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LOS PERSAS.ESQUILO.pdf - IES Antares

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PERSONAJES<br />

TRAGEDIA GRIEGA<br />

<strong>LOS</strong> <strong>PERSAS</strong><br />

<strong>ESQUILO</strong><br />

CORO de ancianos persas.<br />

REINA VIUDA, que fue esposa de Darío.<br />

MENSAJERO.<br />

SOMBRA DE DARÍO.<br />

JERJES, rey de Persia.<br />

La escena representa la explanada del palacio real, al que se accede mediante<br />

unas gradas. En un lateral se supone que hay una puerta por donde puede salir una<br />

carroza. En el lado contrario, más cerca de la orquestra, la tumba de Darío.<br />

CORO. --- Estos que aquí estamos, tras partir los persas para tierra griega,<br />

recibimos el nombre de fieles y, por privilegio de nuestra ancianidad, el de guardianes de<br />

estas ricas moradas repletas de oro. El propio Rey, el soberano Jerjes, que nació de Darío,<br />

nos escogió para cumplir la misión de velar por nuestro país.<br />

Todo el vigor de la juventud en Asia nacida ha partido, y por su esposo se queja<br />

aullando la esposa que lo hecha de menos. ¡Y no hay mensajero ni ningún jinete que llegue<br />

a esta ciudad de los persas!<br />

Marcharon unos a caballos; los otros en naves; y a pie, los soldados de la infantería,<br />

formando una masa compacta de tropas de guerra.<br />

Tales fueron Amistres, Artafrenes, Megabates y Astaspes, jefes persas, como<br />

capitanes de un ejército inmenso, al mando de aquellos que vencen disparando flechas, de<br />

los caballeros que infunden pavor sólo al verlos y que son en la lucha terribles. Y Masistres;<br />

y el arquero triunfante, el esforzado Imeo; y Farandaces; y Sóstanes, que a la lucha se lanza<br />

a caballo.<br />

A otros los envió el dilatado Nilo, el río que tanta tierra fertiliza. Sigue una multitud<br />

del pueblo lidio, que ejercen su dominio sobre todos los pueblos de su continente; van al<br />

combate con innúmeros carros, escuadrones dotados con tiros de cuatro y seis caballos,<br />

espectáculo que infunde temor sólo al verlo. 1<br />

Tal flor de varones de la tierra persa se ha puesto en camino. Toda la tierra asiática<br />

que antaño los criara gime por ellos con intensa nostalgia: padres y esposas, contando los<br />

días, tiemblan ante un tiempo que se va dilatando.<br />

Estrofa 1ª<br />

1 Después de enumerar las tropas persas, el Coro cita las de otros países vinculados, de algún modo, al<br />

imperio de Jerjes.<br />

1


Ya ha cruzado el ejército real, destructor de ciudades, a la tierra vecina allende el<br />

mar, tras haber pasado al estrecho de Hele 2 , sobre un puente formado por barcos atados<br />

con cables de lino.<br />

Antistrofa 1ª.<br />

El osado monarca del Asia populosa hace avanzar contra la tierra entera el humano<br />

rebaño por dos caminos al mismo tiempo, confiado en aquellos que mandan en tierra su<br />

ejército y en los jefes firmes y rudos del mar, él, un mortal igual a los dioses.<br />

Estrofa 2ª.<br />

Con la sombría mirada de un sanguinario dragón en sus ojos, al mando de miles de<br />

brazos y miles de naves, corre presuroso en su carro de guerra de Siria, y lleva, contra<br />

héroes famosos por su lanza, un Ares que triunfa con el arco 3 .<br />

Antístrofa 2ª.<br />

De nadie se puede esperar que se oponga a ese tremendo torrente de hombres,<br />

pues es invencible el ejército persa y su pueblo de valiente corazón.<br />

Estrofa 3ª.<br />

Por voluntad divina, el Destino impuso a los persas la guerra en que son derruidas<br />

murallas, dirigiendo los choques violentos de los caballeros y las devastaciones de ciudades.<br />

Antístrofa 3ª.<br />

Y aprendieron a contemplar con respeto la sagrada extensión de las aguas del mar,<br />

de anchos caminos y blanca espuma debida al viento, confiados en artificios para hacer el<br />

transporte de tropas.<br />

Estrofa 4ª.<br />

Todas las fuerzas de caballería, todos los soldados que marchan a pie, como<br />

enjambre de abejas, nos han dejado solos tras haber cruzado el puente de barcos que<br />

construyeron los persas para trasladar, de Asia a Europa, el ejército de tierra.<br />

Antístrofa 4ª.<br />

Las mujeres persas, desalentadas por el dolor tras despedir, cada una de ellas, con el<br />

deseo amoroso con el que se ama al marido, solas se quedan.<br />

¿Cómo le irá a Jerjes, al Rey que nació de Darío?<br />

(Entra en escena, procedente de palacio, la Reina, con su comitiva.)<br />

Pero aquí sale la madre del Rey y mi Reina.<br />

(El Coro acompaña con la acción sus palabras.)<br />

Me postro ante ella. Preciso es que todos la saludemos con expresiones de<br />

reverencia.<br />

2 Hele, hija del rey de Tebas, se ahogó al cruzar los Dardanelos, cuando, a lomos del carnero del vellocino<br />

de oro, huía de su madrastra Ino. Esa parte del mar recibió, por eso, el nombre de Helesponto.<br />

