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R,VISTA DE EDUCACION

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36<br />

sucederá ahora? (2) Qué ocurrirá con nuestras amadas<br />

lenguas clásicas, centro del curso más interesante<br />

del Bachillerato? Acabarán matando de tedio a los<br />

pocos fieles? Hay en España más de mil Centros que<br />

deben tener el Preuniversitario. Desde luego, no hay<br />

mil profesores capaces de hacer al latín atractivo y<br />

fecundo. O cada profesor capaz atiende al menos cuatro<br />

Centros—es una solución que lo único que exige<br />

es que en los Centros de enseñanza la vocación educadora<br />

se sobreponga a la comercial, pues el buen<br />

profesor tiene un precio, que no es el de las bases de<br />

trabajo—o tendría que reducirse el número de Centros<br />

preparadores a la cuarta parte; de no acaecer lo uno<br />

ni lo otro, todo hace presumir que en el próximo plebiscito<br />

las lenguas clásicas sufrirán la más unánime<br />

y justa repulsa (3). Y, sin embargo, en manos de profesores<br />

eficaces y valiosos puede servir para que en<br />

las batallas futuras las lenguas clásicas encuentren<br />

posiciones sólidamente defendidas en todas las zonas<br />

de la sociedad española. Colaborar a este fin es la<br />

pretensión de este trabajo.<br />

(2) Ya el padre Cayuela, en su excelente libro Humanidades<br />

cläsicas—aunque prolijo y apolégico en demasía—preveía, a<br />

raíz de la ley del 38, con harta razón, el descrédito de estos<br />

estudios por culpa del profesorado: "pero dónde sacamos<br />

ahora abundancia de profesores...?" "No creemos en la generación<br />

espontánea. Más: nos tememos que las Humanidades se<br />

desacrediten si no las enseñan personas bien penetradas de espíritu<br />

humanístico." (V. op. c., pág. 600.) La voz del padre<br />

Cayuela era y sigue siendo la de los catedráticos de Instituto<br />

y Universidad. Sin embargo, ,titié poderosos intereses han ahogado<br />

esos avisos, obteniendo la impunidad total para que las<br />

lenguas clásicas—y otras disciplinas—sean trituradas por un<br />

profesorado incapaz de cientos de Centros?<br />

(3) No se puede objetar que la ley supera la realidad: la<br />

educación tiene que organizarse apuntando a unas metas ideales,<br />

y las leyes tienen que ser aguijón que impulse a los<br />

Centros—entidades realizadoras—hacia esas metas, no cómodo<br />

molde a su medida. De no ser así, los Centros docentes, anclados<br />

en la realidad social, serían dominados por ella, en vez<br />

de ser levadura modificante. De hecho, la pedestre seducción<br />

del ambiente domina totalmente la mayor parte de los Centros<br />

no oficiales y afecta indirectamente a los oficiales. Los Centros<br />

docentes tienen la función de modificar la realidad social<br />

y conducirla hacia las metas propuestas, en vez de halagar sus<br />

tendencias instintivas y explotarlas; lo cual no es hacer un<br />

servicio, sino enquistarse parasitariamente en una situación. Los<br />

Centros docentes sirven a la sociedad luchando con ella—con<br />

el afán de privilegios y egoísmos de cada individuo—, no rindiéndose<br />

a ella; siendo motores, no lastre. La tentación de<br />

rendirse es tanto más fuerte cuanto entre nosotros supone un<br />

fraude vivamente deseado por la víctima, a la par que provechosísimo<br />

para el que lo hace. El Centro paga con su dignidad;<br />

el precio que paga el cuerpo social entero es incalculable, a<br />

la larga sangriento; pero egoísta o hipócrita piensa a la<br />

larga? ¿Quién se acuerda de experiencias lejanas? Entre nosotros<br />

éste es sin duda el gran escollo en que peligra el barco<br />

de esta nuestra libertad de enseñanza.<br />

En cuanto a profesorado, hay el suficiente capacitado para<br />

la preparación adecuada del Preuniversitario con los catedráticos<br />

de Instituto—que tratándose de este curso pueden trabajar<br />

en la enseñanza no oficial—y con una selección de licenciados<br />

y doctores; cualquier Centro con 40 alumnos de Preuniversitario<br />

puede tenerlo bien montado, con altura y con cuidadosa atención,<br />

retribuirlo dignamente—entendiendo por dignamente el<br />

