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Peron. Discursos - La Otra Historia

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Juan Domingo Perón<br />

Selección de discursos (1944-1955)<br />

Índice<br />

Día del trabajador - 1 de Mayo de 1944 ......................................................................................2<br />

Bolsa de Comercio - 25 de agosto de 1944.................................................................................6<br />

Despedida de la Secretaría de Trabajo y Previsión - 10 de Octubre de 1945............................15<br />

Plaza de Mayo - 17 de octubre de 1945....................................................................................17<br />

Campaña Electoral (Santa Fe) - 1° de Enero de 1946.............................................................18<br />

Campaña Electoral (Rosario) - 10 de Febrero de 1946 .............................................................22<br />

Acto de proclamación de su candidatura - 12 de Febrero de 1946............................................24<br />

Asamblea Constituyente Reformadora - 27 de Enero de 1949..................................................34<br />

Día del Trabajador (Plaza de Mayo) - 1º de Mayo de 1949 .......................................................39<br />

Mensaje a la Asamblea Legislativa - 1° de mayo de 1950.........................................................41<br />

Día del Trabajador (Plaza de Mayo) – 1º de mayo de 1950 ......................................................71<br />

Día del Trabajador (Plaza de Mayo) - 1º de Mayo de 1951 ......................................................73<br />

Día del Trabajador (Plaza de Mayo) - 1º de Mayo de 1952 .......................................................74<br />

Día de la Lealtad - Plaza de Mayo - 17 de Octubre de 1952 .....................................................77<br />

Escuela nacional de Guerra - 1º de noviembre de 1953............................................................81<br />

Clausura de la Campaña Electoral - 25 de Abril de 1954 ..........................................................88<br />

Día del Trabajador (Plaza de Mayo) - 1º de mayo de 1954 ......................................................90<br />

Discurso del 31 de agosto de 1955...........................................................................................91<br />

1


Día del trabajador - 1 de Mayo de 1944<br />

En diciembre del año anterior, cuando asumí la dirección de la Secretaría de Trabajo y Previsión,<br />

el organismo con que el Estado Argentino se proponía intensificar el cumplimiento de su deber<br />

social, me dirigí a todos los trabajadores, persuadido de que ellos compartirían los propósitos del<br />

gobierno, con esa extraordinaria intuición que poseen las masas. No incurrí entonces en el error<br />

de anunciar un programa de realizaciones inmediatas, seguro de que la prosecución de un fin<br />

social superior, señalaría el camino y la oportunidad de las conquistas y las reformas.<br />

Creo que las reivindicaciones, como las revoluciones, no se proclaman, se cumplen,<br />

sencillamente. Y ese cumplimiento que nos llevó siempre de preferir a los realizadores de los<br />

teorizantes, fue la consigna rígida a la que ajustamos nuestra acción estatal. He sido fiel a ella<br />

porque entiendo que mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar.<br />

Ninguna circunstancia más propicia que este 1º de Mayo, símbolo de las justas aspiraciones del<br />

trabajador y ferviente homenaje a la noble dignidad de toda labor humana, para expresar que él,<br />

nos encuentra ya decididamente en la etapa de las plenas realizaciones encauzadas hacia el<br />

logro del objetivo esencial y superior del bienestar general y la solidaridad social.<br />

Sentido Social de la Revolución de Junio<br />

Han transcurrido exactamente cinco meses después desde aquel momento que señala el punto<br />

de partida de una nueva era política y justicia social argentina, que fue, es y seguirá siendo uno de<br />

los propósitos irrenunciables del actual gobierno. Porque nadie, absolutamente nadie, puede<br />

honradamente desconocer el profundo sentido social de la revolución de Junio. Los motivos que la<br />

provocaron y el espíritu que la anima, surge de la misma, de la innegable realidad argentina.<br />

El ejército no abandonó sus cuarteles movido por un sentimiento de ambición.<br />

Fue el clamos de la calle, del taller y del campo que llegó hasta ellos para golpear furiosamente a<br />

sus puertas en demanda de justicia. Y el Ejército y la Armada, -partes vivas de indivisible unidad<br />

nacional- respondieron patrióticamente; abandonaron la tranquilidad de los acantonamientos;<br />

ganaron la calle, precedidos en su marcha por el mismo pueblo que los estimula y los aclama.<br />

No hubiéramos podido justificar nunca ante nuestra conciencia y ante la historia, una actitud<br />

indiferente frente a la realidad política y a la realidad social de aquella hora.<br />

Un deseo superior de justicia fue el motor que impulsó la revolución triunfante.<br />

El Ejército, escuela de disciplina y camaradería<br />

Enfrentamos el problema, con decisión y con energía de soldado, condición que señalo porque<br />

entiendo que la solución de los problemas sociales, no puede ser privilegio exclusivo de individuos<br />

o de sectores, sino de todos los argentinos. Por el contrario, entiendo que la organización interna<br />

del Ejército, está concebida con un auténtico sentido orgánico-social y que es una cátedra<br />

ejemplar de disciplina, de camaradería, de patriotismo, de jerarquía y de respeto. Allí no existen ni<br />

postergaciones injustificadas, ni ascensos inmerecidos. El escalafón se cumple sin excepciones<br />

sin privilegios, con un sentido estricto de selección y de justicia, que no es, ni puede ser, ni<br />

queremos que sea un beneficio exclusivo de las fuerzas armadas, sino una conquista social que<br />

alcance a todos los argentinos.<br />

El panorama que ofrecía en aquellos instantes todo lo que se refiere a la vida de relación que el<br />

trabajo engendra, era desolador.<br />

El Estado olvidó sus deberes sociales.<br />

El Estado se había mantenido alejado de la clase trabajadora. No regulaba las actividades<br />

sociales como era su deber, adoptando una actitud indiferente y suicida, mientras el<br />

incumplimiento de los deberes patronales, libres de la tutela estatal, sometía a los trabajadores a<br />

la única ley de su conveniencia provocando rebeldías que amenazaban disputar el poder político.<br />

Mientras tanto, en el campo, en ese sufrido campo argentino, la tierra se hacía cada vez más<br />

hostil par los hombres que la habían fecundado con su esfuerzo. Comenzaron los éxodos en<br />

masa hacia las ciudades que ofrecían el espejismo de una prosperidad más aparente que real.<br />

<strong>La</strong>s haciendas valorizadas desalojaban a los chacareros de la tierra donde habían nacido y<br />

2


crecido sus padres y sus hijos.<br />

Fue entonces cuando la Secretaría de Trabajo y Previsión, fiel a su consigna de hacer, de crear,<br />

de realizar, comenzó su obra.<br />

Y hoy estamos persuadidos de que hemos hecho algo por los que trabajan en esta tierra.<br />

Primero, debimos forjar el instrumento que reemplazaría al viejo Departamento Nacional del<br />

Trabajo, en forma de anular del Trabajo, en forma de anular factores negativos y reconstruirlo<br />

sobre cimientos más sólidos, más realista, más humanos. Ello nos demandó un tiempo costoso en<br />

estudios y en energías, pero sobre la misma marcha comenzó la obra.<br />

<strong>La</strong> Justicia suplanta la lucha de clases<br />

Desde entonces, sobre el frontispicio del antiguo palacio del Concejo Deliberante de la ciudad de<br />

Buenos Aires, pudo haberse estampado esta leyenda: “Esta es la verdadera casa de los hombres<br />

que trabajan”. Y junto a esta leyenda, que abría de par en par las puertas de la sede del Trabajo a<br />

todos los que llegaban hasta él en demanda de justicia para sus derechos desconocidos, esta<br />

afirmación, que fue la consigna severa a la que ajustamos nuestra labor desde entonces:<br />

“Buscamos suprimir la lucha de clases, suplantándola por un acuerdo justo entre obreros y<br />

patrones, al amparo de la justicia que emana del Estado”.<br />

Como lo prometimos al iniciar esta cruzada de Trabajo, hemos defendido “la unidad y<br />

compenetración de propósitos entre patrones, obreros y Estado, como el único medio para<br />

combatir a los verdaderos enemigos sociales, representados por la falsa política, las ideologías<br />

extrañas seas cuales fueren, los falsos apóstoles que se introducen en el gremialismo para<br />

medrar con el engaño y la traición de las masas y las fuerzas ocultas de perturbación del campo<br />

político-internacional”.<br />

<strong>La</strong> Política destruyó los organismos gremiales<br />

Por eso, queremos desterrar los fatídicos gérmenes que los malos políticos inculcaron en los<br />

organismos gremiales para debilitarlos, fraccionarlos y explorarlos en beneficio propio. Por eso<br />

luchamos por desterrar la sofística promesa preelectoral que ha permitido que nuestros obreros<br />

vivan un régimen arcaico y carezcan de garantías frente a un caudillo con hechura del medioevo<br />

que explota su trabajo, le paga con papeles sin valor para que se vea en la necesidad de<br />

entregársele nuevamente a ese patrón mezcla de amo, de negrero y legislador de conveniencia.<br />

Así se explica que el país en materia de legislación social se encuentre en sus comienzos y que<br />

las condiciones y regímenes de trabajo, salarios, descanso, vacaciones, seguros, etc.,<br />

representen verdaderos galimatías destinadas a dar ganancia a los “avenegras” en “perjuicio del<br />

obrero, cuando no a favorecer a los “coimeros y estafadores” que “trabajan” a favor de una<br />

interpretación más o menos maliciosa de una mala ley.<br />

Los extremismos ni nos interesan ni nos atañen<br />

Deseamos también desterrar de los organismos gremiales a los extremistas, para nosotros<br />

ideologías tan exóticas, ya representan un extremo como el otro, porque es lo foráneo, a los que<br />

nosotros los argentinos no hemos jamás sentido inclinación ni apego y porque ellos con un<br />

sedimento de odios ancestrales nos traen sus problemas que no nos interesan ni atañen.<br />

Nosotros buscamos la unión de todos los argentinos y por eso anhelamos disponer de un capital<br />

argentino, para que, en armonía con el trabajo, formen l base de nuestra grandeza industrial y del<br />

bienestar colectivo.<br />

Luchamos porque ese trabajo sea considerado con la dignidad que merece, para que todos<br />

sintamos el deseo y el impulso de honrarnos trabajando y para que nadie, que esté en<br />

condiciones de trabajar, viva sólo para consumir.<br />

Destierro a los agitadores a sueldo<br />

Por eso sostenemos la necesidad de que todo el que trabaja obtenga una compensación moral y<br />

material que le asegure el bienestar a que todos tenemos derecho, como asimismo consideramos<br />

indispensable que las labores se ejerzan en un régimen humano, y alegra, con sus descansos<br />

reparadores, en medios higiénicos, sanos y seguros, y sobre todo, dentro de una gran dignidad y<br />

respeto mutuo.<br />

No queremos agitadores a sueldo verdaderos vampiros sociales, sensibles a los halagos del<br />

3


dinero patronal o extranjero, especie de filibusteros del campo gremial y aficionados a “alzarse con<br />

el santo y la limosna” y a disfrutar del lujo y de los regalos de la vida burguesa que ellos cubren en<br />

anatemas. Estas verdaderas alimañas son enemigas de las conquistas socales.<br />

Encaramos seriamente estos problemas, seguros que en su solución esta la muerte de estos<br />

agentes de disociación.<br />

Viviendas dignas de seres humanos<br />

Afrontamos ya la tarea máxima de la Previsión Social y dentro de muy pocos años, ningún<br />

argentino que haya trabajado carecerá de una jubilación en su vejez y en su invalidez.<br />

Están en proyecto, habiéndose iniciado ya una parte del plan, la construcción de cien mil casas<br />

para obreros, que dignifiquen su vida familiar y la mejoren materialmente, ala par que hagan<br />

posible hasta al más humilde de los padres , el acceso a la propiedad privada.<br />

Propugnamos el ahorro como el primer paso de la previsión social porque consideramos que los<br />

pueblos fuertes son, precisamente, los que saben acumular y guardar las economías materiales<br />

con los valores espirituales, destinándolos para incorporarlos al patrimonio nacional en forma de<br />

que el país pueda disponer de ellos cuando las fuerzas humanas o extrahumanas reclaman en<br />

mayor cúmulo de energías para salvar a la patria.<br />

Renace la esperanza sobre la tierra redimida<br />

Ningún interés que no sea el sentido de la solidaridad y el deseo del mayor bien al país mueve<br />

estas intenciones; por eso, lo que ya hemos hecho y lo que haremos en el futuro quedará<br />

inamovible en la historia del desenvolvimiento social de las masas obreras y en el campo de las<br />

conquistas gremiales de los trabajadores argentinos, para honor del ejército y escarnio de una<br />

época política que no puedo sobrevivir a su caída, porque no había hecho nasa útil para sus<br />

semejantes, nada imperecedero para el país y nada digno para la historia.<br />

Sobre los hogares campesinos, ya no pesa la angustia de los desalojos y los lanzamientos. El<br />

hombre de campo se siente ahora seguro sobre la tierra amiga y se entrega fervorosamente a<br />

ella. Loos arados abren el surco más hondo, rasgando la entraña fecunda, porque saben que el<br />

fruto de su esfuerzo está asegurado y es que, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, sus<br />

problemas inmediatos has sido resueltos. Tienen ahora un salario razonable y humanas<br />

condiciones de vida y de trabajo.<br />

El canto de los braceros, de esos centenares de miles de trabajadores anónimos y esforzados de<br />

los que nadie se había acordado hasta ayer, puebla en estos momentos ja tierra redimida.<br />

Legislamos para todos trabajadores<br />

Pero no son sólo los trabajadores del campo los beneficiados por las decisiones de la Secretaría<br />

de Trabajo y Previsión. Legislamos para todos los argentinos, porque nuestra realidad social es<br />

tan indivisible como nuestra realidad geográfica.<br />

Para nosotros no existe una población industrial o una población campesina, sino una única y<br />

auténtica población trabajadora. No podemos concebir ciudades prósperas y campiñas<br />

pauperizadas.<br />

Son los trabajadores de las industrias ciudadanas. Del músculo o del pensamiento. Porque el<br />

problema de los gráficos, de los ferroviarios, de los repartidores de las grandes Despensas<br />

Argentinas, de los enfermeros, no se ha presentado menos angustioso que el de los artistas, el de<br />

los maestros, el de los periodistas o el de los bancarios.<br />

Nadie ha golpeado inútilmente nuestras puertas, abiertas a toda demanda de justicia, a toda<br />

colaboración patriótica, a toda iniciativa generosa.<br />

¡Esta es vuestra casa Trabajadores de mi tierra!<br />

De aquí han salido los gráficos llevando un contrato colectivo de trabajo que mejora y asegura su<br />

esfuerzo.<br />

Conquistas Sociales de Ferroviarios y Periodistas<br />

Doscientos mil obreros del riel han logrado beneficios efectivos. Obtienen licencia anual<br />

aumentativa con goce de sueldo, liquidación de jornales en los días feriados, inclusión en las<br />

4


excepciones del Estatuto Civil, el reconocimiento gremial del personal administrativo, el subsidio<br />

estatal de un millón de pesos y un tribunal médico para que controle las decisiones de los<br />

profesionales de las empresas sobre capacidad o incapacidad de los trabajadores. <strong>La</strong> creación de<br />

la Dirección General de Asistencia y Previsión Social para ferroviarios, con sus consultorios y sus<br />

hospitales, asegura el gremio una atención médica que figurará orgullosamente como la primera<br />

institución de América.<br />

No está lejano el día que inicie sus servicios el Policlínico Ferroviario, a cuya creación el Estado<br />

ha destinado un millón de pesos.<br />

De aquí salió no hace mucho el Estatuto Profesional del Periodista, conquista social por lo que<br />

ese gremio numeroso de trabajadores del pensamiento, que van dejando día tras días su<br />

contribución de energías y de ideas en el torrente del papel impreso, habría bregado inútilmente<br />

durante un cuarto de siglo.<br />

A todo el País se extienden los beneficios<br />

<strong>La</strong> obra que en breve lapso de cinco meses ha cumplido la Secretaría de Trabajo y Previsión ha<br />

sido intensa. Los conflictos de los obreros del vidrio, de la carne, del tejido, del mueble, del cartón,<br />

de la electricidad, de los alimentos y de los astilleros, han tenido solución justa y equitativa.<br />

<strong>La</strong>ncheros, metalúrgicos, escoberos, portuarios y obreros del vestido y de la cerámica, que nos<br />

trajeron sus problemas, han logrado conquistas apreciables.<br />

Cuarenta mil trabajadores de la ciudad se han beneficiado con el descanso dominical impuesto<br />

recientemente en los negocios de carnicerías. Otros tantos dependientes del comercio minorista,<br />

han obtenido un horario mas digno y una retribución mas justa. Por mediación de la Secretaría de<br />

Trabajo y Previsión han conseguido mejoras los artistas teatrales de Buenos Aires, los obrajeros<br />

de los quebrachales chaqueños, los ferroportuarios de Mar del Plata, Rosarios y Quequén y los<br />

esforzados trabajadores que extraen el petróleo del frígido subsuelo patagónico. También por su<br />

intervención fue devuelta la normalidad a nuestra gran ciudad balnearia, cuyas obras en<br />

construcción se paralizaron por un enconado conflicto. Será también ella la que conceda al oscuro<br />

y abnegado peón de la ciudad y del campo., un estatuto que defienda sus derechos conocidos<br />

hasta el presente, que es materia de estudio en estos momentos, contemplándose las pobres, y<br />

muchas veces miserables, condiciones de vida a que se ven reducidos esos trabajadores.<br />

Capacitación de la juventud argentina<br />

Centenares de intervenciones han correspondido a este organismo para que se cumpliera las<br />

disposiciones vigentes sobre prevención de accidentes, higiene y seguridad en los lugares de<br />

trabajo, condiciones indispensables que deben regir en todos los medios en que el ser humano<br />

desarrolla sus actividades.<br />

El futuro del país es una constante preocupación. Es por ello que se proyecta el Plan de<br />

Aprendizaje Industrial. Cuando entre en ejecución, que lo será muy pronto, años tras años sen<br />

entregará a la actividad de los talleres y de las usinas, a millares de jóvenes capacitados para el<br />

trabajo de engrandecer la Patria, del mismo modo que el ejército y la Armada los capacitan para<br />

defenderla.<br />

Y no están indefensos los trabajadores de esta tierra. <strong>La</strong> Secretaría de trabajo y Previsión atiende<br />

y resuelve sus problemas, extendiendo su tutela, asesoramiento y patrocinio jurídico gratuito a<br />

todos aquellos que litigan en defensa de sus derechos. Organismos especializados cumplen con<br />

esas tareas.<br />

Ha sido ya estructurada sobre bases que se estiman sólidas, la organización de la Caja Nacional<br />

de Jubilaciones y Pensiones de Periodistas, creada por la ley 12.581, procurando amparar a sus<br />

casi 15.000 beneficiarios dentro de la mayor seguridad posible.<br />

Se ha decidido el estudio inmediato del régimen jubilatorio del personal del comercio y de la<br />

industria que estará a cargo de una comisión integrada por representantes de todas las partes<br />

interesadas.<br />

Trabajamos para todos los argentinos<br />

El Poder Ejecutivo Nacional tiene a su consideración un proyecto con cuya sanción definitiva se<br />

dispondrá la afiliación obligatoria del personal que trabaja a jornal o destajo en las dependencias<br />

5


del Gobierno Nacional, bancos oficiales y reparticiones autónomas a la Caja Nacional de<br />

Jubilaciones y Pensiones Civiles.<br />

Ahora también puedo anunciar que por Decreto del Poder Ejecutivo de fecha 27 de abril, ha<br />

quedado materializada la propuesta que la Secretaría de Trabajo y Previsión formuló en el sentido<br />

de incorporar a todos los trabajadores que dedican sus actividades a la noble humanitarios misión<br />

de atender a los enfermos en hospitales, sanatorios particulares y entidades similares, el régimen<br />

jubilatorio de la ley 11.110, para que puedan gozar merecidamente en el futuro de todos los<br />

beneficios en que la misma acuerda. Es esta otra conquista social, que acaba de lograrse con el<br />

más cálido y justo auspicio.<br />

Quince mil maestros de las escuelas y colegios particulares tendrán en breve su estatuto<br />

profesional.<br />

Trabajamos empeñosa y obstinadamente para todos. Para vosotros y para nosotros, en una labor<br />

ausente de promesas y de palabras para que nadie en esta tierra generosa y altiva, sienta la<br />

angustia de sentirse socialmente olvidado. Para todos los que cumplen su destino tremendo, con<br />

el dulce cantar del yunque por la suprema dignidad del Trabajo.<br />

Y esta labor de justicia que cumplimos sin pausa y sin tregua y sin otra aspiración personal que la<br />

de trabajar por la grandeza de la Patria, nos ha deparado grandes satisfacciones.<br />

Comenzamos a creer en la justicia social<br />

Cuando la tragedia que asoló San Juan, desgarrando un pedazo de la República, destruyendo<br />

vidas y riquezas, hicimos desde esta misma casa de los trabajadores un llamado a la solidaridad<br />

humana, para con nuestros hermanos en desgracia, y comprobamos como catorce millones de<br />

voluntades argentinas, erguidas en un mismo anhelo generoso, respondían: “Presente”. Un millón<br />

de afiches, -contribución gratuita de dibujantes, impresores y papeleros-, fijados en los muros de<br />

todo el país, paternizaron la necesidad de una ayuda urgente y efectiva. Poco tiempo fue<br />

necesario para que se reunieran muchos millones de pesos en efectivo, en ropas, víveres y<br />

medicamentos, que prontamente se destinaron a aliviar el dolor de nuestros hermanos<br />

sanjuaninos.<br />

Vimos también como setecientos mil esperanzados, desfilaban por el local donde el Estado<br />

exponía el Plan Oficial de la Vivienda Popular que ha de poner fin al drama de los hacinamientos<br />

con la construcción de 100.000 casas obreras. Y vemos a diario pasar por la Secretaría de Trabajo<br />

y Previsión millares de obreros de todas las ramas de la actividad fecunda. Docenas de<br />

delegación nos traen sus problemas, sus esperanzas, sus aspiraciones.<br />

Llegan desde todos los puntos del país alentando la confianza de un pueblo defraudado que<br />

comienza a crecer en la justicia social y siente por primera vez el orgullo de saberse escuchado y<br />

de sentirse argentino.<br />

Yo, en este día clásico de los trabajadores, prometo en nombre del gobierno que esa confianza no<br />

será defraudada. <strong>La</strong>s nuevas conquistas darán a esta conmemoración un sentido más patriótico y<br />

más argentino.<br />

Bolsa de Comercio - 25 de agosto de 1944<br />

Señores:<br />

En primer término, agradezco la oportunidad que me brinda la Cámara de Comercio para<br />

exponer algunos asuntos que conciernen en forma directa a la Secretaría de Trabajo y<br />

Previsión. Al hacerlo no he querido escribir cuanto voy a exponer, a fin de animar esta<br />

conversación, descartando la lasitud natural de las lecturas, para buscar una mayor<br />

comprensión y facilitar un entendimiento entre los intereses que juegan en el orden<br />

social, que la Secretaría de Trabajo y Previsión está encarando. En ese sentido me trae<br />

hasta aquí un sentimiento leal y una absoluta sinceridad.<br />

Mis palabras si no están calificadas por grandes conocimientos, lo están, en cambio, por<br />

una absoluta sinceridad y un patriotismo totalmente desinteresado que puede descartar<br />

cualquier mala comprensión de todo cuanto voy a decir.<br />

<strong>La</strong> Secretaría de Trabajo y Previsión entiende que la política social de un país<br />

6


comprende integralmente todo lo humano con relación a los diversos factores del<br />

bienestar general. Siendo así, muchos, posiblemente equivocados sobre todo cuanto yo<br />

he dicho en el orden social, se han permitido calificarme de distintas maneras. Yo he<br />

interpretado cada una de estas calificaciones; las he sopesado y he llegado a esta<br />

conclusión: de un lado, me han dicho que soy nazi, de otro lado han sostenido que soy<br />

comunista; todo lo que me da la verdadera certidumbre de que estoy colocado en el<br />

perfecto equilibrio que busco en la acción que desarrollo en la Secretaría de Trabajo y<br />

Previsión.<br />

Pienso que el problema social se resuelve de una sola manera: obrando conscientemente<br />

para buscar una perfecta regulación entre las clases trabajadoras, medias y capitalistas,<br />

procurando una armonización perfecta de fuerzas, donde la riqueza no se vea<br />

perjudicada, propendiendo por todos los medios a crear un bienestar social, sin el cual la<br />

fortuna es un verdadero fenómeno de espejismo que puede romperse de un momento a<br />

otro. Una riqueza sin estabilidad social puede ser poderosa, pero será siempre frágil, y<br />

ése es el peligro que viéndolo, trata de evitar por todos los medios la Secretaría de<br />

Trabajo y Previsión.<br />

El Estado moderno evoluciona cada día más en su gobierno para entender que éste es<br />

un problema social. Ésa es la enseñanza del mundo. Vemos una evolución permanente<br />

en todas las agrupaciones humanas, que desde cincuenta años hasta el presente vienen<br />

acelerando de una manera absoluta e inflexible hacia una evolución social de la<br />

humanidad que antes no había sido conocida. Cerrar los ojos a esa realidad, es esconder<br />

la cabeza dejando el cuerpo afuera, como hacen los avestruces de la pampa.<br />

Es necesario reaccionar contra toda miopía psicológica; penetrar los problemas; irlos a<br />

resolver de frente. Los hombres que no hayan aprendido a decir siempre la verdad y a<br />

encarar la vida de frente, suelen tener sorpresas desagradables. Nosotros, afirmados<br />

sobre tales premisas, buscamos soluciones, soluciones argentinas para el panorama<br />

argentino y para el futuro argentino, que es el que más interesa al gobierno.<br />

Hasta ahora estos problemas han sido encarados por una verdadera lucha. Yo no creo<br />

que la solución de los problemas sociales esté en seguir la lucha entre el capital y el<br />

trabajo. Ya hace más de sesenta años, cuando las teorías del sindicalismo socialista<br />

comenzaron a producir sus frutos en esa lucha, opiniones extraordinariamente<br />

autorizadas, como la de Massini y la de León XIII proclamaron nuevas doctrinas, con las<br />

cuales debía desaparecer esa lucha inútil, que como toda lucha no produce sino<br />

destrucción de valores.<br />

Sería largo y quizás inútil por conocidas, que comentásemos aquí esas doctrinas, como<br />

las del cristianismo liberal o como las del cristianismo democrático que encierra doctrinas<br />

más o menos parecidas; pero viendo el panorama inútil, sería suficiente pensar que si<br />

seguimos en esta lucha en que la humanidad ha visto empeñadas sus fuerzas<br />

productoras, hemos de llegar a una crisis que fatalmente se ha de producir, como ya se<br />

ha producido en otros países, con mayor o menor violencia. Pero no hemos de esperar<br />

que ese ejemplo tengamos que sentirlo, en carne propia, bien que esa experiencia suele<br />

ser el maestro de los necios. Es mejor tomar la experiencia en la carne ajena y en este<br />

sentido, tenemos ya una larga experiencia.<br />

El abandono por el Estado de una dirección racional de una política social, cualquiera<br />

que ella sea, es sin duda el peor argumento porque es el desgobierno y la disociación<br />

paulatina y progresiva de las fuerzas productoras de la Nación. En mi concepto, ésa ha<br />

sido la política seguida hasta ahora. El Estado, en gran parte, se había desentendido del<br />

problema social, en lo que él tiene de trascendente, para solucionar superficialmente los<br />

conflictos y problemas parciales. Es así que el panorama de la política social seguida<br />

representa una serie de enmiendas colocadas alrededor de alguna ley, que por no haber<br />

resultado orgánicamente la columna vertebral de esa política social, se ha resuelto<br />

parcialmente el problema, dejando el resto totalmente sin solución.<br />

<strong>La</strong>s masas obreras que no han sido organizadas presentan un panorama peligroso,<br />

porque la masa más peligrosa, sin duda, es la inorgánica.<br />

<strong>La</strong> experiencia moderna demuestra que las masas obreras mejor organizadas son, sin<br />

7


duda, las que pueden ser dirigidas y mejor conducidas en todos los órdenes. <strong>La</strong> falta de<br />

una política social bien determinada ha llevado a formar en nuestro país esa masa<br />

amorfa. Los dirigentes son, sin duda, un factor fundamental que aquí ha sido también<br />

totalmente descuidado. El pueblo por sí, no cuenta con dirigentes. Y yo llamo a la<br />

reflexión de los señores para que piensen en manos de quiénes estaban las masas<br />

obreras argentinas, y cuál podía ser el porvenir de esa masa, que en un crecido<br />

porcentaje se encontraba en manos de comunistas, que no tenían ni siquiera la condición<br />

de ser argentinos, sino importados, sostenidos y pagados desde el exterior.<br />

Esas masas inorgánicas, abandonadas, sin una cultura general, sin una cultura política,<br />

eran un medio de cultivo para esos agitadores profesionales extranjeros. Para hacer<br />

desaparecer de la masa ese grave peligro, no existen más que tres caminos, o tres<br />

soluciones: primero, engañar a las masas con promesas o con la esperanza de leyes que<br />

vendrán, pero que nunca llegan; segundo, someterlas por la fuerza; pero estas dos<br />

soluciones, señores, llevan a posponer los problemas, jamás a resolverlos.<br />

Hay una sola forma de resolver el problema de la agitación de las masas, y ella es la<br />

verdadera justicia social en la medida de todo aquello que sea posible a la riqueza de su<br />

país y a su propia economía, ya que el bienestar de las clases dirigentes y de las clases<br />

obreras está siempre en razón directa de la economía nacional. Ir más allá, es marchar<br />

hacia un cataclismo económico; quedarse muy acá, es marchar hacia un cataclismo<br />

social; y hoy, esos dos extremos, por dar mucho o por no dar nada, como todos los<br />

extremos, se juntan y es para el país, en cualquiera de los dos casos, la ruina absoluta.<br />

No deseo fatigar a los señores con una exposición doctrinaria sobre todas estas<br />

cuestiones que conocen mejor que yo. He querido solamente presentar, diremos así, una<br />

concepción teórica de conjunto, para analizar a la luz de esas verdades que todos<br />

conocemos, la situación en el campo obrero en el momento en que la Revolución del 4<br />

de Junio se producía.<br />

<strong>La</strong>s fuerzas obreras estaban formadas en sindicatos en forma más o menos inorgánica.<br />

El personal que prestaba servicios en las fábricas, alguno estaba afiliado a los<br />

sindicatos, y otro no lo estaba; pero muchos sindicatos contaban con un 40 por ciento de<br />

dirigentes comunistas o comunizantes.<br />

A los tres meses de producirse la Revolución, nosotros, que observamos vigilantes el<br />

panorama obrero, tropezamos con la primera amenaza, consistente en una huelga<br />

general revolucionaria. El Ministerio de Guerra, que había obtenido su información por<br />

intermedio de su servicio secreto, fue el que tomó en forma directa la onda, la fijó más o<br />

menos, estudió el panorama, y cuando pensó en llegar a una solución, estábamos a tres<br />

o cuatro días de esa huelga que debía producirse irremisiblemente. Reunimos los<br />

dirigentes, como aficionados, ya que no teníamos ningún carácter oficial. Hablamos con<br />

ellos; los hombres estaban decididos. Esto representaba no un peligro, pero sí una<br />

posibilidad de tener que luchar. Indudablemente eso repugna siempre al espíritu el tener<br />

que salir a pelear en la calle con el pueblo, cosa que solamente se hace cuando no hay<br />

más remedio y cuando la gente quiere realmente la guerra civil. Cuando ello ocurre, no<br />

hay más remedio que llegar a ella; y entonces la lucha es la suprema razón de la<br />

disociación.<br />

Pero este caso pudo posponerse por una semana, lo que nos dio la posibilidad de<br />

accionar en forma directa sobre otros sindicatos que no estaban de acuerdo, sino por<br />

presión, porque sabemos bien que los dirigentes rojos trabajan a las masas, no sólo por<br />

persuasión, sino más por intimidación. En esas condiciones nos fue posible tomar el<br />

panorama obrero y elevarlo; pero, indudablemente, el Departamento de Trabajo demostró<br />

en esa oportunidad no ser el organismo necesario para actuar, porque los obreros no<br />

querían ir al Departamento de Trabajo de esa época, que había perdido delante de ellos<br />

todo su prestigio como organismo estatal, ya que en la solución de sus propios<br />

problemas, ellos no encontraron nunca el apoyo decidido y eficaz que tenía la obligación<br />

de prestar a los trabajadores. Por eso, con un organismo desprestigiado, no solamente<br />

se perjudica a la clase trabajadora, sino que él es germen del levantamiento de la masa,<br />

que en ninguna parte se encuentra escuchada, comprendida y favorecida. Eso me dio la<br />

8


idea de formar un verdadero organismo estatal con prestigio, obtenido a base de buena<br />

fe, de leal colaboración y cooperación, de apoyo humano y justo a la clase obrera, para<br />

que respetado, y consolidado su prestigio en las masas obreras, pudiera ser un<br />

organismo que encauzara el movimiento sindical argentino en una dirección; lo<br />

organizase o hiciese de esta masa anárquica, una masa organizada, que procediese<br />

racionalmente, de acuerdo con las directivas del Estado. Ésa fue la finalidad que, como<br />

piedra fundamental, sirvió para levantar sobre ella la Secretaría de Trabajo y Previsión.<br />

Para evitar que ella cayese nuevamente en el mal anterior, en esa burocracia estática<br />

que hace ineficaces casi todas las organizaciones estatales, porque están siempre 5<br />

kilómetros detrás del movimiento, organizamos sobre esa burocracia un brazo activo que<br />

se llamó Acción Social Directa, que va a la calle, toma el problema, lo trae y lo resuelve<br />

en el acto; y en tres días se tiene establecido un acuerdo entre patrones y obreros, el<br />

que después se protocoliza en pocas horas, en un convenio que firman ambas partes de<br />

acuerdo, y se pasa a ejecución.<br />

Ésa sería para el porvenir la base de experiencia, que es la unión real, la base empírica<br />

sobre la cual había de conformarse en el futuro un verdadero código de trabajo, al<br />

contrario de aquellos que se decidieron siempre por emplear el método idealista e<br />

hicieron códigos de trabajo, muchos de los cuales no fueron leídos más que por el autor<br />

y algunos de sus familiares, pero que en el campo real de las actividades del trabajo no<br />

tuvieron nunca aplicación en ningún caso. Hombres de excelente voluntad como el doctor<br />

Joaquín V. González, de extraordinario talento, escribieron una admirable obra que no ha<br />

sido aplicada jamás, porque es un método ideal. Nosotros vamos por el camino inverso;<br />

vamos a establecer tantos convenios bilaterales, tantos convenios con comisiones<br />

paritarias de patrones y obreros, que no den racionalmente lo que cada uno quiere y<br />

puede dar en ese sentido de transacción que se hace en las mesas de las comisiones de<br />

la Secretaría de Trabajo y Previsión, para llegar a un punto de apoyo sobre el cual<br />

moveremos en el futuro todas las actividades del trabajo argentino.<br />

Nosotros, señores, vamos trabajando sobre un sentido constructivo, que podrá ser lento,<br />

que podrá equivocarse, pero que se realizará, al contrario de todas las teorizaciones<br />

imaginarias que nunca se realizaron. Es así que la Secretaría de Trabajo y Previsión<br />

propició desde el principio un sindicalismo gremial.<br />

Sobre esta cuestión del sindicalismo existen prejuicios de los más arraigados, pero que<br />

no resisten al menor análisis. Todavía hay hombres que se asustan de la palabra<br />

sindicalismo.<br />

Ello me hace recordar a esos chicos que para hacerlos dormir a la noche, les hablan del<br />

“hombre de la bolsa” y que luego, cuando tienen treinta años, si les nombran “el hombre<br />

de la bolsa”, se dan vuelta asustados, aun cuando saben que ese hombre no existe.<br />

Con el sindicalismo pasa lo mismo. Hay personas que por un arraigado y viejo prejuicio,<br />

se asustan de él; y lo que es más notable, hay algunos patrones que se oponen a que<br />

sus obreros estén sindicalizados, aunque ellos, desde el punto de vista patronal, forman<br />

sindicatos patronales.<br />

Es grave error creer que el sindicalismo obrero es un perjuicio para el patrón. En manera<br />

alguna es así. Por el contrario, es la forma de evitar que el patrón tenga que luchar con<br />

sus obreros, que su sociedad patronal que lo representa luche con la sociedad obrera<br />

que representa al gremio. En síntesis, es el medio para que lleguen a un acuerdo, no a<br />

una lucha.<br />

Así se suprimen las huelgas, los conflictos parciales, aunque, indudablemente, las masas<br />

obreras pasan a tener el derecho de discutir sus propios intereses, desde una misma<br />

altura con las fuerzas patronales, lo que analizado, es de una absoluta justicia. A nadie<br />

se le puede negar el derecho de asociarse lícitamente para defender sus bienes<br />

colectivos o individuales: ni al patrón, ni al obrero. Y el Estado está en la obligación de<br />

defender una asociación como la otra, porque le conviene tener fuerzas orgánicas que<br />

puede controlar y que puede dirigir; y no fuerzas inorgánicas que escapan a su dirección<br />

y a su control. Por eso nosotros hemos propiciado desde allí un sindicalismo, pero un<br />

verdadero sindicalismo gremial. No queremos que los sindicatos estén divididos en<br />

9


fracciones políticas, porque lo peligroso es, casualmente, el sindicalismo político.<br />

Sindicatos que están compuestos por socialistas, comunistas y otras agrupaciones<br />

terminan por subordinarse al grupo más activo y más fuerte. Y un sindicato donde cuenta<br />

con hombres buenos y trabajadores, va a caer en manos de los que no lo son: hombre<br />

que formando un conjunto aisladamente, no comulgarían con esas ideas anárquicas. De<br />

ahí que es necesario que todos comprendan que estas cuestiones, aun cuando algunos<br />

consideran al sindicalismo una mala palabra, en su finalidad, son siempre buenas,<br />

porque evita, casualmente, los problemas creados y que son siempre artificiales.<br />

Por cada huelga producida naturalmente, hay cinco producidas artificialmente, y ellas lo<br />

son por masas heteróclitas, que tienen dirigentes que no responden a la propia masa. En<br />

permitir y aun en obligar a los gremios a formar sindicatos, radica la posibilidad de que<br />

los audaces que medran a sus expensas puedan apoderarse de la masa y obren en su<br />

nombre en defensa de intereses siempre inconfesables.<br />

Antes de entrar en el tema, me he de referir a otra de las cuestiones. Se ha dicho que en<br />

la Secretaría de Trabajo y Previsión, hemos perjudicado a tales o cuales fuerzas. <strong>La</strong><br />

Secretaría de Trabajo y Previsión responde a una concepción que expuse desde el<br />

primer momento; en aquélla no se produce ningún acuerdo, ningún arreglo por presión,<br />

sino por transacción entre obreros y patrones. Nosotros no hemos llegado a establecer<br />

ningún decreto, ninguna resolución que no haya sido perfectamente aceptada en<br />

nuestras mesas por obreros y patrones. Ya hemos realizado más de cien convenios<br />

colectivos, respecto de los cuales no puede haber un solo patrón ni un solo obrero que<br />

pueda sostener con justicia que nosotros no hemos consultado y llegado a esos<br />

convenios y acuerdos, por transacciones bilaterales entre ellos, arregladas por nosotros<br />

que ocupamos la cabecera para evitar que intercambien palabras y discusiones<br />

inoportunas. Nosotros allí, haciendo de verdaderos jueces salomónicos, ayudamos la<br />

transacción: unos dicen diez centavos; otros solicitan veinte centavos, porque el patrón<br />

siempre quiere dar menos y el obrero siempre pide más.<br />

Muchos de los señores que están aquí habrán asistido a nuestro trabajo. En ese sentido,<br />

vamos realizando una justicia distributiva y evitando que esto que puede ser un negocio<br />

transaccional, se transforme en una huelga con tiros, y en tantas cosas desagradables.<br />

Lo que yo puedo decir es que desde que la Secretaría de Trabajo y Previsión se halla en<br />

funcionamiento, no se ha producido en el país ninguna huelga duradera, ni ninguna ha<br />

resistido más de cuarenta y ocho horas y, excepcionalmente, alguna de ellas ha durado<br />

varios días. Eso en casi ocho meses de trabajo. Hacia esa finalidad marcha la Secretaría<br />

de Trabajo y Previsión.<br />

Creo, señores, que en cuanto se refiere a su acción, la Secretaría de Trabajo y Previsión<br />

no puede presentar ningún inconveniente, ni para el capital ni para el trabajo.<br />

Procedemos a poner de acuerdo al capital y al trabajo, tutelados ambos por la acción<br />

directiva del Estado, que también cuenta con esos convenios, porque es indudable que<br />

no hay que olvidar que el Estado, que representa a todos los demás habitantes, tiene<br />

también allí su parte que defender: el bien común, sin perjudicar ni a un bando ni a otro.<br />

Cuando fuera necesario salvar el bien común a expensas del mal de algún otro, creo que<br />

ningún hombre de gobierno puede apartarse de eso que representa para mí la<br />

conveniencia y la justicia del Estado.<br />

Bien, señores. No he de decir que la Secretaría de Trabajo y Previsión se encuentra en<br />

este momento en un lecho de rosas, pero sí puedo asegurarles que mediante una<br />

captación progresiva de las masas, que consideran a aquella casa como la propia, ha<br />

acarreado al bien social muchas conquistas y muchas victorias. Creo más: estimo que el<br />

futuro será cada vez mejor por los beneficios incalculables que la organización gremial<br />

va a dar al país para su orden interno, para su progreso y para su bienestar general.<br />

Yo invitaría a los señores a que reflexionen —como ya lo he hecho anteanoche, cuando<br />

se susurraba que iban a producirse desórdenes en la calle— acerca de cuál habría sido<br />

el espectáculo de estos días, si hace ocho meses no hubiéramos pensado en buscar una<br />

solución a esa desorbitación natural de las masas. Probablemente habría sido otro. <strong>La</strong><br />

10


Secretaría de Trabajo y Previsión ha ido a investigar cuántos obreros había detenidos, y<br />

puedo afirmar que sin su creación, no hubiéramos tenido la enorme satisfacción de saber<br />

que entre todos esos detenidos existe solamente un obrero, perteneciente al sindicato de<br />

la construcción. Ningún otro obrero ha sido detenido por los incidentes y desórdenes<br />

callejeros.<br />

No sé si seré optimista, como son optimistas todos los padres con sus hijos, pero<br />

sabemos nosotros muy bien que hasta ahora la Secretaría de Trabajo y Previsión ha<br />

llenado una función de gran eficacia para la tranquilidad pública.<br />

Pueden venir días de agitación. <strong>La</strong> Argentina es un país que no está en la estratosfera;<br />

sino que está viviendo una vida de relación; de manera que las ideologías que aquí se<br />

discuten, no se decidirán en la República Argentina, sino que ya se están decidiendo en<br />

los campos europeos; y esa influencia será tan grande para el futuro, que la veremos<br />

crecer progresivamente hasta producir hechos decisivos que pueden ir desde el grito de<br />

“Viva Esto” y “Viva lo Otro” hasta la guerra civil.<br />

Está en manos de nosotros hacer que la situación termine antes de llegar a ese extremo,<br />

en el cual todos los argentinos tendrán algo que perder, pérdida que será directamente<br />

proporcional con lo que cada uno posea: el que tenga mucho lo perderá todo, y el que no<br />

tenga nada, no perderá. Y como los que no tienen nada son muchos más que los que<br />

tienen mucho, el problema presenta en este momento un punto de crisis tan grave como<br />

pocos pueden concebir.<br />

El mundo está viviendo un drama cuyo primer acto, 1914-1918, lo hemos vivido casi<br />

todos nosotros; hemos vivido también el segundo acto, a cuya terminación asistimos;<br />

pero nadie puede decir si después de este acto continúa el epílogo o si vendrá un tercer<br />

acto que prolongará quién sabe aún por cuánto tiempo este drama de la humanidad.<br />

Lo que la República Argentina necesita es entrar bien colocada en ese epílogo que<br />

puede producirse ya, o que si no se produce y se entrara en un tercer acto, exigirá estar<br />

aún mejor preparada.<br />

Vivimos épocas de decisiones, y quien no esté decidido a afrontarlas, sucumbirá<br />

irremisiblemente.<br />

¿Cuál es el problema que a la República Argentina debe preocuparle sobre todos los<br />

demás? Un cataclismo social en la República Argentina haría inútil cualquier posesión de<br />

bien, porque sabemos —y la experiencia de España es bien concluyente y gráfica a este<br />

respecto— que con ese cataclismo social los valores se pierden totalmente y, en el mejor<br />

de los casos, lo que cambia pasa a otras manos que las que eran inicialmente<br />

poseedoras; vale decir que los hombres, después de un hecho de esa naturaleza, han de<br />

pensar que todo se ha perdido. Si así sucede, ojalá se pierda todo, menos el honor.<br />

Es indudable que siendo la tranquilidad social la base sobre la cual ha de dilucidarse<br />

cualquier problema, un objetivo inmediato del Gobierno ha de ser asegurar la tranquilidad<br />

social del país, evitando por todos los medios un posible cataclismo de esta naturaleza,<br />

ya que si él se produjera, de nada valdrían las riquezas acumuladas, los bienes<br />

poseídos, los campos, ni los ganados. Sobre esto, señores, es inútil, totalmente inútil<br />

teorizar; hay que ir a soluciones realistas: primero, solucionar este problema; luego<br />

pensaremos en los otros, porque fallar en esta solución, representa fallar integralmente<br />

para el país.<br />

Dentro de este objetivo, fundamental e inmediato, que la Secretaría de Trabajo y<br />

Previsión persigue, radica la posibilidad de evitar el cataclismo social que es probable,<br />

no imposible. Basta conocer cuál es el momento actual que viven las masas obreras<br />

argentinas, para darse cuenta si ese cataclismo es o no probable. <strong>La</strong> terminación de la<br />

guerra agudizará de una manera extraordinaria ese problema, y América será, sin duda,<br />

el juego de intereses tan poderosos como no lo han sido en la historia ningún país de<br />

este lado del Ecuador antes de ahora.<br />

El capitalismo en el mundo ha sufrido durante esta guerra, en este segundo acto del<br />

drama, un golpe decisivo. El resultado de la guerra 1914-1918 fue la desaparición de un<br />

gran país europeo como capitalista: Rusia. Pero engendró en nuevas doctrinas más o<br />

11


menos parecidas a las doctrinas rusas, otros países que fueron hacia la supresión del<br />

capitalismo. En esta guerra, el país capitalista por excelencia quedará como un país<br />

deudor en el mundo, probablemente, mientras que toda la Europa entrará dentro del<br />

anticapitalismo panruso. Esto es lo que ya se puede ir viendo, y diría que no es nuevo ni<br />

es tampoco de los comunistas, sino que es muy anterior a ellos. En América quedarán<br />

países capitalistas, pero en lo que concierne a la República Argentina, sería necesario<br />

echar una mirada de circunvalación para darse cuenta de que su periferia presenta las<br />

mismas condiciones rosadas que tenía nuestro país. Chile es un país que ya tiene, como<br />

nosotros, un comunismo de acción de hace años; en Bolivia, a los indios de las minas<br />

parece les ha prendido el comunismo como viruela, según dicen los bolivianos; Paraguay<br />

no es una garantía en sentido contrario al nuestro; Uruguay, con el “camarada” Orlof, que<br />

está en este momento trabajando activamente; Brasil, con su enorme riqueza, me temo<br />

que al terminar la guerra pueda caer en lo mismo. Y entonces pienso cuál será la<br />

situación de la República Argentina al terminar la guerra, cuando dentro de nuestro<br />

territorio se produzca una paralización y probablemente una desocupación extraordinaria;<br />

mientras desde el exterior se filtre dinero, hombres e ideologías que van a actuar dentro<br />

de nuestra organización estatal, y dentro de nuestra organización del trabajo. Creo que<br />

no se necesita ser muy perspicaz para darse cuenta de cuáles pueden ser las<br />

proyecciones, y de cuáles pueden ser las situaciones que tengamos todavía que<br />

enfrentar en un futuro muy próximo. Por lo pronto, presentaré un solo ejemplo para que<br />

nos demos cuenta en forma más o menos gráfica de cuál es la situación de la República<br />

Argentina en ese sentido.<br />

Yo he estado en España poco después de la guerra civil y conozco mi país después de<br />

haber hecho muchos viajes por su territorio. Los obreros españoles, inmediatamente<br />

antes de la guerra civil, ganaban salarios superiores, en su término medio general, a los<br />

que se perciben actualmente en la República Argentina; no hay que olvidarse de que en<br />

nuestro territorio hay hombres que ganaban 20 centavos diarios; no pocos que ganaban<br />

doce pesos por mes; y no pocos, también, que no pasaban de treinta pesos por mes,<br />

mientras los industriales y productores españoles ganaban el 30 o 40 por ciento.<br />

Nosotros tenemos en este momento —¡Dios sea loado, ello ocurra por muchos años !—<br />

industriales que pueden ganar hasta el 1.000 por ciento. En España se explicó la guerra<br />

civil. ¿Qué no se explicaría aquí si nuestras masas de criollos no fuesen todo lo buenas,<br />

obedientes y sufridas que son?<br />

He presentado el problema de España antes de referirme al problema argentino. <strong>La</strong><br />

posguerra traerá, indefectiblemente, una agitación de las masas, por causas naturales;<br />

una lógica paralización, desocupación, etcétera, que combinadas producen<br />

empobrecimiento paulatino. Ésas serán las causas naturales de una agitación de las<br />

masas, pero aparte de estas causas naturales, existirán también numerosas causas<br />

artificiales, como ser: la penetración ideológica, que nosotros hemos tratado en gran<br />

parte de atenuar; dinero abundante para agitar, que sabemos circula ya desde hace<br />

tiempo en el país, y sobre cuyas pistas estamos perfectamente bien orientados; un<br />

resurgimiento del comunismo adormecido, que pulula como todas las enfermedades<br />

endémicas dentro de las masas; y que volverá, indudablemente, a resurgir con la<br />

posguerra, cuando los factores naturales se hagan presentes.<br />

En la Secretaría de Trabajo y Previsión ya funciona el Consejo de posguerra, que está<br />

preparando un plan para evitar, suprimir, o atenuar los efectos, factores naturales de la<br />

agitación; y que actúa también como medida de gobierno para suprimir y atenuar los<br />

factores artificiales; pero todo ello no sería suficientemente eficaz, si nosotros no<br />

fuéramos directamente hacia la supresión de las causas que producen la agitación como<br />

efecto.<br />

Es indudable que en el campo de las ideologías extremas, existe un plan que está dentro<br />

de las mismas masas trabajadoras; que así como nosotros luchamos por proscribir de<br />

ellas ideologías extremas, ellas luchan por mantenerse dentro del organismo de trabajo<br />

argentino. Hay algunos sindicatos indecisos, que esperan para acometer su acción al<br />

medio, que llegue a formarse; hay también células adormecidas dentro del organismo<br />

que se mantienen para resurgir en el momento en que sea necesario producir la<br />

agitación de las masas.<br />

12


Existen agentes de provocación que actúan dentro de las masas provocando todo lo que<br />

sea desorden; y además de eso, cooperando activamente, existen agentes de<br />

provocación política que suman sus efectos a los de agentes de provocación roja,<br />

constituyendo todos ellos coadyuvantes a las verdaderas causas de agitación natural de<br />

las masas.<br />

Ésos son los verdaderos enemigos a quienes habrá que hacer frente en la posguerra,<br />

con sistemas que deberán ser tan efectivos y radicales como las circunstancias lo<br />

impongan.<br />

Si la lucha es tranquila, los medios serán tranquilos; si la lucha es violenta, los medios de<br />

supresión serán también violentos. El Estado no tiene nada que temer cuando tiene en<br />

sus manos los instrumentos necesarios para terminar con esta clase de agitación<br />

artificial; pero, señores, es necesario persuadirse de que desde ya debemos ir encarando<br />

la solución de este problema de una manera segura. Para ello es necesario un seguro y<br />

reaseguro. Si no estaremos siempre expuestos a fracasar. Este remedio es suprimir las<br />

causas de la agitación: la injusticia social. Es necesario dar a los obreros lo que éstos<br />

merecen por su trabajo y lo que necesitan para vivir dignamente, a lo que ningún hombre<br />

de buenos sentimientos puede oponerse, pasando a ser éste más un problema humano y<br />

cristiano que legal. Es necesario saber dar un 30 por ciento a tiempo que perder todo a<br />

posteriori.<br />

Éste es el dilema que plantea esta clase de problemas. Suprimidas las causas, se<br />

suprimirán en gran parte los efectos; pero las masas pueden aún exigir más allá de lo<br />

que en justicia les corresponde, porque la avaricia humana en los grandes y en los<br />

chicos no tiene medidas ni límite.<br />

Para evitar que las masas que han recibido la justicia social necesaria y lógica no vayan<br />

en sus pretensiones más allá, el primer remedio es la organización de esas masas para<br />

que, formando organismos responsables, organismos lógicos y racionales, bien dirigidos,<br />

que no vayan tras la injusticia, porque el sentido común de las masas orgánicas termina<br />

por imponerse a las pretensiones exageradas de algunos de sus hombres. Ése sería el<br />

seguro, la organización de las masas. Ya el Estado organizaría el reaseguro, que es la<br />

autoridad necesaria para que cuando esté en su lugar nadie pueda salirse de él, porque<br />

el organismo estatal tiene el instrumento que, si es necesario, por la fuerza ponga las<br />

cosas en su quicio y no permita que salgan de su cauce.<br />

Ésa es la solución integral que el Estado encara en este momento para la solución del<br />

problema social.<br />

Se ha dicho, señores, que soy un enemigo de los capitales, y si ustedes observan lo que<br />

les acabo de decir no encontrarán ningún defensor, diríamos, más decidido que yo,<br />

porque sé que la defensa de los intereses de los hombres de negocios, de los<br />

industriales, de los comerciantes, es la defensa misma del Estado. Sé que ni las<br />

corrientes comerciales han de modificarse bruscamente, ni se ha de atacar en forma<br />

alguna al capital, que, con el trabajo, forma un verdadero cuerpo humano, donde sus<br />

miembros han de trabajar en armonía para evitar la destrucción del propio cuerpo.<br />

