TERREMOTO EN EL SUR CRÓNICAS - Mercedarias de la Caridad

Provincia “San Martín de Porres”
Perú-Bolivia
TERREMOTO EN EL
SUR
CRÓNICAS

RUMBO AL SUR
Lo que sucedió con nuestros hermanos y hermanas del Sur nos afectó profundamente a todas y cada
una de nosotras. Estuvimos muy atentas a las noticias, sufriendo con los que sufren. Pero no nos
quedamos allí, en el dolor que sentíamos, sino que nuestro espíritu solidario y la fuerza de nuestro
Carisma Redentor nos impulsaron a hacer algo más.
La caridad redentora no tiene límites, y lo que podamos hacer por los más necesitados, jamás será
suficiente. Por eso hemos querido dar una respuesta, remediando de alguna forma los males de
nuestros hermanos y hermanas que sufrieron las terribles consecuencias del sismo en el Sur de
nuestro País.
La Congregación, en coordinación con la CONFER, quiso hacerse presente a través de nuestra
Provincia. Seis hermanas y tres laicas Mercedarias fuimos a Pisco para vivir una verdadera
experiencia de entrega generosa. Nos acompañaba el deseo de ser memoria de Jesús liberador en
medio de los hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos afectados por la furia del terremoto, que
removió la tierra en todas las direcciones destruyendo casas, sepultando objetos y vidas humanas.
Todo se hace realidad cuando de una forma u otra, cada una de nosotras somos elegidas para esta
misión. A algunas nos sorprende porque pensamos que probablemente existen personas que tienen
más que dar y entregar.
Domingo 09/09/07
Tuvimos nuestra primera coordinación, con sor Irene Díaz,
Dominica del rosario, secretaria de la CONFER y sor Carmen
Hurtado, delegada y prefecta de misiones, quien presenta al
equipo integrado por sor Josefa Maíz (Arequipa), sor
Purificación Ruiz-Clavijo(La Curva), sor Celia Flores(Piura),
sor Fanny Luz Arévalo (Rioja), sor Carmen Villavicencio (San
José de Sisa), sor Margot Briceño (Moyobamba); laicas
mercedaria Sra. Luz Elena Dávila, (Moyobamba), Sra. Marleny
Sandoval (Rioja), Sra. Silvia Mesía (Lima).
Después, todas nos reunimos en la casa de espiritualidad, con
sor Carmen Hurtado, ella nos informó que necesitábamos estar
organizadas para esta misión, por lo tanto era necesario elegir
una coordinadora de grupo y elegimos a sor Purificación Ruiz
Clavijo y la Sra. Silvia Mesía se ofreció de voluntaria para las
crónicas.
Luego compartimos por un momento lo que para todas ha
significado dejar sus compromisos y lo dispuestas que
estábamos para ir donde el Señor nos necesita.
Todas nos retiramos a descansar porque nos esperaba un viaje
de madrugada a las 5 am. En la empresa Soyuz.

Lunes 10:
Llegamos efectivamente al terminal a las 5.30am, chequeamos los bultos; el personal comprendió
que todo lo que transportábamos era para donaciones por lo tanto tuvo la delicadeza de no cobrar por
el sobrepeso.
Ya rumbo a la ciudad de Pisco, cerca al peaje, nos paró la policía porque la movilidad tenía un
desperfecto en las luces, pero por la oportuna intervención de nuestra coordinadora nos dejaron pasar
sin más demora.
A las 10:00 a.m. llegamos a Pisco. Hicimos contacto con una persona del lugar un caballero llamado
Enrique y un taxi, los cuales nos transportaron a Túpac Amaru Inca después que sor Puri iba a Pisco
y las demás a La Villa y Casalla.
Empezó la persecución hasta que pudimos alcanzarlos y finalmente llegar a nuestro destino,
esperando al Padre Luis nos acordamos que no estaba la guitarra Fanny y Marleny salieron al
rescate, pero el dueño del taxi apareció a devolverla, que gusto y alegría nos dio.
Llegó el padre Luis Miro Quezada, religioso misionero Vicentino, nos puso al día, nos llevó a
conocer los lugares donde nos íbamos a movilizar, que era La Villa, Casalla y San Miguel, dimos un
paseo por la zona, pudimos constatar lo mucho que había sufrido a causa del sismo.

