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la marina te llama<br />
En 1979, buscando un traje de bote de colón, una jovencita Alaska llegaba a<br />
una casa situada en el madrileño barrio de Malasaña. Allí fue recibida por dos<br />
pintores, Juan Carrero y Enrique Naya. Lo que en su día no fue más que un<br />
encuentro casual y amistoso, veintiocho años después ha sido considerado<br />
como el nacimiento de uno de los movimientos culturales más importantes de<br />
la España del siglo XX.<br />
En la verdadera Movida, aquella que tarde tras tarde y noche tras noche se<br />
reunía en La Palma-14, Costus tuvieron bastante culpa. Como reconoce la<br />
propia Olvido, gran parte de su educación y su personalidad artística nació en<br />
el interior de la casa de Costus.<br />
A estas alturas se hacía necesario un estudio que analizase la historia y las<br />
circunstancias que rodean a la que fue la primera serie de Costus. “La Marina<br />
te llama” fue la única serie de pinturas pensada y realizada conjuntamente por<br />
Juan y Enrique que salió completamente terminada de La Palma-14, por lo tanto,<br />
se constituye como una obra fundamental para la Movida.<br />
Su ejecución reunió por primera vez los talentos y las distintas formas de<br />
entender la pintura de sus autores, que tal como vemos en la foto, se abrazaron<br />
y se unieron para hacer de su diferencia una perfecta simbiosis pictórica. Nacía<br />
la “marca” Costus.<br />
En primer lugar, quiero mostrar mi agradecimiento a Ricardo Carrero por su<br />
ayuda, ánimo y colaboración en la realización de este estudio, además de<br />
acercarme al lado más humano y desconocido de Costus. Agradecer también a<br />
Andrés Folgueira y a Juanma del Ojo por facilitarme gran parte de las fotos que<br />
han ido recopilando durante años y años de coleccionismo. Igualmente citar a<br />
la empresa “Marin´s dolls” por toda la información histórica recibida. Y por<br />
último, gracias a toda la familia y amigos de Costus por mantener viva su llama<br />
y luchar por la conservación y la difusión de su legado. Especialmente a Olvido<br />
y a Fabio, cuyas continuas referencias a Juan y a Enrique me llevaron a<br />
sumergirme en el universo Costus.<br />
A todos los que les ayudasteis y les quisisteis en vida, Muchas Gracias.<br />
Autor: José León Calzado. Ldo. En Historia del Arte.<br />
Para http://www.costus.es . Sevilla, 2007.
Marina Llanos Martí<br />
española sin dudar<br />
nacida en plena Castilla<br />
para alguna seña dar.<br />
Cuando quince años tenía<br />
de su casa se marchó<br />
a recorrer tierra extraña<br />
desde Galicia a León,<br />
desde Asturias a Estocolmo<br />
desde Cádiz a Nueva York.<br />
Al cabo de varios años<br />
de asistenta en Budapest<br />
tuvo una visión extraña<br />
estando en pedo de té;<br />
a la Virgen y a dos Santas<br />
vestidas de lané<br />
que le dijeron "Marina<br />
vuelve a tu patria otra vez<br />
y haz un altar en tu pueblo<br />
que yo te recompensaré".<br />
Marina Llanos Martí<br />
volvió a su pueblo materno<br />
cumplió la promesa dada,<br />
más encontró un chulo tierno<br />
y se quedó embarazada.
