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1. SUJETOS DE SEXO/GÉNERO/DESEO - Programa Universitario ...

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LAS "MUJERES" COMO SUJETO <strong>DE</strong>L FEMINISMO<br />

<strong>1.</strong> <strong>SUJETOS</strong> <strong>DE</strong> <strong>SEXO</strong>/<strong>GÉNERO</strong>/<strong>DE</strong>SEO<br />

No se nace mujer: llega una a serio.<br />

Sirnone de Bcauvoir<br />

Estrictamente hablando,<br />

no puede decirse que existan las "mujeres':<br />

Julia Krisreva<br />

La mujer no tiene un sexo,<br />

Luce Irigaray<br />

El despliegue de la sexualidad estableció esta noción de sem<br />

Michel Foucaulr<br />

La categoría del sexo es la categoría politica que fluida a la<br />

saciaba corno heterosexual<br />

Monique Wittig<br />

En su mayor parte, la teoría feminista ha supuesto que exisre cierra identidad, entendida<br />

mediante la categoría de las mujeres, que no solo inicia los intereses y las<br />

meras feministas dentro del discurso, sino que constituye al sujeto para el cual se procura<br />

la representación política. Pero politica y representación son términos controvertidos.<br />

Por una parre, representación funciona como término operativo dentro de un<br />

proceso político que intenta extender la visibilidad y la legitimidad hacia las mujeres<br />

como sujetos políticos; por otra parte, la representación es la función normativa de un<br />

lenguaje que, según se dice, revela o distorsiona lo que se considera cierto acerca de la<br />

categoría de las mujeres. Para la teoría feminista, el desarrollo de un lenguaje que represente<br />

completa o adecuadamente a las mujeres ha parecido necesario para fomentar<br />

su visibilidad política. Evidentemente, esto se ha considerado importante,<br />

dada la condición cultural prevaleciente, en que la vida de las mujeres se representaba<br />

mal o no se representaba en lo absoluto.


34<br />

El género en disputa<br />

Recientemente, esta concepción dominante acerca de la relación entre teoría feminista<br />

y política se ha cuestionado desde dentro del discurso feminista. El tema<br />

mismo de las mujeres ya no se entiende en términos estables o constances. Hay una<br />

gran cantidad de material que cuestiona la viabilidad del "sujeto" como el candidato<br />

fundamental de la representación o, incluso, de la liberación, pero además hay muy<br />

poco consenso acerca de qué constituye, o debería constituir, la categoría de las mujeres.<br />

Los campos de "representación" lingüística y política definieron con anticipación<br />

el criterio mediante el cual se forman los sujetos mismos, con el resultado de que<br />

la representación se extiende sólo a lo que puede reconocerse como un sujeto. En<br />

otras palabras, deben cumplirse los requisitos para ser un sujeto antes de que pueda<br />

extenderse la representación.<br />

Foucault senala que los sistemas jurídicos de poder producen a los sujetos que<br />

después llegan a representar.l Las nociones jurídicas de poder parecen reglamentar la<br />

vida política sólo en términos negativos, es decir, mediante la limitación, la prohibición,<br />

la reglamentación, el control y hasta la "protección" de los individuos relacionados<br />

con esa estructura política a través de la operación contingente y retractable de<br />

la elección. Pero los sujetos reglamentados por esas estructuras, en virtud de que están<br />

sujetos a ellas, se forman, se definen y se reproducen de acuerdo con los requerimientos<br />

de dichas estructuras. Si este análisis es correcto, entonces la formación jurídica<br />

del lenguaje y de la política que representa a las mujeres como "el sujeto" del<br />

feminismo es, de suyo, una formación discursiva y el efecto de una versión determinada<br />

de la política de representación. De esa manera, el sujeto feminista resulta estar<br />

discursivamente constituido por el mismo sistemmoiltico querse supone,Tritatá.<br />

su emancipación. Esto se vuelve politicamente pro em tico si se pue e mosnai que<br />

e-s-e sisiema produce sujetos con género que se sitúan sobre un eje diferencial de dominación<br />

o sujetos que, se supone, son masculinos. En tales casos, apelar sin reservas<br />

a ese sistema para la emancipación de las "mujeres" resultará claramente contra-<br />

producente.<br />

El problema del "sujeto" es básico para la politica, y en especial para la política<br />

feminista,<br />

--<br />

porque los sujerds jurídicos se producen invariablemente mediante ciertas<br />

prácticas excluyentes que, una vez establecida la estructura jurídica de la política, no<br />

"se notan". En otras palabras, la construcción política del sujeto se lleva a cabo con<br />

ciertos objetivos legitimadores y excluyentes, y estas operaciones políticas se ocultan<br />

y naturalizan mediante un análisis político que las estructuras jurídicas toman como<br />

V<br />

Foucault, "Derecho de muelle y poder sobre la visla", en Historia de la sexualidad, L En ese último ca-<br />

élISC<br />

pitulo, Foucault analiza la relación entre lo 'publico y la ley producriva. Su idea de la productividad de la ley claramitre<br />

se deriva de Nierzsche, aunque no es idéntica a la voluntad de poder dc Nietzsche. El uso de la idea de poder<br />

productivo no es una simple "aplicación" de Foucault u los problemas de género. Como digo en la sección "Enucault,<br />

Flerculine y la politica de discontinuidad sexual" del capitulo 3, la consideración de la diferencia sexual dentro de los<br />

términos de la propia obra de Foucault revela contradicciones censrales en su teoría. También critico su visión riel<br />

cuerpo en el ultimo capirulo.<br />

Sujetos de sexo/géneroldeseo 35<br />

su fundamento. El poder jurídico inevitablemente "produce" lo que afirma sólo representar;<br />

así, la polírica debe preocuparse por esta doble función del poder: la jurídica<br />

y la productiva. De hecho, la ley produce y luego oculta la noción de "un sujeto<br />

anterior a la ley"2 con el fin de invocar esa formación discursiva como una premisa<br />

fundacional nantralizada que después legitima la hegemonía reguladora de esa misma<br />

ley. No es suficiente investigar cómo las mujeres pueden estar más cabalmenee repte-.<br />

sentadas en el lenguaje y la política. La crítica feminista también debería encender<br />

cómo las mismas estructuras de poder mediante las cuales se busca la emancipación<br />

producen y restringen la categoría de "las mujeres", sujero del feminismo.<br />

De hecho, la cuesción de las mujeres como sujeto del feminismo plantea la posibilidad<br />

de que no haya un sujeto que exista "antes" de la ley, esperando la represenración<br />

en y por esta ley. Tal vez el sujeto y la invocación de un "antes" temporal<br />

sean constituidospor la ley como utpundarnento ficticio de supropia afirmación de<br />

legitimidad. La suposición' p—revaleaehre de-fa-integridad ¿neológica del sujeto antes<br />

de la ley puede considerarse el vestigio contemporáneo de la hipótesis del estado de<br />

naturaleza, la fábula fundacionista, que constituyebas estructuras jurídicas del liberalismo<br />

clásico. La invocación perforrnativa de un "antes" no histórico se convierte<br />

en la premisa fundacional que garantiza una ontología presocial de personas que<br />

consientenlibremente ser gobernadas y, con ello, constituyen la legitimidad del conflaco<br />

social.<br />

Sin embargo, además de las ficciones fundacionisras qtte apoyan la noción del Siljeto,<br />

existe el problemalolítico con que se topa el feminismo en la suposicióridestre<br />

el término rnuiTreTdenota una identidad común. En lugar de un significante estable<br />

que éxige la ap¿ObUción de aquellas a quienes pretende describir y represencar, rnuf e- • •<br />

res (incluso en plural) se ha convertido en un término problemático, un lugar de impugnación,<br />

una causa de angustia. Como sugiere el título de Denise Riley, Am I that<br />

Name? [¿Soy yo ese nombre?) es una pregunta producida por la posibilidad misma de<br />

los significados múltiples del nombre.3 Si una es una mujer, desde luego eso no es<br />

todo lo que una es; el concepto no es exhaustivo, no porque una "persona" con un<br />

género predeterminado trascienda los atributos específicos de su género, sino porque<br />

el género no siempre se establece de manera coherente o consistente en contextos<br />

históricos distintos, y porque se interseca con modalidades raciales,' de clase; étnicas,<br />

sexuales y regionales de identidades discursivamente constituidas. Así, resulta<br />

imposible desligar el "género" de las intersecciones políticas y culturales en que invariablemente<br />

se produce y se mantiene.<br />

La suposición política de que debe haber una base universal para el feminismo, y<br />

de que puede encontrarse en una identidad supuestamente exiscente-en todas las ad-<br />

2 Las reErencias u lo largo de este trabajo a un sujeto anterior a la ley son extrapolacames de la lectura que Derrida<br />

hace de la parábola de Kafka "Antes de la ley", en Man Udoff (comp.), Kafka and dm Contentporary Crujen, Perncr.<br />

Véase Riley, MI 1 tirar Name?: Fendinüm and tire Cateto? arWomers" in /*stop;


36 El género en dispuca<br />

"•••• "IMF<br />

turas, suele acompañar la idea de que la opresión de las mujeres tiene alguna forma específica<br />

discernible dentro de la estructura universal o hegemónica del patriarcado o<br />

de la dominación masculina. La idea de un patriarcado universal ha sido muy criticada<br />

en años recientes debido a que no da cuenca del funcionamiento de la opresión de género<br />

en los contextos culturales concretos en que existe. Cuando se han analizado esos<br />

contextos diversos dentro de dichas teorías, ha sido para encontrar l'ejemplos" o "ilustraciones"<br />

de un principio universal que se da por hecho desde el principio. Esa forma<br />

de hacer teoría feminista ha sido criticada por tratar de colonizar y apropiarse de las<br />

culturas no occidentales para apoyar ideas de opresión muy occidentales, y también<br />

porque cienden a construir un "Tercer Mundo" o incluso un "Oriente", donde la opresión<br />

de género se explica sutilmente como sintomática de una barbarie esencial, no occidental.<br />

La urgencia del feminismo por establecer el carácter universal del patriarcado<br />

—con el fin de fortalecer la idea de que las propias reivindicaciones del feminismo son<br />

representativas— ha motivado, algunas veces, que se busque un atajo hacia una universalidad<br />

categórica o ficticia de la estructura de dominación, que según se dice produce<br />

la experiencia de subyugación común a las mujeres.<br />

Aunque la afirmación de un patriarcado universal ya no disfruta de la credibilidad<br />

que antes tenia, ha sido mucho más difícil desplazar la noción de un concepto generalmente<br />

compartido de las "mujeres", el corolario de aquel marco. Desde luego,<br />

ha habido mucha discusión al respecto. ¿Existe algún elemento que sea COMI.111 entre<br />

las "mujeres" anterior a su opresión, o bien las "mujeres" se vinculan únicamente en<br />

virtud de su opresión? ¿Hay una especificidad en las culturas de las mujeres que sea<br />

independiente de su subordinación por parte de [as culturas masculinistas hegemónicas?<br />

¿Están siempre contraindicadas la especificidad y la integridad de las prácricas<br />

culturales o lingüísticas de las mujeres? Y, por lo tanto, ¿están siempre dentro de los<br />

rérminos de alguna formación cultural más dominante? ¿Hay una región de lo "especificamente<br />

femenino'', que se diferencie de lo masculino como tal y se reconozca<br />

en su diferencia por una universalidad de las "mujeres" no marcada y, por lo tanto,<br />

supuesta?<br />

La oposición binaria masculino/femenino constituye no sólo el marco exclusivo<br />

en que puede reconocerse esa especificidad, sino que de cualquier otra manera la "especificidad"<br />

de lo femenino, una vez más, se descontextualiza por completo y se se-<br />

; para analítica y políticamente de la constitución de clase, raza, etnia y otros ejes de relaciones<br />

de poder que constituyen la "identidad" y hacen que la noción particular de<br />

I identidad sea errónea.4<br />

Aquí pretendo demostrar que las restricciones del discurso de representación en<br />

que funciona el sujeto del feminismo en realidad debilitan sus supuescas universalidad<br />

y unidad. De hecho, la insistencia prematura en un sujeto estable del feminismo<br />

—comprendido como una categoría inconsútil de mujeres— genera inevitablemente<br />

Véase Harding, "The Instability of the Analytical Categories of Feminist Theory".<br />

,1101/<br />

••••• sque nur mor Mar-11W 111,— "111/ l*W° I<br />

Sujetos de sexo/género/deseo 37<br />

mucho rechazo para aceptar la categoría. Estos campos de exclusión revelan las consecuencias<br />

coercitivas y reglamentadoras de esa consrrucción, aun cuando ésta se haya<br />

realizado con objetivos de emancipación, De hecho, la fragmentación dentro del feminismo<br />

y la oposición paradójica a él por parte de las "mujeres" a quienes dice representar<br />

indican los límites necesarios de las políticas de identidad. La idea de que<br />

el feminismo puede buscar una representación más amplia de un sujeto que el mismo<br />

feminismo construye tiene como consecuencia irónica que las metas feministas podrían<br />

fracasar si se niegan a tomar en cuenta los p.oderes que.afirman<br />

representar.. Este problema no mejora si se apela a la categoría de la mujer sólo<br />

con fines "escracégicos", porque las estrategias sietnpre tienen significados que exceden<br />

los objetivos para los que se crearon. En este caso, la exclusión sí puede deflnirse<br />

como un significado no intencional pero con consecuencias, pues cuando se<br />

ajusta al requisito de la politica de representación de que el feminismo formule un sujeto<br />

estable, ese feminismo se expone a que se lo acuse de crasas tergiversaciones.<br />

Así, resulta evidente que la tarea política no es negar la politica de representación,<br />

lo cual tampoco seria posible. Las estructuraTjardicas cleTTenpaje y de-Ta- politica<br />

consticuyen el campo actual de poder; no hay ninguna posición fuera de este carnpo,<br />

Sine sólo una genealogía crítica de sus propias prácticas legitimadoras. Como tal, el<br />

punto de partida critico es el pre"sente histórico, cotnn dijo Marx. Y la tarea consiste en<br />

formular, dentro de este marco conitTi-ulaTiina crítica , de laS categorias_del.clencidad<br />

que crean, naturalizan e inmovilizan las escructuras jurídicas contemporáneas.<br />

Tal vez haya una oportunidad en esta coyuntura de.ia politica cultural (época que<br />

algunos llamarían posfeminista) para reflexionar desde dentro de una perspectiva feminista<br />

sobre el mandato de construir un sujeto del feminismo. Dentro de la práctica<br />

política feminista, parece necesario .un replanteamiento radical de las construcciones<br />

ontológicas de la identidad. para formular una P.olitica representativa que<br />

pue a revivir el feminismo sobre otras bases. Por otra parte, quizá ya sea el momento<br />

de realizar una crítica radical que intente liberar a la teoría feminisca de la necesidad<br />

de construir una base única o constante, invariablemente impugnada por las posiciones<br />

de identidad o de andidentidad a las que invariablemente excluye. ¿Acaso las<br />

prácticas excluyentes, que basan la teoría feminista en una noción de "mujeres" como<br />

sujeto, socavan paradójicamente las metas feministas de extender sus demandas de<br />

"representación"?5<br />

Tal vez el problema sea aún más grave. La construcción de la categoría de las mujeres<br />

como sujeto coherencey esrable ¿es una-reglar-hen-ración y reificación inyolunta-<br />

5 Recuerdo la ambigüedad inherente en el titulo de Nancy Con The Grounding of Modern Feminhm. Ella dice<br />

que el movimienw feminista de Estado! Unidos de principios del siglo IQ intentó "fundarse" íround irse«) en un<br />

programa que con el tiempo "detuvo" ígroundeell ese movimiento. Su tesis histórica implicitamente plantea la pre-<br />

gunta de si los fundamentos aceptados sin reservas funcionan como el "retorno de los reprimidos"; basadas en prácticas<br />

excluyences, las identidades políticas estables que fundan los movimientos políticos pueden invariablemente estar<br />

amenazadas por la inesubilidad misma que erra el enfoque fundacionista.