3 Ares es el dios de la guerra. Con esta expresión se refiere a un ejército que se sirve del arco para lograr<br />

el triunfo.<br />

2


CORIFEO. --- ¡Oh Reina, madre anciana de Jerjes, salve, esposa de Darío! Por<br />

naturaleza fuiste la esposa del dios de los persas y madre igualmente de un dios, a no ser<br />

que la antigua fortuna huya abandonando ahora el ejército.<br />

REINA. --- Por esto vengo, abandonando el palacio adornado de oro y la alcoba<br />

nupcial que compartí con Darío. Me desgarra el corazón la inquietud. Tengo en mi alma<br />

una doble preocupación: que la gente deje de respetar unas riquezas carentes de un varón<br />

que las defienda, y que un hombre, por falta de riquezas, no brille lo que se merece por su<br />

poder. Sed mis consejeros, persas, mis más fieles ancianos, pues todos los buenos consejos<br />

los encuentro en vosotros.<br />

CORIFEO. --- No es preciso que me mandes dos veces que diga una palabra o<br />

ejecute una acción, pues nos estás invitando a que seamos tus consejeros en este asunto a<br />

nosotros, que somos tus amigos.<br />

REINA. --- Continuamente paso las noches soñando, concretamente desde que mi<br />

hijo partió con su ejército con la intención de arrasar el país de los griegos. Sin embargo, la<br />

noche pasada tuve una visión que nunca había tenido con tanta claridad. Te la contaré.<br />

Me pareció ver dos mujeres muy bien vestidas, una con vestidos persas, la otra con<br />

dóricos; altas, bellas, y ambas hermanas. Habitaban en Grecia; según me pareció, ambas<br />

andaban discutiendo y mi hijo, que se enteró, estaba conteniéndolas y apaciguándolas.<br />

Después, las unció en su carro como si fueran caballos, poniéndoles un yugo a cada una y<br />

riendas en sus bocas. Una se comportaba obedientemente, como si de un caballo se tratara,<br />

pero la otra arrancó las riendas con violencia y partió el yugo por la mitad. Mi hijo se cayó<br />

al suelo, y su padre Darío se puso a su lado, compadeciéndolo. Al ver a su padre mirándole<br />

así, Jerjes se rasga sus vestiduras.<br />

Eso es lo que he visto esta noche. Luego me levanté y toqué con mis manos una<br />

fuente y me acerqué al altar con la intención de ofrecer una torta sagrada en honor de los<br />

dioses que salvan de males. En ese momento veo un águila huyendo hasta el altar del dios<br />

Apolo, y yo, de miedo, me quedé sin voz 4 . Me fijo después en un halcón que se arroja sobre<br />

el águila y con sus uñas le va arrancando plumas de la cabeza. Pero el águila no se defendía,<br />

sino que se hacía un ovillo y se dejaba hacer.<br />

De todo esto es fácil deducir el presagio: si mi hijo llegara a triunfar, sería un héroe<br />

fuera de lo común; pero, si fracasara.... con tal de salvarse, seguirá siendo el Rey de esta<br />

tierra.<br />

CORIFEO. --- Si al ir a suplicar a los dioses, tuviste una visión desagradable,<br />

ruégales que la aparten de nosotros y que se cumplan cosas buenas para ti, tu hijo, la ciudad<br />

y todos los amigos.<br />

También pide que tu esposo Darío, a quien dices que viste esta noche, desde el<br />

interior de la tierra os envíe cosas excelentes a ti y a tu hijo, y que las malas las envuelva en<br />

tinieblas la oscuridad. Esto es lo que yo te aconsejo.<br />

REINA. --- ¡Ojalá todo salga bien! Todo lo que me has dicho lo haré, en honor de<br />

los dioses y de mis amigos que están bajo tierra, tan pronto vuelva al palacio. Pero quiero<br />

enterarme bien de algo, ¿en qué lugar de la tierra dicen que está situada Atenas?<br />

CORIFEO. --- Lejos, hacia poniente, por donde se acuesta el sol.<br />

4 Los griegos observaban, entre otras cosas, el vuelo de los pájaros porque presagiaban lo que iba a<br />

ocurrir.<br />

3


REINA. --- ¿Pero de verdad sentía deseos mi hijo de apoderarse de esa ciudad?<br />

CORIFEO. --- Sí, pues así llegaría a ser súbdita del Rey toda Grecia.<br />

REINA. --- ¿Y es muy poderoso el ejército de los griegos?<br />

CORIFEO. --- Sí, mi Reina. Combaten a pie firme con lanzas, y portan armaduras<br />

y escudos.<br />

REINA. --- ¿Y hay en sus casas bastantes riquezas?<br />

CORIFEO. --- Tienen minas de plata, es un tesoro que encierra su tierra.<br />

REINA. --- ¿Y qué rey está sobre ellos y manda su ejército?<br />

CORIFEO. --- No tienen rey. No se llaman esclavos ni súbditos de ningún<br />

hombre.<br />

REINA. --- ¿Y sin un rey pueden resistir ante los enemigos invasores?<br />

CORIFEO. --- No sólo resisten, sino que incluso llegaron a destruir al ejército<br />

magnífico del rey Darío. Aún así, parece que vas a saber noticias nuevas, pues ese hombre<br />

que se acerca corriendo parece ser un persa que trae una noticia.<br />

(Llega un mensajero.)<br />

MENSAJERO. --- ¡Cómo me duele anunciar tan malas noticias! Sin embargo, es<br />

mi deber informar de todo el desastre: ¡todo el ejército ha perecido!<br />

CORO.<br />

Estrofa 1ª.<br />

¡Dolorosa desgracia, repentina y desgarradora! ¡Persas, llorad!<br />

MENSAJERO. --- Sí, porque todo el ejército se ha perdido, yo mismo no<br />

esperaba regresar.<br />

CORO.<br />

Antístrofa 1ª.<br />

¡Qué dolor tan inesperado recibimos en nuestra ancianidad!<br />

MENSAJERO. --- Como realmente estuve presente y no lo sé por haber oído<br />

palabras de otros, puedo contaros las desgracias que ocurrieron.<br />

Llenas de muertos están las costas de Salamina y todos los lugares vecinos. No<br />

servían para nada los arcos; todo el ejército sucumbió vencido por la embestida de los<br />

navíos.<br />

CORO.<br />

Estrofa 2ª.<br />

¡Lanza un grito de pena en honor de los desgraciados! ¡Un grito de dolor, porque<br />

los dioses lo han puesto todo muy doloroso para los persas al ser el ejército aniquilado!<br />