Fuimos caminando y encontramos en nuestro paso ollas comunes que de alguna manera el PRONAA
y la Municipalidad en coordinación, están repartiendo los víveres venidos en donación.
Las ollas comunales eran 41, cada una de ellas atiende entre 35 y 55 familias que hacen unas 120 a
165 personas entre adultos, niños y ancianos. Varias ollas comunes compartían con nosotras, sus
alimentos.
Ciertamente el hambre de pan es evidente y tal vez esta
necesidad por el momento esté cubierta gracias a la
generosidad desbordante de tanta gente peruana y
extranjera. Pisco y sus alrededores están organizados en
ollas comunes. Nadie puede darse el lujo de comer algo
diferente. En todas las ollas se percibe el mismo olor y
el mismo sabor.
Sorprendentemente no es el hambre de pan lo que más
les importa ni la necesidad de techo, ya que la gran
mayoría están bajo carpas, cartones, mantas y esteras
que les protegen del polvo, del viento, de la llovizna y
el sol. Hemos encontrado carpas en total hacinamiento,
realidad que desgarra el corazón. La gente sigue
solicitando que llegue a sus manos la ayuda y que se la
reparta con justicia, pero cuando se trata de priorizar,
los reclamos y quejas se dejan de lado para oír hablar
de Dios o ir a recibir su bendición.

Conversando con las personas todas estaban con una avidez por contarnos dónde se encontraban y
cómo salvaron a sus hijos, nietos, hermanos, algunos perdieron hermanos, esposa, hijos, y aunque
hace tan poco que los perdieron ellos no tienen tiempo para vivir un duelo como corresponde porque
tienen que inscribirse para la ayuda, ya sea en la reconstrucción o de lo contrario inscribiendo a sus
fallecidos en la municipalidad para continuar con los trámites y la vida.
Llegamos a la parroquia de Casalla que ha sufrido los estragos, pero está en pie y por ahora sirve de
almacén.
De allí salimos rumbo a San Miguel.
Allí conocimos a Alan, así se llama el joven que maneja el comedor parroquial, donde almorzaremos
el resto de los días; es una parroquia que ya está dando los almuerzos, tres raciones por un sol. Ese
sector no ha sufrido mucho.
Luego regresamos a La Villa, allí empezamos nuestro trabajo de limpieza de la parroquia y salón
parroquial, para poder organizar la misa del día, que por primera vez se celebra dentro del templo
después del terremoto. A las 6:00 p.m. se realizó la Misa y así nos despedimos ese día de La Villa,
Casalla y San Miguel.
Esperamos que nos recoja el provincial, P. Alfonso Berrade, que recoge todos los días al P Lucho, y
él nos sacó a la carretera con todas nuestras cosas para abordar el autobús e ir a la casa de las
hermanas Dominicas en Ica. El viaje nos lleva una hora. Llegamos a la casa como a las 9:00 p.m. y
ellas no nos esperaban porque alguien les había llamado para decirles que nosotros ya no llegábamos.
Las religiosas se encontraron en apuros pero siempre muy cordiales, improvisaron unos cuartos, y
también una rica comida.
Martes 11:
Coordinamos con las religiosas y les aseguramos que regresaríamos
todos los días, a la cena y por las mañanas el desayuno, así después de
desayunar nos fuimos nuevamente a Pisco. Allí el sacerdote nos
anuncia que sus superiores le mandaban a recuperarse del sismo, ya que
desde que sucedió, no tenía descanso.
El sacerdote nos presenta a su reemplazo por dos días, el P. Aníbal Vera.
Desde ese día coordinaríamos con él.
Nosotras ya nos habíamos puesto de acuerdo en el trabajo.
Cuando el corazón está henchido de amor, lo único que sabe y desea
es amar; en este sentido no hizo falta distribuir funciones o
responsabilidades. Cada una desde los dones recibidos, desde sus
habilidades personales dio lo mejor de sí. Visitamos las familias,
oramos con ellas, se compartió mensajes de esperanza, iluminados
por la Palabra y, sobre todo, tratamos de hacer presencia que conforta
y consuela en medio del dolor y la confusión.

