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EXCLUSIVO Capítulo 1. Las mujeres de Peña Nieto - El Universal

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SOCORRO


ahí estaba. Inmóvil. Quietecito, como ido. Enfermo, empapado en sudor,<br />

a sus nueve meses <strong>de</strong> edad. Un médico en Atlacomulco lo atendía, pero<br />

no resultó ser muy bueno. Enrique <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong> se puso grave; una fuerte infección<br />

intestinal lo estaba <strong>de</strong>shidratando.<br />

Mientras el niño se <strong>de</strong>batía entre la vida y la muerte, su madre, Socorro,<br />

se culpaba <strong>de</strong> haber sido ella quien alimentó al pequeño con una leche <strong>de</strong><br />

propieda<strong>de</strong>s especiales, que mandaban traer <strong>de</strong>l rancho <strong>de</strong> un familiar <strong>de</strong> su<br />

esposo, pero que resultó un frau<strong>de</strong>.<br />

Coco recuerda que su marido <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> reaccionar cuando vio a su hijo en<br />

tan mal estado. No parecía haber esperanzas <strong>de</strong> que sobreviviera.<br />

Fue una amiga <strong>de</strong> la familia, Rosita Velasco, quien sacó al bebé a<strong>de</strong>lante.<br />

Amiga <strong>de</strong> la pareja, Rosa era doctora. Ante la tribulación familiar, la parálisis<br />

<strong>de</strong>l padre y la gravedad <strong>de</strong>l bebé, Rosa sugirió trasladar al niño a Toluca para<br />

intentar salvarlo, sin consultar a su padre. La amiga tramó un plan entre <strong>mujeres</strong>:<br />

indicó a Coco que subiera al niño a la camioneta y le preparara un suero<br />

para que se lo fuera dando durante el camino (hoy, el trayecto por autopista<br />

es <strong>de</strong> casi una hora). <strong>El</strong>la se había puesto en contacto con un médico que las<br />

estaría esperando.<br />

Al llegar a la clínica <strong>de</strong> Toluca, las <strong>mujeres</strong> entraron corriendo al área <strong>de</strong><br />

urgencias; la madre con el niño en brazos. <strong>El</strong> especialista or<strong>de</strong>nó intervenir al<br />

bebé <strong>de</strong> emergencia con una venodisección, pero la criatura estaba <strong>de</strong>masiado


32 <strong>Las</strong> <strong>mujeres</strong> <strong>de</strong> Pea <strong>Nieto</strong><br />

Enrique <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong> y su papá Enrique <strong>Peña</strong><br />

<strong>de</strong>l Mazo. Foto: archivo Enrique <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong><br />

Enrique pegándole a la piñata en su esta <strong>de</strong><br />

cumpleaños número dos, acompañado <strong>de</strong> su<br />

mamá Coco. Foto: archivo Enrique <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong><br />

A los tres años <strong>de</strong> edad el primogénito <strong>de</strong><br />

los <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong> ya era acionado a la música.<br />

Foto: archivo Enrique <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong><br />

Enrique (<strong>de</strong> pie) en la feria <strong>de</strong> Atlacomulco,<br />

con uno <strong>de</strong> sus primos, en la década <strong>de</strong> los<br />

setenta. Foto: archivo Enrique <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong>


Mara <strong>de</strong>l Socorro <strong>Nieto</strong> Snchez 33<br />

débil y sufrió un paro cardiorrespiratorio. Clínicamente Enrique <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong><br />

estaba muerto.<br />

<strong>El</strong> pediatra le pidió a Rosa que fuera ella quien le diera la noticia a los padres,<br />

pues los <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong> eran sus amigos. Rosa se negó rotundamente. Para<br />

ella la muerte <strong>de</strong> Quique resultaba muy dolorosa. Acordaron, entonces, que<br />

comunicarían la tragedia juntos y sacaron al bebé en camilla para llevarlo con<br />

sus padres.<br />

Cuando Enrique y Coco vieron entrar a su hijo, asumieron que venía<br />

dormido; relajaron por fin los nervios y <strong>de</strong>jaron salir las primeras expresiones<br />

<strong>de</strong> alivio.<br />

En el cuarto, la cuna seguía cubierta con plástico, aún sin ten<strong>de</strong>r. Con<br />

cuidado el camillero <strong>de</strong>positó en ella el cuerpo inerte <strong>de</strong>l bebé, y <strong>de</strong> pronto<br />

