MODELO DE EXAMEN DE SELECTIVIDAD ... - IES Séneca
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Modelo examen Kant<br />
<strong>MO<strong>DE</strong>LO</strong> <strong>DE</strong> <strong>EXAMEN</strong> <strong>DE</strong> <strong>SELECTIVIDAD</strong> RESUELTO: KANT<br />
TEXTO:<br />
“La pereza y la cobardía son las causas de que una gran parte de los hombres permanezca,<br />
gustosamente, en minoría de edad a lo largo de la vida, a pesar de que hace ya tiempo la<br />
naturaleza los liberó de dirección ajena; y por eso es tan fácil para otros el erigirse en sus tutores.<br />
¡Es tan cómodo ser menor de edad ! Si tengo un libro que piensa por mí, un director espiritual que<br />
reemplaza mi conciencia moral, un médico que me prescribe la dieta, etc., entonces no necesito<br />
esforzarme. Si puedo pagar, no tengo necesidad de pensar; otros asumirán por mí tan fastidiosa<br />
tarea. Aquellos tutores que tan bondadosamente han tomado sobre sí la tarea de supervisión se<br />
encargan ya de que el paso hacia la mayoría de edad, además de ser difícil, sea considerado<br />
peligroso por la gran mayoría de los hombres”.<br />
Kant, I.; Respuesta a la pregunta: ¿ Qué es la Ilustración?<br />
CUESTIONES:<br />
1ª/ Expón el contexto histórico, cultural y filosófico del texto.<br />
(2 puntos)<br />
2ª/ Comentario del texto (5 puntos):<br />
2. a. Explica el significado de los términos subrayados en el texto.<br />
(1,50 puntos)<br />
2. b. Expón la temática planteada en el texto.<br />
(1,50 puntos)<br />
2. c. Justifica la temática planteada en el texto desde la posición filosófica del autor del<br />
texto.<br />
(2 puntos)<br />
3ª/ Relaciona el tema del texto con otra posición filosófica y expón, razonadamente, tu visión<br />
personal del tema, valorando su actualidad.<br />
(3 puntos)<br />
<strong>IES</strong> “<strong>Séneca</strong>” Departamento de Filosofía 1
Modelo examen Kant<br />
RESPUESTAS<br />
1ª/ Contexto histórico, cultural y filosófico del texto.<br />
El fragmento que comentamos nos da a entender que Kant es un autor en el que culminan<br />
muchos rasgos notables de la Ilustración. Tal fragmento pertenece a un pequeño ensayo que se<br />
publicó en 1784 en una revista berlinesa, la cual había promovido una reflexión entre los<br />
intelectuales alemanes de la época acerca del verdadero sentido y significado del término<br />
“Ilustración”. La respuesta de Kant precisamente fue titulada Respuesta a la pregunta ¿ Qué es la<br />
Ilustración? En esta obra Kant definió a la Ilustración como a “la salida del hombre de la minoría<br />
de edad en la que se encontraba por su propia culpa”.<br />
Todas las obras de Kant pueden resumirse en un propósito que les da unidad: realizar una<br />
crítica radical de la razón humana. La razón es la gran protagonista de la cultura europea del siglo<br />
XVIII, y Kant considera que ha llegado el momento de examinar a fondo sus alcances y límites,<br />
para evitar que se pierda en inútiles discusiones sin sentido. Dos grandes obras tratan de cada uno<br />
de los dos usos posibles de la razón: la Crítica de la Razón Pura ( 1781) se ocupa del uso teórico<br />
de la razón, tal y como se emplea en las ciencias; la Crítica de la Razón Práctica ( 1788) examina<br />
su uso práctico, tal y como se expresa en la experiencia moral. Estos son los dos grandes temas de<br />
los que se ocupa la razón: conocer la naturaleza y dirigir moralmente las acciones humanas.<br />
En cuanto al contexto histórico en el que cabe situar el texto que comentamos, es<br />
necesario decir que la vida de Kant llena buena parte del siglo XVIII y que, por ello, sus<br />
preocupaciones son las propias de la cultura europea de su tiempo. Desde el punto de vista<br />
político, se agudizan los conflictos que ya se habían planteado en el siglo anterior y se incuba la<br />
Revolución Francesa de 1789: la sociedad sigue siendo aristocrática y la nobleza se aferra a sus<br />
privilegios. Pero la burguesía va acumulando cada vez más poder real ante la tendencia absolutista<br />
de muchas monarquías europeas. La situación es cada vez más explosiva, porque la estructura<br />
política cada vez se corresponde menos con la distribución real del poder. En Prusia, donde nació<br />
y vivió Kant, así como en Austria y Rusia, por ejemplo, se desarrollan los llamados “despotismos<br />
ilustrados” cuyo lema, “todo para el pueblo pero sin el pueblo”, choca frontalmente con las<br />
