Dios habla a los hombres a través de esa belleza única llamada María
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II VICARÍA EPISCOPAL<br />
—como ésta— pue<strong>de</strong> tener más urgencia uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> dos aspectos —la<br />
salud, por ejemplo—, pero no olvi<strong>de</strong>mos nunca que es a Cristo a quien<br />
servimos, y que es como Cristo como servimos.<br />
Sólo así podremos comportarnos como el samaritano. Se dio cuenta <strong>de</strong><br />
la <strong>de</strong>sgracia, y se movió a compasión: quiso darse cuenta y se acercó;<br />
no le importó la separación entre judíos y samaritanos. Ayudó en lo que<br />
pudo: ungió sus heridas con aceite y vino y se las vendó. Resolvió la<br />
dificultad que representaban sus ocupaciones: al día siguiente sacó dos<br />
<strong>de</strong>narios, se <strong>los</strong> dio al dueño <strong>de</strong>l mesón y le dijo: ‘Cuida <strong>de</strong> él y lo que<br />
gastes <strong>de</strong> más, te lo pagaré a mi regreso’.<br />
No siempre son actos heroicos, difíciles lo que se nos pi<strong>de</strong>; con frecuencia<br />
son cosas sencillas, pequeñas muchas veces, «pues esta caridad no<br />
hay que buscarla <strong>única</strong>mente en <strong>los</strong> acontecimientos importantes,<br />
sino, ante todo, en la vida ordinaria» (Gaudium et spes, 38): en prestar<br />
un pequeño servicio, en dar un poco <strong>de</strong> aliento a quien <strong>esa</strong> mañana<br />
hemos encontrado más <strong>de</strong>salentado, en una palabra amable en la que<br />
mostramos nuestro aprecio, en una sonrisa, en indicar con amabilidad<br />
la dirección <strong>de</strong> una calle que nos han pedido, en escuchar con interés...<br />
En aten<strong>de</strong>r a una persona que sufrió un acci<strong>de</strong>nte.<br />
Los quehaceres <strong>de</strong> este buen samaritano pasaron por unos momentos<br />
a segundo término, y sus urgencias también; empleó su tiempo, sin<br />
regateos, en auxiliar a quien lo necesitaba. Y no sólo nuestro tiempo <strong>de</strong>be<br />
ce<strong>de</strong>r ante las necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong>más, también nuestras aficiones<br />
personales, nuestros gustos… no digamos ya nuestros caprichos.<br />
Jesús concluye la lección con una palabra cordial dirigida al doctor: Anda,<br />
le dice, y haz tú lo mismo. Sé el prójimo inteligente, activo y compasivo<br />
con todo el que te necesita. No te preocupes sólo <strong>de</strong> <strong>los</strong> cuerpos ni sólo<br />
<strong>de</strong> las almas. Haz como Jesús y ocúpate <strong>de</strong> tus hermanos en sus cuerpos<br />
y en sus almas. Son palabras que nos dirige también a nosotros, y para<br />
po<strong>de</strong>r vivirlas acudimos a la intercesión <strong>de</strong> la Santísima Virgen.<br />
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