“Al menos algo nos recordará con gracia”: Las Muñecas de Marín y el Kitsch.<br />
La búsqueda de aquellos<br />
elementos identificativos y las<br />
raíces de la cultura propia, que<br />
propugnaba el Regionalismo, se<br />
sintió completamente en<br />
Andalucía durante las primeras<br />
décadas del siglo XX. Los artistas<br />
andaluces plasmaron así los<br />
rasgos típicos de su cultura en sus<br />
obras, tanto en la pintura, como<br />
la escultura, música, literatura y<br />
arquitectura.<br />
Muy importante en su desarrollo<br />
fue la celebración de la Exposición<br />
Iberoamericana en Sevilla<br />
durante 1929. No es de extrañar pues que en 1928 Don José Marín, movido<br />
por este espíritu regionalista, fundase en Chiclana de la Frontera una fábrica de<br />
muñecas artesanales, cuyo principal distintivo y atractivo radicaba en el hecho<br />
de ir ataviadas con los trajes regionales más típicos.<br />
Con el paso del tiempo se consolidaron como uno de los objetos más populares,<br />
sobretodo a partir de su transformación influida por la llegada de la Barbie.<br />
Durante los años 70 y 80 fue el motivo decorativo imprescindible en el hogar de<br />
cualquier familia española. Allí sobre el televisor se convertía en la identidad de<br />
la nueva sociedad de masas.<br />
Estos años le dieron una nueva definición por los intelectuales de la época. Se<br />
les colgó la etiqueta de kitsch y fueron catalogadas de mal gusto y vulgares. Las<br />
gitanas de Marín reunían todas las cualidades para ser un Kitsch: buscaban un<br />
efecto sentimental poco profundo y rápido, no tenían contenido y mezclaban lo<br />
pretencioso y agradable ignorando cualquier tipo de rigor, coherencia y<br />
contexto. Sus características materiales y su carácter eminentemente popular<br />
subrayaron aún más todo esto.<br />
La aparición del kistch dentro de la escena española del momento es sinónimo<br />
de que algo estaba cambiando. Los nuevos avances técnicos, hábitos,<br />
costumbres y el desarrollo del consumismo dieron lugar al nacimiento en<br />
España de la denominada “sociedad de masas”. La llegada de los primeros<br />
electrodomésticos, la apertura de grandes hipermercados al estilo americano,<br />
así como el impulso de los medios de comunicación variaron por completo la<br />
vida cotidiana nacional y renovaron, consecuentemente, la fisonomía de los<br />
hogares, donde la televisión se convertía en la reina de la casa al mismo tiempo<br />
que otro tipo de objetos, más o menos efímeros, entraban a formar parte del<br />
decorado de nuestro día a día.
Un día se rompió la rutina.<br />
LA REALIZACIÓN.<br />
COMUNIÓN.<br />
Con mi padre fui a Chiclana, no sé a qué ni por qué, pero en technicolor la<br />
recuerdo. Asolada por una inundación, presentando un aspecto<br />
catastrófico.<br />
El río, desbordado, había anegado toda la parte baja, donde se<br />
encontraba la fábrica de muñecas de plástico con forma de gitana.<br />
Violentamente, la había arrasado el agua y esparcido su contenido por<br />
toda Chiclana.<br />
Miles de manos, brazos y piernas, sonrientes cabecitas calvas, de entre el<br />
barro sobresalían formando montañas en las esquinas. Las más<br />
impresionantes, las enteras.<br />
Desgreñadas, ahogadas, destrozadas, se revolcaban con sus batas de cola<br />
en el fango, sin perder la compostura, sonriendo.<br />
La población comenzaba a hacer frente al destrozo. No me acuerdo si<br />
hubo víctimas. Lo mismo murió una vieja – no es que tenga nada en contra<br />
de ellas-.<br />
Grupos de hombres limpiaban las calles y a paletadas, en un camión iban<br />
echando las embarradas gitanas.<br />
A nadie le importaban, pero mi yo kitsch floreció y comprendí que aquello<br />
era una desgracia.<br />
La visita me impresionó tan vivamente que durante una larga temporada<br />
tuve sueños y pesadillas.<br />
Premoniciones según puedo comprobar ahora.<br />
Pero aquél día, después de la inundación, de entre el fango, algo me llamó<br />
y me compró.<br />
En la mitad justa de mi noviciado, este suceso significó la comunión con la<br />
religión en la que estaba iniciado.<br />
Sin que nadie me viera me llevé varias cabecitas calvas. Contemplándolas<br />
compartirían la misma atracción que por la iglesia sentía.<br />
El sabor del oro se mezcló con el del plástico y me supo bien.<br />
“LO PEOR DE TODO”. Enrique Naya.
