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R,VISTA DE EDUCACION

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R,<strong>VISTA</strong> <strong>DE</strong> <strong>EDUCACION</strong><br />

Año III Vol. X ENERO-FEBRERO, 1955 Núm. 27<br />

• Este número de la RE<strong>VISTA</strong> <strong>DE</strong> <strong>EDUCACION</strong><br />

omite las habituales crónicas y noticias para ceñirse<br />

exclusivamente al Curso preuniversitario. El orden de<br />

materias es el mismo del Proyecto de Instrucciones<br />

elaborado en Santander, entre los días 6 y 20 de agosto<br />

de 1954, por un grupo de catedráticos y profesores<br />

a solicitud de la Dirección General de Enseñanza Media.<br />

Por consiguiente, este texto no tiene valor legal;<br />

pero hoy por hoy es el más autorizado desarrollo de<br />

las Instrucciones Provisionales de 29 de diciembre de<br />

1953, y con toda probabilidad ha de servir de base para<br />

las Instrucciones definitivas actualmente en elaboración.<br />

Observará el lector que hemos omitido la consideración<br />

de la segunda parte del Proyecto de Instrucciones,<br />

dedicada a las "Pruebas de madurez". Quien<br />

desee consultar esa parte puede acudir al número 24<br />

de esta Revista, donde el Proyecto se publicó íntegro.<br />

Ahora nos hemos limitado a desglosar los más importantes<br />

parágrafos de la primera parte, titulada Materias,<br />

ejercicios y didáctica, y ponerlos como encabezamiento<br />

de los respectivos artículos. Cada artículo,<br />

pues, glosa y amplía las ideas contenidas en el Proyecto<br />

de Instrucciones. Pero sin excesiva sujeción al<br />

mismo y huyendo siempre de estabilizar un "cliché".<br />

El caer en él es uno de los más graves riesgos que<br />

tiene el Curso preuniversitario.<br />

Lo cual no significa desconocer la existencia del<br />

riesgo contrario: el exceso de improvisación. Aquí hay<br />

que disipar un equívoco: el que el Curso preuniversitario<br />

no tenga programas generales no significa en<br />

absoluto que no deba tenerlos particulares, tantos como<br />

Centros docentes lo impartan. El que el Curso preuniversitario<br />

no cristalice en normas rigurosas para<br />

varios cursos, no quiere decir que cada Centro y cada<br />

curso quede exento de todo planeamiento previo.<br />

Sencillamente, el legislador ha abdicado una función<br />

en la esperanza de que los Centros sabrán asumirla.<br />

Si no fuera así, la libertad docente que el Curso preuniversitario<br />

entraña sería inútil; no liberaría ninguna<br />

iniciativa constreñida.<br />

Un programa de trabajo es cosa distinta de un plan<br />

de estudios, sobre todo si se entiende éste como un<br />

cuadro rígido en el que se prescriben las materias que<br />

serán objeto de examen. El programa del Curso preuniversitario,<br />

que cada Centro debe trazar, no será<br />

reducible a un elenco de materias. Se trata de una<br />

graduada combinación de ejercicios intelectuales, unos<br />

de ellos comunes para alumnos de Letras y Ciencias<br />

y otros particulares para éstos o aquéllos. Queda a la<br />

prudencia pedagógica del Centro el precisar qué materias<br />

deben estudiarse, qué temas deben ser objeto de<br />

las conferencias, qué precisas prácticas de Latín, de<br />

Química o de Ciencias Naturales deben realizarse. Las<br />

materias de estudio están al servicio de la labor formativa;<br />

y esta finalidad es la que crea y justifica el margen<br />

de libre elección.<br />

Verdad es que la "labor formativa", a la cual se<br />

subordina la aprehensión de conocimientos concretos,<br />

no es cosa privativa del Curso preuniversitario; no ha<br />

de verse en él una panacea que remedie a última hora<br />

y de prisa los errores o deficiencias de seis cursos de<br />

Bachillerato memorístico. Sencillamente, el Curso preuniversitario<br />

busca remediar dos males que es de esperar<br />

sean transitorios: 1. 0 La falta de hábitos de trabajo<br />

intelectual de que se resienten hoy los bachilleres.<br />

2.° El endurecimiento de métodos didácticos del que<br />

esa falta, en parte, deriva. Esto es, el Curso preuniversitario<br />

se justifica, en buena medida, como fermento<br />

de nuevo espíritu en nuestra Enseñanza Media,<br />

como palestra donde los profesores apliquen métodos<br />

de enseñanza nuevos, que luego, en calculada proporción,<br />

deben empapar nuestra Enseñanza Media desde<br />

el primero al último curso.<br />

Este singuiarísimo carácter del Curso preuniversitario<br />

obliga a cuidar especialmente su desarrollo. Cuidar<br />

no significa legislar, sino orientar, coordinar esfuerzos,<br />

brindar sugestiones al profesorado. Ninguna<br />

materia ha de atenerse a las palabras de la ley, sino a<br />

su espíritu; en materias de enseñanza el espíritu lo es<br />

todo. Un plan de estudios, una ley de ordenación, un<br />

minucioso programa oficial son en absoluto letra muerta<br />

si no se instalan y enraízan en la ciencia y en la prudencia<br />

pedagógica de sus destinatarios; éste es el clima<br />

que hay que fomentar, el único dentro del cual la<br />

Educación puede vivir. Si la ciencia y la prudencia<br />

pedagógicas (no desecadas, entiéndase bien, en técnicas<br />

herméticas y formularias) brillan por su ausencia,<br />

o son débiles, el Curso preuniversitario fracasará con<br />

absoluta seguridad, y fracasará también la Ley de Ordenación<br />

de la Ensehanza Media, en la que se han<br />

puesto tantas esperanzas.<br />

El plan de estudios, la refinada ejecución de los exámenes,<br />

la elaboración de perfectos libros de texto incluso,<br />

nada pueden por sí si lo anterior falta; si cada<br />

"hora de clase" (humilde término a cuya perfección<br />

se dirigen todos los esfuerzos económicos y humanos<br />

de la Educación nacional, todo su aparato político)<br />

no está penetrada de espíritu renovador, atento, por<br />

un lado, a los problemas didácticos de cada disciplina<br />

y, por otro, a la unidad y el equilibrio del conjunto.<br />

Los profesores deben persuadirse de que todos sus<br />

problemas—empezando por los económicos—son insolubles<br />

si no cultivan ese espíritu en sí mismos. Porque<br />

éste, en su desarrollo progresivo, es el único que puede<br />

infundir verdadero prestigio nacional a nuestra enseñanza;<br />

o sea, es el único instrumento realmente eficaz<br />

para presionar con la elocuencia de los resultados a


2 RE<strong>VISTA</strong> <strong>DE</strong> EDUCACIÓN<br />

la sociedad española, poco inclinada, hoy por hoy, a<br />

valorar excesivamente la labor de nuestros docentes.<br />

Las "culpas", desde luego, se reparten; pero esperar<br />

que la sociedad lleve la iniciativa de la rectificación es<br />

esperar en vano. De hecho, en todas partes, en todas<br />

las naciones occidentales, la Educación nacional se ha<br />

ganado el respeto a pulso, y con el respeto la retribución<br />

decorosa.<br />

Todo lo hasta ahora dicho explicará por qué hemos<br />

omitido la parte referente a "Pruebas de madurez".<br />

Muchos de nuestros Centros docentes padecen la obsesión<br />

de los exámenes, y funciona/izan y mediatizan<br />

al éxito en ellos su actividad cotidiana. Naturalmente<br />

que asegurar el éxito en los exámenes es cosa importante,<br />

pero este éxito será imposible si se busca directamente,<br />

y no por añadidura y como consecuencia<br />

de una actividad pedagógica seria. En este sentido, el<br />

problemas de los exámenes es secundario, esto es, se<br />

halla ligado al problema primario del curso. Y tanto<br />

más el examen del Curso preuniversitario, que por la<br />

misma índole de éste irá dirigido a calibrar el grado<br />

de ductilidad y finura mental del alumno más que<br />

a sopesar sus conocimientos concretos.<br />

II<br />

El presente número de la RE<strong>VISTA</strong> <strong>DE</strong> EDUCA-<br />

CION propone a los profesores una serie de sugestiones<br />

sobre el modo de conducir el C. P. U. Hemos<br />

evitado rigurosamente, por lo dicho antes, caer en la<br />

receta; los consejos y orientaciones contenidos en los<br />

artículos de este número no pueden aplicarse inmediata<br />

y mecánicamente a la realidad docente, sino que<br />

deben ser objeto de asimilación y reelaboración por<br />

parte del profesor.<br />

Pero el complemento obligado de este plano de generalidad<br />

es la individualización del consejo. El primer<br />

rasgo de nuestra vida escolar es la falta de homogeneidad,<br />

en estilo mental y en métodos, entre profesores<br />

y entre Centros. A iniciar el remedio de esta<br />

situación está dirigido el CENTRO <strong>DE</strong> ORIENTACIÓN DI-<br />

DÁCTICA, organismo creado por Orden Ministerial de<br />

27 de diciembre pasado y en el que colaborarán fundamentalmente<br />

los Inspectores de las diversas ramas<br />

docentes, y también profesores especializados en la didáctica<br />

de las disciplinas culturales básicas.<br />

El Centro de Orientación Didáctica entrará en relación<br />

particular con todos los profesores y Centros<br />

docentes que soliciten su ayuda, siempre que sean suscriptores<br />

de esta Revista. Su misión se extenderá a<br />

todos los cursos de la enseñanza primaria y de las enseñanzas<br />

medias, según se reseña en la noticia de su<br />

creación encartada en el presente número. En el específico<br />

aspecto del Curso preuniversitario, el Centro<br />

de Orientación Didáctica servirá a los Centros y a los<br />

profesores suscriptores de la Revista que lo soliciten<br />

informaciones acerca de estos puntos:<br />

1.0 Sugestiones sobre textos adecuados para el Comentario<br />

en clase, y de títulos y temas de Lecciones<br />

y Conferencias.<br />

2.0 Oportunidad de comentar los textos que sugieran<br />

los comunicantes, y confección de esquemas<br />

de comentarios que puedan ayudar al profesor.<br />

3° Facilitación (a partir del 15 de septiembre de<br />

1954) de la bibliografía fundamental necesaria<br />

para la preparación del comentario.<br />

49 Opinión técnica (que no revestirá en ningún<br />

caso carácter preceptivo) acerca de los programas<br />

particulares del C. P. U., confeccionados<br />

en cada Instituto o Colegio.<br />

5. 0 Informaciones acerca del precio y posibilidades<br />

de obtención de material para las prácticas de<br />

Ciencias Naturales y de Física y Química.<br />

6.0 Localización de las ediciones más manejables<br />

y económicas de los textos que sean objeto de<br />

comentario en el Curso preuniversitario.<br />

7.° Envío (a partir de 1 de noviembre de 1955)<br />

de folletos explicativos e impresos en materia<br />

de Orientación profesional y vocacional.<br />

8.0 Aclaraciones complementarias sobre las prácticas<br />

de investigación científica.<br />

9. 0 En general, el Centro atenderá todas cuantas<br />

consultas se le hagan, siempre que sean de riguroso<br />

carácter docente; esto es, siempre que<br />

no se refieran a aspectos administrativos y legales,<br />

que no son de su incumbencia.<br />

Los suscriptores de esta Revista pueden dirigirse,<br />

a partir del día I de marzo (salvo por lo que respecta<br />

a los puntos 3 • 0 y 7.0), a esta dirección provisional:<br />

SEÑOR DIRECTOR <strong>DE</strong>L CENTRO <strong>DE</strong> ORIENTACIÓN DIDÁC-<br />

TICA: Ministerio de Educación Nacional, Alcalá, 34,<br />

Madrid.<br />

III<br />

Una última aclaración es necesaria: en este número<br />

monográfico nos hemos atenido a los aspectos específicos<br />

del Curso preuniversitario, sin poner atención en<br />

los problemas metodológicos generales de todo el Bachillerato.<br />

Se ha insistido también en aquellos puntos<br />

que pueden ser de inmediata aplicación, en alguna<br />

medida dentro de lo que queda de curso, y desde luego<br />

a partir del próximo octubre.<br />

Por la primera de las razones que acaban de señalarse<br />

no hemos considerado, en el apartado sobre "Comentario<br />

de Textos", una importantísima modalidad<br />

de esta práctica docente: el "Comentario de Textos"<br />

como parte de la enseñanza del español, a que se refiere,<br />

junto con el estudio de la Lexicología, el profesor<br />

Lázaro Carreter, en su trabajo sobre los ejercicios de<br />

redacción. Esta especie de comentario, directamente<br />

ordenado a la capacitación de "hábitos lógicos y recursos<br />

idiomáticos", debe comenzar en el primer año del<br />

Bachillerato. Le dedicaremos amplia consideración en<br />

un número de esta Revista actualmente en preparación,<br />

sobre la didáctica del Bachillerato elemental y<br />

de los Períodos escolares tercero y cuarto.


A. Materias fundamentales y comunes<br />

a) Las prácticas del trabajo científico ()<br />

La ley, con notorio acierto, ha reconocido que el paso<br />

del alumno ya bachiller a participar en la labor universitaria<br />

y su incorporación a una enseñanza de grado<br />

superior, requiere una preparación y unos conocimientos<br />

prácticos indispensables previos. En esta fase<br />

de la formación se han de estudiar disciplinas que no<br />

nos incumbe examinar porque somos enemigos irreconciliables<br />

de este vicio peninsular tan combatido por<br />

Ramón y Cajal y con tan fino humorismo criticado<br />

por Eça de Queiroz, consistente en ese consagrarse a<br />

todo menos al estudio y al ejercicio de la propia pro-<br />

( 4) El Proyecto de Instrucciones de Santander, cuyo<br />

orden nos da la pauta del presente número monográfico,<br />

incluye en el segundo capítulo de su primera<br />

parte, titulado "Materias, ejercicios y didástica",<br />

unos ejercicios FUNDAMENTALES Y COMUNES (tanto para<br />

alumnos que hayan cursado en el Bachillerato superior<br />

la oposición de Ciencias como para los que hayan<br />

cursado la oposición de Letras), y a continuación otros<br />

ESPECIALES de Letras y Ciencias. Los ejercicios fundamentales<br />

y comunes son cuatro: 1.0 Lecciones prácticas<br />

de Metodología y Técnica del trabajo científico;<br />

2.0 Comentarios de textos; 3 •0 Lecciones y conferencias;<br />

4.° Lecturas dirigidas.<br />

A las lecciones de Motodología y Técnica del n'abajo<br />

científico se dedica este párrafo: "a) El profesor<br />

delegado del curso, o el que se estime conveniente,<br />

desarrollará al comienzo del curso unas breves lecciones<br />

de Metodología general y rudimentos de trabajo<br />

científico." Indicación que se amplía en el apéndice<br />

3, que dice así: "Exponiendo, por ejemplo:<br />

A. a) La lectura: Manera de leer, el resumen,<br />

la acotación, la lectura, etc.; b) El estudio: Entender,<br />

examinar, anotar la dificultad, resolverla y consultar;<br />

c) La clase: Su preparación, atención, notas, apuntes,<br />

resúmenes, etc.; d) Trato con los profesores: Aclarar<br />

conceptos, ampliar conocimientos, dirección en el estudio<br />

privado; e) Notas y apuntes: Manera de tomarlos,<br />

ordenarlos, clasificarlos, silva de apuntes, papeletas<br />

o fichas, etc.; f) Bibliotecas: Su utilización,<br />

conocimiento de las de la localidad, manejo de enciclopedias<br />

y obras de consulta.<br />

B. a) El trabajo científico en general: Aclaración,<br />

interpretación, recensión y crítica; b) El trabajo científico<br />

especial: Tema, su valor científico, amplitud,<br />

trascendencia, etc. El estado actual de la ciencia en<br />

Qui scit ubi sus scientia<br />

habendi est proximus.<br />

fesión (1). Por ello nos limitaremos, después de reiterar<br />

que no puede llevarse a cabo labor seria universitaria<br />

sin que en la segunda enseñanza se hayan realizado<br />

previamente las prácticas y los trabajos que el R. P.<br />

García \Tinada, S. J., llamaba, con acierto, de protoseminario<br />

(2) ni podrá haber, añadimos por nuestra<br />

cuenta, trabajos de protoseminario, si al niño, en la<br />

primera enseñanza, no se le ha obligado a realizar a<br />

su vez frecuentes prácticas de consulta de libros en las<br />

bibliotecas. En este sentido, la materia está ya reglada<br />

por la orden del Ministerio de Educación Nacional,<br />

de 8 de julio de 1938, que dice a este respecto<br />

en su preámbulo:<br />

"No basta con que la escuela primaria, de pago o<br />

gratuita, enseñe al niño a leer y a escribir y los principios<br />

elementales de las letras y de las ciencias. Necesario<br />

es que cuando el niño, reclamado por la necesidad<br />

de cooperar al sustento de la familia, abandone<br />

la escuela primaria, haya adquirido muy principalmente<br />

el hábito de utilizar las bibliotecas y de estudiar e<br />

ilustrarse por sí solo. Si esta práctica es importante en<br />

otros pueblos, en ninguno ha de alcanzar tan excelentes<br />

resultados como en el nuestro, donde la mayoría<br />

de los ho,nbres de relieve han sido y siguen siendo<br />

autodidactos.<br />

"Es deber primordial de la escuela tener presente<br />

relación al tema elegido, bibliografía anterior, etc.;<br />

c) Búsqueda de materiales: Repertorios, bibliográficos,<br />

enciclopedias, colecciones, comprobación de citas;<br />

d) La investigación en las ciencias experimentales:<br />

El trabajo de laboratorio, manejo del material, de los<br />

instrumentos de medida, límite de error, etc.; e) Redacción<br />

del trabajo científico: Recensión, nota, artículo,<br />

tesis, etc.<br />

(1) Eça de Queiroz, en su Correspondencia a Fadrique<br />

Méndez, nos describe de esta suerte, con su peculiar gracejo,<br />

a cierto arquitecto constructor de un quiosco que a poco de<br />

construido se había derrumbado: "El arquitecto que lo construyó<br />

es diputado y escribe en el Journal de Tarde estudios<br />

melancólicos sobre finanzas. Mi procurador en Cintra, para<br />

reconstruir el quiosco, inc recomienda ahora un muchacho<br />

estimable que entiende de construcciones y está empleado en<br />

la Procuraduría General de la Corona. Tal vez, si yo necesitara<br />

de un jurisconsulto, me procurasen un perito aparejador.<br />

Resulta, en fin, que son éstos los elementos alegres con<br />

que procuramos restaurar nuestro imperio en Africa." (Páginas<br />

143-144, 6.' edición.)<br />

(2) Metodología. Barcelona. Gili. 1921.


4<br />

que si al campesino que aprende a leer se le proporcionan<br />

manuales agrícolas, podrá cultivar más científicamente<br />

la tierra y sacar más rendimiento a su trabajo;<br />

si se le provee de bibliografías de héroes y hombres<br />

ilustres, se habrán erigido en su corazón nobles modelos<br />

que imitar y ejemplares conductas que seguir. La<br />

biblioteca popular es la verdadera universidad del pueblo,<br />

y por ello conviene que el hombre, desde niño,<br />

aprenda su manejo."<br />

A su vez, sirve de complemento de la disposición<br />

anterior la que en 23 de mayo del mismo año se promulgó,<br />

asimismo, y que en su preámbulo dice:<br />

"No es posible que la Universidad cumpla su misión<br />

más elevada, ni que el estudiante, en el grado superior<br />

de la enseñanza, pueda ensayar y colaborar en la<br />

investigación científica—a cuyo objeto ha de utilizar<br />

forzosamente libros y revistas propios de la especialidad<br />

bibliográfica que les afecta—si éste, al ingresar en<br />

lt Universidad, no ha aprendido previamente a hacer<br />

uso de las bibliotecas, y se ha adiestrado en el manejo<br />

de los catálogos y de las fuentes más generales de la<br />

bibliografía científica nacional e internacional, así como<br />

evacuado consultas, redactado cédulas, cotejado citas,<br />

comparado textos elementales, alfabetizado papeletas,<br />

etcétera, labor que, por otra parte, se acomoda con<br />

manifiesta propiedad a las direcciones pedagógicas más<br />

aconsejadas por la experiencia, que tienden a convertir<br />

al estudiante en un agente activo y no pasivo de la<br />

enseñanza; a que sepa hacer historia y encontrar los<br />

datos que se necesitan para ello, antes que repetir de<br />

coro una genealogía de príncipes o una larga serie<br />

de batallas.<br />

"Por otra parte, la práctica pone de relieve en alto<br />

grado que la participación de los alumnos en las tareas<br />

propias de la biblioteca les capacita para su futura<br />

formación científica o literaria.<br />

"Por último, con el empleo de estas normas se logra<br />

rcrolver en cierto modo el grave problema postescolar,<br />

pues insensiblemente se consigue que cuantos siguen<br />

estas prácticas y se acostumbran a frecuentar las bibliotecas<br />

y a trabajar sobre las fuentes de información y<br />

textos, el día en que por haber terminado sus estudios<br />

se ven obligados a abandonar las escuelas o los demás<br />

centros de enseñanza media o superior, quedan vinculados<br />

para siempre a la biblioteca, para la continuidad<br />

de su formación y estudio."<br />

Es digno de consignarse que los bachilleres de los<br />

países que desde hace años practican la enseñanza primaria<br />

y media en la forma que queda señalada, son<br />

sometidos, incluso en el primer año de estudios universitarios,<br />

a unos ejercicios de mayor o menor extensión<br />

de prácticas de biblioteca y de manejo de fuentes,<br />

sin cuya aprobación no les es dado continuar el curso<br />

ni naturalmente aprobarlo (3).<br />

Para lograr determinar con acierto qué prácticas y<br />

qué ejercicios en el campo de la documentación deben<br />

haber realizado precisamente los ya bachilleres para<br />

poder ingresar en las universidades con la debida preparación,<br />

es indispensable partir de la idea de qué es<br />

la universidad, qué fines, qué misión ha de cumplir.<br />

Luego que hayamos definido cuáles son estos fines,<br />

(3) En Bibliografía Médica Internacional, 1945, pág. 1085,<br />

damos una bibliografía bastante completa sobre el tema y<br />

sobre la enseñanza de la técnica de la documentación científica.<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

podremos exponer en qué debe consistir la preparación<br />

y justificar, al mismo tiempo, las razones en que nos<br />

apoyamos.<br />

Entre los varios fines que la universidad ha de cumplir,<br />

y que se consideran unánimemente admitidos por<br />

la mayoría de los tratadistas, figuran los siguientes:<br />

a) La enseñanza de las profesiones intelectuales;<br />

formación de abogados, notarios, médicos, químicos,<br />

etc.<br />

b) La técnica de la investigación científica (4).<br />

Veamos a continuación qué conocimiento entre los<br />

que corresponden al campo de la documentación ha de<br />

poseer el bachiller en relación con cada uno de estos<br />

dos fines:<br />

A) LA ENSEÑANZA <strong>DE</strong> LAS PROFESIONES<br />

INTELECTUALES<br />

La misión de los centros de enseñanza, en orden a<br />

la historia, puede clasificarse en dos grupos: el primero<br />

corresponde a aquellos tiempos en que los libros<br />

se transportaban sobre caballerías y se editaban por<br />

junto entre cien y quinientos ejemplares de cada obra,<br />

por añadidura en latín, para ser distribuidos y satisfacer<br />

las necesidades de todo el mundo. El físico, el<br />

alquimista, el astrónomo que había cursado sus estudios<br />

en una universidad, podía vivir de su título, esto<br />

es, de la ciencia adquirida toda su vida, ya que en el<br />

plazo de treinta o cuarenta años los adelantos y los inventos<br />

científicos eran muy reducidos en número, y en<br />

lograr algunas de sus aplicaciones, derivaciones y consecuencias<br />

importantes se invertían lustros, cuando no<br />

décadas.<br />

(4) Sobre la misión y los fines de la universidad son de<br />

provechosa consulta los trabajos siguientes:<br />

Entre los aparecidos antes de la guerra, pueden verse:<br />

M. Weber: Wissenschaft als Beruf, publicado en Gesammelte<br />

Aufsätze zur Wissenschaftslehre. Tübingen, 1922; págs. 524-<br />

Spranger : Wandlungen im Wesen der Universität seit<br />

100 labren. Leipzig, 1913.—K. Jaspers: Die Idee der Universität.<br />

Berlín, 1923.—R. Schaizer : Die Universität. Dresden.—<br />

H. Y. Y. Herlots : The neto Universities. London, 1928.—<br />

L. Haldam: Universities and Nationnal Lije. London, 1912.—<br />

H. A. L. Fisher: The place of ¡he University in National<br />

Lite. Oxford, 1919.—E. Weiler: Universities in ¡he United<br />

States. London, 1927.—Radbruch, Kahl y Meinecke: Die<br />

deutschen Universitäten und der heutige Staat. Tübingen,<br />

1932.—T. S. Flexner : Die Universitäten in Amerika, England,<br />

Deutschland. Berlín, 1932.—L. Berhardt: Akademische Selbstverwaltung<br />

in Frankreich und Deutschland. Berlín, 1930.<br />

Para el problema universitario en la actualidad, son de<br />

útil consulta: M. Bruce: Redbrick Universitu.—John Baillie:<br />

The Mind of the Modern University.— H. A. Hogges: Objectivity<br />

and Impartiality y The Christian in the Modern University.—A.<br />

R. Vidler : The Foundation of a Free University.—Col<br />

in Forrester : University under Fire.—Paul White:<br />

Colling all Freshnzen.—Javier T. Jenkias: The place of a<br />

Faculty of Theology in the University of To-Day.—David<br />

M. Paton: Religión in 1/le University.—M. G. Sepnons: Work<br />

and vocation.—L. A. Rud : Vocational and Humane Education<br />

in the University.—Sir Walter Moberly Rashdall : Halls<br />

of Residente in Modern University. The Crisis of ¡he University.<br />

The Universities of Europe in ¡he Middle Ages.—<br />

Kotsching: The University in a Changing World.—L. Hogben :<br />

Dangerous Thoughts.—Arnold Mash : The University asid ¡he<br />

Modern World.—Whewell: On ¡he Principies of English University<br />

Education.—J. Lasso de la Vega: La crisis mundial de<br />

la Institución Universitaria. Madrid. Arbor. 1951.


El médico, el alquimista, el astrónomo que lograba<br />

obtener su título en la universidad o en la escuela<br />

técnica autorizada, podía ejercer su carrera profesional<br />

durante años con plena dignidad rodeado de justo respeto<br />

y pública consideración. En esta edad la escuela<br />

primaria pudo tener por finalidad enseñar al niño a<br />

leer y a escribir correctamente y dotarlo de los conceptos<br />

más elementales de las ciencias y de las letras. La<br />

enseñanza media, facilitar una cultura general correspondiente<br />

al título, entonces tan apreciado, de bachiller.<br />

La superior y técnica, a su vez, la formación de<br />

médicos, filósofos, jurisconsultos, alquimistas, etc., para<br />

que, durante la vida y a la vuelta de algunos perfeccicnamientos<br />

posteriores, pudieran ejercer eficaz y moralmente<br />

su profesión. El licenciado o doctor, el maestro<br />

o el bachiller, en suma, apoyaban en su título académico<br />

la más firme y completa autoridad para actuar<br />

en la actividad profesional correspondiente durante<br />

toda la vida. Estos títulos ofrecieron plenas garantías<br />

para sus actos no sólo librándolos de toda responsabilidad<br />

moral o pública, sino que les hicieron, por ende,<br />

aci eedores al respeto y a la consideración de la sociedad.<br />

Bastaba la actuación del selecto profesorado universitario,<br />

técnico o escolar sobre el estudiante, y que éste<br />

aprobara los cursos y asignaturas establecidas, para que<br />

se considerase que el alumno había logrado el dominio<br />

de la técnica y la plenitud de su derecho a ejercer la<br />

profesión.<br />

El segundo responde a aquella otra época en que<br />

la ciencia dispuso del ferrocarril, y los inventos y su<br />

difusión se multiplicaron velozmente. Las ediciones de<br />

libros, por su tardanza en ser absorbidas por el mercado—cinco<br />

o seis años—, no bastaron para satisfacer<br />

el ansia de los hombres de ciencia ni su afán de vivir<br />

informados al (lía. Con este motivo surgieron las revistas,<br />

que semanal, quincenal o trimestralmente se<br />

encargan de revelar, dar a conocer y difundir entre<br />

los cultivadores de la ciencia pura y aplicada los últimos<br />

avances de sus diferentes ramas, sin esperar a que<br />

éstos se incorporen a las nuevas ediciones de los diferentes<br />

tratados, en lo que invierten de cuatro a cinco<br />

años por lo menos.<br />

El correo, el telégrafo, los congresos y asambleas<br />

perfeccionaron después los medios de colaboración entre<br />

los investigadores y mantuvieron informados al día<br />

a los profesionales sobre los avances científicos. El<br />

título brillantemente logrado en una universidad o en<br />

una escuela técnica, necesitó ser diariamente convalidado<br />

con la consulta cotidiana de libros y revistas.<br />

En nuestros días, la navegación aérea, la radio, la<br />

televisión, el microfilm, la microcard, la labor informativa<br />

de clasificación, catalogación y codificación realizada<br />

por los múltiples órganos de la documentación<br />

científica, que permite seguir al día cuanto se publica<br />

y descubre en física, química, medicina, etc.; los progresos<br />

numerosos e insospechados de los aparatos para<br />

la observación, el cálculo, la medida y la experimentación<br />

científica; la sustitución de la investigación individual<br />

o de artesanía por la de grupos y equipos de<br />

técnicos dirigidos, altamente especializados, han variado<br />

por completo el significado y el valor de los títulos<br />

universitarios y técnicos de todo orden, y muy especialmente<br />

el plazo de tiempo por el que ofrecen garantía<br />

de eficacia en su ejercicio.<br />

LAS PRÁCTICAS <strong>DE</strong>L TRABAJO CIENTÍFICO 5<br />

Por otra parte, los centros de enseñanza en general<br />

no disponen hoy en sus extensos cuadros de licenciatura<br />

ni de todas las disciplinas que son menester para<br />

completar el dominio de una profesión, ni por el corto<br />

número de días útiles o de trabajo durante el curso<br />

cabe, salvo excepción notable, que los profesores puedan<br />

explicar el programa completo correspondiente a<br />

cada una. Así las cosas, es evidente que tales centros<br />

de enseñanza no pueden considerar, ni mucho menos<br />

garantizar en conciencia, que la posesión del título<br />

de licenciado o doctor en cualquier facultad a que corresponda<br />

signifique que el titular ha logrado la información<br />

y el aprendizaje de todas las materias que, aunque<br />

incompletas e insuficientes, viene oficialmente<br />

obligado a saber.<br />

Aun suponiendo que la formación científica universitaria<br />

fuera completa en el momento de expedir el<br />

titulo, asusta pensar, como hemos dicho, el daño que<br />

por acción u omisión puede causar en un lugar cualquiera<br />

el médico salido de la universidad en 1915 que<br />

no hubiera cultivado el estudio de libros y revistas de<br />

Medicina desde entonces.<br />

Si las universidades y las escuelas técnicas no pueden<br />

crear el médico, el físico, el jurisconsulto, como<br />

puede demostrarse, y si, aunque lo creasen, al otro día<br />

de recibir el título han de necesitar seguir estudiando,<br />

.j cuál debe ser el propósito más importante y común<br />

de la misión pedagógica de las universidades desde<br />

este punto de vista social o nacional?<br />

Las escuelas técnicas, las universidades, han de tener<br />

como eje de su misión pedagógica enseñar a estudiar<br />

a los alumnos, crear el autodidacto en derecho, en ingeniería,<br />

etc., y en el campo de la formación educarlos<br />

en el hábito, casi en el instinto, como ha dicho<br />

Burn, del estudio cotidiano, sin el cual no cabe ejercer,<br />

sin grave responsabilidad social y moral, ningún título<br />

académico en nuestros días (5).<br />

Si este panorama es exacto, se puede preguntar:<br />

Qué es lo que con superior atención ha de enseñar<br />

entonces la universidad en relación con el ejercicio<br />

de las profesiones? A nuestro juicio, debe enseñar<br />

hoy, principalmente, a estudiar medicina, a estudiar<br />

derecho, a estudiar física. Es incontrovertible que<br />

quien, dominada la licenciatura o el doctorado en<br />

una facultad, no sigue estudiando desde el día-siguiente<br />

a aquel en que obtuvo el título, dejará de ser, a los<br />

pocos meses de haber ingresado en la profesión, médico,<br />

jurista, físico, etc.<br />

Enseñar a estudiar por sí medicina, derecho, etcétera,<br />

es, a nuestro juicio, una de las funciones más<br />

importantes y necesarias que pueden desempeñar actualmente<br />

las universidades.<br />

Y si la universidad ha de cumplir la misión de enseñar<br />

a estudiar, ya se trate de medicina, derecho, etcétera,<br />

es evidente que el bachiller, al entrar a participar<br />

en las tareas universitarias, debe tener práctica y<br />

haber aprendido el manejo y la técnica de las fuentes<br />

bibliográficas, cuyo primer capítulo se llama documentación<br />

fundamental; de manera que a la universidad<br />

le reste adiestrarlo exclusivamente en el manejo y en<br />

la consulta de la documentación propia y especial co-<br />

(5) Véase nuestro artículo "La documentación y el progreso<br />

científico". Madrid, Revista del Instituto de Racionalización<br />

del Trabajo, 1951.


6<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

rrespondiente a las materias que se cursen en la facultad<br />

en que haya de seguir sus estudios.<br />

¿En qué han de consistir estas enseñanzas? El preuniversitario<br />

debe conocer una serie de guías generales<br />

y obras de referencia prácticas mediante las cuales<br />

pueda elegir los centros de enseñanza que más cuadren<br />

con sus proyectos y que de manera más eficaz contribuyan<br />

a su perfecta formación. En estas guías puede<br />

hallar aquella universidad donde hay mejores especialistas,<br />

autoridades científicas más destacadas, laboratorios,<br />

clínicas, bibliotecas más ricas y mejor dotadas,<br />

seminarios más atendidos, etc. Puede, igualmente,<br />

conocer toda una serie de datos referentes a los estudios<br />

de materia análoga a la de su interés que se cursan<br />

en el extranjero; dónde están los profesores más<br />

destacados; los medios para la investigación más caudalosos.<br />

Puede, en fin, conocer la manera de matricularse,<br />

los honorarios y derechos que se han de pagar,<br />

las becas que se pueden disfrutar, su cuantía, duración,<br />

etc. Todo buen estudiante de matemáticas debe<br />

saber hoy en qué universidad se hallan congregados<br />

los mejores matemáticos del mundo, los mejores ingenieros,<br />

los mejores economistas, etc., y puede, y debe<br />

ser aspiración de todo bachiller corriente, recibir sus<br />

enseñanzas de los mejores maestros y con los mejores<br />

recursos. En este campo debe conocer:<br />

a) Anuarios internacionales de las instituciones<br />

científicas: universidades, academias, institutos científicos,<br />

etc., tales como el Minerva y el Index Generalis<br />

(6).<br />

b) Las guías particulares de los institutos, academias<br />

e instituciones científicas nacionales, anuarios y<br />

guías de academias, bibliotecas, archivos, museos, laboratorios,<br />

institutos científicos nacionales e internacionales.<br />

Estas obras son indispensables para poder utilizar<br />

la documentación y complementar los estudios (7).<br />

c) Guías para el conocimiento de la existencia de<br />

becas, pensiones y estudios en el extranjero, tanto nacionales<br />

como internacionales. Los procedimientos posibles<br />

para realizar estudios en el extranjero y seguir<br />

cursos de ampliación de conocimientos, ya sea en verano<br />

o durante los cursos normales (8).<br />

d) Centros para la obtención de copias y reproducción<br />

de documentos nacionales e internacionales, ya<br />

que no es posible hallar en universidad alguna todos<br />

los instrumentos y los medios de trabajo que en nuestros<br />

días requiere el estudio de toda materia científica<br />

(9).<br />

e) Anuarios, guías y libros del estudiante de las<br />

universidades nacionales y extranjeras. Para conocer<br />

la manera de incorporarse, objeto de los cursos, formalidades<br />

para hacer la matrícula, etc. (10).<br />

(6) Index generalis y el Alinerva fahrbuch der gelehrten<br />

Welt. Berlín, 1937.<br />

(7) La inmensa mayoría de tales instituciones publican sus<br />

anales, anuarios, memorias, guías del estudiante, etc. En la<br />

biblioteca de la Universidad de Madrid existe una importante<br />

colección de estas guías.<br />

(8) Aparte de los nacionales, el mejor repertorio internacional<br />

de esta materia es el publicado por la UNESCO: Study<br />

Abroad International Handbook. Fellowships„Scholarship, Educational<br />

Exchange. 1953-54. Vol. VI.<br />

(9) La UNESCO ha publicado la lista de los centros nacionales<br />

consagrados a la documentación. (International Repertory of<br />

Social Sciencr Documentativo. París, 1952.)<br />

(10) La mayoría de las universidades extranjeras y las<br />

nacionales publican todos los años las Guías de la Universi-<br />

INFORMACIÓN GENERAL BIBLIOGRÁFICA<br />

El preuniversitario debe conocer y haber aprendido<br />

el manejo de las fuentes generales y universales para<br />

el dominio de la producción bibliográfica. Figuran<br />

entre éstas las siguientes:<br />

a) Las enciclopedias, diccionarios y demás obras<br />

de consulta. El diccionario explica el significado de<br />

las palabras; la enciclopedia describe las cosas que las<br />

palabras representan.<br />

En este ámbito debe haber consultado, en primer<br />

término, los diccionarios enciclopédicos universales en<br />

lengua española, tales como Espasa, Sopena, Salvat,<br />

U. T. E. H. A., etc., y las enciclopedias universales<br />

extranjeras, como la Británica, la Italiana, el Larousse,<br />

el Brockhaus, Quillet, etc., entre las extranjeras (11).<br />

Para la práctica de este estudio basta con someterlos,<br />

asimismo, a la evacuación de varias consultas, al cotejo<br />

de palabras, o grupo de palabras que incluya sobre<br />

una misma materia y al análisis o exposición del orden<br />

y criterio que siguen y las reglas a que obedecen.<br />

En todo caso, deben haber aprendido a manejar alguna<br />

fuente para el conocimiento de las enciclopedias<br />

universales existentes y practicado el estudio de un<br />

"criteria" o análisis de las condiciones propias de alguna<br />

enciclopedia. Nadie entre, diríamos plagiando<br />

una frase memorable, a investigar en el taller de la<br />

ciencia, sin antes saber qué se ha escrito sobre la materia<br />

objeto del trabajo que se pretende realizar.<br />

ENCICLOPEDIAS<br />

Para aprender la utilización de las enciclopedias deben<br />

plantearse, además de los cuestionarios tipo, otros<br />

varios que persiguen finalidades útiles y convenientes,<br />

como, por ejemplo, descubrir en cuántas palabras, vocablos<br />

o términos se halla desarrollada en una enciclopedia<br />

una subrama determinada de la ciencia; o bien<br />

desde el punto de vista que está escrita, para qué clase<br />

de público, extensión y comprensión de su contenido,<br />

etcétera. Wyer señala para este objeto un detallado<br />

dad y Libros del estudiante, en los que se incluyen de ordinario<br />

la historia de la universidad, su organización, facultades<br />

con que cuenta, lista del profesorado con sus títulos y<br />

publicaciones, los procedimientos administrativos y económicos<br />

para llevar a cabo la matriculación, los títulos que se<br />

confieren, los cursos que se dan en cada facultad, el calendario<br />

escolar, los puntos que se conceden por cada asignatura,<br />

una breve explicación de los fines que se persiguen con<br />

cada curso y los trabajos que han de llevarse a cabo en los<br />

seminarios, la descripción de los laboratorios, seminarios de<br />

que se dispone y de la biblioteca o bibliotecas y sus servicios,<br />

número de libros, revistas, etc., de la colección. La<br />

Universidad de Madrid posee en su biblioteca una rica colección<br />

de estas guías.<br />

(11) La enciclopedia, según Malclés, es un "inventario de<br />

la civilización correspondiente a una época determinada". La<br />

tradición remonta su aparición a la Summa del siglo xiii y<br />

el speculutn de la Edad Media. Al correr del tiempo se transforman<br />

en los Tesattrus y Cuadros del siglo XVI. En el<br />

xvitt, la palabra enciclopedia se torna de uso universal en<br />

esta clase de obras.<br />

Para el estudio de las enciclopedias en los diversos países<br />

deben consultarse las obras siguientes: L. N. Malclés: Les tources<br />

du travail bibliographique. Ginebra, 1950; 3 vols.—Minto:<br />

Reference books. A. L. A., 1929.—Besterman: A svorld<br />

bibliography of bibliographies. Oxford, 1940.—Mudge: Guide<br />

to reference books. Chicago, A. L. A., 1936.


análisis (12), y Flexner (13) ofrece, en forma de cuestionario.<br />

un "criteria" de contenido análogo. No está<br />

justificado, a nuestro pobre juicio, el mal ambiente que<br />

en España se ha creado en torno a las enciclopedias.<br />

Mientras los autores extranjeros no evaden citarlas en<br />

apcyo de sus escritos con la frecuencia necesaria, nuestros<br />

hombres de ciencia lo rehuyen con marcada decisión.<br />

Hay en ellas artículos primorosamente escritos<br />

debidos a las plumas de especialistas consagrados e internacionalmente<br />

reconocidos como supremas autoridades.<br />

DICCIONARIOS<br />

Por no ser de uso tan frecuente entre nuestros alumnos<br />

de bachillerato el servirse de los diccionarios, creemos<br />

de máxima utilidad efectuar prácticas de consulta<br />

en ellos, y muy especialmente del diccionario extenso<br />

y del abreviado de la Real Academia Española.<br />

El examen detenido de los diccionarios y la práctica<br />

de su consulta debe ser tan detallada que no perdone<br />

abreviaturas, reglas generales ni la importantísima fe<br />

de erratas, sin cuya consulta correrá riesgo—edición<br />

17—de escribir confiadamente escusa en vez de excusa,<br />

aguafuerte en vez de agua fuerte, guardaalmacén en<br />

vez de guardalmacén, atolladaro en vez de atolladero,<br />

impresición por imprecisión, etc. (14).<br />

Por traer un vocabulario más rico e incluir en él numerosas<br />

voces que están en uso, aunque no admitidas<br />

aún por la Real Academia Española, es de gran utilidad<br />

el empleo del diccionario abreviado, también<br />

publicado por esta entidad.<br />

El conjunto de conocimientos nuevos que como consecuencia<br />

de sus estudios en la universidad van por<br />

primera vez a figurar en el vocabulario del estudiante,<br />

hace de todo punto indispensable el uso frecuente del<br />

diccionario. A medida que los conocimientos aumentan,<br />

el vocabulario crece, y de su aplicación acertada<br />

y precisa depende después a un tiempo la comprensión<br />

y la expresión concreta y clara de las ideas.<br />

Los diccionarios son tanto mejores cuanto mayor es<br />

el número de preguntas a que responden o pueden<br />

responder. Para su valoración deben estudiarse sus partes<br />

preliminares, introducción, abreviaturas, advertencias,<br />

fe de erratas, addenda, etc. Ha de comprobarse<br />

después si responden o no a las preguntas que en<br />

aquella materia que más dominamos pueden formularse.<br />

Wyer da también un "criteria" para el análisis<br />

de los diccionarios muy acertado (15). Bien se advierte<br />

que estos análisis, denominados en otros países "criteria",<br />

pretenden ser, respecto de los libros, lo que los<br />

análisis de la sangre, la orina o la expectoración son<br />

para determinar el estado de salud de los individuos.<br />

De la misma suerte que el médico debe saber hacerlos,<br />

sin llegar a ser, sin embargo, un analista investigador,<br />

el estudioso debe poseer también la técnica propia para<br />

su valoración y aprecio (16). Nosotros utilizados el<br />

siguiente análisis:<br />

(12) J. I. Wyer: Reference work. Chicago, A. L. A. 1929,<br />

J. B. Drury: Book selection. Chicago, A. L. A., 1930.<br />

(13) Flexner: Making books work. Nueva York, 1943.<br />

(14) Véase fe de erratas de la 17 edición.<br />

(15) J. I. Wyer: Reference work. Chicago, A. L. A., 1929.<br />

(16) Para más universal información en la materia puede<br />

consultarse con provecho la obra de Malclés citada y para<br />

LAS PRÁCTICAS <strong>DE</strong>L TRABAJO CIENTÍFICO 7<br />

a) MATERIA PRELIMINAR<br />

1) Portada, título, subtítulos, ejemplo.<br />

2) Editor, director, fechas, propiedad intelectual,<br />

fecha.<br />

3) Historia y genealogía de la obra o de las obras<br />

con ella relacionadas.<br />

4) Campo o materia y limitaciones. Período o<br />

asunto a que se extiende o que cubre.<br />

5) Colaboradores, directores; su competencia y<br />

reputación.<br />

6) Explicación y ordenación de los símbolos, marcas,<br />

llaves, abreviaturas.<br />

7) Historia del lenguaje, del léxico.<br />

b) CUERPO <strong>DE</strong>L LIBRO<br />

1) Vocabulario, inclusión y exclusiones. Número<br />

de palabras.<br />

2) Forma de tratar cada palabra.<br />

Deletreo.<br />

Capitalización.<br />

Silabación e hiponación. División de la palabra.<br />

Pronunciación. Cómo está indicada.<br />

Signos diacríticos; otras marcas o divisas. Ejemplo:<br />

Alfabeto fonético.<br />

Etimología: Derivaciones.<br />

Historia de las palabras.<br />

Palabras anticuadas, palabras coloquiales, palabras<br />

prestadas o tomadas de otros idiomas.<br />

Definiciones. Ordenación y arreglo.<br />

Información enciclopédica.<br />

Citas. Muchas o pocas. Referencias exactas a<br />

fuentes.<br />

Sinónimos y antónimos.<br />

Referencias cruzadas (ambas en deletreo y sinónimas).<br />

Nombres plurales. Partes del verbo.<br />

3) Ilustraciones. Láminas en color: atractivas, cuidadas,<br />

apropiadas.<br />

c) APENDICES<br />

1) Palabras de tipo especial.<br />

Ejemplos: Nombres propios, frases extranjeras,<br />

palabras anticuadas, abreviaturas.<br />

2) Biografías, nombres registrados de ficción, novela,<br />

proverbios, alusiones literarias.<br />

3) Ilustraciones: útiles, tienen mérito?<br />

d) TIPOGRAFÍA. PRESENTACIÓN FÍSICA<br />

1) Papel.<br />

2) Tipos.<br />

3) Formato.<br />

4) Encuadernación.<br />

5) Número de volúmenes.<br />

6) Ayudas mecánicas. Palabras, guías en cabeza<br />

de las páginas.<br />

e) FACTORES ESPECIALES<br />

1) Alfabeto doble.<br />

2) Deletreo simple.<br />

3) Agrupación y correlación.<br />

los espaiioles el Catálogo abreviado de una selección de libros<br />

de consulta, referencia, estudio y enseñanza, publicado<br />

bajo la dirección de J. Lasso de la Vega. Madrid, 1952.


8<br />

No basta con dominar la consulta de los diccionarios<br />

de la lengua, es necesario conocer también los auxiliares<br />

y complementarios para el uso artístico del idioma,<br />

tales como los ideológicos, de ideas afines o de sinónimos,<br />

de la rima, de las anécdotas, de las citas y los<br />

demás de carácter análogo, así como también los de<br />

materias determinadas en cuanto tienen relación con<br />

los estudios de la facultad o escuelas especiales superiores<br />

donde proyectan seguir sus estudios, tales como los<br />

de derecho privado, medicina, botánica, música, geología,<br />

de la antigüedad clásica, etc. Sobre estos diccionarios<br />

deben realizarse ensayos de consulta y crítica en<br />

forma de cuestionarios a evacuar por los alumnos en<br />

la forma que venimos aconsejando.<br />

Quedan, en fin, los diccionarios poliglotas, los de<br />

lenguas muertas o sabias, y los bilingües de lenguas<br />

vivas.<br />

BIBLIOGRAFÍAS <strong>DE</strong> BIBLIOGRAFÍAS<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

Como es sabido, las bibliografías de bibliografías son<br />

a manera del tronco o raíz de los acontecimientos bibliográficos,<br />

de las que parten todas las ramas de la<br />

producción científica; son como la estación central de<br />

donde arrancan todas las vías para llegar a conocer<br />

las obras y artículos que ha publicado un autor determinado<br />

o bien lo que se ha impreso sobre una<br />

ciencia, materia o rama del saber técnico o científico.<br />

Con el auxilio de estos repertorios bibliográficos<br />

universales, y partiendo de ellos, se puede descender al<br />

conocimiento de las bibliografías nacionales y mediante<br />

la consulta de éstas, a las bibliografías nacionales<br />

de ciencias determinadas, y a su vez, merced a éstas, al<br />

dominio detallado de lo que se ha publicado sobre<br />

el tema que ha de ser objeto de nuestro trabajo.<br />

Así, de la bibliografía universal de Schneider, se puede<br />

pasar a la nacional española de Foulché-Delbosc, y de<br />

ésta, a la obra de Colmeiro, sobre la botánica y los<br />

botánicos de la península Ibérica.<br />

No cabe que un universitario incurra en el pecado<br />

temerario de ignorar el manejo de estas fuentes del<br />

saber. Sin su consulta no es posible la documentación<br />

de un tema, y sin documentación previa todo trabajador<br />

intelectual corre el riesgo de terminar por descubrir,<br />

después de pacientes horas de afanosa labor<br />

y de desvelo, la hélice, la máquina de vapor o la<br />

bombilla eléctrica (17).<br />

BIFLIOGR AFÍA <strong>DE</strong> BIBLIOGRAFÍAS NACIONALES<br />

Las bibliografías nacionales son, respecto de la producción<br />

de una nación, lo que las universales respecto<br />

de la propia de todas las naciones. Por ser éstas más<br />

ccmpletas en el campo de la producción neta de cada<br />

país, son ordinariamente las que ofrecen mayor número<br />

de referencias y acopio de datos sobre ellos (18).<br />

BIBLIOGRAFÍAS <strong>DE</strong> MATERIAS ESPECIALES<br />

Existen, como es sabido, junto a las bibliografías<br />

nacionales las de materias especiales. Procede que el<br />

(17) Para esta materia consúltense las obras citadas en la<br />

nota anterior.<br />

(18) Además de las obras citadas, es útil nuestra obrita:<br />

Cómo utilizar una biblioteca. Madrid, 1935.<br />

alumno tome contacto con ellas y realice alguna búsqueda<br />

para adiestrarse en su manejo, ya que éstas<br />

han de ser las que con mayor frecuencia tenga que<br />

utilizar para la documentación de un tema una vez<br />

ingresado en la universidad o en la escuela especial<br />

de que se trate (19).<br />

Más útiles, por tanto, para cada rama científica, son<br />

las de carácter especial, tales como el Index Medicus,<br />

la bibliografía del Surgeon para el médico, y entre<br />

las nuestras, de carácter nacional, la Bibliotheca Hispana,<br />

que publica el Instituto Nicolás Antonio de<br />

Bibliografía (20), del Consejo Superior de Investigaciones<br />

Científicas.<br />

El segundo y tercer volumen de la citada obra de<br />

Malclés, la mejor obra de consulta en la actualidad,<br />

contienen la bibliografía seleccionada referente a la<br />

prehistoria, arqueología, antropología, antigüedad<br />

grecolatina, historia universal, medieval, nacional, geografía,<br />

ciencias religiosas, filosofía, lenguas y literaturas<br />

románicas, germánicas, orientales, bellas artes, ciencias<br />

jurídicas, públicas, económicas y sociales. En la<br />

segunda parte: repertorios generales, historia de las<br />

ciencias, matemáticas, astronomía, física, geofísica, química-física,<br />

geología, mineralogía, química, bioquímica,<br />

biofísica, biología y fisiología vegetal, botánica, farmacia,<br />

biología y fisiología animales, zoología, ciencias<br />

médicas e higiene.<br />

BIOGRAFÍAS<br />

Capítulo aparte merecen los diccionarios biográficos,<br />

sin cuyo auxilio no es posible identificar a los autores<br />

y se puede incurrir en errores lamentables. Como las<br />

enciclopedias y las bibliografías, cabe distinguirlas en<br />

universales o generales, como las de Michaud, Hoefer<br />

y Oettinger, por ejemplo; nacionales como las de Cantú,<br />

Appleton, Barbosa, Machado, etc., y de materia determinada<br />

como la de Colmeiro, etc. Completan estas<br />

biografías las que nos informan sobre personajes actuales<br />

y que ven la luz pública bajo los títulos, ya popularizados,<br />

de ¿Quién es quién?, IV ho's tvho?, etc.<br />

No creernos necesario subrayar la importancia para<br />

cualquier trabajador intelectual del conocimiento de<br />

estas obras y de su manejo (21).<br />

COMERCIO <strong>DE</strong>L LIBRO<br />

En esta preparación es útil conocer las guías donde<br />

se encuentran las direcciones de los principales libreros<br />

y editores del mundo, ya que este conocimiento facilita<br />

el pedido de libros de cualquier país distinto del nuestro.<br />

La guía más importante que se publica es la titulada<br />

Adressbuch der ausländischen Buchhandeln y<br />

la Adressbuch des deutschen Buchhandels, su complemento.<br />

En dichas guías, además de darse las direcciones de<br />

los principales libreros y editores del mundo, se detallan<br />

sus especialidades cuando no se consagran a la<br />

librería de surtido o general.<br />

(19) Como fuentes pueden utilizarse las obras anteriormente<br />

citadas de Malclés y el Catálogo abreviado, también<br />

citado.<br />

(20) También puede consultarse con provecho en esta materia<br />

nuestro articulo: "Fuentes de información de editores y<br />

libreros", publicado en Bibliografía hispánica. Madrid, 1944.<br />

(21) Consúltense las obras de Malclés y el Catálogo abreviado<br />

de una selección de libros, antes citados.


LAS BIBLIOTECAS, ARCHIVOS Y MUSEOS<br />

Interesante, y hasta diríamos indispensable, es conocer<br />

las guías y anuarios que pueden facilitarnos información<br />

fidedigna y detallada de los archivos generales,<br />

regionales, nacionales, municipales, de instituciones públicas,<br />

como diputaciones provinciales, notariado, eclesiástico,<br />

de la nobleza, etc; en ellas pueden hallarse<br />

fuentes de investigación jurídica, administrativa, social<br />

o económica y riquísimos datos para el estudio del<br />

idioma, la terminología y la indumentaria de cada<br />

país, su artesanía, etc. Tales guías son internacionales,<br />

como el Index Gen eralis y el Minerva Jahrbuch, y nacionales,<br />

como las publicadas por la Dirección General<br />

del Cuerpo de Archivos, etc.<br />

En esta categoría se encuentran las guías que nos<br />

describen las bibliotecas nacionales, regionales, municipales,<br />

populares, de centros docentes, universitarios y<br />

escolares.<br />

A su vez, las guías de los museos, ya sean de bellas<br />

artes, de arqueología, de historia, de artes industriales,<br />

de numismática, etc., también han de conocerse y comprobar<br />

las ventajas de su consulta por los datos que<br />

encierran. El método para el manejo de este tipo de<br />

guías puede ser el mismo continuamente recomendado<br />

en estas líneas.<br />

BIBLIOGRAFÍA <strong>DE</strong> BIBLIOGRA-<br />

FÍAS <strong>DE</strong> LENGUA ESPAÑOLA<br />

En el campo de las bibliografías de bibliografías nacionales<br />

es indispensable que el estudiante sepa seguir<br />

la producción de lengua española desde el siglo xv<br />

hasta nuestros días mediante ejercicios prácticos de documentación,<br />

así como la hispanoamericana a contar de<br />

mediados del siglo xvt (1535), en que los españoles<br />

introducen la imprenta en América.<br />

En tanto existan deben conocer también las fuentes<br />

para la documentación en materia de artículos de revistas<br />

científicas, tesis doctorales, conferencias, discursos<br />

y demás publicaciones análogas.<br />

En resumen, creemos que con el conocimiento de<br />

esta bibliografía se puede adquirir una adecuada preparación<br />

para especializarse después en las fuentes de<br />

información propias de la facultad o escuela especial,<br />

donde el bachiller vaya a cursar sus estudios superiores.<br />

BIBLIOGRAFÍAS <strong>DE</strong> PUBLICACIONES PERIÓDICAS<br />

No basta con la consulta del libro para estudiar una<br />

materia; se requiere con igual y aun con superior necesidad<br />

consultar las publicaciones periódicas y las que<br />

ven la luz pública en forma de folletos y varios. Las<br />

revistas son hoy, con las tesis doctorales, las actas de<br />

las instituciones científicas, académicas, etc., las transactions,<br />

compte-rendu, etc., de consulta imprescindible<br />

para enterarse de los avances y progresos en cualquier<br />

rama o subrama de la ciencia. Por ello, es indispensable<br />

conocer las guías bibliográficas internacionales consagradas<br />

a recoger y clasificar este tipo de publicaciones,<br />

así el Index to Periodicals publications, la Bibliographie<br />

der Frernderartigen Zeitschriftenliteratur y<br />

su complemento de publicaciones periódicas alemanas<br />

Bibliographie der Deutschen Zeitschriftenliteratur,<br />

LAS PRÁCTICAS <strong>DE</strong>L TRABAJO CIENTÍFICO 9<br />

donde se inserta, clasificada y ordenada, la producción<br />

bibliográfica de centenares de revistas científicas.<br />

BIBLIOGRAFÍAS COMERCIALES<br />

Damos este nombre a los catálogos de libros publicados<br />

por las organizaciones internacionales creadas<br />

para la ordenación del comercio de librería y la importación<br />

y exportación de libros, tales como la Maison<br />

du Liv re Français, las Messaggerias italianas, las<br />

Cámaras del libro de Hispanoamérica y el Instituto<br />

Nacional del Libro Español (I. N. L. E.); su Bibliografía<br />

Hispánica, impresa en forma de revista y en<br />

fichas internacionales, es de indispensable manejo para<br />

todo trabajador intelectual. De análoga utilidad para<br />

el conocimiento de la producción bibliográfica de lengua<br />

española es el Catálogo mundial del libro impreso<br />

en lengua española (*), que se publica anualmente desde<br />

el año 1945. Sigue el orden sistemático decimal;<br />

lleva las marcas de autor y breves juicios críticos tomados<br />

de recensiones aparecidas en otras publicaciones.<br />

Es la única fuente de que se dispone actualmente<br />

para seguir las obras que aparecen en lengua española,<br />

es decir, en España y en las Repúblicas de Hispanoamérica.<br />

Se incluyen dentro de él también los<br />

catálogos que publican las grandes casas editoriales,<br />

tales como Springer, Mac Graw Hill, Brentano, etc.,<br />

entre las extranjeras, y entre nosotros, Labor, Calpe,<br />

Salvat, Gili, Sopena, Aguilar, etc. Es indispensable<br />

para el trabajador intelectual tener una idea de estos<br />

catálogos, de su utilidad y manejo, como fuente de<br />

documentación y de consulta, para la adquisición de<br />

libros y constitución de su taller de trabajo intelectual.<br />

BIBLIOGRAFÍA <strong>DE</strong> LIBROS ANTIGUOS Y <strong>DE</strong> OCASIÓN<br />

De suma importancia son también los catálogos que<br />

publican las casas de "Antiquariat" de anticuarios por<br />

la competencia práctica de los libreros que las conducen<br />

y el espíritu de selección que los anima. Los catálogos<br />

de B. Quaritch, Hierssemann, Baher Leo S.<br />

Olschi, etc., entre los extranjeros, y Paláu, Vindel, Rodríguez,<br />

Bardón, García Rico, etc., entre los nuestros,<br />

son a veces insustituíble camino para evacuar la<br />

consulta de un libro raro o único y para averiguar su<br />

precio y paradero (22).<br />

METODOLOGÍA<br />

La enseñanza de la bibliografía debe ser de carácter<br />

práctico. Nada más deprimente para la juventud que<br />

un aprendizaje de memoria en este campo. La consulta,<br />

la búsqueda de datos, la compilación de pequeñas<br />

bibliografías cautiva y entretiene al alumno, ya que<br />

se ve convertido en un investigador incipiente, con<br />

todos los atractivos y satisfacciones que cualquier descubrimiento<br />

proporciona.<br />

Los procedimientos más recomendables tienen su<br />

punto de partida en los cuestionarios que utilizan los<br />

maestros en los primeros grados de la enseñanza, para<br />

adiestrar a los niños en el manejo de los libros de refe-<br />

(* ) Dirigido por J. Lasso de la Vega y Francisco Cervera.<br />

Madrid, 1945.<br />

(22) Para el conocimiento de estas guías puede consultarse<br />

el Catálogo abreviado de una selección de libros, ya citado.


10<br />

rencias. Aparte los sistemas empleados con tanto éxito<br />

por las Platoon School librarles, donde el alumno, bajo<br />

la dirección del maestro, va construyendo personalmente<br />

su libro de texto con el auxilio y mediante la<br />

consulta de la colección de libros instalada, a este fin,<br />

en la clase, en la mayoría de las escuelas se distribuyen,<br />

una vez a la semana, ordinariamente los sábados,<br />

unos cuestionarios que contienen de diez a doce preguntas<br />

sobre dos clases de temas: a) generales y de<br />

utilidad común; y b), de carácter erudito, histórito,<br />

científico, etc. Ejemplo del primer tipo puede ser éste:<br />

1.0 Diga usted qué trenes diarios hay para Sevilla<br />

que hagan el viaje de día, a qué hora salen de Madrid,<br />

a qué hora llegan y cuánto importa el billete en<br />

segunda clase.<br />

2.° ;Cuál es el número del teléfono de la clínica<br />

de urgencia más próxima a su casa?<br />

3 0 ;Dónde comienza y dónde termina la calle de<br />

Agustina de Aragón?<br />

4 0 ;Cómo se llama el Cónsul General de España<br />

en Montevideo?<br />

5» Cíteme la dirección de una fábrica de maquinaria<br />

agrícola de la provincia de Alava.<br />

6.0 ;A qué cambio están los escudos portugueses<br />

en relación con la peseta?<br />

7» Déme la dirección de un piso para alquilar,<br />

amueblado, que rente menos de cuatro mil pesetas al<br />

mes.<br />

8.0 ;A qué cambio cerraron las acciones del Banco<br />

Español de Crédito la semana pasada?<br />

9.° ;Qué población tienen Barcelona y Madrid, respectivamente?<br />

10. ;En qué líneas se puede ir de Madrid a París,<br />

qué cuesta el viaje y qué tiempo se invierte?<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

Estas preguntas conducen al niño a consultar la guía<br />

de teléfonos, la de ferrocarriles, líneas aéreas, callejero,<br />

anuario Bailly-Bailliè.re, Didot-Botin, Guía Oficial de<br />

España, noticias de los periódicos relativas a la Bolsa,<br />

a los alquileres, cargos vacantes, cambios de la peseta,<br />

etcétera. Si se trata de niñas, estos cuestionarios incluyen<br />

los recetarios domésticos, libros de labores, urbanidad,<br />

decoración, higiene, etc.<br />

Del segundo tipo puede citarse el siguiente:<br />

1. 0 ;En qué año comenzaron a reinar los Reyes<br />

Católicos?<br />

2.° ;Cómo se desarrolló la batalla de Lepanto?<br />

3 0 ;Quién descubrió la circulación de la sangre?<br />

4 0 ;Qué significa en español gentleman agreetnent?<br />

5 0 ;Dónde desemboca el río Danubio?<br />

6.° ;Quién fué el primero que dió la vuelta al<br />

mundo?<br />

7.° ;Quién escribió La Ciudad de Dios?<br />

8.° ;Quién es el autor de la opera Aida?<br />

9•° ;Dónde puede verse el Entierro del Conde de<br />

Orgaz, de El Greco?<br />

10. ¿Qué emperadores dió España a Roma?<br />

Los alumnos acuden a las bibliotecas a consultar las<br />

obras que puedan facilitarles las contestaciones a dichas<br />

preguntas. Una vez que hallan los datos, los anotan<br />

al pie de cada pregunta, describiendo a continua-<br />

ción la obra: autor, título, lugar de impresión, año y<br />

el número de la página en que han encontrado el<br />

dato. Al correr de los ocho o diez años de la enseñanza<br />

primaria, los niños han aprendido a manejar los<br />

catálogos, a utilizar las bibliotecas, a frecuentarlas habitualmente,<br />

y, sobre todo y ante todo, ha arraigado<br />

en ellos la idea de que mediante los libros pueden<br />

hallar con facilidad la solución exacta y precisa de<br />

cuantos problemas se les presenten al correr de toda<br />

la vida. Lo mismo pueden servirles para hallar el remedio<br />

con que curar una enfermedad del ganado, que<br />

para abonar la tierra, decorar la casa, quitar una<br />

mancha, tomar un tren, planear un viaje, hallar una<br />

ocupación, encontrar un piso vacante, etc., etc.<br />

Este sistema de los cuestionarios que venimos propugnando<br />

es el mismo que debe emplearse para aprender<br />

a utilizar toda clase de bibliografías y fuentes de<br />

información. Al objeto de sistematizarlos, deben ir<br />

planteándose con el orden acostumbrado, partiendo de<br />

los generales a los particulares, de las bibliografías de<br />

bibliografías universales a las nacionales, y de éstas<br />

a las de materias determinadas. El orden seguido por<br />

la obra de Malclés citada reúne las condiciones más<br />

recomendables.<br />

Como ejemplo de los cuestionarios para los ejercicios<br />

prácticos que recomendamos, veamos éstos:<br />

1.0 ;Dónde puedo conocer qué obras se imprimieron<br />

en España en el siglo xv?<br />

2.° ;Idem en el siglo xvi?<br />

3 0 ;En qué libros podría estudiar la historia de la<br />

Imprenta?<br />

4 0 ;En qué obra puedo encontrar lo que se ha<br />

publicado en Italia en el siglo xx?<br />

5 0 ;Qué materias abarca el Manuel du Libraire, de<br />

Brunet, y cuántas ediciones se han hecho de esta obra?<br />

6.0 Cíteme otras obras de contenido y fines análogos<br />

a la de Brunet antes citada.<br />

7 0 Déme el título de una revista exclusivamente<br />

de bibliografía universal.<br />

8.0 Déme el título de una bibliografía americana<br />

de las obras publicadas en el siglo xvi.<br />

9 0 Déme el título de una bibliografía de obras<br />

de matemáticas y de medicina del siglo xvi.<br />

10. Déme el título de algunas revistas especializadas<br />

en el arte del libro.<br />

Y este otro:<br />

1.0 Déme los títulos de las revistas que dan a conocer<br />

cuanto se imprime, respectivamente, en Francia,<br />

Inglaterra, Alemania, Italia, Estados Unidos, Bélgica,<br />

Holanda y España.<br />

2.0 Infórmeme sobre los catálogos de las Bibliotecas<br />

Nacionales de París, Londres, Prusia y del Congreso<br />

de Wáshington.<br />

3.° Cíteme las bibliografías más importantes de las<br />

obras impresas en Méjico.<br />

4 •0 ;Qué bibliografías de bibliografías existen relativas<br />

a Dinamarca?<br />

5 0 ;Dónde podría encontrar qué artículos se han<br />

publicado en Yugoslavia sobre oleicultura o sobre<br />

Lope de Vega?<br />

6.0 ;Qué revistas se publican en el mundo dedicadas<br />

al estudio de la antigüedad clásica?


7 • ° ¿Qué publicación incluye los abstracts o extractos<br />

científicos relativos a la física?<br />

8.° ddem a la ingeniería?<br />

9. 0 ddem a la medicina?<br />

10. Idem en arquitectura?<br />

Otro:<br />

1.0 Déme una relación de las colecciones de textos<br />

existentes para el estudio de las lenguas romances.<br />

2.0 Déme el título de una historia extensa de la<br />

lengua francesa.<br />

3. 0 Idem de una historia de la literatura alemana.<br />

4. 0 Cíteme un diccionario de la literatura universal.<br />

5Y Déme una relación de atlas geográficos universales.<br />

6.° Cíteme tres bibliografías del arte italiano.<br />

72 Cíteme el título de varias obras sobre derecho<br />

comparado.<br />

8.0 Cíteme tres revistas consagradas al estudio de<br />

la historia bizantina.<br />

9.° ¿Cuántos congresos internacionales ha celebrado<br />

la F. I. D.?<br />

10. ¿Qué finalidades persigue la I. S. O.?<br />

Con la evacuación de consultas y el manejo de estas<br />

obras fundamentales, el alumno puede ingresar en la<br />

universidad con la aptitud necesaria para formar su<br />

documentación.<br />

B) LA TECNICA <strong>DE</strong> LA INVESTIGACION<br />

CIENTÍFICA<br />

Para poder tomar parte en las tareas propias de un<br />

seminario científico (23) se requiere tener un conocimiento<br />

previo de las materias siguientes: a) Instrumentos<br />

materiales de la documentación. b) Instrumentos<br />

propios para la transmisión de los avances científicos.<br />

c) Técnica del trabajo intelectual. d) Organismos<br />

e instituciones creadas para la práctica y auxilio de la<br />

documentación.<br />

a) LOS INSTRUMENTOS MATERIALES<br />

El bachiller ha de conocer de manera práctica las<br />

fichas, ficheros, microfichas transparentes y opacas, microfilms,<br />

procedimientos para la reproducción y aparatos<br />

para la lectura de los documentos microcopiados.<br />

Este conocimiento implica desde los relativos a la normalización<br />

internacional de fichas y ficheros, hasta el<br />

propio manejo de los aparatos de lectura (24) y el ac-<br />

(23) Véase nuestro trabajo: Las bibliotecas de seminarios,<br />

laboratorios, etc. , en sus relaciones con la biblioteca central<br />

universitaria (Sevilla, 1938), donde se estudia el origen, historia<br />

y forma de trabajar en los seminarios científicos. Es también<br />

interesante la consulta de la obra de D'Irsay: Histoire des<br />

Universités, 1933, 2 vols., y la Metodología del R. P. García<br />

Villada (Barcelona, 1921), antes citada.<br />

(24) Manual on document reproduction and selection.<br />

F. I. D. Pub. N. O. 264. The Hagne, 1953; 2 vols. Obra<br />

insuperada donde se estudian todos los procedimientos y aparatos<br />

consagrados al auxilio de la documentación con indicación<br />

de los fabricantes existentes en los diferentes países<br />

y cálculo del coste de las diversas reproducciones, etc.<br />

LAS PR kTICAS <strong>DE</strong>L TRABAJO CIENTÍFICO 11<br />

ceso a su adquisición o demanda. Debe tener, además,<br />

conocimientos claros, aunque elementales, en materia<br />

de formación de índices, sumarios, tablas, abreviaturas,<br />

etcétera, y, por tanto, según las normas internacionales<br />

y nacionales de los trabajos realizados en estos dominios<br />

por la International Standard Organization<br />

(1. S. O.) y el Instituto Nacional de Racionalización<br />

del Trabajo y sus normas U. N. E. (25). La marcha<br />

emprendida en todo el mundo hacia la normalización,<br />

que es simplificación y universalidad, hace sumamente<br />

conveniente que los alumnos tengan una idea de todo<br />

cuanto en materia de documentación se viene unificando<br />

y muy especialmente en lo tocante a la materia documental.<br />

b) LOS INSTRUMENTOS PROPIOS PARA LA TRANS-<br />

MISI6N <strong>DE</strong> LOS AVANCES CIENTÍFICOS<br />

En este capítulo figura en primer término el estudio<br />

de los abstracts o extractos científicos, las reglas internacionales<br />

por las que se rige su normalización Y las<br />

publicaciones más importantes en que los describen<br />

(26). El Index Bibliographicus (27), verdadero repertorio<br />

internacional por su importancia como fuente<br />

universal para el conocimiento de la bibliografía sobre<br />

extractos, debe ser objeto de consultas, búsquedas y demás<br />

prácticas. Es, en fin, muy recomendable que el<br />

bachiller ponga en práctica la redacción de extractos<br />

sencillos, al objeto de que pueda aprender a redactarlos<br />

conforme a las normas establecidas y al ensayarlo darse<br />

perfecta cuenta de las dificultades que ofrecen, del<br />

valor y la utilidad de su consulta y de la importancia<br />

del servicio que prestan al hombre de ciencia.<br />

En el campo nacional debe manejar con soltura la<br />

bibliografía de la Revista de Filología y la Bibliotheca<br />

Hispana (28) en sus diversas partes, que recoge los<br />

artículos aparecidos en revistas españolas, y el Indice<br />

de Artículos de Revistas, ambas publicadas por el Consejo<br />

Superior de Investigaciones Científicas, y conocer<br />

las demás revistas consagradas a la publicación de extractos<br />

científicos, tales como la Bibliografía Médica<br />

(25) Consúltese sobre la materia la obra de Antonio González<br />

de Guzmán: Normalización. Madrid, 1952. En ella se<br />

hace una clarísima exposición doctrinal sobre la normalización,<br />

sus métodos, las normas, su influencia sobre la productividad<br />

de la empresa y la normalización en treinta países<br />

más, y la I. S. O. u organización de normalización internacional,<br />

sus fines, trabajos y comisiones, etc. También recomendamos<br />

la lectura del artículo titulado "Normalización", por<br />

Aureo Fernández Avila, en la revista Racionalización, páginas<br />

449-58. Madrid, 1954.<br />

(26) Para esta materia deben estudiarse los proyectos internacionales<br />

de normas para la redacción de los abstracts<br />

o extractos científicos presentados en la reunión internacional<br />

de la I. S. O., celebrada en el mes de junio del pasado afilo,<br />

discutidos en el grupo de trabajo que nos cupo la satisfacción<br />

de presidir. Son interesantes los proyectos de enmiendas<br />

presentados por la C. T. T. número 50 del Instituto Nacional<br />

de Racionalización del Trabajo, la guía parir la redaction<br />

des résunzés d'auteurs, elaborada por la UNESCO.; la Fair<br />

copying declaration asid list of publishing organizations subseribing<br />

to it, publicada por la Royal Society. London, 1952, y<br />

el artículo de W. W. Varossieau: A survey of Scientific Abstracting<br />

ancl Indexing Services. La Haya, 1949.<br />

(27) Index bibliographicus. La Haya, 1952; publicado por<br />

la Federación Internacional de la Documentación con el auxilio<br />

económico de la UNESCO.<br />

(28) Ribliotheca Hispana. Instituto Nicolás Antonio dcl<br />

C. S. I. C., Madrid.


12<br />

Internacional y la revista Indice (29), consagrada a los<br />

extractos en materia de historia.<br />

Debe, en fin, aprender a consultar y a practicar, búsquedas<br />

en las transactions, Berichte, Forschung, compterendu,<br />

catálogos de patentes, actas y demás publicaciones<br />

donde con preferencia ven la luz pública los<br />

avances de las ciencias y de la técnica.<br />

C9 LA TÉCNICA <strong>DE</strong>L TRABAJO INTELECTUAL<br />

En este sector debe practicar la redacción de citas,<br />

notas y referencias bibliográficas (30), así de libros,<br />

como revistas; la ordenación alfabética de apellidos, u<br />

onomástica (31), las de materias y adquirir ideas suficientes<br />

para consultar con facilidad y provecho los<br />

catálogos onomásticos de epígrafes o asuntos (32) de<br />

diccionario y, más especialmente, los que siguen el<br />

sistema decimal universal (33), por ser el de mayor difusión<br />

y el que oficialmente se aplica a las bibliotecas<br />

españolas.<br />

Debe realizar prácticas de despiece, comprobación<br />

de citas y ejercicios de rediscovery. De la misma manera<br />

que el relojero desmonta y monta relojes, el estudiante<br />

tiene que ejercitarse en desmontar las citas de<br />

un trabajo intelectual y observar la técnica puesta en<br />

práctica hasta lograr la reconstrucción, paso a paso (34).<br />

d) LOS CENTROS INTERNACIONALES<br />

Y LOS NACIONALES AL SER-<br />

VICIO <strong>DE</strong> LA INVESTIGACIÓN<br />

También deben ser difundidas: 1.0 Las fuentes para<br />

el conocimiento. a) De los centros e institutos científicos<br />

consagrados a la investigación de la ciencia pura<br />

y a la aplicada o técnica (35). b) Los españoles, especialmente<br />

el Consejo Superior de Investigaciones Científicas,<br />

sus institutos, laboratorios, revistas y publicaciones<br />

(36). 2.0 Idem, para el conocimiento de los or-<br />

(29) Indice. Barcelona.<br />

(30) Sobre esta materia deben servir de base para los ejercicios<br />

y prácticas los proyectos I. S. O. y las normas UNE.<br />

Aunque algunas de éstas no están aún convertidas en normas,<br />

pueden ser utilizadas con provecho.<br />

(31) Para estos ejercicios, además de los proyectos pilotos<br />

de la F. I. D., deben utilizarse las Instrucciones para la redacción<br />

del Catálogo alfabético de autores, publicadas por el<br />

Ministerio de Educación Nacional, 2. edic. Madrid, 1945.<br />

(32) Para una idea elemental puede consultarse el capítulo<br />

XLIII de nuestro Manual de Biblioteconomía. Madrid,<br />

1952; Los Epígrafes en el Catálogo Diccionario, de Carmen<br />

Rovira Bertrán. La Habana, 1952; Catalogación y clasificación<br />

de libros, de Carlos Víctor Penna. Buenos Aires, 1945; Elementos<br />

de Biblioteconomía, de Domingo Buonocore. Santa<br />

Fe, 1948, y la copiosa bibliografía que estas obras insertan.<br />

(33) Sobre esta materia puede servir de guía nuestra obra:<br />

La clasificación decimal, 2.' edic. Mayfe. Madrid, 1950, y<br />

la extensa bibliografía que en dicha obra se incluye.<br />

(34) Pueden consultarse con provecho nuestra obra: Cómo<br />

se hace una tesis doctoral. San Sebastián, 1947, y las numerosas<br />

obras que se citan en la copiosa bibliografía que la<br />

acompaña.<br />

(35) Véase, además de nuestra obra antes citada, la titulada<br />

La investigación científica en el mundo, publicada por<br />

el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1953.<br />

(36) Preferentemente, ha de consultarse la obra titulada:<br />

Estructura y normas del Consejo Superior de Investigaciones<br />

Científicas, publicada por dicho Centro. Madrid. 1943.<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

ganismos internacionales que consagran parte o toda<br />

su actividad al servicio de la documentación, como la<br />

International Federation of Libraries Associations<br />

(F. I. L. A.), la Fédération International de la Documentation<br />

(F. I. D.), la International Standard Organization<br />

(1.S. C.), la Unesco, la International Council<br />

of Archives (1. C. A.), International Museum Organization<br />

(1. M. O.), la Unión Internacional de Bibiiotecas<br />

Musicales y algunas otras (37).<br />

Importa conocer, en términos generales, su domicilio,<br />

sus publicaciones, actividades, programas, formas de<br />

trabajo, reuniones y congresos. No está fuera de estos<br />

estudios el manejo y consulta del Y ear book of International<br />

Organizations (38), donde se describen y estudian<br />

cerca del millar de organizaciones internacionales,<br />

todas ellas de un gran interés actual para la<br />

práctica de cualquier estudio o tema por la labor que<br />

desarrollan y las autoridades que las integran.<br />

Tal es la preparación que, a nuestro juicio, debe recibir<br />

el preuniversitario en el campo de la documentación<br />

científica. Sin estos conocimientos, sin esta práctica,<br />

no es posible actuar en ningún seminario ni laboratorio<br />

científico. El catedrático no puede descender,<br />

dada su categoría y el grado superior de la enseñanza<br />

universitaria, a enseñar a los alumnos el abecé de una<br />

técnica, que, aunque sencilla, es necesaria para trabajos<br />

de fondo. Aunque todos los alumnos no han de<br />

consagrarse a la investigación científica, ningún estudiante<br />

universitario debe abandonar la universidad si<br />

ni siquiera ha trabado conocimientos, aunque sean elementales,<br />

con las fuentes para el estudio de las materias<br />

propias de licenciatura y de su profesión; sin haber<br />

hecho prácticas de búsquedas bibliográficas; sin saber<br />

dende se buscan y dónde se encuentran las fuentes para<br />

el estudio de los temas propios de su carrera; sin conocer<br />

las organizaciones internacionales y nacionales al<br />

servicio de la investigación científica y del progreso<br />

técnico. El universitario tiene que estar preparado para<br />

participar, llegado el caso, en la investigación científica,<br />

que es, en nuestros días, considerada como industria<br />

propia y privativa del Estado, de la que depende la<br />

libertad, independencia y nivel de vida de los pueblos.<br />

No cabe en la actualidad, como en otros siglos pasados,<br />

almacenar en el cerebro humano la historia,<br />

la técnica ni la ciencia por la extensión ilimitada de<br />

los conocimientos que abarcan; por ello la pedagogía<br />

moderna ha sustituido el saber de memoria—que es<br />

sólo recordar—por el adiestramiento en el manejo de<br />

las fuentes de conocimiento, su valoración, su uso y<br />

su consulta, porque, como hemos escrito al principio,<br />

"el que sabe dónde está la ciencia se halla próximo<br />

a poseerla".<br />

JAVIER LASSO <strong>DE</strong> LA VEGA<br />

Director de la Biblioteca de la Universidad<br />

de Madrid.<br />

(37) Pueden consultarse con provecho los numerosos artículos<br />

publicados en la Revue de Documentation, editada<br />

por la F. I. D., y nuestro artículo titulado: "La documentación<br />

y el progreso científico", publicado en la Revista del<br />

Instituto de Racionalización del Trabajo (Madrid, 1951), en<br />

el que se hace historia de la F. 1. D. y de sus antecedentes.<br />

(38) Bruselas, 1954.


LA ORIENTACIÓN PROFESIONAL PREUNIVERSITARIA 13<br />

b) La Orientación Profesional preuniversitaria (*)<br />

La vida profesional constituye una de las grandes<br />

fuentes de satisfacciones—o de conflictos y sinsabores--de<br />

la existencia humana. De la vida profesional<br />

dependen, en efecto, cosas tan importantes como el<br />

prestigio social, los ingresos económicos y no en último<br />

extremo la propia estimación. Factores tan importantes<br />

todos ellos, insistimos, que a menudo enturbian el<br />

ya de suyo complejo problema de la elección de carrera.<br />

La tradición o los intereses familiares, el señuelo<br />

de pingües ganancias, el afán de consideración<br />

social, ideales altruistas no muy bien entendidos, experiencias<br />

poco afortunadas en alguna fase crítica de<br />

la enseñanza secundaria, etc., provocan con frecuencia<br />

estados emocionales que impiden al individuo considerar<br />

el problema de su elección vocacional con la<br />

serenidad y realismo debidos.<br />

Ciertamente, el problema de la elección de carrera<br />

posee la suficiente gravedad para atraer la atención<br />

de las autoridades académicas. Es alentador que en<br />

la reorganización de la Enseñanza Media se haya<br />

mencionado específicamente, entre los fines del Curso<br />

(*) Dentro del apartado que se dedica a las "Lecciones<br />

prácticas de metodología y técnica del trabajo<br />

científico" en el "Proyecto de Instrucciones" de Santander,<br />

hay un párrafo que dice así: "Se darán también<br />

a lo largo del curso algunas instrucciones o<br />

conferencias sobre orientación profesional, organización<br />

de la Universidad, etc." Hemos creído necesario<br />

dar especial relieve a este punto, desarrollando la parte<br />

más técnica y más desatendida, que es la de la<br />

orientación profesional. En este campo no se puede<br />

improvisar, como comprenderá el lector. Tiene gran<br />

valor, desde luego, el simple consejo que el profesor<br />

da al alumno, en función de su conocimiento personal.<br />

Pero en cuanto este consejo se eleva al plano de<br />

la técnica psicológica, se necesita un adiestramiento<br />

en la obtención y en la valoración de datos. En el<br />

penúltimo apartado del trabajo del señor Pinillos se<br />

reseñan tres "posibilidades inmediatas" en este campo:<br />

I • « La celebración de reuniones psicológicas para los<br />

docentes de enseñanza media que no sean psicólogos<br />

profesionales; 2 • a La elaboración de Cuestionarios vocacionales,<br />

baterías de aptitud y Guía Ocupacional;<br />

3.a La difusión de estos conocimientos en artículos de<br />

la RE<strong>VISTA</strong> <strong>DE</strong> EDUCACIóN.<br />

Estas tres "posibilidades inmediatas" serán realidad,<br />

en parte, dentro de este año; sobre ello informaremos<br />

a nuestros lectores en números sucesivos. Por de pronto,<br />

a partir del 1 de noviembre próximo, el Centro<br />

de Orientación Didáctica establecerá contacto individual<br />

con los Institutos o Colegios que soliciten su<br />

asesoramiento.<br />

Preuniversitario, el afianzamiento de la dirección vocacional<br />

de los alumnos. Muchas Universidades actuales<br />

consideran, efectivamente, que desde el punto de<br />

vista profesional su misión no se acaba con dotar a<br />

sus alumnos de una preparación adecuada, sino que<br />

la preparación debe dárseles justamente en aquella<br />

materia en que pueden rendir más a la sociedad y<br />

realizar sus posibilidades personales de un modo más<br />

satisfactorio.<br />

EL PROBLEMA <strong>DE</strong> LA ELECCIÓN <strong>DE</strong> CARRERA<br />

La complejidad creciente de los estudios superiores,<br />

y el consecuente coste económico de la preparación que<br />

a ellos conduce, hacen cada vez más necesario que la<br />

elección de carrera se haga bien y a tiempo. En el<br />

mundo competitivo de las profesiones superiores, unos<br />

años de retraso son, además, una rémora, que a veces<br />

resulta incómoda de por vida. Y la realidad es que<br />

una gran parte del censo escolar padece una acusada<br />

confusión vocacional en la etapa crítica que precede<br />

al ingreso en la Universidad, y aun dentro de esta<br />

misma. En investigaciones realizadas en otros países,<br />

por ejemplo, en la Stanford University (Estados Unidos),<br />

se descubrió que un 50 por 100 de los alumnos<br />

de preparatorio no tenían la menor idea de cuáles<br />

eran sus preferencias vocacionales. Otro estudio hecho<br />

en la Universidad de Long Island (Estados Unidos)<br />

mostró que más de un 40 por 100 de alumnos avanzados,<br />

esto es, de cursos superiores, habían alterado su<br />

primera decisión vocacional. En una encuesta a que<br />

fueron sometidas, en América, 150 personas profesionalmente<br />

destacadas—teólogos, filósofos, médicos, abogados,<br />

militares, hombres de negocios, etc.—, se puso<br />

asimismo de relieve que sólo 61 de ellas habían escogido<br />

sus profesiones respectivas en el Bachillerato.<br />

Como indicábamos, la creciente complejidad, coste y<br />

carácter competitivo de la enseñanza superior, aconsejan<br />

reducir lo más posible este período de indeterminación<br />

vocacional a que aludimos. Semejante período,<br />

ciertamente, no puede eliminarse de un modo<br />

total, pero sí, en cambio, cabe reducirlo de un modo<br />

notorio ayudando al alumno a descubrir los obstáculos<br />

que con frecuencia se oponen a una elección profesional<br />

acertada. En este sentido, la Orientación Profesional<br />

constituye una ayuda efectiva, cada vez más<br />

indispensable a un mayor número de alumnos. El<br />

conocimiento de las aptitudes propias, el esclarecimiento<br />

de las aficiones, el esclarecimiento de problemas<br />

familiares, el suministro de información ocupacional,<br />

la puesta en contacto con organismos concesores de<br />

becas, etc., etc., son, sin ningún género de dudas, ser-


14<br />

vicios invaluables que el Orientador Profesional puede<br />

suministrar al estudiante deseoso de adoptar una decisión<br />

vocacional razonable.<br />

ORIENTACIÓN Y SELECCIÓN<br />

En medio no especializados, los términos Orienta.<br />

ción y Selección Profesional se identifican a menudo.<br />

Conviene, empero, deshacer tal equívoco, porque en<br />

la Selección Profesional aletea un problema humano<br />

poco grato y ajeno totalmente al papel del orientador.<br />

La misión del orientador profesional es, en cierto<br />

modo, más difícil que la del seleccionador, pero a la<br />

par es mucho más grata.<br />

Es más difícil, claro es, porque en la Selección se<br />

trata, simplemente, de medir las aptitudes específicas<br />

requeridas por el desempeño de una tarea o profesión<br />

determinada, mientras el orientador ha de buscar en<br />

el cúmulo de ocupaciones existentes aquella o aquellas<br />

que son más afines a las aptitules del orientado.<br />

Y si recordamos que el Dictionary of Occupational<br />

'lides (1), de los Estados Unidos, registra cerca de<br />

22.000 ocupaciones distintas, no creemos que sea necesario<br />

explicar en qué estriba tal dificultad. Es, a la<br />

vez, mucho más grata la tarea del orientador, porque<br />

en la Selección Profesional el psicólogo se limita a<br />

señalar cuáles son los individuos más aptos, desentendiéndose<br />

de los demás, mientras que en la Orientación<br />

a todos se les da una posibilidad o una sugerencia<br />

positiva y alentadora. En ciertas situaciones excepcionales,<br />

la Selección puede ser necesaria. Un Ejército<br />

aéreo necesita a veces buenos pilotos, una Institución<br />

Científica precisa tal vez becarios de la más alta calidad<br />

intelectual, o una Industria quiere taquígrafas<br />

excepcionales. En estos casos, es obvio que la misión<br />

del psicólogo militar, industrial o pedagógico no es<br />

orientar profesionalmente a los mil y un solicitantes<br />

que aspirarán a las plazas vacantes, sino simplemente<br />

elegir a los mejores.<br />

Con todo, al psicólogo le resultaría más grato poder<br />

añadir, al veredicto de no apto para esto, la indicación<br />

de apto para aquello otro. Y en esto es justamente en<br />

lo que consiste la Orientación Profesional: en dar a<br />

cada cual, además de claras contraindicaciones, una<br />

idea sensata de aquello para lo que vale. Tal empresa<br />

está erizada de dificultades, por supuesto. Sin embargo,<br />

el orientador cuenta con medios técnicos que<br />

facilitan eficazmente su tarea. Veámoslos.<br />

LA MEDIDA <strong>DE</strong> LAS APTITU<strong>DE</strong>S<br />

Entre los factores que obstaculizan con frecuencia<br />

una adecuada elección de carrera, se cuentan las discrepancias<br />

obvias que en muchos individuos se dan<br />

entre las aptitudes y las aspiraciones profesionales. No<br />

se trata tan sólo de que un alumno se empeñe en<br />

emprender estudios cuya dificultad rebasa su nivel<br />

general de inteligencia, sino, asimismo, de que pretenda<br />

estudiar materias distintas de aquellas para las<br />

que se halla mejor dotado, o disciplinas para las que<br />

se requieren aptitudes especiales (dibujo, por ejemplo)<br />

de que carece.<br />

Este problema no es fácil de dilucidar cualitativa-<br />

(1) U. S. Employment Service, 1949.<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

mente. Por fortuna, la Psicología actual ha logrado un<br />

arsenal de técnicas de medición de aptitudes, con ayuda<br />

del cual el orientador puede objetivar las situaciones<br />

personales, ayudando al alumno a comprender imparcialmente<br />

su propio caso.<br />

a) Baterías de tests.—Dos han sido las corrientes<br />

principales seguidas por la Orientación Profesional para<br />

la resolución de este problema. Una de ellas consiste<br />

en confeccionar baterías de tests de aptitudes específicas<br />

para cada profesión importante. En una publicación<br />

reciente del Consejo Americano de Educación,<br />

titulada Predicting Success in Professional Schools (2)<br />

se enumeran, por ejemplo, los resultados obtenidos<br />

con este tipo de baterías especiales en la predicción<br />

del éxito académico en Facultades de Medicina, Odontología,<br />

Ingeniería, Música, etc., etc. Dentro de este<br />

orden de cosas, la labor del orientador consiste en<br />

aplicar al candidato a médico, pongamos por caso, la<br />

batería de tests de aptitud médica que ha sido previamente<br />

tipificada en sucesivas promociones de estudiantes.<br />

La experiencia puede haber mostrado que los<br />

que puntúan por debajo del 60 percentil en tal batería<br />

tienen muy pocas probabilidades de terminar su carrera.<br />

En este caso, el orientador enfrenta al candidato<br />

con su propio caso, y le muestra que su puntuación<br />

de 20 en tal batería indica a todas luces que sus posibilidades<br />

como estudiante de medicina son limitadísimas.<br />

Una discusión adecuada de la prueba y de sus resultados<br />

suele ayudar al candidato a evaluar sus aptitudes<br />

de un modo más realista. Sin embargo, este<br />

método incurre en cierta manera en la dificultad que<br />

subrayamos en la Selección, pues la ineptitud para la<br />

medicina dice poco acerca de otras posibles aptitudes<br />

del orientando. Por ello, el enfoque que se ha impuesto<br />

en la Orientación Profesional es distinto del<br />

anterior. En la actualidad se tiende a diseñar baterías<br />

de tests que cubran prácticamente todas las aptitudes<br />

básicas del ser humano, determinando a la vez los<br />

perfiles típicos de aptitudes, característicos de las profesiones<br />

más importantes. Semejantes baterías de aptitud<br />

general se emplean, por ejemplo, por los Ejércitos<br />

norteamericanos para la clasificación de los reclutas,<br />

y asimismo se usan por el Servicio de Trabajo de<br />

los Estados Unidos. Concretamente, la Batería de Tests<br />

de Aptitud General de tal Servicio consta de las diez<br />

pruebas siguientes:<br />

1) Inteligencia General.<br />

2) Aptitud Verbal.<br />

3) Aptitud Numérica.<br />

4) Aptitud Espacial.<br />

5) Percepción de Formas.<br />

6) Aptitud Administrativa.<br />

7) Coordinación visuo-manual.<br />

8) Velocidad Motora.<br />

9) Destreza Digital.<br />

10) Destreza Manual.<br />

Administrada esta u otra batería semejante a grupos<br />

representativos de distintas profesiones—médicos,<br />

arquitectos, abogados, ingenieros, etc.—, se obtienen<br />

perfiles típicos de cada profesión, con los que cabe<br />

(2) Wäshington, 1949.


comparar después los perfiles individuales de los<br />

orientados. Ciertamente, estas baterías generales sólo<br />

pueden ofrecer una orientación genérica de las aptitudes<br />

de un individuo para tipos de profesiones, esto es,<br />

para profesiones de letras, que impliquen una elevada<br />

aptitud verbal, o para profesiones científicas que requieran<br />

aptitud matemática, o para ocupaciones de<br />

tipo administrativo, o mecánico, etc. Ahora bien: esta<br />

orientación es extremadamente útil. Supongamos, por<br />

ejemplo, que un candidato a arquitecto posee una<br />

acusada inteligencia general y una aptitud verbal destacada,<br />

es decir, imaginemos que es lo que se llama<br />

un hombre "brillante", y, sin embargo, su perfil de<br />

aptitudes evidencia que es pobre en el área matemática<br />

y que posee una percepción de formas y una concepción<br />

espacial deficientes. En un caso como éste, a poco<br />

que se conozca el plan de estudios de la Escuela de<br />

Arquitectura, es dable prever que ese alumno brillante<br />

hará un mal papel como estudiante de arquitecto,<br />

mientras podría destacar en cualquier disciplina<br />

de Letras. La figura adjunta muestra un perfil de<br />

aptitudes de un individuo descollante en matemáticas,<br />

concepción espacial y percepción de formas, el cual,<br />

supuestas otras cosas—afición y posibilidades económicas,<br />

por ejemplo—podría, en cambio, hacer un<br />

buen papel en una Escuela de Arquitectura, pero sería<br />

un mediocre abogado, dada su carencia de aptitud<br />

verbal.<br />

30 o 50 60 "10 80 90 100<br />

1<br />

2<br />

3<br />

4<br />

5<br />

7<br />

1) Intelig. general<br />

2) Aptitud verbal<br />

3) Aptitud numérica<br />

4) Aptitud matemática<br />

5) Concepción espacial<br />

6) Percepción de formas<br />

7) Destreza manual<br />

El examen de las aptitudes es útil, asimismo, para<br />

detectar posibles discrepancias entre el aprovechamiento<br />

logrado en los estudios y las posibilidades intelectuales.<br />

Las malas notas de individuos inteligentes<br />

pueden provenir, en efecto, de dificultades familiares,<br />

digamos, cuya relación con el éxito académico pasa<br />

inadvertida para el sujeto y su propia familia. Una<br />

prueba de aptitudes puede servir, entre otras cosas,<br />

para descubrir problemas de esta índole.<br />

En suma, la utilidad de una batería de aptitud general<br />

es enorme para el Orientador Profesional. Que<br />

LA ORIENTACIÓN PROFESIONAL PREUNIVERSITARIA 15<br />

sepamos, no existe en España ninguna debidamente<br />

validada y tipificada, aunque hay pruebas parciales que<br />

usadas con discreción por los orientadores podrán suplir,<br />

hasta cierto punto, esta carencia. Tanto el Departamento<br />

de Psicología del Consejo Superior de Investigaciones<br />

Científicas, como el Instituto Nacional<br />

de Psicotecnia, las Oficinas-Laboratorio de Orientación<br />

Profesional y otras Instituciones, cuentan con pruebas<br />

de aptitudes, para las que existen algunas normas.<br />

b) Cuestionarios de intereses ocupacional es—.-De<br />

cierto, el que haya aptitud para una o varias profesiones<br />

es sólo uno de los factores que juegan en la Orientación<br />

Profesional. A la aptitud, como condición, debe<br />

añadirse, por de pronto, el interés. Acaece, no obstante,<br />

que en los primeros años de la juventud son muy<br />

pocos los individuos que tienen ideas definidas en<br />

relación con sus aficiones vocacionales. Lo más frecuente<br />

es que a esa edad los intereses sean vagos, no<br />

estructurados, y más aún, hasta de signo distinto a<br />

los expresados por el sujeto. La Psicología Aplicada<br />

posee hoy, entre sus instrumentos de exploración, cuestionarios<br />

de intereses ocupacionales cuya finalidad es<br />

precisamente dilucidar de un modo objetivo el grado<br />

y naturaleza de los intereses profesionales individuales.<br />

América del Norte se halla bien provista de estos<br />

útiles instrumentos exploratorios, que entre nosotros<br />

escasean. Entre los cuestionarios norteamericanos quizá<br />

son dos—el Strong Vocational Interest Test (3) y<br />

el Kuder Preference Record (4)—los de mayor garantía.<br />

El cuestionario de Strong consta de 400 cuestiones,<br />

a las que hay que responder, en general, de una de<br />

las tres maneras siguientes: "Me gusta—no me gusta—me<br />

es indiferente." En el cuestionario masculino,<br />

las cuestiones se refieren a 100 ocupaciones, 36 disciplinas<br />

o materias de estudio, 49 diversiones y entretenimientos,<br />

87 rasgos de personalidad, y el resto hace<br />

referencia a actividades diversas. El cuestionario ha<br />

sido administrado a grandes grupos de personas representativas<br />

de ocupaciones muy diversas, para cada<br />

una de las cuales se ha logrado una estructura o perfil<br />

típico de intereses. El grado de semejanza de las<br />

respuestas individuales con las típicas de una profesión<br />

se toma como índice de interés en tal profesión.<br />

Puntuar el test para todas las profesiones que cuentan<br />

con un perfil típico, sería tarea laboriosísima, poco<br />

viable para el orientador. Afortunadamente, los intereses<br />

ocupacionales se constelan en grupos congruentes<br />

(once, según Strong), con lo cual la puntuación se<br />

simplifica bastante. Estos grupos, de intereses ocupacionales,<br />

son del tipo siguiente:<br />

1.0 Artistas, psicólogos, arquitectos, médicos, dentistas.<br />

2.0 Matemáticos, físicos, ingenieros, químicos.<br />

3» Oficinistas, contables, empleados de Banco,<br />

etcétera.<br />

Varios análisis factoriales del cuestionario de Strong<br />

han simplificado todavía más la estructura de los in-<br />

(3) Strong, E. K. JR.: Vocational interests of men and<br />

.comen. Stanford, Univ. Press, 1943.<br />

(4) Kuder, G. F.: Manual to the Kuder Preference Record.<br />

Chicago, Science Res. Ass., 1939.


16<br />

tereses vocacionales, reduciendo los grupos a cuatro<br />

fundamentales:<br />

1.0 Intereses científicos.<br />

2.0 Intereses sociales.<br />

3 0 Intereses<br />

4 0 en negocios.<br />

Intereses en cosas materiales (carpintería, agri-<br />

cultura, etc.).<br />

A lo largo de experimentos que han durado años,<br />

Strong ha probado la validez de su cuestionario, mostrando:<br />

a) Que los que permanecen de un modo estable<br />

en una ocupación, puntuaron (cuando estudiaban<br />

en la Universidad) más en esa ocupación<br />

que en otras.<br />

b) Que los que ejercen establemente una profesión,<br />

puntuaron en ella (cuando eran estudiantes) más<br />

que los que ejercen otras profesiones.<br />

c) Que los que continúan en una ocupación a lo<br />

largo de los años, puntuaron en ella (cuando<br />

estudiantes) más que los que eligieron esa profesión<br />

y luego cambiaron.<br />

d) Que los que han cambiado de una ocupación a<br />

otra, puntuaron igualmente en ambas (cuando<br />

estudiantes).<br />

El Cuestionario de Kuder, elaborado sobre bases más<br />

científicas que el de Strong, aunque menos utilizado<br />

en la práctica, cubre diez áreas de intereses:<br />

1) Trabajo en la calle.<br />

2) Trabajos mecánicos.<br />

3) Trabajos de computación.<br />

4) Trabajo científico.<br />

5) Ocupaciones persuasorias.<br />

6) Ocupaciones literarias.<br />

7) Ocupaciones artísticas.<br />

8) Música.<br />

9) Trabajo social.<br />

10) Oficinas.<br />

No son éstas las únicas clasificaciones de intereses<br />

ocupacionales que se conocen hoy en día. Lo que<br />

ocurre es que con ampliar esta enumeración no adelantaríamos<br />

mucho, ya que lo que se necesita urgentemente<br />

es elaborar empíricamente, sobre bases nacionales,<br />

modernos cuestionarios de intereses acordes con<br />

la realidad ocupacional española. Hasta que esto se<br />

haga, el orientador habrá de suplir con el poco material<br />

existente y entrevistas la carencia de tales instrumentos<br />

standard. Por lo demás, existen algunos en<br />

vías de experimentación, que tal vez no tarden en<br />

ser editados.<br />

INFORMACIÓN OCUPACIONAL<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

Este es otro de los capítulos importantes de la Orientación<br />

Profesional, por desgracia casi en blanco entre<br />

nosotros. La información ocupacional que poseen nuestros<br />

estudiantes es mínima. Hay un aluvión de solicitudes<br />

de ingreso en Facultades como las de Medicina<br />

y Derecho, en gran parte por desconocimiento (personal<br />

y familiar) de las oportunidades que se abren<br />

fuera de las Facultades clásicas. Faltan entre nosotros<br />

publicaciones sistemáticas encargadas de informar sobre<br />

el mercado ocupacional, características de las profesiones,<br />

salidas y naturaleza de los estudios, posibilidades<br />

de conseguir becas, etc. Hay intentos valiosos como<br />

el de la revista Guía, y publicaciones del Ministerio de<br />

Trabajo, pero se echa de menos la abundantísima bibliografía<br />

ocupacional que existe en otros países. El<br />

Gobierno inglés, por ejemplo, publica dos series tituladas<br />

Careers for Men and Women y Choice of Career,<br />

además de una Careers Guide, y están a la venta numerosas<br />

obras, como la editada por la Editora del<br />

Servicio de Trabajo Femenino, Careers and Vocational<br />

Training, etc. Mientras esta bibliografía prolifera<br />

en nuestro país, en el Curso Preuniversitario se podrían<br />

dar charlas informativas y organizar visitas -iue suplieran<br />

tal deficiencia informativa y ampliaran los<br />

elementos de juicio de los alumnos.<br />

EL CONSEJO VOCACIONAL<br />

Por una serie de circunstancias familiares, oportunidades,<br />

etc., parte de los estudiantes tienen resuelto,<br />

más o menos, su problema vocacional antes de solicitar<br />

el ingreso en la Universidad o en la Escuela Especial<br />

que sea. Por supuesto, no es a ellos a quienes, en primer<br />

lugar, se dirige la actividad del orientador, esto<br />

es, a quienes van a heredar el negocio paterno o las<br />

propiedades familiares. Pero son muchos, sin embargo,<br />

quienes ante el problema de la elección de carrera<br />

proceden al azar o cegados por estados emocionales.<br />

Con ellos, el orientador debe comenzar por esclarecer<br />

sistemáticamente la situación, tratando de localizar el<br />

factor o factores que obstaculizan la decisión sensata.<br />

Estos factores son evidentemente múltiples, distintos<br />

en cada caso, pero hay unos cuantos importantes que<br />

se repiten con insistencia y que el orientador debe<br />

explorar de modo sistemático.<br />

La falta de conocimiento acerca de las propias aptitudes<br />

es uno de tales factores. La exploración adecuada<br />

con una batería de aptitud general como la indicada<br />

anteriormente puede poner al orientador en disposición<br />

de esclarecer al alumno cuáles son sus posibilidades<br />

desde el punto de vista de la capacidad para el<br />

estudio.<br />

De otra parte, un alto nivel de aptitud, por ejemplo<br />

de inteligencia, puede ir acompañado de paradójicos<br />

fracasos escolares, si entre ambas cosas, aptitud y aprovechamiento,<br />

se entrecruzan otros factores. Uno de<br />

estos elementos es a menudo la falta de interés por el<br />

estudio en general o por una determinada rama en<br />

particular. En efecto, bien sea porque la familia obligue<br />

al alumno a seguir estudios que no le agraden,<br />

bien porque el alumno mismo no esté en claro consigo<br />

mismo acerca de sus preferencias vocacionales, aptitudes<br />

evidentes permanecen infecundas, originando conflictos<br />

personales y familiares. El empleo de cuestionarios<br />

vocacionales o de entrevistas con el orientando<br />

y su familia contribuye con frecuencia a eliminar este<br />

tipo de obstáculos, encaminando al sujeto hacia el tipo<br />

de actividad más en consonancia con sus intereses.<br />

En otras ocasiones, lo que le impide al alumno hacer<br />

uso de sus posibilidades es un conflicto familiar; por<br />

ejemplo, rebeldía frente a la autoridad paterna, competición<br />

con un hermano más aventajado o más mi-


1<br />

mado en la casa, desacuerdo entre los padres acerca<br />

del porvenir del hijo, etc. Son incontables los casos<br />

donde el fracaso académico ha sido extirpado de un<br />

alumno simplemente con hacerle ver a él y a su familia<br />

que en el fondo lo que se ventilaba era un problema<br />

de relaciones afectivas entre padre e hijo, entre<br />

los padres mismos o entre hermanos.<br />

También ocurre que un sujeto no se decide a hacer<br />

pleno uso de sus facultades por temor a que su familia<br />

no pueda costearle los estudios. En este caso, un<br />

examen de aptitudes, unido a la información ocupacional<br />

pertinente, puede animar al individuo a que<br />

aspire a becas, pensiones, etc., con las que suplir la<br />

deficiencia familiar. Asimismo, la solución heroica de<br />

hacerse abogado por hacer algo, sería menos común<br />

si los estudiantes estuvieran bien informados de las<br />

oportunidades ocupacionales que se les pueden abrir<br />

en otros campos. Hay también una moda o prestigio<br />

consustancial con ciertas ocupaciones que influye en<br />

algunos estudiantes, llevándolos a elegir no lo que en<br />

realidad les satisfacía personalmente, sino lo que goza<br />

de una mayor aureola social. Por último, hay casos en<br />

que una falsa idea de servicio y altruismo lleva a elegir<br />

ciertas profesiones como la medicina, para las que<br />

el sujeto puede ser en realidad poco apto. En estos<br />

casos, el orientador ha de hacer ver al sujeto que cabe<br />

"ayudar a los demás" de muchas maneras y no solamente<br />

de una.<br />

Esos son algunos de los factores que más comúnmente<br />

obstaculizan una decisión ocupacional razonable, y<br />

el orientador profesional ha de saber localizarlos con<br />

habilidad y discutirlos con discreción hasta que el<br />

sujeto (o su familia) se haga cargo del problema con<br />

objetividad, se valore a sí mismo más realistamente,<br />

pondere mejor las oportunidades, se serene en sus<br />

relaciones familiares, esclarezca sus aficiones, no se<br />

deje sugestionar por la moda predominante y no tome<br />

por idealismo lo que acaso no es sino adolescencia<br />

aún no digerida.<br />

LA FORMACIÓN <strong>DE</strong>L ORIENTADOR<br />

Sin duda, el orientador necesita poseer una serie<br />

de conocimientos especializados que no se adquieren<br />

por ciencia infusa. Precisa el orientador, en primer lugar,<br />

conocimientos generales de Psicología y en especial<br />

de Psicología de la Personalidad, Psicometría y<br />

Tests. Requiere, asimismo, poseer información ocupacional<br />

adecuada, instrumentos de exploración y normas<br />

debidamente tipificadas, y estar en posesión de la práctica<br />

y discreción suficientes para llevar a cabo la labor<br />

de persuasión y casi diríamos psicoterapia, que mueva<br />

al individuo a afrontar realistamente su propio problema.<br />

La Orientación Profesional requiere la existencia<br />

de instrumentos, pero sobre todo requiere la existencia<br />

de orientadores con formación psicológica actual,<br />

que interpreten con sensatez los datos de los tests y<br />

sepan tratar con el conveniente tacto a los orientandos<br />

y a sus familias.<br />

En España, la tradición de las Oficinas-Laboratorio<br />

de Orientación Profesional permitiría en algunos casos<br />

atender a ciertas necesidades de los Cursos Preuniversitarios.<br />

Con todo, para afrontar el problema<br />

de un modo orgánico, convendría que las personas que<br />

LA ORIENTACIÓN PROFESIONAL PREUNIVERSITARIA 17<br />

fueran a desempeñar el papel de orientadores profesionales<br />

recibieran una formación científica por Darte<br />

del organismo a cargo del cual se halla la docencia<br />

psicológica española, esto es, la Escuela de Psicología<br />

y Psicotecnia de la Universidad de Madrid.<br />

POSIBILIDA<strong>DE</strong>S INMEDIATAS<br />

De la anterior enumeración de requisitos técnicos,<br />

se infiere sin gran dificultad que la implantación sistemática<br />

de la Orientación Profesional Preuniversitaria<br />

está condicionada por una compleja serie de factores<br />

y no puede hacerse bruscamente. Por de pronto,<br />

en nuestro país se carece todavía en buena medida<br />

del material psicológico preciso, y son, asimismo, pocas<br />

las personas debidamente preparadas para ejercer, con<br />

garantías, la delicada técnica de la Orientación Profesional.<br />

En los próximos años, la Escuela de Psicología<br />

irá, sin duda, incrementando la cuantía de personal<br />

idóneo a través de sucesivas promociones de psicólogos<br />

diplomados. Si mientras tanto se logra elaborar<br />

el material preciso, esto es, la información ocupacional,<br />

los cuestionarios vocacionales, las baterías de aptitud<br />

general, de aquí a pocos años se estará en disposición<br />

de que funcionen los servicios de Orientación Preuniversitaria,<br />

en coordinación, quizá, con un Estatuto<br />

Nacional de Orientación Escolar y Profesional, tal<br />

como ha sido sugerido por el presidente de la Sociedad<br />

Española de Psicología, doctor Germain, cuya larga<br />

experiencia y saber en los problemas de la Psicología<br />

Aplicada deberían tenerse en cuenta en este punto.<br />

Mientras tanto, y en orden a las posibilidades inmediatas,<br />

se podrían acaso dar algunos pasos iniciales,<br />

que, a la vez que nos acercaran a la meta deseada, no<br />

carecieran de interés actual. A mero título de sugerencia,<br />

nos permitimos apuntar alguna de las posibilidades<br />

que en este sentido se le ofrecen a la Dirección<br />

General de Enseñanza Media.<br />

1.0 En primer lugar, mediante la celebración de<br />

Reuniones, Semanas Psicológicas o Cursos de Verano,<br />

podrían agruparse todos aquellos profesores, catedráticos<br />

e inspectores de Enseñanza Media que, sin necesidad<br />

de ser psicólogos profesionales, se interesaran por<br />

los problemas de la Orientación Profesional. En colaboración,<br />

quizá, con la Escuela de Psicología, la Dirección<br />

General de Enseñanza Media podría organizar un<br />

Cursillo que sirviera de ambientación y estímulo para<br />

el profesorado que deseara tomar parte en los futuros<br />

servicios de Orientación Preuniversitaria. Por de pronto,<br />

en este Cursillo podrían darse normas para la<br />

aplicación de los tests y cuestionarios que fueran a<br />

elaborarse por centros psicológicos, como el Instituto<br />

Nacional de Psicotecnia o el Departamento de Psicología<br />

Experimental del C. S. I. C. De este modo, se<br />

establecería una colaboración fecunda entre el profesorado<br />

y los centros técnicos que hubieran de elaborar<br />

científicamente los datos recogidos en los Institutos.<br />

2.0 A su vez, la Dirección General podría concertar<br />

con los centros psicológicos mencionados la elaboración<br />

de cuestionarios vocacionales, debidamente tipificados<br />

y validados, así como la elaboración de baterías<br />

de aptitud convenientemente estudiadas para la predicción<br />

del éxito en diversos grupos profesionales básicos.<br />

Asimismo, estos centros podrían elaborar, para la Dirección<br />

General, una Guía Ocupacional adecuada,


18 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

donde aparecieran debidamente clasificados y explicados<br />

datos sobre los extremos siguientes: descripción<br />

de carreras y ocupaciones, coste de los estudios respectivos,<br />

afluencia de solicitantes, posibilidades de ingreso<br />

a la vista de los porcentajes de eliminados, salidas de<br />

las carreras, etc., etc.<br />

3.° Por último, la RE<strong>VISTA</strong> <strong>DE</strong> EDUCACIÓN del Ministerio<br />

podría incluir, entre sus trabajos, artículos donde<br />

se difundiera en forma asequible la naturaleza de la<br />

Orientación Profesional, y en los que se sugirieran<br />

modos de organizar el estudio de la cultura ocupacional<br />

en el C. P. U., se presentaran ejemplos, reportajes<br />

de centros de esta índole, etc., etc.<br />

En suma, a través de medidas como las indicadas,<br />

la Dirección General de Enseñanza Media puede contribuir<br />

eficazmente y desde ahora a la futura implantación<br />

sistemática de la Orientación Profesional Preuniversitaria,<br />

tanto por lo que respecta a la preparación<br />

del material de tests, cuestionarios e información<br />

ocupacional relevante, corno por lo que hace referencia<br />

a la difusión de estos problemas y a la ambientación<br />

y participación del profesorado en la solución de<br />

los mismos. Con ello creemos, en un par de años, la<br />

Dirección General contaría con personal, material y<br />

ambiente propicio en los Institutos, factores sin los<br />

cuales es prácticamente imposible llevar a buen término<br />

la importante empresa a que nos referimos. De<br />

momento, y mientras llega esa "plenitud" deseable,<br />

los Institutos podrían, quizá, contar con medios económicos<br />

para remitir a los centros psicológicos y<br />

psiquiátricos competentes aquellos casos individuales<br />

más urgentemente necesitados de consejo o ayuda vocacional.<br />

Para la mayoría de los estudiantes, la difusión<br />

urgente de información ocupacional y una consideración<br />

sensata por parte del profesorado de las notas<br />

de los cursos y de las posibilidades familiares o de<br />

becas, puede bastar de momento, a no ser que el centro<br />

cuente—lo que no es común—con un psicólogo<br />

debidamente preparado que pueda suplir con su experiencia<br />

la falta de normas técnicas.<br />

La ley de 26 de febrero de 1953, en su artículo 83,<br />

estableció el Curso preuniversitario para completar la<br />

formación de los Bachilleres de Grado Superior que<br />

aspiren al ingreso en las Facultades universitarias y en<br />

las Escuelas Superiores. Respecto a su contenido didáctico,<br />

concreta ese mismo artículo: "Todos los alumnos<br />

serán ejercitados en la lectura y comentario de<br />

textos fundamentales de la literatura y el pensamiento...".<br />

Estas líneas sugieren inmediatamente dos apreciaciones:<br />

su novedad y la importancia dada al comentario<br />

de textos. Su novedad, pues en España poco<br />

se había hecho en tal sentido, pese a haber habido<br />

CONCLUSIONES<br />

c) Comentario de Textos<br />

La adecuada orientación de la vida profesional es<br />

fuente de satisfacciones personales, familiares y no en<br />

último término de bienestar social. Está probado, sin<br />

embargo, que un notable porcentaje de los estudiantes<br />

universitarios padecen un período de desorientación<br />

vocacional, que origina conflictos, frustraciones, resentimientos,<br />

complejos de inferioridad y pérdidas económicas<br />

considerables. La Orientación Profesional tiene<br />

por objeto justamente reducir en lo posible ese período<br />

de indeterminación, removiendo los obstáculos que<br />

se oponen a una sana decisión vocacional. Entre éstos,<br />

se cuentan la falta de realismo en el aprecio de las<br />

propias aptitudes, por parte del alumno, la carencia<br />

de intereses ocupacionales definidos, la información<br />

ocupacional deficiente, la tradición, las aspiraciones y<br />

las presiones familiares, el influjo del ambiente, el<br />

prestigio social de algunas ocupaciones y un idealismo<br />

profesional mal entendido. Para detectar tales obstáculos,<br />

el orientador debe contar con baterías de tests,<br />

normas para los diversos grupos profesionales, cuestionarios<br />

de intereses debidamente estudiados, información<br />

ocupacional abundante y organizada, así como<br />

una formación psicológica que le permita reajustar al<br />

orientando y en ciertos casos a su familia, moviéndolos<br />

a una comprensión objetiva de la situación.<br />

En suma, la implantación sistemática de la Orientación<br />

Profesional Preuniversitaria requiere la formación<br />

de personal especializado, la elaboración del material<br />

psicológico indispensable y la creación de un<br />

ambiente propicio entre el profesorado de los Institutos.<br />

En todos los aspectos, la Dirección de Enseñanza<br />

Media podría contribuir decisivamente a través de ciertas<br />

medidas inmediatas.<br />

JOSÉ LUIS PINILLOS<br />

Colaborador del C. S. 1. C. y profesor<br />

de la Escuela de Psicología de la Universidad<br />

de Madrid.<br />

voces que lo reclamasen. Incluso en la ley vigente<br />

de 1953, el Comentario de Textos queda reservado al<br />

Curso preuniversitario, pues el comentario de lecturas<br />

incluido en el cuestionario actual de Lengua y Literatura<br />

tiene otro carácter, exclusivamente linguístico<br />

y literario.<br />

Esta limitación del Comentario de Textos al Preuniversitario<br />

se explica por el carácter experimental<br />

que tiene, como, por lo demás, expuso oralmente el<br />

entonces director general de Enseñanza Media (1).<br />

(I) RE<strong>VISTA</strong> <strong>DE</strong> EDUCACIÓN, núm. 24, pág. 29.