4


MENSAJERO. --- ¡Ay, cuántos lamentos me causa el recuerdo de Atenas!<br />

CORO.<br />

Antístrofa 2ª.<br />

¡Odiosa es Atenas para los que sufrimos esta desgracia! Tengo, en verdad, derecho<br />

a mencionar las muchas mujeres de Persia que, sin ninguna utilidad, ha dejado sin hijos y<br />

sin maridos.<br />

REINA. --- Hace rato que estoy en silencio, aturdida por la desgracia, pues este<br />

desastre no permite hablar ni preguntar. Sin embargo, como mortales que somos, nos<br />

vemos obligados a soportar los sufrimientos si los dioses así lo quieren. Cálmate y habla,<br />

aunque te haga llorar la desgracia. ¿Quién no ha muerto? ¿A qué jefe tenemos que llorar?<br />

¿Quién, al morir, dejó a su tropa sola, desprovista de un héroe que la mandase?<br />

MENSAJERO. --- Jerjes sí que vive y ve la luz del sol.<br />

REINA. --- Lo que has dicho es una alegría para mi casa, un blanco día tras una<br />

negra noche.<br />

MENSAJERO. --- Artembares, el jefe de diez mil caballeros, chocó contra las<br />

ásperas riberas de Silenias 5 . Dádaces, que a mil hombres mandaba, por un golpe de lanza,<br />

saltó de la nave con un salto brusco. Tenagón, el más valiente noble, se estrelló contra la<br />

isla de Salamina batida por las olas. Lileo, Ársames y Argestes, en torno a otra isla al<br />

noroeste de Asia Menor, en plena confusión, fueron chocando, uno tras otro, contra la<br />

dura tierra. Matalo, jefe de diez mil guerreros, murió humedeciendo su barba larga, rojiza, y<br />

cambiando el color con un baño purpúreo de sangre. Árabo, el mago, y Artabes, que a su<br />

mando tenía tres millares de jinetes negros, yacen enterrados en la dura tierra en que<br />

perecieron. Siénesis, primero en valentía, murió honrosamente.<br />

He hecho memoria, pero me quedo corto al dar solo noticias de unas pocas<br />

desgracias, pues sucedieron muchas más.<br />

REINA. --- ¡Ay! Estoy oyendo las más profundas de las desgracias. Pero dime,<br />

¿tanto era el número de naves enemigas para que osaran combatir con la armada persa?<br />

MENSAJERO. --- El número total era de diez treintenas de naves, y, aparte de<br />

éstas, había una decena especial, mientras que Jerjes disponía de hasta un millar de naves,<br />

que tenía a su mando directo y, además, doscientas siete naves ligeras. Pero aún así, una<br />

deidad desvió la balanza en nuestra contra; los dioses suelen proteger a la ciudad de<br />

Atenea. 6<br />

REINA. --- Entonces, según lo que cuentas, ¿aún está sin destruir la ciudad de<br />

Atenas?<br />

MENSAJERO. --- Así es, pues mientras allí haya hombres, Atenas es un muro<br />

inexpugnable.<br />

REINA. --- Dime cómo fue el comienzo del combate naval. ¿Quiénes iniciaron la<br />

lucha? ¿Los griegos? ¿O mi hijo, lleno de orgullo por el gran número de sus navíos?<br />

5 Provincia del imperio persa.<br />

6 En honor de Atenea, se había fabricado en Atenas el Paladio, una estatua en madera de la diosa que<br />

protegía a la ciudad.<br />

5


MENSAJERO. --- Comenzó, Señora, todo el desastre, al aparecer, saliendo de<br />

algún sitio, un hombre griego del ejército de los atenienses que le dijo a tu hijo Jerjes que, a<br />

la llegada de la oscuridad de la negra noche, no permanecerían allí los griegos, sino que<br />

huirían intentando ocultarse para intentar salvar su vida. Él, inmediatamente, sin darse<br />

cuenta del engañe del hombre griego, comunicó esta orden a todos los que eran capitanes<br />

de barco: cuando el sol dejase de alumbrar con sus rayos la tierra y las tinieblas ocuparan el<br />

sagrado recinto del cielo, se dispusieran en círculo para evitar la salida de barcos enemigos y<br />

vigilar las rutas del mar; así, si los griegos intentaban huir los persas dejarían sin cabeza a<br />

todos ellos.<br />

Sin embargo, a pesar de que la noche avanzaba, los griegos no hacían una salida<br />

furtiva por ningún sitio. Poco después del amanecer, se escuchó un himno procedente del<br />

lado de los griegos que invitaba a la lucha. Rápidamente aparecieron los griegos ante<br />

nuestra vista; en cabeza venía una formación a la que le seguía toda una flota. Al mismo<br />

tiempo, se oía un gran clamor: Adelante, hijos de los griegos, libertad a la patria. Libertad a vuestros<br />

hijos, a vuestras mujeres, los templos de los dioses de vuestra estirpe y las tumbas de vuestros abuelos.<br />