éste soltó un vivísimo llanto. Los médicos, turbados, se vieron entre sí.<br />

Si bien estaban contentos, Coco y Enrique recibieron con naturalidad<br />

que Quique hubiera vuelto en sí, pues confiaban en que sus oraciones habían<br />

sido escuchadas. Para los médicos, en cambio, el hecho se convirtió en uno <strong>de</strong><br />

esos casos que la ciencia no pue<strong>de</strong> explicar.<br />

En ese momento acordaron no <strong>de</strong>cirle nada <strong>de</strong> lo que había sucedido a<br />

los papás <strong>de</strong>l pequeño. No querían alterarlos más. Fue hasta un año <strong>de</strong>spués<br />

que Enrique y Coco se enteraron <strong>de</strong> que su hijo, al final <strong>de</strong> su estancia en el<br />

quirófano, estuvo durante unos minutos sin vida.<br />

Coco me cuenta este episodio en la casa <strong>de</strong> gobierno <strong>de</strong> Toluca, cuando<br />

su hijo todavía gobierna el estado. Acce<strong>de</strong> feliz a hablar <strong>de</strong> “Quique”, <strong>de</strong>l que<br />

está orgullosa y, según dicta el complejo <strong>de</strong> Edipo, casi enamorada.<br />

<strong>El</strong> carisma <strong>de</strong> “Coco”, como le dice todo mundo <strong>de</strong> cariño, es el mismo<br />

que el <strong>de</strong> <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong>. Tiene la tez blanca y los ojos cafés. <strong>El</strong> pelo, oscuro y<br />

corto, lo lleva peinado en ondas hacia atrás <strong>de</strong> forma conservadora. A nuestra<br />

cita viene <strong>de</strong> traje sastre floreado. En cuanto la saludo <strong>de</strong> beso en la mejilla me


34 <strong>Las</strong> <strong>mujeres</strong> <strong>de</strong> Pea <strong>Nieto</strong><br />

doy cuenta <strong>de</strong> que es integrante <strong>de</strong>l club <strong>de</strong> la perlita, trae collar a juego con<br />

los aretes.<br />

Es chiquita <strong>de</strong> tamaño, igual que el hijo que, dicen, modifica su estatura<br />

(<strong>1.</strong>72) con unas plantillas especiales que se aña<strong>de</strong>n por <strong>de</strong>ntro a los zapatos<br />

para aumentarle unos centímetros.<br />

Como buena señora <strong>de</strong> provincia, Socorro <strong>Nieto</strong> es muy <strong>de</strong> su familia y<br />

sus recuerdos, pero también está bien parada en el presente. A sus 69 años es<br />

una mujer energética, vital y con muy buen sentido <strong>de</strong>l humor.<br />

Durante cuatro décadas fue señora <strong>de</strong> <strong>Peña</strong> <strong>de</strong>l Mazo, pero ahora es más<br />

<strong>de</strong> <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong> que otra cosa; la primera mujer importante en la vida <strong>de</strong>l político,<br />

la <strong>de</strong> más <strong>de</strong>rechos; es ni más ni menos que la mamá <strong>de</strong>l puntero en todas<br />

las encuestas para ocupar la silla presi<strong>de</strong>ncial.<br />

Viuda <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 2005, poco antes <strong>de</strong> que su hijo mayor rindiera protesta<br />

como gobernador <strong>de</strong>l estado, se diría que el rol <strong>de</strong> madre <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r le queda<br />

natural. Acostumbrada a la política <strong>de</strong>s<strong>de</strong> siempre (Salvador Sánchez Colín,<br />

gobernador <strong>de</strong>l Estado <strong>de</strong> México <strong>de</strong> 1951 a 1957, era hermano <strong>de</strong> su madre),<br />

junto con su esposo (también pariente <strong>de</strong> los gobernadores Alfredo <strong>de</strong>l Mazo<br />

padre e hijo), preparó a su primogénito para sobresalir, y ahora celebra el hecho<br />

<strong>de</strong> verlo brillar en gran<strong>de</strong>.<br />

La mamá <strong>de</strong> <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong> es simpática y parlanchina. De esas personas<br />

que caen muy bien <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la primera vez. Su <strong>de</strong>senvoltura y lenguaje amplio<br />

<strong>de</strong>notan que fue maestra <strong>de</strong> profesión. Tiene mucha claridad en sus i<strong>de</strong>as,<br />

es elocuente y divertida para contar historias, tanto que ella misma se ríe <strong>de</strong><br />

cómo las cuenta.<br />

De lo poco que no parece disfrutar es la ausencia <strong>de</strong> su hijo en las reuniones<br />

<strong>de</strong> familia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que se hizo gobernador.