La Orden ministerial de 21 de enero de 1954, que<br />

fijaba los Cuestionarios de Bachillerato, prescindió del<br />

Preuniversitario. En lo que al Comentario de textos<br />

atañe, es de observar que, a pesar de haber sido mencionado<br />

por la ley en primer lugar, durante el curso<br />

académico de 1953-54 no fué realizado en el Preuniversitario.<br />

Por tratarse del primer ensayo, y por estar<br />

ya mediado el curso cuando fué iniciado, en la práctica<br />

se le aligeró de este contenido, que no fui juzgado<br />

en las pruebas finales.<br />

Durante las reuniones sobre el Curso preuniversitario<br />

de la Universidad de Santander, en agosto de 1954,<br />

fui tónica común de los profesores allí reunidos la<br />

preocupación precisamente por el Comentario de Textos;<br />

preocupación en doble sentido. Por considerársele<br />

fundamental, interés; por considerarse insuficiente el<br />

profesorado, miedo. Quizá, como anécdota, sea aleccionador<br />

recordar que en aquellas conversaciones,<br />

mientras que las personalidades oficiales propugnaban<br />

que esta materia dependiera de las Universidades, con<br />

plena autonomía, los profesores privados preferían una<br />

determinación directa por el Ministerio, con valor de<br />

norma general. El problema de la insuficiencia del<br />

profesorado, tónica común para todo el Curso, se agudiza<br />

cuando del Comentario se trata, por no permitir<br />

éste ni rutina ni ligereza de improvisación.<br />

La ponencia presentada sobre este tema en aquellas<br />

reuniones por los señores Läscaris Comneno y Artigas,<br />

publicada en ciclostil, fué punto de partida de numerosas<br />

discusiones, y en parte recogido su texto en las<br />

"Instrucciones" redactadas durante aquella reunión de<br />

educadores. Prácticamente, aquellas instrucciones, sin<br />

valor oficial alguno, son la única orientación existente<br />

en España sobre lo que pueda ser el Comentario de<br />

Textos, más la experiencia de otros países, especialmente<br />

Alemania y Francia.<br />

La ponencia de los señores Láscaris Comneno y<br />

Artigas propugnaba: el comentario, al enfrentar al<br />

alumno con una obra "clásica" (que puede ser contemporánea),<br />

estimula al alumno a poner en juego<br />

toda su personalidad y a elaborar una visión personal<br />

de la cultura; señalaron los defectos inherentes a la<br />

"Antología" y las ventajas que reporta el comentario<br />

de uno o dos textos completos, aunque breves, no exclusivamente<br />

literarios, sino de contenido doctrinal;<br />

terminaron aconsejando la elección de dos obras: una<br />

de Ciencias y otra de Letras, siendo una del mundo<br />

clásico, y otra del medieval-moderno.<br />

Las "Instrucciones" concretaron el tema de la siguiente<br />

forma:<br />

"Señaladas dos obras de corta extensión, una de<br />

contenido científico-cultural y otra de contenido matemático-experimental,<br />

los alumnos, bajo la dirección<br />

de dos profesores del Centro especialmente dedicados<br />

a esta labor, se ejercitarán en la lectura del texto, con<br />

observaciones sobre su contenido doctrinal, su valor<br />

filosófico, histórico y literario, haciendo observaciones<br />

orales ante la clase y por escrito sobre cada uno de<br />

estos aspectos. Si alguna de las obras escogidas resultase<br />

larga, con más de cien páginas, podría suprimirse<br />

algún capítulo de menor interés. En ningún caso podrá<br />

repetirse el comentario del mismo texto dos cursos<br />

seguidos."<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS 19<br />

"Teniendo en cuenta la edad de los alumnos, el carácter<br />

formativo del curso y la u-adición española, habrán<br />

de proponerse únicamente obras de ortodoxia y<br />

moralidad indudables, de carácter formativo y no discutidas<br />

en la actualidad."<br />

"Se aconseja el uso de ediciones bilingües de los<br />

textos escritos originariamente en una de las lenguas<br />

estudiadas por los alumnos."<br />

En el apéndice 4.0, estas "Instrucciones" recogen<br />

un pormenorizado estudio de las posibilidades didácticas<br />

de realizar el comentario (*).<br />

A petición espontánea de los profesores reunidos en<br />

aquellas conversaciones de Santander, se pensó en la<br />

preparación de un número de la RE<strong>VISTA</strong> <strong>DE</strong> EDU-<br />

CACION, en que se estudiasen los problemas didácticos<br />

planteados por el Preuniversitario; es de señalar<br />

que la idea nació, precisamente, en la Comisión encargada<br />

del Comentario de Textos. Las dificultades<br />

que éste encierra no se solucionan con una ley ni con<br />

órdenes; son problemas didácticos, cuya única solución<br />

está en la preparación del profesorado y en que éste<br />

sepa con claridad lo que se espera de él y cómo puede<br />

llevarlo a cabo. La RE<strong>VISTA</strong> <strong>DE</strong> <strong>EDUCACION</strong>, al<br />

preparar el proyecto inicial del número, consideró que<br />

aquellas "Instrucciones" eran la mejor base didáctica<br />

existente para estudiar, en forma pormenorizada, los<br />

problemas planteados por la realización concreta del<br />

Comentario. Ahora bien: cabían dos caminos distintos:<br />

volver a hacer lo que podríamos llamar la "Teoría<br />

del Comentario", o mostrar ejemplos concretos de<br />

Comentarios. El primero, ya se podía considerar suficientemente<br />

explorado en Santander, y con la ventaja<br />

de haberlo sido en forma de cordiales conversa-<br />

(*) Técnica del comentario.—La experiencia aconseja, y lo<br />

ponemos aquí por vía de ejemplo, que el comentario de textos<br />

se realice en la siguiente forma:<br />

a) Ambientación.<br />

h) La lectura del texto por el profesor, procurando que<br />

aquél sea extenso.<br />

c) Lectura del texto por alguno de los alumnos.<br />

d) Explicación de términos y conceptos por el profesor,<br />

comprobando su comprensión con preguntas rápidas y<br />

concretas.<br />

e) Análisis de la forma externa del texto por el profesor<br />

(enlace con lo anterior, estilo, etc.)<br />

Análisis del contenido doctrinal por el profesor en forma<br />

pormenorizada y simultánea con preguntas rápidas.<br />

g) Valoración por el profesor del texto en sí, de su contenido,<br />

de sus significaciones en el contexto, en la época<br />

y en la disciplina.<br />

Redacción por los alumnos en forma breve desarrollando<br />

un resumen -de lo leído y su valoración, unas veces<br />

con el texto delante y otras sin él, y en algunas ocasiones<br />

sobre algún texto no comentado por el profesor,<br />

pero de la misma obra.<br />

i) El resumen del comentario se realizará unas veces a<br />

continuación y otras al día siguiente.<br />

j) Es aconsejable que todos o la mayor parte de los alumnos<br />

dispongan del texto de las dos obras que se comentan,<br />

y que el comentario dure, al menos, tres cuartos<br />

de hora, disponiendo los alumnos de media hora<br />

para hacer el resumen.<br />

Se dedicará otra media hora a que algunos de los alumnos<br />

lean en alta voz, ante la clase, sus respectivos resúmenes,<br />

siempre que el profesor los seleccione en forma<br />

no previsible, aconsejando sobre puntos concretos,<br />

dilucidando dudas que se manifiesten y señalando los<br />

aspectos positivos de los trabajos.<br />

1()


20 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

ciones entre numerosos profesores de los distintos tipos<br />

de Centros; y caso de continuar por él, deberían haberse<br />

solicitado, de personas aisladas, opiniones personales,<br />

perdiéndose entonces el valor de confronte de<br />

experiencias. Además, no es precisamente de "teoría"<br />

a secas de lo que está falta nuestra enseñanza, sino<br />

de aplicaciones concretas de la teoría.<br />

El mostrar ejemplos concretos de comentarios ofrecía<br />

numerosas dificultades: elección de personas, de<br />

obras y del tipo de ejemplificación. Es decir, al no<br />

poderse, en un número de la Revista, incluir una obra<br />

completa con su consiguiente y pormenorizado comentario,<br />

habría de decidirse si el ejemplo a recoger<br />

debía ser como una introducción al comentario detallado<br />

de la obra, o bien elegir un fragmento breve (el<br />

que correspondiese a una clase de hora u hora y media<br />

de duración) y dar el comentario concreto correspondiente.<br />

En esta tesitura, la Revista optó por un criterio<br />

intermedio: seleccionó una lista de unas cincuenta<br />

obras capitales del pensamiento humano nunca exclusivamente<br />

literarias, aunque procurando que en su<br />

mayor parte uniesen un fondo doctrinal y una forma<br />

"clásica", y tratando, igualmente, de que se encontrasen<br />

debidamente proporcionadas las obras de contenido<br />

científico-cultural y científico-matemático-experimental.<br />

Sobre la base de esta relación de obras, se preparó<br />

una relación de posibles "comentaristas", procurando<br />

armonizar dos criterios: I.° El prestigio científico<br />

y la habilidad docente del "comentarista".<br />

2.0 Que estuvieran representados, en forma equilibrada,<br />

profesores de Enseñanza Media y de Enseñanza<br />

Superior, ya que, aunque el Preuniversitario tiene lugar<br />

en Centros de Enseñanza Media y con profesores<br />

de este grado, está dirigido a la Universidad y Escuelas<br />

Especiales, y las pruebas finales son realizadas por<br />

profesores de este grado. Las dificultades para hacer<br />

coincidir ambas listas fueron grandes, ya que a cada<br />

futuro "comentarista" se le debía encargar una obra<br />

de su dedicación e interés. A la solicitud del comentario<br />

se agregó una breve nota explicativa de lo que<br />

la Revista deseaba y de la finalidad perseguida.<br />

Con ello quedaba al arbitrio de los autores el enfoque<br />

específico del Comentario; como los lectores podrán<br />

ver, la variedad es ciertamente grande, pero se<br />

creyó que precisamente esa variedad sería más ilustrativa<br />

que una monótona reiteración formal. Todos<br />

los educadores están de acuerdo en que el Comentario<br />

de Textos es obra personal, que exige riqueza de<br />

sugerencias, y que se debe evitar la repetición memorística<br />

por parte de los alumnos. No se trata de decir:<br />

ahí están los comentarios "definitivos" de la obra en<br />

cuestión, sino simplemente de dar unos ejemplos de<br />

cómo puede ser un comentario, sin dudar de que,<br />

realizados por otro docente, probablemente serían diferentes,<br />

si no en el contenido esencial, sí, al menos,<br />

en la variedad de interpretaciones, en el relieve dado a<br />

puntos interesantes y en los recursos estimativos y<br />

dialécticos empleados para suscitar el interés de los<br />

alumnos.<br />

Un fallo, o al menos deficiencia, que podrán observar<br />

los lectores es la menor representación de textos<br />

comentados de Ciencias. Las "Instrucciones" de Santander,<br />

como hemos dicho, aconsejaban dos textos:<br />

uno de contenido científico-cultural y otro científicomatemático-experimental,<br />

y la Revista procuró acomodarse<br />

a este criterio en las listas redactadas; sin embargo,<br />

se vió en seguida que, mientras que de temas<br />

filosóficos, literarios, históricos, era fácil encontrar colaboradores<br />

que se prestasen a redactar tales comentarios,<br />

en las materias habitualmente llamadas Ciencias<br />

no era tan fácil. No es éste el momento de preguntarnos<br />

el porqué de tal hecho: si escasez de científicos<br />

o mayor indiferencia hacia los problemas didácticos,<br />

falta de tiempo o dificultades inherentes a<br />

alguna disciplina. El hecho es que la dirección de la<br />

Revista se encontró con este obstáculo, que indudablemente<br />

nos lleva a hacernos una reflexión: si se ha tenido<br />

poco éxito al tratar de dar unos ejemplos de este<br />

tipo de práctica docente, mucho menos se tendrá en<br />

la realidad concreta de la enseñanza para incluir en<br />

ella el Comentario de Textos clásicos de ciencias matemáticas<br />

o experimentales. Y lo curioso es que en las<br />

reuniones de Santander hubo unanimidad—y no sólo<br />

entre los científicos puros—acerca de la necesidad de<br />

introducir esta clase de obras, y todos aquellos profesores<br />

a quienes nos hemos dirigido, aunque no hayan<br />

podido aceptar nuestra invitación, han estado de acuerdo<br />

en la importancia de este extremo.<br />

Una nota común, que podrán observar los lectores,<br />

es el deseo de fijar la atención predominantemente<br />

en el contenido de los textos y ello incluso cuando<br />

los autores son profesores de Literatura o Filología.<br />

El análisis estilístico es muy importante, pero no debe<br />

ser exclusivo, pues en tal caso no se trata de un verdadero<br />

comentario. Los señores Magariños, Hernández<br />

Vista y Maldonado de Guevara dan un ejemplo<br />

de cómo ei comentario completo emplea la Estilística<br />

y la Filología como instrumentos para la última comprensión<br />

del texto. Los señores Alvarez de Miranda y<br />

Aran guren muestran el profundo contenido de obras<br />

formalmente pertenecientes a la historia de la Literatura.<br />

Otros autores prescinden radicalmente de la forma<br />

para dirigirse exclusivamente al contenido doctrinal,<br />

pues se trata de obras que literalmente carecen de<br />

valor, a no ser el de la exactitud expresiva.<br />

Las diferencias de método son grandes: desde la<br />

elección de un breve pasaje que se comenta minuciosamente<br />

a tomar la obra en bloque y realizar una verdadera<br />

introducción a su posterior estudio. Sin embargo<br />

(y siguiendo un tipo de comentario recomendado<br />

en la ponencia de Santander), se encargó como<br />

experiencia el comentario de una misma obra a dos<br />

personas: el Libro I de las Confesiones de San Agustín<br />

a los señores HernándezVista y Láscaris Comneno.<br />

Sin previo acuerdo, ambos profesores fueron a<br />

elegir, dentro del Libro, el mismo texto para realizar<br />

la ejemplificación, y por caminos tan distintos como<br />

son el análisis filológico y el filosófico, llegan a conclusiones<br />

semejantes, como el lector podrá apreciar.<br />

Esta experiencia ha venido a corroborar el valor extraordinario<br />

que tendría el que un Centro eligiera una<br />

obra, encomendando su comentario a todos los profesores<br />

de materias relacionadas, cada uno desde su<br />

punto de vista.<br />

En todo momento, la pauta que ha guiado a todos<br />

los colaboradores ha sido la de mostrar en concreto<br />

algo de "lo que hay que decir" para desentreñar ante<br />

un grupo de adolescentes de dieciséis o diciesiete años


un texto fundamental. El porqué de ello es el porqué<br />

mismo del Curso preuniversitario: al año siguiente<br />

esos mismos adolescentes tendrán que realizar esa tarea,<br />

por sí mismos, solos, no con uno o dos textos, sino<br />

con todas las obras que su formación universitaria les<br />

exigirá leer. No hablemos ya de las explicaciones de<br />

los profesores universitarios y de las notas de clase, ni<br />

tan siquiera de los libros de texto, caso de que los<br />

hayan de sufrir, sino de las "obras de consulta", que<br />

los bachilleres del pasado plan no sabían consultar.<br />

Un universitario ha de estar habituado a tomar posición<br />

ante las obras que lee, a exprimir sus ideas centrales<br />

y a dibujar su esquema riguroso. Es más, si no<br />

está acostumbrado a hacerlo no encontrará placer en<br />

leer libros que exijan pensar; y si se limita a leer libros<br />

que no exijan pensar sólo será universitario de<br />

nombre.<br />

Por ello, hay una diferencia notoria entre la técnica<br />

de comentario de las épocas helenística y medieval y<br />

la de nuestro tiempo. En aquellas épocas, el comentario<br />

de la obra era la manera de adquirir todos los conocimientos<br />

necesarios al hombre culto para el ejercicio<br />

de una profesión. El profesor comentaba el Timeo<br />

o las obras de Hipócrates, y los alumnos aprendían de<br />

memoria el texto y el comentario; el saber se hallaba<br />

circunscrito a límites estrechos y podía ser aprendido<br />

en esa forma. Más tarde es el comentario a las Sentencias<br />

de Pedro Lombardo el que vendrá a desempeñar<br />

esa función, con los comentarios a Aristóteles;<br />

luego, Vitoria sustituirá el comentario de Lombardo<br />

por el de Santo Tomás, autor más idóneo por su mayor<br />

modernidad. Hoy esa misión es, o debe ser, realizada<br />

no por un comentario concreto, sino por el Bachillerato<br />

entero, con métodos didácticos diferentes.<br />

Todo él es, funcionalmente, "Comentario de Textos",<br />

ordenado a dar al adolescente el saber de nuestra época.<br />

Pero lo que hoy debe proporcionar la práctica educativa<br />

de que tratamos es algo muy distinto de lo que<br />

proporcionaba en la Antigüedad o en la Edad Media:<br />

no tanto el saber como el saber leer.<br />

El alumno que, guiado por el profesor, ha "vivido"<br />

un par de obras fundamentales, está educado<br />

para vivir en adelante las que la necesidad<br />

profesional o el buen gusto le pongan en las manos.<br />

Lo indudable es que no hay posibilidad de<br />

elegir ni una ni dos obras que den al alumno el acopio<br />

del saber humano. Si se buscase esto, sería baldío<br />

el Comentario y valdría más suprimir el Preuniversitario.<br />

Ya se ha repetido mucho que se trata de educar,<br />

no de enseñar, aunque haya que educar enseñando; lo<br />

importante de estos Comentarios no será lo aprendido,<br />

sino lo que quede tras haber olvidado lo aprendido,<br />

es decir, los hábitos. Y bien sabido es que toda educación<br />

está siempre colocada ante un dilema: o logra<br />

inculcar hábitos, o fracasa. Para ello, el primer requi-<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS 21<br />

sito es que los tenga el profesor, nunca mejor llamado<br />

que en esta ocasión maestro; y luego, que domine el<br />

arte de hacerlos nacer en el educando. Como se dice<br />

más adelante: "el desarrollo por el profesor no viene<br />

a ser sino un aliciente, un estimulador, un ejemplo,<br />

de los que después han de hacer los alumnos; el comentario<br />

nacería muerto si los alumnos repitiesen el<br />

del profesor". Y este punto es muy importante, tanto<br />

que podrá dar vigor al Preuniversitario o deformarlo<br />

de raíz según sean las pruebas finales. Si éstas consisten<br />

en que los examinandos "comenten" el mismo<br />

texto que han visto durante el curso, entonces vendrá<br />

inmediatamente el memorismo; los Centros, con todas<br />

las dignas excepciones que se quiera, tenderán<br />

automáticatnente a preparar sus alumnos para el examen,<br />

repitiéndose la deformación que se dió con el<br />

pasado Examen de Reválida. Es necesario que la prueba<br />

final consista en que los alumnos comenten un texto<br />

diferente del que han visto. La valoración de la<br />

prueba no ha de consistir en medir lo que el examinando<br />

sabe, sino en apreciar si sabe "leer" un texto;<br />

y también si sabe "leer" improvisadamente un texto.<br />

Todo lo demás, falsea la prueba. Si el examen versa<br />

sobre el texto leído durante el curso obtendrán calificaciones<br />

óptimas los "memoriones" de retentiva desarrollada,<br />

cuyos profesores les hayan dictado (pues en<br />

eso terminaría el Comentario) mejores apuntes.<br />

Los textos a comentar han de tener actualidad. Eso<br />

no quiere decir que hayan sido escritos en nuestro<br />

siglo necesariamente. Basta, para que tengan actualidad,<br />

con que sean "clásicos" en la historia del pensamiento,<br />

y tan clásico es el Libro de Job, como Santo<br />

Tomás, o Goethe, o Henri Poincaré; lo que se llama<br />

"obras eternas", cuyo interés es universal y cuyo conocimiento<br />

se exige a quien quiera considerarse hombre<br />

culto. Y ¿llamaremos hombre culto a quien sepa<br />

una, o dos, o tres, de memoria? ¿O a quien sepa asimilarlas<br />

a su acervo cultural?<br />

Respecto a la técnica del comentario, nos limitamos<br />

a remitir al lector al citado apéndice 4. 0 de las "Instrucciones"<br />

de Santander, y muy _especialmente a la<br />

introducción al comentario de una obra de Claude<br />

Bernard, que páginas más adelante desarrolla don Pedro<br />

Laja Entralgo. Previendo una posible objeción a<br />

algunos de los Comentarios que se dan a continuación,<br />

haremos observar, finalmente, que muchas veces<br />

una frase resulta difícil, abstracta, cuando se nos da<br />

impresa, por faltarle ese cálido aliento vivificador<br />

que es la palabra. Un comentario auténtico ha de ser<br />

oral, para que a su vez no precise de un comentario<br />

que lo explique. Con esta dificultad han luchado los<br />

colaboradores de la Revista y habrán de ser los lectores<br />

quienes la subsanen.<br />

R. <strong>DE</strong> E.


22 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

El "Libro de Job", comentado por Fray Luis de León<br />

Las páginas siguientes sólo pretenden ofrecer una<br />

sugerencia: la de cómo es posible poner a los alumnos<br />

en contacto con la Biblia. Para ello se elige no sólo la<br />

lectura de uno de sus libros más ricos desde los aspectos<br />

teológico y literario, sino el comentario paralelo de<br />

un escriturista clásico español: Fray Luis de León. Su<br />

condición de sabio hebraista y exegeta profundo, unida<br />

a su calidad de gran poeta y modelo de prosistas, parece<br />

aconsejar como fructuosa en más de un sentido la<br />

lectura del Libro de Job (o de algunos de sus pasajes<br />

más significativos), seguida del comentario de Fray<br />

Luis. Los párrafos siguientes sólo aspiran a mostrar<br />

algunos aspectos del Libro de Job, que el docente puede<br />

desarrollar con mucha mayor amplitud.<br />

I. El "Libro de Job" y su inserción en la Biblia.—<br />

El Libro de Job es uno de los más profundos y también<br />

uno de los más bellos de todo el Antiguo Testamento.<br />

Forma parte del grupo de los llamados libros<br />

sapienciales, que también se denominan, por su peculiar<br />

contenido, libros poéticos y didácticos. Y dentro<br />

de este grupo, el Libro de Job posee las siguientes características:<br />

1.a Está escrito casi todo él en verso, salvo<br />

una breve introducción y otro epílogo redactados en<br />

prosa. 2.a Fué compuesto en una fecha difícil de fijar<br />

con exactitud, pero en todo caso hacia principios del<br />

siglo y antes de Jesucristo. 3.a No conocemos el nombre<br />

de su autor, pero las modalidades de la obra demuestran<br />

que fué un hebreo, de Palestina, e incluso<br />

un hebreo culto que había viajado por el Oriente, y<br />

sobre todo que era hombre dotado de intenso genio<br />

poético y de vibrante sensibilidad para ver las maravillas<br />

de la Naturaleza.<br />

Estas y otras particularidades de la obra del Libro<br />

de Job, que se pueden observar a lo largo de sus<br />

cuarenta y dos capítulos, se refieren a él en tanto que<br />

monumento literario de la antigüedad. Pero, sin perjuicio<br />

de todo esto, el Libro de Job, como los otros<br />

del Antiguo Testamento aceptados por la Iglesia como<br />

canónicos, es un libro divinamente inspirado. Esto es<br />

lo que hace de él, corno de todos los restantes de la<br />

Biblia una obra teológicamente diferente e irreducible<br />

a todo otro documento literario. Contiene doctrinas<br />

inspiradas por el Espíritu Santo a un hombre, en este<br />

caso al autor del libro. Toda la Biblia es fruto, pues,<br />

de esa misteriosa colaboración entre dos autores: autores,<br />

claro está, de muy diversa categoría, como ya puntualiza<br />

Santo Tomás de Aquino diciendo: "auctorprincipalis<br />

sanctae scripturae est Spiritus Sanctus: horno<br />

autem fuit auctor instrumentalis."<br />

En esta especie de colaboración consiste la inspiración:<br />

un impulso sobrenatural con el que el Espíritu<br />

Santo ha inducido al sagrado escritor a escribir y le ha<br />

asistido durante su tarea. Ese impulso afecta a la inteligencia<br />

y a la voluntad del escritor, erigiéndole en<br />

vehículo de la palabra divina, pero sin anular su per-<br />

sonalidad, sin dejarle reducido a un mero amanuense.<br />

Por eso en la Biblia hay, además de la doctrina divinamente<br />

inspirada y conviviendo con ella, toda una<br />

serie de elementos que reflejan la época y la mentalidad<br />

del escritor, su personalidad, su estilo, su cultura,<br />

su temperamento, etc.<br />

II. La "Exposición del Libro de Job", de Fray Luis<br />

de León.—E1 contenido principal de la Biblia es, pues,<br />

el teológico, pero incluso para captarlo mejor conviene<br />

acercarse lo más posible a la letra y al espíritu del<br />

texto original hebreo. Es lo que han hecho siempre<br />

los grandes escrituristas, y lo que hizo entre otros nuestro<br />

Fray Luis de León, profesor de hebreo en la gloriosa<br />

Universidad de Salamanca. Su Exposición del<br />

Libro de Job fué escrita por él a petición de una amiga<br />

de Santa Teresa, la venerable Ana de Jesús. Consiste<br />

en una traducción del sagrado texto, acomodada<br />

a la Vulgata y seguida de comentarios. Cada capítulo<br />

del Libro de Job es objeto de la reflexión de Fray<br />

Luis, y al final de cada uno de ellos añade una paráfrasis<br />

en tercetos. La obra de Fray Luis quedó incompleta,<br />

pero aun así constituye el mejor comentario en<br />

lengua española al Libro de Job.<br />

Y ello no sólo por el saber lingüístico y teológico de<br />

Fray Luis: también por su condición de poeta, que<br />

interpreta a otro gran poeta e incluso por su experiencia<br />

de hombre que sufrió, como Job, duras calamidades<br />

y supo soportarlas con excepcional nobleza de<br />

ánimo.<br />

1<br />

III. Estructura del "Libro de Job".—Los cuarenta<br />

y dos capítulos en que se divide el Libro de Job se<br />

pueden reducir al esquema siguiente:<br />

1.0 Prólogo en prosa.—Comprende los capítulos 1<br />

y 2, y consiste en una narración: la de las desdichas<br />

que caen sobre Job, varón justo, íntegro y temeroso<br />

de Dios. Sus inmensas riquezas, primero, sus hijos,<br />

después, y por fin su propia salud le son arrebatados<br />

por permisión divina a instancias del demonio. Con el<br />

cuerpo lleno de úlceras y el alma acongojada, Job se<br />

retira a un lugar apartado.<br />

2.0 Diálogo en verso.—Comprende los capítulos 3,<br />

hasta el 41, es decir, la casi totalidad del libro. Es un<br />

largo diálogo que expresa las reflexiones de Job y de<br />

los amigos que vienen a consolarle. Estas reflexiones<br />

versan sobre la infelicidad humana, sobre la Providencia<br />

divina, que parece castigar injustamente al inocente,<br />

sobre si la retribución por nuestras obras se nos da<br />

en esta vida, sobre el verdadero sentido de la sabiduríi,<br />

etc. Entre Job y sus amigos hay divergencia de<br />

opinión y graves perplejidades acerca de estos problemas<br />

teológicos. Por eso el propio Yahveh aparecerá<br />

entre los dialogantes y su sublime palabra les convencerá<br />

de lo grandioso de la creación, de la pequeñez<br />

del hombre, de la deficiencia del humano saber frente


a la divina sabiduría y de cómo los designios de Dios<br />

son inescrutables. Ante esta manifestación o teofanía<br />

de Yahveh, Job rendirá su mente acatando a la divina<br />

Providencia. Las últimas palabras de todo el diálogo<br />

en verso serán las de Job, que dirá: "Traté, sin comprender,<br />

de maravillas superiores a mí, que no conocía."<br />

Esta parte en verso del libro es, sin duda, la más<br />

importante, y no sólo por su mayor extensión. Constituye<br />

la medula misma del Libro de fob como obra<br />

sapiencial y didáctica, concentra en sí casi toda la sustancia<br />

teológica y toda la belleza literaria que los críticos<br />

han admirado siempre en el Libro de lob.<br />

3.° Epílogo en prosa.—E1 último capítulo del Libro<br />

de fob vuelve a narrar, de nuevo en prosa, el desenlace<br />

de las desdichas sufridas por el patriarca. El Señor<br />

alaba su conducta, le devuelve con creces los bienes<br />

arrebatados y le colma de años.<br />

1.V. Ambiente de la vida de fob.—E1 Libro de fob<br />

parece escrito hacia principios del siglo y antes de Jesucristo,<br />

pero lo que en él se narra versa sobre una<br />

época varios siglos anterior: la época de los patriarcas.<br />

Job había sido un patriarca justo y bueno, y la historia<br />

de su tribulación se había transmitido, probablemente<br />

por tradición oral, antes de la redacción del Libro de<br />

Job. Ya desde los primeros capítulos hallamos datos<br />

que reflejan el modo de vida de los antiguos israelitas,<br />

y en especial de los patriarcas: riqueza esencialmente<br />

ganadera, con miles de ovejas y de camellos,<br />

abundante servidumbre y familia numerosa; bienes<br />

siempre expuestos a las despredaciones y "razzias" de<br />

los pueblos vecinos que roban el ganado y pasan a<br />

cuchillo a los guardianes. Tal fué durante siglos la<br />

vida de los pequeños pueblos del antiguo Oriente, como<br />

el hebreo, que sólo en períodos relativamente breves<br />

gozaron de seguridad, independencia y sólida organización<br />

política. Por el contexto se ve que el escenario<br />

donde está situada la vida de Job no es ciudadano, sino<br />

rural y patriarcal.<br />

V. Carácter de lob.—Ya el prólogo, en prosa, refleja<br />

la virtud que hizo a Job proverbial: su paciencia<br />

ante la feroz sucesión de calamidades. Pero esta imagen<br />

inmutable, y en cierto modo pasiva del Job que<br />

todo lo soporta sin pestañear, adquiere en el diálogo<br />

poético perfiles nuevos y hondos. Job se lamentará<br />

acerbamente e incluso hay momentos en que profiere<br />

palabras impacientes. Job es humano, y además de no<br />

ser insensible al dolor que amarga su corazón, experimenta<br />

otro tormento aún más cruel: él, que ha sido<br />

justo ante el Señor, se ve tratado por El como "una<br />

bestia feroz", mientras muchos malvados no sufren ningún<br />

castigo y, en cambio, son colmados de prosperidad.<br />

Es ésta la justicia divina? La mente de Job se<br />

esfuerza en comprender, pero todo es en vano. De<br />

ahí su impaciencia, que cabría llamar teológica: el pensamiento<br />

de que Dios pueda o no ser justo es lo que<br />

más lacera el ánimo de Job; de sus mismas llagas<br />

corporales no se lamentará tanto. Más adentro v más<br />

hondamente que la paciencia y que la impaciencia de<br />

Job resplandece aquí otra actitud: lo que la Biblia<br />

llama zelus domus tuae: a Job le devora un teológico<br />

celo de la evidenciación de los atributos de Dios, bondad,<br />

providencia y justicia.<br />

COHENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.-EL "LIBRO <strong>DE</strong> JOB" 23<br />

VI. Religiosidad de lob.—Ya esto nos pone en la<br />

pista del rasgo primordial de la personalidad de Job,<br />

su hondisima religiosidad. Los otros méritos suyos—caridad,<br />

justicia, pureza, paciencia, etc.—aparecen como<br />

virtudes en cierto modo secundarias y derivadas de su<br />

religiosidad misma. El propio Dios le alaba como religioso<br />

(1, 8; 2, 3) y Satán mismo lo reconoce paladinamente<br />

(1, 9), aunque sugiere la maligna hipótesis<br />

de que su religiosidad se disipará en cuanto Dios atente<br />

contra sus bienes, sus hijos y su salud.<br />

La fórmula expresiva de esta religiosidad es la tradicional:<br />

Job era temeroso de Dios. Y este "temor de<br />

Dios" expresa tan justamente la esencia misma de su<br />

religiosidad, que en el Libro de lob la palabra misma<br />

"temor"—que la versión griega de los Setenta traduce<br />

por fóbos, y la Vulgata latina, de San Jerónimo, por<br />

ti?» or—podrá significar por sí sola tanto la interior<br />

actitud religiosa del patriarca (4, 6), como la práctica<br />

de sus deberes religiosos (15, 4 y 7; 22, 4). En el marco<br />

del Antiguo Testamento la religiosidad de Job resplandece<br />

como perfecta. Antes de la venida de Cristo,<br />

portador de la Redención y mensajero de una doctrina<br />

de amor, raros israelitas ofrecen tan alto ejemplo de<br />

religiosidad como el patriarca Job.<br />

VII. La discusión entre Job y sus amigos.—E1 eje<br />

del Libro de fob lo constituye una disquisición de carácter<br />

teológico entre Job y sus tres amigos, Elifaz,<br />

Bildad y Sofar, a los que se agrega luego Elihú. Los<br />

amigos de Job defienden monótonamente la tesis tradicional<br />

en Israel acerca de la retribución divina. Dios,<br />

dicen, castiga o premia en esta vida, y retribu ye a la<br />

virtud con la felicidad y a la maldad con la desdicha.<br />

Si, por tanto, Job se ve acosado por la desgracia, ello<br />

se debe a que ha incurrido en maldad ante Yahveh. La<br />

pérdida de sus bienes, la aniquilación de sus hijos y<br />

todas las úlceras de su cuerpo no son, según ellos, sino<br />

el castigo de algún pecado cometido por él. La culpa<br />

humana provoca de una manera inmediata y en cierto<br />

mcdo automática la sanción divina.<br />

Contra esta tesis de la retribución inmediata, Job<br />

argumentará con vehemencia, poniendo de relieve su<br />

falsedad. Es falso—dice—que en esta vida el bienestar<br />

y la felicidad sean necesariamente síntomas de virtud<br />

y que la desgracia sea fruto de la maldad y del pecado.<br />

Por el contrario, dice Job, hay que rendirse ante<br />

la evidencia de que muchas veces la maldad triunfa<br />

y el pecador prospera, mientras, en cambio, la virtud<br />

aparece sojuzgada y el inocente sufre. La justicia divina,<br />

pues, no se ejerce en esta vida en esa forma material<br />

ni de una manera inmediata. Es mezquinamente<br />

humana esa interpretación que sus amigos, representantes<br />

de la sabiduría de Israel , pretenden dar de la<br />

justicia y de la providencia de Dios. Vale más reconocer<br />

la humana ignorancia acerca de los misteriosos<br />

designios divinos, incomprensibles para la mente de<br />

los mortales.<br />

Esa invencible ignorancia hace aflorar a los labios<br />

de Job las más doloridas expresiones acerca de la inanidad<br />

del humano saber. El capítulo 28, que en cierto<br />

modo contiene el nudo ideológico de todo el poema,<br />

es una elegía conmovedora que culmina en esta desesperanzada<br />

interrogación de Job: "Pero la sabiduría<br />

dónde se encuentra, y cuál es el lugar de la inteligencia?<br />

No conoce el hombre su venero ni se halla


24 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

en la tierra de los mortales". Y el útlimo verso de este<br />

capítulo identificará la verdadera sabiduría con la religiosidad,<br />

y la verdadera inteligencia con la perfección<br />

ética: "El temor de Adonay es la sabiduría; y<br />

apartarse del mal, la inteligencia."<br />

VIII. El "Libro de Job" y la revelación progresiva.<br />

En cl Libro de Job no se desarrolla la idea de la retribución<br />

futura (por oposición a la creencia tradicional<br />

acerca de la retribución inmediata), que sólo tendrá su<br />

plena enunciación dentro del Cristianismo. Por tanto,<br />

la solución al problema teológico suscitado en el Libro<br />

de Job queda más bien diferida que resuelta, aunque<br />

ya el libro muestra cómo la justicia de Dios habrá<br />

algún día de ejercerse—de lo cual el propio Job tenía<br />

clara conciencia: (19, 25 y siguientes)—y aunque muestra<br />

que en todo caso esa justicia no puede estar sometida<br />

a los criterios humanos.<br />

Esa dilación a la solución del problema teológico<br />

formulado en el Libro de Job está en relación con el<br />

modo con que la divina revelación se opera en el Antiguo<br />

Testamento, a saber, de una manera progresiva.<br />

Las diversas verdades fueron manifestadas en diversos<br />

momentos del tiempo, y el vehículo de esa revelación<br />

fueron, en cada caso, las obras de los patriarcas, de los<br />

profetas y, en definitiva, de los hagiógrafos o escritores<br />

sagrados del Antiguo Testamento. La revelación del<br />

Antiguo Testamento es, pues, parcial, y fue completada<br />

per el Mesías, que en las páginas del Antiguo Testamento<br />

está incesantemente anunciado.<br />

De ahí que varias cuestiones teológicas no se hallen<br />

suficientemente aclaradas en el Antiguo Testamento,<br />

y de ahí el valor definitivo del Nuevo Testamento<br />

como culminación de la doctrina revelada. Así, por<br />

ejemplo, en lo referente a la relación entre pecado y<br />

enfermedad: la doctrina tradicional en Israel supone<br />

que la enfermedad es una consecuencia directa del pecado,<br />

por lo que los amigos de Job no cesan de recriminarle<br />

como pecador, pues interpretan sus terribles<br />

úlceras como la muestra de que su alma está empecatada.<br />

Y semejante concepción perdurará en Israel incluso<br />

después de escrito el Libro de Job, como lo demuestra<br />

la mentalidad de los propios discípulos de<br />

Cristo, que frente al ciego de nacimiento preguntaban:<br />

"Maestro, quién ha pecado para que este hombre<br />

haya nacido ciego: él o sus padres?" La respuesta de<br />

Jesucristo: "Ni él ni sus padres han pecado, sino que<br />

su enfermedad es para que las obras de Dios sean en<br />

el manifiestas", resuelve definitivamente una de las<br />

disquisiciones planteadas en Libro de Job, y expresa de<br />

manera taxativa la omnímoda providencia de Dios y<br />

del plan divino como principio a la luz, de las cuales<br />

hay que entender la existencia de la desdicha, del dolor<br />

y de la enfermedad corno realidades que se ciernen<br />

sobre el hombre.<br />

IX. Los nombres de la divinidad en el "Libro de<br />

Job".—A lo largo de las páginas del Libro de Job se<br />

observará que ei nombre de Dios ostenta formas diversas,<br />

tales como Eloah, Elohim, Sadday, Adonay y<br />

Yahveh. Se trata siempre, como es obvio, del Dios<br />

único, cuyas diversas denominaciones nos remiten a<br />

diversos momentos de la historia religiosa de Israel.<br />

En tal sentido, la denominación mis antigua para<br />

designar a la divinidad fué en hebreo El, de una raíz<br />

conocida y usada con análogo valor religioso en las<br />

diversas lenguas semíticas, y cuyo significado radical<br />

era "el ser fuerte". De esa raíz originaria se formarán<br />

los nombres de Elohim y Eloah, que el Libro de Job<br />

emplea indistintamente: Elohim, que gramaticalmente<br />

es un plural, tiene el valor de una forma secundaria<br />

y enfática de El, y en cuanto a Eloah es una forma<br />

poética derivada de la misma raíz.<br />

El nombre de Sadday se usó originariamente como<br />

adjetivo añadido a El y cualifica a Dios como "Todopoderoso"<br />

(la versión griega de los Setenta lo traduce<br />

por Pantokrator, y la Vulgata, por Omnipotens). Por<br />

lo que respecta a Adonay, trátase de otra denominación<br />

genérica de la divinidad usada también en otras<br />

lenguas semíticas—la cananea, por ejemplo—traducible<br />

como "Señor", con un matiz mayestático de "dueño"<br />

o "rey".<br />

Por último, en el Libro de Job aparece el nombre<br />

de Yahveh, e incluso cuando al final del poema Dios<br />

interviene en el diálogo de Job y sus amigos, el sagrado<br />

texto le da el nombre de Yahveh, es decir, el nombre<br />

del propio Dios revelado a Moisés en el Sinaí<br />

como nombre propio, y que los israelitas tomaron como<br />

sagrado e inefable del verbo que en hebreo significa<br />

"ser" y equivale, por tanto, a "él es", dado que el<br />

propio Dios había revelado a Moisés su nombre, diciéndole:<br />

"Yo soy el que soy." El pueblo elegido había<br />

de denominar a su Dios con el nombre que El mismo<br />

se daba, esto es, "El que es", en hebreo yahtveh. Como<br />

es sabido, este nombre personal del Dios de los israelitas,<br />

Yahveh, dejó de pronunciarse en tiempos más<br />

tardíos por reverencia, pero seguía escribiéndose<br />

(YHVH en la antigua escritura hebrea consonántica),<br />

de manera que cuando se hallaba en la lectura se<br />

sustituía por "Señor" (Adonay). Cuando, en tiempos<br />

ya cristianos, a la escritura hebrea consonántica se le<br />

añadieron las vocales, al nombre de Yahveh le fueron<br />

añadidas, no sus vocales hebreas originarias, sino las<br />

de Adonay. Esta confusión dió origen al nombre híbrido<br />

y moderno de Jehová, que todavía suele verse en<br />

algunas viejas ediciones de la Biblia y que no es sino<br />

una forma bárbara del hebraico Yahweh.<br />

X. El genio de la lengua hebrea.—Cuando se lee<br />

el Antiguo Testamento, y sobre todo cuando se manejan<br />

las traducciones directas del texto original, conviene<br />

tener presente cuál es el genio particular de la lengua<br />

hebrea, tan distinto del que resplandece en las lenguas<br />

clásicas—griego y latín—o en las modernas lenguas<br />

de cultura pertenecientes todas ellas a una gran<br />

familia lingüística: la indoeuropea, que difiere de las<br />

semíticas en general y de la hebrea en particular. Por<br />

todo ello, el lenguaje bíblico resulta a veces exótico y<br />

difícil, abundante en un tipo de construcciones que<br />

difieren de las nuestras.<br />

Desde el punto de vista de la expresión, lo que ca<br />

racteriza al hebreo es la escasa aptitud para la matización<br />

y el análisis del pensamiento. Su sintaxis es pobre<br />

en formas de coordinación y hasta en conjunciones que<br />

no sean las meramente copulativas. Consecuencia de<br />

esta penuria es que las proposiciones de tipo subordinado,<br />

tan usuales en nuestras lenguas, sean más escasas<br />

en ei hebreo, y sobre todo que posean un valor muchas<br />

veces impreciso. La Yuxtaposición, en cambio, domina<br />

en su estructura sintáctica, pero semejante pro-


cedimiento constructivo se presta poco a la articulación<br />

lógica de los períodos y a su matización. El hebreo,<br />

en una palabra, es una lengua relativamente poco<br />

apta para la precisión del discurso analítico y está dotada<br />

de pocos recursos para la especulación. Para darse<br />

cuenta de ello basta comparar un fragmento cualquiera<br />

de prosa hebiaica con otro griego o latino.<br />

A cambio de esto, la lengua hebrea es rica y sabia<br />

en procedimientos expresivos de gran intensidad afectiva.<br />

La reiteración, el énfasis, la gravedad, le prestan<br />

admirables recursos para la disquisición ética y para<br />

la elevación patética. A todo ello hay que añadir, además,<br />

en el caso de los libros en verso, como lo es casi<br />

totalmente el de Job, el singular clima literario de la<br />

poesía hebraica.<br />

X/. Elementos poéticos del "Libro de Job".—La<br />

poesía bíblica en general está dominada por una especie<br />

de principio estilístico. llamado paralelismo, que consiste<br />

en una disposición simétrica del pensamiento contenido<br />

en el verso, de tal manera que su segunda parte<br />

repita, bien en forma sinónima o bien en forma<br />

antitética, el sentido y aun la forma de la primera<br />

parte. Se trata, pues, de una andadura poética, que es<br />

mentalmente reiterativa, y que rítmicamente propende<br />

hacia una especie de balanceo o movimiento de tipo<br />

binario. Véase, por ejemplo, el primer verso del Libro<br />

de Job, con el que el protagonista expresa en forma<br />

dual y simétrica la misma exclamación, que en este<br />

caso será una aguda execración de su nacimiento<br />

(3, 3):<br />

Pereciera el día en que yo había de nacer<br />

Y la noche que dijo: "un varón ha sido concebido".<br />

Otro rasgo frecuente en la poesía hebraica es la ampliación<br />

enfática y reiterativa por la cual toda una<br />

serie de versos producen el efecto poético merced a<br />

una acumulación de expresiones incisivas. Véase también<br />

como ejemplo de esto, en el primer capítulo poético<br />

del Libro de Job, la secuencia de imprecaciones<br />

análogas, todas de idéntico valor conceptual, con que<br />

Jcb maldice el día en que nació:<br />

Pereciera el día en que yo había de nacer<br />

Y la noche que dijo: "un varón ha sido concebido".<br />

Fuera tinieblas aquel día,<br />

INTRODUCCIÓN AL DIÁLOGO<br />

I. Platón.—Platón es el discípulo de Sócrates y<br />

maestro de Aristóteles. Se halla, pues, en el centro<br />

de la filosofía griega: él es el eje de la gran triada<br />

Sócrates-Platón-Aristóteles y uno de los más geniales<br />

filósofos de todos los tiempos. Al revés que su maestro<br />

Sócrates, que no dejó nada escrito, Platón escribió<br />

mucho. A diferencia de su discípulo Aristóteles, cuya<br />

obra no contiene gran valor artístico, la de Platón<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS. --PLAT6N 25<br />

Comentario al "Fedón" de Platón<br />

No se cuidara Eloah de el desde lo alto<br />

Ni brillara sobre el la luz.<br />

Ensucidranlo tinieblas y sombra,<br />

Tendieranse sobre a nubes<br />

Conturbáranlo eclipses de luz.<br />

Apoderdrase la oscuridad de aquella noche.<br />

No se uniera a los días del atio,<br />

No entrara en el cómputo de los meses.<br />

Otro rasgo característico de la poesía hebraica, la<br />

riqueza para el apóstrofe y la imprecación, se manifiesta<br />

en estos mismos versos y en todos los de ese capítulo,<br />

a través de los cuales Job evoca como funesto el<br />

seno que le engendré, y lamenta, de múltiples maneras,<br />

su venida a la vida.<br />

Por otra parte, el uso constante de la metáfora, los<br />

giros de gran esplendor imaginativo, la personificación<br />

de los objetos y seres naturales, confieren a la<br />

poesía bíblica esa ampulosidad radiante que es patrimonio<br />

de las literaturas orientales. Todo ello alcanza<br />

grados de especial perfección y vehemencia en el Libro<br />

de Job, que, además, revela en su autor una rara<br />

sensibilidad para captar y expresar los espectáculos y<br />

fenómenos de la Naturaleza. Son famosas, a este respecto,<br />

descripciones como las que en él se hacen del<br />

caballo de batalla o de animales exóticos en Israel,<br />

como el llamado behemos (hipopótamo) y el leviatán<br />

(cocodrilo), y de los prodigios de la Naturaleza evocados<br />

por el propio Yahveh en el grandioso discurso<br />

teofánico que ocupa los capítulos 38 a 41.<br />

ANGEL ALVAREZ MIRANDA<br />

Catedrático de Historia de las Religiones<br />

de la Universidad de Madrid.<br />

BIBLIOGRAFIA ESENCIAL<br />

Para el texto del Libro de lob, úsese la Sagrada Biblia, edición<br />

de Bover y Cantera. La Exposición del libro de lob, de Fray<br />

Luis de León, está entre las obras de este autor en el volumen<br />

correspondiente de la "Biblioteca de Autores Españoles".<br />

Pueden verse, además, para varios otros aspectos:<br />

E. Dhorme: Le livre de Job. París, 1926.<br />

G. Ricciotti: Historia de Israel. Barcelona, 1949.<br />

A. Alvarez de Miranda: lob y Promete° o religión e irreligión,<br />

en "Anthologica annua", 2. Roma, 1954 ,<br />

revela, además de profundidad filosófica, un gran talento<br />

literario.<br />

Platón interesa, pues, también a la historia de la<br />

literatura. En su juventud comenzó dedicándose a la<br />

poesía dramática. Parece que escribió alguna tragedia,<br />

y sin duda aspiraba a triunfar literariamente en<br />

Atenas como sucesor de S6focles y Eurípides. Pero<br />

un día conoce a Sócrates, el hombre que enseñaba<br />

por calles y plazas, y queda subyugado por la personalidad<br />

del maestro. Se narra que al conocer a Só-


26 c. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

crates el joven Platón quemó sus tragedias de principiante.<br />

Lo cierto es que descubrió su verdadero camino,<br />

la filosofía: al contacto de Sócrates se "alumbró",<br />

pues, en Platón la íntima vocación. No en vano<br />

Sócrates insistía tanto en aquello del "conócete a ti<br />

mismo" (gnóthi seautón), y no sin motivo aquel<br />

maestro se llamaba a sí mismo, bromeando, "partera"<br />

(maia). Sócrates, dicho sea de paso, poseía un<br />

fino sentido del humor.<br />

II. Sus diálogos.--Platón expresa su filosofía en<br />

una forma literaria e inédita hasta entonces: en diálogos.<br />

Sus propias ideas las pone en boca de unos<br />

personajes que conversan persiguiendo juntos la verdad<br />

(dialéguesthai, dialectiké). Esos personajes suelen<br />

ser los discípulos de Sócrates y Sócrates mismo.<br />

No es que Platón haya pretendido con sus diálogos<br />

transmitir como un mero cronista las conversaciones<br />

de Sócrates y las ideas de Sócrates. Platón expone su<br />

propia filosofía y escribe sus diálogos muchos años<br />

después de muerto Sócrates. Sócrates fué, sin duda,<br />

el remoto inspirador de algunas de sus ideas, pero<br />

estas ideas son ya filosofía platónica. Otra cosa es que<br />

el procedimiento expositivo empleado por Platón, el<br />

diálogo, sea un tributo de recuerdo humano y literario<br />

al estilo pedagógico del maestro inolvidable.<br />

111. El "Fedón".—Cada diálogo de Platón suele<br />

desarrollar un gran tema filosófico, y el título de ese<br />

diálogo es frecuentemente un nombre propio, el del<br />

personaje que, por cualquier motivo, viene a ser protagonista<br />

del diálogo. El tema filosófico del Fedón es<br />

importantísimo: pretende demostrar que el alma es<br />

inmortal; por esto y por otras razones, el Fedón es<br />

una de las obras fundamentales de la filosofía platónica.<br />

Su título, Fedón, está tomado del nombre de<br />

uno de los discípulos más amados por Sócrates.<br />

IV. Estructura del "Fedón".—En el diálogo que<br />

vamos a comentar existe una especie de arquitectura<br />

narrativa que cabe resumir: Fedón, que había acompañado<br />

a Sócrates en la cárcel de Atenas junto con<br />

sus otros discípulos, narra a un amigo cómo pasó el<br />

maestro las últimas horas de su vida. Y le cuenta<br />

cómo las invirtió en consolar a sus propios discípulos,<br />

que habían venido a consolarle a él, diciéndoles que<br />

la muerte no es el fin absoluto. Muere el cuerpo, pero<br />

perdura el alma, que es inmortal, que hasta entonces<br />

ha estado como secuestrada por el cuerpo, y que, al<br />

salir del cuerpo, adquiere precisamente y para siempre<br />

su plena libertad y pureza y emigra a un lugar<br />

supraterrestre, donde obtendrá el premio o castigo<br />

merecido durante su destierro en la cárcel del cuerpo.<br />

Todo esto lo pone Flacón en boca del narrador Fedón,<br />

el cual narra a su amigo la supuesta conversación<br />

de Sócrates en el calabozo, las dudas y objeciones<br />

de los discípulos y, finalmente, la muerte del<br />

maestro. En resumen, pues, Platón finge aquí dos<br />

diálogos: uno, el preliminar, es el que mantiene el<br />

narrador Fedón con su oyente (Equócrates); otro, el<br />

sustancial, es el que Fedón narra como ocurrido en<br />

la cárcel, y cuyo interlocutor principal es Sócrates.<br />

V. Desde qué puntos de vista interesa el "Fedón".<br />

Lo que Platón ha escrito en este diálogo puede inte-<br />

resar desde diversos planos. Por lo menos desde cuatro,<br />

y ello por las razones siguientes:<br />

1.a Aquí se habla del alma, de su destino supraterrestre,<br />

del premio o castigo que la espera.<br />

Estos son problemas radicalmente religiosos,<br />

como todos los que versan sobre el más allá,<br />

sobre la salvación individual (soteriología) y<br />

sobre las ultimidades (escatología). No hay más<br />

remedio, pues, que someter este diálogo a algún<br />

comentario religioso.<br />

Se afirma que el alma es inmortal, y esto se<br />

pretende demostrar racionalmente investigando<br />

cuál es su naturaleza. Demostrar racionalmente,<br />

no, pues, partiendo de divinas revelaciones,<br />

sino con los recursos de la mente y a<br />

través de la lógica. Sin duda alguna todo esto<br />

es susceptible de comentario filosófico.<br />

3.a Pero en el Fedón no sólo hay lucubraciones:<br />

hay datos históricos sobre la vida griega en<br />

general, sobre el círculo socrático en particular,<br />

y especialmente la descripción de las últimas<br />

horas de Sócrates. Sin este diálogo careceríamos<br />

del más importante documento para<br />

saber cómo murió un hombre, Sócrates, a quien<br />

cabe considerar el ser humano más extraordinario<br />

que ha existido jamás. El Fedón requiere,<br />

pues, también, un comentario histórico.<br />

4•a Religión, Filosofía, Historia: he aquí tres planos<br />

que recogen lo que este diálogo contiene.<br />

Pero no agotan el que además de todo es. El<br />

Fedón es también una gran obra literaria, escrita<br />

con raro instinto dramático, cuyo autor<br />

muestra un talento narrativo excepcional, fuerza<br />

caracterizadora de primer orden e ímpetu<br />

imaginativo ardientemente poético: cosas éstas<br />

poco frecuentes entre los filósofos. El Fedón,<br />

en fin, habrá de ser objeto de algún comentario<br />

literario.<br />

Intentaremos comentarlo desde estos cuatro puntos<br />

de vista, sólo en forma sucinta, dada la gran riqueza<br />

que en todos estos aspectos nos ofrece este diálogo.<br />

COMENTARIO RELIGIOSO<br />

La religión griega, igual que la romana y que<br />

tantas otras religiones antiguas, tendía a salvar e incrementar<br />

la vida de la comunidad nacional. Pero permanecía<br />

muda ante ciertos graves interrogantes espirituales,<br />

y sobre todo al del destino personal del hombre<br />

después de la muerte. Los dioses del Olimpo no<br />

garantizaban al griego una forma precisa de supervivencia,<br />

y menos aún una salvación individual. Había,<br />

sí, desde el viejo Hornero una vaga creencia en<br />

el alma: se la imaginaban corno un sutil "viento"<br />

(dnemos) de que está dotado el cuerpo. Ese viento<br />

o hálito podía salir momentáneamente del cuerpo dejándole<br />

como desvanecido, y tal ocurría, por ejemplo,<br />

cuando el cuerpo se desmayaba; como Andrómaca,<br />

de la cual dice Hornero que ante el cadáver<br />

de Héctor "ella exhaló el alma", esto es, se desmayó.<br />

Mas luego volvió en sí, esto es, su ánemos regresó<br />

al cuerpo con la respiración.<br />

Pero una vez que este hálito sale del cuerpo y ya no


vuelve más, entonces es la muerte. El hálito o alma<br />

vagaba luego por el éter, como volando. Qué hacía,<br />

adónde iba eran cosas muy vagamente resueltas: lo<br />

más común fué creer que se reencarnaba en otro<br />

cuerpo, humano o animal (metempsicosis), y así el<br />

destino del alma se hacía consistir en una serie indefinida<br />

de reencarnaciones. Los pintores la figuraban<br />

como una diminuta figurita con alas, como una mariposa.<br />

Y, de hecho, el nombre mismo de "mariposa"<br />

(psyché) es el que prevaleció en la lengua griega<br />

para designar el alma. Una certeza de lo que el alma<br />

fuese y de su destino la religión griega tradicional no<br />

supo proporcionarla, porque no era una religión de<br />

dogmas, sino más bien de imágenes. Durante siglos<br />

la religión oficial sólo dió al hombre griego bellísimas<br />

imágenes.<br />

Pero hubo también ciertos oscuros movimientos religiosos,<br />

nacidos al margen de la religión oficial y<br />

olímpica, que prometían a sus adeptos una nueva esperanza<br />

religiosa. Eran los llamados "misterios", especie<br />

de comunidades de iniciados. Uno de esos misterios<br />

fué el dionisismo, cuyo mito central figuraba<br />

al ser humano como partícipe de una pequeña parte<br />

de elemento divino—dionisfaco, precisamente—. Y de<br />

los misterios dionisíacos nació una doctrina religiosa<br />

nueva que se llamó el orfismo.<br />

El orfismo pronunció palabras de salvación inéditas<br />

en Grecia. Fué como un verbo nuevo, patrimonio de<br />

pocos. Se acercó al hombre griego y le dijo palabras<br />

como éstas: "Tú eres por naturaleza algo semejante<br />

a Dios, y tu elemento divino es inmortal. Estás condenado<br />

a vivir, a morir y a revivir en una cadena<br />

de reencarnaciones de las que sólo la religión puede<br />

salvarte. Te salvarás si el elemento divino que hay<br />

en ti no se deja arrastrar por tus instintos animales,<br />

si practicas la virtud, si logras que tu alma sea pura,<br />

a pesar de su contacto con el cuerpo en que vive<br />

prisionera."<br />

Platón, hombre de intenso temperamento religioso,<br />

conoció esta doctrina órfica. Conoció esta nueva esperanza<br />

y la proclamó en el Fedón por boca de Sócrates,<br />

aludiendo veladamente a la "antigua tradición",<br />

que no es otra cosa sino el orfismo. Véamoslo:<br />

Yo tengo una buena esperanza de que después de<br />

la muerte hay alguna cosa, la cual, como dice la antigua<br />

tradición, es mucho mejor para los buenos que<br />

para los malos (63 c).<br />

Y quiénes son los buenos? Platón lo dirá poco<br />

después (67): los que, como verdaderos sabios, durante<br />

la vida no dejan que su alma se contamine cediendo<br />

a las bajas tendencias de su prisión corporal,<br />

sino que, por el contrario, ejercitan una constante<br />

"purificación" (kátharsis) de su alma. Tales purificaciones<br />

consisten en lo siguiente:<br />

Una purificación ¿no es acaso precisamente aquello<br />

que dice una antigua tradición? A saber, despegar el<br />

alma todo lo posible del cuerpo, habituarla a replegarse,<br />

a concentrarse consigo misma y no disiparse por las<br />

varias regiones del cuerpo, viviendo en lo posible y<br />

en todo instante sola, ensimismada y como desatada,<br />

cual si se tratase de cadenas de su cuerpo (67 c).<br />

He aquí de nuevo la alusión al orfismo (la "antigua<br />

tradición"), en el cual la doctrina de la "vida como<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.-PLAT6N 27<br />

purificación" constituía un punto esencial. Pero Platón<br />

va a aludir todavía más explícitamente a los misterios<br />

y a los ritos de iniciación que en ellos se celebraban<br />

para garantizar a los fieles la salvación futura:<br />

La realidad verdadera es que la temperancia, la justicia<br />

y la virtud no son sino purificaciones de todas<br />

las pasiones, y hasta el pensamiento es quizá un medio<br />

de purificación. Y es bien seguro que quienes<br />

instituyeron las iniciaciones estaban en lo cierto y que<br />

su lenguaje misterioso era veraz al decir que quien<br />

llega al Hades, sin haber sido iniciado en los misterios,<br />

será arrojado al "fango", mientras que el purificado<br />

e iniciado irá a vivir en compañia de los<br />

dioses (69 b).<br />

La vieja doctrina religiosa de los misterios es valorada,<br />

pues, por Platón como profunda y verdadera:<br />

del Hades pasan las almas, según haya sido su<br />

comportamiento, o bien al Fango (en griego, Borborás,<br />

que significa "fango") o a una vida divina,<br />

esto es, a una especie de infierno o a una suerte de<br />

paraíso.<br />

Salvación, ultimidades: por eso hablábamos del<br />

contenido religioso del Fedón. Platón ha recogido estas<br />

esperanzadoras doctrinas de los "misterios", que<br />

son como germen afectivo e intuitivo de su creencia<br />

en la inmortalidad del alma. Más adelante Platón<br />

desarrollará en el diálogo con otros argumentos la<br />

necesidad de que el alma sea inmortal, y esta actitud<br />

suya será ya filosófica. Mas antes, y al margen de<br />

esas disquisiciones filosóficas, Platón cree y espera en<br />

la doctrina de los misterios. Las preocupaciones religiosas<br />

vienen a ser como el centro de este diálogo.<br />

Como en todo edificio, los cimientos apenas se ven,<br />

pero existen. Por eso un comentario del Fedón tiene<br />

que explicarse partiendo de sus propios cimientos.<br />

COMENTARIO FILOSÓFICO<br />

Veamos ahora cuál es la argumentación de Platón<br />

para demostrar sobre base lógica y racional—esto es,<br />

filosóficamente—las ideas de la inmortalidad del alma<br />

que los misterios presuponían. Presuponían, pero no<br />

demostraban, porque no eran escuelas y porque a<br />

ellos—como dice Aristóteles—, los iniciados iban "no<br />

a aprender, sino a sufrir", esto es, a someterse a un<br />

cierto tratamiento ritual (ou mathéin, alla pathéin,<br />

dice literalmente Aristóteles).<br />

Esa demostración ocupa la mayor parte del Fedón,<br />

y, como siempre, está expuesta no como un monólogo<br />

del personaje que lleva la voz cantante—que aquí es<br />

Sócrates—, sino como un movidísimo diálogo entre<br />

él y los oyentes. De todos modos, y reduciendo a<br />

esquema toda la conversación, cabe decir que la demostración<br />

filosófica de la inmortalidad del alma se<br />

desarrolla así: I. Sócrates expone sus argumentos en<br />

pro de la inmortalidad; II. Dos de sus discípulos, Simias<br />

y Cebes, le oponen sendas objeciones; III. Sócrates<br />

responde a ellas y añade un nuevo argumento.<br />

I. Argumentos de Sócrates.—Se basan, respectivamente,<br />

en la idea de los "contrarios" en la doctrina


28<br />

de la "reminiscencia" y en la consideración de la propia<br />

"naturaleza" del alma. Muy resumidamente, dicen<br />

lo siguiente:<br />

1.0 Argumento de los contrarios.—La muerte es,<br />

sin duda, un cambio. Pero todo cambio se<br />

opera desde un estado a otro estado, los cuales<br />

son, recíprocamente, contrarios; así, por<br />

ejemplo, el paso de la vigilia al sueño, o viceversa,<br />

es un cambio: se pasa desde un contrario<br />

hasta el otro. Ahora bien: ya este ejemplo<br />

muestra que los cambios se operan en dos direcciones<br />

opuestas: si no hubiese más que una,<br />

verbigracia, del sueño a la vigilia, o sólo de la<br />

vigilia al sueño, todo se resolvería en la inmovilidad.<br />

Y así como hay el cambio o tránsito<br />

vida-muerte debe haber también su contrario,<br />

muerte-vida, que son, como sueño y<br />

vigilia, otra pareja de contrarios (70 c-72 e).<br />

2.0 Argumento de la reminiscencia.—Pero hay<br />

más: los discípulos de Sócrates ya saben qué<br />

cosa es esa operación del alma consistente en<br />

adquirir un conocimiento acerca de las cosas.<br />

Es un "recuerdo" (anámnesis) que el alma<br />

conserva de cuando vivió antes de uncirse al<br />

cuerpo, en contacto con el mundo de las Ideas<br />

puras. Gracias a este recuerdo, el alma conoce<br />

aquí como bello o como justo, etc., una cosa<br />

o acción, etc.; y no es sino porque este objeto<br />

le recuerda a la Belleza en sí, a la Justicia en<br />

sí (Ideas). Pues bien: esta doctrina, que es la<br />

famosa teoría platónica del conocimiento como<br />

reminiscencia, exige por sí misma que el alma<br />

sea inmortal, ya que preexistía al cuerpo y ya<br />

que conoció, antes de encadenarse a él, una<br />

vida superior, en contacto con las Ideas puras<br />

de las cosas todas, de estas cosas terrestres que<br />

sólo son un pálido reflejo de aquellas Ideas<br />

superiores y arquetípicas (72 e-77 d).<br />

3» Argumentos derivados de la naturaleza del<br />

alma.—Y, sobre todo, hace Platón decir a Sócrates<br />

que la propia naturaleza del alma exige<br />

que sea un objeto imperecedero. Perecen las<br />

cosas compuestas e impuras como el cuerpo.<br />

Mas el alma es simple, y, por tanto, indescomponible<br />

y pura, y, como tal, incorruptible.<br />

Si no fuera simple y pura no podría conocer<br />

nociones que son, ellas mismas, simples y puras,<br />

como las nociones de igualdad, o de belleza<br />

en sí mismas, que excluyen toda mezcla<br />

y contaminación de desigualdad o de fealdad.<br />

El alma es, pues, igual que las Ideas, simple<br />

y pura. Es también, como ellas, invisible (77 d-<br />

80 b).<br />

11. Objeciones de Simias y Cebes:<br />

1.a cl Y no ocurrirá más bien—objeta Simias—que<br />

el alma sea semejante a una armonía que brota<br />

del cuerpo mismo? En cuyo caso el alma<br />

sólo existe en tanto que exista el cuerpo, desvaneciéndose<br />

cuando él se deshace: como se<br />

desvanece la armonía musical de una lira que<br />

se rompiese: armonía de la que sería absurdo<br />

decir que, rota la lira, perdura en algún sitio<br />

(84 c-85 d).<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

2.a Pero hay además otra cosa—objeta Cebes—:<br />

aun admitiendo que el alma sea algo más<br />

consistente que la armonía que brota de la<br />

lira, y más fuerte que el cuerpo, y anterior<br />

a él mismo, y hasta capaz de durar más que<br />

él, no se habrá demostrado que es imperecedera.<br />

Todo eso sólo significaría que es algo<br />

así como un traje que fuese muy resistente,<br />

capaz de ser vestido sucesivamente por varios<br />

cuerpos y capaz de durar, como el traje de un<br />

difunto, después de la muerte de su dueño.<br />

Pero esto no significa que sea imperecedera:<br />

se habrá ido gastando poco a poco, y alguno<br />

de los cuerpos habrá de ser para ella el último<br />

(86 d-88 c).<br />

111. Solución a las objeciones y argumento final.—<br />

Sócrates responde así: El alma conoce; mas conocer<br />

es para ella "recordar" lo que vió en el mundo de<br />

las Ideas antes de unirse al cuerpo. Por tanto, no<br />

cabe compararla con la armonía que brota de una<br />

lira, pues entonces tendríamos que una armonía—el<br />

alma—existe antes que el instrumento que la produce—el<br />

cuerpo—. Por lo demás, y para contestar a<br />

la objeción de Cebes, según la cual el alma podría<br />

llegar alguna vez a gastarse y desaparecer, conviene<br />

reflexionar sobre cuál es el modo de ser propio de<br />

cada cosa. Cada cosa es lo que es porque participa de<br />

una esencia determinada, y lo que diferencia al filósofo<br />

del físico es que aquél estudia esas esencias íntimas<br />

de las cosas. La esencia del alma consiste en la<br />

vida que ella lleva consigo dondequiera que va, y<br />

que, por tanto, excluye siempre y constantemente a su<br />

opuesta la muerte, como la idea de "par" excluye<br />

siempre y constantemente a la de "impar". El alma<br />

es como las Ideas, que no pueden nunca admitir a<br />

su contrario, sino que lo excluyen forzosamente como<br />

la justicia excluye a la injusticia y como la verdad<br />

excluye a la falsedad. Es, pues, la propia esencia del<br />

alma lo que la erige en vida y principio de vida, lo<br />

que hace de ella algo inmortal (91 c-107 b).<br />

COMENTARIO HISTÓRICO<br />

En el Fedón, todas estas disquisiciones filosóficas<br />

tienen un escenario y unos personajes. El escenario<br />

es la cárcel de Atenas; los personajes son Sócrates y<br />

sus discípulos, que dialogan con él por última vez,<br />

pues ese día, a la caída del sol, Sócrates será ejecutado.<br />

Cabe extenderse acerca de por qué Sócrates fué<br />

condenado; esto se presta a ser comentado mostrando<br />

el tema en otros diálogos platónicos, como la<br />

Apología y el Gritón. Nuestro diálogo sólo se ocupa<br />

de la última jornada de Sócrates, cuando todo era<br />

ya irremediable. Históricamente es, sobre todo, el documento<br />

de la última jornada de Sócrates condenado<br />

a muerte. Las primeras y las últimas páginas de este<br />

diálogo son las más ricas desde este punto de vista.<br />

1. Una fiesta retrasa la muerte de Sócrates.—Entre<br />

la condena que formuló el Tribunal de los Once y la<br />

ejecución transcurrieron bastantes días. ¿Por qué?<br />

Eran en Atenas días de fiesta: una fiesta cívico-religiosa<br />

en la que se rememoraba la gesta de Teseo, el


héroe legendario que, según el mito, había librado<br />

antaño a Atenas de un horrible tributo humano al<br />

monstruoso Minotauro. En estos días de fiesta (la religión<br />

oficial griega era, se ha dicho, "la religión de<br />

la fiesta"), no se podía ejecutar a nadie. A este azar<br />

debió Sócrates unos días más de vida. Diariamente<br />

sus discípulos venían a visitarle.<br />

II. fantipa, mujer de Sócrates.—Al rayar el alba<br />

del día de la condena, los discípulos llegan a la cárcel.<br />

El carcelero los conduce a la celda; allí estaba<br />

visitando a Sócrates su esposa, Jantipa, con un hijo<br />

en los brazos. Al ver a los discípulos, Sócrates hace<br />

que se vaya Jantipa. Platón alude sobriamente a sus<br />

vociferaciones y lamentos. Recuérdese el carácter de<br />

la mujer de Sócrates. Nótese el hecho de que salga<br />

del calabozo al llegar los amigos de su marido. La<br />

vida de la mujer antigua solía transcurrir en la reclusión<br />

del gineceo.<br />

III. Sócrates, contemplador.—A solas con sus discípulos,<br />

Sócrates empieza a hablar con ellos. Cualquier<br />

tema es, para él, un tema filosófico. Sus primeras<br />

palabras este día, alusivas al leve placer que<br />

sentía en la pierna recién liberada del grillo, elevan<br />

este hecho trivial al plano filosófico de la contraposición<br />

entre dolor y placer. De ahí se pasará, poco<br />

a poco, a discurrir sobre el gran tema filosófico de<br />

la inmortalidad. Así era Sócrates: cualquier tema le<br />

servia, como a todo verdadero filósofo, para filosofar.<br />

En los Recuerdos que dejó escritos Jenofonte, se ve<br />

constantemente esta aptitud de Sócrates para elevar<br />

la charla a theoria, esto es, a contemplación filosófica:<br />

incluso del encuentro con una cortesana sabia Sócrates<br />

sacar motivo para filosofar sobre el oficio de esas<br />

mujeres.<br />

IV. Muerte de Sócrates.—Las tres últimas páginas<br />

del Fedón (115 b-118) son densas y se prestan a múltiples<br />

comentarios. Por ejemplo:<br />

1.0 Detalles materiales de la muerte.—Era normal<br />

que al condenado se le proporcionasen antes de<br />

morir los últimos placeres: comida, bebida, etc.<br />

Sócrates renuncia a todo esto. Se baña antes de<br />

beber la cicuta, tanto para evitar un trabajo a<br />

los que se ocupen de su cadáver—abluciones funerarias<br />

rituales—, cuanto por la costumbre griega<br />

del baño antes de cenar. En cuanto a la cicuta,<br />

recuérdese lo que dice Plinio acerca del<br />

modo de preparar con esta planta el veneno<br />

(Nat. Hist., XXV, 95). Este género de muerte,<br />

prescrita por el Tribunal de los Once, era la habitual<br />

para los reos de delitos contra la polis,<br />

como el que se achacaba a Sócrates. Nótense<br />

los progresivos síntomas fisiológicos de la muerte<br />

una vez injerido el veneno por Sócrates. Véase,<br />

en fin, cómo el moribundo se había cubierto<br />

el rostro con la manta para expirar. Era una<br />

costumbre antigua—César hizo algo parecido al<br />

ser asesinado—, cuyo exacto valor y significado<br />

no conocemos bien.<br />

2.0 Actitud de Sócrates.—Obsérvese su serenidad<br />

ante el llanto y el dolor de sus discípulos. Con-<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXT0L—PLAT6N 29<br />

tinúa enseñando hasta el final: previene a Critón<br />

de que cuando se ocupe de su cadáver, no hable<br />

del cadáver mismo como de Sócrates; sería una<br />

incorrección de lenguaje, pero "toda incorrección<br />

de lenguaje es una falta no sólo contra<br />

el lenguaje, sino que acarrea daño a las almas"<br />

(115 e). Respecto de la bondad de Sócrates,<br />

coméntense los matices humanos de este diálogo<br />

suyo con el empleado que le invita a beber<br />

la cicuta:<br />

Entonces llegó el servidor de los Once y le dijo: "A ti,<br />

Sócrates, sí que no cabe reprocharte lo que a los de-<br />

más condenados. Todos se ponen furiosos contra mí y<br />

me llenan de maldiciones cuando les invito a beber<br />

el veneno por que tal es la orden de los jueces. Tú, en<br />

cambio, diste ya en todo este tiempo muchas muestras<br />

de ser el más generoso, el más dulce, el mejor de todos<br />

los hombres que hubo jamás en este sitio. Y hoy,<br />

especialmente, estoy bien seguro de que no te quejarás<br />

contra mí, sino (puesto que sabes quiénes son los<br />

culpables-) contra ellos. Ahora, adiós; trata de soportar<br />

lo mejor posible esta fatalidad." Y prorrumpiendo en<br />

llanto se volvió y salió. Sócrates alzó la mirada hacia<br />

él. "Yo también te doy mi adiós—le dijo—y ya haremos<br />

lo que se debe." Luego, volviéndose a nosotros,<br />

añadió: "¡Qué delicadeza la de este hombre! Durante<br />

toda mi estancia aquí venía a acompañarme, dándome<br />

a veces conversación, y lu é buenísima persona. Y ahora<br />

¡cuánta nobleza hay en su llanto por mi!" (116 b).<br />

La última frase de Sócrates fué: "Critón, le debemos<br />

un gallo a Esculapio." A Esculapio, el<br />

dios de la salud, solía ofrecérsele este animal,<br />

como acto de gratitud por una curación obtenida.<br />

A lo largo de esta obra no se nombra la<br />

cicuta con la palabra griega correspondiente<br />

(lOneion), sino con otra palabra más genérica,<br />

esto es, phármakon. Pero en griego phármakon<br />

tiene un doble valor: era tanto el "veneno" como<br />

el "medicamento". A punto de expirar, con los<br />

miembros ya rígidos, Sócrates nota que el phdrmakon<br />

está produciendo su efecto. Pero la muerte,<br />

como ha demostrado a lo largo del diálogo,<br />

no es otra cosa sino una definitiva salud del<br />

alma. El alma de Sócrates va a quedar curada<br />

del mal en que consiste su unión con el cuerpo,<br />

se va a librar de esta enfermedad que es el vivir.<br />

El dios de la salud bien merece, pues, un testimonio<br />

de gratitud. La última frase de Sócrates<br />

resume, pues, todo el contenido doctrinal del<br />

diálogo.<br />

COMENTARIO LITERARIO<br />

En el Fedón hay algunas de las páginas más bellas<br />

de toda la literatura griega. Bastaría esta obra para<br />

hacer admirar el talento narrativo de Platón, su intuitivo<br />

genio dramático, su rara sensibilidad imaginativa<br />

y poética. Véanse algunas muestras:<br />

I. Eficacia narrativa.—Pocas líneas le bastan para<br />

caracterizar una situación o un personaje. En la cita<br />

transcrita del diálogo entre el servidor de los Once<br />

y Sócrates está todo lo necesario para hacernos palpar<br />

lo esencial de dos tipos humanos, nobilísimos ambos.


30 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

Nótese la delicadeza de su lenguaje respectivo, sus<br />

eufemismos para no mencionar lo que es duro para<br />

ambos; el empleado no quiere hacer sufrir a Sócrates<br />

ni Sócrates a él. Delicadeza de la mutua gratitud. En<br />

el texto griego son sólo quince líneas: con quince<br />

líneas Platón tiene bastante para retratar de cuerpo<br />

entero a dos hombres y para trazarnos todo un cuadro.<br />

A veces estos cuadros, y las figuras respectivas, tienen<br />

toda la misma inolvidable belleza plástica de los<br />

bajorrelieves griegos. He aquí uno, existente en el<br />

propio Fedón. Es el momento en que las agudas objeciones<br />

de Simias y Cebes hacen mella en el ánimo<br />

de todos. La tesis de la inmortalidad del alma expuesta<br />

por Sócrates parece sucumbir. Hay un silencio<br />

embarazoso. Sócrates no ha vuelto a tomar la<br />

palabra. Pero antes que sus palabras es ya su actitud<br />

misma lo que tranquiliza a los oyentes: el maestro<br />

está sentado en el camastro del calabozo, y su mano<br />

empieza a acariciar los cabellos de Fedón, que está<br />

sentado en el suelo, a sus pies. "Si fuera cierto que<br />

el alma muere—le dice a Fedón—, estos cabellos no<br />

será mañana cuando tú los debes cortar ante mi sepulcro<br />

en señal de duelo, sino ahora mismo." ".‘7<br />

por qué?", replica Feclón, sin comprender bien. "Porque<br />

ahora mismo habría muerto nuestra esperanza<br />

en la inmortalidad del alma." Y luego, lentamente,<br />

reanuda el discurso: bien pronto va a resucitar esa<br />

esperanza con la magia de su palabra.<br />

Todo esto Platón nos lo hace ver: el gesto de Sócrates,<br />

la nobleza de su actitud, su superior serenidad,<br />

su figura majestuosa pero humanísima, corpórea,<br />

pero idealizada. La nobleza de los mejores mármoles<br />

griegos es hermana de esta que vive en los<br />

diálogos de Platón.<br />

1I. Talento dramático.—EI Fedón es una obra dramática.<br />

Pero no ante todo, porque versa sobre un<br />

tema materialmente dramático, como es la muerte<br />

del sabio, ni porque Platón haya explotado el lado<br />

sentimental o truculento de la escena: por el contrario,<br />

todo esto se halla muy atenuado. Es otro dramatismo<br />

más sutil y también más profundo el que<br />

se evidencia en el Fedón. Es que la estructura misma<br />

del diálogo tiene mucho de obra dramática.<br />

En efecto, la tesis (el lógos) de la inmortalidad del<br />

alma es el íntimo protagonista del diálogo. Ese tema<br />

está concebido como un personaje cuyo nacimiento<br />

hemos presenciado, a cuyo desarrollo y peripecia hemos<br />

asistido, cuyo peligro nos inquietará cuando parece<br />

caer aniquilado por las objeciones. Y nótese esto:<br />

la vida ulterior del propio Sócrates depende del triunfo<br />

de ese lógos, pues si el alma es inmortal, el trance<br />

que se avecina sólo será un tránsito consolador; pero,<br />

si ocurre lo contrario, la muerte inminente cobra<br />

todo su sentido terrorífico. El lector del Fedón asiste<br />

a este sutil drama ideal, drama de ideas, que se le<br />

presenta en un escenario, la cárcel, y encarnado en<br />

el diálogo de varios personajes. En las tragedias griegas<br />

solía haber, por debajo de los personajes protagonistas,<br />

otro personaje ideal, pero corpóreo, el Destino,<br />

del cual dependía la suerte de los personajes<br />

escénicos. Platón hace evidente en el escenario del<br />

Fedón el aleteo de ese protagonista inmaterial que<br />

es el lógos de la inmortalidad del alma.<br />

III. Creación poética.—Hay que considerar además<br />

la viveza imaginativa de Platón, su invención<br />

de mitos poéticos, la nítida fantasía, la eficacia de<br />

sus metáforas. Todo sumado, rara vez una filosofía<br />

ha sido expuesta en forma más sugestiva que la suya.<br />

Son famosos los "mitos" imaginados por Platón. Aquí<br />

mismo, en el Fedón, está explanado el del destino<br />

futuro de las almas, en un mundo donde todo es<br />

más bello que en el nuestro: colores insospechados,<br />

montes hechos de diamante y piedras preciosas, manantiales<br />

de vidrio líquido, ríos de fuego (107 b-114 c).<br />

La figuración mítica es para Platón otro modo de<br />

conocimiento: lo afirma explícitamente al decir:<br />

A quien está en vísperas de emigrar de esta vida le<br />

conviene mucho no sólo reflexionar (diaskopéin), sino<br />

también imaginar (mithologuéin) acerca de cómo será<br />

la vida de allá (61 e).<br />

Sólo un temperamento poético como el platónico<br />

era capaz de otorgar a la fantasía posibilidades cognoscitivas.<br />

Cabe analizar en este diálogo, página por página,<br />

cada expresión penetrante, cada metáfora visual, cada<br />

aguda conexión de idea a idea o de imagen a imagen.<br />

La flexibilidad de su estilo le permite adoptar en<br />

cada caso el tono exigido por el momento: desde la<br />

finísima ironía hasta el apasionado período elocuente,<br />

desde la vivaz evocación sensorial hasta la sobriedad<br />

lapidaria. Platón recorre con pleno dominio todas las<br />

gamas expresivas. La prosa ática, en fin, fué enriquecida<br />

por Platón con giros de una delicadeza singular<br />

y con esa flexible movilidad que brota del diálogo<br />

literario: género que ha sido creado por él a<br />

través de muchas obras como ésta.<br />

ANGEL ALVAREZ <strong>DE</strong> MIRANDA<br />

Catedrático de Historia de las Religiones<br />

de la Universidad de Madrid<br />

NoTA.—Este esquema sólo intenta sugerir de qué manera<br />

cabe despiezar, con vistas al comentario, la obra elegida.<br />

Pero nótese que cada uno cle los comentarios es sólo como<br />

una placa aislada, y por decirlo así, monócrorna. Comentar<br />

de viva voz el Fedón exige superponer estas diversas placas;<br />

sólo así cabrá dar justa idea de lo que en este comentario<br />

analítico se pierde forzosamente, esto es, la perspectiva total<br />

y en profundidad de la obra integral, su volumen, la jugosidad<br />

de las calidades.<br />

BIBLIOGRAFIA ESENCIAL<br />

ÁLVAREZ <strong>DE</strong> MIRANDA (A.) Platón: "Fedón" (edit. C. S. de<br />

I. C. Madrid, 1948). Esta obra contiene, además del texto<br />

original y de notas, una introducción de 50 páginas sobre<br />

el valor histórico, el contenido filosófico y literario del<br />

Pedáis.<br />

PLATÓN: Diálogos, (Edit. Espasa-Calpe, "colección Austral".)<br />

RHO<strong>DE</strong> (E.): Psyché, traducción española. (Editorial Summa.<br />

Madrid, 1942.)<br />

TOVAR (A.): Vida de Sócrates. (Edit. Revista de Occidente.<br />

Madrid, 1946.)


COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.—CICERÓN 31<br />

Comentarios de "El Suerio de Escipión" de Cicerón<br />

Podemos pensar que en la historia se nos presentan<br />

dos clases de tipos: unos, son los que están conformes<br />

consigo mismos, se sitúan en el centro de su propia<br />

vida y viven refiriéndolo todo a sí mismos. En ellos<br />

no hay suerte, martirio y, por lo regular, tampoco<br />

empuje. Por otra parte, está el descontento de sí, inquieto<br />

porque hay otro nivel o norma a la que quiere<br />

adaptarse y no llega. Este puede ser mártir, protagonista<br />

de tragedia. Está sacudido por fuerzas superiores.<br />

Son los inadaptados, los revoltosos. Marco Tulio<br />

Cicerón, que fué siempre profundamente impresionable,<br />

participó de las dos posturas. La primera parte de<br />

su vida recibió el soplo favorable de un rápido ascender<br />

político. Pronto lo fué todo: cónsul el año 63, antes<br />

de Cristo. En realidad todo lo que él pretendía. Le<br />

quedaba lo principal para nosotros: dejar de serlo y<br />

llegar a ser un perseguido, un desterrado. Porque fué<br />

entonces, con el cambio de viento, contra corriente,<br />

cuando fueron surgiendo los retoques de su manera<br />

de ser y de pensar: es cuando comienza a ser algo<br />

más que la sonoridad exclusivamente romana de Las<br />

Verrinas y de las Catilinarias.<br />

En la vida de Cicerón podemos señalar tres épocas:<br />

La Hasta ei año 62 (la fecha del Pro Archia), intensamente<br />

sumido en su preparación o actuación políticas.<br />

Hitos de esta primera fase fueron las mencionadas<br />

Ver rinas y las Catilinarias. Epoca en la que el<br />

contacto con las dificultades políticas no le dejaban<br />

asomarse por encima de las murallas de Roma.<br />

2.a Del año 62 a. C. hasta el 49 a. C. Desengaños<br />

políticos: primer triunvirato en el año 60; destierro,<br />

el 57 hasta el 58, en que vuelve a Roma; relegación a<br />

segundo plano, actitud contemporizadora frente a los<br />

triunviros. Esta actividad discreta le permite dedicarse<br />

a escribir: de entonces son el De Oratore (año 55), el<br />

De República (año 54) y el De legibus (posiblemente<br />

del 52): obras en que el hastío de la Roma presente le<br />

hace asomarse a teorías políticas griegas proyectándolas<br />

sobre la constitución política de Roma y sobre su historia.<br />

3.a Desde el 49 con el comienzo de la guerra civil<br />

entre César y Pompeyo. Vacilaciones entre ambos. Perdón<br />

por César después de Farsalia. En política no es<br />

más que una hoja seca a merced del ventarrón de las<br />

luchas, en que la indecisión de Cicerón no tiene asiento.<br />

La muerte de su hija le hace ahondar en sus preocupaciones<br />

filosóficas: La Consolatio, Hortensius (el<br />

libro que empujó a San Agustín a la conversión), Las<br />

Académicas, las Tusculanas, De natura deorum, De<br />

milicia, De senecture: cada una de ellas es un escalón<br />

que desciende, ya con rapidez, de la euforia de<br />

su vida, aprendiendo la muerte. Después del asesinato<br />

de César, la loca actividad de la época de las Fil,' picas;<br />

posteriormente, los cuervos de que habla Plutarco sobre<br />

su sueño, y la muerte que le acechó en los caminos.<br />

Repasando estos tres momentos, frente a la vanidosa<br />

euforia inicial a la que no renunció del todo nunca en<br />

su vida, y la renunciación, acongojada siempre porque<br />

nunca fué total, de su última época, queda en medio<br />

una discreta madurez, con recuerdo y esperanza de<br />

éxitos y un honroso ostracismo: está en el equilibrio<br />

de dejar de creer en sí mismo y de tantear la actitud<br />

heroica. Esta época es la del tratado De República; el<br />

último capítulo de su sexto libro es el Sueño de Escipión,<br />

con que ahora nos enfrentamos.<br />

El Sueño de Escipiön empezó siendo un epílogo,<br />

pero adquirió con el tiempo tanta importancia, que<br />

fué lo único que quedó de la obra a través de toda<br />

la Edad Media y el Renacimiento hasta casi nuestros<br />

días: exactamente hasta el año 1822, en que el cardenal<br />

Angelo Mai descubrió un palimpsesto vaticano con<br />

grandes fragmentos de los seis libros del De República.<br />

PEATÓN-CICERÓN<br />

La conservación no fué casual. Durante la Edad<br />

Antigua y Media fué bandera de preocupaciones: en<br />

aquélla, cuando los defensores del paganismo contra<br />

el crecimiento cristiano hubieron de sacar del fondo<br />

del arca los adornos más brillantes para enfrentarlos<br />

la Biblia, Macrobio, uno de los exaltados de aquel<br />

momento, recordó el Sueño de Escipión como uno de<br />

los más a propósito, y efectivamente quedaba tan cerca<br />

de lo cristiano que se pasó al enemigo, y la Edad Media<br />

no dudó en hacer suyas aquellas afirmaciones de<br />

renunciación, de transitoriedad de la vida, de eternidad<br />

del alma, mientras en la gran lucha de aristotélicos<br />

y platónicos, que torturó a la Edad Media, fué el<br />

Sueño de Escipión el evangelio del Platonismo, según<br />

expresión de Toffanin.<br />

Ya este sostenimiento de la atención en su torno es,<br />

sin duda, toque de obra genial, pero lo más caracterizado<br />

de su importancia es precisamente esto último:<br />

que el mensaje platónico (perdóneseme la expresión)<br />

encontrara en la Edad Media su concreción más acertada<br />

en el Sueño de Escipión. En este mérito se acusa<br />

la importancia de la obra ciceroniana. Sobre Roma y<br />

sus representantes se ha lanzado demasiado de barato<br />

la acusación de falta de originalidad. Fueron, desde<br />

luego, imitadores de los griegos; pero no es esto lo que<br />

puede interesar: para el que se planta en lo humano<br />

lo que realmente importa es, primero, si en efecto merecía<br />

la pena lo que se nos transmitió; segundo, la capacidad<br />

selectiva; y en un tercer lugar, el sello original<br />

con que pueda marcar esa transmisión. De todo ello<br />

nos ocuparemos a lo largo de esta lección.<br />

Es indiscutible que el texto que nos ocupa es un<br />

intermediario entre Platón y Occidente. El De República,<br />

de Cicerón, responde al célebre tratado de Platón<br />

7b1UCE. . Al final de éste existe el notable pasaje<br />

de Er, hijo de Armenio, en todo paralelo al Sueño


32 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

de Escipión con que termina aquél. El fondo de ambos<br />

pasajes es la afirmación de la inmortalidad. Er es un<br />

soldado que muere, resucita y cuenta a sus compañeros<br />

lo que ha visto en el Más Allá. El elemento fundamental<br />

es una exposición de los "castigos" que sufren<br />

los tiranos. En nuestro pasaje del Sueño lo característico<br />

es la exposición de "premios" que recibirán<br />

los hombres dedicados a la política, su más alta dedicación.<br />

La conclusión de la exposición de Er es la<br />

deserción de Ulises, jefe de hombres, para convertirse<br />

en un particular en su próxima reencarnación; la de<br />

Escipión (uno de los más claros hombres de Roma,<br />

frente a la insignificancia de Er, un simple soldado)<br />

es el aliento a la dedicación política, la más alta entre<br />

los hombres.<br />

Resumiendo las contraposiciones entre ambas actitudes,<br />

podemos hacer el siguiente cuadro:<br />

PLATÓN CICER6N<br />

Inmortalidad destacando Inmortalidad en que re-<br />

"castigos". saltan los "premios".<br />

Anulación del político en Exaltación de la vida poel<br />

particular. lítica.<br />

Protagonista insignificante. Protagonista: una de las<br />

más grandes figuras de<br />

Roma.<br />

Muerte. Sueño.<br />

Analizando este enfrentamiento se deduce a primera<br />

vista, de los dos primeros, prescindiendo del fondo<br />

de inmortalidad común a ambos, un tono pesimista<br />

en el pasaje de Platón (castigos, deserción de la poli<br />

tica); un tono optimista en el de Cicerón (premios, la<br />

política: la más alta dedicación). El tercer contraste<br />

entre la insignificancia de Er y la nobleza de Escipión<br />

implica una superior valoración del tema planteado<br />

por parte del autor romano. La diferenciación Muerte-<br />

Sueño es una manifestación del carácter realístico de<br />

Roma, obediente a las críticas que el pasaje de Platón<br />

había producido entre los epicúreos, que no se encontraban<br />

dispuestos a la aceptación de un elemento maravilloso.<br />

Pero aparte de todo esto aún podemos añadir un<br />

detalle más que se escapa a las consideraciones anteriores:<br />

es el elemento histórico presidiendo toda la argumentación<br />

de Escipión en el Sueño. Si atendemos al<br />

capítulo 3.° de éste nos saltan a los ojos todos los nombres<br />

que hasta Cicerón constituyen el nervio de la historia<br />

de Roma: Cartago, Egipto, Siria, Asia, Grecia,<br />

Numancia, el triunfo en el Capitolio. Los personajes<br />

que acompañan a Escipión Emiliano, el destructor de<br />

Cartago, están en lugares destacados de la historia de<br />

Reina: Masinisa, Escipión el Viejo, Lucio Emilio Paulo<br />

(el padre natural de Escipión el joven, vencedor de<br />

Pidna), los Gracos. En el pasaje de Platón, por el<br />

contrario, es el elemento mitológico el dominante, polarizando<br />

en Ulises la ejemplaridad negativa de la<br />

resolución pesimista de abandonar la vida política.<br />

Es ésta una actitud característica del pueblo romano,<br />

que encuentra su confirmación en la relación de toda<br />

la épica romana con la vida, la vida auténtica de sus<br />

héroes: el Bellum Punicum, de Nevio; los Annales, de<br />

Ennio, la misma Eneida, ensamblando el reflejo y<br />

prestigio de la leyenda con toda su historia, fundiendo<br />

ambas sin que la realidad quedara disminuida y para<br />

que pudiera resistir la comparación con el ideal sin<br />

palidecer, son el resultado de una posición heroica que<br />

quiere emparentar con el mito. Grecia, descarga en él;<br />

Rcma, lucha por superarlo.<br />

Consiguientemente tenemos dos características de<br />

Roma: política-acción, que se contrapone a la desgana<br />

de Grecia, y un realismo que evita el mito y la posibilidad<br />

de una resurrección, sustituyéndola por un<br />

sueño, que incluso explica por la reiteración del nombre<br />

de Escipión el Viejo en su conversación con Masinisa.<br />

ARQUITECTURA <strong>DE</strong>L "SUERO <strong>DE</strong> ESCIPI6N"<br />

INTENCIONES <strong>DE</strong> CICERÓN<br />

Situado, pues, histórica y personalmente el Sueño de<br />

Escipión y relacionado con Platón, del que imita en su<br />

pasaje final el de Er, hijo de Armenio, queda entrar<br />

en arquitectura y contenido de la obra.<br />

Pudiéramos establecerla así:<br />

1.0 Una introducción en que se ambienta el diálogo<br />

y se introduce el elemento del sueño (del capítulo<br />

1 al 4).<br />

2.° El premio del estadista ideal, cuya educación<br />

y visión había sido establecida en el libro V y<br />

principio del VI de la obra De República, premio<br />

que sólo debe esperar en el más allá (capítulo<br />

5 al 8a).<br />

3. 0 Una demostración de lo insignificante de la<br />

gloria de este mundo:<br />

a) En el espacio (cap. 8b al 15).<br />

b) En el tiempo (cap. 15 al 17).<br />

4. 0 Toma otra vez Cicerón el motivo inicial del<br />

premio del hombre de Estado en el mas allá<br />

(capítulo 18 al final).<br />

Ya hicimos antes referencia a los momentos en que<br />

fué escrita. Cicerón ha visto la inconsistencia de la<br />

gloria que le esperaba por su actuación en el consulado.<br />

Pensaba él que nunca pudieran ser olvidados sus<br />

desvelos frente a Catilina y sus conjurados; pero esta<br />

esperanza, como se desprende de la breve enumeración<br />

de acontecimientos que arriba hicimos de los años<br />

siguientes a su consulado, quedó rota en la encubierta<br />

persecución de César, que abocó en su destierro y en<br />

el deferente ostracismo que sufrió a su vuelta bajo los<br />

triunviros. Cicerón, que había llegado a Roma desde<br />

la salud del campo, que había creído seriamente en<br />

la consecución de la gloria, que había supuesto incluso<br />

que la suya había sido tan grande que podría soslayar<br />

las nubes de malquerencia que acompañan el<br />

ejercicio de un poder, se encontró con el aguijón de la<br />

injusticia clavándose en lo más profundo de sus sueños<br />

de alabanza y respeto. Lo más natural hubiera<br />

sido una retirada ceñuda a sus estudios o trabajos, pero<br />

Cicerón, aprisionado por la cadena del negotium, del<br />

fuego de actividad inherente a todo romano, se mantiene<br />

lo más cerca que puede de él alimentándole con<br />

brazadas del seco leño teórico (otium) griego: el po-


lftico ha de sufrir, sin merma de la acción, los desdenes<br />

de la gloria, puesto que las ventajas de ésta son<br />

tan estrechas en el espacio y en el tiempo y hay, por<br />

otra parte, un premio que espera después de la muerte<br />

al que sin desvíos ha sido fiel a sus obligaciones ciudadanas<br />

y políticas. Esto supone la adscripción de Cicerón<br />

a una idea pesimista de la gloria (Posidonio-<br />

Ovidio-Virgilio-Horacio), frente a su convencimiento<br />

anterior de la utilidad de la gloria como alimento de<br />

príncipes y políticos incluído en la línea del pensamiento<br />

optimista (Panecio-Cicerón-Séneca). Ofrece, por<br />

tanto, nuestro pasaie una desviación fundamental de<br />

la que fué línea de su vida en la cumbre de su actividad<br />

durante su consulado y al año siguiente (cuando<br />

el discurso Pro Archia), línea a la que después<br />

tornó (en el De officiis, después de la muerte de César)<br />

cuando se volvieron , a abrir posibilidades a su<br />

acción política. Sin embargo, es muy importante que<br />

esta desviación no la consideremos como resultado exclusivo<br />

de un recurso a la intimidad cuando lo externo<br />

nos falla. Era un problema de toda su generación, como<br />

los que ahora se estilan, que surgió cuando en la época<br />

de Sila se fragmentó la unidad de la comunidad<br />

social, conferidora de la gloria. Entonces ésta ya no<br />

procedía de un solo elemento juzgador, sino que podía<br />

haber tantas pequeñas glorias como grupos o camarillas,<br />

que, por otra parte, mordían a dentelladas en el<br />

prestigio de sus contrarios. Esto nos explica la evasión<br />

elegíaca de aquel tiempo tras la gloria literaria, menos<br />

sujeta a vaivenes de fortuna (semejante a la floración<br />

lírica del siglo y antes de Cristo, en Grecia), que sólo<br />

se suavizó, en parte, cuando surgieron esperanzas de<br />

unidad después de la batalla de Accio (recuérdese el<br />

giro hacia las viejas preocupaciones romanas dadas a<br />

su poesía por Virgilio, Horacio, Propercio).<br />

En resumen, nos encontramos con un momento de<br />

desgana de Cicerón, coincidiendo con una crisis de la<br />

gloria, desgana que trata de curar heroicamente con<br />

consuelos traídos de la vieja historia de Roma y de la<br />

teoría de Grecia.<br />

En toda esa actitud, que insistimos en subrayar como<br />

heroica, de Cicerón hay fondo romano que se superpone<br />

a las influencias extrañas de forma parecida a<br />

como se había supuesto en el mismo Lucrecio y aun<br />

en Caculo. infundiéndoles una pasión completamente<br />

incompatible con el tono decadente de sus modelos<br />

griegos (Epicuro y Calímaco). Y con ello entramos<br />

otra vez en la oposición Grecia-Roma. Porque las divergencias<br />

que antes señalábamos entre Platón y Cicerón<br />

no son meros enfrentamientos de la manera de<br />

pensar de dos hombres, sino que estos hombres los podemos<br />

considerar como el símbolo de la manera de<br />

ser de dos pueblos: Grecia, exaltación de la teoría,<br />

ruina de la acción; Roma, exaltación de la última a<br />

ultranza. La teoría es soporte de la acción y sólo es<br />

cotizable en cuanto en ella encontramos la razón o la<br />

explicación de nuestro obrar.<br />

COMENTARIOS <strong>DE</strong> DOS TEXTOS. CONSECUENCIAS<br />

Corno confirmación de todas estas afirmaciones,<br />

transcribiremos dos pasajes del Sueño de Escipión. Empezaremos<br />

por el capítulo 15, en razón de su valor de<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.—CICERÓN<br />

resumen del pensamiento de todo el fragmento que<br />

nos ocupa.<br />

En él Escipión, después de abrazar a su padre, que<br />

se presenta cuando está conversando con Escipión el<br />

Viejo, exclama:<br />

Puesto que, como oigo decir al Africano, ésta es la verdadera<br />

vida, ¿por qué me detengo en la tierra? ¿Por qué no me<br />

apresuro a venirme con vosotros? "No debe ser así—respondió—,<br />

pues a no ser que ese Dios del que es todo este gran<br />

templo que estás contemplando, te libre de esa prisión del<br />

cuerpo, no se te puede abrir la entrada a este lugar. Los hombres<br />

han sido engendrados con la condición de que defiendan<br />

aquel globo que ves en medio de este templo, al que se llama<br />

Tierra; para ello les fué dada el alma de aquellos eternos fuegos,<br />

que llamáis constelaciones y estrellas, de forma esférica,<br />

que, animados por mentes divinas, describen sus órbitas con tina<br />

maravillosa rapidez. Por lo cual tú, Publio, y todos los hombres<br />

piadosos, habéis de conservar vuestra alma encerrada en la<br />

prisión del cuerpo y no de/- le escapar de la vida sin permiso<br />

de aquel que os la dió, para que no parezca que rehuís las<br />

obligaciones que os ha asignado Dios."<br />

"Pero tú, Esciptán, como tu abuelo, como yo que te engendré,<br />

practica la justicia y la piedad, que si es virtud importante<br />

para con los padres y parientes, lo es muchísimo más<br />

para con la patria. Esa vida es el camino hacia el cielo y hacia<br />

esa reunión de los que han dejado de vivir y desligados del<br />

cuerpo habitan aquel lugar que ves." (Era éste un círculo que<br />

resplandecía entre llamas de esplendorosa blancura, al que vosotros,<br />

como aprendisteis de los griegos, llamáis círculo lácteo.)<br />

Mientras que desde él contemplaba al Universo, todo lo demás<br />

me parecía maravilloso y lleno de luz. Había estrellas que nunca<br />

vimos desde este mundo, y era tal su grandeza como nunca<br />

pudimos sospechar que fuera, y, entre ellas, era la más pequeña<br />

la que más distante del cielo y más cercana a la tierra<br />

brillaba con luz ajena. Las esferas de las estrellas superaban con<br />

mucho la magnitud de la tierra. Y la misma tierra me pareció<br />

tan pequeña, que tuve vergüenza de nuestro imperio, con el<br />

que apenas tocarnos un punta de ella."<br />

El pasaje tiene un interés poético extraordinario.<br />

Recuerda aquel bellísimo alejamiento de cámara del<br />

documental Was ist die Welt? y e/ emocionado diálogo<br />

de los enamorados del segundo acto de Nuestra<br />

Ciudad, pero ahondemos en el profundo significado<br />

del mismo.<br />

Los más diversos elementos son reunidos por Cicerón<br />

en una coherente mezcla: por una parte, la utilización<br />

de la palabra templum para la designación del<br />

Universo parece ser de origen estoico, mientras que la<br />

condenación del suicidio es contraria a la tesis estoica<br />

y más próxima a Platón, que probablemente la toma<br />

de los pitagóricos. La procedencia de las almas de los<br />

fuegos estelares y el cuerpo como pasión, son ideas<br />

tomadas del Time° de Platón (41 d-e, 42). La importancia<br />

de la forma de los astros (globosos y redondos)<br />

es de origen pitagórico. Quizá, a pesar de los<br />

reiterados esfuerzos de los comentaristas, podemos pensar<br />

en un precedente de la Stoa Media, en el que se<br />

mezclaran ideas platónicas y pitagóricas con los fundamentos<br />

estoicos, posiblemente el tan combatido Posidonio.<br />

Este hecho ya es importantísimo para el pasaje<br />

que nos ocupa, porque quizá pudiéramos ver en él<br />

un afán de sincretismo del romano práctico (frente a<br />

las enconadas disputas de escuelas de los griegos) que<br />

casaría, por tanto, mejor con las escuelas intermedias<br />

(Posidonio combin Indo las enseñanzas estoicas con<br />

elementos pitagóricos y platónicos; Panecio, haciendo<br />

lo mismo con elementos aristotélicos); pero lo que probablemente<br />

tiene mayor importancia es el hecho de<br />

que toda esta amalgama está sirviendo de fondo al<br />

33


34 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

pensamiento auténticamente romano, que es el de la<br />

obligación de permanecer en la tierra cuidando de ella,<br />

porque tal es el encargo de Dios ("para que no parezca<br />

que escapamos al deber que nos ha asignado Dios"),<br />

y que la culminación de la justicia y piedad es su referencia<br />

a la patria ("que si es grande para con los padres<br />

y parientes, lo es mucho más para con la patria").<br />

Estas ideas, aquí un poco dispersas, quedan formuladas<br />

de una manera concreta, con carácter de resumen,<br />

en el capítulo y palabras finales: en los consejos<br />

de Escipien el Viejo.<br />

Ejercítala (el alma), pues, en las más nobles preocupaciones,<br />

que son los cuidados dedicados a la salvación de la patria, en<br />

los que, atareado y preocupado el ánimo, volará más de prisa<br />

a esta su mansión y morada, y lo hará más rápido tilín, si,<br />

cuando todavía está encerrado en el cuerpo, asoma fuera y, con-<br />

:emplando lo que allí hay, se abstrae lo más posible de él. Pues<br />

tos ánimos de aquellos q3e se entregaron a los placeres corporales<br />

y que se hicieron anno sus siervos y por impulso de las<br />

pasiones sometidas a los placeres violaron los derechos de los<br />

hombres y de los dioses, escapa los de los cuerpos, dan vueltas<br />

alrededor de la Tierra y no vuelven a este lugar (la Vía Láctea),<br />

sino después de una purificación de muchos siglos.<br />

El se retiró; yo me desperté.<br />

Analicemos por partes:<br />

Ejercita el alma en las más nobles preocupaciones,<br />

que son los cuidados dedicados a la salvación de la<br />

patria: Recordemos que con ello se invierte el orden<br />

que aun el realista Aristóteles dió a las distintas manifestaciones<br />

de la vida humana: vida sensual, política,<br />

contemplativa, quedando ésta en el ápice de todas<br />

ellas; Cicerón, por el contrario, establece como fundamental<br />

la dedicación política.<br />

El alma volará rápida a esas regiones: La Vía Láctea,<br />

donde se reúnen, después de la muerte, los que se<br />

consagraron a la patria. La dedicación política adquiere<br />

aquí, por fuerza del genio romano, una especie de<br />

valor ascético.<br />

Y lo hará más rápido aún si cuando todavía está<br />

encerrado en el cuerpo asoma fuera y contemplando<br />

lo que allí hay se abstrae lo más posible del cuerpo:<br />

Es de un denso significado todo lo que en este pequeño<br />

párrafo se encierra. Por una parte, la contemplación<br />

de lo que está fuera de este mundo, esto es, del<br />

cielo, de la ordenación de las esferas; es la referencia<br />

a todo lo explicado en los capítulos del 16 al 22, en<br />

que nos describe las maravillas del cielo para que, mirada<br />

desde él la pequeñez de la tierra, podamos más<br />

fácilmente librarnos de las preocupaciones de este<br />

cuerpo, cuya servidumbre nos sujeta a ella.<br />

Encuadrando estas dos manifestaciones en el resto<br />

de la obra De República, de la que el Sueño es un<br />

apéndice, podremos pensar que, según el pensamiento<br />

de Cicerón, hay una preocupación superior: la política,<br />

acción, y otra secundaria, la contemplación (el contemplans<br />

del texto latino). Pero esta contemplación<br />

(otium, teoría) puede ser doble: la contemplación cosmológica<br />

y la ética, pero ambas al pie de la primera.<br />

La contemplación cosmológica responde a la descripción<br />

que de la esfera de Arquímedes hace Filo, uno<br />

de los interlocutores del diálogo Sobre la República<br />

en el libro I, 14, haciendo notar a Escipión la posible<br />

utilidad de los estudios cosmológicos como medio para<br />

un fin más alto, como es el desprecio de los bienes<br />

terrenos. A la segunda, el otium, en su manifestación<br />

superior (la ética, la ratio vivendi, de Sócrates), enfrenta<br />

a Cicerón de manera terminante en el comienzo<br />

del libro III, 3, la actividad pública. Aquí nos dice,<br />

categóricamente, que la perfección en la vida está en<br />

la unión de la práctica política con el estudio de los<br />

principios filosóficos (su caso, según afirma en De<br />

República, I, 8), pero que si hubiera que elegir se pondría<br />

del lado de la acción: "Aunque a alguno le parezca<br />

superior la quieta vitae ratio (subrayemos el<br />

quieta), dice allí, en realidad es más laudable e ilustre<br />

esta civil."<br />

Esto es precisamente lo que resume en este final:<br />

la contemplación de lo que está fuera (el Cielo, actitud<br />

contemplativa cosmológica) da fundamento al alejamiento<br />

del cuerpo, separándose de los vicios y sensualidad<br />

(actitud contemplativa ética), pero ambas no<br />

añaden más que un grado de rapidez a la actividad<br />

fundamental que es la política.<br />

Con ello toman expresión definitiva las teorías que<br />

se habían iniciado en el capítulo 15.<br />

* * *<br />

Los pasajes destacados, por tanto, son algo más que<br />

el índice de unas preocupaciones de Cicerón. Tienen<br />

todo el carácter de un símbolo de lo que Roma ha representado<br />

en la civilización occidental. Dimos como<br />

idea provisional que Platón había pasado a Occidente<br />

durante la Edad Media a través de Cicerón. Esto, por<br />

lo últimamente visto, no es cierto más que en parte:<br />

no nos pasó Platón al desnudo, como no nos pasó<br />

Aristóteles sin mezcla. Cicerón gustó de seguir los sincretismos,<br />

como acabamos de indicar. El pueblo romano<br />

no podía morir por una teoría que estuviera ausente<br />

de su acción; por eso, al acercarse a ellas, las fue llenando<br />

de vida y consecuentemente vaciando de exclusividad.<br />

Este movimiento no se inició en Cicerón, ni<br />

tampoco en Roma; los griegos habían ya comenzado<br />

los acercamientos de las distintas escuelas; pero fue<br />

Roma la que filtró en vida la teoría griega. Esto tiene<br />

un valor fundamental para la historia de la cultura,<br />

porque esa formación, de acuerdo con la norma griega<br />

(Bildung nach Griechentum), de que hablan algunos<br />

autores, es en sustancia la humanitas, el humanismo.<br />

No es claro del todo el concepto de Humanitas; pero,<br />

como todo movimiento amplio, posee un tono, un sentido.<br />

Quizá la palabra castellana que le es más cercana<br />

es la de Cultura; como ésta tiene también varios<br />

aspectos, en el fondo de los cuales queda como<br />

radical el de abundancia de conocimientos y la suavidad<br />

que de ellos resulta, a un hombre culto no se le<br />

permiten zafiedad de maneras ni afectos bruscos; a la<br />

mente culta, como a una playa, llegan mansos los movimientos<br />

del mar de las pasiones humanas. Quizá<br />

el más auténtico mérito de la Cultura, de la Humanitas,<br />

es hacer vida la teoría, esto es, la asimilación<br />

de lo aprendido. En un segundo término, quedan<br />

otras dos consecuencias implicadas en la misma idea<br />

de Humanitas: 1.a Lo humano opuesto a nacional (que<br />

queda implícito en la formación según lo griego, esto<br />

es, hay algo por encima de lo nacional que roza a<br />

todo hombre). 2. a' Lo humano opuesto a quimera<br />

teórica. Las dos quedan flotando en nuestro pasaje<br />

de una manera clara. La primera, con la sumisión ante


la superioridad teórica griega; la segunda, en la acentuación<br />

de los sincretismos. Todo ello con una firmeza<br />

de siglos hasta la aparición, en Rousseau, de la<br />

exaltación de la personalidad, por encima de todas las<br />

adquisiciones exteriores y anteriores.<br />

RESUMEN<br />

Resumiendo, el Sueño de Escipián es un símbolo<br />

del genio romano, al que podemos asignar las siguientes<br />

características:<br />

1 • a Transmisión de lo griego al mundo occidental.<br />

2.a Esta transmisión no es servil.<br />

La teoría griega era para el pueblo romano un elemento<br />

de vida. Por eso la teoría hubo de descender<br />

algo de la linea que le había marcado Grecia: ésta<br />

había descargado en ella y en el mito las quiebras de<br />

su vida (una especie de "liberación por la imagen").<br />

Al querer Roma asirse a la teoría como elevadora<br />

de su quehacer, suprimiendo la inasequibilidad en que<br />

Grecia la había dejado, la obligó a algunas concesiones<br />

(la de los sincretismos, el realismo), al mismo tiempo<br />

que elevaba su vida para emparejar con el mito,<br />

encontrándose a media distancia en una asimilación<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.—SAN AGUSTÍN 35<br />

de lo aprendido, que nosotros llamaríamos cultura, y<br />

al que la ruptura de fronteras nacionales y el abajamiento<br />

hasta el hombre hizo llamar Humanitas, Humanismo.<br />

La teoría griega adquirió casi unas posibilidades de<br />

difusión que hasta entonces no había tenido y entró,<br />

por primera vez, a través del portillo de Cicerón, en<br />

la gran creación de Europa, al mismo tiempo que<br />

aquella ruptura de fronteras abría maneras y métodos,<br />

que esperamos en Dios que aún no se hayan cerrado.<br />

ANTONIO MAGARIIZos<br />

Catedrático de Latín del Instituto "Ramiro"<br />

de Maeztu", de Madrid.<br />

BIBLIOGRAFIA ESENCIAL<br />

G. Boissier: Cicerón y sus amigos, traducción de Antonio Salazar.<br />

Editorial Albatros, Buenos Aires, 1944.<br />

Maffio Maffii: Cicerón y su drama político, traducción dc Agustín<br />

Esclasans. Editorial Iberia, Barcelona, 1942.<br />

Antonio Magariños: Cicerón. Ediciones Labor, Barcelona, 1951.<br />

L. Laurand: Manuel des études grecques et latines. París, 1923.<br />

Alvaro d'Ors Pérez Peix: Defensa del Poeta Arquías. Clásicos<br />

Emeritas, Madrid, 1940.<br />

Antonio Magariños: Sueño de Escipión. Clásicos Emerita, Madrid,<br />

1950.<br />

Antonio Magariños: Desarrollo de la idea de Roma en su Siglo<br />

de Oro. Colección Cauce, Madrid, 1952.<br />

Dos comentarios al Libro 1 de las "Confesiones" de San Agustín<br />

COMENTARIO PRIMERO<br />

Son muchos los que ven en el Curso preuniversitario<br />

la aportación más valiosa, tanto de orden cultural<br />

como pedagógico, de la vigente ley de Enseñanza<br />

Media; somos también bastantes los que, desde que<br />

la idea fué esbozada por el señor Sánchez de Muniaín,<br />

la recogimos con entusiasmo e hicimos pública manifestación<br />

del mismo (1), ofreciendo a la vez ideas<br />

prácticas. Por eso vimos con complacencia cómo el<br />

pasado verano, en el seno de la Universidad "Menéndez<br />

Pelayo", se reunían, bajo los auspicios de la<br />

Dirección General de Enseñanza Media, algunos catedráticos<br />

de Instituto y un nutrido grupo de profesores<br />

de E. M., casi todos religiosos, para reflexionar<br />

sobre el Preuniversitario. La actividad de este<br />

grupo y su mismo número llegó a eclipsar en buena<br />

parte la de otro grupo menor que trabajaba en un<br />

curso de Metodología de las lenguas clásicas, que tan<br />

visa presencia tienen en el Curso preuniversitario;<br />

de aquí que pronto se estableciera una colaboración<br />

mutua y que quienes trabajábamos en el curso de Metodología<br />

nos viéramos atraídos hacia las Comisiones<br />

del otro grupo. Así se elaboró un informe que, a<br />

(1) RE<strong>VISTA</strong> <strong>DE</strong> EDUCACIÓN, diciembre de 1953.<br />

juicio del que esto escribe, con muy escasos retoques,<br />

puede constituir la segura base para la reglamentación<br />

definitiva de dicho curso.<br />

LAS LENGUAS CLÁSICAS ANTE<br />

EL CURSO PREUNIVERSITARIO<br />

Dando de lado ahora a la referencia al mencionado<br />

curso—preferiríamos una crónica aparte—, la referencia<br />

que hemos hecho al curso de Metodología de las<br />

lenguas clásicas tiene su sentido. Como hemos dicho,<br />

quizá este curso quedó eclipsado en demasía; sin embargo,<br />

se trabajó en él con amor, acierto y altura. La<br />

enseñanza de las lenguas clásicas atraviesa un momento<br />

de difícil crisis, y, cuando todas las salidas<br />

parecen obstruidas, he aquí que, acaso un poco inesperadamente,<br />

se apuntan caminos no hollados, tendentes<br />

a sincronizar la enseñanza con los recursos disponibles,<br />

caminos que acaso pronto vayan siendo desbrozados.<br />

El hecho tiene gran importancia, pues, sobre todo el<br />

latín, reina en una de las secciones. Si mil diversas<br />

circunstancias, unidas a la de un profesorado deficiente<br />

en su mayoría, creído de que unos cuantos latines<br />

de mediana calidad bastan para sentar hoy día plaza<br />

de humanista y obtener el respeto ajeno, han conducido<br />

en los años de vigencia de la ley del 38 estos<br />

estudios en nuestra patria al máximo descrédito, ¿qué


36<br />

sucederá ahora? (2) Qué ocurrirá con nuestras amadas<br />

lenguas clásicas, centro del curso más interesante<br />

del Bachillerato? Acabarán matando de tedio a los<br />

pocos fieles? Hay en España más de mil Centros que<br />

deben tener el Preuniversitario. Desde luego, no hay<br />

mil profesores capaces de hacer al latín atractivo y<br />

fecundo. O cada profesor capaz atiende al menos cuatro<br />

Centros—es una solución que lo único que exige<br />

es que en los Centros de enseñanza la vocación educadora<br />

se sobreponga a la comercial, pues el buen<br />

profesor tiene un precio, que no es el de las bases de<br />

trabajo—o tendría que reducirse el número de Centros<br />

preparadores a la cuarta parte; de no acaecer lo uno<br />

ni lo otro, todo hace presumir que en el próximo plebiscito<br />

las lenguas clásicas sufrirán la más unánime<br />

y justa repulsa (3). Y, sin embargo, en manos de profesores<br />

eficaces y valiosos puede servir para que en<br />

las batallas futuras las lenguas clásicas encuentren<br />

posiciones sólidamente defendidas en todas las zonas<br />

de la sociedad española. Colaborar a este fin es la<br />

pretensión de este trabajo.<br />

(2) Ya el padre Cayuela, en su excelente libro Humanidades<br />

cläsicas—aunque prolijo y apolégico en demasía—preveía, a<br />

raíz de la ley del 38, con harta razón, el descrédito de estos<br />

estudios por culpa del profesorado: "pero dónde sacamos<br />

ahora abundancia de profesores...?" "No creemos en la generación<br />

espontánea. Más: nos tememos que las Humanidades se<br />

desacrediten si no las enseñan personas bien penetradas de espíritu<br />

humanístico." (V. op. c., pág. 600.) La voz del padre<br />

Cayuela era y sigue siendo la de los catedráticos de Instituto<br />

y Universidad. Sin embargo, ,titié poderosos intereses han ahogado<br />

esos avisos, obteniendo la impunidad total para que las<br />

lenguas clásicas—y otras disciplinas—sean trituradas por un<br />

profesorado incapaz de cientos de Centros?<br />

(3) No se puede objetar que la ley supera la realidad: la<br />

educación tiene que organizarse apuntando a unas metas ideales,<br />

y las leyes tienen que ser aguijón que impulse a los<br />

Centros—entidades realizadoras—hacia esas metas, no cómodo<br />

molde a su medida. De no ser así, los Centros docentes, anclados<br />

en la realidad social, serían dominados por ella, en vez<br />

de ser levadura modificante. De hecho, la pedestre seducción<br />

del ambiente domina totalmente la mayor parte de los Centros<br />

no oficiales y afecta indirectamente a los oficiales. Los Centros<br />

docentes tienen la función de modificar la realidad social<br />

y conducirla hacia las metas propuestas, en vez de halagar sus<br />

tendencias instintivas y explotarlas; lo cual no es hacer un<br />

servicio, sino enquistarse parasitariamente en una situación. Los<br />

Centros docentes sirven a la sociedad luchando con ella—con<br />

el afán de privilegios y egoísmos de cada individuo—, no rindiéndose<br />

a ella; siendo motores, no lastre. La tentación de<br />

rendirse es tanto más fuerte cuanto entre nosotros supone un<br />

fraude vivamente deseado por la víctima, a la par que provechosísimo<br />

para el que lo hace. El Centro paga con su dignidad;<br />

el precio que paga el cuerpo social entero es incalculable, a<br />

la larga sangriento; pero egoísta o hipócrita piensa a la<br />

larga? ¿Quién se acuerda de experiencias lejanas? Entre nosotros<br />

éste es sin duda el gran escollo en que peligra el barco<br />

de esta nuestra libertad de enseñanza.<br />

En cuanto a profesorado, hay el suficiente capacitado para<br />

la preparación adecuada del Preuniversitario con los catedráticos<br />

de Instituto—que tratándose de este curso pueden trabajar<br />

en la enseñanza no oficial—y con una selección de licenciados<br />

y doctores; cualquier Centro con 40 alumnos de Preuniversitario<br />

puede tenerlo bien montado, con altura y con cuidadosa atención,<br />

retribuirlo dignamente—entendiendo por dignamente el<br />

triple o más de las bases de trabajo—y obtener un decoroso<br />

beneficio sobre las cuotas habituales en esos Centros para ese<br />

curso—entendiendo por "decoroso" un 30 por 100 libre—; si<br />

no lo tienen así es porque no quieren o rehusan la colaboración<br />

con la más valiosa aportación pedagógica de la nueva<br />

ley. Merece la pena que los buenos Centros se entregen en<br />

serio; es su propia dignidad, su categoría, acaso su libertad lo<br />

que se juegan en este cheque en blanco que el Estado ha<br />

puesto en sus manos.<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

COMENTARIOS AL INFORME<br />

En cuanto a los autores.—Defiendo y me atengo<br />

a la redacción que a esta cuestión se da en el apartado<br />

a), referido a los ejercicios especiales de las pruebas<br />

de madurez, página 8, que debe hacer desaparecer<br />

al apartado c) de las orientaciones generales; me declaro<br />

en rebeldía con éste, que en su redacción perdona<br />

la vida a los poetas clásicos; encuentra ocioso<br />

eso de que los textos "tengan aplicación a la cultura<br />

actual"; eso dependerá de la ciencia y arte del profesor;<br />

por lo demás, el mundo occidental está más<br />

cerca del mundo grecorromano, por sus formas de<br />

vida y actitudes mentales, que del medieval, en cuyos<br />

textos se insiste, buscando esa aplicación a la cultura<br />

actual. Por tanto, tenemos para elegir todos los autores<br />

clásicos, textos jurídicos, patrísticos, medievales y<br />

del Renacimiento, sin más condición que "estén en<br />

la línea de la latinidad clásica", cosa en la que todos<br />

estuvimos de acuerdo.<br />

En cuanto a la elección del texto.—Habrá que operar<br />

suponiendo una preparación mínima en el alumnado<br />

(4). La idea de ir de lo fácil a lo difícil no es<br />

de aplicación en estas alturas; la única graduación<br />

que cabe aquí es la que en una prelección adecuada,<br />

que nunca debe faltar, elabore el profesor. Esa prelección<br />

debe ir completada, o bien en el momento mismo,<br />

o bien en una segunda parte, tras reducido el texto<br />

en su comentario, por una erudición (empleando el<br />

viejo nombre) al modo más sobrio, más íntimo y más<br />

humano que exige nuestro tiempo, y que permite a<br />

un profesor equipado con las armas de la filología<br />

actual, si a su ciencia une un espíritu sensible y abierto,<br />

es decir, si es un humanista de nuestra hora, captar<br />

el mensaje de la antigüedad y descifrar en él<br />

nuestra propia época. Sólo un consejo negativo: nada<br />

de latines rebajados o impuros como escalón previo<br />

para el buen latín.<br />

En cuanto a las clases y horario.—Desde luego, las<br />

seis horas semanales es el mínimo. Yo prefiero distribuirlas<br />

en cuatro sesiones de hora y media o en<br />

tres de dos horas. Esto exige dinamismo, actividad,<br />

variedad, imaginación. Cada uno debe distribuir según<br />

su juicio. En todo caso, lo que no debe ocurrir<br />

es que el alumno se hastíe de la clase.<br />

EL PROFESOR, ANTE UN TEXTO<br />

LATINO. OBSERVACIONES PREVIAS<br />

Es la primera que la manera de moverse sobre un<br />

texto es personal, muy personal, y en parte intrans-<br />

(4) El alumnado de letras del Preuniversitario se debería<br />

corresponder con el de las clases de Retórica y Humanidades<br />

del siglo xvi; pero, salvo rara excepción, el alumno oscilará<br />

entre la clase media y suprema, cuando no la ínfima, según<br />

la clasificación de la Ratio. Por otro lado, la psicología de los<br />

diecisiete años exige al profesor situarse en el nivel equivalente<br />

a las tres primeras. Esto complica la labor del mismo,<br />

que tiene que hacer una clase que sea la forma moderna, con<br />

los recursos de la actual filología, correspondiente a las mencionadas<br />

de otros tiempos, sin dejar de hacer constantemente<br />

descensos al nivel mínimo. Con los actuales horarios no se pueden<br />

alcanzar las viejas metas; por otro lado, los viejos métodos<br />

fueron pensados para cuatro horas diarias de latín y para<br />

otros tiempos. Caemos siempre en la necesaria revisión de métodos,<br />

alguna de cuyas directrices hemos propuesto públicamente.


