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Información sobre la exposición - Fundación Telefónica

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Caja de música, 2001<br />

Concha Garcia<br />

Paisajes II 2000<br />

Ana de Alvear<br />

Luz, 2000-2001<br />

Ricardo Calero<br />

.La pintura., 2001<br />

Jordi Alcaraz Tarradas<br />

«De<br />

b<strong>la</strong>ncos,<br />

vacíos y<br />

silencios»<br />

Abre I, 1998<br />

Natividad Navalón<br />

Atados, 1991<br />

Gerardo Sigler<br />

Tres preguntas, 1997<br />

Juan Galdeano<br />

Según Álvarez Enjuto, comisario de <strong>la</strong> muestra, quien mejor reflejó el espíritu del<br />

b<strong>la</strong>nco fue Kasimir Malevich. Para Malevich, en su vocabu<strong>la</strong>rio de formas, los<br />

colores desempeñan un papel esencial puesto que se reducen al fin a colores<br />

fundamentales. Sólo entonces hacen posible el dinamismo de los diferentes cuerpos<br />

geométricos. En 1919, Malevich escribía: «el negro es el signo de <strong>la</strong> economía; el<br />

rojo, <strong>la</strong> señal de <strong>la</strong> revolución, y el b<strong>la</strong>nco, <strong>la</strong> del puro movimiento». Para Malevich,<br />

el b<strong>la</strong>nco simboliza <strong>la</strong> nada.<br />

Pero <strong>la</strong> nada en arte (por supuesto que también en otras ramas) abre numeroso<br />

caminos a <strong>la</strong> reflexión, al análisis, y los abre no sólo en el campo del pensamiento,<br />

sino también en el campo de <strong>la</strong> estética, de <strong>la</strong> plástica y de <strong>la</strong> belleza de <strong>la</strong> imagen.<br />

Más aún, el b<strong>la</strong>nco en su expresión misma es el vacío. Llegar al b<strong>la</strong>nco y a su<br />

seducción, permitir que nos envuelva y nos gobierne por su silencio, por su<br />

sensación de vacío es desnudar nuestros sentidos, nuestras emociones, <strong>la</strong> totalidad<br />

de nuestra alma, <strong>sobre</strong>pasar lo estrictamente estético.<br />

Jordi Alcaraz, Ana de Alvear, Ricardo Calero, Juan Galdeano, Concha García,<br />

Natividad Navalón y Gerardo Sigler recurren al b<strong>la</strong>nco en esta muestra como objeto<br />

de desarrollo expositivo para formalizarlo en una visualización armónica. Desde el<br />

recurso plural de hacer coincidir distintos modelos simbólicos, los autores tratan de<br />

añadir una particu<strong>la</strong>r visión <strong>sobre</strong> el debate en torno al b<strong>la</strong>nco. El comisario de esta


<strong>exposición</strong>, José María Álvarez Enjuto ha partido de una reducida selección de<br />

nombres y, de muy especial manera, de <strong>la</strong>s obras constitutivas de esas atenciones.<br />

EL BLANCO COMO MOTOR DE SENSACIONES CONTRADICTORIAS<br />

Varios son los efectos que se quieren causar con <strong>la</strong> selección de estas obras<br />

singu<strong>la</strong>res. Además de los principios ideales que rigen <strong>la</strong> <strong>exposición</strong>, se pretende<br />

estimu<strong>la</strong>r al visitante mediante el juego, <strong>la</strong> sorpresa, <strong>la</strong> desorientación, <strong>la</strong><br />

perplejidad y <strong>la</strong> provocación. Las propias obras elegidas para <strong>la</strong> muestra y su<br />

distribución espacial dictan <strong>la</strong> organización y el desen<strong>la</strong>ce, así como el papel que el<br />

público visitante desempeña en <strong>la</strong> <strong>exposición</strong>.<br />

La espiritualidad y el misterio del b<strong>la</strong>nco en <strong>la</strong> agrupación de <strong>la</strong>s piezas mostradas,<br />

según <strong>la</strong> sensibilidad y el empeño de los autores convocados y <strong>la</strong>s sensaciones<br />

suscitadas en el público se corresponden con <strong>la</strong>s características de este color, ya<br />

que es el más amplio en <strong>la</strong>s diferencias cromáticas.<br />

Apreciable, sin duda, el misterio invocado por estos siete artistas en torno a este<br />

evento programado por <strong>la</strong> <strong>Fundación</strong> <strong>Telefónica</strong>.<br />

