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ROBERTO SAVIANO Gomorra - RazonEs de SER

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puesto <strong>de</strong>be cargarse al here<strong>de</strong>ro, <strong>de</strong>be imponerse oficialmente como soberano y<br />

arrancar la raíz <strong>de</strong> los Giuliano, el nuevo here<strong>de</strong>ro: Salvatore Giuliano, el nieto <strong>de</strong><br />

Lovigino. Esa noche era el momento elegido para oficializar la hegemonía, para<br />

liquidar al retoño que estaba levantando la cabeza y mostrar a Forcella el inicio <strong>de</strong> un<br />

nuevo dominio. Lo esperan, lo i<strong>de</strong>ntifican. Salvatore camina tranquilamente cuando, <strong>de</strong><br />

pronto, se da cuenta <strong>de</strong> que están apuntándolo. Echa a correr, los killers lo persiguen,<br />

sigue corriendo, quiere meterse en alguna calleja. Empiezan los disparos. Muy<br />

probablemente, Giuliano pasa por <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> las tres chicas, las utiliza como escudo y,<br />

aprovechando la confusión, saca la pistola y empieza a disparar. Unos segundos y<br />

huye, los killers no consiguen alcanzarlo. Cuatro son las piernas que corren hacia el<br />

interior <strong>de</strong>l portal buscando refugio. Las chicas se vuelven, falta Annalisa. Salen. Está<br />

en el suelo, sangre por todas partes, un proyectil le ha abierto la cabeza.<br />

En la iglesia consigo acercarme al pie <strong>de</strong>l altar. Ahí está el ataúd <strong>de</strong> Annalisa. En<br />

los cuatro lados hay guardias con uniforme <strong>de</strong> gala, el homenaje <strong>de</strong> la región <strong>de</strong><br />

Campania a la familia <strong>de</strong> la chiquilla. El ataúd está cubierto <strong>de</strong> flores blancas. Un móvil,<br />

su móvil, es apoyado contra la base <strong>de</strong>l féretro. El padre <strong>de</strong> Annalisa gime. Se agita,<br />

balbucea algo, mueve los puños en los bolsillos. Se me acerca, pero no es a mí a quien<br />

se dirige. Dice:<br />

—¿Y ahora qué? ¿Y ahora qué?<br />

En cuanto el padre rompe a llorar, todas las mujeres <strong>de</strong> la familia empiezan a<br />

gritar, a darse golpes <strong>de</strong> pecho, a balancearse emitiendo chillidos estri<strong>de</strong>ntes; en<br />

cuanto el cabeza <strong>de</strong> familia <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> llorar, todas las mujeres se quedan en silencio.<br />

Detrás distingo los bancos ocupados por las chiquillas, amigas, primas, simples<br />

vecinas <strong>de</strong> Annalisa. Imitan a sus madres en los gestos, en los movimientos <strong>de</strong> cabeza,<br />

en las cantinelas que repiten:<br />

—¡Esto no ha pasado! ¡No es posible!<br />

Se sienten investidas <strong>de</strong> un papel importante: consolar. No obstante, exhalan<br />

orgullo. Un funeral por una víctima <strong>de</strong> la Camorra es para ellas una iniciación, como la<br />

menarquia o la primera relación sexual. Al igual que sus madres, con este

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