores creen que lo<br />

fundamental para que se produzca la<br />

enfermedad de Panner son las fuerzas<br />

compresivas<br />

valguizantes exageradas<br />

en la articulación entre el radio y el<br />

capitellum<br />

humeri, durante un periodo<br />

en el que el codo es muy vulnerable.<br />

En este sentido, los microtraumatismos<br />

de repetición pueden afectar la<br />

viabilidad<br />

celular de los cartílagos de<br />

crcimiento epifisario, debido a que<br />

varias arterias atraviesan una matriz<br />

cartilaginosa flexible.<br />

22. 7.2.3. Diagnóstico:<br />

La mayoría de los pacientes con<br />

enfermedad<br />

de Panner presentan una<br />

historia<br />

de varias semanas de dolor y<br />

rigidez<br />

de codo. Suele afectarse el<br />

brazo<br />

dominante, y normalmente hay<br />

antecedentes<br />

de traumatismo<br />

moderado o sobrecarga en el codo.<br />

Los<br />

síntomas a menudo empeoran con la<br />

actividad y mejoran con el reposo.<br />

La exploración física suele poner de<br />

manifiesto<br />

la existencia de dolor en la<br />

cara<br />

externa de codo, sobre todo a<br />

nivel<br />

del capitellum. A veces puede<br />

haber<br />

signos de derrame.<br />

442<br />

Es común observar una pérdida de<br />

movilidad,<br />

especialmente la extensión.<br />

También<br />

puede producirse crepitación<br />

en la zona articular externa durantelos<br />

movimientos<br />

de pronacióny supinación.<br />

En el estudio radiográfico, que<br />

siempre<br />

deberá realizarse en ambos<br />

codos,<br />

suele existir pequeñas fisuras,<br />

disminución del tamaño y/o<br />

fragmentación de todo el capitellum.<br />

Asimismo puede<br />

existir una hipertrofia<br />

de la cabeza del radio. Lo que es<br />

característico observar es una<br />

radiotransparencia<br />

subcondral y una<br />

osificación<br />

irregular del capitellum con<br />

res pecto al del lado sano<br />

(Figura<br />

22.25).<br />

Figura<br />

22.25. Imágen radiográfica de la<br />

enfermedad<br />

de Panner. Obsérvese la<br />

radiotransparencia<br />

capitellum.<br />

subcondral del<br />

Sin embargo, la sensibilidad y<br />

especificidad<br />

de la RMN le confieren<br />

gran<br />

utilidad para el diagnóstico. En<br />

este<br />

sentido, la disminución de la señal<br />

en las imágenes potenciadas en T1 y<br />

aumentando la señal en las<br />

potenciadas en T2, son muy sugestivas<br />

de la osteocondrosis del capitellum<br />

(Figura 22.26).


Figura<br />

22.26. Imágen coronal de RMN<br />

potenciada<br />

en T1 de un niño con<br />

enfermedad<br />

de Panner. Son evidentes el<br />

edema<br />

y la disminución de la señal<br />

subcondral<br />

del capitellum humeri.<br />

22. 6.2.4.Tratamiento:<br />

Lo fundamental del tratamiento de la<br />

enfermedad<br />

de Panner es aliviar los<br />

síntomas<br />

dolorosos. Para ello hay que<br />

disminuir<br />

las actividades físicas del<br />

codo,<br />

en particular aquellas que<br />

sobrecargan<br />

la articulación del codo.<br />

De esta forma, el dolor se suele aliviar,<br />

y el codo puede recuperar<br />

gradualmente su movilidad y función<br />

normales.<br />

Lo habitual es que una<br />

inmovilización<br />

de 3-4 semanas,<br />

asociada<br />

a la toma de AINES, alivie los<br />

síntomas.<br />

Aunque la clínica puede<br />

durar<br />

algunos meses, el pronóstico a<br />

largo<br />

plazo suele ser bueno.<br />

22. 7.3. Enfermedad de Kienböck.<br />

22. 7.3.1. Introducción:<br />

Aunque<br />

esta patología ya fue descrita<br />

en 1843, por Peste, fue Kienböck el<br />

primero<br />

que describió la necrosis<br />

avascular<br />

del semilunar, explicando su<br />

sintomatolo gía y relacionandola con los<br />

cambios morfológicos del semilunar<br />

debido<br />

a sus alteraciones vasculares.<br />

22. 7.3.2. Etiología:<br />

Se han propuesto numerosas las<br />

teorías<br />

sobre el origen de la<br />

enfermedad.<br />

Parece probado que la<br />

des estructuración y necrosis del hueso<br />

443<br />

se debe al deterioro de<br />

la perfusión<br />

sanguínea. Sin embargo, la causa<br />

concreta de la misma se desconoce.<br />

Existen, no obstante, una serie de<br />

factores de riesgo o predisponentes<br />

que influyen de manera notable en el<br />

desencadenamiento del proceso. Así,<br />

no se descarta que los traumatismos<br />

repetidos, un traumatismo agudo o una<br />

fracturano reconocida sea la causa<br />

inicial del deterioro vascular del<br />

semilunar.<br />

Como factor predisponente también se<br />

ha considerado que la propia<br />

disposición vascular del semilunar<br />

puede jugar un papel importante. El<br />

patrón arterial del semilunar no es<br />

uniforme, pero parece demostrado que<br />

las arteriolas del plano subcondral<br />

proximal son escasas y de carácter<br />

terminal, locali zándose en esta zona<br />

el<br />

inicio del proceso.<br />

Sin embargo, este<br />

hecho no explica<br />

convincentemente<br />

que el deterioro se extienda<br />

posteriormente a todo el hueso.<br />

El factor mecánico con sobrecarga del<br />

semilunar como desencadenante de la<br />

alteración vascular sigue siendo una<br />

hipótesis avalada por la evidencia<br />

estadística de una mayor incidencia de<br />

Kienböck en los casos de<br />

minusvariante cubital. Este tipo de<br />

varianza se asocia con una modalidad<br />

morfológica triangular del semilunar,<br />

ofreciendo<br />

esta disposición una menor<br />

superficie de contacto articular con el<br />

radio, sujeta a una mayor carga.<br />

22.7.3.3. Diagnóstico:<br />

El paciente tipo es un varón joven<br />

(entre 20-40 años) que refiere dolor en<br />

la zona central del carpo sin<br />

antecedentes traumáticos relevantes.<br />

Progresivamente el dolor va<br />

aumentando, pudiendo aparecer<br />

episodios de tumefacción<br />

de la<br />

muñeca, con disminución progresiva de<br />

la fuerza y de la movilidad.<br />

Sin<br />

embargo, el diagnóstico definitivo,<br />

requiere siempre un estudio<br />

radiográfico, siendo una enfermedad de<br />

fácil diagnóstico en casos avanzados<br />

(Figura 22.27).


Figura 22.27. Enfermedad de Kienböck<br />

avanzada. Obsérvese la fragmentación y el<br />

colapso que sufre el semilunar.<br />

En este contexto, la clasificación de<br />

Litchmann permite estadiar la<br />

enfermedad (Figura 22.28).<br />

Figura 22.28. Clasificación de Litchmann<br />

de las necrosis avasculares del semilunar.<br />

No obstante, en la fase inicial, antes de<br />

que se produzca el deterioro y la<br />

desestructuración ósea, las<br />

radiografías simples son normales,<br />

siendo la RNM la que posibilita la<br />

realización del diagnóstico de<br />

Kienböck. La utilización de esta última<br />

prueba ha propiciado una nueva<br />

clasificación de esta enfermedad<br />

(Tabla 22.II).<br />

444<br />

Tabla 22.II. Clasification de las necrosis del<br />

semilunar, teneindo en cuenta la radiologia<br />

y la RMN.<br />

• Estadio I. Sin cambios<br />

radiográficos. Posibilidad<br />

diagnóstica sólo con RNM.<br />

• Estadio II. Aumento de la<br />

densidad trabecular.<br />

• Estadio IIIA. Colapso y fracturas<br />

del semilunar. Ascenso del<br />

hueso grande.<br />

• Estadio IIIB. Basculación en<br />

flexión del escafoides.<br />

Desviación cubital del<br />

ganchoso.<br />

• Estadio IV. Fragmentación y<br />

artrosis perilunar.<br />

Si se realiza la RMN utilizando un<br />

medio de contraste paramagnético<br />

intravenoso (gadolinio), se puede<br />

comprobar la perfusión residual del<br />

semilunar: presencia de perfusión en<br />

los estadios I y II, inconstante en IIIA y<br />

ausencia de perfusión en estadios IIIB<br />

y IV (Figura 22.29).<br />

Figura 22.29. Necrosis del semilunar en<br />

una imágen por RMN.<br />

Así pues y como resumen, para<br />

diagnosticar una enfermedad de<br />

Kienböck el paso inicial es el estudio<br />

radiográfico simple y, ante la ausencia<br />

de alteraciones radiográficas en<br />

situación de sintomatología<br />

sospechosa, la RNM estará indicada


como único procedimiento para el<br />

diagnóstico en la fase inicial. En los<br />

casos en los que el estudio radiográfico<br />

simple detecte un estadio II o IIIA, la<br />

RNM con gadolinio puede indicar el<br />

grado de perfusión ósea, ayudando en<br />

la elección del tratamiento, siendo<br />

también de gran utilidad la TAC. En<br />

estadios más avanzados, ni la RNM ni<br />

el TAC aportan ningún elemento<br />

decisivo para orientar el tratamiento.<br />

22.7.3.4. Tratamiento:<br />

En la fase inicial (estadio I) con<br />

posibilidad de remisión y curación. La<br />

inmovilización prolongada de al menos<br />

12 semanas puede hacer remitir el<br />

proceso y por tanto en esta fase, el<br />

tratamiento conservador está justificado<br />

como primera opción.<br />

En casos de deterioro de la morfología<br />

ósea con evidencias de perfusión<br />

residual (estadio II y IIIA) se han<br />

planteado técnicas que combinan la<br />

restauración<br />

morfológica del semilunar<br />

con el aporte de vascularización. En<br />

este sentido se han utilizado diferentes<br />

técnicas de revascularización:<br />

implantado el pisiforme con un pedículo<br />

vascular en el interior del semilunar,<br />

previo fresado de una cavidad (técnica<br />

de Beck); utilizando un injerto<br />

corticoesponjoso de radio con pedículo<br />

muscular del pronador cuadrado<br />

(técnica de Braun), y rellenando el<br />

semilunar con esponjosa autóloga,<br />

realizando el aporte vascular<br />

introduciendo un pedículo<br />

arteriovenoso en el semilunar de la 2ª o<br />

3ª arteria intermetacarpiana dorsal<br />

(técnica de Hori).<br />

También se han utilizado técnicas de<br />

revascularización indirecta por vía<br />

refleja, basadas en la teoría de que<br />

cualquier intervención ósea en las<br />

proximidades del semilunar provoca<br />

una hiperemia reactiva en la muñeca<br />

que mejoraría la perfusión del<br />

semilunar. En este contexto<br />

encontramos la técnica de Illarramendi<br />

que consiste en realizar una fractura<br />

incompleta en las extremidades<br />

distales del radio y del cúbito.<br />

Cuando los estadios II y IIIA coexisten<br />

con incongruencias de longitud entre<br />

445<br />

cúbito y radio existe unanimidad en<br />

preferir técnicas correctoras del<br />

nivel<br />

para equilibrar las fuerzas que actúan<br />

sobre el carpo. Lo más frecuente es<br />

encontrar una minusvariante del cúbito,<br />

y en estos casos<br />

el acortamiento del<br />

radio,<br />

es generalmente la técnica de<br />

elección ya que evita la necesidad<br />

de<br />

utilizar un injerto óseo, siendo la<br />

consolidación más rápida<br />

(Figura 22.30).<br />

Figura 22.30. Enfermedad de Kienböck<br />

tratada quirúrgicamente mediante<br />

acortamiento del radio. A) imágen inicial. B)<br />

postosteotomía. C) resultado a loas 12<br />

meses. Obsérvese la remodelación que ha<br />

expirementado el semilunar con respecto a<br />

la imágen inicial.<br />

Por el contrario, el alargamiento del<br />

cúbito es una técnica de<br />

descompresión menos utilizada debido<br />

a la necesidad de usar injerto óseo,<br />

presentar una mayor incidencia de<br />

retrasos de consolidación y<br />

pseudoartrosis y ser necesaria la<br />

retirada de la placa, debido a su<br />

posición subcutánea.<br />

En estadios avanzados con necrosis<br />

definitiva del semilunar asociada o no a<br />

colapso del carpo no se plantea la<br />

recuperación de la vitalidad del hueso,<br />

sino la de evitar el colapso de las<br />

columnas central y radial del carpo, o<br />

corregirlo si ya se ha producido.<br />

Cuando el semilunar se desestructura,


se produce una migración proximal del<br />

hueso grande, acortándose la columna<br />

central. La columna radial es obligada a<br />

acortarse mediante la basculación en<br />

flexión del escafoides, desplazándose<br />

asimismo el ganchoso a cubital.<br />

Para evitar el colapso de la columna<br />

central se han diseñado numerosas<br />

técnicas que fusionan el grande a los<br />

huesos vecinos. Ejemplos son la<br />

artrodesis grande-ganchoso (técnica<br />

que no evita el colapso de la columna<br />

radial) o la fusión en bloque de todo el<br />

carpo salvo la articulación distal del<br />

escafoides. Estas técnicas se<br />

consideran hoy en día de escasa<br />

utilidad dado que con la primera no se<br />

evita el colapso de la columna radial y<br />

la segunda resulta muy compleja de<br />

realización, de numerosas<br />

complicaciones y muy limitante de la<br />

movilidad de la muñeca.<br />

Actualmente la técnica que se está<br />

utilizando es la fusión triescafoidea<br />

(escafoides-trapecio-trapezoide). Los<br />

objetivos de esta artrodesis son el de<br />

reducir la presión sobre el semilunar<br />

trasladándola a la columna radial, y el<br />

de corregir la posición de los huesos.<br />

La unión ligamentosa potente que<br />

existe entre el hueso grande,<br />

escafoides y trapecio, estabiliza la<br />

columna central sin que sea necesario<br />

incluir el grande en la artrodesis. Con<br />

esta<br />

técnica no se considera necesaria<br />

ni aconsejable extirpar el semilunar.<br />

Como otras ventajas mencionar su<br />

realización sencilla y el grado de<br />

movilidad de muñeca que se conserva,<br />

citando entre sus desventajas la cifra<br />

de complicaciones relativamente<br />

importante<br />

que se producen, siendo la<br />

pseudoartrosis la más frecuente.<br />

La fusión triescafoidea se puede<br />

considerar la técnica de elección por<br />

tanto, en los casos avanzados de<br />

colapso del carpo, planteándose este<br />

procedimiento incluso en los casos IIIA<br />

de 0 variante. En los casos terminales<br />

de colapso y grave artrosis carporadial,<br />

hay que plantear soluciones paliativas<br />

como pueden ser la carpectomía<br />

proximal o las artrodesis múltiples o<br />

totales.<br />

22.7.4. Enfermedad de Preisser.<br />

446<br />

22.7.4.1. Definición:<br />

La necrosis avascular idiopática del<br />

escafoides carpiano constituye la<br />

enfermedad<br />

de Preisser (Figura 22.31).<br />

Figura 22.31. Enfermedad de Preisser.<br />

A) imagen radiográfica. B) imagen por<br />

RMN.<br />

22.7.4.2. Etiología:<br />

Al igual que en toda necrosis avascular,<br />

a excepción de las fracturas<br />

del<br />

escafoides que se asocian con necrosis<br />

avasculares, fundamentalmente de su<br />

polo<br />

proximal, en los demás casos la<br />

causa es desconocida, si bien se la ha<br />

asociado a diferentes enfermedades<br />

reumáticas con o sin la toma de<br />

corticoides.<br />

22.7.4.3. Diagnóstico:<br />

La sintomatología suele ser anodina,<br />

pues ocasiona molestias generalizadas<br />

de la muñeca, con dolor ocasional al<br />

apoyar la eminencia tenar. Es el<br />

estudio radiográfico el que nos pondrá<br />

en alerta sobre la patología en cuestión<br />

(Figura 22.32).<br />

Figura 22.32. Paciente de 25 años con<br />

enfermedad de Preiser. A) al inicio de los<br />

síntomas. B) a los 5 meses. Obsérvese la<br />

esclerosis del polo proximal y la presencia<br />

de un quiste óseo en la mitad del<br />

escafoides.<br />

Sin embargo, en las primeras fases de<br />

la enfermedad, la radiología es


anodina,<br />

por lo que deberá solicitarse<br />

una RMN, la cual nos pondrá de<br />

ma nifiesto la necrosis ósea<br />

(Figura<br />

22.33).<br />

Figura<br />

22.33. Enfermedad de Preiser. A)<br />

imagen<br />

radiográfica, donde no puede<br />

observarse<br />

el alcance real de la necrosis.<br />

B) el<br />

mismo caso visto en la RMN, donde<br />

se observa el cambio de señal del<br />

escafoides, sugestivo de necrosis.<br />

22. 7.4.4. Tratamiento:<br />

Debido<br />

a que existen relativamente<br />

pocos casos publicados,<br />

no puede<br />

extraerse una conclusión con crespecto<br />

al tratamiento. No obstante, se<br />

recomienda que en los primeros<br />

estadíos,<br />

es decir, en los casos en los<br />

que aún no existe colapso, se<br />

recomienda<br />

la inmovilización enyesada<br />

durante<br />

6 semanas, con el fin de dar<br />

tiempo al escafoides a<br />

revascularizarse. En cambio, cuando el<br />

escafoides<br />

está totalmente necrosado,<br />

las técnicas quirúrgicas son múltiples y<br />

variadas,<br />

desde el aporte de un injerto<br />

vascularizado,<br />

pasando por la<br />

carpectomía<br />

proximal (resección de la<br />

primera fila del carpo), la exéresis del<br />

escafoides y la artrodesis<br />

mediocarpiana,<br />

y la artrodesis total de<br />

muñeca.<br />

La elección de uno u otro<br />

método<br />

está en función de las<br />

condiciones<br />

del carpo y de la<br />

experiencia de cda cirujano en<br />

particular. Sin embargo, cuando el<br />

escafoides<br />

está colapsado y con<br />

fargmentación del mismo, los dos<br />

métodos<br />

más comúnmente utilizados<br />

son la carpectomía proximal y/o la<br />

extirpación<br />

del escafoides junto con la<br />

artrodesis<br />

mediocarpiana.<br />

22.7.5. Enfermedad de Dieterich<br />

447<br />

22. 7.5.1. Introducción:<br />

La necrosis avascular de la cabeza de<br />

los metacarpianos constituye la<br />

enfermedad<br />

de Dieterich.<br />

22. 7.5.2. Etiología:<br />

La verdadera causa de la necrosis es<br />

desconocida.<br />

Sin embargo, la arteria<br />

que irriga la cabeza de los<br />

metacarpianos está ausente<br />

en un 35<br />

% de los casos, dejando su irrigación a<br />

expensas de una red arterial<br />

pericapsular. Este patrón es mucho<br />

más frecuente (60 %) en el dedo<br />

medio.<br />

22.7.5.3. Diagnóstico:<br />

El primer signo es el dolor. Más<br />

adelante, a medida que va progresando<br />

la necrosis, se instaura una<br />

disminución del movimiento articular<br />

metcarpofalángico. No obstante, el<br />

estudio radiográfico permite, en los<br />

casos avanzados, confirmar el<br />

diagnóstico (Figura 22.34).<br />

Figura 22.34. Enfermedad de Dieterich,<br />

afectando la cabeza del tercer<br />

metacarpiano. Observese la presencia de<br />

la fractura subcondral junto con el colapso<br />

de la cabeza.<br />

En los casos en las que la radiología<br />

es anodina, pero existe una clínica<br />

local sugestiva, es prudente efectuar un<br />

estudio por RMN, donde se observa la<br />

imagen típica de necrosis, tantas veces<br />

observada en las otras localizaciones<br />

ya comentadas en este capítulo.<br />

22.7.5.4. Tratamiento:<br />

Va a depender de la fase en que se<br />

encuentre<br />

la morfología de la cabeza<br />

metacarpiana.<br />

En este sentido, en los


casos en los que aún no se ha perido la<br />

esfericidad y no exista colapso de la<br />

cabeza,<br />

puede inmovilizarse la<br />

articulación con una férula durante 6<br />

semanas, en posición funcional,<br />

con el<br />

fin de que el hueso tnga capacidad<br />

para remodelarse tras la<br />

revascularización.<br />

Si ello no es así, es<br />

decir, que existe o se produce<br />

un<br />

colapso de la cabeza, el mejor<br />

procedimiento es la artrioplastia total<br />

metcarpofalángica.<br />

448


CAPITULO 23. ARTROPATIAS DEGENERATIVAS<br />

E INFLAMATORIAS<br />

23.1. Artrosis<br />

23.1.1. Introducción:<br />

La artrosis se define como una<br />

patología articular degenerativa<br />

resultado de trastornos mecánicos y<br />

biológicos, que desestabilizan el normal<br />

intercambio entre la degradación y<br />

síntesis de las células cartilaginosas,<br />

de la matriz extracelular y del hueso<br />

subcondral, comportando todo ello la<br />

pérdida progresiva del cartílago<br />

articular (Figura 23.1).<br />

Figura 23.1. Artrosis de cadera. En el<br />

recuadro puede observarse la erosión y el<br />

desgaste del cartílago articular de la<br />

cabeza femoral.<br />

23.1.2. Etiología:<br />

Aunque se desconoce la verdadera<br />

causa de la producción de la<br />

449<br />

enfermedad, existen ciertos factores,<br />

denominados<br />

de riesgo, que<br />

predisponen a padecerla. Entre ellos se<br />

encuentran la edad, el sexo, herencia,<br />

obesidad, laxitud articular, alteraciones<br />

metabólicas<br />

y hormonales, anomalías<br />

congénitas,<br />

actividad física y laboral, deformidades<br />

articulares, etc.<br />

En cuanto a la edad, la artrosis es<br />

infrecuente en los adultos menores de<br />

40 años, pero representa la<br />

enfermedad crónica más frecuente en<br />

fases posteriores de la vida, de manera<br />

que la padece más del 80 % de las<br />

personas de 75 o más años. Sin<br />

embargo, no han sido definidos<br />

claramente los mecanismos de la<br />

asociación de artrosis con la edad,<br />

aunque se han obtenido datos en otros<br />

tejidos que indican que con el<br />

envejecimiento se puede producir una<br />

disminución de las respuestas celulares<br />

frente a los factores de crecimiento.<br />

Por lo que respecta al sexo, las<br />

mujeres muestran una incidencia<br />

aproximadamente doble de artrosis en<br />

comparación con los hombres. El<br />

patrón de afectación articular también<br />

es diferente según el sexo, de forma<br />

que<br />

las mujeres presentan un número<br />

mayor de articulaciones afectadas y<br />

muestran más a menudo<br />

sintomatología de rigidez matutina,<br />

tumefacción articular y dolor nocturno.<br />

Al parecer, el déficit de hormonas<br />

femeninas tendría mucho<br />

que ver la<br />

aparición de artrosis, pues se ha<br />

demostrado la presencia<br />

de receptores<br />

estrogénicos funcionales<br />

en el cartílago<br />

articular del adulto,<br />

lo que sugiere un<br />

mecanismo de regulación<br />

hormonal en<br />

los condrocitos.<br />

La artrosis también parece presentar<br />

un componente genético.<br />

En este<br />

aspecto, existe una concordancia<br />

significativamente elevada de<br />

artrosis


en todas las áreas articulares de los<br />

gemelos monocigóticos,<br />

en<br />

comparación<br />

con los gemelos<br />

dicigóticos. Sin embargo,<br />

aún no se<br />

han identificado los genes implicados.<br />

Otro factor determinante en la<br />

aparición de artrosis es la obesidad,<br />

especialmente a nivel de la rodilla y, en<br />

menor medida, de la cadera. El<br />

aumento en la fuerza ejercida sobre las<br />

articulaciones<br />

que soportan peso,<br />

explica probablemente este riesgo,<br />

aunque los factores metabólicos<br />

también<br />

pueden desempeñar algún<br />

papel.<br />

L a actividad física intensa también es<br />

un importante factor de riesgo<br />

para la<br />

artrosis de rodilla, sobre todo en las<br />

personas obesas y de edad avanzada.<br />

Sin<br />

embargo, las actividades<br />

físicas de<br />

grado moderado no parecen<br />

incrementar este riesgo y, de hecho,<br />

pueden ejercer un efecto bastante<br />

beneficioso.<br />

23.1.3. Clasificación:<br />

Existen diversas clasificaciones de la<br />

artrosis. Sin embargo, la más utilizada<br />

es la clasificación etiológica. Según la<br />

Asociación Americana de<br />

Reumatología, la artrosis se clasifica<br />

en:<br />

• Artrosis primaria o idiopática:<br />

presenta unas características bien<br />

definidas, sin ninguna enfermedad<br />

subyacente atribuible y, afecta<br />

sobre todo, a unas localizaciones<br />

concretas. Suelen tener un<br />

componente familiar. Así, entre las<br />

localizaciones más comunes de<br />

este tipo de artrosis, se encuentra<br />

la localizada en las manos,<br />

fundamentalmente en las<br />

articulaciones interfalángicas<br />

distales y proximales, la<br />

trapeciometcarpiana del pulgar y,<br />

con menos frecuencia, la de cadera<br />

y rodilla en mujeres obesas (Figura<br />

23.2). Sin embargo, es posible que<br />

algunas de las entidades que<br />

actualmente son consideradas<br />

como idiopáticas, al estudiar su<br />

patogenia se decanten como<br />

secundarias.<br />

450<br />

Figura 23.2. Artrosis primarias. A) de las<br />

interfalángicas distales de la mano. B) de la<br />

articulación trapeciometacarpiana del<br />

pulgar.<br />

• Artrosis secundaria: cuando<br />

presentan un factor etiológico<br />

identificable. Así por ejemplo, son<br />

artrosis secundarias las derivadas<br />

de enfermedades metabólicas<br />

(hemocromatosis, esfingolipidosis<br />

familiar, etc), las enfermedades<br />

endocrinas (acromegalia,<br />

hiperparatirodismo), artropatías<br />

microcristalinas (gota, pseudogota),<br />

enfermedades óseas (Paget,<br />

osteonecrosis, displasias),<br />

enfermedades neuropáticas<br />

(artropatía de Charcot),<br />

traumatismos articulares,<br />

meniscopatías, hiperlaxitud<br />

articular, ostecondrosis, condrolisis<br />

y/o sobreuso articular (actividades<br />

deportivas y laborales).<br />

23.1.4. Diagnóstico:<br />

Los principales síntomas de la artrosis<br />

son el dolor y la rigidez articular.<br />

Característicamente, el dolor artrósico<br />

se desencadena con el movimiento y<br />

me jora con el reposo (dolor mecánico),<br />

aunque no siempre es así.<br />

El inicio<br />

suele<br />

ser insidioso y habitualmente, la<br />

progresión<br />

es lenta. En las etapas<br />

iniciales de la enfermedad,<br />

suele ser de<br />

intensidad leve o mederado, mientras<br />

que en los estadios más avanzados<br />

puede<br />

desencadenarse con el más<br />

mínimo<br />

movimiento. Junto con el dolor,<br />

aparece<br />

la rigidez. Esta debuta<br />

generalmente<br />

a primera hora de la<br />

mañana,<br />

aunque dura pocos minutos, y<br />

siempre<br />

es menor de media hora, lo<br />

que ayuda a distinguirla de otras


artropatías. La presencia de rigidez<br />

post inactividad (no es<br />

lo mismo que<br />

matinal) suele ser<br />

muy intensa.<br />

Finalmente, cuando la enfermedad ha<br />

progresado de forma<br />

inexorable, suelen<br />

aparecer derrames articulares,<br />

especialmente a nivel<br />

de la rodilla.<br />

Por lo que respecta<br />

a las pruebas de<br />

laboratorio, no existen<br />

exámenes de<br />

sangre<br />

o de orina de valor clínico o de<br />

diagnóstico en la artrosis, aunque<br />

puede servir para descartar otras<br />

artropatías.<br />

En cuanto al estudio por la imagen,La<br />

radiología simple es el patrón que<br />

determina la presencia o ausencia de<br />

artrosis, aunque en las primeras fases<br />

será normalmente negativa y, además,<br />

suele haber una discordancia entre la<br />

clínica y la radiología. En estos casos,<br />

quizás la gammagrafía ósea con Tc<br />

proceso<br />

en fases<br />

99<br />

pueda identificar las zonas de<br />

hiperpresión condral al observarse un<br />

aumento de captación del radioisótopo<br />

en las<br />

zonas<br />

interesadas en el<br />

degnerativo. Sin embargo,<br />

avanzadas, el exámen radiográfico es<br />

característico (Figura 23.3), tanto para<br />

las articulaciones sinoviales como a<br />

nivel de la columna vertebral<br />

(Tablas 23.I y 23.II).<br />

Figura 23.3. Características radiográficas<br />

típicas de las articulaciones sinoviales (A)<br />

y de la columna vertebral (B).<br />

451<br />

Tabla 23.I. Signos radiográficos<br />

característicos de las articulaciones<br />

sinoviales periféricas.<br />

1. Formación de osteofitos.<br />

2. Disminución del espacio<br />

articular.<br />

3. Esclerosis del hueso<br />

subcondral.<br />

4. Formación de quistes óseos.<br />

5. Edema de partes blandas.<br />

Tabla 23.II. Signos radiográficos<br />

característicos de la columna vertebral.<br />

1. Osteofitos anteriores y laterales.<br />

2. Disminución del espacio<br />

intervertebral.<br />

3. Cambios en las articulaciones<br />

facetarias.<br />

4. Subluxación vertebral<br />

(espondilolistesis degenerativa).<br />

5. Calcificaciones ligamentosas.<br />

En cuanto a otros estudios<br />

radiográficos, la TAC puede servir de<br />

ayuda en algunas localizaciones en<br />

que<br />

la radiología es poco definida,<br />

como por ejemplo las articulaciones<br />

interapofisarias<br />

(Figura<br />

23.4).<br />

vertebrales<br />

Figura 23.4. Artrosis de las articulaciones<br />

interapofisarias a nivel del segmento L4-L5,<br />

observables mediante la TAC. En la<br />

imagen de la izquierda puede apreciarse<br />

una hipertrofia de las facetas articulares<br />

(cabeza de flecha blanca) con esclerosis<br />

subcondral (flecha negra), mientras que en<br />

la imagen de la derecha se hace evidente<br />

la presencia de quistes subcondrales<br />

(flecha blanca) así como la compresión de<br />

la raiz nerviosa izquierda (cabeza de flecha<br />

vacía) como consecuencia de la hipertrofia<br />

facetaria.


23.1.5. Tratamiento:<br />

El objetivo del tratamiento es mejorar<br />

la movilidad de las articulaciones<br />

enfermas y disminuir el dolor de la<br />

mismas. Para ello, de disponen de<br />

varias alternativas terapeuticas, que<br />

incluye medidas farmacológicas y no<br />

farmacológicas, así como la cirugía. Sin<br />

embargo, el tratamiento de la artrosis<br />

es multidisciplinario, y que los que<br />

deberían liderar el tratamiento en la<br />

atención primaria es el médico de<br />

familia, y en la atención especializada<br />

el reumatólogo. Solo en los periodos<br />

muy avanzados de la enfermedad, es<br />

decir, con grave deterioro articular, con<br />

intenso dolor y limitación funcional,<br />

especialmente en caderas y rodillas, es<br />

cuando el papel del cirujano ortopédico<br />

adquiere toda su relevancia.<br />

El tratamiento no farmacológico<br />

incluye:<br />

• Educación: Es muy importante que<br />

el paciente con artrosis, conozca de<br />

manera comprensible la patología<br />

que presenta, los problemas que<br />

conllevan así como su evolución.<br />

Asimismo, de como consumir los<br />

analgésicos (para evitar efectos<br />

adversos), de lo importante que es<br />

la fisioterapia, de reducir el peso,<br />

etc.<br />

• Apoyo social: Esto le corresponde a<br />

las entidades que prestan servicios<br />

de salud. A veces el paciente se va<br />

a sentir muy aliviado cuando el<br />

personal sanitario se interesa por el<br />

paciente mediante una llamada<br />

telefónica, o una visita<br />

domiciliaria.<br />

Resulta menos costoso una<br />

llamada telefónica, que un<br />

desplazamiento al hospital.<br />

• Terapia física: La práctica de<br />

ejercicio es muy importante en el<br />

alivio del dolor y de la incapacidad<br />

funcional. En este sentido, se<br />

deben emplear ejercicios aeróbicos<br />

(natación, marcha) y ejercicios<br />

específicos relacionados con la<br />

articulación afecta por la artrosis.<br />

452<br />

• Disminución del peso corporal:<br />

Como es obvio, todas aquellas<br />

articulaciones de carga (caderas,<br />

rodillas, tobillos) se verán aliviadas<br />

cuanto menos peso soporten. En<br />

consecuencia, la minimización de<br />

dicho problema<br />

mediante una dieta<br />

equilibrada es de suma importancia.<br />

El tratamiento farmarcológico<br />

comprende:<br />

El principal medicamento a tener en<br />

cuenta es el paracetamol o<br />

acetaminofén, que debe ser el<br />

primer analgésico en utilizarse, ya<br />

que presenta poquísimas<br />

reacciones secundarias.<br />

Antiinflamatorios no esteroideos<br />

(AINES), se utilizan cuando el<br />

paracetamol es insuficiente<br />

para el<br />

alivio de los síntomas.<br />

Se usan también los inhibidores de<br />

la COX-2 (rofecoxib y celecoxib)<br />

que son antinflamatorios que no<br />

lesionan la mucosa gástrica y por<br />

consiguiente la formación de<br />

úlceras. Si se usa<br />

piroxicam o<br />

indometacina, obligatoriamente<br />

debe asociarse al uso de un<br />

protector de mucosa gástrica:<br />

omeprazol, pantaprozol,etc.<br />

Acido hialurónico: se trata de un<br />

polisacárido de elevado peso<br />

molecular. Se encuentra<br />

fundamentalmente en el líquido<br />

sinovial, humor acuoso, piel y<br />

cartílago. Se administra de forma<br />

intraarticular, en ciclos de 3 a 5<br />

inyecciones. El beneficio obtenido<br />

oscila entre 6 y 8 meses. Los<br />

estudios clínicos le ot<strong>org</strong>an una<br />

eficacia superior al placebo y similar<br />

a los esteroides intraarticulares,<br />

aunque por sus características y a<br />

diferencia de estos, su acción es<br />

lenta y prolongada.<br />

El sulfato de glucosamina,<br />

componente del cartílago y en<br />

concreto de los<br />

glucosaminoglicanos, ha<br />

demostrado su capacidad para


proteger el anabolismo del<br />

cartílago, aumentando la síntesis de<br />

proteoglicanos y colágeno tipo II.<br />

Por ello, se le utiliza como<br />

condroprotector. En estudios<br />

clínicos, se ha demostrado una<br />

capacidad para aliviar los síntomas<br />

de la artrosis similar al ibuprofeno,<br />

aunque de forma más lenta y<br />

progresiva.<br />

Condroitin sulfato: igual que el<br />

sulfato de glucosamina, el<br />

condroitin sulfato ha demostrado “in<br />

vitro”<br />

tener capacidad para<br />

aumentar la síntesis de<br />

proteoglicanos y colágeno tipo II,<br />

por cuanto el anabolismo se refiere.<br />

En el apartado clínico, ha<br />

demostrado una mayor efectividad<br />

que el placebo y una acción similar<br />

para el alivio de los síntomas que el<br />

diclofenaco. Estudios en rodilla y<br />

manos le confieren propiedades<br />

como fármaco modificador de la<br />

estructura.<br />

Infiltraciones con corticoides: los<br />

esteroides intraarticulares han<br />

mostrado su efectividad frente a<br />

placebo. Clásicamente, se les<br />

ot<strong>org</strong>aba benef icios a corto plazo<br />

y<br />

se había postulado un posible<br />

efecto deletéreo sobre el cartílago.<br />

Sin embargo, estudios recientes<br />

han demostrado su eficacia a largo<br />

plazo sin efectos nocivos sobre la<br />

estructura del cartílago articular. En<br />

este sentido, la terapia intraarticular<br />

con corticoides, está especialmente<br />

indicada en las fases inflamatorias<br />

del proceso, especialmente<br />

cuando<br />

ésta se a compaña de derrame<br />

articular.<br />

<br />

Analgésicos tópicos: son poco<br />

efectivos, pero en algunos<br />

pacientes con problemas digestivos<br />

importantesdan resultado, quizás<br />

resulten el único tratamiento ya que<br />

prácticamente no presentan<br />

efectos<br />

secundarios perjudiciales. La<br />

capsaicina es uno de ellos.<br />

453<br />

Tratamiento quirúrgico:<br />

Las indicaciones de la cirugía<br />

de la<br />

artrosis<br />

depende del estadío en que se<br />

encuentre la articulación patológica, de<br />

las alteraciones anatómicas, de la<br />

incapacidad que produzca al paciente y<br />

del efecto que haya obtenido con los<br />

tratamientos previos.<br />

En la actualidad, las técnicas<br />

quirúrgicas más habituales son<br />

aquellas que sustituyen todos los<br />

componentes articulares afectos por el<br />

proceso degenerativo, es decir, las<br />

llamadas genéricamente “Prótesis<br />

totales”. Las articulaciones más<br />

beneficiadas por esta técnica<br />

son las<br />

de cadera y rodilla, aún cuando ya<br />

hace unos cuantos años, se ha<br />

extendido su indicación para las<br />

artrosis de tobillo, hombro, codo,<br />

muñeca y dedos de la mano<br />

(Figura 23.5).<br />

Figura 23.5. Prótesis articulares. A) de<br />

cadera. B) de rodilla. C) de tobillo. D) de<br />

hombro. E) de codo. F) de la articulación<br />

trapeciometacarpiana.<br />

Otras técnicas como la artrodesis, se<br />

reservan para los procesos<br />

degenerativos que afectan al raquis, si<br />

bien hay que ser muy precisos en sus<br />

indicaciones para obtener resultados<br />

clínicos aceptables.<br />

23.2. Artritis reumatoide<br />

23.2.1. Introducción:<br />

La artritis reumatoide (AR) es una<br />

enfermedad inflamatoria crónica que se<br />

caracteriza por una sinovitis


poliarticular y simétrica, con tendencia<br />

a la destrucción<br />

articular y que<br />

ocasiona diferentes grados<br />

de<br />

alteración de la capacidad funciona<br />

(Figura 23.6). Pueden existir también<br />

manifestaciones<br />

extraarticulares.<br />

Figura 23.6. Evolución de la AR en una<br />

articulación sinovial. A) articulación<br />

normal. B) estadíos evolutivos. Obsérvese<br />

que en primer lugar se afecta la snovial,<br />

para posteriormente invadir el cartílago<br />

articular, destruyéndolo en su totalidad en<br />

su fase final.<br />

23.2.2. Incidencia:<br />

Afecta al 0,5-1 % de la población<br />

general en todo el mundo y las mujeres<br />

muestran una incidencia casi tres<br />

veces mayor que la de los hombres. Su<br />

prevalencia aumenta con la edad.<br />

23.2.2. Etiología y patogénesis:<br />

La AR implica una sinovitis de origen<br />

inmunológico automantenida, en cuyo<br />

mecanismo intervienen la inmunidad<br />

humoral y celular. Varios tipos de<br />

antígenos<br />

leucocitarios humanos (HLA)<br />

se han relacionado con la aparición<br />

de<br />

la enfermedad; el más prevalente es el<br />

tipo HLA-DR4, si bien no se conoce el<br />

desencadenante exacto de este<br />

proceso. No obstante, se ha propuesto<br />

que el factor etiológico de la iniciación<br />

de este complejo proceso es un<br />

antígeno ambiental, posiblemente de<br />

origen infeccioso y favorecido por una<br />

predisposición genética. En este<br />

sentido, se ha establecido claramente<br />

esta relación en dos artropatías<br />

inflamatorias, la enfermedad de Lyme y<br />

la artritis reactiva, y se ha sugerido su<br />

intervención como agente causal en<br />

otras varias enfermedades<br />

inmunológicas o autoinmunes, como la<br />

sarcoidosis, la psoriasis y la arteritis de<br />

células gigantes. Algunos estudios<br />

recientes en el<br />

ser humano sugieren<br />

454<br />

que los retrovirus o el virus de Epstein-<br />

Barr pueden ser los desencadenantes<br />

más probables de la AR, aunque todo<br />

ello está aún por dilucidar. Sea como<br />

fuere, la secuencia posterior de los<br />

acontecimientos que conducen a la<br />

aparición de la sinovitis reumatoide es<br />

aceptada de manera universal. El<br />

resumen de esta secuencia de eventos<br />

es la siguiente (Figura 7): la aparición<br />

del<br />

antígeno ambiental causal por parte<br />

de una célula de presentación<br />

de<br />

antígenos (APC), inicia la cascada<br />

fisiopatológica de producción de<br />

citocinas, de anticuerpos por parte de<br />

las células T, fundamentalmente las del<br />

fenotipo CD4, y proliferación de células<br />

B. Las citocinas producidas por las<br />

células T ejercen sus efectos<br />

catabólicos sobre la matriz<br />

cartilaginosa y son responsables de la<br />

activación de las células B y su<br />

diferenciación para dar lugar a células<br />

plasmáticas productoras de<br />

anticuerpos, que se encargan<br />

entonces<br />

de producir inmunoglobulinas IgG e<br />

IgM. Por otra parte, la angiogénesis<br />

sinovial, que es esencial para la<br />

proliferación sinovial y desarrollo del<br />

pannus reumatoide característico, se<br />

produce en respuesta a las citocinas<br />

como la IL-1 y el TNF-α. Asimismo, las<br />

células de tipo fibroblástico del pannus<br />

y la membrana sinovial producen, entre<br />

otros productos, colagenasa y<br />

estromolisina,<br />

dando lugar a la<br />

degradación<br />

de la matriz cartilaginosa y<br />

la erosión del hueso. Los anticuerpos<br />

para el colágeno tipo II y otros tipos<br />

menores de colágeno presentes en el<br />

cartílago articular pueden<br />

dar lugar a<br />

complejos inmunitarios que forman<br />

depósitos en el cartílago o son<br />

liberados al líquido sinovial, con lo que<br />

aumenta en mayor medida el proceso<br />

inflamatorio. Esta alteración de la<br />

reactividad inmunitaria o respuesta de<br />

anticuerpos parece desempeñar un<br />

papel importante en la progresión de la<br />

AR, pero no en la iniciación de la<br />

enfermedad. Los neutrófilos que son<br />

atraídos al líquido sinovial son<br />

activados por la fagocitosis de restos<br />

celulares y complejos<br />

inmunes, con lo<br />

que se produce una mayor liberación


de colagenasa y estromolisina,<br />

prostaglandinas y producción de<br />

especies moleculares de superóxido,<br />

que perpetúan y activan continuamente<br />

el proceso inflamatorio. A pesar de la<br />

presencia de múltiples factores que<br />

tienden a inhibir estos procesos<br />

catabólicos, habitualmente se produce<br />

una lesión articular irreversible debido a<br />

que las actividades anabólicas son<br />

superadas ampliamente por los<br />

procesos inflamatorios que se han<br />

indicado antes.<br />

Figura 23.7. Principales células y<br />

productos celulares involucrados en el<br />

proceso inflamatorio de mediación<br />

inmunitaria de la AR. APC: célula de<br />

presentación de antígenos; Ag: antígeno;<br />

MHC: complejo de histocompatibilidad<br />

mayor; TCR: receptor de células T; TNF- α:<br />

factor de necrosis tumoral α; IL-1:<br />

interleucina 1; TGB-β: factor de crecimiento<br />

transformador β; IFN-γ: interferón γ; INF- β:<br />

factor<br />

de necrosis tumoral ; β NOS: óxido<br />

nítrico sintasa<br />

inducible; PMN: células<br />

polimorfonucleares.<br />

23.2.3. Diagnóstico:<br />

No existe ninguna prueba<br />

patognomónica que permita un<br />

diagnóstico de certeza de la AR. El<br />

diagnóstico se basa en la presencia de<br />

un cuadro clínico característico<br />

(poliartritis<br />

crónica de distribución<br />

simétrica<br />

con afectación prácticamente<br />

constante<br />

de pequeñas articulaciones<br />

de manos), en combinación con datos<br />

de laboratorio (en especial, el factor<br />

reumatoide<br />

en el suero) y radiológicos<br />

(erosiones<br />

articulares). Sin embargo, el<br />

diagnóstico<br />

de la AR puede ser difícil a<br />

causa<br />

de que puede comenzar<br />

gradualmente<br />

y por síntomas muy<br />

sutiles.<br />

Asimismo, los análisis de<br />

455<br />

sangre y las radiografías pueden ser<br />

normales al inicio del proceso.<br />

Dentro de este apartado hay que<br />

diferenciar las manifestaciones<br />

articulares propiamente dichas de las<br />

extraarticulares.<br />

• Manifestaciones articulares:<br />

El proceso inflamatorio suele afectar a<br />

varias articulaciones (poliarticular), pero<br />

a veces permanece semanas o<br />

meses en una sola articulación. Es<br />

habitualmente simétrica, siendo las<br />

articulaciones más a menudo<br />

involucradas las metacarpofalángicas<br />

(MCFs) e interfalángicas proximales<br />

(IFPs), las muñecas, las rodillas, los<br />

tobillos y las metatarsofalángicas. El<br />

raquis cervical también participa a<br />

menudo de la enfermedad, si bien el<br />

resto de la columna y las sacroilíacas<br />

están intactas, salvo raras<br />

excepciones. Las artritis son crónicas,<br />

destructivas, anquilosantes y<br />

deformantes. La inflamación sinovial o<br />

sinovitis se manifiesta por rigidez<br />

dolorosa articular matinal, como una<br />

sensación de “entumecimiento”, que<br />

aparece en el momento de despertarse<br />

o después de un reposo prolongado.<br />

Constituye un síntoma de gran valor<br />

para el diagnostico puesto que está<br />

presente en la gran mayoría de los<br />

pacientes, si bien debe tener más de<br />

15 minutos de duración. Sus signos<br />

son limitación de la movilidad articular<br />

que desencadena dolor cuando se<br />

intenta forzar el movimiento, dolor a la<br />

presión sobre la articulación y, si ésta<br />

es superficial,<br />

hinchazón y aumento del<br />

calor local, en general sin rubor. En la<br />

hinchazón concurren una hipertrofia<br />

sinovial y un derrame articular que no<br />

es fácilmente perceptible más que en la<br />

rodilla. Tal como se ha comentado, la<br />

hinchazón es un signo muy importante<br />

entre los criterios de la ARA<br />

(Asociación Americana de<br />

Reumatología), aunque es difícil de<br />

afirmar cuándo es mínimo, sobre todo<br />

en las IFPs y en los tobillos. Al lado de<br />

esta forma de comienzo, que constituye<br />

la “forma típica” y que se presenta en el<br />

60 % de los casos, existen otras entre<br />

las cuales las más frecuentes son:


1) Forma de comienzo por artralgias<br />

persistentes de larga duración. 2)<br />

Forma de comienzo por síntomas<br />

generales, presentes por varios meses.<br />

3) Comienzo por rigidez matinal como<br />

único síntoma presente, pero también<br />

de larga evolución. 4) Comienzo<br />

por<br />

compromiso de tejidos blandos. 5)<br />

Poliartritis aguda. 6) Episodios de<br />

reumatismo palindrómico en forma<br />

episódica (dos o tres) y luego aparece<br />

la artritis típica.<br />

A nivel de la extremidad superior,<br />

fundamentalmente la mano, la<br />

enfermedad suele comenzar como una<br />

oligoartritis distal que afecta a<br />

muñecas, articulaciones MCFs, sobre<br />

todo la 2ª ó 3ª, y las IFPs (Figura 23.8).<br />

Figura 23.8. Tumefacción fusiforme de las<br />

articulaciones digitales en el curso inicial de<br />

una mano con AR. Como signo indicativo<br />

de inflamación, los pliegues articulares<br />

dorsales de las IFPs, tienden a ser más<br />

tenues y más anchos que los observaos en<br />

una mano normal.<br />

Los signos inflamatorios siguen un<br />

ritmo nictameral clásico y con carácter<br />

habitualmente simétrico. Al inicio del<br />

proceso, la exploración clínica no nos<br />

ofrece muchos datos salvo la<br />

tumefacción articular, especialmente en<br />

dedos, que adoptan un aspecto<br />

fusiforme evocador. En algunos casos,<br />

puede observarse de manera precoz o<br />

incluso inaugural, una tenosinovitis de<br />

extensores y/o de flexores (Figura 9).<br />

En esta fase inicial de la enfermedad,<br />

456<br />

existe una escasísima repercusión<br />

general con determinaciones analíticas<br />

y estudios radiográficos casi normales,<br />

salvo un discreto aumento de la<br />

velocidad de sedimentación globular.<br />

Figura<br />

23.9. Tenosinovitis de extensores<br />

en una<br />

muñeca con AR.<br />

Una<br />

vez pasada esta primera fase,<br />

denominada<br />

aguda o inflamatoria, le<br />

sigue<br />

una segunda fase, subaguda ó<br />

proliferativa, en la que se va<br />

destruyendo<br />

progresivamente las<br />

articulaciones por invasión de la<br />

hipertrofia sinovial o pannus. Esta<br />

hipertrofia es perfectamente objetivable<br />

por inspección, especialmente en las<br />

articulaciones periféricas como son,<br />

aparte de las manos, las rodillas,<br />

tobillos y pies. Finalmente y como<br />

consecuencia de la inestabilidad que se<br />

instaura en las articulaciones, se<br />

produce el colapso<br />

de las mismas con<br />

la aparición de deformidades<br />

originadas por contracturas musculares<br />

antiálgicas prolongadas y por la<br />

desviación<br />

articulares.<br />

de los ejes mecánicos<br />

• Manifestaciones Extraarticulares:<br />

Las manifestaciones extraarticulares<br />

de la AR son frecuentes, algunas de las<br />

cuales permiten confirmar el<br />

diagnóstico; mencionaremos las más<br />

habituales:<br />

- Compromiso muscular. Es<br />

frecuente observar la debilidad y


atrofia muscular, principalmente a<br />

nivel de los interóseos dorsales de<br />

la mano y del cuádriceps, las cuales<br />

se instauran de forma rápida en el<br />

transcurso de las primeras<br />

-<br />

semanas. La fatiga se manifiesta<br />

por una sensación de cansancio<br />

que aparece al despertarse y va<br />

incrementándose en el transcurso<br />

del día, especialmente por la tarde.<br />

Nódulos subcutáneos. Los nódulos<br />

reumatoideos aparecen en los sitios<br />

de presión, regiones olecraneanas,<br />

aquílea y occipucio; son de tamaño<br />

variable,<br />

firmes, no dolorosos y no<br />

se adhieren a la piel; su incidencia<br />

varía entre el 20 y el 35 % de los<br />

casos. Su estructura histopatológica<br />

permite confirmar el diagnóstico<br />

(Figura 10).<br />

- Anemia. Es uno de los datos más<br />

frecuentes; generalmente es de tipo<br />

normocítico normocrómico, pero en<br />

algunos casos puede ser de tipo<br />

hipocrómica.<br />

- Alteraciones cardiovasculares. La<br />

AR puede producir lesiones en<br />

diferentes sitios y componentes<br />

de<br />

este aparato: pericarditis,<br />

miocarditis, endocarditis,<br />

enfermedad coronaria, fibrosis<br />

miocárdica, enfermedad valvular y<br />

vasculitis.<br />

- Aparato respiratorio. Las<br />

complicaciones más frecuentes<br />

producidas por la AR son: fibrosis<br />

intersticial, derrame pleural, artritis<br />

cricoaritenoidea, nódulos<br />

parenquimatosos<br />

pulmonar.<br />

y arteritis<br />

- Compromiso neurológico. La lesión<br />

más frecuente es el síndrome del<br />

túnel carpiano. Desde el punto de<br />

vista psiquiátrico encontramos con<br />

mucha frecuencia ansiedad y<br />

-<br />

depresión.<br />

Piel y anejos. En los periodos<br />

avanzados de la enfermedad, la piel<br />

de los pacientes se torna atrófica,<br />

lisa y brillante, lo cual favorece la<br />

aparición de úlceras, sobre todo en<br />

las piernas. Es relativamente<br />

frecuente el eritema palmar.<br />

457<br />

- Compromiso ocular. La AR puede<br />

afectar las diferentes capas<br />

del<br />

globo ocular; las lesiones más<br />

frecuentes son escleritis,<br />

epiescleritis, queratitis, uveitis,<br />

úlcera de córnea y glaucoma.<br />

- Síndrome de SJögren. Constituye<br />

una de las complicaciones más<br />

frecuentes de la AR; su frecuencia<br />

varía según los diferentes autores<br />

entre el 10 y el 80 %.<br />

Figura 23.10. Nódulos subcutános. A) a<br />

nivel del codo. B) a nivel de la mano.<br />

En cuanto a los estudios por la imagen,<br />

La radiología convencional continúa<br />

siendo un método de diagnóstico útil,<br />

muchas veces irremplazable, en la<br />

evaluación de pacientes con AR. Los<br />

estudios son sencillos, no invasivos y<br />

de costo relativamente bajo. Lo que se<br />

observa en las radiografías son los<br />

cambios resultantes del proceso<br />

inflamatorio crónico que se presentan<br />

en las articulaciones.<br />

En este contexto,<br />

las radiografías que resultan más útiles<br />

en el diagnóstico de la AR son las de<br />

las manos y muñecas y, en algunos<br />

casos, las de los pies. Los hallazgos<br />

observados son múltiples y variados,<br />

desde un ligero aumento de las partes<br />

blandas periarticulares hasta graves<br />

destrucciones óseas (Tabla 23.III).


Tabla 23.III. Signos radiográficos más<br />

frecuentes en la AR.<br />

• Aumento de volumen de las partes<br />

blandas periarticulares.<br />

• Osteoporosis yuxtaarticular.<br />

• Disminución del espacio articular.<br />

• Periostitis.<br />

• Erosiones articulares.<br />

• Destrucción articular.<br />

• Subluxaciones, luxaciones,<br />

alteraciones en el alineamiento.<br />

• Anquilosis (fibrosa, ósea).<br />

• Masas de partes blandas (quiste<br />

poplíteo, nódulos subcutáneos).<br />

• Factor reumatoide (FR).<br />

Figura 23.11. Imagen radiográfica de una<br />

mano con AR de largo tiempo de evolución.<br />

Obsérvese que existe una osteoporosis<br />

difusa de<br />

todos los huesos de la mano,<br />

junto<br />

con una anquilosis ósea del carpo así<br />

como una osteolisis prácticamente<br />

completa de la cabeza del cúbito.<br />

Datos de Laboratorio.<br />

Ya se ha indicado que el diagnóstico<br />

de la AR es ante todo clínico y aunque<br />

los exámenes de laboratorio son de<br />

gran ayuda, no contamos con una<br />

prueba específica y definitiva que nos<br />

confirme en el 100 % de los casos, el<br />

diagnóstico. No obstante, hay algunos<br />

458<br />

datos que sugieren que estamos ante<br />

la presencia de una AR.<br />

• Hematología:<br />

Los hallazgos mas notorios son:<br />

anemia de tipo inflamatoria,<br />

leucocitosis y trombocitosis en las<br />

fases agudas de la enfermedad y VSG<br />

aumentada.<br />

El FR es un anticuerpo dirigido contra<br />

la fracción Fc de las Inmunoglobulinas<br />

G (IgG) sobre los que viene a fijarse el<br />

complemento. De hecho, cualquiera<br />

que sea su tipo de inmunoglobulina<br />

(IgM, IgG, IgA o IgE), todos los FR<br />

poseen una actividad antiglobulínica<br />

dirigida contra las IgG. En la práctica<br />

sólo se determina la IgM. Con las<br />

técnicas actuales el valor de referencia<br />

que se considera positivo, es mayor de<br />

300 Ul/ml, y se debe tener en cuenta<br />

que su especificidad no es muy alta y<br />

su comportamiento muy variable. Así,<br />

al inicio de la enfermedad, el FR puede<br />

ser negativo, incluso durante los dos<br />

primeros años de su evolución. Sin<br />

embargo, en la enfermedad ya<br />

establecida su positividad es del 75 al<br />

85 % (AR seropositiva), es decir,<br />

siempre va a existir un grupo de<br />

pacientes que cursan sin FR (AR<br />

seronegativa). Una vez se encuentra el<br />

FR, no es necesario repetirlo, ya que el<br />

título no se correlaciona con la<br />

actividad de la enfermedad.<br />

• Anticuerpos antinucleares (AN):<br />

Los AN pueden encontrarse positivos<br />

en la AR. No obstante, las cifras son<br />

muy variables y oscilan entre un 15 a<br />

un 70 % de los casos. El patrón que se<br />

observa con más frecuencia es el<br />

moteado grueso que es inespecífico. Si<br />

se encuentran otros patrones, debe<br />

investigarse la posibilidad de lupus<br />

eritematoso<br />

sistémico.<br />

• Líquido sinovial (LS):<br />

El LS es de tipo inflamatorio<br />

con un<br />

gran<br />

incremento de leucocitos y de<br />

polimorfonucleares (PMN), aumento de<br />

proteínas, coágulo de mucina pobre,<br />

disminución de la viscosidad y<br />

presencia de ragocitos y de “cuerpos<br />

de arroz”. Debe<br />

destacarse el interés<br />

del estudio del complemento en el<br />

líquido sinovial y sobre todo de la<br />

relación complemento


sinovial/complemento<br />

sérico, el cual se metatarsofalángicas no exista<br />

una<br />

encuentra muy disminuida en el curso perfecta simetría.<br />

de<br />

la AR.<br />

5. Nódulos subcutáneos<br />

situados sobre<br />

prominencias óseas ó en superficies<br />

23.2.4. Criterios diagnósticos:<br />

extensoras.<br />

El diagnóstico de la AR es 6. Factor reumatoide positivo en el<br />

esencialmente clínico, razón por la cual suero.<br />

se deben realizar un interrogatorio y un 7. Cambios radiológicos característicos<br />

examen clínico óptimos. Entre los en muñeca o manos, que deben incluir<br />

métodos semiológicos, contamos las erosiones.<br />

fundamentalmente con la inspección y<br />

la palpación. El<br />

médico que atiende al Para diagnosticar<br />

una AR, se requiere<br />

paciente con una probable AR, debe la presencia de cuatro de los siete<br />

realizar estos dos métodos de examen criterios mencionados;<br />

los cuatro<br />

con el máximo cuidado y además debe primeros deben estar presentes por lo<br />

tener experiencia, sobre todo para la menos durante 6 semanas. Estos<br />

palpación de las diferentes estructuras criterios no deben ser tomados siempre<br />

articulares. En este sentido “ningún en forma absoluta y estricta; su mayor<br />

artilugio puede reemplazar los dedos utilidad se refiere a los estudios<br />

del examinador”. Para el diagnóstico y epidemiológicos más que al diagnóstico<br />

clasificación de la AR, la Asociación mismo. Finalmente, no se debe olvidar<br />

Americana de Reumatología, postuló que cada articulación expresa su lesión<br />

en 1956, una serie de criterios que en forma diferente,<br />

razón por la cual el<br />

fueron revisados en 1987 por un comité médico debe conocer a fondo la<br />

internacional de expertos (Tabla anatomía, la fisiología y la semiología<br />

23.IV). Dichos criterios continúan aún articulares.<br />

siendo válidos para establecer el Sin embargo, estos criterios pueden<br />

diagnóstico de la AR, aunque en los presentarse también en otro tipo de<br />

estadíos iniciales de la enfermedad, enfermedades reumáticas, por lo que<br />

esta clasificación no es apropiada.<br />

es preciso realizar un buen diagnóstico<br />

diferencial. Entre estas enfermedades<br />

Tabla 23.IV. Criterios diagnósticos de la que pueden manifestarse por una<br />

Asociación Americana de Reumatología<br />

(ARA), revisados en 1987.<br />

poliartritis, existen unas cuantas que es<br />

necesario descartar antes de aceptar el<br />

1. Rigidez matutina en/o alrededor de<br />

diagnóstico de AR (Tabla 23.V)<br />

las articulaciones, como mínimo de una<br />

hora de duración.<br />

2.<br />

Artritis de tres o más articulaciones,<br />

Tabla 23.V. Lista de enfermedades a<br />

excluir en el diagnóstico de AR.<br />

asociada a hinchazón de partes • Lupus eritematoso sistémico.<br />

blandas<br />

y/o derrame articular.<br />

Las • Osteoartropatía hipertrofiante neúmica.<br />

catorce posibles áreas<br />

articulares de • Periarteritis nodosa.<br />

afectación son: MCFs, IFPs, muñecas, • Atrofias nerviosas.<br />

codos, rodillas, tobillos y • Polimiositis.<br />

metatarsofalángicas.<br />

• Alcaptonuria.<br />

3. Artritis en las articulaciones de las • Esclerodermia.<br />

manos. Al menos una de las<br />

articulaciones de la muñeca, MCFs o<br />

IFPs, debe presentar hinchazón y/o<br />

derrame articular.<br />

4.<br />

Artritis simétrica<br />

con afectación<br />

simultánea<br />

de las mismas áreas<br />

articulares<br />

a<br />

ambos<br />

lados del cuerpo. Sin embargo<br />

se<br />

acepta que en las MCFs, IFPs o<br />

•<br />

•<br />

•<br />

•<br />

•<br />

•<br />

•<br />

•<br />

•<br />

•<br />

Mieloma.<br />

Fiebre reumática.<br />

Eritema nodoso.<br />

Gota.<br />

Leucemias y Linfomas.<br />

Atritis infecciosa aguda.<br />

Espondilitis anquilosante.<br />

Artritis tuberculosa.<br />

Reumatismo<br />

psoriásico.<br />

Síndrome de Reiter.<br />

459


• Artritis en las enteropatías.<br />

• Síndrome hombro – mano.<br />

23.2.5. Tratamiento:<br />

La AR como enfermedad sistémica,<br />

afecta al paciente en su aspecto<br />

biológico, psicológico y social, razón<br />

por la cual el tratamiento debe ser<br />

“integral” con el fin de ofrecerle una<br />

mejor calidad de vida (Tabla 23.VI).<br />

Tabla 23.VI. Objetivos del tratamiento de<br />

la AR.<br />

• Control de la inflamación.<br />

• Control del dolor.<br />

• Conservación de la función.<br />

• Prevención de las secuelas.<br />

• Corrección de las deformidades cuando<br />

ya se han presentado.<br />

En este sentido, el 80 % de los<br />

pacientes que llevan más de 12 años<br />

con la enfermedad, presentan algún<br />

tipo de incapacidad, mientras que el 16<br />

% están totalmente incapacitados. Por<br />

otra parte, las expectativas de vida de<br />

estos pacientes es corta, con una<br />

media de 7 años para los hombres y de<br />

3 años para las mujeres, cifras<br />

comparables con la mortalidad<br />

encontrada en el linfoma de<br />

Hodgkin, la diabetes o en los<br />

hemipléjicos cerebrales. La razón de<br />

este pobre pronóstico se explica<br />

fundamentalmente<br />

por la afectación<br />

extraarticular de la enfermedad, las<br />

infecciones intercurrentes y las<br />

frecuentes complicaciones derivadas<br />

del tratamiento con AINES. En<br />

general,<br />

la AR requiere tratamiento de<br />

por vida que incluye diversos<br />

medicamentos, fisioterapia, y<br />

posiblemente cirugía orientada a aliviar<br />

los signos y síntomas de la<br />

enfermedad. De todos ellos, el<br />

tratamiento farmacológico constituye el<br />

eje del programa básico, el cual debe<br />

instaurarse lo más rápidamente posible<br />

para evitar y/o minimizar el desarrollo<br />

de daño articular irreversible. En este<br />

sentido, es preciso recordar que existe<br />

un breve periodo de tiempo<br />

entre el<br />

inicio<br />

de la sinovitis y lesión<br />

osteoarticular.<br />

Al respecto y a nivel de<br />

460<br />

la mano, se ha observado<br />

que en el 70<br />

% de los pacientes, se presentan<br />

signos radiográficos de erosiones<br />

articulares durante los dos primeros<br />

años de la enfermedad.<br />

• Tratamiento médico:<br />

Hasta hace unos 20 años, el<br />

tratamiento de la AR se ha basado en<br />

un modelo “piramidal”, que consistía en<br />

la utilización inicial de antiinflamatorios<br />

no esteroideos (AINEs), el empleo<br />

juicioso de corticoides y, tras un año de<br />

observación de la evolución de la<br />

enfermedad, la inclusión de un fármaco<br />

inductor de remisión o modificador de<br />

la evolución de la enfermedad<br />

(FARAL), que se mantenía en espera<br />

de su eficacia o reacción adversa para<br />

cambiarlo por otro. Esta actitud se ha<br />

modificado en los últimos años ante la<br />

evidencia de que la AR no es una<br />

enfermedad benigna y de que las<br />

lesiones radiológicas se pueden<br />

observar en los dos primeros años de<br />

evolución. De ahí, que el empleo de un<br />

FARAL que, teóricamente modifica la<br />

evolución de la enfermedad, se realice<br />

de forma más temprana y que<br />

se<br />

propugnen terapias combinadas más<br />

agresivas que permitan llegar a una<br />

remisión de la enfermedad más<br />

rápidamente. No es el propósito de<br />

este libro el realizar unas pautas<br />

terapéuticas concretas para el paciente<br />

con AR, pues creemos que compite<br />

exclusivamente al Reumatólogo. No<br />

obstante, creemos oportuno citar<br />

aquellos fármacos más utilizados en el<br />

tratamiento de la AR. Así tenemos:<br />

• Antiinflamatorios<br />

(AINES).<br />

no esteroideos<br />

• Corticosteroides<br />

sistémicos<br />

•<br />

(generalmente, a dosis inferiores a<br />

10 mg de prednisona/día)<br />

o locales<br />

(articulares).<br />

Analgésicos, antideprsivos.<br />

• Modificadores de la enfermedad<br />

(FARAL): disminuyen la actividad<br />

antiinflmatoia y la progresión del<br />

daño articular. La estrategia<br />

terapeutica actual incluye la<br />

introducción precoz de estos<br />

fármacos a todo paciente<br />

diagnosticado de AR.


