Descargar el libro “Pensar Malvinas” - Educ.ar
Descargar el libro “Pensar Malvinas” - Educ.ar
Descargar el libro “Pensar Malvinas” - Educ.ar
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
portas. Y también nos permitió observ<strong>ar</strong> aqu<strong>el</strong>los que pese a todos los movimientos,<br />
se estaban dejando tent<strong>ar</strong> por <strong>el</strong> sueño inconsciente y p<strong>el</strong>igroso.<br />
Ese sueño que p<strong>ar</strong>ecía hundir no en las profundidades d<strong>el</strong> m<strong>ar</strong>, sino en un<br />
let<strong>ar</strong>go cómodo y agradable, pero definitivo…<br />
Por eso los cantos, los rezos, las bromas… Por <strong>el</strong>lo fue que los golpes<br />
d<strong>el</strong> m<strong>ar</strong> vinieron también a evit<strong>ar</strong> –aunque con malas <strong>ar</strong>tes– <strong>el</strong> sopor de<br />
la muerte blanca. Vimos algunos muy cerca de <strong>el</strong>la, cuando estaban en<br />
total silencio, sin gestos y movimientos volunt<strong>ar</strong>ios, como encerrados en si<br />
mismos… A Dios gracias sus compañeros los recuper<strong>ar</strong>on p<strong>ar</strong>a la vida, sin<br />
que los afectados hubieran caído en la cuenta.<br />
Después de v<strong>ar</strong>ias horas de soport<strong>ar</strong> 120 Km/h de viento y todas sus<br />
secu<strong>el</strong>as imaginables, ratificamos la confianza en nuestras emb<strong>ar</strong>caciones.<br />
La que fuimos adquiriendo en forma empírica, al pas<strong>ar</strong> exitosa aunque<br />
penosamente, cada exigencia de esa noche interminable.<br />
Y aunque muchos habrán pensado íntima y seriamente en una muerte que<br />
podría sobrevenir a cada momento, no conozco caso alguno en que ese<br />
temor se haya exteriorizado como p<strong>ar</strong>a influir negativamente en <strong>el</strong> grupo.<br />
Durante aqu<strong>el</strong>la primera noche en balsas, nadie bebió ni comió nada. No<br />
nos sorprendió, porque se cumplían ni más ni menos lo que p<strong>ar</strong>a estos casos<br />
indicaban los manuales de supervivencia. Dicen más o menos así: «Lo<br />
ingerido normal y rutin<strong>ar</strong>iamente en <strong>el</strong> período anterior al siniestro, permite a<br />
los náufragos no tener necesidad de comida ni agua, en las primeras 15 a<br />
20 horas posteriores al abandono d<strong>el</strong> buque».<br />
Con <strong>el</strong> frío se hizo más frecuente <strong>el</strong> deseo de orin<strong>ar</strong>. Pero no resultaba<br />
sencillo hacerlo, usando las bolsas recolectoras de plástico. Y entonces<br />
fue cuando aconsejamos –a los que tenían más dificultades– producir la<br />
micción sobre <strong>el</strong> mismo cuerpo. De tal forma, <strong>el</strong> contacto de la orina con la<br />
pi<strong>el</strong> fue una acción benefactora. Como resultado de <strong>el</strong>lo, pensamos en otra<br />
alternativa válida p<strong>ar</strong>a ayud<strong>ar</strong> a recomponer un poco a los más necesitados<br />
físicamente. Y entonces, los que podían usaban la bolsa recolectora, pero<br />
en lug<strong>ar</strong> de lanz<strong>ar</strong> <strong>el</strong> líquido al m<strong>ar</strong> como era la teoría, se <strong>ar</strong>rimaba esa bolsa<br />
con 36 grados de temperatura, a la frente y las muñecas de los heridos.<br />
Muchos de <strong>el</strong>los record<strong>ar</strong>án aún, aqu<strong>el</strong>la estimulante y novedosa bolsa de<br />
agua caliente.<br />
Trascurridas las primeras 12 horas de travesía, era imposible saber hacia<br />
dónde nos trasladaba <strong>el</strong> viento. Seguramente por su fuerza actual, se<br />
imponía a las corrientes oceánicas que en zona son hacia <strong>el</strong> Nordeste. Y<br />
si la dirección d<strong>el</strong> viento seguían siendo hacia <strong>el</strong> Sudeste como instantes<br />
antes d<strong>el</strong> torpeamiento, <strong>el</strong> resultado sería un alejamiento cada vez mayor de<br />
la costa.<br />
Al avecin<strong>ar</strong>se <strong>el</strong> crepúsculo matutino, pudimos comprob<strong>ar</strong> por <strong>el</strong> resplandor<br />
de un tímido sol, que nuestro rumbo era indefectiblemente hacia <strong>el</strong> umbral<br />
de las aguas antárticas. Cuando un tripulante de la balsa me preguntó si<br />
<strong>el</strong> viento nos est<strong>ar</strong>ía empujando hacia tierra, creí neces<strong>ar</strong>io no quit<strong>ar</strong>le la<br />
ilusión…<br />
43