38<br />

"••••■<br />

El género en disputa<br />

ria de las relaciones entre-los géneros? ¿Y no es tal reificación exactamente contraria a<br />

los objetivos feministas? ¿En qué medida logra estabilidad y coherencia la categoría de<br />

las-mujeres sólo en el contexto de la matriz heterosexual?8 Si una noción estable de género<br />

ya no resulta ser la premisa fundamental de la politica feminista, tal vez ahora sea<br />

deseable una nueva politica feminista para impugnar las reificaciones mismas de género<br />

e identidad, que considere que la construcción variable de la identidad es un requisito<br />

metodológico y normativo, además de un fin político.<br />

Rastrear las operaciones políticas que producen y ocultan lo que constituye las<br />

condiciones al sujeto jurídico del feminismo es precisamente la tarea de una genealogía<br />

feminista de la categoria de las mujeres. En el transcurso de este esfuerzo por cuestionar<br />

a las "mujeres" como el sujeto del feminismo, el uso no problemático de esa categoría<br />

puede traer como resultado que se descarte la posibilidad de que el feminismo<br />

sea considerado una politica de representación. ¿Qué sentido tiene extender la representación<br />

hacia sujetos que se construyen a través de la exclusión de quienes no cumplen<br />

los requisitos normativos tácitos del sujeto? ¿Qué relaciones de dominación y exclusión<br />

se mantienen involuntariamente cuando la representación se convierte en el<br />

único interés de la politica? La identidad del sujeto feminista no debería ser el fun- '<br />

damento de la política feminista si se acepta que la formación del sujeto se da dentro<br />

de un campo de poder que se desvanece constantemente mediante la afirmación de<br />

ese fundamento. Tal vez, paradójicamente, se muestre que la "representación" tendrá<br />

sentido para el feminismo sólo cuando el sujeto de las "mujeres" no se dé por sentado<br />

en ningún aspecto.<br />

EL OR<strong>DE</strong>N OBLIGATORIO <strong>DE</strong> <strong>SEXO</strong>/<strong>GÉNERO</strong>/<strong>DE</strong>SEO ,<br />

Aun cuando la unidad no problemática de las "mujeres" suele utilizarse para construir<br />

una solidaridad de identidad, la distinción entre sexoy género introduce una división<br />

en el sujeto feminista. Origidariírerrte c-o-nTain-t-e'n-Cióii-cfit-eSp-o-n-der a" la fOrniula:<br />

ción de que "biología es destino", esa distinción sirve al argumento de que, independientemente<br />

de la inmanejabilidad biológica que parezca tener el sexo, el género se<br />

construye culturalmente: por lo tanto, el género no es el resultado causal del sexo ni<br />

tampoco es tan aparentemente fijo como el sexo. Así, la unidad del sujeto ya está po-<br />

6 Uso la expresión nuurit heterosexual a lo largo de roda el texto para designar la rejilla de inteligibilidad cultural<br />

a través de la cual se naturalizan cuerpos, géneros y deseos. Me he basado en la idea de "contrato heterosexual"<br />

de Monique Witrig y, en menor grado, en la idea de "heterosexualidad obligatoria" de Adrienne Rich para caracterizar<br />

un modelo discursivo/epistémico hegemónico de inteligibilidad de género, el cual supone que para que los cuerpos<br />

sean coherentes y tengan sentido debe haber un sexo estable expresado mediante un género estable (masculino<br />

expresa hombre, femenino expren mujer) que se define históricamente y por oposición mediante la práctica obliga-<br />

toria de la heterosexualidad.<br />

.110.•<br />

".•■••<br />

mar nuir 111<strong>1.</strong> ‘11, -1%,1 '<br />

Sujetos de sexo/género/deseo 39<br />

rencialmente impugnada por la distinción que permite que el género sea una interpretación<br />

múltiple del sexo.7<br />

Si el género es los significados culturales que asume el cuerpo sexuado, entonces<br />

no puede decirse que un género sea resultado de un sexo de manera única. Llevada<br />

hasta su límite lógico, la distinción sexo/género indica una discontinuidad radical ent<br />

tre cueryos sexuados y géneros culturalmente ennstruits.;Si por el momento damos<br />

por sentada la estabilidad del sexo binario, no es evidente que la construcción de<br />

"hombres" dará como resultado exclusivamente cuerpos masculinos o que las "mujeres"<br />

interpreten sólo cuerpos femeninos. Además, aun cuando los sexos parezcan ser<br />

nítidamente binarios en su morfología y constitución (lo que tendrá que cuestioliarse),<br />

no hay razón para suponer que también los géneros deberán seguir siendo sólo<br />

dos.8 La suposición de un sistema binario de géneros mantiene implícitamente la idea<br />

de una relación mimética entre géneroysexo, en la cual el género refleja al sexo o, si •<br />

no, está restringido por él. Cuando la condición construida del género se teoriza como<br />

algo radicalmente independiente del sexo, el género mismo se convierte en un artificio<br />

vago, con la consecuencia de que hombre y masculino pueden significar tanto un<br />

cuerpo de mujer como uno de hombre y mujer y femenino tanto uno de hombre como<br />

uno de mujer.<br />

Esta división radical del sujeto con género plantea otra serie de problemas. ¿Podemos<br />

referirnos a un se>co "dado" o a un género "dado" sin investigar primero cómo se dan<br />

uno y otro y a través de qué medios? ¿Y qué es el "sexo" a fin de cuentas? ¿Es natural, anatómico,<br />

cromosómico u hormond, y cómo puede una crítica feminista valorar los discursos<br />

científicos que pretenden establecer tales "hechos"?9 ¿Tiene el sexo una historia?'8<br />

¿Posee cada sexo una historia diferente, o varias historias? ¿Hay una historia de<br />

7 Para un análisis de la distinción sexo/género en la antropología estructund y las apropiaciones y críticas feministas<br />

de esa formulación, véase en el capítula 2 la sección "El intercambio crítico del estructuralismo'.<br />

Para un estudio interesante de los hordas:he y los ordenamientos de géneros múltiples en las cultura dc los indios<br />

norteamericanos, véase Williams, The Spirit and the Pais. Véase también Ormer y Whitehead (comps.), Sexual<br />

Meaningr. Para un análisis políticamente sensible y provocador de los beniache. los transexuales y In contingencia de<br />

las dicaromías de género, véase Kessler y McKenna, Gender: An Ethnomerindologirai Approack<br />

9 Se ha realizado mucha investigación feminista dentro de los campos de la biología y la historia de la ciencia<br />

que evalúa los intereses políticas inherentes en los diversos procedimientos discriminatorios que establecen la base<br />

científica del sexo. Véanse Hubbard y Lova. (com ps,), Genes and Gender, tomos I y 2; las dos números dedicados al<br />

feminismo y la ciencia de Hypatia: A lournal of Feminist Philosophy, vol. 2, no. 3, otoño de 1987, y vol. 3, no. 1, primavera<br />

de 1988, y, sobre todo, The Biology and Gender Study Group, "The Imporcance of Peminist Critique for<br />

Contemporary Cell Biology" en este último número; Harding, The &kilt? Question in Peminism; Fox-Keller, Reflerdom<br />

on Gender and Science; Haraway, "In the Beginning %a the Word: The Genesi! Biological Theory" y Primate<br />

Vision:: Harding y O'Barr, Sex and Seientific Inquiry; y Fausta-Scerling, Myths ( Cenefa:: Biological Theorirs<br />

About Women and Men.<br />

i° De manera clara, la Historia de la sexualidad, de Poueault, presenta una manera de reconsiderar la historia<br />

del "sexo" dentro de un contexto eurocéntrico moderno determinado. %aun examen más detalla.do. véase Lacquer<br />

y Gallugher (comps.), The Making of theModern Rad> originalmente publicado como un número de Representations,<br />

no. 14, primavera de 1986.


,itvo (49t, nw '11 r Si ve ,11<strong>1.</strong> 11111 MI•<br />

40<br />

El género en disputa<br />

cómo se estableció la dualidad del sexo, una genealogía que presente las opciones binarias<br />

como una construcción variable? ¿Acaso los hechos supuestamente naturales<br />

del sexo se producen discursivamente por medio de diversos discursos científicos al<br />

servicio de otros intereses políticos y sociales? Si se impugna el carácter inmutable del<br />

sexo, quizá esta construcción llamada "sexo" esté tan culturalmente construida como<br />

el género; de hecho, tal vez siempre fue género, con la consecuencia de que la distinción<br />

entre sexo y género no existe como cal.'<br />

Entonces no tendría sentido definir el género como la interpretación cultural del<br />

sexo, si éste es ya de suyo una categoría dorada de género. No debe concebirse el género<br />

sólo como la inscripción cultural del significado en un sexo predeterminado<br />

(concepto jurídico); también debe designar el aparato mismo de producci6n mediante<br />

el cual se establecen los sexos en sí. Como resultado, el género no es a la cultura<br />

lo que el sexo es a la naturaleza; el género también es el medio discursivo/culcural<br />

mediante el cual la "naturaleza sexuada" o "un sexo natural" se produce y establece<br />

como "prediscursivo", previo a la cultura, una superficie políticamente neutral sobre<br />

la cual<br />

actúa la cultura. Nos ocuparemos nuevamente de esta construcción del "sexo"<br />

como lo radicalmente no construido al examinar en el capítulo 210 que señalan Lévi-<br />

Strauss y el estructuralismo. En esta coyuntura ya queda claro que una de las Ma-<br />

de asegurar efectivamente la estabilidad interna y el marco binario del sexo es<br />

neras<br />

ubicar la dualidad del sexo en un carnpo prediscursivo. Esta producción del sexo como<br />

lo prediscursivo debe comprenderse como el efecto del aparato de construcción cul-<br />

tural designado por el género.<br />

¿Cómo, entonces, debe reformularse el género para<br />

abarcar las relaciones de poder que producen el efecto de un sexo prediscursivo y<br />

ocultan así esa misma operación de producción discursiva?<br />

sGENERO: LAS RUINAS CIRCULARES <strong>DE</strong> IA DISCUSIÓN ACTUAL<br />

¿Existe "un" género que las personas tienen, o se trata de un atributo esencial que una<br />

persona es, como lo implica la pregunta: "¿De qué género eres?"? Cuando las teóricas<br />

feministas afirman que el género es la interpretación cultural del sexo o que el género<br />

se construye culturalmente, ¿cuál es el modo o el mecanismo de esa construcción? Si<br />

el género se construye, ¿podría construirse de manera diferente, o acaso el hecho de<br />

su construcción implica alguna forma de determinismo social que excluya la posibilidad<br />

de que el agente actúe y se transforme? ¿Sugiere la "construcción" que algunas<br />

leyes generan diferencias de género en ejes universales de diferencia sexual? ¿Cómo y<br />

dónde tiene lugar la construcción del género? ¿Qué sentido puede tener para nosotros<br />

una construcción que no pueda asumir a un constructor humano previo a esa<br />

Véase mi ensayo "Variarions on Sex and Gendu: Beauvoin Wittig. Foucault", en 13enhabib y Curad'<br />

(comes.), Feminism os Critique.<br />

Sujetos de sexo/género/desco<br />

construcción? En algunos estudios, la idea de que el género está construido implica<br />

cierto determinismo de significados de género inscritos en cuerpos anatómicamente<br />

diferenciados, y se considera que esos cuerpos son receptores pasivos de una ley cultural<br />

inexorable. Cuando la "cultura" pertinente que "construye" el género se entiende<br />

en función de esa ley o serie de leyes, entonces parece que el género es tan determinado<br />

y fijo como lo era bajo la formulaciÓn de que "biología es destino". En tal caso,<br />

no la biología sino la alltura se convierte en destino.<br />

Por otra parte, Simone de Beauvoir afirma en El segundo sexo que "no se nace<br />

mujer: llega una a serlo".12 Según Beauvoir, el género se "construye", pero en su formulación<br />

queda implícito un agente, un cogito, el cual de alguna manera adopta o se apropia<br />

de ese género y, en principio, podría asumir algún otro, ¿Es el género tan variable<br />

y volitivo como parece sugerirlo el estudio de Beauvoirl ¿Puede en ese caso reducirse<br />

la "construcción" a una forma de elección? Beauvoir afirma claramente que una "llega<br />

a ser" mujer, pero siempre bajo la obligación cultural de hacerlo. Y queda claro que<br />

la obligación no proviene del "sexo". No hay nada en su estudio que garantice que la<br />

"persona" que se convierte en mujer sea necesariamente del sexo femenino. Si "el<br />

cuerpo es 'una situación"» como ella dice, no se puede hacer referencia a un cuerpo<br />

que no haya sido desde siempre interpretado mediante significados culturales; por lo<br />

tanto, el sexo podría no cumplir las condiciones de una facticidad anatómica prediscursiva.<br />