“¡En un museo o nada!”: La primera serie pictórica.<br />
La llegada del año 1980 supuso un gran impulso para la gran familia Costus;<br />
nacía una nueva etapa que traería la estabilidad a los distintos proyectos, que<br />
un año antes se habían comenzado a gestar en torno a la casa de la calle La<br />
Palma número 14.<br />
Por un lado, el grupo de la niña, “Alaska y los Pegamoides”, no sólo quedaba<br />
completamente cerrado con la última incorporación de Eduardo Benavente en<br />
marzo, sino que también se produciría en este año el afianzamiento de la<br />
primera imagen y línea de la agrupación con el lanzamiento de “Horror en el<br />
Hipermercado”, que precisamente llevaría una portada realizada por Enrique<br />
Naya.<br />
Otro de los integrantes, Pedro Almodóvar, eligió igualmente 1980 para terminar<br />
y estrenar su primera película, “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón”. El<br />
film, que fue rodado en parte y gestado en la casa de Costus, supuso el inicio<br />
del espíritu libre, directo y desenfadado que marcó las primeras películas del<br />
manchego.<br />
Para Juan Carrero y Enrique Naya 1980 fue también el año en el que se<br />
fortalecieron como pareja y como pintores, iniciando el método de trabajo y el<br />
estilo que les hará famosos. Hacía dos años ya del encargo que recibió Enrique<br />
para decorar el vecino local “La Vía Láctea”. La premura que exigía la<br />
elaboración de estos paneles propició que ambos trabajasen juntos entre enero<br />
y febrero de 1979.<br />
La casa de La Palma, 14 en 1980. Izquierda: Juan y Enrique juegan en el sofá con<br />
“Carmen Polo, Viuda de Franco“ al fondo. Derecha: Pedro Almodóvar dirige a Alaska,<br />
Carmen Maura y Eva Silva en el salón de la Casa.
Aprovechando este buen entendimiento en el trabajo, la pareja se propuso<br />
empezar a pintar juntos. Para esta especial ocasión optaron por convertir en<br />
pintura una de las anécdotas más repetidas por Enrique, que posteriormente<br />
plasmaría en el texto “Comunión”, incluido en “Lo Peor de Todo”.<br />
Chiclana de la Frontera durante las inundaciones de 1965.<br />
Ese relato fue uno de los episodios que marcaron la infancia de Enrique, una<br />
especie de “premonición”. El 19 de octubre de 1965 una crecida del río Iro<br />
inundó gran parte de Chiclana de la Frontera, afectando gravemente a la<br />
fábrica de Marín, ya que estaba situada en plena Vega. La fuerza del caudal de<br />
las aguas destruyó su interior y esparció todo su contenido por las calles de la<br />
localidad. Al día siguiente Enrique visitó el pueblo con su padre y quedó para<br />
siempre sorprendido ante la visión catastrófica de miles de muñecas mezcladas<br />
y apresadas por el barro.<br />
Durante la Semana Santa de 1979, tras una reconciliación, bajaron a Cádiz y<br />
visitaron la fábrica de las Muñecas de Marín, donde visionaron lo que<br />
verdaderamente querían hacer. Pensaron elaborar un conjunto de veinticinco<br />
acrílicos con una composición muy definida. La mayor parte de su superficie<br />
estaría ocupada por la figura de la gitana con su característica actitud y pose.<br />
Una zona especial sería la parte inferior, donde una marabunta de colores y<br />
formas sinuosas se mezclarían para dar una doble sensación; por un lado<br />
resolverían así los volantes de sus trajes y por otro, figurarían la corriente de<br />
agua y barro que envolvía y atrapaba a la muñeca. Estas obras, además,<br />
debían destacar por su exagerado tamaño “para que no cupieran en ninguna<br />
galería, Vandrés, Juana Mordó… ¡Un museo o nada!”.<br />
A mediados de abril de 1980 comenzaron la ejecución de las primeras<br />
“Marinas”. Su idea era representar este hecho bajo su personal visión y a la vez<br />
rendir un homenaje a unos de sus kitchs favoritos: Las muñecas de Marín.