• Antimaláricos (cloroquina,<br />

hidroxicloroquina).<br />

• Leflunomida.<br />

• Otros: ciclosporiona, penicilamina,<br />

minociclina.<br />

• Terapias biológicas.<br />

• Sales de oro.<br />

• Metotrexato.<br />

• Sulfasalazina.<br />

Asimismo, y dado que hipotéticamente<br />

todos los pacientes con AR desarrollan<br />

en menor o mayor grado una<br />

osteoporosis, es importante aportar<br />

calcio en la dieta (1200-1500 mg/d) y<br />

vitamina D (400 UI/d). Por otra parte,<br />

aquellos pacientes cuyo tratamiento ha<br />

sido y será en el fututo a base de<br />

corticoides, deberán monotorizarse con<br />

densitometrías anuales con el fin de<br />

establecer si existe o no una<br />

osteoporosis secundaria, en cuyo caso<br />

está justificado su tratamiento con<br />

drogas antirresortivas como los<br />

bifosfonatos y la calcitonina.<br />

• Tratamiento quirúrgico:<br />

Una sinovitis persistente puede llegar<br />

a producir una pérdida irreversible del<br />

cartílago articular, deformidades<br />

articulares y roturas tendinosas que<br />

provocan limitaciones funcionales<br />

importantes, así como dolor que no<br />

siempre se controla con medicaciones<br />

analgésicas. Ante estas situaciones<br />

debemos plantear un posible<br />

tratamiento quirúrgico, bien mediante<br />

una sinovectomía en las fases iniciales<br />

de la enfermedad, liberación de<br />

compresiones neurológicas, cirugía<br />

correctora de deformidades y/o<br />

sustituciones protésicas. Si bien la<br />

cirugía en la AR es un proceso electivo<br />

que podemos planear generalmente<br />

con tiempo, hay situaciones en las que<br />

debe realizarse con prontitud, pues de<br />

lo contrario se pueden producir<br />

situaciones irreversibles de muy difícil<br />

solución. Entre estas cirugías, cabe<br />

destacar, por ejemplo, la estabilización<br />

de una luxación atlo-axoidea con<br />

sintomatología neurológica secundaria<br />

y/o la sinovectomía dorsal de la<br />

muñeca antes de que se produzcan<br />

461<br />

roturas tendinosas. Sea como fuere,<br />

este tipo de cirugía requiere un equipo<br />

médico quirúrgico bien entrenado, y<br />

para ello, es importante conocer la<br />

institución, la experiencia de los<br />

cirujanos, la evaluación pre y<br />

postoperatoria del paciente y la<br />

rehabilitación, aspecto éste a tener muy<br />

en cuenta, no solo en las persones que<br />

requieran cirugía, sino en todos los<br />

demás pacientes con AR, pues se<br />

considera uno de los pilares esenciales<br />

del tratamiento para restaurar y<br />

optimizar la función de las<br />

articulaciones afectas por el proceso<br />

patológico.<br />

Al igual que en la artrosis, cuando el<br />

paciente llega<br />

a la fase estructural del<br />

proceso,<br />

es decir, con deformidades<br />

articulares fijas de orígen óseo, las<br />

pocas alternativas quirúrgicas son de<br />

tipo reconstructivo, mediante el empleo<br />

de prótesis articulares totales. En este<br />

aspecto,<br />

mientras<br />

las indicaciones son<br />

restringidas para el hombro, codo y<br />

muñeca, en las de la cadera y rodilla se<br />

benefician ampliamente de esta opción.<br />

23.3. Artropatías Neuropáticas<br />

(Articulación de Charcot)<br />

23.3.1. Introducción:<br />

Descritas por Charcot en 1868, se<br />

definen como artropatías degenerativas<br />

de evolución crónica y progresiva que<br />

afecta a las articulaciones periféricas y<br />

a la columna y que surgen como<br />

consecuencia de una inervación<br />

sensitiva anómala de la articulación.<br />

23.3.2. Etiología y etiopatogenia:<br />

La pérdida de las aferencias sensitivas,<br />

como ocurre en la lepra, tabes,<br />

siringomielia<br />

y diabetes, especialmente<br />

las<br />

dolorosas y propioceptivas, es la<br />

condición indispensable para que se<br />

produzca la artropatía neuropática,<br />

pero se desconoce cuál es el<br />

mecanismo real de su aparición, en la<br />

que los micro y macrotraumatismos<br />

repetidos juegan un papel fundamental.<br />

Sin embargo, se cree que la patogenia<br />

de la enfermedad sería la siguiente: la<br />

falta de sensibilidad (analgesia),<br />

permite una movilidad excesiva de la


articulación sin la aparición de los<br />

reflejos musculares antagónicos de<br />

estos movimientos. Estos movimientos<br />

anómalos producen un derrame<br />

articular, no aferentizado por el<br />

enfermo, que dilata la cápsula y<br />

distorsiona las inserciones<br />

ligamentosas, originando una laxitud<br />

articular por falta de inmovilización del<br />

miembro, al pasar el cuadro inadvertido<br />

por el paciente. Esta laxitud articular<br />

favorece la aparición de fracturas<br />

intraarticulares con alteración en las<br />

superficies deslizantes y un aumento<br />

de la incongruencia articular. En estas<br />

fases hay una respuesta histológica<br />

similar a la de la artrosis: fisurización<br />

cartilaginosa, ulceración del mismo,<br />

proliferación<br />

osteofítica y esclerosis<br />

subcondral, que se combina con la<br />

presencia de fracturas articulares<br />

reiteradas. La imagen<br />

ana<strong>tomo</strong>patológica es una exageración<br />

de la de la artrosis, tanto en las<br />

respuestas titulares y en la velocidad<br />

de su aparición. Asimismo, hay una<br />

hipertrofia sinovial con aumento de las<br />

vellosidades y formación de<br />

abundantes cuerpos libres articulares<br />

por<br />

desprendimiento<br />

de fragmentos<br />

cartilaginosos durante los traumatismos<br />

y movimientos anómalos<br />

de la<br />

articulación. Al final, queda una<br />

articulación bailante, por distensión<br />

cápsuloligamentosa,<br />

destrucción de las<br />

superficies articulares<br />

y sinovitis<br />

hipertrófica asociada. Sin embargo y a<br />

diferencia de las artrosis, nunca hay<br />

anquilosis espontáneas.<br />

23.3.3. Diagnóstico:<br />

Es más frecuente su aparición en el<br />

varón adulto, aunque varía según la<br />

etiología, con un máximo de incidencia<br />

entre los 40 y 60 años de edad. Las<br />

articulaciones más afectadas son la<br />

rodilla, el tobillo y pie, la columna, y la<br />

cadera. Si la causa es la siringomielia,<br />

el hombro es la articulación más<br />

frecuentemente lesionada, donde suele<br />

ser unilateral, mientras que en las otras<br />

formas, casi la mitad de los casos<br />

muestran alteraciones bilaterales y<br />

simétricas. Una tercera parte de los<br />

pacientes no tienen dolor y en el resto<br />

462<br />

éste es moderado, desproporcionado<br />

con las lesiones existentes. Se inicia<br />

fundamentalmente o como una lesión<br />

monoarticular de una gran articulación,<br />

o por alteración de varias pequeñas<br />

articulaciones vecinas, como son las<br />

del tarso.<br />

Las fracturas espontáneas, los<br />

derrames articulares marcados por la<br />

alteración del perfil articular y la<br />

inestabilidad, suelen llevar al<br />

diagnóstico del cuadro, que cursa<br />

habitualmente por derrames sinoviales<br />

muy abundantes, desencadenados por<br />

nuevos traumatismos banales. Estas<br />

fases de derrame van siendo menos<br />

importantes a medida que avanza la<br />

destrucción articular. En las<br />

artropatías neuropáticas por causa de<br />

la diabetes, es frecuente la aparición de<br />

una infección sobreañadida.<br />

En cuanto al estudio radiográfico, éste<br />

suele ser normal en las fases muy<br />

iniciales de la enfermedad. Sin<br />

embargo, a los pocos días y semanas<br />

después del comienzo, se hace<br />

evidente la lisis ósea, la cual puede<br />

llevar a la desaparición de los extremos<br />

óseos (Figura 23.12).<br />

Figura 23.12. Artropatía neuropática del<br />

codo por siringomielia. A) proyección<br />

anteroposterior. B) proyección de perfil.<br />

En cambio, en la rodilla y columna, la<br />

atrofia ósea se asocia a una esclerosis<br />

y ostefitosis exageradas. Debido a<br />

estas diferencias de presentación, las<br />

artropatías neuropáticas suelen<br />

clasificarse en atróficas e hipertróficas,<br />

dependiendo del patrón que adopten y<br />

que, en muchos casos, es


característico del tipo de enfermedad<br />

que causa la artropatía (Figura 23.13).<br />

Figura 23.13. Artropatía diabética<br />

neuropática del pie. A) proyección<br />

anteroposterior. B) proyección oblicua.<br />

Asimismo y por lo que hace referencia<br />

a la clínica, las manifestaciones que se<br />

presentan suelen variar también con<br />

respecto a la etiología<br />

desencadenante. Así tenemos que:<br />

23.3.3.1. Artropatía tabética:<br />

Es la más frecuente de todas. Aparece<br />

aproximadamente<br />

en el 10 % de<br />

los<br />

enfermos y se localiza preferentemente<br />

en los miembros inferiores,<br />

especialmente<br />

(Figura 23.14).<br />

en la rodilla<br />

Figura 23.14. Artropatía tabética<br />

bilateral<br />

de rodillas.<br />

Cuando se afecta la columna, se<br />

producen modificaciones groseras de<br />

los perfiles vertebrales con<br />

desplazamientos de los mismos y<br />

esclerosis acentuadas.<br />

Con frecuencia, la artropatía precede<br />

al resto de la clínica tabética. Su<br />

característica fundamental es que son<br />

463<br />

prácticamente indoloras con grandes<br />

destrucciones articulares.<br />

23.3.3.2.<br />

Artropatía siringomielica:<br />

Menos frecuente que la anterior, suele<br />

iniciarse tardíamente en el curso de la<br />

enfermedad, de forma unilateral, y<br />

localizarse fundamentalmente en el<br />

miembro superior, a nivel del hombro,<br />

donde la forma atrófica desemboca en<br />

una luxación<br />

permanente. A diferencia<br />

de las demás artropatías neuropáticas,<br />

la siringomielica se asocia con periodos<br />

álgidos en las fases agudas<br />

(Figura 23.15).<br />

Figura 23.15. Artropatía siringomielica del<br />

hombro.<br />

23.3.3.3. Artropatía diabética:<br />

Afecta aproximadamente al 1 % de los<br />

diabéticos al cabo de un largo tiempo<br />

de evolución. La edad media de<br />

aparición es a los 60 años, y se localiza<br />

preferentemente a nivel del pie, donde<br />

puede asociarse a trastornos<br />

isquémicos e infecciosos, siendo<br />

ambos procesos muy frecuentes en<br />

este tipo de pacientes. Suele cursar por<br />

brotes y, en las fases agudas, se<br />

acompañan de manifestaciones<br />

inflamatorias importantes. Las úlceras<br />

plantares<br />

son también frecuentes. La<br />

imagen<br />

radiográfica es la de un a<br />

osteolisis asociada a intentos de<br />

reconstrucción ósea y a la presencia<br />

frecuente de fracturas espontáneas<br />

(Figura 13). Las formas muy<br />

evolucionadas<br />

dan imágenes muy<br />

abigarradas. Las rodillas y demás<br />

articulaciones se afectan en menor<br />

grado y son menos recuentes.


• Otras artropatías neuropáticas:<br />

- Lepra<br />

- Analgesia congénita<br />

- Aeropatía úlcero-mutilante familiar o<br />

enfermedad de Thevenard.<br />

23.3.4. Tratamiento:<br />

El mejor tratamiento de la artropatía<br />

neuropática es la profilaxis de la<br />

enfermedad de base: diabetes y lúes<br />

como causas más frecuentes. Sin<br />

embargo, cuando aparece la artropatía,<br />

hay que enseñar al paciente a proteger<br />

su articulación, e indicar, en las formas<br />

muy inestables, la utilización de tutores<br />

y férulas externas para evitar la<br />

sobrecarga.<br />

La cirugía suele tener<br />

resultados<br />

mediocres y deben aconsejarse en las<br />

lesiones muy avanzadas de los<br />

miembros inferiores y la columna.<br />

La intervención de elección es la<br />

artrodesis, aún cuando exige mucho<br />

tiempo para conseguir la consolidación,<br />

precisando además, de una fijación<br />

adicional muy rígida. Sin embargo, en<br />

la actualidad y siempre que la<br />

enfermedad esté estabilizada, tanto<br />

para la cadera como para la rodilla, es<br />

preferible realizar una artroplastia total,<br />

En ocasiones, cuando se le asocia<br />

una infección ósea, frecuente en las<br />

articulaciones distales de los dedos del<br />

pie, hay que proceder a la amputación.<br />

23.4. Artropatía hemofílica<br />

23.4.1. Introducción:<br />

Los pacientes con déficit del factor VIII<br />

(hemofilia clásica o A) o del factor IX<br />

(hemofilia B ó enfermedad de<br />

Christmas) pueden desarrollar un<br />

sangrado articular<br />

durante el curso de<br />

su enfermedad. Cuando este sangrado<br />

se repite en el tiempo da lugar a una<br />

artropatía secundaria, conocida como<br />

hemofílica.<br />

23.4.2. Incidencia y tipos:<br />

La hemofilia es una enfermedad<br />

hereditaria recesiva ligada al sexo. La<br />

deficiencia de factor VIII (hemofilia A)<br />

aparece en el 85 % de los pacientes, y<br />

tiene una incidencia de 1 por cada<br />

5.000 niños nacidos vivos. En cambio,<br />

464<br />

la deficiencia de factor IX (hemofilia B)<br />

representa el 15 % restante, con una<br />

incidencia de 1 por cada 30.000 niños<br />

nacidos vivos. La hemofilia puede<br />

aparecer en cualquier grupo etnico o<br />

racial. El 25 % de los nuevos casos de<br />

hemofilia<br />

A ocurren sin antecedentes<br />

familiares, por lo que se cree que los<br />

casos esporádicos se deben a<br />

mutaciones genéticas.<br />

23.4.3. Fisiopatología:<br />

Lo más típico de la hemofilia es la<br />

hemorragia intraarticular. La<br />

hemartrosis suele<br />

comenzar en la<br />

primera<br />

infancia, poco tiempo después<br />

de que los pacientes empiecen a<br />

caminar. Una sola hemartrosis puede<br />

dar lugar a una sinovitis leve, que<br />

puede predisponer a la articulación<br />

diana a más hemartrosis. Entonces<br />

comnzará un ciclo de sinovitis crónica,<br />

artritis inflamatoria y artropatía patía<br />

progresiva (Figura 16).<br />

Figura 23.16. Esquema<br />

del ciclo que inicia<br />

la hemartrosis, hasta llegar a la sinovitis<br />

crónica y a la artropatía progresiva.<br />

23.4.4. Clasificación:<br />

Los dos sistemas de clasificación<br />

radiográfica de la artropatía hemofílica<br />

que<br />

se utilizan habitualmente son los<br />

de Petterson y Arnold-Hilgartner<br />

modificada. Esta última clasificación es<br />

fácil<br />

de recordar y está estructurada<br />

para<br />

la toma de decisiones<br />

quirúrgicas.<br />

Cada grado representa una alteración<br />

patológica significativa, que influye en<br />

el pronóstico y en las diferentes<br />

opciones terapéuticas (Tabla 23 VII.<br />

Figura 23.17).


Figura 23.17. Clasificación radiográfica de la artropatía<br />

hemofílica según Arnold- Hilgartner<br />

modificada (ver texto). A) Grado I. B) Grado II. C) Grado<br />

III. D) Grado IV.<br />

23.4.5. Diagnóstico:<br />

Las hemorragias aparecen<br />

tanto en la<br />

hemofilia<br />

tipo A como la B, y desde el<br />

punto de vista clínico, tienen un<br />

comportamiento similar, caracterizado<br />

por:<br />

• Hemorragias copiosas internas o<br />

externas a nivel de las mucosas,<br />

dando con frecuencia epistaxis y<br />

hemorragias bucales y, con menor<br />

cuantía, hematemesis.<br />

• Hemorragias músculoesqueléticas,<br />

especialmente articulares. Tanto en<br />

la hemofilia A como en la B, se<br />

diferencian tres grados de gravedad<br />

en función del déficit de factor: a)<br />

Severas, en las que el grado de<br />

actividad del factor deficitario es<br />

inferior al 1 %. B) Moderadas, en<br />

465<br />

las que el grado de actividad de sus<br />

factores se sitúa entre el 1 y el 5 %. C)<br />

leves, cuando la actividad supera al<br />

5 %.<br />

Con excepciones, hay una buena<br />

correlación entre las manifestaciones<br />

clínicas, la intensidad y la frecuencia de<br />

las hemorragias y el nivel de los<br />

factores VIII y IX. Así, los casos graves,<br />

presentan hemartrosis con frecuencia,<br />

sin un antecedente traumático claro,<br />

mientras que en las formas leves, la<br />

hemorragia aparece después de un<br />

traumatismo manifiesto. Un 10 %<br />

aproximadamente de los hemofílicos<br />

tipo A, presenta anticuerpos circulantes<br />

contra el factor VIII, cuya presencia<br />

dificulta el tratamiento<br />

médicoquirúrgico, al inhibir el factor


transfundido. En la formas B aparecen<br />

también, pero en menor intensidad.<br />

En cuanto a las manifestaciones<br />

musculoesqueléticas, sin duda, son los<br />

derrames hemáticos articulares<br />

(hemartrosis) y las hemorragias<br />

musculares, las más frecuentes.<br />

Por lo que hace referencia a las<br />

hemartrosis, éstas aparecen en el 80 %<br />

de los hemofílicos, y la mayoría de las<br />

veces no es el síntoma inicial. Son muy<br />

frecuentes en los casos graves, en los<br />

cuales llegan a presentarse hasta 30<br />

episodios de hemartrosis en un año.<br />

Suelen iniciarse precozmente, al inicio<br />

de la marcha, y alcanzan su máxima<br />

incidencia entre los 4 años y la<br />

adolescencia, disminuyendo<br />

claramente después de los 20 años de<br />

edad. Hay un factor individual<br />

determinante de la expresión variable<br />

de la hemofilia en enfermos con la<br />

misma tasa de factor VIII o IX.<br />

Las articulaciones más afectadas son:<br />

rodilla (50 – 70 %), codo (20 – 50 %) y<br />

tobillo (15 – 50 %). La cadera y hombro<br />

presentan hemartrosis con mucha<br />

menos frecuencia, siendo excepcional<br />

en las pequeñas articulaciones.<br />

La clínica de la hemartrosis es<br />

evidente, pues produce una distención<br />

capsular apreciable, que desencadena<br />

intenso dolor junto con contractura<br />

refleja debido al espasmo muscular<br />

secundario. A la larga, esta contractura<br />

se hace fija, manteniendo las<br />

articulaciones en semiflexión. En las<br />

fases tardías, son frecuentes las<br />

malposiciones articulares persistentes,<br />

producidas porla fibrosis articular y las<br />

alteraciones de los ejes de los<br />

miembros, secundarias a las<br />

contracturas musculares reflejas. A la<br />

larga, se instaura una artropatía<br />

crónica,<br />

como consecuencia de los<br />

repetidos episodios de hemartrosis.<br />

La<br />

frecuencia y el número de<br />

articulaciones alteradas están en<br />

función de la intensidad de la hemofilia,<br />

de forma que en la totalidad de los<br />

casos graves con menos del factor VIII<br />

ó IX circulante, hay una o varias<br />

articulaciones lesionadas de forma<br />

irreversible después de los 15 años.<br />

466<br />

Desde el punto de vista clínico se han<br />

realizado diferentes clasificaciones<br />

funcionales de la articulaciones<br />

afectadas. No es el propósito de este<br />

libro imponer ninguna, pues cada<br />

hospital seguramente posee un<br />

protocolo específico. Sin embargo,<br />

apuntamos la clasificación de DePalma<br />

en 1967, la cual distingue cuatro<br />

estadíos (Tabla 23.VIII):<br />

Tabla 23.VIII. Clasificación clínica de la<br />

artropatía hemofílica (DePalma, 1967).<br />

1. Articulación normal sin alteraciones<br />

funcionales.<br />

2. Hay una disminución de la<br />

movilidad, pero sin pérdida de la<br />

función.<br />

3. Hay una pérdida mayor de la<br />

movilidad y de la función articular.<br />

Las contracturas en flexión y las<br />

desviaciones axiales de los<br />

4.<br />

miembros son frecuentes.<br />

Puede haber una pérdida completa<br />

de la movilidad. Las alteraciones<br />

posicionales se acompañan de una<br />

artrosis muy avanzada o de una<br />

anquilosis ósea articular.<br />

23.4.6. Tratamiento:<br />

La clave para que la prevención de la<br />

artropatía hemofílica tenga éxito es<br />

tratar las hemartrosis iniciales antes de<br />

que se produzca la sinovitis crónica y<br />

las erosiones de las superficies<br />

articulares. En este sentido, debe<br />

diferenciarse el tratamiento propio de la<br />

hemofilia y el específico de la artropatía<br />

hemofílica.<br />

• Tratamiento general de la hemofilia:<br />

La terapia de sustitución ideal sería el<br />

proveer a estos pacientes de un nivel<br />

útil de los factores deficitarios a lo largo<br />

de la vida. Como eso aún no es<br />

posible, se administran los factores VIII<br />

o<br />

IX durante las fases de hemorragia<br />

aguda, cirugía y extracciones<br />

odontológicas, con el fin de mantener<br />

un nivel de coagulabilidad aceptable<br />

hasta que la lesión vascular se ha<br />

curado.<br />

El factor VIII se puede administrar<br />

como crioprecipitado obtenido en los


ancos de sangre a partir de plasma<br />

fresco, o bien como concentrado<br />

farmacológico liofilizado, mientras que<br />

para la hemofilia B se emplean los<br />

concentrados del complejo<br />

protrombínico, que junto con el factor<br />

IX, lleva los demás factores de la<br />

vitamina K dependientes: protrombina,<br />

factores VII, IX y X:<br />

Todos estos pacientes deben ser<br />

tratados de forma que los periodos<br />

frecuentes a una hemorragia, sean lo<br />

más corto posibles, con el fin de poder<br />

incorporarse lprecozmente a su vida<br />

normal.<br />

Como el cuadro se inicia en niños,<br />

hay que mantener su escolaridad y<br />

permitirles desarrolar la máxima<br />

actividad física posible, compatible con<br />

la ausencia de hemorragias. La<br />

rehabilitación continuada es un factor<br />

fundamental para luchar contra las<br />

atrofias musculares que se instauran<br />

forma rápidamente en estos enfermos,<br />

especialmente<br />

a nivel de la rodilla.<br />

• Tratamiento específico de la<br />

artropatía hemofílica:<br />

Las hemartrosis de las articulaciones<br />

todavía<br />

no dañadas deben tratarse<br />

agresivamente mediante artrocentesis,<br />

sustitución del factor deficitario de<br />

forma regular, fisioterapia y<br />

seguimiento clínico de las sinovitis<br />

leves. La inmovilización con férula de la<br />

articulación afecta durante algunos días<br />

ayuda a reducir el riesgo de sangrado<br />

recidivante y a facilitar la resolución de<br />

la sinovitis. Es importante realizar<br />

exploraciones periódicas hasta que la<br />

articulación vuelva a recuperar su<br />

467<br />

movilidad completa y no exista ni<br />

derrame<br />

ni hipertrofia sinovial.<br />

La indicación para una artrocentesis<br />

en articulaciones con artropatía<br />

moderada<br />

o intensa (grados III y IV)<br />

dependerá<br />

del dolor y de la afectación<br />

funcional, ya que<br />

entonces puede ser<br />

ya demasiado tarde para prevenir la<br />

destrucción de las superficies<br />

articulares. En algunos pacientes con<br />

hemartrosis tempranas, las inyecciones<br />

intraarticulares con corticoides, junto<br />

con la inmovilización enyesada durante<br />

2 semanas, pueden ser eficaces. Sin<br />

rembargo, hhay que utilizar la terapia<br />

sustituttiva del factor deficitario hasta<br />

que las hemartrosis se resuelvan<br />

completamente.<br />

En cuanto al papel de la cirugía, suele<br />

reservarse para aquellos pacientes en<br />

que el proceso es crónico, es decir, con<br />

recidivas repetidas de hemartrosis y<br />

antes de que se produzca la<br />

destrucción articular irreversible. En<br />

estos casos, es prudente efectuar una<br />

sinovectomía, la cual puede realizarse<br />

a cielo abierto, por artroscopia o<br />

químicamente por medio de isótopos<br />

radioactivos. Sin embargo, sea cual<br />

fuere el procedimiento a efectuar, es<br />

preciso conocer que, si bien la<br />

sinovectomía es muy eficaz en reducir<br />

la frecuencia del sangrado articular, no<br />

es posible mejorar la degeneración<br />

articular existente, de forma que el<br />

dolor artrósico persistirá, o incluso<br />

empeorará con las nuevas hemartrosis<br />

recidivantes.<br />

El resumen de lo comentado en este<br />

apartado de tratamiento, puede<br />

observarse<br />

en la figura 23.18.


Figura 23.18. Tratamiento de las hemartros is agudas. FAH: factor antihemofílico.<br />

IA: intraarticular. * = puede realizarse una segunda sinovectomía radiactiva.<br />

Finalmente, las articulaciones que<br />

están gravemente dañadas y que no<br />

permiten una deambulación correcta<br />

por el dolor que producen, serán<br />

candidatas a técnicas reconstructivas,<br />

468<br />

como las artroplastias totales,<br />

fundamentalmente en cadera y rodilla,<br />

aunque hay que tener presente que<br />

conllevan frecuentes y graves<br />

complicaciones.


CAPITULO 24. INFECCIONES<br />

OSEAS Y ARTICULARES.<br />

INFECCIONES<br />

DE LA MANO<br />

24.1. Introducción:<br />

Las infecciones piógenas y no<br />

piógenas de los huesos (osteomielitis)<br />

y articulaciones (artritis séptica),<br />

continúan representando una serie<br />

amenaza, tanto para la viabilidad de la<br />

extremidad afecta como para la vida<br />

del paciente.<br />

A pesar de los recientes avances que<br />

se han producido en el diagnóstico, el<br />

desarrollo de nuevos antibióticos y el<br />

perfeccionamiento de las técnicas<br />

quirúrgicas, el tratamiento de las<br />

infeccions en ortopedia y traumatología<br />

continúa siendo un problema clínico de<br />

muy difícil solución, pues como es bien<br />

conocido, aunque se introduzcan<br />

nuevos fármacos antimiocrobianos, los<br />

micro<strong>org</strong>anismos<br />

desarrollan<br />

resistencias frente a los antibióticos<br />

relacionados.<br />

Al mismo tiempo, las restricciones<br />

hospitalarias respecto al uso de los<br />

antibióticos han complicado la<br />

selección de los medicamentos y han<br />

hecho que la consulta a especialistas<br />

en enfermedades infecciosas sea<br />

imprescindible en muchos casos. Por<br />

todo ello, se hace necesario un alto<br />

grado de sospecha clínica, una<br />

intervención precoz y un tratamiento<br />

agresivo, ya que las bacterias y otros<br />

micro<strong>org</strong>anismos, están pasando a ser<br />

menos sensibles al tratamiento médico.<br />

24.2. Osteomielitis piógenas:<br />

24.2.1. Introducción:<br />

Se define como osteomielitis la<br />

infección del hueso. Las raices de la<br />

palabra osteomielitis provienen de<br />

osteon (hueso) y myelo<br />

(médula) que,<br />

combinadas con el sufijo itis<br />

(inflamación), definen el proceso clínico<br />

por el cual el hueso es infectado por<br />

micro<strong>org</strong>anismos.<br />

469<br />

La osteomielitis de los huesos largos<br />

incluye infecciones que difieren una de<br />

otra con respecto a la duración,<br />

etiología, patogénesis, extensión sobre<br />

el hueso y tipo de paciente, el cual<br />

puede ser un neonato, un niño y/o un<br />

adulto, con o sin enfermedades<br />

preexistentes.<br />

24.2.2. Clasificación:<br />

Si bien se han desarrollado múltiples<br />

sistemas de clasificación de las<br />

osteomielitis, las tres más comúnmente<br />

aceptadas hacen referencia a: 1)<br />

tiempo de evolución; 2) vía de<br />

propagación y 3) partes anatómicas del<br />

hueso afectadas, lo que Cierney<br />

denomina “estadíos anatómicos de la<br />

infección”.<br />

Con respecto al tiempo de evolución,<br />

cuando los signos y síntomas clínicos<br />

aparecen durante los 10 primeros días<br />

tras el cuadro inicial, se considera que<br />

la infección es aguda, mientras que las<br />

infecciones que sobrepasan este<br />

periodo se consideran crónicas. En<br />

estas últimas, la progresión puede<br />

tener lugar a lo largo de meses o años.<br />

Por lo que hace referencia a la vía de<br />

propagación, las osteomielitis se<br />

clasifican en: 1) hematógenas, cuando<br />

se origina de una bacteriemia;<br />

2) Contiguas, a consecuencia de una<br />

infección local próxima al hueso; 3)<br />

asociada a una insuficiencia vascular, y<br />

4) causada directamente por el<br />

micro<strong>org</strong>anismo, a través de heridas<br />

penetrantes y/o derivada de una<br />

cirugía.<br />

Por último, el sistema de clasificación<br />

de acuerdo a la zona anatómica del<br />

hueso afectada, incluye cuatro estadios<br />

de afectación ósea: 1) Estadio I, o<br />

medular, donde la infección está<br />

confinada en la cavidad medular ósea.<br />

Las osteomielitis hematógenas y las


infecciones secundarias a la<br />

introducción de clavos endomedulares<br />

son ejemplos de este estadio; 2)<br />

Estadio II, o superficial, donde la<br />

infección afecta solamente a la cortical<br />

ósea y que generalmente se origina a<br />

partir de una inoculación directa o por<br />

un foco contiguo de infección;<br />

3) Estadio III, o localizada, en el cual la<br />

osteomielitis afecta tanto la cortical<br />

como la medular ósea, aunque el<br />

hueso permanece estable debido a que<br />

el proceso infeccioso no ha invadido la<br />

totalidad del diámetro del hueso y, 4)<br />

Estadio IV, o difusa, donde la infección<br />

afecta la totalidad del hueso, con<br />

pérdida de estabilidad, tal como ocurre<br />

en las pseudartrosis sépticas.<br />

Asimismo<br />

y con dicho sistema de<br />

estadiaje, un paciente con osteomielitis<br />

se clasifica además en tipo A, B o C,<br />

dependiendo de si presenta o no un<br />

compromiso local o sistémico asociado<br />

(Tabla 24.I). En este contexto, un<br />

paciente del tipo A, no presenta ningún<br />

factor local y/o sistémico agravante; el<br />

tipo B, tanto puede presentar factores<br />

de tipo local (Bl), sistémico (Bs) o<br />

ambos (Bls), mientras que un paciente<br />

de tipo C, es aquél en el que está tan<br />

afectado por factores locales y<br />

sistémicos, que el tratamiento<br />

necesario para erradicar su infección<br />

conlleva un inaceptable riesgobeneficio.<br />

Tabla 24.I. Sistema de clasificación de las<br />

osteomielitis de acuerdo a la zona<br />

anatómica ósea afectada y al tipo de<br />

paciente que la padece.<br />

470<br />

24.2.3. Etiología:<br />

La etiología de la osteomielitis es<br />

diferente si el paciente es un niño o un<br />

adulto. Así, en el niño, la gran mayoría<br />

de los casos es hematógena, mientras<br />

que en el adulto, generalmente es<br />

debida a traumatimos, principalmente<br />

fracturas abiertas y/o lesiones gravesde<br />

los tejidos blandos, cuadros de<br />

insuficiencia vascular, diabetes y/o<br />

infecciones de heridas quirúrgicas. Sin<br />

embargo, cuando la osteomielitis en el<br />

adulto tiene un orígen hematógeno, la<br />

causa suele ser característicamente la<br />

drogradicción por vía intravenosa.<br />

En cuanto al micro<strong>org</strong>anismo<br />

implicado, también difiere en cuanto a<br />

la edad de presentación. Así, en los<br />

neonatos, los tres agentes patógenos<br />

más frecuentemente hallados en los<br />

hemocultivos y/o en los cultivos de<br />

hueso son el Staphylococcus aureus, el<br />

Streptococcus agalactiae y la<br />

Escherichia coli, mientras que en los<br />

niños de más de un año, el<br />

Staphylococcus aureus, el<br />

Streptococcus pyogenes y el<br />

Haemophilus influenzae, son los<br />

micro<strong>org</strong>anismos más habitules.<br />

En los adultos, el Staphylococcus<br />

aureus es el <strong>org</strong>anismo más<br />

comúnmente aislado, siendo<br />

responsable al menos del 90 % de los<br />

casos de osteomielitis hematógena<br />

aguda. No obstante, en muchas<br />

ocasiones se aislan numerosos<br />

micro<strong>org</strong>anismos, especialmente<br />

cuando la osteomielitis es secundaria a<br />

traumatismos abiertos. Es en estos<br />

casos en los que, a los agentes<br />

patógenos ya citados, se le asocian<br />

bacilos gram negativos y <strong>org</strong>anismos<br />

anaerobicos.<br />

24.2.4. Patogénesis:<br />

El hueso normal es altamente<br />

resistente a la infección, la cual<br />

solamente ocurre cuando existe un<br />

foco bacteriano importante,<br />

un<br />

traumatismo grave o la presencia de<br />

cuerpos extraños. Esta es una<br />

enfermedad, en la que el mecanismo


aislado más importante en su<br />

patogénesis, es la capacidad de las<br />

bacterias para adherirse al hueso; esta<br />

característica patogénica lleva a que la<br />

osteomielitis sea una infección difícil de<br />

curar.<br />

El desarrollo rápido y precoz de la<br />

osteomielitis hematógena no tratada se<br />

caracteriza por la presencia de un foco,<br />

inicialmente pequeño, de inflamación<br />

bacteriana con hiperemia y edema en<br />

el hueso trabecular y en la médula de<br />

la región metafisaria de un hueso largo.<br />

A diferencia de los tejidos blandos,<br />

capaces de extenderse para adaptarse<br />

a la tumefacción, el hueso presenta un<br />

espacio cerrado y rígido y, por tanto, el<br />

edema precoz propio del proceso<br />

inflamatorio, produce un brusco<br />

descenso de la presión intraósea que<br />

explica el síntoma dolor grave y<br />

constante. Al formarse pus, aumenta<br />

todavía más la presión local, con el<br />

consiguiente compromiso de la<br />

circulación confinada a esta zona,<br />

lo<br />

cual, a su vez, conduce a la trombosis<br />

vascular y, en consecuencia, al<br />

desarrollo de una necrosis del hueso.<br />

El área resultante de necrosis, que<br />

puede variar en extensión desde una<br />

pequeña espícula hasta la totalidad de<br />

la diáfisis, acaba separándose, o queda<br />

secuestrada del hueso vivo formado, es<br />

decir, queda aislado un fragmento de<br />

hueso muerto infectado, el cual se le ha<br />

venido en llamar “secuestro”. Alrededor<br />

del mismo y grácias a la neoformación<br />

ósea producida a partir de la capa<br />

profunda del periostio, se produce un<br />

tubo óseo envolvente llamado<br />

“involucrum”, que mantiene la<br />

continuidad del hueso afectado,<br />

aunque hayan muerto y hayan<br />

471<br />

resultado secuestrados grandes<br />

segmentos de la diáfisis (Figura 24.1).<br />

Figura 24.1. Imagen radiográfica de una<br />

osteomielitis hematógena aguda,<br />

secundaria a una fractura abierta de la<br />

diáfisis femoral. (1) secuestro. (2)<br />

involucrum.<br />

Sin embargo, y en los niños, erl<br />

cartílago de crecimiento o fisis, suele<br />

actuar de barrera contra la propagación<br />

directa de la infección, aunque si<br />

resulta dañada en el proceso, en fecha<br />

posterior se observará un grave<br />

trastorno<br />

del crecimiento (Figura 24. 2).<br />

Asimismo, la infección<br />

no controlada<br />

puede producir focos metastáticos de<br />

infección en otros huesos y, lo que es<br />

peor, en otros órganos, particularmente<br />

en los pulmones y en el cerebro.<br />

Además, existe la posibilidad de que,<br />

aunque el paciente sobreviva a la<br />

septicemia, la lesión ósea local, a<br />

menos que sea adecuadamente<br />

tratada, se hace gradualmente crónica<br />

y de muy difícil solución, sino<br />

imposible.


Figura 24.2. Vías de difusión de una osteomielitis<br />

hematógena, no tratada, en el extremo<br />

proximal de la tibia. A) (1) inicialmente, la infección<br />

se extiende en tres direcciones, como viene<br />

representado por las flechas; (2) edema periostico;<br />

(3) edema de los tejidos blandos. B) (1) l<br />

foco original ha aumentado de tamaño; (2) puede existir un exudado inflamatorio en la<br />

articulación de la rodilla, pero no una extensión<br />

directa de la infección; (3) absceso<br />

subperióstico; (4) celulitis de los tejidos blandos suprayacentes. C) (1) la zona de ostomielitis se<br />

ha extendido; (2) el periostio se ha elevado desde el hueso subyacente en una gran zona; (3) la<br />

infección ha atravesado el periostio para producir (4) un absceso ern el tejido blando; (5) el<br />

absceso<br />

ha renado en la superficie cutánea a través de una fístula; (6) la zona de necrosis<br />

ósea<br />

que posteriormente será secuestrada; (7) difusión contínua de la infección en la cavidad<br />

medular.<br />

24.2.5. Diagnóstico:<br />

24.2.5.1. Osteomielitis hematógena<br />

aguda<br />

• En el niño<br />

La osteomielitis hematógena se poduce<br />

con más frecuencia en los niños que en<br />

los adultos, debido a la anatomía<br />

vascular de los huesos en crecimiento,<br />

a la bacteriemia más frecuente y a los<br />

traumatismos repetidos que se<br />

producen en la población pediátrica.<br />

Así, la osteomielitis secundaria a una<br />

bacteremia,<br />

generalmente ocurre en<br />

niños entre 3 y 15 años de edad, pero<br />

se puede observar también en<br />

neonatos. En los niños, la infección se<br />

localiza en un foco único, generalmente<br />

en la metáfisis de los huesos largos y<br />

especialmente en la proximal de la tibia<br />

y la distal del fémur, aunque también se<br />

observa<br />

con cierta frecuencia en el<br />

húmero, peroné, radio y cúbito. La<br />

472<br />

afección de la columna vertebral suele<br />

limitarse al disco intervertebral<br />

/espondilodiscitis), tal como veremos<br />

más adelante.<br />

Clínicamente, la osteomielitis<br />

hematógena en niños se caracteriza<br />

por<br />

la aparición repentina de dolor de<br />

intensidad<br />

progresiva y fiebre. El<br />

paciente presenta letargia,<br />

deshidratación e irritación. En una<br />

etapa temprana de la infección, la<br />

ausencia<br />

de signos locales de<br />

inflamación puede ser desorientadora;<br />

el único signo visible puede ser una<br />

cojera o una limitación en el uso de la<br />

extremidad afectada. Una exploración<br />

minuciosa revela que las articulaciones<br />

adyacentes se encuentran flexionadas<br />

y los músculos de la región se<br />

encuentran contracturados. Si se<br />

explora con suavidad, puede<br />

demostrarse que la movilidad pasiva de<br />

las articulaciones es posible, signo<br />

importante para establecer una


diferencia entre osteomielitis y artritis<br />

séptica, aunque en los recién nacidos y<br />

lactantes, debido a lo delgado de la<br />

cortical ósea y la comunicación<br />

existente con la cápsula articular a<br />

través de los vasos transepifisiarios, la<br />

infección puede progresar rápidamente<br />

hacia la cavidad articular, provocando<br />

una artritis séptica asocida (Figura<br />

24.3).<br />

Figura 24.3. Osteomielitis hematógena<br />

aguda de la metáfisis de un hueso largo<br />

que se ha propagado hacia la cavidad<br />

articular adyacente, infectándola.<br />

En cuanto a las exploraciones por la<br />

imagen, el diagnóstico de la<br />

osteomielitis requiere el uso de<br />

diferentes métodos. El primero de ellos<br />

es la radiología convencional. Sin<br />

embargo, debe haber una pérdida de<br />

más del 5 0%<br />

del mineral óseo para que<br />

los estudios radiográficos sean<br />

positivos. En este sentido, se requiere<br />

una evolución de diez días a tres<br />

semanas para que sean observables<br />

los cambios óseos, los cuales van<br />

desde una rarefacción metafisaria<br />

irregular a una neoformación ósea<br />

subperiostica (Figura 24.4).<br />

Si la infección prosigue sin tratamiento,<br />

la metáfisis del hueso afectado<br />

adquiere un aspecto “apolillado” y, en<br />

algunos casos, pueden apreciarse los<br />

secuestros óseos antes comentados.<br />

En este contexto, de las diferentes<br />

anormalidades radiológicas de la<br />

osteomielitis, como destrucción ósea,<br />

inflamación de los tejidos blandos o<br />

reacción perióstica, el secuestro es el<br />

473<br />

único hallazgo radiográfico que indica<br />

que la infección es activa.<br />

Figura 24.4. Oteomielitis del olécranon.<br />

(A) imágen a las 24 horas de iniciados los<br />

síntomas, donde no se observa ningún<br />

cambio radiográfico. B) a las 3 semanas,<br />

donde puede apreciarse ya una imágen en<br />

sacabocados<br />

que se ha producido en la<br />

punta del olécranon (flecha).<br />

Otro de los estudios por<br />

la imágen que<br />

se emplea para el diagnóstico de<br />

osteomielitis, lo constitye la<br />

gammagrafía ósea con difosfonatos de<br />

99m<br />

Tc. A pesar de su positividad en el<br />

95 % de los casos en las primeras 24<br />

horas, presenta el inconveniente de su<br />

inespecificidad, ya que este marcador<br />

se acumula en cualquier área en la que<br />

el tejido óseo bien vascularizado está<br />

en actividad (Figura 24.5).<br />

Figura 24.5. Imagenes gammagraficas de<br />

una ostomielitis del calcáneo. Obsérvese el<br />

intenso acúmulo del radiofármaco en el<br />

área del caláneo.<br />

La gammagrafía con leucocitos o<br />

inmunoglobulinas marcadas con 67 Ga<br />

o 111 In, menos sensible pero más<br />

específica, puede utilizarse para


confirmar que la hipercaptación de<br />

difosfonatos de 99m Tc es debida a<br />

infección.<br />

En cuanto a los estudios con la TAC<br />

y/o RMN, pueden además revelar la<br />

presencia de edema de tejidos blandos<br />

o de destrucción medular del hueso,<br />

así como cualquier reacción perióstica,<br />

antes de que los estudios radiográficos<br />

sean evidentes. Asimismo, los<br />

abscesos de tejidos blandos pueden<br />

ser detectados con facilidad mediante<br />

la TAC, aunque se ha descrito que la<br />

RMN es más sensible para identificar<br />

estas lesiones. Por último, también la<br />

ecografía puede emplearse para<br />

valorar la participación de las partes<br />

blandas en el proceso.<br />

Por lo que se refiere a los datos de<br />

laboratorio, existen varios parámetros<br />

que son útiles para complementar el<br />

diagnóstico y especiamnte en el<br />

seguimiento del tratamiento de la<br />

ostemielitis hematógena aguda. Así, el<br />

recuento leucocitario se encuentra casi<br />

siempre elevado, con aumento de la<br />

velocidad se sedimentación globular<br />

(VSG) en la mayor parte de los<br />

pacientes. Sin embargo, dicho aumento<br />

suele tardar entre 3 a 5 días hasta<br />

alcanzar su valor máximo. Asimismo, la<br />

determinación de la proteína C reactiva<br />

(PCR), parece ser un mejor medio de<br />

efectuar el seguimiento del curso de la<br />

infección. En este aspecto, las<br />

concentraciones de PCR, que<br />

generalmente están elevadas en el<br />

momento del ingreso, alcanzan su<br />

máximo valor al segundo día, y<br />

disminuyen rápidamente con el<br />

tratamiento adecuado, volviendo a<br />

unos valores normales en el plazo de<br />

una semana.<br />

Sea como fuera, en todos los casos<br />

en los que se sospeche la presencia de<br />

una osteomielitis hematógena aguda,<br />

deberán realizarse hemocultivos (en un<br />

50 % de los casos son positivos) y una<br />

punción ósea para aspirar el material<br />

purulento, aunque ésta debe<br />

demorarse si se sospecha un proceso<br />

maligno. El estudio histopatológico del<br />

hueso, con tinciones especiales,<br />

permite establecer el diagnóstico de<br />

osteomielitis, por lo que la toma de<br />

474<br />

muestras de hueso obtenidas mediante<br />

la técnica de biopsia a cielo abierto o<br />

mediante el procedimiento de biopsia<br />

por punción, generalmente proporciona<br />

información indispensable para el<br />

diagnóstico.<br />

• En el adulto<br />

La osteomielitis hematógena aguda<br />

en el adulto es extraordinariamente<br />

infrecuente, aunque puede darse el<br />

caso de usuarios de drogas<br />

intravenosas o pacientes con catéteres<br />

intravenosos a permanencia<br />

(Figura 24.6).<br />

Figura 24.6. Osteomielitis del cúbito en un<br />

paciente adicto a la heroína.Obsérvese la<br />

gran reacción perióstica existente así como<br />

la presencia de imágenes en sacabocados<br />

en sus corticales.<br />

Sin embargo, casi siempre, la<br />

osteomielitis del adulto es<br />

consecuencia de la inoculación directa<br />

por<br />

heridas penetrantes y/o cirugía, a<br />

una infección local próxima al hueso o<br />

asociada a una insuficiencia vascular.<br />

- Osteomielitis por inoculación<br />

directa por heridas penetrantes<br />

y/o cirugía:<br />

Este tipo de osteomielitis, se asocia<br />

casi siempre con fracturas expuestas o<br />

secundariamente a cirugía realizada<br />

para reconstruir el hueso. En este<br />

sentido, la infección ósea<br />

postoperatoria, es una de las


complicaciones más graves de la<br />

cirugía ortopédica, debido a la gran<br />

morbilidad y pérdida funcional de la<br />

extremidad infectada; no obstante, este<br />

tipo de infecciones no se acompaña de<br />

una mortalidad elevada. La pérdida de<br />

funcionalidad de una de las<br />

extremidades y la necesidad de utilizar<br />

muletas o bastones, con frecuencia<br />

impiden al paciente a volver a su<br />

ocupación previa.<br />

Aunque los nuevos procedimientos<br />

reconstructivos pueden restablecer la<br />

función de la extremidad lesionada,<br />

éstos están contraindicados en<br />

presencia de infección, al menos<br />

incialmente. De esta manera, prevenir<br />

las infecciones esqueléticas<br />

postoperatorias y erradicarlas de<br />

manera precoz cuando aparecen,<br />

deben ser los objetivos fundamentales<br />

de los cirujanos ortopedistas.<br />

- Osteomielitis secundaria a una<br />

infección local próxima al hueso.<br />

Es poco frecuente, aunque hay casos<br />

que constituyen la única vía de entrada<br />

de la infección. Así por ejemplo, la<br />

osteomielitis del sacro puede<br />

observarse en pacientes con úlceras de<br />

decúbito profundas. Asimismo, los<br />

individuos sometidos a cirugía cardiaca<br />

pueden presentar como<br />

complicación<br />

postoperatoria,<br />

una osteomielitis del<br />

esternón, la cual generalmente<br />

es<br />

ocasionada por Staphylococcus<br />

coagulasa negativo.<br />

- Osteomielitis asociada a una<br />

insuficiencia vascular:<br />

Otro tipo de osteomielitis es la<br />

derivada en pacientes con insuficiencia<br />

vascular arterial o en pacientes<br />

diabéticos de larga evolución con<br />

neuropatía periférica. La mayoría de<br />

estos casos, la infección se presenta<br />

exclusivamente a nivel de las<br />

extremidades inferiores. En este<br />

sentido, la osteomielitis complica<br />

aproximadamente una tercera parte de<br />

los individuos con pie diabético a partir<br />

de úlceras cutáneas infectadas; las<br />

infecciones de tejidos blandos pueden<br />

475<br />

diseminarse hasta involucrar el<br />

periostio y la cortical del hueso; esta<br />

infección inicial es llamada osteítis; sólo<br />

cuando la lesión alcanza la cavidad<br />

medular del hueso debe ser llamada<br />

osteomielitis (Figura 24.7).<br />

Figura 24.7. Osteomielitis del primer<br />

metatarsiano complicada con una artritis<br />

séptica del hallux en un pie de un paciente<br />

diabético.<br />

Sea como fuera, el tipo de osteomielitis<br />

del adulto, a excepción de la<br />

hematógna aguda que suele cursar con<br />

los mismos signos y síntomas que en el<br />

niño, el diagnóstico suele demorarse<br />

varias semanas por lo inconistente de<br />

la sintomatología, si bien aquí es<br />

frecuente observar la formación de<br />

fístulas que drenan abundante material<br />

purulento, haciendo obvio el<br />

diagnóstico. También en el adulto, los<br />

estudios radiográficos son<br />

completamente normales en los<br />

primeros estadíos de la enfermedad, o<br />

sólo muestran la presencia de fracturas<br />

o evidencias de la intervención<br />

quirúrgica realizada. La reacción<br />

perióstica, fácilmente visible en las<br />

osteomilitis del niño, usualmente no es<br />

tan prominente debido a que no existe<br />

tanta actividad perióstica como en los<br />

niños. Los cambios radiográficos se<br />

observan de manera más temprana en<br />

huesos pequeños y en pacientes más<br />

jóvenes. Las infecciones de huesos de<br />

mayor densidad, como fémur, sacro y<br />

vértebras lumbares, pueden no ser


visibles por varias semanas e incluso<br />

meses. Es por ello, que en estos casos,<br />

es aconsejable la práctica de una<br />

gammagrafía ósea, pues permiten<br />

complementar<br />

el diagnóstico clínico y<br />

radiográfico inicial.<br />

Asimismo, el estudio hematológico<br />

con el recuento leucocitario, la<br />

determinación de la VSG y PCR,<br />

ayudan a completar el estudio.<br />

Por último, y si además existe una<br />

fístula por la que drena material<br />

purulento, la toma de una muestra para<br />

Gram y cultivo, resulta imprescindible.<br />

Sin embargo, puede existir una<br />

dificultad para la toma de una muestra<br />

adecuada de hueso para el estudio<br />

microbiológico. Con frecuencia los<br />

resultados obtenidos solo muestran el<br />

desarrollo de flora de piel, sin que las<br />

bacterias aisladas sean realmente los<br />

agentes etiológicos de la infección<br />

ósea. La evidencia de infección<br />

mediante el cultivo de muestras<br />

tomadas con escobillón de material de<br />

fístulas o úlceras proporcionan poca<br />

información, a menos<br />

que se obtenga<br />

un<br />

cultivo puro de un micro<strong>org</strong>anismo<br />

único, especialmente si<br />

se trata del<br />

aislamiento del Staphylococcus aureus.<br />

Para acercar el aislamiento obtenido a<br />

la etiología verdadera de la<br />

osteomielitis, deben tomarse muestras<br />

por separado de tejido profundo del<br />

hueso, músculo y aponeurosis. En los<br />

casos de osteomielitis adquirida por<br />

extensión de un proceso infeccioso<br />

contiguo, en los que el hemocultivo<br />

generalmente es negativo y la toma de<br />

cultivos de manera directa con un<br />

escobillón suele dar resultados<br />

confusos, la toma de la muestra ósea<br />

para estudio se debe obtener por<br />

biopsia a cielo abierto.<br />

24.2.5.2. Osteomielitis crónica<br />

El tratamiento inadecuado en la fase<br />

aguda de la osteomielitis hematógena<br />

aguda, hace posible que el proceso<br />

patológico local persista y que se haga<br />

crónico ó que permanezca<br />

relativamente inactivo durante un<br />

tiempo, para reactivarse o recrudecerse<br />

en fecha posterior. Tanto la forma<br />

crónica persistente de osteomielitis<br />

476<br />

como la recurrente, son bastante<br />

difíciles de erradicar.<br />

El contínuo prevalecer de la<br />

osteomielitis hematógena crónica<br />

testifica el frecuente fracaso en el<br />

diagnósico<br />

de la osteomielitis aguda<br />

durante los primeros días de su<br />

aparición así como un inadecuado<br />

tratamiento antibacteriano y el fracaso<br />

de la intervención quirúrgica cuando<br />

está indicada en la fase aguda. La<br />

lesión ana<strong>tomo</strong>patológica más<br />

significativa y que al mismo tiempo<br />

impide su resolución espontánea,<br />

consiste en la presencia de hueso<br />

muerto infectado. A diferencia de lo que<br />

sucede con un segmento de hueso<br />

muerto pero estéril, que es<br />

gradualmente revascularizado,<br />

reabsorbido y reemplazado por hiueso<br />

vivo, el hueso muerto infectado siempre<br />

se separa o se queda secuestrado del<br />

hueso vivo restante, convirtindose por<br />

tanto, en un secuestro (Figura 24.8).<br />

Figura 24.8. Secuestro óseo en la diáfisis<br />

distal de una tibia de un paciente que sufrió<br />

una fractura abierta. A) imagen general de<br />

toda la tibia. B) imagen centrada en el<br />

tercio distal de la misma, donde puede<br />

perfectamente observarse la presencia de<br />

un secuestro óseo (fragmento de hueso<br />

delimitado por flechas).<br />

En el secuestro, las bacterias son<br />

capaces de sobrevivir y continuar<br />

multiplicándose en el interior de los<br />

diminutos canales de Havers, hecho<br />

que impide la revascularización del<br />

mismo y, por tanto, impidiendo la<br />

acción de los fármacos antibacterianos


circundantes. Además, en ausencia de<br />

revascularización, el proceso vivo de<br />

resorción osteoclástica del hueso<br />

muerto no puede alcanzar el secuestro.<br />

Como consecuencia de ello, el<br />

secuestro actúa como un abrigo para<br />

las bacterias y constituye un foco de<br />

infección persistente o recurrente. De<br />

este modo, no puede erradicarse la<br />

infección de forma permanente hasta<br />

que se hayan eliminado todos los<br />

secuestros, o bien mediante el proceso<br />

natural de expulsión espontánea a<br />

través de una abertura en el involucrum<br />

y, por tanto, a través de un tracto<br />

fistuloso hasta el exterior, o mediante la<br />

exéresis quirúrgica. Una zona de<br />

infección permanente en el interior del<br />

hueso trabecular puede quedar<br />

eventualmente encapsulada y<br />

separada del hueso circundante por el<br />

tejido fibroso, formando un absceso<br />

crónico, denominado absceso de<br />

Brodie.<br />

24.2.6. Tratamiento:<br />

• Osteomielitis hematógena aguda<br />

del niño<br />

La osteomielitis hematógena aguda<br />

representa una infección<br />

extremadamente seria que exige un<br />

tratamiento urgente y vigoroso. Tan<br />

pronto como se sospeche el<br />

diagnóstico clínico sobre la base de los<br />

síntomas y signos antes mencionados,<br />

el niño debe ser ingresado en el<br />

hospital para la aplicación de un<br />

tratamiento intensivo. En este sentido,<br />

el plan general de tratamiento más<br />

efectivo es el siguiente:<br />

- Reposo en cama y administración<br />

de analgésicos.<br />

- Medidas generales que incluyen la<br />

administración de líquidos<br />

intravenosos y cuando sea<br />

necesario, la transfusión de sangre.<br />

- Reposo local de la extremidad<br />

afecta, con una férula de “quita y<br />

pon” o con tracción, para reducir el<br />

dolor, retrasar la propagación de la<br />

infección y prevenir la contractura<br />

de los tejidos bandos.<br />

477<br />

- Adiministración inmediata del<br />

antibiotico más adecuado.<br />

- Descompresión quirúrgica de la<br />

infección si en el plazo de 24-48<br />

horas de iniciado el tratamiento<br />

antibiótico no hay respuesta<br />

favorable.<br />

De todas las medidas enumeradas<br />

para combatir la osteomielitis<br />

hematógena aguda, la más importante<br />

es la administración de antibióticos y<br />

por espacio de cuando menos cuatro<br />

semanas, pues es la única manera de<br />

disminuir significativamente la<br />

posibilidad de evolución a una infección<br />

crónica. La vía de administración inicial<br />

de los antibióticos debe ser<br />

intravenosa; una vez controlado el<br />

cuadro agudo se puede cambiar por la<br />

vía oral. Con respecto a los agentes<br />

antimicrobianos, para ser efectivos en<br />

el tratamiento de la osteomielitis,<br />

requieren tener la capacidad de<br />

penetrar en el hueso a concentraciones<br />

suficientes para inhibir el desarrollo de<br />

las bacterias patógenas. En este<br />

sentido, se sabe que la concentración<br />

de los antibióticos, con excepción de<br />

las fluoroquinolonas, a nivel de la<br />

cortical del hueso<br />

suele ser del 5% en<br />

relación<br />

a la concentración plasmática.<br />

Pues bien, para que los antibióticos<br />

sean<br />

bactericidas a nivel del tejido<br />

óseo, se requiere<br />

que las<br />

concentraciones séricas de los mismos<br />

sean muy altas y que se mantengan<br />

por períodos prolongados de tiempo o,<br />

al menos, hasta que se normalicen los<br />

parámetros bioquímicos inflamatorios<br />

(VSG, PCR) y que la clínica así lo<br />

indique.<br />

Dado que el gérmen más<br />

frecuentemente responsable de la<br />

infección es el S. aureus, la<br />

antibioticoterapia suele comenzarse de<br />

forma empírica con una penicilina<br />

antiestafilocócica resistente a la<br />

penicilasa, como es la oxacilina,<br />

cloxacilina o dicloxacilina, aunque<br />

también puede iniciarse con una<br />

cefalosporina de primera generación,<br />

como es la cefazolina. Sin embargo,<br />

hay que tener en cuenta que un 20 %<br />

de las cepas de S. aureus son<br />

resistentes a la penicilina, en cuyo caso


el antibiótico de elección es la<br />

vancomicina. Si la tinción Gram u otros<br />

datos hacen sospechar la participación<br />

de H. influenzae se exige el empleo de<br />

una cefalosporina de tercera<br />

478<br />

generación, y si es la P. aeruginosa, el<br />

empleo de un lactámico activo frente a<br />

esta especie o fluoroquinolonas<br />

(Figura 24.9).<br />

Figura 24.9. Tratamiento antibiótico empleado<br />

en las osteomileitis hematógenas agudas del<br />

niño.<br />

- Osteomielitis postfractura, sin o<br />

con material de osteosíntesis.<br />

Obtener la consolidación de una<br />

fractura infectada pero sin ningún tipo<br />

de material de osteosíntesis puede<br />

parecer difícil, pero muchas fracturas<br />

consolidan sin más operaciones una<br />

vez resuelta la infección, aunque en<br />

ocasiones ello resulta<br />

extraordinariamente difícil y a expensas<br />

de múltiples intervenciones. En general<br />

se requiere:<br />

1) extirpación del hueso muerto o<br />

desvitalizado.<br />

2) extirpación del tejido de granulación<br />

infectado.<br />

3) obliteración del espacio muerto y<br />

4) lograr la consolidación ósea.<br />

Al respecto, existen diversas técnicas<br />

quirúrgicas con las que solucionar<br />

dicho problema. Históricamente, se<br />

utilizaba para ello el relleno de la<br />

cavidad con injertos de esponjosa<br />

tomadas de cresta ilíaca y esperar que<br />

encima de ellos se produjera un tejido<br />

de granulación con el que aplicar un<br />

injerto libre de piel (técnica de la<br />

Papineau). Dicha técnica está<br />

especialmnte indicada en la lesiones<br />

metafisarias, pues en otras<br />

localizaciones los resultados no son tan<br />

buenos. Otra técnica alternativa era<br />

aplicar un injerto corticoesponjoso en la<br />

zona del defecto pero por una vía sana,<br />

con el que se minimizaba la recidiva<br />

de la infección y, en consecuencia, se<br />

evitaba que se lisara el injerto. No<br />

obtante, en uno u otro caso, la<br />

inmovilización se llevaba a cabo<br />

mediante vendaje enyesado, con lo que<br />

no se lograba una adecuada<br />

estabilización del foco de fractura y,<br />

además, no permitía una observación<br />

directa de las heridas. Sin embargo, en<br />

la actualidad y gracias a la<br />

introducción reciente de dispositivos<br />

como la fijación externa, se han<br />

resuelto casi del todo los problemas<br />

observados con los otros métodos. Al<br />

respecto, la técnica con el fijador<br />

externo de Ilizarov, ha permitido que<br />

grandes segmentos de hueso puedan<br />

ser extirpados, mientras que la<br />

estabilidad del hueso es mantenida con<br />

el dispositivo comentado. Mediante<br />

esta técnica, la porción proximal del<br />

hueso puede crecer y suplantar el<br />

segmento de hueso extirpado<br />

debido a<br />

infección (ver figura 4.59. capítulo 4).


