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AFECTIVIDAD Y… 3-‐ AFECTOS

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1-­<strong>‐</strong> Introducción<br />

<strong>AFECTIVIDAD</strong> <strong>Y…</strong><br />

3-­<strong>‐</strong> <strong>AFECTOS</strong><br />

Puede parecer redundante, pero la intención es profundizar en lo profundo. Nuestro<br />

núcleo fundamental y único, es lo que sentimos. Somos originales en esto. Reconozco<br />

que me fascina y atrae de manera especial esta dimensión. Es la que da unidad a<br />

todas. Somos lo que sentimos. Y nuestros sentimientos nunca están acabados.<br />

Siempre están creciendo. Maduran. Se reproducen. Mueren y florecen.<br />

He desgranado aspectos de este tema, pero de manera más bien teórica. Ahora me<br />

gustaría hacerlo más experimental.<br />

2-­<strong>‐</strong> El Dios de los afectos<br />

Participamos de la gracia de sentirnos amados por el Dios de los Afectos. Dios es amor<br />

y nos invita a vivir en esa dinámica de sabernos amados y ser amantes.<br />

La pedagogía de Dios es significativa y carismática. Para ahondar en estos aspectos me<br />

voy a centrar en un texto del evangelio:<br />

“En aquel tiempo, cuando Jesús siguió<br />

su viaje, vino un hombre corriendo y se<br />

puso de rodillas delante de El y le<br />

preguntó:<br />

- Buen Maestro, ¿qué puedo hacer para<br />

conseguir la vida eterna?<br />

Jesús le dijo:<br />

¿Por qué me llamas bueno? No hay más<br />

que uno bueno y ese es Dios. Tu sabes<br />

los mandamientos: No cometerás adulterio; no mates; no robes; no digas<br />

mentiras de nadie; no engañes; respeta a tu padre y a tu madre.<br />

El hombre le contesto:<br />

- Maestro, todo esto lo he cumplido desde niño.<br />

Jesús lo miró con cariño y le dijo:<br />

- Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y<br />

entonces tendrás riqueza en el cielo; luego ven y sígueme.<br />

Pero cuando oyó esto, el hombre se afligió y se fue triste porque era muy<br />

rico.”<br />

(Evangelio de Marcos 10, 17-22)<br />

La Palabra nos invita a desgranarla y meditarla, con la inteligencia, la voluntad y sobre<br />

todo con el sentimiento. Nos dice que en aquel tiempo, que es también el nuestro,<br />

porque para Dios todo es un ahora; un hombre, que también puede ser cada persona


que ahora está leyendo, va corriendo y se pone de rodillas ante él. Es la impaciencia de<br />

quien busca algo. De quien quiere encontrar lo que necesita. Pero lo hace con una<br />

actitud humilde, necesitada, pobre. La persona se arrodilla. No doblamos la rodilla más<br />

que ante quien reconocemos, no voy a escribir, como todo-­<strong>‐</strong>poderoso, sino todo-­<strong>‐</strong><br />

cariñoso. Nuestro Dios, en Jesús, se nos muestra como amor, no como caudillo.<br />

Desde su postura de postración, eleva la vista y le pregunta a Jesús. Reconoce su<br />

ignorancia y se acerca al Maestro. En su cuestión reconoce quien es Jesús. Y Jesús lo<br />

subraya. Bueno es solo Dios y si Jesús es bueno, es porque lo ha descubierto como<br />

Dios. No es casual por tanto su prisa ni su postura. Jesús se ha acercado a su vida y le<br />

urge no dejarlo irse. Reconoce su relación de dependencia hacia él, y quiere saber lo<br />

que tiene que hacer. Ha dado dos pasos muy significativos y quiere descubrir el<br />

tercero. Tiene inteligencia, tiene voluntad, y quiere saber de sentimiento. Este es el<br />

punto fundamental al que quería llegar.<br />

Dice que ha cumplido los mandamientos. Es algo así como admitir que quiere a Jesús.<br />

Y Jesús lo sabe, por eso le propone ahondar en ese sentimiento. Le reta a amar. A<br />

poner a Dios como su única riqueza. Dios como su motivación exclusiva. Dios como el<br />

verdadero significado de su vida. Y aquí está la decepción. El estancamiento en el<br />

Amor. Dejarlo todo y seguir a Jesús. No puede haber nada más valioso en la vida que<br />

encontrarse con Jesús. Y este muchacho lo sabía, pero sus sentimientos no están<br />

arraigados en él. Quiere algo fácil, rápido, inmediato; como los jóvenes de nuestro<br />

tiempo. Todo sucede al instante. No puede haber dificultades porque nos frustramos.<br />

