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Nuevo Testamento - Misticos

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12 Acerca del hermano Apolos, mucho le rogué que fuese a vosotros con los<br />

hermanos, mas de ninguna manera tuvo voluntad de ir por ahora; pero irá cuando tenga<br />

oportunidad.<br />

Salutaciones finales<br />

13 14<br />

Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. Todas vuestras<br />

cosas sean hechas con amor.<br />

15<br />

Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que<br />

ellos se han dedicado al servicio de los santos. 16 Os ruego que os sujetéis a personas<br />

como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan. 17 Me regocijo con la venida de<br />

Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, pues ellos han suplido vuestra ausencia. 18 Porque<br />

confortaron mi espíritu y el vuestro; reconoced, pues, a tales personas.<br />

19<br />

Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su<br />

casa, os saludan mucho en el Señor. 20 Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos<br />

a los otros con ósculo santo.<br />

21 22<br />

Yo, Pablo, os escribo esta salutación de mi propia mano. El que no amare al<br />

Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene. 23 La gracia del Señor Jesucristo esté con<br />

vosotros. 24 Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros. Amén.<br />

SEGUNDA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS<br />

CORINTIOS<br />

Salutación<br />

1 1Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a la<br />

iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que están en toda Acaya:<br />

2 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.<br />

Aflicciones de Pablo<br />

3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y<br />

Dios de toda consolación, 4 el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que<br />

podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio<br />

de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. 5 Porque de la manera<br />

que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo<br />

Cristo nuestra consolación. 6 Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y

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