triple o más de las bases de trabajo—y obtener un decoroso<br />

beneficio sobre las cuotas habituales en esos Centros para ese<br />

curso—entendiendo por "decoroso" un 30 por 100 libre—; si<br />

no lo tienen así es porque no quieren o rehusan la colaboración<br />

con la más valiosa aportación pedagógica de la nueva<br />

ley. Merece la pena que los buenos Centros se entregen en<br />

serio; es su propia dignidad, su categoría, acaso su libertad lo<br />

que se juegan en este cheque en blanco que el Estado ha<br />

puesto en sus manos.<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

COMENTARIOS AL INFORME<br />

En cuanto a los autores.—Defiendo y me atengo<br />

a la redacción que a esta cuestión se da en el apartado<br />

a), referido a los ejercicios especiales de las pruebas<br />

de madurez, página 8, que debe hacer desaparecer<br />

al apartado c) de las orientaciones generales; me declaro<br />

en rebeldía con éste, que en su redacción perdona<br />

la vida a los poetas clásicos; encuentra ocioso<br />

eso de que los textos "tengan aplicación a la cultura<br />

actual"; eso dependerá de la ciencia y arte del profesor;<br />

por lo demás, el mundo occidental está más<br />

cerca del mundo grecorromano, por sus formas de<br />

vida y actitudes mentales, que del medieval, en cuyos<br />

textos se insiste, buscando esa aplicación a la cultura<br />

actual. Por tanto, tenemos para elegir todos los autores<br />

clásicos, textos jurídicos, patrísticos, medievales y<br />

del Renacimiento, sin más condición que "estén en<br />

la línea de la latinidad clásica", cosa en la que todos<br />

estuvimos de acuerdo.<br />

En cuanto a la elección del texto.—Habrá que operar<br />

suponiendo una preparación mínima en el alumnado<br />

(4). La idea de ir de lo fácil a lo difícil no es<br />

de aplicación en estas alturas; la única graduación<br />

que cabe aquí es la que en una prelección adecuada,<br />

que nunca debe faltar, elabore el profesor. Esa prelección<br />

debe ir completada, o bien en el momento mismo,<br />

o bien en una segunda parte, tras reducido el texto<br />

en su comentario, por una erudición (empleando el<br />

viejo nombre) al modo más sobrio, más íntimo y más<br />

humano que exige nuestro tiempo, y que permite a<br />

un profesor equipado con las armas de la filología<br />

actual, si a su ciencia une un espíritu sensible y abierto,<br />

es decir, si es un humanista de nuestra hora, captar<br />

el mensaje de la antigüedad y descifrar en él<br />

nuestra propia época. Sólo un consejo negativo: nada<br />

de latines rebajados o impuros como escalón previo<br />

para el buen latín.<br />

En cuanto a las clases y horario.—Desde luego, las<br />

seis horas semanales es el mínimo. Yo prefiero distribuirlas<br />

en cuatro sesiones de hora y media o en<br />

tres de dos horas. Esto exige dinamismo, actividad,<br />

variedad, imaginación. Cada uno debe distribuir según<br />

su juicio. En todo caso, lo que no debe ocurrir<br />

es que el alumno se hastíe de la clase.<br />

EL PROFESOR, ANTE UN TEXTO<br />

LATINO. OBSERVACIONES PREVIAS<br />

Es la primera que la manera de moverse sobre un<br />

texto es personal, muy personal, y en parte intrans-<br />

(4) El alumnado de letras del Preuniversitario se debería<br />

corresponder con el de las clases de Retórica y Humanidades<br />

del siglo xvi; pero, salvo rara excepción, el alumno oscilará<br />

entre la clase media y suprema, cuando no la ínfima, según<br />

la clasificación de la Ratio. Por otro lado, la psicología de los<br />

diecisiete años exige al profesor situarse en el nivel equivalente<br />

a las tres primeras. Esto complica la labor del mismo,<br />

que tiene que hacer una clase que sea la forma moderna, con<br />

los recursos de la actual filología, correspondiente a las mencionadas<br />

de otros tiempos, sin dejar de hacer constantemente<br />

descensos al nivel mínimo. Con los actuales horarios no se pueden<br />

alcanzar las viejas metas; por otro lado, los viejos métodos<br />

fueron pensados para cuatro horas diarias de latín y para<br />

otros tiempos. Caemos siempre en la necesaria revisión de métodos,<br />

alguna de cuyas directrices hemos propuesto públicamente.

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