Socorro 35<br />

Enrique <strong>Peña</strong> <strong>de</strong>l Mazo, quien fue funcionario <strong>de</strong> la Comisión Fe<strong>de</strong>ral <strong>de</strong><br />

<strong>El</strong>ectricidad, y sus dos hijos: Enrique y Arturo. Foto: archivo Enrique <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong><br />

Primera comunión <strong>de</strong> Enrique, entonces <strong>de</strong> nueve años, y Arturo, <strong>de</strong> siete,<br />

acompañados <strong>de</strong> sus padres Enrique <strong>Peña</strong> y Socorro <strong>Nieto</strong>. Foto: archivo Enrique<br />

<strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong>


36 <strong>Las</strong> <strong>mujeres</strong> <strong>de</strong> Pea <strong>Nieto</strong><br />

Romance con el <strong>de</strong> Acambay<br />

Como cualquier niña <strong>de</strong> 10 años, María <strong>de</strong>l Perpetuo Socorro <strong>Nieto</strong> Sánchez<br />

“Coco” era fanática <strong>de</strong> los dulces y chocolates (confiesa serlo hasta la fecha),<br />

por lo que estaba obligada a asistir con cierta regularidad al consultorio <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>ntista <strong>de</strong> Atlacomulco.<br />

A este mismo lugar iba Gilberto Enrique <strong>Peña</strong> <strong>de</strong>l Mazo, a sus 16, pero<br />

a diferencia <strong>de</strong> la niña, el joven acudía más bien para esperar a que el médico<br />

terminara sus consultas y llevarlo a su casa para aten<strong>de</strong>r a su abuela, quien<br />

<strong>de</strong>bido a su edad avanzada apenas si se trasladaba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su casa en una<br />

silla <strong>de</strong> ruedas.<br />

A Coco no le llamaba la atención Enrique. En cambio él, ya adolescente,<br />

comenzó a tener simpatía por la niña <strong>de</strong> pelo muy largo que estudiaba en el<br />

colegio <strong>de</strong> religiosas guadalupanas y usaba las tobilleras hasta la rodilla.<br />

A pesar <strong>de</strong> que Enrique vivía en la ciudad <strong>de</strong> México, don<strong>de</strong> cursaba la<br />

secundaria, cada fin <strong>de</strong> semana viajaba a Atlacomulco para aten<strong>de</strong>r a su madre,<br />

Dolores <strong>de</strong>l Mazo Vélez, quien, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los 22 años, estando embarazada<br />

<strong>de</strong> su segundo hijo Arturo, había quedado viuda <strong>de</strong> Arturo <strong>Peña</strong> Arcos.<br />

<strong>El</strong> pueblo era chico, y las abuelas <strong>de</strong> Coco y Enrique se conocían y llevaban<br />

extraordinariamente bien; eran casi vecinas, sólo dividía sus casas la calle<br />

principal <strong>de</strong> Atlacomulco. En un lado vivía “Mariquita” Colín, esposa <strong>de</strong> Silvano<br />

Sánchez Lovera, la abuela <strong>de</strong> Coco, y en el otro “Lolita” Vélez, esposa <strong>de</strong><br />

Pedro <strong>de</strong>l Mazo Villasante.<br />

Años más tar<strong>de</strong>, tras la muerte <strong>de</strong> la primera, a consecuencia <strong>de</strong> un<br />

acci<strong>de</strong>nte, Enrique aprovechó para tener un mayor acercamiento con Coco<br />

y acudió personalmente a dar el pésame a la casa <strong>de</strong> Toluca, a la que se había<br />

mudado la niña con su familia. La visita fue tan sentida que el galán incluso<br />

pidió una fotografía <strong>de</strong> doña “Mariquita”, para po<strong>de</strong>r tenerla siempre<br />

presente.


