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PAZ
El otro término del binomio, motivo de nuestra reflexión: familia y paz. Qué
palabra tan corta pero tan inmensa en su contenido.
Coincidencialmente estamos en la semana por la Paz, promovida por nuestra
Conferencia Episcopal.
Aprovechemos la oportunidad para hacer algo concreto por la Paz en la familia,
para que se nos pueda aplicar la sentencia de Jesús: “Felices los constructores de
la Paz, ellos serán llamados hijos de Dios”.
Nosotras, las H.C.M. consideramos a Pedro y Adelaida, como testigos y
constructores de Paz. Buscaron intensamente la paz interior; la buscaron
apoyados en su fe, su esperanza, su amor, su aceptación de la voluntad de Dios.
La vivieron y la irradiaron a sus propias familias y a todos aquellos con quienes
entraron en contacto.
Pedro José, a pesar de las pruebas soportadas en su niñez, su orfandad, su gran
sensibilidad, su limitación física, ya que durante muchos años sufrió de
tartamudez, siempre conservó la Paz; pero no una Paz de simple tranquilidad, de
carencia de dificultades.
Para el Padre, el celo que sostiene a los pacíficos es universal, fuerte, generoso,
activo, nunca ocioso, paciente y osado para emprenderlo todo; pronto a cualquier
sacrificio (ideas consignadas en un manuscrito sobre las Bienaventuranzas).
Inspiradas en estas enseñanzas y vivencias adelantamos en nuestras obras
sociales y educativas, campañas para contrarrestar la violencia intrafamiliar,
especialmente contra la mujer y contra el niño, que es el caldo de cultivo de la
violencia en el ámbito social, nacional y mundial.
Que María de Nazaret, reina de la Paz, interceda ante su Hijo por todos nosotros,
para que con nuestra acción, seamos los heraldos de la familia verdaderamente
cristiana, la cercana y las más lejanas.
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