You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Bajé la cabeza y olfateé. El excursionista chorreaba sangre y esta se<br />
derramaba en el suelo; el olor penetrante me intoxicaba y luché contra<br />
la tentación de probarla.<br />
¿Cala? La voz de Bryn hizo que apartara la vista del chico tumbado<br />
en el suelo.<br />
Vete de aquí. Le mostré los colmillos a esa loba, más pequeña que yo,<br />
que se agachó y se arrastró hacia mí. Después alzó el hocico y me lamió<br />
la mandíbula.<br />
¿Qué vas a hacer?, me interrogó su mirada azul.<br />
Bryn parecía aterrada. Me pregunté si creía que mataría al chico, por<br />
mi propio placer. Sentí culpa y vergüenza.<br />
No debes estar aquí, Bryn, Vete. Ahora.<br />
La loba soltó un aullido pero se alejó entre los pinos.<br />
Me acerqué al chico, agitando las orejas. Respiraba con difi cultad<br />
y su rostro expresaba miedo y dolor. Los zarpazos del oso le habían<br />
desgarrado el pecho y el muslo, y la sangre manaba de las heridas. Sabía<br />
que seguiría manando y lancé un gruñido, frustrada ante la fragilidad<br />
del cuerpo humano.<br />
Parecía tener mi edad: diecisiete años, quizá dieciocho. Los cabellos<br />
castaños de refl ejos dorados le cubrían el rostro, y el sudor los había<br />
pegado sobre la frente y las mejillas. Era delgado y fuerte, alguien capaz<br />
de arreglárselas en la montaña boscosa: esta zona solo era accesible a<br />
través de un sendero escarpado y poco acogedor.<br />
El aroma a terror lo envolvía, despertando mis instintos de predador,<br />
pero por debajo había algo más: el aroma a primavera, a hojas nuevas<br />
y a tierra fresca. Un aroma lleno de esperanza, de posibilidades, sutil y<br />
tentador.<br />
Me acerqué otro paso. Sabía qué quería hacer, pero eso supondría<br />
una violación aún mayor de las leyes de los custodios. El chico trató de<br />
retroceder pero soltó un gemido de dolor y se apoyó en los codos. Recorrí<br />
su rostro con la mirada: el dolor crispaba su mandíbula fi namente<br />
cincelada y sus pómulos sobresalientes, pero seguía siendo guapo y los<br />
músculos que se tensaban y se relajaban revelaban su fuerza, la lucha<br />
corporal por impedir el derrumbe, y eso convertía su tortura en algo<br />
sublime. Me consumía el deseo de ayudarle.<br />
No puedo quedarme mirando cómo se muere.<br />
Cambié de aspecto antes de darme cuenta de que había decidido<br />
hacerlo. El chico se quedó boquiabierto cuando la loba blanca que lo<br />
contemplaba dejó de ser un animal y se convirtió en una chica con ojos<br />
dorados de lobo y cabellos rubio platino. Me acerqué a él y me arrodillé.<br />
16