novela-faro-140213 - Un faro en la tormenta
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algunas esquinas de <strong>la</strong> pequeña sa<strong>la</strong> de visitas y<br />
el <strong>en</strong>cierro se s<strong>en</strong>tía <strong>en</strong> el ambi<strong>en</strong>te. La p<strong>en</strong>a se<br />
dibujó <strong>en</strong> su rostro cuando se s<strong>en</strong>tó <strong>en</strong> un sofá<br />
dirigi<strong>en</strong>do finalm<strong>en</strong>te su at<strong>en</strong>ción a <strong>la</strong> marchita<br />
dueña de casa.<br />
—¿Ha t<strong>en</strong>ido noticias de su hijo? —<strong>la</strong><br />
interrogó mirándo<strong>la</strong> a los ojos.<br />
—La semana pasada recibí una carta suya<br />
dici<strong>en</strong>do que su regimi<strong>en</strong>to ya había com<strong>en</strong>zado<br />
a tras<strong>la</strong>darse a Óxido, un pequeño pueblo a<br />
unos cuatroci<strong>en</strong>tos kilómetros al norte. La carta<br />
prov<strong>en</strong>ía de Ocre, que tú debes conocer.<br />
—Sí, conozco <strong>la</strong> ciudad. La visité con mi<br />
familia hace dos años.<br />
—Por supuesto.<br />
—¿Y dónde está Tomás?<br />
—A salvo, con su abuelo. Partió hace tres<br />
días. Yo debo quedarme aquí a <strong>la</strong> espera de<br />
cualquier novedad.<br />
—¿Aún sigu<strong>en</strong> alistando jóv<strong>en</strong>es para el<br />
ejército aquí?<br />
—No, se han tras<strong>la</strong>dado todos a Ocre, allí ha<br />
quedado una delegación que sigue cumpli<strong>en</strong>do<br />
esa tarea <strong>en</strong> <strong>la</strong> ciudad y los pueblos<br />
circundantes.<br />
—No se preocupe, señora, <strong>en</strong>contraré a su<br />
hijo y lo traeré de vuelta o, de fracasar <strong>en</strong> esta<br />
misión, moriré a su <strong>la</strong>do —le aseguró con<br />
firmeza Miguel levantándose de un salto y<br />
dirigi<strong>en</strong>do sus pasos hacia <strong>la</strong> puerta.<br />
Verónica lo detuvo por un brazo a medio<br />
camino.<br />
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