pretensiones de una nueva clase social en pujante ascenso.<br />
Desde el punto de vista económico también hay novedades. Si bien la economía sigue<br />
siendo básicamente agraria, se empieza a desarrollar (sobre todo en Inglaterra) la revolución<br />
industrial, que cambiaría radicalmente el modo de producción en el siglo siguiente. La población,<br />
después del estancamiento del siglo XVII, experimenta un considerable crecimiento, hasta el punto<br />
de que también se habla en este sentido de “revolución demográfica”. El mundo europeo se amplía<br />
a finales del siglo con la aparición en escena de los Estados Unidos, cuya Constitución es la<br />
primera de la historia y que en poco tiempo se convertiría en la primera potencia industrial.<br />
Como se ve, el siglo XVIII es un siglo de revoluciones, sobre todo a partir de su segunda<br />
mitad, período que coincide con la vida activa de Kant. Especialmente significativa fue la<br />
Revolución Francesa (1789) que, en un primer momento, expandió desde Francia los deseos de<br />
cambio y, posteriormente, presa de sus propias contradicciones, acabó polarizando a Europa entre<br />
los partidarios de los cambios y los que, aferrados a la tradición, veían en la sangre derramada por<br />
el espíritu revolucionario una prueba más de su carácter cruel e innecesario.<br />
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Modelo examen Kant<br />
Culturalmente hablando, la razón es la gran protagonista de las profundas<br />
transformaciones que se van produciendo a lo largo del siglo XVIII. Pero se trata de un modelo de<br />
razón distinto al de los griegos o al racionalismo de Descartes. Entre otros motivos, porque se ha<br />
forjado teniendo en cuenta el influjo de la revolución científica iniciada en el siglo anterior (sobre<br />
todo, por obra de Newton). Entre los intelectuales de la época existe la convicción de que no<br />
existen límites para transformar el mundo guiados por la fuerza crítica de la razón. Aparece con<br />
fuerza la idea de progreso: la Humanidad ha abandonado definitivamente la oscuridad de una Edad<br />
Media cargada de supersticiones y se prepara para resolver todos sus problemas a la luz de la<br />
razón.<br />
De hecho, suele llamarse a este siglo como el “siglo de las luces” o de “la ilustración”: en<br />
palabras de Kant, se ha llegado a “la mayoría de edad de la razón” y se trata ahora de aplicar un<br />
nuevo programa: “sapere aude!”. Pocas veces la filosofía ha estado tan “de moda”: hasta los<br />
monarcas absolutistas se rodean de filósofos como educadores. Si bien es verdad, por otro lado,<br />
que también hay autores, como Rousseau, que se desmarcan de este clima de optimismo<br />
generalizado.<br />
Desde el punto de vista ideológico, se abre paso el liberalismo, tanto en la economía como<br />
en la política, manteniendo un largo conflicto con las posturas absolutistas y proteccionistas. La<br />
religión sigue presente (el ateísmo es aún una actitud minoritaria) pero se transforma<br />
profundamente, al menos entre los intelectuales de la época. Se propone un modelo de “religión<br />
natural”, desprovista de dogmas y abierta a la tolerancia y al respeto a las opiniones ajenas. Kant,<br />
en este sentido, realiza agudos análisis del hecho religioso y comparte con el resto de los ilustrados<br />
su oposición crítica a la nefasta influencia del modelo de religión tradicional, que fomenta todo<br />
tipo de supersticiones y ancla a los hombres en la minoría de edad. Se asiste, pues, a un proceso<br />
general de “secularización”: el mundo ya no es considerado como un producto misterioso de lo<br />
divino sino como el campo de acción idóneo para la razón humana, que se basta a sí misma para<br />
comprenderlo y transformarlo.<br />
En síntesis, el siglo de las luces presenta, como todas las grandes épocas históricas,<br />
profundas contradicciones. Las posiciones dogmáticas y absolutistas no quieren ceder sus<br />
privilegios y se enfrentan a una nueva manera de entender el mundo y la historia. Se originan allí<br />
los grandes problemas ideológicos que van a desarrollarse en los siglos XIX y XX, enriquecidos<br />
con nuevos acontecimientos históricos.<br />
Filosóficamente hablando, la postura de Kant representa, en este contexto, la síntesis más<br />
madura del siglo de la Ilustración. Así, el pensamiento kantiano está fuertemente influenciado por<br />
los planteamientos racionalista y empirista, así como por la física newtoniana; pero Kant no se<br />