Tenían tanto aprecio a estas figuras que había varias decorando su casa. Esta<br />
pasión desmedida fue incluso transmitida a sus más allegados, hasta tal punto<br />
que junto a un ramo de rosas fue el regalo con el que Alaska y Ana Curra<br />
recibieron a Adam Ant en el aeropuerto de Madrid. Años después, Almodóvar<br />
les haría un pequeño guiño en el estilismo de una de las componentes del grupo<br />
“Ellas” en su película “Laberinto de Pasiones”.<br />
Una gran muñeca de Marín decoraba la mesa del salón de la casa de Costus.<br />
La forma de trabajar fue la misma que en “La Vía Láctea”, Enrique se encargó<br />
de pintar las caras, los brazos y otros detalles con su particular estilo realista.<br />
Gracias al esmero que ponía y su destreza conseguía imitar a la perfección el<br />
brillo y la textura del plástico con el que están fabricadas las muñequitas. Juan<br />
gozó esta vez de mayor libertad creativa en la ejecución de los fondos y los<br />
trajes de las gitanas. Suponen estas pinturas una buena oportunidad para<br />
disfrutar de su atrevimiento en el uso de los colores, cuyas arriesgadas mezclas<br />
confieren a la obra de una gran fuerza visual.<br />
Desde el inicio de la primavera y durante varios meses posteriores, Juan y<br />
Enrique estuvieron encerrados en la habitación más grande de su piso, inmersos<br />
en sus pinturas. La jornada comenzaba para ellos por la tarde, entre las tres y<br />
las seis, cuando sonaba a toda pastilla Las Grecas o Dolores Vargas “La<br />
Terremoto”. Tras el desayuno, se ponían a pintar, era su diversión y su forma de<br />
matar el aburrimiento. Frente al aglomerado pasaban las primeras horas hasta<br />
que progresivamente iban llegando sus amigos los Pegamoides (cuando<br />
terminaban de ensayar), Pedro Almodóvar con Blanca Sánchez, Bonezzi, Martín<br />
Beguè, Manolo Cáceres, Capi, etc. Todos campaban a sus anchas por la casa,<br />
mientras Enrique y Juan pintaban sus primeras “Marinas” con la misma
minuciosidad y dedicación que una “costurera” cosía un traje. Curiosamente, en<br />
pleno proceso son captados en la película “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del<br />
montón”.<br />
El rodaje de la película de Pedro fue visto por Enrique como una buena oportunidad<br />
para enseñar sus obras en escenas como ésta, donde Juan y Enrique simulan pintar las<br />
marinas 3 y 8 respectivamente. “Pepi, Luci, Bom y otras Chicas del montón”<br />
(P. Almodóvar, 1980).<br />
El resultado fueron unos brillantes acrílicos sobre unos aglomerados de<br />
inmensas proporciones (244X122 cm.) que recibieron el título de “Marina” más<br />
una cifra que las distinguía. Este nombre no fue una mera designación, sino que<br />
forma parte consustancial y fundamental de la propia obra, ya que con él<br />
jugaban a la misma paradoja que veíamos en la pintura. Al igual que la imagen<br />
de la muñeca se fundía con el mar y con el agua en los volantes del vestido, su<br />
identidad “Marín”, también se fusionaba con el mar, generando su<br />
denominación final, “Marina”.<br />
Debido al cansancio y a problemas de espacio la serie quedó finalmente<br />
conformada por un total de nueve piezas, en cuya superficie se produce un<br />
fuerte contraste de dos estilos y formas de entender la pintura completamente<br />
opuestas, que alcanzaban una simbiosis sublime e inédita en el panorama<br />
artístico español de la época. Sólo algunas están firmadas en su ángulo inferior<br />
derecho con el nombre de sus dos creadores, Enrique Naya Igueravide y Juan<br />
Carrero Galofré, ya que aún no se autodenominaban Costus. Muy pocas, las<br />
primeras, tienen inscrita la fecha concreta en la que fueron pintadas.<br />
Las “Marinas” fueron sucesivamente ocupando las paredes de La Palma y<br />
conviviendo así con otras obras anteriores, tal y como aparecen en la ópera<br />
prima de Almodóvar, concretamente en la escena donde Pepi, Luci y Bom
pasean por el interior de la casa para ir al salón. Allí causaron el asombro y la<br />
admiración de todos sus visitantes con su espectacular brillo fluorescente<br />
causado por la luz negra que iluminaba el interior del piso.<br />
Juan y Enrique terminaron muy satisfechos con el trabajo cumplido, habían<br />
inaugurado una nueva manera de trabajar con la que se sentían cómodos y<br />
realizados artísticamente. Esta particular técnica no sólo agilizaba su proceso de<br />
creación, sino que les permitía realizar unas pinturas de inmenso tamaño sin<br />
grandes dificultades.<br />
Tal y como se desprende del texto “El Valle de los Caídos” escrito por Enrique<br />
Naya en junio de 1987, se encontraban tan animados que nada más terminar<br />
con esta primera serie, empezaron a trabajar con su siguiente proyecto, la serie<br />
del valle. En este instante y por mediación de Blanca Sánchez se produce un<br />
hecho crucial, la llegada del galerista Fernando Vijande.<br />
Las visitas de la amiga de Almodóvar comenzaron a ser más habituales entre<br />
junio y julio, mientras Pedro rodaba las escenas de “Pepi, Luci, Bom y otras<br />
chicas del montón”. Blanca Sánchez en aquel momento era la mano derecha del<br />
galerista Fernando Vijande, quien tras la insistencia de su colaboradora llegó a<br />
la casa de Costus en torno al mes de noviembre de 1980.<br />
En este momento el galerista estaba apasionado por todo lo que se hacía en<br />
Nueva York, donde por entonces triunfaba el Pop Art. Vijande vio en las obras<br />
de Juan y Enrique, especialmente en las “Marinas”, el verdadero arte pop<br />
nacional, quedando fascinando y rendido ante la creatividad y personalidad de<br />
los pintores.<br />
Ya en 1981 sus frecuentes visitas, la mayoría de ellas cargado de drogas y<br />
regalos, lo convirtieron en uno más de la familia. El galerista pasó a ser su<br />
principal mecenas y valedor al comprar toda su obra para exponerla en la<br />
Galería Vandrés que gestionaba junto a su socia Gloria Kirby.<br />
Durante el verano de 1981 Enrique y Juan posan con sus amigos en el montaje de la<br />
exposición en la Galería Vandrés. Entre ellos Pablo Pérez Mínguez, Tesa Arranz, Fabio<br />
Mcnamara, Miguel Ordóñez, Pedro Almodóvar, etc.
