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La Santa Biblia - MinisteriosGPL

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28. 11–29. 13 Job 784<br />

11 ojos vieron todo lo preciado. Detuvo los ríos en su nacimien-<br />

12 to, E hizo salir a luz lo escondido. Mas ¿dónde se hallará la<br />

13 sabiduría? ¿Dónde está el lugar de la inteligencia? No conoce<br />

14 su valor el hombre, Ni se halla en la tierra de los vivientes. El<br />

15 abismo dice: No está en mí; Y el mar dijo: Ni conmigo. No se<br />

16 dará por oro, Ni su precio será a peso de plata. No puede ser<br />

apreciada con oro de Ofir, Ni con ónice precioso, ni con zafiro.<br />

17 El oro no se le igualará, ni el diamante, Ni se cambiará por<br />

18 alhajas de oro fino. No se hará mención de coral ni de perlas;<br />

19 <strong>La</strong> sabiduría es mejor que las piedras preciosas. No se igualará<br />

con ella topacio de Etiopía; No se podrá apreciar con oro<br />

20 fino. ¿De dónde, pues, vendrá la sabiduría? ¿Y dónde está el<br />

21 lugar de la inteligencia? Porque encubierta está a los ojos de<br />

22 todo viviente, Y a toda ave del cielo es oculta. El Abadón y la<br />

23 muerte dijeron: Su fama hemos oído con nuestros oídos. Dios<br />

24 entiende el camino de ella, Y conoce su lugar. Porque él mira<br />

25 hasta los fines de la tierra, Y ve cuanto hay bajo los cielos. Al<br />

26 dar peso al viento, Y poner las aguas por medida; Cuando él<br />

27 dio ley a la lluvia, Y camino al relámpago de los truenos, Entonces<br />

la veía él, y la manifestaba; <strong>La</strong> preparó y la descubrió<br />

28 también. Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es<br />

la sabiduría, Y el apartarse del mal, la inteligencia.<br />

29, 2 Volvió Job a reanudar su discurso, y dijo: ¡Quién me volviese<br />

como en los meses pasados, Como en los días en que Dios<br />

3 me guardaba, Cuando hacía resplandecer sobre mi cabeza su<br />

4 lámpara, A cuya luz yo caminaba en la oscuridad; Como fui<br />

en los días de mi juventud, Cuando el favor de Dios velaba<br />

5 sobre mi tienda; Cuando aún estaba conmigo el Omnipoten-<br />

6 te, Y mis hijos alrededor de mí; Cuando lavaba yo mis pasos<br />

7 con leche, Y la piedra me derramaba ríos de aceite! Cuando<br />

yo salía a la puerta a juicio, Y en la plaza hacía preparar mi<br />

8 asiento, Los jóvenes me veían, y se escondían; Y los ancianos<br />

9 se levantaban, y estaban de pie. Los príncipes detenían sus<br />

10 palabras; Ponían la mano sobre su boca. <strong>La</strong> voz de los prin-<br />

11 cipales se apagaba, Y su lengua se pegaba a su paladar. Los<br />

oídos que me oían me llamaban bienaventurado, Y los ojos<br />

12 que me veían me daban testimonio, Porque yo libraba al po-<br />

13 bre que clamaba, Y al huérfano que carecía de ayudador. <strong>La</strong>

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