JORDI ALCARAZ (Calel<strong>la</strong>, Barcelona, 1963)<br />

La obra de Alcaraz en esta <strong>exposición</strong> se encamina a demostrar <strong>la</strong> tesis de que él<br />

mismo ha ido e<strong>la</strong>borando a lo <strong>la</strong>rgo de estos últimos años.: <strong>la</strong> irreductibilidad del<br />

b<strong>la</strong>nco, por encima de todo, en un marco iconográfico dimensional o tridimensional.<br />

El b<strong>la</strong>nco como apariencia autónoma y, en definitiva, como ejercicio de libertad. De<br />

él ha escrito Xavier Barral i Altet: «Dob<strong>la</strong>r <strong>la</strong> línea, interrumpir su función <strong>sobre</strong> el<br />

papel para atraer<strong>la</strong> hacia nosotros y hacer que se transforme en escultura, una<br />

escultura que desafía <strong>la</strong>s leyes de dibujo. Alcaraz dibuja en el espacio de muchas<br />

maneras. Rompe el horizonte y perfi<strong>la</strong> el viento o lo mira, pero sencil<strong>la</strong>mente, sin<br />

afectación, con nuestros propios ojos que el artista toma prestados».<br />

ANA DE ALVEAR (Madrid, 1962)<br />

Educada en una entorno comprometido con el arte, Alvear se ha decidido por los<br />

referentes más contemporáneos del lenguaje artístico actual, entrando de lleno en<br />

el ámbito de <strong>la</strong>s reve<strong>la</strong>ciones plásticas que parten directamente de los impulsos.<br />

Los repertorios audiovisuales, los medios de comunicación, <strong>la</strong> utilización de <strong>la</strong>s<br />

nuevas de <strong>la</strong>s nuevas tecnologías, han constituido el ámbito de desarrollo artístico<br />

de Alvear. Aparatos de <strong>la</strong> red, sincronías lumínicas para <strong>la</strong> determinación de un<br />

espacio, narrativas audiovisuales cargadas de efecto… etc.<br />

RICARDO CALERO (Vil<strong>la</strong> del Arzobispo, Cuenca, 1955)<br />

Desde muy pronto, <strong>la</strong> obra de Calero nos p<strong>la</strong>ntea <strong>la</strong> presencia de <strong>la</strong> nada y su<br />

percepción sensible; <strong>la</strong> nada como vacío por <strong>la</strong> desocupación de <strong>la</strong> ultramodernidad.<br />

La nada, el vacío y el inevitable silencio, no desde <strong>la</strong> ausencia, sino desde <strong>la</strong><br />

estimu<strong>la</strong>ción sensorial. El b<strong>la</strong>nco adquiere así un valor inestimable como objeto,<br />

como imagen real, dirigido exclusivamente al espíritu. Calero abunda en <strong>la</strong><br />

capacidad de este lenguaje de <strong>la</strong> indeterminación y sitúa al espectador en un lugar<br />

de privilegio.<br />

CONCHA GARCÍA (Santander, 1960)<br />

Su complicidad con el b<strong>la</strong>nco hace que <strong>la</strong>s obras de Concha García gocen de <strong>la</strong><br />

autonomía jerárquica de este color. El silencio y <strong>la</strong> reserva que proporcionan <strong>la</strong>s<br />

texturas de este color en manos de Concha García, nos tras<strong>la</strong>da al cuerpo físico de<br />

un objeto de retrato, de televisores, vídeos y proyectores magnetoscópicos.<br />

JUAN GALDEANO (Almería, 1955)


Tras su estancia en Nueva York, Galdeano descubre que el arte no sólo es una<br />

reve<strong>la</strong>ción personal materializada, sino que posee <strong>la</strong> facultad de hacer sentir<br />

intensamente a quien mira una obra. El autor registra así cualquier situación y <strong>la</strong><br />

registra convirtiéndo<strong>la</strong> artísticamente en una sugerencia atrevida y extravagante.<br />