Ahora el combate es por todo eso.<br />

Inmediatamente, una nave griega inició el ataque y rompió en pedazos la popa de<br />

un barco persa. Al principio, el ejército persa resistió el ataque; pero, como la multitud de<br />

sus naves se iba apelotonando dentro del estrecho, ya no existía posibilidad de que se<br />

ayudasen unos a otros, sino que entre sí ellos mismos se golpeaban con sus propios<br />

espolones de proa y destrozaban el aparejo de remos.<br />

Entretanto, las naves griegas, puestas en círculo alrededor, las atacaban. Se iban<br />

volcando los cascos de las naves, y ya no se podía ver el mar, pues estaba lleno de restos de<br />

naufragios y la carnicería de marinos muertos. Los griegos, con restos de remos, con trozos<br />

de tabla de los naufragios, golpeaban y machacaban a todos los miembros de la armada<br />

persa que intentaban huir. Lamentaciones mezcladas con gemidos se iban extendiendo por<br />

alta mar, hasta que llegó la sombría noche.<br />

Todos los males que sucedieron no podría contártelos enteros ni aunque te<br />

estuviera informando durante diez días, pues nunca en un solo día ha muerto un número<br />

tan grande de hombres.<br />

REINA. --- ¡Un inmenso mar de desdichas ha inundado a los persas y a la raza<br />

bárbara entera!<br />

MENSAJERO. --- Pues ni siquiera es la mitad del desastre. Tal desgracia, tal<br />

sufrimiento se les vino a ellos, que ni el doble de lo que he contado puede compensar el<br />

desequilibrio de la balanza.<br />

REINA. --- ¿Qué destino puede haber más cruel que éste? Dime: ¿qué infortunio<br />

de males dices que vino además al ejército, para que se hundiera hasta el fondo el platillo de<br />

la balanza?<br />

MENSAJERO. --- Todos los persas vigorosos, de alma valiente y distinguidos por<br />

su linaje, los que estaban siempre entre los primeros en lealtad a su soberano, han muerto<br />

sin honra.<br />

REINA. --- ¡Ay de mí, desdichada, amigos míos, por esta desgracia cruel! ¿Con qué<br />

muerte han perecido ésos?<br />

6


MENSAJERO. --- Ante la isla de Salamina hay un islote carente de puertos para<br />

las naves que el dios Pan 7 protege con su presencia a la orilla del mar. Allí los había enviado<br />

Jerjes con la intención de que, cuando los enemigos derrotados salieran de las naves y<br />

procuraran ponerse a salvo en la isla, dieran muerte al ejército griego caído en sus manos y<br />

salvaran a los suyos de las corrientes del mar. ¡Mal futuro les esperaba! Pues, cuando un<br />

dios concedió a los griegos la victoria del combate naval, el mismo día, fueron saltando<br />

desde las naves y rodeando toda la isla, de modo que no era posible a los persas hallar un<br />

lugar al que dirigirse, y fueron golpeados por una lluvia de piedras tiradas a mano y por<br />

dardos que les caían impulsados con arcos. De ese modo fueron pereciendo. Y al final, los<br />

griegos se lanzaron contra ellos y los golpearon, destrozaron sus miembros hasta que del<br />

todo les quitaron la vida.<br />

Jerjes estalló en gemidos al ver el desastre, pues tenía un sitio apropiado para ver al<br />

ejército entero, una alta colina en la cercanía del profundo mar. Rasgó sus vestidos, gimió<br />

agudamente y, enseguida, dio orden a sus fuerzas de a pie y huyó atropelladamente.<br />

REINA. --- ¡Oh, Destino odioso, cómo has defraudado a los persas en sus<br />

intenciones! Mi hijo ha encontrado amarga la venganza de Atenas. ¡Mi hijo, creyendo que<br />

iba a lograr su venganza, se ha atraído una gran multitud de males!<br />

Pero dime: las naves que han conseguido escapar a la mala fortuna ¿dónde estaban<br />

cuando las dejaste? ¿Me lo puedes decir con exactitud?<br />

MENSAJERO. --- Los capitanes de los navíos que se salvaron, rápidamente<br />

emprendieron la huida, aprovechando que el viento era favorable. Y el resto de las fuerzas<br />

fue pereciendo en Beocia: unos, sufriendo sed en torno al atractivo resplandor de una<br />

fuente 8 ; otros, extenuados por la fatiga, atravesamos hacia el golfo Melieo. Desde allí, las<br />

ciudades de Tesalia nos recibieron cuando empezábamos a estar escasos de provisiones, y<br />

allí murieron muchos de sed y de hambre. Llegamos al territorio de los macedonios; esa<br />

noche, un dios envió una helada corriente.<br />

El ejército invocó a los dioses múltiples veces, e intentó cruzar a través de la helada<br />

corriente, pero la mayoría se hundió en el río, donde los rayos del sol fueron calentando la<br />

corriente y atravesando el centro del río; los que lograron la salvación atravesaron Tracia<br />

con dificultad e innumerables fatigas y, después de lograr escapar (no muchos, por cierto),<br />

llegaron a la tierra donde tienen su hogar.<br />

Así que la ciudad de los persas puede llorar y echar de menos a la amadísima<br />

juventud del país.<br />

Ésta es la verdad.<br />

(Sale de escena el Mensajero.)<br />

CORIFEO. --- ¡Oh deidad que has obrado de modo funesto! ¡Cómo has pisoteado<br />

la raza pérsica entera!<br />

REINA. --- ¡Ay de mí, infeliz, por el ejército aniquilado! ¡Oh, visión de la noche<br />

pasada, de qué forma tan clara me mostraste mis males! (Dirigiéndose al coro) Como vosotros<br />

me aconsejasteis, quiero orar a los dioses. Después llegaré con ofrendas para la tierra y para<br />

los muertos. Esto lo hago por el fracaso y las desgracias, pero también por si en el futuro<br />

ocurre algo mejor.<br />

7 Dios de los pastores y de los ganados.<br />

8 Según el historiador Heródoto, los ejércitos persas, cuando se paraban para beber, secaban las fuentes,<br />

por ser tan numerosos.<br />

7


Vosotros, que sois leales, es preciso que, si mi hijo llega antes que yo, le deis<br />

consuelo y le acompañéis a casa, no vaya a ser que a estas desgracias se le añada alguna<br />

otra.<br />

(La Reina sale con su séquito.)<br />

CORO. --- ¡Oh Zeus soberano, has aniquilado al orgulloso ejército persa<br />

constituido por un ingente número de hombres!<br />

¡Has cubierto nuestras ciudades con un profundo dolor sombrío!<br />

Con manos delicadas, muchas mujeres desgarran sus velos, y en llanto abundante<br />

empapan su seno, como muestras de su pena.<br />

Las esposas persas, con tiernos gemidos, deseosas de ver sus recientes maridos, se<br />

han despedido de las ropas del lecho nupcial, del goce de su dulce juventud, y lloran con<br />

lamentos insaciables.<br />

Y también yo voy a cantar la muerte de los que se fueron, llena de sufrimientos.<br />

