Peron. Discursos - La Otra Historia
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Juan Domingo Perón<br />
Selección de discursos (1944-1955)<br />
Índice<br />
Día del trabajador - 1 de Mayo de 1944 ......................................................................................2<br />
Bolsa de Comercio - 25 de agosto de 1944.................................................................................6<br />
Despedida de la Secretaría de Trabajo y Previsión - 10 de Octubre de 1945............................15<br />
Plaza de Mayo - 17 de octubre de 1945....................................................................................17<br />
Campaña Electoral (Santa Fe) - 1° de Enero de 1946.............................................................18<br />
Campaña Electoral (Rosario) - 10 de Febrero de 1946 .............................................................22<br />
Acto de proclamación de su candidatura - 12 de Febrero de 1946............................................24<br />
Asamblea Constituyente Reformadora - 27 de Enero de 1949..................................................34<br />
Día del Trabajador (Plaza de Mayo) - 1º de Mayo de 1949 .......................................................39<br />
Mensaje a la Asamblea Legislativa - 1° de mayo de 1950.........................................................41<br />
Día del Trabajador (Plaza de Mayo) – 1º de mayo de 1950 ......................................................71<br />
Día del Trabajador (Plaza de Mayo) - 1º de Mayo de 1951 ......................................................73<br />
Día del Trabajador (Plaza de Mayo) - 1º de Mayo de 1952 .......................................................74<br />
Día de la Lealtad - Plaza de Mayo - 17 de Octubre de 1952 .....................................................77<br />
Escuela nacional de Guerra - 1º de noviembre de 1953............................................................81<br />
Clausura de la Campaña Electoral - 25 de Abril de 1954 ..........................................................88<br />
Día del Trabajador (Plaza de Mayo) - 1º de mayo de 1954 ......................................................90<br />
Discurso del 31 de agosto de 1955...........................................................................................91<br />
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Día del trabajador - 1 de Mayo de 1944<br />
En diciembre del año anterior, cuando asumí la dirección de la Secretaría de Trabajo y Previsión,<br />
el organismo con que el Estado Argentino se proponía intensificar el cumplimiento de su deber<br />
social, me dirigí a todos los trabajadores, persuadido de que ellos compartirían los propósitos del<br />
gobierno, con esa extraordinaria intuición que poseen las masas. No incurrí entonces en el error<br />
de anunciar un programa de realizaciones inmediatas, seguro de que la prosecución de un fin<br />
social superior, señalaría el camino y la oportunidad de las conquistas y las reformas.<br />
Creo que las reivindicaciones, como las revoluciones, no se proclaman, se cumplen,<br />
sencillamente. Y ese cumplimiento que nos llevó siempre de preferir a los realizadores de los<br />
teorizantes, fue la consigna rígida a la que ajustamos nuestra acción estatal. He sido fiel a ella<br />
porque entiendo que mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar.<br />
Ninguna circunstancia más propicia que este 1º de Mayo, símbolo de las justas aspiraciones del<br />
trabajador y ferviente homenaje a la noble dignidad de toda labor humana, para expresar que él,<br />
nos encuentra ya decididamente en la etapa de las plenas realizaciones encauzadas hacia el<br />
logro del objetivo esencial y superior del bienestar general y la solidaridad social.<br />
Sentido Social de la Revolución de Junio<br />
Han transcurrido exactamente cinco meses después desde aquel momento que señala el punto<br />
de partida de una nueva era política y justicia social argentina, que fue, es y seguirá siendo uno de<br />
los propósitos irrenunciables del actual gobierno. Porque nadie, absolutamente nadie, puede<br />
honradamente desconocer el profundo sentido social de la revolución de Junio. Los motivos que la<br />
provocaron y el espíritu que la anima, surge de la misma, de la innegable realidad argentina.<br />
El ejército no abandonó sus cuarteles movido por un sentimiento de ambición.<br />
Fue el clamos de la calle, del taller y del campo que llegó hasta ellos para golpear furiosamente a<br />
sus puertas en demanda de justicia. Y el Ejército y la Armada, -partes vivas de indivisible unidad<br />
nacional- respondieron patrióticamente; abandonaron la tranquilidad de los acantonamientos;<br />
ganaron la calle, precedidos en su marcha por el mismo pueblo que los estimula y los aclama.<br />
No hubiéramos podido justificar nunca ante nuestra conciencia y ante la historia, una actitud<br />
indiferente frente a la realidad política y a la realidad social de aquella hora.<br />
Un deseo superior de justicia fue el motor que impulsó la revolución triunfante.<br />
El Ejército, escuela de disciplina y camaradería<br />
Enfrentamos el problema, con decisión y con energía de soldado, condición que señalo porque<br />
entiendo que la solución de los problemas sociales, no puede ser privilegio exclusivo de individuos<br />
o de sectores, sino de todos los argentinos. Por el contrario, entiendo que la organización interna<br />
del Ejército, está concebida con un auténtico sentido orgánico-social y que es una cátedra<br />
ejemplar de disciplina, de camaradería, de patriotismo, de jerarquía y de respeto. Allí no existen ni<br />
postergaciones injustificadas, ni ascensos inmerecidos. El escalafón se cumple sin excepciones<br />
sin privilegios, con un sentido estricto de selección y de justicia, que no es, ni puede ser, ni<br />
queremos que sea un beneficio exclusivo de las fuerzas armadas, sino una conquista social que<br />
alcance a todos los argentinos.<br />
El panorama que ofrecía en aquellos instantes todo lo que se refiere a la vida de relación que el<br />
trabajo engendra, era desolador.<br />
El Estado olvidó sus deberes sociales.<br />
El Estado se había mantenido alejado de la clase trabajadora. No regulaba las actividades<br />
sociales como era su deber, adoptando una actitud indiferente y suicida, mientras el<br />
incumplimiento de los deberes patronales, libres de la tutela estatal, sometía a los trabajadores a<br />
la única ley de su conveniencia provocando rebeldías que amenazaban disputar el poder político.<br />
Mientras tanto, en el campo, en ese sufrido campo argentino, la tierra se hacía cada vez más<br />
hostil par los hombres que la habían fecundado con su esfuerzo. Comenzaron los éxodos en<br />
masa hacia las ciudades que ofrecían el espejismo de una prosperidad más aparente que real.<br />
<strong>La</strong>s haciendas valorizadas desalojaban a los chacareros de la tierra donde habían nacido y<br />
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crecido sus padres y sus hijos.<br />
Fue entonces cuando la Secretaría de Trabajo y Previsión, fiel a su consigna de hacer, de crear,<br />
de realizar, comenzó su obra.<br />
Y hoy estamos persuadidos de que hemos hecho algo por los que trabajan en esta tierra.<br />
Primero, debimos forjar el instrumento que reemplazaría al viejo Departamento Nacional del<br />
Trabajo, en forma de anular del Trabajo, en forma de anular factores negativos y reconstruirlo<br />
sobre cimientos más sólidos, más realista, más humanos. Ello nos demandó un tiempo costoso en<br />
estudios y en energías, pero sobre la misma marcha comenzó la obra.<br />
<strong>La</strong> Justicia suplanta la lucha de clases<br />
Desde entonces, sobre el frontispicio del antiguo palacio del Concejo Deliberante de la ciudad de<br />
Buenos Aires, pudo haberse estampado esta leyenda: “Esta es la verdadera casa de los hombres<br />
que trabajan”. Y junto a esta leyenda, que abría de par en par las puertas de la sede del Trabajo a<br />
todos los que llegaban hasta él en demanda de justicia para sus derechos desconocidos, esta<br />
afirmación, que fue la consigna severa a la que ajustamos nuestra labor desde entonces:<br />
“Buscamos suprimir la lucha de clases, suplantándola por un acuerdo justo entre obreros y<br />
patrones, al amparo de la justicia que emana del Estado”.<br />
Como lo prometimos al iniciar esta cruzada de Trabajo, hemos defendido “la unidad y<br />
compenetración de propósitos entre patrones, obreros y Estado, como el único medio para<br />
combatir a los verdaderos enemigos sociales, representados por la falsa política, las ideologías<br />
extrañas seas cuales fueren, los falsos apóstoles que se introducen en el gremialismo para<br />
medrar con el engaño y la traición de las masas y las fuerzas ocultas de perturbación del campo<br />
político-internacional”.<br />
<strong>La</strong> Política destruyó los organismos gremiales<br />
Por eso, queremos desterrar los fatídicos gérmenes que los malos políticos inculcaron en los<br />
organismos gremiales para debilitarlos, fraccionarlos y explorarlos en beneficio propio. Por eso<br />
luchamos por desterrar la sofística promesa preelectoral que ha permitido que nuestros obreros<br />
vivan un régimen arcaico y carezcan de garantías frente a un caudillo con hechura del medioevo<br />
que explota su trabajo, le paga con papeles sin valor para que se vea en la necesidad de<br />
entregársele nuevamente a ese patrón mezcla de amo, de negrero y legislador de conveniencia.<br />
Así se explica que el país en materia de legislación social se encuentre en sus comienzos y que<br />
las condiciones y regímenes de trabajo, salarios, descanso, vacaciones, seguros, etc.,<br />
representen verdaderos galimatías destinadas a dar ganancia a los “avenegras” en “perjuicio del<br />
obrero, cuando no a favorecer a los “coimeros y estafadores” que “trabajan” a favor de una<br />
interpretación más o menos maliciosa de una mala ley.<br />
Los extremismos ni nos interesan ni nos atañen<br />
Deseamos también desterrar de los organismos gremiales a los extremistas, para nosotros<br />
ideologías tan exóticas, ya representan un extremo como el otro, porque es lo foráneo, a los que<br />
nosotros los argentinos no hemos jamás sentido inclinación ni apego y porque ellos con un<br />
sedimento de odios ancestrales nos traen sus problemas que no nos interesan ni atañen.<br />
Nosotros buscamos la unión de todos los argentinos y por eso anhelamos disponer de un capital<br />
argentino, para que, en armonía con el trabajo, formen l base de nuestra grandeza industrial y del<br />
bienestar colectivo.<br />
Luchamos porque ese trabajo sea considerado con la dignidad que merece, para que todos<br />
sintamos el deseo y el impulso de honrarnos trabajando y para que nadie, que esté en<br />
condiciones de trabajar, viva sólo para consumir.<br />
Destierro a los agitadores a sueldo<br />
Por eso sostenemos la necesidad de que todo el que trabaja obtenga una compensación moral y<br />
material que le asegure el bienestar a que todos tenemos derecho, como asimismo consideramos<br />
indispensable que las labores se ejerzan en un régimen humano, y alegra, con sus descansos<br />
reparadores, en medios higiénicos, sanos y seguros, y sobre todo, dentro de una gran dignidad y<br />
respeto mutuo.<br />
No queremos agitadores a sueldo verdaderos vampiros sociales, sensibles a los halagos del<br />
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dinero patronal o extranjero, especie de filibusteros del campo gremial y aficionados a “alzarse con<br />
el santo y la limosna” y a disfrutar del lujo y de los regalos de la vida burguesa que ellos cubren en<br />
anatemas. Estas verdaderas alimañas son enemigas de las conquistas socales.<br />
Encaramos seriamente estos problemas, seguros que en su solución esta la muerte de estos<br />
agentes de disociación.<br />
Viviendas dignas de seres humanos<br />
Afrontamos ya la tarea máxima de la Previsión Social y dentro de muy pocos años, ningún<br />
argentino que haya trabajado carecerá de una jubilación en su vejez y en su invalidez.<br />
Están en proyecto, habiéndose iniciado ya una parte del plan, la construcción de cien mil casas<br />
para obreros, que dignifiquen su vida familiar y la mejoren materialmente, ala par que hagan<br />
posible hasta al más humilde de los padres , el acceso a la propiedad privada.<br />
Propugnamos el ahorro como el primer paso de la previsión social porque consideramos que los<br />
pueblos fuertes son, precisamente, los que saben acumular y guardar las economías materiales<br />
con los valores espirituales, destinándolos para incorporarlos al patrimonio nacional en forma de<br />
que el país pueda disponer de ellos cuando las fuerzas humanas o extrahumanas reclaman en<br />
mayor cúmulo de energías para salvar a la patria.<br />
Renace la esperanza sobre la tierra redimida<br />
Ningún interés que no sea el sentido de la solidaridad y el deseo del mayor bien al país mueve<br />
estas intenciones; por eso, lo que ya hemos hecho y lo que haremos en el futuro quedará<br />
inamovible en la historia del desenvolvimiento social de las masas obreras y en el campo de las<br />
conquistas gremiales de los trabajadores argentinos, para honor del ejército y escarnio de una<br />
época política que no puedo sobrevivir a su caída, porque no había hecho nasa útil para sus<br />
semejantes, nada imperecedero para el país y nada digno para la historia.<br />
Sobre los hogares campesinos, ya no pesa la angustia de los desalojos y los lanzamientos. El<br />
hombre de campo se siente ahora seguro sobre la tierra amiga y se entrega fervorosamente a<br />
ella. Loos arados abren el surco más hondo, rasgando la entraña fecunda, porque saben que el<br />
fruto de su esfuerzo está asegurado y es que, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, sus<br />
problemas inmediatos has sido resueltos. Tienen ahora un salario razonable y humanas<br />
condiciones de vida y de trabajo.<br />
El canto de los braceros, de esos centenares de miles de trabajadores anónimos y esforzados de<br />
los que nadie se había acordado hasta ayer, puebla en estos momentos ja tierra redimida.<br />
Legislamos para todos trabajadores<br />
Pero no son sólo los trabajadores del campo los beneficiados por las decisiones de la Secretaría<br />
de Trabajo y Previsión. Legislamos para todos los argentinos, porque nuestra realidad social es<br />
tan indivisible como nuestra realidad geográfica.<br />
Para nosotros no existe una población industrial o una población campesina, sino una única y<br />
auténtica población trabajadora. No podemos concebir ciudades prósperas y campiñas<br />
pauperizadas.<br />
Son los trabajadores de las industrias ciudadanas. Del músculo o del pensamiento. Porque el<br />
problema de los gráficos, de los ferroviarios, de los repartidores de las grandes Despensas<br />
Argentinas, de los enfermeros, no se ha presentado menos angustioso que el de los artistas, el de<br />
los maestros, el de los periodistas o el de los bancarios.<br />
Nadie ha golpeado inútilmente nuestras puertas, abiertas a toda demanda de justicia, a toda<br />
colaboración patriótica, a toda iniciativa generosa.<br />
¡Esta es vuestra casa Trabajadores de mi tierra!<br />
De aquí han salido los gráficos llevando un contrato colectivo de trabajo que mejora y asegura su<br />
esfuerzo.<br />
Conquistas Sociales de Ferroviarios y Periodistas<br />
Doscientos mil obreros del riel han logrado beneficios efectivos. Obtienen licencia anual<br />
aumentativa con goce de sueldo, liquidación de jornales en los días feriados, inclusión en las<br />
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excepciones del Estatuto Civil, el reconocimiento gremial del personal administrativo, el subsidio<br />
estatal de un millón de pesos y un tribunal médico para que controle las decisiones de los<br />
profesionales de las empresas sobre capacidad o incapacidad de los trabajadores. <strong>La</strong> creación de<br />
la Dirección General de Asistencia y Previsión Social para ferroviarios, con sus consultorios y sus<br />
hospitales, asegura el gremio una atención médica que figurará orgullosamente como la primera<br />
institución de América.<br />
No está lejano el día que inicie sus servicios el Policlínico Ferroviario, a cuya creación el Estado<br />
ha destinado un millón de pesos.<br />
De aquí salió no hace mucho el Estatuto Profesional del Periodista, conquista social por lo que<br />
ese gremio numeroso de trabajadores del pensamiento, que van dejando día tras días su<br />
contribución de energías y de ideas en el torrente del papel impreso, habría bregado inútilmente<br />
durante un cuarto de siglo.<br />
A todo el País se extienden los beneficios<br />
<strong>La</strong> obra que en breve lapso de cinco meses ha cumplido la Secretaría de Trabajo y Previsión ha<br />
sido intensa. Los conflictos de los obreros del vidrio, de la carne, del tejido, del mueble, del cartón,<br />
de la electricidad, de los alimentos y de los astilleros, han tenido solución justa y equitativa.<br />
<strong>La</strong>ncheros, metalúrgicos, escoberos, portuarios y obreros del vestido y de la cerámica, que nos<br />
trajeron sus problemas, han logrado conquistas apreciables.<br />
Cuarenta mil trabajadores de la ciudad se han beneficiado con el descanso dominical impuesto<br />
recientemente en los negocios de carnicerías. Otros tantos dependientes del comercio minorista,<br />
han obtenido un horario mas digno y una retribución mas justa. Por mediación de la Secretaría de<br />
Trabajo y Previsión han conseguido mejoras los artistas teatrales de Buenos Aires, los obrajeros<br />
de los quebrachales chaqueños, los ferroportuarios de Mar del Plata, Rosarios y Quequén y los<br />
esforzados trabajadores que extraen el petróleo del frígido subsuelo patagónico. También por su<br />
intervención fue devuelta la normalidad a nuestra gran ciudad balnearia, cuyas obras en<br />
construcción se paralizaron por un enconado conflicto. Será también ella la que conceda al oscuro<br />
y abnegado peón de la ciudad y del campo., un estatuto que defienda sus derechos conocidos<br />
hasta el presente, que es materia de estudio en estos momentos, contemplándose las pobres, y<br />
muchas veces miserables, condiciones de vida a que se ven reducidos esos trabajadores.<br />
Capacitación de la juventud argentina<br />
Centenares de intervenciones han correspondido a este organismo para que se cumpliera las<br />
disposiciones vigentes sobre prevención de accidentes, higiene y seguridad en los lugares de<br />
trabajo, condiciones indispensables que deben regir en todos los medios en que el ser humano<br />
desarrolla sus actividades.<br />
El futuro del país es una constante preocupación. Es por ello que se proyecta el Plan de<br />
Aprendizaje Industrial. Cuando entre en ejecución, que lo será muy pronto, años tras años sen<br />
entregará a la actividad de los talleres y de las usinas, a millares de jóvenes capacitados para el<br />
trabajo de engrandecer la Patria, del mismo modo que el ejército y la Armada los capacitan para<br />
defenderla.<br />
Y no están indefensos los trabajadores de esta tierra. <strong>La</strong> Secretaría de trabajo y Previsión atiende<br />
y resuelve sus problemas, extendiendo su tutela, asesoramiento y patrocinio jurídico gratuito a<br />
todos aquellos que litigan en defensa de sus derechos. Organismos especializados cumplen con<br />
esas tareas.<br />
Ha sido ya estructurada sobre bases que se estiman sólidas, la organización de la Caja Nacional<br />
de Jubilaciones y Pensiones de Periodistas, creada por la ley 12.581, procurando amparar a sus<br />
casi 15.000 beneficiarios dentro de la mayor seguridad posible.<br />
Se ha decidido el estudio inmediato del régimen jubilatorio del personal del comercio y de la<br />
industria que estará a cargo de una comisión integrada por representantes de todas las partes<br />
interesadas.<br />
Trabajamos para todos los argentinos<br />
El Poder Ejecutivo Nacional tiene a su consideración un proyecto con cuya sanción definitiva se<br />
dispondrá la afiliación obligatoria del personal que trabaja a jornal o destajo en las dependencias<br />
5
del Gobierno Nacional, bancos oficiales y reparticiones autónomas a la Caja Nacional de<br />
Jubilaciones y Pensiones Civiles.<br />
Ahora también puedo anunciar que por Decreto del Poder Ejecutivo de fecha 27 de abril, ha<br />
quedado materializada la propuesta que la Secretaría de Trabajo y Previsión formuló en el sentido<br />
de incorporar a todos los trabajadores que dedican sus actividades a la noble humanitarios misión<br />
de atender a los enfermos en hospitales, sanatorios particulares y entidades similares, el régimen<br />
jubilatorio de la ley 11.110, para que puedan gozar merecidamente en el futuro de todos los<br />
beneficios en que la misma acuerda. Es esta otra conquista social, que acaba de lograrse con el<br />
más cálido y justo auspicio.<br />
Quince mil maestros de las escuelas y colegios particulares tendrán en breve su estatuto<br />
profesional.<br />
Trabajamos empeñosa y obstinadamente para todos. Para vosotros y para nosotros, en una labor<br />
ausente de promesas y de palabras para que nadie en esta tierra generosa y altiva, sienta la<br />
angustia de sentirse socialmente olvidado. Para todos los que cumplen su destino tremendo, con<br />
el dulce cantar del yunque por la suprema dignidad del Trabajo.<br />
Y esta labor de justicia que cumplimos sin pausa y sin tregua y sin otra aspiración personal que la<br />
de trabajar por la grandeza de la Patria, nos ha deparado grandes satisfacciones.<br />
Comenzamos a creer en la justicia social<br />
Cuando la tragedia que asoló San Juan, desgarrando un pedazo de la República, destruyendo<br />
vidas y riquezas, hicimos desde esta misma casa de los trabajadores un llamado a la solidaridad<br />
humana, para con nuestros hermanos en desgracia, y comprobamos como catorce millones de<br />
voluntades argentinas, erguidas en un mismo anhelo generoso, respondían: “Presente”. Un millón<br />
de afiches, -contribución gratuita de dibujantes, impresores y papeleros-, fijados en los muros de<br />
todo el país, paternizaron la necesidad de una ayuda urgente y efectiva. Poco tiempo fue<br />
necesario para que se reunieran muchos millones de pesos en efectivo, en ropas, víveres y<br />
medicamentos, que prontamente se destinaron a aliviar el dolor de nuestros hermanos<br />
sanjuaninos.<br />
Vimos también como setecientos mil esperanzados, desfilaban por el local donde el Estado<br />
exponía el Plan Oficial de la Vivienda Popular que ha de poner fin al drama de los hacinamientos<br />
con la construcción de 100.000 casas obreras. Y vemos a diario pasar por la Secretaría de Trabajo<br />
y Previsión millares de obreros de todas las ramas de la actividad fecunda. Docenas de<br />
delegación nos traen sus problemas, sus esperanzas, sus aspiraciones.<br />
Llegan desde todos los puntos del país alentando la confianza de un pueblo defraudado que<br />
comienza a crecer en la justicia social y siente por primera vez el orgullo de saberse escuchado y<br />
de sentirse argentino.<br />
Yo, en este día clásico de los trabajadores, prometo en nombre del gobierno que esa confianza no<br />
será defraudada. <strong>La</strong>s nuevas conquistas darán a esta conmemoración un sentido más patriótico y<br />
más argentino.<br />
Bolsa de Comercio - 25 de agosto de 1944<br />
Señores:<br />
En primer término, agradezco la oportunidad que me brinda la Cámara de Comercio para<br />
exponer algunos asuntos que conciernen en forma directa a la Secretaría de Trabajo y<br />
Previsión. Al hacerlo no he querido escribir cuanto voy a exponer, a fin de animar esta<br />
conversación, descartando la lasitud natural de las lecturas, para buscar una mayor<br />
comprensión y facilitar un entendimiento entre los intereses que juegan en el orden<br />
social, que la Secretaría de Trabajo y Previsión está encarando. En ese sentido me trae<br />
hasta aquí un sentimiento leal y una absoluta sinceridad.<br />
Mis palabras si no están calificadas por grandes conocimientos, lo están, en cambio, por<br />
una absoluta sinceridad y un patriotismo totalmente desinteresado que puede descartar<br />
cualquier mala comprensión de todo cuanto voy a decir.<br />
<strong>La</strong> Secretaría de Trabajo y Previsión entiende que la política social de un país<br />
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comprende integralmente todo lo humano con relación a los diversos factores del<br />
bienestar general. Siendo así, muchos, posiblemente equivocados sobre todo cuanto yo<br />
he dicho en el orden social, se han permitido calificarme de distintas maneras. Yo he<br />
interpretado cada una de estas calificaciones; las he sopesado y he llegado a esta<br />
conclusión: de un lado, me han dicho que soy nazi, de otro lado han sostenido que soy<br />
comunista; todo lo que me da la verdadera certidumbre de que estoy colocado en el<br />
perfecto equilibrio que busco en la acción que desarrollo en la Secretaría de Trabajo y<br />
Previsión.<br />
Pienso que el problema social se resuelve de una sola manera: obrando conscientemente<br />
para buscar una perfecta regulación entre las clases trabajadoras, medias y capitalistas,<br />
procurando una armonización perfecta de fuerzas, donde la riqueza no se vea<br />
perjudicada, propendiendo por todos los medios a crear un bienestar social, sin el cual la<br />
fortuna es un verdadero fenómeno de espejismo que puede romperse de un momento a<br />
otro. Una riqueza sin estabilidad social puede ser poderosa, pero será siempre frágil, y<br />
ése es el peligro que viéndolo, trata de evitar por todos los medios la Secretaría de<br />
Trabajo y Previsión.<br />
El Estado moderno evoluciona cada día más en su gobierno para entender que éste es<br />
un problema social. Ésa es la enseñanza del mundo. Vemos una evolución permanente<br />
en todas las agrupaciones humanas, que desde cincuenta años hasta el presente vienen<br />
acelerando de una manera absoluta e inflexible hacia una evolución social de la<br />
humanidad que antes no había sido conocida. Cerrar los ojos a esa realidad, es esconder<br />
la cabeza dejando el cuerpo afuera, como hacen los avestruces de la pampa.<br />
Es necesario reaccionar contra toda miopía psicológica; penetrar los problemas; irlos a<br />
resolver de frente. Los hombres que no hayan aprendido a decir siempre la verdad y a<br />
encarar la vida de frente, suelen tener sorpresas desagradables. Nosotros, afirmados<br />
sobre tales premisas, buscamos soluciones, soluciones argentinas para el panorama<br />
argentino y para el futuro argentino, que es el que más interesa al gobierno.<br />
Hasta ahora estos problemas han sido encarados por una verdadera lucha. Yo no creo<br />
que la solución de los problemas sociales esté en seguir la lucha entre el capital y el<br />
trabajo. Ya hace más de sesenta años, cuando las teorías del sindicalismo socialista<br />
comenzaron a producir sus frutos en esa lucha, opiniones extraordinariamente<br />
autorizadas, como la de Massini y la de León XIII proclamaron nuevas doctrinas, con las<br />
cuales debía desaparecer esa lucha inútil, que como toda lucha no produce sino<br />
destrucción de valores.<br />
Sería largo y quizás inútil por conocidas, que comentásemos aquí esas doctrinas, como<br />
las del cristianismo liberal o como las del cristianismo democrático que encierra doctrinas<br />
más o menos parecidas; pero viendo el panorama inútil, sería suficiente pensar que si<br />
seguimos en esta lucha en que la humanidad ha visto empeñadas sus fuerzas<br />
productoras, hemos de llegar a una crisis que fatalmente se ha de producir, como ya se<br />
ha producido en otros países, con mayor o menor violencia. Pero no hemos de esperar<br />
que ese ejemplo tengamos que sentirlo, en carne propia, bien que esa experiencia suele<br />
ser el maestro de los necios. Es mejor tomar la experiencia en la carne ajena y en este<br />
sentido, tenemos ya una larga experiencia.<br />
El abandono por el Estado de una dirección racional de una política social, cualquiera<br />
que ella sea, es sin duda el peor argumento porque es el desgobierno y la disociación<br />
paulatina y progresiva de las fuerzas productoras de la Nación. En mi concepto, ésa ha<br />
sido la política seguida hasta ahora. El Estado, en gran parte, se había desentendido del<br />
problema social, en lo que él tiene de trascendente, para solucionar superficialmente los<br />
conflictos y problemas parciales. Es así que el panorama de la política social seguida<br />
representa una serie de enmiendas colocadas alrededor de alguna ley, que por no haber<br />
resultado orgánicamente la columna vertebral de esa política social, se ha resuelto<br />
parcialmente el problema, dejando el resto totalmente sin solución.<br />
<strong>La</strong>s masas obreras que no han sido organizadas presentan un panorama peligroso,<br />
porque la masa más peligrosa, sin duda, es la inorgánica.<br />
<strong>La</strong> experiencia moderna demuestra que las masas obreras mejor organizadas son, sin<br />
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duda, las que pueden ser dirigidas y mejor conducidas en todos los órdenes. <strong>La</strong> falta de<br />
una política social bien determinada ha llevado a formar en nuestro país esa masa<br />
amorfa. Los dirigentes son, sin duda, un factor fundamental que aquí ha sido también<br />
totalmente descuidado. El pueblo por sí, no cuenta con dirigentes. Y yo llamo a la<br />
reflexión de los señores para que piensen en manos de quiénes estaban las masas<br />
obreras argentinas, y cuál podía ser el porvenir de esa masa, que en un crecido<br />
porcentaje se encontraba en manos de comunistas, que no tenían ni siquiera la condición<br />
de ser argentinos, sino importados, sostenidos y pagados desde el exterior.<br />
Esas masas inorgánicas, abandonadas, sin una cultura general, sin una cultura política,<br />
eran un medio de cultivo para esos agitadores profesionales extranjeros. Para hacer<br />
desaparecer de la masa ese grave peligro, no existen más que tres caminos, o tres<br />
soluciones: primero, engañar a las masas con promesas o con la esperanza de leyes que<br />
vendrán, pero que nunca llegan; segundo, someterlas por la fuerza; pero estas dos<br />
soluciones, señores, llevan a posponer los problemas, jamás a resolverlos.<br />
Hay una sola forma de resolver el problema de la agitación de las masas, y ella es la<br />
verdadera justicia social en la medida de todo aquello que sea posible a la riqueza de su<br />
país y a su propia economía, ya que el bienestar de las clases dirigentes y de las clases<br />
obreras está siempre en razón directa de la economía nacional. Ir más allá, es marchar<br />
hacia un cataclismo económico; quedarse muy acá, es marchar hacia un cataclismo<br />
social; y hoy, esos dos extremos, por dar mucho o por no dar nada, como todos los<br />
extremos, se juntan y es para el país, en cualquiera de los dos casos, la ruina absoluta.<br />
No deseo fatigar a los señores con una exposición doctrinaria sobre todas estas<br />
cuestiones que conocen mejor que yo. He querido solamente presentar, diremos así, una<br />
concepción teórica de conjunto, para analizar a la luz de esas verdades que todos<br />
conocemos, la situación en el campo obrero en el momento en que la Revolución del 4<br />
de Junio se producía.<br />
<strong>La</strong>s fuerzas obreras estaban formadas en sindicatos en forma más o menos inorgánica.<br />
El personal que prestaba servicios en las fábricas, alguno estaba afiliado a los<br />
sindicatos, y otro no lo estaba; pero muchos sindicatos contaban con un 40 por ciento de<br />
dirigentes comunistas o comunizantes.<br />
A los tres meses de producirse la Revolución, nosotros, que observamos vigilantes el<br />
panorama obrero, tropezamos con la primera amenaza, consistente en una huelga<br />
general revolucionaria. El Ministerio de Guerra, que había obtenido su información por<br />
intermedio de su servicio secreto, fue el que tomó en forma directa la onda, la fijó más o<br />
menos, estudió el panorama, y cuando pensó en llegar a una solución, estábamos a tres<br />
o cuatro días de esa huelga que debía producirse irremisiblemente. Reunimos los<br />
dirigentes, como aficionados, ya que no teníamos ningún carácter oficial. Hablamos con<br />
ellos; los hombres estaban decididos. Esto representaba no un peligro, pero sí una<br />
posibilidad de tener que luchar. Indudablemente eso repugna siempre al espíritu el tener<br />
que salir a pelear en la calle con el pueblo, cosa que solamente se hace cuando no hay<br />
más remedio y cuando la gente quiere realmente la guerra civil. Cuando ello ocurre, no<br />
hay más remedio que llegar a ella; y entonces la lucha es la suprema razón de la<br />
disociación.<br />
Pero este caso pudo posponerse por una semana, lo que nos dio la posibilidad de<br />
accionar en forma directa sobre otros sindicatos que no estaban de acuerdo, sino por<br />
presión, porque sabemos bien que los dirigentes rojos trabajan a las masas, no sólo por<br />
persuasión, sino más por intimidación. En esas condiciones nos fue posible tomar el<br />
panorama obrero y elevarlo; pero, indudablemente, el Departamento de Trabajo demostró<br />
en esa oportunidad no ser el organismo necesario para actuar, porque los obreros no<br />
querían ir al Departamento de Trabajo de esa época, que había perdido delante de ellos<br />
todo su prestigio como organismo estatal, ya que en la solución de sus propios<br />
problemas, ellos no encontraron nunca el apoyo decidido y eficaz que tenía la obligación<br />
de prestar a los trabajadores. Por eso, con un organismo desprestigiado, no solamente<br />
se perjudica a la clase trabajadora, sino que él es germen del levantamiento de la masa,<br />
que en ninguna parte se encuentra escuchada, comprendida y favorecida. Eso me dio la<br />
8
idea de formar un verdadero organismo estatal con prestigio, obtenido a base de buena<br />
fe, de leal colaboración y cooperación, de apoyo humano y justo a la clase obrera, para<br />
que respetado, y consolidado su prestigio en las masas obreras, pudiera ser un<br />
organismo que encauzara el movimiento sindical argentino en una dirección; lo<br />
organizase o hiciese de esta masa anárquica, una masa organizada, que procediese<br />
racionalmente, de acuerdo con las directivas del Estado. Ésa fue la finalidad que, como<br />
piedra fundamental, sirvió para levantar sobre ella la Secretaría de Trabajo y Previsión.<br />
Para evitar que ella cayese nuevamente en el mal anterior, en esa burocracia estática<br />
que hace ineficaces casi todas las organizaciones estatales, porque están siempre 5<br />
kilómetros detrás del movimiento, organizamos sobre esa burocracia un brazo activo que<br />
se llamó Acción Social Directa, que va a la calle, toma el problema, lo trae y lo resuelve<br />
en el acto; y en tres días se tiene establecido un acuerdo entre patrones y obreros, el<br />
que después se protocoliza en pocas horas, en un convenio que firman ambas partes de<br />
acuerdo, y se pasa a ejecución.<br />
Ésa sería para el porvenir la base de experiencia, que es la unión real, la base empírica<br />
sobre la cual había de conformarse en el futuro un verdadero código de trabajo, al<br />
contrario de aquellos que se decidieron siempre por emplear el método idealista e<br />
hicieron códigos de trabajo, muchos de los cuales no fueron leídos más que por el autor<br />
y algunos de sus familiares, pero que en el campo real de las actividades del trabajo no<br />
tuvieron nunca aplicación en ningún caso. Hombres de excelente voluntad como el doctor<br />
Joaquín V. González, de extraordinario talento, escribieron una admirable obra que no ha<br />
sido aplicada jamás, porque es un método ideal. Nosotros vamos por el camino inverso;<br />
vamos a establecer tantos convenios bilaterales, tantos convenios con comisiones<br />
paritarias de patrones y obreros, que no den racionalmente lo que cada uno quiere y<br />
puede dar en ese sentido de transacción que se hace en las mesas de las comisiones de<br />
la Secretaría de Trabajo y Previsión, para llegar a un punto de apoyo sobre el cual<br />
moveremos en el futuro todas las actividades del trabajo argentino.<br />
Nosotros, señores, vamos trabajando sobre un sentido constructivo, que podrá ser lento,<br />
que podrá equivocarse, pero que se realizará, al contrario de todas las teorizaciones<br />
imaginarias que nunca se realizaron. Es así que la Secretaría de Trabajo y Previsión<br />
propició desde el principio un sindicalismo gremial.<br />
Sobre esta cuestión del sindicalismo existen prejuicios de los más arraigados, pero que<br />
no resisten al menor análisis. Todavía hay hombres que se asustan de la palabra<br />
sindicalismo.<br />
Ello me hace recordar a esos chicos que para hacerlos dormir a la noche, les hablan del<br />
“hombre de la bolsa” y que luego, cuando tienen treinta años, si les nombran “el hombre<br />
de la bolsa”, se dan vuelta asustados, aun cuando saben que ese hombre no existe.<br />
Con el sindicalismo pasa lo mismo. Hay personas que por un arraigado y viejo prejuicio,<br />
se asustan de él; y lo que es más notable, hay algunos patrones que se oponen a que<br />
sus obreros estén sindicalizados, aunque ellos, desde el punto de vista patronal, forman<br />
sindicatos patronales.<br />
Es grave error creer que el sindicalismo obrero es un perjuicio para el patrón. En manera<br />
alguna es así. Por el contrario, es la forma de evitar que el patrón tenga que luchar con<br />
sus obreros, que su sociedad patronal que lo representa luche con la sociedad obrera<br />
que representa al gremio. En síntesis, es el medio para que lleguen a un acuerdo, no a<br />
una lucha.<br />
Así se suprimen las huelgas, los conflictos parciales, aunque, indudablemente, las masas<br />
obreras pasan a tener el derecho de discutir sus propios intereses, desde una misma<br />
altura con las fuerzas patronales, lo que analizado, es de una absoluta justicia. A nadie<br />
se le puede negar el derecho de asociarse lícitamente para defender sus bienes<br />
colectivos o individuales: ni al patrón, ni al obrero. Y el Estado está en la obligación de<br />
defender una asociación como la otra, porque le conviene tener fuerzas orgánicas que<br />
puede controlar y que puede dirigir; y no fuerzas inorgánicas que escapan a su dirección<br />
y a su control. Por eso nosotros hemos propiciado desde allí un sindicalismo, pero un<br />
verdadero sindicalismo gremial. No queremos que los sindicatos estén divididos en<br />
9
fracciones políticas, porque lo peligroso es, casualmente, el sindicalismo político.<br />
Sindicatos que están compuestos por socialistas, comunistas y otras agrupaciones<br />
terminan por subordinarse al grupo más activo y más fuerte. Y un sindicato donde cuenta<br />
con hombres buenos y trabajadores, va a caer en manos de los que no lo son: hombre<br />
que formando un conjunto aisladamente, no comulgarían con esas ideas anárquicas. De<br />
ahí que es necesario que todos comprendan que estas cuestiones, aun cuando algunos<br />
consideran al sindicalismo una mala palabra, en su finalidad, son siempre buenas,<br />
porque evita, casualmente, los problemas creados y que son siempre artificiales.<br />
Por cada huelga producida naturalmente, hay cinco producidas artificialmente, y ellas lo<br />
son por masas heteróclitas, que tienen dirigentes que no responden a la propia masa. En<br />
permitir y aun en obligar a los gremios a formar sindicatos, radica la posibilidad de que<br />
los audaces que medran a sus expensas puedan apoderarse de la masa y obren en su<br />
nombre en defensa de intereses siempre inconfesables.<br />
Antes de entrar en el tema, me he de referir a otra de las cuestiones. Se ha dicho que en<br />
la Secretaría de Trabajo y Previsión, hemos perjudicado a tales o cuales fuerzas. <strong>La</strong><br />
Secretaría de Trabajo y Previsión responde a una concepción que expuse desde el<br />
primer momento; en aquélla no se produce ningún acuerdo, ningún arreglo por presión,<br />
sino por transacción entre obreros y patrones. Nosotros no hemos llegado a establecer<br />
ningún decreto, ninguna resolución que no haya sido perfectamente aceptada en<br />
nuestras mesas por obreros y patrones. Ya hemos realizado más de cien convenios<br />
colectivos, respecto de los cuales no puede haber un solo patrón ni un solo obrero que<br />
pueda sostener con justicia que nosotros no hemos consultado y llegado a esos<br />
convenios y acuerdos, por transacciones bilaterales entre ellos, arregladas por nosotros<br />
que ocupamos la cabecera para evitar que intercambien palabras y discusiones<br />
inoportunas. Nosotros allí, haciendo de verdaderos jueces salomónicos, ayudamos la<br />
transacción: unos dicen diez centavos; otros solicitan veinte centavos, porque el patrón<br />
siempre quiere dar menos y el obrero siempre pide más.<br />
Muchos de los señores que están aquí habrán asistido a nuestro trabajo. En ese sentido,<br />
vamos realizando una justicia distributiva y evitando que esto que puede ser un negocio<br />
transaccional, se transforme en una huelga con tiros, y en tantas cosas desagradables.<br />
Lo que yo puedo decir es que desde que la Secretaría de Trabajo y Previsión se halla en<br />
funcionamiento, no se ha producido en el país ninguna huelga duradera, ni ninguna ha<br />
resistido más de cuarenta y ocho horas y, excepcionalmente, alguna de ellas ha durado<br />
varios días. Eso en casi ocho meses de trabajo. Hacia esa finalidad marcha la Secretaría<br />
de Trabajo y Previsión.<br />
Creo, señores, que en cuanto se refiere a su acción, la Secretaría de Trabajo y Previsión<br />
no puede presentar ningún inconveniente, ni para el capital ni para el trabajo.<br />
Procedemos a poner de acuerdo al capital y al trabajo, tutelados ambos por la acción<br />
directiva del Estado, que también cuenta con esos convenios, porque es indudable que<br />
no hay que olvidar que el Estado, que representa a todos los demás habitantes, tiene<br />
también allí su parte que defender: el bien común, sin perjudicar ni a un bando ni a otro.<br />
Cuando fuera necesario salvar el bien común a expensas del mal de algún otro, creo que<br />
ningún hombre de gobierno puede apartarse de eso que representa para mí la<br />
conveniencia y la justicia del Estado.<br />
Bien, señores. No he de decir que la Secretaría de Trabajo y Previsión se encuentra en<br />
este momento en un lecho de rosas, pero sí puedo asegurarles que mediante una<br />
captación progresiva de las masas, que consideran a aquella casa como la propia, ha<br />
acarreado al bien social muchas conquistas y muchas victorias. Creo más: estimo que el<br />
futuro será cada vez mejor por los beneficios incalculables que la organización gremial<br />
va a dar al país para su orden interno, para su progreso y para su bienestar general.<br />
Yo invitaría a los señores a que reflexionen —como ya lo he hecho anteanoche, cuando<br />
se susurraba que iban a producirse desórdenes en la calle— acerca de cuál habría sido<br />
el espectáculo de estos días, si hace ocho meses no hubiéramos pensado en buscar una<br />
solución a esa desorbitación natural de las masas. Probablemente habría sido otro. <strong>La</strong><br />
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Secretaría de Trabajo y Previsión ha ido a investigar cuántos obreros había detenidos, y<br />
puedo afirmar que sin su creación, no hubiéramos tenido la enorme satisfacción de saber<br />
que entre todos esos detenidos existe solamente un obrero, perteneciente al sindicato de<br />
la construcción. Ningún otro obrero ha sido detenido por los incidentes y desórdenes<br />
callejeros.<br />
No sé si seré optimista, como son optimistas todos los padres con sus hijos, pero<br />
sabemos nosotros muy bien que hasta ahora la Secretaría de Trabajo y Previsión ha<br />
llenado una función de gran eficacia para la tranquilidad pública.<br />
Pueden venir días de agitación. <strong>La</strong> Argentina es un país que no está en la estratosfera;<br />
sino que está viviendo una vida de relación; de manera que las ideologías que aquí se<br />
discuten, no se decidirán en la República Argentina, sino que ya se están decidiendo en<br />
los campos europeos; y esa influencia será tan grande para el futuro, que la veremos<br />
crecer progresivamente hasta producir hechos decisivos que pueden ir desde el grito de<br />
“Viva Esto” y “Viva lo Otro” hasta la guerra civil.<br />
Está en manos de nosotros hacer que la situación termine antes de llegar a ese extremo,<br />
en el cual todos los argentinos tendrán algo que perder, pérdida que será directamente<br />
proporcional con lo que cada uno posea: el que tenga mucho lo perderá todo, y el que no<br />
tenga nada, no perderá. Y como los que no tienen nada son muchos más que los que<br />
tienen mucho, el problema presenta en este momento un punto de crisis tan grave como<br />
pocos pueden concebir.<br />
El mundo está viviendo un drama cuyo primer acto, 1914-1918, lo hemos vivido casi<br />
todos nosotros; hemos vivido también el segundo acto, a cuya terminación asistimos;<br />
pero nadie puede decir si después de este acto continúa el epílogo o si vendrá un tercer<br />
acto que prolongará quién sabe aún por cuánto tiempo este drama de la humanidad.<br />
Lo que la República Argentina necesita es entrar bien colocada en ese epílogo que<br />
puede producirse ya, o que si no se produce y se entrara en un tercer acto, exigirá estar<br />
aún mejor preparada.<br />
Vivimos épocas de decisiones, y quien no esté decidido a afrontarlas, sucumbirá<br />
irremisiblemente.<br />
¿Cuál es el problema que a la República Argentina debe preocuparle sobre todos los<br />
demás? Un cataclismo social en la República Argentina haría inútil cualquier posesión de<br />
bien, porque sabemos —y la experiencia de España es bien concluyente y gráfica a este<br />
respecto— que con ese cataclismo social los valores se pierden totalmente y, en el mejor<br />
de los casos, lo que cambia pasa a otras manos que las que eran inicialmente<br />
poseedoras; vale decir que los hombres, después de un hecho de esa naturaleza, han de<br />
pensar que todo se ha perdido. Si así sucede, ojalá se pierda todo, menos el honor.<br />
Es indudable que siendo la tranquilidad social la base sobre la cual ha de dilucidarse<br />
cualquier problema, un objetivo inmediato del Gobierno ha de ser asegurar la tranquilidad<br />
social del país, evitando por todos los medios un posible cataclismo de esta naturaleza,<br />
ya que si él se produjera, de nada valdrían las riquezas acumuladas, los bienes<br />
poseídos, los campos, ni los ganados. Sobre esto, señores, es inútil, totalmente inútil<br />
teorizar; hay que ir a soluciones realistas: primero, solucionar este problema; luego<br />
pensaremos en los otros, porque fallar en esta solución, representa fallar integralmente<br />
para el país.<br />
Dentro de este objetivo, fundamental e inmediato, que la Secretaría de Trabajo y<br />
Previsión persigue, radica la posibilidad de evitar el cataclismo social que es probable,<br />
no imposible. Basta conocer cuál es el momento actual que viven las masas obreras<br />
argentinas, para darse cuenta si ese cataclismo es o no probable. <strong>La</strong> terminación de la<br />
guerra agudizará de una manera extraordinaria ese problema, y América será, sin duda,<br />
el juego de intereses tan poderosos como no lo han sido en la historia ningún país de<br />
este lado del Ecuador antes de ahora.<br />
El capitalismo en el mundo ha sufrido durante esta guerra, en este segundo acto del<br />
drama, un golpe decisivo. El resultado de la guerra 1914-1918 fue la desaparición de un<br />
gran país europeo como capitalista: Rusia. Pero engendró en nuevas doctrinas más o<br />
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menos parecidas a las doctrinas rusas, otros países que fueron hacia la supresión del<br />
capitalismo. En esta guerra, el país capitalista por excelencia quedará como un país<br />
deudor en el mundo, probablemente, mientras que toda la Europa entrará dentro del<br />
anticapitalismo panruso. Esto es lo que ya se puede ir viendo, y diría que no es nuevo ni<br />
es tampoco de los comunistas, sino que es muy anterior a ellos. En América quedarán<br />
países capitalistas, pero en lo que concierne a la República Argentina, sería necesario<br />
echar una mirada de circunvalación para darse cuenta de que su periferia presenta las<br />
mismas condiciones rosadas que tenía nuestro país. Chile es un país que ya tiene, como<br />
nosotros, un comunismo de acción de hace años; en Bolivia, a los indios de las minas<br />
parece les ha prendido el comunismo como viruela, según dicen los bolivianos; Paraguay<br />
no es una garantía en sentido contrario al nuestro; Uruguay, con el “camarada” Orlof, que<br />
está en este momento trabajando activamente; Brasil, con su enorme riqueza, me temo<br />
que al terminar la guerra pueda caer en lo mismo. Y entonces pienso cuál será la<br />
situación de la República Argentina al terminar la guerra, cuando dentro de nuestro<br />
territorio se produzca una paralización y probablemente una desocupación extraordinaria;<br />
mientras desde el exterior se filtre dinero, hombres e ideologías que van a actuar dentro<br />
de nuestra organización estatal, y dentro de nuestra organización del trabajo. Creo que<br />
no se necesita ser muy perspicaz para darse cuenta de cuáles pueden ser las<br />
proyecciones, y de cuáles pueden ser las situaciones que tengamos todavía que<br />
enfrentar en un futuro muy próximo. Por lo pronto, presentaré un solo ejemplo para que<br />
nos demos cuenta en forma más o menos gráfica de cuál es la situación de la República<br />
Argentina en ese sentido.<br />
Yo he estado en España poco después de la guerra civil y conozco mi país después de<br />
haber hecho muchos viajes por su territorio. Los obreros españoles, inmediatamente<br />
antes de la guerra civil, ganaban salarios superiores, en su término medio general, a los<br />
que se perciben actualmente en la República Argentina; no hay que olvidarse de que en<br />
nuestro territorio hay hombres que ganaban 20 centavos diarios; no pocos que ganaban<br />
doce pesos por mes; y no pocos, también, que no pasaban de treinta pesos por mes,<br />
mientras los industriales y productores españoles ganaban el 30 o 40 por ciento.<br />
Nosotros tenemos en este momento —¡Dios sea loado, ello ocurra por muchos años !—<br />
industriales que pueden ganar hasta el 1.000 por ciento. En España se explicó la guerra<br />
civil. ¿Qué no se explicaría aquí si nuestras masas de criollos no fuesen todo lo buenas,<br />
obedientes y sufridas que son?<br />
He presentado el problema de España antes de referirme al problema argentino. <strong>La</strong><br />
posguerra traerá, indefectiblemente, una agitación de las masas, por causas naturales;<br />
una lógica paralización, desocupación, etcétera, que combinadas producen<br />
empobrecimiento paulatino. Ésas serán las causas naturales de una agitación de las<br />
masas, pero aparte de estas causas naturales, existirán también numerosas causas<br />
artificiales, como ser: la penetración ideológica, que nosotros hemos tratado en gran<br />
parte de atenuar; dinero abundante para agitar, que sabemos circula ya desde hace<br />
tiempo en el país, y sobre cuyas pistas estamos perfectamente bien orientados; un<br />
resurgimiento del comunismo adormecido, que pulula como todas las enfermedades<br />
endémicas dentro de las masas; y que volverá, indudablemente, a resurgir con la<br />
posguerra, cuando los factores naturales se hagan presentes.<br />
En la Secretaría de Trabajo y Previsión ya funciona el Consejo de posguerra, que está<br />
preparando un plan para evitar, suprimir, o atenuar los efectos, factores naturales de la<br />
agitación; y que actúa también como medida de gobierno para suprimir y atenuar los<br />
factores artificiales; pero todo ello no sería suficientemente eficaz, si nosotros no<br />
fuéramos directamente hacia la supresión de las causas que producen la agitación como<br />
efecto.<br />
Es indudable que en el campo de las ideologías extremas, existe un plan que está dentro<br />
de las mismas masas trabajadoras; que así como nosotros luchamos por proscribir de<br />
ellas ideologías extremas, ellas luchan por mantenerse dentro del organismo de trabajo<br />
argentino. Hay algunos sindicatos indecisos, que esperan para acometer su acción al<br />
medio, que llegue a formarse; hay también células adormecidas dentro del organismo<br />
que se mantienen para resurgir en el momento en que sea necesario producir la<br />
agitación de las masas.<br />
