03.10.2012 Views

TESTIMONIO DE UN MILAGRO

TESTIMONIO DE UN MILAGRO

TESTIMONIO DE UN MILAGRO

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Guayaquil, 1 de Julio de 2012<br />

Testimonio del milagro recibido por intercesión de la madre Mariana de Jesús<br />

Torres y Berriochoa, vidente de Nuestra Señora de El Buen Suceso, por la<br />

familia Ambrosini-­‐Cabrera, de Guayaquil, Ecuador, el año 2010.<br />

Antecedentes.<br />

Mi nombre es Eliana Emperatriz Cabrera Díaz, y en el año 1991, con veintiocho años,<br />

me casé con Paolo Antonio Ambrosini Brückner, de veintisiete, luego de un noviazgo<br />

de dos años y medio.<br />

Paolo y yo estábamos de acuerdo en recibir todos los hijos con que el Señor quisiera<br />

bendecir nuestro matrimonio. Yo le rogaba a Dios por la bendición de tener hijos y<br />

le pedí que me mandara todos los hijos que en su Bondad quisiera con la única<br />

condición de que sean todos suyos, es decir, que sean verdaderos hijos de Dios y<br />

alcancen un día el Cielo. A cambio de este pedido enorme, yo le ofrecía y entregaba<br />

completamente mis hijos, en cuerpo y alma, para que Él disponga de ellos como<br />

quisiere, aunque esto significara que yo no los volviera a ver más en la tierra.<br />

Una gran tristeza fue enterarme de que mi primer hijo debía nacer por cesárea, ya<br />

que debido a las mediciones óseas no podría salir en forma natural. Esto<br />

necesariamente condicionaba médicamente el número de hijos que podríamos<br />

concebir, ya que médicamente hay un límite de 3 a 5 hijos cuando el nacimiento es<br />

por cesárea.<br />

Tuvimos primero tres varones, que nacieron respectivamente, de mayor a menor:<br />

Paolo María, el 13 de mayo de 1992 (Día de la Virgen de Fátima), Juan Pablo, el 11<br />

de febrero de 1994 (Día de la Virgen de Lourdes) y José Arturo, el 11 de diciembre<br />

de 1995.<br />

Después de nuestro tercer hijo, perdimos dos niños en los primeros meses de<br />

embarazo, uno detrás de otro.<br />

Al nacer nuestro cuarto hijo, María Clara, la única mujer, el 12 de mayo de 1998, en<br />

la misma mesa de operaciones el doctor me dijo: “usted no puede tener más hijos”.<br />

Mi esposo y yo empezamos a “cuidarnos” entonces por los métodos naturales,<br />

permitidos en casos extremos por la Santa Iglesia Católica.<br />

Después de María Clara, a pesar de “cuidarnos” con la regla periódica, Dios dispuso<br />

que venga un quinto niño, Francisco Miguel, el 12 de noviembre de 1999; un sexto<br />

niño, Pedro Romano, el 10 de marzo de 2001 y un séptimo niño, Gabriel Enrique, el<br />

16 de Julio de 2002 (Día de la Virgen del Carmen).<br />

Luego pasaron 5 años en los cuales el Señor no nos envió más niños y mi esposo y yo<br />

pensamos que todo había terminado. Hasta que el 29 de septiembre de 2006, Día de<br />

los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, una ecografía ordenada por mi<br />

ginecólogo, el Dr. Marcelo Pólit, reveló que yo tenía un bebé de 12 semanas en mi<br />

útero. Yo pensaba que estaba enferma y resulta que venía un bebé. Ya tenía 44<br />

años, siete cesáreas, y desde los 42 años, presión sanguínea alta. Además, mi esposo


no estaba bien laboralmente desde el año 2003, nuestra situación ya no era cómoda<br />

como antes.<br />

El nombre de este bebé, de cuya existencia supimos el día de los Arcángeles, tenía<br />

que ser Rafael, puesto que era el único Arcángel que no había sido honrado en el<br />

nombre de nuestros hijos.<br />

Lo que me preocupó mucho es que yo había estado tomando durante los tres meses<br />

de su existencia, un multivitamínico, porque me sentía muy cansada, y yo sabía que<br />

la vitamina A puede producer daño neurológico grave en el bebé. Quise saber cómo<br />

estaba el bebé, y el examen, que incluía mi muestra de sangre, reveló que el bebé<br />

tenía Síndrome de Down. Sin embargo, en el examen del cuello del bebé<br />

(traslucencia nucal) parecía normal.<br />

Consulté mi caso por internet a un doctor español que me recomendó el aborto.<br />