ferible. Responde a un estilo, a un sentido de la labor<br />

que uno realiza y de la disciplina que maneja. Ese<br />

estilo se nutre y enraiza en la cultura y formación<br />

científica del profesor; su forma la determinan sus<br />

dotes humanas, intuición y conocimientos pedagógicos.<br />

Esta forma de entender el comentario no tiene<br />

paradigma, aunque sí se pueda hacer partícipes de<br />

ellas a otros. Existe, eso sí, la técnica del trabajo sobre<br />

el texto; esa técnica es conocida; pero la verdad es<br />

que deja en el umbral del texto.<br />

La segunda observación es recordar que lo primero<br />

en toda actividad es determinar la finalidad. Qué<br />

es lo que nos proponemos con las tareas latinas en<br />

este curso? Si nos atenemos a las instrucciones hasta<br />

ahora aparecidas, se trasluce una concepción instrumental<br />

del latín: el alumno tiene que saber traducir<br />

lo suficiente para sus posteriores tareas de Facultad.<br />

Puede que el examen sea eso lo que con mayor exactitud<br />

puede medir, aunque debe medir también otras<br />

cosas. Pero es claro que la labor de clase no puede<br />

subordinarse al examen; el éxito en él es una añadidura.<br />

Sencillamente, el latín no es instrumento inmediato<br />

para nada o poco menos; una concepción<br />

instrumental del mismo es contraria a la naturaleza<br />

y fines de esta enseñanza. En nuestra clase, los alumnos<br />

tienen que aprender a leer, pensar, criticar y crear<br />

sobre los textos latinos (5). Así entiendo la clase y<br />

obro en consecuencia.<br />

Es la tercera observación que la clase de latín del<br />

Preuniversitario, que me gusta más llamar de Humanidades<br />

Clásicas, es, con derecho de prioridad histórica,<br />

una clase de comentario de textos; en realidad,<br />

ia clase de latín o es comentario de textos o no es<br />

nada..., que es lo que es frecuentemente. Este trabajo<br />

será, por tanto, un comentario de textos latinos,<br />

con las características personales de mi modo de trabajar,<br />

sobre el que gustoso acepto toda crítica, y que,<br />

con cierta violencia íntima, temor y respeto para todos<br />

mis colegas, saco de la intimidad del aula. Debo<br />

añadir que también me ha resultado sorprendente<br />

que la clase de latín no esté concebida como clase<br />

de comentario de textos en el informe del Preuniversitario,<br />

y menos en las instrucciones vigentes, olvidando<br />

que toda enseñanza lingüística es esencialmente<br />

eso, pero la del griego y latín es únicamente eso.<br />

EL TEXTO LATINO<br />

El texto que traemos como ejemplo es un texto de<br />

las Confesiones de San Agustín. Debo aclarar que<br />

no ha sido elegido especialmente para este trabajo. Es<br />

un texto utilizado en mi labor de clase del Curso<br />

preuniversitario, ante el que con la pluma en la mano<br />

(5) La enseñanza de las lenguas clásicas, o es humanismo,<br />

o no es nada. Pero el problema consiste en que el humanismo,<br />

en su contenido práctico, ha de ser elaboración del saber<br />

de una época; el humanismo renacentista no nos sirve, porque<br />

los datos científicos, sobre todo lingüísticos y pedagógicos,<br />

el saber y la vida, son otros. Se impone, pues, una reciaboración<br />

humanista de los estudios clásicos sobre bases científicas<br />

actuales. Todos nuestros trabajos apuntan en esta dirección,<br />

y no es ésta la primera formulación pública. El que<br />

ofrecemos es una demostración sobre un texto de cómo hacer<br />

esa elaboración y de sus resultados.<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.—SAN AGUSTÍN 37<br />

no sé si obtendré el resultado que cuando frente a<br />

mis alumnos hablo, desbordando cuanto llevaba pensado.<br />

El texto comprende los capítulos XII, XIII, XIV<br />

y XV del libro primero de la obra. El comentario se<br />

va a concentrar sobre el breve capítulo XII, si bien<br />

abarca los mencionados capítulos. La concentración<br />

del comentario y el análisis, no ya sobre un capítulo,<br />

sino sobre una frase, es no sólo una exigencia del<br />

método que empleo, sino también consecuencia del<br />

principio, creo que seguro, en que sustento mi labor.<br />

Las conclusiones obtenidas sobre trozos pequeños, ya<br />

lo veremos, son aplicables a cuadros enteros de una<br />

obra, sin asomo de duda. El capítulo XII lo ofrezco<br />

completo. Los otros llevan pequeños cortes, que no<br />

impiden seguir perfectamente el hilo del texto. En<br />

todo caso, puede tenerse a la vista el original (B. A. C.<br />

Obras de San Agustín, t. U).<br />

Desearía comentar después un texto de Ovidio, por<br />

ejemplo, un antípoda de San Agustín en todos los<br />

sentidos; o de Horacio o Virgilio. Pero temo que la<br />

extensión de este trabajo no me lo permita. Veríamos<br />

la fecundidad del método. Y ahora entremos en el<br />

comentario.<br />

CAPITULO XII<br />

19. In ipsa lamen pueritia, de qua mihi minus quanz de<br />

adulescentia metuebatur, non amaban hueras et me in<br />

cas urgeni oderam; et urgebar lamen et bene ms/si<br />

fiebat, nec faciebam ego bene: non ego discerem, nisi<br />

cogerer. Nemo enim invitus bene facit, etiansi bonum est<br />

quod facit. Nec qui mihi urgebant, bene faciebant, sed<br />

bene mihi fichar abs te, Desis meus. liii enim non intuebantur<br />

quo referrem quod me discere cogebant praeterquam<br />

ad satiandas insatiabiles cupiditates copiosae inopiae<br />

et ignominosae gloriae. Tu cero, cus "numerati sunt capilli<br />

nos/Ti" (Matth. 16, 30), errore omniunz qui me<br />

instabant ut discerem utebaris ad utilitatem meam; tuco<br />

autenz, qui discere nolebam, utebaris ad poenam meam,<br />

qua non eram indignos tantilltts puer et /anua peccator.<br />

Ira de non bene facientibus tu bene faciebas mihi et de<br />

peccante me ipso inste retribuebas mihi. lttsisti enim, et<br />

sic est, ut poena sua sibi sil omnis inordinatus animus.<br />

CAPITULO XIII<br />

20. Quid autem eral causae, con graecas litteras oderatn, quibus<br />

puerulus imbuebar, ne nunc quidem mihi satis explora/us<br />

est. Adamaveram eninz latinas, non quas prinzi magistri,<br />

sed quas docent qui grammatici cocan/un. Nam<br />

illas primas, ubi legere et scribere et numerare discitur,<br />

non mima onerosas poenalesque habebam guara omnes<br />

graecas. Unde tomen et hoc nisi de peccato et vanitate<br />

vitae...? Nans litigue mcliores, quia certiores, erant primae<br />

illae litterae quibus fichar in me et faenan est et babeo<br />

illttd ut et legam, si quid scriptum invenio, et scribam ipse<br />

si quid volo, (luan: illae quibus tenere cogebar Aeneae<br />

nescio cuita errores, oblitus errorum meorum, et plorare<br />

Didonern mortuam, quia se occidit ab amore...<br />

71, Quid enim miseritts misero non miserante se ipsum et<br />

¡lente Didonis mortenz, quae fiebat amando Aeneanz. nom<br />

!lente autem mor/em suam, quae fichar non amando te,<br />

Dens, lumen cordis nzei et panis oris intus animae meae<br />

et virtus man/ans mentem meam et sinum cogitationis<br />

meae? Non te amabam "et fornicabar abs te" (Ps. 27, 27)<br />

et fornicanti sonabat :indique: "erige", "elige"; amicitia<br />

enim mundi "fornicatio est abs te"... Et haec non fichan:<br />

et flebam Didionem "exstinctam ferro que extrema seco-


38 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

Mm". Et si prohiberer ea legere, dolerem quia non legerem<br />

quod dolerem.<br />

22. Talis denzentia honestiores et uberiores litterae pulan-<br />

Sur qua»: illae, quibus legere et scribere didici. Sed nunc<br />

in anima mea clames Deus meus et veritas toa dient<br />

mi/li: non est ita, non est ita; melior est prorsus illa prior<br />

doctrina. Nanz ecce paratior sum oblivisci errores Aeneae<br />

atarte omnia eiusmodi quam scribere et legere. As enim<br />

vela pendent liminihus grammaticarom scholarum, sed non<br />

illa magis honorem secreti quam tegimentum erroris significant.<br />

Non clament adversos me quos ¿am non timen,<br />

dum confiteor tibi quae volt anima mea, Deus meta, et<br />

adquiesco in reprensiorze ma/amin viarum mearurn, ut<br />

diligam bonas vias toas; non clament adversos me venditores<br />

grammaticae ve! emptores, quia si pro ponam cis<br />

interrogans, utrum verum sil quod Aenean aliquamdo<br />

Chartaginem venisse poeta dicit, indoctiores nescire se respondebunt,<br />

doctiores entern etiam negabunt verun2 esse,<br />

As si quaeram, quibus littrris scribatur Aeneae nomen,<br />

omnes mi/li. qui hace didicerunt, verum respondent et<br />

sertindum id partom et placitum, quod inter se homines<br />

ista signa firmarunt. Item si quaeram, quid horum maiore<br />

vitae huius incommodo quisque obliviscatur, legere et<br />

scribere an poetica illa figmenta, quis non videat quid<br />

responsurus si!, qui non est penitos oblitus sui? Percabam<br />

ergo puer, cum illa inania istis utilioribus more<br />

praeponebam vel polio' isla oderam, illa amabam. ¡am<br />

yero "unum et unum duo, duo et duo quattuor" odiosa<br />

cantio eral mi/li. et dulcissimum spectaculum vanitatis<br />

equus ligneus plenos armatis et Troiae incendium "atque<br />

ipsitts timbra Cresae" (Aen. II, 772).<br />

CAPITULO XIV<br />

23. Cut- ergo graeram grammaticam oderam talin camtanten:2<br />

Nam et !gomeros peritos texere tales fabellas et dolcisseme<br />

vanos est et tnihi t'amen amarus erat puero. Credo<br />

etiam graeris pueris Vergilitts ita si!, cum cum sic<br />

discere coguntur ut ego illum. Videlicet difficultas, difficultas<br />

omnino ediscendae liguae peregrinae quasi !elle<br />

aspergehat Orin es suavitates graecas fabulosarom narrationum.<br />

No/la enim verba illa noveram et saevis terroribus<br />

ac poenis, ut nossem, instabatur rnihi vehementer. Natn<br />

et latina aliquando in/ans utique nulla noveram et tarnen<br />

advertendo didici sine olio meto atque crociatu inter etiam<br />

blandimenta nutricom et loca arridentium et laettitias<br />

dentium. Didici yero um sine poenali onere urgentium,<br />

cum me urgeret cor meum ad parienda concepta sua, et<br />

qua non esset, nisi digna verba didicissem non a dorentibor,<br />

sed a loquentibus, in quorum et ego auribus partune/am<br />

quidquid sentiaebam. Hinc satis elucet maiorem<br />

ha/ere viro ad discenda isla liberan: curiositatem quam<br />

meticolosam necessitatem...<br />

CAPITULO XV<br />

24. "Exatrdi", Domine, "deprecationem meam" (Ps. 60, 2)<br />

ne dificiat anima mea sub disciplina toa neque deficiam<br />

in confitendo tibi miserationes toas, quibus eruisti me ab<br />

omnibus viis pessimis, uf do/ceceas tnihi su per omnes seductiones,<br />

quas seque/lar, et amem te validissime et anzplexetn<br />

manum tuam tolle praecordiis meis et croas me<br />

ab omni temptatione usque ad finem. Ecce enim, tu<br />

Domine, "rex meos et Deus meta": tibi servia! quidquid<br />

titile puer didici, tibi servia! quod loquor et sen/lo, et<br />

lego et numero, quoniam cum vana discerem, tu disciplinam<br />

dabas mi/li et in eis vanis percata delectationum<br />

mearom dimisisti mi/li. Didici enim in eis multa verba<br />

utilia; sed in re/los non vanis disci possttnt, et ea via tole<br />

est, in qua pueri ambularent.<br />

<strong>DE</strong>TERMINACIÓN <strong>DE</strong> LÍMITES<br />

EL COMENTARIO<br />

Quiero detenerme en el comentario, pues se desea<br />

que ejemplifique.<br />

El texto de las Confesiones de San Agustín que<br />

hemos propuesto es de notar que se presta a ser<br />

comentado a la vez por el teólogo, el filósofo, el<br />

pedagogo, el historiador de la antigüedad y el filólogo<br />

clásico. El profesor de latín sería deseable que abarcase<br />

de algún modo todas las dimensiones; pero su<br />

método debe ser el del filólogo; es la palabra misma<br />

la que le ha de dar pie para sus razonamientos; sus<br />

afirmaciones han de sustentarse en fenómenos lingüísticos.<br />

La proyección cultural más inmediata a su actividad<br />

filológica recaerá sobre la Historia de la Cultura<br />

Antigua. Esto entra todavía en la esfera de sus<br />

conocimientos. En cuanto al comentario como historiador<br />

de la Pedagogía, interesará o no, pero sin constituir<br />

su especialidad entra en la esfera de sus conocimientos<br />

en alguna medida. Su penetración filológica<br />

en el texto le llevará a hacer pie sobre un fondo que<br />

no es otro que la Filosofía; pero no hay que esperar<br />

un comentario filosófico de quien no es especialista en<br />

la materia, aunque tenga conocimientos suficientes. En<br />

el caso particular que tratamos, el texto tiene una<br />

proyección teológica clara; tampoco es de esperar ni<br />

hay que pedir que el latinista entre en este terreno.<br />

Y no hay que pensar que con su saber filológico e<br />

histórico el comentario resulte cosa baladí; veremos<br />

cómo la extraordinaria finura de esta ciencia deja en<br />

el umbral de los problemas últimos y muchas veces<br />

apunta su solución. Con esto quedan claramente determinados<br />

los límites. El humanista de hoy, con ser<br />

hombre de amplia cultura, no puede dejar de ser<br />

especialista en algo.<br />

El texto ha sido preparado y debidamente ambientado.<br />

Se ha hecho ya la labor previa habitual. Los<br />

alumnos han presentado su traducción, que ha sido<br />

discutida en común. Ahora el texto va a ser de nuevo<br />

comentado, presentado a los alumnos bajo una nueva<br />

luz; acaso de este comentario surjan trabajos e interpretaciones<br />

a desarrollar por los alumnos.<br />

HIPÓTESIS CIENTÍFICA<br />

Cuando en repetidas ocasiones me he propuesto la<br />

tarea de penetrar en un texto valioso, tanto por razón<br />

de método como por imposición del texto mismo en<br />

otros casos, mi atención se ha centrado sobre una,<br />

dos o tres frases. No una frase cualquiera, sino frases<br />

con especial potencia, ora por su contenido, ora por<br />

su expresión. La búsqueda de estas frases es a veces<br />

penosa; viene precedida por repetidas lecturas de un<br />

texto más o menos largo, del análisis atento de uno<br />

o más capítulos: cuantos suponen un cuadro completo<br />

dentro de la obra. Tal ha sido en este caso, y<br />

no por falta de frases llamativas, sino por sobra.<br />

Otras veces la frase capital se yergue solitaria en medio<br />

del texto, como una elevada cumbre; esto en Tá-


cito es frecuente. Este método de trabajo no es producto<br />

de un azar; responde a un principio que,<br />

aplicado y comprobado por quien esto escribe en<br />

otros casos, formulo aquí por vez primera: la carga<br />

psicológica de un texto de calidad suele ir concentrada<br />

en una frase o pasaje muy corto. Son frases potentes,<br />

explosivas; con frecuencia, la expresión acusa violencia-<br />

de lenguaje, contradicción evidente; otras, una apariencia<br />

más o menos normal oculta una radical contradicción<br />

en las imágenes asociadas, lo que las<br />

convierte en frases lapidarias. El hecho de que el<br />

fenómeno sea psicológico explica cómo esas frases se<br />

convierten en eje interno de los textos. De un modo<br />

inconsciente para el autor, invisible para el lector, gira<br />

todo un capítulo o serie de capítulos alrededor de una<br />

frase, la repiten, la parafrasean, acusan en su disposición<br />

los elementos mismos que la frase central contiene<br />

y, cuando el análisis estilístico actual—que no<br />

tiene nada que ver con la vieja Preceptiva—entra en<br />

liza con sus finuras de matiz, revela que todo es<br />

consecuencia de que el espíritu del autor gira alrededor<br />

de un polo magnético de tipo psicológico, que<br />

se corporiza en ciertos elementos de la expresión y,<br />

sobre todo, en la frase capital. En resumen: que una<br />

o dos frases prefiguran embrionariamente todo un<br />

texto. El instrumento científico que para desarrollar<br />

la labor de búsqueda tenemos es la Estilística actual.<br />

Responde también el método de trabajo a una exigencia<br />

de esta ciencia: el estudio estilístico es tan<br />

delicado y minucioso, que conviene centrarlo sobre<br />

textos cortos.<br />

Como ya he indicado, la búsqueda no me ha sido<br />

fácil, no por falta, sino por sobra de posibles frases;<br />

ello es debido a que el o los polos magnéticos psicológicos<br />

son muy potentes y actúan continuamente. En<br />

el texto elegido la unidad de tema se muestra a lo<br />

largo de los capítulos señalados: la educación del<br />

santo en su niñez.<br />

Tras estas explicaciones para la inteligencia de mi<br />

trabajo, seguiré en la exposición la marcha que siguió<br />

mi investigación:<br />

1. DISPOSICIÓN INTERNA <strong>DE</strong>L CAPÍTULO XII.<br />

2. ANXLISIS <strong>DE</strong>TENIDO <strong>DE</strong>L MISMO.<br />

3. DISPOSICIóN INTERNA <strong>DE</strong> LOS CAPÍTULOS XIII, XIV<br />

Y xv.—Será un estudio rápido, de conjunto. Según<br />

los principios formulados, repetirán la del XII, como<br />

éste la de la frase central.<br />

4. ESTUDIO <strong>DE</strong> LAS FRASES CAPITALES.—Acaso el lector<br />

esperara el estudio previo de esas frases; pero<br />

prefiero que me acompañe en la dura ascensión hasta<br />

llegar a ellas. Después del análisis de los capítulos se<br />

desprenden solas; pero entre tanto las dejaremos confundidas<br />

en ellos.<br />

5. SiNTESIS.—Este es el momento decisivo. Los análisis<br />

no nos dan sino datos, significantes parciales de<br />

un significado total. Son piezas sueltas de un mosaico.<br />

Aquí se trata de su reconstrucción.<br />

Pasemos al comentario. Leamos atentamente. Lo<br />

que sea debe salir del texto mismo y no de ideas<br />

previas. Actúo, pues, en puro filólogo.<br />

* * *<br />

1. ESTRUCTURA <strong>DE</strong>L CAPÍTULO XII.—La simple lectura<br />

nos acusa una cierta falta de plan lógico previo.<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.—SAN AGUSTÍN 39<br />

Las frases se entrecruzan e interrumpen. Las ideas<br />

se repiten. Mas, siguiendo el texto literalmente, he<br />

aquí lo que encuentro:<br />

1.0 a) CONFESIÓN <strong>DE</strong> UNA CONDUCTA PECAMINOSA<br />

(Luego añadiremos algo sobre eso de la<br />

confesión...) :<br />

"in ipsa pueritia ... no amaban: litteras"<br />

"et oderam" "nec faciebant ego bene"<br />

b) EXPOSICIÓN <strong>DE</strong> UNOS HECHOS Y FORMULACIóN<br />

<strong>DE</strong> JUICIOS:<br />

"urgebar ... et bene inihi fiebat" "Nec<br />

qui mi/li urgebant bene faciebant"<br />

Aunque hemos separado a efectos de método expositivo<br />

los dos actos, es claro que psicológicamente<br />

no son separables.<br />

San Agustín se acusa de que, cuando niño, no le<br />

gustaban las letras primeras, tascaba el freno de la<br />

disciplina escolar con espíritu rebelde y dice claramente<br />

que obraba mal. Por otro lado, dice que se le<br />

obligaba, y juzga que se le hacía un bien.<br />

7.o a) SE PERCIBEN CIERTAS ACLARACIONES ACCI-<br />

<strong>DE</strong>NTALES:<br />

"nemo enint invitas quod facit"<br />

explica, no que el santo hiciera mal en no querer<br />

estudiar (eso es obvio), sino cómo la buena acción de<br />

estudiar perdía su mérito, pues le faltaba el voluntario.<br />

b) De la misma manera que "netno enim..." aclara<br />

accidentalmente la frase "nec faciebam cogerer",<br />

así "illi non intuebantur ... et ignominiosae gloriae"<br />

aclara el "nec qui me urgebant, bene faciebant".<br />

3. 0 UNA ELEVACIÓN <strong>DE</strong>L ALMA HACIA DIOS.<br />

a) "sed bene mihi fiebat abs te"<br />

b) Despliegue y explicación de esta afirmación:<br />

"Tu yero".., hasta el final.<br />

ESQUEMA <strong>DE</strong> LA DISPOSICIÓN INTERNA<br />

1. a) CONFESIONES Y JUI- 2. EXPLICACIONES ACLARA-<br />

CIO ACUSATORIO:<br />

TORIAS :<br />

"nom amaban: litteras"<br />

"et me in cas urgeni<br />

oderam"<br />

Iinec faciebam ego<br />

bene"<br />

b) EXPOSICIÓN Y JUI-<br />

CIOS:<br />

"nemo enim<br />

facit"<br />

quod<br />

"et urgebar"<br />

"et bene mihi fiebat"<br />

.`nec qui mihi urgebant<br />

bene"...<br />

"illi enim non intue-<br />

bantur"<br />

3. <strong>DE</strong>SPLIEGUE Y ELEVACIÓN <strong>DE</strong>L ALMA HACIA DIOS.<br />

a) CONFESIONES Y EXPOSICIÓN: b) EXPLICACIÓN:<br />

"sed bene mihi fiebat abs<br />

te"<br />

"tu yero"...


40 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

Este esquema parece bastante satisfactorio desde el<br />

punto de vista lógico y psicológico. Puede que algunos<br />

se dieran por satisfechos. Sin embargo, apenas si<br />

nos hemos enterado de algo de lo que el texto dice.<br />

Es preciso reanudar la búsqueda y preguntar una y<br />

otra vez qué se nos quiere decir, qué idea central<br />

late ahí.<br />

* * *<br />

2. APRISIONANDO SOMBRAS: ANÁLISIS <strong>DE</strong>L CAPÍTULO XII.<br />

Aprisionar sombras y darles cuerpo y vida con sólo<br />

tocarlas. ¿Qué sombras son ésas? El espíritu de los<br />

grandes ingenios no queda enteramente aprisionado<br />

en las palabras de sus obras; las rebasa y las envuelve<br />

en su atmósfera; las ideas y emociones de su alma se<br />

escapan por los múltiples resquicios que produce la<br />

violencia a que las palabras se ven sometidas; esa<br />

violencia suele ser un indicio. No voy a hacer un<br />

análisis estilístico pleno del texto. Solamente algunos<br />

rasgos notables.<br />

La lengua, siendo correcta, no está en la línea clásica.<br />

A simple vista se advierte que el santo se expresa<br />

por frases breves. Estamos muy lejos del párrafo ciceroniano<br />

y, siendo corta la frase, de la purísima urbanitas<br />

de un César. El orden de las palabras—sin<br />

entrar en detalles—tampoco es el de las obras clásicas;<br />

está en la línea de los textos de latín próximos a la<br />

conversación que nos han quedado. Con respecto a<br />

estos dos fenómenos nuestra inquietud pregunta: ¿por<br />

qué? Y las respuestas acuden numerosas: San Agustín<br />

habla para todos, conversa en voz alta y quiere<br />

que todos los hombres de su tiempo le entiendan.<br />

Postura común a todos los escritores cristianos de<br />

entonces. A Cicerón, se le entendía a medias en tiempo<br />

del santo. Por eso la frase es corta; la lengua, coloquial.<br />

Pero escribe uno como quiere o como puede?<br />

¿Por qué la frase tiene la potencia que se percibe?<br />

¿Es que el estilo de un escritor puede ser determinado<br />

por un objeto independiente de su persona? Preguntas<br />

interesantes a las que ya responderemos, que no<br />

hacen tan claras las respuestas corrientes.<br />

Pero antes de interpretar prosigamos nuestra investigación<br />

de fenómenos lingüísticos. Destaca, entre<br />

ellos, el uso desmesurado de los pronombres personales;<br />

el de La persona, aparece once veces, seis de<br />

ellas en dativo. Sin entrar en el detalle de la clasificación,<br />

se puede afirmar que estos dativos confieren al<br />

texto una intensa emotividad; no hay que olvidar que<br />

el dativo expresa casi siempre, usado con pronombres,<br />

una viva expectación por las consecuencias de la acción<br />

verbal. Mas si nos fijamos veremos que todos estos<br />

dativos expresan el objeto de las bondades o inquietudes<br />

ajenas: "de qua mihi minus metuebatur"—"bene<br />

mihi fiebat" "bene mihi fiebat abs te"—"tu bene fiebas<br />

mihi" "iuste retribuebas mihi". Añadamos a estos<br />

once personales de La persona tres posesivos de la<br />

misma y nos saldrá la desmesurada cifra de catorce<br />

formas expresas de primera persona. Frente a ellas<br />

sólo tres de 2. a y cuatro de 3 • a, incluyendo las tres<br />

elipsis de ille o is ante los tres relativos qui.<br />

Qué significado tiene esto? Es claro que las Confesiones<br />

están redactadas en primera persona; que la<br />

lengua hablada del tiempo de San Agustín, al perder<br />

las desinencias verbales, hacía un mayor uso que la<br />

clásica de los pronombres. Es cierto. Pero parece como<br />

si San Agustín destacara su figura en demasía; hay<br />

casos, como "me urgen", "nec facieham ego" y algunos<br />

otros, en que podría haber sido eliminado modestamente.<br />

Incluso en tiempo de San Agustín, en el habla literaria<br />

sigue siendo cierto el principio de que el uso intenso<br />

del pronombre destaca la persona. Entonces,¿vanidad<br />

inconsciente de escritor?¿Debilidad humana<br />

impensada? Que su persona se destaca es indiscutible.<br />

Pero apara qué? Observemos más fenómenos de lengua:<br />

"mihi metuebatur" frente a "nom amabam litteras"<br />

y "oderam me urgen"; "nec faciebam ego<br />

bene" frente a "bene mihi fiebat", "bene mihi fiebat<br />

abs te", "tu... ad utilitatem meam", "tu bene mihi fiebas".<br />

¿Cómo interpretar? Parece claro que los pronombres<br />

se contraponen entre sí invariablemente para<br />

destacar no las personas, sino las conductas: el de primera,<br />

expresa constantemente o beneficios para ella, o<br />

pecados que la dañan. Si San Agustín hubiera sido un<br />

pagano, no fuera tal el uso de los pronombres. Estamos<br />

muy lejos del sobrio, pero consciente orgullo del<br />

"Exegi monumentum" de Horacio, del "Mecenas atao<br />

del "Quem tu, Melponiene", composiciones,<br />

como en otras muchas de Horacio, donde la interpretación<br />

de los pronombres personales denota una actitud<br />

ante la vida; más lejos aún de la a veces pueril vanidad<br />

de Cicerón, expresada en el uso y relieve del<br />

pronombre personal; en sus Catilinarias o en la descripción<br />

complacida de sus éxitos. Pero es que los<br />

movimientos de las almas de esos dos clásicos discurren<br />

por cauces muy diferentes de los de San Agustín. La<br />

interpretación, en este caso, es clara: San Agustín destaca<br />

su persona, para poner de relieve las ingratitudes<br />

propias y para cantar las bondades del Señor sobre<br />

ella. Con lo que, de paso, el análisis lingüístico nos<br />

lleva a determinar el sentido verdadero—y conocido—del<br />

término Confesiones: cántico de gloria al<br />

Señor por sus bondades y, en segundo lugar, pública<br />

contrición. No es ésta la interpretación normal del<br />

recurso estilístico aquí tratado; pero eso sólo prueba<br />

el conocido principio de que el recurso estilístico tiene<br />

una fuerza puramente potencial, que se actualiza o<br />

no; que su actualización no es mecánica, sino relacionada<br />

con el contexto, y otro tanto su valor.<br />

Pero aún hay más en el juego de pronombres. Además<br />

de la contraposición antes indicada el pronombre<br />

tu' se contrapone también al de tercera persona; su<br />

manifestación más destacada es "illi enim...", encabezando<br />

la frase, frente a "tu yero...". En resumen: los<br />

de primera persona, frente a los de segunda y tercera;<br />

el de segunda, frente al de primera y tercera. El de<br />

tercera persona, que representa a los "magistri, queda<br />

en muy segundo plano, borroso, impersonal. El de<br />

La—Agustín—el de 2. a—Dios—quedan frente a frente:<br />

Agustín y Dios; he ahí los dos protagonistas de las<br />

Confesiones.<br />

Sigamos el análisis. Queremos destacar otros fenómenos.<br />

Es el primero la insistente repetición de los<br />

mismos términos, como urgere tres veces, cogere dos<br />

veces e instare una vez y plecti poena otra; son en<br />

total seis veces verbos que expresan una presión desde<br />

fuera del individuo. Frente a éstos aparecen nom amare,<br />

odi, ¡acere invitus, nolle (discere), términos que<br />

expresan a su vez la pertinaz renuencia ante la presión.


No hay pobreza de léxico. Pero ¿qué significan estas<br />

dos series? Sin duda, San Agustín tiene su alma inundada<br />

por el recuerdo de una lucha titánica; la afluencia<br />

de términos expresivos es signo de esa inundación.<br />

Pero ¿qué lucha es? Para los paganos debía resultar<br />

inextricable el último sentido de esta lucha;<br />

debía parecerles lucha con sombras, desvarío, y así<br />

les parecía; para quien parte de los mismos supuestos<br />

teológicos es visible la tensión de un alma que resiste<br />

pertinazmente a la Gracia. Y también aquí se pone<br />

de manifiesto el sentido de las Confesiones: cántico a<br />

las misericordias del Señor y público dolor, lleno de<br />

compasión y caridad, ante las caídas de la pobre naturaleza<br />

humana, proclive al pecado.<br />

También es de notar el uso de los verbos: obsérvese<br />

el impersonal, cuando la acción procede de otros hombres,<br />

urgebatur-urgeri-urgebar (sin persona agente expresa)<br />

coordinado a fiebat. Puede que no pudiera<br />

concretar más; también es cierto que está implícito el<br />

término magister. Pero cuando se trata de Dios emplea<br />

también un giro de cierta impersonalidad, con<br />

un ablativo de procedencia, abs te y sólo se expresa<br />

personalmente, cuando explica el modo de operar de<br />

Dios. Creo ver en estos usos un modo de destacar la<br />

insignificancia del hombre en el horizonte infinito de<br />

la providencia. Pero la cosa no es aquí tan evidente.<br />

En otros casos los términos tienen más bien sentido<br />

análogo: "bene mihi fiebat" es "se hacía una obra beneficiosa<br />

para mí"; "nec faciebam bene" es "no obraba<br />

bien", es decir, que tiene sentido moral, sentido<br />

que se acusa más en "nemo... beize facit" "nadie obra<br />

meritoriamente". Este juego con los términos los convierte<br />

en significantes complejos, a cuyo significado<br />

van asociadas imágenes evocadoras de sentidos recónditos.<br />

Al mismo orden pertenecen "ad satiandas insatiabiles<br />

cupiditates"... copiosae inopiae... innominiosae<br />

gloriae", formas de expresión que la vieja retórica<br />

clasificaba como arymoron o contradicción aparente,<br />

que oculta otro sentido.<br />

A la vista de este análisis, ¿qué decir? Acaso sea<br />

momento de hablar sobre la educación que se daba<br />

en tiempo del santo. San Agustín critica el formalismo<br />

de la misma, su vaciedad, su irrealidad; el permanente<br />

saqueo a que Virgilio y Homero eran sometidos para<br />

extraer temas de recitación y declamación (6). Pero<br />

¿qué es lo que pedía Agustín a la educación? Aquí<br />

está la cuestión, que por ahora dejamos pendiente.<br />

Con todo, r-lo acusa el estilo algo del retoricismo de<br />

la época? 1\lc) serán todas esas violencias de expresión<br />

contradicciones aparentes, equívocos, fruto de la educación<br />

retórica? se trata de un alma impetuosa<br />

que desborda los habitualees cauces de la expresión?<br />

* * *<br />

3. Disposición interna de los capítulos XII, XIV,<br />

XV.—Una simpre lectura nos muestra que la disposición<br />

es la observada en el XII. Hay una fuerza<br />

íntima, un polo magnético, que domina el alma del<br />

escritor y se revela en la disposición de los elementos<br />

y en la expresión. No se puede decir que en el capítulo<br />

XII, ni en los otros, la marcha del texto responda<br />

(6)<br />

de las<br />

Vid. XIII, 20, 21, 22, el juicio que emite a propósito<br />

recitaciones sobre la muerte de Dido.<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.—SAN AGUSTÍN 41<br />

a un plan lógico ordenado; se ve un espíritu tenso,<br />

ardiente, enamorado de algo, que se manifiesta espontáneamente.<br />

Así la disposición muestra breves incisos<br />

aclaratorios "non enim discerem... nemo enim<br />

enim..." que quiebran el hilo íntimo del<br />

discurso; aparentes digresiones, repentinas, como las<br />

oraciones que eleva al Señor: "tu yero..."<br />

A primera vista hay cierto caos y anarquía en el<br />

texto desde un punto de vista lógico, escolástico; parecerá<br />

sencilla la disposición mostrada antes, pero es<br />

después de descubierta. Sin embargo, ese desorden<br />

lógico es aceptado por el lector sin advertir ninguna<br />

oscuridad. ¿Cómo se explica? Porque hay una vigorosa<br />

unidad interna de tipo psicológico: el espíritu del santo<br />

camina derecho y tiene un objetivo fijo, absorbente;<br />

ese objetivo y ese caminar derecho, por vía interior<br />

no trazada previamente por la razón, es lo que da unidad<br />

e inteligibilidad a la espontaneidad anárquica, llenando<br />

de luz la oscuridad.<br />

Veamos la disposición del capítulo XIII:<br />

1. CONFESIONES 2. EXPLICACIONES<br />

"Adamaveram latinas<br />

"nom (amabam) quas<br />

primi magistri docent".<br />

"Unde tarnen...<br />

"Nom te amabam...<br />

"Peccabam ergo...<br />

"lam yero unum...<br />

3. <strong>DE</strong>SPLIEGE Y ELEVACIÓN <strong>DE</strong>L ALMA HACIA DIOS.<br />

Se manifiesta en la confesión de sus bondades. Aparecen<br />

las frases de este sentido mezcladas sin orden<br />

con lo dermis: "Deus, lumen cordis... "Sed nunc in<br />

anima mea... "Nam ecce paratior<br />

No creo necesario estudiar los capítulos XIV y XV.<br />

Solamente debo hacer observar cómo el capítulo XV,<br />

que cierra todo el cuadro que analizamos, es un<br />

desahogo del alma de Agustín, lleno de espontaneidad.<br />

Sin duda, en estos frecuentes desahogos se manifiesta<br />

bien el polo magnético dominante en el espíritu del<br />

santo.<br />

* * *<br />

"Non illas primas...<br />

"Nam utique...<br />

"quia si proponam...<br />

"At si quaeram...<br />

"Item si quaeram...<br />

4. FRASES CAPITALES.—Fué al hacer el análisis del<br />

capítulo XII donde descubrí la frase que prefigura los<br />

otros tres; el análisis posterior me confirmó lo que<br />

pensaba. Debo añadir que, como el polo psicológico dominante<br />

es muy fuerte, es perfectamente posible descubrir<br />

otra frase similar; en este texto es posible, como<br />

ya lo he indicado. La frase es esta: "Et urgebar et<br />

bene mihi fiebat (nec faciebam ego bene)..., Nec qui<br />

mihi urgebant, bene fiebant, (sed bene mihi fiebat<br />

abs te, Deus meus). Lo que va entre paréntesis completa<br />

lo sustancial. Y aun habría que añadir también,<br />

complementariamente, "nom amabam Hileras".<br />

Si nos fijamos observaremos que en este breve texto<br />

entran los siguientes elementos: 1. 0 Confesión de culpas<br />

por parte del santo: "non amabam... nec faciebam...<br />

2.° Exposición de hechos y formulación de<br />

juicios, "nec qui me urgebant... 3.° Elevación del<br />

alma hacia Dios, "sed bene mihi fiebat abs te... Präc-


42 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES 1<br />

ticamente los elementos básicos que entran en los capítulos.<br />

Pero hay más: obsérvese que "et bene mihi<br />

fiebat"... "nec qui mihi urgebant bene faciebant", que<br />

son dos frases coordinadas, son claramente contradictorias;<br />

el santo dice: "se me presionaba (para estudiar)<br />

y se me hacía un bien, y los que presionaban no (me)<br />

hacían un bien". Frase en pura lógica contradictoria.<br />

Contradicción que al lector no preocupa, ni siquiera<br />

advierte, y admite sin vacilar. ¿Por qué? Porque queda<br />

aprisionado por los supuestos implícitos, es decir,<br />

por la vigorosa fuerza unitaria psicológica que late<br />

bajo la anarquía lógica, desbordándola. Estamos ante<br />

la frase capital del texto. La contradicción interna no<br />

la salvan los distingos de sentido que se intenten entre<br />

"bene mihi fiebat", "se obraba beneficiosamente para<br />

mí" y "nec faciebant bene", que no debe entenderse<br />

fi no obraban meritoriamente", pues si los maestros del<br />

santo creían obrar bien su acción era buena moralmente,<br />

aunque no resultase un bien; más recto parece<br />

entender "no obraban beneficiosamente para mí"; la<br />

coordinación adversativa siguiente, "sed bene mihi fiebat<br />

abs te", apoya esa inteligencia, pues se opone<br />

al "bene faciebant" que precede, quedando implícito,<br />

cosa normal, "mihi". Facio y fio tienen aquí sentido<br />

idéntico, sin más que una matización estilística: "facio"<br />

indica la acción inmediata de un instrumento<br />

material, en tanto que "fio" parece aludir al modo<br />

misterioso y por vías indirectas como Dios gobierna<br />

al mundo. Las dos frases son, pues, contradictorias.<br />

Está claro que el santo no obraba bien; pero no lo está<br />

que sus maestros obraban beneficiosamente para él y<br />

no obraban beneficiosamente a la vez. Y es de notar<br />

que, aunque no se tomase esta interpretación, la aparente<br />

contradicción seguiría en pie. ¿Aclarará el santo<br />

la contradicción?<br />

5. síNrEsis GENERAL.—Ha llegado el momento de<br />

presentar, en una visión conjunta, todos los elementos<br />

dispersos del mosaico. Todo el texto forma un significado<br />

complejo del que el análisis no nos da sino los<br />

datos sueltos; será necesario ahora un estudio de las<br />

relaciones mutuas que unen esos elementos; de las<br />

sugerencias implícitas, explicitadas en la expresión. En<br />

el trabajo filológico hay con frecuencia limitaciones<br />

que impiden pasar a esta fase. Pero en este caso podemos<br />

avanzar más.<br />

Calificábamos el estilo del santo (pág. 10) de coloquial,<br />

recortado, espontáneo. Dábamos la explicación<br />

habitual y no nos satisfacía. La pregunta pendiente<br />

era si un autor escribe como puede o como quiere. Y<br />

la respuesta era que no hay estilo que no exprese<br />

la propia personalidad de algún modo. Sin duda, sobre<br />

la expresión del santo, influyen consideraciones externas,<br />

tales como la necesidad de hacerse entender por<br />

multitudes que no comprendían bien el latín de Cicerón,<br />

pero sí el de su tiempo (7); pero esa exposición<br />

(7) En el Imperio romano en cl siglo n hay menos analfabetos<br />

que en toda la Edad Media y Moderna; para encontrar<br />

una difusión del libro y la cultura similar hay que llegar a<br />

la mitad del siglo xix, v, dentro del occidente mismo, en muchos<br />

países, a la actualidad. En otro orden de cosas, hay que<br />

decir que el esclavo del siglo n es considerado y tratado mucho<br />

mejor que el siervo medieval, que el esclavo de la edad<br />

un tanto atropellada tiene otra explicación. El pensamiento<br />

del santo gira embebido por lo que llamábamos<br />

polo magnético dominante en su espíritu, la fe<br />

en Cristo, la contemplación de la maravilla de Dios.<br />

Pero hay otro polo interno dominante: la vitalidad<br />

apasionada, el temperamento del hombre. Su pluma<br />

corre atraída de uno a otro polo. Así se explica el<br />

aparente desorden externo, en que se mezclan, interrumpiéndose,<br />

autoacusaciones, alabanzas al Señor,<br />

contriciones, aclaraciones accidentales, desahogos del<br />

alma en oración. Bajo ese desorden hay una vigorosa<br />

coherencia de tipo psicológico. La fuerza de esos dos<br />

polos no aparece equilibrada, sino alternante, aunque<br />

hay uno que se manifiesta con mayor insistencia: la<br />

presencia de Dios. Esto se puso de manifiesto en el<br />

análisis, al observar con cuánta frecuencia se reproducían<br />

oraciones y desahogos del santo. Pero la personalidad<br />

vigorosa de Agustín no aparece anulada pasivamente<br />

por la presencia íntima de Dios en él. El<br />

enfrentamiento—no la cantidad o uso—de los pronombres<br />

personales, por un lado (p. 11), la repetición de<br />

verbos, que significan presión y renuencia en el individuo<br />

(p. 12), nos permitió distinguir dos protagonistas:<br />

Agustín y Dios. Agustín, un protagonista muy<br />

diferentes de otros autores de Confesiones (p. 12), pero<br />

no menos destacado. Distinguíamos en el análisis la<br />

expresión de la lucha, en términos cristianos, entre<br />

la Gracia y el alma encadenada.<br />

Sabemos, pues—fundados en análisis lingüísticos—,<br />

que hay dos polos magnéticos que dominan el alma<br />

del autor: Dios y su temperamento; que de la fuerza<br />

de esos dos polos surge el estilo del texto; que hay<br />

una lucha expresa entre esos dos protagonistas; que<br />

Agustín lo es de un modo particular. ¿Hasta qué<br />

punto se refleja el influjo de esos dos polos psicológicos?<br />

Hasta un punto inusitado. En efecto, tenemos<br />

una frase central que prefigura el texto estudiado.<br />

Pues bien: esta frase aparece desarrollada en la disposición<br />

de los capítulos y en cada elemento de ellos;<br />

hasta tal punto son dominantes en el alma de Agustín<br />

esas fuerzas. Por eso pocos textos habrá con una<br />

unidad y coherencia tan fuertes, aunque un análisis<br />

lógico y literal indique otra cosa; por eso, también es<br />

seguro el efecto de este texto sobre el lector; su fuerza<br />

persuasiva, su atracción hacia el campo cristiano<br />

debió de ser inmensa no por su perfección lógica y<br />

argumentos racionales, sino por la irradiación psicológica.<br />

Nos queda la contradicción de la frase central. Preguntábamos<br />

si la aclararía el santo. En realidad esa<br />

contradicción se repite constantemente en todos los<br />

capítulos; seguramente en toda la obra. Es la contradicción<br />

aparente entre fe y razón, que encierra el cris-<br />

moderna o que el prisionero de los campos de concentración<br />

actuales del mundo totalitario. En tiempo cle San Agustín todavía<br />

el mundo romano gozaba de muchos de los beneficios<br />

de la mejor época del Imperio, aunque las fuentes de vigor<br />

interno estuviesen cerradas por un Estado convertido en despótico<br />

e intervencionista, con legiones interminables de funcionarios<br />

y con cargas abrumadoras, sobre todo la militar; hay<br />

que señalar, no obstante, que el militarismo y su carga eran<br />

un mal necesario para salvar la parte de beneficios subsistente.<br />

Pero cuando el Imperio se hundió, lo que en él eran lacras<br />

apareció ser una prefiguración de la siguiente época, aunque<br />

se perdieran los beneficios del gran período imperial para<br />

siempre.<br />

1


tianismo, y que la razón, con sus solas fuerzas, no<br />

puede superar, porque necesita de la fe. Entendería<br />

un pagano, un hombre asentado en el trono de la razón,<br />

eso de que sus maestros le hacían bien obligándole;<br />

pero que, en realidad, no le hacían ningún bien<br />

porque, en realidad, todo bien venía de Dios? ri la<br />

explicación que esboza el santo? "Illi yero non intuebantur...<br />

Esta explicación, en modo alguno podía dar<br />

satisfacción a un pagano, habituado al razonamiento<br />

filosófico. Esas explicaciones entran de lleno en el<br />

campo de la teología cristiana. En rigor, tampoco es<br />

exacto—situándonos no en la base teológica cristiana,<br />

sino en un punto de vista puramente natural e histórico—,<br />

tampoco es exacto eso de que "non intuebantur<br />

quo referrem quod me discere cogebant". Sus maestros<br />

paganos sí que veían bien el punto final de referencia,<br />

al que el discípulo debía orientar sus conocimientos,<br />

y ese punto no era otro sino la consecución de una<br />

sociedad política que permitiera al hombre una seguridad<br />

permanente y suficiente para poder realizarse<br />

en ella íntegramente; esta sociedad estaba lograda,<br />

era algo tangible y visible en el Imperio Romano;<br />

tenía su símbolo en Roma y su afán de perdurabilidad<br />

se expresaba en la fe, en la eternidad de Roma.<br />

Naturalmente, ese punto de referencia reposaba, a su<br />

vez, sobre un supuesto o punto de partida filosófico:<br />

la seguridad de que el hombre puede realizarse íntegramente<br />

en esta vida, o al menos, es la única que le<br />

es dada para ello. Lo que sucede es que San Agustín<br />

no acepta ni el supuesto ni el objetivo pagano; los<br />

valores canónicos paganos no son tales valores para el<br />

santo, en lo cual se conduce simplemente como un<br />

cristiano. Paganos y cristianos hablaban la misma lengua,<br />

pero por medio de razones no podían entenderse.<br />

San Agustín llama a las "cupiditates" a saciar insaciables,<br />

a la riqueza la llama pobreza y a la gloria, que<br />

eterniza el nombre, la llama sin nombre. Sencillamente,<br />

las vías naturales de realización del ideal pagano<br />

clásico para San Agustín carecen de valor.I.3odrían<br />

encontrar razonable esto los paganos? Es lógica la<br />

acusación de enemigos del género humano y otras<br />

lindezas (8) que les cuelga un Tácito. Y ¿qué decir<br />

del sentido providencialista que manifiesta el santo en<br />

el párrafo que empieza en "tu yero..." hasta el final?<br />

San Agustín también aquí trata de dar una explicación<br />

razonable, una motivación de credibilidad. Vista<br />

la acción de Dios desde una lejana perspectiva, aunque<br />

la razón no acabe de comprender cómo, se percibe que<br />

los caminos de Dios, que vistos sin perspectiva y por<br />

separado parecían alejarle del bien máximo, la fe en<br />

Cristo (tesis básica), confluyen sorprendentemente hacia<br />

ese bien y lo arrastran hacia él. Es el misterio de la<br />

acción providencial de Dios, que permite valorar las<br />

pobres acciones humanas, carentes de sentido en sí<br />

mismas. Sin duda, esta ex plicación resulta satisfactoria<br />

estando ya dentro de la teología cristiana; la mentalidad<br />

pagana la encontraría incomprensible. Los supuestos<br />

filosóficos y teológicos del santo son diametralmente<br />

opuestos a la mentalidad clásica grecorromana.<br />

Sin embargo, la potente unidad psicológica que<br />

(8) Dice de los cristianos que eran incisos per flagitia, del<br />

cristianismo exitiabilis superstitio (Tac. An. L., XV, 44). Este<br />

juicio personal de un hombre de la categoría de Tácito resulta<br />

sorprendente; hay que entenderlo a la luz de la posici6n<br />

de los intelectuales del mundo pagano de entonces.<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.—SAN AGUSTfN 43<br />

guía la pluma del santo, la fuerza que de esos principios<br />

emana trascendiendo la expresión, confiere al<br />

texto de San Agustín una capacidad persuasiva que<br />

debió de ejercer sólida influencia no sólo en el campo<br />

cristiano, sino fuera de él. Fuera del campo cristiano,<br />

a quién? El texto analizado no permite una determinación.<br />

Seguramente a todos. Pero hay indicios que<br />

inclinan a pensar que esta obra se dirigía a hombres<br />

tocados de algún modo por la fe, aunque enemigos.<br />

PROYECCIÓN CULTURAL<br />

III<br />

Hasta aquí ha actuado el filólogo. Pero el texto no<br />

está agotado, ni mucho menos. En realidad, se podría<br />

decir que el filólogo se queda en el pórtico del comentario.<br />

Su comentario le ha llevado solamente a tocar<br />

problemas de fondo, que ni siquiera han quedado<br />

enunciados.¿Deberá detenerse aquí? Cuando menos,<br />

todavía entra en su oficio y posibilidad razonar corno<br />

historiador de la cultura antigua. El texto tiene una<br />

proyección cultural que creo fundamental en el comentario.<br />

Este salto es necesario. Lo que sucede es que<br />

esta proyección tiene su ámbito en toda una serie<br />

de conferencias o trabajos dirigidos por el profesor<br />

y hechos por los alumnos que rebasan la clase en sí.<br />

Aquí me limitaré a proceder a su enumeración.<br />

He aquí los problemas de fondo que quedan planteados<br />

por el texto y que son objeto espléndido de<br />

trabajo para profesor y alumnos:<br />

EL PROBLEMA <strong>DE</strong> LA FINALIDAD <strong>DE</strong> LA CULTURA Y<br />

CIVILIZACIóN.—En este punto ya hemos señalado<br />

la divergencia total entre cristianismo y<br />

mundo clásico.<br />

2 .0 EL PROBLEMA <strong>DE</strong> LA ACCIÓN <strong>DE</strong> DIOS EN LA HISTO-<br />

RIA Y EL PLANTEAMIENTO CRISTIANO, TAN INCOM-<br />

PRENSIBLE PARA QUIEN NO LO FUERA.<br />

EL PROBLEMA <strong>DE</strong>L VALOR <strong>DE</strong>L TRABAJO HUMANO,<br />

bien diferente desde el punto de vista cristiano<br />

y pagano.<br />

4.0 LA CRÍTICA Y VALORACIÓN <strong>DE</strong> LA EDUCACIÓN EN LA<br />

ANTIGÜEDAD. San Agustín la encuentra formalista,<br />

muerta y sin objetivo. (Véase el desdén<br />

con que habla de los ejercicios de declamación<br />

y elocución, como el que cita de la muerte de<br />

Dios, de los vagabundeos de Eneas.) Se observa,<br />

sí, una valoración positiva de la disciplina escolar<br />

en sí y de los conocimientos lingüísticos<br />

adquiridos. El practicismo que acusa la singular<br />

pregunta que hace el santo de si es más<br />

perjudicial olvidarse de leer y escribir que de<br />

las ficciones literarias se presta a interesante<br />

discusión. Pero ¿qué es lo que San Agustín<br />

pedía a la educación? La cuestión está aquí.<br />

Seguramente el santo buscaba en ella un medio<br />

liberador del individuo; en cambio, la antigüedad<br />

no buscaba tal cosa. Delante de sus ojos<br />

tenía esa formidable realidad políticosocial que<br />

era el Imperio Romano, con apariencias de<br />

eternidad, para servir a la cual trabajaba la<br />

escuela, sin admitir otras realidades.


44 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

Pero no conviene que el comentario sitúe los problemas<br />

únicamente en la lejanía histórica o en un<br />

plano intemporal; cabe y se debe hacer aún la proyección<br />

de nuestro presente sobre esos problemas. Por<br />

ejemplo:<br />

1.0 EN QUá MEDIDA SUPERÓ LA HUMANIDAD <strong>DE</strong> EN-<br />

TONCES LA MENTALIDAD ANTIGUA.<br />

2.0 EN QUi MEDIDA EL CRISTIANISMO HA SUPERADO Y<br />

SUPERA EN LAS ALMAS LA MENTALIDAD <strong>DE</strong>L MUN-<br />

DO CLÁSICO EN EL MOMENTO ACTUAL <strong>DE</strong> OCCI-<br />

<strong>DE</strong>NTE.<br />

3. 0 EL CRISTIANISMO COMO TENSIÓN Y DIFÍCIL EQUI-<br />

LIBRIO.<br />

El desarrollo de todos estos temas creo que es la<br />

meta final de un comentario. Puede que el profesor<br />

de latín deba retroceder ante algunos; pero a lo que<br />

no debe renunciar es a descubrirlos; al fin, educar, es<br />

enfrentar con problemas al alumno. Y, desde luego,<br />

el simple descubrimiento conferirá a la clase de latín<br />

una categoría y estimación de la que anda necesitada.<br />

CONSI<strong>DE</strong>RACIONES FINALES<br />

Se me podrá objetar si para llegar a estos problemas<br />

era necesario hacerlos preceder de un análisis lingüístico<br />

y estilístico como el precedente y si no bastaba<br />

la simple lectura. Debo responder:<br />

1.° Que opero en filólogo clásico e historiador de<br />

la antigüedad.<br />

2.0 Que uno de los propósitos fundamentales de<br />

una clase de humanidades es habituar a la observación<br />

minuciosa, al análisis, a la crítica y<br />

al trabajo personal. El método filológico es<br />

insuperable en esto.<br />

3. 0 Que la simple lectura, por atenta que sea, no<br />

descubre todo esto. Puede ser que el filósofo o<br />

el teólogo tengan bastante con una simple lectura<br />

para descubrir todos estos problemas y<br />

otros que se escapan al filólogo. Pero antes que<br />

descubrimiento en el texto su labor sería de<br />

exposición de problemas alrededor de un texto<br />

y una obra previamente conocida y sus afirmaciones,<br />

en cuanto a la existencia de problemas,<br />

se fundarían principalmente en su autoridad<br />

o en la de otros testimonios. Aunque<br />

parezca largo el camino recorrido por el filólogo<br />

en este trabajo, es, sin duda, el más corto<br />

para descubrir el alma de un autor: aprisionarla<br />

en su expresión viva, en su estilo. Lo<br />

ideal sería la colaboración del filósofo o teólogo,<br />

tras la arribada del filólogo a los problemas.<br />

Sin duda, éstos tendrán una perspectiva más<br />

honda que la de aquél, aún convertido en historiador<br />

de la cultura antigua.<br />

* * *<br />

Se me preguntará qué ha hecho el alumno durante<br />

este trabajo. Tengo que indicar que había dedicado dos<br />

capítulos a explicar el desarrollo de la clase. La exten-<br />

sión del trabajo me impide traerlos aquí (9). Debo, únicamente,<br />

advertir que un comentario de este tipo no<br />

se desarrolla en una clase, sino en varias; basta ver<br />

que son cuatro capítulos; que la clase tiene que ser<br />

activa; que la investigación la hace el profesor en presencia<br />

de los alumnos y ellos intervienen constantemente<br />

al ser interrogados; que la búsqueda de problemas,<br />

a través del análisis lingüístico, se hace con<br />

frecuencia empleando el método socrático; que a veces<br />

se puede encargar a dos o tres alumnos para que<br />

traigan preparada la discusión o crítica de un argumento<br />

que sale al paso; que otras se les dan a leer<br />

obras o capítulos relacionados con el texto para que<br />

traigan una síntesis; que la labor vulgar de traducir<br />

fielmente, analizar gramaticalmente, preparar la clase<br />

en su forma corriente, no tiene que quedar anulada<br />

por la labor cultural; que sólo de cuando en cuando<br />

el profesor debe actuar en conferencia, desarrollando<br />

uno de los temas surgidos, haciendo una síntesis final;<br />

que el Curso preuniversitario no es "propinar conferencias"<br />

a los muchachos, sobre una clase corriente,<br />

sino dar clases en que el alumno sea situado en un<br />

plano universitario en el sentido de habituarle a pensar<br />

y trabajar por cuenta propia, siendo las conferencias<br />

un puro complemento, y las buenas clases lo<br />

esencial: que el "propinar conferencias" es la caricatura<br />

del Preuniversitario a que se han acogido los<br />

centros incapaces de organizar clases auténticas de este<br />

curso. En fin, que lo que yo he desarrollado aquí<br />

en forma de monólogo en la clase tiene que ser diálogo<br />

y trabajo en común, porque el profesor, aunque<br />

deba ser claro y agradable expositor, no debe actuar<br />

como orador.<br />

V. E. HERNÁN<strong>DE</strong>Z <strong>VISTA</strong><br />

Catedrático de Latín del Instituto "Cervantes",<br />

de Madrid.<br />

COMENTARIO SEGUNDO<br />

Entendiendo el Curso Preuniversitario tal como en<br />

las reuniones de Santander del pasado verano fué estructurado<br />

(estructura sin valor oficial, pero que, por<br />

el momento, me parece la más congruente), supongo<br />

que una Universidad española cualquiera, con la debida<br />

antelación, ha hecho pública una relación de<br />

obras, sobre las que ha de versar el comentario de<br />

textos cn el Preuniversitario en el Distrito. Una de<br />

ellas es el Libro I de las Confesiones, de San Agustín;<br />

así vamos a suponerlo, para poder ejemplificar.<br />

No hay inconvenientes didácticos ni doctrinales para<br />

que sea incluido este libro en una relación de tal<br />

índole. Es cierto que no se trata de la obra completa,<br />

pero posee unidad orgánica; es más, creo poder afirmar<br />

que, para esta finalidad, sería el texto agustiniano<br />

más indicado: su contenido es asequible a la edad<br />

de los alumnos; no por ello pierde profundidad, ni<br />

filosófica ni teológica; su comentario permite profundizar<br />

y hacer vivir en forma paralela el mundo clásico,<br />

pagano y cristiano; y por su extensión se hace<br />

(9) Véase en este mismo número el desarrollo didáctico<br />

de este trabajo.


factible el empleo de todos los métodos didácticos<br />

aconsejables.<br />

De esa relación, un Centro de Enseñanza Media<br />

elige, con otra obra, este libro. Dentro de aquella estructura<br />

del Preuniversitario, su comentario se encarga<br />

en forma específica a un profesor determinado, con<br />

independencia de cualquier "cuadro de asignaturas";<br />

este profesor ha de ser un humanista, en el sentido<br />

técnico de la palabra; el comentario no ha de ser,<br />

con exclusividad, ni teológico, ni filosófico, ni educacional,<br />

ni literario. Ha de ir, por el contrario, encaminado<br />

a hacer vivir ante los ojos de los alumnos<br />

el momento crucial de la incorporación en el cristianismo<br />

de las formas culturales del mundo clásico.<br />

Para ello, este Libro puede ser una plataforma extraordinariamente<br />

sugerente: ante unos adolescentes se<br />

hace revivir la adolescencia de San Agustín.<br />

Primera medida didáctica es que el Centro se proporcione<br />

ejemplares bilingües (1). El texto latino se<br />

hace imprescindible y San Agustín no ofrece dificultades<br />

extraordinarias, si se supone que los alumnos<br />

realmente han aprendido "algo" de latín en el Bachillerato.<br />

Sin embargo, no debe tenerse delante solamente<br />

el texto latino; en la Universidad, y después incluso<br />

en la vida profesional, será con ediciones bilingües<br />

como de hecho se habrá de trabajar; por ello, el profesor<br />

debe procurar que los alumnos se acostumbren<br />

a manejar el texto en edición bilingüe.<br />

La técnica del comentario no es algo rígido; será<br />

la personalidad del profesor y la capacidad media de<br />

los alumnos lo que deberá dar la pauta. Vamos a<br />

imaginarnos un caso concreto. A mitad del curso, un<br />

día de clase, el profesor inicia el comentario con la<br />

lectura de unas líneas del texto (suponemos visto lo<br />

anterior); primero, se lee el texto castellano, dos o<br />

tres veces, una por el profesor; después, se lee el texto<br />

latino; el profesor hace hincapié en la comprensión<br />

del texto latino, lo cual puede hacer con toda rapidez,<br />

incluso puede señalar la construcción gramatical de<br />

las frases, su estilo, etc. Después, comenta el texto.<br />

El comentario que yo doy a continuación no pretende<br />

ser modelo; podría habérselo enfocado desde otros<br />

muchos puntos de vista; sólo pretende mostrar cómo,<br />

con motivo de unas breves líneas de San Agustín, los<br />

problemas palpitantes del mundo antiguo pueden ser<br />

ofrecidos con plasticidad.<br />

Este comentario puede hacerse todo en forma continuada<br />

por el profesor; o bien puede ser interrumpido<br />

con preguntas incesantes a los alumnos. Estimo<br />

que ambas cosas deberán hacerse, pues en esta clase<br />

el profesor debe evitar (por lo demás, como en todas)<br />

la rutina.<br />

A continuación, o en otro día, los alumnos tomarán<br />

el mismo texto y redactarán, por escrito, o de viva<br />

voz, el comentario al mismo. Y éste es el fundamental.<br />

El desarrollado por el profesor no viene a ser<br />

sino un aliciente, un estimulador, un ejemplo, de los<br />

que después han de hacer los alumnos; el comentario<br />

nacería muerto si los alumnos "repitiesen" el del profesor.<br />

Así, pues, por vía de ejemplo, doy a continuación<br />

unas líneas de San Agustín y un posible comentario,<br />

(1) Actualmente asequible el de la B. A. C. (Madrid, 1946).<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.—SAN AGUSTÍN 45<br />

pero insistiendo en que todo ello sólo tiene valor si<br />

el profesor es capaz de mover humanamente la sensibilidad<br />

y la inteligencia de los alumnos.<br />

SAN AGUSTÍN, "CONFESIONES", I, XII, 19.<br />

"En esta mi niñez, en la que había menos que temer por<br />

mí que en la adolescencia, no gustaba yo de las letras y<br />

odiaba el que me urgiesen a estudiarlas. Con todo, era urgido<br />

y me hacían gran bien. Quien no hacía bien era yo, que no<br />

estudiaba sino obligado; pues nadie que obra contra su voluntad<br />

obra bien, aun siendo bueno lo que hace.<br />

Tampoco los que me urgían obraban bien; antes todo el<br />

bien que recibía me venía de Ti, Dios mío, porque ellos no<br />

veían otro fin a que yo pudiera encaminar aquellos conocimientos<br />

que me obligaban a aprender, sino a saciar el insaciable<br />

apetito de una abundante escasez y de una gloria ignominiosa."<br />

(Véanse el texto latino y el contexto en el comentario<br />

del señor Hernández-Vista.)<br />

El presente texto de San Agustín es autobiográfico,<br />

lo cual le confiere una fuerza peculiar, no sólo debida<br />

a los supuestos filosóficos que se explicitan, sino sobre<br />

todo a la sinceridad del reconocimiento de una imperfecta<br />

disposición infantil. La doctrina posee, así,<br />

una energía, una expresividad típicas de la profunda<br />

nerviación humana de San Agustín.<br />

En mi comentario voy a analizar, primeramente,<br />

los supuestos filosóficos aludidos en el texto, y seguidamente<br />

pasaré al análisis de la actitud psicológica,<br />

para concluir con algunas consideraciones sobre el aspecto<br />

puramente educacional.<br />

BIEN EN SÍ Y BIEN PARA MÍ<br />

...nadie que obra contra su voluntad obra bien;<br />

aun siendo bueno lo que hace"; es la consideración<br />

con que San Agustín justifica sus anteriores afirmaciones.<br />

La sola explicación del texto es la doctrina aristotélica<br />

de la distinción entre bien-en-sí y bien-para-mí.<br />

Esta doctrina, en Aristóteles, recibe una formulación<br />

clara. El bien en sí es el ser; el bien en sí se predica<br />

de cantas maneras corno el ser; y Aristóteles explicita<br />

qué puede ser llamado bien en sí en cada una de las<br />

categorías. Luego afirma que lo que es bien en sí se<br />

hace bien-para-un-hombre-concreto gracias a la "Ciencia<br />

Política", mediante el recto ejercicio de la virtud.<br />

La Ciencia Política (es decir, el filosofar que subsume<br />

la Etica) ilumina el bien en sí, lo da a conocer, y el<br />

hombre se lo apropia, lo encarna en sí mismo al guiar<br />

su obrar de manera virtuosa.<br />

En consecuencia, aunque el hombre realice algo que<br />

en sí es un bien, si no lo realiza con conocimiento de<br />

que es un bien, no obra virtuosamente, es decir, no lo<br />

hace bien-para-sí. Mucho más si lo realiza contra su<br />

voluntad, pues en tal caso no se dan las mínimas<br />

condiciones del ejercicio de la virtud.<br />

Esta doctrina aristotélica pasa a los estoicos; Séneca,<br />

se refiere a ella en las Epístolas; y no en balde,<br />

Zenón de Citium planteaba el problema del bien en<br />

el orden del Ser. Por lo demás, es de suponer que<br />

San Agustín la conoció en los neoplatónicos; Plotino<br />

la enseña, y Porfirio es su divulgador.<br />

En San Agustín, tal como en el presente texto la


46 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

presenta, hay una diferencia radical con Aristóteles.<br />

El planteamiento de la distinción es el mismo, pero<br />

la superación de la dificultad se realiza por distinto<br />

camino. Es la intervención de Dios la que lleva al<br />

hombre a que reciba como bien-para-sí lo que es bienen-sí.<br />

Así dice: "todo el bien que recibía me venía<br />

de Ti, Dios mío". Es decir, sin saberlo el hombre, incluso<br />

contra su voluntad, hace que el bien-en-sí se introduzca<br />

en el hombre como bien-para-él. Es la acción<br />

de la providencia, que, por ocultos caminos, como<br />

afirma en el De ordine, prepara a un hombre para<br />

una gran misión.<br />

CAUSA FINAL <strong>DE</strong> LA EDUCACIóN: CON-<br />

TRASTE ENTRE "EDUCACIóN PARA EL<br />

MUNDO" Y "EDUCACIÓN PARA DIOS"<br />

Esta acción oculta de la Providencia a que acabo<br />

de referirme, la plantea San Agustín, en el presente<br />

texto, en el contraste, incluso violento, de la finalidad<br />

dada a sus estudios infantiles "por los hombres" y<br />

"por Dios".<br />

Los hombres; la familia (de la que deberá, en este<br />

caso, excluirse a Santa Mónica) le dan una educación<br />

que tiene por finalidad el proporcionarle los medios<br />

de triunfar en el mundo; concretamente, de ser un<br />

gran abogado, un buen orador. Lo que ellos consideraban<br />

bien-en-sí (la abundancia económica y la gloria<br />

huamana) querían que, mediante el estudio de las<br />

letras, llegase a ser bien para aquel niño concreto.<br />

Con ello, se movían en un orden puramente natural,<br />

_pagano.<br />

Por contraste, Dios emplea aquella educación para<br />

otra finalidad muy distinta. La gran formación literaria<br />

de San Agustín va a ser un poderoso instrumento:<br />

primero, para facilitar su conversión; segundo,<br />

para mejor servir los designios de la Providencia<br />

cuando San Agustín ya se ha convertido. Porque San<br />

Agustín no rechaza, no repudia, la educación humanística<br />

que con miras terrenas ha recibido; todo lo<br />

contrario, afirma: "me hacían gran bien". Este bien<br />

que le hacían no era bien por la finalidad que le daban,<br />

sino porque permitiría superarla con otra finalidad<br />

más perfecta.<br />

Así, San Agustín había sido educado según el ideal<br />

humanístico imperante todavía en el Imperio, aunque<br />

ya en franca pérdida de su anterior dominio. Esta<br />

educación humanística no es presentada como contradictoria<br />

con el ideal cristiano; no se trata de un ideal<br />

anticristiano en sentido propio, sino que es una formalidad<br />

inmatura en cuanto que se forma empleando<br />

exclusivamente la razón humana.<br />

El filosofar helénico había forjado el ideal clásico<br />

del hombre, el eutrdpelos, que no alza sus ojos más<br />

allá de la tierra. Por esto, San Agustín afirma que<br />

esta educación inmatura, radicalmente incompleta,<br />

proporciona "una abundante escasez y... una gloria<br />

ignominiosa". Ese ideal helénico no puede saciar a<br />

quien ya ha alzado sus ojos más allá de lo mundano,<br />

y encuentra que lo mundano es insuficiente. La abundancia<br />

económica es escasez si no es empleada con<br />

fines más altos que los de este mundo. La gloria<br />

mundana es innoble si no está animada más que por<br />

el orgullo.<br />

Y de esta manera San Agustín, que no se limita a<br />

filosofar sobre la educación, sino que construye toda<br />

una Teología de la Educación (no en el sentido de disciplina,<br />

sino de reflexión), toma otro ideal de la Educación.<br />

Este ideal no es conocido tan sólo mediante la<br />

razón natural, sino que emplea la Revelación. Por<br />

tanto, es un ideal más completo que el helénico, es<br />

un ideal que ha madurado al disponer de nuevas<br />

fuentes de conocimiento, nada menos que de la Revelación<br />

Divina.<br />

Por encima del hombre pagano, surge así el ideal<br />

del hombre cristiano, que no renuncia al humanismo<br />

helénico, sino que lo subordina a fines trascendentes.<br />

El filosofar sobre la educación de los griegos sigue así,<br />

con el cristianismo, siendo un filosofar sobre la educación,<br />

pero subordinado a lo que la Teología le dice.<br />

La filosofía de la Educación no puede ir más allá de<br />

los límites terrenos mientras una luz superior no le dé<br />

las bases necesarias.<br />

TODO EL BIEN QUE RECIBÍA VENÍA <strong>DE</strong> DIOS...<br />

Al examinar, ya con ojos de cristiano, San Agustín<br />

esa educación inmatura que había recibido, afirma,<br />

por una parte, que los que se la habían dado no habían<br />

obrado bien, pues no veían otro fin que el terreno;<br />

y, por otra parte, que todo el bien recibido<br />

venía de Dios. Aquéllos no podían obrar bien por ser<br />

ciegos, por carecer no ya de la virtud, sino de la iluminación<br />

de la fe, para saber acertar en la discriminación<br />

de lo que es bien-en-sí. Sin embargo, el providente<br />

cuidado de Dios los empleaba instrumentalmente<br />

en Su propio obrar. Dios, dejando obrar a paganos<br />

sobre aquella alma infantil, al mismo tiempo<br />

actuaba preparando lo que más tarde sería un alma<br />

fuertemente cristiana.<br />

En dos sentidos se puede interpretar esta afirmación.<br />

Por una parte, aquel niño recibía de Dios todo<br />

el bien que recibía, en cuanto que todo viene de Dios.<br />

Los hombres no hacían más que distribuir lo que de<br />

Dios venía. Pero, por otra parte, considero más centrado<br />

en el problema mismo del presente texto, un<br />

segundo sentido: la concepción agustiniana de la no<br />

transmisibilidad del saber.<br />

Cuando San Agustín escribe las Confesiones ya<br />

ha formulado su corrección al planteamiento helénico<br />

de este problema. Y en este texto se está refiriendo en<br />

concreto al estudio de las letras, es decir, a la enseñanza.<br />

Que el saber del maestro no puede pasar al<br />

discípulo era doctrina argüida por Gorgias, desarrollada<br />

por Platón, y aceptada por Plotino. San Agustín<br />

acepta el planteamiento platónico: el discípulo forja<br />

por sí mismo el saber, sin la intervención del maestro;<br />

el papel de éste no pasa de ocasional. Pero mientras<br />

que Platón se ve obligado a recurrir a la teoría de<br />

la reminiscencia, suponiendo la vida del alma como<br />

anterior a su encarcelamiento en el cuerpo; San Agustín<br />

recurre a Dios. Es Cristo quien ilumina directamente<br />

el alma del que aprende; es el Verbo Divino<br />

quien da al alma el saber que el alma busca. El maestro<br />

no es más que la ocasión circunstancial, y no siempre;<br />

pues el Verbo puede comunicar el saber incluso<br />

prescindiendo de la ocasional intervención del circunstancial<br />

maestro humano.<br />

Por consiguiente, San Agustín muestra la conjugación<br />

de la doble intervención divina: intervención


providencial, que permitirá a aquel niño superar más<br />

tarde la pura vida natural; e intervención del Verbo<br />

que le ilumina el saber, con ocasión de la enseñanza<br />

de las letras.<br />

ACTITUD PSICOLÓGICA <strong>DE</strong>L NIÑO<br />

Es el hombre maduro quien en este texto vuelve<br />

los ojos sobre su infancia y, en breves trazos, describe<br />

la actitud del niño ante la enseñanza que se le da.<br />

El texto se refiere a la infancia, no a la adolescencia.<br />

Sin embargo, hace una comparación entre ambas:<br />

"En esta mi niñez, en la que había menos que temer<br />

por mí que en mi adolescencia..." La diferencia se<br />

refiere evidentemente al desarrollo de las pasiones en<br />

la adolescencia, que, como el mismo San Agustín describe<br />

más adelante en las Confesiones, habría de ser<br />

en él de extraordinaria fiferza. En el caso de este<br />

texto, referido a la infancia, todavía las pasiones no<br />

hacen su aparición en el niño. Y es curioso observar<br />

cómo San Agustín dice "temer por mí", es decir,<br />

temer los padres por el niño y por el adolescente, y<br />

no éste por sí mismo, ya que le falta la madurez<br />

necesaria para enjuiciar los peligros que puede correr.<br />

Pues bien: con toda sinceridad, San Agustín confiesa<br />

que, de niño, ni le gustaban las letras, ni el que<br />

le obligasen a estudiarlas. Estimo que la afirmación<br />

de que no le gustaban las letras se refiere a su aprendizaje.<br />

No es necesario recordar con detalle cómo la<br />

escuela romana prescindía de la consideración del<br />

niño en cuanto niño, y sólo buscaba el proporcionarle<br />

los conocimientos necesarios a su futura vida de hombre,<br />

así como los métodos duros, de reiteración de<br />

castigos, empleados, y la indiferencia ante la reacción<br />

de la subjetividad del niño.<br />

La reacción de San Agustín en la escuela es la<br />

típica de la época helenísticorromana. El niño estudia<br />

por obligación, pues el estudio no se le hace amable.<br />

Ahora bien: el fuerte temperamento de aquel niño<br />

reacciona también contra el hecho de que se le obligase<br />

a estudiar; odiaba el que le urgiesen. Es ya un<br />

problema de lucha de voluntades, que San Agustín<br />

superó al superar el estadio de la escuela, sin dejar<br />

grave huella en su carácter.<br />

"...no estudiaba sino obligado". Esta confesión es<br />

igualmente típica y son muchísimas las veces que un<br />

autor clásico hace una confesión semejante. Marrou lo<br />

ha estudiado con detenimiento, llegando a la conclusión<br />

de que la escuela griega, y su derivación, la escuela<br />

romana, no dejaba en los niños sino un mal<br />

recuerdo, justificado más tarde por la utilidad, pero<br />

sin que se perdiese el recuerdo de los sufrimientos<br />

pasados.<br />

Esta imagen dura de la vida escolar se ve comprobada<br />

por el simple hecho de que San Agustín, en un<br />

texto tan breve, de una decena de líneas, expresa siete<br />

veces el recuerdo de su desagrado ante el estudio y<br />

ante la imposición de estudiar.<br />

VALORACIÓN AGUSTINIANA <strong>DE</strong><br />

LA EDUCACIÓN RECIBIDA<br />

Sin embargo, a pesar del mal recuerdo conservado<br />

de los años de escuela, San Agustín valora positivamente<br />

aquella enseñanza de dos maneras:<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.-SAN AGUSTÍN 47<br />

A) Porque no es el niño quien "teme", se preocupa,<br />

por el niño, sino los padres y educadores. El<br />

niño debe someterse a lo que los padres estimen que<br />

le es conveniente.<br />

B) Porque el aprender las letras, el ir a la escuela,<br />

le "hacía gran bien". Es obvio que aquí San Agustín<br />

se refiere a que tanto para desenvolverse en la pura<br />

vida terrena como para configurar su vida de cristiano,<br />

el haber aprendido las letras era algo bueno, más<br />

que simplemente útil.<br />

Precisamente reconoce como una falta por su parte<br />

el no haber estudiado más que cuando le obligaban,<br />

lo que hace suponer que en la edad madura lamenta<br />

el no haber estudiado más en su infancia.<br />

Como ya he señalado antes, aparentemente aquí se<br />

nos ofrece una contradicción, cuando seguidamente<br />

afirma que los que le obligaban a estudiar no obraban<br />

bien. Pero es fácil de explicar esta aparente contradicción<br />

como un simple recurso oratorio, ya que a<br />

lo que se refiere es no a que hicieran mal por obligarle<br />

a estudiar, sino a que hacían mal en no educarle<br />

como cristiano. Es decir, lo que hacían estaba<br />

bien hecho, pero hacían mal en no hacer lo que hacían.<br />

Dar enseñanza es obrar bien; dar enseñanza<br />

puramente humanística, sin educar para Cristo, es<br />

obrar mal.<br />

Por esto San Agustín dice que los que le obligaban<br />

a estudiar sólo pensaban en proporcionarle los conocimientos<br />

que le encaminasen "a saciar el insaciable<br />

apetito de una abundante escasez y de una gloria<br />

ignominiosa"; es decir, le daban los medios de adquirir<br />

riqueza y gloria, pero no le educaban para el recto<br />

y debido disfrute de la riqueza y de la gloria.<br />

Aquí estimo que debe hacerse una distinción: no<br />

se trata, a mi parecer, de que simplemente se le instruyese<br />

sin intentar formar su carácter; indudablemente,<br />

además de la pura instrucción, trataban de<br />

formar su criterio; pero trataban de hacerlo con una<br />

mentalidad naturalística, y ante esto reacciona San<br />

Agustín violentamente. No es que diga que no se le<br />

educaba en la virtud, sino que se le educaba en un<br />

tipo de virtud carente de fundamento sobrenatural.<br />

Por esto, habla de "saciar el insaciable apetito", expresión<br />

que implica una valoración negativa. Ahora<br />

bien: valoración negativa en cuanto que todo lo que,<br />

tras la Revelación, sea quedar en la vida natural, es<br />

mal; lo que para los anteriores a Cristo era disculpable<br />

(el permanecer en formas de educación inmatura);<br />

para él, que ya conoce la Revelación, más, para el<br />

que conoce a Cristo, el quedarse en la pura vida natural<br />

es malo, porque es cerrar los ojos a la verdad<br />

más perfecta.<br />

Por ello, frente a la "abundante escasez" de la riqueza<br />

terrena, estará la "abundante abundancia" de<br />

la riqueza de la gracia; y frente a la "gloria ignominiosa"<br />

del puro orgullo terreno estará la "gloria gloriosa"<br />

de la vida sobrenatural.<br />

RECAPITULACIÓN<br />

El presente texto de San Agustín tiene la preciada<br />

cualidad de que sugiere muchas más cosas de las que<br />

dice, lo cual sucede con tantos textos del Santo. Su


48 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

importancia es sin duda grande, pues permite adentrarse<br />

en los supuestos fundamentales de la concepción<br />

agustiniana, al mismo tiempo que ofrece una<br />

visión autobiográfica. Valor doctrinal y valor documental<br />

se complementan. Tanto es valioso para el<br />

historiador como para el educador, como simple y<br />

puramente para el hombre. San Agustín, haciendo<br />

examen de conciencia de su vida pasada, nos muestra<br />

INTRODUCCIÓN<br />

Comentario a un Texto de Boecio<br />

Felix, qui potuit boni<br />

Fontem visere lucidum,<br />

Felix, qui potuit gravis<br />

Terrae solvere vincula.<br />

(111, metrum 12.)<br />

Introducir al discípulo en el mundo de las ideas, en<br />

la huella terrena del espíritu o en lo que comúnmente<br />

se llama la cultura implica una previa y no fácil operación:<br />

orientarse en ese mundo. El mundo de la cultura<br />

tiene su casa en los libros, en la palabra escrita. Estuvo<br />

en la tradición oral, y aún lo está en pueblos que<br />

no conocen o no practican algún género de escritura.<br />

En alguna medida también reside en los ritos, ceremonias<br />

y hábitos morales. Pero ¿cualquier palabra, cualquier<br />

tradición, cualquier rito es bueno para que el<br />

maestro lo haga relucir ante su alumno? Evidentemente,<br />

no. Vivimos sumergidos no en la Cultura ni<br />

en una cualquier cultura, sino en nuestra cultura. Por<br />

lo pronto, queramos o no, tenemos que movernos en<br />

nuestro propio mundo de ideas, mundo que decimos<br />

"nuestro" porque nos es asequible, porque es asequible<br />

a nuestros órganos de captación, porque vivimos<br />

en él.<br />

Para un hombre que more en este, casi provinciano,<br />

rincón madrileño no hay duda de que ese "mundo" es<br />

el mundo de la cultura grecorromana y cristiana. Podrán<br />

estar en él en cierta medida inyectados el mundo<br />

islámico e, incluso, los lejanos mundos orientales. Pero<br />

en la brújula de nuestra vida el norte está marcado<br />

por esas tres palabras: Grecia, Roma, Cristianismo.<br />

El esfuerzo de nuestro tiempo y de nuestro mundo<br />

no es por una cultura ecléctica ni por un sincretismo,<br />

sito por la ecumenicidad de nuestra cultura cristiana.<br />

No nos asimilamos otros mundos culturales, sino que,<br />

por el contrario, teñimos de nuestra cultura a pueblos<br />

que en ella no han nacido. De las demás culturas no<br />

nos queda, salvo coincidencias últimas, cuando las estudiamos,<br />

otra cosa que folklore. Lo exótico vive en<br />

nosotros como exótico, y la universalidad en que queremos<br />

integrarlo no es más que una ilusión, que fué<br />

un matiz, en algún momento, de "nuestra" cultura.<br />

Así la "China" del XVIII y lo "negro" de nuestros<br />

días.<br />

Situados en nuestro mundo, conscientes de esta situación,<br />

aún no estamos orientados. Porque orientarse<br />

es primero escoger puntos concretos de referencia. Y<br />

lo que debe hacerse y lo que debe evitarse, cómo se<br />

debe educar y cómo el educador no debe quedarse<br />

en el puro plano natural; y sobre todo para qué y para<br />

quién debe educarse.<br />

CONSTANTINO LÁSCARIS COMNENO<br />

Profesor de Historia de la Filosofía Antigua<br />

de la Universidad de Madrid.<br />

si de lo que se trata es, más precisamente, de educar,<br />

guiar a otros, lo urgente es poner, previamente, esos<br />

puntos orientadores. De aquí la responsabilidad al escoger<br />

los temas. Las figuras humanas, los pasajes literarios<br />

que, como maestros, hemos de ofrecer a la intelección<br />

de los educandos han de ser felices imágenes<br />

de la cultura que les transmitamos. Las posibilidades<br />

de elección son múltiples. Pero ¿no habrá lugares tan<br />

comunes, significativos y expresivos que nos alivien,<br />

ofreciéndose casi espontáneamente a nuestra consideración,<br />

de la vacilación, de la desorientación? Indudablemente<br />

existen esos lugares comunes y no hay sino<br />

seleccionarlos, dando por descontado que otros no menos<br />

valiosos pudieran ofrecerse tal vez con el mismo<br />

derecho. Una cierta intercambiabilidad de las muestras<br />

expresivas de la cultura es tal vez parte de las<br />

leyes estructurales de toda cultura. Aceptemos, pues,<br />

comentar un texto de Anicius Manlius Tor quatus Severinus<br />

Boethius, ejemplar insigne de la cultura occidental,<br />

de quien se ha dicho que fué el último romano<br />

y el primer escolástico.<br />

EL TEXTO<br />

Nam nisi fallor, ea vera est et<br />

perfecta felicitas, quae sufficientem,<br />

potentem, reverendum, celebrem laetumque<br />

perficit.<br />

(De Cons., III, prosa 9, 26.)<br />

El texto pertenece al libro De Consolatione philosophiae<br />

(La consolación de la Filosofía) que escribió,<br />

hacia el 522, Severino Boecio, personaje consular de<br />

la Corte de Teodorico el Grande. Vuelto el texto en<br />

castellano, según la versión de Fray Alberto de Aguayo,<br />

reza así:<br />

Porque, si no inc engaño, aquella es verdadera felicidad<br />

y perfecta que hace al poseedor suficiente y<br />

poderoso, reverendo y muy famoso y lo hinche de<br />

alegría.<br />

()LJ ES ENTEN<strong>DE</strong>R EL TEXTO?<br />

A primera vista el texto citado parece llano. El buen<br />

Dominico Fray Alberto de Aguayo, cuya vida pesquisó<br />

casi detectivescamente el P. Getino, de buena memoria,<br />

puso en excelente castellano el libro de Boecio,


en tan buen castellano, que Alfonso de Valdés lo citó<br />

como modelo en su Diálogo de la Lengua. En latín o en<br />

castellano podemos, pues, entender la letra del texto de<br />

Boecio. Sin embargo, esta intelección es sólo aparente.<br />

Porque entender una sentencia es entenderla en todo<br />

el sentido de sus términos—felicidad, perfecta, poseer,<br />

suficientemente, poderoso, reverendo, famoso y henchido<br />

de alegria—en nuestro ejemplo. Estos términos, si<br />

bien tienen un sentido obvio, no pueden verdaderamente<br />

penetrarse sino en el contexto en que fueron<br />

originalmente escritos y en el ámbito y horizonte en<br />

que fueron emitidos. Este contexto es el libro De Consolatione,<br />

escrito por un hombre en circunstancias sui<br />

generis. El ámbito es los finales del y y principios<br />

del vi, durante el reinado de los ostrogodos.<br />

La intelección intemporal de la sentencia es una<br />

quimera. Una sentencia arrancada de su tiempo y su<br />

lugar se hace insignificante. Toda significación funciona<br />

en un ámbito cultural, enmarcada en un mundo<br />

del Espíritu. Pretender que ahora nosotros entendemos<br />

la palabra felicidad como Boecio la entendía, es dar<br />

ya por resueltas muchas cuestiones. La frase que comentamos<br />

está inserta en un libro, libro que escribió<br />

un hombre en un momento concreto de su vida. El<br />

libro—y la frase en su contexto—va dirigido a otros<br />

hombres, que, a no dudarlo, podían entenderlo y entre<br />

los cuales podremos encontrarnos si, en efecto, el mundo<br />

de Boecio es aún el nuestro. Damos por supuesto<br />

que todavía—a 1.500 años—se endereza a nosotros,<br />

cristianos corno Boecio, herederos lato sensu, como<br />

Boecio, del mundo grecolatino. Pero hemos de huir de<br />

quedarnos en la corteza de las palabras, para ahondar<br />

en su auténtico sentido.<br />

BOECIO, EL HOMBRE<br />

Nació Severino Boecio hacia el 470 o el 480 después<br />

de Cristo, en Roma, de familia—los Anicii—que profesaba<br />

el cristianismo ya en tiempos de Constantino.<br />

Educado en Atenas, todavía pudo asimilar en las Escuelas—no<br />

disueltas hasta Justiniano—todo el saber antiguo.<br />

Muy joven, se hizo famoso en la Corte de Teodorico.<br />

En 510 era cónsul, príncipe del Senado y maestro<br />

de los oficios. En 522 alcanzó el ápice de su gloria<br />

al ver que sus dos hijos, apenas adolescentes, recibían<br />

también la dignidad consular. En aquel año pronuncia<br />

el "Elogio de Teodorico". Muy joven había contraído<br />

matrimonio con la hija de Símmaco, la delicada Rustiniana.<br />

Era Símmaco un poderoso personaje, en cuya<br />

casa se había educado el propio Boecio. Sus vidas, tan<br />

estrechamente unidas, vendrían a acabar bajo el mismo<br />

signo de la persecución y en un punto mismo. Y ahora,<br />

cuando la gloria y el poder de Boecio culminaban,<br />

un golpe terrible de la fortuna vino a echarlo por tierra,<br />

a derrocarle de sus honores, a aherrojarle en un<br />

miserable calabozo y a acabar con su vida. La gloria<br />

se trocaba en miseria. ¡Con cuánta verdad se escaparía<br />

de su pecho aquella imprecación!:<br />

Gloria vero quant fallax saepe, quiant turpis est!<br />

(La Gloria ¡cuán engañosa y, a veces, cuán torpe es!)<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.—BOECIO<br />

(De Cons., UI, 6.)<br />

Ocurrió así: Al pasar Boecio de los estudios, en los<br />

q u<br />

Pe ganara la fama que le abonaba, a la política no<br />

pedía sino ser un patricio honrado, de ninguna manera<br />

un funcionario acomodaticio e instrumental en<br />

manos de un gobernante opresor y habilidoso como<br />

Teodorico. Teodorico era un bárbaro ostrogado—no<br />

sabía escribir—, que no sin discreción gobernaba un<br />

pueblo—el romano de Occidente—en decadencia, en<br />

esa terrible situación de "no poder gobernarse a sí mismo"—los<br />

hechos lo venían probando—; pero aún orgulloso<br />

de su pasado, aún consciente de su superioridad<br />

intelectual. Teodorico, arriano, gobernaba una<br />

sociedad católica. Boecio, por su parte, era de rancia<br />

estirpe romana, tenía conciencia de su cultura; su gran<br />

empresa, inacabada, había sido poner en lengua latina<br />

el acervo de Platón y Aristóteles. Era, además, católico,<br />

como está probado (véase el Dice. de Théol. Cath.<br />

art. Boèce, del P. Godet). Entre sus opúsculos teológicos,<br />

se destaca el antiarriano De Trinitate. No podía<br />

haber una coincidencia de fondo entre ambos hombres.<br />

No importa cuál fué el incidente que los enfrentó.<br />

El hecho es que por defender la dignidad del Senado<br />

Bordo fué acusado de inteligencia con el Emperador<br />

de Bizancio, y de magia. Desterrado y luego encarcelado<br />

en Pavía, sin poder defenderse adecuadamente,<br />

fué procesado y condenado por el prefecto de aquella<br />

ciudad. La torre de Pavía, donde la tradicción quiere<br />

que viviera sus últimos días Boecio, se levantó mil<br />

años, hasta 1584, en que la arruinó la incuria, último<br />

ultraje a la memoria del patricio romano.<br />

En medio de atroces torturas murió el día 23 de<br />

octubre de 525 el que fué hombre afortunado, sabio,<br />

poderoso, rico, poeta halagado. Estaba aún en la plenitud<br />

de su vida física. Antes de morir, en el forzado<br />

ocio del exilio y de la prisión, escribió Boecio su libro<br />

De la Consolación de la Filosofía, que Europa leerá<br />

durante siglos. El libro pertenece a ese género de escritos<br />

de que siempre han gustado los hombres muy<br />

varoniles por cuya sangre, no obstante, corre una gota<br />

de melancolía. Su hermano lejano en el tiempo, Silvio<br />

Pellico, le hace un gesto amistoso desde Los plomos,<br />

de Venecia, y Tomás Moro, mil años más tarde, le<br />

emula con historia muy semejante, a la que añade su<br />

cristiana alegría coloreada de humor inglés. Silvio Pellico<br />

no perdió la vida, tras la dolorosa prisión, antes<br />

bien ganó la fe. Boecio y Moro, que perdieron la vida,<br />

ganaron la Gloria, y están en los altares, mártires en<br />

inicua persecución.<br />

EL LIBRO<br />

El aprieto de una cárcel, de una muerte inminente,<br />

la circunstancia de verse caído quien se contempló encumbrado,<br />

han provocado en Boecio una tensión a que<br />

su alma de escritor, de poeta, dará salida en un libro,<br />

el De Consolatione, escrito al modo de las Sátiras meni<br />

peas, es decir, con mezcla de prosa y verso. La obra<br />

consta de cinco libros, en los que alternan las prosas<br />

y los metros. Es, además, la estructura del libro dialogada.<br />

Muchos de sus metros o poesías son tan famosos<br />

que cinco de ellos están incluidos en las cien mejores<br />

poesías líricas de la lengua latina (escogidas por<br />

J. W. MacKail, de la Universidad de Oxford, París,<br />

1907). Sería imperdonable no mencionar la maravillosa<br />

invocación a la Providencia.<br />

49


50<br />

O qui perpetua mundum ratione gubernas,<br />

Terrarun coelique Sator...<br />

(Oh perfecto creador del Universo,<br />

tan grande, eterno gobernador,<br />

muy quieto movedor,<br />

que al tiempo mandas que ande.)<br />

(De Cons., III, 9.)<br />

(La traducción de nuestro Fray Aguayo no es feliz. Una cosa<br />

era su buena prosa castellana y otra su poca inspiración poética.)<br />

El libro, por su parte, resume toda la tradición grecolatina.<br />

Está escrito en forma de diálogo entre Boecio<br />

mismo y la Filosofía, que, bajo la figura de hermosa<br />

mujer, le dirige la palabra. Comienza el libro con un<br />

canto elegíaco de Boecio: le duele que la vejez ocupe<br />

en él el lugar de la gloriosa y fecunda juventud, que<br />

la Fortuna haya cambiado para él. "Por qué, amigoç—pregunta—alabáis<br />

mi felicidad?" He aquí el punto<br />

de arranque de la meditación de Boecio: la pérdida<br />

de la Felicidad, de lo que él creía que era la felicidad,<br />

diremos más exactamente.<br />

Pero he aquí que la severa Filosofía ahuyenta a las<br />

musas profanas ante los ojos asombrados del poeta. Y<br />

ella misma, la Filosofía, viene a sentarse a su cabecera<br />

para cantar al triste prisionero, en versos de otro tono,<br />

de otra intención y otro arte, los remedios y consuelos<br />

de su estado. Es, le dice, el tiempo de la medicación,<br />

no el de las quejas.<br />

El libro, pues, tiene un sentido preciso dentro de la<br />

circunstancia de Boecio, y en la medida en que esta<br />

circunstancia es ejemplar el sentido del libro se universaliza.<br />

Si el hombre, todo hombre, necesita consuelo,<br />

es la Filosofía quien puede proporcionárselo. En este<br />

punto vienen a reunirse todas las intenciones de la<br />

Filosofía antigua. Aquí Boecio es el último de los<br />

grandes paganos. Su cristianismo, sin embargo, está<br />

latente, tiñendo sus prosas y sus versos. Punto ha sido<br />

éste discutidísimo, pero parece que hay que inclinarse,<br />

a no ser temerario, por la afirmativa (1). Tiene que<br />

haber una íntima congruencia entre sus escritos teológicos<br />

y sus palabras de filósofo.<br />

La vida humana, como derrota; la Filosofía, como<br />

consuelo. ¿Es ésta la última palabra del mundo antiguo?¿Murió<br />

el mundo antiguo envenenado de derrota,<br />

de huida, perdida la bravura para luchar, con sólo<br />

fuerzas para resistir? 1\10 tenía voluntad de vivir, de<br />

poder? (Nietzsche, enfermo, como buitre sobre carne<br />

muerta, en cualquier cuarto de cualquier hotel de segunda,<br />

en una pequeña ciudad italiana, soñará en la<br />

vida ascendente, la voluntad de poder.)<br />

BOECIO, EN LA CULTURA CRISTIANA<br />

Después de Aristóteles ha sido Boecio la mayor autoridad<br />

filosófica de la Edad Media. No hay autor más<br />

citado por Santo Tomás. Nada menos que tres fórmulas<br />

capitales de la Teología proceden literalmente de<br />

(1) La discusión en torno al cristianismo de Boecio pareció<br />

decidida por la afirmativa al descubrir Alfred Holder un<br />

manuscrito del siglo x, en que los opúsculos tales como el<br />

De Sacra Trinitate están explícitamente atribuidos a Boecio. En<br />

el citado artículo, Boece, del Dice. de Théo. Cath., dice literalmente<br />

el P. Godet: "Il est tout empreint de Christianisme", al<br />

referirse a los escritos filosóficos de Boecio.<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTA LES Y COMUNES<br />

Boecio: la definición de la Eternidad (De Cons., V,<br />

prosa 6), la de Naturaleza y la de persona. No es de<br />

extrañar si se tiene en cuenta que la ruptura con el<br />

mundo antiguo no es radical en la Edad Media. Es el<br />

mundo moderno el que empieza, tal vez, a moverse<br />

por vías distintas.<br />

Ahora bien: puede plantearse también, y de hecho<br />

se ha planteado, esta cuestión: Los pensadores del siglo<br />

vi,¿hasta qué punto eran fieles a su tradición, a<br />

la tradición grecorromana? Un resumidor de la posición<br />

del pensar histórico actual ante este problema—Paul<br />

Renucci, L'aventure de l'humanisme européen<br />

au moyen äge, París, 1953—fija así el valor de<br />

Boecio: "En la Corte de Teodorico se destacaron dos<br />

hombres, cuya influencia en la posteridad culta no<br />

guarda proporción con su valor personal, Boecio y<br />

Casiodoro." "Se ha llamado a Boecio el primer escolástico;<br />

en todo caso fué el inspirador de la primera<br />

escolástica. El papel de Casiodoro es juzgado comúnmente<br />

como menos importante. Por nuestra parte, no<br />

separamos el uno del otro, pues ambos han contribuido,<br />

por caminos diferentes, a la elaboración del mismo<br />

método de trabajo." "Su trabajo no conducía a una<br />

restauración [del saber antiguo], sino a una refundición.<br />

En este sentido, lejos de ser hijos del mundo<br />

antiguo, aparecen como los padres espirituales de la<br />

primera Edad Media europea."<br />

Las traducciones de Boecio no fueron el punto de<br />

arranque de una nueva comprensión completa de la<br />

filosofía ateniense—Platón y Aristóteles—, sino de una<br />

duradera mala inteligencia, como ocurre siempre en<br />

toda semirrevelación de algo. El hecho, por otra parte—añade<br />

Renucci—, de que Boecio sólo tradujera una<br />

pequeña parte de Aristóteles no podía cimentar un<br />

Renacimiento. De la ibra acabada sólo podía salir una<br />

escolástica. Lo más grave de Boecio fué, además, que<br />

tradujo a Aristóteles "no siendo de raíz aristotélica,<br />

lo que le llevó a traicionar el espíritu del aristotelismo".<br />

Toda esta disputa no puede explicarse aquí, baste<br />

aludirla. El hecho positivo es, tanto desde un punto<br />

de vista general como histórico, que Boecio conformó<br />

en sus opúsculos teológicos los dogmas en lenguaje<br />

filosófico. Y ésta ha sido su gran hazaña intelectual.<br />

EL TEXTO EN SUS TÉRMINOS<br />

Vengamos ahora, definitivamente, al texto de Boecio.<br />

El libro De Consolatione es expresión de un pensar<br />

integral. Se funden o, a lo menos, concurren en él los<br />

dos tipos de elaboración mental más radicales: el pensar<br />

mito-poiético y el pensar especulativo. No vamos<br />

a ocuparnos de los metros, donde está el pensar mitopoiético<br />

boeciano, aunque a las veces tendrán que auxiliarnos.<br />

La frase que tenemos que interpretar pertenece<br />

al pensar especulativo.<br />

La palabra "infelicidad" ocurre significando algo<br />

aún no definido exactamente en el ámbito de una situación<br />

vital. Parte Boecio del dolor, de la desesperación.<br />

La situación está caracterizada, primeramente,<br />

por la falta de algo que se ha poseído. Es la pérdida<br />

de bienes lo que descubre la infelicidad y al par la<br />

felicidad (pasada). En la infelicidad se abre el hombre<br />

a al vez a la felicidad, como a algo buscado, y


a la propia infelicidad como conciencia de su vaciedad.<br />

La situación de doloroso vacío mueve y conmueve<br />

a Boecio. Y precisamente la cárcel y la brutalidad<br />

del abandono moverán el aparato dialéctico de<br />

Boecio, único recurso de quien carece de todos lo demás,<br />

salvo los sobrenaturales, claro está, pero que, e<br />

paradójicamente, se revelará como el "gran recurso'<br />

humano.<br />

¿Qué le va a decir a Boecio su aparato dialéctico,<br />

su razón? Con expresión mítica nos dirá Boecio que<br />

la Filosofía comenzó por secarle los ojos nublados por<br />

las lágrimas con un pliegue de su vestido (oculi medantes<br />

fletibus). Y entonces se disipó la noche, desaparecieron<br />

las tinieblas y volvió la luz a darle vigor.<br />

Tune me discussa linquerunt nocte tenebrae<br />

Luminibu.gue prior rediit vigor.<br />

(I, metro 3.)<br />

Pero volver a la luz no es fácil. Por el pronto le<br />

mueven, le arrebatan—trahunt—el dolor, la ira, la cólera.<br />

En tal trance requiere el hombre suaves medicinas,<br />

persuasivas palabras que le dispongan a ver claro<br />

en sí mismo.<br />

No se trata solamente de razonar, a pesar de lo dicho;<br />

ahora vemos que se trata, antes bien, de un proceso,<br />

de ser llevado como en una iniciación hacia algún<br />

sitio, hacia un modo de estar nuevo. La filosofía<br />

es, en primer lugar, "psicagogía", como la vió Platón<br />

(la palabra está en el Fedro). El cuento de este viaje<br />

son las "razones vitales".<br />

Pero d qué le ha faltado a Boecio cuando se ha sentido<br />

infeliz? La respuesta es clara: Boecio ha creído<br />

que la felicidad consistía en los bienes de fortuna. Estos<br />

bienes tienen nombres conocidos: se llaman placer,<br />

honra, poder. Los placeres no han de ser necesariamente<br />

los bajos placeres, pueden ser los delicados del arte<br />

o dc la contemplación de la naturaleza: "La belleza de<br />

las campiñas, os agrada?", pregunta la Filosofía a<br />

Boecio (II, prosa 5.). La honra puede consistir en el<br />

debido premio a quien con preocupación ética administra<br />

la república. El poder puede desearse y usarse<br />

para gloria y servicio de la cosa pública. Puede concederse<br />

todo esto, pero honra, riqueza, poder están en<br />

manos de la fortuna, y estar en manos de la fortuna<br />

es estar en una rueda voltaria, en la inseguridad. La<br />

historia nos lo enseña: nada hay constante. La historia<br />

de Boecio sería un ejemplo preclaro: ayer, personaje<br />

consular; hoy, pobre desterrado; mañana, reo ejecutado<br />

entre los horrendos suplicios. Todo el pathos de<br />

la volubilidad de la fortuna se despliega en las páginas<br />

del libro de Boecio. Su análisis de la fortuna es acabado<br />

y de él será un eco el que repita el Renacimiento,<br />

por boca de Petrarca. Hay dos planos óriticos: ei de<br />

la Fortuna y el de la Providencia. Conocemos el de<br />

la Fortuna.¿Podemos asentar en él nada firme, duradero,<br />

suficiente? ¿Cómo el estado de felicidad, la bienaventuranza,<br />

la "beatitud" puede lograrse en el plano<br />

de la Fortuna? No parece esto posible. Todas las escuelas<br />

socráticas buscaron la felicidad, la hallaron en<br />

la vida del sabio. La vida del sabio busca un tipo de<br />

estado en que se den precisamente los caracteres que<br />

están ausentes de la vida fortuita o azarosa. Buscando<br />

la felicidad en el círculo de la vida terrena, no sin paradoja,<br />

hallaron muchos la vida feliz en una huida o,<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.--BOECIO 51<br />

a lo menos, abstención de la misma vida. Cínicos, estoicos<br />

y epicúreos han buscado la independencia, la<br />

autarqueia, la suficiencia, la tranquilidad—la no mutabilidad--de<br />

la vida.<br />

Lo mejor que le puede ocurrir al hombre que sabe<br />

lo que es la fortuna—que conoce que por lo pronto<br />

tiene que vivir en el plano óntico de la Fortuna—es<br />

que ésta le sea adversa. He aquí un gran tema que<br />

traspasa el pensamiento y el arte antiguo cristiano: la<br />

próspera y adversa fortuna. Pues bien, repitámoslo:<br />

para el filósofo es mejor en último término que la fortuna<br />

le sea adversa. La infelicidad—en el plano de la<br />

fortuna—es inevitable. Mientras la rueda nos tiene en<br />

alto es ya una positiva infelicidad el ansia, la ansietas,<br />

angustla, en que vivimos pensando que puede volcarnos<br />

abajo. Conozcamos, pues, sus artes y aprendamos<br />

a no esperar de ella la verdadera felicidad.<br />

La palabra felicidad—felicitas—quiere decir fecundidad,<br />

fertilidad. Feliz viene de fela, "mama", en<br />

griego (3)3k7i. Felix, nos dicen Meillet y Ernout (Dice.<br />

Etyn2.), tiene especialmente el sentido de favorito de<br />

los dioses P-aza V to; los bienaventurado. Felicitas, como<br />

todas las palabras con ella emparentadas—femina,<br />

fetus, fenum, filius—alude a la tranquila y segura<br />

situación primera (físicamente primera) de la vida del<br />

hombre en que éste pende plena y satisfactoriamente<br />

del pecho materno. ¿Qué le falta al niño de pecho en<br />

brazos de su madre? Nada. Es feliz, bienaventurado.<br />

Esta situación primera sirve de modelo a la especulación,<br />

que utiliza los términos del lenguaje con más<br />

o menos conciencia de su sentido original.<br />

Mas el hombre entregado a sus recursos propios,<br />

náufrago en las olas de la vida, en el área de la fortuna,<br />

como dice Boecio, ¿puede encontrar una situación<br />

semejante a la del nourrisson? No puede encontrarla,<br />

pero la desea profundamente. Sólo hay un método<br />

para ponerse en camino de encontrarla: sufrir el cambio<br />

de estado que supone el desengaño de la vida fortuita.<br />

Sobre este terreno ontico del desengaño de<br />

la vida fortuita se puede establecer el esfuerzo hacia<br />

otra vida, en la que aquel estado de felicidad perfecta<br />

puede restaurarse. Naturalmente, ahora no se trata del<br />

pecho de la madre, sino de la fuente única y excelsa,<br />

en que el hombre—el hombre completo, no el<br />

niño--halle su verdadero reposo y su gozo imperecedero.<br />

Este estado, status beatitudinis, es perfecto cuando<br />

contiene en sí todos los bienes. Famosa es esta definición<br />

de Boecio.<br />

La congregación de todos los bienes sólo se da en<br />

una felicidad perfecta que el análisis de los bienes terrenos<br />

obliga a poner en un ser trascendente, en<br />

Dios. La fuente de la felicidad perfecta ha de hacer<br />

al hombre feliz de un modo: 1. 0 Suficiente, es decir,<br />

que lo satisfaga y no lo deje ansioso de más felicidad<br />

(carácter negado, por ejemplo, a la riqueza, al placer<br />

sensual). 2.0 Poderoso, que esté la felicidad en la mano<br />

del hombre, a su alcance (quién puede decir in hoc<br />

mundo "puedo"?). 3 • 0 Reverendo, que lo haga respetable,<br />

que haga del hombre un ser digno, no una<br />

marioneta, un personaje de retablo, manejado por un<br />

pícaro o destrozado por la espada de un loco, como en<br />

el retablo de Maese Pedro. 4. 0 "Muy famoso", célebre,<br />

claro, porque también al hombre le convienen esos atributos<br />

como condignos de su ser. 5 • 0 No sería posible<br />

que el gozo estuviese ausente de la felicidad humana.