decanta unilateralmente a favor de ninguno de ellos. A través de la obra de Newton llega a la<br />
conclusión de que la filosofía, al igual que la ciencia, debe dirigir su mirada a la experiencia.<br />
Indudablemente, Kant no toma a la experiencia en el sentido en el que se la planteó Hume, sino<br />
que, con Locke, admitirá que la razón no puede ir más allá de los límites de la experiencia. Es<br />
decir, Kant no concluirá, como Hume, que del análisis de la experiencia sensible debamos llegar a<br />
la conclusión de que no puede haber leyes de carácter general que rijan o expliquen esa misma<br />
experiencia.<br />
Partiendo de este supuesto, Kant reflexiona sobre el método de investigación que la<br />
filosofía ha de seguir, si es que realmente aspira a ser una ciencia. Desde este planteamiento se<br />
cuestiona Kant cómo es posible el conocimiento. Este problema será uno de los presupuestos<br />
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Modelo examen Kant<br />
fundamentales de su propuesta filosófica. No es posible entender bien tal planteamiento sin<br />
comprender, por un lado, el cuestionamiento que hace de la metafísica de corte racionalista<br />
(concebida como la ciencia de todos los objetos posibles en cuanto que son posibles); por otro, su<br />
concepción de la filosofía, que comparte con Wolf y Baumgarten, como un saber cuyo único<br />
tribunal es la razón misma, en su relativa independencia respecto a lo empírico y en su facultad de<br />
establecer leyes; y, por último, su concepción de la experiencia sensible como límite de aplicación<br />
válido de la razón, y en consecuencia, como límite del conocimiento mismo ( contribución<br />
fundamental que Kant aceptó del empirismo británico). Cómo hacer compatibles estas premisas<br />
será la tarea que Kant emprende y que desemboca en lo que se denomina “filosofía crítica”.<br />
Finalmente, cabe destacar asimismo la revisión que, con respecto al sujeto del<br />
conocimiento, realiza Kant frente al papel que se le había otorgado en el modelo racionalista. En<br />
efecto, piensa Kant que el sujeto es el que, activamente, ordena el material que nos suministra la<br />
experiencia sensible y que todo principio de síntesis proviene de su propio modo de conocer, pero<br />
no hasta el extremo de que esa labor se confunda con una concepción innatista, es decir, la<br />
realidad empírica no se deduce de nuestro yo, sino que es entendida y comprendida desde nuestras<br />
estructuras de conocimiento. Así, el “yo puro” del racionalismo da paso al “yo trascendental”, las<br />
cosas se amoldan a nosotros, pero las cosas existen, tienen una entidad independiente del sujeto<br />
que las conoce de un único modo posible: el suyo propio.<br />
2ª/ Comentario del texto.<br />
2. a. Explicación de los términos subrayados en el texto.<br />
Minoría de edad: en el texto, Kant entiende por “minoría de edad” la situación en que se<br />
encuentran muchos hombres por no emplear su propia razón y, por ello, necesitan siempre a<br />
tutores que les digan lo que tienen que pensar y hacer. Esto es, viven en una situación de<br />
dependencia constante, que se caracteriza por el miedo a emplear la propia razón, tanto en el<br />
terreno teórico como en el práctico. Esta expresión también hace alusión a la comodidad en la que<br />
la mayoría de los hombres parece haberse instalado, lo cual implica aceptar que otros (erigidos en<br />
sus tutores o directores espirituales) dirijan sus vidas. Evidentemente, la expresión “minoría de<br />
edad”, según la concibe Kant, implica una especie de “infantilismo mental”, es decir, un escaso o<br />
perezoso uso de una facultad que de hecho se posee: la razón.<br />
Sin embargo, un “menor de edad” es semejante a un animal domesticado, que sigue siempre un<br />
camino determinado, sin aventurarse por sí mismo a seguir o explorar otro. Advertimos en el uso<br />
que hace Kant de esta expresión un evidente componente de crítica social, dirigida contra aquellas<br />
instituciones del Antiguo Régimen, propiciadoras de esa pereza y cobardía ante la posibilidad de<br />
usar la propia razón, y ante las cuales se enfrentaba el pensamiento ilustrado con gran fuerza<br />
crítica.<br />
Conciencia moral: la conciencia moral no es sino el principio mismo de la acción libre,<br />
voluntaria y responsable, que Kant pretende fundamentar en un uso adecuado y autónomo de la<br />
“razón práctica”. Como el mismo Kant denuncia, en la situación anterior a la Ilustración, la<br />
