Qué es la estética?, George Santayana, trad
Qué es la estética?, George Santayana, trad
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acumu<strong>la</strong>tivos, otras vec<strong>es</strong> alternativos. Es el oficio del filósofo moral percibir <strong>es</strong>tos valor<strong>es</strong><br />
y combinarlos como mejor pueda en una armonía ideal, para ser el objetivo del <strong>es</strong>fuerzo<br />
humano y un <strong>es</strong>tándar para <strong>la</strong> evaluación re<strong>la</strong>tiva de <strong>la</strong>s cosas. Bajo <strong>la</strong> autoridad de<br />
semejante <strong>es</strong>tándar se someten <strong>la</strong>s art<strong>es</strong> y sus productos, junto con todo lo demás contenido<br />
en el cielo y <strong>la</strong> tierra. Hacia <strong>la</strong> <strong>es</strong>tructuración racional de tal <strong>es</strong>tándar deben acudir, junto<br />
con todo otro interés y deleite, el interés y el deleite que los hombr<strong>es</strong> encuentran en lo<br />
bello, ya sea en observarlo o en concebirlo y producirlo. La sensibilidad <strong>es</strong>tética y el<br />
impulso artístico son dos talentos diferenciabl<strong>es</strong> el uno del otro y de otros talentos<br />
humanos; los p<strong>la</strong>cer<strong>es</strong> que los acompañan pueden por supu<strong>es</strong>to ser separados<br />
artificialmente de los p<strong>la</strong>cer<strong>es</strong> masivos y <strong>la</strong>s energías fluidas de <strong>la</strong> vida. Pero<br />
enorgullecerse de sostener un solo interés libre de todo otro, y de <strong>es</strong>tar perdido en <strong>es</strong>a<br />
sensación <strong>es</strong>pecífica por <strong>la</strong> exclusión de todas sus afinidad<strong>es</strong> y efectos, sería enorgullecerse<br />
de ser un <strong>es</strong>túpido voluntariamente. Ais<strong>la</strong>miento, sensibilidad localista, incapacidad frente<br />
a cada <strong>es</strong>tímulo suc<strong>es</strong>ivo, <strong>es</strong> precisamente lo que <strong>es</strong> <strong>la</strong> <strong>es</strong>tupidez. Intentar, entonc<strong>es</strong>,<br />
abstraer un pr<strong>es</strong>unto interés <strong>es</strong>tético de todos los demás inter<strong>es</strong><strong>es</strong>, y un pr<strong>es</strong>unto objeto<br />
artístico de lo que cualquier objeto involucre, de un modo a otro, a todo bien humano, <strong>es</strong><br />
hacer el campo <strong>es</strong>tético d<strong>es</strong>preciable. Nunca ha habido ningún arte digno de atención sin<br />
una base y ocasión práctica, o sin alguna función intelectual o religiosa. Divorciar de forma<br />
<strong>es</strong>quemática una fase de actividad racional del r<strong>es</strong>to <strong>es</strong> convertir cada parte y el todo de<br />
nuevo en irracional; tal proceder en el arte llevaría, si <strong>es</strong> que llevara a alguna parte, a<br />
productos sin tema ni significado ni brillo moral. En otros campos, llevaría a matemáticas<br />
sin aplicación en <strong>la</strong> naturaleza, a moralidad sin raíc<strong>es</strong> en <strong>la</strong> vida, y a otras abstraccion<strong>es</strong><br />
fantásticas totalmente irrelevant<strong>es</strong> a <strong>la</strong>s demás e inútil<strong>es</strong> para juzgar el mundo. Tal<br />
ais<strong>la</strong>miento del ideal <strong>es</strong>tético tampoco podría asegurar ninguna división de funcion<strong>es</strong><br />
permanente, ni siquiera alcanzar un análisis técnico definitivo. Una vez hubiera sido<br />
abstraído el pr<strong>es</strong>unto campo <strong>es</strong>tético, a costa de hacerlo una región de idiotez pura,<br />
r<strong>es</strong>ultaría que el elemento <strong>es</strong>tético habría quedado incrustado en los otros pensamientos y<br />
accion<strong>es</strong> del hombre. Sus máquinas de vapor, sus juegos, su prosa, y su religión se<br />
manif<strong>es</strong>tarían incorregiblemente, inherentemente, bellos o feos. De tal forma, <strong>la</strong>do a <strong>la</strong>do<br />
con el puro <strong>es</strong>teticismo—algo tan dudoso e inhumano—tendríamos que admitir <strong>la</strong><br />
innegable belleza de lo no <strong>es</strong>tético, de todo lo que fuera apropiado, lúcido, beneficioso, o<br />
profundo. Lo que <strong>es</strong> prácticamente útil adquiere una pr<strong>es</strong>encia gentil; el ojo aprende a<br />
trazar su forma, a separar sus características con una conciencia <strong>la</strong>tente de su función, y,<br />
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