Estudios Revista Ecléctica. Número 142 - Christie Books
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procrear, si tal es su deseo. Desafío a Clemente<br />
Vautel a extraer de la abundante literatura<br />
anarquista un solo texto que exprese<br />
una prohibición semejante. Sobre este punto,<br />
como en todas las cosas, queremos que el<br />
individuo (hombre o mujer) sea y quede totalmente<br />
libre.<br />
Prohibir a cualquiera procrear nos parece<br />
tan absurdo y atentatorio a su libertad como<br />
absurdo y atentatorio a su libertad sería querer<br />
obligarle a procrear.<br />
Es padre o madre quien quiere y puede.<br />
Es un asunto puramente individual.<br />
He aquí el principio.<br />
No obstante, el individuo vive en sociedad<br />
y en i» medio social determinado.<br />
Es, pues, prudente considerar el problema<br />
de la natalidad como se plantea, es decir,<br />
bajo el ángulo individual y en el cuadro<br />
social.<br />
Bajo este doble aspecto, y por consiguiente<br />
en su conjunto, es como los anarquistas lo<br />
estudian.<br />
Serio, profundo, metódico, este estudio,<br />
impulsado por ciertos libertarios a los cuales<br />
no ha escapado su extrema importancia, ha<br />
llevado a éstos a comprobaciones del más<br />
alto interés.<br />
Indico, aquí, las principales.<br />
1.° El hombre del 1 siglo XX sigue siendo,<br />
en el dominio' de la sexualidad, como era el<br />
de hace dos milenarios. No aporta a sus contactos<br />
carnales ninguna prudencia, deja al<br />
azar las consecuencias que puede acarrear el<br />
acto de amor. No se preocupa —¡y aun así!—<br />
sino cuando se encuentra enfrente de esas<br />
consecuencias.<br />
2.° De esta indiferencia culpable, de esta<br />
imperdonable ligereza, resulta que, siendo<br />
casi ilimitada la potencia genésica de la especie,<br />
y estando reducida la tierra, por su<br />
extensión forzosamente limitada, a una productividad<br />
igualmente limitada, se produce<br />
fatalmente, en un espacio de tiempo más o<br />
menos largo, entre las subsistencias y las necesidades<br />
de la población, un desequilibrio<br />
que condena a las privaciones a una parte de<br />
ia población.<br />
De esta imperdonable ligereza, de esta criminal<br />
indiferencia con las cuales él hombre y<br />
la mujer procrean (si están atacados de una<br />
afección hereditaria, ¡ tanto peor ! ; si están<br />
en una situación económica precaria, ¡ tanto<br />
peor ! ; si están ya cargados de familia, ¡ tanto<br />
peor !) resulta aún que dan la vida a abortos,<br />
alcohólicos, sifilíticos, escrofulosos, cretinos,<br />
anormales, etc., cuya existencia será de sufrimiento<br />
y de enfermedad, sin contar con<br />
© faximil edicions digitals 2006<br />
que llenarán la sociedad de una muchedumbre<br />
de desechos, de deteriorados, de pingajos,<br />
de dementes, de degenerados, que engendrarán,<br />
a su vez, idiotas, achacosos y desequilibrados,<br />
brutos y embrutecido®.<br />
3." Este pváuiamiento insensato de la especie<br />
acaba en un superpoblamiento que es<br />
una fuente inagotable de guerras: los pueblos<br />
de población demasiado densa sobre un territorio<br />
demasiado reducido se encuentran en<br />
la necesidad (íMussolini dixit) de. extenderse<br />
o de estallar.<br />
4.° Este superpoblamiento tiene, además,<br />
por consecuencia, congestionar el mercado<br />
del trabajo, suscitar entre los trabajadores las<br />
rivalidades, los conflictos, los odios que los<br />
levantan a unos contra los otros y determinan,<br />
por aplicación de la ley de la oferta y<br />
de la demanda, un nivel de los salarios siempre<br />
inferior a un standard normal de vida;<br />
porque todo el mundo sabe y por lo demás<br />
es evidente que, «cuando un patrono corre<br />
tras dos obreros o empleados, eso va bien ; y<br />
que cuando dos obreros o empleados corren<br />
tras un patrono, eso va mal».<br />
5.° Enfrente del número enorme de los<br />
sin trabajo y del paro forzoso que no puede<br />
sino agravarse a consecuencia del! perfeccionamiento<br />
incesante del herramental imecánico,<br />
de los progresos constantes de todas las<br />
técnicas y de la racionalización del trabajo<br />
que permite obtener, en un tiempo cada vez<br />
más corto y con ayuda de brazos cada vez<br />
menos numerosos, un rendimiento cada vez<br />
más considerable, los anarquistas —y el simple<br />
buen sentido con ellos— declaran que es<br />
disparatado impulsar a la natalidad sin freno<br />
y que es razonable pensar en contener ésta<br />
en límites prudentes.<br />
Me reduzco a estas ¡pocas comprobaciones<br />
que tienen el mérito de apoyarse en observaciones<br />
registradas por higienistas calificados,<br />
sabios ilustres y sociólogos eminentes.<br />
No he agotado la lista de las terribles consecuencias<br />
que se derivan de la tesis imprudente<br />
de una natalidad inconsciente y desordenada.<br />
Me sería fácil enumerar otras que producen<br />
su efecto en el marco familiar, sobre el terreno<br />
educativo y sobre el plano paternal y<br />
maternal (maternal sobre todo).<br />
Lo que precede justifica ampliamente la<br />
negación que he opuesto antes al razonamiento<br />
inepto del señor Vautel pretendiendo<br />
que «esos tontos de anarquistas quieren que<br />
no se engendren más niños y que la especie<br />
humana no será feliz sino cuando haya desaparecido<br />
definitivamente».