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Existen agentes de provocación que actúan dentro de las masas provocando todo lo que<br />
sea desorden; y además de eso, cooperando activamente, existen agentes de<br />
provocación política que suman sus efectos a los de agentes de provocación roja,<br />
constituyendo todos ellos coadyuvantes a las verdaderas causas de agitación natural de<br />
las masas.<br />
Ésos son los verdaderos enemigos a quienes habrá que hacer frente en la posguerra,<br />
con sistemas que deberán ser tan efectivos y radicales como las circunstancias lo<br />
impongan.<br />
Si la lucha es tranquila, los medios serán tranquilos; si la lucha es violenta, los medios de<br />
supresión serán también violentos. El Estado no tiene nada que temer cuando tiene en<br />
sus manos los instrumentos necesarios para terminar con esta clase de agitación<br />
artificial; pero, señores, es necesario persuadirse de que desde ya debemos ir encarando<br />
la solución de este problema de una manera segura. Para ello es necesario un seguro y<br />
reaseguro. Si no estaremos siempre expuestos a fracasar. Este remedio es suprimir las<br />
causas de la agitación: la injusticia social. Es necesario dar a los obreros lo que éstos<br />
merecen por su trabajo y lo que necesitan para vivir dignamente, a lo que ningún hombre<br />
de buenos sentimientos puede oponerse, pasando a ser éste más un problema humano y<br />
cristiano que legal. Es necesario saber dar un 30 por ciento a tiempo que perder todo a<br />
posteriori.<br />
Éste es el dilema que plantea esta clase de problemas. Suprimidas las causas, se<br />
suprimirán en gran parte los efectos; pero las masas pueden aún exigir más allá de lo<br />
que en justicia les corresponde, porque la avaricia humana en los grandes y en los<br />
chicos no tiene medidas ni límite.<br />
Para evitar que las masas que han recibido la justicia social necesaria y lógica no vayan<br />
en sus pretensiones más allá, el primer remedio es la organización de esas masas para<br />
que, formando organismos responsables, organismos lógicos y racionales, bien dirigidos,<br />
que no vayan tras la injusticia, porque el sentido común de las masas orgánicas termina<br />
por imponerse a las pretensiones exageradas de algunos de sus hombres. Ése sería el<br />
seguro, la organización de las masas. Ya el Estado organizaría el reaseguro, que es la<br />
autoridad necesaria para que cuando esté en su lugar nadie pueda salirse de él, porque<br />
el organismo estatal tiene el instrumento que, si es necesario, por la fuerza ponga las<br />
cosas en su quicio y no permita que salgan de su cauce.<br />
Ésa es la solución integral que el Estado encara en este momento para la solución del<br />
problema social.<br />
Se ha dicho, señores, que soy un enemigo de los capitales, y si ustedes observan lo que<br />
les acabo de decir no encontrarán ningún defensor, diríamos, más decidido que yo,<br />
porque sé que la defensa de los intereses de los hombres de negocios, de los<br />
industriales, de los comerciantes, es la defensa misma del Estado. Sé que ni las<br />
corrientes comerciales han de modificarse bruscamente, ni se ha de atacar en forma<br />
alguna al capital, que, con el trabajo, forma un verdadero cuerpo humano, donde sus<br />
miembros han de trabajar en armonía para evitar la destrucción del propio cuerpo.<br />
Siendo así, desde que tomé la primera resolución de la Secretaría de Trabajo y<br />
Previsión, establecí clara e incontrovertiblemente que esta casa habría de defender los<br />
intereses de los obreros, y habría de respetar los capitales, y que en ningún caso se<br />
tomaría una resolución unilateral y sin consultar los diversos intereses, y sin que los<br />
hombres interesados tuvieran el derecho de defender lo suyo en la mesa donde se<br />
dilucidarían los conflictos obreros. Así lo he cumplido desde que estoy allí y lo seguiré<br />
cumpliendo mientras esté.<br />
También he defendido siempre la necesidad de la unión de todos los argentinos, y<br />
cuando digo todos los argentinos, digo todos los hombres que hayan nacido aquí y que<br />
se encuentren ligados a este país por vínculos de afecto o de ciudadanía. Buscamos esa<br />
unión porque entendemos que cualquier disociación, por insignificante que sea, que se<br />
produzca dentro del país, será un factor negativo para las soluciones del futuro; y si esa<br />
disociación tiene grandes caracteres, y este pueblo no se une, él será el autor de su<br />
propia desgracia, porque es indudable, señores, que si seguimos jugando a los bandos<br />
13
terminaremos por pelear, y es indudable también, que en esa pelea ninguno tendrá qué<br />
ganar sino todos tendrán qué perder, y es evidente que en este momento se está<br />
jugando con fuego. Lo saben ustedes, lo sé yo y lo sabe todo el país. Nosotros somos<br />
hombres profesionales de la lucha, somos hombres educados para luchar, y pueden<br />
tener ustedes la seguridad más absoluta de que si somos provocados a esa lucha,<br />
iremos a ella con la decisión de no perderla. Por eso digo que antes de embarcar al país<br />
en aventuras de esta naturaleza, conviene hacer un llamado a todos los argentinos de<br />
buena voluntad, para que se unan, para que dejen de lado rencores de cualquier<br />
naturaleza, a fin de salvar a la Nación, cuyo destino futuro no está tan salvaguardado<br />
como muchos piensan, porque las disensiones internas, provocadas o no provocadas,<br />
pueden llevarnos a conflictos que serán siempre graves, y en esto, los hombres no<br />
cuentan; cuenta solamente el país.<br />
Con este espíritu, señores, he venido hasta aquí. Como Secretario de Trabajo y Previsión<br />
he querido proponer a los señores que representan a las asociaciones más<br />
caracterizadas de las fuerzas vivas, dos cuestiones. El Estado está realizando una obra<br />
social que será cada día más intensa; eso le ha ganado la voluntad de la clase<br />
trabajadora, con una intensidad que muchos de los señores quizá desconozcan, pero yo,<br />
que viajo permanentemente y que hablo continuamente con los obreros, estoy en<br />
condiciones de afirmar que es de una absoluta solidaridad con todo cuanto realizamos.<br />
Pero lo que sigue primando en las clases trabajadoras es un odio bastante marcado<br />
hacia sus patrones. Lo puede afirmar, y mejor que yo lo podría decir mi director de<br />
Acción Social Directa, que es quien trata los conflictos. Existe un encono muy grande; no<br />
sé si será justificado, o si simplemente será provocado, pero el hecho es que existe.<br />
Contra esto no hay más que una sola manera de proceder: si el Estado es el que realiza<br />
la obra social, él es quien se gana la voluntad de los trabajadores; pero si los propios<br />
patrones realizan su propia obra social, serán ellos quienes se ganen el cariño, el<br />
respeto y la consideración de sus propios trabajadores. Muchas veces me dicen:<br />
“¡Cuidado, mi coronel, que me altera la disciplina!”.<br />
Yo estoy hecho en la disciplina. Hace treinta y cinco años que ejercito y hago ejercitar la<br />
disciplina, y durante ellos he aprendido que la disciplina tiene una base fundamental: la<br />
justicia. Y que nadie conserva ni impone disciplina si no ha impuesto primero la justicia.<br />
Por eso creo que si yo fuera dueño de una fábrica, no me costaría ganarme el afecto de<br />
mis obreros con una obra social realizada con inteligencia. Muchas veces ello se logra<br />
con el médico que va a la casa de un obrero que tiene un hijo enfermo, con un pequeño<br />
regalo en un día particular; el patrón que pasa y palmea amablemente a sus hombres y<br />
les habla de cuando en cuando, así como nosotros lo hacemos con nuestros soldados.<br />
Para que los obreros sean más eficaces han de ser manejados con el corazón.<br />
El hombre es más sensible al comando cuando el comando va hacia el corazón, que<br />
cuando va hacia la cabeza. También los obreros pueden ser dirigidos así. Sólo es<br />
necesario que los hombres que tienen obreros a sus órdenes, lleguen hasta ellos por<br />
esas vías, para dominarlos, para hacerlos verdaderos colaboradores y cooperadores,<br />
como se hace en muchas partes de Europa que he visitado, en que el patrón de la<br />
fábrica, o el Estado, cuando éste es el dueño, a fin de año, en lugar de dar un aguinaldo,<br />
les da una acción de la fábrica. De esa manera, un hombre que lleva treinta años de<br />
servicios tiene treinta acciones de la fábrica, se siente patrón, se sacrifica, ya no le<br />
interesan las horas de trabajo. Para llegar a esto hay cincuenta mil caminos. Es<br />
necesario modernizar la conducción de los obreros de la fábrica. Si ese fenómeno, si ese<br />
milagro lo realizamos, será mucho más fácil para el Gobierno hacer justicia social: es<br />
decir, la justicia social de todos, la que corresponde al Estado, y éste la encarará y<br />
resolverá por sus medios o por la colaboración que sea necesaria; pero eso no desliga al<br />
patrón de que haga en su propia dependencia obra social. Hay muchas fábricas que lo<br />
han hecho, pero hay muchas otras que no.<br />
Lo que pediría es que en lo posible se intensifique esta obra rápidamente, con medios<br />
efectivos y eficaces, cooperando con nosotros, asociándose con el Estado, si quieren los<br />
patrones, para construir viviendas, instalar servicios médicos, dar al hombre lo que<br />
necesita. Un obrero necesita su sueldo para comer, habitar y vestirse. Lo demás debe<br />
dárselo el Estado. Y si el patrón es tan bueno que se lo dé, entonces éste comenzará a<br />
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ganarse el cariño de su propio obrero; pero si él no le da sino su salario, el obrero no le<br />
va a dar tampoco nada más que las ocho horas de trabajo.<br />
Creo que ha llegado, no en la Argentina sino en el mundo, el momento de cambiar los<br />
sistemas y tomar otros más humanos, que aseguren la tranquilidad futura de las fábricas,<br />
de los talleres, de las oficinas y del Estado. Esto es lo primero que yo deseo pedir, y<br />
luego, para colaborar conmigo en la Secretaría de Trabajo y Previsión, pido una segunda<br />
cosa: que se designe una comisión que represente con un hombre a cada una de las<br />
actividades, para que pueda colaborar con nosotros en la misma forma en que colaboran<br />
los obreros.<br />
Con nosotros funcionará en la casa la Confederación General del Trabajo, y no<br />
tendremos ningún inconveniente, cuando queramos que los gremios equis o zeta<br />
procedan bien o darles nuestros consejos, nosotros se lo transmitiremos por su comando<br />
natural; le diremos a la Confederación General: hay que hacer tal cosa por tal gremio, y<br />
ellos se encargarán de hacerlo. Les garantizo que son disciplinados, y tienen buena<br />
voluntad para hacer las cosas.<br />
Si nosotros contáramos con la representación patronal en la Secretaría de Trabajo y<br />
Previsión, para que cuando haya conflictos de cualquier orden la llamáramos, nuestra<br />
tarea estaría aliviada. No queremos, en casos de conflicto de una fábrica, molestar a<br />
toda la sociedad industrial para interesarla en este caso. Teniendo un órgano en la casa<br />
lo consideraríamos: y aquél defendería los intereses patronales, así como la<br />
Confederación defiende los intereses obreros.<br />
Son las dos únicas cosas que les pido. Con ese organismo, que si ustedes tienen<br />
voluntad de designar para que tome contacto con la Secretaría de Trabajo y Previsión,<br />
nosotros estructuraremos un plan de conjunto sobre lo que va a hacer el Estado y lo que<br />
va a hacer cada uno de los miembros del capital que poseen, a sus órdenes, servidores y<br />
trabajadores. Entonces veremos cómo en conjunto podríamos presentar al Estado una<br />
solución que, beneficiándoles, beneficie a todos los demás.<br />
Entonces yo dejo a vuestra consideración estas dos propuestas: primero, una obra social<br />
de colaboración en cada taller, en cada fábrica, o en cada oficina, más humana que<br />
ninguna otra cosa; segundo, el nombramiento de una comisión compuesta por los<br />
señores, para que pueda trabajar con nosotros, para ver si en conjunto, entendiéndonos<br />
bien, colaborando sincera y lealmente, llegamos a realizar una obra que en el futuro<br />
tenga algo que agradecernos.<br />
Despedida de la Secretaría de Trabajo y Previsión - 10 de Octubre de 1945<br />
<strong>La</strong> calle Perú entre Victoria y Julio A. Roca fue el lugar desde donde, en un improvisado palco, el<br />
Coronel Perón pronunció su discurso de despedida –luego de su renuncia al cargo en la<br />
Secretaría de Trabajo y Previsión- el día 10 de octubre a las 19,30 horas.<br />
Trabajadores: termino de hablar con los empleados y funcionarios de la Secretaría de Trabajo. Les<br />
he pedido como mi última voluntad de secretario de Trabajo y Previsión, que no abandone nadie<br />
los cargos que desempeñan, porque se me habrían presentado numerosísimas renuncias. Yo<br />
considero que en esta hora el empleo en la secretaría no es un puesto administrativo, sino un<br />
puesto de combate, y los puestos de combate no se renuncian, se muere en ellos.<br />
Esta casa, fundada hace un año y medio, se ha convertido en la esperanza de los hombres que<br />
sufren y trabajan. Esa esperanza no debe ser defraudada por nadie porque acarrearía las<br />
mayores desgracias a nuestra patria.<br />
Despojado de toda investidura, hablo hoy a mis amigos los trabajadores, expresándoles, por<br />
última vez desde esta casa, todo lo que mi corazón siente hacia ellos y todo lo que he de hacer en<br />
mi vida por su bien.<br />
Si la revolución se conformara con dar comicios libres no habría realizado sino una gestión en<br />
favor de un partido político. Esto no pudo, no puede, ni podrá ser la finalidad exclusiva de la<br />
revolución. Eso es lo que querrían algunos políticos para poder volver; pero la revolución encarna<br />
en sí las reformas fundamentales, que se ha propuesto realizar en lo económico, en lo político y<br />
15
en lo social. Esa trilogía representa las conquistas de esta revolución que está en marcha y que<br />
cualesquiera sean los acontecimientos no podrán ser desvirtuados en su contenido fundamental.<br />
<strong>La</strong> obra social cumplida es de una consistencia tan firme que no cederá ante nada, y la aprecian<br />
no los que la denigran sino los obreros que la sienten. Esta obra social que sólo los trabajadores<br />
la aprecian en su verdadero valor, debe ser también defendida por ellos en todos los terrenos.<br />
<strong>La</strong> Secretaría de Trabajo y Previsión acometió hace un año y medio dos enormes tareas; la de<br />
organizar el organismo y la de ir, sobre la marcha, consiguiendo las conquistas sociales que se<br />
consideraban más perentorias para las clases trabajadoras. Sería largo enumerar las mejoras<br />
logradas en lo que se refiere al trabajo, a la organización del trabajo, a la organización del<br />
descanso, al ordenamiento de las remuneraciones y a todo lo que concierne a la previsión social.<br />
Esta tarea realmente ciclópea se ha cumplido con este valioso antecedente: las conquistas<br />
obtenidas lo han sido con el absoluto beneplácito de la clase obrera, lo que representa un<br />
fenómeno difícil de igualar en la historia de las conquistas sociales.<br />
En el campo de la previsión social hemos comenzado por realizar una propaganda sobre el ahorro<br />
-posible con los mejores salarios- y luego propugnamos por el incremento de las mutualidades. Se<br />
ha aumentado el número de los argentinos con derecho a jubilación en cifras verdaderamente<br />
extraordinarias, y a este respecto cabe destacar la iniciativa de la Confederación de Empleados de<br />
Comercio, que constituye un triunfo y un motivo de orgullo para la previsión social argentina.<br />
Hemos defendido desde aquí a todas las organizaciones obreras, las que hemos propugnado,<br />
facilitándoles su desenvolvimiento. Desde esta casa no se ordenó jamás la clausura de un<br />
sindicato obrero ni se persiguió nunca a un trabajador; por el contrario, siempre que nos fue<br />
posible pedimos a las autoridades la libertad de obreros detenidos por distintas causas.<br />
A diferencia de lo que ha sucedido en otras partes o en otros tiempos, las autoridades han<br />
defendido a las organizaciones obreras en lugar de molestarlas o perseguirlas. Es así que<br />
terminamos de dictar un decreto-ley referente a las organizaciones profesionales. Cuando llegué a<br />
la Secretaría de Trabajo, el primer pedido que recibí de los obreros fue la derogación de un<br />
decreto del año 1943 en el que se establecía para las asociaciones gremiales un régimen de tipo<br />
totalitario.<br />
El primer decreto que firmé en esta secretaría fue la derogación de ese reglamento, y tengo la<br />
satisfacción de decir que el último que he firmado es el nuevo régimen legal de las asociaciones<br />
profesionales, que difiere fundamentalmente del anterior, y con respecto al cual puedo asegurar<br />
que es de lo más avanzado que existe en esta materia. Bastaría decir que bajo este cuerpo legal,<br />
el gobierno, que puede intervenir una provincia o una asociación de cualquier orden, no puede<br />
intervenir, en cambio, los sindicatos obreros.<br />
También dejo firmado un decreto de una importancia extraordinaria para los trabajadores. Es el<br />
que se refiere al aumento de sueldos y salarios, implantación del salario móvil, vital y básico, y la<br />
participación en las ganancias. Dicho decreto que he suscripto en mi carácter de secretario de<br />
Estado tiene las firmas de los ministros de Obras Públicas y de Marina, y beneficia no solamente a<br />
los gestores de la iniciativa -la Confederación de Empleados de Comercio- sino a todos los<br />
trabajadores argentinos.<br />
Y ahora, como ciudadano, al alejarme de la función pública, al dejar esta casa que para mí tiene<br />
tan gratos recuerdos, deseo manifestar una vez más la firmeza de mi fe en una democracia<br />
perfecta, tal como la entendemos aquí.<br />
Dentro de esa fe democrática fijamos nuestra posición incorruptible e indomable frente a la<br />
oligarquía. Pensamos que los trabajadores deben confiar en sí mismos y recordar que la<br />
emancipación de la clase obrera está en el propio obrero. Estamos empeñados en una batalla que<br />
ganaremos porque es el mundo el que marcha en esa dirección. Hay que tener fe en esa lucha y<br />
en ese futuro. Venceremos en un año o venceremos en diez, pero venceremos.<br />
En esta obra, para mí sagrada, me pongo hoy al servicio del pueblo, y así como estoy dispuesto a<br />
servirlo con todas mis energías juro que jamás he de servirme de él para otra cosa que no sea su<br />
propio bien. Y si algún día, para despertar esa fe, ello es necesario, me incorporaré a un sindicato<br />
y lucharé desde abajo.<br />
Al dejar el gobierno, pido una vez más a ustedes que se despojen de todo otro sentimiento que no<br />
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sea el de servir directamente a la clase trabajadora. Desde anoche, con motivo de mi alejamiento<br />
de la función pública ha corrido en algunos círculos la versión de que los obreros estaban<br />
agitados. Yo les pido que en esta lucha me escuchen. No se vence con violencia; se vence con<br />
inteligencia y organización. Por ello les pido también que conserven una calma absoluta y cumplir<br />
con lo que es nuestro lema de siempre, del trabajo a casa y de casa al trabajo.<br />
No debemos por ninguna causa exponer la tranquilidad de un obrero o la felicidad de una familia.<br />
Hemos de luchar con inteligencia y organización, y así, el triunfo será nuestro.<br />
Debo decirles que he hablado con el Exmo. Señor Presidente de la Nación, quien me ha<br />
prometido que la obra social realizada y las conquistas alcanzadas serán inamovibles y seguirán<br />
su curso. Pido, pues, el máximo de tranquilidad a todos los trabajadores del país, tranquilidad y<br />
calma es lo que necesitamos para seguir estructurando nuestras organizaciones y hacerlas tan<br />
poderosas que en el futuro sean invencibles. Y si un día fuese necesario he de formar en sus filas<br />
para obtener lo que sea justo. Mientras tanto que sea la calma y la tranquilidad la que guíe los<br />
actos de los obreros para que no se perjudique esta magnífica jornada de justicia social. Pido<br />
orden para que sigamos adelante en nuestra marcha triunfal pero, si es necesario, algún día<br />
pediré guerra.<br />
Y ahora quiero que demos una vez más ese ejemplo de cultura que han exhibido en esta ciudad<br />
las masas de trabajadores, les pido a todos que llevando en el corazón nuestra bandera de<br />
reivindicaciones piensen cada día de la vida que hemos de seguir luchando inquebrantablemente<br />
por esas consignas que representan los objetivos que han de conducir a nuestra República a la<br />
cabeza de las naciones del mundo. Recuerden y mantengan grabado el lema "de casa al trabajo y<br />
del trabajo a casa" y con eso venceremos.<br />
Para terminar no voy a decirles adiós les voy a decir "hasta siempre", porque desde hoy en<br />
adelante estaré entre ustedes más cerca que nunca, y lleven finalmente esta recomendación de la<br />
Secretaría de Trabajo y Previsión: únanse y defiéndanla, porque es la obra de ustedes y es la obra<br />
‘nuestra’".<br />
El público se desconcentró en manifestación por varias calles céntricas, vivando al Coronel Perón<br />
y señalándolo como futuro "Jefe de Estado".<br />
Plaza de Mayo - 17 de octubre de 1945<br />
Trabajadores:<br />
Hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que tenía tres honras en mi vida: la de ser<br />
soldado, la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino. Hoy, a la tarde, el Poder<br />
Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio activo del ejército. Con ello he renunciado<br />
voluntariamente, al más insigne honor a que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles<br />
de general de la nación. Ello lo he hecho porque quiero seguir siendo el Coronel Perón, y ponerme<br />
con este nombre al servicio integral del auténtico pueblo argentino.<br />
Dejo el honroso uniforme que me entregó la patria, para vestir la casaca del civil y mezclarme con<br />
esa masa sufriente y sudorosa que elabora el trabajo y la grandeza de la patria. Por eso doy mi<br />
abrazo final a esa institución que es un puntal de la patria: el ejército. Y doy también el primer<br />
abrazo a esta masa, grandiosa, que representa la síntesis de un sentimiento que había muerto en<br />
la República: la verdadera civilidad del pueblo argentino. Esto es pueblo. Esto es el pueblo<br />
sufriente que representa el dolor de la tierra madre, que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la<br />
patria. Es el mismo pueblo que en esta plaza pidió frente al Congreso que se respetara su<br />
voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo, que ha de ser inmortal, porque no habrá perfidia ni<br />
maldad humana que pueda estremecer este pueblo grandioso en sentimiento y en número.<br />
Esta verdadera fiesta de la democracia, representada por un pueblo que marcha ahora también<br />
para pedir a sus funcionarios que cumplan con su deber para llegar al derecho del verdadero<br />
pueblo. Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme<br />
satisfacción; pero desde hoy sentiré un verdadero orgullo de argentino porque interpreto este<br />
movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo único<br />
que puede hacer grande e inmortal a la patria.<br />
Hace dos años pedí confianza. Muchas veces me dijeron que ese pueblo a quien yo sacrificara<br />
17
mis horas de día y de noche, había de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que<br />
este pueblo no engaña a quien lo ayuda. Por eso, señores, quiero en esta oportunidad, como<br />
simple ciudadano, mezclarme en esta masa sudorosa, estrecharla profundamente con mi corazón,<br />
como lo podría hacer con mi madre. (se refirió luego a la unión general y agregó) Que sea esa<br />
unidad indestructible e infinita, para que nuestro pueblo no solamente posea esa unidad, sino que<br />
también sepa dignamente defenderla. (Como se alzaran voces de la multitud, preguntándole<br />
dónde estuvo, añadió) Preguntan ustedes dónde estuve. Estuve realizando un sacrificio que lo<br />
haría mil veces por ustedes. No quiero terminar sin lanzar mi recuerdo cariñoso y fraternal a<br />
nuestros hermanos del interior que se mueven y palpitan al unísono con nuestros corazones<br />
desde todas las extensiones de la patria.<br />
Y ahora llega la hora, como siempre, para vuestro secretario de trabajo y previsión que fue y que<br />
seguirá luchando al lado vuestro por ver coronada esa era que es la ambición de mi vida que<br />
todos los trabajadores sean un poquito más felices.<br />
Ante tanta nueva insistencia les pido que no me pregunten ni me recuerden lo que hoy yo ya he<br />
olvidado. Porque los hombres que no son capaces de olvidar no merecen ser queridos y<br />
respetados por sus semejantes. Y yo aspiro a ser querido por ustedes y no quiero empañar este<br />
acto con ningún mal recuerdo. Dije que habia llegado la hora del consejo, y recuerden,<br />
trabajadores, únanse y sean más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan<br />
ha de levantarse nuestra hermosa patria, en la unidad de todos los argentinos. Iremos diariamente<br />
incorporando a esta hermosa masa en movimiento cada uno de los tristes o descontentos, para<br />
que, mezclados a nosotros, tengan el mismo aspecto de masa hermosa y patriota que son<br />
ustedes.<br />
Pido también a todos los trabajadores amigos que reciban con cariño este mi inmenso<br />
agradecimiento por las preocupaciones que todos han tenido por este humilde hombre que hoy les<br />
habla. Por eso hace poco les dije que los abrazaba como abrazaba a mi madre, porque ustedes<br />
han tenido los mismos dolores y los mismos pensamientos que mi pobre vieja había sentido en<br />
estos días. Esperemos que los días que vengan sean de paz y construcción para la nación. Sé<br />
que se habían anunciado movimientos obreros, ya ahora, en este momento, no existe ninguna<br />
causa para ello. Por eso, les pido como un hermano mayor que retornen tranquilos a su trabajo, y<br />
piensen. Hoy les pido que retornen tranquilos a sus casas, y por esta única vez ya que no se los<br />
pude decir como secretario de Trabajo y Previsión, les pido que realicen el día de paro festejando<br />
la gloria de esta reunión de hombres que vienen del trabajo, que son la esperanza más cara de la<br />
patria.<br />
Y he dejado deliberadamente para lo último el recomendarles que antes de abandonar esta<br />
magnífica asamblea lo hagan con mucho cuidado. Recuerden que entre todos hay numerosas<br />
mujeres obreras, que han de ser protegidas aquí y en la vida por los mismos obreros.<br />
Pido a todos que nos quedemos por lo menos quince minutos más reunidos, porque quiero estar<br />
desde este sitio contemplando este espectáculo que me saca de la tristeza que he vivido en estos<br />
días.<br />
Campaña Electoral (Santa Fe) - 1° de Enero de 1946<br />
Mis queridos amigos:<br />
Sean mis primeras palabras de salutación cariñosa para este hermoso pueblo del cual me despedí<br />
hace veinticinco años siendo Teniente Primero, pensando en volver algún día, pero no con la<br />
satisfacción de hoy, en que los estrecho a todos en un estrecho abrazo.<br />
Tengo la inmensa dicha de cerrar esta primera fase de mi campaña con esta visita a Santa Fe. He<br />
visto en el Norte, las provincias doloridas por el abandono de tantos años; la niñez, víctima de la<br />
miseria fisiológica y mucho más de la miseria social, he pensado que todo cuando se critica en mi<br />
campaña de justicia social se justifica sólo viendo a un pobre miserable changuito de los altiplanos<br />
de Jujuy, hambriento, desnutrido y harapiento.<br />
Puede ser que nuestros enemigos, que se ensañan empleando la calumnia y la mentira, tenga<br />
razón en algunas de sus acusaciones. Debo decirles que a pesar de la prensa venal, de sus<br />
calumnias, de sus mentiras y sus mueras, cada día vamos teniendo más razón en ser enemigos<br />
de ellos y amigos de los pobres.<br />
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No somos enemigos de los buenos comerciantes, de los industriales, de los buenos ganaderos ni<br />
de los buenos patrones. Somos enemigos de los egoístas, capaces de ser indiferentes a la<br />
miseria sin que se les conduela el corazón, porque la única víscera sensible que tienen es el<br />
bolsillo. Nuestro Movimiento no busca la destrucción de nadie. Persigue una construcción<br />
equilibrada en la que, como hemos afirmado muchas veces, no exista la ignominia de contemplar<br />
la riqueza en medio de la miseria. Queremos una política más justa y en esa tarea estamos<br />
empeñados. Hemos de realizarla desde el Gobierno o desde lo llano.<br />
Por eso nos reunimos en esta magnífica asamblea que tiene su germen más genuino en la más<br />
pura democracia de los pueblos. Se nos dijo primero comunistas, después se nos dijo nazis, lo<br />
que demuestra que tomando el punto intermedio resulta lo justo: somos única y exclusivamente<br />
argentinos. Somos única y exclusivamente argentinos que abogaremos incansablemente por una<br />
Patria mejor que soñaron nuestros mayores y a la que demagogos y ladrones, a quienes<br />
acusamos y acusaremos eternamente, la desviaron en su provecho.<br />
No luchamos por beneficios personales ni por compromisos políticos, sino por un ideal que todos<br />
conocemos y sentimos. En nuestro movimiento no hay fuerzas extrañas ni que vengan allende los<br />
mares ni de los grandes capitalistas de la Nación. Luchamos solamente por el beneficio que el<br />
Gobierno está en la obligación de dar a su pueblo, que todo lo hace y que no le reclama nada.<br />
Por eso yo invito a todos los ciudadanos argentinos a que reflexionen sobre la hora que estamos<br />
viviendo. No estamos fundando un partido político; somos la resultante de una Revolución en<br />
marcha que tiene un contenido económico, social y político, que irremediablemente ha de<br />
cumplirse. Vamos a la reforma del Estado en que hemos estado sometidos durante treinta años.<br />
Partimos del principio fundamental de la Nación después de ciento treinta años de independencia<br />
política. Queremos que cada argentino tenga acceso a la tierra y que está sea del que la trabaja y<br />
no del que explota su renta.<br />
Nosotros, a quienes se ha acusado de malgastar los dineros del Estado, hemos saneado las<br />
finanzas del País. Debíamos ocho mil millones de pesos y hemos pagado cuatro mil millones y<br />
durante la guerra abastecimos a los países aliados por valor de otros cuatro millones, suma que<br />
en este momento nos deben. Estamos al día, no debemos un centavo a nadie. Por primera vez en<br />
la historia del país podemos decir que no debemos del exterior, que tenemos nuestra<br />
independencia económica que complementa la independencia política hace 139 años.<br />
Y pensar que los que son nuestros acusadores antaño fueron no los que realizaron obras por<br />
ocho millones, sino los que vendieron el país por ocho millones.<br />
Y pensar que en esta tierra como no hay otra en el mundo hemos estado cien años negando la<br />
existencia de hierro y carbón, y que en este momento estamos produciendo tres toneladas por<br />
hora de hierro y dentro de un año produciremos seis toneladas por hora.<br />
Es que en este país, en vez de hacer alta finanza se la hecho economía doméstica desde el<br />
Gobierno.<br />
Se encuentra también lanzada una reforma industrial que ha de permitir al país reconquistarse a sí<br />
mismo para no ser tributario eterno de los extranjeros en un Estado de civilización semicolonial.<br />
Necesitamos una industria, y hay que conquistarla, aunque sea a pulmón.<br />
De ahí va a salir lo necesario para una distribución equitativa de los beneficios. De ahí va a salir la<br />
justicia que propugnamos y necesitamos. Le voy a explicar hoy cuál ha sido nuestra política social<br />
y por qué se ha realizado.<br />
<strong>La</strong> política social del Gobierno de la República es absolutamente racional y obedece a un plan<br />
perfectamente preconcebido. <strong>La</strong>nzamos desde el gobierno las tres reformas. Primero, la reforma<br />
rural, aumentando la riqueza por la explotación de la tierra mediante el Consejo Agrario,<br />
entregando la tierra a quien a trabaja. <strong>La</strong> reforma rural sería la base para el aumento de la<br />
reforma, que debía completarse con la acción industrial, transformando esa producción y<br />
multiplicado su valor por la industrialización. Con ello, el país, más rico por su mayor producción y<br />
multiplicada su riqueza por la industrialización, arrojaría beneficios suficientes para satisfacer la<br />
justicia social que propiciamos.<br />
Ése era el orden: primero la reforma rural, después la industrial y, finalmente, la social. Pero hubo<br />
necesidad de alterar el orden de la realización.<br />
19
Yo era un hombre que llegaba por primera vez al Gobierno. No tenía detrás de mí otra opinión que<br />
la de mis amigos, un círculo muy reducido. Necesitaba pensar seriamente en el orden que había<br />
de dar a estas reformas.<br />
<strong>La</strong> reforma social no podía postergarse ni oponerse a la rural e industrial porque si no nuestros<br />
obreros, cuando recibieran los beneficios, ya habrían fallecido de inanición. Por otra parte, yo<br />
necesitaba el apoyo de las masas obreras para lanzar estas reformas. Por esos motivos, cambié<br />
los términos y comencé por la reforma social; los que se llaman a sí mismos las fuerzas vivas<br />
reaccionaron y me lanzaron un torpedeamiento sistemático por los diarios a su servicio mediante<br />
numerosas solicitadas. Yo, que había previsto el ataque, tres horas después les conté.<br />
Inmediatamente, ellos reaccionaron. Pero las masas estaban satisfechas con nuestra justicia<br />
social, se hicieron cargo del combate y fue una batalla ganada en Diagonal y Florida por<br />
doscientos cincuenta mil trabajadores.<br />
Desde entonces, la oligarquía y esos vivos de las fuerzas se han dedicado a comprar...de<br />
contrabando, pero olvidan que para manejar...se necesitan hombres, y ellos no son hombres.<br />
Nuestras reformas están en marcha. Por eso he dicho que somos un movimiento de renovación y<br />
que representamos una antorcha en marcha que ilumina un nuevo camino de una Argentina más<br />
justa y más digna.<br />
Por eso no hemos cedido ante el extranjero. No hubiéramos tenido ni problema internacional ni<br />
problema interno si no hubiéramos decidido a vender el país como se nos solicitaba. Nuestro<br />
movimiento respalda esas reformas. Es un movimiento de depuración y de renovación que<br />
requiere talento para administrar y dirigir el país; pero quiere también virtud para calificar ese<br />
talento, que sin aquélla es una condición negativa en los hombres.<br />
Nuestro movimiento, que respalda las reformas fundamentales que hace cien años espera el país,<br />
es un movimiento orgánico. No puede ser una turba política. Por eso he aguardado el fin de este<br />
viaje para decir a todos los argentinos de esta tribuna que es necesario organizarse.<br />
Yo soy enemigo de los hombres providenciales. Por eso tengo fe en las fuerzas organizadas,<br />
porque la organización es lo único que vence al número, a la violencia, a la maldad y a la mentira.<br />
Ahí nace precisamente la reforma política que complementa la reforma económica y social,<br />
porque la reforma social está destinada a consolidar las otras dos reformas.<br />
Esa reforma política ha de venir por los caminos que corresponden. Uno por el método ideal,<br />
desde el Gobierno, por el camino constitucional, y otro por el método real, realizado por el pueblo,<br />
formando una verdadera fuerza política organizada, sin la cual repetiremos el fenómeno a que nos<br />
tiene acostumbrados la política argentina.<br />
¿Qué es un gobierno orgánico? Es una agregación de fuerzas sólidamente aglutinadas que tiene<br />
a su frente a un idealista, que no debe ser forzosamente ni un genio ni un sabio, sino un hombre a<br />
quien la naturaleza ha dotado de una condición especial para abarcar un panorama completo que<br />
otros no ven. Ese hombre tiene dos o tres discípulos para que cuando muera haya quien lo<br />
prolongue en el tiempo y el espacio. Detrás de ellos viene la plana mayor del partido, que tiene<br />
ocho, diez o veinte especialistas o técnicos para cada gran rama del Estado, que son los<br />
candidatos a ser ministros, y se preparan desde el llano con estudio y sacrificio, y no hay<br />
problema del país, por insignificante que sea, que en su rama no lo dominen y tengan la solución,<br />
para que, al llegar al gobierno, abran el cajón de su escritorio, saquen el plan y ordenen su<br />
inmediata ejecución.<br />
Detrás de estos técnicos está un cuerpo de especialistas para planificar y más allá de los<br />
capitanes, con la masa que apoya la opinión pública para las decisiones del Gobierno.<br />
Ése es un partido orgánico. Analicen cuál ha sido un partido organizado así en la República.<br />
Nuestros partidos, por condición gregaria, han nacido detrás de un hombre y no han tenido<br />
organicidad. Como consecuencia de ello, cuando un hombre llega al Gobierno, se sienta en la silla<br />
y dice: "Ministro de agricultura, Fulano; ministro de Hacienda, Mengano; ministro de Obras<br />
Públicas, Sutano", de los cuales muchas veces ninguno conoce los problemas con los cuales va a<br />
manipular.<br />
A causa de esa improvisación, hasta que cada uno de ellos toma la mano de lo que tiene que<br />
realizar, anda un año a la deriva, para un lado y otro, y como hay veinte aspirantes para cada<br />
20
cargo, se pelean entre sí y el partido se disocia, perdiendo el Gobierno el apoyo de su partido<br />
político.<br />
Ambas cosas hacen que el partido pierda, en el primer año de gobierno, todo su prestigio.<br />
Después dicen que el pueblo argentino es eminentemente oposicionista porque está siempre<br />
contra el Gobierno. No es así; es que el Gobierno, en ese primer año, no deja error por cometer y<br />
merece el repudio del pueblo.<br />
Buscamos que nuestro movimiento no caiga en esos errores, y para ello es necesario adquirir<br />
organicidad, disciplinarse como fuerza cívica. Que laboristas, radicales y hombres de buena<br />
necesidad se unan codo con codo y corazón a corazón para esta gran cruzada de los argentinos.<br />
Quizá esta pueda ser la última oportunidad, argentinos. <strong>La</strong> ocasión la pintan calva, como dice el<br />
pueblo, y el pueblo siempre tiene razón. Es necesario que ahora que la fortuna nos tiende la mano<br />
estemos listos para asirla y no largarla jamás. Por eso, cada uno de ustedes ha de luchar<br />
incansablemente por la unidad de nuestras fuerzas, por la pureza de nuestros principios y porque<br />
hagamos, con nuestro sacrificio y nuestro desprendimiento personal, una obra que nos<br />
agradecerán nuestros hijos, nuestros nietos y todas las generaciones venideras.<br />
No deseo terminar estas breves palabras sin recomendarles lo que siempre he recomendado a los<br />
obreros que siempre me visitaban semanalmente a la Secretaría de Trabajo y Previsión: Estén<br />
atentos a la propaganda de las fuerzas del mal, propaganda que hoy especula con la falta de<br />
discernimiento de los hombres y que busca explotar la sugestión colectiva dirigiéndose a<br />
presentar un hecho que el olvido general a la desaprensión de los que andan en otros problemas<br />
acepta sin reflexionar.<br />
<strong>La</strong> propaganda constituye el virus de la falacia más absoluta. Ella ha hecho que la conducción de<br />
los pueblos no esté en manos de hombres más morales y capaces, sino de quienes pueden pagar<br />
una mejor propaganda. Queremos matar esa mentira y para ello existe un solo remedio que Dios<br />
ha dado a los hombres: el discernimiento.<br />
He contado siempre a mis amigos un cuento de mi niñez que me sirvió de ejemplo para toda mi<br />
vida. Mi padre, viejo estanciero del Chubut, había comprobado unos carneros en la Exposición<br />
rural y cuando los recibió dudaba de que fueran realmente buenos. Yo creía que lo eran y le dije<br />
que no desconfiara. Él me respondió: "Escucha, hijo", y llamando a un perro grande que tenía, le<br />
dijo: "León, León", y León vino. " ¿ Ha visto? Le digo León y vino, pero no es león; es perro",<br />
Cuando creamos que es un león, tengamos cuidado, porque puede ser perro.<br />
Lo que yo llamo propaganda preventiva me han dado un gran resultado con mis amigos obreros.<br />
Los mismos canillitas, al venderles los diarios, les dicen: "Sírvase, señor; son todas mentiras". Los<br />
obreros ya no creen en lo que dice la prensa que se paga. En cambio, la oligarquía que la paga se<br />
autointoxica con sus propias mentiras.<br />
Cuando algunos amigos se afligen porque en Córdoba, donde tuvimos doscientos mil hombres en<br />
un mitin y la prensa dice que tuvimos diez mil, se enojan, yo les digo que me alegra mucho,<br />
porque los que se engañan son ellos, porque nosotros sabemos que eran doscientos mil.<br />
Mañana esos órganos que se llaman opinión y son empresas comerciales dirán que aquí hubo<br />
tres mil personas y que a cada uno le pagamos cincuenta pesos.<br />
Finalmente, les podría decir como Martín Fierro, que nunca olviden los consejos de un padre, que<br />
más que padre es un amigo. Sean unidos; no hagan pequeñas diferencias entre hermanos frente<br />
al enemigo común.<br />
Piensen que estamos empeñados en una lucha en que se juega el ser y el destino mismo de la<br />
Nación; porque yo estoy persuadido de que si alguna vez a este pueblo, que ha despertado a la<br />
vida cívica y democrática, se le cerrara nuevamente el camino a la administración, a la legislación<br />
y al Gobierno, tendríamos la guerra civil.<br />
Somos hombres de paz y de orden; no queremos pelear, queremos votar. No queremos insultar a<br />
nuestros enemigos políticos que pasan el día insultándonos. Ellos dicen "Muera Perón". Yo les<br />
pregunto: " ¿ Viva quién?"<br />
Les pido unión, desprendimiento personal, valores morales; que elijan a los hombres pensando en<br />
la Patria y en nuestro movimiento, que ha de perdurar si los hombres que se eligen son puros y<br />
21
capaces.<br />
¿Quién ha de gobernar Santa Fe? Lo dirán los santafesinos. No he de intervenir jamás en<br />
problemas regionales, porque soy un líder de la verdadera democracia, que nace del pueblo, para<br />
gobernar al pueblo, para el pueblo.<br />
Elijan bien. ¡Pobre país si volvieran a repetirse los errores del pasado! Los que han equivocado el<br />
camino y han delinquido en la función pública deben ser condenados al ostracismo, a la usanza<br />
de los antiguos romanos.<br />
No nos ocupemos de criticar a nuestros enemigos porque tenemos muchos problemas por<br />
resolver.<br />
Y antes de terminar, invocando a Dios, les ruego que en este año de 1946 lleven sobre ustedes y<br />
sus familias todo el cúmulo de felicidades y bendiciones que ustedes merecen.<br />
Campaña Electoral (Rosario) - 10 de Febrero de 1946<br />
Amigos rosarinos:<br />
Les pido que tengan la amabilidad de guardar un poco de silencio porque hace dos meses que<br />
vengo viajando y hablando todos los días y mi garganta no me permite hacer un derroche en<br />
cuanto a potencia. Permítame desarrollar el discurso sin interrupción. En primer término, quiero<br />
saludar a los trabajadores de Rosario que me han conferido el título más honroso de "Primer<br />
Trabajador Argentino". Me honra extraordinariamente este título porque siempre he pensado que<br />
los hombres en la vida sólo pueden ostentar una virtud y el trabajo es en todos los tiempos una de<br />
las mayores virtudes del hombre.<br />
Nuestro movimiento es un movimiento del trabajo que toma todas las actividades nacionales del<br />
trabajo y que ennoblece a todos los hombres.<br />
(En ese momento se produce un arremolinamiento de personas alrededor de la tribuna por la<br />
presencia de una persona extraña y que pronto es reducida.)<br />
Señores: Por favor, ya conocemos la técnica de mandar gente a meter bochinche. Vuelvo a repetir<br />
que ni esta clase de sabotaje puede impresionarnos a nosotros y les ruego, señores, que sigamos<br />
por el bien de todos en orden.<br />
Nuestro movimiento es un movimiento de trabajo, por eso es un movimiento humilde y noble. Ha<br />
nacido bajo el esplendor de una creación que representa el trabajo argentino en su organización y<br />
defensa, que es la Secretaría de Trabajo y Previsión. Ha comenzado con hombres humildes que<br />
hicieron la bandera de su defensa en apoyo de la Secretaría de Trabajo y Previsión, que puso en<br />
ejecución las leyes que en este país, cuando se trataba de defender el trabajo, no se habían<br />
cumplido jamás.<br />
Nuestra doctrina puede explicarse en pocas palabras, en sus aspectos económico social y<br />
político. En el aspecto económico, tratamos de volver al hombre a la tierra para resolver el<br />
problema demográfico y evitar el éxodo de los campos. Así he dicho, y más de una vez, que el<br />
setenta por ciento estaba antes en el campo y ahora el setenta por ciento está en las ciudades.<br />
Ello se debe a que la tierra, como también lo he dicho, ha sido aquí bien de renta en vez de ser<br />
más bien de trabajo, como debe ser en todos los pueblos.<br />
Por eso sostenemos que la única manera de aumentar la riqueza agrícola, ganadera y extractiva<br />
está en volver al hombre a la tierra y darle en propiedad la tierra que trabaja, para que ella no sea<br />
un bien de renta. Con ello hemos de evitar que en el futuro sigamos artificialmente limitando la<br />
riqueza argentina. El mundo está sediento, desea tomar buen vino, y en Mendoza arrancan<br />
cuarenta mil hectáreas de vides. En vez de propugnar la riqueza estamos limitándola<br />
artificialmente. Esa riqueza multiplicada por la industria permitirá un ciclo de organización<br />
completo en su economía. Una mayor industrialización permite comerciar y aumentar los precios y<br />
ello permite una mejor distribución para el hombre; con ello aumentar los precios y ello permite<br />
una mejor distribución para el hombre; con ello aumenta su poder adquisitivo el trabajador y tiene<br />
mayor capacidad de consumo. Seremos así una nación superalimentada, supervestida y<br />
superhabitada. Estados Unidos de Norteamérica, por su extraordinaria economía, consume el<br />
ochenta y cinco por ciento de su producción y solamente exporta un veinte o un veinticinco por<br />
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ciento.<br />
Nuestra doctrina social es más simple. Ya lo explico con un ejemplo que me dieron en Paraná<br />
cinco chicos. Nuestra doctrina abarca ese gran principio humanitario. Estaban en el puerto y uno<br />
no tenía botines. Nosotros desde a bordo les tiramos cinco pesos, que cayeron en manos de uno<br />
que estaba bien vestido. Los cuatro chicos que presenciaban la escena, dijeron: "No, eso no es<br />
para vos; es para ése que está en patas". Y el chico entregó los cinco pesos al chico descalzo.<br />
Ésta es nuestra doctrina; queremos que alguno de esos grandes señores sepan entregar a los<br />
que no tienen botines. Queremos que algún día se conduelan de sus semejantes los que todos lo<br />
tienen, para que no haya descalzos y para que nuestra niñez aprenda a sonreír desde que nace.<br />
Nuestra doctrina social involucra a esos, cuando está demostrando que en nuestro país, gran<br />
productor de trigo, es inaceptable que en el interior no hayan quienes coman pan ni carne y se<br />
ofrezca el doloroso panorama de que al sortear a nuestros ciudadanos para el servicio militar, el<br />
cuarenta o el cincuenta por ciento de ellos se encuentran inútiles por la debilidad de su<br />
constitución. Cuando se cuida una nación lo primero que hay que cuidar es su capital humano, por<br />
que no es reemplazable. Pero aquí más se cuida de una máquina o de un motor que de quien la<br />
maneja o conduce. Nuestra doctrina social, en su primera parte, busca estas conquistas. En la<br />
segunda parte, otros aspectos para una mayor dignificación del trabajo. En primer término, no<br />
aceptamos que por ser trabajadores les esté cerrado el Gobierno la legislación en su país.<br />
No aceptamos que nuestra democracia sea instrumento del cual se sirven los eternos demagogos<br />
para despachar la nación en su provecho. No aceptamos que un hombre esté privado del derecho<br />
como ciudadano. Por eso pensamos que nuestra conquista social, además de dignificar el trabajo,<br />
dispone la elevación de la cultura y la humanización total. Queremos que el pueblo vaya al<br />
Gobierno y a la legislación para compartir las responsabilidades y crear sus propias leyes que han<br />
de regirlo en el trabajo.<br />
Ésta, y no otra, es la razón de ser de nuestro movimiento. Queremos también que la doctrina<br />
política llegue a influenciar benéficamente en el país, organizándolo por métodos ideales de<br />
gobierno, por la vía constitucional y legal; para la organización de la masas ciudadanas, prestando<br />
por primera vez un movimiento político perfecto y orgánico. Buscamos que defiendan la<br />
organización política e institucional de la Nación.<br />
Por eso, señores, nuestra doctrina integral tiene puntos tan fundamentales que no han podido ser<br />
atacados. Ellos viajan en una caravana que asemeja a los esforzados barqueros del Volga tirando<br />
el carro de sus pecados y de sus culpas, y cuando se refieren a nosotros nos calumnian y<br />
terminan deseando que nos muramos. Nosotros, en cambio, hablamos de nuestras aspiraciones y<br />
de nuestros sueños, que han de terminar con muchos pobres en esta tierra.<br />
Nosotros no criticamos, no somos destructores, somos constructores y deseamos hacer el bien.<br />
Por eso no cometemos el error de los anacronismos que ellos cometen. Decían días pasados en<br />
una tribuna que el coronel Perón no había dado ninguna conquista social. Que el coronel Perón no<br />
le ha dado al pueblo ninguna mejora, y ellos en su programa dicen que respetarán todas las<br />
conquistas sociales que nosotros hemos conseguido. Pero ellos, que se comprometen a mantener<br />
nuestras conquistas, financian sus viajes y sus propagandas con dineros de la UIA. Yo quisiera<br />
saber, si hemos desarrollado conquistas, y si ellos van a mantener esas conquistas, cómo se las<br />
van a arreglar con la Unión Industrial, que nunca las ha querido.<br />
Señores: podríamos seguir hablando largamente de esas contradicciones, pero me interesa<br />
conversar con ustedes de otras más, de importancia extraordinaria frente a los acontecimientos<br />
futuros.<br />
El movimiento nuestro, para servir de mejor manera a la causa, ha de cumplir los consejos que<br />
detallaré. Primero, todo aquel que se sienta peronista, que se siente ligado a nuestra causa por<br />
verdaderos lazos, que son los de la fraternidad, debe pensar que la base de nuestro éxito se<br />
afirma en una absoluta unidad de nuestro movimiento. Sabemos que en el movimiento peronista<br />
se han infiltrado algunas fuerzas extrañas que tratan de producir disociación entre sus filas.<br />
Cuando ello suceda, no hay que ser sensible en esta tarea de disociación; es menester que los<br />
hombres de este movimiento sepan discernir por sí y por su propia voluntad y no por influencia<br />
ajena. El movimiento nuestro ha de precaverse de cuerpos extraños. Para ello, recomiendo que<br />
estudie cada peronista el manifiesto que he de lanzar por radio en cadena. Allí está perfectamente<br />
determinado cuál debe ser el procedimiento de cada uno de nuestros hombres. También he de<br />
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terminar diciendo, como exigencia a todos los hombres de nuestro movimiento, que cada uno<br />
cumpla con su deber. Nosotros nos comprometemos a cumplir con lo nuestro, que es el de<br />
mantener inquebrantable todas nuestras conquistas.<br />
Propugnamos para el futuro nuevas conquistas que lleven a la Argentina a ser un país modelo por<br />
la justicia social.<br />
Señores: deseo terminar estas palabras con una despedida afectuosa para este pueblo de<br />
trabajadores que habita en Rosario, formando el emporio más extraordinario del país, pueblo<br />
conocido en todo el mundo como el puerto granero más grande del mundo, cuyo trigo rosafé es el<br />
modelo para la clasificación de todos los del mundo, obtenido con el trabajo y la dedicación de<br />
este pueblo.<br />
Amigos rosarinos: bien saben los trabajadores de esta tierra con cuánto cariño los recuerdo.<br />