De heclio se verá que el sexo, por definición, siempre ha sido género."<br />

La controtersia respecto al significado de construcción parece desplomarse con la<br />

polaridad filosófica convencional entre libre albedrío y determinismo. Por consiguiente,<br />

es razonable sospechar que una restricción lingtiística común sobre el pensamiento<br />

forma y limita los términos del debate. Dentro de esos términos, el "cuerpo"<br />

aparece como un medio pasivo sobre el cual se inscriben los significados culturales o<br />

como el instrumento mediante el cual una voluntad apropiadora e interpretativa determina<br />

un significado cultural para sí misma. En cualquiera de los casos, el cuerpo<br />

se considera un mero instrumento o medio con el que una serie de significados culturales<br />

se relaciona sólo externamente. Pero el "cuerpo" es en sí una. construcción, como<br />

lo son los innumerables "cuerpos" que constituyen el campo de los sujetos con género.<br />

No puede decirse que los cuerpos tengan una existencia significable antes de la<br />

marca de su género; entonces surge la pregunta: ¿en_qué medida empieza a existir el<br />

.<br />

cuerpo en y mediante la(s) marca(s) del géneo? ¿Cómo le-Plintear el cuerpo sin considerarlo<br />

un medio o instrumento pasivo que espera la capacidad vivificadora de una<br />

voluntad claramente inmaterial?Is<br />

12 Beauvoir, El segundo man,<br />

t. 2, p. 15 130 LI. (Los números entre corchetes remiten a la edición en inglés.]<br />

12 /bid., p. 34 (313).<br />

k Véase mi ennyo "Set and Gender in Beauvoir's SetendSet, eh Kik Frenar Studies. Simone Branvoir.<br />

is Nótese el grado en que las teorías fenomenológicas cumo las de Sartre, Merleau-Ponty y Beauvoir tienden a<br />

usar el término encarnación. Dado que proviene de contextos teológicos, el término tiende a figurar "el" cuerpo como<br />

un modo de encarnación y, por la canco, a preservar la relación externa y doble entre una inmaterialidad significante<br />

y la materialidad del cuerpo en si<br />

41


42 El género en disputa<br />

El hecho de que el género o el sexo sean fijos o libres es función de un discurso<br />

que, como se dirá, intenta poner ciertos limites al análisis o salvaguardar algunos<br />

principios de humanismo como presuposiciones para cualquier análisis de género. El<br />

lugar de lo intratable, ya sea en el "sexo" o el "género" o en el significado mismo de<br />

"construcción", proporciona un indicio de las posibilidades culturales que pueden o<br />

no movilizarse mediante un mayor análisis. Los límites del análisis discursivo del género<br />

presuponen las posibilidades de las configuraciones imaginables y realizables del<br />

género dentro de la cultura y se apropian de ellas. Esto no significa que todas y cada<br />

una de las posibilidades de género estén abiertas, sino que los límites del análisis señalan<br />

los de una experiencia discursivamente condicionada. Esos límites siempre se<br />

fijan dentro de los términos de un discurso cultural hegemónico apoyado en estructuras<br />

binarias que aparecen como el lenguaje de la racionalidad universal. Así, se<br />

construye la restricción dentro de lo que ese lenguaje constituye como el campo imaginable<br />

del género.<br />

Aun cuando los científicos sociales se refieren al género como un "factor" o una "dimensión"<br />

del análisis, también se aplica a personas encarnadas como "una marca" de<br />

diferencia biológica, lingüística o cultural. En estos casos, el género puede entenderse<br />

como cierto significado que adopta un cuerpo (ya) sexualmente diferenciado,<br />

pero aun entonces ese significado existe sólo en relación con otro significado opuesto.<br />

Algunas teóricas feministas afirman que el género es "una relación", o incluso una serie<br />

de relaciones, y no un atributo individual. Otras, de acuerdo con Beauvoir, dirían<br />

que sólo el género femenino está marcado, que la persona universal y el género masculino<br />

están fusionados y en consecuencia definen a las mujeres en términos de su<br />

sexo y ensalzan a los hombres como portadores de la calidad universal de persona que<br />

trasciende el cuerpo.<br />

En un movimiento que complica aún más la discusión, Luce Irigaray alega que<br />

las mujeres constituyen una paradoja, si no una contradicción, dentro del discurso<br />

mismo de la identidad. Las mujeres son el "sexo" que no es "uno". Dentro de un lenguaje<br />

totalmente masculinista, falogocéntrico, las mujeres constituyen lo no representable.<br />

En otras palabras, las mujeres representan el sexo que no puede pensarse, una<br />

ausencia y una opacidad lingüísticas. Dentro de un lenguaje que se apoya en la significación<br />

unívoca, el sexo femenino constituye lo no restringible y lo no designable. En<br />

este sentido, las mujeres son el sexo que no es "uno'', sino múltiple» En oposición a<br />

Beauvoir, para quien las mujeres están designadas como lo Otro, Irigaray afirma que<br />

tanto el sujeto como el Otro son soportes masculinos de una economía significante,<br />

falogocéntrica y cerrada, que logra su meta totalizadora mediante la exclusión total de<br />

lo femenino. Según Beauvoir, las mujeres son lo negativo de los hombres, la carencia<br />

frente a la cual se diferencia la identidad masculina; según Irigaray, esa dialéctica es-<br />

14 Wil5C Irigaray, The Sex Wlyith Is Not One.<br />

'e le —11<strong>1.</strong> n—,1111/ ITNI`"" """1111r ‘11,"""111/ W"^"1<strong>1.</strong>1<br />

pecífica constituye un sistema que excluye una economía de significación completamente<br />

diferente. Las mujeres no sólo están representadas de manera falsa dentro del<br />

marco sartreano de sujeto significante y Otro significado, sino que la falsedad de la<br />

significación señala como inadecuada toda la estructura de representación. Entonces,<br />

el sexo que no es uno proporciona un punto de partida para una crítica de la representación<br />

occidental hegemónica y de la metafísica de la sustancia que estructura la<br />

noción misma del sujeto.<br />

¿Qué es la metafísica de la sustancia, y cómo influye en la reflexión sobre las categorías<br />

del sexo? En primera instancia,-las concepciones humanistas del sujero tienden<br />

a dar por hecho que hay una persona sustantiva portadora de diversos atributos<br />

esenciales y no esenciales. Una posición feminista humanista puede considerar que el<br />

género es un atributo de un ser humano caracterizado esencialmente como una sustancia<br />

o "núcleo" previo al género, llamada persona, que denota una capacidad<br />

universal para el razonamiento, la deliberación moral o el lenguaje. Sin embargo, la<br />

concepción universal de la persona ha sido desplazada como punto de partida para<br />

una teoría social del género por las posiciones históricas y antropológicas que entienden<br />

el género como una relación entre sujetos socialmente constituidos en contextos<br />

específicos. Este punto de vista relacional o contextual indica que lo que "es"<br />

la persona y, de hecho, lo que "es" el género siempre es relativo a las relaciones construidas<br />

en las que se determina.17 Como un fenómeno variable y contextual, el género<br />

no denota a un ser sustanrivo, sino a un punto de convergencia relativo entre series<br />

de relaciones culturales e históricas específicas.<br />

Sin embargo, Irigaray diría que el "sexo" femenino es una cuestión de ausencia<br />

lingüística, la imposibilidad de una sustancia gramaticalmente denotada y, por lo<br />

tanto, la perspectiva que revela que esa sustancia es una ilusión constante y fundacional<br />

de un discurso masculinisca. Esta ausencia no está marcada como tal dentro de<br />

la economía significante masculina, opinión que invierte el argumento de Beauvoir<br />

(y de Wittig) respecto a que el sexo femenino estd marcado, mientras que el sexo masculino<br />

no lo está. Según Irigaray, el sexo femenino no es una "carencia" ni un "Otro"<br />

que inmanente y negativamente define al sujeto en su masculinidad. Al contrario, el<br />

sexo femenino elude los requisitos mismos de representación, porque ella no es ni<br />

"Otro" ni "carencia", pues esas categorías siguen siendo relativas al sujeto suman°,<br />

inherentes a ese esquema falogocéntrico. Por lo tanto, para Iripray lo femenino nunca<br />

podría ser la marca de un sujeto, como diría Beauvoir.AdeMis, fe—menino no podria<br />

teorizarse en términos de una relación determinada entre lo masculino y lo femenino<br />

dentro de un discurso dado, ya que aquí el discurso no es una noción pertinente. Aun<br />

en su variedad, los discursos constituyen otras tantas modalidades del lenguaje falo-<br />

-gocéntrico. Así,,et sexo fernenino-mtambién elsujeto que no es uno. La relación en-<br />

tre masculino y femenino no puede representarse en una economía significante en<br />

Vda5C Scott, "Gender as a Useful Category of Historiad Analysis".<br />

Sujetos de sexo/género/deseo 43


44<br />

El género en disputa<br />

- 1111/ • ••••• IV/<br />

la que lo masculino constituye un circulo cerrado de significante y significado. Paradójicamente,<br />

Beauvoir predijo esta imposibilidad en El segundo sexo al afirmar que los<br />

hombres no podían llegar a un acuerdo respecto al problema de las mujeres porque<br />

en ese caso estarían actuando como juez y parte."<br />

Las distinciones entre las posiciones mencionadas distan de ser níridas; puede<br />

considerarse que cada una de ellas problematiza la localidad y el significado tanto del<br />

"sujeto" como del "género" dentro del contexto de la asimetría entre los géneros socialmente<br />

instituida. Las posibilidades interpretativas del género en ningún sentido<br />

se agotan en las opciones antes mencionadas. La circularidad problemática de un<br />

cuestionamiento feminista del género se hace patente por la presencia de dos posiciones:<br />

por una parte, las que suponen que el género es una característica secundaria<br />

de las personas, y por la otra, las que afirman que la noción misma de persona ubicada<br />

en el lenguaje como un "sujeto" es una construcción y una prerrogativa masculinistas<br />

que efectivamente excluyen la posibilidad estructural y semántica de un género<br />

femenino. La consecuencia de desacuerdos tan agudos acerca del significado del género<br />

(es más, acerca de si género es realmente el término que debe analizarse, o si la<br />

construcci6n discursiva de sexo es en realidad Más fundamental, o tal vez mujeres o<br />

mujer y hombres y hombre) establece la necesidad de un replantearniento extremo de<br />

las categorias de identidad en el contexto de relaciones de radical asimetría de género.<br />

Según Beauvoir, el "sujeto" dentro del análisis existencial de la misoginia siempre<br />

es masculino, fusionado con lo universal, y se diferencia de un "Otro" femenino<br />

fuera de las normas universalizadoras de la calidad de persona, "específico" sin remedio,<br />

encarnado y condenado a la inmanencia. Aunque suele considerarse que Beauvoir<br />

reivindica el derecho de las mujeres a convertirse, en realidad, en sujetos existenciales<br />

y, en consecuencia, su inclusión dentro de los términos de una universalidad<br />

abstracta, su posición también implica una critica fundamental a la desencarnación<br />

misma del sujeto epistemológico abstracto masculino.'9 Ese sujeto es abstracro en la<br />

rnedida en que no reconoce su encarnación socialmente marcada y, además, proyecta<br />

esa encarnación negada y menospreciada a la esfera femenina, renombrando efectivamente<br />

al cuerpo como hembra. Esta asociación del cuerpo con lo femenino funciona<br />

sobre relaciones mágicas de reciprocidad mediante las cuales el sexo femenino<br />

se restringe a su cuerpo, y el cuerpo masculino, totalmente negado, paradójicamente<br />

se convierte en el instrumento incorpóreo de una libertad supuestamente radical. El<br />

análisis de Beauvoir plantea implícitamente la pregunta: ¿a través de qué acto de<br />

negación y desconocimiento se presenta lo masculino como una universalidad desencarnada<br />

y lo femenino se construye como una corporeidad no reconocida? La dialéctica<br />

del amo y el esclavo, aquí completamente reformulada dentro de los términos no<br />

recíprocos de la asimetría enrre los géneros, prefigura lo que Irigaray luego describirá<br />

id Bcauvoir, El segundo sexo, t. I, p. 24 Ixxvil.<br />

19 Véase mi ensayo "Scx and Gemí« in Bcauvoir's Second So,<br />

Mar MI, "11/<br />

Sujetos de sexo/género/deseo 45<br />

como la economía significante masculina que incluye tanto al sujeto existencial como<br />

a su Otro.<br />

Beauvoir señala que el cuerpo femenino debe ser la situación y el instrumento de<br />

la libertad de las mujeres, no una esencia definidora y limitante.2° La teoría de la encarnación<br />

en que se basa el análisis de Beauvoir está claramente limitada por la reproducción<br />

sin reservas de la distinción cartesiana entre libertad y cuerpo. A pesar de<br />

mis propios esfuerzos por argu-in—eliTaflo—c-orifria6,- PaTecTqa-Beauvoir sostiene el<br />

dualismo mente/cuerpo, aun cuando propone una síntesis de esos términos.21 La preservación<br />

de esa misma distinción puede interpretarse como sintomática del mismo<br />

falogocentrismo que Beauvoir subestima. En la tradición filosófica que comienza con<br />

Platón y continúa con Descartes, Hussed y Sartre, la distinción ontológica entre alma<br />

(conciencia, mente) y cuerpo invariablemente apoya relaciones de subordinación y<br />

jerarquía política y psiquica. La mente no sólo subyuga al cuerpo, sino que ocasionalmente<br />

juega con la fantasía de huir por completo de su corporeidad. Las asociaciones<br />

culturales que se hacen de la mente con la masculinidad y el cuerpo con la<br />

feminidad están bien documentadas denrro del campo de la filosofía y el feminismo.22<br />

Por consiguiente, toda reproducción sin reservas de la distinción mente/cuerpo<br />

debe reconsiderarse en función de la jerarquía implícita de los géneros que esa distinción<br />

ha producido, mantenido y racionalizado convencionalmente.<br />

La construcción discursiva del "cuerpo" y su separación de la "libertad" existente<br />

en la obra de Beauvoir no logra marcar, en el eje del género, la propia distinción<br />

mente/cuerpo que supuestamente ilumina la persistencia de la asimetría entre<br />

los géneros, Oficialmente, Beauvoir sostiene que el cuerpo femenino está marcado<br />

dentro del discurso masculinista, por lo cual el cuerpo masculino, en su fusión con<br />

lo universal, permanece sin marca. Irigaray propone claramente que tanto la marca<br />

como lo marcado se mantienen dentro de un modo masculinista de significación en<br />

2" El ideal normativo del cuerpo a la vez como una "situación" y un "instrumento" es adoptado por Beauvoir<br />

respecto del género, y por Frena Fanon respecto de la raza. Fanon concluye su análisis de la colonización recurriendo<br />

al cuerpo como un instrumento de libertad, la cual, a modo cartesiano, se equipara con una conciencia capaz de dudar:<br />