En los casos de osteomielitis<br />

secundaria al empleo de material de<br />

osteosíntesis (placas, clavos<br />

endomedulares, etc) se requiere<br />

establecer procedimientos para<br />

estabilizar el hueso afectado. Así por<br />

ejemplo, si la curación del proceso<br />

infeccioso es retardada por la<br />

presencia del material de fijación<br />

interna, es necesario retirarlo y aplicar<br />

una fijación externa, tal como hacíamos<br />

en el supuesto anterior.<br />

Cuando la infección se encuentra<br />

alrededor de una prótesis articular, es<br />

necesario, además de la remoción de<br />

la misma, la exéresis de todo el<br />

material extraño (cemento) así como<br />

desbridamiento del hueso y tejidos<br />

blandos y el uso de cuando menos<br />

cuatro semanas de tratamiento<br />

antimicrobiano por vía parenteral, antes<br />

de reintentar un nuevo reimplante.<br />

- Osteomielitis secundaria a una<br />

insuficiencia vascular:<br />

En la osteomielitis secundaria a<br />

insuficiencia vascular en pacientes con<br />

diabetes mellitas, el tratamiento<br />

dependerá de la perfusión tisular a<br />

nivel del tejido afectado y la extensión<br />

de la infección. Una cirugía para<br />

mejorar la circulación se puede intentar<br />

antes de decidirse la amputación. El<br />

desbridamiento y el uso de antibióticos<br />

de cuatro a seis semanas, puede<br />

beneficiar a los pacientes que aún<br />

mantienen una adecuada oxigenación<br />

de sus tejidos; en los casos en que<br />

ésta es insuficiente, la extensión de la<br />

infección es amplia y que además no<br />

se tiene una adecuada identificación<br />

del agente etiológico, las infecciones<br />

generalmente no suelen controlarse y<br />

tiene que realizarse la amputación de la<br />

extremidad afectada.<br />

Sea cual fuere el tipo de osteomielitis,<br />

de acuerdo a la etiología de la infección<br />

ósea, será la selección del tratamiento<br />

antimicrobiano. En los casos de<br />

osteomielitis por S. aureus sensible a<br />

penicilina puede utilizarse penicilina<br />

sódica 4 millones cada 4 horas,<br />

teniendo como tratamiento alternativo<br />

clindamicina 600 mg cada 6 horas o<br />

479<br />

alguna cefalosporina de primera<br />

generación, como cefazolina 2 g cada 6<br />

horas. En osteomielitis por S. aureus<br />

resistente a penicilina se utiliza una<br />

penicilina resistente a penicilinasas<br />

como dicloxacilina o nafcilina 2 g cada<br />

6 horas; tratamientos alternos son:<br />

clindamicina o cefazolina a las dosis<br />

indicadas anteriormente. En los casos<br />

de infección por S. aureus meticilina<br />

resistente o por Staphylococcus<br />

coagulasa negativa el tratamiento debe<br />

ser con vancomicina 1 g cada 12 horas;<br />

se puede utilizar como tratamiento<br />

alterno teicoplanina 400 mg cada 12<br />

horas.<br />

En las infecciones por<br />

enterobacterias el tratamiento de<br />

elección es con quinolonas, como<br />

ciprofloxacina 750 mg cada 12 horas u<br />

ofloxacina 400 mg cada 12 horas por<br />

vía oral; un tratamiento alternativo es el<br />

uso de cefalosporinas de tercera<br />

generación, como cefodizima o<br />

ceftriaxona 2 g cada 24 horas.<br />

Infecciones por anaerobios pueden<br />

tratarse con clindamicina 600 mg cada<br />

6 horas o con amoxacilina más ácido<br />

clavulánico 2 g cada 8 horas. En la<br />

infección por Pseudomonas aeruginosa<br />

se debe utilizar ceftazidima 2 g cada 8<br />

horas en combinación con un<br />

aminoglucósido cuando menos durante<br />

las dos primeras semanas de<br />

tratamiento, o bien imipenem 500 mg<br />

cada 6 horas Staphylococcus<br />

coagulasa negativa, en alguna ocasión<br />

considerado como contaminante de<br />

muestras para cultivo obtenidas de<br />

hueso, actualmente es reconocido<br />

como un patógeno agresivo que<br />

requiere un tratamiento antimicrobiano<br />

enérgico con vancomicina intravenosa.<br />

Más de 70% de Staphylococcus<br />

coagulasa negativa aislados de<br />

infecciones intrahospitalarias son<br />

resistentes a la meticilina.<br />

Enterococcus fecalis es otra bacteria<br />

Gram positiva, que en los últimos años<br />

ha tomado importancia en la etiología<br />

de las infecciones nosocomiales; una<br />

de las características principales de<br />

esta bacteria es la alta frecuencia de<br />

cepas multirresistentes. Vancomicina o<br />

teicoplanina son la alternativa


terapéutica, tanto para estafilococos<br />

como para enterococos<br />

multirresistentes,<br />

aunque la rifampicina<br />

puede actuar sinérgicamente<br />

para<br />

incrementar la actividad contra<br />

estafilococos. Desafortunadamente, la<br />

vancomicina no penetra<br />

adecuadamente a hueso y es ototóxica<br />

a dosis altas; con frecuencia el<br />

tratamiento tiene que ser suspendido<br />

antes de completar seis semanas.<br />

Actualmente se encuentran en<br />

evaluación nuevos agentes<br />

antimicrobianos potentes, como<br />

teicoplanina y daptomicina,<br />

potencialmente útiles para el<br />

tratamiento de infecciones ocasionadas<br />

por bacterias Gram positivas.<br />

• Osteomielitis crónica:<br />

En la osteomielitis crónica el<br />

tratamiento quirúrgico es indispensable<br />

para poder retirar todo el tejido óseo<br />

desvitalizado y necrótico. Asimismo y<br />

de manera complementaria, es<br />

conveniente que participen<br />

especialistas en terapia física para la<br />

rehabilitación de las limitaciones<br />

funcionales del paciente.<br />

En todos los tipos de osteomielitis, por<br />

lo prolongado del tratamiento, puede<br />

intentarse el tratamiento domiciliario del<br />

paciente, para lo cual se requiere de la<br />

participación de los familiares del<br />

paciente o bien de personal<br />

paramédico para atención a domicilio<br />

del enfermo, los que deben estar<br />

capacitados para realizar las<br />

curaciones requeridas y el manejo<br />

adecuado de catéteres intravenosos<br />

para la administración de antibióticos.<br />

24.2.7. Formas especiales de<br />

infección ósea<br />

24.2.7.1. Espondilodiscitis:<br />

Existen varios factores que han<br />

contribuido al incremento en la<br />

incidencia de infecciones de la columna<br />

vertebral, como son el aumento en la<br />

esperanza de vida de la población<br />

adulta, una mayor incidencia de<br />

enfermedades médicas que presentan<br />

estos pacientes, un aumento en la<br />

frecuencia de la cirugía y la<br />

480<br />

instrumentación sobre la columna, y<br />

una mayor facilidad para el diagnóstico<br />

precoz de espondilodiscitis.<br />

La espondilodiscitis, es una infección<br />

rara en niños menores de 10 años,<br />

aunque cuando se presenta es de muy<br />

difícil diagnóstico; hay un incremento<br />

en su frecuencia entre las edades de<br />

10 a 19 años, siendo el pico más alto<br />

de presentación en individuos mayores<br />

de 50 años de edad. En adultos, la<br />

columna vertebral es la principal<br />

localización de la osteomielitis<br />

hematógena. El incremento en el uso<br />

de drogas intravenosas, ha contribuido<br />

al aumento de casos de infecciones<br />

vertebrales observado en los últimos<br />

años.<br />

La incidencia en cuanto al sexo, se<br />

decanta a favor de los hombres en una<br />

proporción con las mujres de 2/1, con<br />

excepción de los individuos usuarios de<br />

drogas intravenosas, en los cuales la<br />

relación hombre mujer se incrementa<br />

hasta en un 6/1.<br />

Por lo que hace referencia a la<br />

etiología, aunque en un 10 - 20% de los<br />

pacientes informan un traumatismo<br />

reciente, la asociación causal entre<br />

trauma de columna y espondilodiscitis<br />

no ha sido corroborada. La única<br />

enfermedad que se ha relacionado<br />

significativamente con esta patología<br />

es la diabetes mellitus, la cual se<br />

encuentra presente en cerca del 20%<br />

de los pacientes con este tipo de<br />

infección. Entre otros factores<br />

predisponentes de espondilodiscitis,<br />

cabe destacar el rico aporte sanguíneo<br />

de las vértebras, una médula ósea con<br />

gran actividad celular y la falta de una<br />

epífisis de crecimiento verdadera. Los<br />

orígenes de la infección vertebral<br />

suelen ser infecciones de tejidos<br />

blandos, infecciones de las vías<br />

respiratorias, infecciones<br />

odontogénicas, manipulación quirúrgica<br />

de la columna o de discos vertebrales y<br />

la endocarditis infecciosa.<br />

Aproximdamente, la mitad de los<br />

caqsos de espindilodiscitis se observan<br />

en la columna lumbar, aunque los<br />

déficits neurológicos causados por la<br />

infección piógena son más frecuentes


en los casos de afectación de la<br />

columna cervical.<br />

El paciente consciente y colaborador<br />

señala gneralmentee la presencia de<br />

dolor en la espalda. En algunos<br />

pacientes, este dolor suele<br />

acompañarse de fiebre, escalofríos,<br />

sudoración u otros síntomas generales.<br />

La presencia de estos síntomas y la<br />

naturaleza progresiva del dolor, que<br />

normalmente no se alivia con el reposo,<br />

son datos útiles para distinguir la<br />

infección raquídea de una distensión o<br />

esguince lumbar agudo. Las<br />

alteraciones radiculares sólo se<br />

observan en una minoría de pacientes,<br />

aunque pueden observarse cuadros<br />

aislados de afectación de alguna de las<br />

raices nerviosas, especialmente en las<br />

infecciones que afectan a los niveles<br />

cervical y torácico. Los déficits<br />

neurológicos se asocian con la<br />

presencia de un abseceso epidural<br />

concomitante, a edad avanzada y<br />

situación de inmunosupresión.<br />

El análisis sexológico de los pacientes<br />

que presentan un cuadro agudo y<br />

progresivo<br />

de lumbalgia puede ser útil<br />

para diferenciar la espondilodiscitis<br />

piógena del dolor mecánico asociado a<br />

una sobrecarga lumbar. La<br />

identificación del patógeno infectante<br />

mediante hemocultivo es posible en el<br />

contexto de una bacteriemia<br />

significativa, aunque esta prueba no es<br />

habitualmente un método de gran<br />

sensibilidad para el diagnóstico de<br />

es pondilodiscitis. De la misma manera,<br />

la elevación en el recuento leucocitario<br />

presenta una sensibilidad diagnóstica<br />

escasa, y se ha observado que<br />

aparece elevado en menos de la mitad<br />

de los pacientes. Por el contrario, la<br />

elevación de la VSG y PCR, se pueden<br />

identificar en, aproximadamente, el 90<br />

% de los casos.<br />

En cuanto al estudio radiográfico, el<br />

diagnóstico de espondilodiscitis es<br />

particularmente difícil, pues los<br />

cambios producidos por la infección<br />

suelen aparecer tardíamente<br />

(Figura 24.10).<br />

481<br />

Figura 24.10. Espondilodisdcitis L3-L4 wn<br />

un niño de tres años. Obsérvese la<br />

disminución del espacio discal patológico.<br />

A) proyección anteroposterior.<br />

B) proyección lateral.<br />

El primer signo objetivable,<br />

especialmente en los niños, suele ser<br />

una disminución del espacio<br />

intervertebral, signo inequívoco de<br />

patología discal propiamente dicha.<br />

Si la infección no es diagnosticada en<br />

fase precoz y, por tanto, sin tratamiento<br />

antibiótico alguno, rápidamente<br />

progresa hacia las vértebras<br />

adyacentes, provocando la aparición se<br />

signos destructivos en los platillos<br />

vertebrales (Figura 24.11).<br />

Figura 24.11. Espondilodiscitis L4-L5 en un<br />

niño der 19 meses, cuatro semanas de<br />

iniciados los síntomas. Obsérvese<br />

la destrucción que se inicia en los platillos<br />

vertebrales adyacentes al disco infectado.<br />

A) proyección anteroposterior.<br />

B) proyección lateral.


Así pues, las alteraciones observadas<br />

inicialmente en las radiografías de la<br />

columna son el colapso del espacio<br />

discal y el aspecto moteado de la cara<br />

intervertebral, lo que a menudo se<br />

detecta en las caras intervertebrales<br />

craneal y caudal a un disco<br />

intervertebral concreto. Esta<br />

característica radiológica es útil para<br />

diferenciar las infecciones raquídeas de<br />

los tumores malignos, especialmente<br />

en los adultos, pues en éstos últimos<br />

están limitados al cuerpo vertebral y no<br />

“atraviesan” el disco intervertebral. En<br />

fases más avanzadas del proceso<br />

patológico, las radiografías pueden<br />

mostrar destrucción completa del disco<br />

intervertebral junto con el colapso de la<br />

parte anterior del cuerpo vertebral, lo<br />

que determina una cifosis progresiva.<br />

La RMN es la técnica de imágen más<br />

importante para el diagnóstico, pues en<br />

ella pueden observarse signos de<br />

inflamación y edema en la médula ósea<br />

del cuerpo vertebral, así como la<br />

desestructuración completra del<br />

contenido discal (Figura 24.12).<br />

Figura 24.12. Osteomielitis vertebral<br />

asociada a una discitis entre L2 y L3.<br />

Observese la desaparición del disco<br />

intervertebral, así como el gran edema de<br />

los cuerpos vertebrales citados. En la<br />

artrosis, a pesar de que pueda observarse<br />

una disminución del espacio discal, nunca<br />

llega al extremo de desaparecer.<br />

482<br />

Las técnicas de medicina nuclear<br />

también pueden ser útiles para el<br />

diagnóstico de espondilodiscitis en los<br />

pacientes en los que no es posible<br />

efectuar la RMN, sobre todo en<br />

aquellos casos que presentan<br />

implantes metálicos o claustrofobia.<br />

Estas técnicas son las gammagrafías<br />

en tres fases con tecnecio y galio, que<br />

se pueden combinar para incrementar<br />

la sensibilidad y la especificidad.<br />

Cualquiera de estos isótopos puede<br />

indicar la presencia de una infección<br />

anterior a la aparición de las<br />

alteraciones radiográficas<br />

(Figura 24.13).<br />

Figura 24.13. Imágen radiográfica de una<br />

osteomielitis vertebral del cuerpo vertebral<br />

L4, donde se observa un aumento<br />

localizado del radiotrazador.<br />

No obstante, para verificar el<br />

diagnóstico, deberá procederse a la<br />

punción biopsia y al cultivo del material<br />

aspirado, aún cuando puede resultar<br />

negativo, motivo por el cual deberá<br />

pensarse en otros diagnósticos como<br />

las metástasis óseas, tumores<br />

primitivos óseos e incluso, antiguas<br />

fracturas vertebrales.<br />

Por lo que hace referencia al<br />

tratamiento,<br />

en circunstancias óptimas<br />

debe<br />

efectuarse mediante métodos


médicos. Este enfoque es el que se<br />

adopta habitualmente en niños y<br />

pacientes<br />

jóvenes con una función<br />

inmunitaria adecauada en los que se<br />

ha<br />

establecido un diagnóstico<br />

microbiológico definitivo del patógeno<br />

causante mediante la realización de<br />

una punción-biopsia de la zona<br />

patológica. Es neceario tener presente<br />

de no iniciar el tratamiento antibiótico<br />

hasta que no se realice la biopsia,<br />

debido a que en caso contrario<br />

disminuye la posibilidad de identificar el<br />

micro<strong>org</strong>anismo causante. Tras la<br />

realización de la biopsia, el paciente<br />

recibe habitualmente tratamiento con<br />

un ciclo de antibióticos por vía<br />

intravenosa de seis semanas de<br />

duración, en relación con el perfil de<br />

sensibilidad del micro<strong>org</strong>anismo<br />

aislado. En la mayor parte de los<br />

pacientes también es necesaria la<br />

aplicación de una ortesis rígida o de un<br />

halo-chaleco para la inmovilización y el<br />

alivio del dolor. Con el fin de seguir la<br />

evolución de la infección, se debe<br />

efectuar el seguimiento clínico de la<br />

misma junto con la realización de<br />

pruebas serológicas seriadas (VSG,<br />

PCR). Al final del ciclo de seis semanas<br />

de antibioticoterapia, también se debe<br />

efectuar un estudio mediante RMN,<br />

aunque las alteraciones detectadas con<br />

esta técnica aparecen tardíamente en<br />

la evolución de la infección.<br />

Existen varias circunstancias que<br />

pueden obligar al tratamiento quirúrgico<br />

mediante desbridamiento y<br />

estabilización. En las personas por lo<br />

demás sanas y en las que la<br />

exploración neurológica es normal, está<br />

indicada la cirugía tras el fracaso del<br />

ciclo inicial de seis semanas de<br />

antibioticoterapia por vía parenteral. El<br />

colapso progresivo del cuerpo vertebral<br />

y la aparición de una deformidad<br />

sintomática también pueden aconsejar<br />

el tratamiento quirúrgico a pesar del<br />

buen resultado aparente del<br />

tratamiento antibiótico. Por otra parte,<br />

la aparición de<br />

alteraciones<br />

neurológicas, especialmente cuando se<br />

asocian a un absceso epidural,<br />

representa una indicación de<br />

tratamiento quirúrgico urgente. Los<br />

483<br />

pacientes de edad avanzada,<br />

especialmente los que muestran<br />

alteraciones del sistema inmunitario y<br />

otras enfermedades concomitantes,<br />

tienen más posibilidades de requerir<br />

intervención quirúrgica.<br />

Los objetivos del tratamiento<br />

quirúrgico adecuasdo son la<br />

identificación del patógeno subyacente,<br />

la descompresión de los elementos<br />

neurales, el drenaje de cualquier<br />

proceso epidural, el desbridamiento del<br />

hueso necrótico y del tejido infectado, y<br />

la estabilización de los segmentos<br />

vertebrales<br />

relacionados con el proceso<br />

infeccioso.<br />

24.3.<br />

Osteomielitis No piógena:<br />

24.3.1. Tuberculosis<br />

La espondilodiscitis tuberculosa es la<br />

forma más frecuente de tuberculosis<br />

ósea, sin embargo puede estar<br />

afectado cualquier hueso o articulación;<br />

la<br />

cadera, rodilla y los tendones de la<br />

manos son los sitios extravertebrales<br />

más comúnmente afectados por<br />

Mycobacterium tuberculosis. En la<br />

enfermedad extravertebral, el cuadro<br />

clínico común es similar al de una<br />

enfermedad articular degenerativa. En<br />

cambio, en la espondilodiscitis<br />

tuberculosa, la clínica se caracteriza<br />

por una evolución insidiosa, por lo que<br />

cuando se diagnostica, las lesiones<br />

óseas se encuentran en una fase<br />

avanzada, en la que suele observarse<br />

mayor esclerosis de las vértebras que<br />

en los casos de espondilodiscitis<br />

piógena. Es común que exista cifosis,<br />

formación de gibas, calcificaciones,<br />

colapso de las vértebras y abscesos<br />

del psoas o paravertebrales. No<br />

obstante, la apariencia de las lesiones<br />

vertebrales en la radiografía de<br />

columna puede ser indistinguible de<br />

una infección piógena. Los segmentos<br />

de la columna vertebral que se<br />

encuentran con mayor frecuencia<br />

afectados son los torácicos inferiores o<br />

toracolumbares.<br />

La mayoría de pacientes no<br />

presentan infección pulmonar<br />

concomitante. En los casos de<br />

espondilitis tuberculosa, alguna


manifestación neurológica a nivel de<br />

las extremidades se presenta entre el<br />

14% hasta el 27% de los pacientes,<br />

pudiendo manifestarse en forma de<br />

paresias<br />

y/o hasta parálisis; el tipo y<br />

localización del defecto neurológico<br />

dependerá del sitio y extensión de la<br />

afección de la columna. La<br />

inestabilidad de la columna, un<br />

absceso epidural o la formación de un<br />

granuloma pueden ocasionar<br />

paraplejía. Otras causas de déficits<br />

neurológicos están relacionadas a un<br />

daño directo de la médula espinal, a<br />

una aracnoiditis local o a trombosis de<br />

la arteria espinal.<br />

La progresión de las<br />

manifestaciones neurológicas suele ser<br />

más lenta que en los casos de<br />

infección piógena.<br />

En los pacientes con tuberculosis<br />

ósea los estudios radiográficos no son<br />

diagnósticos; en ellos se observa una<br />

amplia gama de alteraciones, desde<br />

edema de tejidos blandos hasta<br />

destrucción del hueso; si hay<br />

destrucción ósea, el área radiolúcida<br />

está rodeada de hueso esclerótico y<br />

hay formación de hueso nuevo<br />

subperióstico. En estos pacientes la<br />

prueba cutánea del PPD (derivado<br />

proteico purificado de la tuberculina)<br />

generalmente tiene el resultado de una<br />

induración superior a 10 mm de<br />

diámetro. La velocidad de<br />

sedimentación globular habitualmente<br />

es normal. El diagnóstico definitivo se<br />

logra mediante la toma de tejido óseo,<br />

ya sea por biopsia a cielo abierto o por<br />

biopsia por punción, para estudio<br />

microbiológico<br />

e histopatológico. Una<br />

tinción<br />

de Ziehl-Nielsen positiva para<br />

bacilos ácido-alcohol resistentes<br />

(BAAR)<br />

puede ser diagnóstica, así<br />

como los hallazgos histopatológicos<br />

de<br />

granulomas con necrosis caseosa y<br />

células gigantes de Langerhans; no<br />

obstante, el diagnóstico final se logra<br />

con el aislamiento de Mycobacterium<br />

tuberculosis.<br />

El tratamiento actual de la tuberculosis<br />

ósea implica el uso de tres agentes<br />

antituberculosos durante los dos<br />

primeros meses del tratamiento, para<br />

posteriormente suspender uno y<br />

continuar con los otros dos hasta<br />

484<br />

completar un esquema mínimo de<br />

nueve meses. Los antituberculosos<br />

más utilizados son: isoniacida 300 mg<br />

al día, rifampicina 600 mg al día y<br />

pirazinamida a 25 mg/kg de peso al<br />

día. La pirazinamida es el agente<br />

antituberculoso que se administra sólo<br />

por dos meses mientras que isoniacida<br />

y rifampicina son los antimicrobianos<br />

que<br />

se administran durante todo el<br />

tratamiento. En aquellos<br />

pacientes en<br />

que se sospecha infección por<br />

Mycobacterium tuberculosis resistente<br />

a dos o más agentes antituberculosos,<br />

el inicio del tratamiento debe ser con<br />

cuatro antimicrobianos. El cuarto<br />

medicamento a utilizarse sería el<br />

etambutol.<br />

Dentro del tratamiento de la<br />

espondilodiscitis<br />

tuberculosa se ha<br />

considerado<br />

el uso rutinario de la fusión<br />

quirúrgica de la columna, aunque esta<br />

conducta continúa siendo controvertida,<br />

pues algunos autores recomiendan un<br />

tratamiento conservador sin la<br />

realización de intervenciones<br />

quirúrgicas de ninguna clase.<br />

Posiblemente el criterio quirúrgico más<br />

utilizado en la actualidad consiste en la<br />

descompresión de la médula espinal<br />

con fijación quirúrgica de la columna,<br />

cirugía que está indicada en los<br />

siguientes<br />

casos: 1) no se observa<br />

mejoría del cuadro clínico después de<br />

cuatro a seis semanas de tratamiento<br />

con<br />

un esquema<br />

triple de fármacos<br />

antituberculosos, 2) al ingreso existe<br />

afectación neurológica importante y<br />

3) deterioro progresivo de las funciones<br />

neurológicas, a pesar del tratamiento<br />

antimicrobiano instituido.<br />

24.3.2. Brucelosis<br />

Existen<br />

tres formas de brucelosis, la<br />

aguda, la crónica y la localizada. La<br />

forma localizada es en la que se<br />

afectan huesos y articulaciones. En<br />

cerca del 20% de los casos de<br />

brucelosis ósea, se encuentra<br />

involucrada la columna vertebral. En la<br />

brucelosis, una disminución del espacio<br />

del disco vertebral se presenta de<br />

manera más precoz que en la<br />

tuberculosis, así como cambios<br />

osteoescleróticos y proliferativos más


marcados y con la formación de<br />

osteofitos. Otros huesos afec tados son<br />

la rodilla y la cadera.<br />

La brucelosis ósea tiene una<br />

evolución insidiosa, presentando el<br />

paciente una sintomatología muy<br />

inespecífica, con dolor a nivel de la<br />

espalda o en las grandes<br />

articulaciones. En la mayoría de los<br />

pacientes no hay fiebre. Por todo ello,<br />

el diagnóstico es difícil, ya que en las<br />

formas crónicas y localizadas de la<br />

brucelosis no es posible aislar la<br />

Brucella del hemocultivo o del<br />

mielocultivo; para tener una<br />

recuperación microbiológica del agente<br />

causal, es necesario la realización de<br />

biopsia para cultivo del tejido obtenido<br />

directamente de la lesión ósea. El<br />

diagnóstico generalmente se realiza de<br />

man era indirecta con el hallazgo de<br />

reacciones<br />

serológicas positivas para<br />

Brucella a títulos elevados. El<br />

tratamiento<br />

de la brucelosis ósea<br />

requiere de un tratamiento que se<br />

administrará por un periodo<br />

prolongado; se han informado buenos<br />

resultados con esquemas de tres<br />

meses de duración. El tratamiento de<br />

elección de la brucelosis, sugerido por<br />

la Organización Mundial de la Salud es<br />

doxiciclina 100 mg VO dos veces al día<br />

más rifampicina 900 mg al día, ambos<br />

por<br />

8 a 12 semanas.<br />

24.3.3. Actinomicosis<br />

El Actinomyces es una bacteria<br />

anaerobia. La mayoría de pacientes<br />

con actinomicosis ósea tienen<br />

una<br />

localización<br />

cervicofacial, con<br />

afectación frecuente<br />

de la mandíbula<br />

después de una extracción dental; en la<br />

radiografía se suele observar una<br />

lesión mixta con datos de osteolisis y<br />

esclerosis. El 5 % de los casos de<br />

actinomicosis con afectación ósea lo<br />

hacen a nivel de la columna vertebral;<br />

en estos pacientes, con gran frecuencia<br />

se forman abscesos paravertebrales o<br />

subcutáneos<br />

con fístulas de drenaje.<br />

Algunos<br />

pacientes también pueden<br />

presentar lesión a nivel de las costillas.<br />

El diagnóstico se establece al encontrar<br />

las<br />

formaciones descritas como granos<br />

de<br />

azufre en el estudio microscópico de<br />

485<br />

la secreción de las fístulas presentes,<br />

además de bacilos Gram positivos en<br />

la tinción del frotis y en el cultivo. El<br />

tratamiento antimicrobiano, en casos<br />

de<br />

actinomicosis vertebral, requiere<br />

esquemas hasta de seis meses de<br />

duración. El antibiótico de elección<br />

continúa siendo la penicilina sódica. El<br />

desbridmiento quirúrgico puede ser de<br />

gran utilidad.<br />

24.3.4. Infecciones por hongos<br />

Son raras las infecciones micóticas que<br />

afectan al hueso; de ellas las que se<br />

observan con mayor frecuencia son:<br />

blastomicosis ocasionada por<br />

Blastomyces dermatitidis, criptococosis<br />

cuyo<br />

agente etiológico es Criptococcus<br />

neoformans, coccidioidomicosis<br />

producida por Coccidioides immitis y<br />

esporotricosis ocasionada por<br />

Sporotrhix schenckii.<br />

La blastomicosis se produce por la<br />

inhalación de esporas del suelo y<br />

existen lesiones óseas sólo en la<br />

enfermedad diseminada, a menudo en<br />

conjunto con úlceras cutáneas y<br />

trayectos fistulosos subcutáneos. Las<br />

localizaciones más frecuentes son los<br />

huesos largos tubulares (en especial la<br />

tibia) y las costillas. Cuando está<br />

infectada la columna vertebral son<br />

comunes las lesiones óseas<br />

multicéntricas. Por lo común están<br />

afectadas las metáfisis o epífisis y<br />

regiones<br />

subarticulares. En cerca de la<br />

mitad de los pacientes suele<br />

identificarse<br />

antecedentes de síntomas<br />

respiratorios recientes. De manera<br />

inicial aparecen úlceras cutáneas con<br />

formación posterior de trayectos<br />

fistulosos<br />

supurativos<br />

en relación a la<br />

afección del hueso. En infecciones de<br />

columna suelen verse lesionados<br />

varios cuerpos vertebrales junto con<br />

sus costillas adyacentes, característica<br />

diferencial importante. En huesos<br />

largos se observa erosión circunscrita<br />

en forma de plato en el hueso cortical.<br />

El diagnóstico diferencial incluye:<br />

neoplasias, sarcoidosis, otras<br />

infecciones micóticas, gota y artritis<br />

reumatoide.<br />

El estudio histopatológico con<br />

tinciones especiales muestra las


levaduras en el tejido; no obstante, es<br />

necesario el cultivo para el diagnóstico<br />

definitivo. El mejor tratamiento es la<br />

anfotericina B.<br />

24.3.5. Esporotricosis:<br />

La enfermedad ósea y articular<br />

generalmente es el resultado de la<br />

diseminación hematógena de la forma<br />

generalizada, aunque puede ocurrir<br />

extensión directa de una lesión local o<br />

diseminación por vía linfática. Los<br />

pacientes con lesiones destructivas<br />

tienden a referir síntomas de larga<br />

evolución. En todos los casos de artritis<br />

mono o poliarticular crónica, debe<br />

incluirse a la artritis esporotricósica<br />

dentro del diagnóstico diferencial. Los<br />

datos radiográficos son inespecíficos<br />

por lo que el diagnóstico depende del<br />

cultivo del material de hueso o de<br />

líquido sinovial. El tratamiento de<br />

elección consiste en debridar y<br />

administrar anfotericina B. El<br />

tratamiento con yoduro de potasio no<br />

es suficiente en este tipo de<br />

esporotricosis.<br />

24.3.6. Criptococosis:<br />

La criptococosis es rara, salvo en<br />

individuos con enfermedades<br />

debilitantes o inmunosupresoras. El<br />

paciente con frecuencia acude por un<br />

síndrome febril de origen desconocido<br />

o por alteración de las funciones del<br />

sistema nervioso central. En la<br />

criptococosis las lesiones de hueso son<br />

raras, las cuales suelen resultar de una<br />

extensión directa de la infección<br />

primaria; por esta razón, el cráneo es el<br />

sitio afectado con mayor frecuencia,<br />

secundario a meningitis criptococósica.<br />

Otras lesiones óseas por lo general son<br />

múltiples, ocasionadas por una<br />

diseminación hematógena. Puede<br />

haber dolor óseo. Los hallazgos<br />

radiográficos característicos consisten<br />

en lesiones radiolúcidas sin formación<br />

de hueso nuevo subperióstico. Se<br />

puede aislar el agente etiológico de<br />

muestras clínicas de tejidos<br />

observados con tinción de PAS y<br />

cultivados en medio de Sabouraud. El<br />

tratamiento consiste en la utilización de<br />

anfotericina B; de manera reciente se<br />

486<br />

ha<br />

demostrado la utilidad del<br />

fluconazol.<br />

En los casos de afección ósea con<br />

frecuencia<br />

quirúrgica.<br />

se requiere debridación<br />

24.3.7. Coccidioidomicosis:<br />

La infección primaria por Coccidioides<br />

immitis puede acompañarse<br />

de artritis,<br />

con manifestaciones de dolor tanto a la<br />

palpación como espontáneo en la<br />

articulación afectada y aumento de<br />

volumen de la misma. Este es un<br />

cuadro transitorio, como la mayoría de<br />

las manifestaciones de la infección<br />

primaria. Algunos pacientes no se<br />

recuperan<br />

de la infección primaria y los<br />

síntomas óseos y articulares pueden<br />

ser las manifestaciones iniciales de una<br />

enfermedad<br />

crónica. Los signos<br />

clínicos son dolor, aumento de volumen<br />

y abscesos. La coccidioidomicosis<br />

diseminada en ocasiones infecta<br />

articulaciones o la columna vertebral.<br />

Con mayor frecuencia ataca a las<br />

articulaciones mayores, como cadera,<br />

rodilla y hombro. La infección afecta la<br />

metáfisis de los huesos largos<br />

tubulares y prominencias óseas.<br />

Cuando están infectados los cuerpos<br />

vertebrales, no hay afectación del disco<br />

vertebral. Las lesiones suelen ser<br />

radiolúcidas y bien delimitadas, sin<br />

esclerosis ni secuestros. El diagnóstico<br />

depende de identificar las esférulas de<br />

Coccidioides immitis en el estudio<br />

histopatológico del material de biopsia<br />

o de aislar al hongo mediante cultivo. El<br />

tratamiento consiste en la<br />

administración de anfotericina B.<br />

24.4. Pronóstico y complicaciones:<br />

En los casos de osteomielitis aguda de<br />

origen hematógeno, el pronóstico para<br />

una curación completa es excelente,<br />

pues la tasa de curación se sitúa entre<br />

el 90 a un 95% de los casos. Las<br />

complicaciones en este tipo de<br />

osteomielitis, tanto en niños como en<br />

adultos, son poco frecuentes; éstas<br />

incluyen bacteremia y artritis séptica.<br />

También se pueden observar<br />

reacciones adversas a los antibióticos<br />

utilizados e infecciones asociadas a los<br />

catéteres intravenosos. Las principales


complicaciones de la osteomielitis<br />

aguda es la evolución<br />

a la cronicidad<br />

de la infección<br />

o bien la falta de unión<br />

de la fractura que condicionó el<br />

proceso infeccioso. Más del 60% de los<br />

pacientes con osteomielitis<br />

secundaria<br />

a un foco infeccioso contiguo curan<br />

después de completar<br />

un esquema<br />

adecuado de tratamiento. La secuela<br />

más frecuente en estos pacientes es la<br />

recurrencia de la infección.<br />

En el caso de la osteomielitis crónica<br />

la complicación más común que se<br />

observa es la extensión de la infección,<br />

principalmente hacia los tejidos blandos<br />

circundantes. Con frecuencia se<br />

observa la presencia de una fístula<br />

cutánea, con el drenaje intermitente<br />

pero constante de material necrótico o<br />

purulento. En los casos de pacientes<br />

con enfermedades debilitantes de<br />

fondo, como diabetes mellitus, la<br />

infección de los tejidos blandos se<br />

puede extender y producirse<br />

infecciones extensas que ponen en<br />

peligro la vida del paciente. Sobre todo<br />

en niños, pueden ocurrir<br />

complicaciones devastadoras, como<br />

fracturas patológicas, daño a los<br />

centros de crecimiento epifisiario,<br />

anormalidades en el crecimiento del<br />

hueso afectado o de la articulación<br />

adjunta. Otra secuela frecuente de la<br />

osteomielitis crónica, es la afección<br />

sobre la función de la extremidad o<br />

articulación afectada, quedando con<br />

frecuencia deformidad y limitación. Las<br />

anormalidades funcionales pueden<br />

llevar a limitaciones físicas tan<br />

importantes que imposibiliten el trabajo<br />

productivo del individuo afectado. El<br />

carcinoma de células escamosas en<br />

pacientes<br />

con osteomielitis<br />

crónica es<br />

raro, pero ocurre con una frecuencia<br />

suficiente como para tener que ser<br />

considerada<br />

esta posibilidad.<br />

El<br />

desarrollo de amiloidosis ha sido<br />

informado en pacientes con<br />

osteomielitis crónica.<br />

En los pacientes con prótesis la<br />

complicación más importante es la<br />

necesidad de retirar la misma y por lo<br />

tanto el fracaso del tratamiento por el<br />

cual se indicó la prótesis articular u<br />

ósea. En muchos pacientes, la<br />

487<br />

infección<br />

de la prótesis por si misma,<br />

lleva a la disfunción del<br />

artefacto<br />

protésico y así al fracaso del<br />

procedimiento ortopédico<br />

realizado.<br />

Entre 5 y el 10% de los pacientes<br />

afectados<br />

por una osteomielitis<br />

vertebral<br />

se han observado secuelas<br />

neurológicas permanentes. En este<br />

aspecto, de la formación y extensión de<br />

un absceso en el espacio epidural<br />

generalmente resulta una paraplejía; en<br />

estos casos el diagnóstico<br />

habitualmente<br />

se realizó de manera<br />

tardía. En algunos pacientes se ha<br />

identificado<br />

paresia o dolor neuronal de<br />

una<br />

sola extremidad. La formación de<br />

abscesos epidurales o paravertebral y<br />

la presencia de alteraciones<br />

neurológicas permanentes es<br />

significativamente más frecuente en<br />

individuos diabéticos, mientras que<br />

entre los usuarios de drogas<br />

intravenosas el desarrollo de secuelas<br />

neurológicas<br />

es un evento raro. La<br />

formación de grandes abscesos<br />

subcutáneos o intramusculares<br />

ha sido<br />

observada entre<br />

pacientes con<br />

trastornos sensoriales previos, así<br />

como en pacientes con lesión de<br />

médula espinal.<br />

24.5. Artritis séptica<br />

24.5.1. Introducción:<br />

artritis bacteriana es la principal<br />

causa de infección articular. La mayoría<br />

de episodios son el resultado de una<br />

diseminación hematógena. La<br />

membrana sinovial es la estructura<br />

articular que inicialmente suele<br />

afectarse, debido a que tiene una gran<br />

irrigación sanguínea y porque carece<br />

de alguna estructura que funcione<br />

como barrera limitante basal; ambas<br />

condiciones favorecen el ingreso de<br />

micro<strong>org</strong>anismos patógenos. Una vez<br />

dentro de la articulación, los<br />

micro<strong>org</strong>anismos tienen diversos<br />

efectos. De acuerdo a la etiología hay<br />

diferencias en las manifestaciones<br />

clínicas y en las opciones terapéuticas.<br />

Rodilla, cadera y articulaciones<br />

glenohumerales son los sitios que con<br />

mayor frecuencia se infectan, aunque<br />

cualquier articulación<br />

puede afectarse.


Un diagnóstico y tratamiento<br />

tempranos usualmente llevan a la<br />

resolución del proceso infeccioso. Sin<br />

embargo, un retraso en la identificación<br />

de la infección o un tratamiento<br />

inadecuado lleva a una infección<br />

crónica que puede persistir por años,<br />

con pérdida de la estructura normal de<br />

la articulación y repercusión importante<br />

en la función. Esta infección es<br />

particularmente devastadora en niños,<br />

aunque en ellos, debido al estado<br />

dinámico de crecimiento del sistema<br />

esquelético, las complicaciones y<br />

secuelas de la artritis séptica pueden<br />

no ser aparentes por meses e incluso<br />

años después del insulto inicial.<br />

24.5.2. Etiología:<br />

Debido a que la mayoría de casos de<br />

artritis séptica se adquieren a través de<br />

la vía hematógena, los agentes<br />

bacterianos causales están<br />

directamente relacionados con los<br />

micro<strong>org</strong>anismos que con mayor<br />

frecuencia causan bacteremia, de<br />

acuerdo al grupo de edad o bien, a la<br />

presencia de factores de riesgo<br />

específicos. La etiología de la artritis<br />

séptica es un reflejo de la interacción<br />

de diferentes factores, como son el<br />

estado inmunológico del paciente, la<br />

relación existente entre el huesped y su<br />

flora indígena, la existencia de<br />

diferentes riesgos biopsicosociales y la<br />

presencia de enfermedades de fondo.<br />

El Staphylococcus aureus es el agente<br />

etiológico más común en todas las<br />

edades; se considera que es debido a<br />

que esta bacteria es la colonizadora<br />

predominante de los epitelios y porque<br />

produce una mayor cantidad de<br />

substancias extracelulares (exotoxinas)<br />

que otras bacterias. Las exotoxinas de<br />

S. aureus le facilitan penetrar al<br />

torrente circulatorio, resistir la<br />

fagocitosis, disminuir las acciones de la<br />

inmunidad humoral del hospedero,<br />

penetrar al espacio articular y unirse a<br />

los receptores de sialoproteínas<br />

localizados en la membrana sinovial.<br />

En niños la etiología de la artritis<br />

bacteriana se identifica<br />

hasta en el 75%<br />

488<br />

de los casos. En los menores de dos<br />

años de edad, se ha reconocido que<br />

Haemophilus influenzae tipo b es uno<br />

de los micro<strong>org</strong>anismos más<br />

importantes; no obstante, a partir de la<br />

introducción de la vacuna contra esta<br />

bacteria<br />

se espera que disminuya la<br />

incidencia de infecciones por la misma.<br />

Los bacilos Gram negativos,<br />

entre ellos<br />

las enterobacterias<br />

y Pseudomonas<br />

aeruginosa ocasionan entre 10% y 15%<br />

de los casos de artritis bacteriana y<br />

esta frecuencia se mantiene constante<br />

en las diferentes etapas de la vida.<br />

Durante muchos años Neisseria<br />

gonorrhoeae fue el agente causal más<br />

común de infecciones articulares en<br />

individuos con vida sexual activa; en<br />

los últimos años se ha presentado una<br />

reducción en la incidencia general de<br />

gonorrea, por lo que la afección<br />

articular secundaria<br />

a esta enfermedad<br />

también ha disminuido. La proporción<br />

de casos de artritis séptica debidos a<br />

Streptococcus sp es similar en los<br />

diferentes grupos etarios, aunque las<br />

especies de estreptococos suelen<br />

variar; en neonatos y lactantes<br />

predominan<br />

las infecciones por<br />

Streptococcus agalactie,<br />

en<br />

preescolares y escolares Streptococcus<br />

pyogenes y Streptococcus pneumoniae<br />

son más comunes; en adultos además<br />

de las infecciones por neumococo y<br />

Streptococcus pyogenes ocurren<br />

infecciones por Enterococcus. La<br />

artritis hematógena por anaerobios es<br />

una entidad rara, aunque cada vez se<br />

identifica un número mayor de casos<br />

de artritis infecciosa ocasionada por<br />

anaerobios en relación a implantes de<br />

prótesis articulares; en estos casos<br />

predominan las bacterias Gram<br />

negativas, como es Bacteroides fragilis.<br />

Los pacientes que desarrollan una<br />

infección articular por anaerobios<br />

suelen<br />

cursar con una enfermedad<br />

crónica o debilitante de fondo y tener<br />

como enfermedad<br />

desencadenante de<br />

la afección articular una infección<br />

gastrointestinal. Otra bacteria que en<br />

raras ocasiones ocasiona artritis<br />

séptica es Salmonella sp.


24.5.3. Patogénesis:<br />

Las articulaciones tienen algunas<br />

características que facilitan el<br />

desarrollo de infecciones, entre ellas<br />

las más importantes son: 1) el rico<br />

aporte sanguíneo de la membrana<br />

sinovial y 2) la presencia de receptores<br />

de membrana para estructuras<br />

bacterianas. Estos factores permiten<br />

que traumatismos articulares, incluso<br />

insignificantes, sean el punto de origen<br />

de infecciones intraarticulares. En niños<br />

menores de 18 meses existe<br />

comunicación entre el aporte<br />

sanguíneo arterial de la metáfisis y el<br />

de la epífisis, mediante vasos<br />

transepifisiarios; canales venosos<br />

perforan la placa de crecimiento<br />

cartilaginosa, por lo que no existe una<br />

barrera anatómica que limite la<br />

extensión de una infección de la<br />

metáfisis hacia la epífisis. El resultado<br />

de esta comunicación es que la<br />

extensión de la infección a la epífisis<br />

puede llevar con facilidad a la afección<br />

secundaria de la articulación adjunta.<br />

Tanto en niños como en adultos, los<br />

capilares articulares disminuyen la<br />

función de la membrana basal, por lo<br />

que diversas bacterias, como S.<br />

aureus, pueden tener acceso al<br />

espacio articular pasando a través de<br />

las paredes de estos capilares. Los<br />

micro<strong>org</strong>anismos que llegan a la<br />

articulación encuentran un ambiente<br />

rico en nutrientes; esto permite una<br />

replicación bacteriana<br />

en el espacio<br />

articular, la que ocasiona un estímulo<br />

para el desarrollo de una respuesta<br />

inflamatoria por parte del hospedero.<br />

Esta respuesta consiste en un flujo<br />

rápido de leucocitos polimorfonucleares<br />

(PMN) hacia el sitio de infección y la<br />

secreción de enzimas líticas en el<br />

mismo. La respuesta inflamatoria lleva<br />

a un incremento en la concentración de<br />

proteínas del líquido sinovial, con una<br />

disminución concomitante del pH y de<br />

la concentración de glucosa en éste;<br />

los cambios descritos condicionan la<br />

formación de un líquido sinovial<br />

espeso, con concentración alta de PMN<br />

y depósito de fibrina en el espacio<br />

articular. Las<br />

enzimas proteolíticas que<br />

se producen en estos casos, ocasionan<br />

489<br />

lesión de la colágena del cartílago<br />

articular, condición que está en relación<br />

estrecha con la lesión articular. Estos<br />

cambios, de no ser revertidos de<br />

manera rápida, mediante la<br />

instauración de un tratamiento<br />

antimicrobiano adecuado, ocasionan<br />

efectos irreversibles en la anatomía de<br />

la articulación con destrucción del<br />

cartílago articular y desarrollo de<br />

anquílosis. Un retardo en el inicio del<br />

tratamiento o bien, la infección por<br />

cepas bacterianas particularmente<br />

virulentas, pueden en un tiempo tan<br />

corto como uno a dos días, ocasionar<br />

el daño articular irreversible descrito. El<br />

depósito de fibrina en el espacio<br />

articular reduce la efectividad<br />

terapéutica de los antibióticos,<br />

estableciéndose de esta manera, la<br />

posibilidad del desarrollo de<br />

osteomielitis a partir de la infección<br />

articular.<br />

Entre las enfermedades que se<br />

relacionan con el desarrollo de artritis<br />

bacteriana están la diabetes mellitus,<br />

neoplasias malignas y artritis<br />

reumatoide. Existe un grupo especial<br />

de pacientes con artritis reumatoide,<br />

aquellos que además cursan con<br />

disminución en los niveles de las<br />

proteínas del complemento; estos<br />

pacientes tienen mayor predisposición<br />

a las infecciones, entre ellas la artritis<br />

séptica. Los pacientes con infección<br />

articular con frecuencia presentan<br />

previamente una infección en otra parte<br />

del cuerpo. Muchos pacientes están<br />

tomando esteroides o medicación<br />

inmunosupresora. Los pacientes con<br />

enfermedad articular degenerativa,<br />

tendinitis o bursitis, que suelen recibir<br />

esteroides por inyección intraarticular,<br />

presentan<br />

una incidencia mayor de<br />

infecciones articulares.<br />

En niños, los<br />

traumatismos de tejidos blandos se han<br />

implicado como factor de riesgo para el<br />

desarrollo de artritis infecciosa. Los<br />

niños lactantes<br />

con osteomielitis se<br />

pueden<br />

complicar con la extensión de<br />

la infección hacia el espacio articular;<br />

generalmente se ven afectadas<br />

las<br />

articulaciones en las que la metáfisis se<br />

encuentra<br />

dentro del revestimiento


sinovial como cadera, hombro, tobillo y<br />

articulación radiohumeral.<br />

24.5.4. Diagnóstico:<br />

Con anterioridad se pensaba que la<br />

artritis séptica era una enfermedad de<br />

niños; actualmente, aunque los casos<br />

pediátricos son más frecuentes, este<br />

tipo de infección no es exclusiva de<br />

individuos en este grupo de edad. Las<br />

manifestaciones clínicas en niños<br />

dependen de la edad. En neonatos o<br />

lactantes menores,<br />

una pseudoparálisis<br />

puede ser la única manifestación. Los<br />

lactantes con afección de la articulación<br />

de cadera con frecuencia adquieren<br />

una posición «de rana», con abducción<br />

y rotación externa de la extremidad<br />

afectada. En menores de un año, la<br />

enfermedad suele ser monoarticular y<br />

afecta articulaciones grandes,<br />

principalmente cadera, hombro o<br />

rodilla; los datos clínicos comprenden<br />

inflamación, dolor y eritema de la<br />

articulación, con limitación en la<br />

movilización de la extremidad afectada.<br />

Los niños mayores de un año<br />

habitualmente se presentan con fiebre<br />

y datos clásicos de inflamación<br />

articular. Un adulto previamente sano<br />

puede iniciar con fiebre, escalofríos y<br />

dolor en una o más articulaciones; las<br />

manifestaciones clásicas de calor,<br />

hiperemia, inflamación y dolor<br />

frecuentemente son encontradas a<br />

nivel de la articulación afectada. Desde<br />

el punto de vista clínico, un caso no<br />

complicado, en un paciente<br />

previamente sano, no ofrece dificultad<br />

diagnóstica. Las infecciones del<br />

hombro o de la cadera son de difícil<br />

diagnóstico, debido a que la gran<br />

cantidad de músculo que recubre estas<br />

articulaciones impide la observación de<br />

los datos clínicos de artritis.<br />

Se debe realizar una historia clínica<br />

cuidadosa, buscando el antecedente de<br />

infección primaria a nivel de piel, oído,<br />

aparato respiratorio o genitourinario<br />

que haya sido el punto de origen de la<br />

infección articular.<br />

También se debe<br />

buscar de manera dirigida si existe el<br />

antecedente de un traumatismo previo<br />

en<br />

la articulación afectada. Los adultos<br />

con<br />

mayor riesgo para desarrollar una<br />

490<br />

artritis infecciosa son aquellos<br />

con<br />

infecciones distantes a nivel de tubo<br />

digestivo o de vías urinarias, edad<br />

avanzada, padecimientos<br />

crónicos,<br />

artritis reumatoide y pacientes en<br />

tratamiento con esteroides, citotóxicos<br />

o radiación. En la exploración física se<br />

encuentra dolor a nivel de un hueso o<br />

una articulación y disminución de la<br />

movilidad, activa o pasiva, de la<br />

extremidad. En niños, el diagnóstico<br />

diferencial deber hacerse con fiebre<br />

reumática y con artritis reumatoide<br />

juvenil. Los hallazgos de una velocidad<br />

de sedimentación globular aumentada<br />

además de leucocitosis en la biometría<br />

hemática, pueden ayudar al<br />

diagnóstico.<br />

Independientemente de las<br />

manifestaciones<br />

clínicas que el<br />

paciente puede presentar, o bien la<br />

agudeza clínica, sobre todo en los<br />

casos de niños, cuya sintomatología<br />

puede ser confusa, el primer<br />

procedimiento diagnóstico que se debe<br />

realizar es la punción articular para la<br />

obtención de líquido sinovial, en el cual<br />

se debe realizar citoquímico, tinción de<br />

Gram y cultivo. El criterio más<br />

importante para establecer el<br />

diagnóstico<br />

de artritis séptica es el<br />

aislamiento del agente causal.<br />

Normalmente el líquido sinovial es<br />

claro, transparente, pero en los casos<br />

de infección articular se observa turbio,<br />

con una gran cantidad de leucocitos<br />

(más de 10 000/mm<br />

botellas de hemocultivo.<br />

ente etiológico,<br />

emocultivos,<br />

a de Neisseria<br />

onorrhoeae.<br />

3 ), con predominio<br />

de más de 70% de PMN; la<br />

concentración de proteínas se<br />

encuentra elevada y existe disminución<br />

de los niveles de glucosa. La tinción de<br />

Gram identifica un agente etiológico<br />

presuntivo hasta en 50% de los casos.<br />

El cultivo es positivo entre 50% y 70%<br />

de los casos; este porcentaje puede<br />

incrementarse si el líquido sinovial se<br />

inocula en<br />

Para identificar el ag<br />

también deben realizarse h<br />

los cuales son positivos en cerca de<br />

40% de los casos en niños. Si existe la<br />

posibilidad de artritis gonocóccica,<br />

debe realizarse cultivo de cérvix y<br />

uretra en búsqued<br />

g


Varias enfermedades reumáticas<br />

pueden confundirse con una artritis<br />

séptica, por lo que deben llevarse a<br />

cabo todos los estudios de laboratorio<br />

que descartan estas condiciones. En<br />

general, la gran cantidad de PMN en el<br />

líquido sinovial, orienta hacia una<br />

etiología infecciosa de la artritis; no<br />

obstante, algunas entidades, como la<br />

gota o la pseudogota, también cursan<br />

con una elevación importante de los<br />

leucocitos; para establecer una<br />

diferencia en estos casos, se emplea la<br />

microscopía polarizada con búsqueda<br />

de los cristales de las artritis gotosas.<br />

En aquellos casos de afección de<br />

articulaciones accesibles a la<br />

exploración física, los estudios<br />

radiográficos agregan poca información<br />

al diagnóstico de artritis séptica. En<br />

niños con infección de la articulación de<br />

cadera, las radiografías son<br />

de gran<br />

valor<br />

diagnóstico. En este aspecto,el<br />

signo radiológico más temprano<br />

de<br />

artritis infecciosa es la inflamación de la<br />

cápsula articular, con desplazamiento<br />

de las líneas de grasa (Figura 24.14).<br />

Figura 24.14. Artritis séptica de la cadera<br />

derecha en el niño. Obsérvese el aumento<br />

de la distancia entre el núcleo cefalico de la<br />

cabeza femoral y la línea de la imágen en<br />

lágr ima del acetábulo (línea negra)<br />

en<br />

comparación con el lado sano ( línea<br />

blanca). Ello traduce la distensión capsular<br />

por el material purulento intracapsular.<br />

Aunque los cambios radiológicos<br />

suelen ser tardíos, la gammagrafía<br />

con<br />

Tc-99 ó galio-67 pueden mostrar<br />

cambios sugestivos de la infección<br />

en<br />

etapas iniciales de la enfermedad.<br />

491<br />

24.5.5. Tratamiento:<br />

La principal medida terapéutica en la<br />

artritis séptica es la administración<br />

de<br />

antibióticos. El punto crítico del<br />

tratamiento antimicrobiano es alcanzar<br />

una concentración adecuada del<br />

antibiótico empleado a nivel<br />

del espacio<br />

articular y del líquido sinovial. Los<br />

antibióticos atraviesan fácilmente la<br />

membrana sinovial, tanto en<br />

condiciones normales<br />

como en<br />

procesos inflamatorios. La<br />

administración<br />

parenteral de los<br />

antibióticos es una vía adecuada para<br />

alcanzar el objetivo anteriormente<br />

planteado; por esta vía se logra una<br />

penetración excelente de los<br />

antibióticos al espacio articular. No<br />

existe indicación para la administración<br />

intraarticular<br />

de los agentes<br />

antiinfecciosos. El esquema de<br />

antibióticos<br />

que se debe utilizar de<br />

manera inicial, estará orientado a cubrir<br />

las posibilidades etiológicas más<br />

comunes,<br />

de acuerdo a la edad del<br />

paciente, el resultado de la tinción de<br />

Gram y la existencia de enfermedades<br />

de fondo en el individuo infectado. Una<br />

vez que se cuente con el aislamiento<br />

microbiológico el tratamiento<br />

establecido<br />

debe ser reevaluado.<br />

En neonatos, se obtiene una<br />

adecuada cobertura antimicrobiana con<br />

la combinación de dicloxacilina más un<br />

aminoglucósido. En niños entre dos<br />

meses y diez años de edad, en quienes<br />

los agentes etiológicos más frecuentes<br />

de la infección articular son S. aureus y<br />

Haemophilus influenzae tipo b, la<br />

combinación de una cefalosporina de<br />

tercera generación más una penicilina<br />

penicilinasa resistente, como<br />

dicloxacilina, puede lograr una<br />

cobertura adecuada,<br />

sobre todo en<br />

aquellos<br />

casos de infecciones de<br />

origen hematógeno.<br />

En niños mayores de diez años, S.<br />

aureus es el agente etiológico más<br />

frecuente, por lo que el tratamiento<br />

empírico inicial siempre debe ser con<br />

una penicilina penicilinasa resistente.<br />

En las infecciones por<br />

Neisseria


gonorrhoeae, el tratamiento será a<br />

base de penicilina sódica cristalina;<br />

estas infecciones ocurren en individuos<br />

con vida sexual activa.<br />

Todos los tratamientos deben<br />

administrase de manera inicial por vía<br />

intravenosa; de acuerdo a la evolución<br />

observada en los pacientes, se podrá<br />

evaluar el cambio a la vía oral si<br />

después de cuando menos una<br />

semana de tratamiento intravenoso el<br />

paciente ha tenido una buena<br />

respuesta. La colocación de un catéter<br />

intravenoso permanente para continuar<br />

el tratamiento intravenoso en el<br />

domicilio del paciente, es otra opción<br />

para<br />

finalizar el esquema de<br />

tratamiento establecido. La duración<br />

del tratamiento continúa siendo<br />

empírica; un curso de cuatro semanas<br />

se considera como norma útil, aunque<br />

arbitraria; en todo caso se ha<br />

considerado que la duración del<br />

tratamiento dependerá del<br />

micro<strong>org</strong>anismo aislado. Una infección<br />

ocasionada por S. aureus o por bacilos<br />

Gram negativos debe ser tratada por<br />

un mínimo de cuatro semanas,<br />

mientras que infecciones ocasionadas<br />

por H. influenzae tipo b o por Neisseria<br />

gonorrhoeae sólo requerirán de dos<br />

semanas de tratamiento.<br />

El drenaje quirúrgico sobre todo se<br />

emplea en las infecciones de hombro o<br />

de cadera en la infancia, en que el<br />

mejor resultado terapéutico se obtiene<br />

mediante una incisión quirúrgica con<br />

descompresión de la articulación para<br />

conservar el aporte sanguíneo de la<br />

epífisis del fémur. En estos casos el<br />

drenaje articular, mediante cirugía<br />

abierta, es particularmente importante<br />

debido<br />

al incremento de la presión<br />

intraarticular que ocurre, condición<br />

que<br />

compromete la circulación de la<br />

articulación, lo que puede resultar en<br />

una necrosis avascular de la cabeza<br />

del fémur y en la destrucción del<br />

espacio articular. Otra indicación para<br />

procedimientos quirúrgicos, es la<br />

realización de una punción articular,<br />

para la obtención de líquido sinovial, el<br />

cual es un procedimiento de suma<br />

importancia para establecer el<br />

492<br />

diagnóstico de artritis de origen<br />

infeccioso.<br />

Una vez establecido el tratamiento,<br />

es de esperar que en la primera<br />

semana se obtenga el control de la<br />

infección, tanto de las manifestaciones<br />

sistémicas como de las locales. El<br />

resultado del tratamiento se puede<br />

evaluar con la respuesta clínica y con<br />

el estudio periódico del líquido sinovial,<br />

en el cual se espera encontrar una<br />

disminución progresiva<br />

del número de<br />

leucocitos<br />

PMN así como la<br />

negativización en la tinción<br />

del Gram<br />

como de los cultivos. Varios puntos<br />

deben revisarse si la evolución<br />

clínica o<br />

de<br />

laboratorio no es satisfactoria; entre<br />

ellos están: la precisión del diagnóstico,<br />

la cobertura antimicrobiana, la<br />

sensibilidad<br />

de las bacterias, dosis e<br />

intervalo<br />

de los agentes antiinfecciosos<br />

utilizados,<br />

presencia de tejido necrótico<br />

o desvitalizado, existencia de cuerpos<br />

extraños o la necesidad de drenaje<br />

quirúrgico.<br />

24. 5.6. Pronóstico:<br />

El pronóstico de la artritis séptica en<br />

pacientes tratados adecuadamente<br />

es<br />

excelente, habiendo una recuperación<br />

total<br />

de la función y sin quedar<br />

secuelas<br />

en la articulación afectada.<br />

Sin embargo, una duración prolongada<br />

de las manifestaciones clínicas antes<br />

del inicio del tratamiento específico y<br />

los casos que ocurren en niños<br />

menores<br />

de un año, son los dos<br />

factores<br />

más importantes que predicen<br />

un resultado adverso de la infección<br />

articular.<br />

Cuanto más tiempo pase<br />

entre el inicio del cuadro clínico y el<br />

establecimiento de las medidas<br />

terapéuticas y una edad menor en los<br />

individuos afectados, mayor será el<br />

número de procedimiento debe<br />

realizarse cuando menos pasados 12<br />

meses<br />

del proceso infeccioso y después<br />

de<br />

certifcar<br />

clínica, radiológica,<br />

gammagráfica y serológicamente<br />

(VSG, PCR), que no existe ya<br />

infección.


