Hotel DCO Máncora de lujo - DCO Suites, Lounge & Spa

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Hotel DCO
Máncora de lujo
A la par con los hoteles boutique más sofisticados del
planeta, el DCO ofrece Máncora como nunca se ha visto.
Destino codiciado por sus aguas cálidas y la promesa de paz,
ahora también puede ser disfrutado con lujo total.
Por Ximena De Peralta. Fotos de Foqus Comunicación Integral.
Jorge Sarmiento

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Llegar al DCO desacelera el paso. En medio de la playa Las Pocitas, su
arquitectura minimalista y contemporánea se distingue de sus alrededores. Los
colores del hotel —blancos, aquas y amarillos— se mimetizan con los celestes y
naranjas del horizonte de Máncora, incentivan la calma y despojan de los ritmos
vertiginosos de la ciudad.
Concebido como un santuario del descanso, es el primero en alcanzar la
denominación de hotel-boutique-design en las playas del norte del Perú gracias a su
cuidadoso diseño —a cargo de los arquitectos Rafael Stein y Antoinette Delucci—
y su incomparable servicio premium. Materiales naturales como la madera, el
mármol y la piedra caliza se mezclan con detalles sofisticados como esculturas
de Marcelo Wong y fotografías de Marina García Burgos. Todo ello crea una
atmósfera sencilla pero infinitamente chic.
Las habitaciones del DCO no tienen nada que envidiarle a las de los hoteles boutique
más exclusivos del mundo. Ducha española, televisor de pantalla plana con
cable, dock para iPod, ropa de cama y batas de algodón pima son algunos de los
elementos cuidadosamente escogidos por la diseñadora de interiores Karin Chaman.
Las terrazas con una espectacular vista al mar son, probablemente, su mejor
atributo. Tanto así que, al optar por mamparas en lugar de puertas, con las cortinas
abiertas uno puede ver el mar desde la cama.
Servicio ultra personalizado
Pero lo mejor del DCO es la calidad de su servicio. Con solo siete habitaciones
—incluida la master suite con jacuzzi—, siempre hay más staff que huéspedes,
lo que logra una atención absolutamente personalizada. Llamarlo room service es
quedarse corto. Al hacer el check in, a cada huésped se le entrega una canasta que
—además de un kit de playa, un iPod, y los controles del aire acondicionado y el
televisor— incluye un walkie talkie. Por esta vía, uno puede pedir cualquier cosa que
necesite o desee, y será llevada a su habitación o adonde se encuentre en el hotel.
Nada como estar echado en la playa o al borde de la piscina y ordenar un chilcano
—hecho con pisco Sérvulo— o los macerados de la marca DCO mientras los
mozos ofrecen toallitas heladas para combatir el calor y amuse-bouche (abrebocas)
de cortesía. Si tiene suerte, en la temporada de avistamiento de ballenas —que va
de agosto a octubre—, en medio del sopor norteño, puede escuchar el llamado de
una vuvuzela que anuncia un grupo de delfines o de ballenas atravesando el mar.
El sonido es suficiente para que todos en el hotel dejen de hacer lo que estaban
haciendo y corran hacia la playa para disfrutar del imperdible espectáculo.
Y es que el staff del DCO existe para engreír a sus huéspedes y satisfacer todos
sus deseos, sin importar si son pequeños, como acercarle una cerveza helada a la
orilla del mar, o grandes, como organizar un matrimonio. Los medianos, como las
pedidas de mano durante una cena romántica al atardecer, son los más populares.
Una cena de langosta y champagne mientras el sol se oculta es el escenario ideal,
más aun si le puede seguir un masaje relajante.
Armonía al estilo DCO
El spa del DCO ha sido diseñado siguiendo el modelo asiático: un espacio amplio
y abierto que, por estar en el último piso del hotel, goza de la mejor vista del
horizonte mancoreño. En él se ofrecen todos los tratamientos esperados de un spa
de nivel mundial —faciales, recondicionamientos, reiki, y masajes sueco, thai y lomi
lomi, entre otros—, pero el favorito de los huéspedes es el paquete para parejas.