Estrofa 1ª.<br />

Ahora está gimiendo toda la tierra de Asia al haberse quedado desierta. Jerjes hizo<br />

que perecieran, Jerjes lo organizó todo de modo insensato con sus barcos.<br />

¿Por qué Darío, jefe de arqueros que nunca hizo daño, no estuvo entonces también<br />

al mando de los ciudadanos?<br />

Antístrofa 1ª.<br />

Llora al varón cada casa que sin él se quedó, y los padres que ya están sin hijos<br />

lamentan sus penas, e igual los ancianos, al oír su dolor.<br />

Estrofa 2ª.<br />

Y tras largo tiempo, por tierras de Asia ya no se rigen por leyes persas, ya no se<br />

pagan tributos al amo, si le adoran, pues el poder del rey ha terminado.<br />

Antístrofa 2ª.<br />

Ya no callan los hombres, pues la fuerza que el rey imponía en estas tierras ha<br />

perecido.<br />

(Entra en escena la Reina. Su atuendo es sencillo. Las sirvientas que la acompañan<br />

portan ofrendas.)<br />

REINA. --- Al oír vuestras palabras he salido de palacio de nuevo, llegando hasta<br />

aquí sin mi antiguo esplendor, llevándole al padre de mi hijo ofrendas que aplacan a los<br />

muertos: la dulce leche blanca de una vaca sin señal de yugo; miel de flores rociada con<br />

agua de una fuente virgen; la alegría que nos da la vid; el fruto oloroso de la verde oliva; y<br />

flores trenzadas nacidas de la tierra que todos los frutos produce.<br />

Amigos míos, con estas ofrendas para los muertos, entonad himnos y llamad para<br />

que venga aquí arriba al divino Darío, que yo enviaré estas ofrendas que bebe la tierra en<br />

honor de los dioses subterráneos.<br />

(Mientras el Coro empieza a cantar, la Reina,<br />

con sus sirvientas, se dirige a la tumba de Darío.)<br />

8


CORO. --- Mujer, tú que eres Reina, persona venerable, para los persas, envía<br />

ofrendas para tu esposo, que nosotros rogaremos con himnos que nos sean favorables a los<br />

guías que tienen los muertos.<br />

¡Sagradas deidades subterráneas: Tierra, Hermes y tú, Rey de los muertos, enviad<br />

desde abajo un alma a la luz! Si algún remedio de nuestras desdichas conoce, sólo él podría<br />

decirnos el fin que tendrán.<br />

(El Coro canta acompañando con la acción sus palabras.)<br />

Estrofa 1ª.<br />

¿Me oyes, Rey como un dios, cuando pronuncio las palabras con tonos lúgubres, de<br />

triste sonido? A pleno pulmón yo voy a gritar mis dolores por tanto infortunio.<br />

¿Me estará oyendo desde allá abajo?<br />

Antístrofa 1ª.<br />

¡Tú, Tierra, y vosotros también, los demás soberanos de las subterráneas regiones;<br />

permitid que salga el dios de los persas! ¡Enviad aquí arriba a quien nadie puede superarle<br />

en Persia!<br />

Estrofa 2ª.<br />

Amado es nuestro héroe, amada es su tumba.<br />

¡Permitid que suba hasta aquí el divino soberano Darío!<br />

Antístrofa 2ª.<br />

Él nunca llevó a la muerte a sus hombres con locuras.<br />

Estrofa 3ª.<br />

¡Rey, antiguo Rey, ven! ¡Ven hasta el punto más alto de la tumba! ¡Alza tu pie y ven<br />

tú, que como un padre, nunca hiciste daño!<br />

Antístrofa 3ª.<br />

¡Aparece, señor de señores! Porque la juventud de nuestro país ha perecido.<br />

¡Ven, Darío, tú, que como un padre, nunca hiciste daño!<br />

(La sombra de Darío aparece encima de la tumba.)<br />

SOMBRA. --- ¡Oh fieles entre fieles, compañeros que fuisteis de mi juventud,<br />

ancianos de Persia, ¿qué sufrimientos padece la ciudad? Siento espanto de ver a mi esposa<br />

cerca de mi tumba, y vosotros estáis cantando canciones de duelo y, alzando gemidos que<br />

atraen a las almas, llamándome estáis con voz lastimera.<br />

No es fácil salir: sobre todo porque las deidades que tienen poder bajo tierra están<br />

más dispuestas a coger que a soltar. Sin embargo, ejercí mi influencia sobre ellas y he<br />

venido aquí. Date prisa, pues tengo solo un plazo de tiempo para conversar con los vivos.<br />

¿Qué grave, reciente desgracia padecen los persas?<br />

CORO.<br />

Estrofa.<br />

No me atrevo a mirarte de frente, no me atrevo a hablar ante ti, por el temor<br />

piadoso que antaño me inspirabas.<br />

9


SOMBRA. --- Pero, ya que he venido de abajo obedeciendo tus gemidos, habla,<br />

prescindiendo del respeto hacia mí.<br />

CORO.<br />

Antistrofa.<br />

Rehuyo complacerte. Rehuyo hablar ante ti después de lo que he dicho cuando te<br />

invocaba.<br />

SOMBRA. --- Pero, (dirigiéndose ahora a la Reina), tú, anciana compañera de mi<br />

lecho, mi noble esposa, cesa en esas lágrimas y lamentos y dime algo claro. Humanos<br />

sufrimientos les pueden suceder a los mortales. Muchos desastres les vienen, a los<br />

hombres, del mar y muchos otros de tierra vida.<br />

REINA. --- ¡Oh tú, que aventajabas a todos los mortales con tu suerte! Mientras<br />

veías los rayos del sol, pasaste una vida dichosa, envidiado lo mismo que un dios por los<br />

persas; y ahora, en cambio, siento envidia de ti porque has muerto antes de haber visto el<br />

abismo de nuestras desgracias. Sí, Darío, todo el relato lo oirás en breve: por decirlo en una<br />

palabra, el poder de los persas está aniquilado.<br />

SOMBRA. --- ¿De qué modo? ¿Vino algún terrible azote de peste o la guerra civil?<br />