Aquí no había puertas que tocar, porque todo estaba en los suelos;
cualquier espacio era el mejor para la acogida, sin importar que fuera
un adobe, un tronco o el montículo de escombros desparramado por
todos los lados. Rápidamente se organizaban para adecuar el lugar
porque las hermanitas llegaban a visitarles. La apertura del corazón
también era evidente. La gente agradecía nuestra presencia, quería
escuchar de Dios y hablar de Él. Estaban convencidos de que el
Señor les había protegido, de lo contrario muchos de ellos estarían
sin vida. Por eso que ante la invitación para rezar y o celebrar la
Eucaristía la gente acudía sin demora.
Nos preocupaba la incursión de los hermanos que profesan otra religión; muchos de ellos aprovechan
la coyuntura del desastre para hablar del castigo de Dios a la iglesia católica, que como muestra de
ello fueron nuestros templos desmoronados. Argumentos nada sólidos que se emiten para confundir a
la gente sencilla, con el único interés de tener más adeptos. Sus mensajes son realmente de terror y
castigo inminente de parte de un Dios creado a su manera. Ante esto, nosotras transmitíamos al Dios
de la misericordia, del amor, que ha dado su vida para que nosotros la tengamos en abundancia.
Un grupo, integrado por las Hnas.: Margot, Carmen, Celia y Sra.Luz Elena, caminaba a Casalla con
la mitad de la donación que había llegado de CARITAS para organizar el comedor.
Junto con parte de las cosas que nosotras habíamos traído de Lima.
Para ir a Casalla nos trasladó el carro de los militares. En
este breve recorrido conocimos a un soldado de Agua
Blanca (San José de Sisa) y al capitán Ramos, quien había
prestado sus servicios durante 17 años entre Rioja,
Moyobamba y Tarapoto; en el momento de descargar nos
da la bienvenida un grupo de policías, ellos acampaban en
un pequeño salón multiusos perteneciente a la capilla.
También dentro de este grupo de policías había uno que
conoció a las hermanas de San José de Sisa, así desde los
primeros momentos nos sentimos en familia y de
inmediato nos informamos sobre las necesidades
prioritarias de esta localidad.

Se organizó la parroquia de Casalla, luego se
continuó con el trabajo ya de evangelización
recorriendo casa por casa empadronando a los niños,
padres y citándolos en la tarde al templo para juntos
cantar, rezar el rosario, compartir la Palabra del Señor
realizar actividades lúdicas. Muchos no querían
ingresar porque todavía queda el trauma de la
muerte, de muchos hermanos dentro de la iglesia,
pues por la zona todos los templos han sido afectados.
Todos, desde los niños hasta los adultos se ven
afectados por una psicosis generalizada y no es para
menos. Las conductas de un post trauma es evidente.
Por donde íbamos nos hablaban de alteración y de
sueño, pesadillas, náuseas, dolor de cabeza, temblor de brazos y piernas, miradas y posturas
vigilantes ante cualquier estímulo que les recuerde los momentos difíciles del terremoto. En estas
condiciones muchos optaban por hablar del suceso; en tanto, otros de forma inconciente reprimían
sus recuerdos del mismo. ¿Qué hacer? Con los niños se ha desarrollado procedimientos de
afrontamiento eficaz como la catarsis y la reexposición a los pocos espacios con techo, de tal modo
que sea terapéutica en lugar de traumática.
El grupo que se quedó en La Villa estaba integrado por las Hnas. Purificación, Josefa, Fanny, Sras.
Silvia y Marleny. Nos concentramos primero en el templo porque todavía estaba siendo usado como
almacén, había que limpiar totalmente.
Empezamos nuestro trabajo de visitar, choza, por
choza, allí una joven, muy jovial, nos parecía que lo
tomaba todo muy deportivamente y nos pareció muy
bien, pero en su carpa vivían como 6 familias y el
padre se jactaba de tener como 12 hijos y cuatro
pérdidas, 40 nietos y no recordamos cuántos
bisnietos. Por lo que la joven nos contó y habló, ella
misma se delató,
pues tenía casa en
Pisco, su papá
también, pero
querían carpas
porque así como estaban viviendo no podían continuar; se quejaban
de la comida, pero ella tenía una bolsa de lentejas en el centro de la
carpa que los niños al pasar lo pisaban, por fin lo rompieron y la
lenteja se mezcló con la grama.
Bastó para entender lo que pasaba allí; había mucha pobreza, no sabían lo que era comunidad,
compartir, vergüenza, respeto, amor, solidaridad; sólo nos quedó invitarles a participar con nosotros
la Palabra de Dios en la iglesia todos los días.