Luchen, porque están luchando por su porvenir. Recuerden que un hombre que defecciones es<br />
una fuerza que se resta. Que vuestros hijos y vuestros nietos no puedan reprocharnos ni echarles<br />
en cara porque han aflojado en un momento decisivo de nuestra vida. Con esta invocación que os<br />
hace un hombre que no piensa sino en el bien colectivo y que quiere que lo recordéis en el futuro,<br />
me despido con un fuerte abrazo de verdad, que es un abrazo de un camarada y de un hermano<br />
de causa.<br />
Acto de proclamación de su candidatura - 12 de Febrero de 1946<br />
Llego a vuestra presencia con la emoción que me produce sentirme confundido entre este mar<br />
humano de conciencias honradas; de estas conciencias de criollos auténticos que no se doblan<br />
frente a las adversidades, prefieren morir de hambre antes que comer el amargo pan de la<br />
traición.<br />
Llego a vosotros para deciros que no estáis solos en vuestros anhelos de redención social, sino<br />
que los mismos ideales sostienen nuestros hermanos de toda la vastedad de nuestra tierra<br />
gaucha. Vengo conmovido por el sentimiento unánime manifestado a través de campos, montes,<br />
ríos, esteros y montañas; vengo conmovido por el eco resonante de una sola voluntad colectiva; la<br />
de que el pueblo sea realmente libre, para que de una vez por todas quede libre de la esclavitud<br />
económica que le agobia. Y aún diría más: que le agobia como antes le ha oprimido y que si no<br />
lograra independizarse ahora, aún le vejaría más en el porvenir. Le oprimiría hasta dejar a la clase<br />
obrera sin fuerzas para alcanzar la redención social que vamos a conquistar antes de quince días.<br />
En la mente de quienes concibieron y gestaron la Revolución del 4 de Junio estaba fija la idea de<br />
la redención social de nuestra Patria. Este movimiento inicial no fue una "militarada" más, no fue<br />
un golpe "cuartelero" más, como algunos se complacen en repetir; fue una chispa que el 17 de<br />
octubre encendió la hoguera en la que han de crepitar hasta consumirse los restos del feudalismo<br />
que aún asoma por tierra americana.<br />
Porque hemos venido a terminar con una moral social que permitía que los trabajadores tuviesen<br />
para comer sólo lo que se les diera por voluntad patronal y no por deber impuesto por la justicia<br />
distributiva, se acusa a nuestro movimiento de ser enemigo de la libertad. Pero yo apelo a vuestra<br />
conciencia, a la conciencia de los hombres libres de nuestra Patria y del mundo entero, para que<br />
me responda honestamente si oponerse a que los hombres sean explotados y envilecidos<br />
obedece a un móvil liberticida.<br />
No debemos contemplar tan sólo lo que pasa en el "centro" de la ciudad de Buenos Aires; no<br />
debemos considerar la realidad social del país como una simple prolongación de las calles<br />
centrales bien asfaltadas, iluminadas y civilizadas; debemos considerar la vida triste y sin<br />
esperanzas de nuestros hermanos de tierra adentro, en cuyos ojos he podido percibir el centelleo<br />
de esta esperanza de redención.<br />
Por ellos, por nosotros, por todos juntos, por nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos debemos<br />
hacer que, ¡por fin!, triunfen los grandes ideales de auténtica libertad que soñaron los forjadores<br />
de nuestra independencia y que nosotros sentimos palpitar en lo más profundo de nuestro<br />
corazón.<br />
Cuando medito sobre la significación de nuestro movimiento, me duelen las desviaciones en que<br />
incurren nuestros adversarios. Pero mucho más que la incomprensión calculada o ficticia de sus<br />
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dirigentes, me duele el engaño en que viven los que de buena fe les siguen por no haberles<br />
llegado aún la verdad de nuestra causa. Argentinos como nosotros, con las virtudes propias de<br />
nuestro pueblo, no es posible que puedan acompañar a quienes los han vendido y los llevan a<br />
rastras, de los que han sido sus verdugos y seguirán siéndolo el día de mañana. Los pocos<br />
argentinos que de buena fe siguen a los que han vendido la conciencia a los oligarcas, sólo<br />
pueden hacerlo movidos por las engañosas argumentaciones de los "habladores profesionales".<br />
Estos vociferadores de la libertad quieren disimular, alucinando con el brillo de esta palabra, el<br />
fondo esencial del drama que vive el pueblo argentino.<br />
Porque la verdad verdadera es esta: en nuestra Patria no se debate un problema entre "libertad" o<br />
"tiranía", entre Rosas y Urquiza; entre democracia y totalitarismo. Lo que en el fondo del drama<br />
argentino se debate es, simplemente, un partido de campeonato entre la "justicia social" y la<br />
"injusticia social".<br />
Quiero dejar de lado a los provocadores a sueldo; a las descarriadas jovenzuelas que en uso de la<br />
libertad han querido imponer el uso del símbolo monetario en el pecho de damas argentinas cuya<br />
imposición rechazaban en uso de la propia libertad; a los pocos estudiantes que han creído<br />
"descender" de su posición social si se solidarizaban con el clamor de los hombres de trabajo, sin<br />
reflexionar que únicamente su "trabajo" será lo que en el futuro llegará a ennoblecer su paso por<br />
la vida; quiero también dejar de lado a los resentidos, a cuantos creyéndose seres excepcionales<br />
creían que el favor y la amistad personal podían más que el esfuerzo lento y constante de cada<br />
día y el espíritu de sacrificio ante los embates de la adversidad; quiero dejar de lado todo lo<br />
negativo, lo interesado, lo mezquino, para dirigirme a los hombres de buena voluntad que aún no<br />
han comprendido la esencia de la revolución social, cuyas serenas páginas se están escribiendo<br />
en el Libro de la <strong>Historia</strong> Argentina, y decirles: "Hermanos: con pensamiento criollo, sentimiento<br />
criollo y valor criollo, estamos abriendo el surco y sembrando la semilla de una Patria libre, que no<br />
admita regateos de su soberanía, y de unos ciudadanos libres, que no sólo lo sean políticamente<br />
sino que tampoco vivan esclavizados por el patrón. Síguenos; tu causa es nuestra causa; nuestro<br />
objetivo se confunde con tu propia aspiración, pues sólo queremos que nuestra Patria sea<br />
socialmente justa y políticamente soberana".<br />
Para alcanzar esta altísima finalidad no nos hemos valido ni nos valdremos jamás de otros medios<br />
que aquellos que nos otorgan la Constitución (para la restauración de cuyo imperio empeñé mi<br />
palabra, mi voluntad y mi vida) y las leyes socialmente justas que poseemos o que los órganos<br />
legislativos naturales nos otorguen en lo futuro. Para alcanzar esta altísima finalidad no<br />
necesitamos recurrir a teorías o métodos extranjeros; ni a los que han fracasado ni a los que hoy<br />
pretenden imponerse, pues como dije en otra oportunidad, para lograr que la Argentina sea<br />
políticamente libre y socialmente justa, no basta con ser argentinos y nada más que argentinos.<br />
Bastará que dentro del cuadro histórico y constitucional el mecanismo de las leyes se emplee<br />
como un medio de progresar, pero de progresar todos, pobres y ricos, en vez de hacerlo<br />
solamente éstos a expensas del trabajador.<br />
En el escaso tiempo que intervine directamente en las relaciones entre el capital y el trabajo, tuve<br />
oportunidad de expresar el pensamiento que regiría mi acción. Fueron señalados los objetivos a<br />
conseguir y expuestas con claridad las finalidades que nos proponíamos. En este plan de tareas y<br />
en las motivaciones que le justifican, recogiose el clamor de la clase obrera, de la clase media y<br />
de los patronos que no tienen contraídos compromisos foráneos. Y aún añadiré que éstos no<br />
tuvieron inconveniente en acompañarnos mientras creyeron que nuestra dignidad podía<br />
corromperse entregándoles la causa obrera a cambio de un cheque con menor o mayor número<br />
de ceros, tanto más cuanto mayor fuese nuestra felonía. Pero se equivocaron de medio a medio,<br />
porque ni yo ni ninguno de mis leales dejó de cumplir los dictados de la decencia, de la hombría y<br />
de la caballerosidad. Ligada nuestra vida a la causa del pueblo, con el pueblo compartiremos el<br />
triunfo o la derrota.<br />
<strong>La</strong>s consecuencias ya las conocéis. Comenzó la "guerra" de las solicitadas; siguió la alianza con<br />
los enemigos de la Patria; continuó la campaña de difamación, de ultrajes, y de mentiras, para<br />
terminar en un negocio de compraventa de políticos apolillados y aprendices de dinamiteros a<br />
cambio de un puñado de monedas.<br />
No tengo que deciros quiénes son los "sindicarios señorones" que han comprado, ni "los Judas<br />
que se han vendido". Todos los conocemos y hemos visto sus firmas puestas en el infamante<br />
documento. Quiero decir solamente que esta infamia es tan sacrílega como la del Iscariote que<br />
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vendió a Cristo, pues en esta sucia compraventa fue vendido otro inocente: el pueblo trabajador<br />
de nuestra querida Patria.<br />
Y advertí que esto, que es gravísimo, aún no constituye la infamia mayor. Lo incalificable, por<br />
monstruoso, es que los "caballeros que compraron a políticos" no se olvidaron de documentar<br />
fehacientemente la operación para sacarle buen rédito al capital que invertían. Seguros de que<br />
hacían una buena operación financiera, la documentaron bancariamente para que el día de<br />
mañana, si resultaran "triunfantes" sus gobernantes títeres, los tendrían prisioneros y podrían<br />
obligarlos a derogar la legislación del trabajo e impedir cuanto significara una mejora para la clase<br />
trabajadora, bajo amenaza de publicar la prueba de su traición.<br />
Una tempestad de odio se ha desencadenado contra los "descamisados" que sólo piden ganarse<br />
honradamente la vida y poder sentirse libres de la opresión patronal y de todas las fuerzas<br />
oscuras o manifiestas que respaldan sus privilegios. Esta tempestad de odios se vuelca en<br />
dicterios procaces contra nosotros, procurando enlodar nuestras acciones y nuestros más<br />
preciados ideales. De tal manera nos han atacado que si hubiéramos tenido que contestar una a<br />
una sus provocaciones, no habríamos tenido tiempo bastante para construir lo poco que hemos<br />
podido realizar en tan escaso tiempo. Pero debemos estarles agradecidos porque no puede haber<br />
victoria sin lucha. Y la victoria que con los brazos abiertos nos aguarda, tendrá unas<br />
características análogas a la que tuvo que conquistar el gran demócrata norteamericano, el<br />
desaparecido presidente Roosevelt, que a los cuatro años de batallar con la plutocracia<br />
confabulada contra sus planes de reforma social, pudo exclamar después de su primera<br />
reelección, en el acto de prestar juramento el día 20 de enero de 1937: "En el curso de estos<br />
cuatro años, hemos democratizado más el poder del gobierno, porque hemos empezado a colocar<br />
las potencias autocráticas privadas en su lugar y las hemos subordinado al gobierno del pueblo.<br />
<strong>La</strong> leyenda que hacía invencibles a los oligarcas ha sido destruida. Ellos nos lanzaron un desafío y<br />
han sido vencidos".<br />
Creo innecesario extenderme en largas disquisiciones de índole política. <strong>La</strong> historia de los<br />
trabajadores argentinos corre la misma trayectoria que la libertad. <strong>La</strong> obra que he realizado y lo<br />
que la malicia de muchos no me ha dejado realizar, dice bien a las claras cuáles son mis firmes<br />
convencimientos. Y si nuestros antecedentes no bastan para definirnos, nos definen, por<br />
interpretación inversa, las palabras y las actitudes de nuestros adversarios. Con decir que en el<br />
aspecto político somos absolutamente todo lo contrario de lo que nos imputan, quedaría<br />
debidamente establecida nuestra ideología y nuestra orientación. Y si añadimos que ellos son lo<br />
contrario de lo que fingen, habremos presentado el verdadero panorama de los términos en que la<br />
lucha electoral está entablada.<br />
Tachar de totalitarios a los obreros argentinos es algo que se sale de lo absurdo para caer en lo<br />
grotesco. Precisamente han sido las organizaciones obreras que me apoyan, las que durante los<br />
últimos años han batallado en defensa de los pueblos oprimidos contra los regímenes opresores,<br />
mientras que eran (aquí como en todas partes del mundo, sin excluir los países que han hecho la<br />
guerra, salvo Rusia) la aristocracia, la plutocracia, la alta burguesía, el capitalismo, en fin, y sus<br />
secuaces, quienes adoraban a las dictaduras y repelían a las democracias. Seguían esta<br />
conducta cuando pensaban que las dictaduras defendían sus intereses y las democracias los<br />
perjudicaban, por no ser un muro suficiente de contención frente a los avances del comunismo. Si<br />
mis palabras requiriesen una prueba, podría ofrecerla bien concluyente en las colecciones de los<br />
diarios de la oligarquía que ahora se estremecen ante cualquier presunto atentado a las esencias<br />
democráticas y liberales, pero que tuvieron muy distinta actitud cuando el problema se planteaba<br />
en otros pueblos. Y si la prueba no fuese todavía categórica, remitiría el caso el examen de la<br />
actuación, de los partidos políticos que han gobernado en los últimos tiempos, y cuyos<br />
pronombres, actuando de vestales un tanto caducas y mucho recompuestas, quieren ahora<br />
compatibilizar sus alardes democráticos puramente retóricos con la realidad de sus tradicionales<br />
fraudes electorales, de sus constantes intervenciones a los gobiernos de las provincias, con el<br />
abuso del poder en favor de los oligarcas y en contra de los desheredados.<br />
¿Dónde está, pues, el verdadero sentimiento democrático y de amor a las libertades, si no es en<br />
este mismo pueblo que me alienta para la lucha? No deja de ser significativo que los grupos<br />
oligárquicos disfrazados de demócratas, unan sus alaridos y sus conductas a esos mismos<br />
comunistas que antes fueron (por el terror que les inspiraba) la causa de sus fervores totalitarios, y<br />
a quienes ahora dedican las mejores de sus sonrisas. Como es igualmente espectáculo curioso,<br />
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observar el afán con que esos dirigentes comunistas proclaman su fe democrática, olvidando que<br />
la doctrina marxista de la dictadura del proletariado y la práctica de la Unión Soviética<br />
(orgullosamente exaltada por Molotov en discursos de hace pocos meses) son eminentemente<br />
totalitarias. Pero, ¡que le vamos a hacer! Los comunistas argentinos son flacos de memoria y no<br />
se acuerdan tampoco que cuando gobernaban los partidos que se titulan demócratas, ellos tenían<br />
que vivir en la clandestinidad, y que sólo han salido de ella para alcanzar la personería jurídica<br />
cuando se lo ha permitido un gobierno, del cual yo formaba parte, pese a la incompatibilidad que<br />
me atribuyen con los métodos de libertad.<br />
El contubernio al que han llegado es sencillamente repugnante y representa la mayor traición que<br />
se ha podido cometer contra las masas proletarias. Los partidos comunistas y socialistas que<br />
hipócritamente se presentan como obreristas pero que están sirviendo a los intereses capitalistas,<br />
no tienen inconvenientes en hacer la propaganda electoral con el dinero entregado por la entidad<br />
patronal. ¡Y todavía se sorprenden de que todavía los trabajadores de las provincias del norte, que<br />
viven una existencia miserable y esclavizada, en beneficio de un capitalismo absorbente que<br />
cuenta con el apoyo de los partidos, que frecuentemente dirigen los mismos patrones (recuerdo<br />
con tal motivo a Patrón Costas y a Michel Torino), hayan apedreado el tren en que viajaba un<br />
conglomerado de hombres que, en el fondo, lo que quieren es prolongar aquellas situaciones!<br />
Usando de una palabra que a ellos les gusta mucho, podríamos decir que son los verdaderos<br />
representantes del continuismo; pero del continuismo con la política de esclavitud y miseria de los<br />
trabajadores.<br />
Hasta aquí me he referido a vuestra posición netamente democrática. Permitidme aludir, siquiera<br />
sea brevemente, a la mía. No me importan las palabras de los adversarios y mucho menos sus<br />
insultos. Me basta con la rectitud de mi proceder y con la noción de nuestra confianza. Ello me<br />
permite aseverar, modestamente, sencillamente, llanamente, sin ostentación ni gritos, sin<br />
necesidad de mesarme de los cabellos ni rasgarme las vestiduras, que soy demócrata en el doble<br />
sentido político y económico del concepto, porque quiero que el pueblo, todo el pueblo (en esto sí<br />
que soy "totalitario"), y no una parte ínfima del pueblo se gobierne a sí mismo y porque deseo que<br />
todo el pueblo adquiera la libertad económica que es indispensable para ejercer las facultades de<br />
autodeterminación. Soy, pues, mucho más demócrata que mis adversarios, porque yo busco una<br />
democracia real, mientras que ellos defienden una apariencia de democracia, la forma externa de<br />
la democracia. Yo pretendo que un mejor estándar de vida ponga a los trabajadores, aún a los<br />
más honestos, a cubierto de las coacciones de los capitalistas; y ellos quieren que la miseria del<br />
proletariado y su desamparo estatal les permita continuar sus viejas mañas de compra y de<br />
usurpación de las libretas de enrolamiento. Por lo demás, es lamentable que a mí, que he<br />
propulsado y facilitado la vuelta a la normalidad, que me he situado en posición de ciudadano civil<br />
para afrontar la lucha y que he despreciado ocasiones que se me venían a la mano para llegar al<br />
poder sin proceso electoral, se me imputen propósitos inconstitucionales, presentes o futuros. Y<br />
es todavía más lamentable que esas acusaciones sean hechas por quienes, a título de<br />
demócratas, no saben a qué arbitrio acudir o a qué militar o marino volver los ojos para evitar unas<br />
elecciones en que se saben derrotados, no porque vaya a haber fraude, sino porque no lo va a<br />
haber, o, mejor dicho, porque ya no tienen ellos a su disposición todos los elementos que antes<br />
usaban para ganar fraudulentamente los comicios. Vienen reclamando desde hace tiempo<br />
elecciones limpias, pero cuando llegan a ellas, se asustan del procedimiento democrático.<br />
Por todas esas razones no soy tampoco de los que creen que los integrantes de la llamada Unión<br />
Democrática han dejado de llenar su programa político -vale decir, su democracia como un<br />
contenido económico-. Lo que pasa es que ellos están defendiendo un sistema capitalista con<br />
perjuicio o con desprecio de los intereses de los trabajadores, aún cuando les hagan las pequeñas<br />
concesiones a que luego habré de referirme; mientras que nosotros defendemos la posición del<br />
trabajador y creemos que sólo aumentando enormemente su bienestar e incrementando su<br />
participación en el Estado y la intervención de éste en las relaciones del trabajo, será posible que<br />
subsista lo que el sistema capitalista de libre iniciativa tiene de bueno y de aprovechable frente a<br />
los sistemas colectivistas. Por el bien de mi Patria, quisiera que mis enemigos se convenciesen de<br />
que mi actitud no sólo es humana, sino que es conservadora, en la noble aceptación del vocablo.<br />
Y bueno sería, también, que desechasen de una vez el calificativo de demagógico que se atribuye<br />
a todos mis actos, no porque carezcan de valor constructivo ni porque vayan encaminados a<br />
implantar una tiranía de la plebe (que es el significado de la palabra demagogia), sino<br />
simplemente porque no van de acuerdo con los egoístas intereses capitalistas, ni se preocupan<br />
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con exceso de la actual "estructura social", ni de lo que ellos, barriendo para adentro, llaman "los<br />
supremos intereses del país", confundiéndolos con los suyos propios.<br />
Personalmente, prefiero la idea defendida por Roosevelt (y el testimonio no creo que pueda ser<br />
recusado) de que la economía ha dejado de ser un fin en sí mismo para convertirse en un medio<br />
de solucionar los problemas sociales. Es decir, que si la economía no sirve para llevar el bienestar<br />
a toda la población y no a una parte de ella, resulta cosa bien despreciable. Lástima que los<br />
conceptos de Roosevelt a este respecto fueran desbaratados por la Cámara... y por la<br />
"Antecámara"..., es decir, por los organismos norteamericanos equivalentes a nuestra Unión<br />
Industrial, Bolsa de Comercio y Sociedad Rural. Y conste, asimismo, que Roosevelt distaba<br />
mucho de ser, ni en lo social ni en lo político, un hombre avanzado.<br />
Por eso, cuando nuestros enemigos hablan de democracia, tienen en sus mentes la idea de una<br />
democracia estática, quiero decir, de una democracia sentada en los actuales privilegios de clase.<br />
Como los órganos del Estado y el poder del Estado, la organización de la sociedad, los medios<br />
coactivos, los procedimientos de propaganda, las instituciones culturales, la libertad de expresión<br />
del pensamiento, la religión misma, se hayan bajo su dominio y a su servicio exclusivo, pueden<br />
echarse tranquilos en brazos de la democracia, pues saben que la tienen dominada y que servirá<br />
de tapaderas a sus intereses. Precisamente en esa situación está basado el concepto<br />
revolucionario marxista y la necesidad que señalan de una dictadura proletaria. Pero si como ha<br />
sucedido en la Argentina y en virtud de mi campaña, el elemento trabajador, el obrero, el<br />
verdadero siervo de la gleba, el esclavizado peón del surco norteño, alentado por la esperanza de<br />
una vida menos dura y de un porvenir más risueño para sus compañeras y para sus hijos,<br />
sacuden su sumisión ancestral, reclaman como hombres la milésima parte de las mejoras a que<br />
tienen derecho, ponen en peligro la pacífica y tradicional digestión de los poderosos y quieren<br />
manifestar su fuerza y su voluntad en unas elecciones, entonces, la democracia, aquella<br />
democracia capitalista, se siente estremecida en sus cimientos y nos lanza la imputación del<br />
totalitarismo. De este modo llegaríamos a la conclusión de que el futuro Congreso representará un<br />
régimen democrático si triunfan los privilegios de la clase hasta ahora dominante y que<br />
representará un régimen dictatorial si, como estoy seguro, triuntan en las elecciones las masas de<br />
trabajadores que me acompañan por todo el país.<br />
Más no importan los calificativos. Nosotros representamos la auténtica democracia, la que se<br />
asienta sobre la voluntad de la mayoría y sobre el derecho de todas las familias a una vida<br />
decorosa, la que tiende a evitar el espectáculo de la miseria en medio de la abundancia, la que<br />
quiere impedir que millones de seres perezcan de hambre mientras que centenares de hombres<br />
derrochan estúpidamente su plata. Si esto es demagogia, sintámonos orgullosos de ser<br />
demagogos y arrojémosles al rostro la condenación de su hipocresía, de su egoísmo, de su falta<br />
de sentido humano y de su afán lucrativo que va desangrando la vida de la Nación. ¡Basta ya de<br />
falsos demócratas que utilizan una idea grande para servir a su codicia! ¡Basta ya de exaltados<br />
constitucionalistas que sólo aman la Constitución en cuanto les ponga a cubierto de las<br />
reivindicaciones proletarias! ¡Basta ya de patriotas que no tienen reparo en utilizar el pabellón<br />
nacional para cubrir averiadas mercancías, pero que se escandalizan cuando lo ven unido a un<br />
símbolo del trabajo honrado!<br />
Nuestra trayectoria en el terreno social es igualmente clara que el político. Desde que a mi<br />
iniciativa se creó la Secretaría de Trabajo y Previsión, no he estado preocupado por otra cosa que<br />
por mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la población asalariada. Para ello era menester<br />
el instrumento de actuación y la Secretaría de Trabajo y Previsión resultó un vehículo insuperable<br />
a los fines perseguidos. <strong>La</strong> medida de la eficacia de la Secretaría de Trabajo y Previsión nos la da<br />
tanto la adhesión obrera como el odio patronal. Si el organismo hubiese resultado inocuo, les<br />
tendría sin cuidado y hasta es posible que muchos insospechados fervores democráticos tuvieran<br />
un tono más bajo. Y es bien seguro que muchos hombres que hasta ayer no ocultaron sus<br />
simpatías hacia las dictaduras extranjeras o que sirvieron a otros gobiernos de facto en la<br />
Argentina, no habrían adoptado hoy heroicas y espectaculares posiciones seudodemocráticas. Si<br />
el milagro de la transformación se ha producido, ha sido sencillamente porque la Secretaría de<br />
Trabajo ha dejado de representar un coto cerrado sólo disfrutable por la plutocracia y por la<br />
burguesía. Se acabaron las negativas de los patronos a concurrir a los trámites conciliatorios<br />
promovidos por los obreros; se puso in a la amistosa mediación de los políticos, de grandes<br />
señores y de poderosos industriales, para lograr que la razón del obrero fuese atropellada. <strong>La</strong><br />
Secretaría de Trabajo hizo justicia estricta, y si en muchas ocasiones se inclinó hacia los<br />
28
trabajadores, lo hizo porque era la parte más débil en los conflictos. Esta posición espiritual de la<br />
autoridad es lo que han tolerado los elementos desplazados de la hegemonía que venían<br />
ejerciendo, y esa es la clave de su oposición al organismo creado. A eso es lo que llaman<br />
demagogia. Que el empleador burle al empleado, representa para ellos labor constructiva de los<br />
principios democráticos; pero que el Estado haga justicia a los obreros, constituye pura anarquía.<br />
Creo que en esa subversión de las partes en conflicto se encuentra la verdadera obra<br />
revolucionaria que hemos realizado y que por su efecto psicológico tiene mayor valor y más<br />
amplia trascendencia que todas las demás. Esa es la causa de que todos los arranques se dirijan<br />
contra la Secretaría de Trabajo y por eso el empeño de destruirla. No a otra cosa obedecen los<br />
rugidos de satisfacción que han lanzado el capitalismo, su prensa y sus servidores cuando en una<br />
reciente sentencia la Suprema Corte de la Nación ha declarado la inconstitucionalidad de las<br />
delegaciones regionales. Porque la verdad es que esa decisión adoptada pocos días antes de las<br />
elecciones trata de asestar un rudo golpe a la Secretaría de Trabajo y Previsión y constituye un<br />
primer paso para deshacer las mejoras sociales que lograron los trabajadores. El respeto a las<br />
decisiones judiciales no excluye el derecho de comentar y de discutir sus fallos, mucho menos<br />
cuanto mayores sean las innovaciones que se hagan a la libertad y a la democracia. Ya llegará,<br />
pues, el momento de discutir cuáles son las competencias que en relación al derecho del trabajo<br />
corresponden a la nación y cuáles las que son atributo de las provincias. Hasta será fácil<br />
demostrar -por opinión de tratadistas muy del gusto oligárquico- que la Suprema Corte, tan<br />
rigorista y tan equivocada en esta ocasión respecto a las facultades de aplicación de las leyes del<br />
trabajo, ha consentido y aprobado que la nación venga invadiendo desde hace muchos años la<br />
protesta legislativa de las provincias. Y conteste que esta parte encuentro acertada su posición,<br />
porque las normas del trabajo que tienden a la internalización deben ser nacionales. Lo que no<br />
admito es la dualidad de criterio, cuya motivación no me interesa de momento. Si alguien quiere<br />
encontrar la aplicación, tal vez la halle en una obra de Renard. Ofrezco la cita a mis enemigos<br />
socialistas y doy por descontado que entre ellos o entre las asociaciones profesionales<br />
seudodemocráticas, se propiciará la iniciación de una nueva causa por desacato y hasta es<br />
posible que se tome pretexto de ello para ver si hay militares o marinos que lleguen a tiempo para<br />
impedir nuestro triunfo electoral.<br />
Ya sé que cuando se habla de mi obra social, los adversarios sacan a relucir la que ellos han<br />
realizado. Examinemos brevemente esa cuestión. Es verdad que los legisladores argentinos han<br />
dictado leyes sociales a tono con las de otros países. Pero se ha hecho dentro de un ámbito<br />
meramente proteccionista, sin atacar los problemas de su esencia. Meras concesiones que se<br />
iban obteniendo del capitalismo a fin de no forzar las cosas excesivamente e ir distrayendo a los<br />
obreros y a sus organizaciones en evitación de reacciones excesivas y violentas. Reparación de<br />
accidentes de trabajo que muy poco reparan y que prolongan la agonía del incapacitado.<br />
Insignificantes indemnizaciones por despido que ninguna garantía representan para el trabajador<br />
injustamente despedido, víctima del abuso de un derecho domicial propio de la Edad Media.<br />
Mezquinas limitaciones en la duración de las jornadas y en la duración del descanso retribuido. Y,<br />
por otra parte, inexistencia de toda protección para los riesgos de desocupación, enfermedad y<br />
para la casi totalidad de los salarios, invalidez, vejez y muerte. Régimen de salarios de hambre y<br />
de viviendas insalubres. ¿Para qué seguir la relación? Frente a tal estado de cosas, nuestro<br />
programa tiende a cubrir todos los riesgos que privan o disminuyen al trabajador en su capacidad<br />
de ganancia. Prohibición del despido sin causa justificada; proporcionar a todos los trabajadores el<br />
estándar de vida que dignifique su existencia y la de sus familiares. Y, sobre todo esto, las<br />
grandes concepciones verdaderamente revolucionarias; tendencia a que la tierra sea a quien la<br />
trabaje; supresión de los arrendamientos rurales; limitación de las ganancias excesivas y<br />
participación de los trabajadores en los beneficios de la industria. A este respecto, debo consignar<br />
que cuando lancé la idea, todas las "fuerzas vivas" y sus satélites nos arrojaron el consabido<br />
anatema. <strong>La</strong> proposición era netamente demagógica. Se iba a la ruina de la sacrosanta economía<br />
nacional. Pero los últimos cables nos anuncian que en Estados Unidos se estudia el sistema de<br />
participación en los beneficios como medio de atajar los graves conflictos obreros que se han<br />
presentado, llegando a fijar en un 25 por ciento el monto de esta participación. Esperemos que<br />
con el beneplácito estadounidense, ya no parecerá el intento tan descabellado a nuestros grandes<br />
economistas y financieros, serviles imitadores de las modas extranjeras o mansos cumplidores de<br />
las órdenes que les llegan desde afuera.<br />
Brevemente me referiré a las ideas centrales que han impulsado nuestra acción en el terreno<br />
29
económico. Sostengo el principio de libertad económica. Pero esta libertad, como todas las<br />
libertades, llega a generar el más feroz egoísmo si en su ejercicio no se articula la libertad de cada<br />
uno con la libertad de los demás. No todos venimos al mundo dotados del suficiente equilibrio<br />
moral para someternos de buen grado a las normas de sana convivencia social. No todos<br />
podemos evitar que las desviaciones del interés personal degeneren en egoísmo espoleador de<br />
los derechos de los demás y en ímpetu avasallador de las libertades ajenas. Y aquí, en este punto<br />
que separa el bien del mal, es donde la autoridad del Estado debe acudir para enderezar las fallas<br />
de los individuos y suplir la carencia de resortes morales que deben guiar la acción de cada cual,<br />
si se quiere que la sociedad futura salga del marasmo que actualmente la ahoga.<br />
El Estado puede orientar el ordenamiento social y económico sin que por ello intervenga para<br />
nada en la acción individual que corresponde al industrial, al comerciante, al consumidor. Estos,<br />
conservando toda la libertad de acción que los códigos fundamentales les otorgan, pueden ajustar<br />
sus realizaciones a los grandes planes que trace el Estado para lograr los objetivos políticos,<br />
económicos y sociales de la Nación. Por esto afirmo que el Estado tiene el deber de estimular la<br />
producción, pero debe hacerlo con tal tacto que logre, a la vez, el adecuado equilibrio entre las<br />
diversas fuerzas productivas. A este efecto, determinará cuáles son las actividades ya<br />
consolidadas en nuestro medio, las que requieren un apoyo para lograr solidez a causa de la vital<br />
importancia que tienen para el país; y por último, cuáles han cumplido ya su objetivo de suplir la<br />
carestía de los tiempos de guerra, pero cuyo mantenimiento en época de normalidad<br />
representaría una carga antieconómica que ningún motivo razonable aconseja mantener o bien<br />
provocaría estériles competencias con otros países productores. Pero aún hay otro motivo que<br />
obliga al Estado argentino a regular ciertos aspectos de la economía. Los compromisos<br />
internacionales que tiene contraídos lo obligan a orientar las directivas económicas<br />
supranacionales teniendo en vista la cooperación entre todos los países. Y si esta cooperación ha<br />
de ser eficaz y ha de basarse en ciertas reglas de general aplicación entre Estados, no veo la<br />
forma de que la economía interna de cada país quede a merced del capricho de unos cuantos<br />
oligarcas manejadores de las finanzas, acostumbrados a hacer trabajar siempre a los demás en<br />
provecho propio. Al Estado, rejuvenecido por el aporte de sangre trabajadora que nuestro<br />
movimiento inyectará en todo su sistema circulatorio, corresponderá la misión de regular el<br />
progreso económico nacional sin olvidar el cumplimiento de los compromisos que la Nación<br />
contraiga, o tenga contraídos con otros países.<br />
Por lo que os he dicho hoy, y por lo que he afirmado en ocasiones anteriores, parecería ocioso<br />
repetir que no soy enemigo del capital privado. Juzgo que debe estimularse el capital privado en<br />
cuanto constituye un elemento activo de la producción y contribuye al bienestar general. El capital<br />
resulta pernicioso cuando se erige o pretende erigirse en instrumento de dominación económica.<br />
En cambio es útil y beneficioso cuando sabe elevar su función al rango de cooperador efectivo del<br />
progreso económico del país y colaborador efectivo del progreso económico del país y<br />
colaborador sincero de la obra de la producción y comparte su poderío con el esfuerzo físico e<br />
intelectual de los trabajadores para acrecentar la riqueza del país.<br />
Por esto, en los postulados éticos que presiden la acción de nuestra política, junto a la elevación<br />
de la cultura del obrero y a la dignificación del trabajo, incluimos la humanización del capital.<br />
Solamente llevando a cabo estos postulados, lograremos la desaparición de las discordias y<br />
violencias entre patronos y trabajadores. Para ello no existe otro remedio que implantar una<br />
inquebrantable justicia distributiva.<br />
En el nuevo mundo que surge en el horizonte no debe ser posible el estado de necesidad que<br />
agobia todavía a muchísimos trabajadores en medio de un estado de abundancia general. Debe<br />
impedirse que el trabajador llegue al estado de necesidad, porque sepan bien los que no quieren<br />
saber o fingen no saberlo, que el estado de necesidad está al borde del estado de peligrosidad,<br />
porque nada hace saltar tan fácilmente los diques de la paciencia y de la resignación como el<br />
convencimiento de que la injusticia es tolerada por los poderes del Estado, porque, precisamente<br />
ellos son los que tienen la obligación de evitar que se produzcan las injusticias.<br />
Un deber nacional de primer orden exige que la organización política, la organización económica y<br />
la organización social, hasta ahora en manos de la clase capitalista, se transformen en<br />
organizaciones al servicio del pueblo. El pueblo del 25 de Mayo quería saber de qué se trataba;<br />
pero el pueblo del 24 de Febrero quiere tratar todo lo que el pueblo debe saber.<br />
Para terminar y como detalle complementario del aspecto económico, he de referirme brevemente<br />
30
a las orientaciones generales que deseamos seguir en orden a la industrialización que el país<br />
necesita.<br />
Ante todo, la afirmación esencial que rige nuestra acción: la riqueza no la constituye el montón de<br />
dinero más grande o más chico que pueda tener atesorado la Nación; para nosotros, la verdadera<br />
riqueza la constituye el conjunto de la población, el trabajo propiamente tal y la organización<br />
ordenada de esta población y de este trabajo.<br />
Es, pues, el elemento humano actual y futuro, el factor que ha de requerir la preocupación<br />
fundamental del Estado. Vale decir que ahí se incluye la elevación del nivel de vida hasta el<br />
estándar compatible con la dignidad del hombre y el mejoramiento económico general; la<br />
propulsión de organizaciones mutualistas y cooperativas; el incremento de la formación técnica y<br />
capacitación profesional; la construcción de casas baratas y económicas para obreros y<br />
empleados; los préstamos para la construcción y renovación del hogar de la clase media;<br />
pequeños propietarios, rentistas y jubilados modestos, y estímulos, fomento y desarrollo del vasto<br />
plan de seguridad social y mejoramiento de las condiciones generales de trabajo. No puede<br />
hablarse de emprender la industrialización del país sin consignar bien claramente que el<br />
trabajador ha de estar protegido antes que la máquina o la tarifa aduanera. Y tampoco tengo que<br />
repetir que el progreso del trabajador del campo debe ir al compás del hombre de la ciudad.<br />
Deben convencerse de que la ciudad, sin el esfuerzo del hombre de campo, está condenada a<br />
desaparecer. ¡De cada 35 habitantes rurales sólo uno es propietario! Ved si andamos muy lejos<br />
cuando decimos que debe facilitarse el acceso a la propiedad rural. Debe evitarse la injusticia que<br />
representa el que 35 personas deban ir descalzas, descamisadas, sin techo y sin pan, para que<br />
un lechuguino venga a lucir la galerita y el bastón por la calle Florida, y aún se sienta con derecho<br />
a insultar a los agentes del orden porque conservan el orden que él, en su inconsciencia, trata de<br />
alterar con sus silbatinas contra los descamisados.<br />
Asegurada la suerte del factor humano, estaremos en condiciones de proseguir el plan de<br />
industrialización en sus más minúsculos detalles. Inventario y clasificación de materias primas,<br />
energía que produce y puede producir el país; ayudar el establecimiento de industrias,<br />
propulsando las iniciativas, estimulando las inversiones de capital y fomentando la creación y<br />
ampliación de laboratorios de investigaciones científicas y económico-sociales con amplia<br />
colaboración de técnicos y obreros; sistematización de costos en beneficio de productores y<br />
consumidores; moderación de las cargas fiscales que graven toda actividad socialmente útil;<br />
estimular la producción para abastecer abundantemente las necesidades del país, sin limitar las<br />
posibilidades de producción y transformación, sin extirpar viñedos ni restringir el sembradío para<br />
evitar que se destruyan los sobrantes que podían reducir el precio, pero que producían ganancias<br />
fabulosas a los capitalistas aunque condenaban a cientos de miles de trabajadores a no beber<br />
vino y a no comer pan; permitir precios remuneradores al capital que sean firmes y estables, que<br />
sirvan de garantía a los altos salarios y aseguren beneficios correctos; incitar el desarrollo del<br />
comercio libre y transporte económico, terrestre, marítimo, fluvial y aéreo.<br />
En definitiva, la Argentina no puede estancarse en el ritmo somnoliento a que la condenaron<br />
cuantos se lanzaron a vivir a sus costillas; la Argentina ha de recobrar el pulso firme de una<br />
juventud sana y de una sangre limpia. <strong>La</strong> Argentina necesita la aportación de esta sangre juvenil<br />
de la clase obrera; no puede seguir con las corrientes sanguíneas de múltiples generaciones de<br />
gente caduca, porque llegaríamos a las nefastas consecuencias de las viejas dinastías, que<br />
habían muerto físicamente antes de que los pueblos las echaran cansados de aguantarlas.<br />
Esta sangre nueva la aporta nuestro movimiento; esta sangre hará salir de las urnas, el día 24 de<br />
este mes, esta nueva Argentina que anhelamos con toda la fuerza y la pujanza de nuestro<br />
corazón.<br />
No puedo terminar mis palabras sin referirme a los problemas internacionales. <strong>La</strong> base de mi<br />
actuación ha de ser la defensa de la soberanía argentina, con tanta mayor energía cuanto mayor<br />
sea la grandeza de quienes intenten desconocerla, porque desprecio a los hombres y a las<br />
naciones que se crecen ante los débiles y se doblega ante los poderosos.<br />
Es posible que mi pasado para actuar en la vida pública sea constante franqueza de mis<br />
expresiones, que me lleva a decir siempre lo que siento. Esto me da derecho a que se me crea<br />
cuando proclamo mi simpatía y admiración hacia el gran pueblo estadounidense, y que pondré<br />
cada día mayor empeño en llegar con él a una completa inteligencia, lo mismo que con todas las<br />
31
Naciones Unidas, con las cuales la Argentina ha de colaborar lealmente, pero desde un plano de<br />
igualdad. De ahí a mi oposición tenaz a las intervenciones pretendidas por el señor Braden<br />
embajador y por el señor Braden secretario adjunto, de ejecutar en la Argentina sus habilidades<br />
para dirigir la política y la economía de naciones que no son las suyas.<br />
Entremos, pues, al fondo de la cuestión; empezaré por decir que el tenor de las declaraciones<br />
publicadas en los Estados Unidos de Norte América, corresponde exactamente al de los<br />
conceptos vertidos por mí. He dicho entonces y lo repito ahora, que el contubernio<br />
oligárquicomunista, no quiere las elecciones; he dicho también, y lo reafirmo, que el contubernio<br />
trae al país armas de contrabando; rechazo que en mis declaraciones exista imputación alguna de<br />
contrabando a la Embajada de Estados Unidos; reitero, en cambio, con toda energía, que esa<br />
representación diplomática o más exactamente el señor Braden, se hallan complicados en el<br />
contubernio, y más aún, denuncio al pueblo de mi Patria que el señor Braden es el inspirador,<br />
creador, organizador y jefe verdadero de la Unión Democrática.<br />
Cuando el señor Braden llegó a nuestro país ostentando la representación diplomática del suyo, la<br />
situación era la siguiente: después de un largo e injusto aislamiento que ningún argentino sensato<br />
pudo jamás aceptar como justo, la República Argentina fue incorporada al seno de las Naciones<br />
Unidas. Suscribió todos los pactos, y con la rectitud que caracteriza su vida de relación<br />
internacional, inició el cumplimiento estricto de las obligaciones contraidas. Como corolario de la<br />
nueva situación y a fin de darle expresión concreta y efectiva, llegó hasta nosotros de los Estados<br />
Unidos la misión Warren.<br />
En una estada breve pero eficaz, esta misión concertó diversos acuerdos con nosotros, acuerdos<br />
políticos, económicos y militares, cuya ejecución había de beneficiar a ambos países, dentro de un<br />
plan de mutuo respeto y beneficio común.<br />
Cuando el gobierno de la Nación se disponía a dar cumplimiento a cada una de las obligaciones<br />
estipuladas; cuando se preparaban los embarques de lino a cambio de combustibles que<br />
debíamos recibir y que el país necesitaba urgentemente; cuando se creía que el oro bloqueado en<br />
los Estados Unidos podría ser repatriado; cuando, en fin, las dos naciones se disponían a olvidar<br />
resentimientos, eliminar malentendidos, reanudar las corrientes culturales y comerciales que<br />
fueron tradición en el pasado, todo en una atmósfera de comprensión y cooperación recíproca,<br />
llega al país el señor Braden, nuevo embajador de los Estados Unidos de Norte América. Como<br />
primera medida, el señor Braden anula todos los convenios a que se había arribado con la misión<br />
Warren.<br />
El señor Braden, quebrando toda la tradición diplomática, toma partido a favor de nuestros<br />
adversarios, vuelca su poder, que no le es propio, en favor de los enemigos de la nacionalidad y<br />
declara abiertamente la guerra a la revolución, pronunciando un discurso en Rosario que llena de<br />
asombro, estupor e inquietud a nuestro país, y a todas las naciones latinoamericanas. A partir de<br />
ese momento, se suceden los discursos y las declaraciones, y el embajador Braden, sin<br />
despojarse de su investidura, se convierte en el jefe omnipotente e indiscutido de la oposición, a la<br />
que alienta, organiza, ordena y conduce con mano firme y oculto desprecio.<br />
El pueblo argentino, el auténtico pueblo de la Patria, repudia esa intromisión inconcebible, y su<br />
indignación desborda y supera largamente la alegría enfermiza de los qeu se alinean presurosos<br />
en las filas del señor Braden. Los viejos políticos venales recogen sus palabras y hacen con ellas<br />
sus muletas, se sienten redimidos y perdonados, sin darse cuenta que son ahora más miserables<br />
aún, afiliados y subordinados al extranjero, dentro de los propios confines patrios.<br />
El señor Braden revela muy pronto la razón de sus agresiones al gobierno de la revolución, y a mí<br />
en particular; es que él quiere implantar en nuestro país un gobierno propio, un gobierno títere, y<br />
para ello ha comenzado por asegurarse el concurso de todos los "quislings" disponibles. El señor<br />
Braden, para facilitar su acción, subordina a la prensa y a todos los medios de expresión del<br />
pensamiento; se asegura por métodos propios el apoyo de los círculos universitarios, sociales y<br />
económicos, descollando su extraordinaria habilidad de sometimiento en el campo de la política.<br />
Naturalmente, de la política depuesta por la revolución del 4 de Junio.<br />
Logrado su primer paso en la realización del plan denunciado, o sea la unión compacta de todos<br />
los enemigos de la revolución, y más especialmente la de mis adversarios, el señor Braden creyó<br />
oportuno y conveniente para múltiples fines pasar revista a su pequeño ejército de traidores. No<br />
encontró para ello mejor que organizar la Marcha de la Constitución y la Libertad, la que se llevó a<br />
32
efecto después de vencer el ex embajador muchas trabas y dificultades.<br />
El señor Braden, en su afán de asegurarse la constitución de un gobierno propio en la Argentina,<br />
pactó aquí con todo y con todos, concedió su amistad a conservadores, radicales y socialistas; a<br />
comunistas, demócratas y progresistas y pronazis; y junto a todos ellos, extendió su mano a los<br />
detritos que la revolución fue arrojando en su seno en sus hondos procesos depuradores. El ex<br />
embajador sólo exigía, para brindar su poderosa amistad, una bien probada declaración de odio<br />
hacia mi humilde persona.<br />
Los discursos, declaraciones y actos del señor Braden, tanto durante su gestión al frente de la<br />
Embajada de los Estados Unidos como en sus funciones actuales, prueban de manera irrefutable<br />
su activa, profunda e insolente intervención en la política interna de nuestro país. He dicho ya en<br />
otras ocasiones, que las nuevas condiciones imperantes en el mundo han creado una<br />
interdependencia entre todos los países de la tierra; pero he fijado el alcance de esa<br />
interdependencia a lo económico, sosteniendo el derecho de cada nación a adoptar la filosofía<br />
político-social más de acuerdo con sus costumbres, su religión, posición geográfica y<br />
circunstancias históricas, si es que en verdad se quiere subsistir con la dignidad y jerarquía del<br />
Estado soberano.<br />
Declaro que la intromisión del señor Braden en nuestros asuntos, hasta el extremo de crear,<br />
alentar y dirigir un conglomerado político adicto, no puede contar con el apoyo del pueblo y del<br />
gobierno de los Estados Unidos. El presidente Truman ha expresado recientemente que todos los<br />
pueblos capaces tienen el derecho de elegir sus propios gobiernos. El Senado de los Estados<br />
Unidos, al aprobar el nombramiento del señor Braden para su cargo actual, estableció<br />
expresamente que no podría intervenir en las cuestiones de los países latinoamericanos sin previa<br />
consulta. El mismo gobierno aludido reiteró hace poco la prohibición de intervenir en política de<br />
otros países a los hombres de negocios norteamericanos. El propio señor Braden alterna sus<br />
amenazas de intervención económica y militar con protestas de no intervencionismo.<br />
Una de las consecuencias más graves de la beligerancia del señor Braden con respecto al<br />
gobierno de la revolución, fue la nulidad de los convenios a que se había arribado con la misión<br />
Warren, y de los que tanto los Estados Unidos como la Argentina esperaban beneficios recíprocos.<br />
El ex embajador, después de anular los convenios mencionados, no sólo no hizo ninguna tentativa<br />
para reemplazarlos por otros nuevos, sino que se resistió a tratar la cuestión todas las veces que<br />
lo insté a ello. Es que así, naturalmente, el señor Braden creaba más y más dificultades al<br />
gobierno al cual yo pertenecía.<br />
<strong>La</strong> permanencia del señor Braden en nuestro país se caracterizó, pues, por su intromisión en<br />
nuestros asuntos; por haber dado forma, aliento y directivas al amorfo organismo político que nos<br />
enfrenta; por haber desprestigiado implacable y sistemáticamente a la revolución del 4 de Junio, a<br />
sus hombres y a mí en particular, y por último, por haber brindado su amistad a todos los<br />
enemigos del movimiento renovador del 4 de Junio, sin importarle para nada su filiación política e<br />
ideológica.<br />
En nombre del señor Braden, cuando actuaba como embajador en nuestro país, alguien<br />
suficientemente autorizado expresó que yo jamás sería presidente de los argentinos y que aquí,<br />
en nuestra Patria, en nuestra Patria, no podría existir ningún gobierno que se opusiese a las ideas<br />
de los Estados Unidos.<br />
Ahora yo pregunto: ¿Para qué quiere el señor Braden contar en la Argentina con un gobierno<br />
adicto y obsecuente? ¿Es acaso porque pretende repetir en nuestro país su fracasada intentona<br />
de Cuba, en donde, como es público y notorio, quiso herir de muerte la industria y llegó incluso a<br />
amenazar y a coaccionar la prensa libre que lo denunciaba?<br />
Si, por un designio fatal del destino, triunfaran las fuerzas represivas de la represión, organizadas,<br />
alentadas y dirigidas por Spruille Braden, será una realidad terrible para los trabajadores<br />
argentinos la situación de angustia, miseria y oprobio que el mencionado ex embajador pretendió<br />
imponer, sin éxito, al pueblo cubano.<br />
En consecuencia, sepan quienes voten el 24 por la fórmula del contubernio oligárquico-comunista,<br />
que con ese acto entregan, sencillamente, su voto al señor Braden. <strong>La</strong> disyuntiva, en esta hora<br />
trascendental, es ésta: O Braden, o Perón. Por eso, glosando la inmortal frase de Roque Sáenz<br />
Peña, digo: "Sepa el pueblo votar".<br />
33
Asamblea Constituyente Reformadora - 27 de Enero de 1949<br />
Señores Convencionales Constituyentes:<br />
En la historia de todos los pueblos hay momentos brillantes cuyas fechas se celebran año tras año<br />
y en las cuales se establecen los principios y despiertan los valores que los acompañaron en su<br />
vida de Nación; tales fueron entre nosotros la Revolución de Mayo y su trascendencia americana<br />
impulsada por nuestros generales y por nuestros soldados. Están unidas estas fechas al<br />
entusiasmo popular que les otorga siempre un matiz de espontaneidad propicio para cantar el<br />
triunfo o la derrota. Son las horas solemnes que gestan la historia, son los momentos brillantes<br />
que cantan los poetas y declaman los políticos, son las horas de exaltación y de triunfo.<br />
Hay otras épocas en que, calladamente, los países se organizan sobre sólidos cimientos. Se las<br />
puede llamar épocas de transición, porque siempre señalan la decadencia de una era y el<br />
comienzo de otra. Pero no es esa su mayor importancia, sino que en realidad, en tales momentos,<br />
se extraen conclusiones y recapitulan los resultados de los hechos precedentes para poder aplicar<br />
unos y otros al porvenir. El entusiasmo cede su puesto a la serena reflexión, porque es necesario<br />