El embarazo se complicó con una tos fuerte irreductible, cierta pérdida de líquido<br />

amniótico, presión muy alta y una temible placenta previa oclusiva total. Por todas<br />

estas circunstancias, que significaban peligro de muerte para el bebé y para mí, el<br />

Dr. Pólit decidió no esperar más y Rafael Antonio vino al mundo el 12 de febrero de<br />

2007, con tan solo 6 meses y 3 semanas de gestación. Era normal, no tenía Síndrome<br />

de Down.<br />

Rafael fue bautizado a la media hora de nacer, por el Padre Juan Marín. A las pocas<br />

horas de nacido, no pudo respirar por sí mismo, y fue intubado. Su estado se agravó<br />

mucho y estuvo entre la vida y la muerte durante 7 días. En total, estuvo en terapia<br />

intensiva 15 días, y 15 días más en la sala de prematuros. Finalmente me dejaron<br />

traerlo a casa como “bebé canguro”, un bebé diminuto, de carita angosta, que hizo el<br />

trayecto desde el hospital dentro de mi camiseta, y así permaneció, dentro de mi<br />

ropa, en contacto con mi piel, que es lo naturalmente más cercano a una incubadora,<br />

durante más de un mes.<br />

Al nacer, Rafael sufrió un pequeño derrame cerebral y un pequeño infarto cerebral,<br />

por lo que me advirtió el doctor neonatólogo que podría tener dificultades de lecto-­‐<br />

escritura. Esto no se ha cumplido, Rafael ya tiene 5 años, está en kinder, y es<br />

asombrosamente bueno en lectura, escritura y me atrevo a decir que, de todos mis<br />

hijos, es el que mejor motricidad fina tiene.<br />

Es un niño hermoso, inteligente, con ojos tiernos, grandes, de color café claro, con<br />

pestañas largas, tupidas y negras, y el pelo lleno de bucles de color café a café claro.<br />

Mi esposo y yo pensábamos que con este último regalo del Cielo, cuya vida y salud<br />

eran un verdadero milagro, Dios había cerrado nuestra descendencia con broche de<br />

oro. Pero Él tenía otros planes…


El milagro de Alfonso Mariano<br />

El año 2010 transcurrió muy alocado con viajes al exterior por concursos de ballet<br />

de mi hija María Clara. En julio viajé con ella, por tercera vez ese año, a un concurso<br />

en USA. Al regreso, ciertos malestares físicos, que yo conocía muy bien, aparecieron.<br />

La posibilidad de un nuevo embarazo me parecía imposible, ya que desde enero de<br />

ese año, estaba prácticamente en menopausia.<br />

La simple prueba de la botica, confirmó mis sospechas: estaba embarazada por<br />

onceava vez, y ahora, a los 48 años de edad. Un amigo me dijo, al enterarse:<br />

“Rafaelito-­‐dos”, y es lo que todos pensaban, que si nuestra experiencia con el<br />

anterior bebé había sido tan traumática, esta iba a ser lógicamente peor, pues se<br />

trataba de la misma mujer, con la misma presión alta, pero ahora con más edad y<br />

una operación cesárea más en su haber.<br />

Mi papá, quien es médico pediatra, me pidió que vaya donde un doctor amigo suyo a<br />

quien considera una eminencia en ginecología, con mucha experiencia. El doctor me<br />

envió a hacerme una ecografía, con fecha 23 de septiembre, donde el ecógrafo que<br />

consideraba el mejor de todos. Los expertos ecógrafos eran dos: el doctor y su<br />

esposa, también doctora. Ellos sonreían y no demostraron alarma cuando me<br />

dieron su veredicto: placenta previa oclusiva total y dos miomas, los dos de 3 cm de<br />

diámetro.<br />

Muy diferente fue la actitud del eminente doctor ginecólogo cuando le llevamos la<br />

ecografía. La revisó mucho, y dio su sentencia. “Usted debe inmediatamente<br />

hacerse una histerectomía. Es la única solución. De lo contrario, se muere: la<br />

hemorragia sería tan intensa que ni alcanzaría a llegar al hospital”, nos dijo a mí y a<br />

mi mamá. El doctor nos explicó, en un dummie, que la placenta estaba insertada<br />

entre los dos tumores, ambos en la base del útero, y el bebé estaba colocado encima.<br />