52 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

Han tenido razón los hedonistas en subrayar la radical<br />

inclinación del hombre al gozo, pero han errado al<br />

no saber dónde ponerlo y, sobre todo, al abstraerlo<br />

de los otros caracteres de la felicidad.<br />

Toda la tradición antigua pesa sobre las palabras de<br />

Boecio, pero su esquematización—que un halo de ímpetu<br />

ultraterreno circunda, que vivifica una fe en Dios,<br />

en el Dios cristiano—será un arma dialéctica perfecta<br />

en manos de los teólogos cristianos. En efecto, el platónico<br />

Boecio será la base de la escolástica medieval.<br />

M. CAR<strong>DE</strong>NAL IRACHETA<br />

Catedrático de Filosofía del Instituto<br />

"Cervantes", de Madrid.<br />

Comentario al "De ente et essentia", de Santo Tomás de Aquino<br />

I. RAZÓN <strong>DE</strong> ESTE TRABAJO<br />

1. La RE<strong>VISTA</strong> <strong>DE</strong> EDUCACIÓN me solicita con gran<br />

urgencia y en adaptación a una serie de normas técnicas<br />

un comentario al opúsculo De ente et essentia,<br />

de Santo Tomás de Aquino. Va dirigido a aquellos<br />

colegas en el profesorado que se encuentran afanados<br />

en el comentario oral de ese mismo texto ante los<br />

alumnos del Curso Preuniversitario.<br />

II. EL TEXTO Y SUS POSIBI-<br />

LIDA<strong>DE</strong>S <strong>DE</strong> UTILIZACIÓN<br />

1. El opúsculo De ente et essentia, conocido también<br />

con los títulos de De essentia, De esse et essentia<br />

y De entium quidditate es, por de pronto, de indiscutible<br />

autenticidad. Se ha conservado en numerosos<br />

manuscritos y figura en todos los buenos catálogos de<br />

las obras de Santo Tomás.<br />

2. El texto latino de mayor garantía en la actualidad<br />

es el establecido por M. D. Roland-Gosselin, O. P.,<br />

sobre la base de los manuscritos parisienses (Biblioteque<br />

Thomiste, tomo VIII, Le Saulchoir, 1926). De<br />

idéntica jerarquía es la edición de L. Baur, hecha<br />

casi al mismo tiempo. Ultimamente ha sido editado<br />

por J. Perrier, O. P. (P. Lethielleux, París, 1949).<br />

3. Al castellano ha sido vertido numerosas veces.<br />

Permítasenos destacar aquí la tersa traducción de<br />

Alberto Wagner de Reyna, la anotada copiosa y profundamente<br />

de Juan R. Sepich y la literal, sobre el<br />

texto de Roland-Gosselin, de Juan Planella Guille.<br />

PARVUS ERROR IN PRINCIPIO...<br />

1. Santo Tomás, que ha dedicado su opúsculo<br />

ad fratres et socios, entra en materia con una declaración<br />

de sus propósitos. Intenta: a) Definir el sentido<br />

de los nombres "esencia" y "ente". b) Indagar<br />

el comportamiento de la esencia y el ente en los<br />

diferente órdenes de realidad. c) Determinar su relación<br />

con los conceptos lógicos de género, especie<br />

y diferencia. Y ello, movido por una urgente necesidad:<br />

evitar el desastre que supondría para la metafísica<br />

la ignorancia o la imprecisión conceptual del<br />

ente y la esencia. El razonamiento de Santo Tomás,<br />

humildemente apoyado en la autoridad de Aristóteles<br />

y de Avicena, es impecable, puesto que un pe-<br />

queño error sobre los principios origina error grande<br />

en lo que de ellos se deriva y el ente y la esencia<br />

funcionan como principios originales y originarios<br />

de todo ulterior conocimiento, debemos comenzar por<br />

declarar su sentido para que de la ignorancia de<br />

tales nociones no resulte error alguno.<br />

IV. LOS 'dRMINOS "ENTE" Y "ESENCIA"<br />

1. El capítulo primero trata de la significación<br />

de los términos ente y esencia.<br />

Comienza con una advertencia de gran importancia<br />

sobre el procedimiento metódico. Santo Tomás<br />

pasará de la significación del ente a la significación<br />

de la esencia, porque: a) El conocimiento de lo simple<br />

debe obtenerse partiendo de lo compuesto. b) Al<br />

conocimiento de lo anterior y más alejado debe llegarse<br />

a través de lo posterior y más cercano a nosotros.<br />

c) La enseñanza es más asequible comenzando<br />

por lo más fácil.<br />

2. El ente tiene dos significaciones: por la primera,<br />

se divide en diez categorías y pone algo en el<br />

sujeto; por la segunda, expresa simplemente la verdad<br />

de las proposiciones y, sin poner algo en el<br />

sujeto, se limita a localizarlo. Según la primera significación<br />

es ente todo lo que existe o puede existir.<br />

Según la segunda, es ente todo aquello que puede<br />

ser sujeto de una proposición afirmativa y así se<br />

dicen entes las privaciones y las negaciones. La ceguera,<br />

por ejemplo, no es ente en el primer sentido,<br />

ya que no puede incluirse en ninguna categoría,<br />

pero lo es en el segundo, pues puede formarse esta<br />

proposición afirmativa: "la ceguera está en el ojo".<br />

3. Lo que se pone o no se pone en el sujeto,<br />

según aquella doble significación del ente, es precisamente<br />

la esencia. De ahí que el nombre de esencia<br />

provenga del ente en su primer sentido y no<br />

derive del ente en su segunda significación. La ceguera,<br />

que es un ente, carece, empero, de esencia.<br />

Por eso puede decirse que el ente, en su primer<br />

sentido, significa la esencia de la cosa. Y como<br />

dijimos antes que era ente todo lo que existía o podía<br />

existir podemos hacer ahora esta definición descriptiva:<br />

ente es una esencia a la que compete existir.<br />

Essentiam cui copetit esse: he ahí la fórmula consagrada<br />

por Santo Tomás.<br />

4. Ahora bien: como el ente que posee esencia<br />

se divide en diez categorías, he aquí la primera y


fundamental significación de la esencia: aquello por<br />

lo cual los diversos entes se colocan en diversas categorías.<br />

Y como la esencia se expresa por la definición<br />

que nos indica qué es—quid est—la cosa, es<br />

natural que los filósofos hayan cambiado su nombre<br />

por el de quididad, palabra que vino a sustituir, en<br />

el lenguaje latino, la compleja expresión quod quid<br />

erat esse, con que los primeros traductores transcribían<br />

el to ti en einai de Aristóteles. También se<br />

llama forma y hasta certeza—certitudo—, expresión<br />

que parece haber entrado en la terminología latina<br />

por los traductores de Avicena. Finalmente se le ha<br />

dado el nombre de naturaleza, que significa la esencia<br />

como principio de las operaciones. Santo Tomás,<br />

como queriendo poner orden en esa diversidad terminológica,<br />

se relaciona de nuevo al nombre de esencia,<br />

que en su sentido más 'hondamente metafísico<br />

debe llamarse así "en cuanto que por ella y en ella<br />

el ente tiene existencia".<br />

5. El doctor Angélico concluye el capítulo superando<br />

la mera descripción nocional del ente y la<br />

esencia para disponerse a entrar en el estudio de la<br />

esencia en los distintos órdenes de la realidad. He<br />

aquí el programa con su correspondiente justificación:<br />

Absolutamente hablando el ente se enuncia de<br />

las sustancias y sólo relativamente de los accidentes.<br />

Por tanto, la esencia se encontrará propia y verdaderamente<br />

en las sustancias y de cierto modo y relativamente<br />

en los accidentes. Las sustancias son simples<br />

y compuestas. En ambas hay esencia. En las<br />

simples, de un modo más verdadero, pues tienen un<br />

existir más noble y, además, son causa de las compuestas,<br />

al menos la primera de todas, que es Dios.<br />

De todas debemos ocuparnos. Pero siendo las esencias<br />

de las sustancias simples más ocultas para nosotros<br />

debe comenzarse, en fidelidad al principio metodológico<br />

ya enunciado, por las esencias de las sustancias<br />

compuestas. Se continuará por las sustancias<br />

simples—alma, ángeles y Dios—para concluir con<br />

los accidentes.<br />

Se habrá advertido suficientemente que Santo Tomás<br />

intenta resolver un doble problema en torno a<br />

la esencia: metafísico y lógico. Quiere indagar cómo<br />

se encuentra la esencia en los tres órdenes de realidad--sustancias<br />

compuestas, sustancias simples y accidentes—y<br />

expresar su relación con las nociones lógicas<br />

de género, especie y diferencia. Seis serán, pues,<br />

los problemas a tratar:<br />

a)<br />

b)<br />

c)<br />

d)<br />

e)<br />

Cómo se encuentra la esencia en las sustancias<br />

compuestas.<br />

Cómo se relaciona con el género, la especie y<br />

la diferencia.<br />

Cómo se encuentra la esencia en las sustancias<br />

simples.<br />

Cómo se relaciona con el género y la diferencia.<br />

Cómo se encuentra la esencia en los accidentes.<br />

Cómo se relaciona con el género, la especie y<br />

la diferencia.<br />

V. LA ESENCIA EN LA SUSTANCIA COMPUESTA<br />

1. En las sustancias compuestas la materia y la<br />

forma son elementos integrantes de la esencia. Esta<br />

no puede ser atraída ni por la materia ni por la forma.<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.-SANTO TOMÁS <strong>DE</strong> AQUINO<br />

El materialismo y el formalismo o espiritualismo son<br />

dos errores que amenazan la recta concepción de la<br />

sustancia corpórea. El razonamiento de Santo Tomás<br />

es impecable. El modo de tener esencia y el modo<br />

de definición son paralelos. Pero no hay posibilidad<br />

de definir la sustancia compuesta sin una referencia<br />

expresa a la materia y a la forma. Si la materia no<br />

entra en la definición de la sustancia natural se haría<br />

de ella una definición matemática. Y si no entra a<br />

título de principio constitutivo, sino como algo extrínseco<br />

o extraño, como un sujeto en el cual encarnase<br />

la forma, se haría una definición idéntica a las definiciones<br />

de los accidentes. Si, pues, no queremos<br />

confundir la esencia de la sustancia natural con las<br />

esencias matemáticas o con las accidentales hemos de<br />

reconocer en ella una composición de materia y forma.<br />

La composición misma, y no un elemento con exclusión<br />

del otro o agregado al otro. Menos aún será la<br />

esencia un tercer elemento, extraño a la materia y a<br />

la forma que las vinculase, relacionase o uniese. Para<br />

Santo Tomás la materia y la forma se conjugan en<br />

la unidad del compuesto sin necesidad de vínculo<br />

sobreañadido. Con todo esto está de acuerdo la autoridad--Boecio,<br />

Avicena y Averroes—y la razón misma.<br />

2. Esta doctrina de la materia y la forma como<br />

elementos constitutivos de la esencia íntegra de las<br />

sustancias compuestas debe ser mantenida sin la menor<br />

alteración. A la forma como principio actual debe<br />

ser atribuida toda prerrogativa de perfección que se<br />

encuentre en la sustancia. A la materia, toda prerrogativa<br />

de determinabilidad con que la misma sustancia<br />

está afectada. Sin salirnos del ámbito de la sustancia<br />

compuesta es preciso distinguir la sustancia<br />

primera y la sustancia segunda. La esencia de la sustancia<br />

primera es individual; la de la sustancia segunda,<br />

universal. Y así surge una dificultad que parece<br />

obligarnos a una rectificación de la doctrina expuesta.<br />

Hela aquí: puesto que el principio de individuación<br />

es la materia, la esencia, integrada de materia<br />

y forma, será siempre particular y jamás universal;<br />

entonces o la sustancia segunda—el universal—no<br />

tiene esencia ni, por ende, definición o en la definición<br />

de la esencia universal no debe entrar la materia. La<br />

dificultad es aparente y Santo Tomás, lejos de dar<br />

marcha atrás, avanza en la coherente exposición de<br />

su pensamiento resolviendo, además, el problema de<br />

la individuación de la esencia sustancial. La gravedad<br />

e importancia del problema nos obliga a detenernos<br />

un momento.<br />

3. Santo Tomás no se pregunta aquí por qué un<br />

individuo es individuo; indaga, simplemente, la razón<br />

de que una esencia sustancial sea individual. Si<br />

a esto último se le quiere llamar principio de individuación<br />

sea bienvenida la expresión: tiene a su favor<br />

suficientes motivos históricos para ser recibida sin<br />

recelos. Personalmente prefiero llamarle principio de<br />

singularización o de determinación. De lo que se trata<br />

aquí, en efecto, es de singularizar a una esencia<br />

en el seno de una especie como dentro de un momento<br />

se tratará de determinar a la especie respecto<br />

del género. Los ejemplos de Santo Tomás son suficientemente<br />

aleccionadores. Inquiere la esencia de<br />

Sócrates (singular) respecto de la esencia de hombre<br />

(especie) y ésta en relación con la de animal (género).<br />

53


54<br />

Tenemos, constituyendo la esencia de las sustancias<br />

que se inscriben en órdenes específicos, una materia<br />

y una forma. La esencia singular de la sustancia primera<br />

se compone de esta materia y de esta forma. La<br />

esencia universal o específica de la sustancia segunda<br />

se constituye de la materia y la forma. El principio<br />

de singularización deberá ser buscado en el ámbito de<br />

esta materia. Mas ¿en qué sentido es esta materia el<br />

principio de singularización? Santo Tomás formula<br />

esta importante aserción: "la materia no es principio<br />

de individuación tomada de cualquier modo, sino sólo<br />

la materia signada; y llamo materia signida a la que<br />

es considerada con determinadas dimensiones". Que<br />

sea esta materia signada con determinadas dimensiones<br />

queda en el opúsculo De ente et essentia sin las<br />

suficientes precisiones. Apelando a otros lugares del<br />

mismo autor puede decirse lo siguiente:<br />

La materia signada no es la materia prima como<br />

tal. La materia prima, abstracción hecha de su relación<br />

a la forma sustancial, es en sí absolutamente<br />

indiferenciada y, por tanto, no podría ser fundamento<br />

de la diferenciación singular. Por indiferente la<br />

materia prima es non signata.<br />

La materia signada no es tampoco una materia<br />

actual informada ya por la forma sustancial y en la<br />

precisa medida de su información. Como tal está ya<br />

inscrita en la especie y singularizada ella misma por<br />

el principio de singularización que vamos buscando.<br />

Resta, en consecuencia, que la materia signada sea<br />

la materia prima referida trascendentalmente a la<br />

forma sustancial. En esta ordenación o relación trascendental<br />

de la materia potencial consiste el principio<br />

de singularización.<br />

Lo que sí queda expuesto con toda claridad es la<br />

reafirmación tomista de que la materia es elemento<br />

integrante de la esenria de las sustancias compuestas.<br />

La materia signada es parte de la esencia de Sócrates<br />

y entraría en su definición si Sócrates tuviese definición.<br />

Y la materia no signada es parte de la esencia<br />

de hombre y con ella debe ser definido. "Así, pues,<br />

es evidente que la esencia de Sócrates y la esencia de<br />

hombre sólo difieren como lo signado y lo no signado."<br />

4. Algo semejante acontece con la esencia de la<br />

especie respecto de la esencia del género. También<br />

difieren como lo signado y lo no signado. Pero con<br />

estas dos importantes salvedades:<br />

a) El modo de signación o determinación es distinto.<br />

La signación del individuo respecto de la especie<br />

corre a cargo de la materia dimensiva; la de la<br />

especie respecto al género se efectúa por la diferencia<br />

constitutiva que se toma de la forma.<br />

b) La signación del individuo está ausente de la<br />

especie; la de la especie está ya presente en el género,<br />

aunque no determinada. Por eso, sin paradoja de<br />

ninguna clase, mientras la especie prolonga la línea<br />

de las determinaciones genéricas el individuo no prolonga<br />

la línea de las determinaciones específicas: se<br />

conforma con realizarlas. El hombre (especie) es un<br />

animal (género) racional (diferencia); Sócrates es hombre<br />

y nada más.<br />

5. De aquí toma pie Santo Tomás para el tratamiento<br />

de una serie de cuestiones que habían ocupado<br />

ya la atención de Aristóteles, Porfirio, Averroes y<br />

Avicena y gozaban de la mayor actualidad en la es-<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

cuela: la determinación específica del género, la concepción<br />

del género como un todo análogo, la relación<br />

de los elementos de la definición con lo definido.<br />

VI. SU PREDICABILIDAD<br />

1. Esta temática se enlaza con el segundo problema<br />

general planteado en el opúsculo: el de la relación<br />

de la esencia con los predicables género, especie y diferencia.<br />

Santo Tomás hace estas distinciones capitales. La<br />

esencia puede ser considerada:<br />

a) Como parte de la sustancia singular.<br />

b) Como algo existente fuera de lo singular.<br />

c) Como un todo.<br />

a') Tomado relativamente a lo real, es decir,<br />

incarclinada en los singulares.<br />

b') Tomado relativamente al entendimiento,<br />

esto es, en el alma.<br />

c') Tomado absolutamente, es decir, como<br />

noción que no se pone en relación con las<br />

cosas ni con el pensamiento.<br />

2. Caracterizando la esencia en esa quíntuple consideración<br />

halla Santo Tomás el principio de solución<br />

y determina la solución misma. Anticipamos aquí el<br />

principio de solución: la esencia sólo puede ser atribuida<br />

como género, especie o diferencia considerada<br />

como un todo en el entendimiento. En efecto:<br />

La esencia como parte de la sustancia material de<br />

que aquí nos ocupamos es el compuesto de materia y<br />

forma precisión hecha de todo elemento individual.<br />

La esencia de Sócrates está constituida de una materia<br />

y una forma. Puede expresarse por los conceptos físicos<br />

de "cuerpo" y "alma" y de "hombre", o por los<br />

conceptos lógicos de "animalidad", "racionalidad", y<br />

de "humanidad". Ninguno de ellos puede ser atribuído<br />

a Sócrates. No podemos pensar: Sócrates es la materia,<br />

o la forma, o el cuerpo, o el alma o el hombre.<br />

Tampoco estamos autorizados para decir: Sócrates es<br />

la animalidad, la racionalidad, la humanidad. Es, pues,<br />

imposible que la noción universal de género, especie<br />

o diferencia convenga a la esencia en cuanto se toma<br />

como parte de la sustancia singular.<br />

Menos aún convendrá a la esencia tomada como<br />

algo existente fuera de lo singular como pensaban los<br />

platónicos. En este sentido la esencia no es principio<br />

constitutivo de la sustancia ni principio de nuestro<br />

conocimiento de la misma. Como dice el propio Santo<br />

Tomás: "el género y la especie no se predicarían del<br />

individuo, ya que no puede decirse que Sócrates sea<br />

lo que está separado de él ni tampoco eso que está<br />

separado sirve para el conocimiento de este singular".<br />

He aquí, pues, una primera conclusión: el género,<br />

la especie y la diferencia convienen a la esencia considerada<br />

como un todo.<br />

Prosigamos. La esencia considerada como un todo<br />

puede ser tornada en sf misma, absolutamente, es<br />

decir, fuera de su relación a los singulares en que se<br />

realiza y a los que implícitamente incluye y aparte de<br />

su relación al entendimiento que la piensa. En este<br />

estado de abstracción sólo podemos decir de ella que


es lo que es y debemos positivamente excluirle la<br />

asistencia y la universalidad, es decir, la unidad y la<br />

pluralidad. Es claro que así entendida tampoco puede<br />

ser predicable.<br />

Por otra parte, si se toma incardinada en este o en<br />

aquel singular, únicamente podrá ser atribuida al singular<br />

a que pertenece y perece también la predicación<br />

universal.<br />

Debe concluirse, pues, definitivamente: para ser<br />

atribuida universalmente, es decir, corno género, especie<br />

o diferencia la esencia debe tornarse como un<br />

todo en el entendimiento.<br />

Al mismo tiempo que Santo Tomás obtiene esta<br />

conclusión se le clarifican una multitud de cuestiones<br />

de gran interés filosófico. Ponemos aquí las principales.<br />

3. La universalidad es obra del entendimiento. Santo<br />

Tomás puede hacer suya -la expresión de Averroes:<br />

"el entendimiento hace lo universal".<br />

Pero, cuidado. De eso no puede seguirse la unidad<br />

del entendimiento en todos los hombres como equivocadamente<br />

supuso el Comentador. La razón tomista<br />

es clara: la esencia es universal comparada con las<br />

cosas existentes fuera del alma, pero es particular en<br />

cuanto está en este o en aquel entendimiento. Dicho<br />

de otra manera: la universalidad, aunque producida<br />

por cl entendimiento, no se funda en el ser que en el<br />

entendimiento tiene, sino en la referencia a las cosas<br />

como semejanza de las mismas.<br />

Esta semejanza de la esencia concebida a la esencia<br />

realizada o realizable en diversos singulares explica,<br />

además del fundamento de la universalidad, la razón<br />

de ser, el principio de la predicabilidad y de los predicables.<br />

Es claro que este principio no será el mismo<br />

para los tres predicables: género, especie y diferencia.<br />

El principio del género ha quedado puesto en la materia;<br />

el de la diferencia, en la forma. La especie se<br />

constituye por la determinación diferencial del género,<br />

y, por tanto, su principio debe ser puesto en el compuesto<br />

de materia y forma.<br />

VII. LAS INTELIGENCIAS<br />

1. Concluido el estudio de la sustancia compuesta<br />

pasa Santo Tomás a ocuparse de las sustancias simples.<br />

Tres clases de ellas existen: el alma, las inteligencias<br />

(ángeles) y la causa primera (Dios). También<br />

ahora se agitan dos problemas: el metafísico y el lógico,<br />

que hemos de exponer por separado.<br />

Primero, el problema metafísico. Trata de inquirir<br />

la esencia de las sustancias espirituales.<br />

Aunque todos concedan—comienza diciendo Santo<br />

Tomás—la simplicidad de la causa primera, algunos<br />

tratan de introducir la composición de forma y materia<br />

en las inteligencias y en el alma. Esa era, en efecto,<br />

la situación de la filosofía y la teología en la corriente<br />

cristiana del período de formación de la escolástica.<br />

Exponer aquí la historia del problema nos llevaría demasiado<br />

lejos. La doctrina aristotélica de la posibilidad<br />

de existencias de actos o formas sin materia fué<br />

poco a poco abandonada. La teoría del hilemorfismo<br />

universal dominó ya entre los neoplatónicos. Los filósofos<br />

cristianos veían en la composición de materia y<br />

forma el necesario fundamento para distinguir las<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.--SANTO TOMÁS <strong>DE</strong> AQUINO 55<br />

criaturas de la simplicidad de Dios. Y aunque abandonaran<br />

la materia corporal y cuantitativa conservaron<br />

la materia espiritual—se llegó incluso a hablar de<br />

espiriteria—como necesario ingrediente de la esencia<br />

de los ángeles y del alma. Santo Tomás abordó el<br />

problema con "diplomacia" y con decisión. Responsabiliza<br />

de aquella teoría al judío español Avicebrón<br />

(Ibn Gabirol), en discrepancia con la doctrina común<br />

de los filósofos que llaman a las sustancias intelectuales<br />

"separadas de la materia y prueban que son<br />

extrañas a toda materia". La prueba radica en que<br />

la absoluta inmaterialidad es el supuesto de la actividad<br />

intelectual. Por otra parte, nada se opone a la<br />

existencia de formas sin materia. La argumentación<br />

tomista se despliega así: Cuando las cosas se relacionan<br />

de tal modo que una de ellas es causa de la otra, la<br />

que tiene razón de causa puede existir sin la otra,<br />

aunque no a la inversa; éste es el caso de la forma<br />

respecto de la materia; en consecuencia, aunque es<br />

imposible que exista la materia sin alguna forma,<br />

puede haber formas sin materia. Las inteligencias son<br />

formas de esta clase.<br />

Ahora bien: aunque estas sustancias intelectuales<br />

sean formas sin materia no hay en ellas la absoluta<br />

simplicidad del acto puro. La distinción entre las sustancias<br />

espirituales creadas y Dios queda, pues, asegurada.<br />

El fundamento es la real composición de<br />

esencia y existencia en todo el universo creado. Estamos<br />

ante una grave cuestión que no podemos abordar<br />

aquí sobre el tapete de su propia historia. El<br />

pensamiento de Santo Tomás es de la más densa<br />

claridad. Puesto que ninguna esencia puede ser entendida<br />

sin aquello que la constituye, lo que no pertenece<br />

al concepto de la esencia de una sustancia cualquiera<br />

es adventicio y se compone con ella. Pero toda<br />

esencia puede ser entendida sin comprender en ella<br />

su existencia. Es evidente, pues, que la existencia es<br />

realmente distinta de la esencia, salvo que se trate<br />

de alguna realidad cuya esencia constituya su misma<br />

existencia. Aquí se abren para Santo Tomás dos caminos.<br />

Recorriendo uno concluye lo que se proponía:<br />

es necesario que en las inteligencias—y a mayor abundamiento<br />

en las demás sustancias—haya composición<br />

de esencia y existencia. El otro camino le lleva a la<br />

demostración de la existencia de Dios. Sigámosle:<br />

Cuanto conviene a una cosa o proviene de los principios<br />

de su propia esencia o le viene de algún principio<br />

extrínseco. Pero la existencia no puede proceder<br />

eficientemente de la esencia de la cosa, pues, de lo<br />

contrario, la cosa sería causa de sí misma, lo que es<br />

imposible. Luego todo aquello que se compone de<br />

esencia y existencia es causado. Y como el regreso<br />

al infinito en la serie de las causas no es posible debe<br />

concluirse en la existencia de una causa primera, que<br />

es puro ser, que tiene por esencia el existir (Dios).<br />

2. En segundo lugar, la consideración lógica. Es<br />

fácil hacerla por relación a lo que más atrás se dijo<br />

de las sustancias compuestas. Algo queda definitivamente<br />

ganado: la sustancia compuesta difiere de la<br />

sustancia simple en que la ausencia de aquello consta<br />

de materia y forma y la de ésta es sólo forma. De<br />

aquí derivan otras dos diferencias. Consiste la primera<br />

en que mientras la esencia de la sustancia compuesta<br />

puede significarse como todo o como parte,<br />

la de la sustancia simple, que es su forma, únicamente


56 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

como todo puede ser significada. Por tanto, la esencia<br />

de la sustancia simple se predicará siempre de ella.<br />

La segunda, trae en su seno un corolario que es<br />

preciso extraer y mantener en todas sus exigencias.<br />

Las esencias de las sustancias compuestas, al singularizarse<br />

por la materia signada, se multiplican y diversifican<br />

numéricamente: varios singulares se inscriben<br />

en la misma especie. La esencia simple, al carecer de<br />

materia, no puede multiplicarse en el mismo grado<br />

de perfección; por tanto, no hay singularización en<br />

el seno de la especie: cada individuo se identifica sin<br />

residuo con la especie. Los ángeles difieren entre sí<br />

específicamente. Falta en ellos el principio del género<br />

y el principio de la diferencia. Sólo analógicamente,<br />

apoyándonos en la semejanza de sus esencias respectivas,<br />

podemos clasificarlos en un género tomando su<br />

principio de su intelectualidad y su diferencia de la<br />

perfección diversa de su esencia en razón a su mayor<br />

o menor proximidad a la Causa primera.<br />

En lo que se refiere al alma humana el problema<br />

varía. Siendo forma del cuerpo, tiene en la materia<br />

el principio de su individuación y debe seguir, lógicamente<br />

hablando, la ley de las sustancias materiales.<br />

La sustancia primera, Dios, en razón de su absoluta<br />

simplicidad y unicidad no plantea ningún problema<br />

de orden lógico.<br />

VIII. EL ACCI<strong>DE</strong>NTE<br />

1. Los accidentes son entes relativos, secundarios,<br />

adjetivados. Tienen, empero, esencia, pues tienen definición<br />

bien que incompleta. La consideración metafísica<br />

del accidente tiene una temática compleja que<br />

podemos reducir a estas tres cuestiones: su esencia<br />

por comparación a la de la sustancia, su unión al sujeto<br />

y su originación.<br />

En seguimiento de Cayetano podemos sistematizar<br />

las diferencias entre la forma sustancial y la forma<br />

accidental de esta manera:<br />

a) El sujeto receptor de la forma sustancial (la<br />

materia prima, pura potencia) sólo tiene el ser que<br />

le otorga la forma recibida; el sujeto de la forma accidental<br />

(la sustancia) tiene, previamente, ser completo.<br />

b) De la unión sustancial, resulta un ser dotado<br />

de unidad estricta y absoluta; de la unión accidental,<br />

surge un ser dotado de unidad meramente relativa.<br />

c) De la Unión sustancial, resulta el existir primario<br />

del compuesto; de la unión accidental, surge<br />

un existir secundario.<br />

d) De la unión sustancial, resulta una tercera esencia;<br />

de la unión accidental, no.<br />

e) La forma sustancial, es parte de la esencia resultante;<br />

la forma accidental, no es parte de la esencia<br />

del compuesto.<br />

Tras esta caracterización estamos en condiciones de<br />

describir la forma accidental como el acto que adviene<br />

un sujeto ya existente confiriéndole una determinación<br />

secundaria no por modo de composición o sustantivación,<br />

sino de simple inherencia o adjetivación.<br />

2. Con lo cual hemos expresado también la ley<br />

que rige la conjunción del accidente y la sustancia.<br />

Entramos, pues, en el tratamiento de la tercera cuestión.<br />

Santo Tomás formula la ley general de la causa<br />

del accidente con estas palabras:<br />

"Lo máximo y verísimo en cualquier género es la<br />

causa de las propiedades posteriores del mismo...; por<br />

eso, a la sustancia, principio en el género del ente,<br />

verdadera y primaria poseedora de la esencia, compete<br />

ser causa de los accidentes que sólo, secundaria y relativamente<br />

participan del ente." La sustancia es ser en<br />

sentido primario; el accidente lo es secundaria y consecutivamente.<br />

La sustancia es una esencia a la que<br />

compete existir en sí. El accidente—en fin de cuentas<br />

determinación de la sustancia—existe en ella, por ella,<br />

de acuerdo con ella y para ella. En la sustancia, como<br />

en su sujeto; por la sustancia, como por su principio<br />

activo; diseñando en conformidad a la sustancia, como<br />

a su causa ejemplar, y para la sustancia, como su fin.<br />

3. Con esto hemos llegado al último de los problemas<br />

propuestos por Santo Tomás: la predicabilidad<br />

del género, la especie y la diferencia en el orden del<br />

accidente.<br />

Debe comenzar por advertirse que en los accidentes<br />

el género, la especie y la diferencia no pueden tomarse<br />

del mismo modo que en las sustancias. Según vimos,<br />

tratándose de las esencias sustanciales, el género se<br />

toma de la materia y la diferencia de la forma, siendo<br />

la forma y la materia elementos constitutivos de la<br />

realidad íntegra de la esencia. Pero es el caso que en<br />

las esencias accidentales, la materia—sujeto--es extrínseca,<br />

extraña a ellas. Por tanto, parece que, en su definición,<br />

el género no podrá tomarse de la materia ni<br />

la diferencia, de la forma. Para colocarnos en la vía<br />

de solución de este problema adviértase de nuevo que<br />

aunque la esencia accidental se constituye únicamente<br />

sobre la base de una forma, no se trata de una esencia<br />

absoluta; es decir, absuelta o desligada de un sujeto.<br />

La esencia accidental muestra una referencia al sujeto<br />

en el que encarna al realizarse y del que, realizada,<br />

no se desprende. Por eso el accidente entitativamente<br />

considerado se define, con todo rigor, como una esencia<br />

a la que compete existir en otro. Y este otro se<br />

encuentra, por la esencia accidental realizada, de alguna<br />

manera determinado, es decir, diferenciado. De<br />

aquí que la esencia accidental pueda entrar en la definición<br />

de un accidente concreto como diferencia<br />

funcionando el sujeto como género. En el orden abstracto,<br />

empero, se concibe al accidente incidiendo en<br />

el sujeto, y, por tanto, al definir una esencia accidental<br />

abstractamente debe comenzarse por expresar la forma,<br />

haciendo de género, para terminar indicando el<br />

sujeto que funcionará como diferencia.<br />

ANGEL GONZÁLEZ ÁLVAREZ<br />

Catedrätico de Metafísica de la Universidad<br />

de Madrid.


COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.-CERVANTES 57<br />

Comentario al capítulo VIII de la Primera Parte del "Quijote"<br />

(Aventura de los Molinos de viento)<br />

Don Quijote nos pone en el centro de la contradicción<br />

y de la paradoja. Con ello, nos habemos no menos<br />

que con un estímulo existencial, universalmente<br />

válido, que ha de resolver a todo trance y a todo Niento<br />

tanto el varón cálidamente religioso como el fríamente<br />

lógico. Es la paradoja de la cruz, a que alude<br />

San Pablo con nombre de "la locura de la cruz". Y la<br />

cruz de Don Quijote está construida imaginal y simbólicamente<br />

por las aspas de los molinos de viento.<br />

Imagen efectivamente construíble, con acceso a la pintura<br />

realista; y, por las mismas o parecidas andadas,<br />

símbolo accesible al emblema figurativo y al esquema<br />

aparentemente arbitrario de la pintura más abstracta.<br />

1. ACCIÓN ABSOLUTA<br />

1. Partamos, para el análisis de la aventura de los<br />

molinos, de las palabras "acción absoluta". En el dominio<br />

puramente lógico, se trata de una contradictio in<br />

adjecto. En efecto, toda acción títil es relativa, la acción<br />

absoluta implica contradicción. La contradicción<br />

es fuente de la paradoja, aunque no sea la única, pues<br />

la paradoja suele proceder a menudo de la equivocidad<br />

Esencial del lenguaje. Acción absoluta, equivale a "acción<br />

contemplativa", paradoja que trata de adunar y<br />

consustancializar la escisión más radical de la existencia:<br />

la de acción y contemplación. Acción absoluta<br />

quiere decir coincidencia oppositorum, pero coincidencia<br />

en el mismo acto, resuelta, mediante una transfiguración,<br />

en una nueva sustancia. La sustancia quijotesca.<br />

2. Como los estímulos de la acción y de la contemplación<br />

son existenciales y humanos, y, cada uno por<br />

su parte, hieren el núcleo íntimo y la exteriorización<br />

del hombre, éste resuelve la oposición, de una manera<br />

normal, mediante la operación del factor tiempo. Sazón<br />

para orar y sazón para obrar. Así, dentro de nuestra<br />

cultura hispánica, la interpretación de San Ignacio de<br />

Loyola: "Emplear los medios divinos como si no hubiese<br />

humanos: y los humanos como si no hubiese<br />

divinos."<br />

Así también resolvió este grande ocio, y este grande<br />

negocio, la cultura de Occidente en el curso de su<br />

devenir histórico. La Edad Media europea fué el solar<br />

de la gran Mística de Occidente. Los nombres ecoan<br />

aún con resonancia ecuménica; y San Bernardo, San<br />

Buenaventura, Tomás de Kempis, Rusbroquio, Taulero,<br />

el autor de la Teología alemana, repristinaron<br />

en Francia, Flandes, Italia, Alemania, la contemplación<br />

cristiana incoada en Alejandría en los siglos iv y y<br />

de nuestra Era. Pero, a pesar del ensayo fallido de las<br />

Cruzadas, la era activa y expansiva de Europa se inició<br />

en el siglo xvi con el Renacimiento y la Reforma,<br />

cuando Europa entró en el camino de la Ciencia, de la<br />

Técnica y de la Política. Y entonces Europa ya dejó<br />

de producir místicos auténticos del calibre de los antiguos<br />

y aun acabó por desinteresarse de los antiguos<br />

cuidados.<br />

3. El caso de España es singular e insólito. Su expansión<br />

política coincide con el florecimiento de su<br />

Mística. Acción y contemplación en un mismo acto,<br />

y tanto, que ese acto parece afectado de lo intemporal.<br />

La expansión de España tiene rasgos y caracteres de<br />

Cruzada.<br />

II. DON QUIJOTE, OPERANTE ABSOLUTO<br />

Don Quijote es un operante absoluto. Repito que la<br />

acción absoluta de Don Quijote es, exhaustivamente,<br />

en unidad sustancial, acción contemplativa. El ataque<br />

de Don Quijote a los molinos de viento es, a la par,<br />

efectivo y contemplativo. Efectivo, por la lanza, y<br />

contemplativo, por la visión. Y aquí radica el nudo<br />

argumental de este comentario. En otra ocasión he<br />

dicho que "Don Quijote, al parecer, resuelve para todos<br />

los tiempos la gran querella. Pero la victoria y la<br />

paz quedan resueltas a costa de la razón. Acción contemplativa,<br />

en efecto, como visión, y como rúbrica expresiva,<br />

entrañan una definición unívoca de la locura".<br />

Y sin embargo... Tal es la situación discriminatoria en<br />

que se ve puesto el hombre que como hombre tiene<br />

forzosamente que decidir. Pero antes sigamos en sus<br />

andadas y en sus estaciones la hazaña efectiva y contemplativa<br />

de Don Quijote, puesto, clavado y desclavado,<br />

para el cuidado y la meditación de los hombres,<br />

en la cruz en aspas de los molinos de viento.<br />

LA AVENTURA <strong>DE</strong> LOS MOLINOS <strong>DE</strong> VIENTO<br />

1. Antes de pasar adelante, digamos cómo la aventura<br />

de los molinos es la aventura kat-exochèn de Don<br />

Quijote y del Quijote, medular y ejemplar sobre todas<br />

las otras, la que, de un modo más especioso y pregnante,<br />

configura la pasión dolorosa de Don Quijote,<br />

la que, en la efervescencia de la visión cervantina, da<br />

pie y mano a toda la secuencia episódica y dinámica<br />

de la obra inmortal.<br />

Yo no puedo concebir la inspiración incoativa de<br />

Cervantes sin fijar antes la visión de los molinos, erguidos<br />

en ademán de patíbulos cruciales, sobre la corteza<br />

terrestre de la Mancha, como el fenómeno vivido<br />

y pervivido que le erigió impetuosamente en creador.<br />

Y, si acudimos al testimonio privilegiado y eminente,<br />

siempre superior al de los críticos e historiadores, al<br />

testimonio, digo, de los artistas, pintores y músicos, ese<br />

testimonio, millares de veces repetido en obras de arte,<br />

nos dirá que la de los molinos es la aventura capital<br />

de todo el quijotismo.


58<br />

Don Quijote, como existente extentensísimo en su<br />

quijotismo, es en las aspas de los molinos, donde muere<br />

y resucita, donde obró y contempló, donde entró y salió<br />

tan entero e incólume a través del fracaso, que de<br />

allí sacó aquellas fuerzas ingentes para proseguir sin<br />

descanso la acción contemplativa.<br />

En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de<br />

viento que hay en aquel campo. Así, de modo tan sobrio<br />

y natural, comienza el pasaje. El paisaje en el<br />

estilo barroco (y Cervantes, que ya fuera platónicorenacentista,<br />

inicia en el Quijote un nuevo estilo epocal)<br />

puede ser alusivo, sobriamente alusivo, o bien genérico,<br />

v es como un embrión del paisaje descriptivo<br />

que había de cuajar siglos después. De todas suertes,<br />

amaga un ímpetu impresionista en la vivencia directa.<br />

Egos molinos son los treinta o cuarenta que vió Cervantes<br />

con sus ojos, peregrino por tierras monótonas,<br />

acaso imposibles de describir. Don Quijote dice:<br />

3. "...ves allí, amigo Sancho Panza, dónde se descubren<br />

treinta o pocos más, desaforados gigantes, con<br />

quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas,<br />

con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que<br />

ésta es buena guerra; y es gran servicio de Dios quitar<br />

tan mala simiente de sobre la haz de la tierra."<br />

Don Quijote es el delirante de la justicia. Esta le<br />

guía, y en holocausto de ella emprende nada menos<br />

que la reforma moral del mundo. La actitud contemplativa<br />

es la que convierte los molinos en gigantes.<br />

Don Quijote contempla, y en esta tensión alcanza una<br />

visión que en lenguaje de la mística es específicamente<br />

"imaginaria". La reforma del mundo impele a Don<br />

Quijote con la fuerza de un viento tormentoso a la<br />

constitución de un objeto imaginario, y, aquí, lo específicamente<br />

quijotesco es que este objeto, por él constituído,<br />

se construye sobre los elementos sensoriales que<br />

le deparan las aspas en movimiento. Las dos imágenes,<br />

la sensorial y la iluditiva, son tan espaciosas y pregnantes,<br />

y la transición de una a otra tan sugestiva,<br />

como sólo un gran poeta podía hacerlo, dando en el<br />

fiel del invento y en el "eureka" gozando de la invención.<br />

4. Este proceso nos da pie para glosar el juicio estético<br />

que Kant llama reflexionante, a diferencia de los<br />

juicios determinantes propios de la razón teórica. El<br />

juicio reflexionante es propio del creador en el arte y<br />

su esquema nos depara el proceso onírico y caviloso de<br />

Don Quijote.<br />

La facultad de juzgar, según Kant, es la que piensa<br />

lo concreto corno contenido en lo universal. Dado lo<br />

general (regla, principio, ley) la facultad de juzgar<br />

subsume lo concreto en lo universal mediante juicios<br />

determinantes. Y, a la inversa, dado lo concreto, la<br />

facultad que en ello descubre lo universal lo hace mediante<br />

el juicio llamado reflexionante. (Reflektierendes<br />

Urteil).<br />

Aquel que en la mujer concreta descubre toda la<br />

eterna femineidad, y se entrega con devoción a ella,<br />

ése es poeta. Don Quijote, visionario de Dulcinea, es<br />

poeta antes que loco, y poeta a la par que loco.<br />

Don Quijote descubre en los molinos (constituidos<br />

por él en gigantes, en el objeto iluditivo de su visión)<br />

nada menos que el mal radical y universal, como resistencia<br />

a la reforma moral del mundo. La palabra simiente,<br />

como núcleo íntimo de vida, es término uni-<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

versalizante. Es la simiente del mal. El caballero, en<br />

nombre de Dios, en servicio de Dios y del Bien, acomete<br />

la extirpación dei mal en la misma raíz, en la<br />

misma simiente. La guerra que declara es buena guerra,<br />

guerra lícita que sanea todos los escrúpulos del<br />

hombre que, de modo no común, sino supererogatorio,<br />

hace profesión de una justicia que le envuelve en su<br />

limitación humana con título de eternidad. Don Quijote<br />

alienta en la atmósfera de lo bello, de lo verdadero<br />

y de lo eterno.<br />

5. En la sonora declaración de Dc a Quijote hay un<br />

inciso aún no mencionado y que no podemos soslayar.<br />

Don Quijote, como potencia guerrera, lleva el propósito<br />

de "hacer batalla [con los gigantes] y quitarles<br />

las vidas, con cuyos despojos, dice a Sancho, comenzaremos<br />

a enriquecer".<br />

Es éste el punto importante por cuya virtud—breve<br />

y fugazmente—se disipa la contemplación, a cuyo lanzamiento<br />

etéreo parece aquí poner freno Don Quijote.<br />

Pero Don Quijote es desinteresado y generoso, y lo<br />

es en tal grado, que la absoluteza le acompaña siempre,<br />

y marca su figura de "actuante absoluto". Aquí<br />

parece que en el loco hiere el compás necesitativo de<br />

la razón, con una temporalidad y hasta con una oportunidad<br />

inesperada. Pero no comprenderemos bien este<br />

sesgo insólito, si no nos fijamos en que el propósito y<br />

el ofrecimiento van dirigidos a Sancho Panza, su particionero<br />

en el debate entre la locura y la cordura.<br />

Parodiando de un modo antitético a Hegel, y a lo<br />

que éste llama la astucia de la razón, la "salida" o<br />

paradoja de Don Quijote la rubricaríamos con el nombre,<br />

más anómalo que en Hegel, de astucia de la<br />

locura. En Heidegger se da un linaje parecido de astucia,<br />

aunque de otro signo, pues se trata de una<br />

astucia existencial. El Ser mismo nunca se deja atrapar<br />

en sus figuras e imágenes que son los Existentes. El<br />

Sei está en ellos, y, paradójicamente, no se deja caer<br />

en la trampa. Quien cae es el Existente. El Hombre,<br />

según Heidegger, es "la brecha en que irrumpe, al<br />

abocar a aparición, la prepotencia del Ser para que en<br />

esta brecha se quiebre el Ser mismo" (Einführung<br />

in der Metaphysik, págs. 124-135). Es decir, que el<br />

hcmbre es brecha que acoge al invasor. El que acoge,<br />

coge, como la boca hambrienta. Pero aquí, la prepotencia<br />

del Ser se fragmenta y se escapa. La astucia de<br />

la locura en Don Quijote es la preparación constante,<br />

a lo largo de la acción absoluta, de la cordura final<br />

que le absuelva, y le redima en la renuncia de la<br />

Caballería y de la misma locura. La locura quijotesca<br />

se sanea a sí misma en la astucia que sostiene la paradójica<br />

tensión de la cordura y de la locura.<br />

6. "Non fuyades, cobardes y viles criaturas [dice<br />

Don Quijote increpando], que un solo caballero es el<br />

que os acomete." La palabra solo tiene valor prurente y<br />

crítico. Es la parola de la oración y de la contemplación.<br />

En la vida intensamente religiosa se da la plegaria<br />

colectiva, la cual es un fervorín normal y saludable.<br />

Pero la contemplación es solitaria. A Dios se le<br />

intima y ataca sin testigos, cuando se quiere sintonizar<br />

con él en el gran acorde del lenguaje: allí donde el<br />

hablar es orar, donde no es comunicación entre existentes,<br />

sino comunicación y amistad del solo hombre,<br />

que, superando la soledad para la más auténtica compañía,<br />

quiere estar a solas con Dios, y esta palabra solo


es excelente verbo contemplativo y absolutizante. Sólo<br />

en nombre de Dios y puesta la confianza en Dios.<br />

Pero, a la par, Don Quijote afirma su confianza en<br />

una fuerza imponente que le depara los bríos para la<br />

empresa. Esta fuerza radica en la memoración de<br />

Dulcinea.<br />

7. "Y, diciendo esto, y encomendándose de todo<br />

corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal<br />

trance le socorriese..., embistió con el primero molino<br />

que estaba delante."<br />

Dulcinea es toda la femineidad eterna, lo Eterno femenino.<br />

Es el foco de la pura contemplación de Don<br />

Quijote. Es el costado "exorable" de la Divinidad en<br />

el recato en que el viejo Caballero soslaya el costado<br />

"tremendo" de Dios. Cuando renuncia a la Caballería,<br />

a la locura, a la absoluteza entre existentes, en el lecho<br />

de muerte, Don Quijote renunciará también a<br />

Dulcinea, a quien ya no invoca ni nombra. Dulcinea es<br />

el séptimo cielo que cubre otros estratos, casi celestes,<br />

habitados por la femineidad quijotesca que hinche todos<br />

los poros de la obra de Cervantes. Por debajo de<br />

esta Dulcinea eterna, que es como la campana del firmamento,<br />

hay otras esferas de femineidad posadas en<br />

el cielo lunar y en el sublunar.<br />

La etérea, la menos relativa, es aquella de quien<br />

Don Quijote dice, exclamando: "¡Sabe Dios si hay<br />

Dulcinea del Toboso en el mundo!" Pero claro está<br />

que no es la menos relativa: es, simplemente, la Dulcinea<br />

absoluta y eterna. Esa Dulcinea es y está en el<br />

saber de Dios.<br />

En el cielo de la luna está la Dulcinea caballeresca,<br />

que, con palabras que pretenden ser técnicas, puede<br />

definirse como la Dulcinea del "homenaje galante caballeresco".<br />

No se trata del amor cortesano, aunque está relacionado<br />

con él, sino del amor específicamente caballeesco.<br />

Es accesible a una interpretación sublumar, es<br />

decir, histórica. Trae sus orígenes de la Edad Media.<br />

Parejo al homenaje debido a los señores, cobra vida<br />

obligada el homenaje debido a la señora; y este homenaje<br />

en el amor cortesano no puede ser otro que<br />

homenaje de "galanía". Aquí bullen los trovadores, no<br />

los caballeros. El homenaje galante de la Caballería es<br />

más universal. Es el que Don Quijote exige a los<br />

vencidos. La exigencia de proclamar la belleza de Dulcinea<br />

como única en el mundo, al oficiar litúrgicamente<br />

ante la Belleza de la mujer, se contagia de los ritos<br />

propios de la galanía. Don Quijote era caballero de<br />

lanza, y también de vihuela. Sabía alancear, tañer y<br />

cantar. Esta es la "galanía" que queda a la sombra de<br />

la suprema Dulcinea, pero con una alusión suficiente<br />

para dar razón de ella.<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.—QUEVEDO 59<br />

Pero Cervantes, poeta integral de los tres mundos,<br />

autor de una obra en que pusieron su mano y su<br />

gracia el cielo y la tierra, quiso que lo eterno femeni<br />

no que encendió su vida y su poetría, quedase acendrado<br />

y dilatado por una contrastación exhaustiva.<br />

Llevó a su obra, para este menester poético de la corroboración<br />

y del contraste, mujeres llenas de vida,<br />

mujeres amantes, conquistadoras del amor en el derecho<br />

de su femineidad concreta, y de su suntuosa y<br />

lozana pubertad. El antierótico Cervantes, el amante<br />

Cervantes, poeta cabal y hombre cabal en el gozo<br />

y el dolor de la vida, supo llevar a su obra esa potencia<br />

que sostiene y conmueve el mundo: la potencia<br />

intramundana del amor. Y por ser hombre enterizo y<br />

cabal, frente a lo eterno femenino, para acendrarlo más,<br />

llevó a su obra viviente el amor honesto, o bien—en<br />

un solo caso—el amor pecador ejemplificado para el<br />

castigo y el arrepentimiento, y lo llevó a su obra en las<br />

mujeres hermosas, discretas y honestas de las novelas<br />

intercaladas en el tejido de la gran obra. Obra que<br />

llamó Menéndez Pelayo "epopeya cómica del género<br />

humano", y Augusto Rüegg, el filólogo cervantista de<br />

Basilea, "la mayor aportación a la cultura de Occidente<br />

de los pueblos ibéricos".<br />

En este reclamo imperioso y lícito del amor humano<br />

sublunar está fundada la astucia novelística y poética<br />

que justifica plenamente la intercalación de tres<br />

novelas ejemplares en el Quijote. De esta suerte se<br />

redimen mutuamente Dulcinea y las adorables criaturas—Luscinda,<br />

Dorotea, Zoraida—que oyeron hablar<br />

dm Dulcinea al Caballero-niño, a quien llevaron sus<br />

infantiles humores en el gentil recato de una condescendencia<br />

maternal.<br />

FRANCISCO MALDONADO <strong>DE</strong> GUEVARA<br />

Catedrático de Literatura de la Universidad<br />

de Madrid.<br />

BIBLIOGRAFIA ESENCIAL<br />

JOSEPH D/CRERMANN: Don Quijote y Fausto. Editorial Araluce.<br />

Barcelona, 1932.<br />

MIGUEL <strong>DE</strong> UNAMUNO: Vida de Don Quijote y Sancho. Editorial<br />

Fernando Fe. Madrid, 1905.<br />

PAOLO SAN/J. -LÓPEZ: Cervantes. Editorial Calleja. Madrid, 1917.<br />

AmtRico CASTRO: El pensamiento de Cervantes. Editorial Hernando.<br />

Madrid, 1925.<br />

AUGUST F. JAGCACI: El camino de Don Quijote. Ediciones de<br />

''La Lectura". Madrid, 1915.<br />

FRANCISCO MALDONADO: La Maiestas cesárea en el "Quijote".<br />

Ediciones del C. S. I. C. Madrid, 1948.<br />

Anales Cervantinos (Revista). Tomos de 1952, 53 y 54, publicados<br />

por el C. S. I. C.<br />

Comentario a dos Textos de Quevedo<br />

Salvo cuando se persiga una finalidad docente muy<br />

concreta y limitada—por ejemplo, situar un texto estilística<br />

o históricamente—creo que no es pedagógico<br />

proponer al alumno, para su comentario, ningún texto,<br />

sin decirle al propio tiempo quién es su autor. La ca-<br />

pacidad interpretativa que importa desarrollar nada<br />

tiene que ver con el adiestramiento para resolver acertijos.<br />

¿Qué es comentar un texto? En este mismo<br />

número responde Pedro Laín a esa pregunta y, por<br />

tanto, a su respuesta me remito. Un texto es, en prin-


60<br />

cipio, inseparable de su contexto, inseparable de su<br />

autor, de la obra total de éste y de la situación histórica<br />

en que fué escrito, situación que, efectivamente,<br />

puede trascender—y entonces se dice que es un "texto<br />

clásico"—, pero sin caer nunca por ello en una incomprensible<br />

"intemporalidad". A veces puede ocurrir<br />

que, de facto, se presente separado, aislado, que se ignore<br />

el contexto—si se trata de un fragmento de obra<br />

perdida—o el autor. Pero entonces tampoco es un<br />

"acertijo" lo que tenemos ante nosotros, sino un "problema":<br />

el problema filológico de insertarlo en una<br />

estructura histórica mejor o peor conocida, y tal vez<br />

el de modificar ésta a la luz del nuevo hallazgo. El<br />

intérprete no tiene que "acertar" una solución previamente<br />

"conocida"; tiene que "descubrirla", en la medida<br />

en que esto sea posible. Y lo mismo el alumno.<br />

Sería desleal y anticientífico escamotear a éste el conocimiento<br />

de algún dato del problema. En primer lugar,<br />

ya lo hemos dicho, porque no se trata de ningún "juego".<br />

Pero sobre todo porque la auténtica interpretación<br />

(y el comentario del alumno, por elemental, por incipiente<br />

que sea, debe proponerse como modelo la auténtica<br />

interpretación) consiste en un ir y venir—en un<br />

"círculo"—del texto al contexto y la obra total. Penetramos<br />

en la obra de un autor a través de un texto<br />

particularmente significativo, privilegiado por esta o<br />

la otra razón; pero, a su vez, lo leemos a la luz de<br />

la obra total. De este modo tiene lugar un doble proceso:<br />

comprensión del conjunto de la obra en un texto,<br />

pero no tomado aisladamente, sino iluminado por la<br />

obra entera. En esto, y no en otra cosa, consiste la hermenéutica.<br />

Intentamos aquí acceder a la obra múltiple y tan<br />

varia de Quevedo, a través de unos pocos textos. Yo<br />

creo que sería menester tomar, por lo menos, tres:<br />

uno, de carácter satírico-moral; otro, político-moral, y<br />

un soneto amoroso. Sin embargo, como la orientación<br />

predominante ética de los comentarios que siguen se<br />

complicaría y tal vez se oscurecería con análisis para<br />

los que, por otra parte, no estoy muy seguro de hallarme<br />

preparado, renuncio al comentario expreso de la<br />

poesía de Quevedo.<br />

Comenzaré por transcribir y comentar, por separado,<br />

los dos textos elegidos, para intentar luego, y a partir<br />

de los resultados obtenidos, una interpretación más<br />

amplia.<br />

El texto que sigue está sacado de El sueño de la<br />

muerte (1) y dice así:<br />

En esto entró una que parecía mujer, muy galana y llena<br />

de coronas, ceptros, hoces, abarcas, chapines, tiaras, caperuzas,<br />

mitras, monteras, brocados, pellejos, seda, oro, garrotes, diamantes,<br />

serones, perlas y guijarros. Un ojo abierto y otro cerrado,<br />

y vestida y desnuda, y de todas colores; por el un lado era<br />

moza y por el otro era vieja; unas veces venía despacio y otras<br />

aprisa; parecía que estaba lejos y estaba cerca, y cuando pensé<br />

que empezaba a entrar, estaba ya a mi cabecera.<br />

Yo me quedé como hombre que le preguntan qué es cosa<br />

y cosa, viendo tan extraño ajuar y tan desbaratada compostura.<br />

(1) Obras completas, prosa. Ed. Astrana Marín. Aguilar,<br />

Madrid, 1915.<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

No me espantó; suspendióme y no sin risa, porque, bien mirada,<br />

era (como vulgarmente se dice) figura donosa. Preguntéle<br />

quién era, y díjome, sin más ni más, con una voz muy<br />

seca y delgada:<br />

—La Muerte.<br />

—¿La Muerte?<br />

Quedé pasmado. Y apenas abrigué al corazón algun aliento<br />

para respirar y muy torpe de lengua, dando trasijos con las razones,<br />

le dije:<br />

—Pues ¿a qué vienes?<br />

—Por ti—dijo.<br />

— 1 Jesús mil veces! ¿Muérome, según eso?<br />

—No te mueres—dijo ella—; vivo has de venir conmigo a<br />

hacer una visita a los difuntos, que pues han venido tantos<br />

muertos a los vivos, razón será que vaya un vivo a los muertos<br />

y que los muertos sean oídos. ¿Has oído decir que yo ejecuto<br />

sin embargo? Alto, ven conmigo.<br />

Perdido de miedo, la dije:<br />

—¿No me dejarás vestir?<br />

—No es menester--respondió—; que conmigo nadie va vestido<br />

ni soy embarazosa; yo traigo los trastos de todos porque<br />

vayan más ligeros.<br />

Fui con ella donde me guiaba; que no sabré decir por dónde,<br />

según iba poseído del espanto. En el camino la dije:<br />

—Yo no veo señas de la muerte, porque allá nos la pintan<br />

unos güesos descarnados con su guadaña.<br />

Paróse y respondió:<br />

—Eso no es la muerte, sino los muertos o lo que queda de<br />

los vivos. Esos giiesos son el dibujo sobre que se labra el cuerpo<br />

del hombre. La muerte no la conocéis, y sois vosotros<br />

mismos vuestra muerte: tiene la cara de cada uno de vosotros<br />

y todos sois muertes de vosotros mismos. La calavera es el<br />

muerto, y la cara es la muerte; y lo que llamáis morir es acabar<br />

de morir, y lo que llamáis nacer es empezar a morir, y lo<br />

que llamáis vivir es morir viviendo; y los güesos es lo que<br />

de vosotros deja la muerte y lo que le sobra a la sepoltura. Si<br />

esto entendiérades así, cada uno de vosotros estuviera mirando<br />

en sí su muerte cada día y la ajena en el otro; y viérades que<br />

todas vuestras casas están llenas della y que en vuestro lugar<br />

hay tantas muertes como personas; y no la estuviérades aguardando,<br />

sino acompañándola y disponiendo. Pensáis que es<br />

güesos la muerte, y que hasta que veáis venir la calavera y<br />

la guadaña no hay muerte para vosotros; y primero sois calavera<br />

y güesos que creáis que lo podéis ser.<br />

—Dime—dije yo—, ¿que significan estos que te acompañan<br />

y por qué van, siendo tú la Muerte, más cerca de los<br />

enfadosos y habladores que los médicos?<br />

Respondióme:<br />

—Mucha más gente enferma de los enfadosos que de los<br />

tabardillos y calenturas, y mucha más gente matan los habladores<br />

y entremetidos que los médicos. Y has de saber que todos<br />

enferman de exceso o destemplanza de humores; pero<br />

lo que es morir, todos mueren de los médicos que los curan.<br />

Y así, no habéis de decir, cuando preguntan: ¿De qué murió<br />

Fulano?, de calentura, de dolor de costado, de tabardillo, de<br />

peste, de heridas, sino murió de un dotor Tal, que le dió de<br />

un dolor Cual. Y es de advertir que en todos los oficios, artes<br />

y estados se ha introducido el don en hidalgos, en villanos<br />

y en frailes, como se ve en la Cartuja; yo he visto sastres<br />

y albañiles con don y ladrones y galeotes en galeras. Pues si<br />

se mira en las sciencias, en todas hay clérigos millares, teólogos<br />

muchos y letrados todos; sólo de los médicos ninguno ha<br />

habido con don, pudiéndolo tener muchos; mas todos tienen<br />

don de matar y quieren más din al despedirse que don al<br />

llamarlos.<br />

COMENTARIO<br />

El fragmento empieza con la aparición de la Muerte.<br />

Pero nada hay en ella de sobrecogedor, y más que<br />

una "aparición" es una "visita": "en esto entró". Desde<br />

las primeras palabras, y con el uso de una locución


familiar, Quevedo se propone despojar de todo aparato<br />

impresionante a la llegada de la Muerte, personificada<br />

en una mujer "muy galana" ("figura donosa" dice<br />

después). Su aspecto no despierta temor, sino asombro<br />

y aun risa ("no sin risa") a causa del "extraño ajuar"<br />

y la "desbaratada compostura", de abigarramiento<br />

verdaderamente barroco. Quevedo describe este<br />

"ajuar"—"llena de coronas, ceptros, hoces, abarcas, chapines,<br />

tiaras, caperuzas, mitras, monteras, brocados, pellejos,<br />

seda, oro, garrotes, diamantes, serones, perlas y<br />

guijarros"—en el que, por de pronto, nos llama la<br />

atención la imposibilidad de representarnos realmente<br />

tal figura, a la que faltarían manos para llevar tantos<br />

cetros, hoces y garrotes, pies para tantas abarcas y chapines,<br />

cabeza para tantas coronas, tiaras, caperuzas, mitras<br />

y monteras, a no ser que todo esto lo portase en<br />

los "serones" de que también habla, que evidentemente<br />

no es lo que Quevedo dice. A la extrañeza del<br />

"ajuar" corresponde la "desbaratada compostura": mitad<br />

vieja y mitad moza, mitad vestida y mitad desnuda,<br />

con un ojo abierto y otro cerrado, viniendo despacio<br />

y aprisa, pareciendo estar lejos y cerca, y llegada<br />

a la cabecera cuando parecía que empezaba a entrar<br />

en el aposento.<br />

La simple visión de la muerte no había inspirado<br />

miedo; su nombre, pronunciado "con una voz muy<br />

seca y delgada", sí. qué viene? No porque sea<br />

llegada la hora de morir, sino a guiar al soñador en<br />

un viaje al país de los muertos. Aquí un chiste judicial:<br />

es razón que "los muertos sean oídos", pues "Aas<br />

oído decir que yo ejecuto, sin embargo?" No es menester<br />

vestirse: con la muerte se va desnudo, es ella<br />

quien lleva los "trastos" de todos, "porque vayan más<br />

ligeros".<br />

En el camino el viajero se atreve a preguntar a la<br />

muerte por qué su aspecto es tan distinto de aquel con<br />

que suele pintársela: unos huesos y una guadaña. A<br />

lo cual se le responde con la distinción entre "los muertos"<br />

y "la muerte" y unas reflexiones—el momento<br />

serio, conceptual y ascéticamente, del pasaje en cuestión—sobre<br />

el vivir como "morir viviendo" y los huesos<br />

como el simple despojo que deja, tras de sí, la<br />

muerte. Cada uno es su propia muerte. Llevamos la<br />

muerte en nosotros, y, sin embargo, la aguardamos<br />

como si viniese de fuera. Al llegar aquí entendemos<br />

aquella rara "compostura de la Muerte: "parecía que<br />

estaba lejos, y estaba cerca" y con un ojo abierto y<br />

otro cerrado, es decir, siempre aguardada y, sin embargo,<br />

sobreviniendo siempre de repente. Y aquella<br />

imposibilidad de "ver" la muerte (=el "acabar de morir"),<br />

o sea de hacer coincidir con su acontecimiento<br />

su pensamiento. Podemos, es verdad, pensar en el momento<br />

de la muerte, pero es imposible registrar ese<br />

momento porque "primero sois calavera y güesos que<br />

creáis que lo podéis ser" y "cuando pensé que empezaba<br />

a entrar estaba ya a mi cabecera".<br />

En este párrafo procede Quevedo al revés que en<br />

el primero, cuando nos presentó la figura de la Muerte.<br />

Allí nos la puso tan sobrecargada que, pese a su<br />

corporeidad, era imposible visualizarla. Ahora, cuando<br />

lo que importa es decirnos, de verdad, en qué consiste<br />

nuestra muerte, Quevedo se esfuerza por hacérnosla<br />

"ver": es nuestro mismo rostro. Si lo entendiéramos<br />

seriamente así, estaríamos viendo constantemente,<br />

en nosotros, nuestra muerte; en los otros, la ajena.<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.-QUEVEDO 61<br />

Más aún: veríamos que hay tantas muertes como personas<br />

y que nuestras casas están llenas de muerte.<br />

Mas a continuación tiene lugar un brusco tránsito.<br />

Tras esta gravísima reflexión moral, al soñador, a Quevedo,<br />

se le ocurre preguntar por el cortejo que acompaña<br />

a la Muerte, que ya había aparecido antes. Pero<br />

la pregunta misma—por qué van más cerca de ti,<br />

Muerte, los enfadosos y habladores que los médicos?—degrada<br />

inmediatamente el diálogo al plano<br />

gruesamente satírico. La Muerte, después de haber<br />

hablado con tanta gravedad, se pone a tono inmediatamente<br />

con la chusca pregunta. Es—dice con un médico<br />

juego de palabras—que corno la enfermedad no<br />

consiste sino en "exceso o destemplanza de humores",<br />

quienes realmente nos hacen enfermar son quienes nos<br />

ponen de mal humor, a saber, los "habladores y entremetidos";<br />

y lo que hacen los médicos es acabar la obra<br />

de aquéllos, matándonos. De tal modo que, hablando<br />

con propiedad, no debería decirse "murió de tal o cual<br />

enfermedad", sino "murió de tal o cual doctor". Y a<br />

renglón seguido, otros dos chistes: cada día se extiende<br />

mas el uso del don entre las gentes e incluso en la<br />

Cartuja lo usan (quid pro quo entre el "dom" y el<br />

"don"); sólo los médicos, prefiriendo el tratamiento<br />

de "doctor", renuncian al don, pese a que todos tienen<br />

don de matar. Y, en fin, el texto se cierra con un<br />

último j uego de palabras, querer mejor el din ( = dinero)<br />

que el don, juego de palabras que es, al par,<br />

onomatopéyico, din-don, el doblar de las campanas por<br />

los muertos víctimas de los médicos.<br />

Desde el punto de vista gramatical poco hay que decir.<br />

Morfológicamente se encuentran escasas diferencias<br />

con respecto al habla actual. De ellas, unas—"ceptros",<br />

"sciencias"—vistas al cabo de la evolución de la lengua,<br />

nos saben a cultismos quedados a medio camino entre<br />

el latín y el castellano; otras—"güesos", sepoltura",<br />

"dotor"—, por el contrario, son hoy, a lo sumo, vulgarismos<br />

contra los que reaccionó el siglo xvm deteniendo<br />

la marcha de la lengua por ese camino. "La<br />

dije" es vulgarismo muy frecuente hoy. Se encuentra<br />

también alguna forma contracta ("della"), la desinencia<br />

verbal (ades) "entendiérades", "vierades", "estuviérades"<br />

y alguna palabra (trasijos"), ya insólitas. (Es<br />

muy gráfica la expresión "dando trasijos con las razones".)<br />

Semánticamente nada nos extraña, como no sea<br />

la amplia acepción en que es usada la palabra "ajuar".<br />

Desde el punto de vista sintáctico apenas cabe señalar<br />

la frecuencia con que ocurre la posposición del pronombre<br />

al verbo—"suspendióme", "preguntéle", dijome",<br />

muérome"—, el artículo determinado antepuesto<br />

expletivamente al indeterminado en bella manera antigua<br />

de decir—"por el un lado"—, y alguna concordancia<br />

hoy inusitada ("hay clérigos millares"). La construcción<br />

es suelta, de estilo coloquial muy bien logrado.<br />

Las antítesis, en la descripción de la "compostura"<br />

de la Muerte, se subrayan muy eficazmente con l a .<br />

coma que, dividiendo en dos la frase, acentúa la oposición.<br />

La Muerte habla, en el pasaje grave del texto,<br />

con tono adoctrinador que no abandona luego, cuando<br />

pasa a la sátira y el chiste ("has de saber", "no habéis<br />

de decir", "es de advertir").<br />

LOS TEMAS<br />

Son cuatro: la representación figurativa de la Muerte,<br />

el viaje al más allá, la meditación sobre la muerte


62<br />

la sátira de los vicios y de los oficios. Del segundo<br />

apenas vamos a hablar, porque su desarrollo cae fuera<br />

del fragmento escogido. Quevedo se inserta, al tratarlo,<br />

en una larga tradición literaria. Mas como uno de<br />

los peligros que acechan al preuniversitario comentador<br />

de textos es el de la sustitución de la "interpretación"<br />

por la "erudición", prevengámonos contra él.<br />

Importa aquí, únicamente, subrayar la "naturalidad"<br />

con que se pasa dc este al otro mundo. Ausencia de<br />

simbolización, de "inefabilidad", del toque del misterio,<br />

del menor intento por crear un clima totalmente<br />

"otro". En el más allá todo sigue siendo, poco más<br />

o menos, igual que aquí: razones, chistes, palabras.<br />

¡Qué diferencia con esa misteriosa introducción en el<br />

misterio que es la poesía de San Juan de la Cruz! En<br />

este sentido los recursos de Quevedo son muy escasos<br />

y ni aun remotamente puede compararse con Dante.<br />

Pero se trata más bien de que su intención en los<br />

Sueños y Discursos en nada se parece a la de aquél?<br />

Dejemos este terna, del que no podemos hablar con<br />

conocimiento suficiente si nos atenemos estrictamente<br />

al texto comentado, y vayamos a la representación de<br />

la Muerte.<br />

IRREALIDAD, CONCEPTISMO<br />

Acabo de decir que la expresión quevedesca no se<br />

levanta hasta el símbolo. Es, en cambio, y con frecuencia,<br />

alegórica; esto es, ligada convencional y conceptualmente<br />

a aquello que se pretende representar. Así<br />

la Muerte. Tanto que, a su lado, las "señas con que<br />

vulgarmente suele pintársela, "güesos y guadaña" son<br />

de un estremecedor poder que conturba y acongoja.<br />

El "método" de Quevedo consiste en discurrir cómo<br />

representar a la Muerte. La Muerte es la gran igualadora<br />

frente a la que no valen prerrogativas, la que<br />

nivela al rey y al labrador, al Pontífice y al mendigo.<br />

Un totum revolutuin de "trastos" y una facha desprovista<br />

de grandeza compondrán, pues, con arreglo a<br />

tal concepto, su figura. La descripción resulta así más<br />

propia de una prendería que de una sombra siniestra,<br />

simple y terrible. Pese a tomar, en parte, elementos<br />

figurativos de las medievales Danzas de la muerte,<br />

poco tiene que ver ni con ellas ni con el patetismo<br />

de Valdés Leal. La imaginación de Quevedo no es<br />

aquí, ni quizá nunca o casi nunca, visual. El concepto<br />

reemplaza a la intuición; ésta es, simplemente, "construída"—en<br />

esto consiste lo que se llama alegoría—conforme<br />

a aquél. Los chistes que en nuestro texto han<br />

aparecido—el judicial, el médico, el del dom y el don,<br />

el del don y el din—no surgen de "situaciones" graciosas,<br />

sino que se reducen a juegos de palabras. El<br />

genio literario de Quevedo es prodigiosamente conceptual<br />

y verbal. Si hubiéramos elegido otro texto,<br />

veríamos que cuando tiene que describir un personaje<br />

real, lo que hace es deformarle, convertirle en una<br />

hipérbole de sí mismo, tan exagerada, tan sacada de<br />

quicio que, al punto, se convierte en irreal e inimaginable<br />

y pierde toda fuerza plástica para cargarse, en<br />

cambio, de "agudeza" e "ingenio".<br />

Otro tanto acontece con la constante sátira quevedesea<br />

de los vicios, estados y oficios, sátira de la que<br />

es una muestra la última parte del texto comentado.<br />

Por ejemplo, en su crítica de los médicos, Quevedo<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

echa por la borda el sentido de la realidad, y, jugando<br />

a la paradoja, nos los presenta, como los encargados<br />

no de sanar, sino de matar. Igual cabe decir de la sátira<br />

de los habladores y entremetidos: mucho daño<br />

hacen sin duda, pero decir que son ellos quienes nos<br />

hacen enfermar, porque al ponernos de mal humor<br />

alteran nuestros humores, es sacrificar la realidad al<br />

chiste. En este sentido la crítica de Quevedo es totalmente<br />

inoperante porque ni siquiera se toma en serio<br />

a sí misma. Impera en ella el genio de lo grotesco y<br />

falta el respeto a la realidad: los chismosos no son chismosos,<br />

sino agentes inoculadores de enfermedades, y<br />

los médicos, homicidas que acaban la obra empezada<br />

por aquéllos, matándonos. La sátira se disuelve en lo<br />

festivo cuando no cae en lo chocarrero y procaz.<br />

AUSENCIA <strong>DE</strong> SENTIDO PSICO-<br />

LÓGICO Y CARACTEROLóGICO<br />

He aquí por qué Quevedo no puede compararse con<br />

otros escritores de temas morales. Echamos de menos<br />

en él la dimensión psicológica y caracterológica de la<br />

moral. No nos presenta "caracteres" reales, como empezó<br />

a hacerlo Teofrasto, creador del género, y muchos<br />

siglos después Montaigne—que describe admirablemente,<br />

a lo largo de su libro, su propio modo de<br />

ser (2)—; Pascal, con las estupendas páginas dedicadas<br />

a la "diversión" como modo de existir; Gracián, en su<br />

descripción del discreto; La Bruyère, la Rochefoucauld<br />

y tantos más. Se trata de una actitud que no es<br />

ni la del puro moralista (Séneca y el mismo Quevedo),<br />

ni la que acabamos de analizar en Quevedo, sino la<br />

de quien observa aguda y objetivamente. Es verdad<br />

que ambos géneros, el del moralista puro y el del retratista<br />

de caracteres, suelen presentarse mezclados,<br />

pero eso no impide que puedan distinguirse. El moralista<br />

en cuanto tal, toma partido, es predicador, se<br />

propone inmediatamente enseñar cómo se ha de vivir.<br />

El retratista de caracteres desarrolla el aspecto descriptivo<br />

de la moral, limitándose a observar y presentar<br />

con todo realismo (sin idealizaciones; por eso suele hablar<br />

más de los vicios que de las virtudes) la conducta<br />

humana. Como veíamos en un artículo publicado en<br />

esta misma revista, bajo el título de "La enseñanza de<br />

la moral", esta ciencia ha de tener dos dimensiones:<br />

estructura y contenido. Pero la primera se desdobla,<br />

a su vez, en otras dos: 1 • a Estudio sistemático de la<br />

realidad moral del hombre, de la apropiación de posibilidades,<br />

del diverso carácter de éstas (posibilidad<br />

suprema, la felicidad, a la que siempre estamos ligados;<br />

posibilidades apropiables, los bienes; posibilidades<br />

apropiadas, los deberes; y posibilidades de hecho apropiadas).<br />

2.a Descripción de cómo queda el hombre<br />

tras esa apropiación, es decir, descripción del carácter,<br />

las virtudes y los vicios (y descripción, también, de esas<br />

realizaciones concretas e histórico-sociales de la moral<br />

que han sido, por ejemplo, la moral del hidalgo y la<br />

del gentleman, la del honnAe homme y la del esprit<br />

fort). Esta segunda dimensión es la desarrollada desde<br />

Aristóteles y Teofrasto hasta la gran novela psicológica<br />

(2) Por supuesto, también el de Quevedo queda perfectamente<br />

descrito en el conjunto de su obra, pero no porque<br />

él se lo proponga técnicamente, como Montaigne.


del siglo xxx y, por modo sistemático, la caracterología<br />

actual. La Bruyère nos da una adecuada definición del<br />

aspecto psicológico y caracterológico de la moral cuando<br />

nos dice, al principio de su obra, que "el filósofo<br />

consume su vida en observar a los hombres y emplea<br />

su espíritu en poner de relieve sus vicios y lo ridículo<br />

de ellos". Porque en efecto, y como ya hemos indicado,<br />

no se trata aquí de combatir frontalmente los vicios;<br />

se considera más eficaz ponerlos al desnudo, en<br />

toda su insensatez. Véase, por ejemplo, esta descripción<br />

del mismo La Bruyère:<br />

Hay gentes que viven en malas casas, que descansan en<br />

malos lechos, que se visten mal y se alimentan peor,<br />

que aguantan todo el rigor de las estaciones, que te<br />

privan de la compañía de los hombres y pasan tus<br />

días en la soledad, que sufren del presente, del pasado<br />

y del porvenir; gentes cuya vida es como una continua<br />

penitencia y que han encontrado así el secreto<br />

de ir a su perdición por el camino más penoso: ton<br />

los avaros (3).<br />

Pero es tiempo ya de cerrar este paréntesis que no<br />

ha pretendido ser un comentario de Quevedo, sino justamente<br />

lo contrario: una indicación de lo que, desde<br />

el punto de vista de la moral, falta en Quevedo. Esta<br />

indicación se justifica aquí porque previene al profesor<br />

de moral de lo que será inútil que busque en nuestro<br />

autor. Quevedo, en contraste con La Bruyère o con<br />

nuestro Gracián, no tiene nada de psicólogo. Y, por<br />

otra parte, sus sátiras revelan una intención mucho<br />

más "literaria"—barroca—que genuinamente moral.<br />

¿Qué deontología tiene presente quien llama a los médicos,<br />

sin más, matadores de hombres? Y ¿qué eficacia<br />

en la corrección de vicios puede esperarse de quien<br />

califica a los chismosos de portadores de enfermedades?<br />

LA MEDITACI6N SOBRE LA MUERTE<br />

Quevedo no es, pues, psicólogo. Es, en cambio, cuando<br />

se pone a hablar en serio, un estupendo moralista,<br />

en la línea misma de Séneca; un "Séneca cristiano".<br />

El pasaje central del texto que estamos analizando es<br />

buena prueba de ello. Quevedo, traductor y comentador<br />

de los estoicos y de Epicuro en lo no poco que<br />

tenía de estoico, es, sin gran originalidad de pensamiento,<br />

pero sí de expresión, el gran escritor moralista<br />

de nuestra lengua. Hemos dicho que en su personificación<br />

de la Muerte no consigue, ni remotamente,<br />

hacérnosla impresionante. Pero acaso se lo había<br />

propuesto? Reparemos en que, dentro del texto transcrito,<br />

la visión de la Muerte, lejos de espantar, más<br />

bien, dice Quevedo, mueve a risa. Lo que espanta es<br />

su "nombre": no lo que ella es, sino lo que en ella<br />

pone nuestra imaginación (tema común a estoicos y<br />

epicúreos). Ni tampoco su trato tiene nada de tétrico,<br />

aunque sí de grave, pero de una gravedad mezclada<br />

con la chanza (tema del ascetismo y de un cierto humorismo<br />

cristiano). Esta intención, enderezada a "curar<br />

de espantos", implícita en este texto, se explicita<br />

claramente en otros. Así, en el capítulo III de La cuna<br />

y la sepultura, cuyo epígrafe dice: "...desembaraza de<br />

(3) Les caractères ou les tnoeurs de ce siècle, cap. XI, De<br />

l'homme.<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.—QUEVEDO 63<br />

espantos la muerte; no sólo prueba que no es fea, sino<br />

que es hermosa" ("mujer muy galana" y "figura donosa",<br />

según nuestro texto). ¿Ni por qué habríamos de<br />

temblar ante la muerte si la llevamos dentro de nosotros<br />

(4), más aún, si cada uno de nosotros somos<br />

nuestra muerte, si lo que llamamos "vivir" no es sino<br />

"morir viviendo" y lo que llamamos "morir" es "acabar<br />

de morir"? En el Sueño de que procede nuestro<br />

texto se finge, en vida, un viaje al país de los muertos.<br />

Tal viaje es, en realidad, imposible. Pero, según Quevedo,<br />

es también innecesario, porque si queremos hablar<br />

con los muertos no tenemos más que recordar al<br />

niño, al adolescente, al hombre joven que fuimos, y<br />

que sucesivamente han ido muriendo en nosotros. Y<br />

la muerte ajena está también siempre presente. En otro<br />

lugar (5) Quevedo, como comentando nuestro texto,<br />

opone a la imposibilidad del diálogo con los muertos—los<br />

Sueños—el diálogo con los moribundos (todos<br />

los hombres lo somos) y particularmente con los viejos,<br />

en quienes la descomposición—para decirlo en lenguaje<br />

quevedesco—ha comenzado ya. Y ni siquiera es<br />

menester hablar con ellos. Basta verlos, porque "mejor<br />

doctrina dan universalmente los viejos vistos que<br />

oídos"; en su costumbre pueden remedar la juventud,<br />

pero su figura pronto la desmiente.<br />

Antes hemos aludido a la fuerza plástica de la meditación<br />

sobre la muerte: las casas, las ciudades, los<br />

lugares habitados todos, son cementerios, almacenes de<br />

muertos. No es visible el parentesco entre estas imágenes<br />

y las primeras de aquel poema de Hijos de<br />

la ira?<br />

Madrid es una ciudad de más de un millón<br />

de cadáveres (según las últimas estadísticas).<br />

A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo<br />

en este nicho en el que hace cuarenta y cinco años que me<br />

[pudro.<br />

La cuna es ya la sepultura. La vida entera es un<br />

lento ir muriendo, una larga agonía. El muerto sólo<br />

se diferencia del vivo en que "no tiene más que morir"<br />

(6). Por eso el trance de la muerte es la liberación<br />

(7). La filosofía moral debe enseñarnos a morir.<br />

Saber morir, es decir, no dejar que, cuando llegue la<br />

muerte, nos pueda quitar otra cosa que el postrer aliento,<br />

"ser difundo antes de acabar de vivir" (8), o como<br />

dice el título del soneto a que pertenece el siguiente<br />

terceto, "morir antes":<br />

salid a recibir la sepoltura,<br />

acariciad la tumba y monumento;<br />

que morir vivo es la última cordura (9).<br />

Por supuesto, la raíz de esta actitud es estoica, si<br />

bien Quevedo procura "perfeccionarla con la verdad<br />

cristiana". Se trata de un "morir-a" y no, como en las<br />

"noches" de San Juan de la Cruz, como en "muerte<br />

(4) Véase a este respecto la refutación de Aristóteles desde<br />

el punto de vista estoico en la Carta CXLIII del Epistolario<br />

dado por Astrana Marín (pág. 1810 del vol. cit.).<br />

(5) Carta CXL, pág. 1783.<br />

(6) Pág. 1783.<br />

(7) Cfse., entre otros textos, la Carta CXXVII, págs. 1746<br />

y siguientes.<br />

(8) Pág. 1837.<br />

(9) Ed. cit., verso, pág. 414.


64<br />

mística", de fray Antonio Arbiol, de un "morir-para"<br />

o "morir-hacia". Se piensa más en un terminar de<br />

morir (esta vida) que en un empezar a vivir (vida<br />

eterna). Dámaso Alonso lo ha hecho ver, penetrantemente,<br />

con respecto a los sonetos morales (10). Pero<br />

este apagamiento del alma, esta sofocación de todos<br />

los deseos, se dieron efectivamente, no digo ya en la<br />

vida de Quevedo, pero ni siquiera en su obra? Los sonetos<br />

de amor, precisamente los sonetos de amor (para<br />

no hablar de otras manifestaciones mucho menos nobles<br />

de pasión), vienen a contradecir tal apiltheia.<br />

"Amor impreso en el alma que dura después de las<br />

cenizas", rotula Quevedo uno de ellos: "Amor constante<br />

más allá de la muerte", el más famoso de todos.<br />

No es verdad, pues, que ni siquiera en el plano mundano,<br />

sea la vida para Quevedo un mero "morir viviendo".<br />

Hay algo en nosotros que no es pura muerte:<br />

el amor no muere, las cenizas conservan su sentido, el<br />

polvo es polvo enamorado.<br />

Por otra parte, mucho más que esa contradicción,<br />

tan frecuente, entre un estoicismo pensado y un patetismo<br />

vivido nos desconcierta el brusco tránsito, tan<br />

de Quevedo, de las veras a las burlas. Ya lo hemos<br />

visto en el pasaje transcrito. Pero a veces va todavía<br />

más lejos. Por ejemplo, en El caballero de la Tenaza,<br />

parodia esa actitud que él mismo predica de vivir<br />

siempre en presencia de la muerte. El cofrade de la<br />

Tenaza de Nihil demus "al irse a acostar, antes de<br />

dormir, se llegará al talegón vacío que tendrá colgado<br />

a la cabecera de su cama por calavera de los perdidos,<br />

con rótulo que diga:<br />

Tú, que inc miras a mí<br />

tan triste, mortal y feo,<br />

mira, talegón, por ti,<br />

que como te ves inc vi,<br />

y verdste cual me veo (11).<br />

El memento mori es transpuesto al plano burlesco:<br />

recuerda que, si no andas con tiento, te verás como<br />

yo, talego, me veo, vacío. Lo tétrico y lo jocoso se<br />

entreveran en la obra de Quevedo como se entreveraron,<br />

sin duda, en su vida.<br />

II<br />

El segundo texto está tomado de la segunda parte<br />

de la Política de Dios, Gobierno de Cristo, y constituye<br />

el comienzo de su capítulo XIII, que, después de<br />

transcribir el texto latino del capítulo IV, versículos<br />

6-11, del Evangelio de San Juan (desde "Jesús ergo<br />

fatigatus..."), dice así:<br />

Que el reinar es tarea; que los ceptros piden más<br />

sudor que los arados y sudor teñido de las venas; que<br />

la corona es peso molesto que fatiga los hombros del<br />

alma primero que las fuerzas del cuerpo; que los<br />

palacios para el príncipe ocioso son sepulcros de una<br />

vida muerta y para el que atiende son patíbulo de<br />

una muerte viva, los afirman las gloriosas memorias<br />

de aquellos esclarecidos príncipes que no mancharon<br />

sus recordaciones, contando entre su edad coronada al-<br />

(10) Poesía española. Ensayo de métodos y limites estilísticos,<br />

págs. 558 y ss.<br />

(11) Ed. cit., prosa, pág. 71.<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

guna hora sin trabajo. Así lo escribió la antigüedad;<br />

no dicen otra cosa los santos; esta doctrina autorizó<br />

la vida y la muerte de Cristo Jesús, Rey y Señor de los<br />

reyes. Y como suene afrenta en las majestades el descansar<br />

un rato, y sea palabras que desconocen y desdeñan<br />

las obligaciones del supremo poderío, el Evangelista,<br />

cuando dijo que Cristo descansaba del cansancio<br />

del camino (eso es sentarse), dijo tales palabras:<br />

Jesus ergo fatigatus ex itinere, sedebat sic supra fontem.<br />

"Jesús, cansado del camino, se sentó así junto a<br />

la fuente." Sentóse así, descansó así. Aquel así disculpa<br />

el descansar siendo rey; y dice que descansó<br />

así para que los reyes sepan que si así no descansan<br />

no se asientan, sino se derriban. Veamos, pues, cómo<br />

descansó, puesto que la palabra sic, así, está poseída<br />

de tan importantes misterios.<br />

Bien se que Lira dice: Quod ex hoc apparebat veritas<br />

humanar naturx quemadmodum et quando esuriit<br />

poste jejunium. Y San Juan Crisóstomo refiere sobre San<br />

Juan: Sedebat, ur requiesceret ex labore. Yo reverencio<br />

como miserable criatura estas explicaciones, y en ellas<br />

adoro la luz del Espíritu Santo que asistió a sus dolores,<br />

y la aprobación de la Iglesia en los padres. Diré mi<br />

consideración sólo por diferente; sin yerro, a lo que yo<br />

alcanzo, y sin impiedad, así en esto como en otras<br />

cláusulas, porque se conozca cuál es el día de la lición<br />

sagrada y la fecundidad de sus lumbres y misterios,<br />

pues guarda que considerar aún a mi ignorancia, sin<br />

aborrecerla por mi distraimiento. Esta protesta bastará<br />

para los juicios doctamente católicos; que para los<br />

que aspiran veneno y leen las obras ajenas con basiliscos,<br />

ninguna cosa tiene lugar de defensa.<br />

"Cansado del camino, Jesús estaba así sentado justo<br />

a la fuente". Señor: Cristo, Rey verdadero, cansado del<br />

camino, sentóse a descansar así. El proprio Evangelista<br />

dirá cómo descansó. Señor, descansó del camino y trabajo<br />

del cuerpo, y empezó a fatigarse en otra peregrinación<br />

del espíritu, en la reducción de un alma, en la<br />

enmienda de una vida delincuente con muchas conciencias.<br />

Así, Señor, que los reyes que imitan a Cristo<br />

y descansan así no se descansan a sí, descansan de un<br />

trabajo con otro mayor; y estas ansias eslabonan decentemente<br />

la vida de los príncipes (...).<br />

Señor, cuando vuestra majestad acaba de dar audiencia,<br />

de oír la consulta del Consejo; cuando despachó<br />

las consultas de los demás y queda forzosamente<br />

cansado, descansa así como Cristo, empezando otro<br />

trabajo; trate de reducir a igualdad los que le consultan<br />

de otros; atienda vuestra majestad al desinterés<br />

de los que le asisten, a la vida, a la medra, a las costumbres,<br />

a la intención, que este cuidado es medicina<br />

de todos los demás. Quien os dice, Señor, que desperdiciéis<br />

en la persecución de las fieras las horas que piden<br />

a gritos los afligidos, ése más quiere cazaros a<br />

vos que no que vos cacéis (12).<br />

Prescindo ahora del comentario casi literal y gramatical<br />

que antes hice, en primer término porque me<br />

falta espacio, pero también porque, a la vista del anterior,<br />

puede quedar fácilmente a cargo de cualquier<br />

alumno. Sólo haré notar el juego de antítesis y paralelismos<br />

("ceptros-arados"; "sepulcro de una vida muerta-patíbulo<br />

de una muerte viva"; "camino" material-<br />

‘`peregrinación del espíritu" y el fundamental "descanso"-tarea"<br />

o "cuidado"); hacia el final del texto la<br />

aplicación al alma y su cuidado de la teoría médica del<br />

simbilibus curantur, y, en fin, que pese al tono de<br />

constante elevación mantenido no sólo en el pasaje,<br />

sino a lo largo del libro, Quevedo es incapaz de renunciar<br />

a los juegos de palabras: los reyes que desean-<br />

(12) Págs. 468-69.


san a imitación de Cristo, es decir, así, no se descansan<br />

a si; y, al revés, si así no descansan, no se asientan,<br />

sino que se derriban. He suprimido unas pocas<br />

líneas del texto que resumen el contenido total del<br />

capítulo. Es muy importante que el alumno advierta y<br />

precise el cambio--la ttivialización—de sentido de la<br />

palabra "cuidado" en el curso de la evolución de la<br />

lengua castellana: "cuidado", en nuestro texto y, en<br />

general, en nuestros clásicos, significa, muy próximo<br />

a la "cura" latina, aproximadamente lo que hoy "preocupación";<br />

"cuidado", en el habla actual, significa<br />

poco más que "atención", "esmero" o "precaución";<br />

pero en algunas locuciones conserva li resonancia de<br />

su sentido clásico.<br />

La interpretación que sigue es de orientación diferente<br />

a la que se ha hecho del texto anterior. En vez<br />

de dar un comentario ceñido, brinda más bien un<br />

marco de amplios puntos de vista. En presencia de<br />

ellos es el propio alumno quien, ayudado por el profesor—que<br />

ajustará en cada caso aquel marco al nivel<br />

intelectual del discípulo—, deberá comentar por sí<br />

mismo el texto.<br />

COMENTARIO Y SERM6N<br />

¿Qué es, formalmente, este texto? Como todo el<br />

libro a que pertenece, un comentario a los Evangelios.<br />

Quevedo es mucho más original como pensador político-moral<br />

que como filósofo moral, hasta el punto de<br />

que, a mi parecer, es precisamente la Política de Dios<br />

(sin olvidar el Marco Bruto), su obra de mayor entidad<br />

intelectual. Pero escritor nada sistemático recurre,<br />

para poner guía y orden en su pensamiento, al método<br />

del comentario, tan suyo (recuérdense el Marco Bruto,<br />

De los remedios de cualquiera fortuna, La constancia<br />

y paciencia del Santo lob y también otros mudaos libros<br />

que, menos explícitamente, consisten en la explanación<br />

de un texto, sin olvidar sus excelentes y libres<br />

traducciones), tan cristiano y humanista (exégesis de<br />

la Sagrada Escritura, teología y filosofía desarrolladas<br />

al hilo de un texto—recuérdense, por ejemplo, los<br />

abundantes Comentarios a las Sentencias de Pedro<br />

Lombardo—, el Humanismo como lectura e interpretación<br />

de los textos clásicos de la Antigüedad) y tan<br />

español (baste citar un par de nombres ilustres: Fray<br />

Luis de León y San Juan de la Cruz). Nuestro comentalio<br />

lo será, pues, reduplicativamente, por serlo, a su<br />

vez, de otro comentario. Pero el tono de éste, así como<br />

la libertad con que se manejan los textos, sin la sujeción<br />

literal a lo que ellos dicen, son característicos del<br />

sermón. Incluso ciertos recursos retóricos, tales la repetición,<br />

para mantenerla presente y apoyar el discurso,<br />

de la frase que se está glosando, y el moroso desentrafiamiento<br />

de una palabra que contendría in nuce todo<br />

lo demás—en nuestro caso la palabra sic—, tan propio<br />

de la exégesis sacra, nos certifican de la voluntad estilística<br />

de Quevedo, voluntad que no tiene por qué sorprendernos<br />

en quien escribió una Homilía a la Santísima<br />

Trinidad y otros escritos que pertenecen inequívocamente<br />

al género literario de la oración sagrada.<br />

Mas quién se predica este sermón? Sin ninguna<br />

duda, al rey. Expresamente se dirige a él reiteradas<br />

veces llamándole "Señor" y "vuestra majestad". Y<br />

izn.lé le predica? Fundamentalmente dos enseñanzas:<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.--QUEVEDO<br />

una general, desgranada a lo largo de todo el libro,<br />

y otra particular de este capítulo, pero no exclusiva,<br />

ni mucho menos, de él. La primera, es la de que<br />

Jesucristo, por ser Rey, es modelo de reyes y, consiguientemente,<br />

que la política católica ha de consistir<br />

en imitación del "gobierno de Cristo". La segunda es<br />

lo que en otra ocasión (13) he denominado ',.: 11solutismo<br />

del cuidado". Estudiémoslas sucesivamente.<br />

POLÍTICA <strong>DE</strong>L REY COMO<br />

IMITACIóN <strong>DE</strong> CRISTO REY<br />

La interpretación del texto transcrito que, como hemos<br />

visto, es ya, en sí mismo, un comentario, y en<br />

particular la de la frase "esta doctrina autorizó la<br />

vida y la muerte de Cristo Jesús, Rey y Señor de los<br />

reyes", no es plenamente posible si nos encerramos en<br />

él, porque está remitiendo a la obra de que forma<br />

parte. Quevedo propone al rey el modelo de Cristo,<br />

pero no simplemente para que sea buen cristiano (y<br />

sólo en consecuencia para que sea también buen rey),<br />

sino para que sea buen rey cristiano. El presupuesto<br />

de esta sorprendente lectura quevedesca de los Evangelios,<br />

como guía de reyes en cuanto reyes, es la equívoca<br />

afirmación, base de todo el libro, de que Jesucristo<br />

fué rey.<br />

Quevedo parte de un juego de palabras. La verdad,<br />

incluso dogmática (14) es que, efectivamente, Cristo es<br />

Rey, pero no de este mundo, y que no ejerció imperio<br />

sobre las cosas civiles; que no fué, en suma, rey en<br />

sentido político. Quevedo, sin embargo, no pone mucho<br />

empeño en deslindar debidamente el principatus<br />

Christi; antes, al contrario, cultiva la confusión cuando<br />

afirma, en el capítulo II de la Política de Dios, que a<br />

Cristo se le vió ejercer "jurisdicción civil y criminal".<br />

En otra ocasión he señalado la grave falta de respeto<br />

que comete Quevedo cuando, aprovechando tal equívoco,<br />

se atreve a trazar, en el Panegírico a la Majestad<br />

del Rey nuestro Señor Don Felipe IV, en la caída del<br />

Conde-Duque, el siguiente paralelo:<br />

Veinte y un años ha estado detenida la lumbre de<br />

vuestro espíritu esclarecido para que se conozca los<br />

años que podéis restaurar en una hora. Como puede<br />

caber en el ser humano, considero en V. M. esta imitación<br />

de la persona de Cristo, que después que se<br />

apartó de su Santísima Madre estuve los mismos retirado<br />

en sí, viniendo a enseñar con palabras y obras a<br />

redimir al género humano; escondió en silencio los<br />

treinta y luego juntamente empezó a hacer milagros<br />

y enseñar.<br />

Frente a Maquiavelo y su "razón de Estado", frente<br />

a la secularización de éste, fundada teológicamente por<br />

Lutero y políticamente por Bodino, frente al tacitismo<br />

y frente a la subordinación anglicana de la religión<br />

a la política, Quevedo mantendrá no como pensador<br />

de sistema, sino como pensador de situación concreta,<br />

la subordinación de la política a la moral cristiana o,<br />

dicho en sus propios y plásticos términos, la figura de<br />

(13) Cfse. mi artículo "Lectura política de Quevedo". Revista<br />

de Estudios Políticos, núm. 49. Enero-febrero 1950.<br />

(14) Cfre. "De principatum Christi", en la Encíclica Quas<br />

primas, de 11 de diciembre de 1925. (Denzinger, núms. 2.194<br />

y sigs.)<br />

65


66<br />

Cristo Rey corno modelo del rey. Porque "bien puede<br />

alguno... llamarse rey y firmarse rey; mas serio y<br />

merecerlo serio, si no imita a Cristo... no es posible,<br />

Señor".<br />

EL ABSOLUTISM O <strong>DE</strong>L CUIDADO<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTAL ES Y COMUNES<br />

La época moderna ha sido la época de las monarquías<br />

absolutas. Los monarcas van concentrando en sí<br />

la plenitud del poder. Quevedo, pensador, según acabo<br />

de escribir, de "situación concreta", acepta esta "dirección<br />

de la historia", como se dice ahora, pero le impone<br />

dos condiciones: la responsabilidad moral del<br />

rey ante Dios y, lo que es más—lo acabamos de ver—la<br />

imitación de Cristo Rey y, en segundo lugar, que al<br />

absolutismo del poder corresponda el absolutismo del<br />

cuidado: que el rey tome sobre sí, personal e intransferiblemente—lucha<br />

de Quevedo contra los validos—,<br />

el cuidado de todos sus súbditos. Nuestro texto comienza<br />

diciendo que "el reinar es tarea" y termina<br />

hablando del "cuidado" regio. El tema estoico de la<br />

preocupación o cuidado es el motivo conductor de toda<br />

la obra a que el texto pertenece. Desde las primeras<br />

palabras advierte Quevedo a los reyes que "a vuestro<br />

cuidado, no a vuestro albedrío, encomendó las gentes<br />

Dios nuestro Señor". "Reinar es velar. Quien duerme<br />

no reina", escribe algo más adelante. Dirigiéndose directamente<br />

al rey le advierte en otro lugar: "Sospechosos<br />

deben ser a los reyes, Señor, los solícitos de su comodidad<br />

y descanso, pues su oficio es cuidado". Cristo<br />

enseña a los reyes que "su oficio es de pastores", pues<br />

para esto nacen reyes, para su desnudez y desabrigo y<br />

remedio de todos".<br />

El regio oficio consiste, pues, en tarea, cuidado e<br />

incluso, como dice el capítulo siguiente al que comentamos,<br />

"cruz".<br />

CUIDADO, <strong>DE</strong>SCANSO, DIVERSIÓN (14 bis)<br />

posible mantenerse en constante cuidado? Parece<br />

que no. Parece que el mismo Cristo, modelo de<br />

reyes, se sentó junto a la fuente de la Samaritana porque<br />

estaba cansado. Sí, concede Quevedo, pero cómo<br />

descansó? Sic, así: "descansó del camino y trabajo del<br />

cuerpo, y empezó a fatigarse en otra peregrinación del<br />

espíritu". De donde, "los reyes que imitan a Cristo y<br />

descansan así, no se descansan a sí; descansan de un<br />

trabajo con otro mayor". Naturalmente, Quevedo se da<br />

cuenta—y da cuenta a sus lectores—de que Cristo, hombre<br />

verdadero, necesitaba descansar del trabajo igual<br />

que los demás hombres, y cita en este sentido palabras<br />

de San Juan Crisóstomo y de Nicolás de Lira.<br />

Pero sin contradecirles declaradamente se acoge, para<br />

justificar su rigorista interpretación, a "la fecundidad<br />

de lumbres y misterios" de la Sagrada Escritura.<br />

Ahora bien: la tremenda exigencia que hace Quevedo<br />

al rey, en qué se funda? Por una parte, ciertamente,<br />

en la idea del origen divino del poder; el rey<br />

ha sido levantado por Dios sobre los demás hombres,<br />

(14 bis) Sobre la oportunidad o inoportunidad de los cotejos<br />

que se hacen baio el presente epígrafe, así como sobre<br />

lo de otros que podrían hacerse—por ejemplo, Montaigne y<br />

Quevedo o Quevedo y Pascal—, el profesor juzgará según el<br />

grado o m:tdurez intelectual de sus alumnos.<br />

pero no sólo en cuanto a majestad, también en cuanto<br />

a carga: "Que los ceptros piden más sudor que los<br />

arados, y sudor teñido de las venas; que la corona es<br />

peso molesto que fatiga los hombros del alma primero<br />

que las fuerzas del cuerpo", dice nuestro texto. Pero,<br />

en un estrato más profundo, esta concepción del oficio<br />

regio y la correspondiente lectura del texto sagrado, se<br />

basan en una peculiar moral y en una peculiar antropología,<br />

o idea del hombre.<br />

Efectivamente, la moral de Quevedo acentúa la<br />

preocupación, cuidado o, como dice Santo Tomás, la<br />

sollicitudo. Al proceder así depende, evidentemente,<br />

de los estoicos. Pero depende sólo de los estoicos? En<br />

mi libro El protestantismo y la moral (15) he hecho<br />

ver que la sobrevaloración de lo sollicitudo o cuidado<br />

es típicamente calvinista, y en Catolicismo y protestantismo<br />

como formas de existencia (16) creo haber<br />

mostrado la comunidad, a lo menos parcial, de estilo<br />

de vida, entre reformadores y contrarreformadores. He<br />

aquí por dónde Quevedo, bajo la apariencia de un<br />

retorno humanista a pensamientos estoicos, se halla<br />

incurso, a su modo, en la actitud ética moderna.<br />

Quevedo toma partido en cuanto al rey, pero en el<br />

fondo, también en cuanto al hombre, por el cuidado<br />

y contra el descanso. El descanso existencial es la "diversión"<br />

(en nuestro texto, la caza). Dos grandes católicos<br />

barrocos, Quevedo y Pascal, han escrito en contra<br />

de la diversión; Quevedo, en contra de la "diversión<br />

real" ("Quien divierte al rey, le depone, no le sirve")<br />

aunque, por lo demás, una gran parte de su obra sea<br />

pura diversión; Pascal, en contra de la "diversión humana".<br />

Ahora bien: dejando aparte lo que digan estos<br />

dos grandes extremosos, preguntémonos: Cuál es la<br />

significación justa de la diversión en la vida del<br />

hombre?<br />

Aristóteles se planteó ya este problema en la Etica<br />

nicomaquea (17). Las diversiones—diagogé, paidiá,<br />

anäpausis—se buscan por sí mismas y son necesarias,<br />

si bien la felicidad no consiste en ellas. "Jugar y divertirse<br />

para poder trabajar luego, como dice Amicarsis,<br />

parece razonable. Pues el juego descansa y no es<br />

posible trabajar continuamente, sino que se requiere<br />

descanso." Pero el descanso, la anápausis, no es el fin<br />

de la vida. La skholé u otium, sí; pero la skholé no<br />

consiste en "juego", sino en theoría, en contemplación.<br />

Santo Tomás está de acuerdo, en lo esencial, con la<br />

doctrina aristotélica sobre la diversión, que ilustra con<br />

la comparación, tomada de las Collationes Patrum, del<br />

arco que, siempre tenso, se rompería (18). En nuestro<br />

tiempo es Ortega quien ha llamado la atención sobre<br />

este tema.<br />

El juicio de Ortega, expresado en el prólogo al tratado<br />

de montería del conde de Yebes, nos interesa<br />

sobre manera por haber sido Ortega el primero, con<br />

Heidegger, en considerar ontológicamente el viejo tema<br />

estoico-calvinista de la preocupación o cuidado. Ortega<br />

concibe la vida, según es sabido, como "quehacer" y<br />

‘`ocupación". Pero junto a la "ocupación trabajosa" hay<br />

la "ocupación felicitaria". Así, pues, la ocupación humana<br />

es doble: "existir" y "descansar de existir". Esta<br />

(15) Cfse. capítulo sobre "La moral calvinista", y en particular<br />

págs. 228 y SS.<br />

(16) Págs. 156 y is.<br />

(17) L. X, 6.<br />

(18) S. Th., II-II, 168, 2.


segunda ocupación, la "diversión" es, por tanto, una<br />

"dimensión radical de la vida del hombre", y por eso<br />

toda cultura tiene que ser también cultura de evasión<br />

y diversión.<br />

Quevedo, probablemente, no lo pensaba así. Pero<br />

ahí está su obra, festiva y divertida, para demostrar<br />

que, por debajo de sus convicciones estoicas, así lo<br />

sentía.<br />

EL CUIDADO <strong>DE</strong> LA MUERTE<br />

EL CUIDADO <strong>DE</strong> ESPAÑA<br />

Hemos interpretado—demasiado de prisa, sobre todo<br />

este último—dos textos de Quevedo. El primero, se refería<br />

a la muerte; el segundo, a la tarea de gobernar<br />

a España. El cuidado ético-religioso de la muerte, el<br />

cuidado ético-político, y en último término religioso<br />

también, de España, fueron las dos grandes preocupaciones<br />

de Quevedo. En su vejez una y otra habrían<br />

de articularse en lo que Pedro Laín llamó, hace años,<br />

el "complejo reactivo de la decadencia". Dos fracasos<br />

políticos, la decadencia de España, que Quevedo percibió<br />

agudamente, y su propia derrota dentro de la política<br />

española, se alían con la concepción estoica de<br />

la vida como omnipresente muerte, y con el sentimiento<br />

de caducidad del viejo que ve a ésta aproximarse.<br />

El famoso soneto que comienza Miré los muros de la<br />

patria mía, leído hoy y enriquecido con el equívoco<br />

sentido de la palabra "patria", envuelve en un talante<br />

unitario todos los desengaños, todas las tristezas, todos<br />

los cansancios de Francisco de Quevedo. Una sola esperanza<br />

le iba a quedar ya a quien en nuestro segundo<br />

texto se manifestaba predicador del cuidado y enemigo<br />

del descanso: el descanso último y definitivo en Dios<br />

EL AUTOR Y SU ÉPOCA<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.—CAL<strong>DE</strong>RÓN 67<br />

que, hecho hombre, tomó sobre sí el cuidado de todos<br />

los hombres.<br />

BIBLIOGRAFIA ESENCIAL<br />

JOSÉ LUIS L. ARANGUREN<br />

Doctor en Filosofía.<br />

La edición más completa y accesible de las obras de Quevedo<br />

es la de Astrana Marín, publicada por Ed. Aguilar. En<br />

cuanto a bibliografía, como no soy especialista en Quevedo,<br />

mi conocimiento de lo que sobre él se ha escrito es limitado.<br />

Aunque se refieren exclusivamente a su poesía, interesan mucho,<br />

desde el punto de vista de nuestros comentarios, tres<br />

estudios: dos de Pedro Laín: "La vida del hombre en la poesía<br />

de Quevedo", recogido en el libro Vestigios, y "Quevedo<br />

y Heidegger", publicado en el número 3, marzo 1938, de la<br />

revista Jerarquía, y el tercero, de Dámaso Alonso, "El desgarrón<br />

afectivo en la poesía de Quevedo", en Poesía española.<br />

Ensayo de métodos y límites estilísticos. Ed. Gredos, Madrid,<br />

1950. Sobre el estilo de la prosa de Quevedo—enfoque accesorio<br />

dentro de nuestro análisis—, el estudio de Leo Spitzer:<br />

Zur Kunst Quevedos in seinem Buscón, difícilmente accesible<br />

al profesor medio español y algunos otros que, publicados en<br />

América, tampoco le será fácil a éste ver. Con respecto al<br />

pensamiento de Quevedo, Francisco Yndurain: El pensamiento<br />

de Quetedo, lección inaugural del Curso 1944-1945 en la Universidad<br />

de Zaragoza, publicada por aquella Universidad, y<br />

Constantino Láscaris Comneno: "Senequismo y agustinismo en<br />

Quevedo", Revista de Filosofía. Madrid, núm. 34, 1950. Sobre<br />

el pensamiento político de Quevedo debe verse la obra general<br />

de José Antonio Maravall: Teoría española del Estado en el siglo<br />

XVII. Instituto de Estudios Políticos, 1944. Más concretamente,<br />

Visión política de Quevedo, del P. Oswaldo Lira. Seminario<br />

de Problemas Hispanoamericanos, Madrid, 1949. En<br />

fin, puede leerse asimismo mi artículo: "Lectura política de<br />

Quevedo", publicado en el número 49 de la Revista de Estudios<br />

Políticos. Como biografía de Quevedo, véase el libro de<br />

Luis Astrana Marín: La vida turbulenta de Quevedo. Editorial<br />

"Gran Capitán", Madrid, 1945.<br />

Comentario a un Texto de Calderón (Auto Sacramental<br />

"La Vida es Suerio")<br />

El autor de la presente obra es don Pedro Calderón<br />

de la Barca (1600-1681). Representa típicamente el<br />

siglo xvii español, con su barroquismo, entendiendo<br />

por "barroco" no sólo el retorcimiento de la forma<br />

—culteranismo o conceptismo—, sino una época histórica<br />

caracterizada centralmente por su aspiración a<br />

lo infinito, en cuya elevación quiere salvar las mismas<br />

formas terrenas, de donde la exasperación expresiva<br />

y el retorcimiento formal consiguiente, que, siendo<br />

una consecuencia, se han tomado como signo fundamental<br />

del barroco. Lo básico verdaderamente es<br />

ese afán de infinito, esféricamente extendido, que determina,<br />

como carácter subordinante, los otros caracteres<br />

que se pueden señalar, y entre los cuales destaco,<br />

en mi estudio "La filosofía de Calderón en sus autos<br />

sacramentales", los siguientes: racionalismo, subjetivismo,<br />

dinamismo arquitectural, naturalismo, simbolismo,<br />

ascetismo-sensualismo, contraste, jerarquización,<br />

melancolía, ternura, morosidad, esencialidad.<br />

Calderón es el poeta de la Contrarreforma y el ba-<br />

rroco; es un autor dramático principalmente, aunque<br />

tiene también poemas líricos, y en sus comedias y<br />

autos los elementos líricos son abundantes. Su vida<br />

fué poco complicada; su obra, copiosísima. He señalado<br />

ya el contraste entre la pobreza de la vida y<br />

la abundancia de la obra en un estudio-antología publicado<br />

en Clásicos Labor. Poeta de la Corte, supo<br />

vivir distante y solitario en medio de su bullicio. A<br />

los cincuenta y un años se ordenó de sacerdote, y en<br />

la última etapa de su vida predominan en su producción<br />

los autos sacramentales y las zarzuelas y obras<br />

preparadas, por encargo, para las fiestas cortesanas.<br />

OBRA<br />

Tiene obras de carácter variado, algunas de fama<br />

universal. Comedias de costumbres, como No hay<br />

cosa como callar; del honor, como El Tetrarca de Jerusalén;<br />

de fantasía y gran espectáculo, como las comedias<br />

mitológicas del tipo de El mayor encanto, y<br />

caballerescas, como La puente de Mantible; las histó-


68<br />

ricas, como La Aurora de Copacabana y la misma<br />

famosa comedia El alcalde de Zalamea; de carácter<br />

filosófico, como La vida es sueño (1637), o religioso,<br />

como El milagro prodigioso y los 76 Autos Sacramentales.<br />

Entre la obra lírica, señalamos la composición<br />

sobre el salmo Psalle et sile y la Elegía en la muerte<br />

de doña Inés Zapata.<br />

LOS AUTOS SACRAMENTALES<br />

Vamos a comentar un fragmento breve del auto<br />

La vida es sueño, en su segunda y perfecta redacción<br />

de 1673.<br />

Calderón dió su forma definitiva al auto sacramental,<br />

es decir, logró que lo "historial" y lo "alegórico",<br />

la poesía, la filosofía y la teología, se fundieran<br />

en una perfecta síntesis de creación poética. Los "conceptos<br />

representables" adquieren con él toda su fuerza<br />

plástica, sin dejar de ser conceptos abstractos. Por supuesto,<br />

esto no fué conseguido de una vez; sólo en<br />

la madurez logró el poeta la unidad creadora que<br />

subrayamos. En cambio, en la comedia, como puede<br />

verse por la del mismo título, la perfección se logra<br />

mucho antes. La vida es sueño, auto, en su segunda<br />

redacción, corresponde a esta época de madurez.<br />

Los autos sacramentales son, como es sabido, piezas<br />

eucarísticas, tridentinas, pues el Concilio de Trento<br />

había concentrado el dogma en la Eucaristía. En la<br />

loa del auto La siembra del Señor, Calderón concede<br />

la palma al Estío, entre todas las estaciones del año,<br />

porque en él se celebra la fiesta del Corpus. Corno<br />

Parker ha notado, el motivo es siempre eucarístico,<br />

aunque no lo sea el argumento. De Calderón, sólo<br />

un auto de la primera époc a, La hidalga del<br />

valle (1640), es mariano, sin motivo eucarístico. En<br />

los demás, aunque el terna sea predominantemente<br />

mariano, hay un remate eucarístico, más o menos perfectamente<br />

encajado, según la perfección lograda por<br />

el poeta.<br />

EL PENSAMIENTO<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

Los autos calderonianos más notables son aquellos<br />

que, como ha dicho Valbuena, sintetizan "la historia<br />

teológica de la Humanidad": creación, pecado original,<br />

redención. A éstos pertenece La vida es sueño.<br />

Así también El veneno y la triaca (que he analizado<br />

en mi estudio-antología de Labor) o A tu prójimo<br />

como a ti, El pintor de su deshonra y otros. La profundidad<br />

filosófica-teológica de estos autos es considerable.<br />

En torno al problema del hombre, de su<br />

origen, su papel en el mundo y su destino, se abarcan<br />

los problemas de su vida psíquica, su vida moral, el<br />

universo y el lugar en él del hombre, la sobrenaturalización,<br />

en fin, de la naturaleza humana. Las Sagradas<br />

Escrituras y las cartas de los apóstoles, la<br />

Patrística, y muy especialmente San Agustín, y la<br />

Escolástica medieval y contemporánea del dramaturgo,<br />

son sus bases doctrinales. Pero, además, su pensamiento<br />

está en correlación con el pensamiento de<br />

su época, aunque no conozca directamente la obra de<br />

Descartes, por ejemplo. Así, el problema de la distinción<br />

del sueño y la vigilia, los engaños de los<br />

sentidos, la duda metódica—temas cartesianos—se encuentran,<br />

aunque resueltos ortodoxamente, en Calderón.<br />

Así también la armonía del universo, en forma<br />

semejante a como la tratan Malebranche o Leibniz.<br />

Calderón no construye un sistema filosófico; utiliza,<br />

sin propósito sistemático, lo que necesita para sus<br />

creaciones. Además, la intuición del poeta, al penetrar<br />

profundamente en la naturaleza humana, plantea<br />

cuestiones de sorprendente actualidad, como las de la<br />

libertad y la nada de la existencia del hombre.<br />

LA FORMA<br />

No son los autos sacramentales escolástica en verso,<br />

como exageradamente se ha dicho. Aparecen en las<br />

loas y en algunos fragmentos disputas escolásticas de<br />

escaso valor poético, aunque necesarias para la intelección<br />

doctrinal, antes de lograr la fusión perfecta<br />

de filosofía, teología y poesía. Pero no sólo los hermosos<br />

sonetos, romances o décimas, sino también el<br />

aliento poético que envuelve a la obra entera es de<br />

subidísimo valor. Los temas de la creación del hombre,<br />

las glosas de los salmos y del libro de Job—tan<br />

frecuentes—, la sumisión y rebelión de los elementos,<br />

según esté el hombre en gracia o en culpa, proporcionan<br />

motivos que se despliegan en la pompa poética<br />

barroca, tan incomprendida en el pasado siglo.<br />

La escenografía, que se va complicando en los autos<br />

de la segunda época, tiene esta misma pompa: diríase<br />

un Rubens. Las "antesalas celestes" de la pintura<br />

de la época se hacen también plásticas en el movimiento<br />

de las figuras escénicas y en la utilización de<br />

símbolos, como el hacha de luz de la vida, el espejo,<br />

los frutos, etc. La rigurosa unidad y jerarquía, subrayada<br />

también por Valbuena, en las obras calderonianas,<br />

produce una integración sinfónica. El tema musical<br />

de los elementos—en este mismo auto y en<br />

otros—o la música que avisa o advierte, como el<br />

"Obrar bien, que Dios es Dios", de El gran teatro<br />

del mundo, manifiestan la importancia del elemento<br />

musical, acorde con la iniciación en el barroco de la<br />

música moderna.<br />

SÍNTESIS<br />

Así, las formas literarias, pictóricas, escultóricas y<br />

musicales se funden con el pensamiento teológico y<br />

filosófico, mostrando claramente la unidad de cultura<br />

de la época. Con el término barroco no designamos,<br />

pues, aquí, una cierta singularidad literaria o artística,<br />

sino la época entera en su unidad creadora.<br />

EL AUTO LA VIDA ES SUEÑO"<br />

Como hemos dicho, hay dos redacciones. La primera,<br />

conservada en los manuscritos 14.849 y 16.281<br />

de la Biblioteca Nacional, fué publicada por Angel<br />

Valbuena Prat, en su tesis doctoral, que en la bibliografía<br />

se reseña. A juicio de Valbuena, es obra de<br />

Calderón intermedia entre la comedia y el auto en<br />

su forma definitiva, más cerca de la comedia en sus<br />

personajes y asunto y rruls imperfecta en su realiza-


ción, salvo fragmentos aislados de mayor frescura<br />

poética. La relación con la conocida comedia del mismo<br />

título parece manifiesta. La relación de algunos<br />

personajes, como Segismundo y el Hombre; Clotaldo,<br />

consejero de Segismundo, y el Entendimiento, se<br />

manifiesta con claridad. Esta relación es aún más estrecha<br />

en la primera redacción. Se encuentra en ambas<br />

obras el monólogo sobre la libertad y el desengaño,<br />

si bien este último, en el auto, se enlaza con<br />

el tema de la rebelión de los elementos contra el<br />

hombre en culpa y adquiere un sentido teológico. La<br />

escena del despeñamiento del criado se da también<br />

aquí, aunque el despeñado es el Entendimiento. Pero<br />

es, sobre todo, el tema central del destino del hombre<br />

y su comportamiento en este mundo lo que mantiene<br />

la relación frente a otras posibles visiones parciales.<br />

ARGUMENTO <strong>DE</strong>L AUTO<br />

La loa que precede a este auto plantea, como es<br />

frecuente, una disputa escolástica sobre el tema que<br />

enuncia la Música, a saber: maté es mayor prodigio:<br />

la Encarnación, en que Dios se hace hombre; la<br />

Redención, en que Dios padece por el hombre, o la<br />

Eucaristía, en que se le da en Manjar? Los cinco<br />

sentidos, después de la consabida disputa sobre las<br />

especies de pan y vino, dan su respuesta; pero lo<br />

singular es la respuesta del Oído—el vencedor—, que<br />

dice que lo más prodigioso es la elevación del hombre<br />

a Dios, pues "no es / tanto que el Dios Hombre<br />

sea / como que el Hombre sea Dios". Esta solución<br />

implica el proceso de sobrenaturalización de la naturaleza<br />

humana, que es propiamente lo que constituye<br />

la historia de la Humanidad, y viene a ser, así,<br />

una respuesta al tema general del auto. Este comienza<br />

también con una disputa entre los Cuatro Elementos,<br />

en la confusión del Caos—que Calderón identifica<br />

siempre con la Nada de los profetas—hasta que<br />

el Poder, la Sabiduría y el Amor, es decir, las tres<br />

personas de la Santísima Trinidad, con un solo poder,<br />

querer y saber, ordenan el Caos en el Cosmos. Queda<br />

así preparado el escenario en que se desarrollará<br />

la historia de la Humanidad. El Poder crea; la Sabiduría<br />

ordena; el Amor anima y despierta el afecto<br />

de las Criaturas a Dios. Sigue el cántico de los Elementos—"bendecid<br />

al Señor"—y la petición del Elemento<br />

más activo—el Fuego—, en nombre de todos,<br />

(le un rey de la creación.<br />

En este punto, el Poder anuncia que eternamente<br />

está ese rey en "el ejemplar de su idea", pero que,<br />

anunciado a los ángeles, uno—el más hermoso—, por<br />

no prestarle vasallaje, se rebeló. ¿Pasará igual en el<br />

Hombre? La Sabiduría "prevé" la caída del Hombre<br />

y su redención, si él mismo admite "humano ser".<br />

A lo que el Amor opone, afirmando el libre albedrío,<br />

que los "amenazados riesgos no son tan precisos",<br />

si el Hombre sabe que ha de ganar o perder por sí<br />

mismo su Imperio, lo que puede alcanzar por su Entendimiento<br />

y libre Albedrío. El Poder ordena a los<br />

Elementos que le presten vasallaje, si obra bien, y<br />

le arrojen, si mal, y dispone el Paraíso.<br />

Pero la Sombra (la Culpa) y el Príncipe de las Tinieblas<br />

acechan. La Sombra, "pálida tez del Caos",<br />

invoca al Príncipe en los versos agudos calderonianos,<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.--CAL<strong>DE</strong>R6N 69<br />

que expresan temor o mal. Ambos asisten, envidiosos,<br />

a la formación del Hombre, para la que presta<br />

la Tierra el lodo; el Agua, el elemento para amasarlo;<br />

el Aire, su aliento o "suspiro"; el Fuego, el<br />

"calor de vida". Dios le da los talentos de Potencias<br />

y Sentidos y le ilumina con la luz de la Gracia. Así<br />

surge el Hombre de un peñasco. (Recogemos este<br />

fragmento para el comentario.) Aquí se inserta el<br />

monólogo sobre la libertad, paralelo al de la comedia,<br />

aunque en sentido más trascendental.<br />

Sigue la pleitesía de los Elementos, que se desarrolla<br />

paralela al desvanecimiento del Hombre y a la<br />

preparación de la tentación por la Sombra y el Príncipe<br />

de las Tinieblas.<br />

Se inserta otro monólogo del Hombre—Cielos, ¿qué<br />

es esto que veo?—paralelo al de la comedia: Válgame<br />

el Cielo!, qué veo?". El Entendimiento amonesta<br />

al Hombre, mientras el Albedrío le incita a seguir<br />

su gusto. Albedrío aquí vale tanto como apetito<br />

natural.<br />

Para la simbología del auto es interesante consignar<br />

los símbolos marianos del espejo (cristal o luna<br />

no manchado), el ave (ave llena de Gracia), las flores<br />

(por la azucena) y la cruz de la espada. En ninguno<br />

de ellos logra la Sombra poner su veneno; es en los<br />

frutos donde puede hacerlo, presentándose al Hombre<br />

como cultivadora de los jardines. En la tentación,<br />

el Entendimiento cumple su papel de discernir el<br />

bien del mal, e introduce el tema de la vida como<br />

sueño: "que suelen / ser soñadas las venturas; / y<br />

podrá ser, si despiertas, / que entre fantasmas confusas<br />

/ todo esto vuelva a ser nada". Pero el Hombre,<br />

ayudado por su Albedrío, despeña a su Entendimiento<br />

y come la fruta. El mundo se desordena, pues el<br />

pecado introduce el desorden en la creación. Los<br />

Elementos se rebelan, y Poder, Sabiduría y Amor decretan<br />

el cumplimiento de la Redención, puesto que<br />

el hombre es "capaz de enmienda".<br />

Vuelve el Hombre al peñasco donde salió, en escena<br />

paralela a la vuelta de Segismundo a su prisión,<br />

y viene el monólogo del desengaño, central en la<br />

comedia. También aquí se da "el orgullo reprimamos"<br />

y la idea de que todo lo vivido se ha soñado,<br />

pero con un final diferente, en que el Hombre adquiere<br />

conciencia de su culpa, pues es la Sombra<br />

quien le acompaña y contesta. Pero el Hombre recobra<br />

su Entendimiento y su Albedrío, con lo que es<br />

capaz de reconocer su falta y pedir perdón por ella.<br />

La Penitencia del Hombre atrae la misericordia divina,<br />

y la Música anticipa el "Gloria a Dios en las<br />

alturas", hasta que la Sabiduría encarna en el Peregrino,<br />

figura de Cristo. Este desata al Hombre de<br />

sus cadenas y carga con ellas, es decir, carga con sus<br />

culpas, va que El sólo puede dar a culpa infinita infinita<br />

recompensa. La Sombra y el Príncipe, que vienen<br />

a matar al Hombre (el pecado es ya muerte del<br />

alma), matan al Peregrino. Pero su muerte es el<br />

triunfo de la Vida, pues resucita, y la Redención<br />

del Hombre se ha consumado. Los Elementos vuelven<br />

a su obediencia, pues vuelven a la Gracia. El Agua<br />

da materia para el Bautismo; la Tierra, espigas y<br />

vides para la Eucaristía; Sacramentos ambos que le<br />

libran de la culpa original y, por la penitencia, de<br />

la culpa actual. Como en A tu prójimo como a ti,<br />

el Hombre no se restaura por sí mismo, aunque se


70<br />

necesita su libre inclinación, sino por Cristo y los<br />

Sacramentos. La transustanciación es posible, porque<br />

la Voz que pudo sacar de la nada cielos y tierra,<br />

puede hacerlo todo. El Aire presta su materia para<br />

la voz consagradora y el Fuego su llama de amor. En<br />

este final eucarístico el Poder enseria al Hombre:<br />

Y pues cuanto vives sueñas,<br />

pues al fin la vida es sueño,<br />

no otra vez tanto bien pierdas,<br />

porque volverás a verte<br />

aún en prisión más estrecha,<br />

si con culpa en el letal<br />

último sueño despiertas.<br />

Tras la acostumbrada petición de perdón, se cierra<br />

el auto con el "Gloria a Dios en las alturas".<br />

FRAGMENTO COMENTADO<br />

Como se sefiala en su lugar, en el argumento, selecciono<br />

el momento de la emergencia del Hombre<br />

con el monólogo sobre la libertad. El tema de este<br />

surgimiento se halla también profundamente tratado<br />

en otros autos, como El pleito matrimonial y El gran<br />

tea/lo del mundo, con cuyos fragmentos se puede comparar<br />

para completar las ideas calderonianas sobre el<br />

tema. He aquí ahora este fragmento:<br />

(Descarese un peñasco, y el HOMBRE vestido de pieles y<br />

la GRACIA con un hacha.)<br />

GRACIA ¡Hombre, imagen de tu Autor,<br />

de esa enorme cárcel dura<br />

rompe la prisión oscura<br />

a la voz de tu Criador!<br />

HOMBRE ¿Qué acento? ¿Qué resplandor<br />

vi, si esto es ver; oí,<br />

si es oír, esto que hasta aquí<br />

del no ser pasando al ser;<br />

no sé más, que no saber,<br />

qué soy, qué seré o qué luí?<br />

GRACIA Sigue esta Luz, y sabrás<br />

de ella lo que fuiste y eres;<br />

mas de ella saber no esperes<br />

lo que adelante serás,<br />

que ello tú solo podrás<br />

hacer que sea malo o bueno..<br />

HOMBRE De mil confusiones lleno<br />

te sigo. ¡Oh, qué torpe el paso<br />

primero doy!<br />

LUZ ¿No es, acaso,<br />

que de libertad ajeno<br />

nazca el hombre?<br />

HOMBRE Pues ¿por qué,<br />

si ese hermoso luminar<br />

(que a un tiempo ver y cegar<br />

hace) otra criatura fui,<br />

apenas nacer se ve,<br />

cuando con la majestad<br />

de su hermosa claridad<br />

azules campos corrió,<br />

teniendo más alma yo<br />

tengo menos libertad?<br />

¿Por qué, si es que es ave aquella<br />

que, ramillete de pluma,<br />

va con ligereza suma<br />

por esa campaña bella;<br />

nace apenas, cuando en ella<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