No podemos esperar a mañana. Pero el corazón no es eficiente.<br />

Quizás la importancia de este diálogo en este momento no está solo en las palabras.<br />

Resulta más conmovedor, contemplar la comunicación no verbal. Jesús lo mira con<br />

cariño y le dice. No podemos prescindir de la<br />

forma de esa petición. La mirada. ¿ Cómo es la<br />

mirada del Amor?. Vaya pregunta difícil. El<br />

Amor nos mira. ¿Cómo miro yo al Amor?. Hay<br />

mirada y hay palabra. La mirada esconde una<br />

palabra más profunda. Imaginación o<br />

interiorización en este contexto. Podemos<br />

suponer, pero también contemplar. ¿El joven<br />

lo mira o solo lo oye?. Es un misterio, que<br />

resolvió marchándose.<br />

3-­<strong>‐</strong> La mirada del Amor<br />

En el texto se nos dice: "Jesús lo miró con cariño...". Antes de pedir nada al joven, el<br />

Maestro le manifiesta su amor y su ternura. Toda persona, es muy sensible a que se<br />

fijen en ella. La mirada de otro puede tener un significado diverso.


Puede indicar agresión, rechazo, indiferencia, provocación; pero también puede ser<br />

signo de ternura, amabilidad, dulzura, cariño, acogida, bondad. La mirada de otro<br />

puede generar, en quien se percata de ella, temor o vergüenza, pero también<br />

confianza y alegría. En nuestro texto, la mirada de Jesús era de CARIÑO, y hasta los<br />

niños son sensibles a quien pone en ellos los ojos con amor y ternura. Es el primer<br />

lenguaje que aprendemos. Por eso, los enamorados expresan en los ojos el amor que<br />

llevan en su corazón.<br />

Jesús vio la buena disposición del joven, se fijó en<br />

él, puso en él sus ojos con cariño, porque lo amó.<br />

No se trataba de un simple recurso psicológico ni<br />

de una trampa de embaucador. Jesús es fascinante<br />

porque ama con amor redentor que brota desde la<br />

Cruz, desde su corazón traspasado, desde el amor<br />

eterno del Padre que tanto nos amó.<br />

En esa mirada se esconde toda una promesa de amor indefinido. No es fácil<br />

percibirla si no se penetra en el interior de los ojos de Jesús. Revela más que su<br />

palabra. Se muestra a sí mismo con todo su misterio. Y esa es la mirada que vacía<br />

en ese muchacho. La misma mirada con la que somos miradas.<br />

4-­<strong>‐</strong> Conclusión<br />

Lo que miramos influye en nuestro mundo interior. La mirada no es solamente un<br />

acto físico; es una acción humana, que expresa las disposiciones del corazón. Hay<br />

miradas de amor y de indiferencia: miradas que muestran apertura y disponibilidad<br />

para comprender, y miradas cegadas por el egoísmo. Nosotros queremos mirar con<br />

ojos limpios.<br />

La mirada limpia y pura afirma el valor de cada ser humano, considerado en sí mismo<br />

y no en la medida que satisface el propio interés. Educar la mirada es una lucha<br />

importante, que influye en la calidad de nuestro mundo interior.<br />

Aprender a mirar es imprescindible para aprender a vivir. Aprender a mirar exige<br />

saber mirar dentro de uno mismo. No se mira con los ojos, se mira desde dentro. La<br />

verdadera mirada humana es una mirada desde el interior, que se dirige al interior de<br />

lo que se mira. Se contrapone a la mirada superficial. La mirada superficial es muy<br />

rápida, no se detiene, no sabe contemplar.<br />

Saber mirar los signos es uno de los caminos para aprender a mirar hacia dentro. Se<br />

trata, por tanto de maravillarse no sólo con lo externamente novedoso o<br />

extraordinario sino de saber mirar con el espíritu lo extraordinario escondido en lo<br />

común.


Aprender a vivir es aprender a mirar recreando la realidad. Hay que mirar admirando.<br />

Pero, ¿cómo aprender a admirarse? Antes de nada, parándose. Para mirar hay que<br />

pararse. La soledad, el silencio, la lentitud, el reposo, son necesarios para que nuestra<br />

vida y nuestra mirada sean propiamente humanas. Mirar sin admirar cansa. Mirar<br />

admirando es la mirada de los sabios, y ésta es la mirada que desvela lo más<br />

interesante y apasionante de la vida. Vivir la vida con sentido requiere saber mirar.<br />

¿Sabría este joven mirar? ¿Fue consciente en algún momento de cómo era mirado?<br />

¿Cómo es tu mirada?<br />

BIBLIOGRAFIA<br />

Articulo “Aprender a mirar”. Juventud Paulin@...n k-­<strong>‐</strong>mino.<br />

Mª Victoria Romero

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