conciencia moral se encontraba dirigida por “multitud” de tutores o directores espirituales, los<br />
cuales dictaban lo que debía hacerse. Es decir, en esa situación no se ejercita la razón de forma<br />
autónoma, sino que se prefiere depender de instancias diferentes a las de la propia conciencia<br />
moral.<br />
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Modelo examen Kant<br />
El esfuerzo que hace Kant por fundamentar un uso adecuado de la razón práctica le lleva a<br />
convertir a la conciencia moral en el único juez de los propios actos; algo que sólo se puede<br />
conseguir cuando la conciencia moral se encuentre dirigida por el “imperativo categórico”, es<br />
decir, cuando el hombre actúe sola y exclusivamente según los dictados de su propia razón y trate<br />
a los demás hombres también como seres racionales de pleno derecho, merecedores por ello del<br />
mismo respeto y portadores de la misma dignidad humana.<br />
2. b. Exposición de la temática planteada en el texto.<br />
La temática expuesta en el texto puede analizarse siguiendo la siguiente estructura argumentativa:<br />
a) la pereza y la cobardía son la causa de que muchos hombres aún se consideren pupilos y de que<br />
otros sean sus tutores. Sin embargo, la naturaleza ha hecho a todos los hombres libres, y no<br />
debería haber ni pupilos ni tutores.<br />
b) existen muchos tipos de tutores que impiden pensar de un modo autónomo: los libros, los<br />
sacerdotes, los médicos, etc. Los tutores domestican, como si de animales se tratara, a sus<br />
pupilos y les impiden pensar por sí mismos.<br />
c) es muy cómodo, aunque no realmente humano, evitar la emancipación y el uso propio de la<br />
razón.<br />
Todo el fragmento se apoya en un argumento central: la necesidad de emanciparse y<br />
emplear de modo autónomo la propia razón, sin permitir que otros piensen por nosotros. Kant ve<br />
en esa autonomía de la propia razón el rasgo esencial de la Ilustración. Al mismo tiempo, Kant<br />
critica todos los impedimentos que estorban la exigencia de pensar por uno mismo y la labor de<br />
quienes obstaculizan el pensamiento autónomo. La Ilustración no será, pues, más que el desarrollo<br />
de la capacidad natural de la razón. Aunque el ejercicio de la razón pueda ser peligroso, es el único<br />
medio para llegar a ser plenamente lo que la naturaleza nos ha hecho. Por ello, la Ilustración<br />
encierra esa exigencia de liberar a la razón de toda forma de esclavitud y tutela y de llevarla a su<br />
máxima emancipación.<br />
Tal emancipación supone un proceso de liberación de toda guía externa o ajena al uso<br />
propio y crítico de la razón. Suele ser un proceso peligroso pues supone pasar de la comodidad a la<br />
iniciativa independiente, de la seguridad de la esclavitud a la inseguridad de la libertad. Pero esta<br />
liberación es el camino necesario que se ha de recorrer para poder usar de modo autónomo la<br />
propia razón y actuar basándose en las propias convicciones y en la “luz” de la razón, que los<br />
ilustrados – y Kant con ellos – creían casi omnipotente.<br />
Así pues, todo proceso de emancipación no puede realizarse sin una elevada dosis de<br />
riesgo. Riesgo para los pupilos y riesgo para los tutores. Para los primeros, pues el comenzar a<br />
pensar por sí mismo cuando se estaba acostumbrado a manejarse con ideas y sugerencias de otros,<br />
puede llevar a situaciones nuevas y confusas y, por ello, puede llevar también a graves<br />
equivocaciones. Para los segundos, pues ven reducido su poder de influencia una vez que sus<br />
antiguos pupilos ya no necesiten sus consejos y su autoridad, toda vez que ya son capaces de<br />
pensar y actuar de modo autónomo.<br />
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2. c. Justificación de la temática planteada en el texto desde la posición filosófica<br />
del autor del texto.<br />
Para Kant, las ventajas del uso autónomo de la razón son mayores que todos los peligros<br />
que puedan suponer en un principio. De ahí que Kant no dudara en afirmar que el lema de la<br />
Ilustración debía ser el de “atrévete a pensar por ti mismo” (“sapere aude!”). Esta es la única<br />
manera de actuar de acuerdo con nuestra naturaleza, que a todos nos ha hecho racionales y libres.<br />
Y es también el único modo de que existan verdaderos ciudadanos responsables y emancipados,<br />
