Despertando el Alma (documento pdf)
Despertando el Alma (documento pdf)
Despertando el Alma (documento pdf)
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
dejaban <strong>el</strong> trozo de carne entero, lo cogía con la<br />
mano y se lo comía a mordiscos.<br />
Empezó muy joven a trabajar en un convento de<br />
monjas, donde continuó mientras fue válida, hasta<br />
bien cumplidos los noventa, sin que por <strong>el</strong>lo tuviera<br />
retribución o pensión alguna. Gracias a un sacerdote<br />
familiar suyo la trajeron a esta residencia.<br />
No tenía una familia con la que r<strong>el</strong>acionarse, ni<br />
amigos o conocidos. No creo que conociera <strong>el</strong> calor<br />
de la amistad, <strong>el</strong> aprecio o la consideración de una<br />
persona cercana. No tuvo ocasión de cultivar sus<br />
sentimientos, pues no contó con la amistad,<br />
protección o apoyo de nadie.<br />
A mí, Satur me atrajo por su soledad. Por eso,<br />
cuando terminaba de comer, me ofrecía para<br />
acompañarla hasta la otra habitación. La cogía d<strong>el</strong><br />
brazo, le acariciaba las manos y la espalada y le<br />
preguntaba: ¿Te gustó la comida? ¿comiste bien?<br />
¿cómo te encuentras? y tenía recompensa cuando<br />
le preguntaba: ¿Oye, Satur, a mí me quieres? ¡Sí, a<br />
ti sí te quiero! decía.<br />
Una vida tan larga como triste y solitaria era la<br />
de Saturnina.<br />
LA VIDA Marisa Lomero<br />
Eran comienzos de Julio. Hacía mucho calor, <strong>el</strong> sol<br />
se mostraba implacable. Enrique trabajaba la tierra<br />
en compañía de su padre F<strong>el</strong>ipe y su hermano<br />
Inocencio, al que llamaban Chencho. Cada día<br />
protestaba de su suerte, añoraba la capital, soñaba<br />
con ser importante y vivir con grandes lujos. Petra,<br />
no entendía <strong>el</strong> descontento de su hijo Enrique. Ella,<br />
47