abstraer y clasificar para poder organizar y constituir. El resultado no depende de la fuerza ni del<br />
ingenio, sino del buen criterio y la imparcialidad de los hombres.<br />
Dios no ha sido avaro con el pueblo argentino. Hemos saboreado los momentos de emoción<br />
exaltada y gustado las horas tranquilas de cimentación jurídica.<br />
<strong>La</strong> cruzada emancipadora y la era constituyente son altísimos exponentes de la creación heroica y<br />
de la fundación jurídica.<br />
El genio tutelar<br />
Permitidme que después de agradecer la invitación que me habéis hecho de asistir a este acto tan<br />
trascendental para la vida de la República, eleve mi corazón y mi pensamiento hacia las regiones<br />
inmarcesibles, donde mora el genio tutelar de los argentinos, el general San Martín.<br />
San Martín es el héroe máximo, héroe entre los héroes y Padre de la Patria. Sin él se hubieran<br />
diluido los esfuerzos de los patriotas y quizás no hubiera existido el aglutinante que dio nueva<br />
conformación al continente americano. Fue el creador de nuestra nacionalidad y el libertador de<br />
pueblos hermanos. Para él sea nuestra perpetua devoción y agradecimiento. Los Constituyentes<br />
del 53 habían padecido ya las consecuencias de la desorganización, de la arbitrariedad y de la<br />
anarquía. <strong>La</strong> Generación del 53 era la sucesora de aquella de la Independencia, la heroica. Más<br />
que la estrategia de los campos de batalla tenía presente la obscura lucha civil; más que los<br />
cabildos populares, la desorganización política y el abandono de las artes y de los campos. Había<br />
visto de cerca la miseria, la sangre y el caos; pero debía elevarse apoyándose en el pasado para<br />
ver, más allá del presente, la grandeza del futuro; y más aún, tenía que sobreponerse a la<br />
influencia extranjera, ahondar en el modo de ser del país para no caer en la imitación de leyes<br />
foráneas. Hubo de liberarse de la intransigencia de los círculos cerrados y de los resabios<br />
coloniales, para que la Constitución no fuera a la zaga de las de su tiempo.<br />
Augustos diputados de la Nación nombró Urquiza a los del Congreso Constituyente, y no<br />
estuvieron por debajo de ese adjetivo; reconstruyeron la Patria; terminaron con las luchas y<br />
unieron indisolublemente al pueblo y a la soberanía, renunciando a todo interés que estuviera por<br />
debajo del bienestar de la Nación.<br />
De esta manera se elaboró nuestra Carta Magna, no sólo para legislar sino para organizar,<br />
defender y unir a la Argentina.<br />
Los nuevos tiempos<br />
<strong>La</strong> evolución de los pueblos, el simple transcurso de los tiempos, cambian y desnaturalizan el<br />
sentido de la legislación dictada para los hombres de una época determinada. Cerrar el paso a<br />
nuevos conceptos, nuevas ideas, nuevas formas de vida, equivale a condenar a la humanidad a la<br />
ruina y al estancamiento. Al pueblo no pueden cerrársele los caminos de la reforma gradual de sus<br />
leyes; no puede impedírsele que exteriorice su modo de pensar y de sentir y los incorpore a los<br />
cuerpos fundamentales de su legislación. No podía el pueblo argentino permanecer impasible ante<br />
la evolución que las ideas han experimentado de cien años acá. Mucho menos podía tolerar que<br />
la persona humana que el caballero que cada pecho criollo lleva dentro, permaneciera a merced<br />
de los explotadores de su trabajo y de los conculcadores de su conciencia. Y el límite de todas las<br />
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tolerancias fue rebasando cuando se dio cuenta que las actitudes negativas de todos los poderes<br />
del Estado conducían a todo el pueblo de la Nación Argentina al escepticismo y a la postración<br />
moral, desvinculándolo de la cosa pública.<br />
El derecho a la revolución<br />
<strong>La</strong>s fuerzas armadas de la Nación, intérpretes del clamor del pueblo, sin rehuir la responsabilidad<br />
que asumían ante el pueblo mismo y ante la <strong>Historia</strong>, el 4 de junio de 1943, derribaron cuanto<br />
significaba una renuncia a la verdadera libertad, a la auténtica fraternidad de los argentinos.<br />
<strong>La</strong> Constitución conculcada, las leyes incumplidas o hechas a medida de los intereses contrarios a<br />
la Patria; las instituciones políticas y la organización económica al servicio del capitalismo<br />
internacional; los ciudadanos burlados en sus más elementales derechos cívicos; los trabajadores<br />
a merced de las arbitrariedades de quienes obraban con la impunidad que les aseguraban los<br />
gobiernos complacientes. Este es el cuadro que refleja vivamente la situación al producirse el<br />
movimiento militar de 1943.<br />
No es de extrañar que el pueblo acompañara a quienes, interpretándole, derrocaban el régimen<br />
que permitía tales abusos.<br />
Por eso decía que no pueden cerrárseles los caminos de la reforma gradual y del<br />
perfeccionamiento de los instrumentos de gobierno que permiten y aun impulsan un constante<br />
progreso de los ciudadanos y un ulterior perfeccionamiento de los resortes políticos.<br />
Cuando se cierra el camino de la reforma legal nace el derecho de los pueblos a una revolución<br />
legítima.<br />
<strong>La</strong> historia nos enseña que esta revolución legítima es siempre triunfante. No es la asonada ni el<br />
motín ni el cuartelazo; es la voz, la conciencia y la fuerza del pueblo oprimido que salta o rompe la<br />
valla que le oprime. No es la obra del egoísmo y de la maldad. <strong>La</strong> revolución en estos casos es<br />
legítima, precisamente porque derriba el egoísmo y la maldad. No cayeron éstos pulverizados el 4<br />
de junio. Agazapados, aguardaron el momento propicio para recuperar las posiciones perdidas.<br />
Pero el pueblo, esta vez, el pueblo solo, supo enterrarlos definitivamente el 17 de octubre.<br />
<strong>La</strong> justicia social<br />
Y desde entonces, la justicia social que el pueblo anhelaba, comenzó a lucir en todo su esplendor.<br />
Paulatinamente llega a todos los rincones de la Patria, y sólo los retrógrados y malvados se<br />
oponen al bienestar de quienes antes tenían todas las obligaciones y se les negaban todos los<br />
derechos.<br />
Afirmada la personalidad humana del ciudadano anónimo, aventada la dominación que fuerzas<br />
ajenas a las de la soberanía de nuestra Patria ejercían sobre la primera de nuestras fuentes de<br />
riqueza, es decir, sobre nuestros trabajadores y sobre nuestra economía; revelada de nuevo el<br />
ansia popular de vivir una vida libre y propia, se patentizó en las urnas el deseo de terminar para<br />
siempre y el afán de evitar el retorno de las malas prácticas y malos ejemplos que impedían el<br />
normal desarrollo de la vida argentina, por cauces de legalidad y de concordia.<br />
El clamor popular que acompañó serenamente a las fuerzas armadas el 4 de junio y estalló<br />
pujante el 17 de octubre, se impuso, solemne, el 24 de febrero.<br />
Tres fechas próximas a nosotros, cuyo significado se proyecta hacia el futuro, y cuyo eco parece<br />
percibirse en las generaciones del porvenir. <strong>La</strong> primera señala que las fuerzas armadas respaldan<br />
los nobles deseos y elevados ideales del pueblo argentino; la segunda, representa la fuerza quieta<br />
y avasalladora de los pechos argentinos decididos a ser muralla para defender la ciudadela de sus<br />
derechos o ariete para derribar los muros de la opresión; y en la última, resplandece la conjunción<br />
armónica, la síntesis maravillosa y el sueño inalcanzado aún por muchas democracias de imponer<br />
la voluntad revolucionaria en las urnas, bajo la garantía de que la libre conciencia del pueblo sería<br />
respaldada por las armas de la Patria.<br />
<strong>La</strong> gran tarea<br />
Desde este punto y hora comenzó para la Argentina la tarea de su reconstrucción política,<br />
económica y social. Comenzó la tarea de destruir todo aquello que no se ajusta al nuevo estado<br />
de la conciencia jurídica expresada tan elocuentemente en las jornadas referidas y confirmada<br />
cada vez que ha sido consultada la voluntad popular. Podemos afirmar que hoy el pueblo<br />
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argentino vive la vida que anhelaba vivir.<br />
No hubiéramos reparado en nada si para devolver su verdadera vida al pueblo argentino hubiera<br />
sido preciso transformar radicalmente la estructura del Estado; pero, por fortuna, los próceres que<br />
nos dieron honor, Patria y bandera, y los que más tarde estructuraron los basamentos jurídicos de<br />
nuestras instituciones, marcaron la senda que indefectiblemente debe seguirse para interpretar el<br />
sentimiento argentino y conducirlo con paso firme hacia sus grandes destinos. Esta senda no es<br />
otra que la libertad individual, base de la soberanía; pero ha de cuidarse que el abuso de la<br />
libertad individual no lesione la libertad de otros y que la soberanía no se limite a lo político, sino<br />
que se extienda a lo económico o, más claramente dicho, que para ser libres y soberanos no<br />
debemos respetar la libertad de quienes la usen para hacernos esclavos o siervos.<br />
Por el instinto de conservación individual y colectivo, por el sagrado deber de defender al<br />
ciudadano y a la Patria, no debemos quedar indefensos ante cualquiera que alardeando de su<br />
derecho a la libertad quiera atentar contra nuestras libertades. Quien tal pretendiera tendrá que<br />
chocar con la muralla que le opondrán todos los corazones argentinos.<br />
Hasta el momento actual, sólo se habían enunciado los problemas que debían solucionarse de<br />
acuerdo a la transformación que el pueblo argentino desea. Ahora, la representación de la<br />
voluntad general del pueblo argentino ha manifestado lo que contiene esta voluntad y a fe que no<br />
es mucho. Yo, que he vivido con el oído puesto sobre el corazón del pueblo, auscultando sus más<br />
mínimos latidos, que me he enardecido con la aceleración de sus palpitaciones y abatido con sus<br />
desmayos, podría concretar las aspiraciones argentinas diciendo que lo que el pueblo argentino<br />
desea es no tolerar ultrajes de fuera, ni de dentro, ni admitir vasallaje político ni económico; vivir<br />
en paz con todo el mundo, respetar la libertad de los demás, a condición de que nos respeten la<br />
propia; eliminar las injusticias sociales, amar a la Patria y defender nuestra bandera hasta nuestro<br />
último aliento.<br />
Convencido como estoy de que estos son los ideales que encarnan los convencionales aquí<br />
reunidos, permitidme que exprese la emoción profunda que me ha producido ver, que para<br />
precisar el alcance de anhelo de los Constituyentes del 53 el Partido <strong>Peron</strong>ista haya acordado<br />
ratificar en el Preámbulo de la Carta Magna de los argentinos, la decisión irrevocable de constituir<br />
lo que siempre he soñado: una Nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente<br />
soberana.<br />
Con la mano puesta sobre el corazón, creo que este es el sueño íntimo e insobornable de todos<br />
los argentinos; de los que me siguen y de los que no tengo la fortuna de verles a mi lado.<br />
<strong>La</strong>s reformas<br />
Con las reformas proyectadas por el Partido <strong>Peron</strong>ista, la Constitución adquiere la consistencia de<br />
que hoy está necesitada. Hemos rasgado el viejo papelerío declamatorio que el siglo pasado nos<br />
transmitió; con sobriedad espartana escribimos nuestro corto mensaje a la posteridad, reflejo de la<br />
época que vivimos y consecuencia lógica de las desviaciones que habían experimentado los<br />
términos usados en 1853.<br />
El progreso social y económico y las regresiones políticas que el mundo ha registrado en los<br />
últimos cien años, han creado necesidades ineludibles; no atenderlas proveyendo a lo que<br />
corresponda, equivale a derogar los términos en que fue concebida por sus autores.<br />
¿Podían imaginar los Constituyentes del 53 que la civilización retrocediera hasta el salvajismo que<br />
hemos conocido en las guerras y revoluciones del siglo XX? ¿Imaginaron los bombardeos de<br />
ciudades abiertas o los campos de concentración, las brigadas de choque, el fusilamiento de<br />
prisioneros, las mil violaciones al derecho de gentes, los atentados a las personas y los<br />
vejámenes a los países que a diario vemos en esta posguerra interminable? Nada de ello era<br />
concebible. Hoy nos parece una pesadilla, y los argentinos no queremos que estos hechos<br />
amargos se puedan producir en nuestra Patria. Aún más: deseamos que no vuelvan a ocurrir en<br />
ningún lugar del mundo. ¡Anhelamos que la Argentina sea el reducto de las verdaderas libertades<br />
de los hombres y la Constitución su imbatible parapeto!<br />
Orden interno<br />
En el orden interno, ¿podían imaginarse los Convencionales del 53 que la igualdad garantizada<br />
por la Constitución llevaría a la creación de entes poderosos, con medios superiores a los propios<br />
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del Estado? ¿Creyeron que estas organizaciones internacionales del oro se enfrentarían con el<br />
Estado y se negarían a sojuzgarle y a extraer las riquezas del país? ¿Pensaron siquiera que los<br />
habitantes del suelo argentino serían reducidos a la condición de parias obligándoles a formar una<br />
clase social pobre, miserable y privada de todos los derechos, de todos los bienes, de todas las<br />
ilusiones y de todas las esperanzas? ¿Pensaron que la máquina electoral montada por los que se<br />
apropiaron de los resortes del poder llegaría a poner la libertad de los ciudadanos a merced del<br />
caudillo político, del "patrón" o del "amo", que contaba su "poderío electoral" por el número de<br />
conciencias impedidas de manifestarse libremente?<br />
Hay que tener el valor de reconocer cuándo un principio aceptado como inmutable pierde su<br />
actualidad. Aunque se apoye en la tradición, en el derecho o en la ciencia, debe declararse<br />
caduco tan pronto lo reclame la conciencia del pueblo. Mantener un principio que ha perdido su<br />
virtualidad, equivale a sostener una ficción.<br />
Con las reformas propiciadas pretendemos correr definitivamente un tupido velo sobre las<br />
ficciones que los argentinos de nuestra generación hemos tenido que vivir. Deseamos que se<br />
desvanezca el reino de las tinieblas y de los engaños. Aspiramos a que la Argentina pueda vivir<br />
una vida real y verdadera. Pero esto sólo puede alcanzarse si la Constitución garantiza la<br />
existencia perdurable de una democracia verdadera y real.<br />
El ideal revolucionario<br />
<strong>La</strong> demostración más evidente de que la conquista de nuestras aspiraciones va por buen camino<br />
la ofrece el hecho de que se reúne el Congreso Nacional Constituyente después de transcurridos<br />
más de cinco años y medio del golpe de fuerza que derribó el último gobierno oligárquico. <strong>La</strong><br />
acción revolucionaria no hubiera resistido los embates de la pasión, de la maldad y de odio si no<br />
hubiese seguido la trayectoria inicial que dio impulso y sentido al movimiento. <strong>La</strong> idea<br />
revolucionaria no hubiera podido concretarse en un molde constitucional de no haber podido<br />
resistir las críticas, los embates y el desgaste propios de los principios cuando chocan con los<br />
escollos que diariamente salen al paso del gobernante. Los principios de la revolución no se<br />
hubieran mantenido si no hubiesen sido el fiel reflejo del sentimiento argentino.<br />
Muy profunda ha de ser la huella impresa en la conciencia nacional por los principios que rigen<br />
nuestro movimiento cuando en la última consulta electoral el pueblo los ha consagrado<br />
otorgándoles amplios poderes reformadores. Y de esta Asamblea que hoy inicia su labor<br />
constructiva debe salir el edificio que la Nación entera aguarda para alojar dignamente el mundo<br />
de ilusiones y esperanzas que sus auténticos intérpretes le han hecho concebir.<br />
En este momento se agolpan en mi mente las quimeras de nuestros próceres y las inquietudes de<br />
nuestro pueblo. Los episodios que han jalonado nuestra historia. <strong>La</strong> lucha titánica desarrollada en<br />
los casi ciento treinta y nueve años transcurridos desde el alumbramiento de nuestra Patria. <strong>La</strong><br />
emancipación, los primeros pasos para organizarse, las discordias civiles, la estructuración<br />
política, los anhelos de independencia total, la entrega a los intereses foráneos, la desesperación<br />
del pueblo al verse sojuzgado económicamente y el último esfuerzo realizado por romper toda<br />
atadura que nos humillara y toda genuflexión que nos ofendiera.<br />
Todo esto desfila por mi mente y golpea mi corazón con igual ímpetu que percute y exalta vuestro<br />
espíritu. Y pienso en los fútiles subterfugios que se han opuesto a las reformas proyectadas. Y veo<br />
tan deleznables los motivos y tan envueltas en tinieblas las sinrazones, que ratifico, como<br />
seguramente vosotros ratificáis en el altar sagrado de vuestra conciencia, los elevados principios<br />
en que las reformas se inspiran y las serenas normas que concretan sus preceptos.<br />
Y consciente de la responsabilidad que a esta Magna Asamblea alcanza, os exhorto a que ningún<br />
sórdido interés enturbie vuestro espíritu y ningún móvil mezquino desvíe vuestro derrotero. Que<br />
salga limpia y pura la voluntad nacional. ¡Así añadiréis un galardón más de gloria a nuestra Patria!<br />
Interés supremo de la Patria<br />
En los grandes rasgos de las reformas proyectadas por el Partido <strong>Peron</strong>ista, se perfila clara la<br />
voluntad ciudadana que ha empujado nuestros actos.<br />
Cuando al crearse la Secretaría de Trabajo y Previsión se inició definitivamente la era de la<br />
política social, las masas obreras argentinas siguieron esperanzadamente la cruzada redentora<br />
que de tanto tiempo atrás anhelaban. Vieron claro el camino que debía recorrerse. En el discurso<br />
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del día 2 de diciembre de 1943 afirmaba que "por encima de preceptos casuísticos, que la<br />
realidad puede tornar caducos el día de mañana, está la declaración de los altísimos principios de<br />
colaboración social". El objeto que con ello perseguía era: robustecer los vínculos de solidaridad<br />
humana, incrementar el progreso de la economía nacional, fomentar el acceso a la propiedad<br />
privada, acrecer la producción en todas sus manifestaciones y defender al trabajador mejorando<br />
sus condiciones de trabajo y de vida.<br />
Al volver la vista atrás y examinar el camino recorrido desde que tales palabras fueron<br />
pronunciadas, no puedo menos que preguntar a los esforzados hombres de trabajo de mi Patria<br />
entera si, a pesar de todos los obstáculos que se han opuesto al logro de mis aspiraciones he<br />
logrado o no lo que me proponía alcanzar.<br />
Y cotejando este programa mínimo, esbozo de la primera hora, cuando era tan fácil prometer sin<br />
tasa ni medida, ¿no es cierto que se nota una completa analogía con los rasgos esenciales de la<br />
reforma que el peronismo lleva al Congreso Constituyente? <strong>La</strong> mesura con que Dios guió mis<br />
primeros pasos es equiparable a la prudencia que inspira las reformas proyectadas.<br />
Si así no hubiera sido, tened la absoluta certeza, de que, como jefe del partido, no hubiera<br />
consentido que se formularan. En toda mi vida política he sostenido que no dejaré prevalecer una<br />
decisión del partido que pueda lesionar en lo más mínimo el interés supremo de la Patria. Creed<br />
que esta afirmación responde al más íntimo convencimiento de mi alma, y que fervientemente<br />
pido a Dios que mientras viva me lo mantenga.<br />
Había pensado en la conveniencia de presentar ante Vuestra Honorabilidad el comentario de las<br />
reformas que aparecen en el anteproyecto elaborado por el Partido <strong>Peron</strong>ista. Desisto, sin<br />
embargo, de la idea porque exigiría un tiempo excesivo. Por otra parte, la explicación se<br />
encuentra sintetizada en el propio anteproyecto y desarrollada ampliamente por mí en un discurso<br />
que ha tenido amplia difusión.<br />
<strong>La</strong> presencia de los pueblos<br />
Señores: <strong>La</strong> comunidad nacional como fenómeno de masas aparece en las postrimerías de la<br />
democracia liberal. Ha desbordado los límites del ágora política ocupada por unas minorías<br />
incapaces de comprender la novedad de los cambios sociales de nuestros días. El siglo XIX<br />
descubrió la libertad, pero no pudo idear que ésta tendría que ser ofrecida de un modo general, y<br />
que para ello era absolutamente imprescindible la igualdad de su disfrute.<br />
Cada siglo tiene su conquista, y a la altura del actual debemos reconocer que así como el pasado<br />
se limitó a obtener la libertad, el nuestro debe proponerse la justicia.<br />
El contenido de los conceptos Nación, sociedad y voluntad nacional no era antes lo que es en la<br />
actualidad. Era una fuerza pasiva; era el sujeto silencioso y anónimo de veinte siglos de dolorosa<br />
evolución. Cuando este sujeto silencioso y anónimo surge como una masa, las ideas viejas se<br />
vuelven aleatorias, la organización política tradicional tambalea. Ya no es posible mantener la<br />
estructuración del Estado en una rotación entre conservadores y liberales.<br />
Ya no es posible limitar la función pública a la mera misión del Estado-gendarme. No basta ya con<br />
administrar: es imprescindible comprender y actuar. Es menester unir; es preciso crear.<br />
Cuando esa masa planta sus aspiraciones, los clásicos partidos turnantes averiguan que su<br />
dispositivo no estaba preparado para una demanda semejante. Cuando la democracia liberal<br />
divisa al hombre al pie de su instrumento de trabajo, advierte que no había calculado sus<br />
problemas, que no había contado con él, y, lo que es más significativo, que en lo futuro ya no se<br />
podrá prescindir del trabajador.<br />
Lo que los pueblos avanzan en el camino político, puede ser desandado en un día. Puede<br />
desviarse, rectificarse o perderse lo que en el terreno económico se avanza. Pero lo que en el<br />
terreno social se adelante, esto no retrocede jamás.<br />
Democracia social<br />
Y la democracia liberal, flexible en sus instituciones para retrocesos y discreteos políticos y<br />
económicos, no era igualmente flexible para los problemas sociales; y la sociedad burguesa, al<br />
romper sus líneas ha mostrado el espectáculo impresionante de los pueblos puestos de pie para<br />
medir la magnitud de su presencia, el volumen de su clamor, la justicia de sus aspiraciones.<br />
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A la expectación popular sucede el descontento. <strong>La</strong> esperanza en la acción de las leyes se<br />
transforma en resentimiento si aquéllas toleran la injusticia. El Estado asiste impotente a una<br />
creciente pérdida de prestigio. Sus instituciones le impiden tomar medidas adecuadas y se<br />
manifiesta el divorcio entre su fisonomía y la de la Nación que dice representar.<br />
A la pérdida de prestigio sucede la ineficacia, y, a ésta, la amenaza de rebelión, porque si la<br />
sociedad no halla en el poder el instrumento de su felicidad, labra en la intemperie el instrumento<br />
de la subversión.<br />
¡Esto es el signo de la crisis!<br />
El caso de los absolutismos abrió a las iniciativas amplio cauce; pero las iniciativas no regularían<br />
por sí mismas los objetivos colectivos, sino los privados.<br />
Mientras se fundaban los grandes capitalismos, el pueblo permaneció aislado y expectante.<br />
Después, frente la explotación, fortaleció su propio descontento.<br />
Hoy no es posible pensar organizarse sin el pueblo, ni organizar un Estado de minorías para<br />
entregar a unos pocos privilegiados la administración de la libertad. Esto quiere decir que de la<br />
democracia liberal hemos pasado a la democracia social.<br />
Nuestra preocupación no es tan sólo crear un ambiente favorable para que los más capaces o los<br />
mejor preparados labren su prosperidad, sino procurar el bienestar de todos. Junto al arado, sobre<br />
la tierra, en los talleres y en las fábricas, en el templo del trabajo, donde quiera que veamos al<br />
individuo que forma esas masas, al descamisado, que identifica entre nosotros nuestra orgullosa<br />
compresión del acontecimiento de nuestro siglo, se halla hoy también el Estado.<br />
Nuestro apoyo<br />
El Estado argentino de hoy tiene ahí puesta su atención y su preocupación. <strong>La</strong> felicidad y el<br />
bienestar de la masa son las garantías del orden, son el testimonio de que la primera consigna del<br />
principio de autoridad en nuestra época ha sido cumplida.<br />
Queden con su conciencia los que piensan que el problema puede solucionarse aprisionando con<br />
mano de hierro las justas protestas de la necesidad o los que quieren convertir la Nación en un<br />
rencoroso régimen de trabajos forzados sin compensaciones y sin alegrías.<br />
Nosotros creemos que la fe y la experiencia han iluminado nuestro pensamiento, para permitirnos<br />
extraer de esa crisis patética de la humanidad las enseñanzas necesarias.<br />
Esa masa, ese cuerpo social, ese descamisado que estremece con su presencia la mole<br />
envejecida de las organizaciones estatales que no han querido aún mortificarse ni progresar es,<br />
precisamente, nuestro apoyo, es la causa de nuestros trabajos, es nuestra gran esperanza. Y esto<br />
es lo que da, precisamente, tono, matiz y sentido a nuestra democracia social.<br />
Perfeccionar la libertad<br />
Señores: Estamos en este recinto unidos espiritualmente en el gran anhelo de perfeccionar la<br />
magna idea de libertad, que las desviaciones de la democracia liberal y su alejamiento de lo<br />
humano hicieron imposible.<br />
Cuando el mundo vive horas de dolorosa inquietud, nos enorgullece observar que lo que impulsa y<br />
anima nuestra acción es la comunidad nacional esperanzada. Conscientes de la trascendencia del<br />
momento, del signo decisivo de esa época en que nos hallamos, queremos hacernos dignos de su<br />
confianza.<br />
Señores Convencionales: Termino mis palabras con las que empieza y seguirá empezando<br />
nuestra Constitución: ¡Invoco a Dios, fuente de toda razón y justicia, para que os dé el acierto que<br />
los argentinos esperamos y que la Patria necesita!<br />
Día del Trabajador (Plaza de Mayo) - 1º de Mayo de 1949<br />
Queridos compañeros:<br />
Un nuevo Primero de Mayo nos encuentra reunidos a los que luchamos por hacer de nuestra<br />
hermosa tierra argentina una Nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente<br />
soberana.<br />
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Desfilan por nuestra imaginación y por nuestro recuerdo los días vividos a través de las etapas<br />
reivindicatorias de la Patria que comenzaron en junio de 1943.<br />
Primero, las reformas que fueron como la iniciación y la siembra de la simiente que había de<br />
cristalizar y florecer a lo largo de la trabajo y sudor argentino.<br />
Después, el gobierno, nuestro gobierno, el gobierno del pueblo, el gobierno de los descamisados,<br />
el gobierno de los pobres, de los que tienen hambre y sed de justicia. Por eso, en esta plaza, la<br />
histórica, Plaza de Mayo de todas nuestras epopeyas, han latido al unísono amalgamados en un<br />
solo haz todos los corazones humildes que por ser humildes son honrados, son leales y son<br />
sinceros.<br />
Después, la Constitución; la Constitución justicialista, que ha hecho de la tierra argentina una<br />
Patria sin privilegios y sin escarnios; que ha hecho del pueblo argentino un pueblo unido, un<br />
pueblo que sirve al ideal de una nueva Argentina, como no la han servido jamás en nuestra<br />
historia.<br />
Esas tres etapas vividas por el pueblo argentino: la reforma, el gobierno y la constitución<br />
argentina, nos han dado un estado de justicia y un estado de dignidad y nosotros los<br />
transformaremos en un estado de trabajo.<br />
Se ha dicho que sin libertad no puede haber justicia social, y yo respondo que sin justicia social no<br />
puede haber libertad. Ustedes, compañeros, ha vivido la larga etapa de la tan mentada libertad de<br />
la oligarquía; y yo les pregunto, compañeros: si había antes libertad o la hay ahora. A los que<br />
afirman que hay libertad en los pueblos donde el trabajador está explotado, yo les contesto con las<br />
palabras de nuestros trabajadores: una hermosa libertad, la de morirse de hambre.<br />
Y a los que nos acusan de dictadores, he de decirles que la peor de todas las dictaduras es la de<br />
la fatua incapacidad de los gobernantes.<br />
Pero compañeros, cumplidas esas etapas, asegurada para los trabajadores argentinos la justicia<br />
social, y asegurada para el pueblo argentina la igualdad ante la Constitución y ante la ley,<br />
recordemos que nosotros, los gobernantes, ya hemos hecho todo lo que podíamos hacer para<br />
consolidar ese estado de cosas largamente ambicionado.<br />
<strong>La</strong> palabra, ahora, es del pueblo argentino. El debe mantener esa Constitución y hacerla cumplir, y<br />
guay del que intente atravesarse por los caminos de la obstrucción en la voluntad del pueblo.<br />
Vuelvo en este primero de mayo frente a los trabajadores argentinos, encontrándome en la<br />
posición más confortable en que puede estar un gobernante, cuya síntesis puede afirmarse al<br />
decir: he sido leal con mi pueblo y, Dios sea loado, mi pueblo a sido leal conmigo. Y al afirmar una<br />
vez más esta lealtad y esta sinceridad entre el gobierno de los trabajadores y el pueblo argentino,<br />
quiero recordar lo que tantas veces les he dicho desde la vieja Secretaría de Trabajo y Previsión:<br />
"Seamos unidos, porque estando nosotros unidos, somos invencibles, que la política no divida a<br />
los Sindicatos ni ponga a unos contra otros porque, el interés de todos es la causa gremial de los<br />
trabajadores por sobre todas las cosas. Para terminar, quiero que llegue a cada uno de los<br />
compañeros de los tres millones de kilómetros cuadrados de nuestra Patria, la persuasión<br />
absoluta de que el gobierno de los trabajadores que tengo el honor de encabezar, ha de seguir<br />
imperturbable, paso a paso el cumplimiento de todo su plan. Pueden tener la seguridad de que no<br />
hemos de descansar un minuto y que, con la ayuda de ustedes, que son los encargados de crear<br />
la grandeza y la riqueza de la Patria, organizaremos una perfecta justicia distributiva para que el<br />
pueblo sea cada vez más feliz y nuestra Patria más grande y más poderosa.<br />
Compañeros: a solicitud de los jóvenes que encabezan esta concentración he de acceder a un<br />
pedido y he de hacer, a mi vez; otro pedido a los trabajadores".<br />
(<strong>La</strong> muchedumbre grita: "Mañana es San Perón").<br />
Estoy de acuerdo, mañana es San Perón.<br />
"Ahora mi pedido: debemos reconquistar el tiempo que perdemos en las fiestas produciendo más.<br />
Y espero, compañeros, que antes de fin de año, controlando a los saboteadores, a las<br />
organizaciones patronales y poniendo cada uno la firme decisión de producir, podemos<br />
sobrepasar ese diez por ciento en que estamos por debajo de la producción en los actuales<br />
momentos. Y ahora, compañeros, agradeciéndoles esta maravillosa concentración de hombres y<br />
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de voluntades, agradeciéndoles todo el empeño patriótico que ustedes ponen en sus labores y en<br />
sus realizaciones, vamos a dar lugar a que los trabajadores puedan enorgullecerse viendo<br />
aparecer las flores de la belleza argentina para coronar a la Reina del Trabajo.<br />
Finalmente, compañeros, en este Primero de Mayo jubiloso en nuestra tierra, jubiloso para el<br />
pueblo argentino, les deseo a todos ustedes las mayores felicidades y las mayores alegrías en<br />
esta vida del rudo batallar diario".<br />
Mensaje a la Asamblea Legislativa - 1° de mayo de 1950<br />
Señores Senadores:<br />
Señores Diputados:<br />
Invocando la memoria del Gran Capitán vengo ante vuestra honorabilidad y ante el pueblo<br />
Argentino, a dar cuenta de los actos que he realizado como presidente de la Nación, durante el<br />
cuarto año de mi gobierno.<br />
Por eso he querido que este mensaje supere en sus caracteres generales, la extensión<br />
constitucional y sea no solamente la síntesis más o menos cronológica de un año de labor, sino<br />
más bien el íntimo examen de nuestra conciencia, que volviendo por sobre los caminos de todas<br />
las etapas que hemos recorrido, nos dice la exacta respuesta que debemos dar a la pregunta que<br />
nos formula, permanente y silenciosamente, nuestro jefe supremo, desde las alturas de su<br />
inmortalidad.<br />
El mejor homenaje que podamos rendir a su memoria será, sin duda, el de una respuesta positiva<br />
que casi con las mismas palabras que constituyen el alto ideal sanmartiniano, exprese con verdad<br />
y con austera dignidad ante su tumba centenaria: Somos lo que debemos ser. (Prolongados<br />
aplausos.)<br />
Este es el sentido del mensaje con que vengo a inaugurar este octogésimo cuarto período<br />
legislativo: examen de nuestra conciencia, balance de lo que somos, compulsa de lo que hemos<br />
logrado ser en relación con lo que prometimos al pueblo interpretando sus sueños y sus<br />
esperanzas; síntesis íntima que vaya respondiendo a través de toda esta memoria a los planteos<br />
básicos siguientes:<br />
¿Qué queríamos ser en 1946? ¿Qué somos en 1950?<br />
Y de esta manera podremos, sin duda, obtener la visión más clara de lo que aun nos falta ...para<br />
que de nosotros pueda decirse, después de nosotros, que cumplimos todo nuestro deber; como<br />
teníamos la obligación de cumplirlo: con patriotismo, con dignidad, con honradez y con amor.<br />
(Aplausos.)<br />
En el orden político nuestro movimiento tiene una finalidad básica desde sus instantes iniciales: la<br />
unidad nacional.<br />
Desde el mismo día de la revolución de junio, en la proclama que escribí con mi propia mano,<br />
expuse aquella finalidad que sigue siendo, a pesar de todas nuestras luchas, el alto ideal en cuyas<br />
aras todo lo ofrendamos: la unidad nacional.<br />
Decía en 1943: "Este postulado debe ser como la estrella polar para el pueblo argentino: la unión<br />
de todos, única razón de la grandeza de los pueblos; la unidad nacional, para que cuando sea<br />
necesario sufrir, suframos todos, y cuando sea necesario gozar, gocemos también todos."<br />
(Aplausos.)<br />
Desde 1943 hasta hoy, pasando por las horas más difíciles y los mayores obstáculos, el alto ideal<br />
se mantiene incólume en nuestro corazón, y es más fuerte su atracción a medida que vamos<br />
advirtiendo cómo el sueño de entonces se convierte en realidad. <strong>La</strong> unidad nacional no significa la<br />
unión de todos los habitantes de la Nación a la sombra de una sola bandera política. ¡Tal vez esto<br />
sea contrario a la unidad nacional!<br />
En cambio, la unidad nacional es la coincidencia fundamental de todos en orden a los principios<br />
esenciales que deben orientar la marcha de la Nación.<br />
Vale decir, que para lograr la unidad nacional, finalidad suprema de nuestro movimiento, debimos<br />
cumplir dos etapas sucesivas.<br />
41
<strong>La</strong> primera consistió en fijar los principios esenciales que debían orientar la conducta de nuestra<br />
Nación en los órdenes político, económico y social.<br />
<strong>La</strong> segunda etapa fue la de allanar todos los obstáculos que se oponían a la coincidencia de los<br />
argentinos en orden a aquellos principios esenciales.<br />
Para cumplir con las exigencias iniciales de la primera etapa fue menester crear una doctrina<br />
nacional. Y aunque la forma definitiva de esa doctrina ha requerido varios años de lucha y de<br />
trabajo, sus principios esenciales ya estaban perfectamente establecidos el día que iniciamos la<br />
reconquista del país... Esos mismos principios esenciales resplandecen ahora, como estrella polar<br />
de la Nación, en el preámbulo de su nueva Constitución Justicialistas... y ningún argentino bien<br />
nacido puede dejar de querer, sin renegar de su nombre de argentino, lo que nosotros queremos<br />
cuando afirmamos nuestra irrevocable decisión de constituir una Nación socialmente justa,<br />
económicamente libre y políticamente soberana. (Aplausos.)<br />
Podrá quedar tal vez, en nuestra tierra, algún antiguo explotador del trabajo humano que no pueda<br />
concebir una Nación Argentina socialmente justa; o algún astuto dirigente marxista a sueldo de<br />
intereses extraños a quien no le convenga nuestro justicialismo, porque le hemos hecho perder<br />
todos los argumentos que antes tenían; quedará quizá algún viejo de empresas extranjeras que<br />
añore las épocas de los Bemberg, cuando también se pagaba la traición...(los legisladores y el<br />
público de pie, aplauden) y que no quiera saber nada con esta nueva Argentina que nosotros<br />
proclamamos económicamente libre; y tal vez quede algún grupo de hombres sin patria y sin<br />
bandera que no pueda querer que seamos una Nación políticamente soberana desde <strong>La</strong> Quiaca<br />
hasta la Antártida y desde los Andes hasta las Malvinas... ¡pero ningún argentino de bien puede<br />
negar su coincidencia con los principios básicos de nuestra doctrina sin renegar primero de la<br />
dignidad de ser argentino!<br />
Por eso afirmamos que nuestra doctrina es la de todos los argentinos y que por la coincidencia de<br />
todos en sus principios esenciales ha de consolidarse definitivamente la unidad nacional. <strong>La</strong><br />
segunda parte de la tarea consistió en allanar los obstáculos que se oponían a la coincidencia<br />
mínima fundamental de los argentinos en orden a aquellos principios esenciales de nuestra<br />
doctrina.<br />
Era menester destruir las barreras que separaban al pueblo de su gobierno... Era menester que el<br />
pueblo y gobierno coincidiesen también en los principios doctrinarios generales de la Nación... Era<br />
necesario que el pueblo hiciese suyo el ideario que habíamos lanzado a la calle como doctrina y<br />
que luego exigiese de nosotros, o de cualquiera que tenga el insigne honor de gobernarlo, la<br />
fidelidad más absoluta a esos principios esenciales.<br />
¡Nos encontramos con un pueblo que durante cien años había sido explotado y engañado por<br />
quienes le habían prometido todo; olvidado y vendido por quienes tenían la obligación de servirlo<br />
con lealtad, y traicionado permanentemente por una oligarquía sin escrúpulos! (Aplausos.)<br />
Después del período inicial de la Independencia política, en cuyas jornadas de lucha y de<br />
sacrificios el pueblo participó casi permanentemente en el gobierno, fue apareciendo en el país<br />
una generación de políticos hereditarios que, al amparo de apellidos ilustres, se consideraban<br />
poseedores del inalienable derecho de gobernar al resto de los argentinos... y utilizando todos los<br />
recursos de las fortunas que formaban a expensas de ingentes concesiones de tierras o de<br />
privilegios inconcebibles, fueron creando una oligarquía que gobernó al país durante casi un siglo<br />
de su vida.<br />
Desvinculados del pueblo, hicieron política de círculos para seguir explotándolo.<br />
Consideraron siempre al gobierno como cosa propia, olvidando que entre los bienes personales y<br />
los bienes del Estado hay una absoluta diferencia ... y cuando terminaron de dilapidar sus propias<br />
fortunas, no duraron en vender la fortuna de la patria...<br />
Todo esto ocurrió durante un siglo, solamente interrumpido por las periódicas revoluciones<br />
políticas que, inspiradas casi siempre en el sentir del pueblo, explotaban cada década como<br />
meteoros en la noche de la patria, para morir en seguida copada por los mismos hombres de<br />
siempre, cuyos ilustres apellidos parecían imprescindibles en todo gabinete nacional. (Aplausos<br />
prolongados.)<br />
Felizmente no sucedió lo mismo en nuestro movimiento, aunque probaron también coparlo y<br />
destruirlo muchas veces...<br />
42
¡Basta recordar los nombres que intentaron integrar aquel extraño gabinete de 1945... nombres<br />
cuyo solo anunció fue una de las causas que dieron celeridad a la reacción popular del 17 de<br />
octubre!... (Aplausos prolongados.)<br />
¡Basta verlos rondar en torno nuestro, tentando a nuestros dirigentes, haciéndose a veces pasar<br />
por peronistas para regresar al poder!...<br />
Son los que insinúan que no es conveniente que sigamos con nuestra política social; son los que<br />
si yo cometiese el error y la felonía de ametrallar a los hombres de trabajo, como ellos lo hicieron<br />
en una semana trágica, estarían a mi lado gritando: ¡Viva Perón! (insistentes aplausos de los<br />
señores legisladores, señores ministros y público concurrente, puestos de pie. El señor presidente<br />
de la Nación, también de pie, agradece las manifestaciones de adhesión.)<br />
Son los que propician la vuelta a la economía libre, como si alguna vez ella hubiese existido en el<br />
mundo.<br />
Y son, por fin, los que harían un gran editorial elogioso en algún gran diario si alguna vez<br />
cometiésemos el error de darles la razón.<br />
Pero están equivocados. Ni les daremos la razón, ni volverán al gobierno. (Aplausos prolongados.)<br />
Nosotros hemos entregado nuestro movimiento al pueblo; y mientras ellos no se conviertan en<br />
pueblo, es decir, mientras no aprendan a trabajar, mientras no se sientan en sus carnes mismas el<br />
dolor de sus hermanos y el dolor de la patria como si fuese su propio dolor , no podrán volver a<br />
gobernar, puesto que desde nosotros en adelante para gobernar se necesita como única y<br />
excluyente condición tener carne y alma de pueblo. (Aplausos.)<br />
Mientras eso no ocurra, es decir, mientras la oligarquía que se nos opone persista en su vieja<br />
política de círculos, mientras no decida convertirse al pueblo, seguiremos trabajando solos,<br />
reconstruyendo lo que ellos destruyeron y construyendo lo que ellos ni siquiera soñaron construir.<br />
(Aplausos.)<br />
Para que nuestro pueblo hiciese suyo nuestro ideario y se lograse la coincidencia imprescindible<br />
para alcanzar nuestra finalidad primera de unidad nacional, era menester romper toda barrera de<br />
separación entre el pueblo y sus gobernantes y entre los distintos grupos sociales del mismo<br />
pueblo, y hacer que cada argentino se sintiese dueño de su propia patria.<br />
Por eso lanzamos el gran objetivo de nuestro movimiento: la justicia social.<br />
<strong>La</strong> explotación inicua del pueblo, tolerada por los gobiernos oligárquicos, era la primera y más alta<br />
barrera que separaba al pueblo de la patria.<br />
¡Cómo podía sentir el pueblo algún cariño por la patria que todo lo negaba!...<br />
Para ello debía ser el nuestro un pueblo de héroes, y los héroes no son la regla entre los hombres.<br />
Para que el pueblo se reconciliase con la patria, decidimos poner al gobierno en función de juez<br />
que administrase la justicia mínima necesaria para que cada argentino, por humilde que fuese, y<br />
cuanto más humilde mejor, se sintiese protegido por la gloriosa y querida bandera nacional.<br />
(Aplausos.)<br />
Poco a poco, el pueblo comenzó a entendernos. Hombres sin fe y sin esperanza empezaron a<br />
vislumbrar una vida distinta... y alentados por las realidades de una nueva conducta de<br />
gobernantes, comenzaron a sentirse otra vez unidos al destino de la patria, y por el camino de la<br />
propia dignidad entendieron el alto sentido de la dignidad nacional.<br />
Para consolidar esta tarea y consolidar la coincidencia fundamental del pueblo y del gobierno<br />
restituimos a la ciudadanía todos sus derechos, restaurando nuestro auténtico sistema<br />
democrático de gobierno.<br />
Ahora sabe el pueblo que el gobierno es suyo; que los actos de su gobierno responden a sus<br />
propios deseos y aspiraciones, y que tiene asegurada el arma de su voto libre para impedir que se<br />
entronicen en el poder gobernantes que no sepan o no quieran interpretarlo.<br />
Así nuestro sistema republicano tiene hoy su más alta expresión desde que el gobierno ha dejado<br />
de ser posesión de la oligarquía, y modestos hombres del pueblo, con su extraordinario sentido<br />
común, integran los cuadros de todos los poderes del país y de sus representaciones en el<br />
extranjero. (Aplausos.)<br />
43
Quienes primero creyeron insultar nos con el mote de "descamisados"y luego calificaron a nuestra<br />
victoria como "aluvión zoológico", no podrán sino reconocer, por lo menos en lo íntimo de su<br />
conciencia -si es que aún les queda conciencia -, que los descamisados del aluvión zoológico han<br />
sabido defender en todas partes con ardoroso entusiasmo la dignidad nacional, mejor que los más<br />
conspicuos políticos y diplomáticos de la vieja oligarquía. ( ¡Muy bien! Los señores legisladores y<br />
ministros, como también el público de las galerías, de pie, aplauden insistentemente al señor<br />
presidente de la Nación, quien agradece las manifestaciones.)<br />
Nuestro sistema representativo llega hoy a su más alta pureza y a su más alta realidad por la<br />
expresión libre de la voluntad soberana del pueblo en correctas elecciones, que deben reconocer<br />
como intachables, incluso nuestros adversarios.<br />
Cada elección argentina es un ejemplo de civismo, que va creando en nuestro pueblo la<br />
conciencia de su responsabilidad política, acorde con su dignidad.<br />
Este aspecto del orden político es una consecuencia de principios absolutamente distintos de los<br />
que se aplicaron en el pasado.<br />
El fraude no fue sino una consecuencia del menosprecio por el pueblo... y el menosprecio por el<br />
pueblo no fue sino una consecuencia de la escasa o ninguna dignidad que ellos asignaron a<br />
nuestro pueblo. ¡Qué iban a asignarle alguna dignidad quienes no habían hecho nunca otra cosa<br />
que explotarlo y vivir de su sudor, de su trabajo y de su sacrificio! (Aplausos.)<br />
Y cuando hablamos de nuestros opositores como autores del fraude dejo constancia expresa de<br />
que no distingo excepciones entre ellos, desde que si unos lo cometieron, otros lo apañaron o lo<br />
aprovecharon, o por lo menos lo aceptaron como método utilizable el día que se dieron la mano<br />
en su intento desesperado de vencernos. (Aplausos.)<br />
Para nosotros, que empezamos reconociendo y ponderando en su justo y extraordinario valor la<br />
dignidad humana, el fraude es un atentado contra esa dignidad y preferiríamos sentir el abandono<br />
de nuestro pueblo antes que permitir una afrenta contra su dignidad. (Aplausos.)<br />
Por las mismas razones, porque entendemos que todos los ciudadanos del país y todas las<br />
mujeres de la Nación tienen igual dignidad, hemos extendido a los territorios nacionales el<br />
ejercicio del derecho de votar en las elecciones presidenciales y hemos otorgado a la mujer el<br />
pleno ejercicio de sus derechos cívicos, en igualdad de condiciones que el hombre. (¡Muy bien!<br />
Aplausos prolongados. Los señores legisladores y los concurrentes a las galerías, de pie,<br />
aplauden insistentemente. El señor presidente de la Nación agradece, poniéndose igualmente de<br />
pie.)<br />
Yo no voy a aprovechar este tema para hacer una frase florida y elegante. ¡<strong>La</strong> verdad es que el<br />
tema ha sido definitivamente agotado por nuestros opositores, que se pasaron toda la vida<br />
prometiendo en sus tribunas políticas el voto a la mujer!...<br />
Yo solamente quiero decir a la mujer argentina que ella se ha ganado, desde hace mucho, el<br />
derecho de votar como nosotros: porque ella, como nosotros padeció las angustias de todas las<br />
luchas que cimentaron la independencia nacional; como nosotros trabajó y sufrió construyendo la<br />
grandeza de la patria, y como nosotros salió a la calle a nuestro lado cuando el pueblo se jugó la<br />
carta más brava de su destino contra todas las fuerzas conjuradas por la antipatria, el 17 de<br />
octubre de 1945.<br />
Y permito añadir además que yo tengo fe en las mujeres de mi patria, como reserva moral de la<br />
argentinidad, puesto que ellas, como madres actuales o en potencia, son la raíz de nuestro<br />
pueblo; y si en los hombres veo la fuerza del presente, en las mujeres advierto la grandeza de un<br />
futuro cuya realidad pueden vislumbrar solamente las madres cantando sobre el sueño de sus<br />
hijos y deseando para ellos la gran Argentina que nosotros no podremos contemplar. (Aplausos<br />
prolongados.)<br />
En otro orden de cosas hemos afianzado el sistema republicano y representativo por la sanción<br />
constitucional de un viejo y acariciado anhelo de nuestro pueblo: la elección directa del presidente<br />
y vicepresidente de la nación, así como de los senadores nacionales.<br />
Nuestro sistema federal ha sido por nosotros respetado, afianzado y consolidado.<br />
Siempre en procura de nuestra primera finalidad, la unidad nacional, hemos pensado que ella no<br />
44
sería posible sin poner previamente en pie de igualdad a todas las provincias frente al gobierno<br />
central. Esta igualdad, que antes sólo tuvo un sentido teórico en el orden político, tiene ahora un<br />
indudable sentido práctico, tanto en el orden político como en el orden económico.<br />
Hemos echado los cimientos de un nuevo federalismo: el federalismo práctico que tiene sus bases<br />
en el ordenamiento económico de la Nación.<br />
En otras épocas el sistema federal era un buen tema de discursos parlamentarios. A ese<br />
federalismo declamatorio de ciertos políticos de antaño deben algunas de nuestras provincias el<br />
atraso en que las vemos todavía, a pesar de nuestros esfuerzos.<br />
<strong>La</strong> verdad es que el federalismo que ellos proclamaron según las circunstancias no fue sino un<br />
pretexto político para seguir explotando a las provincias como caudillos, del mismo modo que<br />
explotaban a sus peones en las estancias... ¡porque de otra manera no sería posible comprender<br />
cómo podían de tal modo aferrarse a un federalismo que implica una defensa tan lógica y tan justa<br />
de la propia tierra, los mismos que entregaban a la patria vendiendo su voto de legisladores a los<br />
intereses de cualquier país extranjero!... (Aplausos prolongados.)<br />
Nuestro federalismo tiene un fundamento económico que es técnicamente inobjetable. Cuando<br />
logremos su total realización se verá cómo no puede darse otro federalismo más efectivo dentro<br />
de nuestra unidad nacional.<br />
Nuestras provincias se formaron en virtud de rencillas caudillescas y en cada una de ellas, lo<br />
mismo que en la Capital de la República, se entronizó una oligarquía familiar cuya única y<br />
principal preocupación fue mantenerse en el gobierno provinciano para poder cuidar mejor sus<br />
intereses particulares.<br />
Ellos fueron los que crearon en cada provincia una economía favorable a sus propias economías;<br />
los que crearon regímenes impositivos protectores para el latifundio, porque los dueños de los<br />
mayores latifundios eran ellos mismos; los que impidieron el progreso de las zonas provinciales<br />
que podían competir con la producción de sus campos, de sus fábricas o de sus negocios<br />
personales; los que llegaron incluso a torcer el rumbo de los grandes caminos para que se<br />
valorizaran las tierras que poseían; y para ellos los bancos provinciales eran así como una caja<br />
fuerte que producía dinero para todos sus antojos, como si fuese de su propiedad y no patrimonio<br />
de los ciudadanos que trabajando engrandecían a las provincias. (Aplausos.)<br />
¡Por eso, aunque no le interesaba la defensa de la Nación entera, defendieron tan elocuente al<br />
federalismo!<br />
Como nosotros les hemos arrebatado el poder y lo hemos entregado al pueblo, siguen hablando<br />
de federalismo porque no pueden hablar de los intereses personales que perdieron al volver a la<br />
calle como ciudadanos.<br />
Pero aun tomando el problema en sus aspectos estrictamente técnicos, una provincia no puede<br />
ser políticamente autónoma sin serlo económicamente: y para que la unidad nacional fuese<br />
verdadera, todas las provincias deberían integrarla como unidades políticas y económicas.<br />
El federalismo político fue siempre una mentira desde que no existió nunca un federalismo<br />
económico.<br />
Nosotros hemos creado ya las condiciones básicas para que sea realidad el federalismo que<br />
impone la Constitución Nacional, y esas condiciones consisten:<br />
