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PAPERBACK SADE CUENTOS HISTORIAS Y FABULAS - Elaleph

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Advertencia<br />

Esta es una obra exclusiva para adultos, mayores de<br />

18 años en Argentina y España.<br />

Para el resto de los países, el lector deberá ajustarse<br />

a las reglamentaciones vigentes restrictivas y a<br />

las edades correspondientes, respecto del material<br />

literario exclusivo para adultos.<br />

La editorial no se responsabiliza por la exhibición<br />

de esta obra a menores de edad.<br />

Si Usted es menor de edad, lo invitamos a cerrar<br />

este archivo en este momento.<br />

Para mayor información, visite la siguiente página:<br />

http://voyeur.laeditorial.com


<strong>CUENTOS</strong>, <strong>HISTORIAS</strong><br />

Y FÁBULAS


Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita<br />

de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas<br />

por las leyes, la reproducción total o parcial de esta<br />

obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos<br />

la fotocopia y el tratamiento informático.<br />

Todos los derechos reservados. All rights reserved<br />

© 2003 by Colección Voyeur®<br />

Primera edición<br />

Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723


MARQUÉS DE <strong>SADE</strong><br />

<strong>CUENTOS</strong>, <strong>HISTORIAS</strong><br />

Y FÁBULAS


EL ALCAHUETE CASTIGADO<br />

URANTE LA REGENCIA ocurrió en París<br />

un hecho tan singular que aún hoy en<br />

día puede ser narrado con interés; por<br />

un lado, brinda un ejemplo de misterioso libertinaje<br />

que nunca pudo ser declarado del todo; por otro, tres<br />

horribles asesinatos, cuyo autor no fue descubierto<br />

jamás. Y en cuanto a... las conjeturas, antes de presentar<br />

la catástrofe desencadenada por quien se la<br />

merecía, quizá resulte así algo menos terrible.<br />

Se cree que el señor de Savari, solterón maltratado<br />

por la naturaleza 1<br />

D<br />

, pero rebosante de ingenio, de<br />

agradable trato y que congregaba en su residencia de<br />

la calle Déjeuneurs a la mejor sociedad posible, había<br />

tenido la idea de prestar su casa para un género de<br />

prostitución realmente singular. Las esposas o las<br />

hijas, de elevada posición exclusivamente, que deseaban<br />

gozar sin complicaciones y a la sombra del más<br />

profundo misterio de los placeres de la voluptuosidad<br />

podían encontrar allí a un cierto número de asociados<br />

dispuestos a satisfacerlas, y esas intrigas pasajeras no<br />

tenían nunca consecuencias; una mujer recogía en<br />

1 Era un lisiado, sin piernas. (Nota del autor.)


16<br />

ellas sólo las flores sin el menor riesgo de las espinas<br />

que con tanta frecuencia acompañan a esa clase de<br />

arreglos cuando van tomando el carácter público de<br />

una relación regular. La esposa o la jovencita se encontraban<br />

de nuevo al día siguiente en sociedad al<br />

