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18<br />

Mollie Robertson fue una inglesa que transcurrió<br />

años de su infancia en estancias de Río Negro (cuando<br />

eran de capitales británicos) y después, ya mujer grande,<br />

escribió un delicioso libro con sus recuerdos. Carolina<br />

Holder es argentina, pero hace más de 35 años vive<br />

en Gran Bretaña , donde no hace mucho descubrió esa<br />

obra, comenzó a traducirla al español y, un tiempo después,<br />

decidió venir a la región, para recorrer los escenarios<br />

originales. Ramón Minieri es profesor de historia y<br />

escritor, radicado en Río Colorado, especializado en la<br />

historia de las estancias inglesas en la Patagonia (autor,<br />

precisamente, de "Ese ajeno sur", obra imprescindible<br />

sobre ese tópico), que entró en contacto vía Internet<br />

por Carlos Espinosa<br />

Domingo <strong>29</strong> de marzo de 2009<br />

Una historia con tres protagonistas, entre 1917<br />

y 2008, en las estancias inglesas de Río Negro<br />

Esta crónica tiene tres protagonistas, dos mujeres y un varón. Hay un invisible<br />

hilo que los une. Comparten de alguna manera el mismo interés sobre<br />

el territorio patagónico, con tiempos y visiones diferentes. Mollie, Caroline<br />

