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35. Revista de Aragón, año II, número 23 (15 de junio de 1879)

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REVISTA DE ARAGON<br />

una resolucion firme influye siempre eficazmente sobre<br />

un cuerpo débil.<br />

chiquillo. El honor <strong>de</strong> la Gran Btetaña hallábase comprometido<br />

en su persona; aceptar ó rehusar el harem<br />

Witmore meditaba una evasion.<br />

equivalía á chocar contra un doble escollo. Preciso<br />

Concebido el plan, aceptó alegremente el noble lord era, pues, partir cuanto ántes<br />

todas las incómodas contingencias <strong>de</strong> su esclavitud. Apenas reinó el silencio en el palacio <strong>de</strong> Tsin, lord<br />

Comió valerosamente en la mesa <strong>de</strong> Tsin é hizo honor Witmore abandonó su cuarto y hallando, no sin ex-<br />

á la cocina vegetal. Acto trañeza, contínuo abiertas se encaminó <strong>de</strong>lante al <strong>de</strong> él todas las puertas,<br />

templo <strong>de</strong> la Luz verda<strong>de</strong>ramente gran<strong>de</strong> para <strong>de</strong>volver llegó á la plaza pública sin la menor novedad. Estaba<br />

la visita á los letrados.<br />

solo; su único criado habíase quedado afortunada-<br />

Este templo es una <strong>de</strong> las maravillas <strong>de</strong> la China. mente en la al<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Nien-sin, junto á la última es-<br />

La estátua <strong>de</strong>l dios está colocada sobre un resplan<strong>de</strong>clusa <strong>de</strong>l Canal Imperial. Su traje chino, robado en<br />

ciente altar <strong>de</strong> oro: una multitud <strong>de</strong> <strong>de</strong>votos inunda las el guardarropa <strong>de</strong> Tsin, favorecía su fuga, iluminada<br />

gradas todas <strong>de</strong>l santuario. El resto <strong>de</strong>l templo per- <strong>de</strong>sgraciadamente por una luna <strong>de</strong> las mas chinescas<br />

manece abandonado á las ocupaciones más profanas. dimensiones. De canal en canal, prodigando el oro á<br />

Familias sin techo ni hogar que van allí á buscar los bateleros, encontróse bien pronto en la gran via<br />

abrigo y hacer sus comidas; comerciantes que tratan acuática que se enlaza con el rio Amarillo, y sin em-<br />

<strong>de</strong> sus negocios; capitanes <strong>de</strong> juncos que fuman ópio; bargo no se creyó obligado á dar gracias á la Provi-<br />

muchachas que buscan marido; sacerdotes que juegan <strong>de</strong>ncia hasta que <strong>de</strong>scubrió las fértiles llanuras <strong>de</strong><br />

al ajedrez; aquello es un compendio en accion <strong>de</strong> la Tche-Kia.<br />

vida china. Cuando lord Witmore entró en el templo, Quince dias <strong>de</strong>spues lord Witmore bogaba sobre<br />

encontró á los sábios fumando ópio y mirando al cielo. el mar Amarillo á bordo <strong>de</strong> la fragata inglesa Ci-<br />

La visita fué muy corta: el noble lord no pronunció lon, que por aquel entónces se paseaba <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la<br />

discurso alguno, pero prometió traducir la Historia China para enseñarle el pabellon británico á la dis-<br />

<strong>de</strong> Inglaterra en lengua china y traer el manuscrito á tancia <strong>de</strong> medio tiro <strong>de</strong> c<strong>año</strong>n.<br />

los letrados antes <strong>de</strong> tres meses.<br />

En los ócios <strong>de</strong> la travesía, lord Witmore escribió<br />

Los sábios se balancearon sobre sus sillas sacudien- una larga memoria dirigida á lord Bathurst. Jamás ha<br />

do la cabeza como para dar gracias al futuro traductor. sido impreso este trabajo; está cuidadosamente guar-<br />

El bueno <strong>de</strong> Tsin parecia hallarse en el colmo <strong>de</strong>l dado en el archivo <strong>de</strong> la oficina <strong>de</strong> Whitehall y los<br />

éxtasis. Lord Witmore jamás le cojía en falta; ni á la diplomáticos lo consultan siempre que las cuestiones<br />

suela <strong>de</strong>l zapato <strong>de</strong> este astuto chino hubiesen llegado <strong>de</strong> China se ponen sobre el tapete. Lord Witmore ha<br />

los mismísimos Talleyrand y Metternich. Des<strong>de</strong> la <strong>de</strong>scuidado en su manuscrito las <strong>de</strong>scripciones topo-<br />

punta <strong>de</strong> sus piés á la <strong>de</strong> su cola, tomaba todo el asgráficas, <strong>de</strong>jando - segun dice - este frívolo entretenipecto<br />

<strong>de</strong> un hombre <strong>de</strong> bien. Ni un pliegue <strong>de</strong> su cara miento á los viajeros vulgares y contentándose con<br />