hombre con el que habían tenido relaciones la víspera<br />

sin dar a entender que le reconocían y sin que él, a su<br />

vez, pareciera distinguirla entre las restantes damas,<br />

gracias a lo cual nada de celos en las relaciones, nada<br />

de padres irritados, ni de separaciones, ni de conventos;<br />

en una palabra, ninguna de las funestas secuelas<br />

que traen consigo asuntos de esa índole. Resultaba<br />

difícil encontrar algo más cómodo y sin duda sería<br />

peligroso ofrecer en nuestros días este plan; habría<br />

que temer con sobrada razón que este relato pudiera<br />

sugerir la idea de volver a ponerlo en práctica en un<br />

siglo en que la depravación de ambos sexos ha desbordado<br />

todos los límites conocidos, si no presentáramos,<br />

al mismo tiempo, la cruel aventura que sirvió<br />

de escarmiento a aquel que lo había concebido.<br />

El señor de Savari, autor y ejecutor del proyecto,<br />

que se conformaba, aunque muy a gusto, con un<br />

único criado y una cocinera para no multiplicar los<br />

testigos de los excesos de su mansión, vio una mañana<br />

cómo se presentaba en su casa cierto individuo<br />

amigo suyo para rogarle que le invitara a comer:<br />

–Diablos, con mucho gusto –le contesta el señor<br />

de Savari–, y para demostraros el placer que me proporcionáis,<br />

voy a ordenar que os saquen el mejor vino<br />

de mi bodega.<br />

–Un momento –responde el amigo cuando el<br />

criado ha recibido ya la orden–, quiero ver si La Brie


17<br />

nos engaña..., conozco los toneles, voy a seguirle y a<br />

comprobar si realmente coge el mejor.<br />

–Muy bien, muy bien –contesta el dueño de la<br />

casa siguiendo, perfectamente la broma–; si no fuera<br />

por mi penoso estado, yo mismo os acompañaría,<br />

pero así me haréis el favor de ver si ese bribón no nos<br />

induce a error.<br />

El amigo sale, entra en la bodega, coge una palanca,<br />

mata a golpes al criado, sube en seguida a la<br />

cocina, deja en el sitio a la cocinera, mata hasta a un<br />

perro y a un gato que encuentra a su paso, vuelve a la<br />

alcoba del señor de Savari que, incapaz por su estado<br />

de ofrecer la menor resistencia, se deja asesinar como<br />

sus sirvientes, y este verdugo implacable, sin turbarse,<br />

sin sentir el más mínimo remordimiento por la acción<br />

que acaba de perpetrar, detalla tranquilamente en la<br />

página en blanco de un libro que halla sobre la mesa<br />

la forma en que la ha llevado a cabo, no toca cosa<br />

alguna, no se lleva nada, sale de la casa, la cierra y<br />

desaparece.<br />

La casa del señor de Savari era demasiado frecuentada<br />

para que esta atroz carnicería no fuera descubierta<br />

enseguida; llaman a la puerta, nadie contesta,<br />

y convencidos de que el dueño no puede hallarse<br />

fuera rompen las puertas y descubren el espantoso<br />

estado de la residencia de aquel desdichado; no contento<br />

con legar los detalles de su acción al público, el<br />

flemático asesino había colocado sobre un péndulo,<br />