REINA. --- Nada de eso, sino que en las proximidades de Atenas ha perecido todo<br />

el ejército.<br />

SOMBRA. --- ¿Y cuál de mis hijos condujo la expedición hasta allí? Explícamelo.<br />

REINA. ---El valiente Jerjes, dejando desierta toda la llanura del continente.<br />

SOMBRA. --- ¿Fue a pie o navegando como el desdichado intentó esa locura?<br />

REINA. --- De ambos modos: un doble frente tenía su doble ejército.<br />

SOMBRA. --- Pero, ¿cómo también consiguió un ejército tan grande de tierra<br />

atravesar hasta la otra orilla?<br />

REINA. --- Mediante artificios unió ambas orillas del estrecho de Hele, de modo<br />

que así pudiera haber paso.<br />

SOMBRA. --- ¿Y lo consiguió hasta el punto de cerrar el gran Bósforo?<br />

REINA. --- Así es. Sin duda ninguna, alguna deidad le ayudó en su intención.<br />

SOMBRA. --- ¡Ay! ¡Sí! ¡Una deidad vino a él con tan gran poder que ya no podía<br />

pensar con prudencia!<br />

REINA. --- Hasta el punto de poder ver qué tremendo desastre ha llevado a cabo.<br />

SOMBRA. --- ¿Y, por qué gemís por los mismos que lo realizaron?<br />

REINA. --- Una vez que la escuadra fue derrotada, esto causó la perdición de las<br />

fuerzas de tierra.<br />

10


SOMBRA. --- ¿Y ha perecido así, completamente, a punta de lanza el pueblo<br />

entero?<br />

REINA. --- Hasta el punto que, entera, esta ciudad llora su carencia total de<br />

varones.<br />

SOMBRA. --- ¡Ay de nuestro ejército, nuestra ayuda y socorro!<br />

REINA. --- Todos los que han muerto eran hombres jóvenes, ¡entre ellos no había<br />

siquiera un anciano!<br />

SOMBRA. --- ¡Oh desdichado, qué juventud ha hecho perecer mi hijo!<br />

REINA. --- Dicen que Jerjes, solo y abandonado, con no muchas tropas...<br />

SOMBRA. --- ¿Cómo y adónde está yendo a parar? ¿Tiene salvación?<br />

REINA. --- ...contento ha llegado hasta el puente, única unión de los dos<br />

continentes 9 .<br />

SOMBRA. --- ¿Y está a salvo ya en nuestra tierra?<br />

REINA. --- Sí. Ha llegado esa noticia de varias personas, en eso no hay<br />

desacuerdo.<br />

SOMBRA. --- ¡Ay! ¡Qué rápido han llegado a cumplirse las profecías de los<br />

oráculos! ¡Yo que tenía esperanzas en que los dioses las harían cumplir dentro de un largo<br />

tiempo! Pero parece que ahora hay una fuente de males para todos los seres que quiero. Y<br />

mi hijo, sin advertirlo, es el responsable. Sí. Él, que es un mortal, falto de prudencia, creía<br />

que iba a imponer su dominio a todos los dioses, y concretamente sobre Posidón 10 .<br />

Ahora temo que mi riqueza, resultado de todos mis esfuerzos, ahora termine en<br />

manos de otro hombre que se apresure a tomarlas como botín.<br />

REINA. --- Precisamente, al valeroso Jerjes le dijeron que tú habías conseguido<br />

una gran riqueza para tus hijos, pero que él, un cobarde, no aumentaba tus riquezas. Al oír<br />

con frecuencia estos reproches de hombres malvados, llevó a cabo esta expedición y una<br />

campaña en contra de Grecia.<br />

SOMBRA. --- Efectivamente, ellos han provocado el desastre más grande ocurrido<br />

desde que Zeus soberano concedió a esta ciudad, Susa, que un solo hombre ejerciera el<br />

poder de gobernar sobre Asia entera.<br />

Yo mismo llevé a cabo numerosas campañas con un ejército numeroso, pero no le<br />

infligí a la ciudad un desastre tan grande. Mi hijo Jerjes, en cambio, como aún es joven,<br />

piensa disparates propios de un joven y no tiene en cuenta mis consejos.<br />

Tanto yo como mis antecesores en el cargo no fuimos autores de tantos motivos de<br />

sufrimiento.<br />

9 Se refiere al estrecho de Hele.<br />

10 Dios de los mares.<br />

11


CORIFEO. --- ¿Qué quieres decir con tus palabras, soberano Darío? ¿Cómo<br />

podríamos lograr el éxito nosotros, el pueblo de Persia?<br />

SOMBRA. --- Lo conseguiríais si no hicierais campañas en contra de las regiones<br />

griegas, aunque el ejército persa fuera aún mayor, porque ellos tienen por aliada a su propia<br />

tierra.<br />

CORIFEO. --- ¿De qué manera es su aliada?<br />

SOMBRA. --- Matando de hambre a quienes constituyen un número demasiado<br />

elevado de hombres.<br />

CORIFEO. --- Entonces enviaremos una tropa no muy numerosa, escogida.<br />

SOMBRA. --- Ni siquiera el ejército que ahora permanece en las regiones griegas<br />