COMENTARIO<br />

con libre velocidad<br />

discurre la variedad<br />

del espacio en que nació,<br />

teniendo más vida yo,<br />

tengo menos libertad?<br />

¿Por qué, si es bruto el que a bellas<br />

manchas salpica la piel<br />

(gracias al docto pincel<br />

que aún puso primor en ellas),<br />

apenas nace y las huellas<br />

estampa, cuando a piedad<br />

de bruta capacidad,<br />

uno y otro laberinto<br />

corre, yo, con más instinto,<br />

tengo menos libertad?<br />

¿Por qué, si es pez el que en frío<br />

seno nace y vive en él,<br />

siendo argentado bajel,<br />

siendo escamado navío,<br />

con alas que le dan brío,<br />

surca la vaga humedad<br />

de tan grande inmensidad<br />

como todo an elemento,<br />

teniendo yo más aliento,<br />

tengo menos libertad?<br />

¿Qué mucho, pues, si se ve<br />

torpe el hombre en su creación,<br />

que tropiece la razón<br />

donde ha tropezado el pie?<br />

Y pues hasta ahora no sé<br />

quién soy, quién seré, quién ftlí,<br />

ni más de que vi y oí,<br />

vuelva a sepultarme dentro<br />

ese risco, en cuyo centro<br />

se duela mi autor de mí.<br />

(Clásicos castellanos, 69; págs. 208-210.)<br />

En cierto modo, en un auto sacramental, la exploración<br />

de su argumento y sentido alegórico de las<br />

figuras y las acciones supone ya un comentario. Pueden<br />

notarse las formas barrocas de los Elementos en<br />

la Creación; la teoría empedoclea—y luego aristotélica<br />

y escolástica—de los cuatro Elementos y de sus<br />

afinidades y diferencias por el amor y el odio; las<br />

"ideas ejemplares" agustinianas y las dificultades teológicas<br />

que van surgiendo y que, generalmente, plantean<br />

la Sombra y el Príncipe.<br />

Viniendo ya, concretamente, al fragmento seleccionado,<br />

notamos lo siguiente:<br />

a) Forma.—E1 fragmento está escrito en décimas,<br />

estrofas de versos de arte menor, octosílabos, según<br />

la siguiente combinación métrica: abbaaccddc. En esta<br />

misma estrofa está el monólogo de la libertad de<br />

Segismundo, y es muy frecuente en Calderón. Las<br />

décimas calderonianas tienen frecuentemente una estructura<br />

que las divide en dos partes: la primera<br />

comprende los cuatro primeros versos; aquí se da<br />

una pausa y luego se da un nuevo movimiento que<br />

abarca el resto de la estrofa. Este ritmo en curva doble<br />

y desigual determina la entonación y la música<br />

en general de los versos. Sólo en su unidad tiene sentido<br />

hablar de mayor o menor logro o perfección de<br />

un pasaje calderoniano en décimas.<br />

El barroquismo no es preciso subrayarlo. Se podría


hablar del "conceptismo" de la primera y última estrofa,<br />

cuando habla el Hombre, si no fuera más bien<br />

conceptualismo" filosófico. Calderón dice en verso,<br />

con la mayor precisión, las mayores sutilezas filosóficas.<br />

Las imágenes de las décimas de la libertad manejan<br />

más bien tópicos de la poesía de la época, algunos<br />

típicamente calderonianos: "ramilletes de plumas"<br />

(como en otros lugares, "cítara de plumas"),<br />

azules campos", el firmamento; "argentado bajel" o<br />

"escamado navío", el pez. No surgen aquí las imágenes<br />

impresionantes que dan la medida, en otros<br />

lugares, de su fuerza creadora. (Pueden verse algunas<br />

en "Arte dramático y Lenguaje poético", en el<br />

Apéndice del Calderón de Labor.) Aquí la expresión<br />

se ciñe al pensamiento que se quiere expresar, desplegado<br />

en las comparaciones que, aproximadamente,<br />

se encuentran ya en la comedia. La sucesión allí es:<br />

ave-bruto-pez-arroyo; aquí: sol-ave-bruto-pez. La preeminencia<br />

humana se señala allí, respectivamente, por<br />

"más alma, mejor instinto, más albedrío, más vida".<br />

En el auto, por "más alma, más vida, más instinto,<br />

más aliento". Salvo el instinto, especialmente ligado<br />

al bruto, se observa que los demás términos son intercambiables,<br />

pues se puede decir, conservando el<br />

mismo sentido, que el hombre tiene más vida o más<br />

alma que el sol o el arroyo (inanimados) o que el<br />

ave (animada, pero sólo con alma y vida sensibles).<br />

No se trata, pues, de una imprecisión conceptual; la<br />

equivalencia deja al poeta libre para utilizarlos, sin<br />

ripio, según las necesidades de la rima. Obsérvese,<br />

de paso, cómo forma y pensamiento aparecen indesligables.<br />

Se puede notar la fuerza expresiva de algunos verbos—"azules<br />

campos corrió"—o de algunos epítetos:<br />

"libre velocidad", "bruta capacidad", "frío seno",<br />

‘`vaga humedad". Y a este tenor, otras precisiones estilísticas,<br />

notando que la forma se ciñe como piel al<br />

pensamiento, por lo que no hay desmesura, como<br />

Dilthey va notó. (Psicología y Teoría del conocimiento:<br />

"La imaginación *del poeta".)<br />

b) Pensan2iento.—En conjunto, se plantea aquí el<br />

problema total del hombre: su origen, su naturaleza<br />

y su destino. Las tres cuestiones van implicadas y son<br />

realmente una: la determinación de la esencia humana.<br />

Su naturaleza responde a su origen y en ella<br />

va dado su destino, puesto que lo que haya de ser<br />

depende de lo que esencialmente es: un ser liberado<br />

de la servidumbre de los instintos y dirigido a una<br />

vida supraterrena.<br />

Puede verse este tema general planteado en otros<br />

autos, especialmente en El gran teatro del mundo;<br />

El pleito matrimonial (pregunta que comienza: "Sin<br />

oír hablar ni ver / en noche continua estoy"); El<br />

pintor de su deshonra ("Qué soberano poder / hoy<br />

ser al no ser ha dado...?"); el soneto de la Naturaleza<br />

Humana en La cura y la enfermedad; el parlamento<br />

de la Razón en Los alimentos del hombre;<br />

la capacidad de arrepentimiento en La redención de<br />

cautivos.<br />

El Hombre aparece entre el bruto y el ángel. Así lo<br />

dice el Príncipe en la escena que sigue a este fragmento<br />

("d Quién es el hombre, Señor, / que tanto<br />

le magnificas?"). Por el pecado se hace bruto; por<br />

la Gracia se eleva al ángel. Sólo moviéndose en esta<br />

dirección cumple el destino que corresponde a su na-<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.--CAL<strong>DE</strong>RÓN 71<br />

turaleza de ser libre, con un alma hecha a imagen<br />

y semejanza de Dios. Pero es verdaderamente libre?<br />

Veamos ahora en detalle esta cuestión.<br />

ANÁLISIS MÁS <strong>DE</strong>TALLADO<br />

La idea de la naturaleza humana como sobrenaturalizada<br />

desde su origen está ya contenida en los<br />

cuatro versos que dice la Gracia, al considerar al<br />

Hombre "imagen de su Autor". Pero también está<br />

su adscripción terrena, pues que sale de la "enorme<br />

cárcel dura" de un peñasco, de la "prisión oscura"<br />

de la tierra. El Verbo creador, la Palabra divina, que<br />

es, según San Agustín (Confesiones, L, XI, cap. VII),<br />

el mismo Hijo de Dios o Sabiduría, es quien tiene<br />

poder para sacarle de esta prisión, dotándole de Verbo<br />

o lógos, de "racionalidad", en el amplio sentido<br />

escolástico del término rationalis, tan restringido en<br />

el pensamiento moderno.<br />

A esta Voz, el Hombre pasa "del no ser al ser",<br />

pero pasa en "confusión". De aquí la triple interrogación<br />

sobre su naturaleza, su destino y su origen:<br />

"quién soy, quién seré, quién fuí".<br />

La Gracia le contesta. Siguiendo su luz, ésta le<br />

esclarecerá sobre su origen y naturaleza, pero su futuro<br />

depende de él, está en su mano. Es la afirmación<br />

del libre albedrío. El hombre "se hace" según obre<br />

bien o mal; no constituye su propio ser, pues, como<br />

ser contingente, no se da el ser a sí mismo; ni su<br />

modo específico de ser—es decir, ser "hombre" y no<br />

otro animal—depende tampoco de él; pero lo que<br />

"llegue a ser", el cumplimiento o la frustracción de<br />

su destino, está en su mano.<br />

Mas la confusión es tanta, es "tan torpe su paso",<br />

que la Luz puede preguntar: "d No es, acaso, / que<br />

de libertad ajeno / nazca el hombre?" Esta pregunta,<br />

que da origen al famoso monólogo, puede ser divertamente<br />

entendida.<br />

Puede interpretarse en el sentido de que el hombre<br />

conquista su libertad, partiendo de una vida primitiva<br />

casi animal y alejándose de ella en un proceso de<br />

"humanización", primero, y de "espiritualización",<br />

después. Es lo que viene a sostener Jaspers en su<br />

Origen y meta de la Historia. Entra en el pensamiento<br />

general de Jaspers la idea de que el Hombre es<br />

un ser siempre inacabado, siempre capaz de algo absolutamente<br />

nuevo: este "inacabamiento" le es esencial.<br />

Pero si el hombre naciese totalmente ajeno de<br />

libertad, no se comprende cómo ni por qué o por<br />

quién llegaba a ser libre, pues de su misma naturaleza<br />

finita no podría brotar la liberación. Se hace necesario<br />

pensar en una Persona Infinita que le haya<br />

"liberado", esto es, que haya suspendido su servidumbre<br />

a la inferior vida instintiva, desligándole así<br />

de la pura animalidad.<br />

La pregunta, sin embargo, responde bien al hecho<br />

histórico de que el hombre, cercado por la Naturaleza,<br />

necesitó milenios para encauzar "humanamente"<br />

su vida, y, por tanto, en su limitación e imperfección,<br />

cabe preguntarse si es verdaderamente libre.<br />

La pregunta implica la cuestión de su destino, pues,<br />

según sea o no sea libre, su destino estará determinado<br />

al modo físico o podrá autodeterminarse, conforme<br />

a su esencial naturaleza. En cuanto la esencia


72<br />

humana pide ya el obrar como hombre, la indeterminación<br />

de la libertad no entrega el hombre al azar,<br />

originando la angustia o "vértigo de la libertad", en<br />

la expresión kierkegaardiana, sino que hay fines que<br />

corresponden necesariamente a la naturaleza humana,<br />

y, por tanto, su destino se cumple, históricamente, con<br />

necesaria libertad".<br />

En el famoso monólogo que sigue, el Hombre encuentra<br />

que los seres inanimados y animados tienen,<br />

aparentemente, más libertad que él. Se trata de una<br />

ilusión, pero de una ilusión explicable. Los seres no<br />

racionales están sometidos a la servidumbre del ser<br />

físico; su destino está causalmente trazado, y su "naturaleza"<br />

consiste en no poder elevarse sobre la Naturaleza.<br />

Como no tiene que decidirse ni "hacerse"<br />

su vida, esto da a su vivir una seguridad que, en su<br />

descanso de toda responsabilidad, parece una liberación.<br />

Pero una liberación de su propia capacidad de<br />

autodeterminación sería, para el hombre, un descenso<br />

a la vida inferior: sería un encadenamiento a la Naturaleza.<br />

No estaría liberado, sino "condenado" a la<br />

servidumbre de lo puramente natural. La libertad es<br />

una "salvación" de esta servidumbre; por ella el hombre<br />

no está "condenado a ser libre", como se ha dicho<br />

(Sartre), sino salvado de la esclavitud física.<br />

Se ha podido pensar, como ha pensado L. E. Palacios<br />

a propósito del monólogo de Segismundo, que<br />

se trata, en la comedia, sólo de la libertad física, que<br />

Segismundo envidia en los otros seres. En efecto, la<br />

libertad de esos seres es una libertad física, es decir,<br />

un "encadenamiento" causal. Pero la cuestión de fondo<br />

que en la pregunta late es la de si, al carecer de<br />

esa "determinada libertad", el hombre no está en situación<br />

inferior para cumplir su destino, dado que<br />

tiene que resolvérselo por sí y se encuentra limitado<br />

e imperfecto, sumido en la confusión. La cuestión<br />

del destino está, pues, claramente implicada.<br />

Por esa situación inferior, "el delito mayor" del<br />

hombre sería "el haber nacido", como se dice en la<br />

comedia; el hombre representaría una imperfección<br />

en la regularidad de la naturaleza, un ser contradictorio<br />

y absurdo que aspiraría a "ser lo que no es".<br />

Este pensamiento informa muchas teorías modernas.<br />

Pero no es, claro está, la respuesta cristiana.<br />

Al sentirse el Hombre tan inseguro sobre su ser<br />

y destino, quisiera no haber nacido: es la vocación<br />

al no ser, la nada potencial que en todo ser contingente<br />

reside, pero de la que sólo el hombre, entre los<br />

seres terrenos, se da cuenta. Por eso el Hombre quiere<br />

"sepultarse" otra vez en el risco del que surgió.<br />

Pero esta potencia nadificadora es sólo un aspecto<br />

parcial de la naturaleza humana—que los existencialistas<br />

hacen total—, y hay que contar con que en el<br />

hombre se da una "actualidad" y una vocación de<br />

eternidad realizable por la inmortalidad de su alma.<br />

Calderón sabe, además, que "todo ser es bueno" metafísicamente,<br />

y, por eso, si el Hombre dice, en El<br />

pleito matrimonial, "ni ser quiero, que es tristeza / a<br />

mi ser aparejada / ver que acaba siendo nada / ser<br />

que siendo nada empieza", corrige este nihilismo,<br />

afirmando, a continuación, que vale más "ser para<br />

dejar de ser / que no ser nunca jamás".<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

EUGENIO FRUTOS<br />

Catedrático de la Universidad de Zaragoza.<br />

BIBLIOGRAFIA ESENCIAL<br />

A) Ediciones del auto La vida es sueño:<br />

CAL<strong>DE</strong>RÓN <strong>DE</strong> LA BARCA (D. Pedro): Autos sacramentales, alegóricos<br />

e historiales. Primera parte. En Madrid, 1677. (Figuran<br />

doce autos, entre los cuales está el comentado. Hay<br />

alguna reimpresión.)<br />

PANDO Y MIER (D. Pedro): Autos sacramentales, alegóricos e<br />

historiales del insigne poeta español don Pedro Calderón de<br />

la Barca. Madrid, 1717. (72 autos en seis volúmenes. La<br />

vida es sueño figura en el tomo VI.)<br />

FERNÁN<strong>DE</strong>Z <strong>DE</strong> APONTES (J .) : Autos sacramentales alegóricos y<br />

historiales del Phénix de los poetas, el español don Pedro<br />

Calderón de la Barca. Madrid, 1756-59. (73 autos en seis<br />

volúmenes. La vida es sueño figura en el IV.)<br />

BIBLIOTECA <strong>DE</strong> AUTORES ESPAS'OLES: Autos sacramentales desde<br />

su origen hasta fines del siglo XVII. Colección por don EDUAR-<br />

DO GONZÁLEZ PEDROSO, t. LVIII. Rivadeneyra, Madrid, 1865.<br />

(Selecciona 14 autos de Calderón, entre ellos La vida es<br />

sueño; págs. 421-440.)<br />

VALBUENA PRAT (Angel): 1. Don Pedro Calderón de la Barca:<br />

Obras completas; tomo III, Autos sacramentales. Aguilar, Madrid,<br />

1952. (La vida es sueño figura en las págs 1381-1407,<br />

incluyendo nota preliminar y loa. La primera redacción, en<br />

las págs. 1859-1875, también con nota preliminar. Fué publicada<br />

antes por el mismo VALBUENA en su tesis doctoral:<br />

Los autos... de Calderón, 1924.)<br />

2. Autos sacramentales. 1. La cena del rey Baltasar, El gran<br />

teatro del mundo y La vida es sueño. "Clásicos Castellanos",<br />

número 69. Madrid, 1926. (Esta es la única edición asequible<br />

a los alumnos.)<br />

B) Estudios para el comentario:<br />

ALONSO (Dämaso), y sotisofslo (Carlos): Seis calas en la expresión<br />

literaria española. Gredos, Madrid, 1951. (Correlación<br />

en la estructura del teatro calderoniano; págs. 113-187.)<br />

FRUTOS (Eugenio): Calderón de la Barca (Estudio y Antología).<br />

"Clásicos Labor", IX. Barcelona, 1949. (Además de la<br />

bibliografía calderoniana, hay un apartado especial de estudio<br />

sobre el Barroco.)<br />

La Filosofía de Calderón en sus Autos Sacramentales. Institución<br />

"Fernando el Católico". Zaragoza, 1952. (También<br />

con bibliografía calderoniana.)<br />

PALACIOS (Leopoldo E.): La vida es sueño. "Finisterre", II, fascículo<br />

1; págs. 5-52. Madrid, 1948.<br />

PARKER (Alexandre A.): The allegorical drama of Calderón.<br />

The Dolphin Book. Oxford and London, 1943.<br />

"Calderón, el dramaturgo de la escolástica". Revista de Estudios<br />

Hispánicos, 3, 4, Madrid.<br />

REYES (Alfonso): "Un tema de La vida es sueño". "El hombre<br />

y la Naturaleza en el monólogo de Scgismundo". Revista de<br />

Filología Española, IV, I,; págs. 1-25 y 237-276. Madrid,<br />

1917.<br />

TEATRO TEOLÓGICO ESPAIZIOL (Piezas maestras del): I. Autos sacramentales.<br />

Selección, prólogo e introducción de Nicolás<br />

GONZÁLEZ RUIZ. B. A. C., Madrid, 1953. (Incluye 15 autos<br />

de CAL<strong>DE</strong>RÓN, entre ellos La vida es sueño; págs. 388-423.)<br />

VALEUENA PRAT (Angel): Calderón. Su personalidad, su arte<br />

dramático, su estilo y sus obras. Juventud, Barcelona, 1941.<br />

El orden del Barroco en La vida es sueño. Escorial, VI, 16;<br />

páginas 167-192. Madrid, 1942.<br />

(Hay que tener en cuenta, además, los prólogos y notas<br />

de las ediciones citadas y del otro volumen de Autos de<br />

Calderón en "Clásicos castellanos", núm. 74 (1927). Y también<br />

los capítulos que consagra a CAL<strong>DE</strong>RÓN en su Historia<br />

de la Literatura Española y en su Literatura dramática española.<br />

Labor, Barcelona, 1930.)


1. TEXTO<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.—LEIBNIZ 73<br />

Comentario al § 1.3 del "Discurso de Metafísica" de Leibniz<br />

COMO LA NOCIÓN INDIVIDUAL <strong>DE</strong> CADA PERSONA ENCIE-<br />

RRA <strong>DE</strong> UNA VEZ PARA TODAS LO QUE OCURRIRÁ SIEMPRE,<br />

SF VEN EN ELLA LAS PRUEBAS "A PRIORI" O RAZONES <strong>DE</strong><br />

LA VERDAD <strong>DE</strong> CADA ACONTECIMIENTO, O POR QUE', HA<br />

OCURRIDO UNO CON PREFERENCIA A OTRO. PERO ESTAS<br />

VERDA<strong>DE</strong>S, AUNQUE SEGURAS, NO <strong>DE</strong>JAN <strong>DE</strong> SER CONTIN-<br />

GENTES, PUES SE FUNDAN EN EL LIBRE ALBEDRÍO <strong>DE</strong> DIOS<br />

Y <strong>DE</strong> LAS CRIATURAS, ES CIERTO QUE SU ELECCIÓN TIENE<br />

SIEMPRE SUS RAZONES, PERO INCLINAN SIN NECESITAR.<br />

Pero antes de pasar más adelante, hay que tratar de salvar<br />

una gran dificultad, que puede surgir de los fundamentos<br />

que hemos establecido más arriba. Hemos dicho que la<br />

noción de una sustancia individual encierra de una vez para<br />

siempre todo lo que puede ocurrirle jamás, y que considerando<br />

esta noción se puede ver todo lo que se podrá enunciar de ella<br />

con verdad, como podemos ver en la naturaleza del círculo<br />

todas las propiedades que se pueden deducir de ella. Pero parece<br />

que con esto se anulará la diferencia entre las verdades<br />

contingentes y necesarias; que la libertad humana no tendrá<br />

ya lugar alguno, y que una fatalidad absoluta imperará en toda<<br />

nuestras acciones como en todo el resto de los aconteci•<br />

mientos del mundo. A lo cual respondo que hay que distinguir<br />

entre lo que es cierto y lo que es necesario; todo el PI undo<br />

está de acuerdo en que los futuros contingentes son seguros,<br />

puesto que Dios los prevé, pero no se reconoce por eso<br />

que sean necesarios. Pero—se dirá—si alguna conclusión se<br />

puede deducir infaliblemente de una definición o noción, será<br />

necesaria. Y nosotros sostenemos que todo lo que ha de ocurrir<br />

a alguna persona está ya comprendido virtualmente en su<br />

naturaleza o noción, como las propiedades lo están en la noción<br />

de círculo. Así, la dificultad subsiste ruin; para resolverla<br />

sólidamente digo que la conexión o consecución es de<br />

dos maneras: una es absolutamente necesaria; su contrario<br />

implica contradicción, y esta deducción se realiza en las verdades<br />

eternas, como son las de Geometría; la otra sólo es<br />

necesaria ex hypothesi, y por decirlo así, accidentalmente, y es<br />

contingente en sí misma cuando el contrario no implica [contradicción].<br />

Y esta conexión no se funda en las ideas puras<br />

y en el simple entendimiento de Dios, sino también en sus<br />

decretos libres y en la continuidad del universo. Pongamos<br />

un ejemplo: Puesto que Julio César llegará a ser dictador perpetuo<br />

y dueño de la República y suprimirá la libertad de los<br />

romanos, esta acción está comprendida en su noción, pues<br />

suponemos que la naturaleza de tal noción perfecta de un<br />

sujeto es comprenderlo todo, a fin de que el predicado esté<br />

incluido en ella, ut possit messe subjecto. Se podría decir que<br />

no tiene que cometer esa acción en virtud de esa noción o<br />

ideas, puesto que sólo le conviene porque Dios lo sabe todo.<br />

Pero se insistirá en que su naturaleza o forma responda a<br />

esa noción, y puesto que Dios le ha impuesto ese personaje,<br />

desde ese momento le es necesario satisfacer a él. Podría responder<br />

a esto por la instancia de los futuros contingentes.<br />

pues éstos no tienen aún ninguna realidad fuera del entendimiento<br />

y voluntad de Dios, y puesto que Dios les ha dado<br />

allí esa forma de antemano, será menester de todos modos<br />

que respondan a ella. Pero prefiero resolver las dificultades<br />

mejor que disculparlas con cl ejemplo de otras dificultades<br />

semejantes, y lo que voy a decir servirá para explicar tanto<br />

una como otra. Ahora es, pues, cuando hay que aplicar la distinción<br />

de las conexiones, y digo que lo que sucede de conformidad<br />

con esas anticipaciones es seguro, pero no es necesario,<br />

y si alguien hiciera lo contrario no haría nada imposible<br />

en sí mismo, aunque sea imposible (ex hipothesi) que esto<br />

acontezca. Pues si algún hombre fuera capaz de concluir toda<br />

la demostración, en virtud de la cual podría probar esa conexión<br />

del sujeto, que es César, y del predicado, que es su<br />

empresa afortunada, haría ver, en efecto, que la futura dictadura<br />

de César tiene su fundamento en su noción o naturaleza,<br />

que se ve en ésta una razón de por qué resolvió pasar<br />

el Rubicón mejor que detenerse en él, y por qué ganó y no<br />

perdió la jornada de Farsalia, y que era razonable y, por consiguiente,<br />

seguro que esto ocurriera; pero no que es necesario<br />

en sí mismo ni que el contrario implique contradicción.<br />

Análogamente a corno es razonable y seguro que Dios hará<br />

siempre lo mejor, aunque lo menos perfecto no implique<br />

[contradicción]. Pues se encontraría que esta demostración de<br />

ese predicado de César no es tan absoluta como las de los<br />

números o de la geometría, sino que supone la sucesión<br />

de las cosas que Dios ha escogido libremente, y que está fundada<br />

en el primer decreto libre de Dios, que establece hacer<br />

siempre lo que es más perfecto, y en el decreto que Dios ha<br />

dado (a continuación del primero) respecto a la naturaleza<br />

humana, que es que el hombre hará siempre—aunque libremente—lo<br />

que le parezca lo mejor. Pero toda verdad que<br />

está fundada en esta clase de decretos es contingente, aunque<br />

sea cierta; pues estos decretos no cambian la posibilidad de<br />

las cosas, y, como ya he dicho, aunque Dios escoja siempre<br />

seguramente lo mejor, esto no impide que lo menos perfecto<br />

sea y siga siendo posible en sí mismo, aunque no ocurra,<br />

pues no es su imposibilidad, sino su in:perfección, quien<br />

hace rechazarlo. Y nada cuyo opuesto sea posible es necesario.<br />

Se podrá, pues, resolver esta clase de dificultades por<br />

grandes que parezcan (y, en efecto, no son menos apremiantes<br />

desde el punto de vista de todos los demás que han tratado<br />

alguna vez este tema) con tal de considerar, bien que<br />

de otro modo o bien (lo que es lo mismo) que tienen pruebas<br />

a priori de su verdad, que las hacen ciertas y que muestran<br />

que la conexión del sujeto y el predicado en estas proposiciones<br />

tiene su fundamento en la naturaleza de uno y<br />

otro, pero que no tienen demostraciones de necesidad, puesto<br />

que esas razones sólo están fundadas en el principio de la<br />

contingencia o de la existencia de las cosas; es decir, en lo<br />

que es o parece lo mejor entre varias cosas igualmente posibles,<br />

mientras que las verdades necesarias están fundadas en<br />

el principio de contradicción y en la posibilidad o imposibilidad<br />

de las esencias mismas, sin tener que ver en esto ron<br />

la voluntad libre de Dios o de las criaturas.<br />

NOTICIAS GENERALES SOBRE EL<br />

TEXTO QUE SE VA A COMENTAR<br />

El texto que vamos a comentar es el § núm. 13 del<br />

Discurso de Metafísica, de Leibniz.<br />

Leibniz (1646-1716) es justamente considerado como<br />

uno de los pocos grandes espíritus enciclopédicos que<br />

hayan existido jamás. El descubrimiento del Cálculo<br />

Infinitesimal lo sitúa entre los máximos genios matemáticos;<br />

pero también fué eruditísimo historiador y<br />

jurisperito, y precursor de la Lógica simbólica. Para los


74 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

alemanes, Leibniz ha sido el promotor de los estudios<br />

filosóficos modernos. Poseía un conocimiento profundo<br />

de la Escolástica (a través de Fonseca y Suárez,<br />

principalmente); pero su pensamiento filosófico se desarrolla<br />

a partir de los grandes problemas metafísicos<br />

que planteó Descartes y continuó Spinoza. Leibniz es<br />

el último gran representante del racionalismo barroco.<br />

La producción filosófica de Leibniz se contiene en<br />

numerosas, pero breves obras—exceptuando a los Nuevos<br />

ensayos sobre el entendimiento humano y a la<br />

Teodicea—y en sus cartas (que pasan de 15.000). Ciertamente<br />

que todos estos escritos podrían considerarse<br />

como exposiciones diversas de un mismo pensamiento<br />

central, a saber: la teoría de las mónadas; de suerte<br />

que de cada obra de Leibniz podríamos decir lo que<br />

Leibniz mismo afirmaba de sus mónadas: que cada<br />

una reflejaba a todas las demás. El Discurso corrobora<br />

esta afirmación, y el párrafo del mismo que comentamos<br />

la redunda a su vez, en relación con la obra<br />

entera.<br />

El Discurso de Metafísica, de hecho, constituye la<br />

primera "cristalización" del pensamiento metafísico<br />

original de Leibniz, según declara él mismo en una<br />

carta escrita años más tarde, en 1697. "Yo he comenzado<br />

muy joven a meditar; pero sólo hace aproximadamente<br />

doce años, me he encontrado satisfecho."<br />

Leibniz, en efecto, profundamente identificado con la<br />

tradición escolástica—sobre todo, con su actitud teoleológica—había<br />

sido vivamente impresionado "por la manera<br />

elegante de explicar la Naturaleza de un modo<br />

mecánico" de Descartes, y quiso conciliar ambas actitudes,<br />

aplicando a todo ser real, simultáneamente, la<br />

concepción teoleológica—la doctrina de las causas finales—y<br />

la concepción mecanicista. Esto exigía superar<br />

el dualismo cartesiano de las Res cogitans y Res extensa,<br />

ya que, dentro de este dualismo, las categorías<br />

teleológicas y mecanicistas parecían referirse, separada<br />

y respectivamente, a estas sustancias, pero sin una<br />

unión interna y plena. A la superación del dualismo<br />

cartesiano le ayudó decisivamente el monismo de Spinoza,<br />

a quien había ido a visitar tras su estancia en<br />

París (1672-1676) y de quien al parecer consiguió la<br />

lectura de la Etica, cosa que Leibniz procuró ocultar<br />

siempre. En el Discurso de Metafísica, Leibniz logra,<br />

por primera vez, un sistema personal, basado en un<br />

reconocimiento pleno de la Sustancia individual, al<br />

estilo aristotélico, pero concebido según categorías muy<br />

afines a las de la sustancia espinosiana. Leibniz construyó<br />

un sistema pluralista, pero a base de unidades,<br />

cada una de las cuales se asemejan a la sustancia de<br />

Spinoza; proceso éste que guarda impresionante paralelismo<br />

con el que condujo a los sistemas pluralistas<br />

de Anaxágoras o Demócrito, en tanto que basados<br />

sobre infinitos elementos (homeomerías, átomos), pero<br />

concebidos de acuerdo con las propiedades del ser de<br />

Parménides. Las unidades sustanciales, de linaje espinosiano<br />

(pues ellas son autónomas, son causa o razón<br />

interna de sus propios actos, son apetito e intelecto a<br />

la par, son res extensa y res cogitans simultáneamente,<br />

desarrollan su esencia sin intervención del azar, inmanentemente,<br />

etc., etc.) habrían de ser designadas por<br />

Leibniz, más adelante (1696), con el nombre de mónadas,<br />

término que ya empleó Bruno, aunque Leibniz<br />

lo tomó probablemente de un alquimista coetáneo suyo:<br />

Van Helmont el Joven. Pero, si no el nombre, la idea<br />

de mónada está casi totalmente perfilada en este Discurso<br />

decisivo, y podemos servirnos de este tecnicismo<br />

como equivalente a la expresión "sustancia individual"<br />

que aparece en el texto comentado.<br />

El Discurso de Metafísica, por su brevedad (37 párrafos<br />

) , se acomoda a la costumbre barroca. Lo escribió<br />

Leibniz cuando contaba treinta y ocho arios (es decir,<br />

probablemente hacia 1684), pero el manuscrito<br />

estuvo traspapelado en la Biblioteca de Hannover,<br />

donde lo descubrió Grotefend; de suerte que hasta<br />

1846 (doscientos años después del nacimiento de Leibniz)<br />

no fué publicado, juntamente con la correspondencia<br />

que sostuvo con Arnauld y con el conde de<br />

Hesse-Rheinfels.<br />

Leibniz había enviado el manuscrito de su Discurso<br />

a Arnauld; y en carta le incluía un resumen de<br />

cada uno de los párrafos de la obra, que hoy día suelen<br />

anteponerse a estos párrafos como epígrafes.<br />

La correspondencia con su amigo Arnauld, el teólogo<br />

jansenista, es una de las fuentes más importantes para<br />

conocer el pensamiento de Leibniz. Según Bertrand<br />

Russell, es aquí donde se contiene el verdadero y más<br />

profundo pensamiento del genial filósofo alemán; pensamiento<br />

que sería esotérico, desconocido de sus contemporáneos<br />

y sucesores, debido a que Leibniz no se<br />

atrevió a publicarlo, y a fomentar su temor contribuyó<br />

Arnauld, que encontraba sus ideas demasiado opuestas<br />

e inadecuadas al común sentir del público. Lo que<br />

generalmente se conocería de Leibniz, el lado exotérico<br />

de su pensamiento, sería también lo más superficial;<br />

sería el Leibniz optimista y fantaseador, en contraposición<br />

de un Leibniz espinosista y atenido al más estricto<br />

rigor deductivo.<br />

La opinión de Russel, entendida de un modo extremado,<br />

es muy discutible. Pero, en todo caso, el Discurso<br />

de Metafísica, y, dentro de él, el párrafo que comentamos,<br />

que refleja y contiene virtualmente la<br />

totalidad de la obra, debería considerarse, a la par,<br />

como un depósito de los aspectos esotéricos y exotéricos<br />

más profundos del pensamiento de Leibniz. Creemos<br />

que esta afirmación se desprenderá del estudio escrupuloso,<br />

aunque esquemático, que de nuestro párrafo<br />

intentamos hacer a continuación.<br />

III. ANÁLISIS GENERAL <strong>DE</strong>L PÁRRAFO 13 <strong>DE</strong>L<br />

DISCURSO <strong>DE</strong> METAFÍSICA <strong>DE</strong> LEIBNIZ<br />

Nuestro párrafo pretende solucionar la más grave<br />

dificultad que se opone a la teoría de las mónadas, en<br />

tanto que ésta implica la afirmación de que la sustancia<br />

individual encierra todo lo que puede ocurrir<br />

al sujeto. Esta tesis es un corolario del concepto de<br />

mónada, pues la mónada, como unidad intrínseca metafísica,<br />

contiene en su concepto todas las determinaciones<br />

y accidentes aparentemente sobrevenidos al sujeto,<br />

y vinculados, aparentemente de un modo extrínseco,<br />

al mismo. Si el sujeto individual es una mónada,<br />

entonces todo lo que puede ocurrirle al sujeto estará<br />

contenido en su concepto, internamente y, por tanto,<br />

de un modo analítico y necesario. Pero esta conclusión<br />

se opone terminantemente a la experiencia: si las personas<br />

(sujetos individuales) son mónadas, no puede<br />

afirmarse que el sujeto contiene internamente todo lo<br />

que va a ocurrirle, pues las personas son libres, y la


libertad se opone a este riguroso determinismo implicado<br />

por la doctrina de un desenvolvimiento analítico<br />

y necesario de una esencia en sus actos y acontecimientos<br />

"internamente previstos". ¿Cómo hacer compatible<br />

la teoría de las mónadas con la libertad humana<br />

y, en general, con el decurso libre, indeterminado, que<br />

la experiencia nos testimonia incesantemente? Leibniz,<br />

en este párrafo que comentamos, nos propone una solución<br />

basada en la distinción de dos tipos de necesidad,<br />

que podríamos llamar desde ahora, respectivamente,<br />

"necesidad geométrica" y "necesidad histórica";<br />

con esta distinción, la teoría de las mónadas se prolonga<br />

insospechadamente. Podríamos considerar esta<br />

distinción adoptando por un momento el modo de<br />

hablar hegeliano—sucesor, por línea directa, de Leibniz----como<br />

la base para una síntesis fecunda, lograda<br />

gracias a la aplicación de una antítesis—la objeción<br />

empírica de la libertad—a una tesis primitiva: el teorema<br />

de la doctrina de las mónadas citado.<br />

La estructura de nuestro párrafo queda, por consiguiente,<br />

reducida a estos elementos.<br />

a) Una tesis: "La sustancia individual encierra todo<br />

lo que puede ocurrirle al sujeto." Esta tesis es un corolario<br />

de la teoría de las mónadas, y constituye el<br />

eslabón entre el párrafo que comentamos y las precedentes<br />

partes del Discurso.<br />

b) Una antítesis o dificultad a la tesis propuesta:<br />

"La tesis propuesta anula la distinción entre verdades<br />

necesarias y libres."<br />

c) Una solución a la dificultad, obtenida no por<br />

destrucción de ésta, sino por incorporación de la misma—es<br />

decir, del concepto de libertad—a la tesis—es<br />

decir, al concepto de enlace interno entre el sujeto y<br />

sus actos—para dar lugar a un concepto síntesis nuevo,<br />

que prolonga la teoría de las mónadas, y que consiste<br />

en la actualización, en el concepto de necesidad,<br />

de dos "modos" diferentes, que designaremos con los<br />

nombres de "necesidad geométrica" y "necesidad histórica",<br />

respectivamente.<br />

Procede ahora examinar sucesivamente cada uno de<br />

estos momentos del párrafo que comentamos.<br />

A) "La sustancia individual encierra todo lo que puede<br />

ocurrir al sujeto."<br />

Esta proposición deriva del concepto de sustancia<br />

que Leibniz se forjó y a cuya construcción colaboraron<br />

decisivamente tanto Aristóteles como Spinoza, si bien<br />

Leibniz logró un resultado original. De Aristóteles le<br />

venía la idea de la sustancia individual (sustancia primera,<br />

proté ousía), y de Spinoza, la idea de la sustancia<br />

como ser completo, razón inmanente de todos sus<br />

actos, autónomo, y, en su contenido, de naturaleza<br />

energética, a la par vis appetitiva y vis cognoscitiva,<br />

y fuerza pura y activa.<br />

Ahora bien: En virtud de qué exigencias intelectuales<br />

se le aparece a Leibniz la necesidad de una idea<br />

de sustancia? Sospecho que en virtud de necesidades<br />

formales, es decir, relativas a la forma misma del proceso<br />

intelectual (entendido como proceso unificador),<br />

antes que de necesidades materiales; es decir, relativas<br />

a determinados contenidos del proceso intelectual.<br />

Podría pensarse que la idea de sustancia no solamente<br />

es una categoría material del entendimiento (y<br />

a la condición de categoría material la reducen las definiciones<br />

de sustancia, como "ser in-se", "sujeto de in-<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.-LEIBNIZ 75<br />

hesión", "vis agendi", "sustrato que permanece en los<br />

cambios", etc., etc.), sino, sobre todo, una categoría<br />

formal; hasta el punto de que las definiciones "materiales"<br />

de la idea de sustancia podrían ser consideradas<br />

corno formas de verificación del concepto formal.<br />

Como tal categoría formal, la idea de sustancia es, sencillamente,<br />

una subclase de la idea de unidad; o, si se<br />

prefiere, una forma peculiar de estructura. La teoría<br />

de la sustancia, como tipo especifico y cate gorial de<br />

unidad, está, ciertamente, sin desarrollar hasta el momento.<br />

Pero es Leibniz quien, precisamente, ha intuido<br />

en la sustancia su componente "formal", y al servicio<br />

de este componente se han pensado las definiciones<br />

materiales" de sustancia que pasan por ser típicamente<br />

leibnizianas (sobre todo, la sustancia como vis agendi,<br />

es decir, como Naturaleza, en la tercera de las<br />

acepciones de Boecio).<br />

Que Leibniz ha reparado en lo que llamamos "componentes<br />

formales" del concepto de sustancia, como ingredientes<br />

principalísimos de la misma, es fácil de<br />

demostrar. La unidad es preocupación fundamental de<br />

Leibniz, según confiesa él mismo en carta a la Duquesa<br />

Sofía (4-XI-1696): "Mis meditaciones fundamentales<br />

giran sobre dos cosas: sobre la unidad y sobre<br />

la infinitud." El mismo nombre de mónada significa<br />

"unidad"; y, muchas veces, en sus escritos, se<br />

encuentra la expresión "unidades reales" como equivalente<br />

a sustancia (v. g., Nuevo Sistema, § 3). Pero,<br />

sobre todo, aparece esto claro cuando examinamos las<br />

razones por las cuales niega la dignidad sustancial a<br />

ciertos objetos, tales como los objetos extensos, en<br />

cuanto tales. Si los cuerpos extensos, en cuanto tales—viene<br />

a decir—no son sustancias, es porque no son<br />

seres dotados de verdadera unidad. "No concibo realidad<br />

alguna sin verdadera unidad; pero esta unidad<br />

no es posible en los cuerpos extensos como tales—[contra<br />

Descartes]—, ya que todo es indefinido por respecto<br />

a la extensión" (Carta a Arnauld, de 30-IV-1687).<br />

Debe advertirse que en esta expresión y otras muchas<br />

Leibniz niega, originariamente, a los cuerpos la condición<br />

de sustancias, no tanto por su inercia—en favor<br />

de un energetismo—cuanto por su falta de unidad, y<br />

la dispersión propia de la extensión, en la que unas<br />

partes están "fuera" de las otras. En el propio Discurso<br />

de Metafísica, § 12, se encuentra formalmente este<br />

argumento. (De un modo atenuado puede advertirse<br />

un reflejo de este pensamiento en nuestro Balmes,<br />

quien, si no niega, sí rebaja la sustancialidad de los<br />

cuerpos, fundado en su imperfecta unidad. Léase la<br />

Filosofía Fundamental, Libro, IX, capítulo, IV, 5 18.<br />

Léase también el § 11 del cap. III del mismo libro IX,<br />

donde niega la sustancialidad a la extensión por razones<br />

puramente "formales": que la extensión no es<br />

unificante.) Recíprocamente, la categoría de sustancia,<br />

aplicada a la extensión, tiene como misión especial<br />

unificar las partes, enlazarlas continua y flúidamente y<br />

aclarar la misma cohesión de las partes materiales entre<br />

sí, según explica Teófilo en los Nuevos Ensayos (Libro<br />

II, cap. 23, § 23).<br />

Debe notarse que la concepción formal de la sustancia<br />

fué promovida, probablemente, por el empirismo<br />

inglés, en su crítica al concepto de sustancia. Locke y<br />

Hume, cuando someten a su análisis crítico la idea<br />

de sustancia, la reducen a un concepto estructural: la<br />

sustancia—dicen—es "colección" o "agregado" de sen-


76 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

saciones (Léase el Ensayo, de Locke, Lib. II, cap. 32,<br />

19). Y es evidente que las nociones de "colección" o<br />

"agregado" son nociones "estructurales"—del tipo Unidad—y<br />

no "materiales" del tipo sustrato, o principio<br />

de acción. Parece, pues, que han sido los empiristas<br />

quienes nos han puesto en vía hacia el concepto de<br />

sustancia como categoría formal. Al intentar destruir<br />

el concepto tradicional de sustancia, llegaron a su componente<br />

formal, si bien lo formularon toscamente.<br />

Leibniz habría de ser quien tocase con mayor finura el<br />

concepto formal de sustancia, hasta el punto de que<br />

debería considerarse este concepto como el más originalmente<br />

leibniziano, por delante del concepto de sustancia<br />

como vis agendi, como se acostumbra generalmente.<br />

La vis agendi o fuerza es, ante todo, para<br />

Leibniz, un modo de hacerse concebibble la aplicación<br />

de la unidad a los fenómenos extensos; algo así como<br />

el esquema trascendental—en términos kantianos—de<br />

la categoría formal de la sustancia. Ahora bien: serle<br />

un error interpretar "kantianamente" a Leibniz. La<br />

unidad sustancial no es para Leibniz, en modo alguno,<br />

una categoría meramente trascendental (en el sentido<br />

de Kant) o bien un quid superadditum a los fenómenos<br />

por el sujeto cognoscente (en el sentido del empirismo).<br />

La unidad sustancial es objetiva y tan real<br />

que puede considerarse como la misma vis representativa<br />

de las mónadas (Monadología, § 14). Por la<br />

percepción o conocimiento, la mónada adquiere unidad.<br />

Qué es, entonces, la vis agendi o fuerza? Leibniz se<br />

inclina a definirla sin salirse de los límites de la unidad,<br />

es decir, de la percepción: la vis agendi es vis<br />

appetitiva o apetito, el cual se concibe no corno la<br />

energía que se proyecta sobre otros seres, sino sobre<br />

sí mismo determinando el tránsito de una percepción<br />

a otra, y, por tanto, procurándose la conquista de nuevas<br />

unidades.<br />

El concepto leibniziano, formal, de sustancia está<br />

consagrado, pues, ante todo a la explicación de la unidad<br />

de los fenómenos. Como categoría formal, es el<br />

concepto que recoge en un género supremo los momentos<br />

unificantes de los objetos del conocimiento, antes<br />

que recoger momentos materiales, como son la sustentación<br />

o la actividad. La percepción nos ofrece el<br />

aspecto—subrayado por la crítica empirista—, de un<br />

conjunto de seres disgregados entre sí, despedazados<br />

y discontinuos, tanto en la simultaneidad de sus notas<br />

como en la sucesión temporal de las mismas. La función<br />

de la categoría sustancia estriba, ante todo, en<br />

ser vínculo sustancial entre las partes que constituyen<br />

el objeto.<br />

La interpretación eminentemente estructuralista de<br />

la categoría sustancia permite comprender el parentesco<br />

tan estrecho, que, dentro del pensamiento leibniziano,<br />

existe entre la mónada—con respecto a sus determinaciones—y<br />

el sujeto lógico—con respecto a sus<br />

predicados. Este parentesco, muchas veces señalado,<br />

sería inexplicable o, en todo caso, insignificante, fuera<br />

de la concepción "formal" de la categoría sustancia.<br />

Dentro de la concepción formal de la sustancia, el paralelelismo<br />

entre el campo lógico y el metafísico puede<br />

explicarse sencillamente como un isomorfismo fundado<br />

en la idea de Unidad.<br />

Por último, y ésta es la conclusión a la que tiende<br />

esta parte del comentario, es la concepción formal, estructural,<br />

de la sustancia, la que conduce derechamen-<br />

te al corolario que comentamos: Que la sustancia individual<br />

encierra todo lo que puede ocurrir al sujeto. En<br />

efecto, la estirpe dialéctica de la unidad sustancial<br />

leibniziana prohibe una "hipóstasis lógica" de la sus<br />

tancia con respecto a sus determinaciones, ya que éstas<br />

no pueden en ningún caso ser abstraídas. La sustancia<br />

no es un quid distinto de los accidentes. En la doctrina<br />

clásica los accidentes sólo pueden existir en la<br />

sustancia (y así, sobrenaturalmente, pueden separarse.<br />

Léase Santo Tomás, Suma Teológica, I, q. 77, a. 1);<br />

pero la sustancia puede existir sin los accidentes (aunque<br />

el entendimiento humano no pueda concebirla<br />

directamente).<br />

Pues bien: en la teoría dialéctica de la sustancia, la<br />

conexión y unidad entre sustancia y accidentes, por así<br />

decir, se ha llevado al límite: no solamente los accidentes<br />

no se distinguen ya de la sustancia (Descartes<br />

había enseñado esta doctrina), no pudiendo separarse<br />

de ella, sino que tampoco la sustancia puede concebirse<br />

separada de sus accidentes, hasta el punto de que<br />

la sustancia no es otra cosa sino la totalidad de los<br />

accidentes (esta consecuencia ha alcanzado plena conciencia<br />

en Hegel—Fenomenología del Espíritu, A,<br />

hl—y, posteriormente, en el actualismo de Wundt o<br />

Gentile). La concepción de la sustancia como "totalidad"<br />

de los accidentes, es también propia del empirismo;<br />

pero el empirismo inglés entendió la idea de totalidad<br />

como colección (es decir, atomísticamente), y,<br />

además, negó el valor 6ntico a esta idea. En cambio,<br />

para Leibniz, la totalidad de los accidentes, además<br />

de estar pensada como una unidad no agregativa, posee<br />

una significación metafísica.<br />

A la doctrina de la sustancia como "totalidad o unidad<br />

de los accidentes", corresponde la doctrina del<br />

sujeto como "totalidad o unidad de los predicados",<br />

típicamente leibniziana. Y esta doctrina lógica de Leibniz<br />

puede servir para aclarar la doctrina formal de la<br />

sustancia, isomorfa con la doctrina lógica. No es posible<br />

detenerse aquí en esta doctrina. Basta la referencia<br />

a la teoría leibniziana del juicio, que considera<br />

al predicado corno factor del sujeto; y, ulteriormente,<br />

la teoría leibniziana de la demostración, como reducción<br />

de cualquier proposición a una verdad idéntica<br />

(demostrationem esse catenam definitionum, de que<br />

habla Leibniz en carta a Conring (19-111-1678). Esta<br />

teoría es el más profundo fundamento de la interpretación<br />

analítica de todos los juicios. Para Leibniz, es<br />

cierto, no todos los juicios resultan analíticos (vérités<br />

de raison); pero, contra el postulado de claridad cartesiano,<br />

Leibniz cree que donde no cabe evidencia<br />

(analítica) debemos contentarnos con la probabilidad.<br />

Muy pocos son los juicios analíticos que conocemos,<br />

debido a que la cadena de definiciones necesarias para<br />

enlazar el sujeto al predicado consta muchas veces de<br />

eslabones infinitos. Pero la genialidad de Leibniz es<br />

haber interpretado estas series infinitas como ordenadas<br />

objetivamente a un límite, que acaso el entendimiento<br />

humano desconoce, pero que, como se comprueba<br />

en matemáticas (precisamente en el cálculo infinitesimal),<br />

existe. Las verdades necesarias podrían<br />

compararse con los números conmensurables que tienen<br />

expresión exacta; las contingentes, con los inconmensurables,<br />

que sólo pueden expresarse por una serie<br />

infinita. Leibniz ha interpretado estas series infinitas<br />

que tienden a un número como correspondiente a los


juicios que no son formalmente analíticos, es decir,<br />

las proposiciones que no son demostrables con la ayuda<br />

de un número finito de operaciones lógicas. Leibniz<br />

ha introducido un postulado de continuidad entre los<br />

juicios analíticos y los sintéticos, considerando a éstos<br />

como un caso particular de aquéllos; en honor a la<br />

verdad, debe decirse que Fermat había ya hecho una<br />

hazaña paralela, considerando la igualdad como una<br />

desigualdad infinitamente pequeña (ad — igualdad;<br />

por ejemplo, la que media entre los miembros de la<br />

siguiente expresión:<br />

1 1 1 1 1 1<br />

= — — — — — —<br />

2 4 8 16 32 64<br />

Es, por otra parte, indiscutible que gracias a la hipótesis<br />

de un número infinito de predicados es legítimo,<br />

al menos lógicamente, postular la construcción de un<br />

sujeto individual, pues la agregación de un número<br />

finito de predicados (universales), jamás conduciría a<br />

un sujeto individual, según el viejo axioma: Universalia,<br />

quoqum que modo aggregentur, nunquarn ex eis<br />

fiet sin gulare (Santo Tomás, Sent., d, 36, q. 1, art. 1).<br />

En todo caso, no debe tomarse como un axioma la<br />

tesis de que el sujeto individual sea equivalente al<br />

conjunto infinito de predicados; esta tesis es un simple<br />

postulado no contradictorio, que Leibniz introdujo, sin<br />

duda, por el deseo de ajustar sus doctrinas a la idea<br />

aristotélico-escolástica de la sustancia primera y, asimismo,<br />

a los datos de la apercepción (que nos dan lo real<br />

como individual y concreto). Este postulado podría<br />

considerarse como un reflejo del lema escolástico: individuum<br />

est ineffabile.<br />

Adviértanse las consecuencias del postulado de<br />

Leibniz en orden al problema clásico sobre la posibilidad<br />

del conocimiento intelectual de los singulares<br />

(posibilidad que la escolástica tomista negaba, y la escolástica<br />

occamista y suarista defendía enérgicamente).<br />

Podría decirse que, para Leibniz, la sustancia primera<br />

es un universal en su estado-límite; por consiguiente,<br />

que puede también ser conocido intelectualmente<br />

en una situación límite (la del Entendimiento infinito).<br />

Las consideraciones precedentes nos permiten comprender<br />

el fundamento leibniziano de la proposición<br />

que estamos comentando: "la sustancia individual encierra<br />

todo lo que puede ocurrir al sujeto". Esta proposición,<br />

dentro del sistema leibniziano, es una simple<br />

tautología, y en modo alguno un postulado o un presentimiento<br />

místico. Si "todo aquello que puede ocurrirle<br />

al sujeto" se conceptúa como un predicado o<br />

como un accidente, entonces es evidente que, dentro<br />

de la teoría leibniziana de la sustancia, forma parte<br />

intrínseca de su comprensión.<br />

B) "La tesis de que la sustancia individual encierra<br />

todo lo que puede ocurrir al sujeto es incompatible,<br />

al parecer, con la distinción entre verdades<br />

necesarias y contingentes, y, por tanto, con<br />

la libertad humana."<br />

Las incompatibilidades consignadas en este epígrafe<br />

presuponen estas hipótesis:<br />

a) Que la verdad viene expresada en la forma de<br />

un juicio atributivo (S es P), de suerte que, cuando<br />

hablamos de verdad, sobrentendemos una atribución<br />

o inserción del predicado en el sujeto. Como habíamos<br />

concluido que todos los predicados son parte interna,<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.-LEIBNIZ 77<br />

"sustancial", del sujeto, de aquí que, al parecer, sea<br />

inconcebible el concepto de una atribución (de una<br />

atribución verdadera) "no sustancial", sino accidental<br />

y contingente.<br />

Las cuestiones lógicas y metafísicas que plantea esta<br />

hipótesis serán eludidas en el presente comentario, en<br />

atención a la brevedad.<br />

b) Que la persona humana, en cuanto sujeto de<br />

actos (libres) es una sustancia individual (mónada).<br />

Pues debe advertirse que una cosa es la teoría abstracta<br />

de la sustancia y otra la aplicación de esta teoría a<br />

la esfera de la realidad. Es en esta aplicación donde<br />

la doctrina de Leibniz encuentra mayores dificultades.<br />

Pues tal aplicación supone siempre una acotación, más<br />

o menos arbitraria, de una región del mundo perceptivo,<br />

erigiéndola en unidad ontológica. ¿En virtud de<br />

qué razones, por tanto, defendemos la legitimidad de<br />

la aplicación de la idea de mónada a la persona humana?<br />

Creo que jamás podríamos ofrecer unas razones<br />

cumplidamente demostrativas. En todo caso, en relación<br />

con esta pregunta, debe tenerse en cuenta que<br />

fué la experiencia de las personas humanas, la vivencia<br />

del desarrollo espiritual, la que impulsó a Leibniz a<br />

la concepción de su idea de sustancia (y en esto están<br />

conformes casi todos los exegetas. Véase, por ejemplo,<br />

Heimsoeth, La Metafísica moderna, pág. 87, Madrid,<br />

Rev. Occi., 1932). Hasta tal punto es esto cierto, que<br />

Leibniz aplicó las propiedades diferenciales de la persona,<br />

en su pampsiquismo, a todas las sustancias. Por<br />

esta razón tanto más paradójico resulta que sea precisamente<br />

la persona humana, inspiradora de la idea<br />

de mónada, el escollo que se alza a esta idea, por su<br />

libertad. Esta paradoja es resultado inmediato de la<br />

dificultad de conciliar estas dos propiedades de la persona<br />

humana: la continuidad y coherencia de su conducta<br />

y su libertad.<br />

Debe tenerse presente, a fin de matizar históricamente<br />

el alcance de la dificultad comentada, que en el<br />

pensamiento coetáneo e inmediatamente anterior a la<br />

época de Leibniz, estaban vivas las polémicas sobre<br />

la conciliación de la libertad humana y la presciencia<br />

divina—Fonseca, Molina, Suárez, Spinoza, etc.—y que<br />

Leibniz trata ampliamente en su Teodicea. Para el<br />

punto de vista de Leibniz la presciencia divina equivale,<br />

según lo dice el propio Leibniz, casi literalmente,<br />

en el párrafo que comentamos, a la definición de la<br />

sustancia según sus infinitos atributos, y, por tanto,<br />

la incompatibilidad—aparente al menos—entre Presciencia<br />

y Libertad es un modo de expresar la incompatibilidad<br />

entre la teoría leibniziana de la definición<br />

y la libertad humana. De este modo, los dos "famosos<br />

laberintos" de que habla Leibniz en el prefacio de la<br />

Teodicea—la gran cuestión de lo libre y lo necesario<br />

la discusión de la continuidad y los indivisibles—se<br />

aproximan tanto que casi se confunden.<br />

C) "La distinción entre necesidad geométrica e histórica<br />

como solución a la antítesis propuesta."<br />

En el párrafo que comentamos, Leibniz parece limitarse<br />

a deshacer la antítesis recurriendo a la idea escolástica<br />

de los futuros contingentes. Pero reitera la afirmación<br />

de que todo lo que le ocurre al sujeto está<br />

implícito en su definición, porque lo conoce prescientemente<br />

Dios; de suerte que pueden compararse los<br />

accidentes con las propiedades que dimanan del círcu-


78 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

lo. Hay siempre un nexo interno, analítico, entre el<br />

sujeto y sus propiedades (esenciales o accidentales).<br />

Pero distingue dos tipos de este nexo interno: a) Nexo<br />

necesario, absoluto. b) Nexo seguro, relativo. El nexo<br />

necesario lo pone Leibniz en relación con el orden<br />

de las esencias y con el entendimiento divino. El nexo<br />

relativo (ex hypothesi) lo pone en relación con el<br />

orden de la existencia y con la voluntad divina (decretos<br />

divinos). Pero Leibniz afirma que los acaecimientos<br />

contingentes también están contenidos analíticamente<br />

en el sujeto, si bien de un modo no necesario;<br />

por tanto, no incompatible con la libertad humana.<br />

Ahora bien: la afirmación de Leibniz implica un<br />

nuevo concepto: el concepto de enlace analítico no necesario,<br />

concepto originalísimo que, en la Filosofía<br />

de Leibniz, desempeña una función muy parecida a<br />

la de los juicios sintéticos a priori en el pensamiento<br />

de Kant. Como Kant, Leibniz pretende resolver su<br />

problemática mediante la construcción de una estructura<br />

que contiene paradójicamente elementos inconciliables:<br />

el enlace interno (analítico) y la no necesidad<br />

(en Kant, el enlace a priori y su carácter sintético).<br />

El concepto leibniziano de enlace interno (analítico),<br />

pero no necesario, es ciertamente un concepto original.<br />

Pudiera pensarse, en efecto, ante una lectura precipitada<br />

del párrafo comentado, que Leibniz intenta resolver<br />

su antítesis acogiéndose desesperadamente a una<br />

distinción que le ofrecía, ya acuñada, la Filosofía escolástica,<br />

a saber: la distinción entre el entendimiento<br />

y la voluntad divinos. También los escolásticos utilizaban<br />

esta distinción en la explicación de cuestiones<br />

afines o idénticas a la que Leibniz investiga. Es, por<br />

otra parte, casi seguro que Leibniz pensó inmediatamente<br />

en la distinción escolástica y la tomó como base<br />

cuando hubo de intentar la superación de la antítesis<br />

capital. Pero no es menos evidente que Leibniz no<br />

pudo aceptar la distinción escolástica tal como se le<br />

daba hecha, y hubo de amoldarla a sus exigencias mediante<br />

la introducción de un nuevo principio, el de<br />

razón suficiente, que en Leibniz tiene este sentido preciso<br />

(expuesto al final del párrafo que comentamos):<br />

que todas las proposiciones contingentes (es decir, todas<br />

las conexiones no necesarias de S y P) tienen razones<br />

para darse así más bien que de otro modo, y que<br />

estas razones se regulan por el principio del optimismo<br />

metafísico: el principio según el cual la voluntad divina<br />

apetece siempre lo mejor. Es fácil comprender que,<br />

por de pronto, el principio de razón suficiente está<br />

pensado para corregir el carácter puramente gratuito<br />

que la voluntad divina tenía según los escolásticos occamistas,<br />

sometiéndola a una regla que explique el<br />

enlace interno entre los sujetos y sus predicados. Esta<br />

regla es el principio de identidad, cuando se trata<br />

de verdades necesarias, y es el principio de razón suficiente<br />

cuando se trata de las verdades contingentes.<br />

El principio de razón suficiente, por tanto, carece de<br />

sentido fuera del sistema de Leibniz, o, cuando menos,<br />

adquiere un sentido enteramente distinto al que Leibniz<br />

le asignó.<br />

Si admitimos, por tanto, la originalidad del concepto<br />

de "enlace analítico, pero no necesario"—regulado por<br />

el principio de razón suficiente—no podemos limitarnos,<br />

al comentar este pasaje del párrafo leibniziano, a<br />

compararlo reductivamente con la distinción escolás-<br />

tica citada, o con otras distinciones similares, sino que<br />

es inexcusable aclararlo con el pensamiento total de<br />

Leibniz, a fin de podernos prometer la comprensión<br />

de su más arcano significado.<br />

Es indiscutible que con el principio de razón suficiente<br />

Leibniz pretendió rectificar dialécticamente la<br />

extrinsecidad de las conexiones de una Teología voluntarista<br />

(Occam, Hobbes). Pero es muy dudoso, y<br />

aun me atrevo a afirmar que es falso, que Leibniz<br />

incurriera en una rectificación tan enérgica que anulase<br />

el concepto de conexión contingente, reduciéndola a<br />

un caso particular de la conexión necesaria. Así ha<br />

opinado Bertrand Russell. Dice este sutil expositor de<br />

Leibniz que el principio de contradicción—y a fortiori,<br />

el principio de identidad—significa, en el pensamiento<br />

leibniziano, que todas las proposiciones analíticas son<br />

verdaderas; mientras que el principio de razón suficiente—recíproco<br />

del anterior—establecería que todas<br />

las proposiciones verdaderas son analíticas. Esta formulación<br />

del principio leibniziano de razón suficiente<br />

es muy ingeniosa, y además correcta, pero siempre que<br />

no se dé por supuesta la equivalencia entre el concepto<br />

de enlace analítico y enlace necesario. Si esta equivalencia<br />

se acepta, Leibniz sería un fiel espinosista: así lo<br />

interpreta Russell. Pero acaso sea más justo evitar esta<br />

interpretación si queremos ser fieles al pensamiento de<br />

Leibniz. La frase tantas veces repetida de que según<br />

Leibniz todos los juicios son analíticos para Dios, no<br />

significará que todos los juicios sean necesarios, sino<br />

que será preciso introducir, en el concepto de enlace<br />

analítico, la distinción entre lo necesario y lo contingente<br />

que comentamos. La noción de enlace analítico<br />

contingente o no necesario es, por lo pronto, un con<br />

cepto intermedio entre los enlaces analíticos necesarios<br />

y los enlaces fortuitos o—en lenguaje kantiano-puramente<br />

sintéticos.<br />

No es legítimo desviarnos en la interpretación del<br />

concepto de enlace analático no necesario hacia alguno<br />

de los extremos referidos. El párrafo que comentamos<br />

nos indica varias ideas que debieran tomarse en cuenta<br />

en la definición de enlace analítico contingente, es<br />

decir, en la definición de la "necesidad histórica". Son<br />

las siguientes:<br />

a) La idea de existencia. El reino de la necesidad<br />

histórica es la existencia, y no la esencia, sede<br />

de la "necesidad geométrica".<br />

b) La voluntad divina. Mientras que los enlaces<br />

necesarios se fundan en el entendimiento divino,<br />

los enlaces históricos dimanan de los decretos<br />

de su voluntad.<br />

Ahora bien: podemos reducir el primer par de conceptos<br />

(existencia-esencia) al segundo (voluntad-entendimiento),<br />

en lo que se refiere a la explicación de la<br />

distinción entre necesidad histórica y geométrica, debido<br />

a que el primer par sólo es significativo dentro<br />

de nuestra cuestión a través del segundo, y no por<br />

sí mismo. En efecto, la idea de existencia, por sí misma,<br />

no sirve para explicar el concepto de necesidad<br />

histórica, ya que, aunque lo histórico sólo se da en la<br />

existencia, no todo lo que se da en la existencia es<br />

histórico: según Leibniz, también los enlaces necesarios<br />

alcanzan el reino de la existencia, como demuestra,<br />

ante todo, la realidad del Ser divino.<br />

Es preciso someter a un análisis, por tanto, la signi-


ficación leibniziana del par de conceptos: Entendimiento-Voluntad<br />

divinos. La significación del Entendimiento<br />

divino es unívoca: el Entendimiento conoce<br />

lo analítico-necesario, como aquello cuya negación implica<br />

contradicción. Pero ¿qué significa la voluntad<br />

divina como fuente de la necesidad histórica?<br />

Para Leibniz sólo puede significar que la Voluntad<br />

divina no procede, en sus elecciones, de un modo gratuito,<br />

arbitrario y absolutamente ajeno a toda regla<br />

racional. Que la voluntad divina está sujeta a un orden<br />

racional, aunque inaccesible al entendimiento humano:<br />

tal es el postulado, verdaderamente "panlogista", de<br />

Leibniz.<br />

La idea de que la voluntad divina está sometida a<br />

un orden no es una idea enteramente original de<br />

Leibniz, si bien Leibniz la interpretó de un modo<br />

peculiar, y, por cierto, peligrosamente cercano al panteísmo.<br />

Santo Tomás de Aquino había enseñado, con<br />

profunda sabiduría, que no es posible señalar una<br />

causa a la voluntad de Dios, si bien de aquí no puede<br />

seguirse que la voluntad divina sea irracional. Antes<br />

bien, siempre podemos conocer razones de la voluntad<br />

divina, si bien razones relativas a presupuestos previos<br />

cuyos motivos nos son, desde luego, inescrutables.<br />

Así--dice Santo Tomás en la Summa contra Gentiles,<br />

libro I, cap. 86--en el presupuesto de que Dios quiera<br />

una cosa, se sigue (ex hypothesi) que quiera también<br />

todo lo que se requiere para su ser, siendo evidente<br />

que lo que envuelve necesidad respecto de otra cosa se<br />

puede llamar razón de su existencia. Pero esta razón<br />

no es causa de la voluntad divina, como Leibniz sobrentiende.<br />

(Léase el artículo 5 de la q. XIX de la<br />

I Parte de la Summa Theologica.)<br />

Asimismo, la idea de que la voluntad en general—y<br />

la voluntad divina en especial—se ajusta a un orden<br />

racional, pero diferente del orden de la razón humana,<br />

está también recogida en el concepto del ordre du<br />

cocar, de Pascal. (Pensamientos, núm. 477.) "El corazón<br />

(la voluntad, podríamos leer nosotros) tiene razones<br />

que la razón no comprende." La filosofía escolástica<br />

señalaba la realidad de un conocimiento diferente<br />

del conocimiento especulativo, geométrico, y le<br />

asignaba hábitos especiales: sindéresis y prudencia.<br />

Todas estas ideas sobre el "orden de la voluntad libre"<br />

influyen, sin duda, en Leibniz; pero no puede<br />

olvidarse nunca que la doctrina de la necesidad histórica<br />

(correlativa al orden de la voluntad divina) estaba<br />

llamada a desempeñar en el sistema de Leibniz<br />

una función característica, y, por tanto, debía de ser<br />

adaptada a las particulares exigencias sistemáticas. Estas<br />

exigencias se reducen a la siguientes: la explicación<br />

de un orden objetivo, de una razón del enlace objetivo<br />

entre el sujeto y sus predicados "históricos". He aquí,<br />

en consecuencia, la interpretación que Leibniz se ve<br />

forzado a dar del viejo concepto del "orden de la<br />

voluntad divina":<br />

a) Ante todo, se apresurará a recoger el concepto<br />

que ya encontramos en Santo Tomás, de una inteligibilidad<br />

interna del proceso real del Universo: inteligibilidad<br />

fundada en la necesidad relativa (ex hypothesi)<br />

que unos sucesos guardan con los otros (vr. gr ., el<br />

paso del Rubicón y la República romana). Esta necesidad<br />

relativa, pero objetiva, evita la teoría de un mundo<br />

caótico, al modo del atomismo o empirismo, para<br />

los cuales los fenómenos se ordenan por mera yuxta-<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.-LEIBNIZ 79<br />

posición externa y fortuita. (Sobre el principio "todo<br />

lo inteligible es necesario", véase Santo Tomás, Summa<br />

contra Gentiles, II, 55.)<br />

b) Pero la necesidad objetiva, derivada de la doctrina<br />

anterior, no es suficiente a Leibniz, como se<br />

comprende de suyo. Según ella, hay necesidad en el<br />

tejido de medios a fines, pero éstos no aparecen justificados<br />

y, como cada medio es antes fin respecto de<br />

otro suceso, resultará que es el conjunto mismo el que<br />

carece de necesidad, y, por tanto, de inteligibilidad.<br />

Adviértase que, según esto, no es sólo la totalidad lo<br />

que aparece gratuito y sin justificar: es también cada<br />

parte en cuanto es, no ya medio, sino fin de las otras.<br />

En consecuencia, seguimos sin comprender la razón<br />

del enlace objetivo interno del sujeto y sus predicados<br />

"históricos". Por esto Leibniz se ve constreñido a<br />

introducir el principio de razón suficiente, para explicar<br />

la aparición de los "fines".<br />

Supone Leibniz que la voluntad divina tiene una<br />

razón suficiente unívoca para elegir los fines, y esta<br />

razón será el fundamento del enlace analítico de los<br />

hechos históricos. Para explicar la naturaleza de esta<br />

razón suficiente, Leibniz recurre también a una vieja<br />

teoría, que Santo Tomás remonta a Platón (Ouaest.<br />

Disp. De Potentia. Quaest. I, art. 5) y que fué largamente<br />

defendida por Malebranche (Conf. 9.a sobre<br />

Metafísica): la teoría del "optimismo metafísico". Esta<br />

teoría puede ponerse también en relación con el famoso<br />

crisocanon (regula aurea) aplicada, no ya al ser,<br />

sino al obrar divino. Leibniz defiende, pues, que la<br />

voluntad divina apetece siempre el fin más perfecto.<br />

De aquí que pueda añadir que la negación de lo real<br />

no implica contradicción, sino imperfección. Esta tesis,<br />

como es obvio, está obligada a plantearse, en primer<br />

término, el problema del mal, y de la Teodicea leibniziana<br />

podrían sacarse aclaraciones decisivas sobre el<br />

significado, en su sistema, del orden de la voluntad<br />

divina.<br />

Mas ¿qué puede significar, en el sistema de Leibniz,<br />

el concepto de "lo más perfecto"? No podemos perder<br />

nunca de vista que este concepto está pensado para<br />

resolver un problema lógico y metafísico: el enlace<br />

analítico entre términos no unidos con "necesidad<br />

geométrica". En consecuencia, este enlace debe ser objetivo<br />

y el concepto de "lo más perfecto" (lo "mejor")<br />

debe considerarse como una categoría lógica de enlace,<br />

antes que como una categoría moral o estética. Sólo de<br />

este modo podremos comprender el párrafo de Leibniz<br />

que comentamos, siempre que adoptemos el criterio<br />

hermenéutico de Fichte: "Tocante ante todo a las<br />

obras científicas, el primer fin que debe perseguir su<br />

lectura es entenderlas y conocer históricamente la intención<br />

propia y verdadera del autor. A este fin es<br />

menester ponerse a la obra, no entregándose pasivamente<br />

al autor y dejándole que influya sobre uno<br />

como quieran el azar y la buena ventura, o haciéndose<br />

decir por él lo que él quiera decirnos, y pasando<br />

de largo y anotándolo; sino que, así como en la investigación<br />

de la naturaleza hay que someter ésta a las<br />

preguntas que le hace el experimentador y hay que<br />

forzarla a que no hable sin ton ni son, sino que responda<br />

a la pregunta hecha, de igual modo hay que<br />

someter al autor a un hábil y bien calculado experimento<br />

del lector" (Caracteres de la edad contemporánea,<br />

lección sexta: Apéndice sobre el arte de leer).


80 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

Algunos textos de Leibniz parecen sugerir que el<br />

principio de "lo mejor", como principio objetivo, es<br />

explicado por medio del concepto de com posibilidad.<br />

Entre los infinitos posibles, no todos son "composibles"<br />

entre sí, y esta hipótesis tiene una larga tradición,<br />

que se remonta al concepto de Koinonia platónico.<br />

Leibniz parece haber imaginado una lucha darviniana<br />

por la existencia en el reino de los posibles, en la<br />

cual triunfa—es decir, llega a existir—automáticamente<br />

el mejor dotado, es a saber, la combinación de posibilidades<br />

"más fuerte" (véase Teodicea, § 201). El<br />

problema de "lo mejor" queda así transformado en<br />

un problema matemático de máximos y mínimos, que<br />

podemos tratar, a nuestro modo, según el cálculo de<br />

probabilidades (léase en la obra fundamental de Couturat:<br />

La logique de Leibniz, capítulo VI.<br />

La teoría de Leibniz tiene esta consecuencia inmediata:<br />

luego sólo lo que está siendo real es lo único<br />

com posible en cada momento. Por donde llegamos a<br />

una posición muy próxima al empirismo más descarado<br />

y al fatalismo más exigente: la sustancia es el<br />

conjunto de los accidentes, y lo composible es el conjunto<br />

de las realidades. En cada momento sólo es composible<br />

un determinado estado del mundo, y por consiguiente,<br />

sólo es concebible un mundo—el más perfecto—como<br />

unidad del conjunto de los estados<br />

necesarios y fatales del mundo. Unicamente lo real<br />

es inteligible según la composibilidad; doctrina ésta<br />

muy próxima a la de Hegel: "La subsistencia del<br />

ser.., es su devenir" (Fenomenología del espíritu,<br />

III, 3). Como lo real-contingente nos es accesible solamente<br />

por los sentidos, se infiere de la teoría de<br />

Leibniz, pese a su racionalismo a ultranza, que los<br />

sentidos son un caso particular de la razón, verdaderas<br />

"máquinas de integrar" las notas o perfecciones<br />

divinas que el entendimiento humano sería incapaz de<br />

componer a priore (véase Couturat, op. cit., pág. 256).<br />

La teoría de Leibniz, ciertamente, explicaría metafísicamente<br />

la razón por la cual existen unas cosas<br />

más bien que otras: hay una razón objetiva—no subjetiva,<br />

derivada de una voluntad arbitraria—de los<br />

sucesos históricos. Pero no puede olvidarse que esa<br />

teoría tiene dos defectos tan profundos que nos obligan<br />

a considerarla, antes que como una teoría metafísica,<br />

como una pura fantasía construida para salvar,<br />

desesperadamente, el sistema. He aquí estos defectos:<br />

I.° La teoría se basa en un postulado de incomposibilidad<br />

entre ciertas perfecciones en sí mismas posibles.<br />

Pero este postulado carece en absoluto de justificación<br />

dentro de los principios leibnizianos.¿Por<br />

qué razón—podría preguntarse con el espíritu de Anaxägoras—la<br />

cualidad del negro no puede unirse a la<br />

nieve? El empirismo, o el atomismo, niegan que haya<br />

razón alguna; la incomposibilidad propiamente no<br />

existe. Pero el actualismo de Leibniz, antes expuesto,<br />

que defiende la identidad entre el sujeto y sus predicados,<br />

debería explicar la razón de la incompatibilidad.<br />

En lugar de esto se limita a posturarla. Y este<br />

postulado es el que carece de razón suficiente: propiamente<br />

es una petición de principio. En la hipótesis<br />

actualista no puede señalarse razón para que se dé<br />

una agregación de predicados más bien que otra, aparte<br />

de la agregación misma. El propio Leibniz, en<br />

carta a la Duquesa Sofía (1680), afirma que todas las<br />

ideas simples, todas las perfecciones, son, en Dios, com-<br />

posibles entre sí. (Compárese esta hipótesis con la<br />

crf cu pa Ve'rrii de Plotino, Enneadas, VI, 5, 4.)<br />

2.0 La teoría de Leibniz, desde luego, destruye<br />

la libertad divina, y aproxima el concepto de Dios a la<br />

concepción panteísta. No solamente no existe la libertad,<br />

pese a las protestas del propio Leibniz, sino que<br />

ni siquiera puede concebirse el azar objetivo. Dentro<br />

del sistema de Leibniz, el azar se reduce a la armonía<br />

preestablecida. Supongamos una distinción entre azar<br />

subjetivo y azar objetivo. El primero, se funda en<br />

nuestra ignorancia, que constata correlaciones entre<br />

fenómenos aparentemente desvinculados, pero objetivamente<br />

enlazados por un nexo intrínseco. El azar<br />

objetivo podría definirse como el resultado de la interferencia<br />

de series objetivas de fenómenos cada uno<br />

de los cuales está rigurosamente determinado, pero<br />

dentro de su serie. Mas como Dios conoce la coordinación<br />

de estas series, el azar objetivo queda reducido<br />

a la ciencia divina, fundado no en la ignorancia<br />

humana, sino en la ciencia divina, la cual, como está<br />

regulada por un inexorable sistema de incompatibilidades<br />

objetivas (fatales, en el sentido clásico. Léase<br />

San Agustín, La Ciudad de Dios, lib. V y Santo Tomás,<br />

Summa Theologica, I, q. 116, a. 11), carece de<br />

libertad en esta ordenación o armonía preestablecida.<br />

Por último, conviene tomar conciencia de cuál ha<br />

sido el camino que Leibniz ha seguido para elaborar<br />

esta teoría de "lo más perfecto", como razón suficiente<br />

del devenir histórico y de la existencia en general.<br />

El camino no ha podido ser otro que la aproximación<br />

de la libertad a la necesidad y, por tanto, de la voluntad<br />

al entendimiento, y de la existencia a la esencia.<br />

Podemos dar como muy probable esta conclusión:<br />

puesto que lo inteligible es lo necesario, y la necesidad<br />

se vive únicamente en el mundo de las esencias,<br />

Leibniz, al intentar construir el concepto paradójico<br />

de "necesidad de lo histórico o libre" no ha podido<br />

seguir otro camino que tratar a la libertad, a la voluntad<br />

y a la existencia en términos tomados de la<br />

necesidad, del entendimiento y de la esencia.<br />

a) El tratamiento de la libertad en términos de<br />

necesidad es evidente, y lo revela la misma expresión<br />

de "necesidad moral" (véase Teodicea, § 349).<br />

b) El tratamiento de la voluntad en términos del<br />

entendimiento, lo demuestra el concepto de ciencia<br />

de los futuros contingentes, ciencia que Dios posee de<br />

los decretos de su propia voluntad, tal como Leibniz<br />

la interpreta.<br />

c) El tratamiento de la existencia en términos de<br />

la esencia, lo demuestra el postulado de no composibilidad,<br />

que hemos denunciado y que es fundamento<br />

de los incomposibles; postulado paralelo al de<br />

no contradicción, fundamento de los imposibles.<br />

Ahora bien: estas aproximaciones, por cuanto no<br />

deben tomarse como identificaciones (en el sentido de<br />

Spinoza, cuando, por ejemplo, identifica la vis appetitiva<br />

y la vis cognoscitiva) y en cuanto no están justificadas<br />

en razones objetivas particulares, sino sólo<br />

en una razón técnica: la de desarrollar un sistema metafísico<br />

basado en una determinada doctrina de la<br />

sustancia, no tienen otro valor científico que el de simples<br />

postulados, ni más valor cognoscitivo que el de<br />

puras metáforas.<br />

Podemos concluir definitivamente nuestro comentario<br />

afirmando que el sistema de Leibniz, aparte de


las críticas que pueda sufrir desde el punto de vista<br />

de otros sistemas filosóficos, es un sistema incompleto<br />

dentro de sus propios programas.<br />

1V. I MPORTANCIA <strong>DE</strong>L TEXTO COMENTADO<br />

Las ideas contenidas en el texto que comentamos<br />

poseen, dentro del sistema de Leibniz, una significación<br />

y alcance muy precisos, que las páginas precedentes<br />

han procurado poner de manifiesto. Pero<br />

muchas de estas ideas, tan plenas de significación, en<br />

función del sistema total leibniziano, poseen, por así<br />

decir, tal superabundancia significativa por sí mismas,<br />

que podremos descubrir fácilmente su presencia—acaso<br />

para ser refutadas—en los más diversos sistemas<br />

ideológicos. Me referiré aquí, únicamente, a dos pensamientos<br />

típicamente leibnizianos y que están contenidos<br />

en el párrafo comentado:<br />

a) Todo lo que sucede tiene su razón suficiente,<br />

por mínimo e insignificante que nos parezca, y forma<br />

parte, en último extremo, del contexto universal.<br />

b) Todo lo que le sucede al sujeto está contenido<br />

en su propia esencia y puede considerarse como un<br />

desarrollo o despliegue del tesoro de virtualidades intrínsecas<br />

y, por sí mismas, dinámicas y significativas.<br />

En el sistema de Leibniz, el primer pensamiento<br />

se reduce al segundo, que constituye por ello una preciscción<br />

de la estructura del acontecer, en el cual nada<br />

sucede en vano, en términos del desarrollo de las mónadas.<br />

Sin embargo, estos pensamientos pueden ser<br />

vividos con relativa independencia, y, por su generalidad<br />

y naturaleza, pueden considerarse como hipótesis<br />

categoriales, ante las cuales debe tomar posición toda<br />

actitud intelectual filosófica y científica. Lo que sigue<br />

se propone mostrar, por medio de ejemplos, la justeza<br />

de esta afirmación.<br />

A) El primer pensamiento, especialmente en la<br />

forma del optimismo que popularizó Wolf, impresionó<br />

vivamente a los espíritus cultivados del siglo<br />

Recuérdese el Essay on Man, de Pope. Todo lo que<br />

sucede, por incomprensible que nos parezca, no podría<br />

suceder de otro modo sin alterar el orden y armonía<br />

general:<br />

All Nature is bu: Art, unknown lo thce;<br />

All Chance, direction, which thou cana not sec;<br />

All discord, harmony not understood;<br />

All partial evil, universal Good;<br />

And, spi:e of Pride, in erring Reason's spite,<br />

One fruti: is clear: whatever is, is right.<br />

Cierto que el espíritu optimista no duró mucho, al<br />

menos de un modo uniforme, y Voltaire contribuyó<br />

de un modo decisivo a desprestigiarlo. Frente a la<br />

idea de que todo sucede de la mejor manera posible,<br />

Voltaire presentaba la noticia reciente (1755) del terremoto<br />

de Lisboa: "Dios mío—decía por boca de<br />

Cándido—, si éste es el mejor de los muchos posibles,<br />

cómo serán los otros?" Frente a la idea de que todo,<br />

aun lo más absoluto, está lleno de significación como<br />

elemento integrante del orden universal, Voltaire presentaba<br />

una conocida fantasía sobre la influencia del<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.—LEIBNIZ<br />

pie izquierdo de un brahmán en los destinos de<br />

Europa y del mundo. (Léase el cap. 3 del lib. I, Tercera<br />

parte de la obra de Paul Hazard: El pensamiento<br />

europeo en el siglo XVIII.)<br />

B) El segundo pensamiento expone la hipótesis<br />

de la inmanencia, según la cual todo lo que sucede<br />

al sujeto es despliegue de virtualidades interiores. Este<br />

principio, aplicado al orden de los conceptos, estaba<br />

muy próximo al idealismo. Los objetos exteriores no<br />

influyen directamente en el orden de las ideas, que<br />

discurren por una legalidad interna y sólo por la<br />

armonía preestablecida están acordes con la realidad.<br />

Esta hipótesis preparó los sistemas del idealismo alemán<br />

y, en último extremo, el solipsismo.<br />

La categoría de la inmanencia del desarrollo de la<br />

sustancia individual, aplicada no ya sólo al orden de<br />

los conceptos intelectuales, sino al conjunto de la vida<br />

biológica o psíquica, ha dado lugar a teorías exageradas,<br />

que han combatido siempre con las teorías pensadas<br />

según las categorías opuestas. Para referirme a<br />

ejemplos recientes, citaré, en Biología, la discusión<br />

acerca de la influencia del medio en el desarrollo de<br />

los seres vivientes. Para unos, que toman a Lamarck<br />

como patrono, las influencias exteriores serían las determinantes<br />

de la evolución y morfología del ser vivo.<br />

Para otros, en cambio, el desarrollo de los seres vivientes<br />

estaría fundado en un ritmo inmanente y<br />

"leibniziano", y tanto las leyes de Mendel como las<br />

teorías de Weismann confirmarían esta hipótesis. La<br />

discusión ha llegado muchas veces a extremos ridículos<br />

(véase J. Huxley: La génétique soviétique et la<br />

science mondiale, París, Stock, 1950). Pero debe tenerse<br />

presente que, en esta discución, antes que doctrinas<br />

biológicas, combaten categorías metafísicas generales<br />

(la inmanencia o no inmanencia del desarrollo),<br />

una de las cuales hemos visto expuesta por Leibniz<br />

con la máxima pureza.<br />

En la llamada "Patología psicosomática", la categoría<br />

de la inmanencia desempeña un papel directivo<br />

principal. "Hace unos cuantos años, antes de la guerra,<br />

se hablaba mucho de Patología de la persona. Y<br />

se decía también que la persona era un destino, implicando<br />

con ello que en el plasma germinal estaba,<br />

en cierto modo, predeterminada—por las características<br />

individuales, las posibilidades evolutivas, reactivas,<br />

etc.—la futura esclerosis coronaria, la diabetes o<br />

el ictus apoplético" (J. Rof Carballo: El hombre a<br />

prueba, pág. 24).<br />

En la esfera psicológica, la categoría de la inmanencia<br />

del desarrollo ha presidido tiránicamente las<br />

concepciones de Freud y de sus discípulos, en especial<br />

de Szoncii. El determinismo psicológico, que los<br />

psicoanalistas remontan a la infancia (Freud) o a las<br />

tendencias instintivas (Triebstrebungen) de los genes<br />

(Szondi), propende a reducir la historia psíquica de<br />

los individuos a un desarrollo de la mecánica interior<br />

de los instintos, preparada totalmente en las situaciones<br />

pretéritas. "Todo estado presente de una sustancia<br />

simple es naturalmente consecuencia de su estado anterior,<br />

de tal suerte que el presente está preñado de<br />

porvenir" (Monadologia, 22).<br />

GUSTAVO BUENO MARTÍNEZ<br />

Catedrático del Instituto de Salamanca.<br />

81


82<br />

BIBLIOGRAFIA ESENCIAL<br />

1. El Discurso de Metafísica, de Leibniz, está traducido al<br />

español por J. Marías (Madrid, Revista de Occidente, 1942).<br />

La edición lleva prólogo y notas.<br />

2. B. 111.:SSEL: A critical exposition on nie philosophy of Leibniz.<br />

Cambridge, 1900.<br />

RAZONES <strong>DE</strong> LA ELECCIÓN<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTA LES Y COMUNES<br />

Goethe, naturalista<br />

De los nombres conocidos como prototipos de naturalistas<br />

para el hombre de cultura media equilibrada—Plinio,<br />

Aristóteles, Linneo, Cuvier, Buffon, Rousseau,<br />

Goethe, Lamarck, Darwin, Mendel, etc.—, uno<br />

de los más representativos es el de Goethe, por ser<br />

su figura de las más ricas en contenido humano y<br />

enérgica influencia en el campo del pensamiento, y su<br />

ambivalencia de pensador y poeta encaja en la finalidad<br />

de estos comentarios.<br />

La intervención de Goethe en el plano científico<br />

comprende tres temas principales: 1) sus ideas sobre<br />

las "metamorfosis" de las plantas (Versuch, die Metamorphose<br />

der Pflanzen zu erklären, 1790); 2) sus<br />

experimentos anatómicos (Erster Entwurf einer allgemeinen<br />

Einleitung in der vergleichenden Anatomie,<br />

1795), y 3) su teoría de los colores (Beiträge zur<br />

Optik, 1791), que le proporcionó los motivos de más<br />

íntima satisfacción, así como de disgusto.<br />

De los tres, tal vez el segundo sea el más adecuado<br />

para esta exposición, puesto que fué motivo de grandes<br />

discusiones y sirvió de estímulo para un estudio<br />

más profundo de la morfología vegetal, estudio que<br />

ha proseguido hasta nuestros días, en los que ha logrado<br />

un máximo de plenitud, con un gran porvenir<br />

por delante y cuyo proceso histórico nos permite seguir<br />

la trayectoria sinuosa de todo esfuerzo científico,<br />

acompañado de la correspondiente crítica y copiosa<br />

bibliografía de la que al final de este escrito se ha<br />

seleccionado lo más importante para ilustración del<br />

lector que desee mayor información.<br />

La clave de sus ideas sobre la "metamorfosis" en<br />

los vegetales está en el siguiente texto debido a su<br />

mano:<br />

EL TEXTO (l)<br />

Las hojas de las plantas se desarrollan gradualmente<br />

mediante "metamorfosis" que al principio dan<br />

origen a los cotilédones, luego a las hojas caulinas y<br />

finalmente a las hojas (piezas) florales. Tal metamorfosis<br />

puede ser, en parte, regular o progresiva..., "welche<br />

sich von den ersten Samenblättern bis zur letzten<br />

Ausbildung der Frucht immer stufenweise wirksam<br />

bemerken lässt, und durch Umwandlung einer Gestalt<br />

in die andere, gleichsam auf einer geistigen Leiter zu<br />

jenem Gipfelder Natur der Fortpflanzung durch zwei<br />

(*) Versuch, die Metamorphose der Pflanzen zu erklären<br />

(1790, Gotha). Cfr. ARBER, A. (1946, Waltham, Mass., U. S. A.).<br />

Goethe's Botany. "Chronica Botanica", vol. X, núm. 2, páginas<br />

63-126. (Separata.)<br />

3. COUTURAT: La logique de Leibniz. París, 1901.<br />

4. BRUNSCHVICC: Las etapas de la filosofía matemática, capítulo<br />

X. Trad. esp. de C. Ratto. Buenos Aires, Lautaro,<br />

1945.<br />

5. Sobre el optimismo puede leerse con provecho al cardenal ZE-<br />

FERINO GONZÁLEZ: Estudios sobre la Filosofía, tomo II (Madrid,<br />

1864), capítulos X al XIII.<br />

Geschlechter hinaufsteigt" ("en la cual se puede percibir<br />

una constante progresión escalonada desde las<br />

primeras hojas cotiledonares hasta el desarrollo final<br />

del fruto y en virtud de la transformación de una<br />

forma en otra hasta alcanzar la reproducción, mediante<br />

dos sexos, como culminación de la Naturaleza y<br />

como si fuera conducida por un guía espiritual").<br />

Por el contrario, la metamorfosis irregular goethiana<br />

supone un proceso regresivo de la Naturaleza:<br />

"wie sie dort mit unwiderstehlichem Trieb und<br />

kräftiger Anstrengung die Blumen bildet und zu den<br />

Werken der Liebe rüstet, so erschlafft sie hier<br />

gleichsam, und lässt unentschlossen ihr Geschöpf in<br />

einem unentschiedenen, weichen, unseren Augen oft<br />

gefälligen, aber innerlich unkräftigen und unwirksamen<br />

Zustande" ("como allí forma las flores con<br />

impulso irresistible y las dispone para los actos del<br />

amor, por así decirlo, aquí se debilita y deja indecisa<br />

su creación en una situación vaga y blanda, que a<br />

menudo es grata a nuestra vista, pero ineficaz e impotente<br />

en su intimidad"). Tal sucede en las llamadas<br />

"flores dobles", estériles por cuanto han proliferado<br />

sus pétalos a expensas de sus estambres.<br />

OPUESTAS INTERPRETACIONE S <strong>DE</strong> ESTE TEXTO<br />

La introducción en sus explicaciones de unas "fuerzas<br />

espirituales" (geistige Kräfte), e incluso de una<br />

misteriosa anastórnosis espiritual (cine geistige Anastomose),<br />

le hace escribir a E. Nordenskiöld que todo<br />

esto es "filosofía romántica desde el comienzo hasta<br />

el fin".<br />

En cambio, para P. Bertrand, a Goethe corresponde<br />

el honor de haber realizado la síntesis de las ideas<br />

corrientes en sus días introduciendo en ellas la claridad<br />

y la sencillez peculiares de su genio. Por derecho<br />

propio, el poeta alemán puede considerarse<br />

como uno de los fundadores de la morfología vegetal.<br />

Es muy bella y atractiva la síntesis que este autor<br />

francés hace de las ideas goethianas, y a pesar de su<br />

condición de riguroso científico especialista, se deja<br />

seducir por la gracia de la exposición del poeta, del<br />

que recibe el estímulo para hacer consideraciones como<br />

las que siguen (traducción parcial que brindo al<br />

lector):<br />

"Bien considerada, la concepción de Goethe es funcionalmente<br />

exacta: en todas las producciones de la<br />

planta es la hoja lo que hallamos por doquier, si bien<br />

sometida a la acción de secreciones, es decir, de hormonas<br />

diferentes. De ahí la unidad de plan, que es,<br />

en realidad, un fenómeno de unificación de los diferentes<br />

apéndices producidos por la planta."


El comentario del prototipo ideal de planta o arquetipo<br />

(Urpflanze) ideado por Goethe le lleva a<br />

escribir a Bertrand:<br />

"La idea de un plan preestablecido, hacia la realización<br />

del cual tenderían todas las plantas según sus<br />

recursos, se acorda a la secreta aspiración del hombre,<br />

que se goza en reconocer por doquier la inteli-gencia<br />

y las intenciones del Creador. Esto nos lleva<br />

a pleno siglo xvm, cuando la noción de la unidad de<br />

plan de la Naturaleza fué expuesta por vez primera<br />

por Buffon y Vicq d'Azyr. Hacia la misma época,<br />

J.-J. Rousseau se extaxía ante la prodigiosa variedad<br />

de formas con que se nos manifiesta la hoja y las<br />

restantes partes de la planta, variedad que no nos<br />

impide percibir la semejanza innegable que las une."<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.--GOETHE 83<br />

josa marcha de la obra especializada. Tal manera de<br />

proceder equivale a renunciar a las mentalidades<br />

universales.<br />

También merecen traerse aquí las consideraciones<br />

de Mr. H. H. Thomas, quien escribe en la Linnean<br />

Society, de Londres (1932): "La conclusión más importante<br />

del ensayo de Goethe consiste en que cualesquiera<br />

que sean las formaciones producidas por la<br />

planta—yemas, hojas, flores o frutos—, es siempre<br />

el mismo órgano el que realiza los planes de la Naturaleza<br />

al cumplir tantas funciones diferentes revestidas<br />

de formas tan distintas.<br />

"Tal órgano es la hoja contraída en el cáliz (sépalos),<br />

extendida o dilatada en los pétalos, contraída en<br />

los estambres y, finalmente, dilatada e hinchada al<br />

CHIMONANTHUS PRAECOX (L.) LINK, la flor de invierno, que florece en los meses fríos de diciembre a marzo; detalles<br />

de una rama florida y disección floral con la serie de transición insensible en las piezas periánticas y su inserción<br />

espiralada, más los verticilos sexuales (de uno de los ejemplares cultivados en el Real Jardín Botánico de Madrid).<br />

GOETHE, PENSADOR UNIVERSAL<br />

Goethe no puede limitarse a ser el obrero de la<br />

ciencia; el genial pensador germano ha de infundir<br />

a sus trabajos el valor de la universalidad propia del<br />

espíritu humano, dotado de una amplitud armónica.<br />

No hay por qué restar méritos (y grandes) al hombre<br />

que de una manera voluntaria o condicionada se<br />

ciñe a la penosa labor del especialista, impuesta por<br />

las necesidades actuales como norma casi general.<br />

Pero es que el vuelo largo de la inteligencia goethiana<br />

salva todas las barreras convencionales para buscar<br />

ávidamente la solución inmediata a aquella infinita<br />

necesidad de explicación unitaria. La visión del especialista<br />

es más rigurosa y perfecta en el detalle; pero<br />

esta actitud se logra a costa de una amputación muy<br />

dolorosa: la pérdida de la visión de conjunto y la renuncia<br />

a unos recursos de trabajo que pueden traer<br />

soluciones de largo alcance, por encima de la traba-<br />

máximo para dar el fruto. Desarrollando este tema,<br />

el filósofo descubría la unidad en la variedad."<br />

SIGNIFICADO MORFOLÓGICO <strong>DE</strong> LA HOJA<br />

Resumiendo la teoría de la planta arquetipo<br />

(Urpflanze), podemos decir que, si bien la doctrina<br />

de las metamorfosis de las plantas se nutre de datos<br />

en parte tomados de autores anteriores—Linnaeus<br />

(Philosophia botánica; Metamorphosis vegetabilis)—,<br />

Grew, un siglo antes, había demostrado la naturaleza<br />

foliar de sépalos y pétalos; C. F. Wolff, más atrevido,<br />

había mantenido que no sólo estas piezas, sino<br />

los estambres y segmentos del pericarpo eran hojas<br />

modificadas; pero es Johann Wolfgang Goethe el<br />

que acierta a dar la síntesis precisa y clara, estímulo<br />

grande de nuevos trabajos y búsquedas.<br />

Que, según las ideas goethianas, los primordios<br />

foliares que nacen de un mismo tallo tienen una


84 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

identidad de principio, si bien evolucionan de manera<br />

diferente, diferenciándose de modo más o menos perfecto<br />

según que la savia nutritiva que aquéllos reciben<br />

de la medula esté más o menos filtrada o depurada.<br />

Así la arquitectura de la planta responde a una<br />

sucesión superpuesta de segmentos o internodios limitados<br />

por los nudos; que éstos dan origen al órgano<br />

exclusivamente vegetal: la hoja.<br />

La hoja es la unidad morfológica elemental y fundamental<br />

de la planta.<br />

Y esta idea tiene en nuestros días un doble valor.<br />

De un lado, la teoría de la filorriza de Chauveaud,<br />

según la cual toda planta es el resultado de la fusión<br />

de dos o más filorrizas, miembro elemental éste integrado<br />

por una hoja como órgano esencial y su<br />

prolongación radical.<br />

En mi estado actual de conocimientos me inclino<br />

a pensar que ha sido un hallazgo feliz esta idea original<br />

de Chauveaud, que de día en día cobra nuevos<br />

prosélitos.<br />

De otro lado, la hoja, el miembro vegetal exclusivo<br />

de las plantas (el organismo vegetal respira y transpira<br />

como el animal, y la circulación de los líquidos<br />

internos es también propia de ambos reinos, y hasta<br />

las plantas están dotadas de una cierta sensibilidad,<br />

como su citoplasma es genuinamente irritable), alberga<br />

el pigmento verde capaz de la foto y de la fitosíntesis,<br />

fenómeno prodigiosamente trascendental, sin<br />

el cual la vida en la Tierra sería absolutamente imposible.<br />

LAS TRES METAMORFOSIS GOETHIANAS<br />

Volviendo a la metamorfosis goethiana, la plántula<br />

nacida de la semilla germinada produce primero los<br />

cotilédones, hojas rudimentarias o germinales surgidas<br />

del primer nudo y repletas de materia no refinada<br />

con organización rudimentaria. Superada esta frase<br />

inferior del desarrollo foliar, surgen las hojas vegetativas<br />

normales, verdes, diversiformes y más perfectas.<br />

"Grado elevado de diferenciación y refinamiento<br />

que obedece al aire y a la luz" (Goethe).<br />

No obstante, por encima de ellas hay un tercer grado<br />

de desarrollo foliar: el cáliz, verticilo sepalino del<br />

mismo nudo, más reducido y condensado y menos<br />

diferenciado que el estadio anterior.<br />

La corola, como una nueva dilatación foliar, representa<br />

el cuarto grado de desarrollo, y su condición<br />

más delicada, animada de colores brillantes o cándidos,<br />

exige el nutrimiento de una savia más refinada.<br />

Los estambres, o quinto grado, serían nuevas hojas,<br />

muy condensadas y reducidas gracias a una savia<br />

muy pura.<br />

Rematando en el sexto grado de desarrollo con la<br />

producción de las hojas carpelares (pistilo), capaces<br />

de la máxima dilatación (el fruto) para proteger las<br />

semillas.<br />

Gracias a esta onda sucesiva de dilataciones y contracciones<br />

(tres reducciones y tres expansiones, respectivamente:<br />

cotilédones, sépalos y estambres, de un<br />

lado, y, de otro, hojas normales, pétalos y carpelos),<br />

se logra para la mentalidad del poeta explicar el proceso<br />

completo del desarrollo de la planta arquetipo.<br />

Y tal proceso exigía tres suertes de metamorfosis:<br />

1 • a La metamorfosis regular, proceso normal desde<br />

los cotilédones hasta el fruto maduro, que<br />

se eleva paso a paso hasta culminar en la finalidad<br />

suprema de la Naturaleza: la producción<br />

de los sexos (masculino y femenino).<br />

2.a La metamorfosis accidental, debida a causas<br />

externas (parasitos).<br />

3.a La metamorfosis irregular, con fenómenos regresivos<br />

(flor doble).<br />

Expuestas hasta aquí las ideas esenciales del pensamiento<br />

goethiano, es inevitable tomar en consideración<br />

dos tipos de mentalidades.<br />

I<strong>DE</strong>ALISTAS Y MATERIALISTAS<br />

La mentalidad idealista, que se traduce en la interpretación<br />

espiritual del mundo físico, y la mentalidad<br />

materialista, que se apoya en la lógica racionalista.<br />

La escuela idealista en Alemania, heredera de la<br />

tradición y de la explicación aportada por Goethe y<br />

sus predecesores, admite la intervención de lo maravilloso<br />

en los fenómenos naturales. Sus dos figuras<br />

representativas—K. F. Schimper y A. Braun—realizan<br />

descubrimientos sólidos como los de Goethe.<br />

Tales la interpretación de las leyes de la filotaxia, de<br />

los esporofilos de los ofioglosos, etc.<br />

La escuela racionalista, desnuda de hálito espiritual,<br />

reducida a la interpretación física y química,<br />

con Schleiden como fundador (1835), registra una<br />

serie de fracasos iniciales por causa de observaciones<br />

insuficientes o de interpretaciones prematuras, ya que<br />

ni aun en nuestros días se ha logrado descifrar con<br />

la simple interpretación mecánica los procesos biológicos,<br />

saturados de complejidad.<br />

Pero dejemos esta dilatada palestra tan propicia a<br />

la polémica violenta y volvamos a buscar nueva luz<br />

que nos aclare algo más la prodigiosa silueta del genio<br />

de lo germánico.<br />

AGNES ARBER<br />

Hay una mujer inglesa, que ha vivido hasta hace<br />

pocos meses entre los venerables muros y los verdes<br />

campos de Cambridge, que me ha hecho ver como<br />

nadie toda la maravilla de la filosofía natural en la<br />

morfología vegetal.<br />

Tal es Agnes Arber (M. A., D. Sc., F. R. S.,<br />

F. L. S.).<br />

En el prefacio de su libro fascinador The Natural<br />

Philosophy of Plant Form (Cambridge, 1950), dice:<br />

"En el presente estudio he tratado de expresar ciertas<br />

ideas generales que han surgido gradualmente por<br />

sí mismas en mi pensamiento y a lo largo de una<br />

vida relativas a la morfología de las plantas con flores,<br />

tanto en cuanto a su actual interpretación como<br />

en cuanto a su desarrollo histórico, desde los tiempos<br />

de Aristóteles en adelante. Comencé pensando de este<br />

tema relativamente sencillo que era una rama de la<br />

ciencia natural; pero, finalmente, he llegado a concebir<br />

que logra su más completa realidad en la región<br />

de la filosofía natural, donde converge en la metafísica,<br />

a la cual aporta su contribución con su propia<br />

visión. En este libro he hecho una tentativa e intento<br />

provisional de revisar las relaciones de las partes en


las plantas con flores a la luz de aquellos modos de<br />

pensamiento más universales y, por tanto, más severos,<br />

y que son característicos de la filosofía mejor<br />

que de la biología."<br />

Hemos tenido, pues, viva entre nosotros hasta hace<br />

poco tiempo una mentalidad femenina inquieta por<br />

elevarse a esa universalidad en la que vivió inmerso<br />

Goethe. Y en su libro dedica a Goethe la atención<br />

que merece.<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS. —COETHE 85<br />

la ciencia rigurosa, se traduce en la escasa influencia<br />

de los escritos científicos de Goethe sobre sus contemporáneos<br />

de la botánica. No obstante lo cual,<br />

aquellos escritos forman un copioso caudal de estímulos<br />

para las generaciones venideras y en ellos se salvan<br />

los detalles erróneos, que cuentan relativamente<br />

poco.<br />

En la brillante lista de mentalidades ocupadas en<br />

fitomorfología, que abarca desde Aristóteles hasta la<br />

Ejemplos seleccionados de la plasticidad en la membradura vegetal: I. Heléboro verde: 1, plántula; 2, planta adulta<br />

madura con su diversificación foliar: a, catafilo; b, nomo filo; c, d, hipsofilos; e, antojito; 3, disección floral con:<br />

i, tálamo tronco-cónico y la huella espiralada de la inserción de las diversas piezas florales; f, nectario (pétalo) tubular;<br />

g, estambre; h, folículos procedentes de carpelos libres.II, Grosellero: evolución de las pérulas en serie de catafilos<br />

(1, 2, 3) hasta la diferenciación del nomofilo (4) en sus dos partes esenciales (a, pecíolo, y b, limbo). III, Campanula:<br />

ejemplo teratológico de cáliz petaloide. IV, Camelia: tránsito metamórfico de pétalo (4) a estambre normal (1),<br />

a través de la consiguiente reabsorción limbar y génesis de antera y filamento (3, 2). V, Rubdeckia: ejemplo de<br />

inflorescencia de transición entre la cabezuela y la espiga. VI, Sauce: proliferación aberrante en los verticilos sexuales:<br />

de anteras rudimentarias en el interior del ovario y del pincel estigmático en el estambre. VII, Rohdea iaponica<br />

con inflorescencia espiciforme, que converge al espádice de ardcea.<br />

En el capítulo de su libro en que A. A. se ocupa<br />

del pensador de Weimar, recoge el comentario del<br />

botánico ginebrino De Candolle: "M. Goethe... a comme<br />

deviné l'organization végétale."<br />

El propio Goethe afirma que el valor de su obra<br />

no reside en un conocimiento enciclopédico de las<br />

cuestiones que discute, sino más bien en la cualidad<br />

unificadora de su pensamiento.<br />

Parece probada la ignorancia de Goethe con respecto<br />

a las ideas de sus predecesores (Grew, Wolff),<br />

lo que es una ventaja mejor que un inconveniente,<br />

que le lleva a afirmar que las ideas que expone son<br />

propias y, por tanto, originales, lo que, por otra parte,<br />

se explica teniendo en cuenta el carácter de aficionado<br />

más que de profesional de la botánica, peculiar<br />

de la ciencia goethiana.<br />

Tal situación, en cierto modo ajena al campo de<br />

moderna interpretación de la morfología vegetal,<br />

Goethe es digno de ocupar uno de los lugares<br />

preeminentes. Y Goethe nos ha legado su propia historia<br />

botánica en forma autobiográfica (Der Verfasser<br />

theilt die Geschichte seiner botanischen Studien<br />

mit. 1831).<br />

LA ANÉCDOTA<br />

Para terminar con Goethe, relatemos brevemente la<br />

anécdota sabrosa:<br />

El alma del poeta precisa para su inspiración del<br />

estímulo externo. Como Desiderius Erasmus Rotterodamus<br />

va gestando al trote corto de su cabalgadura<br />

híbrida (el clérigo viaja en mula) y del espectáculo<br />

descomunal de los Alpes su Encomium Moriae (Elogio<br />

de la locura), así la mentalidad del poeta alemán


86 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

se caldea ante el espectáculo radiante de los paisajes<br />

meridionales, de los paisajes de Italia.<br />

La flora exótica multiforme de la ribera mediterránea<br />

entra a golpes de luz en la retina del asiduo<br />

de Weimar, habituada al verde uniforme y a los cielos<br />

grises. Siempre el sol barroco de lo latino ha sorprendido<br />

primero y entusiasmado y cautivado después<br />

a la gente netamente europea (del centro y del<br />

septentrión del continente de la cara ancha) (1).<br />

No es extraño que Goethe pase por esta conmoción<br />

(la primera sorpresa que reserva el mar interior, el<br />

mar Mediterráneo).<br />

Y aquí, ante el repertorio de la flora de hojas duras<br />

y siempre verdes, topa con el prodigiosamente<br />

vulgar palmito (Chamaerops humilis L.), cuyos brotes<br />

tiernos comen nuestros gitanos y nuestros campesinos<br />

de Andalucía untados en aceite (cuando lo<br />

tienen).<br />

El encuentro tuvo lugar en el jardín más antiguo<br />

de Europa. El Jardín Botánico de Padua. La palma<br />

enana flabelífera, de tronco corto y tortuoso, pelinegro,<br />

que bate al aire sus hojas rígidas en abanico, con<br />

destellos de un verde oscuro, no tienen tan gran<br />

belleza como para dejar suspenso a un visitante,<br />

aunque éste sea de la categoría poética de Goethe,<br />

pero aquí surge la mirada aquilina que busca la intelección<br />

por encima de la emoción. Y, ¡oh pasmo!,<br />

allí, enfrente de sus narices, tenía Johann Wolfgang<br />

Goethe un modesto ejemplar de palmito que le estaba<br />

mostrando todas las gradaciones foliares posibles,<br />

en toda su casta desnudez, desde las primeras hojas<br />

infantiles, lanceoladas, hasta la complejidad de la hoja<br />

flabeliforme, madura, más la brusca transición a la<br />

espata, de un crema pálido, que, púdica, envuelve la<br />

sexual inflorescencia.<br />

Ante su entusiasmo de botánico poeta, el director<br />

del real establecimiento le obsequió con una colección<br />

completa de la diversiforme membradura, que Goethe<br />

llevó en triunfo a su patria. Treinta años después<br />

(el poeta nos lo cuenta), volvía a poner ante sí aquella<br />

serie de miembros vegetales, amorosamente conservados<br />

en su herbario y que le producían tan profunda<br />

veneración, a causa del papel que habían desempeñado<br />

en la madurez de sus ideas.<br />

Según datos conocidos, aquel ejemplar (del que<br />

tomó las muestras Goethe) vivía desde 1584, y aún<br />

florece en su locus del Jardín Botánico de Padua.<br />

SIGNIFICADO Y CONTENIDO <strong>DE</strong> LA<br />

MORFOLOGÍA VEGETAL MO<strong>DE</strong>RNA<br />

Superada en diversos aspectos la interpretación goethiana<br />

y la de sus predecesores y sucesores, creo oportuno<br />

perfilar en cuatro trazos la trayectoria y porvenir<br />

de una ciencia en cuya cimentación tanto papel desempeñó<br />

Goethe.<br />

La morfología vegetal tiene hoy plena vigencia y<br />

se halla en activo período de desarrollo. Su horizonte<br />

es amplio: va desde la célula vegetal hasta la reproducción<br />

y sexualidad y desde la organografía normal<br />

de la membradura vegetal hasta las metamorfosis y<br />

adaptaciones ambientales de tales miembros.<br />

Ahora entra en escena otra mujer, que despierta<br />

(1) Etimología de Europa; alusión a sus habitantes latifaciales.<br />

de nuevo mi admiración y gratitud profundas. Es<br />

Katherine Esau, Davis, California. Ha publicado un<br />

delicioso y cuidado libro: Plant Anatomy. Dejemos<br />

a K. E. que nos defina la finalidad de la anatomía<br />

vegetal:<br />

"The subject of the present book is the structure<br />

and development of seed plants, with emphasis on<br />

the angiosperms. The complex multicellular body of<br />

a sced plant is a result of evolutionary specialization<br />

of long duration. This specialization has led to the<br />

establishment of morphologie and physiologie differences<br />

between the various parts of the plant body<br />

and caused the development of the concept of plant<br />

organs." (cf. Arber, 1950; Troll, 1937, pág. 176).<br />

LA FORMA Y SU SENTIDO TRASCEN<strong>DE</strong>NTAL<br />

¿Qué significado debe darse aquí a la palabra forma?<br />

Por encima del horizonte limitado del especialista,<br />

es preciso dotar a esta palabra de su significado<br />

más trascendental.<br />

La forma se informa de su contenido. La forma es<br />

la concreción de la idea. Por tanto, la plenitud de<br />

ésta. No su apariencia trivial y externa.<br />

Es la expresión, lograda con armonía y elegancia,<br />

de un significado profundo, de toda creación acertada<br />

y, por tanto, única. Lo deforme es lo informe, lo<br />

sin forma: aberración monstruosa o caótica. Pero también<br />

de esto saca la morfología su partido. Lo ha<br />

dicho el propio Goethe: "La evidencia de lo teratológico<br />

ha de usarse para aportar luz a los procesos<br />

normales."<br />

Dos siglos antes, Francis Bacon había escrito: "Los<br />

errores de la Naturaleza, creaciones extrañas y monstruosas,<br />

permitirán a quienes conocen sus desviaciones<br />

describir con la mayor seguridad sus trayectorias."<br />

De esta forma, la morfología derrama luz sobre su<br />

doctrina, tanto de las manifestaciones normales como<br />

de las aberrantes.<br />

La morphe, saturada de armonía, hace hablar al<br />

propio San Agustín de "la placentera concordia de<br />

composición que advierte en la flor de las hierbas y<br />

en la hoja de los árboles".<br />

Sub specie formae (bajo el aspecto de forma) se<br />

puede comprender la morfología como intérprete de<br />

la organización, tanto interna como externa, de la<br />

planta, del principio al fin de su biología, tal como<br />

la sentía Aristóteles.<br />

La germinación de las semillas, el brote de las hojas,<br />

la expansión de los capullos que se abren en flores<br />

radiantes, la madurez del fruto, no son otra cosa que<br />

concreciones plásticas y felices de la idea soterrada en<br />

ellas. Dotado de su contenido auténtico, el significado<br />

de forma hace inútil la diferencia entre forma y<br />

función. Será muy útil, en cuanto sirve como concepto<br />

que deslinda dos campos más propicios a la limitación<br />

humana: hacer inteligible, mediante fragmentación,<br />

aquello que la capacidad pensante del hombre<br />

no logra alcanzar en sinopsis unitaria.<br />

Pero el dispositivo sin su funcionamiento se vacia<br />

de sentido, como la función se hace inexplicable sin<br />

el previo conocimiento de su órgano adecuado. De<br />

aquí que resulte ociosa la pregunta:¿Qué fué primero,<br />

el órgano o su función? Superada la imperfecta<br />

visión dualista y alcanzada la única considera-


ción unitaria, queda aclarado que forma y función<br />

integran una sola unidad física funcional: el órgano.<br />

Por este camino se logra la plena conciencia de<br />

insertar la morfología en su auténtico lugar al considerarla<br />

una rama del frondoso árbol de la filosofía.<br />

Arbol filosófico de sentido real, por cuanto ha de<br />

tener sus raíces hundidas en la tierra (la materia) y<br />

su copa bañada de éter azul. Sirviendo de nexo unitario<br />

entre el aparente dualismo (lo dimensional y lo<br />

pensante, lo formal y lo funcional).<br />

Como todo proceso inmerso en el tiempo, la morfología<br />

vegetal es obediente a las tres fases consabidas:<br />

la situación actual, el constante presente delimitado<br />

inmediatamente por un pasado que gravita en<br />

su destino y por un porvenir que en parte está condicionado<br />

por la acción conjunta de su presente y<br />

pasado.<br />

El historicismo morfolóffico vegetal no ha de tomarse<br />

como una simple exposición de rancias antiguallas<br />

pretéritas, sino como un tema de reflexión<br />

sobre las ideas de los que pensaron antes. En sus<br />

escritos se hallarán, junto a los errores propios de<br />

cada época, los aciertos que han dado los progresos<br />

sucesivos y, lo que es más, las ideas en fase incipiente<br />

que no hallaron el ambiente propicio, pero que posteriormente<br />

lograron pleno desarrollo en nuevas mentes,<br />

parte de las cuales tal vez recibieron el influjo<br />

estimulante de aquellas ideas iniciales, mancas de<br />

desarrollo.<br />

Nunca es estéril releer las doctrinas de los viejos<br />

textos, en parte principal porque es muy limitada la<br />

capacidad de originalidad de la mente humana. Así<br />

se logra un doble beneficio: rendir homenaje a los<br />

que vieron primero, aunque fuera en forma imprecisa,<br />

y el posible beneficio de nuevas sugerencias.<br />

RECUERDO <strong>DE</strong> EUGENIO D'ORS<br />

Para terminar despidiéndome de Goethe, quiero<br />

rendir el homenaje de un recuerdo a la figura de<br />

Eugenio d'Ors, que tantas avideces goethianas tuvo<br />

en vida y por quien he sentido y sigo sintiendo una<br />

profunda simpatía.<br />

Pero no será la prosa dorsiana del comentario a<br />

Goethe en su Valle de Josa tat, sino el comentario a<br />

Linneo, el botánico ortodoxo y aristotélico. Entre Goe-<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.—CLAU<strong>DE</strong> BERNARD 87<br />

the y Linneo hay más parentesco espiritual del que<br />

pudiera parecer al examen superficial.<br />

Escribe d'Ors:<br />

"Linneo es tan céntrico que no hay mucha posibilidad<br />

de alejarse demasiado de él."<br />

"Esto que estamos haciendo es un capítulo de la<br />

filosofía de Linneo."<br />

"La filosofía de Linneo no se ha escrito todavía,<br />

como acontece a menudo con la de aquellos que no<br />

tuvieron cuidado de escribirla ellos mismos."<br />

"Pero como lo ha tenido Napoleón, cabe un exegeta<br />

de Linneo."<br />

"¡Oh, gran sorpresa! La exégesis de Napoleón es<br />

una lección de ascetismo que tiene su composición de<br />

"lugar" espiritual en la roca de Santa Elena. La exégesis<br />

de Linneo, el sabio, es una lección de hedonismo<br />

que tiene por escenario, si no el huerto de Epicuro,<br />

el Jardín Botánico de Upsala."<br />

La grave autoridad botánica de Linneo merece ser<br />

traída al lado de la de Goethe. Este leyó mucho a<br />

aquél y también admiró a Napoleón.<br />

En mi plano minúsculo, también yo he leído con<br />

gusto a Eugenio d'Ors.<br />

EMILIO GUINEA<br />

Profesor de la Universidad de Madrid<br />

BIBLIOGRAFIA ESENCIAL<br />

ARBER (A.): The Mind and the Eye. Cambridge, 1954.<br />

— Goethe's Botan y . Chronica Botanica (Waltham, Mass.<br />

U. S. A.), vol. X, núm. 2; págs. 63-126 (publicado en separata).<br />

1946.<br />

— The Natural Philosophy of Plant Form. Cambridge, 1950.<br />

BERTRAND (P.) : Les végétaux vasculaires. París, 1947.<br />

ESAU (K.): Plant Anatomy. Nueva York-London, 1953.<br />

HUXLEY (J.): Evolution (The Modern Synthesis). London, 1948.<br />

— The New Systematics. Oxford, 1945.<br />

LYDIA (R.): The Vindication of Metaphysics. London, 1951.<br />

NOR<strong>DE</strong>NSKIÖLD (E.): The History of Biology. Nueva York, 1949.<br />