adornado con una calavera que ostentaba como lema:<br />

«Contempladla para enmendar vuestra vida», había<br />

colocado, repito, sobre esta frase un papel escrito en el


18<br />

que se leía: «Ved su vida y no os sorprenderéis de su<br />

final».<br />

Una aventura semejante no tardó en provocar un<br />

escándalo; registraron por todas partes y el único<br />

objeto que encontraron que guardara alguna relación<br />

con esta cruel escena fue la carta de una mujer, sin<br />

firma, dirigida al señor de Savari y que contenía las<br />

palabras siguientes:<br />

«Estamos perdidos, mi marido acaba de enterarse<br />

de todo, pensar en el remedio, sólo Paparel puede<br />

aplacar su espíritu; haced que hable con él, si no, no<br />

hay ninguna salvación.»<br />

Un tal Paparel, tesorero del extraordinario de la<br />

guerra, hombre amable y con buenas relaciones, fue<br />

citado: admitió que visitaba al señor de Savari, pero<br />

que, de más de cien personas de la ciudad y de la<br />

corte que acudían a su casa, a la cabeza de las cuales<br />

podía colocarse el señor duque de Vendôme, él era de<br />

todas ellas uno de los que menos le veía.<br />

Varias personas fueron detenidas y puestas en libertad<br />

casi enseguida. Pronto se supo bastante como<br />

para convencerse de que aquel asunto tenía ramificaciones<br />

innumerables que, al comprometer el honor de<br />

los padres y maridos de la mitad de la capital, iban a<br />

desacreditar públicamente a un infinito número de<br />

personas de la más alta alcurnia, y, por primera vez en<br />

la vida, en unas cabezas de magistrados la prudencia<br />

reemplazó a la severidad. En eso quedó todo y, por<br />

tanto, la muerte de aquel desdichado, demasiado<br />

culpable sin duda para ser llorado por gentes honestas,<br />

no encontró nunca a nadie que le vengara; pero si<br />

aquella pérdida fue insensible para la virtud, hay que


19<br />

creer que el vicio la lamentó durante largo tiempo, y<br />

que, independientemente de la alegre cuadrilla que<br />

tantos mirtos recogía en la casa de este dulce hijo de<br />

Epicuro, las hermosas sacerdotisas de Venus, que<br />

acudían día tras día a quemar su incienso en los altares<br />

del amor, debieron llorar sin duda la demolición<br />

de su templo.<br />

Y así es como acabó todo. Un filósofo comentaría,<br />

glosando esta narración: «Si de las mil personas a<br />

las que tal vez afectó esta aventura, quinientas se<br />

alegraron y otras quinientas la deploraron, la acción<br />

puede considerarse indiferente; pero si, por desgracia,<br />

el cálculo arrojara una cifra de ochocientos seres lesionados<br />

por la privación del placer que esta catástrofe<br />

les ocasionaba contra sólo doscientos que creyeran<br />

ganar con ella, el señor de Savari hacía más bien que<br />

mal y el único culpable fue aquel que le inmoló en<br />

aras de su resentimiento». Dejo que decidáis sobre<br />

todo esto y paso rápidamente a otro asunto.


