ESPEJO DE PERFECCIÓN - Tercera Orden Regular
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dijeron como bromeándose: "Mirad, hermanos, nos vais a tener que dar de vuestras limosnas,<br />
porque no hemos podido encontrar nada para comer".<br />
22. El bienaventurado Francisco, con gran fervor de espíritu, les dijo: "En verdad que no<br />
habéis encontrado nada, porque habéis ido confiados en vuestras >moscas= (esto es, en el<br />
dinero) y no en Dios. Volved por las mismas casas en donde habéis querido comprar comida<br />
y, sin rubor ninguno, pedid limosna por amor del Señor Dios, y veréis cómo, movidos por el<br />
Espíritu Santo, os dan en abundancia". Dispuestos a cumplir el consejo del bienaventurado<br />
Francisco, salieron a pedir limosna, y sucedió que los vecinos a los que les pidieron les dieron<br />
con alegría y en abundancia de las cosas que tenían. Los caballeros no dejaron de reconocer<br />
que esto era algo milagroso, y volvieron llenos de gozo a donde el bienaventurado Francisco<br />
alabando al Señor.<br />
22. El bienaventurado Francisco tenía por gran nobleza y dignidad, no sólo ante Dios, sino<br />
ante los hombres, el pedir limosna por amor del Señor Dios, porque todo lo que el Padre<br />
celestial creó para provecho del hombre, por amor de su amado Hijo lo reparte luego,<br />
después del pecado, gratuitamente a buenos y malos a título de limosna.<br />
22. Decía también que el siervo de Dios debería pedir limosna por amor del Señor Dios con<br />
más contento y gozo que aquel que fuera pregonando su generosidad y cortesía y dijera: "A<br />
cualquiera que me dé una moneda que valga un solo denario, yo le daré mil marcos de oro",<br />
porque el siervo de Dios, al pedir limosna, ofrece el amor de Dios a aquel a quien se la pide,<br />
y, en comparación de él, ni el cielo ni la tierra valen nada.<br />
22. Por eso, antes de que los hermanos se hubieran multiplicado, como también después de<br />
que su número hubo crecido, cuando iba a predicar y era invitado por algún bienhechor noble<br />
o rico a comer y hospedarse en su casa, al acercarse la hora de comer iba por limosna antes<br />
de entrar a la casa del huésped, para así dar buen ejemplo a los hermanos y para hacer honor<br />
a la dignidad de la pobreza. Y muchas veces decía a quien le había invitado: "Yo no quiero<br />
abandonar mi dignidad real y mi herencia y profesión y la de mis hermanos: pedir limosna de<br />
puerta en puerta". Y a veces ocurría que le acompañaba él que le había invitado, y, tomando<br />
las limosnas que recogía el bienaventurado Francisco, las guardaba como reliquias por<br />
devoción al siervo de Dios. Quien esto escribe lo vio muchas veces y da testimonio de ello.<br />
Cómo fue a pedir limosna antes de entrar a comer con el cardenal<br />
23. En cierta ocasión en que el bienaventurado Francisco visitaba al señor ostiense, que fue