Leer - Guillermo Edelberg
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Estos ejemplos y su contraste con la cita del inicio ilustran el hecho de que ser arrogante en<br />
la vida diaria es distinto a serlo en el seno de una organización. En el primer caso, como muestra la<br />
cita, se acepta con frecuencia a la persona arrogante tal como es y hasta se le tolera ―si se trata<br />
de un varón― que demuestre cierto grado de «machismo». En el segundo, en cambio, aquellos a<br />
quienes se califica de arrogantes entran en la categoría de «personas difíciles» porque con cierta<br />
frecuencia son fuente de problemas.<br />
Según el Diccionario de la Real Academia Española, arrogante es «1. Altanero, soberbio; 2.<br />
Valiente, alentado, brioso; 3. Gallardo, airoso.» La primera acepción sería la aplicable en las<br />
organizaciones; la segunda y tercera, en el mundo que las rodea.<br />
¿Cómo se describe a los gerentes arrogantes?<br />
R. T. Hogan y J. E. Fernández lo hacen de la siguiente manera (Executive Excellence.<br />
Provo: agosto de 2002):<br />
Los gerentes arrogantes ocupan posiciones de liderazgo debido a su carisma, seguridad<br />
y empuje. En su mejor momento son capaces de ver con amplitud el panorama que se les<br />
presenta, tomar iniciativas, probar los límites y persuadir a otros a que se les unan.<br />
Irónicamente, el encanto y la seguridad que les permite atraer a sus seguidores se convierten<br />
en arrogancia que aliena a la gente. Cuando aumenta la presión tienen una necesidad<br />
insaciable de reconocimiento y adulación. Cuando las cosas salen bien pretenden todo el<br />
crédito para sí; cuando salen mal, le echan la culpa a los demás. Explotan, abusan y<br />
desmoralizan a su equipo como consecuencia de su vanidad, falta de sensibilidad, inseguridad<br />
y preocupación por el éxito. No escuchan ni aprenden de otros, desconfían de quienes no los<br />
halagan y no planean o cambian de curso. Se comprometen en forma exagerada, confunden<br />
actividad con productividad y desorientan a todo el mundo.<br />
Como se dijo más arriba, los arrogantes son personas difíciles, categoría que comparten con<br />
los “sabelotodo ―algunas de cuyas características se encuentran a veces en los arrogantes―; los<br />
que siempre se quejan o protestan; los que siempre nos sonríen y luego nos traicionan y hacen<br />
quedar mal delante de nuestro jefe; los que siempre quieren mandar; los que siempre dicen sí; los<br />
que son tan detallistas que nunca terminan su trabajo a tiempo; y los que saben más de lo que se<br />
necesita para llevar a cabo sus tareas” (Anónimo, Healthcare Executive. Chicago: julio-agosto de<br />
2003).<br />
¿Es posible entrenar y corregir a gerentes arrogantes?<br />
Natalie Shope Griffin escribió un artículo donde narra lo que se hizo en una empresa para<br />
encarar este problema Nos dice que los gerentes arrogantes son personas ambiciosas que se<br />
autopromocionan, creen que poseen todas las habilidades de liderazgo que necesitarán a lo largo<br />
de sus carreras e ignoran que carecen de la empatía y humildad propias de un líder efectivo. Un 10<br />
por ciento de los participantes en el programa de desarrollo gerencial de la empresa entraban en<br />
esta categoría (Personalize your Management Development, Harvard Business Review. Boston:<br />
marzo de 2003).<br />
Señala que la transformación de estas personas en gerentes capaces requirió hacerles<br />
experimentar un duro despertar. Esto tomó la forma de una retroalimentación impiadosa, mucha<br />
práctica concreta de escucha con empatía y trabajo en equipo. También, amenazas de despido.<br />
Por ejemplo: a un gerente arrogante se le hizo enfrentar su auto-imagen errónea en una<br />
sesión de retroalimentación de 360 grados. Su auto-evaluación fue perfecta en todas las<br />
categorías; pero su evaluación por parte de los demás resultó totalmente lo opuesto. El enterarse<br />
de esto fue, para él, un shock.<br />
Para terminar: en caso de dudar acerca de cómo calificar o evaluar a una persona, quizás<br />
sea útil recordar Las Espigas de Juan Eugenio Hartzenbusch (1806-1880), escritor y poeta español<br />
de cuyo nacimiento se cumplen dos siglos:<br />
La espiga rica en fruto<br />
se inclina a tierra;<br />
la que no tiene grano,