Siendo así, desde que tomé la primera resolución de la Secretaría de Trabajo y<br />

Previsión, establecí clara e incontrovertiblemente que esta casa habría de defender los<br />

intereses de los obreros, y habría de respetar los capitales, y que en ningún caso se<br />

tomaría una resolución unilateral y sin consultar los diversos intereses, y sin que los<br />

hombres interesados tuvieran el derecho de defender lo suyo en la mesa donde se<br />

dilucidarían los conflictos obreros. Así lo he cumplido desde que estoy allí y lo seguiré<br />

cumpliendo mientras esté.<br />

También he defendido siempre la necesidad de la unión de todos los argentinos, y<br />

cuando digo todos los argentinos, digo todos los hombres que hayan nacido aquí y que<br />

se encuentren ligados a este país por vínculos de afecto o de ciudadanía. Buscamos esa<br />

unión porque entendemos que cualquier disociación, por insignificante que sea, que se<br />

produzca dentro del país, será un factor negativo para las soluciones del futuro; y si esa<br />

disociación tiene grandes caracteres, y este pueblo no se une, él será el autor de su<br />

propia desgracia, porque es indudable, señores, que si seguimos jugando a los bandos<br />

13


terminaremos por pelear, y es indudable también, que en esa pelea ninguno tendrá qué<br />

ganar sino todos tendrán qué perder, y es evidente que en este momento se está<br />

jugando con fuego. Lo saben ustedes, lo sé yo y lo sabe todo el país. Nosotros somos<br />

hombres profesionales de la lucha, somos hombres educados para luchar, y pueden<br />

tener ustedes la seguridad más absoluta de que si somos provocados a esa lucha,<br />

iremos a ella con la decisión de no perderla. Por eso digo que antes de embarcar al país<br />

en aventuras de esta naturaleza, conviene hacer un llamado a todos los argentinos de<br />

buena voluntad, para que se unan, para que dejen de lado rencores de cualquier<br />

naturaleza, a fin de salvar a la Nación, cuyo destino futuro no está tan salvaguardado<br />

como muchos piensan, porque las disensiones internas, provocadas o no provocadas,<br />

pueden llevarnos a conflictos que serán siempre graves, y en esto, los hombres no<br />

cuentan; cuenta solamente el país.<br />

Con este espíritu, señores, he venido hasta aquí. Como Secretario de Trabajo y Previsión<br />

he querido proponer a los señores que representan a las asociaciones más<br />

caracterizadas de las fuerzas vivas, dos cuestiones. El Estado está realizando una obra<br />

social que será cada día más intensa; eso le ha ganado la voluntad de la clase<br />

trabajadora, con una intensidad que muchos de los señores quizá desconozcan, pero yo,<br />

que viajo permanentemente y que hablo continuamente con los obreros, estoy en<br />

condiciones de afirmar que es de una absoluta solidaridad con todo cuanto realizamos.<br />

Pero lo que sigue primando en las clases trabajadoras es un odio bastante marcado<br />

hacia sus patrones. Lo puede afirmar, y mejor que yo lo podría decir mi director de<br />

Acción Social Directa, que es quien trata los conflictos. Existe un encono muy grande; no<br />

sé si será justificado, o si simplemente será provocado, pero el hecho es que existe.<br />

Contra esto no hay más que una sola manera de proceder: si el Estado es el que realiza<br />

la obra social, él es quien se gana la voluntad de los trabajadores; pero si los propios<br />

patrones realizan su propia obra social, serán ellos quienes se ganen el cariño, el<br />

respeto y la consideración de sus propios trabajadores. Muchas veces me dicen:<br />

“¡Cuidado, mi coronel, que me altera la disciplina!”.<br />

Yo estoy hecho en la disciplina. Hace treinta y cinco años que ejercito y hago ejercitar la<br />

disciplina, y durante ellos he aprendido que la disciplina tiene una base fundamental: la<br />

justicia. Y que nadie conserva ni impone disciplina si no ha impuesto primero la justicia.<br />

Por eso creo que si yo fuera dueño de una fábrica, no me costaría ganarme el afecto de<br />

mis obreros con una obra social realizada con inteligencia. Muchas veces ello se logra<br />

con el médico que va a la casa de un obrero que tiene un hijo enfermo, con un pequeño<br />

regalo en un día particular; el patrón que pasa y palmea amablemente a sus hombres y<br />

les habla de cuando en cuando, así como nosotros lo hacemos con nuestros soldados.<br />

Para que los obreros sean más eficaces han de ser manejados con el corazón.<br />

El hombre es más sensible al comando cuando el comando va hacia el corazón, que<br />

cuando va hacia la cabeza. También los obreros pueden ser dirigidos así. Sólo es<br />

necesario que los hombres que tienen obreros a sus órdenes, lleguen hasta ellos por<br />

esas vías, para dominarlos, para hacerlos verdaderos colaboradores y cooperadores,<br />

como se hace en muchas partes de Europa que he visitado, en que el patrón de la<br />

fábrica, o el Estado, cuando éste es el dueño, a fin de año, en lugar de dar un aguinaldo,<br />

les da una acción de la fábrica. De esa manera, un hombre que lleva treinta años de<br />

servicios tiene treinta acciones de la fábrica, se siente patrón, se sacrifica, ya no le<br />

interesan las horas de trabajo. Para llegar a esto hay cincuenta mil caminos. Es<br />

necesario modernizar la conducción de los obreros de la fábrica. Si ese fenómeno, si ese<br />

milagro lo realizamos, será mucho más fácil para el Gobierno hacer justicia social: es<br />

decir, la justicia social de todos, la que corresponde al Estado, y éste la encarará y<br />

resolverá por sus medios o por la colaboración que sea necesaria; pero eso no desliga al<br />

patrón de que haga en su propia dependencia obra social. Hay muchas fábricas que lo<br />

han hecho, pero hay muchas otras que no.<br />

Lo que pediría es que en lo posible se intensifique esta obra rápidamente, con medios<br />

efectivos y eficaces, cooperando con nosotros, asociándose con el Estado, si quieren los<br />

patrones, para construir viviendas, instalar servicios médicos, dar al hombre lo que<br />

necesita. Un obrero necesita su sueldo para comer, habitar y vestirse. Lo demás debe<br />

dárselo el Estado. Y si el patrón es tan bueno que se lo dé, entonces éste comenzará a<br />

14


ganarse el cariño de su propio obrero; pero si él no le da sino su salario, el obrero no le<br />

va a dar tampoco nada más que las ocho horas de trabajo.<br />

Creo que ha llegado, no en la Argentina sino en el mundo, el momento de cambiar los<br />

sistemas y tomar otros más humanos, que aseguren la tranquilidad futura de las fábricas,<br />

de los talleres, de las oficinas y del Estado. Esto es lo primero que yo deseo pedir, y<br />

luego, para colaborar conmigo en la Secretaría de Trabajo y Previsión, pido una segunda<br />

cosa: que se designe una comisión que represente con un hombre a cada una de las<br />

actividades, para que pueda colaborar con nosotros en la misma forma en que colaboran<br />

los obreros.<br />

Con nosotros funcionará en la casa la Confederación General del Trabajo, y no<br />

tendremos ningún inconveniente, cuando queramos que los gremios equis o zeta<br />

procedan bien o darles nuestros consejos, nosotros se lo transmitiremos por su comando<br />

natural; le diremos a la Confederación General: hay que hacer tal cosa por tal gremio, y<br />

ellos se encargarán de hacerlo. Les garantizo que son disciplinados, y tienen buena<br />

voluntad para hacer las cosas.<br />

Si nosotros contáramos con la representación patronal en la Secretaría de Trabajo y<br />

Previsión, para que cuando haya conflictos de cualquier orden la llamáramos, nuestra<br />

tarea estaría aliviada. No queremos, en casos de conflicto de una fábrica, molestar a<br />

toda la sociedad industrial para interesarla en este caso. Teniendo un órgano en la casa<br />

lo consideraríamos: y aquél defendería los intereses patronales, así como la<br />

Confederación defiende los intereses obreros.<br />

Son las dos únicas cosas que les pido. Con ese organismo, que si ustedes tienen<br />

voluntad de designar para que tome contacto con la Secretaría de Trabajo y Previsión,<br />

nosotros estructuraremos un plan de conjunto sobre lo que va a hacer el Estado y lo que<br />

va a hacer cada uno de los miembros del capital que poseen, a sus órdenes, servidores y<br />

trabajadores. Entonces veremos cómo en conjunto podríamos presentar al Estado una<br />

solución que, beneficiándoles, beneficie a todos los demás.<br />

Entonces yo dejo a vuestra consideración estas dos propuestas: primero, una obra social<br />

de colaboración en cada taller, en cada fábrica, o en cada oficina, más humana que<br />

ninguna otra cosa; segundo, el nombramiento de una comisión compuesta por los<br />

señores, para que pueda trabajar con nosotros, para ver si en conjunto, entendiéndonos<br />

bien, colaborando sincera y lealmente, llegamos a realizar una obra que en el futuro<br />

tenga algo que agradecernos.<br />

Despedida de la Secretaría de Trabajo y Previsión - 10 de Octubre de 1945<br />

<strong>La</strong> calle Perú entre Victoria y Julio A. Roca fue el lugar desde donde, en un improvisado palco, el<br />

Coronel Perón pronunció su discurso de despedida –luego de su renuncia al cargo en la<br />

Secretaría de Trabajo y Previsión- el día 10 de octubre a las 19,30 horas.<br />

Trabajadores: termino de hablar con los empleados y funcionarios de la Secretaría de Trabajo. Les<br />

he pedido como mi última voluntad de secretario de Trabajo y Previsión, que no abandone nadie<br />

los cargos que desempeñan, porque se me habrían presentado numerosísimas renuncias. Yo<br />

considero que en esta hora el empleo en la secretaría no es un puesto administrativo, sino un<br />

puesto de combate, y los puestos de combate no se renuncian, se muere en ellos.<br />

Esta casa, fundada hace un año y medio, se ha convertido en la esperanza de los hombres que<br />

sufren y trabajan. Esa esperanza no debe ser defraudada por nadie porque acarrearía las<br />

mayores desgracias a nuestra patria.<br />

Despojado de toda investidura, hablo hoy a mis amigos los trabajadores, expresándoles, por<br />

última vez desde esta casa, todo lo que mi corazón siente hacia ellos y todo lo que he de hacer en<br />

mi vida por su bien.<br />

Si la revolución se conformara con dar comicios libres no habría realizado sino una gestión en<br />

favor de un partido político. Esto no pudo, no puede, ni podrá ser la finalidad exclusiva de la<br />

revolución. Eso es lo que querrían algunos políticos para poder volver; pero la revolución encarna<br />

en sí las reformas fundamentales, que se ha propuesto realizar en lo económico, en lo político y<br />

15


en lo social. Esa trilogía representa las conquistas de esta revolución que está en marcha y que<br />

cualesquiera sean los acontecimientos no podrán ser desvirtuados en su contenido fundamental.<br />

<strong>La</strong> obra social cumplida es de una consistencia tan firme que no cederá ante nada, y la aprecian<br />

no los que la denigran sino los obreros que la sienten. Esta obra social que sólo los trabajadores<br />

la aprecian en su verdadero valor, debe ser también defendida por ellos en todos los terrenos.<br />

<strong>La</strong> Secretaría de Trabajo y Previsión acometió hace un año y medio dos enormes tareas; la de<br />

organizar el organismo y la de ir, sobre la marcha, consiguiendo las conquistas sociales que se<br />

consideraban más perentorias para las clases trabajadoras. Sería largo enumerar las mejoras<br />

logradas en lo que se refiere al trabajo, a la organización del trabajo, a la organización del<br />

descanso, al ordenamiento de las remuneraciones y a todo lo que concierne a la previsión social.<br />

Esta tarea realmente ciclópea se ha cumplido con este valioso antecedente: las conquistas<br />

obtenidas lo han sido con el absoluto beneplácito de la clase obrera, lo que representa un<br />

fenómeno difícil de igualar en la historia de las conquistas sociales.<br />

En el campo de la previsión social hemos comenzado por realizar una propaganda sobre el ahorro<br />

-posible con los mejores salarios- y luego propugnamos por el incremento de las mutualidades. Se<br />

ha aumentado el número de los argentinos con derecho a jubilación en cifras verdaderamente<br />

extraordinarias, y a este respecto cabe destacar la iniciativa de la Confederación de Empleados de<br />

Comercio, que constituye un triunfo y un motivo de orgullo para la previsión social argentina.<br />

Hemos defendido desde aquí a todas las organizaciones obreras, las que hemos propugnado,<br />

facilitándoles su desenvolvimiento. Desde esta casa no se ordenó jamás la clausura de un<br />

sindicato obrero ni se persiguió nunca a un trabajador; por el contrario, siempre que nos fue<br />

posible pedimos a las autoridades la libertad de obreros detenidos por distintas causas.<br />

A diferencia de lo que ha sucedido en otras partes o en otros tiempos, las autoridades han<br />

defendido a las organizaciones obreras en lugar de molestarlas o perseguirlas. Es así que<br />

terminamos de dictar un decreto-ley referente a las organizaciones profesionales. Cuando llegué a<br />

la Secretaría de Trabajo, el primer pedido que recibí de los obreros fue la derogación de un<br />

decreto del año 1943 en el que se establecía para las asociaciones gremiales un régimen de tipo<br />

totalitario.<br />

El primer decreto que firmé en esta secretaría fue la derogación de ese reglamento, y tengo la<br />

satisfacción de decir que el último que he firmado es el nuevo régimen legal de las asociaciones<br />

profesionales, que difiere fundamentalmente del anterior, y con respecto al cual puedo asegurar<br />

que es de lo más avanzado que existe en esta materia. Bastaría decir que bajo este cuerpo legal,<br />

el gobierno, que puede intervenir una provincia o una asociación de cualquier orden, no puede<br />

intervenir, en cambio, los sindicatos obreros.<br />

También dejo firmado un decreto de una importancia extraordinaria para los trabajadores. Es el<br />

que se refiere al aumento de sueldos y salarios, implantación del salario móvil, vital y básico, y la<br />

participación en las ganancias. Dicho decreto que he suscripto en mi carácter de secretario de<br />

Estado tiene las firmas de los ministros de Obras Públicas y de Marina, y beneficia no solamente a<br />

los gestores de la iniciativa -la Confederación de Empleados de Comercio- sino a todos los<br />

trabajadores argentinos.<br />

Y ahora, como ciudadano, al alejarme de la función pública, al dejar esta casa que para mí tiene<br />

tan gratos recuerdos, deseo manifestar una vez más la firmeza de mi fe en una democracia<br />

perfecta, tal como la entendemos aquí.<br />

Dentro de esa fe democrática fijamos nuestra posición incorruptible e indomable frente a la<br />

oligarquía. Pensamos que los trabajadores deben confiar en sí mismos y recordar que la<br />

emancipación de la clase obrera está en el propio obrero. Estamos empeñados en una batalla que<br />

ganaremos porque es el mundo el que marcha en esa dirección. Hay que tener fe en esa lucha y<br />

en ese futuro. Venceremos en un año o venceremos en diez, pero venceremos.<br />

En esta obra, para mí sagrada, me pongo hoy al servicio del pueblo, y así como estoy dispuesto a<br />

servirlo con todas mis energías juro que jamás he de servirme de él para otra cosa que no sea su<br />

propio bien. Y si algún día, para despertar esa fe, ello es necesario, me incorporaré a un sindicato<br />

y lucharé desde abajo.<br />

Al dejar el gobierno, pido una vez más a ustedes que se despojen de todo otro sentimiento que no<br />

16


sea el de servir directamente a la clase trabajadora. Desde anoche, con motivo de mi alejamiento<br />

de la función pública ha corrido en algunos círculos la versión de que los obreros estaban<br />

agitados. Yo les pido que en esta lucha me escuchen. No se vence con violencia; se vence con<br />

inteligencia y organización. Por ello les pido también que conserven una calma absoluta y cumplir<br />

con lo que es nuestro lema de siempre, del trabajo a casa y de casa al trabajo.<br />

No debemos por ninguna causa exponer la tranquilidad de un obrero o la felicidad de una familia.<br />

Hemos de luchar con inteligencia y organización, y así, el triunfo será nuestro.<br />

Debo decirles que he hablado con el Exmo. Señor Presidente de la Nación, quien me ha<br />

prometido que la obra social realizada y las conquistas alcanzadas serán inamovibles y seguirán<br />

su curso. Pido, pues, el máximo de tranquilidad a todos los trabajadores del país, tranquilidad y<br />

calma es lo que necesitamos para seguir estructurando nuestras organizaciones y hacerlas tan<br />

poderosas que en el futuro sean invencibles. Y si un día fuese necesario he de formar en sus filas<br />

para obtener lo que sea justo. Mientras tanto que sea la calma y la tranquilidad la que guíe los<br />

actos de los obreros para que no se perjudique esta magnífica jornada de justicia social. Pido<br />

orden para que sigamos adelante en nuestra marcha triunfal pero, si es necesario, algún día<br />

pediré guerra.<br />

Y ahora quiero que demos una vez más ese ejemplo de cultura que han exhibido en esta ciudad<br />

las masas de trabajadores, les pido a todos que llevando en el corazón nuestra bandera de<br />

reivindicaciones piensen cada día de la vida que hemos de seguir luchando inquebrantablemente<br />

por esas consignas que representan los objetivos que han de conducir a nuestra República a la<br />

cabeza de las naciones del mundo. Recuerden y mantengan grabado el lema "de casa al trabajo y<br />

del trabajo a casa" y con eso venceremos.<br />

Para terminar no voy a decirles adiós les voy a decir "hasta siempre", porque desde hoy en<br />

adelante estaré entre ustedes más cerca que nunca, y lleven finalmente esta recomendación de la<br />

Secretaría de Trabajo y Previsión: únanse y defiéndanla, porque es la obra de ustedes y es la obra<br />

‘nuestra’".<br />

El público se desconcentró en manifestación por varias calles céntricas, vivando al Coronel Perón<br />

y señalándolo como futuro "Jefe de Estado".<br />

Plaza de Mayo - 17 de octubre de 1945<br />

Trabajadores:<br />

Hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que tenía tres honras en mi vida: la de ser<br />

soldado, la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino. Hoy, a la tarde, el Poder<br />

Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio activo del ejército. Con ello he renunciado<br />

voluntariamente, al más insigne honor a que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles<br />

de general de la nación. Ello lo he hecho porque quiero seguir siendo el Coronel Perón, y ponerme<br />

con este nombre al servicio integral del auténtico pueblo argentino.<br />

Dejo el honroso uniforme que me entregó la patria, para vestir la casaca del civil y mezclarme con<br />

esa masa sufriente y sudorosa que elabora el trabajo y la grandeza de la patria. Por eso doy mi<br />

abrazo final a esa institución que es un puntal de la patria: el ejército. Y doy también el primer<br />

abrazo a esta masa, grandiosa, que representa la síntesis de un sentimiento que había muerto en<br />

la República: la verdadera civilidad del pueblo argentino. Esto es pueblo. Esto es el pueblo<br />

sufriente que representa el dolor de la tierra madre, que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la<br />

patria. Es el mismo pueblo que en esta plaza pidió frente al Congreso que se respetara su<br />

voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo, que ha de ser inmortal, porque no habrá perfidia ni<br />

maldad humana que pueda estremecer este pueblo grandioso en sentimiento y en número.<br />

Esta verdadera fiesta de la democracia, representada por un pueblo que marcha ahora también<br />

para pedir a sus funcionarios que cumplan con su deber para llegar al derecho del verdadero<br />

pueblo. Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme<br />

satisfacción; pero desde hoy sentiré un verdadero orgullo de argentino porque interpreto este<br />

movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo único<br />

que puede hacer grande e inmortal a la patria.<br />

Hace dos años pedí confianza. Muchas veces me dijeron que ese pueblo a quien yo sacrificara<br />

17


mis horas de día y de noche, había de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que<br />

este pueblo no engaña a quien lo ayuda. Por eso, señores, quiero en esta oportunidad, como<br />

simple ciudadano, mezclarme en esta masa sudorosa, estrecharla profundamente con mi corazón,<br />

como lo podría hacer con mi madre. (se refirió luego a la unión general y agregó) Que sea esa<br />

unidad indestructible e infinita, para que nuestro pueblo no solamente posea esa unidad, sino que<br />

también sepa dignamente defenderla. (Como se alzaran voces de la multitud, preguntándole<br />

dónde estuvo, añadió) Preguntan ustedes dónde estuve. Estuve realizando un sacrificio que lo<br />

haría mil veces por ustedes. No quiero terminar sin lanzar mi recuerdo cariñoso y fraternal a<br />

nuestros hermanos del interior que se mueven y palpitan al unísono con nuestros corazones<br />

desde todas las extensiones de la patria.<br />

Y ahora llega la hora, como siempre, para vuestro secretario de trabajo y previsión que fue y que<br />

seguirá luchando al lado vuestro por ver coronada esa era que es la ambición de mi vida que<br />

todos los trabajadores sean un poquito más felices.<br />

Ante tanta nueva insistencia les pido que no me pregunten ni me recuerden lo que hoy yo ya he<br />

olvidado. Porque los hombres que no son capaces de olvidar no merecen ser queridos y<br />

respetados por sus semejantes. Y yo aspiro a ser querido por ustedes y no quiero empañar este<br />

acto con ningún mal recuerdo. Dije que habia llegado la hora del consejo, y recuerden,<br />

trabajadores, únanse y sean más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan<br />

ha de levantarse nuestra hermosa patria, en la unidad de todos los argentinos. Iremos diariamente<br />

incorporando a esta hermosa masa en movimiento cada uno de los tristes o descontentos, para<br />

que, mezclados a nosotros, tengan el mismo aspecto de masa hermosa y patriota que son<br />

ustedes.<br />

Pido también a todos los trabajadores amigos que reciban con cariño este mi inmenso<br />

agradecimiento por las preocupaciones que todos han tenido por este humilde hombre que hoy les<br />

habla. Por eso hace poco les dije que los abrazaba como abrazaba a mi madre, porque ustedes<br />

han tenido los mismos dolores y los mismos pensamientos que mi pobre vieja había sentido en<br />

estos días. Esperemos que los días que vengan sean de paz y construcción para la nación. Sé<br />

que se habían anunciado movimientos obreros, ya ahora, en este momento, no existe ninguna<br />

causa para ello. Por eso, les pido como un hermano mayor que retornen tranquilos a su trabajo, y<br />

piensen. Hoy les pido que retornen tranquilos a sus casas, y por esta única vez ya que no se los<br />

pude decir como secretario de Trabajo y Previsión, les pido que realicen el día de paro festejando<br />

la gloria de esta reunión de hombres que vienen del trabajo, que son la esperanza más cara de la<br />

patria.<br />

Y he dejado deliberadamente para lo último el recomendarles que antes de abandonar esta<br />

magnífica asamblea lo hagan con mucho cuidado. Recuerden que entre todos hay numerosas<br />

mujeres obreras, que han de ser protegidas aquí y en la vida por los mismos obreros.<br />

Pido a todos que nos quedemos por lo menos quince minutos más reunidos, porque quiero estar<br />

desde este sitio contemplando este espectáculo que me saca de la tristeza que he vivido en estos<br />

días.<br />

Campaña Electoral (Santa Fe) - 1° de Enero de 1946<br />

Mis queridos amigos:<br />

Sean mis primeras palabras de salutación cariñosa para este hermoso pueblo del cual me despedí<br />

hace veinticinco años siendo Teniente Primero, pensando en volver algún día, pero no con la<br />

satisfacción de hoy, en que los estrecho a todos en un estrecho abrazo.<br />

Tengo la inmensa dicha de cerrar esta primera fase de mi campaña con esta visita a Santa Fe. He<br />

visto en el Norte, las provincias doloridas por el abandono de tantos años; la niñez, víctima de la<br />

miseria fisiológica y mucho más de la miseria social, he pensado que todo cuando se critica en mi<br />

campaña de justicia social se justifica sólo viendo a un pobre miserable changuito de los altiplanos<br />

de Jujuy, hambriento, desnutrido y harapiento.<br />

Puede ser que nuestros enemigos, que se ensañan empleando la calumnia y la mentira, tenga<br />

razón en algunas de sus acusaciones. Debo decirles que a pesar de la prensa venal, de sus<br />

calumnias, de sus mentiras y sus mueras, cada día vamos teniendo más razón en ser enemigos<br />

de ellos y amigos de los pobres.<br />

18


No somos enemigos de los buenos comerciantes, de los industriales, de los buenos ganaderos ni<br />

de los buenos patrones. Somos enemigos de los egoístas, capaces de ser indiferentes a la<br />

miseria sin que se les conduela el corazón, porque la única víscera sensible que tienen es el<br />

bolsillo. Nuestro Movimiento no busca la destrucción de nadie. Persigue una construcción<br />

equilibrada en la que, como hemos afirmado muchas veces, no exista la ignominia de contemplar<br />

la riqueza en medio de la miseria. Queremos una política más justa y en esa tarea estamos<br />

empeñados. Hemos de realizarla desde el Gobierno o desde lo llano.<br />

Por eso nos reunimos en esta magnífica asamblea que tiene su germen más genuino en la más<br />

pura democracia de los pueblos. Se nos dijo primero comunistas, después se nos dijo nazis, lo<br />

que demuestra que tomando el punto intermedio resulta lo justo: somos única y exclusivamente<br />

argentinos. Somos única y exclusivamente argentinos que abogaremos incansablemente por una<br />

Patria mejor que soñaron nuestros mayores y a la que demagogos y ladrones, a quienes<br />

acusamos y acusaremos eternamente, la desviaron en su provecho.<br />

No luchamos por beneficios personales ni por compromisos políticos, sino por un ideal que todos<br />

conocemos y sentimos. En nuestro movimiento no hay fuerzas extrañas ni que vengan allende los<br />

mares ni de los grandes capitalistas de la Nación. Luchamos solamente por el beneficio que el<br />

Gobierno está en la obligación de dar a su pueblo, que todo lo hace y que no le reclama nada.<br />

Por eso yo invito a todos los ciudadanos argentinos a que reflexionen sobre la hora que estamos<br />

viviendo. No estamos fundando un partido político; somos la resultante de una Revolución en<br />

marcha que tiene un contenido económico, social y político, que irremediablemente ha de<br />

cumplirse. Vamos a la reforma del Estado en que hemos estado sometidos durante treinta años.<br />

Partimos del principio fundamental de la Nación después de ciento treinta años de independencia<br />

política. Queremos que cada argentino tenga acceso a la tierra y que está sea del que la trabaja y<br />

no del que explota su renta.<br />

Nosotros, a quienes se ha acusado de malgastar los dineros del Estado, hemos saneado las<br />

finanzas del País. Debíamos ocho mil millones de pesos y hemos pagado cuatro mil millones y<br />

durante la guerra abastecimos a los países aliados por valor de otros cuatro millones, suma que<br />

en este momento nos deben. Estamos al día, no debemos un centavo a nadie. Por primera vez en<br />

la historia del país podemos decir que no debemos del exterior, que tenemos nuestra<br />

independencia económica que complementa la independencia política hace 139 años.<br />

Y pensar que los que son nuestros acusadores antaño fueron no los que realizaron obras por<br />

ocho millones, sino los que vendieron el país por ocho millones.<br />

Y pensar que en esta tierra como no hay otra en el mundo hemos estado cien años negando la<br />

existencia de hierro y carbón, y que en este momento estamos produciendo tres toneladas por<br />

hora de hierro y dentro de un año produciremos seis toneladas por hora.<br />

Es que en este país, en vez de hacer alta finanza se la hecho economía doméstica desde el<br />

Gobierno.<br />

Se encuentra también lanzada una reforma industrial que ha de permitir al país reconquistarse a sí<br />

mismo para no ser tributario eterno de los extranjeros en un Estado de civilización semicolonial.<br />

Necesitamos una industria, y hay que conquistarla, aunque sea a pulmón.<br />

De ahí va a salir lo necesario para una distribución equitativa de los beneficios. De ahí va a salir la<br />

justicia que propugnamos y necesitamos. Le voy a explicar hoy cuál ha sido nuestra política social<br />

y por qué se ha realizado.<br />

<strong>La</strong> política social del Gobierno de la República es absolutamente racional y obedece a un plan<br />

perfectamente preconcebido. <strong>La</strong>nzamos desde el gobierno las tres reformas. Primero, la reforma<br />

rural, aumentando la riqueza por la explotación de la tierra mediante el Consejo Agrario,<br />

entregando la tierra a quien a trabaja. <strong>La</strong> reforma rural sería la base para el aumento de la<br />

reforma, que debía completarse con la acción industrial, transformando esa producción y<br />

multiplicado su valor por la industrialización. Con ello, el país, más rico por su mayor producción y<br />

multiplicada su riqueza por la industrialización, arrojaría beneficios suficientes para satisfacer la<br />

justicia social que propiciamos.<br />

Ése era el orden: primero la reforma rural, después la industrial y, finalmente, la social. Pero hubo<br />

necesidad de alterar el orden de la realización.<br />

19


Yo era un hombre que llegaba por primera vez al Gobierno. No tenía detrás de mí otra opinión que<br />

la de mis amigos, un círculo muy reducido. Necesitaba pensar seriamente en el orden que había<br />

de dar a estas reformas.<br />

<strong>La</strong> reforma social no podía postergarse ni oponerse a la rural e industrial porque si no nuestros<br />

obreros, cuando recibieran los beneficios, ya habrían fallecido de inanición. Por otra parte, yo<br />

necesitaba el apoyo de las masas obreras para lanzar estas reformas. Por esos motivos, cambié<br />

los términos y comencé por la reforma social; los que se llaman a sí mismos las fuerzas vivas<br />

reaccionaron y me lanzaron un torpedeamiento sistemático por los diarios a su servicio mediante<br />

numerosas solicitadas. Yo, que había previsto el ataque, tres horas después les conté.<br />

Inmediatamente, ellos reaccionaron. Pero las masas estaban satisfechas con nuestra justicia<br />

social, se hicieron cargo del combate y fue una batalla ganada en Diagonal y Florida por<br />

doscientos cincuenta mil trabajadores.<br />

Desde entonces, la oligarquía y esos vivos de las fuerzas se han dedicado a comprar...de<br />

contrabando, pero olvidan que para manejar...se necesitan hombres, y ellos no son hombres.<br />

Nuestras reformas están en marcha. Por eso he dicho que somos un movimiento de renovación y<br />

que representamos una antorcha en marcha que ilumina un nuevo camino de una Argentina más<br />

justa y más digna.<br />

Por eso no hemos cedido ante el extranjero. No hubiéramos tenido ni problema internacional ni<br />

problema interno si no hubiéramos decidido a vender el país como se nos solicitaba. Nuestro<br />

movimiento respalda esas reformas. Es un movimiento de depuración y de renovación que<br />

requiere talento para administrar y dirigir el país; pero quiere también virtud para calificar ese<br />

talento, que sin aquélla es una condición negativa en los hombres.<br />

Nuestro movimiento, que respalda las reformas fundamentales que hace cien años espera el país,<br />

es un movimiento orgánico. No puede ser una turba política. Por eso he aguardado el fin de este<br />

viaje para decir a todos los argentinos de esta tribuna que es necesario organizarse.<br />

Yo soy enemigo de los hombres providenciales. Por eso tengo fe en las fuerzas organizadas,<br />

porque la organización es lo único que vence al número, a la violencia, a la maldad y a la mentira.<br />

Ahí nace precisamente la reforma política que complementa la reforma económica y social,<br />

porque la reforma social está destinada a consolidar las otras dos reformas.<br />

Esa reforma política ha de venir por los caminos que corresponden. Uno por el método ideal,<br />

desde el Gobierno, por el camino constitucional, y otro por el método real, realizado por el pueblo,<br />

formando una verdadera fuerza política organizada, sin la cual repetiremos el fenómeno a que nos<br />

tiene acostumbrados la política argentina.<br />

¿Qué es un gobierno orgánico? Es una agregación de fuerzas sólidamente aglutinadas que tiene<br />

a su frente a un idealista, que no debe ser forzosamente ni un genio ni un sabio, sino un hombre a<br />

quien la naturaleza ha dotado de una condición especial para abarcar un panorama completo que<br />

otros no ven. Ese hombre tiene dos o tres discípulos para que cuando muera haya quien lo<br />

prolongue en el tiempo y el espacio. Detrás de ellos viene la plana mayor del partido, que tiene<br />

ocho, diez o veinte especialistas o técnicos para cada gran rama del Estado, que son los<br />

candidatos a ser ministros, y se preparan desde el llano con estudio y sacrificio, y no hay<br />

problema del país, por insignificante que sea, que en su rama no lo dominen y tengan la solución,<br />

para que, al llegar al gobierno, abran el cajón de su escritorio, saquen el plan y ordenen su<br />

inmediata ejecución.<br />

Detrás de estos técnicos está un cuerpo de especialistas para planificar y más allá de los<br />

capitanes, con la masa que apoya la opinión pública para las decisiones del Gobierno.<br />

Ése es un partido orgánico. Analicen cuál ha sido un partido organizado así en la República.<br />

Nuestros partidos, por condición gregaria, han nacido detrás de un hombre y no han tenido<br />

organicidad. Como consecuencia de ello, cuando un hombre llega al Gobierno, se sienta en la silla<br />

y dice: "Ministro de agricultura, Fulano; ministro de Hacienda, Mengano; ministro de Obras<br />

Públicas, Sutano", de los cuales muchas veces ninguno conoce los problemas con los cuales va a<br />

manipular.<br />

A causa de esa improvisación, hasta que cada uno de ellos toma la mano de lo que tiene que<br />

realizar, anda un año a la deriva, para un lado y otro, y como hay veinte aspirantes para cada<br />

20


cargo, se pelean entre sí y el partido se disocia, perdiendo el Gobierno el apoyo de su partido<br />

político.<br />

Ambas cosas hacen que el partido pierda, en el primer año de gobierno, todo su prestigio.<br />

Después dicen que el pueblo argentino es eminentemente oposicionista porque está siempre<br />

contra el Gobierno. No es así; es que el Gobierno, en ese primer año, no deja error por cometer y<br />

merece el repudio del pueblo.<br />

Buscamos que nuestro movimiento no caiga en esos errores, y para ello es necesario adquirir<br />

organicidad, disciplinarse como fuerza cívica. Que laboristas, radicales y hombres de buena<br />

necesidad se unan codo con codo y corazón a corazón para esta gran cruzada de los argentinos.<br />

Quizá esta pueda ser la última oportunidad, argentinos. <strong>La</strong> ocasión la pintan calva, como dice el<br />

pueblo, y el pueblo siempre tiene razón. Es necesario que ahora que la fortuna nos tiende la mano<br />

estemos listos para asirla y no largarla jamás. Por eso, cada uno de ustedes ha de luchar<br />

incansablemente por la unidad de nuestras fuerzas, por la pureza de nuestros principios y porque<br />

hagamos, con nuestro sacrificio y nuestro desprendimiento personal, una obra que nos<br />

agradecerán nuestros hijos, nuestros nietos y todas las generaciones venideras.<br />

No deseo terminar estas breves palabras sin recomendarles lo que siempre he recomendado a los<br />

obreros que siempre me visitaban semanalmente a la Secretaría de Trabajo y Previsión: Estén<br />

atentos a la propaganda de las fuerzas del mal, propaganda que hoy especula con la falta de<br />

discernimiento de los hombres y que busca explotar la sugestión colectiva dirigiéndose a<br />

presentar un hecho que el olvido general a la desaprensión de los que andan en otros problemas<br />

acepta sin reflexionar.<br />

<strong>La</strong> propaganda constituye el virus de la falacia más absoluta. Ella ha hecho que la conducción de<br />

los pueblos no esté en manos de hombres más morales y capaces, sino de quienes pueden pagar<br />

una mejor propaganda. Queremos matar esa mentira y para ello existe un solo remedio que Dios<br />

ha dado a los hombres: el discernimiento.<br />

He contado siempre a mis amigos un cuento de mi niñez que me sirvió de ejemplo para toda mi<br />

vida. Mi padre, viejo estanciero del Chubut, había comprobado unos carneros en la Exposición<br />

rural y cuando los recibió dudaba de que fueran realmente buenos. Yo creía que lo eran y le dije<br />

que no desconfiara. Él me respondió: "Escucha, hijo", y llamando a un perro grande que tenía, le<br />

dijo: "León, León", y León vino. " ¿ Ha visto? Le digo León y vino, pero no es león; es perro",<br />

Cuando creamos que es un león, tengamos cuidado, porque puede ser perro.<br />

Lo que yo llamo propaganda preventiva me han dado un gran resultado con mis amigos obreros.<br />

Los mismos canillitas, al venderles los diarios, les dicen: "Sírvase, señor; son todas mentiras". Los<br />

obreros ya no creen en lo que dice la prensa que se paga. En cambio, la oligarquía que la paga se<br />

autointoxica con sus propias mentiras.<br />

Cuando algunos amigos se afligen porque en Córdoba, donde tuvimos doscientos mil hombres en<br />

un mitin y la prensa dice que tuvimos diez mil, se enojan, yo les digo que me alegra mucho,<br />

porque los que se engañan son ellos, porque nosotros sabemos que eran doscientos mil.<br />

Mañana esos órganos que se llaman opinión y son empresas comerciales dirán que aquí hubo<br />

tres mil personas y que a cada uno le pagamos cincuenta pesos.<br />

Finalmente, les podría decir como Martín Fierro, que nunca olviden los consejos de un padre, que<br />

más que padre es un amigo. Sean unidos; no hagan pequeñas diferencias entre hermanos frente<br />

al enemigo común.<br />

Piensen que estamos empeñados en una lucha en que se juega el ser y el destino mismo de la<br />

Nación; porque yo estoy persuadido de que si alguna vez a este pueblo, que ha despertado a la<br />

vida cívica y democrática, se le cerrara nuevamente el camino a la administración, a la legislación<br />

y al Gobierno, tendríamos la guerra civil.<br />

Somos hombres de paz y de orden; no queremos pelear, queremos votar. No queremos insultar a<br />

nuestros enemigos políticos que pasan el día insultándonos. Ellos dicen "Muera Perón". Yo les<br />

pregunto: " ¿ Viva quién?"<br />

Les pido unión, desprendimiento personal, valores morales; que elijan a los hombres pensando en<br />

la Patria y en nuestro movimiento, que ha de perdurar si los hombres que se eligen son puros y<br />

21


capaces.<br />

¿Quién ha de gobernar Santa Fe? Lo dirán los santafesinos. No he de intervenir jamás en<br />

problemas regionales, porque soy un líder de la verdadera democracia, que nace del pueblo, para<br />

gobernar al pueblo, para el pueblo.<br />

Elijan bien. ¡Pobre país si volvieran a repetirse los errores del pasado! Los que han equivocado el<br />

camino y han delinquido en la función pública deben ser condenados al ostracismo, a la usanza<br />

de los antiguos romanos.<br />

No nos ocupemos de criticar a nuestros enemigos porque tenemos muchos problemas por<br />

resolver.<br />

Y antes de terminar, invocando a Dios, les ruego que en este año de 1946 lleven sobre ustedes y<br />

sus familias todo el cúmulo de felicidades y bendiciones que ustedes merecen.<br />

Campaña Electoral (Rosario) - 10 de Febrero de 1946<br />

Amigos rosarinos:<br />

Les pido que tengan la amabilidad de guardar un poco de silencio porque hace dos meses que<br />

vengo viajando y hablando todos los días y mi garganta no me permite hacer un derroche en<br />

cuanto a potencia. Permítame desarrollar el discurso sin interrupción. En primer término, quiero<br />

saludar a los trabajadores de Rosario que me han conferido el título más honroso de "Primer<br />

Trabajador Argentino". Me honra extraordinariamente este título porque siempre he pensado que<br />

los hombres en la vida sólo pueden ostentar una virtud y el trabajo es en todos los tiempos una de<br />

las mayores virtudes del hombre.<br />

Nuestro movimiento es un movimiento del trabajo que toma todas las actividades nacionales del<br />

trabajo y que ennoblece a todos los hombres.<br />

(En ese momento se produce un arremolinamiento de personas alrededor de la tribuna por la<br />

presencia de una persona extraña y que pronto es reducida.)<br />

Señores: Por favor, ya conocemos la técnica de mandar gente a meter bochinche. Vuelvo a repetir<br />

que ni esta clase de sabotaje puede impresionarnos a nosotros y les ruego, señores, que sigamos<br />

por el bien de todos en orden.<br />

Nuestro movimiento es un movimiento de trabajo, por eso es un movimiento humilde y noble. Ha<br />

nacido bajo el esplendor de una creación que representa el trabajo argentino en su organización y<br />

defensa, que es la Secretaría de Trabajo y Previsión. Ha comenzado con hombres humildes que<br />

hicieron la bandera de su defensa en apoyo de la Secretaría de Trabajo y Previsión, que puso en<br />

ejecución las leyes que en este país, cuando se trataba de defender el trabajo, no se habían<br />

cumplido jamás.<br />

Nuestra doctrina puede explicarse en pocas palabras, en sus aspectos económico social y<br />

político. En el aspecto económico, tratamos de volver al hombre a la tierra para resolver el<br />

problema demográfico y evitar el éxodo de los campos. Así he dicho, y más de una vez, que el<br />

setenta por ciento estaba antes en el campo y ahora el setenta por ciento está en las ciudades.<br />

Ello se debe a que la tierra, como también lo he dicho, ha sido aquí bien de renta en vez de ser<br />

más bien de trabajo, como debe ser en todos los pueblos.<br />

Por eso sostenemos que la única manera de aumentar la riqueza agrícola, ganadera y extractiva<br />

está en volver al hombre a la tierra y darle en propiedad la tierra que trabaja, para que ella no sea<br />

un bien de renta. Con ello hemos de evitar que en el futuro sigamos artificialmente limitando la<br />

riqueza argentina. El mundo está sediento, desea tomar buen vino, y en Mendoza arrancan<br />

cuarenta mil hectáreas de vides. En vez de propugnar la riqueza estamos limitándola<br />

artificialmente. Esa riqueza multiplicada por la industria permitirá un ciclo de organización<br />

completo en su economía. Una mayor industrialización permite comerciar y aumentar los precios y<br />

ello permite una mejor distribución para el hombre; con ello aumentar los precios y ello permite<br />

una mejor distribución para el hombre; con ello aumenta su poder adquisitivo el trabajador y tiene<br />

mayor capacidad de consumo. Seremos así una nación superalimentada, supervestida y<br />

superhabitada. Estados Unidos de Norteamérica, por su extraordinaria economía, consume el<br />

ochenta y cinco por ciento de su producción y solamente exporta un veinte o un veinticinco por<br />

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ciento.<br />

Nuestra doctrina social es más simple. Ya lo explico con un ejemplo que me dieron en Paraná<br />

cinco chicos. Nuestra doctrina abarca ese gran principio humanitario. Estaban en el puerto y uno<br />

no tenía botines. Nosotros desde a bordo les tiramos cinco pesos, que cayeron en manos de uno<br />

que estaba bien vestido. Los cuatro chicos que presenciaban la escena, dijeron: "No, eso no es<br />

para vos; es para ése que está en patas". Y el chico entregó los cinco pesos al chico descalzo.<br />

Ésta es nuestra doctrina; queremos que alguno de esos grandes señores sepan entregar a los<br />

que no tienen botines. Queremos que algún día se conduelan de sus semejantes los que todos lo<br />

tienen, para que no haya descalzos y para que nuestra niñez aprenda a sonreír desde que nace.<br />

Nuestra doctrina social involucra a esos, cuando está demostrando que en nuestro país, gran<br />

productor de trigo, es inaceptable que en el interior no hayan quienes coman pan ni carne y se<br />

ofrezca el doloroso panorama de que al sortear a nuestros ciudadanos para el servicio militar, el<br />

cuarenta o el cincuenta por ciento de ellos se encuentran inútiles por la debilidad de su<br />

constitución. Cuando se cuida una nación lo primero que hay que cuidar es su capital humano, por<br />

que no es reemplazable. Pero aquí más se cuida de una máquina o de un motor que de quien la<br />

maneja o conduce. Nuestra doctrina social, en su primera parte, busca estas conquistas. En la<br />

segunda parte, otros aspectos para una mayor dignificación del trabajo. En primer término, no<br />

aceptamos que por ser trabajadores les esté cerrado el Gobierno la legislación en su país.<br />

No aceptamos que nuestra democracia sea instrumento del cual se sirven los eternos demagogos<br />

para despachar la nación en su provecho. No aceptamos que un hombre esté privado del derecho<br />

como ciudadano. Por eso pensamos que nuestra conquista social, además de dignificar el trabajo,<br />

dispone la elevación de la cultura y la humanización total. Queremos que el pueblo vaya al<br />

Gobierno y a la legislación para compartir las responsabilidades y crear sus propias leyes que han<br />

de regirlo en el trabajo.<br />

Ésta, y no otra, es la razón de ser de nuestro movimiento. Queremos también que la doctrina<br />

política llegue a influenciar benéficamente en el país, organizándolo por métodos ideales de<br />

gobierno, por la vía constitucional y legal; para la organización de la masas ciudadanas, prestando<br />

por primera vez un movimiento político perfecto y orgánico. Buscamos que defiendan la<br />

organización política e institucional de la Nación.<br />

Por eso, señores, nuestra doctrina integral tiene puntos tan fundamentales que no han podido ser<br />

atacados. Ellos viajan en una caravana que asemeja a los esforzados barqueros del Volga tirando<br />

el carro de sus pecados y de sus culpas, y cuando se refieren a nosotros nos calumnian y<br />

terminan deseando que nos muramos. Nosotros, en cambio, hablamos de nuestras aspiraciones y<br />

de nuestros sueños, que han de terminar con muchos pobres en esta tierra.<br />

Nosotros no criticamos, no somos destructores, somos constructores y deseamos hacer el bien.<br />

Por eso no cometemos el error de los anacronismos que ellos cometen. Decían días pasados en<br />

una tribuna que el coronel Perón no había dado ninguna conquista social. Que el coronel Perón no<br />

le ha dado al pueblo ninguna mejora, y ellos en su programa dicen que respetarán todas las<br />

conquistas sociales que nosotros hemos conseguido. Pero ellos, que se comprometen a mantener<br />

nuestras conquistas, financian sus viajes y sus propagandas con dineros de la UIA. Yo quisiera<br />

saber, si hemos desarrollado conquistas, y si ellos van a mantener esas conquistas, cómo se las<br />

van a arreglar con la Unión Industrial, que nunca las ha querido.<br />

Señores: podríamos seguir hablando largamente de esas contradicciones, pero me interesa<br />

conversar con ustedes de otras más, de importancia extraordinaria frente a los acontecimientos<br />

futuros.<br />

El movimiento nuestro, para servir de mejor manera a la causa, ha de cumplir los consejos que<br />

detallaré. Primero, todo aquel que se sienta peronista, que se siente ligado a nuestra causa por<br />

verdaderos lazos, que son los de la fraternidad, debe pensar que la base de nuestro éxito se<br />

afirma en una absoluta unidad de nuestro movimiento. Sabemos que en el movimiento peronista<br />

se han infiltrado algunas fuerzas extrañas que tratan de producir disociación entre sus filas.<br />

Cuando ello suceda, no hay que ser sensible en esta tarea de disociación; es menester que los<br />

hombres de este movimiento sepan discernir por sí y por su propia voluntad y no por influencia<br />

ajena. El movimiento nuestro ha de precaverse de cuerpos extraños. Para ello, recomiendo que<br />

estudie cada peronista el manifiesto que he de lanzar por radio en cadena. Allí está perfectamente<br />

determinado cuál debe ser el procedimiento de cada uno de nuestros hombres. También he de<br />

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terminar diciendo, como exigencia a todos los hombres de nuestro movimiento, que cada uno<br />

cumpla con su deber. Nosotros nos comprometemos a cumplir con lo nuestro, que es el de<br />

mantener inquebrantable todas nuestras conquistas.<br />

Propugnamos para el futuro nuevas conquistas que lleven a la Argentina a ser un país modelo por<br />

la justicia social.<br />

Señores: deseo terminar estas palabras con una despedida afectuosa para este pueblo de<br />

trabajadores que habita en Rosario, formando el emporio más extraordinario del país, pueblo<br />

conocido en todo el mundo como el puerto granero más grande del mundo, cuyo trigo rosafé es el<br />

modelo para la clasificación de todos los del mundo, obtenido con el trabajo y la dedicación de<br />

este pueblo.<br />

Amigos rosarinos: bien saben los trabajadores de esta tierra con cuánto cariño los recuerdo.<br />

