Aquel Pablo de Tarso - MinisterioPMO.org
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Hasta que el esclavo ladrón y fugitivo, pregunta resuelto:<br />
-<strong>Pablo</strong>, ¿puedo ser yo también cristiano?...<br />
Por <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za, y por respeto a su libertad, nada le había dicho <strong>Pablo</strong>, el cual esperaba<br />
que la fruta cayera madura <strong>de</strong>l árbol por su propio peso.<br />
Ahora <strong>Pablo</strong> no pue<strong>de</strong> con su alegría.<br />
Por el nuevo cristiano, y porque tiene en su mano la solución <strong>de</strong>l problema.<br />
“¡Lo he engendrado en las ca<strong>de</strong>nas!”, escribirá gozosamente <strong>Pablo</strong> a Filemón.<br />
Como estaba Títico para partir hacia Colosas, al mismo tiempo que llevaba a las Iglesias<br />
<strong>de</strong>l Asia las dos cartas a los Colosenses y a los Efesios, oye el parecer <strong>de</strong> Epafras:<br />
-Sí, este es el momento mejor. Devuelve el esclavo a Filemón, que no va a tener más<br />
remedio que recibirlo como hermano cristiano.<br />
Al hablar así, Epafras ya había leído la carta, tan breve como <strong>de</strong>nsa, que <strong>Pablo</strong> había escrito<br />
toda entera <strong>de</strong> su puño y letra a Filemón, y que comenzaba cargada <strong>de</strong> psicología:<br />
“<strong>Pablo</strong>, prisionero <strong>de</strong> Cristo Jesús”.<br />
Filemón era rico, con casa magnífica, que servía para iglesia, hacienda gran<strong>de</strong> y muchos<br />
esclavos. Pero era sobre todo un cristiano caritativo, <strong>de</strong> gran corazón, cuya bondad era reconocida<br />
por todos, <strong>de</strong> modo que <strong>Pablo</strong> pue<strong>de</strong> escribirle con toda verdad:<br />
“Tengo noticia <strong>de</strong> tu caridad y <strong>de</strong> tu fe para con el Señor Jesús y para con todos los santos,<br />
<strong>de</strong> modo que la participación <strong>de</strong> tu fe es eficiente”.<br />
No te quedas en buenas palabras, sino que sabes actuar la fe con el amor.<br />
“Por eso tuve gran alegría y consuelo a causa <strong>de</strong> tu caridad, por el alivio que los corazones<br />
<strong>de</strong> los santos han recibido <strong>de</strong> ti, hermano querido”.<br />
Cada palabra que viene va a ser una cuña en el corazón <strong>de</strong> Filemón, el cual no va a po<strong>de</strong>r<br />
resistir.<br />
“Aunque tengo en Cristo bastante libertad para mandarte lo que conviene, prefiero más<br />
bien rogarte en bien <strong>de</strong> la caridad, yo, este <strong>Pablo</strong> ya anciano y ahora preso por Cristo”.<br />
Po<strong>de</strong>mos meternos en la mente <strong>de</strong> Filemón:<br />
-¡A ver por dón<strong>de</strong> se va a <strong>de</strong>scolgar este <strong>Pablo</strong>! ¡A ver qué me querrá pedir!...<br />
Y vino, naturalmente, la petición menos esperada:<br />
-Te ruego a favor <strong>de</strong> mi hijo, a quien engendré entre las ca<strong>de</strong>nas, Onésimo, que en otro<br />
tiempo te fue inútil, pero ahora muy útil para ti y para mí.<br />
Y aña<strong>de</strong> con palabras conmovedoras:<br />
“Te <strong>de</strong>vuelvo a este hijo, que es mi propio corazón. Yo quería <strong>de</strong>tenerlo conmigo, para<br />
que me sirviera en tu lugar, en estas ca<strong>de</strong>nas que llevo por el Evangelio.<br />
“Pero, sin consultarte, no he querido hacer nada, para que esta acción tuya no fuera for-<br />
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