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Esta experiencia de dos horas y media empieza con la elección
del aroma para los aceites, la aromaterapia y el ambiente.
Luego de diez minutos en la cámara de vapor para eliminar
toxinas, el ritual comienza con el masaje —en simultáneo con
su pareja— de técnicas mixtas. Las masajistas trabajarán en sus
músculos más de una hora y terminarán aplicando reiki en los
chacras del cuerpo. Una vez terminado, ingresarán al jacuzzi
de hidromasajes, donde disfrutarán de la magnífica vista,
una botella de champagne y absoluta privacidad. Un masaje
hidratante completa esta experiencia que lo dejará relajado para
lo que resta del año. Como solo hay tres horarios por día, es
conveniente reservar su turno antes de llegar al hotel.
Norte gourmet
Comer en el restaurante del DCO es una experiencia
equiparable a la de los mejores comedores de Lima. Con una
propuesta de cocina peruana moderna, la sofisticada fusión
de la carta presenta opciones para todos los paladares. Una
vez más, sin embargo, destaca el servicio, pues el chef Javier
Malarín —con experiencia en el Café del Museo (Larco) y Astrid
& Gastón— sale a recibir a los comensales para guiarlos en la
elección de los platos una vez que indaga acerca de sus gustos.
Sin duda, los más pedidos son el seco norteño y el tacu tacu,
ambos servidos con un mero cocido a la perfección, seguidos del
cebiche y los tiraditos —tradicionales, como el de ají amarillo,
o innovadores, como el japonés—. Pero el puré de yuca con
salsa de curry (en la foto) es, tal vez, el plato más sorprendente
en cuanto a mezcla de sabores. Para terminar, puede pedir
un granizado de uva y piña, un cheesecake de maracuyá o un
turrón de chocolate. Disfrútelos en las camas de la piscina, que
están al costado del restaurante.
La carta de vinos es bastante tradicional. Entre sus mejores
botellas podemos encontrar Marqués de Riscal Reserva en
tintos, Luigi Bosca Reserva en blancos (Sauvignon Blanc y
Chardonnay) y Moët & Chandon en espumosos. Pero lo más
interesante son los vinos artesanales orgánicos del valle de
Lunahuaná. Perfectos para la playa por su baja temperatura de
servicio y su final dulce. ¿Su mejor característica? No generan
resaca, pues no contienen preservantes.
Una mención aparte
Al margen de todo lo dicho, el verdadero corazón de DCO es
Diana Monti, la argentina que quedó atrapada por Máncora
y no se fue más. Es ella quien, con ojos de halcón, intuye las
necesidades de sus huéspedes antes que ellos y se las facilita.
Es ella también la que ha apostado por entrenar un staff cien
por ciento mancoreño para evitar la constante fluctuación en
el servicio. De esta manera, los huéspedes —sobre todo los
frecuentes— siempre son recibidos por quienes conocen sus
gustos y están dispuestos a engreírlos. Y eso vale oro.

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Hotel DCO
Las Pocitas, Máncora
Reservas
(51 1) 994 033 780
informes@hoteldco.com
www.hoteldco.com
Habitaciones
Las suites (US$ 185 por noche + IGV) incluyen menú
de almohadas, pantalla plana, iPod a la carta, Wi-Fi,
caja de seguridad, walkie talkie, aire acondicionado,
ducha española, terraza con vista al mar, dos copas
de champagne de bienvenida y desayuno americano.
La master suite (US$ 285 por noche + IGV) incluye
todo lo anterior más jacuzzi en la habitación.
Programa de huésped frecuente
Los huéspedes frecuentes del DCO forman parte
de un programa de beneficios que incluyen noches
adicionales, bonos para el spa y ascenso a la master
suite según disponibilidad.
Jorge Sarmiento
Paquetes
El paquete para parejas (4 noches / 5 días – US$
1056 + IGV) incluye dos copas de champagne de
bienvenida, alojamiento para dos personas en suite
con vista al mar, desayunos americanos, tres cenas
para dos en el restaurante gourmet, un kit de playa
(dos pareos DCO y cartera playera), una botella de
champagne en la habitación, un paseo a caballo al
atardecer por la playa y una sesión para dos en el
DCO Spa de dos horas y media (masajes, cámara de
vapor y jacuzzi con vista al mar).
El fin de semana romántico (3 noches / 4 días – US$
802 + IGV) incluye alojamiento para dos personas
con vista al mar, dos copas de champagne de
bienvenida, kit de playa, desayuno americano,
cena romántica para dos a la luz de las velas, una
excursión para la observar la fauna marina (ballenas y
delfines, de acuerdo con su suerte).