Luchen, porque están luchando por su porvenir. Recuerden que un hombre que defecciones es<br />

una fuerza que se resta. Que vuestros hijos y vuestros nietos no puedan reprocharnos ni echarles<br />

en cara porque han aflojado en un momento decisivo de nuestra vida. Con esta invocación que os<br />

hace un hombre que no piensa sino en el bien colectivo y que quiere que lo recordéis en el futuro,<br />

me despido con un fuerte abrazo de verdad, que es un abrazo de un camarada y de un hermano<br />

de causa.<br />

Acto de proclamación de su candidatura - 12 de Febrero de 1946<br />

Llego a vuestra presencia con la emoción que me produce sentirme confundido entre este mar<br />

humano de conciencias honradas; de estas conciencias de criollos auténticos que no se doblan<br />

frente a las adversidades, prefieren morir de hambre antes que comer el amargo pan de la<br />

traición.<br />

Llego a vosotros para deciros que no estáis solos en vuestros anhelos de redención social, sino<br />

que los mismos ideales sostienen nuestros hermanos de toda la vastedad de nuestra tierra<br />

gaucha. Vengo conmovido por el sentimiento unánime manifestado a través de campos, montes,<br />

ríos, esteros y montañas; vengo conmovido por el eco resonante de una sola voluntad colectiva; la<br />

de que el pueblo sea realmente libre, para que de una vez por todas quede libre de la esclavitud<br />

económica que le agobia. Y aún diría más: que le agobia como antes le ha oprimido y que si no<br />

lograra independizarse ahora, aún le vejaría más en el porvenir. Le oprimiría hasta dejar a la clase<br />

obrera sin fuerzas para alcanzar la redención social que vamos a conquistar antes de quince días.<br />

En la mente de quienes concibieron y gestaron la Revolución del 4 de Junio estaba fija la idea de<br />

la redención social de nuestra Patria. Este movimiento inicial no fue una "militarada" más, no fue<br />

un golpe "cuartelero" más, como algunos se complacen en repetir; fue una chispa que el 17 de<br />

octubre encendió la hoguera en la que han de crepitar hasta consumirse los restos del feudalismo<br />

que aún asoma por tierra americana.<br />

Porque hemos venido a terminar con una moral social que permitía que los trabajadores tuviesen<br />

para comer sólo lo que se les diera por voluntad patronal y no por deber impuesto por la justicia<br />

distributiva, se acusa a nuestro movimiento de ser enemigo de la libertad. Pero yo apelo a vuestra<br />

conciencia, a la conciencia de los hombres libres de nuestra Patria y del mundo entero, para que<br />

me responda honestamente si oponerse a que los hombres sean explotados y envilecidos<br />

obedece a un móvil liberticida.<br />

No debemos contemplar tan sólo lo que pasa en el "centro" de la ciudad de Buenos Aires; no<br />

debemos considerar la realidad social del país como una simple prolongación de las calles<br />

centrales bien asfaltadas, iluminadas y civilizadas; debemos considerar la vida triste y sin<br />

esperanzas de nuestros hermanos de tierra adentro, en cuyos ojos he podido percibir el centelleo<br />

de esta esperanza de redención.<br />

Por ellos, por nosotros, por todos juntos, por nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos debemos<br />

hacer que, ¡por fin!, triunfen los grandes ideales de auténtica libertad que soñaron los forjadores<br />

de nuestra independencia y que nosotros sentimos palpitar en lo más profundo de nuestro<br />

corazón.<br />

Cuando medito sobre la significación de nuestro movimiento, me duelen las desviaciones en que<br />

incurren nuestros adversarios. Pero mucho más que la incomprensión calculada o ficticia de sus<br />

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dirigentes, me duele el engaño en que viven los que de buena fe les siguen por no haberles<br />

llegado aún la verdad de nuestra causa. Argentinos como nosotros, con las virtudes propias de<br />

nuestro pueblo, no es posible que puedan acompañar a quienes los han vendido y los llevan a<br />

rastras, de los que han sido sus verdugos y seguirán siéndolo el día de mañana. Los pocos<br />

argentinos que de buena fe siguen a los que han vendido la conciencia a los oligarcas, sólo<br />

pueden hacerlo movidos por las engañosas argumentaciones de los "habladores profesionales".<br />

Estos vociferadores de la libertad quieren disimular, alucinando con el brillo de esta palabra, el<br />

fondo esencial del drama que vive el pueblo argentino.<br />

Porque la verdad verdadera es esta: en nuestra Patria no se debate un problema entre "libertad" o<br />

"tiranía", entre Rosas y Urquiza; entre democracia y totalitarismo. Lo que en el fondo del drama<br />

argentino se debate es, simplemente, un partido de campeonato entre la "justicia social" y la<br />

"injusticia social".<br />

Quiero dejar de lado a los provocadores a sueldo; a las descarriadas jovenzuelas que en uso de la<br />

libertad han querido imponer el uso del símbolo monetario en el pecho de damas argentinas cuya<br />

imposición rechazaban en uso de la propia libertad; a los pocos estudiantes que han creído<br />

"descender" de su posición social si se solidarizaban con el clamor de los hombres de trabajo, sin<br />

reflexionar que únicamente su "trabajo" será lo que en el futuro llegará a ennoblecer su paso por<br />

la vida; quiero también dejar de lado a los resentidos, a cuantos creyéndose seres excepcionales<br />

creían que el favor y la amistad personal podían más que el esfuerzo lento y constante de cada<br />

día y el espíritu de sacrificio ante los embates de la adversidad; quiero dejar de lado todo lo<br />

negativo, lo interesado, lo mezquino, para dirigirme a los hombres de buena voluntad que aún no<br />

han comprendido la esencia de la revolución social, cuyas serenas páginas se están escribiendo<br />

en el Libro de la <strong>Historia</strong> Argentina, y decirles: "Hermanos: con pensamiento criollo, sentimiento<br />

criollo y valor criollo, estamos abriendo el surco y sembrando la semilla de una Patria libre, que no<br />

admita regateos de su soberanía, y de unos ciudadanos libres, que no sólo lo sean políticamente<br />

sino que tampoco vivan esclavizados por el patrón. Síguenos; tu causa es nuestra causa; nuestro<br />

objetivo se confunde con tu propia aspiración, pues sólo queremos que nuestra Patria sea<br />

socialmente justa y políticamente soberana".<br />

Para alcanzar esta altísima finalidad no nos hemos valido ni nos valdremos jamás de otros medios<br />

que aquellos que nos otorgan la Constitución (para la restauración de cuyo imperio empeñé mi<br />

palabra, mi voluntad y mi vida) y las leyes socialmente justas que poseemos o que los órganos<br />

legislativos naturales nos otorguen en lo futuro. Para alcanzar esta altísima finalidad no<br />

necesitamos recurrir a teorías o métodos extranjeros; ni a los que han fracasado ni a los que hoy<br />

pretenden imponerse, pues como dije en otra oportunidad, para lograr que la Argentina sea<br />

políticamente libre y socialmente justa, no basta con ser argentinos y nada más que argentinos.<br />

Bastará que dentro del cuadro histórico y constitucional el mecanismo de las leyes se emplee<br />

como un medio de progresar, pero de progresar todos, pobres y ricos, en vez de hacerlo<br />

solamente éstos a expensas del trabajador.<br />

En el escaso tiempo que intervine directamente en las relaciones entre el capital y el trabajo, tuve<br />

oportunidad de expresar el pensamiento que regiría mi acción. Fueron señalados los objetivos a<br />

conseguir y expuestas con claridad las finalidades que nos proponíamos. En este plan de tareas y<br />

en las motivaciones que le justifican, recogiose el clamor de la clase obrera, de la clase media y<br />

de los patronos que no tienen contraídos compromisos foráneos. Y aún añadiré que éstos no<br />

tuvieron inconveniente en acompañarnos mientras creyeron que nuestra dignidad podía<br />

corromperse entregándoles la causa obrera a cambio de un cheque con menor o mayor número<br />

de ceros, tanto más cuanto mayor fuese nuestra felonía. Pero se equivocaron de medio a medio,<br />

porque ni yo ni ninguno de mis leales dejó de cumplir los dictados de la decencia, de la hombría y<br />

de la caballerosidad. Ligada nuestra vida a la causa del pueblo, con el pueblo compartiremos el<br />

triunfo o la derrota.<br />

<strong>La</strong>s consecuencias ya las conocéis. Comenzó la "guerra" de las solicitadas; siguió la alianza con<br />

los enemigos de la Patria; continuó la campaña de difamación, de ultrajes, y de mentiras, para<br />

terminar en un negocio de compraventa de políticos apolillados y aprendices de dinamiteros a<br />

cambio de un puñado de monedas.<br />

No tengo que deciros quiénes son los "sindicarios señorones" que han comprado, ni "los Judas<br />

que se han vendido". Todos los conocemos y hemos visto sus firmas puestas en el infamante<br />

documento. Quiero decir solamente que esta infamia es tan sacrílega como la del Iscariote que<br />

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vendió a Cristo, pues en esta sucia compraventa fue vendido otro inocente: el pueblo trabajador<br />

de nuestra querida Patria.<br />

Y advertí que esto, que es gravísimo, aún no constituye la infamia mayor. Lo incalificable, por<br />

monstruoso, es que los "caballeros que compraron a políticos" no se olvidaron de documentar<br />

fehacientemente la operación para sacarle buen rédito al capital que invertían. Seguros de que<br />

hacían una buena operación financiera, la documentaron bancariamente para que el día de<br />

mañana, si resultaran "triunfantes" sus gobernantes títeres, los tendrían prisioneros y podrían<br />

obligarlos a derogar la legislación del trabajo e impedir cuanto significara una mejora para la clase<br />

trabajadora, bajo amenaza de publicar la prueba de su traición.<br />

Una tempestad de odio se ha desencadenado contra los "descamisados" que sólo piden ganarse<br />

honradamente la vida y poder sentirse libres de la opresión patronal y de todas las fuerzas<br />

oscuras o manifiestas que respaldan sus privilegios. Esta tempestad de odios se vuelca en<br />

dicterios procaces contra nosotros, procurando enlodar nuestras acciones y nuestros más<br />

preciados ideales. De tal manera nos han atacado que si hubiéramos tenido que contestar una a<br />

una sus provocaciones, no habríamos tenido tiempo bastante para construir lo poco que hemos<br />

podido realizar en tan escaso tiempo. Pero debemos estarles agradecidos porque no puede haber<br />

victoria sin lucha. Y la victoria que con los brazos abiertos nos aguarda, tendrá unas<br />

características análogas a la que tuvo que conquistar el gran demócrata norteamericano, el<br />

desaparecido presidente Roosevelt, que a los cuatro años de batallar con la plutocracia<br />

confabulada contra sus planes de reforma social, pudo exclamar después de su primera<br />

reelección, en el acto de prestar juramento el día 20 de enero de 1937: "En el curso de estos<br />

cuatro años, hemos democratizado más el poder del gobierno, porque hemos empezado a colocar<br />

las potencias autocráticas privadas en su lugar y las hemos subordinado al gobierno del pueblo.<br />

<strong>La</strong> leyenda que hacía invencibles a los oligarcas ha sido destruida. Ellos nos lanzaron un desafío y<br />

han sido vencidos".<br />

Creo innecesario extenderme en largas disquisiciones de índole política. <strong>La</strong> historia de los<br />

trabajadores argentinos corre la misma trayectoria que la libertad. <strong>La</strong> obra que he realizado y lo<br />

que la malicia de muchos no me ha dejado realizar, dice bien a las claras cuáles son mis firmes<br />

convencimientos. Y si nuestros antecedentes no bastan para definirnos, nos definen, por<br />

interpretación inversa, las palabras y las actitudes de nuestros adversarios. Con decir que en el<br />

aspecto político somos absolutamente todo lo contrario de lo que nos imputan, quedaría<br />

debidamente establecida nuestra ideología y nuestra orientación. Y si añadimos que ellos son lo<br />

contrario de lo que fingen, habremos presentado el verdadero panorama de los términos en que la<br />

lucha electoral está entablada.<br />

Tachar de totalitarios a los obreros argentinos es algo que se sale de lo absurdo para caer en lo<br />

grotesco. Precisamente han sido las organizaciones obreras que me apoyan, las que durante los<br />

últimos años han batallado en defensa de los pueblos oprimidos contra los regímenes opresores,<br />

mientras que eran (aquí como en todas partes del mundo, sin excluir los países que han hecho la<br />

guerra, salvo Rusia) la aristocracia, la plutocracia, la alta burguesía, el capitalismo, en fin, y sus<br />

secuaces, quienes adoraban a las dictaduras y repelían a las democracias. Seguían esta<br />

conducta cuando pensaban que las dictaduras defendían sus intereses y las democracias los<br />

perjudicaban, por no ser un muro suficiente de contención frente a los avances del comunismo. Si<br />

mis palabras requiriesen una prueba, podría ofrecerla bien concluyente en las colecciones de los<br />

diarios de la oligarquía que ahora se estremecen ante cualquier presunto atentado a las esencias<br />

democráticas y liberales, pero que tuvieron muy distinta actitud cuando el problema se planteaba<br />

en otros pueblos. Y si la prueba no fuese todavía categórica, remitiría el caso el examen de la<br />

actuación, de los partidos políticos que han gobernado en los últimos tiempos, y cuyos<br />

pronombres, actuando de vestales un tanto caducas y mucho recompuestas, quieren ahora<br />

compatibilizar sus alardes democráticos puramente retóricos con la realidad de sus tradicionales<br />

fraudes electorales, de sus constantes intervenciones a los gobiernos de las provincias, con el<br />

abuso del poder en favor de los oligarcas y en contra de los desheredados.<br />

¿Dónde está, pues, el verdadero sentimiento democrático y de amor a las libertades, si no es en<br />

este mismo pueblo que me alienta para la lucha? No deja de ser significativo que los grupos<br />

oligárquicos disfrazados de demócratas, unan sus alaridos y sus conductas a esos mismos<br />

comunistas que antes fueron (por el terror que les inspiraba) la causa de sus fervores totalitarios, y<br />

a quienes ahora dedican las mejores de sus sonrisas. Como es igualmente espectáculo curioso,<br />

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observar el afán con que esos dirigentes comunistas proclaman su fe democrática, olvidando que<br />

la doctrina marxista de la dictadura del proletariado y la práctica de la Unión Soviética<br />

(orgullosamente exaltada por Molotov en discursos de hace pocos meses) son eminentemente<br />

totalitarias. Pero, ¡que le vamos a hacer! Los comunistas argentinos son flacos de memoria y no<br />

se acuerdan tampoco que cuando gobernaban los partidos que se titulan demócratas, ellos tenían<br />

que vivir en la clandestinidad, y que sólo han salido de ella para alcanzar la personería jurídica<br />

cuando se lo ha permitido un gobierno, del cual yo formaba parte, pese a la incompatibilidad que<br />

me atribuyen con los métodos de libertad.<br />

El contubernio al que han llegado es sencillamente repugnante y representa la mayor traición que<br />

se ha podido cometer contra las masas proletarias. Los partidos comunistas y socialistas que<br />

hipócritamente se presentan como obreristas pero que están sirviendo a los intereses capitalistas,<br />

no tienen inconvenientes en hacer la propaganda electoral con el dinero entregado por la entidad<br />

patronal. ¡Y todavía se sorprenden de que todavía los trabajadores de las provincias del norte, que<br />

viven una existencia miserable y esclavizada, en beneficio de un capitalismo absorbente que<br />

cuenta con el apoyo de los partidos, que frecuentemente dirigen los mismos patrones (recuerdo<br />

con tal motivo a Patrón Costas y a Michel Torino), hayan apedreado el tren en que viajaba un<br />

conglomerado de hombres que, en el fondo, lo que quieren es prolongar aquellas situaciones!<br />

Usando de una palabra que a ellos les gusta mucho, podríamos decir que son los verdaderos<br />

representantes del continuismo; pero del continuismo con la política de esclavitud y miseria de los<br />

trabajadores.<br />

Hasta aquí me he referido a vuestra posición netamente democrática. Permitidme aludir, siquiera<br />

sea brevemente, a la mía. No me importan las palabras de los adversarios y mucho menos sus<br />

insultos. Me basta con la rectitud de mi proceder y con la noción de nuestra confianza. Ello me<br />

permite aseverar, modestamente, sencillamente, llanamente, sin ostentación ni gritos, sin<br />

necesidad de mesarme de los cabellos ni rasgarme las vestiduras, que soy demócrata en el doble<br />

sentido político y económico del concepto, porque quiero que el pueblo, todo el pueblo (en esto sí<br />

que soy "totalitario"), y no una parte ínfima del pueblo se gobierne a sí mismo y porque deseo que<br />

todo el pueblo adquiera la libertad económica que es indispensable para ejercer las facultades de<br />

autodeterminación. Soy, pues, mucho más demócrata que mis adversarios, porque yo busco una<br />

democracia real, mientras que ellos defienden una apariencia de democracia, la forma externa de<br />

la democracia. Yo pretendo que un mejor estándar de vida ponga a los trabajadores, aún a los<br />

más honestos, a cubierto de las coacciones de los capitalistas; y ellos quieren que la miseria del<br />

proletariado y su desamparo estatal les permita continuar sus viejas mañas de compra y de<br />

usurpación de las libretas de enrolamiento. Por lo demás, es lamentable que a mí, que he<br />

propulsado y facilitado la vuelta a la normalidad, que me he situado en posición de ciudadano civil<br />

para afrontar la lucha y que he despreciado ocasiones que se me venían a la mano para llegar al<br />

poder sin proceso electoral, se me imputen propósitos inconstitucionales, presentes o futuros. Y<br />

es todavía más lamentable que esas acusaciones sean hechas por quienes, a título de<br />

demócratas, no saben a qué arbitrio acudir o a qué militar o marino volver los ojos para evitar unas<br />

elecciones en que se saben derrotados, no porque vaya a haber fraude, sino porque no lo va a<br />

haber, o, mejor dicho, porque ya no tienen ellos a su disposición todos los elementos que antes<br />

usaban para ganar fraudulentamente los comicios. Vienen reclamando desde hace tiempo<br />

elecciones limpias, pero cuando llegan a ellas, se asustan del procedimiento democrático.<br />

Por todas esas razones no soy tampoco de los que creen que los integrantes de la llamada Unión<br />

Democrática han dejado de llenar su programa político -vale decir, su democracia como un<br />

contenido económico-. Lo que pasa es que ellos están defendiendo un sistema capitalista con<br />

perjuicio o con desprecio de los intereses de los trabajadores, aún cuando les hagan las pequeñas<br />

concesiones a que luego habré de referirme; mientras que nosotros defendemos la posición del<br />

trabajador y creemos que sólo aumentando enormemente su bienestar e incrementando su<br />

participación en el Estado y la intervención de éste en las relaciones del trabajo, será posible que<br />

subsista lo que el sistema capitalista de libre iniciativa tiene de bueno y de aprovechable frente a<br />

los sistemas colectivistas. Por el bien de mi Patria, quisiera que mis enemigos se convenciesen de<br />

que mi actitud no sólo es humana, sino que es conservadora, en la noble aceptación del vocablo.<br />

Y bueno sería, también, que desechasen de una vez el calificativo de demagógico que se atribuye<br />

a todos mis actos, no porque carezcan de valor constructivo ni porque vayan encaminados a<br />

implantar una tiranía de la plebe (que es el significado de la palabra demagogia), sino<br />

simplemente porque no van de acuerdo con los egoístas intereses capitalistas, ni se preocupan<br />

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con exceso de la actual "estructura social", ni de lo que ellos, barriendo para adentro, llaman "los<br />

supremos intereses del país", confundiéndolos con los suyos propios.<br />

Personalmente, prefiero la idea defendida por Roosevelt (y el testimonio no creo que pueda ser<br />

recusado) de que la economía ha dejado de ser un fin en sí mismo para convertirse en un medio<br />

de solucionar los problemas sociales. Es decir, que si la economía no sirve para llevar el bienestar<br />

a toda la población y no a una parte de ella, resulta cosa bien despreciable. Lástima que los<br />

conceptos de Roosevelt a este respecto fueran desbaratados por la Cámara... y por la<br />

"Antecámara"..., es decir, por los organismos norteamericanos equivalentes a nuestra Unión<br />

Industrial, Bolsa de Comercio y Sociedad Rural. Y conste, asimismo, que Roosevelt distaba<br />

mucho de ser, ni en lo social ni en lo político, un hombre avanzado.<br />

Por eso, cuando nuestros enemigos hablan de democracia, tienen en sus mentes la idea de una<br />

democracia estática, quiero decir, de una democracia sentada en los actuales privilegios de clase.<br />

Como los órganos del Estado y el poder del Estado, la organización de la sociedad, los medios<br />

coactivos, los procedimientos de propaganda, las instituciones culturales, la libertad de expresión<br />

del pensamiento, la religión misma, se hayan bajo su dominio y a su servicio exclusivo, pueden<br />

echarse tranquilos en brazos de la democracia, pues saben que la tienen dominada y que servirá<br />

de tapaderas a sus intereses. Precisamente en esa situación está basado el concepto<br />

revolucionario marxista y la necesidad que señalan de una dictadura proletaria. Pero si como ha<br />

sucedido en la Argentina y en virtud de mi campaña, el elemento trabajador, el obrero, el<br />

verdadero siervo de la gleba, el esclavizado peón del surco norteño, alentado por la esperanza de<br />

una vida menos dura y de un porvenir más risueño para sus compañeras y para sus hijos,<br />

sacuden su sumisión ancestral, reclaman como hombres la milésima parte de las mejoras a que<br />

tienen derecho, ponen en peligro la pacífica y tradicional digestión de los poderosos y quieren<br />

manifestar su fuerza y su voluntad en unas elecciones, entonces, la democracia, aquella<br />

democracia capitalista, se siente estremecida en sus cimientos y nos lanza la imputación del<br />

totalitarismo. De este modo llegaríamos a la conclusión de que el futuro Congreso representará un<br />

régimen democrático si triunfan los privilegios de la clase hasta ahora dominante y que<br />

representará un régimen dictatorial si, como estoy seguro, triuntan en las elecciones las masas de<br />

trabajadores que me acompañan por todo el país.<br />

Más no importan los calificativos. Nosotros representamos la auténtica democracia, la que se<br />

asienta sobre la voluntad de la mayoría y sobre el derecho de todas las familias a una vida<br />

decorosa, la que tiende a evitar el espectáculo de la miseria en medio de la abundancia, la que<br />

quiere impedir que millones de seres perezcan de hambre mientras que centenares de hombres<br />

derrochan estúpidamente su plata. Si esto es demagogia, sintámonos orgullosos de ser<br />

demagogos y arrojémosles al rostro la condenación de su hipocresía, de su egoísmo, de su falta<br />

de sentido humano y de su afán lucrativo que va desangrando la vida de la Nación. ¡Basta ya de<br />

falsos demócratas que utilizan una idea grande para servir a su codicia! ¡Basta ya de exaltados<br />

constitucionalistas que sólo aman la Constitución en cuanto les ponga a cubierto de las<br />

reivindicaciones proletarias! ¡Basta ya de patriotas que no tienen reparo en utilizar el pabellón<br />

nacional para cubrir averiadas mercancías, pero que se escandalizan cuando lo ven unido a un<br />

símbolo del trabajo honrado!<br />

Nuestra trayectoria en el terreno social es igualmente clara que el político. Desde que a mi<br />

iniciativa se creó la Secretaría de Trabajo y Previsión, no he estado preocupado por otra cosa que<br />

por mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la población asalariada. Para ello era menester<br />

el instrumento de actuación y la Secretaría de Trabajo y Previsión resultó un vehículo insuperable<br />

a los fines perseguidos. <strong>La</strong> medida de la eficacia de la Secretaría de Trabajo y Previsión nos la da<br />

tanto la adhesión obrera como el odio patronal. Si el organismo hubiese resultado inocuo, les<br />

tendría sin cuidado y hasta es posible que muchos insospechados fervores democráticos tuvieran<br />

un tono más bajo. Y es bien seguro que muchos hombres que hasta ayer no ocultaron sus<br />

simpatías hacia las dictaduras extranjeras o que sirvieron a otros gobiernos de facto en la<br />

Argentina, no habrían adoptado hoy heroicas y espectaculares posiciones seudodemocráticas. Si<br />

el milagro de la transformación se ha producido, ha sido sencillamente porque la Secretaría de<br />

Trabajo ha dejado de representar un coto cerrado sólo disfrutable por la plutocracia y por la<br />

burguesía. Se acabaron las negativas de los patronos a concurrir a los trámites conciliatorios<br />

promovidos por los obreros; se puso in a la amistosa mediación de los políticos, de grandes<br />

señores y de poderosos industriales, para lograr que la razón del obrero fuese atropellada. <strong>La</strong><br />

Secretaría de Trabajo hizo justicia estricta, y si en muchas ocasiones se inclinó hacia los<br />

28


trabajadores, lo hizo porque era la parte más débil en los conflictos. Esta posición espiritual de la<br />

autoridad es lo que han tolerado los elementos desplazados de la hegemonía que venían<br />

ejerciendo, y esa es la clave de su oposición al organismo creado. A eso es lo que llaman<br />

demagogia. Que el empleador burle al empleado, representa para ellos labor constructiva de los<br />

principios democráticos; pero que el Estado haga justicia a los obreros, constituye pura anarquía.<br />

Creo que en esa subversión de las partes en conflicto se encuentra la verdadera obra<br />

revolucionaria que hemos realizado y que por su efecto psicológico tiene mayor valor y más<br />

amplia trascendencia que todas las demás. Esa es la causa de que todos los arranques se dirijan<br />

contra la Secretaría de Trabajo y por eso el empeño de destruirla. No a otra cosa obedecen los<br />

rugidos de satisfacción que han lanzado el capitalismo, su prensa y sus servidores cuando en una<br />

reciente sentencia la Suprema Corte de la Nación ha declarado la inconstitucionalidad de las<br />

delegaciones regionales. Porque la verdad es que esa decisión adoptada pocos días antes de las<br />

elecciones trata de asestar un rudo golpe a la Secretaría de Trabajo y Previsión y constituye un<br />

primer paso para deshacer las mejoras sociales que lograron los trabajadores. El respeto a las<br />

decisiones judiciales no excluye el derecho de comentar y de discutir sus fallos, mucho menos<br />

cuanto mayores sean las innovaciones que se hagan a la libertad y a la democracia. Ya llegará,<br />

pues, el momento de discutir cuáles son las competencias que en relación al derecho del trabajo<br />

corresponden a la nación y cuáles las que son atributo de las provincias. Hasta será fácil<br />

demostrar -por opinión de tratadistas muy del gusto oligárquico- que la Suprema Corte, tan<br />

rigorista y tan equivocada en esta ocasión respecto a las facultades de aplicación de las leyes del<br />

trabajo, ha consentido y aprobado que la nación venga invadiendo desde hace muchos años la<br />

protesta legislativa de las provincias. Y conteste que esta parte encuentro acertada su posición,<br />

porque las normas del trabajo que tienden a la internalización deben ser nacionales. Lo que no<br />

admito es la dualidad de criterio, cuya motivación no me interesa de momento. Si alguien quiere<br />

encontrar la aplicación, tal vez la halle en una obra de Renard. Ofrezco la cita a mis enemigos<br />

socialistas y doy por descontado que entre ellos o entre las asociaciones profesionales<br />

seudodemocráticas, se propiciará la iniciación de una nueva causa por desacato y hasta es<br />

posible que se tome pretexto de ello para ver si hay militares o marinos que lleguen a tiempo para<br />

impedir nuestro triunfo electoral.<br />

Ya sé que cuando se habla de mi obra social, los adversarios sacan a relucir la que ellos han<br />

realizado. Examinemos brevemente esa cuestión. Es verdad que los legisladores argentinos han<br />

dictado leyes sociales a tono con las de otros países. Pero se ha hecho dentro de un ámbito<br />

meramente proteccionista, sin atacar los problemas de su esencia. Meras concesiones que se<br />

iban obteniendo del capitalismo a fin de no forzar las cosas excesivamente e ir distrayendo a los<br />

obreros y a sus organizaciones en evitación de reacciones excesivas y violentas. Reparación de<br />

accidentes de trabajo que muy poco reparan y que prolongan la agonía del incapacitado.<br />

Insignificantes indemnizaciones por despido que ninguna garantía representan para el trabajador<br />

injustamente despedido, víctima del abuso de un derecho domicial propio de la Edad Media.<br />

Mezquinas limitaciones en la duración de las jornadas y en la duración del descanso retribuido. Y,<br />

por otra parte, inexistencia de toda protección para los riesgos de desocupación, enfermedad y<br />

para la casi totalidad de los salarios, invalidez, vejez y muerte. Régimen de salarios de hambre y<br />

de viviendas insalubres. ¿Para qué seguir la relación? Frente a tal estado de cosas, nuestro<br />

programa tiende a cubrir todos los riesgos que privan o disminuyen al trabajador en su capacidad<br />

de ganancia. Prohibición del despido sin causa justificada; proporcionar a todos los trabajadores el<br />

estándar de vida que dignifique su existencia y la de sus familiares. Y, sobre todo esto, las<br />

grandes concepciones verdaderamente revolucionarias; tendencia a que la tierra sea a quien la<br />

trabaje; supresión de los arrendamientos rurales; limitación de las ganancias excesivas y<br />

participación de los trabajadores en los beneficios de la industria. A este respecto, debo consignar<br />

que cuando lancé la idea, todas las "fuerzas vivas" y sus satélites nos arrojaron el consabido<br />

anatema. <strong>La</strong> proposición era netamente demagógica. Se iba a la ruina de la sacrosanta economía<br />

nacional. Pero los últimos cables nos anuncian que en Estados Unidos se estudia el sistema de<br />

participación en los beneficios como medio de atajar los graves conflictos obreros que se han<br />

presentado, llegando a fijar en un 25 por ciento el monto de esta participación. Esperemos que<br />

con el beneplácito estadounidense, ya no parecerá el intento tan descabellado a nuestros grandes<br />

economistas y financieros, serviles imitadores de las modas extranjeras o mansos cumplidores de<br />

las órdenes que les llegan desde afuera.<br />

Brevemente me referiré a las ideas centrales que han impulsado nuestra acción en el terreno<br />

29


económico. Sostengo el principio de libertad económica. Pero esta libertad, como todas las<br />

libertades, llega a generar el más feroz egoísmo si en su ejercicio no se articula la libertad de cada<br />

uno con la libertad de los demás. No todos venimos al mundo dotados del suficiente equilibrio<br />

moral para someternos de buen grado a las normas de sana convivencia social. No todos<br />

podemos evitar que las desviaciones del interés personal degeneren en egoísmo espoleador de<br />

los derechos de los demás y en ímpetu avasallador de las libertades ajenas. Y aquí, en este punto<br />

que separa el bien del mal, es donde la autoridad del Estado debe acudir para enderezar las fallas<br />

de los individuos y suplir la carencia de resortes morales que deben guiar la acción de cada cual,<br />

si se quiere que la sociedad futura salga del marasmo que actualmente la ahoga.<br />

El Estado puede orientar el ordenamiento social y económico sin que por ello intervenga para<br />

nada en la acción individual que corresponde al industrial, al comerciante, al consumidor. Estos,<br />

conservando toda la libertad de acción que los códigos fundamentales les otorgan, pueden ajustar<br />

sus realizaciones a los grandes planes que trace el Estado para lograr los objetivos políticos,<br />

económicos y sociales de la Nación. Por esto afirmo que el Estado tiene el deber de estimular la<br />

producción, pero debe hacerlo con tal tacto que logre, a la vez, el adecuado equilibrio entre las<br />

diversas fuerzas productivas. A este efecto, determinará cuáles son las actividades ya<br />

consolidadas en nuestro medio, las que requieren un apoyo para lograr solidez a causa de la vital<br />

importancia que tienen para el país; y por último, cuáles han cumplido ya su objetivo de suplir la<br />

carestía de los tiempos de guerra, pero cuyo mantenimiento en época de normalidad<br />

representaría una carga antieconómica que ningún motivo razonable aconseja mantener o bien<br />

provocaría estériles competencias con otros países productores. Pero aún hay otro motivo que<br />

obliga al Estado argentino a regular ciertos aspectos de la economía. Los compromisos<br />

internacionales que tiene contraídos lo obligan a orientar las directivas económicas<br />

supranacionales teniendo en vista la cooperación entre todos los países. Y si esta cooperación ha<br />

de ser eficaz y ha de basarse en ciertas reglas de general aplicación entre Estados, no veo la<br />

forma de que la economía interna de cada país quede a merced del capricho de unos cuantos<br />

oligarcas manejadores de las finanzas, acostumbrados a hacer trabajar siempre a los demás en<br />

provecho propio. Al Estado, rejuvenecido por el aporte de sangre trabajadora que nuestro<br />

movimiento inyectará en todo su sistema circulatorio, corresponderá la misión de regular el<br />

progreso económico nacional sin olvidar el cumplimiento de los compromisos que la Nación<br />

contraiga, o tenga contraídos con otros países.<br />

Por lo que os he dicho hoy, y por lo que he afirmado en ocasiones anteriores, parecería ocioso<br />

repetir que no soy enemigo del capital privado. Juzgo que debe estimularse el capital privado en<br />

cuanto constituye un elemento activo de la producción y contribuye al bienestar general. El capital<br />

resulta pernicioso cuando se erige o pretende erigirse en instrumento de dominación económica.<br />

En cambio es útil y beneficioso cuando sabe elevar su función al rango de cooperador efectivo del<br />

progreso económico del país y colaborador efectivo del progreso económico del país y<br />

colaborador sincero de la obra de la producción y comparte su poderío con el esfuerzo físico e<br />

intelectual de los trabajadores para acrecentar la riqueza del país.<br />

Por esto, en los postulados éticos que presiden la acción de nuestra política, junto a la elevación<br />

de la cultura del obrero y a la dignificación del trabajo, incluimos la humanización del capital.<br />

Solamente llevando a cabo estos postulados, lograremos la desaparición de las discordias y<br />

violencias entre patronos y trabajadores. Para ello no existe otro remedio que implantar una<br />

inquebrantable justicia distributiva.<br />

En el nuevo mundo que surge en el horizonte no debe ser posible el estado de necesidad que<br />

agobia todavía a muchísimos trabajadores en medio de un estado de abundancia general. Debe<br />

impedirse que el trabajador llegue al estado de necesidad, porque sepan bien los que no quieren<br />

saber o fingen no saberlo, que el estado de necesidad está al borde del estado de peligrosidad,<br />

porque nada hace saltar tan fácilmente los diques de la paciencia y de la resignación como el<br />

convencimiento de que la injusticia es tolerada por los poderes del Estado, porque, precisamente<br />

ellos son los que tienen la obligación de evitar que se produzcan las injusticias.<br />

Un deber nacional de primer orden exige que la organización política, la organización económica y<br />

la organización social, hasta ahora en manos de la clase capitalista, se transformen en<br />

organizaciones al servicio del pueblo. El pueblo del 25 de Mayo quería saber de qué se trataba;<br />

pero el pueblo del 24 de Febrero quiere tratar todo lo que el pueblo debe saber.<br />

Para terminar y como detalle complementario del aspecto económico, he de referirme brevemente<br />

30


a las orientaciones generales que deseamos seguir en orden a la industrialización que el país<br />

necesita.<br />

Ante todo, la afirmación esencial que rige nuestra acción: la riqueza no la constituye el montón de<br />

dinero más grande o más chico que pueda tener atesorado la Nación; para nosotros, la verdadera<br />

riqueza la constituye el conjunto de la población, el trabajo propiamente tal y la organización<br />

ordenada de esta población y de este trabajo.<br />

Es, pues, el elemento humano actual y futuro, el factor que ha de requerir la preocupación<br />

fundamental del Estado. Vale decir que ahí se incluye la elevación del nivel de vida hasta el<br />

estándar compatible con la dignidad del hombre y el mejoramiento económico general; la<br />

propulsión de organizaciones mutualistas y cooperativas; el incremento de la formación técnica y<br />

capacitación profesional; la construcción de casas baratas y económicas para obreros y<br />

empleados; los préstamos para la construcción y renovación del hogar de la clase media;<br />

pequeños propietarios, rentistas y jubilados modestos, y estímulos, fomento y desarrollo del vasto<br />

plan de seguridad social y mejoramiento de las condiciones generales de trabajo. No puede<br />

hablarse de emprender la industrialización del país sin consignar bien claramente que el<br />

trabajador ha de estar protegido antes que la máquina o la tarifa aduanera. Y tampoco tengo que<br />

repetir que el progreso del trabajador del campo debe ir al compás del hombre de la ciudad.<br />

Deben convencerse de que la ciudad, sin el esfuerzo del hombre de campo, está condenada a<br />

desaparecer. ¡De cada 35 habitantes rurales sólo uno es propietario! Ved si andamos muy lejos<br />

cuando decimos que debe facilitarse el acceso a la propiedad rural. Debe evitarse la injusticia que<br />

representa el que 35 personas deban ir descalzas, descamisadas, sin techo y sin pan, para que<br />

un lechuguino venga a lucir la galerita y el bastón por la calle Florida, y aún se sienta con derecho<br />

a insultar a los agentes del orden porque conservan el orden que él, en su inconsciencia, trata de<br />

alterar con sus silbatinas contra los descamisados.<br />

Asegurada la suerte del factor humano, estaremos en condiciones de proseguir el plan de<br />

industrialización en sus más minúsculos detalles. Inventario y clasificación de materias primas,<br />

energía que produce y puede producir el país; ayudar el establecimiento de industrias,<br />

propulsando las iniciativas, estimulando las inversiones de capital y fomentando la creación y<br />

ampliación de laboratorios de investigaciones científicas y económico-sociales con amplia<br />

colaboración de técnicos y obreros; sistematización de costos en beneficio de productores y<br />

consumidores; moderación de las cargas fiscales que graven toda actividad socialmente útil;<br />

estimular la producción para abastecer abundantemente las necesidades del país, sin limitar las<br />

posibilidades de producción y transformación, sin extirpar viñedos ni restringir el sembradío para<br />

evitar que se destruyan los sobrantes que podían reducir el precio, pero que producían ganancias<br />

fabulosas a los capitalistas aunque condenaban a cientos de miles de trabajadores a no beber<br />

vino y a no comer pan; permitir precios remuneradores al capital que sean firmes y estables, que<br />

sirvan de garantía a los altos salarios y aseguren beneficios correctos; incitar el desarrollo del<br />

comercio libre y transporte económico, terrestre, marítimo, fluvial y aéreo.<br />

En definitiva, la Argentina no puede estancarse en el ritmo somnoliento a que la condenaron<br />

cuantos se lanzaron a vivir a sus costillas; la Argentina ha de recobrar el pulso firme de una<br />

juventud sana y de una sangre limpia. <strong>La</strong> Argentina necesita la aportación de esta sangre juvenil<br />

de la clase obrera; no puede seguir con las corrientes sanguíneas de múltiples generaciones de<br />

gente caduca, porque llegaríamos a las nefastas consecuencias de las viejas dinastías, que<br />

habían muerto físicamente antes de que los pueblos las echaran cansados de aguantarlas.<br />

Esta sangre nueva la aporta nuestro movimiento; esta sangre hará salir de las urnas, el día 24 de<br />

este mes, esta nueva Argentina que anhelamos con toda la fuerza y la pujanza de nuestro<br />

corazón.<br />

No puedo terminar mis palabras sin referirme a los problemas internacionales. <strong>La</strong> base de mi<br />

actuación ha de ser la defensa de la soberanía argentina, con tanta mayor energía cuanto mayor<br />

sea la grandeza de quienes intenten desconocerla, porque desprecio a los hombres y a las<br />

naciones que se crecen ante los débiles y se doblega ante los poderosos.<br />

Es posible que mi pasado para actuar en la vida pública sea constante franqueza de mis<br />

expresiones, que me lleva a decir siempre lo que siento. Esto me da derecho a que se me crea<br />

cuando proclamo mi simpatía y admiración hacia el gran pueblo estadounidense, y que pondré<br />

cada día mayor empeño en llegar con él a una completa inteligencia, lo mismo que con todas las<br />

31


Naciones Unidas, con las cuales la Argentina ha de colaborar lealmente, pero desde un plano de<br />

igualdad. De ahí a mi oposición tenaz a las intervenciones pretendidas por el señor Braden<br />

embajador y por el señor Braden secretario adjunto, de ejecutar en la Argentina sus habilidades<br />

para dirigir la política y la economía de naciones que no son las suyas.<br />

Entremos, pues, al fondo de la cuestión; empezaré por decir que el tenor de las declaraciones<br />

publicadas en los Estados Unidos de Norte América, corresponde exactamente al de los<br />

conceptos vertidos por mí. He dicho entonces y lo repito ahora, que el contubernio<br />

oligárquicomunista, no quiere las elecciones; he dicho también, y lo reafirmo, que el contubernio<br />

trae al país armas de contrabando; rechazo que en mis declaraciones exista imputación alguna de<br />

contrabando a la Embajada de Estados Unidos; reitero, en cambio, con toda energía, que esa<br />

representación diplomática o más exactamente el señor Braden, se hallan complicados en el<br />

contubernio, y más aún, denuncio al pueblo de mi Patria que el señor Braden es el inspirador,<br />

creador, organizador y jefe verdadero de la Unión Democrática.<br />

Cuando el señor Braden llegó a nuestro país ostentando la representación diplomática del suyo, la<br />

situación era la siguiente: después de un largo e injusto aislamiento que ningún argentino sensato<br />

pudo jamás aceptar como justo, la República Argentina fue incorporada al seno de las Naciones<br />

Unidas. Suscribió todos los pactos, y con la rectitud que caracteriza su vida de relación<br />

internacional, inició el cumplimiento estricto de las obligaciones contraidas. Como corolario de la<br />

nueva situación y a fin de darle expresión concreta y efectiva, llegó hasta nosotros de los Estados<br />

Unidos la misión Warren.<br />

En una estada breve pero eficaz, esta misión concertó diversos acuerdos con nosotros, acuerdos<br />

políticos, económicos y militares, cuya ejecución había de beneficiar a ambos países, dentro de un<br />

plan de mutuo respeto y beneficio común.<br />

Cuando el gobierno de la Nación se disponía a dar cumplimiento a cada una de las obligaciones<br />

estipuladas; cuando se preparaban los embarques de lino a cambio de combustibles que<br />

debíamos recibir y que el país necesitaba urgentemente; cuando se creía que el oro bloqueado en<br />

los Estados Unidos podría ser repatriado; cuando, en fin, las dos naciones se disponían a olvidar<br />

resentimientos, eliminar malentendidos, reanudar las corrientes culturales y comerciales que<br />

fueron tradición en el pasado, todo en una atmósfera de comprensión y cooperación recíproca,<br />

llega al país el señor Braden, nuevo embajador de los Estados Unidos de Norte América. Como<br />

primera medida, el señor Braden anula todos los convenios a que se había arribado con la misión<br />

Warren.<br />

El señor Braden, quebrando toda la tradición diplomática, toma partido a favor de nuestros<br />

adversarios, vuelca su poder, que no le es propio, en favor de los enemigos de la nacionalidad y<br />

declara abiertamente la guerra a la revolución, pronunciando un discurso en Rosario que llena de<br />

asombro, estupor e inquietud a nuestro país, y a todas las naciones latinoamericanas. A partir de<br />

ese momento, se suceden los discursos y las declaraciones, y el embajador Braden, sin<br />

despojarse de su investidura, se convierte en el jefe omnipotente e indiscutido de la oposición, a la<br />

que alienta, organiza, ordena y conduce con mano firme y oculto desprecio.<br />

El pueblo argentino, el auténtico pueblo de la Patria, repudia esa intromisión inconcebible, y su<br />

indignación desborda y supera largamente la alegría enfermiza de los qeu se alinean presurosos<br />

en las filas del señor Braden. Los viejos políticos venales recogen sus palabras y hacen con ellas<br />

sus muletas, se sienten redimidos y perdonados, sin darse cuenta que son ahora más miserables<br />

aún, afiliados y subordinados al extranjero, dentro de los propios confines patrios.<br />

El señor Braden revela muy pronto la razón de sus agresiones al gobierno de la revolución, y a mí<br />

en particular; es que él quiere implantar en nuestro país un gobierno propio, un gobierno títere, y<br />

para ello ha comenzado por asegurarse el concurso de todos los "quislings" disponibles. El señor<br />

Braden, para facilitar su acción, subordina a la prensa y a todos los medios de expresión del<br />

pensamiento; se asegura por métodos propios el apoyo de los círculos universitarios, sociales y<br />

económicos, descollando su extraordinaria habilidad de sometimiento en el campo de la política.<br />

Naturalmente, de la política depuesta por la revolución del 4 de Junio.<br />

Logrado su primer paso en la realización del plan denunciado, o sea la unión compacta de todos<br />

los enemigos de la revolución, y más especialmente la de mis adversarios, el señor Braden creyó<br />

oportuno y conveniente para múltiples fines pasar revista a su pequeño ejército de traidores. No<br />

encontró para ello mejor que organizar la Marcha de la Constitución y la Libertad, la que se llevó a<br />

32


efecto después de vencer el ex embajador muchas trabas y dificultades.<br />

El señor Braden, en su afán de asegurarse la constitución de un gobierno propio en la Argentina,<br />

pactó aquí con todo y con todos, concedió su amistad a conservadores, radicales y socialistas; a<br />

comunistas, demócratas y progresistas y pronazis; y junto a todos ellos, extendió su mano a los<br />

detritos que la revolución fue arrojando en su seno en sus hondos procesos depuradores. El ex<br />

embajador sólo exigía, para brindar su poderosa amistad, una bien probada declaración de odio<br />

hacia mi humilde persona.<br />

Los discursos, declaraciones y actos del señor Braden, tanto durante su gestión al frente de la<br />

Embajada de los Estados Unidos como en sus funciones actuales, prueban de manera irrefutable<br />

su activa, profunda e insolente intervención en la política interna de nuestro país. He dicho ya en<br />

otras ocasiones, que las nuevas condiciones imperantes en el mundo han creado una<br />

interdependencia entre todos los países de la tierra; pero he fijado el alcance de esa<br />

interdependencia a lo económico, sosteniendo el derecho de cada nación a adoptar la filosofía<br />

político-social más de acuerdo con sus costumbres, su religión, posición geográfica y<br />

circunstancias históricas, si es que en verdad se quiere subsistir con la dignidad y jerarquía del<br />

Estado soberano.<br />

Declaro que la intromisión del señor Braden en nuestros asuntos, hasta el extremo de crear,<br />

alentar y dirigir un conglomerado político adicto, no puede contar con el apoyo del pueblo y del<br />

gobierno de los Estados Unidos. El presidente Truman ha expresado recientemente que todos los<br />

pueblos capaces tienen el derecho de elegir sus propios gobiernos. El Senado de los Estados<br />

Unidos, al aprobar el nombramiento del señor Braden para su cargo actual, estableció<br />

expresamente que no podría intervenir en las cuestiones de los países latinoamericanos sin previa<br />

consulta. El mismo gobierno aludido reiteró hace poco la prohibición de intervenir en política de<br />

otros países a los hombres de negocios norteamericanos. El propio señor Braden alterna sus<br />

amenazas de intervención económica y militar con protestas de no intervencionismo.<br />

Una de las consecuencias más graves de la beligerancia del señor Braden con respecto al<br />

gobierno de la revolución, fue la nulidad de los convenios a que se había arribado con la misión<br />

Warren, y de los que tanto los Estados Unidos como la Argentina esperaban beneficios recíprocos.<br />

El ex embajador, después de anular los convenios mencionados, no sólo no hizo ninguna tentativa<br />

para reemplazarlos por otros nuevos, sino que se resistió a tratar la cuestión todas las veces que<br />

lo insté a ello. Es que así, naturalmente, el señor Braden creaba más y más dificultades al<br />

gobierno al cual yo pertenecía.<br />

<strong>La</strong> permanencia del señor Braden en nuestro país se caracterizó, pues, por su intromisión en<br />

nuestros asuntos; por haber dado forma, aliento y directivas al amorfo organismo político que nos<br />

enfrenta; por haber desprestigiado implacable y sistemáticamente a la revolución del 4 de Junio, a<br />

sus hombres y a mí en particular, y por último, por haber brindado su amistad a todos los<br />

enemigos del movimiento renovador del 4 de Junio, sin importarle para nada su filiación política e<br />

ideológica.<br />

En nombre del señor Braden, cuando actuaba como embajador en nuestro país, alguien<br />

suficientemente autorizado expresó que yo jamás sería presidente de los argentinos y que aquí,<br />

en nuestra Patria, en nuestra Patria, no podría existir ningún gobierno que se opusiese a las ideas<br />

de los Estados Unidos.<br />

Ahora yo pregunto: ¿Para qué quiere el señor Braden contar en la Argentina con un gobierno<br />

adicto y obsecuente? ¿Es acaso porque pretende repetir en nuestro país su fracasada intentona<br />

de Cuba, en donde, como es público y notorio, quiso herir de muerte la industria y llegó incluso a<br />

amenazar y a coaccionar la prensa libre que lo denunciaba?<br />

Si, por un designio fatal del destino, triunfaran las fuerzas represivas de la represión, organizadas,<br />

alentadas y dirigidas por Spruille Braden, será una realidad terrible para los trabajadores<br />

argentinos la situación de angustia, miseria y oprobio que el mencionado ex embajador pretendió<br />

imponer, sin éxito, al pueblo cubano.<br />

En consecuencia, sepan quienes voten el 24 por la fórmula del contubernio oligárquico-comunista,<br />

que con ese acto entregan, sencillamente, su voto al señor Braden. <strong>La</strong> disyuntiva, en esta hora<br />

trascendental, es ésta: O Braden, o Perón. Por eso, glosando la inmortal frase de Roque Sáenz<br />

Peña, digo: "Sepa el pueblo votar".<br />

33


Asamblea Constituyente Reformadora - 27 de Enero de 1949<br />

Señores Convencionales Constituyentes:<br />

En la historia de todos los pueblos hay momentos brillantes cuyas fechas se celebran año tras año<br />

y en las cuales se establecen los principios y despiertan los valores que los acompañaron en su<br />

vida de Nación; tales fueron entre nosotros la Revolución de Mayo y su trascendencia americana<br />

impulsada por nuestros generales y por nuestros soldados. Están unidas estas fechas al<br />

entusiasmo popular que les otorga siempre un matiz de espontaneidad propicio para cantar el<br />

triunfo o la derrota. Son las horas solemnes que gestan la historia, son los momentos brillantes<br />

que cantan los poetas y declaman los políticos, son las horas de exaltación y de triunfo.<br />

Hay otras épocas en que, calladamente, los países se organizan sobre sólidos cimientos. Se las<br />

puede llamar épocas de transición, porque siempre señalan la decadencia de una era y el<br />

comienzo de otra. Pero no es esa su mayor importancia, sino que en realidad, en tales momentos,<br />

se extraen conclusiones y recapitulan los resultados de los hechos precedentes para poder aplicar<br />

unos y otros al porvenir. El entusiasmo cede su puesto a la serena reflexión, porque es necesario<br />

abstraer y clasificar para poder organizar y constituir. El resultado no depende de la fuerza ni del<br />

ingenio, sino del buen criterio y la imparcialidad de los hombres.<br />

Dios no ha sido avaro con el pueblo argentino. Hemos saboreado los momentos de emoción<br />

exaltada y gustado las horas tranquilas de cimentación jurídica.<br />

<strong>La</strong> cruzada emancipadora y la era constituyente son altísimos exponentes de la creación heroica y<br />

de la fundación jurídica.<br />

El genio tutelar<br />

Permitidme que después de agradecer la invitación que me habéis hecho de asistir a este acto tan<br />

trascendental para la vida de la República, eleve mi corazón y mi pensamiento hacia las regiones<br />

inmarcesibles, donde mora el genio tutelar de los argentinos, el general San Martín.<br />

