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ESPEJO DE PERFECCIÓN - Tercera Orden Regular

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5<br />

el salterio, ansiarás tener y querrás el breviario; y, cuando tengas el breviario, te sentarás en el<br />

sillón como gran prelado, y mandarás a tu hermano, diciendo: (Tráeme el breviario!" Mientras<br />

esto decía con gran fervor de espíritu, el bienaventurado Francisco tomó ceniza, y,<br />

esparciéndola sobre su cabeza, movía la mano en circulo como quien se lava la cabeza, y decía:<br />

"(Yo el breviario! (Yo el breviario!" Y lo repitió muchas veces girando la mano sobre su<br />

cabeza. El novicio quedó estupefacto y avergonzado.<br />

4. Luego, el bienaventurado Francisco le dijo: "Hermano, también yo he tenido tentaciones<br />

de tener libros; mas para conocer la voluntad de Dios acerca de esto tomé el libro de los<br />

evangelios del Señor y le rogué que, al abrirlo por primera vez, me manifestara su voluntad.<br />

Hecha mi súplica y abierto el libro, me salió este pasaje del santo Evangelio: A vosotros os<br />

ha sido dado conocer los misterios del reino de Dios; a los demás sólo en parábolas". Y<br />

añadió: "Hay muchos que se afanan de buen grado por adquirir ciencia, pero feliz el que se<br />

hace estéril por amor del Señor Dios".<br />

4. Transcurridos muchos meses, estando el bienaventurado Francisco en Santa María de la<br />

Porciúncula cerca de la celda, por detrás de la casa y a la vera del camino, el mismo hermano le<br />

volvió a importunar con lo del salterio. El bienaventurado Francisco le dijo: "Vete y haz lo que<br />

el ministro disponga". Con esto se volvía el hermano por donde había venido. El<br />

bienaventurado Francisco se quedó pensativo en el mismo lugar y empezó a reflexionar sobre<br />

lo que acababa de decir a aquel hermano; y súbitamente le gritó siguiéndole: "Hermano,<br />

espérame, espera". Se acercó a él y le dijo: "Vuélvete conmigo, hermano, y señálame el lugar<br />

donde te he dicho que hagas del salterio lo que disponga tu ministro".<br />

4. Desandando el camino hasta el mismo lugar, el bienaventurado Francisco se puso de<br />

rodillas delante del hermano y dijo: "Confieso mi falta, hermano, confieso mi falta; pero has de<br />

saber que cualquiera que desea ser hermano menor, no debe tener más que la túnica, el<br />

cordón y los calzones, según en la Regla se concede; y, en caso de verdadera necesidad,<br />

calzado". En adelante, a cuantos hermanos le venían a consultar sobre esto, les daba la misma<br />

respuesta. Y repetía muchas veces: "Tanto sabe el hombre cuanto obra, y en tanto el<br />

religioso ora bien en cuanto practica, pues sólo por el fruto se conoce al árbol" .<br />

La observancia de la pobreza en libros, camas, casas y enseres<br />

5. El bienaventurado Padre enseñaba a los hermanos a buscar en los libros no el valor<br />

material, sino el testimonio del Señor; no la pulcritud, sino la edificación. Quería que se<br />

tuviesen pocos libros y en común y a disposición de los hermanos que necesitaran de ellos.

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