logrará regresar y salvarse.<br />

CORIFEO. --- ¿Cómo has dicho? ¿Qué no va a cruzar el estrecho de Hele,<br />

regresando de Europa todo el ejército persa?<br />

SOMBRA. --- Pocos de los muchos que son, o eso dicen los oráculos de los<br />

dioses, a los que habrá que creer a la vista de lo ocurrido. Y Jerjes dejará allí una tropa<br />

escogida del ejército, teniendo alguna esperanza. Allí donde se encuentran, les espera sufrir<br />

las más hondas desgracias en castigo de su soberbia y orgullo, pues, cuando llegaron a la<br />

tierra griega, saquearon las estatuas sagradas de los dioses e incendiaron los templos. Han<br />

desaparecido los altares, y las estatuas de las deidades han sido arrancadas de raíz de sus<br />

basas y puestas boca abajo. Así que, como actuaron mal, están padeciendo miles de<br />

desgracias, y más aún les esperan. Montones de cadáveres, hasta la tercera generación,<br />

servirán para que los mortales aprendan que cuando se es mortal no hay que cumplir<br />

pensamientos que vayan más allá de la justa medida. La soberbia da como fruto la pérdida<br />

del dominio y una cosecha de lágrimas.<br />

Que esto sirva para que nadie, por desear tener muchos más bienes, pierda la<br />

prosperidad que ya posee. Zeus castiga a aquellos que actúan con soberbia, así que, ante<br />

esto, actuad con moderación y haced que Jerjes deje de ofender a los dioses con su orgullo.<br />

Y tú, anciana madre de Jerjes, el hijo que amas, entra en palacio y coge ropas<br />

propias de un noble, y sal de esa forma al encuentro de tu hijo, pues debido al dolor de los<br />

males que está padeciendo, sus vestiduras, hechas andrajos, se caen en jirones. Cálmale con<br />

tus palabras, pues tú eres la única a la que él querrá oír, y yo me voy bajo tierra, me sumo<br />

de nuevo en tinieblas.<br />

Y vosotros, ancianos, tened alegría a pesar de los infortunios, porque a los muertos<br />

la riqueza de nada les sirve 11 .<br />

(La sombra de Darío se desvanece.)<br />

CORIFEO. --- ¡Cuánto dolor me causa las desgracias de los persas, tanto las<br />

presentes como las futuras!<br />

REINA. --- Me voy a palacio a coger vestiduras y voy a intentar salir al encuentro<br />

de mi hijo, pues no abandonaré en su desgracia a quien yo más quiero.<br />

11 Con esto Darío da la idea de carpe diem (vive el momento): ¿qué importan las riquezas o el poder que<br />

se han perdido, cuando de nada le sirven a los muertos?<br />

12


CORO.<br />

Estrofa 1ª.<br />

¡Oh dolor! Antaño gozamos de una vida grandiosa y feliz, cuando el anciano,<br />

bienhechor e invencible Rey idéntico a un dios, Darío, gobernaba el país.<br />

Antístrofa 1ª.<br />

En primer lugar, contábamos con ejércitos famosos que podían someter cualquier<br />

ciudad, aunque estuviera fortificada. Y al final de la guerra volvían soldados que no habían<br />

sufrido ningún daño; sanos y salvos volvían a sus hogares.<br />

Épodo.<br />

Ciudades de griegos mandaba con su propia mente 12 , pues disponía de la fuerza<br />

incansable de sus hombres armados, auxiliados por tropas compuestas de gentes de todos<br />

los pueblos.<br />

Ahora, en cambio, soportamos nosotros esto; sin duda han vuelto los dioses en<br />

ventaja de los que son nuestros enemigos, pues hemos sufrido una magna derrota naval.<br />

(Entra en escena una carroza de cuatro ruedas,<br />

acompañada de un escaso séquito cubierto de harapos.<br />

de la carroza desciende Jerjes, con vestimenta real,<br />

pero andrajosa. Jerjes se dirige hacia el Coro<br />

con paso cansado y vacilante).<br />

JERJES. --- ¡Desgraciado de mí porque obtuve este horrible destino que no pude<br />

prever!<br />

¡De qué cruel modo atacó la deidad a la raza persa! ¡Mísero de mí!, ¿qué<br />

sufrimientos me esperan aún? Se me ha aflojado el vigor de las piernas al poner mis ojos en<br />

la ancianidad de estos ciudadanos.<br />

¡Ojalá, Zeus, que también a mí, junto a los hombres que perecieron, un destino de<br />

muerte me hubiera esperado!<br />

CORO. --- ¡Ay, ay, Rey! ¡Ay de nuestro valeroso ejército, y del grandioso honor del<br />

imperio persa! ¡Y de los héroes que una deidad ha aniquilado!<br />

La tierra llora a la juventud que en ella nació, matada por Jerjes. Numerosos<br />

varones persas, acostumbrados a vencer con el arco, han perecido.<br />

¡Ay, ay! ¡Ay de quienes eran nuestra heroica defensa!<br />

Estrofa 1ª.<br />

JERJES. --- Soy un miserable, un ser nocivo para mi raza y para mi patria. Sí. Fui<br />

para ellas una desgracia.<br />

CORO. --- Como saludo por tu regreso, te envío un grito lleno de dolor, con llanto<br />

abundante.<br />

mí.<br />

Antístrofa 1ª.<br />

JERJES. --- Lanzad un grito cargado de dolor, pues la deidad ya se volvió contra<br />

CORO. --- También cantaré en honor de los sufrimientos de nuestro ejército, por<br />

los golpes recibidos del mar; gritaré un gemido acompañado de múltiples lágrimas.<br />

12 La ejecución de sus órdenes corría a cargo de sus generales.<br />

13


Estrofa 2ª.<br />

JERJES. --- El Ares 13 de los jonios 14 desequilibró en su favor las fuerzas que<br />

luchaban.<br />

CORO. --- ¿Dónde está la restante multitud de tu gente? ¿Dónde tus ayudantes?<br />

