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TEATRO<br />
El autor, con históricos <strong>de</strong>l teatro nacional y extremeño,<br />
como José Monleón y José Manuel Villafaina.<br />
sino que se mancillaba por usurpadores-. Porque la<br />
Cultura tiene un componente crítico inevitable. Un<br />
hombre o una mujer cultos no son simplemente espectadores<br />
pasivos, no; son espectadores y participantes<br />
y ven, y analizan, y sacan conclusiones, y adquieren<br />
la sensibilidad suficiente para darse cuenta<br />
<strong>de</strong> que, a veces, se les quiere utilizar como comparsas<br />
<strong>de</strong> extrañas maniobras. Y <strong>de</strong>jan <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntificarse<br />
con esas maniobras. Acudíamos en aquellos años sesenta<br />
y setenta, y era una gozada empezar a escuchar<br />
en la televisión, que iniciaba sus emisiones en<br />
blanco y negro, el nombre <strong>de</strong> Mérida y su Teatro Romano.<br />
Esa era la i<strong>de</strong>ntificación. No olvi<strong>de</strong>mos que el<br />
Festival <strong>de</strong> Mérida fue un logro popular que en los<br />
años veinte rubricó el pueblo <strong>de</strong> Mérida acudiendo<br />
en masa a las convocatorias <strong>de</strong> personajes ilustres<br />
como José Ramón Mélida o Maximiliano Macías. La<br />
asistencia masiva reforzaba esos vínculos populares y<br />
esos directores afortunados, Tamayo <strong>de</strong> nuevo, supieron<br />
involucrar a los ciudadanos <strong>de</strong> Mérida en los<br />
espectáculos, cosa que en últimas ediciones ha costado<br />
Dios y ayuda conseguir <strong>de</strong> algunos directores<br />
“autóctonos”.<br />
EL NÚMERO 13<br />
P.- Hablemos un poco <strong>de</strong> usted, por ejemplo, <strong>de</strong><br />
su afición por el número 13, un número que a mí<br />
también me gusta, y <strong>de</strong> sus orígenes y evolución familiar,<br />
llenos <strong>de</strong> cosas curiosas.<br />
R.- Es cierto. Nací en <strong>Badajoz</strong> el 13 <strong>de</strong> Abril <strong>de</strong><br />
1953 y nací en el número 13 <strong>de</strong> la calle Ramón Albarrán,<br />
allí don<strong>de</strong> estaba lo que llamaban “el palacio”,<br />
una casona cuasi solariega <strong>de</strong> la familia <strong>de</strong>l<br />
Con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Torrefresno, mi familia, y familia que no<br />
sólo tenía esa casa sino que fue dueña <strong>de</strong>l edificio<br />
FRONTERA<br />
<strong>de</strong>l Gobierno Militar, el solar don<strong>de</strong> está el Colegio<br />
<strong>de</strong>l Santo Ángel -curiosamente el escenario <strong>de</strong> una <strong>de</strong><br />
mis obras “Armengol”-, el Círculo Pacense o los terrenos<br />
<strong>de</strong>l campo <strong>de</strong> fútbol “El Vivero”. Es cierto que<br />
vengo <strong>de</strong> una familia con esas posesiones y más cierto<br />
que la familia <strong>de</strong>vino en otra, la mía directa, con trece<br />
hermanos. Lo <strong>de</strong>l número trece y yo es algo más relacionado<br />
con orishas y santeros “<strong>de</strong> palo” que con la<br />
racionalidad cuasi republicana que me impuse casi<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> que tuve uso <strong>de</strong> razón. La vida me vino a rematar<br />
la faena haciendo que mi hija naciera un 13 y martes<br />
y mi hijo un 26 que es el doble <strong>de</strong> trece.<br />
P.- ¿Cómo fueron los primeros contactos suyos<br />
con la literatura?<br />
R.- Dejando estas cuestiones meramente cabalísticas,<br />
tengo que reconocer que mi paso por los Maristas<br />
como estudiante -13 años duró esa estancia,<br />
claro-, propició un acercamiento a la literatura que<br />
ya no abandonaría nunca. Eran aquellos frailes muy<br />
aficionados a las bibliotecas bien surtidas y a las lecturas<br />
en voz alta, sobre todo en los comedores, <strong>de</strong><br />
textos que iban <strong>de</strong> lo piadoso a las aventuras <strong>de</strong> reporteros<br />
como Manu Leguineche o De la Quadra-<br />
Salcedo. También apreciaban el teatro y era rara la<br />
festividad que no se cerraba ante la magia <strong>de</strong> telones,<br />
bambalinas y actores aficionados interpretando<br />
a los hermanos Quintero, Arniches o cualquier otro<br />
juguete cómico. Dos olores mantengo aún en la memoria,<br />
el olor a corcho quemado para maquillarnos<br />
barbas y bigotes, y el olor a pintura fresca y aguarrás<br />
que usábamos para dibujar las escenografías.<br />
P.- Después estudió usted Magisterio<br />
R.- De la experiencia marista bajo la advocación<br />
<strong>de</strong> la divina Yemayá, la madre <strong>de</strong> todos, la reina <strong>de</strong>l<br />
azul <strong>de</strong>l cielo y <strong>de</strong>l mar, la protectora que en la religión<br />
Yoruba equivale a la Virgen María, que es, hablando<br />
claro, la Virgen María, pasé a la experiencia<br />
<strong>de</strong> estudiar Magisterio en <strong>Badajoz</strong>, único lugar<br />
don<strong>de</strong> un hijo <strong>de</strong> familia numerosa podía estudiar<br />
ante la imposibilidad económica <strong>de</strong> salir hacia otras<br />
latitu<strong>de</strong>s. Me hice maestro y ejercí como tal por primera<br />
vez en una escuela que estaba, literalmente,<br />
<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l Puente <strong>de</strong> la Universidad. Era como si la<br />
vida marcase a cada uno con su sino, unos cruzando<br />
el Puente por arriba camino <strong>de</strong> la recién fundada<br />
UNEX y otros, cruzando el río por <strong>de</strong>bajo para asistir<br />
a una escuela cuyo patio <strong>de</strong> recreo era un arco <strong>de</strong>l<br />
Puente o para enseñar y educar a esos niños <strong>de</strong> la<br />
barriada <strong>de</strong> Las Moreras. Lógicamente cuando subía<br />
el Guadiana la escuela se inundaba, al igual que las