En aquel verano y con las obras colgadas de la pared, Gloria y Fernando<br />
rompieron sus relaciones laborales y la galería se clausuró. Afortunadamente<br />
Fernando Vijande consiguió un nuevo local, un amplio garaje que se<br />
inauguraría como Galería Vijande con la muestra “El Chochonismo Ilustrado”<br />
durante la noche del 13 de octubre de 1981.<br />
Esta exposición nada o muy poco tenía de similar con lo que se hacía en el<br />
Madrid del momento. Era una muestra que englobaba varios tipos de<br />
manifestaciones artísticas: textos, dibujos, pinturas y unas fotos, como testimonio<br />
de perfomances que hacían en la casa de La Palma. Además de Juan y Enrique,<br />
participaron amigos suyos como Alaska, Carlos Berlanga, Tesa Arranz, Fabio<br />
Mcnamara, Soledad Lozano Cumbrera, Txomin Salazar, etc. Entre todo esto<br />
destacaba especialmente las Marinas, su primera serie, que fue agrupada aquí<br />
bajo el título genérico de “La Marina te llama”.<br />
“Desafío”. Juan de O. 1981 “Embrujo”. Juan de O. 1981<br />
La nueva galería Vijande era más grande que la Vandrés. Por ello, durante el verano<br />
Juan Carrero realizó estas dos pinturas que acompañarían a los nueve acrílicos que<br />
componían la serie “La Marina te llama”. Concretamente, la obra “Embrujo” fue<br />
pintada durante el mes de julio.
“Desde Cádiz a Nueva York”: Entre el Pop y el Surrealismo.<br />
A partir de la II Guerra Mundial se produce una serie de cambios en las<br />
estructuras sociales que darán lugar a la “sociedad de masas”. El avance<br />
tecnológico que se produjo en torno a los años 50 del siglo XX generó nuevas<br />
pautas de comportamiento en la sociedad norteamericana e inglesa. Las<br />
costumbres y conductas sociales se hacen más homogéneas<br />
independientemente de diferencias geográficas, sociales, económicas, culturales,<br />
etc.<br />
“… Uno se sienta delante de la televisión y bebe Coca-Cola; y sabe que el<br />
presidente bebe Coca, Liz Taylor bebe Coca; y piensa para sí, tú también te<br />
puedes permitir beber una Coca…”. Esta cita de Andy Warhol refleja claramente<br />
lo expuesto anteriormente y el nuevo impulso que tomará el arte del momento.<br />
El Pop Art irrumpió en la cultura como aquel movimiento artístico encargado de<br />
llevar a las galerías los nuevos fetiches, emblemas y otros elementos que<br />
formaban parte de la cotidianidad y que, por lo tanto, identificaba a la nueva<br />
sociedad de consumo de masas.<br />
De esta manera, los grandes pancartas publicitarias, los comics, la prensa, las<br />
latas de sopa, cajas de detergente, etc. invadieron las galerías y museos<br />
conservando su lenguaje estereotipado. La imagen cotidiana se convierte en arte<br />
por la referencia del espacio y por la existencia del cuadro. El Pop Art fue el<br />
espejo más nítido donde se reflejó la nueva sociedad americana en un caso e<br />
inglesa en otro.<br />
La llegada de las primeras influencias del Pop Art a España se produjo de forma<br />
paralela a la renovación de las estructuras sociales. Con la instauración de la<br />
democracia el aperturismo es mayor y este nuevo modelo social queda<br />
afianzado plenamente. Será ahora también cuando las ideas del Pop Art y toda<br />
su filosofía aterricen en el país con todas sus consecuencias.<br />
El mundo del arte en estos años volvió su mirada a Nueva York, creciendo así la<br />
fiebre por el Neoexpresionismo Abstracto al mismo tiempo que la alegría del<br />
Arte Pop seducía a muchos intelectuales del momento. Es durante la década de<br />
los 80 cuando la cultura española se vuelca por completo con el Pop Art,<br />
siguiendo e idolatrando a sus autores.<br />
Volviendo atrás, a finales de los 60 y principios de los 70 fueron muchos artistas<br />
españoles los que experimentaron levemente con las influencias del Pop Art,<br />
incluyendo en sus composiciones algunos elementos propios del Pop<br />
norteamericano. Se trata de una mera trasposición de elementos, ya que en la<br />
mayoría de los casos se obviaba que la cultura popular española tenía muchos<br />
e importantes matices que la distinguían de la americana.<br />
Ejemplo de ello fue la exposición “Made in USA (Visión de Yankilandia desde<br />
Cádiz)” de Enrique Naya celebrada en 1975. Aunque en sus dibujos ya se<br />
atisbaba un cierto cambio.
