Despertando el Alma (documento pdf)
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decisión, metieron en <strong>el</strong> coche lo poco que les<br />
quedaba y se marcharon al pueblo a vivir con F<strong>el</strong>ipe<br />
y Petra, a su pueblo de tierras ocres y árboles<br />
su<strong>el</strong>tos.<br />
Cuando paró <strong>el</strong> coche en la puerta de la antigua<br />
casa, estaban sus padres esperándolos como dos<br />
pavos arrugados, como dos sarmientos<br />
renegrecidos, F<strong>el</strong>ipe con una manoseada boina y<br />
Petra con su d<strong>el</strong>antal de siempre, padre y madre, les<br />
ayudaron a bajar las maletas y <strong>el</strong> perro y la tortuga<br />
de Leonor, la preferida de su abu<strong>el</strong>a.<br />
Entraron todos en la casa, bebieron agua,<br />
permanecieron largo rato callados, sentados y<br />
mirándose. De pronto Enrique estalló en sollozos,<br />
Petra se levantó y lo abrazó, como cuando era niño<br />
y se hacía daño, solo que ahora ese daño no se<br />
pasaba con tiritas, son heridas grandes, son vidas<br />
rotas, ilusiones perdidas difíciles de recuperar. A<br />
pesar de todo, tenía suerte, pensó, <strong>el</strong> cariño de sus<br />
padres no le faltaría.<br />
EL JOVEN Marisa Lomero<br />
La mañana amaneció preciosa. Soledad, sentada en<br />
la terraza no conseguía recuperar su ánimo,<br />
después de la pérdida de su gran amiga, su<br />
pesimismo la atormentaba, se sentía sola. A veces<br />
pensaba que le pusieron su nombre “Soledad” como<br />
vaticinio de cómo sería su vida.<br />
Tenía que animarse y pensó en hacer un viaje pero<br />
¿dónde?,” me da lo mismo, solo necesito cambiar”.<br />
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