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Leer - Guillermo Edelberg

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ARROGANTES Y (A VECES) SABELOTODO<br />

<strong>Guillermo</strong> S. <strong>Edelberg</strong> DBA<br />

Profesor Emérito<br />

Era un mozo bacán 1 y arrogante,<br />

bien peinado al Coty y con gomina,<br />

por el cual se trenzaban 2 las minas<br />

mendigando una frase de amor. 3<br />

En un viaje a los Estados Unidos un integrante de una gerencia de Recursos Humanos me<br />

comentó que la empresa donde trabajaba le había asignado a él y a un colega la misión de asistir a<br />

una feria de colocaciones. El objetivo era entrevistar a estudiantes a punto de egresar ―o recién<br />

egresados― como MBA.’s o similar. Me contó lo siguiente:<br />

Uno de los jóvenes entrevistados había mostrado tener una gran preparación. Sus<br />

antecedentes académicos eran impecables: egresado de una de las universidades más<br />

prestigiosas del país, exhibía grandes conocimientos y demostraba ser una persona «brillante».<br />

También exudaba arrogancia. Hablaba con aires de suficiencia y superioridad y tenía respuesta<br />

para todo. Esto les preocupó. ¿No habría de ser un error llevar a la empresa a una persona<br />

capaz de «dictarle cátedra» al CEO u otras autoridades? Decidieron apartarlo del proceso de<br />

selección.<br />

La edición de The Wall Street Journal Americas del 13 de febrero de 2006 incluyó un artículo<br />

titulado El heredero de Mittal, una gran incógnita para los mercados donde, entre otras cosas, se<br />

decía lo siguiente:<br />

Aunque varios inversionistas admiran al patriarca Mittal, de 55 años, quien transformó un<br />

moribundo grupo de siderúrgicas en el productor de acero más grande del mundo, no conocen<br />

muy bien a su hijo. Socios que sí lo conocen bien consideran que Aditya, de 30 años, es un niño<br />

genio, elocuente, que posee una comprensión de los detalles y una presencia encantadora, tal<br />

como su padre. Otros, en cambio, se refieren a él como «Mittal Jr.» o «Mittal el Joven» y lo ven<br />

como a un muchacho arrogante.<br />

Hablando con voz suave, Aditya Mittal dice que se ha ganado su rol. En cuanto a parecer<br />

arrogante, dice: “Mis intenciones sin duda no eran ésas. Quizás hayan sido malentendidas”.<br />

1<br />

Bacán: se dice de la persona de buena posición económica y que la ostenta (Diccionario del Habla de los<br />

Argentinos).<br />

2<br />

Trenzarse: involucrarse apasionada y súbitamente en una discusión o pelea (Idem).<br />

3<br />

El rey del cabaret (cabaret: «night club»). Música: E. Delfino. Letra: M. Romero.


2<br />

Estos ejemplos y su contraste con la cita del inicio ilustran el hecho de que ser arrogante en<br />

la vida diaria es distinto a serlo en el seno de una organización. En el primer caso, como muestra la<br />

cita, se acepta con frecuencia a la persona arrogante tal como es y hasta se le tolera ―si se trata<br />

de un varón― que demuestre cierto grado de «machismo». En el segundo, en cambio, aquellos a<br />

quienes se califica de arrogantes entran en la categoría de «personas difíciles» porque con cierta<br />

frecuencia son fuente de problemas.<br />

Según el Diccionario de la Real Academia Española, arrogante es «1. Altanero, soberbio; 2.<br />

Valiente, alentado, brioso; 3. Gallardo, airoso.» La primera acepción sería la aplicable en las<br />

organizaciones; la segunda y tercera, en el mundo que las rodea.<br />

¿Cómo se describe a los gerentes arrogantes?<br />

R. T. Hogan y J. E. Fernández lo hacen de la siguiente manera (Executive Excellence.<br />

Provo: agosto de 2002):<br />

Los gerentes arrogantes ocupan posiciones de liderazgo debido a su carisma, seguridad<br />

y empuje. En su mejor momento son capaces de ver con amplitud el panorama que se les<br />

presenta, tomar iniciativas, probar los límites y persuadir a otros a que se les unan.<br />

Irónicamente, el encanto y la seguridad que les permite atraer a sus seguidores se convierten<br />

en arrogancia que aliena a la gente. Cuando aumenta la presión tienen una necesidad<br />

insaciable de reconocimiento y adulación. Cuando las cosas salen bien pretenden todo el<br />

crédito para sí; cuando salen mal, le echan la culpa a los demás. Explotan, abusan y<br />

desmoralizan a su equipo como consecuencia de su vanidad, falta de sensibilidad, inseguridad<br />

y preocupación por el éxito. No escuchan ni aprenden de otros, desconfían de quienes no los<br />

halagan y no planean o cambian de curso. Se comprometen en forma exagerada, confunden<br />

actividad con productividad y desorientan a todo el mundo.<br />

Como se dijo más arriba, los arrogantes son personas difíciles, categoría que comparten con<br />

los “sabelotodo ―algunas de cuyas características se encuentran a veces en los arrogantes―; los<br />

que siempre se quejan o protestan; los que siempre nos sonríen y luego nos traicionan y hacen<br />

quedar mal delante de nuestro jefe; los que siempre quieren mandar; los que siempre dicen sí; los<br />

que son tan detallistas que nunca terminan su trabajo a tiempo; y los que saben más de lo que se<br />

necesita para llevar a cabo sus tareas” (Anónimo, Healthcare Executive. Chicago: julio-agosto de<br />

2003).<br />

¿Es posible entrenar y corregir a gerentes arrogantes?<br />

Natalie Shope Griffin escribió un artículo donde narra lo que se hizo en una empresa para<br />

encarar este problema Nos dice que los gerentes arrogantes son personas ambiciosas que se<br />

autopromocionan, creen que poseen todas las habilidades de liderazgo que necesitarán a lo largo<br />

de sus carreras e ignoran que carecen de la empatía y humildad propias de un líder efectivo. Un 10<br />

por ciento de los participantes en el programa de desarrollo gerencial de la empresa entraban en<br />

esta categoría (Personalize your Management Development, Harvard Business Review. Boston:<br />

marzo de 2003).<br />

Señala que la transformación de estas personas en gerentes capaces requirió hacerles<br />

experimentar un duro despertar. Esto tomó la forma de una retroalimentación impiadosa, mucha<br />

práctica concreta de escucha con empatía y trabajo en equipo. También, amenazas de despido.<br />

Por ejemplo: a un gerente arrogante se le hizo enfrentar su auto-imagen errónea en una<br />

sesión de retroalimentación de 360 grados. Su auto-evaluación fue perfecta en todas las<br />

categorías; pero su evaluación por parte de los demás resultó totalmente lo opuesto. El enterarse<br />

de esto fue, para él, un shock.<br />

Para terminar: en caso de dudar acerca de cómo calificar o evaluar a una persona, quizás<br />

sea útil recordar Las Espigas de Juan Eugenio Hartzenbusch (1806-1880), escritor y poeta español<br />

de cuyo nacimiento se cumplen dos siglos:<br />

La espiga rica en fruto<br />

se inclina a tierra;<br />

la que no tiene grano,


3<br />

se empina tiesa.<br />

Es en su porte<br />

modesto el hombre sabio,<br />

y altivo el zote 4 .<br />

4 Zote: ignorante, torpe y muy tardo en aprender (Diccionario de la Real Academia Española).

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