24.5.7. Formas especiales de artritis<br />

sépticas:<br />

24.5.7.1. Artritis tuberculosa:<br />

Los bacilos tuberculosos pueden<br />

infectar una articulación sinovial<br />

mediante difusión hematógena a partir<br />

de una lesión tuberculosa distal. Sin<br />

embargo, la artritis tuberculosa se<br />

produce con mayor<br />

frecuencia por la<br />

propagación<br />

directa de la infección<br />

hasta la articulación<br />

a partir de una<br />

zona de osteomielitis tuberculosa<br />

localizada en la epífisis; aunque la<br />

lesión<br />

epifisaria<br />

subyacente puede ser<br />

demasiado pequeña para que sea<br />

posible detectarla radiográficamente,<br />

por lo general se observa en la<br />

operación. Las localizaciones<br />

más<br />

frecuente de este tipo de artritis son la<br />

cadera<br />

y rodilla. Al igual que sucede<br />

con la tuberculosis en otros tejidos, el<br />

cominzo casi siempre tiene lugar en la<br />

infancia.<br />

Por<br />

lo que hace lugar a la patogenia,<br />

la membrana sinovial responde a la<br />

infección<br />

tuberculosa mediante una<br />

hipertrofia<br />

vellosa y un derrame, con la<br />

coniguiente<br />

distensión de la cápsula<br />

articular. En la superficie sinovial<br />

inflamada<br />

puedfen observarse<br />

pequeños tubérculos gris´ceos.<br />

Posteriormente, el tejido de granulación<br />

serpentea a través de las superficies<br />

rticulares en forma de “pannus<br />

tuberculoso” que priva al cartílago de<br />

su nutrición a partir del líquido sinovial,<br />

produciendo con ello una necrosis<br />

cartilaginosa. Además, el tejido de<br />

granulación erosiona el hueso<br />

subcondral produciendo una zona local<br />

de osteomielitis con el posterior<br />

colapso del hueso. También produce<br />

una perforación por debajo del cartílago<br />

articular, haciendo que éste quede<br />

secuestrado. La combinación de<br />

necrois y de destrucción del hueso<br />

subyacente conduce a irreparables<br />

lesiones articulares.<br />

El paciente que padece una artritis<br />

tuberculosa, por lo general un niño y/o<br />

adolescente, se presenta con una<br />

articulación crónicamente irritable;<br />

493<br />

cuando la articulación afectada se<br />

encuentra en la extremidad<br />

inferior,<br />

existe una evident cojera. La VSG está<br />

elevada y la prueba de la tuberculina es<br />

positiva. En los primeros estadios, el<br />

exámen<br />

radiográfico revela una<br />

osteoporosis regional y un aumento en<br />

el volumen<br />

de los tejidos blandos. En<br />

las últimas fases de la enfermedad,<br />

las<br />

lesiones osteolíticas en las epífisis se<br />

hacen<br />

evidentes y aparece una<br />

disminución<br />

progresiva del espacio<br />

articular,<br />

lo que indica la destrucción<br />

del cartílago (Tabla 24.II).<br />

Tabla 24.II. Clasifcación radiográficas de<br />

las artritis tuberculosas.<br />

El diagnóstico clínico es de sospecha,<br />

ues<br />

muchas son los procesos que<br />

pueden cursar con este cuadro, aún<br />

cuando la destrucción<br />

articular es<br />

sugerente de infección. Sin embargo, el<br />

diagnostico definitivo debe confirmarse<br />

mediante la biopia sinovial y/o del<br />

estudio del líquido sinovial.<br />

En cuanto al trtamiento, la asistencia<br />

a un paciente con artritis tuberculosa,<br />

supone el tratamiento de la tuberculosis<br />

generalizada así como el tratamiento<br />

de la lesión aricular en sí. Así pues,<br />

debe instaurarse el tratamiento genetral<br />

con fármacos antituberculosos y, en<br />

cuanto a la articulación afecta,<br />

todo<br />

depnderá<br />

de su localización, aunque es<br />

evidente que, al tratars de una<br />

infección, las<br />

artroplastias sustitutivas<br />

(prótesis) están contraindicadas en las<br />

fases iniciales y sólo después de un<br />

periodo prolongado de tiempo, con<br />

clínica, bioquímica y gammagrafía ósea<br />

sin evidencia de enfermedad<br />

tuberculosa, pude estar justificada la<br />

prótesis. Sin embargo, cuando al<br />

principio existen ya esiones<br />

osteocartilaginosas irreparables, es<br />

aonsejable la fusión quirúrgica de la<br />

articulación<br />

(artrodesis), no sólo para


mitigar el dolor de la articulación<br />

artrítica, sino también para<br />

proporcionar la permanente curación<br />

de la infección tuberculosa.<br />

24.5.7.2. Artritis gonocócica:<br />

En la artritis gonocócica se observan<br />

dos formas clínicas. La primera de ellas<br />

es una afección monoarticular, que<br />

cursa con bacteremia asintomática, sin<br />

fiebre ni escalofríos y son raras las<br />

manifestaciones cutáneas como las<br />

pápulas eritematosas rodeadas de una<br />

lesión hemorrágica. En estos casos por<br />

lo común se aisla N. gonorrhoeae del<br />

líquido sinovial.<br />

La segunda forma clínica corresponde<br />

a pacientes con un curso séptico, es<br />

común el antecedente de fiebre y<br />

suelen presentarse con lesiones<br />

cutáneas y afección poliarticular.<br />

Aunque los hemocultivos y cultivos de<br />

las lesiones cutáneas generalmente<br />

son positivos, el líquido sinovial suele<br />

ser estéril. La artritis gonocócica se<br />

presenta con mayor frecuencia en<br />

mujeres. El diagnóstico diferencial debe<br />

realizarse con el síndrome de Reiter;<br />

en este último existe afección<br />

poliarticular, conjuntivitis y uretritis.<br />

Si no se establece ningún tratamiento,<br />

los síntomas constitucionales y la<br />

dermatitis normalmente desaparcen,<br />

pero la afección articular progresa<br />

hacia una artritis purulenta mono o<br />

poliarticular. En un 30-40 % de los<br />

casos no se aprecia este patrón<br />

bifásico, y el paciente se presenta<br />

directamente en la fase de artritis<br />

séptica.<br />

24. 6. Infecciones de<br />

la mano<br />

24.6.1. Introducción:<br />

Los tejidos blandos de la mano resultan<br />

frecuentemente infectados por<br />

bacterias piógenas debido a la elevada<br />

incidencia de pequeñas heridas en la<br />

mano, tales como laceraciones y<br />

heridas punzantes. Estas infecciones,<br />

no solo son corrientes, sino tambien<br />

potencialmente<br />

peligrosas, ya que<br />

pueden<br />

extenderse hasta los huesos,<br />

articulaciones<br />

y vainas tendinosas.<br />

494<br />

Las formas clínicas comprenden procesos de localización<br />

superficial,<br />

como la paroniquia, el panadizo y los<br />

abscesos superficiales, o procesos de<br />

localización profunda como las<br />

tenosinovitis de los flexores y la<br />

infección de los espacios profundos de<br />

la mano (compartimento tenar y<br />

espacio palmar medio).<br />

26.4.2. Paroniquia:<br />

Es la infección más frecuente de la<br />

mano, y afecta a los tejidos blandos<br />

periungueales, pudiendo extenderse<br />

bajo la uña. La observación de<br />

tumefacción, enrojecimiento, y dolor<br />

intenso en la base y el borde de la uña,<br />

con o sin presencia de pus, hacen fácil<br />

su diagnóstico (Figura 24.15).<br />

Figura 24.15. Aspecto clínico<br />

de una<br />

paroniquia.<br />

Si no hay colección purulenta, la<br />

administración de antibióticos orales,<br />

que cubran el s. aureus, y los baños<br />

antisépticos, pueden resolver el<br />

problema. En caso contrario, será<br />

preciso drenar el foco mediante la<br />

elevación del eponiquio.<br />

26.4.3. Panadizo:<br />

En el panadizo se afecta el pulpejo del<br />

dedo,<br />

existiendo con frecuencia el<br />

antecedente de una pequeña erosión<br />

o<br />

herida local que inocula el gérmen<br />

en<br />

un espacio muy vascularizado<br />

e<br />

inervado, lo que explica el dolor intenso<br />

que<br />

provoca. El absceso central se<br />

contiene<br />

a presión por los tabiques<br />

fibrosos<br />

que, desde el periostio a la


piel, confieren firmeza a esta<br />

importante estructura táctil<br />

(Figura 24.16).<br />

Figura 24.16. Panadizo.<br />

El tratamiento debe ser agresivo,<br />

mediante el drenaje quirúrgico y la<br />

administración de antibióticos. Una<br />

incisión lateral en el punto de dolor<br />

máximo<br />

para evacuar el material<br />

purulento y un drenaje adecuado<br />

durante 24-48 horas, facilita el cierre<br />

secundario espontaneo de la herida<br />

sin complicaciones.<br />

26.4.4. Infecciones superficiales:<br />

Generalmente suelen ser<br />

subepidérmicas, aunque pueden cursar<br />

con una aparatosa inflamación<br />

(Figura<br />

24.17).<br />

Figura 24.17. Infección subepidérmica de<br />

la cara cubital de la muñeca.<br />

495<br />

El tratamiento consiste en realizar un<br />

pequeño corte en la epidermis par<br />

drenar la colección de pus, y la<br />

administración oral de antibióticos.<br />

26.4.5. Tenosinovitis aguda de los<br />

flexores:<br />

Se inicia habitualmente<br />

por una herida<br />

incisa<br />

o punzante, pero a veces es<br />

consecuencia de una infección<br />

hematógena. La vaina tendinosa del<br />

primer dedo se continúa con la bolsa<br />

sinovial radial de la palma que<br />

envuelve el flexor largo del pulgar, y la<br />

del quinto se prolonga hasta la palma,<br />

donde<br />

aloja los flexores profundos y<br />

superficiales (Figura<br />

24.18).<br />

Figura 24.18. Localización y disposición de<br />

las vainas sinoviales de los tendones<br />

flexores de la mano.<br />

Las vainas de los dedos 2º al 4º,<br />

ocupan la cara volar, desde el pliegue<br />

palmar<br />

medio hasta casi la<br />

interfalángica distal. Se explica<br />

así, la<br />

diseminación extensa y la tendencia<br />

necrosante,<br />

dada la inextensibilidad<br />

de<br />

los compartimientos. Por ello, el<br />

diagnóstico precoz seguido de un<br />

tratamiento oportuno y activo, son de<br />

excepcional importancia.<br />

El signo más importante para su<br />

reconocimiento<br />

es el dolor intenso a lo


largo de la vaina al intentar la extensión<br />

pasiva del dedo. Asimismo se observa<br />

una contractura en flexión del mismo y<br />

un engrosamiento difuso de toda la<br />

cara palmar del dedo afectado.<br />

En casos incipientes, el tratamiento<br />

consiste en la inmovilización con férula,<br />

la elevación del miembro, y la<br />

administración de antibióticos<br />

sistémicos. En ausencia de respuesta<br />

en las primeras 24 horas o en fases<br />

más avanzadas, se debe proceder al<br />

drenaje mediante una incisión en zigzag<br />

en la cara palmar del dedo,<br />

apertura limitada en el centro de la<br />

vaina e introducción de un fino catéter<br />

dentro de la misma para proceder a<br />

una<br />

irrigación-aspiración durante 48-72<br />

horas.<br />

496<br />

26.4. 6. Infecciones profundas:<br />

En cuanto a los epacios profundos, los<br />

más importantes son el compartimento<br />

tener y el espacio palmar medio.<br />

La clínica es muy similar a la anterior,<br />

aunque<br />

en este caso, la tumefacción se<br />

localiza<br />

en la eminencia tenar y en la<br />

palma<br />

de la mano.<br />

El tratamiento<br />

consiste en el drenaje<br />

de la colección purulenta seguida de la<br />

colocación<br />

de un drenaje para evitar la<br />

recidiva.<br />

Asimismo, se prescribirán<br />

antibióticos por vía sistémica de<br />

acuerdo<br />

al gram y cultivo del material<br />

drenado.


25. 1.Tumores Oseos<br />

CAPITULO 25. TUMORES<br />

OSEOS, LESIONES<br />

PSEUDOTUMORALES, TUMORES<br />

DE PARTES BLANDAS y<br />

METASTASIS<br />

OSEAS.<br />

25. 1.1. introducción:<br />

Los tumores óseos constituyen un<br />

capítulo<br />

pequeño entre las otras<br />

grandes familias tumorales que<br />

comprometen<br />

otros sistemas <strong>org</strong>ánicos<br />

(mama,<br />

pulmón, próstata, estómago,<br />

inte<br />

stino, etc).<br />

Sin embargo, la<br />

malignidad que adoptan, sobre<br />

todo los<br />

sarcomas óseos, es de tal magnitud<br />

que todos los conocimientos dirigidos a<br />

conocer el problema, justifica y obliga a<br />

todo médico, sea o no especialista en<br />

cirugía ortopédica, a poseer un<br />

conocimiento básico del problema.<br />

Teniendo en cuenta su origen, los<br />

tumores óseos se distinguen en<br />

primarios y secundarios o metastáticos.<br />

Mientras los primeros proceden de los<br />

propios tejidos y células existentes en<br />

los huesos y nacen y se desarrollan en<br />

ellos, los metastáticos aparecen como<br />

consecuencia de la llegada a ellos por<br />

vía sanguínea de células provenientes<br />

de tumores situados en otros órganos.<br />

Asimismo, los tumores primarios<br />

pueden ser benignos o malignos, pero<br />

los metastáticos (salvo muy raras<br />

excepciones) son siempre malignos.<br />

En cuanto a la etiopatogenia de los<br />

tumores óseos, continúa<br />

siendo<br />

bastante desconocida, si bien algunos<br />

sugieren bases genéticas, otros de<br />

etiología<br />

vírica y, en ciertos casos,<br />

como<br />

consecuencia a la exposición de<br />

las radiaciones.<br />

25.1.2. Clasificación de los tumores<br />

óseos primarios:<br />

Tal como se ha comentado, los<br />

tumores óseos primarios se clasifican<br />

según el tejido del que proceden, aún<br />

cuando se ha considerado un grupo<br />

aparte, denominado “lesiones<br />

pseudotumorales” que, sin ser<br />

verdaderas formas tumorales, se<br />

comportan clínicamente de manera<br />

muy similar a los tumores<br />

primarios<br />

497<br />

benignos y, cuyo tratamiento, también<br />

es muy<br />

parecido.<br />

De forma sintetizada, la clasificación<br />

de los tumores óseos puede<br />

observarse<br />

en las Tablas 25.I y 25.II.<br />

Tab la 25.I. Clasificación de los tumores<br />

óseos. Tabla 25.II. Clasificación de las lesiones<br />

pseudotumorales.<br />

25.1.3. Determinación del estadío<br />

tumoral:<br />

A partir de 1980, se dio un paso<br />

importante en el estudio de los tumores<br />

óseos en referencia a la determinación<br />

del estadio tumoral, pues con la misma<br />

se logró un mejor conocimiento<br />

del<br />

pronóstico y del manejo<br />

terapéutico de<br />

estas<br />

lesiones.<br />

Existen dos sistemas<br />

de estadiaje<br />

para los sarcomas óseos:<br />

el sistema<br />

del American Joint Comité on Cancer<br />

(AJCC) y el sistema<br />

de la<br />

Musculoskeletal<br />

Tumor<br />

Society (MSTS)<br />

(Tablas 25. III y 25.IV).<br />

El sistema de la AJCC utiliza las<br />

mismas variables que el sistema MSTS<br />

para los tumores malignos,<br />

pero los<br />

pondera de manera diferente. El<br />

sistema MSTS establece también<br />

estadios para los<br />

tumores óseos<br />

benignos.


Así, los tumores óseos benignos se<br />

clasifican en los estadios<br />

1, 2 y 3. El<br />

sistema intenta integrar las<br />

características<br />

clínicas, histológicas y<br />

de imagen para ordenar<br />

los tumores<br />

por estadios crecientes de agresividad.<br />

Generalmente puede establecerse un<br />

diagnóstico diferencial basado en las<br />

radiografías simples y la edad del<br />

paciente. Las lesiones de aspecto<br />

benigno que son asintomáticas,<br />

estadio I, se denominan latentes y en<br />

estos casos puede optarse por la<br />

observación.<br />

Como ejemplos cabe citar<br />

el fibroma no osificante, el encondroma<br />

y algunos quistes óseos unicamerales.<br />

Las lesiones benignas activas o<br />

agresivas, que corresponden a los<br />

estadios 2 y 3, requieren a menudo un<br />

estudio de imagen con TAC o RMN<br />

para obtener datos adicionales<br />

que<br />

pueden<br />

ser útiles para descartar una<br />

enfermedad maligna y para facilitar la<br />

planificación preoperatoria. Así por<br />

ejemplo, un tumor de células gigantes<br />

que haya erosionado por completo la<br />

cortical, puede tener una masa<br />

extraósea grande que se detectará<br />

perfectamente con la RMN.<br />

Los tumores óseos malignos se<br />

dividen en tumores de bajo grado<br />

(estadio<br />

I) y de alto grado (estadio II),<br />

en función de criterios histológicos. Se<br />

clasifican<br />

también en tumores<br />

intracompartimentles (A) y<br />

extracompartimentales (B) en función<br />

de su extensión anatómica local. Por<br />

último,<br />

los pacientes que se encuentran<br />

en el estadio III son los que presentan<br />

una enfermedad metastásica. La<br />

finalidad<br />

de la clasificación en estadios<br />

es proporcionar un pronóstico y orientar<br />

el tratamiento. Generalmente se utiliza<br />

quimioterapia en los tumores de grado<br />

histológico alto correspondientes a<br />

osteosarcomas, histicocitomas<br />

fibrosos<br />

malignos<br />

del hueso o sarcomas de<br />

Ewing, pero no para las lesiones de<br />

bajo grado ni para los condrosarcomas<br />

de cualquier grado. La extensión<br />

anatómica ayuda a planificar la<br />

resección y la reconstrucción<br />

que se<br />

debe<br />

practicar.<br />

El sistema MSTS no es aplicable al<br />

sarcoma<br />

de Ewing, que tiene su propia<br />

498<br />

relación de variables pronósticas,<br />

entre<br />

las que se encuentran la localización<br />

en extremidades por oposición a la<br />

central,<br />

el volumen tumoral, la<br />

respuesta<br />

a la quimioterapia y la<br />

presencia<br />

o ausencia de metástasis.<br />

Tab la 25.III. Estadios de los sarcomas<br />

óseos según la AJCC.<br />

Tabla<br />

25. IV. Estadíos<br />

de los sarcomas<br />

óseos según la MSTS.<br />

25.1.4. Diagnóstico:<br />

La valoración inicial de un paciente en<br />

el que se sospecha una lesión tumoral<br />

ósea y/o de partes blandas no difiere<br />

de la de cualquier otro paciente, puesto<br />

que se basa en una historia clínica<br />

completa y una exploración física<br />

exhaustiva. Los exámenes posteriores<br />

radiográficos, gammagráficos y<br />

bioquímicos, entre otros, no tienen<br />

generalmente otro valor que confirmar<br />

la sospecha clínica iniciada por la<br />

anamnesis y el examen físico, además<br />

de agregar algunos datos<br />

complementarios.<br />

Entre los parámetros clínicos más<br />

relevantes se encuentran:<br />

• Edad:<br />

Siendo valiosa la información recibida<br />

del paciente en cuanto al dolor,<br />

aumento de volumen, tiempo de<br />

evolución, existencia de uno o más<br />

signos<br />

inflamatorios, localización y<br />

tamaño del tumor, hay un antecedente


que presenta un valor superior a los<br />

demás, en los referente a circunscribir<br />

una posibilidad diagnóstica y éste es la<br />

edad.<br />

En primer lugar, hay que dejar<br />

establecido que, por lo menos el 80 %<br />

de los tumores óseos primitivos, son<br />

diagnosticados<br />

antes de los 30 años. Si<br />

este<br />

estudio lo proyectamos sólo a los<br />

tumores óseos benignos, la tendencia<br />

señalada es aún mayor. Es muy<br />

probable que esta incidencia sea<br />

todavía más alta,<br />

si consideramos que<br />

muchos<br />

de aquellos tumores<br />

diagnosticados después de los 30<br />

años, tuvieron su origen<br />

antes de esa<br />

edad, habiendo pasado inadvertidos,<br />

considerando su lento crecimiento y su<br />

escasa sintomatología.<br />

En los tumores óseos<br />

malignos la<br />

tendencia es similar. Existe, sin<br />

embargo, una discreta tendencia a<br />

aumentar la frecuencia a partir de la 5ª<br />

y 6ª décadas de la vida debido a que<br />

hay dos familias de tumores malignos,<br />

el<br />

condrosarcoma y el mieloma, que<br />

muestran una tendencia muy evidente<br />

a aparecer en décadas posteriores.<br />

Solamente con fines didacticos,<br />

debemos decir que, junto a los<br />

mielomas, también las metástasis<br />

exhiben una fuerte tendencia a<br />

aparecer pasados los 50 años de edad;<br />

en la práctica clínica no aparecen antes<br />

de los 35 a 40 años, exceptuando los<br />

raros casos de las metástasis<br />

del<br />

neuroblastoma.<br />

Considerando este aspecto<br />

de la<br />

biología de los tumores óseos,<br />

podemos enunciar una “ley de oro” al<br />

respecto: “La existencia de una lesión<br />

ósea de aspecto tumoral en un enfermo<br />

de menos de 30 años de edad, obliga<br />

al clínico a pensar<br />

en la existencia de<br />

un<br />

tumor primitivo”.<br />

La correcta lógica<br />

clínica casi obliga a descartar<br />

el<br />

diagnóstico de mieloma ó de una<br />

metástasis; por el contrario, si la lesión<br />

ósea en estudio se presenta en un<br />

paciente de más de 50 años, esa<br />

misma correcta lógica clínica obliga a<br />

pensar en una metástasis o en un<br />

mieloma, y no en un tumor óseo<br />

primitivo.<br />

499<br />

Pero la conducta por la edad de los<br />

tumores y lesiones pseudotumorales<br />

de<br />

los<br />

huesos es todavía más importante<br />

de considerar, pues si examinamos<br />

cada familia tumoral o pseudotumoral<br />

en forma independiente, veremos que<br />

cada una de ellas, en forma muy<br />

“obediente”, aparecen en determinadas<br />

décadas, y sólo en escasas ocasiones,<br />

aparecen fuera de sus límites por edad.<br />

Esta reconocida “obediencia” suele<br />

aparecer entre límites de edades que<br />

son muy propios para cada familia<br />

tumoral, constituyendo un elemento de<br />

extraordinario valor en el proceso<br />

de<br />

diagnóstico. En este aspecto,<br />

mencionaremos tres ejemplos: el 90 %<br />

de los sarcomas de Ewing aparece<br />

entre los 8 y 18 años de edad. Así,<br />

frente a una lesión con los caracteres<br />

clínicos<br />

y radiológicos propios del<br />

sarcoma de Ewing, pero que aparece<br />

fuera de los límites de edad propios de<br />

este tumor, la buena lógica clínica<br />

aconseja pensar en otros tipos<br />

tumorales, somo son las metástasis de<br />

un neuroblastoma (frecuentes antes de<br />

los 5 años) o en un sarcoma de células<br />

reticulares, frecuentes después de los<br />

20 a 25 años. La misma actitud<br />

diagnóstica debe adoptarse en el caso<br />

del osteosarcoma: en un 85 % de los<br />

casos aparece entre los 15 y 25 años,<br />

o del tumor de células gigantes,<br />

prácticamente no diagnosticado antes<br />

de los 10 años; muy raro antes de los<br />

20 o después de los 35 años. La misma<br />

propiedad la tienen casi todas las<br />

lesiones pseudotumorales del<br />

esqueleto.<br />

Así, el 80<br />

% de las<br />

histiocitosis<br />

X son diagnosticadas antes<br />

de los 30 años de edad y el 60 % lo<br />

son antes de los 10 años.<br />

• Sintomatología:<br />

Son tres los signos y síntomas que<br />

acompañan al tumor óseo y que<br />

constituyen la principal causa de la<br />

consulta:<br />

1. Dolor<br />

2. Aumento de volumen.<br />

3. Impotencia funcional.


Todos ellos son absolutamente<br />

inespecíficos, y bien pueden<br />

corresponder a muchas otras lesiones<br />

óseas o articulares que también se<br />

manifiestan por dolor, aumento de<br />

volumen o impotencia funcional. Esto<br />

obliga<br />

a ser muy cauteloso en su<br />

interpretación y, junto con considerar<br />

varias posibilidades diagnósticas, el<br />

clínico debe contemplar como posible<br />

también la existencia de un tumor óseo.<br />

1. Dolor:<br />

Los distintos caracteres con los cuales<br />

puede presentarse el dolor, extensión,<br />

duración, intensidad, tienen un valor<br />

muy relativo como para deducir de él la<br />

naturaleza de la lesión que lo provoca.<br />

En general el dolor está referido al sitio<br />

de la lesión tumoral; en las<br />

localizaciones vecinas a una<br />

articulación, el dolor se localiza en la<br />

misma articulación y ello es propio de<br />

tumores epifisarios (tumor de células<br />

gigantes, por ejemplo) o yuxtaarticulares,<br />

metafisarios, como ocurre<br />

en el sarcoma osteogénico parostal.<br />

Localizaciones en la columna vertebral<br />

(mieloma,<br />

metástasis, hemangiomas),<br />

generan dolor vertebral con muy<br />

frecuentes irradiaciones neurológicas.<br />

Son propios de tumores benignos<br />

(osteocondromas, condromas) , los<br />

dolores<br />

discretos, persistentes,<br />

tolerables y que no alteran la capacidad<br />

funcional; por el contrario,<br />

dolores<br />

intensos, rápidamente progresivos,<br />

invalidantes y sin relación con la<br />

actividad, son propios de un tumor<br />

agresivo (tumor de células<br />

gigantes) o<br />

francamente maligno (osteosarcoma,<br />

sarcoma de Ewing).<br />

Cuando los síntomas y signos,<br />

especialmente el dolor, se intensifican<br />

brusca<br />

y violentamente, hay que<br />

sospechar que el tumor es<br />

agresivo o<br />

es maligno, que ha destruido la cortical<br />

del hueso y compromete el periostio,<br />

que ha habido una hemorragia<br />

intratumoral y/o ha sufrido un<br />

traumatismo.<br />

El hecho clínico, así manifestado es,<br />

en principio, de mal pronóstico.<br />

500<br />

2. Aumento de volumen<br />

Este aspecto de la sintomatología,<br />

caracteriza en forma muy evidente el<br />

tipo biológico de la lesión.<br />

Tumores benignos (osteocondromas,<br />

encondromas), evolucionan sin dolor y<br />

con crecimiento muy lento durante<br />

años enteros. Ello explica que pasen<br />

inadvertidos o no haya, para el<br />

enfermo, motivo de inquietud<br />

que lo<br />

haga<br />

consultar. No ocurre los mismo<br />

con tumores de rápido crecimiento.<br />

En<br />

ello hay que sospechar una lesión<br />

agresiva (no necesariamente maligna<br />

como es el caso del tumor de células<br />

gigantes) o de un sarcoma: sarcoma<br />

osteogénico, sarcoma de Ewing, etc,<br />

que evolucionan rápidamente en<br />

cuanto a dolor y crecimiento.<br />

3.<br />

Incapacidad<br />

funcional<br />

Junto con el dolor y el aumento<br />

de<br />

volumen, existe una incapacidad física<br />

en forma de claudicación y limitación<br />

funcional más o menos severa de<br />

acuerdo al tipo de tumor en cuestión.<br />

Asimismo, es frecuente encontrar<br />

signos inflamatorios peritumorales que<br />

hacen aumentar más la incapacidad<br />

funcional.<br />

• Exploraciones complementarias:<br />

a) Radiología:<br />

Las radiografías simples suelen ser<br />

suficientes para realizar un diagnóstico<br />

diferencial de las lesiones óseas y para<br />

establecer una orientación inicial<br />

respecto a si la lesión es benigna o<br />

maligna. Las radiografías de las<br />

lesiones de los tejidos blandos pueden<br />

mostrar la posible existencia de<br />

calcificaciones y de erosiones del<br />

hueso, aunque son infrecuentes. Sea<br />

como fuere, la radiología adquiere su<br />

máximo<br />

valor cuando cumple<br />

con dos<br />

objetivos:<br />

1. Objetivo descriptivo:<br />

Al radiólogo le corresponde hacer una<br />

correcta descripción de la lesión ósea,<br />

que debe ser objetiva y completa y que<br />

cumple, esencialmente, los siguientes<br />

datos semiológicos:


• Hueso comprometido:<br />

Pareciera ser que fuese una<br />

información obvia; sin embargo, no<br />

siempre es así. No es infrecuente que<br />

el clínico, después de haber realizado<br />

el estudio que le compete, pueda no<br />

estar seguro que la lesión sea<br />

propiamente del hueso. Un aumento<br />

del volumen fijo a los planos profundos,<br />

aun de consistencia aumentada, puede<br />

legítimamente hacer pensar que se<br />

trata de una lesión propia del hueso. El<br />

examen radiográfico indica que ello no<br />

es así y que la lesión es de partes<br />

blandas. La miositis osificante, el<br />

condroma o condrosarcoma de partes<br />

blandas son buenos ejemplos de ello.<br />

Por el contrario, en lesiones que<br />

sugieren una lesión de partes blandas,<br />

el examen<br />

radiográfico las identifica<br />

como<br />

propias del hueso, hecho no<br />

sospechado por el clínico.<br />

• Región del hueso afectado:<br />

Corresponde a una información de<br />

fundamental importancia. Así,<br />

es<br />

posible<br />

reconocer, para cada grupo<br />

tumoral o pseudotumoral,<br />

una<br />

acentuada predilección a aparecer<br />

siempre en un determinado sitio que le<br />

es propio a esa familia tumoral. Esta<br />

“obediencia” topográfica se cumple sin<br />

excepción, en la mayoría de los casos.<br />

Este hecho es tan específico que<br />

marca, junto con la edad, los dos<br />

antecedentes más importantes y de<br />

mayor seguridad en el planteamiento<br />

diagnóstico de una lesión ósea en<br />

estudio. Así, según la zona topográfica<br />

de asiento del tumor, podemos tener:<br />

- Lesiones óseas de localización<br />

epifisaria:<br />

a) Tumor de células gigantes.<br />

b) Condroblastoma<br />

epifisario.<br />

- Lesiones óseas de localización<br />

metafisaria:<br />

a) Osteosarcoma<br />

b) Osteocondroma.<br />

c) Condroma.<br />

d) Fibroma condromixoide.<br />

e) Quiste óseo simple.<br />

f) Quiste óseo aneurismático.<br />

g) Defecto fibroso metafisario.<br />

501<br />

- Lesiones óseas de localización<br />

diafiso-metafisarias:<br />

a) Sarcoma de Ewing.<br />

b) Linfoma primitivo de hueso.<br />

c) Fibrosarcoma.<br />

d) Histiocitoma fibroso<br />

maligno.<br />

e) Sarcoma<br />

yuxtacortical.<br />

osteogenico<br />

- Lesiones<br />

diafisaria:<br />

óseas de localización<br />

a) Metástasis.<br />

b) Mieloma.<br />

• Situación de la lesión dentro del<br />

hueso:<br />

También se constituye en un dato<br />

semiológico importante. Así, podemos<br />

encontrarnos con las siguientes<br />

situaciones:<br />

- Central: metástasis, mieloma,<br />

condroma, condroblastoma<br />

epifisario.<br />

- Excéntrica: tumor de células<br />

gigantes, defecto fibroso<br />

metafisario, fibromas.<br />

- Cortical: osteoma osteoide.<br />

- Supracortical: osteocondroma,<br />

sarcoma osteogénico parostal o<br />

yuxtacortical<br />

• Tamaño de la lesión:<br />

Es un dato importante para considerar<br />

la magnitud de la posible exéresis de la<br />

lesión. En caso de los sarcomas óseos<br />

permite inferir con bastante acierto una<br />

relación entre tamaño y posibilidad<br />

cierta de la existencia de metástasis.<br />

La experiencia ha demostrado que<br />

sarcomas (osteosarcoma, por ejemplo)<br />

de más de 3 a 4 cm. de diámetro,<br />

necesariamente se encuentran<br />

complicados de una diseminación<br />

metastásica.<br />

• Carácter (osteolítico, osteoblastico<br />

o mixto):<br />

Al respecto, deben precisarse ciertos<br />

hechos. No corresponden a conceptos<br />

sinónimos los términos de “osteolítico”<br />

u “osteoblástico” utilizados por el<br />

radiólogo o el patólogo.<br />

El radiólogo usa el término<br />

“osteolítico” para señalar un segmento<br />

óseo que muestra ausencia de tejido


calcificado u osificado, y que se<br />

identifica como un defecto en el tejido<br />

que conforma el hueso, mientras que el<br />

patólogo, señala<br />

la existencia o no de<br />

tejido óseo en cualquier fase de su<br />

evolución osteoblástica, esté ella en<br />

etapa de calcificación u osificación o no<br />

haya llegado todavía a ella. Así por<br />

ejemplo, en una lesión que<br />

radiograficamente es señalada como<br />

osteolítica por el radiólogo, el patólogo<br />

encuentra un activo proceso<br />

osteoblástico en etapa aún no<br />

calcificada (osteoide) y así en su<br />

informe<br />

la identifica como una lesión<br />

osteolítica.<br />

• Límites:<br />

Constituye<br />

un dato semiológico del más<br />

alto<br />

valor. Es propio de una lesión<br />

benigna, el que el límite que separa<br />

la<br />

lesión ósea del tejido<br />

que lo circunda<br />

sea neto, preciso, que permita delimitar<br />

claramente donde termina lo patológico<br />

y donde empieza lo normal. Más<br />

relevante es aún este<br />

signo, cuando la<br />

lesión está circunscrita por un margen<br />

osteoesclerótico, en que la delimitación<br />

es aún mucho más precisa.<br />

La indefinición del límite entre ambas<br />

áreas se interpreta como que la lesión<br />

es<br />

infiltrante y, en general, es propia de<br />

una patología maligna. Sin<br />

embargo,<br />

hay que señalar que ni uno ni otro de<br />

ambos signos tienen un valor absoluto.<br />

Hay lesiones biologicamente benignas,<br />

que son infiltrantes (tumor de células<br />

gigantes, por ejemplo) y al revés, otras,<br />

bien delimitadas,<br />

son malignas.<br />

Algunos sarcomas osteogénicos,<br />

fibrosarcomas o condrosarcomas, son<br />

buenos ejemplos de lo comentado.<br />

• Aspecto de la cortical:<br />

La cortical puede estar intacta,<br />

adelgazada o destruida. En este<br />

contexto, es muy importante comprobar<br />

si ésta está adelgazada. Ello significa<br />

que se está desarrollando un proceso<br />

biológicamente activo. En general, se<br />

trata de una actividad<br />

tumoral<br />

(fibromas, condromas) poco agresiva.<br />

Sin embargo, si la cortical está rota,<br />

hay que distinguir si el proceso se debe<br />

a una acción osteolítica propia de la<br />

502<br />

lesión (tumor de células gigantes,<br />

sarcomas, etc.) o bien es el resultado<br />

de<br />

una fractura por disminución de la<br />

resistencia ósea (encondroma<br />

de la<br />

falange). Con frecuencia se encuentra<br />

que el hueso toma un aspecto como<br />

“insuflado” como consecuencia de la<br />

acción osteolítica subcortical, que es<br />

compensada progresivamente por una<br />

acción osteoblástica perióstica. Tal es<br />

el caso de los condromas, fibromas y<br />

quistes óseos.<br />

• Reacción perióstica:<br />

Puede presentarse bajo diferentes<br />

formas radiográficas:<br />

- Espículas finas de hueso<br />

debidamente calcificado:<br />

signo del<br />

cepillo. Si llega a comprometer todo<br />

el perímetro del hueso, da la<br />

imagen en “sol radiante” y es muy<br />

propio del osteosarcoma.<br />

- Delgadas láminas calcificadas<br />

paralelas a la superficie perióstica<br />

en la zona tumoral. Es el signo de<br />

las “capas de cebolla” y es muy<br />

propia del sarcoma de Ewing o del<br />

histicitoma fibroso maligno.<br />

- Signo o triángulo de Codman: se<br />

observa en los límites extremos del<br />

tumor y corresponde al<br />

levantamiento del periostio,<br />

por el<br />

tumor subyacente; calcifica y<br />

muestra una típica imagen<br />

triangular sobre la superficie ósea a<br />

nivel de los límites extremos del<br />

tumor. Es muy propio del<br />

osteosarcoma.<br />

Hay que destacar que ninguno de los<br />

signos descritos tienen un valor<br />

patognomónico; no corresponden sino<br />

que al estímulo del periostio provocado<br />

por un agente biológicamente muy<br />

activo. También se observan en las<br />

osteomielitis. Pero de todos modos,<br />

constituyen signos inquietantes.<br />

• Compromiso de partes blandas:<br />

Significa la ruptura de la cortical y la<br />

progresión e infiltración de la masa<br />

tumoral fuera<br />

del hueso. Corresponde a<br />

un signo de muy mal pronóstico, pues<br />

revela una lesión agresiva,


generalmente maligna, y sobre todo<br />

manifiesta que hay ya masa tumoral<br />

infiltrando partes blandas, limitando o<br />

impidiendo la posibilidad de<br />

resecciones<br />

óseas con conservación<br />

del miembro.<br />

La existencia de calcificaciones en<br />

medio de este tejido peritumoral revela<br />

que el proceso es osteoblástico o<br />

condroblástico, propio del sarcoma<br />

respectivo.<br />

• Contenido:<br />

Puede ocurrir que dentro de la lesión<br />

haya tejidos que radiologicamente<br />

presentan<br />

diferentes aspectos:<br />

- Vacío de contenido de partes<br />

-<br />

blandas (quiste óseo simple).<br />

Contenido de tejidos blandos (tumor<br />

de células<br />

gigantes).<br />

- Corpúsculo o masa de tejidos<br />

parcialmente calcificadas<br />

(condromas,<br />

epifisario).<br />

condroblastoma<br />

- Fino trabeculado calcificado, que le<br />

dan a la imagen un aspecto que los<br />

radiólogos describen como en<br />

“pompas de jabón” o en “panal de<br />

abejas”. Es propio de los quistes<br />

óseos simples o aneurismáticos,<br />

defecto fibroso metafisario, etc.<br />

b) Gammagrafía ósea:<br />

Con la adquisición de radiofármacos<br />

captados por el tejido óseo, se crea<br />

una nueva capacidad diagnóstica de<br />

valor extraordinario. Después de una<br />

amplia búsqueda, se llega actualmente<br />

al uso de Tecnecio<br />

99m-metileno<br />

difosfato. Así, con una notoria afinidad<br />

por el tejido óseo, dicho isótopo marca<br />

con un exceso de captación todos<br />

aquellos procesos biológicamente<br />

activos en los que existe una adecuada<br />

vascularización. Cualquiera que sea el<br />

proceso óseo en que haya<br />

hiperactividad biológica, sea ella<br />

normal o patológica con<br />

hipervascularización,<br />

será marcado<br />

como positivo por el radiofármaco.<br />

Puntos de crecimiento metafisarios en<br />

niños y adolescentes, focos de fractura,<br />

osteomielitis y tumores benignos, entre<br />

503<br />

otros, son buenos ejemplos para<br />

ilustrar este hecho.<br />

Concretamente, en el estudio de los<br />

tumores óseos, tiene importancia en la<br />

investigación, dos hechos:<br />

1) Detectar focos esqueléticos o<br />

viscerales (pulmonares)<br />

biológicamente hiperactivos.<br />

2) Como su capacidad<br />

de detección<br />

es muy fina e inquisitiva, logra<br />

revelar focos hiperactivos<br />

más<br />

pequeños que los que la radiografía<br />

es capaz de detectar.<br />

La información positiva de otros focos<br />

esqueléticos o pulmonares radioactivos<br />

es inespecífica, pero si se la relaciona<br />

con el cuadro clínico en estudio, la<br />

sugerencia que se trate de la existencia<br />

de<br />

metástasis o de mieloma es muy<br />

fuerte. En tumores de partes<br />

blandas,<br />

la gammagrafía ofrece una gran<br />

utilidad, pues casi todos ellos, sean<br />

benignos o malignos, son intensos<br />

captadores.<br />

c) Tomografía axial computerizada<br />

(TAC):<br />

Proporciona una completa<br />

información<br />

sobre la extensión intraósea y<br />

extraósea de la lesión. Dentro del<br />

hueso, el tumor tiene una imagen<br />

densa por reemplazo de la médula<br />

ósea. Asimismo, informa sobre la<br />

mineralización, el enriquecimiento del<br />

contraste que indica el grado de<br />

vascularización, así como la existencia<br />

de niveles líquidos, como suele ocurrir<br />

en quistes óseos aneurismáticos o<br />

tumores muy vascularizados.<br />

d) Resonancia Magnética<br />

Nuclear<br />

(RMN):<br />

La RMN es de inestimable utilidad<br />

para la obtención de otras claves<br />

diagnósticas adicionales y para<br />

determinar la extensión anatómica del<br />

trastorno. Al solicitar una RMN por una<br />

sospecha de lesión ósea agresiva o<br />

maligna, es importante obtener<br />

imágenes óseas completas, ya que se<br />

sabe que pasan desapercibidas<br />

metástasis<br />

con el osteosarcoma y con


el sarcoma de Ewing. Asimismo, la<br />

RMN con contraste de gadolinio,<br />

resulta muy útil para delimitar la<br />

extensión tumoral intraarticular y<br />

periarticular, y también para diferenciar<br />

el edema de la infiltración tumoral<br />

alrededor de un sarcoma de partes<br />

blandas. Las imágenes de RMN con<br />

gadolinio obtenidas antes y después de<br />

la quimioterapia permiten también<br />

predecir la respuesta histológica a la<br />

quimioterapia. Esta información puede<br />

ser utilizada por el oncólogo médico<br />

para modificar la pauta de medicación<br />

quimioterápica utilizada. Asimismo,<br />

el<br />

conocimiento<br />

preoperatorio de la<br />

respuesta a la quimioterapia puede ser<br />

útil al cirujano para la planificación de la<br />

intervención.<br />

Si la respuesta aparente<br />

es mala, puede ser preciso<br />

ampliar los<br />

márgenes de resección. Si un tumor<br />

está al límite de la extirpabilidad y la<br />

respuesta es mala, puede optarse por<br />

la amputación en vez de la salvación<br />

de la extremidad.<br />

La RMN de las partes blandas debe<br />

realizarse antes de la biopsia o la<br />

extirpación en todas las masas<br />

subcutáneas pequeñas, con objeto de<br />

que<br />

pueda extirparse<br />

la totalidad del<br />

lecho tumoral si se comprueba que la<br />

lesión<br />

es un sarcoma subcutáneo. Si<br />

ello no es posible, debido a la<br />

localización, deben realizarse estudios<br />

de imagen y una biopsia antes de la<br />

extirpación. La RMN determina con<br />

exactitud la extensión anatómica y<br />

puede ser útil para diferenciar algunos<br />

tumores vasculares y lipomatosos<br />

benignos de los malignos.<br />

e) Arteriografía:<br />

Ha fallado la esperanza inicial de que<br />

podría reconocer con alta seguridad<br />

lesiones malignas y benignas. Sin<br />

embargo, la arteriografía puede ser útil<br />

para<br />

determinar el compromiso<br />

de<br />

vasos mayores por el crecimiento<br />

del<br />

tumor en partes blandas, sobre todo si<br />

hay proyectos de cirugía ortopédica o<br />

conservadora de la extremidad.<br />

504<br />

f) Estudios hematológicos y<br />

bioquímicos:<br />

Generalmente, las pruebas analíticas<br />

son inespecíficas y tienen un valor<br />

limitado en el diagnóstico de la mayor<br />

parte de los tumores. Sin embargo,<br />

algunas pruebas<br />

pueden ser útiles para<br />

diferenciar<br />

los tumores óseos de los<br />

procesos pseudotumorales<br />

del hueso.<br />

Por ejemplo, el recuento hemático<br />

completo y la velocidad de<br />

sedimentación globular (VSG) son<br />

datos valiosos para diferenciar los<br />

tumores de los procesos infecciosos.<br />

También son muy útiles las<br />

determinaciones bioquímicas en suero,<br />

sobre todo de los niveles de calcio,<br />

fósforo, fosfatasa alcalina, fosfatasa<br />

ácida y lactato deshidrogenasa. La<br />

hipercalcemia y las alteraciones en los<br />

niveles de la fosfatasa alcalina y ácida<br />

se pueden observar en los procesos<br />

metastáticos óseos y también en las<br />

enfermedades metabólicas del hueso.<br />

Algunos marcadores tumorales<br />

específicos como el antígeno prostático<br />

específico<br />

y la inmunoelectroforesis<br />

sérica pueden ser útiles para el<br />

diagnóstico del cáncer prostático<br />

metastático y del mieloma múltiple,<br />

respectivamente. Estos y otros<br />

marcadores facilitan la evaluación de la<br />

posible recidiva de la enfermedad y de<br />

la respuesta al tratamiento.<br />

g) Biopsia (Estudio<br />

Ana<strong>tomo</strong>patológico):<br />

Aunque la biopsia es técnicamente<br />

un<br />

procedimiento menor, pueden aparecer<br />

consecuencias graves si se realiza de<br />

manera<br />

incorrecta.<br />

A diferencia de los<br />

carcinomas, los sarcomas muestran<br />

una gran capacidad de implantación<br />

en los tejidos blandos.<br />

La biopsia puede practicarse<br />

por<br />

distintas técnicas:<br />

• Por punción con aguja fina.<br />

• Por punción con trocar.<br />

• Incisional.


Dentro de estas técnicas, la que se<br />

utiliza<br />

con más frecuencia es la biopsia<br />

por punción. Es un procedimiento<br />

de<br />

diagnóstico<br />

que tiene especial<br />

indicación en lesiones localizadas<br />

en<br />

sitios de difícil acceso quirúrgico.<br />

Asimismo, adquiere todo su valor en<br />

lesiones vertebrales, de pelvis y sacro.<br />

Los extremos proximales del húmero y<br />

fémur caen dentro de sus indicaciones<br />

más empleadas. Por otro lado, también<br />

se obtienen buenos resultados en<br />

tumores extensos, de fácil acceso, de<br />

consistencia homogénea,<br />

como focos<br />

metastáticos<br />

o mielomatosos, en los<br />

cuales la biopsia incisional<br />

puede<br />

representar problemas de cicatrización<br />

o impedimento para la realización de<br />

procedimientos radioterapéuticos<br />

ulteriores.<br />

Como resumen del proceso<br />

diagnóstico, que empezó con el clínico<br />

en su primer contacto con el paciente,<br />

siguió con el radiológico y terminó con<br />

el estudio ana<strong>tomo</strong>patológico, podemos<br />

realizar un diagnóstico con un<br />

razonable índice de seguridad, tal<br />

como se observa en la Figura 25.1.<br />

Figura 25.1. Esquema del proceso<br />

diagnóstico de los tumores óseos. El<br />

esquema señala las tres etapas o fases por<br />

las cuales pasa el procedimiento de<br />

diagnóstico de los tumores óseos. Primera<br />

etapa clínica: deja establecida la sospecha<br />

de una lesión ósea. Segunda etapa<br />

radiológica: confirma la existencia de una<br />

lesión esquelética y señala sus caracteres.<br />

Sugiere su naturaleza biológica. Tercera<br />

etapa ana<strong>tomo</strong>patológica: identifica la<br />

lesión, sus caracteres biológicos y<br />

determina su identidad. Es por este hecho<br />

que recaiga sobre el patólogo la máxima<br />

responsabilidad en el proceso de<br />

diagnóstico.<br />

505<br />

25.1. 5. Tratamiento:<br />

Ya en posesión de un diagnóstico<br />

seguro, al clínico, la última acción como<br />

médico, es adecuar a su enfermo al<br />

tratamiento correcto.<br />

En el momento actual, posee once<br />

procedimientos para el tratamiento de<br />

los tumores óseos:<br />

1) Biopsia y control.<br />

2) Curetaje seguido o no de relleno<br />

con injerto óseo.<br />

3) Extirpación del tumor.<br />

4) Resección simple.<br />

5) Resección total del segmento<br />

comprometido (epifesectomía o<br />

diafisectomía).<br />

6) Amputación o desarticulación.<br />

7) Radiación ionizante.<br />

8) Quimioterapia.<br />

9)<br />

Radioterapia.<br />

10) Neurocirugía.<br />

11) Cirugía<br />

paliativa.<br />

25.1.5.1. Factores determinantes en<br />

la elección del procedimiento<br />

terapeutico:<br />

No siempre resulta fácil para el<br />

médico tratante determinar la<br />

modalidad terapeutica, si consideramos<br />

la enorme cantidad<br />

de factores que<br />

deben<br />

tomarse en cuenta y que<br />

influyen en su determinación:<br />

h) Naturaleza del tumor.<br />

i) Extensión.<br />

j) Compromiso de partes blandas.<br />

k) Tamaño.<br />

l) Localización.<br />

m) Riesgo quirúrgico.<br />

n) Expectativas de vida.<br />

o) Estado general.<br />

p) Edad.<br />

q) Disposición del paciente o sus<br />

familiares para aceptar terapeuticas<br />

agresivas o mutilantes.<br />

r) Situación económica.<br />

s) Perspectivas laborales.<br />

Estas son sólo algunas de las<br />

consideraciones que el médico deberá,<br />

obligadamente, tomar en cuenta antes<br />

de decidirse por un tratamiento<br />

determinado.