San Martín es el héroe máximo, héroe entre los héroes y Padre de la Patria. Sin él se hubieran<br />

diluido los esfuerzos de los patriotas y quizás no hubiera existido el aglutinante que dio nueva<br />

conformación al continente americano. Fue el creador de nuestra nacionalidad y el libertador de<br />

pueblos hermanos. Para él sea nuestra perpetua devoción y agradecimiento. Los Constituyentes<br />

del 53 habían padecido ya las consecuencias de la desorganización, de la arbitrariedad y de la<br />

anarquía. <strong>La</strong> Generación del 53 era la sucesora de aquella de la Independencia, la heroica. Más<br />

que la estrategia de los campos de batalla tenía presente la obscura lucha civil; más que los<br />

cabildos populares, la desorganización política y el abandono de las artes y de los campos. Había<br />

visto de cerca la miseria, la sangre y el caos; pero debía elevarse apoyándose en el pasado para<br />

ver, más allá del presente, la grandeza del futuro; y más aún, tenía que sobreponerse a la<br />

influencia extranjera, ahondar en el modo de ser del país para no caer en la imitación de leyes<br />

foráneas. Hubo de liberarse de la intransigencia de los círculos cerrados y de los resabios<br />

coloniales, para que la Constitución no fuera a la zaga de las de su tiempo.<br />

Augustos diputados de la Nación nombró Urquiza a los del Congreso Constituyente, y no<br />

estuvieron por debajo de ese adjetivo; reconstruyeron la Patria; terminaron con las luchas y<br />

unieron indisolublemente al pueblo y a la soberanía, renunciando a todo interés que estuviera por<br />

debajo del bienestar de la Nación.<br />

De esta manera se elaboró nuestra Carta Magna, no sólo para legislar sino para organizar,<br />

defender y unir a la Argentina.<br />

Los nuevos tiempos<br />

<strong>La</strong> evolución de los pueblos, el simple transcurso de los tiempos, cambian y desnaturalizan el<br />

sentido de la legislación dictada para los hombres de una época determinada. Cerrar el paso a<br />

nuevos conceptos, nuevas ideas, nuevas formas de vida, equivale a condenar a la humanidad a la<br />

ruina y al estancamiento. Al pueblo no pueden cerrársele los caminos de la reforma gradual de sus<br />

leyes; no puede impedírsele que exteriorice su modo de pensar y de sentir y los incorpore a los<br />

cuerpos fundamentales de su legislación. No podía el pueblo argentino permanecer impasible ante<br />

la evolución que las ideas han experimentado de cien años acá. Mucho menos podía tolerar que<br />

la persona humana que el caballero que cada pecho criollo lleva dentro, permaneciera a merced<br />

de los explotadores de su trabajo y de los conculcadores de su conciencia. Y el límite de todas las<br />

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tolerancias fue rebasando cuando se dio cuenta que las actitudes negativas de todos los poderes<br />

del Estado conducían a todo el pueblo de la Nación Argentina al escepticismo y a la postración<br />

moral, desvinculándolo de la cosa pública.<br />

El derecho a la revolución<br />

<strong>La</strong>s fuerzas armadas de la Nación, intérpretes del clamor del pueblo, sin rehuir la responsabilidad<br />

que asumían ante el pueblo mismo y ante la <strong>Historia</strong>, el 4 de junio de 1943, derribaron cuanto<br />

significaba una renuncia a la verdadera libertad, a la auténtica fraternidad de los argentinos.<br />

<strong>La</strong> Constitución conculcada, las leyes incumplidas o hechas a medida de los intereses contrarios a<br />

la Patria; las instituciones políticas y la organización económica al servicio del capitalismo<br />

internacional; los ciudadanos burlados en sus más elementales derechos cívicos; los trabajadores<br />

a merced de las arbitrariedades de quienes obraban con la impunidad que les aseguraban los<br />

gobiernos complacientes. Este es el cuadro que refleja vivamente la situación al producirse el<br />

movimiento militar de 1943.<br />

No es de extrañar que el pueblo acompañara a quienes, interpretándole, derrocaban el régimen<br />

que permitía tales abusos.<br />

Por eso decía que no pueden cerrárseles los caminos de la reforma gradual y del<br />

perfeccionamiento de los instrumentos de gobierno que permiten y aun impulsan un constante<br />

progreso de los ciudadanos y un ulterior perfeccionamiento de los resortes políticos.<br />

Cuando se cierra el camino de la reforma legal nace el derecho de los pueblos a una revolución<br />

legítima.<br />

<strong>La</strong> historia nos enseña que esta revolución legítima es siempre triunfante. No es la asonada ni el<br />

motín ni el cuartelazo; es la voz, la conciencia y la fuerza del pueblo oprimido que salta o rompe la<br />

valla que le oprime. No es la obra del egoísmo y de la maldad. <strong>La</strong> revolución en estos casos es<br />

legítima, precisamente porque derriba el egoísmo y la maldad. No cayeron éstos pulverizados el 4<br />

de junio. Agazapados, aguardaron el momento propicio para recuperar las posiciones perdidas.<br />

Pero el pueblo, esta vez, el pueblo solo, supo enterrarlos definitivamente el 17 de octubre.<br />

<strong>La</strong> justicia social<br />

Y desde entonces, la justicia social que el pueblo anhelaba, comenzó a lucir en todo su esplendor.<br />

Paulatinamente llega a todos los rincones de la Patria, y sólo los retrógrados y malvados se<br />

oponen al bienestar de quienes antes tenían todas las obligaciones y se les negaban todos los<br />

derechos.<br />

Afirmada la personalidad humana del ciudadano anónimo, aventada la dominación que fuerzas<br />

ajenas a las de la soberanía de nuestra Patria ejercían sobre la primera de nuestras fuentes de<br />

riqueza, es decir, sobre nuestros trabajadores y sobre nuestra economía; revelada de nuevo el<br />

ansia popular de vivir una vida libre y propia, se patentizó en las urnas el deseo de terminar para<br />

siempre y el afán de evitar el retorno de las malas prácticas y malos ejemplos que impedían el<br />

normal desarrollo de la vida argentina, por cauces de legalidad y de concordia.<br />

El clamor popular que acompañó serenamente a las fuerzas armadas el 4 de junio y estalló<br />

pujante el 17 de octubre, se impuso, solemne, el 24 de febrero.<br />

Tres fechas próximas a nosotros, cuyo significado se proyecta hacia el futuro, y cuyo eco parece<br />

percibirse en las generaciones del porvenir. <strong>La</strong> primera señala que las fuerzas armadas respaldan<br />

los nobles deseos y elevados ideales del pueblo argentino; la segunda, representa la fuerza quieta<br />

y avasalladora de los pechos argentinos decididos a ser muralla para defender la ciudadela de sus<br />

derechos o ariete para derribar los muros de la opresión; y en la última, resplandece la conjunción<br />

armónica, la síntesis maravillosa y el sueño inalcanzado aún por muchas democracias de imponer<br />

la voluntad revolucionaria en las urnas, bajo la garantía de que la libre conciencia del pueblo sería<br />

respaldada por las armas de la Patria.<br />

<strong>La</strong> gran tarea<br />

Desde este punto y hora comenzó para la Argentina la tarea de su reconstrucción política,<br />

económica y social. Comenzó la tarea de destruir todo aquello que no se ajusta al nuevo estado<br />

de la conciencia jurídica expresada tan elocuentemente en las jornadas referidas y confirmada<br />

cada vez que ha sido consultada la voluntad popular. Podemos afirmar que hoy el pueblo<br />

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argentino vive la vida que anhelaba vivir.<br />

No hubiéramos reparado en nada si para devolver su verdadera vida al pueblo argentino hubiera<br />

sido preciso transformar radicalmente la estructura del Estado; pero, por fortuna, los próceres que<br />

nos dieron honor, Patria y bandera, y los que más tarde estructuraron los basamentos jurídicos de<br />

nuestras instituciones, marcaron la senda que indefectiblemente debe seguirse para interpretar el<br />

sentimiento argentino y conducirlo con paso firme hacia sus grandes destinos. Esta senda no es<br />

otra que la libertad individual, base de la soberanía; pero ha de cuidarse que el abuso de la<br />

libertad individual no lesione la libertad de otros y que la soberanía no se limite a lo político, sino<br />

que se extienda a lo económico o, más claramente dicho, que para ser libres y soberanos no<br />

debemos respetar la libertad de quienes la usen para hacernos esclavos o siervos.<br />

Por el instinto de conservación individual y colectivo, por el sagrado deber de defender al<br />

ciudadano y a la Patria, no debemos quedar indefensos ante cualquiera que alardeando de su<br />

derecho a la libertad quiera atentar contra nuestras libertades. Quien tal pretendiera tendrá que<br />

chocar con la muralla que le opondrán todos los corazones argentinos.<br />

Hasta el momento actual, sólo se habían enunciado los problemas que debían solucionarse de<br />

acuerdo a la transformación que el pueblo argentino desea. Ahora, la representación de la<br />

voluntad general del pueblo argentino ha manifestado lo que contiene esta voluntad y a fe que no<br />

es mucho. Yo, que he vivido con el oído puesto sobre el corazón del pueblo, auscultando sus más<br />

mínimos latidos, que me he enardecido con la aceleración de sus palpitaciones y abatido con sus<br />

desmayos, podría concretar las aspiraciones argentinas diciendo que lo que el pueblo argentino<br />

desea es no tolerar ultrajes de fuera, ni de dentro, ni admitir vasallaje político ni económico; vivir<br />

en paz con todo el mundo, respetar la libertad de los demás, a condición de que nos respeten la<br />

propia; eliminar las injusticias sociales, amar a la Patria y defender nuestra bandera hasta nuestro<br />

último aliento.<br />

Convencido como estoy de que estos son los ideales que encarnan los convencionales aquí<br />

reunidos, permitidme que exprese la emoción profunda que me ha producido ver, que para<br />

precisar el alcance de anhelo de los Constituyentes del 53 el Partido <strong>Peron</strong>ista haya acordado<br />

ratificar en el Preámbulo de la Carta Magna de los argentinos, la decisión irrevocable de constituir<br />

lo que siempre he soñado: una Nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente<br />

soberana.<br />

Con la mano puesta sobre el corazón, creo que este es el sueño íntimo e insobornable de todos<br />

los argentinos; de los que me siguen y de los que no tengo la fortuna de verles a mi lado.<br />

<strong>La</strong>s reformas<br />

Con las reformas proyectadas por el Partido <strong>Peron</strong>ista, la Constitución adquiere la consistencia de<br />

que hoy está necesitada. Hemos rasgado el viejo papelerío declamatorio que el siglo pasado nos<br />

transmitió; con sobriedad espartana escribimos nuestro corto mensaje a la posteridad, reflejo de la<br />

época que vivimos y consecuencia lógica de las desviaciones que habían experimentado los<br />

términos usados en 1853.<br />

El progreso social y económico y las regresiones políticas que el mundo ha registrado en los<br />

últimos cien años, han creado necesidades ineludibles; no atenderlas proveyendo a lo que<br />

corresponda, equivale a derogar los términos en que fue concebida por sus autores.<br />

¿Podían imaginar los Constituyentes del 53 que la civilización retrocediera hasta el salvajismo que<br />

hemos conocido en las guerras y revoluciones del siglo XX? ¿Imaginaron los bombardeos de<br />

ciudades abiertas o los campos de concentración, las brigadas de choque, el fusilamiento de<br />

prisioneros, las mil violaciones al derecho de gentes, los atentados a las personas y los<br />

vejámenes a los países que a diario vemos en esta posguerra interminable? Nada de ello era<br />

concebible. Hoy nos parece una pesadilla, y los argentinos no queremos que estos hechos<br />

amargos se puedan producir en nuestra Patria. Aún más: deseamos que no vuelvan a ocurrir en<br />

ningún lugar del mundo. ¡Anhelamos que la Argentina sea el reducto de las verdaderas libertades<br />

de los hombres y la Constitución su imbatible parapeto!<br />

Orden interno<br />

En el orden interno, ¿podían imaginarse los Convencionales del 53 que la igualdad garantizada<br />

por la Constitución llevaría a la creación de entes poderosos, con medios superiores a los propios<br />

36


del Estado? ¿Creyeron que estas organizaciones internacionales del oro se enfrentarían con el<br />

Estado y se negarían a sojuzgarle y a extraer las riquezas del país? ¿Pensaron siquiera que los<br />

habitantes del suelo argentino serían reducidos a la condición de parias obligándoles a formar una<br />

clase social pobre, miserable y privada de todos los derechos, de todos los bienes, de todas las<br />

ilusiones y de todas las esperanzas? ¿Pensaron que la máquina electoral montada por los que se<br />

apropiaron de los resortes del poder llegaría a poner la libertad de los ciudadanos a merced del<br />

caudillo político, del "patrón" o del "amo", que contaba su "poderío electoral" por el número de<br />

conciencias impedidas de manifestarse libremente?<br />

Hay que tener el valor de reconocer cuándo un principio aceptado como inmutable pierde su<br />

actualidad. Aunque se apoye en la tradición, en el derecho o en la ciencia, debe declararse<br />

caduco tan pronto lo reclame la conciencia del pueblo. Mantener un principio que ha perdido su<br />

virtualidad, equivale a sostener una ficción.<br />

Con las reformas propiciadas pretendemos correr definitivamente un tupido velo sobre las<br />

ficciones que los argentinos de nuestra generación hemos tenido que vivir. Deseamos que se<br />

desvanezca el reino de las tinieblas y de los engaños. Aspiramos a que la Argentina pueda vivir<br />

una vida real y verdadera. Pero esto sólo puede alcanzarse si la Constitución garantiza la<br />

existencia perdurable de una democracia verdadera y real.<br />

El ideal revolucionario<br />

<strong>La</strong> demostración más evidente de que la conquista de nuestras aspiraciones va por buen camino<br />

la ofrece el hecho de que se reúne el Congreso Nacional Constituyente después de transcurridos<br />

más de cinco años y medio del golpe de fuerza que derribó el último gobierno oligárquico. <strong>La</strong><br />

acción revolucionaria no hubiera resistido los embates de la pasión, de la maldad y de odio si no<br />

hubiese seguido la trayectoria inicial que dio impulso y sentido al movimiento. <strong>La</strong> idea<br />

revolucionaria no hubiera podido concretarse en un molde constitucional de no haber podido<br />

resistir las críticas, los embates y el desgaste propios de los principios cuando chocan con los<br />

escollos que diariamente salen al paso del gobernante. Los principios de la revolución no se<br />

hubieran mantenido si no hubiesen sido el fiel reflejo del sentimiento argentino.<br />

Muy profunda ha de ser la huella impresa en la conciencia nacional por los principios que rigen<br />

nuestro movimiento cuando en la última consulta electoral el pueblo los ha consagrado<br />

otorgándoles amplios poderes reformadores. Y de esta Asamblea que hoy inicia su labor<br />

constructiva debe salir el edificio que la Nación entera aguarda para alojar dignamente el mundo<br />

de ilusiones y esperanzas que sus auténticos intérpretes le han hecho concebir.<br />

En este momento se agolpan en mi mente las quimeras de nuestros próceres y las inquietudes de<br />

nuestro pueblo. Los episodios que han jalonado nuestra historia. <strong>La</strong> lucha titánica desarrollada en<br />

los casi ciento treinta y nueve años transcurridos desde el alumbramiento de nuestra Patria. <strong>La</strong><br />

emancipación, los primeros pasos para organizarse, las discordias civiles, la estructuración<br />

política, los anhelos de independencia total, la entrega a los intereses foráneos, la desesperación<br />

del pueblo al verse sojuzgado económicamente y el último esfuerzo realizado por romper toda<br />

atadura que nos humillara y toda genuflexión que nos ofendiera.<br />

Todo esto desfila por mi mente y golpea mi corazón con igual ímpetu que percute y exalta vuestro<br />

espíritu. Y pienso en los fútiles subterfugios que se han opuesto a las reformas proyectadas. Y veo<br />

tan deleznables los motivos y tan envueltas en tinieblas las sinrazones, que ratifico, como<br />

seguramente vosotros ratificáis en el altar sagrado de vuestra conciencia, los elevados principios<br />

en que las reformas se inspiran y las serenas normas que concretan sus preceptos.<br />

Y consciente de la responsabilidad que a esta Magna Asamblea alcanza, os exhorto a que ningún<br />

sórdido interés enturbie vuestro espíritu y ningún móvil mezquino desvíe vuestro derrotero. Que<br />

salga limpia y pura la voluntad nacional. ¡Así añadiréis un galardón más de gloria a nuestra Patria!<br />

Interés supremo de la Patria<br />

En los grandes rasgos de las reformas proyectadas por el Partido <strong>Peron</strong>ista, se perfila clara la<br />

voluntad ciudadana que ha empujado nuestros actos.<br />

Cuando al crearse la Secretaría de Trabajo y Previsión se inició definitivamente la era de la<br />

política social, las masas obreras argentinas siguieron esperanzadamente la cruzada redentora<br />

que de tanto tiempo atrás anhelaban. Vieron claro el camino que debía recorrerse. En el discurso<br />

37


del día 2 de diciembre de 1943 afirmaba que "por encima de preceptos casuísticos, que la<br />

realidad puede tornar caducos el día de mañana, está la declaración de los altísimos principios de<br />

colaboración social". El objeto que con ello perseguía era: robustecer los vínculos de solidaridad<br />

humana, incrementar el progreso de la economía nacional, fomentar el acceso a la propiedad<br />

privada, acrecer la producción en todas sus manifestaciones y defender al trabajador mejorando<br />

sus condiciones de trabajo y de vida.<br />

Al volver la vista atrás y examinar el camino recorrido desde que tales palabras fueron<br />

pronunciadas, no puedo menos que preguntar a los esforzados hombres de trabajo de mi Patria<br />

entera si, a pesar de todos los obstáculos que se han opuesto al logro de mis aspiraciones he<br />

logrado o no lo que me proponía alcanzar.<br />

Y cotejando este programa mínimo, esbozo de la primera hora, cuando era tan fácil prometer sin<br />

tasa ni medida, ¿no es cierto que se nota una completa analogía con los rasgos esenciales de la<br />

reforma que el peronismo lleva al Congreso Constituyente? <strong>La</strong> mesura con que Dios guió mis<br />

primeros pasos es equiparable a la prudencia que inspira las reformas proyectadas.<br />

Si así no hubiera sido, tened la absoluta certeza, de que, como jefe del partido, no hubiera<br />

consentido que se formularan. En toda mi vida política he sostenido que no dejaré prevalecer una<br />

decisión del partido que pueda lesionar en lo más mínimo el interés supremo de la Patria. Creed<br />

que esta afirmación responde al más íntimo convencimiento de mi alma, y que fervientemente<br />

pido a Dios que mientras viva me lo mantenga.<br />

Había pensado en la conveniencia de presentar ante Vuestra Honorabilidad el comentario de las<br />

reformas que aparecen en el anteproyecto elaborado por el Partido <strong>Peron</strong>ista. Desisto, sin<br />

embargo, de la idea porque exigiría un tiempo excesivo. Por otra parte, la explicación se<br />

encuentra sintetizada en el propio anteproyecto y desarrollada ampliamente por mí en un discurso<br />

que ha tenido amplia difusión.<br />

<strong>La</strong> presencia de los pueblos<br />

Señores: <strong>La</strong> comunidad nacional como fenómeno de masas aparece en las postrimerías de la<br />

democracia liberal. Ha desbordado los límites del ágora política ocupada por unas minorías<br />

incapaces de comprender la novedad de los cambios sociales de nuestros días. El siglo XIX<br />

descubrió la libertad, pero no pudo idear que ésta tendría que ser ofrecida de un modo general, y<br />

que para ello era absolutamente imprescindible la igualdad de su disfrute.<br />

Cada siglo tiene su conquista, y a la altura del actual debemos reconocer que así como el pasado<br />

se limitó a obtener la libertad, el nuestro debe proponerse la justicia.<br />

El contenido de los conceptos Nación, sociedad y voluntad nacional no era antes lo que es en la<br />

actualidad. Era una fuerza pasiva; era el sujeto silencioso y anónimo de veinte siglos de dolorosa<br />

evolución. Cuando este sujeto silencioso y anónimo surge como una masa, las ideas viejas se<br />

vuelven aleatorias, la organización política tradicional tambalea. Ya no es posible mantener la<br />

estructuración del Estado en una rotación entre conservadores y liberales.<br />

Ya no es posible limitar la función pública a la mera misión del Estado-gendarme. No basta ya con<br />

administrar: es imprescindible comprender y actuar. Es menester unir; es preciso crear.<br />

Cuando esa masa planta sus aspiraciones, los clásicos partidos turnantes averiguan que su<br />

dispositivo no estaba preparado para una demanda semejante. Cuando la democracia liberal<br />

divisa al hombre al pie de su instrumento de trabajo, advierte que no había calculado sus<br />

problemas, que no había contado con él, y, lo que es más significativo, que en lo futuro ya no se<br />

podrá prescindir del trabajador.<br />

Lo que los pueblos avanzan en el camino político, puede ser desandado en un día. Puede<br />

desviarse, rectificarse o perderse lo que en el terreno económico se avanza. Pero lo que en el<br />

terreno social se adelante, esto no retrocede jamás.<br />

Democracia social<br />

Y la democracia liberal, flexible en sus instituciones para retrocesos y discreteos políticos y<br />

económicos, no era igualmente flexible para los problemas sociales; y la sociedad burguesa, al<br />

romper sus líneas ha mostrado el espectáculo impresionante de los pueblos puestos de pie para<br />

medir la magnitud de su presencia, el volumen de su clamor, la justicia de sus aspiraciones.<br />

38


A la expectación popular sucede el descontento. <strong>La</strong> esperanza en la acción de las leyes se<br />

transforma en resentimiento si aquéllas toleran la injusticia. El Estado asiste impotente a una<br />

creciente pérdida de prestigio. Sus instituciones le impiden tomar medidas adecuadas y se<br />

manifiesta el divorcio entre su fisonomía y la de la Nación que dice representar.<br />

A la pérdida de prestigio sucede la ineficacia, y, a ésta, la amenaza de rebelión, porque si la<br />

sociedad no halla en el poder el instrumento de su felicidad, labra en la intemperie el instrumento<br />

de la subversión.<br />

¡Esto es el signo de la crisis!<br />

El caso de los absolutismos abrió a las iniciativas amplio cauce; pero las iniciativas no regularían<br />

por sí mismas los objetivos colectivos, sino los privados.<br />

Mientras se fundaban los grandes capitalismos, el pueblo permaneció aislado y expectante.<br />

Después, frente la explotación, fortaleció su propio descontento.<br />

Hoy no es posible pensar organizarse sin el pueblo, ni organizar un Estado de minorías para<br />

entregar a unos pocos privilegiados la administración de la libertad. Esto quiere decir que de la<br />

democracia liberal hemos pasado a la democracia social.<br />

Nuestra preocupación no es tan sólo crear un ambiente favorable para que los más capaces o los<br />

mejor preparados labren su prosperidad, sino procurar el bienestar de todos. Junto al arado, sobre<br />

la tierra, en los talleres y en las fábricas, en el templo del trabajo, donde quiera que veamos al<br />

individuo que forma esas masas, al descamisado, que identifica entre nosotros nuestra orgullosa<br />

compresión del acontecimiento de nuestro siglo, se halla hoy también el Estado.<br />

Nuestro apoyo<br />

El Estado argentino de hoy tiene ahí puesta su atención y su preocupación. <strong>La</strong> felicidad y el<br />

bienestar de la masa son las garantías del orden, son el testimonio de que la primera consigna del<br />

principio de autoridad en nuestra época ha sido cumplida.<br />

Queden con su conciencia los que piensan que el problema puede solucionarse aprisionando con<br />

mano de hierro las justas protestas de la necesidad o los que quieren convertir la Nación en un<br />

rencoroso régimen de trabajos forzados sin compensaciones y sin alegrías.<br />

Nosotros creemos que la fe y la experiencia han iluminado nuestro pensamiento, para permitirnos<br />

extraer de esa crisis patética de la humanidad las enseñanzas necesarias.<br />

Esa masa, ese cuerpo social, ese descamisado que estremece con su presencia la mole<br />

envejecida de las organizaciones estatales que no han querido aún mortificarse ni progresar es,<br />

precisamente, nuestro apoyo, es la causa de nuestros trabajos, es nuestra gran esperanza. Y esto<br />

es lo que da, precisamente, tono, matiz y sentido a nuestra democracia social.<br />

Perfeccionar la libertad<br />

Señores: Estamos en este recinto unidos espiritualmente en el gran anhelo de perfeccionar la<br />

magna idea de libertad, que las desviaciones de la democracia liberal y su alejamiento de lo<br />

humano hicieron imposible.<br />

Cuando el mundo vive horas de dolorosa inquietud, nos enorgullece observar que lo que impulsa y<br />

anima nuestra acción es la comunidad nacional esperanzada. Conscientes de la trascendencia del<br />

momento, del signo decisivo de esa época en que nos hallamos, queremos hacernos dignos de su<br />

confianza.<br />

Señores Convencionales: Termino mis palabras con las que empieza y seguirá empezando<br />

nuestra Constitución: ¡Invoco a Dios, fuente de toda razón y justicia, para que os dé el acierto que<br />

los argentinos esperamos y que la Patria necesita!<br />

Día del Trabajador (Plaza de Mayo) - 1º de Mayo de 1949<br />

Queridos compañeros:<br />

Un nuevo Primero de Mayo nos encuentra reunidos a los que luchamos por hacer de nuestra<br />

hermosa tierra argentina una Nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente<br />

soberana.<br />

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Desfilan por nuestra imaginación y por nuestro recuerdo los días vividos a través de las etapas<br />

reivindicatorias de la Patria que comenzaron en junio de 1943.<br />

Primero, las reformas que fueron como la iniciación y la siembra de la simiente que había de<br />

cristalizar y florecer a lo largo de la trabajo y sudor argentino.<br />

Después, el gobierno, nuestro gobierno, el gobierno del pueblo, el gobierno de los descamisados,<br />

el gobierno de los pobres, de los que tienen hambre y sed de justicia. Por eso, en esta plaza, la<br />

histórica, Plaza de Mayo de todas nuestras epopeyas, han latido al unísono amalgamados en un<br />

solo haz todos los corazones humildes que por ser humildes son honrados, son leales y son<br />

sinceros.<br />

Después, la Constitución; la Constitución justicialista, que ha hecho de la tierra argentina una<br />

Patria sin privilegios y sin escarnios; que ha hecho del pueblo argentino un pueblo unido, un<br />

pueblo que sirve al ideal de una nueva Argentina, como no la han servido jamás en nuestra<br />

historia.<br />

Esas tres etapas vividas por el pueblo argentino: la reforma, el gobierno y la constitución<br />

argentina, nos han dado un estado de justicia y un estado de dignidad y nosotros los<br />

transformaremos en un estado de trabajo.<br />

Se ha dicho que sin libertad no puede haber justicia social, y yo respondo que sin justicia social no<br />

puede haber libertad. Ustedes, compañeros, ha vivido la larga etapa de la tan mentada libertad de<br />

la oligarquía; y yo les pregunto, compañeros: si había antes libertad o la hay ahora. A los que<br />

afirman que hay libertad en los pueblos donde el trabajador está explotado, yo les contesto con las<br />

palabras de nuestros trabajadores: una hermosa libertad, la de morirse de hambre.<br />

Y a los que nos acusan de dictadores, he de decirles que la peor de todas las dictaduras es la de<br />

la fatua incapacidad de los gobernantes.<br />

Pero compañeros, cumplidas esas etapas, asegurada para los trabajadores argentinos la justicia<br />

social, y asegurada para el pueblo argentina la igualdad ante la Constitución y ante la ley,<br />

recordemos que nosotros, los gobernantes, ya hemos hecho todo lo que podíamos hacer para<br />

consolidar ese estado de cosas largamente ambicionado.<br />

<strong>La</strong> palabra, ahora, es del pueblo argentino. El debe mantener esa Constitución y hacerla cumplir, y<br />

guay del que intente atravesarse por los caminos de la obstrucción en la voluntad del pueblo.<br />

Vuelvo en este primero de mayo frente a los trabajadores argentinos, encontrándome en la<br />

posición más confortable en que puede estar un gobernante, cuya síntesis puede afirmarse al<br />

decir: he sido leal con mi pueblo y, Dios sea loado, mi pueblo a sido leal conmigo. Y al afirmar una<br />

vez más esta lealtad y esta sinceridad entre el gobierno de los trabajadores y el pueblo argentino,<br />

quiero recordar lo que tantas veces les he dicho desde la vieja Secretaría de Trabajo y Previsión:<br />

"Seamos unidos, porque estando nosotros unidos, somos invencibles, que la política no divida a<br />

los Sindicatos ni ponga a unos contra otros porque, el interés de todos es la causa gremial de los<br />

trabajadores por sobre todas las cosas. Para terminar, quiero que llegue a cada uno de los<br />

compañeros de los tres millones de kilómetros cuadrados de nuestra Patria, la persuasión<br />

absoluta de que el gobierno de los trabajadores que tengo el honor de encabezar, ha de seguir<br />

imperturbable, paso a paso el cumplimiento de todo su plan. Pueden tener la seguridad de que no<br />

hemos de descansar un minuto y que, con la ayuda de ustedes, que son los encargados de crear<br />

la grandeza y la riqueza de la Patria, organizaremos una perfecta justicia distributiva para que el<br />

pueblo sea cada vez más feliz y nuestra Patria más grande y más poderosa.<br />

Compañeros: a solicitud de los jóvenes que encabezan esta concentración he de acceder a un<br />

pedido y he de hacer, a mi vez; otro pedido a los trabajadores".<br />

(<strong>La</strong> muchedumbre grita: "Mañana es San Perón").<br />

Estoy de acuerdo, mañana es San Perón.<br />

"Ahora mi pedido: debemos reconquistar el tiempo que perdemos en las fiestas produciendo más.<br />

Y espero, compañeros, que antes de fin de año, controlando a los saboteadores, a las<br />

organizaciones patronales y poniendo cada uno la firme decisión de producir, podemos<br />

sobrepasar ese diez por ciento en que estamos por debajo de la producción en los actuales<br />

momentos. Y ahora, compañeros, agradeciéndoles esta maravillosa concentración de hombres y<br />

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de voluntades, agradeciéndoles todo el empeño patriótico que ustedes ponen en sus labores y en<br />

sus realizaciones, vamos a dar lugar a que los trabajadores puedan enorgullecerse viendo<br />

aparecer las flores de la belleza argentina para coronar a la Reina del Trabajo.<br />

Finalmente, compañeros, en este Primero de Mayo jubiloso en nuestra tierra, jubiloso para el<br />

pueblo argentino, les deseo a todos ustedes las mayores felicidades y las mayores alegrías en<br />

esta vida del rudo batallar diario".<br />

Mensaje a la Asamblea Legislativa - 1° de mayo de 1950<br />

Señores Senadores:<br />

Señores Diputados:<br />

Invocando la memoria del Gran Capitán vengo ante vuestra honorabilidad y ante el pueblo<br />

Argentino, a dar cuenta de los actos que he realizado como presidente de la Nación, durante el<br />

cuarto año de mi gobierno.<br />

Por eso he querido que este mensaje supere en sus caracteres generales, la extensión<br />

constitucional y sea no solamente la síntesis más o menos cronológica de un año de labor, sino<br />

más bien el íntimo examen de nuestra conciencia, que volviendo por sobre los caminos de todas<br />

las etapas que hemos recorrido, nos dice la exacta respuesta que debemos dar a la pregunta que<br />

nos formula, permanente y silenciosamente, nuestro jefe supremo, desde las alturas de su<br />

inmortalidad.<br />

El mejor homenaje que podamos rendir a su memoria será, sin duda, el de una respuesta positiva<br />

que casi con las mismas palabras que constituyen el alto ideal sanmartiniano, exprese con verdad<br />

y con austera dignidad ante su tumba centenaria: Somos lo que debemos ser. (Prolongados<br />

aplausos.)<br />

Este es el sentido del mensaje con que vengo a inaugurar este octogésimo cuarto período<br />

legislativo: examen de nuestra conciencia, balance de lo que somos, compulsa de lo que hemos<br />

logrado ser en relación con lo que prometimos al pueblo interpretando sus sueños y sus<br />

esperanzas; síntesis íntima que vaya respondiendo a través de toda esta memoria a los planteos<br />

básicos siguientes:<br />

¿Qué queríamos ser en 1946? ¿Qué somos en 1950?<br />

Y de esta manera podremos, sin duda, obtener la visión más clara de lo que aun nos falta ...para<br />

que de nosotros pueda decirse, después de nosotros, que cumplimos todo nuestro deber; como<br />

teníamos la obligación de cumplirlo: con patriotismo, con dignidad, con honradez y con amor.<br />

(Aplausos.)<br />

En el orden político nuestro movimiento tiene una finalidad básica desde sus instantes iniciales: la<br />

unidad nacional.<br />

Desde el mismo día de la revolución de junio, en la proclama que escribí con mi propia mano,<br />

expuse aquella finalidad que sigue siendo, a pesar de todas nuestras luchas, el alto ideal en cuyas<br />

aras todo lo ofrendamos: la unidad nacional.<br />

Decía en 1943: "Este postulado debe ser como la estrella polar para el pueblo argentino: la unión<br />

de todos, única razón de la grandeza de los pueblos; la unidad nacional, para que cuando sea<br />

necesario sufrir, suframos todos, y cuando sea necesario gozar, gocemos también todos."<br />

(Aplausos.)<br />

Desde 1943 hasta hoy, pasando por las horas más difíciles y los mayores obstáculos, el alto ideal<br />

se mantiene incólume en nuestro corazón, y es más fuerte su atracción a medida que vamos<br />

advirtiendo cómo el sueño de entonces se convierte en realidad. <strong>La</strong> unidad nacional no significa la<br />

unión de todos los habitantes de la Nación a la sombra de una sola bandera política. ¡Tal vez esto<br />

sea contrario a la unidad nacional!<br />

En cambio, la unidad nacional es la coincidencia fundamental de todos en orden a los principios<br />

esenciales que deben orientar la marcha de la Nación.<br />

Vale decir, que para lograr la unidad nacional, finalidad suprema de nuestro movimiento, debimos<br />

cumplir dos etapas sucesivas.<br />

41


<strong>La</strong> primera consistió en fijar los principios esenciales que debían orientar la conducta de nuestra<br />

Nación en los órdenes político, económico y social.<br />

<strong>La</strong> segunda etapa fue la de allanar todos los obstáculos que se oponían a la coincidencia de los<br />

argentinos en orden a aquellos principios esenciales.<br />

Para cumplir con las exigencias iniciales de la primera etapa fue menester crear una doctrina<br />

nacional. Y aunque la forma definitiva de esa doctrina ha requerido varios años de lucha y de<br />

trabajo, sus principios esenciales ya estaban perfectamente establecidos el día que iniciamos la<br />

reconquista del país... Esos mismos principios esenciales resplandecen ahora, como estrella polar<br />

de la Nación, en el preámbulo de su nueva Constitución Justicialistas... y ningún argentino bien<br />

nacido puede dejar de querer, sin renegar de su nombre de argentino, lo que nosotros queremos<br />

cuando afirmamos nuestra irrevocable decisión de constituir una Nación socialmente justa,<br />

económicamente libre y políticamente soberana. (Aplausos.)<br />

Podrá quedar tal vez, en nuestra tierra, algún antiguo explotador del trabajo humano que no pueda<br />

concebir una Nación Argentina socialmente justa; o algún astuto dirigente marxista a sueldo de<br />

intereses extraños a quien no le convenga nuestro justicialismo, porque le hemos hecho perder<br />

todos los argumentos que antes tenían; quedará quizá algún viejo de empresas extranjeras que<br />

añore las épocas de los Bemberg, cuando también se pagaba la traición...(los legisladores y el<br />

público de pie, aplauden) y que no quiera saber nada con esta nueva Argentina que nosotros<br />

proclamamos económicamente libre; y tal vez quede algún grupo de hombres sin patria y sin<br />

bandera que no pueda querer que seamos una Nación políticamente soberana desde <strong>La</strong> Quiaca<br />

hasta la Antártida y desde los Andes hasta las Malvinas... ¡pero ningún argentino de bien puede<br />

negar su coincidencia con los principios básicos de nuestra doctrina sin renegar primero de la<br />

dignidad de ser argentino!<br />

Por eso afirmamos que nuestra doctrina es la de todos los argentinos y que por la coincidencia de<br />

todos en sus principios esenciales ha de consolidarse definitivamente la unidad nacional. <strong>La</strong><br />

segunda parte de la tarea consistió en allanar los obstáculos que se oponían a la coincidencia<br />

mínima fundamental de los argentinos en orden a aquellos principios esenciales de nuestra<br />

doctrina.<br />

Era menester destruir las barreras que separaban al pueblo de su gobierno... Era menester que el<br />

pueblo y gobierno coincidiesen también en los principios doctrinarios generales de la Nación... Era<br />

necesario que el pueblo hiciese suyo el ideario que habíamos lanzado a la calle como doctrina y<br />

que luego exigiese de nosotros, o de cualquiera que tenga el insigne honor de gobernarlo, la<br />

fidelidad más absoluta a esos principios esenciales.<br />

¡Nos encontramos con un pueblo que durante cien años había sido explotado y engañado por<br />

quienes le habían prometido todo; olvidado y vendido por quienes tenían la obligación de servirlo<br />

con lealtad, y traicionado permanentemente por una oligarquía sin escrúpulos! (Aplausos.)<br />

Después del período inicial de la Independencia política, en cuyas jornadas de lucha y de<br />

sacrificios el pueblo participó casi permanentemente en el gobierno, fue apareciendo en el país<br />

una generación de políticos hereditarios que, al amparo de apellidos ilustres, se consideraban<br />

poseedores del inalienable derecho de gobernar al resto de los argentinos... y utilizando todos los<br />

recursos de las fortunas que formaban a expensas de ingentes concesiones de tierras o de<br />

privilegios inconcebibles, fueron creando una oligarquía que gobernó al país durante casi un siglo<br />

de su vida.<br />

Desvinculados del pueblo, hicieron política de círculos para seguir explotándolo.<br />

Consideraron siempre al gobierno como cosa propia, olvidando que entre los bienes personales y<br />

los bienes del Estado hay una absoluta diferencia ... y cuando terminaron de dilapidar sus propias<br />

fortunas, no duraron en vender la fortuna de la patria...<br />

Todo esto ocurrió durante un siglo, solamente interrumpido por las periódicas revoluciones<br />

políticas que, inspiradas casi siempre en el sentir del pueblo, explotaban cada década como<br />

meteoros en la noche de la patria, para morir en seguida copada por los mismos hombres de<br />

siempre, cuyos ilustres apellidos parecían imprescindibles en todo gabinete nacional. (Aplausos<br />

prolongados.)<br />

Felizmente no sucedió lo mismo en nuestro movimiento, aunque probaron también coparlo y<br />

destruirlo muchas veces...<br />

42


¡Basta recordar los nombres que intentaron integrar aquel extraño gabinete de 1945... nombres<br />

cuyo solo anunció fue una de las causas que dieron celeridad a la reacción popular del 17 de<br />

octubre!... (Aplausos prolongados.)<br />

¡Basta verlos rondar en torno nuestro, tentando a nuestros dirigentes, haciéndose a veces pasar<br />

por peronistas para regresar al poder!...<br />

Son los que insinúan que no es conveniente que sigamos con nuestra política social; son los que<br />

si yo cometiese el error y la felonía de ametrallar a los hombres de trabajo, como ellos lo hicieron<br />

en una semana trágica, estarían a mi lado gritando: ¡Viva Perón! (insistentes aplausos de los<br />

señores legisladores, señores ministros y público concurrente, puestos de pie. El señor presidente<br />

de la Nación, también de pie, agradece las manifestaciones de adhesión.)<br />

Son los que propician la vuelta a la economía libre, como si alguna vez ella hubiese existido en el<br />

mundo.<br />

Y son, por fin, los que harían un gran editorial elogioso en algún gran diario si alguna vez<br />

cometiésemos el error de darles la razón.<br />

Pero están equivocados. Ni les daremos la razón, ni volverán al gobierno. (Aplausos prolongados.)<br />

Nosotros hemos entregado nuestro movimiento al pueblo; y mientras ellos no se conviertan en<br />

pueblo, es decir, mientras no aprendan a trabajar, mientras no se sientan en sus carnes mismas el<br />

dolor de sus hermanos y el dolor de la patria como si fuese su propio dolor , no podrán volver a<br />

gobernar, puesto que desde nosotros en adelante para gobernar se necesita como única y<br />

excluyente condición tener carne y alma de pueblo. (Aplausos.)<br />

Mientras eso no ocurra, es decir, mientras la oligarquía que se nos opone persista en su vieja<br />

política de círculos, mientras no decida convertirse al pueblo, seguiremos trabajando solos,<br />

reconstruyendo lo que ellos destruyeron y construyendo lo que ellos ni siquiera soñaron construir.<br />

(Aplausos.)<br />

Para que nuestro pueblo hiciese suyo nuestro ideario y se lograse la coincidencia imprescindible<br />

para alcanzar nuestra finalidad primera de unidad nacional, era menester romper toda barrera de<br />

separación entre el pueblo y sus gobernantes y entre los distintos grupos sociales del mismo<br />

pueblo, y hacer que cada argentino se sintiese dueño de su propia patria.<br />

Por eso lanzamos el gran objetivo de nuestro movimiento: la justicia social.<br />

<strong>La</strong> explotación inicua del pueblo, tolerada por los gobiernos oligárquicos, era la primera y más alta<br />

barrera que separaba al pueblo de la patria.<br />

¡Cómo podía sentir el pueblo algún cariño por la patria que todo lo negaba!...<br />

Para ello debía ser el nuestro un pueblo de héroes, y los héroes no son la regla entre los hombres.<br />

Para que el pueblo se reconciliase con la patria, decidimos poner al gobierno en función de juez<br />

que administrase la justicia mínima necesaria para que cada argentino, por humilde que fuese, y<br />

cuanto más humilde mejor, se sintiese protegido por la gloriosa y querida bandera nacional.<br />

(Aplausos.)<br />

Poco a poco, el pueblo comenzó a entendernos. Hombres sin fe y sin esperanza empezaron a<br />

vislumbrar una vida distinta... y alentados por las realidades de una nueva conducta de<br />

gobernantes, comenzaron a sentirse otra vez unidos al destino de la patria, y por el camino de la<br />

propia dignidad entendieron el alto sentido de la dignidad nacional.<br />

Para consolidar esta tarea y consolidar la coincidencia fundamental del pueblo y del gobierno<br />

restituimos a la ciudadanía todos sus derechos, restaurando nuestro auténtico sistema<br />

democrático de gobierno.<br />

Ahora sabe el pueblo que el gobierno es suyo; que los actos de su gobierno responden a sus<br />

propios deseos y aspiraciones, y que tiene asegurada el arma de su voto libre para impedir que se<br />

entronicen en el poder gobernantes que no sepan o no quieran interpretarlo.<br />

Así nuestro sistema republicano tiene hoy su más alta expresión desde que el gobierno ha dejado<br />

de ser posesión de la oligarquía, y modestos hombres del pueblo, con su extraordinario sentido<br />

común, integran los cuadros de todos los poderes del país y de sus representaciones en el<br />

extranjero. (Aplausos.)<br />

43


Quienes primero creyeron insultar nos con el mote de "descamisados"y luego calificaron a nuestra<br />

victoria como "aluvión zoológico", no podrán sino reconocer, por lo menos en lo íntimo de su<br />

conciencia -si es que aún les queda conciencia -, que los descamisados del aluvión zoológico han<br />

sabido defender en todas partes con ardoroso entusiasmo la dignidad nacional, mejor que los más<br />

conspicuos políticos y diplomáticos de la vieja oligarquía. ( ¡Muy bien! Los señores legisladores y<br />

ministros, como también el público de las galerías, de pie, aplauden insistentemente al señor<br />

presidente de la Nación, quien agradece las manifestaciones.)<br />

Nuestro sistema representativo llega hoy a su más alta pureza y a su más alta realidad por la<br />

expresión libre de la voluntad soberana del pueblo en correctas elecciones, que deben reconocer<br />

como intachables, incluso nuestros adversarios.<br />

Cada elección argentina es un ejemplo de civismo, que va creando en nuestro pueblo la<br />

conciencia de su responsabilidad política, acorde con su dignidad.<br />

Este aspecto del orden político es una consecuencia de principios absolutamente distintos de los<br />

que se aplicaron en el pasado.<br />

El fraude no fue sino una consecuencia del menosprecio por el pueblo... y el menosprecio por el<br />

pueblo no fue sino una consecuencia de la escasa o ninguna dignidad que ellos asignaron a<br />

nuestro pueblo. ¡Qué iban a asignarle alguna dignidad quienes no habían hecho nunca otra cosa<br />

que explotarlo y vivir de su sudor, de su trabajo y de su sacrificio! (Aplausos.)<br />

Y cuando hablamos de nuestros opositores como autores del fraude dejo constancia expresa de<br />

que no distingo excepciones entre ellos, desde que si unos lo cometieron, otros lo apañaron o lo<br />

aprovecharon, o por lo menos lo aceptaron como método utilizable el día que se dieron la mano<br />

en su intento desesperado de vencernos. (Aplausos.)<br />

Para nosotros, que empezamos reconociendo y ponderando en su justo y extraordinario valor la<br />

dignidad humana, el fraude es un atentado contra esa dignidad y preferiríamos sentir el abandono<br />

de nuestro pueblo antes que permitir una afrenta contra su dignidad. (Aplausos.)<br />

Por las mismas razones, porque entendemos que todos los ciudadanos del país y todas las<br />

mujeres de la Nación tienen igual dignidad, hemos extendido a los territorios nacionales el<br />

ejercicio del derecho de votar en las elecciones presidenciales y hemos otorgado a la mujer el<br />

pleno ejercicio de sus derechos cívicos, en igualdad de condiciones que el hombre. (¡Muy bien!<br />

Aplausos prolongados. Los señores legisladores y los concurrentes a las galerías, de pie,<br />

aplauden insistentemente. El señor presidente de la Nación agradece, poniéndose igualmente de<br />

pie.)<br />

Yo no voy a aprovechar este tema para hacer una frase florida y elegante. ¡<strong>La</strong> verdad es que el<br />

tema ha sido definitivamente agotado por nuestros opositores, que se pasaron toda la vida<br />

prometiendo en sus tribunas políticas el voto a la mujer!...<br />

Yo solamente quiero decir a la mujer argentina que ella se ha ganado, desde hace mucho, el<br />

derecho de votar como nosotros: porque ella, como nosotros padeció las angustias de todas las<br />

luchas que cimentaron la independencia nacional; como nosotros trabajó y sufrió construyendo la<br />

grandeza de la patria, y como nosotros salió a la calle a nuestro lado cuando el pueblo se jugó la<br />

carta más brava de su destino contra todas las fuerzas conjuradas por la antipatria, el 17 de<br />

octubre de 1945.<br />

Y permito añadir además que yo tengo fe en las mujeres de mi patria, como reserva moral de la<br />

argentinidad, puesto que ellas, como madres actuales o en potencia, son la raíz de nuestro<br />

pueblo; y si en los hombres veo la fuerza del presente, en las mujeres advierto la grandeza de un<br />

futuro cuya realidad pueden vislumbrar solamente las madres cantando sobre el sueño de sus<br />

hijos y deseando para ellos la gran Argentina que nosotros no podremos contemplar. (Aplausos<br />

prolongados.)<br />

En otro orden de cosas hemos afianzado el sistema republicano y representativo por la sanción<br />

constitucional de un viejo y acariciado anhelo de nuestro pueblo: la elección directa del presidente<br />

y vicepresidente de la nación, así como de los senadores nacionales.<br />

Nuestro sistema federal ha sido por nosotros respetado, afianzado y consolidado.<br />

Siempre en procura de nuestra primera finalidad, la unidad nacional, hemos pensado que ella no<br />

44


sería posible sin poner previamente en pie de igualdad a todas las provincias frente al gobierno<br />

central. Esta igualdad, que antes sólo tuvo un sentido teórico en el orden político, tiene ahora un<br />

indudable sentido práctico, tanto en el orden político como en el orden económico.<br />

Hemos echado los cimientos de un nuevo federalismo: el federalismo práctico que tiene sus bases<br />

en el ordenamiento económico de la Nación.<br />

En otras épocas el sistema federal era un buen tema de discursos parlamentarios. A ese<br />

federalismo declamatorio de ciertos políticos de antaño deben algunas de nuestras provincias el<br />

atraso en que las vemos todavía, a pesar de nuestros esfuerzos.<br />

<strong>La</strong> verdad es que el federalismo que ellos proclamaron según las circunstancias no fue sino un<br />

pretexto político para seguir explotando a las provincias como caudillos, del mismo modo que<br />

explotaban a sus peones en las estancias... ¡porque de otra manera no sería posible comprender<br />

cómo podían de tal modo aferrarse a un federalismo que implica una defensa tan lógica y tan justa<br />

de la propia tierra, los mismos que entregaban a la patria vendiendo su voto de legisladores a los<br />

intereses de cualquier país extranjero!... (Aplausos prolongados.)<br />

Nuestro federalismo tiene un fundamento económico que es técnicamente inobjetable. Cuando<br />

logremos su total realización se verá cómo no puede darse otro federalismo más efectivo dentro<br />

de nuestra unidad nacional.<br />

Nuestras provincias se formaron en virtud de rencillas caudillescas y en cada una de ellas, lo<br />

mismo que en la Capital de la República, se entronizó una oligarquía familiar cuya única y<br />

principal preocupación fue mantenerse en el gobierno provinciano para poder cuidar mejor sus<br />

intereses particulares.<br />

Ellos fueron los que crearon en cada provincia una economía favorable a sus propias economías;<br />

los que crearon regímenes impositivos protectores para el latifundio, porque los dueños de los<br />

mayores latifundios eran ellos mismos; los que impidieron el progreso de las zonas provinciales<br />

que podían competir con la producción de sus campos, de sus fábricas o de sus negocios<br />

personales; los que llegaron incluso a torcer el rumbo de los grandes caminos para que se<br />

valorizaran las tierras que poseían; y para ellos los bancos provinciales eran así como una caja<br />

fuerte que producía dinero para todos sus antojos, como si fuese de su propiedad y no patrimonio<br />

de los ciudadanos que trabajando engrandecían a las provincias. (Aplausos.)<br />

¡Por eso, aunque no le interesaba la defensa de la Nación entera, defendieron tan elocuente al<br />

federalismo!<br />

Como nosotros les hemos arrebatado el poder y lo hemos entregado al pueblo, siguen hablando<br />

de federalismo porque no pueden hablar de los intereses personales que perdieron al volver a la<br />

calle como ciudadanos.<br />

Pero aun tomando el problema en sus aspectos estrictamente técnicos, una provincia no puede<br />

ser políticamente autónoma sin serlo económicamente: y para que la unidad nacional fuese<br />

verdadera, todas las provincias deberían integrarla como unidades políticas y económicas.<br />

El federalismo político fue siempre una mentira desde que no existió nunca un federalismo<br />

económico.<br />

Nosotros hemos creado ya las condiciones básicas para que sea realidad el federalismo que<br />

impone la Constitución Nacional, y esas condiciones consisten:<br />

1º En la distribución equitativa de los bienes económicos del país, de tal manera que sea anulado<br />

el déficit de las provincias menos dotadas;<br />

2º En la reactivación planificada de las provincias que están más lejos de ser unidades<br />

económicas.<br />

Cada provincia argentina tiene en sí misma riquezas inagotables. Nuestro Plan Integral de<br />

Trabajos Públicos tiende a incorporar esas riquezas a la actividad del país, de al manera que<br />

todas las provincias contribuyan al incremento de la rentan nacional que, bien distribuída, significa<br />

la felicidad de todos.<br />

Esto no sólo lo afirmamos como ideal. Lo estamos realizando. En los planes integrales de obras<br />

públicas vamos acercándonos cada vez más al ideal que nos hemos fijado en materia de<br />

prioridades geográficas, asegurando un 20% de obras al Gran Buenos Aires y un 80 % al interior<br />