Socorro 37<br />

A partir <strong>de</strong> ese momento, Enrique <strong>Peña</strong> <strong>de</strong>l Mazo se convirtió en el pre-<br />

tendiente oficial <strong>de</strong> Coco, la segunda <strong>de</strong> los cuatro hijos <strong>de</strong> su tocayo Constantino<br />

Enrique <strong>Nieto</strong> Montiel y Ofelia Sánchez Colín.<br />

Enrique le mandaba a Coco orquí<strong>de</strong>as a su casa. En una <strong>de</strong> tantas veces<br />

llamó por teléfono <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mandar la flor y la invitó a tomar una nieve.<br />

Para entonces, Coco tenía 16 años y estaba estudiando en la Escuela Normal<br />

para Señoritas, pues tenía la firme convicción <strong>de</strong> convertirse en educadora.<br />

Enrique, veinteañero, ya había terminado la carrera <strong>de</strong> Ingeniero Mecánico<br />

<strong>El</strong>ectricista en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y estaba trabajando en<br />

Chilpancingo, Guerrero, en la Comisión Fe<strong>de</strong>ral <strong>de</strong> <strong>El</strong>ectricidad (CFE). También<br />

manejaba Santa Lucía, la hacienda familiar en el municipio <strong>de</strong> Acambay,<br />

por encargo <strong>de</strong> su madre que había quedado viuda unos años antes.<br />

Durante los viajes que Enrique hacía <strong>de</strong> Guerrero a Toluca, las salidas<br />

a tomar helado se fueron haciendo habituales entre Coco y él. Sin embargo,<br />

los papás <strong>de</strong> ella, comerciantes <strong>de</strong> abarrotes que habían hecho gran<strong>de</strong>s negocios<br />

en Atlacomulco, no estaban muy <strong>de</strong> acuerdo con la relación. No es que<br />

el here<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> los <strong>Peña</strong> <strong>de</strong>l Mazo fuera mal partido, lo que sucedía es que los<br />

<strong>Nieto</strong> Sánchez, quienes inculcaban a sus hijos una educación estrictamente<br />

católica conservadora, fruncían el ceño ante la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> cualquier pretendiente,<br />

pues consi<strong>de</strong>raban que era <strong>de</strong>masiado rápido para que su hija comenzara a<br />

salir con muchachos.<br />

Luego <strong>de</strong> alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> cinco años <strong>de</strong> cortejo, Enrique se <strong>de</strong>claró a su<br />

enamorada. Pidió a Coco que fuera su novia, pero ésta, ya con 20 años cumplidos,<br />

necesitó tiempo para la <strong>de</strong>cisión. Como buen soltero cotizado, Enrique<br />

tenía fama <strong>de</strong> noviero y conquistador, así que la hija <strong>de</strong> los <strong>Nieto</strong> se tomó la<br />

<strong>de</strong>claración con cautela y le prometió su respuesta para tres meses más tar<strong>de</strong>.<br />

Llegada la fecha, precisamente el día <strong>de</strong> las madres, Coco optó por el<br />

“sí” y, un año y un mes <strong>de</strong>spués, los novios elevaban su relación al siguiente


38 <strong>Las</strong> <strong>mujeres</strong> <strong>de</strong> Pea <strong>Nieto</strong><br />

rango. <strong>El</strong> 26 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1965, enfundada en un vestido blanco, Socorro <strong>Nieto</strong><br />

aceptaba convertirse en la señora <strong>de</strong> <strong>Peña</strong>.<br />

La ceremonia religiosa se celebró en la Iglesia <strong>de</strong> la Santa Veracruz, en<br />

Toluca. A la fiesta acudieron poco más <strong>de</strong> 500 invitados, que disfrutaron <strong>de</strong><br />

una sofisticada recepción en el Lienzo Charro en la que <strong>de</strong>stacó la participación<br />

<strong>de</strong> los Violines Mágicos <strong>de</strong> Villafontana.<br />

Los recién casados se fueron <strong>de</strong> luna <strong>de</strong> miel a Puerto Vallarta y aprovecharon<br />

para escribirle a la cigüeña.<br />

Chilango <strong>de</strong> nacimiento<br />

No. Enrique <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong> no nació en la ciudad localizada al norte <strong>de</strong>l Estado <strong>de</strong><br />

México llamada Atlacomulco.<br />

<strong>El</strong> primer hijo que Coco procreó con Enrique <strong>Peña</strong> <strong>de</strong>l Mazo llegó al<br />

mundo el 20 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 1966, en un sanatorio llamado “<strong>Las</strong> Américas” localizado<br />

en el número 56 <strong>de</strong> la calle Chilpancingo (en la actualidad la clínica número<br />

