GUITARRA NEGRA - Editorial Ultimo Recurso
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empezó a fortalecer en un extraño idioma que ni yo mismo sabía qué era,<br />
y sobrevivieron los peores momentos de mi vida. Emilio tenía su vida<br />
amorosa y se recluía en su departamento. Yo necesitaba que Almendra<br />
comenzara realmente a tocar, y eran shows, y mas shows... volvía de tocar<br />
con un fajo de guita así, tenía mi Citröen, era un delirio total. No había<br />
forma de pararla. Empecé a componer una música que a Rodolfo lo<br />
deslumbraba. Yo sentía que Rodolfo no tenía la polenta necesaria para la<br />
música que me salía... empezaron con él los conflictos estilísticos, y<br />
Almendra empezó a pudrirse por sectores. Sólo Edelmiro trataba de<br />
seguirme la corriente. Cuando decidí separarme del conjunto... me pedían<br />
que no lo hiciera. Yo quería desaparecer totalmente, quería ser bajista, que<br />
nadie me escuchara, que nadie escuchara mi voz... como esos bajistas<br />
negros que tocan atrás en esas bandas de borrachos, que nadie sabe<br />
quiénes son... me había hartado de la prensa, la crítica cercana y lejana, y<br />
por otra parte uno de los síntomas principales de fracaso... Cuando<br />
compuse la ópera de Almendra, la famosa y legendaria ópera inconclusa,<br />
había tratado de rescatar un poquito de cada una de las cosas que me<br />
maravillaban. Eran seis personajes, cada uno de ellos estaba encamado por<br />
mi héroe musical de este país: Javier (Martínez -Manal), Moris, Miguel<br />
Abuelo, Roque Narvaja, Litto Nebbia. 5<br />
Era una respuesta, un síntoma de lucidez ante todo el quilombo en que yo<br />
vivía. Me acuerdo que empezó la época del desgano, del descreimiento<br />
creativo en Almendra. El conjunto se había instalado comercialmente, se<br />
había empezado a ganar guita... Edelmiro tocaba con equipos prestados,<br />
un día cobró una guita y se apareció con un Fiat 600. Y le decíamos “Pero<br />
negro, ¿cómo no te compraste un equipo?” Antes de disolver Almendra les<br />
propuse grabar en un disco una obra totalmente aleatoria. No grabar<br />
ninguna canción, ir al estudio y encender la máquina y tocar sonidos hasta<br />
cumplir los 32 minutos de banda útil total, dividirlo por la mitad, poner<br />
una de cada lado y titular el álbum “La música que toca cualquiera” Así<br />
era mi modo de expresar el caos en que vivía. Para mí era tan importante<br />
el llanto de un bebé como la guitarra de Eric Clapton. Ante el aluvión de<br />
responsabilidades creativas, yo consideraba que Almendra daba como para<br />
crear una música absolutamente aleatoria que rompiera todas las carreras<br />
que se conocían aquí y en cualquier lado. Tocar una música inspirada en<br />
5 En este reportaje de Miguel Grinberg, Luis no lo nombra a Tanguito, aunque sí lo hace<br />
en el reportaje que le hizo Eduardo Berti en 1988.<br />
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