La asimilación y el autoanálisis llegaron en 1978 con la muestra “Temas de<br />
arquitectura nacional y otros monumentos”. Influenciado por autores pop como<br />
Warhol o Wesselmann, Enrique mostró aquí una serie de obras, cuyo carácter<br />
pop no está solo en su técnica, sino también en su contenido. Por primera vez,<br />
hablamos de un arte Pop puramente nacional, puesto que la exposición<br />
analizaba y mostraba los iconos y la estética de la cultura popular española en<br />
su faceta más vulgar y cotidiana. Era un acercamiento al ámbito de las<br />
“marujas”, recreando su particular y típica escenografía. A finales de este mismo<br />
año Juan Carrero presentó su exposición “Escenas de la España Cañí”, donde<br />
exhibió un conjunto de obras de estilo naif, que igualmente suponían una<br />
reflexión sobre el “typical spanish” y otras visiones cotidianas.<br />
Mientras que Juan se fue acercando más hacia las Vanguardias, Enrique siguió<br />
analizando y estudiando la sociedad española del momento. Le interesaba<br />
especialmente el ámbito más profundo y a la vez más cotidiano. Así comenzó la<br />
realización en 1979 de unos acrílicos en los que plasmaría los retratos<br />
habituales de la prensa del corazón. Hablamos de la serie posteriormente<br />
titulada “Paso Trascendental: Del Diez Minutos al Hola”. En estas obras Enrique<br />
seguía trabajando con un estilo “hiperrealista” muy particular que debió<br />
perfeccionar cuando estudiaba la especialidad de Dibujo Animado en Madrid.<br />
Sus pinturas se nos muestran con esa técnica fría y distante que caracteriza el<br />
Pop Art, donde desaparece por completo la huella del artista, para dar sólo<br />
importancia al objeto y a su presencia en el espacio, nada más.<br />
Colgar en las paredes de una galería la representación pictórica de un objeto de<br />
consumo masivo, como las Muñecas de Marín, constituye un paso más dentro<br />
de esa corriente del pop autóctono. Sus gigantescas proporciones y su actitud<br />
altiva creaban un complejo de inferioridad al espectador. Asimismo, estas obras<br />
cumplían con la ironía característica del Pop, ya que incluían en un ámbito<br />
cultural y elitista un objeto denostado por los propios intelectuales. Estamos,<br />
efectivamente, ante la sublimación del Kitsch propia del Pop al convertir un<br />
objeto vulgar en arte.<br />
Al igual que ocurrió en el caso americano, también puede detectarse aquí una<br />
cierta debilidad teórica del Pop Art. Si contemplamos detenidamente distintas<br />
obras de Wesselmann, podremos apreciar claramente algunos rasgos que nos<br />
invitan a pensar en un gusto por el objeto, que al elevarse al cuadro se<br />
embellece. Son muy significativas las palabras de Marcel Duchamp para<br />
comprender esto: “… Yo les lancé a la cara botellas y el urinario como<br />
provocación y ahora lo admiran como lo bello-estético”. Algo muy parecido les<br />
ocurrió a Costus con las muñequitas de Marín, ya que, como leímos<br />
anteriormente, Juan y Enrique adoraban este tipo de muñecas que decoraban su<br />
casa. En “La Marina te llama” aflora notablemente este embellecimiento de un<br />
fetiche y su enaltecimiento mediante la recreación artística.<br />
La técnica empleada también corresponde en buena medida al Pop Art. La<br />
composición eminentemente vertical y el brillo de su colorido nos recuerdan