26 <strong>de</strong>l Instituto Mexicano <strong>de</strong>l Seguro Social), muy cerca <strong>de</strong> la avenida<br />

Insurgentes, en la colonia Con<strong>de</strong>sa <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> México.<br />

¿Cómo encaja, entonces, la persona <strong>de</strong> Enrique <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong> en la profecía<br />

supuestamente revelada a los notables <strong>de</strong> Atlacomulco, sobre el arribo seguro<br />

<strong>de</strong> un miembro <strong>de</strong>l grupo a la presi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> la República?<br />

Cuenta la leyenda que, en los años cuarenta, una vi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> nombre<br />

Francisca Castro Montiel hizo la siguiente revelación a los notables <strong>de</strong> Atlacomulco:<br />

“Seis gobernadores saldrán <strong>de</strong> este pueblo. Y <strong>de</strong> este grupo compacto,<br />

uno llegará a la presi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> la República”.<br />

Francisco Cruz y Jorge Toribio Montiel, en su libro Negocios <strong>de</strong> familia, explican<br />

que <strong>Peña</strong> es el sexto gobernador que proviene <strong>de</strong>l Grupo Atlacomulco<br />

y por tanto en él <strong>de</strong>scansan las esperanzas <strong>de</strong> varios <strong>de</strong> los miembros <strong>de</strong>l clan.


Socorro 39<br />

Pero hay un ligero <strong>de</strong>talle en la predicción, <strong>de</strong>l que pocos se han percatado:<br />

“Sólo uno <strong>de</strong> ellos ha <strong>de</strong> alcanzar el anhelado sueño presi<strong>de</strong>ncial y ése ha <strong>de</strong><br />

ser nacido en Atlacomulco…”, continúa Francisca, y da la casualidad que <strong>Peña</strong><br />

<strong>Nieto</strong> nació en el Distrito Fe<strong>de</strong>ral. Bueno, eso es lo que dijo su propia madre.<br />

Quique fue tempranero, llegó al mundo a las 6:20 a.m. mediante parto<br />

natural. <strong>El</strong> encargado <strong>de</strong> darle su primera nalgada para hacerlo llorar fue el<br />

doctor Ramiro Ornelas Ponce, el entonces afamado ginecólogo <strong>de</strong>l hospital<br />

Mocel, en quien Coco se apoyó durante su embarazo.<br />

Con el bebé en su vientre, la señora <strong>de</strong> <strong>Peña</strong> cuenta que no pa<strong>de</strong>ció<br />

los nueve meses como otras madres primerizas, al contrario, durante la espera<br />

le daba rienda suelta y contenta a sus antojos repetidos <strong>de</strong> quesadillas y<br />

enchiladas.<br />

Enrique y su mujer habían fincado su primer hogar <strong>de</strong> recién casados en<br />

una casa rentada <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> una privada en la Avenida Morelos <strong>de</strong> Atlacomulco.<br />

Pero recién estrenada como mamá, Coco quiso pasar la cuarentena en la<br />

casa <strong>de</strong> sus padres, Enrique y Ofelia, en Toluca, don<strong>de</strong> tanto ella como el recién<br />

nacido recibirían todos los cuidados necesarios y las atenciones por parte<br />

<strong>de</strong>l personal <strong>de</strong> servicio.<br />

<strong>El</strong> bebé <strong>de</strong> los <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong> fue bautizado a los tres meses <strong>de</strong> edad con el<br />

nombre <strong>de</strong> Enrique, en la Catedral <strong>de</strong> Toluca. Los padrinos <strong>de</strong> bautizo fueron<br />

su abuela paterna María Dolores <strong>de</strong>l Mazo Vélez y su tío Arturo, hermano<br />

menor <strong>de</strong> su papá.<br />

Dos años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l nacimiento <strong>de</strong> Quique llegó el segundo hijo <strong>de</strong> la<br />

familia: Arturo, quien nació el 4 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1968. No faltó mucho para que<br />

la familia recibiera a su primera niña, Verónica, quien llegó al mundo el 7 <strong>de</strong><br />

diciembre <strong>de</strong> 1969.<br />

Luego <strong>de</strong> tener tres hijos casi seguidos, tuvo que pasar casi una década<br />

para que Coco y Enrique añadieran otro hijo a su árbol genealógico,


40 <strong>Las</strong> <strong>mujeres</strong> <strong>de</strong> Pea <strong>Nieto</strong><br />

esta vez tocó el turno a la pequeña Ana Cecilia, quien nació el 15 <strong>de</strong> octubre<br />