Todo tiene entrada en <strong>la</strong> creación de Galdeano: <strong>la</strong> vida, lo insólito, <strong>la</strong> pureza, el<br />

juego y <strong>la</strong> fantasía. El arte de Galdeano adquiere un carácter dimensional y rec<strong>la</strong>ma<br />

así <strong>la</strong> atención de los sentidos del público.<br />

NATIVIDAD NAVALÓN (Valencia, 1961)<br />

Su llegada al b<strong>la</strong>nco es consecuencia de un <strong>la</strong>rguísimo proceso de reflexión <strong>sobre</strong> <strong>la</strong><br />

naturaleza de <strong>la</strong> mujer, sus aspectos íntimos y su re<strong>la</strong>ción con el hombre en una<br />

sociedad dominada por él. Natividad Navalón trata de reconstruir los puntos<br />

esenciales de <strong>la</strong> realidad femenina, tratando de hal<strong>la</strong>r el porqué de muchas cosas.<br />

Primero fueron los granas y los tonos oscuros, el abismo y el espejo. Después, el<br />

b<strong>la</strong>nco ligado a un mundo inagotable de referencias femeninas. Su trabajo recoge<br />

ese proceso íntimo del papel de <strong>la</strong> mujer en sus re<strong>la</strong>ciones con el hombre.<br />

GERARDO SIGLER (Valencia, 1957)<br />

Sigler eligió <strong>la</strong> parafina para sus obras y <strong>la</strong> figura humana para construir su<br />

discurso artístico. Hombres en su dimensión anónima, sin identidad, sin rostro, sin<br />

presencia autónoma, adocenados en montañas, colgados de una soga en cualquier<br />

esquina. La indefinición de nuestros tiempos provoca los agrupamientos masivos, <strong>la</strong><br />

aparición del hombre como figura perdida en el tumulto de <strong>la</strong> soledad.<br />

"Vértigo y abismo ante <strong>la</strong> inmensidad del b<strong>la</strong>nco"<br />

por José Manuel Álvarez Enjuto<br />

Como ahora, ante esta misma situación de entrega y entrada al b<strong>la</strong>nco en su<br />

desnudez más absoluta, pues los b<strong>la</strong>ncos de los folios antes de comenzar a escribir<br />

en ellos se abren a un vértigo desasosegador, una vez más siento ese miedo a <strong>la</strong><br />

página vacía (b<strong>la</strong>nca) que he de recorrer sin ayuda y con <strong>la</strong> so<strong>la</strong> participación de mi<br />

pensamiento despierto o de los arrebatos espasmódicos del ingenio formativo que<br />

me haya impuesto.<br />

Jamás he dejado de apreciar esa sensación de desamparo y de miedo al ponerme<br />

de<strong>la</strong>nte de una cuartil<strong>la</strong> en b<strong>la</strong>nco a <strong>la</strong> que he tenido que abordar y llenar de<br />

gráficos escritos. Siempre ha sido algo que he temido porque también, y además,<br />

notaba una incómoda sensación de culpabilidad por haber macu<strong>la</strong>do lo inmacu<strong>la</strong>do.<br />

El b<strong>la</strong>nco tiene ese atributo congénito. El b<strong>la</strong>nco por su condición de aparente<br />

neutralidad, <strong>sobre</strong>pasa el orden coherente. El b<strong>la</strong>nco por b<strong>la</strong>nco, no debería notarse<br />

por su misma ausencia de tensión, por <strong>la</strong> falta de ritmo, por el vacío de sus<br />

registros dinámicos, por su incapacidad de detalle, por <strong>la</strong> desconsideración de <strong>la</strong>s<br />

sombras. El b<strong>la</strong>nco aparentemente no dispone de carácter, más aún, logra ocupar<br />

un territorio confuso e indeterminado por su condición de nada. Sin embargo su<br />

so<strong>la</strong> presencia neutral nos asusta, nos intimida, consigue reducirnos al embarazo y<br />

a <strong>la</strong> inseguridad. Ante su poder tan solo, por su silencio implícito, y desde ahí <strong>la</strong><br />

reductibilidad de nuestro límite, de nuestro encogimiento ante su indeterminación.<br />

