cuento en PDF - Ayuntamiento de Cabrerizos
cuento en PDF - Ayuntamiento de Cabrerizos
cuento en PDF - Ayuntamiento de Cabrerizos
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Iº Concurso <strong>de</strong> Cu<strong>en</strong>tos “Berta Pallares, 2012”. Ayuntami<strong>en</strong>to <strong>de</strong> <strong>Cabrerizos</strong><br />
1º PREMIO CATEGORÍA C<br />
MUERTE POR DESCUBRIMIENTO<br />
Autor: Mario Marcelo Perroni B<strong>en</strong>zano (27 años).<br />
Pérez era, ante todo, algui<strong>en</strong> muy discreto. A pesar <strong>de</strong> su peculiar físico, con<br />
unas orejas <strong>de</strong>masiado gran<strong>de</strong>s y unos di<strong>en</strong>tes mal alineados que asomaban por<br />
<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l bigote negro, pasaba <strong>de</strong>sapercibido. En gran parte porque su trabajo lo<br />
exigía, pero también por timi<strong>de</strong>z.<br />
Es que ese anonimato le permitía <strong>de</strong>sarrollar la actividad con la eficacia <strong>de</strong> siempre.<br />
Viajaba mucho y siempre se hospedaba <strong>en</strong> hoteles con pocas estrellas, don<strong>de</strong><br />
permanecía <strong>en</strong>cerrado <strong>en</strong> su habitación durante todo el día y salía por las noches.<br />
Al pasar por recepción solía pedir que le cambiaran unos billetes por monedas, daba<br />
las gracias y <strong>de</strong>jaba una g<strong>en</strong>erosa propina <strong>en</strong> el mostrador, siempre <strong>en</strong> billetes.<br />
Se abrochaba bi<strong>en</strong> el traje, se frotaba las manos y con su sonrisa <strong>de</strong>sord<strong>en</strong>ada se<br />
<strong>de</strong>spedía con un simpático “hasta mañana”.<br />
La primera vez que vino a mi casa fue <strong>en</strong> febrero <strong>de</strong>l 90 y ese día mis padres me<br />
mandaron pronto a la cama “sin rechistar”.<br />
Aparte <strong>de</strong> la tía Beatriz y los abuelos no solíamos t<strong>en</strong>er visitas y m<strong>en</strong>os <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
c<strong>en</strong>ar. Por eso, incluso a mis seis años <strong>de</strong> edad, noté que algo extraño sucedía.<br />
Debido a ese misterio quise permanecer <strong>de</strong>spierto, me conc<strong>en</strong>tré <strong>en</strong> cada sonido<br />
prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te <strong>de</strong>l comedor y acurrucado <strong>en</strong> la cama traté <strong>de</strong> <strong>de</strong>scifrar las t<strong>en</strong>ues voces<br />
que era capaz <strong>de</strong> oír, pero no tuve éxito.<br />
Supongo que fue <strong>de</strong>bido a ese fracaso y al cansancio acumulado que no tardé <strong>en</strong><br />
dormirme.<br />
Tres meses más tar<strong>de</strong>, la noche <strong>de</strong>l 26 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1990, Pérez t<strong>en</strong>ía que volver a mi<br />
casa por motivos laborales. Y como <strong>en</strong> la ocasión anterior mis padres me ord<strong>en</strong>aron<br />
acotarme sin objeciones. Me quejé pero no sirvió <strong>de</strong> nada.<br />
Esta vez, sin embargo, iba a ser difer<strong>en</strong>te. No sólo no me dormiría sino que<br />
permanecería at<strong>en</strong>to a cada suceso.<br />
Recuerdo a la perfección cómo me agarré con fuerza a la almohada, mis s<strong>en</strong>tidos<br />
alertas, esperando con la paci<strong>en</strong>cia <strong>de</strong> un felino que aguarda a su presa.