RALO (E.): "Historia de las teorías biológicas". Revista de Occidente,<br />

Madrid, 1931.<br />

STEBBINS (G. L.): Variation and Evolution in Planis. Nueva<br />

York, 1951.<br />

OZENDA (P.): Recherches sur les dicotylédones apocarpiques, París,<br />

1949.<br />

PLANTEPOL : L'ontogénie de la fleur. París, 1949.<br />

(Una síntesis del actual conocimiento en Francia de la evolución<br />

vegetal puede verse en: "Colloques internationaux du<br />

Centre Nat." Recherches Scient., XLI. Evolution et Phylogénic<br />

chez les végétaux, París, 1952.)<br />

El comentario de un texto científico<br />

Para Pedro, mi hijo.<br />

Comencemos por lo que parece más obvio y elemental;<br />

digamos con el hombre de la calle que el primer<br />

objetivo de quien honradamente comenta un texto<br />

científico debe ser el conocimiento integro y riguroso<br />

de lo que ese texto "quiere decir". ¿Qué "quieren de-<br />

cir" tal frase, tal párrafo, tal capítulo del libro que leemos?<br />

He ahí una curiosa expresión de los idiomas<br />

cultos. Usándola, procedemos mentalmente como si el<br />

libro en cuestión tuviese voluntad o intención de decirnos<br />

algo: un "algo" implícito, latente, que nosotros,<br />

con nuestro esfuerzo intelectivo, hemos de sacar a la<br />

luz y entender con claridad. Comentar un texto cien-


88 e. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

tífico sería, según esto, ayudar a que él nos diga bien<br />

clara y perceptiblemente lo que "quiere decir" desde<br />

dentro de sí mismo.<br />

Eso que el texto "quiere decir"—su significación, su<br />

sentido—puede poseer, y con frecuencia posee, una indisoluble<br />

unidad interna. El texto nos dice entonces<br />

con sus palabras, pura y simplemente, lo que su autor<br />

quiso decir con ellas: que el jugo gástrico enrojece el<br />

papel de tornasol o que la suma de los ángulos interiores<br />

de un triángulo es igual a dos ángulos rectos.<br />

No siempre acontece así. Los textos literarios dicen<br />

no pocas veces—recuérdese, sumo ejemplo, el Quijote—más<br />

de lo que con ellos quiso expresar quien los<br />

escribió. Por otra parte, hay ocasiones en que la torpeza<br />

del autor, o acaso su voluntaria doblez, ponen<br />

cierta discrepancia entre su intención y su expresión,<br />

entre lo que él quiso decir cuando escribió el texto y<br />

lo que su escrito realmente dice; y de tal vicio no quedan<br />

exentas muy señaladas cimas de la literatura científica.<br />

Pongámonos, sin embargo, en el más favorable<br />

de los casos: aquel en que coinciden la personal voluntad<br />

expresiva del autor (lo que él "quiso decir") y<br />

la significación objetiva del texto (lo que éste "quiere<br />

decir"). Cuando así acontezca, ¿quedará agotada la<br />

faena interpretativa con el descubrimiento de esa invisible<br />

coincidencia? En modo alguno. Porque la interna<br />

unidad de aquello que el texto científico "quiere<br />

decir", podrá ser siempre desglosada en tres fracciones<br />

conceptualmente distintas entre sí:<br />

La Lo que el texto quiere decir "gramaticalmente".<br />

Esto es, lo que nos dice por la mera virtud significativa<br />

de las palabras que contiene y de la sintaxis con<br />

que esas palabras, mutuamente, se relacionan y enlazan.<br />

Sin un mínimo conocimiento gramatical y filológico<br />

de la lengua en que se halla escrito un documento<br />

científico, será imposible su cabal intelección. El comentario<br />

de un texto exige del comentarista—elemental<br />

verdad—la posibilidad de leerlo correctamente.<br />

2.a Lo que el texto quiere decir "históricamente",<br />

lo que significa por el hecho de haber sido escrito en<br />

una situación histórica determinada. El autor del texto<br />

comentado puso necesariamente en él—con deliberación,<br />

unas veces; sin saberlo, otras—no poco de lo que<br />

le ofrecía el mundo en que su mente se formó: noticias<br />

y nociones diversas, modos de pensar, sentir y estimar,<br />

hábitos estilísticos determinados. Nuestro comentario<br />

no será completo si no discierne con claridad<br />

todos esos elementos allegadizos y si no establece con<br />

la precisión posible el modo como pasaron desde el<br />

mundo histórico y social del autor al contenido del<br />

texto por nosotros leído.<br />

Pero la historia actúa tanto sobre el autor del texto<br />

como sobre el comentarista mismo: uno y otro se hallan<br />

sometidos al influjo de la situación en que respectivamente<br />

se formaron y existen. De ello se desprende<br />

la necesidad de completar el examen histórico del texto<br />

leído indicando lo que significa cuando el lector lo<br />

mira y estima desde su propia situación en el curso<br />

de la historia. Así contemplado, ¿qué significación<br />

posee? Desde el momento en que su autor lo compuso,<br />

hasta el momento en que el comentarista lo estudia,<br />

¿cuáles han sido las principales vicisitudes de su<br />

prestigio y su fama? ¿De qué modo se le interpreta<br />

y valora en la situación histórica a que el lector y co-<br />

mentarista pertenece? Y si acerca de ese texto no hay,<br />

a la sazón, documentos críticos suficientemente expresos,<br />

¿de qué modo deberá ser interpretado y valorado<br />

en tal situación del espíritu humano?<br />

3.a Lo que el texto quiere decir "personalmente";<br />

aquello que contiene y significa, en cuanto ha sido<br />

compuesto por la individual persona de su autor y en<br />

una ocasión determinada de la existencia de éste. Con<br />

otras palabras: lo que en el texto comentado es nuevo<br />

y original. Tal originalidad quedará expresa, según los<br />

casos, de modo muy diverso: en los textos menguadamente<br />

originales y creadores será tan sólo un criterio<br />

selectivo y ordenador de los saberes ajenos utilizados<br />

para su confección; otras veces, en cambio, destellará<br />

genialmente en ideas o en descripciones nunca hasta<br />

aquel momento dichas ni oídas. La prosa didáctica de<br />

un manual escolar y la exposición de un descubrimiento<br />

científico importante pueden servir de ejemplo a<br />

esos dos contrapuestos extremos de la originalidad personal.<br />

El comentarista deberá discernir con precisión y delicadeza<br />

esos tres ingredientes de la significación del<br />

texto, y tratará de comprender y mostrar cómo llegan<br />

a integrarse en definitiva unidad. Mas no acabará con<br />

ello su tarea. A lo que el texto "quiere decir" por sí<br />

mismo, así en el orden gramatical, como en el orden<br />

histórico y en el personal, añadirá, sin confusión con<br />

todo lo que precede, cuanto ese texto sugiera a su mente<br />

de lector, siempre que la ocurrencia—crítica, esclarecedora<br />

o perfectiva—pertenezca a la materia leída<br />

y no sea manifiestamente ociosa. El comentario<br />

adquiere así conclusión y originalidad: declara todo<br />

cuanto el que lo hace ha llegado a ver en los senos del<br />

texto comentado, y expresa lo que ese texto, actuando<br />

como estímulo intelectual, ha hecho nacer en la mente<br />

de un hombre capaz de pensar por su cuenta propia.<br />

Es, en suma, doblemente "personal": en cuanto discierne<br />

la originalidad del autor que lo compuso y en<br />

cuanto manifiesta la originalidad del lector que lo<br />

Comenta.<br />

* * *<br />

A modo de ejemplo, procuremos cumplir esa serie<br />

de normas frente a un texto científico egregio y no<br />

muy alejado de nosotros: el preámbulo al capítulo segundo<br />

de la primera parte ("La idea a priori y la duda<br />

en el razonamiento experimental") de la célebre Introducción<br />

al estudio de la medicina experimental, de<br />

Claudio Bernard. Dice así:<br />

Cada hombre comienza por formarse ideas acerca de lo<br />

que ve y es llevado a interpretar por anticipación los fenómenos<br />

de la Naturaleza antes de conocerlos por experiencia.<br />

Esta tendencia es espontánea: una idea preconcebida ha sido<br />

y será siempre el primer impulso de un espíritu investigador.<br />

Pero el método experimental tiene por objeto transformar<br />

este concepto "a priori", fundado sobre una intuición o<br />

un sentimiento vago de las cosas, en una interpretación "a<br />

posteriori" establecida sobre el estudio experimental de los<br />

fenómenos. Por esto ha sido llamado el método experimental<br />

"método "a posteriori".<br />

El hombre es, por naturaleza, metafísico y orgulloso; ha<br />

podido creer que las creaciones ideales de su espíritu, que


corresponden a sus sentimientos, representan también la realidad.<br />

De donde se deduce que el método experimental no es<br />

en manera alguna primitivo y natural al hombre, y que sólo<br />

después de haber vagado éste largo tiempo en discusiones<br />

teológicas y escolásticas, es cuando ha terminado por reconocer<br />

la esterilidad de sus esfuerzos en tal camino. El hombre<br />

se da cuenta entonces de que no puede dictar leyes a la<br />

naturaleza porque no posee en sí mismo el conocimiento<br />

y el criterio de las cosas exteriores, y comprende que para<br />

llegar a la verdad debe, por el contrario, estudiar las leyes<br />

naturales y someter sus ideas, o sea su razón, a la experiencia;<br />

es decir, al criterio de los hechos. De todas formas, la<br />

manera de proceder del espíritu humano no ha cambiado<br />

en el fondo por esto.<br />

El metafísico, el escolástico y el experimentador, todos proceden<br />

por una idea "a priori". La diferencia consiste en que<br />

el escolástico impone su idea como una verdad absoluta que<br />

ha encontrado y de la cual deduce en seguida, iinicamente<br />

por la lógica, todas las consecuencias. El experimentador, más<br />

modesto, propone, por el contrario, su idea corno un problema<br />

más o menos probable, de la que deduce lógicamente<br />

las consecuencias que confronta a cada instante con la realidad<br />

por medio de la experiencia. Procede así de verdades<br />

pardales a verdades más generales, pero sin atreverse a pretender<br />

jamás que posee la verdad absoluta. En efecto, si se<br />

poseyera aquélla acerca de un punto cualquiera, la tendríamos<br />

de todos, porque lo absoluto no deja nada fuera de sí.<br />

La idea experimental es, pues, también una idea "a priori",<br />

pero es una idea que se presenta bajo la forma de una hipótesis<br />

cuyas consecuencias deben ser sometidas al criterio experimental<br />

a fin de juzgar su valor. El espíritu del experimentador<br />

difiere del espíritu del metafísico y del escolástico<br />

por su modestia, porque a cada instante la experiencia le da<br />

la conciencia de su ignorancia relativa y absoluta. Enseñando<br />

al hombre, la ciencia experimental tiene por efecto disminuir<br />

más y más su orgullo, probándole cada día que las causas<br />

primeras, así como la realidad objetiva de las cosas, siempre<br />

le serán ocultas, y que él no puede conocer más que sus relaciones.<br />

Este es, en efecto, el único fin de todas las ciencias,<br />

como veremos más adelante.<br />

El espíritu humano, en los diversos períodos de su evolución,<br />

ha pasado sucesivamente por el "sentimiento", la "razón"<br />

y la "experiencia". En un principio el sentimiento, imponiéndose<br />

por sí solo a la razón, creó las verdades de fe,<br />

es decir, la teología. La razón o la filosofía llegó a ser bien<br />

pronto dueña y señora y dió a luz la escolástica. En fin,<br />

la experiencia, es decir, el estudio de los fenómenos naturales<br />

enseñó al hombre que las verdades del mundo exterior<br />

no se encuentran formuladas en principio- ni en el sentinziemto<br />

ni en la razón. Son solamente nuestros guías indispensables;<br />

pero para obtener estas verdades es preciso necesariamente<br />

descender a la realidad objetiva de las cosas, donde<br />

ellas se encuentran ocultas con su forma fenomenal.<br />

Así es como aparece, por el progreso natural de las cosas,<br />

el método experimental que resume todo y que, como veremos<br />

bien pronto, se apoya sucesivamente sobre las tres<br />

ramas de este trípode innzutable: el "sentimiento", la "razón"<br />

y la "experiencia". En la búsqueda de la verdad, por medio<br />

de este método, el sentimiento ha tenido siempre la iniciativa;<br />

él engendra la idea "a priori" o la intuición; la razón<br />

o el razonamiento desarrolla en seguida la idea y deduce<br />

sus consecuencias lógicas. Pero si el sentimiento debe ser esclarecido<br />

por las luces de la razón, la razón, a su vez, debe<br />

ser guiada por la experiencia.<br />

COMENTARIO<br />

Si el texto, como ahora ocurre, lleva indicación expresa<br />

del libro y el autor de que procede, el comentario<br />

deberá comenzar "situando" brevemente ese texto<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.--CLAU<strong>DE</strong> BERNARD 89<br />

en su contexto más inmediato (el libro a que pertenece)<br />

y en el marco de la vida humana que le dió existencia<br />

(la ocasión en que fué escrito por su autor). Así<br />

lo haré, y a continuación daré sucinto cumplimiento<br />

a las reglas que anteriormente expuse.<br />

1. El texto transcrito procede, se nos dice, de la<br />

Introducción al estudio de la medicina experimental,<br />

del gran fisiólogo francés Claudio Bernard. Ese libro,<br />

el más famoso entre todos los suyos, fué lentamente<br />

compuesto por Claudio Bernard (nacido en 1813, muerto<br />

en 1878) entre 1860 y 1865, es decir, en la plena<br />

madurez de su mente de investigador. Con él quiso<br />

establecer los fundamentos teóricos de una medicina<br />

basada sobre el experimento fisiológico, y aun de la<br />

ciencia experimental toda. Dividió su obra en tres partes:<br />

en la primera, estudió el proceso y el alcance del<br />

razonamiento que preside y orienta la experimentación,<br />

cuando ésta es rigurosamente científica; en la segunda,<br />

analizó las peculiaridades que presenta la experimentación<br />

con seres vivientes; en la tercera, mostró, a favor<br />

de bien elegidos ejemplos, cómo la investigación y la<br />

crítica experimentales pueden y deben ser aplicadas a<br />

la fisiología animal y a la medicina. En lo relativo a<br />

las ciencias de laboratorio, "la Introducción a la medicina<br />

experimental—ha escrito el filósofo Henri Bergson—es<br />

para nosotros lo que para los siglos xvii y XVIII<br />

fué el Discurso del método". Si se tiene en cuenta la<br />

importancia que las ciencias de laboratorio han adquirido<br />

en los siglos xix y xx, no parecerá hiperbólico<br />

ese juicio sobre el libro de Cl. Bernard.<br />

Un comentario somero de nuestro texto no exigirá más<br />

precisa noticia acerca de su contexto bibliográfico y biográfico;<br />

un estudio fino y profundo de esos párrafos pedirá<br />

bastantes más del analista. Nuestro conocimiento de la biografía<br />

de Cl. Bernard permite completar los anteriores datos<br />

con estos otros: 1. 0 La "Introduction à l'étude de la médecine<br />

expérimentale" fui inicialmente concebida por su autor<br />

—y de ahí su modesto título—como atrio de un gran "Traité<br />

de médecine expérimentale", que nunca llegó a ser escrito.<br />

2.° Cl. Bernard debió de redactar la "Introduction" en su<br />

casa de Saint-lulien, durante el reposo campesino que una<br />

enfermedad abdominal le impuso intermitentemente, a lo largo<br />

de los años 1860-1864. "El ocio del sabio verdadero—he<br />

escrito en otra parte—suele ser la contemplación. El sabio forzado<br />

a la inacción o voluntariamente inmerso en ella puede<br />

contemplar el mundo exterior, su mundo íntimo o la obra<br />

que hasta entonces cumplió. Claudio Bernard prefirió esta<br />

última senda." 3.° Entre el texto de la "Introduction" primitivamente<br />

redactado por Cl. Bernard—lo conservó hasta su<br />

muerte el profesor A. d'Arsonval, discípulo del gran fisiólogo<br />

y sucesor suyo en la cátedra del Colegio de Francia—y el que<br />

en 1865 fué definitivamente impreso, existen no despreciables<br />

diferencias de contenido y de estilo. 4.° Las ideas sobre<br />

el saber científico expuestas en la "Introduction" no perduraron<br />

inmutables en la mente de Cl. Bernard. Así lo acredita<br />

un importante manuscrito suyo, descubierto hace pocos<br />

años en un desván de la casa donde el sabio pasaba sus vacaciones<br />

y editado por I. Chevalier bajo el título siguiente:<br />

"Claude Bernard. Philosophie. Manuscrit inédit" (París, Boivin,<br />

s. a.).<br />

2. Desde un punto de vista gramatical y filológico,<br />

el fragmento transcrito no presenta peculiaridades excepcionales.<br />

Debe decirse de él, sin embargo, que es<br />

un texto claro, sencillo y sobrio, en cuanto al estilo, y<br />

suficientemente unívoco, en cuanto a su significación;<br />

y ello tanto en su versión original, francesa, como en<br />

la versión castellana que aquí aparece.


90<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

Es claro el texto, porque permite entender sin dificultad<br />

todo cuanto el autor quiere decir con él. A<br />

saber, la doble situación en que a juicio de Cl. Bernard<br />

se halla el "método experimental": en la historia,<br />

como continuación y feliz remate de las actitudes<br />

"teológica" y "metafísica" del espíritu humano; y dentro<br />

del alma del investigador, como término del proceso<br />

psicológico que en ella inicia un "sentimiento"<br />

(el que da origen a la "idea a priori" de la investigación<br />

ulterior) y es continuado por un "razonamiento"<br />

(aquel en que la "idea a priori" es sometida a desarrollo<br />

lógico, hasta planear in concreto su adecuada comprobación<br />

experimental). La mente del verdadero hombre<br />

de ciencia procedería, según Cl. Bernard, con arreglo<br />

al siguiente esquema: 1. 0 Observación ingenua de<br />

la realidad. 2.0 El estado sentimental consecutivo a<br />

dicha observación cristaliza en una idea más o menos<br />

nueva acerca de lo que para el hombre es la realidad<br />

observada: nace así la "idea a priori". 3. 0 Por vía de<br />

razonamiento, la mente establece las consecuencias lógicas<br />

de esa idea y el posible modo de su comprobación<br />

experimental. 42 El experimento comprueba, rectifica<br />

o elimina la "idea a priori", y por añadidura<br />

sirve de estímulo a nuevas ideas experimentales.<br />

No sólo es claro el texto precedente; es también sencillo<br />

y sobrio. Sencillo, porque dice lo que el autor<br />

quiere decir, sin apelar a expresiones situadas sobre<br />

la capacidad de comprensión de un hombre de mediana<br />

formación intelectual: hasta los giros latinos a priori<br />

y a posteriori son de uso frecuente, casi familiar.<br />

Sobrio, porque apenas emplea más palabras que las<br />

necesarias para una clara y completa intelección de su<br />

contenido. Claudio Bernard, escritor "científico", sabe<br />

prescindir en su prosa de los adornos y demasías a que<br />

suele recurrir el escritor "literario". Mas no por ello<br />

es frío e incoloro el estilo del gran sabio. Su misma<br />

elegante corrección y tal o cual pincelada rápida y vigoi<br />

osa—"El hombre es por naturaleza metafísico y<br />

orgulloso", "La razón o la filosofía llegó a ser bien<br />

pronto dueña y señora, y dió a luz la escolástica"—prestan<br />

al texto animación suficiente para que la<br />

lectura sea placentera.<br />

Debe anotarse, en fin, que la letra del fragmento<br />

ahora estudiado posee, respecto de su significación<br />

propia, más que suficiente univocidad: quiere decir<br />

y dice una sola cosa, lo cual impide que esa significación<br />

pueda ser entendida de modos muy discrepantes.<br />

Por diversa que sea la mentalidad de los posibles lectores<br />

del texto, apenas diferirán entre sí sus interpretaciones<br />

respectivas. He dicho, sin embargo, que la<br />

univocidad de estos párrafos es "suficiente", no que<br />

sea tan "absoluta" como la de un buen texto matemático<br />

o una definición rigurosa. En la interpretación de<br />

lo que Cl. Bernard quiere decir con las palabras "metafísico",<br />

"filosofía", "escolástico" y "sentimiento",<br />

¿puede haber entera y exacta unidad? Indudablemente,<br />

no, porque Cl. Bernard no nos ha dicho con toda<br />

la precisión deseable lo que tales términos significaron<br />

para él. Pero, sin mengua de este último reparo,<br />

la posible discrepancia entre los diversos comentadores<br />

no les impedirá coincidir en lo esencial. La prosa<br />

científica de la Introducción al estudio de la medicina<br />

experimental es—no hay duda—suficientemente unívoca.<br />

3. Indaguemos ahora lo que el texto nos dice, des-<br />

de el punto de vista de la situación histórica en que<br />

su autor vivió. Esa situación histórica, expresable, como<br />

todas, mediante precisiones geográficas y cronológicas—en<br />

este caso: Francia, París, quinquenio de 1860<br />

a 1865—, amaso algo en la forma y en el contenido<br />

de las páginas que comentamos? No poco. La claridad,<br />

la sencillez y el sobrio vigor de esta prosa son<br />

obra personal de Cl. Bernard; nadie osará ponerlo en<br />

duda. Pero con claridad, sencillez y vigor parejos escribían<br />

por entonces el bacteriólogo Pasteur, el cirujano<br />

y antropólogo Broca, el clínico Trousseau, el químico<br />

Dumas y el historiador Renán. Con otras palabras:<br />

esas cualidades estilísticas eran tanto de Cl. Bernard<br />

como del inundo histórico en que su mente se<br />

formó. En el estilo literario de la Introducción al estudio<br />

de la medicina experimental se expresan muy<br />

visiblemente—aparte la singularidad de una persona—un<br />

país (Francia), una época (el período positivista<br />

de la Europa "moderna") y un género (la exposición<br />

doctrinal del pensamiento científico).<br />

Mayor importancia debe atribuirse a la trama histórica<br />

discernible en el contenido del texto. ¿Qué ideas<br />

hay en él, procedentes del mundo intelectual en que<br />

fué escrito? Una lectura atenta permite señalar estas<br />

tres principales: La La bien conocida "ley de los tres<br />

estados", de Augusto Comte. Lo esencial del párrafo<br />

que comienza con las palabras "El espíritu humano,<br />

en los diversos períodos de su evolución...", no es otra<br />

cosa que una breve exposición del pensamiento historiológico<br />

del positivismo. Cualesquiera que sean las diferencias<br />

entre la implícita filosofía de Cl. Bernard y<br />

la explícita filosofía comtiana—pronto aludiré a ellas—,<br />

es seguro que el gran fisiólogo frecuentó la lectura del<br />

Cours de philosophie positive y adoptó alguna de las<br />

ideas expuestas en él. 2 • ' La tesis, igualmente positivista,<br />

de la incapacidad de la mente humana para conocer<br />

los últimos principios y las causas primeras de la realidad.<br />

El hombre, afirma Cl. Bernard, siguiendo a<br />

Comte, sólo puede conocer las relaciones entre las cosas<br />

reales, las "leyes" en que se nos manifiesta la<br />

regularidad de los "hechos" de observación. Kant había<br />

negado que la metafísica pueda ser "ciencia", pero<br />

no llegó a sentenciar la imposibilidad de un saber<br />

metafísico. Comte, más radical, renuncia a la metafísica,<br />

por imposible para la mente humana, y declara<br />

a la ciencia positiva único saber verdaderamente aceptable<br />

para cu- antos hombres hayan llegado a su plena<br />

madurez intelectual. Por su parte, Cl. Bernard parece<br />

seguir la enseñanza del filósofo positivista. siguió<br />

realmente? He ahí uno de los más delicados problemas<br />

de la Introducción al estudio de la medicina experimental.<br />

3 • a La radicación de la fe y la teología en el<br />

sentimiento: éste sería a la vez el fundamento y la<br />

fuente de la vida religiosa del hombre. La visión "sentimental"<br />

de la religiosidad era un tópico en la Europa<br />

que presidió la formación intelectual de Cl. Bernard:<br />

la habían proclamado Schleiermacher y Jacobí<br />

en Alemania, Augusto Comte en Francia, y la mentalidad<br />

romántica en todo el mundo occidental. Por los<br />

años en que Cl. Bernard daba a las prensas su Introducción,<br />

Pasteur distinguía en su propio ser un "hombre<br />

de ciencia" o de razón y un "hombre sensible" o<br />

de sentimientos, aquél siempre dubitante y pesquisidor,<br />

éste siempre entregado y creyente. Era el término de<br />

un proceso iniciado en la Baja Edad Media, cuando


los teólogos y filósofos acentuaron al máximo el carácter<br />

"sobrerracional"—y, por tanto, "irracional"—de la<br />

Divinidad.<br />

4. La contemplación del texto precedente desde un<br />

punto de vista histórico debe atender también, como<br />

sabemos, a la sucesiva significación del mismo en la<br />

mente del hombre occidental, desde el año en que fué<br />

escrito hasta la situación en que es comentado. ¿Cómo<br />

ha sido entendida y estimada desde 1865 la Introducción<br />

al estudio de la medicina experimental, a la cual<br />

tan medularmente pertenecen los párrafos que ahora<br />

comentamos? Todos, desde entonces, han reconocido<br />

su gran importancia en la historia del pensamiento humano.<br />

Con bien escasas variantes y salvedades personales,<br />

todos harían suyo el juicio de Bergson que antes<br />

transcribí. Pero la cambiante estimación de la ciencia<br />

en los últimos lustros del siglo xzx 'i la<br />

primera mitad del siglo xx ha diversificado ostensiblemente<br />

el tenor de las actitudes afectivas e intelectuales<br />

ante las claras páginas de la Introducción. He<br />

aquí un breve y conciso elenco de las principales:<br />

I.a Aquellos cuya mentalidad se ha movido en la línea<br />

ideológica del positivismo han tratado de interpretar<br />

pro domo sua, sin mayores distingos ni reservas, la<br />

gran hazaña intelectual de Cl. Bernard: la Introducción<br />

sería el supremo canon de la visión positivista de<br />

la ciencia. Así pensaron—cada uno a su modo—el historiador<br />

Renán y el novelista Zola, éste con su concepción<br />

"experimental", de la novela; y así piensa, ya en<br />

nuestros días, el fisiólogo mejicano J. I. Izquierdo, devoto<br />

comentarista de la Introducción bernardiana.<br />

2? Aquellos otros que, sin megua de una altísima estimación<br />

de la ciencia positiva, afirman la inmaterialidad<br />

y la libertad del espíritu humano, destacan los<br />

rasgos y relieves "espiritualistas" de la Introducción,<br />

en lo concerniente a la fisiología humana, y ponderan<br />

su perfecta compatibilidad con una concepción transpositivista<br />

de la realidad en general. Tal es el caso de<br />

Ravaisson, P. Lamy y el P. Sertillanges. 3.a Algunos,<br />

a impulsos de una visión pragmática de la fisiología,<br />

han forzado la comparación entre Pasteur y Cl. Bernard,<br />

a favor de aquél y en detrimento de éste. Ejemplo<br />

notorio, el cirujano J. L. Faure. 4•a No han faltado,<br />

en fin, los detractores de la introducción al estudio<br />

de la medicina experimental, en nombre de una<br />

larvada hostilidad contra la ciencia. Ese ha sido el proceder<br />

del escritor Francois Mauriac.<br />

A través de todas esas vicisitudes, la Introducción de<br />

Claudio Bernard mantiene vivos su prestigio y su lozanía.<br />

Sus ediciones se repiten sin cesar, y todos siguen<br />

considerándola como uno de los libros "clásicos" del<br />

pensamiento científico. Nadie debiera entrar en un<br />

laboratorio de investigación, ni pensar seriamente sobre<br />

el conocimiento científico de la realidad, sin haber<br />

leído y meditado sus páginas.<br />

5. Hemos examinado nuestro texto gramatical, estilística<br />

e históricamente; mirémoslo ahora en cuanto<br />

documento personal. Esto es, en cuanto ese texto expresa<br />

la originalidad de la persona que se llamó Claudio<br />

Bernard.<br />

Su mayor y más valiosa novedad le viene, como es<br />

obvio, de la que en su integridad posee el libro a que<br />

pertenece. Nadie podrá negar que la Introducción al<br />

estudio de la medicina experimental es un libro reciamente<br />

original. En confirmación del agudo aforismo<br />

COMENTARIO <strong>DE</strong> TEXTOS.-CLAU<strong>DE</strong> BERNARD 91<br />

de Eugenio d'Ors—"Lo que no es tradición es plagio"—,<br />

la obra de Cl. Bernard tiene detrás de sí una<br />

larga e importante serie de antecedentes. En efecto: la<br />

viva preocupación del mundo moderno por el método<br />

para el conocimiento de la realidad natural y por el<br />

alcance del saber científico con ese método conseguido<br />

aparece reiteradamente en los escritos augurales de<br />

Nicolás de Cusa, Lord Bacon, Descartes y Galileo, y en<br />

los más tardíos de Zimmermann, Chevreul y Tiedem2nn.<br />

Ello, sin embargo, no rebaja un ápice la gran<br />

originalidad y el alto valor de la Introducción. Como<br />

antes he dicho, repitiendo palabras de Bergson, la investigación<br />

mediante el experimento tiene en ese libro<br />

su más eminente código intelectual.<br />

Esa briosa originalidad global de la Introducción se<br />

expresa particularmente en varios pormenores de miestro<br />

texto. Entre ellos, he aquí los tres principales:<br />

1.0 La concepción del proceso psicológico de la invención<br />

experimental como una recapitulación de la total<br />

historia del espíritu humano. El paso del "sentimiento"<br />

al "experimento", a través de la "idea a priori" y<br />

del "razonamiento experimental", repetiría en la mente<br />

del hombre de ciencia las diversas etapas de la evolución<br />

intelectual de la Humanidad, tal y como la concibe<br />

la historiología positivista: el alma de cada hombre<br />

sería, respecto del mandas maior de la Historia<br />

universal, un abreviado mandas minor operativo y dinámico.<br />

2.0 La interpretación de la "idea a priori" u<br />

"ocurrencia inicial" del investigador como resultado<br />

pensable de una súbdita iluminación del alma; iluminación<br />

procedente, a su vez, de la afección "sentimental"<br />

engendrada en el hombre de ciencia por su atención<br />

hacia una parcela de la realidad en torno. Los<br />

pensadores románticos—a su cabeza, Schelling—habían<br />

exaltado la importancia de la súbita intuición genial<br />

para un conocimiento penetrante de la realidad. Como<br />

el relámpago en la noche, el genio sería el solitario<br />

iluminador de toda la Humanidad. Menos solemne,<br />

Claudio Bernard tiene el acierto de considerar "geniales"<br />

las ocurrencias de cualquier contemplador de<br />

la realidad exterior, siempre que sean susceptibles de<br />

segura comprobación experimental. La "genialidad"<br />

de una idea no dependería de su importancia, sino de<br />

su originalidad y de su a parición súbita, como "revelada",<br />

en el alma de quien la concibe. 3 0 La declaracien<br />

de la esencial incapacidad del espíritu humano<br />

para conocer "en sí mismo" las leyes de la naturaleza.<br />

Acabamos de ver a Cl. Bernard como "romántico a<br />

la inversa"; ahora le vemos resueltamente antirromántico,<br />

radical adversario del idealismo schellinguiano.<br />

Contra lo que había enseñado Schelling, la mera especulación<br />

sobre la naturaleza no puede conducir al<br />

conocimiento de la realidad natural, porque el hombre<br />

"no posee en sí mismo el conocimiento y el criterio de<br />

las cosas exteriores". Pensando así, Cl. Bernard es hijo<br />

de su época—la época de reacción contra el Romanticismo—;<br />

pero lo es originalmente, y no por la vía<br />

de la imitación.<br />

6. No será ocioso consignar, en este punto, la íntima<br />

unidad de los tres aspectos fundamentales de la<br />

significación del texto estudiado—el gramatical y estilístico,<br />

el histórico y el personal—, dentro de lo que<br />

ese texto "quiere decir". Las palabras empleadas, el<br />

aire de una época de la historia europea y la individual<br />

personalidad de Cl. Bernard se funden unitariamente


92<br />

en este fragmento de la Introducción al estudio de la<br />

medicina experimental. Muéstrase en él un hombre<br />

original, plenamente compenetrado con su país, su<br />

oficio y su época, capaz de expresar clara y precisamente<br />

lo que piensa.<br />

7. Dije al comienzo que el comentario de un texto<br />

científico debe ser doblemente "personal": en cuanto<br />

discierne la originalidad del autor que lo compuso y<br />

en cuanto manifiesta la originalidad del lector que lo<br />

interpreta. Después de haber expuesto sumariamente<br />

la personal originalidad de Cl. Bernard, veamos cómo,<br />

a su modo, puede ser original el comentarista del texto<br />

transcrito.<br />

Frente al culto romántico de la pura espontaneidad<br />

personal, y frente al modo de pensar que el psiquíatra<br />

Bleuler llamó "autístico e indisciplinado", es preciso<br />

sostener que también para la suscitación de la originalidad<br />

son posibles las reglas. En otro lugar he recogido<br />

las varias que Cajal expuso para ayudar al aprendiz<br />

de investigador científico. Ahora, ante este fragmento<br />

de Cl. Bernard, indicaré, a título de ejemplo,<br />

alguna de las vías para conseguir cierta originalidad<br />

personal en el comentario.<br />

Un comentario puede ser original por tres caminos<br />

distintos: la crítica, el esclarecimiento y la adición perfectiva.<br />

Criticando lo leído, el comentarista podrá discernir<br />

el error de la verdad, lo posible de lo cierto y<br />

lo feo de lo bello; esclareciéndolo, hará intelectualmente<br />

accesible lo que tal vez fué enmarañado y oscuro;<br />

añadiendo a su contenido elementos nuevos, llegará<br />

a completar lo que acaso fué manco o esquelético.<br />

Puesto que nuestro texto es tan claro, tratemos de ver<br />

si frente a él son posibles la crítica y la adición perfectiva.<br />

Dos puntos principales parecen ofrecerse al comentario<br />

crítico: 1.0 La tesis de una radicación de la fe<br />

religiosa y la teología en el sentimiento. La religiosidad<br />

no procede primariamente del sentimiento del<br />

hombre; es una primaria y radical disposición de su<br />

intimidad metafísica, de su ser personal, secundariamente<br />

expresada por todas las actividades en que la<br />

vida de la persona humana se realiza: el sentimiento,<br />

la inteligencia, la voluntad, la imaginación, etc. La visión<br />

sentimental de la religión fué, como he dicho, una<br />

aberración del Romanticismo, de la cual no quedó<br />

exento el genio científico de Cl. Bernard. 2.° La indeliberada<br />

adopción de la "ley de los tres estados", de<br />

Augusto Comte, como si la historiología positivista<br />

fuese una verdad obvia e indiscutible. Algo hay en el<br />

texto, sin embargo, que inicia una crítica sutil de la<br />

concepción comtiana de la Historia. Si en el espíritu<br />

del investigador se repiten de modo necesario las tres<br />

etapas recorridas por el espíritu humano en el curso<br />

de su evolución histórica, es decir, si el "estado sentimental"<br />

o teológico y el "estado racional" o metafísico<br />

siguen siendo psicológicamente necesarios y fecundos<br />

en el trance de hacer real y efectiva la peculiar<br />

novedad del "estado positivo" o experimental, &o cae<br />

por su base la presunta posibilidad antropológica e histórica<br />

de abandonar, como inútiles antiguallas, aquellos<br />

dos primeros "estados" de la mente?<br />

Esa crítica de la historiología positivista—incipiente, casi imperceptible,<br />

en las páginas de la "Introducción"—llegará a ser<br />

realidad cumplida en escritos ulteriores de Cl. Bernard. He<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

aquí algunos fragmentos del "Manttscrit inédit" a que antes<br />

me referí: "Es preciso distinguir tres grados en el conocimiento<br />

del hombre. En un principio se hace una representación<br />

de las cosas, en la cual cree. En seguida quiere saber<br />

por qué cree, y razona sobre sus creencias. Por fin, quiere<br />

tener la prueba de sus razonamientos; entonces demuestra,<br />

experimenta. De ello se derivan las tres ramas fundamentales<br />

de los conocimientos humanos: 1. 0 La ciencia de las creencias.<br />

Religión. 2.° La ciencia del razonamiento. Filosofía.<br />

3.° La ciencia de las demostraciones, de las pruebas. Ciencias<br />

propiamente dichas." Prescindamos de esa ligera atribución<br />

de su carácter "científico" a la religión. Observemos, en cambio,<br />

que la religión, la filosofía y la ciencia no son ahora<br />

tres etapas históricas sucesivas y excluyentes de cuanto para<br />

cada una de ellas es "pasado"; son tres ."grados" o "ramas"<br />

de la actividad espiritual del hombre. Más terminantemente<br />

hablan las líneas que subsiguen: "En todos los conocimientos<br />

humanos y en todas las épocas hay una mezcla en proporción<br />

mayor o menor de estas tres cosas: Religión, filosofía y<br />

ciencia." En todos los conocimientos; luego para Cl. Bernard<br />

no hay y no puede hacer ciencia experimental sin un adarme<br />

de filosofía y religión en su entraña. Por eso añade: "Estas<br />

tres nociones no podrían destruirse la una a la otra; las tres<br />

se depuran y perfeccionan la una por la otra. (Al margen de<br />

su propio manuscrito, escribe: Errores de ciertos filósofos<br />

a este respecto: A. Comte, Renán, etc.) El hombre tendrá<br />

siempre necesidad de creer, de razonar y de probar y concluir."<br />

Es evidente que el espíritu de Cl. Bernard supo sobreponerse<br />

al dogmatismo de la "filosofía positiva".<br />

La originalidad por adición perfectiva puede ser alcanzada<br />

en este caso mediante dos principales recurscs:<br />

1.0 El desarrollo personal de alguna de las ideas<br />

mt ramente indicadas o sugeridas en el texto. Por ejemplo:<br />

Ci. Bernard afirma que "el hombre es por naturaleza<br />

metafísico y orgulloso"; Aristóteles, en la primera<br />

línea de su Metafísica, enseña que "todos los<br />

hombres tienen por naturaleza el deseo de saber". Es<br />

posible establecer alguna relación entre esas dos proposiciones?<br />

A nadie será difícil plantearse cuestiones<br />

semejantes a la expuesta. 2. 0 La invención de un problema<br />

a cuya resolución pueda ser concretamente aplicada<br />

la doctrina que acerca del razonamiento experimental<br />

propone Cl. Bernard. Póngase la atención en<br />

un determinado fenómeno natural, y de preferencia<br />

en alguno de los que más asombro produzcan; trátese<br />

luego de llegar a una "idea a priori" acerca de su mecanismo<br />

real; procúrese dar a esa idea una formulación<br />

bien clara y precisa; imagínese, por fin, qué tipo<br />

de experimento serviría para comprobar o excluir la<br />

idea en cuestión. Todo comentarista, hasta el de inteligencia<br />

más modesta, será capaz de encontrar campo<br />

donde ejercitar su personal disposición para la invención<br />

y el razonamiento.<br />

Cabe suscitar la originalidad de un comentario, mas<br />

no determinarla: alguna razón de ser tuvo la creencia<br />

romántica en la espontaneidad genial. Y si ello es así,<br />

;cabrá predecir o prefijar las múltiples posibilidades<br />

de reacción personal ante el texto que ahora comentamos?<br />

La pauta más cuidadosamente construida será<br />

siempre jaula estrecha para la libre capacidad de ocurrencia<br />

del espíritu humano. Jaula, por añadidura,<br />

siempre franqueable por las alas sutilísimas, cuasidivinas,<br />

de ese espíritu, creado para el constante ejercicio<br />

de la libertad.<br />

PEDRO LAÍN ENTRALGO<br />

Catedrático de Historia de la Medicina<br />

de la Universidad de Madrid.


BIBLIOGRAFIA ESENCIAL<br />

La "Introdtcction à l'étude de la médecine expérimentale"<br />

puede ser leída en cualquiera de sus numerosas ediciones francesas.<br />

Son especialmente recomendables las de la Librairie<br />

Delagrave, de París. El libro ha sido vertido al castellano<br />

tres veces. Una, en 1880, por el doctor Espina y Capo; otra,<br />

en 1942, por I. I. Izquierdo, en su libro "Bernard, creador<br />

de la medicina científica" (Méjico, 1942); otra, en fin, en<br />

1947, bajo el título "Claudio Bernard" y dentro de la colección<br />

"Clásicos de la Medicina" que dirige el autor de este<br />

No vamos a repetir aquí cuál sea la finalidad del<br />

Curso Preuniversitario. Unicamente queremos señalar<br />

que su importancia, fundamental e ineludible, es hoy<br />

accidental; viene condicionada por una situación de<br />

hecho del bachillerato español que se remonta al plan<br />

de 1938. Un bachillerato racionalmente elaborado debería<br />

ir desarrollando gradualmente todas estas prácticas<br />

y ejercicios formales que hoy se confían al Curso<br />

Preuniversitario.<br />

Es absurdo pensar que las redacciones, los resúmenes<br />

de las explicaciones y los comentarios de textos deban<br />

ser relegados a un único curso, al final del bachillerato,<br />

y no practicados lo suficientemente a lo largo de él.<br />

Pero puesto que, de hecho, los cuestionarios, los textos<br />

y el número de asignaturas son lo inverosímilmente<br />

extensos como para que el alumno se vea obligado a<br />

mantener durante seis cursos una actitud casi exclusivamente<br />

receptiva de datos, fechas y conceptos de las<br />

disciplinas, y de un modo, por decirlo así, meramente<br />

pasivo, el Curso Preuniversitario se convierte en una<br />

necesidad insoslayable.<br />

Se trata menos con él de conseguir una aportación<br />

positiva en la educación que de un remedio, una cura<br />

de un mal pedagógico. Apresuradamente se ha de aplicar<br />

en dosis masivas la medicina que destruya los gérmt<br />

nes antiformativos que se han incubado durante<br />

todo el bachillerato. Se constituye así, el Curso Preuniversitario,<br />

como un mal menor del que todos los<br />

dedicados a la Enseñanza Media hemos de sacar el<br />

mejor partido posible. Y por una de estas imprevisibles<br />

reacciones de la inteligencia, o quizá más bien<br />

porque el desarrollo mental de los muchachos lo está<br />

pidiendo naturalmente, los resultados, en los pocos meses<br />

de experiencia que poseemos, no han dejado de ser<br />

satisfactorios. A continuación pretendemos hacerlo ver<br />

así, al menos en lo que respecta a la labor relativa a<br />

las conferencias que se viene realizando en el Instituto<br />

de Enseñanza Media de Málaga.<br />

A. FINALIDAD <strong>DE</strong> LAS CONFERENCIAS<br />

A los alumnos acostumbrados a estudiar de memoria<br />

un texto les es difícil distinguir lo esencial de lo<br />

accidental si no se lo señala una oportuna acotación<br />

del profesor o el tamaño de la letra de imprenta. Su<br />

LAS CONFERENCIAS 93<br />

d) Las Conferencias<br />

artículo (Madrid; 1947). Su autor es el doctor Alberti. En<br />

este último libro y en la excelente biografía de M. D. Olmsted<br />

—"Claude Bernard, Physiologist (Harper, New York and<br />

London, 1938), traducido al castellano por Ediciones Peuser<br />

(Buenos Aires, 1951)—se encontrará mención suficiente de<br />

la amplia bibliografía que ha suscitado la obra de Cl. Bernard.<br />

La edición del "Manuscrit inédit" del gran filósofo ha sido ya<br />

oportunamente reseñada. Mi trabajo sobre Ramón y Cajal antes<br />

aludido ("Cajal y el problema del saber") puede leerse<br />

en el libro "Palabras menores" (Barcelona, 1952).<br />

memoria intenta retenerlo todo, y si su esfuerzo resulta<br />

infructuoso ocurre muchas veces que lo sabido<br />

por el alumno es lo menos importante, y lo olvidado<br />

lo esencial. Se trata, evidentemente, de una comprensión<br />

muy insuficiente de las cuestiones estudiadas. Y<br />

si esto sucede en la lectura, con mayor razón frente<br />

a las exposiciones orales de temas y de lecciones. El<br />

resultado es su incapacidad completa para tomar apuntes<br />

y notas en las clases universitarias, y también para<br />

exponer ordenadamente una cuestión cualquiera. El<br />

rigor, la concisión y la claridad están ausentes tanto<br />

en sus escritos como en sus expresiones verbales. Este<br />

defecto formativo pretende ser subsanado en el Curso<br />

Preuniversitario acostumbrando a los muchachos a escuchar<br />

conferencias y a redactar, a continuación, los<br />

resúmenes y síntesis de las mismas. Pero para que esta<br />

tarea obtenga resultados positivos no creemos que baste<br />

con que los alumnos escuchen conferencias y más<br />

conferencias, redactando las correspondientes síntesis,<br />

aunque se señalen en ellas los errores por el profesor.<br />

Sólo se consiguiría con este procedimiento que el alumno<br />

conociera lo que no había dicho el conferenciante<br />

y no lo que dijo. Por ello, más adelante, exponemos<br />

la labor que en este aspecto hemos realizado y que<br />

hemos creído más conveniente.<br />

Instintivamente adivinábamos, antes de pensar sobre<br />

ello, que no importaba tanto que los alumnos escuch2sen<br />

muchas conferencias como que aquellas que<br />

resumieran se trabajaran a fondo y desde muchos ángulos.<br />

Además, ante cada nueva conferencia se nos<br />

presentaban las siguientes dificultades teóricas: o se<br />

referían las conferencias a temas totalmente desconocidos<br />

para los alumnos, o sólo parcialmente, o desarrollaban<br />

cuestiones perfectamente dominadas por ellos.<br />

Esta disyuntiva de tres términos nos conduce curiosamente<br />

a un mismo resultado: a que en ninguno de los<br />

casos que se presentan de hecho en las conferencias<br />

dirigidas a preuniversitarios se da exclusivamente uno<br />

de los términos extremos de la disyunción. Efectivamente,<br />

cabe la posibilidad teórica de que una conferencia<br />

verse sobre un tema desconocido y emplee en<br />

su desarrollo supuestos y formulaciones igualmente<br />

ausentes de nuestra comprensión. Una conferencia en<br />

un idioma desconocido sería el caso límite de esta primera<br />

posibilidad. Es obvio que el resumen en este<br />

caso no sería factible. Un segundo caso consistiría en


94<br />

que la conferencia, en su tema y en su desarrollo,<br />

fuera del dominio absoluto de los alumnos; la hipótesis<br />

límite consistiría en la exposición de una lección<br />

que los alumnos supiesen de memoria. Si el tiempo<br />

concedido fuera suficiente, el resumen ofrecería una<br />

reproducción fiel de la conferencia, y, en caso contrario,<br />

su utilidad sería relativa, secundaria y, desde luego,<br />

no exclusiva de las conferencias, sino de otras tareas<br />

propias también del preuniversitario: síntesis de artículos,<br />

de trabajos, de libros, etc. En la primera hipótesis,<br />

aun sin suponer el caso límite, sería muy difícil discriminar<br />

lo esencial de lo accidental; en la segunda,<br />

sobrarían las conferencias, es decir, la exposición oral,<br />

en el tiempo, de una serie de afirmaciones que ya no<br />

se repiten una vez formuladas y que el alumno tiene<br />

que retener y discriminar rápidamente al tomar sus<br />

notas. Sólo queda, pues, la disyunción intermedia para<br />

las conferencias del Preuniversitario (y en último término<br />

para todas las que se escuchan en general y<br />

también para las lecciones que se dictan en las cátedras):<br />

que sean en parte conocidas y en parte desconocidas<br />

para el oyente. Pero vamos a procurar precisar<br />

esta última afirmación.<br />

Más importante que el tema de una conferencia<br />

—como sucede con cualquier trabajo—es siempre el<br />

desarrollo de la misma; este desarrollo es lo que puede<br />

interesar, sorprender, así como las nuevas relaciones<br />

que se van estableciendo ordenada y sucesivamente<br />

entre las afirmaciones del conferenciante o sus puntos<br />

de vista originales. Toda conferencia puede descomponerse<br />

en una serie de juicios, unos de los cuales derivan<br />

de los anteriores. Otros se toman, por decirlo así,<br />

del exterior de la disertación, otros son de sentido<br />

común, etc., etc. De tal manera que si bien un tanto<br />

por ciento considerable o pequeño pertenecía ya a nuestro<br />

acervo personal, otro, por el contrario, nos era desconocido<br />

por completo y son simples datos a retener,<br />

y, el resto, por último, se nos ha hecho explícito entre<br />

las dos clases de juicios anteriores. Por esta razón<br />

afirmábamos que toda conferencia a la que normalmente<br />

se asiste nos es conocida en parte y en parte<br />

desconocida.<br />

Lo mismo sucede con las conferencias que escucha<br />

el alumno del Curso Preuniversitario en cuanto a su<br />

contenido; hay, sin embargo, una diferencia entre el<br />

modo de escuchar de éste y el de una persona formada,<br />

que es, naturalmente, la que aconseja la práctica de<br />

las conferencias en el Preuniversitario: mientras a la<br />

persona formada la parte desconocida de la conferencia<br />

se le hace sin dificultad y con rapidez comprensible,<br />

al alumno le sucede lo contrario: se atasca, va<br />

despacio, pierde el hilo, deja de entender muchas cosas<br />

que no sabe después si eran o no importantes. Tal<br />

vez en un buen número de casos si pudiera leer la<br />

conferencia despacio, con detenimiento y estudio, también<br />

se le volvería conocida la parte que al final de<br />

la disertación quedó totalmente oscura. Es posible incluso<br />

que conozca el sentido bastante aproximado de<br />

todas las palabras que componen la conferencia y, sin<br />

embargo, sea incapaz de hacer un resumen correcto<br />

después de escucharla. Para el sofista Eutidemo, que<br />

pretendía demostrar al joven Clinias que lo sabía todo<br />

Porque conocía el alfabeto completo, y las palabras están<br />

compuestas de letras, y las oraciones de palabras,<br />

las dificultades anteriores carecerían de sentido.<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

Y, sin embargo, esta realidad, a nuestro parecer, estriba<br />

en que al alumno posee un conocimiento de su<br />

vocabulario demasiado estático todavía. Se detiene en<br />

las palabras, en su sentido más primitivo e inmediato<br />

para él, siendo así que donde los términos alcanzan<br />

su verdadero significado es en la totalidad de la oración<br />

o de la sfrases. O mejor aún, los juicios tienen<br />

sentido por sí mismos, como un todo que no es precisamente<br />

la suma de las partes, de los términos que<br />

componen las oraciones. Hay que dar flexibilidad al<br />

vocabulario de los alumnos, revitalizarlo, ponerlo en<br />

movimiento, funcionalizarlo. Y esta flexibilidad, en el<br />

mejor de los casos limitada y polarizada a cada una de<br />

las disciplinas del bachiller, tiene que ser elevada a<br />

una categoría más general y abstracta. Y esta nueva<br />

dimensión, a la que se eleva un vocabulario petrificado<br />

y en penumbra se consigue en parte—al menos nosotros<br />

lo juzgamos así—con el trabajo metódico y sistemático<br />

a que dan juego las conferencias.<br />

B. LABOR CON LAS CONFERENCIAS EN EL<br />

PREUNIVERSITARIO<br />

1) LECTURA <strong>DE</strong> LAS CONFERENCIAS<br />

Para la adquisición de hábitos asimilativos y discriminativos<br />

se ha de proceder, como más arriba indicábamos,<br />

lentamente, sin apresurarse.<br />

Esto ha de entenderse, por supuesto, en el sentido<br />

de que es mejor siempre durante el primer trimestre<br />

pocas conferencias trabajadas, de una forma exhaustiva,<br />

que muchas recogidas a la ligera. Pero sucede que<br />

Este tipo de trabajo que postulamos ve enormemente<br />

facilitada su labor si se utilizan conferencias impresas,<br />

fijadas en el papel, sobre las que se puede volver tantas<br />

veces como se quiera en las sucesivas etapas del trabajo;<br />

por el contrario, con las conferencias entendidas<br />

en el sentido de exposición verbal única, se aleja uno<br />

del rendimiento deseable, sobre todo en un primer<br />

período de iniciación del Curso Preuniversitario.<br />

Así se ha procedido en el Instituto de Málaga. Se<br />

buscaba una conferencia o discurso impreso que reuniera<br />

algún interés general y era leído a los alumnos.<br />

Desde este momento se iniciaban una serie de trabajos<br />

sobre esa misma conferencia, cuya ejemplificación<br />

constituye este artículo casi en su totalidad. Esta serie<br />

progresiva de trabajos sobre una misma conferencia<br />

es de tal índole, que solamente en lo que va de curso<br />

ha permitido ocuparse de cuatro conferencias: una, sobre<br />

la esencia del Curso Preuniversitario; la segunda,<br />

la de don Manuel García Morente, "Análisis Ontológico<br />

del Acto de Fe"; la tercera, del señor Gómez<br />

Izquierdo, "La cita en la teoría del Pensamiento",<br />

y, por último, el discurso titulado "Ideas para<br />

una filosofía de la Historia de España", también de<br />

García Morente. Todas ellas debidamente acotadas,<br />

para darles unas dimensiones temporales que no excediesen<br />

de los cuarenta minutos, y al mismo tiempo<br />

para suprimir aquellas partes de más difícil comprensión<br />

(1).<br />

(I) Además de los títulos citados, recomendamos a los<br />

profesores del Preuniversitario unos cuantos trabajos o conferencias<br />

magistrales de dificultad graduable, según la preparación<br />

de los alumnos; pero todas ellas de gran valor formati-


A continuación vamos a reproducir, paso a paso, la<br />

tarea realizada sobre el último discurso leido a los<br />

alumnos del Curso Preuniversitario de Málaga, haciendo<br />

en cada momento las oportunas aclaraciones. El<br />

texto siguiente fué leído a una velocidad razonable,<br />

permitiéndoles a los alumnos tomar cuantas notas juzgasen<br />

necesarias para la redacción, acto seguido, de<br />

un resumen del mismo lo más extenso y fiel posible.<br />

I<strong>DE</strong>AS PARA UNA FILOSOFIA <strong>DE</strong> LA HISTORIA<br />

<strong>DE</strong> ESPAÑA (2)<br />

He aquí una nación viva, España. En ella hemos nacido,<br />

vivimos y somos. Esta nación viene viviendo, empero, desde<br />

hace muchos siglos. Antes que nosotros han formado parte<br />

de la unidad española otros muchos hombres, nuestros padres,<br />

nuestros abuelos. Dos géneros de vínculos nos unen unos<br />

a otros a los españoles: un vínculo entre los españoles vivos,<br />

otros vínculos con los españoles muertos. Considerando a España<br />

tenemos, pues, ante la vista dos grupos de españoles:<br />

los que ahora existen y actúan, y por eso se llaman actuales,<br />

y los que ya no existen y no actúan, pero actuaron en sus<br />

respectivas épocas. La sustitución de un grupo por otro no<br />

se hace de repente y en acto concreto de traspaso, como el<br />

relevo del centinela. Inmediatamente y en continuidad de<br />

vida, van las generaciones reemplazándose unas a otras. Asumen<br />

nuevas tareas o comisiones dejadas por las anteriores.<br />

Cada español, al nacer, es automáticamente incorporado a la<br />

vida nacional; y cuando en su primera juventud adquiere<br />

yo, tanto por su estilo como por su contenido y orden lógico.<br />

Los trabajos que a continuación recogemos son también de<br />

extensión varia, por lo que se hace precisa la oportuna acotación<br />

por el profesorado, con el objeto de dejarlas reducidas a<br />

las dimensiones abarcables por la atención del alumno. Si se<br />

consigue habituar a éste a lo más difícil, su tarea se verá simplificada,<br />

como hemos comprobado, cuando escuche una conferencia<br />

directa, en las que las repeticiones y aclaraciones suelen<br />

ser mucho más abundantes, al carecer de la condensación<br />

y precisión de las publicadas.<br />

Algunos títulos pueden ser los siguientes:<br />

Pedro Laín Entralgo: Sobre la Universidad Hispánica, Madrid,<br />

Ediciones Cultura Hispánica, 1953.<br />

Ramón Menéndez Pidal: "España, país del Romancero", en El<br />

Romancero, Madrid, Páez, 1927.<br />

J. Donoso Cortés: Discurso sobre la Biblia, en "Obras Completas",<br />

Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos.<br />

Eugenio d'Ors: Aprendizaje y heroísmo, Madrid, Imprenta Clásica<br />

Española, 1915.<br />

Damas° Alonso: "Scila y Caribdis de la Literatura española",<br />

en Ensayos de Literatura Española, Edit. Gredos.<br />

Santiago Ramón y Cajal: Reglas para la investigación científica,<br />

Madrid, Imprenta Torrent, 1940; o en "Obras Completa",<br />

Madrid, Edit. Aguilar.<br />

Luis Pericot: El arte rupestre en España, Barcelona, Lib. Editorial<br />

Argos, 1950.<br />

Gerardo Diego: La Navidad en la poesía española, Ateneo de<br />

Madrid.<br />

Santiago Montero Díaz: "Grandeza de Trajano", en De Caliclés<br />

a Trajano, Madrid, 1953.<br />

Emilio García Gómez: Poetas arabigoandaluces, Madrid, Espasa<br />

Calpe, 1940.<br />

(2) Manuel García Morente: Ideas para una filosofía de la<br />

Historia de España. Universidad de Madrid, 1943. En esta<br />

publicación se recoge el discurso de apertura del Curso Académico<br />

1942-43, pronunciado por don Manuel García Morente.<br />

Se trata de un discurso de más de 100 páginas, por lo que<br />

naturalmente hemos recogido lo esencial, saltando algunos fragmentos<br />

e intercalando frases en alguna ocasión del mismo discurso<br />

que dan un sentido más fácil a la exposición. Estas frases<br />

van entre corchetes.<br />

Juntamente con otros trabajos, el discurso se reeditó en el<br />

volumen Idea de la Hispanidad. (Espasa Calpe, Madrid. Tercera<br />

edición, en 1947.)<br />

LAS CONFERENCIAS 95<br />

conciencia de su existencia propia, ya está hace mucho tiempo<br />

conviviendo con la nación española, ya hace mucho tiempo<br />

que es español. Nadie elige ni el momento ni el lugar de<br />

nacimiento, ni la unidad humana, la nación de la cual al<br />

pensar en sí mismo se encuentra ya miembro. El vínculo que<br />

nos une con los españoles actuales es muy distinto del vínculo<br />

que nos une con los españoles pretéritos. Con los españoles<br />

actuales mantenemos relación de convivencia. Con los españoles<br />

pretéritos mantenemos relación de sucesión. No será<br />

superfluo apretar un poco el sentido de estas dos relaciones.<br />

La relación de convivencia en la comunidad nacional contiene<br />

una influencia mutua directa de los que conviven. Entre<br />

MIS compatriotas actuales y yo existe mutua y directa influencia,<br />

es decir, que yo por mis actos puedo hacer que ellos verifiquen<br />

ciertos actos, y ellos por sus actos pueden hacer que<br />

yo verifique ciertos actos; mis actos están directamente influidos<br />

por los suyos y los suyos por los míos. En cambio, la relación<br />

de sucesión que mantenemos los actuales españoles con<br />

los españoles pretéritos, no contiene esta influencia directa.<br />

Contiene, empero, una influencia unilateral indirecta, que consiste<br />

en que los actos de los españoles pasados produjeron o<br />

crearon algo—instituciones, ideas, obras, usos, costumbres, creencias,<br />

etc.—, cuya existencia persistente influye indirectamente<br />

sobre mis actos presentes y sobre los de mis contemporáneos;<br />

e influye de tres modos: impidiendo ciertos actos, provocando<br />

otros e imprimiendo a todos determinado carácter. Es como<br />

dos escultores que siguieran trabajando en el modelado de<br />

una estatua empezada por otros dos escultores anteriores.<br />

La relación entre los dos escultores actuales seria de convivencia,<br />

es decir, de influencia mutua directa; el uno diría al<br />

otro: "Haz esto, haz lo otro, pon más barro aquí, quita barro<br />

de allá." En cambio, la relación de los dos escultores actuales<br />

con los anteriores fallecidos sería de influencia unilateral<br />

indirecta, porque la obra empezada por los anteriores, perdurando<br />

en la realidad, impondría indirectamente a la conducta<br />

de los dos escultores actuales ciertas limitaciones negativas,<br />

ciertas orientaciones positivas y cierto carácter y estilo<br />

propio. Cabe, sin embargo, dentro de lo posible, que los<br />

dos escultores actuales rechacen por completo la obra de sus<br />

antecesores, la rompan en pedazos y emprendan otra enteramente<br />

nueva. Esta es, empero, la revolución absoluta que<br />

traería consigo la desaparición total de la nación.<br />

Lo que hacen hoy en sus despachos las personas que gobiernan<br />

a España influye sobre lo que hacen en el campo<br />

los labradores de Castilla, cuya conducta, a su vez, influye<br />

sobre lo que piensan y mandan los gobernadores en sus despachos.<br />

Pero también lo que hizo en su tiempo San Fernando,<br />

Rey de Castilla; lo que mandaron más tarde Felipe II y<br />

Carlos III; lo que escribió Cervantes; lo que pintó Velázquez;<br />

lo que modificó Herrera, influye sobre lo que hacemos y<br />

pensamos y sentimos los españoles de hoy. Esa influencia sucesiva,<br />

que discurre a lo largo del tiempo y llega sin interrupción<br />

a la actualidad y toma en la actualidad la forma<br />

de mutua colaboración y comprende en el ámbito de su virtualidad<br />

a una ingente masa de españoles pretéritos y prepara<br />

a estos otros españoles futuros esa influencia inextingible,<br />

esa fuerza de acción y creación, eso es España, eso es<br />

la nación española.<br />

Porque esa influencia, esa fuerza, esa potencialidad de<br />

vida—que se transmite desde remotos siglos hasta hoy por<br />

los vínculos del idioma, de la sangre, de la sucesiva convivencia<br />

entre generaciones, de las leyes, del arte, de la literatura,<br />

de la administración de las costumbres, de los usos, de las<br />

preferencias comunes—, forma un caudal de humanidad perfectamente<br />

acotado y separado de los otros grupos, tanto en<br />

el tiempo como en el espacio. Y no se diga que también<br />

los hombres de otras naciones pueden ejercer influencia sobre<br />

los hombres de nuestra nación. Porque entre la influencia que<br />

sobre alguno de nosotros haya podido ejercer el canciller<br />

Bacon y la que ha ejercido el Cardenal Cisneros, hay un


96 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

abismo de diferencia no sólo en cantidad, sino en calidad.<br />

La primera es, necesariamente, accidental, fortuita, ocasional<br />

e individual. La segunda es esencial, necesaria, colectiva y<br />

consustancial con lo que somos hoy todos los españoles, incluso<br />

los analfabetos que ignoren la existencia misma de Cisneros.<br />

España, esa presión vital que atraviesa año tras año,<br />

siglo tras siglo la continuidad de las generaciones sucesivas,<br />

esa llama de vida que se encendió una vez en el rein oto pasado,<br />

sobre el suelo sagrado de la Península y en la que cada<br />

generación de españoles prende su propia alma, esa España<br />

constituye una unidad espiritual, perfectamente caracterizada,<br />

propia, peculiar, diferente por completo de Francia, de Inglaterra,<br />

de Alemania. Esa unidad de espíritu, que también es<br />

unidad de vida, constituye una como personalidad humana. Es<br />

tina quasi persona histórica. Definirla en lo posible reduciéndola<br />

a conceptos claros; simbolizarla en imágenes de resonancias<br />

amplísimas: he aquí la tarea propia de la filosofía de<br />

la Historia de España.<br />

Mas ¿qué tipo de definición podrá recibir esa España, esa<br />

quasi-persona de la nación española? Desde luego, no puede<br />

recibir una definición como las definiciones que habitualmente<br />

verificamos por conceptos de género o especies y diferencia.<br />

Porque la definición que aquí pedimos, la definición que debe<br />

darnos la filosofía de la historia de España no puede ser<br />

una definición estática que sitúe la realidad de España en<br />

el cuadro de las demás realidades. Si dijéramos, por ejemplo,<br />

que España es una nación alojada en tal lugar del planeta,<br />

no habríamos contribuido en nada a nuestro intento. Porque<br />

la España a que nos referimos y que aspiramos a definir no<br />

es el territorio material en que la Historia española se ha<br />

desarrollado; ni es tampoco la lengua con que los españoles<br />

se entienden; ni es tampoco ninguna de las realidades concretas—instituciones,<br />

artes, costumbres, ciencias, etc.—que España<br />

ha producido. La España que queremos definir y simbolizar<br />

no es la que en la historia se ha hecho, sino la que<br />

ha hecho la Historia. No es un cuerpo, no es el cuerpo de<br />

España en tal o cual momento de su historia, sino la intima<br />

fuerza que propulsa la historia, la energía morfogenética que<br />

crea todos y cada uno de los contenidos de la vida española<br />

actual y pretérita.<br />

La definición de España deberá ser, pues, necesariamente<br />

dinámica o genética. Habrá de contener en la brevedad de su<br />

concepto como un disparo hacia la acción y la creación, como<br />

el plasma germinal de toda una viviente y cambiante realidad<br />

histórica. Habrá de ser una definición en la cual haya<br />

un fin, una meta, que represente la aspiración de todos los<br />

españoles y de la personalidad colectiva española en el tiempo.<br />

Y entonces podrá ofrecerse seductora la idea de tomar<br />

por definición dinámica de España una empresa, una tarea,<br />

cuya realización encienda o haya encendido el entusiasmo de<br />

todos, y sea o haya sido por ello el lazo de unión y a la vez<br />

guía y norte de la actividad histórica. Mas ¿dónde encontrar<br />

esa empresa, esa tarea? Necesariamente habríamos de buscarla<br />

en el pasado, en la historia del pasado español. Pero en el<br />

pasado de España hallamos épocas diferentes. Cada una de<br />

esas épocas tiene su propia empresa, su propia tarea. ¿Cuál<br />

elegiremos como la propulsora de toda nuestra historia? En<br />

el siglo XIII la España de San Fernando se encendió en ardor<br />

de reconquista. En el siglo XVI la España de Carlos V<br />

se entusiasmó por la idea del imperio mundial. En los siglos<br />

IX al XIII halaga a los españoles el particularismo de la<br />

vida local. En el siglo XV la ilusión nacional es la unidad.<br />

Y acaso haya período de la Historia de España que se caracterice<br />

por no tener empresa ni tarea ninguna. ¿Cómo podremos<br />

en la diversidad de fines que en distintas épocas se ha<br />

propuesto España encontrar uno que sea el esencial, el único,<br />

el que actúe en el fondo de todos los demás? Esto, empero,<br />

es precisamente lo que exige la Filosofía de la Historia de<br />

España.<br />

Esta misma dificultad se plantea—exactamente en los mis-<br />

mos términos—dentro de las vidas individuales. ¿Qué ha sido,<br />

quién ha sido Napoleón? La respuesta perfecta sería la que<br />

definiese genéticamente a Napoleón y nos diera la clave íntima<br />

de sus propósitos, de todos los fines diversos que en<br />

sucesivos períodos de su vida orientaron su alma. No será,<br />

pues, posible obtener la esencia de Napoleón, si sólo tomamos<br />

para designarla una de las empresas que en un determinado<br />

período de su vida llenó su espíritu. La definición<br />

de una vida por medio de una empresa o tarea que la estimula<br />

y orienta define perfectamente la esencia de esa vida<br />

en uno de sus períodos, pero en la unidad profunda, anterior<br />

a todo despliegue en períodos sucesivos.<br />

Mas ¿cómo designaremos eso que vamos a intentar definir<br />

y simbolizar? Nuestro problema puede exactamente expresarse<br />

en los términos siguientes: ¿Qué es la hispanidad?<br />

... La filosofía de la Historia de España condénsase<br />

entonces en esta pregunta: ¿Qué es la hispanidad? ¿Cómo<br />

puede definirse en conceptos y simbolizarse en imágenes ese<br />

germen dinámico? ¿Qué tipo de hombre es ese que la hispanidad<br />

designa y cuya idea, cuyo estilo, propulsan la actividad<br />

creadora de España y de las naciones del mundo común<br />

hispánico?<br />

Para llenar este propósito y dar respuesta a estas preguntas<br />

debemos considerar sucesivamente dos principales cuestiones.<br />

La primera consistirá en perseguir el sentido que ofrece<br />

la trayectoria temporal de la Historia de España. Si, en<br />

efecto, examinamos el curso de nuestra Historia, y, por decirlo<br />

así, la figura de su melodía, hallaremos en ella un sentido,<br />

algo que la hace en todo momento inteligible; y ese<br />

sentido será ya una primera aproximación a la esencia de la<br />

hispanidad. Pero este sentido no se puede entender realmente<br />

si no se interpreta como la idea [que encarna] cierto tipo<br />

humano [el tipo de hombre hispánico], tipo humano que<br />

constituye la fórmula y estilo propios de la "quasi-persona",<br />

en cuyo despliegue consiste la Historia de España. La segunda<br />

cuestión será, pues, la descripción de ese tipo de hombre<br />

hispánico ... la cual nos hará descender a las más hondas<br />

capas de nuestra índole nacional, que son justamente aquellas<br />

co que el alma hispánica siente, como fondo más propio<br />

y peculiar de su sustancia, la aspiración a la vida eterna en<br />

el seno de Dios.<br />

La Historia de España atraviesa los mil quinientos años de<br />

su melodía en cuatro períodos sucesivos y armónicamente<br />

compenetrados. Los tres o cuatros primeros siglos son de preparación.<br />

Los ingredientes naturales con que por la voluntad<br />

de Dios va a fraguarse el tipo de hombre hispánico, existen<br />

aún dispersos, pero intentan ya acercarse unos a otros, acomodarse<br />

y encajarse unos en otros, hasta que llegue el día<br />

en que puedan fundirse en perfecta y simple unidad, al calor<br />

de una llama sobrenatural... La fe cristiana constituyó desde<br />

el principio poderosísimo elemento de su fusión entre las<br />

diversidades locales y también entre los elementos heterogéneos<br />

de los anteriores siglos... La historia de la Iglesia española y<br />

de sus concilios primitivos nos proporciona a veces el espectáculo<br />

de ese lento y continuo esfuerzo por suavizar disparidades,<br />

por encajar y ensamblar ideas, instituciones, costumbres<br />

y aún el idioma mismo. Desde Recaredo, la monarquía<br />

visigótica es nacional en España; y los concilios toledanos son<br />

en este tiempo el índice de la conciencia común, que ya empieza<br />

a alentar en nuestra patria. Cuando se inicia el segundo<br />

período—que se extiende sobre no menos de siete siglos—<br />

la idea de la hispanidad ya existe. Pero existe como un recién<br />

nacido, débil aún, breve y sucinta, incierta de sí misma.<br />

Necesitará tiempo, tesón, cultivo, vicisitudes, victorias y derrotas<br />

para robustecerse, afirmarse, solidificarse, por decirlo<br />

así, y construirse en cuerpo propio y organizado en la nación<br />

española.... La finalidad natural de la vida cristiana española<br />

será, pues, desplazar de la península al musulmán invasor,<br />

y, por consiguiente, establecer en España la unidad religiosa<br />

y nacional. El tercer período presencia el estallido vic-


torioso de la idea hispánica que, revestida de todas sus armas,<br />

provista de todos los medios acumulados durante los<br />

siete siglos de formación, lanza al mundo su mensaje ecuménico<br />

y siembra sobre la tierra la semilla de su espíritu universalista.<br />

Dos siglos enteros de Historia universal llena España<br />

con su nombre y sus hazañas, que presencia atónito el orbe<br />

entero. El hombre hispánico planta su tienda allende los mares<br />

y levanta templos en todas las latitudes del planeta al<br />

Señor de cielos y tierras. Bajo la vigilancia o protección de<br />

los tercios españoles, los pueblos vacan a los menesteres de su<br />

vida y la Iglesia formula en inalterables cláusulas el orden<br />

dogmático de su espíritu y de su estructura. El cuarto período<br />

se inició a mediados del siglo XVIII. El mundo comienza<br />

entonces a prestar oídos a ciertos lemas harto dispares de los<br />

que dominaron en los siglos anteriores. España no quiere escuchar<br />

nuevas voces que más hablan del hombre que de Dios,<br />

más de la tierra que del cielo, y aún se atreven a veces a<br />

subordinar a Dios al hombre y el cielo a la tierra. España,<br />

que es esencialmente cristiana, nada tiene que hacer en un<br />

mundo que tributa a la razón y a la naturaleza el culto debido<br />

a la divinidad. Entonces España se aísla, se encierra en<br />

sí misma y se esfuerza en lo posible por salvarse del contagio<br />

amenazador. La época de nuestra Historia, que suele llamarse<br />

moderna y contemporánea, es una muda y trágica protesta<br />

española frente a lo que se piensa, y se dice y se hace<br />

en el resto del mundo. Como todo lo nuestro, esa protesta<br />

adquiere a veces proporciones de increíble grandeza, en gesto<br />

sublimemente desgarrado y dramático... La actitud y apartamiento<br />

que España adoptó en 1700, frente a una Europa que<br />

rápidamente se descristianizaba, fué, pues, una actitud congruente<br />

con la índole y estilo de la persona nacional. Lo contrario<br />

hubiera sido el suicidio de la hispanidad... Y al que se lamente<br />

de este apartamiento de España, calificándolo de anacronismo,<br />

yo le diría que nunca es anacrónico la fidelidad a la<br />

propia esencia. Lo contrario hubiera sido el suicidio de la<br />

hispanidad, el auténtico y verdadera anacronismo... Negarse<br />

a marchar por las sendas, que se desvían de la verdad cristiana,<br />

es justo lo contrario del anacronismo; es permanecer en el eje<br />

de los tiempos; es aguardar tranquilamente en la ancha vía<br />

de la historia a que los imprudentes aventureros regresen—si<br />

regresan—de los caminos extraviados por donde fueron a perderse...<br />

Porque en los corazones cristianos jamás se extingue<br />

la esperanza ni se agota nunca la confianza en Dios. Y la<br />

humanidad presente, que visiblemente vuelve a Dios un rostro<br />

acongojado y contrito, prepara, sin duda, a la idea hispánica<br />

en el mundo y en la Historia nuevas y fecundas ocasiones de<br />

acción y de triunfo.<br />

Hemos recorrido—con excesiva rapidez—la trayectoria, la<br />

melodía, que en el tiempo de su historia ejecuta la persona<br />

nacional española. De continuo se percibe en ella una fundamental<br />

actitud del alma hispánica, una inequívoca voluntad:<br />

la realización y defensa de la unidad católica; primero, dentro<br />

de la península; luego, en el mundo entero. Y cuando ya<br />

no es posible proseguir en la propugnación del ideal cristiano<br />

ecuménico, España se retira, como Aquiles, a su tienda y<br />

hogar, ansiosa de guardar su alma de los contagios con paganidades<br />

filosóficas. Tal es, pues, el sentido de la Historia de<br />

España. La idea religiosa constituye el hilo en que los hechos<br />

históricos españoles se ensartan para dibujar en el tiempo una<br />

trayectoria continua e inteligible, la trayectoria de una vida<br />

personal, que siendo cada día distinta es, sin embargo, siempre<br />

la misma.<br />

Ahora, para proseguir el programa que nos habíamos trazado,<br />

quédanos tan sólo d acometer el ensayo—delicado y<br />

sutil—de definir en conceptos y simbolizar en imágenes esa<br />

esencia de lo español, ese estilo de hombre hispánico, esa "hispanidad<br />

pura" que hemos visto desplegarse en la trayectoria<br />

temporal de su historia.<br />

La definición y simbolización de la realidad personal es la<br />

tarea más difícil que puede proponerse el filósofo. Los hom-<br />

LAS CONFERENCIAS<br />

bres saben ya desde hace tiempo definir y simbolizar otras clases<br />

de realidades, como, por ejemplo, la realidad ideal (matemáticas,<br />

lógicas), la realidad física, la realidad biológica, la<br />

realidad física... Pero las realidades históricas, es decir, las personas<br />

humanas—individuales o colectivas—no se han intentado<br />

definir hasta en la época más reciente. Se trata, pues, de<br />

un intento relativamente nuevo. Su dificultad se advierte claramente<br />

considerando que el objeto de la buscada definición<br />

es una persona, es decir, un ente individual, único, que no<br />

puede encajar en previos marcos de especies o de géneros; y<br />

que además es ente vivo y libre, o sea capaz de producir acciones<br />

y omisiones libremente, creando, por decirlo así, de un<br />

modo imprevisible la sustancia de su propia vida en el tiempo.<br />

Nuestro problema, por ejemplo, es definir y simbolizar la hispanidad,<br />

lo que hace que algo sea hispánico y que otra cosa<br />

en cambio no lo sea, lo que constituye el modo de ser del<br />

"hombre hispánico". Para ello no tenemos asidero en nada<br />

previo, en ninguna clasificación general del hombre o de los<br />

"tipos" de hombre. Lo único, pues, que podemos hacer es partir<br />

de los hechos—historia concreta—realizados por ese tipo<br />

humano y de su trayectoria vital en el tiempo histórico; y desde<br />

esa exterioridad determinada y natural, intentar la fijación<br />

de las relaciones puras entre los elementos de su vida anímica,<br />

llegando así a una idea de su espíritu y a un símbolo adecuado<br />

de su estilo.<br />

Lo primero y lo esencial es el lugar singularísimo que la<br />

religiosidad ocupa en el alma española. Nuestro Señor Jesucirsto<br />

deslindó claramente los territorios respectivos de las dos<br />

relaciones fundamentales en que se desenvuelve la persona<br />

humana, la relación con Dios y la relación con la nación. Dijo<br />

Jesucristo: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que<br />

es de Dios". Esta distribución de la actividad humana en dos<br />

planos, uno para Dios y otro para la patria, implica, primero,<br />

que son efectivamente dos los planos en que puede repartirse<br />

la vida, y segundo: que esos dos planos son perfectamente<br />

compatibles y armonizables. No puede haber contradicción entre<br />

la religión y la patria. No debe haberla. Pero hay dualidad,<br />

puede haber dualidad. La patria no es la religión, ni la religión<br />

es la patria. Ahora bien: acabamos de ver en nuestro<br />

repaso de la trayectoria histórica de España, que el sentido de<br />

esa historia consiste en la identificación de la religión con la<br />

patria o de la patria con la religión. El sentido profundo de<br />

la Historia de España es la consustancialidad entre la patria<br />

y la religión. O sea, que para los españoles no hay diferencia,<br />

no hay dualidad entre la patria y religión. Servir a Dios<br />

es servir a España; servir a España es servir a Dios. En ella<br />

trayectoria de la Historia de España no existe dualismo entre<br />

el César y Dios. Porque España, la nación española, nuestra<br />

patria española, es, por esencia, servicio de Dios y de la Cristiandad<br />

en el mundo.<br />

Pero esta peculiar relación que la nación española mantiene<br />

con la religión cristiana supone necesariamente un fundamento<br />

de ella en el alma del "hombre" hispánico, en la<br />

esencia de la hispanidad. Necesariamente, en el alma del hombre<br />

hispánico ha de ocupar también la religión el puesto central.<br />

El "hombre" hispánico que ha hecho España y América—o si<br />

se prefiere la hispanidad—ha de presentar una estructura propia,<br />

en la cual la fe religiosa constituya el ingrediente dominante.<br />

Podrá decirse, por ejemplo, que en el "hombre"<br />

hispánico la religiosidad es el nervio o el eje de la vida; o que<br />

la religiosidad es el centro de la existencia; o que la religión<br />

es el órgano rector en el organismo de la vida. Pero todas<br />

estas expresiones son metáforas encomiásticas. Convendría<br />

hacer un esfuerzo por darles sentido más preciso e intuitivo.<br />

Lo que con la palabra "vida" designamos, contiene, entre<br />

otras muchas cosas, un elemento dinámico de esfuerzo, de<br />

acción. Vivir es hacer, es esforzarse por, tender hacia. También<br />

podríamos decir que vivir es vivir para algo. Ahora bien:<br />

¿qué es ese algo para lo cual se vive? ¿Qué es eso que la<br />

vida hace o a lo que la vida se esfuerza o tiende? Caben dos<br />

97


98<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

contestaciones—formales—y nada más que dos. La primera:<br />

que el algo para lo cual se vive y a que la vida se esfuerza y<br />

tiende, sea la vida misma, esté en la vida misma. La segunda:<br />

que el algo a que la vida tiende y se esfuerza no sea la vida<br />

misma, ni esté en la vida, sino fuera de ella. Estas dos diferentes<br />

contestaciones distinguen clara y fundamentalmente dos<br />

concepciones de la vida: una para la cual el sentido de la vida<br />

es transcendente de la vida. Para la concepción inmanente la<br />

vida tiene en sí misma valor. Para la concepción transcendente<br />

la vida no tiene en sí misma valor, sino sólo en cuanto que se<br />

esfuerza y tiende a ese fin trascendente "para" el cual es<br />

vivida. Habrá, por consiguiente, tantas maneras de vivir la<br />

vida como haya "sentidos" que puedan darse a la vida. Pero<br />

como estos sentidos de la vida no pueden ser más que inmanentes<br />

o trascendentes, cabe reducir a dos las actitudes fundamentales<br />

que el hombre puede adoptar para vivir, según<br />

que confiera a su vida un sentido inmanente o un sentido<br />

trascendente. El "hombre" hispánico pertenece—sin vacilación<br />

posible—al segundo modo, al que confiere a la vida un<br />

sentido trascendente. El hombre hispánico no considera que<br />

vivir sea vivir para vivir, ni vivir para algo que esté dentro<br />

de la vida, sino que pone la vida entera, la propia y aún la<br />

ajena, al servicio de algo, que no es la vida misma ni está en<br />

la vida. Ese algo, que para el hombre hispánico constituye el<br />

fin y, por tanto, también el sentido de la vida, es la salvación<br />

del alma, la gloria eterna en Dios. Cuando decíamos que<br />

la religiosidad es para el hombre hispánico el centro o el<br />

eje o el órgano rector de la vida, aludíamos determinadamente<br />

a esta conclusión a que ahora llegamos: que el hombre hispánico<br />

rechaza toda concepción inmanente de la vida y coloca<br />

el sentido trascendente de ésta, muy concretamente, en la salvación<br />

del alma, en la gloria eterna.<br />

Otros tipos de hombres existen y han existido en el mundo,<br />

cuyas concepciones de al vida difieren radicalmente de la<br />

que alienta en la sustancia de la hispanidad. Algunos tipos<br />

humanos hallan el sentido de la vida en la vida misma o en<br />

alguno de sus elementos—en la belleza de la vida, en la fuerza<br />

y alegría de la vida, en la salud del cuerpo o del alma o<br />

en otros valores vitales, como el ejercicio de la inteligencia, la<br />

piedad religiosa, la disciplina de la existencia humana, la prosperidad<br />

de un ente colectivo superior—, por ejemplo, la nación,<br />

la raza, etc. No faltan tampoco tipos humancs—como<br />

acaso el hindú—que encuentran el sentido de la vida en<br />

algo trascendente a la vida, de modo semejante al hombre hispánico.<br />

Pero el hindú coloca ese fin, que da sentido a la vida,<br />

en la no vida, en la absoluta annihilación de la vida, en el<br />

nirvana, en la pura nada; mientras que el sentido trascendente<br />

que el hombre hispánico da a la vida se determina muy concreta,<br />

precisa y exactamente en la salvación del alma y en la<br />

gloria eterna.<br />

Pero se hace urgente definir con mayor precisión la relación<br />

que en el alma hispánica mantiene la vida con la salvación<br />

eterna... Lo típico del hombre hispánico es, por decirlo<br />

así, su modo singular de vivir, que consiste en "vivir no viviendo";<br />

o dicho de otro modo, en "vivir desviviéndose", en<br />

vivir la vida como si no fuera vida temporal, sino eternidad.<br />

El hombre hispánico no considera la vida eterna o la salvación<br />

del alma como el remate, término y fin de la vida terrestre,<br />

sino como remate, término y fin de cada uno de los instantes<br />

y de los actos de la vida terrestre. La salvación eterna no es<br />

solamente para él un objeto de contemplación ni tampoco solamente<br />

una norma de conducta, sino que es, ante todo y sobre<br />

todo, lo que da sentido y finalidad concreta a cada uno de los<br />

actos en que se descompone la vida terrestre. Para el hombre<br />

hispánico los instantes no se orientan cada uno hacia el siguiente,<br />

y todos hacia Dios en la línea de la vida, sino que<br />

cada instante en su singularidad de instante se orienta ya de<br />

por sí hacia Dios.<br />

Santificarse es, para el alma hispánica, despojarse, desnudarse,<br />

reducirse a lo nuís hondo y escueto del yo; es compri-<br />

mir la vida y condensarla en un solo instante, que represente<br />

como la anticipación o antesala de la gloria. Por eso decíamos<br />

antes que el hombre hispano no vive viviendo, no se<br />

vive, sino que se desvive; o dicho de otro modo, que vive<br />

muriendo. La vida del alma hispana es un constante morir y<br />

resucitar para volver a morir, hasta que la última resurrección<br />

sea ya ingreso en la gloria eterna. He oído contar de un ilustre<br />

militar español que en cierta ocasión, hablando a sus amigos<br />

y subordinados, puso término a su arenga con las palabras<br />

de "¡Viva la muerte!" Creo que en esa exclamación—de<br />

apariencia extraordinaria y paradójica—se encierra una profundísima<br />

perspectiva sobre la índole del alma hispánica.<br />

Así, pues, en el hombre hispánico la religión no es una dimensión<br />

de la vida, sino la aspiración más profunda del alma;<br />

tan profunda, que llega a reducir la vida a esa escueta aspiración.<br />

Y sobre esta base, la hispanidad se representa—ante sí<br />

misma y ante los otros—como una misión, como una vocación<br />

divina, que consiste en purificar, en despojar, en desnudar<br />

de materialidad y de vida temporal la persona humana,<br />

tanto la individual como la nacional o la ecuménica y<br />

mundial. La hispanidad es el ascetismo de la persona. Es el<br />

afán de cada persona singular por llegar cuanto antes a ser<br />

quien es, anticipando lo más posible en esta vida la pura inmaterialidad<br />

e intemporalidad de la gloria eterna. Es también<br />

el afán de la nación hispánica de ser la que es, superando o<br />

desdeñando toda oposición de "lo otro" y de "los otros". Y<br />

así la Historia de España se descompone en la serie de los<br />

esfuerzos por realizar ese proceso de asceticismo nacional. Primero,<br />

haciéndose la nación a sí misma por eliminación violenta<br />

de "lo otro" o por incorporación de "lo otro" a la propia<br />

esencia cristiana. Segundo, convirtiéndose la nación en<br />

promotora y paladín de la cristianización del mundo. Tercero,<br />

desdeñando la nación el trato y comercio con lo otro,<br />

con lo no-cristiano del descarriado inundo. En cierto modo,<br />

el pueblo español se considera a sí mismo—conscientemente<br />

en algunas almas, inconscientemente en el resto de ellas—como<br />

pueblo, no diré elegido, pero sí especialmente llamado por<br />

Dios a la vocación religiosa de conquistar la gloria para sí y<br />

para los demás hombres.<br />

Concluida la lectura, los veintitrés alumnos presentes<br />

redactaron sus respectivos resúmenes, empleando<br />

un tiempo mínimo de 45 minutos y otro máximo<br />

de 80. Sus ejercicios fueron corregidos y calificados<br />

procurando, en todo momento, que las puntuaciones,<br />

compensadas con las de los otros trabajos de la Delegación<br />

del Curso, fueran siempre positivas y alentadoras.<br />

Antes de pasar a los resúmenes extensos, tal como<br />

fueron redactados, juzgamos entonces conveniente, después<br />

de haber sido calificados, una reducción del discui<br />

so sus juicios más importantes para estudiar el<br />

tanto por ciento de los recogidos por cada alumno.<br />

Las calificaciones coincidieron casi siempre, claro está,<br />

con los tantos poi cientos, excepto cuando en ellas intervino<br />

una valoración no estrictamente estadística, sino<br />

ortográfica, sintáctica y estilística. A continuación damos<br />

esta reducción de la conferencia a sus juicios más<br />

importantes:<br />

2) LA CONFERENCIA REDUCIDA A JUICIOS<br />

1. En España vienen viviendo desde hace siglos los españoles.<br />

2. Nos unen a los españoles de hoy dos géneros de<br />

vínculos: con los vivos y con los muertos.<br />

3. Las generaciones se reemplazan continuamente.<br />

4. Cuando se adquiere conciencia de la propia existencia<br />

ya se es español.<br />

5. Con los españoles actuales mantenemos una relación


de convivencia; la influencia entre ellos y nosotros es<br />

mutua y directa.<br />

6. Con los españoles pretéritos, de sucesión; la influencia<br />

es unilateral e indirecta.<br />

7. Los españoles pasados produjeron algo cuya persistencia<br />

influye indirectamente sobre nuestros actos.<br />

8. Esa influencia inextinguible, eso es España.<br />

9. Esa fuerza transmitida por los vehículos del idioma, etcétera,<br />

forma un grupo separado de los otros grupos.<br />

10. La influencia de las otras naciones es accidental, fortuita,<br />

individual.<br />

11. La influencia de lo español es esencial, colectivo, consustancial.<br />

12. Esa unidad de espíritu y unidad de vida es una quasipersona<br />

histórica.<br />

13. Definirla es la tarea propia de la Filosofía de la Historia<br />

de España.<br />

14. La definición no podrá ser la habitual por género y<br />

especie.<br />

15. Tampoco puede ser tina definición estática que sitúe<br />

la realidad España entre otras realidades.<br />

16. No es el territorio material, ni la lengua, ni nada de lo<br />

que ha producido.<br />

17. La España que se quiere definir no es la que en la<br />

Historia se ha hecho, sino la que ha hecho la Historia.<br />

13. Es la íntima fuerza que propulsa la historia y que<br />

crea todos y cada uno de los contenidos de la vida<br />

española, actual o pretérita.<br />

19. Habrá de ser una definición en la que haya un fin<br />

que represente la aspiración de todos los españoles en<br />

el tiempo.<br />

20. Esa empresa o fin habrá que buscarla en el pasado.<br />

21. Pero en el pasado hay épocas diferentes y cada una<br />

con su tarea propia.<br />

22. ¿Podrá encontrarse entre la diversidad de fines uno<br />

que sea esencial y que actúe en el fondo de los demás?<br />

23. Esa misma dificultad se presenta dentro de las vidas<br />

individuales; por ejemplo, ¿quién ha sido Napoleón?<br />

24. La filosofía de la Historia de España se condensa<br />

en la pregunta: ¿Qué es la Hispanidad?<br />

25. Para contestar se debe perseguir el sentido que ofrece<br />

la trayectoria temporal de la Historia de España, primera<br />

aproximación a la esencia de la hispanidad.<br />

26. Ese sentido no se puede comprender sin la descripción<br />

del tipo de hombre hispánico en el cual encarna.<br />

27. El primer período de la Historia de España, los tres o<br />

cuatro primeros siglos son de preparación, de fusión<br />

de los ingredientes naturales que existen aún dispersos.<br />

28. La fe cristiana constituye el elemento poderosísimo de<br />

fusión entre las diversidades.<br />

29. En el segundo período, que abarca no menos de siete<br />

siglos, la idea de la hispanidad se robustece a través<br />

de las vicisitudes de su tarea de desplazar de la<br />

Península al musulmán y establecer la unidad religiosa<br />

y nacional.<br />

30. El tercer período representa la plenitud de la idea<br />

hispánica, durante dos siglos, y siembra sobre la tierra<br />

su espíritu universalista y religioso.<br />

31. En el cuarto período, que comienza a mediados del<br />

XVII, España se aísla, permanece fiel a su esencia cristiana,<br />

frente a lo que se dice y se piensa en el mundo.<br />

32. En este recorrido se percibe una fundamental actitud:<br />

la realización y defensa de la unidad católica en la<br />

Península y en el mundo entero.<br />

32 bis. Definir en conceptos ese estilo de hombre hispánico<br />

no es empresa fácil. El objeto de la definición es<br />

una persona viva y libre.<br />

33. Se trata de definir la hispanidad, lo que hace que algo<br />

sea hispánico, y otra cosa, en cambio, no lo sea.<br />

LAS CONFERENCIAS<br />

34. Lo primero y esencial es el lugar singular que la religiosidad<br />

ocupa en el alma española.<br />

35. Dos son las relaciones fundamentales en que se desenvuelve<br />

la persona humana: con Dios y con la nación.<br />

36. Son dos planos compatibles y perfectamente armonizables.<br />

37. El sentido de la Historia de España consiste en la<br />

identificación de la religión con la patria.<br />

38. El hombre hispánico ha de presentar una estructura<br />

en la cual la fe religiosa sea el ingrediente dominante.<br />

39. Vivir es hacer, es esforzarse por algo.<br />

40. Este algo para lo cual se vive o está en la vida misma<br />

o fuera de ella.<br />

41. Para la concepción inmanente la vida tiene valor en sí<br />

misma; para la transcendente no tiene valor en sí<br />

misma, sino en cuanto se esfuerza y tiende a ese fin<br />

trascendente.<br />

42. El hombre hispánico pertenece, sin duda, al grupo<br />

que confiere a la vida un sentido trascendente.<br />

43. Para el fin, el sentido de la vida es la salvación del<br />

alma, la gloria eterna en Dios.<br />

44. Otros tipos de hombres hallan el sentido de la vida<br />

en la vida IniStna, fuerza y alegría, salud del cuerpo<br />

y el alma, la nación, la raza, etc.<br />

45. Lo típico del hombre hispánico es vivir desviviéndose,<br />

es vivir la vida corno si no fuese temporal, sino<br />

eternidad.<br />

46. La salvación eterna no es sólo objeto para el de contemplación,<br />

sino lo que da sentido y finalidad concreta<br />

a cada uno de sus actos.<br />

47. En el hombre hispánico la religión no es tina dimensión<br />

de la vida, sino la aspiración más profunda<br />

del alma.<br />

48. La hispanidad se representa como una misión que<br />

consiste en purificar, en desnudar de materialidad y de<br />

vida temporal la persona humana.<br />

49. Es el afán de anticipar lo más posible en esta vida<br />

la pura inmaterialidad e intemporalidad de la gloria<br />

eterna.<br />

50. Y es también la aspiración de la nación de ser la que<br />

es, superando o desdeñando toda oposición de lo otro,<br />

de lo no cristiano en el mundo.<br />

51. El pueblo español se considera, no precisamente elegido,<br />

pero sí especialmente llamado por Dios a la vocación<br />

religiosa de conquistar la gloria para si y para<br />

los demás hombres.<br />

Estudiados los resúmenes de los veintitrés alumnos<br />

nos encontramos con que seis, de los veintitrés, estaban<br />

por debajo del 50 por 100 de juicios importantes<br />

recogidos, con un mínimo de 24, y que los diecisiete<br />

restantes, gradualmente, llegaban al 80 por 100. Es<br />

decir, que el 74 por 100 de la clase superaba el valor<br />

medio del 50 por 100 de los juicios importantes. Me<br />

parece éste un rendimiento satisfactorio después de dos<br />

meses de curso; un rendimiento que fundamenta las<br />

esperanzas a que aludíamos más arriba al hablar de<br />

la necesidad del Curso Preuniversitario.<br />

3) RES'éMENTS EXTENSOS<br />

De los veintitrés resúmenes correspondientes a los<br />

alumnos del Preuniversitario, redactados a continuación<br />

de la lectura del discurso de don Manuel García<br />

Morente, escogemos dos de los mejores y el que mereció<br />

una calificación más baja.<br />

A. P. (calificación, 8; tanto por ciento de juicios<br />

importantes recogidos, 70; tiempo, setenta y cinco minutos.)<br />

99


100<br />

He aquí una nación viva: España. Dos géneros de vínculos<br />

nos unen con los españoles: uno, con los españoles que viven<br />

o actúan que se llaman actuales; otro, con los que no<br />

viven, con los que dejaron de actuar. Las generaciones van<br />

reemplazándose unas a otras. Nadie elige el lugar de su nacimiento,<br />

sino que cada uno nace en el lugar que Dios, de<br />

antemano, le tiene designado.<br />

El vínculo que nos une con los españoles actuales no es el<br />

mismo que el que noi une con los pretéritos—españoles—. La<br />

relación con los pretéritos es unilateral y directa (?). Entre<br />

mis camaradas y yo—dice García Morente—existe una relación<br />

de convivencia; mis actos están influenciados por los suyos<br />

y viceversa. Lo que hicieron los pasados influye con los<br />

españoles (sic) actuales, que aunque no sea de un modo directo,<br />

lo es indirectamente por medio de sus costumbres, sus<br />

actos, etc.<br />

Las diferentes costumbres influyen unas sobre otras. Esa<br />

influencia es España, la cual constituye una unidad espiritual,<br />

una personalidad humana. La definición no puede ser estática<br />

porque la España que queremos definir no es el lugar<br />

geográfico del planeta, ni su arte, su religión, etc. No es lo<br />

que en la Historia se ha hecho, sino la España que ha hecho<br />

la Historia. Por lo tanto, la definición deberá ser dinámica,<br />

genética, tendrá que haber en ella un fin, una meta. En los dijerentes<br />

siglos encontramos diferentes fines, por lo que hay que<br />

buscar un fin esencial. ¿Y cómo podremos encontrar en todas<br />

las épocas de España un fin esencial? La Filosofía de la Historia<br />

de España se contenta con saber: ¿Qué es la Hispanidad?<br />

Para ello hay que estudiar el tipo de hombre hispano,<br />

o mejor dicho, el alma hispánica. Entonces nos encontramos<br />

con dos cuestiones: Una, perseguir el sentido que ofrece la<br />

trayectoria de España; otra, la descripción de este tipo de hombre<br />

hispánico.<br />

En la trayectoria hispánica hay cuatro períodos: El primero<br />

es de formación. El segundo se afirma la hispanidad, o sea,<br />

que ya existe. En el tercero se siembra la semilla de lo espiritual;<br />

en él se aspira a llevar por el mundo la cristiandad.<br />

En el cuarto, a mediados del siglo XVII, España se retira de<br />

la idea política europea.<br />

La segunda cuestión, la de definir la esencia del español,<br />

es tarea más difícil. Para ello hay que partir de los hechos.<br />

Lo primero y lo esencial es el lugar tan destacado que tiene<br />

la religión en el español. Entre ellos no hay diferencia entre<br />

la patria y la religión; servir a Dios es servir a la patria, y<br />

servir a la patria es servir a Dios. En el hombre hispánico<br />

la religión es el nervio de su vida. Vivir es hacer, pero esto<br />

que uno hace tiende a algo fuera de la vida. Hay tantas maneras<br />

de vivir la vida como tendencias halla (sic). Vivir no<br />

es vivir para vivir, sino poner la vida entera en la vida misma,<br />

en la belleza, etc.<br />

Santilicarse es para la vida hispánica despojarse. La religión<br />

es una cosa profunda en el alma. El hombre hispánico<br />

vive muriendo. Por estas razones poden:os afirmar que aunque<br />

el pueblo de España no se considere como escogido por Dios,<br />

sí como elegido para conseguir la salvación eterna. Por ello<br />

su misión, su vocación es la de propagar por el mundo las<br />

ideas espirituales."<br />

C. G. A. (calificación, 8,5; tanto por ciento de juicios<br />

importantes recogidos, 80; tiempo, setenta y cinco minutos.)<br />

He aquí una nación viva: España. Antes que nosotros, los<br />

que ahora vivimos en ella, han existido un gran número de<br />

generaciones que se han ido sucediendo unas a otras hasta<br />

llegar a la nuestra; esta sucesión, de una generación tras otra,<br />

no se hace de forma rápida, sino poco a poco, sensiblemente<br />

(sic). Todos los españoles tienen vínculos, tanto con los<br />

españoles vivos como con los españoles muertos; con los primeros<br />

tienen vínculos de convivencia, amistad, etc., y con los<br />

segundos de sucesión. Desde el momento que uno nace, es<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

agrupado a la nación, nadie elige el lugar donde ha de nacer<br />

ni tampoco la nación. Nosotros tenemos vínculos de convivencia<br />

con los españoles de nuestra generación y puede ser<br />

que ellos estén influenciados por mis actos, o viceversa; a<br />

esta influencia se la llama directa, pero la influencia que tienen<br />

sobre nosotros los españoles antiguos se llama indirecta o<br />

unilateral; esta influencia influye sobre nosotros impidiendo<br />

ciertos actos, provocando otros e imprimiendo cierto carácter<br />

a otros.<br />

Pongamos un ejemplo para aclarar estas dos influencias: La<br />

relación que existe entre dos escultores que están haciendo<br />

una estatua es directa porque se comunican y opinan sobre<br />

ella directamente. Pero si estos dos escultores están terminando<br />

una estatua, medio empezada por otro escultor ya muerto,<br />

la influencia que tiene sobre ellos ese escultor muerto es<br />

indirecta o unilateral; sin embargo, también puede suceder<br />

que en vez de seguir su obra la derriben y no tengan influencia;<br />

si esto lo hace un pueblo rompe todas las influencias y<br />

caracteres que hubiera tenido antes. Lo que escribió Cervantes,<br />

pintó Velazquez o Goya, influye sobre los españoles de<br />

hoy porque la influencia inextinguible es España, la nación<br />

española. La influencia que se tiene de la lengua, arte, costumbres,<br />

etc., es nuestra patria, porque una ilación no puede<br />

influir totalmente sobre otra nación, sino sobre uno o varios<br />

individuos solamente. La España que atraviesa siglo tras<br />

siglo la civilización española constituye una unidad diferente<br />

a Francia, Inglaterra, etc., porque tiene autonomía propia.<br />

¿Qué tipo de definición puede recibir España? Si dijéramos<br />

que Esparta está situada en tal parte del planeta, no nos quedaríamos<br />

conformes porque no está bien definido, ya que<br />

ésta es una definición puramente material, porque la España<br />

que queremos definir es la España espiritual, el ente, o sea<br />

no la España que ha hecho la Historia, sino la Historia que<br />

la España ha hecho (???). Esta definición tiene que ser genética<br />

y debe perseguir algún fin concreto y la unión de todas<br />

las empresas de todas las épocas... ¿Pero dónde encontrar<br />

esta empresa? Hay que buscar en el pasado, porque cada época<br />

tiene su definición y lo que hay que hacer es fundirlas en<br />

una sola; así, en el reinado de Fernando III el Santo, es la<br />

lucha contra los árabes; en el de los Reyes Católicos, la unidad;<br />

en el de Carlos V y Felipe II, la universalidad, etc.<br />

Pero ¿cómo podremos, entre las distintas épocas, encontrar<br />

una definición única, nacional? Esta dificultad se plantea también<br />

en la vida individual si se pregunta: ¿Quién ha sido o<br />

qué ha sido de Napoleón? ¿Qué tipo de hombre es el que<br />

la hispanidad designa? Hay que considerar: 1. 0 Perseguir el<br />

sentido que ofrece la trayectoria temporal de la vida de España;<br />

.si analizamos la Historia hallaremos en ella, en todas<br />

las épocas, un sentido que no se puede entender, sino re<br />

interpreta como el del verdadero tipo clásico de hombre hispánico.<br />

La trayectoria histórica, considerando los distintos períodos<br />

que ha atravesado España: En el primero hay una gran<br />

confusión, hasta que poco a poco se van reuniendo; en el segundo<br />

ya existe la idea de España, aunque muy débil; en el<br />

tercero presenta un estallido victorioso de la España doce siglos<br />

(??) ent-ros de vida universal, lleno de España, de religiosidad.<br />

de grandeza; España se distingue en este período por<br />

la conquista de nuevas tierras, a las que coloniza, creando<br />

templos e instruyendo a las gentes en la verdadera religión,<br />

en la religión católica. En el cuarto período, por el siglo XVII,<br />

España se separa del mundo, se aísla, por no querer escuchar<br />

las voces paganas que hablan más del hombre que de Dios;<br />

de la tierra que del cielo, y hasta comparan los términos Dios<br />

y cielo con los de hombre y tierra; pero aunque en este período<br />

España está aislada y acongojada como Aquiles en su<br />

cabaña, en los corazones españoles no se pierde la esperanza<br />

en Dios. Después de haber recorrido los cuatro períodos,<br />

hemos visto que la finalidad española es la defensa de la cristiandad;<br />

primero en España y después en el mundo entero.<br />

En el segundo período esta finalidad se consolida con la lucha<br />

contra el infiel. En el tercer período, de gran poder para<br />

nuestra patria, quiere establecer en todos los lugares la rel-


gión de Cristo; y en el cuarto, España se aísla del mundo,<br />

de sus ideas paganas, para conservar incólume la esencia<br />

de su fe...<br />

Definir en conceptos y simbolizar en imágenes la idea de<br />

España del español es tarea ardua; hay que distinguir una<br />

costumbre española de otra que no lo es. ¿Cómo se consigue<br />

esto? Lo primero es por el lugar que ocupa la religión<br />

en la vida española. La distribución del amor del hombre hispánico,<br />

mitad a Dios, mitad a la patria, equivalentes a las palabras<br />

de Jesucristo, de "Dad al César lo que es del César y<br />

a Dios lo que es de Dios", el sentido profundo es la unión<br />

entre la religión y la patria; servir a España es servir a Dios.<br />

En el hombre hispánico que ha hecho España y América tiene<br />

que predominar la religión. Se dice que vivir es hacer,<br />

esforzarse por vivir por algo; pero ¿qué es ese algo? Al responder<br />

a esta pregunta pueden presentarse dos respuestas:<br />

1.°, que el algo para lo cual se vive este: en la vida misma, y<br />

2.4, que ese algo no esté en la vida, sino más allá; habrá tantas<br />

formas de vivir como sentidos haya, y pueden ser inmanentes<br />

y trascendentes; el hombre hispánico considera que el vivir<br />

es para algo, que no está en la vida, sino más allá, como<br />

es la salvación de su alma. La religiosidad es el centro del<br />

hombre español; por lo tanto, no es inmanente, sino trascendente;<br />

no faltan tipos humanos que son parecidos al hombre<br />

hispánico, como es, por ejemplo, el hindtí, aunque éste lo que<br />

persigue es el nirvana, o sea un paraíso inexistente. Santificarse<br />

es para el español despojarse; tanto, que se dice que<br />

el hombre hispánico vive muriendo. Un valeroso militar español,<br />

Millán Astray, puso fin a un glorioso discurso con el<br />

grito de "¡Viva la muerte!", porque lo que quieren los españoles<br />

es salvar su alma, porque tienen una vocación divina; la<br />

hispanidad es el afán de llegar cuanto antes a ser más: 1.°, haciéndose<br />

la nación a sí misma; 2.°, convirtiéndose en propagadora<br />

de la /e de Cristo, y 3.0, no comerciando ni manteniendo<br />

relaciones con aquellas personas que no son cristianas.<br />

La conferencia encerraba bastantes dificultades, sobre<br />

todo en su última parte. No tiene nada de extraño<br />

que junto a expresiones justas encontremos otras muchas<br />

inadecuadas o inexactas. En los demás ejercicios<br />

también se hallan, y como muestra valen estos dos que<br />

recogemos. Las clasificaciones un poco altas tienen una<br />

exclusiva finalidad de estímulo. El ejercicio, con un<br />

tanto por ciento menor de juicios recogidos y calificado<br />

con una nota por debajo de 5, es el siguiente:<br />

M. s. c. (calificación, 4,5; tanto por ciento, 24; tiempo,<br />

cuarenta y cinco minutos.)<br />

La península ibérica ha sido el escenario de una historia<br />

realizada por el pueblo español. España no es la península ni<br />

los habitantes de ésta. A España la podemos considerar como la<br />

influencia entre los españoles, tanto los actuales como los que<br />

fueron. En la Historia de esta nación trataremos de descubrir<br />

la aspiración de su pueblo. Para su estudio podemos clasificar<br />

los hechos de la nación española en cuatro etapas:<br />

Primera época: Venida del cristianismo e invasión del pueblo<br />

visigodo; durante este tiempo el afán del pueblo español<br />

estaba encaminado a un fin puramente sobrenatural: llevar más<br />

corazones a Dios. Segundo período: La Reconquista del territorio<br />

hispano arrebatado por los árabes. La idea es la misma: expulsar<br />

al hereje. Tercera etapa: Apogeo español; los Tercios españoles<br />

pasean los colores nacionales por las cinco partes del<br />

mundo; juntos con ellos van los misioneros y religiosos, prueba<br />

de sentimiento de religión del pueblo hispánico. Y finalmente,<br />

en cuarto lugar se nos presenta la trágica decadencia española.<br />

Inglaterra y Francia, principalmente, inzbuídas de revolucionarias<br />

ideas masónicas tratan de contagiar al mundo con ellas.<br />

España, para evitar este peligroso contacto, se repliega sobre sí<br />

LAS CONFERENCIAS 101<br />

misma. ¿Qué son Góngora y Quevedo sino un producto de<br />

este aislamiento? (??) Este silencio español es una muda protesta<br />

contra las naciones que lo rodean, alcanzando en algunos<br />

puntos supremos muestras de resignación y conformidad.<br />

Como hemos podido ver, en la Historia española se identifican<br />

los sentidos de religión y patriotismo. Servir a Dios es<br />

servir a España. El español es un hombre completamente trassendente;<br />

para él la vida es sólo un paso para otra mejor, pero<br />

claro está, dándole a la existencia actual una importancia, no<br />

como el nirvana hinclá. La vida considerada como único fin de<br />

la existencia, el materialismo es odiado por esta raza, que ama<br />

a Dios y odia todo cuanto contra El vaya.<br />

4) REstímENF.s MEDIOS Y MÍNIMOS<br />

No debe acabar aquí la tarea de los alumnos del<br />

Preuniversitario. Si es importante el que se ejerciten en<br />

resúmenes de las conferencias que escuchen los más<br />

completos posibles, también significa un ejercicio formativo<br />

el que, a su vez, sepan ir extractando más y<br />

más esas conferencias, recogiendo las ideas más importantes,<br />

aprendiendo a prescindir de las secundarias.<br />

Ideas secundarias que, por otra parte, dan interés a la<br />

conferencia, la constituyen casi esencialmente como<br />

medio, camino, puntos de vista a través de los cuales<br />

se llega casi generalmente a unas formulaciones bastante<br />

comunes. Para lograr este propósito, días más<br />

tarde se les leyó de nuevo la conferencia y se les exigieron<br />

dos resúmenes; uno, que ocupase exclusivamente<br />

la carilla de una cuartilla, y otro, media. Las dificultades<br />

que algunos de los alumnos expresaban durante<br />

la redacción no sirven sino para confirmar el interés<br />

de esta clase de ejercicios. A continuación transcribimos<br />

dos resúmenes, a los que llamamos "medio" y<br />

"mínimo" de la citada conferencia, tal como fueron<br />

redactados por dos alumnos del Preuniversitario.<br />

A. M. M. (calificación en el resumen extenso, 7; tanto<br />

por ciento de juicios, 52; tiempo, setenta minutos.)<br />

Resumen medio:<br />

España es una nación viva formada por dos clases de españoles,<br />

presentes y pasados, no haciéndose el relevo de unos<br />

a otros de una manera espontánea, sino poco a poco y continuamente.<br />

Las relaciones o vínculos de unos españoles con otros<br />

es, primero, con los pasados de una manera unilateral y con<br />

los presentes de convivencia. La definición de España no es<br />

estática, sino que es el fin o la meta que hemos de alcanzar.<br />

Para definir la historia de España hay que definir la hispanidad,<br />

que es la enseñanza que ha repartido España por el mundo.<br />

Hay cuatro períodos en la Historia de España: El primero,<br />

de formación, de preparación; el segundo, de desarrollo; el tercero<br />

es el estallido de la hispanidad, y el cuarto es un periodo<br />

de recogimiento en sí misma. De continuo se percibe en la<br />

Historia de España la defensa de la religión católica, y de ahí<br />

se deduce que en el hombre hispánico la religión ocupa un lugar<br />

de primerísima importancia y cree que no hay dualismo entre<br />

la patria y la religión, entre el César y Dios.<br />

Vivir, segtín cualquiera, es esforzarse por querer conseguir<br />

algo..., y existen dos soluciones a este problema: la primera, que<br />

ese algo por lo que se lucha en la vida sea la misma vida, este<br />

en la vida, y segunda, que ese algo esté fuera de la vida. Por<br />

lo tanto, existen en la vida dos sentidos, inmanente y trascendente.<br />

El hombre hispánico busca naturalmente el segundo sentido,<br />

o sea alcanzar la vida eterna, la salvación y se dirige hacia<br />

este fin sin vacilaciones. Lo típico del hombre hispánico es


102 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

vivir sin vivir, pensando que esta vida es sólo temporal, y por<br />

eso desea santificarse; es decir, despojar su alma de toda superficialidad<br />

para así entrar limpio en el reino de los cielos, para<br />

el cual se siente especialmente llamado por Dios.<br />

Resumen mínimo:<br />

España es una nación formada por españoles presentes y pasados<br />

que se relacionan entre sí de diversas maneras. La definición<br />

de España no es estática, sino que para definirla hay que<br />

definir primero la hispanidad, que es el deseo de extender por<br />

el mundo la doctrina y la civilización. En la Historia de España<br />

hay cuatro períodos: de formación, de desarrollo, de expansión<br />

y de recogimiento. Una característica muy importante<br />

del español es la de no admitir dualismo entre la patria y la<br />

religión. Vivir es esforzarse por algo, pero ese algo puede ser<br />

inmanente o trascendente; el hombre hispánico recoge esto último.<br />

Lo típico del hombre hispánico es vivir esta vida como<br />

preparación para la futura; por eso santifica, porque se siente<br />

llamado por Dios para conseguir su salvación y la de los demás<br />

hombres.<br />

G. G. B. (calificación en el resumen extenso, 8; tanto<br />

por ciento de juicios, 68; tiempo, setenta minutos.)<br />

España es el país en que vivimos, es una unidad espiritual<br />

en la que todos tenemos dos vínculos, uno de convivencia y<br />

otro de sucesión; aquél es de influencia mutua y éste de influencia<br />

unilateral de tres clases: Impidiendo, provocando y dando<br />

carácter a ciertos actos. Cuando la influencia de sucesión se<br />

rompe viene la revolución. ¿Qué es España? No es la que en<br />

la Historia se ha hecho, es la que ha hecho la Historia, es una<br />

definición dinámica de una tarea. ¿Qué tipo de hombre es el<br />

hispánico? Tenemos que examinar dos puntos: 1. 0 El sentido<br />

de la trayectoria de la Historia de España, que ha tenido cuatro<br />

períodos: Forja de la idea, nacimiento de la hispanidad, lucha<br />

de la hispanidad por imponer la cristiandad en todo el<br />

mundo y, por último, guardarse de la contaminación de ideas<br />

perversas. 2. 0 Tipo de hombre hispánico. El hombre hispánico<br />

es ante todo religioso, es de un sentido trascendente de la vida;<br />

es decir, el que no dice que el vivir sea vivir para vivir; la vida<br />

para él es una acción, una acción continua que tiene tres fines:<br />

eliminación de ideas contrarias a su religiosidad, ser paladín<br />

de la cristiandad y desdeñar las ideas exteriores que pueden<br />

pervertir la pureza de su religión. Se considera el pueblo<br />

hispano no elegido, pero si llamado a llevar a la religión y a<br />

salvar las almas de todos los demás hombres.<br />

Resumen mínimo:<br />

Hay dos géneros de vínculos entre los españoles, con los vivos<br />

y con los muertos; con aquéllos son de influencia mutua,<br />

con éstes unilateral. No tiene España una definición estática,<br />

sino dinámica. En la hispanidad estudiamos el sentido de la<br />

trayectoria del pueblo hispano, que tiene cuatro períodos: forja<br />

de la idea cristiana, estallido de esa idea y salvaguardia de<br />

la misma. El hombre hispánico es religioso, tiene en la vida un<br />

sentido trascendente, busca su salvación y es paladín de la cristiandad.<br />

5) ESQUEMA Y EXPOSICIÓN ORAL<br />

Esto último va dirigido a la formación de hábitos<br />

expresivos en el alumno. Manteniéndonos en la idea<br />

expuesta anteriormente de que en el Preuniversitario<br />

non multa sed multum, utilizamos también la misma<br />

conferencia para que el alumno la exponga verbal-<br />

mente. Tiene ya el suficiente número de notas y sus<br />

propios resúmenes sobre ella para que pueda elaborar<br />

un esquema del cual se servirá en el momento de la<br />

exposición oral. Se les exige a todos la confección de<br />

ese esquema y luego, durante una clase, actúan el mayor<br />

número posible. En esta ocasión, fué la suerte<br />

quien decidió la actuación de dos alumnos del Preuniversitario.<br />

A continuación damos el esquema de<br />

que se valieron durante su charla y también la conferencia,<br />

tomada taquigráficamente, durante su disertación.<br />

Es notable la perfección formal, sintáctica y<br />

gramatical de las dos exposiciones, ya que, naturalmente,<br />

no podemos decir lo mismo de la exactitud<br />

y fidelidad al espíritu de la conferencia en algunos<br />

puntos de los que tocan. Reproducimos, seguidamente,<br />

los esquemas y sus palabras.<br />

C. G. A. (Su resumen extenso va más arriba.)<br />

a) Esquema.<br />

He aquí una nación viva: España.<br />

(Convivencia, mutua<br />

Vínculos de unión<br />

sucesión, influyen<br />

Im pidiendo ciertos<br />

actos,<br />

provocando a otros,<br />

imprimiendo cierto<br />

carácter a otros.<br />

La relación entre dos escultores.<br />

Lo que escribió Cervantes, pintó Velázquez, etc.<br />

Una nación no puede influir sobre otra esencialmente.<br />

¿Qué tipo de definición puede recibir España?<br />

Fernando III el Santo.<br />

Debe ser genética, no sus épocas. Carlos V, imperio.<br />

Siglo XV, unidad.<br />

¿Cómo podemos encontrar una definición de todas estas épocas?<br />

Esto pasa en la vida personal.<br />

Para definirlo hay que considerar:<br />

1. 0 Perseguir el sentido que ofrece la trayectoria temporal<br />

de la vida de España.<br />

Primer período: Hay gran confusión.<br />

Segundo período: Existe la idea de nación,<br />

aunque débil; lucha con los árabes.<br />

2.° Trayectoria Tercer período: El estallido victorioso de<br />

histórica.' España de dos siglos; crea iglesias allende<br />

tierras y mares.<br />

Cuarto período: Aislado. España se retira<br />

para conservar incólume la esencia de<br />

su fe.<br />

Hay que definir en conceptos y simbolizar en imágenes la<br />

idea de España.<br />

Mitad Dios, mitad España. Dad al César...<br />

¿Qué es vivir? Es esforzarse por, hacer por o vivir por algo.<br />

por algo.<br />

Sentido.<br />

La religión es el centro del hombre hispano.<br />

El hindú.<br />

Inmanente.<br />

Trascendente.<br />

El español vive muriendo.<br />

La hispanidad es el afán de llegar a ser más:<br />

1.° Haciéndose la nación a A misma por eliminación de<br />

"lo otro".<br />

2.° Convirtiéndose en defensora y paladín de la cristiandad.<br />

3.° No comerciando con los no cristianos. Y es que España,<br />

sí, es el pueblo llamado por Dios para conseguir la<br />

gloria para sí y para los demás hombres.