claramente los carteles publicitarios, que tanto influenciaron las obras de artistas<br />
como Ronsequist y Wesselmann.<br />
El título que recibió la serie incide aún más en su carácter pop. “La Marina te<br />
llama” fue una frase muy difundida en España desde mediados de la década de<br />
los 70. Con ella, el ejército de la marina iniciaba una campaña publicitaria que<br />
animaba a los jóvenes a alistarse en sus filas. Tan hondo caló, que fue el título<br />
propuesto para una de las películas más esperadas de la época, que finalmente<br />
terminó denominándose “Cateto a babor”. Pero “La Marina te llama” llegaría al<br />
publico nacional como aquel espectáculo de gran éxito, que protagonizado por<br />
Lina Morgan, marcaría el inicio de la llamada revista moderna.<br />
Con todo ello, Costus entraban de lleno en este fenómeno de la imagen popular<br />
generado por la industrial cultural, sin duda, la clave del Pop.<br />
No obstante, en esta serie hay matices que se escapan del Pop y nos remiten al<br />
Surrealismo. Las Marinas no sólo reflexionan sobre un objeto perteneciente al<br />
mobiliario de la experiencia compartida en la sociedad de masas, sino que<br />
además incorpora elementos afectivos e imaginativos que la acercan al<br />
Surrealismo.<br />
La clave de todo esto la encontramos en la fusión de los volantes del vestido con<br />
las formas marinas que atrapan a las muñecas. El objeto surrealista se<br />
caracteriza porque sufre una suerte de metamorfosis mediante la cual abandona<br />
su contexto cotidiano. En este caso, estaríamos ante un objeto real, pero con<br />
una oscilación, provocada por la alteración de sus formas, que abre otro<br />
universo de significado y que vincula la imagen con una experiencia sensorial,<br />
un recuerdo del pasado en este caso.<br />
El grupo musical Radio Futura posando delante de las Marinas.
“Un tesoro de muñecas de todos los colores, brillantes como soles”: Un recorrido<br />
por la serie.<br />
“Marina nº1”.<br />
Enrique Naya Igueravide/ Juan Carrero Galofré.<br />
Abril, 1980<br />
244X122 cm. Acrílico/Aglomerado.<br />
La primera Marina de la serie fue realizada entre<br />
el 17 de abril y el 8 de mayo de 1980. Sobre una<br />
base de brillantes lunares se encuentra la gitana<br />
ataviada con mantilla y un vistoso traje rojo con<br />
otras tonalidades similares al fondo. En los<br />
volantes del vestido Juan realiza unos valientes y<br />
fuertes contrastes entre colores calidos y fríos.<br />
Enrique se encarga de la ejecución de los brazos<br />
y el rostro de la muñeca, imitando perfectamente,<br />
con su dominio del dibujo y su estilo realista, el<br />
plástico con el que están fabricadas. También<br />
pintó otros detalles como la guitarra, la flor y la<br />
mantilla.<br />
“Marina nº 3”.<br />
Enrique Naya Igueravide/ Juan Carrero Galofré.<br />
Mayo, 1980.<br />
244X122 cm. Acrílico/Aglomerado.<br />
Es la más conocida de la serie y donde mejor se<br />
aprecia ese juego óptico de convertir los volantes<br />
en formas marinas. Es destacable el contraste que<br />
Juan realiza entre de colores cálidos del fondo y<br />
los tonos fríos del vestido. Por su parte, Enrique<br />
ejecuta los brazos, la cara y otros elementos<br />
como la flor, la mantilla y el abanico, donde se<br />
percibe claramente su pincelada. El brillo de su<br />
colorido aumenta si se la somete a la luz negra.