1º En la distribución equitativa de los bienes económicos del país, de tal manera que sea anulado<br />
el déficit de las provincias menos dotadas;<br />
2º En la reactivación planificada de las provincias que están más lejos de ser unidades<br />
económicas.<br />
Cada provincia argentina tiene en sí misma riquezas inagotables. Nuestro Plan Integral de<br />
Trabajos Públicos tiende a incorporar esas riquezas a la actividad del país, de al manera que<br />
todas las provincias contribuyan al incremento de la rentan nacional que, bien distribuída, significa<br />
la felicidad de todos.<br />
Esto no sólo lo afirmamos como ideal. Lo estamos realizando. En los planes integrales de obras<br />
públicas vamos acercándonos cada vez más al ideal que nos hemos fijado en materia de<br />
prioridades geográficas, asegurando un 20% de obras al Gran Buenos Aires y un 80 % al interior<br />
45
del país.<br />
Nuestro federalismo práctico no ha descuidado tampoco aquellos aspectos de orden político sobre<br />
los cuales tanto han hablado nuestros prodecesores para ocultar la realidad, que era,<br />
precisamente, lo contrario del federalismo. <strong>La</strong>s intervenciones que nosotros hemos decretado han<br />
tenido siempre la alta finalidad de eliminar gobernantes que, aun siendo hombres de nuestro<br />
movimiento, intentaban entronizar nuevamente procedimientos y vicios semejantes a los que<br />
motivaron nuestro movimiento en 1943.<br />
Nuestras intervenciones federales han sido las absolutamente imprescindibles como para<br />
restaurar el imperio de la voluntad popular y han limitado su tarea a la normalización de los<br />
procedimientos y del clima democrático necesario para que el pueblo volviese a elegir sus propios<br />
gobernantes. (Aplausos.)<br />
Todas estas cosas me llevan nuevamente al tema de la realidad e nuestro federalismo; y si insisto<br />
es para dejar perfectamente bien definida nuestra posición, que juzgará la historia mejor que<br />
nosotros mismos: el federalismo que nosotros queremos para nosotros y para nuestros hijos, y<br />
que estamos practicando, es aquel que realiza la unidad nacional por la integración de provincias<br />
que deben ser, no sólo unidades políticas, sino también unidades económicas.<br />
El gobierno central, en nuestra concepción del federalismo práctico, planifica para todo el país en<br />
orden a los objetivos básicos de la doctrina nacional y las provincias tienen a su cargo la ejecución<br />
de la parte que les toca en los planes generales sin perjuicio de la plena libertad que poseen para<br />
el logro de sus propios fines.<br />
Queremos que cada habitante de cualquier provincia del país se sienta orgulloso de su nombre de<br />
provinciano, del mismo modo que se siente orgulloso de su egregio apellido de argentino.<br />
(Aplausos.)<br />
En el mismo orden político y siempre luchando en procura del gran objetivo: la unidad nacional,<br />
hemos definido constitucionalmente algunos principios defensivos de aquella unidad.<br />
<strong>La</strong> soberanía de la Nación no sólo debe ser defendida en las fronteras.<br />
El mundo se ha achicado de tal manera en virtud del progreso extraordinario en las<br />
comunicaciones de todo orden y las nuevas doctrinas de la humanidad en que nos toca vivir ha<br />
adoptado tales formas de lucha para dominar al mundo, que los pueblos no pueden sobrevivir si<br />
no se aprestan a crear nuevas formas de defensa adecuadas a la nueva técnica de las fuerzas de<br />
dominación.<br />
Del mismo modo que un ejercitó sólo puede ser vencido por otro ejercitó, una doctrina no puede<br />
ser combatida sino con otra doctrina. (Aplausos.)<br />
En este momento se disputan el predominio del mundo de una parte el capitalismo y de otra parte<br />
el comunismo.<br />
Nosotros, que poseemos una doctrina nacional que no es capitalista ni es comunista, hemos<br />
creado en la Constitución Nacional los medios necesarios para defendernos de esos dos<br />
extremos.<br />
Para ello hemos prohibido la explotación del hombre por el hombre; hemos creado y realizado los<br />
Derechos del trabajador (aplausos); hemos establecido que la propiedad privada tiene una función<br />
social que cumplir; que el capital debe estar al servicio de la economía nacional y tener como<br />
objeto el bienestar social.<br />
Y para asegurarnos definitivamente contra la acción de sistemas que pueden atentar contra el<br />
sistema que nuestro pueblo ha querido darse para vivir, hemos establecido que: "El Estado no<br />
reconoce libertad para atentar contra la libertad (aplausos), ni reconoce organizaciones nacionales<br />
o internacionales que atenten contra el sistema democrático que inspira a nuestra Constitución."<br />
Estas normas constitucionales corresponden a la doctrina que siempre hemos expuesto al pueblo<br />
y que el pueblo ha aceptado con la decisión de su voluntad desde el día que nos otorgó la<br />
autoridad y el poder para cumplirla.<br />
Vemos, por otra parte, con profunda satisfacción, cómo cada vez son menos los ciudadanos que<br />
se definen por sistemas extraños a nuestra tradición democrática; y aunque ello en parte se debe<br />
a la situación de bienestar económico reinante, no es menos cierto que fundamentalmente se<br />
46
debe a la aceptación por parte del pueblo de nuestra doctrina, que dentro de un orden cristiano de<br />
valores "supera las concepciones materialistas exaltando los valores del espíritu"y asigna al<br />
hombre una dignidad superior aspirando a que él logre sus altos destinos en una sociedad<br />
organizada con justicia. (Aplausos.)<br />
Principios subsidiarios de aquellos fundamentales son también, en nuestra doctrina, "el<br />
afianzamiento de las libertades fundamentales de las instituciones y de los ciudadanos dentro del<br />
respecto y acatamiento de la ley; el fundamento ético de todas las actividades humanas; el sentido<br />
de abnegación y sacrificio en beneficio de los intereses permanentes de la Nación y los comunes<br />
intereses de la sociedad; la exaltación del sentido de la responsabilidad social que cada argentino<br />
ha de poseer en grado extraordinario; el ordenamiento equilibrado de los valores humanos; el<br />
concepto de que la libertad, que sólo da derechos, es negativa y peligrosa; la norma de la<br />
colaboración y solidaridad social para el mejor logro de los fines del justicialismo, y, por fin, el<br />
respeto por los ciudadanos y por las instituciones políticas o religiosas que no atentan contra la<br />
seguridad del Estado democrático". (Aplausos.)<br />
Una doctrina nacional así fundamentada, con objetivos básicos, tales como los que abren la<br />
portada de nuestra Constitución, es la mejor defensa que podemos ofrecer frente al ataque de las<br />
doctrinas que se disputan el dominio del mundo.<br />
Muy poderosas tendrán que ser en lo futuro las fuerzas que intenten su destrucción para que la<br />
unidad nacional, cimentada tan hondo, pueda correr peligro.<br />
Yo me he preguntado muchas veces, frente al espectáculo de un mundo cuyas naciones se van<br />
disgregando por la acción interna de doctrinas extrañas, qué habría sido de nosotros si esta hora<br />
tremenda de la humanidad no hubiese encontrado en la República Argentina un pueblo unido por<br />
el trabajo, por la alegría de vivir; un pueblo optimista y sano de espíritu, capaz de tener grandes<br />
ideales y de jugarse por ellos; un pueblo con dignidad sobre todo, que es la única fuerza que<br />
puede salvar a los pueblos de su destrucción aunque caiga derrotado por la fuerza de las armas.<br />
¡Y le doy gracias a Dios de ser el presidente de un pueblo como el nuestro en este momento en<br />
que tal vez su realidad sea la última esperanza del mundo! (Los señores legisladores y ministros,<br />
de pie, así como también el público de las galerías, aplauden en forma prolongada, agradeciendo,<br />
igualmente de pie, el señor presidente de la Nación.) para hacer efectiva la unidad nacional y<br />
conducir el país hacia sus grandes objetivos logrando la coincidencia previa de la gran mayoría de<br />
los argentinos, además de lo que ya hemos señalado como realidad, era menester que el mismo<br />
gobierno se organizase con vistas a la tarea enorme que nos habíamos propuesto.<br />
Hoy puedo anunciar a vuestra honorabilidad que el gobierno tiene ya una organización que<br />
corresponde a las realidades de la hora.<br />
Faltará tal vez que se armonicen algunos detalles de los nuevos organismos, detalles que van<br />
siendo coordinados sobre la marcha, pero ya la organización básica está en condiciones de servir<br />
a todas las necesidades e intereses del pueblo y del Estado.<br />
Veinte ministerios trabajan febrilmente en la tarea de administrar el país y en grado creciente de<br />
coordinación van logrando la unidad necesaria para una acción cada vez más efectiva.<br />
Puedo afirmar sin jactancia alguna ante mi pueblo, que en este momento de la historia política<br />
argentina el presidente de la República gobierna real y efectivamente al país, dirigiendo la acción<br />
del Poder Ejecutivo en todos los órdenes: político, económico y social, gracias a la nueva<br />
organización del gobierno; y ello le permite también asumir la plena responsabilidad de todos los<br />
actos del poder Ejecutivo. ( Aplausos.)<br />
¡Han pasado los tiempos en que ocho ministros, trabajando cada uno por su cuenta, hacían firmar<br />
decretos a un presidente de la Nación!<br />
Nuestro gobierno está organizado de tal manera que no puede actuar sino con absoluta unidad de<br />
criterio, siempre orientado hacia la primera y gran finalidad cuya realidad lograda queremos<br />
consolidar definitivamente.<br />
Sabemos que aun pueden cometerse errores.<br />
¡Trabajamos con elementos humanos! Pero sabemos también que esos errores son cada vez<br />
menos lesivos para el país y menores en cantidad desde que hemos perfeccionado al máximo<br />
47
posible la información técnica que nos permite actuar cada vez con menos posibilidad de<br />
equivocarnos.<br />
En este sentido hemos creado en el gobierno conciencia de que habitualmente se procede tan<br />
bien o tan mal, como bien o mal informado se esté... ¡y puedo afirmar que nuestros predecesores<br />
no conocían el país que intentaban gobernar! (Aplausos.)<br />
En otro orden cosas hemos creado los organismos necesarios para realizar el control de la<br />
honradez en la función pública.<br />
En estos cuatro años no hemos dudado nunca el proceder con energía contra quienes, al amparo<br />
de sus cargos de funcionarios responsables, creyeron que podían jugar a su antojo con los bienes<br />
del pueblo... (aplausos) y todo el país ha comprobado cómo, frente al delito, el gobierno peronista<br />
procede siempre de la misma manera, aun ante quienes se titularon sus amigos y no hicieron<br />
honor ni a la amistad, ni al peronismo, ni a la patria. (Aplausos.)<br />
Antes un delito contra el estado o contra el país era denunciado a veces, únicamente a veces, por<br />
la oposición... ¡por lo general, cuando no le daban parte en las utilidades! ( Aplausos.)<br />
Ahora, si se comete algún delito, nosotros lo investigamos, nosotros lo denunciamos y nosotros<br />
mandamos a sus autores a la justicia.<br />
Esto no tiene otra razón de ser que la promesa que hicimos al pueblo en 1943 y que ratifiqué en<br />
este mismo recinto en primer mensaje de 1946.<br />
<strong>La</strong> organización del gobierno necesaria para la conquista y consolidación de la unidad nacional se<br />
traduce en el orden interno por la organización del país y en el orden externo por el ejercicio de<br />
una política internacional orgánica y bien definida.<br />
Puedo proclamar hoy, ante vuestra honorabilidad, que el país está organizado.<br />
Esta tarea ha sido fundamentalmente realizada durante el año fenecido por la reforma de las<br />
constituciones provinciales, que responden ahora a las normas generales de la Constitución<br />
justicialista.<br />
En el orden político, el país está organizado de tal modo que no vivirá ya permanentemente<br />
afectado por continuos procesos electorales que perturban la tarea de gobernar.<br />
En el orden social, los principios que nosotros hemos llevado al pueblo han sido incorporados<br />
como realidades aceptadas por el pueblo, como ley fundamental en todas las constituciones<br />
provinciales.<br />
En el orden económico, los principios de nuestro sistema rigen en todas las constituciones<br />
provinciales como normas de aplicación local.<br />
Si el país está organizado en el orden constitucional, lo mismo podemos decir en lo que se refiere<br />
a otros aspectos de singular importancia.<br />
En materia de obras públicas hemos creado por primera vez en el país un régimen de<br />
coordinación nacional, y a medida que sus previsiones se van cumpliendo, puede advertirse ya<br />
cómo el desorden que encontramos se va transformando progresivamente en orden.<br />
Antes, cada provincia y cada ministerio construía dónde y cómo quería las obras que se les<br />
antojaba construir. En un país organizado eso no puede ser. Debe existir un organismo de<br />
coordinación que ordene los planes generales de trabajos públicos de la Nación; de las provincias,<br />
y aun de los municipios, para evitar superposiciones y excesos o para subsanar los defectos<br />
propios de toda planificación.<br />
Un país organizado debe tener un plan permanente de trabajos públicos. Nosotros hemos sido los<br />
primeros en trabajar con un plan orgánico y esperamos que nuestro ensayo, aun con todas sus<br />
deficiencias, sirva de ejemplo a los futuros gobernantes de la Nación. (Aplausos.)<br />
Como manifestación lógica de la unidad nacional lograda en el orden interno exhibimos en el<br />
orden internacional una situación distinta de la que poseíamos cuando no presentábamos al<br />
mundo el espectáculo de un país sólidamente unido en todos sus aspectos.<br />
En este momento podemos afirmar que, gracias a la unidad permanente de nuestra acción, el<br />
nombre de la República Argentina es conocido y respetado en todos los pueblos de la tierra.<br />
48
(Aplausos.)<br />
En esto ha tenido preponderante influencia, es verdad, nuestra posición de absoluta<br />
independencia frente a todos los países que integran el consorcio de las naciones del mundo;<br />
independencia que no es aislamiento, sino soberanía, vale decir, personalidad propia que nosotros<br />
hemos puesto al servicio de la humanidad como la mejor contribución para la paz y la felicidad de<br />
los hombres. (Aplausos.)<br />
<strong>La</strong> opinión de un país tiene valor únicamente cuando posee aquella personalidad. En los demás<br />
casos puede ser un voto más en las grandes asambleas internacionales, pero no es una opinión<br />
válida y fecunda para la paz del mundo.<br />
Nosotros tenemos ya la personalidad internacional necesaria y suficiente como para poder dar<br />
opiniones que constituyan alguna esperanza de solución en los graves problemas que afectan a<br />
las naciones.<br />
Alejados como estamos por nuestra misma doctrina nacional de los extremos ideológicos de la<br />
humanidad, nuestra vos tiene los caracteres de serenidad y de ecuánime autoridad que necesitan<br />
para e sea escuchada respetuosamente por aquellos extremos como una vos libre de todo<br />
compromiso. (Aplausos.)<br />
Libre de toda atadura material de orden económico y de toda atadura a los extremos ideológicos,<br />
la república argentina puede hablar con igual altura moral frente a todos los países del mundo; y<br />
nuestra tercera posición justicialista nos permite buscar y hallar siempre las coincidencias<br />
necesarias como para que en esa tercera posición la humanidad encuentre su camino.<br />
No estamos ya tan solos en este intento idealista que venimos realizando en nuestro país desde<br />
1943 y que ofrecimos al mundo como solución en 1947.<br />
Progresivamente hemos visto cómo han ido adhiriendo a nuestra concepción política, económica y<br />
social destacados dirigentes y pensadores de todos los países.<br />
Y reconociendo o no el origen argentino de esta doctrina, son cada vez más numerosos los<br />
hombres que en todos los pueblos no ven otra solución para lograr la paz que en una tercera<br />
posición distinta de la que significan el comunismo y el capitalismo. (Aplausos).<br />
Esta es, por otra parte, la solución que hemos dado al problema y realizado en nuestro país y que<br />
nuestra constitución ha sellado definitivamente.<br />
Que es solución no lo demuestra la realidad concreta de nuestro pueblo, que se siente feliz<br />
porque puede trabajar con dignidad; porque el capital ha sido humanizado; porque la propiedad, el<br />
capital y las riquezas son ahora bienes individuales en función social; porque ha desaparecido la<br />
explotación capitalista del hombre y toda clase de explotación humana; y que es verdadera<br />
solución nos lo demuestra fehacientemente el hecho de que progresivamente, con la realización<br />
de nuestros planes, ha ido desapareciendo la reacción comunista, que ha dejado de tener entre<br />
nosotros los argumentos valederos que posee, en los países capitalistas, para ganar adeptos.<br />
(Aplausos prolongados.)<br />
Tal vez será necesario en este momento alguna pequeña aclaración con respecto a este aspecto<br />
de nuestra tercera posición, a fin de evitar malas interpretaciones. <strong>La</strong> tercera posición no es<br />
manera alguna una posición de neutralidad frente a los problemas políticos, económicos y<br />
sociales de mundo contemporáneo.<br />
Es en cambio una actitud positiva que se ofrece a la humanidad como solución de sus problemas.<br />
Tal como están las cosas en este momento de 1950, puede ya afirmarse que el mundo marcha<br />
hacia una cierta unificación política. Basta considerar para ello diversas circunstancias entre las<br />
cuales se destacan el alto poder de las armas modernas, el acercamiento e interdependencia<br />
cada vez mayor entre las naciones, la reducción del número de potencias que prácticamente ha<br />
creado en el mundo un solo frente de dos naciones en alto grado poderosas.<br />
<strong>La</strong> guerra de 1914 redujo el número de potencias mundiales a unas pocas...la de 1939 nos dejó<br />
dos grandes potencias divididas no sólo por razones políticas, económicas o sociales, sino aún<br />
por razones ideológicas.<br />
Pensar que pueden coexistir ambas potencias, que más que potencias son sistemas de vida en un<br />
mundo cuyas comunicaciones lo han hecho tan pequeño, es pensar un imposible.<br />
49
Ambos sistemas tratan de infiltrase mutuamente y la verdad es que ninguno de los dos ofrece al<br />
hombre perspectivas de felicidad tan elocuentes como para estar seguro de no ser infiltrado por el<br />
sistema opuesto.<br />
En este sentido es indudable que el sistema comunista tendría mayores posibilidades de ganar el<br />
mundo occidental desde que el sistema capitalista no puede ofrecer otra doctrina que el fracasado<br />
individualismo liberal, mientras deja abiertos por otra parte los flancos, que son, fuera de los<br />
Estados Unidos, pueblo agobiados por la miseria y por el hambre, aliados por la desesperación<br />
con cualquier otro sistema que se les ofrezca. (¡Muy bien! Aplausos prolongados. Los señores<br />
legisladores y los concurrentes a las galerías, de pie, aplauden insistentemente. El señor<br />
presidente de la Nación agradece poniéndose igualmente de pie.)<br />
En su marcha tal vez irremediable hacia una cierta unificación política las naciones no pueden<br />
elegir sino muy pocos caminos.<br />
Si consideramos las posibilidades del mundo occidental en cuyo campo nos hallamos<br />
geográficamente ubicados, advertimos que no le quedan sino dos caminos: o la guerra, de cuyas<br />
consecuencias quedaría una sola potencia sobre un mundo totalmente destruido, o la modificación<br />
de sus estructuras ideológicas, con la consecuente reforma en los órdenes político, económico y<br />
social.<br />
Del lado comunista también pueden darse dos caminos: o la guerra o bien la infiltración ideológica<br />
del mundo occidental.<br />
Advertimos con facilidad que el occidente no puede ganar ideológicamente en las actuales<br />
circunstancias al mundo comunista; y que al mundo comunista no le interesa modificar en las<br />
actuales circunstancias sus estructuras económicas, sociales y políticas.<br />
No queda, pues, para occidente otra solución que renunciar a su concepción individualista si<br />
quiere oponer una valla eficaz al avance ideológico del comunismo y ponerse a mitad de camino<br />
del extremo ideológico oriental si quiere sobrevivir. (Aplausos prolongados.)<br />
En esa mitad del camino creemos nosotros que puede estar una solución para la paz.<br />
En el orden político, la tercera posición implica poner la soberanía de las naciones al servicio de la<br />
humanidad en un sistema cooperativo de gobierno mundial.<br />
En el orden económico la tercera posición es el abandono de la economía libre y de la economía<br />
dirigida por un sistema de economía social al que se llega poniendo el capital al servicio de la<br />
economía. (Aplausos prolongados.)<br />
Y en el orden social la tercera posición entre el individualismo y el colectivismo es la adoptación<br />
de un sistema intermedio cuyo instrumento básico es la justicia social.<br />
Esta es nuestra tercera posición, que ofrecemos al mundo como solución para la paz. (Aplausos.)<br />
Cuando pienso que nosotros hemos sido los primeros en anunciar esta solución a los hombres; y<br />
cuando compruebo que hemos sido los primeros en realizarla, no puedo menos que confirmar mi<br />
fe en los altos destinos que Dios ha querido signar asignar a nuestra Patria: y mi alma se<br />
estremece de emoción pensando que puede no estar lejano el día en que la humanidad, para<br />
poder vislumbrar en su noche alguna estrella, tenga que poner sus ojos en la bandera de los<br />
argentinos. (Prolongados aplausos de los señores legisladores y ministros, puestos de pie, y del<br />
público de las galerías en igual forma, lo que agradece el señor presidente de la Nación<br />
poniéndose también de pie.)<br />
<strong>La</strong> tercera posición adoptada por la República Argentina como posición ideológica de paz, produce<br />
la gran unidad de acción en su política exterior, que complementa magníficamente nuestra unidad<br />
nacional y que es, por otra parte, su consecuencia lógica.<br />
Con criterio de estricta justicia hemos actuado en la organización mundial de las Naciones Unidas<br />
y en la Organización de los Estados Americanos.<br />
Nuestra tarea de cooperación en este sentido ha sin duda extraordinaria; y no necesito recordar a<br />
vuestra honorabilidad los hechos que prueban mi afirmación.<br />
Consecuentes con nuestra tercera posición en el orden político hemos puesto así nuestra<br />
soberanía al servicio de la humanidad.<br />
50
No hemos olvidado, sin embargo, en ningún momento nuestros derechos soberanos sobre los<br />
territorios cuya posición se nos discute.<br />
En cada ocasión propicia la República Argentina ha manifestado las razones que la asisten para<br />
reclamar la posesión de las Islas Malvinas y ha reafirmado sus derechos sobre las islas Georgia<br />
del Sur, Sándwich y sobre la Antártida Argentina. (Se ponen de pie y aplauden insistentemente los<br />
señores legisladores y ministros, así como el público de las galerías, agradeciendo al señor<br />
presidente de la Nación igualmente de pie.)<br />
Por otra parte hemos creado en la ciudadanía del país clara conciencia de todos sus derechos; de<br />
tal manera que ya ningún argentino ignora que la unidad geográfica nacional termina en el mismo<br />
polo austral del mundo.<br />
En el orden económico de nuestras relaciones internacionales hemos subscripto convenios con<br />
una serie numerosa de países.<br />
Nuestras relaciones comerciales con los países del mundo se han multiplicado<br />
extraordinariamente en cuanto a la cantidad de naciones que se han vinculado económicamente<br />
con la nuestra.<br />
Ya no somos el país que encontramos en 1946 sometido a las veleidades de unos compradores.<br />
(Aplausos.)<br />
Prácticamente comerciamos con todo el orbe que conoce nuestra posición de nación soberana<br />
que puede disponer como quiere de sus riquezas y de sus productos.<br />
Estos son los aspectos generales de la acción que en el orden político interno internacional ha<br />
desarrollado mi gobierno.<br />
Yo lo expongo a vuestra honorabilidad, y en su detalle relativo al año 1949 están a disposición de<br />
los señores legisladores en el apartado especial que contiene la memoria anual de todos los<br />
ministerios.<br />
<strong>La</strong> unidad nacional en el orden político ha sido pues lograda por nosotros.<br />
<strong>La</strong> República Argentina tiene una doctrina nacional para su marcha en el orden interno y la misma<br />
doctrina guía sus pasos en el orden internacional.<br />
Cada argentino sabe ahora lo que quiere y adónde va como argentino y tiene en sus manos el<br />
instrumento de su propio destino.<br />
No hemos hecho otra cosa que lo que queríamos en 1946.<br />
Por eso yo me permito recordar con emoción a mis conciudadanos una frase de mi primer<br />
mensaje: "Mi empresa es alta y clara mi divisa, mi causa es la causa del pueblo; mi guía es la<br />
bandera de la patria."(insistentes aplausos de los señores legisladores, señores ministros, y<br />
público concurrente, puestos de pie. El señor presidente de la Nación también de pie, agradece<br />
las manifestaciones de adhesión.)<br />
Sr. Presidente. - Invito a la Honorable Asamblea a pasar un breve cuarto intermedio.<br />
-Así se hace, siendo las 9 y 30.<br />
-Siendo las 9 y 45, Continúa la sesión de Asamblea.<br />
-El excelentísimo señor presidente de la Nación continúa la lectura de su mensaje:<br />
En el orden económico nuestra acción se ha cumplido también hacia la conquista de nuestra<br />
primera finalidad: la unidad nacional.<br />
Entre los objetivos que nos fijamos para lograrla, nuestra doctrina señala, además del objetivo<br />
político, que es la soberanía política, un objetivo social que es la justicia social y un objetivo<br />
económico que es la independencia económica.<br />
En este orden cosas, el objetivo económico tiene para nosotros la importancia de lo que, siendo<br />
fundamental, permitió levantar sobre sus estructuras el edificio de la realidad política y de la<br />
realidad social que estamos construyendo.<br />
Están tan íntimamente unidos entre sí nuestros tres objetivos básicos, que no podríamos afirmar<br />
que hemos logrado uno de ellos sin conquistar al mismo tiempo los otros dos; y la unidad nacional<br />
51
tampoco sería posible sin las tres condiciones reunidas de justicia social, soberanía política y<br />
liberación económica. (Aplausos.)<br />
Por eso la constitución justicialista ha incorporado a su Preámbulo nuestra irrevocable decisión de<br />
ser una nación - vale decir, una unidad nacional- socialmente justa, económicamente libre y<br />
políticamente soberana. (Aplausos prolongados.)<br />
Existe sin embargo un cierto orden de prioridad entre los distintos objetivos que nos hemos<br />
señalado para lograr la unidad nacional. (Aplausos.)<br />
Ya he dicho que para conseguir esta unidad era menester conseguir la coincidencia de todos los<br />
argentinos destruyendo las barreras que los separaban entre sí y de sus instituciones básicas.<br />
Una de estas barreras era indudablemente la que representaba las injusticias que la oligarquía<br />
capitalista cometía explotando a los trabajadores con la complicidad o la indiferencia de los<br />
poderes encargados, como autoridad, del ejercicio de la justicia distributiva. (Aplausos.)<br />
Por otra parte no es posible considerar que un pueblo es políticamente soberano cuando en su<br />
seno hay hombres privilegiados y hombres explotados. (Aplausos.)<br />
¡No puede ser libre un pueblo cuya inmensa mayoría de hombres es de esclavos, del mismo<br />
modo que no puede ser jamás sojuzgado un pueblo de hombres libres! ¡<strong>La</strong> libertad de un pueblo<br />
reside en cada uno de los hombres y frente a esa libertad ningún poder de la tierra puede<br />
prevalecer! (Aplausos.)<br />
De allí que la justicia social, base de la libertad política, ha sido nuestro gran objetivo.<br />
Pero la justicia social no puede ser realizada por el gobierno de una nación que no posea el<br />
dominio de sus propias riquezas desde que la justicia social es fundamentalmente una tarea de<br />
retribución de bienes y, ante todo, de bienes materiales.<br />
Intentar la realización de la justicia social sin la previa o concomitante toma de posesión del<br />
manejo de las riquezas de la Nación hubiese sido locura imperdonable.<br />
Hubiésemos terminado tal como lo deseaban nuestros adversarios: ¡con el absoluto desprecio de<br />
nuestro pueblo!....<br />
Para realizar nuestro objetivo de justicia social advertimos en seguida que nos era necesario y<br />
urgente modificar la estructura interna de nuestra economía.<br />
<strong>La</strong> economía del país era una economía capitalista, vale decir, una economía de explotación de<br />
todos los valores del país en todos sus órdenes.<br />
El capitalismo no es otra cosa que el capital deshumanizado que no tiene otro afán que el de<br />
crecer a costa de cualquier cosa, ¡aun a costa de la explotación del hombre!<br />
Para cambiar de sistema vimos que era necesario invertir el orden de las cosas haciendo que la<br />
economía nacional que entonces servía al capital lo subordinase de tal manera que el capital<br />
sirviese a la economía de la Nación. (Aplausos.)<br />
Parece fácil hacerlo porque es fácil decirlo. ¡Pero sólo Dios sabe cuánto nos ha costado realizar<br />
esa total inversión de sistema!<br />
Aun seguimos luchando y sin duda la lucha continuará hasta que desaparezcan del escenario<br />
nacional las mentalidades egoístas que produjo el liberalismo económico. (Aplausos.)<br />
En cuanto anunciamos nuestro programa económico toda la oligarquía capitalista del país se puso<br />
en nuestro camino para atajarnos y nos acusó de hacer economía dirigida. Siempre dije que ése<br />
no era nuestro propósito. Tal vez recién ahora pueda dar las pruebas de mi afirmación, porque el<br />
panorama de las realidades está a la vista de todos los argentinos; y porque nuestras<br />
concepciones en esta materia han sido fijadas constitucionalmente.<br />
Por otra parte, recién ahora, en diversas partes del mundo se nos empieza a dar la razón porque,<br />
ante la imperiosa necesidad de revisar los defectos del sistema capitalista para enfrentar con éxito<br />
al sistema económico comunista, se advierte que la solución no está en ninguno de los dos<br />
extremos sino en nuestra solución que pudiendo definirse como "economía social"es, en el orden<br />
económico, la tercera posición. (Aplausos.)<br />
Para realizar la economía social, vale decir, para poner el capital al servicio de la economía<br />
52
nacional dándole como principal objeto el que representa el bienestar social, era menester que<br />
modificásemos algunos conceptos liberales y burgueses acerca de la propiedad.<br />
Por eso en nuestra concepción económica la propiedad no es un derecho individual absoluto, sino<br />
relativo, desde que tiene la propiedad no solamente una función individual que cumplir sino una<br />
función social. (Aplausos.)<br />
Puestas, pues, las cosas en su lugar, capital y propiedad individuales en función social, nuestra<br />
economía dejó de ser individualista sin pasar a ser colectivista, poniéndose de este modo en el<br />
justo medio que nos permite calificarla y denominarla con el nombre de economía justicialista.<br />
(Aplausos.)<br />
Con estos principios básicos hemos procedido en el orden de nuestra economía interna.<br />
Todas nuestras medidas económicas van dirigidas a lograr que esos principios tengan realidad,<br />
sobre todo en aquellos aspectos que se relacionan más directamente con el bienestar y la<br />
felicidad de nuestro pueblo, cuyo trabajo ha sido así justicieramente valorizado como debía ser en<br />
una sociedad como la nuestra que se precia de ser civilizada.<br />
Pero, señores, en cuanto comenzamos la tarea de modificar la estructura económica interna; en<br />
cuanto entramos tan sólo superficialmente al estudio de sus factores determinantes, nos dimos<br />
cuenta de que nuestra economía era manejada desde fuera del país y que esa dependencia nos<br />
impediría cumplir nuestro propósito.<br />
Así, por ejemplo, para retribuir con justicia el trabajo de nuestros agricultores necesitábamos tener<br />
el manejo del sistema de comercialización de los granos, que era propiedad de un monopolio<br />
internacional; necesitábamos tener el manejo de los transportes terrestres y marítimos porque en<br />
manos extranjeras esos mismos transportes debían rendir utilidades a capitales extraños a costa,<br />
sin duda, del productor rural; y necesitábamos, por la misma razón, tener el manejo de seguros y<br />
reaseguros, de los elevadores de granos, de los puertos, etc.<br />
Para poder, en otro orden de cosas, retribuir mejor el trabajo de los obreros argentinos<br />
necesitábamos industrializar el país, y para ello era menester que tuviésemos el manejo de los<br />
créditos bancarios y el régimen de cambios, además de todo lo que señalamos como necesario<br />
para la justa retribución del trabajador agrario. (Aplausos.)<br />
Para realizar la reactivación económica de todo el país era menester realizar ingentes y enormes<br />
obras públicas y para ello necesitábamos tener el manejo del dinero, en la misma forma que nos<br />
eran necesarios los ferrocarriles, los puertos, la flota mercante, etc. (Aplausos.)<br />
Cuando pensamos solamente todo cuanto era necesario hacer para conseguir una cosa tan<br />
simple en apariencia como es la inversión del sentido de nuestra economía poniendo el capital a<br />
su servicio, nos dimos cuenta de que hacer todo eso significaba nada más pero nada menos que<br />
la misma independencia económica del país. (Aplausos.)<br />
Y atraídos por el ideal cuya fuerza era superior a toda resistencia, nos lanzamos a la lucha.<br />
<strong>La</strong> posguerra nos presentaba una magnífica oportunidad, y la aprovechamos.<br />
En la historia argentina se han dado únicamente dos momentos propicios para hacer lo que<br />
nosotros hicimos: 1919 y 1946. (Aplausos.)<br />
En 1919 los que hoy nos atacan perdieron la oportunidad que nosotros nos perdimos en 1946.<br />
(Aplausos.) Tal vez ello ocurrió así porque quienes están acostumbrados a vender y a entregarse<br />
no pueden de golpe comprar ni reconquistar.<br />
Nosotros vimos la oportunidad. <strong>La</strong> previmos desde mucho tiempo antes. ¡Y la aprovechamos!<br />
Tuvimos tal vez el grado necesario de valor como para jugarnos todo a una sola carta.<br />
Y Dios se hizo criollo para premiar nuestra fe! (¡Muy bien! Los señores legisladores y ministros,<br />
como también el público de las galerías, de pie, aplauden insistentemente al señor presidente de<br />
la Nación, quien agradece las manifestaciones.)<br />
Para hacer todo cuanto nos que no teníamos; la única solución era conseguirlo por los mismos<br />
medios con que nuestros explotadores extranjeros se habían convertido en capitalistas<br />
internacionales, por medio de los bancos cuyos créditos ilimitados utilizaban y por la<br />
comercialización de la riqueza nacional.<br />
53
Nosotros hicimos simplemente lo mismo.<br />
Los grandes capitalistas y los grandes monopolios que tuvo que soportar el país durante un siglo<br />
no hicieron otra cosa que eso para enriquecerse. Para comprara riquezas aquí o en el extranjero<br />
utilizaban en primer lugar el dinero de los bancos argentinos o de los bancos extranjeros<br />
existentes en el país, que eran extranjeros de nombre porque todo el dinero que manejaban era<br />
de los argentinos; y en segundo lugar, utilizaban el dinero que les producía las cosechas, los<br />
ganados y las demás riquezas argentinas, que compraban al precio que querían y vendían<br />
ganando diez, cien y mil veces sobre el precio que pagaban. (Aplausos.)<br />
Si ellos lo hacían para enriquecerse ellos y gastar después ese dinero argentino en el extranjero a<br />
costa del sufrimiento y la explotación de nuestro pueblo, ¿por qué no íbamos a poder hacerlo<br />
nosotros que necesitábamos hacerlo para modificar la estructura económica del país y convertirlo<br />
en un país socialmente justo, en cuya dilatada extensión todos los hombres supiesen lo que es la<br />
dignidad humana, primera condición de la felicidad? (Aplausos.)<br />
Por eso tomamos el sistema bancario en nuestras manos. Y por eso tomamos en nuestras manos<br />
el monopolio del comercio exterior.<br />
Con el dinero argentino de los bancos y con el dinero argentino que nos produjeron los buenos<br />
negocios que hicimos con la venta de nuestra producción, pagando, sin embargo, buenos precios<br />
a nuestros productores, compramos todo lo que necesitábamos para tener el dominio total de la<br />
economía nacional.<br />
Lo primero que recuperamos fue nuestra deuda exterior, por cuya existencia pagábamos millones<br />
de pesos en concepto de intereses.<br />
Compramos luego los ferrocarriles, los teléfonos, los puertos, los transportes aéreos y marítimos,<br />
los seguros y reaseguros, los servicios de gas, de obras sanitarias, los elevadores de granos,<br />
innumerables usinas eléctricas del país, etc. (Los señores legisladores y ministros, de pie, así<br />
como también el público de las galerías, aplauden en forma prolongada, agradeciendo, igualmente<br />
de pie, el señor presidente de la Nación.)<br />
Me permito repetir estas cosas ante vuestra honorabilidad, porque en estas realizaciones estriba<br />
el orgullo de mi gobierno; y en este mensaje que ha dedicado al héroe máximo de la<br />
independencia política pienso que nada ha de ser tan grato a su espíritu en la inmortalidad como<br />
la simple enumeración de todo cuanto nosotros hemos hecho para que aquella independencia<br />
política se coronase con nuestra independencia económica. (¡Muy bien! Aplausos prolongados.<br />
Los señores legisladores y los concurrentes a las galerías, de pie, aplauden insistentemente. El<br />
señor presidente de la Nación agradece poniéndose igualmente de pie.)<br />
Recuerdo siempre que en cierta oportunidad, en 1945, hablando con algunas personas vinculadas<br />
a la economía privada, me referí a la independencia económica y mencioné las necesidades de<br />
hacer todo esto. Uno de mis oyentes, a quien no puede convencer que todo eso era posible, se<br />
retiró diciéndome, más o menos, que yo estaba loco. (Risas.)<br />
A cinco años escasos de aquella fecha desearía preguntarle si sigue creyendo que estoy loco...<br />
(prolongados aplausos de los señores legisladores y ministros, puestos de pie, y del público de las<br />
galerías en igual forma, lo que agradece el señor presidente de la Nación poniéndose también de<br />
pie), ¡aunque cuando serenamente medito en todo cuanto nos ha costado realizar nuestros<br />
sueños debo reconocer que, efectivamente, en 1945 la independencia económica no podría<br />
parecer sino una locura!...<br />
Es lo que todavía no pueden reconocer nuestros adversarios.<br />
Es lo que todavía no alcanza a comprender la prensa "seria" del país.<br />
Ellos no pueden concebir que hayamos conquistado la independencia económica sin ellos... y aun<br />
a pesar de ellos.<br />
Y como no lo pueden concebir, nos están anunciando permanentemente próximos y definitivos<br />
descalabros. Desde que estamos en el gobierno vienen anunciando nuestra caída vertical<br />
económica y política. (Aplausos.)<br />
Olvidan que nuestra fuerza es el pueblo. El pueblo es gran motor que nos ha permitido hacer todo<br />
cuanto hemos hecho, a pesar de ellos.<br />
54
Ellos siguen esperando que cedamos al fin y contratemos algún empréstito. No se acuerdan que<br />
yo ha afirmado que me cortaré las manos (se ponen de pie y aplauden insistentemente los<br />
señores legisladores y ministros, así como el público de las galerías, agradeciendo el señor<br />
presidente de la Nación, igualmente de pie) antes de poner mi firma en el acta de ninguna cosa<br />
que signifique un préstamo a mi país.<br />
Ellos saldrían gozosos a la calle a proclamarlo con pitos y sirenas si yo cumpliese la palabra que<br />
tengo empeñada definitivamente. ( Insistentes aplausos de los señores legisladores, señores<br />
ministros y público concurrente, puestos de pie.<br />
El señor presidente de la Nación, también de pie, agradece las manifestaciones de adhesión.)<br />
Felizmente, mientras ellos anuncian la próxima firma de un empréstito, nosotros nos permitimos el<br />
lujo de comprar 60 toneladas de oro. (Aplausos.)<br />
Esa ha sido nuestra respuesta de siempre... ¡Una realidad por cada mentira! (Aplausos.)<br />
Convertida nuestra economía interna en economía social, y conquistada nuestra independencia<br />
económica, pudimos idear y lanzar a la ejecución el primer plan de trabajos públicos que haya<br />
conocido la Nación.<br />
<strong>La</strong>rgo sería enunciar la innumerable serie de obras públicas que llevamos realizada.<br />
Para ilustrar en forma sumaria a los señores diputados y senadores hemos puesto a disposición<br />
de cada un ejemplar de una publicación gráfica que prueba todo cuanto hemos construido en el<br />
país, durante estos cuatro años de mi gobierno, cumpliendo con las promesas que hicimos al<br />
pueblo cuando asumimos el poder.<br />
Allí están perfectamente individualizadas gran parte de las innumerables obras realizadas a lo<br />
largo y a lo ancho del país.<br />
Cualquier argentino pude comprobar que todo cuanto allí se afirma es una realidad.<br />
No solamente ha construido el gobierno el gobierno nacional por sí mismo. También ha construido<br />
las provincias. Mi gobierno ha alentado la iniciativa de la producción por medio de la cooperación<br />
económica y financiera que les ha prestado dentro de la concepción federalista práctica a que ya<br />
me he referido.<br />
Es verdad que algunas provincias han construido más que otras, pero ello se ha debido a distintos<br />
factores , que no es del caso analizar en esta oportunidad.<br />
Me permito estacar, sin embargo, a la consideración de vuestra honorabilidad, saliéndome un<br />
poco de las normas habituales, la magnitud de la obra realizada por el gobierno de la provincia de<br />
Buenos Aires, que honra al movimiento por su capacidad constructiva. (¡Muy bien! Los señores<br />
legisladores y ministros, como también el público de las galerías, de pie, aplauden insistentemente<br />
al señor presidente de la Nación, quien agradece las manifestaciones.)<br />
Organizado ahora el sistema de coordinación y planificación nacional con la creación y<br />
funcionamiento de los consejos interministerial coordinador y coordinador federal, hemos obtenido<br />
así la elaboración anual de los planes integrales de trabajos públicos, con lo que se ha logrado el<br />
ordenamiento necesario para la buena y lógica distribución de las obras de gobierno.<br />
Espero someter a la aprobación de vuestra honorabilidad durante este período de sesiones que<br />
hoy inauguro, la ley básica de planificación integral de la Nación que nos permitirá en lo sucesivo<br />
trabajar con un permanente, claro y definido plan de obras que produzca la reactivación armónica<br />
de toda la Nación.<br />
Si en cuanto a las obras publicas nuestro sistema económico nos permitió hacer todo lo que el<br />
país tiene ante sus ojos, no menos importante es lo que nos permitió realizar, por vía indirecta, en<br />
orden a la industrialización del país.<br />
Mucho han hablado y mucho han mentido también nuestros adversarios en este aspecto de<br />
nuestra acción.<br />
Lo que ocurre en esta materia es similar a lo que mencionaba recién con respecto a la<br />
independencia económica.<br />
El país ha tenido solo dos oportunidades para industrializarse, y ellas han sido determinadas por<br />
las dos guerras mundiales que nuestra generación ha debido soportar.<br />
55
<strong>La</strong> industrialización que comenzó en 1914 y se desarrollo durante toda la primera guerra mundial,<br />
cayo en seguida en decadencia durante la posguerra inmediata, debido a la ausencia total de<br />
previsiones gubernamentales que debieron proteger a aquella industria que prometía progresar<br />
rápidamente en nuestro país.<br />
Lo que ocurrió en la primera posguerra no pudo suceder en esta segunda oportunidad porque<br />
nosotros habíamos tomado las previsiones necesarias del Consejo Nacional de Posguerra.<br />
(Aplausos.)<br />
Hoy puedo anunciar ante vuestra honorabilidad que la industrialización del país sigue su marcha<br />
ascendente cada vez con mayores posibilidades, y si en este sentido no bastase la simple rápida<br />
visión de cualquier rincón de nuestra patria, algunas cifras estadísticas darían la prueba de mi<br />
afirmación.<br />
En 1943 se solicitaron 8.700 marcas de fabricas y 1.734 patentes de invención. En 1940 las<br />
solicitudes de marcas de fabricas ascendieron a 16.039 y a 5.016 las nuevas patentes de<br />
invención.<br />
En índice de producción industrial continua creciendo uniformemente sin las que las dificultades<br />
que hemos tenido durante el año 1949 hayan logrado disminuirlo.<br />
Mi gobierno ratifica hoy ante vuestra honorabilidad su decisión inicial de auspiciar la creciente<br />
industrialización de la Nación porque seguimos creyendo que en nuestro país puede y debe<br />
producirse el ciclo integral del proceso económico, que se inicia en la producción agropecuaria y<br />
termina en la mas alta industria.<br />
Cuando lleguemos a ese nivel definitivo la independencia económica será total y podremos servir<br />
con la mayor eficiencia también a la causa de todos los pueblos.<br />
Tal vez no sea inútil repetir que el sentido de nuestra independencia económica no es de orden<br />
aislacionista. No podría concebirse así de ninguna manera. Seria una orientación opuesta a<br />
nuestra misma tradición de solidaridad que mantenemos con los demas pueblos del mundo, en<br />
especial con nuestros hermanos de América desde el mismo momento de nuestra emancipación<br />
política. (Aplausos.)<br />
El día que fuimos libres no nos basto con serlo únicamente dentro de nuestras fronteras, y salimos<br />
con nuestro primer Capitán por las rutas de américa para sellar con nuestra sangre la libertad de<br />
Chile y del Perú. (Aplausos.)<br />
El día que tuvimos que darnos una constitución, no pensamos solamente en nosotros, y en su<br />
Preámbulo magnifico anunciamos al mundo que nuestra libertad era para nosotros, para nuestros<br />
hijos y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino. (Aplausos.)<br />
Ahora que somos económicamente libres no nos conformamos tampoco con serlo a solas, y es<br />
por eso que en mi mensaje de paz de 1947 y en la reciente sesión extraordinaria del Consejo<br />
Interamericano Económico y Social hemos ratificado nuestra decisión de acudir con nuestra<br />
cooperación técnica donde sea necesario y dentro de nuestras posibilidades para reactivación de<br />
las economías de los países hermanos de América que la deseen. (Aplausos.) Nuestros principios<br />
en esta materia son claros y bien definidos. Únicamente adversarios sin escrúpulos pueden tratar<br />
de atribuirnos torcidas intenciones.<br />
Nosotros sostenemos que para reactivar la economía de los pueblos es prudente y conveniente<br />
crear en ellos las fuentes de trabajo necesarias para que todos sus habitantes puedan incrementar<br />
el nivel de vida que poseen.<br />
Esto se logra por la adquisición de la producción de las naciones que tienen problemas<br />
económico-sociales de esta naturaleza y por la consecuente industrialización. En este sentido<br />
nuestro país, aun en plena tarea de su propia reactivación, esta dispuesto a brindar su<br />
colaboración técnica a los países de América en las forma en que, a pesar de todas sus<br />
dificultades, ha tratado de hacerlo hasta la fecha. (Aplausos.) En orden también a la<br />
industrialización del país y para terminar con el tema quiero hacer algunas observaciones mas<br />
cerca de los capitales extranjeros que deseen radicarse en el país.<br />
Nuestros adversarios, en su afán político, han intentado tácticas distintas para mostrarnos ante la<br />
opinión publica como equivocados o como malos defensores de los intereses de la nación.<br />
56
Y utilizando los servicios de algunos medios de información tendenciosos, han intentado<br />
demostrar fuera del país que nuestro clima económico era desfavorable para la radicación de<br />
capitales extranjeros.<br />
Por otra parte, y surgiendo aquí como defensores de los intereses económicos del país, casi como<br />
si ellos hubiesen hecho la independencia económica, han tratado, por todos los medios posibles,<br />
de tergiversar nuestras intenciones cada vez que hemos dictado algunas medidas favorables a la<br />
introducción de capitales y de empresas extrajeras. Felizmente los creadores de la independencia<br />
económica somos nosotros y no ellos. (Aplausos.)<br />
Nosotros nos hemos ganado el derecho de conceder franquicias a los capitales que quieran venir<br />
a nuestra tierra y lo haremos cuantas veces sea necesario sin que nuestra conciencia nos acuse<br />
un solo instante, porque no solo hemos luchado por la liberación del país, sino que también hemos<br />
asegurado esa liberación en clausurarlas constitucionales perfectamente claras.<br />
Pueden venir a nuestro país todas las empresas extranjeras que deseen y pueden trabajar<br />
libremente y tal vez con mayor libertad que en cualquier otra parte del mundo.<br />
Nuestra constitución les asegura que "toda actividad económica, salvo la importación y<br />
exportación, se organizara conforme a la libre iniciativa privada", con la única limitación que<br />
expresamente se declara en la misma ley fundamental de la Nación, diciendo "siempre que no<br />
tenga por fin ostensible o encubierto dominar los mercados nacionales, eliminar la competencia o<br />
aumentar usurariamente los beneficios". (Aplausos.)<br />
El campo de actividades posibles es enorme, casi infinito. Todo esta por hacerse. Podríamos ser<br />
el país mas grande de la tierra en el orden económico. Y aunque nuevamente esto parezca una<br />
locura, queremos serlo. (los señores legisladores y ministros, de pie, así como también el publico<br />
de las galerías, aplauden en forma prolongada, agradeciendo, igualmente de pie, el señor<br />
presidente de la Nación.) tenemos para ello toda esta patria que dios nos ha regalado, y tenemos<br />
un pueblo de hombres dignos dispuestos a trabajar sin desmayos…con una sola condición, eso si,<br />
que ya no abandonara jamás: el respeto absoluto de su dignidad. (Aplausos.)<br />
Dentro del ordenamiento económico del país debemos considerar también y en forma muy<br />
especial los aspectos que se relacionan con nuestra producción básica agropecuaria.<br />
Nuestros opositores afirman, felices, creyendo que han comprobado un error nuestro, que ahora<br />
volvemos al campo.<br />
Errores, es verdad, hemos cometido; y seguiremos cometiéndolos desde que errar es humano.<br />
Pero en este no hemos cometido el error que ellos nos atribuyen porque no volvemos al campo<br />
como ellos dicen.<br />
A poco que se analice podrá verse si se trabaja con buena intención, como todo hemos hecho ha<br />
sido precisamente para asegurar un promisorio porvenir a la economía agropecuaria.<br />
Si Estados Unidos, cuyo grado de industrialización es enorme, se considera aun a si mismo un<br />
país agropecuario y su gobierno actúa en consecuencia, !como podremos pensar otra cosa<br />
nosotros que en el orden industrial recién comenzamos!<br />
Cuando la economía de un país es puramente agropecuaria, como era la economía que<br />
encontramos, si no tiene un mercado interno que cubra con sus requerimientos toda la<br />
producción, fatalmente ha de depender de los precios del mercado exterior, y ha de estar a su<br />
arbitrio. Eso era lo que sucedía en 1943.<br />
Nosotros pensamos entonces que debíamos lograr la mayor independencia posible para la<br />
colocación de nuestra producción agropecuaria.<br />
Por eso propiciamos la industrialización del país. El proceso industrial actúa sobre el proceso<br />
agropecuario de dos maneras: elevando por un lado el standard de vid de los trabajadores,<br />
aumentando con ello el consumo; y por otro lado, valorizando la producción agropecuaria cuando<br />
el proceso industrial se ejerce directamente sobre el proceso básico de producción agropecuaria.<br />
Que hemos conseguido, en este orden de cosas, nuestros objetivos, lo señala, por ejemplo, el<br />