45


del país.<br />

Nuestro federalismo práctico no ha descuidado tampoco aquellos aspectos de orden político sobre<br />

los cuales tanto han hablado nuestros prodecesores para ocultar la realidad, que era,<br />

precisamente, lo contrario del federalismo. <strong>La</strong>s intervenciones que nosotros hemos decretado han<br />

tenido siempre la alta finalidad de eliminar gobernantes que, aun siendo hombres de nuestro<br />

movimiento, intentaban entronizar nuevamente procedimientos y vicios semejantes a los que<br />

motivaron nuestro movimiento en 1943.<br />

Nuestras intervenciones federales han sido las absolutamente imprescindibles como para<br />

restaurar el imperio de la voluntad popular y han limitado su tarea a la normalización de los<br />

procedimientos y del clima democrático necesario para que el pueblo volviese a elegir sus propios<br />

gobernantes. (Aplausos.)<br />

Todas estas cosas me llevan nuevamente al tema de la realidad e nuestro federalismo; y si insisto<br />

es para dejar perfectamente bien definida nuestra posición, que juzgará la historia mejor que<br />

nosotros mismos: el federalismo que nosotros queremos para nosotros y para nuestros hijos, y<br />

que estamos practicando, es aquel que realiza la unidad nacional por la integración de provincias<br />

que deben ser, no sólo unidades políticas, sino también unidades económicas.<br />

El gobierno central, en nuestra concepción del federalismo práctico, planifica para todo el país en<br />

orden a los objetivos básicos de la doctrina nacional y las provincias tienen a su cargo la ejecución<br />

de la parte que les toca en los planes generales sin perjuicio de la plena libertad que poseen para<br />

el logro de sus propios fines.<br />

Queremos que cada habitante de cualquier provincia del país se sienta orgulloso de su nombre de<br />

provinciano, del mismo modo que se siente orgulloso de su egregio apellido de argentino.<br />

(Aplausos.)<br />

En el mismo orden político y siempre luchando en procura del gran objetivo: la unidad nacional,<br />

hemos definido constitucionalmente algunos principios defensivos de aquella unidad.<br />

<strong>La</strong> soberanía de la Nación no sólo debe ser defendida en las fronteras.<br />

El mundo se ha achicado de tal manera en virtud del progreso extraordinario en las<br />

comunicaciones de todo orden y las nuevas doctrinas de la humanidad en que nos toca vivir ha<br />

adoptado tales formas de lucha para dominar al mundo, que los pueblos no pueden sobrevivir si<br />

no se aprestan a crear nuevas formas de defensa adecuadas a la nueva técnica de las fuerzas de<br />

dominación.<br />

Del mismo modo que un ejercitó sólo puede ser vencido por otro ejercitó, una doctrina no puede<br />

ser combatida sino con otra doctrina. (Aplausos.)<br />

En este momento se disputan el predominio del mundo de una parte el capitalismo y de otra parte<br />

el comunismo.<br />

Nosotros, que poseemos una doctrina nacional que no es capitalista ni es comunista, hemos<br />

creado en la Constitución Nacional los medios necesarios para defendernos de esos dos<br />

extremos.<br />

Para ello hemos prohibido la explotación del hombre por el hombre; hemos creado y realizado los<br />

Derechos del trabajador (aplausos); hemos establecido que la propiedad privada tiene una función<br />

social que cumplir; que el capital debe estar al servicio de la economía nacional y tener como<br />

objeto el bienestar social.<br />

Y para asegurarnos definitivamente contra la acción de sistemas que pueden atentar contra el<br />

sistema que nuestro pueblo ha querido darse para vivir, hemos establecido que: "El Estado no<br />

reconoce libertad para atentar contra la libertad (aplausos), ni reconoce organizaciones nacionales<br />

o internacionales que atenten contra el sistema democrático que inspira a nuestra Constitución."<br />

Estas normas constitucionales corresponden a la doctrina que siempre hemos expuesto al pueblo<br />

y que el pueblo ha aceptado con la decisión de su voluntad desde el día que nos otorgó la<br />

autoridad y el poder para cumplirla.<br />

Vemos, por otra parte, con profunda satisfacción, cómo cada vez son menos los ciudadanos que<br />

se definen por sistemas extraños a nuestra tradición democrática; y aunque ello en parte se debe<br />

a la situación de bienestar económico reinante, no es menos cierto que fundamentalmente se<br />

46


debe a la aceptación por parte del pueblo de nuestra doctrina, que dentro de un orden cristiano de<br />

valores "supera las concepciones materialistas exaltando los valores del espíritu"y asigna al<br />

hombre una dignidad superior aspirando a que él logre sus altos destinos en una sociedad<br />

organizada con justicia. (Aplausos.)<br />

Principios subsidiarios de aquellos fundamentales son también, en nuestra doctrina, "el<br />

afianzamiento de las libertades fundamentales de las instituciones y de los ciudadanos dentro del<br />

respecto y acatamiento de la ley; el fundamento ético de todas las actividades humanas; el sentido<br />

de abnegación y sacrificio en beneficio de los intereses permanentes de la Nación y los comunes<br />

intereses de la sociedad; la exaltación del sentido de la responsabilidad social que cada argentino<br />

ha de poseer en grado extraordinario; el ordenamiento equilibrado de los valores humanos; el<br />

concepto de que la libertad, que sólo da derechos, es negativa y peligrosa; la norma de la<br />

colaboración y solidaridad social para el mejor logro de los fines del justicialismo, y, por fin, el<br />

respeto por los ciudadanos y por las instituciones políticas o religiosas que no atentan contra la<br />

seguridad del Estado democrático". (Aplausos.)<br />

Una doctrina nacional así fundamentada, con objetivos básicos, tales como los que abren la<br />

portada de nuestra Constitución, es la mejor defensa que podemos ofrecer frente al ataque de las<br />

doctrinas que se disputan el dominio del mundo.<br />

Muy poderosas tendrán que ser en lo futuro las fuerzas que intenten su destrucción para que la<br />

unidad nacional, cimentada tan hondo, pueda correr peligro.<br />

Yo me he preguntado muchas veces, frente al espectáculo de un mundo cuyas naciones se van<br />

disgregando por la acción interna de doctrinas extrañas, qué habría sido de nosotros si esta hora<br />

tremenda de la humanidad no hubiese encontrado en la República Argentina un pueblo unido por<br />

el trabajo, por la alegría de vivir; un pueblo optimista y sano de espíritu, capaz de tener grandes<br />

ideales y de jugarse por ellos; un pueblo con dignidad sobre todo, que es la única fuerza que<br />

puede salvar a los pueblos de su destrucción aunque caiga derrotado por la fuerza de las armas.<br />

¡Y le doy gracias a Dios de ser el presidente de un pueblo como el nuestro en este momento en<br />

que tal vez su realidad sea la última esperanza del mundo! (Los señores legisladores y ministros,<br />

de pie, así como también el público de las galerías, aplauden en forma prolongada, agradeciendo,<br />

igualmente de pie, el señor presidente de la Nación.) para hacer efectiva la unidad nacional y<br />

conducir el país hacia sus grandes objetivos logrando la coincidencia previa de la gran mayoría de<br />

los argentinos, además de lo que ya hemos señalado como realidad, era menester que el mismo<br />

gobierno se organizase con vistas a la tarea enorme que nos habíamos propuesto.<br />

Hoy puedo anunciar a vuestra honorabilidad que el gobierno tiene ya una organización que<br />

corresponde a las realidades de la hora.<br />

Faltará tal vez que se armonicen algunos detalles de los nuevos organismos, detalles que van<br />

siendo coordinados sobre la marcha, pero ya la organización básica está en condiciones de servir<br />

a todas las necesidades e intereses del pueblo y del Estado.<br />

Veinte ministerios trabajan febrilmente en la tarea de administrar el país y en grado creciente de<br />

coordinación van logrando la unidad necesaria para una acción cada vez más efectiva.<br />

Puedo afirmar sin jactancia alguna ante mi pueblo, que en este momento de la historia política<br />

argentina el presidente de la República gobierna real y efectivamente al país, dirigiendo la acción<br />

del Poder Ejecutivo en todos los órdenes: político, económico y social, gracias a la nueva<br />

organización del gobierno; y ello le permite también asumir la plena responsabilidad de todos los<br />

actos del poder Ejecutivo. ( Aplausos.)<br />

¡Han pasado los tiempos en que ocho ministros, trabajando cada uno por su cuenta, hacían firmar<br />

decretos a un presidente de la Nación!<br />

Nuestro gobierno está organizado de tal manera que no puede actuar sino con absoluta unidad de<br />

criterio, siempre orientado hacia la primera y gran finalidad cuya realidad lograda queremos<br />

consolidar definitivamente.<br />

Sabemos que aun pueden cometerse errores.<br />

¡Trabajamos con elementos humanos! Pero sabemos también que esos errores son cada vez<br />

menos lesivos para el país y menores en cantidad desde que hemos perfeccionado al máximo<br />

47


posible la información técnica que nos permite actuar cada vez con menos posibilidad de<br />

equivocarnos.<br />

En este sentido hemos creado en el gobierno conciencia de que habitualmente se procede tan<br />

bien o tan mal, como bien o mal informado se esté... ¡y puedo afirmar que nuestros predecesores<br />

no conocían el país que intentaban gobernar! (Aplausos.)<br />

En otro orden cosas hemos creado los organismos necesarios para realizar el control de la<br />

honradez en la función pública.<br />

En estos cuatro años no hemos dudado nunca el proceder con energía contra quienes, al amparo<br />

de sus cargos de funcionarios responsables, creyeron que podían jugar a su antojo con los bienes<br />

del pueblo... (aplausos) y todo el país ha comprobado cómo, frente al delito, el gobierno peronista<br />

procede siempre de la misma manera, aun ante quienes se titularon sus amigos y no hicieron<br />

honor ni a la amistad, ni al peronismo, ni a la patria. (Aplausos.)<br />

Antes un delito contra el estado o contra el país era denunciado a veces, únicamente a veces, por<br />

la oposición... ¡por lo general, cuando no le daban parte en las utilidades! ( Aplausos.)<br />

Ahora, si se comete algún delito, nosotros lo investigamos, nosotros lo denunciamos y nosotros<br />

mandamos a sus autores a la justicia.<br />

Esto no tiene otra razón de ser que la promesa que hicimos al pueblo en 1943 y que ratifiqué en<br />

este mismo recinto en primer mensaje de 1946.<br />

<strong>La</strong> organización del gobierno necesaria para la conquista y consolidación de la unidad nacional se<br />

traduce en el orden interno por la organización del país y en el orden externo por el ejercicio de<br />

una política internacional orgánica y bien definida.<br />

Puedo proclamar hoy, ante vuestra honorabilidad, que el país está organizado.<br />

Esta tarea ha sido fundamentalmente realizada durante el año fenecido por la reforma de las<br />

constituciones provinciales, que responden ahora a las normas generales de la Constitución<br />

justicialista.<br />

En el orden político, el país está organizado de tal modo que no vivirá ya permanentemente<br />

afectado por continuos procesos electorales que perturban la tarea de gobernar.<br />

En el orden social, los principios que nosotros hemos llevado al pueblo han sido incorporados<br />

como realidades aceptadas por el pueblo, como ley fundamental en todas las constituciones<br />

provinciales.<br />

En el orden económico, los principios de nuestro sistema rigen en todas las constituciones<br />

provinciales como normas de aplicación local.<br />

Si el país está organizado en el orden constitucional, lo mismo podemos decir en lo que se refiere<br />

a otros aspectos de singular importancia.<br />

En materia de obras públicas hemos creado por primera vez en el país un régimen de<br />

coordinación nacional, y a medida que sus previsiones se van cumpliendo, puede advertirse ya<br />

cómo el desorden que encontramos se va transformando progresivamente en orden.<br />

Antes, cada provincia y cada ministerio construía dónde y cómo quería las obras que se les<br />

antojaba construir. En un país organizado eso no puede ser. Debe existir un organismo de<br />

coordinación que ordene los planes generales de trabajos públicos de la Nación; de las provincias,<br />

y aun de los municipios, para evitar superposiciones y excesos o para subsanar los defectos<br />

propios de toda planificación.<br />

Un país organizado debe tener un plan permanente de trabajos públicos. Nosotros hemos sido los<br />

primeros en trabajar con un plan orgánico y esperamos que nuestro ensayo, aun con todas sus<br />

deficiencias, sirva de ejemplo a los futuros gobernantes de la Nación. (Aplausos.)<br />

Como manifestación lógica de la unidad nacional lograda en el orden interno exhibimos en el<br />

orden internacional una situación distinta de la que poseíamos cuando no presentábamos al<br />

mundo el espectáculo de un país sólidamente unido en todos sus aspectos.<br />

En este momento podemos afirmar que, gracias a la unidad permanente de nuestra acción, el<br />

nombre de la República Argentina es conocido y respetado en todos los pueblos de la tierra.<br />

48


(Aplausos.)<br />

En esto ha tenido preponderante influencia, es verdad, nuestra posición de absoluta<br />

independencia frente a todos los países que integran el consorcio de las naciones del mundo;<br />

independencia que no es aislamiento, sino soberanía, vale decir, personalidad propia que nosotros<br />

hemos puesto al servicio de la humanidad como la mejor contribución para la paz y la felicidad de<br />

los hombres. (Aplausos.)<br />

<strong>La</strong> opinión de un país tiene valor únicamente cuando posee aquella personalidad. En los demás<br />

casos puede ser un voto más en las grandes asambleas internacionales, pero no es una opinión<br />

válida y fecunda para la paz del mundo.<br />

Nosotros tenemos ya la personalidad internacional necesaria y suficiente como para poder dar<br />

opiniones que constituyan alguna esperanza de solución en los graves problemas que afectan a<br />

las naciones.<br />

Alejados como estamos por nuestra misma doctrina nacional de los extremos ideológicos de la<br />

humanidad, nuestra vos tiene los caracteres de serenidad y de ecuánime autoridad que necesitan<br />

para e sea escuchada respetuosamente por aquellos extremos como una vos libre de todo<br />

compromiso. (Aplausos.)<br />

Libre de toda atadura material de orden económico y de toda atadura a los extremos ideológicos,<br />

la república argentina puede hablar con igual altura moral frente a todos los países del mundo; y<br />

nuestra tercera posición justicialista nos permite buscar y hallar siempre las coincidencias<br />

necesarias como para que en esa tercera posición la humanidad encuentre su camino.<br />

No estamos ya tan solos en este intento idealista que venimos realizando en nuestro país desde<br />

1943 y que ofrecimos al mundo como solución en 1947.<br />

Progresivamente hemos visto cómo han ido adhiriendo a nuestra concepción política, económica y<br />

social destacados dirigentes y pensadores de todos los países.<br />

Y reconociendo o no el origen argentino de esta doctrina, son cada vez más numerosos los<br />

hombres que en todos los pueblos no ven otra solución para lograr la paz que en una tercera<br />

posición distinta de la que significan el comunismo y el capitalismo. (Aplausos).<br />

Esta es, por otra parte, la solución que hemos dado al problema y realizado en nuestro país y que<br />

nuestra constitución ha sellado definitivamente.<br />

Que es solución no lo demuestra la realidad concreta de nuestro pueblo, que se siente feliz<br />

porque puede trabajar con dignidad; porque el capital ha sido humanizado; porque la propiedad, el<br />

capital y las riquezas son ahora bienes individuales en función social; porque ha desaparecido la<br />

explotación capitalista del hombre y toda clase de explotación humana; y que es verdadera<br />

solución nos lo demuestra fehacientemente el hecho de que progresivamente, con la realización<br />

de nuestros planes, ha ido desapareciendo la reacción comunista, que ha dejado de tener entre<br />

nosotros los argumentos valederos que posee, en los países capitalistas, para ganar adeptos.<br />

(Aplausos prolongados.)<br />

Tal vez será necesario en este momento alguna pequeña aclaración con respecto a este aspecto<br />

de nuestra tercera posición, a fin de evitar malas interpretaciones. <strong>La</strong> tercera posición no es<br />

manera alguna una posición de neutralidad frente a los problemas políticos, económicos y<br />

sociales de mundo contemporáneo.<br />

Es en cambio una actitud positiva que se ofrece a la humanidad como solución de sus problemas.<br />

Tal como están las cosas en este momento de 1950, puede ya afirmarse que el mundo marcha<br />

hacia una cierta unificación política. Basta considerar para ello diversas circunstancias entre las<br />

cuales se destacan el alto poder de las armas modernas, el acercamiento e interdependencia<br />

cada vez mayor entre las naciones, la reducción del número de potencias que prácticamente ha<br />

creado en el mundo un solo frente de dos naciones en alto grado poderosas.<br />

<strong>La</strong> guerra de 1914 redujo el número de potencias mundiales a unas pocas...la de 1939 nos dejó<br />

dos grandes potencias divididas no sólo por razones políticas, económicas o sociales, sino aún<br />

por razones ideológicas.<br />

Pensar que pueden coexistir ambas potencias, que más que potencias son sistemas de vida en un<br />

mundo cuyas comunicaciones lo han hecho tan pequeño, es pensar un imposible.<br />

49


Ambos sistemas tratan de infiltrase mutuamente y la verdad es que ninguno de los dos ofrece al<br />

hombre perspectivas de felicidad tan elocuentes como para estar seguro de no ser infiltrado por el<br />

sistema opuesto.<br />

En este sentido es indudable que el sistema comunista tendría mayores posibilidades de ganar el<br />

mundo occidental desde que el sistema capitalista no puede ofrecer otra doctrina que el fracasado<br />

individualismo liberal, mientras deja abiertos por otra parte los flancos, que son, fuera de los<br />

Estados Unidos, pueblo agobiados por la miseria y por el hambre, aliados por la desesperación<br />

con cualquier otro sistema que se les ofrezca. (¡Muy bien! Aplausos prolongados. Los señores<br />

legisladores y los concurrentes a las galerías, de pie, aplauden insistentemente. El señor<br />

presidente de la Nación agradece poniéndose igualmente de pie.)<br />

En su marcha tal vez irremediable hacia una cierta unificación política las naciones no pueden<br />

elegir sino muy pocos caminos.<br />

Si consideramos las posibilidades del mundo occidental en cuyo campo nos hallamos<br />

geográficamente ubicados, advertimos que no le quedan sino dos caminos: o la guerra, de cuyas<br />

consecuencias quedaría una sola potencia sobre un mundo totalmente destruido, o la modificación<br />

de sus estructuras ideológicas, con la consecuente reforma en los órdenes político, económico y<br />

social.<br />

Del lado comunista también pueden darse dos caminos: o la guerra o bien la infiltración ideológica<br />

del mundo occidental.<br />

Advertimos con facilidad que el occidente no puede ganar ideológicamente en las actuales<br />

circunstancias al mundo comunista; y que al mundo comunista no le interesa modificar en las<br />

actuales circunstancias sus estructuras económicas, sociales y políticas.<br />

No queda, pues, para occidente otra solución que renunciar a su concepción individualista si<br />

quiere oponer una valla eficaz al avance ideológico del comunismo y ponerse a mitad de camino<br />

del extremo ideológico oriental si quiere sobrevivir. (Aplausos prolongados.)<br />

En esa mitad del camino creemos nosotros que puede estar una solución para la paz.<br />

En el orden político, la tercera posición implica poner la soberanía de las naciones al servicio de la<br />

humanidad en un sistema cooperativo de gobierno mundial.<br />

En el orden económico la tercera posición es el abandono de la economía libre y de la economía<br />

dirigida por un sistema de economía social al que se llega poniendo el capital al servicio de la<br />

economía. (Aplausos prolongados.)<br />

Y en el orden social la tercera posición entre el individualismo y el colectivismo es la adoptación<br />

de un sistema intermedio cuyo instrumento básico es la justicia social.<br />

Esta es nuestra tercera posición, que ofrecemos al mundo como solución para la paz. (Aplausos.)<br />

Cuando pienso que nosotros hemos sido los primeros en anunciar esta solución a los hombres; y<br />

cuando compruebo que hemos sido los primeros en realizarla, no puedo menos que confirmar mi<br />

fe en los altos destinos que Dios ha querido signar asignar a nuestra Patria: y mi alma se<br />

estremece de emoción pensando que puede no estar lejano el día en que la humanidad, para<br />

poder vislumbrar en su noche alguna estrella, tenga que poner sus ojos en la bandera de los<br />

argentinos. (Prolongados aplausos de los señores legisladores y ministros, puestos de pie, y del<br />

público de las galerías en igual forma, lo que agradece el señor presidente de la Nación<br />

poniéndose también de pie.)<br />

<strong>La</strong> tercera posición adoptada por la República Argentina como posición ideológica de paz, produce<br />

la gran unidad de acción en su política exterior, que complementa magníficamente nuestra unidad<br />

nacional y que es, por otra parte, su consecuencia lógica.<br />

Con criterio de estricta justicia hemos actuado en la organización mundial de las Naciones Unidas<br />

y en la Organización de los Estados Americanos.<br />

Nuestra tarea de cooperación en este sentido ha sin duda extraordinaria; y no necesito recordar a<br />

vuestra honorabilidad los hechos que prueban mi afirmación.<br />

Consecuentes con nuestra tercera posición en el orden político hemos puesto así nuestra<br />

soberanía al servicio de la humanidad.<br />

50


No hemos olvidado, sin embargo, en ningún momento nuestros derechos soberanos sobre los<br />

territorios cuya posición se nos discute.<br />

En cada ocasión propicia la República Argentina ha manifestado las razones que la asisten para<br />

reclamar la posesión de las Islas Malvinas y ha reafirmado sus derechos sobre las islas Georgia<br />

del Sur, Sándwich y sobre la Antártida Argentina. (Se ponen de pie y aplauden insistentemente los<br />

señores legisladores y ministros, así como el público de las galerías, agradeciendo al señor<br />

presidente de la Nación igualmente de pie.)<br />

Por otra parte hemos creado en la ciudadanía del país clara conciencia de todos sus derechos; de<br />

tal manera que ya ningún argentino ignora que la unidad geográfica nacional termina en el mismo<br />

polo austral del mundo.<br />

En el orden económico de nuestras relaciones internacionales hemos subscripto convenios con<br />

una serie numerosa de países.<br />

Nuestras relaciones comerciales con los países del mundo se han multiplicado<br />

extraordinariamente en cuanto a la cantidad de naciones que se han vinculado económicamente<br />

con la nuestra.<br />

Ya no somos el país que encontramos en 1946 sometido a las veleidades de unos compradores.<br />

(Aplausos.)<br />

Prácticamente comerciamos con todo el orbe que conoce nuestra posición de nación soberana<br />

que puede disponer como quiere de sus riquezas y de sus productos.<br />

Estos son los aspectos generales de la acción que en el orden político interno internacional ha<br />

desarrollado mi gobierno.<br />

Yo lo expongo a vuestra honorabilidad, y en su detalle relativo al año 1949 están a disposición de<br />

los señores legisladores en el apartado especial que contiene la memoria anual de todos los<br />

ministerios.<br />

<strong>La</strong> unidad nacional en el orden político ha sido pues lograda por nosotros.<br />

<strong>La</strong> República Argentina tiene una doctrina nacional para su marcha en el orden interno y la misma<br />

doctrina guía sus pasos en el orden internacional.<br />

Cada argentino sabe ahora lo que quiere y adónde va como argentino y tiene en sus manos el<br />

instrumento de su propio destino.<br />

No hemos hecho otra cosa que lo que queríamos en 1946.<br />

Por eso yo me permito recordar con emoción a mis conciudadanos una frase de mi primer<br />

mensaje: "Mi empresa es alta y clara mi divisa, mi causa es la causa del pueblo; mi guía es la<br />

bandera de la patria."(insistentes aplausos de los señores legisladores, señores ministros, y<br />

público concurrente, puestos de pie. El señor presidente de la Nación también de pie, agradece<br />

las manifestaciones de adhesión.)<br />

Sr. Presidente. - Invito a la Honorable Asamblea a pasar un breve cuarto intermedio.<br />

-Así se hace, siendo las 9 y 30.<br />

-Siendo las 9 y 45, Continúa la sesión de Asamblea.<br />

-El excelentísimo señor presidente de la Nación continúa la lectura de su mensaje:<br />

En el orden económico nuestra acción se ha cumplido también hacia la conquista de nuestra<br />

primera finalidad: la unidad nacional.<br />

Entre los objetivos que nos fijamos para lograrla, nuestra doctrina señala, además del objetivo<br />

político, que es la soberanía política, un objetivo social que es la justicia social y un objetivo<br />

económico que es la independencia económica.<br />

En este orden cosas, el objetivo económico tiene para nosotros la importancia de lo que, siendo<br />

fundamental, permitió levantar sobre sus estructuras el edificio de la realidad política y de la<br />

realidad social que estamos construyendo.<br />

Están tan íntimamente unidos entre sí nuestros tres objetivos básicos, que no podríamos afirmar<br />

que hemos logrado uno de ellos sin conquistar al mismo tiempo los otros dos; y la unidad nacional<br />

51


tampoco sería posible sin las tres condiciones reunidas de justicia social, soberanía política y<br />

liberación económica. (Aplausos.)<br />

Por eso la constitución justicialista ha incorporado a su Preámbulo nuestra irrevocable decisión de<br />

ser una nación - vale decir, una unidad nacional- socialmente justa, económicamente libre y<br />

políticamente soberana. (Aplausos prolongados.)<br />

Existe sin embargo un cierto orden de prioridad entre los distintos objetivos que nos hemos<br />

señalado para lograr la unidad nacional. (Aplausos.)<br />

Ya he dicho que para conseguir esta unidad era menester conseguir la coincidencia de todos los<br />

argentinos destruyendo las barreras que los separaban entre sí y de sus instituciones básicas.<br />

Una de estas barreras era indudablemente la que representaba las injusticias que la oligarquía<br />

capitalista cometía explotando a los trabajadores con la complicidad o la indiferencia de los<br />

poderes encargados, como autoridad, del ejercicio de la justicia distributiva. (Aplausos.)<br />

Por otra parte no es posible considerar que un pueblo es políticamente soberano cuando en su<br />

seno hay hombres privilegiados y hombres explotados. (Aplausos.)<br />

¡No puede ser libre un pueblo cuya inmensa mayoría de hombres es de esclavos, del mismo<br />

modo que no puede ser jamás sojuzgado un pueblo de hombres libres! ¡<strong>La</strong> libertad de un pueblo<br />

reside en cada uno de los hombres y frente a esa libertad ningún poder de la tierra puede<br />

prevalecer! (Aplausos.)<br />

De allí que la justicia social, base de la libertad política, ha sido nuestro gran objetivo.<br />

Pero la justicia social no puede ser realizada por el gobierno de una nación que no posea el<br />

dominio de sus propias riquezas desde que la justicia social es fundamentalmente una tarea de<br />

retribución de bienes y, ante todo, de bienes materiales.<br />

Intentar la realización de la justicia social sin la previa o concomitante toma de posesión del<br />

manejo de las riquezas de la Nación hubiese sido locura imperdonable.<br />

Hubiésemos terminado tal como lo deseaban nuestros adversarios: ¡con el absoluto desprecio de<br />

nuestro pueblo!....<br />

Para realizar nuestro objetivo de justicia social advertimos en seguida que nos era necesario y<br />

urgente modificar la estructura interna de nuestra economía.<br />

<strong>La</strong> economía del país era una economía capitalista, vale decir, una economía de explotación de<br />

todos los valores del país en todos sus órdenes.<br />

El capitalismo no es otra cosa que el capital deshumanizado que no tiene otro afán que el de<br />

crecer a costa de cualquier cosa, ¡aun a costa de la explotación del hombre!<br />

Para cambiar de sistema vimos que era necesario invertir el orden de las cosas haciendo que la<br />

economía nacional que entonces servía al capital lo subordinase de tal manera que el capital<br />

sirviese a la economía de la Nación. (Aplausos.)<br />

Parece fácil hacerlo porque es fácil decirlo. ¡Pero sólo Dios sabe cuánto nos ha costado realizar<br />

esa total inversión de sistema!<br />

Aun seguimos luchando y sin duda la lucha continuará hasta que desaparezcan del escenario<br />

nacional las mentalidades egoístas que produjo el liberalismo económico. (Aplausos.)<br />

En cuanto anunciamos nuestro programa económico toda la oligarquía capitalista del país se puso<br />

en nuestro camino para atajarnos y nos acusó de hacer economía dirigida. Siempre dije que ése<br />

no era nuestro propósito. Tal vez recién ahora pueda dar las pruebas de mi afirmación, porque el<br />

panorama de las realidades está a la vista de todos los argentinos; y porque nuestras<br />

concepciones en esta materia han sido fijadas constitucionalmente.<br />

Por otra parte, recién ahora, en diversas partes del mundo se nos empieza a dar la razón porque,<br />

ante la imperiosa necesidad de revisar los defectos del sistema capitalista para enfrentar con éxito<br />

al sistema económico comunista, se advierte que la solución no está en ninguno de los dos<br />

extremos sino en nuestra solución que pudiendo definirse como "economía social"es, en el orden<br />

económico, la tercera posición. (Aplausos.)<br />

Para realizar la economía social, vale decir, para poner el capital al servicio de la economía<br />

52


nacional dándole como principal objeto el que representa el bienestar social, era menester que<br />

modificásemos algunos conceptos liberales y burgueses acerca de la propiedad.<br />

Por eso en nuestra concepción económica la propiedad no es un derecho individual absoluto, sino<br />

relativo, desde que tiene la propiedad no solamente una función individual que cumplir sino una<br />

función social. (Aplausos.)<br />

Puestas, pues, las cosas en su lugar, capital y propiedad individuales en función social, nuestra<br />

economía dejó de ser individualista sin pasar a ser colectivista, poniéndose de este modo en el<br />

justo medio que nos permite calificarla y denominarla con el nombre de economía justicialista.<br />

(Aplausos.)<br />

Con estos principios básicos hemos procedido en el orden de nuestra economía interna.<br />

Todas nuestras medidas económicas van dirigidas a lograr que esos principios tengan realidad,<br />

sobre todo en aquellos aspectos que se relacionan más directamente con el bienestar y la<br />

felicidad de nuestro pueblo, cuyo trabajo ha sido así justicieramente valorizado como debía ser en<br />

una sociedad como la nuestra que se precia de ser civilizada.<br />

Pero, señores, en cuanto comenzamos la tarea de modificar la estructura económica interna; en<br />

cuanto entramos tan sólo superficialmente al estudio de sus factores determinantes, nos dimos<br />

cuenta de que nuestra economía era manejada desde fuera del país y que esa dependencia nos<br />

impediría cumplir nuestro propósito.<br />

Así, por ejemplo, para retribuir con justicia el trabajo de nuestros agricultores necesitábamos tener<br />

el manejo del sistema de comercialización de los granos, que era propiedad de un monopolio<br />

internacional; necesitábamos tener el manejo de los transportes terrestres y marítimos porque en<br />

manos extranjeras esos mismos transportes debían rendir utilidades a capitales extraños a costa,<br />

sin duda, del productor rural; y necesitábamos, por la misma razón, tener el manejo de seguros y<br />

reaseguros, de los elevadores de granos, de los puertos, etc.<br />

Para poder, en otro orden de cosas, retribuir mejor el trabajo de los obreros argentinos<br />

necesitábamos industrializar el país, y para ello era menester que tuviésemos el manejo de los<br />

créditos bancarios y el régimen de cambios, además de todo lo que señalamos como necesario<br />

para la justa retribución del trabajador agrario. (Aplausos.)<br />

Para realizar la reactivación económica de todo el país era menester realizar ingentes y enormes<br />

obras públicas y para ello necesitábamos tener el manejo del dinero, en la misma forma que nos<br />

eran necesarios los ferrocarriles, los puertos, la flota mercante, etc. (Aplausos.)<br />

Cuando pensamos solamente todo cuanto era necesario hacer para conseguir una cosa tan<br />

simple en apariencia como es la inversión del sentido de nuestra economía poniendo el capital a<br />

su servicio, nos dimos cuenta de que hacer todo eso significaba nada más pero nada menos que<br />

la misma independencia económica del país. (Aplausos.)<br />

Y atraídos por el ideal cuya fuerza era superior a toda resistencia, nos lanzamos a la lucha.<br />

<strong>La</strong> posguerra nos presentaba una magnífica oportunidad, y la aprovechamos.<br />

En la historia argentina se han dado únicamente dos momentos propicios para hacer lo que<br />

nosotros hicimos: 1919 y 1946. (Aplausos.)<br />

En 1919 los que hoy nos atacan perdieron la oportunidad que nosotros nos perdimos en 1946.<br />

(Aplausos.) Tal vez ello ocurrió así porque quienes están acostumbrados a vender y a entregarse<br />

no pueden de golpe comprar ni reconquistar.<br />

Nosotros vimos la oportunidad. <strong>La</strong> previmos desde mucho tiempo antes. ¡Y la aprovechamos!<br />

Tuvimos tal vez el grado necesario de valor como para jugarnos todo a una sola carta.<br />

Y Dios se hizo criollo para premiar nuestra fe! (¡Muy bien! Los señores legisladores y ministros,<br />

como también el público de las galerías, de pie, aplauden insistentemente al señor presidente de<br />

la Nación, quien agradece las manifestaciones.)<br />

Para hacer todo cuanto nos que no teníamos; la única solución era conseguirlo por los mismos<br />

medios con que nuestros explotadores extranjeros se habían convertido en capitalistas<br />

internacionales, por medio de los bancos cuyos créditos ilimitados utilizaban y por la<br />

comercialización de la riqueza nacional.<br />

53


Nosotros hicimos simplemente lo mismo.<br />

Los grandes capitalistas y los grandes monopolios que tuvo que soportar el país durante un siglo<br />

no hicieron otra cosa que eso para enriquecerse. Para comprara riquezas aquí o en el extranjero<br />

utilizaban en primer lugar el dinero de los bancos argentinos o de los bancos extranjeros<br />

existentes en el país, que eran extranjeros de nombre porque todo el dinero que manejaban era<br />

de los argentinos; y en segundo lugar, utilizaban el dinero que les producía las cosechas, los<br />

ganados y las demás riquezas argentinas, que compraban al precio que querían y vendían<br />

ganando diez, cien y mil veces sobre el precio que pagaban. (Aplausos.)<br />

Si ellos lo hacían para enriquecerse ellos y gastar después ese dinero argentino en el extranjero a<br />

costa del sufrimiento y la explotación de nuestro pueblo, ¿por qué no íbamos a poder hacerlo<br />

nosotros que necesitábamos hacerlo para modificar la estructura económica del país y convertirlo<br />

en un país socialmente justo, en cuya dilatada extensión todos los hombres supiesen lo que es la<br />

dignidad humana, primera condición de la felicidad? (Aplausos.)<br />

Por eso tomamos el sistema bancario en nuestras manos. Y por eso tomamos en nuestras manos<br />

el monopolio del comercio exterior.<br />

Con el dinero argentino de los bancos y con el dinero argentino que nos produjeron los buenos<br />

negocios que hicimos con la venta de nuestra producción, pagando, sin embargo, buenos precios<br />

a nuestros productores, compramos todo lo que necesitábamos para tener el dominio total de la<br />

economía nacional.<br />

Lo primero que recuperamos fue nuestra deuda exterior, por cuya existencia pagábamos millones<br />

de pesos en concepto de intereses.<br />

Compramos luego los ferrocarriles, los teléfonos, los puertos, los transportes aéreos y marítimos,<br />

los seguros y reaseguros, los servicios de gas, de obras sanitarias, los elevadores de granos,<br />

innumerables usinas eléctricas del país, etc. (Los señores legisladores y ministros, de pie, así<br />

como también el público de las galerías, aplauden en forma prolongada, agradeciendo, igualmente<br />

de pie, el señor presidente de la Nación.)<br />

Me permito repetir estas cosas ante vuestra honorabilidad, porque en estas realizaciones estriba<br />

el orgullo de mi gobierno; y en este mensaje que ha dedicado al héroe máximo de la<br />

independencia política pienso que nada ha de ser tan grato a su espíritu en la inmortalidad como<br />

la simple enumeración de todo cuanto nosotros hemos hecho para que aquella independencia<br />

política se coronase con nuestra independencia económica. (¡Muy bien! Aplausos prolongados.<br />

Los señores legisladores y los concurrentes a las galerías, de pie, aplauden insistentemente. El<br />

señor presidente de la Nación agradece poniéndose igualmente de pie.)<br />

Recuerdo siempre que en cierta oportunidad, en 1945, hablando con algunas personas vinculadas<br />

a la economía privada, me referí a la independencia económica y mencioné las necesidades de<br />

hacer todo esto. Uno de mis oyentes, a quien no puede convencer que todo eso era posible, se<br />

retiró diciéndome, más o menos, que yo estaba loco. (Risas.)<br />

A cinco años escasos de aquella fecha desearía preguntarle si sigue creyendo que estoy loco...<br />

(prolongados aplausos de los señores legisladores y ministros, puestos de pie, y del público de las<br />

galerías en igual forma, lo que agradece el señor presidente de la Nación poniéndose también de<br />

pie), ¡aunque cuando serenamente medito en todo cuanto nos ha costado realizar nuestros<br />

sueños debo reconocer que, efectivamente, en 1945 la independencia económica no podría<br />

parecer sino una locura!...<br />

Es lo que todavía no pueden reconocer nuestros adversarios.<br />

Es lo que todavía no alcanza a comprender la prensa "seria" del país.<br />

Ellos no pueden concebir que hayamos conquistado la independencia económica sin ellos... y aun<br />

a pesar de ellos.<br />

Y como no lo pueden concebir, nos están anunciando permanentemente próximos y definitivos<br />

descalabros. Desde que estamos en el gobierno vienen anunciando nuestra caída vertical<br />

económica y política. (Aplausos.)<br />

Olvidan que nuestra fuerza es el pueblo. El pueblo es gran motor que nos ha permitido hacer todo<br />

cuanto hemos hecho, a pesar de ellos.<br />

54


Ellos siguen esperando que cedamos al fin y contratemos algún empréstito. No se acuerdan que<br />

yo ha afirmado que me cortaré las manos (se ponen de pie y aplauden insistentemente los<br />

señores legisladores y ministros, así como el público de las galerías, agradeciendo el señor<br />

presidente de la Nación, igualmente de pie) antes de poner mi firma en el acta de ninguna cosa<br />

que signifique un préstamo a mi país.<br />

Ellos saldrían gozosos a la calle a proclamarlo con pitos y sirenas si yo cumpliese la palabra que<br />

tengo empeñada definitivamente. ( Insistentes aplausos de los señores legisladores, señores<br />

ministros y público concurrente, puestos de pie.<br />

El señor presidente de la Nación, también de pie, agradece las manifestaciones de adhesión.)<br />

Felizmente, mientras ellos anuncian la próxima firma de un empréstito, nosotros nos permitimos el<br />

lujo de comprar 60 toneladas de oro. (Aplausos.)<br />

Esa ha sido nuestra respuesta de siempre... ¡Una realidad por cada mentira! (Aplausos.)<br />

Convertida nuestra economía interna en economía social, y conquistada nuestra independencia<br />

económica, pudimos idear y lanzar a la ejecución el primer plan de trabajos públicos que haya<br />

conocido la Nación.<br />

<strong>La</strong>rgo sería enunciar la innumerable serie de obras públicas que llevamos realizada.<br />

Para ilustrar en forma sumaria a los señores diputados y senadores hemos puesto a disposición<br />

de cada un ejemplar de una publicación gráfica que prueba todo cuanto hemos construido en el<br />

país, durante estos cuatro años de mi gobierno, cumpliendo con las promesas que hicimos al<br />

pueblo cuando asumimos el poder.<br />

Allí están perfectamente individualizadas gran parte de las innumerables obras realizadas a lo<br />

largo y a lo ancho del país.<br />

Cualquier argentino pude comprobar que todo cuanto allí se afirma es una realidad.<br />

No solamente ha construido el gobierno el gobierno nacional por sí mismo. También ha construido<br />

las provincias. Mi gobierno ha alentado la iniciativa de la producción por medio de la cooperación<br />

económica y financiera que les ha prestado dentro de la concepción federalista práctica a que ya<br />

me he referido.<br />

Es verdad que algunas provincias han construido más que otras, pero ello se ha debido a distintos<br />

factores , que no es del caso analizar en esta oportunidad.<br />

Me permito estacar, sin embargo, a la consideración de vuestra honorabilidad, saliéndome un<br />

poco de las normas habituales, la magnitud de la obra realizada por el gobierno de la provincia de<br />

Buenos Aires, que honra al movimiento por su capacidad constructiva. (¡Muy bien! Los señores<br />

legisladores y ministros, como también el público de las galerías, de pie, aplauden insistentemente<br />

al señor presidente de la Nación, quien agradece las manifestaciones.)<br />

Organizado ahora el sistema de coordinación y planificación nacional con la creación y<br />

funcionamiento de los consejos interministerial coordinador y coordinador federal, hemos obtenido<br />

así la elaboración anual de los planes integrales de trabajos públicos, con lo que se ha logrado el<br />

ordenamiento necesario para la buena y lógica distribución de las obras de gobierno.<br />

Espero someter a la aprobación de vuestra honorabilidad durante este período de sesiones que<br />

hoy inauguro, la ley básica de planificación integral de la Nación que nos permitirá en lo sucesivo<br />

trabajar con un permanente, claro y definido plan de obras que produzca la reactivación armónica<br />

de toda la Nación.<br />

Si en cuanto a las obras publicas nuestro sistema económico nos permitió hacer todo lo que el<br />

país tiene ante sus ojos, no menos importante es lo que nos permitió realizar, por vía indirecta, en<br />

orden a la industrialización del país.<br />

Mucho han hablado y mucho han mentido también nuestros adversarios en este aspecto de<br />

nuestra acción.<br />

Lo que ocurre en esta materia es similar a lo que mencionaba recién con respecto a la<br />

independencia económica.<br />

El país ha tenido solo dos oportunidades para industrializarse, y ellas han sido determinadas por<br />

las dos guerras mundiales que nuestra generación ha debido soportar.<br />

55


<strong>La</strong> industrialización que comenzó en 1914 y se desarrollo durante toda la primera guerra mundial,<br />

cayo en seguida en decadencia durante la posguerra inmediata, debido a la ausencia total de<br />

previsiones gubernamentales que debieron proteger a aquella industria que prometía progresar<br />

rápidamente en nuestro país.<br />

Lo que ocurrió en la primera posguerra no pudo suceder en esta segunda oportunidad porque<br />

nosotros habíamos tomado las previsiones necesarias del Consejo Nacional de Posguerra.<br />

(Aplausos.)<br />

Hoy puedo anunciar ante vuestra honorabilidad que la industrialización del país sigue su marcha<br />

ascendente cada vez con mayores posibilidades, y si en este sentido no bastase la simple rápida<br />

visión de cualquier rincón de nuestra patria, algunas cifras estadísticas darían la prueba de mi<br />

afirmación.<br />

En 1943 se solicitaron 8.700 marcas de fabricas y 1.734 patentes de invención. En 1940 las<br />

solicitudes de marcas de fabricas ascendieron a 16.039 y a 5.016 las nuevas patentes de<br />

invención.<br />

En índice de producción industrial continua creciendo uniformemente sin las que las dificultades<br />

que hemos tenido durante el año 1949 hayan logrado disminuirlo.<br />

Mi gobierno ratifica hoy ante vuestra honorabilidad su decisión inicial de auspiciar la creciente<br />

industrialización de la Nación porque seguimos creyendo que en nuestro país puede y debe<br />

producirse el ciclo integral del proceso económico, que se inicia en la producción agropecuaria y<br />

termina en la mas alta industria.<br />

Cuando lleguemos a ese nivel definitivo la independencia económica será total y podremos servir<br />

con la mayor eficiencia también a la causa de todos los pueblos.<br />

Tal vez no sea inútil repetir que el sentido de nuestra independencia económica no es de orden<br />

aislacionista. No podría concebirse así de ninguna manera. Seria una orientación opuesta a<br />

nuestra misma tradición de solidaridad que mantenemos con los demas pueblos del mundo, en<br />

especial con nuestros hermanos de América desde el mismo momento de nuestra emancipación<br />

política. (Aplausos.)<br />

El día que fuimos libres no nos basto con serlo únicamente dentro de nuestras fronteras, y salimos<br />

con nuestro primer Capitán por las rutas de américa para sellar con nuestra sangre la libertad de<br />

Chile y del Perú. (Aplausos.)<br />

El día que tuvimos que darnos una constitución, no pensamos solamente en nosotros, y en su<br />

Preámbulo magnifico anunciamos al mundo que nuestra libertad era para nosotros, para nuestros<br />

hijos y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino. (Aplausos.)<br />

Ahora que somos económicamente libres no nos conformamos tampoco con serlo a solas, y es<br />

por eso que en mi mensaje de paz de 1947 y en la reciente sesión extraordinaria del Consejo<br />

Interamericano Económico y Social hemos ratificado nuestra decisión de acudir con nuestra<br />

cooperación técnica donde sea necesario y dentro de nuestras posibilidades para reactivación de<br />

las economías de los países hermanos de América que la deseen. (Aplausos.) Nuestros principios<br />

en esta materia son claros y bien definidos. Únicamente adversarios sin escrúpulos pueden tratar<br />

de atribuirnos torcidas intenciones.<br />

Nosotros sostenemos que para reactivar la economía de los pueblos es prudente y conveniente<br />

crear en ellos las fuentes de trabajo necesarias para que todos sus habitantes puedan incrementar<br />

el nivel de vida que poseen.<br />

Esto se logra por la adquisición de la producción de las naciones que tienen problemas<br />

económico-sociales de esta naturaleza y por la consecuente industrialización. En este sentido<br />

nuestro país, aun en plena tarea de su propia reactivación, esta dispuesto a brindar su<br />

colaboración técnica a los países de América en las forma en que, a pesar de todas sus<br />

dificultades, ha tratado de hacerlo hasta la fecha. (Aplausos.) En orden también a la<br />

industrialización del país y para terminar con el tema quiero hacer algunas observaciones mas<br />

cerca de los capitales extranjeros que deseen radicarse en el país.<br />

Nuestros adversarios, en su afán político, han intentado tácticas distintas para mostrarnos ante la<br />

opinión publica como equivocados o como malos defensores de los intereses de la nación.<br />

56


Y utilizando los servicios de algunos medios de información tendenciosos, han intentado<br />

demostrar fuera del país que nuestro clima económico era desfavorable para la radicación de<br />

capitales extranjeros.<br />

Por otra parte, y surgiendo aquí como defensores de los intereses económicos del país, casi como<br />

si ellos hubiesen hecho la independencia económica, han tratado, por todos los medios posibles,<br />

de tergiversar nuestras intenciones cada vez que hemos dictado algunas medidas favorables a la<br />

introducción de capitales y de empresas extrajeras. Felizmente los creadores de la independencia<br />

económica somos nosotros y no ellos. (Aplausos.)<br />

Nosotros nos hemos ganado el derecho de conceder franquicias a los capitales que quieran venir<br />

a nuestra tierra y lo haremos cuantas veces sea necesario sin que nuestra conciencia nos acuse<br />

un solo instante, porque no solo hemos luchado por la liberación del país, sino que también hemos<br />

asegurado esa liberación en clausurarlas constitucionales perfectamente claras.<br />

Pueden venir a nuestro país todas las empresas extranjeras que deseen y pueden trabajar<br />

libremente y tal vez con mayor libertad que en cualquier otra parte del mundo.<br />

Nuestra constitución les asegura que "toda actividad económica, salvo la importación y<br />

exportación, se organizara conforme a la libre iniciativa privada", con la única limitación que<br />

expresamente se declara en la misma ley fundamental de la Nación, diciendo "siempre que no<br />

tenga por fin ostensible o encubierto dominar los mercados nacionales, eliminar la competencia o<br />

aumentar usurariamente los beneficios". (Aplausos.)<br />

El campo de actividades posibles es enorme, casi infinito. Todo esta por hacerse. Podríamos ser<br />

el país mas grande de la tierra en el orden económico. Y aunque nuevamente esto parezca una<br />

locura, queremos serlo. (los señores legisladores y ministros, de pie, así como también el publico<br />

de las galerías, aplauden en forma prolongada, agradeciendo, igualmente de pie, el señor<br />

presidente de la Nación.) tenemos para ello toda esta patria que dios nos ha regalado, y tenemos<br />

un pueblo de hombres dignos dispuestos a trabajar sin desmayos…con una sola condición, eso si,<br />

que ya no abandonara jamás: el respeto absoluto de su dignidad. (Aplausos.)<br />

Dentro del ordenamiento económico del país debemos considerar también y en forma muy<br />

especial los aspectos que se relacionan con nuestra producción básica agropecuaria.<br />

Nuestros opositores afirman, felices, creyendo que han comprobado un error nuestro, que ahora<br />

volvemos al campo.<br />

Errores, es verdad, hemos cometido; y seguiremos cometiéndolos desde que errar es humano.<br />

Pero en este no hemos cometido el error que ellos nos atribuyen porque no volvemos al campo<br />

como ellos dicen.<br />

A poco que se analice podrá verse si se trabaja con buena intención, como todo hemos hecho ha<br />

sido precisamente para asegurar un promisorio porvenir a la economía agropecuaria.<br />

Si Estados Unidos, cuyo grado de industrialización es enorme, se considera aun a si mismo un<br />

país agropecuario y su gobierno actúa en consecuencia, !como podremos pensar otra cosa<br />

nosotros que en el orden industrial recién comenzamos!<br />

Cuando la economía de un país es puramente agropecuaria, como era la economía que<br />

encontramos, si no tiene un mercado interno que cubra con sus requerimientos toda la<br />

producción, fatalmente ha de depender de los precios del mercado exterior, y ha de estar a su<br />

arbitrio. Eso era lo que sucedía en 1943.<br />

Nosotros pensamos entonces que debíamos lograr la mayor independencia posible para la<br />

colocación de nuestra producción agropecuaria.<br />

Por eso propiciamos la industrialización del país. El proceso industrial actúa sobre el proceso<br />

agropecuario de dos maneras: elevando por un lado el standard de vid de los trabajadores,<br />

aumentando con ello el consumo; y por otro lado, valorizando la producción agropecuaria cuando<br />

el proceso industrial se ejerce directamente sobre el proceso básico de producción agropecuaria.<br />

Que hemos conseguido, en este orden de cosas, nuestros objetivos, lo señala, por ejemplo, el<br />

enorme aumento del consumo interno de nuestra producción.<br />

De la faena ganadera en fabricas y grandes frigoríficos solamente, la parte destinada al consumo,<br />

57


que en 1945 era de 382.100 toneladas en bovinos, ascendió en 1949 a 545.000 toneladas.<br />

(Aplausos.)<br />

En cuanto a la industrialización misma de nuestros productos básicos citare el ejemplo del lino,<br />

porque ha sido utilizado con la mala intención por nuestros adversarios. Sosteníamos nosotros<br />

que con la fabricación del aceite del lino y luego de pintura íbamos a valorizar el lino. Por<br />

circunstancias extrañas a nuestra voluntad no pudimos seguir colocando nuestro aceite de lino; y<br />

nuestros adversarios comenzaron a gozar lo que ellos consideraban un fracaso peronista.<br />

En primer lugar se equivocaban como argentinos: nuestro propósito era evidentemente sano y<br />

loable. (Aplausos.) si triunfábamos, la ventaja material no hubiese sido nuestra, ciertamente.<br />

Incluso hubiesen ganado ellos, que todavía siembran o mejor dicho "hacen" sembrar lino en sus<br />

campos. Ante nuestras aparentes dificultades salieron en seguida a proclamar un nuevo y gran<br />

fracaso del gobierno, alegres, como si el fracaso nuestro no hubiese sido en cierto modo el<br />

fracaso del país. (Aplausos.)<br />

Poco a poco, sin embargo, la situación ha ido normalizándose y ya colocamos de nuevo nuestro<br />

aceite de lino en el mercado exterior. De este modo nuestros compradores no pagan ya<br />