"¡Oh, cuerpo mío, haz de rnf siempre un hombre que cuestione!' [Parson, Block 5k:u, Write Masks, p. 323; originalmente<br />

publicado como Prats naire, masques Mula].<br />

La disyunción analógica radical presente en Sartre coctel* conciencia y el cuerpo es parte de la herencia cestesiana<br />

de su filosofía. Lo que es significativo es que la disyunción de Descartes es cuestionada implícitamente por<br />

Hegel al principio de la sección "Amo-esclavo" en La friemenelogla del espirins. El análisis que hace Beauvoir del Sujeto<br />

masculino y el Otro femenino se sitúa claramente en la dialéctica de Hegel y en la reformulación sartreana de<br />

esa dialéctica en le sección sobre sadismo y masoquismo de E I ser y la nada. Al criticar la posibilidad misma de una<br />

"síntesis' de la conciencia y el cuerpo, Sartre efectivamente regresa a la problemática cartesiana que Hegel intentó superar.<br />

Beauvoir insiste en que el cuerpo puede ser el instrumento y la situación de libertad y que el sexo puede ser la<br />

ocasión de un género que no Set IIII2 reificación, sino una modalidad de libertad. Al principio esto parece ser una síntesis<br />

del cuerpo y la conciencia, en la que la conciencia se entiende como la condición de la libertad. Sin embargo,<br />

queda la pregunta de si esta síntesis requiere y mantiene la disrinción oncológica entre cuerpo y mente de la que sc<br />

compone y. por asociación, la jerarquía de la mente sobre el cuerpo y de lo masculino sobre lo femenino.<br />

'I Véase Spel man, "Woman as Bodr Ancient and Contemporary VieWS».<br />

,<br />

1<br />

1111,--11•1 111,-111, t


lar le Ill• siale sialle alar alar eleir . aate mar salle<br />

46<br />

El género en disputa<br />

que el cuerpo femenino está "demarcado", por así decirlo, fuera del campo de lo significable.<br />

En términos poshegelianos, la mujer está "cancelada", pero no preservada.<br />

En la interpretación de Irigaray, la afirmación de Beauvoir de que la mujer "es sexo"<br />

se invierte para significar que ella no es el sexo que estaba designada a ser, sino, más<br />

bien, el sexo masculino encore (y en corps) que se pasea en el modo de la °vedad. Según<br />

Irigaray ese modo falogocéntrico de significar el sexo femenino siempre reproduce<br />

fantasmas de su propio deseo de ampliación. En lugar de una postura lingüístico-aurolimitante<br />

que otorgue la alteridad o la diferencia a las mujeres, el falogocentrismo<br />

ofrece un nombre para eclipsar lo femenino y tomar su lugar.<br />

TEORIZAR LO BINARIO, LO UNITARIO Y MÁS ALLÁ<br />

Beauvoir e Irigaray claramente difieren respecto de las estructuras fundamentales por<br />

las cuales se reproduce la asimetría entre los géneros; la primera recurre a la reciprocidad<br />

fallida de una dialéctica asimétrica, mientras que la segunda afirma que la dialéctica<br />

en si es la elaboración monológica de una economía significante masculinista.<br />

Aunque Irigaray amplía con claridad el campo de la crítica feminista al exponer las<br />

estructuras epistemológica, ontológica y lógica de una economía significante masculinista,<br />

la fuerza de su análisis disminuye precisamente por su alcance globalizador.<br />

¿Es posible identificar una economía masculinista monolítica así como monológica<br />

que atraviese el conjunro de contextos culturales e históricos en que se da la diferencia<br />

sexual? ¿El no reconocer las operaciones culturales específicas de la opresión de<br />

géneros es en si una especie de imperialismo epistemológico, que no mejora con la<br />

simple fabricación de diferencias culturales como "ejemplos" del mismo falogocentrismo?<br />

El esfueno por incluir culturas de "Otros" como amplificaciones variadas de<br />

un falogocentrismo global constituye un acto apropiativo que corre el riesgo de repetir<br />

el gesto falogocéntrico de autoexaltarse, y coloniza bajo el signo de lo mismo las<br />

diferencias que de otra manera pondrían en duda ese concepto totalizador.23<br />

La crítica feminista debe explorar las afirmaciones totalizadoras de una economía<br />

significante masculinista, pero tarnbién debe ser autocrítica respecto de los gestos totalizadores<br />

del feminismo. El esfuerzo por identificar al enemigo como una forma<br />

singular es un discurso invertido que imita la estrategia del opresor sin cuestionarla,<br />

23 Cayarri Spivak desarrolla agudamente este tipo específico de explicación binaria como un acto colonizador<br />

de marginación. En una crítica de la "presencia de si del yo cognoscenresuprahistórico", que es característica del imperialismo<br />

episrémicn del cogito filosófico, ubica la politica en la producción de conocimiento que crea y censura los<br />

márgenes que constituyen, mediante la exclusión, la inteligibilidad contingente del régimen de conocimiento determinado<br />

de ese sujeto: "Llamo 'politica como tal'a la prohibición de marginalidad que está implicira en la pmducció,'<br />

de cualquier explicación. Desde ese punto de vista, la elección de oposiciones binarias específicas (...) no es sólo<br />

una estrategia intelectual. En cada caso, es la condición de la posibilidad dc la cenrralización (con las disculpas apropiadas)<br />

y, en consecuencia, de la marginación" [Spivak, 'Explanado', and Culture: &bu-Odia°, p. 113I.<br />

le ni/ "Ir •••• MIEW "RIF "II• `IMF 111•• nel• nale<br />

- Sujetos de sexo/género/deseo 47<br />

en lugar de ofrecer un conjunto de términos diferente. El hecho de que la táctica<br />

pueda funcionar tanto en contextos feministas como antifeministas indica que el<br />

gesto colonizador no es masculinista de modo primordial o irreductible. Puede funcionar<br />

para producir distintas relaciones de subordinación racial, de clase y heterosexista,<br />

entre muchas otras. Y queda claro que enumerar las variedades de opresión,<br />

como he empezado a hacerlo, supone su coexistencia diferenciada y consecutiva en<br />

un eje horizontal que no describe sus convergencias dentro del campo social. Un<br />

modelo vertical también es insuficiente; las opresiones no pueden clasificarse sumariamente,<br />

relacionarse causalmente o distribuirse en planos de "originalidad" y "derivatividad".24.<br />

De hecho, el campo de poder, estructurado en parte por la postura imperializante<br />

de apropiación dialéctica, excede y abarca el eje de la diferencia sexual, y<br />

ofrece una gráfica de diferenciales cruzadas que no pueden jerarquizarse sumariamente,<br />

ni dencro de los términos del falogocentrismo ni en ningún otro candidato al<br />

puesto de "condición primaria de opresión". Más que una táctica exclusiva de economías<br />

significantes. masculinisras, la apropiación dialéctica y la supresión del Otro es<br />

una táctica más, desplegada, sobre todo, aunque no exclusivamente, al servicio de expandir<br />

y racionalizar el dominio masculinista.<br />

Los debates feministas contemporáneos sobre el esencialismo plantean el problema<br />

de la universalidad de la identidad femenina y la opresión masculinista de diferentes<br />

maneras. Las afirmaciones universalistas se basan en una posición epistemológica<br />

común o compartida (entendida como la conciencia articulada o las estructuras<br />

compartidas de la opresión), o en las estructuras supuestamente transculturales de la<br />

femineidad, la maternidad, la sexualidad y la écriture fhninine. El análisis que abre este<br />

capítulo decía que este gesto globalizador ha generado muchas críticas por parte de<br />

mujeres que dicen que la categoría "mujeres" es normativa y excluyente y se usa manteniendo<br />

intactas las dimensiones no marcadas de los privilegios de clase y taCiales.<br />

En otras palabras, insistir en la coherencia y la unidad de la categorta de las mujeres<br />

ha negado, efectivamente, la multiplicidad de intersecciones culturales, sociales y políticas<br />

en que se construye el conjunto concreto de "mujeres".<br />

Se han hecho algunos intentos por formular políticas de coalición que no presupongan<br />

cuál sería el contenido de "mujeres". Más bien proponen una serie de encuentros<br />

dialógicos en los que mujeres de posiciones diversas articulen distintas identidades<br />

dentro del marco de una coalición emergente. Está claro que no debe subestimarse el<br />

valor de la política de coalición, pero la forma misma de coalición, de un conjunto<br />

emergente e impredecible de posiciones, no puede imaginarse anticipadamente. Pese<br />

al impulso, a todas luces democratizador, que motiva a construir una coalición, alguna<br />

teórica de esta posición puede, sin darse cuenta, reinsertarse como soberana del<br />

proceswal tratar de establecer una formaldeal anticipada para las estructuras de coalición<br />

que realmente garantice la unidad como resultado final. Empeños semejantes<br />

14 Véase la argumentación contra las 'opresiones jerarquizadoras" en Moraga, *La Güera".


48 - E/ pf nero en disputa<br />

por determinar qué es y qué no es la forma verdadera de un diálogo, qué constituye<br />

una posición de sujeto y, sobre todo, cuándo se ha logrado la "unidad'', pueden impedir<br />

la dinámica autoformativa y autolimitante de la coalición.<br />

La insistencia anticipada en la "unidad" de coalición como objetivo supone que<br />

la solidaridad, a cualquier precio, es un requisito previo para la acción política. Pero,<br />

¿qué tipo de política exige ese tipo de obtención anticipada de la unidad? Tal vez una<br />

coalición necesita reconocer sus contradicciones para emprender la acción manteniendo<br />

intactas dichas contradicciones. Acaso también parte de lo que implica la<br />

comprensión dialógica sea aceptar la divergencia, la ruptura, el astillamiento y la fragmentación<br />

como parte del proceso, generalmente tortuoso, de la democratización. La<br />

noci6n misma de "diálogo" es culturalmente especifica e histórica, y mientras que un<br />

hablante puede asegurar que una conversación se está llevando a cabo, otro puede estar<br />

seguro de que no es así. Primero deben cuestionarse las relaciones de poder que<br />

condicionan y limitan las posibilidades dialógicas. Si no, el modelo de diálogo corre<br />

el peligro de recaer en un modelo liberal, el cual supone que los agentes hablantes<br />

ocupan posiciones iguales de poder y hablan con las mismas presuposiciones acerca<br />

de lo que constituye "acuerdo" y "unidad" y, de hecho, que ésos son los fines que se<br />

buscan. Seria un error suponer de manera anticipada que existe una categorE de<br />

"mujeres" que sencillamente deba llenarse con diversos componentes de raza, clase,<br />

edad, etniCidad y sexualidad para que esté completa. La suposición de su carácter incompleto<br />

esencial permite que esa categoría sirva como un sitio de significados impugnados<br />

que existe permanentemente. El carácter incompleto de la definición de<br />

esta categoría puede servir, entonces, como un ideal normativo liberado de la fuerza<br />

coercitiva.<br />

¿Es necesaria la "unidad" para una acción política eficaz? ¿Es precisamente la insistencia<br />

prematura en la meta de la unidad la causa de una fragmentación cada vez<br />

más amarga entre los grupos? Algunas formas de fragmentación reconocida pueden<br />

facilitar la acción de una coalición, precisamente porque que la "unidad" de la categoría<br />

de las mujeres ni se presupone ni se desea. ¿Erige la "unidad" una norma de solidaridad<br />

excluyente en el nivel de la identidad, que deja fuera la posibilidad de diversas<br />

acciones que trastornan las fronteras mismas de los conceptos de identidad o que<br />

precisamente intentan lograr ese trastorno corno una meta politica explícita? Sin la<br />

presuposición ni el objetivo de "unidad'', que en ambos casos se instituye en un nivel<br />

conceptual, pueden surgir unidades provisionales en el contexto de acciones concretas<br />

cuyos propósitos no son la articulación de la identidad. Sin la expectativa obligatoria<br />

de que las acciones feministas deben instituirse desde una identidad estable,<br />

unificada y acordada, éstas bien podrían iniciarse más rápidamente y parecer más<br />

aceptables para algunas "mujeres", para quienes el significado de la categoría es permanentemente<br />

discutible.<br />

Este acercamiento antifundacionista a la política de coalición no supone que la<br />

"identidad" sea una premisa ni que la forma y el significado del conjunto en una coalición<br />

puedan conocerse antes de que se realice. En vista de que la articulación de una<br />

Tr"'111111/ 11<strong>1.</strong>--111/<br />

Sujetos de sexofgEnero/deseo 49<br />

identidad dentro de términos culturales disponibles instaura una definición que excluye<br />

por anticipado el surgimiento de nuevos conceptos de identidad en acciones<br />

políticamente comprometidas y a través de ellas, la táctica fundacionista no puede<br />

adoptar como meta normativa la transformación o la expansión de los conceptos existentes<br />

de identidad. Además, cuando las identidades convenidas o las estructuras dialógicas<br />

convenidas, mediante las cuales s'e comunican las identidades ya establecidas,<br />

ya no constituyen el rema o el sujeto de la política, entonces las identidades pueden<br />

llegar a existir y disolverse según las prácticas concretas que las hacen posibles. Algunas<br />

prácticas políticas instituyen identidades sobre una base contingente con el fin de<br />

lograr cualquier objetivo que se tenga en vista. La política de coalición no requiere ni<br />

una categoría ampliada de "mujeres" ni una identidad internamente múltiple que<br />

presente su complejidad de manera inmediara.<br />

El género es una complejidad cuya totalidad se pospone permanentemente,<br />

nunca aparece completa en una determinada coyuntura en el tiempo. Asf, una coalición<br />

abierta afirmará identidades que alternadamente se instituyan y se abandonen de<br />

acuerdo con los objetivos del momento; será un conjunto abierto que permita múltiples<br />

convergencias y divergencias sin obediencia a un telas normativo de definición<br />

cerrada.<br />

I<strong>DE</strong>NTIDAD, <strong>SEXO</strong> Y LA METAFÍSICA <strong>DE</strong> LA SUSTANCIA<br />

¿Qué puede significar entonces la "identidad" y en qué se basa la presuposición de<br />

que Es identidades son idénticas a sí mismas, y que persisten a través del tiempo<br />

como iguales, unificadas e internamente coherentes? Y, sobre todo, ¿cómo conforman<br />

estas suposiciones los discursos sobre "identidad de género"? Sería un error pensar<br />

que el análisis de la "identidad" debe realirarse antes que el de la identidad de género<br />

por la sencilla razón de que las "personas" sólo se vuelven inteligibles cuando adquieren<br />

un género ajuStado a normas reconocibles de inteligibilidad de género. Los<br />

análisis sociológicos convencionales intentan explicar la idea de persona en función<br />

de la capacidad de actuación que exige prioridad ontológica respecto de los diversos<br />

papeles y funciones mediante los cuales adquiere una visibilidad social y un significado.<br />

