DE PUTAS - Teatro del Astillero

PATI: Salvador.
PILI: ¿Salvador? Yo tuve un tío que se llamaba Salvador. Era un vago, nunca
le vi en otro sitio que no fuera el bar o la butaca.
PATI: En tu familia seguro que había riñas por la butaca.
PILI: Pues anda que en la tuya, porque no había butacas, que si no.
PILI enciende un cigarrillo. Al encender la cerilla, un escalofrío recorre el cuerpo
de PATI, que da un manotazo a la mano de PILI y pisa su cigarro.
PATI: Aquí no se puede fumar.
PILI: Salvador, Salvador... Bonito nombre. Salvador.
PATI: Sí, es bonito. Salvador.
PILI: Vámonos de aquí. No se puede fumar. Mira. Amanece.
PATI sigue mirando al niño.
PILI: Vamos. Que ya es de día.
PATI seca una lágrima, da media vuelta y sigue a PILI.
PATI: ¿Dónde vamos?
PILI: No sé dónde vas tú, pero yo voy a mi farola.
PATI: Tú lo tienes claro, pero las demás.
PILI: C’est la vie, Pati. Esto es lo que hay.
PATI junta sus dos puños y los clava sobre la nuca de PILI, que cae
despatarrada. PATI llega junto a ella, PILI la agarra por un pie y PATI cae. Las
PROSTITUTAS se incorporan y luchan a bolsazos.
PILI: ¡Serás zorra!
PATI: No te lo tomes a mal. Es por mi hijo.
PILI: Eso no se le hace a una compañera.
PATI: Me muero de hambre. Mi hijo se muere de hambre.
PILI: Haberlo pensado antes de tener un hijo.
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