que es una de las obsesiones de toda la filosofía de Kant, presente en esa labor de profunda<br />
autocrítica que realiza a la propia razón, tanto en su uso teórico como en el práctico.<br />
Así, considerando que toda acción humana se da en un contexto social, Kant recalca que<br />
cualquier actuación social que empeore nuestra situación de igualdad y libertad respecto a los<br />
demás, sería una acción contraria al fin último que todo ser humano debe perseguir: ser<br />
responsable de su propia vida, tanto de sus éxitos como de sus posibles fracasos. Por eso la acción<br />
social, si ha de cumplir con tal exigencia, debe garantizar nuestra independencia civil, los medios<br />
para ser libres e iguales, para ser dueños de nuestro proyecto de vida.<br />
De esta manera, Kant asumió las consignas de la Revolución Francesa, pero las<br />
transformó un poco. Asumió que la libertad y la igualdad de los hombres, para que cada uno<br />
pudiera vivir dignamente a su manera, eran exigencias internas de la razón, del imperativo<br />
categórico, de la Ilustración. Pero no reconoció la consigna de la fraternidad como una exigencia<br />
semejante a las otras dos. Creía que el orden social podía garantizarse sin necesidad de apelar a<br />
este sentimiento. Para él resultaba más seguro apelar al respeto que nos merece todo ciudadano<br />
que lucha por su independencia vital. Ese respeto no era un sentimiento de compasión, como para<br />
Rousseau. Kant no se engañaba, pues sabía que con mucha frecuencia el sentimiento que tenemos<br />
hacia los demás es el de recelo, sospecha e incluso, a veces, de hostilidad; actitud que él denominó<br />
la “insociable sociabilidad” del ser humano.<br />
Pero, a pesar de todo, Kant creía que, cuando teníamos delante un hombre que lucha<br />
sobriamente por su libertad, por su igualdad y por su independencia vital, por no estar sometido a<br />
nadie, surgía en nosotros un sentimiento de respeto, de reconocimiento. Así que, en lugar de la<br />
fraternidad, reclamó el valor de la independencia civil, de la que se deriva un respeto recíproco<br />
entre los hombres.<br />
Pero Kant cambió el sentido de la Revolución Francesa en otro punto. Pues la lucha por la<br />
igualdad, la libertad y la independencia civil era, ante todo, una lucha social. No se conseguía<br />
meramente mediante una Constitución en cuyas páginas se dijese que todos los hombres son<br />
libres, iguales e independientes. Estas cosas no se consiguen porque una declaración solemne las<br />
establezca. Al revés, resulta fácil pensar que una Constitución es un símbolo que, en el fondo,<br />
quiere decir que todo ciudadano cree que puede lograr su proyecto de vida pacíficamente bajo esa<br />
ley común. En este sentido, una Constitución no describe la realidad social. Aunque ella diga que<br />
todos los hombres son libres e iguales, con eso no basta. Kant incluso era contrario a que a la<br />
igualdad, a la libertad y a la independencia civil se les llamara “derechos naturales”, porque<br />
parecía que, como derechos, alguien debía dárselos a los hombres.<br />
Kant lo entendió de otro modo. No sólo llamó a la libertad, la igualdad y la independencia<br />
civil derechos naturales, sino también deberes naturales. Nadie, ningún político profesional,<br />
ningún revolucionario con la boca llena de promesas, tenía que regalárselos a los hombres. Que se<br />
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hagan realidad es nuestro deber, es, como ya hemos mencionado antes, una autoexigencia que se<br />
deriva de nuestra condición racional.<br />
Ahora bien, esa lucha social era muy difícil de conseguir en su tiempo porque los hombres<br />
a veces heredaban la condición social de sus padres: si sus padres eran siervos, los hijos casi<br />
siempre lo eran también. Casi todos los hombres carecían entonces de libertad para elegir trabajo,<br />
no tenían medios para educarse y enfrente, sobre todo en muchas zonas de Alemania, se alzaban<br />
los señores feudales, que humillaban a quienes se acercaban a ellos. Así que, efectivamente, Kant<br />
veía bien una revolución política que, impulsada por todo el pueblo, retirara todos los obstáculos<br />
jurídicos externos, consiguiera la libertad social y la igualdad política necesaria para que cada uno<br />
entrara en una acción social según su trabajo y su formación.<br />
Pero los hombres no deberían esperar que esa revolución política les permitiera, a su vez,<br />