25.1.5.2. Indicaciones generales en<br />

el tratamiento de los tumores óseos:<br />

1) Sólo biopsia y control:<br />

Corresponde a una situación<br />

excepcional, reservada para lesiones<br />

pequeñas y probablemente benignas,<br />

como por ejemplo, pequeños<br />

osteomas, fibromas que generalmente<br />

son erradicados junto con el material<br />

destinado a la biopsia. Pudiera ocurrir<br />

que el mismo procedimiento tuviera<br />

que seguirse obligatoriamente en<br />

grandes tumores, cuya extirpación sea<br />

imposible por su localización o por su<br />

gran tamaño, que los hace<br />

inextirpables.<br />

2) Curetaje:<br />

Tumores benignos, pequeños, que no<br />

han destruido la estructura<br />

arquitectónica ni mecánica del hueso,<br />

como por ejemplo, condromas,<br />

fibromas,<br />

fibroma condromixoide<br />

ó<br />

pequeños tumores de células<br />

gigantes<br />

intraóseos.<br />

3) Extirpación del tumor:<br />

Tumores exóstósicos<br />

(osteocondromas), bien delimitados. En<br />

este sentido, basta con la sección a<br />

nivel del pedículo o base de inserción<br />

que lo une al cuerpo del hueso.<br />

4) Resección simple:<br />

Se elimina el foco tumoral con un<br />

amplio márgen de tejido óseo sano,<br />

como<br />

por ejemplo, el osteoma<br />

osteoide.<br />

5) Resección total del segmento<br />

comprometido (Cirugía de salvación<br />

de extremidades):<br />

Corresponde a la extirpación amplia de<br />

todo el segmento óseo que contiene el<br />

tumor y la sustitución con autoinjerto,<br />

con injerto óseo de banco o con<br />

prótesis. Las indicaciones son las<br />

siguientes:<br />

a) Tumores<br />

óseos benignos, de gran<br />

magnitud, con amplia destrucción<br />

del hueso, con cortical intacta y<br />

sin compromiso<br />

de partes<br />

blandas, como por ejemplo el<br />

506<br />

b)<br />

tumor de células gigantes, los<br />

condroblastomas epifisarios, y los<br />

condromas diafisarios.<br />

Sarcomas de baja malignidad,<br />

intraóseos, con cortical<br />

intacta,<br />

muy bien delimitados, sin<br />

compromiso de partes blandas,<br />

como por ejemplo el<br />

condroblastoma epifisario central,<br />

algunas formas de fibrosarcomas<br />

de baja malignidad, los<br />

osteosarcomas yuxtacorticales y<br />

el adamantinoma de los huesos<br />

largos.<br />

Debe considerarse que los casos de<br />

sarcomas que reúnan estas<br />

condiciones y que garanticen el éxito<br />

de<br />

este tipo de intervenciones, son muy<br />

raros, por lo que las indicaciones<br />

son<br />

excepcionales; por lo tanto las<br />

expectativas de éxito deben ser<br />

formuladas con extrema cautela y<br />

prudencia.<br />

6) Amputación o desarticulación:<br />

Corresponde, sin lugar a dudas, al<br />

procedimiento más dramático a que<br />

puede recurrir el médico. Sus<br />

indicaciones son:<br />

a) Sarcomas óseos de las<br />

extremidades, localizados desde el<br />

tercio medio del húmero o fémur<br />

hacia distal.<br />

b) Como indicación relativa están<br />

aquellos sarcomas<br />

óseos de las<br />

extremidades, considerados como<br />

fuera de todo control, muy<br />

dolorosos, ulcerados, infectados,<br />

necróticos, hemorrágicos o<br />

recidivados. La indicación se<br />

mantiene, aún en enfermos con<br />

metástasis diseminadas y tiene el<br />

carácter de una amputación o<br />

desarticulación<br />

quirúrgico”.<br />

de “aseo<br />

Sus contraindicaciones son:<br />

a) Enfermos terminales por caquexia<br />

avanzada.<br />

c) Sarcomas de los huesos que se<br />

localicen en el muñón del hombro<br />

(escápula y tercio proximal del


húmero) o en la cadera (hueso<br />

ilíaco y tercio proximal del fémur).<br />

Por amplia que sea la exéresis, la<br />

recidiva local es la regla. Las partes<br />

blandas peritumorales, por lo<br />

general, extensamente<br />

comprometidas, no logran ser<br />

extirpadas en su totalidad y suelen<br />

quedar incluidas en los tejidos que<br />

forman el muñón de la<br />

desarticulación; de aquí que, en<br />

casos como éstos, la recidiva deba<br />

ser considerada casi como<br />

inevitable<br />

7) Radiaciones ionizantes:<br />

En forma de radioterapia, cobaltoterpia,<br />

etc., el tratamiento de los sarcomas<br />

óseos con radiaciones tienen un<br />

objetivo muy claro: inhibir o disminuir la<br />

velocidad del crecimiento del tumor,<br />

sea provocando una fibrosis intersticial<br />

y peritumoral, disminuyendo el caudal<br />

de su irrigación, bloqueando los<br />

procesos carioquinéticos de las células<br />

tumorales, etc., pero ninguna de estas<br />

acciones serán capaces de esterilizar<br />

el tejido neoplásico, al extremo de<br />

hacer desaparecer el tumor del hueso<br />

comprometido. Se consigue<br />

frenar su<br />

crecimiento, a veces disminuye su<br />

tamaño, el dolor puede llegar a<br />

desaparecer, pero el sarcoma persiste;<br />

su crecimiento volverá a reanudarse y<br />

su capacidad de generar nuevas<br />

metástasis se mantiene.<br />

Sus indicaciones son:<br />

• Sarcomas inextirpables<br />

quirúrgicamente (pelvis, columna,<br />

extremo proximal del húmero o<br />

fémur, escápula, esternón, etc.).<br />

• Sus contraindicaciones son:<br />

• Enfermos terminales por caquexia<br />

avanzada.<br />

• Sarcomas ulcerados, infectados o<br />

sangrantes.<br />

Debe advertirse que hay dos<br />

sarcomas óseos en los cuales las<br />

radiaciones tienen un efecto<br />

probablemente útil: son el sarcoma de<br />

Ewing y el linfoma primitivo del hueso.<br />

8)<br />

Quimioterapia:<br />

507<br />

Desde su introducción en los años<br />

setenta del siglo pasado, la<br />

quimioterapia ha tenido una notable<br />

influencia en los principales sarcomas<br />

de hueso y de tejidos blandos de la<br />

infancia, osteosarcoma, el sarcoma de<br />

Ewing y el rabdomiosarcoma. Los<br />

objetivos de la quimioterapia son:<br />

• Impedir o inhibir el asentamiento o<br />

crecimiento de las micrometástasis,<br />

que en los sarcomas óseos se<br />

instalan en forma muy precoz en el<br />

parénquima<br />

pulmonar.<br />

• Mantener detenida la evolución de<br />

las macrometástasis, es decir,<br />

aquéllas ya detectadas en la<br />

radiografía, en la gammagrafía<br />

o en<br />

la TAC.<br />

La<br />

quimioterapia actual, cualquiera que<br />

sea la droga usada o el programa<br />

que<br />

se emplee, no tiene acción terapéutica<br />

sobre la macrometástasis ni sobre la<br />

masa tumoral en sí misma, en cuanto a<br />

esterilizar el tejido neoplásico. Como en<br />

la radioterapia,<br />

puede esperarse que la<br />

lesión<br />

detenga su crecimiento, deje de<br />

progresar y, quizá, dentro de ciertos<br />

límites reduzca su tamaño y sea<br />

envuelto por una cápsula fibrosa<br />

limitante. Sin embargo, el tejido<br />

tumoral<br />

seguirá persistiendo y reanudará su<br />

crecimiento, tan pronto la quimioterapia<br />

sea discontinuada o suspendida.<br />

Las drogas en uso pueden clasificarse<br />

en cuatro grupos diferentes:<br />

1. Agentes alquilantes:<br />

a) Mostaza nitrogenada.<br />

b) Thiotepa.<br />

c) Ciclofosfamida<br />

d) Clorambucil.<br />

2. Antimetabolitos:<br />

a) Ametopterina.<br />

b) 6-Marcaptopurina.<br />

c) 5-Fluoracilo.<br />

3. Antibióticos:<br />

a) Actinomicina D.<br />

b) Bleomicina.<br />

c) Adriamicina.<br />

4. Miscelanea:<br />

a) Triazenos.<br />

b) Vincristina.


c) Vinblastina.<br />

d) Nitroso ureas.<br />

e) Complejo del platino (Cis-platino).<br />

9) Hormonoterpia:<br />

Tiene indicaciones muy precisas y<br />

limitadas casi exclusivamente al<br />

tratamiento de lesiones metastásicas<br />

de cánceres hormonodependientes, es<br />

decir, de próstata y de mama. Su<br />

objetivo es exclusivamente paliativo del<br />

dolor, y en este terreno su empleo es<br />

útil.<br />

10) Procedimientos neuroquirúrgicos:<br />

Las indicaciones son aún más<br />

restringidas y van dirigidas<br />

exclusivamente al tratamiento del dolor<br />

intolerable. Las cordotomías medulares<br />

y lobotomía están entre estos métodos<br />

y su uso es limitadísimo.<br />

11) Tratamientos quirúrgicos paliativos:<br />

En determinados casos, el enfermo,<br />

sus familiares y el propio médico<br />

tratante, se encuentran ante<br />

situaciones que, por su gravedad,<br />

pueden resultar intolerables. El cirujano<br />

ortopédico puede ayudar a solucionar<br />

en parte el problema, con<br />

procedimientos como:<br />

• Enclavado endomedular de una<br />

fractura diafisaria (fémur, por<br />

ejemplo), por metástasis o<br />

mielomas.<br />

• Artroplastia de cadera en una<br />

fractura de cuello de fémur por una<br />

metástasis o un mieloma.<br />

• Amputación o desarticulación.<br />

25.2.<br />

Tumores óseos benignos:<br />

25.2.1.<br />

Formadores<br />

de tejido óseo.<br />

25.2.1.1.Osteoma<br />

25.2.1.1.1. Introducción:<br />

Lesión benigna que consiste en tejido<br />

óseo maduro bien diferenciado, con<br />

una estructura laminar y con un<br />

crecimiento muy lento.<br />

508<br />

25.2.1.1.2. Clasificación:<br />

1. Convencional: afecta a huesos de<br />

osificación membranosa o directa,<br />

preferentemente a nivel del cráneo<br />

(frontal y senos etmoidales),<br />

soliendo ser detectados por<br />

estomatologos y<br />

otorrinolaringólogos.<br />

2. Parostal: cuando su orígen están en<br />

el periostio y/o en su vecindad.<br />

3. Medulares: también llamados<br />

enóstosis o “islas óseas”, suelen<br />

oscilar de tamaño entre 0,5 a 2 cm.<br />

Son lesiones habitualmente<br />

hamartomatosas, aunque algunas<br />

pueden crecer lentamente y, en<br />

estos casos, hay que excluir un<br />

osteoblastoma o una metástasis<br />

osteobástica.<br />

25.2.1.1.3. Diagnóstico:<br />

Pueden aparecer<br />

a cualquier edad,<br />

aunque es frecuente observarlos entre<br />

la segunda y cuarta décadas de la vida.<br />

Suelen ser asintomáticos,<br />

aunque en<br />

algunos casos de localización<br />

superficial, puede provocar cierto grado<br />

de tumefacción.<br />

En cuanto a la localización, mientras<br />

que el convencional<br />

afecta<br />

fundamentalmente los huesos del<br />

cráneo, el parostal suele ubicarse en<br />

los huesos<br />

largos como el fémur,<br />

húmero<br />

y/o clavícula, siendo más<br />

frecuentes en los varones.<br />

Por último,<br />

el medular se observa en la tibia y en el<br />

fémur, predominando en las mujeres.<br />

En el llamado síndrome de Gardner,<br />

de transmisión autosómica dominante,<br />

se asocian múltiples pólipos en colon y<br />

con tumores de tejidos blandos.<br />

En cuanto a la radiología, la imagen<br />

que ofrecen los osteomas es la de una<br />

lesión radioopaca, densa, bien<br />

delimitada, de bordes lobulados y<br />

habitualmente de menos de 2 cm de<br />

diámetro (Figura 25.2).<br />

Los parostales pueden ser mayores y<br />

más alargados. Ocasionalmente,<br />

pueden confundirse con un osteoma<br />

osteoide muy esclerótico u<br />

osteoblastoma,<br />

aunque el estudio por<br />

TAC<br />

permite diferenciarlos.


Figura 25.2. Osteoma craneal. Obsérvese<br />

la imagen esclerótica, bien delimitada,<br />

adyacente a la confluencia del frontal con<br />

los parietales.<br />

25.2.1.1.4. Anatomía Patológica:<br />

• Macroscópica:<br />

Formaciones densas y compactas, de<br />

consistencia ebúrnea y de superficie<br />

lisa y lobulada, adyacentes a la cortical.<br />

• Microscópica:<br />

Se observan trabéculas de hueso<br />

maduro lamelar parecido al cortical. No<br />

están recubiertos de tejido cartilaginoso<br />

(característico de los osteocondromas<br />

o de algunos sarcomas parostales).<br />

25.2.1.1.5. Tratamiento:<br />

Sólo en pacientes con clínica o por<br />

razones<br />

estéticas existe indicación<br />

quirúrgica.<br />

Los osteomas parostales de<br />

los huesos largos suelen ser resecados<br />

con la cortical subyacente<br />

porque<br />

clínicamente es imposible diferenciarlos<br />

del sarcoma parostal.<br />

25. 2.1.2. Osteoma Osteoide<br />

25. 2.1.2. 1. Introducción:<br />

Se trata de una lesión benigna<br />

osteoblástica,<br />

caracterizada por su<br />

pequeño tamaño (normalmente menos<br />

de 1 cm), claramente delimitada<br />

llamada “nidus”, y rodeada de una zona<br />

reactiva ósea.<br />

25.2.1.2.2. Epidemiología:<br />

Predomina en varones en una<br />

proporción<br />

de 2/1, y la mitad de los<br />

casos se dan en la segunda década de<br />

la vida.<br />

En cuanto a la localización, el fémur y<br />

la tibia son los más frecuentes. En<br />

fémur suelen localizarse en el cuello y<br />

trocánter. También suelen observarse<br />

en<br />

los huesos de las manos y pies,<br />

509<br />

muñeca (escafoides) y en el raquis (en<br />

el arco posterior vertebral).<br />

25.2.1.2.3. Diagnóstico:<br />

Existe dolor progresivo que no cede<br />

con el reposo<br />

y es más intenso por la<br />

noche. Clásicamente de dice que este<br />

dolor se alivia con los salicilatos. El<br />

dolor puede ser previo a la evidencia<br />

radiológica. También hay tumefacción,<br />

atrofia muscular y dolor a la palpación.<br />

Si el osteoma osteoide es itraarticular,<br />

puede haber una sinovitis inflamatoria.<br />

Cuando se localiza en el raquis, puede<br />

haber escoliosis y tortícolis.<br />

En cuanto a la radiología, se observa<br />

una cavidad lítica de menos de 1 cm,<br />

rodeada de una reacción esclerótica,<br />

aunque ésta puede faltar en los<br />

intramedulares (Figura 25.2).<br />

Figura 25.2. Osteoma osteoide localizado<br />

en la metáfisis distal del fémur (flechas).<br />

En ocasiones, la esclerosis puede<br />

ocultar el nidus, por lo que, en caso de<br />

duda, es aconsejable practicar una<br />

TAC, donde se aprecia perfectamente<br />

la lesión (Figura 25.3).<br />

Figura 25.3. TAC de un osteom osteoide<br />

localizado<br />

vertebrales.<br />

en uno de los pedículos


En algunos casos, la gammagrafía<br />

ósea con Tc99 puede ser de gran<br />

ayuda, especialmente cuando la<br />

localización es raquídea, pues se<br />

objetiva un acúmulo patológico del<br />

trazador en zona del tumor (25.4).<br />

Figura 25.4. Gammagrafía de un paciente<br />

con un osteoma osteoide a nivel de la<br />

diáfisis de la tibia izquierda. Obsérvese el<br />

aumento del trazador a dicho nivel.<br />

25.2.1.2.4. Anatomía Patológica:<br />

• Macroscópica:<br />

El nidus suele ser menor de 1 cm y es<br />

de aspecto hiperémico. El interior es<br />

blanco ó grisáceo.<br />

• Microscópica:<br />

Existe tejido muy celular<br />

hipervascularizado con osteoide y<br />

hueso inmaduro, rodeado de hueso<br />

reactivo.<br />

25.2.1.2.5. Tratamiento:<br />

Si bien se han publicado algunos casos<br />

de resolución espontánea, el<br />

tratamiento<br />

de elección consiste en la<br />

resección quirúrgica en bloque y amplia<br />

de la lesión. A veces hay que asociar<br />

una fijación interna profiláctica por<br />

riesgo de fractura, como por ejemplo en<br />

las localizaciones de la diáfisis o cuello<br />

femorales.<br />

510<br />

Recientemente se han descrito<br />

técnicas radiológicas para el<br />

tratamiento del osteoma osteoide que<br />

pueden reducir la morbilidad de la<br />

intervención quirúrgica. En este<br />

sentido, la necrosis térmica con un<br />

electrodo de radiofrecuencia<br />

introducido en la lesión bajo guía con<br />

TAC, permite obtener una tasa elevada<br />

de buenos resultados.<br />

25.2.1.3. Osteoblastoma<br />

25.2.1.3.1. Introducción:<br />

Se trata de una lesión benigna o<br />

localmente agresiva que presenta una<br />

estructura histológica similar a la del<br />

osteoma osteoide, pero se caracteriza<br />

por su mayor tamaño y por la ausencia<br />

de hueso reactivo alrededor de la<br />

lesión.<br />

25.2.1.3.2. Epidemiología:<br />

Predomina en el sexo masculino en<br />

una proporción de 2/1 y es menos<br />

frecuente<br />

que el osteoma osteoide.<br />

Suele aparecer en la tercera década<br />

de<br />

la vida. La localización es variada,<br />

aunque un tercio de los casos suele<br />

observarse a nivel raquídeo (pedículos<br />

vertebrales), otro tercio en los huesos<br />

largos (diáfisis) y un 10 % en los<br />

huesos de las manos y pies.<br />

25.2.1.3.3. Diagnóstico:<br />

La clínica suele ser muy similar a la<br />

presentada en los osteomas osteoides<br />

y, en cuanto a la radiología, se<br />

observan lesiones osteolíticas bien<br />

diferenciadas y algunas veces puede<br />

observarse destrucción cortical,<br />

especialmente en los más agresivos,<br />

junto con dilatación ósea asociada.<br />

También pueden calcificarse y, si<br />

afectan al raquis, pueden producir<br />

escoliosis (Figura 25.3).<br />

25.2.1.3.4. Anatomía Patológica:<br />

Tanto el aspecto macroscópico como el<br />

microscópico, es muy similar al<br />

observado en el osteoma osteoide, si<br />

bien suele apreciarse más osteoide y,<br />

excepcionalmente con presencia de<br />

mitosis, causando confusión con el<br />

osteosarcoma.


Figura 25.3. Osteoblastoma localizado en<br />

la metáfisis proximal de la tibia de un niño<br />

de 11 años. Obsérvese un área de<br />

radiolucencia con halo esclerótico<br />

perilesional, el cual recuerda a un osteoma<br />

osteoide, pero de mayor tamaño.<br />

25.2.1.3.5. Tratamiento:<br />

Debido a su impredictible<br />

comportamiento, se recomienda una<br />

resección en bloque<br />

con reconstrucción<br />

si es necesario. En lesiones diafisarias,<br />

se suele necesitar injertos intercalares<br />

y, en el raquis, puede precisarse la<br />

artrodesis con o sin instrumentación<br />

asociada. Cuando los márgenes<br />

conseguidos son amplios, el pronóstico<br />

es bueno, aunque son lesiones que<br />

deben considerarse potencialmente<br />

malignas con una recurrencia<br />

de un<br />

15<br />

% de los casos. Asimismo, pueden<br />

malignizarse e incluso metastatizar.<br />

25.2.2.<br />

Formadores de tejido<br />

cartilaginoso.<br />

Los tumores cartilaginosos benignos<br />

tienen su origen en restos del cartílago<br />

de la fisis y son las neoplasias que<br />

afectan con más frecuencia al hueso,<br />

aunque las incidencias exactas de<br />

algunos de los tumores no están claras<br />

ya que no se manifiestan clínicamente.<br />

Dado que algunos de los tumores<br />

tienen un potencial de malignización,<br />

una importante dificultad en su<br />

511<br />

tratamiento es la identificación de la<br />

transformación sarcomatosa.<br />

En<br />

general,<br />

las lesiones cartilaginosas<br />

benignas son inactivas en los adultos.<br />

25.2.2.1. Encondroma<br />

25.2.2.1.1. Introducción:<br />

Lesión intraósea benigna formada por<br />

cartílago bien diferenciado.<br />

25.2.2.1.2. Epidemiología:<br />

Bastante frecuente, solamente<br />

superado por el defecto fibroso cortical<br />

y la exóstosis. Se trata, habitualmente,<br />

de una lesión solitaria aunque puede<br />

afectar a algunos o a muchos huesos,<br />

en cuyo caso hablamos de<br />

encondromatosis. Los encondromas<br />

múltiples pueden hallarse en el<br />

contexto de enfermedades como la de<br />

Ollier o el síndrome de Mafucci.<br />

En cuanto a la localización, en 2/3 de<br />

los casos se ubican en los huesos<br />

tubulares de las manos (sobre todo en<br />

las falanges proximales) y con mucha<br />

menor frecuencia en los de los pies. El<br />

resto se distribuyen por los huesos<br />

largos de las extremidades,<br />

especialmente húmero y fémur, y por<br />

último en el tronco.<br />

25.2.2.1.3. Diagnóstico:<br />

En general son asintomáticos, por su<br />

lento crecimiento y su avascularidad.<br />

En los huesos de la mano puede<br />

causar dolor por la expansión de la fina<br />

cortical e incluso puede ocasionar<br />

fracturas patológicas. En el resto de las<br />

localizaciones no dan síntomas y la<br />

aparición de dolor nos debe hacer<br />

sospechar malignidad.<br />

Con respecto a la radiología, la<br />

imagen que ofrecen es la de una lesión<br />

osteolítica,<br />

a veces de forma<br />

policíclica<br />

y rodeada por una fina<br />

capa de<br />

esclerosis perilesional (Figura 25.4). Es<br />

de tamaño pequeño o moderado: una<br />

gran tumoración, o no es un<br />

encondroma o se ha malignizado. En<br />

huesos pequeños como los de la mano,<br />

puede causar expansión cortical,<br />

favoreciendo la aparición de fracturas<br />

patológicas tras un mínimo<br />

traumatismo. Como todos los tumores


de estirpe cartilaginosa, puede mostrar<br />

calcificaciones intralesionales en<br />

distintos patrones.<br />

Figura 25.4. Encondroma en la unión<br />

diafisomtafisaria del fémur distal. A)<br />

proyección anteroposterior. B) proyección<br />

lateral.<br />

25.2.2.1.4. Anatomía Patológica:<br />

• Macroscópica:<br />

Es muy característica y consiste en la<br />

presencia de lóbulos de distinto tamaño<br />

con aspecto de cartílago hialino.<br />

• Microscópica:<br />

Existe cartílago maduro bien<br />

diferenciado. Sin embargo, la<br />

diferenciación entre encondroma y<br />

condrosarcoma grado I es una frontera<br />

a veces muy sutil.<br />

25.2.2.1.5. Tratamiento:<br />

Las lesiones situadas en las manos<br />

que permanecen asintomáticas pueden<br />

dejarse<br />

sin tratar. Caso contrario, el<br />

curetaje más el relleno con injerto óseo<br />

esponjoso,<br />

recomendado.<br />

es el tratamiento<br />

Las lesiones asintomáticas<br />

localizadas en los huesos largos de las<br />

extremidades, tampoco requieren<br />

tratamiento, pero sí una actitud<br />

vigilante ante la aparición de dolor, que<br />

debe hacernos sopechar malignización.<br />

En las lesiones sintomáticas, el<br />

curetaje agresivo (complementando<br />

con agentes de acción local sobre las<br />

paredes con fenol) y el análisis<br />

histológico minucioso del material<br />

obtenido, es mandatorio.<br />

Las localizaciones en el tronco deben<br />

hacernos pensar siempre que estamos<br />

en presencia de un condrosarcoma.<br />

512<br />

25.2.2.2. Osteocondroma y<br />

enfermedad exostoante<br />

25.2.2.2.1. Introducción:<br />

Se trata de una tumoración benigna<br />

caracterizada<br />

por una masa ósea en<br />

continuidad con el hueso<br />

sano y<br />

cubierta por un capuchón de tejido<br />

cartilaginoso más o menos grueso.<br />

La forma poliostótica o enfermedad<br />

exostosante, provoca más<br />

sintomatología porque además de las<br />

tumoraciones correspondientes,<br />

motiva<br />

deformidades óseas.<br />

Se trata de un trastorno hereditario<br />

autosómico dominante transmitido por<br />

ambos padres.<br />

25.2.2.2.2. Epidemiología:<br />

Es el tumor óseo benigno más<br />

frecuente, representando el 40 % de<br />

los mismos<br />

y el 20 % de todos los<br />

tumores<br />

óseos primitivos. La relación<br />

por sexos muestra un discreto<br />

predominio<br />

masculino en una<br />

proporción 1,5/1. El 70 % de los<br />

casos<br />

se<br />

manifiesta antes de los 20-25 años.<br />

El 80 % de los osteocondromas<br />

se<br />

presentan en las metáfisis de las<br />

rodillas y el resto en húmero, escápula,<br />

pelvis y costillas.<br />

25.2.2.2.3. Diagnóstico:<br />

Una gran mayoría<br />

de casos pasa<br />

inadvertida<br />

y se diagnostica<br />

accidentalmente con motivo<br />

de otra<br />

exploración. Cuando se manifiesta,<br />

porque ya son de un volumen<br />

considerable, suelen<br />

deformar el<br />

miembro y pueden producir limitaciones<br />

de la movilidad articular. En otras<br />

ocasiones dan síntomas dolorosos por<br />

compresión de los pedículos<br />

neurovasculares de lo miembros que<br />

llevan, incluso a la aparición de<br />

aneurismas arteriales. El salto de un<br />

tendón o una aponeurosis sobre la<br />

exostosis produce chasquidos y signos<br />

de resalte. Por último, la irritación de la<br />

bolsa serosa que cubre el extremo libre<br />

de la exostosis puede inflmarse, dando<br />

lugar a los síntomas propios de una<br />

bursitis.<br />

En cuanto a la radiología, la exostosis<br />

aparece como una excrecencia ósea


pediculada (base estrecha) o sesil<br />

(base ancha) con clara continuidad<br />

entre la metáfisis y la tumoración<br />

(Figura<br />

25.5).<br />

Figura 25.5 Imagen radiográfica de un<br />

osteocondroma de la escápula. Obsérvese<br />

la ancha implantación del tumor a la<br />

escápula.<br />

25.2.2.2.4. Anatomía patológica:<br />

* Macroscópica: tumoración<br />

sobresaliente a partir de la superficie<br />

cortical externa de un hueso normal.<br />

Su<br />

metáfisis se continúa con el tejido<br />

esponjoso del hueso huésped. Suele<br />

tener forma de aleta, aplanado de lado<br />

a lado e inclinado hacia la diáfisis,<br />

alejándose del centro epifisario que lo<br />

originó. Durante su crecimiento, a<br />

menudo su casquete cartilaginoso<br />

se<br />

extiende cubriendo al bode epifisario<br />

del pedículo, hallazgo que debe<br />

tenerse en cuenta si se contempla la<br />

extirpación quirúrgica, ya que en un<br />

cierto porcentaje de casos recidivan,<br />

quizá porque no se eliminó del todo el<br />

cartílago germinal.<br />

* Microscópica: cuando se hacen cortes<br />

histológicos se ve que la estructura<br />

consiste en hueso cortical y esponjoso<br />

normal, cubierto<br />

por una placa de<br />

crecimiento<br />

y una línea epifisaria<br />

simulada. Puede juzgarse si la lesión<br />

está en progresión o detenida, por el<br />

grado de actividad presente en la<br />

región.<br />

25.2.2.2.5. Tratamiento:<br />

La resección quirúrgica solo está<br />

indicada en los casos que comprimen<br />

estructuras vecinas o por problema<br />

estético.<br />

513<br />

En general, estas tumoraciones<br />

terminan su crecimiento<br />

cuando acaba<br />

la maduración<br />

esquelética. La<br />

enfermedad exostosante presenta un<br />

riesgo de malignización elevada, por lo<br />

que debe ser advertido al paciente de<br />

que ha de seguir controles sucesivos<br />

y/o consultar ante la aparición de<br />

sintomatología dolorosa o crecimiento<br />

en la edad adulta.<br />

25.2.2.3. Condroblastoma<br />

25.2.2.3.1. Introducción:<br />

Tumor benigno, poco frecuente,<br />

compuesto por células semejantes a<br />

los condroblastos, con áreas de<br />

calcificación de localización típicamente<br />

epifisaria, por lo que puede afectar a la<br />

articulación adyacente.<br />

25.2.2.3.2. Epidemiología:<br />

Representa el 1 % de todos los<br />

tumores benignos óseos primitivos. La<br />

inmensa<br />

mayoría de los casos se<br />

manifiesta entre los 5 y 25 años de<br />

edad. Es más frecuente en el varón en<br />

una proporción de 2/1.<br />

25.2.2.3.3. Diagnóstico:<br />

Tumor de asiento epifisario, muestra su<br />

predilección por la epífisis femoral<br />

proximal, humeral proximal, femoral<br />

distal, tibia proximal, astrágalo y pelvis.<br />

Cuando aparece a partir de los 14 años<br />

de edad, muestra una tendencia a<br />

cruzar<br />

la fisis e invadir la metáfisis.<br />

Se manifiesta clínicamente<br />

por dolor e<br />

impotencia funcional relativa, que está<br />

en relación con el derrame articular<br />

condicionado por la vecindad de la<br />

lesión tumoral, derrame que es más<br />

recuente en la rodilla.<br />

El estudio radiográfico, muestra una<br />

lesión osteolítica redondeada,<br />

epifisaria, de localización central.<br />

Tiende a crecer hacia la metáfisis y, en<br />

ocasiones, invade la articulación. Los<br />

límites tumorales son netos y con<br />

frecuencia están rodeados de un fino<br />

borde escleroso. Hay una calcificación<br />

inratumoral finamente granulada<br />

(Figura 25.6).


Figura 25.6. Imagen radiográfica<br />

de un<br />

condroblastoma<br />

situado en la región<br />

epifisometafisaria de la tibia proximal.<br />

25.2.2.3.4. Tratamiento:<br />

Estas lesiones se tratan<br />

quirúrgicamente, con legrado y relleno<br />

de injertos óseos esponjosos. Algunos<br />

autores defienden el uso de fenol como<br />

tratamiento adicional: Sin embargo,<br />

dada la poximidad de estas lesiones a<br />

la placa de crecimiento y a la superficie<br />

articular, este proucto se debe utilizar<br />

con prudencia.<br />

25.2.3. Tumor de células gigantes<br />

25.2.3.1. Introducción:<br />

La inclusión de este tumor entre los<br />

benignos es arbitraria, ya que aunque<br />

su capacidad de metastatizar es nula al<br />

principio, su comportamiento agresivo<br />

local, las recidivas y eventuales<br />

metástasis,<br />

lo convierten<br />

frecuentemente en una lesión<br />

maligna.<br />

La OMS define esta lesión como un<br />

tumor agresivo caracterizado por un<br />

tejido muy vascularizado, constituido<br />

por células ovoides o fusifomes y por la<br />

presencia de numerosas células<br />

gigantes de tipo osteoclástico.<br />

25.2.3.2. Epidemiología:<br />

El tumor de células gigantes<br />

representa el 4 – 8% de todos los<br />

tumores y el 15 % de los óseos<br />

benignos primitivos. Presenta una<br />

incidencia predominante en individuos<br />

jóvenes adultos entre la tercera y<br />

514<br />

cuarta décadas de la vida, con<br />

localización en las epífisis,<br />

especialmente<br />

del área de la rodilla en<br />

el 5 % de los casos. La distribución<br />

por<br />

sexos es similar, siendo algo más<br />

frecuente en la mujer por debajo de los<br />

20 años.<br />

25.2.3.3. Diagnóstico:<br />

La sintomatología es el dolor y el<br />

aumento local del volumen. Su<br />

vecindad articular determina que se<br />

produzcan con frecuencia, derrames y<br />

limitaciones dolorosas de la movilidad.<br />

La imagen radiográfica es típica,<br />

apareciendo como una cavidad<br />

osteolítica uniforme excéntrica que<br />

crece hasta erosionar el hueso<br />

subcondral y la cortical<br />

epifisometafisaria que termina por<br />

romper, invadiendo las partes blandas.<br />

En algunas ocasiones<br />

insufla las<br />

corticales. Los límites son difuminados<br />

y sin esclerosis reaccional. No hay<br />

respuesta perióstica ni trabeculación en<br />

el interior del tumor (Figura 25.7).<br />

Figura 25.7 Imagen radiográfica de un<br />

tumor de células gigantes. A) cuello fémur.<br />

B) cóndilo femoral.<br />

En este tipo de tumores, la biopsia es<br />

fundamental para distinguirlos de otros<br />

procesos.<br />

25.2.3.4. Tratamiento:<br />

Consiste en el curetaje y el relleno con<br />

injertos óseos esponjosos. La tasa de<br />

recidivas a esta terapéutica es muy<br />

elevada, por lo que es aconsejable la<br />

resección amplia como si se tratara de<br />

un tumor maligno, para así evitar una<br />

malignización.


25.2.4. Tumores vasculares.<br />

25.2.4.1. Hemangioma:<br />

25.2.4.1.1. Introducción<br />

Es una lesión benigna compuesta de<br />

vasos neoformados, típicamente visto<br />

en pacientes asintomáticos, y que<br />

suele ser un hallazgo casual. Hay<br />

autores que lo consideran más como<br />

hamartoma que como una verdadera<br />

neoplasia ya que se comporta como<br />

una malformación vascular a pesar de<br />

su origen neoplásico.<br />

21.2.4.1.2. Epidemiología:<br />

Los hemangiomas del esqueleto son<br />

poco frecuentes, pues suponen el 2 %<br />

d e las lesiones benignas del hueso y el<br />

0,8 % de todas las lesiones del<br />

esqueleto. Se dan preferentemente en<br />

el sexo femenino en una proporción de<br />

2/1.<br />

Su incidencia aumenta con la<br />

edad, aunque resulta muy difícil<br />

predecir la misma, ya que permanecen<br />

asintomáticos.<br />

Se localizan preferentemente en el<br />

cuerpo de las vértebras, principalmente<br />

en las torácicas (28 % de todos los<br />

hemagiomas intraesqueléticos) y en el<br />

cráneo (frontal y parietal). Es menos<br />

frecuente en los huesos de los<br />

miembros. Estos tumores pueden<br />

ubicarse en la superficie del periostio,<br />

dentro de la corteza, o dentro del canal<br />

medular.<br />

25.2.4.1.3. Diagnóstico:<br />

En general, suelen ser asintomáticos,<br />

aún cuando a veces se inician con<br />

molestias vagas e imprecisas. En los<br />

pacientes sintomáticos por encima de<br />

40 años, puede presentarse como<br />

consecuencia de pequeñas fracturas<br />

vertebrales o en forma de signos<br />

mielopáticos como consecuencia de su<br />

expansión hacia el canal medular<br />

La radiología suele ser característica.<br />

Así,<br />

en los huesos largos o tubulares<br />

cortos se caracteriza por<br />

estriaciones<br />

burdas o por áreas líticas multifocales.<br />

La cortical está frecuentemente<br />

insuflada<br />

y adelgazada, pero no rota.<br />

Los<br />

hemangiomas periósticos y<br />

corticales<br />

se dan frecuentemente en la<br />

515<br />

parte anterior de la diáfisis tibial. Estas<br />

lesiones se presentan como erosiones<br />

corticales líticas, ocasionalmente<br />

acompañadas de reacción perióstica<br />

(Figura 25.8).<br />

Figura 25.8. Hemgioma de la diáfisis<br />

humeral.<br />

En el cuerpo vertebral, se presenta<br />

como estriaciones verticales o focos<br />

líticos multilobulados que, clásicamente<br />

se denominan como "estriación en<br />

rejas de cárcel o en "tela de pana" o<br />

"en panal de abeja" respectivamente<br />

(Figura 25.9).<br />

Figura 25.9. Hemangioma vertebral.<br />

En la calota se presenta como una<br />

lesión lítica que muestra una aspecto<br />

en "panal o rosetón de catedral",<br />

consistente en una zona redondeada<br />

con contornos bien de finidos y<br />

trabéculas<br />

óseas que forman un


etículo denso que irradia del centro a<br />

la periferia.<br />

25.2.4.1.4. Anatomía patológica:<br />

* Macroscópica:<br />

El hemangioma es de color rojo vivo o<br />

rojo azulado y su aspecto es blando y<br />

sanguinolento.<br />

* Microscópica:<br />

El examen del hemangioma muestra<br />

canales formados por endotelio y<br />

membrana basal, similar a la de los<br />

capilares normales. Los capilares<br />

pueden estar más o menos dilatados,<br />

pudiendo llegar a formar racimos<br />

cavernosos, o espacios laberínticos<br />

comunicados entre sí y separados por<br />

tabiques colágenos. Las luces<br />

vasculares por lo general están llenas<br />

de sangre. Las células endoteliales<br />

son pequeñas, delgadas y uniformes.<br />

En otros caso las células pueden tener<br />

formas redondeadas semejantes al del<br />

hemangioendotelioma.<br />

25.2.4.1.5. Tratamiento:<br />

El tratamiento es la observación, y la<br />

radioterapia en los casos de dolor<br />

persistente.<br />

En<br />

algunos<br />

casos, se indica la<br />

embolización vascular, en unos casos<br />

como una medida definitiva de<br />

tratamiento y en otros como una forma<br />

de reducir la pérdida de sangre durante<br />

la cirugía. La resección anterior y fusión<br />

son reservadas para casos de intenso<br />

dolor o aplastamientos patológicos y/o<br />

compresión nerviosa.<br />

25.2.5. Otros tumores<br />

25.2.5.1. Cordoma.<br />

516<br />

25.2.5.1.1. Introducción:<br />

El cordoma es un tumor infrecuente<br />

que se origina a partir de restos de la<br />

notocorda.<br />

25.2.5.1.2. Epidemiología:<br />

Se observa con mayor frecuencia en<br />

adultos de edad avanzada. El sacro es<br />

la localización más frecuente de la<br />

enfermedad seguido de la columna<br />

cervical y de la región esfenooccipital;<br />

no obstante, el tumor puede aparecer<br />

en cualquier punto<br />

de la línea media<br />

sobre el eje neural.<br />

25.2.5.1.3. Diagnóstico:<br />

Cuando<br />

la localización es el sacro, los<br />

pacientes sufren de estreñimiento,<br />

seguido de dificultades para sentarse.<br />

Mucho más adelante en la evolución de<br />

la enfermedad, los pacientes pierden el<br />

control intestinal y vesical. Por<br />

desgracia, el diagnóstico<br />

se realiza casi<br />

siempre con retraso.<br />

Las radiografías lumbosacras<br />

son<br />

difíciles de interpretar debido a que el<br />

gas intestinal oscurece los detalles<br />

óseos, aunque cuando son<br />

voluminosos son fácilmente<br />

apr eciables. En la radiografía lateral se<br />

pueden observar unas grandes<br />

zonas<br />

de densidad de los tejidos blandos<br />

(Figura<br />

25.10).<br />

Figura 25.10. Aspecto radiográfico de un cordo ma sacro. A) proyección<br />

anteroposterior.<br />

B) proyección<br />

lateral.


En la TAC se observa destrucción<br />

ósea con una masa con atenuación<br />

baja en tejidos blandos que a menudo<br />

desplaza el recto en sentido anterior.<br />

La masa es uniformemente<br />

hiperintensa en las secuencias RMN<br />

ponderadas en T2, con una intensidad<br />

que se aproxima a la señal de líquido.<br />

El estudio de la biopsia por punción,<br />

pone<br />

de manifiesto la presencia de<br />

unas células características de este<br />

tumor,<br />

cuales son las células fisalíferas<br />

multivacuoladas que aparecen sobre<br />

una matriz mixoide azulada.<br />

25.2.5.1.4. Anatomía patológica:<br />

* Macroscópica: el cordoma suele estar<br />

constituido por masas lobulares<br />

divididas por septos<br />

fibrosos, presenta<br />

un<br />

color grisáceo, es blando, irregular<br />

con aspecto traslúcido, gelatinoso y<br />

mucoide. Su aspecto recuerda al de<br />

algunos consrosarcomas. Se pueden<br />

observar áreas hemorrágicas, quísticas<br />

y necróticas. En su presentación<br />

sacrococcígea son masas mayores que<br />

las que se observan a nivel de la base<br />

del cráneo y se expanden hacia los<br />

agujeros sacros y posteriormente hacia<br />

la musculatura glútea.<br />

:* Microscópica: muy variables en su<br />

presentación, dependiendo del grado<br />

de diferenciación de las células de<br />

orígen notocordal. La estructura<br />

histológica<br />

es lobular con septos<br />

fibrovasculares de separación.<br />

En<br />

algunos campos se presentan como<br />

tumores muy celulares de céluklas<br />

pequeñas y redondeadas, sin vacuolas<br />

en el citoplasma; en otras áreas, más<br />

diferenciadas, podemos observar<br />

células con citoplasmas ocupados<br />

por<br />

grandes vacuolas (que se tiñen a la<br />

mucina), con núcleos bien centrales.<br />

Estas células se les llama células<br />

“fisalíforas” (del griego “fisaein”: inflar) y<br />

son las células características de este<br />

tumor. Se hallan contenidas en áreas<br />

mucinosas en frupos de forma esférica<br />

con capas celulares concéntriocas<br />

o<br />

bien,<br />

en forma de cordones celulares<br />

inmersos<br />

en mucina. Los citoplasmas<br />

se<br />

tiñen con eosina y se anas<strong>tomo</strong>san<br />

en<br />

ocasiones, formando sincitios.<br />

517<br />

25.2.5.1.5. Tratamiento:<br />

Es eminentemente<br />

quirúrgico. Sin<br />

embargo,<br />

a pesar de la obtención de<br />

márgenes amplios tanto macro como<br />

microscópicamente, es frecuente la<br />

recidiva local. Tras la resección o la<br />

repetición<br />

de la resección de los<br />

tumores recurrentes, se administra a<br />

menudo radioterapia. Es importante el<br />

seguimiento postoperatorio para<br />

detectar la recidiva local y, con menor<br />

frecuencia, la aparición de metástasis<br />

pulmonares o, más<br />

raramente,<br />

hepáticas.<br />

El cordoma es característicamente un<br />

tumor de bajo grado y las metástasis<br />

aparecen tras una larga evolución o<br />

tras recidivas locales múltiples.<br />

25.2.5.2.<br />

Adamantinoma:<br />

25.2.5.2.1. Introducción:<br />

Tumor raro de<br />

origen desconocido,<br />

aunque recientes avances en la<br />

microscopía y la inmunohistoquímica<br />

hacen pensar que es de origen<br />

epitelial.<br />

25.2.5.2.2. Epidemiología:<br />

El adamantinoma es el tumor óseo<br />

primitivo más raro después de los<br />

neurógenos, y los lipógenos.<br />

La diáfisis tibial está implicada en el<br />

90% de los casos. El tumor,<br />

ocasionalmente, se puede<br />

ver en<br />

antebrazo,<br />

húmero, manos, o pies.<br />

Ocurre principalmente en los varones<br />

entre 20 - 50 años de edad (más<br />

común después de la madurez del<br />

esqueleto), siendo raro antes de los 10<br />

años.<br />

25.2.5.2.3. Diagnóstico:<br />

En unos casos se presenta como una<br />

masa firme, de crecimiento lento que<br />

produce mínima discapacidad. En otras<br />

ocasiones se presenta con dolor,<br />

hinchazón<br />

o fractura patológica.<br />

En dos tercios de los casos refieren<br />

una historia de traumatismo previo.<br />

Radiológicamente, se suele observar<br />

como una osteolisis central o<br />

excéntrica en la zona diafisaria de<br />

los<br />

huesos<br />

largos. Los bordes son nítidos y<br />

pueden<br />

estar rodeados de una


osteosclerosis. En otras ocasiones los<br />

bordes<br />

son más borrosos. Esta<br />

osteolisis puede tener<br />

aspecto<br />

trabeculado, separadas por áreas de<br />

hueso escleroso, ocasionalmente con<br />

apariencia de pompas de jabón,<br />

debido<br />

a la presencia de múltiples nudos<br />

tumorales y de áreas de destrucción<br />

cortical de forma dentada. Las lesiones<br />

en su mayor parte son mayores de 5<br />

cm. y todo el hueso puede es afectado<br />

de lesiones satélites (Figura 25.11).<br />

Figura 25.11. Adamantinoma de tibia.<br />

En fases avanzadas se pueden ver<br />

lesiones más esclerosas y con aspecto<br />

en vidrio esmerilado que puede llegar a<br />

confundirse con la displasia fibrosa. En<br />

algunas ocasiones la neoplasia puede<br />

extenderse a los tejidos blandos e<br />

invadir el peroné. La reacción perióstica<br />

es escasa y de gran cronicidad.<br />

518<br />

25.2.5.2.4. Anatomía patológica:<br />

* Macroscópica: Tumor blanquecino,<br />

compacto con una vaga estructura<br />

nodular,<br />

de consistencia firme y escaso<br />

sangrado.<br />

Generalmente está<br />

contenida por la cortical y el periostio,<br />

pero en algunos casos puede invadir<br />

partes blandas. En ocasiones puede<br />

presentar áreas quísticas así como<br />

hemorrágicas.<br />

* Microscópica: Puede ser de<br />

naturaleza mixta, mesenquimatoso y<br />

epitelial, presentando un patrón bifásico<br />

de células epiteliales glandulares que<br />

se rodean por células fibrosas<br />

fusiformes. La naturaleza celular se<br />

determina por la microscopia<br />

electrónica así como con la<br />

inmunohistoquímica tisular.<br />

El aspecto histológico es variable de un<br />

caso a otro así como en el interior del<br />

mismo tumor.<br />

1. Aspecto basaloide: semejante al<br />

carcinoma<br />

basocelular y al<br />

ameloblastoma.<br />

2. Aspecto de células fusiformes, que<br />

recuerdan al fibrosarcoma<br />

3.Aspecto<br />

tubular, semejante al<br />

adenocarcinoma<br />

o al<br />

hemangioendotelioma.<br />

4. Aspecto escamoso en el que se ven<br />

células escamosas que forman perlas<br />

córneas.<br />

25.2.5.2.5. Tratamiento:<br />

Estos tumores son de crecimiento lento<br />

y tienen un potencial limitado para<br />

repetición local o metástasis.<br />

La resección marginal da una tasa de<br />

recidivas en un 32% de los casos,<br />

mientras que la resección en bloque,<br />

no suele haber<br />

recidivas. No obstante,<br />

y concretamente en la tibia, se debe<br />

reconstruir la misma con auto u<br />

homoinjertos libres o vascularizados.<br />

La amputación está reservada en caso<br />

de que haya gran invasión de las<br />

partes<br />

blandas, compromiso cutáneo o<br />

recidivas. Asimismo, deberá realizarse<br />

una<br />

extirpación ganglionar y de las<br />

metástasis pulmonares en caso de que<br />

existan.


25.3. Tumores óseos malignos<br />

25.3.1. Formadores de tejido óseo:<br />

25.3.1.1. Osteosarcoma:<br />

25.3.1.1.1. Introducción:<br />

Tumor maligno caracterizado por la<br />

formación directa de hueso o tejido<br />

osteoide por las células tumorales.<br />

La palabra osteosarcoma es sinónimo<br />

de la expresión “sarcoma osteogénico”,<br />

que sigue siendo usado en la literatura<br />

por algunos patólogos e incluso por<br />

centros de gran prestigio. Preferimos<br />

el<br />

término<br />

osteoarcoma siguiendo la<br />

terminología internacional propuesta<br />

por la OMS y también porque<br />

“sarcomas osteogénicos” serían<br />

casi<br />

todos los tumores óseos malignos que<br />

presentan áreas más o menos<br />

extensas de osificación en su interior.<br />

Conviene distinguir una serie de<br />

variantes de osteosarcomas (OS) ya<br />

que presentan un comportamiento<br />

clínicamente muy distinto:<br />

• OS convencional: es la forma más<br />

común, de presentación<br />

•<br />

metafisaria, medular, que invade e<br />

infiltra la cortical pasando a los<br />

tejidos blandos.<br />

OS Parostal o Yuxtacortical: se<br />

caracteriza por originarse en la<br />

superficie ósea, por fuera de la<br />

cortical en que se implanta.<br />

Se trata<br />

de un tumor bien diferenciado y, por<br />

tanto, de buen pronóstico respecto<br />

al OS convencional.<br />

Otras variantes a considerar, son los<br />

OS como malignización de lesiones<br />

preexistentes, especialmente por<br />

degeneración de la enfermedad de<br />

Paget y los<br />

OS radioinducidos sobre<br />

lesiones<br />

previamente benignas que<br />

fueron tratadas mediante radioterapia.<br />

25.3.1.1.2. Epidemiología:<br />

La incidencia de OS convencional se<br />

halla sobre los 2-3 nuevos casos por<br />

año y millón de habitantes. Respecto a<br />

los otros tumores óseos malignos,<br />

ocupa el primer lugar de incidencia,<br />

519<br />

tras<br />

el mieloma, siendo dos veces más<br />

frecuente que el condrosarcoma<br />

y 3<br />

veces más que el sarcoma de Ewing.<br />

Representa, aproximadamente, el<br />

0,2 % del global de los registros de<br />

cáncer.<br />

La edad de presentación, muestra un<br />

claro pico en la segunda década de la<br />

vida, con casos en la primera y tercera<br />

décadas. Por encima de estas edades,<br />

cabe considerar la malignización de un<br />

proceso previo y, en edades<br />

avanzadas, que se trate de la<br />

malignización de un hueso patético. El<br />

sexo masculino predomina sobre el<br />

femenino en una proporción de 2/1.<br />

En cuanto a la localización, afecta a<br />

las metáfisis, fundamentalmente cerca<br />

de la rodilla (48 % de los casos), en<br />

tanto que en la extremidad superior<br />

afecta<br />

a la metáfisis proximal del<br />

húmero en un 15 % de los casos.<br />

Por lo que hace referencia al OS<br />

parostal, está cuantificado en una<br />

incidencia del 3 % de los OS, siendo su<br />

edad preferida sobre la tercera década<br />

de la vida.<br />

25.3.1.1.3. Diagnóstico:<br />

El primer y fundamental síntoma de<br />

los OS es el dolor. Primero ocasional,<br />

sordo,<br />

hasta convertirse en permanente<br />

precisando<br />

analgésicos. La aparición<br />

del tumor tras el intervalo de dolor más<br />

o menos largo en la rodilla de un<br />

paciente joven-adolescente,<br />

especialmente en la metáfisis distal del<br />

fémur, debe alarmar al clínico, sobre<br />

todo si tras la aparición de<br />

la<br />

tumoración, el dolor mengua.<br />

En cuanto a los estudios por la<br />

imagen,<br />

la clásica radiología del OS<br />

consiste<br />

en una zona medular<br />

metafisaria que combina zonas<br />

radiolúcidas con otras radiodensas<br />

(osteolisis<br />

con osteoblastia) y que<br />

puede<br />

romper la cortical con las<br />

conocidas<br />

imágenes subperiósticas “en<br />

peine”<br />

o en “fuego de hierbas”,<br />

presentando<br />

un despegamiento<br />

perióstico,<br />

llamado “triángulo de<br />

Coman”, en los polos<br />

de dicho<br />

despegamiento (Figura 25.12).


Figura 25.12. Imagen radiográfica,<br />

anteroposterior y lateral, de un<br />

osteosarcoma en la diáfisis de la tibia,<br />

donde<br />

se observa el triángulo de Codman<br />

(flechas grandes) y la imagen en “fuego de<br />

hierbas” (entre las cabea


está constituido por células formadoras<br />

de hueso relativamente maduras y<br />

también porque con harta frecuencia el<br />

material<br />

de biopsia enviado, puede no<br />

consistir en tejido tumoral<br />

sino en<br />

reacción ósea a su alrededor.<br />

En general y dado de que existen<br />

diversas variaciones del cuadro celular,<br />

los OS suelen clasificarse en cinco<br />

clases citológicas<br />

25.3.1.1.5. Tratamiento:<br />

Tal<br />

como ocurre en el sarcoma de<br />

Ewing, el tratamiento quimioterápico<br />

ha<br />

cambiado radicalmente el pronóstico y<br />

el tipo de cirugía.<br />

La resección en bloque de la<br />

tumoración con los tejidos de las partes<br />

blandas afectas y la reconstrucción con<br />

las modernas técnicas de artroplastias<br />

a medida y homoinjertos<br />

criopreservados de cadáver, han<br />

permitido una alta tasa de salvamento<br />

de extremidades evitando la clásica<br />

amputación.<br />

El esquema del tratamiento empleado<br />

en nuestro medio consiste en:<br />

• Quimioterapia preoperatorio (9<br />

semanas).<br />

• Cirugía de salvamento versus<br />

amputación.<br />

• Poliquimioterapia postoperatoria<br />

guiada según respuesta a la<br />

quimioterapia en la pieza quirúrgica.<br />

Si la quimioterapia preoperatoria no<br />

reduce o frena el crecimiento del tumor,<br />

debe<br />

adelantarse el tratamiento<br />

quirúrgico. La supervivencia actual con<br />

este protocolo se sitúa en el 62 % de<br />

los<br />

casos a los 5 años.<br />

25.3.2. Formadores de tejido<br />

cartilaginoso<br />

25.3.2.1. Condrosarcoma<br />

25.3.2.1.1. Introducción:<br />

Tumor maligno caracterizado por la<br />

formación de cartílago por las células<br />

tumorales, pero no por la formación<br />

de<br />

hueso.<br />

El condrosarcoma (CS) convencional<br />

al que nos referimos en este capítulo,<br />

puede<br />

presentarse en dos formas:<br />

1) central y 2) periférico, según se<br />

521<br />

origine<br />

en el propio hueso o en un<br />

osteocondroma<br />

previo.<br />

25. 3.2.1.2. Epidemiología:<br />

Su incidencia entre los tumores óseos<br />

ma lignos le sitúa en tercer lugar tras el<br />

mieloma<br />

y el osteorcoma, y representa<br />

el 20 % aproximado de los casos.<br />

La edad está muy repartida, siendo su<br />

máxima frecuencia entre los 30 y los 70<br />

años, con una media sobre los 45<br />

años. Predomina el sexo masculino<br />

sobre<br />

el femenino, en una proporción<br />

de 1,5/1.<br />

La localización predominante es en la<br />

pelvis y en los extremos de<br />

los huesos<br />

largos,<br />

fundamentalmente en el fémur<br />

proximal, siguiéndole en orden de<br />

frecuencia por el húmero, la escápula,<br />

la tibia y los huesos del tronco.<br />

El condrosarcoma puede aparecer<br />

como una lesión primaria o bien como<br />

un tumor secundario sobre una lesión<br />

tumoral benigna preexistente como un<br />

osteocondroma, un encondroma ó un<br />

tejido que ha sufrido previamente<br />

irradiación.<br />

En este aspecto, la<br />

enfermedad exostosante<br />

múltiple,<br />

presenta un riesgo de hasta el 10 % de<br />

condrosarcoma en edades medias o<br />

avanzadas. En cambio, la incidencia de<br />

condrosarcoma central en<br />

encondromatosis parece ser mayor,<br />

siendo excepcional la malignización de<br />

un encondroma previamente<br />

documentado.<br />

Además de las lesiones primarias y<br />

secundarias, existen distintas formas<br />

de condrosarcoma según su grado<br />

histológico, su subtipo histológico<br />

(convencional, mesenquimal, de<br />

células claras, desdiferenciado), su<br />

grado tumoral y su localización<br />

(intraóseo<br />

o yuxtacortical).<br />

25.3.2.1.3. Diagnóstico:<br />

La clínica no difiere de los demás<br />

tumores óseos, es decir, la aparición de<br />

dolor localizado, sordo y que no calma<br />

con los analgésico habituales, asociado<br />

a una limitación funcional más o menos<br />

importante de cuardo a la extensión del<br />

tumor. En cuanto a la radiología, el CS<br />

central<br />

o intraóseo<br />

presenta un aspecto<br />

de lesión expansiva<br />

con


adelgazamiento de la cortical que está<br />

preservada aunque muy debilitada. En<br />

el interior se observan las típicas<br />

calcificaciones (Figura 25.14).<br />

Figura 25.14. Condrosarcoma localizado<br />

en la epífisis proximal del húmero. A)<br />

imagen radiográfica, donde pueden<br />

observarse áreas de aspecto cartilaginoso<br />

(flechas blancas) y otras osteolíticas (flecha<br />

negra) . B) pieza anatómica.<br />

El grado histológico permite realizar<br />

un pronóstico. Así, los grados<br />

I y II<br />

presentan<br />

crecimiento lento y no<br />

metastatizan, aunque en caso de<br />

recidiva múltiple, el grado II se<br />

convierte en agresivo y puede<br />

diseminarse. El grado III da metástasis<br />

pulmonares.<br />

El CS periférico presenta un<br />

crecimiento lento y una tendencia<br />

mucho<br />

menor a las metástasis, con un<br />

mal pronóstico, a pesar de<br />

la<br />

quimioterapia activa y de la resección<br />

quirúrgica.<br />

25.3.2.1.4. Anatomía patológica:<br />

* Microscópica:<br />

el condrosarcoma suele<br />

ser un tumor grande. En este sentido,<br />

toda<br />

masa mayor de 3 cm de diámetro<br />

es sospechosa. La destrucción y<br />

perforación<br />

del hueso prueban su<br />

malignidad.<br />

El condrosarcoma, consiste<br />

en una masa lobulada de color blanco<br />

o azulado, brillante y de oderada<br />

firmeza. Aunque maligna,<br />

suele estar<br />

muy bien delimitada por una cápsula de<br />

tejido normal comprimido o por una<br />

lámina de hueso subperióstico. Esta<br />

disposición lobular por lo común es<br />

notable y tiende a haber discromía por<br />

degeneración<br />

y hemorragias antiguas.<br />

Hay<br />

dos rasgos de utilidad: las áreas<br />

comunes de alteración mixomatosa y a<br />

522<br />

veces una masa viscosa en<br />

la porción<br />

central<br />

del tumor. El segundo rasgo es<br />

la calcificación, pues es habitual<br />

que se<br />

manifiesten unas áreas irregulares de<br />

color blanco tiza, nunca muy grandes.<br />

25.3.2.1.5. Tratamiento:<br />

Consiste en la resección quirúrgica con<br />

márgenes amplios, aunque éstos<br />

pueden ser algo más económicos que<br />

en el osteosarcoma. En los CS de<br />

grado III, está indicada la<br />

quimioterapia.<br />

Los importantes avances que se han<br />

realizado en los aspectos patogénicos<br />

básicos y que pueden ser relevantes<br />

para<br />

el tratamiento de los pacientes<br />

con condrosarcoma, son los<br />

inhibidores<br />

de las metaloproteinasas y os efectos<br />

de las fluoroquinolonas que detienen el<br />

crecimiento de la matriz condral del<br />

tumor.<br />

25.3.3. Tumores de la médula ósea<br />

25.3.3.1. Sarcoma de Ewing<br />

25.3.3.1.1. Introducción:<br />

Tumor óseo maligno compuesto de<br />

células redondas pequeñas, sin límites<br />

citoplasmáticos claros ni nucleolos<br />

prominentes. En ocasiones, las células<br />

tienen características de tipo<br />

neuroepitelial.<br />

25.3.3.1.2. Epidemiología:<br />

Relativamente frecuente, pues sigue en<br />

incidencia al mieloma, el osteosarcoma<br />

y el condrosarcoma.<br />

La edad típica de presentación es de<br />

los 5-10 años hasta los 25-30 años,<br />

con su pico de incidencia más alto en la<br />

segunda década de la vida, aunque en<br />

la actualidad parece aumentar su<br />

frecuencia en edades más avanzadas.<br />

Tiene<br />

una<br />

predominancia por el sexo<br />

masculino. Fémur, tibia y húmero son<br />

las localizaciones más frecuentes en<br />

huesos largos y suele situarse en la<br />

región de la diáfisis. En el tronco existe<br />

una elevada incidencia en la pelvis,<br />

seguida de la escápula, vértebras y<br />

costillas.<br />

Estos tumores son<br />

extraordinariamente<br />

agresivos<br />

localmente<br />

y tienen una elevada


tendencia a la producción de<br />

metástasis,<br />

la mayor parte de las veces<br />

en los pulmones.<br />

25.3.3.1.3. Patogenia:<br />

El tumor de Ewing como los tumores<br />

neuroectodérmicos primitivos tienen en<br />

común una traslocación cromosómica<br />

clásica entre el cromosoma 11 y el<br />

cromosoma 22t, con la producción de<br />

una proteina quimérica que parece<br />

actuar como activador transcripcional.<br />

Estas traslocaciones se encuentran en<br />

un 95 % de los<br />

casos.<br />

25.3.3.1.4. Diagnóstico:<br />

El dolor es el síntoma inicial,<br />

precisando casi siempre de<br />

analgésicos. Cuando la tumoración<br />

pasa la barrera de la cortical se<br />

produce una rápida masa de partes<br />

blandas que, en las extremidades,<br />

provoca un aumento del perímetro, en<br />

tanto que en los huesos planos como la<br />

pelvis, ocasiona una tumoración<br />

palpable endopélvica y glútea.<br />

Bajo el punto de vista clínico, el<br />

sarcoma de Ewing debe distinguirse de<br />

la osteomielitis, el granuloma eosinófilo,<br />

el osteosarcoma, las metástasis del<br />

neuroblastoma y algún hemangioma.<br />

Sin embargo, la biopsia suele aclarar<br />

perfectamente el diagnóstico.<br />

Por lo que respecta a la radiología, el<br />

sarcoma de Ewing es muy infiltrativo,<br />

motivo por el cual la imagen<br />

radiográfica presenta un aspecto<br />

moteado-permeativo que sustituye la<br />

cortical y la medular del hueso afecto<br />

con signos más omenos claros de<br />

despegamiento<br />

perióstico,<br />

formandouna imagen que se le ha<br />

venido<br />

en llamar en “capas de cebolla”<br />

(Figura<br />

25.15).<br />

25. 3.3.1.5. Pronóstico:<br />

La evolución del sarcoma de Ewing<br />

acostumbra<br />

a ser muy rápida.<br />

Frecuentemente<br />

debuta con afectación<br />

poliostótica<br />

por diseminación medular.<br />

Las metástasis pulmonares son la<br />

causa principal de fallecimiento<br />

de los<br />

pacientes.<br />

Se trata de una enfermedad<br />

que podemos considerar sistémica o<br />

523<br />

potencialmente<br />

primer momento.<br />

sistémica desde el<br />

Figura 25.15. Sarcoma<br />

de Ewing femoral.<br />

(a) imagen radiográfica. (b) imagen por<br />

RMN.<br />

25.3.3.1.6. Anatomía patológica:<br />

* Microscópica:<br />

el tumor de Ewing es<br />

una masa celular blanda y pultácea de<br />

color<br />

pálido. Su color blanco aparece<br />

moteado<br />

por áreas de degeneración<br />

grises<br />

con placas amarillas o pardo<br />

verdoso.<br />

Aunque no son usuales los<br />

focos hemorrágicos, en las áreas<br />

de<br />

degeneración puede haber bastante<br />

hemosiderina como para conferirle un<br />

color rojo oscuro o pardo.<br />

25.3.3.1.7. Tratamiento:<br />

Si en algún tumor es imperativo el<br />

tratamiento combinado de<br />

quimioterapia, radioterapia y cirugía,<br />

éste es el sarcoma de Ewing.<br />

La poliquimioterapia<br />

ha representado<br />

un gran avance, especialmente por la<br />

coordinación de estudios<br />

internacionales, permitiendo un cambio<br />

espectacular en el pronóstico de vida<br />

de estos pacientes, que en la época de<br />

tratamiento exclusivamente<br />

radioterápico rozaba una mortalidad del<br />

90 % a los 5 años.<br />

La<br />

radioterapia ha conseguido<br />

históricamente<br />

un alto control local de<br />

la<br />

enfermedad, pero sin evitar la


diseminación. Por el contrario, las<br />

complicaciones en forma de graves<br />

dismetrías (per esterilización de las fisis<br />

en pacientes muy jóvenes) y las<br />

fracturas patológicas por radionecrosis,<br />

han obligado a tratar incluso con<br />

amputación las secuelas ortopédicas.<br />

El tratamiento quirúrgico con la<br />

quimioterapia y la radioterapia, ha<br />

cambiado el porvenir local de las<br />

lesiones por sarcoma de Ewing. En<br />

general, se utilizan las mismas técnicas<br />

que las utilizadas en el osteosarcoma<br />

pero con las modificaciones propias de<br />

la edad de estos pacientes.<br />

25.3.3.2. Mieloma múltiple<br />

25.3.3.2.1. Introducción:<br />

El mieloma múltiple o mieloma plasm<br />

ocítico es una neoplasia multicéntrica y<br />

difusa que se origina en el tejido<br />

hematopoyético<br />

de la médula ósea en<br />

las personas mayores, generalmente<br />

de más de 40 años de edad. En<br />

algunas ocasiones puede permanecer<br />

localizado durante muchos años como<br />

un plasmocitoma solitario, pero aún<br />

entonces suele convertirse en<br />

multicéntrico.<br />

Esta neoplasia<br />

ofrece un interés<br />

particular por cuanto recientes estudios<br />

electroforéticos<br />

de las alteraciones<br />

concomitantes<br />

en las fracciones<br />

específicas<br />

de las proteínas séricas<br />

sugieren<br />

que la alteración neoplásica<br />

inicial puede empezar<br />

en una sola<br />

célu la en vez de hacerlo en un grupo<br />

de<br />

células.<br />

25.3.3.2.2. Epidemiología:<br />

El mieloma múltiple es la neoplasia<br />

más frecuente de las neoplasias<br />

primarias malignas del hueso. Como<br />

sea que en las personas mayores la<br />

médula ósea (roja) predomina de un<br />

modo particular en la columna<br />

vertebral, en la<br />

pelvis y en el cráneo,<br />

éstos son los lugares más<br />

frecuentemente afectados, pero son<br />

numerosos los huesos que pueden ser<br />

cribados por lesiones rápidamente<br />

destructivas y dolorosas. La rápida<br />

destrucción del hueso y la escasa<br />

524<br />

neoformación ósea, explica la elevada<br />

frecuencia de fracturas patológicas.<br />

25.3.3.2.3. Diagnóstico:<br />

Es muy variable, desde un dolor difuso<br />

e inespecífico a nivel del caquis, hasta<br />

la presencia de una fractura patológica,<br />

generalmente a nivel de la columna<br />

vertebral.<br />

El diagnóstico de mieloma múltiple<br />

está basado en la tríada clásica:<br />

1) presencia de una gammapatía<br />

monoclonal (componente M) en el<br />

suero, en la orina o en ambos; 2) una<br />

tasa superior al 10 % de células<br />

plasmáticas en el aspirado de la<br />

médula ósea y 3) lesiones líticas óseas.<br />

Estos hallazgos no deben estar<br />

relacionados con la presencia de un<br />

carcinoma metastático, linfoma,<br />

enfermedades del tejido conjuntivo o<br />

infecciones crónicas.<br />

En cuanto a la radiología, como<br />

sucede con muchas lesiones óseas,<br />

sólo se describe un cuadro común,<br />

pero las variaciones abundan. En<br />

primer lugar, se afectan los huesos<br />

planos que contienen elementos<br />

hematopoyéticos. El proceso destruye<br />

la médula y el aspecto radiográfico<br />

depende del grado de compromiso<br />

local de ésta y de la extensión de la<br />

enfermedad. Sin embargo,<br />

clásicamente aparecen múltiples áreas<br />

de destrucción ósea, con zonas muy<br />

bien delimitadas de densidad<br />

intermedia en el cráneo, vértebras,<br />

pelvis y cintura escapular<br />

(Figura 25.16). Esto se asocia a<br />

menudo con disminución generalizada<br />

de la densidad ósea (osteopenia). Tal<br />

vez no haya esclerosis concomitante. A<br />

veces encima de la lesión, la cortical es<br />

muy fina y se insufla, pero cuando se<br />

destruye por completo aparece una<br />

tumoración blanda junto con las<br />

lesiones óseas. En la columna vertebral<br />

se colapsan los cuerpos vertebrales.<br />

En raros casos el compromiso de la<br />

cortical suscita considerable<br />

neoformación ósea. Estos focos<br />

destructivos son manifestaciones de la<br />

proliferación local de células<br />

neoplásicas dentro de los tejidos<br />

medulares. En ocasiones puede haber


una sola lesión osteolítica,<br />

constituyendo el denominado “mieloma<br />

solitario”.<br />

Figura 25.16. Imágenes radiográficas del<br />

mieloma múltiple. A) cráneo. B) pelvis.<br />

C) columna vertebral.<br />

25.3.3.2.4. Anatomía patológica:<br />

* Macroscópica: el mieloma<br />

plasmocítico es de ordinario gris rojizo,<br />

a menudo con aspecto y consistencia<br />

de flan de frambuesa. Esta masa<br />

blanda y gelatinosa mana del área<br />

medular al abrir el hueso enfermo. Con<br />

frecuencia el tumor aparece rodeado<br />

por una fina capa de hueso cortical que<br />

puede exhibir infracciones múltiples.<br />

Cuando el tumor perfora el hueso y<br />

forma un bulto de tejido blando, se<br />

rodea a menudo de una cápsula de<br />

tejido conectivo fibroso ó músculo<br />

comprimido.<br />

* Microscópica: como regla el<br />

diagnóstico histológico de mieloma<br />

plasmocítico es fácil. Casi siempre las<br />

células tumorales se parecen lo<br />

bastante a los plasmocitos como para<br />

disipar toda duda. Sólo en raras<br />

ocasiones la similitud es tan grande<br />

que podría pensarse que la lesión<br />

constituye una reacción inflamatoria<br />

crónica y no una neoplasia.<br />

25.3.3.2.4. Tratamiento:<br />

No todos los pacientes de mieloma<br />

múltiple deben ser tratados. A la hora<br />

525<br />

de iniciar el tratamiento deben<br />

valorarse todos los síntomas clínicos y<br />

los datos de laboratorio; son<br />

indicaciones de inicio de tratamiento el<br />

incremento del componente M en<br />

sangre y orina, el desarrollo de anemia,<br />

la hipercalcemia o la existencia de<br />

insuficiencia renal y la aparición de<br />

lesiones óseas líticas o plasmocitomas<br />

extramedulares. Si existen dudas<br />

respecto de iniciar o no el tratamiento,<br />

es mejor reevaluar al paciente tras un<br />

periodo de 2 o 3 meses y empezarlo en<br />

función del nuevo examen.<br />

Si el paciente tiene una edad inferior a<br />

65 años, debe considerarse la<br />

posibilidad del transplante antólogo de<br />

progenitores hematopoyéticos dentro<br />

de la estrategia terapéutica a seguir.<br />

Los precursores hematopoyéticos<br />

deben de recogerse antes de que el<br />

paciente se exponga a agentes<br />

alquilantes. Sin embargo, muchos<br />

grupos prefieren poliquimioterapia tipo<br />

VAD (vincristina, adriamicina y dosis<br />

altas de dexametasona) como<br />

tratamiento inicial puesto que estos<br />

agentes no lesionan los progenitores<br />

hematopoyéticos. Los pacientes con<br />

edad superior a 65 años, pueden<br />

tratarse con el esquema melfalánprednisona<br />

o la combinación de otros<br />

agentes quimioterápicos.<br />

La radioterapia paliativa debe limitarse<br />

a pacientes con dolor incapacitante<br />

debido a un proceso local bien definido<br />

y que no han respondido a la<br />

quimioterapia. La combinación de<br />

quimioterapia con analgésicos<br />

apropiados, generalmente es suficiente<br />

para controlar el dolor; este esquema<br />

terapéutico es preferido en la mayor<br />

parte de los casos a la radiación local<br />

debido a que el dolor, suele aparecer<br />

después en otro sitio diferente y la<br />

radioterapia local no beneficia al<br />

paciente con enfermedad diseminada.<br />

Además, los efectos mielosupresores<br />

de la quimioterapia y radioterapia son<br />

acumulativos. Si es posible, la<br />

quimioterapia debe iniciarse al menos<br />

tres semanas después de haber<br />

terminado la radioterapia.


