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CONFLICTO Y VALOR - Truth For the End of Time

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Jueves 3 de junio LA ELECCIÓN DE DIOS*<br />

1 Sam. 16: 1-13.<br />

Dijo Jehová a Samuel. . . Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus<br />

hijos me he provisto de rey. (1 Sam. 16: 1).<br />

Cuando el sacrificio hubo terminado, y antes de participar del festín subsiguiente, Samuel inició su<br />

inspección pr<strong>of</strong>ético de los bien parecidos hijos de Isaí. Eliab era el mayor, y el que más se parecía a<br />

Saúl en estatura y hermosura. Sus bellas facciones y su cuerpo bien desarrollado llamaron la atención<br />

del pr<strong>of</strong>eta. Cuando Samuel miró su porte principesco, pensó ciertamente que era el hombre a quien<br />

Dios había escogido como sucesor de Saúl. . . Pero Jehová no miraba la apariencia exterior. Eliab no<br />

temía al Señor. Si se le hubiera llamado al trono, habría sido un soberano orgulloso y vigente. . .<br />

Ninguna belleza exterior puede recomendar el alma a Dios. La sabiduría y la excelencia del carácter y<br />

de la conducta expresan la verdadera belleza del hombre; el valor intrínseco y la excelencia del corazón<br />

determinan que seamos aceptados por el Señor de los ejércitos. ¡Cuán pr<strong>of</strong>undamente debiéramos<br />

sentir esta verdad al juzgarnos a nosotros mismos y a los demás! Del error de Samuel podemos<br />

aprender cuán vana es la estima que se basa en la hermosura del rostro o la nobleza de la estatura<br />

(Patriarcas y Pr<strong>of</strong>etas, págs. 692).<br />

Los hermanos mayores entre quienes Samuel hubiera hecho la elección, no poseían las cualidades que<br />

Dios consideraba esenciales en un rey de su pueblo. Orgullosos, egoístas, engreídos, fueron desechados<br />

para dar lugar al que consideraban despectivamente, aquel que había conservado la sencillez y<br />

sinceridad de su juventud, y quien, aunque pequeño a su propia vista, podía ser educado por Dios para<br />

llevar las responsabilidades del reino. Del mismo modo hoy, en más de un niño al cual los padres<br />

pasarían por alto. Dios ve aptitudes superiores a las que revelan otros a quienes se cree promisorios.<br />

Y en lo que se refiere a las posibilidades de la vida, ¿quién es capaz de decidir cuál es grande y cuál<br />

pequeña? ¡Cuántos obreros que ocupan lugares humildes en la vida, al crear factores de bendición para<br />

el mundo, han logrado resultados que los reyes envidiarían! (La Educación, pág. 259).

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