únicamente el lino; pagan también el sustento de miles de obreros argentinos de la industria<br />

aceitera.<br />

Me complazco en señalar el único ejemplo que no favorece tanto nuestra posición en esta<br />

materia, y por eso insistimos en que por vía de la industrialización directa, se lograra una mayor<br />

valorización de la producción agropecuaria.<br />

Además, la industrialización bien conducida podrá proveer oportunamente de maquinarias y<br />

elementos útiles a la producción agropecuaria y se cerrara así también, por este lado, el ciclo del<br />

proceso económico, que de esta manera recuperara su equilibrio.<br />

Tan importante como la industrialización del país, en vinculación directa con la producción<br />

agropecuaria, es, sin duda, lo que hemos hecho al nacionalizar el sistema de comercialización<br />

exterior, suprimiendo los monopolios que lo dominaban.<br />

Este hecho constituye, podemos decir con toda verdad, el punto inicial de nuestra reforma en el<br />

orden económico, ya que desde ese momento se cambia en forma total nuestro sistema de<br />

comercio, en especial en relación con el comercio exterior de nuestras cosechas.<br />

Desde ese momento, los intereses internos y externos con relación al país desataron su campaña<br />

de calumnias y de insidias y entre otras cosas nos consideraron enrolados en una política<br />

totalitaria de economía dirigida.<br />

Es interesante que, pasando un poco el momento mas agudo de la campaña antiargentina<br />

desatada por los intereses mencionados, hagamos algunas reflexiones sobre este aspecto de<br />

nuestra acción económica.<br />

En cuanto nacionalizamos el sistema de comercialización de nuestros productos, lógicamente<br />

fijamos los precios que queríamos cobrar por ellos.<br />

Por aquellos mismos tiempos, es una reunión internacional, se fijo el precio mundial de un del<br />

trigo, muy inferior al fijado por nosotros y que no aceptamos nunca para nuestras operaciones<br />

comerciales.<br />

Yo no quiero discutir el derecho que aquella conferencia tenia que fijar el precio mundial de un<br />

producto que solamente tres o cuatro naciones pueden lanzar al mercado internacional.<br />

Pero me permito recordar ahora que quienes entonces nos acusaban del exterior de hacer una<br />

política totalitaria de economía dirigida, veían con buenos ojos el dirigismo económico<br />

internacional que era, ni mas ni menos, el que sancionaba como método la conferencia mundial<br />

del trigo fijando sus precios internacionales. (Aplausos.)<br />

Nuestros detractores en el orden interno no procedían tampoco de una manera mas lógica.<br />

Hemos visto a los "dirigentes" de las entidades rurales proclamar en todas partes que el gobierno<br />

se enriquecía a expensas del productor agrario, y eso era una tremenda injusticia contra la que<br />

era menester reaccionar no sembrando mas…, pero ellos sembraban, mejor dicho, !hacían<br />

sembrar!, porque los precios no eran tan malos…<br />

58


Los hemos visto agitando permanentemente el campo argentino, explotando la buena fe de<br />

nuestros colonos, hasta que un dia mostraron la hilacha y, creyendo que habían sembrado<br />

bastante prestigio con tanta charla, !sacaron sus candidaturas políticas! !por suerte para el país, ni<br />

los ingenuos creyeron en ellos, porque hasta los ingenuos tiene un poco de memoria!…(Risas y<br />

aplausos.)<br />

Lla comercialización de nuestra cosecha fue realizada a buen precio, pagando, sin embargo,<br />

buenos precios al productor, muy distintos de los que recibió en la posguerra. Y el saldo favorable<br />

de los buenos negocios que hicimos nos permitió crear nuestra flota mercante, adquirir los<br />

ferrocarriles, los puertos etcétera, vale decir, consolidar totalmente el sistema que desde entonces<br />

nos permite actuar libremente en el mercado internacional vendiendo nuestra producción al país<br />

que nos pague mas y mejor. (!Muy bien! Aplausos prolongados. Los señores legisladores y los<br />

concurrentes a las galerías, de pie, aplauden insistentemente. El señor presidente de la Nación<br />

agradece poniéndose igualmente de pie.)<br />

Los hombres del campo argentino pueden estar tranquilos ahora. No volverán los tiempos en que<br />

sembrar era toda una aventura que no solo dependía del tiempo sino de otros factores todavía<br />

mucho mas variables como la disponibilidad de vagones y de bodegas, al precio arbitrario de los<br />

monopolios extranjeros e incluso el buen o mal humor de nuestros dos o tres compradores que<br />

nos amenazaban permanentemente con irse a otros mercados con sus barcos y dejarnos con la<br />

cosecha pudriéndose en los puertos argentinos.<br />

!Y esto no es una formula literaria! !Esto sucedió en este mismo país y lo han comprobado nuestra<br />

misma generación! (Aplausos.)<br />

Nuestro comercio exterior ha conocido durante mi gobierno las mas elevadas cifras de la historia<br />

nacional, tanto en importaciones cuanto en exportaciones.<br />

Y si bien durante el año 1949 la situación internacional en materia monetaria ha determinado una<br />

disminución general de nuestro comercio, ya puede advertirse un promisorio ascenso en las<br />

curvas estadísticas que lo expresan, y ello, unido a nuestra política sana de convenios y en<br />

especial al éxito de nuestra política de franqueza cordial para los Estados Unidos, nos permite<br />

anunciar que la República argentino no tiene ningún problema económico de gravedad y que sus<br />

hijos pueden seguir trabajando con optimismo por la grandeza de la Nación, que es la felicidad<br />

particular de todos los argentinos. (Aplausos prolongados.)<br />

<strong>La</strong> posesión del manejo de nuestro comercio de importación y de exportación no podrá ya ser de<br />

ninguna manera discutida al Estado desde que hemos tenido cuidado de consolidarla en la nueva<br />

Constitución. Tampoco podrá ser anulada en la practica porque hemos nacionalizado al mismo<br />

tiempo todo el sistema que asegura el ejercicio total de este derecho que asume el Estado<br />

argentino.<br />

Así, por ejemplo, si no hubiésemos creado la flota mercante no hubiese sido posible realizar el<br />

transporte de nuestros productos.<br />

Hoy puedo anunciar a vuestra honorabilidad que si en 1946 cargábamos la decimocuarta parte de<br />

las cargas de nuestros puertos, en 1949 cargamos ya la octava parte y seguimos incrementando<br />

el tonelaje de nuestra flota mercante del mundo. (Se ponen de pie y aplauden insistentemente los<br />

señores legisladores y ministros, así como el publico de las galerías, agradeciendo el señor<br />

presidente de la nación igualmente de pie.) !Y esta es, señores, otra de nuestras locuras de<br />

1945…! (Aplausos prolongados.)<br />

Con una flota mercante argentina de esta magnitud, con el dominio de los ferrocarriles, con el<br />

manejo de los seguros y reaseguros, con la ingente flota de transportes terrestres que hemos<br />

creado y puesto en manos de los hombres de nuestra tierra, con los puertos y elevadores<br />

argentinos, ya podemos darnos el lujo de fijar los precios que hemos fijado a la producción de<br />

cereales y con la anterioridad con que los hemos establecidos.<br />

Por otra parte no estamos ya en la situación colonial de 1943. No tenemos un comprador único.<br />

Nuestros compradores están en todos los países del mundo !y nadie podrá en lo sucesivo<br />

"extorsionarnos"… ! (Aplausos.)<br />

!Esta es una prueba mas, por si faltase alguna, de que la independencia económica que<br />

proclamamos en Tucumán era algo mas que una declaración literaria de principios…!<br />

59


No se me escapa que en orden a la producción agropecuaria la industrialización del país ha<br />

creado un cierto desequilibrio en la mano de obra que indudablemente ha actuado como una<br />

causa eficiente en la disminución de las áreas sembradas, en especial sobre el área del maíz,<br />

cuyo proceso de recolección requiere mayor cantidad de brazos.<br />

Por este motivo pusimos en este año todo nuestro empeño en dotar al agro de los elementos<br />

mecánicos necesarios para que la siembra de 1950 sea la que el país necesita para mantener el<br />

ritmo de su economía; y, por otra parte, hemos adoptado una serie de medidas tendientes a<br />

estimular al productor agrario.<br />

Yo me permito pedir la colaboración de vuestra honorabilidad, que por anticipado descuento, para<br />

que en forma conjunta y en forma personal los señores legisladores apoyen la acción del Poder<br />

ejecutivo en esta campaña de reactivación agraria.<br />

Es necesario crear conciencia en el campo argentino de que no debe haber un solo lugar de tierra<br />

que pudiendo producir no produzca, y en este sentido tal vez no sea oportuno adoptar las medidas<br />

legales tendientes a hacer efectivo el principio constitucional que asigna a la propiedad privada<br />

una función social. (Aplausos.)<br />

Por otra parte, y a fin de remediar la carencia de brazos y de aumentar el número de tierras<br />

laborales, hemos realizado y seguiremos trabajando con una bien definida política de<br />

colonización.<br />

Nuestro principio que declara que la tierra debe ser de quien la trabaja se ha concretado en la<br />

colonización de numerosos latifundios.<br />

<strong>La</strong>s cifras estadísticas de esta acción son concluyentes.<br />

En 1944 el Banco de la Nación solamente entregó 2.369 hectáreas de tierra a 237 familias.<br />

En 1949 el mismo banco entregó 68.000 hectáreas a 4.200 familias. (Aplausos.)<br />

En orden al principio peronista, que dice que la tierra es un bien de trabajo y no un bien de renta,<br />

se ha fijado una nueva rebaja sobre lo arrendamientos rurales, medida que esperamos repercuta<br />

directamente sobre la producción en forma fehaciente.<br />

Todos estos aspectos de la economía y todas las consideraciones que me he permitido presentar<br />

a la consideración de vuestra honorabilidad, son solamente algunas de las realidades que nuestro<br />

movimiento puede ofrecer al país como consecuencia directa de su acción.<br />

En la memoria correspondiente a los respectivos ministerios que integran el equipo económico<br />

hallarán los señores legisladores las cifras estadísticas y los hechos complementarios de mi<br />

exposición en este aspecto de mi mensaje.<br />

Lo fundamental es, sin embargo e insisto en ello porque en ello estriba mi orgullo de argentino y<br />

de peronista (insistentes aplausos de los señores legisladores, señores ministros y público<br />

concurrente, poniéndose de pie. El señor presidente de la Nación, también de pie, agradece las<br />

manifestaciones de adhesión), haber creado un nuevo sistema económico en el mundo, el sistema<br />

de la economía social, y haberlo asegurado como realidad nacional por la independencia<br />

económica.<br />

Solamente de esta manera era posible realizar íntegramente la justicia social.<br />

Ahora sí podemos hablar de los aspectos sociales de la nueva Argentina.<br />

Podrán criticarnos errores de detalle. Podrán decir que en esto o en aquello nos hemos<br />

equivocado. Pero la verdad es que no nos debemos haber equivocado tanto desde que el pueblo<br />

es feliz…(aplausos) desde que los que eran ¨ descamisados ¨ en 1945 ya no son ¨ descamisados ¨<br />

(aplausos), aunque les guste y nos guste llamarlos así como un homenaje al ¨ descamisado ¨ que<br />

todos los peronistas llevamos en el corazón. (¡Muy bien¡ Los señores legisladores y ministros,<br />

como también el público de las galerías, de pie, aplauden insistentemente al señor presidente de<br />

la Nación, quien agradece las manifestaciones.)<br />

<strong>La</strong> verdad es que, mientras todos los países están siendo constantemente amenazados por el<br />

hambre, nosotros seguimos recibiendo el cariño efusivo de un pueblo que nos quiere<br />

precisamente porque está satisfecho.<br />

Esa es una realidad que, estando en la calle, basta salir a la calle para verla. No nos debemos<br />

60


haber equivocado tanto.<br />

Sólo nos falta para consolidar todo esto limar algunos detalles, equilibrar un poco las cargas.<br />

El porvenir dirá después indudablemente que, si la nuestra fue una locura, fue una bella locura,<br />

porque la hicimos realidad. (Aplausos.)<br />

En cambio la locura de quienes viendo no creyeron ¡ésa sí que es una triste locura¡ (los señores<br />

legisladores y ministros de pie, así como también el público de las galerías, aplauden en forma<br />

prolongada, agradeciendo igualmente de pie, el señor presidente de la Nación.)<br />

Sr. Presidente. - Invito a la Honorable Asamblea a pasar a un breve cuarto intermedio.<br />

- Así se hace siendo las 10 y 40.<br />

- Siendo las 11 y 5, dice el Sr. Presidente. - Continúa la sesión de Asamblea.<br />

- El excelentísimo señor presidente de la Nación continúa la lectura del mensaje:<br />

En el orden social nuestra realidad satisface con mayor plenitud aún que en lo órdenes político y<br />

económico las aspiraciones de nuestros comienzos en la lucha y en el gobierno.<br />

Lo que quisimos ser es lo que somos.<br />

De ningún modo queremos decir con ello que hayamos alcanzado en materia social el máximo<br />

ideal.<br />

Sería creer que el progreso social tiene un límite natural; y la verdad es que todos cuantos<br />

conocemos un poco la historia de los pueblos sabemos perfectamente bien que la sociedad<br />

humana ha seguido, en el devenir de su vida, una marcha ascendente, a pesar de sus<br />

momentáneas caídas o descensos; y ello nos permite suponer que posee la fuerza interior<br />

suficiente como para seguir progresando en su ordenamiento intrínseco.<br />

Nuestro concepto optimista y positivo de la historia, optimista aún a pesar de los momentos<br />

actuales realmente difíciles, nace de nuestra profunda fe en los valores humanos, sobre todo con<br />

relación a aquellos que radican en el espíritu del hombre. Por eso al clausurar el 1º Congreso<br />

Nacional de Filosofía, afirmé nuestra concepción positiva de la sociedad diciendo:<br />

“El progreso social no debe mendigar ni asesinar, sino realizarse por la conciencia plena de su<br />

inexorabilidad. “<br />

“Esta comunidad, que persigue fines específicos y materiales, que tiende a superarse, que ansía<br />

mejorar y ser más justa, más buena y más feliz, en la que el individuo pueda realizarse y realizarla<br />

simultáneamente, dará al hombre futuro la bienvenida desde su alta torre, con la noble convicción<br />

de Spinoza: ¨ Sentimos, experimentamos que somos eternos.”<br />

Por tales y tan fundamentales razones creemos que es posible un continuo y mayor<br />

perfeccionamiento de nuestra estructura social; pero de lo que hemos conseguido realizar estoy<br />

íntimamente satisfecho, y puedo decir con toda verdad que supera a cuanto queríamos hacer en<br />

el momento incierto en que empezamos la lucha por la felicidad de nuestro pueblo. (Aplausos.)<br />

También en este orden de cosas nuestra doctrina es clara y simple como en todos los aspectos<br />

que hemos considerado.<br />

Frente a un mundo absolutamente dividido en dos fracciones diametralmente opuestas de<br />

individualismo y colectivismo, nosotros realizamos en nuestro país, y proponemos a la humanidad,<br />

la doctrina del equilibrio y la armonía del individuo y la colectividad por la justicia social que<br />

dignifica al trabajo, que humaniza el capital, que eleva la cultura social, que suprime la explotación<br />

del hombre por el hombre, que produce la realidad positiva de los derechos del trabajador, del<br />

anciano, del niño y de la familia (aplausos), de tal manera que el ¨ nosotros ¨ de la sociedad se<br />

realiza y perfecciona por el yo individual, dignificado como persona humana.<br />

Ese fue el propósito que anunciamos en 1943. Lo repetimos por todo el país durante el período<br />

revolucionario propiamente dicho. Me sirvió de bandera en la campaña preelectoral de 1946. Lo<br />

anuncié como programa social el 4 de junio de 1946 en este mismo recinto al tomar posesión del<br />

poder. Lo establecimos constitucionalmente en 1949. Y lo seguiremos alentando, consolidando y<br />

perfeccionando convencidos de que vamos por el camino de las verdaderas soluciones, desde<br />

que el pueblo sigue con nosotros con su misma fe y con su mismo entusiasmo. (Aplausos.) Por<br />

eso, después de la finalidad esencial de nuestro movimiento: lograr la unidad nacional, señalamos<br />

61


como objetivo inmediato de nuestra acción el de la justicia social y nos dedicamos con todas<br />

nuestras energías a la tarea de hacerla efectiva en todo el país.<br />

Por las mismas razones la nueva Constitución (aplausos), después de establecer que<br />

mantenemos nuestra irrevocable decisión de ser una Nación, vale decir, una unidad nacional,<br />

señala las características fundamentales de esa unidad y, en primer lugar, la de ser socialmente<br />

justa.<br />

Pero la justicia social no es en la nueva Constitución únicamente una expresión de deseos escrita<br />

en el Preámbulo. Ella campea en todo su texto renovado, infundiéndole un espíritu distinto que no<br />

puede ser sino denominado ¨ de justicia social ¨. (Aplausos.)<br />

Aun las previsiones económicas y políticas de la nueva Constitución no se entienden sino se las<br />

considera como elementos básicos de una Nación socialmente justa. Por eso mismo, la<br />

Constitución de 1949 tiene para el pueblo un carácter esencial definitivo, y el mismo es el que, en<br />

su intuición maravillosa, nos ha enseñado a denominarla ¨ Constitución Justicialista ¨<br />

<strong>La</strong>s realidades sociales que nuestro gobierno ha logrado, de acuerdo con nuestras esperanzas de<br />

1943 y nuestras promesas y planes de 1946, están en cualquier parte de la Nación y de ellas es<br />

testigo y es prueba cada uno de los hombres y mujeres que en los campos y en las ciudades<br />

luchan con un nuevo sentido de la vida, del trabajo, y de la misma patria, que ya no es para ellos<br />

el nombre vacío de una realidad ausente, sino la permanente presencia de una forma viva que,<br />

como una madre de verdad, protege a sus hijos con el abrazo de la justicia y del amor. (Aplausos.)<br />

Aunque en 1943 fijamos como finalidad básica de nuestro movimiento la unidad nacional, no<br />

insistimos en ella para nuestra prédica.<br />

<strong>La</strong> unidad nacional era, en aquellos tiempos, también una palabra vacía de sentido intrascendente<br />

para el pueblo argentino.<br />

Divididos como estábamos en explotadores y explotados, en privilegiados y réprobos, hablar de la<br />

unidad nacional hubiese sido ridícula pretensión de teorizantes.<br />

Nos decimos entonces por el camino de la realidad…¡y la realidad era un pueblo de trabajadores<br />

explotados por un capitalismo nacional e internacional deshumanizado que impedía a los<br />

argentinos levantar la cabeza de sus esperanzas…! ¡ <strong>La</strong> realidad era un pueblo marchando con<br />

las espaldas encorvadas mirando al suelo, hacia un destino que desconocía y que ni siquiera<br />

intentaba conocer…! ¡Qué íbamos a hablar de la unidad nacional, de la patria o de sus símbolos a<br />

ese pueblo! (los señores legisladores y ministros, de pie, así como también el público de las<br />

galerías, aplauden en forma prolongada, agradeciendo, igualmente de pie, el señor presidente de<br />

la Nación.)<br />

¡Ahora sí puede hablársele de la unidad nacional, de la patria y de sus símbolos, porque<br />

solamente con la cabeza erguida es posible advertir en el cielo el brillo de las estrellas de los altos<br />

ideales y solamente con la cabeza erguida es posible contemplar en lo alto de los mástiles el<br />

tremolar de las banderas. (Aplausos.)<br />

Por eso la justicia social fue siempre nuestro primer objetivo.<br />

<strong>La</strong> coincidencia de todos los argentinos en los aspectos fundamentales de la vida del país no<br />

podía ser lograda sin destruir previamente todas las barreras que nos dividían. Destruir las<br />

barreras políticas del fraude y de la venalidad (aplausos) que separaban al pueblo del gobierno<br />

fue solamente un paso en aquel afán, pero de nada hubiese valido si no hubiésemos tratado de<br />

conseguir en seguida la destrucción de las barreras sociales que dividían a los argentinos en<br />

señores y en esclavos, lo mismo que en las épocas más remotas y obscuras de la antigüedad.<br />

Que no exagero diciendo que en 1943 había esclavos en la República Argentina pueden probarlo,<br />

con el testimonio de sus propios sufrimientos, los peones de campo, los hacheros de los obrajes,<br />

los trabajadores de la caña de azúcar y de los yerbatales (insistentes aplausos de los señores<br />

legisladores, señores ministros y público concurrente, puestos de pie. El señor presidente de la<br />

Nación, también de pie, agradece las manifestaciones de adhesión), las mujeres del servicio<br />

doméstico; en una palabra, todos los que durante muchos años no tuvieron otro remedio que<br />

aguantar la opresión de sus patronos ante las puertas cerradas del ignominioso Departamento<br />

Nacional de Trabajo, en cuyos recintos todos los días el gobierno se lavaba las manos como<br />

Pilatos, entregando a los trabajadores a las manos vengativas de sus patronos.<br />

62


El día que creamos la Secretaría de Trabajo y Previsión, 27 de noviembre de 1943 (aplausos), es<br />

para mí el día inicial de nuestro movimiento. Desde ese instante la revolución adquirió un nuevo<br />

sentido y se largó por un camino sobre el cual no podría ya volverse jamás.<br />

En aquellos tiempos todavía el gobierno de la revolución de junio estaba siendo sometido<br />

permanentemente al asedio de los grupos políticos de la vieja oligarquía, que deseaban infiltrarse<br />

en nuestro movimiento.<br />

Seguían la táctica que había malogrado muchas revoluciones.<br />

Nosotros los veíamos llegar a los umbrales mismos de la Casa de Gobierno e incluso advertíamos<br />

con amargura cómo la vieja mentalidad conservadora copaba algunas posiciones fundamentales<br />

en algunos ministerios de la Nación.<br />

Casi nunca los gestores iniciales de un movimiento revolucionario están de acuerdo en sus<br />

objetivos esenciales.<br />

Al decidirse un movimiento sólo se advierte la necesidad de realizarlo. Después de realizado, por<br />

lo general, aparecen las divergencias de opinión acerca de los fines inmediatos. Y eso también<br />

ocurrió en nuestro movimiento en aquellos últimos meses de 1943.<br />

Estoy seguro de que si no hubiésemos creado la Secretaría de Trabajo y Previsión, la revolución<br />

de junio sería hoy un episodio más en la historia política argentina, de cuya trayectoria se diría,<br />

poco más o menos, lo que nosotros decimos de otras revoluciones copadas, en su beneficio, por<br />

la misma oligarquía que quisieron destruir.<br />

Lo único que impidió la transformación del movimiento en una simple revolución política, y que<br />

cerró el camino del regreso a los políticos de la pertinaz oligarquía, fue nuestra decisión del 27 de<br />

noviembre de 1943. (¡Muy bien! Aplausos prolongados. Los señores legisladores y los<br />

concurrentes a las galerías, de pie, aplauden insistentemente. El señor presidente de la Nación<br />

agradece poniéndose igualmente de pie.)<br />

Desde ese día el pueblo empezó a comprendernos y a sentir que nuestra revolución, realizada en<br />

su nombre, tenía también por objeto su felicidad.<br />

¡<strong>La</strong> revolución estaba en el camino sobre el cual ya nadie podría hacerla regresar!<br />

¿Qué hemos hecho hasta hoy en el campo social?<br />

Podemos afirmar, en primer término, que existe una nueva conciencia social en el pueblo de la<br />

Nación. Cada argentino sabe que no está solo ni puede estar solo en el país; que sus actos y sus<br />

obras repercuten sobre el resto de los habitantes de la Nación, y que sobre él confluyen las<br />

múltiples influencias de todos los demás. Hemos creado el concepto de la solidaridad social, por el<br />

cual todos, en la familia argentina, tenemos que cumplir, además de nuestro destino personal, una<br />

parte del destino común. (Aplausos prolongados.)<br />

Este concepto, felizmente, fue comprendido de inmediato por los hombres de trabajo, y a sus<br />

organizaciones gremiales de 1943 han venido a sumarse miles de nuevos sindicatos que agrupan<br />

a los trabajadores y que en el país representan una fuerza extraordinaria por su magnitud y por su<br />

unidad. (¡Muy bien! Los señores legisladores, ministros y público concurrente a las galerías,<br />

aplauden insistentemente, de pie, al señor presidente de la Nación, quien en igual forma agradece<br />

las manifestaciones.)<br />

Una prueba de que el pueblo argentino tiene ¨ conciencia social ¨ es el hecho de que la ¨<br />

cooperación ha reemplazado a la lucha ¨.<br />

Capital y trabajo, después de cumplidas las exigencias de la justicia social, comienzan a entrar en<br />

un terreno de franca colaboración mutua.<br />

En 1949 los conflictos gremiales han disminuido extraordinariamente en relación a los años<br />

anteriores.<br />

Algunas cifras estadísticas probarán claramente mi afirmación. (Aplausos prolongados.)<br />

En 1948 participaron en 103 huelgas 278.000 asalariados, mientras que en las 36 huelgas de<br />

1949 sólo hubo 29.000 participantes.<br />

Por otra parte, se han firmado en 1949 trescientos treinta y cuatro convenios colectivos de trabajo,<br />

que comprenderían a más de 2.000.000 de trabajadores.<br />

63


Estas cifras no significarían nada si no viésemos todos los días ejemplos aleccionadores de cómo<br />

los patronos van entendiendo que los obreros merecen un trato digno y condiciones de trabajo<br />

adecuadas.<br />

Podemos, pues, afirmar ya que nuestra aspiración de 1943, crear una conciencia social en el país,<br />

ha sido lograda plenamente.<br />

Este hecho, por su valor intrínseco, incalculable en medidas materiales, es sin duda una de las<br />

obras más grandes que hayamos construido nosotros en el país. Solamente cuando ella se vea<br />

desde un poco más lejos, la perspectiva permitirá apreciarla en su real magnitud. (Aplausos.)<br />

Hemos elevado la cultura social, dignificado el trabajo y humanizado el capital por efectiva<br />

realidad de todos y cada uno de los Derechos del Trabajador.<br />

Los Derechos del Trabajador, constitucionales desde 1949, son, desde hace mucho tiempo,<br />

realidades absolutas en la nueva Argentina.<br />

Como todas las cosas que hace el hombre podrán ser aún perfeccionadas en su aplicación, pero<br />

que existen ya como derecho positivo en el país, no los prueba el simple y somero análisis del<br />

panorama social argentino.<br />

El derecho de trabajar está asegurado por la plena ocupación que poseemos. <strong>La</strong> plena ocupación<br />

no es un hecho casual, desde que nosotros hemos creado todas las condiciones necesarias para<br />

que a ningún argentino que quiera trabajar le falten los medios para ganarse el sustento.<br />

<strong>La</strong> ocupación sigue en aumento a pesar de las dificultades de algunas industrias y de la menor<br />

producción agraria debida, especialmente, a la pérdida de una parte de la cosecha de maíz, que<br />

requiere gran cantidad de brazos.<br />

Es cierto que el gran desarrollo industrial ha desequilibrado un poco la distribución de la mano de<br />

obra disminuyendo sus disponibilidades en los centros no industriales; pero ese desequilibrio es y<br />

será compensado en parte con la inmigración y colonización agraria, y en parte con la<br />

mecanización de las tareas rurales. (Aplausos.)<br />

<strong>La</strong> inmigración ha alcanzado en 1949 la cifra máxima de esta posguerra, llegando a la suma total<br />

de 157.000 personas, y este incremento de la población, unido al crecimiento vegetativo que en<br />

1949 superó también las cifras máximas de los últimos años, me permiten hoy anunciar al país,<br />

por intermedio de vuestra honorabilidad, que el pueblo de la Nación Argentina supera en población<br />

la suma de 17.000.000 de personas. (Aplausos.)<br />

Para asegurar el derecho de trabajar no sólo hemos creado condiciones de plena ocupación. En<br />

otro orden de cosas el Estado ha acudido a remediar las escasas situaciones locales de<br />

desocupación cuantas veces ha sido necesario, colocando en forma directa la cantidad de 32.043<br />

obreros y empleados.<br />

El derecho a una retribución justa es una realidad general en la Nación. No me detendría en su<br />

consideración si no fuese para señalar que el valor adquisitivo de nuestros salarios en relación<br />

con los elementos básicos de la economía familiar supera en general el valor adquisitivo de los<br />

salarios medios de todos los países del mundo.<br />

Este hecho concuerda, por otra parte, con la estadística de salarios y costo de la vida.<br />

El índice promedio de salarios para ayudantes o peones ha subido, de 1943 hasta diciembre de<br />

1949, de 100 a 340, y para oficiales, de 100 a 305, mientras que el índice de costo de la vida está<br />

actualmente en 265. No es del caso entrar a hacer tampoco el análisis minucioso de nuestras<br />

cifras en esta materia. <strong>La</strong> realidad está en todo el país.<br />

a mejor estadística podremos verla esta tarde desfilando multitudinaria por las calles de la ciudad.<br />

¡Estará, como todos los años, en las caras alegres y felices de millares y millares de trabajadores,<br />

celebrando la fiesta del trabajo! (¡Muy bien! Aplausos prolongados. Los señores legisladores y los<br />

concurrentes a las galerías, de pie, aplauden insistentemente. El señor presidente de la Nación<br />

agradece poniéndose igualmente de pie.)<br />

El derecho a la capacitación es una realización que se cumple ampliamente en todo el país.<br />

A nuestra exclusiva acción se debe la organización del aprendizaje de los menores en el país.<br />

Gracias a ello hoy funcionan misiones monotécnicas, escuelas fábrica de aprendizaje, escuelas de<br />

64


medio turno, escuelas de capacitación, además de las antiguas escuelas técnicas de oficios cuya<br />

acción reformada se ha incrementado al máximo posible.<br />

En 1949 solamente se han implantado 38 nuevas escuelas fábricas de aprendizaje y capacitación<br />

obrera; 31 cursos nuevos en las escuelas ya existentes, 13 escuelas más de ciclo técnico (ley<br />

13.229) y se han inscrito 36.778 alumnos.<br />

<strong>La</strong> acción gubernativa que nosotros hemos desarrollado en orden a la capacitación general y<br />

técnica de los obreros argentinos ha servido de estímulo a la propia acción que, con la misma<br />

finalidad, realizan ya en grado extraordinario las organizaciones gremiales.<br />

Existe hoy, entre los trabajadores argentinos, un extraordinario afán por elevar el nivel cultural en<br />

que se encuentran.<br />

Ello nos ha movido a popularizar todas las fuentes en que puede saciarse esta sed espiritual de<br />

nuestro pueblo.<br />

A nuestra concepción social de la cultura se deben, precisamente: el acceso libre a las<br />

instituciones oficiales de educación por la supresión de todo gravamen arancelario, la acción de<br />

cultura social a cargo de distintos organismos antes reservados a una exigua minoría y ahora<br />

abiertos al pueblo, que recién los conoce después de haberlos pagado durante muchos años.<br />

(Aplausos prolongados.)<br />

Cito en este sentido el caso particular de nuestro primer coliseo, cuya magnífica riqueza y cuya<br />

extraordinaria jerarquía artística eran conocidos solamente por los extranjeros y por unos pocos<br />

privilegiados argentinos, mientras el pueblo de Buenos Aires pagaba cifras millonarias para<br />

conjurar el déficit anual que producía.<br />

Realidad que nosotros ofrecemos al pueblo es un teatro abierto a sus afanes e inquietudes<br />

artísticas.<br />

Es para que nosotros el espíritu de un descamisado vale tanto, ¡por lo menos tanto!, como el de<br />

un millonario. (¡Muy bien! Los señores legisladores y ministros, como también el público de las<br />

galerías, de pie, aplauden insistentemente al señor presidente de la Nación, quien agradece las<br />

manifestaciones.)<br />

El derecho a condiciones dignas de trabajo es positivo derecho en todo el país.<br />

En este aspecto de nuestra acción social hemos realizado gran trecho el camino, por lo menos en<br />

lo que a la parte estatal de la acción corresponde. Lo demás es cuestión de tiempo, ya que lo<br />

esencial ha sido cumplido; y lo esencial era hacer entender al sector patronal que el trabajador<br />

tiene una dignidad humana igual a la que puede poseer cualquier patrón, y que a esa dignidad<br />

corresponden condiciones dignas de trabajo.<br />

Lo que en este terreno hemos hecho es de conocimiento público. <strong>La</strong> diferencia entre lo presente y<br />

lo pasado es casi la diferencia que existe entre la esclavitud y la libertad. (Aplausos.)<br />

El derecho a la preservación de la salud es también una vigorosa realidad en la Nueva Argentina.<br />

<strong>La</strong> asistencia médica ha sido convertida en un derecho del pueblo; y aunque la acción de tres<br />

años de intensa lucha no ha podido suplir todavía la incuria de un siglo, en esta materia, ya<br />

podemos decir que vamos en camino de lograra la protección sanitaria integral del pueblo<br />

argentino. (Aplausos.)<br />

Nuestra acción no sólo se realiza por vía directa del Ministerio de Salud Pública, creación de mi<br />

gobierno. Prácticamente todos los organismos del Estado han asegurado la atención de sus<br />

propios servidores en materia de salud, al mismo tiempo que han organizado sus servicios<br />

sociales en general. Paralelamente hemos propiciado la acción constructiva de las entidades<br />

gremiales cuyos organismos mutuales son en algunos casos, ejemplos extraordinarios. En cifras<br />

estadísticas la acción en esta materia se concreta así: en 1943, 57 hospitales atendían 15.425<br />

camas: en 1949, 119 hospitales atendían 23.395 camas. (Aplausos.)<br />

Pero tal vez no sea de tanta importancia esta acción, ni tampoco el haber doblado en tres años el<br />

número de hospitales y de camas, como el hecho de haber creado una conciencia sanitaria<br />

distinta en relación con el enfermo.<br />

Los hospitales que hemos construido, según nuestra doctrina, son ante todo humanos.<br />

65


No concebimos que pueda haber ninguna diferencia entre la atención que merece que merece el<br />

humilde obrero de nuestro pueblo y la que puede merecer cualquier otro argentino por más dinero<br />

que posea. (Aplausos.)<br />

<strong>La</strong>s construcciones hospitalarias antiguas, y al decir antiguas me refiero a todas las realidades<br />

antes de nuestra acción en materia sanitaria, respondían a conceptos opuestos a los que he<br />

enunciado como principios de nuestra doctrina.<br />

<strong>La</strong> verdad es que los gobernantes y las sociedades de beneficencia que construyeron aquellos<br />

hospitales no pensaron servirse de ellos; porque no se consideraron nunca parte del pueblo que<br />

debía sufrir en sus salas desmanteladas y frías. (Prolongados aplausos de los señores<br />

legisladores y ministros, puestos de pie, y del público de las galerías en igual forma, lo que<br />

agradece el señor presidente de la Nación poniéndose también de pie.)<br />

Nosotros construimos hospitales pensando que pueden servir para nosotros mismos…y por eso<br />

les damos sentido de humanidad.<br />

Si toleramos todavía la existencia de los antiguos hospitales es porque nuestros deseos de<br />

construir no pueden ser alcanzados por las posibilidades reales. No podemos realizar en algunos<br />

pocos años todo cuanto se dejó de hacer en un siglo de inercia y de imprevisión.<br />

Pero así como consideramos pasado ya el tiempo de la explotación del hombre por el hombre, el<br />

recuerdo de los hospitales que nosotros encontramos tendrá que pasar a la historia de las<br />

pesadillas que tuvo nuestro pueblo en una época dolorosa de su pasado. (Aplausos.)<br />

No quiero seguir adelante sin señalar a la consideración de vuestra honorabilidad cómo el primer<br />

postulado de la Doctrina <strong>Peron</strong>ista, que dice ¨ pensamos en una Argentina profundamente<br />

cristiana y profundamente humanista ¨. Se cumple totalmente en este aspecto de nuestras<br />

realidades.<br />

El derecho al bienestar se concreta principalmente en la posibilidad de que los trabajadores<br />

dispongan de vivienda, indumentaria y alimentación adecuadas.<br />

En materia de viviendas nuestra acción directa ha significado la edificación de más de 35.000<br />

unidades en todo el país, hallándose en construcción un número todavía mucho mayor que hace<br />

llegar el total de nuestro plan a una suma superior a 100.00 viviendas.<br />

Todos los barrios de viviendas obreras construidos en el país son prácticamente obra de nuestro<br />

gobierno, ya que pueden contarse con los dedos de una mano los que levantaron nuestros<br />

predecesores. (Aplausos.) si a esto se añade la acción indirecta del Banco Hipotecario Nacional,<br />

podrá tenerse una idea total de nuestro esfuerzo.<br />

El problema de la vivienda es de tal magnitud que la unión d nuestros esfuerzos no han conjurado<br />

sino en parte la crisis que debió ser prevista y conjurada cuando podía construirse a menos costo<br />

que ahora y con más abundante mano de obra. (Aplausos.)<br />

Protestan nuestros críticos de escritorio porque nuestra acción intensa de construcciones en<br />

vivienda ha desequilibrado un poco la actividad privada de edificación.<br />

<strong>La</strong> verdad es que hemos tomado ya las medidas tendientes a conjurar ese desequilibrio, que no<br />

es tan grande, desde que todo el país construye al mismo tiempo intensamente en todos los<br />

órdenes y en todas las zonas, como puede comprobarse en cualquier parte.<br />

Pero no es posible dejar de informar a la opinión pública que si nosotros construimos viviendas<br />

ahora para nuestros trabajadores es porque nuestros antecesores no las construyeron.<br />

(Aplausos.) ¡Aunque esta omisión es perfectamente lógica en quienes no pensaban en los obreros<br />

sino para explotarlos!<br />

En materia de seguridad social cuanto prometimos ha sido efectivamente realizado.<br />

Prácticamente ningún argentino que trabaja ha de quedar desamparado en su vejez desde que el<br />

sistema jubilatorio ha sido extendido a casos excepcionales que las leyes jubilatorias todavía no<br />

amparan , pueden acogerse a los beneficios de la ley 13.478, que estableció la pensión<br />

inembargable a la vejez y que hoy ya beneficia a más de 23.000 ancianos desamparados e<br />

inválidos. (¡Muy bien! Los señores legisladores y ministros, como también el público de las<br />

galerías, de pie, aplauden insistentemente al señor presidente de la Nación, quien agradece las<br />

manifestaciones.)<br />

66


A este régimen se ha adherido ya todas las provincias, y su realidad efectiva va siendo poco a<br />

poco totalizada.<br />

Hoy podemos ofrecer al mundo el espectáculo de un país en cuyo seno ¨el trabajo, en cualquier<br />

parte se preste, es fuente de derecho para la seguridad social ¨.<br />

En este momento el régimen del Instituto Nacional de Previsión Social esta cubriendo a 3.438.000<br />

argentinos con respecto a los riesgos de vejez, maternidad etcétera.<br />

A esto se ha venido a añadir la primera experiencia de seguros a cargo del Estado, que se lleva a<br />

cabo por intermedio de la Caja Nacional de Ahorro Postal mediante los planes de tipo mutual que<br />

ella ofrece.<br />

El seguro obligatorio para todo el personal del estado ampara hoy a un millón de vidas humanas,<br />

por un total de capital asegurado cercano ya a los 5.000.000.000 de pesos.<br />

Prácticamente puede decirse que toda la población del país tiene un positivo derecho a la<br />

seguridad.<br />

Todo esto es de indudable valor social y humano.<br />

<strong>La</strong> seguridad es condición indispensable para que el hombre trabaje con eficacia y con intensidad.<br />

El presente es más fecundo cuando no existen dudas acerca del futuro. Y como el presente está<br />

asegurado con la garantía de un porvenir sin angustias, nuestra generación de trabajadores ha<br />

recobrado la alegría de vivir que había perdido y el optimismo necesario para vencer en la lucha<br />

cotidiana.<br />

El derecho a la protección familiar es ejercido en beneficio de los trabajadores y del pueblo en sus<br />

aspectos morales y físicos por la acción del gobierno en materia de educación, salud pública y<br />

asistencia social.<br />

Pero quiero referirme, en forma especial, a la acción que por las familias humildes de nuestro<br />

pueblo desarrolla una institución que, aun sin firmar parte de nuestro gobierno (Aplausos.),<br />

merece una especial mención en este mensaje, desde que su presencia y su obra en el país<br />

reflejan la existencia de las nuevas condiciones espirituales que nosotros hemos creado. Me<br />

refiero a la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón.<br />

Por razones que vuestra honorabilidad comprenderá perfectamente, yo preferiría guardar silencio<br />

con respecto a esta benemérita institución.<br />

Pero tengo en cierto modo la obligación de referirme a ella, desde que ella mereció el año pasado<br />

la atención de vuestra honorabilidad en la sanción de una ley que el Poder Ejecutivo debió<br />

observar por las razones oportunamente expuestas.<br />

Quiero expresar a los señores legisladores que la actitud del Poder Ejecutivo, además de las<br />

razones de orden económico que la determinación, obedeció también al deseo de conservar para<br />

la Fundación la Ayuda Social una característica que la hace única en el mundo y que es la de ser<br />

una institución cuyos fondos provienen en forma directa del mismo pueblo, queda de esta manera,<br />

un ejemplo extraordinario de generosa solidaridad. (Aplausos. Los señores legisladores y público<br />

de la galerías se ponen de pie y así permanecen hasta la terminación de la lectura del mensaje.)<br />

Aprovecho esta oportunidad para destacar la inmensa labor social de la Fundación, cuyas obras<br />

se van levantando con asombrosa rapidez en todas partes, llegando así, con la solicitud efectiva<br />

del amor, a los más apartados rincones del país. Ella construye el complemento maravilloso de la<br />

justicia social y otro es el de la ayuda social (aplausos prolongados.), y que solamente los dos<br />

unidos pueden estrechar al pueblo con el abrazo de nuestro cariño.<br />

Ya me he referido en el curso de mi exposición, aunque en forma indirecta, al derecho al<br />

mejoramiento económico y al derecho de defensa de los intereses profesionales como absolutas<br />

realidades de nuestra reforma social.<br />

De esta manera van siendo realizados y consolidados los derechos del trabajador, de la familia y<br />

de la ancianidad.<br />

Ya tiene el país la evidencia de su positiva realidad social en todas partes.<br />

Y en todas partes, gracias a esta obra fundamental de nuestro movimiento, un clima de bienestar<br />

común ha substituido al antiguo estado de lucha permanente, de inseguridad, de resentimientos y<br />

67


de inquietudes.<br />

Han caído las barreras sociales que separaban a los argentinos. Ahora es posible hablarles de la<br />

unidad Nacional. (Aplausos prolongados.)<br />

Quiero referirme en forma especial a la acción educativa de mi gobierno porque ella completa el<br />

panorama que acabamos de repasar rápidamente. <strong>La</strong> escuela argentina es también fundamental<br />

instrumento que hemos puesto al servicio de la unidad nacional.<br />

<strong>La</strong> unidad nacional que perseguimos debe empezar en la escuela bajo el amparo luminoso de la<br />

verdad.<br />

Para ello hoy la escuela dice la verdad completa a los niños argentinos poniéndolos frente a los<br />

problemas reales de la vida y de la eternidad; enseñándoles a conocer a Dios y a valorar las<br />

cosas del espíritu; acercándolos a las fuentes mismas del trabajo; llevándolos a las fábricas y<br />

talleres para que aprendan en ellos que allí se construye la grandeza de la Nación. <strong>La</strong> escuela<br />

habla hoy a los niños argentinos de la verdad económica, de la verdad social y de la verdad<br />

política del país, y les muestra la patria tal cual es en toda su extensión y en toda su maravillosa<br />

magnitud.<br />

Con sentido cristiano y humano de la vida, la escuela que nosotros hemos realizado asegura el<br />

porvenir generaciones de argentinos capaces de comprender y defender todo esto que nosotros<br />

hemos hecho.<br />

Yo me permito hacer un llamado al espíritu patriótico de los maestros solicitándoles que enseñen<br />

simplemente la verdad argentina a sus alumnos; la verdad que está en todas partes deseando<br />

ganar el corazón de los niños para proyectarse en ellos hacia el porvenir. (¡Muy bien! Aplausos<br />

prolongados. El señor presidente de la Nación agradece poniéndose de pie.)<br />

Confío en la generación de jóvenes actuales que se forman en nuestros institutos, y de manera<br />

muy especial en aquellos que, habiendo salido de los más humildes hogares de nuestro pueblo,<br />

no podrán olvidar jamás que en ellos descansa fundamentalmente la tarea de defender, en los<br />

ambientes de su actuación, todas las conquistas que esta generación les deja como legado digno<br />

de ser defendido, incluso con el sacrificio de la misma vida. (Aplausos prolongados.)<br />

Si en materia de conquistas políticas, económicas y sociales hemos avanzado tal como lo he<br />

expuesto ante vuestra honorabilidad, no es menos conquista la que el pueblo ha realizado en<br />

relación con otros valores de orden moral, a los cuales asigna nuestra doctrina extraordinaria<br />

importancia y que aparecen como consecuencia directa de nuestra acción.<br />

Nuestro pueblo tiene ahora sentido del respeto por la dignidad de las personas, concepto<br />

patriótico de la vida, conciencia de su responsabilidad social, sensibilidad humana frente al dolor<br />

de sus semejantes, y es posible esperar de un pueblo así todo cuanto es necesario para que una<br />

nación alcance en el concierto mundial el privilegio de un destino como el que queremos para<br />

nuestra patria. (Aplausos.)<br />

Todos estos estados de conciencia de nuestro pueblo son la mejor conquista y el mejor resultado<br />

de todas nuestras reformas, porque ni la reforma política, ni la economía, ni la social serían<br />

duraderas, a pesar de su consolidación constitucional, si no crearan aquellos estados de<br />

conciencia popular.<br />

Insisto en este aspecto de mi exposición porque solamente la absoluta comprensión del pueblo<br />

puede darnos la seguridad absoluta de que nuestras verdades y nuestras obras tendrán la<br />

permanencia necesaria para hacer la grandeza de la patria. (Aplausos.)<br />

Cuenta la historia que al recibir Napoleón su espalda de soldado dijo, como presintiendo su<br />

destino: ¨ <strong>La</strong> empuñadura es de Francia, pero el acero es de Napoleón. ¨ (Aplausos.)<br />

Cada argentino recibe en esta etapa de la vida nacional también algo así como una espada: los<br />

instrumentos con cuyo buen uso podrá lograr el porvenir magnífico que soñamos. No será<br />

inoportuno que cada uno piense como Napoleón… ¨ la empuñadura es de la patria…¨, vale decir:<br />

es de cada argentino… y cada argentino ha de saber usarlo en la medida de su capacidad si<br />

quiere que todo este presente venturoso sea gozado con mayor felicidad aún por nuestros hijos.<br />

(Aplausos prolongados.)<br />

<strong>La</strong>s reformas social, económica y política, pilares firmes de nuestra unidad nacional, no podrán<br />

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ser, pues, definitivas se no se afirman sobre los firmes cimientos populares.<br />

El pueblo es lo único permanente en el país, y es el pueblo la única base de sustentación para la<br />

unidad nacional.<br />

De generación en generación el pueblo va transmitiendo la historia hacia el porvenir, y la<br />

repetición de los principios básicos que los padres hacen sobre la mentalidad abierta de los hijos<br />

va creando estados conciencia que son individuales primero, colectivos después, nacionales por<br />

fin.<br />

Un estado de conciencia nacional es la mejor garantía de todo cuanto hemos realizado. Y para<br />

ellos nada mejor que seguir en la ruta del pueblo que nosotros hemos elegido. Solamente el<br />

pueblo puede terminar de hacer lo que nosotros hemos empezado.<br />

Al pueblo, pues, lo entrego yo poniendo mis realizaciones en las manos de vuestra excelencia, y<br />

ruego a Dios que por cada uno de los señores legisladores sepa encontrar el camino para hacer<br />

conocer al pueblo nuestra verdad. (Aplausos.)<br />

No quiero terminar mi exposición sin hacer una especial referencia al papel que desempeñan, en<br />

relación con la unidad nacional que perseguimos como finalidad esencial de nuestra acción, por<br />

una parte las fuerzas armadas, con un nuevo sentido de la misión integral que deben cumplir en<br />

esta etapa constructiva de la República, y por otra parte las fuerzas organizadas del trabajo dentro<br />

de una concepción auténticamente nacional, alejada de los peligrosos extremos internacionalistas<br />

que intentan dividirlas para reinar por ellas en el pueblo argentino y, por ende, dominar al país en<br />

beneficio de extraños intereses. (Aplausos.)<br />

Con respecto a las fuerzas armadas afirmo que ellas cumplen en la Nueva Argentina una misión<br />

integral que abarca, no sólo los específicos fines militares cuyo servicio se realiza con la mayor<br />

perfección que se haya dado en la historia nacional, sino también los numerosos fines de carácter<br />

civil que en épocas de paz importan prácticamente el cumplimiento de un servicio de trabajos<br />

civiles cuya magnitud ya está conociendo y comprendiendo el pueblo de toda la Nación.<br />

(Aplausos.)<br />

En este sentido solamente quiero señalar algunas actividades que cumplen, con esta orientación,<br />

los ministerios del equipo de Defensa Nacional.<br />

El ministerio de Marina realiza intensas actividades de investigaciones oceanográficas e<br />

hidrográficas; cumple servicios puramente civiles de transporte de correspondencia, pasajeros y<br />

cargas en toda la Patagonia; efectúa los mismos servicios por su red de aeródromos en el Sur del<br />

país, y por su obra social se benefician, no sólo los organismos propios militares y civiles sino<br />

también el pueblo mismo que acude a sus instituciones de ayuda social. (Aplausos prolongados.)<br />

El Ministerio de Ejército, por medio de sus unidades, está cumpliendo, sobre todo en las zonas<br />

más alejadas de las ciudades capitales, una imponderable obra de ayuda a la población civil.<br />

Pero aun dentro de sus mismos cuadros la acción no se circunscribe a la función específica militar<br />

de preparar soldados para la guerra. El ejército prepara soldados para la paz (insistentes aplausos<br />

de los señores legisladores, señores ministros y público concurrente. El señor presidente de la<br />

nación, de pie, agradece las manifestaciones de adhesión), es decir, construye ciudadanos<br />

argentinos útiles al país, alfabetizándolos, instruyéndolos en las tareas agrarias, educándolos en<br />

sus liceos, etcétera.<br />

Los organismos sanitarios del ejército prestan atención, no sólo a los agentes civiles o militares<br />

que le pertenecen, sino también a las poblaciones en que tienen asiento, auxiliándolas en sus<br />

necesidades con los modernos recursos de la acción médica, odontológica y de asistencia social.<br />

El Ejército Argentino construye caminos, puentes, redes telegráficas y telefónicas en zonas<br />

apartadas del país; y en la gobernación militar de Comodoro Rivadavia rivaliza en sana emulación<br />

con la gobernación naval de Tierra del Fuego que administra el Ministerio de Marina, afianzando<br />

así el progreso (aplausos) de las antaño olvidadas regiones patagónicas, cuya incalculable<br />

riqueza abre promisorias perspectivas al porvenir.<br />

<strong>La</strong>s fuerzas aéreas contribuyen también con su pujanza, cada día mayor, al progreso de la<br />

aviación civil, y a ella se debe la nueva conciencia aeronáutica nacional, respaldada por el control<br />

y la supervisión constructiva del ministerio de Aeronáutica, que ha contribuído asimismo con sus<br />

69


esfuerzos en la creación y organización de la Flota Aérea Mercante, actualmente en el Ministerio<br />

de Transportes. (Aplausos.)<br />

El Ministerio de Defensa Nacional; cumpliendo su misión de organismo coordinador de los<br />

ministerios militares, no se ha substraído, sin embargo, a la acción integral concurriendo al<br />

progreso del país por las realizaciones de su Dirección General de Fabricaciones Militares, cuya<br />

actividad se ha dirigido hacia la cooperación con la industria civil a la que provee de aceros,<br />