Mi mamá con angustia le preguntó: “¿Hay alguna posibilidad de que la placenta se<br />

mueva, doctor?” Y el doctor le respondió: “Es imposible”, y añadió nuevas<br />

explicaciones técnicas. Yo repliqué: “Doctor, no voy a abortar a mi bebé”, y el doctor<br />

me respondió: “No es aborto, sino histerectomía”. El doctor pensaba sacar el útero<br />

con bebé y todo. Luego el doctor escribió una nota para el doctor encargado del<br />

banco de sangre, para que me obtenga inmediatamente dos litros de mi tipo de<br />

sangre, y empezó a hacer preparativos para mi ingreso en el hospital.<br />

Esa misma noche visité a mi doctor pro-­‐vida de siempre, el Dr. Marcelo Pólit. Él<br />

examinó la ecografía, luego sonrió y me dijo: “Eliana, tengamos confianza en Dios.<br />

Rece, y en un mes tomamos una nueva ecografía para ver cómo está”.<br />

El doctor amigo de mi papá, lo llamó unas tres veces por teléfono, para insistirle en<br />

que debíamos ser responsables y en que no era posible que yo dejara 8 niños<br />

huérfanos por empecinarme en mis principios religiosos. Finalmente el buen doctor<br />

le dijo que lo apreciaba mucho como amigo pero que se retiraba del caso, pues él era<br />

ya una persona mayor y no quería pasar por la situación de emergencia que en<br />

cualquier momento me sobrevendría.


Casualmente, esos días, dos de mis hijos mayores iban a Quito, con los señores de<br />

“Tradición, Familia y Propiedad”, al Monasterio de la Inmaculada Concepción, para<br />

ayudar en la bajada de la Sagrada Imagen de Nuestra Señora de El Buen Suceso,<br />

desde el Coro Alto hasta el nicho del Altar principal de la Iglesia adjunta al<br />

Monasterio. Esta bajada se la hace en los últimos días de septiembre y la Sagrada<br />

Imagen permanece durante todo octubre, mes del Rosario, expuesta al público en la<br />

Iglesia. Entonces le escribí una carta a la Priora del Monasterio, la Madre Inés María<br />

del Sagrario, pidiéndole sus oraciones y contándole todo el caso.<br />

Supe luego que la Madre Inés María leyó la carta a su comunidad, y que estas<br />

hermosas almas consagradas empezaron desde ese día oración intensa por mí. La<br />

Madre Inés María me envió con mis hijos, que regresaron a los dos días, la oración<br />

de la intercesión de la santa Madre Sor Mariana de Jesús Torres y Berriochoa, monja<br />

española fundadora del Monasterio en 1577, y vidente de las apariciones de Nuestra<br />

Señora de El Buen Suceso. También me envió una pequeña tela, una reliquia, tocada<br />

al cuerpo de la Madre Mariana, que reposa incorrupto dentro de una urna en un<br />

cuarto del Monasterio.<br />

Mi esposo y yo empezamos a rezar todos los días juntos la oración. Además me<br />

aplicaba todo el tiempo la reliquia en la barriga. Pasaba el día casi sin moverme, en<br />

cama.<br />

Llegó el momento de la siguiente ecografía. Mi esposo y yo fuimos a Intereco, donde<br />

el doctor José Avilés, experto ecógrafo. Él era quien me había anunciado en el<br />

embarazo de Rafaelito que tenía placenta previa. Quise disminuir el impacto y le<br />

anuncié: “Le advierto que tengo placenta previa oclusiva total”. “Ya vamos a ver”-­‐<br />

me respondió.<br />

El doctor empezó a deslizar la sonda y llamó a mi esposo, muy serio. Le dijo: “Esto<br />

que ves aquí es la placenta, esto es el cuello uterino, esto es el bebé”. Luego giró<br />

hacia mí y me dijo: “No tienes placenta previa. Tu placenta está muy bien ubicada,<br />

en una posición ideal”. Luego supe el término técnico: “Placenta fúndica posterior”.<br />

Y de los miomas o pequeños tumores no había rastro.<br />

¡La madre Mariana de Jesús Torres había sido escuchada por Dios! Ella misma lo<br />

profetizó en 1635, en el Testamento que dejó a las monjitas de su Monasterio: “En la<br />

ciudad empezaré a hacer milagros para mi Causa de Beatificación. Sabed,<br />

hijas queridas, que a vuestra Madre quiere el Señor glorificar, subiéndola al<br />

honor de los Altares, y cuando esto suceda, ya mis Conventos serán lo que<br />

deben ser y lo que Dios quiere de ellos.”<br />

Sin tumores, sin placenta previa, mi embarazo transcurrió de lo más normal, salvo<br />

por mi presión alta, que no era parte del embarazo y fue controlada con pastillas. En<br />

cada nueva ecografía el Doctor Avilés sonreía y decía que todo marchaba en forma<br />

perfecta. El Doctor Pólit estaba encantado también. Finalmente, el 3 de marzo de<br />

2011, cuando el bebé tenía 35 semanas de gestación, sentí contracciones. El Doctor<br />

Pólit se dio cuenta de que los latidos del bebé se aceleraban con cada contracción y<br />

decidió operar de inmediato.