¡QUE ME ENGAÑEN SIEMPRE ASÍ!<br />

HAY POCOS SERES en el mundo tan<br />

libertinos como el cardenal de..., cuyo<br />

nombre, teniendo en cuenta su todavía<br />

sana y vigorosa existencia, me permitiréis que calle.<br />

Su Eminencia tiene concertado un arreglo, en Roma,<br />

con una de esas mujeres cuya servicial profesión es la<br />

de proporcionar a los libertinos el material que necesitan<br />

como sustento de sus pasiones; todas las mañanas<br />

le lleva una muchachita de trece o catorce años,<br />

todo lo más, pero con la que monseñor no goza más<br />

que de esa incongruente manera que hace, por lo<br />

general, las delicias de los italianos, gracias a lo cual la<br />

vestal sale de las manos de Su Ilustrísima poco más o<br />

menos tan virgen como llegó a ellas, y puede ser revendida<br />

otra vez como doncella a algún libertino más<br />

decente.<br />

A aquella matrona, que se conocía perfectamente<br />

las máximas del cardenal, no hallando un día a mano<br />

el material que se había comprometido a suministrar<br />

diariamente, se le ocurrió hacer vestir de niña a un<br />

guapísimo niño del coro de la iglesia del jefe de los<br />

apóstoles; le peinaron, le pusieron una cofia, unas<br />

enaguas y todos los atavíos necesarios para convencer<br />

al santo hombre de Dios. No le pudieron prestar, sin


32<br />

embargo, lo que le habría asegurado verdaderamente<br />

un parecido perfecto con el sexo al que tenía que<br />

suplantar, pero este detalle preocupaba poquísimo a la<br />

alcahueta... «En su vida ha puesto la mano en ese<br />

sitio –comentaba ésta a la compañera que la ayudaba<br />

en la superchería–; sin ninguna duda explorará única<br />

y exclusivamente aquello que hace a este niño igual a<br />

todas las niñas del universo; así, pues, no tenemos<br />

nada que temer...»<br />

Pero la comadre se equivocaba. Ignoraba sin duda<br />

que un cardenal italiano tiene un tacto demasiado<br />

delicado y un paladar demasiado exquisito como para<br />

equivocarse en cosas semejantes; comparece la víctima,<br />

el gran sacerdote la inmola, pero a la tercera sacudida:<br />

–¡Per Dio santo! –exclama el hombre de Dios–.<br />

¡Sono ingannato, questo bambino è ragazzo, mai non<br />

fu putana!<br />

Y lo comprueba... No viendo nada, sin embargo,<br />

excesivamente enojoso en esta aventura para un habitante<br />

de la ciudad santa, Su Eminencia sigue su<br />

camino diciendo tal vez como aquel campesino al que<br />

le sirvieron trufas en lugar de patatas: «¡Qué me engañen<br />

siempre así!» Pero cuando la operación ha terminado:<br />

–Señora –dice a la dueña–, no os culpo por<br />

vuestro error.<br />

–Perdonad, monseñor.<br />

–No, no, os repito, no os culpo por ello, pero si<br />

esto os vuelve a suceder no dejéis de advertírmelo,<br />

porque... lo que no vea al principio lo descubriré más<br />

adelante.


EL ESPOSO COMPLACIENTE<br />

TODA FRANCIA SE enteró de que el príncipe<br />

de Bauffremont tenía, poco más o<br />

menos, los mismos gustos que el cardenal<br />

del que acabamos de hablar. Le habían dado en matrimonio<br />

a una damisela totalmente inexperta a la<br />

que, siguiendo la costumbre, habían instruido tan<br />

sólo la víspera.<br />

–Sin mayores explicaciones –le dice su madre–,<br />

como la decencia me impide entrar en ciertos detalles,<br />

sólo tengo una cosa que recomendaros, hija mía:<br />

desconfiar de las primeras proposiciones que os haga<br />

vuestro marido y contestadle con firmeza: «No, señor,<br />

no es por ahí por donde se toma a una mujer decente;<br />

por cualquier otro sitio que os guste, pero por ahí de<br />

ninguna manera....»<br />

Se acuestan y por un prurito de pudor y de honestidad<br />

que no se hubiera sospechado ni por asomo,<br />

el príncipe, queriendo hacer las cosas como Dios<br />

manda al menos por una vez no propone a su mujer<br />

más que los castos placeres del himeneo; pero la joven,<br />

bien educada, se acuerda de la lección:<br />

–¿Por quién me tomáis, señor? –le dice–. ¿Os<br />

habéis creído que yo iba a consentir algo semejante?


34<br />

Por cualquier otro sitio que os guste, pero por ahí de<br />

ninguna manera.<br />

–Pero, señora...<br />

–No, señor, por más que insistáis nunca accederé<br />

a eso.<br />

–Bien, señora, habrá que complaceros –contesta<br />

el príncipe apoderándose de su altar predilecto–. Mucho<br />

me molestaría que dijeran que quise disgustaros<br />

alguna vez.<br />

Y que vengan a decirnos ahora a nosotros que no<br />

merece la pena enseñar a las hijas lo que un día tendrán<br />

que hacer con sus maridos.