Antístrofa 2ª.<br />

JERJES. --- Muertos los dejé. Por desgracia cayeron de una nave y se estrellaron<br />

contra la dura ribera.<br />

CORO. --- ¿Y dónde tienes al jefe Sevalces, el príncipe, o Lileo, de noble linajes?<br />

Esto te pregunto en segundo lugar.<br />

Estrofa 3ª.<br />

JERJES. --- Tras haber contemplado la odiosa Atenas, todos ellos, como resultado<br />

de un solo ataque, agonizaron en tierra firme.<br />

CORO. --- ¡Oh, desgraciados de ellos!<br />

Antístrofa 3ª.<br />

JERJES. --- Tras a mi memoria la nostalgia de nobles camaradas. Dentro de mi<br />

pecho me grita el corazón.<br />

CORO. --- Atónito quedo de que no te acompañen todos los nobles que contigo<br />

partieron.<br />

Estrofa 4ª.<br />

JERJES. --- ¡Desgraciado de mí, que he recibido un golpe fatal en un ejército tan<br />

numeroso!<br />

CORO. --- ¿Y qué es lo que no se perdió? ¡Grandes eran las fuerzas de Persia!<br />

JERJES. --- ¿Ves lo que queda de mi vestido?<br />

CORO. --- Lo veo, lo veo.<br />

JERJES. --- ¿Y esta caja en la que guardo las flechas? ¡He salvado una aljaba 15 para<br />

mis dardos!<br />

CORO. --- Poco, en comparación con los muchos recursos que había.<br />

JERJES. --- Nos hemos quedado sin defensores.<br />

CORO. --- ¡El pueblo jónico no huye de nuestros dardos!<br />

Antístrofa 4ª.<br />

JERJES. --- Vi una derrota que no me esperaba.<br />

CORO. --- ¿Me vas a hablar de la confusión de las naves de guerra puestas en fuga?<br />

JERJES. --- Rasgué mi vestido, ante la desgracia de ese desastre. Penoso para<br />

nosotros, pero alegría para el enemigo.<br />

CORO. --- Quedó nuestra fuerza mermada por la derrota en el mar de nuestros<br />

amigos.<br />

Estrofa 5ª.<br />

JERJES. --- Llora, llora tu pena y vete a tu casa.<br />

CORO. --- ¡Ay, ay! ¡Mi ruina!<br />

JERJES. --- ¡Eleva tu voz con lamentos!<br />

CORO. --- ¡Ay, pena! ¡Ay, dolor!<br />

13 Ares es el dios de la guerra.<br />

14 Los jonios son los griegos; se les denomina así por el mar Jónico, que baña las costas griegas.<br />

15 Caja usada por los arqueros para transportar las flechas.<br />

14


Antístrofa 5ª.<br />

JERJES. --- Araña tu pecho y expresa tu intensa aflicción.<br />

CORO. --- ¡Hundiendo las uñas con fuerza de forma que arranque intensos<br />

lamentos!<br />

JERJES. --- ¡Haz trizas con tus dedos la ropa de tu pecho! ¡Arráncate el cabello a<br />

puñados y siente compasión del ejército!<br />

CORO. --- ¡Hundiendo las uñas con fuerza de forma que arranque intensos<br />

lamentos!<br />

JERJES. --- ¡Inunda tus ojos de lágrimas!<br />

CORO. --- ¡Los tengo empapados!<br />

Épodo.<br />

JERJES. --- ¡Grita como eco a mis gritos!<br />

CORO. --- ¡Ay, ay, ay, ay!<br />

JERJES. --- Entre lamentos marcha a tu casa....<br />

CORO. --- ¡Ay, tierra persa, difícil de andar para mí!<br />

(El Coro inicia la salida con paso lento por la edad.)<br />

JERJES. --- ¡Gemid, caminantes que andáis sin aliento! ¡Pena y dolor de los que<br />

murieron! ¡Pena y dolor sobre nuestros navíos de guerra!<br />

CORO. --- Te despediré con tristes gemidos.<br />

(El Coro abandona la escena. Jerjes queda solitario y abatido.<br />

Segundos después entra en el palacio.)<br />

FIN<br />

15


FICHA: <strong>LOS</strong> <strong>PERSAS</strong> DE <strong>ESQUILO</strong>.<br />

APELLIDOS.................................................... NOMBRE...............................<br />

CURSO.......... GRUPO............<br />

1. Resume en 15 ó 20 líneas la tragedia de “Los Persas”.<br />

2. Cita el nombre de todos los personajes que aparecen en la tragedia y define<br />

cómo es cada uno de ellos.<br />

3. ¿Por qué se dice del rey Darío que es el dios de los persas? ¿Era un dios<br />

realmente?<br />

4. ¿Por qué la Reina tras enterarse de la tragedia que le narra el Mensajero<br />

realiza ofrendas a los dioses?<br />

5. ¿Los nombres de qué dioses griegos aparecen en la obra? ¿Qué gobernaban<br />

cada uno de ellos?<br />

6. Darío hace referencia a oráculos, ¿qué eran? ¿qué le dirían esos oráculos al<br />

rey Darío?<br />

7. ¿En qué etapa de la historia de Grecia ocurren los hechos que narra la obra?<br />

8. ¿De qué forma consiguieron engañar los griegos a los persas para poder<br />

vencerles?<br />

9. ¿Cómo interpretas la premonición que tuvo en sueños la Reina antes de<br />

conocer las desgracias del ejército persa?<br />

10. ¿Crees que Esquilo quiere transmitir con esta tragedia un mensaje moral?<br />

Explica cuál.<br />

11. Los persas culpan de la derrota del ejército persa tanto a Jerjes como a los<br />

dioses, ¿por qué creen que las dos partes son culpables?<br />

12. ¿Te ha parecido muy complicado el vocabulario de la obra? Enumera y<br />

define cinco palabras que antes no conocieras y que aparezcan en esta<br />

tragedia.<br />

16

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