y Ramón son los actores de la historia que hoy presentamos.<br />

El mallín de Huanuluán.<br />

con Caroline y se ofreció como su cicerone.<br />

Aquellos recuerdos<br />

Mollie Robertson ya tenía 55 años cuando publicó su<br />

libro "The sand, the wind and the sierras, days in Patagonia"<br />

("La arena, el viento y las sierras, días en la Patagonia")<br />

con las remembranzas infantiles de los años<br />

1917 a 1924, tiempos en que vivió en las estancias Talcahuala<br />

(cerca de Sierra Colorada) y Huanuluán (entre<br />

Ingeniero Jacobacci y Clemente Onelli) donde su padre,<br />

Jack Hobson, fue mayordomo y administrador.<br />

En este fragmento que se reproduce, por gentileza<br />

Caroline Holder, al rescate de Mollie.<br />

de la revista "El camarote", la escritora describe con lujo<br />

de detalles el almacén para el personal en la estancia<br />

Huanuluán.<br />

"Durante muchos años el almacén había quedado<br />

muy abandonado y deslucido: anexado al casco, era un<br />

edificio destartalado con techo de chapa y muchas corrientes<br />

de aire, su polvoriento interior lleno de telarañas,<br />

los estantes apilados por una mezcolanza de mercadería<br />

añeja de la era victoriana. Entre otros artículos<br />

totalmente inapropiados se encontraba una serie de figuritas<br />

de porcelana, pastoras con perritos necios en<br />

los brazos; estuches de manicura de peluche y redecillas<br />

para el cabello descoloridas, entrelazadas con manchadas<br />

cintas rosas. (…) Atrás del mostrador largo y<br />

rústico había bolsas amontonadas de maíz y lentejas, y<br />

cajones forrados de cinc llenos de azúcar y harina. Detrás<br />

de ellos, apoyados unos contra otros como borrachos,<br />

estaban los costales de cuero de potro donde se<br />

guardaban el arroz, la polenta y la yerba. (…) Había pi


las de galleta dura como el cemento desparramadas por<br />

el suelo polvoriento en la parte trasera del almacén. Estas<br />

constituían la ración de pan, y eran repartidas entre<br />

los peones en bolsas de arpillera, una por mes por familia.<br />

Eran tan duras que se tenían que quebrar con una<br />

piedra grande antes de comerlas. La costumbre era remojar<br />

la galleta en café caliente, lo cual al menos la<br />

ablandaba lo suficiente como para poder comerla. Mi<br />

padre opinaba que si se pudieran disparar con un cañón<br />

serían proyectiles formidables"<br />

El descubrimiento<br />

Caroline Holder ya tenía 32 años de residencia en el<br />

Reino Unido (52 de vida) cuando aburrida por su trabajo<br />

administrativo en una empresa mayorista de semillas,<br />

buscando nuevas emociones, se asoció a una red por<br />

Internet de venta de toda clase de cosas y al poner en el<br />

buscador el nombre de su país natal, Argentina, se encontró<br />

con la obra de Mollie Robertson.<br />

Caroline cuenta ahora, casi 4 años más tarde, que<br />

"cuando llegué hasta la última página cerré el libro y me<br />

quedé pensando por mucho tiempo. Sabía que me había<br />

afectado profundamente, y traté de analizarlo".<br />

Fue a partir de ese momento que Caroline empezó a<br />

investigar todo lo que estaba al alcance de su mano, sobre<br />

Mollie, las estancias inglesas de aquella época y la<br />

Patagonia. Con pasión, echando mano a todos sus conocimientos<br />

de una lengua materna un tanto en desuso<br />

se comprometió con una tarea excitante: la traducción<br />

al español de las memorias de aquella inglesa. Esa misma<br />

pasión la impulsó a estudiar todo cuando pudiese<br />

encontrar sobre historia, características sociales y paisajes<br />

de la Patagonia, y así se conectó, vía Internet, con<br />

un argentino que pasó algunos años de su vida en Maquinchao<br />

y ahora vive en Nepal, allá por la India. Este<br />

argentino- hindú, que se llama Marcelo Sánchez, asistió<br />

en Buenos Aires en 2007 a la feria del Libro en Buenos<br />

Aires y trabó relación Ramón Minieri, cuando presentaba<br />

"Ese ajeno sur".<br />

Muy poco tiempo después Caroline tuvo un ejemplar<br />

de la obra, allá en la muy británica ciudad de Bristol,<br />

donde vive. Comenzó sus correos electrónicos con Ramón<br />

y, tal como se contó al principio, realizó lo que ella<br />

llama "la gira Hobson" con el acompañamiento del historiador.<br />

"La traducción la terminaré aproximadamente en<br />

unos cuatro meses, porque trabajo en un hospital hasta<br />

las 6 de la tarde todos los días, así que lo hago un rato<br />

en casa por las noches y los fines de semana. Pero después<br />

me queda por indagar un poco más. Existen agujeros<br />

bastante grandes en la historia de la familia (el fallecimiento<br />

del padre es el más importante), y no sé<br />

cuánto tiempo necesitaré para esto, algunos meses<br />

más, quizás" le contó Caroline a este cronista, en conexión<br />

por correo electrónico.<br />

Sobre el viaje por los escenarios donde vivió Mollie<br />

hace 90 años sostuvo que "los describió realmente<br />