Fuimos en busca de respuestas a Pisco, era
comprender un poco sus miedos. En el camino
nos encontramos con un señor que había
llegado de Lima sin conocer nada de Pisco e
iba en una misión llevando 500 soles de las
alcancías de dos niños del Canadá. Nos pidió
ayuda porque quería entregar personalmente a
una familia. Bajamos de la combi y
caminamos hacia la catedral y allí estaba el P.
Alfonso y él tenía una persona que había
anotado a una mujer con nueve hijos que
estaba clamando por ayuda.
Fueron hasta la carpa donde se encontraban y entregaron la ayuda. El hombre regresó contento por
que había cumplido su misión, mientras nosotras estábamos en Pisco recorriendo las calles
destruidas; el centro de Pisco era tan antiguo que todo estaba construido con adobe, y las casas de
material noble son pocas las que están en pie; necesitan refuerzos.
En Villa al caer la tarde Cáritas nos llevó víveres para el comedor. Luego organizamos la misa del
día que todos los días la celebraremos a las 5.30 p.m.
Miércoles 12:
Tenemos algunas cosas que realizar que quedan pendientes, el sacerdote tiene la iglesia como un
almacén y hay cajas de ropa y algunos víveres para organizar. Nos pasamos más de la mitad del día
separando y organizando.
Nos dividimos el trabajo y dos de nosotras organizaríamos la ropa y tres harían las visitas
domiciliarias para compartir con las personas sus penas y sus tristezas.
La gente sabía que existían depósitos de carpas y
de alimentos no repartidos y nos pedían que
nosotras intercedíeramos ante tal hecho
inconciente; de este modo se ha logrado que las
ayudas dispersas llegaran en parte a su destino.
En esta tarea de gestión, las hermanas que
estábamos en Casalla llegamos a las instalaciones
de CARITAS quienes con mucho cariño y esmero
atendían todas las solicitudes. Esto es motivo de
gozo abundante, nuestra Iglesia se mantiene en
pie, velando para que en todos los rincones se
produzca nuevamente el milagro de la
multiplicación de los panes.

Muchos jóvenes y adultos están brindando su servicio gratuitamente para que la caridad de Dios no
se haga esperar. De este modo cada día, desde muy temprano hasta el anochecer tenían la tarea de
elaborar los ricos y nutritivos panes que luego eran repartidos.
Sorprendía ver la cantidad de panes que se
elaboraban; eran alrededor de 40 mil piezas por día.
Aquí el trabajo no era motivo de cansancio y si lo
había era un cansancio lleno de contento y felicidad.
Desfilaban también por las calles muchos grupos
que como nosotras iban motivados por el espíritu de
solidaridad; aquí las diferencias nos enriquecían.
Todos aprendíamos de todos. Era lindo acoger al
grupo que llegaba.
En algunos momentos nos ha tocado organizar a los
pobladores para que los bomberos, militares,
ONGs., policía, personal médico y paramédico,
tanto de ESALUD y del MINSA, realizaran su misión.
Al caer la tarde llegó a La Villa un camión con víveres que era una donación muy particular de
peruanos que viven en Nueva York; cayó como anillo al dedo, porque estábamos preocupados por el
comedor parroquial, y con eso lo tuvimos todo.
Organizamos la misa y así terminamos el día.
Jueves 13:
Este día es especial porque hoy abre sus puertas el comedor parroquial en La Villa. El desayuno y
almuerzo se van a encargar el grupo de las bodas de Caná y son tres esposos, Martha y Jilberto,
Pedro y María, María y Tom; ellos tienen muy buena voluntad y confiamos en su experiencia.
Nosotras desde ayer estamos repartidas en nuestras labores y hoy continuamos.
El templo ha sufrido hoy un embate de la
naturaleza, porque estaba lloviendo y por los
múltiples agujeros que tiene en el techo. Eso fue
suficiente para que volvamos a hacer la limpieza
para la tarde.
No empleamos mucho tiempo, así que salimos a
las visitas que ya estaban planificadas, llevando
nuestros papelitos de invitación para que la gente
se acerque. Y a la tarde el que llevaba el papelito
se hacía merecedor de una bolsa de ropa como
donación.
En el caminar conocimos a Justina y Faustino,
dos ancianos que necesitaban ayuda, y que se habían inscrito en su olla común pero que no tenían