) Exposición oral (texto taquigráfico).<br />

La conferencia esta de la cual voy a hablaros se titula: Ideas<br />

para una filosofía de la Historia de España. He aquí una<br />

ción: España. Antes que nosotros han existido en ella otros<br />

españoles; pero estos españoles que han existido antes se han<br />

ido sucediendo poco a poco. No se han ido sucediendo de la<br />

misma forma que se pueden relevar un centinela o otro, sino de<br />

una forma insensible, despacio.<br />

Nosotros tenemos que considerar las dos clases de españoles:<br />

los que ahora viven y los que han vivido antes; y tenernos<br />

dos vínculos de unión con ellos: uno de convivencia, que<br />

es el vínculo de unión que nos une con los españoles que ahora<br />

viven, de los cuales tenemos una influencia mutua, o sea,<br />

que yo puedo influir sobre ellos, o bien ellos pueden influir<br />

sobre mí. Y con los españoles muertos tenemos otro vínculo,<br />

que es de sucesión, que no es directo, sino indirecto y unilateral.<br />

Este vínculo indirecto y unilateral influye también sobre<br />

los españoles, impidiendo ciertós actos, provocando otros e imprimiendo<br />

cierto carácter en ambos. Si ponemos un ejemplo<br />

para aclarar estos dos vínculos de unión, tenemos el de dos<br />

escultores que están haciendo una obra conjuntamente y se<br />

influyen mutuamente. Uno dice al otro: "Pon barro aquí; quita<br />

barro de allá." Pero si estos dos escultores están acabando<br />

una obra que ha empezado otro escultor que ha muerto, el<br />

vínculo de unión que los une a aquél es el de sucesión, o sea,<br />

es indirecto y unilateral. Esta influencia que los une al tercer<br />

escultor pueden seguirla o bien pueden derribar la obra y empezar<br />

otra nueva; pero esto no puede hacerse en una nación,<br />

porque esto sería partir por completo las normas antiguas.<br />

Así, por ejemplo, lo que escribió Cervantes, pintó Velázquez<br />

edificó Herrera, influyen también sobre los españoles de hoy<br />

día. Porque éstos tienden a definir el tipo clásico de hombre<br />

hispano.<br />

¿Qué tipo de definición puede recibir España? Se podría decir<br />

que la España que querernos definir está en tal o cual parte<br />

del planeta; pero esto es una definición puramente material y<br />

que no satisface, porque nosotros queremos una definición genética<br />

y espiritual que defina a España a lo largo de todas sus<br />

épocas y no solamente una de ellas, ya que ha tenido una gran<br />

cantidad y cada una se ha caracterizado por el sentido que se<br />

le ha dado. Así, en tiempos de Fernando III el Santo, la lucha<br />

contra los árabes; en tiempo de Carlos V, el gran Imperio<br />

español, y sigue después la unidad de España (??). Pero<br />

¿cómo podríamos encontrar una definición entonces que valga<br />

por estas épocas? Esto mismo también pasa en la vida de las<br />

personas. Así nosotros podríamos decir lo que es Napoleón y<br />

su vida, pero no en cada una de sus épocas, sino juntamente<br />

en toda su vida. Por tanto, para definir a España hay que<br />

considerar todas sus épocas y unirlas en una sola, seguir la trayectoria<br />

que ofrece la vida de España estudiando su trayectoria<br />

histórica, que se puede definir en cuatro períodos: El primer<br />

período con una gran confusión, y está formada España<br />

por una cantidad de tribus que todavía no están definidas. En<br />

el segundo periodo la idea de nación existe, aunque está bastante<br />

débil todavía y hay alguna división en la misma España,<br />

corno pasaba con los reinos de Navarra, Aragón y Cataluña y<br />

este período se caracteriza por la lucha contra los moros. En el<br />

tercer período representa el estallido victorioso de una España<br />

de doce siglos, al llegar el cual ha creado un imperio, y con<br />

este gran imperio lo que hace es extender la religión católica<br />

allende tierras y mares. En el cuarto período existe en el mundo<br />

entero una gran profusión de ideas; tanto es así, que los<br />

hombres subordinan los términos de hombre y tierra a los de<br />

Dios y cielo. Por tanto, España en este período está aislada del<br />

mundo. Resumiendo estos cuatro períodos se ve que el primero<br />

no tiene gran importancia; que el segundo es la lucha contra<br />

los infieles; el tercero, del gran imperio español, y el cuarto,<br />

España se aísla y se retira del mundo para resistir incólume<br />

la esencia de su fe; por tanto, se puede definir a España como<br />

la nación que sirve para defender y propagar los valores eternos.<br />

Pero hay que definir en conceptos e imágenes la idea del<br />

LAS CONFERENCIAS 103<br />

hombre español. Se puede decir que está constituido mitad hacia<br />

Dios y mitad hacia la patria; tanto es así, que en España servir<br />

a Dios es servir a la patria, y servir a la patria es servir a<br />

Dios. Se puede aplicar aquí aquella frase de Jesús de "Dad a<br />

Dios, etc."<br />

¿Qué es vivir? ¿Qué es vida? La vida se puede definir en<br />

esforzarse por hacer algo y también se puede decir que es<br />

vivir para algo. Este vivir por algo se puede tomar en dos sentidos:<br />

Que ese algo por el cual se vive esté aquí en la vida<br />

misma o que ese algo por el cual se vive no esté en esta vida,<br />

sino más allá. En el primer sentido se le llama inmanente, en<br />

el segundo trascendente, ya que lo que espera es conseguir su<br />

salvación eterna, y esto sólo puede conseguirlo fuera de esta<br />

vida. Hay otras naciones que tienen un sentido inmanente y<br />

otras que, siendo trascendente, se acercan un poco al sentido<br />

del hombre español, como es, por ejemplo, la religión hindú.<br />

Esta lo que persigue es un paraíso o nirvana. Por lo tanto, se<br />

ha dicho que el español vive muriendo y los clásicos (sic) nos<br />

citan la frase de un general español que puso fin a su arenga<br />

con un "¡Viva la muerte!" Por lo tanto, la hispanidad es la<br />

aspiración de llegar a ser más, y esto se consigue haciéndose la<br />

nación a sí misma, con eliminación de las otras o eliminación<br />

de lo malo que en ellas exista, convirtiéndose en defensores y<br />

paladines de la cristiandad y, además, no comerciando con<br />

aquellas naciones ni teniendo relación con las que no sean cristianas,<br />

y aunque España no es verdaderamente el pueblo elegido<br />

por Dios, sí es el pueblo llamado para conseguir la gloria<br />

para sí y para los demás hombres.<br />

J. M. R. F. (en el resumen extenso, calificación, 8;<br />

tanto por ciento de juicios, 64; tiempo, setenta minutos.)<br />

a) Esquema:<br />

1. Las dos clases de seres de España.<br />

A) El paso de unos a otros.<br />

B) Relaciones.<br />

C) Influencias:<br />

a) Directa y unilateral o indirecta.<br />

b) Nacional y extranjera.<br />

c) Diferencias entre una y otra.<br />

11. Problemas de la Filosofía de la Historia de España.<br />

A) Definir a España.<br />

B) Encontrar la empresa por la cual se pueda definir.<br />

Diversidad de empresas.<br />

A) Revisión de algunos siglos.<br />

B) Conclusión final.<br />

VI. La Hispanidad.<br />

A) El hombre hispánico:<br />

1. Su formación.<br />

2. Su forja.<br />

3. Su obra.<br />

4. Su retiro.<br />

B) Su religiosidad:<br />

1. Dios y la patria.<br />

2. Su doble servicio.<br />

3. El servicio en España.<br />

4. El vivir del español.<br />

a) Fines que se pueden perseguir.<br />

C) Diferencias con el indio.<br />

b) Exposición oral:<br />

Dos clases de seres hay en España: Unos, los que viven y<br />

actúan, y otros, los que vivieron y actuaron. Nosotros estamos<br />

unidos por un doble vínculo a estas dos clases de seres, un


104<br />

vínculo con los que viven de mutua influencia un vínculo<br />

directo. Otro con los que vivieron, indirecto o unilateral. Nosotros<br />

podemos ser modificados en nuestros gustos por los seres<br />

que con nosotros viven, al igual que podemos modificar los tuyos.<br />

Sin embargo, los seres que vivieron, sólo nos han dejado<br />

herederos del principio de un hecho que nosotros habremos de<br />

continuar.<br />

Pudiera darse el caso de que nosotros derribásemos todo esto<br />

hecho y conmenzdsemos a hacerlo de nuevo. Esto sería el caos.<br />

Aparte de esta influencia directa e indirecta, hay otra clase<br />

de influencia, que puede ser extranjera o nacional. Hay enorme<br />

diferencia entre ambas. La nacional es esencial, es cuantiosa.<br />

En cambio, la extranjera es puramente accidental. Tiene<br />

poca solidez y, además, poca cantidad. No es lo mismo la influencia<br />

que sobre nosotros pudiera ejercer un Carlos V o un<br />

Felipe II, que se criaron, vivieron y actuaron como españoles,<br />

que no la que pudiera ejercer Napoleón, que nació, actuó y<br />

sintió corno un francés, como uno que no es de nuestra nación.<br />

Ahora bien: ¿Cuál es el problema de la Filosofía de la<br />

Historia de España? El problema es el de unir estas influencias<br />

para poder darnos una definición de España, pero ¿cómo ha<br />

de ser esta definición? Apartemos la de que España es una porción<br />

de tierra situada en tal sitio o planeta, o que está limitada<br />

por tal o cual nación. La definición que hay que ofrecer de<br />

la Filosofía de la Historia de España es una definición clara,<br />

genética y espiritual.<br />

Para ello nada mejor que recurrir a una empresa, a una<br />

obra. Pero si analizamos todos los siglos que ha atravesado la<br />

vida de EspaFla, veremos que durante ellos unas veces ha sido<br />

una empresa, otras veces ha sido otra la que ha perseguido, pero<br />

en el fondo de todas ellas hay el espíritu siempre. Ha sobresalido<br />

a lo demás y en algunas ocasiones ha llegado a eliminarla.<br />

Esta empresa que sobrepasa los umbrales de todas las demás es<br />

la Hispanidad; pero aquí se nos presenta un nuevo problema:<br />

¿Cuál es el tipo de hombre que constituye la Hispanidad? Este<br />

hombre se formó de la unión del pueblo romano con los pueblos<br />

primitivos indígenas españoles; se une en el crisol purísimo<br />

de la cristiandad. Este hombre se forja en una lucha de<br />

ocho siglos de duración contra un ser extraño a nuestra religión<br />

como es el mahometano. Este hombre tiene después un<br />

período de plenitud en el cual muestra al mundo entero lo que<br />

en él se encierra. Por último, hay un gran período en su vida,<br />

en que después de ver la apostasía general que invade a toda<br />

Europa y haber tratado de impedirla, y ve el peligro de caer<br />

en ella, le obliga a encerrarse en sus fronteras.<br />

Pero a este hombre hispánico, y por supuesto a la Hispanidad,<br />

hay que resolver la definición de alguna manera. Partamos de<br />

su religiosidad. Todos los pueblos, todas las naciones han tenido<br />

dos entes al cual servir. Uno ha sido Dios, el otro ha sido<br />

la patria. No me meto aquí en que el dios sea verdadero o<br />

falso. Solamente un dios de una religión. Estos pueblos han<br />

tenido que prestar algún servicio a Dios y a la patria. Jesucristo<br />

mismo, el Dios hecho Hombre, delimitó esta idea diciendo<br />

la tan conocida frase de: "Dad a Dios lo que es de<br />

Dios y al Cesar lo que es del César". Pero el pueblo español<br />

precisamente se distingue de los demás en que no adopta esta<br />

delimitación, en que no tiene fronteras Dios y la patria y con<br />

un solo servicio cumple los que tuviera que realizar con uno<br />

y con otro.<br />

El pueblo español, al igual que otros pueblos, tienen que<br />

vivir y viven por algo. ¿Qué es lo que representa este algo?<br />

Dos clases de opiniones puede haber para contestar a esta pregunta.<br />

Una, la que busca este algo dentro de la propia vida y<br />

prefiera la vida terrena. Hay otra, sin embargo, y éste es el<br />

caso del pueblo español, que sabe que en esta vida no encuentra<br />

la causa final, sino que la busca en una posteridad. En la<br />

vida sólo encuentra un motivo de purificarse y alcanzar ese fin<br />

que vislumbra tras estos días de vida terrenal. El hombre español<br />

vive muriendo. El sabe que tras la muerte, si ha obrado<br />

como le dijeron, un día Dios también le premiará. El sabe que<br />

muriendo es de la única manera que encontrará la felicidad.<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

Que aquí en la tierra todo lo que hay son verdades, pero no<br />

la verdad. La verdad que se le puede ofrecer y que desde luego<br />

ha de encontrar en la otra vida.<br />

Es cierto que hay un pueblo como el hindú que también<br />

quiere morir para encontrar la felicidad o nirvana. Ellos creen<br />

en un paraíso, pero un paraíso de descanso; más bien parece<br />

esto un premio para vagos y no un premio para un pueblo<br />

como el español.<br />

7) OBJECIONES VERBALES<br />

Es interesante desde el punto de vista formativo<br />

obligar a los alumnos, al llegar a este momento, a intervenir<br />

después de la exposición de su compañero,<br />

haciendo las objeciones que estimen pertinentes, en<br />

forma razonada y correcta, para que sean contestadas<br />

por el primero. Así lo hemos hecho en toda exposición<br />

oral. Hubiéramos querido, para completar este trabajo,<br />

haber tomado también taquigráficamente estas intervenciones.<br />

No fué posible y hemos de contentarnos<br />

con señalar esta tarea más respecto a las conferencias<br />

en el Preuniversitario. Generalmente, estas objeciones<br />

son muy concretas, se refieren a lapsus, a giros mal<br />

empleados, a omisiones de puntos que otros estiman<br />

importantes. A veces exponen unos argumentos muy<br />

simplistas que se deshacen con una mera distinción.<br />

En otras ocasiones demuestran también, como en las<br />

redacciones, que su inteligencia de la conferencia no<br />

ha sido completa, sino deficiente. Pero en cualquier<br />

caso, poco a poco, vamos dando agilidad y movimiento<br />

a sus inteligencias petrificadas en la larga tarea<br />

de los años precedentes de recordar palabras y frases<br />

y no sentidos. El profesor debe intervenir, por último,<br />

centrando la discusión, explicando el verdadero significado<br />

de lo que se discute y haciendo en su lugar<br />

las distinciones oportunas.<br />

S) ESQUEMA <strong>DE</strong> LA CONFERENCIA<br />

El trabajo sobre una conferencia debe concluir con<br />

la presentación al alumno de un esquema, más o menos<br />

aproximado al ideal, por el profesor. Este esquema<br />

puede entregársele antes de la exposición oral, para<br />

que hable sobre él, como hicimos en las tres primeras<br />

conferencias que se trabajaron, o después, como<br />

hemos hecho en esta última. Su utilidad estriba en este<br />

caso en la debida contrastación que sobre sus esquemas<br />

particulares deben realizar los alumnos al pasarlo a<br />

su cuaderno. El esquema que nosotros hemos redactado<br />

es el siguiente:<br />

1. La nación española.<br />

A) Vínculos de los españoles.<br />

a) Con los vivos, de influencia directa.<br />

b) Con los muertos, indirecta.<br />

B) Esta influencia es España, a través de<br />

a) el idioma,<br />

b) las costumbres,<br />

c) las Instituciones.


C) La influencia de las otras naciones es<br />

accidental, fortuita, individual.<br />

D) La influencia española es necesaria, esencial.<br />

II. La definición de España.<br />

A) Esta Unidad de España es una quasi persona.<br />

B) La definición busca no la España que se ha hecho<br />

en la Historia, sino la que ha hecho la<br />

Historia.<br />

C) Deberá ser final, por un fin esencial que actúe<br />

en las múltiples tareas de la historia española.<br />

111 ¿Qué es la Hispanidad? Para contestar hay que:<br />

1.0 Perseguir el sentido de la trayectoria histórica.<br />

2.° La descripción del tipo de hombre hispánico.<br />

A) Trayectoria histórica.<br />

Período 1.0 De fusión en la fe cristiana.<br />

Período 2.0 De fortalecimiento en la lucha contra<br />

el infiel.<br />

" FORMACIÓN" E " INFORMA-<br />

CIÓN" EN EL BACHILLERATO<br />

Sabido es que al conjunto de disciplinas que, en<br />

compacto bloque, se ponen en el camino de nuestros<br />

bachilleres, se confían dos misiones: una secundaria<br />

(hasta la hora de calificar, en que pasa a ser primordial),<br />

la informativa; y otra fundamental (que en las<br />

pruebas finales desciende vertiginosamente de rango),<br />

la formativa. La mente de los alumnos, al pasar por<br />

el ánima de la asignatura, ha de adquirir una agilidad<br />

de permanente efecto: esto, en sustancia, es formar;<br />

(*) Los "ejercicios de redacción" tienen carácter<br />

de "fundamentales y comunes", esto es, deben extenderse<br />

tanto a alumnos de Letras como de Ciencias.<br />

El apartado A) de la segunda parte del Proyecto (párrafo<br />

4. 0 ) da acerca de ellos las indicaciones siguientes:<br />

"Se procurará que la libertad expresiva del alumno<br />

no esté coartada por un exceso de concreción o de<br />

tecnicismos en los temas propuestos. El ejercicio de redacción<br />

no tiende exclusivamente a revalorar conocimientos,<br />

sino a capacitar los hábitos lógicos y los recursos<br />

idiomáticos, ejercitando el estilo y la precisión<br />

del lenguaje.<br />

Los temas de redacción es aconsejable que se orienten<br />

en la forma siguiente: a) Redacciones en estilo<br />

epistolar. b) De narración y descripción. c) De análisis<br />

de experiencias objetivas y de gustos personales.<br />

d) Redacción de temas que exijan relacionar conocimientos<br />

de las distintas materias estudiadas. e) Redacción<br />

de temas que exijan pensar sobre hechos e ideas,<br />

EJERCICIOS <strong>DE</strong> REDACCIÓN 105<br />

e) Ejercicios de redacción (*)<br />

Período 3.° De expansión del espíritu religioso.<br />

Período 4.° De aislamiento para proteger su<br />

esencia.<br />

B) El tipo de hombre hispánico que ha hecho esta<br />

historia.<br />

1.° Dificultad de la definición por ser una persona<br />

viva y libre.<br />

2.° La religiosidad es la dimensión más profunda<br />

y eje de su vida.<br />

3. 0 Ausencia de la dualidad Dios y patria.<br />

4. 0 Carácter trascendente de su vida frente al<br />

inmanente.<br />

5. 0 La salvación eterna da sentido a sus actos.<br />

6.0 Aspiración de ser lo que es superando "lo<br />

otro".<br />

7. 0 Vivir la vida como si no fuese temporal,<br />

sino eterna.<br />

8.0 Sentirse llamado por Dios para conquisquistar<br />

la gloria para sí y los demás.<br />

LUIS ARTIGAS<br />

Catedrático del Instituto de Málaga.<br />

por otro lado, el paso por tan estrecho canal no ha de<br />

dejarla inmaculada, sino que ha de teñirla con noticias<br />

más o menos indelebles, esto es, con conocimientos<br />

objetivos. Roan los pedagogos el hueso de clasificar<br />

las disciplinas y sigan discutiendo la "utilidad"<br />

del Griego y del Latín.<br />

Lo que nadie, quizá, pondrá en tela de juicio es<br />

la singular posición que en el mosaico de todas esas<br />

materias ocupan los estudios de Lengua española. Más<br />

discutible parecerá la afirmación de que a dichos estudios<br />

no se les reconoce, dentro del Bachillerato, su<br />

carácter de excepción. Cómo?—se nos dirá—; ¿acaso<br />

los planes vigentes no les confieren la máxima dig-<br />

aunque no figuren en los cuestionarios aprendidos en<br />

el Bachillerato. f) Exposición oral de los traba jos realizados<br />

por escrito. g) Análisis y valoración de situaciones<br />

morales y jurídicas no excesivamente complejas.<br />

Este ejercicio puede basarse en problemas propuestos<br />

por el profesor, obras teatrales, cinematográficas, etcétera.<br />

De todos estos trabajos se harán críticas por los<br />

alumnos, en la clase, bajo la dirección del profesor.<br />

Todos los alumnos realizarán durante el año, al menos,<br />

un trabajo escrito sobre un tema, señalado por el<br />

profesor, de Ciencias culturales o experimentales, cuya<br />

confección exija consulta de libros de la biblioteca."<br />

El presente artículo del profesor Lázaro Carreter,<br />

catedrático de Gramática General en la Universidad<br />

de Salamanca, generaliza, como verá el lector, el problema<br />

de los ejercicios de redacción, a los que llama<br />

"ejercicios de composición", y lo conecta con la metodología<br />

del idioma español.


106 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

nidad? La Lengua y la Literatura ha de cursarse a lo<br />

largo de seis cursos, y disponen de un número suficiente<br />

de horas para su cumplido desarrollo.<br />

En cierto modo, la objeción sería razonable si no<br />

partiese de la confusa idea de que Lengua y Literatura<br />

son una misma cosa. De hecho, la Lengua española<br />

se estudia sólo en cuatro cursos. Y este estudio no se<br />

deja encuadrar fácilmente en las coordenadas formación-información.<br />

VALOR FORMATIVO TRADICIONAL<br />

<strong>DE</strong> LOS ESTUDIOS <strong>DE</strong> ESPAÑOL<br />

Todo lo referente a la formación alude en general<br />

a algo para lo que se está formado. El concepto más<br />

recibido de formación en el Bachillerato es, según<br />

expusimos, una dinámica que capacite el espíritu para<br />

ulteriores quehaceres, dentro o fuera de aquel parcialísimo<br />

reducto del saber. A esto se refiere un buen<br />

abogado a quien conozco, cuando asegura que sus estudios<br />

de lengua griega le sirven para ganar con más<br />

facilidad los pleitos; o el dicho de un torero famoso<br />

(si non è vero...), aficionado a la lectura de un filósofo,<br />

que dió así razón de su gusto: "Desde que le leo,<br />

toreo mejor"; o, para encanecer los ejemplos, la justificación<br />

que don Andrés Piquer, profesor de Medicina<br />

en el siglo xvin, hacía de su decisión de proponer<br />

a sus alumnos una traducción de Latín, antes de<br />

comenzar el examen propiamente facultativo: "Es cosa<br />

extravagante—afirmaba--que se fíe la salud de los<br />

hombres a quien no se puede fiar un párrafo de lengua<br />

latina."<br />

Evidentemente las reglas gramaticales del español<br />

son buenas barras de gimnasio. (No mejores, desde<br />

luego, que las clasificaciones taxonómicas o las operaciones<br />

con polinomios.) Por esta cualidad innegable<br />

se justifican, tradicionalmente, los valores formativos<br />

de los estudios de español.<br />

Dómines hay aún en quienes pervive la idea de que<br />

a la enseñanza de nuestra lengua le corresponde una<br />

misión ancilar: la de servir como vestíbulo de los estudios<br />

latinos. Tal vejez tiene orígenes remotos—lo<br />

viejo es, en definitiva, lo antiguo envilecido—; pueden<br />

descubrirse en Nebrija, que de algún modo tenía que<br />

justificar la peregrina invención de someter a gramática<br />

la lengua de todos los días. Y así dice el filólogo<br />

andaluz: "Seguirse ha otro no menor provecho que<br />

aqueste a los hombres de nuestra lengua, que querrán<br />

estudiar la gramática del latín; porque después que<br />

sintieren bien el arte del castellano, lo cual no será<br />

muy difícil porque es sobre la lengua que ya ellos<br />

sienten, cuando pasaren al latín no habrá cosa tan<br />

oscura que no se les haga muy ligera." Bien es verdad<br />

que ésta es sólo una en la sensata serie de motivaciones<br />

nebrisenses, justificada, por lo demás, en el<br />

auge del Humanismo. Ignoro si alguna vez la gramática<br />

castellana habrá servido para aprender mejor<br />

la latina; lo cierto es que ya los modernos y más eficaces<br />

métodos prescinden de la gramática (entiéndase:<br />

incluso de la gramática latina) en los primeros pasos<br />

por la lengua del Lacio.<br />

Nebrija, además, parte de una idea falsa, a saber,<br />

la de que el conocimiento del español por los españoles—digamos<br />

en nuestro caso: por los jóvenes esco-<br />

lares españoles—es un dato y no un problema. Expresado<br />

de otro modo: supone en ellos un conocimiento<br />

que no existe.<br />

LOS VALORES INFORMATIVOS<br />

Por doble vía, se pretende, los estudios de gramática<br />

española enriquecen el saber del alumno. Una,<br />

por la gramática misma con su terminología y repertorio<br />

de clasificaciones; los estudiantes van subiendo<br />

grados en la escala de Minerva, a medida que van<br />

distribuyendo con mayor exactitud las partes de la<br />

oración y las oraciones en sus respectivas casillas. Otra<br />

pretensa vía conduce al conocimiento de la lengua<br />

misma. Y henos aquí ante una pretensión falsa, ya<br />

que la gramática elemental del Bachillerato—sólo se<br />

conceden los cuatro primeros cursos a su desarrollo—no<br />

deja apenas entrever la lengua. La regla gramatical<br />

se alza entre el que aprende y lo aprendido. Porque<br />

siendo un idioma algo tan infinitamente vario, tan<br />

escurridizo a las redes gramaticales, son muchos más,<br />

a veces, los casos que escapan a la regla que los que<br />

se le doblegan. En suma, ocurre que la lengua está<br />

detrás de las reglas; y es esta reja (reja y regla son<br />

hermanas, etimológicamente) la meta final obligada<br />

para el profesor de español: ante ella ha de detenerse<br />

cuando precisamente al otro lado pulula una indómita<br />

parte del idioma, que es imposible desconocer.<br />

Para concluir: la enseñanza del español mediante<br />

la gramática no informa sobre el español, sino sobre<br />

la gramática misma. Y esto es debido a que no se<br />

toma como punto de partida la lengua, sino una codificación<br />

elemental de ella.<br />

Algo, en suma, tan vano como sería conocer las<br />

divisiones, subdivisiones y protocolos de un código e<br />

ignorar el contenido de los artículos. Se me viene a<br />

!as mientes aquel escolástico que pretendía aprender<br />

a nadar mediante el estudio en seco de los movimientos<br />

natatorios, y al que Hegel tuvo que recomendar:<br />

"Será mejor que se eche usted al agua."<br />

CARÁCTER EXCEPCIONAL<br />

<strong>DE</strong> ESTOS ESTUDIOS<br />

Lo que confiere un carácter excepcional a los estudios<br />

de español es que sobrepasan con mucho los valores<br />

formativos e informativos reconocidos en las<br />

otras materias. Sin negar la atención que el profesor<br />

ha de concederles como instrumento lógico y como<br />

saber concreto de gramática, la peculiaridad de esos<br />

estudios es que son sustantivos, esto es, han de adherirse<br />

al espíritu del escolar e integrarse en él. Rara<br />

vez, para el bachiller que no siga una posterior especialización,<br />

será imprescindible recordar las fórmulas<br />

de los espejos, la sucesión de Pedro I o los caracteres<br />

de las ranunculáceas. El idioma es, en cambio,<br />

algo de todos los días y de todas las horas. Ha<br />

de servirle como medio para comprender y expresarse.<br />

Casi podemos afirmar que su futura vida espiritual,<br />

científica incluso, está condicionada por su<br />

conocimiento del español.<br />

cómo se enfoca su estudio en el bachillerato?<br />

Casi—este casi sobraría si los recientes planes no es-


tipulasen la obligación de la lectura—como el de la<br />

Física o la Geología. Esto y no otra cosa es imponer<br />

el conocimiento de la lengua a través de la gramática.<br />

El hecho queda así subordinado a servir de<br />

ejemplo a la regla, cuando la naturaleza de los conocimientos<br />

buscados impone exactamente el camino<br />

contrario: tampoco aquí hay más solución que echarse<br />

al agua.<br />

IMPRESCINDIBLE REFORMA<br />

El plan vigente—alguna responsabilidad me cabe<br />

en sus defectos—ha subsanado algunos males del anterior.<br />

Queda señalada una de las mejoras: la lectura<br />

atenta de ciertos textos literarios. (cl Dará fruto? Los<br />

examinadores tienen la palabra: en sus manos queda<br />

el porvenir del plan.) Algo habrán de contribuir las<br />

lecturas al mejor conocimiento de la lengua. Pero, en<br />

sustancia, el estudio del idioma vuelve a hacerse descansar<br />

sobre la vieja armazón gramatical, algo remozada,<br />

es verdad, en tal o cual parte. (Creo que habrán<br />

de pasar muchos años antes de alcanzar unas metas<br />

que están ahí, al alcance de nuestras manos; metas<br />

evidentes, como ha demostrado cumplidamente la experiencia<br />

ajena. Para ello será necesario que los planes<br />

no sean elaborados por numerosas y heterogéneas Comisiones.<br />

Pero es ésta una cuestión que ahora no nos<br />

incumbe.)<br />

La deseable reforma habrá de hacerse a fondo,<br />

arrumbando prejuicios y timideces como trapos viejos.<br />

El estudio del español ha de basarse en el español<br />

mismo. Si no temiera parecer exagerado, me permitiría<br />

afirmar que nuestra lengua ha de aprenderse<br />

como una lengua extranjera. Reconozcamos cada uno<br />

la inmensa zona del español que tenemos en sombras:<br />

una masa lingüística más extensa que la conocida<br />

y casi tan importante como ella. Si trasladamos<br />

el reconocimiento a los escolares de Enseñanza Media,<br />

habremos de asustarnos del desamparo en que se les<br />

deja. Yo, al menos, renuevo mi susto cada año en los<br />

exámenes de grado y al recoger las recién llegadas<br />

promociones universitarias. Pero de ello he escrito<br />

ya alguna vez en estas mismas páginas.<br />

M 'ETODO DIRECTO<br />

EN LA ENSEgANZA <strong>DE</strong>L ESPAAOL<br />

Por dos caminos, hoy radicalmente ausentes de<br />

nuestros planes, ha de enriquecerse el saber lingüístico<br />

de !os estudiantes: el estudio de la Lexicología<br />

y el Comentario de textos.<br />

La mística idea de una general comunión en el<br />

conocimiento del idioma mantiene ausente de los estudios<br />

medios el aprendizaje sistemático del léxico.<br />

No sé si será muy importante que un alumno de<br />

primer curso aprenda a distinguir en las primeras<br />

clases un diptongo de dos vocales en hiato. Lo que<br />

sí puedo afirmar es que es para él mil veces más<br />

urgente—y permanente—o prender a distinguir el umbral<br />

del dintel, y saber exactamente qué es el quicio,<br />

el postigo, el portón y el gozne.<br />

Sobre la urgente utilidad del Comentario de textos<br />

también he hablado en esta RE<strong>VISTA</strong>, y me considero<br />

ahora relevado de hacerlo.<br />

EJERCICIOS <strong>DE</strong> REDACCIÓN 107<br />

¿Y la Gramática? No ha de ser necesariamente<br />

proscrita. Lo que sí afirmamos es que basta un curso<br />

para ser expuesta y un breve epítome para ser estudiada.<br />

¡Qué fácil resultaría para un alumno de un<br />

curso avanzado—de cuarto, por ejemplo—coordinar<br />

sistemáticamente lo que el Comentario de textos le<br />

había hecho aprender! Este único curso gramatical<br />

podría además acentuar su carácter normativo, con<br />

vistas a la corrección lingüística. Sus fines quedarían<br />

así ampliamente logrados.<br />

LOS EJERCICIOS <strong>DE</strong> COMPOSICIÓN<br />

Partamos de una premisa para valorar los ejercicios<br />

de composición, y es la de que son reflejo de conocimientos<br />

previamente adquiridos. Quiere esto decir<br />

que no hay panacea de rápidos efectos para aprender<br />

o para enseñar a redactar. Tales ejercicios deben ser<br />

un diario quehacer durante todos los años del bachillerato,<br />

una permanente ocasión de actualizar el paulatino<br />

aprendizaje del idioma y el progresivo ensanchamiento<br />

del espíritu. No constituyen un trabajo<br />

subsidiario y rehusable, sino el complemento necesario<br />

para que la enseñanza del idioma exista como tal.<br />

Y cumplen la doble finalidad prevista por el "Proyecto<br />

de Instrucciones" expuesto en este número ,cle la<br />

RE<strong>VISTA</strong>: la "capacitación de hábitos lógicos y de recursos<br />

idiomáticos".<br />

Los retóricos antiguos enseñaron a ver en todo escrito<br />

tres partes esenciales: inventio, dispositio y elocutio.<br />

La invención alude a las ideas desarrolladas;<br />

la disposición, al orden en que se desarrollan; la elocución<br />

no es otra cosa que la forma.<br />

Hagamos algunas consideraciones acerca de cómo<br />

pueden atenderse pedagógicamente estas tres partes<br />

que integran la composición en función de sus fines<br />

parciales.<br />

Pero antes examinemos una cuestión previa.<br />

Habremos de cargar en la cuenta de la res ponsabilidad<br />

general la ligereza con que se viene enfocando<br />

en muchos exámenes de grado—el mal es de<br />

siempre—la selección de los temas propuestos a los<br />

examinandos. (Si nos fijamos en esta fase final es<br />

porque fatalmente determina la orientación que a su<br />

trabajo han de dar los profesores.)<br />

En efecto, los temas suelen pecar por su excesiva<br />

concreción. Cuestiones como La hoja, Los alcoholes,<br />

Los historiadores de Indias o La expansión catalana<br />

y aragonesa, cohiben en absoluto el alma del joven<br />

escolar, reprimen su personalidad y lo obligan, una<br />

vez más, a descorchar la botella de sus recuerdos,<br />

para que éstos, más o menos escuálidos, salgan en<br />

reata. El examinador podrá estimar el orden de las<br />

ideas, su mayor o menor nitidez, la caligrafía, la<br />

ortografía y poco más. Quizá ello le sirva para juzgar.<br />

Lo que es evidente es que el alumno, con temas<br />

como ésos—representan la tónica media—ni siquiera<br />

ha saludado los fines de la composición escrita, tal<br />

como fueron sumariamente delineados en el párrafo<br />

anterior. La desorientación llega ya a plasmarse en<br />

fórmulas semijurídicas, y es costumbre, en muchas<br />

Comisiones examinadoras, proponer dos grupos de<br />

temas: uno de letras y otro de ciencias (?).<br />

El tema humanístico raramente hace su aparición.


108<br />

Entendernos por tema humanístico aquel que obliga<br />

al alumno a mostrar algo de su sustancia humana.<br />

Son los llamados por los franceses temas morales;<br />

demandan de los alumnos su opinión sobre una máxima,<br />

un prejuicio, un tópico, una norma de conducta<br />

o de moral, una sentencia, un postulado político, etc.<br />

Dentro de los temas humanísticos, considerarnos<br />

incluidos los temas clásicos. Admira en nuestros vecinos<br />

ultramontanos el conocimiento medio que poseen<br />

de sus grandes escritores.¿Obedece a especiales<br />

dotes de ellos o de sus clásicos? En modo alguno;<br />

es sólo una sabia organización de sus estudios de<br />

literatura que les lleva a pensar y discutir directamente<br />

con las obras maestras. De ahí que en los<br />

exámenes de grado estén capacitados para redactar<br />

sobre el sentido y trascendencia de tal o cual poema,<br />

de una famosa escena o de un gran carácter literario.<br />

Toda una revisión de nuestros hábitos en cuanto a<br />

los temas de composición es precisa si queremos que<br />

/os ejercicios de redacción cumplan sus fines.<br />

Y ahora pasemos a examinar el primer elemento<br />

de la composición.<br />

LA "INVENCIÓN"<br />

Un tema de redacción será tanto más adecuado a<br />

sus fines cuanto mayor sea el hueco que deja abierto<br />

a la personalidad del alumno; y ésta, según se ha<br />

dicho, no se limita sólo a la memoria.<br />

La materia de la composición, o sea la invención,<br />

ha de ser el fruto de hábitos diariamente estimulados<br />

en el alumno para discurrir personalmente. Y anticipémonos<br />

a combatir un error pedagógico: personalmente<br />

aquí no es sinónimo de originalmente. Las<br />

ideas originales son muy escasas y no están al alcance<br />

de un muchacho. La originalidad perseguida sistemáticamente<br />

conduce siempre al dislate. Pensar personalmente<br />

sólo quiere decir que las ideas generales<br />

y comunes—únicas que, normalmente, acudirán a la<br />

memoria del escolar—han de ser reelaboradas por él<br />

mismo. Nuestros examinandos—mi experiencia sólo<br />

se refiere a examinandos—se limitan a hilvanar el<br />

tema con retazos cogidos aquí y allá: un tópico, un<br />

trocito de un libro retenido de memoria, una opinión<br />

mostrenca, etc. Revelan generalmente atrofia de una<br />

personalidad que ha sido puesta siempre entre paréntesis.<br />

Ignoran que la primavera no es un conjunto<br />

de lindos amaneceres, de arroyuelos frescos y de cantos<br />

de pájaros, sino algo que ocurre a su alrededor,<br />

cuando toman el tranvía para ir, como siempre, al<br />

Instituto, y que asoma en el rosal que ven en el<br />

jardín público y en las hierbezuelas de una pared<br />

arruinada. Les falta siempre la referencia del todo<br />

general a su concreta experiencia. Es esta referencia<br />

ausente la que daría valor a su trabajo.<br />

La invención no admite una enseñanza inmediata.<br />

Se trata de ir cargando el espíritu del alumno para<br />

acudir a frentes insospechados. Esto supone que el<br />

escolar—lo mismo que el más genial novelista—está<br />

aprendiendo a escribir mientras estudia Geografía,<br />

Botánica e Historia, mientras hojea una revista ilustrada,<br />

mientras oye las conversaciones de los demás,<br />

mientras vive, en suma. De ahí que el único método<br />

posible de enseñanza, en esta parte de la composición,<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

sea darle suficientes tironazos a su capacidad de reflexión.<br />

Y ello—estamos en un ámbito cerrado—mediante<br />

el comentario de textos y los continuos ejercicios<br />

de redacción sobre temas de estirpe humanística.<br />

Por fin, el alumno ha de irse habituando a descomponer<br />

el conjunto de elementos que acuden a su<br />

mente al proponerle un tema: ha de desenredar la<br />

maraña de ideas y sentimientos, ha de desechar los<br />

más banales y excéntricos y ha de encontrar el hilo<br />

que en su mente los ha reunido en aquella primera<br />

iluminación.<br />

Entrar más adentro por este camino rebasaría los<br />

límites de este artículo y sería propio de un tratado<br />

de composición o de pedagogía. Baste de momento<br />

lo dicho: propongamos a nuestros alumnos temas<br />

abiertos; evitemos que echen mano a la alacena de<br />

los lugares comunes para su desarrollo; hagámosles<br />

ver que, al escribir, no hay rincón de sus conocimientos,<br />

sentimientos y experiencias que pueda permanecer<br />

en descanso; y, por último, obliguémoslos a que<br />

escriban sobre el tema, sólo y nada más que sobre<br />

el tema.<br />

LA "DISPOSICI6N"<br />

Nadie lo creería, pero es así: no llegará a un iu<br />

por 100 el número de nuestros aspirantes a bachilleres<br />

que elabora el plan a que va a someter su<br />

ejercicio. Cuando, en ocasiones, el Tribunal ha recomendado<br />

que se haga, he podido ver la perplejidad<br />

pintada en muchos rostros.<br />

Nada, sin embargo, más necesario que esta segunda<br />

fase de la composición: recorrido y conocido el conjunto<br />

de las ideas y sentimientos que vamos a aducir,<br />

es preciso establecer en ellos el orden más conforme<br />

al fin. Como el fin de un profesor de Enseñanza<br />

Media no es formar originales escritores, sino<br />

mentes claras, el orden lógico se impone pedagógicamente.<br />

El orden lógico exige la unidad en la variedad. Por<br />

tanto, dos obligaciones se desprenden de la anterior<br />

imposición: la de que el alumno ha de buscar la<br />

idea que subordina a las demás y la de que las ideas<br />

subordinadas han de sucederse con armonía y proporción<br />

de partes.<br />

Yo me permitiría aconsejar a mis alumnos varias<br />

fases en la elaboración de su plan. La primera, en<br />

la etapa de invención, consistiría en ir anotando, tal<br />

como se van presentando en la mente las ocurrencias,<br />

los sentimientos, las ideas, las experiencias propias,<br />

etc. A la vista de esta heterogénea masa, la<br />

reflexión podría desechar lo inconveniente, por extemporáneo,<br />

banal o insincero. Podría pasarse entonces<br />

a una segunda operación; esto y no otra cosa representa<br />

la búsqueda del nexo que liga aquel conjunto<br />

de elementos con el tema propuesto. Encontrado<br />

uno satisfactorio—será estimable en los escolares<br />

su capacidad de insatisfacción—, puede pasarse al<br />

tercer momento: la fijación de los tres o cuatro puntos<br />

principales en torno a los cuales pueden agruparse los<br />

elementos seleccionados, y, por último, la ordenación<br />

meticulosa de estos últimos.<br />

La tarea es incómoda para el alumno, que por pereza<br />

mental tiende a saltar de la mera ocurrencia a


su plasmación escrita, sin atravesar este penoso camino<br />

de la dispositio, en el que sus hábitos lógicos<br />

han de entrar en actividad y crecimiento. Será estéril<br />

cualquier ejercicio que prescinda de esta segunda fase;<br />

el alegre surtidor sólo rinde fruto cuando sus aguas<br />

se incorporan a una red de canales.<br />

LA "ELOCUCIÓN"<br />

Es la fase típicamente lingüística; pero no la única<br />

—acabamos de verlo—que ha de atender el profesor<br />

de lengua española.<br />

Dos cualidades dan su valor a este último momento<br />

de la composición escrita: la propiedad y la corrección.<br />

La propiedad—permíta senos repetir estas triviales<br />

definiciones, que deberían bullir en la mente<br />

de los escolares con permanencia casi obsesiva—consiste<br />

en designar los objetos con su nombre preciso.<br />

Es, sobre todo, una cualidad léxica. La corrección es<br />

una cualidad gramatical; consiste en someter las palabras<br />

y frases a las leyes del sistema. Un escrito puede<br />

ser correcto y estar cargado de impropiedades; y<br />

al contrario.<br />

Ambas exigencias del estilo han de atenderse muy<br />

cuidadosamente en los estudios lingüísticos del bachillerato;<br />

y hemos de confesar, de nuevo, la casi<br />

total incapacidad de la gramática elemental para satisfacerlas.<br />

La propiedad lingüística es correlativa de la distinción<br />

con que las nociones o conceptos se ordenan<br />

en nuestra mente. Es, pues, claro que la palabra ha<br />

de ser estudiada en función de su significado. De ahí<br />

que, un poco más arriba, abogara por la urgentísima<br />

inclusión de la Lexicología en los programas de Enseñanza<br />

Media.<br />

Es preciso recordar una vez más el postulado, también<br />

aducido ya, de que el ejercicio de composición<br />

es el reflejo de conocimientos previamente adquiridos.<br />

Si lo aplicamos a esta última fase habremos de<br />

concluir que la redacción se ha de vestir con un léxico<br />

previamente existente en la conciencia lingüística del<br />

alumno. La composición no es, pues, un medio de<br />

aprendizaje, sino de activamiento. El aprendizaje es<br />

previo, y los medios para lograrlo en las clases han<br />

de ser el dictado, el estudio del léxico y el Comentario<br />

de textos. Nada (o casi nada) de lo que el plan<br />

vigente prevé.<br />

"Con el fin de educar el gusto y fomentar en el<br />

alumno la afición a las buenas lecturas, se cuidará de<br />

que cada alumno, a lo largo del Curso, realice en<br />

privado la lectura de algunas obras de carácter cultural,<br />

de las que dará relación antes del examen; y en<br />

éste el Tribunal podrá pedirle el comentario breve de<br />

alguna página que le señale.<br />

Son aconsejables novelas históricas, biografías, novelas<br />

científicas, obras de divulgación científica, ensayos<br />

LECTURAS DIRIGIDAS 109<br />

La corrección es la resultante de los conocimientos<br />

morfológico-sintácticos, que pueden y deben adquirirse<br />

mediante el Comentario de textos—ya tantas veces<br />

reclamado en estas páginas—, una parte del cual consiste<br />

precisamente en la explicación de las reglas gramaticales<br />

pertinentes.<br />

Con que un alumno escriba propia y correctamente,<br />

el ejercicio habrá alcanzado su objetivo en esta<br />

fase de la composición. No será, sin embargo, extraño<br />

que entre los mejores alumnos, así sometidos a la<br />

dura disciplina del arte de escribir y enriquecidos artísticamente<br />

por la lectura de buenos textos literarios,<br />

surja una prometedora veta de estilo personal. Será<br />

el premio mejor para el maestro.<br />

LA COMPOSICIÓN<br />

EN EL CURSO PREUNIVERSITARIO<br />

f) Lecturas dirigidas<br />

De haberme ceñido puntualmente al tema cuyo<br />

desarrollo me pidió el director de esta RE<strong>VISTA</strong>, aquí<br />

justamente debería comenzar mi artículo. Confieso,<br />

sin embargo, mi fracaso al intentarlo. Es imposible<br />

remitir a un solo curso lo que ha de hacerse a lo<br />

largo de todo el bachillerato; para el Preuniversitario<br />

no acierto a adivinar ninguna misión específica: sólo<br />

continuar. Quizá, por la abundancia de tiempo disponible,<br />

quepa también intensificar. La redacción diaria<br />

llenaría cumplidamente los fines de esta fase escolar<br />

intermedia entre el Bachillerato y la Universidad,<br />

cuya función y resultados quizá haya que replantear<br />

con urgencia.<br />

Lo que en modo alguno podrá hacerse en el Curso<br />

Preuniversitario es comenzar. El arte de escribir, aun<br />

en el mínimo grado exigible a un bachiller, no puede<br />

improvisarse. Sus fines, sus fases, sus condiciones son<br />

tantas y tan delicadas, que sólo con el trabajo diario<br />

pueden alcanzarse. Yo al menos, honradamente, no<br />

me atrevo a extender una receta de urgencia.<br />

Y, sin embargo, pudiera ocurrir que en muchos<br />

casos fuera necesario ese apremiante récipe. No sé<br />

qué grado de responsabilidad cabe al profesor en algo<br />

para lo que los planes no han tenido suficiente previsión,<br />

obstinados como sigilen en mantener cerradas<br />

las ventanas que dejarían inmediato paso a la luz.<br />

FERNANDO LÁZARO<br />

Catedrático de Gramática General y Crítica<br />

literaria de la Univ. de Salamanca.<br />

y, en general, obras escogidas de la Literatura" (Proyecto<br />

de Instrucciones, 2.a Parte, apartado A), parágrafo<br />

5.°).<br />

TÉRMINOS <strong>DE</strong>L PROBLEMA<br />

La experiencia de los dos últimos cursos muestra<br />

que en el Curso preuniversitario se reúnen dos grupos<br />

de alumnos de preparación muy diferente. Uno


110 C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

de calidad media alta, integrado por los que han tenido,<br />

a través de sus estudios, cierta continuidad y<br />

asistido al mismo Instituto o Colegio, y otro, muy inferior,<br />

formado por el aluvión de los alumnos procedentes<br />

de centros que no dan el Curso preuniversitario,<br />

o que, por cualesquiera razones, deciden abandonar,<br />

después del examen de grado superior, el Centro<br />

en que han cursado hasta entonces.<br />

Este alejamiento entre los extremos hace que las<br />

observaciones y consejos, necesariamente adaptados al<br />

tipo medio, tengan poca relevancia. De este defecto<br />

se resiente, inevitablemente, todo este número monográfico<br />

de la Revista. Mientras la situación siga como<br />

hasta ahora, el profesor debe procurar remediarla con<br />

su iniciativa y buena voluntad.<br />

En el aspecto de las lecturas dirigidas, el problema<br />

se manifiesta de modo agudo, ya que se engrana con<br />

el de la diversidad de ambientes familiares; el nivel<br />

cultural de la familia española, aun dentro de condiciones<br />

económicas y sociales semejantes, varía de modo<br />

notorio. Expresión directa de ese nivel cultural es la<br />

"biblioteca familiar". Aconsejaríamos a los profesores<br />

del Curso preuniversitario que comiencen solicitando<br />

de sus alumnos una relación de los libros de que<br />

pueden disponer en sus casas, y otra de las lecturas<br />

que han realizado hasta la fecha, clasificadas por materias.<br />

En lo posible, por razones prácticas, conviene<br />

recomendar a los alumnos la lectura de los libros de<br />

que disponen, siempre, naturalmente, que tengan calidad<br />

literaria o contenido científico y formativo apreciable.<br />

En todo caso, el profesor debe tener en cuenta que<br />

no se trata de imponer lecturas, sino de depurar las<br />

que de por sí vaya a realizar el adolescente. En la<br />

práctica de los Centros, casi siempre hay un profesor<br />

que simplemente por interés personal, por dedicación<br />

espontánea, charla con los alumnos acerca de sus gustos<br />

y lecturas (el Centro que carezca de un profesor<br />

de esta índole y tenga que encargar esta labor como<br />

"obligación" no ha tenido suerte con su profesorado),<br />

y estos consejos son muchas veces de importancia trascendental;<br />

todo depende de que el profesor estimule<br />

el interés.<br />

HAY POCOS ALUMNOS "LEÍDOS"<br />

Los consejos no podrán ser nunca los mismos para<br />

todos los alumnos, ni siquiera para dos o tres de ellos;<br />

no son clases, sino diálogo amistoso lo que hace falta.<br />

Y ciertamente este deseo de que se hagan lecturas<br />

dirigidas se apoya en el supuesto de que el hombre de<br />

nuestro tiempo ha de saber leer y encontrar placer en<br />

la lectura; las lecturas dirigidas vendrán a ser el complemento<br />

del Comentario de Textos. En los exámenes<br />

finales se aprecia siempre el examinando que, además<br />

de estudiar los textos, ha leído, con criterio o sin él;<br />

es quien demuestra mayor madurez, juicios personales,<br />

capacidad de expresión de ideas y sentimientos por<br />

escrito; es el alumno que se aparta de los clisés. Precisamente<br />

uno de los defectos más frecuentes en las<br />

últimas promociones de bachilleres ha sido la escasez<br />

de este tipo de alumno "leído". Muchas veces todo<br />

depende de que haya tenido la suerte de encontrarse<br />

con un profesor que ha acertado a dirigirle unas frases,<br />

unos consejos, al margen de la clase diaria. Ya de por<br />

sí, el adolescente que ha crecido en el seno de una<br />

familia intelectual, que tiene el hábito de ver libros<br />

al alcance de su mano, se encuentra en condiciones<br />

mucho más ventajosas que los demás ante los exámenes,<br />

incluso en los casos en que "sabe menos". Y no<br />

podemos olvidar que en España hay grandes zonas<br />

no sólo campesinas, sino incluso industriales y mineras,<br />

en donde la media de los bachilleres no encuentra<br />

en su casa ni un solo libro; es más, en que ni siquiera<br />

el periódico llega. A través de los exámenes puede<br />

comprobarse la ahistoricidad de una gran masa de la<br />

población española y precisamente de población estudiantil;<br />

los alumnos dominan realmente, gracias al esfuerzo<br />

de los profesores, la historia clásica, la cultura<br />

renacentista, el Siglo de Oro; pero—y es un hecho muy<br />

extendido—ignoran que el mundo haya sufrido una<br />

guerra en 1914. De un grupo de cincuenta futuros<br />

bachilleres, en una pequeña ciudad castellana, solamente<br />

tres conocían los nombres de Roosevelt, Hitler,<br />

Mussolini, Stalin. Aquí el fallo no está en la enseñanza,<br />

sino en la ausencia de lecturas, empezando por la<br />

del periódico y terminando por la de libros de actualidad.<br />

AMPLITUD <strong>DE</strong> LAS LECTURAS;<br />

EL PREJUICIO CONTRA LAS NOVELAS<br />

Ello nos lleva a considerar necesario el no reducir<br />

las lecturas dirigidas a obras literarias; muchas veces<br />

ilustra mucho más la lectura de una biografía que la<br />

de la obra poética de un escritor (el caso de lord Byron<br />

es suficientemente ejemplificativo). Las obras de<br />

divulgación científica suelen despertar mucho más el<br />

interés de la media de los alumnos, sobre todo por<br />

tratarse de lecturas que hacen solos, en las cuales el<br />

único móvil que los guía es el interés que les despierta<br />

el tema, el argumento. De aquí el hincapié que<br />

se debe hacer en todo lo que se refiere a las novelas.<br />

Todavía persiste en grandes zonas de nuestro país el<br />

prejuicio de que leer novelas es perder el tiempo,<br />

cuando precisamente leer novelas es la mejor manera<br />

de sumergirse en la cultura. En los núcleos urbanos<br />

el problema es diferente; no tanto de estimular la<br />

lectura de novelas, como la de desarraigar la pasión<br />

por las novelas dirigidas a niveles mentales infantiles.<br />

Y la única manera de superar esos niveles está, claro<br />

es, pasar por ellos; hay que terminar logrando que al<br />

adolescente no le satisfagan las novelas de estructura<br />

excesivamente elemental. Cuando se suele decir que<br />

las novelas policíacas son perjudiciales, por deformar<br />

la mentalidad del adolescente, se suele olvidar que<br />

precisamente se ha desarrollado un tipo de novela policíaca<br />

que se ha "adaptado" a esa mentalidad. Pensemos<br />

en el caso de las lecturas deportivas y de los<br />

semanarios de deportes; se suele criticar que son el<br />

pasto exclusivo de las nuevas generaciones; pero, siendo<br />

esto en verdad una deficiencia, aún es más triste<br />

que haya grandes zonas donde no se lee ni siquiera<br />

la literatura de deportes.<br />

Todo depende del ambiente familiar y de la iniciativa<br />

de los profesores, repiten los educacionistas, y es<br />

la gran verdad de la educación. El tipo medio de estudiantes<br />

va al cine todas las semanas, pero es muy<br />

raro que haya alguien que se preocupe de decirles que<br />

en la cartelera encontrará una obra de Shakespeare o


de Bernard Shaw. ¿Cuántos Centros llevan a sus<br />

alumnos a ver obras de teatro? Y no sólo clásico, sino<br />

moderno. Todos sabemos que ver en película la biografía<br />

de un gran artista es la mejor manera de que<br />

los alumnos se interesen por sus obras, y el secreto<br />

educativo está nada más en aconsejar, e incluso en<br />

acompañar, a ver esa película. El fallo fundamental de<br />

nuestra enseñanza está en que el profesor sólo es profesor<br />

la hora de clase, y luego, por necesidades económicas<br />

personales o por abandono, no es profesor. Y<br />

de esa manera la enseñanza se convierte en algo desligado<br />

de la vida; la historia se acaba con Napoleón,<br />

cuando lo que vitalmente interesa es precisamente la<br />

historia a partir de Napoleón, la historia de nuestro<br />

momento histórico.<br />

LECTURAS ACTUALES<br />

Uno de los grandes vacíos que encuentran las actuales<br />

generaciones de adolescentes es el causado por<br />

el envejecimiento de las novelas de Julio Verne. Podrá<br />

parecer poco serio que hablemos de este novelista,<br />

pero la educación se compone, de hecho, de muchas<br />

de esas pequeñas cosas que parecen poco serias a<br />

los hombres maduros. La imagen científica de una<br />

época el hombre medio, el hombre de la calle, la tuvo<br />

a través de julio Verne; eso fué una realidad, pero<br />

hoy ya Julio Verne ha quedado atrasado y no se ofrece<br />

al adolescente un tipo de novela equivalente; Salgari<br />

ha quedado relegado al semianalfabeto; y, sin<br />

embargo, fueron poderosos medios de educación, mucho<br />

más que nuestro teatro del Siglo de Oro, demasiado<br />

alejado de las preocupaciones del mundo moderno.<br />

El Criterio, de Balmes, no suscita ya el interés<br />

en los jóvenes, cuando sí los fascinaba hace treinta<br />

años. Y ese vacío sólo se colma con el Coyote. Un intento<br />

que vemos va tomando cuerpo es el de dar a<br />

los niños lecturas de nuestro tiempo; las de carácter<br />

tradicional comienzan a ser sustituidas por Lorca, Alberti,<br />

Juan Ramón, Azorin, incluso en textos dirigidos<br />

a la escuela primaria. Quizá sea éste uno de los<br />

caminos que permitan superar esta crisis de "falta de<br />

lecturas". El fallo no estará en los libros, sino en que<br />

no siempre se acierta a mostrar los que pueden suscitar<br />

el interés, y éste no lo fabrica el educador; sólo<br />

puede estimularla.<br />

Otro de los vacíos actuales es el de los libros de viajes.<br />

Las actuales generaciones no leen relatos de viajes,<br />

biografías de grandes exploradores, novelas de asunto<br />

africano o asiático, en las que se entreteja con el argumento<br />

una leve dosis de saber aplicado. Por una<br />

parte, las de hace treinta o cuarenta años han perdido<br />

actualidad, ante los avances de la técnica, y, por otra,<br />

las que se escriben hoy, aun reconociendo valores literarios<br />

a gran parte de ellas, se consideran demasiado<br />

crudas por los educadores.<br />

LAS LECTURAS DIRIGIDAS, LABOR<br />

<strong>DE</strong> TODO EL BACHILLERATO<br />

Realizar toda esta labor no puede ser tarea exclusiva<br />

del Preuniversitario; en ello está todo el mundo<br />

LECTURAS DIRIGIDAS 111<br />

de acuerdo, pero al menos sí se puede emplear el<br />

Preuniversitario como revulsivo que ataje las deficiencias<br />

de un Bachillerato formalista. Ya hemos comenzado<br />

señalando el método que consideramos más práctico<br />

en lo relativo a las lecturas dirigidas: partir de<br />

los libros que el adolescente encuentra en su casa. Complemento:<br />

los de la biblioteca del Centro, si existe, y<br />

sobre todo las Bibliotecas públicas de la localidad. Es<br />

fundamental que el adolescente sepa (y que lo sepa<br />

no de manera teórica, sino por haberlo usado) que<br />

existe préstamo de libros en las bibliotecas, además<br />

del de los carritos de las calles. Si el profesor logra<br />

que el adolescente termine deseando formarse una biblioteca<br />

propia, ha vencido esta batalla. Por modesta<br />

y deficiente que sea esa biblioteca, tendrá el valor inigualado<br />

de ser personal y de mostrar la impronta de<br />

su dueño. Y tendrá otro valor, muy grande: el de<br />

ser un revulsivo en el hogar. Los padres no regalan<br />

libros a sus hijos, en general, porque no ven en ellos<br />

ningún interés por los libros; el único contacto del<br />

padre con los libros es la compra de los de texto, y<br />

su carácter de imposición no es precisamente un estímulo<br />

para seguir comprando otros. Pero si ve que<br />

su hijo se forma una pequeña biblioteca, aunque no<br />

comprenda su porqué, termina interesándose.<br />

Todo libro no deformativo es formativo, sea poesía,<br />

novela, o libro de aventuras. Y no olvidemos que uno<br />

de los índices principales del nivel cultural de un país<br />

es el del número de libros editados y la tirada de los<br />

diarios; el nuestro es muy bajo y manifiesta el vacío<br />

casi general de lecturas, lo que, desde nuestro punto<br />

de vista, no indica sino una grave insuficiencia vital<br />

de la enseñanza, que no ha acertado a despertar el<br />

gusto de la lectura.<br />

EL RESPETO AL LIBRO<br />

Destacaremos un último aspecto de lo que se puede<br />

lograr mediante las lecturas dirigidas: el respeto del<br />

libro. Respeto del libro mismo, como instrumento<br />

físico, y respeto de la propiedad del libro. ¿Por qué<br />

en nuestro país no hay conciencia de que los libros<br />

prestados han de ser devueltos? Que un libro de biblioteca<br />

pública ha de ser respetado y cuidado? Poco<br />

tiempo duran las láminas de un libro que esté "expuesto"<br />

al público. Y todo ello es consecuencia de uno<br />

de estos dos extremos: de falta o de exceso de amor<br />

al libro.<br />

La conciencia de que ese libro está sirviendo a la comunidad,<br />

que luego ha de ser útil a otros hombres,<br />

está muy poco desarrollada. No basta estimular el gusto<br />

por leer, sino toda una serie de normas sobre cómo<br />

se deben tratar los libros, los propios y los ajenos.<br />

El ávido merodeador de libros es un ser dañino, quizá<br />

más perjudicial que el bucólico indiferente a la cultura.<br />

Labor de educación que no se realiza en una<br />

generación y que depende tanto de hábitos intelectuales<br />

como de hábitos morales.


112<br />

C. P. U. MATERIAS FUNDAMENTALES Y COMUNES<br />

g) 6.° Ejercicio práctico de idiomas (*)<br />

Ei Proyecto de Instrucciones señala como fin inmediato<br />

y esencial del ejercido práctico de idiomas<br />

en el Curso Preuniversitario "obtener el conocimiento<br />

de un idioma moderno, en grado bastante para la<br />

consulta de textos extensos con auxilio de diccionario".<br />

Breve indicación que se amplía en el apéndice<br />

6.0, que transcribimos a continuación:<br />

I. CARÁCTER <strong>DE</strong> ESTAS ENSEÑANZAS<br />

EN EL CURSO PREUNIVERSITARIO<br />

La enseñanza de idiomas modernos en el Curso<br />

Preuniversitario revestirá un carácter eminentemente<br />

práctico, y se orientará hacia el perfeccionamiento de<br />

zeno de los idiomas cursados por el alumno en el Bachillerato.<br />

Este perfeccionamiento se logrará por medio de una<br />

serie de actividades lingüísticas, a las que acompañará<br />

como elemento indispensable el estudio somero de la<br />

cultura y la idiosincrasia del país a que pertenezca<br />

el idioma estudiado.<br />

Las actividades lingüísticas comprenderán los cuatro<br />

aspectos fundamentales de la enseñanza de idiomas<br />

modernos: a) la comprensión del idioma hablado;<br />

b) la comprensión del idioma escrito; c) la expresión<br />

oral en el idioma extranjero, y d) la expresión<br />

escrita.<br />

II. ACTIVIDA<strong>DE</strong>S LINGÜÍSTICAS<br />

a) Ejercicios de comprensión del idioma<br />

hablado<br />

Se aconseja la lectura de viva voz ante la clase,<br />

efectuada por el profesor o por algún alumno aventajado.<br />

Asimismo, con miras al entrenamiento auditivo de<br />

los alumnos y para acostumbrarles a la comprensión<br />

del idioma hablado por voces a las que no están habituados,<br />

es recomendable (en la medida de las posibilidades<br />

de cada Centro) el uso de la radio, el<br />

gramófono, la cinta magnetofónica y el cine documental<br />

o recreativo.<br />

En la explicación de textos, el profesor, teniendo<br />

en cuenta el grado de conocimiento de los alumnos,<br />

procurará lo más posible usar el idioma extranjero.<br />

b) Ejercicios de comprensión del idioma<br />

escrito<br />

El grado de conocimiento del idioma alcanzado en<br />

el Bachillerato permite esperar que en este Curso<br />

Preuniversitario el alumno sea capaz de leer inteli-<br />

(*) La redacción de la parte del Proyecto de Instrucciones<br />

de Santander, aquí transcrita, es de don<br />

José Luis González Simancas, profesor del Colegio<br />

"Gaztelueta", de Bilbao.<br />

gentemente textos de alguna extensión con la ayuda<br />

ocasional del profesor y el uso del diccionario.<br />

1) Un ejercicio fundamental, la lectura de textos<br />

de extensión creciente. Este ejercicio irá dirigido a<br />

perfeccionar el hábito de una lectura rápida e inteligente,<br />

y por este motivo no debe convertirse en<br />

traducción sistemática y literal, por escrito, actividad<br />

que constituye en sí misma un ejercicio aparte.<br />

Los textos utilizados en este tipo de lectura han de<br />

seleccionarse de acuerdo con la capacidad de los alumnos,<br />

de manera que puedan leerse con facilidad y<br />

gusto. Se aconseja que sean textos representativos de<br />

la cultura y las costumbres del país.<br />

Para comprobar la comprensión del texto se recomienda,<br />

si el nivel medio de la clase lo permite, el<br />

sistema de preguntas hechas sobre la materia del texto,<br />

ya en el idioma extranjero, ya en castellano. Este<br />

método se adapta mejor a este tipo de ejercicio que<br />

el de la traducción literal por escrito, ya que permite<br />

comprobar con rapidez la comprensión de textos extensos.<br />

2) Otro ejercicio fundamental consistirá en la redacción,<br />

por escrito, de la traducción efectuada sobre<br />

un texto de corta extensión.<br />

El ejercicio de traducción directa ha de tender a<br />

proporcionar al alumno un mayor grado de madurez<br />

lingüística. Sus objetivos serán, por tanto: a) la interpretación<br />

profunda y acabada de los términos, frases<br />

y giros que contenga el texto de estudio, y b) la<br />

expresión en buen estilo castellano de las ideas contenidas<br />

en aquel texto.<br />

El primer objetivo se alcanzará mediante la lectura<br />

intensiva. Esta clase de lectura, dirigida por el profesor,<br />

debe ser pausada y, a lo largo de la misma, los<br />

alumnos tomarán nota de las explicaciones del profesor.<br />

A continuación se redactará la traducción completa<br />

del texto así analizado.<br />

c) Ejercicios de expresión oral<br />

Con el fin primordial de asegurar una correcta pronunciación<br />

y entonación, se ejercitarán los alumnos<br />

en la lectura de viva voz. Se recomienda centrar la<br />

atención sobre textos de no mucha extensión en los<br />

que los alumnos consigan un nivel aceptable.<br />

Complemento esencial de la lectura de viva voz es<br />

la recitación de pasajes (en verso o en prosa) aprendidos<br />

de memoria, medio utilísimo de asimilar palabras<br />

y frases que hayan sido ya objeto de lectura. A<br />

este mismo fin se dirige el aprendizaje de canciones<br />

con sus letras respectivas.<br />

Una vez que el alumno haya ejercitado su facultad<br />

de expresión de manera imitativa, podrá iniciarse en<br />

el ejercicio de conversación elemental, primeramente<br />

en forma de contestaciones a preguntas basadas en<br />

pasajes de lectura, láminas murales, etc., y, más tarde,


en forma de discusión sobre temas de no excesiva<br />

complejidad, dentro siempre d e 1 vocabulario del<br />

alumno.<br />

d) Ejercicio de expresión escrita<br />

Estos ejercicios serán entendidos como complemento<br />

de los de expresión oral. Su principal objeto será<br />

consolidar los conocimientos adquiridos, dando precisión<br />

y permanencia a los mismos. Los alumnos se<br />

ejercitarán primeramente en la escritura de frases cortas,<br />

debidamente enlazadas, en las que traten de una<br />

narración leída de antemano o aprendida de memoria.<br />

Posteriormente pasarán a la redacción de párrafos<br />

de mayor extensión, hasta llegar a las composiciones<br />

acabadas.<br />

La redacción de cartas sencillas ayudará gradualmente<br />

a que el alumno exprese sus propias ideas en<br />

el idioma extranjero.<br />

EJERCICIO PRÁCTICO <strong>DE</strong> IDIOMAS<br />

III. AMBIENTACIÓN CULTURAL<br />

113<br />

Esta ambientación tenderá a dar al alumno una<br />

idea somera de la historia, de la geografía y de las<br />

características sociales del país en cuestión, así como<br />

de sus principales aportaciones al campo de la literatura,<br />

la ciencia, la música y el arte.<br />

El uso de películas y emisiones de radio, la asistencia<br />

a conferencias sobre temas adecuados; la correspondencia<br />

con muchachos del país extranjero, primero<br />

en el propio idioma, más tarde en el extraño; los<br />

carteles de propaganda turística y los mapas nacionales<br />

expuestos en las aulas, son algunos entre los muchos<br />

medios concretos que ayudarán a crear en la<br />

mente del alumno una imagen real del país a que<br />

pertenece el idioma que cultiva, al mismo tiempo que<br />

fomentarán de modo indirecto el interés por el estudio<br />

lingüístico.


FORMACIÓN GENERAL Y PREPARACIÓN<br />

ESPECÍFICA EN L A S INSTRUCCIONES<br />

Materias especiales de Letras<br />

a) La clase de Humanidades griegas (*)<br />

En la cuarta de las orientaciones generales de las<br />

Instrucciones elaboradas por la reunión pedagógica celebrada<br />

en Santander durante el pasado mes de agosto,<br />

se dice, hablando del Curso preuniversitario, que sus<br />

materias serán desarrolladas en dos direcciones: dotación<br />

de hábitos intelectuales (comentario de textos, síntesis<br />

de lecciones y conferencias, redacción y exposición<br />

oral de temas, visitas culturales y lecturas dirigidas) y<br />

preparación específica, que hará revivir en forma sistemática<br />

teorías y prácticas más o menos extensas ya<br />

conocidas de cursos anteriores. La primera de estas direcciones—sigue<br />

diciendo el texto—tiende a abrir horizontes<br />

y a capacitar al alumno proporcionándole los<br />

conocimientos instrumentales que debe ejercitar después,<br />

cualquiera que sea su peculiar orientación profesional;<br />

la segunda prepara especialmente para determinados<br />

estudios o grupos de estudios superiores. Y<br />

(*) El Proyecto de Instrucciones ("Materias, ejercicios<br />

y didáctica", apartado B) incluye unas orientaciones<br />

generales comunes a los dos idiomas clásicos<br />

y otras especiales referentes al griego y al latín. Las<br />

orientaciones generales dicen así: "El estudio de los<br />

textos, de que luego se hablará, no se reducirá a la<br />

mera traducción, sino que irá acompañado de una<br />

explicación oral que dé a los alumnos el encuadramiento<br />

o ambientación cultural del trozo en cuestión<br />

dentro del correspondiente marco histórico y literario.<br />

El profesor dirigirá las clases prácticas, juzgará los<br />

ejercicios escritos y ayudará a demostrar el sentido de<br />

los textos estudiados.<br />

Los trozos serán escogidos, particularmente por lo<br />

que toca al griego, de manera que el profesor pueda<br />

hacer, al comentarlos, aplicación a temas de la cultura<br />

clásica y a las etimologías del lenguaje moderno.<br />

Se tendrá sumo cuidado, sobre todo cuando se trate<br />

de latinos postclásicos, en evitar todos aquellos pasajes<br />

que, por su fondo, estilo o vocabulario, resulten demasiado<br />

ajenos al horizonte cultural en que el alumno<br />

se encuentra en tal grado de sus estudios.<br />

Para la perfecta eficacia de estas difíciles materias,<br />

será imprescindible que sea dedicado al latín un mínimo<br />

de una hora diaria, y al griego un mínimo de<br />

cuatro horas semanales."<br />

termina diciendo que serán objeto de la primera dirección<br />

todas las disciplinas fundamentales del Bachillerato,<br />

no consideradas en cuanto a la descripción de su<br />

contenido, que ya debe ser conocido del alumno, sino<br />

como materia que le permita relacionar hechos, causas,<br />

fundamentos, hipótesis, aplicaciones, etc., y que quedan<br />

para la segunda el idioma moderno y las disciplinas<br />

especiales de Letras (Latín y Griego) o de Ciencias.<br />

Hasta aquí el texto propuesto al Ministerio. Permítaseme<br />

una importante discrepancia al respecto.<br />

EL BACHILLERATO ENTERO COMO<br />

UN AMPLIO "PREUNIVERSITARIO"<br />

En mi opinión, resulta exacta esta visión de la doble<br />

finalidad del Preuniversitario. De una parte, la adquisición<br />

de esos hábitos intelectuales que han de dar al<br />

alumno la debida "madurez", sin la cual no podría<br />

abordar en buenas condiciones los estudios universitarios.<br />

Claro está que se plantea en seguida, como en<br />

Santander se hizo, la cuestión de si no sería mejor ir<br />

encauzando al niño hacia esos hábitos desde los primeros<br />

cursos en lugar de reducir el Bachillerato a un<br />

almacenamiento de materia informativa que permanecerá<br />

en el escolar como una masa amorfa en espera de<br />

que la varita mágica del Curso preuniversitario introduzca,<br />

en nueve meses escasos, la deseable armonía y<br />

síntesis orgánica. Y es que en esto, como en tantos<br />

órdenes de la vida, las metáforas del lenguaje nos inducen<br />

a confusión. Hablamos de madurez, y con ello<br />

equiparamos tan inconsciente como indebidamente la<br />

evolución mental y anímica del estudiante con ese maravilloso<br />

fenómeno de casi repentino estallido que es<br />

la rápida maduración de las frutas. Mejor sería quizá<br />

tomar, corno base para nuestro hablar metafórico, el<br />

vino y el largo proceso que, sin saltos ni apresuramientos,<br />

le va dando el punto exacto que lo hará apetecible<br />

y útil. En fin, sea como sea, todos estuvimos<br />

. allí de acuerdo en que era necesario que el Bachillerato<br />

entero llegue a ser un amplio y homogéneo Preuniversitario,<br />

pero también en que no es malo que se<br />

esté en condiciones de empezar al menos a orientarse<br />

en este sentido.<br />

LENGUAS CLÁSICAS Y<br />

MATERIAS FORMATIVAS<br />

Pues bien, quizá sea solamente un defecto de redacción<br />

el que ha hecho que las Instrucciones excluyan,<br />

por lo visto, las lenguas clásicas y el idioma moderno


de esta primera dirección, consistente en la adquisición<br />

o dotación de hábitos intelectuales. Y es que no hay<br />

ninguna materia que normalmente pueda ser excluida<br />

de tal tipo de formación. En este sentido, lo único que<br />

interesa es que el alumno se forme, adquiera esos hábitos,<br />

se sienta miembro de un gremio intelectual que<br />

tiene su terminología y su argot, sus procedimientos,<br />

sus recetas, incluso sus pequeñas triquiñuelas. Es indi<br />

ferente que esta formación se adquiera con el estudio<br />

de las Matemáticas, o del Latín, o del Griego, o de la<br />

Filosofía o hasta, perdonen esta pequeña salida de tono,<br />

hasta, si me apuran, del ajedrez o de la Filatelia: el<br />

caso es que el futuro universitario, cuando se vea<br />

situado ante un problema o ante una actividad cultural,<br />

sea capaz, por muy extraño que le resulte el<br />

fondo del asunto, de no perder el hilo conductor, de<br />

enfrentarse cara a cara con las cuestiones armado de<br />

una técnica aplicable a todas ellas.<br />

En realidad, esto es lo que preconizaba el<br />

plan 38: muchas Matemáticas y muchas Humanidades<br />

y a formar espíritus con ellas. Qué importa que se<br />

ignoren infinidad de cosas si luego habrá tiempo de<br />

dedicarse a ellas con esa superioridad que da al alma<br />

un temple humanístico? Y precisamente si fracasó<br />

aquel plan fué porque sus promotores se sintieron débiles<br />

ante la sociedad y no se atrevieron a desafiarla<br />

llevando su ideario a las últimas consecuencias. Vino<br />

la transacción y con ella la desnaturalización y, en definitiva,<br />

la ruina.<br />

Quedamos, pues, en que todas, absolutamente todas<br />

las disciplinas tienen capacidad formativa y, por tanto,<br />

derecho a figurar en ese primer apartado con relación<br />

al cual, aun en el caso de que quedaran excluidas de<br />

él las lenguas clásicas, no debería haberse jamás hablado<br />

de materias fundamentales y comunes, sino de materias<br />

comunes a secas. Y, si solamente fuera esta función<br />

la propia del Curso preuniversitario, realmente<br />

sería indiferente el que los comentarios, las lecturas,<br />

los ejercicios versaran sobre tales o cuales materias: la<br />

elección debería depender de las disponibilidades del<br />

Centro en cuanto a profesores y material, de las Bibliotecas,<br />

de la tradición del Instituto o Colegio o aun de<br />

la ciudad o región, de la calidad de masculino o femenino,<br />

en fin, de mil cosas, e incluso cabría establecer<br />

un turno rotatorio en virtud del cual un curso se<br />

dedicara a tal materia, y otro a tal otra, etc.<br />

EL FACTOR INFORMATIVO<br />

Pero en realidad, también nosotros estamos en cierto<br />

modo obligados a atender a las necesidades prácticas<br />

de esa sociedad de que somos servidores y mandatarios,<br />

y por eso es por lo que se habla en las Instrucciones<br />

de preparación específica, en la cual se harán<br />

revivir materias ya conocidas en cursos anteriores. Es<br />

decir, hay que amalgamar, queramos o no, la adquisición<br />

de la "madurez" con el vulgarmente llamado<br />

"repaso" que viene tradicionalmente constituyendo la<br />

base, en las Universidades como en los Institutos, de<br />

las pruebas de reválida. Y en efecto, si entre los medios<br />

por los que va a medirse la "madurez" figuran problemas<br />

y traducciones de idiomas clásicos y modernos,<br />

mal se ve cómo podrá permitirse que el alumno, tan<br />

capaz de aprender rápidamente como de olvidar rä-<br />

LA CLASE <strong>DE</strong> HUMANIDA<strong>DE</strong>S GRIEGAS 115<br />

pidamente en esos años juveniles, no recuerde, en vísperas<br />

del examen, la fórmula de la ecuación de segundo<br />

grado, la lista de los verbos irregulares ingleses o la<br />

conjugación del aoristo fuerte. esto conveniente?<br />

1\lo lo es? (s)tieda desvirtuada con ello la función<br />

primaria del Preuniversitario? No es éste el momento<br />

de seguir teorizando sobre punto tan espinoso.<br />

NECESIDAD <strong>DE</strong> UN ESTUDIO<br />

ESPECÍFICO <strong>DE</strong>L GRIEGO<br />

Pero vamos ya al Griego y agreguemos que hay,<br />

además, una razón práctica para que se proponga el<br />

estudio específico de esta lengua no ya como parte de<br />

las disciplinas implantadas con vistas a la dotación de<br />

hábitos intelectuales, en las cuales habrán de entrar, por<br />

ejemplo, y de hecho vienen entrando, las conferencias<br />

o lecciones sobre Literatura griega, sino en calidad de<br />

materia que debe ser aprendida sistemáticamente, al<br />

menos por cuantos se dirijan a las facultades de Letras,<br />

Derecho y Ciencias Políticas; y digo "al menos" pensando<br />

en la opinión de algunos médicos que ven ventajas<br />

en el estudio previo del griego por parte de los<br />

futuros galenos.<br />

La razón práctica la conocen muy bien los que, con<br />

la paciencia necesaria, han seguido la tenaz campaña<br />

que hemos venido realizando los catedráticos y profesores<br />

de lenguas clásicas para evitar que el Griego fuera,<br />

una vez más, la Cenicienta del nuevo plan. Esta<br />

campaña obtuvo, al menos, el modestísimo resultado<br />

de que lucran solamente dos, y no tres como se pensaba<br />

en un principio, las horas semanales que perdían<br />

las enseñanzas de Griego en comparación con el plan<br />

de 1938; modestísimo, digo, porque, aun con esta adición,<br />

el horario dedicado a dicha lengua (cuatro horas<br />

en quinto año y tres en sexto) no basta en modo alguno<br />

para hacer posible su aprendizaje completo, y ésta<br />

es la causa de que el cuestionario oficial haya salido<br />

imperfecto y desproporcionado al haberse hecho necesario<br />

incluir casi toda la complicada Gramática en el<br />

quinto. Es, por tanto, preciso hallar un sustitutivo de<br />

estas horas que, por otra parte, hubiera sido muy difícil<br />

implantar sin perturbación del recargado programa<br />

de quinto y sexto; y este sustitutivo podemos muy<br />

bien hallarlo en la relativa holgura que, en cambio,<br />

debe dar a los horarios del Preuniversitario el carácter<br />

de no imprescindible que, según antes decíamos, han<br />

de tener teóricamente la mayor parte de las asignaturas<br />

de dicho curso. Claro está que para que ello fuera<br />

así había que contar con la comprensión y transigencia<br />

del profesorado restante. Pues bien, parece que por<br />

fortuna disponen o van a disponer de facilidades en<br />

este aspecto la mayoría de los profesores de lenguas<br />

clásicas.<br />

PROBLEMAS PLANTEADOS POR<br />

LA POSIBILIDAD <strong>DE</strong> ELECCIÓN<br />

No ocultaré, sin embargo, que aquí se plantean, no<br />

ya uno, sino dos graves problemas promovidos por este<br />

espíritu de generosidad en cuanto a las posibilidades<br />

II


116<br />

de elección que está tan íntimamente arraigado en las<br />

nuevas disposiciones. Por una parte, el de los alumnos<br />

que, habiendo cursado Letras, renuncien al Preuniversitario<br />

o se acojan al de Ciencias, alumnos que pondrán<br />

al profesor de quinto y sexto en la siguiente disyuntiva:<br />

"Puedo tomar con calma el desarrollo de la<br />

disciplina, separándome del cuestionario oficial en vista<br />

de que realmente no van a ser siete, sino diez u once<br />

horas semanales las que recibirá la mayor parte de los<br />

muchachos? ¿O bien habré de acelerar el ritmo en la<br />

idea de que hay que preparar una especie de "Griego<br />

de urgencia" para aquellos de mis discípulos que no<br />

pasen del sexto?" En seguida se ve la gran trascendencia<br />

que tiene esta cuestión, que está relacionada también<br />

con la de los textos que hayan de ser objeto del<br />

examen de Grado.<br />

Pero aquí prescindiremos de este problema, pues es<br />

al Preuniversitario al que principalmente hemos de referirnos,<br />

y pasaremos al más grave todavía, el caso<br />

inverso, el de los que acudan al Preuniversitario de<br />

Letras después de haber cursado Ciencias en los dos<br />

últimos años. Ñué se hace con estos alumnos que no<br />

conocen ni el alfabeto griego y que traen su latín enmohecido<br />

después de dos años de paréntesis? En Santander<br />

se trató esta cuestión y no hubo manera de<br />

llegar a una solución clara: lo más sencillo sería, simplemente,<br />

que fueran eximidos de la asistencia a las<br />

clases de Griego propiamente dichas o, por lo menos,<br />

a aquellas clases que tengan carácter lingüístico.<br />

POSIBILIDA<strong>DE</strong>S GENERALES EN<br />

LA ENSEÑANZA <strong>DE</strong>L GRIEGO<br />

C. P. U. MATERIAS ESPECIALES <strong>DE</strong> LETRAS<br />

Mas supongamos que se trata, como frecuentemente<br />

ocurrirá, de una clase homogénea cuyos alumnos han<br />

cursado todos la rama de Letras, y supongamos también<br />

que el profesor de quinto y sexto ha optado por<br />

el primer término de la disyuntiva citada y ha moderado<br />

el ritmo de las enseñanzas repartiendo ordenadamente<br />

el contenido de la materia entre las horas de los<br />

tres cursos: en ese caso no hay duda de que el resultado<br />

puede ser francamente bueno, sobre todo si se da<br />

cumplimiento a la aspiración reflejada en el párrafo<br />

de las Instrucciones citadas que, hablando de las orientaciones<br />

generales para Griego y Latín, solicita que<br />

sean dedicadas a dichas lenguas en el Preuniversitario<br />

unos mínimos de cuatro horas semanales y una hora<br />

diaria, respectivamente. Con ello serían ya once, no<br />

nueve corno en el plan de 1938, las horas destinadas<br />

al Griego, pero con una ventaja importantísima de este<br />

plan sobre aquél, y es que durante estas horas se actuará<br />

sobre una masa escolar reducidísima y es de suponer<br />

que no atraída por otra cosa que por la vocación<br />

en su elección de rama. Estas horas permitirían no sólo<br />

atender a la traducción y a la Gramática, sino cumplir<br />

bastante bien otra de las propuestas de las Instrucciones:<br />

el estudio de los textos de que luego se hablará<br />

no se reducirá a la mera traducción, sino que<br />

irá acompañado de una explicación oral que dé a los<br />

alumnos el encuadramiento o ambientación cultural<br />

del trozo en cuestión dentro del correspondiente marco<br />

histórico y literario.<br />

L A S PRUEBAS FINALES:<br />

QUIÉNES SE EXAMINARÁN<br />

Y ahora habríamos de hablar de cómo deberán ser<br />

en calidad y cantidad estos trozos de griego, pero me<br />

parece mejor dar un rodeo para abordar el tema a<br />

partir de las normas que habrá que dictar con carácter<br />

definitivo para las pruebas de madurez.<br />

La primera cuestión que se plantea tiene una fácil<br />

solución: habrán de ser eximidos de la prueba de Griego<br />

todos aquellos alumnos que hayan cursado la rama<br />

de Ciencias en el Bachillerato superior. Lo contrario<br />

sei ía un gravísimo obstáculo para el debido desarrollo<br />

de las pruebas, pues los alumnos de ese tipo, de no<br />

ser geniales superdotados, no pueden en modo alguno<br />

hallarse en condiciones de traducir ningún texto griego<br />

que no sea una ridícula frasecita elegida ad hoc.<br />

QUIÉN ELEGIRÁ LOS TEXTOS<br />

Otro punto que hay que aclarar es el de quién deberá<br />

fijar los textos que hayan de ser sometidos al<br />

examen. Las Instrucciones proponen que sea cada Uniersidad<br />

la que, como viene haciéndose ahora, decida<br />

en lo tocante al correspondiente distrito; pero en el<br />

caso concreto del Griego este proceder está abierto a<br />

ciertas objeciones. No es que—i Dios me libre de<br />

ello!—pretenda yo ni por asomo sugerir que no va a<br />

haber en cada Universidad un grupo de personas competentísimas<br />

y capaces de hacer una perfecta elección,<br />

aunque lo deseable sería que quien fijara los textos<br />

fuera uno o varios catedráticos de Filología griega o<br />

Lengua y Literatura griegas, materias que por desgracia<br />

están hoy vacantes en casi todas las Universidades;<br />

pero, en fin, aun admitiendo como admitimos una<br />

perfecta competencia, nunca sería fácil lograr, en materia<br />

tan delicada, una absoluta unanimidad de criterio<br />

entre los distintos Centros, y ello sería injusto para los<br />

alumnos y peligroso para la buena marcha de los exámenes.<br />

Además, habrá Universidades que encuentren<br />

dificultades, no ya para la posesión de buenas ediciones<br />

de autores clásicos, pues hoy los libros están al<br />

alcance de cualquiera, pero sí, por ejemplo, en la falta<br />

de máquinas de escribir con tipos griegos; y lo digo<br />

porque he oído quejas de profesores cuyos alumnos se<br />

han visto apurados ante un texto griego trazado con<br />

mano no demasiado experta en la pizarra o en el<br />

"cliché" de la multicopista.<br />

Habría, pues, que pensar quizá en la designación,<br />

para el caso concreto del Griego, de una pequeña comisión<br />

encargada de elegir, preparar (y la preparación<br />

no será sencilla, por lo que luego se verá) y reproducir<br />

mecánicamente los textos correspondientes a las diversas<br />

Universidades. Esta comisión—j lejos de nosotros la<br />

menor sospecha de "centralismo"!—no haría falta que<br />

tuviera su sede en Madrid; podría, por ejemplo, irse<br />

formando, según turno de rotación, en Madrid, Salamanca<br />

y Barcelona, es decir, las tres Universidades<br />

que lógicamente han de tener más facilidades a este<br />

respecto. Y evitaría gastos y molestias el que no fuera<br />

mixta, esto es, bastaría con que estuviera compuesta<br />

por dos o tres catedráticos de la Sección de Filología<br />

clásica de una sola de las citadas Universidades.


NORMAS PREVENTIVAS<br />

A este sistema se le puede objetar, como yo mismo<br />

lo hice en Santander a otra propuesta parecida, la dificultad<br />

de que los textos viajen por tantas manos sin<br />

escandalosa filtración. Sí, realmente la cuestión es peliaguda,<br />

pero un poco de cuidado podría bastar para<br />

evitar tal cosa. La Comisión enviaría el sobre por vía<br />

oficial y directamente al Secretario General de cada<br />

Universidad, que habría de abrirlo por propia mano<br />

y extraer de él los diferentes sobres que tendrían que<br />

ser dados en el momento oportuno, y en propia mano<br />

también, al presidente de cada Tribunal.<br />

Otra objeción que el lector va a hacernos: en ese caso<br />

es necesario, o bien elaborar un número inmenso de<br />

textos (quizá más de cien), con el consiguiente peligro<br />

de inconsciente desigualdad' de criterio por parte de la<br />

comisión, o exponerse, si se manda el mismo texto a<br />

todas las Universidades, a que el traducido el día 15,<br />

por ejemplo, en Valladolid no salga de su sobre hasta<br />

el 18 en Sevilla, lo cual tendría por consecuencia—es<br />

increíble lo que afina el ingenio humano—la casi seguridad<br />

de que los alumnos lo conocerían ya de antemano.<br />

Pero frente a eso ha y una solución hábil que<br />

propuso sin éxito, en las reuniones de Santander un<br />

religioso cuyo nombre siento no recordar. Calculando<br />

que los exámenes no empezarán, por ejemplo, hasta el<br />

25 de junio en ninguna Universidad, y que no habrá<br />

tampoco ninguna que los realice más tarde del 10 de<br />

julio, bastaría con que cada Rectorado recibiera quince<br />

ejercicios, numerado cada uno de ellos con una fecha:<br />

si en aquella Universidad hay, supongamos, tres Tribunales<br />

cuyos exámenes de Griego se celebren los días<br />

2, 4 y 5 de julio, sería utilizado en cada día el ejercicio<br />

correspondiente y destruidos a posteriori los ya inútiles.<br />

Claro está que se me objetará otra vez que cabe la<br />

posibilidad de que el texto del examen verificado por<br />

la mañana en un sitio trascienda por teléfono o telégrafo<br />

a otro lugar en que se examine por la tarde.<br />

Francamente, ante este caso improbable no sé ya qué<br />

decir.<br />

<strong>DE</strong>SEABLE PUBLICACIÓN <strong>DE</strong><br />

LOS TEXTOS "A POSTERIORI"<br />

La formación de una comisión tendría la ventaja de<br />

que podría atenderse a otra petición que hacen los<br />

Centros encargados del Preuniversitario, a los que hemos<br />

oído lamentarse de que no hay manera de conocer<br />

de modo sistemático y oficial los temas o textos que<br />

hayan sido objeto de cada examen. No cabe duda de<br />

que la labor de preparación sería facilitada por la publicación<br />

posterior y colectiva de todos ellos, en vez de<br />

dejar, como hasta ahora, que el informe parcial y quizá<br />

erróneo lo reciban los profesores o catedráticos de los<br />

propios alumnos, o de ciertas emisiones radiofónicas,<br />

o hasta de unos papeles que antes repartían a la puerta<br />

de la Universidad como si se tratara del anuncio de<br />

una droguería. Y en ese aspecto el archivo que llevara<br />

la Comisión sería utilísimo y evitaría, por otra parte,<br />

la repetición involuntaria de los mismos textos en dos<br />

convocatorias demasiado próximas.<br />

LA CLASE <strong>DE</strong> 14UXANIDA<strong>DE</strong>S GRIEGAS 117<br />

EL SORTEO <strong>DE</strong> TROZOS<br />

En cambio, otro punto a que, creo que con razón,<br />

no se hace referencia en las Instrucciones tan mencionadas<br />

es la práctica, que ha sido usual en el examen<br />

de Grado superior, de sortear ante los alumnos dos<br />

textos de Latín. Ello duplica innecesariamente la labor<br />

de los selectores y no garantiza una mayor imparcialidad:<br />

si hubiera—caso que no se ha dado ni creemos<br />

que se dé jamás—un alumno al que una determinada<br />

persona quisiera favorecer ilegalmente, este alumno recibiría,<br />

como es natural, no uno solo, sino los dos textos<br />

que fueran a ser sorteados. En la última convocatoria<br />

de examen de Grado he visto empleado otro procedimiento<br />

igualmente absurdo, el de dejar elegir ai<br />

alumno entre dos textos latinos que se le dan: esto se<br />

explica muy bien en Redacción, pues cada cual tiene<br />

sus aficiones o aptitudes especiales, o hasta en Matemáticas;<br />

pero ¿qué diferencia viene a haber entre dos textos<br />

igualmente largos de César? Aparte de que, dada<br />

la escasa preparación que suelen traer los muchachos al<br />

examen, cuando se den cuenta de que el texto tiene<br />

alguna dificultad irresoluble para ellos se encontrarán<br />

también con que ha transcurrido ya la mitad del tiempo<br />

disponible; y cómo cambiar sin tener la seguridad<br />

de que no hay algo peor en el segundo texto?<br />

QUIÉN JUZGARÁ<br />

Y vamos a otro tema difícil: el de quién deberá<br />

juzgar los ejercicios así elegidos; punto en el cual las<br />

dificultades aumentarían extraordinariamente si, como<br />

preconizan las Instrucciones, se adoptara el sistema de<br />

la calificación doble. Afortunadamente, este problema<br />

no se presenta aquí con caracteres tan alarmantes como<br />

en el examen de Grado superior, pero también es cosa<br />

que merece serio estudio. No vamos a creer que todo<br />

el mundo en España es capaz de juzgar una traducción<br />

de griego, ni vamos tampoco a pretender que es<br />

materia baladí la necesidad de que los ejercicios colrespondientes<br />

caigan en manos de personas competentes<br />

para decidir sobre ellos. Pues bien, es evidente que,<br />

en aquellas Universidades en que la Cátedra de Griego<br />

de la Universidad esté provista, el titular debe ser<br />

quien juzgue, bien sea en calidad de miembro del<br />

Tribunal o bien porque los jueces, dejando aparte un<br />

amor propio que sería improcedente en tal caso, recurran<br />

a él para que se una a ellos en las calificaciones<br />

de las pruebas especiales (pues es de advertir que las<br />

Instrucciones proponen el desdoblamiento en dos del<br />

examen de madurez con una calificación independiente<br />

para el Latín y Griego conjuntos, lo cual evita el<br />

bonito salto de la compensación con que se venían esquivando<br />

las lenguas clásicas, y sobre todo la última<br />

de ellas, en el Bachillerato del plan 1938).<br />

Y lo mismo diremos de aquellas Universidades en<br />

que el Griego este vacante: los encargados de curso<br />

(es de suponer que todos ellos sean competentes) o, en<br />

su defecto, los catedráticos o profesores mejor dotados<br />

que haya en la localidad habrán de ser quienes califiquen<br />

los ejercicios. El trabajo será poco, pues los<br />

alumnos de Letras forman siempre un grupo menor;<br />

y en cuanto a los recelos ante la posibilidad de que el<br />

catedrático de Instituto o profesor de colegio vea mer-


118<br />

C. P. U. MATERIAS ESPECIALES <strong>DE</strong> LETRAS<br />

mada su libertad o desviada su imparcialidad por el<br />

hecho de ser tal, estamos seguros de que ni habrá<br />

cuestiones serias en ese aspecto ni, aunque las hubiera,<br />

sería más grave el mal que el causado por una calificación<br />

otorgada sin elementos de juicio suficientes.<br />

y de ahí surgirá una verdadera catarata de disparates.<br />

Esto por lo que toca a los nombres propios. En<br />

cuanto a otras dificultades de vocabulario, yo sería más<br />

bien parco; ahora, lo que sí debería hacer esa comisión<br />

de que hablábamos era cerciorarse de que no hay ninguna<br />

palabra que falte en ninguno de los tres o cuatro<br />

diccionarios más usuales, y si tal ocurre, hacer la opor-<br />

POSIBILIDAD <strong>DE</strong> NOTAS ACLA-<br />

RATORIAS. SOBRE EL CONTEXTO<br />

tuna acotación en el texto.<br />

Será, por último, también interesante que, si no en<br />

las hojas destinadas a los alumnos, conste en los textos<br />

Vamos a ocuparnos ahora de los textos en sí. A ellos que haya de manejar el Tribunal la cita exacta del<br />

precederá, según las Instrucciones, una indicación sobre<br />

el contexto y contenido en un par de lineas,<br />

lugar a que corresponde el trozo: ello les ayudará a<br />

aclarar dudas, si las hay, confrontando lo escrito con<br />

otras ediciones, etc.<br />

indicación<br />

que será tanto más útil al estudiante cuanto<br />

más breve y más parco, por tanto, en notas referentes<br />

al contexto sea el trozo en cuestión. Supongamos, por<br />

ejemplo, que se ha elegido para un examen un pasaje<br />

TEXTOS ENMENDADOS?<br />

muy conocido, el de la llegada al mar de los Diez Mil<br />

(Jenof., Andb. IV 7, 21-22). El alumno encontrará, sin<br />

duda, una facilidad apreciable en el hecho de que al<br />

texto se anteponga una breve nota que diga algo así<br />

como esto: "El ejército de los griegos, acaudillado por<br />

Jenofonte, que marcha en la retaguardia, se retira acosado<br />

poi los indígenas. Estos han atacado anteriormente<br />

a los griegos que les habían quemado sus mieses."<br />

Obsérvese que aquí no damos el "argumento" del trozo,<br />

sino los datos necesarios para evitar innecesarias<br />

faltas y perplejidades: así el alumno sabe qué sujeto<br />

debe darle al primer verbo, se explica el error acústico<br />

de Jenofonte al conocer la posición en que se halla, recibe<br />

el verdadero significado de ese enigmático "los de<br />

la tierra quemada" y no cometerá, si es inteligente, la<br />

equivocación de no traducir los últimos aoristos como<br />

pluscuamperfectos. He aquí la clase de ayuda que hará<br />

humano y razonable el examen.¿Blandura excesiva?<br />

¡Nada de eso! Al ignorante o al poco inteligente no le<br />

van a salvar, desde luego, estas explicaciones.<br />

Unas palabras, en fin, acerca de los propios textos<br />

y, más concretamente, a lo que llama un ingenioso<br />

colega "el afeitado de los clásicos". Se plantea el problema<br />

de hasta qué punto sea lícito enmendar los<br />

textos cuando surjan en ellos dificultades demasiado<br />

grandes al parecer para un alumno de nivel medio;<br />

y mi respuesta, que naturalmente no aspira a ser dogmática,<br />

es negativa en ciertos aspectos, pero positiva<br />

en otros. Es decir, en mi opinión no se debe enmendar,<br />

entendiendo por tal cosa el sustituir unas palabras<br />

por otras, y ello no tanto por honestidad científica—después<br />

de todo no se trata de un trabajo de alta<br />

investigación, sino de una modesta prueba de carácter<br />

práctico—como porque existe—y nadie diga "yo estoy<br />

libre de ello"—el grave peligro de caer en imperdonable<br />

"macarronismo". Mas lo que, en cambio, sí estimo<br />

que puede hacerse tranquilamente es aligerar los ejercicios<br />

suprimiendo incisos perturbadores. Supongamos,<br />

verbi gratia y sin salirnos de la Anábasis, que en IV 7,<br />

20 se cree que va a ser demasiado difícil para los<br />

alumnos la breve frase en que, después de contar cómo<br />

SOBRE EL VOCABULARIO<br />

También irán acompañados los textos de la aclaración<br />

de las dificultades graves del vocabulario, especialmente<br />

si se trata de nombres propios. He aquí otra<br />

indicación que evitará la pérdida de tiempo ante pro-<br />

el guía les prometió que les iba a llevar a un sitio<br />

desde donde verían el mar, añade Jerome: "y si no,<br />

les autorizó a que le dieran muerte". Pues bien, esta<br />

pequeña coletilla se la puede uno saltar sin consecuencia<br />

alguna; pero si, en cambio, pensamos que va a<br />

perturbarles el genitivo temporal "en el espacio de<br />

blemas irresolubles o poco menos para un alumno de cinco días" y queremos sustituirlo por un dativo con<br />

preparación inedia. ¡Cuántas veces hemos visto cómo la preposición "en", no diremos exactamente lo mismo<br />

se echa a perder una traducción por haber confundido que Jenofonte, y, además, hacemos mal en acostumbrar<br />

un monte con una persona o un étnico con un gentili- al estudiante a asimilar textos demasiado "predigericio!<br />

Claro está que un buen alumno medianamente dos", pues luego le parecerán las dificultades mucho<br />

enterado de los más importantes puntos de la Historia más gordas si sigue estudiando griego. Mientras que el<br />

o la Geografía de los pueblos clásicos no debería fallar suprimir, cuando ello sea posible, ciertas frases produ-<br />

en estas materias, y errores tan crasos como, por ejemce un efecto beneficioso y es, mas que evitar la falta<br />

plo, la frecuente confusión de Pompeyo con Pompeya en sí—pues en ese aspecto supliría a la supresión del<br />

son imperdonables; pero otras veces el estudiante tie- escollo una mayor lenidad en la calificación—, hacer<br />

ne razón desde su punto de vista, pues el hecho de que el alumno, incapaz de salir del atolladero, pierda<br />

que los diccionarios escolares no recojan la mayoría de tiempo o se desmoralice y, con una u otra cosa, deje<br />

los nombres propios le deja desarmado ante estos ca- sin traducir un final que posiblemente será mucho más<br />

sos. Todavía en el ejemplo que recogíamos no ofrece<br />

grave dificultad la frase "y el nombre del monte era<br />

Teques", y aun así es útil el dar la transcripción co-<br />

fácil.<br />

rrecta. Pero supongamos que, por ejemplo, en la misma EXTENSIÓN <strong>DE</strong> LOS TROZOS<br />

Ancibasis V 7, 5 toman los estudiantes "Fasis" por una<br />

ciudad o, lo que es más grave, por un nombre de<br />

varón: pensarán que se sospecha que Ienofonte quiere<br />

traicionar a sus soldados en beneficio de un tal Fasis,<br />

Se habló también en Santander del número de líneas<br />

que habían de tener los textos propuestos: aquí, corno<br />

en tantos otros puntos, la virtud está en el término


medio. Mal nos ha parecido a todos la exigua longitud<br />

de los textos que, al menos en ciertas Universidades,<br />

se vienen poniendo ante los alumnos de Latín de ambos<br />

grados y de Griego del superior; pero tampoco<br />

ganaríamos nada con subir de pronto la tasa hasta<br />

quince o veinte líneas. Y obsérvese, además, que, según<br />

las Instrucciones, será un mérito adicional para los<br />

examinandos el comentario histórico cultural de los<br />

textos traducidos. ,; De dónde sacarán el tiempo para<br />

ello si el trozo es demasiado largo? De modo que yo<br />

creo que con cinco o seis líneas de griego, al menos<br />

en estos primeros años, podríamos ya darnos por satisfechos.<br />

AUTORES ELEGIDOS<br />

En cuanto a autores, las Instrucciones hablan de<br />

trozos de la prosa clásica en general, incluyendo a<br />

Heródoto, y de sus continuadores. En ello parece haber<br />

una reacción contra los cuestionarios del Bachillerato,<br />

que, ciertamente, desatienden un poco la verdadera<br />

Hélade, es decir, la época clásica y los escritores<br />

atenienses o que escriben en torno a Atenas, para insistir<br />

en autores marginales como Luciano, San Juan<br />

Cris6stomo, San Lucas, Esopo. De éstos, si se da satisfacción<br />

legal a lo pedido en las Instrucciones, los<br />

dos últimos deberán desaparecer del examen de madurez:<br />

no lo siento por Esopo, que ni es tan fácil como<br />

dicen ni tampoco simpático, pero sí por San Lucas.<br />

Además, ¿no hay un poco de contradicción en el hecho<br />

de que San Lucas sea recomendado para el quinto y<br />

sexto y vetado para el Preuniversitario? Luciano, en<br />

cambio, se salvará con el inevitable Jenofonte; y por lo<br />

que toca al Crisóstomo, sería menester aquilatar mucho<br />

para decidir si pertenece o no a los continuadores.<br />

En todo caso, no serán muchos los pasajes fáciles—y<br />

recuérdese que las mismas Instrucciones hablan, no<br />

con respecto al examen, pero sí en relación con el<br />

curso, de textos no especialmente difíciles—que encontremos<br />

entre sus obras. Y casi otro tanto podemos<br />

decir de Luciano.<br />

En cambio, lo mejor que tiene esta selección de<br />

autores es la inclusión de Lisias, Isócrates, Tucídides,<br />

Esquines, Dem6stenes. Y no se asuste nadie: en cualquiera<br />

de estos escritores hay trozos tan sencillos o más<br />

que los no siempre tan transparentes de la "abeja<br />

ática".<br />

En lo que atañe a Heródoto, surge una nueva complicación<br />

con el dialecto. Ahora bien, quizá éste no sea<br />

un obstáculo tan grave como podría parecer a primera<br />

vista.<br />

En primer lugar, el horario algo más holgado de<br />

que hablábamos puede permitir al profesor que dedique<br />

unas horas a la veintena de reglas—no son más—<br />

en que se expresan las variaciones dialectales de Heródoto;<br />

pero, además, he aquí otra utilidad de las acotaciones<br />

lingüísticas que antes considerábamos necesarias.<br />

Esto es, el texto de Herí:Kioto podía llegar a los<br />

alumnos en condiciones de que éstos lo tradujeran:<br />

LA CLASE <strong>DE</strong> HUMANIDA<strong>DE</strong>S GRIEGAS 119<br />

pero, entiéndase bien, no quiero referirme—horror!--- .<br />

a un Heródoto traducido al ático en el texto mismo,<br />

sino a unas notas que dieran la equivalencia en ático<br />

de las formas que así lo requirieran. Y que no serían<br />

todas. Por ejemplo, se podría prescindir tranquilamente<br />

de los miles de sustantivos de la primera que terminan<br />

en eta y no en alpha, pues los diccionarios escolares,<br />

o alguno de los más prestigiosos al menos, dan<br />

a estos vocablos jónicos un artículo especial; cabría<br />

también saltarse en las notas las formas verbales no<br />

contractas, que no chocarían al alumno de tipo medio;<br />

pero, en cambio, se haría indispensable señalar, por<br />

ejemplo, los dativos plurales jónicos de las dos primeras<br />

declinaciones, las terceras personas del plural con n<br />

vocalizada, las formas verbales contractas en ea, etc.<br />

EL <strong>DE</strong>SARROLLO <strong>DE</strong>L CURSO<br />

Y este largo repaso a las condiciones que deberían<br />

reunir en lo sucesivo los textos propuestos para examen<br />

en la prueba de madurez nos ha ahorrado, creo yo,<br />

hablar de lo que había de ser punto capital, según me<br />

comunica la Redacción, en mi artículo: es decir, la<br />

forma en que deberán actuar a lo largo del curso los<br />

profesores del Preuniversitario. Porque creo que de lo<br />

expuesto se desprende con toda claridad lo que será<br />

preciso hacer: ampliar o repasar aquellas partes de la<br />

Gramática que hayan quedado tratadas insuficientemente<br />

o algo olvidadas; no descuidar en modo alguno<br />

el dar de cuando en cuando explicaciones teóricas sobre<br />

Literatura, Historia e Instituciones griegas y especialmente<br />

áticas: seguir las Instrucciones, según las cuales<br />

los textos griegos traducidos en clase serán elegidos de<br />

modo que pueda hacerse, al comentarlos, aplicación a<br />

ternas de la cultura clásica; seguirlas también, aunque<br />

con menos entusiasmo por mi parte, en aquello famoso<br />

de las etimologías del lenguaje moderno; procurar que<br />

el director del Preuniversitario, en el Centro de referencia,<br />

no prescinda de los temas helénicos para las<br />

conferencias, comentarios de textos y demás; y, en fin,<br />

dedicarse con todo interés a traducir en clase, con la<br />

debida dosificación de teoría y práctica, trozos como<br />

los descritos de los autores citados o de otros similares.<br />

Si, como pedimos, se nos conceden cuatro horas semanales<br />

(y el lograr que se nos respeten en los Centros<br />

será otra de nuestras labores) hay tiempo no sobrado,<br />

pero sí suficiente para casi todo ello: en cuanto a marcar<br />

el ritmo que deba seguirse en tales trabajos, la frecuencia<br />

en la realización de ejercicios, la norma que<br />

haya de presidir las tareas de revisión, corrección y<br />

calificación, sería casi un insulto para mis colegas, tan<br />

competentes en general, ponerme a pormenorizar sobre<br />

todo ello. Prefiero desearles mucha suerte y exhortarles<br />

a que no cejen en esta ruda pelea que es nuestra profesión.<br />

MANUEL FERNÁN<strong>DE</strong>Z-GALIANO<br />

Catedrático del Instituto "Isabel la Católica"<br />

y de la Universidad de Madrid


C. P. U. MATERIAS ESPECIALES <strong>DE</strong> LETRAS<br />

b) La clase de Humanidades latinas (*)<br />

En este mismo número de la RE<strong>VISTA</strong> <strong>DE</strong> EDUCACIÓN<br />

aparece un modesto trabajo mío: un comentario a un<br />

texto de las Confesiones de San Agustín. Este trabajo<br />

no es un producto de laboratorio; ha nacido y se ha<br />

desarrollado en mis clases del Curso Preuniversitario;<br />

las ideas en él contenidas, el método utilizado, la visión<br />

general del texto, han surgido o se han aplicado<br />

en contacto con los alumnos. La lectura de ese trabajo<br />

plantea seguramente al colega que lo lea una pregunta:<br />

cuál es la forma didáctica del trabajo, cómo<br />

se ha llevado la clase? Se me pide que exponga este<br />

aspecto de la cuestión; ruego al lector que tenga en<br />

cuenta que voy a divulgar experiencias personales, probablemente<br />

ni mejores ni peores que las de otro;<br />

atiendo, pues, a una petición y pretendo servir a los<br />

demás; utilice cada cual lo que crea utilizable y rechace<br />

lo que no le guste y discuta con el autor lo que crea<br />

discutible. Lo que en mis experiencias puede haber<br />

de singular es que constituyen una búsqueda constante<br />

con vistas a la dbtención de nuevos jugos en los<br />

textos clásicos; mi clase es así todos los días un experimento,<br />

que no camina al azar; es el ensayo de un<br />

método de trabajo, sustentado en bases científicas (1).<br />

Vamos, pues, a hablar, sin demasiado rigor exopsitivo,<br />

de los problemas que la clase del Preuniversitario<br />

plantea y cómo los he afrontado.<br />

SON INTERESANTES LOS TEXTOS?<br />

Empezaré reproduciendo aquí las palabras que pronunciara<br />

A. Tovar en su conferencia "Presente y futuro<br />

de los estudios clásicos" (2), porque son las de<br />

tantos otros profesores de latín o griego: "En clase,<br />

cuando uno explica un texto, por ejemplo, las églogas<br />

(#) "Para los ejercicios prácticos de traducción, serán<br />

preferentemente escogidos textos que tengan en sí<br />

mismos una aplicación a la cultura actual: eclesiástica,<br />

patrística, filosófica, de Derecho Romano y Canónico,<br />

etc., sin excluir los trozos de poetas clásicos<br />

fundamentales. Los textos no serán especialmente difíciles,<br />

pero irán en extensión creciente" (Provecto de<br />

Instrucciones de Santander, "Materias, ejercicios y Didáctica",<br />

apartado b).<br />

(1) Recientemente hemos ofrecido a los profesores de Latín<br />

dc Enseñanza Media de Asturias, en conferencia pública,<br />

por amable invitación del Colegio de Doctores y Licenciados<br />

de aquel distrito, los frutos de ese método, operando con un<br />

texto de Virgilio. Por diversas razones, en los poetas es donde<br />

adquiere todo su esplendor.<br />

(2) RE<strong>VISTA</strong> <strong>DE</strong> EDUCACIÓN, núm. 18, febrero 1954.<br />

de Virgilio, se encuentra con un desinterés de los<br />

alumnos que desespera, un desinterés que parece definitivo<br />

y que toca a las mismas raíces de la cultura<br />

occidental." Luego añade: "Cómo van a interesarse<br />

los estudiantes en lo que en definitiva no es sino la<br />

áspera corteza, la preparación, el instrumento, para<br />

penetrar hasta la sabrosa almendra de la sustancia<br />

de Platón o el verso de Virgilio?" Y aun prosigue<br />

con sorpresa: "Pero lo terrible es que es más fácil<br />

interesar a los estudiantes de hoy en los instrumentos<br />

gramaticales y en el estudio de gramáticas y lenguas<br />

raras que en la maravillosa arca cerrada de la sabiduría<br />

antigua." A mí no me sorprende esta actitud; en<br />

realidad, responde al temperamento técnico de la<br />

época, del que no se han librado, sino al contrario,<br />

los estudios clásicos (3). Pues bien: si esto ocurre en<br />

la Universidad, con alumnos que han elegido vocacionalmente<br />

este camino, calcúlese lo que será en el<br />

Instituto. es que esa sabrosa almendra no interesa<br />

ya hoy-? Será que ni siquiera llegamos a ella?<br />

Será que cuando llegamos la ofrecemos "en conserva",<br />

quiero decir como un valor puramente histórico?<br />

Creemos que, si de la sabrosa almendra de las Humanidades<br />

clásicas sabemos extraer los jugos vitales<br />

que hoy nos piden, esas Humanidades serán interesantes<br />

para los jóvenes. Cremos que ahora no se trata<br />

tanto de que nuestros alumnos sepan mucho latín<br />

o griego—de cada diez siempre tendremos dos o tres<br />

que saben mucho, otros tres o cuatro que se defienden<br />

y otros tres o cuatro que no saben nada ni pueden<br />

llegar a saber—; en la hora actual, lo más urgente<br />

es que nuestros alumnos todos saquen el convencimiento<br />

de que en los textos hay un peso específico<br />

extraordinario v respuesta segura a los grandes problemas<br />

del hombre de hoy (lo malo es el tipo de<br />

alumno a quien no interesa más problema que el de<br />

vivir lo mejor posible, trabajando lo menos posible;<br />

pero esto es asunto de todos los profesores). Sí; ésta<br />

es mi inquietud central: un texto clásico debe dar<br />

respuesta a los problemas del hombre de hoy. Si los<br />

clásicos de Grecia y Roma no nos han de dar la vida,<br />

tampoco ellos vivirán.<br />

Claro es que entonces el problema central se traslada<br />

al profesor. Porque la cuestión reside en cómo<br />

preguntar al texto y saber leer su respuesta. Es, pues,<br />

todo el método lo que entra en litigio. Naturalmente,<br />

hay que preguntar en términos de hoy, con recursos<br />

de hoy, para obtener respuestas válidas hoy. El latín<br />

no debiera explicarse más que allí donde hubiera profesor<br />

en estas condiciones; si no hay bastantes, espe-<br />

(3) Este aspecto de la cuestión lo traté en mi conferencia<br />

dada en Santander el pasado verano bajo el titulo "El latín<br />

como técnica y el latín como cultura".