bien, menos en un aspecto: escribe sobre la sequía, el<br />

calor, el viento, pero me parece que por los años 20 los<br />

mallines (en la región de Huanuluán al menos) eran<br />

más verdes, había ojos de agua y pantanos. Cuando visité<br />

Huanuluán en mayo de 2008 es cierto que el potrero<br />

de la entrada estaba parcialmente inundado, pero me<br />

chocó la extrema sequía por todas partes"<br />

"Pero aparte de esto, sí, era tal como me la había<br />

imaginado: enormes bóvedas celestes durante el día y<br />

alfombras de estrellas que llegaban al infinito por las noches.<br />

Para ver lo que es la Patagonia, o bien te tenías<br />

que agachar y verla a 50 centímetros del suelo, y con<br />

paciencia veías su belleza; o bien desde el otro extremo,<br />

fijarte en la lontananza, observar los hermosos y<br />

milenarios contornos. También podías quedarte quieta<br />

y apreciar el silencio, que te obliga a confrontarte con<br />

vos misma. ¡Pero no hubo viento, y yo quería sentir ese<br />

viento tan famoso! Otra vez será, lo espero fervorosamente."<br />

Añadió que "los patagónicos que conocí fueron increíbles,<br />

como la gente de mi niñez cuando daba por sentado<br />

que todo el mundo era bondadoso y compartiría todo<br />

conmigo. Hacía mucho, pero mucho, que no estaba<br />

con gente que, aunque extraños, me trataban como si<br />

fuera de la familia; y que, además, no teniendo mucho<br />

para ofrecer, me lo ofrecían, o me ayudaron como pu-<br />

Domingo <strong>29</strong> de marzo de 2009<br />

dieron. Todo eso me conmovió mucho"<br />

El testimonio de Ramón<br />

Ramón Minieri, que ha estudiado con rigor documental<br />

el régimen de dominación colonial de las estancias<br />

británicas en la Patagonia, encontró un punto de vista<br />

diferente -ingenuo, infantil y al mismo tiempo rico en<br />

matices- en el relato de Mollie y en la recuperación de<br />

ese texto que realiza Caroline.<br />

"Yo aliento a Caroline en cuanto a la traducción porque<br />

conocer estos materiales enriquece nuestra miradas<br />

sobre la Patagonia, sobre esta relación colonial que<br />

existió entre Argentina y Gran Bretaña, particularmente<br />

en la Patagonia; y sobre la vida concreta de la gente,<br />

que es lo que en historia uno siempre anhela. Casi sin<br />

querer iniciamos un vaivén en el cual ella traduce un capítulo<br />

y me lo envía para ver qué me parece; y discutimos<br />

algunos matices sobre el uso de ciertas palabras,<br />

porque una cosa es el español de diccionario y otra es<br />

el lenguaje campero. La expresión 'lata de esquila' por<br />

ejemplo, se capta cuando se vive en la región y no la entiende<br />

el que viene de afuera"<br />

"Cuando me consultó sobre su viaje hacia el sur, para<br />

recorrer los mismos lugares donde vivió Mollie, decidí<br />

acompañarla, porque yo también tenía ganas de visitar<br />

las estancias. Es la cuestión de los distintos niveles<br />

de la visión histórica, por allí yo a través de la documentación<br />

percibo la visión de la empresa, del gran capital<br />

británico, de la gente más adinerada de Inglaterra,<br />

que era accionista de estas firmas. Y por el otro está la<br />

visión inocente de una nena como Mollie, que ya de<br />

grande y puesta a escribir sólo quiere recordar su infancia,<br />

y añora 50 años después lo que para ella era<br />

Reunión de los Casadei Larrañaga en<br />

la casa de la Boca , en enero de 1940.<br />

19<br />

una fuente de gozo. Hay una relación humana directa,<br />

de cómo la nena inglesa podía relacionarse y entenderse<br />

con el indígena que estaba trabajando en la estancia,<br />

por ejemplo."<br />

Un momento muy emotivo del viaje a lo que queda<br />

de la estancia Talcahuala, recordado por Minieri, "fue<br />

cuando recorrimos una avenida de tamariscos que describe<br />

Mollie en el libro y buscábamos la casa originaria<br />

sin verla, pero de pronto me asomé a un baldío contiguo<br />

a la casa actual y descubrí una típica construcción de<br />

esas de madera y chapa que venían desde Inglaterra<br />

listas para armar, muy abandonada pero intacta".<br />

La punta del ovillo<br />

El encuentro entre los tres protagonistas de esta historia<br />

conforma una madeja apretada de sentimientos y<br />

experiencias, perspectivas distintas para apreciar una<br />

misma realidad, compleja y seductora, teñida por el color<br />

de la nostalgia, sugerente y mágica por momentos.<br />

La punta del ovillo se puede encontrar en el número<br />

más reciente de esa magnífica publicación periódica<br />

que se llama "El Camarote". Allí aparecen un interesante<br />

artículo de Caroline Holder sobre su encuentro con<br />

"The sand, the wind and the sierras, days in Patagonia",<br />

y el viaje posterior por la región sur ¡sorprendentemente<br />

sin viento! También hay fragmentos escogidos del libro<br />

de Mollie Robertson, como para quedarse con ganas de<br />

leer muy pronto la traducción completa.<br />

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