25.4. Sarcomas de partes blandas.<br />

25.4.1. Introducción:<br />

Los sarcomas de partes blandas<br />

constituyen un grupo heterogéneo de<br />

neoplasias malignas con una gran<br />

variedad de localizaciones anatómicas<br />

y grandes diferencias histogenéticas.<br />

También en la definición de estos<br />

tumores existen diferencias notables<br />

según los diferentes autores y<br />

escuelas. Especialmente importante es<br />

la consideración de si están incluidos o<br />

no en los tumores que afectan al tejido<br />

conjuntivo de las vísceras.<br />

La definición clásica considera que<br />

son sarcomas de partes blandas todas<br />

aquellas neoplasias malignas que<br />

afectan al tejido extraesquelético no<br />

epitelial, excluyendo el sistema<br />

reticuloendoltelial, la glía y el tejido de<br />

sostén de los diferentes órganos y<br />

vísceras.<br />

Las definiciones actuales incluyen el<br />

concepto de que se trata de un grupo<br />

de neoplasias malignas localizadas en<br />

el tejido conjuntivo en cualquier parte<br />

del <strong>org</strong>anismo, diferentes del hueso y<br />

cartílago.<br />

25.4.2. Epidemiología:<br />

La incidencia de los sarcomas de<br />

partes blandas es el doble a la de los<br />

sarcomas óseos. Así, si la frecuencia<br />

de sarcomas óseos en el sexo<br />

masculino es aproximadamente de 1<br />

caso por 100.000 habitantes/año, la de<br />

sarcoma de partes blandas es de 2,5<br />

para el hombre y de 1,7 casos en la<br />

mujer.<br />

La incidencia global de sarcomas de<br />

partes blandas respecto al volumen de<br />

cáncer en todo el <strong>org</strong>anismo es del 0,7<br />

%. Las cifras varían considerablemente<br />

según la edad, destacando que por<br />

debajo de los 15 años, los sarcomas de<br />

partes blandas constituyen el 6,5 % del<br />

global de las patologías neoplásicas.<br />

En cuanto a su localización, el sitio<br />

más recuente es en la extremidad<br />

inferior (40 %), seguido del tronco con<br />

el 30 % de los casos y la extremidad<br />

superior, cabeza y cuello, en el 15 %<br />

restante.<br />

526<br />

25.4.3. Clasificación:<br />

Las clasificaciones actuales se basan<br />

principalmente en la línea de<br />

diferenciación del tumor, es decir, en el<br />

tipo de tejido que produce el tumor más<br />

que el tipo de tejido del que deriva.<br />

Cada categoría histológica se divide en<br />

un grupo benigno y otro maligno,<br />

aunque esta subdivisión no implica que<br />

los tumores malignos (sarcomas)<br />

deriven de los benignos. De hecho, la<br />

transformación maligna de un tumor<br />

benigno de partes blandas es<br />

extraordinariamente rara, a excepción<br />

del neurofibroma en pacientes con<br />

neurofibromatosis o tumor maligno del<br />

nervio periférico.<br />

En general, los sarcomas de partes<br />

blandas, pueden clasificarse de la<br />

siguiente manera:<br />

• Tumores de tejido fibroso:<br />

• Intermedios: Fibromatosis (tumor<br />

desmoide).<br />

• Malignos: Fibrosarcoma.<br />

• Tumores Fibrohistiocíticos:<br />

- Intermedios:<br />

a) Dermatofibrosarcoma protuberans.<br />

b) Fibroxantoma atípico.<br />

c) Histiocitoma fibroso angiomatoide.<br />

- Malignos: Histiocitoma Fibroso<br />

Maligno.<br />

• Tumores de tejido adiposo:<br />

Liposarcoma.<br />

• Tumores de músculo liso:<br />

• Intermedios: Leiomatosis<br />

intravascular.<br />

• Malignos: Leiomiosarcoma.<br />

• Tumores de los vasos sanguíneos:<br />

• Intermedios:<br />

a) Hemangioendolteiloma<br />

epitelioide.<br />

b) Hemangiopericitoma.<br />

• Malignos:<br />

a) Angiosarcoma.<br />

b) Sarcoma de Kaposi.<br />

• Tumores neurales:<br />

• Malignos:<br />

a) Schwanoma maligno.<br />

b) Sarcoma de células claras.<br />

c) Neuroepiteiloma periférico.<br />

• Miscelánea:<br />

a) Sarcoma sinovial.<br />

b) Sarcoma epitelioide.<br />

c) Sarcoma alveolar.


De todos ellos, los más frecuentes en<br />

los adultos son el Histiocitoma fibroso<br />

maligno y el Liposarcoma; juntos<br />

representan el 35-45 % de todos los<br />

sarcomas. El rabdomiosarcoma,<br />

neuroblastoma y sarcoma de<br />

Ewing/neuroepitelioma periférico<br />

extraesquelético, son los sarcomas<br />

más habituales en la infancia.<br />

25.4.4. Histiocitoma fibroso maligno<br />

25.4.4.1. Introducción:<br />

Es un tumor maligno que se origina de<br />

los histiocitos o de fibroblastos<br />

facultatitvos. Es un tumor relativamente<br />

raro de hueso y su diagnóstico ha ido<br />

reemplazando el de fibrosarcoma en<br />

muchos casos.<br />

25.4.4.2. Epidemiología:<br />

Representa entre el 1 y el 2 % de los<br />

tumores óseos malignos. No hay<br />

diferencias en cuanto a la afectación<br />

por sexos y se da en todas las edades<br />

a partir de los 10 años, siendo más<br />

frecuente en adultos alrededor de los<br />

50 años de edad. Aparece<br />

preferentemente en la región<br />

metafisaria de los huesos largos como<br />

el fémur, la tibia y/o el húmero.<br />

También afectan a la pelvis con cierta<br />

frecuencia, siendo el raquis una<br />

localización excepcional.<br />

25.4.4.3. Diagnóstico:<br />

No hay diferencias con los síntomas de<br />

aparición de otros tumores óseos<br />

malignos: el dolor y la tumefacción son<br />

los signos iniciales más frecuentes. A<br />

veces se desarrollan sobre hueso<br />

pgetico o con otras afecciones.<br />

En cuanto a la radiología, suele<br />

observarse una lesión radiolucente de<br />

bordes mal definidos, localizada en la<br />

región metafisaria, que destruye la<br />

cortical e invade los tejidos blandos<br />

formando una masa. No suele haber<br />

reacción perióstica. La gammarafía<br />

ósea y la RMN son útiles en el<br />

527<br />

diagnóstico y en el estudio del tumor<br />

(Figura 25.17).<br />

Figura 25.17. Fibriohistocitoma maligno.<br />

Obsérvese la masa de bordes bien<br />

definidos, localizados en la parte posterior<br />

del muslo, en íntimo contacto con la diáfisi<br />

femoral.<br />

El diagnóstico diferencial incluye los<br />

mismos tumores que el del<br />

fibrosarcoma.<br />

El estudio ana<strong>tomo</strong>patológico de la<br />

biopsia, muestra la presencia de<br />

células gigantes anaplásicas con un<br />

estroma fibroso. Las células<br />

mononucleares son habitualmente<br />

fibroblastos y muestran una disposición<br />

en “rueda de carro”. Hay abundantes<br />

mitosis, pleomorfismo y actividad<br />

fagocítica. El tumor es bastante<br />

vascular. La diferencia principal con el<br />

fibrosarcoma radica en la presencia de<br />

células gigantes atípicas.<br />

25.4.4.4. Tratamiento:<br />

Las lesiones de bajo grado son<br />

adecuadamente tratadas con resección<br />

de márgenes amplios, mientras que las<br />

de alto grado exigen márgenes<br />

radicales o la amputación, habiéndose<br />

demostrado la efectividad de la<br />

quimioterapia sistémica pre y<br />

postoperatoria para este tipo de<br />

tumores. La radioterapia está indicada<br />

en casos de tumor residual tras la<br />

cirugía.<br />

Cuando la cirugía se complementa<br />

con la quimioterapia, la supervivencia<br />

puede llegar hasta el 60 % de los casos<br />

a los 5 años. Las metástasis<br />

pulmonares oscilan n torno al 30 .


25.4.5. Liposarcoma<br />

25.4.5.1. Introducción:<br />

Es un sarcoma de partes blandas,<br />

cuyas células se diferencian en<br />

adipoblastos o adipocitos.<br />

25.2.5.2. Epidemiología:<br />

Se le considera el sarcoma de partes<br />

blandas más frecuente en el adulto.<br />

Tiene una predilección por el sexo<br />

masculino en localizaciones periféricas,<br />

a diferencia de las localizaciones<br />

retroperitoneales en que predomina en<br />

el sexo femenino.<br />

En cuanto a la edad, es excepcional<br />

durante la infancia y muy raro antes de<br />

los 20 años de edad. Es típica su<br />

presentación en adultos en edades<br />

avanzadas con una máxima incidencia<br />

entre los 50-60 años de edad.<br />

Por lo que respecta a su localización,<br />

se encuentran en los tejidos blandos<br />

profundos, sean tejido muscular o<br />

fibroadiposo. El lugar más frecuente de<br />

presentación es el muslo,<br />

particularmente en el cuádriceps y en la<br />

región poplítea.<br />

25.2.5.3. Diagnóstico:<br />

Consiste en una masa o tumoración<br />

profunda que no se convierte en<br />

aparente hasta alcanzar un tamaño<br />

considerable. El inicio de la<br />

sintomatología es difícil de valorar<br />

debido a que su crecimiento es muy<br />

lento. La masa tumoral puede ser<br />

dolorosa por compresión de troncos<br />

nerviosos o causar un edema de la<br />

extremidad por compresión venosa. El<br />

liposarcoma retroperitoneal no causa<br />

síntomas hasta que alcanza gran<br />

tamaño, momento en el cual se puede<br />

manifestar como la presencia de<br />

hidronefrosis, oclusión intestinal, hernia<br />

inguinal, etc.<br />

La imagen radiográfica de los<br />

liposarcomas es similar a la del<br />

músculo normal. Sin embargo, en<br />

ocasiones se presenta como una masa<br />

con áreas radiopacas y radiolucentes<br />

asociadas. La angiografía tiene aquí su<br />

utilidad, al observarse una amplia<br />

vascularización y captación del<br />

contraste por la numerosa red de vasos<br />

528<br />

neoformados dentro del tumor. Sin<br />

embargo, la RMN suele ser definitiva<br />

(Figura 25.18).<br />

Figura 25.18. RMN de un liposarcoma. La<br />

imágen con contraste permite observar en<br />

este corte sagital en T1, una masa muy<br />

homogénea localizada en la cara posterior<br />

del muslo.<br />

25.2.5.4. Tratamiento:<br />

El tratamiento de elección para los<br />

liposarcomas de bajo grado es la<br />

cirugía de márgenes amplios, dado que<br />

la cirugía marginal va seguida de<br />

recidivas locales en un alto porcentaje<br />

de casos. En el caso de liposarcomas<br />

de alto grado, es preferible la cirugía<br />

radical. La radioterapia también es<br />

efectiva, particularmente en el<br />

liposarcoma mixoide, como tratamiento<br />

adyuvante a la cirugía.<br />

Los liposarcomas pélvicos<br />

retroperitoneales son de muy difícil<br />

abordaje quirúrgico por su localización.<br />

Por ello, cuando se realiza una cirugía<br />

marginal, es necesario asociar<br />

radioterapia postoperatoria.<br />

25.5. Lesiones pseudotumorales.<br />

25.5.1. Introducción:<br />

Se trata de lesiones benignas de<br />

carácter hiperplásico o hamartomatoso,<br />

no propiamente neoplásico. En el caso


de la hiperplasia, una excesiva<br />

proliferación o una degeneración<br />

enlentecida de células normales, con<br />

una estructura y función normal, da<br />

lugar a un acúmulo cuyo crecimiento<br />

cesa con el estímulo causante; en el<br />

caso de los hamartomas, el crecimiento<br />

se origina en células embrionarias<br />

excluidas de la maduración normal que<br />

dan lugar a una formación de<br />

crecimiento autónomo que,<br />

generalmente, se agota en la edad<br />

adulta.<br />

Las lesiones pseudotumorales más<br />

frecuentes de los huesos son:<br />

• Quiste óseo solitario, esencial o<br />

unicameral.<br />

• Quiste óseo aneurismático.<br />

• Quiste óseo yuxtaarticular (ganglión<br />

intraóseo).<br />

• Defecto fibroso cortical y fibroma no<br />

osificante.<br />

• Displasia fibrosa.<br />

• Granuloma eosinófilo.<br />

Otras formas mucho menos frecuentes<br />

de lesiones pseudotumorales son la<br />

miositis osificante, el tumor pardo del<br />

hiperparatiroidismo o el quiste<br />

epidermoide intraóseo.<br />

21.5.2. Quiste Oseo Esencial<br />

25.5.2.1. Introducción:<br />

Se trata de una cavidad<br />

unicompartimental llena de fluido claro<br />

o hemático, delimitada por una<br />

membrana de espesor variable que<br />

consiste en tejido vascular con<br />

presencia de osteoclastos, células<br />

gigantes y áreas de hemorragia<br />

reciente o antigua o cristales de<br />

colesterol.<br />

25.5.2.2. Epidemiología:<br />

En el 90 % de los casos, la edad de<br />

presentación es en las dos primeras<br />

décadas de la vida, con una proporción<br />

hombre/mujer de 2/1. La localización<br />

más frecuente es la metáfisis proximal<br />

del húmero, siguiéndole la metáfisis<br />

distal del húmero y la proximal del<br />

fémur.<br />

529<br />

25.5.2.3. Diagnóstico:<br />

En general, los quistes óseos<br />

esenciales son asintomáticos,<br />

descubriéndose casualmente tras<br />

exploraciones radiográficas por otras<br />

causas, aunque la primera<br />

manifestación puede ser la fractura<br />

patológica tras un traumatismo mínimo.<br />

El aspecto radiográfico del quiste es<br />

de una lesión lítica, de localización<br />

metafisaria generalmente central, que<br />

se expande hasta la cortical, la cual<br />

aparece más fina e incluso insuflada<br />

pero nunca totalmente interrumpida<br />

(Figura 25.19). Aunque sus contornos<br />

son bien definidos, no existe un márgen<br />

escleroso perilesional. Hay ausencia de<br />

reacción perióstica, excepto en caso de<br />

fractura.<br />

Figura 25.19. Imagen radiográfica de un<br />

quiste oseo esencial de la metáfisis distal<br />

de la tibia. A) proyección anteroposterior.<br />

B) proyección lateral.<br />

25.5.2.4. Anatomía Patológica:<br />

• Macroscópica: cavidad ósea llena<br />

de líquido seroso o serohemático,<br />

rodeada por un periostio intacto y<br />

tapizada por una membrana<br />

conectiva de espesor variable.<br />

• Microscópica: pared compuesta por<br />

periostio y trabéculas inmaduras,<br />

con una membrana intraquística de<br />

tejido conjuntivo muy vascular, con<br />

presencia de osteoclastos y células<br />

gigantes junto con hueso inmaduro.<br />

25.5.2.5. Tratamiento:<br />

Las instilaciones de metilpredisolona<br />

son el tratamiento de elección.<br />

Mediante la punción del quiste con dos


agujas de biopsia, se extrae por una de<br />

ellas el fluido con suero fisiológico,<br />

mientras que con la otra se inyecta<br />

metilprednisolona en la misma cantidad<br />

que ha sido extraida. Este<br />

procedimiento puede repetirse en<br />

intervalos de 2 meses si no se<br />

observara la resolución del quiste.<br />

Con el tratamiento propuesto, en un<br />

90 % de los casos la cirugía no es<br />

necesaria. Los primeros signos de<br />

maduración suelen aparecer a partir de<br />

los 6 meses. Aún sin tratamiento, el<br />

quiste óseo esencial tiende a madurar<br />

durante la edad adulta.<br />

25.5.3. Quiste Oseo Aneurismático<br />

25.5.3.1. Introducción:<br />

Lesión osteolítica expansiva<br />

consistente en espacios llenos de<br />

sangre de tamaño variable separados<br />

por septos de tejido conectivo que<br />

contienen trabéculas o tejido osteoide y<br />

osteoclastos.<br />

25.5.3.2. Epidemiología:<br />

Se da predominantemente en mujeres<br />

y, en la mayoría de los casos aparece<br />

en las dos primeras décadas de la vida.<br />

En cuanto a la localización, el quiste<br />

óseo aneurismático es poco específico,<br />

aunque tiene una predilección por los<br />

huesos largos de las extremidades<br />

inferiores.<br />

25.5.3.3. Diagnóstico:<br />

En general, el diagnóstico es accidental<br />

en el curso de un estudio radiográfico<br />

efectuado por otra causa. En este<br />

sentido, la imagen que muestra es de<br />

una lesión osteolítica, insuflativa,<br />

localizada en metáfisis o diáfisis, con<br />

bordes bien definidos, frecuente<br />

existencia de septos en su interior y<br />

con progresiva erosión de las<br />

corticales, las cuales en fases<br />

avanzadas puede romperse<br />

(Figura 25.20). En ocasiones, puede<br />

aparecer un triángulo de Codman.<br />

Según su localización, se dividen en<br />

subperiósticos (frecuente) y centrales.<br />

La arteriografía puede ser de utilidad<br />

para el diagóstico.<br />

530<br />

Figura 25.20. Quiste óseo aneurismático<br />

de localización isquiática.<br />

25.5.3.4. Anatomía Patológica:<br />

• Macrocópica: se aprcianm<br />

cavidades multiloculares de<br />

contenido hemático separadas por<br />

septos fibrosos de grosor variable.<br />

• Microscópica: es bastante<br />

inespecífica. Por la existencia de<br />

septos fibrosos, osteoclastos y<br />

hemorragia, puede ser fácilmente<br />

confundido con un quiste óseo<br />

simple.<br />

25.5.3.5.Tratamiento:<br />

La excisión extraperióstica y curetaje,<br />

están indicadas con o sin uso de<br />

injertos o de algún agente local como el<br />

fenol o el cemento. En algunas<br />

ocasiones, la cirugía puede entrañar<br />

alto riesgo de sangrado, especialmente<br />

en las localizaciones raquídea. Otra<br />

acción terapéutica es la embolización<br />

selectiva, que en muchas ocasiones<br />

evita la cirugía al inducir la osificación<br />

del quiste. También actúa así la<br />

radioterapia, aunque su uso se reserva<br />

para los fracasos con otros métodos.<br />

El quiste óseo aneurismático no es un<br />

proceso neoplásico y, en<br />

consecuencia, cura en la práctica<br />

totalidad de casos, incluso con cirugías<br />

incompletas si se asocian a otros<br />

tratamientos.<br />

25.5.4. Quiste Oseo Yuxtaarticular<br />

(ganglión intraóseo)<br />

25.5.4.1. Introducción:<br />

Lesión benigna quística y a menudo<br />

multiloculada de tejido fibroso con


cambios mucoides, situada en el hueso<br />

subcondral adyacente a una<br />

articulación.<br />

25.5.4.2. Epidemiología:<br />

La incidencia de este quiste es difícil de<br />

conocer por su carácter asintomatico.<br />

En cuanto a la edad, es una lesión<br />

propia de los adultos, con una<br />

predilección por el sexo masculino. La<br />

localización más frecuente es en los<br />

maleolos tibiales.<br />

25.5.4.3. Diagnóstico:<br />

Esta lesión es característicamente<br />

asintomática, aunque eventualmente<br />

puede provocar dolor. En cuanto a la<br />

radiología, se presenta como una<br />

lesión osteolítica oval y bien definida de<br />

localización epifisaria excéntrica y<br />

generalmente rodeada de una fina<br />

capa esclerótica. La cortical adyacente<br />

está erosionada y en ocasiones<br />

abombada (Figura 25.21).<br />

Figura 25.21. Ganglión intraóseo en el<br />

maleolo tibial.<br />

Por lo que respecta al diagnóstico<br />

diferencial, debe distinguirse de<br />

lesiones tumorales y pseudotumorales<br />

que pueden presentar la misma<br />

localización como el quiste óseo<br />

aneurismático, condroma y,<br />

especialmente, el condroblastoma, los<br />

cuales suelen mostrar una erosión o<br />

expansión de la cortical con o sin<br />

calcificaciones en su interior.<br />

25.5.4.4. Anatomía Patológica:<br />

• Macroscópica: idéntica a los<br />

gangliones intraóseos. Son<br />

531<br />

cavidades que contienen un fluido<br />

transparente y viscoso.<br />

• Microscópica: cavidad tapizada de<br />

una membrana de tejido conectivo<br />

formado por fibras colágenas y<br />

fibroblastos.<br />

25.5.4.5. Tratamiento:<br />

En lesiones sintomáticas, el curetaje<br />

con aporte de injertos óseos, si el<br />

tamaño de la lesión lo exige, es el<br />

tratamiento recomendado.<br />

25.5.5. Defecto Fibroso Cortical<br />

(Fibroma no-osificante)<br />

25.5.5.1. Introducción:<br />

Lesión no neoplásica bien definida,<br />

caracterizada por la presencia de tejido<br />

fibroso, dispuesto en remolinos con un<br />

patrón estoriforme, que contiene un<br />

número variable de células gigantes<br />

multinucleadas, pigmentos de<br />

hemosiderina e histiocitos cargados de<br />

lípidos.<br />

25.5.5.2. Epidemiología:<br />

Lesión muy frecuente, pues<br />

probablemente la presentan el 20-30 %<br />

de los niños entre los 4 y 9 años de<br />

edad. Es muy raro observarlo después<br />

de los 20 años. La incidencia en cuanto<br />

al sexo, es ligeramente más recuente<br />

en varones que en mujeres, en una<br />

proporción de 1.5/1. Al parecer, existe<br />

una significativa herencia familiar.<br />

En cuanto a la localización, la más<br />

frecuente es la metáfisis distal del<br />

fémur, en su cara medial o posterior.<br />

En general, presenta predilección por<br />

los huesos largos de las extremidades<br />

inferiores.<br />

25.5.5.3. Diagnóstico:<br />

La mayor parte de los casos son<br />

asintomáticos, aunque pueden producir<br />

dolor si el tamaño es considerable.<br />

La radiología es muy característica,<br />

pues se trata de lesiones radiolucentes,<br />

localizadas excéntricamente en la<br />

metáfisis de los huesos largos<br />

(Figura 25.22).


Figura 25.22. Defecto Fibroso cortical de<br />

la metáfisis distal de la tibia.<br />

Sin embargo, con el crecimiento, la<br />

lesión va sufriendo un desplazamiento<br />

hacia la diáfisis. Su diámetro mayor<br />

siempre se orienta en el sentido del<br />

crecimiento del hueso, mostrando unos<br />

márgenes esclerosos y una forma<br />

policíclica.<br />

25.5.5.4. Anatomía Patológica:<br />

• Macroscópica: tejido compacto de<br />

consistencia elástica de color<br />

amarillento o pardo.<br />

• Microscópica: es independiente del<br />

tamaño. Existen bandas de tejido<br />

histofibroblástico distribuidas<br />

siguiendo un patrón estoriforme con<br />

presencia de células gigantes<br />

multinucleadas y característica<br />

presencia de gránulos de<br />

pigmentos de hemosiderina.<br />

25.5.5.5. Tratamiento:<br />

Los casos asintomáticos, no precisan<br />

tratamiento. En los raros casos que<br />

producen dolor o causen riesgo de<br />

fractura, el curetaje más aporte de<br />

injerto óseo es el tratamiento más<br />

adecuado.<br />

25.5.6. Displasia Fibrosa<br />

532<br />

25.5.6.1. Introducción:<br />

Es un proceso benigno de naturaleza<br />

probablemente malformativa,<br />

caracterizado por la presencia de tejido<br />

fibroso conectivo con una disposición<br />

arremolinada característica y en el que<br />

se encuentran trabéculas de hueso<br />

inmaduro, no laminar. Se define como<br />

una formación intraósea, monostótica o<br />

poliostótica de tejido osteofibroso. En<br />

ocasiones se asocia con máculas<br />

cutáneas, pubertad precoz y desarrollo<br />

óseo precoz, dando lugar al<br />

denominado síndrome de Albrigth.<br />

25.5.6.2. Epidemiología:<br />

Es una lesión frecuente, predominando<br />

las formas monostóticas sobre las<br />

poliostóticas. En cuanto al sexo, es<br />

más frecuente en las mujeres.<br />

El síndrome de Albrigth constituye una<br />

entidad infrecuente, pues representa<br />

menos del 5 % de los casos.<br />

En cuanto a la localización, en las<br />

formas monostóticas se suelen<br />

presentar a nivel de los huesos<br />

maxilares, fémur proximal, tibia,<br />

húmero, costillas, radio e ilíaco,<br />

mientras que en las formas<br />

poliostóticas, se diferencian dos<br />

grupos: a) las oligostóticas, con<br />

afectación de algunos huesos (p.ej.,<br />

fémur, ilion, algunas costillas y<br />

mandíbula; b) las monomélicas o<br />

hemisómicas, afectando una de las<br />

extremidades inferiores y la hemiplevis<br />

homolateral. En otros casos se afecta<br />

la extremidad superior o un<br />

hemicuerpo, incluyendo cráneo, pelvis<br />

y costillas; y c) las generalizadas, con<br />

aparición en extremidades inferiores,<br />

pelvis, escápula, esqueleto del tronco y<br />

cráneo.<br />

25.5.6. 3. Diagnóstico:<br />

Los primeros síntomas se suelen<br />

manifestar entre los 5 y los 15-20 años.<br />

Cuanto más extensa es la enfermedad,<br />

antes se manifiesta la sintomatología.


En las formas monostóticas, las<br />

lesiones pueden ser asintomáticas<br />

hasta un descubrimiento casual en la<br />

edad adulta, o puede aparecer dolor<br />

provocado por microfracturas o<br />

fracturas patológicas y que sobre todo<br />

aparecen en las extremidades<br />

inferiores. Asimismo, existe<br />

tumefacción localizada, especialmente<br />

en las localizaciones de huesos<br />

superficiales (costillas, maxilares, ala<br />

ilíaca, tibia).<br />

En las formas poliostóticas, la<br />

sintomatología es más temprana y más<br />

aparente, estando la severidad de los<br />

síntomas en proporción directa con la<br />

extensión de las lesiones esqueléticas.<br />

Los síntomas y signos clínicos más<br />

frecuentes son: expansión ósea<br />

(tumefacción metafisodiafisaria), dolor<br />

(tipo medio y discontínuo causado por<br />

microfracturas y fracturas patológicas<br />

en la mayoría de casos), deformidad<br />

(sobre todo en extremidades inferiores,<br />

causadas por la expansión,<br />

acortamiento y por fracturas<br />

patológicas), pigmentación cutánea<br />

(producida por acúmulos de melanina<br />

sin relación a las lesiones<br />

esqueléticas), rápido crecimiento y<br />

maduración esquelética, y pubertad<br />

precoz (ocurre casi exclusivamente en<br />

el sexo femenino).<br />

Respecto a los parámetros analíticos,<br />

cabe destacar un incremento de<br />

fosfatasas alcalinas, que es más<br />

precoz en las formas poliostóticas.<br />

Su presentación radiológica depende<br />

de dos condiciones:<br />

1. El tipo de tejido displásdico: cuando<br />

se trata de tejido fibroso<br />

únicamente, se presenta como<br />

osteolisis y radiotransparencia. Esta<br />

última puede presentarse como<br />

imágenes en “vidrio esmerilado”<br />

cuando en su interior existen<br />

cavidades quísticas intralesionales<br />

que contienen múltiples áreas<br />

microscópicas de formación de<br />

hueso (Figura 25.23).<br />

533<br />

Figura 25.23. Displasia fibrosa en la<br />

diáfisis del húmero.<br />

2. La afectación cortical:<br />

presentándose adelgazada en las<br />

formas erosivas, insuflada en las<br />

formas esponjosas, y engrosada<br />

por aposición perióstica en las<br />

formas expansivas.<br />

25.5.6.4. Anatomía Patológica:<br />

• Macroscópica:<br />

Se presenta como un tejido granular<br />

formado por trabéculas óseas finas y<br />

en diferentes estadíos evolutivos, poco<br />

vascularizado excepto en huesos<br />

esponjosos (cráneo, pelvis, costillas),<br />

observándose cavidades quísticas con<br />

contenido líquido serohemático y,<br />

ocasionalmente, islotes cartilaginosos.<br />

• Microscópica:<br />

Se objetiva un tejido histiofibroblástico<br />

con algunas trabéculas óseas<br />

desprovistas de osteoblastos. Los<br />

histiofibroblastos son células<br />

numerosas e insufladas, sin mitosis,<br />

rodeadas de una fina red colágena que,<br />

en ocasiones, adquieren un patrón<br />

“estoriforme”. Se pueden observar


células gigantes multinucleadas,<br />

particularmente alrededor de áreas<br />

hipervascularizadas o hemorrágicas.<br />

En zonas desprovistas de trabéculas<br />

óseas, pueden aparecer con un<br />

aspecto similar al fibroma. Las<br />

trabéculas son delgadas, formando<br />

estructuras como “letras chinas” y<br />

nunca presentan osteoblastos<br />

periféricos ni una estructura lamelar<br />

definida; ocasionalmente, las<br />

formaciones óseas son redondas y<br />

pequeñas, sobre todo en los huesos<br />

craneofaciales. Los vasos son escasos<br />

y estrechos.<br />

Durante la edad adulta se producen<br />

cambios histológicos del tipo de:<br />

disminución celular en el tejido fibroso,<br />

el estroma colágeno se densifica o<br />

presenta diferenciación mixoide o<br />

aparecen células con cristales de<br />

colesterina.<br />

25.5.6.5. Tratamiento:<br />

El tratamiento es exclusivamente<br />

quirúrgico. La radioterapia está<br />

contraindicada por el aumento del<br />

riesgo de malignización. La indicación<br />

de cirugía depende de tres factores:<br />

1. La clínica: el dolor o la fractura<br />

patológica.<br />

2. Edad: en adultos los resultados son<br />

mucho mejores, mientras que en<br />

los niños, tiene una alta<br />

probabilidad de recidiva. En<br />

adolescentes, puede existir un 50 %<br />

de recidiva.<br />

3. La extensión de la displasia.<br />

La cirugía habitual suele ser el<br />

curetaje con aporte de injerto óseo,<br />

aunque en niños es preferible una<br />

simple corrección de las deformidades<br />

óseas mediante osteotomías<br />

correctoras con osteosíntesis estable, a<br />

excepción de la afectación de las<br />

costillas en que es mejor proceder a la<br />

resección ósea.<br />

En cuanto al pronóstico, la progresión<br />

de la displasia en la pubertad es<br />

impredecible. Sin embargo, suele ser<br />

excelente en lesiones circunscritas,<br />

excepto por el riesgo de degeneración<br />

sarcomatosa, la cual se puede producir<br />

en menos del 1 % de los casos, tanto<br />

534<br />

en formas monostóticas como<br />

poliostóticas.<br />

25.5.7. Granuloma Eosinófilo (GO)<br />

25.5.7.1. Introducción:<br />

Se trata de una rara entidad que se<br />

encuentra dentro del grupo de las<br />

Histiocitosis X, siendo definida como<br />

una reticuloendoteliosis de aspecto<br />

granulomatoso de etiología<br />

desconocida.<br />

Las Histiocitosis X, causa diferentes<br />

síndromes con variaciones y formas<br />

intermedias. Los más clásicos de estos<br />

síndromes son:<br />

• El granuloma eosinófilo.<br />

• La enfermedad de Hand-Schuller-<br />

Christian<br />

• La enfermedad de Letterer-Siwe.<br />

25.5.7.2. Epidemiología:<br />

Es una entidad infrecuente con una<br />

predilección clara por el sexo<br />

masculino con respecto al femenino en<br />

una proporción de 2/1. La edad de<br />

presentación está siempre por debajo<br />

de los 20 años de edad, con un pico<br />

máximo de frecuencia entre los 5 y los<br />

10 años. La enfermedad de Hand-<br />

Schuller-Christian ocurre entre los 3 y 5<br />

años de edad, raramente después de<br />

los 15 años, mientras que la<br />

enfermedad de Letterer-Siwe se<br />

observa habitualmente antes de los 3<br />

años de vida.<br />

En cuanto a la localización, el GO<br />

muestra una predilección por los<br />

huesos cortos y planos del esqueleto<br />

axial, en este orden: huesos del cráneo<br />

(frontal y parietal), costillas, pelvis,<br />

huesos maxilares (mandíbula),<br />

columna vertebral (cuerpo vertebral),<br />

clavícula y escápula. Con menor<br />

frecuencia lo podemos observar en<br />

huesos largos (siempre de localización<br />

diafisaria o metafisodiafisaria), como en<br />

la mitad proximal del fémur, el húmero<br />

y la tibia. La localización en los huesos<br />

de la mano o el pie es excepcional.<br />

La enfermedad de Hand-Schuller-<br />

Christian afecta principalmente al<br />

cráneo, fémur, pelvis, mandíbula,<br />

vértebras, costillas y húmero. Otros


órganos afectados por esta<br />

enfermedad son: la piel, la mucosa oral<br />

y genital, los pulmones (localización<br />

bilateral y difusa), los ganglios linfáticos<br />

(con afectación cutánea asociada), el<br />

hígado, el bazo, los riñones y el<br />

encéfalo. En cuanto a la enfermedad<br />

de Letterer-Siwe, se presenta de forma<br />

difusa o generalizada por el sistema<br />

reticuloendotelial, afectando ganglios<br />

linfáticos, bazo, pulmones, hígado,<br />

timo, piel, mucosas y médula ósea.<br />

25.5.7.3. Diagnóstico:<br />

El GO se manifiesta con dolor y<br />

tumefacción, la cual puede ser<br />

considerable en huesos superficiales,<br />

siendo rara la fractura patológica. En su<br />

localización vertebral, puede causar<br />

dolor irradiado y, excepcionalmente,<br />

signos de compresión medular. En<br />

ocasiones, podemos encontrar una<br />

VSG elevada y eosinofilia.<br />

La enfermedad de Hand-Schuller-<br />

Christian se manifiesta con los mismos<br />

síntomas, dependiendo de su<br />

localización, pero la sintomatología<br />

tiende a ser más lentamente<br />

progresiva. En localizaciones<br />

mandibulares y en mucosa oral,<br />

pueden cursar con úlceras en las<br />

encías, piorrea, hemorragias<br />

periodontales e incluso pérdidas de<br />

piezas dentarias. Las localizaciones<br />

pulmonares son poco sintomáticas de<br />

entrada, aunque se pueden presentar<br />

en forma de fiebre y astenia (sugestiva<br />

de tuberculosis); en estadios más<br />

severos y avanzados, puede<br />

observarse enfisema, neumotórax<br />

espontáneo, insuficiencia respiratoria y<br />

cardiaca crónica. Las localizaciones<br />

craneoencefálicas suelen cursar con<br />

exoftalmos, polidipsia-poliuria (diabetes<br />

insípida), hipogonadismo y retardo<br />

mental. En la piel, las erupciones y<br />

eczema seborreico son frecuentes.<br />

También se presenta<br />

hepatoesplenomegalia y afectación de<br />

los ganglios linfáticos (adenopatías que<br />

predominan en las zonas de afectación<br />

cutánea, mucosa u ósea).<br />

La enfermedad de Letterer-Siwe se<br />

manifiesta con síntomas del tipo de<br />

fiebre, adenopatías,<br />

535<br />

hepatoesplenomegalia, erupciones<br />

papulares, eczema seborreico,<br />

manifestaciones úlceronecróticas en<br />

las vías respiratorias altas, otitis,<br />

infecciones recurrentes, diátesis<br />

hemorrágica por plaquetopenia y<br />

anemia hipocroma. Realmente, las<br />

manifestaciones esqueléticas no<br />

ocurren o son de importancia<br />

secundaria dado su rápido y fatal curso<br />

evolutivo.<br />

En cuanto al estudio radiográfico, en<br />

el GO se observan imágenes<br />

osteolíticas que destruyen las<br />

trabéculas óseas y erosionan la cortical<br />

(Figura 25.24).<br />

Figura 25.24. Granuloma eosinófilo<br />

localizado a nivel del cráneo, en el occipital.<br />

En las diáfisis la osteolisis puede ser<br />

central afectando a las dos corticales o<br />

excéntrica, afectando a una cortical.<br />

Las áreas osteolíticas son<br />

homogéneas, redondeadas y, en<br />

ocasiones, policíclicas, bien definidas y<br />

rodeadas de hueso reactivo esclerótico<br />

en las formas menos activas y más<br />

recientes; en las formas más activas y<br />

rápidamente evolutivas se puede<br />

presentar como lesiones osteolíticas<br />

múltiples y confluentes sin halo de<br />

esclerosis. Existen formas agresivas<br />

con importante destrucción ósea y<br />

cortical e impresión radiológica de<br />

malignidad. Pueden presentarse con<br />

reacciones periósticas osteogénicas en<br />

forma de “capas de cebolla”<br />

(particularmente en la clavícula). En la<br />

localización vertebral en adolescentes y<br />

niños, la imagen clásica es la de<br />

“vértebra plana” en la que el cuerpo


vertebral queda reducido a una lámina<br />

ósea por colapso acompañada de<br />

osteolisis que se extiende al pedículo o<br />

a los arcos vertebrales, mientras que<br />

en los adultos, se presenta como áreas<br />

osteolíticas centrales y redondas en el<br />

cuerpo vertebral que en ocasiones no<br />

determinan colapso.<br />

En la enfermedad de Hand-Schuller-<br />

Christian, dada la progresión crónica de<br />

estas lesiones, se observa un halo<br />

esclerótico en torno a las áreas<br />

osteolíticas. En el cráneo, se objetivan<br />

extensas imágenes osteolíticas<br />

confluentes y policíclicas. En la<br />

mandíbula la afectación es tal que se<br />

produce erosión alveolar e incluso<br />

pérdida de piezas dentarias. En la<br />

radiología de tórax, se puede observar<br />

una opacidad reticular bilateral que<br />

evoluciona hacia campos pulmonares<br />

poliquísticos y marcada fibrosis<br />

intersticial bilateral.<br />

En la enfermedad de Letterer-Siwe, la<br />

evolución es tan rápida que lo máximo<br />

que se llega a observar, en contadas<br />

ocasiones, es una osteopenia<br />

generalizada o pequeñas áreas de<br />

osteolisis diseminadas en cráneo,<br />

pelvis y fémures.<br />

Radiográficamente hablando, el<br />

granuloma eosinófilo puede<br />

confundirse con el sarcoma de Ewing o<br />

el neuroblastoma metastásico (por su<br />

localización en huesos del esqueleto<br />

axial y diáfisis) y con la osteomielitis<br />

(principalmente en localizaciones<br />

diafisarias y clavícula).<br />

25.5.7.4. Anatomía Patológica:<br />

• Macroscópica:<br />

Areas blandas, en ocasiones<br />

semilíquidas, de color pardo amarillento<br />

con áreas hemorrágicas y de necrosis<br />

colicuativa. En la forma crónica o en<br />

GO de larga evolución, se puede<br />

observar una consistencia más firme y<br />

el predominio del color amarillo por su<br />

abundante contenido fibrosos y graso.<br />

• Microscópica:<br />

Se observan abundantes histiocitos<br />

(células de Langerhans), rodeados por<br />

un infiltrado de granulocitos eosinófilos,<br />

acompañados de neutrófilos y linfocitos<br />

(la estructura recuerda la de un<br />

536<br />

granuloma inflamatorio). El estroma<br />

está formado por reticulina que rodea<br />

los acúmulos celulares. También nos<br />

encontramos con células gigantes<br />

multinucleadas, con citoplasma con<br />

acúmulos grasos o gránulos de<br />

hemosiderina. Las células gigantes<br />

multinucleadas se observan en GO de<br />

larga evolución o en las formas<br />

crónicas junto con una disminución en<br />

el número de eosinófilos y aumento<br />

gradual de fibrosis.<br />

25.5.7.5. Tratamiento:<br />

El granuloma eosinófilo tiene tendencia<br />

a la maduración de tipo cicatricial o<br />

incluso, en algunos casos de afectación<br />

vertebral con “vértebra plana”, a la<br />

restitución “ad integrum”. Sin embargo,<br />

en aquellos casos que ello no sea así,<br />

el tratamiento de elección se basa en la<br />

inyección intralesional de corticoides de<br />

absorción lenta (normalmente de 1 a 3<br />

inyecciones de 50-150 mg de<br />

metilprednisolona, separadas por un<br />

periodo de 6-12 meses). Otras<br />

modalidades de tratamiento pueden<br />

ser: biopsia, curetaje simple, curetaje<br />

más injerto óseo, radioterapia y<br />

quimioterapia. En algunos casos, se ha<br />

realizado laminectomía descompresiva<br />

por problemas neurológicos asociados<br />

a la presentación vertebral, aunque<br />

normalmente estos casos se tratan<br />

mediante inmovilización con corsé junto<br />

con quimioterapia y/o radioterapia.<br />

En la forma crónica diseminada, el<br />

tratamiento se basa en la<br />

administración de corticoides. La<br />

radioterapia está contraindicada en las<br />

lesiones pulmonares, puesto que<br />

favorece la fibrosis. En cuanto a las<br />

raras formas agudas y difusas, el<br />

tratamiento consiste en la<br />

administración de corticosteroides,<br />

quimioterápicos, antibióticos y<br />

transfusiones.<br />

Por lo que hace referencia al<br />

pronóstico, en el GO es siempre<br />

excelente, incluso en las formas<br />

múltiples. Las recidivas postquirúrgicas<br />

son raras. Sin embargo, en la<br />

enfermedad de Hand-Schuller-<br />

Christian, el pronóstico depende de la<br />

localización y la extensión de las


lesiones. El peor de los casos es aquél<br />

que se presenta asociado a una<br />

diabetes insípida y fibrosis pulmonar,<br />

aunque las lesiones esqueléticas<br />

pueden desaparecer con radioterapia<br />

selectiva. En la enfermedad de<br />

Letterer-Siwe, el pronóstico es fatal en<br />

pocos meses hasta 1-2 años. Los<br />

signos de pronóstico desfavorable son:<br />

edad menor de tres años,<br />

esplenomegalia, diátesis hemorrágica,<br />

leucopenia, afectación de múltiples<br />

huesos. Si los pacientes sobreviven<br />

más de tres años al inicio de los<br />

síntomas, el pronóstico se torna más<br />

favorable.<br />

25. 6. Metástasis óseas<br />

25.6.1. Introducción:<br />

El cáncer óseo metastático es la<br />

diseminación al esqueleto de un tumor<br />

primario ubicado en otro órgano. El<br />

esqueleto, conjuntamente con el<br />

hígado y el pulmón, es una de las<br />

localizaciones habituales de la<br />

diseminación metastásica.<br />

Las lesiones esqueléticas<br />

metastásicas son de observación<br />

mucho más frecuente que los tumores<br />

óseos primarios y, en muchos casos,<br />

suponen la primera manifestación de la<br />

enfermedad maligna al ser aún<br />

desconocida, por su latencia o estado<br />

subclínico, la neoplasia primitiva.<br />

La incidencia de mestástasis óseas en<br />

la neoplasias malignas es difícilde<br />

precisar, oscilando entre un 30-70%.<br />

Ello se debe probablemente a la<br />

variabilidad en las técnicas elegidas<br />

para detectar lugares de afectación<br />

ósea metastásica. Aunque los<br />

sarcomas pueden diseminarse a los<br />

huesos, la mayor parte de las<br />

metástasis óseas son de origen<br />

carcinomatoso.<br />

25.6.2. Patogenia de las metástasis<br />

óseas:<br />

El desarrollo de metástasis óseas<br />

requiere de dos estadíos<br />

fundamentales:<br />

1. Invasión del sistema sanguíneo o<br />

linfático por la neoplasia primitiva,<br />

cutos émbolos cancerosos deberán<br />

537<br />

alcanzar el sistema circulatorio de<br />

la médula hematopoyética. La lenta<br />

circulación de la sangre en el hueso<br />

y el hecho de que las sinusoides<br />

medulares poseen una pared<br />

discontínua, favorece la detención y<br />

el acceso de las células tumorales<br />

desde la corriente sanguínea al<br />

tejido intersticial medular.<br />

2. Viabilidad de las células<br />

neoplásicas en la médula ósea, que<br />

al multiplicarse y desarrollarse irán<br />

invadiendo los espacios medulares<br />

y posteriormente las trabéculas<br />

óseas. La extensión directa al<br />

cartílago o al periostio es<br />

infrecuente.<br />

25.6.3. Vías de diseminación:<br />

En su diseminación, las neoplasias<br />

utilizan dos vías fundamentales de<br />

extensión hacia los huesos: la vía<br />

linfática y la vía sanguínea, siendo esta<br />

última la más importante<br />

(Figura 25.25).<br />

Figura 25.25. Vías de diseminación<br />

metastásica de las neoplasias al hueso.<br />

• Diseminación linfática:<br />

Los carcinomas son los que muestran<br />

una mayor tendencia a seguir este<br />

camino de extensión. El papel que<br />

desempeña el sistema linfático en las<br />

metástasis óseas es poco importante,<br />

ya que aparentemente no hay<br />

conductos linfáticos en la médula ósea.<br />

Sin embargo, las células neoplásicas<br />

que siguen esta vía de diseminación<br />

pueden alcanzar posteriormente el<br />

sistema sanguíneo mediante el<br />

confluente linfovenoso.