Mi bebé, Alfonso Mariano, nació alrededor de las 11 de la noche. La cesárea fue de lo<br />

más tranquila, y el bebé lloró con mucha fuerza apenas nació. El posparto fue casi<br />

placentero, el primero en el que no sentí absolutamente nada de náusea. Cuando<br />

por fin pude ver a mi bebé, me quedé sorprendida: estaba gordito y con los cachetes<br />

muy sonrosados. El neonatólogo, Dr. Leonardo Verduga, le dio el alta<br />

inmediatamente. Él fue el mismo gran neonatólogo que atendió, sufrió y rezó por<br />

Rafaelito. Al parecer, pensaba encontrarse ahora con un cuadro similar, pues supe<br />

que había exclamado: “¡Pero si éste es un bebé a término!”. Era verdad, a pesar de<br />

tener 35 semanas, parecía de 38 o 40.<br />

Sus nombres los escogimos por el Padre Alfonso Gálvez Morillas, Fundador de la<br />

Sociedad de Jesucristo Sacerdote, la Orden de mi parroquia, en la cual mis hijos son<br />

monaguillos. El nombre Mariano, en honor de su intercesora, la Madre Mariana de<br />

Jesús Torres.<br />

El día primero de febrero de 2011, con Alfonsito de 11 meses, viajé a Quito. Fuimos<br />

a visitar la urna con el cuerpo incorrupto de la Madre Mariana. El bebé estuvo feliz,<br />

riendo y dando grititos todo el tiempo.<br />

Considero a mis dos últimos hijos dos verdaderos milagros. En este momento el<br />

mundo reconoce muchas causales para el aborto; entre los dos embarazos las reúno<br />

casi todas. Humildemente digo, con la Confianza que me da Dios en su Divina<br />

Voluntad y que es un don del Cielo y no proviene de mí, que ninguna de ellas puede<br />

justificar el asesinar a tu bebé indefenso y pequeñito dentro de tu útero.<br />

Que este sincero testimonio sirva para la Gloria de Dios, para la canonización de la<br />

Madre Mariana de Jesús Torres y para sumar una voz más a la lucha a favor de la<br />

preciosa vida humana depositada por Dios en el vientre materno.<br />

“¡No tengáis miedo!”<br />

Eliana Cabrera Díaz de Ambrosini<br />

Guayaquil, Ecuador


Momento del bautizo de Rafael Antonio de María en la Maternidad<br />

Rafaelito a los 7 meses


Rafaelito el día que cumplió 5 años<br />

Alfonsito recién nacido<br />

Alfonsito visitando la urna de la Madre Mariana<br />

El cambio inexplicable que ocurrió en la Placenta


Nuestra Señora de El Buen Suceso Madre Mariana de Jesús Torres<br />

ORACIÓN <strong>DE</strong> INTERCESIÓN<br />

¡Madre Santísima de El Buen Suceso!<br />

Tú que amásteis privilegiadamente a tu hija y confidente,<br />

la Sierva de Dios, Madre Mariana Francisca de Jesús Torres,<br />

en los días de su vida mortal:<br />

Alcánzanos de Jesucristo Nuestro Señor,<br />

que ese vuestro Amor de preferencia, lo podamos comprobar<br />

concediéndonos la gracia que ahora te pedimos:<br />

………………………………………………..<br />

y la extraordinaria de verla elevada<br />

al honor de los altares en no lejano día,<br />

para que la Iglesia y la Patria ecuatoriana<br />

cuenten prontamente con una intercesora poderosa<br />

que nos salve de los males físicos, morales y sociales<br />

que acucian nuestras vidas y nos llevan al borde de la angustia.<br />

¡Sálvennos sus ruegos y su antiguo amor a Quito y a todo el Ecuador!<br />

Amén


Padre Nuestro, Ave María y Gloria.<br />

Ecografía del día 23 de septiembre de 2010


Pedido de sangre para la histerectomía


Ecografía del día 22 de octubre de 2010


Nota final:<br />

Todos los documentos originales y completos<br />

están disponibles para su verificación.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!