reglamentar desde el poder político toda la acción y vida social. Eso sería tanto quitarles con una<br />
mano lo que les daban con la otra. La acción política era un mero instrumento: debía poner en<br />
manos de cada nueva generación los medios para que ningún talento se desaprovechara, para que<br />
ninguno se perdiera, para que todos obtuvieran el trabajo digno correspondiente a su capacidad y<br />
así ganaran el respeto de sus conciudadanos. Pero era responsabilidad de cada uno usar esos<br />
medios que la sociedad y el Estado ponían en sus manos. Sin ese coraje de cada uno, los medios<br />
que el Estado pusiera a disposición de los ciudadanos se quedarían estériles, sin uso. Todo poder<br />
político que fuera más allá, sometería a los hombres a un paternalismo incompatible con la libertad<br />
y la dignidad humanas.<br />
3ª/ Relación de la temática expuesta en el texto con otra posición filosófica y<br />
valoración razonada sobre su posible vigencia o actualidad.<br />
Hemos visto que Kant, en el texto, se muestra como un entusiasta partidario de sacar a los<br />
hombres de la “minoría de edad” a través, entre otros posibles medios o instrumentos, de la<br />
educación. El optimismo ilustrado de Kant, aunque no es ingenuo, sí que refleja esa confianza<br />
generalizada de su época en el progreso que debía emprender la Humanidad hacia formas de vida<br />
más racionales y libres.<br />
Sin embargo, no apreciamos tal confianza en un autor como Rousseau, al cual Kant tuvo<br />
muy en cuenta en otros aspectos de su filosofía. Rousseau pertenece de lleno a la época ilustrada,<br />
sin embargo la relación que guarda con los autores y las ideas de la Ilustración es bastante<br />
contradictoria y conflictiva, hasta el punto de que muchos lo consideran más un precursor de los<br />
ideales revolucionarios o un adelantado de la actitud romántica del siglo XIX.<br />
El primer punto de distanciamiento de Rousseau con el resto de los ilustrados es su crítica<br />
de la idea de progreso. Afirma que la progresiva adquisición de cultura y civilización no ha<br />
llevado al hombre ni a la humanidad a una situación mejor, sino a un estado de progresiva<br />
corrupción. Sostiene que ese empeoramiento de la humanidad no se debe a una maldad connatural<br />
al ser humano, sino que es resultado de una evolución histórica, de una situación social y política<br />
concreta que ha producido tales efectos negativos.<br />
Así, en una época como la suya, en la que autores como Diderot ensalzaban el papel<br />
positivo de la ciencia y de la filosofía como motores del progreso humano, cuando Rousseau<br />
analiza el efecto real de los sistemas científicos vigentes, no puede sino concluir que tenían más<br />
bien efectos negativos que positivos sobre la sociedad. Éste es el origen de su pesimismo, tal y<br />
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como ya reflejó en el Discurso sobre las artes y las letras. La tesis básica que mantiene Rousseau<br />
en esta obra es que la vida entregada a las artes y las ciencias no es sino la falsa libertad que los<br />
poderosos conceden a los hombres para que éstos no sientan lo que realmente son: esclavos de un<br />
orden político despótico. “Las flores de la ciencia cubren las cadenas de los hombres hasta hacer<br />
de ellos esclavos dichosos”, afirma, poética y rotundamente, Rousseau.<br />
Con esto ya vemos su propuesta alternativa: si los hombres comienzan a despreciar las<br />
artes y las ciencias, pronto empezarán a pensar en su esclavitud política, valorarán las virtudes<br />
democráticas y republicanas de los antiguos griegos y romanos (modelos de organización política<br />
según Rousseau) y comenzarán a destruir la desigualdad humana sobre la que se basan y a fundar<br />
una verdadera igualdad entre los hombres.<br />
Precisamente, la desigualdad es el tema principal de otro artículo de Rousseau titulado<br />
Sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres. Aquí, Rousseau sostiene<br />
que la democracia es el estado natural del hombre y define el tipo de vida al que los hombres<br />
tienen derecho por naturaleza, por el hecho de ser hombres. Esto significa que la ley natural, que<br />
reconoce la igualdad moral y política de todos los hombres, impone la democracia. El enigma es<br />
cómo el pueblo, en principio más fuerte, se esclaviza a unos pocos. El problema a estudiar es,<br />
pues, cómo los seres humanos acaban reconociendo que unos manden y otros obedezcan, o lo que<br />
