REVISTA 17 - Conde de Aranda

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Junio de 2003
Mujeres en Masonería: entre la adopción
«En el templo de la Masonería, como en el
templo de Delphos, lo primero que oye el que en
noble inspiración dirige hacia él sus pasos, son
estas sencillas y sublimes palabras: Nosce te ipsum
“Conócete a tí mismo”. Allí aprende el iniciado a
regularizar los actos de su vida por la rectitud de
la escuadra y la precisión del compás...» 1 .
Y así al tiempo que se ahondaban los cimientos
para levantar la Masonería en España hacia los
años setenta del siglo XIX se aconsejaba que las
recepciones fuesen preparadas «con cuidado,
según el estado y carácter del candidato» y teniendo
en cuenta sus actividades profesionales. Era
preciso preparar bien «interrogatorios, pruebas e
instrucciones», incluso economizar las pruebas
físicas útiles en otros tiempos pero que ya habían
perdido sentido y se prestaban a «turbar la gravedad
de las recepciones» e «impedir que se conozca
el mérito del candidato».
Era lo más importante, en definitiva, incidir en
las pruebas morales que deberían versar sobre las
tres preguntas fundamentales:
¿Qué debe el hombre a Dios?
¿Qué se debe a sí mismo?
¿Qué debe a sus semejantes? 2
* Así pues, un hombre se presentaba a la
Masonería por sí mismo y se le planteaba que
como persona se moviese en tres órdenes: metafísico,
conocimiento y conducta.
Horizontes amplios y sugerentes de perfectibilidad
que en principio parecían vetados para las
mujeres. Pues, dejando aparte la corriente fiel a la
ortodoxia de una Masonería masculina, quienes
más dispuestos estuvieron a dejar traspasar a las
mujeres en umbral del Templo lo hicieron por
regla general mediante la Masonería de Adopción.
El Rito de Adopción como versión femenina
del Escocés Antiguo y Aceptado sabemos que fue
creado por el Gran Oriente de Francia en 1774, ya
que «Según las reglas inmutables de nuestra
Orden, las mujeres no pueden ser admitidas en
nuestras logias. Sin embargo teniendo en cuenta
que el bello sexo es una parte muy importante de la
humanidad, y que está dotado en general de cualidades
y virtudes que deben ser premiadas si no
queremos ser injustos». Y por eso se podía desarrollar,
en medio de estas perspectivas, una
Masonería de Adopción, en donde «aquel sexo
uniéndose por lazos fraternales y de una manera
análoga al nuestro, pudiera encontrar una ocasión
más de ser útil a sus adeptos y a la fraternidad» 3 .
Lo cierto es que llegó a calificarse como:
«Masonería de pura convención dedicada especialmente
a las mujeres a las que en un principio
estaba expresamente vedada su participación en
1 UTOR Y FERNÁNDEZ, Juan, Masones y ultramontanos,
Manila, Imp. y Litografía de Chofré y Cop., 1899, p. 127.
2 CASSARD, Andrés, Manual de la Masonería o sea el
tejador de los Ritos Antiguo escocés, Francés y de
Adopción, Málaga, 1872, t. II., pp. 127-128.
3 Recogido por FRAU ABRINES, Lorenzo, y ARUS y
ARDERIU, Rosendo, Diccionario Enciclopédico de la
Masonería, Habana, Propaganda Literaria - Barcelona, La
Academia, «Adopción», t. I., pp. 21-22. Repetido sistemáticamente
hasta la República en el Boletín Oficial del
Grande Oriente Español.
los misterios masónicos» 4 . Un masón crítico con la
Orden y fiel a la tradición inglesa, exponía por
entonces que «dado tan nocivo empeño, deberían
haber instruido e ilustrado a la mujer, fortificando
su espíritu, haciéndola apta para el desempeño
que iba a cometer: debieron en una palabra hacer
que la mujer fuera a propósito para la Masonería,
pero equivocando lastimosamente los términos
hicieron todo lo contrario». La idea tenía su sentido
ya que una cosa era que los «verdaderos masones»
debieran estar dispuestos a adaptar las reformas
del ritual a la época y otra a «que descendiendo
de su verdadero carácter se falsee para que
puedan ingresar en ella» 5 .
No es extraño que pasados los años desde
perspectivas más feministas y una vez estudiado lo
que sucedió en Francia se haya evidenciado que
este Rito más que favorecer la entrada parece que
la controlase. Las mujeres quedaban sin poder participar
en los mismos trabajos que los hombres,
marginadas del ritual, ignorándolo todo sobre la
iniciación, las palabras de reconocimiento y los
gestos rituales 6 . En definitiva, se pudiera llegar a
ser Franc-masona pero no demasiado; es decir:
«mais pas trop» 7 .
Estaba claro entre los promotores del Rito de
Adopción en España la utilidad de la mujer en la
Masonería, por «las importantes funciones sociales
que está llamada a desempeñar como esposa y
como madre». Era preciso por ello educarla «convenientemente,
para que contribuya a formar en el
porvenir una generación de hombres libres»; la
manera de «instruirla y desterrar para siempre de
su cerebro las ideas de fanatismo, intransigencia y
superstición».
Y así, según el Ritual de la Aprendiza masona,
la neófita una vez situada en la Cámara de reflexiones
y previo consentimiento de su padre o de
su marido, debería responder a tres preguntas:
¿Qué debemos a nuestros padres?
¿Qué se debe al marido y a los hijos?
¿Qué debemos a la amistad y a la sociedad? 8 .
* Así pues, una mujer no podemos decir que se
presentase a la Masonería por sí misma, sino más
bien en función de la entidad que le otorgaba la
cultura patriarcal. Es la disposición de la matrona
romana que cría hijos para la patria.
El discurso propio de la Cámara de Adopción
tuvo su más expresivo representante en Mercedes
de Vargas y Chambó, iniciada como Juana de
Arco, el 4 de mayo de 1883 en la logia Constante
4 CLAVEL, F.T.B. y TRUTCH, John, Manual del
Francmasón. Origen, historia, doctrina y rituales de la
Francmasonería con la explicación de sus símbolos, alegorías
y misterios, Barcelona, Publicación Mundial, (3.ª
ed) S/F, p. 236.
5 Danton (gr.´. 18) Historia General de la
Masonería. Desde los tiempos más remotos hasta nuestra
época, Barcelona, Jaime Seix, 1889, t. I., p. 602 y p. 640.
6 BRAULT, Eliane, La Franc-maçonnerie et l´emancipation
des femmes, Paris, Dervi, 1953, pp. 33-47.
7 RIPA, Yannick «Un affaire d´hommes!», L´Histoire,
juillet - Août 2001, núm. 256, pp. 86-90. Llega a decir
gráficamente que «les femmes pouvaient être francmaçonnes
mais pas trop».
8 GRANDE ORIENTE ESPAÑOL, Ritual de la Aprendiza
Masona, Grado primero del Rito de Adopción, Madrid,
Imp. Ducazal, 1906.