ÍNDICE<br />

LA SERPIENTE 5<br />

AGUDEZA GASCONA 9<br />

EL FINGIMIENTO FELIZ 11<br />

EL ALCAHUETE CASTIGADO 15<br />

UN OBISPO EN EL ATOLLADERO 21<br />

EL RESUCITADO 23<br />

DISCURSO PROVENZAL 27<br />

¡QUE ME ENGAÑEN SIEMPRE ASÍ! 31<br />

EL ESPOSO COMPLACIENTE 33<br />

AVENTURA INCOMPRENSIBLE 35<br />

LA FLOR DEL CASTAÑO 41<br />

EL PRECEPTOR FILÓSOFO 43<br />

LA MOJIGATA 47<br />

EMILIA DE TOURVILLE 57<br />

AGUSTINA DE VILLEBLANCHE 89<br />

HÁGASE COMO SE ORDENA 107<br />

EL PRESIDENTE BURLADO 111<br />

LA LEY DEL TALIÓN 195<br />

EL CORNUDO DE SÍ MISMO 201


256<br />

HAY SITIO PARA LOS DOS 215<br />

EL MARIDO ESCARMENTADO 219<br />

EL MARIDO CURA 227<br />

LA CASTELLANA DE LONGEVILLE 237<br />

LOS ESTAFADORES 247


Podrá obtener el libro completo y<br />

leer los capíííitulos restantes en<br />

http://voyeur.laeditorial.com


OTRAS OBRAS DE ESTA MISMA COLECCIÓN<br />

AUTOBIOGRAFÍA DE UNA PULGA llegó a ser llevado al cine en un<br />

film de naturaleza poco usual en la industria de<br />

la pornografía. Se muestra como la expresión<br />

de una joven en la búsqueda de renunciar a lo<br />

anormal para encaminarse a la normalidad<br />

Con frecuencia –demasiada para nuestra desventura–,<br />

resultan ser aquellos que más reprueban<br />

las manifestaciones sexuales o amorosas,<br />

los que en la privacidad son poseedores de<br />

una naturaleza más desenfrenada en su sexualidad.<br />

Este es el tipo de individuos elegidos por<br />

el autor para integrar el elenco de personajes de esta obra, un clásico<br />

de la literatura erótica, donde una moral extremadamente severa<br />

es sepultada por los deseos sexuales más voluptuosos y libertinos.<br />

Esta obra, escrita en 1787 y perdida en la Bastilla, pasaría a ser la<br />

primera versión de Justine, producida en 1791.<br />

Transcurrió más de un siglo y medio para que<br />

Los Infortunios de la Virtud se conociera,<br />

reeditada con algunas variantes por Maurice<br />

Heine. En Justine, esta primera versión fue<br />

superada en lo detallado de los excesos sexuales<br />

con los que el divino marqués escandalizó al<br />

mundo de la época. Escándalos que no pasaban<br />

exclusivamente por lo que escribía encaramado<br />

en el más puro materialismo panfletario, la violencia erótica y la<br />

crítica al doble discurso de la gran mayor parte de los miembros de<br />

la Iglesia de la época, declamando el decoro y practicando el desenfreno.<br />

Precisamente es en esas contradicciones en las cuales se<br />

apoya el autor para mostrar cómo siempre el vicio termina por<br />

triunfar sobre la virtud.


OTRAS OBRAS DE ESTA MISMA COLECCIÓN<br />

Bonnie Norton no teme enfrentarse al tabú del incesto en<br />

esta espléndida novela. Desde el relato de<br />

una terapeuta sexual que analiza las experiencias<br />

de un grupo de pacientes y con<br />

excepcional maestría relata las intimidades<br />

de varias madres que han seducido a sus<br />

hijos, los han iniciado en su sexualidad, y<br />

hasta algunas que han querido unirse a<br />

ellos en la situación más reprobable y<br />

prohibida de la civilización occidental, a despecho de comentarios<br />

incalificables y sin la más mínima culpa. Un desarrollo<br />

voluptuoso, exquisitamente transgresor, con un sorprendente<br />

desenlace para esta nueva obra de una de las<br />

mejores escritoras contemporáneas de literatura erótica.<br />

De Alejandro Margulis. "En la ajetreada redacción del gran<br />

diario, los enredos del ambiguo Max Broden,<br />

casi adolescente, con el ya maduro<br />

plumífero Luciano Quaranta tienen los<br />

encantos -y los peligros- de un remanso.<br />

Allí, Quién que no era yo... se complica<br />

en mil intrigas cuya explicación, en la alternancia<br />

del hard-core, la ironía y la más<br />

extraña liviandad de lo neutro, confunde<br />

los humores de los personajes y del narrador a la vez que va<br />

tejiendo la tela -delicada e implacable- en la que caerá el lector".