El b<strong>la</strong>nco por sí mismo desconoce límites. Tampoco sabe ofrecer el descanso<br />

presumible ante su falsa inocencia. El b<strong>la</strong>nco contiene un poder y una energía<br />

inusitada y sorprendente por su reve<strong>la</strong>ción y apariencia natural. Y <strong>la</strong> mayor<br />

perplejidad, curiosamente, puede encontrarse en <strong>la</strong> configuración de <strong>la</strong> ausencia<br />

total. Un aspecto que magnifica <strong>la</strong> categoría del b<strong>la</strong>nco, que sin ser, disfruta de una<br />

comparecencia absoluta y determinante.<br />

No es fácil, a modo de ejemplo práctico y telúrico, que nos ofrezcamos vestidos en<br />

sociedad totalmente de b<strong>la</strong>nco en otra estación que no sea el verano; aunque por


otro <strong>la</strong>do, y paradójicamente, el b<strong>la</strong>nco es el no color, y como consecuencia,<br />

debería ser el no-ser, lo irreparable. Pero por eso su categoría, su insolencia<br />

admisible, el todo y su autoridad y cualquiera de los reproches que pudieran<br />

hacérsele por su discreción, por <strong>la</strong> ausencia de gesto, determina <strong>la</strong> mayor parte de<br />

<strong>la</strong>s conductas atentas.<br />

Demasiados son los referentes a los que podríamos acudir al b<strong>la</strong>nco por su<br />

condición misma del b<strong>la</strong>nco y en su re<strong>la</strong>ción con los otros. Y sin embargo de los<br />

muchos aspectos que podríamos destacar de esta facultad inaudita que sin<br />

apariencia totaliza <strong>la</strong> mayoría, sería el de <strong>la</strong> contundencia ineluctable desde su<br />

pertinaz inapariencia, desde su engañosa indiferencia. Tal ha sido su eficaz<br />

comparecencia (desde una inexistencia falsa) que <strong>la</strong> mayoría de los artistas<br />

pensadores-renovadores de <strong>la</strong>s tesis plásticas de este siglo finalizado han acudido a<br />

<strong>la</strong> esencia prístina de este color vacío para poder progresar en sus ejercicios<br />

raciocinadores y alternantes del mundo expresivo del arte. Un empeño que hoy,<br />

visto desde <strong>la</strong> distancia que se nos permite, parece desmedido según los derroteros<br />

por los que ha evolucionado el arte. Masivamente inspirado y sujeto a <strong>la</strong>s<br />

computadoras y a los efectos visuales de los multimedia.<br />

Algo que no debe restringirnos en los procesos investigadores por los que el b<strong>la</strong>nco<br />

adquiere una dimensión excepcional en <strong>la</strong>s teorías continuistas del concepto arte<br />

como método analítico de <strong>la</strong>s grandes cuestiones del ser humano y de su porqué<br />

existencial. El b<strong>la</strong>nco desde los comienzos de este siglo fue designado como el gran<br />

reve<strong>la</strong>dor de <strong>la</strong>s intenciones del pensamiento desde los atributos artísticos. No sé si<br />

debiéramos asignar a Malevich el origen de <strong>la</strong>s reflexiones metafísicas y<br />

organicistas del desempeño espacial del b<strong>la</strong>nco y de sus atributos aparenciales en<br />

<strong>la</strong> lingüística específica del arte. Un impulso condicionador en <strong>la</strong>s preocupaciones<br />

cognitivas de esta generación especial. El b<strong>la</strong>nco a partir de este momento dejaría<br />

de manifestarse como un agente neutro e inexistencial, para dotarse de una<br />

consistencia desmesurada y trascendental. El b<strong>la</strong>nco desde ese mismo instante<br />

pasaría a formar parte de <strong>la</strong>s más profundas consideraciones de los artistas del<br />

devenir.<br />

El b<strong>la</strong>nco <strong>sobre</strong> b<strong>la</strong>nco de Malevich, (tal vez el origen inspirador de esta <strong>exposición</strong>)<br />

se empeña en convencernos de que un b<strong>la</strong>nco <strong>sobre</strong> otro b<strong>la</strong>nco en un ejercicio<br />

compositivo alcanza una facultad activa capaz de proporcionar una reve<strong>la</strong>ción<br />