enorme aumento del consumo interno de nuestra producción.<br />
De la faena ganadera en fabricas y grandes frigoríficos solamente, la parte destinada al consumo,<br />
57
que en 1945 era de 382.100 toneladas en bovinos, ascendió en 1949 a 545.000 toneladas.<br />
(Aplausos.)<br />
En cuanto a la industrialización misma de nuestros productos básicos citare el ejemplo del lino,<br />
porque ha sido utilizado con la mala intención por nuestros adversarios. Sosteníamos nosotros<br />
que con la fabricación del aceite del lino y luego de pintura íbamos a valorizar el lino. Por<br />
circunstancias extrañas a nuestra voluntad no pudimos seguir colocando nuestro aceite de lino; y<br />
nuestros adversarios comenzaron a gozar lo que ellos consideraban un fracaso peronista.<br />
En primer lugar se equivocaban como argentinos: nuestro propósito era evidentemente sano y<br />
loable. (Aplausos.) si triunfábamos, la ventaja material no hubiese sido nuestra, ciertamente.<br />
Incluso hubiesen ganado ellos, que todavía siembran o mejor dicho "hacen" sembrar lino en sus<br />
campos. Ante nuestras aparentes dificultades salieron en seguida a proclamar un nuevo y gran<br />
fracaso del gobierno, alegres, como si el fracaso nuestro no hubiese sido en cierto modo el<br />
fracaso del país. (Aplausos.)<br />
Poco a poco, sin embargo, la situación ha ido normalizándose y ya colocamos de nuevo nuestro<br />
aceite de lino en el mercado exterior. De este modo nuestros compradores no pagan ya<br />
únicamente el lino; pagan también el sustento de miles de obreros argentinos de la industria<br />
aceitera.<br />
Me complazco en señalar el único ejemplo que no favorece tanto nuestra posición en esta<br />
materia, y por eso insistimos en que por vía de la industrialización directa, se lograra una mayor<br />
valorización de la producción agropecuaria.<br />
Además, la industrialización bien conducida podrá proveer oportunamente de maquinarias y<br />
elementos útiles a la producción agropecuaria y se cerrara así también, por este lado, el ciclo del<br />
proceso económico, que de esta manera recuperara su equilibrio.<br />
Tan importante como la industrialización del país, en vinculación directa con la producción<br />
agropecuaria, es, sin duda, lo que hemos hecho al nacionalizar el sistema de comercialización<br />
exterior, suprimiendo los monopolios que lo dominaban.<br />
Este hecho constituye, podemos decir con toda verdad, el punto inicial de nuestra reforma en el<br />
orden económico, ya que desde ese momento se cambia en forma total nuestro sistema de<br />
comercio, en especial en relación con el comercio exterior de nuestras cosechas.<br />
Desde ese momento, los intereses internos y externos con relación al país desataron su campaña<br />
de calumnias y de insidias y entre otras cosas nos consideraron enrolados en una política<br />
totalitaria de economía dirigida.<br />
Es interesante que, pasando un poco el momento mas agudo de la campaña antiargentina<br />
desatada por los intereses mencionados, hagamos algunas reflexiones sobre este aspecto de<br />
nuestra acción económica.<br />
En cuanto nacionalizamos el sistema de comercialización de nuestros productos, lógicamente<br />
fijamos los precios que queríamos cobrar por ellos.<br />
Por aquellos mismos tiempos, es una reunión internacional, se fijo el precio mundial de un del<br />
trigo, muy inferior al fijado por nosotros y que no aceptamos nunca para nuestras operaciones<br />
comerciales.<br />
Yo no quiero discutir el derecho que aquella conferencia tenia que fijar el precio mundial de un<br />
producto que solamente tres o cuatro naciones pueden lanzar al mercado internacional.<br />
Pero me permito recordar ahora que quienes entonces nos acusaban del exterior de hacer una<br />
política totalitaria de economía dirigida, veían con buenos ojos el dirigismo económico<br />
internacional que era, ni mas ni menos, el que sancionaba como método la conferencia mundial<br />
del trigo fijando sus precios internacionales. (Aplausos.)<br />
Nuestros detractores en el orden interno no procedían tampoco de una manera mas lógica.<br />
Hemos visto a los "dirigentes" de las entidades rurales proclamar en todas partes que el gobierno<br />
se enriquecía a expensas del productor agrario, y eso era una tremenda injusticia contra la que<br />
era menester reaccionar no sembrando mas…, pero ellos sembraban, mejor dicho, !hacían<br />
sembrar!, porque los precios no eran tan malos…<br />
58
Los hemos visto agitando permanentemente el campo argentino, explotando la buena fe de<br />
nuestros colonos, hasta que un dia mostraron la hilacha y, creyendo que habían sembrado<br />
bastante prestigio con tanta charla, !sacaron sus candidaturas políticas! !por suerte para el país, ni<br />
los ingenuos creyeron en ellos, porque hasta los ingenuos tiene un poco de memoria!…(Risas y<br />
aplausos.)<br />
Lla comercialización de nuestra cosecha fue realizada a buen precio, pagando, sin embargo,<br />
buenos precios al productor, muy distintos de los que recibió en la posguerra. Y el saldo favorable<br />
de los buenos negocios que hicimos nos permitió crear nuestra flota mercante, adquirir los<br />
ferrocarriles, los puertos etcétera, vale decir, consolidar totalmente el sistema que desde entonces<br />
nos permite actuar libremente en el mercado internacional vendiendo nuestra producción al país<br />
que nos pague mas y mejor. (!Muy bien! Aplausos prolongados. Los señores legisladores y los<br />
concurrentes a las galerías, de pie, aplauden insistentemente. El señor presidente de la Nación<br />
agradece poniéndose igualmente de pie.)<br />
Los hombres del campo argentino pueden estar tranquilos ahora. No volverán los tiempos en que<br />
sembrar era toda una aventura que no solo dependía del tiempo sino de otros factores todavía<br />
mucho mas variables como la disponibilidad de vagones y de bodegas, al precio arbitrario de los<br />
monopolios extranjeros e incluso el buen o mal humor de nuestros dos o tres compradores que<br />
nos amenazaban permanentemente con irse a otros mercados con sus barcos y dejarnos con la<br />
cosecha pudriéndose en los puertos argentinos.<br />
!Y esto no es una formula literaria! !Esto sucedió en este mismo país y lo han comprobado nuestra<br />
misma generación! (Aplausos.)<br />
Nuestro comercio exterior ha conocido durante mi gobierno las mas elevadas cifras de la historia<br />
nacional, tanto en importaciones cuanto en exportaciones.<br />
Y si bien durante el año 1949 la situación internacional en materia monetaria ha determinado una<br />
disminución general de nuestro comercio, ya puede advertirse un promisorio ascenso en las<br />
curvas estadísticas que lo expresan, y ello, unido a nuestra política sana de convenios y en<br />
especial al éxito de nuestra política de franqueza cordial para los Estados Unidos, nos permite<br />
anunciar que la República argentino no tiene ningún problema económico de gravedad y que sus<br />
hijos pueden seguir trabajando con optimismo por la grandeza de la Nación, que es la felicidad<br />
particular de todos los argentinos. (Aplausos prolongados.)<br />
<strong>La</strong> posesión del manejo de nuestro comercio de importación y de exportación no podrá ya ser de<br />
ninguna manera discutida al Estado desde que hemos tenido cuidado de consolidarla en la nueva<br />
Constitución. Tampoco podrá ser anulada en la practica porque hemos nacionalizado al mismo<br />
tiempo todo el sistema que asegura el ejercicio total de este derecho que asume el Estado<br />
argentino.<br />
Así, por ejemplo, si no hubiésemos creado la flota mercante no hubiese sido posible realizar el<br />
transporte de nuestros productos.<br />
Hoy puedo anunciar a vuestra honorabilidad que si en 1946 cargábamos la decimocuarta parte de<br />
las cargas de nuestros puertos, en 1949 cargamos ya la octava parte y seguimos incrementando<br />
el tonelaje de nuestra flota mercante del mundo. (Se ponen de pie y aplauden insistentemente los<br />
señores legisladores y ministros, así como el publico de las galerías, agradeciendo el señor<br />
presidente de la nación igualmente de pie.) !Y esta es, señores, otra de nuestras locuras de<br />
1945…! (Aplausos prolongados.)<br />
Con una flota mercante argentina de esta magnitud, con el dominio de los ferrocarriles, con el<br />
manejo de los seguros y reaseguros, con la ingente flota de transportes terrestres que hemos<br />
creado y puesto en manos de los hombres de nuestra tierra, con los puertos y elevadores<br />
argentinos, ya podemos darnos el lujo de fijar los precios que hemos fijado a la producción de<br />
cereales y con la anterioridad con que los hemos establecidos.<br />
Por otra parte no estamos ya en la situación colonial de 1943. No tenemos un comprador único.<br />
Nuestros compradores están en todos los países del mundo !y nadie podrá en lo sucesivo<br />
"extorsionarnos"… ! (Aplausos.)<br />
!Esta es una prueba mas, por si faltase alguna, de que la independencia económica que<br />
proclamamos en Tucumán era algo mas que una declaración literaria de principios…!<br />
59
No se me escapa que en orden a la producción agropecuaria la industrialización del país ha<br />
creado un cierto desequilibrio en la mano de obra que indudablemente ha actuado como una<br />
causa eficiente en la disminución de las áreas sembradas, en especial sobre el área del maíz,<br />
cuyo proceso de recolección requiere mayor cantidad de brazos.<br />
Por este motivo pusimos en este año todo nuestro empeño en dotar al agro de los elementos<br />
mecánicos necesarios para que la siembra de 1950 sea la que el país necesita para mantener el<br />
ritmo de su economía; y, por otra parte, hemos adoptado una serie de medidas tendientes a<br />
estimular al productor agrario.<br />
Yo me permito pedir la colaboración de vuestra honorabilidad, que por anticipado descuento, para<br />
que en forma conjunta y en forma personal los señores legisladores apoyen la acción del Poder<br />
ejecutivo en esta campaña de reactivación agraria.<br />
Es necesario crear conciencia en el campo argentino de que no debe haber un solo lugar de tierra<br />
que pudiendo producir no produzca, y en este sentido tal vez no sea oportuno adoptar las medidas<br />
legales tendientes a hacer efectivo el principio constitucional que asigna a la propiedad privada<br />
una función social. (Aplausos.)<br />
Por otra parte, y a fin de remediar la carencia de brazos y de aumentar el número de tierras<br />
laborales, hemos realizado y seguiremos trabajando con una bien definida política de<br />
colonización.<br />
Nuestro principio que declara que la tierra debe ser de quien la trabaja se ha concretado en la<br />
colonización de numerosos latifundios.<br />
<strong>La</strong>s cifras estadísticas de esta acción son concluyentes.<br />
En 1944 el Banco de la Nación solamente entregó 2.369 hectáreas de tierra a 237 familias.<br />
En 1949 el mismo banco entregó 68.000 hectáreas a 4.200 familias. (Aplausos.)<br />
En orden al principio peronista, que dice que la tierra es un bien de trabajo y no un bien de renta,<br />
se ha fijado una nueva rebaja sobre lo arrendamientos rurales, medida que esperamos repercuta<br />
directamente sobre la producción en forma fehaciente.<br />
Todos estos aspectos de la economía y todas las consideraciones que me he permitido presentar<br />
a la consideración de vuestra honorabilidad, son solamente algunas de las realidades que nuestro<br />
movimiento puede ofrecer al país como consecuencia directa de su acción.<br />
En la memoria correspondiente a los respectivos ministerios que integran el equipo económico<br />
hallarán los señores legisladores las cifras estadísticas y los hechos complementarios de mi<br />
exposición en este aspecto de mi mensaje.<br />
Lo fundamental es, sin embargo e insisto en ello porque en ello estriba mi orgullo de argentino y<br />
de peronista (insistentes aplausos de los señores legisladores, señores ministros y público<br />
concurrente, poniéndose de pie. El señor presidente de la Nación, también de pie, agradece las<br />
manifestaciones de adhesión), haber creado un nuevo sistema económico en el mundo, el sistema<br />
de la economía social, y haberlo asegurado como realidad nacional por la independencia<br />
económica.<br />
Solamente de esta manera era posible realizar íntegramente la justicia social.<br />
Ahora sí podemos hablar de los aspectos sociales de la nueva Argentina.<br />
Podrán criticarnos errores de detalle. Podrán decir que en esto o en aquello nos hemos<br />
equivocado. Pero la verdad es que no nos debemos haber equivocado tanto desde que el pueblo<br />
es feliz…(aplausos) desde que los que eran ¨ descamisados ¨ en 1945 ya no son ¨ descamisados ¨<br />
(aplausos), aunque les guste y nos guste llamarlos así como un homenaje al ¨ descamisado ¨ que<br />
todos los peronistas llevamos en el corazón. (¡Muy bien¡ Los señores legisladores y ministros,<br />
como también el público de las galerías, de pie, aplauden insistentemente al señor presidente de<br />
la Nación, quien agradece las manifestaciones.)<br />
<strong>La</strong> verdad es que, mientras todos los países están siendo constantemente amenazados por el<br />
hambre, nosotros seguimos recibiendo el cariño efusivo de un pueblo que nos quiere<br />
precisamente porque está satisfecho.<br />
Esa es una realidad que, estando en la calle, basta salir a la calle para verla. No nos debemos<br />
60
haber equivocado tanto.<br />
Sólo nos falta para consolidar todo esto limar algunos detalles, equilibrar un poco las cargas.<br />
El porvenir dirá después indudablemente que, si la nuestra fue una locura, fue una bella locura,<br />
porque la hicimos realidad. (Aplausos.)<br />
En cambio la locura de quienes viendo no creyeron ¡ésa sí que es una triste locura¡ (los señores<br />
legisladores y ministros de pie, así como también el público de las galerías, aplauden en forma<br />
prolongada, agradeciendo igualmente de pie, el señor presidente de la Nación.)<br />
Sr. Presidente. - Invito a la Honorable Asamblea a pasar a un breve cuarto intermedio.<br />
- Así se hace siendo las 10 y 40.<br />
- Siendo las 11 y 5, dice el Sr. Presidente. - Continúa la sesión de Asamblea.<br />
- El excelentísimo señor presidente de la Nación continúa la lectura del mensaje:<br />
En el orden social nuestra realidad satisface con mayor plenitud aún que en lo órdenes político y<br />
económico las aspiraciones de nuestros comienzos en la lucha y en el gobierno.<br />
Lo que quisimos ser es lo que somos.<br />
De ningún modo queremos decir con ello que hayamos alcanzado en materia social el máximo<br />
ideal.<br />
Sería creer que el progreso social tiene un límite natural; y la verdad es que todos cuantos<br />
conocemos un poco la historia de los pueblos sabemos perfectamente bien que la sociedad<br />
humana ha seguido, en el devenir de su vida, una marcha ascendente, a pesar de sus<br />
momentáneas caídas o descensos; y ello nos permite suponer que posee la fuerza interior<br />
suficiente como para seguir progresando en su ordenamiento intrínseco.<br />
Nuestro concepto optimista y positivo de la historia, optimista aún a pesar de los momentos<br />
actuales realmente difíciles, nace de nuestra profunda fe en los valores humanos, sobre todo con<br />
relación a aquellos que radican en el espíritu del hombre. Por eso al clausurar el 1º Congreso<br />
Nacional de Filosofía, afirmé nuestra concepción positiva de la sociedad diciendo:<br />
“El progreso social no debe mendigar ni asesinar, sino realizarse por la conciencia plena de su<br />
inexorabilidad. “<br />
“Esta comunidad, que persigue fines específicos y materiales, que tiende a superarse, que ansía<br />
mejorar y ser más justa, más buena y más feliz, en la que el individuo pueda realizarse y realizarla<br />
simultáneamente, dará al hombre futuro la bienvenida desde su alta torre, con la noble convicción<br />
de Spinoza: ¨ Sentimos, experimentamos que somos eternos.”<br />
Por tales y tan fundamentales razones creemos que es posible un continuo y mayor<br />
perfeccionamiento de nuestra estructura social; pero de lo que hemos conseguido realizar estoy<br />
íntimamente satisfecho, y puedo decir con toda verdad que supera a cuanto queríamos hacer en<br />
el momento incierto en que empezamos la lucha por la felicidad de nuestro pueblo. (Aplausos.)<br />
También en este orden de cosas nuestra doctrina es clara y simple como en todos los aspectos<br />
que hemos considerado.<br />
Frente a un mundo absolutamente dividido en dos fracciones diametralmente opuestas de<br />
individualismo y colectivismo, nosotros realizamos en nuestro país, y proponemos a la humanidad,<br />
la doctrina del equilibrio y la armonía del individuo y la colectividad por la justicia social que<br />
dignifica al trabajo, que humaniza el capital, que eleva la cultura social, que suprime la explotación<br />
del hombre por el hombre, que produce la realidad positiva de los derechos del trabajador, del<br />
anciano, del niño y de la familia (aplausos), de tal manera que el ¨ nosotros ¨ de la sociedad se<br />
realiza y perfecciona por el yo individual, dignificado como persona humana.<br />
Ese fue el propósito que anunciamos en 1943. Lo repetimos por todo el país durante el período<br />
revolucionario propiamente dicho. Me sirvió de bandera en la campaña preelectoral de 1946. Lo<br />
anuncié como programa social el 4 de junio de 1946 en este mismo recinto al tomar posesión del<br />
poder. Lo establecimos constitucionalmente en 1949. Y lo seguiremos alentando, consolidando y<br />
perfeccionando convencidos de que vamos por el camino de las verdaderas soluciones, desde<br />
que el pueblo sigue con nosotros con su misma fe y con su mismo entusiasmo. (Aplausos.) Por<br />
eso, después de la finalidad esencial de nuestro movimiento: lograr la unidad nacional, señalamos<br />
61
como objetivo inmediato de nuestra acción el de la justicia social y nos dedicamos con todas<br />
nuestras energías a la tarea de hacerla efectiva en todo el país.<br />
Por las mismas razones la nueva Constitución (aplausos), después de establecer que<br />
mantenemos nuestra irrevocable decisión de ser una Nación, vale decir, una unidad nacional,<br />
señala las características fundamentales de esa unidad y, en primer lugar, la de ser socialmente<br />
justa.<br />
Pero la justicia social no es en la nueva Constitución únicamente una expresión de deseos escrita<br />
en el Preámbulo. Ella campea en todo su texto renovado, infundiéndole un espíritu distinto que no<br />
puede ser sino denominado ¨ de justicia social ¨. (Aplausos.)<br />
Aun las previsiones económicas y políticas de la nueva Constitución no se entienden sino se las<br />
considera como elementos básicos de una Nación socialmente justa. Por eso mismo, la<br />
Constitución de 1949 tiene para el pueblo un carácter esencial definitivo, y el mismo es el que, en<br />
su intuición maravillosa, nos ha enseñado a denominarla ¨ Constitución Justicialista ¨<br />
<strong>La</strong>s realidades sociales que nuestro gobierno ha logrado, de acuerdo con nuestras esperanzas de<br />
1943 y nuestras promesas y planes de 1946, están en cualquier parte de la Nación y de ellas es<br />
testigo y es prueba cada uno de los hombres y mujeres que en los campos y en las ciudades<br />
luchan con un nuevo sentido de la vida, del trabajo, y de la misma patria, que ya no es para ellos<br />
el nombre vacío de una realidad ausente, sino la permanente presencia de una forma viva que,<br />
como una madre de verdad, protege a sus hijos con el abrazo de la justicia y del amor. (Aplausos.)<br />
Aunque en 1943 fijamos como finalidad básica de nuestro movimiento la unidad nacional, no<br />
insistimos en ella para nuestra prédica.<br />
<strong>La</strong> unidad nacional era, en aquellos tiempos, también una palabra vacía de sentido intrascendente<br />
para el pueblo argentino.<br />
Divididos como estábamos en explotadores y explotados, en privilegiados y réprobos, hablar de la<br />
unidad nacional hubiese sido ridícula pretensión de teorizantes.<br />
Nos decimos entonces por el camino de la realidad…¡y la realidad era un pueblo de trabajadores<br />
explotados por un capitalismo nacional e internacional deshumanizado que impedía a los<br />
argentinos levantar la cabeza de sus esperanzas…! ¡ <strong>La</strong> realidad era un pueblo marchando con<br />
las espaldas encorvadas mirando al suelo, hacia un destino que desconocía y que ni siquiera<br />
intentaba conocer…! ¡Qué íbamos a hablar de la unidad nacional, de la patria o de sus símbolos a<br />
ese pueblo! (los señores legisladores y ministros, de pie, así como también el público de las<br />
galerías, aplauden en forma prolongada, agradeciendo, igualmente de pie, el señor presidente de<br />
la Nación.)<br />
¡Ahora sí puede hablársele de la unidad nacional, de la patria y de sus símbolos, porque<br />
solamente con la cabeza erguida es posible advertir en el cielo el brillo de las estrellas de los altos<br />
ideales y solamente con la cabeza erguida es posible contemplar en lo alto de los mástiles el<br />
tremolar de las banderas. (Aplausos.)<br />
Por eso la justicia social fue siempre nuestro primer objetivo.<br />
<strong>La</strong> coincidencia de todos los argentinos en los aspectos fundamentales de la vida del país no<br />
podía ser lograda sin destruir previamente todas las barreras que nos dividían. Destruir las<br />
barreras políticas del fraude y de la venalidad (aplausos) que separaban al pueblo del gobierno<br />
fue solamente un paso en aquel afán, pero de nada hubiese valido si no hubiésemos tratado de<br />
conseguir en seguida la destrucción de las barreras sociales que dividían a los argentinos en<br />
señores y en esclavos, lo mismo que en las épocas más remotas y obscuras de la antigüedad.<br />
Que no exagero diciendo que en 1943 había esclavos en la República Argentina pueden probarlo,<br />
con el testimonio de sus propios sufrimientos, los peones de campo, los hacheros de los obrajes,<br />
los trabajadores de la caña de azúcar y de los yerbatales (insistentes aplausos de los señores<br />
legisladores, señores ministros y público concurrente, puestos de pie. El señor presidente de la<br />
Nación, también de pie, agradece las manifestaciones de adhesión), las mujeres del servicio<br />
doméstico; en una palabra, todos los que durante muchos años no tuvieron otro remedio que<br />
aguantar la opresión de sus patronos ante las puertas cerradas del ignominioso Departamento<br />
Nacional de Trabajo, en cuyos recintos todos los días el gobierno se lavaba las manos como<br />
Pilatos, entregando a los trabajadores a las manos vengativas de sus patronos.<br />
62
El día que creamos la Secretaría de Trabajo y Previsión, 27 de noviembre de 1943 (aplausos), es<br />
para mí el día inicial de nuestro movimiento. Desde ese instante la revolución adquirió un nuevo<br />
sentido y se largó por un camino sobre el cual no podría ya volverse jamás.<br />
En aquellos tiempos todavía el gobierno de la revolución de junio estaba siendo sometido<br />
permanentemente al asedio de los grupos políticos de la vieja oligarquía, que deseaban infiltrarse<br />
en nuestro movimiento.<br />
Seguían la táctica que había malogrado muchas revoluciones.<br />
Nosotros los veíamos llegar a los umbrales mismos de la Casa de Gobierno e incluso advertíamos<br />
con amargura cómo la vieja mentalidad conservadora copaba algunas posiciones fundamentales<br />
en algunos ministerios de la Nación.<br />
Casi nunca los gestores iniciales de un movimiento revolucionario están de acuerdo en sus<br />
objetivos esenciales.<br />
Al decidirse un movimiento sólo se advierte la necesidad de realizarlo. Después de realizado, por<br />
lo general, aparecen las divergencias de opinión acerca de los fines inmediatos. Y eso también<br />
ocurrió en nuestro movimiento en aquellos últimos meses de 1943.<br />
Estoy seguro de que si no hubiésemos creado la Secretaría de Trabajo y Previsión, la revolución<br />
de junio sería hoy un episodio más en la historia política argentina, de cuya trayectoria se diría,<br />
poco más o menos, lo que nosotros decimos de otras revoluciones copadas, en su beneficio, por<br />
la misma oligarquía que quisieron destruir.<br />
Lo único que impidió la transformación del movimiento en una simple revolución política, y que<br />
cerró el camino del regreso a los políticos de la pertinaz oligarquía, fue nuestra decisión del 27 de<br />
noviembre de 1943. (¡Muy bien! Aplausos prolongados. Los señores legisladores y los<br />
concurrentes a las galerías, de pie, aplauden insistentemente. El señor presidente de la Nación<br />
agradece poniéndose igualmente de pie.)<br />
Desde ese día el pueblo empezó a comprendernos y a sentir que nuestra revolución, realizada en<br />
su nombre, tenía también por objeto su felicidad.<br />
¡<strong>La</strong> revolución estaba en el camino sobre el cual ya nadie podría hacerla regresar!<br />
¿Qué hemos hecho hasta hoy en el campo social?<br />
Podemos afirmar, en primer término, que existe una nueva conciencia social en el pueblo de la<br />
Nación. Cada argentino sabe que no está solo ni puede estar solo en el país; que sus actos y sus<br />
obras repercuten sobre el resto de los habitantes de la Nación, y que sobre él confluyen las<br />
múltiples influencias de todos los demás. Hemos creado el concepto de la solidaridad social, por el<br />
cual todos, en la familia argentina, tenemos que cumplir, además de nuestro destino personal, una<br />
parte del destino común. (Aplausos prolongados.)<br />
Este concepto, felizmente, fue comprendido de inmediato por los hombres de trabajo, y a sus<br />
organizaciones gremiales de 1943 han venido a sumarse miles de nuevos sindicatos que agrupan<br />
a los trabajadores y que en el país representan una fuerza extraordinaria por su magnitud y por su<br />
unidad. (¡Muy bien! Los señores legisladores, ministros y público concurrente a las galerías,<br />
aplauden insistentemente, de pie, al señor presidente de la Nación, quien en igual forma agradece<br />
las manifestaciones.)<br />
Una prueba de que el pueblo argentino tiene ¨ conciencia social ¨ es el hecho de que la ¨<br />
cooperación ha reemplazado a la lucha ¨.<br />
Capital y trabajo, después de cumplidas las exigencias de la justicia social, comienzan a entrar en<br />
un terreno de franca colaboración mutua.<br />
En 1949 los conflictos gremiales han disminuido extraordinariamente en relación a los años<br />
anteriores.<br />
Algunas cifras estadísticas probarán claramente mi afirmación. (Aplausos prolongados.)<br />
En 1948 participaron en 103 huelgas 278.000 asalariados, mientras que en las 36 huelgas de<br />
1949 sólo hubo 29.000 participantes.<br />
Por otra parte, se han firmado en 1949 trescientos treinta y cuatro convenios colectivos de trabajo,<br />
que comprenderían a más de 2.000.000 de trabajadores.<br />
63
Estas cifras no significarían nada si no viésemos todos los días ejemplos aleccionadores de cómo<br />
los patronos van entendiendo que los obreros merecen un trato digno y condiciones de trabajo<br />
adecuadas.<br />
Podemos, pues, afirmar ya que nuestra aspiración de 1943, crear una conciencia social en el país,<br />
ha sido lograda plenamente.<br />
Este hecho, por su valor intrínseco, incalculable en medidas materiales, es sin duda una de las<br />
obras más grandes que hayamos construido nosotros en el país. Solamente cuando ella se vea<br />
desde un poco más lejos, la perspectiva permitirá apreciarla en su real magnitud. (Aplausos.)<br />
Hemos elevado la cultura social, dignificado el trabajo y humanizado el capital por efectiva<br />
realidad de todos y cada uno de los Derechos del Trabajador.<br />
Los Derechos del Trabajador, constitucionales desde 1949, son, desde hace mucho tiempo,<br />
realidades absolutas en la nueva Argentina.<br />
Como todas las cosas que hace el hombre podrán ser aún perfeccionadas en su aplicación, pero<br />
que existen ya como derecho positivo en el país, no los prueba el simple y somero análisis del<br />
panorama social argentino.<br />
El derecho de trabajar está asegurado por la plena ocupación que poseemos. <strong>La</strong> plena ocupación<br />
no es un hecho casual, desde que nosotros hemos creado todas las condiciones necesarias para<br />
que a ningún argentino que quiera trabajar le falten los medios para ganarse el sustento.<br />
<strong>La</strong> ocupación sigue en aumento a pesar de las dificultades de algunas industrias y de la menor<br />
producción agraria debida, especialmente, a la pérdida de una parte de la cosecha de maíz, que<br />
requiere gran cantidad de brazos.<br />
Es cierto que el gran desarrollo industrial ha desequilibrado un poco la distribución de la mano de<br />
obra disminuyendo sus disponibilidades en los centros no industriales; pero ese desequilibrio es y<br />
será compensado en parte con la inmigración y colonización agraria, y en parte con la<br />
mecanización de las tareas rurales. (Aplausos.)<br />
<strong>La</strong> inmigración ha alcanzado en 1949 la cifra máxima de esta posguerra, llegando a la suma total<br />
de 157.000 personas, y este incremento de la población, unido al crecimiento vegetativo que en<br />
1949 superó también las cifras máximas de los últimos años, me permiten hoy anunciar al país,<br />
por intermedio de vuestra honorabilidad, que el pueblo de la Nación Argentina supera en población<br />
la suma de 17.000.000 de personas. (Aplausos.)<br />
Para asegurar el derecho de trabajar no sólo hemos creado condiciones de plena ocupación. En<br />
otro orden de cosas el Estado ha acudido a remediar las escasas situaciones locales de<br />
desocupación cuantas veces ha sido necesario, colocando en forma directa la cantidad de 32.043<br />
obreros y empleados.<br />
El derecho a una retribución justa es una realidad general en la Nación. No me detendría en su<br />
consideración si no fuese para señalar que el valor adquisitivo de nuestros salarios en relación<br />
con los elementos básicos de la economía familiar supera en general el valor adquisitivo de los<br />
salarios medios de todos los países del mundo.<br />
Este hecho concuerda, por otra parte, con la estadística de salarios y costo de la vida.<br />
El índice promedio de salarios para ayudantes o peones ha subido, de 1943 hasta diciembre de<br />
1949, de 100 a 340, y para oficiales, de 100 a 305, mientras que el índice de costo de la vida está<br />
actualmente en 265. No es del caso entrar a hacer tampoco el análisis minucioso de nuestras<br />
cifras en esta materia. <strong>La</strong> realidad está en todo el país.<br />
a mejor estadística podremos verla esta tarde desfilando multitudinaria por las calles de la ciudad.<br />
¡Estará, como todos los años, en las caras alegres y felices de millares y millares de trabajadores,<br />
celebrando la fiesta del trabajo! (¡Muy bien! Aplausos prolongados. Los señores legisladores y los<br />
concurrentes a las galerías, de pie, aplauden insistentemente. El señor presidente de la Nación<br />
agradece poniéndose igualmente de pie.)<br />
El derecho a la capacitación es una realización que se cumple ampliamente en todo el país.<br />
A nuestra exclusiva acción se debe la organización del aprendizaje de los menores en el país.<br />
Gracias a ello hoy funcionan misiones monotécnicas, escuelas fábrica de aprendizaje, escuelas de<br />
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medio turno, escuelas de capacitación, además de las antiguas escuelas técnicas de oficios cuya<br />
acción reformada se ha incrementado al máximo posible.<br />
En 1949 solamente se han implantado 38 nuevas escuelas fábricas de aprendizaje y capacitación<br />
obrera; 31 cursos nuevos en las escuelas ya existentes, 13 escuelas más de ciclo técnico (ley<br />
13.229) y se han inscrito 36.778 alumnos.<br />
<strong>La</strong> acción gubernativa que nosotros hemos desarrollado en orden a la capacitación general y<br />
técnica de los obreros argentinos ha servido de estímulo a la propia acción que, con la misma<br />
finalidad, realizan ya en grado extraordinario las organizaciones gremiales.<br />
Existe hoy, entre los trabajadores argentinos, un extraordinario afán por elevar el nivel cultural en<br />
que se encuentran.<br />
Ello nos ha movido a popularizar todas las fuentes en que puede saciarse esta sed espiritual de<br />
nuestro pueblo.<br />
A nuestra concepción social de la cultura se deben, precisamente: el acceso libre a las<br />
instituciones oficiales de educación por la supresión de todo gravamen arancelario, la acción de<br />
cultura social a cargo de distintos organismos antes reservados a una exigua minoría y ahora<br />
abiertos al pueblo, que recién los conoce después de haberlos pagado durante muchos años.<br />
(Aplausos prolongados.)<br />
Cito en este sentido el caso particular de nuestro primer coliseo, cuya magnífica riqueza y cuya<br />
extraordinaria jerarquía artística eran conocidos solamente por los extranjeros y por unos pocos<br />
privilegiados argentinos, mientras el pueblo de Buenos Aires pagaba cifras millonarias para<br />
conjurar el déficit anual que producía.<br />
Realidad que nosotros ofrecemos al pueblo es un teatro abierto a sus afanes e inquietudes<br />
artísticas.<br />
Es para que nosotros el espíritu de un descamisado vale tanto, ¡por lo menos tanto!, como el de<br />
un millonario. (¡Muy bien! Los señores legisladores y ministros, como también el público de las<br />
galerías, de pie, aplauden insistentemente al señor presidente de la Nación, quien agradece las<br />
manifestaciones.)<br />
El derecho a condiciones dignas de trabajo es positivo derecho en todo el país.<br />
En este aspecto de nuestra acción social hemos realizado gran trecho el camino, por lo menos en<br />
lo que a la parte estatal de la acción corresponde. Lo demás es cuestión de tiempo, ya que lo<br />
esencial ha sido cumplido; y lo esencial era hacer entender al sector patronal que el trabajador<br />
tiene una dignidad humana igual a la que puede poseer cualquier patrón, y que a esa dignidad<br />
corresponden condiciones dignas de trabajo.<br />
Lo que en este terreno hemos hecho es de conocimiento público. <strong>La</strong> diferencia entre lo presente y<br />
lo pasado es casi la diferencia que existe entre la esclavitud y la libertad. (Aplausos.)<br />
El derecho a la preservación de la salud es también una vigorosa realidad en la Nueva Argentina.<br />
<strong>La</strong> asistencia médica ha sido convertida en un derecho del pueblo; y aunque la acción de tres<br />
años de intensa lucha no ha podido suplir todavía la incuria de un siglo, en esta materia, ya<br />
podemos decir que vamos en camino de lograra la protección sanitaria integral del pueblo<br />
argentino. (Aplausos.)<br />
Nuestra acción no sólo se realiza por vía directa del Ministerio de Salud Pública, creación de mi<br />
gobierno. Prácticamente todos los organismos del Estado han asegurado la atención de sus<br />
propios servidores en materia de salud, al mismo tiempo que han organizado sus servicios<br />
sociales en general. Paralelamente hemos propiciado la acción constructiva de las entidades<br />
gremiales cuyos organismos mutuales son en algunos casos, ejemplos extraordinarios. En cifras<br />
estadísticas la acción en esta materia se concreta así: en 1943, 57 hospitales atendían 15.425<br />
camas: en 1949, 119 hospitales atendían 23.395 camas. (Aplausos.)<br />
Pero tal vez no sea de tanta importancia esta acción, ni tampoco el haber doblado en tres años el<br />
número de hospitales y de camas, como el hecho de haber creado una conciencia sanitaria<br />
distinta en relación con el enfermo.<br />
Los hospitales que hemos construido, según nuestra doctrina, son ante todo humanos.<br />
65
No concebimos que pueda haber ninguna diferencia entre la atención que merece que merece el<br />
humilde obrero de nuestro pueblo y la que puede merecer cualquier otro argentino por más dinero<br />
que posea. (Aplausos.)<br />
<strong>La</strong>s construcciones hospitalarias antiguas, y al decir antiguas me refiero a todas las realidades<br />
antes de nuestra acción en materia sanitaria, respondían a conceptos opuestos a los que he<br />
enunciado como principios de nuestra doctrina.<br />
<strong>La</strong> verdad es que los gobernantes y las sociedades de beneficencia que construyeron aquellos<br />
hospitales no pensaron servirse de ellos; porque no se consideraron nunca parte del pueblo que<br />
debía sufrir en sus salas desmanteladas y frías. (Prolongados aplausos de los señores<br />
legisladores y ministros, puestos de pie, y del público de las galerías en igual forma, lo que<br />
agradece el señor presidente de la Nación poniéndose también de pie.)<br />
Nosotros construimos hospitales pensando que pueden servir para nosotros mismos…y por eso<br />
les damos sentido de humanidad.<br />
Si toleramos todavía la existencia de los antiguos hospitales es porque nuestros deseos de<br />
construir no pueden ser alcanzados por las posibilidades reales. No podemos realizar en algunos<br />
pocos años todo cuanto se dejó de hacer en un siglo de inercia y de imprevisión.<br />
Pero así como consideramos pasado ya el tiempo de la explotación del hombre por el hombre, el<br />
recuerdo de los hospitales que nosotros encontramos tendrá que pasar a la historia de las<br />
pesadillas que tuvo nuestro pueblo en una época dolorosa de su pasado. (Aplausos.)<br />
No quiero seguir adelante sin señalar a la consideración de vuestra honorabilidad cómo el primer<br />
postulado de la Doctrina <strong>Peron</strong>ista, que dice ¨ pensamos en una Argentina profundamente<br />
cristiana y profundamente humanista ¨. Se cumple totalmente en este aspecto de nuestras<br />
realidades.<br />
El derecho al bienestar se concreta principalmente en la posibilidad de que los trabajadores<br />
dispongan de vivienda, indumentaria y alimentación adecuadas.<br />
En materia de viviendas nuestra acción directa ha significado la edificación de más de 35.000<br />
unidades en todo el país, hallándose en construcción un número todavía mucho mayor que hace<br />
llegar el total de nuestro plan a una suma superior a 100.00 viviendas.<br />
Todos los barrios de viviendas obreras construidos en el país son prácticamente obra de nuestro<br />
gobierno, ya que pueden contarse con los dedos de una mano los que levantaron nuestros<br />
predecesores. (Aplausos.) si a esto se añade la acción indirecta del Banco Hipotecario Nacional,<br />
podrá tenerse una idea total de nuestro esfuerzo.<br />
El problema de la vivienda es de tal magnitud que la unión d nuestros esfuerzos no han conjurado<br />
sino en parte la crisis que debió ser prevista y conjurada cuando podía construirse a menos costo<br />
que ahora y con más abundante mano de obra. (Aplausos.)<br />
Protestan nuestros críticos de escritorio porque nuestra acción intensa de construcciones en<br />
vivienda ha desequilibrado un poco la actividad privada de edificación.<br />
<strong>La</strong> verdad es que hemos tomado ya las medidas tendientes a conjurar ese desequilibrio, que no<br />
es tan grande, desde que todo el país construye al mismo tiempo intensamente en todos los<br />
órdenes y en todas las zonas, como puede comprobarse en cualquier parte.<br />
Pero no es posible dejar de informar a la opinión pública que si nosotros construimos viviendas<br />
ahora para nuestros trabajadores es porque nuestros antecesores no las construyeron.<br />
(Aplausos.) ¡Aunque esta omisión es perfectamente lógica en quienes no pensaban en los obreros<br />
sino para explotarlos!<br />
En materia de seguridad social cuanto prometimos ha sido efectivamente realizado.<br />
Prácticamente ningún argentino que trabaja ha de quedar desamparado en su vejez desde que el<br />
sistema jubilatorio ha sido extendido a casos excepcionales que las leyes jubilatorias todavía no<br />
amparan , pueden acogerse a los beneficios de la ley 13.478, que estableció la pensión<br />
inembargable a la vejez y que hoy ya beneficia a más de 23.000 ancianos desamparados e<br />
inválidos. (¡Muy bien! Los señores legisladores y ministros, como también el público de las<br />
galerías, de pie, aplauden insistentemente al señor presidente de la Nación, quien agradece las<br />
manifestaciones.)<br />
66
A este régimen se ha adherido ya todas las provincias, y su realidad efectiva va siendo poco a<br />
poco totalizada.<br />
Hoy podemos ofrecer al mundo el espectáculo de un país en cuyo seno ¨el trabajo, en cualquier<br />
parte se preste, es fuente de derecho para la seguridad social ¨.<br />
En este momento el régimen del Instituto Nacional de Previsión Social esta cubriendo a 3.438.000<br />
argentinos con respecto a los riesgos de vejez, maternidad etcétera.<br />
A esto se ha venido a añadir la primera experiencia de seguros a cargo del Estado, que se lleva a<br />
cabo por intermedio de la Caja Nacional de Ahorro Postal mediante los planes de tipo mutual que<br />
ella ofrece.<br />
El seguro obligatorio para todo el personal del estado ampara hoy a un millón de vidas humanas,<br />
por un total de capital asegurado cercano ya a los 5.000.000.000 de pesos.<br />
Prácticamente puede decirse que toda la población del país tiene un positivo derecho a la<br />
seguridad.<br />
Todo esto es de indudable valor social y humano.<br />
<strong>La</strong> seguridad es condición indispensable para que el hombre trabaje con eficacia y con intensidad.<br />
El presente es más fecundo cuando no existen dudas acerca del futuro. Y como el presente está<br />
asegurado con la garantía de un porvenir sin angustias, nuestra generación de trabajadores ha<br />
recobrado la alegría de vivir que había perdido y el optimismo necesario para vencer en la lucha<br />
cotidiana.<br />
El derecho a la protección familiar es ejercido en beneficio de los trabajadores y del pueblo en sus<br />
aspectos morales y físicos por la acción del gobierno en materia de educación, salud pública y<br />
asistencia social.<br />
Pero quiero referirme, en forma especial, a la acción que por las familias humildes de nuestro<br />
pueblo desarrolla una institución que, aun sin firmar parte de nuestro gobierno (Aplausos.),<br />
merece una especial mención en este mensaje, desde que su presencia y su obra en el país<br />
reflejan la existencia de las nuevas condiciones espirituales que nosotros hemos creado. Me<br />
refiero a la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón.<br />
Por razones que vuestra honorabilidad comprenderá perfectamente, yo preferiría guardar silencio<br />
con respecto a esta benemérita institución.<br />
Pero tengo en cierto modo la obligación de referirme a ella, desde que ella mereció el año pasado<br />
la atención de vuestra honorabilidad en la sanción de una ley que el Poder Ejecutivo debió<br />
observar por las razones oportunamente expuestas.<br />
Quiero expresar a los señores legisladores que la actitud del Poder Ejecutivo, además de las<br />
razones de orden económico que la determinación, obedeció también al deseo de conservar para<br />
la Fundación la Ayuda Social una característica que la hace única en el mundo y que es la de ser<br />
una institución cuyos fondos provienen en forma directa del mismo pueblo, queda de esta manera,<br />
un ejemplo extraordinario de generosa solidaridad. (Aplausos. Los señores legisladores y público<br />
de la galerías se ponen de pie y así permanecen hasta la terminación de la lectura del mensaje.)<br />
Aprovecho esta oportunidad para destacar la inmensa labor social de la Fundación, cuyas obras<br />
se van levantando con asombrosa rapidez en todas partes, llegando así, con la solicitud efectiva<br />
del amor, a los más apartados rincones del país. Ella construye el complemento maravilloso de la<br />
justicia social y otro es el de la ayuda social (aplausos prolongados.), y que solamente los dos<br />
unidos pueden estrechar al pueblo con el abrazo de nuestro cariño.<br />
Ya me he referido en el curso de mi exposición, aunque en forma indirecta, al derecho al<br />
mejoramiento económico y al derecho de defensa de los intereses profesionales como absolutas<br />
realidades de nuestra reforma social.<br />
De esta manera van siendo realizados y consolidados los derechos del trabajador, de la familia y<br />
de la ancianidad.<br />
Ya tiene el país la evidencia de su positiva realidad social en todas partes.<br />
Y en todas partes, gracias a esta obra fundamental de nuestro movimiento, un clima de bienestar<br />
común ha substituido al antiguo estado de lucha permanente, de inseguridad, de resentimientos y<br />
67
de inquietudes.<br />
Han caído las barreras sociales que separaban a los argentinos. Ahora es posible hablarles de la<br />
unidad Nacional. (Aplausos prolongados.)<br />
Quiero referirme en forma especial a la acción educativa de mi gobierno porque ella completa el<br />
panorama que acabamos de repasar rápidamente. <strong>La</strong> escuela argentina es también fundamental<br />
instrumento que hemos puesto al servicio de la unidad nacional.<br />
<strong>La</strong> unidad nacional que perseguimos debe empezar en la escuela bajo el amparo luminoso de la<br />
verdad.<br />
Para ello hoy la escuela dice la verdad completa a los niños argentinos poniéndolos frente a los<br />
problemas reales de la vida y de la eternidad; enseñándoles a conocer a Dios y a valorar las<br />
cosas del espíritu; acercándolos a las fuentes mismas del trabajo; llevándolos a las fábricas y<br />
talleres para que aprendan en ellos que allí se construye la grandeza de la Nación. <strong>La</strong> escuela<br />
habla hoy a los niños argentinos de la verdad económica, de la verdad social y de la verdad<br />
política del país, y les muestra la patria tal cual es en toda su extensión y en toda su maravillosa<br />
magnitud.<br />
Con sentido cristiano y humano de la vida, la escuela que nosotros hemos realizado asegura el<br />
porvenir generaciones de argentinos capaces de comprender y defender todo esto que nosotros<br />
hemos hecho.<br />
Yo me permito hacer un llamado al espíritu patriótico de los maestros solicitándoles que enseñen<br />
simplemente la verdad argentina a sus alumnos; la verdad que está en todas partes deseando<br />
ganar el corazón de los niños para proyectarse en ellos hacia el porvenir. (¡Muy bien! Aplausos<br />
prolongados. El señor presidente de la Nación agradece poniéndose de pie.)<br />
Confío en la generación de jóvenes actuales que se forman en nuestros institutos, y de manera<br />
muy especial en aquellos que, habiendo salido de los más humildes hogares de nuestro pueblo,<br />
no podrán olvidar jamás que en ellos descansa fundamentalmente la tarea de defender, en los<br />
ambientes de su actuación, todas las conquistas que esta generación les deja como legado digno<br />
de ser defendido, incluso con el sacrificio de la misma vida. (Aplausos prolongados.)<br />
Si en materia de conquistas políticas, económicas y sociales hemos avanzado tal como lo he<br />
expuesto ante vuestra honorabilidad, no es menos conquista la que el pueblo ha realizado en<br />
relación con otros valores de orden moral, a los cuales asigna nuestra doctrina extraordinaria<br />
importancia y que aparecen como consecuencia directa de nuestra acción.<br />
Nuestro pueblo tiene ahora sentido del respeto por la dignidad de las personas, concepto<br />
patriótico de la vida, conciencia de su responsabilidad social, sensibilidad humana frente al dolor<br />
de sus semejantes, y es posible esperar de un pueblo así todo cuanto es necesario para que una<br />
nación alcance en el concierto mundial el privilegio de un destino como el que queremos para<br />
nuestra patria. (Aplausos.)<br />
Todos estos estados de conciencia de nuestro pueblo son la mejor conquista y el mejor resultado<br />
de todas nuestras reformas, porque ni la reforma política, ni la economía, ni la social serían<br />
duraderas, a pesar de su consolidación constitucional, si no crearan aquellos estados de<br />
conciencia popular.<br />
Insisto en este aspecto de mi exposición porque solamente la absoluta comprensión del pueblo<br />
puede darnos la seguridad absoluta de que nuestras verdades y nuestras obras tendrán la<br />
permanencia necesaria para hacer la grandeza de la patria. (Aplausos.)<br />
Cuenta la historia que al recibir Napoleón su espalda de soldado dijo, como presintiendo su<br />
destino: ¨ <strong>La</strong> empuñadura es de Francia, pero el acero es de Napoleón. ¨ (Aplausos.)<br />
Cada argentino recibe en esta etapa de la vida nacional también algo así como una espada: los<br />
instrumentos con cuyo buen uso podrá lograr el porvenir magnífico que soñamos. No será<br />
inoportuno que cada uno piense como Napoleón… ¨ la empuñadura es de la patria…¨, vale decir:<br />
es de cada argentino… y cada argentino ha de saber usarlo en la medida de su capacidad si<br />
quiere que todo este presente venturoso sea gozado con mayor felicidad aún por nuestros hijos.<br />
(Aplausos prolongados.)<br />
<strong>La</strong>s reformas social, económica y política, pilares firmes de nuestra unidad nacional, no podrán<br />
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ser, pues, definitivas se no se afirman sobre los firmes cimientos populares.<br />
El pueblo es lo único permanente en el país, y es el pueblo la única base de sustentación para la<br />
unidad nacional.<br />
De generación en generación el pueblo va transmitiendo la historia hacia el porvenir, y la<br />
repetición de los principios básicos que los padres hacen sobre la mentalidad abierta de los hijos<br />
va creando estados conciencia que son individuales primero, colectivos después, nacionales por<br />
fin.<br />
Un estado de conciencia nacional es la mejor garantía de todo cuanto hemos realizado. Y para<br />
ellos nada mejor que seguir en la ruta del pueblo que nosotros hemos elegido. Solamente el<br />
pueblo puede terminar de hacer lo que nosotros hemos empezado.<br />
Al pueblo, pues, lo entrego yo poniendo mis realizaciones en las manos de vuestra excelencia, y<br />
ruego a Dios que por cada uno de los señores legisladores sepa encontrar el camino para hacer<br />
conocer al pueblo nuestra verdad. (Aplausos.)<br />
No quiero terminar mi exposición sin hacer una especial referencia al papel que desempeñan, en<br />
relación con la unidad nacional que perseguimos como finalidad esencial de nuestra acción, por<br />
una parte las fuerzas armadas, con un nuevo sentido de la misión integral que deben cumplir en<br />
esta etapa constructiva de la República, y por otra parte las fuerzas organizadas del trabajo dentro<br />
de una concepción auténticamente nacional, alejada de los peligrosos extremos internacionalistas<br />
que intentan dividirlas para reinar por ellas en el pueblo argentino y, por ende, dominar al país en<br />
beneficio de extraños intereses. (Aplausos.)<br />
Con respecto a las fuerzas armadas afirmo que ellas cumplen en la Nueva Argentina una misión<br />
integral que abarca, no sólo los específicos fines militares cuyo servicio se realiza con la mayor<br />
perfección que se haya dado en la historia nacional, sino también los numerosos fines de carácter<br />
civil que en épocas de paz importan prácticamente el cumplimiento de un servicio de trabajos<br />
civiles cuya magnitud ya está conociendo y comprendiendo el pueblo de toda la Nación.<br />
(Aplausos.)<br />
En este sentido solamente quiero señalar algunas actividades que cumplen, con esta orientación,<br />
los ministerios del equipo de Defensa Nacional.<br />
El ministerio de Marina realiza intensas actividades de investigaciones oceanográficas e<br />
hidrográficas; cumple servicios puramente civiles de transporte de correspondencia, pasajeros y<br />
cargas en toda la Patagonia; efectúa los mismos servicios por su red de aeródromos en el Sur del<br />
país, y por su obra social se benefician, no sólo los organismos propios militares y civiles sino<br />
también el pueblo mismo que acude a sus instituciones de ayuda social. (Aplausos prolongados.)<br />
El Ministerio de Ejército, por medio de sus unidades, está cumpliendo, sobre todo en las zonas<br />
más alejadas de las ciudades capitales, una imponderable obra de ayuda a la población civil.<br />
Pero aun dentro de sus mismos cuadros la acción no se circunscribe a la función específica militar<br />
de preparar soldados para la guerra. El ejército prepara soldados para la paz (insistentes aplausos<br />
de los señores legisladores, señores ministros y público concurrente. El señor presidente de la<br />
nación, de pie, agradece las manifestaciones de adhesión), es decir, construye ciudadanos<br />
argentinos útiles al país, alfabetizándolos, instruyéndolos en las tareas agrarias, educándolos en<br />
sus liceos, etcétera.<br />
Los organismos sanitarios del ejército prestan atención, no sólo a los agentes civiles o militares<br />