ácidos, productos laminados y trafilados de cobre, latón, conductos eléctricos, repuestos y<br />

accesorios ferroviarios, etcétera, colaborando al mismo tiempo y de manera muy especial en el<br />

progreso de la industria metalúrgica nacional, y fomentando, por otra parte, la investigación<br />

científica de las riquezas nacionales.<br />

He citado solamente algunas actividades de carácter civil que cumplen silenciosamente los<br />

ministerios militares. (Aplausos.)<br />

Este es el nuevo panorama que ofrecen al pueblo las fuerzas armadas de la Nación, que<br />

contribuyen así al bienestar común y nos ayudan a afianzar las conquistas políticas, económicas y<br />

sociales que nos conducen hacia la unidad nacional.<br />

En este capítulo de nuestros planes también podemos decir que somos lo que debemos ser.<br />

(Aplausos.)<br />

<strong>La</strong> organización militar argentina responde plenamente a nuestra finalidad y a nuestros objetivos.<br />

Y si bien celebro que las fuerzas armadas hayan vuelto a sus tareas normales, después de la<br />

intervención que desde 1943 a 1946 tuvieron que ejercer en el gobierno del país, no pudo menos<br />

que celebrar también que el contacto de esos años con el pueblo haya servido para que hoy sigan<br />

influyendo en sus trabajos las inquietudes civiles en pro de la grandeza de la Nación.<br />

<strong>La</strong> estrecha colaboración de las fuerzas armadas con el pueblo para la ejecución de tareas civiles<br />

acercará, indudablemente, a todos los argentinos que en el pueblo o en las fuerzas armadas<br />

deseen sinceramente el bien común, y traten de alcanzarlo sin establecer distingos entre los<br />

grupos que integran la República. (Aplausos.)<br />

Esta es otra realidad que hemos cumplido nosotros en pro de la unidad nacional, porque así lo ha<br />

querido la Providencia; esta realidad tiene su símbolo en mí mismo, que habiendo salido de las<br />

fuerzas militares me precio de estar en el gobierno con el apoyo total de las fuerzas del trabajo.<br />

(Los señores legisladores y ministros, así como también el público de las galerías, aplauden en<br />

forma prolongada, agradeciendo, de pie, el señor presidente de la nación.) ¡Que ambas, al fin de<br />

cuentas, no son más que las fuerzas del pueblo organizadas para crear, defender y consolidar la<br />

grandeza del país a la sombra de una sola bandera, en cuyo homenaje todos os corazones<br />

argentinos, así palpiten debajo de un uniforme o de una simple camisa de trabajo, se unen para el<br />

entusiasmo de un mismo amor! (Aplausos.)<br />

<strong>La</strong>s fuerzas del trabajo organizadas en todo el país constituyen un magnífico ejército pacífico que<br />

lucha en las fábricas, en los talleres, en las oficinas y en el campo por nuestros objetivos y por<br />

nuestra esencial finalidad.<br />

Parecerá extraño tal vez a la mentalidad de nuestros críticos permanentes, congelada en los<br />

moldes de una época felizmente superada, que en su mensaje al Congreso de la Nación el<br />

presidente de la República se refiera a la marcha de las organizaciones gremiales del país.<br />

Sin embargo, declaro que ellas tienen una relación directa con nuestra acción.<br />

Nosotros hemos creado el clima necesario para que ellas progresen; hemos favorecido la<br />

integración de su unidad y nos enorgullecemos de haberlo hecho así.<br />

Nuestros predecesores se preciaban de favorecer la creación de entidades capitalistas; para ellos<br />

el buen gobierno consistía en propiciar la organización de fuertes sociedades rurales y buenas<br />

exposiciones ganaderas; en amparar la existencia y el progreso de las entidades patronales del<br />

comercio y de la industria, especialmente cuando ellas respondían a los intereses extranjeros,<br />

cuyos abogados eran siempre y no por mera coincidencia, conspicuos dirigentes políticos.<br />

Nosotros nos preciamos, en cambio, de favorecer a las organizaciones gremiales y lo hacemos<br />

con nuestro apoyo moral y material. (Aplausos.)<br />

Y me permito decirlo ante vuestra honorabilidad con toda mi franqueza. No sería digno de<br />

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nosotros que fuésemos menos agradecidos que nuestros adversarios. Ellos llegaban al poder por<br />

influencias extrañas, con las que siempre cumplieron crecidamente en el gobierno, entregándoles<br />

el manejo económico de la Nación. Nosotros, que llegamos al poder con el apoyo leal y decidido<br />

de los trabajadores organizados, tenemos la obligación moral de trabajar para que esas<br />

organizaciones progresen y se consoliden. (Aplausos.)<br />

Por esta acción no sólo debe ser realizada por razones de gratitud y de leal consecuencia.<br />

<strong>La</strong> unión de los trabajadores es etapa fundamental en el camino de la unidad nacional.<br />

<strong>La</strong> justicia no es social si no es ejercida a través de las organizaciones que reúnen a los distintos<br />

grupos de personas; en especial a los grupos de trabajadores que son la mayor parte de la<br />

población.<br />

No sería posible el ejercicio de la función de justicia social sin la existencia previa de las<br />

organizaciones obreras.<br />

Vale decir, que la existencia de una organización nacional fuerte, numerosa y unida de<br />

trabajadores, es condición necesaria para lograr la unidad nacional. (Aplausos.)<br />

Esa organización existe ya felizmente, y es fuerte, numerosa y unida. (Aplausos.)<br />

Mientras nuestros predecesores se especializaron en dividir a los sindicatos, nosotros hemos<br />

hecho de nuestra parte todo cuanto nos ha sido posible por unirlos. (Aplausos.)<br />

Los gobiernos anteriores a nuestro movimiento temían al pueblo. A fin de cuentas una<br />

organización gremial es una parte del pueblo mismo, del más auténtico pueblo, que se reúne en<br />

procura de su bienestar.<br />

Razones para temerlo tenían desde que gobernaban a espaldas del pueblo, traicionándolo con la<br />

entrega permanente del país. (Aplausos.) Nosotros, en cambio, no le tenemos miedo a la unidad<br />

del pueblo. Deseamos la unión de sus organizaciones gremiales y las apoyamos porque nuestra<br />

conciencia está limpia de todo recuerdo y de todo propósito de traición. (Aplausos.)<br />

Señores senadores, señores diputados: comencé este mensaje ofreciéndolo a la memoria insigne<br />

del Libertador General José de San Martín. (Aplausos prolongados.)<br />

Creo haber demostrado cómo, por primera vez en la historia del país, el pueblo argentino puede<br />

decir con verdad absoluta, ante la tumba centenaria de su primer Capitán, que la Nación Argentina<br />

es cuanto el insigne Jefe del Ejército de los Andes deseó que fuese, soñándola en el largo<br />

recorrido de sus glorias. (Aplausos prolongados.)<br />

<strong>La</strong> verdad es clara y definitiva: somos lo que debemos ser. (Aplausos.)<br />

Y aunque nosotros no hayamos sino cumplido la última etapa de la liberación nacional, debemos<br />

bendecir a la Providencia que nos ha concedido la gracia y la gloria de cumplir nuestros propósitos<br />

de 1943 y nuestros planes de 1946.<br />

Ello nos permite considerarnos algo así como los últimos soldados del Gran Capitán; y como tales,<br />

al regreso de todas las batallas, volvemos al punto de partida para entregar a las generaciones del<br />

porvenir todo esto que es una patria justa, libre soberana. (Los señores legisladores y público de<br />

las galerías aplauden u aclaman al señor presidente de la Nación.)<br />

Sr. Presidente.- Queda levantada la sesión de Asamblea.<br />

-Eran las 12 y 15.<br />

Día del Trabajador (Plaza de Mayo) – 1º de mayo de 1950<br />

Compañeros:<br />

Hoy, un Primero de Mayo más de la etapa justicialista, encuentra reunidos en esta histórica plaza,<br />

y en muchas otras plazas no menos históricas de nuestras provincias, a una masa de trabajadores<br />

que, festejando la fiesta de su sacrificio, elevan en el altar de la patria el saludo agradecido de sus<br />

hijos ante la magnificiencia de esta patria inmortal. A todos ellos, mi saludo y mi abrazo cariñoso,<br />

de compañero y de amigo.<br />

El año 1950 será decisivo para el sindicalismo argentino. <strong>La</strong> confederación General del Trabajo, al<br />

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frente, con su bandera de lealtad y sinceridad para con la clase trabajadora, ha marcado en su<br />

último congreso la etapa más gloriosa del movimiento sindical de nuestra Patria.<br />

El Movimiento Justicialista celebra como su propia fiesta la fiesta de los trabajadores argentinos,<br />

primero, porque el Movimiento Justicialista es un movimiento obrero y segundo porque nadie hizo<br />

en su beneficio antes que nosotros lo que nosotros hemos hecho.<br />

El año 1949 queda grabado en la historia como el año de la Constitución Justicialista, la Carta del<br />

pueblo, la Carta de los Trabajadores, donde se estampan sus derechos que la injusticia humana<br />

no podrá abatir en los siglos de nuestra vida histórica.<br />

Pero, compañeros, no debemos descansar en la vigilancia de esta Constitución Justicialista y su<br />

cumplimiento. Voces de la reacción comienzan a levantarse en algunos diarios "serios" o en<br />

alguna bolsa de comercio. Ellos hicieron algo así como un tabú de la Constitución liberal<br />

individualista que les permitió explotar a la República durante un siglo. Ellos no habrían tolerado<br />

jamás la voz de un obrero que anatematizara esta Constitución, porque permitía la explotación de<br />

los trabajadores. Como ellos vigilaron sus intereses, como ellos discutieron el tabú cerrado de esa<br />

constitución durante un siglo, nosotros, los justiciaistas, hemos de velar con el arma al brazo para<br />

su cumplimiento y pobres de ellos si se animan a sacarla.<br />

Compañeros: el pueblo de la República, en un plebiscito jamás realizado por su pureza y por su<br />

ecuanimidad, ha establecido en una asamblea soberana que la ley suprema de la Nación, dada<br />

por ese pueblo, será la Constitución Justicialista. Hemos de recordarles a quienes intentan<br />

levantarse contra ella, que en esta tierra, el que se levanta contra el pueblo paga muy cara su<br />

traición.<br />

Compañeros: yo les he dado una doctrina justicialista, he asegurado una justicia social, he<br />

conquistado una libertad económica, les he dado una realidad política, todo consolidado en la<br />

Constitución Justicialista. Para el futuro han de ser ustedes los guardianes, han de ser ustedes los<br />

que juzguen y han de ser ustedes los que sancionen.<br />

El movimiento sindical argentino y el pueblo argentino tienen la enorme responsabilidad de<br />

conservar este legado que nuestra generación creó para la felicidad de nuestros hijos y de<br />

nuestros nietos y para que no vuelvan ha producirse los dolores y las miserias que hemos<br />

presenciado.<br />

Por eso compañeros, es necesario afirmar los sindicatos; es necesario apuntalar la C.G.T; es<br />

menester que todos los trabajadores de la Patria, en este inmenso movimiento sindical, terminen<br />

por establecer que en esta tierra los trabajadores son uno para todos y todos para uno. Y así<br />

unidos los sindicatos y el pueblo argentino, custodiaran y defenderán en el futuro sus<br />

reivindicaciones, y será el pueblo y los trabajadores, marchando del brazo por la ancha calle de la<br />

historia, quienes escribirán el último capítulo justicialista de esta querida Patria argentina.<br />

Compañeros: que nuestros conflictos intersindicales sean solamente peleas de familia entrecasa.<br />

Cuando salgamos a la calle no habrá ninguna pelea, seremos como una familia unida que puede<br />

tener sus conflictos domésticos, pero ante el exterior se presenta con un frente unido e<br />

indestructible. Un frente obrero popular, unido y numeroso será el terror de la reacción y la mejor<br />

defensa contra la reacción política oligárquica, que pretende levantar su voz en defensa d interese<br />

ajenos al país. Compañeros: escuchamos hoy que los políticos del fraude están pensando en<br />

formar agrupaciones obreras favorables a su política. Les hablan con nuestras propias palabras;<br />

se han convertido a la doctrina justicialista. Pero hay que repetirles lo que nosotros sabemos de<br />

ellos: que están disfrazados de obreristas. Tendremos que hacer como en carnaval y decirles:<br />

"Sáquense el bigote, que los conocemos". Ya sabemos que interesar a los sindicatos en la política<br />

partidaria es una maniobra artera y conocida de la reacción. Meter la política para debilitar<br />

primero, dividir después, y disociar, finalmente, entregando a los trabajadores maniatados a la<br />

reacción, para que ella cumpla su designio.<br />

Por eso, el año 1950 ha de ser de fortalecimiento sindical, de cumplimiento de lo determinado por<br />

la C.G.T.; de unión y de conformación del nuevo sindicato argentino con su ala de lucha y con su<br />

ala social, con las mutualidades, con las cooperativas, con las escuelas sindicales, en forma de<br />

elevar la cultura social, y que la lucha que pueda venir en el futuro nos encuentre fortalecidos y<br />

firmes para hacer frente a la reacción.<br />

<strong>La</strong> defensa de los trabajadores se hace solo por los trabajadores mismos. Que se fortalezcan<br />

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nuestras organizaciones para que muchos primeros de Mayo nos sorprendan en el grado de<br />

felicidad y dignidad que hoy disfrutamos. Que en el futuro las organizaciones sindicales se vigilen<br />

si mismas y vigilen a las fuerzas de la reacción. Que sean ellos el artífice de su destino, porque<br />

nadie lo hará en su reemplazo en forma que esas organizaciones tengan algo que agradecer.<br />

Finalmente, quiero terminar con el consejo y el saludo de siempre.<br />

El consejo, compañeros, es el mismo que dijimos en las horas de lucha y que no debemos olvidar<br />

en los tiempos de bonanza: unidos, venceremos.<br />

Y el saludo lo dirijo a los camaradas que me escuchan a lo largo de toda la República, y con este<br />

mi saludo reciban un estrecho abrazo sobre mi corazón de compañero y de argentino.<br />

Día del Trabajador (Plaza de Mayo) - 1º de Mayo de 1951<br />

Compañeros:<br />

Hace ya muchos años, en Chicago, en un 1° de mayo como este, eran ahorcados por una justicia<br />

de clase enceguecida, un grupo de trabajadores que sólo reclamaban más pan para sus hijos y<br />

justicia para sus hermanos.<br />

El justicialismo argentino rinde hoy homenaje a su recuerdo habiendo destruido aquí la<br />

explotación capitalista e instaurado la justicia social por la que ellos murieron.<br />

En este jubiloso primero de mayo, saludo a todos los hombres y mujeres que con su trabajo<br />

honrado están construyendo la felicidad y la grandeza de esta patria.<br />

Doy gracias a la Providencia porque los argentinos podamos mediante nuestro justicialismo,<br />

festejar en paz y en armonía el día de los trabajadores y hago votos porque esa paz y armonía<br />

llegue también, mediante la justicia, a todos los trabajadores del mundo y en especial, a aquellos<br />

que hoy sufren la explotación del dinero o del Estado y que recuerdan esta fiesta con los puños<br />

crispados por la impotencia frente a la injusticia y frente a la ignominia.<br />

El justicialismo y el sindicalismo, he dicho esta mañana, han encontrado el camino de sus<br />

finalidades comunes en la República argentina, y trabajando estrechamente unidos van siendo ya<br />

el índice de su felicidad y de su grandeza.<br />

Han pasado cinco años de nuestro gobierno y como el primer día el gobierno y los trabajadores se<br />

encuentran estrechamente unidos y solidarios. Ello se debe solamente ha que el Gobierno<br />

justicialista ha hecho, hace y hará siempre, únicamente lo que el pueblo quiera y defenderá un<br />

solo interés: el del pueblo. El gobierno justicialista ha fijado también como doctrina en lo<br />

internacional esta premisa: ninguna decisión de la política internacional que implique una acción<br />

de guerra fuera de nuestro territorio, será tomada sin una previa consulta al pueblo. Sabemos que<br />

cuando se toman estas decisiones en defensa del pueblo hay que enfrentar la injusta lucha de los<br />

intereses. El imperialismo capitalista la ha desatado ya, mediante su periodismo internacional en<br />

nombre de una libertad que no practica. <strong>La</strong> libertad, para que sea libertad, ha de ser la que el<br />

pueblo quiera, y no la que pretenden imponernos desde afuera.<br />

<strong>La</strong> lucha por la libertad, para nosotros, es la que nos conduce a la justicia social, a la<br />

independencia económica y a la soberanía política. Los argentinos tenemos nuestro régimen de<br />

libertad constitucional; pero que sería de él en la injusticia social, en la esclavitud económica o en<br />

el vasallaje político. Todo eso nos conduciría la libertad tan conocida por los trabajadores<br />

argentinos: la libertad de morirse de hambre.<br />

Por eso, el cuento de la libertad es demasiado conocido para que nosotros podamos caer en él.<br />

No difiere mucho del cuento del billete premiado o del de la máquina de hacer dinero. Por eso,<br />

también hoy, primero de mayo, quiero anunciarles que el diario "<strong>La</strong> Prensa", expropiado por<br />

disposición del Congreso Nacional, será entregado a los trabajadores en la forma que ellos<br />

indiquen.<br />

Este diario, que explotó durante tantos años a sus trabajadores y a los pobres, que fue<br />

instrumento refinado al servicio de toda explotación nacional e internacional, que representó la<br />

más cruda traición a la patria, deberá purgar sus culpas sirviendo al pueblo trabajador para<br />

defender sus reivindicaciones y defender sus derechos soberanos.<br />

Todo esto, por decisión soberana y libre del pueblo argentino, en favor y defensa de la libertad que<br />

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él quiere de acuerdo con las leyes y la constitución que él libremente se ha dado y mantiene, sin<br />

pensar que a los demás pueda o no gustarles el gesto libre y la actitud soberana.<br />

Una vez más saludo a la CGT, y la felicito, y a todos los sindicatos argentinos. Este año 1950 de la<br />

organización sindical está sembrando el país de instituciones obreras de bien público que trabajan<br />

por la defensa del poder adquisitivo de sus salarios, de la salud física y moral de los obreros por la<br />

elevación cultural y social del pueblo argentino. Esas instituciones, ya beneméritas en el<br />

justicialismo, serán los pilares inconmovibles del futuro argentino, donde se afirme la producción,<br />

la riqueza, el bienestar y la grandeza de la patria.<br />

Nada podrán los políticos profesionales desplazados ni sus agitadores a sueldo en los sindicatos<br />

argentinos. Son cartas demasiadas conocidas porque los trabajadores argentinos conocen bien<br />

como procedieron ellos cuando desquiciaron el país y lo sumieron en la explotación y en la<br />

vergüenza. Sus campañas de engaños y de rumores caerán en el ridículo y en desprecio de los<br />

obreros argentinos, que conocen los ignorantes, incapaces y venales que son, por haberlos<br />

sufrido tantos años.<br />

Entre tanto, recordemos que la defensa del justicialismo es el nervio motor de nuestra lucha: en lo<br />

exterior contra el imperialismo y la reacción, y en lo interno contra la traición político - oligarca.<br />

Cada buen argentino debe sentirse depositario y guardián de nuestra justicia social,<br />

independencia económica y soberanía política, y estar pronto a morir en su defensa. Por eso es<br />

menester estar listo como en tiempo de lucha, con los comandos ágiles y los hombres de pie,<br />

porque el imperialismo capitalista no descansa en su tarea de comprar conciencias y pagar<br />

voluntades.<br />

<strong>La</strong>s fuerzas de la seguridad nacional deberán vivir vigilantes sobre cada hombre para asegurar el<br />

cumplimiento de los mandatos de la Constitución Justicialista. El pueblo hará de cada uno de sus<br />

hombres un soldado consiente y decidido. El gobierno defenderá al justicialismo con todas las<br />

fuerzas de la Nación contra los enemigos de afuera o de adentro.<br />

Compañeros: que sea este primero de mayo síntesis de la lucha contra la explotación en el<br />

mundo, el día de la decisión argentina para luchar por el justicialismo reparador de injusticias. Que<br />

nuestro bienestar y felicidad presentes sean un anticipo promisor de todos los hermanos<br />

trabajadores que en el mundo luchan contra la tiranía del Estado o del dinero. Que nuestra<br />

bandera justicialista acaudillan a millones de liberados de la miseria y del dolor, marcho en brazos<br />

del pueblo argentino para ejemplo de un mundo injusto donde gimen bajo el látigo de la<br />

explotación millones de seres de una humanidad entristecida y decadente que lucha por su<br />

liberación.<br />

No deseo terminar estas palabras sin agradecer a los trabajadores de todo el país su esfuerzo<br />

generoso, que ha permitido realizar a nuestra patria su ambicioso plan. Agradezco también a esos<br />

bravos muchachos obreros, que en un alarde justicialista están realizando el campeonato mundial<br />

de la producción. Eso es posible en la nueva Argentina Justicialista, donde todos trabajamos para<br />

todos y para la Patria y no para el capitalismo internacional.<br />

Finalmente, agradezco, como argentino y como trabajador, su unidad y su lealtad inconmovibles.<br />

Hoy podemos decir que los trabajadores argentinos estamos organizados, unidos y listos para<br />

luchar por nuestros derechos y nuestra dignidad y, para terminar que llegue a todos los<br />

trabajadores argentinos un gran abrazo, con el que los saludo y los estrecho muy fuerte sobre mi<br />

corazón."<br />

Día del Trabajador (Plaza de Mayo) - 1º de Mayo de 1952<br />

Compañeros:<br />

Desde hace tiempo vengo diciendo que está llegando la hora de los pueblos. Y me siento<br />

inmensamente feliz frente a esta grandiosa asamblea, porque observo que este pueblo es digno<br />

de esa hora y porque veo que este pueblo está capacitado para realizar lo que esa hora impone a<br />

los países.<br />

Los hombres que, como yo, viven solamente para el pueblo, necesitan de esa solidaridad. Por eso<br />

siempre que yo he hablado al pueblo, más que órdenes, he impartido consejos. Un presidente que<br />

aconseja, más que presidente es un amigo, y eso es, precisamente, lo que yo quiero ser de mi<br />

pueblo: un amigo. Cumpliendo siempre la primera verdad establecida en nuestro catecismo<br />

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peronista, que dice que la verdadera democracia consiste en que el gobierno haga solamente lo<br />

que el pueblo quiere y defienda un solo interés: el del pueblo.<br />

Yo no tengo dudas de que cada uno de ustedes sabe que acepté el sacrificio de una segunda<br />

presidencia confiando solamente en que la Providencia habría de permitirme completar una obra<br />

que en la primera presidencia no pudo ser completada. Y la acepté, por sobre todas las cosas,<br />

porque tenía la convicción absoluta de que este maravilloso pueblo argentino, lo mejor que<br />

tenemos en esta patria tan querida, habría de poner el hombro a esa realización y dar su apoyo.<br />

Compañeros: Lo que más pesa para los hombres de conciencia es la responsabilidad, nadie<br />

puede imaginar el peso ciclópeo de la responsabilidad de realizar, con bien, los destinos del<br />

pueblo y los destinos de la Patria. pero ese inmenso peso de la responsabilidad puede repartirse<br />

proporcionalmente cuando se gobierna un pueblo conciente de esa responsabilidad, anhelante de<br />

cumplirla hasta en el más humilde acto de su vida privada. Sin ese apoyo ningún gobernante<br />

podrá realizar cumplidamente sus designios, ni ningún hombre de la tierra podrá realizar los<br />

anhelos ni la felicidad de su pueblo. Por esa razón, desde que estoy en el Gobierno vengo<br />

reclamando la ayuda de cada argentino, porque cuando me eligieron y me hicieron responsable<br />

de los destinos de la Nación, cada uno de los que me votó compartió conmigo la responsabilidad<br />

al haberme designado.<br />

Compañeros: Esto es lo único que he reclamado y reclamo del pueblo de la República. Miles de<br />

salvadores llegan siempre hasta los gobernantes. Todos proponen medidas para salvar a la patria;<br />

pero, señores, ese es un síntoma de ignorancia y de ineptitud. A la patria la salva una sola<br />

entidad: el pueblo. <strong>La</strong>s patrias se salvan o se hunden por la acción de sus pueblos. Los hombres<br />

que tenemos la responsabilidad del Gobierno, sin el pueblo somos ineficaces, inoperantes e<br />

intrascendentes.<br />

Hace pocos días dije al pueblo de la República, desde esta misma casa, que era menester que<br />

nos pusiéramos a trabajar concientemente para derribar las causas de la inequitud creada a raíz<br />

de la especulación, de la explotación del agio por los malos comerciantes.<br />

En esto, compañeros, ha habido siempre falsos mirajes producidos por los intereses. El que no<br />

quiere molestarse en nada dice que el Gobierno haga bajar los precios: el comerciante que quiere<br />

robar dice que lo que corresponde es dejar los precios libres. En esto, cada uno trabaja en cierta<br />

medida por su cuenta. He repetido hasta el cansancio que en esta etapa de la economía argentina<br />

es indispensable que establezcamos un control de los precios, no sólo por el gobierno y los<br />

inspectores, sino por cada uno de los que compran, que es el mejor inspector que defiende su<br />

bolsillo. Y para los comerciantes que quieren los precios libres, he explicado hasta el cansancio<br />

que tal libertad de precios por el momento no puede establecerse; bastaría un rápido análisis.<br />

(Se oye una explosión)<br />

Compañeros: Estos, los mismos que hacen circular rumores todos los días, parece que hoy se<br />

han sentido más rumorosos, queriéndonos colocar una bomba.<br />

(En estos momentos se oye otra explosión).<br />

Ustedes ven que cuando yo, desde aquí, anuncié que se trataba de un plan preparado y en<br />

ejecución, no me faltaban razones para anunciarlo.<br />

Compañeros: Podrán tirar muchas bombas y hacer circular muchos rumores, pero lo que nos<br />

interesa a nosotros es que no se salgan con la suya, y de esto, compañeros, yo les aseguro que<br />

no se saldrán con la suya. Hemos de ir individualizando a cada uno de los culpables de estos<br />

actos y les hemos de ir aplicando las sanciones que les correspondan.<br />

Compañeros: Creo que, según se puede ir observando, vamos a tener que volver a la época de<br />

andar con el alambre de fardo en el bolsillo.<br />

(<strong>La</strong> multitud aclama: Perón, Perón, Perón y dice ¡Leña! ¡Leña!).<br />

Eso de la leña que ustedes me aconsejan ¿por qué no empiezan ustedes a darla?<br />

Compañeros: Estamos en un momento en que todos debemos de preocuparnos seriamente,<br />

porque la canalla no descansa, porque están apoyados desde el exterior.<br />

Decía que es menester velar en cada puesto con el fusil al brazo. Es menester que cada<br />

ciudadano se convierta en un observador minucioso y permanente porque la lucha es subrepticia.<br />

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No vamos a tener un enemigo enfrente: colocan la bomba y se van. Aumentan los precios y se<br />

hacen los angelitos. Organizan la falta de carne y dicen que ellos no tienen la culpa. Al contrario,<br />

por ahí, en un diario, sacan un artículo diciendo que ellos, en apoyo del Gobierno, quieren que<br />

venga la carne, pero la carne no viene.<br />

Todo esto nos está demostrando que se trata de una guerra psicológica organizada y dirigida<br />

desde el exterior, con agentes en lo interno. Hay que buscar a esos agentes, que se pueden<br />

encontrar si uno está atento, y donde se los encuentre, colgarlos en un árbol.<br />

Con referencia a los especuladores, ellos son elementos coadyuvantes y cooperantes de esta<br />

acción. El gobierno está decidido a hacer cumplir los precios aunque tenga que colgarlos a todos.<br />

Y ustedes ven que tan pronto se ha comenzado, y el pueblo ha comenzado a cooperar, los precios<br />

han bajado un 25 por ciento. Eso quiere decir que, por lo menos, estaban robando un 25 por<br />

ciento.<br />

Han de bajar al precio oficial calculado, porque eso les da los beneficios que ellos merecen por su<br />

trabajo. No queremos ser injustos con nadie. Ellos tienen derecho a ganar, pero no tienen derecho<br />

a robar.<br />

Sé también que algunos empleados públicos, inspectores y algunos funcionarios pueden estar<br />

complicados en esas maniobras. Si esto sucede, no he de tener inconveniente en entregarlos a la<br />

justicia en el mismo momento que se lo compruebe; pero, compañeros, quiero decirles que las<br />

organizaciones, nuestros partidos políticos y cada ciudadano de la República tienen en estos<br />

momentos la responsabilidad de enfrentar con hombría y con decisión todo ataque llevado<br />

subrepticiamente a la República. El Gobierno, el Estado y el Pueblo unidos son invencibles, sólo<br />

falta que nos decidamos a realizar.<br />

Yo puedo asegurar, compañeros, que la situación económica del país no ha sido nunca mejor que<br />

ahora; puedo asegurar que el dominio político que el Gobierno tiene en estos momentos asegura<br />

poder proceder de la manera que se le ocurra, pero no estamos nosotros para amparar la<br />

injusticia de nadie, sino para asegurar la justicia de todos los argentinos. Por esa razón el<br />

Gobierno ha de proceder con justicia, con serena justicia, pero con indestructible decisión y rigor<br />

contra los que infrinjan la ley.<br />

Yo no podría pedirle al pueblo el apoyo para otra cosa, pero para eso le pido y deseo el apoyo<br />

total y sincero del pueblo. Ese apoyo ha de ser para combatir a los malos argentinos y para<br />

combatir también a los malos peronistas y a muchos que se mueven entre nosotros disfrazados<br />

de peronistas. Para eso, especialmente, necesitamos el apoyo del pueblo, el apoyo<br />

desinteresado, el apoyo sincero, el apoyo que nos pueda llevar a una depuración de la República<br />

y a una depuración de nuestras propias fuerzas.<br />

En este orden de cosas la ley debe ser inflexible: al honesto hay que defenderlo hasta morir; al<br />

deshonesto hay que meterlo en la cárcel cuanto antes. De la misma manera los comerciantes, los<br />

industriales honestos, serán apoyados por el Estado, pero los deshonestos irán como los otros<br />

deshonestos, a la cárcel cuanto antes.<br />

Señores: aunque parezca ingenuo que yo haga el último llamado a los opositores, para que en<br />

vez de poner bombas se pongan a trabajar en favor de la República, a pesar de las bombas, a<br />

pesar de los rumores, si algún dia demuestran que sirven para algo, si algún día demuestran que<br />

pueden trabajar en algo útil para la República, les vamos a perdonar todas las hechas.<br />

Compañeros: yo deseo terminar estas palabras, un tanto deshilvanadas por las numerosas<br />

interrupciones, las bombas y las otras yerbas, haciendo una aclaración que cuadra a los<br />

sentimientos más puros y más profundos de mi corazón. Quizás en el fragor de la lucha haya<br />

dejado escapar alguna expresión de desaliento. Yo no soy de los hombres que se desalientan, a<br />

pesar de la legión de bienintencionados y de malintencionados que golpean permanentemente<br />

sobre mi espíritu y mi sistema nervioso. Yo nos soy de los hombres que se desalientan desfilando,<br />

como lo hacen entre una legión de aduladores y una legión de alcahuetes. Si eso pudiera<br />

desalentarme, si mediante eso pudiera algún día llegar a perder la fe inquebrantable que tengo en<br />

mi pueblo, habría dejado de ser JUAN PERON.<br />

Por eso debo anunciarles a todos los compañeros, especialmente trabajadores, que para nuestro<br />

movimiento comienza una etapa nueva, una etapa que ha de ser de depuración, una etapa que ha<br />

de ser de energía terrible para los que sigan oponiéndose a nuestro trabajo. Si para terminar con<br />

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los malos de adentro y con los malos de afuera, si para terminar con los deshonestos y con los<br />

malvados es menester que cargue ante la historia con el título de tirano, lo haré con mucho gusto.<br />

Hasta ahora he empleado la persuasión; en adelante emplearé represión, y quiera Dios que las<br />

circunstancias no me lleven a tener que emplear las penas más terribles.<br />

Es, compañeros, para esta nueva cruzada que los necesito a ustedes más que nunca.<br />

Compañeros: como en la horas más críticas de nuestra lucha en 1945, pediré a todos los<br />

compañeros q ue, como entonces, estén activos y vigilantes; pediré a todos que vayan al trabajo<br />

confiados y decididos. Todos los problemas que puedan presentarse, se resuelven produciendo. A<br />

esos bandidos los vamos a derrotar produciendo, y a los canallas de afuera los vamos a vencer<br />

produciendo. Por eso, hoy como siempre la consigna de los trabajadores argentinos ha de ser:<br />

producir, producir, producir.<br />

(<strong>La</strong> multitud prorrumpe en exclamaciones: ¡<strong>La</strong> vida por Perón! ¡<strong>La</strong> vida por Perón!).<br />

Para terminar, compañeros, yo solamente les pido a ustedes que sigan actuando como lo viene<br />

haciendo hasta este momento. Les agradezco esta maravillosa concentración, que es la fuerza<br />

viva de nuestro movimiento, y les ruego que se retiren tranquilos, confiados en que yo he de saber<br />

hacer las cosas como las he sabido hacer hasta ahora, que esto lo he de remediar sin<br />

hesitaciones y sin nerviosidades, con frialdad, pero con una energía tremenda cuando sea<br />

necesario.<br />

Regresen a sus casas pensando en que nos hemos decidido hace casi diez años por asegurar la<br />

felicidad de nuestro pueblo y la grandeza de la Nación. Piensen que a estos objetivos llegaremos<br />

a través de la independencia económica, de la justicia social y de la soberanía política.<br />

Y cuando yo, para mantener enastadas cualquiera de esas banderas, los necesite a ustedes, los<br />

llamaré y les daré los medios para hacer triunfar nuestras ideas.<br />

Finalmente, compañeros, al agradecerles nuevamente la prueba de solidaridad, quiero que lleven<br />

a sus casas, como un homenaje de un humlide ciudadano trabajador como ustedes, un abrazo<br />

muy fuerte que les doy sobre mi corazón.<br />

Día de la Lealtad - Plaza de Mayo - 17 de Octubre de 1952<br />

Compañeros:<br />

Yo deseo que mis primeras palabras sean para rendirle, desde lo más profundo de nuestros<br />

corazones, un homenaje sincero y argentino al excelentísimo señor presidente Somoza, que nos<br />

acompaña. Rendimos en él el homenaje más caro de nuestros corazones al hermano pueblo de<br />

NIcaragua y a su hermosa patria, recordando asimismo al inmortal Rubén Darío, que vivió con<br />

nosotros largos años y que representa el elevado idealismo de esa patria generosa que, aún<br />

lejana en el espacio, está muy cercana en nuestro corazón.<br />

Quiero también agradecer a los compañeros de la CGT que, en nombre de sus seis millones de<br />

afiliados, han tenido la amabilidad de colocarme sobre el pecho esta banda argentina que, por<br />

provenir de los trabajadores de la patria, representa para mí la más honrosa, la más digna y la<br />

más alta distinción de que pueda ser objeto un gobernante. Y como de costumbre, deseo, desde<br />

esta plaza, en la cual reviven todos los momentos de nuestra vida histórica e institucional, hacer<br />

llegar a todas las plazas de la República, donde en este momento están reunidos nuestros<br />

compañeros para escuchar las palabras que les dirigimos desde aquí, este saludo que yo les hago<br />

llegar con el más apretado y sincero abrazo de compañero y de hermano.<br />

Y como en todos los 17 de Octubre, quiero desde este balcón dar cuenta al pueblo,<br />

sintéticamente, de cómo marcha nuestro gobierno. Compañeros: hemos seguido, desde 1944<br />

hasta nuestros días, una línea inquebrantable de conducta determinada por los objetivos de<br />

nuestra doctrina.<br />

El primer Plan Quinquenal fue obra extraordinaria<br />

El primer Plan Quinquenal ha realizado, como ustedes conocen, una obra extraordinaria en todos<br />

los órdenes, pero para mí la más satisfactoria es el haber afirmado en esta tierra de todos mis<br />

amores la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía de la Nación.<br />

77


Ese primer Plan Quinquenal, que afirmó esas banderas en las astas inmortales de nuestra<br />

historia, dio también al pueblo argentino un grado de bienestar no alcanzado jamás en nuestra<br />

historia, y dio, por sobre todas las cosas, un grado de dignidad sin el cual la vida no merece ser<br />

vivida.<br />

Hemos iniciado con el año 1953 nuestro segundo Plan Quinquenal. Los objetivos de ese Plan se<br />

afirman también en las banderas ya izadas y consolidadas de nuestra Justicia, de nuestra<br />

Independencia y de nuestra Soberanía. Tiende el mismo a completar el ciclo que nos asegure, en<br />

su orden general, una economía integralmente satisfactoria.<br />

El camino de la riqueza y el engrandecimiento<br />

Yo, al contrario de lo que pensaron muchos economistas argentinos, pienso que no nos podemos<br />

conformar con ser un pueblo de pastores y de agricultores, aunque nos llamen la panera del<br />

mundo, como se ha dicho muchas veces. Es por eso que el Segundo Plan Quinquenal, al<br />

cristalizar los objetivos totales y definitivos de nuestro esfuerzo social, económico y político, da<br />

orden de preferencia a todas las realizaciones industriales. Queremos ayudar a esa inmensa<br />

masa campesina, que con sudor de todos los días ha mantenido durante un siglo y medio en pie<br />

la argentinidad y el trabajo argentino, con el esfuerzo de las masas urbanas destinado a la<br />

transformación de la materia prima y a la distribución de la riqueza, para que, establecido el ciclo<br />

integral de la República pueda retomar silenciosa y dignamente el camino de su riqueza y de su<br />

engrandecimiento.<br />

Para ello necesitamos solamente dos cosas: organización y trabajo. <strong>La</strong> organización es tarea del<br />

gobierno, y ustedes saben con qué ritmo la estamos realizando. En cuanto al trabajo, yo sé que<br />

los brazos generosos de los trabajadores argentinos están pidiendo actividades para producir; que<br />

en sus pechos honrados late un incontenible deseo de lucha y de trabajar para engrandecer a la<br />

Patria.<br />

Si en el primer Plan Quinquenal, conseguimos elevar el standard de vida a un grado de<br />

satisfacción y de dignidad nacional, en el segundo Plan Quinquenal ese standard de vida ha de<br />

elevarse todavía muy considerablemente. Yo, como Presidente de la República, no estoy todavía<br />

satisfecho con el standard de vida general alcanzado por el pueblo argentino. Podemos llegar a<br />

mucho más. Para ello, solamente necesitamos las dos cosas que acabo de mencionar:<br />

organizarnos y trabajar incansablemente para lograrlo.<br />

El trabajo, compañeros, como yo lo veo es poner en acción todos nuestros capitales y todos<br />

nuestros esfuerzos. Ello ha de lograrse con el cumplimiento de nuestros objetivos. Y desde ya<br />

descarto el éxito porque el pueblo argentino, con su grandeza extraordinaria me ha hecho<br />

optimista y me ha hecho entrever, que así como en el Primer Plan Quinquenal sobrepasamos<br />

todos los objetivos trazados -que habían sido calificados de ambiciosos- en el Segundo Plan<br />

Quinquenal hemos de sobrepasar también todos esos objetivos.<br />

Nosotros queremos una cultura para el pueblo<br />

A la par de todas estas realizaciones de orden material, estamos también empeñados en<br />

promover la reforma cultural y la reforma educacional de la comunidad argentina. Queremos que<br />

en el orden de la cultura los grandes valores que esa cultura promueva, trascienda al pueblo.<br />

Nosotros no concebimos una comunidad donde haya veinte o treinta sabios muy sabios y muchos<br />

millones de ignorantes muy ignorantes; nosotros queremos una cultura para el pueblo, nosotros<br />

queremos que esa cultura esté al alcance de todos los hombres de este pueblo para que así cada<br />

uno pueda ser el artífice de su propio destino. Hemos de promover esa reforma, y en cuanto a las<br />

ciencias, a las artes, y a la cultura en general, cada argentino tendrá también en su mochila el<br />

bastón de mariscal prometido.<br />

Yo he de empeñarme en esta reforma con la misma decisión, con la misma perseverancia con que<br />

me empeñé en la reforma social en 1944. Y estoy seguro de que, con la ayuda de ustedes, hemos<br />

de triunfar. En cuanto a la política interna, ustedes saben tan bien como yo, cuáles son los<br />

progresos que en ese orden hemos realizado en la República. Después de diez años de lucha<br />

frente a la incomprensión, frente a la mala fe, frente a la lucha despiadada desde todos los<br />

rincones de esta tierra, comenzamos a llegar a la época de la persuasión definitiva. Yo nunca me<br />

he hecho ilusiones de convencer simultáneamente a todos los argentinos; pero, gracias a Dios,<br />

estoy viendo hoy que todas las legiones de los hombres de esta tierra comienzan a marchar en la<br />

78


misma dirección, y esa es para mi la victoria decisiva de mi patriotismo y de mi misión. Como<br />

sucede después de todas las luchas, comenzamos, la tarea de apaciguamiento. He dicho, y repito<br />

en este venturoso 17 de Octubre, que ningún adversario ni enemigo que quede entre nuestros<br />

hombres nos tenderá su mano sin encontrar la mano generosa del peronista para asirse a ella.<br />

Que la lucha sea para la grandeza de la Nación<br />

Nosotros, he repetido muchas veces, somos hombres de paz y de trabajo; sin embargo nos atrae<br />

la lucha, pero queremos que esa lucha sea para la grandeza de la Nación y el destino común de<br />

los argentinos. Ahí, en esa lucha queremos quemar toda nuestra energía y toda nuestra vida, si es<br />

preciso.<br />

Compañeros: el cuadro que en síntesis podría ofrecer en todas las actividades económicas y<br />

políticas del orden interno de la República, nos está mostrando una situación que, en plena<br />

consolidación, puede ofrecer a los argentinos la seguridad, la tranquilidad y la dignidad con que<br />

deben vivir los hombres en una comunidad organizada. Y yo estoy persuadido que en el futuro,<br />

esa seguridad, esa tranquilidad y esa dignidad han de ir creciendo a la sombra de nuestra buena<br />

fe, de nuestro patriotismo, de nuestro trabajo y de nuestra buena voluntad.<br />

Gesto de Eisenhower que le honra y le enaltece<br />

En el orden internacional doy gracias a Dios, de que haya permitido en este año estrechar<br />

nuestras relaciones con todos los pueblos de la tierra. Un pequeño diferendo, más de forma que<br />

de fondo, que existía con los EEUU y la República Argentina ha sido total y absolutamente<br />

solucionado y en ello haciendo la justicia a que tengo el deber, debo exaltar la ilustre personalidad<br />

del General Eisenhower, presidente de los Estados Unidos, quien, con un gesto que le honra y le<br />

enaltece, mandó a su propio hermano para zanjar todas las dificultades que pudieran existir con la<br />

Argentina.<br />

Yo soy el más feliz de los hombres al haber podido realizar este acto que nos une sin reservas<br />

mentales a todos los pueblos hermanos de América.<br />

Compañeros: <strong>La</strong>s verdades del Justicialismo, como toda nuestra doctrina, pueden confrontarse<br />

con nuestras realidades en el orden internacional. Somos lo suficientemente idealistas como para<br />

entender que la realidad constituye el supremo ideal. Los pueblos, como los hombres, no han<br />

podido aprender la ciencia oculta de vivir soñando; viven de realidades. Y los mejores sueños son<br />

los que se cumplen. Por eso, como en el año 1943, yo repito al pueblo: "Mejor que decir es hacer,<br />

y mejor que prometer es realizar". Por eso nosotros, con la dignidad nacional, que es la suma de<br />

las dignidades individuales que llevamos en el corazón podemos decir que en este 17 de Octubre<br />

de nuestras luchas y de nuestras glorias, el Movimiento <strong>Peron</strong>ista, el gobierno peronista y ese<br />

maravilloso pueblo peronista, vienen cumpliendo estas verdades de nuestra doctrina política<br />

internacional, desde el primer día en que el sol nos encontró madrugando en el gobierno por la<br />

felicidad y la grandeza de una Nueva Argentina, Justa, Libre y Soberana.<br />

En este año del calendario peronista, que va desde el 17 de Octubre de 1952 a este nuevo 17 de<br />

Octubre, el mundo entero ha sido testigo de nuestra posición internacional clara y definida. No<br />

podíamos equivocarnos. Se equivocan los gobiernos que no cumplen la voluntad de sus pueblos.<br />

Y no nos equivocamos, porque yo he jurado ante mi propia conciencia no hacer sino lo que mi<br />

pueblo quiera.<br />

Consulta al pueblo y entusiasta respuesta<br />

Yo he dicho, por ejemplo, que nosotros trabajamos, primero para la República Argentina, después<br />

para el continente americano, y luego para los otros pueblos de la Tierra. Y lo he dicho porque eso<br />

es lo que quiere mi pueblo. ¿Si o no? - <strong>La</strong> muchedumbre contesta: ¡Sí!<br />

Yo he dicho también, que los argentinos no pelearemos jamás fuera de la República Argentina,<br />

pero que el que se anime a poner un pie en nuestra tierra, cuando ponga el segundo, encontrará<br />

18 millones de argentinos dispuestos a morir por la defensa total de nuestra Patria. Y yo lo he<br />

dicho porque eso, eso es lo que quiere mi pueblo. ¿Si o no? -¡Sí!.<br />

Yo he dicho infinitas veces que estábamos en contra de todo imperialismo. Y ahora me alegro de<br />

que el presidente de los Estados Unidos, el general Eisenhower, condene con nosotros toda<br />

política internacional imperialista. Eso es lo que quiere el pueblo argentino para todos los pueblos<br />

de la tierra ¿Si o no? - ¡Sí!.<br />

79


Yo he declarado también que no somos enemigos de ningún pueblo de la tierra, puesto que todos<br />

merecen nuestro respeto y pueden hacer lo que quieran dentro de sus fronteras. Y lo he dicho<br />

porque eso es lo que quiere el pueblo ¿Si o no?. - ¡Sí!.<br />

¿Quiere o no el pueblo argentino que seamos amigos de todos los pueblos de la humanidad? ¿Si<br />

o no? - ¡Sí!.<br />

¿Quiere o no quiere el pueblo argentino que ayudemos a que se realice la unión de todos los<br />

pueblos americanos? - ¡Sí!.<br />

Por eso fui a Chile, y el pueblo chileno, con el inmenso cariño de su corazón, me hizo pensar que<br />

la República Argentina y el pueblo argentino tienen que cumplir con los designios del Gran<br />

Capitán, luchando incansablemente por la libertad americana. Por eso, a mi regreso de Chile,<br />

proclamé el decálogo de la unión entre los pueblos hermanos y este maravilloso pueblo argentino.<br />

¿Es o no es lo que quiere el pueblo argentino? - ¡Sí!.<br />

El pueblo del Paraguay merece nuestro cariño<br />

Por eso fui también al Paraguay, y allí sentí palpar emocionado el corazón de América,<br />

interpretado por un gobierno humilde que sirve a un pueblo cuya humildad impone el respeto que<br />

merecen los grandes pueblos.<br />

El pueblo de Paraguay merece nuestra más alta consideración y todo nuestro cariño. No<br />

ambiciona más de lo que posee y por eso no ha pedido nada a cambio de nuestra amistad leal y<br />

honrada. Por eso yo pido al pueblo argentino que cumpla con los paraguayos un decálogo similar<br />

al que nos une con el pueblo chileno por sobre las nieves eternas de los Andes, pese a los<br />

egoísmos mezquinos de los hombres mediocres que oponen sus intereses personales a los altos,<br />

eternos e irrevocables ideales de los pueblos.<br />

En homenaje al pueblo paraguayo yo deseo reiterar en este día solemne de nuestra historia, el<br />

contenido sumario y sustancial de aquel decálogo y lo propongo al pueblo argentino como<br />

principio para la unión definitiva entre los paraguayos y los argentinos.<br />

A continuación el Señor Presidente da lectura al Decálogo como "principio para la unión definitiva<br />

y eterna entre los pueblos paraguayo y argentino":<br />

1) Cada argentino debe saber que el pueblo paraguayo y el pueblo argentino, conservando la<br />

plenitud de sus soberanías nacionales, son real y efectivamente pueblos hermanos y, en<br />

consecuencia, todos los argentinos debemos trabajar por la grandeza del Paraguay y por la<br />

felicidad de su pueblo, con la misma fe y el mismo amor con que trabajamos por nuestra propia<br />

grandeza y por nuestra propia felicidad.<br />

2) Desde hoy los paraguayos serán compatriotas de todos los argentinos. Esta debe ser una<br />

consigna de honor nacional.<br />

3) Cada uno de nosotros debe comprometerse a trabajar en su puesto por el acercamiento<br />

espiritual y material de los pueblos paraguayos y argentino.<br />

4) El gobierno, el Estado y el pueblo argentino arbitrarán todos los recursos y medios que ayuden<br />

al Paraguay a consolidar la Justicia Social, la Independencia económica y la Soberanía política,<br />

del mismo modo que luchamos por las nuestras, puesto que ellas son las únicas bases de la unión<br />

comprometida.<br />

5) <strong>La</strong> unión del pueblo paraguayo con el pueblo argentino no excluye futuras adhesiones de<br />

ningún pueblo americano sobre las mismas bases. Cada argentino debe saber que ésta es una<br />

acción constructiva, que no tiene finalidades ofensivas, que no está dirigida contra nadie y que<br />

tiene como único objetivo la grandeza y felicidad de los pueblos que la componen o compongan<br />

en el futuro.<br />

6) <strong>La</strong>s organizaciones sociales, económicas y políticas del pueblo argentino habrán de promover<br />

la máxima vinculación posible con sus similares del pueblo paraguayo, a fin de realizar una acción<br />

armónica y solidaria para alcanzar los grandes objetivos comunes. El gobierno argentino prestará<br />

su más amplio apoyo a estas vinculaciones entre los pueblos hermanos.<br />

7) <strong>La</strong> legislación general argentina deberá contribuir a facilitar la unión de los pueblos paraguayo y<br />

argentino.<br />

80


8) Los organismos del gobierno y del Estado nacionales, provinciales y territoriales,<br />

particularmente en las zonas limítrofes con la hermana República de Paraguay, coordinarán su<br />

acción con sus similares paraguayos sobre las bases de real y sincera lealtad.<br />

9) Todo acto contrario a los grandes objetivos comunes e intereses de la unión entre el pueblo del<br />

Paraguay y el pueblo argentino será considerado por nosotros como una falta de honor en<br />

relación con el compromiso contraído.<br />

10) El pueblo del Paraguay y el pueblo argentino son los depositarios absolutos de esta unión<br />

definitiva, que ponemos bajo la protección de Dios, fuente de todo amor y de toda Justicia, de toda<br />

libertad, pidiéndole humildemente que no sea jamás violada ni destruida por los malvados e<br />

hipócritas intereses egoístas y mezquinos, sino que, por el contrario, sea permanente y eterna<br />

como la humildad de nuestros pueblos.<br />

Y ahora deseo transmitir a todos los compañeros de la Patria ese saludo afectuoso de todos los<br />

años, invitándolos a que me acompañen a dar estos vivas: ¡Viva la República de Nicaragua! ¡Viva<br />

el General Somoza! ¡Viva la República del Paraguay! ¡Viva la Patria!<br />

Escuela nacional de Guerra - 1º de noviembre de 1953<br />

Invitado por el señor Ministro de Defensa Nacional, General de División D. Humberto Sosa Molina,<br />

a escuchar una conferencia que dictaría a los cursantes el señor Director de la Escuela Nacional<br />

de Guerra, General de División D. Horacio A. Aguirre, el Excelentísimo señor Presidente de la<br />

Nación, General de Ejército D. JUAN PERÓN, asistió el 11 de noviembre de 1953 al mencionado<br />