<strong>de</strong> 1978.<br />

Génesis <strong>de</strong>l copete<br />

Cuando Coco relata los episodios <strong>de</strong> la niñez <strong>de</strong> su hijo Enrique, se yergue<br />

como pavorreal. No era un niño <strong>de</strong> dieces, pero sí aplicado, consentido <strong>de</strong><br />

las “misses” y, sobre todo, elegido con frecuencia para dar los discursos y ser<br />

maestro <strong>de</strong> ceremonias <strong>de</strong>s<strong>de</strong> chiquito, como la vez que en preescolar le tocó<br />

dar las gracias a un diputado por los juegos que había regalado para el kín<strong>de</strong>r.<br />

Su madre conocía sus capacida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> orador. <strong>El</strong>la mantenía a su hijo<br />

siempre impecable, por si era seleccionado para representar al alumnado en<br />

las ceremonias.<br />

Era común verlo vestido igual a sus hermanos Arturo y Verónica: pantalón<br />

azul marino y camisita roja, los tres parejos.<br />

Fue en esa época cuando nació el copete <strong>de</strong> Enrique <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong>. Todas<br />

las mañanas, antes <strong>de</strong> llevar a los niños a la escuela, Coco le relamía con gel<br />

el pelo, marcaba perfectamente la raya <strong>de</strong> lado y echaba el fleco hacia atrás,<br />

formando un abultado copetito.<br />

Entre bromas, Coco dice que lo hacía más por precaución que por exigencia,<br />

ya que cuando los niños se <strong>de</strong>jan un mechón en la cara, se les empieza<br />

a poblar la frente <strong>de</strong> pelo hasta juntarse éste con las cejas. Pero también hay<br />

otra razón para tan característico peinado <strong>de</strong> <strong>Peña</strong>: el placer culpable que su<br />

madre sentía por “Joselito”, el actorcito español, <strong>de</strong> quien imitaba el estilo para<br />

aplicarlo en su hijo.


Socorro 41<br />

Enrique <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong> recibe un diploma <strong>de</strong> manos<br />

<strong>de</strong>l director <strong>de</strong> la Primaria Anexa a la Normal <strong>de</strong><br />

Profesores, en Toluca, don<strong>de</strong> hizo sus primeros<br />

estudios | <strong>El</strong> patriarca <strong>Peña</strong> <strong>de</strong>l Mazo —fallecido<br />

en 2005— siempre fue muy cercano a sus hijos<br />

Enrique y Arturo | <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong> y su papá disfrutaban<br />

<strong>de</strong> la unión familiar en navidad. Aquí, la celebración<br />

<strong>de</strong> 199<strong>1.</strong> Fotos: archivo Enrique <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong>


42 Socorro <strong>Las</strong> <strong>mujeres</strong> <strong>de</strong> Pea <strong>Nieto</strong> 42<br />

La Mujer Biónica y el padrecito<br />

Suena a casualidad, pero Enrique se hizo mandamás en un corral para gallos<br />

finos.<br />

Cursaba primaria (primero en la escuela Anexa a la Normal <strong>de</strong> Profesores<br />

y luego en el colegio Plancarte, <strong>de</strong> las madres guadalupanas) cuando tomó por<br />

asalto unos <strong>de</strong> los cuartitos que habían sido albergue <strong>de</strong> los gallos <strong>de</strong> pelea <strong>de</strong><br />

su padre antes <strong>de</strong> casarse.<br />

Quique se instaló en uno <strong>de</strong> esos cuartos y jugaba a que era su oficina.<br />

Lo equipó con una mesa, una silla, una lámpara y una muñeca <strong>de</strong> la Mujer<br />

Biónica, como su secretaria.<br />

<strong>El</strong> refugio estaba en la zona <strong>de</strong> la huerta, así que durante un tiempo sirvió<br />

como lugar aislado para hacer tareas y estudiar.<br />

De niño, <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong> tenía fascinación por <strong>El</strong> hombre nuclear. Se ponía un<br />

brazo <strong>de</strong> cartón y les <strong>de</strong>cía a su hermanos: “Toquen, toquen mi fuerza”.<br />