que le pertenecen, sino también a las poblaciones en que tienen asiento, auxiliándolas en sus<br />
necesidades con los modernos recursos de la acción médica, odontológica y de asistencia social.<br />
El Ejército Argentino construye caminos, puentes, redes telegráficas y telefónicas en zonas<br />
apartadas del país; y en la gobernación militar de Comodoro Rivadavia rivaliza en sana emulación<br />
con la gobernación naval de Tierra del Fuego que administra el Ministerio de Marina, afianzando<br />
así el progreso (aplausos) de las antaño olvidadas regiones patagónicas, cuya incalculable<br />
riqueza abre promisorias perspectivas al porvenir.<br />
<strong>La</strong>s fuerzas aéreas contribuyen también con su pujanza, cada día mayor, al progreso de la<br />
aviación civil, y a ella se debe la nueva conciencia aeronáutica nacional, respaldada por el control<br />
y la supervisión constructiva del ministerio de Aeronáutica, que ha contribuído asimismo con sus<br />
69
esfuerzos en la creación y organización de la Flota Aérea Mercante, actualmente en el Ministerio<br />
de Transportes. (Aplausos.)<br />
El Ministerio de Defensa Nacional; cumpliendo su misión de organismo coordinador de los<br />
ministerios militares, no se ha substraído, sin embargo, a la acción integral concurriendo al<br />
progreso del país por las realizaciones de su Dirección General de Fabricaciones Militares, cuya<br />
actividad se ha dirigido hacia la cooperación con la industria civil a la que provee de aceros,<br />
ácidos, productos laminados y trafilados de cobre, latón, conductos eléctricos, repuestos y<br />
accesorios ferroviarios, etcétera, colaborando al mismo tiempo y de manera muy especial en el<br />
progreso de la industria metalúrgica nacional, y fomentando, por otra parte, la investigación<br />
científica de las riquezas nacionales.<br />
He citado solamente algunas actividades de carácter civil que cumplen silenciosamente los<br />
ministerios militares. (Aplausos.)<br />
Este es el nuevo panorama que ofrecen al pueblo las fuerzas armadas de la Nación, que<br />
contribuyen así al bienestar común y nos ayudan a afianzar las conquistas políticas, económicas y<br />
sociales que nos conducen hacia la unidad nacional.<br />
En este capítulo de nuestros planes también podemos decir que somos lo que debemos ser.<br />
(Aplausos.)<br />
<strong>La</strong> organización militar argentina responde plenamente a nuestra finalidad y a nuestros objetivos.<br />
Y si bien celebro que las fuerzas armadas hayan vuelto a sus tareas normales, después de la<br />
intervención que desde 1943 a 1946 tuvieron que ejercer en el gobierno del país, no pudo menos<br />
que celebrar también que el contacto de esos años con el pueblo haya servido para que hoy sigan<br />
influyendo en sus trabajos las inquietudes civiles en pro de la grandeza de la Nación.<br />
<strong>La</strong> estrecha colaboración de las fuerzas armadas con el pueblo para la ejecución de tareas civiles<br />
acercará, indudablemente, a todos los argentinos que en el pueblo o en las fuerzas armadas<br />
deseen sinceramente el bien común, y traten de alcanzarlo sin establecer distingos entre los<br />
grupos que integran la República. (Aplausos.)<br />
Esta es otra realidad que hemos cumplido nosotros en pro de la unidad nacional, porque así lo ha<br />
querido la Providencia; esta realidad tiene su símbolo en mí mismo, que habiendo salido de las<br />
fuerzas militares me precio de estar en el gobierno con el apoyo total de las fuerzas del trabajo.<br />
(Los señores legisladores y ministros, así como también el público de las galerías, aplauden en<br />
forma prolongada, agradeciendo, de pie, el señor presidente de la nación.) ¡Que ambas, al fin de<br />
cuentas, no son más que las fuerzas del pueblo organizadas para crear, defender y consolidar la<br />
grandeza del país a la sombra de una sola bandera, en cuyo homenaje todos os corazones<br />
argentinos, así palpiten debajo de un uniforme o de una simple camisa de trabajo, se unen para el<br />
entusiasmo de un mismo amor! (Aplausos.)<br />
<strong>La</strong>s fuerzas del trabajo organizadas en todo el país constituyen un magnífico ejército pacífico que<br />
lucha en las fábricas, en los talleres, en las oficinas y en el campo por nuestros objetivos y por<br />
nuestra esencial finalidad.<br />
Parecerá extraño tal vez a la mentalidad de nuestros críticos permanentes, congelada en los<br />
moldes de una época felizmente superada, que en su mensaje al Congreso de la Nación el<br />
presidente de la República se refiera a la marcha de las organizaciones gremiales del país.<br />
Sin embargo, declaro que ellas tienen una relación directa con nuestra acción.<br />
Nosotros hemos creado el clima necesario para que ellas progresen; hemos favorecido la<br />
integración de su unidad y nos enorgullecemos de haberlo hecho así.<br />
Nuestros predecesores se preciaban de favorecer la creación de entidades capitalistas; para ellos<br />
el buen gobierno consistía en propiciar la organización de fuertes sociedades rurales y buenas<br />
exposiciones ganaderas; en amparar la existencia y el progreso de las entidades patronales del<br />
comercio y de la industria, especialmente cuando ellas respondían a los intereses extranjeros,<br />
cuyos abogados eran siempre y no por mera coincidencia, conspicuos dirigentes políticos.<br />
Nosotros nos preciamos, en cambio, de favorecer a las organizaciones gremiales y lo hacemos<br />
con nuestro apoyo moral y material. (Aplausos.)<br />
Y me permito decirlo ante vuestra honorabilidad con toda mi franqueza. No sería digno de<br />
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nosotros que fuésemos menos agradecidos que nuestros adversarios. Ellos llegaban al poder por<br />
influencias extrañas, con las que siempre cumplieron crecidamente en el gobierno, entregándoles<br />
el manejo económico de la Nación. Nosotros, que llegamos al poder con el apoyo leal y decidido<br />
de los trabajadores organizados, tenemos la obligación moral de trabajar para que esas<br />
organizaciones progresen y se consoliden. (Aplausos.)<br />
Por esta acción no sólo debe ser realizada por razones de gratitud y de leal consecuencia.<br />
<strong>La</strong> unión de los trabajadores es etapa fundamental en el camino de la unidad nacional.<br />
<strong>La</strong> justicia no es social si no es ejercida a través de las organizaciones que reúnen a los distintos<br />
grupos de personas; en especial a los grupos de trabajadores que son la mayor parte de la<br />
población.<br />
No sería posible el ejercicio de la función de justicia social sin la existencia previa de las<br />
organizaciones obreras.<br />
Vale decir, que la existencia de una organización nacional fuerte, numerosa y unida de<br />
trabajadores, es condición necesaria para lograr la unidad nacional. (Aplausos.)<br />
Esa organización existe ya felizmente, y es fuerte, numerosa y unida. (Aplausos.)<br />
Mientras nuestros predecesores se especializaron en dividir a los sindicatos, nosotros hemos<br />
hecho de nuestra parte todo cuanto nos ha sido posible por unirlos. (Aplausos.)<br />
Los gobiernos anteriores a nuestro movimiento temían al pueblo. A fin de cuentas una<br />
organización gremial es una parte del pueblo mismo, del más auténtico pueblo, que se reúne en<br />
procura de su bienestar.<br />
Razones para temerlo tenían desde que gobernaban a espaldas del pueblo, traicionándolo con la<br />
entrega permanente del país. (Aplausos.) Nosotros, en cambio, no le tenemos miedo a la unidad<br />
del pueblo. Deseamos la unión de sus organizaciones gremiales y las apoyamos porque nuestra<br />
conciencia está limpia de todo recuerdo y de todo propósito de traición. (Aplausos.)<br />
Señores senadores, señores diputados: comencé este mensaje ofreciéndolo a la memoria insigne<br />
del Libertador General José de San Martín. (Aplausos prolongados.)<br />
Creo haber demostrado cómo, por primera vez en la historia del país, el pueblo argentino puede<br />
decir con verdad absoluta, ante la tumba centenaria de su primer Capitán, que la Nación Argentina<br />
es cuanto el insigne Jefe del Ejército de los Andes deseó que fuese, soñándola en el largo<br />
recorrido de sus glorias. (Aplausos prolongados.)<br />
<strong>La</strong> verdad es clara y definitiva: somos lo que debemos ser. (Aplausos.)<br />
Y aunque nosotros no hayamos sino cumplido la última etapa de la liberación nacional, debemos<br />
bendecir a la Providencia que nos ha concedido la gracia y la gloria de cumplir nuestros propósitos<br />
de 1943 y nuestros planes de 1946.<br />
Ello nos permite considerarnos algo así como los últimos soldados del Gran Capitán; y como tales,<br />
al regreso de todas las batallas, volvemos al punto de partida para entregar a las generaciones del<br />
porvenir todo esto que es una patria justa, libre soberana. (Los señores legisladores y público de<br />
las galerías aplauden u aclaman al señor presidente de la Nación.)<br />
Sr. Presidente.- Queda levantada la sesión de Asamblea.<br />
-Eran las 12 y 15.<br />
Día del Trabajador (Plaza de Mayo) – 1º de mayo de 1950<br />
Compañeros:<br />
Hoy, un Primero de Mayo más de la etapa justicialista, encuentra reunidos en esta histórica plaza,<br />
y en muchas otras plazas no menos históricas de nuestras provincias, a una masa de trabajadores<br />
que, festejando la fiesta de su sacrificio, elevan en el altar de la patria el saludo agradecido de sus<br />
hijos ante la magnificiencia de esta patria inmortal. A todos ellos, mi saludo y mi abrazo cariñoso,<br />
de compañero y de amigo.<br />
El año 1950 será decisivo para el sindicalismo argentino. <strong>La</strong> confederación General del Trabajo, al<br />
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frente, con su bandera de lealtad y sinceridad para con la clase trabajadora, ha marcado en su<br />
último congreso la etapa más gloriosa del movimiento sindical de nuestra Patria.<br />
El Movimiento Justicialista celebra como su propia fiesta la fiesta de los trabajadores argentinos,<br />
primero, porque el Movimiento Justicialista es un movimiento obrero y segundo porque nadie hizo<br />
en su beneficio antes que nosotros lo que nosotros hemos hecho.<br />
El año 1949 queda grabado en la historia como el año de la Constitución Justicialista, la Carta del<br />
pueblo, la Carta de los Trabajadores, donde se estampan sus derechos que la injusticia humana<br />
no podrá abatir en los siglos de nuestra vida histórica.<br />
Pero, compañeros, no debemos descansar en la vigilancia de esta Constitución Justicialista y su<br />
cumplimiento. Voces de la reacción comienzan a levantarse en algunos diarios "serios" o en<br />
alguna bolsa de comercio. Ellos hicieron algo así como un tabú de la Constitución liberal<br />
individualista que les permitió explotar a la República durante un siglo. Ellos no habrían tolerado<br />
jamás la voz de un obrero que anatematizara esta Constitución, porque permitía la explotación de<br />
los trabajadores. Como ellos vigilaron sus intereses, como ellos discutieron el tabú cerrado de esa<br />
constitución durante un siglo, nosotros, los justiciaistas, hemos de velar con el arma al brazo para<br />
su cumplimiento y pobres de ellos si se animan a sacarla.<br />
Compañeros: el pueblo de la República, en un plebiscito jamás realizado por su pureza y por su<br />
ecuanimidad, ha establecido en una asamblea soberana que la ley suprema de la Nación, dada<br />
por ese pueblo, será la Constitución Justicialista. Hemos de recordarles a quienes intentan<br />
levantarse contra ella, que en esta tierra, el que se levanta contra el pueblo paga muy cara su<br />
traición.<br />
Compañeros: yo les he dado una doctrina justicialista, he asegurado una justicia social, he<br />
conquistado una libertad económica, les he dado una realidad política, todo consolidado en la<br />
Constitución Justicialista. Para el futuro han de ser ustedes los guardianes, han de ser ustedes los<br />
que juzguen y han de ser ustedes los que sancionen.<br />
El movimiento sindical argentino y el pueblo argentino tienen la enorme responsabilidad de<br />
conservar este legado que nuestra generación creó para la felicidad de nuestros hijos y de<br />
nuestros nietos y para que no vuelvan ha producirse los dolores y las miserias que hemos<br />
presenciado.<br />
Por eso compañeros, es necesario afirmar los sindicatos; es necesario apuntalar la C.G.T; es<br />
menester que todos los trabajadores de la Patria, en este inmenso movimiento sindical, terminen<br />
por establecer que en esta tierra los trabajadores son uno para todos y todos para uno. Y así<br />
unidos los sindicatos y el pueblo argentino, custodiaran y defenderán en el futuro sus<br />
reivindicaciones, y será el pueblo y los trabajadores, marchando del brazo por la ancha calle de la<br />
historia, quienes escribirán el último capítulo justicialista de esta querida Patria argentina.<br />
Compañeros: que nuestros conflictos intersindicales sean solamente peleas de familia entrecasa.<br />
Cuando salgamos a la calle no habrá ninguna pelea, seremos como una familia unida que puede<br />
tener sus conflictos domésticos, pero ante el exterior se presenta con un frente unido e<br />
indestructible. Un frente obrero popular, unido y numeroso será el terror de la reacción y la mejor<br />
defensa contra la reacción política oligárquica, que pretende levantar su voz en defensa d interese<br />
ajenos al país. Compañeros: escuchamos hoy que los políticos del fraude están pensando en<br />
formar agrupaciones obreras favorables a su política. Les hablan con nuestras propias palabras;<br />
se han convertido a la doctrina justicialista. Pero hay que repetirles lo que nosotros sabemos de<br />
ellos: que están disfrazados de obreristas. Tendremos que hacer como en carnaval y decirles:<br />
"Sáquense el bigote, que los conocemos". Ya sabemos que interesar a los sindicatos en la política<br />
partidaria es una maniobra artera y conocida de la reacción. Meter la política para debilitar<br />
primero, dividir después, y disociar, finalmente, entregando a los trabajadores maniatados a la<br />
reacción, para que ella cumpla su designio.<br />
Por eso, el año 1950 ha de ser de fortalecimiento sindical, de cumplimiento de lo determinado por<br />
la C.G.T.; de unión y de conformación del nuevo sindicato argentino con su ala de lucha y con su<br />
ala social, con las mutualidades, con las cooperativas, con las escuelas sindicales, en forma de<br />
elevar la cultura social, y que la lucha que pueda venir en el futuro nos encuentre fortalecidos y<br />
firmes para hacer frente a la reacción.<br />
<strong>La</strong> defensa de los trabajadores se hace solo por los trabajadores mismos. Que se fortalezcan<br />
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nuestras organizaciones para que muchos primeros de Mayo nos sorprendan en el grado de<br />
felicidad y dignidad que hoy disfrutamos. Que en el futuro las organizaciones sindicales se vigilen<br />
si mismas y vigilen a las fuerzas de la reacción. Que sean ellos el artífice de su destino, porque<br />
nadie lo hará en su reemplazo en forma que esas organizaciones tengan algo que agradecer.<br />
Finalmente, quiero terminar con el consejo y el saludo de siempre.<br />
El consejo, compañeros, es el mismo que dijimos en las horas de lucha y que no debemos olvidar<br />
en los tiempos de bonanza: unidos, venceremos.<br />
Y el saludo lo dirijo a los camaradas que me escuchan a lo largo de toda la República, y con este<br />
mi saludo reciban un estrecho abrazo sobre mi corazón de compañero y de argentino.<br />
Día del Trabajador (Plaza de Mayo) - 1º de Mayo de 1951<br />
Compañeros:<br />
Hace ya muchos años, en Chicago, en un 1° de mayo como este, eran ahorcados por una justicia<br />
de clase enceguecida, un grupo de trabajadores que sólo reclamaban más pan para sus hijos y<br />
justicia para sus hermanos.<br />
El justicialismo argentino rinde hoy homenaje a su recuerdo habiendo destruido aquí la<br />
explotación capitalista e instaurado la justicia social por la que ellos murieron.<br />
En este jubiloso primero de mayo, saludo a todos los hombres y mujeres que con su trabajo<br />
honrado están construyendo la felicidad y la grandeza de esta patria.<br />
Doy gracias a la Providencia porque los argentinos podamos mediante nuestro justicialismo,<br />
festejar en paz y en armonía el día de los trabajadores y hago votos porque esa paz y armonía<br />
llegue también, mediante la justicia, a todos los trabajadores del mundo y en especial, a aquellos<br />
que hoy sufren la explotación del dinero o del Estado y que recuerdan esta fiesta con los puños<br />
crispados por la impotencia frente a la injusticia y frente a la ignominia.<br />
El justicialismo y el sindicalismo, he dicho esta mañana, han encontrado el camino de sus<br />
finalidades comunes en la República argentina, y trabajando estrechamente unidos van siendo ya<br />
el índice de su felicidad y de su grandeza.<br />
Han pasado cinco años de nuestro gobierno y como el primer día el gobierno y los trabajadores se<br />
encuentran estrechamente unidos y solidarios. Ello se debe solamente ha que el Gobierno<br />
justicialista ha hecho, hace y hará siempre, únicamente lo que el pueblo quiera y defenderá un<br />
solo interés: el del pueblo. El gobierno justicialista ha fijado también como doctrina en lo<br />
internacional esta premisa: ninguna decisión de la política internacional que implique una acción<br />
de guerra fuera de nuestro territorio, será tomada sin una previa consulta al pueblo. Sabemos que<br />
cuando se toman estas decisiones en defensa del pueblo hay que enfrentar la injusta lucha de los<br />
intereses. El imperialismo capitalista la ha desatado ya, mediante su periodismo internacional en<br />
nombre de una libertad que no practica. <strong>La</strong> libertad, para que sea libertad, ha de ser la que el<br />
pueblo quiera, y no la que pretenden imponernos desde afuera.<br />
<strong>La</strong> lucha por la libertad, para nosotros, es la que nos conduce a la justicia social, a la<br />
independencia económica y a la soberanía política. Los argentinos tenemos nuestro régimen de<br />
libertad constitucional; pero que sería de él en la injusticia social, en la esclavitud económica o en<br />
el vasallaje político. Todo eso nos conduciría la libertad tan conocida por los trabajadores<br />
argentinos: la libertad de morirse de hambre.<br />
Por eso, el cuento de la libertad es demasiado conocido para que nosotros podamos caer en él.<br />
No difiere mucho del cuento del billete premiado o del de la máquina de hacer dinero. Por eso,<br />
también hoy, primero de mayo, quiero anunciarles que el diario "<strong>La</strong> Prensa", expropiado por<br />
disposición del Congreso Nacional, será entregado a los trabajadores en la forma que ellos<br />
indiquen.<br />
Este diario, que explotó durante tantos años a sus trabajadores y a los pobres, que fue<br />
instrumento refinado al servicio de toda explotación nacional e internacional, que representó la<br />
más cruda traición a la patria, deberá purgar sus culpas sirviendo al pueblo trabajador para<br />
defender sus reivindicaciones y defender sus derechos soberanos.<br />
Todo esto, por decisión soberana y libre del pueblo argentino, en favor y defensa de la libertad que<br />
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él quiere de acuerdo con las leyes y la constitución que él libremente se ha dado y mantiene, sin<br />
pensar que a los demás pueda o no gustarles el gesto libre y la actitud soberana.<br />
Una vez más saludo a la CGT, y la felicito, y a todos los sindicatos argentinos. Este año 1950 de la<br />
organización sindical está sembrando el país de instituciones obreras de bien público que trabajan<br />
por la defensa del poder adquisitivo de sus salarios, de la salud física y moral de los obreros por la<br />
elevación cultural y social del pueblo argentino. Esas instituciones, ya beneméritas en el<br />
justicialismo, serán los pilares inconmovibles del futuro argentino, donde se afirme la producción,<br />
la riqueza, el bienestar y la grandeza de la patria.<br />
Nada podrán los políticos profesionales desplazados ni sus agitadores a sueldo en los sindicatos<br />
argentinos. Son cartas demasiadas conocidas porque los trabajadores argentinos conocen bien<br />
como procedieron ellos cuando desquiciaron el país y lo sumieron en la explotación y en la<br />
vergüenza. Sus campañas de engaños y de rumores caerán en el ridículo y en desprecio de los<br />
obreros argentinos, que conocen los ignorantes, incapaces y venales que son, por haberlos<br />
sufrido tantos años.<br />
Entre tanto, recordemos que la defensa del justicialismo es el nervio motor de nuestra lucha: en lo<br />
exterior contra el imperialismo y la reacción, y en lo interno contra la traición político - oligarca.<br />
Cada buen argentino debe sentirse depositario y guardián de nuestra justicia social,<br />
independencia económica y soberanía política, y estar pronto a morir en su defensa. Por eso es<br />
menester estar listo como en tiempo de lucha, con los comandos ágiles y los hombres de pie,<br />
porque el imperialismo capitalista no descansa en su tarea de comprar conciencias y pagar<br />
voluntades.<br />
<strong>La</strong>s fuerzas de la seguridad nacional deberán vivir vigilantes sobre cada hombre para asegurar el<br />
cumplimiento de los mandatos de la Constitución Justicialista. El pueblo hará de cada uno de sus<br />
hombres un soldado consiente y decidido. El gobierno defenderá al justicialismo con todas las<br />
fuerzas de la Nación contra los enemigos de afuera o de adentro.<br />
Compañeros: que sea este primero de mayo síntesis de la lucha contra la explotación en el<br />
mundo, el día de la decisión argentina para luchar por el justicialismo reparador de injusticias. Que<br />
nuestro bienestar y felicidad presentes sean un anticipo promisor de todos los hermanos<br />
trabajadores que en el mundo luchan contra la tiranía del Estado o del dinero. Que nuestra<br />
bandera justicialista acaudillan a millones de liberados de la miseria y del dolor, marcho en brazos<br />
del pueblo argentino para ejemplo de un mundo injusto donde gimen bajo el látigo de la<br />
explotación millones de seres de una humanidad entristecida y decadente que lucha por su<br />
liberación.<br />
No deseo terminar estas palabras sin agradecer a los trabajadores de todo el país su esfuerzo<br />
generoso, que ha permitido realizar a nuestra patria su ambicioso plan. Agradezco también a esos<br />
bravos muchachos obreros, que en un alarde justicialista están realizando el campeonato mundial<br />
de la producción. Eso es posible en la nueva Argentina Justicialista, donde todos trabajamos para<br />
todos y para la Patria y no para el capitalismo internacional.<br />
Finalmente, agradezco, como argentino y como trabajador, su unidad y su lealtad inconmovibles.<br />
Hoy podemos decir que los trabajadores argentinos estamos organizados, unidos y listos para<br />
luchar por nuestros derechos y nuestra dignidad y, para terminar que llegue a todos los<br />
trabajadores argentinos un gran abrazo, con el que los saludo y los estrecho muy fuerte sobre mi<br />
corazón."<br />
Día del Trabajador (Plaza de Mayo) - 1º de Mayo de 1952<br />
Compañeros:<br />
Desde hace tiempo vengo diciendo que está llegando la hora de los pueblos. Y me siento<br />
inmensamente feliz frente a esta grandiosa asamblea, porque observo que este pueblo es digno<br />
de esa hora y porque veo que este pueblo está capacitado para realizar lo que esa hora impone a<br />
los países.<br />
Los hombres que, como yo, viven solamente para el pueblo, necesitan de esa solidaridad. Por eso<br />
siempre que yo he hablado al pueblo, más que órdenes, he impartido consejos. Un presidente que<br />
aconseja, más que presidente es un amigo, y eso es, precisamente, lo que yo quiero ser de mi<br />
pueblo: un amigo. Cumpliendo siempre la primera verdad establecida en nuestro catecismo<br />
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peronista, que dice que la verdadera democracia consiste en que el gobierno haga solamente lo<br />
que el pueblo quiere y defienda un solo interés: el del pueblo.<br />
Yo no tengo dudas de que cada uno de ustedes sabe que acepté el sacrificio de una segunda<br />
presidencia confiando solamente en que la Providencia habría de permitirme completar una obra<br />
que en la primera presidencia no pudo ser completada. Y la acepté, por sobre todas las cosas,<br />
porque tenía la convicción absoluta de que este maravilloso pueblo argentino, lo mejor que<br />
tenemos en esta patria tan querida, habría de poner el hombro a esa realización y dar su apoyo.<br />
Compañeros: Lo que más pesa para los hombres de conciencia es la responsabilidad, nadie<br />
puede imaginar el peso ciclópeo de la responsabilidad de realizar, con bien, los destinos del<br />
pueblo y los destinos de la Patria. pero ese inmenso peso de la responsabilidad puede repartirse<br />
proporcionalmente cuando se gobierna un pueblo conciente de esa responsabilidad, anhelante de<br />
cumplirla hasta en el más humilde acto de su vida privada. Sin ese apoyo ningún gobernante<br />
podrá realizar cumplidamente sus designios, ni ningún hombre de la tierra podrá realizar los<br />
anhelos ni la felicidad de su pueblo. Por esa razón, desde que estoy en el Gobierno vengo<br />
reclamando la ayuda de cada argentino, porque cuando me eligieron y me hicieron responsable<br />
de los destinos de la Nación, cada uno de los que me votó compartió conmigo la responsabilidad<br />
al haberme designado.<br />
Compañeros: Esto es lo único que he reclamado y reclamo del pueblo de la República. Miles de<br />
salvadores llegan siempre hasta los gobernantes. Todos proponen medidas para salvar a la patria;<br />
pero, señores, ese es un síntoma de ignorancia y de ineptitud. A la patria la salva una sola<br />
entidad: el pueblo. <strong>La</strong>s patrias se salvan o se hunden por la acción de sus pueblos. Los hombres<br />
que tenemos la responsabilidad del Gobierno, sin el pueblo somos ineficaces, inoperantes e<br />
intrascendentes.<br />
Hace pocos días dije al pueblo de la República, desde esta misma casa, que era menester que<br />
nos pusiéramos a trabajar concientemente para derribar las causas de la inequitud creada a raíz<br />
de la especulación, de la explotación del agio por los malos comerciantes.<br />
En esto, compañeros, ha habido siempre falsos mirajes producidos por los intereses. El que no<br />
quiere molestarse en nada dice que el Gobierno haga bajar los precios: el comerciante que quiere<br />
robar dice que lo que corresponde es dejar los precios libres. En esto, cada uno trabaja en cierta<br />
medida por su cuenta. He repetido hasta el cansancio que en esta etapa de la economía argentina<br />
es indispensable que establezcamos un control de los precios, no sólo por el gobierno y los<br />
inspectores, sino por cada uno de los que compran, que es el mejor inspector que defiende su<br />
bolsillo. Y para los comerciantes que quieren los precios libres, he explicado hasta el cansancio<br />
que tal libertad de precios por el momento no puede establecerse; bastaría un rápido análisis.<br />
(Se oye una explosión)<br />
Compañeros: Estos, los mismos que hacen circular rumores todos los días, parece que hoy se<br />
han sentido más rumorosos, queriéndonos colocar una bomba.<br />
(En estos momentos se oye otra explosión).<br />
Ustedes ven que cuando yo, desde aquí, anuncié que se trataba de un plan preparado y en<br />
ejecución, no me faltaban razones para anunciarlo.<br />
Compañeros: Podrán tirar muchas bombas y hacer circular muchos rumores, pero lo que nos<br />
interesa a nosotros es que no se salgan con la suya, y de esto, compañeros, yo les aseguro que<br />
no se saldrán con la suya. Hemos de ir individualizando a cada uno de los culpables de estos<br />
actos y les hemos de ir aplicando las sanciones que les correspondan.<br />
Compañeros: Creo que, según se puede ir observando, vamos a tener que volver a la época de<br />
andar con el alambre de fardo en el bolsillo.<br />
(<strong>La</strong> multitud aclama: Perón, Perón, Perón y dice ¡Leña! ¡Leña!).<br />
Eso de la leña que ustedes me aconsejan ¿por qué no empiezan ustedes a darla?<br />
Compañeros: Estamos en un momento en que todos debemos de preocuparnos seriamente,<br />
porque la canalla no descansa, porque están apoyados desde el exterior.<br />
Decía que es menester velar en cada puesto con el fusil al brazo. Es menester que cada<br />
ciudadano se convierta en un observador minucioso y permanente porque la lucha es subrepticia.<br />
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No vamos a tener un enemigo enfrente: colocan la bomba y se van. Aumentan los precios y se<br />
hacen los angelitos. Organizan la falta de carne y dicen que ellos no tienen la culpa. Al contrario,<br />
por ahí, en un diario, sacan un artículo diciendo que ellos, en apoyo del Gobierno, quieren que<br />
venga la carne, pero la carne no viene.<br />
Todo esto nos está demostrando que se trata de una guerra psicológica organizada y dirigida<br />
desde el exterior, con agentes en lo interno. Hay que buscar a esos agentes, que se pueden<br />
encontrar si uno está atento, y donde se los encuentre, colgarlos en un árbol.<br />
Con referencia a los especuladores, ellos son elementos coadyuvantes y cooperantes de esta<br />
acción. El gobierno está decidido a hacer cumplir los precios aunque tenga que colgarlos a todos.<br />
Y ustedes ven que tan pronto se ha comenzado, y el pueblo ha comenzado a cooperar, los precios<br />
han bajado un 25 por ciento. Eso quiere decir que, por lo menos, estaban robando un 25 por<br />
ciento.<br />
Han de bajar al precio oficial calculado, porque eso les da los beneficios que ellos merecen por su<br />
trabajo. No queremos ser injustos con nadie. Ellos tienen derecho a ganar, pero no tienen derecho<br />
a robar.<br />
Sé también que algunos empleados públicos, inspectores y algunos funcionarios pueden estar<br />
complicados en esas maniobras. Si esto sucede, no he de tener inconveniente en entregarlos a la<br />
justicia en el mismo momento que se lo compruebe; pero, compañeros, quiero decirles que las<br />
organizaciones, nuestros partidos políticos y cada ciudadano de la República tienen en estos<br />
momentos la responsabilidad de enfrentar con hombría y con decisión todo ataque llevado<br />
subrepticiamente a la República. El Gobierno, el Estado y el Pueblo unidos son invencibles, sólo<br />
falta que nos decidamos a realizar.<br />
Yo puedo asegurar, compañeros, que la situación económica del país no ha sido nunca mejor que<br />
ahora; puedo asegurar que el dominio político que el Gobierno tiene en estos momentos asegura<br />
poder proceder de la manera que se le ocurra, pero no estamos nosotros para amparar la<br />
injusticia de nadie, sino para asegurar la justicia de todos los argentinos. Por esa razón el<br />
Gobierno ha de proceder con justicia, con serena justicia, pero con indestructible decisión y rigor<br />
contra los que infrinjan la ley.<br />
Yo no podría pedirle al pueblo el apoyo para otra cosa, pero para eso le pido y deseo el apoyo<br />
total y sincero del pueblo. Ese apoyo ha de ser para combatir a los malos argentinos y para<br />
combatir también a los malos peronistas y a muchos que se mueven entre nosotros disfrazados<br />
de peronistas. Para eso, especialmente, necesitamos el apoyo del pueblo, el apoyo<br />
desinteresado, el apoyo sincero, el apoyo que nos pueda llevar a una depuración de la República<br />
y a una depuración de nuestras propias fuerzas.<br />
En este orden de cosas la ley debe ser inflexible: al honesto hay que defenderlo hasta morir; al<br />
deshonesto hay que meterlo en la cárcel cuanto antes. De la misma manera los comerciantes, los<br />
industriales honestos, serán apoyados por el Estado, pero los deshonestos irán como los otros<br />
deshonestos, a la cárcel cuanto antes.<br />
Señores: aunque parezca ingenuo que yo haga el último llamado a los opositores, para que en<br />
vez de poner bombas se pongan a trabajar en favor de la República, a pesar de las bombas, a<br />
pesar de los rumores, si algún dia demuestran que sirven para algo, si algún día demuestran que<br />
pueden trabajar en algo útil para la República, les vamos a perdonar todas las hechas.<br />
Compañeros: yo deseo terminar estas palabras, un tanto deshilvanadas por las numerosas<br />
interrupciones, las bombas y las otras yerbas, haciendo una aclaración que cuadra a los<br />
sentimientos más puros y más profundos de mi corazón. Quizás en el fragor de la lucha haya<br />
dejado escapar alguna expresión de desaliento. Yo no soy de los hombres que se desalientan, a<br />
pesar de la legión de bienintencionados y de malintencionados que golpean permanentemente<br />
sobre mi espíritu y mi sistema nervioso. Yo nos soy de los hombres que se desalientan desfilando,<br />
como lo hacen entre una legión de aduladores y una legión de alcahuetes. Si eso pudiera<br />
desalentarme, si mediante eso pudiera algún día llegar a perder la fe inquebrantable que tengo en<br />
mi pueblo, habría dejado de ser JUAN PERON.<br />
Por eso debo anunciarles a todos los compañeros, especialmente trabajadores, que para nuestro<br />
movimiento comienza una etapa nueva, una etapa que ha de ser de depuración, una etapa que ha<br />
de ser de energía terrible para los que sigan oponiéndose a nuestro trabajo. Si para terminar con<br />
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los malos de adentro y con los malos de afuera, si para terminar con los deshonestos y con los<br />
malvados es menester que cargue ante la historia con el título de tirano, lo haré con mucho gusto.<br />
Hasta ahora he empleado la persuasión; en adelante emplearé represión, y quiera Dios que las<br />
circunstancias no me lleven a tener que emplear las penas más terribles.<br />
Es, compañeros, para esta nueva cruzada que los necesito a ustedes más que nunca.<br />
Compañeros: como en la horas más críticas de nuestra lucha en 1945, pediré a todos los<br />
compañeros q ue, como entonces, estén activos y vigilantes; pediré a todos que vayan al trabajo<br />
confiados y decididos. Todos los problemas que puedan presentarse, se resuelven produciendo. A<br />
esos bandidos los vamos a derrotar produciendo, y a los canallas de afuera los vamos a vencer<br />
produciendo. Por eso, hoy como siempre la consigna de los trabajadores argentinos ha de ser:<br />
producir, producir, producir.<br />
(<strong>La</strong> multitud prorrumpe en exclamaciones: ¡<strong>La</strong> vida por Perón! ¡<strong>La</strong> vida por Perón!).<br />
Para terminar, compañeros, yo solamente les pido a ustedes que sigan actuando como lo viene<br />
haciendo hasta este momento. Les agradezco esta maravillosa concentración, que es la fuerza<br />
viva de nuestro movimiento, y les ruego que se retiren tranquilos, confiados en que yo he de saber<br />
hacer las cosas como las he sabido hacer hasta ahora, que esto lo he de remediar sin<br />
hesitaciones y sin nerviosidades, con frialdad, pero con una energía tremenda cuando sea<br />
necesario.<br />
Regresen a sus casas pensando en que nos hemos decidido hace casi diez años por asegurar la<br />
felicidad de nuestro pueblo y la grandeza de la Nación. Piensen que a estos objetivos llegaremos<br />
a través de la independencia económica, de la justicia social y de la soberanía política.<br />
Y cuando yo, para mantener enastadas cualquiera de esas banderas, los necesite a ustedes, los<br />
llamaré y les daré los medios para hacer triunfar nuestras ideas.<br />
Finalmente, compañeros, al agradecerles nuevamente la prueba de solidaridad, quiero que lleven<br />
a sus casas, como un homenaje de un humlide ciudadano trabajador como ustedes, un abrazo<br />
muy fuerte que les doy sobre mi corazón.<br />
Día de la Lealtad - Plaza de Mayo - 17 de Octubre de 1952<br />
Compañeros:<br />
Yo deseo que mis primeras palabras sean para rendirle, desde lo más profundo de nuestros<br />
corazones, un homenaje sincero y argentino al excelentísimo señor presidente Somoza, que nos<br />
acompaña. Rendimos en él el homenaje más caro de nuestros corazones al hermano pueblo de<br />
NIcaragua y a su hermosa patria, recordando asimismo al inmortal Rubén Darío, que vivió con<br />
nosotros largos años y que representa el elevado idealismo de esa patria generosa que, aún<br />
lejana en el espacio, está muy cercana en nuestro corazón.<br />
Quiero también agradecer a los compañeros de la CGT que, en nombre de sus seis millones de<br />
afiliados, han tenido la amabilidad de colocarme sobre el pecho esta banda argentina que, por<br />
provenir de los trabajadores de la patria, representa para mí la más honrosa, la más digna y la<br />
más alta distinción de que pueda ser objeto un gobernante. Y como de costumbre, deseo, desde<br />
esta plaza, en la cual reviven todos los momentos de nuestra vida histórica e institucional, hacer<br />
llegar a todas las plazas de la República, donde en este momento están reunidos nuestros<br />
compañeros para escuchar las palabras que les dirigimos desde aquí, este saludo que yo les hago<br />
llegar con el más apretado y sincero abrazo de compañero y de hermano.<br />
Y como en todos los 17 de Octubre, quiero desde este balcón dar cuenta al pueblo,<br />
sintéticamente, de cómo marcha nuestro gobierno. Compañeros: hemos seguido, desde 1944<br />
hasta nuestros días, una línea inquebrantable de conducta determinada por los objetivos de<br />
nuestra doctrina.<br />
El primer Plan Quinquenal fue obra extraordinaria<br />
El primer Plan Quinquenal ha realizado, como ustedes conocen, una obra extraordinaria en todos<br />
los órdenes, pero para mí la más satisfactoria es el haber afirmado en esta tierra de todos mis<br />
amores la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía de la Nación.<br />
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Ese primer Plan Quinquenal, que afirmó esas banderas en las astas inmortales de nuestra<br />
historia, dio también al pueblo argentino un grado de bienestar no alcanzado jamás en nuestra<br />
historia, y dio, por sobre todas las cosas, un grado de dignidad sin el cual la vida no merece ser<br />
vivida.<br />
Hemos iniciado con el año 1953 nuestro segundo Plan Quinquenal. Los objetivos de ese Plan se<br />
afirman también en las banderas ya izadas y consolidadas de nuestra Justicia, de nuestra<br />
Independencia y de nuestra Soberanía. Tiende el mismo a completar el ciclo que nos asegure, en<br />
su orden general, una economía integralmente satisfactoria.<br />
El camino de la riqueza y el engrandecimiento<br />
Yo, al contrario de lo que pensaron muchos economistas argentinos, pienso que no nos podemos<br />
conformar con ser un pueblo de pastores y de agricultores, aunque nos llamen la panera del<br />
mundo, como se ha dicho muchas veces. Es por eso que el Segundo Plan Quinquenal, al<br />
cristalizar los objetivos totales y definitivos de nuestro esfuerzo social, económico y político, da<br />
orden de preferencia a todas las realizaciones industriales. Queremos ayudar a esa inmensa<br />
masa campesina, que con sudor de todos los días ha mantenido durante un siglo y medio en pie<br />
la argentinidad y el trabajo argentino, con el esfuerzo de las masas urbanas destinado a la<br />
transformación de la materia prima y a la distribución de la riqueza, para que, establecido el ciclo<br />
integral de la República pueda retomar silenciosa y dignamente el camino de su riqueza y de su<br />
engrandecimiento.<br />
Para ello necesitamos solamente dos cosas: organización y trabajo. <strong>La</strong> organización es tarea del<br />
gobierno, y ustedes saben con qué ritmo la estamos realizando. En cuanto al trabajo, yo sé que<br />
los brazos generosos de los trabajadores argentinos están pidiendo actividades para producir; que<br />
en sus pechos honrados late un incontenible deseo de lucha y de trabajar para engrandecer a la<br />
Patria.<br />
Si en el primer Plan Quinquenal, conseguimos elevar el standard de vida a un grado de<br />
satisfacción y de dignidad nacional, en el segundo Plan Quinquenal ese standard de vida ha de<br />
elevarse todavía muy considerablemente. Yo, como Presidente de la República, no estoy todavía<br />
satisfecho con el standard de vida general alcanzado por el pueblo argentino. Podemos llegar a<br />
mucho más. Para ello, solamente necesitamos las dos cosas que acabo de mencionar:<br />
organizarnos y trabajar incansablemente para lograrlo.<br />
El trabajo, compañeros, como yo lo veo es poner en acción todos nuestros capitales y todos<br />
nuestros esfuerzos. Ello ha de lograrse con el cumplimiento de nuestros objetivos. Y desde ya<br />
descarto el éxito porque el pueblo argentino, con su grandeza extraordinaria me ha hecho<br />
optimista y me ha hecho entrever, que así como en el Primer Plan Quinquenal sobrepasamos<br />
todos los objetivos trazados -que habían sido calificados de ambiciosos- en el Segundo Plan<br />
Quinquenal hemos de sobrepasar también todos esos objetivos.<br />
Nosotros queremos una cultura para el pueblo<br />
A la par de todas estas realizaciones de orden material, estamos también empeñados en<br />
promover la reforma cultural y la reforma educacional de la comunidad argentina. Queremos que<br />
en el orden de la cultura los grandes valores que esa cultura promueva, trascienda al pueblo.<br />
Nosotros no concebimos una comunidad donde haya veinte o treinta sabios muy sabios y muchos<br />
millones de ignorantes muy ignorantes; nosotros queremos una cultura para el pueblo, nosotros<br />
queremos que esa cultura esté al alcance de todos los hombres de este pueblo para que así cada<br />
uno pueda ser el artífice de su propio destino. Hemos de promover esa reforma, y en cuanto a las<br />
ciencias, a las artes, y a la cultura en general, cada argentino tendrá también en su mochila el<br />
bastón de mariscal prometido.<br />
Yo he de empeñarme en esta reforma con la misma decisión, con la misma perseverancia con que<br />
me empeñé en la reforma social en 1944. Y estoy seguro de que, con la ayuda de ustedes, hemos<br />
de triunfar. En cuanto a la política interna, ustedes saben tan bien como yo, cuáles son los<br />
progresos que en ese orden hemos realizado en la República. Después de diez años de lucha<br />
frente a la incomprensión, frente a la mala fe, frente a la lucha despiadada desde todos los<br />
rincones de esta tierra, comenzamos a llegar a la época de la persuasión definitiva. Yo nunca me<br />
he hecho ilusiones de convencer simultáneamente a todos los argentinos; pero, gracias a Dios,<br />
estoy viendo hoy que todas las legiones de los hombres de esta tierra comienzan a marchar en la<br />
78
misma dirección, y esa es para mi la victoria decisiva de mi patriotismo y de mi misión. Como<br />
sucede después de todas las luchas, comenzamos, la tarea de apaciguamiento. He dicho, y repito<br />
en este venturoso 17 de Octubre, que ningún adversario ni enemigo que quede entre nuestros<br />
hombres nos tenderá su mano sin encontrar la mano generosa del peronista para asirse a ella.<br />
Que la lucha sea para la grandeza de la Nación<br />
Nosotros, he repetido muchas veces, somos hombres de paz y de trabajo; sin embargo nos atrae<br />
la lucha, pero queremos que esa lucha sea para la grandeza de la Nación y el destino común de<br />
los argentinos. Ahí, en esa lucha queremos quemar toda nuestra energía y toda nuestra vida, si es<br />
preciso.<br />
Compañeros: el cuadro que en síntesis podría ofrecer en todas las actividades económicas y<br />
políticas del orden interno de la República, nos está mostrando una situación que, en plena<br />
consolidación, puede ofrecer a los argentinos la seguridad, la tranquilidad y la dignidad con que<br />
deben vivir los hombres en una comunidad organizada. Y yo estoy persuadido que en el futuro,<br />
esa seguridad, esa tranquilidad y esa dignidad han de ir creciendo a la sombra de nuestra buena<br />
fe, de nuestro patriotismo, de nuestro trabajo y de nuestra buena voluntad.<br />
Gesto de Eisenhower que le honra y le enaltece<br />
En el orden internacional doy gracias a Dios, de que haya permitido en este año estrechar<br />
nuestras relaciones con todos los pueblos de la tierra. Un pequeño diferendo, más de forma que<br />
de fondo, que existía con los EEUU y la República Argentina ha sido total y absolutamente<br />
solucionado y en ello haciendo la justicia a que tengo el deber, debo exaltar la ilustre personalidad<br />
del General Eisenhower, presidente de los Estados Unidos, quien, con un gesto que le honra y le<br />
enaltece, mandó a su propio hermano para zanjar todas las dificultades que pudieran existir con la<br />
Argentina.<br />
Yo soy el más feliz de los hombres al haber podido realizar este acto que nos une sin reservas<br />
mentales a todos los pueblos hermanos de América.<br />
Compañeros: <strong>La</strong>s verdades del Justicialismo, como toda nuestra doctrina, pueden confrontarse<br />
con nuestras realidades en el orden internacional. Somos lo suficientemente idealistas como para<br />
entender que la realidad constituye el supremo ideal. Los pueblos, como los hombres, no han<br />
podido aprender la ciencia oculta de vivir soñando; viven de realidades. Y los mejores sueños son<br />
los que se cumplen. Por eso, como en el año 1943, yo repito al pueblo: "Mejor que decir es hacer,<br />
y mejor que prometer es realizar". Por eso nosotros, con la dignidad nacional, que es la suma de<br />
las dignidades individuales que llevamos en el corazón podemos decir que en este 17 de Octubre<br />
de nuestras luchas y de nuestras glorias, el Movimiento <strong>Peron</strong>ista, el gobierno peronista y ese<br />
maravilloso pueblo peronista, vienen cumpliendo estas verdades de nuestra doctrina política<br />
internacional, desde el primer día en que el sol nos encontró madrugando en el gobierno por la<br />
felicidad y la grandeza de una Nueva Argentina, Justa, Libre y Soberana.<br />
En este año del calendario peronista, que va desde el 17 de Octubre de 1952 a este nuevo 17 de<br />
Octubre, el mundo entero ha sido testigo de nuestra posición internacional clara y definida. No<br />
podíamos equivocarnos. Se equivocan los gobiernos que no cumplen la voluntad de sus pueblos.<br />
Y no nos equivocamos, porque yo he jurado ante mi propia conciencia no hacer sino lo que mi<br />
pueblo quiera.<br />
Consulta al pueblo y entusiasta respuesta<br />
Yo he dicho, por ejemplo, que nosotros trabajamos, primero para la República Argentina, después<br />
para el continente americano, y luego para los otros pueblos de la Tierra. Y lo he dicho porque eso<br />
es lo que quiere mi pueblo. ¿Si o no? - <strong>La</strong> muchedumbre contesta: ¡Sí!<br />
Yo he dicho también, que los argentinos no pelearemos jamás fuera de la República Argentina,<br />
pero que el que se anime a poner un pie en nuestra tierra, cuando ponga el segundo, encontrará<br />
18 millones de argentinos dispuestos a morir por la defensa total de nuestra Patria. Y yo lo he<br />
dicho porque eso, eso es lo que quiere mi pueblo. ¿Si o no? -¡Sí!.<br />
Yo he dicho infinitas veces que estábamos en contra de todo imperialismo. Y ahora me alegro de<br />
que el presidente de los Estados Unidos, el general Eisenhower, condene con nosotros toda<br />
política internacional imperialista. Eso es lo que quiere el pueblo argentino para todos los pueblos<br />
de la tierra ¿Si o no? - ¡Sí!.<br />
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Yo he declarado también que no somos enemigos de ningún pueblo de la tierra, puesto que todos<br />
merecen nuestro respeto y pueden hacer lo que quieran dentro de sus fronteras. Y lo he dicho<br />
porque eso es lo que quiere el pueblo ¿Si o no?. - ¡Sí!.<br />
¿Quiere o no el pueblo argentino que seamos amigos de todos los pueblos de la humanidad? ¿Si<br />
o no? - ¡Sí!.<br />
¿Quiere o no quiere el pueblo argentino que ayudemos a que se realice la unión de todos los<br />
pueblos americanos? - ¡Sí!.<br />
Por eso fui a Chile, y el pueblo chileno, con el inmenso cariño de su corazón, me hizo pensar que<br />
la República Argentina y el pueblo argentino tienen que cumplir con los designios del Gran<br />
Capitán, luchando incansablemente por la libertad americana. Por eso, a mi regreso de Chile,<br />
proclamé el decálogo de la unión entre los pueblos hermanos y este maravilloso pueblo argentino.<br />
¿Es o no es lo que quiere el pueblo argentino? - ¡Sí!.<br />
El pueblo del Paraguay merece nuestro cariño<br />
Por eso fui también al Paraguay, y allí sentí palpar emocionado el corazón de América,<br />
interpretado por un gobierno humilde que sirve a un pueblo cuya humildad impone el respeto que<br />
merecen los grandes pueblos.<br />
El pueblo de Paraguay merece nuestra más alta consideración y todo nuestro cariño. No<br />
ambiciona más de lo que posee y por eso no ha pedido nada a cambio de nuestra amistad leal y<br />
honrada. Por eso yo pido al pueblo argentino que cumpla con los paraguayos un decálogo similar<br />
al que nos une con el pueblo chileno por sobre las nieves eternas de los Andes, pese a los<br />
egoísmos mezquinos de los hombres mediocres que oponen sus intereses personales a los altos,<br />
eternos e irrevocables ideales de los pueblos.<br />
En homenaje al pueblo paraguayo yo deseo reiterar en este día solemne de nuestra historia, el<br />
contenido sumario y sustancial de aquel decálogo y lo propongo al pueblo argentino como<br />
principio para la unión definitiva entre los paraguayos y los argentinos.<br />
A continuación el Señor Presidente da lectura al Decálogo como "principio para la unión definitiva<br />
y eterna entre los pueblos paraguayo y argentino":<br />
1) Cada argentino debe saber que el pueblo paraguayo y el pueblo argentino, conservando la<br />
plenitud de sus soberanías nacionales, son real y efectivamente pueblos hermanos y, en<br />
consecuencia, todos los argentinos debemos trabajar por la grandeza del Paraguay y por la<br />
felicidad de su pueblo, con la misma fe y el mismo amor con que trabajamos por nuestra propia<br />
grandeza y por nuestra propia felicidad.<br />
2) Desde hoy los paraguayos serán compatriotas de todos los argentinos. Esta debe ser una<br />
consigna de honor nacional.<br />
3) Cada uno de nosotros debe comprometerse a trabajar en su puesto por el acercamiento<br />
espiritual y material de los pueblos paraguayos y argentino.<br />
4) El gobierno, el Estado y el pueblo argentino arbitrarán todos los recursos y medios que ayuden<br />
al Paraguay a consolidar la Justicia Social, la Independencia económica y la Soberanía política,<br />
del mismo modo que luchamos por las nuestras, puesto que ellas son las únicas bases de la unión<br />
comprometida.<br />
5) <strong>La</strong> unión del pueblo paraguayo con el pueblo argentino no excluye futuras adhesiones de<br />
ningún pueblo americano sobre las mismas bases. Cada argentino debe saber que ésta es una<br />
acción constructiva, que no tiene finalidades ofensivas, que no está dirigida contra nadie y que<br />
tiene como único objetivo la grandeza y felicidad de los pueblos que la componen o compongan<br />
en el futuro.<br />
6) <strong>La</strong>s organizaciones sociales, económicas y políticas del pueblo argentino habrán de promover<br />
la máxima vinculación posible con sus similares del pueblo paraguayo, a fin de realizar una acción<br />
armónica y solidaria para alcanzar los grandes objetivos comunes. El gobierno argentino prestará<br />
su más amplio apoyo a estas vinculaciones entre los pueblos hermanos.<br />
7) <strong>La</strong> legislación general argentina deberá contribuir a facilitar la unión de los pueblos paraguayo y<br />
argentino.<br />
80
8) Los organismos del gobierno y del Estado nacionales, provinciales y territoriales,<br />
particularmente en las zonas limítrofes con la hermana República de Paraguay, coordinarán su<br />
acción con sus similares paraguayos sobre las bases de real y sincera lealtad.<br />
9) Todo acto contrario a los grandes objetivos comunes e intereses de la unión entre el pueblo del<br />
Paraguay y el pueblo argentino será considerado por nosotros como una falta de honor en<br />
relación con el compromiso contraído.<br />
10) El pueblo del Paraguay y el pueblo argentino son los depositarios absolutos de esta unión<br />
definitiva, que ponemos bajo la protección de Dios, fuente de todo amor y de toda Justicia, de toda<br />
libertad, pidiéndole humildemente que no sea jamás violada ni destruida por los malvados e<br />
hipócritas intereses egoístas y mezquinos, sino que, por el contrario, sea permanente y eterna<br />
como la humildad de nuestros pueblos.<br />
Y ahora deseo transmitir a todos los compañeros de la Patria ese saludo afectuoso de todos los<br />