• Diseminación hematógena:<br />

Es la vías más importante de<br />

diseminación de las neoplasias hacia el<br />

esqueleto. La invasión directa arterial<br />

es muy infrecuente, siendo el sistema<br />

venoso la principal ruta de<br />

propagación. La vía sanguínea puede<br />

ser alcanzada directamente, tal es el<br />

caso de los sarcomas, o indirectamente<br />

a través del sistema linfático y el<br />

confluente linfovenoso, como sucede<br />

por lo general en los carcinomas. Una<br />

vez que las células tumorales se hallen<br />

en el torrente venoso, se depositarán<br />

en el primer lecho capilar que atraviese<br />

la sangre, hepático o pulmonar; desde<br />

este último alcanzan la circulación<br />

sistémica y, por tanto, al esqueleto. Sin<br />

embargo, en ocasiones se presentan<br />

focos metastásicos óseos en ausencia<br />

de afección visceral. En este sentido,<br />

es importante el papel que desempeña<br />

el plexo venoso paravertebral de<br />

Batson. Constituido por una red de<br />

venas carentes de válvulas, situadas<br />

alrededor de las vértebras y del canal<br />

espinal, mantiene extensas<br />

comunicaciones con las venas del<br />

canal espinal y con las del sistema<br />

cava, porta, acygos y pulmonar. El pool<br />

resultante representa un gran<br />

reservorio vascular donde la corriente<br />

es muy lenta y la dirección del flujo<br />

sanguíneo variable, influenciándose por<br />

cambios de presión en alguno de estos<br />

vasos (como sucede al toser o<br />

defecar). Debido a estas extensas<br />

comunicaciones del plexo de Bastón y<br />

a la variabilidad en la dirección del flujo<br />

sanguíneo, las neoplasias originadas<br />

en diferentes sitios, como órganos<br />

pélvicos y mama, al diseminarse<br />

pueden asentar en cualquier zona a lo<br />

largo del curso de los vasos, incluso el<br />

esqueleto, aún en ausencia de afección<br />

hepática o pulmonar.<br />

Neoplasias malignas localizadas en<br />

órganos o tejidos adyacentes al hueso,<br />

pueden alcanzarlo por extensión<br />

directa local. Esta forma de invasión<br />

ósea no constituye una vía metastásica<br />

y, por tanto, no nos concierne en este<br />

capítulo.<br />

538<br />

25.6.4. Osteofilia de las neoplasias:<br />

Aunque cualquier neoplasia puede<br />

diseminarse a los huesos, la mayor<br />

parte de las metástasis óseas son de<br />

origen carcinomatoso.<br />

Las neoplasias que muestran más<br />

osteofilia en orden de frecuencia son:<br />

próstata, mama, riñón, pulmón y<br />

tiroides. En la práctica clínica, debido a<br />

la diferente incidencia de los distintos<br />

tipos de neoplasias primarias, se<br />

observarn por orden de frecuencia<br />

metástasis óseas de carcinoma de<br />

mama, próstata, pulmón, riñón y tubo<br />

digestivo, suponiendo los cuatro<br />

primeros más del 75 % de las<br />

metástasis esqueléticas en adultos. El<br />

carcinoma de próstata es responsable<br />

del 60 % de las metástasis<br />

esqueléticas en el varón y el de mama<br />

del 70 % en la mujer.<br />

En los niños, las causas más<br />

frecuentes de metástasis óseas son el<br />

neuroblastoma, el sarcoma de Ewing,<br />

el osteosarcoma y las neoplasias de<br />

tejidos blandos.<br />

25.6.5. Localización de las<br />

metástasis óseas:<br />

Los focos metastáticos pueden<br />

localizarse en cualquier parte del<br />

esquelto. Sin embargo, hay huesos en<br />

los que asientan con mayor frecuencia:<br />

• Columna vertebral (lumbar, dorsal).<br />

• Costillas.<br />

• Pelvis.<br />

• Esternón.<br />

• Cráneo.<br />

• Extremo proximal del húmero y<br />

fémur.<br />

La región mayormente afectada es la<br />

columna vertebral, en especial la<br />

lumbar y dorsal, pudiendo estar<br />

lesionadas una o varias vértebras. Las<br />

lesiones metastásicas son más<br />

frecuentes en los cuerpos vertebrales<br />

que en los elementos del arco<br />

posterior, aunque la destrucción es<br />

más común en las metástasis que en el<br />

mieloma.<br />

Las costillas, los huesos de la pelvis,<br />

el esternón, el cráneo y los extremos


proximales del húmero y fémur, son<br />

otras localizaciones comunes de<br />

asentamiento metastático, mientras<br />

que la escápula, la clavícula y los<br />

huesos maxilares son lugares poco<br />

habituales.<br />

La afección de los huesos de la mano<br />

o del pie es excepcional (0,1-0,3 % de<br />

todos los casos) y, cuando se presenta,<br />

por lo general lo hace en el contexto de<br />

una diseminación generalizada. Las<br />

neoplasia que con más frecuencia<br />

produce acrometástasis es el<br />

carcinoma pulmonar. Las falanges<br />

terminales en la mano y el calcáneo en<br />

el pie son los lugares comúnmente<br />

afectados.<br />

En circunstancias inusuales las<br />

metástasis desarrollan en<br />

localizaciones óseas que están<br />

previamente alteradas por<br />

enfermedades (osteomielitis,<br />

enfermedad de Pager) o por<br />

manipulaciones quirúrgicas (implantes<br />

metálicos).<br />

Cambios en el flujo sanguíneo local o<br />

en la resistencia del tejido de invasión<br />

neoplásica podrían favorecer el<br />

desarrollo tumoral.<br />

25.6.6. Manifestaciones clínicas:<br />

El síntoma clínico más importante es el<br />

dolor, que suele ser tenaz y de ritmo<br />

inflamatorio, impidiendo el descanso<br />

nocturno. Puede ser consecuencia del<br />

crecimiento y la expansión del foco<br />

metastático intraóseo, de fracturas<br />

patológicas o de la compresión de<br />

estructuras neurológicas adyacentes.<br />

En estos últimos casos, se tratará<br />

sobre todo de dolores radiculares, uni o<br />

bilaterales, por compresión de raices<br />

nerviosas. En relación con la intensidad<br />

del dolor y con el grado de destrucción<br />

ósea, es frecuente encontrar<br />

impotencia funcional.<br />

Las lesiones metastásicas en columna<br />

vertebral pueden provocar afección<br />

neurológica por compresión medular.<br />

Las fracturas patológicas pueden<br />

producirse como consecuencia de<br />

focos metastáticos osteolíticos en<br />

vértebras o huesos largos. En la<br />

columna vertebral, esta complicación<br />

es bien conocida, produciéndose con<br />

539<br />

frecuencia el colapso del cuerpo<br />

vertebral en que asienta la metástasis.<br />

Las fracturas patológicas que<br />

acompañan a metástasis en los huesos<br />

tubulares, son más frecuentes en el<br />

extremo proximal del fémur, aunque<br />

otras porciones de éste o de otros<br />

huesos pueden también afectarse.<br />

Cuando se ha destruido más del 50 %<br />

de la superficie cortical, existe el riesgo<br />

de fractura, estando en estos casos<br />

indicada la fijación interna profiláctica<br />

(Figura 25.26).<br />

El crecimiento de las metástasis<br />

puede desbordar el hueso invadiendo<br />

las partes blandas adyacentes. En esos<br />

casos, si la lesión metastásica asienta<br />

en huesos superficiales como costillas,<br />

clavícula o esternón, es posible que se<br />

produzca deformidad tumoral palpable.<br />

Figura 25.26. Metástasis óseas<br />

secundarias a un carcinoma de mama, que<br />

han provocado una fractura patológica de<br />

la diáfisis femoral.<br />

En los casos raros en que tienen lugar<br />

acrometástasis se produce tumefacción<br />

e incluso eritema de la lesión. Si la<br />

metástasis es articular aparecen signos<br />

flogóticos secundarios a la sinovitis<br />

carcinomatosa.<br />

Junto a las manifestaciones clínicas<br />

producidas por las metástasis óseas,<br />

podrán existir síntomas sistémicos


como anorexia, astenia y pérdida de<br />

peso, así como síntomas y signos<br />

clínicos relacionados con el crecimiento<br />

local de la neoplasia primitiva y con la<br />

existencia de otros posibles focos<br />

metastáticos extraóseos. Sin embargo,<br />

es posible que la primera y única<br />

manifestación de la enfermedad<br />

maligna sea la lesión ósea metastásica<br />

al ser el tumor primario clínicamente<br />

latente.<br />

25.6.7. Manifestaciones biológicas:<br />

La hipercalcemia es una conocida<br />

manifestación de las neoplasias. La<br />

causa más frecuente de la misma<br />

suelen ser las metástasis óseas<br />

osteolíticas generalizadas. Sin<br />

embargo, puede tener lugar en<br />

ausencia de afección metastásica en el<br />

esqueleto, constituyendo en estos<br />

casos un síndrome paraneoplásico.<br />

En ciertas neoplasias que provocan<br />

metástasis óseas escleróticas<br />

(especialmente de próstata), es posible<br />

también detectar hipercalcemia. La<br />

frecuencia oscila entre un 5-13 %,<br />

dependiendo de la fórmula utilizada<br />

para determinar la concentración de<br />

calcio corregido.<br />

El aumento de fosfatasas alcalinas en<br />

suero refleja la magnitud de la actividad<br />

osteobástica en ausencia de afectación<br />

hepática. En individuos con lesiones<br />

puramente osteolíticas, esta elevación<br />

aparece solamente después de<br />

afección ósea extensa con fracturas<br />

patológicas.<br />

La osteocalcina, al igual que las<br />

fosfatasas alcalinas, es un marcador<br />

que traduce la actividad osteoblástica;<br />

al no verse influida por la existencia de<br />

alteraciones hepáticas, está provista de<br />

mayor especificidad. Sin embargo,<br />

parece ser que la repercusión de las<br />

metástasis óseas sobre los valores<br />

séricos de osteocalcina es muy escasa,<br />

siendo por tanto, su sensibilidad muy<br />

inferior a la de las fosfatasas alcalinas.<br />

Asimismo, la elevación en los niveles<br />

de hidroxiprolina en orina traduce el<br />

grado de resorción ósea.<br />

Algunos pacientes con metástasis<br />

óseas osteoblásticas de orígen<br />

prostático presentan datos de<br />

540<br />

laboratorio de osteomalacia que se<br />

confirman por his<strong>tomo</strong>rfometría. Estos<br />

datos incluyen hipofosfatemia,<br />

hiperfosfaturia, normo o hipocalcemia,<br />

aumento de fosfatasas alcalinas y<br />

descenso en los niveles de 1,25<br />

hidroxivitamina D3, siendo normales los<br />

niveles de 25-hidroxivitamina D3 y de<br />

parathormona.<br />

Ciertas neoplasias se acompañan de<br />

un incremento en los niveles séricos de<br />

determinadas sustancias que actúan<br />

como marcadores biológicos tumorales:<br />

fosfatasa ácida en el carcinoma<br />

prostático, alfa-fetoproteina en el<br />

hepatocarcinoma. Antígeno<br />

carcinoembrionario (CEA) en<br />

carcinomas colorectales y<br />

pancreáticos.<br />

25.6.8. Diagnóstico por la imagen:<br />

• Radiología convencional:<br />

Existe un periodo de tiempo en que las<br />

alteraciones óseas metastásicas son<br />

radiológicamente latentes. Hay que tner<br />

en cuenta que puede haber una<br />

variación de hasta un 30 % de pérdida<br />

o ganancia ósea sin que ello se<br />

traduzca en la imagen radiográfica. Se<br />

rata pues de una exploración necesaria<br />

pero insensible en las fases precoces<br />

de la lesión, por lo que es imposible<br />

descartar la presencia de metástasis<br />

aunque el examen radiográfico de<br />

resultado negativo.<br />

Los tipos de alteración ósea en la<br />

radiografía podrá ser lítico,<br />

condensante o mixto.<br />

Las lesiones osteoblásticas se<br />

presentan inicialmente como área de<br />

mayor densidad, donde la estructura<br />

trabecular ha desaparecido o es<br />

borrosa. A medida que se desarrollan,<br />

aparecen zonas moteadas irregulares,<br />

donde las áreas de esclerosis se<br />

interponen entre áreas de aspecto<br />

normal. En ocasiones se presentan<br />

como amplias zonas difusas de<br />

aumento de radiodensidad. Las<br />

metástasis osteoblásticas son típicas<br />

del carcinoma de próstata, y de forma<br />

menos constante se observan en el<br />

carcinoma bronquial, carcinoma de


nasofaringe, mama, vejiga, estómago y<br />

páncreas (Figura 25.27).<br />

Figura 25.27. Metástasis de tipo<br />

osteoblastico en columna, secundarias a un<br />

carcinoma de próstata.<br />

El aspecto de las lesiones osteolíticas<br />

puede ser bien definido (destrucción<br />

ósea geográfica) o pobremente<br />

delimitado (patrón moteado de<br />

destrucción ósea). Generalmente se<br />

inician a partir de un foco metastático<br />

situado en el hueso esponjoso, pero<br />

con el tiempo progresa hacia la<br />

periferia destruyendo la cortical y<br />

provocando en muchas ocasiones<br />

fracturas patológicas o aplastamientos<br />

vertebrales. En muy raras ocasiones<br />

originan masas en partes blandas. Este<br />

tipo de metástasis generalmente se<br />

deben a carcinomas de tiroides, riñón y<br />

tracto intestinal, observándose también<br />

en el carcinoma de mama, pulmón,<br />

melanoma, hepatocarcinoma y en<br />

ciertos tumores malignos de cabeza y<br />

cuello.<br />

La lesiones mixtas osteolíticasosteoblásticas<br />

generalmente ocurren<br />

en el carcinoma de pulmón, cérvix<br />

uterino y en algunos carcinomas del<br />

tracto gastrointestinal.<br />

En las metástasis óseas es<br />

infrecuente la reacción perióstica, a<br />

diferencia de la extensa periostitis que<br />

acompaña a los tumores malignos<br />

primarios del esqueleto. En raras<br />

ocasiones se ha observado una<br />

importante reacción perióstica en<br />

“estallido” en lesiones metastásicas<br />

originadas por carcinoma de próstata,<br />

541<br />

retinoblastoma, neuroblastoma y<br />

carcinomas gastrointestinales.<br />

Generalmente, las lesiones<br />

metastásicas en el esqueleto son<br />

múltiples, aunque es posible encontrar<br />

lesiones solitarias, especialmente en<br />

pacientes con carcinoma de rincón o<br />

tiroides. En ocasiones, por radiología<br />

se detecta una única lesión<br />

metastásica, pero la gammagrafía ósea<br />

efectuada en este momento pone en<br />

evidencia la existencia delusiones<br />

mútiples.<br />

• Gammagrafía ósea:<br />

Es una técnica muy sensible y precoz<br />

en el diagnóstico de la existencia y<br />

extensión de metástasis óseas,<br />

utilizando como marcador derivados<br />

fosforados del tecnecio. Además de<br />

poder demostrar la existencia de<br />

metástasis antes que la exploración<br />

radioráfica, facilita una información más<br />

certera del número, la distribución y el<br />

tamaño de las mismas. En raras<br />

ocasiones las metástasis se presentan<br />

como “imágenes frías” en casos de<br />

destrucción ósea muy acusada y<br />

ausencia de perfusdión anguínea a ese<br />

nivel, o dan lugar a un aumento difuso<br />

de acumulación del radioisótopo en<br />

todo el esqueleto axial, un fenómeno<br />

observable en casos de carcinoma de<br />

próstata; en este último caso la<br />

gammagrafia puede interpretarse<br />

erróneamente como normal, a no ser<br />

que la menor actividad en la fijación<br />

renal y en el esqueleto apendicular<br />

alerten al clínico (Figura 25.28).<br />

Figura 25.28. GGO de un paciente con<br />

carcinoma de próstata. Obsérvese el<br />

acúmulo del trazado en costillas, húmero<br />

derecho, pelvis, esternón y columna.


Los falsos negativos ocurren en<br />

casos de tumores que proucen escasa<br />

o nula respuesta osteoblástica, como<br />

carcinomas de tiroides bien<br />

diferenciados o metástasis osteolíticas<br />

de crecimiento muy rápido.<br />

• Tomografía axial computerizada<br />

(TAC):<br />

Esta técnica puede ser utilizada para<br />

establecer la naturaleza de una lesión<br />

ósea en casos de gammagrafía positiva<br />

y falta de datos decisivos en la<br />

radiología convencional. La TAC<br />

representa, además, un excelente<br />

medio de definición de extensión de la<br />

lesión metastásica, que es un<br />

importante factor en el esqueleto axial<br />

donde el riesgo de compresión medular<br />

puede dictaminar el inicio inmediato de<br />

radioterpia.<br />

• Resonancia magnética nuclar<br />

(RMN):<br />

Dicha técnica posee ventajas sobre la<br />

TAC en la evaluación de pacientes con<br />

metástasis óseas ya que su capacidad<br />

para delimitar la extensión del tumor n<br />

la médula y en tejidos bandos es aún<br />

mayor. La TAC, sin embargo, es de<br />

mayor utilidad para mostrar la<br />

presencia de depósitos calcificados y<br />

las fracturas patológicas.<br />

• Biopsia ósea:<br />

La realización de biopsia ósea., se<br />

llevará a cabo con dos finalidades:<br />

1) confirmar la naturaleza metastásica<br />

de una lesión en aquellos casos que<br />

plateen dudas diagnósticas y la lesión<br />

sea fácilmente accesible, y 2) poder<br />

determinar la estirpe celular para<br />

orientar así el origen de la neoplasia<br />

primitiva cuando ésta sea desconocida.<br />

La mayor parte de las veces el estudio<br />

anatompatológico de la metástasis,<br />

orienta hacia la neoplasia primaria<br />

desde un punto de vista histológico,<br />

pero en ocasiones muestra<br />

características que sugieren o<br />

descubren su origen, como sucede en<br />

el carcinoma de tiroides y riñón y a<br />

veces en el hepatocarcinoma.<br />

La biopsia ósea puede realizarse por<br />

simple punción o a cielo abierto.<br />

542<br />

Dependiendo de la situación y del<br />

tamaño del lesión, de los riesgos o<br />

complicaciones y de la experiencia del<br />

médico, se llevará a cabo de una u ora<br />

forma.<br />

25.6.9. Tratamiento:<br />

El tratamiento del paciente neoplásico<br />

con metástasis esqueléticas es<br />

fundamentalmente paliativo; la finalidad<br />

del mismo es aliviar los síntomas<br />

específicos sin perseguir una intención<br />

curativa del proceso base. De los<br />

diferentes tipos de modalidades<br />

terapéuticas paliativas podemos<br />

separar dos grupos bien diferentes. Por<br />

una parte están los tratamientos<br />

espcíficos o antineoplásicos, en los que<br />

cabe utilizar la radioterapia, la cirugía,<br />

la quimioterapia y la hormonoterapia.<br />

Por otro lado, nos encontramos con los<br />

tratamientos paliativos inespecíficos,<br />

que incluyen, entre otros, los<br />

analgésicos.<br />

• Tratamientos específicos:<br />

• Radioterapia:<br />

Su efecto más beneficioso es la<br />

paliación del dolor, que se consigue sin<br />

complicaciones en un 70-100 % de los<br />

casos. La mejoría se presenta hacia la<br />

segunda semana de iniciarse el<br />

tratamiento, prolongándose en casi<br />

todos los casos de 1 a 3 meses. Se ha<br />

comprobado que la irradiación<br />

hemicorporal con dosis únicas de 5-8<br />

Gy es tan eficaz como los tratamientos<br />

multifraccionados.<br />

La radioterapia puede ser útil también<br />

ante problemas mecánicos<br />

ocasionados por el crecimiento de las<br />

metástasis, como puede ser la<br />

compresión medular y la prevención del<br />

hundimiento vertebral; en el primer<br />

caso se aplicará tras laminectomía.<br />

Cuando las metástasis asientan en<br />

huesos tubulares, la radioterapia puede<br />

estar también indicada para prevenir<br />

fracturas patológicas o, en caso de<br />

fracturas ya establecidas, utilizarse<br />

precediendo a la intervención<br />

quirúrgica.<br />

La irradiación de metástasis únicas<br />

procendentes de tumores extirpables y


muy radiosensibles, como es el caso<br />

del seminoma o el neuroblastoma,<br />

puede conseguir la curación.<br />

• Quimioterapia:<br />

Se eligirá según el tipo histológico del<br />

tumor primitivo. Cuando éste no se<br />

identifica, la mayor parte de las veces<br />

se trata de adenocarcinomas<br />

indiferenciados, de mal pronóstico, en<br />

los que regimenes terapéuticos<br />

incluyen 5-fluorouracilo, mitomicina C o<br />

nitrosureas , sólo producen respuesta<br />

en aproximadamente un 12 % de los<br />

casos, con un promedio de duración de<br />

unos tres meses y medio.<br />

• Hormonoterapia:<br />

Ciertos tumores malignos están<br />

influidos en su crecimiento y desarrollo,<br />

por el estado hormonal del huésped, de<br />

forma que la presencia activa de<br />

determinadas hormonas en el tejido<br />

tumoral favorece o dificulta la<br />

generación de células neoplásicas. La<br />

hormonoterapia en el tratamiento de las<br />

neoplasias malignas tiene como<br />

objetivo variar el clima tumoral que<br />

favorece el crecimiento del tumor para<br />

producir, al menos, una respuesta<br />

transitoria. En este sentido, las<br />

metástasis óseas de carcinomas de<br />

mama y próstata y de ciertos tipos de<br />

carcinoma de tiroides, pueden<br />

presentar una respuesta favorable a la<br />

hormonoterapia.<br />

• Cirugía:<br />

Se utiliza con finalidad profiláctica<br />

cuando existe riesgo de fractura y<br />

también como tratamiento de fracturas<br />

ya establecidas; en estos casos debe<br />

intentarse siempre, excepto en<br />

pacientes preterminales, ya que con<br />

ella se consigue reducir el dolor y a la<br />

vez mejorar la capacidad funcional.<br />

La cirugía resulta imprescindible<br />

cuando existe compresión medular.<br />

Tales casos requieren laminectomía<br />

urgente, pudiéndose instaurar<br />

posteriormente radioterapia. La cirugía<br />

curativa podrá llevarse a cabo en<br />

algunos casos de metástasis solitarias<br />

de tumor primitivo extirpable y<br />

radiosensible.<br />

543<br />

• Tratamientos inespecíficos:<br />

• Analgésicos:<br />

El tratamiento farmacológico del dolor<br />

suele ser necesario en asociación con<br />

otras modalidades terapéuticas. El uso<br />

de analgésicos ha de ser progresivo en<br />

la escala farmacológica. Habitualmente<br />

se comienza con antiinflamatorios no<br />

esteroideos (AINES) combinados con<br />

analgésicos no narcóticos tipo<br />

paracetamol. Si se precisa de un<br />

tratamiento más intenso se recurrirá a<br />

los narcóticos menores o, si es<br />

necesario, a los mórficos.<br />

• Calcitonina:<br />

Es una delas principales hormonas<br />

reguladoras del metabolismo cálcico y<br />

un potente inhibidor de la resorción<br />

osteoclástica. Diersos estudios han<br />

mostrado la eficacia de la calcitonina<br />

en el manejo terapéutico de la<br />

hipercalcemia maligna, así como su<br />

efecto analgésico en pacientes con<br />

dolor asociado a metástasis óseas.<br />

• Difosfonatos<br />

De los muchos compuestos que<br />

pertenecen a la famita de los<br />

bifosfonatos, el clodronato ha<br />

demostrado su eficacia en el<br />

tratamiento de la osteolisis y la<br />

hipercalcemia asociadas a metástasis<br />

óseas. Recientemente se ha<br />

comunicado una mayor eficacia cuando<br />

se utiliza el pamidronato, tanto en su<br />

capacidad de reducir el dolor como en<br />

retardar la progresión de la destrucción<br />

ósea metastásica.


26.1. Afecciones de la extremidad<br />

inferior.<br />

26.1.1. Cadera:<br />

La articulación de la cadera es asiento<br />

frecuente de patologías complejas y<br />

funcionalmente graves, condicionadas<br />

por sus características biomecánicas y<br />

su especial desarrollo y<br />

vascularización. Así, en los primeros<br />

años de vida, estas peculiaridades son<br />

más aún específicas y dan lugar a<br />

afecciones congénitas, paralíticas y del<br />

desarrollo, mientras que desde los 4<br />

años de vida hasta la adolescencia, la<br />

sinovitis transitoria, la enfermedad de<br />

Perthes y la epifisiolisis proximal del<br />

fémur, constituyen las afecciones<br />

específicas más importantes de la<br />

cadera, las dos últimas por su potencial<br />

gravedad a medio y largo plazo, y la<br />

primera por su frecuencia.<br />

26.1.1.1. Displasia de la cadera en<br />

desarrollo (Luxación congénita de<br />

cadera).<br />

26.1.1.1.1. Introducción:<br />

El término de displasia del desarrollo<br />

de la cadera ha sustituido al clásico de<br />

luxación congénita de cadera,<br />

entendiéndose como tal al<br />

desplazamiento intracapsular de la<br />

cabeza femoral desde su normal<br />

desarrollo en el acetábulo, que puede<br />

evolucionar a una interrupción en el<br />

desarrollo normal de la articulación,<br />

previo o inmediatamente después del<br />

nacimiento.<br />

Sin embargo, esta patología puede<br />

presentarse con distintos grado de<br />

afección, desde la pérdida completa de<br />

contacto entre ambos componentes<br />

articulares (epífisis femoral y cótilo),<br />

que constituyen la verdadera luxación,<br />

hasta estadíos de inestabilidad de<br />

cadera (luxable) o el contacto parcial<br />

de los componenetes articulares<br />

CAPITULO 26. ORTOPEDIA INFANTIL<br />

544<br />

(subluxación). Por todo ello, se va<br />

utilizando cada vez más el término de<br />

“Displasia de la cadera en desarrollo”<br />

en vez de luxación congénita de<br />

cadera.<br />

26.1.1.1.2.Epidemiología:<br />

Las referencias clásicas establecen<br />

una incidencia de Displasia de la<br />

cadera en desarrollo de 1 por mil a 2<br />

por mil nacidos vivos, pero estudios<br />

posteriores, en los que engloban<br />

subluxaciones, inestabilidades y<br />

luxaciones, han incrementado<br />

notablemente el porcentaje de<br />

afectación que llega a referirse en<br />

oscilaciones entre el 4 y el 20 %. Esta<br />

afección es más frecuente en el sexo<br />

femenino (proporción 4/1), y en el 20 %<br />

de los casos es bilateral. En los casos<br />

unilaterales se afecta con mayor<br />

frecuencia (67 % de los casos), la<br />

cadera izquierda.<br />

26.1.1.1.3.Etiología:<br />

Diversos cuadros de desequilibrio<br />

muscular o hiperlaxtitud franca<br />

(Artrogriposis, síndrome de Down en el<br />

nacimiento, mielomieningocele,<br />

parálisis espástica, etc.), ocasionan<br />

luxaciones de la cadera con<br />

características diferentes a las del<br />

cuadro clínico típico. En este sentido, si<br />

nos centramos única y exclusivamente<br />

en este tipo de luxaciones, podemos<br />

observar que existen dos tipos de<br />

factores patogénicos significativos en<br />

su génesis: intrínsecos y extrínsecos, y<br />

que a manera de resumen, los más<br />

importantes son:<br />

• Antecedentes familiares.<br />

• Nacimiento por cesárea.<br />

• Oligohidramnios.<br />

• Hipertensión materan.<br />

• Primípara más parto gemelar.<br />

• Sobrepeso al nacer.<br />

• Pie talo.


• Tortícolis congénita.<br />

• Trastorno postural.<br />

• Sexo femenino.<br />

• Presentación de nlgas.<br />

26.1.1.1.4. Diagnóstico:<br />

Como es obvio, las manifestaciones<br />

clínicas de esta afección varían con el<br />

desarrollo cronológico de las<br />

deformidades descritas y, en<br />

consecuencia, difieren<br />

considerablemente en el recién nacido,<br />

el lactante, y el niño que ya camina. Es<br />

especialmente importante conocer la<br />

expresión clinica de esta patología en<br />

el recién nacido, ya que ello permite un<br />

diagnóstico y tratamiento precoces, que<br />

normalicen la situación y aborten desde<br />

su principio la secuencia de<br />

alteraciones secundarias que<br />

acabamos de describir.<br />

• Recien nacido:<br />

La exploración de la estabilidad de la<br />

cadera es parte de la exploración<br />

rutinaria realizada en las primeras 72<br />

horas de vida a todo recién nacido en<br />

la mayor parte de los paises. Es<br />

aconsejable que esta exploración se<br />

repita a las 6 semanas, y de nuevo<br />

entre los 6 y 10 meses de vida,<br />

especialmente si se trata de niños con<br />

los factores de riesgo antes<br />

comentados.<br />

Las dos maniobras exploratorias<br />

fundamentales, la de Ortolani y la de<br />

Barlow, pretenden comprobar la<br />

“luxabilidad” y la “reductibilidad” de la<br />

cadera.<br />

• Maniobra de Ortolani:<br />

Colocando el pulgar del médico en la<br />

cara interna del muslo del recien nacido<br />

y los dedos índice y medio en su cara<br />

lateral, se realiza una abducción<br />

progresiva, acompañada de presión<br />

anterior sobre la zona del trocánter<br />

mayor con la cadera y rodilla a 90º de<br />

flexión. La introducción de la cabeza en<br />

el acetábulo se percibe como un<br />

545<br />

chasquido al saltar la cabeza sobre el<br />

reborde acetabular posterior<br />

(Figura 26.1).<br />

Figura 26.1. Maniobra de Ortolani (ver<br />

texto).<br />

• Maniobra de Barlow:<br />

Llevando tanto la cadera como la rodilla<br />

a 90º de flexión y con la cadera en<br />

adducción, se presiona con el dedo<br />

pulgar en la ingle sobre la extremidad<br />

proximal del fémur, tratando de<br />

desplazarla en sentido posterior, hasta<br />

percibir un resalte o chasquido que<br />

coincide con la luxación de la cabeza<br />

(Figura 26.2).<br />

Figura 26.2. Maniobra de Barlow (ver<br />

texto).


Asimismo, la presencia de una<br />

limitación de la abducción de la cadera<br />

puede ser tan indicativa como las<br />

pruebas descritas (Figura 26.3).<br />

Figura 26.3. Limitación de la abducción.<br />

Sin embargo, aunque estas<br />

maniobras exploratorias son muy<br />

orientativas, requieren para ser fiables<br />

un cierto grado de experiencia, ya que<br />

hay un notable grado de variabilidad<br />

inter e intraobservador. En caso de<br />

duda, hay que tomar en consideración<br />

los siguientes pasos:<br />

1. Volver a citar al niño.<br />

2. Volver a explorarlo.<br />

3. Tomar el tiempo necesario para<br />

hacerlo.<br />

4. No olvidarse de explorar la cadera<br />

contralateral, y<br />

5. Practicar una ecografía.<br />

En este último apartado, la ecografía<br />

resulta ser muy importante en el<br />

diagnostico de la luxación congénita,<br />

pues aparte de su carácter no invasivo,<br />

su reducido coste y la ausencia de<br />

irradiación, permite la posibilidad de<br />

estudiar la cadera de forma tanto<br />

estática como dinámica. En algunos<br />

paises europeos, la ecografía se<br />

considera obligatoria en todos los<br />

recien nacidos, mientras que en otros<br />

se reserva a aquellos casos que<br />

presentan determinados factores de<br />

riesgo. Por ecografía es posible<br />

confirmar el diagnóstico, valorar la<br />

profundidad y orientación acetabular, y<br />

546<br />

determinar la estabilidad y calidad de la<br />

reducción obtenida.<br />

• Lactante:<br />

La presencia de alteraciones<br />

secundarias se traduce en un cuadro<br />

clínico más definido. Así, el movimiento<br />

de abducción se encuentra más<br />

limitado. Asimismo, se hace evidente el<br />

acortamiento aparente del muslo por el<br />

ascenso de la cabeza luxada, lo que se<br />

conoce con el nombre de signo de<br />

Galeazzi (Figura 26.4).<br />

Figura 24.4. Signo de Galeazzi (ver texto).<br />

Dado que todas estas manifestaciones<br />

clínicas se basan en comparaciones<br />

con la extremidad inferior contralateral,<br />

son de escaso valor en los casos de<br />

afectación bilateral. En estos casos<br />

puede ser de ayuda la palpación del<br />

trocánter mayor y su relación con la<br />

línea que une la espina ilíaca<br />

anterosuperior con la tuberosidad<br />

isquiatica (línea de Nelaton): en<br />

condiciones normales el trocánter<br />

mayor es inferior o tangente a dicha<br />

linea. Asimismo, en pacientes<br />

normales, la línea que une el trocánter<br />

mayor con la espina iliaca<br />

anterosuperior pasa por el ombligo,<br />

mientras que se sitúa por debajo del<br />

mismo por el ascenso de la cabeza y el<br />

trocánter cuando la cadera está luxada.<br />

En cuanto al estudio radiográfico, no<br />

aconsejable su practica rutinaria en el<br />

recien nacido por la falta de núcleo de<br />

osificación cefálico, se hace necesaria<br />

en el lactante. Sin embargo, es preciso<br />

que la radiorafía se realice con la pelvis<br />

adecuadamente estabilizada y las<br />

caderas en abducción-adducción<br />

neutra y discreta flexión (30º). De esta<br />

manera, es posible obtener una


proyección perfectamente centrada al<br />

observarse los orificios obturadores y la<br />

morfología de ambos ilíacos,<br />

completamente iguales.<br />

Para valorar la posición de la cabeza<br />

femoral, la mayor parte de los signos<br />

radiográficos descritos toman como<br />

referencia la línea que une ambos<br />

cartílagos fisarios triradiados (línea de<br />

Hilgenreiner), la vertical tangente al<br />

reborde acetabular superolateral (línea<br />

de Perkins) y la línea cérvico-obturatriz<br />

ó línea de Shenton (Figura 26.5).<br />

Figura 26.5. Líneas de referencia de la<br />

pelvis en la valoración de la luxación<br />

congénita de cadera. En la imagen se ha<br />

dibujado una cadera normal (derecha) y<br />

una cadera patológica (izquierda), para<br />

observar las iferencias (ver texto). s: línea<br />

de Shenton. n: núcleo epifisario. α: ángulo<br />

acetabular.<br />

Estas líneas permiten apreciar<br />

diferencias de posición entre la cadera<br />

patológica y la normal. El ángulo o<br />

índice acetabular, formado entre las<br />

líneas que, desde el reborde acetabular<br />

inferomedial, se dirigen una<br />

horizontlamente y la otra hacia el<br />

reborde acetabular superolatral, no<br />

debe ser mayor de 25º. En ocasiones<br />

se emplea la proyección de Von Rosen,<br />

con las caderas en máxima rotación<br />

interna y en abducción de 45º; en ella<br />

se aprecia un ascnso del eje diafisario<br />

femoral del lado afectado con respecto<br />

al opuesto.<br />

• Niño que deambula:<br />

Con el inicio de la deambulación, el<br />

acortamiento aparente de la extremidad<br />

inferior, la contractura en flexión y<br />

547<br />

aproximación de la cadera, la rotación<br />

externa del miembro y la insuficiencia<br />

del aparato abductor, se traducen en<br />

un cuadro en que destaca la marcha de<br />

Trendelmburg o de pato, es decir, al<br />

caminar, el paciente desvía el tronco<br />

hacia el lado de la luxación por la<br />

insuficiencia de los gúteos en mantener<br />

la pelvis horizontal.<br />

26.1.1.1.5. Tratamiento:<br />

El tratamiento de la displasia del<br />

desarrollo de la cadera varía según la<br />

edad del niño. En general, éste tiene<br />

que ser más agresivo a medida que<br />

aumenta la edad de los pacientes y por<br />

ello existe más riesgo de<br />

complicaciones con el paso del tiempo.<br />

Esto obliga, obviamente, a realizar el<br />

diagnóstico lo antes posible.<br />

• Tratamiento antes de los 6 meses<br />

de edad:<br />

El tratamiento en esta edad consiste en<br />

reducir la cadera y mantener la<br />

reducción mediante un vendaje, ortesis<br />

o arnés, que debe reunir dos<br />

condiciones fundamentales:<br />

1) mantener la cadera en flexión (100º)<br />

y abducción moderadas (45º), y<br />

2) proporcionar una contención elástica<br />

no rígida.<br />

El dispositivo utilizado puede ser<br />

desde un par de simples pañales hasta<br />

aparatos, más o menos complejos,<br />

como el arnés de Pavlik (Figura 26.6).<br />

Figura 68.6. Arnésde Pavlik para el<br />

tratamiento de la displasia del desarrollo de<br />

la cadera.<br />

Hay ocasiones, especialmente si el<br />

tratamiento se intaura cuando el


paciente tiene más de 2 ó 3 meses,<br />

que la abducción se bloquea a los 30º,<br />

poniendo en peligro la suavidad de la<br />

manipulación. En estos casos, puede<br />

ser necesario el empleo de una<br />

tracción cutánea durante 2-3 semanas<br />

para vencer la retracción capsular y la<br />

de los músculos adductores. Incluso<br />

puede ser necesaria la tenotonía de<br />

estos ultimos para conseguir una<br />

reducción sin manipulación forzadas y<br />

poder colocar el dispositivo elegido<br />

para manetener la reducción.<br />

Habitualmente el arnés se mantiene<br />

por espacio de 6 semanas con<br />

controles periodicos. Su paulatina<br />

supresión comienza cuando<br />

exploraciones repetidas confirman la<br />

estabilidad de la ariculación. Sin<br />

embargo, el tiempo de inmovilización<br />

será tanto más prolongado cuanto más<br />

tarde se instaure el tratamiento.<br />

• Tratamiento entre los 6 meses y 2<br />

años de edad:<br />

En esta fase, las alteraciones<br />

secundarias están ya establecidas, con<br />

lo que la reducción cerrada es<br />

prácticamente imposible y, en cualquier<br />

caso, más arriesgada si previamente<br />

no se vence la resistencia ejercida por<br />

dichas alteraciones secundarias.<br />

En pimer lugar, se coloca una tracción<br />

cutánea mantenida durante 2-3<br />

semanas y, seguidamente se realiza<br />

una tenotomía de adductores con el fin<br />

de descender la cabeza, apoximándola<br />

al acetábulo. En estas condiciones<br />

puede intentarse la reducción por<br />

manipulación con maniobras similares<br />

a las de Ortolani y Barlow combinadas<br />

y con la suavidad de rigor. Mediante<br />

ecografía se comprueba el grado de<br />

reducción obtenido y/o identificar las<br />

probables causas de irreductibilidad.<br />

Si se consigue la reducción, es<br />

conveniente la inmovilización enyesada<br />

en la posición antes comentada<br />

durante 3 meses, realizando a las 6<br />

semanas un cambio de yeso para<br />

comprobar la reducción obtenida.<br />

En los casos en los que no es posible<br />

la reducción completa, especialmnte si<br />

se detectan obstáculos por la ecografía<br />

o si la cabeza es inestable en la<br />

548<br />

posición habitual, es necesario recurrir<br />

a la cirugía, eliminando todos los<br />

impedimentos presentes (limbo<br />

invertido, pulvinar hipertrófico,<br />

ligamento transverso ensanchado, etc.)<br />

y/o practicar una capsulorrafia que<br />

reduzca el grado de inestabilidad.<br />

Después de la intervención se aplica un<br />

yeso de morfología y duración similares<br />

a lo anteriormente comentado.<br />

• Tratamiento a partir de los 2 años:<br />

La actuación sobre las partes blndas en<br />

este grupo de edad es similar a la<br />

descrita en la etapa anterior, aunque<br />

lógicamente la gravedad de las<br />

alteraciones secundarias es mayor y la<br />

probabilidad de obtener un resultado<br />

óptimo se reduce proporcionalmente al<br />

tiempo que haya transcurrido sin<br />

instaurarse ningún tratamiento.<br />

Además, en estos pacientes, se<br />

observan alteraciones óseas más<br />

significativas. Este es el motivo por el<br />

que, con frecuencia, es necesario<br />

realizar, además, una osteotomía<br />

proximal desrotatoria y varizante, con el<br />

fin de corregir la persistencia de la<br />

anteveresión y el valgo (Figura 26.7).<br />

Figura 26.7. Osteotomia desrotatoria y<br />

varizante femoral en un niño de 6 años con<br />

luxación congénita de cadera.<br />

En ocasiones, es necesario aumentar<br />

la capacidad de contención del cótilo<br />

mediante una osteotomía peviana<br />

Salter (Figura 26.8).


Figura 26.8. Osteotomía pelviana de<br />

Salter.<br />

Sin embargo, tanto las osteotomías<br />

femorales como las pelvianas, deben<br />

considerarse en presencia de una<br />

reducción concéntica completa, buena<br />

amplitud de movilidad articular,<br />

esfericidad aceptable de la epífisis<br />

cefálica, y sufiente capacidad plástica<br />

de remodelación. En este sentido,<br />

dicha remodelación desaparce a partir<br />

de los 4 años, motivo por el cual las<br />

osteotomías pelvianas, si bien tienen<br />

un efecto compensador, no tienen el<br />

potencial de remodelamiento<br />

necesario. Por esta razón, si el<br />

diagnóstico de la luxación se realiza a<br />

partir de esta edad, el tratamiento<br />

recomendado es la osteomía pelviana<br />

con el fin de acomodar al máximo la<br />

cabeza femoral en el acetábulo y, así,<br />

evitar en lo posible la aparición de<br />

cambios degenerativos en fases<br />

tempranas de la vida.<br />

26.1.1.2. Epifisiolisis de la cabeza<br />

femoral<br />

26.1.1.2.1. Introducción:<br />

Dicha afección consiste en el<br />

deslizamiento de la cabeza femoral<br />

sobre el cuello del fémur, de tal forma<br />

que la cabeza es mantenida en su<br />

posición por el cótilo, mientras que el<br />

resto del fémur asciende y rota, tanto<br />

por acciones musculares como por la<br />

carga (Figura 28.9).<br />

549<br />

Figura 26.9. Epiisiolisis de la cabeza<br />

femoral.<br />

Debido a su carácter progresivo,<br />

resulta imprescindible realizar un<br />

diagnóstico precoz si no se quieren<br />

tener secuelas irreversibles en forma<br />

de artrosis.<br />

26.1.1.2.2. Epidemiología:<br />

La incidencia de la epifisiolisis femoral<br />

proximal varía entre 1 y 3 casos por<br />

100.000, siendo la causa más<br />

frecuente de dolor e impotencia<br />

funcional de cadera en la adolescencia.<br />

Es tres veces más frecuente en el sexo<br />

masculino que en el femenino, en el<br />

que la edad media de presentación se<br />

sitúa entre los 11 – 13 años. Es más<br />

frecuente en la cadera izquierda y, en<br />

el 25 % de los casos es bilateral.<br />

26.1.1.2.3. Etiología:<br />

Aparentemente existen varios factores<br />

implicados en la etiopatogenia de esta<br />

afección, siendo los más aceptados los<br />

de origen endocrino, los mecánicos y la<br />

inflamación o sinovitis acompañante.<br />

Por lo que hace referencia a los<br />

factores endocrinos, determinadas<br />

pruebas clínicas (como la mayor<br />

frecuencia en obsesos y con retraso de<br />

la maduración sexual), sugieren la<br />

participación de dichos factores, si bien<br />

es poco frecuente y no significativa la<br />

alteración de niveles hormonales<br />

alterados. Sin embargo, distintos<br />

cuadros endocrinos bien definidos<br />

(hipotiroidismo, hipogonadismo e<br />

hipopituitarismo) se acompañan de<br />

epifisiolosis femoral proximal con cierta<br />

frecuencia. Desde el punto de vista<br />

experimental, se ha podido demostrar


cómo los estrógenos aumentan la<br />

resistencia de la fisis y la hormona del<br />

crecimiento la disminuye.<br />

Por lo que respecta a los factores<br />

mecánicos, se ha comprobado que las<br />

fuerzas ejercidas durante la actividad<br />

normal de pacientes obesos e<br />

inmaduros, son suficientes para hacer<br />

fallar la unión epifisometafisaria.<br />

Asimismo, la disminución del ángulo de<br />

anteversión femoral en estos pacientes,<br />

apuntan a favor de una cierta influencia<br />

mecánica en la génesis de este cuadro.<br />

Por último, todos los estudios macro y<br />

microscópicos coinciden en señalar la<br />

constante presencia de una intensa<br />

inflamación sinovial con derrame<br />

articular, aunque ello muy bien pudiera<br />

ser la consecuencia del deslizamiento<br />

epifisario y no la causa. Sin embargo,<br />

estudios recientes han comprobado<br />

una notable elevación de<br />

inmunoglobulina y factor C3 del<br />

complemento en determinados<br />

pacientes. Estos hallazgos sugieren<br />

una etiopatogenia inflamatoria<br />

sistémica en el seno de la cual la<br />

epifisiolisis proximal femoral sería una<br />

manifestación local.<br />

Sea como fuere, el resumen de lo<br />

comentado en este apartado sería que<br />

la epifisiolisis proximal de la cabeza<br />

femoral es una enfermedad o variante<br />

de la normalidad, que afecta a la<br />

resistencia mecánica del cartílago<br />

fisario de algunos niños, debilitándolos<br />

frente a la acción de la gravedad, la<br />

carga y la actividad muscular.<br />

26.1.1.2.4. Diagnóstico:<br />

Dependiendo del tiempo de evolución<br />

la epifisiolisis de la cabeza femoral<br />

puede clasificarse en: aguda (15 %),<br />

crónica (50 %) y aguda sobre crónica<br />

(35 %). En cualquier caso, la mayor<br />

parte de los pacientes terminan<br />

evoluionando a un grado leve de<br />

desplazamiento con moderada<br />

deformidad de la cabeza femoral.<br />

Clínicamente, el cuadro se manifiesta<br />

con dolor más o menos severo en la<br />

región inguinal, con irradiación hacia la<br />

cara anterior del muslo. Sin embargo,<br />

un 15 % de los casos aparecen de<br />

forma aguda, un 50 % de forma<br />

550<br />

crónica, y un 35 % de forma aguda<br />

sobre crónica. Junto con el dolor se<br />

instaura una limitación funcional de la<br />

cadera, especialmente a la rotación<br />

interna. Es característico que existe<br />

también una limitaciónde la flexión,<br />

aunque ésta desaparece cuando se<br />

realiza con la misma en rotación<br />

externa. Existe además cojera,<br />

acompañada en ocasiones de<br />

Trendelemburg.<br />

Desde el punto de vista radiográfico,<br />

es necesario practicar dos<br />

proyecciones, una anteroposterior de<br />

pelvis y otra axial de ambas caderas,<br />

pues como se ha comentado antes, en<br />

el 25 % de los casos la afectación es<br />

bilateral. En los casos muy iniciales, es<br />

muy difícil realizar el diagnóstico,<br />

aunque puede observarse la presencia<br />

de osteoporosis metafisaria y<br />

ensanchamiento e irregularidad de la<br />

fisis. No obstante, cuando se ha<br />

iniciado el deslizamiento, una línea<br />

recta trazada siguiendo el borde<br />

superior del cuello femoral en la<br />

proyección anteroposterior, corta o no<br />

llega a rozar un segmento cefálico de<br />

menor tamaño que en el lado sano.<br />

Dicha línea se la llama de Klein<br />

(Figura 26.10).<br />

A<br />

B<br />

Figura 26.10. Línea de Klein. A) esquema.<br />

B) Aspecto radiográfico. Obsérvese que la<br />

línea de Klein no atraviesa la cabeza<br />

femoral izquierda, mientras que sí lo hace<br />

sobre la derecha (normal).


En la proyección axial, se objetiva<br />

perfectamente el deslizamiento, el cual<br />

puede valorarse en cuatro estadios<br />

(Figura 26.11).<br />

Figura 26.11. Estadíos de la epifisiliisis de l<br />

cabeza femoral, según el grado de<br />

deslizamiento.<br />

- Estadío I. no hay desplazamiento,<br />

aunque puede existir un aumento<br />

del diámetro de la fisis así como un<br />

aspecto moteado de la metáfisis<br />

con respecto al lado sano.<br />

- Estadío II: desplazamiento de la<br />

cabeza femoral con respecto al<br />

cuello femoral, inferior a 1/3 de su<br />

superficie normal de contacto.<br />

- Estadío III: desplazamiento igual o<br />

superior a 1/3 del diámetro de la<br />

fisis.<br />

- Estadío IV: desplazamiento muy<br />

importante y con frecuencia de<br />

manera brusca.<br />

26.1.1.2.5. Tratamiento:<br />

Dado que la precaria irrigación<br />

sanguínea de la cabeza femoral ya ha<br />

sido amenazada por el deslizamiento a<br />

través del cartílago de crecimiento,<br />

deberá evitarse una manipulación<br />

forzada.<br />

El objetivo del tratamiento en las<br />

primeras fases consiste en prevenir un<br />

551<br />

ulterior deslizamiento y esto se<br />

consoigue mediante la fusión de la fisis<br />

(Epifisiodesis). Sin embargo, el<br />

ratamiento plantea tres riesgos: 1)<br />

rigidez. 2) necrosis epifisaria y 3) coxitis<br />

laminar.<br />

Las indicaciones del tratamiento están<br />

en función del desplazamiento<br />

observado. Así:<br />

- En las eipfisiolisis de Tipo I y II, se<br />

realiza una fijación sencilla de la fisis<br />

por medio de un tornillo (Figura<br />

28.12).<br />

Figura 26.12. Epifisiodesis de ambas<br />

caderas en un niño de 12 años afecto de<br />

epifisiolisis bilateral de la cabeza femoral.<br />

- En las epifisiolisis de Tipo III, al ser ya<br />

un deslizamiento muy importante, la<br />

fusión es muy difícil, por lo que se<br />

recomienda la osteotomía<br />

subtrocantérea para recolocar la<br />

cabeza femoral en una situación más<br />

fisiológica que eviten las fuerzas de<br />

cizallamiento que pudieran producirse.<br />

- En las epifisilolisis agudas, está<br />

indicada la reducción manual suave<br />

bajo control con escopia y proceder a la<br />

epifisiodesis.<br />

26.1.1.3. Sinovitis transitoria de<br />

cadera<br />

26.1.1.3.1. Definición:<br />

Es un proceso de comienzo agudo y<br />

habitualmente unilateral, caracterizado<br />

desde el punto de vista clínico, por<br />

dolor, claudicación y limitación de la<br />

movilidad, que evoluciona<br />

espontáneamente a la resolución<br />

gradual, y en cuya génesis se le


atribuye una causa inflamatoria<br />

articular de causa desconocida.<br />

26.1.1.3.2. Etiología:<br />

Aunque puede presentarse desde la<br />

infancia hasta la adolescencia, la<br />

mayor parte de los casos aparecen en<br />

torno a los 6 años (3 – 8 años),<br />

representando en esta edad la causa<br />

más frecuente de dolor coxofemoral.<br />

Entre el 17 y 30 % de los casos,<br />

existe un antecedente traumático<br />

previo, mientras que el resto, las<br />

infecciones orofaríngeas son los<br />

antecedentes más habituales antes de<br />

presentar el cuadro doloroso.<br />

26.1.1.3.3. Diagnóstico:<br />

El diagnóstico se establece por<br />

exclusión, una vez descartadas,<br />

mediante una anamnesis, exploración y<br />

métodos complementarios, otras<br />

afecciones de mayor gravedad, entre<br />

las que destaca por encima de todas la<br />

artritis séptica.<br />

Habitualmente los pacientes refieren<br />

un dolor de comienzo agudo en la<br />

región inguinal o en la parte anterior del<br />

muslo. El dolor puede ser persistente, o<br />

aparecer sólo al caminar o al correr. A<br />

la claudicación se añade una<br />

contractura en flexión y rotación<br />

externa, con limitación de la rotación<br />

interna y la abducción.<br />

Exceptuando una moderada<br />

leucocitosis con aumento de la VSG,<br />

las pruebas de laboratorio son<br />

anodinas. En cuanto al estudio por la<br />

imagen, en la radiografía<br />

anteroposterior de cadera, puede ser<br />

objetivable, en comparación con la del<br />

lado sano, un aumento de las partes<br />

blandas, especialmente el<br />

ensanchamiento del contorno capsular,<br />

si bien dicho signo es de escasa<br />

fiabilidad. Otra exploración a tener en<br />

cuenta es la ecografía,<br />

fundamentalmente para detectar<br />

presencia de líquido, en cuyo caso y<br />

siempre que la clínica sugiriese una<br />

artritis séptica, sería motivo para<br />

practicar una artrocentesis diagnóstica<br />

(Figura 26.12).<br />

552<br />

Figura 26.12. Estudio ecográfico de la<br />

cadera. A) normal. B) con sinovitis.<br />

Obsérvese la distensión de la cápsula<br />

articular con respecto a la de la cadera<br />

contralateral . (A) labrum acetabular. (H)<br />

cabeza femoral. (P) fisis. (N) cuello femoral.<br />

(C) cápsula articular.<br />

26.1.1.3.4. Tratamiento:<br />

Al ser un cuadro autolimitado, el<br />

tratamiento de esta afección requiere<br />

un cierto reposo y la administración de<br />

AINE. En tres o cuatro días suele haber<br />

la regresión espontánea de la<br />

sintomatología con la vuelta a las<br />

actividades normales. Solo en aquellos<br />

casos en los que existiera una<br />

contractura en flexión, está justificado<br />

colocar una tracción cutánea por<br />

espacio de unos días, con el fin de<br />

vencer el espasmo muscular existente.<br />

26.1.2. Rodilla:<br />

26.1.2.1. Luxación congénita de<br />

rodilla<br />

Esta anomalía congénita infrecuente es<br />

a menudo una manifestación de la<br />

artrogriposis y consiste en una luxación<br />

anterior de la articulación de la rodilla.<br />

La rodilla luxada, hiperextendida y en<br />

abducción, requiere con frecuencia una<br />

reducción y elongación operatoria de<br />

las partes blandas periarticulares<br />

(cápsula y músculos). Con mayor<br />

frecuencia, en ciertos lactantes puede<br />

observarse una hiperextensión<br />

congénita de la rodilla (genu<br />

recurvatum) sin luxación; esta anomalía<br />

que es menos grave suele ser<br />

susceptible de métodos trapéuticos no<br />

operatorios que llevan consigo la


colocación de una serie de yesos con<br />

correcciones progresivas de la<br />

deformidad.<br />

26.1.2.2. Luxación congénita de la<br />

rótula.<br />

Tal como se comentó en el capítulo de<br />

los traumaismos de la extremidad<br />

inferior, muchos auores creen que la<br />

luxación aguda de la rótula es de causa<br />

congénita. Sin embargo, no siempre es<br />

así. En la luxación congénita, suele<br />

observarse una hipoplasia, tanto de la<br />

rótula como del cóndilo femoral<br />

externo, motivo por el cual la luxación<br />

es siempre lateral.<br />

El tratramiento de este trastorno es la<br />

reconstrucción prcoz sobre el tejido<br />

bando que afecta al mecanismo del<br />

cuádriceps.<br />

26.1.2.3. Menisco lateral discoideo.<br />

Esta es una nomalía aislada en la que<br />

el menisco externo, más grueso que lo<br />

normal, tiene una forma discoide y<br />

carece de adecuada adherencia en su<br />

parte posterior. A medida que se<br />

extiend la rodilla del niño, el grueso<br />

menisco es impulsado bruscmente<br />

hacia delante y el cóndilo femoral<br />

monta sobre él, empujandolo<br />

bruscamente hacia atrás, lo cual<br />

explica el brusco chaquido que se<br />

produce durante el movimiento de la<br />

rodilla. El menisco discoide suele<br />

producir dolor en los pimeros años de<br />

la vida y, en muchos casos, debe<br />

procederse a su exéresis.<br />

26.1.3. Pie<br />

26.1.3.1. Pie zambo congénito<br />

26.1.3.1.1. Introducción:<br />

El pie zambo o talipes equinovaro, es la<br />

anomalía congénita más importate del<br />

pie. El término pie zambo es una<br />

denominación genérica para cualquier<br />

clase de pie deformado, aunque el uso<br />

ha hecho que se denomine<br />

553<br />

específicamnte asñi la asociación del<br />

pie equino, varo y supinazo<br />

(Figura 26.13).<br />

Figura 26.13. Pie zambo.<br />

Esta asociación de deformidades suele<br />

observarse como consecuencia de<br />

algunas patologías generalizadas de<br />

orígen neuromuscular (espina bífida,<br />

parálisis espásticas y flácidas,<br />

artrogriposis) u óseas (enanismo<br />

diastrófico, síndrome de Larsen).<br />

26.1.3.1.2. Etiología:<br />

El pie zambo congénito se encuentra<br />

en 1 a 3 de cada 100 nacidos vivos,<br />

con predominio por el sexo masculino<br />

(2,5/1) y moderado a favor del lado<br />

derecho, con frecuente carácter<br />

bilateral (50 %). Existe una indudable<br />

predisposición familiar. En este sentido,<br />

la afectación de alguno de los padres y<br />

de un hijo multiplica por cinco esta<br />

última cifra.<br />

En cuanto a las causas, éstas pueden<br />

ser extrínsecas o intrínsecas. Entre las<br />

primeras destacan la compresión o<br />

modelado mecánico intrauterino en<br />

caso de oligohidramnios, mioma, etc.,<br />

mientras que entre las segundas están<br />

las alteraciones de los huesos y<br />

articulaciones (subluxación medial del<br />

escafoides) y los factores neurógenos y<br />

miógenos, aunque aún hoy en día<br />

constituye un enigma sin resolver. Sin<br />

embargo, se sabe que existe la<br />

deformidad en las primeras fases del<br />

desarrollo embrionario en las que el pie<br />

empieza a formarse por primera vez.


Los músculos de la cara posterior y<br />

medial de la pierna, son excisavamente<br />

cortos y además las cápsulas fibrosas<br />

de las articulaciones deformadas son<br />

gruesas y están contraidas sobre el<br />

lado cóncavo de la deformidad.<br />

Estas contracturas del tejido blando<br />

resisten progresivamente a la<br />

contracción a medida que trasncurren<br />

las semanas y dan origen a<br />

modificaciones secundarias no sólo de<br />

la forma de los huesos con crecimiento<br />

activo, sino tambien de las<br />

articulaciones afectadas. La<br />

apreciación de esta observación<br />

debería servir para recalcar la<br />

tremenda importancia de un<br />

tratamiento muy precoz.<br />

26.1.3.1.3. Diagnóstico<br />

Mientras que el pie zambo típico de<br />

moderada gravedad resulta fácil de<br />

diagnostiar, el pie zambo leve debe<br />

distinguirse del proceso denominado<br />

“equinovarus posicional”, debido<br />

simplemente a la posición inrauterina y<br />

que puede, por tanto, ser colocado<br />

fácilmente en su posición normal. El pie<br />

zambo grave debe diferenciarse de un<br />

tipo menos corriente, pero más<br />

molesto, de deformidad en quinovaro<br />

asociada con espina bífida y/o<br />

artrogriposis.<br />

Sea como fuere, existen unos criterios<br />

fundamntales para el diagnóstico de pie<br />

zambo, y que son (Figura 26.14):<br />

• atrofia muscular importante<br />

• equino pronunciado, que<br />

enmascara la tuberosidad posterior<br />

del calcáneo bajo un pliegue dorsal<br />

cutáneo-adiposo.<br />

• Ausencia de espacio palpable entre<br />

el tubérculo escafoideon y el<br />

maleolo tibial.<br />

• Intensa convexidad del borde<br />

externo del pie y supinación.<br />

• Imposibilidad de obtener una<br />

modificación de las deformidades<br />

mediante manipulación firme.<br />

554<br />

Figura 26.14. Imagen clínica de un niño<br />

con pie zambo bilateral.<br />

Por lo que respecta al exámen<br />

radiográfico, éste debe incluir una<br />

proyección lateral, en el que se observa<br />

un ángulo tibiocalcáneo mayor de 125º<br />

(equino) y un índice talocalcáneo<br />

inferior a 35º, y una proyección<br />

dorsoplantar en la que puede<br />

objetivarse un ángulo<br />

astrágalocalcaneo 35º.<br />

26.1.3.1.4. Tratamiento:<br />

El tratamiento debe iniciarse ya desde<br />

el nacimiento, mediante la corrección<br />

pasiva suave de las deformidades,<br />

procediendo primero por la adducción<br />

del antepie, pasando por el tobillo varo<br />

y, finalmente, por el equino<br />

(Figura 26.15).<br />

Figura 26.15. Manipulación del pie zambo<br />

para su corrección. A) corrección de la<br />

adducción del antepie. B) reducción del<br />

desplazamiento astrágalo-escafoideo.<br />

C) Desrotación del bloque calcáneo-pedio.<br />

D) Manipulación del varo del talón.<br />

E) Manipulación del equino.


Esta manipulación debe ir seguida de<br />

inmovilización con vendajes elásticos,<br />

que deben ser renovados a menudo a<br />

medida que se van corrigiendo las<br />

deformidades (Figura 26.16). En el<br />

caso de que con dichos vendajes no se<br />

corrigiera, es preferible utilizar la<br />

inmovilización enyesada.<br />

Figura 26.16. Vendaje elástico después de<br />

proceder a las manipulaciones.<br />

Si con dicho tratamiento no se corrige,<br />

debe recurrirse a la cirugía. Esta debe<br />

ser secuencial y detenerse cuando se<br />

haya obtenido la corrección. No<br />

obstante, aquí también es preciso<br />

inmovilizar el pie con vendajes<br />

escayolados durante 3 semanas.<br />

Cuando las alteraciones óseas<br />

secundarias (habitualmente a partir de<br />

los 5 años), impiden la corrección<br />

después de haber realizado las<br />

lbraciones descritas, es necesario<br />

actuar sonbre aquéllas mediante la<br />

resección-artrodesis del borde externo,<br />

osteotomía del calcáneo o, una vez<br />

próxima la madurez ósea, por triple<br />

artrodesis.<br />

26.1.3.2. Pie cavo<br />

26.1.3.2.1. Introducción:<br />

El pie cavo uede definirse como un pie<br />

cuyo arco longitudinal está más<br />

elevado de los noraly no se aplana con<br />

la carga (Figura 26.17). Es por tanto,<br />

una deformidad rígida, al contrario de lo<br />

que veíamos en el pie plano, en el que<br />

en un gran número de casos se trataba<br />

de una deformidad flexible.<br />

Figura 26.17. Pie cavo.<br />

555<br />

26.1.3.2.2. Etiología:<br />

Las causas que provocan la aparición<br />

de un pie cavo son muy variadas,<br />

pudiéndose clasificar en tres grandes<br />

grupos:<br />

1. Causas neuromusculares:<br />

• Miopatías (distrofia mucular<br />

progresiva).<br />

• Afectación neurológica periférica<br />

(Charcot-Marie- Tooth).<br />

• Afectación neurológica del asta<br />

anterior medular (Poliomielitis).<br />

• Afctación neurológica central y de<br />

las vías largas medulares (parálisis<br />

cerebral, ataxia de Friedric, etc.)<br />

2. Causas congénitas:<br />

• Pies cavos idiomáticos.<br />

• Secuelas del pie equinovaro<br />

congenito.<br />

• Artogriposis congénita.<br />

3. Causas traumáticas:<br />

• Secuelas de un síndrome<br />

compartimental.<br />

• Consolidación en mala posición de<br />

fracturas del pie.<br />

De todas ellas la más importante es la<br />

de tipo neurológico. El mecanismo por<br />

el que se poduce la deformidad en<br />

estos casos, consiste en un<br />

desequilibrio muscular: predominio del


peroneo lateral largo, que cruza la<br />

planta y tensa el arco desde su<br />

reflexión cuboidea hasta la base del<br />

primer metatarsiano; debilidad de los<br />

intrínsecos, que produce<br />

hiperextensión en las articulaciones<br />

metatarsofalángicas y en consecuencia<br />

depresión de las cabezas de los<br />

metatarsianos, y predominio de los<br />

flexores largos sobre el tríceps.<br />

Desde el punto de vista biomecánico,<br />

la zona de carga en el pie cavo rcae a<br />

nivel de las cabezas de los<br />

metatarsianos y en la tuberosidad<br />

mayor del calcáneo. El eje de la<br />

articulación subastragalina se hace<br />

más vertical, lo que provoca una<br />

disminución del movimiento de<br />

inversión-evrsión del pi durante la<br />

marcha, con rigidez variable de las<br />

articulaciones subastragalina y<br />

meditarsiana. A mnudo, debido a la<br />

deformidad en garra de los dedos, por<br />

hiperextensión de las articulaciones<br />

mtatarsofalángicas y flexión de las<br />

interfalángicas, no articipan en la fas de<br />

impulso del ie durante la marcha. La<br />

debilidad muscular en el pie cavo es<br />

variable, dependiendo de la etiología<br />

de la deformidad. Asimismo, la<br />

aponeurosis plantar, que funciona<br />

normalmente como un mecanismo de<br />

polea que eleva el arco longitudinal,<br />

flexiona los metatarsianos y variza el<br />

calcáneo.<br />

26.1.3.2.3. Diagnóstico:<br />

La anamnesis y la exploración deben<br />

tener dos objetivos principales:<br />

detección de alguna de las afecciones<br />

neurológicas antes descritas como<br />

causas de la deformidad y la<br />

identificación del asiento de la misma.<br />

Ello comporta, enre otras cosas, el<br />

estudio radiográfico de la columna<br />

vertebral y una exploración neurológica<br />

exhaustiva.<br />

Por inspección, podremos observar<br />

que la flexión del primero y del segundo<br />

es más acentuada que la del resto de<br />

los metatarsianos, lo que produce un<br />

efecto “trípode” por el que, en el apoyo,<br />

el borde externo del antepié debe<br />

descender hasta nivlarse con el interno,<br />

556<br />

lo que lleva al talón a una posición en<br />

varo (Figura 27.18).<br />

Figura 26.18. Pie cavo. Obsérvese la posición<br />

en varo que adopta el talón.<br />

Unos de los aspectos más importantes<br />

del pie cavo es valorar su flexibilidad,<br />

es decir, la reductibilidad del antepié y<br />

retropié. Para ello, se realiza la prueba<br />

de Cleman: apoyando el talón y el<br />

borde externo del pie sobre un bloque<br />

de madera de unos 3 cm de altura y<br />

permitiendo la caída del borde medial<br />

del mismo, puede observarse si<br />

desaparece automáticamente el varo<br />

(retropié flexible) o si se mantiene<br />

(retropié rígido). Además conviene<br />

comprobar la intensidad y flexibilidad<br />

de los dedos en garra, habitualmente<br />

presentes, y la existencia de<br />

callosidades dolorosas en zonas de<br />

hiperpresión.<br />

26.1.3.2.4. Tratamiento:<br />

El tratamiento conservador no tiene<br />

ningún efecto sobre esta defdormidad,<br />

aunque el empleo de plantillas<br />

ortopédicas junto con un calzado<br />

especial, pueden aliviar los puntos de<br />

sobrecarga.<br />

En un buen número de casos, la<br />

progresión de la deformidad o el dolor y<br />

las dificultades para calzarse, fuerzan<br />

al paciente a aceptar la corrección<br />

quirúrgica. Esta consiste en la<br />

osteotomía cuneiforme de base dorsal<br />

del primer y segundo metatarsiano para<br />

disminuir la flexión. Asimismo, la<br />

presencia de rigidez en la porción<br />

posterior del tarso, obliga también a<br />

una osteotomía de cuña en el calcáneo<br />

o a una triple artrodesis.