“Marina nº 4”.<br />
Enrique Naya Igueravide/ Juan Carrero<br />
Galofré.<br />
1980<br />
122X244 cm. Acrílico/Aglomerado.<br />
Esta Marina es la más enigmática de toda la<br />
serie por lo extraño de su fondo. Sobre una<br />
base neutra de color negro, donde levemente<br />
se esboza una especie de arquitectura y<br />
destello, se alza la altiva gitana. Vestida con<br />
un traje y mantón siguiendo la moda de los<br />
años 60. Llama la atención poderosamente el<br />
bellísimo juego cromático que realiza Juan en<br />
los flecos y los volantes del traje, así como en<br />
los motivos que decoran el mantón. La flor, la<br />
peineta, brazos y cabeza salen de la mano de<br />
Enrique, cuya huella puede atisbarse en los<br />
elementos que aparecen al fondo.<br />
“Marina nº5”.<br />
Enrique Naya Igueravide/ Juan Carrero<br />
Galofré.<br />
1980.<br />
122X244 cm. Acrílico/Aglomerado.<br />
En esta pintura se aprecia claramente la gran<br />
influencia que tuvo el Expresionismo alemán<br />
en la técnica y en el colorido de Juan. La<br />
muñeca se encuentra sobre un fondo de calas,<br />
también llamadas “flores de jarro”. Juan<br />
gustaba mucho de pintar flores y esta especie<br />
estará presente en varias obras suyas. Emplea<br />
a su vez una pincelada muy suelta, libre y<br />
enérgica en las fuertes formas que definen los<br />
volantes del traje. Como siempre, Enrique<br />
pintó los brazos, la cabeza y la flor de la<br />
gitana.
“Marina nº 7”.<br />
Enrique Naya Igueravide/ Juan Carrero<br />
Galofré.<br />
1980.<br />
122X244 cm. Acrílico/Aglomerado.<br />
Engalanada con un impresionante vestido<br />
realizado con tonos violetas, lilas y rosáceos,<br />
la muñeca porta entre sus manos una paloma,<br />
animal al que parecen aludir las formas en V<br />
que cubren el fondo. Resulta muy llamativo el<br />
efecto cromático que aporta la trama de<br />
líneas en los volantes si se ilumina con luz<br />
negra. Una vez más, Enrique se encargó de<br />
pintar la mantilla, las extremidades y la<br />
cabeza de la muñeca, mostrando un especial<br />
esmero esta vez en el peinado.<br />
“Marina nº 8”.<br />
Enrique Naya Igueravide/ Juan Carrero<br />
Galofré.<br />
Mayo, 1980.<br />
122X244. Acrílico/Aglomerado.<br />
En esta ocasión el fondo fue realizado por<br />
Enrique Naya, reproduciendo esas formas<br />
marinas que ya había empleado en la serie<br />
“Caños de Meca” (1979). El traje, mucho más<br />
mesurado, fue pintado por Juan, quien utiliza<br />
una serie de contrastes para resaltar los brillos.<br />
La cabeza, brazos, flor y peineta también<br />
corresponden a la mano de Enrique.
“Marina nº ¿?”<br />
Enrique Naya Igueravide/ Juan Carrero<br />
Galofré.<br />
1980<br />
122X244 cm. Acrílico/Aglomerado.<br />
Sobre un fondo que recuerda a las siluetas<br />
marinas propias de Enrique se dispone esta<br />
gitana que porta un cesto de uvas,<br />
recordando así las fiestas de la vendimia tan<br />
típicas de la zona gaditana. Juan se encargó<br />
esta vez del traje de la muñeca, donde<br />
sobresalen los lunares, dispuestos siguiendo la<br />
técnica ya empleada por Enrique en algunas<br />
obras de su exposición “Temas de arquitectura<br />
nacional y otros monumentos”. Los elementos<br />
realistas como la cabeza, manos y cesto son<br />
de Enrique.<br />
“Marina nº ¿?”.<br />
Enrique Naya Igueravide / Juan Carrero<br />
Galofré.<br />
1980.<br />
244X122 cm. Acrílico/Aglomerado.<br />
Delante de la Alhambra de Granada posa<br />
esta muñeca vestida con un brillante traje de<br />
color rojo realizado por Juan, en cuyos<br />
volantes se aprecia nuevamente esa famosa<br />
metamorfosis. En esta obra, además de las<br />
extremidades y la cabeza, Enrique pintó el<br />
paisaje de fondo y elementos como las joyas,<br />
la guitarra y el sombrero, donde destaca la<br />
forma de representar los brillos.<br />
** Todas las Marinas llevan inscrita en su parte trasera la firma de sus autores y su verdadero título, que no<br />
coincide con el reseñado en los catálogos y libros editados. La imposibilidad de ver la serie al completo ha<br />
impedido conocer las denominaciones auténticas de todas las pinturas.