años, invitándolos a que me acompañen a dar estos vivas: ¡Viva la República de Nicaragua! ¡Viva<br />
el General Somoza! ¡Viva la República del Paraguay! ¡Viva la Patria!<br />
Escuela nacional de Guerra - 1º de noviembre de 1953<br />
Invitado por el señor Ministro de Defensa Nacional, General de División D. Humberto Sosa Molina,<br />
a escuchar una conferencia que dictaría a los cursantes el señor Director de la Escuela Nacional<br />
de Guerra, General de División D. Horacio A. Aguirre, el Excelentísimo señor Presidente de la<br />
Nación, General de Ejército D. JUAN PERÓN, asistió el 11 de noviembre de 1953 al mencionado<br />
Instituto Superior, en compañía del señor Ministro invitante.<br />
Terminada la conferencia del señor General Aguirre, el primer magistrado hizo uso de la palabra y<br />
vertió los conceptos que se transcriben en este folleto.<br />
Señores:<br />
He aceptado con gran placer esta ocasión para disertar sobre las ideas fundamentales que han<br />
inspirado una nueva política internacional en la República Argentina.<br />
Es indudable que, por el cúmulo de tareas que yo tengo, no podré presentar a ustedes una<br />
exposición académica sobre este tema, pero sí podré mantener una conversación en la que lo<br />
más fundamental y lo más decisivo de nuestras concepciones será expuesto con sencillez y con<br />
claridad.<br />
<strong>La</strong>s organizaciones humanas, a lo largo de todos los tiempos, han ido, indudablemente, creando<br />
sucesivos agrupamientos y reagrupamientos. Desde la familia troglodita hasta nuestros tiempos<br />
eso ha marcado un sinnúmero de agrupaciones a través de las familias, las tribus, las ciudades,<br />
las naciones y los grupos de naciones, y hay quien se aventura ya a decir que para el año 2000<br />
las agrupaciones menores serán los continentes.<br />
Es indudable que la evolución histórica de la humanidad va afirmando este concepto cada día con<br />
mayores visos de realidad. Eso es todo cuanto podemos decir en lo que se refiere a la natural y<br />
fatal evolución de la humanidad. Si ese problema lo transportamos a nuestra América surge<br />
inmediatamente una apreciación impuesta por nuestras propias circunstancias y nuestra propia<br />
situación.<br />
Es indudable que el mundo, superpoblado y súper industrializado, presenta para el futuro un<br />
panorama que la humanidad todavía no ha conocido, por lo menos en una escala tan<br />
extraordinaria. Todos los problemas que hoy se ventilan en el mundo son, en su mayoría, producto<br />
de esta superpoblación y superindustrialización, sean problemas de carácter material o sean<br />
problemas de carácter espiritual, Es tal la influencia de la técnica y de esa superproducción, que la<br />
humanidad, en todos sus problemas económicos, políticos y sociológicos, se encuentra<br />
profundamente influida por esas circunstancias.<br />
Si ése es el futuro de la humanidad, es indudable que estos problemas irán progresando y<br />
produciendo nuevos y más difíciles problemas emergentes de las circunstancias enunciadas.<br />
Resulta también indiscutible que la lucha fundamental en un mundo superpoblado es por una cosa<br />
siempre primordial para la humanidad: la comida. Ese es el peor y el más difícil problema a<br />
resolver.<br />
81
El segundo problema que plantea la industrialización es la materia prima; valdría decir que en este<br />
mundo que lucha por la comida y por la materia prima, el problema fundamental del futuro es un<br />
problema de base y fundamento económicos, y la lucha de futuro será cada vez más económica,<br />
en razón de una mayor superpoblación y de una mayor superindustrialización. En consecuencia,<br />
analizando nuestros problemas, podríamos decir que el futuro del mundo, el futuro de los pueblos<br />
y el futuro de las naciones estará extraordinariamente influido por la magnitud de las reservas que<br />
posean: reservas de alimentos y reservas de materias primas.<br />
Eso es una cosa tan evidente, tan natural y simple, que no necesitaríamos hacer uso ni de la<br />
estadística y menos aún de la dialéctica para convencer a nadie.<br />
Y ahora, viendo el problema práctica y objetivamente, pensamos cuáles son las zonas del mundo<br />
donde todavía existen las mayores reservas de estos dos elementos fundamentales de la vida<br />
humana: el alimento y la materia prima.<br />
Es indudable que nuestro continente, en especial Sudamérica, es la zona del mundo donde<br />
todavía, en razón de su falta de población y de su falta de explotación extractiva, está la mayor<br />
reserva de materia prima y alimentos del mundo. Esto nos indicaría que el porvenir es nuestro y<br />
que en la futura lucha nosotros marchamos con una extraordinaria ventaja frente a las demás<br />
zonas del mundo, que han agotado sus posibilidades de producción alimenticia y de provisión de<br />
materias primas, o que son ineptas para la producción de estos dos elementos fundamentales de<br />
la vida.<br />
Si esto, señores, crea realmente el problema de la lucha, es indudable que en esa lucha llevamos<br />
nosotros una ventaja inicial, y que en el aseguramiento de un futuro promisorio tenemos<br />
halagüeñas esperanzas de disfrutarlo en mayor medida que otros países del mundo.<br />
Pero precisamente en estas circunstancias radica nuestro mayor peligro, porque es indudable que<br />
la humanidad ha demostrado a lo largo de la historia de todos los tiempos que cuando se ha<br />
carecido de alimentos o de elementos indispensables para la vida, como serían las materias<br />
primas y otros, se ha dispuesto de ellos quitándolos por las buenas o por las malas, vale decir, con<br />
habilidosas combinaciones o mediante la fuerza. Lo que quiere decir, en buen romance, que<br />
nosotros estamos amenazados a que un día los países superpoblados y superindustrializados,<br />
que no disponen de alimentos ni de materia prima, pero que tienen un extraordinario poder,<br />
jueguen ese poder para despojarnos de los elementos de que nosotros disponemos en demasía<br />
con relación a nuestra población y a nuestras necesidades. Ahí está el problema planteado en sus<br />
bases más fundamentales, pero también las más objetivas y realistas,<br />
Si subsistiesen los pequeños y débiles países, en un futuro no lejano podríamos ser territorio de<br />
conquista, como han sido miles y miles de territorios desde los fenicios hasta nuestros días. No<br />
sería una historia nueva la que se escribiría en estas latitudes; sería la historia que ha campeado<br />
en todos los tiempos, sobre todos los lugares de la tierra, de manera que ni siquiera llamaría<br />
mucho la atención.<br />
Es esa circunstancia la que ha inducido a nuestro gobierno a encarar de frente la posibilidad de<br />
una unión real y efectiva de nuestros países, para encarar una vida en común y para planear,<br />
también, una defensa futura en común.<br />
Si esas circunstancias no son suficientes, o ese hecho no es un factor que gravite decisivamente<br />
para nuestra unión, no creo que exista ninguna otra circunstancia importante para que la<br />
realicemos.<br />
Si cuanto he dicho no fuese real, o no fuese cierto, la unión de esta zona del mundo no tendría<br />
razón de ser, como no fuera una cuestión más o menos abstracta e idealista.<br />
Señores: es indudable que desde el primer momento nosotros pensamos en esto; analizamos las<br />
circunstancias y observamos que, desde 1810 hasta nuestros días, nunca han faltado distintos<br />
intentos para agrupar esta zona del Continente en una unión de distintos tipos.<br />
Los primeros surgieron en Chile, ya en los días iniciales de las revoluciones emancipadoras de la<br />
Argentina, de Chile, del Perú. Todos ellos fracasaron por distintas circunstancias. Es indudable<br />
que, de realizarse aquello en ese tiempo, hubiese sido una cosa extraordinaria.<br />
Desgraciadamente, no todos entendieron el problema, y cuando Chile propuso eso aquí a Buenos<br />
Aires, en los primeros días de la Revolución de Mayo, Mariano Moreno fue el que se opuso a toda<br />
82
unión con Chile. Es decir que estaba en el gobierno mismo, y en la gente más prominente del<br />
gobierno, la idea de hacer fracasar esa unión. Eso fracasó por culpa de la Junta de Buenos Aires.<br />
Hubo después varios que fracasaron también por diversas circunstancias. Pasó después el<br />
problema a ser propugnado desde el Perú, y la acción de San Martín también fracasó. Después<br />
fue Bolívar quien se hizo cargo de la lucha por una unidad continental, y sabemos también cómo<br />
fracasó.<br />
Se realizaron después el primero, el segundo y el tercer Congreso de México con la misma<br />
finalidad. Y debemos confesar que todo eso fracasó, mucho por culpa nuestra. Nosotros fuimos<br />
los que siempre más o menos nos mantuvimos un poco alejados, con un criterio un tanto<br />
aislacionista y egoísta.<br />
Llegamos a nuestros tiempos.<br />
Yo no querría pasar a la historia sin haber demostrado, por lo menos fehacientemente, que<br />
ponemos toda nuestra voluntad real, efectiva, leal y sincera para que esta unión pueda realizarse<br />
en el Continente.<br />
Pienso yo que el año 2000 nos va a sorprender o unidos o dominados; pienso también que es de<br />
gente inteligente no esperar que el año 2000 llegue a nosotros, sino hacer un poquito de esfuerzo<br />
para llegar un poco antes al año 2000, y llegar en un poco mejores condiciones que aquella que<br />
nos podrá deparar el destino mientras nosotros seamos yunque que aguantamos los golpes y no<br />
seamos alguna vez martillo; que también demos algún golpe por nuestra cuenta.<br />
Es por esa razón que ya en 1946, al hacer las primeras apreciaciones de carácter estratégico y<br />
político internacional, comenzamos a pensar en ese grave problema de nuestro tiempo. Quizá, en<br />
la política internacional que nos interesa, es el más grave y el más trascendente; más<br />
trascendente quizá que lo que pueda ocurrir en la guerra mundial, que lo que pueda ocurrir en<br />
Europa, o que lo que pueda ocurrir en el Asia o en el Extremo Oriente; porque éste es un<br />
problema nuestro, y los otros son problemas del mundo en el cual vivimos, pero que están<br />
suficientemente alejados de nosotros.<br />
Creo también que en la solución de este grave y trascendente problema cuentan los pueblos más<br />
que los hombres y que los gobiernos.<br />
Es por eso que, cuando hicimos las primeras apreciaciones, analizamos si esto podría realizarse a<br />
través de las cancillerías actuantes como en el siglo XVIII, en una buena comida, con lucidos<br />
discursos, pero que terminan al terminar la comida, inoperantes e intrascendentes, como han sido<br />
todas las acciones de las cancillerías de esta parte del mundo desde hace casi un siglo hasta<br />
nuestros días; o si habría que actuar más efectivamente, influyendo no a los gobiernos, Que. aquí<br />
se cambian como se cambian las camisas, sino influyendo a los pueblos, que son los<br />
permanentes, Porque los hombres Pasan Y los gobiernos se suceden, pero los pueblos quedan.<br />
Hemos observado, Por otra Parte, que el éxito, quizá el único éxito extraordinario del comunismo,<br />
consiste en que ellos no trabajan con los gobiernos, sino con los Pueblos, Porque ellos están<br />
encaminados a una obra permanente y no a una obra circunstancial.<br />
Y si en el orden internacional quiere realizarse algo trascendente, hay que darle carácter<br />
permanente, Porque mientras sea circunstancial, en el orden de la Política internacional no tendría<br />
ninguna importancia. Por esa razón, y aprovechando las naturales inclinaciones de nuestra<br />
doctrina Propia, comenzamos a trabajar sobre los pueblos, sin excitación, sin apresuramientos y,<br />
sobre todo, tratando de cuidar minuciosamente, de desvirtuar toda posibilidad de que nos acusen<br />
de intervención en los asuntos internos de otro estado<br />
En 1946, cuando yo me hice cargo del gobierno, la Política internacional Argentina no tenía<br />
ninguna definición No encontramos allí ningún plan de acción, como no existía tampoco en los<br />
ministerios militares ni siquiera una remota hipótesis sobre la cual los militares Pudieran basar sus<br />
Planes de operaciones.<br />
Tampoco en el Ministerio de Relaciones Exteriores, en todo su archivo, había un solo plan activo<br />
sobre la política internacional que seguía la República Argentina, ni siquiera sobre la orientación,<br />
por lo menos, que regía sus decisiones o designios.<br />
Vale decir que nosotros habíamos vívido, en política internacional, respondiendo a las medidas<br />
que tomaban los otros con referencia a nosotros, pero sin tener jamás una idea propia que nos<br />
83
pudiese conducir, por lo menos a lo largo de los tiempos, con una dirección uniforme y<br />
congruente. Nos dedicamos a tapar los agujeros que nos hacían las distintas medidas que<br />
tomasen los demás países. Nosotros no teníamos iniciativa.<br />
No es tan criticable el procedimiento, porque también suele ser una forma de proceder, quizá explicable,<br />
pues los pequeños países no pueden tener en el orden de la política internacional<br />
objetivos muy activos ni muy grandes; pero tienen que tener algún objetivo.<br />
Yo no digo que nos vamos a poner nosotros a establecer objetivos extra-continentales para<br />
imponer nuestra voluntad a los rusos, a los ingleses o a los norteamericanos; no, porque eso sería<br />
torpe.<br />
Vale decir que en esto, como se ha dicho y sostenido tantas veces, hay que tener la política de la<br />
fuerza que se posee o la fuerza que se necesite para sustentar una política.<br />
Nosotros no podemos tener lo segundo y, en consecuencia, tenemos que reducirnos a aceptar lo<br />
primero, pero dentro de esa situación podemos tener nuestras ideas y luchar por ellas para que<br />
las cancillerías, que juegan al estilo del siglo XVIII, no nos estén dominando con sus sueños<br />
fantásticos de hegemonías, de mando y de dirección.<br />
Para ser país monitor como sucede con todos los monitores ha de ser necesario ponerse adelante<br />
para que los demás lo sigan. El problema es llegar cuanto antes a ganar la posición o la<br />
colocación, y los demás van a seguir aunque no quieran. De manera que la hegemonía no se<br />
discute; la hegemonía se conquista o no se conquista. Por eso nuestra lucha no es, en el orden de<br />
la política internacional, por la hegemonía de nadie, como lo he dicho muchas veces, sino simple y<br />
llanamente la obtención de lo que conviene al país en primer término; en segundo término, lo que<br />
conviene a la gran región que encuadra el país, y en tercer término, al resto del mundo, que ya<br />
está más lejano y a menor alcance de nuestras previsiones y de nuestras concepciones.<br />
Por eso, bien claramente entendido, como lo he hecho en toda circunstancia, para nosotros:<br />
primero la República Argentina, luego el Continente y después el mundo. En esa posición nos han<br />
encontrado y nos encontrarán siempre, porque atendemos que la defensa propia está en nuestras<br />
manos; que la defensa, diremos relativa, está en la Zona continental que defendemos y en que<br />
vivimos y que la absoluta es un sueño que todavía no alcanzado ningún hombre ni nación alguna<br />
de la tierra. Vivimos solamente en una seguridad relativa pensando, señores, en la idea<br />
fundamental de llegar a una unión en esta parte del Continente.<br />
Habíamos pensado que la lucha del futuro será Económica; la historia nos demuestra que ningún<br />
un país se ha impuesto en ese campo, ni en ninguna lucha, si no tiene en sí una completa,<br />
diremos unidad económica.<br />
Los grandes imperios, las grandes naciones, han llegado desde los comienzos de la historia hasta<br />
nuestros días, a las grandes conquistas, a base de una unidad económica. Y yo analizo que si<br />
nosotros soñamos con la grandeza que tenemos la obligación de soñar para nuestro país,<br />
debemos analizar primordialmente ese factor en una etapa del mundo en que la economía pasará<br />
a primer plano en todas las luchas del futuro.<br />
<strong>La</strong> República Argentina sola, no tiene unida económica; Brasil solo, no tiene tampoco unida<br />
económica; Chile solo, tampoco tiene unid económica; pero estos tres países unidos conforman<br />
quizá en el momento actual la unidad económica más extraordinaria del mundo entero, sobre todo<br />
para el futuro, porque toda esa inmensa disponibilidad constituye su reserva. Estos son países<br />
reservas mundo.<br />
Los otros están quizá a no muchos años de la terminación de todos sus recursos energéticos y de<br />
materia prima; nosotros poseemos todas las reservas de las cuales todavía no hemos explotado<br />
nada.<br />
Esa explotación que han hecho de nosotros, manteniéndonos para consumir lo elaborado por<br />
ellos, ahora en el futuro puede dárseles vuelta, porque en la humanidad y en el mundo hay una<br />
justicia que está por sobre todas las demás justicias, y que algún día llega. Y esa justicia se<br />
aproxima para nosotros; solamente debemos tener la prudencia y la sabiduría suficientes para<br />
prepararnos a que no nos birlen de nuevo la justicia, en el momento mismo en que estamos por<br />
percibirla y por disfrutarla.<br />
Esto es lo que ordena, imprescriptiblemente, la necesidad de la unión de Chile, Brasil y Argentina.<br />
84
Es indudable que, realizada esta unión, caerán a su órbita los demás países sudamericanos, que<br />
no serán favorecidos ni por la formación de un nuevo agrupamiento y probablemente no lo podrán<br />
realizar en manera alguna, separados o juntos, sino en pequeñas unidades.<br />
Apreciado esto, señores, yo empecé a trabajar sobre los pueblos. Tampoco olvidé de trabajar a los<br />
gobiernos, y durante los seis años del primer gobierno, mientras trabajábamos activamente en los<br />
pueblos, preparando la opinión para bien recibir esta acción, conversé con los que iban a ser<br />
presidentes, por lo menos, en los dos países que más nos interesaban: Getulio Vargas y el<br />
General Ibáñez.<br />
Getulio Vargas estuvo total y absolutamente de acuerdo con esta idea, y en realizarla tan pronto él<br />
estuviera en el gobierno. Ibáñez me hizo exactamente igual manifestación, y contrajo el<br />
compromiso de proceder lo mismo.<br />
Yo no me hacía ilusiones porque ellos hubieran prometido esto, para dar el hecho por cumplido,<br />
porque bien sabía que eran hombres que iban al gobierno y no iban a poder hacer lo que<br />
quisieran, sino lo que pudieran. Sabía bien que un gran sector de esos pueblos se iba a oponer<br />
tenazmente a una realización de este tipo, por cuestiones de intereses personales y negocios,<br />
más que por ninguna otra causa. ¡Cómo no se van a oponer los ganaderos chilenos a que<br />
nosotros exportemos sin medida ganado argentino a Chile! ¡Y cómo no se van a oponer a que<br />
solucionemos todos los problemas fronterizos para la internación de ganado, los acopiadores<br />
chilenos, cuando una vaca o un novillo, a un metro de la frontera chilena hacia el lado argentino,<br />
vale diez mil pesos chilenos, y a un metro hacia Chile de la frontera argentina, vale veinte mil<br />
pesos chilenos! Ese que gana los diez mil pesos no va a estar de acuerdo nunca con una unidad<br />
de este tipo.<br />
Cito este caso grosero para que los señores intuyan toda la gama inmensa de intereses de todo<br />
orden que se desgranan en cada una de las cosas que come el pobre "roto" chileno y que<br />
producimos nosotros, o que consumimos nosotros y producen ellos.<br />
Ese mismo fenómeno sucede con el Brasil.<br />
Por esa razón nunca me hice demasiadas ilusiones sobre las posibilidades de ello; por eso<br />
seguimos trabajando por estas uniones, porque ellas deberán venir por los pueblos.<br />
Nosotros tenemos muy triste experiencia de las uniones que han venido por los gobiernos; por lo<br />
menos, ninguna en ciento cincuenta años ha podido cristalizar en alguna realidad.<br />
Probemos el otro camino que nunca se ha probado para ver si, desde abajo, podemos ir<br />
influyendo en forma determinante para que esas uniones se realicen.<br />
Señores: sé también que el Brasil, por ejemplo, tropieza con una gran dificultad: es Itamaraty, que<br />
allí constituye una institución super-gubernamental. Itamaraty ha soñado, desde la época de su<br />
Emperador hasta nuestros días, con una política que se ha prolongado a través de todos los<br />
hombres que han ocupado ese difícil cargo en el Brasil.<br />
Ella los había llevado a establecer un arco entre Chile y el Brasil; esa política debe ser vencida<br />
con el tiempo y por un buen proceder de parte nuestra.<br />
Debe desmontarse todo el sistema de Itamaraty y deben desaparecer esas excrecencias<br />
imperiales que constituyen, más que ninguna otra razón, los principales obstáculos para que el<br />
Brasil entre a un diremos, unión verdadera con la Argentina.<br />
Nosotros con ellos no tenemos ningún problema como no sea ese sueño de la hegemonía, en el<br />
que estamos prontos a decirles: Son ustedes mas grandes, más lindos y mejores que nosotros; no<br />
tenemos ningún inconveniente.<br />
Nosotros renunciamos a todo eso, de manera que ése tampoco va a ser un inconveniente. Pero<br />
es indudable que nosotros creíamos superado en cierta manera ese problema.<br />
Yo he de contarles a los señores un hecho que pondrá perfectamente en evidencia cómo<br />
procedemos nosotros y por qué tenemos la firmé convicción de que al final vamos a ganar<br />
nosotros porque procedemos bien. Porque los que proceden mal son los que sucumben víctimas<br />
de su propio mal procedimiento; por eso, no emplearemos e ningún caso ni los subterfugios, ni las<br />
insidias, ni las combinaciones raras, que emplean algunas cancillerías.<br />
Cuando Vargas subió al gobierno me prometio a mí que nos reuniríamos en Buenos Aires o en<br />
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Río y haríamos ese tratado que yo firmé con lbáñez después; el mismo tratado.<br />
Ese fue un propósito formal que nos habíamos trazado. Más aún, dijimos: "Vamos a suprimir las<br />
fronteras, si es preciso". Yo "agarraba" cualquier Cosa, porque estaba dentro de la orientación que<br />
yo seguía y de lo que yo creía que era necesario y conveniente.<br />
Yo sabía que acá yo lo realizaba, porque cuando yo le dijera a mi Pueblo que quería hacer eso, yo<br />
sabía que mi Pueblo querría lo que yo quería en el orden de la política internacional, porque ya<br />
aquí existe una conciencia político internacional en el Pueblo y existe una organización. Además,<br />
la gente sabe que, en fin, tantos errores no cometemos, de manera que tiene también un poco de<br />
fe en lo que hacemos.<br />
Más tarde Vargas me dijo que era difícil que pudiéramos hacerlo tan pronto, porque él tenía una<br />
situación política un poco complicada en las Cámaras y que antes de dominarlas quería hacer una<br />
conciliación. Es difícil eso en política; primero hay que dominar y después la conciliación viene<br />
sola. Son puntos de vista; son distintas maneras de pensar.<br />
El siguió un camino distinto y nombró un gabinete de conciliación, vale decir, nombró un gabinete<br />
donde por lo menos las tres cuartas partes de los ministros eran enemigos políticos de él y que<br />
servirían a sus propios intereses y no a los del gobierno.<br />
Claro que él creyó que esto en seis meses le iba a dar la solución; pero cuando pasaron los seis<br />
meses el asunto estaba más complicado que antes Naturalmente, no pudo venir acá; no pudo<br />
imponerse frente a su Parlamento y frente a sus propios ministros a realizar una tarea que Acaba<br />
ponerse los pantalones y jugarse una tan decisiva frente a la política internacional mundial, a su<br />
pueblo, a su Parlamento y a los reses que había que vencer.<br />
Naturalmente, yo esperé. En ese ínterin es elegido presidente el General Ibáñez; la situación él no<br />
era mejor que la situación de Vargas, pero cierta manera llegaba plebiscitado en todo lo que<br />
puede ser plebiscitado en Chile, con elecciones y sui géneris, porque allá se inscriben los que<br />
quieren, y los que no quieren, no; Es una cosa muy distinta a la nuestra. Pero él llega al gobierno<br />
naturalmente. Tan pronto llega al gobierno, yo, informe con lo que habíamos conversado, lo<br />
tanteé. Me dice: de acuerdo, lo hacemos". ¡Muy bien! El General fue más decidido, porque los<br />
generales solemos ser más decididos que los políticos. pero antes de hacerlo, como yo tenía un<br />
compromiso con Vargas, le escribí una carta que le e llegar por intermedio de su propio<br />
embajador, quien llamé y le dije: vea, usted tendrá que ir a con esta carta y tendrá que explicarle<br />
todo esto a su Presidente. Hace dos años nosotros nos metimos realizar este acto. Hace más de<br />
un año y pico que lo estoy esperando, y no puede venir. Yo pido autorización a él para que me<br />
libere de ese compromiso de hacerlo primero con el Brasil y me Permita hacerlo primero con<br />
Chile. Claro que le pido esto porque creo que estos tres países son los que deben realizar la<br />
unión".<br />
El embajador va allá y vuelve y me dice, en nombre de su Presidente, que no solamente me<br />
autoriza a que vaya a Chile liberándome del compromiso, sino que me da también su<br />
representación para que lo haga en nombre de él en Chile. Naturalmente, ya sé ahora muchas<br />
cosas que antes no sabía; acepté sólo la autorización, pero no la representación.<br />
Fui a Chile, llegué allí y le dije al General Ibáñez: Tengo aquí con todo listo y traigo la autorización<br />
del Presidente Vargas, porque yo estaba comprometido a hacer esto primero con él y con el<br />
Brasil; de manera que todo sale perfectamente bien como lo hemos planeado, y quizás al hacerse<br />
esto se facilite la acción a Vargas y se vaya arreglando así mejor el asunto".<br />
Llegamos, hicimos allá con el Ministro de Relaciones Exteriores todas esas cosas de las<br />
cancillerías, discutimos un poco poca cosa y llegamos al acuerdo, no tan amplio como nosotros<br />
queríamos, porque la gente tiene miedo en algunas cosas y, es claro, salió un poco retaceado,<br />
pero salió. No fue tampoco un parto de los montes, pero costó bastante convencer, persuadir,<br />
etcétera.<br />
Y al día siguiente llegan las noticias de Río de Janeiro, donde el Ministro de Relaciones Exteriores<br />
del Brasil hacía unas declaraciones tremendas contra el Pacto de Santiago: "que estaba en contra<br />
de los pactos regionales, que ésa era la destrucción de la unanimidad panamericana". Imagínense<br />
la cara que tendría yo al día siguiente cuando fui y me presenté al Presidente Ibáñez. Al darle los<br />
buenos días, me preguntó: "¿Qué me dice de los amigos brasileños'<br />
Naturalmente que la prensa carioca sobrepasó los límites a que había llegado el propio Ministro<br />
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de Relaciones Exteriores, señor Neves da Fontoura. Claro, yo me callé; no tenía más remedio.<br />
Firmé el tratado y me vine aquí.<br />
Cuando llegué me encontré con Gerardo Rocha, viejo periodista de gran talento, director de "0<br />
Mundo" en Río, muy amigo del Presidente Vargas, quien me dijo: "Me manda el Presidente Vargas<br />
para que le explique lo que ha pasado en el Brasil. Dice que la situación de él es muy difícil; que<br />
políticamente no puede dominar; que tiene sequías en el Norte, heladas en el Sur; y a los políticos<br />
los tiene levantados; que el comunismo está muy peligroso; que no ha podido hacer nada; en fin,<br />
que lo disculpe, que él no piensa así y que si el Ministro ha hecho eso, que él tampoco puede<br />
mandar al Ministro".<br />
Yo me he explicado perfectamente bien todo esto; no lo justificaba, pero me lo explicaba por lo<br />
menos. Naturalmente, señores, que planteada la situación en estas circunstancias, de una manera<br />
tan plañidera y lamentable, no tuve más remedio que decirle que siguiera tranquilo, que yo no me<br />
meto en las cosas de él y que hiciera lo que pudiese, pero que siguiera trabajando por esto.<br />
Bien, señores. Yo quería contarles esto, que probablemente no lo conoce nadie más que los<br />
ministros y yo; claro está que son todos documentos para la <strong>Historia</strong>, porque yo no quiero pasar a<br />
la <strong>Historia</strong> como un cretino que ha podido realizar esta unión y no la ha realizado. Por lo menos<br />
quiero que la gente piense en el futuro que si aquí ha habido cretinos, no he sido yo solo; hay<br />
otros cretinos también como yo, y todos juntos iremos en el "baile del cretinismo".<br />
Pero lo que yo no quería es dejar de afirmar, como lo haré públicamente en alguna circunstancia,<br />
que toda la política Argentina en el orden internacional ha estado orientada hacia la necesidad de<br />
esa unión, para que, cuando llegue el momento en que seamos juzgados por nuestros hombres<br />
frente a los peligros que esta disociación producirá en el futuro, por lo menos tengamos el<br />
justificativo de nuestra propia impotencia para realizarla.<br />
Sin embargo, yo no soy pesimista; yo creo que nuestra orientación, nuestra perseverancia, va<br />
todos los días ganando terreno dentro de esta idea, y estoy casi convencido de que un día lo<br />
hemos de realizar todo bien y acabadamente, y que tenemos que trabajar incansablemente por<br />
realizarlo, Ya se acabaron las épocas del mundo en que los conflictos eran entre dos países.<br />
Ahora los conflictos se han agrandado de tal manera y han adquirido tal naturaleza que hay que<br />
prepararse para los Grandes conflictos" y no para los "pequeños conflictos".<br />
Esta unión, señores, está en plena elaboración; es todo cuanto yo podría decirles a ustedes como<br />
definitivo.<br />
Estamos trabajándola, y el éxito, señores, ha de producirse; por lo menos, nosotros hemos<br />
preparado el éxito, lo estamos realizando, y no tengan la menor duda de que el día que se<br />
produzca yo he de saber explotarlo con todas las conveniencias necesarias para nuestro país,<br />
porque, de acuerdo con el aforismo napoleónico, el que prepara un éxito y lo conquista,<br />
difícilmente no sabe sacarle las ventajas cuando lo ha obtenido.<br />
En esto, señores, estoy absolutamente persuadido de que vamos por buen camino. <strong>La</strong><br />
contestación del Brasil, buscando desviar su arco de Santiago a Lima, es solamente una<br />
contestación ofuscada y desesperada de una Cancillería que no interpreta el momento y que está<br />
persistiendo sobre una línea superada por el tiempo y por los acontecimientos; eso no puede tener<br />
efectividad.<br />
<strong>La</strong> lucha por las zonas amazónicas y del Plata no tiene ningún valor ni ninguna importancia; son<br />
sueños un poco ecuatoriales y nada más. No puede haber en ese sentido ningún factor<br />
geopolítico ni de ninguna otra naturaleza que pueda enfrentar a estas dos zonas tan diversas en<br />
todos sus factores y en todas sus características.<br />
Aquí hay un problema de unidad que está por sobre todos los demás problemas, y en estas<br />
circunstancias, quizá muy determinantes, de haber nosotros solucionado nuestros entredichos con<br />
Estados Unidos, tal vez esto favorezca en forma decisiva la posibilidad de una unión continental<br />
en esta zona del continente americano.<br />
Señores: como ha respondido el Paraguay, aunque es un pequeño país; como irán respondiendo<br />
otros países del Continente, despacito, sin presiones y sin violencias de ninguna naturaleza, así<br />
se va configurando ya una suerte de unión.<br />
<strong>La</strong>s uniones deben realizarse por el procedimiento que es común: primeramente hay que conectar<br />
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algo; después las demás conexiones se van formando con el tiempo y con los acontecimientos.<br />
Chile, aun a pesar de la lucha que deben sostener allí, ya está unido con la Argentina.<br />
El Paraguay se halla en igual situación. Hay otros países que ya están inclinados a realizar lo<br />
mismo. si nosotros conseguimos ir adhiriendo lentamente a otros países, no va a tardar mucho en<br />
que el Brasil haga también lo mismo, y ése será el principio del Triunfo de nuestra política.<br />
<strong>La</strong> unión continental a base de Argentina, Brasil y Chile está mucho más próxima de lo que creen<br />
muchos argentinos, muchos chilenos y muchos brasileños; en el Brasil hay un sector enorme que<br />
trabaja por esto.<br />
Lo único que hay que vencer son intereses; pero cuando los intereses de los países entran a<br />
actuar, los de los hombres deben ser vencidos por aquéllos, ésa es nuestra mayor esperanza.<br />
Hasta que esto se produzca, señores, no tenemos otro remedio que esperar y trabajar para que<br />
se realice; y ésa es nuestra acción y ésa es nuestra orientación.<br />
Muchas gracias.<br />
Clausura de la Campaña Electoral - 25 de Abril de 1954<br />
Compañeros:<br />
El 24 de febrero de 1946, el pueblo argentino reconquistó el ejercicio de sus derechos electorales,<br />
pues, con anterioridad, al fraude se agregaba una limitada representación ciudadana. Los<br />
padrones de 1946 incluían solamente 3.950.000 ciudadanos, es decir, que apenas votaba el 25<br />
por ciento de la población, y el gobierno peronista ha agregado a esos registros a 5.350.000<br />
ciudadanos, figurando en primer término la mujer, olvidada hasta entonces de las decisiones<br />
electorales; los suboficiales del ejercito; el clero regular; la ciudadanía de tres provincias nuevas,<br />
de todos los territorios y de las poblaciones argentinas de las tierras australes. En estas<br />
elecciones votarán 9.300.000 ciudadanos, cantidad que supera el 50 por ciento de la población<br />
total.<br />
El gobierno del movimiento nacional peronista, desea asegurarse de esta manera que constituye<br />
real y verdaderamente un gobierno del pueblo.<br />
Los gobiernos que trabajan para el Pueblo no temen jamás a la voluntad del mismo pueblo. Por<br />
eso tratamos de lograr la más fiel expresión; de esa voluntad. Preferiríamos que el pueblo nos<br />
hiciese pagar, con su abandono, los errores que pudiésemos haber cometido, antes que gobernar<br />
sin el respaldo poderoso que es la fuerza popular que nos viene acompañando desde 1946, cada<br />
vez con mayores multitudes y con un afecto cada vez mas firme, porque arraiga en una conciencia<br />
social también mas sólida.<br />
En el parágrafo siguiente de su discurso el .general Perón, en su carácter de presidente de la<br />
Nación, dio normas para toda la ciudadanía, y recordó que en otras ocasiones impartió esas<br />
normas únicamente para el Movimiento <strong>Peron</strong>ista:<br />
En esa oportunidad -explicó el orador- deseo que estas normas cívicas para el acto comicial<br />
sirvan para todo el electorado, pues ya he advertido que los adversarios del gobierno van<br />
adoptando nuestros sistemas.<br />
Comenzó la explicación de esas normas subrayando que votar es un derecho y que los derechos<br />
no se discuten: se defienden.<br />
Después de referirse a la necesidad de no omitir ningún sacrificio para depositar el voto, y de<br />
manifestar que nadie debe excusarse, pues los que no votan son indignos de participar en la<br />
felicidad y en la grandeza común que ambicionamos consolidar, indicó:<br />
Dar por descartada la victoria de la mayoría no exime a nadie del cumplimiento de ese derecho.<br />
El voto que apoye a la mayoría contribuirá a fortalecer sus decisiones. El que apoye a la minoría -<br />
por "negativista" que ella sea- vale más que una voluntad ausente en el comicio, pues cuando<br />
todos los ciudadanos de una nación se interesan por el bien común, esa nación está salvada y<br />
puede mirar tranquila el porvenir.<br />
A continuación el general Perón advirtió a todos acerca de la necesidad de informarse<br />
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previamente del lugar del comicio, cuidar que las boletas no contengan marcas ni perforaciones,<br />
no efectuar borratinas, votar las listas íntegramente, ya que, descontado el apoyo del pueblo, el<br />
gobierno nacional y los provinciales deben consolidar su labor orgánica. Agregó que por una razón<br />
que no es de política, sino que es una "razón de Estado", solicitaba a todos aquellos decididos a<br />
votar por el Movimiento <strong>Peron</strong>ista que lo hagan por listas íntegras, sin borrar ni añadir un solo<br />
nombre.<br />
Expresó que a fin de que en este orden de cosas no haya confusiones, se daría lectura a las listas<br />
completas de candidatos del Movimiento <strong>Peron</strong>ista, tarea que de inmediato cumplió un locutor<br />
actuante en la asamblea.<br />
Finalizada la lectura de los nombres de los candidatos, el general Perón reanudó su exposición,<br />
formulando una serie de advertencias y recomendaciones para el acto comicial. Señaló que las<br />
boletas pueden ser marcadas en el cuarto oscuro con mala fe por algún mal ciudadano<br />
perteneciente a los partidos que practicaron el sistema del fraude, razón por la cual es<br />
conveniente -indicó-que cada ciudadano lleve su boleta de votante.<br />
Agregó que la libreta de enrolamiento o cívica debe ser puesta en lugar seguro, a fin de evitar<br />
sustracciones con fines fraudulentos. En el momento de votar no debe ser entregada a otro que<br />
no sea la autoridad de la mesa, que será quien luego la restituya.<br />
Cada ciudadano tiene no sólo el derecho sino la obligación legal de denunciar a quienes compren<br />
o a quienes vendan o hayan comprado o vendido libretas de enrolamiento o cívicas.<br />
Mientras un ciudadano actúe en el ejercicio de su derecho electoral, no deberá usar distintivos<br />
partidarios ni emitir opiniones que identifiquen su filiación política. <strong>La</strong>s autoridades partidarias<br />
deben cuidar permanentemente el desarrollo de los comicios, denunciando cualquier irregularidad<br />
al Ministerio del Interior.<br />
También destacó que la mujer argentina, gracias a la organización eficiente del partido <strong>Peron</strong>ista<br />
Femenino, sabe ya cómo debe cumplir con su deber electoral y puntualizó que ella merece por<br />
parte de todos los ciudadanos electores la más amplia colaboración a fin de que ningún<br />
inconveniente dificulte su acceso al comicio.<br />
Seguidamente aconsejó que con anterioridad al comicio el ciudadano no debe concurrir a ninguna<br />
fiesta, procurando permanecer en su domicilio y, a la vez, debe denunciar cualquier inconveniente<br />
que se le opusiere en el ejercicio de su derecho electoral.<br />
Asegurarse-prosiguió-el medio de transporte; no beber alcohol y evitar toda clase de incidentes<br />
que puedan privar de libertad al ciudadano.<br />
Si el patrón le cierra la tranquera con candado, rompa el candado o la tranquera o corte el<br />
alambrado y pase a cumplir con la Patria. Si en vez de cerrarle los caminos del comicio quiere<br />
ganar su voto con favores llevándolo con él en su coche, acepte la invitación, pero en el cuarto<br />
oscuro haga usted su voluntad votando por el partido de sus ideas y no por el partido de su patrón.<br />
Cuando no haya automóviles o camiones que faciliten su acceso al acto electoral, concurra a votar<br />
a pie o a caballo, o en cualquier otra forma, pero no retroceda ante nada.<br />
Destacó luego el general Perón que en el acto comicial debe exigirse el respeto que merece la<br />
dignidad del ciudadano, no permitiéndose que sea puesta en tela de juicio la honradez de su<br />
conducta.<br />
Recordó finalmente que la responsabilidad como ciudadano elector no termina en la emisión del<br />
voto, pues debe considerarse una obligación asegurarse de que puedan votar los familiares,<br />
amigos y conocidos, recordándoles y facilitándoles el acceso al comicio.<br />
En lo que respecta a los dirigentes, señaló que el día de la elección deben consagrarlo totalmente<br />
al cumplimiento de sus funciones partidarias, atendiendo a los ciudadanos que necesiten<br />
consultarlos y cuidando todos los detalles propios del acto comicial.<br />
El general Perón terminó su alocución expresando:<br />
Nuestro Movimiento se empeña en una nueva batalla electoral fácil, pero que debe servirnos de<br />
gimnasia para mantenernos en permanente actitud combativa.<br />
Desde los días de nuestros triunfos augurales del 17 de Octubre y del 24 de febrero, no hemos<br />
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dejado de organizarnos y de capacitarnos. Esta nueva elección pondrá en evidencia esa<br />
organización y esa capacidad.<br />
Nuestra generación justicialista enfrenta a la reacción que pretende retrotraer la historia de una<br />
época superada por nuestros hombres y por nuestros tiempos. Espero de todos y cada uno el<br />
esfuerzo decidido e inteligente para el triunfo aplastante de nuestros ideales.<br />
El bienestar del pueblo nos impone a todos el sacrificio de luchar por su consolidación definitiva.<br />
El porvenir de la Patria bien vale nuestra decidida actitud de su defensa.<br />
Para nosotros no se trata de vencer en una elección mas. Queremos aplastar definitivamente en<br />
comicios puros y limpios a la reacción anacrónicamente organizada a base de caudillos sin<br />
calidades ni cualidades para invocar la representación de nuestro pueblo y de nuestro tiempo.<br />
Que cada uno sepa cumplir con su deber de argentino y de peronista.<br />
Día del Trabajador (Plaza de Mayo) - 1º de mayo de 1954<br />
Compañeras y compañeros:<br />
Deseo que mis primeras palabras sean para agradecer, en nombre y en recuerdo de EVA PERON,<br />
las amables palabras del Secretario de la Confederación General del Trabajo. No pasará en mi<br />
vida, probablemente, ningún 1° de Mayo sin que yo dirija mi recuerdo a esa inolvidable mujer,<br />
porque ella fue la amiga sincera y la defensora de los trabajadores en todas las horas de su vida,<br />
desde sus luchas en la Secretaria de Trabajo hasta el postrer momento de su vida cuando ella,<br />
que tenia fe en mí y conocía mi vocación, murió diciéndome que no abandonase jamás a los<br />
trabajadores.<br />
En este 1º de Mayo de 1954 deseo también tener un recuerdo que debe ser imborrable para los<br />
trabajadores argentinos. Los trabajadores del mundo entero recuerdan hoy en todos los lugares<br />
de la tierra el crimen de Chicago. Nosotros, los trabajadores argentinos, debemos recordar el<br />
crimen cometido hace un año, en esta propia plaza, por las bombas radicales. Para esos<br />
compañeros pido un minuto de silencio, durante el cual los iré nombrando a cada uno de ellos,<br />
para que todos los 1° de Mayo recordemos a nuestros mártires inocentes, sacrificados por la<br />
ignominiosa traición de los políticos.<br />
Mario Pérez, Salvador Manes, León David Roumieux, Osvaldo Mouche, Santa Festiggiatta, José<br />
Couto.<br />
Compañeros: Ia justicia que todos los hombres de un pueblo llevan en su corazón ha de hablar,<br />
con la ecuanimidad de sus recuerdos solidarios, de estas acciones inconsultas, producto de la<br />
desesperación de los hombres impotentes, para aconsejarles que cambien de métodos, porque el<br />
asesinato no ha sido jamás remedio para ninguna situación cívica.<br />
Deseo desde este lugar y en este 1º de Mayo, agradecer a todos los trabajadores de la Patria la<br />
confianza que han puesto en el gobierno el 25 de abril próximo pasado.<br />
Nosotros, que no somos políticos sino dirigentes de un pueblo en marcha, que no hemos hecho<br />
una profesión de esa dirección que ejercemos, que somos los ciudadanos que por voluntad de los<br />
demás ciudadanos ejercemos el gobierno de la República, sabemos bien que ese pueblo humilde,<br />
que es el que elabora la grandeza de la Patria en todas sus latitudes, tiene la inteligencia y la<br />
comprensión superior que tienen todos los pueblos, y sabemos que cuando ellos ponen su<br />
confianza en nosotros, es el índice que advierte a nuestra propia conciencia para tener confianza<br />
en nosotros mismos.<br />
Por eso, compañeros, he hablado hoy a la mañana de organización y de doctrina. El cuerpo<br />
institucional de la República y el cuerpo cívico del pueblo necesita tener, como todas las cosas de<br />
la vida, un cuerpo y un alma. El cuerpo lo constituyen las organizaciones de la Nación, que son las<br />
organizaciones del gobierno, las organizaciones del Estado y las organizaciones del pueblo. Por<br />
esa razón, es necesario que todos los trabajadores argentinos sean, permanentemente, difusores<br />
de nuestra doctrina. Que sean ellos los millones de verdaderos predicadores que la Patria<br />
necesita para elaborar su triunfo final.<br />
En este 1º de Mayo, en que deseamos con todas las fuerzas de nuestro espíritu afirmar la doctrina<br />
justicialista, yo pido a todos los trabajadores argentinos, en nombre de la felicidad de nuestro<br />
90
pueblo, que se conviertan en predicadores de la doctrina justicialista y que nunca olviden que al<br />
predicar esa doctrina llevamos en alta nuestras tres inmarcesibles banderas: la Justicia Social, la<br />
Independencia Económica y la Soberanía de la Patria. No olviden jamás que todas las prédicas<br />
doctrinarias, por grandes que sean, si no están consolidando la justicia social de nuestro pueblo, si<br />
no están afirmando la independencia económica de nuestra Patria y si no están defendiendo la<br />
soberanía de la Nación, caerán en el vacío. Cuando nosotros enastamos al frente de nuestro<br />
pueblo esas tres banderas, sabíamos que la suprema aspiración del pueblo argentino era<br />
consolidar definitivamente -en un pueblo enmarcado en sus propios dirigentes y persuadido de la<br />
necesidad de luchar por su grandeza-, las banderas que asegurasen la Justicia, la Libertad y la<br />
Soberanía.<br />
Discurso del 31 de agosto de 1955<br />
Compañeras y compañeros:<br />
He querido llegar hasta este balcón, ya para nosotros tan memorable, para dirigirles la palabra en<br />
un momento de la vida pública y de mi vida, tan trascendental y tan importante, porque quiero de<br />
viva voz llegar al corazón de cada uno de los argentinos que me escuchan.<br />
Nosotros representamos un movimiento nacional cuyos objetivos son bien claros y cuyas acciones<br />
son bien determinadas, y nadie, honestamente, podrá afirmar con fundamento que tenemos<br />
intenciones o designios inconfesables.<br />
Hace poco tiempo esta plaza de Mayo ha sido testigo de una infamia más de los enemigos del<br />
pueblo. Doscientos inocentes han pagado con su vida la situación de esa infamia. Todavía nuestra<br />
inmensa paciencia y nuestra extraordinaria tolerancia, hicieron que no solamente silenciáramos<br />
tan tremenda afrenta al pueblo y a la nacionalidad, sino que nos mordiéramos y tomáramos una<br />
actitud pacífica y tranquila frente a esa infamia. Esos doscientos cadáveres destrozados fueron un<br />
holocausto más que el pueblo ofreció a la patria. Pero esperábamos ser comprendidos, aun por<br />
los traidores, ofreciendo nuestro perdón a esa traición. Pero se ha visto que hay gente que ni aún<br />
reconoce los gestos y la grandeza de los demás.<br />
Después de producidos esos hechos hemos ofrecido a los propios victimarios nuestra mano y<br />
nuestra paz. Hemos ofrecido una posibilidad de que esos hombres se reconcilien con su propia<br />
conciencia.<br />
¿Cuál ha sido su respuesta? Hemos vivido dos meses en una tregua que ellos han roto con actos<br />
violentos, aunque esporádicos e inoperantes. Pero ello demuestra su voluntad criminal. Han<br />
contestado los dirigentes políticos con discursos tan superficiales como insolentes. Los<br />
instigadores, con su hipocresía de siempre, sus rumores y sus panfletos. Y los ejecutores,<br />
tiroteando a los pobres vigilantes en las calles.<br />
<strong>La</strong> contestación para nosotros es bien clara: no quieren la pacificación que le hemos ofrecido. De<br />
esto surge una conclusión bien clara: quedan solamente dos caminos: para el gobierno, una<br />
represión ajustada a los procedimientos subversivos, y para el pueblo, una acción y una lucha que<br />
condigan con la violencia a que quieren llevarlo.<br />
Por eso, yo contesto a esta presencia popular con las mismas palabras del 45: a la violencia le<br />
hemos de contestar con una violencia mayor. Con nuestra tolerancia exagerada nos hemos<br />
ganado el derecho de reprimirlos violentamente. Y desde ya, establecemos como una conducta<br />
permanente para nuestro movimiento: aquel que en cualquier lugar intente alterar el orden en<br />
contra de las autoridades constituidas, o en contra de la ley o de la Constitución, puede ser muerto<br />
por cualquier argentino.<br />
Esta conducta que ha de seguir todo peronista no solamente va dirigida contra los que ejecutan,<br />
sino también contra los que conspiren o inciten. Hemos de restablecer la tranquilidad, entre el<br />
gobierno, sus instituciones y el pueblo por la acción del gobierno, de las instituciones y del pueblo<br />
mismo. <strong>La</strong> consigna para todo peronista, esté aislado o dentro de una organización, es contestar a<br />
una acción violenta con otra más violenta. Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de<br />
los de ellos.<br />
Compañeras y compañeros: hemos dado suficientes pruebas de nuestra prudencia. Daremos<br />
ahora suficientes pruebas de nuestra energía. Que cada uno sepa que donde esté un peronista<br />
estará una trinchera que defienda los derechos de un pueblo. Y que sepan, también, que hemos<br />
91
de defender los derechos y las conquistas del pueblo argentino, aunque tengamos que terminar<br />
con todos ellos.<br />
Compañeros: quiero terminar estas palabras recordando a todos ustedes y a todo el pueblo<br />
argentino que el dilema es bien claro: o luchamos y vencemos para consolidar las conquistas<br />
alcanzadas, o la oligarquía las va a destrozar al final.<br />
Ellos buscarán diversos pretextos. Habrá razones de libertad de justicia, de religión, o de cualquier<br />
otra cosa, que ellos pondrán como escudo para alcanzar los objetivos que persiguen. Pero una<br />
sola cosa es lo que ellos buscan: retroceder la situación a 1943.<br />
Para que ello no suceda estaremos todos nosotros para oponer a la infamia, a la insidia y a la<br />
traición de sus voluntades nuestros pechos y nuestras voluntades.<br />
Hemos ofrecido la paz. No la han querido. Ahora, hemos de ofrecerles la lucha, y ellos saben que<br />
cuando nosotros nos decidimos a luchar, luchamos hasta el final.<br />
Que cada uno de ustedes recuerde que ahora la palabra es la lucha, se la vamos a hacer en todas<br />
partes y en todo lugar. Y también que sepan que esta lucha que iniciamos no ha de terminar hasta<br />
que no los hayamos aniquilado y aplastado.<br />
Y ahora, compañeros, he de decir, por fin, que ya he de retirar la nota que he pasado, pero he de<br />
poner al pueblo una condición: que así como antes no me cansé de reclamar prudencia y de<br />
aconsejar calma y tranquilidad, ahora les digo que cada uno se prepare de la mejor manera para<br />
luchar.<br />
Tenemos para esa lucha el arma más poderosa, que es la razón; y tenemos también para<br />
consolidar esa arma poderosa, la ley en nuestras manos.<br />
Hemos de imponer calma a cualquier precio, y para eso es que necesito la colaboración del<br />
pueblo.<br />
Lo ha dicho esta misma tarde el compañero De Pietro: nuestra nación necesita paz y tranquilidad<br />
para el trabajo, porque la economía de la Nación y el trabajo argentino imponen la necesidad de la<br />
paz y de la tranquilidad. Y eso lo hemos de conseguir persuadiendo, y si no, a palos.<br />
Compañeros: Nuestra patria, para ser lo que es, ha debido ser sometida muchas veces a un<br />
sacrificio. Nosotros, por su grandeza, hemos de imponernos en cualquier acción, y hemos de<br />
imponernos cualquier sacrificio para lograrlo.<br />
Veremos si con esta demostración nuestros adversarios y nuestros enemigos comprenden. Si no<br />
lo hacen, ¡pobres de ellos!<br />
Pueblo y gobierno, hemos de tomar las medidas necesarias para reprimir con la mayor energía<br />
todo intento de alteración del orden. Pero yo pido al pueblo que sea él también un custodio. Si<br />
cree que lo puede hacer, que tome las medidas más violentas contra los alteradores del orden.<br />
Este es el último llamamiento y la última advertencia que hacemos a los enemigos del pueblo.<br />
Después de hoy, han de venir acciones y no palabras.<br />
Compañeros: para terminar quiero recordar a cada uno de ustedes que hoy comienza para todos<br />
nosotros una nueva vigilia en armas. Cada uno de nosotros debe considerar que la causa del<br />
pueblo está sobre nuestros hombros, y ofrecer todos los días, en todos los actos, la decisión<br />
necesaria para salvar esa causa del pueblo.<br />
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