desde hace una semana nada de alimentos y una vecina les daba un poco de ayuda. Fuimos a
conversar con la asistenta social de la municipalidad y ella muy generosamente nos pidió que en ese
momento la lleváramos a verla; nuevamente a subir el cerro.
En la tarde nos espera la entrega de las donaciones, la celebración de la Eucaristía y luego rumbo a
casa a descansar.
Viernes 14:
Un día de visitas. Toda la mañana con las personas mayores; una señora, que tiene al padre enfermo,
sufrió en el terremoto y estaba vendada. Además tuvimos un trabajo muy particular en el centro del
parque, porque esas personas están esperando ayuda constantemente pues no son del lugar, ellos
pertenecen a la costa y están buscando que el alcalde les proporcione un mejor lugar para vivir.
Algunos ya tienen un lugar donde ir, pero están esperando las donaciones.
Por la tarde continuamos repartiendo las donaciones a la gente.
Celebraremos este día la misa y con las mismas a la casita para no incomodar.
Sábado15:
Vamos a apoyar a unos amigos del P. Lucho que
llegaron con 150 desayunos para los niños; se les dio
apoyo en la cocina con las ollas. Se lo llevaron todo a
Casalla, pues allí hay bastantes niños; además hay que
decir que el colegio de primaria se vino abajo y todo
está al aire libre, porque tampoco quedó nada del cerco
perimétrico; luego este año solo estudiará el más listo y
las clases se reanudaran en octubre.
Hoy también se cumplió un mes en que sucedió el
desastre. Tuvimos la Misa por todas las víctimas que
perecieron aquel día, la cual fue presidida por el
cardenal Juan Luis Cipriani en compañía de obispos y
sacerdotes. Asistió un gran número de personas, en las
que podíamos palpar el dolor profundo por la pérdida
de sus seres queridos. Nos unimos a ellas con nuestra
oración y afecto, con la firme esperanza de una vida
nueva en Cristo.
No podemos dejar de lado la presencia amorosa de
María nuestra Madre. Coincidía que el día del desastre
se celebraba su Asunción al cielo. Ella, como madre
tierna llevaba a sus hijos a la presencia de su Hijo
amado. También al mes de lo ocurrido se celebraba la
fiesta de la Virgen Dolorosa. Una Madre que sufre por sus hijos, y a la vez consuela a quienes
quedan con las secuelas del desastre, personas llenas de traumas y con el corazón roto, que lloran la
partida de sus seres queridos.

Domingo 16:
Es nuestro último día aquí en la misión.
Comenzamos apoyando el comedor Después
de esto, que demoró un poco, le quedaba a
Fanny encontrarse con los niños como lo
hacían después del desayuno y luego con los
jóvenes del grupo:”Jóvenes sin fronteras”,
quienes compartieron sus inquietudes,
ilusiones, problemas como jóvenes que son.
Pudimos hablar con ellos sobre nuestro
Carisma, los estilos de vida y lo que
significa seguir a Cristo en la opción que
hagamos. Se podía notar en ellos rostros
sedientos del mensaje de Cristo y lo que les
ofrecimos lo acogieron con mucho
entusiasmo.
Acabamos el día con la Misa en Casalla y luego tanto los Srs. de Casalla como los de La Villa nos
prepararon una pequeña despedida y aprovechamos para expresarles los sentimientos que nos unen y
todo lo que ha significado para nosotras compartir este tiempo con ellos, que ambos nos habíamos
enriquecido con la Palabra de Dios que nunca nos abandona.
Han sido notorios los logros al final
de una semana de trabajo, ya que al
inicio la mayoría se resistía a entrar
en el salón multiusos por miedo a
quedar atrapados en caso de
repetirse el movimiento sísmico.
Entonces tratábamos de combinar
el desarrollo de las actividades
entre la plaza y el salón. Al final de
la semana no había niño que no
quisiera participar en las
actividades bíblicas. Se trataba de
que el juego, el canto y el
movimiento físico sea al final de
día, a fin de que llegado el
momento de dormir vayan
cansados y con experiencias
agradables.
Nuestra preocupación era los adultos, ya que éstos son modelos de conducta para sus hijos y con
ellos no se ha logrado trabajar como se hubiese deseado.
Después de esta semana intensa de entrega, partimos de Ica rumbo a Lima y de allí a nuestras
comunidades.

La empresa Soyus, gracias a las gestiones nos ha apoyado todos los días con el transporte, de modo
que hemos viajado gratis, incluso en nuestro viaje a Lima, gracias a la generosidad del personal que
elabora en dicha empresa.
En nuestro corazón siguen vivos los recuerdos experimentados al compartir con tantas personas que
han sufrido tanto y siguen con la esperanza de resurgir.
Una vez más podemos decir, junto con nuestro Padre Fundador, que “la caridad que es Dios, no ha
pasado, su influencia, no concluirá mientras exista un solo dolor que curar, una sola desgracia que
consolar, una sola esperanza que derramar en los corazones; mientras haya regiones lejanas que
evangelizar, pueblos a quienes llevar los beneficios de la civilización cristiana.”
Setiembre 2007