esencial en los procesos constructivos creativos dirigidos al alma y a <strong>la</strong>s<br />

consideraciones intelectivas por el poder inherente concedido a <strong>la</strong>s manifestaciones<br />

visuales del arte. El b<strong>la</strong>nco <strong>sobre</strong> b<strong>la</strong>nco de Malevich no sólo responde a un ejercicio<br />

de docilidad expresiva y de sensorialidad en los efectos bidimensionales expuestos,<br />

sino que encabeza una total renovación en <strong>la</strong>s tesis proposicionales del arte para <strong>la</strong><br />

dinámica de su devenir. No en vano decenas de autores, hoy considerados capitales<br />

en el desarrollo didáctico de <strong>la</strong> plástica influyente a lo <strong>la</strong>rgo de este siglo concluido,<br />

han recurrido al color b<strong>la</strong>nco para hacer crecer sus inquietudes analíticas en los<br />

procesos formales que les ha tocado manejar.<br />

En De lo espiritual en el arte, nada más y nada menos que Kandinsky alude y<br />

mayoriza al color b<strong>la</strong>nco como un actor fundamental y cargado de extremos en su<br />

reve<strong>la</strong>ción misma de ausencias, distinguiéndolo como un actor mediático en <strong>la</strong>s<br />

re<strong>la</strong>ciones con los entornos equilibrantes. El b<strong>la</strong>nco como autoridad y mediación,<br />

equilibrio anatómico. “Un gran silencio absoluto (…), un silencio lleno de<br />

posibilidades”. El gran desconocido e infranqueable. Un silencio matérico hinchado<br />

de voces. ¿Cómo si <strong>la</strong> mejor de sus reve<strong>la</strong>ciones es su neutralidad, <strong>la</strong> ajenacidad<br />

por su inexistencia? Su mejor virtud ésa entre presumibles excesos. El b<strong>la</strong>nco como<br />

inspirador.<br />

El día que consideré el b<strong>la</strong>nco como un motivo excedido y monumental para <strong>la</strong><br />

propuesta de <strong>la</strong> celebración de una <strong>exposición</strong>, sabía de <strong>la</strong>s especiales esencias


cognitivas de su comparecencia. Un hecho racionalmente desconsiderado por su<br />

vacío manifiesto que extrañamente se valora por <strong>la</strong> consistencia de sus noes. Un<br />

gesto desprovisto pretendidamente valorado en <strong>la</strong> desapariencia. El b<strong>la</strong>nco no da<br />

nada. El b<strong>la</strong>nco sólo provoca <strong>la</strong> incertidumbre necesitada de ser indagado en <strong>la</strong><br />

confusión de <strong>la</strong> neutralidad y en el no. El b<strong>la</strong>nco como un absoluto aceptado y<br />

determinante de los luegos conductistas y renovadores del transitar verbal de <strong>la</strong><br />

dialéctica del arte. Si consideramos a Malevich el principal artífice en <strong>la</strong> atribución<br />

magnificente del b<strong>la</strong>nco en <strong>la</strong> configuración del escenario plástico y el primero en<br />

introducir una corriente de pensamiento alrededor de <strong>la</strong>s esencias formales de los<br />

colores, hemos de cuando menos que indagar en los detalles elucubrativos de<br />

Kandinsky en lo De lo espiritual en el arte, como también en <strong>la</strong>s fidelidades de<br />

Robert Ryman en el efectismo del b<strong>la</strong>nco como el poder absoluto, como <strong>la</strong> piel de <strong>la</strong><br />

esencia inmarcesible, <strong>la</strong> dimensión exacta para todo.<br />

En este proceso específico muchas más veces podremos acudir a distintos autores<br />

que en el b<strong>la</strong>nco hal<strong>la</strong>ron el motivo reconfortante de sus aflicciones cognitivas.<br />