Iº Concurso <strong>de</strong> Cu<strong>en</strong>tos “Berta Pallares, 2012”. Ayuntami<strong>en</strong>to <strong>de</strong> <strong>Cabrerizos</strong><br />
Esa noche, por <strong>de</strong>sgracia, no me dormí.<br />
Estaba preparado para todo. Imaginé historias <strong>de</strong> espías, <strong>de</strong> secretos que podían<br />
salvar el mundo, incluso p<strong>en</strong>sé que mis padres pudieran formar parte <strong>de</strong> una secta.<br />
Estaba listo para cualquier situación, m<strong>en</strong>os para la verdad. ¿Quién hubiese<br />
imaginado que esa noche, yo, un niño <strong>de</strong> seis años, iba a matar a Pérez?<br />
En el reloj <strong>de</strong>l comedor sonó la medianoche. Conté los doce martillazos con los<br />
<strong>de</strong>dos. Cinco <strong>en</strong> la mano izquierda, cinco <strong>en</strong> la <strong>de</strong>recha y dos más directo al cráneo.<br />
Después el sil<strong>en</strong>cio.<br />
No había voces, ni siquiera susurros; sólo el crujido <strong>de</strong> los goznes <strong>de</strong> la puerta <strong>de</strong> mi<br />
habitación.<br />
Pasaron cinco minutos y nada.<br />
Diez minutos. Nada.<br />
A la media hora, cuando ya casi daba la noche por perdida, se <strong>en</strong>c<strong>en</strong>dió una luz <strong>en</strong> el<br />
pasillo.<br />
Por la h<strong>en</strong>didura <strong>de</strong> la puerta vi como se <strong>de</strong>slizaba una sombra.<br />
Inmóvil, fui testigo <strong>de</strong> cómo esa sombra se ad<strong>en</strong>traba con l<strong>en</strong>titud por la puerta <strong>de</strong> mi<br />
habitación y se dirigía a mi cama. Me hice el dormido.<br />
Pérez estaba ap<strong>en</strong>as a unos c<strong>en</strong>tímetros <strong>de</strong> mi cabeza. Aguanté la respiración y oí<br />
con claridad la suya. Noté como rozaba mi almohada; parecía estar buscando algo <strong>en</strong><br />
la oscuridad.<br />
Y <strong>en</strong>tonces llegó el mom<strong>en</strong>to. Percibí que el ali<strong>en</strong>to <strong>de</strong> Pérez se alejaba y <strong>de</strong>cidí que<br />
podía abrir un ojo sin peligro. Allí estaba, <strong>de</strong> espaldas, analizando con <strong>de</strong>t<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to la<br />
palma <strong>de</strong> su mano, con la poca luz que se filtraba por la puerta <strong>en</strong>treabierta que daba<br />
al corredor.<br />
Me armé <strong>de</strong> valor y con un movimi<strong>en</strong>to brusco me revolví <strong>en</strong> dirección a la mesa <strong>de</strong><br />
luz. La sombra <strong>de</strong> Pérez no supo reaccionar a tiempo.<br />
Pulsé el interruptor y...<br />
La noche <strong>de</strong>l 26 <strong>de</strong> mayo sorpr<strong>en</strong>dí a mi padre cambiando mi segundo di<strong>en</strong>te <strong>de</strong><br />
leche - el incisivo que se me había caído esa misma tar<strong>de</strong> - por un par <strong>de</strong> monedas.<br />
Pérez, apodado “el ratón”, murió <strong>en</strong> el mismo instante <strong>en</strong> que pr<strong>en</strong>dí la luz.<br />
El for<strong>en</strong>se dictaminó su “muerte por <strong>de</strong>scubrimi<strong>en</strong>to” a las 00:32 minutos <strong>de</strong>l día 27 y<br />
el fiscal me acusó <strong>de</strong> homicidio involuntario, aunque yo sé mejor que nadie que eso<br />
fue un asesinato, con nocturnidad y alevosía.<br />
IL SIGNORE