Dentro del propio discurso filosófico, la idea de "la persona" se ha desarrollado<br />

analíticamente sobre la suposkión de que el contexto social "en" que está una persona<br />

de alguna manera permanece externamente relacionado con la estructura de la<br />

definición de "calidad de persona" [per:animad], ya sea la conciencia, la capacidad<br />

para el lenguaje o la deliberación moral. Aunque no nos detendremos en esos estudios,<br />

unapremisa de.esas investigaciones es stehincapié .en la exploración crítica y la<br />

inversión:Mientras que la cuestión de qué es lo que constituye la "identidad personal"<br />

dentro de los estudios filosóficos casi siempre se cenrra en la pregunta de qué<br />

rasgo interno de la persona establece la continuidad o la propia identidad de la persona<br />

a través del. tiempo, habría que preguntar aquí: ¿en qué medida las pretcticas


.<br />

50 ', El género en disputa<br />

( __.- '<br />

reguladoras de la formación y la división de género constituyen la identidad, la coherencia<br />

interna del sujeto y, de hecho, la condición de la persona de ser idéntica<br />

a sí misma? ¿En qué medida la "identidad" es un ideal normativo más que un rasgo<br />

descriptivo de la experiencia? ¿Cómo pueden las prácticas reguladoras que rigen el<br />

género hacerlo con las nociones culturalmente inteligibles de la identidad? En otras<br />

palabras, la "coherencia" y la "continuidad" de "la persona" no son rasgos lógicos o<br />

analíticos de la Calfdard-e—pér—son-ilino,* más bien, normas de inteligibilidad *socialmente<br />

instituidas y mantenidas. En la midida-e-n-qtina-"idatidarse-isegura<br />

!Medi-ante ros conceptos estabilizadores de sexo, género y sexualidad, la noción<br />

misma de "la persona" se cuestiona por el surgimiento cultural de esos seres con<br />

género "incoherente" o "discontinuo" que parecen ser personas pero que no se ajustan<br />

a las normas de género culturalmente inteligibles mediante las cuales se definen<br />

las personas.<br />

I Los géneros "inteligibles" son aquellos que en algún sentido instituyen y mande-<br />

i nen relaciones de coherencia y continuidad entre sexo, género, práctica sexual y de-<br />

. seo. En otras palabras, los fantasmas de discontinuidad e incoherencia, concebibles<br />

sólo en relación con las normas existentes de continuidad y coherencia, son prohibidos<br />

y producidos constantemente por las mismas leyes que intentan establecer líneas<br />

1 de conexión causales o expresivas entre sexo biológico, géneros culturalmente cons-<br />

. tituidos y la "expresión" o "efecto" de ambos en la manifestación del deseo sexual a<br />

través de la práctica sexual.<br />

La idea de que puede haber una "verdad" del sexo, como la llama irónicamente<br />

Foucault, se produce precisamente a través de las prácticas reguladoras que generan<br />

1 identidades coherentes a través de la matriz de normas coherentes de género. La hererosexualización<br />

del deseo requiere e instituye la producción de oposiciones discretas<br />

y asimétricas entre femenino y masculino, entendidos estos conceptos como atributos<br />

que expresan "hombre" y "mujer". La matriz cultural —mediante la cual se ha<br />

' hecho inteligible la identidad de género— requiere que algunos tipos de "identidades"<br />

no puedan "existir": aquellas en que el género no es consecuencia del sexo y otras<br />

, en las que las prácticas del deseo no son "consecuencia" ni del sexo ni del género. En<br />

: este contexto, consecuencia en este contexto es una relación política de vinculación<br />

, instituida por las leyes culturales, las cuales establecen y regulan la forma y el signifi-<br />

I cado de la sexualidad. De hecho, precisamente porque ciertos tipos de "identidades<br />

I de género" no se ajustan a esas normas de inteligibilidad cultural, dichas identi-<br />

\ dades aparecen sólo como fallas en el desarrollo o imposibilidades lógicas desde el<br />

I interior de ese campo. Sin embargo, su persistencia y proliferación proporcionan<br />

oportunidades muy importantes para revelar los límites y los fines reguladores de ese<br />

campo de inteligibilidad, por consiguiente, para abrir —dentro de los términos mismos<br />

de esa matriz de inteligibilidad— otras matrices distintas y subversivas de desorden<br />

de género.<br />

Sin embargo, antes de considerar esas prácticas desordenadoras, parece fundamental<br />

comprender la "matriz de inteligibilidad". ¿Es singular? ¿De qué se compone?<br />

CEÑIR()<br />

SUPEPICIRES EN<br />

,119" TI1<strong>1.</strong>• TOP IIINT<br />

Sujetos de sexo/géneto/deseo 51<br />

¿Cuál es la alianza peculiar que se supone que existe entre un sistema de heterosexualidad<br />

obligatoria y las categorías discursivas que establecen los conceptos de identidad<br />

del sexo? Si la '


52<br />

El género en disputa<br />

".~." 'ME." I, }MI<br />

y representables.25 Según Irigaray, la gramática sustantiva del género, que supone a<br />

hombres y mujeres, así como sus atributos de masculino y femenino, es un ejemplo<br />

de una oposición binaria que efectivamente enmascara el discurso unívoco y hegemónico<br />

de lo masculino, el falogocentrismo, silenciando lo femenino como un sitio<br />

de multiplicidad subversiva. Para Foucault, la gramática sustantiva del sexo impone<br />

una relación binaria artificial entre los sexos, así como una coherencia interna artificial<br />

dentro de cada término de esa relación binaria. La reglamentación binaria de<br />

la sexualidad suprime la multiplicidad subversiva de una sexualidad que trastorna las<br />

hegemonías heterosexual, reproductiva y médico-jurídica.<br />

Según Wittig, la restricción binaria del sexo está al servicio de los objetivos reproductivos<br />

de un sistema de heterosexualidad obligatoria; a veces dice que el derrocamiento<br />

de ésta inaugurará un verdadero humanismo de "la persona" liberada de los<br />

grilletes del sexo. En otros contextos, sugiere que la profusión y la difusión de una<br />

economía erótica no falocéntrica disiparán las ilusiones de sexo, género e identidad,<br />

En otros pasajes de sus textos parece que "la lesbiana' surge como un tercer género<br />

que promete trascender la restricción binaria del sexo impuesta por el sistema de heterosexualidad<br />

obligatoria. En su defensa del "sujeto cognoscitivo", Wittig parece no<br />

tener ningún pleito Metafísico Con los modos hegemónicos de significación o representación;<br />

de hecho, el sujeto, con su atributo de autodeterminación, parece ser la rehabilitacióddel<br />

agente de la elección existencial bajo el nombre de lesbiana: "La llegada<br />

de sujetos individuales exige destruir primero las categorías de sexo (...]; /a<br />

lesbiana es el único concepto que conozco que está más allá de las categorías de<br />

sexo".26 No critica al "sujeto" por ser invariablemente masculino según las reglas de<br />

lo Simbólico inevitablemente patriarcal, sino que propone en su lugar el equivalente<br />

de un sujeto lesbiano como usuario del lenguaje.27<br />

La identificación de las mujeres con el "sexo", según Beauvoir y Wirrig, es una fusión<br />

de la categoría de mujeres con las características aparentemente sexualizadas de<br />

sus cuerpos y, por lo tanto, un rechazo a otorgar libertad y autonomía a las mujeres<br />

25 Para un desarrollo nuts completo de la irrepresencahilidad dé las mujeres en el discurso falogocéntrica, véase<br />

bigaray, "Any Theory of the 'Subject' Has Always Been Appropriared by the Masculine". lrigaray parece revisar este<br />

argumento en su análisis del 'género femenino" en Sexos et patentó,.<br />

26 \Viril, "One is Not Born a Woman", p. 53.<br />

22 La noción de lo Simbólico se analiza extensamente en el capitulo 2 de este libro. Debe entenderse como un<br />

conjunta ideal y universal de leyes culturales que rigen el parentesco y la significación y, desde el punto de vista del<br />

estructuralismo psicoanalítico, la producción dela diferencia sexual. Basándose en la noción de una "ley paterna" idealizada,<br />

higaray reformula lo Simbólico como un discurso dominante y hegemónico del falogocentrismo. Algunas fe-<br />

ministas francesas proponen un lenguaje distinto del que está regido por el Folo o la ley paterna, y así emprenden una<br />

crítica contra lo Simbólico. Kristeva propone lo semiótica como una dimensión específicamenre materna del lenguaje,<br />

y tanto Irigaray como Hélérte Cimas se han asociado con la écrisure féminine. Sin embargo, Wittig siempre se<br />

ha resistido a ese movimiento, diciendo que el lenguaje en su estruccura no es ni misógino ni feminista, sino un ins-<br />

trumento que se utiliza con fines políticos desarrollados. Claramente, su creencia en un 'sujeto cognoscitiva" que<br />

existe antes que el lenguaje facilita su interpretación del lenguaje como instmmento, más que como un campo de sig.<br />

nificación que exisce antes de la formación del sujeto y lo estructura.<br />

•11<strong>1.</strong> ,11•<strong>1.</strong> `WIPP •I•111^<br />

Sujetos de sexo/género/deseo 53<br />

como supuesramente las disfrutan los hombres. Así, la destrucción de la categoría de<br />

sexo seria la destrucción de un atributo, el sexo, que mediante un gesto misógino de<br />

sinécdoque ha venido a tomar el lugar de la persona, el cogito autodeterminante. En<br />

otras palabras, sólo los hombres son "personas" y no hay ningún género más que el<br />

femenino: "El género es el índice lingüístico de la oposición política entre los sexos.<br />

Género se usa aquí en singular porque en realidad no hay dos géneros. Sólo hay uno:<br />

el femenino,. pues el 'masculino' no es un género. Porque lo masculino no es lo masculino,<br />

sino lo general.""<br />

Por lo tanto, Wittig pide la destrucción del "sexo" para que las mujeres puedan<br />

asumir la posición.de un sujeto universal. En el camino hacia esa destrucción, las<br />

"mujeres" deben adoptar tanto un punto de visra particular como otro universa<strong>1.</strong>29 En<br />

tanto que sujeto capaz de lograr la universalidad concreta a través de la libertad, la lesbiana<br />

de Wittig confirma la promesa non:nativa de ideales humanistas basados en la<br />

premisa de la metafísica de la sustancia, en lugar de impugnarla. En esre aspecto, Wittig<br />

se distingue de Irigaray, no sólo en lo que se refiere a las oposiciones ahora muy<br />

conocidas entre esencialismo y materialismo," sino también en la adhesión a una<br />

metafísica de la sustancia que confirma el modelo normativo del humanismo como<br />

el marco del feminismo. Cuando parece que Wittig apoya un proyecto radical de<br />

emancipación lesbiana y hace valer una distinción entre "lesbiana" y "mujer'', lo hace<br />

mediante la defensa de la "persona" anterior al género, caracterizada como libertad.<br />

Esto no sólo confirma el carácter presocial de la libertad humana, sino que también<br />

apoya esa metafísica de la sustancia que es responsable de la producción y la naturalización<br />

de la categoría del sexo en sí.<br />

La metafisica de la sustancia es una frase asociada con Nietzsche dentro de la crítica<br />

contemporánea del discurso filosófico. En un comentario sobre Nietzsche, Michel<br />

Haar alega que muchas ontologías filosóficas han quedado atrapadas dentro de<br />

cierras ilusiones de "Ser" y "Sustancia" impulsadas por la idea de que la formulación<br />

gramatical de sujeto y predicado refleja la realidad ontológica previa de sustancia y<br />

atributo. Estos construccos, según Haar, constituyen los medios filosóficos artificiales<br />

mediante los cuales se instituyen efectivamente la simplicidad, el orden y la identidad.<br />

Sin embargo, en ningún sentido revelan ni representan un orden real de las<br />

cosas. Para nuestros propósitos, esta crítica nietzscheana resulta instructiva cuando se<br />

aplica a las categorías psicológicas que rigen muchas reflexiones populares y teóricas<br />

29 Wirtig, "The Point of View: Universal or Particular?". p. 64.<br />

29 "Se debe adoptar un punto de vista particular, otro universal, por la menos para formar parte de la litera-<br />

tura" [Wittig, "The Trojan Horst°, p. 68).<br />

3° La revista Questions Féminittet cuyo versión en inglés aparece como Feminist !num, en general defendía un<br />

punto de vista "materialista" según el cual las prácticas, la institución y el cankter construido del lenguaje son las "ba-<br />

ses materiales" de la opresión de las mujeres. Wittig formó parte dd consejo editorial originad. Junto con Monique<br />

Plaza, Wittig alegaba que la diferencia sexual era esencial ista, pues derivaba el significado de la función social de las<br />

mujeres de su facticidad biológica, pero también porque apoyaba el significado fundamental de los cuerpos de las mu-<br />

leles como maternales y, por lo tanto, daba fuerza ideológica a la hegemonía de la sexualidad reproductiva.