Unicamente en los casos de pie cavo<br />

flexible, están indicados los trasplantes<br />

tendinosos, como es la intervención de<br />

Jones consistente en trasplantar el<br />

extensor largo del pimer dedo al cuello<br />

metatarsiano del mismo. Esta<br />

operación está especialmente indicada<br />

en los pies cavos de etiología<br />

neuromuscular.<br />

26.1.3.3. Metatarsus primus varus.<br />

26.1.3.3.1. Introducción:<br />

La deformidad en varo o por adducción<br />

del primero en relación con los cuatro<br />

restantes metatarsianos, se designa<br />

con el nombre de metatarsus primus<br />

varus.<br />

26.1.3.3.2. Diagnóstico:<br />

El diagnóstico no suele ofrecer dudas,<br />

puesto que se observa perfectamente<br />

como el reborde interno del antepé se<br />

incurva hacia adentro y existe un<br />

amplio espacio entre los dedos primero<br />

y segundo (Figura 26.19).<br />

Figura 26.19. Metatarsus primus varus del<br />

pie derecho.<br />

26.1.3.3.3. Tratamiento:<br />

Si se trata precozmente mediante la<br />

aplicación de una serie de yesos<br />

correctores, la deformidad es<br />

fácilmente superada. Por desgracia,<br />

esta deformidad relativament leve, con<br />

frecuencia no se advierte durante<br />

muchos años y la presión de los<br />

zapatos impulsa graduamente en<br />

sentido lateral, el dedo gordo del pie,<br />

produciendo con ello la deformidad<br />

secundaria del hallux valgus del<br />

adolescente. Si se presenta durante la<br />

adolescencia, la deformidad suele ser<br />

557<br />

progresiva y puesto que su pronóstico<br />

es malo, la deformidad debe ser<br />

corregida mediante quirúrgico que<br />

implique no solo a los tejidos blandos<br />

situados alrededor de la articulación<br />

metatarsofalángica, sino también con<br />

una osteotomía correctora de la base<br />

del primer metatarsiano, que está<br />

medialmente desviado.<br />

26.1.3.4. Metatarsus varus<br />

26.1.3.4.1. Introducción:<br />

Esta deformidad, también denominado<br />

metatarsus adductus, consiste en la<br />

desviación en varo de los cinco<br />

metatarsianos en relación con el resto<br />

del pie (Figura 26.20).<br />

Figura 26.20. Metatarsus varus.<br />

26.1.3.4.2. Etiología:<br />

Esta deformidad es muy corriente, pues<br />

su incidencia es de dos por cada mil<br />

nacidos vivos, siendo con frecuencia<br />

bilateral; ocasionalmente se presenta<br />

en el pie opuesto del niño con pie<br />

zambo unilateral, motivo por el cual la<br />

etiología se cree que debe ser la<br />

misma, aunque desconocida, de esta<br />

última deformidad.<br />

26.1.3.4.3. Diagnostico:<br />

Por inspección, todo el antepié, no sólo<br />

está en adducción, sinó también<br />

supinazo, y suele existir una atrofia de<br />

la torsión tibial interna. El aspecto<br />

normal del talón y del tobillo, permiten<br />

distinguir fácilmente este proceso del<br />

pie zambo congénito<br />

26.1.3.4.4. Tratamiento<br />

En muchos niños, la deformidad del<br />

antepié es leve y flexible a la vez, caso


en que el pronóstico es bueno, siendo<br />

sólo necesario un estiramiento simple y<br />

evitar que el niño duerma cara abajo<br />

con los pies desviados hcia adentro.<br />

Cuando la deformidad es más acusada<br />

y más rígida o resistente, el pronóstico<br />

no es tan bueno y, el tratamiento, debe<br />

iniciarse en las primeras semanas de la<br />

vida. Ello supone la cuidadosa<br />

aplicación de una serie de yesos<br />

correctres con os que se mantiene el<br />

talón en posición neutra y se modela el<br />

antepié en abducción y pronación. Los<br />

yesos se cambian cada dos semanas y<br />

el tratamiento dura de 6 a 12 semanas,<br />

depndiendo de la resistencia que<br />

ofrecen a la corrección. Posteriormente<br />

es prudente colocar una ortesis<br />

correctora (botas de Denis Browne) por<br />

las noches y durante unos meses, no<br />

sólo para mantener la corrección, sinó<br />

también para superar la torsión tibial<br />

interna asociada. Durante el año<br />

siguiente, unas botas con la puntera<br />

desviada hacia fuera, ayudan a<br />

mntener la corrección durante el día.<br />

Si la deformidad es observada a partir<br />

de los 4 años de edad, puede ser<br />

necesario efectuar una ostotomía en la<br />

base de cada metatarsiao para<br />

conseguir un pie normal.<br />

26.1.3.5. Pie plano<br />

26.1.3.5.1. Introducción<br />

Se denomina pie plano al pie que se<br />

desvía de su configuración anatómica<br />

normal por lo que hace referencia al<br />

arco longitudinal interno del pie, en el<br />

sentido de su disminución y/o<br />

desaparición del mismo (Figura 26.21).<br />

Figura 26.21. Pie plano.<br />

558<br />

26.1.3.5.2. Etiología:<br />

El pie plano es muy frecuente en la<br />

infancia. Cabe recordar que la<br />

configuración normal del arco<br />

longitudinal del pie no se adquiere, en<br />

el niño, hasta la edad de 5-6 años. Por<br />

este motivo y por otros como es la<br />

laxitud ligamentosa y la exuberancia de<br />

las partes blandas (almohadillas<br />

grasas) de la planta del pie, es<br />

frecuente un aspecto de pie lano en<br />

niños pequeños. Estos pies flexibles en<br />

el niño han de distinguirs de los pies<br />

planos patológicos (rígidos), debidos a<br />

anomalías como el astrágalo vertical<br />

congénito, la coalición tarsal, etc.,<br />

donde el tratamiento es eminentemte<br />

quirúrgico.<br />

De forma practica, existen dos tipos<br />

de pies planos:<br />

4. Congénito:<br />

• Flexible, asintomático (la mayoría<br />

de las consultas).<br />

• Flexible o semiflexible, sintomático.<br />

• Coalición tarsiana: pie plano<br />

peroneo-espástico del adolescnte.<br />

• Asociado a un escafoides<br />

accesorio.<br />

• Astrágalo vertica.<br />

• Hipercorrección quirúgica del pie<br />

equinovaro de la infancia.<br />

• Saciado a displasias o trastonos del<br />

tjido cojuntivo (Marfan, Ehlers-<br />

Danlos, Down, et.).<br />

5. Adquirido:<br />

• Por disfunción del tendón del tibial<br />

posterior.<br />

• Artrósico.<br />

• Artrítico (artritis rumatide).<br />

• Traumático: secundario a fracturas<br />

del calcáneo, astrágalo, escafoides,<br />

etc, o a secciones tendinosas del<br />

tibial posterior.<br />

• Neuropático.<br />

• Secundario a enfermedad<br />

nuromuscular (parálisis cerebrl,<br />

polio, etc.).<br />

26.1.3.5.3. Diagnóstico:<br />

La exploración en el niño se inicia por<br />

la inspección de los pies en<br />

bipedestación, tanto por delante como


por detrás y de perfil.Visto por delante,<br />

se aprecia una pronación del ie en<br />

relación con la pierna, motivo por el<br />

cual se les denomina también pies<br />

pronados. La parte medial del pie<br />

provoca una prominencia más acusada<br />

de lo normal, es decir, tiende a<br />

hundirse. Visto por detrás, se puede<br />

aprciar la alneación del talón con<br />

respecto a la pierna. En este sentido,<br />

recordar que en situación normal, el pie<br />

se desvía hacia fuera unos 5º (valgo<br />

fisiológico del calcáneo), mientras que<br />

en el pie plano, este valgo aumenta<br />

significativamente. Por útimo, y visto de<br />

perfil, se puede apreciar un<br />

aplanamiento del arco interno del pie<br />

(Figura 26.22).<br />

Figura 26.22. Aspectos clínicos del pie<br />

plano en el niño. A) vista de perfil. B) vista<br />

posterior. Obsérvese el valgo del talón.<br />

En cuanto al diagnóstico por la<br />

imagen, las radiografías de los ies en<br />

proyecciones anteroposterior y perfil en<br />

carga, permiten observar la existencia<br />

de anomalías esqueléticas<br />

responsables de la aparición del pie<br />

plano (talo vertical, sinostosis tarsianas,<br />

etc). Sin embargo, para determinar el<br />

grado de pie plano, es útil el<br />

podoscopio, el cual permite graduar y<br />

determinar el aplanamiento del pie. En<br />

este sentido, resulta útil la imagen que<br />

ofrece la plata de pie con el podocopio,<br />

donde es clásico dividir la hueslla lantar<br />

en cuatro estadíos, dependiendo del<br />

aplanamiento del arco inerno del pie<br />

(Figura 26.23).<br />

559<br />

Figura 26.23. Tipos de pie plano según su<br />

huella plantar.<br />

26.1.3.5.4. Tratamiento:<br />

El tratamiento del ie plano dependerá<br />

de la causa etiológica del mismo.Así,<br />

en el pie plano flexible asintomático del<br />

niño o del adulto – el más frecuente –<br />

no exste, desde el unto de vista<br />

científico, ninguna indicación de<br />

tratamiento, es decir, la utilización de<br />

plantillas ortopédicas es innecesaria.<br />

Más clara es la indicación de tratar con<br />

plantillas los pies planos flexibles<br />

sintomáticos – dolor en el pie o ierna,<br />

desgaste anormal de la suela de los<br />

zapatos o evidencia de enfermedad<br />

neuromuscular. Las plantillas deben<br />

confeccionrse a medida por el técnico<br />

ortopédico sobre un molde de yeso<br />

tomado sobre el pie en descarga. Sin<br />

embargo, hay que hacer constar que la<br />

utilización de plantillas no modifica la<br />

deformidad. En el aduto, las plantillas<br />

ortopédicas también están indicadas<br />

como tratamiento del pie plano flexible<br />

sintomático.<br />

Las indicaciones de trtamiento<br />

quirúrgico del pie plano flexible<br />

idiomático son escasas, a excepcion de<br />

aquellos casos de pies planos muy<br />

acusados y dolorosos con formación de<br />

callosidades en el borde interno del pie<br />

o por una marcha anomal.<br />

La cirugía del plano flexible en el niño<br />

mayor o adolescente, incluyen el<br />

alargamiento del tendón de Aquiles, la<br />

osteotomía del calcáneo con<br />

desplazamiento medial del fragmento<br />

distal y/o el alargamiento de la<br />

columna externa del pie (artrodesis de<br />

la articulación calcaneocuboidea con


interposición de un injerto óseo)<br />

asociada a la estabilización de la<br />

columna medial (artrodesis entre la<br />

base del primer metatarsiano y la<br />

primera cuña (Figura 26.24).<br />

Figura 26.24. Alargamiento de la columna<br />

externa en el pie plano flexible doloroso.<br />

El pie plano secundario a un astrágalo<br />

vertical congénito, requiere tratamiento<br />

quirúrgico hacia los seis meses de<br />

edad. La técnica quirúrgica coniste en<br />

reducir la uxación del escafoides sobre<br />

el astrágalo, alargando los tendones<br />

retraidos (extensores, perineos y<br />

aquíleo), devolviendo a su lugar las<br />

relaciones entre el astrágalo, el<br />

calcáneo y l escafoides.<br />

El pie plan peroneo-espástico – or<br />

sinostosis tarsiana – y que es<br />

diagnosticado habitualmente en la<br />

adolescencia, requiere a menudo de la<br />

escisión quirúrgica de l sinostosis y, en<br />

algunos casos, de una triple artrodesis.<br />

26.1.3.6. Quintus supraductus.<br />

26.1.3.6.1. Introducción:<br />

El acabalgmiento congénito del dedo<br />

pequeño, consituye la deformidad<br />

denominada quintus supraductus<br />

(Figura 26.25).<br />

Figura 26.25. Quintus supraductus.<br />

560<br />

26.1.3.6.2. Etiología:<br />

Esta deformidad se produce por la<br />

subluxación dorsal de la articulación<br />

metatarsofalángica, la cual va asociada<br />

un acortmiento del tendón extensor y<br />

un estiamiento de la piel suprayacente.<br />

26.1.3.6.3. Diagnóstico:<br />

Desde el nacimiento ya es posibl<br />

detectar la deformidad. En principio es<br />

corregible pasivamente pero a los<br />

pocos meses, si no establece un<br />

tratamiento precoz, suele ser fija.<br />

26.1.3.6.4. Tratamiento:<br />

Tan pronto se detecte la deformidad,<br />

deberá coregirse mediante el<br />

estiramiento pasivo del dedo y<br />

colocarlo paralelo al cuarto. En esta<br />

posición puede emplearse un vendje<br />

imbricado para mantener la corrección<br />

conseguida. En aquellos casos en los<br />

que no se pudiera corregir, la<br />

deformidad no suele plantear niungún<br />

problema, excepto el estético. Sin<br />

embargo, en algunos casos, la<br />

superposición del dedo puede generar<br />

roces con el zapato y puede requerir su<br />

corrección quirúrgica. Una plastia de la<br />

piel en Z, junto con la tenotomía del<br />

tendón extensor y capsulotomía dorsal,<br />

suele ser suficiente.<br />

26.2. Afecciones de la extremidad<br />

superio:<br />

26.2.1. Cintura escapular<br />

26.2.1.1. Deformidad de Sprengel<br />

26.2.1.1.1. Introducción:<br />

Dicha deformidad consiste en la<br />

elevación congénita de la escápula.<br />

26.2.1.1.2. Etiología:<br />

Es más frecuente en el sexo femenino<br />

y suele ser unilateral, con predominio<br />

del lado izquierdo. Su orígen se<br />

interpreta como una falta de descenso<br />

de la escápula a su posición definitiva<br />

durante el periodo embrionario, es<br />

decir, entre las 9 y 12 semanas. Casi<br />

siempre, la escápula afectada es<br />

hipoplásica.


Asimismo, la detención del desarrollo<br />

escapular va asociada, a veces, con<br />

anomalias de la columna verteral<br />

cervical, existiendo casi siempre una<br />

conexión ligamentosa (ligamento<br />

homovertebral) entre el reborte interno<br />

de la escápula y las apófisis espinosas<br />

cervicales inferiores. Más adelante,<br />

este ligamento puede osificarse,<br />

constituyendo el denominado hueso<br />

homovertebral.<br />

26.2.1.1.3. Diagnóstico:<br />

El diagnóstico suel ser evidente,<br />

observándose la escpula por encima de<br />

su posición normal, encontrándose a<br />

nivel de la segunda séptima apófisis<br />

espinosas cervicales, con mayor<br />

ascenso de su ángulo supero-interno y<br />

medialización y caudalización de la<br />

cavidad glnoidea y una disminución de<br />

su diámetro longitudinal (Figura<br />

26.26).<br />

Figura 26.26. Imagen clínica de un niño<br />

con una elevación congénita de la escápula<br />

izquierda.<br />

El 70 % de los pacientes presentan<br />

malformaciones vertebrales asociadas,<br />

localizadas en la columna cervical y<br />

dorsal alta. Un 50 % de los casos, se<br />

les asocia malformaciones costles a<br />

modo de sinostosis o aplasias, llegando<br />

a presentar defectos de la pared<br />

torácica. Puede ir asociada también a<br />

escoliosis.<br />

Según la elevación de la escápula,<br />

pueden diferenciase cuatro grados:<br />

561<br />

• Grado I: ascenso hasta 2 cm<br />

• Grado II: ascenso hasta 4 cm.<br />

• Grado III: ascenso hasta 6 cm.<br />

• Grado IV: ascenso de más de 6<br />

cm.<br />

En cuanto al diagnóstico por la imagen<br />

la radiología simple muestra<br />

perfectmnte la elevación de la escápula<br />

cn respecto a la conralateral<br />

(Figura 26.27).<br />

Figura 26.27. Radiología en la enfermedad<br />

de Sprenger. Obsérvese la elevación de la<br />

escápula derecha con respecto la<br />

izquierda.<br />

26.2.1.1.4. Tratamiento<br />

El tratamiento es quirúrgico, aunque se<br />

limita únicamente a mejorar el aspecto<br />

estético del niño, pues la función<br />

raramente se mejora.<br />

Existen dos procedimientos para<br />

solucionar el problema:<br />

- Desinserción vertebral del rapecio,<br />

elevador de la escápula y<br />

romboides, que se descienden a las<br />

apófisis espinosas dorsales,<br />

fijándose en este lugar, y<br />

- Osteotomía escapular longitudinal y<br />

paralela a su borde interno, con<br />

descenso de la escápula y<br />

resección del ángulo supero-interno<br />

de la misma.<br />

26.2.2. Codo y antebrazo<br />

26.2.2.1. Luxación congénita de la<br />

cabeza radial<br />

26.2.2.1.1. Introducción:<br />

Esta rara anomalía congénita no suele<br />

detectarse precozmente debido a su<br />

escasa incapacidad funcional y<br />

relativamente pequeña deformidad. En<br />

general, la cabeza radial se luxa<br />

lateramente y, como resultado de ello,<br />

el radio crece excesivamente.


26.2.2.1.2. Diagnóstico:<br />

El proceso puede observarse por<br />

primera vez tras una lesión sufrida<br />

durante la infancia, aunque puede<br />

diferenciase radiográficamente de la<br />

luxación traumática con facilidad al<br />

comprobarse un hipercrecimiento en<br />

longitud del radio así como por los<br />

cambios secundarios de remodelación<br />

que sufre su cabeza (Figura 26.28).<br />

Figura 26.28. Luxación congénita de la<br />

cabeza radial en un muchacho de 12 años.<br />

26.2.2.1.3. Tratamiento:<br />

Los procedimientos rconstructivos<br />

quirúrgicos están reservados en<br />

aquellos casos de grave incapacidad<br />

funcional, si bien se han reportado<br />

casos intervenidos durante los primeros<br />

años de la infancia, con buenos<br />

resultados.<br />

26.2.2.2. Sinostosis radiocubital<br />

26.2.2.2.1. Introducción:<br />

La continuidad ósea congénita<br />

(sinostosis) entre el radio y el cúbito en<br />

la articulación radiocubital proximal, es<br />

una anomalía poco frecuente, y a<br />

menudo bilateral.<br />

La incidencia es similar en varones y<br />

mujeres. Se distinguen tres tipos de<br />

sinostosis. En el Tipo 1, la cabeza del<br />

radio falta por completo y las parts<br />

proximales del radio y cúbito están<br />

completamnte unidas. En el Tipo 2, la<br />

cabeza del radio está malformada y a<br />

menudo luxada en sentido posterior,<br />

562<br />

estando la parte proximal del radio<br />

unida al cúbito. En el Tipo 3, el radio y<br />

cúbito están unidos firmmente entre sí<br />

por un greueso ligamento interóseo sin<br />

que exista entre ellos una verdadera<br />

sinostosis ósea. Asimismo, la cabeza<br />

del radio está malformada y<br />

desplazada en sentido posterior.<br />

26.2.2.2.2. Diagnóstico<br />

A la exploración clínica, el antebrazo<br />

queda rígidamente fijo, por lo general<br />

en pronación ligera, pero puesto que el<br />

niño afectado compensa<br />

inconscientemente la falta de<br />

supinación con movimientos del<br />

hombro (adducción y rotación externa),<br />

la anomalía se detecta raramente<br />

durante los pimeros años de vida pues<br />

cursa sin dolor. Sin embargo, el<br />

diagnóstico definitivo se confirma<br />

mediante el exámen radiográfico<br />

(Figura 26.29).<br />

Figura 26.29. Imagen radiográfica de la<br />

sinostosis radiocubital congénita.<br />

26.2.2.2.3. Tratamiento:<br />

El tratamiento es eminentemente<br />

quirúrgico, aunque sólo deberá<br />

reservarse en aquellos casos en los<br />

que exista una gran incapacidad<br />

funcional que altere la actividad del<br />

nño, tanto en el presente como en el<br />

futuro.


26.2.3. Mano<br />

26.2.3.1. Sindactilia<br />

26.2.3.1.1. Introducción:<br />

El palmeado de los dedos en grado<br />

diverso, es quizás la más frecuente<br />

anomalía congénita de la mano<br />

(Figura 26.30).<br />

Figura 26.30. Sindactilia.<br />

26.2.3.1.2. Diagnóstico:<br />

Aparte del defecto estético que<br />

produce, la sindactilia provoca un<br />

déficit en la abducción de los dedos,<br />

que seá más o menos impotante según<br />

su extensión.<br />

26.2.3.1.3.Tratamiento:<br />

Cuando dos dedos adyacntes, por lo<br />

demás nomales, están unidos en su<br />

porción proximal o en todo su trayecto<br />

por una membrana cutánea, cabe<br />

esperar un aspecto y función<br />

satisfactorios mediante una operación<br />

recontructora. Aunque el palmeado<br />

incompleto puede ser corrgido durante<br />

el primer año de vida, la edad óptima<br />

para la reconstrucción es a los 4 años.<br />

26.2.3.2. Camptodactilia:<br />

26.2.3.2.1. Introducción:<br />

Es la deformidad congénita en flexión<br />

de la articulación IFP de un dedo en el<br />

plano anteroposterior (Figura 26.31).<br />

563<br />

Figura 26.31. camptodactilia del dedo<br />

meñique.<br />

26.2.3.2.2. Etiología:<br />

El mas afectado es el V dedo y suele<br />

aparecer en niños y mujeres jóvenes.<br />

En muchas ocasiones no presenta<br />

significado funcional. Se cree que se<br />

debe a anomalías en la inserción distal<br />

de la musculatura intrínseca de los<br />

dedos, aunque pueden verse<br />

implicadas todas las estructuras del<br />

dedo. Las alteraciones esqueléticas<br />

serian secundarias a trastornos de la<br />

movilidad.<br />

26.2.3.2.3. Diagnóstico:<br />

La deformidad puede ser estática o<br />

progresiva.<br />

26.2.3.2.4. Tratamiento:<br />

En las primeras se pueden emplear<br />

férulas dinámicas hasta alcanzar la<br />

completa extensión de la articulación<br />

IFP, si bien el índice de recurrencias al<br />

retirarla es elevado. Cuando es<br />

rápidamente progresiva se indica<br />

tratamiento quirúrgico, mediante zplastias<br />

en piel, liberación del<br />

retinaculum cutis y de las bandas<br />

laterales, así como liberación y<br />

reinserción de los músculos<br />

lumbricales. Las deformidades oseas<br />

no suelen precisar tratamiento.<br />

26.3. Afecciones de la columna<br />

vertebral.<br />

26.3.1. Tortícolis muscular congénita<br />

26.3.1.1. Introducción:<br />

La tortícolis muscular congénita es<br />

aquella deformidad del cuello,<br />

relativamente frecuente, que se<br />

presenta en el recién nacido o que se


manifiesta durante los dos primeros<br />

meses de vida y que se asocia a un<br />

acortamiento del músculo<br />

esternocleidomastoideo (Figura 26.32).<br />

Figura 26.32. Posición que adopta la<br />

cabeza y cuello en la tortícolis muscular<br />

congénita.<br />

26.3.1.2. Etiologia:<br />

Existen diferentes teorías para explicar<br />

la causa de la tortícolis muscular<br />

congénita. La primera de ellas<br />

relaciona la deformidad con la posición<br />

intrauterina de la cabeza, lo que<br />

provocaría una contractura, una fibrosis<br />

y un acortamiento del músculo<br />

esternocleidomastoideo (Figura 26.33).<br />

La fibrosis y el acortamiento del<br />

músculo podrían deberse también a<br />

una alteración vascular intrauterina del<br />

propio músulo.<br />

Finalmente, la causa podría ser un<br />

traumatismo obstétrico que provocaría<br />

un sangrado, un hematoma y una<br />

cicatrización dentro del músculo.<br />

Figura 26.33. Etiología probable de la<br />

tortícolis muscular congénita. A partir del<br />

tercer mes, el feto suele poscionarse tal<br />

como se ve la imagen, con la cabeza<br />

564<br />

encajada en la pelvis pero con el cuello<br />

ladeado hacia un lado.<br />

26.3.1.3. Diagnóstico:<br />

En todos los casos, la fibrosis y el<br />

acortamiento del músculo provocan<br />

que el cuello se incline hacia el lado<br />

lesionado y la cabeza gira en sentido<br />

contrario. Habitualmente aparece un<br />

pequeño bultito en el interior del<br />

músculo que es palpable y en<br />

ocasiones visible. Este bultito, en forma<br />

de oliva, se aprecia mejor a las pocas<br />

semanas de vida y desaparece hacia<br />

los 3 meses.<br />

En el 75% de los casos, la inclinación<br />

de la cabeza es hacia la derecha<br />

mientras que la barbilla señala hacia la<br />

izquierda. A menudo el niño presenta<br />

una asimetría facial con un discreto<br />

aplanamiento del lado afecto, que en<br />

algunos casos puede persistir a pesar<br />

de la corrección de la tortícolis.<br />

Asimismo, se aprecia un aplanamiento<br />

de la mandíbula, una elevación del<br />

pabellón auricular y el ojo más pequeño<br />

y elevado en el lado afecto en<br />

comparación con el sano, aunque en<br />

este, en ocasiones puede observarse<br />

un ligero aplanamiento de la frente de<br />

este lado así como la rotación de la<br />

mandíbula (Figura 26.34).<br />

Figura 26.34. Aspectos clínicos más<br />

relevantes de la tortícolis muscular<br />

congénita.<br />

Cuando un niño presenta una<br />

deformidad del cuello conviene que sea<br />

explorado por su médico. Habrá que<br />

comprobar si se trata de una<br />

deformidad que, a pesar de su<br />

severidad, puede corregirse de forma<br />

pasiva y corresponde, por lo tanto, a<br />

una verdadera tortícolis muscular


congénita, o por el contrario, forma<br />

parte de otro tipo de patologías, entre<br />

las que se encuentran las luxaciones<br />

rotatorias atlantoaxoideas, con<br />

hemivértebras o con alteraciones<br />

neurológicas. En los casos dudosos<br />

tendrán que solicitarse exploraciones<br />

complementarias, en especial<br />

radiografías, ecografías o una<br />

resonancia magnética.<br />

El 20% de los niños con tortícolis<br />

muscular congénita presentan de forma<br />

asociada algún grado de luxación<br />

congénita de cadera. Por eso es muy<br />

importante realizar una exploración<br />

minuciosa de la cadera, incluyendo una<br />

ecografía a las 6 semanas.<br />

26.3.1.4.Tratamiento:<br />

El tratamiento inicial consiste en la<br />

realización de manipulaciones y<br />

ejercicios de estiramiento. Éstos deben<br />

hacerse con suavidad, con el niño<br />

relajado y un mínimo de 4 veces al día,<br />

repitiendo unas 20 veces cada uno de<br />

los ejercicios.<br />

Es preferible realizar los ejercicios<br />

entre dos personas, una que haga los<br />

movimientos de la cabeza mientras que<br />

el otro estabiliza los hombros con las<br />

dos manos.<br />

Cuando el niño tiene una tortícolis<br />

derecha, es decir, el cuello se inclina a<br />

la derecha y la barbilla señala a la<br />

izquierda, los ejercicios consistirán en<br />

llevar la oreja izquierda hacia el hombro<br />

izquierdo y después la barbilla hacia el<br />

hombro derecho. Cuando el niño tiene<br />

una tortícolis izquierda, es decir, el<br />

cuello se inclina a la izquierda y la<br />

barbilla señala a la derecha, los<br />

ejercicios consistirán en llevar la oreja<br />

derecha hacia el hombro derecho y<br />

después la barbilla hacia el hombro<br />

izquierdo. El médico o el fisioterapeuta<br />

tendrán que enseñar los ejercicios y<br />

controlar periódicamente su eficacia. Si<br />

la evolución es satisfactoria, a los<br />

pocos meses la corrección será<br />

completa.<br />

565<br />

Cuando la deformidad se descubre en<br />

el recién nacido o durante los primeros<br />

meses de vida y el tratamiento<br />

mediante manipulación y ejercicios de<br />

estiramiento se inicia inmediatamente,<br />

la evolución suele ser muy buena. En el<br />

90% de estos pacientes se consigue la<br />

corrección completa sin deformidades<br />

residuales.<br />

Los niños que hacia el año de edad no<br />

han respondido de forma adecuada al<br />

tratamiento o han sido diagnosticados<br />

con retraso, pueden necesitar un<br />

tratamiento quirúrgico, que consiste en<br />

un alargamiento del músculo<br />

esternocleidomastoideo (Figura 26.35).<br />

Figura 26.35. Tratamiento quirúrgico de la<br />

tortícolis congénita. A) aspecto inicial. B)<br />

zeta plastia. C) alargamiento del<br />

esternocleidomastoideo.<br />

26.3.2.Síndrome de Klippel-Feil<br />

26.3.2.1. Introducción:<br />

Este síndrome, denominado también<br />

sinostosis de la columna cervical,<br />

consiste en la ausencia de<br />

segmentación vertebral en la coluna<br />

cervical da orígen a una fusión<br />

congénita (sinostosis) entre un número<br />

variable de vértebras cervicales.<br />

26.3.2.2. Diagnóstico:<br />

Clínicamente, el cuello del paciente no<br />

es excesivamente corto, sino también<br />

relativamente rígido, y la línea del<br />

cabello posterior es baja y transversal.


La cabeza suele estar recta, pero en<br />

ocasiones está inclinada hacia un lado,<br />

pareciendose a una torticolis muscular,<br />

proceso del que debe diferenciarse<br />

(Figura 26.36).<br />

Figura 26.36. Síndrome de Klippel-Feil.<br />

Obsérvese la fusión vertebral entre el atlas<br />

y el axis.<br />

El síndrome de Klippel-Feil puede<br />

asociarse con otras malformaciones<br />

congénitas, como la deformidad de<br />

Sprengel, escoliosis, enfermedad<br />

cardíaca congénita, anomalías<br />

urogenitales y nerviosas y alteraciones<br />

en la conducción del órgano del oído.<br />

26.3.2.3.Tratamiento:<br />

Solo debe actuarse en aquellos casos<br />

en los que exista inestabilidad<br />

segmentaria manifiesta, procediendose<br />

a la fusión vertebral, habitualmente por<br />

vía anterior.<br />

26.4. Trastornos y lesiones<br />

neuromusculares:<br />

26.4.1. Introducción:<br />

Es muy amplia la variedad de procesos<br />

clínicos y lesiones del sistema nervioso<br />

que se manifiestan<br />

en trastornos de la forma de la forma y<br />

función del sistema<br />

musculoesquelético. En consecuencia,<br />

se considerarán en este libro algunas<br />

de las patologías más habituales y más<br />

significativas.<br />

A pesar de la complejidad del cerebro,<br />

de la médula espinal y de los nervios<br />

566<br />

periféricos del ser humano, las<br />

manifestaciones clínicas de los<br />

trastornos y lesiones neurológicas son<br />

tales que su diagnóstico es un ejemplo<br />

de un trabajo minucioso, propio de un<br />

investigador. Sin embargo, los datos<br />

obtenidos de la historia clínica junto<br />

con los hallazgos clínicos, radiográficos<br />

y de laboratorio, permiten en la mayoría<br />

de los ocasiones efectuar un<br />

diagnóstico de certeza.<br />

Con el fin de apreciar el significado de<br />

las manifestaciones clínicas de los<br />

trastornos y lesiones neurológicos, se<br />

deben tener en cuenta varios factores<br />

patológicos, anatómicos y fisiológicos<br />

que se encuentran debajo de estas<br />

manifestaciones.<br />

26.4.2. Factores a tener en cuenta en<br />

el diagnóstico de los trastornos y<br />

lesiones neurológicos:<br />

• Factores patológicos:<br />

El tejido nervioso sólo puede resultar<br />

afectado por cuatro tipos de procesos y<br />

lesiones patológicas y, por tanto,<br />

cualquier síntoma o signo neurológico<br />

es manifestación de alguna o más de<br />

estas cuatro modalidades de alteración<br />

funcional:<br />

a) destrucción de las células nerviosas<br />

con pérdida permanente de su función,<br />

como ocurre en la destrucción de las<br />

células motoras (células del asta<br />

anterior) en la poliomielitis.<br />

b) trastornos transitorios de las células<br />

nerviosas con pérdida temporal de su<br />

función, como es el caso de la<br />

contusión cerebral y/o medular en el<br />

transcurso de una lesión aguda.<br />

c) acción ilimitada (por lo general,<br />

hiperacción) de mecanismos intactos<br />

del sistema nervioso que han sido<br />

“liberados” del control inhibitorio normal<br />

que ejercen los centros superiores. Un<br />

ejemplo de este fenómeno es la<br />

espasticidad que se desarrolla tras una<br />

lesión de la cortical motora cerebral.<br />

d) fenómenos de irritación producidos<br />

por una lesión que estimula las células<br />

nerviosas y las conduce a una excesiva<br />

actividad. Ejemplo de ello es el<br />

excesivo dolor que puede seguir a una


lesión nerviosa periférica (causalgia) y<br />

también la epilepsia.<br />

• Factores anatómicos y fisiológicos:<br />

La iniciación y control de la actividad<br />

muscular voluntaria es mejor<br />

considerarla en relación con los<br />

diferentes, aunque interrelacionados,<br />

sistemas de las neuronas del sistema<br />

nervioso central: 1) neuronas motoras<br />

superiores y 2) cerebelo. Sin embargo,<br />

la contracción de cualquier músculo es<br />

estimulada por los impulsos<br />

transmitidos a través del sistema<br />

nervioso periférico (neuronas<br />

motoras inferiores).<br />

- Neuronas motoras superiores:<br />

Las porciones suprasegmentarias del<br />

sistema motor voluntario (neuronas<br />

motoras superiores) incluyen:<br />

a) Sistema piramidal:<br />

La corteza cerebral y los tractos<br />

corticoespinales o piramidales,<br />

llamados así porque pasan a través de<br />

las “pirámides” de la medula, son<br />

principalmente excitatorios y están<br />

destinados a la iniciación de patrones<br />

de movimiento en una determinada<br />

parte del cuerpo, más que a la<br />

contracción de músculos individuales.<br />

Puesto que la mayor parte de los<br />

tractos piramidales se entrecruzan con<br />

los del lado opuesto, el control cortical<br />

de los movimientos de los miembros es<br />

en gran parte contralateral.<br />

b) Sistema extrapiramidal:<br />

Las células de la corteza motora<br />

cerebral, cuyos axones pasan a través<br />

de los ganglios basales del tallo<br />

cerebral hasta los tractos<br />

reticuloespinal y vestibuloespinal<br />

(haces extrapiramidales), son<br />

principalmente inhibitorios y están<br />

destinados al control del tono muscular<br />

más que al control de los movimientos<br />

voluntarios. Este sistema permite, por<br />

ejemplo, la inhibición o relajación de los<br />

músculos del lado opuesto durante el<br />

movimiento de un miembro.<br />

- Cerebelo:<br />

El cerebelo, que recibe impulsos<br />

aferentes tanto de las vías<br />

propioceptivas como vestibulares y<br />

567<br />

envía impulsos eferentes tanto a la<br />

corteza cerebral como a la médula<br />

espinal, está implicado en la<br />

coordinación de la actividad muscular y<br />

en la regulación de la postura durante<br />

la ejecución de los movimientos<br />

voluntarios. Puesto que las vías<br />

cerebelosas no cruzan al lado opuesto,<br />

el control de los movimientos de los<br />

miembros por parte del cerebelo es<br />

ipsilateral.<br />

- Neuronas motoras inferiores:<br />

Las células motoras de la médula<br />

espinal (células del asta anterior),<br />

proyectan al músculo sus axones a<br />

través de las raices espinales<br />

anteriores y mixtas, así como de los<br />

nervios de la periferia de la unión<br />

mioneural. Este sistema de neuronas<br />

motoras inferiores es la vía común final<br />

de todos los impulsos que llegan a la<br />

célula del asta anterior y que proceden<br />

de los centros superiores, y a lo largo<br />

del mismo pasan los impulsos que<br />

producen la contracción muscular.<br />

Estos conocimientos acerca de la<br />

normalidad funcional de los principales<br />

sistemas de las neuronas del sistema<br />

nervioso central y periférico, ayudan a<br />

comprender las manifestaciones<br />

clínicas de las lesiones neurológicas.<br />

Así tenemos que:<br />

• En las lesiones de la neurona<br />

motora superior, se afectan tanto al<br />

sistema piramidal como el<br />

extrapiramidal. Si es el sistema<br />

piramidal el lesionado, las<br />

manifestaciones clínicas más<br />

importantes son: paresia de los<br />

movimientos voluntarios, aumento<br />

del tono muscular,<br />

contracturasmusculares, pérdida de<br />

los reflejos cutáneos abdominales y<br />

reflejo cutáneo plantar de tipo<br />

extnsor (signo de Babinski),<br />

mientras que si es el sistema<br />

extrapiramidal el afectado, las<br />

manifestaciones clínicas son:<br />

aumento del tono muscular,<br />

contracturas musculares,<br />

movimientos involuntarios y rigidez.<br />

• En las lesiones cerebelosas, existe<br />

una pérdida de la coordinación de


la acción muscular, una alteración<br />

del sentido del equilibrio, una<br />

disminución del tono muscular,<br />

habla lenta y nistagmus.<br />

• En las lesiones medulares, a<br />

menudo se produce un déficit motor<br />

superior combinado con uno<br />

inferior, puesto que la lesión de las<br />

neuronas motoras superiores, a un<br />

determinado nivel de la médula,<br />

puede afectar también a las<br />

neuronas motoras inferiores de las<br />

raices nerviosas inferiores que<br />

surgen a un nivel superior. Al<br />

desarrollarse una lesión de forma<br />

súbita, tal como una hemorragia de<br />

la médula espinal, se produce un<br />

estado transitorio de “choque<br />

espinal” en el que los músculos<br />

inervados muestran una parálisis<br />

flácida. Sin embargo, este estado<br />

de flacidez, es sustituido a las<br />

pocas semanas por un estado de<br />

espasticidad de los músculos<br />

paralizados, puesto que los reflejos<br />

medulares se producen en<br />

ausencia de los impulsos<br />

inhibidores normales que proceden<br />

de los centros superiores. La<br />

parálisis puede afectar a los dos<br />

miembros inferiores (paraplejía,<br />

diplejía) o a los cuatro miembros<br />

(cuadriplejía, tetraplejía).<br />

• En las lesiones de le neurona<br />

motora inferior, las manifestaciones<br />

clínicas más habituales suelen ser:<br />

una parálisis flácida, ausencia de<br />

tono muscular, atrofia progresiva<br />

del músculo, contractura muscular y<br />

pérdida sensorial.<br />

26.4.3. Parálisis cerebral:<br />

26.4.3.1. Introducción:<br />

La parálisis cerebral es una<br />

encefalopatía no progresiva con<br />

diversos niveles de gravedad y<br />

patrones de afectación. Los pacientes<br />

se clasifican en función del número de<br />

extremidades afectadas, generalmente<br />

una hemiplejía o tetrapejía, y el tipo de<br />

anomalía del tono muscular, que<br />

generalmente es una espasticidad. La<br />

568<br />

parálisis cerebral causa deficiencias del<br />

sistema músculoesquelético<br />

consistentes en problemas del control<br />

muscular, la fuerza y tono muscular, el<br />

equilibrio y la coordinación.<br />

26.4.3. Incidencia y etiología:<br />

La parálisis cerebral es relativamente<br />

frecuente en todo el mundo. Se ha<br />

calculado que anualmente de cada<br />

100.000 niños, 6 nacen este proceso.<br />

Si bien existen muchas causas que<br />

producen una parálisis cerebral, las<br />

más frecuentes son:<br />

• defecto congénito del cerebro.<br />

• Anoxia cerebral en el periodo<br />

neonatal.<br />

• Lesiones obstétricas cerebrales.<br />

• Eritroblastosis.<br />

• Infecciones cerebrales (encefalitis)<br />

al inicio de la vida postnatal.<br />

26.4.4. Patogenia:<br />

En la parálisis cerebral, la lesión<br />

cerebral subyacente, aunque es<br />

irreparable, no es progresiva. La<br />

pérdida de la función en un sistema<br />

neuronal del cerebro da origen a la<br />

liberación de su control, normal sobre<br />

los sistemas interdependientes que, a<br />

su vez, tienden a actuar en exceso; ello<br />

constituye un ejemplo del mencionado<br />

“fenómeno de liberación”.<br />

Las manifestaciones de lesión<br />

cerebral en el niño afectado vienen<br />

determinadas por la extensión de la<br />

lesión y por la forma que presentan<br />

cerebro, corteza motora cerebral,<br />

ganglios basales o cerebelo afectados.<br />

Los tres tipos principales de parálisis<br />

cerebral que comprenden el 90 % de la<br />

totalidad de los casos son:<br />

• Tipo espástico (65 %).<br />

• Tipo atetoide (20 %).<br />

• Tipo atáxico (5 %).<br />

Los otros tres tipos, de temblor,<br />

rigidez y atonía, son raros pues<br />

constituyen el 10 % restante.<br />

26.4.5. Diagnóstico:<br />

Los diferentes tipos de parálisis<br />

cerebral, son clínicamente evidentes<br />

durante los primeros meses del<br />

desarrollo postnatal debido a que el


“fenómeno de liberación”, antes<br />

mencionado, tiende a aparecer<br />

lentamente durante un periodo de<br />

varios meses; además, durante este<br />

tiempo, existe una actividad cerebral<br />

relativamente escasa, incluso en el<br />

cerebro normal. Sin embargo, puede<br />

sospecharse parálisis cerebral, cuando<br />

el niño no consigue metas adecuadas<br />

de desarrollo motor a su debida edad<br />

(de ordinario un niño normal se da la<br />

vuelta a los 5 meses, se sienta a los 7,<br />

consigue tenerse en pie a los 14 y<br />

camina sin ayuda a los 15).<br />

Además del retraso en el desarrollo<br />

motor, muchos niños con parálisis<br />

cerebral presentan cierto grado de<br />

retraso en el desarrollo mental. En este<br />

sentido, un 40 % de los casos presenta<br />

un serio retraso mental por lo que se<br />

les considera ineducables, mientras<br />

que otro 40 % presenta un retraso<br />

menor y el 20 % restante presenta un<br />

desarrollo medio o superior.<br />

26.4.6. Tratamiento:<br />

El tratamiento de este tipo de pacientes<br />

debe ser multidisciplinar, aunque<br />

deberían ser controlados<br />

periódicamente por un cirujano<br />

ortopédico.<br />

En general, hasta los 3 ó 4 años de<br />

edad, el tratamiento se fundamenta en<br />

la fisioterapia y el empleo de yesos u<br />

ortesis para prevenir o corregir<br />

suavemente las deformidades. A partir<br />

del cuarto año y hasta los 8-10 años<br />

deben llevarse a cabo las correcciones<br />

quirúrgicas. En este aspecto, los<br />

principios que rigen estas<br />

intervenciones, son las siguientes:<br />

• deben realizarse después de<br />

exploraciones repetidas.<br />

• Todas las correcciones deben<br />

efectuarse en el mismo acto<br />

quirúrgico, por razones funcionales,<br />

psicológicas y económicas.<br />

• Deben plantearse objetivos<br />

funcionales definidos y ser<br />

explicados a los padres y<br />

fisioterapeutas.<br />

• Es preciso aceptar que la cirugía en<br />

la parálisis espástica es menos<br />

previsible que en la parálisis flácida,<br />

y que los pacientes tardan tanto<br />

569<br />

más tiempo en recuperar sus<br />

patrones de motilidad y niveles<br />

funcionales cuanto más prolongada<br />

sea la inmovilización.<br />

26.4.4. Mielomeningocele<br />

(mielodisplasia, espina bífida,<br />

defectos del tubo neural):<br />

26.4.4.1. Introducción:<br />

El mielomeningocele es un defecto de<br />

cierre del tubo neural y sus envolturas,<br />

que se traducen en la formación de un<br />

saco localizado a nivel toracolumbar,<br />

en el cual elementos neurales<br />

herniados sobresalen en la superficie<br />

dorsal del tronco a través de un defecto<br />

en los arcos posteriores. En el interior<br />

del saco se encuentran la médula<br />

espinal abierta y una acumulación de<br />

líquido cefalorraquídeo. Inicialmente<br />

está cubierto por una fina capa de<br />

meninge y epidermis, que rápidamente<br />

se ulcera y contamina, originando<br />

complicaciones sépticas y aumentando<br />

el déficit neurológico, ya de por sí<br />

grave.<br />

26.4.4.2. Incidencia y etiología:<br />

La incidencia del mielomeningocele<br />

varían en función del área geográfica<br />

considerada, aunque puede<br />

considerarse de 4 casos por 1000<br />

nacidos vivos, cifra muy simular a la de<br />

la luxación congénita de cadera.<br />

Para explicar la aparición de la<br />

deformidad se han propuesto varias<br />

teorías, desde la ingesta insuficiente de<br />

ácido fólico por parte de la madre,<br />

hasta la exposición a teartógenos en<br />

las primeras 8 semanas de vida feta,<br />

causas hereditarias, genéticas, etc.<br />

Sea como fuere, el mielomeningocele<br />

es la forma más fruente de<br />

malformación congénita raquídea,<br />

aunque otras variantes pueden<br />

aparecer, como son la raquisquisis<br />

(defecto de cierre en el que la médula<br />

queda expuesta sin saco protector), el<br />

meningocele (saco relleno de líquido<br />

cefalorraquídeo en el que no se<br />

encuentran elementos neurales) y el<br />

lipomeningocele (meningocele con un<br />

lipoma en su interior).


26.4.4.3. Diagnóstico:<br />

En la actualidad, es posible llegar al<br />

diagnóstico prenatal en el 80-90 % de<br />

los casos, si se detectan niveles<br />

elevados de α-fetoproteína por<br />

amiocentesis y se visualiza el defecto<br />

por ecografía.<br />

El diagnóstico clínico es obvio en la<br />

primera exploración neonatal, al<br />

apreciar una tumoración de localización<br />

y características como las previamente<br />

mencionadas (Figura 26.37).<br />

Figura 26.37. Aspecto clínico de un recién<br />

nacido portador de un mielomeningocele.<br />

A) visión posterior. B) visión lateral.<br />

La determinación del nivel de la lesión<br />

es fundamental para establecer el<br />

pronóstico funcional y esbozar un<br />

programa terapeutico. Habitualmente<br />

ello no es posible antes del tercer año<br />

de la vida. Sin embargo, el estudio por<br />

RMN puede indicarnos ya el nivel<br />

exacto de la lesión (Figura 26.38).<br />

Figura 26.38. Mielomeningocele visto<br />

mediante RMN.<br />

570<br />

Se define el nivel funcional como<br />

aquel en el que se encuentra una raiz<br />

que pueda efectuar una contracción<br />

muscular capaz, por lo menos, de<br />

vencer la acción de la gravedad. En<br />

este sentido, de cara al pronóstico, es<br />

importante conocer que la presencia de<br />

una contracción cuadricipital suficiente<br />

par estabilizar la rodilla en extensión,<br />

es crucial para permitir la<br />

deambulación, y que en un paciente<br />

ambulatorio las caderas constituyen el<br />

factor más importante.<br />

26.4.4.4. Tratamiento:<br />

Durante el primer año de la vida, el<br />

tratamiento es fundamentalmente<br />

neuroquirúrgico y de desarrollo. En<br />

este contexto, la fisioterapia evalúa e<br />

interviene en el retardo del desarrollo y<br />

prepara al niño para una posición<br />

erecta después del primer año de edad.<br />

Los pies zambos y otras deformidades<br />

congénitas de los pies suelen<br />

corregirse entre los 12 y los 18 meses<br />

de edad. Aunque la mayor parte de los<br />

niños obtienen un resultado aceptable<br />

con este tratamiento quirúrgico de los<br />

pies, los porcentajes más elevados de<br />

resultados inaceptables son los que se<br />

producen en pacientes con una<br />

afectación motora lumbar alta y/o<br />

torácica.<br />

El objetivo en la corrección de<br />

cualquier deformidad del pie es<br />

conseguir que éste sea flexible y se le<br />

puedan aplicar dispositivos<br />

ortopédicos. El objetivo de la<br />

bipedestación y/o la capacidad de<br />

deambulación se intenta conseguir<br />

entre los 15 y 19 meses de edad,<br />

según el nivel motor y la afectación del<br />

sistema nerviosos central existente, es<br />

decir, los problemas para el equilibrio<br />

en sedestación o bipedestación<br />

independiente. Puede producirse un<br />

deterioro progresivo de la función como<br />

resultado de una pérdida motora,<br />

contracturas o una escabiosis<br />

progresiva, causadas por una fijación<br />

de la médula espinal, y ello no debe<br />

aceptarse como la historia natural de la<br />

espina bífida.<br />

Las deformidades adquiridas durante<br />

la infancia consisten en subluxaciones


y luxaciones de la cadera y<br />

contracturas en cadera, rodilla, o pie y<br />

tobillo. El tratamiento de la cadera debe<br />

centrarse en el movimiento y la<br />

simetría, con un menor énfasis en la<br />

reducción de la subluxación o luxación.<br />

Se exceptúan de esta regla los<br />

pacientes con una buena capacidad de<br />

deambulación, que viven en la<br />

comunidad y tienen un alto grado<br />

funcional, con lesiones motoras a nivel<br />

sacro o de L4-L5, luxaciones<br />

unilaterales o asimetrías graves en la<br />

amplitud del movimiento o de la<br />

marcha, en los que puede ser<br />

necesario un equilibrado muscular o el<br />

empleo de osteotomías.<br />

La capacidad ambulatoria está<br />

correlacionada fundamentalmente con<br />

el nivel motor y el equilibrio en<br />

sedestación. Cabe predecir que podrán<br />

caminar en la adolescencia y la edad<br />

adulta los niños que presentan una<br />

afectación motora de nivel lumbar bajo<br />

o sacro y un equilibrio de sedestación<br />

normal. En los niños con capacidad de<br />

caminar, una liberación quirúrgica<br />

posterior con capsulotomía u<br />

osteotomía femoral supracondílea<br />

ocasional para las contracturas de<br />

flexión de la rodilla permitirá mejorar la<br />

marcha. La recidiva de las contracturas<br />

de flexión de la rodilla es muy frecuente<br />

en los niños con lesiones a nivel<br />

torácico, sin capacidad ambulatoria<br />

independiente. Hasta un 15 % de los<br />

niños con mielomeningocele presentan<br />

antecedentes de sensibilidad o alergia<br />

al látex, con el posible riesgo de<br />

anafilaxis y muerte. Estos niños deben<br />

mantenerse en un entorno sin látex, en<br />

especial durante la asistencia médica y<br />

en cualquier intervención quirúrgica.<br />

26.4.5. Enfermedad de Charcot-<br />

Marie-Tooth:<br />

26.4.5.1. Intoducción:<br />

La enfermedad de Charcot-Marie-Tooth<br />

es una familia heterogénea de<br />

trastornos a los que actualmente se<br />

denomina neuropatías hereditarias<br />

motoras y sensitivas, tipos I-VII. La<br />

neuropatía hereditaria motora y<br />

sensitiva de tipo I es la neuropatía<br />

571<br />

periférica más común, caracterizada<br />

por una debilidad de las extremidades<br />

distales asociada a una reducción de la<br />

sensibilidad y un retardo de la<br />

conducción nerviosa causado por la<br />

desmielinización.<br />

26.4.5.2. Etiología:<br />

El tipo más frecuente es la enfermedad<br />

de Charcot-Marie-Tooth IA (neuropatía<br />

hereditaria motora y sensitiva tipo IA),<br />

que se debe a una pérdida de la vaina<br />

de mielina en los nervios periféricos,<br />

con retraso de la conducción nerviosa,<br />

definida mediante estudios<br />

electrmiográficos. Este tipo, es causado<br />

por la duplicación completa del gen de<br />

la proteína de mielina periférica que se<br />

encuentra en el cromosoma 17. Este<br />

trastorno autonómico dominante puede<br />

diagnosticarse en la actualidad con<br />

facilidad mediante pruebas de ADN en<br />

sangre, y los pacientes pueden evitar<br />

las molestias que implican los estudios<br />

de conducción nerviosa si se sospecha<br />

un tipo IA.<br />

26.4.5.3. Diagnóstico:<br />

El problema clínico principal de estos<br />

pacientes es una debilidad y<br />

deformidad progresiva de los pies. Ello<br />

suele manifestarse entre los 10 y los 14<br />

años de edad. Los dedos en garra<br />

progresivos y las deformidades en<br />

cavovaro se producen como resultado<br />

de la debilidad del tibial anterior y los<br />

perineos, y la contractura u debilidad<br />

de la musculatura plantar intrínseca<br />

(Figura 26.39).<br />

Figura 26.39. Pie cavo varo en un paciente<br />

afecto de enfermedad de Charcot-Marie-<br />

Tooth.


También se produce una afectación de<br />

la mano en la edad adulta, debido<br />

fundamentalmente a la musculatura<br />

intrínseca de la mano, con la aparición<br />

de una deformidad menor intrínseca<br />

(Figura 26.40).<br />

Figura 26.40. Parálisis cubital bilateral en<br />

la enfermedad de Charcot-Marie-Tooth.<br />

26.4.5.4. Tratamiento:<br />

En general, se realizan transferencias<br />

tendinosas cuando el pie es flexible<br />

pero empieza a adoptar una postura de<br />

cavovaro. La combinación más<br />

frecuente es la transferencia de Jones<br />

(extensor largo del dedo gordo al cuello<br />

del primer metatarsiano), liberación<br />

plantar y transferencia del tibial<br />

posterior a la parte media del dorso del<br />

pie. El alargamiento del tendón de<br />

Aquiles debe evitarse cuando el<br />

“equino” aparente se debe a una<br />

deformidad en cavo y no a una<br />

deformidad de la parte posterior del pie.<br />

La artrodesis triple también debe<br />

evitarse, si es posible, ya que los<br />

resultados a largo plazo han sido<br />

malos. Sin embargo, puede estar<br />

indicada una osteotomía del primer<br />

metatarsiano y el calcáneo como apoyo<br />

de las intervenciones sobre tejidos<br />

blandos si la deformidad encavo ha<br />

llegado a ser relativamente rígida.<br />

26.4.6. Poliomielitis<br />

26.4.6.1. Introducción:<br />

La poliomielitis, infección viral que<br />

afecta a las células motoras de la<br />

médula espinal y capaz de producir una<br />

parálisis permanente, representa en la<br />

actualidad una enfermedad casi del<br />

572<br />

todo superable, como consecuencia de<br />

haberse desarrollado en estos últimos<br />

años una vacuna efectiva. Sin<br />

embargo, es posible que transcurran<br />

muchos años antes de que sea<br />

totalmente controlada esta enfermedad,<br />

en particular en los paises del mundo<br />

que están en vias de desarrollo. Por<br />

esta razón, la poliomielitis todavía<br />

merece ser considerada en un libro de<br />

texto dedicado al estudio del sistema<br />

músculoesquelético.<br />

26.4.6.2. Etiología:<br />

El virus de la poliomielitis, del que<br />

existen 3 tipos, es miembro del grupo<br />

de los enterovirus. Penetra en el<br />

<strong>org</strong>anismo de forma característica a<br />

través del tubo digestivo, desde donde<br />

se extiende a través del torrente<br />

circulatorio hasta su objetivo, las<br />

células del asta anterior de la médula<br />

espinal y del tallo cerebral. Se presenta<br />

generalmente en forma de epidemias,<br />

en particular al final del verano,<br />

pudiéndose presentar también<br />

esporádicamente.<br />

26.4.6.3. Diagnóstico:<br />

La poliomielitis puede ser “abortiva” sin<br />

originar síntomas, “no paralítica” con<br />

síntomas generales o “paralítica” con<br />

síntomas generales y parálisis.<br />

Después de un periodo de incubación<br />

de 2 semanas, el virus ataca las células<br />

del asta anterior y puede llegar a<br />

destruirlas, produciendo con ello un tipo<br />

de parálisis permanente de la neurona<br />

motora inferior que afecta a las fibras<br />

musculares inervadas por éstas. En<br />

este capítulo, sólo haremos referencia<br />

a la poliomielitis paralítica.<br />

Durante la fase prodrómica, que dura<br />

dos días, el paciente experimenta<br />

síntomas generales inespecíficos<br />

comunes a muchas infecciones virales,<br />

es decir, cefalea, malestar y mialgias.<br />

Durante la fase aguda de la<br />

poliomielitis aguda paralítica, el<br />

paciente desarrolla fiebre, cefalea<br />

intensa, rigidez de nuca (indicio de<br />

irritación meníngea), espasmo doloroso<br />

e hipersensibilidad de los músculos<br />

afectados. En este momento, el líiquido<br />

cefalorraquídeo contiene grandes


cantidades de linfocitos. Durante la<br />

fase aguda, que dura<br />

aproximadamente dos meses, se<br />

desarrolla una parálisis flácida en los<br />

músculos inervados por las células del<br />

asta anterior y que están dañadas. La<br />

extensión de la parálisis varía desde la<br />

debilidad de un músculo o grupo de<br />

músculos, a la parálisis completa de la<br />

totalidad de los músculos de los cuatro<br />

miembros y el tronco; si el tallo cerebral<br />

resulta también dañado, los músculos<br />

de la respiración se paralizan, siendo<br />

necesaria la respiración artificial para<br />

conservar la vida.<br />

La fase de recuperación, que dura<br />

hasta dos años, es el periodo en el que<br />

se produce la gradual recuperación de<br />

cualquier parálisis transitoria,<br />

produciéndose en los primeros 6<br />

meses. Aproximadamente una tercera<br />

parte de los pacientes consiguen su<br />

completa recuperación durante esta<br />

fase.<br />

La fase de parálisis residual persiste<br />

durante el resto de la vida, no siendo<br />

de esperar una mayor recuperación. La<br />

causa de las deformidades que se<br />

observan, resultan del desequilibrio<br />

muscular, la contractura muscular, la<br />

atrofia muscular y, durante la infancia,<br />

el retraso del crecimiento longitudinal<br />

óseo del miembro afectado. Entre las<br />

deformidades postpoliomielíticas,<br />

destacan la cifosis dorsal, subluxación<br />

paralítica de la cadera, deformidad en<br />

valgo de la rodilla, deformidad en varo<br />

y/o equjno del pie, etc.<br />

26.4.6.4. Tratamiento:<br />

Durante la fase aguda, el paciente<br />

debe guardar cama y es tratado<br />

sintomáticamente. Para prevenir las<br />

contracturas de los miembros<br />

afectados se emplean férulas de quita y<br />

pon y una vez que el espasmo<br />

muscular ha remitido, se someten las<br />

articulaciones del miembro paralizado a<br />

un suave movimiento que llegue al<br />

máximo, durante varios minutos cada<br />

día.<br />

El tratamiento durante la fase de<br />

recuperación o convalecencia, incluye<br />

ejercicios activos para fortalecer los<br />

músculos que están en fase de<br />

573<br />

recuperación y la aplicación de<br />

abrazaderas adecuadas para<br />

estabilizar os miembros débiles,<br />

prevenir las contracturas y mejorar la<br />

función.<br />

El tratamiento de los pacientes con<br />

parálisis residual se selecciona de<br />

acuerdo con los 6 principios de<br />

tratamiento ortopédico de los trastornos<br />

y lesiones neurológicos:<br />

a. Prevención de la deformidad<br />

musculoesquelética.<br />

b. Corrección de la deformidad<br />

musculoesquelética existente.<br />

c. Mejoramiento del equilibrio<br />

muscular.<br />

d. Mejormiento de las funciones.<br />

e. Mejoramiento del aspecto.<br />

f. Rehabilitación.<br />

El tratamiento operatorio se difiere<br />

hasta que ya no exista otra esperanza<br />

de recuperación muscular. Las<br />

operaciones quirúrgicas más eficaces<br />

para los pacientes con parálisis flácida<br />

debida a poliomielitis en fase residual<br />

incluyen:<br />

- Elongación tendinosa.<br />

- Transfrencia tendinosa.<br />

- Tenodesis.<br />

- Osteotomía junto a la articulación.<br />

- Artrodesis, y<br />

- Igualación de la longitud de las<br />

piernas.<br />

En algunos pacientes, la parálisis<br />

residual del miembro inferior es tan<br />

extensa que se requiere la aplicación<br />

de abrazaderas permanentes para<br />

proporcionarle estabilidad para que<br />

pueda mantenerse en posición erecta y<br />

caminar. En otros que presentan una<br />

evidente atrofia del miembro inferior,<br />

puede mejorarse de forma efectiva el<br />

aspecto de los mimemos mediante la<br />

aplicación de una prótesis estética en<br />

el segmento atrofiado del miembro.<br />

Los pacientes con parálisis residual<br />

extensa, en particular cuando ésta<br />

afecta a los dos miembros superiores<br />

requieren una rehabilitación.


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