Instituto Superior, en compañía del señor Ministro invitante.<br />

Terminada la conferencia del señor General Aguirre, el primer magistrado hizo uso de la palabra y<br />

vertió los conceptos que se transcriben en este folleto.<br />

Señores:<br />

He aceptado con gran placer esta ocasión para disertar sobre las ideas fundamentales que han<br />

inspirado una nueva política internacional en la República Argentina.<br />

Es indudable que, por el cúmulo de tareas que yo tengo, no podré presentar a ustedes una<br />

exposición académica sobre este tema, pero sí podré mantener una conversación en la que lo<br />

más fundamental y lo más decisivo de nuestras concepciones será expuesto con sencillez y con<br />

claridad.<br />

<strong>La</strong>s organizaciones humanas, a lo largo de todos los tiempos, han ido, indudablemente, creando<br />

sucesivos agrupamientos y reagrupamientos. Desde la familia troglodita hasta nuestros tiempos<br />

eso ha marcado un sinnúmero de agrupaciones a través de las familias, las tribus, las ciudades,<br />

las naciones y los grupos de naciones, y hay quien se aventura ya a decir que para el año 2000<br />

las agrupaciones menores serán los continentes.<br />

Es indudable que la evolución histórica de la humanidad va afirmando este concepto cada día con<br />

mayores visos de realidad. Eso es todo cuanto podemos decir en lo que se refiere a la natural y<br />

fatal evolución de la humanidad. Si ese problema lo transportamos a nuestra América surge<br />

inmediatamente una apreciación impuesta por nuestras propias circunstancias y nuestra propia<br />

situación.<br />

Es indudable que el mundo, superpoblado y súper industrializado, presenta para el futuro un<br />

panorama que la humanidad todavía no ha conocido, por lo menos en una escala tan<br />

extraordinaria. Todos los problemas que hoy se ventilan en el mundo son, en su mayoría, producto<br />

de esta superpoblación y superindustrialización, sean problemas de carácter material o sean<br />

problemas de carácter espiritual, Es tal la influencia de la técnica y de esa superproducción, que la<br />

humanidad, en todos sus problemas económicos, políticos y sociológicos, se encuentra<br />

profundamente influida por esas circunstancias.<br />

Si ése es el futuro de la humanidad, es indudable que estos problemas irán progresando y<br />

produciendo nuevos y más difíciles problemas emergentes de las circunstancias enunciadas.<br />

Resulta también indiscutible que la lucha fundamental en un mundo superpoblado es por una cosa<br />

siempre primordial para la humanidad: la comida. Ese es el peor y el más difícil problema a<br />

resolver.<br />

81


El segundo problema que plantea la industrialización es la materia prima; valdría decir que en este<br />

mundo que lucha por la comida y por la materia prima, el problema fundamental del futuro es un<br />

problema de base y fundamento económicos, y la lucha de futuro será cada vez más económica,<br />

en razón de una mayor superpoblación y de una mayor superindustrialización. En consecuencia,<br />

analizando nuestros problemas, podríamos decir que el futuro del mundo, el futuro de los pueblos<br />

y el futuro de las naciones estará extraordinariamente influido por la magnitud de las reservas que<br />

posean: reservas de alimentos y reservas de materias primas.<br />

Eso es una cosa tan evidente, tan natural y simple, que no necesitaríamos hacer uso ni de la<br />

estadística y menos aún de la dialéctica para convencer a nadie.<br />

Y ahora, viendo el problema práctica y objetivamente, pensamos cuáles son las zonas del mundo<br />

donde todavía existen las mayores reservas de estos dos elementos fundamentales de la vida<br />

humana: el alimento y la materia prima.<br />

Es indudable que nuestro continente, en especial Sudamérica, es la zona del mundo donde<br />

todavía, en razón de su falta de población y de su falta de explotación extractiva, está la mayor<br />

reserva de materia prima y alimentos del mundo. Esto nos indicaría que el porvenir es nuestro y<br />

que en la futura lucha nosotros marchamos con una extraordinaria ventaja frente a las demás<br />

zonas del mundo, que han agotado sus posibilidades de producción alimenticia y de provisión de<br />

materias primas, o que son ineptas para la producción de estos dos elementos fundamentales de<br />

la vida.<br />

Si esto, señores, crea realmente el problema de la lucha, es indudable que en esa lucha llevamos<br />

nosotros una ventaja inicial, y que en el aseguramiento de un futuro promisorio tenemos<br />

halagüeñas esperanzas de disfrutarlo en mayor medida que otros países del mundo.<br />

Pero precisamente en estas circunstancias radica nuestro mayor peligro, porque es indudable que<br />

la humanidad ha demostrado a lo largo de la historia de todos los tiempos que cuando se ha<br />

carecido de alimentos o de elementos indispensables para la vida, como serían las materias<br />

primas y otros, se ha dispuesto de ellos quitándolos por las buenas o por las malas, vale decir, con<br />

habilidosas combinaciones o mediante la fuerza. Lo que quiere decir, en buen romance, que<br />

nosotros estamos amenazados a que un día los países superpoblados y superindustrializados,<br />

que no disponen de alimentos ni de materia prima, pero que tienen un extraordinario poder,<br />

jueguen ese poder para despojarnos de los elementos de que nosotros disponemos en demasía<br />

con relación a nuestra población y a nuestras necesidades. Ahí está el problema planteado en sus<br />

bases más fundamentales, pero también las más objetivas y realistas,<br />

Si subsistiesen los pequeños y débiles países, en un futuro no lejano podríamos ser territorio de<br />

conquista, como han sido miles y miles de territorios desde los fenicios hasta nuestros días. No<br />

sería una historia nueva la que se escribiría en estas latitudes; sería la historia que ha campeado<br />

en todos los tiempos, sobre todos los lugares de la tierra, de manera que ni siquiera llamaría<br />

mucho la atención.<br />

Es esa circunstancia la que ha inducido a nuestro gobierno a encarar de frente la posibilidad de<br />

una unión real y efectiva de nuestros países, para encarar una vida en común y para planear,<br />

también, una defensa futura en común.<br />

Si esas circunstancias no son suficientes, o ese hecho no es un factor que gravite decisivamente<br />

para nuestra unión, no creo que exista ninguna otra circunstancia importante para que la<br />

realicemos.<br />

Si cuanto he dicho no fuese real, o no fuese cierto, la unión de esta zona del mundo no tendría<br />

razón de ser, como no fuera una cuestión más o menos abstracta e idealista.<br />

Señores: es indudable que desde el primer momento nosotros pensamos en esto; analizamos las<br />

circunstancias y observamos que, desde 1810 hasta nuestros días, nunca han faltado distintos<br />

intentos para agrupar esta zona del Continente en una unión de distintos tipos.<br />

Los primeros surgieron en Chile, ya en los días iniciales de las revoluciones emancipadoras de la<br />

Argentina, de Chile, del Perú. Todos ellos fracasaron por distintas circunstancias. Es indudable<br />

que, de realizarse aquello en ese tiempo, hubiese sido una cosa extraordinaria.<br />

Desgraciadamente, no todos entendieron el problema, y cuando Chile propuso eso aquí a Buenos<br />

Aires, en los primeros días de la Revolución de Mayo, Mariano Moreno fue el que se opuso a toda<br />

82


unión con Chile. Es decir que estaba en el gobierno mismo, y en la gente más prominente del<br />

gobierno, la idea de hacer fracasar esa unión. Eso fracasó por culpa de la Junta de Buenos Aires.<br />

Hubo después varios que fracasaron también por diversas circunstancias. Pasó después el<br />

problema a ser propugnado desde el Perú, y la acción de San Martín también fracasó. Después<br />

fue Bolívar quien se hizo cargo de la lucha por una unidad continental, y sabemos también cómo<br />

fracasó.<br />

Se realizaron después el primero, el segundo y el tercer Congreso de México con la misma<br />

finalidad. Y debemos confesar que todo eso fracasó, mucho por culpa nuestra. Nosotros fuimos<br />

los que siempre más o menos nos mantuvimos un poco alejados, con un criterio un tanto<br />

aislacionista y egoísta.<br />

Llegamos a nuestros tiempos.<br />

Yo no querría pasar a la historia sin haber demostrado, por lo menos fehacientemente, que<br />

ponemos toda nuestra voluntad real, efectiva, leal y sincera para que esta unión pueda realizarse<br />

en el Continente.<br />

Pienso yo que el año 2000 nos va a sorprender o unidos o dominados; pienso también que es de<br />

gente inteligente no esperar que el año 2000 llegue a nosotros, sino hacer un poquito de esfuerzo<br />

para llegar un poco antes al año 2000, y llegar en un poco mejores condiciones que aquella que<br />

nos podrá deparar el destino mientras nosotros seamos yunque que aguantamos los golpes y no<br />

seamos alguna vez martillo; que también demos algún golpe por nuestra cuenta.<br />

Es por esa razón que ya en 1946, al hacer las primeras apreciaciones de carácter estratégico y<br />

político internacional, comenzamos a pensar en ese grave problema de nuestro tiempo. Quizá, en<br />

la política internacional que nos interesa, es el más grave y el más trascendente; más<br />

trascendente quizá que lo que pueda ocurrir en la guerra mundial, que lo que pueda ocurrir en<br />

Europa, o que lo que pueda ocurrir en el Asia o en el Extremo Oriente; porque éste es un<br />

problema nuestro, y los otros son problemas del mundo en el cual vivimos, pero que están<br />

suficientemente alejados de nosotros.<br />

Creo también que en la solución de este grave y trascendente problema cuentan los pueblos más<br />

que los hombres y que los gobiernos.<br />

Es por eso que, cuando hicimos las primeras apreciaciones, analizamos si esto podría realizarse a<br />

través de las cancillerías actuantes como en el siglo XVIII, en una buena comida, con lucidos<br />

discursos, pero que terminan al terminar la comida, inoperantes e intrascendentes, como han sido<br />

todas las acciones de las cancillerías de esta parte del mundo desde hace casi un siglo hasta<br />

nuestros días; o si habría que actuar más efectivamente, influyendo no a los gobiernos, Que. aquí<br />

se cambian como se cambian las camisas, sino influyendo a los pueblos, que son los<br />

permanentes, Porque los hombres Pasan Y los gobiernos se suceden, pero los pueblos quedan.<br />

Hemos observado, Por otra Parte, que el éxito, quizá el único éxito extraordinario del comunismo,<br />

consiste en que ellos no trabajan con los gobiernos, sino con los Pueblos, Porque ellos están<br />

encaminados a una obra permanente y no a una obra circunstancial.<br />

Y si en el orden internacional quiere realizarse algo trascendente, hay que darle carácter<br />

permanente, Porque mientras sea circunstancial, en el orden de la Política internacional no tendría<br />

ninguna importancia. Por esa razón, y aprovechando las naturales inclinaciones de nuestra<br />

doctrina Propia, comenzamos a trabajar sobre los pueblos, sin excitación, sin apresuramientos y,<br />

sobre todo, tratando de cuidar minuciosamente, de desvirtuar toda posibilidad de que nos acusen<br />

de intervención en los asuntos internos de otro estado<br />

En 1946, cuando yo me hice cargo del gobierno, la Política internacional Argentina no tenía<br />

ninguna definición No encontramos allí ningún plan de acción, como no existía tampoco en los<br />

ministerios militares ni siquiera una remota hipótesis sobre la cual los militares Pudieran basar sus<br />

Planes de operaciones.<br />

Tampoco en el Ministerio de Relaciones Exteriores, en todo su archivo, había un solo plan activo<br />

sobre la política internacional que seguía la República Argentina, ni siquiera sobre la orientación,<br />

por lo menos, que regía sus decisiones o designios.<br />

Vale decir que nosotros habíamos vívido, en política internacional, respondiendo a las medidas<br />

que tomaban los otros con referencia a nosotros, pero sin tener jamás una idea propia que nos<br />

83


pudiese conducir, por lo menos a lo largo de los tiempos, con una dirección uniforme y<br />

congruente. Nos dedicamos a tapar los agujeros que nos hacían las distintas medidas que<br />

tomasen los demás países. Nosotros no teníamos iniciativa.<br />

No es tan criticable el procedimiento, porque también suele ser una forma de proceder, quizá explicable,<br />

pues los pequeños países no pueden tener en el orden de la política internacional<br />

objetivos muy activos ni muy grandes; pero tienen que tener algún objetivo.<br />

Yo no digo que nos vamos a poner nosotros a establecer objetivos extra-continentales para<br />

imponer nuestra voluntad a los rusos, a los ingleses o a los norteamericanos; no, porque eso sería<br />

torpe.<br />

Vale decir que en esto, como se ha dicho y sostenido tantas veces, hay que tener la política de la<br />

fuerza que se posee o la fuerza que se necesite para sustentar una política.<br />

Nosotros no podemos tener lo segundo y, en consecuencia, tenemos que reducirnos a aceptar lo<br />

primero, pero dentro de esa situación podemos tener nuestras ideas y luchar por ellas para que<br />

las cancillerías, que juegan al estilo del siglo XVIII, no nos estén dominando con sus sueños<br />

fantásticos de hegemonías, de mando y de dirección.<br />

Para ser país monitor como sucede con todos los monitores ha de ser necesario ponerse adelante<br />

para que los demás lo sigan. El problema es llegar cuanto antes a ganar la posición o la<br />

colocación, y los demás van a seguir aunque no quieran. De manera que la hegemonía no se<br />

discute; la hegemonía se conquista o no se conquista. Por eso nuestra lucha no es, en el orden de<br />

la política internacional, por la hegemonía de nadie, como lo he dicho muchas veces, sino simple y<br />

llanamente la obtención de lo que conviene al país en primer término; en segundo término, lo que<br />

conviene a la gran región que encuadra el país, y en tercer término, al resto del mundo, que ya<br />

está más lejano y a menor alcance de nuestras previsiones y de nuestras concepciones.<br />

Por eso, bien claramente entendido, como lo he hecho en toda circunstancia, para nosotros:<br />

primero la República Argentina, luego el Continente y después el mundo. En esa posición nos han<br />

encontrado y nos encontrarán siempre, porque atendemos que la defensa propia está en nuestras<br />

manos; que la defensa, diremos relativa, está en la Zona continental que defendemos y en que<br />

vivimos y que la absoluta es un sueño que todavía no alcanzado ningún hombre ni nación alguna<br />

de la tierra. Vivimos solamente en una seguridad relativa pensando, señores, en la idea<br />

fundamental de llegar a una unión en esta parte del Continente.<br />

Habíamos pensado que la lucha del futuro será Económica; la historia nos demuestra que ningún<br />

un país se ha impuesto en ese campo, ni en ninguna lucha, si no tiene en sí una completa,<br />

diremos unidad económica.<br />

Los grandes imperios, las grandes naciones, han llegado desde los comienzos de la historia hasta<br />

nuestros días, a las grandes conquistas, a base de una unidad económica. Y yo analizo que si<br />

nosotros soñamos con la grandeza que tenemos la obligación de soñar para nuestro país,<br />

debemos analizar primordialmente ese factor en una etapa del mundo en que la economía pasará<br />

a primer plano en todas las luchas del futuro.<br />

<strong>La</strong> República Argentina sola, no tiene unida económica; Brasil solo, no tiene tampoco unida<br />

económica; Chile solo, tampoco tiene unid económica; pero estos tres países unidos conforman<br />

quizá en el momento actual la unidad económica más extraordinaria del mundo entero, sobre todo<br />

para el futuro, porque toda esa inmensa disponibilidad constituye su reserva. Estos son países<br />

reservas mundo.<br />

Los otros están quizá a no muchos años de la terminación de todos sus recursos energéticos y de<br />

materia prima; nosotros poseemos todas las reservas de las cuales todavía no hemos explotado<br />

nada.<br />

Esa explotación que han hecho de nosotros, manteniéndonos para consumir lo elaborado por<br />

ellos, ahora en el futuro puede dárseles vuelta, porque en la humanidad y en el mundo hay una<br />

justicia que está por sobre todas las demás justicias, y que algún día llega. Y esa justicia se<br />

aproxima para nosotros; solamente debemos tener la prudencia y la sabiduría suficientes para<br />

prepararnos a que no nos birlen de nuevo la justicia, en el momento mismo en que estamos por<br />

percibirla y por disfrutarla.<br />

Esto es lo que ordena, imprescriptiblemente, la necesidad de la unión de Chile, Brasil y Argentina.<br />

84


Es indudable que, realizada esta unión, caerán a su órbita los demás países sudamericanos, que<br />

no serán favorecidos ni por la formación de un nuevo agrupamiento y probablemente no lo podrán<br />

realizar en manera alguna, separados o juntos, sino en pequeñas unidades.<br />

Apreciado esto, señores, yo empecé a trabajar sobre los pueblos. Tampoco olvidé de trabajar a los<br />

gobiernos, y durante los seis años del primer gobierno, mientras trabajábamos activamente en los<br />

pueblos, preparando la opinión para bien recibir esta acción, conversé con los que iban a ser<br />

presidentes, por lo menos, en los dos países que más nos interesaban: Getulio Vargas y el<br />

General Ibáñez.<br />

Getulio Vargas estuvo total y absolutamente de acuerdo con esta idea, y en realizarla tan pronto él<br />

estuviera en el gobierno. Ibáñez me hizo exactamente igual manifestación, y contrajo el<br />

compromiso de proceder lo mismo.<br />

Yo no me hacía ilusiones porque ellos hubieran prometido esto, para dar el hecho por cumplido,<br />

porque bien sabía que eran hombres que iban al gobierno y no iban a poder hacer lo que<br />

quisieran, sino lo que pudieran. Sabía bien que un gran sector de esos pueblos se iba a oponer<br />

tenazmente a una realización de este tipo, por cuestiones de intereses personales y negocios,<br />

más que por ninguna otra causa. ¡Cómo no se van a oponer los ganaderos chilenos a que<br />

nosotros exportemos sin medida ganado argentino a Chile! ¡Y cómo no se van a oponer a que<br />

solucionemos todos los problemas fronterizos para la internación de ganado, los acopiadores<br />

chilenos, cuando una vaca o un novillo, a un metro de la frontera chilena hacia el lado argentino,<br />

vale diez mil pesos chilenos, y a un metro hacia Chile de la frontera argentina, vale veinte mil<br />

pesos chilenos! Ese que gana los diez mil pesos no va a estar de acuerdo nunca con una unidad<br />

de este tipo.<br />

Cito este caso grosero para que los señores intuyan toda la gama inmensa de intereses de todo<br />

orden que se desgranan en cada una de las cosas que come el pobre "roto" chileno y que<br />

producimos nosotros, o que consumimos nosotros y producen ellos.<br />

Ese mismo fenómeno sucede con el Brasil.<br />

Por esa razón nunca me hice demasiadas ilusiones sobre las posibilidades de ello; por eso<br />

seguimos trabajando por estas uniones, porque ellas deberán venir por los pueblos.<br />

Nosotros tenemos muy triste experiencia de las uniones que han venido por los gobiernos; por lo<br />

menos, ninguna en ciento cincuenta años ha podido cristalizar en alguna realidad.<br />

Probemos el otro camino que nunca se ha probado para ver si, desde abajo, podemos ir<br />

influyendo en forma determinante para que esas uniones se realicen.<br />

Señores: sé también que el Brasil, por ejemplo, tropieza con una gran dificultad: es Itamaraty, que<br />

allí constituye una institución super-gubernamental. Itamaraty ha soñado, desde la época de su<br />

Emperador hasta nuestros días, con una política que se ha prolongado a través de todos los<br />

hombres que han ocupado ese difícil cargo en el Brasil.<br />

Ella los había llevado a establecer un arco entre Chile y el Brasil; esa política debe ser vencida<br />

con el tiempo y por un buen proceder de parte nuestra.<br />

Debe desmontarse todo el sistema de Itamaraty y deben desaparecer esas excrecencias<br />

imperiales que constituyen, más que ninguna otra razón, los principales obstáculos para que el<br />

Brasil entre a un diremos, unión verdadera con la Argentina.<br />

Nosotros con ellos no tenemos ningún problema como no sea ese sueño de la hegemonía, en el<br />

que estamos prontos a decirles: Son ustedes mas grandes, más lindos y mejores que nosotros; no<br />

tenemos ningún inconveniente.<br />

Nosotros renunciamos a todo eso, de manera que ése tampoco va a ser un inconveniente. Pero<br />

es indudable que nosotros creíamos superado en cierta manera ese problema.<br />

Yo he de contarles a los señores un hecho que pondrá perfectamente en evidencia cómo<br />

procedemos nosotros y por qué tenemos la firmé convicción de que al final vamos a ganar<br />

nosotros porque procedemos bien. Porque los que proceden mal son los que sucumben víctimas<br />

de su propio mal procedimiento; por eso, no emplearemos e ningún caso ni los subterfugios, ni las<br />

insidias, ni las combinaciones raras, que emplean algunas cancillerías.<br />

Cuando Vargas subió al gobierno me prometio a mí que nos reuniríamos en Buenos Aires o en<br />

85


Río y haríamos ese tratado que yo firmé con lbáñez después; el mismo tratado.<br />

Ese fue un propósito formal que nos habíamos trazado. Más aún, dijimos: "Vamos a suprimir las<br />

fronteras, si es preciso". Yo "agarraba" cualquier Cosa, porque estaba dentro de la orientación que<br />

yo seguía y de lo que yo creía que era necesario y conveniente.<br />

Yo sabía que acá yo lo realizaba, porque cuando yo le dijera a mi Pueblo que quería hacer eso, yo<br />

sabía que mi Pueblo querría lo que yo quería en el orden de la política internacional, porque ya<br />

aquí existe una conciencia político internacional en el Pueblo y existe una organización. Además,<br />

la gente sabe que, en fin, tantos errores no cometemos, de manera que tiene también un poco de<br />

fe en lo que hacemos.<br />

Más tarde Vargas me dijo que era difícil que pudiéramos hacerlo tan pronto, porque él tenía una<br />

situación política un poco complicada en las Cámaras y que antes de dominarlas quería hacer una<br />

conciliación. Es difícil eso en política; primero hay que dominar y después la conciliación viene<br />

sola. Son puntos de vista; son distintas maneras de pensar.<br />

El siguió un camino distinto y nombró un gabinete de conciliación, vale decir, nombró un gabinete<br />

donde por lo menos las tres cuartas partes de los ministros eran enemigos políticos de él y que<br />

servirían a sus propios intereses y no a los del gobierno.<br />

Claro que él creyó que esto en seis meses le iba a dar la solución; pero cuando pasaron los seis<br />

meses el asunto estaba más complicado que antes Naturalmente, no pudo venir acá; no pudo<br />

imponerse frente a su Parlamento y frente a sus propios ministros a realizar una tarea que Acaba<br />

ponerse los pantalones y jugarse una tan decisiva frente a la política internacional mundial, a su<br />

pueblo, a su Parlamento y a los reses que había que vencer.<br />

Naturalmente, yo esperé. En ese ínterin es elegido presidente el General Ibáñez; la situación él no<br />

era mejor que la situación de Vargas, pero cierta manera llegaba plebiscitado en todo lo que<br />

puede ser plebiscitado en Chile, con elecciones y sui géneris, porque allá se inscriben los que<br />

quieren, y los que no quieren, no; Es una cosa muy distinta a la nuestra. Pero él llega al gobierno<br />

naturalmente. Tan pronto llega al gobierno, yo, informe con lo que habíamos conversado, lo<br />

tanteé. Me dice: de acuerdo, lo hacemos". ¡Muy bien! El General fue más decidido, porque los<br />

generales solemos ser más decididos que los políticos. pero antes de hacerlo, como yo tenía un<br />

compromiso con Vargas, le escribí una carta que le e llegar por intermedio de su propio<br />

embajador, quien llamé y le dije: vea, usted tendrá que ir a con esta carta y tendrá que explicarle<br />

todo esto a su Presidente. Hace dos años nosotros nos metimos realizar este acto. Hace más de<br />

un año y pico que lo estoy esperando, y no puede venir. Yo pido autorización a él para que me<br />

libere de ese compromiso de hacerlo primero con el Brasil y me Permita hacerlo primero con<br />

Chile. Claro que le pido esto porque creo que estos tres países son los que deben realizar la<br />

unión".<br />

El embajador va allá y vuelve y me dice, en nombre de su Presidente, que no solamente me<br />

autoriza a que vaya a Chile liberándome del compromiso, sino que me da también su<br />

representación para que lo haga en nombre de él en Chile. Naturalmente, ya sé ahora muchas<br />

cosas que antes no sabía; acepté sólo la autorización, pero no la representación.<br />

Fui a Chile, llegué allí y le dije al General Ibáñez: Tengo aquí con todo listo y traigo la autorización<br />

del Presidente Vargas, porque yo estaba comprometido a hacer esto primero con él y con el<br />

Brasil; de manera que todo sale perfectamente bien como lo hemos planeado, y quizás al hacerse<br />

esto se facilite la acción a Vargas y se vaya arreglando así mejor el asunto".<br />

Llegamos, hicimos allá con el Ministro de Relaciones Exteriores todas esas cosas de las<br />

cancillerías, discutimos un poco poca cosa y llegamos al acuerdo, no tan amplio como nosotros<br />

queríamos, porque la gente tiene miedo en algunas cosas y, es claro, salió un poco retaceado,<br />

pero salió. No fue tampoco un parto de los montes, pero costó bastante convencer, persuadir,<br />

etcétera.<br />

Y al día siguiente llegan las noticias de Río de Janeiro, donde el Ministro de Relaciones Exteriores<br />

del Brasil hacía unas declaraciones tremendas contra el Pacto de Santiago: "que estaba en contra<br />

de los pactos regionales, que ésa era la destrucción de la unanimidad panamericana". Imagínense<br />

la cara que tendría yo al día siguiente cuando fui y me presenté al Presidente Ibáñez. Al darle los<br />

buenos días, me preguntó: "¿Qué me dice de los amigos brasileños'<br />

Naturalmente que la prensa carioca sobrepasó los límites a que había llegado el propio Ministro<br />

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de Relaciones Exteriores, señor Neves da Fontoura. Claro, yo me callé; no tenía más remedio.<br />

Firmé el tratado y me vine aquí.<br />

Cuando llegué me encontré con Gerardo Rocha, viejo periodista de gran talento, director de "0<br />

Mundo" en Río, muy amigo del Presidente Vargas, quien me dijo: "Me manda el Presidente Vargas<br />

para que le explique lo que ha pasado en el Brasil. Dice que la situación de él es muy difícil; que<br />

políticamente no puede dominar; que tiene sequías en el Norte, heladas en el Sur; y a los políticos<br />

los tiene levantados; que el comunismo está muy peligroso; que no ha podido hacer nada; en fin,<br />

que lo disculpe, que él no piensa así y que si el Ministro ha hecho eso, que él tampoco puede<br />

mandar al Ministro".<br />

Yo me he explicado perfectamente bien todo esto; no lo justificaba, pero me lo explicaba por lo<br />

menos. Naturalmente, señores, que planteada la situación en estas circunstancias, de una manera<br />

tan plañidera y lamentable, no tuve más remedio que decirle que siguiera tranquilo, que yo no me<br />

meto en las cosas de él y que hiciera lo que pudiese, pero que siguiera trabajando por esto.<br />

Bien, señores. Yo quería contarles esto, que probablemente no lo conoce nadie más que los<br />

ministros y yo; claro está que son todos documentos para la <strong>Historia</strong>, porque yo no quiero pasar a<br />

la <strong>Historia</strong> como un cretino que ha podido realizar esta unión y no la ha realizado. Por lo menos<br />

quiero que la gente piense en el futuro que si aquí ha habido cretinos, no he sido yo solo; hay<br />

otros cretinos también como yo, y todos juntos iremos en el "baile del cretinismo".<br />

Pero lo que yo no quería es dejar de afirmar, como lo haré públicamente en alguna circunstancia,<br />

que toda la política Argentina en el orden internacional ha estado orientada hacia la necesidad de<br />

esa unión, para que, cuando llegue el momento en que seamos juzgados por nuestros hombres<br />

frente a los peligros que esta disociación producirá en el futuro, por lo menos tengamos el<br />

justificativo de nuestra propia impotencia para realizarla.<br />

Sin embargo, yo no soy pesimista; yo creo que nuestra orientación, nuestra perseverancia, va<br />

todos los días ganando terreno dentro de esta idea, y estoy casi convencido de que un día lo<br />

hemos de realizar todo bien y acabadamente, y que tenemos que trabajar incansablemente por<br />

realizarlo, Ya se acabaron las épocas del mundo en que los conflictos eran entre dos países.<br />

Ahora los conflictos se han agrandado de tal manera y han adquirido tal naturaleza que hay que<br />

prepararse para los Grandes conflictos" y no para los "pequeños conflictos".<br />

Esta unión, señores, está en plena elaboración; es todo cuanto yo podría decirles a ustedes como<br />

definitivo.<br />

Estamos trabajándola, y el éxito, señores, ha de producirse; por lo menos, nosotros hemos<br />

preparado el éxito, lo estamos realizando, y no tengan la menor duda de que el día que se<br />

produzca yo he de saber explotarlo con todas las conveniencias necesarias para nuestro país,<br />

porque, de acuerdo con el aforismo napoleónico, el que prepara un éxito y lo conquista,<br />

difícilmente no sabe sacarle las ventajas cuando lo ha obtenido.<br />

En esto, señores, estoy absolutamente persuadido de que vamos por buen camino. <strong>La</strong><br />

contestación del Brasil, buscando desviar su arco de Santiago a Lima, es solamente una<br />

contestación ofuscada y desesperada de una Cancillería que no interpreta el momento y que está<br />

persistiendo sobre una línea superada por el tiempo y por los acontecimientos; eso no puede tener<br />

efectividad.<br />

<strong>La</strong> lucha por las zonas amazónicas y del Plata no tiene ningún valor ni ninguna importancia; son<br />

sueños un poco ecuatoriales y nada más. No puede haber en ese sentido ningún factor<br />

geopolítico ni de ninguna otra naturaleza que pueda enfrentar a estas dos zonas tan diversas en<br />

todos sus factores y en todas sus características.<br />

Aquí hay un problema de unidad que está por sobre todos los demás problemas, y en estas<br />

circunstancias, quizá muy determinantes, de haber nosotros solucionado nuestros entredichos con<br />

Estados Unidos, tal vez esto favorezca en forma decisiva la posibilidad de una unión continental<br />

en esta zona del continente americano.<br />

Señores: como ha respondido el Paraguay, aunque es un pequeño país; como irán respondiendo<br />

otros países del Continente, despacito, sin presiones y sin violencias de ninguna naturaleza, así<br />

se va configurando ya una suerte de unión.<br />

<strong>La</strong>s uniones deben realizarse por el procedimiento que es común: primeramente hay que conectar<br />

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algo; después las demás conexiones se van formando con el tiempo y con los acontecimientos.<br />

Chile, aun a pesar de la lucha que deben sostener allí, ya está unido con la Argentina.<br />

El Paraguay se halla en igual situación. Hay otros países que ya están inclinados a realizar lo<br />

mismo. si nosotros conseguimos ir adhiriendo lentamente a otros países, no va a tardar mucho en<br />

que el Brasil haga también lo mismo, y ése será el principio del Triunfo de nuestra política.<br />

<strong>La</strong> unión continental a base de Argentina, Brasil y Chile está mucho más próxima de lo que creen<br />

muchos argentinos, muchos chilenos y muchos brasileños; en el Brasil hay un sector enorme que<br />

trabaja por esto.<br />

Lo único que hay que vencer son intereses; pero cuando los intereses de los países entran a<br />

actuar, los de los hombres deben ser vencidos por aquéllos, ésa es nuestra mayor esperanza.<br />

Hasta que esto se produzca, señores, no tenemos otro remedio que esperar y trabajar para que<br />

se realice; y ésa es nuestra acción y ésa es nuestra orientación.<br />

Muchas gracias.<br />

Clausura de la Campaña Electoral - 25 de Abril de 1954<br />

Compañeros:<br />

El 24 de febrero de 1946, el pueblo argentino reconquistó el ejercicio de sus derechos electorales,<br />

pues, con anterioridad, al fraude se agregaba una limitada representación ciudadana. Los<br />

padrones de 1946 incluían solamente 3.950.000 ciudadanos, es decir, que apenas votaba el 25<br />

por ciento de la población, y el gobierno peronista ha agregado a esos registros a 5.350.000<br />

ciudadanos, figurando en primer término la mujer, olvidada hasta entonces de las decisiones<br />

electorales; los suboficiales del ejercito; el clero regular; la ciudadanía de tres provincias nuevas,<br />

de todos los territorios y de las poblaciones argentinas de las tierras australes. En estas<br />

elecciones votarán 9.300.000 ciudadanos, cantidad que supera el 50 por ciento de la población<br />

total.<br />

El gobierno del movimiento nacional peronista, desea asegurarse de esta manera que constituye<br />

real y verdaderamente un gobierno del pueblo.<br />

Los gobiernos que trabajan para el Pueblo no temen jamás a la voluntad del mismo pueblo. Por<br />

eso tratamos de lograr la más fiel expresión; de esa voluntad. Preferiríamos que el pueblo nos<br />

hiciese pagar, con su abandono, los errores que pudiésemos haber cometido, antes que gobernar<br />

sin el respaldo poderoso que es la fuerza popular que nos viene acompañando desde 1946, cada<br />

vez con mayores multitudes y con un afecto cada vez mas firme, porque arraiga en una conciencia<br />

social también mas sólida.<br />

En el parágrafo siguiente de su discurso el .general Perón, en su carácter de presidente de la<br />

Nación, dio normas para toda la ciudadanía, y recordó que en otras ocasiones impartió esas<br />

normas únicamente para el Movimiento <strong>Peron</strong>ista:<br />

En esa oportunidad -explicó el orador- deseo que estas normas cívicas para el acto comicial<br />

sirvan para todo el electorado, pues ya he advertido que los adversarios del gobierno van<br />

adoptando nuestros sistemas.<br />

Comenzó la explicación de esas normas subrayando que votar es un derecho y que los derechos<br />

no se discuten: se defienden.<br />

Después de referirse a la necesidad de no omitir ningún sacrificio para depositar el voto, y de<br />

manifestar que nadie debe excusarse, pues los que no votan son indignos de participar en la<br />

felicidad y en la grandeza común que ambicionamos consolidar, indicó:<br />

Dar por descartada la victoria de la mayoría no exime a nadie del cumplimiento de ese derecho.<br />

El voto que apoye a la mayoría contribuirá a fortalecer sus decisiones. El que apoye a la minoría -<br />

por "negativista" que ella sea- vale más que una voluntad ausente en el comicio, pues cuando<br />

todos los ciudadanos de una nación se interesan por el bien común, esa nación está salvada y<br />

puede mirar tranquila el porvenir.<br />

A continuación el general Perón advirtió a todos acerca de la necesidad de informarse<br />

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previamente del lugar del comicio, cuidar que las boletas no contengan marcas ni perforaciones,<br />

no efectuar borratinas, votar las listas íntegramente, ya que, descontado el apoyo del pueblo, el<br />

gobierno nacional y los provinciales deben consolidar su labor orgánica. Agregó que por una razón<br />

que no es de política, sino que es una "razón de Estado", solicitaba a todos aquellos decididos a<br />

votar por el Movimiento <strong>Peron</strong>ista que lo hagan por listas íntegras, sin borrar ni añadir un solo<br />

nombre.<br />

Expresó que a fin de que en este orden de cosas no haya confusiones, se daría lectura a las listas<br />

completas de candidatos del Movimiento <strong>Peron</strong>ista, tarea que de inmediato cumplió un locutor<br />

actuante en la asamblea.<br />

Finalizada la lectura de los nombres de los candidatos, el general Perón reanudó su exposición,<br />

formulando una serie de advertencias y recomendaciones para el acto comicial. Señaló que las<br />

boletas pueden ser marcadas en el cuarto oscuro con mala fe por algún mal ciudadano<br />

perteneciente a los partidos que practicaron el sistema del fraude, razón por la cual es<br />

conveniente -indicó-que cada ciudadano lleve su boleta de votante.<br />

Agregó que la libreta de enrolamiento o cívica debe ser puesta en lugar seguro, a fin de evitar<br />

sustracciones con fines fraudulentos. En el momento de votar no debe ser entregada a otro que<br />

no sea la autoridad de la mesa, que será quien luego la restituya.<br />

Cada ciudadano tiene no sólo el derecho sino la obligación legal de denunciar a quienes compren<br />

o a quienes vendan o hayan comprado o vendido libretas de enrolamiento o cívicas.<br />

Mientras un ciudadano actúe en el ejercicio de su derecho electoral, no deberá usar distintivos<br />

partidarios ni emitir opiniones que identifiquen su filiación política. <strong>La</strong>s autoridades partidarias<br />

deben cuidar permanentemente el desarrollo de los comicios, denunciando cualquier irregularidad<br />

al Ministerio del Interior.<br />

También destacó que la mujer argentina, gracias a la organización eficiente del partido <strong>Peron</strong>ista<br />

Femenino, sabe ya cómo debe cumplir con su deber electoral y puntualizó que ella merece por<br />

parte de todos los ciudadanos electores la más amplia colaboración a fin de que ningún<br />

inconveniente dificulte su acceso al comicio.<br />

Seguidamente aconsejó que con anterioridad al comicio el ciudadano no debe concurrir a ninguna<br />

fiesta, procurando permanecer en su domicilio y, a la vez, debe denunciar cualquier inconveniente<br />

que se le opusiere en el ejercicio de su derecho electoral.<br />

Asegurarse-prosiguió-el medio de transporte; no beber alcohol y evitar toda clase de incidentes<br />

que puedan privar de libertad al ciudadano.<br />

Si el patrón le cierra la tranquera con candado, rompa el candado o la tranquera o corte el<br />

alambrado y pase a cumplir con la Patria. Si en vez de cerrarle los caminos del comicio quiere<br />

ganar su voto con favores llevándolo con él en su coche, acepte la invitación, pero en el cuarto<br />

oscuro haga usted su voluntad votando por el partido de sus ideas y no por el partido de su patrón.<br />

Cuando no haya automóviles o camiones que faciliten su acceso al acto electoral, concurra a votar<br />

a pie o a caballo, o en cualquier otra forma, pero no retroceda ante nada.<br />

Destacó luego el general Perón que en el acto comicial debe exigirse el respeto que merece la<br />

dignidad del ciudadano, no permitiéndose que sea puesta en tela de juicio la honradez de su<br />

conducta.<br />

Recordó finalmente que la responsabilidad como ciudadano elector no termina en la emisión del<br />

voto, pues debe considerarse una obligación asegurarse de que puedan votar los familiares,<br />

amigos y conocidos, recordándoles y facilitándoles el acceso al comicio.<br />

En lo que respecta a los dirigentes, señaló que el día de la elección deben consagrarlo totalmente<br />

al cumplimiento de sus funciones partidarias, atendiendo a los ciudadanos que necesiten<br />

consultarlos y cuidando todos los detalles propios del acto comicial.<br />

El general Perón terminó su alocución expresando:<br />

Nuestro Movimiento se empeña en una nueva batalla electoral fácil, pero que debe servirnos de<br />

gimnasia para mantenernos en permanente actitud combativa.<br />

Desde los días de nuestros triunfos augurales del 17 de Octubre y del 24 de febrero, no hemos<br />

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dejado de organizarnos y de capacitarnos. Esta nueva elección pondrá en evidencia esa<br />

organización y esa capacidad.<br />

Nuestra generación justicialista enfrenta a la reacción que pretende retrotraer la historia de una<br />

época superada por nuestros hombres y por nuestros tiempos. Espero de todos y cada uno el<br />

esfuerzo decidido e inteligente para el triunfo aplastante de nuestros ideales.<br />

El bienestar del pueblo nos impone a todos el sacrificio de luchar por su consolidación definitiva.<br />

El porvenir de la Patria bien vale nuestra decidida actitud de su defensa.<br />

Para nosotros no se trata de vencer en una elección mas. Queremos aplastar definitivamente en<br />

comicios puros y limpios a la reacción anacrónicamente organizada a base de caudillos sin<br />

calidades ni cualidades para invocar la representación de nuestro pueblo y de nuestro tiempo.<br />

Que cada uno sepa cumplir con su deber de argentino y de peronista.<br />

Día del Trabajador (Plaza de Mayo) - 1º de mayo de 1954<br />

Compañeras y compañeros:<br />

Deseo que mis primeras palabras sean para agradecer, en nombre y en recuerdo de EVA PERON,<br />

las amables palabras del Secretario de la Confederación General del Trabajo. No pasará en mi<br />

vida, probablemente, ningún 1° de Mayo sin que yo dirija mi recuerdo a esa inolvidable mujer,<br />

porque ella fue la amiga sincera y la defensora de los trabajadores en todas las horas de su vida,<br />

desde sus luchas en la Secretaria de Trabajo hasta el postrer momento de su vida cuando ella,<br />

que tenia fe en mí y conocía mi vocación, murió diciéndome que no abandonase jamás a los<br />

trabajadores.<br />

En este 1º de Mayo de 1954 deseo también tener un recuerdo que debe ser imborrable para los<br />

trabajadores argentinos. Los trabajadores del mundo entero recuerdan hoy en todos los lugares<br />

de la tierra el crimen de Chicago. Nosotros, los trabajadores argentinos, debemos recordar el<br />

crimen cometido hace un año, en esta propia plaza, por las bombas radicales. Para esos<br />

compañeros pido un minuto de silencio, durante el cual los iré nombrando a cada uno de ellos,<br />

para que todos los 1° de Mayo recordemos a nuestros mártires inocentes, sacrificados por la<br />

ignominiosa traición de los políticos.<br />

Mario Pérez, Salvador Manes, León David Roumieux, Osvaldo Mouche, Santa Festiggiatta, José<br />

Couto.<br />

Compañeros: Ia justicia que todos los hombres de un pueblo llevan en su corazón ha de hablar,<br />

con la ecuanimidad de sus recuerdos solidarios, de estas acciones inconsultas, producto de la<br />

desesperación de los hombres impotentes, para aconsejarles que cambien de métodos, porque el<br />

asesinato no ha sido jamás remedio para ninguna situación cívica.<br />

Deseo desde este lugar y en este 1º de Mayo, agradecer a todos los trabajadores de la Patria la<br />

confianza que han puesto en el gobierno el 25 de abril próximo pasado.<br />

Nosotros, que no somos políticos sino dirigentes de un pueblo en marcha, que no hemos hecho<br />

una profesión de esa dirección que ejercemos, que somos los ciudadanos que por voluntad de los<br />

demás ciudadanos ejercemos el gobierno de la República, sabemos bien que ese pueblo humilde,<br />

que es el que elabora la grandeza de la Patria en todas sus latitudes, tiene la inteligencia y la<br />

comprensión superior que tienen todos los pueblos, y sabemos que cuando ellos ponen su<br />

confianza en nosotros, es el índice que advierte a nuestra propia conciencia para tener confianza<br />

en nosotros mismos.<br />

Por eso, compañeros, he hablado hoy a la mañana de organización y de doctrina. El cuerpo<br />

institucional de la República y el cuerpo cívico del pueblo necesita tener, como todas las cosas de<br />

la vida, un cuerpo y un alma. El cuerpo lo constituyen las organizaciones de la Nación, que son las<br />

organizaciones del gobierno, las organizaciones del Estado y las organizaciones del pueblo. Por<br />

esa razón, es necesario que todos los trabajadores argentinos sean, permanentemente, difusores<br />

de nuestra doctrina. Que sean ellos los millones de verdaderos predicadores que la Patria<br />

necesita para elaborar su triunfo final.<br />

En este 1º de Mayo, en que deseamos con todas las fuerzas de nuestro espíritu afirmar la doctrina<br />

justicialista, yo pido a todos los trabajadores argentinos, en nombre de la felicidad de nuestro<br />

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pueblo, que se conviertan en predicadores de la doctrina justicialista y que nunca olviden que al<br />

predicar esa doctrina llevamos en alta nuestras tres inmarcesibles banderas: la Justicia Social, la<br />

Independencia Económica y la Soberanía de la Patria. No olviden jamás que todas las prédicas<br />

doctrinarias, por grandes que sean, si no están consolidando la justicia social de nuestro pueblo, si<br />

no están afirmando la independencia económica de nuestra Patria y si no están defendiendo la<br />

soberanía de la Nación, caerán en el vacío. Cuando nosotros enastamos al frente de nuestro<br />

pueblo esas tres banderas, sabíamos que la suprema aspiración del pueblo argentino era<br />

consolidar definitivamente -en un pueblo enmarcado en sus propios dirigentes y persuadido de la<br />

necesidad de luchar por su grandeza-, las banderas que asegurasen la Justicia, la Libertad y la<br />

Soberanía.<br />

Discurso del 31 de agosto de 1955<br />

Compañeras y compañeros:<br />

He querido llegar hasta este balcón, ya para nosotros tan memorable, para dirigirles la palabra en<br />

un momento de la vida pública y de mi vida, tan trascendental y tan importante, porque quiero de<br />

viva voz llegar al corazón de cada uno de los argentinos que me escuchan.<br />

Nosotros representamos un movimiento nacional cuyos objetivos son bien claros y cuyas acciones<br />

son bien determinadas, y nadie, honestamente, podrá afirmar con fundamento que tenemos<br />

intenciones o designios inconfesables.<br />

Hace poco tiempo esta plaza de Mayo ha sido testigo de una infamia más de los enemigos del<br />

pueblo. Doscientos inocentes han pagado con su vida la situación de esa infamia. Todavía nuestra<br />

inmensa paciencia y nuestra extraordinaria tolerancia, hicieron que no solamente silenciáramos<br />

tan tremenda afrenta al pueblo y a la nacionalidad, sino que nos mordiéramos y tomáramos una<br />

actitud pacífica y tranquila frente a esa infamia. Esos doscientos cadáveres destrozados fueron un<br />

holocausto más que el pueblo ofreció a la patria. Pero esperábamos ser comprendidos, aun por<br />

los traidores, ofreciendo nuestro perdón a esa traición. Pero se ha visto que hay gente que ni aún<br />

reconoce los gestos y la grandeza de los demás.<br />

Después de producidos esos hechos hemos ofrecido a los propios victimarios nuestra mano y<br />

nuestra paz. Hemos ofrecido una posibilidad de que esos hombres se reconcilien con su propia<br />

conciencia.<br />

¿Cuál ha sido su respuesta? Hemos vivido dos meses en una tregua que ellos han roto con actos<br />

violentos, aunque esporádicos e inoperantes. Pero ello demuestra su voluntad criminal. Han<br />

contestado los dirigentes políticos con discursos tan superficiales como insolentes. Los<br />

instigadores, con su hipocresía de siempre, sus rumores y sus panfletos. Y los ejecutores,<br />

tiroteando a los pobres vigilantes en las calles.<br />

<strong>La</strong> contestación para nosotros es bien clara: no quieren la pacificación que le hemos ofrecido. De<br />

esto surge una conclusión bien clara: quedan solamente dos caminos: para el gobierno, una<br />

represión ajustada a los procedimientos subversivos, y para el pueblo, una acción y una lucha que<br />

condigan con la violencia a que quieren llevarlo.<br />

Por eso, yo contesto a esta presencia popular con las mismas palabras del 45: a la violencia le<br />

hemos de contestar con una violencia mayor. Con nuestra tolerancia exagerada nos hemos<br />

ganado el derecho de reprimirlos violentamente. Y desde ya, establecemos como una conducta<br />

permanente para nuestro movimiento: aquel que en cualquier lugar intente alterar el orden en<br />

contra de las autoridades constituidas, o en contra de la ley o de la Constitución, puede ser muerto<br />

por cualquier argentino.<br />

Esta conducta que ha de seguir todo peronista no solamente va dirigida contra los que ejecutan,<br />

sino también contra los que conspiren o inciten. Hemos de restablecer la tranquilidad, entre el<br />

gobierno, sus instituciones y el pueblo por la acción del gobierno, de las instituciones y del pueblo<br />

mismo. <strong>La</strong> consigna para todo peronista, esté aislado o dentro de una organización, es contestar a<br />

una acción violenta con otra más violenta. Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de<br />

los de ellos.<br />

Compañeras y compañeros: hemos dado suficientes pruebas de nuestra prudencia. Daremos<br />

ahora suficientes pruebas de nuestra energía. Que cada uno sepa que donde esté un peronista<br />

estará una trinchera que defienda los derechos de un pueblo. Y que sepan, también, que hemos<br />

91


de defender los derechos y las conquistas del pueblo argentino, aunque tengamos que terminar<br />

con todos ellos.<br />

Compañeros: quiero terminar estas palabras recordando a todos ustedes y a todo el pueblo<br />

argentino que el dilema es bien claro: o luchamos y vencemos para consolidar las conquistas<br />

alcanzadas, o la oligarquía las va a destrozar al final.<br />

Ellos buscarán diversos pretextos. Habrá razones de libertad de justicia, de religión, o de cualquier<br />

otra cosa, que ellos pondrán como escudo para alcanzar los objetivos que persiguen. Pero una<br />

sola cosa es lo que ellos buscan: retroceder la situación a 1943.<br />

Para que ello no suceda estaremos todos nosotros para oponer a la infamia, a la insidia y a la<br />

traición de sus voluntades nuestros pechos y nuestras voluntades.<br />

Hemos ofrecido la paz. No la han querido. Ahora, hemos de ofrecerles la lucha, y ellos saben que<br />

cuando nosotros nos decidimos a luchar, luchamos hasta el final.<br />

Que cada uno de ustedes recuerde que ahora la palabra es la lucha, se la vamos a hacer en todas<br />

partes y en todo lugar. Y también que sepan que esta lucha que iniciamos no ha de terminar hasta<br />

que no los hayamos aniquilado y aplastado.<br />

Y ahora, compañeros, he de decir, por fin, que ya he de retirar la nota que he pasado, pero he de<br />

poner al pueblo una condición: que así como antes no me cansé de reclamar prudencia y de<br />

aconsejar calma y tranquilidad, ahora les digo que cada uno se prepare de la mejor manera para<br />

luchar.<br />

Tenemos para esa lucha el arma más poderosa, que es la razón; y tenemos también para<br />

consolidar esa arma poderosa, la ley en nuestras manos.<br />

Hemos de imponer calma a cualquier precio, y para eso es que necesito la colaboración del<br />

pueblo.<br />

Lo ha dicho esta misma tarde el compañero De Pietro: nuestra nación necesita paz y tranquilidad<br />

para el trabajo, porque la economía de la Nación y el trabajo argentino imponen la necesidad de la<br />

paz y de la tranquilidad. Y eso lo hemos de conseguir persuadiendo, y si no, a palos.<br />

Compañeros: Nuestra patria, para ser lo que es, ha debido ser sometida muchas veces a un<br />

sacrificio. Nosotros, por su grandeza, hemos de imponernos en cualquier acción, y hemos de<br />

imponernos cualquier sacrificio para lograrlo.<br />

Veremos si con esta demostración nuestros adversarios y nuestros enemigos comprenden. Si no<br />

lo hacen, ¡pobres de ellos!<br />

Pueblo y gobierno, hemos de tomar las medidas necesarias para reprimir con la mayor energía<br />

todo intento de alteración del orden. Pero yo pido al pueblo que sea él también un custodio. Si<br />

cree que lo puede hacer, que tome las medidas más violentas contra los alteradores del orden.<br />

Este es el último llamamiento y la última advertencia que hacemos a los enemigos del pueblo.<br />

Después de hoy, han de venir acciones y no palabras.<br />

Compañeros: para terminar quiero recordar a cada uno de ustedes que hoy comienza para todos<br />

nosotros una nueva vigilia en armas. Cada uno de nosotros debe considerar que la causa del<br />

pueblo está sobre nuestros hombros, y ofrecer todos los días, en todos los actos, la decisión<br />

necesaria para salvar esa causa del pueblo.<br />

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