Autores como Bruce Nawman, que en el b<strong>la</strong>nco hal<strong>la</strong>ron uno de los motivos<br />

reve<strong>la</strong>dores de <strong>la</strong> especificidad del arte y uno de los argumentos de mayor<br />

intensidad elucubrativa en <strong>la</strong> configuración formal en <strong>la</strong>s discusiones <strong>sobre</strong> el arte<br />

avanzado, han de ser considerados, cuando menos, en el esfuerzo reflexivo del<br />

progreso del arte como medio influyente en <strong>la</strong>s conciencias popu<strong>la</strong>res, según el<br />

resultado de <strong>la</strong> visita de una <strong>exposición</strong>. Sería lo más sencillo, pero <strong>la</strong> intención<br />

filosófica de estos autores posibilita un mundo abstruso e intrincado de difícil<br />

discernimiento. El b<strong>la</strong>nco a pesar de todo dificulta toda fácil reve<strong>la</strong>ción.<br />

Son decenas los artistas que han incidido en el b<strong>la</strong>nco como posibilidad discerniente<br />

de escondidas verdades. Los tratamientos, incluso sus métodos resolutivos, han<br />

progresado en estadios firmes de convencimiento meditante. El b<strong>la</strong>nco como efecto<br />

máximo, agente extremo. Ives Klein, empeñado en referirnos un mundo intangible<br />

y espléndido desde <strong>la</strong> nada. Christo, obsesionado con empaquetárnoslo todo por<br />

encima de <strong>la</strong> raza. Ben Nicholson, empeñado en geometrizarnos parafrásticamente<br />

sus mundos icónicos. Lucio Fontana, empecinado en mostrarnos espacios ajenos y<br />

alejados de <strong>la</strong> evidencia transbordando en b<strong>la</strong>ncos empecinados en el sin ser. Piero<br />

Manzoni, Roman Opalka, Jan Schoonhoven, Agnes Martin, Cy Twombly, Giorgio<br />

Morandi, Armando Reverón, Jaspers Johns, José María Sicilia, Hernández Pijuán,<br />

son algunos de los autores que han persistido, a lo <strong>la</strong>rgo de este siglo<br />

desmesurado, en hal<strong>la</strong>r, agarrados al b<strong>la</strong>nco, el motivo de su naturaleza y <strong>la</strong><br />

proporcionalidad de ahondar en un territorio incógnito lleno de matizaciones<br />

imprevisibles. Un conflicto severo si entendemos <strong>la</strong> reductibilidad de su pasión<br />

reflexiva.<br />

El b<strong>la</strong>nco puede consentir otras muchas atribuciones, o mejor aún un infinito de<br />

posibilidades irreductibles en base a su disponibilidad de <strong>la</strong> nada. A <strong>la</strong> frecuencia del<br />

no-color, de <strong>la</strong> ausencia, del silencio, de <strong>la</strong> nada. El b<strong>la</strong>nco como vacío impositivo.<br />

La presencia como ausencia.<br />

Una vez más, como siempre, he sentido ese miedo terrible, un vértigo inconso<strong>la</strong>ble<br />

al asomarme a <strong>la</strong> página vacía que he logrado repob<strong>la</strong>r. Quizá <strong>la</strong> <strong>exposición</strong><br />

contenga ese mismo tránsito por <strong>la</strong>s profundidades del vacío, asomándose a un<br />

abismo insondable a pesar de todo y de todas esas aparentes propiedades dóciles<br />

de que dispone. Sin embargo, su presencia, su indiscutible generosidad pacífica y<br />

confiable nos conduce regocijados por los extremos de su destacada pureza. Y de <strong>la</strong><br />

misma manera que asomarnos al b<strong>la</strong>nco desnudo nos impone un intranquilo<br />

respeto y un ahogo apagado, y nos somete a un previo ejercicio de humildad y de<br />

sinceridad, en cualesquiera de los vehículos elegidos para accederlo, también nos<br />

entrega una <strong>la</strong>rga pasión, una desmedida confianza, y, lo más importante, nos<br />

exige una convencida determinación para que sepamos crecer por nosotros mismos


desde ese mismo estadio vacío e irreferencial mostrado en su carácter natural. Un<br />

ejercicio severo e impositivo al que nos obliga su apariencia absoluta e imparcial.<br />

No obstante, una p<strong>la</strong>cidez amable y reconciliadora. El b<strong>la</strong>nco jamás podrá ser<br />

aprehendido ni reducido a <strong>la</strong> individualidad. El b<strong>la</strong>nco será siempre en función del<br />

número de sus visitas. La <strong>exposición</strong> el p<strong>la</strong>cer de este atributo mágico.

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