OTRAS OBRAS DE ESTA MISMA COLECCIÓN<br />

La pasión marcó la vida de Wilhelmine Schröeder-Devrient,<br />

esta cantante de ópera, que mostró en todos<br />

los aspectos de su vida, y registró en<br />

esta obra literaria compuesta por trece cartas<br />

–¿reales? ¿Imaginarias?– que una mujer<br />

escribe a un anónimo amigo, relatándole<br />

su vida sexual desde las primeras impresiones<br />

voyeuristas adolescentes hasta los<br />

más desenfrenados encuentros de sadismo;<br />

prácticas todas del placer a los que la cantante revela y<br />

confiesa haberse entregado en todas sus variantes, con<br />

hombres y mujeres. Wilhelmine Schröeder-Devrient, autobiográfico.<br />

De SIMONE LONGMONT. Michelle ama a su esposo. Ella es<br />

joven, hermosa, sensual, moderna y<br />

liberada. Su marido es mayor que ella.<br />

Ambos comparten una vida intensa, interesante,<br />

original y aventurera. Ambos saben<br />

que el amor que se profesan es<br />

perfectamente compatible con su mutua<br />

disposición para explorar su curiosidad<br />

sexual en total libertad. Por eso entre ellos<br />

la infidelidad no tiene cabida ni representa un problema.<br />

Michelle y su esposo han convenido en hacer de su vínculo<br />

un MATRIMONIO ABIERTO.


OTRAS OBRAS DE ESTA MISMA COLECCIÓN<br />

¿Qué sucede cuando un grupo de adolescentes se reúne para<br />

compartir el tema secreto de su iniciación<br />

en la práctica del sexo? En Mi primera<br />

vez, Elizabeth Holmes recrea las memorias<br />

y los secretos de un grupo de adolescentes,<br />

que deciden contarse con absoluto<br />

desprejuicio su despertar al sexo. El resultado<br />

es una encantadora y excitante novela<br />

que provoca, excita y subyuga al lector.<br />

En esta Filosofía... el Divino Marqués de Sade propone la<br />

formación de estados ideales, virtualmente<br />

utópicos, donde la presencia estatal no se<br />

revele como opresiva. En tal sentido, Sade<br />

escribe para convencer a quienes detentan<br />

el poder que se torna imperiosa la reforma<br />

del Estado que puede adjetivarse como<br />

policial, y pretende mostrarlo estableciendo<br />

una relación entre la pasión sexual y la<br />

forma de gobierno, a partir de la idea de que a partir del<br />

momento en que los libertinos consiguieron llegar a ser jefes<br />

del gobierno, empezaron a gozar de un poder ilimitado<br />

y, como consecuencia, de una absoluta impunidad. Y ante<br />

este hecho, ¿qué valor tiene la ley ante el poder de las pasiones<br />

humanas y cuál es la reacción del libertino ante las<br />

prohibiciones de la ley?


OTRAS OBRAS DE ESTA MISMA COLECCIÓN<br />

Dos amigas de la infancia –Jo Anne y Sophie–, comparten<br />

un secreto absoluta y definitivamente Inconfesable.<br />

En esta nueva y magistral novela<br />

de alto voltaje erótico Bonnie Norton<br />

vuelve a capturar al lector en una intrincada<br />

telaraña de juegos prohibidos. La iniciación<br />

al sexo de dos adolescentes. Los<br />

juegos a solas, entre ambas y compartidos,<br />

viviendo fuertes experiencias con un hombre<br />

mayor muy cercano a Sophie. La historia comienza<br />

cuando Jo Anne despierta al sexo al descubrir ciertas prácticas<br />

que suceden en el seno de su propia familia.<br />

Sutilmente sugerente resulta esta novela -¿autobiográfica?en<br />

la que una mujer casada decide vivir<br />

una vida distinta a la que le marca la sociedad,<br />

la moral y el sentimiento de lealtad<br />

a su familia. Una mujer que relata la<br />

manera en que comenzó a ser infiel a su<br />

esposo, para entregarse a la más absoluta<br />

voluptuosidad, porque para ella la vida sin<br />

libertad no tenía el menor sentido. Una<br />

mujer sensual que busca hasta en las entregas más perversas,<br />

el desarrollo pleno de su sexualidad. Ésta resulta ser la primera<br />

y sorprendente obra de la autora, que ahonda en las<br />

más profundas y secretas fantasías de todas las mujeres...<br />

aunque se nieguen a reconocerlas.

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