es lo mismo, cómo la igualdad primitiva dio paso a la desigualdad antinatural. Si el “hombre<br />
natural” es un ser entregado a su instinto de conservación y dotado de un sentido de compasión por<br />
el dolor ajeno, si la mezcla de estos instintos garantiza que el hombre sea por naturaleza un ser<br />
independiente y pacífico, ¿cómo se ha convertido en un ser gregario, sociable, dependiente,<br />
violento, esclavizado?<br />
Lógicamente, Rousseau tiene que explicar la diferencia entre el “hombre natural” y el<br />
“hombre civilizado actual” por un mecanismo explicativo diferente al del instinto de conservación<br />
y al de la compasión. Tal explicación la encuentra Rousseau en el instinto de perfectibilidad. En la<br />
soledad del hombre natural, perdido en su bosque, la perfección que un hombre puede adquirir<br />
muere con él. Es preciso, por tanto, que se den otras circunstancias externas para que se consolide<br />
una perfección, un cambio. Por este hecho el hombre saldría de su “estado de naturaleza” y<br />
comenzaría su historia, fundaría la sociedad, las relaciones de dependencia y todos los fenómenos<br />
sociales hasta ahora conocidos: la desgracia, la violencia, la insatisfacción, la vanidad, el afán de<br />
poder y de lujo, etc.<br />
En realidad, el “estado de naturaleza”, propiamente hablando, no ha existido nunca. Es una<br />
hipótesis teórica que utiliza Rousseau para analizar, de hecho, la evolución histórica de la<br />
Humanidad. Mientras los pueblos estaban en ese estado originario de ignorancia o inocencia, los<br />
hombres mantenían las virtudes y costumbres, lo que no impide admitir que junto a esa inocencia<br />
se daba también el vicio. Pero, con la aparición del desarrollo científico, se han instaurado todo<br />
tipo de vicios y el desprecio mismo a la virtud, como cree atestiguar Rousseau con hechos<br />
históricos concretos. Así, movidos por la aparición del concepto de propiedad privada y por el<br />
hecho de que la familia supusiera un factor de estabilidad en el seno de las relaciones humanas, los<br />
hombres comenzaron a desarrollar la agricultura y la tecnología de los minerales. Es entonces<br />
cuando aparece también la división del trabajo y, con ella, empieza a multiplicarse la desigualdad<br />
social entre los hombres debido a la desigualdad técnica.<br />
De este modo, la inseguridad de una vida polarizada entre los propietarios ricos y los<br />
pobres fue creciendo al compás de sus diferencias. Unos querían defender lo que tenían con la<br />
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fuerza, otros querían tomarse lo que necesitaban también con violencia, así que cayeron en una<br />
lucha continua. Es en este conflictivo contexto en el que surge el Estado. Para Rousseau, en lugar<br />
de fundarse sobre la igualdad natural, sobre el derecho natural a la vida y a la libertad, el Estado se<br />
fundó sin eliminar el derecho meramente convencional y arbitrario de la propiedad, que era la raíz<br />
última de la misma guerra y violencia que ahora se quería superar. Los hombres se sometieron a<br />
los poderosos para conservar la vida y sus bienes, entregando a cambio la igualdad y la libertad.<br />
La historia de la Humanidad no había hecho otra cosa sino aumentar la desigualdad. Quien<br />
no pudo aspirar a ocupar el lugar del más poderoso, aspiró a someter al que tenía a su lado. Así,<br />
todos los hombres encontraron en la opresión que ejercían una compensación de la aún mayor que<br />
padecían. Toda la sociedad fue multiplicando sus jerarquías, acumulando poder en un extremo y<br />
esclavitud en otro. Resultaba evidente para Rousseau que todo ese inestable edificio acabaría por<br />
derrumbarse y que las sociedades se entregarían a revoluciones imprevisibles.<br />
De esta forma, Rousseau enlazaba con lo ya afirmado en su primera obra: el progreso de la<br />
humanidad, el aumento de la ciencia, de la civilización, si se mira bien, no es sino el progreso de la<br />
inmoralidad, del lujo, de la opresión, de la vanidad, del caos. Pero aún afirmaba algo más<br />
contundente: que el derecho natural del hombre a la libertad y la igualdad estaba por encima del<br />
derecho a la propiedad y que, por eso mismo, todos los Estados actuales eran ilegítimos y no<br />
tenían derecho a existir.<br />
En El contrato social, Rousseau explica cómo debe fundarse un Estado que esté<br />
precisamente de acuerdo con el derecho natural. Este procedimiento es el del “contrato social”,<br />