54 El género en disputa Sujetos de sexo/género/deseo 55<br />

sobre la identidad de género. Según Haar, la crítica de la metafísica de la sustancia im-<br />

plica una crítica de la noción misma de la persona psicológica como una cosa sus-<br />

tantiva:<br />

La destrucción de la lógica por medio de su genealogía conlleva también la ruina de las categorías<br />

psicológicas fundadas sobre esta lógica. Todas las categorías psicológicas (el yo, el individuo,<br />

la persona) se derivan de la ilusión de identidad sustancial. Pero esta ilusión regresa<br />

básicamente a una superstición que engaña no sólo al sentido común sino también a los filósofos,<br />

a saber, la creencia en el lenguaje y, más especificamente, en la verdad de las categorías<br />

gramaticales. La gramática (la estructura de sujeto y predicado) fue lo qtte inspiró la<br />

certeza de Descartes de que "yo" es el sujeto de "pienso", cuando más bien es los pensamientos<br />

que vienen a "mí": en el fondo, la fe en la gramática simplemente transmite la voluntad<br />

de ser la "causa" de los pensamientos propios. El sujeto, el yo, el individuo son tan solo falsos<br />

conceptos, pues transforman unidades ficticias en Sustancias cuyo origen es únicamente<br />

utta realidad lingüística.31<br />

Wittig presenta una critica distinta al mostrar que las personas no pueden adquirir<br />

significado dentro del lenguaje sin la marca del género. Hace un análisis político de<br />

la gramática del género en francés. Según Wittig, el género no sólo designa a personas<br />

—las "califica" por así decirlo--, sino que constituye una episteme conceptual mediante<br />

la cual se universaliza el marco binario del género. Aunque el francés marca un<br />

género para todo tipo de sustantivos de personas, Wittig alega que su análisis también<br />

tiene consecuencias para el inglés. Al principio de "The Mark of Gender" (1984), es-<br />

cribe:<br />

La marca del género, según los gramáticos, tiene que ver con los sustantivos. Se refieren a éste<br />

en términos de función. Si cuestionan su significado, lo hacen en broma, llamando al género<br />

un ''sexo ficticio" En lo que se refiere a las categorías de la persona, ambos [inglés y<br />

francés) son portadores de género en la misma medida. De hecho, ambos dan lugar a ttn concepto<br />

ontológico primitivo que en el lenguaje realiza una división de los seres en sexos distintos<br />

Como concepto ontológico que trata de la naturaleza del Set, junto con una<br />

nebulosa diferente de otros conceptos primitivos que pertenecen a la misma línea de pensamiento,<br />

el género parece pertenecer fundamentalmente a la filosoffa.32<br />

El hecho de que el género '


56 El género en disputa<br />

cesivamente en el sexo, el género y el deseo, aqui "el viejo sueño de simetría", como<br />

lo ha llamado Irigaray, se presupone, se reifica y se racionaliza.<br />

Este bosquejo del género nos da una pista para entender las razones políticas de<br />

la visión sustancializadora del género. La institución de una heterosexualicliaribliratoriayafariliiadniquieTeirriglimenta<br />

al género como una relación binaria en<br />

que el término masculino se diferencia del femenino, y esta diferenciación se logra<br />

por medio de las prácticas del deseo heterosexual. El acto de diferenciar los dos momentos<br />

opuestos de la relación binaria da como resultado la consolidación de cada<br />

rérmino y la respectiva coherencia interna de sexo, género y deseo.<br />

El desplazamiento estratégico de esa relación binaria y la metafísica de la sustancia<br />

de la que depende presupone que las categorías de hembra y macho, mujer y<br />

hombre, se producen de manera semejante dentro del marco binario. Foucault apoya<br />

implícitamente esta explicación. En el último capitulo del primer tomo de La historia<br />

de la sexualidad y en su breve pero significativa introducción a Hermane Barbin,<br />

el diario recién descubierto de una hermafrodita del siglo xnc,35 Foucault afirma que la<br />

categoría de sexo, anterior a toda categorización de diferencia sexual, se construye<br />

mediante un modo de sexualidad históricamente específico. La producción táctica de<br />

la categorizacidn discreta y binaria del sexo oculta los fines estratégicos de ese mismo<br />

aparato de producción al postular que el "sexo" es "una causa" de la experiencia, el<br />

comportamiento y el deseo sexuales. El cuestionamiento genealógico de Foucault revela<br />

que esta supuesta "causa" es "un efecto", la producción de un régimen dado de<br />

sexualidad, que intenta reglamentar la experiencia sexual al establecer las categorías<br />

discretas del sexo como funciones fundacionales y causales dentro de cualquier análisis<br />

discursivo de la sexualidad.<br />

La introducción de Foucault al diario de este hermafrodita, Herculine Barbin,<br />

afirma que la crícica genealógica de estas categorías reificadas del sexo es la consecuencia<br />

involuntaria de prácticas sexuales de las que no se puede dar cuenta dentro<br />

del discurso médico legal de una heterosexualidad naturalizada. Herculine no es una<br />

"identidad", sino la imposibiliclatilexuaLde_untidentidad. Aun—qt-irról-elenieriroi<br />

anatómicos mascUlinos y femeninos se distribuyen conjuntamente en y sobre su<br />

cuerpo, no es ésa la fuente real del escándalo. Las convenciones lingüísticas que producen<br />

seres con género inteligible encuentran su. límite en Herculine precisamente<br />

porque ella/él provoca una convergencia y la desorganización de las reglas que rigen<br />

sexo/género/deseo. Herculine expone y redistribuye los términos de un sistema binario,<br />

pero esa misma redistribución trastorna y hace proliferar los términos que quedan<br />

fuera de la relación binaria misma. Según Foucault, Herculine no puede categorizarse<br />

dentro de la relación binaria del género tal como es; la convergencia desconcertante<br />

de heterosexualidad y homosexualidad en su persona es ocasionada —pero nunca<br />

causada— por su discontinuidad anatómica. La apropiación que Foucault hace de<br />

Foucault komp.), Herculine Barbin...; la versión francesa no tiene la introducción que Foucaulr preparó<br />

para la traducción al inglés.<br />

Sujetos de sexo/génerotdeseo 57<br />

Herculine es sospechosa,36 pero su análisis im_plica la idea interesante de que la heterogeneidad<br />

Salid (paradójicamente-FM-Pedida poi -u-n-a-"lietero"-sexualidad naturalizada)<br />

implica una crítica de la metafísica de la sustancia en la medida en que permea<br />

las categorías identitarias del sexo. Foucault imagina la experiencia de Herculine<br />

como un mundo de placeres en que las sonrisas andan por ahí sin el gato".37 Sonrisas,<br />

felicidades, placeres y deseos se consideran aquí cualidades sin una sustancia constante<br />

a la que supuestamente se adhieran. Como atributos vagos, sugieren la posibilidad<br />

de una experiencia de género que no puede captarse mediante la gramática<br />

sustancializadora y jerarquizadora de los sustantivos (res extensa) y los adjetivos (atributos,<br />

tanto esenciales como accidentales). A partir de su interpretación sumaria de<br />

Herculine, Foucault propone una ontología de atributos accidentales que revela que<br />

la postulación de la identidad es un principio culturalmente restringido de orden y<br />

jerarquía, una ficción reglamentadora.<br />

Si es posible hablar de un "hombre" con un atributo masculino y entender ese<br />

atributo como un rasgo feliz pero accidental de ese hombre, entonces también es<br />

posible hablar de un "hombre" con un atributo femenino, cualquiera que éste sea,<br />

aunque se siga afirmando la integridad del género. Pero una vez que eliminamos la<br />

prioridad de "hombre" y "mujer" como sustancias constantes, entonces ya no es posible<br />

subordinar rasgos de género disonantes como otras tantas características secundarias<br />

y accidentales de una ontología de género que está fundamentalmente intacta. Si<br />

la noción de una sustancia constante es una construcción ficticia producida a través<br />

del ordenamiento obligatorio de atributos en secuencias coherentes de género, entonces<br />

parece que el género como sustancia, la viabilidad de hombre y mujer como<br />

sustantivos, se pone en duda por el juego disonante de atributos que no se ajustan a<br />

modelos consecutivos o causales de inteligibilidad.<br />

La apariencia de una sustancia constante o de un yo con género (lo que el psiquiatra<br />

Robert Stoller llama un "núcleo de género")38 se produce así por la reglamentación<br />

de atributos que están a lo largo de líneas de coherencia culturalmente establecidas.<br />

Como resultado, la revelación de esta producción ficticia está condicionada<br />

por el juego desreglamentado de atributos que se resisten a la asimilación al marco<br />

prefabricado de sustantivos primarios y adjetivos subordinados. Desde luego, siempre<br />

es posible alegar que los adjetivos disonantes funcionan rerroactivamente para redefinir<br />

las identidades sustantivas que supuestamente modifican y, por lo tanto, para expandir<br />

las categorías sustantivas de género de modo que incluyan posibilidades antes<br />

excluidas. Pero si estas sustancias no son más que las coherencias creadas de modo<br />

contingente mediante la reglamentación de atributos, parecería que la ontología de las<br />

sustancias en sí no sólo es un efecto artificial sino que es esencialmente superflua.<br />

%Véase cl cardado 2, sec. "Lacan, Riviere y las estrategias de la mascarada'.<br />

37 Foucault (comp.), Hemtline Barbi" p. x (las páginas corresponden a la versión en inglés).<br />

38 Véase Stones, »cuata:jou of Graden pp. t 1-14.


58<br />

El género en disputa<br />

En este sentido, género no es un sustantivo, ni tampoco es una serie de atributos<br />

vagos, porque hemos visco que el efecto sustantivo del género se produce performativamente<br />

y es impuesto por las prácticas reglamentadoras de la coherencia de género.<br />

Así, dentro del discurso heredado de la metafísica de la sustancia, el género resulta ser<br />

performativo, es decir, que constituye la identidad que se supone que es. En este sentido,<br />

el género siempre es un hacer, aunque no un hacer por parte de un sujero que<br />

se pueda considerar preexistente a la acción. El desafío que implica replantear las categorías<br />

de género fuera de la metafísica de la sustancia tendrá que tomar en cuenta<br />

la pertinencia de la afirmación que hace Nietzsche en La genealogía de la moral en<br />

cuanto a que "no hay ningún 'ser' detrás del hacer, del actuar, del devenir; 'el agente'<br />

ha sido ficticiamente añadido al hacer, el hacer es todo".39 En una aplicación que el<br />

mismo Nietzsche no habría previsto ni perdonado, podemos afirmar como corolario:<br />

_ _<br />

no hay una identidad de, género detrás de las expresiones de género; esa identidad se<br />

constituye performativamente por fas mismas expresiones que, segun se , son<br />

resultado de ésta.<br />

LENGUAJE, PO<strong>DE</strong>R Y LAS ESTRATEGIAS <strong>DE</strong>I. <strong>DE</strong>SPLAZAMIENTO<br />

' Con todo, mhcha teoría y muchos estudios feministas han supuesto que hay, un ha-<br />

1 cedor detrás de la acción. Sin un actuante, se dice, no puede haber acción y, por lo<br />

1 tanto, tampoco potencial para iniciar una transformación de relaciones de dominación<br />

dentro de la sociedad. La teoría feminista radical de Wittig ocupa una posición<br />

ambigua dentro del continuo de teorías acerca del sujeto. Por una parte, Wittig parece<br />

impugnar la metafísica de la sustancia pero, por la otra, mantiene al sujeto humano,<br />

el individuo, cotnn el sitio metafísico donde se asienta la capacidad de acción. Si<br />

bien el humanismo de Wittig presupone claramente que hay un realizador de la acción,<br />

su teoría de todas maneras delinea la construcción performativa del género dentro<br />

de las prácticas materiales de la cultura, impugnando la temporalidad de las,<br />

explicaciones que confundieran "causa" con "resultado". En una frase que sugiere el<br />

espacio intertextual que liga a Wittig con Foucault (y revela los rastros de la noción<br />

marxista de reificación en ambas teorías), ella escribe:<br />

Un acercamienro feminista materialista muestra que lo que consideramos la causa o el origen<br />

de la opresión es, de hecho, sólo la marca impuesta por el opresor, el "mito de la mujer", int<br />

sus efectos y manifestaciones materiales en la conciencia y en los cuerpos de las mujeres que han<br />

sido "apropiados". Así, esta marca no existe previamente a la opresión (—I; el sexo se considera<br />

un "dato inmediato", un "dato sensible", "rasgos físicos" que pertenecen a un orden na-<br />

" Nietzsche, La genealogía de moral, p. 52 [45] [los números entre corchetes corresponden a la ediciOn en<br />

inglés].<br />

Sujetos de sexo/género/deseo<br />

rural. Pero lo que creemos que es una percepción física y directa es sólo una construcción mítica<br />

y compleja, una "formación imaginaria".'m<br />

Dado que esta producción por parte de la "naturaleza" funciona de acuerdo con los<br />

dictados de la heterosexualidad obligatoria, el surgimiento del deseo homosexual, según<br />

ella, trasciende las categorías del sexo: "Si el deseo pudiera liberarse, no tendría<br />

nada que ver con las marcas preliminares de los sexos."'"<br />

Wittig se refiere al "sexo" como una marca que de alguna manera aplica la heterosexualidad<br />

instithcionalizada, una marca que puede ser borrada u ofuscada mediante<br />

prácticas que efectivamente impugnan esa institución. Desde luego, su visión<br />

difiere radicalmente de la de Irigaray. Esta entendería la "marca" de género como<br />

parte de la economía significante hegemónica de lo masculino, la cual funciona mediante<br />

los mecanismos de especularización que se desarrollan por sí mismos y que<br />

prácticamente han determinado el campo de la ontología en la tradición filosófica<br />

occidental. Para Wittig, el lenguaje es un instrumento o herramienta que de ninguna<br />

manera es misógino en sus estructuras, sino sólo en sus aplicaciones.42 Según Irigaray,<br />

la posibilidad de otro lenguaje o economía significante es la única oportunidad<br />

para escapar de la "marca" del género que, para lo femenino, no es sino el borramiento<br />

falogocéntrico de su sexo. Mientras que Irigaray intenta presentar la relación<br />

supuestamente "binaria" entre los sexos como un ardid masculinista que excluye lo<br />

femenino por completo, Wittig alega que posiciones como la de Irigaray vuelven a<br />

consolidar lo binario entre masculino y femenino y vuelven a poner en circulación<br />

una noción mítica de lo femenino. Con clara influencia de la crítica que Beauvoir<br />

hace del mito de lo femenino en El segundo sexo, Wittig afirma: "No hay 'escritura fe-<br />

menina.'".43<br />

Wittig es perfectamente consciente del poder que el lenguaje tiene para subordinar<br />

y excluir a las mujeres. Sin embargo, como "materialista" que es, considera que<br />

el lenguaje es "otro orden de materialidad"» una institución que puede transformarse<br />

de manera radical. El lenguaje se cuenta entre las prácticas e instituciones concretas<br />

y concingentes mantenidas por la elección de los individuos y, por lo tanto, de-<br />

Witrig, "One is NO( Berri a Woman", p. 48. Witrig da el crédito de las nociones de "marca" de género y la<br />

"formación imaginaria" de grupos naturales a Colette Guillaumin, cuyo rrabajo sobre la marca de la raza proporciona<br />

una analogía para el análisis del género de Wirtig en "Race et n'out sysame des marques, idée de group roture' et<br />

rapports sociaux":"El mito de la mujer" se titula un capítulo de Supure/e sexo de Beauvoir.<br />

41 Wittig, "Paradigm", p. 114.<br />

Está claro que %nig no considera que la sintaxis sea el desarrollo o la reproducción lingüística de un sis-<br />