La familia hizo su mudanza rumbo a la capital <strong>de</strong>l estado cuando el mayor<br />

<strong>de</strong> sus tres hijos estaba terminando la primaria. Se instalaron en la casa<br />

marcada con el número 1309 <strong>de</strong> la calle In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia Oriente, también en<br />

privada, una propiedad que alquilaron por quedar a una cuadra <strong>de</strong> las oficinas<br />

<strong>de</strong> <strong>Peña</strong> <strong>de</strong>l Mazo. Para finales <strong>de</strong> la década <strong>de</strong> los setenta, el papá <strong>de</strong> <strong>Peña</strong> ya<br />

era el presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la Junta <strong>de</strong> <strong>El</strong>ectrificación en el Estado <strong>de</strong> México, a<strong>de</strong>más<br />

<strong>de</strong> ser propietario y administrador <strong>de</strong> la hacienda Santa Lucía, en Acambay,<br />

que generaba importantes ingresos como productora y exportadora <strong>de</strong> brócoli.<br />

Des<strong>de</strong> aquella primavera <strong>de</strong>l 67, cuando Enrique <strong>Peña</strong> <strong>de</strong>l Mazo se enteró<br />

<strong>de</strong> que su bebé había muerto y regresado a la vida como <strong>de</strong> milagro, advirtió:<br />

“Este niño está por algo, tiene una misión”, y por mucho tiempo, todos en<br />

la familia pensaron que Quique sería sacerdote.<br />

Apenas tenía ocho años <strong>de</strong> edad y ya celebraba misas en los corredores<br />

<strong>de</strong> la casa gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> los abuelos en Atlacomulco. Enrique chico se ponía su


Socorro 43<br />

Enrique estudió en Estados Unidos un año <strong>de</strong> secundaria; sus papás iban constantemente a visitarlo. En la imagen, con<br />

su mamá María <strong>de</strong>l Socorro <strong>Nieto</strong> Sánchez. Foto: archivo Enrique <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong><br />

gabán y, con la solemnidad que ameritaba el ritual, tocaba una campanita llamando<br />

a misa tanto a los niños como a las muchachas <strong>de</strong>l servicio. Recreaba<br />

muy bien el ambiente <strong>de</strong> una parroquia con todo y bancas para la comodidad<br />

<strong>de</strong> sus feligreses.<br />

La parte que no era juego fue que el primero <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> los <strong>Peña</strong><br />

<strong>Nieto</strong> era muy espiritual y sí quería ser cura. Más <strong>de</strong> una vez les compartió a<br />

sus padres su inquietud. Incluso, les pedía permiso para po<strong>de</strong>r acompañar al<br />

padre Luis Banda (quien luego fue párroco en la Catedral <strong>de</strong> Atlacomulco por


44 <strong>Las</strong> <strong>mujeres</strong> <strong>de</strong> Pea <strong>Nieto</strong><br />

muchos años) en sus visitas a los pueblos aledaños con el fin <strong>de</strong> catequizar a<br />

su población.<br />

En primera instancia, Enrique y Coco no pusieron objeción a lo que<br />

creían estaba escrito en el futuro <strong>de</strong> su hijo. Sin embargo, las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong>l pequeño<br />

<strong>de</strong>voto <strong>de</strong> pronto se volvieron globalizadoras: “No voy a ser padrecito <strong>de</strong><br />

iglesias; me voy a ir al África <strong>de</strong> misionero”, y entonces le negaron el apoyo.<br />

En realidad los <strong>Peña</strong> tampoco estaban muy preocupados por el tema,<br />

consi<strong>de</strong>raban que eran dudas naturales en el proceso <strong>de</strong> crecimiento y <strong>de</strong>finición<br />

<strong>de</strong>l niño, y que ya más gran<strong>de</strong> podría cambiar <strong>de</strong> opinión, lo que en<br />

efecto sucedió.<br />

Muchos años <strong>de</strong>spués, el padre Luis Banda <strong>de</strong>cía que <strong>Peña</strong> <strong>Nieto</strong> le había<br />

fallado y recordaba con humor el llamado que el político sentía <strong>de</strong> parte <strong>de</strong><br />

Dios: “Claro que Enrique tenía vocación <strong>de</strong> padre… pero <strong>de</strong> sus hijos”.

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