fórmula mediante la cual los hombres, libremente, se asocian y entre todos se dan una ley a la que<br />
se someten, de tal manera que no entreguen ni su libertad ni su igualdad, sino a sí mismos. Esta<br />
nueva manera de concebir la fundación del Estado tuvo efectos revolucionarios sobre los Estados y<br />
las sociedades existentes, en especial sobre los modelos de poder absolutistas y aún casi feudales.<br />
Con estas tesis, Rousseau está dando entrada a una serie de cuestiones muy importantes. De sus<br />
ambigüedades surgirán buena parte de los problemas políticos modernos.<br />
Cuestión especialmente importante, entre otras razones porque fue un problema que<br />
también Kant analizó a fondo, es la siguiente: ¿cómo es posible que me dé libremente una ley y la<br />
obedezca de tal modo que no pierda nada de mi libertad? Si me doy una ley a la que tengo que<br />
obedecer en el futuro, más bien parece que libremente me estoy quitando la libertad. Para salir del<br />
paso, Rousseau distingue dos formas de libertad: la natural, que es la que disfruto antes de entrar<br />
en el contrato social y que no tiene otra regla que mi ambición, capricho o interés, y la libertad<br />
civil, que es la que obtengo del propio Estado fundado por mí a través del contrato social, y que<br />
tiene como regla la ley de ese mismo Estado. Es así cómo se pueden armonizar la libertad<br />
espontánea y la libertad civil, la autonomía en la actuación no debe suponer la dependencia a otra<br />
cosa distinta a aquélla misma que yo decido libremente. Los ecos de esta concepción de la libertad<br />
llegaron con total nitidez al planteamiento de Kant, que, a grandes líneas, suscribió también esta<br />
concepción de la libertad.<br />
Valoración: Hablar hoy de Ilustración no supone ningún anacronismo. Al contrario, hoy,<br />
más que nunca, se están repensando las consecuencias, tanto positivas como negativas, del<br />
proyecto ilustrado. Tal vez no compartamos ya esa confianza, para nosotros un tanto ingenua, en el<br />
progreso efectivo de la humanidad hacia formas de vida cada vez mejores; ¿cómo hacerlo después<br />
de dos guerras mundiales y de todos los horrores que la razón tecnocientífica ha provocado en su<br />
irracional avance...?<br />
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Modelo examen Kant<br />
Del mismo modo, las grandes ideas ilustradas, las de Humanidad y Razón sobre todo, han<br />
perdido su “mágico prestigio” en un mundo como el nuestro, en el que la irracionalidad y la<br />
insolidaridad se camuflan como auténticos motores de la conducta, aunque no aparezcan en los<br />
discursos oficiales, en nuestro lenguaje cotidiano, plagado, eso sí, de expresiones “políticamente<br />
correctas” como “todos los hombres son iguales” y otras por el estilo.<br />
Pero, por otro lado, al menos la actual referencia ética que supone la existencia de la<br />
Declaración Universal de los Derechos Humanos es una clara herencia ilustrada, como también lo<br />
son nuestros actuales sistemas democráticos, que, siendo imperfectos, constituyen sin embargo un<br />
marco de convivencia más humano que el de otras épocas históricas. Tal vez, la Ilustración sea<br />
más un horizonte al que nos vamos acercando sin llegar a abarcarlo nunca por completo, una<br />
referencia a tener en cuenta, un proceso siempre en construcción, e insatisfecho y autocrítico en su<br />
misma raíz. Tal vez, como ya advirtiera Kant, no es lo mismo una “época de ilustración” que una<br />
“época ilustrada”, y a la nuestra, como a la mayoría de las épocas históricas, le queden aún muchas<br />
tareas pendientes: las guerras, la injusticia, la pervivencia de la explotación, la extensión de la<br />
cultura y la igualdad de oportunidades a todos los hombres, etc.<br />
Finalmente, cabe destacar que la denominada “crisis del proyecto ilustrado” ocupa en la<br />
actualidad a no pocos filósofos o intelectuales de la más diversa índole, lo cuales se mueven entre<br />
la condena según el modelo de Rousseau ( que podríamos expresar gráficamente con el título de la<br />
obra de Goya “El sueño de la razón produce monstruos” ), o entre la defensa de sus valores, y,<br />
¿cómo no hacerlo con una mínima sensatez si aún la Ilustración es una aspiración y la mayoría de<br />
los hombres se perpetúan en una minoría de edad fomentada por videntes, futurólogos y banales<br />
medios de comunicación...?<br />
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