41<br />

tema de parentesco organizado pacemamente. Su rechazo del estruauralismo en CM nivel le permite entender que<br />

el lenguaje es neutral en los géneros. 1_2 obra de Itigaray Parlar n'ertjamair merare critica precisamente el tipo de posición<br />

humanista —aquí característico de Wittig-- que afirma la neutralidad del lenguaje en lo político y en relación<br />

con el género.<br />

43 Wictig, "The Point orVievr: Universal or Particular?", p. 63.<br />

Wittig, "The Suaight Mine, p. 108.<br />

59


60 El género en disputa<br />

bilitadas por las acciones colectivas de los individuos que eligen. La ficción lingliísrica<br />

del "sexo'', afirma, es una categoría producida y difundida por el sistema de heterosexualidad<br />

obligatoria en un esfuerzo por restringir la producción de identidades<br />

sobre el eje del deseo heterosexual. En algunos de sus estudios, la homosexualidad<br />

—tanto masculina como femenina, así como otras posiciones independientes del<br />

contrato heterosexual— da la oportunidad ya sea para el derrocamiento o para la proliferación<br />

de la categoría de sexo. Sin embargo, en El cuerpo lesbiano y en otros textos,<br />

Wictig parece discrepar de la sexualidad genitalmente organizada per se y plantear una<br />

economía de los placeres distinta que impugnaría la construcción de la subjetividad<br />

femenina marcada por la función reproductiva supuestamente distintiva de las mujeres.45<br />

Aquí la proliferación de los placeres fuera de la economía reproductiva sugiere<br />

una forma especificamente femenina de difusión erótica, entendida como una contraestrategia<br />

a la construcción reproductiva de la genitalidad. En cierro sentido, El<br />

cuerpo lesbiano se puede interpretar, según Wittig, como una lectura "invertida" de los<br />

Tres ensayos sobre teoría sexual de Freud, donde éste defiende la superioridad de desarrollo<br />

de la sexualidad genital por encima y en contra de la sexualidad infantil, la cual<br />

es menos restringida y más difusa. El "invertido" —la clasificación médica utilizada<br />

por Freud para "el homosexual"— es el único que no "cumple" con la norma genital.<br />

Al hacer una crítica política contra la genitalidad, Wittig parece presentar la "inversión"<br />

comotna práctica de lectura critica, que valoriza precisamente los rasgos de<br />

una sexualidad no desarrollada designada por Freud y que en realidad inaugura una<br />

"política posgenital"." De hecho, la noción de desarrollo puede interpretarse sólo<br />

como una normalización dentro de la matriz heterosexual. Pero, ¿es ésta la única<br />

lectura posible de Freud? ¿Y en qué medida está comprometida la práctica de "inversión"<br />

de Wittig con el mismo modelo de normalización que ella pretende desmante-<br />

. lar? En otras palabras, si el modelo de una sexualidad antigenital y más difusa sirve<br />

como la única alternativa de oposición a la estructura hegemónica de la sexualidad,<br />

¿en qué medida está esa relación binaria destinada a reproducirse interminablemente?<br />

I ¿Qué posibilidad existe de trastornar la oposición binaria en sí?<br />

La relación de oposición con el psicoanálisis planteada por Wittig produce la<br />

consecuencia inesperada de que su teoría supone precisamente esa teoría psicoanalítica<br />

del desarrollo, ahora completamente "invertida", que ella intenta superar. La perversidad<br />

polimorfa, que se supone que existe anees que las marcas del sexo, se valoriza<br />

como el telas de la sexualidad humana." Una posible respuesta psicoanalítica<br />

feminista a Wittig alegaría que ésta subteoriza y subestima el significado y la función<br />

del /enguaje en que ocurre "la marca del género". Wittig entiende la práctica de mar-<br />

45 Véase Wittig, El cuerpo lesbiano.<br />

44 Agradezco a Wendy Owen esta frase.<br />

47 Desde luego, el mismo Freud distinguta entre "lo sexual" y " lo genital", proporcionando la misma distinción<br />

que Wittig usa contra él. Véase, por ejemplo, "Desarrollo de la función sexual" cn Freud, &quema del primaodian.<br />

. -<br />

Sujetos de sexo/géneroideseo 61<br />

car como algo contingente, radicalmente variable y hasta prescindible. La categoría<br />

de una prohibición fundamental en la teoría lacaniana funciona con mayor fuerza y<br />

menor contingencia que la noción de una práctica reglamentadora en Foucault, o el<br />

análisis materialista de un sistema de opresión heterosexista en Wittig.<br />

En Lacan, así como en la reformulación poslacaniana de Freud que hace 'rigaray,<br />

la diferencia sexual no es un simple binarismo que conserva la metafísica de la<br />

sustancia como su fundamento, El "sujeto'. masculino es una construcción ficticia<br />

producida por la ley que prohibe el incesto y obliga a un desplazamiento infinito de<br />

un deseo heterosexualizador. Lo femenino nunca es una marca del sujeto; lo femenino<br />

no podría ser un "atributo" de un género. Más bien, lo femenino es la significación<br />

de la falta, significada por lo Simbólico; una serie de reglas lingüísticas diferenciadoras<br />

que efectivamente crean la diferencia sexual. La posición lingüística<br />

masculina experimenta la individualización y la heterosexualización exigidas por las<br />

prohibiciones fundadoras de la ley Simbólica, la ley del Padre. El tabú del incesto,<br />

que separa al hijo de la madre y de este modo instaura la relación de parentesco<br />

entre ellos, es una ley que se pone en práctica "en el nombre del Padre". De manera<br />

semejante, la ley que rechaza el deseo de la hija por la madre y por el padre exige que<br />

la niña asuma el emblema de la maternidad y perpetúe las reglas del parentesco. Así,<br />

tanto la niña posición masculina como la femenina se instituyen por medio de leyes<br />

prohibitivas que producen géneros culturalmente inteligibles, pero sólo mediante<br />

la producción de una sexualidad inconsciente que resurge en el campo de lo imaginario."<br />

La apropiación feminista de la diferencia sexual, ya sea escrita en oposición al falogocentrismo<br />

de Lacan (lrigaray) o bien como una reformulación crítica de Latan,<br />

intenta teorizar lo femenino, no como una expresión de la metafísica de la sustancia,<br />

sino como la ausencia no representable efectuada por la negación (masculina) en que<br />

se basa la economía significante a través de la exclusión. Lo femenino como lo repudiado/excluido<br />

dentro de ese sistema constituye la posibilidad de una critica y el trastorno<br />

de ese esquema conceptual hegemónico. Las obras de Jacqueline Rase" y de<br />

Jane Gallopw subrayan de distintas maneras la condición construida de la diferencia<br />

sexual, la inestabilidad inherente de esa construcción y la consecuencia doble de una<br />

prohibición' que a la vez instituye una identidad sexual y permite mostrar la débil base<br />

de esa construcción. Aunque Wittig y otras feministas materialistas dentro del contexto<br />

francés dirían que la diferencia sexual es una réplica irreflexiva de una serie reificada<br />

de polaridades sexuadas, sus críticas olvidan la dimensión crítica_deLinconsciente<br />

que, como un sitié; de sexualidad reprimida, resu7g-e-clentro del discurso del sujeto<br />

como la imposibilidad misma de su coherencia. Como señala claramente Rose, la<br />

41i En diversas pones del capitulo 2 de esta obra se presenra un análisis más amplio de la posición latan iana.<br />

49 Ros& Sexuality in the Field


62 El género en disptita Sujetos de sexo/género/deseo 63<br />

construcción de una identidad sexual coherente, sobre el eje disyuntivo de lo femenino/masculino,<br />

está destinada al fracaso». los trastornos de esta coherencia a través<br />

del resurgimiento involuntario de lo reprimido revelan no sólo que la "identidad" se<br />

construye, sino que la prohibición que construye la identidad es ineficaz (la ley paterna<br />

no debe entenderse como una voluntad divina determinista, sino como un desatino<br />

perpetuo que prepara el terreno para las insurrecciones contra el padre).<br />

Las diferencias entre la posición materialista y la lacaniana (y poslacaniana) surgen<br />

en un pleito normativo acerca de si hay una sexualidad recuperable ya sea "antes"<br />

o "afuera" de la ley en el modo del inconsciente o bien "después" de la ley como una<br />

sexualidad posgenital. Paradójicamente se considera que el tropo normativo de la perversidad<br />

polimorfa caracteriza a ambas perspectivas sobre la sexualidad distinta. Sin<br />

embargo, no hay ningún acuerdo con respecto a la manera de delimitar esa "ley" o<br />

conjunto de "leyes". La crítica psicoanalítica logra dar cuenta de la construcción del<br />

"sujeto" —y quizá también la ilusión de sustancia— dentro de la matriz de relaciones<br />

normativas de género. Desde su posición existencial materialista, Wittig supone<br />

que el sujeto, la persona, tiene una integridad presocial y anterior al género. Por otra<br />

parte, "la Ley paterna" en Lacan, así como el dominio monológico del falogocentrismo<br />

en Irigaray, lleva la marca de una singularidad monoteísta que tal vez sea menos<br />

unitaria y culturalmente universal de lo que pretenden las principales suposiciones<br />

estructuraliltas del análisis.52 -<br />

Sin embargo, el pleito también parece referirse a la articulación de un tropo temporal<br />

de una sexualidad subversiva que prospera antes de la imposición de una ley,<br />

después de su derrocamiento o durante su reinado como un desafío constante a su autoridad.<br />

Aqui parece prudente recordar otra vez a Foucault, quien, al decir que la sexualidad<br />

y el poder son coextensos, refuta implicicamente la postulación de una sexualidad<br />

subversiva o emancipadora que pudiera no tener ley. Podemos afinar más el argumento<br />

setialando que "el antes" y "el después" de la ley son modos de temporalidad<br />

instituidos discursiva y performativamente, que se utilizan dentro de los términos de<br />

un marco normativo que afirma que la subversión, la desestabilización y el desplazamiento<br />

requieren una sexualidad que de alguna manera escapa de las prohibiciones<br />

hegemónicas respecto del sexo. Para Foucault, esas prohibiciones son productivas invariable<br />

e involuntariamente en el sentido de que "el sujeto" —quien supuestamente<br />

51 "La que distingue al psicoanálisis de los análisis sociológicos del género (por lo canto, según yo, el atolladero<br />

fundamental de la obra de Nancy Chodorow) es que miencras que para éstos se supone que la inceriorización de normas<br />

más o Menos funciona, la premisa básica y de hecho el punto de partida del psicoanálisis es que no funciona. El<br />

inconsciente constantemente revela el 'fracaso' de la identidad" (Rase, &natio, in the Field of Vision, p. 90<strong>1.</strong><br />

52 Qu'al no deba sorprendernos que la noción estrucruralista singular de "la Ley'' renga claras resonancias de<br />

la ley prohibitiva del Antiguo Testamento. Asti la "ley paterna" se somete a una critica posrestructuralista mediante<br />

la ruca comprensible de una reapropiación francesa dc Nieasche, quien critica a la "moralidad de esclavo" judeocristiana<br />

por concebir la ley en términos renco singulares como prohibitivos. Por otra parte, la voluntad de poder designa<br />

a la vez las posibilidades productivas y múltiples dc ley, y de hecho pone al descubierro que la noción de "la<br />

Ley" en su singularidad es una noción ficticia y represiva. •<br />

se funda y se produce en esas prohibiciones y mediante ellas— no tiene acceso a una<br />

sexualidad que en cierto sentido está "afuera", "antes" o "después" del poder en sí. El<br />

poder, más que la ley, abarca tanto las funciones jurídicas (prohibitivas y reglamentadoras)<br />

como las productivas (involuntariamente generativas) de las relaciones diferenciales.<br />

Asf, la sexualidad que surge dentro de la matriz de las relaciones de poder<br />

no es una simple réplica o copia de la ley misma, una repetición uniforme de una economía<br />

de identidad masculinista. Las producciones se desvían de sus objetivos originales<br />

e involuntariamente movilizan posibilidades de "sujetos" que no sólo exceden<br />

los límites de la inteligibilidad cultural, sino que efectivamente expanden las fronteras<br />

de lo que, de hecho, es culturalmente inteligible.<br />

La norma feminista de una sexualidad posgenital fue objeto de una crítica significativa<br />

por parte de las teóricas feministas de la sexualidad, algunas de las cuales han<br />

buscado una apropiación especificamente feminista o lesbiana de Foucault. Esta idea<br />

utópica de una sexualidad liberada de los constructos heterosexuales, una sexualidad<br />

más allá del "sexo", no reconocía las maneras como las relaciones de poder siguen<br />

construyendo la sexualidad para las mujeres incluso dentro de los términos de una<br />

heterosexualidad "liberada" o lesbianismo.53 La misma crítica se ha hecho contra la<br />

noción de un placer sexual especificamente femenino que esté radicalmente diferenciado<br />

de la sexualidad fálica. Los esfuerzos ocasionales de Irigaray por derivar una<br />

sexualidad femenina específica de una anatomía femenina específica han sido el tema<br />

de polémicas antiesencialistas durante algún tiempo." El regreso a la biología como<br />

la base de un significado o una sexualidad femenina específica parece derrotar la premisa<br />

feminista de que la biología no es destino. Pero ya sea que la sexualidad femenina<br />

se articule en este caso a través de un discurso de biología por tazones puramente<br />

estratégicas,55 o que, de hecho, sea un regreso feminista al esencialismo biológicoJa<br />

caracterización de la sexualidad femenina como radicalmente distinta __ de una _ organización<br />

fálica de la sexuálidad sigue siendo problemitica. Las mujeres que no reconocen<br />

esa sexualidad"CoMo propia o que consideran que su sexualidad está parcialmente<br />

53 Véase Rubin, "Thinking Sex: Novas for a Radiad Theory of the Polla of Sexuality". También en el volumen<br />

Pleamre and amger ad:ose Vance, `Pleasure and Danger: Towards a Poli tics of Sexualiry"; Mice Echols, "The<br />

Taming of the Id: Ferninist Sexual Politics, 1968-83"; Hollibaugh, "Desite firr the Future: Radical Hopo in Pleasure<br />

and Passion". Véanse asimismo Hollibaugh y Moraga, "What We're Rollin' Around in Bed with: Sexual Silences in<br />

Feminism", y Echols, "The New Feminism oí% and Yang"; Heredes, no. 12, 1981, el "número sobre sexualidad";<br />

Samois (comp.), Conting to Power: English, Hollibaugh y Rubin, "Talking Sex: A Conversatiun on Sexual), and Feminism";<br />

Kers y Quincenales, "The Complexity of Desire: Conversations on Sexual), and Difference".<br />

54 Tal vez la afirmación más controvertida de Irigaray ha sido que la estructura de la vulva como "dos labios<br />

que se tocan" constituye el placer no unitario y autoerótico de las mujeres antes de la "separación" de esta duplicidad<br />

a través del aao de la penetración del pene que quita placer, Véase lrigaray, Ce sexe qui n'm est pas un. Junto con Monique<br />