ar. El trabajo sobre el texto de San Agustín y mi<br />

mencionada conferencia de Oviedo más explícitamente<br />

aún quieren ser testimonio de cómo pregunto y leo<br />

las respuestas, procedimientos que someto al juicio<br />

de todos. En mi descargo debo añadir que su base<br />

científica es producto de tenaz trabajo y ensayos insistentes.<br />

PROFESORES Y ALUMNOS<br />

Los propósitos y gran parte del sistema de trabajo<br />

no pueden diferir mucho formalmente de los tradi<br />

dicionales humanísticos, porque son simplemente sentido<br />

común. Pero los medios para llegar a los fines<br />

son muy diferentes, porque los supuestos históricos<br />

generales—vida actual—, los datos científicos—ciencia<br />

lingüística—y los pedagógicos—disciplinas pedagógi<br />

cas—han cambiado, y lo sorprendente es—aunque perfectamente<br />

explicable--que no se hayan reelaborado<br />

los métodos sobre esas nuevas bases, que no se haya<br />

procedido a una reelaboración humanística de los estudios<br />

clásicos. Prescindiendo de los supuestos generales<br />

mencionados, aquí tomaremos solamente facetas<br />

concretas positivas y negativas que, en último término,<br />

están incluídas en esos supuestos:<br />

1.° Disponemos de poco tiempo de clase y estudios<br />

(4). Hay, pues, que aligerar. Pero cómo? De<br />

nuevo tropezamos con la inadecuación de los métodos<br />

a esta situación. En todo caso, con menos de seis horas<br />

semanales de latín, en el Curso Preuniversitario<br />

no se puede hacer labor eficaz verdadera. Es lo que<br />

tienen mis alumnos.<br />

2.0 Nuestros alumnos son muy desiguales. Por<br />

tanto, hay que moverse ágilmente y descender desde<br />

la más alta proyección cultural a una pregunta elemental<br />

de morfología. Esta desigualdad plantea problemas<br />

serios. quién atendemos: a los buenos, a<br />

los regulares o a los que no saben nada? Para mí la<br />

respuesta es clara: a los buenos y a los regulares. No<br />

me suelo situar en el término medio, porque eso es<br />

sacrificar a los mejores y matar su estímulo: subo y<br />

bajo, hago excursiones de lujo y otras más modestas,<br />

con lo que todos quedan atendidos. (No olvidemos<br />

que en Letras las clases son poco numerosas.) Pero<br />

r;y los que no saben nada? Son una rémora. El caso<br />

es pintoresco, pero real. Sí; con el título de bachiuer<br />

en el bolsillo hay quien no sabe apenas nada, porque<br />

estudió la opción de Ciencias y olvidó el latín, si es<br />

que alguna vez supo algo. No creo que el Estado, o<br />

los Centros, deban ocuparse de estos problemas, que<br />

se los crean los propios alumnos, o sus padres caprichosamente.<br />

Pero el caso es que también se da con<br />

alumnos que siguieron la opción de Letras; los Institutos,<br />

sobre los que afluyen muchos estudiantes de<br />

las más variadas procedencias lo saben bien. Lo que<br />

aquí ha fallado han sido los tribunales; principales<br />

responsables, los inspectores estatales, que no utilizaron<br />

el cero oportuna y documentadamente.<br />

(4) Cuando se cantan las excelencias del métod ciiumanístico—que<br />

las tiene, sobre todo considerado en su tiempo—<br />

sus resultados, uno se queda sorprendido: cuatro horas diarias<br />

de latín durante cinco años, régimen de internado, ambiente<br />

estimulante, son suficientes para hacer hablar latín a<br />

un mudo. Con todo, hoy día hay tales deficiencias, que ni<br />

aun con ese régimen se obtienen resultados adecuados.<br />

LA CLASE <strong>DE</strong> HUMANIDA<strong>DE</strong>S LATINAS<br />

No todo son inconvenientes. Tenemos, en primer<br />

lugar, la ventaja de que conocemos mejor al sujeto<br />

de la educación que nuestros antecesores, gracias a<br />

los datos de la Psicología. El caso es utilizarlos y<br />

que los libros y métodos se beneficien prácticamente<br />

y con sentido de la medida en su aplicación.<br />

Otra gran ventaja es que nuestros alumnos no van<br />

a vivir de poseer una erudición clásica. Todo esto es<br />

una técnica para dominar la cual hacían falta en otros<br />

tiempos horas, muchas horas, de adiestramiento, como<br />

hoy para ingresar en nuestras Escuelas Especiales hay<br />

que adiestrarse, más que en razonar matemáticamente,<br />

en el arte de "ver" problemas; nosotros hoy día nos<br />

ahorramos ese tiempo (5). Nuestro propósito es más<br />

puro.<br />

Otra gran ventaja hay que constituye la tercera faceta<br />

del problema. Conocemos mejor la antigüedad<br />

que los hombres del Renacimiento. Puede que no sintamos<br />

tan ingenuo entusiasmo como los pasados hu<br />

manistas, pero sentimos hondamente la grandeza y miseria<br />

de una humanidad que es la nuestra. Nos acercamos<br />

a los textos con mejores armas; la Lingüística<br />

nos las proporciona insuperables. Es aquí donde están<br />

los fundamentos para aliviar los métodos; razones<br />

históricas claras han impedido obtener las<br />

naturales consecuencias. De todas formas, el profesor<br />

bien equipado está en insuperables condiciones po<br />

tenciales. Claro es que aquí la ventaja se convierte<br />

en problema, porque no hay los profesores suficientes,<br />

y si las cosas siguen así, sin mejoras sustanciales,<br />

llegará a no haber ninguno. La erudición o comentario<br />

con que se iluminaría hoy una buena prelección<br />

difiere hondamente de la antigua; es más, ésta no<br />

sirve.<br />

II<br />

EL TRABAJO EN LA CLASE<br />

Después de hablar de alumnos y profesores, entremos<br />

en clase. De nuevo insisto en que mis expeciencias<br />

personales son sólo eso: experiencias y personales.<br />

AUTORES A UTILIZAR<br />

En el Curso Preuniversitario me ha parecido preferible<br />

no utilizar antologías; prefiero seleccionar yo<br />

mismo el texto, copiarlo en multicopista, con las observaciones<br />

que creo oportunas, y distribuirlo. Esto<br />

tiene la ventaja de que el profesor así tiene que estudiar<br />

el texto antes de utilizarlo; la antología es una<br />

tentación de pereza, de la que no está exento el profesor,<br />

como cualquier mortal. Claro es que al profesor<br />

de Enseñanza Media no se le debe cargar de clases<br />

para que su labor sea eficaz. Aplaudo la libertad para<br />

elegir entre gran cantidad de autores que hoy se nos<br />

(5) Debo aclarar que no desdeño la versión como medio<br />

de fijación y dominio de la lengua y la recomiendo y uso lo<br />

que puedo.<br />

121


122<br />

concede, pero no creo aconsejable picar en muchos<br />

sin penetrar en ninguno. Como criterio general me<br />

suelo atener al de utilizar un buen poeta latino junto<br />

a un buen autor cristiano, como ejes del curso, a los<br />

que acompañan planetariarnente otros autores y épocas.<br />

Así, por ejemplo, en el presente curso he utilizado<br />

a Virgilio y San Agustín como ejes de mi labor.<br />

FINALIDAD QUE ME PROPONGO<br />

C. P. U. MATERIAS ESPECIALES <strong>DE</strong> LETRAS<br />

Los textos que utilizo—perdóneseme este uso necesario<br />

de la primera persona—tienen una finalidad<br />

inmediata de tipo instrumental que no olvido: adiestrarse<br />

en traducir. Sin embargo, el fin principal no<br />

es ése; mi propósito esencial consiste en poner en<br />

contacto la problemática del hombre actual con el<br />

texto latino; es necesario que el texto latino no resulte<br />

sordo y mudo; no lo resulta si el profesor lo<br />

maneja con recursos y mente actual. No se trata de<br />

que el profesor se lance a caprichosas interpretaciones<br />

más o menos traídas por los pelos; eso ya se hacía<br />

a finales del )(VII, en el xviii y xix, y quedó suficientemente<br />

desacreditado (epígonos del humanismo<br />

renacentista totalmente estériles); el tipo de interpretación<br />

que hagamos tiene que sustentarse en la letra<br />

del texto para ser verosímil. Tampoco es necesario<br />

que uno lo lleve todo pensado (la preparación del profesor<br />

debe ser remota para poder repentizar). Podemos<br />

asegurar que el texto de San Agustín que aparece<br />

en este trabajo "lo fuimos descubriendo" en clase;<br />

cada análisis que allí se hacía me abría nuevos horizontes.<br />

Para ejemplificar lo que digo remito al título<br />

de dicho trabajo "Síntesis general". Obsérvese cómo<br />

es el hecho real del estilo expresivo lo que me lleva<br />

a formular afirmaciones sobre el estado de espíritu<br />

del santo; hechos de estilo son los que me llevan a<br />

descubrir los dos únicos protagonistas del texto; aparentes<br />

contradicciones expresivas me permiten iluminar<br />

el choque del pensamiento cristiano con el grecorromano.<br />

Bajo el título "Proyección cultural", intento<br />

un avance, con vistas a situar todos los problemas que<br />

surgen en el texto en el círculo de los intereses e<br />

inquietudes actuales (6). Creo que es fácil comprender<br />

a cuántas excursiones de tipo cultural e intelectual da<br />

pie el texto que tomo como base. Puede que no todos<br />

los textos sean igualmente valiosos; pero ciertos autores<br />

garantizan de antemano el éxito; al menos hemos<br />

hecho experiencia con varios prosistas y poetas, siempre<br />

con buen resultado, aunque el sentido sea diferente<br />

en cada caso.<br />

PREPARACIÓN <strong>DE</strong>L TRABAJO<br />

Entremos ahora un poco en el detalle de cóm., preparar<br />

la labor de los alumnos. Rápidamente, pues los<br />

procedimientos formales son los de siempre.<br />

En primer término, dimos una visión panorámica<br />

del santo y su obra; una ambientación histórica ade-<br />

(6) Debemos advertir que la forma de penetrar en los<br />

textos que aquí exponernos no es la única posible; precisamente<br />

en este mismo número nuestro comentario va unido<br />

al de un filósofo. Por mi parte, diré que utilizo los medios<br />

que me corresponden: los del filólogo.<br />

cuada. Luego unas breves palabras sobre ese maravilloso<br />

canto a las misericordias del Señor, que son<br />

las Confesiones. Todo esto, breve y sobrio; mejor<br />

quintas esencias que fárragos. Como educado en la<br />

filología clásica, dentro además del gusto actual, prefiero<br />

que hable el texto por sí mismo, sin cubrirlo<br />

previamente de hojarasca; explicamos previamente lo<br />

suficiente para que el alumno entre en estado de receptividad.<br />

El texto de San Agustín que comentamos ha sido<br />

trabajado en seis o siete sesiones (7); por su extensión,<br />

se verá que unas doce líneas folio cada día. Esta<br />

tarea se la preparamos al alumno de un modo que<br />

se aproxima a la prelección de otros tiempos:<br />

1. Lectura cuidadosa del texto por el profesor.<br />

2. Síntesis del contenido.<br />

3. Aclaraciones diversas y comentarios.<br />

En la síntesis me extiendo según el texto lo aconseje.<br />

Las aclaraciones afectan a los pasajes más difíciles:<br />

unas veces damos el sentido castellano; otras,<br />

la explicación gramatical de la dificultad; pocas, la<br />

traducción; con frecuencia, el léxico más dificultoso.<br />

A continuación, hacemos un comentario de extensión<br />

variable, según las circunstancias. Los alumnos no<br />

toman notas, salvo en la aclaración de dificultades de<br />

léxico.<br />

INTERVENCIÓN <strong>DE</strong> LOS ALUMNOS<br />

Los alumnos intervienen, como es natural, al día<br />

siguiente. Suele empezar su intervención con preguntas<br />

de léxico contenido en el texto, distribuidas<br />

por toda la clase, sobre todo los verbos y sus enunciados;<br />

los tres o cuatro alumnos que llevan el peso<br />

de la intervención sufren un interrogatorio exhaustivo<br />

del léxico (8). Al vocabulario suelo añadir fraseología,<br />

cuando el tiempo me lo permite, que es pocas<br />

veces. Los alumnos del Preuniversitario llevan todos<br />

su cuaderno de vocabulario, bajo vigilancia del profesor.<br />

Acto seguido, pido una síntesis oral de mis<br />

comentarios del día anterior, si merece la pena. Después<br />

empieza la traducción con las habituales preguntas.<br />

Todos los días se repasa algún punto de morfología<br />

o sintaxis sobre el texto. Cuando los alumnos<br />

han terminado su traducción, el profesor procede a<br />

hacer la suya. De nuevo vuelvo al comentario, en<br />

esta ocasión sin limitar la extensión. Aclararé que<br />

rara vez estudiamos fuentes o reunimos pasajes de<br />

otros autores para iluminar el que traducimos, corno<br />

se hacía en otros tiempos hasta el aburrimiento; hoy<br />

no tenemos tiempo para ello, y el gusto actual se<br />

rebela contra ese sistema, que aplica al saber el principio<br />

de autoridad. A cambio, me esfuerzo en destacar<br />

los valores del texto en sí, su fuerza, su originalidad,<br />

aunque la distinción de fondo y forma me<br />

resulta inaplicable y es falsa en la forma en que<br />

trabajo. El comentario se sustenta en cuidadosos análisis,<br />

que muchas veces toman forma de diálogo so-<br />

(7) He encontrado en mi caso preferible y más eficaz en<br />

todos sentidos distribuir las seis horas semanales (o cinco) en<br />

tres sesiones.<br />

(8) A estas alturas--en Preuniversitario—no debiera existir<br />

el problema del léxico; pero existe. A nuestro juicio, es un<br />

problema capital, y su solución apunnta en la dirección que<br />

expusimos en la Universidad "Menéndez Pelayo".


crätico, entre mis alumnos y su profesor. Al hablar<br />

luego de la síntesis final, presentaré de nuevo ejemplificada<br />

la intervención de los alumnos en ella. Los<br />

análisis—que no son gramaticales—tratan de observar,<br />

perseguir y destacar la línea psicológica que preside<br />

la disposición de un texto, línea que no falta nunca,<br />

cuyo interés consiste en que es inconsciente para el<br />

autor e imperceptible, en cuanto no tiene conciencia<br />

inmediata de su comunicación, para el lector. Es tarea<br />

difícil, pero atractiva por su finura; algo así como<br />

aprisionar sombras y darlas cuerpo al tocarlas; estimula<br />

la observación extraordinariamente. El principio<br />

inspirador de estos análisis ya lo formulamos en<br />

el comentario al texto. Donde el brillo de estos trabajos<br />

es extraordinario es en los poetas. El instrumento<br />

científico preferido es la actual Estilística, no<br />

sistematizada, sino puesta en práctica como sistema<br />

de trabajo. En fin, para estar en forma hay que leer<br />

y estudiar a diario.<br />

Cuando el texto total estuvo traducido, los alumnos<br />

se sometieron a una traducción de cualquier trozo<br />

del mismo sin diccionario. Es un recurso para neutralizar<br />

la pereza y la picardía (el alumno que copia<br />

de otro la traducción, que se sirve de traducciones<br />

hechas, no para aprender más, sino paar descansar<br />

más) (9).<br />

LOS ALUMNOS Y EL PROFESOR<br />

EN LA SÍNTESIS FINAL<br />

Puede comprenderse que el texto está trillado cuando<br />

llega la síntesis final. Las ideas, los análisis, han<br />

anunciado ya mucho de lo que hay que sintetizar.<br />

Los análisis han sido obra común; pero, con todo, en<br />

la síntesis conviene hacer sentir al alumno otra vez<br />

que lo que el profesor descubre es descubrimiento<br />

común.<br />

Cuando después de seis o siete sesiones dije a mis<br />

alumnos que había que hacer una visión de conjunto<br />

y que saldrían muchas cosas que habían pasado inadvertidas,<br />

se sorprendieron un tanto. El esquema de<br />

la disposición del capítulo XII lo comprendieron al<br />

punto. Veamos su intervención en el análisis:<br />

--Son cortas o extensas las frases de este texto?<br />

El alumno leyó, miró y se fijó; vió que eran breves.<br />

— Cómo es la frase de Cicerón?<br />

Los alumnos que habían traducido algún discurso<br />

de Cicerón dijeron que muy amplia.<br />

— Cuál es el orden de palabras habitual en latín?<br />

Los alumnos, por poco latín que sepan, recuerdan<br />

el verbo al final como algo típico.<br />

- aquí?<br />

(9) Desgraciadamente, la mentalidad general de la burguesía<br />

inedia que acude al Bachillerato no busca sino la línea del<br />

menor esfuerzo en su búsqueda del puesto cómodo; a sus<br />

hijos les falta—repito que en general—el sentido de la responsabilidad;<br />

el amor a la patria lo sienten solamente retóricamente;<br />

no les interesa el valor, como bien trascendente, de<br />

la cultura en el orden individual y colectivo; no ven en el<br />

trabajo un medio de fortalecer la comunidad nacional. Claro<br />

es que hay siempre casos magníficos. Pero de todas formas,<br />

quiera Dios que pronto entren en el Bachillerato los miles de<br />

chicos inteligentes que se pierden en la urbe y en el suburbio,<br />

en el campo y en la aldea, por falta de medios económicos.<br />

La competencia de estos superdotados sería un reactivo salutífero<br />

para la comunidad nacional.<br />

LA CLASE <strong>DE</strong> HUMANIDA<strong>DE</strong>S LATINAS 123<br />

El alumno miró frase por frase y encontró abundantes<br />

excepciones, más que en César...<br />

Frase corta, orden de palabras más próximo al español,<br />

diferencias con Cicerón... Por qué?<br />

Sabíamos que los alumnos no estaban en condiciones<br />

de explicar esto. Pero queríamos oír pareceres,<br />

sobre todo estimularlos a buscar la causa de los fenómenos.<br />

Hubo alguno que apuntó la idea de que ése<br />

era el estilo que se había creado el santo. Pero entonces<br />

le sometí a varias preguntas que aparecen en<br />

el comentario. Sigamos.<br />

Vino después la pregunta de cuántos pronombres<br />

había expresos en el capítulo XII. El alumno los<br />

contó y vió que la cifra era desmesurada. Más desmesurada<br />

la resultaba cuando se establecían proporciones<br />

entre los de primera persona con los demás,<br />

en el uso de los dativos con relación a los otros casos.<br />

Y de nuevo volví a los porqués. ¿Por qué el santo<br />

tendría en la pluma el yo, yo, yo, una y otra vez?<br />

No podíamos admitir la vanidad en un santo sin<br />

más pruebas. Nuevos interrogatorios y nuevas observaciones.<br />

Así fué como el texto quedó preparado. Mi escollo<br />

consiste en que la sesión de hora y media, o incluso<br />

la de dos horas, es siempre corta, no para aburrirse,<br />

sino para entretenerse. Allí no se aburre más que el<br />

que se niega, con resistencia pasiva impenetrable, a<br />

pensar. Pero debo subrayar que nunca me faltan excelentes<br />

alumnos que vibran, se interesan por las dificultades,<br />

piensan y además entienden a Virgilio y lo<br />

traducen bien. Luego hay un término medio que<br />

hay que impulsar para que ande y luego los imposibles<br />

(10). Ahora añadiré que los alumnos preparan<br />

trabajos y síntesis sobre temas o libros relacionados<br />

con el texto; que me preocupo de que la labor de<br />

traducir fielmente no quede anulada por la labor<br />

cultural. Mi máximo cuidado es no caer en la conferencia<br />

y en el monólogo—el Curso Preuniversitario<br />

no son conferencias; esto es un complemento—; cualquier<br />

texto me las ofrece espontáneas y con facetas<br />

más originales que las que uno prepara en su despacho;<br />

pero de vez en cuando cedo a la improvisación,<br />

sobre todo si veo al alumno legítimamente cansado.<br />

No oculto que una clase así llevada tiene un<br />

equilibrio inestable, que nace sobre todo de la desigualdad<br />

del alumno. Pero acaso ese equilibrio es<br />

su mayor atractivo.<br />

Tal es, en líneas generales, el desarrollo didáctico<br />

del texto comentado. No quiero decir que exacta-<br />

(lo) Ni uno solo de mis quince alumnos va a estudiar<br />

Filosofía y Letras. Esto me causa a la vez alegría y dolor:<br />

alegría porque, al menos, los tres excelentes que hay recordarán<br />

siempre a Virgilio, además de recitar de carrerilla el<br />

Código civil, cuando alcancen la posición preeminente que a<br />

su valía corresponde, que con Letras no alcanzarían nunca;<br />

el Código civil les será más útil para vivir a secas, pero el<br />

poeta y el santo les serán más útiles para vivir humanamente;<br />

dolor, porque el golpe a esa Facultad es un golpe contra España,<br />

no menos directo y cruel que el que no hace muchos<br />

años recibió de sus enemigos. La Facultad de Letras no tiene<br />

ningún porvenir. Por gusto iría alguno de mis alumnos; hasta<br />

puede que lo haga libre; pero tomarla como base, no... Por<br />

muchas construcciones hidroeléctricas que se hagan, no habrá<br />

luz, si no se hacen proporcionales inversiones en cultura.


124<br />

mente sea así, sino que ésta es mi directriz. No difiere<br />

gran cosa formalmente del método humanístico<br />

tradicional; pero los medios y fines que utilizamos<br />

son diferentes; también lo es el jugo que de los textos<br />

extraemos.<br />

Nosotros creemos que, dentro de las modestas posibilidades<br />

de horario y demás limitaciones expuestas,<br />

ponemos al alumno en contacto con problemas vivos<br />

e intentamos manejar los textos con ritmo de nuestra<br />

hora. Sea cualquiera el texto que manejemos, casi<br />

siempre nos es posible proyectar los problemas de<br />

nuestra vida actual sobre él, reducir a problema humano<br />

o encontrar conexión humana a todo punto<br />

particular que toquemos, aunque sea una cuestión<br />

fonética. Es así como sustituyo los estudios de fuentes,<br />

citas, pasajes análogos, doctrinas sobre la originalidad,<br />

disgresiones, colecciones de elogios, que eran<br />

la sustancia de la erudición en el método humanístico<br />

(y que cumplían su fin y había tiempo para ello).<br />

Después de esto, los muchachos traducirán los unos<br />

C. P. U. MATERIAS ESPECIALES <strong>DE</strong> LETRAS<br />

bien, la mayoría saldrán del paso, algunos no aprenderán<br />

nunca. Puede que un repetidor cualquiera me<br />

diga que eso lo consigue él sin tanto aparato científico,<br />

cosa que le concedo en los dos primeros cursos<br />

--que también me son conocidísimos—, aunque no<br />

es lo mismo ser repetidor a secas que buen profesor.<br />

Pero las Humanidades Clásicas en el Preuniversitario<br />

habrán ganado un grupo de ardientes fieles; las Humanidades<br />

Clásicas se habrán revelado como fuerza<br />

viva; sus textos, como tesoros válidos ahora; además,<br />

todos habrán seguido un curso que preludia su actividad<br />

universitaria, y algunos el único curso universitario<br />

que verán. Ninguno de estos objetivos los alcanzará<br />

jamás un repetidor. El Curso Preuniversitario<br />

merece que se le entreguen las mejores fuerzas de la<br />

Enseííanza Media.<br />

V. E. IIERNÁN<strong>DE</strong>Z-<strong>VISTA</strong><br />

Catedrático de Latín del Instituto "Cervantes",<br />

de Madrid.


C. Materias especiales de Ciencias<br />

El Proyecto de Instrucciones de Santander dedica a<br />

las materias especiales de ciencias en el C. P. U. el<br />

apartado C) de la segunda parte, titulada "Materias,<br />

ejercicios y didáctica". En un primer párrafo se exponen<br />

los principios generales y comunes a las prácticas<br />

de Matemáticas, de Física y Química y de Ciencias<br />

Naturales, y en los Apéndices 7.° y 8.0 se reseñan<br />

más extensamente las prácticas de Matemáticas y de<br />

Física.<br />

El Curso preuniversitario, que la nueva ley de Ordenación<br />

de la Enseñanza Media establece en su artículo<br />

38, está llamado a ser una de sus piezas fundamentales.<br />

Quienes rigen nuestra Enseñanza Media<br />

también lo estiman así, a juzgar por la atención que le<br />

vienen prestando. Unas instrucciones provisionales enviadas<br />

el pasado curso a los Centros, y la reciente disposición<br />

de que hasta que se dicten otras definitivas<br />

sigan considerándose normativas de este Curso, confiesan,<br />

como era de esperar, que el Preuniversitario no<br />

ha pasado todavía de ensayo, por lo que está sujeto<br />

a constante vigilancia. El pasado verano, en Santander,<br />

en unas reuniones de profesores oficiales y privados,<br />

(*) "Los alumnos se ejercitarán en la resolución de<br />

problemas relativos a todas las ramas de la Matemática<br />

estudiada en el Bachillerato, y el profesor cuidará<br />

de imbuirles la idea de que no hay diferencia esencial<br />

alguna entre un teorema y un problema. En la resolución<br />

de cada problema se utilizarán los métodos aritméticos,<br />

algebraicos, geométricos y gráficos ya estudiados.<br />

Para la enseñanza de las Matemáticas se dedicará<br />

una sesión diaria de una hora." (Proyecto de Instrucciones;<br />

Materias, ejercicios y didáctica, ap. c), núm. 1).<br />

El apéndice 7. 0 dice así: "Pretendiendo, entre otras<br />

cosas, que el alumno de matemáticas en el Curso Preuniversitario<br />

alcance a ver en parte el desarrollo formal<br />

de esta ciencia, y puesto que se le supone ya en posesión<br />

de los conocimientos adquiridos en los seis primeros<br />

cursos del Bachillerato, la labor a realizar durante<br />

este curso especial, aparte de la resolución de problemas<br />

y comentarios de textos de contenido científicomatemático,<br />

versará sobre el estudio o revisión de aquellos<br />

conceptos fundamentales o temas que quedaron<br />

como vacío o lagunas en esta disciplina tan compleja.<br />

Sirvan como ejemplo los siguientes: el número natural<br />

y la ampliación de número, leyes formales del cálculo,<br />

1) Prácticas de Matemáticas (*)<br />

PRINCIPIOS GENERALES<br />

Con estos alumnos se insistirá a lo largo del curso<br />

sobre las teorías fundamentales de Ciencias ya estudiadas<br />

en el Bachillerato, adoptando un punto de vista<br />

elevado, de modo que resalte la unidad interna en<br />

cada disciplina y la armonía del conjunto. Las prácticas<br />

en estas materias estarán orientadas por la idea<br />

de que una práctica sólo es formativa en la medida<br />

en que se comprenden su esencia y su fundamento.<br />

se elaboró un informe, que fué elevado a la superioridad.<br />

Este informe y otros asesoramientos de personas<br />

relevantes de la docencia española tal vez sean datos<br />

valiosos para quienes hayan de dictar las instrucciones<br />

definitivas. Pero hemos de confesar nuestro miedo de<br />

que estas instrucciones definitivas puedan salir demasiado<br />

pronto. El Preuniversitario es niño aún; no ha<br />

mucho que le hemos visto nacer, y tememos que se<br />

desarrolle con excesiva rapidez, se vista de largo, ya<br />

hecho un hombrecito, y pueda defraudarnos quedándose<br />

en menos de lo que habíamos soñado.<br />

El nuevo plan de estudios está todavía pendiente de<br />

observación, y tal vez amenazado de algún pequeño<br />

retoque. Consecuencia de este plan será el Preuniversitario,<br />

que con mayor razón, por ser pieza nueva en<br />

la Enseñanza Media, necesita someterse a una detenida<br />

experiencia antes de articularlo definitivamente. Su<br />

organización y su didáctica se prestan a la sugestión.<br />

Al trasladar aquí algunos de mis puntos de vista sobre<br />

la proporcionalidad y sus aplicaciones en aritmética y<br />

geometría, el concepto de eliminación de una incógnita<br />

en un sistema de ecuaciones y el teorema de la equivalencia,<br />

potencia de exponente cero, negativo y fraccionario,<br />

operaciones con números aproximados, conceptos<br />

de función, límite aritmético y funcional, punto<br />

del infinito, radios y cambio de unidad en la medida<br />

de arcos y ángulos..., etc...<br />

En cuanto a la resolución de problemas, y según la<br />

naturaleza de éstos, se cuidará que el alumno aprenda<br />

a discernir en el empleo de los métodos de resolución:<br />

análisis, síntesis, lugares geométricos, semejanza, rotación,<br />

simetría..., etc., adiestrándolo de esta suerte en la<br />

labor de discurrir por cuenta propia, que ya habrá<br />

iniciado en cursos anteriores.<br />

Los problemas de física se tratarán de común acuerdo<br />

en las materias afines, con la colaboración mutua<br />

entre los profesores de Física y Matemáticas."


126<br />

la didáctica de la Matemática, tengo en cuenta que<br />

cada maestrillo tiene su librillo. Por ello no aspiro a<br />

modificar una sola línea del "librillo" de los demás.<br />

El alumno del Preuniversitario de ahora ha sabido<br />

en su día, mejor o peor, casi todas las materias contenidas<br />

en los cuestionarios de los seis cursos y ha<br />

resuelto ejercicios y problemas relacionados con las<br />

teorías estudiadas. Pero es evidente que, por las muchas<br />

asignaturas que ha tenido en cada curso y otros<br />

imponderables, no ha podido darse perfecta cuenta del<br />

camino recorrido, con prisas las más de las veces. Algunas<br />

cuestiones de su agrado, que llegó a dominar,<br />

ya apenas le suenan; muchos conceptos los tiene completamente<br />

olvidados y otros los posee con inseguridad.<br />

El Preuniversitario viene a subsanar estas deficiencias,<br />

a dar actualidad a cosas ya vividas, buscando su valor<br />

formativo.<br />

Admito que en cada curso se establecieron las relaciones<br />

más elementales entre las teorías o prácticas del<br />

mismo y con las cuestiones que se estudian en las asignaturas<br />

afines (principalmente con la Física), por lo<br />

que, sin excluir la tarea de relacionar conocimientos<br />

siempre que haya ocasión para ello, creo que son más<br />

propias de este curso las siguientes:<br />

1.a Repasar y actualizar conceptos.<br />

2.a Fomentar la agilidad de cálculo.<br />

3.a Sedimentar teorías fundamentales y prácticas<br />

de frecuente aplicación.<br />

4.a Resolver problemas.<br />

5.a Ejercitar en la buena expresión oral y escrita.<br />

REPASO <strong>DE</strong> CONCEPTOS<br />

Es sabido que el niño se resiste a la adquisición de<br />

los conceptos matemáticos, por el carácter abstracto de<br />

los mismos. Muchos, al dar una definición, lo hacen<br />

como si se tratara de algo perteneciente a las ciencias<br />

de la Naturaleza; no alcanzan a ver que se trata de<br />

definiciones nominales. Esto obliga, siempre, a ir muy<br />

despacio en las lecciones densas en conceptos fundamentales,<br />

pues de nada servirá pasar adelante si aquello<br />

de que se va a seguir hablando no se ha captado<br />

bien.<br />

El valor educativo del repaso de conceptos es grande,<br />

pues si el alumno ha de percibir con claridad, está<br />

obligado a fijar su atención, acto intelectual éste al que<br />

Balmes califica como el más indispensable en todos<br />

los trabajos intelectuales. Y la realidad nos muestra que<br />

los alumnos del Preuniversitario, o no tienen algunos<br />

conceptos claros, o los tienen olvidados. De aquí la<br />

necesidad de volver sobre ellos. Este repaso puede hacerse<br />

mediante la proposición de cuestiones o ejercicios<br />

relacionados con el concepto o conceptos que se deseen<br />

repasar.<br />

C. P. U. MATERIAS ESPECIALES <strong>DE</strong> CIENCIAS<br />

Ejemplo l.°—E1 profesor deja caer un objeto y pregunta<br />

por qué cae. Se le contesta que por la acción de<br />

la gravedad. De aquí, se pasa a la consideración de que<br />

el peso es una fuerza (magnitud vectorial), y se llega<br />

así al concepto de vector y a definir su módulo y su<br />

argumento. Con ejemplos variados se insistirá para<br />

establecer la diferencia entre magnitudes escalares y<br />

vectoriales. Se advertirá que la Matemática tiene capítulos<br />

dedicados al estudio de vectores en el espacio de<br />

tres dimensiones. Tal vez baste todo esto para la sesión<br />

de un día. En la clase del día siguiente pueden prodigarse<br />

los ejercicios de aplicación y reafirmación de<br />

lo estudiado. Como el número complejo es la versión<br />

analítica del vector (ente geométrico), debiera repasarse<br />

el estudio de estos números en clases inmediatas.<br />

Ejemplo 2.°—Con motivo del anuncio en la prensa<br />

de una emisión de acciones u obligaciones de una empresa<br />

o entidad bancaria, se hará leer el anuncio a uno<br />

de los alumnos. Ello da pie para recordar conceptos<br />

relativos a esta parte de la Matemática financiera: emisiones<br />

a la par, cambio, tanto por ciento efectivo, gastos<br />

del suscriptor, etc., y otros puntos de interés contenidos<br />

en el anuncio. Podría iniciarse el repaso sistemático<br />

de la aritmética comercial, que puede continuarse<br />

en otras sesiones. Unos ejercicios típicos intercalados<br />

ayudarán a actualizar este capítulo, de tan constante<br />

presencia en la vida diaria.<br />

Ejemplo 3.°—Se propone este problema: Un prado,<br />

de forma triangular, se divide en dos partes por la<br />

paralela a uno de sus lados, que descompone a la alto-<br />

2<br />

ra relativa al mismo en la razón —. Si cinco hombres<br />

3<br />

han segado en ocho días la hierba de la parte menor,<br />

¿cuántos días tardarán catorce hombres en segar la<br />

parte mayor, si siete de éstos siegan como cinco de<br />

aquéllos?<br />

Por ser<br />

A D 2 Al) 2 Arta de A B' C' 2' 4<br />

— —, es — = ;<br />

= —<br />

<strong>DE</strong> 3 A E 5 Area de ABC 52 25<br />

Arta de A B' C' 4<br />

Y = — • La regla de tres compuesta:<br />

Arta de B' BCC' 21<br />

Segadores Días Arco Rendimiento<br />

5 8 4 7<br />

14 X 21 5


nos conduce a<br />

8 14 4 5<br />

- • • -<br />

8<br />

5 21 7 21<br />

de donde x 21 días.<br />

La resolución de este problema se presta a repasar<br />

la semejanza de triángulos; la importante propiedad,<br />

frecuentemente olvidada por los alumnos, de que la<br />

razón de las áreas de dos figuras semejantes es igual<br />

al cuadrado de la razón de semejanza; el concepto de<br />

razón, la proporcionalidad de magnitudes, la regla de<br />

tres compuesta, etc.<br />

Ejemplos análogos a éstos pueden conducir fácilmente<br />

a la clase, hábilmente dirigida por el profesor, a la<br />

necesidad de actualizar y relacionar conceptos, precisando<br />

el alcance de los mismos. Atinadas preguntas o<br />

sencillas cuestiones impulsarán la participación activa<br />

de los escolares. No importa que sean elementales; por<br />

el contrario, deben serlo si encierran verdadero interés<br />

y contribuyen a iluminar rincones oscuros.<br />

Ejemplo 4.°--Si un metro de tela cuesta 10 pesetas,<br />

cuánto importarán 6 metros? Si por una peseta nos<br />

dan 10 metros de cuerda, cuantos nos darán por 6 pesetas?<br />

Las contestaciones a estas preguntas, son: 60 pesetas<br />

a la primera, y 60 metros a la segunda.<br />

He aquí un ejemplo que mueve a repasar la multiplicación<br />

con números concretos y obliga a fijarse en<br />

que el producto es de la misma naturaleza del multiplicando.<br />

La operación inversa (división) da lugar a<br />

un problema de "partición" si dados el producto y el<br />

multiplicador se pide el multiplicando, y de "medición"<br />

si dados el producto y el multiplicando se pide<br />

el multiplicador. Se llega así a las puertas del problema<br />

de la medida, que el profesor puede explicar con<br />

la extensión y detalle que estime conveniente. A ser<br />

posible, la clase debe iniciarse con una cuestión o problema<br />

extraídos de la vida cotidiana, que susciten en<br />

el alumno el interés o la curiosidad.<br />

Los conceptos fundamentales de la Matemática elemental<br />

no son muchos, y entre otros, consideramos<br />

merecedores de una mención en el Preuniversitario: el<br />

número natural y las ampliaciones de los campos de<br />

números; las unidades angulares y de arcos, deteniéndose<br />

en el radián; la proporcionalidad y sus aplicaciones<br />

en geometría (semejanza); el concepto de ecuación,<br />

el de raíz o solución; equivalencia de ecuaciones y sistemas;<br />

la igualdad de figuras, y en particular la de<br />

triángulos; las simetrías axial y central; lugares geométricos;<br />

potencia de un punto respecto de una circunferencia;<br />

las razones trigonométricas; logaritmo de un<br />

número y sus primeras propiedades; el concepto de<br />

límite de una sucesión, el de función y el de límite<br />

funcional; el de función continua y el de derivada.<br />

AGILIDAD <strong>DE</strong> CÁLCULO<br />

El cálculo, y en particular el cálculo con expresiones<br />

literales, suele ser de lento aprendizaje. Es un instrumento<br />

indispensable, que ha de manejarse con soltura.<br />

Muchos de nuestros escolares no pueden seguir una<br />

explicación que se les hace en la pizarra porque, poco<br />

hábiles en las transformaciones del cálculo, se pierden<br />

PRÁCTICAS <strong>DE</strong> MATEMÁTICAS 12T<br />

a mitad del camino. Lograr que el alumno posea facilidad<br />

de cálculo es como fortalecer al deportista mediante<br />

los ejercicios físicos apropiados; es inyectarle<br />

confianza en sí mismo, es poner a punto los instrumentos<br />

que va a emplear en su trabajo. Además, el<br />

logro de un buen calculador no sólo proporciona el<br />

fin apetecido de dotar al alumno de una aptitud de<br />

gran utilidad, sino que a lo largo del camino ha producido<br />

frutos de alto valor educativo, pues ha desarrollado,<br />

entre otras virtudes, la constancia y la paciencia.<br />

Sin olvidar los ejercicios de cálculo numérico y de<br />

cálculo mental, para mantener una mínima rapidez en<br />

los mismos, en el Preuniversitario deben prodigarse<br />

los ejercicios de cálculo con expresiones literales. Posiblemente<br />

sea el cálculo con estas expresiones la parte<br />

más árida y repugnante para los escolares. Se trata de<br />

repasar y cimentar las propiedades de las operaciones<br />

y las transformaciones basadas en las leyes formales.<br />

Los ejercicios, en su mayor parte, se refieren a simplificar<br />

expresiones, que dicen poco a la intuición y a la<br />

resolución de ecuaciones y sistemas. Forzoso es admitir<br />

mucha paciencia en el profesor, para obtener, por la<br />

vía (le ejemplo, que la tenga el alumno.<br />

El cálculo ágil y seguro es la humilde "mano de<br />

obra" de la Matemática; y es sabido que los edificios<br />

los proyectan los arquitectos, pero los levantan los<br />

obreros. Hemos conocido alumnos con especiales aptitudes<br />

para la Matemática, que oponían resistencia a una<br />

mínima seguridad y rapidez en las operaciones; y otros<br />

que, por el contrario, con facilidad para calcular, eran<br />

incapaces de asimilar un sencillo razonamiento. Estas<br />

aptitudes opuestas obedecen a especiales disposiciones<br />

de cada individuo. Y aquí está una fundamental labor<br />

del profesor: percibir la aptitud de cada alumno para<br />

fomentar la facultad de razonamiento en los que, fáciles<br />

para el cálculo, carezcan de ella, y ejercitar en la<br />

adquisición de tan valioso instrumento a los bien dotados.<br />

Porque no hay que olvidar que el cálculo literal<br />

encierra en sí un estimable valor educativo desde el<br />

punto de vista matemático. No consiste exclusivamente<br />

en operar con rapidez y sin equivocarse; esto es lo de<br />

menos. Lo importante es que cada ejercicio coloca al<br />

alumno ante una situación, que debe resolver con claridad<br />

de visión eligiendo el mejor camino.<br />

Ejemplo 1.°—Sea simplificar la expresión:<br />

(x + 2)' - (x - 2) =<br />

4 . x (x + 1) = - (x - 1)<br />

El alumno debe comenzar por fijar su atención en<br />

la misma, para percibirla en su conjunto. Se trata del<br />

cociente de dos fracciones, que deben simplicarse previamente.<br />

Para ello, en vez de desarrollar las potencias<br />

indicadas, convendrá aplicar la propiedad "diferencia<br />

de cuadrados es igual a suma por diferencia" (de tan<br />

frecuente uso). Con este primer paso se reduce a<br />

(2 . x) . 4 1<br />

4 . x (2 . x) . 2<br />

de la que se deduce inmediatamente la expresión<br />

final: 8 . x .


128 C. P. U. MATERIAS ESPECIALES <strong>DE</strong> LETRAS<br />

Ejemplo 2.°—Si se trata de simplificar la expresión<br />

3 .y—x 1 x.y<br />

y -I • x + Y<br />

consideraríamos poco hábil al alumno que no se diera<br />

cuenta en seguida de que el producto x . y aparecerá<br />

en los dos términos de la fracción producto, por lo<br />

que debe considerarse suprimido de antemano. Queda<br />

en un primer paso:<br />

5. 3)2— 3. x.y+x2<br />

x + y<br />

y como el numerador se reduce a (x+-y)', se llega a<br />

(x) 3<br />

x ± y<br />

Ejemplo 3.°—La ecuación<br />

x + y<br />

(a + b) . x — (a 2 — b . x — (a + b) x +<br />

+ (a' — b 2) . (a + b) = O,<br />

de complicada apariencia, da ocasión para practicar<br />

la operación de sacar factor común, pues sacando<br />

x de los dos primeros términos, a+ b de los<br />

dos últimos y después (a + b) . x — — br), Se<br />

escribe:<br />

[(a + b) . x — (a — b 2)] . [x — (a + h)] 0,<br />

que se descompone en dos ecuaciones de primer grado,<br />

de soluciones: x=a—byx =a+ b.<br />

Ejemplo 4 9 —De las relaciones:<br />

a+ b=rn' [1) , a = — m.p [2] ,<br />

b= —m.n [3) , c =-- — n p [4 ] .<br />

1 1 1<br />

obtener la relación — — — = O.<br />

a b e<br />

Multiplicando [21 y [3], se obtiene: a . b m'. a. p,<br />

y teniendo en cuenta [11 y 141: a. b =---c.(a+b).<br />

De aquí, dividiendo por a. b. c y transponiendo términos:<br />

1 1 1<br />

— — — = O<br />

a 17 c<br />

Muy conveniente es la proposición de problemas que<br />

obliguen al alumno a perfeccionarse en el cálculo. Asi<br />

mismo, deben seleccionarse algunos antiguos o curiosos,<br />

para llamar su atención y despertar su interés.<br />

Ejemplo 5.°--En la expresión<br />

( (x 4 + S + — x + 1<br />

((x 4 + x 3 + x + 1<br />

2<br />

x + I<br />

2<br />

x+1<br />

se pueden suprimir las fracciones sin que se altere el<br />

producto. Explíquese esta particularidad.<br />

± 1<br />

El primer paréntesis equivale a , y el segun -<br />

x— 1<br />

—1<br />

do a<br />

x 1<br />

El producto de estas dos fracciones se puede escribir:<br />

x 3 — 1 x + 1<br />

x — 1 x+ 1<br />

que no difiere del producto<br />

(1.4 xt ± 1)<br />

(x' + + xft + x + 1) .<br />

obtenido suprimiendo las fracciones.<br />

Ejercicios análogos a éstos, previamente seleccionados<br />

y ordenados por su dificultad creciente, ayudan a que<br />

los alumnos se familiaricen con el cálculo. Las demostraciones<br />

de identidades trigonométricas y las operaciones<br />

con radicales y potencias de exponente racional son<br />

también tecomendables.<br />

SEDIMENTO <strong>DE</strong> TEORÍAS Y PRÁCTICAS<br />

Son variados los capítulos de la Matemática que por<br />

su carácter formativo o sus ulteriores aplicaciones piden<br />

un lugar en el Preuniversitario. Suelen ser unos<br />

predominantemente teóricos, y otros, de marcado valor<br />

instrumental. Con los primeros, se revisan, dando actualidad<br />

y vivencia a materias ya casi olvidadas, cuestiones<br />

fundamentales e indispensables a la formación<br />

matemática de un bachiller medio; con los segundos,<br />

se proporciona al alumno una eficaz ayuda para sus<br />

estudios posteriores. Con esta manera de hacer queremos<br />

interpretar la segunda de las direcciones que<br />

propugna la orientación metodológica 4. a de las instrucciones<br />

de Santander. Citarnos, a título de ejemplo,<br />

sólo dos de cada clase.<br />

Entre las cuestiones teóricas a revisar, nos vienen a<br />

la pluma: las ampliaciones sucesivas de los campos de<br />

números, las operaciones con ellos y las leyes formales<br />

de éstas (téngase en cuenta que el número es el personaje<br />

central de la Matemática) y el concepto de función;<br />

su clasificación y propiedades; límite funcional,<br />

función continua, derivada, función creciente, concavidad,<br />

máximos y mínimos relativos.<br />

En cuanto a las cuestiones de índole práctica: lo relativo<br />

a áreas y volúmenes y los determinantes (sus<br />

propiedades elementales, aplicación inmediata y, en<br />

particular, a los sistemas de ecuaciones). Basta con<br />

recordar las reglas o propiedades y saber de dónde se<br />

deducen o cuál es el caso general que las comprende.<br />

Así, nos parece suficiente que el alumno recuerde el<br />

área de la zona esférica y tenga clara idea de que se<br />

obtiene por paso al límite del área descrita por un<br />

segmento que gira en torno de un eje coplanario con<br />

él y que no le atraviesa. La demostración no importa<br />

en el Preuniversitario.<br />

Es cierto que las materias que hemos calificado de<br />

teóricas o prácticas no lo son de manera exclusiva. Al<br />

dar la definición de función continua y estudiar sus


propiedades, se está obligado a resolver ejercicios prácticos<br />

relativos a ellas; y al repasar las aplicaciones de<br />

los determinantes no se puede evitar la revisión de su<br />

concepto y la mención de sus propiedades. En la Matemática,<br />

la teoría y la práctica se mezclan y entrelazan<br />

ayudándose mutuamente; si una se da sin la otra es<br />

por poco trecho. Con las denominaciones de teóricas<br />

o prácticas queremos resaltar solamente una cualidad<br />

predominante; esto es, según que constituyan el esquema<br />

de un modo de pensar o de un modo de hacer.<br />

Como introducción a las materias objeto de repaso<br />

debe tratarse de justificar la necesidad de su inclusión<br />

en el programa. El alumno no siente interés por aquello<br />

cuya utilidad posterior no alcanza a ver. Hay que<br />

convencerle con ejemplos de que se estudia por algo y<br />

para algo; que tiene contacto con la realidad en que<br />

vive. Hay que explicarle cómo la Matemática debe<br />

gran parte de sus conquistas al impulso de los problemas<br />

planteados por las ciencias de la Naturaleza.<br />

Ejemplo.—Una misma longitud 1 ha sido medida<br />

por Juan, Pablo y Jaime. El primero, empleó un listón<br />

15 33<br />

de — de metro; el segundo, de — de metro, y el<br />

14 16<br />

55<br />

tercero, de — de metro. Los tres obtuvieron por me-<br />

24<br />

dida un número entero. ¿Cuántos metros mide /, sabiendo<br />

que es la menor longitud que cumple las condiciones<br />

anteriores?<br />

Nuevamente vuelve a aparecer aquí el problema de<br />

la medida. Puede hacerse observar la conmensurabilidad<br />

de / con los listones elegidos y, de paso, preguntar<br />

cuáles serían las medidas de los listones si la unidad<br />

fuese 1. Se hace inevitable un recuerdo al número racional,<br />

que debe aprovecharse para insistir en su concepto.<br />

Pasando a más, podría preguntarse que si el<br />

listón de Jaime es el radio de una circunferencia,<br />

longitud de ésta y 1 son conmensurables entre sí? Se<br />

llega de esta forma al número irracional, y ello da pie<br />

para actualizarlo y repasar las ampliaciones de los<br />

campos de números.<br />

La resolución del problema exige, además, un previo<br />

razonamiento para deducir que la medida de 1 es un<br />

número fraccionario, que tiene por numerador el<br />

in c in., de 15, 33 y 55, y por denominador, el<br />

m . c . d ., de 14, 16 y 24. De esta forma queda justificado<br />

el repaso de las teorías del tn.c.d.y<br />

su cálculo y las primeras propiedades.<br />

LOS PROBLEMAS<br />

En la didáctica de la Matemática elemental consideramos<br />

los problemas como un medio, no como un fin.<br />

Para simplificar, reducimos a cuatro los tipos de cosas<br />

que el alumno de bachiller se encuentra en la Matemática:<br />

los conceptos, las propiedades (teoremas), las<br />

reglas y los problemas. Tener formación matemática<br />

es poseer los conceptos y conocer las propiedades, sabiendo<br />

relacionarlas. Las reglas emanan de las propiedades,<br />

y no hacen otra cosa que traducirlas al lenguaje<br />

vulgar o verter su contenido en aplicaciones prácticas.<br />

"Si los dos términos de una fracción se multiplican o<br />

dividen por un número, se obtiene otra fracción equi-<br />

PRÁCTICAS <strong>DE</strong> MATEMÁTICAS<br />

129<br />

valente." Las reglas para simplificar fracciones, o para<br />

reducirlas a común denominador, son meras aplicaciones<br />

prácticas de esta propiedad. Una fórmula matemática,<br />

por ejemplo la del interés simple, es una regla que<br />

puede obtenerse aplicando a un caso concreto la propiedad<br />

fundamental de la proporcionalidad compuesta.<br />

En cuanto a los problemas, constituyen un campo de<br />

pruebas para contrastar si los conceptos y propiedades<br />

han sido bien adquiridos, y un auxilio eficaz para sedimentar<br />

estos conceptos y propiedades y establecer relaciones<br />

mutuas. El problema plantea un caso concreto<br />

que se ha de resolver por el conocimiento de una propiedad<br />

abstracta, que de esta forma encuentra justificación<br />

ante la tendencia utilitaria del niño, o viene a ser<br />

el cauce para la perfecta comprensión de la propiedad.<br />

Otras veces, contribuye a retener fórmulas o reglas<br />

operativas; con frecuencia, activa en el alumno el interés<br />

por el quehacer matemático, sobre todo si el enunciado<br />

contiene, dentro de lo posible, un mínimo atractivo<br />

por su carácter histórico o anecdótico, o por su<br />

contacto con las cuestiones que la vida plantea. Además,<br />

es un reactivo eficaz para juzgar sobre los conocimiento<br />

del alumno.<br />

En el Preuniversitario adjudicamos al problema un<br />

lugar preeminente, como cauce que lleva al auténtico<br />

pensar matemático. La Matemática no se estudia para<br />

resolver problemas, sino que los problemas se proponen<br />

y resuelven para adquirir formación matemática. Esto<br />

es otro modo de decir que el Preuniversitario tiene la<br />

misión primordial de completar la formación del alumno,<br />

no de prepararle para que salga airoso de una prueba.<br />

Un problema poco vale en sí mismo si no lleva<br />

consigo algo más (y para hacerlo ver está el profesor),<br />

ya sea aquilatar un concepto, fijar una propiedad,<br />

o repasar una regla. Ello no quiere decir que no se<br />

ilustre a los alumnos en los métodos elementales de<br />

resolución.<br />

Partes más o menos amplias de esta ciencia tienen<br />

en los textos capítulos enteros dedicados al estudio sistemático<br />

de estos métodos. Como ejemplo citamos los<br />

métodos especiales de la Geometría métrica elemental:<br />

traslación, simetría, rotación, semejanza, lugares geométricos,<br />

etc. Todos ellos contribuyen a la práctica del<br />

método deductivo, de tan alto valor educativo en la<br />

enseñanza de la Geometría.<br />

Así entendido, no pondríamos inconveniente a que<br />

la Matemática del Preuniversitario se diese casi en su<br />

totalidad mediante problemas, en un sentido amplio,<br />

esto es, incluyendo preguntas sencillas, observaciones<br />

y todo género de cuestiones que por su interés promuevan<br />

la colaboración activa de la clase y permitan establecer<br />

relaciones.<br />

No cabe en el marco de este artículo una selección<br />

de problemas propios de este Curso. El buen criterio<br />

del profesor, de acuerdo con el conocimiento de sus<br />

alumnos, de sus partes débiles y de sus necesidades más<br />

inmediatas, elegirá los más idóneos. Pero no es sólo el<br />

problema que empieza: "Hallar un número que cumpla<br />

tal condición", o "calcular el área de...", etc. Una<br />

propiedad elemental o cualquier relación sencilla puede<br />

ser punto de partida del diálogo conducente a repasar<br />

cosas, a dar formación.<br />

La Geometría analítica y la teoría de funciones, entre<br />

ottas, son veneros inagotables de temas que pueden<br />

estimular el interés de los escolares.


130<br />

Y<br />

1110MOMeblibln<br />

anilowannonn<br />

CRIUMMItigeon<br />

blegeblennanonblen<br />

blageBOMMIEMIL<br />

24e. OgsKIBLIMOU.ILein<br />

CLIMMUMORICOLIOOL<br />

MOOZZOLMNAMIternn<br />

nMBOOLIMMEMourgie. 00..L<br />

MOMILICRIVOMMILIIMIL<br />

aememonablaMBOOMIKM.<br />

ozonan Onn NOMMOMMIL<br />

Mana@ MMORKIMIMILMO".<br />

lananne. CObl. ranKIMIZOOLIMIL<br />

BOMBO BagenarMageblannila n<br />

Manan anbeAMIKIMMIOORMano n<br />

MIZUJO belklanMbellaBeinzablegaL<br />

MOMIO azenniaffloommoneenown<br />

ZROMICAIMMORilegraMil<br />

MOMO raninagenbleggeblailagoOn<br />

BORNIZO beanblanunnelloonablizzi 16.1<br />

C. P. U. MATERIAS ESPECIALES <strong>DE</strong> CIENCIAS<br />

La figura 1 consiste en dos ejes rectangulares graduados,<br />

un haz de rectas paralelas a cada uno de ellos<br />

y otro de perpendiculares a la bisetriz de su ángulo.<br />

Las rectas de este último haz tienen por ecuación<br />

x+y ,--s. Por ser y = s— x, se puede emplear como<br />

tabla de restar. Por ejemplo, si s 8 y x -= 3, para<br />

hallar esta diferencia seguimos la perpendicular al eje<br />

OX, que pasa por su punto 3, hasta que encuentre a<br />

la transversal s 8 . La paralela por este punto a OX<br />

encuentra a O Y en el punto 5 =-- 8 — 3 .<br />

La consideración de este sencillísimo ejemplo sirve<br />

para afianzar la idea de ecuación de la recta y cómo<br />

en este caso es el lugar geométrico de los puntos cuya<br />

suma de distancias a los ejes es constante; cuál es la<br />

ecuación de un haz de rectas paralelas, y así por el estilo<br />

pueden sacarse a relucir otras cuestiones de esta<br />

parte elemental de la Geometría analítica.<br />

Las figuras 2 y 3 representan: la 2, la hipérbola<br />

equilátera x . y = 1, referida a sus asíntotas; y la 3,<br />

las curvas y=a x e y =(—) x (o si se quiere, la curva<br />

a<br />

y = m x, para dos valores recíprocos de in). Mediante<br />

la figura 2, dado un punto en el eje OX, por ejem-<br />

].<br />

plo 4, encontramos su recíproco (—) en el eje O Y, si-<br />

4<br />

guiendo la línea de puntos. Por otra parte, comprobamos<br />

que la figura 3 nos hace corresponder sobre las<br />

curvas los puntos 4 y — de la regla, cuando ésta se<br />

4<br />

desliza paralelamente al eje OY.<br />

La hipérbola equilátera y la función exponencial nos<br />

muestran aquí excelentes posibilidades de repasar multitud<br />

de conceptos y propiedades relativos a estas curvas<br />

y, en general, de la Geometría analítica y las funciones.<br />

Si no se ha hecho en otra ocasión, podrá aprovecharse<br />

ésta para recordar la relación entre la hipérbola<br />

equilátera y la proporcionalidad inversa.<br />

Cualquiera de estos temas, sacados al azar, puede<br />

abrir las puertas a una revisión, en panorámica, de<br />

campos más o menos extensos, descubriendo nuevos<br />

horizontes; y pueden aprovecharse para mostrar la<br />

esencia del pensamiento matemático como ciencia pura,<br />

o sus múltiples aplicaciones como auxiliar de otras, y<br />

para explicar el papel que desempeña en el progreso<br />

científico de la Humanidad.<br />

EXPRESIÓN ORAL Y ESCRITA<br />

El niño se opone a la concisión del lenguaje matemático.<br />

El estilo rápido, cortado y preciso de esta<br />

ciencia no encaja bien con la edad de los alumnos de<br />

los primeros cursos. No me refiero a los razonamientos,<br />

sino sólo a la simple enunciación de reglas, a las definiciones,<br />

al decir las cosas, en general. Es verdad<br />

que en los primeros cursos no debe aspirarse a una<br />

perfección en este sentido, pues hemos de conformarnos,<br />

en la mayoría de los casos, con que lo entiendan<br />

y, a su modo, lo digan menos mal. Pero sí creo que<br />

el profesnr debe preocuparse desde estos primeros<br />

años de rectificarles cuando sea necesario, sin dejarlo<br />

para más adelante. Es labor de mucha paciencia, sin<br />

fruto inmediato, pero a la larga, este fruto se cosecha.<br />

Tal vez sea a partir del tercer curso donde convenga<br />

insistir más en esta labor, muy pesada, es cierto, pero<br />

ineludible. Paulatinamente debe iniciárseles en la buena<br />

expresión oral y escrita, de que tanto se resienten<br />

nuestros bachilleres. Para rellenar estas lagunas que<br />

puedan quedar del Bachillerato, debe dedicarse algún<br />

tiempo, en el Preuniversitario, a la práctica del bien<br />

hablar; a ejercitar en el empleo de la palabra apropiada,<br />

en el uso adecuado de los conceptos; a ordenar<br />

y relacionar fácilmente las ideas, esto es, a decir bien,<br />

de palabra o escrito, lo que saben. Puede adquirir el<br />

alumno esta agilidad de expresión oral y escrita mediante<br />

estos caminos:<br />

12 Comentario de textos.—Elegido uno o dos textos<br />

de contenido científico-matemático, se dedicará<br />

alguna clase a la lectura de alguno de sus capítulos<br />

por uno de los alumnos. El profesor interrumpirá la<br />

lectura cuando lo crea necesario, para explicar términos<br />

y ayudar a la perfecta comprensión. A continuación,<br />

o al día siguiente, varios alumnos, designados<br />

en forma no previsible, harán de palabra el comentario.<br />

Esta exposición podrá ser discutida por<br />

"..... ....,..N.<br />

\<br />

4 .<br />

3 .«<br />

2 -,<br />

\<br />

\ - Fig 2 -<br />

i<br />

I


2<br />

otros alumnos designados por el profesor, o por los<br />

que voluntariamente se presten a ello. Por último, el<br />

profesor hará el resumen y señalará los aspectos positivos<br />

y negativos del trabajo. Otras veces el comentario<br />

será motivo de un tema de redacción, que podrá<br />

ser leído por los propios alumnos y, en todo caso,<br />

devuelto debidamente corregido.<br />

Entre otros textos para comentar, se nos ocurren:<br />

algunos capítulos, previamente seleccionados, de La<br />

Ciencia y la Hipótesis o de El valor de la Ciencia,<br />

de Enrique Poincaré, y del Ensayo sobre las probabilidades,<br />

de Laplace.<br />

2,° Síntesis de lecciones y conferencias.—En la<br />

tercera tarea que antes exponemos aconsejamos la revisión<br />

de teorías o prácticas fundamentales más o<br />

menos extensas. Las lecciones correspondientes a esta<br />

tarea pueden ser objeto de preguntas orales o de temas<br />

escritos. El profesor corregirá la exposición oral<br />

del alumno, en cuanto a contenido científico forma,<br />

o los ejercicios escritos, en su caso.<br />

Igualmente, toda conferencia sobre un tema relacionado<br />

con la Matemática será objeto de resumen y<br />

comentario por parte de los alumnos, que lo expondrán<br />

en forma oral o escrita. El profesor los corregirá,<br />

atendiendo al contenido, a la perfecta comprensión,<br />

al modo de ordenar y relacionar ideas, a la precisión<br />

de los conceptos, al empleo adecuado de las palabras.<br />

Como éstas son portadoras de ideas, de aquí el apoyo<br />

que estos ejercicios prestan a la perfecta adquisición<br />

de los conceptos y, por tanto, a la formación<br />

matemática.<br />

Los temas de estas conferencias, así como su número,<br />

serán determinados de modo que encajen en<br />

el ciclo de conferencias organizado por cada Centro,<br />

pues se persigue unidad de acción y compenetración<br />

entre los profesores encargados del Curso. Sí creemos<br />

que han de elegirse, a ser posible, temas sugestivos,<br />

incluso de carácter histórico o biográfico, con el fin<br />

de excitar la curiosidad, despertar inquietudes y fomentar<br />

vocaciones. He aquí algunos títulos que consideramos<br />

apropiados, siempre que se adapten a la<br />

edad y conocimiento de estos alumnos: Los orígenes<br />

de la Matemática. Matemática antigua y Matemática<br />

PRÁCTICAS <strong>DE</strong> MATEMÁTICAS 131<br />

moderna. La Matemática pura y la Matemática aplicada.<br />

Qué es la Geometría analítica. La Matemática<br />

y la belleza.<br />

RESUMEN<br />

En las anteriores líneas hemos expuesto los que, a<br />

nuestro juicio, son los principales objetivos del Preuniversitario,<br />

reduciéndolos a cinco mediante otras<br />

tantas tareas. Las enunciaciones de conceptos, teorías,<br />

prácticas, etc., no pretenden ser exhaustivas. Otros<br />

muchos, quizá con más méritos, habrán quedado en<br />

el tintero. Sólo hemos querido señalar tipos.<br />

Es evidente que en el Preuniversitario no se puede<br />

repasar toda la Matemática de los seis cursos. Sin embargo,<br />

sí debe aspirarse a revisar el meollo, lo fundamental.<br />

De aquí la necesidad de seleccionar las materias<br />

y coordinar las tareas en un programa a seguir.<br />

Esto hacemos a continuación, interpretando las dos<br />

direcciones que aconsejan el proyecto de Instrucciones<br />

de Santander:<br />

"a) Dotación de hábitos intelectuales, mediante el<br />

comentario de textos, síntesis de lecciones y conferencias,<br />

redacción y exposición oral de temas."<br />

"b) Preparación específica, haciendo revivir en<br />

forma sistemática teorías y prácticas más o menos extensas,<br />

va conocidas de cursos anteriores."<br />

La primera dirección se corresponde con nuestra<br />

tarea 5.a, y la segunda, con las cuatro primeras.<br />

He aquí una marcha a seguir, suponiendo que se<br />

dispone de seis horas semanales:<br />

1.0 Antes de comenzar el curso, el profesor redactará<br />

un programa en el que seleccionará las teorías<br />

y prácticas que en forma sistemática se han de<br />

repasar, proponiéndolo a la Junta de profesores del<br />

Centro para su aprobación. Esto es necesario, pues<br />

de otra forma se desvirtuaría la acción conjunta. Se<br />

dedicarán dos horas semanales. Este programa realiza<br />

la tarea 3.a<br />

3. 0 Dos horas semanales se dedicarán a la resolución<br />

de problemas y otras cuestiones que puedan<br />

presentarse, interpertando el sentido de las tareas 1 •a,<br />

y 4.a<br />

3. 0 Las dos horas semanales restantes se dedicarán<br />

a comentar textos y a hacer, de palabra o por escrito,<br />

las síntesis de lecciones o conferencias. Se cumple<br />

así la tarea 5.a<br />

4. 0 Cada alumno llevará un cuaderno en el que<br />

escribirá los resúmenes de las explicaciones de cada<br />

clase, las síntesis de las conferencias y las soluciones<br />

dadas por él a los problemas propuestos. El profesor<br />

corregirá estos cuadernos con la frecuencia necesaria,<br />

para evitar que unos puedan copiar de otros. El cuaderno<br />

debe reflejar la personalidad del alumno, por<br />

lo que ha de redactarlo sin consultas a personas o<br />

libros. No importa que lleve tachaduras o correcciones.<br />

Lo importante es que auxilie al profesor a ja<br />

hora de juzgar sobre el aprovechamiento del alumno<br />

y los progresos realizados.<br />

5•° No se secomendará texto alguno. Si se encarga<br />

el repaso de una materia determinada, se indicará<br />

el curso a que pertenece, para que cada alumno<br />

la estudie por el libro que tenga. En ciertos casos<br />

podrá remitírseles a un texto de la biblioteca del Cen-


132<br />

tro, que contenga una cuestión o problema de interés.<br />

6.° Si la dotación de material del Centro lo permite,<br />

cs aconsejable emplear algunas horas (que pueden<br />

ser de las que incluimos en el párrafo 3») en<br />

adiestrarles en el manejo de algunos instrumentos o<br />

en prácticas de ulterior aplicación: regla de cálculo,<br />

manejo del teodolito, medición de alturas o distancias<br />

inaccesibles, agrimensura, etc.<br />

Nos falta decir que al asignar dos horas a cada<br />

uno de los párrafos 1.0, 2.0 y 3.0, les damos sólo un<br />

valor de aproximación. Las necesidades de la clase<br />

motivarán, en cada caso, la alteración de estos números,<br />

que el buen juicio del profesor determinará a<br />

principio del curso, o modificará en cualquier fecha<br />

de éste.<br />

Quede nuestra satisfacción por la oportunidad que<br />

se nos ha brindado de aportar nuestro grano de arena<br />

al Curso preuniversitario.<br />

C. P. U. MATERIAS ESPECIALES <strong>DE</strong> CIENCIAS<br />

FRANCISCO BERNARDO CANCHO<br />

Catedrático del Instituto de Oviedo.<br />

a) Del profesor:<br />

BIBLIOGRAFIA ESENCIAL<br />

Félix Klein: Matemática elemental desde un punto de vista<br />

superior.<br />

Rey Pastor y Puig Adam: Metodología y didáctica de la<br />

Matemática elemental y Curso cíclico de Matemáticas.<br />

G. Zadon, Naisky: Les sciences Physico-matemätiques.<br />

Enrico Rufini: 11 "Metodo" di Archimede e le origini dell'<br />

Analisi in finitesimale nell'antichita.<br />

b) Del alumno:<br />

Entre otros textos españoles de Enseñanza Media, los de<br />

los señores Rey Pastor y Puig Adam (incluyendo los de planes<br />

antiguos), Sixto Ríos, Pérez Carranza y Rodríguez Vidal.<br />

Asimismo, pueden consultar textos extranjeros de este grado:<br />

de F. Brachet y J. Dumargue, G. Bisconcini, etc.<br />

°) Prácticas de Física y Qímica (*)<br />

Las Instrucciones provisionales para el Curso preuniversitario<br />

de 1953-54 adolecían de improvisación en<br />

lo referente a Ciencias y eran especialmente vagas e<br />

imprecisas en el tema concreto de las prácticas de Física<br />

y Química. En efecto, la Instrucción primera, referente<br />

a Materias y Ejercicios, se limitaba a decir textualmente:<br />

"Prácticas elementales de laboratorio de<br />

Física y Química", y la Instrucción segunda, referente<br />

a Orientaciones metodológicas, decía al pie de la letra:<br />

"Tanto en los problemas como en las prácticas se procederá<br />

a establecer conexiones entre las varias disciplinas<br />

científicas, pero nunca serán exigidos conocimientos<br />

teóricos superiores a los cursados en el bachillerato."<br />

Y aunque, ciertamente, el espíritu del Curso preuniversitario<br />

es opuesto a la formulación de cuestionarios,<br />

también es cierto que eso no implica la no existencia<br />

de unas orientaciones oficiales que establezcan con precisión<br />

los métodos de trabajo. En conformidad con este<br />

criterio, las Instrucciones eran bastante precisas y extensas<br />

en lo referente a las orientaciones pedagógicas y<br />

a los métodos de trabajo en cuanto a las materias comunes<br />

e incluso a las materias especiales de Letras,<br />

pero no así en las materias especiales de Ciencias, donde<br />

en Matemáticas se notaba un grave defecto de improvisación,<br />

y en Física, Química y Ciencias Naturales<br />

se trataba de salvar el olvido con una lacónica mención.<br />

En la reunión de Santander se entendió que era menester<br />

corregir ese defecto y quedó redactada la propuesta<br />

de Instrucción referente a prácticas de Física y<br />

Química de forma muy general y muy concreta a la<br />

vez (*.). Se eleva hasta enunciar los altos principios<br />

(*) "Las Prácticas de esta materia serán variadas<br />

sin necesidad de ser numerosas, y tendrán un carácter<br />

eminentemente formativo, estimulando el espíritu ana-<br />

pedagógicos que deben informar las prácticas, y desciende<br />

hasta la relación detallada de aquellos puntos<br />

cuyo estudio no se puede eludir en una experiencia<br />

científica; deja en libertad al profesor para escoger la<br />

materia en los campos de la Física y la Química que<br />

más le plazcan, siempre que sean variados, y hasta<br />

advierte a los alumnos sobre un escollo en el que no<br />

suelen reparar.<br />

En un Curso preuniversitario las prácticas deben<br />

hacerse iniciando al alumno en el "estilo" universita-<br />

lítico y crítico del alumno, haciéndole observar y meditar<br />

sobre la precisión de las medidas, error relativo<br />

y absoluto de los resultados, el valor de las correcciones,<br />

la influencia de las distintas variables y sobre cuantos<br />

factores contribuyen a la correcta experimentación<br />

científica. En la resolución de los problemas numéricos,<br />

el alumno tendrá siempre presente que toda medida<br />

es un número aproximado y concreto. Para esta<br />

enseñanza se dedicarán tres sesiones de hora y media<br />

semanales. (Proyecto de Instrucciones de Santander;<br />

"Materias, ejercicios y Didáctica", apartado C), número<br />

2.)<br />

"La enseñanza de la Física y Química se hará tomando<br />

corno base una selección de prácticas fundamentales<br />

que sirvan como núcleos para satisfacer las dos<br />

exigencias del Curso preuniversitario: perfeccionamiento<br />

de los hábitos instrumentales y repaso de las teorías<br />

fundamentales y captación de las relaciones entre ellas.<br />

Por vía de ejemplo, proponemos las siguientes prácticas:<br />

De Física:<br />

1.« Práctica de medidas de longitudes, superficies<br />

y volúmenes.<br />

2.« Prácticas de la caracterización de un moví-


io, es decir, en el rigor y el método científico. Y no es<br />

preciso, claro está, que la práctica sea complicada o<br />

exija aparatos delicados y costosos o de difícil manipulación.<br />

Una práctica sencilla, ejecutada con aparatos<br />

existentes en cualquier laboratorio, puede ser ocasión<br />

para hacer una correcta experiencia y poner en juego<br />

auténticos métodos científicos de trabajo. Poca importa<br />

el resultado numérico obtenido; lo único que interesa<br />

es que el alumno adquiera el hábito de pensar<br />

y trabajar con rigor científico.<br />

EJEMPLOS: MEDIDA <strong>DE</strong> "G" Y <strong>DE</strong>TER-<br />

MINACIÓN <strong>DE</strong> LA <strong>DE</strong>NSIDAD <strong>DE</strong> UN LÍ-<br />

QUIDO POR EL MúTODO <strong>DE</strong>L FRASCO<br />

En conformidad con nuestro concepto del Curso preuniversitario,<br />

al que consideramos como un elevado<br />

punto de vista y como una puesta a punto, podríamos<br />

miento. Puede medirse por algunos de estos<br />

métodos: estroboscópico, péndulo, caída libre<br />

de un cuerpo.<br />

3.a Sobre mecánica de flúido se pueden hacer algunas<br />

prácticas basadas en el principio de Arquímedes<br />

que den origen a multitud de problemas.<br />

4.a Trazado de la curva temperatura-tiempo de<br />

enfriamiento de un sólido fundido.<br />

5 • a Determinación de un calor especifico por el<br />

método de las mezclas, teniendo en cuenta las<br />

precauciones y correcciones precisas.<br />

6 • a Determinación del equivalente mecánico del<br />

calor utilizando la ley de foule.<br />

7 • a Comprobación de las leyes de refracción y reflexión.<br />

8 • a Determinación de la convergencia de una<br />

lente.<br />

9 • a Práctica de montajes de circuito eléctricos sencillos.<br />

16. Comprobación de la ley de Ohm.<br />

11. Comprobación de la ley de Faraday, referente<br />

a la electrólisis.<br />

12. Experiencias utilizando un contador eléctrico.<br />

Dc Química:<br />

Se elegirán unas prácticas tales que den origen a las<br />

operaciones más frecuentes en el laboratorio.<br />

1.a Obtención de un cuerpo gaseoso, medida del<br />

mismo, separación de los subproductos y subsiguiente<br />

purificación de los mismos, cálculo<br />

de rendimiento.<br />

2.a Estudio práctico de la solubilidad de una sal en<br />

función de la temperatura.<br />

3.a Purificación de un producto por cristalización.<br />

4.a Iniciación en el reconocimiento de cationes y<br />

aniones.<br />

5.a Experiencia sobre destilación simple y fraccionada.<br />

6 • a Obtención de algún cuerpo sencillo de química<br />

orgánica (formol, cloroformo, etc.).<br />

7 • a Obtención de un jabón.<br />

8.0. Determinación del agua de cristalización de<br />

una sal.<br />

9.a Preparación de disoluciones valoradas ácidas y<br />

básica y estudio de un proceso de neutralización<br />

por volumetria." (Apéndice 8.)<br />

PRÁCTICAS <strong>DE</strong> FÍSICA Y QUÍMICA 133<br />

distinguir dos tipos de prácticas: unas, que tienen un<br />

carácter eminentemente formativo teórico, y otras, que<br />

atienden perferentemente a la depuración de los hábitos<br />

instrumentales. Al primer grupo, pertenecen prácticas<br />

tales como la medida de g o la medida del equivalente<br />

mecánico del calor; al segundo, por ejemplo,<br />

un análisis químico gravirnétrico o la medida de una<br />

densidad.<br />

Toda práctica, en particular si es del grupo primero,<br />

tiene que ir precedida de una exposición sencilla y clara<br />

de sus fundamentos teóricos, de tal suerte que los<br />

alumnos comprendan sin ninguna duda la esencia científica<br />

de la experiencia que van a efectuar. De esta manera<br />

se pueden imaginar diversidad de dispositivos y<br />

formas de experimentación que conduzcan teóricamente<br />

al fin propuesto, los cuales experimentos imaginarios<br />

se dibujarán en el tablero y se discutirán para<br />

elegir el más apropiado.<br />

Por ejemplo: el profesor ha hablado del movimiento<br />

de caída de los cuerpos en el vacío y de la constancia<br />

de g. Se trata ahora de idear un experimento para<br />

medir esta constante. Los alumnos comprenden inmediatamente<br />

la imposibilidad práctica de operar en el<br />

vacío y la conveniencia de utilizar un cuerpo que<br />

ofrezca poca resistencia al aire. En seguida se dan<br />

cuenta de que la mayor dificultad estriba en localizar<br />

exactamente, al cabo de intervalos iguales de tiempo,<br />

al cuerpo que cae, y en medir esos intervalos. Entonces<br />

el profesor les sugiere que se puede utilizar como intervalo<br />

de tiempo constante y suficientemente breve<br />

el período de rotación de un motor eléctrico o el tiempo<br />

transcurrido entre dos proyecciones consecutivas de<br />

un estroboscopio o de una máquina de cine. Y a continuación,<br />

entre profesor y alumnos, se perfilan las<br />

líneas generales de algún experimento. Por ejemplo:<br />

se puede dejar caer libremente una barra de hierro o<br />

un palo de madera al lado de un motor eléctrico de<br />

frecuencia conocida, que tenga el eje vertical y unido<br />

a éste un pincel entintado, de manera que en cada<br />

vuelta del eje marque una señal en la barra, para deducir<br />

luego de las distancias entre las marcas y el valer<br />

de g. O se puede, si no tenemos estroboscopio,<br />

utilizar la máquina de un cine y dejar caer una bola<br />

metálica brillante frente a una pantalla negra, registrando<br />

la caída con una máquina fotográfica ordinaria.<br />

O se puede, en fin, hacer una medida más indirecta<br />

de g midiendo el período y la longitud de un<br />

péndulo hecho en la misma clase con un hilo de seda<br />

y una bola metálica. Estos experimentos imaginarios<br />

se analizan cuidadosamente tratando de encontrar sus<br />

puntos débiles por donde puedan introducirse errores,<br />

y luego se llevan a la práctica todos, a ser posible, para<br />

comparar los resultados.<br />

2<br />

Veamos ahora, por vía de ejemplo, una práctica<br />

muy sencilla del segundo grupo, es decir, de las que<br />

tienen como fin preferente depurar los hábitos instrumentales:<br />

determinación de la densidad de un líquido<br />

por el método del frasco.<br />

1


134<br />

C. P. U. MATERIAS ESPECIALES <strong>DE</strong> CIENCIAS<br />

a) Primera sesión.—Encargamos la práctica a dos<br />

alumnos para que se acostumbren a trabajar en colaboración,<br />

y previamente les explicamos el fundamento<br />

de la misma. A continuación les formulamos unas<br />

cuantas preguntas relacionadas con el tema para convencernos<br />

de que lo han entendido con claridad y para<br />

estimular su espíritu crítico; por ejemplo, éstas:<br />

¿Cuáles son las unidades de densidad o masa específica<br />

en los sistemas cegesimal, Giorgi y técnico?<br />

La masa específica, ¿bajo qué condiciones es una<br />

constante característica de una sustancia pura?<br />

Cómo influirán la presión y la temperatura en la<br />

densidad?<br />

Es preciso que el agua destilada con que operamos<br />

esté exactamente a 4° C?<br />

e Qué deficiencias instrumentales limitarán la precisión<br />

del resultado?<br />

¿Qué significa el reducir las pesadas al vacío y qué<br />

influencia puede tener esa corrección en esta práctica?<br />

¿Será necesario hacer las pesadas con un solo brazo<br />

de la balanza?<br />

Todas estas cuestiones las tratamos en el laboratorio<br />

con nuestros dos alumnos en un diálogo socrático que<br />

puede durar poco más de un cuarto de hora y que<br />

consideramos absolutamente necesario, porque una<br />

práctica sólo es formativa en la medida en que se<br />

comprende su fundamento.<br />

A continuación les entregamos un termómetro corriente,<br />

un granatario sensible al 0,01 gr. con su caja<br />

de pesas, un matraz de cuello estrecho de unos 100 ml.<br />

(lo mejor un matraz aforado corriente), agua destilada<br />

y, naturalmente, líquido problema.<br />

Los alumnos van trabajando y nosotros les dejamos<br />

hacer, aconsejándoles oportunamente sobre los detalles<br />

prácticos, como son: la manera de escribir ordenadamente<br />

los datos en cuadernos, la colocación sistemática<br />

de las pesas, la manera de enrasar manteniendo<br />

sumergido el cuerpo del matraz en un recipiente con<br />

agua y ayudándose del papel de filtro, etc., etc.<br />

Cada enrase y correspondiente pesada lo repetirán<br />

cinco o seis veces, y así observarán diferencias de unas<br />

pesadas a otras que en el caso del agua pueden llegar<br />

hasta 0,06 grs., no obstante haber puesto el mismo<br />

cuidado en todas las operaciones. Esto nos brinda ocasión<br />

para hablar brevemente de las distintas clases de<br />

errores, errores personales, de método, instrumentales<br />

y accidentales, y de los procedimientos para eliminarlos<br />

o atenuarlos.<br />

Por último, se llega a calcular el resultado, y éste es<br />

el momento de explicar a los alumnos, y de que ellos<br />

lo apliquen, el método general de acotación de errores,<br />

que Rey Pastor recomienda como el mejor cuando,<br />

como en este caso, los datos tienen pocas cifras, y que<br />

consiste en calcular los valores extremos del resultado<br />

utilizando los valores extremos de los datos: las cifras<br />

comunes a ambos resultados son exactas. O bien adoptando<br />

como resultado el promedio de los dos extremos,<br />

en cuyo caso el error es menor que la semidiferencia<br />

de ambos.<br />

El alumno ve así claramente que el resultado obtenido<br />

por él no tiene más que dos cifras decimales exactas,<br />

y que aquella tendencia ingenua de proseguir la<br />

división carece de sentido científico.<br />

Esta práctica se puede hacer en una sesión de hora<br />

y media.<br />

b) Segunda sesión.—En la sesión siguiente se les<br />

encomienda a la misma pareja de alumnos que vuelvan<br />

a determinar la densidad del mismo líquido por<br />

el mismo método, pero utilizando una balanza sensible<br />

al 0,001 gr. y un picnómetro de unos 20 ml. Las<br />

pesadas ahora son más lentas y laboriosas, el enrase<br />

más delicado y en general todas las operaciones requieren<br />

más atención y el instrumental es más costoso; pero<br />

el resultado se obtiene con tres cifras decimales exactas.<br />

El alumno adquiere así una idea clara de lo que<br />

cuesta conseguir una nueva cifra exacta, se acostumbra<br />

a pensar como un universitario, y sus conocimientos<br />

instrumentales se ponen a punto para comenzar a trabajar<br />

en la Universidad.<br />

Las horas más adecuadas para estas prácticas de laboratorio<br />

son las últimas de la mañana y de la tarde,<br />

con el fin de que la sesión se pueda prolongar lo suficiente<br />

para terminar la práctica por completo o para<br />

llegar al término de una operación que permita esperar<br />

hasta la próxima sesión para proseguir la práctica.<br />

LABORATORIO Y PROFESORADO AUXILIAR<br />

Para que un profesor pueda dar con eficacia un<br />

curso de prácticas de Física y Química es indispensable<br />

que disponga de un laboratorio adecuado en cuanto a<br />

instalación y material y que tenga el profesorado auxiliar<br />

necesario para atender a los alumnos. La primera<br />

condición está satisfecha en todos los Institutos nacionales<br />

de Ensefíanza Media; la segunda, no suele estarlo.<br />

Una cátedra de Física y Química debiera disponer<br />

de un profesor adjunto nombrado por el Ministerio,<br />

a propuesta del catedrático, por cada veinte alumnos<br />

como máximo.<br />

EXÁMENES<br />

Mientras los exámenes de Latín, Griego y Matemáticas<br />

son exámenes de carácter eminentemente práctico<br />

(traducciones y problemas), por qué en los de<br />

Física, Química y Ciencias Naturales no se han de<br />

exigir prácticas? ¿De qué sirvieron las prácticas de<br />

laboratorio hechas durante el curso? ¿Cómo se valorarán<br />

los auténticos conocimientos instrumentales del<br />

alumno?<br />

Existen, ciertamente, dos graves inconvenientes para<br />

hacer exámenes de prácticas de laboratorio, en particular<br />

cuando se trata de una convocatoria numerosa: el<br />

largo tiempo que se necesitaría y el mucho espacio y<br />

material que parecen indispensables. Pero dada la importancia<br />

del asunto creo que es menester hacer un<br />

esfuerzo por encontrar alguna solución. Y estimo que,<br />

aunque parcial, es una solución bastante completa la<br />

que se propone en las Instrucciones elaboradas en Santander.<br />

Al examinando se le propone la observación<br />

de un fenómeno o proceso físico o químico para que<br />

él mismo tome los datos que necesita, con los cuales<br />

resolver una cuestión que previamente se le haya formulado.<br />

El examen de prácticas queda así reducido a<br />

la observación, con lo cual se evitan los inconvenientes<br />

derivados de que el alumno tenga que manejar el material<br />

de laboratorio; pero esa observación puede ilus-


trar al Tribunal sobre los conocimientos instrumentales<br />

del examinando, porque un alumno que no ha trabajado<br />

en un laboratorio no sabe hacer una observación<br />

correcta y es incapaz de leer las indicaciones de<br />

un densímetro, o de una balanza de Mohr-Westphal,<br />

o de un barómetro, o de un esferómetro, ni de enfocar<br />

un microscopio, ni de distinguir un montaje en serie<br />

de uno en paralelo, ni de deducir la reacción de un<br />

líquido, por el uso de la fenolftaleína o del tornasol,<br />

ni de dar ninguna explicación de una destilación o de<br />

una electrolisis que se le exponga a su observación;<br />

todo es extraño y desconocido para él porque no ha<br />

hecho las prácticas que debiera.<br />

Creo que este método de examen, convenientemente<br />

empleado, puede ser muy útil. Por vía de ejemplo<br />

se me ocurre este caso: dispuestos los alumnos en un<br />

aula, a ser posible con grádas, el profesor monta ante<br />

ellos, y en la mesa de la cátedra, un circuito que contenga<br />

dos resistencias en paralelo y el voltímetro y<br />

amperímetros que sean precisos, procurando que el<br />

montaje sea claro. A continuación, propone una cuestión<br />

relacionada con el circuito, uno de los numerosísimos<br />

problemas a que puede dar lugar; lanza la corriente<br />

y los alumnos se van acercando ordenadamente<br />

a la mesa, observan el montaje, leen los instrumentos,<br />

toman sus notas y se retiran a su asiento para tratar<br />

de resolver, con los datos tomados, la cuestión propuesta.<br />

A cada alumno se le conceden en este caso cinco<br />

minutos para hacer la observación.<br />

AURELIO <strong>DE</strong> LA FUENTE ARANA<br />

Catedrático del Instituto de Valladolid.<br />

BIBLIOGRAFIA ESENCIAL<br />

Mención especial merece la bibliografía del profesor de<br />

Física y Química. En ninguna cátedra de estas materias debiera<br />

faltar una selecta colección de textos didácticos de reconocido<br />

prestigio que ayudaran al profesor a preparar sus<br />

clases teóricas y prácticas. La Dirección General, asesorada<br />

por la Inspección Central, debiera proporcionar a cada cátedra<br />

esta pequeña biblioteca, que se instalaría en el despacho<br />

del profesor, bajo el cuidado y la responsabilidad de éste,<br />

en calidad de material pedagógico.<br />

A) En castellano hay editados algunos textos excelentes,<br />

de entre los cuales citaré algunos muy adecuados para el Curso<br />

preuniversitario:<br />

1. Exposición de la ente fianza cíclica de la Física y Química,<br />

por A. León y M. A. Catalán; tres volúmenes. Se utilizó<br />

como texto en el Instituto Escuela. En su hermoso prólogo<br />

se explica y justifica el método seguido, que consiste<br />

en la enseñanza a base de experimentos cuidadosamente seleccionados.<br />

2. Prácticas de Física, por J. Estalella. Se trata de una<br />

PRÁCTICAS <strong>DE</strong> FÍSICA Y QUÍMICA 135<br />

colección de prácticas sencillas, pero muy instructivas, descritas<br />

por quien fué modelo de catedráticos.<br />

3. Problemas de Física, por J. Estalella. Comprende 266<br />

problemas, cada uno con su solución razonada, escritos ex<br />

profeso para el grado medio de enseñanza.<br />

4. Cuaderno guía de trabajos prácticos de la Facultad de<br />

Ciencias de Valladolid, Laboratorio de Física. Comprende 32<br />

experimentos brevemente descritos, cada uno con su teoría<br />

y modo de operar y con sugerencias sobre la confección de<br />

gráficos, etc. La mayor parte de estos experimentos pueden<br />

hacerse en el Curso Preuniversitario.<br />

5. Curso práctico de Física, primer ciclo, por L. Bru. Es<br />

un texto muy parecido al anterior.<br />

6. Tratado de técnica física, por J. Casares Gil. Este libro<br />

modelo es harto conocido para que yo haga aquí una descripción<br />

de él. Aun cuando es un libro para Universidad, alguna<br />

de las técnicas que describe de manera insuperable pueden<br />

tener aplicación en el Curso Preuniversitario.<br />

7. Experimentos químicos de cátedra, por G. Fowles. Esta<br />

magnífica obra no debe faltar en ninguna cátedra de Química<br />

de Instituto. Desde el prólogo del traductor, E. Jimeno,<br />

hasta los apéndices (en particular el primer apéndice) todo<br />

en este libro es perfecto.<br />

8. Prácticas de Química, por el Padre Vitoria. Libro tan<br />

conocido como excelente.<br />

9. Prácticas de Química general, de Babor-Lehrman. Comprende<br />

75 experiencias sencillas y muy bien seleccionadas. En<br />

cada una se hace una breve exposición teórica, se enumera el<br />

material necesario, se dan las instrucciones adecuadas y se<br />

plantean cuestiones y problemas llenos de interés.<br />

• • •<br />

B) Aparte de estos textos elementales y muy pedagógicos,<br />

existe un buen número de magníficos textos de prácticas<br />

de Física y de Química para Universidad, de los cuales<br />

puede sacar un gran provecho el profesor de Enseñanza<br />

Media para el curso preuniversitario, tales son los de Ostwald-<br />

Luther (trad. francesa), Watson, Wiedemann, Daniels, Riesenfeld,<br />

Gattermann, Henle, Orthner, Biltz, Clavera, etcétera,<br />

etc., todos de fácil adquisición. Y como excelentes colecciones<br />

de problemas que en gran parte pueden proponerse<br />

en el Preuniversitario, citaré las de Mahler (y las soluciones<br />

de Mir), Inclán y Mañas, Knox y las magníficas que figuran<br />

en el texto de Química general, de Linus Pauling, y en<br />

el texto de la Física, de Sears y Zemansky.<br />

C) Respecto a los comentarios de textos clásicos, opino<br />

que es un trabajo delicado y difícil y del que no espero que<br />

se obtuviera casi ningún provecho, por varias razones; entre<br />

otras, porque los alumnos no tienen formación suficiente para<br />

comprender algunos trozos difíciles y porque la terminología<br />

que emplearon aquellos autores es casi siempre completamente<br />

distinta de la actual. Ahora bien: algún trozo, especialmente<br />

sencillo, quizá se pudiera comentar con provecho;<br />

por ejemplo, alguno de los seleccionados por Desiderio Papp<br />

en su Historia de la Física. Tal vez diera más fruto comentar<br />

los comentarios que algunos autores modernos han hecho<br />

de los clásicos, tales como los de Mach, Russe!!, Plank,<br />

Born, etc.


136<br />

C. P. U. MATERIAS ESPECIALES <strong>DE</strong> CIENCIAS<br />

3) Prácticas de Ciencias Naturales (*)<br />

No concibo una asignatura en el Bachillerato que no<br />

tenga, de un modo u otro, un valor formativo. Las<br />

Ciencias Naturales lo tienen: observar, experimentar,<br />

ordenar, deducir propiedades a la vista de estructuras,<br />

recrearse en la belleza de la variedad de formas y colores<br />

que la Naturaleza encierra, etc., son hechos que<br />

indudablemente ejercen una influencia en el espíritu<br />

de la persona que los realiza.<br />

Acerca del valor formativo de estas Ciencias ha hecho<br />

interesantes consideraciones el profesor Albarcda<br />

(1 y 2).<br />

Otto Willmann ha escrito en su Teoría de la formación<br />

humana (3): "La enseñanza formativa de las Ciencias<br />

Naturales se halla todavía en sus primeros comienzos.<br />

Cuéstale trabajo elevarse sobre el ejercicio<br />

didáctico puramente rutinario, poner en relieve el contenido<br />

específicamente formativo de su materia y provocar<br />

el contacto directo del educando con las cosas<br />

mismas, la observación e intervención personal, la maduración<br />

del conocimiento sobre la base de un ejercicio<br />

graduado."<br />

Si todos los cursos del Bachillerato han de estar impregnados<br />

de esta preocupación formativa, el Preuniversitario<br />

la tendrá por excelencia. Los alumnos que<br />

se matriculan en este curso son los que con seguridad<br />

van a ir a la Universidad y dependerá, en gran parte,<br />

de la formación que lleven a sus aulas el éxito o fracaso<br />

que en las carreras tengan.<br />

LA ENSEAANZA <strong>DE</strong> LAS CIENCIAS NATU-<br />

RALES EN LA XV CONFERENCIA INTER-<br />

NACIONAL <strong>DE</strong> INSTRUCCIÓN PÚBLICA<br />

En la XV Conferencia Internacional de Instrucción<br />

Pública, patrocinada por la Unesco y el Bureau International<br />

d'Education, se estudió el tema de la ense-<br />

(*) "Estas tenderán a incrementar en el alumno su<br />

amor a la Naturaleza, fundándolo en un conocimiento<br />

directo de la realidad. Para ello, los alumnos observarán<br />

la flora y fauna de la comarca, completando la<br />

observación con la experiencia en el laboratorio mediante<br />

el reconocimiento de minerales, clasificación sistemática<br />

de animales y plantas, sencillas experiencias sobre<br />

Anatomía y Fisiología animal y vegetal, observaciones<br />

microscópicas, apuntes y dibujos tomados del<br />

natural, etc. Para estas enseñanzas de Ciencias Naturales<br />

se dedicarán dos sesiones de una hora por semana."<br />

(Proyecto de Instrucciones de Santander; "Materias,<br />

ejercicios y didáctica", apartado c), núm. 3).<br />

(1) Albarcda, J. M.: Consideraciones sobre la investigación<br />

científica. Madrid, 1951.<br />

(2) Las Ciencias Naturales en la enseñanza. Bordón. Madrid,<br />

febrero 1953.<br />

(3) Otto Willmann: Teoría de la formación humana. Instituto<br />

San José de Calasanz, de Pedagogía. C. S. 1. C.<br />

fianza de las Ciencias Naturales en las Escuelas secundarias.<br />

En esta Conferencia se llegó a las conclusiones<br />

de que los fines principales de la enseñanza estriban<br />

en dar al alumno conocimientos básicos del mundo<br />

y el hombre; la estructura, el funcionamiento, la conservación<br />

del cuerpo humano y de los demás seres; la<br />

naturaleza de la tierra en que vive; la interdependencia<br />

de los seres y su dependencia del suelo que le propoi<br />

ciona la alimentación; formar la inteligencia del<br />

niño por medio de aquellos métodos prácticos que contribuyen<br />

a cultivar y, en ocasiones, a despertar en él<br />

una capacidad de observación, de descripción y para<br />

enjuiciar las cosas (descubrir, inventar, comparar, calificar);<br />

tender a desarrollar en el alumno el amor a la<br />

verdad, la rectitud intelectual, la satisfacción del trabajo<br />

bien hecho y el cuidado por el orden; a educar<br />

su habilidad manual; a desarrollar su amor a la Naturaleza;<br />

finalmente, a inculcarle el deber que tiene<br />

de conservar las facultades humanas y las riquezas naturales.<br />

Se recomendó que en la enseñanza de las Ciencias<br />

Naturales se tuvieran en cuenta las necesidades y las<br />

posibilidades de cada región; que se concediese un lugar<br />

destacado a los problemas de tipo práctico que<br />

surgen en cuanto a la alimentación, la higiene individual<br />

y colectiva, la agricultura y la cría del ganado.<br />

Recogemos estas conclusiones, a las que llegaron los<br />

representantes de 48 naciones, porque las juzgamos<br />

fundamentales para el desarrollo de un curso Preuniversitario<br />

con las directrices que se le han dado al que<br />

recientemente se ha implantado en España.<br />

LA UNIFICACIÓN <strong>DE</strong> CONOCIMIEN-<br />

TOS <strong>DE</strong> CIENCIAS NATURALES<br />

EN EL CURSO PREUNIVERSITARIO<br />

Los temas preferibles para este curso, en lo que se<br />

refiere a las Ciencias de la Naturaleza, han de ser<br />

amplios. con visiones extensas, con manejo de conocimientos<br />

aprendidos en materias distintas, prácticos,<br />

siempre que sea posible, y en los que se vea una utilidad<br />

para la industria, para la agricultura, etc.<br />

En el Bachillerato hay una ordenación de materias,<br />

unos programas concretos, los cuales ponen límites, no<br />

tanto a la extensión de conocimientos que los alumnos<br />

van a adquirir como a las materias que van a ser<br />

objeto de estudio. En lo que se refiere a Ciencias Naturales,<br />

se estudian por separado fenómenos físicos,<br />

fenómenos químicos, funcionamiento de los seres naturales,<br />

etc.<br />

Sería peligroso que el alumno terminase sus estudios<br />

creyendo que aquellos conocimientos aprendidos<br />

por separado no tenían relación entre sí, ya que en<br />

cuanto se ponga en contacto con la realidad del mundo<br />

que le rodea, cuando salga de las hojas del libro, va


a encontrarse con fenómenos físicos, químicos y biológicos,<br />

entrecruzándose y, en íntimo abrazo, incidiendo<br />

en un ser natural para originar un hecho que el<br />

hombre observa y estudia dentro de la Geología, la<br />

Botánica o la Zoología, pero que es el resultado de<br />

una suma de fenómenos, cada uno de los cuales encaja<br />

dentro de una determinada ciencia.<br />

Cada día es más difícil limitar estas ciencias, cada<br />

vez se difuminan más sus contornos, cada día se habla<br />

más de problemas de jurisdicción científica y surgen,<br />

corno consecuencia de todo esto, nombres compuestos<br />

de nuevas ciencias: Físico-química, Geoquímica, Química<br />

biológica, etc.<br />

El curso Preuniversitario, sin programas previos, sin<br />

apremios para terminar un número determinado de<br />

lecciones, con los conocimientos precisos de cada una<br />

de las Ciencias que en conjunto constituyen las Ciencias<br />

Naturales, podría tener un valor precioso de conjunción<br />

de materias, de visión unificada, de cruce de<br />

conocimientos adquiridos por separado y que, unidos,<br />

nos dan el fenómeno natural que nos maravilla: la<br />

erosión profunda que modela rocas, la formación del<br />

suelo que hace vivir plantas, los actos fisiológicos que<br />

permiten el desarrollo de seres vegetales y animales...<br />

TEMAS PREFERIBLES<br />

Por eso creemos que los temas que han de desarrollarse<br />

en el curso Preuniversitario, en relación con las<br />

Ciencias Naturales, han de ser amplios, de contornos<br />

extensos, que rompan los límites de una sola disciplina<br />

científica para abarcar varias de ellas.<br />

Hace unos años el Bachillerato tenía una asignatura<br />

que cumplía perfectamente esta misión: la Agricultura.<br />

Para su estudio había que utilizar conocimientos<br />

de Química, de Física, de Botánica, de Zoología, de<br />

Geología. El cultivo de una planta requiere saber cómo<br />

es físicamente el suelo que va a soportarla, las sustancias<br />

químicas que van a servirle de alimento, sus transformaciones,<br />

las condiciones anatómicas y fisiológicas<br />

de aquella especie vegetal, características y desarrollo<br />

evolutivo de insectos y otros animales que puedan dañarla,<br />

etc., etc. Pero además de estos estudios de interés<br />

científico había, ligados a ellos, otros de interés práctico<br />

en relación con la economía nacional y de gran valor<br />

en la formación de los alumnos.<br />

Indudablemente existen temas, dentro de las ciencias<br />

que estudian los seres naturales, que podemos elegir<br />

con las finalidades que hemos apuntado. Indicaremos<br />

algunos que puedan servir de ejemplo.<br />

A) El estudio de la litosfera podemos hacerlo desde<br />

puntos de vista distintos. Podemos partir de su origen<br />

y exponer las teorías de su formación, en las cuales<br />

tienen un papel importante principios fundamentales<br />

de Física y Química. La constitución actual de la litosfera<br />

nos llevará de lleno a la Geoquímica, cuyos principios<br />

fundamentales expondremos. El alumno verá<br />

cómo, fundándose en principios puramente científicos,<br />

llega a comprender el desigual reparto de sustancias<br />

químicas en la corteza terrestre, la preponderancia<br />

enorme de algunas de ellas, la estructura de los minerales<br />

que forman las principales rocas, las propiedades<br />

que de estas estructuras se derivan, la actividad física,<br />

PRÁCTICAS <strong>DE</strong> CIENCIAS NATURALES 137<br />

química y biológica que destruye y forma material<br />

litológico, los movimientos de la corteza terrestre con<br />

todo un capítulo de Física ondulatoria...<br />

Este tema no tendrá solamente carácter teórico, sino<br />

también podrán realizarse las prácticas correspondientes:<br />

acciones químicas del oxígeno y gas carbónico sobre<br />

distintas rocas, fenómenos de hidrolisis tan importantes<br />

en la dinámica de la corteza terrestre, coeficientes<br />

de solubilidad, cristalizaciones por disolución y por<br />

fusión, visión microscópica de rocas, etc., aparte de las<br />

visitas a lugares en los que puedan apreciarse fenómenos<br />

geológicos característicos.<br />

B) El estudio del suelo es también, indudablemente,<br />

un tema de interés, porque en la formación de esta<br />

entidad natural intervienen factores de diversas ciencias.<br />

Una serie de acciones físicas originan los cantos<br />

rodados, la grava, la arena, todo lo que constituye el<br />

esqueleto del suelo. Sobre este esqueleto se producen<br />

acciones químicas que originan la arcilla, con su tamaño<br />

coloidal, sus cargas eléctricas, formada por minerales<br />

diversos con estructuras cristalinas a las que<br />

deben muchas de sus propiedades. Y todo este conjunto,<br />

esqueleto del suelo y arcilla constituyen la parte mineral<br />

del suelo laborable, a la que se une la materia orgánica<br />

como consecuencia de la destrucción, lenta, pero<br />

vigorosa, de los restos vegetales que va rompiendo sus<br />

estructuras, sus tejidos, que van liberando elementos<br />

para, una vez en libertad, recombinarse con arreglo a<br />

leyes fijas y dar todo ese conjunto de materia orgánica<br />

que conocemos con el nombre de humus. En este tema<br />

el alumno ha de recordar una serie de cosas aprendidas<br />

en asignaturas distintas, en momentos diversos del Bachillerato,<br />

pero aquí las concentra, las reúne en un<br />

solo objeto, el suelo laborable, que una vez formado<br />

es capaz de soportar una vegetación, de dar unas cosechas<br />

que tienen un valor dentro de la Economía nacional.<br />

El estudio del suelo puede dar origen a varias prácticas<br />

interesantes. Una primera, sencillísima, consistirá<br />

en agitar fuertemente durante unos minutos una pequeña<br />

cantidad de suelo laborable en el agua conten;da<br />

en un recipiente y dejar que se deposite el material<br />

agitado, con lo que aparecerán una serie de capas<br />

de tamaños distintos, perfectamente perceptibles, que<br />

permiten ver la heterogénea constitución física del suelo.<br />

Para dar una idea más detallada de esta composición<br />

pueden realizarse análisis mecánicos, cosa perfectamente<br />

asequible para alumnos de Bachillerato, con<br />

lo que ven en detalle las proporciones en las que las<br />

partículas de tamaños distintos entran a formar el suelo.<br />

Pueden realizar cortes de suelos y ver allí los distintos<br />

horizontes que los forman, en relación con los<br />

procesos de formación, en los cuales desempeñan un<br />

papel tan importante la roca que los origina, el clima,<br />

que influye en la transformación de ésta, y la vegetación.<br />

También pueden hacer determinaciones de<br />

acidez por procedimiento colorimétrico y relacionar los<br />

valores obtenidos con la vegetación que esos suelos soportan.<br />

En 5 •0 curso de Bachillerato los alumnos han<br />

debido realizar prácticas con microscopio petrográfico;<br />

pues bien: los cortes de suelo, sencillísimos de realizar<br />

utilizando una resina artificial, que sin variar las propiedades<br />

ópticas del suelo da a éste consistencia pétrea,<br />

serán una práctica interesante para determinar


138<br />

la composición mineralógica. Otras prácticas, en relación<br />

con la composición química del suelo, pueden<br />

también realizarse y todas ellas, como puede verse,<br />

utilizando medios de trabajo aprendidos en asignaturas<br />

diversas, que actúan en un solo objeto natural.<br />

C) Otro tema amplio que podemos utilizar en el<br />

curso Preuniversitario es el de la nutrición vegetal. La<br />

composición química del suelo, los componentes que<br />

son fertilizantes, el grado de solubilidad de éstos, qué<br />

componentes pueden ser utilizados por la planta para<br />

su nutrición y cuáles no, la necesidad de abonado, el<br />

estudio de los abonos, la manera de atravesar las sales<br />

disueltas, la membrana de los pelos absorbentes, las<br />

fuerzas físicas que intervienen en la ascensión de la<br />

savia, las transformaciones físicas y químicas que la<br />

savia sufre en las hojas, los productos que las plantas<br />

elaboran, la utilidad que el hombre obtiene de ellos,<br />

la manera de nutrirse aquellas plantas que carecen de<br />

clorofila, las asociaciones de plantas para poder verificar<br />

mejor las funciones de nutrición..., dan materia para<br />

una exposición amplia con referencias constantes a<br />

conocimientos que el alumno posee aprendidos en asignaturas<br />

diversas. Creo que no es necesario detallar aquí<br />

la serie de prácticas que podrían realizarse referentes<br />

a fertilidad con cultivos en macetas o con cultivos hidropónicos;<br />

a funciones de respiración, transpiración,<br />

clorofílica; a determinación de solubilidad de sales existentes<br />

en el suelo; a comprobación de determinados<br />

productos en partes concretas de la planta, etc., etc.<br />

C. P. U. MATERIAS ESPECIALES <strong>DE</strong> CIENCIAS<br />

D) Pero los seres vivos no tienen una vida independiente,<br />

todos ellos forman una gran sociedad, la<br />

biosfera, capa de la Tierra en la que los seres viven<br />

dependiendo los unos de los otros. Aparte de esta gran<br />

asociación existen asociaciones más limitadas, más concretas,<br />

biocenosis, que viven en unos espacios con límites<br />

perfectos que llamamos biotopos. Los seres que<br />

viven en el agua dulce, los que viven en las grandes<br />

profundidades de los océanos, o en la superficie de los<br />

mismos, los que habitan en un lago o en una simple<br />

charca, los que constituyen el matorral o el bosque,<br />

forman unidades con interdependencia de vidas.<br />

Los alumnos del curso Preuniversitario deben tener<br />

ideas fundamentales acerca de estas asociaciones y de<br />

los factores que las rigen y las limitan, limitaciones de<br />

alto valor dentro de la economía, porque muchas veces<br />

a factores de tipo ecológico se debe el amplio desarrollo<br />

o la limitación excesiva de unas determinadas especies<br />

de plantas o de animales, y por esto la Ecología<br />

agrícola es hoy un interesante capítulo dentro de la<br />

Ecología general.<br />

También en estos temas pueden realizar los alumnos<br />

abundantes prácticas, unas, de simple visión en el campo;<br />

otras, de detalles de laboratorio que pongan de<br />

manifiesto la influencia de los factores físicos y químicos<br />

en la vida de los seres y la influencia que unos<br />

seres ejercen sobre los otros.<br />

E) No por esto dejaremos de realizar algún estudio<br />

anatómico de vegetales y animales, y así, dentro<br />

del reino animal, no podrán faltar las disecciones de<br />

algunos de estos animales; caracol, lombriz de tierra,<br />

erizo de mar, algún crustáceo, rana y algún pequeño<br />

mamífero. Estas disecciones son sencillísimas de realizar<br />

y económicamente asequibles a todos los Centros.<br />

Estos temas no son más que unos poquísimos ejemplos<br />

de los muchos que podrían ponerse para que el<br />

curso Preuniversitario diese a los alumnos visiones amplias,<br />

pero a la vez de conjunto de las distintas ciencias<br />

que tienen intervención directa en los fenómenos<br />

naturales.<br />

EXCURSIONES Y VISITAS<br />

Además de estas prácticas, muchas de ellas solamente<br />

de laboratorio, los alumnos podrán realizar abundantes<br />

excursiones y visitas a diversos Centros. Nosottos<br />

dividimos el curso pasado, en el Instituto "Ramiro<br />

de Maeztu", las visitas del modo siguiente: Museos<br />

(Museo de Ciencias Naturales, Instituto Geológico y<br />

Minero, Jardín Botánico); Centros de Investigación<br />

(Instituto Cajal, Instituto de Edafología y Fisiología<br />

Vegetal); Centros de Aplicación Biológica (Sociedad<br />

Española de Antibióticos, un Centro de preparación<br />

de sueros y vacunas); Centros en relación con la Economía<br />

(Matadero Municipal, Mercado de recepción de<br />

pescados, Centro de recepción lechera).<br />

En algunas poblaciones españolas no podrán verse<br />

Centros con la clasificación que nosotros hicimos en<br />

Machid, pero siempre que sea posible las visitas se harán<br />

con visiones distintas y con tendencia a que no<br />

solamente tengan un fin científico puro, sino también<br />

un fin práctico, utilitario.<br />

PI“CTICAS EN EQUIPO<br />

Creo interesante que en este curso los alumnos verifiquen<br />

las prácticas en equipos, por juzgar esta forma<br />

de trabajo más interesante que la individual. En<br />

algunos sitios como en Dinamarca, este trabajo por<br />

equipo se ha hecho obligatorio, dados los excelentes<br />

resultados obtenidos.<br />

Se persigue con esta labor una finalidad social: desarrollo<br />

de las virtudes sociales, organización, espíritu<br />

de grupo, cooperación, ayuda mutua.<br />

Una finalidad intelectual: expansión de la personalidad,<br />

preparación para futuros trabajos, espíritu crítico,<br />

hábito de expresión.<br />

Una finalidad moral: respeto a los demás, formación<br />

del carácter.<br />

Estos equipos no sólo son útiles en el laboratorio,<br />

sino en la organización de visitas y excursiones.<br />

Se me podrá decir que esta labor por equipos puede<br />

presentar algún peligro para los perezosos o mal dotados,<br />

porque podrán aprovecharse del trabajo de los<br />

demás y, en caso de ser tímidos, llegar a recluirse en<br />

sí mismos. Por el contrario, los mejor dotados tal vez<br />

encuentren mayores ocasiones de distracción o deseo<br />

de ser jefes. Peto son tantas las ventajas que encontramos<br />

en este procedimiento de trabajo que lo creemos<br />

superior al individual, aunque para implantarlo<br />

haya necesidad de un esfuerzo mayor por parte de/<br />

profesor, porque ha de estar siempre vigilante para<br />

que los defectos apuntados no puedan prevalecer.<br />

LECTURAS<br />

Otra labor de interés en el curso Preuniversitario<br />

puede ser aficionar al alumno a la lectura de libros,<br />

revistas y artículos de prensa diaria relacionados con


las Ciencias Naturales. Encauzadas durante el Bachillerato<br />

las lecturas hacia temas de literatura y de historia,<br />

fundamentalmente, será muy conveniente en este<br />

curso llamar la atención de los alumnos hacia las lecturas<br />

científicas y hacer que no pasen inadvertidas, o<br />

hagan una lectura demasiado ligera, de los artículos<br />

o noticias relacionados con las Ciencias Naturales, que<br />

frecuentemente aparecen en la prensa diaria. Los comentarios<br />

que sobre estas lecturas se hagan en las<br />

clases provocarán un interés en el alumno e irán creando<br />

un hábito de lectura con esta dirección científica.<br />

IORMACI6N SOCIAL<br />

Finalmente, no podemos olvidar que el aspecto social<br />

tiene cada vez más importancia en la formación total<br />

del alumno, y en este aspecto la Cátedra de Ciencias<br />

Naturales puede colaborar intensamente a lograr esa<br />

formación.<br />

En la Revista Española de Pedagogía (1) hemos escrito<br />

sobre este aspecto de la educación y hacíamos<br />

notar la conveniencia de que los alumnos no solamente<br />

visitasen localidades distintas a las en que ellos viven,<br />

sino que estuviesen ligados de modo especial a una<br />

determinada localidad con características distintas a<br />

aquellas en que habitan. Los alumnos de una capital<br />

de provincia podrían visitar con alguna frecuencia un<br />

pueblo, medio rural, con marcadas características agrícolas,<br />

por ejemplo, donde indudablemente aprenderían<br />

mucho, al profundizar en la manera de ser de aquellas<br />

gentes, como consecuencia del trato continuado, del<br />

conocimiento de sus costumbres, de sus medios de trabajo,<br />

de sus diversiones, etc. Allí decíamos que de esta<br />

relación íntima teníamos la esperanza de que surgiera<br />

una comprensión entre individuos que viven en un<br />

ambiente totalmente distinto, para lo cual nuestros escolares<br />

ayudarían, en la adquisición de cultura, a los<br />

que habitaban en el medio rural, enviando libros, revistas,<br />

periódicos, algún material docente, sencillo, construido<br />

por ellos mismos, etc.; pero nuestros alumnos,<br />

a su vez, aprovecharían estos viajes para recoger abundante<br />

material natural y humano, con el que llegasen a<br />

crear en la Escuela del pueblo un pequeño Museo<br />

local. Claro es que esta labor han debido comenzarla<br />

antes de llegar al curso Preuniversitario, pero es en<br />

éste donde con más caudal de conocimientos, con más<br />

disposición de tiempo, con más visión de conjunto, podrán<br />

realizar una labor más eficaz, más completa y<br />

no cabe duda, repetimos, que el profesor de Ciencias<br />

Naturales, cooperando con los de otras disciplinas, tiene<br />

una labor importantísima que realizar en este conjunto<br />

de tareas para lograr una mejor formación social del<br />

alumno.<br />

TOMÁS ALVIRA<br />

Catedrático del Instituto Ramiro<br />

de Maeztu, de Madrid.<br />

BIBLIOGRAFIA ESENCIAL<br />

Libros para el profesor<br />

ALBAREDA (losé María) : El suelo. Ed. S. A. E. T. A., Madrid,<br />

1940.<br />

RUSSELL (E. John): Las condiciones del suelo y el desarrollo de<br />

las plantas. Ed. Aguilar, Madrid, 1954.<br />

(1) T. Alvira: "Un ensayo de Pedagogía social". Revista<br />

Española de Pedagogía. Madrid, 1950.<br />

PRÁCTICAS <strong>DE</strong> CIENCIAS NATURALES 139<br />

oos-riNG (Henry J.): Ecología vegetal. Ed. Aguilar, Madrid, 1951.<br />

ELTON (Ch.) : Ecología animal. "Monografías de temas biológicos".<br />

Ed. Acme Agency, Buenos Aires.<br />

RANKAN1A, (Kalervo) y SAHAMA (Th. C.): Geoquímica. Editorial<br />

Aguilar, Madrid, 1954.<br />

MAXIMOV (N. A.): Fisiología vegetal. Ed. Acme, Buenos Aires,<br />

1946.<br />

Prácticas:<br />

PUJIULA (Jaime, S. I.): Citología (parte práctica). Tipografía<br />

Católica Casals, Barcelona.<br />

LANGERAU (M.) : Précis microscopze. Ed. Masson et C.', París,<br />

1949.<br />

KUEKENTHAL-MATTHES: Leitfaden für das Zoologische Praktikum.<br />

Piscator Verlag. Stuttgart, 1950.<br />

WARD y WHIPPLE: Fresh water Biology. Ed. John Wiley, Nueva<br />

York.<br />

JAMES (L.): Zoologie pratique. Basie sur la dissection. Editorial<br />

Masson et C.', París, 1904.<br />

GIROD (Paul): Manipulation de Zoologie. Cuide pour les travaux<br />

pratiques de dissection. Librairie Baillière et Fils, París,<br />

1889.<br />

GUILLIERNIOND (A.) y MANGENOT (G.): Biologie végétale. Editorial<br />

Masson et C.', París, 1946.<br />

ARox et GRASSA (P.): Précis de Biologie aninzale. Ed. Masson<br />

et C.', París.<br />

BONTE (A.): lntroduction ä la lecture des curtes géologiques.<br />

Ed. Masson et C.', París, 1953.<br />

SANZ, S. i. (E.): Los minerales. Su reconocimiento sistemático.<br />

Ed. Casals, Barcelona.<br />

KRAEPELIN (Schäffer): Curso y prácticas de Biología. Ed. Labor,<br />

Madrid, 1942.<br />

FROBISHER: Fundamentos de Bacteriología. Ed. Salvat, Madrid.<br />

Lecturas:<br />

Libros para el alumno<br />

Libros de la Naturaleza. Ed. Espasa Calpe, Madrid.<br />

STEP (Edward): Maravillas de la vida de los insectos. Ed. Espasa<br />

Calpe, Madrid.<br />

ALONSO <strong>DE</strong>L REAL (Guillermo): La vida y sus problemas en el<br />

mundo acuático. Colección Cauce. Instituto "San José de<br />

Calasanz" (C. S. I. C.), Madrid.<br />

soz, s. 1. (Eugenio): Costumbres de los insectos. Revista Ibérica,<br />

Barcelona, 1943.<br />

Colección "Libros de hoy". Ed. Labor, Madrid.<br />

WOHLBOLD (Hans): La vida social de los animales. Ed. Joaquín<br />

Gili, Colección "Atalaya". Muntaner, 180, Barcelona.<br />

VENZMER (Gerhard): El hombre vence a los microbios. Ed. Joaquín<br />

Gili, Colección "Atalaya". Muntaner, 180, Barcelona.<br />

FABRE (j. H.): Los auxiliares.—Los destructores.—Maravillas del<br />

instinto de los insectos.—Costumbres de los insectos.—La vida<br />

de los insectos. Ed. Espasa Calpe, 1951.<br />

MUEDRA, S. 1. (V.): La ciencia al servicio de los animales. Maravillas<br />

científicas en los actos animales. Ed. Tipográfica Católica<br />

Casals, Barcelona.<br />

HASS (Hans): Aventuras de tres pescadores submarinos. Ed. Seix<br />

Barra], Barcelona.<br />

NATURAL1A. La vie dans la Nature. Publicación mensual. Rue<br />

Bergère, 20, París. (Consideramos esta revista muy interesante<br />

para los alumnos. Solamente recoge cuestiones de Ciencias<br />

Naturales y está editada en color.)<br />

Practicas:<br />

PETIT ATLAS <strong>DE</strong> POCHE PAYOT: Librairie Payot.—Lausana. Imprimerie<br />

Hallwag, S. A., Berne (Suisse).<br />

PARDO (L.): El acuario y sus pobladores. Publicaciones del Ministerio<br />

de Agricultura.<br />

MALUQUER NICOLAU (5.) : El acuario de agua dulce. Ed. Scix<br />

Barral, Barcelona.<br />

NAVARRO CÁNDIDO (Alejandro): Clasificación de los animales.<br />

Ed. S. A. E. T. A., Madrid, 1949.<br />

NAVAS (L.), y SANZ (E.): Los insectos (Nueva edición del Manual<br />

Entomológico). Ed. Tipografía Católica Casals, Barcelona.

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