ó <strong>de</strong> su traje <strong>de</strong>nunciaba son<strong>de</strong>ar sus negras moralmente intenciones ese y estanque so- inmenso don<strong>de</strong> se<br />

bre el perpétuo carmin <strong>de</strong> sus mejillas no brillaba<br />

otra expresion que la <strong>de</strong> la bondad: figura <strong>de</strong> ángel<br />

con alma <strong>de</strong> <strong>de</strong>monio y perfiles <strong>de</strong> orangutan.<br />

encenagan trescientos millones <strong>de</strong> séres humanos. El<br />

trabajo <strong>de</strong> lord Witmore concluye con este retrato,<br />

digno <strong>de</strong>l mismo Addison:<br />

Vuelto al palacio <strong>de</strong>l ministro, lord Witmore afectó «El chino tiene torpe el espíritu y grosero el enten-<br />

cierta indiferente tranquilidad ó ligero aturdimiento dimiento: solo tiene dos sentidos, tres ménos que nos-<br />

para engañar á sus huéspe<strong>de</strong>s con estos pobres recurotros; su candi<strong>de</strong>z solo se pue<strong>de</strong> igualar con su ignosos<br />

<strong>de</strong> la astucia europea y ocultar sus proyectos <strong>de</strong> rancia. Es tan fácil engañarle como lastimoso el usar<br />

próxima evasion. Tomó todas las posturas y todos los con él <strong>de</strong> la astucia. En el chino la materia es tan es-<br />

tonos que el repertorio <strong>de</strong> la diplomacia europea pudo pesa que rechaza, como una especie <strong>de</strong> coraza, toda<br />

proporcionarle; mostróse afectuosísimo para con la fa- suerte <strong>de</strong> agu<strong>de</strong>zas. Trabaja por instinto: hoy hace lo<br />

milia <strong>de</strong>l ministro; pidió una libra <strong>de</strong> papel <strong>de</strong> Pekin<br />

y un frasco <strong>de</strong> tinta <strong>de</strong> Zhé-hol para escribir su traduccion<br />

<strong>de</strong> la Historia <strong>de</strong> Inglaterra: fumóse dos pipas<br />

<strong>de</strong> ópio para darse aires <strong>de</strong> extranjero que quiere<br />

aclimatarse y adoptar las costumbres <strong>de</strong> un país don<strong>de</strong><br />

piensa habitar por largo tiempo. El ministro, por<br />

su parte, simulaba la inocencia y el candor <strong>de</strong> un muchacho;<br />

trataba á lord Witmore como si hubiera querido<br />

entablar con él íntima y dura<strong>de</strong>ra amistad: hasta<br />

mismo que ayer. Sacadle <strong>de</strong> esos pantanos y cenagales<br />

y perece como el pez fuera <strong>de</strong> su elemento. Ese es<br />

un pueblo <strong>de</strong> castores; su país es un charco inmenso,<br />

su alimento una raíz tuberculosa, su cabellera una<br />

cola, su mano una pata, su idioma un grito. Yo he conocido<br />

íntimamente al primer ministro <strong>de</strong> esos castores;<br />

me he servido <strong>de</strong> él cuando la ocasion se me ha<br />

presentado, y cuando ha podido servirme <strong>de</strong> obstáculo<br />

lo he convertido en mi juguete como una débil caña».<br />

llegó á ofrecerle un harem escogido expresamente Así es como lord Witmore estudió el carácter chino.<br />

para él en los más aristocráticos<br />

Tong-tchu-fu.<br />

establecimientos <strong>de</strong> ¡Apren<strong>de</strong>d, oh diplomáticos!<br />

Inútil es <strong>de</strong>cir que el ministro había adivinado el<br />

proyecto <strong>de</strong> evasiva, aun ántes <strong>de</strong> que Witmore lo<br />

hubiera formado. De esta suerte, el ministro chino se<br />

habia burlado completamente <strong>de</strong>l diplomático <strong>de</strong> Albion<br />

al combinar éste las más sutiles maquinaciones<br />

que se apren<strong>de</strong>n en St. James, ¿para qué? para el mejor<br />

éxito <strong>de</strong> un plan que favorecia los intereses <strong>de</strong> su<br />

enemigo. El lord se hubiera dado á los diablos si por<br />

un momento hubiese sospechado el irónico sarcasmo<br />

con que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus a<strong>de</strong>ntros le observaba el cuadrúmano<br />

chino.<br />

La oferta <strong>de</strong>l harem acabó <strong>de</strong> trastornar á Witmore:<br />

hubiera dado su fortuna por hallarse á bordo <strong>de</strong> un<br />

navío bogando por el mar Amarillo. Temia á cada<br />

instante ver entrar, al compás <strong>de</strong> los cascabeles y le<br />

alegres risotadas, todo un formidable paraiso <strong>de</strong> muchachas<br />

<strong>de</strong> ojos oblicuos, narices chatas y pies <strong>de</strong><br />

POR ELLA Y PARA ELLA.<br />

Ansioso su pista sigo.<br />

Al ver tu cara divina<br />

Y tu talle encantador.<br />

Dice el vate: Es una ondina.<br />

Y el botánico: Una flor.<br />

El astrónomo: Una estrella,<br />

Un músico: Es la armonía.<br />

Las gentes todas: ¡Qué bella!<br />

Yo: ¡La dulce musa mia!<br />

Un militar: Mi valor<br />

Rin<strong>de</strong> tan bello enemigo;<br />

Y respon<strong>de</strong> un cazador:<br />

I.<br />

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