Plaza y Chrisrine Delphy, Wittig ha argumentado que la valonción que hace lrigaray de esa especificidad anacómica<br />

a de suyo una réplica incondicional de un discurso reproductivo que marca y recorta el cuerpo femenino en<br />

"partes" arrificiales como "vagina', "dlcoris' y "vulva". En una conferencia en Vasar College, le pregunmron a Wittig<br />

ai tenía una vagina y contestó que no.<br />

55 Precisamente sobre estainterpretación véase el convincente argumento de Diana.). Fuss en asentid). Speaking.


••••• "MI/<br />

64 El género en disputa Sujetos de sexo/género/deseo 65<br />

construida dentro de los términos de la economía fálica quedan potencialmente excluidas<br />

de los rérminos de esa teoría, dado que están "identificadas con lo masculino»<br />

o "no iluminadas". De hecho, suele no quedar claro en el texto de Irigaray si la sexualidad<br />

se construye culturalmente, o si sólo se construye culturalmente en lo que se<br />

refiere al falo. En otras palabras, ¿está el placer especificamente femenino "fuera" de<br />

la cultura como su prehistoria o como su futuro utópico? Si es así, ¿de qué sirve esa<br />

noción para negociar las luchas contemporáned de la sexualidad dentro de los términos<br />

de su construcción?<br />

El movimiento a favor de la sexualidad dentro de la teoria y la práctica feministas<br />

ha alegado efectivamente que la sexualidad siempre se construye dentro de lo que<br />

establecen el discurso y el poder, y este último se entiende parcialmente en función<br />

de convenciones culturales heterosexuales y fálicas. El surgimiento de una sexualidad<br />

construida (no determinada) en estos términos, dentro de contextos lésbicos, bisexuales<br />

y heterosexuales, no es, por lo tanto, el signo de una identificación masculina en<br />

un sentido reduccionista. No es el proyecto fracasado de criticar el falogocentrismo<br />

o la hegemonía heterosexual, como si una critica política pudiera efectivamente deshacer<br />

la construcción cultural de la sexualidad de la feminista crítica. Si la sexualidad<br />

se construye culturalmente dentro de relaciones de poder existentes, entonces la postulación<br />

de una sexualidad normativa que esté "antes", "afuera" o "más allá" del poder<br />

es una imposibilidad cultural y un sueño políticamente impracticable, que pospone<br />

la tarea concreta y contemporánea de replantear posibilidades subversivas de la<br />

sexualidad y la identidad dentro de los términos del poder en si. Esta tarea critica supone,<br />

desde luego, que funcionar dentro de la matriz del poder no es lo mismo que<br />

reproducir una réplica de las relaciones de dominación sin criticarlas; ofrece la posibilidad<br />

de una repetición de la ley que no sea su consolidación, sino su desplazamiento.<br />

En lugar de una sexualidad "identificada con lo masculino" (en la que "masculino"<br />

sirve como la causa y el significado irreductible de esa sexualidad), podemos<br />

desarrollar una noción de sexualidad construida en términos de relaciones fálicas de<br />

poder que vuelven a poner en juego y a distribuir las posibilidades de ese falicismo<br />

precisamente mediante la operación subversiva de las "identificaciones", las cuales son<br />

inevitables dentro del campo de poder de la sexualidad. Si las "identificaciones», según<br />

Jacqueline Rose, pueden considerarse fantasmáticas, entonces debe ser posible<br />

llevar a la práctica una identificación que muestre su estructura fantasmática. Si no<br />

hay un repudio radical de una sexualidad culturalmente construida, lo que queda es<br />

la cuestión de como reconocer y "hacer" la construcción en que uno invariablemente<br />

se encuentra. ¿Hay formas de repetición que no constituyan la simple imitación, reproducción<br />

y, por lo tanto, consolidación de la ley (la noción anacrónica de "identificación<br />

con lo masculino" que debería desecharse de un vocabulario feminista)? ¿Qué<br />

posibilidades de configuración de género existen entre las distintas matrices emergentes<br />

y ocasionalmente convergentes de inteligibilidad cultural que rigen la vida separada<br />

en géneros?<br />

Dentro de los términos de la teoría sexual feminista, queda claro que la presencia<br />

de la dinámica de poder dentro de la sexualidad en ningún sentido es lo mismo<br />

que la simple consolidación o el aumento de un régimen de poder heterosexista o falogocéntrico.<br />

La "presencia" de las supuestas convenciones heterosexuales dentro de<br />

contextos homosexuales, así como la proliferación de discursos especificamente gays<br />

de diferencia sdual (como en el caso de "machina" y "fem" como identidades históricas<br />

de estilo sexual), no pueden considerarse representaciones quiméricas de identidades<br />

originalmente heterosexuales; rampoco pueden entenderse como la insistencia<br />

perniciosa de constructos heterosexistas dentro de la sexualidad y la identidad gay.<br />

La repetición de constructos heterosexuales de nao de las culturas sexuales gay y<br />

hado* bien puede ser el sitio inevitable de la desnaturalización y la movilización de<br />

las categorías de género; la reproducci6n de estos construccos en marcos no heterosexuales<br />

pone de relieve el carácter totalmente construido del supuesto original heterosexual.<br />

Así, gay no es a hetero lo que copia a original sino, más bien, lo que copia<br />

es a copia. La repetición paródica de "lo original" (analizada en las últimas secciones<br />

del capítulo 3 de este libro) revela que esto no es sino una parodia de la idea de lo natural<br />

y lo original.56 Aun cuando los constructos heterosexistas circulan como los sitios<br />

disponibles de poder/discurso a partir de los cuales se hace el género, quedan las<br />

preguntas: ¿qué posibilidades existen para la recirculación?, ¿qué posibilidades de hacer<br />

el género replica y desplazan—mediante la hipérbole, la disonancia, la confusión<br />

interna y la proliferación— los constructos mismos por los cuales se movilizan?<br />

Considérese no sólo que las ambigüedades e incoherencias dentro y entre las<br />

prácticas heterosexuales, homosexuales y bisexuales se suprimen y redescriben dentro<br />

del marco reificado de la relación binaria disyuntiva y asimétrica de masculino/femenino,<br />

sino que estas configuraciones culturales de confusión de géneros funcionan<br />

como sitios para la intervención, la revelación y el desplazarniento de estas reificaciones.<br />

En otras palabras, la "unidad" del género es el efecto de una práctica reguladora<br />

que procura hacer uniforme la identidad de género mediante una heterosexualidad<br />

obligatoria. La fuerza de esta práctica radica en restringir, por medio de un aparato<br />

• La palabra "straight", que ell este libro se utiliza básicamente romo el término coloquial opuesto a "gay", o<br />

sea heterosexual en oposición a homosexual, significa "recto", "derecho", "correcto", "honesto", con todas las connoraciones<br />

morales que esto implica, es decir, lo contrario de "torcido". En inglés, el término "straighs" con significado<br />

de heterosexual es de uso común enrre todo tipo de gente. Judith Blister cita, glosa y analiza un ensayo de Monique<br />

Wittig, llamado "The Straight Mind" ("El pensamiento hetet"), en el que se extienden esas connotaciones a<br />

una manera "recta" o "correcta° de concebir el mundo. Dado que en español no puede reproducirse roe juego de significados,<br />

la palabra "atraight" se ha traducido como "hetero" en las ocasiones en que sólo tiene este significado, y<br />

como "recto" cuando se refiere a la heterosexualidad con In connotaciones morales mencionadas. (N. de la t./<br />

%Si aplicáramos la distinción que hace Fredtic Jameson entre parodia y pastiche, las identidadas gay se considerarlan<br />

más bien pastiche. Si bien la parodia, dice Jamasen, mantiene cierta compatibilidad con el original del que<br />

es una copia, el pastiche cuestiona la posibilidad de un "original" o, en el caso tkl género, revela qu«I "original" es<br />

un esfuerzo fallido por "copiar" un ideal fantasmitico que no se puede copiar con éxito. Véase Jameson, "Posmadern<br />

ismo y sociedad de consumo". •


66 El género en dispura Sujetos de sexo/gédiro/deseo 67<br />

de producción excluyente, los significados relativos de "heterosexualidad», "homosexualidad"<br />

y "bisexualidad", así como los sirios subversivos de su convergencia y<br />

resignificación. El hecho de que los regímenes de poder del heterosexismo y el falogocentrismo<br />

intenten crecer mediante una reperición constante de su lógica, su metafísica<br />

y sus ontologías naturalizadas no implica que deba detenerse la repetición en<br />

sí —como si esto fuera posible—. Si la repetición ha de persistir como el mecanismo<br />

de la reproducción cultural de las identidades, entonces surge la pregunta esencial:<br />

¿qué tipo de repetición subversiva podría poner en duda la práctica reglamenradora<br />

de la identidad en sí?<br />

Si no se puede recurrir a una "persona", un "sexo" o una "sexualidad" que escape<br />

a la marriz de las relaciones discursivas y de poder que efectivamente producen y reglamentan<br />

la inteligibilidad de esos conceptos, ¿qué constituye la posibilidad de inversión,<br />

subversión o desplazamiento reales dentro de los términos de una identidad<br />

construida? ¿Qué posibilidades existen en virtud del carácter construido del sexo y el<br />

género? Mientras que Foucault es ambiguo respecto del carácter preciso de las "prácticas<br />

reguladoras" que producen la categoría de sexo y Wittig parece cargar toda la responsabilidad<br />

de la construcción en la reproducción sexual y su instrumento —la heterosexualidad<br />

obligatoria—, otros discursos convergen para producir esta ficción de<br />

categorías por razones que no siempre son claras ni consistentes entre sí. Las relaciones<br />

de poder cine inspiran las ciencias biológicas no se reducen fácilmente, y la alianza<br />

médico-legal que surge en Europa en el siglo xix ha generado categorías ficticias que<br />

no podían preverse. La complejidad misma del mapa discursivo que construye el género<br />

parece ofrecer la promesa de una convergencia involuntaria y generativa de estas<br />

estructuras discursivas y reglamenradoras. Si las ficciones reglamentadoras de sexo<br />

y género son de suyo sitios de significado muy impugnados, enconces la multiplicidad<br />

misma de su construcción ofrece la posibilidad de que se destruya su planteamiento<br />

unívoco.<br />

Desde luego, este proyecto no propone presentar, dentro de los términos filosóficos<br />

tradicionales, una ontología del género, mediante la cual se dilucide el significado<br />

de ser una mujer o un hombre desde un punto de vista fenomenológico. La suposición<br />

aquí es que el "ser" del género es un efecto, el objeto de una investigación genealógica<br />

que traza los parámetros políticos de su construcción al modo de la ontología. Al decir<br />

que el género está construido no se afirma que sea ilusorio o artificial, entendiendo<br />

estos términos dentro de una relación binaria que contrapone lo "real" y lo "auténtico»<br />

como una oposición. Como una genealogía de la ontología del género, esta<br />

investigación intenta comprender la producción discursiva que hace plausible esa relación<br />

binaria y señalar que algunas configuraciones culturales del género toman el<br />

lugar de "lo real" y consolidan y aumentan su hegemonía a través de esa feliz autonaturalización.<br />

Si es correcta, aunque sea en parre, la afirmación de Beauvoir respecto de que no<br />

se nace mujer sino que se llega a sedo, entonces mujer es de suyo un término en proceso,<br />

un convertirse, un construirse del que no se puede decir definitivamente que<br />

tenga un origen o un final. Como práctica discursiva que está sucediendo, está abierta<br />

a la intervención y a la resignificación. Aun cuando el género parezca congelarse en<br />

las formas más reificadas, el "congelamiento" en sí es una práctica insistente e insidiosa,<br />

sostenida y reglamentada por diversos medios sociales. Para Beauvoir, nunca<br />

es posible a fin de cuentas convertirse en mujer, como si hubiera un telos que rigiera el<br />

proceso de aculturación y construcción. El género es la estilización repetida del cuerpo,<br />

una serie de actos repetidos —dentro de un marco regulador muy rígido-- que se<br />

congela con el tiempo para producir la apariencia de sustancia, de una especie natural<br />

de ser. Una genealogía política de ontologfat del género, si se logra hacer, deconstruirá<br />

la apariencia sustantiva del género en sus actos constitutivos y ubicará y dará<br />

cuenta de esos actos dentro de los marcos obligatorios fijados por las diversas fuerzas<br />

que vigilan la apariencia social del género, Poner en evidencia los actos contingentes<br />

que crean la apariencia de una necesidad naturalista —lo cual ha formado parte de la<br />

crítica cultural por lo menos desde Marx— es una tarea que ahora echa sobre sus<br />

hombros la carga adicional de mostrar cómo la noción misma del sujeto, inteligible<br />

sólo por su apariencia de género, admite posibilidades que antes habían quedado excluidas<br />

forzosamente por lasdiversas reificaciones del género que han constituido sus<br />

ontologías contingentes.<br />

El siguiente capitulo investiga algunos aspectos del planteamiento psicoanalítico<br />

estructuralista de la diferencia sexual y de la construcción de la sexualidad en relación<br />

con su poder para impugnar los regímenes reglamentadores aquí esbozados, y también<br />

en relación con su función de reproducir esos regímenes sin criticarlos. A lo<br />

largo del capitulo 2, la univocidad del sexo, la coherencia interna del género y el<br />

marco binario para sexo y género se consideran ficciones reguladoras que consolidan<br />

y naturalizan los regímenes de poder convergentes de la opresión masculina y heterosexista.<br />

El último capítulo analiza la noción misma de "el cuerpo", no como un;<br />

superficie disponible que aguarda significación, sino como una serie de límites individuales<br />

y sociales, que se mantienen y adquieren significado políticarnente. Dado<br />

que el SeX0 ya no se puede considerar una "verdad" interior de disposiciones e identidad,<br />

se mostrará que es una significación performativamente realizada (y, por lo<br />

tanto, que no "es") yiciue, al liberarse de su interioridad y superficie naturalizadas,<br />

puede ocasionar la piroliferación paródica y la interacción subversiva de significados<br />

con género. Así, este texto prosigue como un esfuerzo para reflexionar sobre la posibilidad<br />

de subvertir y desplazar las nociones de género naturalizadas y reificadas que<br />

sostienen la hegemonía masculina y el poder heterosexista, para problematizar el género,<br />

no mediante estrategias que imaginen un más allá utópico, sino mediante la<br />

movilización, la confusión subversiva y la proliferación precisamente de aquellas categorías<br />

constitutivas que intentan mantener el género en su lugar al aparecer como<br />

las ilusiones que fundan la identidad.

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